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Palabras clave: Bien común, emprendedor social, principios, relación, valor social.
Introducción
En la actualidad, tras un largo periodo de crisis económica mundial (Noguer,
2011), y coincidiendo con las primeras señales de recuperación económica, existe un
amplio consenso al afirmar que es importante impulsar y desarrollar el espíritu
emprendedor (Informe COTEC, 2013). No obstante, con el objetivo de conseguir un
tejido productivo en el que las empresas sean capaces de asegurar su viabilidad
económica pero al mismo tiempo, avanzar hacia una mayor integración social, un
mayor respeto al medioambiente y un modelo de crecimiento más coherente y
equilibrado, consideramos interesante plantear un debate sobre un modelo económico
alternativo en el que la empresa social adquiera un mayor protagonismo.
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En esta línea de pensamiento, surge el planteamiento de un modelo denominado
Economía del Bien Común (EBC) (Felber, 2012), el cual pretende desarrollar un nuevo
orden económico, político y social, con el fin de construir desde la base una sociedad
sostenible y más equilibrada. Ante este nuevo reto, el emprendimiento social encuentra
un marco adecuado para desarrollar su actividad, dado que estos emprendedores se
conciben como los protagonistas de una nueva economía de mercado y una forma
diferente de hacer negocios enfocados hacia el crecimiento y la prosperidad, pero de
forma compatible con la creación de valor social.
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en el propio sistema económico liberal, que incentiva la competitividad y la búsqueda
ilimitada de beneficios, lo que, según Felber (2012), ha incitado comportamientos
egoístas y desaprensivos que han propiciado el nacimiento de un nuevo paradigma
social denominado la Economía del Bien Común (EBC).
De acuerdo con Klaus et al. (2013), la EBC es una alternativa a los modelos
existentes: la economía de libre mercado y la economía de planificación centralizada. A
diferencia de estos modelos económicos clásicos, la EBC coloca al ser humano y a
cualquier entidad asociada a las relaciones interpersonales en el centro de la actividad
económica, consiguiendo con ello, precisamente, incrementar el bien común.
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Desde una perspectiva política, se plantean cambios legislativos que
posibiliten una vida equitativa y aseguren las necesidades básicas de las
personas y un respeto por todos los seres vivos.
En el ámbito social, el movimiento pretende crear conciencia general y
motivar a tantas personas y organizaciones como sea posible, mediante
una actuación conjunta hacia el bien común.
Por su parte, Alvord et al. (2004) consideran que los emprendedores sociales
innovan en tres sentidos distintos: creando capacidades locales, atendiendo a un
problema social que afecta a un gran colectivo, y promoviendo alianzas para evitar
posibles abusos de poder. Así, siguiendo esta misma línea de generar una idea
innovadora para lograr impacto social positivo, Mair y Martí (2004) establecen que el
emprendedor es el impulsor de un modelo de negocio diferente, capaz de ofrecer bienes
y servicios orientados a la solución eficaz y autosuficiente de problemas sociales y
medioambientales.
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mediante la creación de nuevas empresas o la gestión de las organizaciones ya
existentes pero de una manera innovadora.
Así pues, EMES propone un modelo basado en una serie de indicadores, que ha
supuesto una de las identificaciones de empresa social que mayor aceptación ha tenido.
Se trata de nueve indicadores que Defourny y Nyssens (2012) presentan agrupados en
tres dimensiones: indicadores económicos y empresariales, sociales y de gobierno
participativo.
Los indicadores del primer grupo hacen alusión a los siguientes aspectos: a) las
empresas sociales se dedican a la producción de bienes o prestación de servicios, y
tienen que mantener un contacto permanente con el mercado, pues deben competir con
las empresas tradiciones; b) los fundadores deben asumir un cierto nivel de riesgo
económico puesto que la empresa tiene que ser auto sostenible a partir de la actividad
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que se realiza, esto es, no son organizaciones caritativas ni pueden depender de
donaciones o subvenciones; c) tienen que poseer fuerza de trabajo remunerada.
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Una vez analizadas las bases sobre las que se asientan tanto la EBC como el
emprendimiento social, resulta interesante relacionar ambos conceptos con el fin de
analizar sus convergencias y sus relaciones. Felber (2012) fundamenta y argumenta su
teoría de la Economía del Bien Común sobre 20 principios básicos que constituyen y
esquematizan las primeras ideas del dicho movimiento, los cuales son considerados
como un punto de partida sobre el que poder trabajar y edificar el movimiento en el
futuro. A continuación se sintetizan y comentan estos principios, realizando una
reflexión sobre cada uno de ellos y su relación con el emprendimiento social.
1- La EBC se apoya en los mismos valores en los que se sustentan las buenas
relaciones entre las personas: la confianza, la solidaridad, el respeto, la coherencia, el
aprecio, etc., como base para la consecución de la felicidad del ser humano.
Este supuesto, si bien es coherente con las ideas de partida del movimiento,
parece de difícil articulación en el contexto actual. El emprendimiento social sin
embargo, sí consigue un excelente equilibrio a través del cual poder llevar a cabo este
principio de forma eficaz y eficiente. Así, la empresa social, por un lado, debe ser
rentable para poder mantenerse en el mercado, pero al mismo tiempo, no persigue
únicamente el ánimo de lucro ni la competencia, sino la creación de valor social, el cual
es claramente equiparable al bien común.
En este sentido, son precisamente las empresas sociales las que contribuyen a
alcanzar claramente este objetivo, ya que son las que lógicamente logran un mayor valor
en sus resultados no financieros medidos a través del propuesto Balance del Bien
Común. Éste se encuentra actualmente en fase de desarrollo, aunque según la
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Asociación Federal Española para el Fomento de la Economía del Bien Común, ya
existen en España y en otros países varias organizaciones pioneras que lo aplican de
forma voluntaria. Este balance se apoya en la Matriz del Bien Común, la cual es una
interesante herramienta de medida de resultados no financieros, capaz de relacionar los
valores de base que inspira el movimiento con todos los grupos de interés asociados a la
empresa. En efecto, en las columnas de la matriz se establecen los principios básicos:
dignidad humana, cooperación y solidaridad; sostenibilidad ecológica; justicia social; y
democracia y transparencia. Las filas de la matriz representan a los denominados
stakeholders o grupos de interés (Freeman, 1984) con los que la organización se
relaciona y que se ven afectados por sus decisiones: proveedores, inversores,
empleados, clientes, competidores, socios y el entorno social. Sobre la base de estas
relaciones se obtienen 17 indicadores que posibilitan la calificación del comportamiento
de la organización y su contribución al bien común. En definitiva, este BBC permite
convertir los valores de la sociedad en valores de la economía, y se concibe como el
corazón del movimiento, poniendo en el centro del sistema económico a todos los seres
vivos y las relaciones que se producen entre ellos (Asociación Federal Española para el
Fomento de la Economía del Bien Común, 2015), lo cual es plenamente afín con los
principios del emprendimiento social. No obstante, dada la realidad del entorno
económico actual, quizás sea más prudente pensar en una convivencia de los informes
financieros y los no financieros, no sólo para las empresas sociales sino para todas las
organizaciones que configuran el sistema económico.
En este sentido, es preciso apuntar que las empresas sociales deberían gozar de
estas ventajas con el fin de promover su nacimiento y su posterior crecimiento y
desarrollo, ya que contribuyen efectivamente a la generación de valor económico y
social, por lo que debería ser una prioridad para todos los gobiernos. Así por ejemplo,
existen economías como la británica en la que el emprendimiento social está muy
desarrollado y ya están aplicando este tipo de incentivos fiscales a las denominadas
empresas de interés común (Comunity Interest Companies) (Priede et al., 2014a).
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a los empleados, o para cualquier otro objetivo que permita la ceración de valor social y
no para incrementar la riqueza de una minoría e acrecentar la desigualdad. Si así fuera,
debería suprimirse, por tanto, el impuesto de sociedades.
En este sentido, la empresa social trabaja para adquirir su tamaño óptimo, sin
necesidad de aumentar su crecimiento sólo por el hecho de incrementar con ello sus
resultados; lo importante es crear valor social y si para ello es necesario crecer, se hará
de forma paulatina y equilibrada sin atropellar al resto de los agentes implicados en su
desarrollo.
8- Se propone, por otra parte, una discusión democrática con el fin de limitar la
brecha existente entre el salario mínimo y el máximo que se paga en las empresas, para
reducir la desigualdad existente en este sentido, y hacer una distribución de la riqueza
más equitativa.
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Se trata de una propuesta que quizás va más encaminada a reducir la brecha que
actualmente se da en las grandes empresas entre los trabajadores y los directivos. Puesto
que, desde su propia concepción, la empresa social parte de principios completamente
diferentes, parece lógico suponer que concibe la distribución de salarios de una forma
justa y equitativa, y que sea coherente con los principios que rigen su funcionamiento.
10- Este mismo criterio se aplica a los denominados bienes democráticos, los
cuales se refieren a instituciones económicas públicas en el ámbito de la enseñanza, la
salud, la acción social, la energía, etc., en definitiva, la infraestructura básica de la
sociedad.
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entre los emprendedores sociales el uso de la financiación colectiva o crowdfunding,
como una nueva vía para la financiación de diversas iniciativas -empresas, actividades
culturales, proyectos sociales, etc.- la cual permite a los promotores desarrollar su idea
de negocio mediante la solicitud de fondos (generalmente en cantidades muy pequeñas)
a un elevado número de personas (Mollick, 2014).
12- Se propone una cooperación monetaria global sobre la base de una moneda
común para financiar las inversiones del comercio internacional. Por su parte, con el fin
de evitar el comercio no justo, la UE debe garantizar y coordinar una zona de comercio
justo (Zona del Bien Común) con estándares armonizados o con tarifas aduaneras
correlacionadas con el resultado del BBC de la empresa productora. El objetivo final es
conseguir a través de la ONU una Zona del Bien Común general.
Del mismo modo que con los principios anteriores, esta idea beneficiaría a los
emprendedores sociales, ya que se les concedería el lugar o la tierra para poder poner en
marcha su proyecto y beneficiar con ello a la comunidad. Siguiendo este supuesto, todos
aquellos emprendedores que tengan una buena idea que pretenda beneficiar a los demás,
podrían disponer del espacio necesario para llevarla a cabo.
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desarrollar sus actividades. Aunque la RSC y el emprendimiento social presentan ciertas
similitudes, la realidad es que se trata de concepciones diferentes (Priede et al., 2014b),
y los emprendedores sociales a pesar de su orientación social deben tener en cuenta
estos principios y adaptarlos a su actividad empresarial, por lo que se trata de una
responsabilidad general que debe ser adquirida por todos.
16- Cada diez años de trabajo los empleados tendrán derecho a disponer de un
año sabático. Durante este periodo, las personas dispondrán de tiempo y podrán
dedicarse a las actividades que libremente decidan.
Este sería otro de los aspectos que hoy en día también se estudia dentro de las
acciones de RSC de las empresas, con el fin de poder dotar a las mismas de una fuerza
de trabajo en mejores condiciones y más motivada hacia el trabajo. La realidad
demuestra que, dado que las empresas buscan incrementar al máximo sus resultados, se
producen frecuentemente situaciones de abuso sobre los trabajadores con el fin de
aumentar la productividad, y es frecuente la falta de conciliación entre la vida laboral y
familiar. Siguiendo el razonamiento hasta ahora expuesto, las empresas sociales al no
buscar la maximización de la riqueza y tener otros objetivos, se supone que asumen este
principio y consideran a los trabajadores como colaboradores hacia un objetivo conjunto
y no un factor de producción.
18- Estos veinte principios que definen la EBC deberán ser ampliamente
debatidos y reelaborados desde la base antes de que se conviertan en leyes, las cuales
deberán ser elaboradas por una convención democrática y constitucional, quien
propondrá las leyes y las someterá a referéndum. Si los principios quedan aprobados por
la soberanía popular, es entonces cuando serán incluidos en la constitución, la cual
puede ser corregida o cambiada según las necesidades del bien común.
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Este es un principio relacionado con la democracia y la soberanía popular, y la
forma de implementar su puesta en práctica. La empresa social se vería beneficiada por
un sistema de estas características que lógicamente iría en línea con sus intereses.
19- Con el fin de afianzar todos los principios de la EBC y transmitirlos a las
generaciones futuras, el sistema educativo también tiene que alinear sus objetivos en
torno a estos valores. Esto requiere otra forma nueva de enseñanza y otros contenidos,
como por ejemplo, el estudio de las emociones, la ética, la comunicación, la educación
democrática, la concienciación medioambiental, etc.
El emprendedor social sin duda reúne estos requisitos y se configura, tal y como
apuntó Dees (1998), en un agente de cambio económico y social, que impulsa la
innovación y el compromiso. Por todo ello, consideramos que este tipo de emprendedor
se configura como el elemento catalizador de la EBC, y la empresa social la pieza clave
sobre la que edificar este nuevo paradigma.
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Por su parte, el emprendimiento social es ya una realidad internacionalmente
aceptada. Efectivamente, en la actualidad existe un amplio número de empresas sociales
que están ofreciendo respuestas eficientes e innovadoras a diversas necesidades de la
sociedad, y por lo tanto, están actuando como verdaderos agentes de cambio, orientados
hacia la creación y el fortalecimiento de un orden socioeconómico más equilibrado y
sostenible. En este sentido, podría argumentarse que la EBC engloba al emprendimiento
social.
Para finalizar, consideramos este trabajo como una reflexión inicial o interesante
punto de partida para una futura línea de investigación, centrada en el análisis y la
cuantificación del impacto del emprendimiento social en términos del bien común.
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Referencias
Alvord, S. H., Brown, L. D. y Letts, C. W. (2004). Social entrepreneurship and
societal transformation an exploratory study. The journal of applied behavioral science
40 (3), 260-282.
Association for the Promotion of the Economy for the Common Good (2015).
https://www.ecogood.org/. Consultado el 17 de abril.
Bornstein, D. S. (2004). How to change the world: Social Entrepreneurs and the
Power of New Ideas. Oxford: Oxford University Press.
16
Fundación COTEC para la Innovación Tecnológica (2013). Tecnología e
Innovación en España “Informe COTEC”, Mayo–2011.
Davis, K. (1973). The case for and against business assumption of social
responsibilities. Academy of Management Journal 16(2), 312-322.
Klaus, F., Kroczak, A., Facchinetti, G. y Egloff, S. (2013). Economy for the
Common Good. DAS in Sustainable Business / BSL Project. June 2013.
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Noguer, M. (2011). La recuperación del comercio mundial. Lo que la crisis se
llevó. Economic Papers. Estudios y Análisis Económico de La Caixa.
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