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"Necesitaremos al menos 20 años para poder ver las pistas", explica a Efe el
investigador del Centro Aeroespacial de Holanda Henk Hesselink.
Cuando eso pasa, "el avión no tiene que volar recto, sino que debe hacer una
maniobra complicada respecto a la pista, que está siempre en una dirección
fija", explica Hessenlink.
Los pilotos podrían así decidir qué punto les es más favorable para tomar tierra
teniendo en cuenta la dirección en la que sopla el viento en ese momento.
Otra de las ventajas del proyecto es que los aviones podrían usar cualquier
punto del círculo para despegar o aterrizar, lo que evitaría las maniobras que a
menudo hacen los pilotos para colocarse en la misma dirección que la pista.
"Al estar en todas las direcciones, puedes volar directamente al aeropuerto al
que te diriges y ser más efectivo", dice Hessenlink.
Por muy futurista que suene todo, no sería la primera vez que se experimenta
con algo así. La primera vez fue en 1919.
"Había una revista en la que se pensaban que en unos años todo el mundo iría
volando a su trabajo, así que idearon pistas de aterrizaje circulares en las
azoteas de un rascacielos de Nueva York, donde podrías aterrizar y aparcar tu
avioneta como si fuera un coche", comenta Hessenlink sobre una iniciativa que
se quedó en las fotografías de unas maquetas.
Un intento más serio se desarrolló en los años 60, cuando aviones militares de
Estados Unidos hicieron pruebas de aterrizajes en pistas de coches con una
forma casi circular.
"Los pilotos dijeron que en realidad era bastante fácil porque, al tomar tierra, te
mantienes en la pista automáticamente gracias a las fuerzas centrípetas. Esas
fuerzas son las que te ponen en la dirección correcta", asegura el experto
holandés.
"Hemos tenido muchas respuestas que provienen de todo el mundo con gente
interesada en esto y que apoya la idea para que sigamos adelante", asegura
Hessenlink.
Este fenómeno puede verse muy bien en los velódromos, en los que
vemos cómo los ciclistas hacen uso de un marcado peralte para
evitar salirse de la pista a altas velocidades.
"Se trata del proyecto The Endless Runway o TERP, es decir "la pista
sin fin”, impulsado por los centros de investigación aeroespacial
NLR (Países Bajos), DLR (Alemania), ONERA (Francia), INTA
(España) e ILOT (Polonia), cuya viabilidad técnica ya ha sido
demostrada”, según explica a EFE, el experto holandés en aviación
Henk Hesselink.
Hesselink, coordinador de este proyecto desde el Laboratorio
Aerospacial Nacional NLR, en Amsterdam, señala que los proyectos
tecnológicos actuales optimizan el uso de la capacidad aeroportuaria
disponible, pero, a menos que se siga un nuevo enfoque estructural,
no permitirán triplicar el tráfico aéreo como está previsto que logren.
Según los autores del TERP, la pista circular puede generar un gran
avance en la capacidad aeroportuaria, evitando las limitaciones físicas
de las pistas convencionales al desplazar los puntos de despegue y de
aterrizaje de cada aeronave siendo, además, sostenible para el
medioambiente al reducir el uso del terreno destinados a
infraestructuras, la contaminación y el ruido.
"La dirección de las pistas rectas hace que las maniobras aéreas
dependan de la dirección del viento, pero una pista circular permitirá
que los aviones despeguen en cualquier dirección y tomen tierra
desde cualquier dirección, encontrando siempre en el círculo un punto
de aterrizaje o despegue ideal para tener solo el viento en contra y no
cruzado”, según Hesselink.
"El próximo paso que daremos consiste en los ensayos de vuelo. Los
test aéreos en pistas circulares –con drones de alas fijas de hasta 300
kilogramos de peso- servirán para probar el comportamiento de las
aeronaves en la pista de aterrizaje circular durante los despegues y
aterrizajes, sobre todo bajo diferentes condiciones meteorológicas”,
según Hesselink.
Punto de vista
Pablo Ron Martín Experto en aviación