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Hace un año, el día de las Madres, encontré un texto muy interesante sobre el
papel de la Mujer en la historia de la Humanidad y, basado en el escrito de
Juan José Olivares, “Madre, sólo hay una”, decía yo:
“Imagínate una sociedad en donde todo: Los ciclos productivos del campo, la
procreación de los animales, la fertilidad de la tierra… estuvieran relacionados
con la Mujer. Un lugar en donde el centro de la vida social, la transmisión de las
costumbres, el conocimiento y el control de la actividad económica fueran
tareas de las Abuelas, Madres, tías,… ¡De las mujeres!
“Que los niños adquirieran el nombre de sus madres bajo un poder matriarcal y
los ritos fúnebres reflejaran la “inferioridad” social de los hombres respecto de
las mujeres.
Así fue que en la “Grecia antigua, los hombres designaban y definían las
actividades de las mujeres, que ya sólo podían ser madres que, en un mundo
de estados guerreros, proveían nuevos combatientes”.
Ahora, un año después, estoy convencido que las Mujeres juegan un papel
mas contundente en la sociedad actual. ¡Se han ganado sus espacios y se los
tienen más que merecidos! No por mi criterio o juicio personal, sino porque su
función ya no es únicamente de compañera, o de Madre,… ¡Ni mucho menos
de objeto sexual!
Todo cambio en la sociedad trae nuevos retos y el nuevo “rol” de la mujer no es
la excepción.
La familia sigue teniendo como pilar básico a la mujer. O, dime si no, nos
seguimos reuniendo en torno a nuestras madres o abuelitas de manera regular
y, cuando se nos van de este mundo, dejan un enorme vacío que ya nadie
llena, hasta que otra mujer -y ojo, dije otra mujer, en la generalidad de los
casos- viene a ocupar ese papel y une, en torno suyo, a los hijos, nietos,
bisnietos,…
Por eso, este día, quiero hacer un homenaje. No a las Madres Teresa, ni a las
Sor Juanas, Ni a las Madame Curie,… Sino a la mujer del día a día. La del
trabajo en su hogar.
Rindo homenaje a las Mujeres que llenan con su amor las enormes
necesidades de grupos vulnerables: Ciegos, Adultos mayores, Huérfanos,
Enfermos, pobres…
Admiro a la mujer que educa a sus hijos, la mujer que apoya en la enseñanza
de niños y jóvenes, la mujer que atiende bondadosamente a los enfermos en
los hospitales, la que colabora en una oficina, la que participa en la vida
política, en el ámbito empresarial, en la tienda de abarrotes, en una
dependencia de Gobierno, en el Banco ó en los medios de comunicación. La
madre y la mujer que lucha cotidianamente por superarse, por apoyar a su
familia, a sus amigos, a su comunidad y a su País. A ellos se debe y por ella
misma lo hace, generosa y fuerte.
Porque la mujer tiene un solo corazón, pero es tan grande, que sólo lo
podemos comparar con el Amor de Dios. Y eso, es decir: Todo.
Y que Dios nos las guarde muchos años, pues ellas son la caridad y entrega de
esta tierra, y la defensa más grande de la familia.