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LAS MUJERES DE LA ORDEN MILITAR DE SANTIAGO EN LA EDAD MEDIA

María Echániz Sans

Capítulo 2 - Las mujeres de la Orden militar de Santiago.

I- La fundación de la Orden (1170-1175).


Una de las órdenes que aparecen en la península ibérica durante el siglo XII, fueron las órdenes religioso-militares,
creadas en "Tierra Santa" como consecuencia de las necesidades de su conquista y defensa, pero también producto
de la reforma religiosa del siglo XI y los movimientos de la vida apostólica del siglo XII. La idea de que la vida religiosa
podía unirse a la actividad militar, santificada, ya que defendía los valores de la cristiandad frente a los enemigos de
la fe, estuvo en la base de la creación de las primeras órdenes militares. También la concepción de la vida activa
apostólica, que, supuso el fin del monopolio de la vida monástica contemplativa.

Desde Tierra Santa, el Temple y San Juan se expandieron por Europa y llegaron a la península, donde existía una
dinámica frontera con el islam. Su influencia fue fundamental en la aparición de las órdenes militares hispánicas.
Paralelamente, aparecieron hermandades que aunaban ideales religiosos y militares. Entre 1170 y 1175, la evolución
de la hermandad de Cáceres, dio lugar a la Orden de Santiago.

Esta era una Orden militar hispánica con orígenes más laicos, que adoptó la Regla de San Agustín y no se afilió a
ninguna otra Orden religiosa. Fue la primera Orden religiosa que permitió que parte de sus miembros estuvieran
casados y la única Orden militar peninsular que aceptó una presencia institucionalizada de mujeres.

Derek Lomax, que estudió la historia de la Orden, dice que los orígenes de esta se entienden unidos a problemas
militares y políticos, pero también resalta los elementos religiosos que ayudan a explicarla.

Eutimio Sastre Santos estudiosos de la Regla de la Orden, dice que las particularidades religiosas de la Orden sólo se
explican en el movimiento de la vida apostólica canonical del siglo XII, llamando la atención sobre la pluralidad de
integrantes y funciones.

Según Milagros Rivera, la Orden de Santiago fue una institución interestructural, que trató de conciliar desde los
márgenes de la estructura social los valores del imperio y el papado, del poder político y de la sanción ritual a ese
poder político. Dos mundos, sagrado y militar, tradicionalmente incompatibles, se unieron en la Orden. La Orden
nació en un contexto de peligro interno y de rápido cambio social. Su ubicación geográfica en la zona de frontera
entre los ríos Tajo y Guadiana. Dos símbolos de su carácter interestructural: la cruz-espada y el apóstol Santiago,
acusó simbolismo religioso asociaron el simbolismo bélico. La Orden conservó esta posición íntegra estructural
mientras la presencia del islam fue uno de los peligros en el proceso de consolidación nacional de los estados
cristianos. Al terminar su función en la "reconquista", la Orden perdió ese espacio y se reintegró separadamente las
estructuras religiosa y política. La hipótesis de la autora se basa en el análisis de cuatro elementos que definen esta
posición interestructural:
 estuvo bajo la jurisdicción exclusiva de la Santa Sede, es decir no dependía de la autoridad episcopal;
 estuvo exenta en la edad media de la jurisdicción real directa, formando un señorío independiente;
 fue una Orden religiosa, sometida a una Regla y tres votos, pero sus votos monástico fueron matizados por
ciertos rasgos de la vida secular, principalmente el matrimonio;
 la Orden permitió el ascenso social de sus integrantes hasta mediados del siglo XIII.

El 1 agosto de 1170 en la fecha admitida como inicio de la Orden de Santiago. Pero siendo estrictos, lo que está
momento existía era una confraternidad o hermandad religioso-militar constituido por un grupo de caballeros con
un maestre al frente, Pedro Fernández, que recibieron del rey de León, Fernando II, la plaza de Cáceres, recién
conquistada y en plena frontera, para su defensa.

El siguiente paso fue la hermandad entre los fratum de Canceris y el arzobispo de Santiago, Pedro, en febrero de
1171.

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La primitiva Regla de Santiago, es un conjunto de normas de vida espiritual dirigido a laicos, hombres y mujeres,
célibes o casados que puede ser datada entre 1170 en 1173, y que muestra a las mujeres como miembro de la Orden
desde este momento.
Dos años más tarde la Orden y sus Reglas recibieron aprobación papal. En la bula de Alejandro III de 1175, la Orden
se tenían estructura definida, su Regla, redactada, tres votos religiosos -obediencia, pobreza y castiga conyugal-, y un
elemento nuevo: la presencia de clérigos.
Estos clérigos eran canónigos regulares de San Agustín.
A partir de este proceso, una cofradía religioso- militar se convirtió en Orden religiosa aprobada por el papado en un
periodo breve de cinco años. ¿Quién formaba parte de la Orden de Santiago? Hombres y mujeres, laicos y clérigos,
célibes y casados, considerados religiosos y a los que se le otorga una serie de funciones y espacios:
 Los freiles caballeros -casados y célibes- vivían con sus familias o comunitariamente y su función era la
guerra contra el infiel.
 Los freiles clérigos -canónigos agustinianos- vivían en sus conventos o en la frontera con los frailes
caballeros, asistiéndolos espiritualmente a los frailes y sus familias y educando sus hijos.
 Las freilas -casadas y célibes-vivían con sus familias o comunitariamente. Su función era la de ayudar en la
lucha militar a través de la realización del oficio divino.

Dentro del contexto de los movimientos religiosos de los siglos XII y XIII, la Orden fue la respuesta no sólo las
necesidades militares de la conquista cristiana, sino también a los deseos de participación laica en la vida espiritual,
inaccesible a las mujeres.
La aprobación femenina a la Orden pudo estar fundada en expectativas creadas por:
 La sanción de la participación secular. Existió para las mujeres una alternativa de participación religiosa que
no pasaba por la vida claustral y que permitía compatibilizar la vida matrimonial y la familiar con el ideal de
vida religiosa.
 La Orden estuvo formada desde su inicio por mujeres.
 La posibilidad de acceso al poder económico, político y social a través de la tenencia de encomiendas y
propiedades santiaguistas.
 La posibilidad de crear un espacio propio, en los monasterios femeninos de la Orden. Exentos de jurisdicción
episcopal y dependiendo del papado, lo que garantizó mayor poder espiritual en manos de comendadoras y
prioras.
 La opción conventual hasta finales del siglo XV tuvo rasgos originales: la ausencia de clausura, el
mantenimiento de la vida secularizada, la gestión personal de bienes, la profesión de votos simples,
conservando la posibilidad de matrimonio.
 La Orden permitió, hasta mediados del siglo XIII, el ascenso social.

Pero no podemos olvidar que dentro de la Orden militar de Santiago, las mujeres nunca ocupar una posición central
y simétrica a la de los hombres. Dentro de la jerarquía de poder, las freí las pudieron ser comendadoras, pero no
maestres, y no participaron normalmente en los Capítulos generales de la Orden donde se dictaban los
Establecimientos -leyes temporales y espirituales de la Orden- y se elegían los cargos.

II- La Regla de Santiago


La fijación del texto se produjo de forma prácticamente definitiva a mediados del siglo XIII. La Orden utilizó los
Establecimientos para introducir cambios. A medida que el modelo de vida espiritual primitivo se alejó más de la
vida real de la Orden, los Establecimientos jugaron un papel más importante y fueron más numerosos.
Hasta ahora, se conocían cuatro reacciones distintas de la Regla santiaguista. La primera es la llamada Regla
primitiva, situada entre 1170 y 1173. La segunda de 1175. La tercera de mediados del siglo XIII. La cuarta del siglo XV.
A estas cuatro, es necesario añadir una versión romance de 1480. Se trata de una adaptación de la Regla de Santiago
a la comunidad femenina de Sanctis Spiritus hecha en el capítulo general de la Orden que Alonso de Cárdenas,
maestro santiaguista, convocó la villa de Ocaña en 1480.

Un estudio comparado las tres primeras reacciones muestra cambios en la articulación de presencias femeninas en
la Orden en el período comprendido entre 1170-1260. En la Regla primitiva, las freí las no parecen ser
necesariamente familiares de los frailes. Las mujeres de la hermandad parecen decidir sobre su estado, pudiendo
elegir casarse o bien no hacerlo. Las mujeres fueron parte integrante de la Orden desde sus orígenes y se sometieron

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a las demás disposiciones regulares. El modelo de vida que la Regla primitiva proponía fue compartido por las
mujeres, aunque con la diferencia fundamental de que ellos no pudieron participar en la función principal de la
Orden a través de la lucha material.
Por el contrario, desde 1175, la Regla muestra una mayor insistencia en la integración de las mujeres relacionadas
por lazos de parentesco con frailes caballeros a través de una estructura de control-protección. Los lazos de
parentesco espiritual se intentan sobreponer a los de parentesco biológico. Las figuras de padre-marido son
reemplazadas por la Orden, que protege-controla a mujeres, viudas e hijas de los caballeros de forma indefinida.
Según la bula, el ideal santiaguista se puede alcanzar de dos formas: por el matrimonio y por el celibato, siendo la
segunda más valiosa al papado.
Es importante destacar que la opción de celibato masculino recibe una mayor valoración.
El matrimonio debe ser casto, y la castiga con su vals entiende como fidelidad con su gal y como continencia.
Respecto de las mujeres viudas que habían profesado en la Orden, éstas pueden optar por volver a casarse pero
necesitan el consentimiento del maestre o del comendador.

En la Regla del siglo XIII se observa la acentuación en la tendencia a englobar en la Orden a las mujeres relacionadas
por lazos de parentesco con frailes caballeros. La Regla nunca se refiere explícitamente a las esposas, viudas e hijas
de caballeros santiaguistas como "freilas", pero las consideran objeto de regulación y control como si fueran
miembros de la Orden.

Se regula la sexualidad masculina -la femenina es concebida como totalmente dependiente- ampliando los períodos
prohibidos.
Las mujeres de los frailes ven regulada su vida espiritual y física no sólo respecto a la actividad sexual.
La función de vigilancia para-familiar se acentúa. Para las viudas, sus opciones son tres: quedarse en el monasterio,
volverse a casar con el permiso del maestre y del comendador o vivir fuera de monasterios y lleva una "buena vida" y
el maestre lo considera adecuado. La Orden reconoce que la vida se ha liberado de "la ley del varón", pero no de la
tutela santiaguista.

Las cifras de las freilas y freiles también son objeto de la protección y control hasta la edad de 15 años, en que
pueden decidir si toman o no el hábito santiaguista. La Orden debió proteger-controlar su virginidad y educarlas
hasta ese momento.
En esta redacción de la Regla de mediados del siglo XIII se observan una estructura de control-protección que
asegura las mujeres y las hijas de los frailes una asistencia en caso de la desaparición temporal o definitiva de la
figura masculina de la familia, y también supone un control de su vida física y espiritual.

Del análisis de las tres primeras reacciones de las Reglas santiaguistas que abarcan desde la hermandad de Cáceres
hasta aproximadamente el año 1260, se puede deducir transformaciones internas en articulación normativa de las
mujeres de la Orden definidas por tres procesos:
 En la Regla primitiva, las freilas no son familiares de los frailes caballeros, poseyendo su propia identidad en
la Orden. En la Regla de mediados del siglo XIII, nunca se refiere a las mujeres relacionadas por lazos de
parentesco, y las considera sujeta a los principios de la Regla, que controlan su vida física y espiritual.
 En la Regla primitiva los espacios de vida comunitaria no se agotan en los monasterios. En la Regla romance,
los monasterios femeninos aparecen ya como única forma de vida comunitaria para las freí las que no viven
con sus familias.
 El margen de decisión de las mujeres parece mayor en la Regla primitiva que las relaciones posteriores.

¿Cuáles fueron las causas de estos cambios? Probablemente respondan parcialmente a procesos externos. La falta
de estudios adecuados impide conocer si existía la preocupación eclesiástica en la segunda mitad del siglo XIII
respecto a movimientos de espiritualidad protagonizados por mujeres en la península. Esto podría haberse llevado a
los hombres que controlaban la Orden a reconducir hacia espacios monásticos más rígidos las vinculaciones
femeninas. Además hay dos razones internas: la transformación de la hermandad laica en Orden religiosa mixta de
laicos y clérigos, es decir con una estructura más jerárquica y más influida por las directrices eclesiásticas; y el triunfo
socioeconómico de la misma que provocó una mayor preocupación sobre el patrimonio santiaguista y su gestión. Las
familias y las mujeres ostentaban parcelas de poder territorial de la Orden. Por ello las mujeres de los frailes
caballeros debieron profesar en la Orden, ya que esta forma debían obediencia a la misma. Las viudas necesitaron
licencia para volverse a casar porque así la Orden podía evitar alianzas con elementos no santiaguistas, lo cual
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hubiera provocado una pérdida de control sobre el patrimonio de la Orden. La posición de vulnerabilidad de las
mujeres en el control de su propiedad fue un elemento que impulsó a la Orden un control estricto de sus posibles
alianzas matrimoniales.

III- Formas de vinculación de mujeres a la Orden de Santiago: freí las seculares y freí las conventuales.
La Orden de Santiago su primera formulación hace referencia a dos formas de vinculación femenina cuya línea
divisoria fue la vida en comunidad de mujeres y la vida en familia.
¿Cómo se denominan estas dos categorías? Freilas seculares y freilas conventuales, con un cierto paralelismo con los
freiles seculares o caballeros y los freiles clérigos. Pero éste paralelismo es equívoco ya que ni las funciones y los
espacios de religiosidad fueron simétricos. Se entiende por freí la secular a la que vive en su ámbito familiar y por
freí la conventual a la que vive en un convento, sin olvidar que ambas estaba sometida a la misma red le profesaban
los mismos tres votos.

Los documentos muestran que un número importante de donaciones se realizaba por mujeres de forma individual o
junto a su cónsul, hermanos o hijos.
Algunos matrimonios ingresan de manera conjunta a la Orden. Otros matrimonios ingresan como familiares de la
Orden. La familiaritas no fue la institución original de la Orden pero sí tuvo en ello un mayor carácter de etapa previa
a la toma de hábito, ya que podrían como matrimonio decidirse ingresar como frailes sin necesidad de esperar a la
viudez. A través de la institución de la familiaridad entregaban sus cuerpos y almas a una casa religiosa, acompañado
de una donación de bienes. Así se unían elementos espirituales y acuerdos económicos. A cambio la Orden prometía
participar de sus beneficios espirituales y temporales, estableciendo en ocasiones asistencia económica. Otros
matrimonios manifiestan cierto lazo de dependencia de las esposas hacia la Orden, dependencia que se relaciona
con la necesidad de voluntad de control sobre las mujeres y su patrimonio.
Existen también documentos respecto de las donaciones femeninas realizadas para la salvación del alma de la
donante y de sus familiares más directos. A veces, se expresa en esta donación es una finalidad más concreta, fundar
un hospital por redimir cautivos. Se trata de vinculaciones temporales y espirituales muy diversas.

Desde mediados del siglo XIII al cada vez menos información sobre freí las seculares que no la familia de los
caballeros santiaguistas. Una de las razones de esta escasez es la desaparición progresiva del tipo documental de las
donaciones particulares. También se relaciona con que desde el siglo XIII la Orden sala estaba interesada en
establecer vínculos con mujeres que no fueran o familiares de freiles o freí las conventuales. La documentación de
freí las seculares durante los siglos XIV y XV es escasa y refiere a mujeres nobles familiares de caballeros
santiaguistas.
La disminución de noticias acerca de las freí las seculares coincide con el período fundamental de la formación y
fundación de las comunidades monásticas femeninas de Santiago.

Los monasterios femeninos de la Orden se distribuyeron por toda la península: dos en Cataluña, dos en León, dos en
Castilla y otro en Portugal, siempre en áreas alejadas de la frontera. Todos observarán la Regla y establecimientos de
Santiago.
Los monasterios contaron con un patrimonio es el formado por donaciones mixtas de los fundadores o dotados de
principales y de la Orden, o bien heredado parcialmente destitución anterior. Estos patrimonios crecieron a lo largo
del siglo XIII gracias a donaciones reales y particulares y exenciones y privilegios reales. Finalizado el siglo XIII, el
número de donaciones particulares decreció. A partir de entonces, la aportación de nuevos bienes se produjo a
través de la entrada de nuevas miembras a las comunidades que aportaban su patrimonio personal. La fortuna
económica de los monasterios fue muy diversa y dependió de factores como:
 la ubicación. Los monasterios situados en ciudades tuvieron una vida económica más activa se encontraron,
son apoyo socioeconómico de los patriciados urbanos y la nobleza bajomedieval.
 La gestión patrimonial. Las dos comunidades que tuviera mayores dificultades económicas fueron aquellas
donde se comprueba una mayor intervención de priores y comentadores santiaguistas.
 La intervención externa. Los siglos XIV y XV conocidos de crisis feudal que se materializó en la conflictividad
social, política y económica encabezada por la misma clase dominante. Las usurpaciones de bienes de esto
monasterios femeninos fueron continuas. Los privilegios y propiedades debieron ser continuamente
defendida por no eran respetados por los consejos, la jerarquía diocesana ni la nobleza.

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 La distribución geográfica del patrimonio. Las dotaciones fundacionales y donaciones posteriores podían
provocar la formación de un patrimonio disperso o bien homogéneo, lejano cercana geográficamente,
condicionando la dificultad o facilidad de la gestión económica del mismo.

Como parte de la Orden, los monasterios estuvieron exentos de la jurisdicción episcopal, dependiendo únicamente
del maestro y del Papa, poderes mucho más lejanos que el del obispo.

Un elemento unificador de los monasterios femeninos fue la extracción social de las estrellas: pertenecieron a la
nobleza y a los patriciados urbanos. La Orden vivió un proceso de fuerte selección de sus integrantes desde
mediados del siglo XIII.
Otro elemento característico fue la existencia de numerosos lazos de parentesco entre las freilas: los linajes
edificaron verdaderas casas privadas, transmitido de generación en generación.
Otro rasgo fue que la fe las conventuales pudieron casarse, abandonando los monasterios: votaban castiga conyugal
y no castiga perpetua.

¿Qué funciones desempeñaban en la Orden estas comunidades? Tres fundamentales: el regreso del oficio divino, la
educación de las hijas de los freiles hasta los 15 años y la de acoger de forma temporal a las freí las seculares.
A pesar de estas características unificadoras había diferencias existentes entre los monasterios y la Orden intentó
que todos los monasterios siguieran el modelo de Santa Eufemia de Cozuelos, sin conseguirlo.

Los monasterios santiaguistas con una personalidad más independiente, vivieron a finales del siglo XV un período de
relaciones tensas con la Orden. Mientras los freiles seculares a reintegraban a la nobleza y los freiles clérigos en la
estructura eclesiástica, las freilas conventuales no encontrar un espacio claro de "recolocación". En esta segunda
mitad del siglo XV se produjo un proceso de concentración del poder en la sociedad peninsular, que se plasmó en la
Orden de Santiago en el control de la institución por la monarquía. Los monasterios femeninos se convierten en
espacios manipulables. Los organismos centrales de la Orden intentaron servirse de sus propiedades y de sus
espacios en sentido patrimonial y la monarquía de los Reyes Católicos, los incluso su reforma global del monacato
femenino, intentó encasillarlo en modo tradicional de clausura, castidad perpetua, propiedad común y vida común.

La nueva oleada de fundaciones de monasterios femeninos sandinistas de finales del siglo XV y principios del siglo
XVI se sitúa bajo las directrices de reforma de los Reyes Católicos. En las nuevas fundaciones de Granada y Valladolid,
las Reglas conventuales estuvieran obligadas a la clausura y agotar castiga absoluta y no con su gal, dos cambios
fundamentales. Mayor continuidad respecto a las comunidades anteriores observa en la finalidad dada a los nuevos
monasterios: acoger a viudas y esposas y educar a doncellas, hijas de los freiles.

La reforma afectó también a los monasterios femeninos medievales, provocando el inicio de un largo conflicto
monasterios-Orden en torno a la clausura y el voto de castidad absoluta, contrarios a su realización original. En
Sanctis Spiritus los problemas más graves se iniciaron con incorporación del maestrazgo por los Reyes Católicos y
prosiguieron después del concilio de Trento hasta el siglo XVIII. La clausura, en los votos y las comendador de las
trienales fueron los tres elementos de lucha continua entre las comunidades y la Orden a partir del siglo XVI.

Capítulo 6 – La organización de la visa conventual.

I- La Regla femenina de Santiago.


Esta es una adaptación al femenino de la Regla y el formulario de toma de hábito realizada por el capítulo general de
la Orden de Ocaña, en 1480, y destinada a la comunidad de freí las de Sanctis Spíritus. En ella, el maestre Alonso de
Cárdenas reconocía la posición no central de las mujeres dentro de la Orden y aceptaba la sugerencia de realizar una
adaptación al femenino de la Regla. Pero más que la sugerencia fue una de las contrapartidas exigidas por la Orden a
cambio de acceder a la petición de las freí las de dar una garantía de respecto a su derecho a elegir comendadora.
Las freilas tuvieron que hacer ciertas concesiones, una de ellas el cambio de voto de castidad conyugal por el de
castidad perpetua.
Esta Regla adaptada elimina los capítulos dedicados a la exaltación de vida al militar y la guerra por la fe. También
desaparecen los preceptos dedicados a los órganos dirigentes de la Orden, ya que las freí las no participan en ellos.
Se suprime también el precepto dedicado a la importancia de la hospitalidad en las comunidades; se cambia el voto
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de castidad conyugal por el de castidad perpetua; se elimina la posibilidad de no oír las obras canónicas y se
complica el oficio divino que deben realizar las freí las; se elimina los preceptos sobre la castiga con su gal
matrimonial y la posibilidad de que las viudas vuelvan a casarse. La actuación de la Regla debe ser utilizada con cierta
cautela ya que sus contenidos restrictivos fueron rechazados y siguieron profesando la Regla general de la Orden con
seguridad desde el siglo XVI.

II- El ritual del ingreso.


La toma el hábito de la profesión fueron los dos ritos de entrada de las freí la en la Orden. Hasta finales del siglo XV
los ritos parecen realizarse en un mismo momento, lo cual presupone que el período de noviciado se realizaba o
antes o después de ellos. Al menos desde finales del siglo XV, toma de hábito de profesión se realizaba en momentos
distintos y entre ambos ritos se citó un período de noviciado de, al menos, un año y un día.
El ritual de entrada en la Orden es estudiado por milagros Rivera utilizando el modelo de los ritos de transición
propuesto por Arnold van Gennep. Éstos constan de tres fases: separación, margen e incorporación.
 La separación. Cuando alguna viniere se estudiaba su persona y cualidades. Si el análisis era favorable la
candidata residía el hábito por un período del año y día. El hábito se entregaba después de que la futura
freila hubiese confesado y comulgado.
 La etapa liminar o margen. Etapa aprobación que dura un año y un día, en donde la novicia pasó a ocupar el
último puesto de la comunidad, tanto materialmente como espiritualmente. En un período de prueba y
aprendizaje. El período de prueba supone la práctica de ejercicios de humildad, disciplina, incomunicación y
autonegación.
 La incorporación. Si tanto la novicia como la comendadora y freilas querían que se realizase la profesión, la
comunidad se reunía en capítulo y la novicia se arrodillaba delante de la comendadora.

La comendador a o el clérigo de su nombre, la recibieron como freíla y hermana, dándole parte en todos los bienes
espirituales y temporales de la Orden. Rivera, dice que de este ritual en femenino falta únicamente la iniciación a la
caballería.

III- Vivir sin propio, castidad y obediencia.


En la Orden de Santiago no existe una forma única y definida de profesión hasta finales del siglo XV. La freila debida
obediencia al comendador, al maestre y a la Regla de Santiago.

El voto de vivir sin propio no se entendió nunca como un voto estricto de pobreza personal y colectiva. El voto
presuponía la entrega de todos los bienes muebles e inmuebles a la Orden a la hora de profesar, pero los frailes
seguían gestionando sus bienes y usufructuándolos hasta su muerte con autorización de su comendador,
comendadora o maestre. Pronto se planteó en la Orden el problema de cómo compatibilizar esta entrega de bienes
con los derechos de herencia de hijas, hijos y cónyuges de freiles y freilas. En un principio, la Orden llegó acuerdos
particulares con cada uno de sus freiles. Desde finales del siglo XIV se reguló a través de establecimientos y bulas
papales.
En el capítulo general de Écija de 1485, se pidió al Papa que se anularan las restricciones contenidas en la disposición
de 1440 y que se permitiese a los frailes caballeros disponer libremente de todos sus bienes. Las freilas santiaguistas
se vieron afectadas teóricamente por las mismas regulaciones sobre la propiedad hasta la reforma de 1500.

La reforma de 1500 obligó a las freí las religiosas -como a los frailes clérigos - a poner todos sus bienes inmuebles en
común y limitó muy estrictamente la posesión de bienes muebles. En los documentos de donaciones hechas por freí
las a la comunidad se observa como hasta finales del siglo XV son la propia mujer es la que donan parte o la totalidad
de sus bienes a Sancti Spiritus, mientras que, a partir de entonces son mayoritariamente sus familiares masculinos
quien entregará monasterio la cantidad de dinero o una única propiedad como "dotes". No es casual que fuesen la
reforma de 1500 cuando se plantease por primera vez el tema de la sinfonía, es decir, exigir o recibir unos bienes
como derecho de entrada en religión. La mayoría de comunidades femeninas, que debía vivir en clausura preceptiva,
se veían obligadas a exigir una dote a sus religiosas para sustentar su comunidad. La reforma del año 1500 recogió
exactamente esta justificación.

 La castidad. El voto de castiga conyugal fue el que distinguió a la Orden de Santiago del resto de las órdenes
religiosas fundadas hasta ese momento.

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Las freí las, tanto las seculares como las religiosas, votaron castiga con ayuda de, es decir que si eran célibes
mantenían la castiga simple, y si se casaron, abandonaban los monasterios sin perder el hábito.

IV- El vestuario.
Las freilas y freiles santiaguistas debían vestir con austeridad, evitando tejidos lujosos y colores llamativos, y debía
llevar la cruz-espada. Esta era de color rojo en el traje y también en la capa blanca. Los freiles utilizaron la venera
(concha de los peregrinos compostelanos).
En 1440 el capítulo general de Úcles insistió el cumplimiento de la Regla, pero introdujo lo posible pedir licencia al
maestre para incumplir estos preceptos. Todo cambio en el capítulo de Écija de 1485 y la Orden pidió al Papa
dispensa acerca de la limitación del vestuario, y después de conseguirla sólo los freiles clérigos y las freilas
conventuales tuvieron que someterse a las disposiciones Reglares.
La reforma del año 1500 endureció la previsión de llevar públicamente ropa y mantos de tejidos caros.

V- El alimento: un consumo diferencial.


Los frailes eran guerreros y ello les obligaba a un esfuerzo físico incompatible con un régimen de ayunos y
abstinencias rigurosos. Frente a la dieta ideal vegetariana de muchos monjes medievales, la Regla santiaguista
permitió el consumo habitual de carne, reguló un ciclo anual de prácticas de ayuno y abstinencia no excesivamente
rigurosa.

El objetivo de la vida espiritual santiaguista no era la mortificación corporal a través de la práctica ascética rigurosa
sino a través de los peligros que el freire vivía en la lucha militar.
La adaptación de la Regla a las freilas recogió las mismas disposiciones y el mismo espíritu de que la Regla del siglo
XIII. La comendador había autorizar la dispensa del ayuno y la realización de prácticas más rigurosas, y se
desaconsejaban porque la freila "no podía ser flaca para los servicios de Dios".

Al menos desde 1459, y quizás desde antes, las Reglas recibían diariamente la cantidad en dinero para comprar
carne de pescado, así como las verduras y legumbres. Además recibían parte de su alimentación de las rentas del
monasterio cobradas en especie. Podemos afirmar que estamos ante una dieta privilegiada por su carácter variado y
seguro, reflejo de la situación socio-económica de quienes la consumían.

Pero no todos las freilas que vivían el monasterio tenían acceso a la misma cantidad y calidad de alimentos. El cargo
y antigüedad en la comunidad eran factores de desigualdad del reparto; la vejez asociada a la enfermedad también;
la comendadora tenía derecho a repartos mayores de las rentas en especie; las novicias recibían la misma ración de
vino y pan pero la mitad de la ración de dinero durante los tres primeros años.
También había un consumo diferencial externo, es decir, consumo diferencial entre sexos. Al comparar las Reglas
consumían la mitad de vino diario que los frailes; 23% menos de PAN y recibían la mitad del dinero para comprar su
alimentación diaria. Las mujeres tenían un menor acceso alimento de los hombres de la misma clase social.

VI- La liturgia.
Gran parte de la jornada diaria de las freilas está ocupada por el rezo del oficio divino: la misa, las obras canónicas,
las procesiones y los responsos.
La liturgia era una ocupación fundamental de todas las comunidades monásticas y canonicales.

VII- El monasterio. Un espacio para la educación.


Fue para las mujeres que exhibieron un espacio privilegiado de educación, la cual se centraba al menos en el siglo
XV, en la lectura, el canto y la liturgia.
Dar y recibir libros era para esta y otras comunidades femeninas, y para las mujeres que tuvieron acceso de ellos,
una forma de difusión de espiritualidad y de cultura. La mayoría de las mujeres laicas prioritarias de libros también
tenían obras de carácter devocional.
La importancia de la palabra escrita como vía de acceso a la cultura de la mayor para las mujeres que para los
hombres, especialmente en el siglo XIII, al quedar estas excluidas casi totalmente el conocimiento especializado
impartido las universidades. Según Susan Bell, las mujeres bajo medievales tuvieron especial relación con los libros,
porque al ser considerada por la cultura patriarcal inferiores intelectualmente a los hombres y ser excluidas de la
enseñanza especializada, las mujeres tenían una mayor necesidad de hacer a los libros y sus contenidos intelectuales
y espirituales; porque las mujeres eran las primeras maestras de sus hijas e hijos y necesitaba dinero para esta
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enseñanza; porque las mujeres desconocían el latín y por ello jugaron un papel fundamental en el desarrollo de las
traducciones de textos latinos a lenguas vernáculas.

Por ello las mujeres medievales valoran mucho sus libros. El libro manuscrito eran objeto de lujo, sólo accesible una
minoría de mujeres casi la misma minoría que tenía acceso a la cultura escrita.
Leer y enseñar a leer a otras mujeres debió constituir una ocupación habitual de las freilas. En cuanto los idiomas
que conocían, resulta casi seguro que las Reglas tenían conocimiento del latín.

VIII- Los intentos de imposición de la clausura.


La clausura fue una norma específica de género puesto que fueron las comunidades de religiosas las que debieran
observarla preceptivamente porque su definición se basa en los contenidos de lo femenino en el sistema medieval
de géneros: las mujeres son definidas como incapaces de controlar su propio cuerpo y su vida material y espiritual,
obligándolas a vivir recluidas en un espacio controlado por la Iglesia y el Estado, bajo diversas justificaciones. El
desde 1298, con la bula Periculoso de Bonifacio VIII, la Iglesia había definido que la clausura como ley universal que
obligaba sólo las comunidades femeninas. Esto fue endureciéndose progresivamente hasta desembocar en la que
fijó el Concilio de Trento.

La clausura es además un indicador de otros procesos de cambio que afectaron negativamente la posición de las
mujeres a finales de la edad media, son sólo las primeras ofensivas de un largo proceso cuyo conflicto continuaban
todavía en el siglo XVIII.

La Regla de Santiago no contenía ningún precepto que obligarse a los frailes y freírlas a la clausura. La Orden y filial
espiritual eran, en realidad, incompatibles con ella. En la segunda mitad del siglo XV los hombres que gobernaba la
Orden se empezaron a preocupar por imponer la clausura las comunidades femeninas muestran que se habían
perdido los ideales primitivos, que la posición de las mujeres se estaba siendo más vulnerables dentro de la milicia y
que las religiosas se consideraban como colectivos que era preciso controlar. Para imponer la clausura no
necesitaron entonces ninguna justificación. Los visitadores que Ordenaron la separación, aclararon que esto no se
debía a que se hubiese producido ningún hecho deshonesto, sino para evitar que ocurriese en el futuro y para evitar
la murmuración.

Estas medidas de imposición de clausura eran de dos tipos: imponer la clausura material de monasterio, aislando el
edificio monástico, cerrando las ventanas, achicando las puertas, creando locutorios, poniendo rejas; y la clausura
física, impidiendo que las mujeres salieran del monasterio y que nadie entrase al mismo. Las mujeres se resistieron a
los cambios pero la clausura material se impuso poco a poco.

Las medidas de la visita de 1459 causaron un fuerte rechazo en la comunidad y no debieron tener gran impacto en la
vida cotidiana. Las visitas de 1400 24,498 y la reforma de 1500 tuvieron carácter cada vez más coercitiva las medidas
que dictaron para transformar el edificio monástico y la forma de vida de las freilas. En las preguntas de los
visitadores se muestra la preocupación de los mismos por el control del cuerpo femenino y de los contactos de las
freilas con hombres y también con otras mujeres de su misma comunidad: las freilas debían enterrarse del claustro,
ninguna mujer seglar de "mala fama" podía dormir más de la noche del monasterio, ninguna fray la podía escribir a
recibir cartas sin licencia, ningún celular ni religioso podía franquear la puerta sin licencia para hablar con las Reglas
si no fuese por la reja, aceptó el clérigo o el médico o cirujano. Se previó también que el sacristán dormirse en la
Iglesia.

En la reforma de 1500 se insiste de nuevo la clausura física: ninguna podía salir de monasterios y no era por causa
grave o algo muy raro. No debía autorizarse a mujeres seglares a entrar en el monasterio excepto en casos contados.
Las freilas sólo podían hablar con las visitas en los tiempos convenientes y siempre con dos freilas como
acompañantes.

La repetición de las mismas medidas en los distintos textos es un indicio de su incumplimiento. Imponer la clausura
significa vulnerar las características originales de las comunidades de freilas. Pero sobre todo significa un cambio en
la forma de vida de las freilas, las que ya no estaban dispuestas a tolerar. A partir del concilio de Trento, la Orden de
Santiago inició una ofensiva para imponer la clausura.

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