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MÓDULO III: CONCENTRACION Y ATENCION EL DEPORTE

Lic. Hugo Ajzebnerg

La capacidad para controlar los procesos de pensamiento, para


concentrarse en una tarea, es una de las claves más importante para lograr
una actuación eficaz en el deporte. El control mental es por tanto un factor
decisivo en la competición, ya sea ésta a nivel de deportes individuales o de
equipo, de base o de elite.

La concentración es uno de los aspectos esenciales para alcanzar el


máximo nivel para el que cada deportista esté capacitado. El componente
principal de la concentración es la capacidad de focalizar la atención sobre la
tarea que se está desarrollando y no distraerse por estímulos internos o
externos irrelevantes. Los estímulos externos pueden incluir el abucheo de los
espectadores, ese error reciente, las conductas antideportivas por parte de los
contrarios, etc. Casi todos los acontecimientos externos desencadenarán un
cambio cognitivo y emocional en el deportista. Ya que esta interacción se está
dando durante todo el tiempo, los entrenadores y psicólogos del deporte deben
entrenar a los deportistas en hacer frente a estos eventos bajo situaciones de
presión, tal y como es la competición.

En un intento de cubrir esas carencias de propuestas prácticas, se


aporta esta oferta de juegos y ejercicios (justificados teóricamente) con los que
los niveles de atención y concentración de los jugadores se verán mejorados.

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La atención y concentración

 Importancia de la Atención y Concentración en el deporte

No cabe duda de que, cuando hablamos de deporte, cada vez se hace más
referencia a los factores psicológicos o mentales de los deportistas (también
entrenadores, árbitros, etc.).

Uno de estos aspectos psicológicos que se mencionan, tal vez de los más
referidos, es el de la atención y la concentración. Así, no es de extrañar que se
escuche decir al entrenador, en innumerables ocasiones, que le ha faltado
concentración al equipo, o entre el público, no resulta extraño oír el grito de que
no están atentos a la jugada, incluso es habitual escuchar de los periodistas,
cuando narran el partido, la frase ¡qué bien ha visto la jugada!, haciendo
referencia a la adecuada atención de un jugador en concreto.

Pero, a pesar de la importancia que le damos a la atención y a la


concentración, importancia que deducimos del gran número de veces que se
utilizan estos términos, resulta también evidente que se le dedica muy poco
tiempo a su entrenamiento específico: a) Tal vez porque son habilidades que
ya deberían traer los jugadores de su casa; b) porque son habilidades innatas
y, por tanto, no se pueden aprender ; o c) quizás porque los propios estudiosos
de estos temas apenas han abordado el entrenamiento de las habilidades a las
que denominamos atención y concentración, y menos aún, en los deportistas.

Sea cual fuere la respuesta -y tal vez para cada caso concreto pueda ser
una diferente, o las tres simultáneamente- es obvio que dada su importancia se
necesitan estudios más específicos, tanto de tipo conceptual (para definir más

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claramente lo que se entiende por estas palabras), como de índole aplicado,
(para desarrollar, mediante entrenamientos sistemáticos, las capacidades de
atención y concentración de las diferentes personas, y de manera especial de
los propios futbolistas)

Ése es nuestro intento, en su doble vertiente -teórica y aplicada-,


teniendo en cuenta que la atención y la concentración no son aspectos
deslindados de otros, también muy aludidos, como la fatiga, la motivación, los
pensamientos, las emociones, etc. Pero dado que abarcar todos estos
conceptos psicológicos nos llevaría a un amplio manual de Psicología del
Deporte, hemos decidido concentrarnos en estos tópicos, aún a sabiendas de
que se ven afectados y afectan a otros procesos mentales.

 Definición

El término atención, y se refiere a tender hacia, implicando una tendencia o


propensión del sujeto a entrar en contacto (visual, auditivo, táctil, cerebral, etc.)
con algo en concreto, sea ese algo muy particular y específico (concentrado en
ello) o más amplio o genérico (atento o alerta a lo que ocurre).

Parece que hay cierto acuerdo entre los especialistas en la existencia de


diferencias individuales en cuanto a las capacidades atencionales (estilos
atencionales), aceptándose bases biológicas y genéticas. Pero nosotros
apuntamos la más abordable desde la faceta del entrenador; lógicamente nos
referimos al factor aprendizaje, que indudablemente media entre una situación
de partida y otra en continua progresión. Es ahí donde incidiremos con la
planificación y confección de las actividades acordes con nuestra modalidad
deportiva.

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El componente principal de la concentración es la capacidad de focalizar la
atención sobre la tarea que se está desarrollando y no distraerse por estímulos
internos o externos irrelevantes (Schmid y Peper, 1991). Esos estímulos
exteriores y no significativos pueden contemplar: las manifestaciones de los
espectadores, provocaciones de los adversarios, instrucciones desde banquillo
contrario, por ejemplo. Los otros estímulos, los internos, hacen referencia a ese
auto-diálogo a veces negativo: "lo mal que me van a salir las cosas", "lo mal
que me va a tratar el árbitro", "la sensación de pesadez que tengo en las
piernas", " lo rápido que late mi corazón", etc. Pero curiosamente el intentar
concentrarse puede provocar una falta de concentración. La concentración
implica focalización y no el pretender provocar una atención intensa sobre una
actividad (por ejemplo: la secretaria que se concentra excesivamente en las
teclas del ordenador tras algunos errores; posiblemente perderá velocidad).

La concentración es una destreza aprendida, de reaccionar pasivamente


o de no distraerse ante estímulos irrelevantes. La concentración también
significa el estar totalmente aquí y en el ahora, en el presente (Schmid y Peper,
1991).

Según lo anteriormente expresado la concentración, al ser una destreza,


es susceptible de mejorarse y desarrollarse por la práctica. Será por tanto labor
del entrenador enseñar a sus deportistas a disminuir la atención hacia
estímulos irrelevantes y/o aumentarla hacia estímulos relevantes de cara al
rendimiento.

 El foco de atención y los estilos individuales

La teoría sobre la atención más utilizada en Psicología del Deporte es la


propuesta por Nideffer en 1976. En este trabajo seguiremos, básicamente,
dicho modelo sobre los estilos atencionales, pero añadiéndole a su conocida
clasificación de los focos atencionales el factor temporal de la concentración,

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aspecto éste que si bien es mencionado en muchas ocasiones como problema
atencional -por ejemplo, cuando decimos que no han mantenido la
concentración durante los últimos minutos-, no es tratado, habitualmente, de
forma simultánea con el factor espacial.

En este sentido, y aunque pudiéramos rozar otros tópicos de la


psicología (ya dijimos que no son deslindables, excepto para un más fácil
análisis), qué duda cabe que si un deportista está atendiendo a lo que pasó -
por ejemplo, al gol que le acaban de marcar-, como a lo que podría pasar -si
marca su equipo dicho gol-, no estará concentrado en los aspectos relevantes
de la jugada en que está, con los consiguientes problemas de ejecución y
efectividad.

Con todo, debemos decir que, si bien hay que atender a todo lo posible -
ya que es imposible atender a todo y en todo momento-, mediante una atención
de tipo amplia o general, es muy conveniente concentrarse en algo en
particular en una situación concreta, en aquello que verdaderamente es
relevante -foco estrecho-, y ya que los extremos son generalmente
inadecuados, es conveniente aprender o saber cambiar de foco adecuándolo a
las circunstancias.

Pese a ello, y en un intento de clasificar los diferentes lugares y


momentos en los que fijamos nuestra atención, hemos realizado una
clasificación -en gran parte basada en la de Nideffer (op. cit.)-, que ha de
entenderse como dicotómica en nuestro escrito, pero como un continuo en
cada persona y situación, de manera que, ni nadie es siempre de una forma, ni
nadie atiende siempre -en todo momento y lugar- de forma general ni de
manera particular, ya sea el entorno o a sí mismo, pese a que podamos
establecer unos estilos, más o menos estables, en la forma de atender de cada
jugador.

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Estilos atencionales

Al hablar de estilo atencional nos estamos refiriendo al hecho de que,


generalmente, una persona suele atender unas cosas y no otras, o en unos
momentos y no en otros, o más o menos tiempo, etc.

Las investigaciones han mostrado las diferentes capacidades de los


distintos sujetos para atender de una u otra forma, y, si hacemos un estudio
longitudinal -a lo largo de un período de vida de una persona- en situaciones
similares, podremos llegar a decir que tal persona suele estar más atenta a los
diferentes elementos del campo, mientras que otra suele concentrarse en
algunos aspectos concretos, es decir, que en el primer caso hablaríamos de
que ES un deportista atento o concentrado. Pero, dado que resultaría imposible
atender a todo, es normal que se seleccione, como ya comentamos, siendo la
selección de cada persona diferente, y si regularmente suele atender a su
propio cuerpo, solemos decir que es una persona ensimismada, y no está
atento a la evolución de la jugada.

En cambio, si suele atender de forma regular a la trayectoria del balón y


de los contrarios, solemos decir que ES atento pero que no cayó en la cuenta
de que su ESTADO corporal al final del partido y tras jugar el miércoles la copa,
no le permitió llegar al balón -en ese momento y lugar-, con lo cual, no
seleccionó bien la jugada, pues debió elegir el pase en largo y no la jugada
individual de contraataque.

En cualquier caso, los extremos de los diferentes focos son,


generalmente, poco adecuados, siendo, en general, más conveniente saber
cambiar el foco de atención en cada momento, y es que, en el transcurso de un
evento, a menudo hace falta cambiar el foco atencional.

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De esta forma podremos decir que lo ideal sería ajustar nuestro foco de
atención a la situación, tal y como hará un cámara al ajustar su foco en el
momento preciso y hacia el lugar adecuado (es decir, no sólo debemos utilizar
las diferentes técnicas para atender adecuadamente, sino que también
debemos saber usarlas en el momento adecuado, tácticamente hablando).

Sin embargo, es también cierto que para aprender una determinada


técnica -en nuestro caso de atención- conviene entrenarla de forma lo más
regular posible, sin muchos cambios, e ir introduciendo paulatinamente los
diferentes elementos para que el sujeto pueda conseguir cambiar de foco en el
momento/lugar precisos. Con ello no queremos decir que lo ideal sea no tener
estilo -nada más lejos de nuestra intención-, sino adecuar nuestro estilo a cada
situación, para lo que debemos estar capacitados.

Los mejores niveles de ejecución se consiguen cuando los deportistas


se sitúan en una zona de energía óptima caracterizada porque la atención y a
nada más, es decir, focalizada en los factores relevantes, y alejada de los
pensamientos negativos y de otras formas de distracción que deterioran la
ejecución.

Nosotros añadiríamos que, para conseguir esto es necesario, en primer


lugar, evaluar las capacidades del deportista, para descubrir sus problemas
(concretos de esa persona en dichas situaciones) y así poder entrenar sus
capacidades de forma que se puedan solucionar sus problemas en un futuro.

Evaluación

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Hasta ahora, y tras intentar definir lo que entendemos por atención y
concentración, así como analizar aquellos aspectos que intervienen, nos resta
hacer una revisión de los procedimientos para evaluar dichos elementos, y es

que como proponen Guallar y Pons (1994), para poder ayudar a un deportista a
entrenar su capacidad de atención, con el objetivo de mejorar su rendimiento
deportivo, es necesario partir de una evaluación de su nivel atencional, es
decir, necesitamos saber si el deportista tiene o no una buena capacidad
atencional.

No obstante, y teniendo en cuenta que deberíamos atender a la


evaluación de todos los aspectos posibles, o sea, cuántos elementos atiende,
dónde atiende, cuánto tiempo y en qué dirección temporal, y dado que evaluar
todo, resultaría muy difícil, al menos a la vez, es por lo que debemos evaluar
cuantos más aspectos mejor.

Y si además de tener que evaluar todos estos elementos, tenemos en


cuenta que un mismo futbolista no siempre hace lo mismo, es decir, va
mejorando -o deteriorando- su capacidad atencional en según qué momentos y
según qué circunstancias, la evaluación que realicemos deberá ser lo más
continua posible. Todo ello sin olvidar que debemos evaluar no sólo su estado -
muy variable en función de muchas circunstancias posibles-, sino también su
estilo -es decir, su forma de atender más regular a lo largo del tiempo.

Vemos como la evaluación puede ser bastante compleja, a no ser que


seleccionemos algún/os de los aspectos posibles, para lo que deberemos
definir, previamente, un objetivo de la evaluación.

Hemos distinguido diferentes procedimientos o formas de evaluación, en


función de la persona de la que proviene la información; así podemos distinguir:

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 Los informes verbales que realiza el propio jugador, desde su propia
perspectiva; y...
 Los informes que realizan otros que observan a esa persona, es decir, desde
otro punto de vista, y no sólo otro punto de vista psicológico, sino incluso físico,
pues poseen una perspectiva distinta.

Debemos entender, como dice la sabiduría popular "que nada es verdad


ni mentira, sino que todo es según del color del cristal con que se mira", o dicho
de otro modo, dado que existen diferentes colores y pueden verse diferentes
gamas, cuantos más puntos de vista se tengan -en un símil futbolístico,
cuantos más ángulos-, mejor se podrá evaluar el estado y la capacidad, y por
tanto, mejor se podrá hacer referencia a los aspectos a entrenar, según los
diferentes problemas encontrados.

Por último, debemos mencionar que la clasificación que acabamos de


exponer atiende a la persona que realiza el informe, si bien es cierto que
podríamos haber clasificado los diversos métodos de evaluación en función de
qué es lo que se trata de medir; por ejemplo, la ejecución o acción del
deportista observable por otra persona (hacia dónde mira, cuánto tiempo
atiende, etc.) o su pensamiento, entendido como una acción no observable por
los demás, y todo ello entendiendo que el cuánto puede ser espacial o temporal
y que la dirección puede ser también espacial -hacia dónde- o temporal -hacia
cuándo-.

Este tipo de clasificación puede tener su utilidad, dado que lo que pienso
puede afectar a lo que hago y viceversa -es decir que pueden ser
interdependientes-.De hecho, pensar es lo conveniente sólo en ocasiones,
siéndolo en otras no pensar mucho (siempre y cuando estemos preparados y
capacitados para hacerlo automática y correctamente).

 Informes verbales del propio sujeto

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Hace referencia al informe verbal que realizan los propios deportistas.
Podemos distinguir entre los informes:

- Muy estructurados; como serían, por ejemplo: los cuestionarios o test


estandarizados;

- Menos estructurados; tales como las entrevistas, más o menos


formalizadas.

 Informes que realizan otros

No sólo el deportista puede informarnos de sus propias acciones.


También es conveniente la información proveniente de otros (... puntos de
vista), pudiéndose juzgar mejor la forma o el estilo de atender de una
determinada persona en una situación concreta -o en general, a lo largo de su
vida-. Estos informes también podemos clasificarlos en dos formas posibles, los
muy estructurados y los menos estructurados, siempre entendiendo que entre
los extremos de la clasificación hay un continuo de fórmulas intermedias.

 Evaluación de la eficacia de las acciones

Una cosa es evaluar cómo atienden los futbolistas en una situación concreta,
es decir, su forma de atender a dicha situación -aunque podemos evaluar
también su estilo, o forma regular en el tiempo-, y otra cosa es ver la eficacia
de esa forma de atender en un momento dado, según unos criterios de eficacia
previamente establecidos.

Debe distinguirse la forma -técnica- en que golpea el balón en una


jugada concreta, del resultado de dicha acción -eficacia o no-, pudiendo

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analizar la técnica concreta del futbolista para una jugada específica o su
técnica, en general, durante toda su vida deportiva -y la eficacia o no de su

forma de jugar o estilo de juego. En este sentido podemos evaluar no sólo la


forma en que lo hace (la técnica atencional que emplea), sino si la emplea
adecuadamente a la situación del momento o no -la táctica-, pudiendo
emplearse muchas técnicas posibles, según el momento.

Pese al hecho individual, también podemos señalar que, por lo general,


unas formas suelen ser más eficaces que otras, por lo que el jugador deberá
estar capacitado -entrenado- para el empleo de diferentes técnicas o formas de
atender, y para ser lo suficientemente flexible en su aplicación de manera que
adapte su plan previo -estrategia- a la situación -táctica- con la técnica más
apropiada, pues de otra forma, el resultado de la acción no será efectivo.

Lo que queremos decir es que una cosa es la forma de hacer las cosas y
otra el resultado, pues si bien es cierto que nuestras acciones siempre tendrán
consecuencias, lo que hay que procurar es que esas consecuencias sean
positivas -eficaces- para uno mismo, y no para el contrario, y para ello
debemos ajustarlos el criterio de eficacia establecido (en muchos deportes el
marcar un gol o el ganar el partido).

Estos criterios de eficacia a los que ajustarse suelen estar bien


especificados -en el reglamento- o en la esfera de lo físico-biológico o
mecánico, debiendo ajustarlos con la fuerza adecuada, con los parámetros
biológicos acordes. Pero no sucede igual en la esfera de lo psicológico, o
incluso lo social, pues... ¿cuál es el criterio de éxito: jugar bien o ganar?, ¿qué
elemento hay que atender?, ¿cuándo?, ¿cómo? ¿cuál es el criterio a utilizar...
de eficacia?

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Ya mencionamos anteriormente que debe ajustarse a la situación, pero
en ésta también entran en juego personas como el entrenador, el directivo, el
público, etc., y no es que el jugador no atienda, como dijimos, sino que está

atendiendo a lo que no es relevante, por ejemplo, al pasado, al futuro, a sí


mismo, a los otros, etc. De esta forma, habría que hacer que el deportista se
ajuste a los criterios de, por ejemplo, el entrenador, o si fuese necesario,
cambiar los criterios del entrenador, antes de que cambien al entrenador, con
sus criterios, y entre otro preparado, con otros criterios. Con todo, un deportista
debe estar capacitado para todo lo posible, y seleccionar la forma adecuada de
atención en cada momento (cuestión esta que también puede entrenarse), de
manera que llegado el momento tenga la posibilidad de ponerlas en práctica de
forma adecuada con el criterio establecido.

La mejor forma de poder entrenar aquello que aún falta es evaluar las
capacidades y modos concretos de atender de un determinado deportista,
dejando lo menos posible (porque no dejar nada sería imposible) a la
improvisación, intuición, criterio personal, etc. del evaluador y detectar así los
problemas de atención más comunes en cada deportista (y sus buenas
maneras, que también hay que mencionarlas en la evaluación).

 Ejercicios para la mejora de la atención y la concentración

La demanda de atención que se le solicita a un jugador es muy alta, y lo


que es peor, en muchas programaciones de ejercicios futbolísticos se olvida el
trabajar específicamente ese aspecto tan importante como es el de la atención
y concentración en el juego.

El entrenador debe tener presente que puede entrenarse sistemáticamente


al deportista a familiarizarse con aquellos estímulos propios de los partidos y a

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controlarlos, de tal forma que no supongan estímulos que distraigan la atención
ante aquellos otros aspectos más relevantes.

En la competición futbolística se dan unas situaciones muy ricas en


estímulos. El futbolista intentará en todo caso prestar una atención selectiva a
lo importante para él. Así, por ejemplo, prestará gran atención al jugador que se
le asignó para su marcaje; éste a su vez representa un conjunto de estímulos
en movimiento (color de la camiseta, dorsal, rasgos faciales), aspectos todos
que lo diferencian de otros jugadores. Pero de manera simultánea el jugador
debe estar atento a los movimientos de sus compañeros (situación de la línea
defensiva, posibilidad de coberturas, apoyos al poseedor del balón). E
igualmente debe discriminar de entre todos los sonidos, la voz de su
entrenador, que en momentos determinados puede lanzar instrucciones
técnicas para él. Y por supuesto nunca debe olvidar el estar centrado en quizás
el estímulo más importante, el balón.

En definitiva, intentar minimizar las novedades del ambiente competitivo


para así evitar la reducción de la calidad de la ejecución. Sería por tanto labor
del entrenador programar situaciones simuladas de competición en la que
practiquen destrezas físicas, apareciendo estímulos externos que son
frecuentes en los partidos.

En el adiestramiento de habilidades fundamentales para la práctica del


fútbol, a nivel técnico, a nivel táctico o a nivel estratégico, suelen utilizarse,
cada vez más, situaciones cuya semejanza respecto de las competitivas sea
máxima. El entrenamiento integral se fundamenta en esta premisa,
pretendiendo que los deportistas que aprenden o mejoran alguna destreza en
los entrenamientos sufra el menor cambio posible cuando compitan y su
rendimiento sea el máximo posible. Si aunamos estas dos ideas (posibilidad de

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desarrollo de la capacidad atencional y conveniencia de integrar las habilidades
a ejecutar en ambientes lo más semejante posible a los de partido), nos surge
la necesidad de encontrar “recetas”, herramientas, ejercicios en definitiva, que
cumplan estos requisitos.

En un intento de cubrir las necesidades surgidas, se aporta esta propuesta,


con los que los niveles de atención y concentración de nuestros jugadores se
verán beneficiados, y cuya eficacia ha sido contrastada con su uso por los
autores del presente libro. Es importante aquí recordar que los frutos de la
utilización de estos tipos de ejercicios siguientes ejercicios no se recogerán
(como todo en el deporte) a corto plazo. Se aconseja desde aquí una ejecución
constante y sistemática de los mismos y su integración dentro de la
planificación de la temporada.

Queremos reconocer, por otra parte, que algunos de estos ejercicios son
más o menos conocidos. Aunque parte de los propuestos han sido diseñados a
propósito, con el objetivo que se persigue, probablemente otros ya os sean
conocidos, e incluso alguno de vosotros los habrá utilizado en alguna ocasión.
Sin embargo, es probable que se haya pasado por alto la carga psicológica de
los mismos. Por ello, hemos llevado a cabo una selección de aquellos más
relevantes en cuanto al factor atencional y sus implicaciones.

En este trabajo, vamos a exponer una serie de ejercicios para fútbol, cuyos
objetivos van a ser los siguientes:

Mejorar la capacidad de Atención y Concentración ante estímulos


específicos;

Minimizar al máximo la novedad de estímulos novedosos (propios de la


competición), facilitando la toma de decisiones.

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Desarrollar estrategias personales de Atención y Concentración.

Optimizar la capacidad de atención y concentración con una sobre


exigencia atencional y posterior requerimiento de discriminación
selectiva.

 Recomendaciones a la hora de programar los ejercicios y juegos de


Atención y Concentración

Convendría que este tipo de ejercicios sea introducido por el entrenador


poco a poco y con la progresión lógica.

Hay que dar significado a este tipo de actividad. Explicar a los jugadores
el porqué de su planificación.

Para estar atento y concentrado, se requiere cierto grado de frescura.


Aspecto este a tener en cuenta. Intentar no programar gran cantidad de
ejercicios de este tipo en una misma sesión.

El entrenador debería tener en cuenta el requerimiento físico que


demanda algunos ejercicios de este tipo, respetando en todo caso:

 Las recuperaciones lógicas entre ejercicios.

 La dinámica de las cargas fijadas para la semana de entrenamiento.

 El posible agotamiento que pueda suponer la intensidad de la actividad.

Hay que reforzar las conductas adecuadas de los jugadores:

 Mostrándose animoso (eso es contagioso).

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 Elogiando su actitud.

 Señalándoles sus progresos.

 Posibles variantes para los ejercicios

Comenzar con ejecuciones tranquilas y posteriormente ir aumentando la


velocidad de ejecución.

El entrenador puede introducir determinadas consignas que impliquen


cierta distracción. Esas consignas o instrucciones técnicas o tácticas podrán
provenir de lugares cercanos al deportista, pero el entrenador puede optar por
ir alejándose paulatinamente a fin de forzarle hacia una orientación selectiva
ante los estímulos auditivos (voz del entrenador).

El entrenador podrá proponer en cualquier momento la presencia


generalizada de voces, consignas, solicitudes, de los ejecutantes a fin de crear
mayor bombardeo de estímulos que provoquen, por otro lado, un mayor
esfuerzo por parte de los futbolistas en la focalización de la atención en
aquellos aspectos relevantes de su tarea.

En cualquier caso y siempre que el entrenador lo estime oportuno se


podrán combinar objetos propuestos (petos, pivotes, pegatinas numeradas) con
otros no propuestos (pelota tenis, balón de rugby, etc.) a fin de crear ciertos
desequilibrios a nivel cognitivo-motor, a los que seguirán intentos de
adaptaciones ante estímulos novedosos.

Por último, puede resultar interesante que el entrenador proponga a sus


jugadores que éstos aporten posibles variantes a esos ejercicios. Ello dará
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mayor riqueza y variedad a esas actividades a la vez que brindará a los
futbolistas la ocasión de sentirse participes de su entrenamiento.

¿Qué es el flow en el deporte?

¿Qué aspectos son los más importantes en este estado y cómo ayudar a
conseguirlo?

No es una técnica psicológica ya que lo único que puede hacer la


psicología es ayudar a conseguir llegar a ese estado, aunque no siempre es
posible conseguirlo ya que reúne muchas características que son difíciles de
mantener a lo largo del tiempo

Es algo que influye en el aspecto mental y cuando aparece suele ser


decisivo a la hora de realizar un buen papel, ya sea en deportes de equipo o
individuales.

¿Qué es el flow?

El objetivo que se persigue en la preparación para la competición es


conseguir el estado ideal para rendir al máximo.

Basándose en las experiencias de las competiciones, se describe ese


estado de máximo rendimiento como "flow" o flujo.

Seguro que alguna vez han experimentado la sensación de que todo


fluye a tu alrededor, de que sólo existe el instante en el que estas totalmente
absortos por la actividad que estás realizando y el rendimiento es máximo. Es
un estado en el que sientes que tu físico y tu mente están en perfecta unión.

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Ese estado, en el que somos capaces de realizar casi cualquier cosa se llama
“estado de flujo” o “estado de flow”. Por eso se le llama flow o fluir, no tienes
conciencia de ti mismo, tan sólo existe la tarea que estás realizando, no
importa nada más, ni preocupaciones externas, ni cansancio, ni dolor… toda tu

pericia se pone al servicio de la acción y das lo mejor de ti mismo por lo que al


acabar sientes una inmensa satisfacción interior.

Una definición técnica podría ser el estado mental operativo en el cual la


persona está completamente inmersa en la actividad que está ejecutando,
caracterizada por un sentimiento de enfocar la energía, de total implicación con
la tarea, y de éxito en la realización de la actividad. Esta sensación se
experimenta mientras la actividad está en curso.

Normalmente el deportista se va a referir a este estado como "buenas


sensaciones".

 ¿Qué podemos hacer para lograr ese estado de flow?

Elaborar un plan personal de preparación para la competición. Una


técnica útil puede ser elaborar un listado con el que pueda diferenciar aquellos
aspectos que favorecen su rendimiento y que aspectos interfieren con el
mismo.

Un esquema podría responder a este orden:

1. Dividir la competición en partes: que el deportista tenga claro


exactamente qué debe hacer en cada momento de la competición. El objetivo
es que el deportista haga suya la competición ampliando su conocimiento de la
misma y reflexione sobre los comportamientos y pensamientos más adecuados
para cada parte.

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2. Establecer un objetivo para cada una de las partes de la competición:
el deportista debe plantear un objetivo realista y flexible para cada una de las
partes. Estos objetivos deben ser de rendimiento y no de resultado (ya hemos

hablado de la importante diferencia entre estos dos tipos en anteriores entradas


en el blog) puesto que realizarlos correctamente le acercara a obtener un buen
resultado.

Al estar centrado en un plan, la concentración es mayor ya que "solo" se


debe estar pendiente a los estímulos relevantes para la consecución de ese
objetivo parcial. El ser objetivos realistas y alcanzables mantiene altas la
motivación y la confianza.

3. Creer en este plan: quizás esta sea la parte más difícil. Hacer creer
totalmente al deportista que si lleva a cabo este plan de acción las
posibilidades de éxito serán mayores. Es algo parecido a hacer creer al
deportista que debe de actuar de forma completamente diferente a la habitual
para obtener mejores resultados, como por ejemplo hacer creer a un jugador
que no destaca por su trabajo defensivo que si trabaja más defensivamente el
equipo luchara por los títulos.

 ¿Qué nos puede ayudar a la hora de hacer creer al deportista en este


plan?

Lo mejor sin duda es que la primera vez que lo lleve a cabo obtenga
éxito en la competición ya que sería un gran refuerzo positivo.

Pero aun no logrando éxito puedes obtener esa creencia haciendo que
se autoevalúe en cada uno de los objetivos y que te hable de las sensaciones
que tenía durante la competición.

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 ¿Qué componentes describen la mejor disposición mental para lograr el
flow?

1. Equilibrio desafío- habilidad: el deportista debe considerarse


con habilidad suficiente para lograr ese desafío.

2. Fusión acción- atención: se consigue cuando tanto mente


como cuerpo están actuando al límite de sus capacidades pero
al mismo tiempo sin esfuerzo.

3. Metas claras: el deportista sabe que debe de hacer en cada


momento.

4. Feedback sin ambigüedad: el feedback es el conocimiento


sobre la actividad que realizan, información sobre cuál es su
nivel de desempeño en una actividad.

5. Concentración sobre la tarea.

6. Sensación de control: el deportista siente que dispone de las


habilidades requeridas para ejecutar esa actividad.

7. Pérdida de conciencia: dejar atrás las preocupaciones y


mantenerse totalmente centrado en la tarea entregándose al
máximo en la misma.

8. Transformación del tiempo: el tiempo se transforma dando la


sensación de que pasa más deprisa.

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9. Experiencia autotélica: las “buenas sensaciones”. Una
experiencia de gran valor por sí misma.

El problema es que entrar en Flow no es fácil. Algunos estudios sugieren


los siguientes factores como posibles inductores del flujo:

- Actitud mental positiva, confianza y alta motivación, sugestionado de que


nada va a impedir conseguir el objetivo.

- Sentimiento pre-competitivo y competitivo positivos, controlando la ansiedad y


la relajación y buscar el disfrute en la ejecución, más que en la ansiedad de
conseguir el objetivo.

- Disponer de un centro de atención adecuado, que facilita la concentración; un


foco en el presente, en los aspectos determinantes de la ejecución, estrecho
sin perder información adyacente.

- Preparación física adecuada, que proporcione sensación de seguridad en


resistencia y potencia.

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