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ABSTRACT
The dynamics of change within the paradigms, models and approaches of social
research, have led to the reconstruction of their various fields disciplinary, and
consequently of their objects of study. The challenge is to go beyond the
traditional approach to discipline, to reach the trans-disciplinarity that is now
1
Doctor en Educación. Profesor-Investigador del Tecnológico Nacional de México-Instituto Tecnológico de Úrsulo
Galván. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
2
Maestra en Investigación Educativa. Estudiante de Doctorado en Pedagogía. Universidad Nacional Autónoma de
México. E-mail: lulu_lulu_10@hotmail.com
Vol. VI. Año 2015. Número 1, Enero-Marzo 1
Manuel Villarruel Fuentes, María de Lourdes Villarruel López
being sought. On this basis, intends to recover the ideologies and perspectives
that dominate the socio-cultural scenario, in all its dimensions, same that
attempt to explain the current problematic phenomena and their approaches to
solution. In this sense sustainability, as dominant idea, founds in thinking
rector that allows you to accept the different spaces of the social context
(natural, cultural, political and economic) can be integrated, combined into one
functional unit. It is as well that this proposal deals with a route epistemic
which leads to the identification of sustainability as a phenomenon under
study, from different social objects that they own. As well there are arguments
that make it possible to think of new lines, programs and research projects,
whose assumptions are based on the achievement of an environmental citizen.
KEYWORDS: Subject; dialogue; knowledge; citizen; environmental.
INTRODUCCIÓN
La continua búsqueda de alternativas para orientar el desarrollo social, así
como la necesidad de integrarse colectivamente alrededor de una cultura que
brinde identidad y sentido de pertenencia, ha sido el detonador de los cambios
que a lo largo de la historia ha experimentado la especie humana. Poseedores
de una herencia genética, pero sobre todo psicosocial, los distintos grupos
humanos han experimentado el vasallaje de sus propias inercias, así como la
influencia de quienes han interactuado con ellos. A partir de esta condición de
codependencia y «mestizaje ideológico» es que se explica el cambio de
paradigmas y el diseño de modelos de convivencia que en mayor o menor
medida han marcado el devenir político, económico y social de los pueblos.
Sin embargo, desde la última mitad del siglo XX, el agotamiento de los
fundamentos ideológicos de la Modernidad y el sentido filosófico de la
Posmodernidad, han supuesto un punto de inflexión en las dinámicas de
integración y «coexistencia armónica» bajo las cuales vivió el ser humano.
Dentro de escenarios que se conciben caóticos y llenos de incertidumbre, las
incertezas se han convertido en el denominador común del sentido y atributo
de lo real. Ante ello, renovados acercamientos con viejos ejemplares epistémicos
han hecho acto de presencia: la subjetividad y el relativismo permiten
recuperar para todos la necesidad de encontrar nuevas formas de entender y
explicar la realidad, asumiéndola en sus múltiples dimensiones. Lo existente ya
no se encuentra solo en el plano físico, sino también en la inconsistencia de la
vida misma. Es aquí donde distintas voces reclaman diferentes lógicas
discursivas para tratar de concebir estas nuevas formas de abordar la realidad.
El periodo de los grandes asertos parece haber terminado. Giraldo-Díaz (2011)
lo enuncia así:
La realidad, al igual que la existencia y la experiencia, es posibilidad de
movimiento, de acción. Potenciar la realidad es construir realidades en
distintas direcciones. No es posible disociar sujeto y realidad, pues, la
realidad no es externa al sujeto. (p.188)
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LA SUSTENTABILIDAD COMO CAMPO DE LA INVESTIGACIÓN SOCIAL
3 Para los propósitos de esta propuesta, el medio ambiente es concebido desde la complejidad, en un sentido amplio e
incluyente, alcanzando las dimensiones social, política, natural y cultural, y no solo el plano biótico y abiótico en el
que se suele acotar desde las perspectivas desarrollistas y funcionales, cuyo eje central lo identifica como lo
«natural» (ecologización del ambiente). Por ello al hablar de medio ambiente se estará refiriendo a lo que Leff,
(2006b) denomina «ambiente», en tanto complejidad del mundo. Al respecto establece que el ambiente “es un saber
sobre las formas de apropiación del mundo y de la naturaleza a través de las relaciones de poder que se han inscrito
en las formas dominantes de conocimiento” (Leff, 2006b). ello no lo sitúa en el plano de lo abstracto, general o
estático, sino como la interacción de múltiples factores dentro de un sistema (Benítez-Esquivel, 2009).
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que adjetivarse para nuevos usos, tal como lo propone Pacheco-Vera (2006),
quien apoya la idea de una «ciudadanía ambiental global» marcadamente
acotada, al centrar el objetivo principal del programa para la ciudadanía
ambiental global en envolver al público y sensibilizarlo, así como aumentar su
nivel de comprensión de los temas ambientales globales, ligados a las cuatro
áreas focales del GEF (Global Environmental Facility, Fondo para el Medio
Ambiente Global) que son: biodiversidad, cambio climático, aguas
internacionales y pérdida de la capa de ozono.
Los fenómenos objeto de estudio a los que se hace referencia atienden
principalmente las interacciones entre sistemas complejos, integrados por las
dimensiones ya señaladas, que tienen en común el interés por valorar la
relación del hombre con la Naturaleza, su mediación a partir de la tecnología,
los simbolismos que les facultan, las creencias que les acompañan, los valores
que definen una ética inclusiva y las actitudes que la hacen visible, sin
descartar desde luego los saberes ambientales que expresan un conocimiento
no memorístico que tiende a la crítica y al descubrimiento de los intereses del
poder económico.
La crisis planetaria es una crisis de conocimiento, de racionalidad y de lógicas
(Toledo, 2012; Leff, 2007) que han entrado en la realidad su mejor antítesis.
Paradójicamente se alude a la crisis que atraviesa el paradigma dominante,
cuyo conocimiento que se generó a partir de él permitió reconocer la fragilidad
del propio paradigma (De Sousa, 2009). Su agotamiento es lo que tiene a la
humanidad al borde del abismo. La individualidad, el culto a la personalidad y
al saber como poder legitimador de la intervención humana, es lo que ha
deteriorado la comunicación, y con ello, el diálogo de saberes (Leff, 2006a), tan
necesario pero tan ausente.
Lo que de común se observa es también el resultado de una crisis de identidad.
El ser humano ha olvidado el origen natural de su condición, en aras de un
ideal funcionalista y pragmático que cosifica a la Naturaleza y la convierte en
objeto de estudio y manipulación.
Por ello la función de la educación debe ser la de formar para la acción, sobre la
base de una conciencia reflexiva que comprometa al ciudadano con el ambiente
y le lleve a desarrollar un conocimiento sobre su papel como constructor de una
realidad que opera en planos diferenciados y a las vez integrales. Es esta nueva
alianza Naturaleza-cultura, fundadora de una nueva política, que a la vez es
constructora de una dimensión económica que se explica ahora por una ética
de la sustentabilidad, misma que incorpora valores, creencias, saberes y
sentimientos que hacen posible un nuevo ethos existencial, la que reorientará
el derrotero de la ciencia y la tecnología, ya que se significa por concebir
mundos y formas diferenciadas de vida en el Planeta.
CONCLUSIONES
Las ciencias sociales como campo de investigación representan un vasto
horizonte de oportunidades. En ello radica la riqueza del quehacer del científico
social.
La ciencia, vista como actividad social, debe recuperar el sentido integral de su
pensamiento, al aceptar que no existen múltiples realidades, sino diversas
formas de concebir una realidad. Para ello debe asumir que los objetos de
estudio no devienen de observadores pasivos, que lo son por el hecho de
situarse dentro de espacios reducidos de entendimiento, apoyados en teorías
parciales e inamovibles.
El científico social debe aportar elementos de juicio acerca de los objetos
estudio, diferenciándolos con la mayor claridad posible. Esto implica abordar el
«objeto social» pensándolo como «objeto ambiental, político y cultural»,
circunscrito a entornos o contextos específicos, territorial y culturalmente
hablando. Esto es, aportar elementos para superar el concepto de Estado
liberal moderno, el cual muestra un discurso que habla de democratización y
libertades, expresadas en derechos otorgados como obligaciones del Estado
(educación, salud, seguridad, etc.).
En este sentido, orientaciones como el «desarrollo sustentable» no agotan el
sentido y condición de la sustentabilidad, sino que lo acotan, al centrarse en
una preocupación empresarial que limita su espectro, subyugándolo a los
enfoques denominados «capitalismo verde» o «economía verde», que buscan
transformar las iniciativas locales en actuaciones globales. Ejemplo: convertir la
producción agrícola familiar en producción intensiva comercial, tal como está
sucediendo con las iniciativas de modernización sustentable de la agricultura
tradicional. Nuevamente la modernización como discurso legitimador, que se
justifica en la medida en que se vislumbra el cuidado de los recursos con fines
productivos (ecoeficiencia: crear más valor impactando menos). En ello se
centran las respuestas a las tensiones socio-ambientales actuales, recuperadas
a partir de la figura del «ciudadano ecológico» que entiende y participa en las
políticas que asocian el manejo sustentable de los recursos naturales con la
superación de los problemas de pobreza, desigualdad, violencia que viven las
sociedades. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA,
2011), en su documento: «La economía verde en el contexto del Desarrollo
Sostenible y la erradicación de la pobreza», lo describe de la siguiente manera:
…la economía verde es la que mejora el bienestar del ser humano y la
equidad social, a la vez que reduce significativamente los riesgos
ambientales y las escaseces ecológicas. En su forma más básica, una
economía verde es aquella que tiene bajas emisiones de carbono, utiliza los
recursos de forma eficiente y es socialmente incluyente. (p. 1)
Aunado a lo anterior, la idea de concebir «derechos difusos» asociados a los
aspectos éticos, políticos y ambientales lleva a debates que se pierden en
consignas ecológicas, cargadas de normatividades y reglamentos, planes y
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