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CICLO : IIl
Perú – 2017
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ÍNDICE
1. La Administración de Justicia .......................................................................................... 6
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INTRODUCCIÓN
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La Administración de Justicia. Relaciones con la Iglesia
en la Etapa Medieval
1. La Administración de Justicia
Ciertas zonas, actos, cosas o personas como pueden ser la vivienda del rey , el
camino, las iglesias, mercados, etc. estaban protegidos por una paz esencial,
hablándose así de la paz del mercado, paz del camino, etc.
Los jueces altomedievales no tenían una preparación jurídica, sino que eran jueces
legos que procedían del pueblo, en ocasiones se encontraban con ausencia de
normas, por lo que tuvieron que “crear” un derecho a partir de la costumbre. Así
ocurrió en Castilla donde los jueces dictaban sentencias (fazañas) en virtud de su
albedrío dando lugar al juicio de albedrío y utilizándose esas sentencias como
derecho de referencia para pleitos posteriores.
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La organización judicial de la Baja Edad Media presentaba las siguientes
características:
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tecnificación de la administración de justicia y de la casi completa asunción de la
función judicial por parte de los jueces, dado que era fruto de una evolución de los
jueces de prueba, presentes en la asamblea vecinal o tribunal condal, cuya finalidad
esencial era dirigir la prueba y valorarla a los efectos de la sentencia.
La jurisdicción ordinaria era ejercida asimismo por los oficiales reales locales o
territoriales y por las autoridades municipales. La asamblea vecinal o concilium.
En los territorios reales cabía la posibilidad de que el rey convocase una asamblea
vecinal de hombres libres dirigida por alguien que él designase (normalmente el
conde, imperante o potestade, que actuaba como delegado real y quien a su vez
podía nombrar delegados). Esta asamblea vecinal administraba justicia en los
territorios era un tribunal de carácter popular. En esta asamblea judicial o concilium
se dirimían las causas, bien contando con la participación de todos, bien mediante
jueces elegidos. Estas reuniones se realizaban normalmente a la puerta de la
iglesia, del mercado o en el campo. Para los casos de pleitos entre personas que
pertenecían a dos territorios la reunión se hacía en un lugar limítrofe llamado
Medianedo.
No existió jerarquía entre la Curia Regia y el concilium ya que ambos tenían las
mismas funciones y el procedimiento utilizado era idéntico para ambas instituciones:
un procedimiento público y oral, en el que intervenían algunos miembros de la
asamblea, llamados boni homines, en la determinación de las pruebas a realizar y
en valorar los resultados de las mismas.
Cuando la vida local empezó a tener mayor relieve, ante el desinterés de los
habitantes por participar en la asamblea, los condes dejaron de asistir a la misma,
y los reyes se encargaron de nombrar jueces en las principales ciudades y villas,
para sustituirlos en las asambleas. Los jueces de prueba también fueron sustituidos
por unos alcaldes de carácter asesor que elegían los vecinos. Jueces y alcaldes
pasarán a ser los primeros responsables de la administración local.
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1.1.2. Institucionalización de la justicia y Tribunal de la Corte
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Pleitos del rey: incluyen por un lado los Casos de Corte, reservados al rey y
sus jueces, con aplicación del Derecho real, y por otro todos los demás
supuestos que deberían ser resuletos tanto en primera instancia por el
tribunal local como en apelación por el Tribunal de la Corte, de acuerdo con
el fuero local en cuestión.
Ante el rechazo por la aplicación del Fuero Real en tierras de fuerte tradición local,
quedó éste reservado para su aplicación en la Corte, llevando a la producción de
las Leyes Nuevas y las Leyes de Estilo. Según García Gallo, el Derecho derogado
por la reacción popular no fue el Fuero Real, sino el Espéculo.
A lo largo del siglo XIV ese Tribunal de la Corte, que se llamaría finalmente
Audiencia, fue reorganizado en varias ocasiones y poco a poco acentuó su
vinculación y su independencia respecto a otro organismo bien distinto como era la
Chancillería. Entre ambas instituciones en origen diferentes, se establecería una
relación jerárquica de subordinación a favor de la cancillería.
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también como Audiencia, ya que ambos nombres hacen referencia a un cuerpo
colegiado de jueces, estable y dependiente del monarca.
Los orígenes de la Audiencia han sido fijados por una parte de la doctrina, en unas
cortes reunidas en Toro en 1371, durante el reinado de Enrique II, pero otros lo
remontan años atrás, y sostienen que su nombre obedece no al hecho de “oír y
escuchar pleitos”, sino a la imitación del modelo romano –canónico de la Audientia
episcopal.
La Audiencia tiene caracter primero itinerante, luego fija (en Segovia) y de nuevo
itinerante, hasta fijarse finalmente en Valladolid. Se dividía en tres salas, dos
encargadas de los Casos de Corte y de las suplicaciones civiles y otra de las
suplicaciones y apelaciones penales.
Otros tipos de jueces fueron los alcaldes de los hijosdalgo dedicados a resolver
litigios entre personas con un status jurídico privilegiado. Lo que en principio una
magistratura única, pronto se desdobló en dos, actuando cada uno de los alcaldes
la mitad del año por turno. Representan estos alcaldes de hijosdalgo una fórmula
transaccional entre el poder nobiliario y monárquico en el terreno judicial.
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El juez de suplicaciones actuaba en caso de súplica o instancia jurisdiccional que
remitía al supremo juicio del monarca la revisión de sentencias dictadas por los
jueces o incluso por el mismo rey.
Desde el reinado de Juan II, tras la incorporación a Castilla del Señorío de Vizcaya
quedó establecido como órgano unipersonal el juez de Vizcaya, que dirimían las
causas de los vizcaínos oyendo asimismo sus apelaciones. También en 1351 surgió
un tipo de juez especial para entender en pleitos habidos en la sede regia y en el
distrito circundante de cinco leguas llamado alcalde del rastro cuya designación (en
número de dos) resolvía la ausencia de alcaldes en el ámbito próximo al rey cuando
la corte era itinerante y la chancillería (donde permanecían los alcaldes) se habían
ubicado en un lugar fijo.
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además el sobrejuntero, órgano ejecutivo de las sentencias de jueces y
tribunales.
El Veguer en Cataluña es más bien un juez de distrito, nombrado por el rey
al frente de la veguería. Tiene jurisdicción en mero y mixto imperio, civil y
criminal, además de mantener el orden público. Por encima de él existirá el
sobreveguer, que entenderá de las apelaciones de las sentencias de aquel.
Por su parte el Bayle, aunque con competencias más de tipo económico,
tiene jurisdicción sobre su propio personal, manumisiones, pleitos civiles y
criminales de esclavos y libertos y cierta jurisdicción marítima.
A partir del siglo XII tuvo jurisdicción propia y competencias judiciales propiamente
dichas, como quedó definido en las Corte de Egea en 1265, en que la oligarquía
logró de Jaime I el acuerdo de que ese funcionario fuese siempre designado de
entre los caballeros como juez intermedio para juzgar los pleitos habidos entre el
rey y la nobleza y de entre los propios nobles para defender, frente al poder real, las
libertades aragonesas.
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Posteriormente se acrecentaron sus competencias cuando el rey aceptó la
capacidad de estos jueces para oír causas en la primera instancia a cualquier lugar
del reino y para revisar en apelación las sentencias de jueces locales. En el
Privilegio de la Unión de 1287 la nobleza aún lograría que sólo tras la sentencia del
Justicia mayor de Aragón, pudieran ser impuestas por el rey determinadas penas a
los nobles aragoneses. A mediados del siglo XIV aumentaron los poderes del
Justicia mayor, al convertirse en intérprete del derecho aragonés y en el máximo
juez de contrafuero. Así el Justicia mayor irá asumiendo facultades del juez
intermedio entre el rey y los súbditos cuando se den controversias entre ambos.
El Justicia mayor era nombrado por el rey y actuaba auxiliado por dos
lugartenientes, pero sólo podía ser controlado, removido y juzgado por las Cortes
mismas.
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3. El proceso de aprehensión o defensa de una situación que normalmente
consistió en la custodia de bienes inmuebles encaminada a mantener un
orden determinado, en tanto el tema principal se resolvía.
4. El proceso de inventario o acto por el que el Justicia se ocupa de los bienes
muebles involucrados en un proceso.
5. El proceso de emparamiento, o embargo de aquellos bienes que pudieran
resultar afectados con alguna responsabilidad y que el eventual deudor
pudiera tratar de separar dolosamente de su patrimonio para mantenerlos
alejados del ámbito del acreedor.
Existió una Cort general para los asuntos más graves,encargándose dese el S. XV
el Consejo Real de las apelaciones.
La jurisdicción ordinaria era detentada en las villas por los alcaldes municipales,
pudiendo apelarse sus sentencias ante los alcaldes mayores o de mercado,
ubicados en las ciudades más importantes.
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jurisdicciones especiales que en esta época serán, esencialmente, la jurisdicción
señorial y eclesiástica.
En virtud del mismo los señores administraron justicia que tenía un marcado
carácter privado. Pero no todos los señoríos gozaron de inmunidad jurisdiccional,
además de que el rey se reservó el conocimiento de los delitos más graves y
notorios, así como las apelaciones. La administración señorial de justicia la ejercían
los señores, igual que lo hacía el rey en las tierras de realengo, rodeados de una
asamblea de personas del señorío. Con la consolidación del régimen señorial los
titulares de los dominios pudieron nombrar a los jueces de los diversos núcleos de
población que integraban sus señoríos y a los sometidos a su jurisdicción. De las
sentencias de esos jueces se podía apelar al señor o al corregidor señorial, y de las
instancias intermedias, ante la chancillería correspondiente. El alcance de la
jurisdicción señorial fue variable según territorios y épocas, permaneciendo
sometida a la supervisión del monarca. En Castilla los reyes reservaron para su
jurisdicción el conocimiento de los casos de Corte, pero en Aragón, los señores
lograron la plenitud jurídica, es decir, el llamado mero y mixto imperio, lo que
equivalía a entender en cualquier tipo de cuestiones civiles y criminales. La
organización de los municipios señoriales era similar a la de los municipios de
realengo, con la diferencia de que en aquellos la elección de los cargos de la
administración municipal (jueces, alcaldes, fundos, etc.) era supervisada o
directamente realizada por el señor.
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apelación al obispo metropolitano o arzobispo, y de las de éste al Primado y en
última instancia al papa, ante el tribunal de la Rota.
Desde mediados del XIII apareció en los territorios de la Corona de Aragón una
jurisdicción especial para asuntos mercantiles, distinta de la ordinaria,
desempeñada por bayles y veguers. A finales del siglo XIII surgieron en Valencia,
Barcelona y Mallorca unos tribunales mercantiles llamados consulados que
confiaban la resolución de los litigios comerciales en sus propios jueces
denominados cónsules de mercaderes. En un principio esta jurisdicción amparaba
a los profesionales de las empresas marítimas, pero con el tiempo alcanzó a todos
los mercaderes en general, y con ello el derecho marítimo quedaría encadenado al
derecho mercantil. La característica principal del proceso mercantil fue su urgencia
y brevedad. Las sentencias de los cónsules podían apelarse ante un juez de
apelaciones de la jurisdicción ordinaria, ante quien comparecerían tanto las partes
como el juez que había emitido la primera sentencia.
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1.4.6. La jurisdicción universitaria
2. La iglesia y el Estado
2.1. Diócesis, iglesias propias y monasterios
Al principio fue preciso que los temas eclesiásticos quedasen subsumidos en los
generales del estado sin distinción. Esta asunción de temas espirituales llegó hasta
el punto de que la misma Curia regia será la que toma las decisiones en materia
eclesiástica: nombramiento de obispos, diócesis, iglesias, clero, etc. Fruto de esta
unión surgirá el regalismo o derecho del monarca a intervenir en aquellos problemas
de la Iglesia relacionados con el estado que puedan suponer un conflicto entre
ambos, como puede ser la elección de los obispos, en la que desde tiempos
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visigodos habían venido interviniendo proponiendo candidatos. Con Alfonso VIII de
Castilla se establece la inviolabilidad de los bienes de la Iglesia y se extiende el
privilegio del fuero eclesiástico a todos los clérigos del arzobispado.
Desde el Concilio de Letrán en 1139 los obispos habían de ser elegidos por los
cabildos, con la aprobación del monarca. En Castilla desde mediados del S. XIII los
reyes proponían a Roma los prelados electos. En Aragón, a partir de Jaime I el
nombramiento fue potestativo de los papas. Con los Reyes Católicos, hobo diversos
incidentes debido a nombramientos papales.
Un elemento esencial será el culto a Santiago, que ayudó a difundir las nuevas ideas
europeas, además de potenciar un intercambio y las influencias ideológicas entre
personas. El Camino de Santiago va a ser conocido en todo el territorio, atrayendo
peregrinos gracias a la seguridasd de sus vías, protegidas por la paz del camino.
Conforme nos acercamos a los siglos X-XI son cada vez mayores los contactos con
Roma propiciados por la llegada a la península de los monjes de Cluny que difunden
la reforma de Gregorio VII, que sustituyó los ritos visigodos por los romanos. La
reforma gregoriana también incidió en las iglesias propias, limitando las atribuciones
del señor al derecho de patronato o nombramiento del clérigo o párroco de la iglesia.
El Concilarismo pretendía situar el Concilio por encima del Papa, como suprema
autoridad de la Iglesia. Su reconicimiento en el Concilio de Constanza en 1414
originó una profunda confisión que culminó con el gran Cisma de Occidente (1378-
1417) y la existencia simultánea de varios pontífices. Los reyes de Aragón
reconocieron, por ejemplo, al Papa de Avignon, mientras el resto de la península
permanecía fiel a Roma. Tras la vuelta a la unidad del pontífice, y ante la relajación
moral que favorecía la difusión de la herejía, se hizo necesaria una reforma en
profundidad del clero regular y secular, iniciada en España por el císter y continuada
por Cisneros.
La Iglesia en la Baja Edad Media sufrió una crisis moral. Por lo que se refiere a las
relaciones Iglesia – Estado, la idea de supremacía eclesiástica no fue incorporada
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íntegramente. En Castilla los reyes interceptaron las bulas pontificias permitiendo
sólo las que no perjudicaban al Estado y se beneficiaron de los ingresos que éstas
reportaban. Se prihibió así la circulación de determinadas bulas pontificias, y se
limitó la jurisdicción eclesiástica mediante los recursos de fuerza o apelaciones al
rey. También fue objeto de disputa la designación de los obispos y la jurisdicción
eclesiástica en si misma y los bienes de la Iglesia, cuya acumulación fue
obstaculizada sin éxito por parte del Estado. En Aragón las relaciones con la Iglesia
atravesaron momentos difíciles debido, por un lado, a la infeudación del reino a la
Santa Sede por Pedro II, y la negativa de su hijo Jaime II a reconocerla, y por otro
a la intervención aragonesa en Italia. Jaime II restauró los lazos con la Iglesia, que
vivió así en el S. XIII su mejor momento en Aragón, con figuras como S. Raimundo
de Peñafort o S. Raimundo Lulio.
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BIBLIOGRAFÍA
- Jose Antonio, Escudero “Curso de Historia del Derecho” ,4ª Edición, Editorial
Edisofer, ISBN: 978-84-615-97871. Consultado el 24 de Abril del 2017.
- http://derecho.isipedia.com/primero/historia-del-derecho-espanol/parte-6-la-
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- http://www.blasoneshispanos.com/EspirituEdadMedia/Edad_Media.htm.
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