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3. LA CONCILIACIÓN Y EL ARBITRAJE EN MATERIA AMBIENTAL.

El artículo 152º de la Ley General del Ambiente, Ley Nº 28611, señala que pueden someterse a
arbitraje y conciliación las controversias o pretensiones ambientales determinadas o
determinables que versen sobre derechos patrimoniales u otros que sean de libre disposición
por las partes. Esto nos llevaría a asumir que existirían dos tipos de materias conciliables y
arbitrables atendiendo a la titularidad del derecho afectado, ya que en algunos casos existiría
materias en las cuales el titular del derecho es perfectamente identificado con atributos de libre
disposición y es él y sólo él quien acciona en la vía conciliatoria o arbitral correspondiente; y en
otros casos, la titularidad resultaría indeterminable al estar dispersa en la colectividad, y el
impacto del daño ambiental sería a un grupo indeterminado de personas, habilitándose a
instituciones específicas a intentar llegar a una solución en aplicación de los principios que
regulan la defensa de los intereses difusos.

3.1. Casos susceptibles de someterse a Conciliación y Arbitraje ambiental.

La Ley General del Ambiente señala expresamente los casos que podrán someterse a
conciliación y arbitraje ambiental, a saber:

a) Determinación de montos indemnizatorios por daños ambientales o por comisión de delitos


contra el medio ambiente y los recursos naturales.
b) Definición de obligaciones compensatorias que puedan surgir de un proceso administrativo,
sean monetarias o no.
c) Controversias en la ejecución e implementación de contratos de acceso y aprovechamiento
de recursos naturales.
d) Precisión para el caso de las limitaciones al derecho de propiedad pre existente a la creación
e implementación de un área natural protegida de carácter nacional.
e) Conflictos entre usuarios con derechos superpuestos e incompatibles sobre espacios o
recursos sujetos a ordenamiento o zonificación ambiental.

Vemos que en la mayoría de estas materias es perfectamente identificable al titular del derecho
disponible afectado por el daño ambiental, empero, en también existirán casos en los que nos
encontremos frente a la indeterminación de los titulares, encontrándonos frente a intereses
difusos.

3.2. Limitaciones al Acuerdo Conciliatorio y al Laudo Arbitral.

Por su parte, el artículo 153º de la misma Ley General del Ambiente establece limitaciones tanto
al Laudo Arbitral como al Acuerdo Conciliatorio, los cuales no pueden vulnerar la normatividad
ambiental vigente ni modificar normas que establezcan Límites Máximos Permisibles (LMP), u
otros instrumentos de gestión ambiental, ni considerar Estándares de Calidad Ambiental (ECA)
diferentes a los establecidos por la autoridad ambiental competente. Sin embargo, en ausencia
de éstos, son de aplicación los establecidos a nivel internacional, siempre que medie un acuerdo
entre las partes, o en ausencia de éste a lo propuesto por la Autoridad Nacional Ambiental.

De igual manera, se pueden establecer compromisos de adecuación a las normas ambientales


en plazos establecidos de común acuerdo entre las partes, para lo cual deberán contar con el
visto bueno de la autoridad ambiental competente, quien deberá velar por que dicho acuerdo no
vulnere derechos de terceros ni genere afectación grave o irreparable al ambiente.

3.4. De los Conciliadores y Árbitros en materia ambiental.

El artículo 154º de la Ley General del Ambiente señala, en cuanto a los árbitros y conciliadores
en materia ambiental, que la Autoridad Ambiental Nacional se encargará de certificar la idoneidad
de los árbitros y conciliadores especializados en temas ambientales, así como de las instituciones
responsables de la capacitación y actualización de los mismos. Es decir, en la resolución de
temas ambientales no bastaría ser conciliador extrajudicial adscrito a un Centro de Conciliación
(que, recordemos, no posee especialidad ambiental) o árbitro designado por las partes, puesto
que se requerirá de una certificación expresamente otorgada por la autoridad ambiental a fin de
considerarse habilitado para guiar un procedimiento de resolución alternativo de conflictos
ambientales.

Además, el arbitraje y la conciliación en materia ambiental se constituirían en mecanismos


alternativos de resolución de conflictos ambientales de naturaleza administrativa. Efectivamente,
el artículo 13º del Decreto Legislativo 1013, Ley de creación, organización y funciones del
Ministerio del Ambiente, señalaba que el Tribunal de Solución de Controversias Ambientales era
el órgano encargado de resolver los conflictos de competencia en materia ambiental y la última
instancia administrativa respecto de los procedimientos administrativos que se precisan en el
Reglamento de la presente Ley, precisando que éste Tribunal resultaba competente para
resolver conflictos en materia ambiental a través de la conciliación u otros mecanismos de
solución de controversias extrajudiciales, constituyéndose en la instancia previa extrajudicial de
carácter obligatorio antes de iniciar una acción judicial en materia ambiental. Posteriormente, el
Decreto Legislativo 1039 modificó algunas disposiciones del Decreto Legislativo 1013,
incorporándose el artículo 19º, que al referirse al Tribunal de Solución de Controversias
Ambientales, señala que es un órgano con autonomía técnica y funcional, constituido por una
sala especializada, pudiendo el Ministro crear otras salas que resulten necesarias en función a
la especialización y la carga procesal del Tribunal. En el literal c) de éste artículo 19º que está
entre sus funciones “resolver conflictos en materia ambiental a través de la conciliación u otros
mecanismos de solución de controversias extrajudiciales, constituyéndose en la instancia previa
extrajudicial de carácter obligatorio antes de iniciar una acción judicial en materia ambiental”.
Esta disposición legal descarta de plano a otras entidades ajenas al Tribunal de Solución de
Controversias Ambientales ejercer funciones de resolución alternativa de conflictos ambientales.

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