Sei sulla pagina 1di 26

Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho, Ano 18, nº 30, 2013, 185-210

Trabajo, precariedad y
“habitus precario”.
Aproximaciones al estudio
de la(s) precariedad(es)
en América Latina
Dasten Julián Vejar

I•••••• !"•
En las últimas tres décadas, el desarrollo y emergencia de nuevos
paradigmas productivos ha cambiado la morfología del trabajo en Amé-
rica Latina. La economía regional ha sido atravesada por la conforma-
ción y acoplamiento al sistema mundial capitalista y la instalación de un
régimen social de acumulación disciplinario que han generado una nue-
va fase de subordinación económica a los intereses extranjeros-transna-
cionales, así como una nueva forma de inserción en la división interna-
cional del trabajo (Boltanski y Chiapello, 2002).
Este proceso ha contado con un desarrollo desigual en la adapta-
ción por parte de las economías nacionales y de los distintos sectores
productivos a una lógica internacional del capitalismo global que ha es-
tado sentada en la subordinación productiva en el marco de un circuito y
una geografía mundial de división del trabajo y de un proceso de expan-
sión de los límites de la acumulación capitalista (Harvey, 2007; Dörre,
2010). El desgaste del anterior modelo industrial de acumulación de ca-
pital – con su respectiva fase descendente – y la caída de la rentabilidad
del capital – a partir de la sobrecapacidad instalada y la sobreproducción
de mercancías a nivel mundial –, pasó a articular la restructuración del
capital (Sotelo Valencia, 2003; Munck, 2013). De allí se desarrollaron
nuevas formas de encadenamiento y de articulación a nivel global, en
las cuales, América Latina comenzó a jugar un espacio estratégico para
186 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

el proceso de intensificación y extensión de los procesos de transnacio-


nalización de la economía y la movilización del capital, para finalmente
convertirse en su eslabón más débil, convirtiéndose “rápidamente en el
área privilegiada no sólo de resistencia sino de construcción de alterna-
tivas al mismo” (Sader, 2008a: 5).
Es claro que las sociedades latinoamericanas, sincrónicamente
a la reestructuración neoliberal en su forma económica, han vivido un
proceso de cambio y metamorfosis en las relaciones sociales, lo cual
constituye parte integral y estratégica del modelo disciplinario del ca-
pital (Wacquant, 2010). Las políticas neoliberales, hegemónicas en el
continente durante las décadas de los ochenta y noventa significaron
cambios en la privatización, comodificación, desregulación y liberaliza-
ción de la economía (Harvey, 2007), a lo cual se encadenaron fenómenos
de rápida y demarcada polarización y desigualdad social (Franco, León
y Atria, 2007), altas de las tasas de pobreza, incremento de la delin-
cuencia, el narcotráfico y la población carcelaria (Carranza, 2012), el
crecimiento del sector informal de la economía, junto con un aumento
en la desregulación-flexibilización laboral y un debilitamiento de los
sindicatos. Fenómenos que se acompañan de la pérdida de protección
social, la creciente inestabilidad laboral y la proliferación de una canti-
dad considerable de puestos de trabajo con bajas remuneraciones (Mora,
2010; Weller, 2011).
Estas características del modelamiento de una matriz social pe-
riférica son las que conjunta y contradictoriamente han dado paso a la
construcción de nuevos procesos de reorganización de la sociedad, ins-
tituyendo un nuevo modo de producir la vida y de comprender las rela-
ciones sociales de parte de los sujetos y actores sociales. La forma que
asume “el capital como abstracción que ha llegado al máximo de su des-
personalización”, siguiendo “su lógica acumulativa independientemente
de los sujetos sociales en los que se encarna” (De la Garza, 2001), ha
convertido al neoliberalismo en el patrón hegemónico de organización
de los sentidos, los que significan y marcan las relaciones laborales en
América Latina como redes dispositivas (Julián, 2012a), donde los ac-
tores del mundo del trabajo han permeado sus estrategias al impulso de
la política laboral neoliberal debido a una asimetría en el campo de las
fuerzas de las clases sociales en conflicto, dando paso a la hegemonía del
actor empresarial-capitalista.
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 187

En este sentido pueden señalarse fenómenos como la desestabili-


zación general de las condiciones de trabajo, el aumento del desempleo
y el subempleo, la informalización, las legislaciones abiertas a la flexi-
bilidad laboral y la precarización del trabajo (Weller, 2011), fenómenos
que han puesto en evidencia no sólo la dificultad de sostener el derecho
al trabajo como derecho social y como forma de asegurar las condicio-
nes de vida en el marco de ésta nueva matriz socioeconómica, sino que
a la vez erosionaron las sociedades democráticas y su institucionalidad
(Borón, 2003) por medio de los límites impuestos a la cohesión social
y el incremento de la incertidumbre sobre la posibilidad de anticipar y
organizar el porvenir, conjunto a la conformación de identidad laborales
precarias y a las formas de entender y subjetivar el trabajo en las socie-
dades latinoamericanas.
En este texto presentamos una revisión actual de la morfología del
trabajo en América Latina, desde una perspectiva histórica, que subra-
ya la heterogeneidad productiva estructural de la región y el desarrollo
desigual de cada uno de los países por medio de la lucha de clases, en su
incorporación del “trabajo” como un eje de construcción de significados
y significantes sociales. Consideramos la diversidad de expresiones de
identidad que cobra el trabajo en América Latina a partir del contraste
de una serie de experiencias sociopolíticas, en donde la posición de la
clase trabajadora articula relaciones polisémicas con el trabajo y genera
nuevos espacios de acción colectiva e individual en el lugar de trabajo,
en su cotidianidad y con los demás actores sociales.

L• •••••••!"• #$• %••&•'•. L• •••!•$(%•#• A•)-


•*+• L•%*(•
En la década de los setenta el neoliberalismo entró en América
Latina por medio de las dictaduras militares de Chile (1973-1989) y
Bolivia (1964-1982). Parece haber un consenso internacional referente
a que “América Latina fue el lugar donde nació el neoliberalismo y el
lugar donde más se expandió”, ya que “fue el laboratorio de experiencias
neoliberales por excelencia” (Sader, 2008b: 13).
Las políticas neoliberales estuvieron asociadas a fenómenos como
el desempleo, la explosión de las desigualdades sociales, la pobreza e
indigencia, etc., lo cual dio paso a la transformación del metabolismo
188 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

social latinoamericano y a una polarización social acrecentada. Según


Joseph Ramos (2000) el nuevo modelo económico instaló una nueva di-
námica de acumulación basada en “la estabilización de precios, liberali-
zación, privatización y la orientación al mercado internacional” (Ramos,
2000: 1704-1705), lo que a la vez requirió de una segunda generación
de reformas, que requerían-demandaban “más privatización, liberaliza-
ción (de los mercados de trabajo) y un bajo gasto fiscal” (Ramos 2000:
1707) 1 , con una nueva hegemonía del capital financiero en el proceso
de acumulación a nivel global, pujando en redefinir las estrategias y go-
biernos corporativos en materia de rentabilidad (Sotelo Valencia, 2009;
Dörre, 2010).
Sin lugar a dudas, en este proceso la instalación del neoliberalismo
– como políticas de ajuste al modelo de acumulación de capital – jugó
un rol estratégico en la diversificación, constitución y modelación de
la heterogeneidad estructural de los espacios regionales/nacionales. Las
implicancias que éste proceso ha tenido para la estructura ocupacional
en América Latina han sido de “un notable incremento en la desigualdad
del ingreso, la concentración persistente de la riqueza en el decil supe-
rior de la población, la rápida expansión de la clase de microempresarios
y el estancamiento o aumento del proletariado en el sector informal”
(Portes y Hoffman, 2003: 5).
A la vez, las diferencias entre los sectores productivos, las econo-
mías nacionales y sus niveles de productividad, tecnología e inversión,
han construido una cartografía productiva del continente que no se puede
reducir sólo a los espacios nacionales y locales, ya que la intervención
del capital nacional y transnacional en la geografía y los territorios, así
como en el rol que ha jugado el Estado en la mediación de éste proceso,
ha generado una morfología del trabajo invertebrada y multiforme.
Esta morfología se traduciría en espacios diferenciados a nivel de
escala, de sectores productivos, de modelos de producción y organiza-
ción del trabajo, así como de condiciones de trabajo y marcos norma-
tivos de regulación; diversos modelos de innovación tecnológica; las
técnicas del Management y racionalización productiva; la participación
o no de los actores sindicales, etc., con expresiones particularizadas al
contexto latinoamericano (Reygadas, 2002), y asumiendo distintas tem-
poralidades y formas, ya que la “ubicación geográfica de cada país, de su
nivel tecnológico, las condiciones culturales y salariales de su población
trabajadora, de la extensión y densidad alcanzadas previamente por la
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 189

difusión de las relaciones capitalista” (Gilly y Roux, 2009: 32) marca-


ban el precedente a las transformaciones estructurales.
En esta heterogeneidad, además, se insertan los modelos de tra-
bajo formales/informales (Bensusán, 2009), las relaciones de trabajo
familiar, los territorios y la persistente división de la economía urbana
y la rural; la presencia de culturas y pueblos originarios de América La-
tina, en contraste con el modelo de producción capitalista, en su versión
expansiva y de acumulación por desposesión (Harvey, 2007). También
se encuentra la presencia de una economía social y solidaria que marca
un precedente alternativo a la configuración de formas de trabajo no-sa-
lariales y de coordinación entre los actores en el territorio (Lianza y
Chedid, 2012).
Los impactos en la estructura social de esta morfología produc-
tiva y de la serie de medidas y reformas económicas que caracteriza
al neoliberalismo han polarizado marcadamente las zonas de integra-
ción y desafiliación social (Franco, León y Atria, 2007), combinado con
fenómenos como la pobreza y la marginalidad, la reafirmación de “la
heterogeneidad estructural del empleo, donde coexisten un sector con
empleos privados o públicos modernos, regido por normas burocráticas,
y contingentes”, y el cada vez mayor número de personas “ocupadas en
circuitos informales (o economías “negras”) o que trabajan por cuenta
propia” (Cortés y Escobar, 2005: 151). A esto se suman factores de dis-
criminación de género, racial y étnica (Sepúlveda, 2010), que configuran
una sociedad modelada por complejos problemas de inequidad social
(Atria, 2004; Castel, 2007).
En el caso específico del trabajo, las llamadas “reformas de segun-
da generación” (Ramos, 2000; Davolos, 2012) dislocaron y transfor-
maron el mercado de trabajo a través de una profunda desregulación y
restructuración productiva (Sotelo Valencia, 2003). La consecuencia fue
el modelamiento de un nuevo mundo del trabajo, marcado por los fenó-
menos de la precariedad y flexibilidad laboral (Antúnez, 2003; Davolos,
2012), con el aumento e institucionalización de la subcontratación y ter-
ciarización de la producción (De la Garza, 2012), mientras que esta es-
trategia de desarrollo y crecimiento económico, asociada a un proyecto
de modernización y restructuración productiva (Sotelo Valencia, 2003;
De la Garza Y Neffa, 2010; Julián, 2013b) ha tenido sus bases históri-
co políticas en la configuración de un escenario particular en la lucha
de clases, en donde la hegemonía de las clases dominantes subvierte la
190 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

relación capital/trabajo en base a su reconstitución en el poder (Harvey,


2007; Dörre 2010), y a una nueva fuerza del sujeto histórico que cons-
tituye el capital para modelar la abstracción con la cual se reproduce
orgánicamente la explotación.
Este modelo no sólo exhibe características exclusivas orientadas
a la precarización de los empleos (Julián, 2013b), sino que constituye
una estrategia de disciplinamiento (Boltanski y Chiapello, 2002; Julián,
2012b) que reorganiza las prácticas de control en los espacios de trabajo
y en el no-trabajo, con un efecto multisistémico en la estructura social 2 .
Como queda constatado en investigaciones empíricas en América La-
tina que hemos resumido en otro trabajo (Julián, 2013b), los mercados
laborales están atravesados por fenómenos complejos que articulan la
presión de la demanda del trabajo, los cuales han sido constantemen-
te abordados dentro del binomio de los “mercados internos” y “mer-
cados externos”, con el enfoque del ”mercado formal” de trabajo y el
“mercado informal”, y/o el de “sociedades tradicionales” y “sociedades
modernas”, los cuales aún nos ayudan o contribuyen con una potencia
explicativa que dé cuenta de los fenómenos asociados a los cambios en
la estructura ocupacional y laboral (Atria, 2004), y la heterogeneidad
estructural productiva y social que es posible constatar en sociedades
altamente diferenciadas histórica y geográficamente como las latinoa-
mericanas donde el “trabajo atípico” constituye una tendencia histórica
dominante de la estructura productiva latinoamericana (Bensusán, 2009;
Davolos, 2012; Julián, 2013a).
A nuestro entender, este fenómeno constituye parte importan-
te de la consolidación de una estructura social fragmentada, segmen-
tada y desigual, ya que reorganiza uno de los núcleos principales de
integración por medio del disciplinamiento de la fuerza de trabajo,
el desempleo abierto, la pauperización de las condiciones de trabajo/
salariales, y una legislación laboral que castra, castiga e inhibe la ge-
neración de condiciones mínimas de fortalecimiento de las organiza-
ciones de trabajadores para constituirse en “actores relevantes” y de
mayor fuerza sociopolítica para las decisiones del Estado y la clase
empresarial, en materia de políticas de redistribución y de reformas
laborales.
Pero, en realidad esta no ha sido la única tendencia dentro del
continente latinoamericano. Si ponemos el acento en las últimas dos dé-
cadas – o quizás desde el levantamiento Zapatista de la Selva Lacandona
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 191

en 1994 –, se encuentran una serie de conflictos sociales que comienzan


a dibujar un mapa de las resistencias políticas y el conflicto social en
América Latina. La emergencia de actores y movimientos sociales, los
procesos de crisis, etc., finalmente han llevado a la conformación de go-
biernos de corte progresista o post-neoliberal (Sader, 2008a; 2008b), y a
la vez han abierto experiencias de reajustes en las relaciones entre traba-
jadores, empleadores y Estado, con la emergencia de marcos institucio-
nales y legislación (Davolos, 2012), sumada a una nueva participación
de la clase trabajadora en política y relación directa con los gobiernos de
“izquierda” (Cook, 2011).
La tendencia regresiva de degradación neoliberal desacelera su
dinámica e influencia en la región por medio de un avance en materia de
regulación por medio del sistema político, lo cual confluye con un nuevo
periodo de crecimiento económico, pre-crisis capitalista, “acompañado
de un nuevo comportamiento del empleo que comienza a frenar la con-
tinua expansión de fuerza de trabajo excedente, expresada en tasas altas
y crecientes, de desempleo abierto, subempleo y aumento del trabajo in-
formal o no registrado, típicos del funcionamiento del modelo imperante
en la década previa (Davolos, 2012: 12).
Es aquí donde se concentra hoy el debate acerca del trabajo, como
en su apertura a formas contra-hegemónicas del trabajo asalariado como
respuestas a la presión global sobre los mercados de empleo, y la aper-
tura del concepto de trabajo (De la Garza, 2005).

T•••••• •! A"#•$%• L•&$!•. E!&•• '• ••( )'•••'


* '• +••%••$•(•(.
Las nuevas condiciones de producción y el establecimiento de
nuevos paradigmas de organización del trabajo, en su matriz postfor-
dista, proyectan una nueva dinámica de expansión, regionalización y
mundialización del capital que se acopla a los requerimientos del actual
patrón de acumulación neoliberal (García et al., 2010), lo cual conlleva a
“fuertes tendencias a su generalización y homogenización, comenzando
a borrar, en esa materia, las diferencias estructurales que la anterior divi-
sión internacional del trabajo le había impreso a los procesos, de trabajo,
ramas y sectores, entre los países del capitalismo central y los periféri-
cos y dependientes del mundo subdesarrollado” (Sotelo Valencia, 2003:
87), imbricando nuevas forma de erosión de las estructuras del empleo
192 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

(Castel, 2007), y reorganizando socialmente, por una parte, la distribu-


ción y división del trabajo, y por otra, “procesos de “criollización so-
cial”, o nuevas formas de combinación y recombinación de políticas, de
prácticas sociales y de ideologías” (Therborn, 2008: 25), en el ejercicio
del campo político, traslado al espacio de trabajo.
Esta tendencia parece concentrarse en las economías industriali-
zadas sometidas a procesos de des-industrialización, deslocalización de
la producción, restructuración y una profunda erosión de las condicio-
nes de trabajo por medio de la flexibilización y la segmentación de los
mercados laborales, fenómenos inscritos en un amplio y acelerado pro-
ceso de transformación del sistema mundo por medio de una ofensiva de
las políticas neoliberales que puja(ba)n por removilizar el metabolismo
del capital hacia una nueva dimensión de articulación en la geografía
mundial
En esta materia las estrategias de ganancia (De la Garza y Neffa,
2010) nos ayudan a reconocer que:
a) La política-producto está condicionada por la inserción del país
dentro de la división internacional del trabajo y concierne a los
mercados (local, regional, nacional, internacional) y segmentos
de mercado (según nivel de ingresos, exigencias de calidad, gru-
pos de edad, raza y sexo) a los que se orienta la producción para
decidir cuáles son los objetivos de la misma (Harvey, 2007; Ross,
2008).
b) Un proceso de modernización, reingeniería y reestructuración
productiva y de las lógicas de organización del trabajo (Neffa,
2001; Boyer y Freyssenet, 2001; Sotelo Valencia 2003). En los úl-
timos años podemos decir que la balanza política ha acompañado
los procesos de flexibilización y desregulación a través de la hege-
monía de la clase empresarial, el capital financiero y su proyecto
modernizador (Dörre, 2009; 2012).
c) Una tendencia internacional de la economía a generar regíme-
nes de trabajo y de relaciones laborales de producción flexi-
ble, altamente desregulada y con miras a la competitividad in-
ternacional (Moody, 2001; Silver, 2003; Weller, 2007; Dörre,
2010).
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 193

d) El proceso anunciado por Marx en los Grundisse (1857-1858)


sobre la integración masiva, cada vez más estratégica, del traba-
jo intelectual en la producción capitalista, que hace crecer cada
vez más las contradicciones inherentes a la ley del valor, “pues
agudiza la tensión entre la creciente socialización del trabajo y la
apropiación privada, entre el auge del trabajo concreto personali-
zado y su reducción a trabajo abstracto intercambiable por parte
del mercado” (Bensaid, 2009: 285)
Para Ricardo Antunes (2003), “en el universo del trabajo del ca-
pitalismo contemporáneo se observa un proceso múltiple: por un lado
se verificó una desproletarización del trabajo industrial, fabril en los
capitalismo avanzados, con mayor o menor repercusión en las áreas in-
dustrializadas del Tercer Mundo (...) pero, paralelamente, se efectuó una
notoria expansión del trabajo asalariado, a partir de la enorme expan-
sión de asalariados en el sector servicio: se verificó una significativa
heterogeneización del trabajo, expresada también a través de la crecien-
te incorporación de contingentes femeninos al mundo obrero”, al igual
que “una subproletarización intensificada, presente en la expansión del
trabajo parcial, temporario, precario, subcontratado, “terciarizado”, que
marca la sociedad dual en el capitalismo avanzado” (Antunes, 2003: 43).
De esta forma, no habría entonces una “tendencia única y generalizada
en el mundo del trabajo”, más bien existiría “un proceso contradictorio
y multiforme”, con el cual “se complejizó, se fragmentó y se hizo aún
más heterogénea la clase-que-vive-del-trabajo” (Antunes, 2003: 56).
Este fenómeno es el que expresa los cambios en el mundo del trabajo,
entendiendo el trabajo, en su carácter específico, como “la base para
un modo de dominación social históricamente específico, abstracto e
impersonal” (Postone, 1993: 38). Las bases de esta dominación social,
agrega Postone, parafraseando a Marx, se encuentra en “el proceso me-
diante el cual el capitalismo constituye estructuras sociales abstractas
que dominan a la gente”, y esto es que “induce un rápido desarrollo
histórico del poder productivo y del conocimiento de la humanidad. Con
todo, lo hace fragmentando el trabajo social – esto es, a costa de reducir
y vaciar al individuo particular” (Postone, 1993: 39). Esta noción im-
plica que habría cambios en la subjetividad de los/as trabajadores/as,
de quienes-viven-del-trabajo, de forma que al acelerar la productividad
habría un cambio en las nociones de internalización y descomposición
194 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

de los sentidos del trabajo, con una dislocación y reconstrucción de sen-


tidos (Antunes, 2005) que promueve la identificación con las nuevas
condiciones de trabajo 3 .
En este nuevo escenario de acumulación y ganancias, “la socie-
dad del capital y su ley del valor necesitan cada vez menos del trabajo
estable y cada vez más de las diversificadas formas del trabajo parcial
o part-time, tercerizado, que son, en escala creciente, parte constitutiva
del proceso de producción capitalista” (Antunes, 2003: 15). Y es que en
el marco del capitalismo-financiero (Dörre, 2009; Thompson, 2013) pa-
reciera que la centralidad del capital financiero sigue siendo relativa, ya
que el modelo de acumulación “por un lado muestra que la mayor parte
de la riqueza se crea especulativamente” y “que para ello el trabajo es
prescindible, pero a la vez, no puede prescindir del sector de la produc-
ción material e inmaterial y de la circulación productiva y, en este sector,
indispensable para satisfacer las necesidades humanas e incluso para el
disfrute de las ganancias especulativas, el trabajo continúa siendo muy
importante” (De la Garza, 2001: 16).
Así es como encontramos un contrapunto en la dualidad intrín-
seca del capitalismo neoliberal, la cual da cuenta de que pese a todas
las transformaciones experimentadas en la flexibilización y fragilidad
del trabajo (como mecanismo de integración social), no han alterado el
carácter salarial y semi-colonial de las sociedades latinoamericanas. Y
que más bien, se reconoce consensualmente que el trabajo ha tenido una
importante transformación, con la cual la figura del trabajo asalariado,
lejos de desaparecer, persiste, pero asumiendo una forma cada vez más
heterogénea: junto con los dependientes típicos hay trabajadores depen-
dientes cuyas condiciones laborales son menos estables, trabajadores
subcontratados y otros que conforman una periferia al margen de toda
protección y garantía laboral (Antunes, 2003; 2011; Julián, 2013b). Un
collage de trabajadores.
En esta misma dirección, Antunes (2005) señala que “la reducción
del trabajo vivo y la ampliación del trabajo muerto” como fenómenos
evidentes en el actual desarrollo del capitalismo, sientan un proceso es-
tructural de mutación del trabajo, ya que “precisamente porque el capital
no puede eliminar el trabajo vivo del proceso de creación de valores,
debe aumentar la utilización y la productividad del trabajo, de modo de
poder intensificar las formas de extracción del sobre-trabajo en un tiem-
po cada vez más reducido” (Antunes, 2005:109).
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 195

En esta heterogeneidad de trabajadores es donde el proceso de


precarización cobra una dimensión estructural de la relación salarial
como componente de la estrategia de ganancia (De la Garza y Neffa,
2010: 30), al estar articulada con distintas fuerzas de modelación de la
realidad laboral, lo que se manifiesta en las instituciones y normas que
regulan el uso y la reproducción de la fuerza de trabajo.
Estas fuerzas de modelación tienen su representación en prácticas
de ajuste de los sistemas de disciplinamiento y control en el espacio del
trabajo (salariado principalmente), las cuales encuentran comprendidas,
según De la Garza y Neffa (2010) por:

“(…) los sistemas de selección, reclutamiento, clasificación y formaci-


ón profesional de la fuerza de trabajo según categorías; el grado de es-
tabilidad y seguridad o de precariedad en el empleo como la existencia
o no de un “ejército industrial de reserva”; la clasificación de puestos
y las posibilidades de ascensos o de promoción profesional; la duraci-
ón y configuración del tiempo de trabajo; y la existencia de instancias
sindicales de representación de los asalariados y las posibilidades de
participación informal o institucional en la gestión para expresar las ne-
cesidades o reivindicaciones y formular propuestas vinculadas a la or-
ganización de los procesos de trabajo” (De la Garza y Neffa, 2010: 30).

Este fenómeno, de directa desprotección, deja en amplia desregu-


lación la relación entre capital-trabajo, cargada de una fuerte asimetría
estructural, ante las condiciones de desprotección, desempleo y vulnera-
bilidad, lo que vuelve al trabajo en una práctica de un carácter profunda-
mente disciplinante. El alcance de este fenómeno no distingue tamaños
de unidades productivas “como en sectores productivos modernos e in-
cluso en las nuevas actividades vinculadas a la exportación de nuevos
productos transables” (Mora, 2005: 29). La precariedad se constituye en
el eje dinámico del nuevo patrón de acumulación.
Tal como apuntala Emir Sader (2008b), “los dos grandes fenóme-
nos del neoliberalismo son: la financierización de la economía por arri-
ba, y la precarización de las relaciones de trabajo por abajo. Hegemonía
del capital financiero bajo su forma especulativa y, por otra parte, expro-
piación de derechos y dificultad de la capacidad de resistencia popular,
una ventaja negativa que corre a favor de ellos” (Sader, 2008b:14-15).
El tema es que, desde la precariedad del empleo, dentro del marco del
régimen salarial, se avanza a una precarización del trabajo, en sus dis-
tintas formas (atípicas, informales, etc.), ya que desde la centralidad de
196 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

una sociedad asalariada, estos vínculos de fragilidad en la integración se


reproducen y vehiculizan los cambios en las demás esferas de la produc-
ción. La precarización del empleo está intrínsecamente articulada con
una precariedad del trabajo en general, de acuerdo con la profundiza-
ción, mutabilidad y permanencia de este fenómeno en los mercados de
trabajo, lo cual tiene connotaciones específicas para las regiones del Sur
global, como América Latina (Julián, 2013b).
El capital, como sujeto histórico, reorganiza la geografía y la car-
tografía del espacio latinoamericano (Munck, 2013; Julián, 2013b), así
como una nueva estructura social en cuanto tipos consolidados e histó-
ricos específicos de la práctica social, por medio de un modelamiento
de las condiciones de reproducción y producción social, y de las nuevas
condiciones de posibilidad de interrelación entre el sujeto, sí mismo, la
naturaleza y los demás (Bourdieu, 2007: 9-39).

S•••••• " #• •$%•&• ••' •••••• ()•%$)•• •• '$


%'$ • •)$*$+$••)$
Para no entender a los sujetos como parte del soporte estructural
de “una visión emanantista que hace de la estructura, Capital o Modo de
Producción, una entelequia que se desarrolla a sí misma en un proceso
de autorrealización” (Bourdieu, 2007: 68), es que se hace necesario con-
siderar el proceso dialéctico de emergencia/descomposición de nuevas
subjetividades e identidad(es) en el mundo del trabajo (Julián, 2013a).
El trabajo como lugar, espacio, relación y ejercicio, está directa-
mente relacionado con una acción performativa de los vínculos de su-
jeción y (re)(des)construcción de la subjetividad, por ello el trabajo no
puede ser entendido como “el resultado necesario e irreversible de un
desarrollo fatídico de la historia”, sino como una práctica social cons-
tituyente del capital, lo cual nos permite “intentar fundar socialmen-
te dichos procesos en prácticas sociales históricamente determinadas y
aprehender sus trayectorias de desarrollo como no-lineal y transforma-
bles” (Postone, 1993: 51).
Si bien Castel (2007) identifica en el empleo precario “un tra-
bajo sin garantías laborales ni sociales”, lo que extiende el problema a
una “nueva cuestión social” en cuanto a la relación con derechos políti-
cos, civiles, laborales, etc., y a las formas de integración social (Dörre,
2009), este proceso no involucra una homogeneidad en su manifesta-
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 197

ción a nivel global-total, sino que más bien se moviliza e integra diver-
sos elementos y dimensiones en cada sociedad y formación concreta
(Ross, 2008).
En esta dirección, es la subjetividad la que juega un rol central,
como parte de las condiciones de posibilidad históricas de determina-
ción y acumulación/transmisión de sentidos. En este plano es necesa-
rio comprender la subjetividad no como una nueva estructura que da
sentido de uno a uno en el plano individual, sino como “un proceso
que se pone en juego en estructuras subjetivas parciales (cognoscitivas,
valorativas, de la personalidad, estéticas, sentimentales, discursivas y de
formas de razonamiento); es una subjetividad con estructuras parciales
en diferentes niveles de abstracción y profundidad que se reconfigura
para la situación y decisión concreta” (De la Garza. 2000: 28-29), la cual
creemos, en relación con las estructuras objetivas de (re)producción en/
de los espacios del trabajo, genera un régimen histórico atravesado por
tensiones y contradicciones propias de las relaciones de poder estable-
cidas entre los actores del trabajo, una estructuración de las relaciones y
posiciones en un campo social, y por las características de los procesos
de transformación del capital.
La trayectoria desde el espacio de las posiciones económicas y
sociales al espacio de la toma de posiciones simbólicas o signos sociales
de distinción – que son signos distinguidos sólo para una pequeña parte
de la sociedad, la de los dominantes –, se cumple por la intermediación
del habitus (Bourdieu, 1988; 1998; 2007).
El habitus como sistema de disposiciones es el producto de la
incorporación de la estructura social a través de la posición ocupada en
esta estructura – y, en cuanto tal, es una estructura estructurada –, pero
al mismo tiempo estructura las prácticas y las representaciones subjeti-
vas, actuando como estructura estructurante, es decir, como sistema de
esquema práctico que estructura las percepciones, las apreciaciones y
las acciones de los sujetos. El habitus en su carácter estructurante cons-
tituye un “sistema de esquemas generadores de prácticas que expresa de
forma sistémica la necesidad y las libertades inherentes a la condición
de clase y la diferencia constitutiva de la posición”, de acuerdo con ello
“aprehende las diferencias de condición, que retiene bajo la forma de
diferencias entre unas prácticas enclasadas y enclasantes (como produc-
tos del habitus), según unos principios de diferenciación que, al ser a su
vez producto de estas diferencias, son objetivamente atribuidos a éstas y
198 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

tienden por consiguiente a percibirlas como naturales” (Bourdieu, 1988:


170-171).
Esta definición del habitus resalta como un principio generador
y unificador que traduce las características intrínsecas y relaciones de
posesión en un estilo de vida unitario, generalizándose como conjunto
unitario de elecciones de personas, de bienes y de prácticas por un con-
junto determinado de agentes.
Pero, ¿qué rol puede jugar el concepto de habitus en un espacio
de abierta precarización social y precariedad del trabajo como el latinoa-
mericano? Como señala Souza (2003) al referirse al caso histórico de los
negros y la negritud en Brasil:

“(...) a reprodução de um “habitus precário” a causa última da inadapta-


ção e marginalização desses grupos, então o problema não é “meramen-
te a cor da pele”, como certas tendências empiricistas acerca da desi-
gualdade brasileira tendem, hoje, a interpretar. Se há preconceito nesse
terreno, e certamente há e agindo de forma intransparente e virulenta,
não é, antes de tudo, um preconceito de cor, mas sim um preconceito
que se refere a certo tipo de “personalidade”, julgada como improdutiva
e disruptiva para a sociedade como um todo” (Souza, 2003: 56).

La conformación de un “habitus precario” está imbuida de rela-


ciones en el campo del poder que transgreden las lógicas propiamente
productivas. El campo de poder no es un campo más como los otros,
sino que es un “campo de fuerzas definido en su estructura por el estado
de la relación de fuerza entre las formas de poder, o las diferentes espe-
cies de capital”, es decir, “el espacio de las relaciones de fuerza entre las
diferentes especies de capital” (Bourdieu, 1993).
Se trata por lo tanto de aquel campo donde se enfrentan los de-
tentadores de diferentes poderes o especies de capital que luchan por
imponer el “principio de dominación dominante” o el “principio legíti-
mo de dominación”, intentando hacer valer su capital (su poder) como
el capital dominante en el conjunto de los campos sociales, los cuales
pretenden movilizar el “sesgo” del ejercicio de su habitus, a modo de
intermediación simbólica, en la clausura de un sistema naturalizado de
marginación, inclusión y exclusión social.
Con respecto a la sociedad brasileña, Souza (2003) señala que:

“(...) naturalização da desigualdade periférica não chega à consciência


de suas vítimas, precisamente porque construída segundo as formas im-
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 199

pessoais e peculiarmente opacas e intransparentes devido à ação, tam-


bém no âmbito do capitalismo periférico, de uma ideologia espontânea
do capitalismo que traveste de universal e neutro o que é contingente e
particular” (Souza, 2003: 177).

En el contexto de precariedad estructural y de las lógicas neo-


coloniales de dominación-legitimación por las que atraviesa América
Latina, lo que fue drásticamente reordenado, dentro del contexto de “la
desigualdad periférica”, fue el parámetro de valoración del trabajo, por
parte del sujeto en su relación con el capital, y la reconstitución del
sentido de la sujeción y la subordinación en el trabajo. Este proceso en
términos reconstructivos del habitus puede ser entendido como parte de
las mutaciones en el plano del orden simbólico del trabajo, en donde la
precariedad laboral se inscribe como “un modo de dominación de nuevo
cuño, basado en la institución de un estado generalizado y permanente
de inseguridad que tiende a obligar a los trabajadores a la sumisión, a la
aceptación de la explotación” (Bourdieu, 1999: 125-126).
La hegemonía del trabajo precario como principio legítimo de do-
minación involucra esta ávida dialéctica de la sujeción en integrar una
dimensión cosificada y natural de la relación precaria como “lógica”,
“racional”, “tendencia global”, etc., de un destino irrefrenable, y un pro-
ceso de movilización de la subjetividad hacia procesos de identificación
con la condición misma (Julián, 2013a) Su hegemonía, al articular el
campo del trabajo como parte de la libertad de los actores empresariales
de flexibilizar el espacio de trabajo, provee una nueva problemática en
la relación de supervivencia y reproducción de la vida misma, a la vez
que reorganiza un conjunto de herramientas disciplinares de exclusión
de la fuerza de trabajo, con una expulsión material o imaginaria “fuera
del mercado de trabajo” – como parte del proceso a que se refiere Souza
Oliveira (2011) con la transición del clientalismo al “habitus precario” –
sin garantías y protección social (Dörre, 2010; Julián, 2013a), y/o hacia
formas parciales de integración, marcadas por el trabajo intensivo, el
subempleo y “una ciudadanía de segunda”, como parte del contexto de
las desigualdades sociales periféricas (Souza, 2003) y de una política de
la criminalización, el castigo, la estigmatización y la “intolerancia se-
lectiva” hacia un sector definido como “los parias urbanos” (Wacquant,
2006).
Aun así, el “habitus precario” no constituye una cristalización es-
tática de los sentidos de la dominación y la explotación, sino que más
200 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

bien involucra un punto de referencia donde las prácticas de subordina-


ción, evasión, resistencia y emancipación están anidas en la dialéctica
estructura-sujeto, y por lo mismo, están sujetas a la mutabilidad, la pro-
ducción y la readecuación de sentidos, lo cual involucra el espacio de
trabajo como una relación constante de redefinición de las relaciones de
poder y de la configuración de identidades (Knigths y Willmott, 1989;
O’Doherty y Willmott, 2001; Julián, 2013b).
Por ello, la condición de semiótica e interpretativa con que la pre-
cariedad cobra significado e imbrica los procesos de reconocimiento de
los/as trabajadores/as se vuelve un espacio en disputa por la generación
de sentidos que articulen la heterogeneidad de formas en que se des-
envuelve la precariedad y la constitución de un precariado (Standing,
2011). El precariado, como clase con un habitus propio, constituye la
pieza motriz de los procesos de identificación, (re)acción y subordina-
ción en el trabajo, y de la internalización de la “condición precaria”
en las narrativas y auto-descripciones de la clase trabajadora, así como
también los desplazamientos y desarrollos de estrategias de superviven-
cia – a lo que se refiere Webster y Van Holdt (2005), con “hacerse la
vida” – como formas de construir nichos de independencia, autonomía
y solidaridad en la reproducción social frente a los diversos dispositivos
de constricción de la precariedad-salarial 4 .
De allí que el habitus precario restituye un “sujeto precario” y
“una política precaria”, que no solamente se encuentra objetivado a la
reproducción social y mecánica de las zonas periféricas de desafilia-
ción social, sino que más bien ejerce una nueva fuerza de presión sobre
los mecanismos de integración social, y dinamiza los discursos de la
política de la clase dirigente, como una problemática de la reinstituida
“sociedad” en amenaza, peligro, miedo y terror, frente a su extinción y
desaparición como sujeto orgánico y autopoiético.

C•••••• !•
La amorfa narrativa de “la precariedad” y los sentidos que im-
pregnan la “condición precaria” pueden constituir ejes de movilización
del discurso y la práctica política en materia de políticas públicas, insti-
tucionalidad y políticas laborales en contextos de extrema precarización
social, y de ciertas variantes de amenazas del status quo y los mecanis-
mos e instituciones de reproducción social.
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 201

La política constituye un eje de readecuación de las prácticas de


“reconocimiento” de la condición precaria como condición sujeta a los
cánones de la “ciudadanía” y de los principios igualitaristas de organi-
zación democrática de la sociedad, lo cual muestra una dialéctica de las
significaciones de la precariedad, tanto como una problemática para el
neo-institucionalismo, propio de los discursos social-demócratas en el
análisis de la “cuestión social”, como para el conservadurismo extremo
y el enfoque de políticas populistas y asistencialistas clientelares (Souza
Oliveira, 2011): la “precariedad” puede ser parte de una lucha electo-
ral-política por la apropiación del significante y su significado por parte
de las clases dirigente en América Latina.
Lo que quedaría invisibilizado en este proceso de fagocitación
simbólica es el abordaje participativo y orgánico del sujeto-de-la-preca-
riedad, con su correspondiente “habitus precario” que se encuentra en
tensión entre: a) la naturalización y reificación de la condición precaria,
con una respectiva lógica auto-explotadora, disciplinada y des-valoriza-
dora del trabajo; y b) el amplio campo de constitución y confluencia de
los sujetos subalternos del capitalismo (Standing, 2011).
La profundidad de la precariedad, como un fenómeno en movi-
miento entre estructuras globales, sienta una nueva base para entender
la articulación de sentidos que transitan en el espacio de la precariedad,
como un proyecto global, depredador y expansivo del capital – es decir,
en su dimensión ecológica, política e imperialista –, y “la precariedad”
como parte de la estrategia de un régimen disciplinario y de técnicas de
gubernamentalidad nacional y local que trascienden el espacio de tra-
bajo hacia la conformación de poblaciones (negras, migrantes, jóvenes,
mujeres, etc.), “dispuestas” y sujetas para la sobre-explotación.
Creemos que la matriz de este problema está centrada en la cons-
trucción de los sentidos de la dominación y la explotación, como nuevos
mecanismos para entender la política laboral en América Latina, lo que
significa en términos investigativos no dejarse asolar por la espontanei-
dad de un discurso ideológico del capitalismo con respecto a la situación
periférica del “Tercer Mundo” (Souza, 2003), sino que más bien cons-
tituye una invitación a rastrear las bases del discurso hegemónico de
conquista neoimperial y neocolonial, y a profundizar en la cartografía de
la constitución de los sujetos subalternos en este modo de dominación
(Boltanski y Chiapello, 2002).
202 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

De allí que el “habitus precario” debe ser visto como parte de


una agenda de investigación (y) acción, donde los actores sindicales y
de trabajadores/as organizados/as sean capaces de identificar la permea-
bilidad e impermeabilidad de sus prácticas de resistencia y poder ante
este “nuevo” fenómeno de la precariedad laboral y la precariedad social
como fenómenos sincrónicos de pauperización y marginalización social.

(Recebido para publicação julho de 2013)


(Aprovado em outubro de 2013)
(Versão final em novembro de 2013)
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 203

B••••••• !"
Antunes, Ricardo. (2003), ¿Adiós al Trabajo? Ensayo sobre metamorfosis
del trabajo y el rol centradel trabajo. Buenos Aires: Ed. Herramienta.
__ . (2005), Los Sentidos del Trabajo. Ensayo sobre la afirmación y nega-
ción del trabajo. Buenos Aires: Ed. Herramienta.
__ . (2011), La nueva morfología del trabajo en Brasil. Reestructu-
ración y precariedad. Revista Nueva Sociedad, N° 232, pp. 103-118.
Atria, Raúl. (2004), Estructura ocupacional, estructura social y clases
sociales. Serie Políticas Sociales, N° 96. Santiago, Chile: CEPAL-
ECLAC.
Bensaid, Daniel. (2009), Elogio a la política profana. Barcelona: Penín-
sula.
Bensusán, Gabriela. (2009), Estándares laborales y calidad de los em-
pleos en América Latina. Revista Perfiles Latinoamericanos, N° 34,
pp. 13-49.
Boltanski, Luc; Chiapello, Eve. (2002), El nuevo espíritu del capitalismo.
Madrid: Akal.
Borón, Atilio. (2003), Estado, capitalismo y democracia. Buenos Aires:
CLACSO.
Bourdieu, Pierre. (1988), La distinción. Madrid: Taurus.
__ . (1993), La nobleza del Estado. Madrid: Trotta.
__ . (1998), Capital cultural, Escuela y Espacio social. México: Editorial
Siglo XXI.
__ . (1999), Contrafuegos. Barcelona: Anagrama.
__ . (2007), El sentido práctico. Madrid: Editorial Siglo XXI.
Boyer, Robert; Freyssenet, Michel. (2001), Los modelos productivos.
Buenos Aires: Trabajo y Sociedad/ CEIL-PIETTE/IADE/Lumen-
Humanitas.
Carranza, Elías. (2012), “Situación penitenciaria en América Latina y el
Caribe ¿Qué hacer?”. Anuario de Derechos Humanos. Santiago, Chile,
pp. 31-66.
204 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

Castel, Robert. (2007), Los desafíos de las mutaciones sociales, políticas y


económicas del siglo XXI. Temas y Debates, N° 13. Conferencia en la
Universidad de Rosario (19/09/2006).
Cook, María Lorena. (2012), Unions and Labor Policy under Left Govern-
ments in Latin America. Revista Trabajo, Año 5, N° 7, pp. 55-73.
Corragio, José Luis. (2011), Economía social y solidaria. El trabajo antes
que el capital. Quito: Ediciones Abya-Yala.
Cortés, Fernando; Escobar, Agustín. (2005), “Movilidad social interge-
neracional en el México urbano”. Revista de la Comisión Económica
Para América Latina y el Caribe, N° 185, abril, pp. 149-167.
Davolos, Patricia. (2012), Nuevas tendencias en el mundo del trabajo: las
huellas de más de una década de reformas estructurales. El mundo del
trabajo en América Latina. Buenos Aires: CICCUS Editores- CLAC-
SO, pp. 11–37.
De la Garza, Enrique. (2000), “Las teorías sobre la reestructuración pro-
ductiva y América Latina”, in Enrique de la Garza (coord.). Tratado
latinoamericano de sociología del trabajo. México: El Colegio de Mé-
xico, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Universidad Au-
tónoma Metropolitana, Fondo de Cultura Económica.
__ . (2001), “Problemas clásicos y actuales de la crisis del trabajo”, in
Enrique de la Garza y Julio C. Neffa (comps.), El futuro del trabajo – el
trabajo del futuro. Buenos Aires: Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales, pp. 11-32.
__ . (2005), “Del concepto ampliado de trabajo al de sujeto laboral amplia-
do”, in Enrique de la Garza (comp.) Sindicatos y nuevos movimientos
sociales en América Latina. Consejo Latinoamericano de ciencias so-
ciales (CLACSO), pp. 9-17.
__ . (2012), La Subcontratación y la crisis capitalista. Revista Trabajo. Año
6, N° 9, pp. 5-21.
De la Garza, Enrique; Neffa, Julio César. (2010), “Modelos económicos,
modelo productivo y estrategias de ganancia: conceptos y problemati-
zación”, in Enrique De la Garza y Julio C. Neffa (coords.) Trabajo y
modelos productivos en América Latina: Argentina, Brasil, Colombia,
México, y Venezuela luego de las crisis del modo de desarrollo neolibe-
ral, Buenos Aires: CLACSO, pp. 15-47.
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 205

Dörre, Klaus. (2009), “Prekarität in Finazmarket-Kapitalismus”, in Klaus


Dörre y Robert Castel (comps.). Prekatität, Abstieg, Ausfrenzung. Die
soziale Frage am Beginn des 21. Jahrhunderts, Alemania: Campus,
pp. 35-64.
__ . (2010), Social Class in the Process of Capitalism Landnahme. On the
relevance of secondary explotation. Socialist Studies/Études social-
istes. Vol. 6, N°2, pp. 43-74.
__ . (2012), Abwertung, die aus der Mitte kommt. Prekarität als fatales
Wettbewerbssystem“, in Eine Frage der Klasse? Deutschlands Mitte
zwischen Abstiegsangst und dem Tritt nach unten. Heinrich Böll-Stif-
tung Brandenburg, pp. 18-43.
Espinoza, Vicente; Barozet, Emmanuelle; María Luisa Méndez. (2010),
Estratificación y movilidad social bajo un modelo neoliberal: El caso de
Chile. Proyecto Desigualdades (Anillo SOC 12): “Procesos emergentes
en la estratificación chilena: medición y debates en la comprensión de
la estructura social” (2009-2012), financiado por la Comisión Nacional
de Investigación Científica y Tecnológica de Chile.
Franco, Rolando; León, Arturo; Atria, Raúl. (2007), Estratificación y mo-
vilidad social en América Latina. Transformaciones estructurales de un
cuarto de siglo. Santiago de Chile: LOM.
García, Jorge; Lago, Jorge; Meseguer, Pablo; Riesco, Alberto. (2010),
“Una introducción al trabajo como relación social”, in Jorge García,
Jorge Lago, Pablo Mesguer y Alberto Riesco (coords.). Lo que el Tra-
bajo esconde. Materiales para un replanteamiento de los análisis sobre
el trabajo. Madrid: Traficantes de sueños, pp. 19-104.
Gilly, Adolfo; Roux, Rhina. (2009), “Capitales, tecnologías y mundos de
la vida. El despojo de los cuatro elementos”, in Enrico Arceo y Enrique
Basualdo (comps.) Las condicionantes de la crisis en América Latina.
Inserción internacional y modalidades de acumulación. Buenos Aires:
CLACSO, pp. 27–52.
Harvey, David. (2007), Breve Historia del Neoliberalismo. Madrid: Akal.
Julián, Dasten. (2013a), Contribuciones al estudio de Identidades e Identi-
ficaciones precarias en Chile. Revista Polis, N°, 36.
__ . (2013b), La precariedad laboral, modernidad y modernización capita-
lista: Una contribución al debate desde América Latina. Revista Traba-
jo y Sociedad, N° 22.
206 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

Julián, Dasten. (2012a), Dispositivos de disciplinamiento en el Trabajo.


Relaciones laborales y subjetividad(es) en el Trabajo en Chile. Revista
Si Somos Americanos. Vol. 12, N°, pp. 109-131.
__ . (2012b), Tendencias de un sindicalismo fracturado. Sindicalismo au-
toritario v/s sindicalismo movimientista. Revista Actuel Marx Interven-
ciones, LOM Ediciones, N° 13, pp. 93-115.
Knigths, David; Willmott, Hugh. (1989), Power at power: Subjetivity at
Work: From Degradation to Subjugation in Social Relations. Sociology,
Vol. 23, N° 4, pp. 535-558.
Lianza, Sidney; Chedid, Flavio (orgs.), (2012), A Economia solidária
na américa latina: realidades nacionais e políticas públicas. Rio de
Janeiro: Pró Reitoria de Extensão-UFRJ.
Moody, Kim. (2001), Workers in a lean World. Unions in the international
Economy. London: Verso.
Mora Salas, Minor. (2006), Ajuste y empleo: Notas sobre la precarización
del empleo asalariado. Revista Ciencias Sociales. N°, 108, pp. 27-40.
__ . (2010). Ajuste y empleo: La precarización del trabajo asalariado en
la era de la globalización. Centro de Estudios Sociológicos, El Colegio
de México, México, D.F.
Munck, Ronaldo. (2013), The Precariat: a view from the South. Third
World Quarterly. Vol. 34, N° 5, pp. 747-762.
Neffa, Julio César. (2001), La teoría neoclásica ortodoxa sobre el funciona-
miento del mercado de trabajo, el papel de los intermediarios. Ponencia
en el quinto Congreso Nacional de estudios del Trabajo. En: http://
www.aset.org.ar/congresos/5/aset/PDF/NEFFA.PDF
O’Doherty, Damian; Willmott, Hugh. (2001), Debating Labour Process
Theory: The Issues of Subjectivity and the relevance of Poststructural-
ism, Sociology, Vol. 35, N° 22, pp. 457-476.
Portes, Alejandro; Hoffman, Kelly. (2003), Las estructuras de clase en
América Latina: composición y cambios durante la época neoliberal.
Santiago de Chile: CEPAL-ECLAC.
Postone, Moishe. (1993), Time, labor, and social domination: a reinter-
pretation of Marx’s critical theory. Cambridge-New York: Cambridge
University Press.
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 207

Ramos, Joseph. (2000), Policy Directions for the New Economic Model in
Latin America. World Development,Vol. 28. N° 9, pp. 1703-1717.
Reygadas, Luis. (2002), Producción simbólica y producción material: Me-
táforas y conceptos en torno a la cultura del trabajo. Nueva Antro-
pología, Vol. XVIIII, N° 60, pp. 101-119.
Ross, Andrew. (2008), The new Geography of Work: Power to the Precari-
ous?. Theory, Culture & Society, Vol. 25, N° 7-8, pp. 31-49.
Sader, Emir. (2008a), América Latina ¿EL eslabón más débil? El neolibe-
ralismo en América Latina. New Left Review, N° 52.
__ . (2008b), Refundar el Estado. Posneoliberalismo en América Latina.
Buenos Aires: Ediciones CTA-CLACSO.
Silver, Beverly J. (2003), Forces of labor: workers’ movements and global-
ization since 1870. Cambridge-New York: Cambridge University Press.
Silver, Beverly; Arrighi, Giovanni. (2001), “Workers North and South”,
in Leo Patnich y Colin Leys (eds.), Working Classes. Global Realities.
Socialist Register. London: Merlin Press, pp. 53-76.
Souza, Jessé. (2003), A construção social da subcidadania: para uma So-
ciologia Política da modernidade periférica. Belo Horizonte: UFMG.
Sotelo Valencia, Adrián. (2003), La Reestructuración del mundo del tra-
bajo, super-explotación y nuevos paradigmas de la organización del
trabajo. México, D.F.: Editorial Itaca Piraña.
__ . (2009) Teoria da Dependência e Desenvolvimento do Capitalismo na
América Latina, Editora Praxis, Londrina, Paraná, Brasil.
Standing, Guy. (2011), The Precariat: The New Dangerous Class. London:
Bloomsbury Academic.
Therborn, Goran. (2008), What does the ruling class do when it rules?:
state apparatuses and state power under feudalism, capitalism and so-
cialism. London-New York: Verso.
Thompson, Paul. (2013), Financialization and the workplace: extending
and applying the disconnected capitalism thesis. Work, employment &
Society, Vol. 27, N° 3, pp. 472-488.
Wacquant, Loic. (2010), Crafting the Neoliberal State: Workfare, Pris-
onfare, and Social Insecurity. Sociological Forum, Vol. 25, N° 2,
pp. 197-220.
208 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

Webster, Edward; von Holdt, Karl. (eds.). (2005), Beyond the Apartheid
Workplace: Studies in Transition. Durban: University of Kwazulu-Na-
tal Press.
Weller, Jürgen. (2007), La flexibilidad del mercado de trabajo en América
Latina y el Caribe. Aspectos del debate, alguna evidencia y políticas.
Serie Macroeconomía del desarrollo, Nº 61 (LC/L.2848-P/E), Santiago
de Chile: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CE-
PAL), Naciones Unidas.
Zhang, Xia. (2008), Ziyou (Freedom), Occupational Choice, and Labor:
Bangbang in Chongqing, People›s Republic of China. Journal
International Labor and Working Class History, Vol. 73, No. 1, pp.
65-84.
Trabajo, precariedad y “habitus precario”... 209

N••••
1 Ramos (2000) insistirá en las causas de un lento crecimiento en la primera
década de éste Nuevo Modelo Económico (NEM), y sus consecuencias so-
ciales. Ve las dos falencias centrales del neoliberalismo en la desregulación
financiera y el decrecimiento de los retornos.
2 Para analizar un caso empírico de estos efectos recomendamos el infor-
me de Espinoza, Barozet y Méndez (2010) sobre la experiencia chilena de
estratificación y movilidad social.
3 En esta concepción de la clase-que-vive-del-trabajo de Antunes (2003), hay
una interesante homología con el caso sudafricano post-apartheid estudiado
por Webster y Von Holdt (2005) sobre la clase que hace su vida y que gana
su vida. Ambos son fenómenos del trabajo que pueden ser estudiados en el
Sur Global (Silver y Arrighi, 2001).
4 Aquí hay un punto central y disperso de estrategias y prácticas que inte-
gra una heterogeneidad de manifestaciones, las cuales van desde las eco-
nomías solidarias, orientadas a la supervivencia y el “buen-vivir” en países
de América Latina, como de todo el Sur Global (Coraggio, 2011), hasta las
orientaciones del trabajo informal y por cuenta-propia en situaciones de pre-
cariedad estructural-salarial como el caso de los bangbang en China (Zhang,
2008).
210 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

R••••••
La precariedad es un conjunto de prácticas sociales que asumen
una extensión recursiva y contradictoria, desde las condiciones de mate-
rialidad, a la conformación interpretativa y simbólica de “la sociedad”,
y que por lo tanto no escapa a las distintas lógicas imaginarias que dan
forma a “verdades”, “saberes” y “certezas” con respecto a la realidad.
A partir de lo anterior es que en este artículo proponemos un debate con
respecto al carácter estructurante de las relaciones precarias en el trabajo
y el no-trabajo, por medio de la categoría de habitus de Pierre Bourdieu,
y la conformación de un “habitus precario” en la clase trabajadora en
América Latina.
Palabras clave: trabajo, precariedad, habitus

A!•"#$%"
Precariousness is a set of social practices that have a recursive
and contradictory stance, which include the material condition and the
interpretive and symbolic conformation of “society”. Therefore, it is en-
tangled with the different interpretive-imaginary logics than shape and
model “truth”, “knowledge” and “certainties” about reality. With this
in mind, the article proposes a debate on the structuring character of
precarious work and non-work relations, employing Pierre Bourdieu’s
category of “habitus”. It proposes the idea of a “precarious habitus” as
characteristic of Latin American working class.
Keywords: work, precariousness, habitus

Potrebbero piacerti anche