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Roger Vidal Ramos

LA RESPOSABILIDAD CIVIL POR DAÑO


AMBIENTAL EN EL SISTEMA PERUANO
ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD AMBIENTAL

La ilicitud o antijuridicidad

En materia civil resulta determinante establecer la real necesidad de la configuración de este


elemento, dado que según el artículo 1971 del Código Civil, la ausencia de conducta antijurídica
determina también la ausencia de la obligación de reparación resarcimiento. De ahí que sea
necesario establecer que la conducta antijurídica tiene que tener un carácter ilícito; esto es, que l a
conducta sea ilegal o contravenga el ordenamiento jurídico o sea una conducta común ejercicio
abusivo del derecho.

Cuando se trata de conductas prohibidas o no permitidas, expresa o tácitamente por las normas
jurídicas, estamos ante la antijuridicidad típica. Esto equivale a decir que sólo hay responsabilidad
cuando el sujeto causante del daño actuó abiertamente en contra de las reglas establecidas por e l
derecho positivo.

Así, por ejemplo, provocó daños al ambiente mediante una actividad sin contar con licencia,
autorización o permiso respectivos (actividad clandestinas) o realizó tal actividad con in fracción de
las normas que regulan el ejercicio de la misma (llevando a cabo actividades prohi bi das como e l
vertimiento de desechos industriales en lugares no autorizados; excediendo los lími tes máximos
permisibles, sin contar con un Estudio de Impacto Ambiental aprobado o violado sus alcances,
etc).

El acto ilícito consiste en una infracción de la ley que causa daño a otro y que obliga a la reparación
a quien resulte responsable, en virtud de imputación o atribución del perjuicio.

Podríamos dividir a los actos ilícitos propiamente dichos y actos ilícitos potenciales. Hay actos cuya
ilicitud se configuren porque el hecho en sí mismo es contrario a la ley y causa daño a otro, ya se a
porque el agente actúe con culpa, con dolo o ejerci endo antifuncionalmente sus derechos, o
porque el uso que de la cosa se hace, viola los límites de la normal tolerancia entre vecinos.

Siendo así que una actividad contaminante por humos o ruidos sin respetar los límites máximos
permitidos, constituirán actos ilícitos en los que tendría culpa el agente, ya que podrían ser
generados por personas naturales o industrias que por sus actividades contaminantes y en
ejercicio de su actividad, estarían cometiendo actos ilícitos en contravención de los derechos
ambientales.

La conducta humana contaminante o de degradación del medio ambiente, puede ser voluntari a o
involuntaria, dolosa o culposa, que puede ser realizada por el sujeto que actúa por sí o por
encargo de otro, ya sea persona física o jurídica, que cause la afectación del ambiente con
detrimento para un grupo de personas (por ejemplo, vecinos de una ciudad). Puede ser una
actividad que constituye de por sí una actividad contraria al derecho, es decir, antijurídica. Resulta,
inclusive, atentatoria del texto constitucional que dice que es un derecho gozar de un ambi e nte
equilibrado y adecuado al desarrollo de la vida, y ya que existe el derecho a un medio ambiente
sano – un bien de incidencia colectiva, pero también individual – es obvio que la ilicitud surge por
sí sola de manera circunstancial ante la violación de ese bien.

El hecho contaminante o degradante del ambiente puede ser individual o colectivo, tanto de sde
un punto de vista del sujeto o sujetos activos que producen por acción u omisión el daño
ambiental, como por parte de o los sujetos pasivos, quienes sufren las consecuencias del mismo.

De esta manera, el daño ambiental puede ser producido por un único sujeto (físico o jurídico), o
bien por una pluralidad de sujetos, siendo por lo general de difícil determinación el grado de
responsabilidad de cada uno de ellos dentro del hecho dañoso. A la vez, el daño ambiental,
además de afectar los ecosistemas y la biodiversidad, en muchas ocasiones, afecta o pe r judi ca a
una pluralidad de sujetos, los cuales pueden ser de fácil o difícil individualización, dependiendo del
tipo y gravedad del daño acontecido.

Sucede que en la mayoría de los casos, la comunidad como un todo, es la afectada, asi sti é ndole ,
por tanto, a todos y cada uno de los sujetos de la misma, legitimación activa por violación a un
interés de naturaleza difusa.

La conducta dañosa del medio ambiente puede devenir de sujetos particulares o pri vados como
del Estado y sus instituciones, llámese administración centralizada y descentralizada.

La conducta dañosa de Estado puede ser tanto activa como omisiva. De manera activa, cuando por
medio de sus funcionarios o servidores, obrando lícita o ilícitamente, en cumplimiento o no de
planes debidamente aprobados, causa daño al equilibrio ambiental; y omisiva, cuando, por medi o
de sus instituciones y funcionarios omite controlar, vigilar, monitorear y sancionar las activi dade s
de los particulares que degradan o contaminan los elementos constitutivos del ambiente.

En tal sentido, si el ejercicio de un derecho conforme a las normas vigentes, como la mine ría, por
ejemplo, que cuenta con el respectivo derecho de concesión, EIA o PAMA aprobado, tiene
licencia y no ha excedido de los límites máximos permisibles establecidos por las normas, pero
que al fin y al cabo, provoca daños ambientales tangibles, es pasible o no de responsabilidad.

Si tal sujeto actuó conforme a lo que el Derecho exige, debemos concluir Segú lo expuesto, que su
conducta no es antijurídica y, por lo tanto, no debe exigírsele reparación o resarcimiento. ¿Qué
sucede entonces con la victima? ¿Qué sucede con la naturaleza dañada? ¿Debemos asumi r acaso
que no se trata de un daño injusto? ¿Es acaso un daño tolerable?

Tratándose de un sistema objetivo de responsabilidad extracontractual, sustentado e n e l ri e sgo


creado y en el riesgo provecho, la ausencia de antijuridicidad no debería ser liberatoria de
responsabilidad. Más aún para aquellas actividades que el ordenamiento jurídico e xi ge; un EIA o
un PAMA, y que si se exige tales instrumentos, es porque, a priori se prevé serios riesgos; si
producir tales riesgos genera un provecho económico a su autor, entonces es justo que corra con
los costos de prevenir y/o resarcir los posibles daños que su actividad provoque.
Con el avance de la tecnología menos contaminante o cada vez más limpia los riesgos ambientales,
son previsibles si una fundición de diversos minerales coloca dispositivos o una mejor te cnol ogía
en las chimeneas de sus fábricas se estaría reduciendo el porcentaje de contaminación del aire del
lugar donde opera la fábrica.

El daño ambiental

Daño no significa más que nocimiento o perjuicio, es decir, aminoración o alteración de una
situación favorable. Las fuerzas de la naturaleza, actuadas por el hombre, a la par puede n cre ar o
incrementar una situación favorable, pueden también destruirla o limitarla. El conce pto de daño
se presenta, bajo este aspecto, sumamente amplio, ya que de hecho ninguna limitación ofre ce e l
lenguaje ordinario en cuanto al número de lesiones o perjuicios que puedan aplicarse la
denominación daños.

El daño viene a ser el menoscabo que como consecuencia de un acontecimiento o evento


determinado sufre una persona ya sea en sus bienes vitales o naturales, en su propi e dad o e n su
patrimonio.

A decir de Mosset iturraspe, el daño ambiental no es un daño común – si puede usarse esta
expresión para aludir a perjuicios cuya realidad es fácilmente comprobable - daño actual o daño
futuro cierto.

En este sentido, Mosset Iturraspe concuerda con nuestro planteamiento al indicar que en los
daños ambientales el bien jurídico encaja difícilmente en las clasificaciones tradicionales: daño
patrimonial o daño extrapatrimonial, daño cierto o incierto, daño actual o futuro y daño persona o
daño ajeno.

El daño ambiental es sutil y recae en la esfera de la incertidumbre; los tribunales ameri canos han
opinado que “las cuestiones que envuelven al ambiente están particularmente incl inadas por su
natural tendencia a la incertidumbre, el hombre de la era tecnológica ha alterado su mundo en
direcciones nunca antes experimentadas anticipadas, los efectos en la salud de tales alteraci ones
son generalmente desconocidos y algunas veces imposible de conocer”.

Según Frada, en una agresión ambiental suelen producirse dos daños de naturaleza bien di stinta.
Por un lado, se producen daños en los bienes privados o en las personas y, de otro lado, se
producen daños al medio ambiente en sí mismo, al bien jurídico medio ambiente. Estos son los
que podemos denominar daños públicos ambientales o daños ambientales autónomos.

Pero, los daños ambientales para los sujetos no sólo han de entenderse como la sol a posi bi l idad
de altera negativamente la salud pública, sino como la afectación de las condiciones que hacen
posible la existencia, conservación y mejora de otros intereses como la salud individual, la vida e n
el planeta, el patrimonio, el desarrollo de la personalidad, el ocio.

Las características con las que debe cumplir todo daño para generar responsabilidad son : a) que
sea un daño cierto; y b) que afecte a una víctima concreta.
La Ley General del Ambiente, denomina daño ambiental a todo aquel menoscabo material que
sufre el ambiente o sus componentes (aire, flora, fauna) y que es causado contraviniendo las leyes
ambientales o no, y que siempre genera efectos negativos actuales o potenciales, en perjuici o de
la sociedad.

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