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La sociedad de masas y la teoría de la bala mágica
LA APARICIÓN DE LA TEORÍA DE LA SOCIEDAD DE MASAS1
Esta era en general la imagen de la sociedad que surgía al final del siglo XIX. El
cuerpo en desarrollo de una teoría sociológica, aun careciendo de coordinación y con
elementos conflictivos, parecía subrayar de una u otra manera esos temas. La sociedad
era un sistema amplio y complejo. Se estaba haciendo mucho más complejo. Para
algunos observadores, eso representaba el progreso, a través de las leyes naturales de la
evolución, hasta un sistema más deseable y, en definitiva, más armonioso que el
anterior. Para otros, representaba un movimiento perjudicial, que llevaba a una
existencia sórdida y aislada del individuo, el cual sólo se preocupaba de propósitos
modestos y era incapaz de una identificación intensa con los otros. Se produjeron
grandes debates sobre si era aconsejable interferir mediante la legislación en la
evolución de la sociedad. Otras discusiones consideraron cuál sería la mejor estrategia
posible para encarar el desarrollo adicional de teorías sobre estos vastos cambios. Pero,
a pesar de esos divergentes puntos de vista sobre las estrategias y sus consecuencias,
casi todos los estudiantes del orden social veían de modo claro que el mundo occidental
experimentaba un aumento de heterogeneidad y de individualismo, una reducción en el
grado en que la sociedad podría controlar eficazmente a sus miembros por medios
informales, una creciente alienación del individuo, alejado de una fuerte identificación
con el conjunto de la comunidad, un aumento en las relaciones sociales segmentadas y
contractuales y un gran incremento en el aislamiento psicológico del ser humano.
Se consideró que estas tendencias sociales generales conducían a una sociedad
de masas. Idea que no equivale a la de una sociedad compuesta por masas abundantes:
es decir, por grandes cantidades. Hay muchas sociedades en el mundo (por ejemplo, la
de India) que incluyen cantidades astronómicas de personas pero que aún son más o
menos tradicionales en su organización. La sociedad de masas se refiere a la relación
existente entre los individuos y el orden social que les rodea. En la sociedad de masas,
como ha sido señalado en las teorías antes examinadas,
1) se supone que los individuos están en una situación de aislamiento
psicológico frente a los demás;
2) la impersonalidad prevalece en sus interacciones con los otros;
3) los individuos están relativamente libres de las exigencias planteadas por
obligaciones sociales e informales vinculantes.
Estas ideas han sido preconizadas por algunos sociólogos hasta bien entrado el
siglo XX, aunque también existen otras consideraciones importantes, así como una
cantidad de modificaciones y de tendencias contrarias2. Al considerar la organización
del orden social industrial y urbano del mundo occidental contemporáneo, Broom y
1
Fragmento extraído de M.L, De Fleur, S.J. Bail Rokeach, “Teorías en la Comunicación de
Masas” (nueva edición revisada y arreglada) Paidós, Bs.As., 2da edición 1993. Ps. 210 a 218.
Teoría de la bala mágica
2
Véase, Dor ejemplo, el conocido análisis de las masas, de Herbert Blumer al que todavía se
considera el planteamiento moderno del concepto: Herbert Blumer, “Elementary Collective Behavior”, en
New Online of the Principles of Sociology, comp. Alfred. McClung Lee, Nueva York, Barnes and Noble,
1939, págs. 185-189.
3
Leonard Broom y Philip Selznick, Sociology, 2a. ed., Evanston, Ill., Row, Peterson, I959, pág.
38. La citación del fragmento es de Kimball Young, Sociology, Nueva York, American Book, 1949, pág.
24.
Unidos, que vio soldados extranjeros en sus playas durante la época de su revolución
(siglo XVIII), aunque la posterior guerra civil produjo graves dificultades en algunas
zonas.
El nuevo tipo de guerra era de hecho una contraposición entre la capacidad de
fabricación que tuviera un país contra la de otro, y así los ejércitos en el campo de
batalla quedaban respaldados por los vastos complejos industriales de la nación (y
dependían de ellos). Estos enormes esfuerzos industriales requirieron la cooperación
sincera y el entusiasmo de las poblaciones civiles que participaron de ellos- La guerra
total suponía un compromiso total de todos los recursos de la nación. Las comodidades
materiales debieron ser sacrificadas; la moral debió ser mantenida; las personas
debieron ser persuadidas para que dejaran a sus familias y se alistaran; el trabajo de las
fábricas debió hacerse con un vigor sin flaquezas. Y, lo que no era menos importante,
debía obtenerse dinero para financiar la guerra.
La propaganda y la necesidad de !a Gemeinschaft. Pero las poblaciones diversas,
heterogéneas y diferenciadas de las sociedades industriales no estaban unidas por ese
«sentimiento recíproco, vinculante [...] que mantiene unidos a los seres humanos como
miembros de una totalidad»4. No eran sociedades Gemeinschaft, sino de hecho
sociedades de masas, que carecían de tales vínculos efectivos. Y sin embargo esos
vínculos sentimentales eran necesarios para unir a esas personas en una solidaridad
efectiva, detrás de sus respectivos esfuerzos bélicos. A medida que cada país se vio
políticamente comprometido en la guerra, surgió una necesidad crítica y urgente de
forjar lazos más fuertes entre el individuo y la sociedad. Se hizo esencial movilizar
sentimientos y lealtades, inducir en los ciudadanos un odio y un miedo al enemigo,
mantener su moral a pesar de las privaciones y capturar sus energías en una
contribución efectiva con su nación.
La propaganda fue el medio para lograr estos objetivos urgentes. Mensajes de
propaganda, cuidadosamente diseñados, cubrieron a la nación en relatos noticiosos,
fotografías, películas, discos, discursos, libros, sermones, posters, despachos del
telégrafo sin hilos, rumores, publicidad en muros y folletos. Los supremos fabricantes
de la política decidieron que las apuestas eran tan altas y los fines eran tan importantes
que llegaban a justificar casi cualquier medio que se empleara. Los ciudadanos tenían
que odiar al enemigo, amar a su país, llevar al máximo su compromiso con el esfuerzo
bélico. No se podía confiar en que lo hicieran por sí solos. Los medios de comunicación
de masas, que eran accesibles entonces, se convirtieron en los principales instrumentos
de esa persuasión.
Después de la guerra, numerosas personas que se comprometieron
considerablemente en la fabricación de propaganda se vieron cargados de culpa por los
groseros engaños en que habían incurrido. Se habían dicho mentiras tremendas, de un
lado contra el otro, y esas mentiras, divulgadas a través de los medios de comunicación
de masas a las poblaciones de la época, a menudo fueron creídas. Esta persuasión en
gran escala de poblaciones enteras, mediante el uso de los medios de masas, nunca se
había visto antes, y se condujo de una manera hábil y sumamente coordinada.
Asimismo, aquéllos eran tiempos de apariencia más inocente; ni siquiera la palabra
4
Tönnies, Community and Socieiy, pág. 47.
5
George Sylvester Viereck, Spreading Germs of Hale, Nueva York, Horace Liveright, 1930,
págs. 153-154.
6
Harold D. lasswell, Propaganda Tecnnique in the World War, Nueva York, Alfred A. Knopf,
1927, págs. 220-221.
7
Elihu Katz y Paul Lazarsfeld, Personal Influence, Glecoe, tll., Free, 1954 (trad. cast. Hispano
Europea, La influencia persona (Barcelona, 1979).
bastante elaboradas sobre la naturaleza humana y la naturaleza del orden social (que ya
hemos examinado). Estas teorías guiaron el pensamiento de quienes vieron a los medios
como poderosos.
ofrecer una prueba válida de que los medios eran poderosos, precisamente de la manera
que tan dramáticamente describió Lasswell cuando concluya que se trataba del “nuevo
martillo y yunque de la solidaridad social”8. También estaban los hechos aparentemente
indiscutibles de la publicidad de masas en la época, según los cuales los medios eran
capaces de persuadir a la gente de que comprara mercancías en un grado y una variedad
que antes no se habían soñado. Esto se sumó a la convicción de un gran poder y reforzó
la aparente validez de la teoría sobre la bala mágica9.
No hay duda de que la propaganda durante la primera guerra mundial fue
efectiva. Sin embargo, esto no supone que una sola teoría pueda explicar esos efectos.
Si los estudiosos de ese momento hubieran estado en posesión de los resultados de la
investigación y las ideas sobre la comunicación de masas, que se acumularon hasta
entonces, habrían elegido muy diferentes explicaciones para el hecho de que la
población de Estados Unidos entró a la guerra con entusiasmo, mantuvo una serie de
creencias poco realistas sobre el enemigo, etcétera, y de que los medios fueron los que
jugaron un papel en moldear esa conducta y esas creencias.
Pero las teorías sobre la naturaleza humana, tanto en los términos del orden
social como de la organización personal, no permanecieron estáticas. En los Estados
Unidos, tanto la psicología como la sociología se habían establecido con mayor firmeza
y escapaban cada vez más de la dominación ejercida por las corrientes de pensamiento
originadas en Europa. Ambos campos se ocuparon considerablemente de una
investigación empírica. El resultado fue que las teorías fueron forzadas a una
verificación más cercana contra la realidad. En consecuencia, se abandonaron muchas
ideas previas y se progresó en muchas concepciones nuevas. Inevitablemente, esas
nuevas direcciones teóricas produjeron su impacto sobre quienes estaban procurando
comprender los efectos de la comunicación de masas. La teoría de la bala mágica había
sido construida sobre supuestos que ya no eran considerados válidos por los teóricos
generales, y en consecuencia la teoría debió ser abandonada, con cierta renuencia, por
los estudiantes de medios de masas. Entretanto, poco había que pudiera ocupar su lugar.
Sin embargo, e incluso mientras otros paradigmas generales nuevos se ideaban
para describir más adecuadamente la naturaleza humana y la naturaleza del orden social,
el mismo campo de la comunicación de masas estaba adquiriendo una base empírica. A
fines de la década de 1920 y comienzos de la de 1930, los estudiosos mostraron un
interés por los medios como objetos de investigación. Estaban comenzando a volverse,
desde la mera especulación sobre sus efectos, hacia estudios sistemáticos del impacto
que un contenido particular de la comunicación ejerciera sobre tipos particulares de
personas. Cuando estuvo disponible una creciente variedad de instrumentos para la
investigación, las ideas sobre la comunicación de masas pudieron ser más
adecuadamente verificadas contra las conclusiones anteriores. Así, e1 campo de la
8
Lasswell, Propaganda Technique, pág. 221.
9
Katz y Lazarsfeld señalaban que aquellos que temían que los medios fueran mecanismos
perniciosos si estaban controlados por personas malvadas y aquellos que los aclamaban como si fueran
medios beneficiosos para mejorar el sistema democrático estaban asumiendo, de hecho, un parecido e
imponante grado de poder en el seno de los medios. Véase Katz y Lazarsfeld, Pecsonal Influence, Dágs.
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