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Lacan nació en 1901, junto con el psicoanálisis.

Su labor como psicoana­


lista comienza en la mitad del siglo XX y concluye con su muerte en 1981.
Este libro propone una introducción a la lectura de la obra del más céle­
bre psicoanalista francés de nuestro tiempo. Pero también hay otra pro­
puesta que se desprende de la escritura de este texto, que es despertar el
"espíritu lacaniano" en los lectores iniciados y por iniciar. Por "espíritu la­
caniano" entendemos el de los lectores dinámicos, discutidores, curiosos,
que interpelen e interroguen al maestro Lacan tal como lo hicieron sus
primeros discípulos. Que en su ausencia, y a través de su obra, puedan
continuar rindiendo homenaje a ese estado de "revolución activa" que
supo darle Lacan a sus alumnos. Solo él podía despertar ese tumulto, era
único e inimitable, porque era y sigue siendo un verdadero maestro.
La vida de Lacan culminó, pero la obra sigue vigente y abierta a la lectura
crítica, al comentario vivo, a la reflexión; es una fuente de constante
emanación de ideas. La reflexión impide que transformemos su obra en
un monumento fijo e inamovible.
Los destinatarios de este libro son los estudiantes, pero también un amplio
público integrado por aquellos interesados en la obra de Lacan, a quienes
su lectura les resulte oscura, difícil, y a veces, incomprensible. Es un libro
fácilmente manejable, que puede leerse desde cualquier capítulo, según el
tema de interés. Es un documento-guía para ingresar en la investigación
profunda de los textos de Lacan.
De la misma manera que Lacan preconizó una vuelta a Freud, por las
mismas razones que tuvo él, es hora de retornar a Lacan.

.iU.IJ
ISBN 950-892-247·8

1 Lugar
� Editorial
Alberro, Norma
Hacia Lacan - 1a ed. - Buenos Aires : Lugar Editorial, 2006.
128 p.; 20xl4 cm. INTRODUCCIÓN
ISBN 950-892-247-8

1. Psicoanálisis. l.Título
CDD 150.195
En octubre de 1966 Lacan publica su primer libro: los Escri­
tos; tenía sesenta y cinco años. Es su único libro escrito, el res­
Diseño de tapa: Silvia C. Suárez
to de su obra lo conforman sus 26 Seminarios. Algunos de ellos
-aún no editados- circulan en fotocopias. Los Escritos son una
compilación de textos, artículos, comunicaciones que se ex­
tienden a lo largo de treinta años, desde 19361, año de la expo­
sición de su artículo "El Estadía del Espejo".
Hasta ese momento, Lacan era muy conocido por sus alum­
nos, analizantes y colegas. El gran público lo va a descubrir
precisamente en esos años, en los '60, luego de la publicación
de su libro.
Los seminarios de Lacan no fueron expuestos, desplegados,
para tener una comprensión rigurosa de sus contenidos. Sus
Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, en forma idéntica o mo­ propios alumnos tardaron muchos años en acostumbrar la
difkada y por cualquier medio o procedimiento, sea mecánico, informático, de graba­ oreja a este tipo de discurso y en encontrar una estructura pro­
ción o fotocopia, sin autorización de los editores. pia, un desarrollo autónomo: el de los significantes.
Lacan exponía su teoría practicándola en sus seminarios.
Lanzaba fórmulas tales como: "no hay relación sexual", "el
océano de goce de Yocasta", "l 'hommelle", y sus alumnos rela­
ISBN-1O: 9S0-892-247-8
tan que les llevó mucho tiempo comprender aquello de lo que
ISBN-13: 978-950-892-247-2 hablaba.
© 2006 Lugar Editorial S.A. La palabra de los seminarios era una palabra viva que pro­
Castro Barros 1754 (C 1237ABN) LAF ducía efectos vivientes. En efecto, era de esta manera, con es­

{"IJ
PIA
Buenos Aires.Argentina MATA IBRO tos vacíos en el lenguaje, que sus discípulos comenzaron a co­
Tel/Fax: (54-11) 4921-5174 / (54-11) 4924-1555
E-mail: lugared@elsitio.net / info@lugareditorial.com.ar
I nocer los efectos del inconsciente. De este modo empezaron a
www.lugareditorial.com.ar saber a qué se llamaba la verdad. Esa que habla, ("Yo, la verdad,

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 l. En el Congreso de Marienbad (31 de Julio de 1936), Lacan presenta este artículo
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina marcando su primera intervención en la teoría psicoanalítica.
6 • Norma Alberro •

hablo", dice Lacan en La Cosa freudiana2) y no la que enuncia PRIMERA PARTE-----


Lacan. La que va a través del seminario, por todos lados, del
Otro al otro.
Durante treinta años, Lacan dominó el psicoanálisis francés
y dejó la marca imborrable de su estilo. Fue amado y se volvió
insoslayable para aquellos que lo odiaron. Lacan fue el instiga­
dor del retorno a Freud, no solamente leyendo la obra de su
maestro de manera original y personal sino haciendo revivir
esta palabra que él estimaba olvidada y, sobre todo, traiciona­
da. A esta palabra él agrega la suya.
La vida de Lacan culminó, pero la obra sigue vigente y
abierta a la lectura crítica, al comentario vivo, a la reflexión; es Sujeto, Otro
una fuente de constante emanación de ideas. La reflexión im­
pide que transformemos su obra en un monumento fijo, ina­
y significante
movible, porque sino morirá.
Los destinatarios de este pequeño libro son los estudiantes
para quienes la lectura de los textos de Lacan, resulta oscura,
difícil, y a veces, incomprensible. No quise escribir un manual
pesado y lleno de notas. Prefiero ofrecerles un libro manejable
que pueden leerlo desde cualquier capítulo, según el tema que
les interese.
Sin embargo, va a ser necesario leerlo con paciencia, impres­
cindible para abordar "el tiempo de comprender" que el psicoa­
nalista también necesita para escuchar a sus analizantes. Algu­
nos conceptos aparecen en la teoría y serán comprendidos más
tarde, cuando sean puestos en perspectiva con otros.
De la misma manera que Lacan preconizó una vuelta a
Freud, por las mismas razones que tuvo él, es hora de retornar
a los textos de Lacan. Espero que el lector descubra en estas
páginas el beneficio de acercarse a la enseñanza de Lacan, es­
te gran autor del siglo XX, que inauguró un nuevo Siglo de las
Luces en el ámbito psicoanalítico.
2. Lacan J. Escritos. "La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud en
Psicoanálisis".
Partiremos de la fórmula lacaniana: "el inconsciente está es­
tructurado como un lenguaje". Siguiendo las afirmaciones de
Lacan en "Posición del inconsciente"1: "El sujeto, el sujeto car­
tesiano, es el presupuesto del inconsciente, el Otro es la di­
mensión exigida para que la palabra se afirme como verdad, y
el inconsciente es entre ellos su corte en acto."
Este recorrido nos va a permitir entender las fórmulas laca­
nianas referidas al sujeto, al Otro y al significante, tales como: el
inconsciente es el discurso del Otro; un sujeto es lo que un signi­
ficante representa para otro significante; pienso donde no soy,
soy donde no pienso.
Vamos a analizar el sujeto (SJ y el A, en tanto lugar del Otro.
Luego vamos a explicar el concepto de significante lacaniano
marcando las diferencias con el concepto saussuriano de signo
lingüístico.

l. Lacan, J. Escritos. "Posición del inconsciente". La traducción es de la autora.


l. TEORÍA DEL SUJETO (8)

Subversión del sujeto

Lacan construye un inconsciente sin profundidad a partir de


la formulación de una nueva teoría del sujeto: sujeto del incons­
ciente. Parece una paradoja hablar de sujeto del inconsciente, ya
que son dos términos opuestos: sujeto e inconsciente.
El primero -sujeto- es de origen filosófico, identificado por
la tradición clásica al sujeto de la conciencia: lugar de la trans­
parencia de la conciencia consigo misma, de todas las repre­
sentaciones en tanto fundamento de la reflexión y, por último,
pilar del idealismo filosófico. Partiendo de la tradición clásica
que va de Descartes a Hegel, Lacan va a justificar su nueva teo­
ría como subversión del sujeto. Veremos brevemente cuál es el
concepto de sujeto en la filosofía clásica, para entender la sub­
versión lacaniana.
La filosofía antigua opone el sujeto al predicado como la
sustancia y sus atributos. En la concepción clásica el sujeto, es­
píritu que conoce, se opone al objeto que es conocido. Es la fi­
losofía del conocimiento cuya instauración coincide con la in­
vención cartesiana de la subjetividad, que se opone a la
objetividad.
René Descartes (1596-1650), filósofo francés, impone a la
cultura un estilo de pensamiento a partir de las "ideas claras y
distintas" y libera la reflexión filosófica de toda autoridad reli­
giosa o política, inaugurando así la práctica de la meditación
personal. Su racionalismo es de principio, está fundado sobre
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la certeza de que toda mente bien conducida puede llegar al Ahora bien, ¿de qué sujeto se trata? El sujeto freudiano se ca­
conocimiento de la verdad. racteriza por una fractura, por un corte debido al inconsciente
El Discurso del método (1637) enuncia las reglas que debe (represión, representante-representativo). El concepto de in­
dirigir toda investigación, filosófica o científica. En las Medita­ consciente perturba la ilusión de una transparencia del pensa­
ciones Metafísicas (1641)2 que constituye su obra filosófica fun­ miento con él mismo: el sujeto no sabe los pensamientos que lo
damental, parte de una duda "metódica" sobre todas las cosas, determinan. Los ejemplos <:lel sueño y del lapsus lo confirman,
y descubre que en la duda más radical no se puede dudar del así como todas las formaciones del inconsciente, el síntoma y la
hecho de dudar. El pensamiento, entonces, representa nuestra inhibición, revelando la inadecuación del sujeto consigo mismo.
primera certeza, y desde ahí, el filósofo va a deducir su existen­ Definiendo el inconsciente como pensamientos y no como
cia. Llega, por este camino, a la célebre fórmula: "pienso, luego fuerzas ocultas, Lacan re-sitúa sobre el terreno de la filosofía
existo". clásica la cuestión del sujeto de sus pensamientos. Para evitar
Ahora bien, para Lacan, la incidencia del inconsciente desa­ la doble conciencia, Lacan funda el sujeto nO sobre lo subjeti­
loja este "sujeto pensante" de su lugar en el edificio filosófico. vo, sino sobre la certeza.
Este proceso de desalojar el sujeto de su lugar tradicional, La­ Freud considera el inconsciente constituido por pensa­
can lo va a llamar "subversión del sujeto". Pero Lacan no es fi­ mientos más allá de la conciencia. Descartes funda su "yo
lósofo, es al psicoanálisis y no a la filosofía que corresponde pienso" en "yo dudo". En la duda Freud encuentra la certeza. Es
elaborar una teoría del sujeto adecuada a la experiencia freu­ precisamente cuando el sujeto duda de lo que dice que, -afir­
diana, que demuestre que "el yo no es amo en su propia casa". ma Freud- podemos estar seguros que este dicho proviene del
Era necesario, entonces, acudir a diversas disciplinas para for­ inconsciente. Lacan sostiene la homologación del sujeto del yo
malizar el concepto de inconsciente. Lacan recurrió a varias pienso, en relación al yo dudo3
doctrinas para construir su teoría del sujeto inconsciente: lin­ Paradojalmente Lacan recurre a Descartes, filósofo que no
güística estructural, lógica, topología, matemática, filosofía, se puede decir que sea un precursor del psicoanálisis. Se apo­
hasta llegar al materna a través del cual le da estatuto de cien­ ya en el cogito cartesiano para afirmar: "El sujeto, el sujeto car­
cia al psicoanálisis. tesiano, es el presupuesto del inconsciente" 4. Este recurso a
Lacan reinterpreta el inconsciente freudiano de una mane­ Descartes es juzgado necesario por Lacan, para darle un lugar
ra que hace valer el sujeto como dividido por su propio discur­ al "ser del sujeto" y rechazar el sujeto de la psicología, llegando
so. Este concepto de división del sujeto surge de una trayecto­ de esta manera al concepto de sujeto barrado ($) en tanto efec­
ria teórica de Lacan que va desde la lectura de Freud al to del lenguaje y producción significante.
estructuralismo. El concepto clave de este recorrido es el signi­ En este texto de 1964 ("Posición del inconsciente") 5 Lacan
ficante. Con este concepto Lacan, refiere el inconsciente freu­ afirma la urgencia de una teorización del sujeto para asegurar
diano a su estructura de lenguaje.

3. Lacan J., Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales, Cap. IY.
2. García Morente, M. Discurso del Método y meditaciones metafísicas. Espasa-Cal­ 4. l..acan J., Escritos. "Posición del Inconsciente".
pe. Buenos Aires, 1937. 5. Lacan, J., lbíd.
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la autonomía, con respecto a la psicología, de cuatro concep­
tos fundamentales: pulsión, repetición, transferencia, incon­ Freud concluye que un "clivaje en el yo", una rajadura en el
sciente. yo, una hiancia, impide definitivamente la posibilidad de una
De esta manera se encuentran varias fuentes lacanianas pa­ función de síntesis del yo respecto de la realidad, en otros tér­
ra construir su teoría del sujeto: minos, es la realidad sexual, la castración, el pivote de esta di­
l. La filosofía del cogito cartesiano visión.
2. Freud re-interpretado gracias a la teoría del significante. Es a esta hiancia que hace referencia Lacan para fundar su
"El inconsciente es un concepto forjado sobre la huella, sujeto barrado como efecto del lenguaje. Esta operación Lacan
la marca de lo que opera para constituir el sujeto"6. Esta la llama separación, concierne al sujeto en tanto que se divide
marca es el trazo unario (SI). a sí mismo bajo la acción del significante. Esta división tiene su
3. El modelo estructuralista que permite definir un nuevo fundamento en el complejo de castración, es decir en la prohi­
sujeto, no ya sustancia o síntesis, sino efecto de una bición del goce a todo ser hablante.
combinatoria significante: Lacan leyó a Freud utilizando al mismo tiempo el hilo con­
ductor de la castración y del lenguaje. De allí deriva la correla­
Sl ----;•� S2 ción entre dos formas de pérdida o de amputación del goce:
,S a por el lado de la palabra y por el lado de la pulsión, del objeto
a. El objeto a, concentra el único goce permitido al ser hablan­
4. Un sujeto del fantasma relativo al objeto del deseo CS"O a). te: el goce fálico.
Es por esto que hay un doble origen de la división del suje­
to en Lacan:
División del sujeto • división del hecho del lenguaje, de la incidencia del signi­
ficante en el deseo;
El punto de partida de la teoría del sujeto del inconsciente • división de la pulsión sexual, lo que es un aporte propia­
de Lacan es freudiano. Se trata de la spaltung, término que mente freudiano.
Freud utiliza en el artículo "Fetichismo" 7 (1927) para dar cuen­
ta de un hecho clínico: la perversión fetichista. Ésta revela una La división del sujeto opera por la causa del deseo (objeto a)
doble posición del sujeto, la coexistencia de una doble afirma­ y por la ley del significante. En el Seminario XI (cap. 11), Lacan
ción contradictoria: ausencia del pene en la mujer (especial­ afirma que esta hiancia es el nudo por medio del cual el incon­
mente la madre) y su desmentida por la creación de un fetiche sciente se anuda a lo real. Este nudo es la cicatriz del incon­
que vuelve a la mujer aceptable como objeto sexual. El fetiche sciente.
vuelve soportable, para el fetichista, la castración femenina ha­ Pero en Freud la división es también doble, por un lado la
ciéndola causa del deseo. r presión en tanto condición del inconsciente, funda el repre­
6. Lacan J., Ibíd. sentante-representativo, constituye el nódulo, el ombligo del
7. Freud, S. Obras Completas. Vol. 111. "Fetichismo". Biblioteca Nueva. Madrid, 1968. Inconsciente; y por otro lado, la división operada por la castra­
dón como dijimos antes.
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Hemos visto la influencia de Descartes en su concepto de la pulsión de muerte que contradice el objetivo mismo de la
subversión del sujeto. Veamos ahora, cuál es la distancia que La­ pulsión, la satisfacción, de lo que da cuenta su sujetamiento a
can quiere marcar con respecto a Hegel. Concierne esencial­ la palabra. Freud usa solo el concepto de deseo para explicar la
mente al concepto de división del sujeto. Si la unidad del sujeto pulsión, Lacan en cambio, lo desdobla en deseo y demanda.
pudo ser un criterio de validez de la ciencia y de la filosofía, el Esta incidencia del significante del Otro a nivel de la pulsión
aporte de Freud, y de Lacan después de él, denuncian su inge­ freudiana muestra que la pulsión no es el instinto, sino que el
nuidad. Del hecho de su doble sumisión al sexo y al lenguaje, el deseo del Otro condiciona las paradojas del deseo. Es por eso
sujeto está escindido para siempre. Lacan señala esta división que Lacan escribe: "Es el reconocimiento de la pulsión que
como la imposible reconciliación del sujeto de la verdad con el permite construir con certeza el funcionamiento llamado por
sujeto de la ciencia. Para Hegel, el problema de saber cómo se mí división del sujeto o alienación"9 .
efectúa la correspondencia del pensamiento y el ser, es resuel­
to afirmando que el saber, el discurso que lo expresa y el mun­
do mismo, no son más que el desarrollo de la idea. En la diver­ El sujeto y lo subjetivo
sidad todo está dado como despliegue de lo absoluto y de lo
verdadero. Hegel considera lo verdadero y lo absoluto no como La estructura de la pulsión freudiana nos esclarece acerca
sustancias, sino como sujeto. En esta idea reside su idealismo. de la definición lacaniana del sujeto como sujeto barrado por
En el pensamiento de Hegel8 existe una necesaria reconci­ el significante. Es necesario agregar también, que el sujeto la­
liación del sujeto de la verdad y del sujeto de la ciencia. Dicho caniano está desprovisto de las propiedades que la psicología
de otra manera: enunciado y enunciación se encuentran en el le confiere. No es la unidad sintética de las representaciones,
mismo plano. Esto, en la perspectiva lacaniana, se entiende co­ no es transparente a sí mismo. Al contrario, Lacan separa el su-·
jeto y la subjetividad. Existen representaciones inconscientes
mo una confusión entre el "yo" y el "sujeto". La verdad hegelia­
na no puede ser asimilada a la verdad freudiana ni lacaniana ' que no son subjetivadas, pero que producen el sujeto del in­
consciente. Por ejemplo, la histeria al materializar en su cuer­
puesto que para Hegel el sujeto, desde el origen, sabe lo que
quiere. po lo reprimido inconsciente, demuestra que es posible pen­
Esta división del sujeto, que la tradición clásica ha querido sar con sus pies o con sus brazos cuando éstos se paralizan.
reducir a la del alma y del cuerpo, a la razón y las pasiones, no Estos síntomas expresan pensamientos inconscientes. Lo sub­
es tampoco la división emanada de los conflictos entre dos ins­ jetivo no se encuentra del lado del que habla; la subjetividad,
tancias: el yo y el ello. Lacan mostró que estas dos instancias no dice Lacan, "está presente en lo real" 1 º. Lacan se niega a hacer
podían articularse sin el tercero simbólico que constituye el de la alucinación un fenómeno subjetivo proyectado al exte­
Otro, ya se trate de las identificaciones imaginarias del yo, o se rior. Siguiendo a Freud, va a afirmar que la alucinación es el
trate del ello, del Es pulsional. Éste se desdobla por la acción de r tomo en lo real de aquello que no ha sido simbolizado, es
l. l.acan J., Seminario XI, "Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis"'
8: AA.W. Hef!�l y el pensamiento moderno. Seminario dirigido por Jean Hyppolite.
< :11¡1. XVIII.
Siglo XXI Ed1c1ones. Buenos Aires, 1973. 111. 1.1can J., Seminario III. "La Psicosis".
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Sujeto del enunciado y sujeto de la enunciación


decir, subjetivado por el complejo de castración. El sujeto alu­
cinado no reconoce su propia voz, para él es el Otro el que le La división del sujeto en Lacan aparece como una conse­
habla. cuencia directa de la incidencia de la lingüística en su descifra­
Este ejemplo tomado de la psicosis parece radical, aunque miento del inconsciente. El sujeto del discurso no es el sujeto
en las neurosis lo subjetivo también se ubica en lo real, pero gramatical, ni un sujeto psicológico. Es un sujeto de la palabra.
esta vez en el síntoma, en donde el sujeto desconoce su depen­ Freud en el artículo "La Negación"11, pone de relieve este suje­
dencia al Otro, ya sea el Otro del lenguaje o del deseo. Las iden­ to del discurso, capaz de negar: "no era mi madre", y por este
tificaciones imaginarias, las rivalidades con el semejante, to­ mismo acto está afirmando lo que aparece con un signo nega­
das las formas de la dependencia al ideal, muestran que la tivo. La enunciación, el hecho de decir, borra el mensaje que
regla subjetiva no está en el sujeto, éste se constituye en el pa­ dirige.
saje por el Otro simbólico. La norma del sujeto no se encuen­ Lacan muestra que el yo que enuncia, es decir el yo de la
tra en los sentimientos subjetivos sino en la relación exterior al enunciación, no es el mismo que el yo del enunciado, es decir
Otro. el shifter (el "tramoyista") que en el enunciado lo designa. El
Este Otro es el solo garante de la verdad, pero según estas enunciado se genera en el lugar de la verdad. La experiencia
condiciones que Lacan distingue como formas de la disyun­ analítica muestra estas divisiones con bastante frecuencia. Por
ción o exclusiones: ejemplo cuando el sujeto niega, duda o contradice una afirma­
l. No hay certeza sin equívoco, sin el significante del Otro ción, de todo punto de vista evidente. Esta disyunción entre
engañador. enunciado y enunciación acaba con la ilusión de un sujeto sus­
2. No hay "yo pienso" sin una suspensión, o incluso una ex­ tancial e idéntico a sí mismo en todos sus enunciados. En este
clusión del saber. Es la disyunción de saber y verdad. punto de exclusión, se produce el desvanecimiento del sujeto
3. Desvanecimiento del sujeto (fading). (fading). Aparece, para desaparecer al instante. Ningún signifi­
cante puede localizarlo, es la división misma que define al su­
En este punto, Lacan afirma la analogía con la estructura jeto. En este sentido, el sujeto nunca es presencia inmediata, es
del inconsciente: es la estructura de lo que se cierra. El incon­ siempre representado. Es un significante, una palabra, que tie­
sciente es un saber que no es exclusivo del sujeto, sino que tra­ ne lugar de sujeto en relación a otros significantes; por su divi­
baja para su borrarniento. Este rechazo del saber como condi­ sión, el sujeto aparece como un lugar vacío. El sujeto es inapre­
ción de la emergencia del sujeto cartesiano es una constante hensible, representando la falta de significante. De esta
en la enseñanza de Lacan. El enunciado cartesiano se asemeja ufirmación resulta la conocida fórmula de Lacan: un sujeto es
a los enunciados que aparecen en la clínica, tales como: "no lo que un significante representa para otro significante.
sé", "no estoy seguro", "tengo dudas". Son enunciados que reve­
lan un efecto de sujeto en tanto que dividido. En Lacan el re­
chazo del saber en el Otro es la llave de las relaciones del suje­ 11. Freud, S., Obras Completas. Vol. II. "La Negación". Biblioteca Nueva. Madrid,
to al inconsciente. l!lli8.
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El sujeto y la pulsión. El inconsciente y el ello El togito cartesiano, según Lacan, contiene la anticipación
del sujeto supuesto saber, con la condición de aceptar esta an­
Lacan no considera el sujeto como dado de antemano, el tinomia: la de ser y la de pensar. La división lacaniana del suje­
Otro está primero; luego, en un segundo momento, aparece el to se expresa de esta manera, siguiendo la fórmula cartesiana:
sujeto que es un efecto de los significantes que están en el "no pienso, no soy".
campo del Otro. Este Otro que antecede al sujeto es el Otro del El "yo pienso" y el "yo soy" es otra forma de expresar la divi­
lenguaje transportado por la madre, el Otro primordial. Sólo sión del sujeto en Lacan. En la fórmula cartesiana "pienso, lue­
los cortes del discurso hacen posible la aparición del sujeto co­ go existo", hay dos yo, el yo que piensa y el yo que existe, dice
mo efecto y como segundo respecto del Otro. El sujeto no pre­ Lacan, y agrega que no son idénticos. Lacan disyunta este bi­
cede al discurso, puesto que se nace en un discurso que nos re­ nario siguiendo las leyes de la lógica moderna (las leyes de
cibe, o que nos rechaza, pero en definitiva es ese discurso y no Morgan y la lógica de Boole). La negación de la conjunción car­
otro el que va a determinar a tal sujeto. tesiana, permite escribir una disyunción: "o yo no pienso o yo
Este sujeto así concebido, para Lacan es un "sujeto supues­ no soy". Esta otra formulación de la alienación, Lacan la crea
to". Sin un saber, sin un lugar de verdad representada y que an­ para mostrar el "falso ser" que es el yo, marcando que el ser y el
tecede, nada podría asegurar la existencia de sujetos. En otras sujeto son dos, no uno. Las consideraciones sobre el ser del su­
palabras, es necesario este tercero que constituye el saber en el jeto, permite a Lacan evitar la reducción de la división del su­
Otro, para que la noción de sujeto tenga un sentido. De allí que jeto a un simple corte por el significante y a un reenvío perma­
Lacan critique a la teoría de la intersubjetividad, es decir, no se nente e infinito de un significante a otro. La lógica del
puede deducir un sujeto de otro sujeto, sino que el sujeto es su­ fantasma hace intervenir un objeto nuevo: el objeto a, causa
puesto por el significante que lo representa ante el Otro. De es­ del deseo. Es causa de la división y al mismo tiempo, tapón que
ta manera, nada es más valioso para mostrar el sujeto del 11c ofrece para llenar la brecha abierta por el significante. La es­
inconsciente que la experiencia de la transferencia y la suposi­ tructura del fantasma y la lógica del significante se articulan en
ción de un sujeto al saber en el Otro, lugar del analista. La In spaltungy en elfading (desvanecimiento) del sujeto.
transferencia viene a suplir, a nivel de una suposición del suje­ Esta doble división por el significante y por el objeto res­
to, al saber, a su falta en el inconsciente. "El sujeto, por la trans­ ponde a la teoría freudiana. La segunda tópica freudiana dis­
ferencia, es supuesto al saber que él consiste como sujeto del tl ngue el ello y el inconsciente, distinción que corresponde por
inconsciente, y es esto lo que es transferido sobre el analista" 12. un lado, a las formaciones del inconsciente y por otro, a la iner­
Es entonces, el saber que precede al sujeto y no la inversa, por dn del goce. Estas dos entidades freudianas son ellas mismas
lo tanto no es el saber que es supuesto. El saber existe en lo divididas: el inconsciente por el lenguaje y el ello por el dualis­
real, tal como lo revela la ciencia moderna, pero lo que es su­ mo pulsional que sitúa en la pulsión de muerte, el origen de las
puesto es que un sujeto trabaje en ese saber. IHtrudojas del goce.
De esto resulta una doble castración: hendidura por el len­
unje, efecto del lenguaje, el sujeto es simple efecto de pérdi­
12 Lacan J. Televisión. d ,, puesto que es de esas caídas de goce, que constituyen los
22 • Norma Alberro •

objetos a, que se sostiene en su ser. La verdadera naturaleza del


sujeto del inconsciente es su división entre saber y goce. Es un
11. EL LUGAR DEL ÜTRO
nuevo cogito que se desprenderá de esta división: "o soy y no
pienso, o pienso y no soy" y que será dirigida al saber.
Las consideraciones sobre el objeto a y el goce conducen a
Lacan, a partir de 1965, a situar el dasein, es decir el ser del su­
jeto, en lo que sutura la falta de ser: el objeto y no el pensa­
miento. La alienación del sujeto por el significante encuentra El Otro es para el sujeto, el lugar de una alteridad absoluta.
un punto de parada en el fantasma, en el encuadrado del goce Lacan afirma, a lo largo de toda su obra, la anterioridad y la
que permite el objeto. El ser del sujeto está desalojado del "yo preeminencia del Otro sobre el sujeto. En tanto ser hablante, el
pienso", está situado para Lacan, en el goce, en tanto que no es sujeto debe someterse a esta alteridad. Antes de nacer, el futu­
enteramente subjetivable. ro sujeto está inmerso en las leyes del lenguaje. En efecto, las
De allí la alternativa: cuando afirmo "pienso", entonces no relaciones de sus padres están reguladas por la palabra. Las cir­
soy; "soy", entonces no pienso. Esta exclusión lógica recubre un cunstancias en las que sus padres se conocieron y se unieron
imposible, según la experiencia, Lacan afirma que se está segu­ van a constituir una historia en la cual el sujeto tendrá que ins­
ro de su ser, precisamente cuando no se piensa. La incompati­ cribirse. Esta historia antecede a su concepción misma.
bilidad del "yo pienso" y del "yo soy", traduce la oposición freu­ Lacan nombra este baño de lenguaje con la frase ya parle de
diana entre inconsciente y ello. Entre estos dos, el sujeto tiene lui, que significa: eso habla de él. "Eso" es el medio social en el
que elegir, no puede evitar la elección puesto que dada la alter­ cual sus padres están a su vez insertos, la cultura, la lengua, la
nativa, no puede ser y pensar al mismo tiempo. Lo que gana religión; en fin, la historia. De esta manera, se habla de él, del
por un lado, lo pierde por el otro. Ante cualquier cosa que elija, niño, de varias formas: es esperado con anhelo o con temor, o
pierde algo. Se observa que la alternativa es disimétrica. puede ser sorpresivo e inesperado. El momento de su llegada
Esta disyunción se pone de manifiesto en la experiencia nunca es indiferente, puede ser el primero, o el segundo, luego
analítica. Acentuando la destitución subjetiva, la cura conduce de un hijo muerto o del duelo de algún ser querido. Llevará un
a separar el sujeto de la cadena de su discurso, en la falta de ser. nombre elegido o casual y, más allá de la voluntad de los pa­
En esta separación el sujeto se sitúa en el nivel del deseo del dres, tendrá un apellido. Una historia de generaciones, de le­
Otro, desplazando la falta se sitúa como a. yendas familiares, deberes a cumplir, misiones, mandatos, es­
En relación a la pregunta cartesiana: "¿Qué soy?" Y su res­ peranzas depositadas en el recién nacido, van a determinar la
puesta: "una cosa pensante" (res cogitans); se opone la lacania­ forma que el sujeto adoptará.
na: "¿qué soy en el deseo del Otro?", y la respuesta de lo real: "el Es en este baño de lenguaje que el sujeto va a tener que sub­
objeto a". jctivarse, es decir, hacer suya esta historia, ubicarse en el lugar
nsignado y, allí, reconocerse. Este lugar en donde se inscribe el
"tesoro de la lengua'' que se dirige al sujeto, Lacan lo denomi­
na lugar del Otro. Además de servir para la comunicación, el
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• HACIA LACAN •

lenguaje tiene como función identificar al sujeto. Es esta iden­ Para que el estadía del espejo opere es necesar�o que a ese
tificación lo que le permitirá contarse en el orden simbólico, si­ espejo el Otro le de un encuadre, de manera �ue la imagen ten­
tuándose como mortal y sexuado. _
ga un límite y no se reenvíen una a la otra s�n fm. Este encua­
En la teoría de Lacan, el Otro designa distintas instancias, dre lo otorga el orden simbólico. Es la arqmtectura en el �tro
según los contextos y las épocas de su enseñanza. Así tenemos, simbólico que organiza el mundo imaginario al cual el suJeto
el Otro como lugar de lo simbólico, el lenguaje y la palabra, que se aliena como yo, dándoles sus reglas, sus límites. Est� Otro
se opone al otro imaginario, el semejante: amigo o enemigo. La tiene sus propias leyes y son las del significante. La artl�ul�­
fórmula lacaniana "el inconsciente es el discurso del Otro" se ción la combinatoria significante, la metáfora y la metoillffila
refiere al inconsciente freudiano estructurado como un len­ son Ías reglas que Lacan encontró en La interpretación de l�s
guaje. El Otro es también el cuerpo. En efecto, el cuerpo está sueños de Freud2, como formando parte de los procesos pri­
"recortado" por el lenguaje, que aísla en él las zonas erógenas, marios del inconsciente. Son reglas descubiertas por Freud Y
o zonas de goce, por medio de los cuidados maternos siempre formalizadas por Lacan recurriendo a la lingüística estructural
erotizados. El Otro, también se encarna en personajes elevados de De Saussure y Jakobson.
a la categoría de instancias: el Otro materno, que es la madre .
El estadía del espejo aparece al final del amamantarruento,
simbólica, caracterizada por la alternancia presencia-ausen­ entre seis y dieciocho meses; es el reconocimiento por �l niño
cia; o la madre real todopoderosa e incluso la madre deseante, de su imagen en el espejo. Esta experiencia se caracteriza por
lugar de un enigma en cuanto a lo que quiere. la alegría y el júbilo con que el niño recibe su imagen. Fu� d�s­
crita por Hemi Wallon, como una etapa del desarrollo mdis­
pensable para la aprehensión del "espacio extra-sensorial".
El estadía del espejo. El otro imaginario Lacan va a hacer de esta experiencia el momento fundador
de la función del yo (moi, en francés). El propósito de Lacan, en
Este texto fue escrito por Lacan en 1936, cuando comenzaba
!!U estadía del espejo, fue poner de manifiesto la conexión de
a franquear las puertas del psicoanálisis. En 1938 este artículo
un cierto número de relaciones imaginarias fundamentales -y
aparece publicado en un apartado de la Enciclopedie Fram;aise.
fundantes- en un comportamiento ejemplar producido en una
El estadío del espejo1 es la primera forma organizada del
c•tapa del desarrollo. Este fenómeno define el registro de lo
proceso de constitución subjetiva. El niño, infans, prematuro
Imaginario en la teoría de Lacan.
en cuanto a la percepción de su unidad, va a aprehender una . . . . .
Para Lacan el fenómeno del espeJO es s1gmf1catlvo en dos
imagen totalizada de él mismo. Esta figura se presenta como
cntidos:
una imagen ideal que lo llena de júbilo, al mismo tiempo esta
l. Su estudio revela las tendencias que constituyen la reali-
imagen escapa cuando el niño la quiere atrapar. Sólo puede
dad del niño.
identificarse, sin llegar a reunirse con ella.

;,., 11rc ud, s., Obras Completas Vol. l. "La interpretación de los Sueños". Biblioteca
l. Lacan, J., Escritos. "El estadía del espejo como formador de la función del yo". N111,va. Madrid, 1968
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• HACIA LACAN • 27

2. La imagen especular da un buen símbolo de esta reali­ experiencia óptica que comporta un objeto, una imagen y un
dad, de su valor afectivo, ilusorio como la imagen misma, sistema reflector: el ojo del observador.
Y por otro lado, de su estructura en tanto reflejo de la for­ Pero el Otro no es el voyeuró, es aquel a través del cual la
ma humana. operación se hace efectiva. Es una superficie refleja que hace
posible un espacio detrás del espejo. En efecto, es porque hay
En la imagen especular el niño encuentra su unidad mental un lugar tercero entre el yo (moí) y su imagen: i'(a), que hay un
reconociei:ido el ide� de la imagen del doble. La imagen deÍ sujeto posible. La captación imaginaria necesita un testigo pa­
otro semeJante despierta en el niño emociones y posturas si­ ra que el estadía del espejo pueda funcionar como tal.
milares. Este tema lo desarrolla Freud en el Proyecto3 bajo el Lacan usa estos dos esquemas para mostrar la incidencia de
�ombre de "complejo del semejante". El niño imita las expre­ lo imaginario y de lo simbólico en la relación al otro. En la pri­
s10nes del semejante y las reproduce. De esta manera adquiere mera figura, la ilusión consiste en la producción, por medio de
un comportamiento en espejo mirándose en el otro. El Otro un espejo, de la imagen real invertida y simétrica de un vaso
prirp.ordial es la madre, es en la mirada de la madre, funcionan­ oculto en una caja. En esta imagen real las flores aparecen si­
do ºº �º �spejo, que el niño va a captar su imagen. Con ella tuadas en la boca del vaso. Este vaso es el soporte necesario pa­
-
tambien viene el lenguaje, en tanto que ella le habla. ra que la imagen se produzca. Esta ilusión es la del vaso inver­
Esta primera sujeción emocional y motriz al otro constitu­ tido. La imagen real llamada i(a), representa la imagen
ye la primera alienación. En efecto, el niño no se di�tingue de especular del sujeto, mientras que el objeto real a sirve de so­
_
la imagen que determina la estructura narcisista del yo. Antes porte a la función del objeto parcial precipitando la formación
de afirmar su identidad, el niño se confunde con esta imagen. del cuerpo. En este primer esquema, el observador está ubica­
En este punto se encuentra el origen de la tendencia intru­ do de manera que no puede ver la imagen real i(a), por eso no
siva que está en la base del mecanismo de proyección del yo está marcada. Sólo percibe su imagen ilusoria i'(a), reflejada
desarr�llado por Freud en 1896. Este mecanismo aparece en por el espejo plano colocado en A. El juego de este modelo po­
los fenomenos de transitivismo de tipo mitomaníaco caracte­ ne en primer plano la función de desconocimiento en la for­
rísticos de los niños "no fui yo, fue el otro", o "no soy �o que lo mación del yo, puesta de relieve en el estadía del espejo.
amo, es el otro que me odia" que se encuentra en los adultos
paranoicos.
Lacan va a exponer en el texto "Observaciones sobre el in­
forme de D. Lagache"4 un aparato que él denomina "aparato
de ?e�sar" para explicar su teoría del narcisismo. Este apara­
to optico no escapa al estadía del espejo, ya que ésta es una

3. Fr_eud, S., Obras Completas Vol. III. "Proyecto de una Psicología para neurólogos". 5. Voyeur: "espectador atraído por una curiosidad más o menos malsana". Defini­
_
Biblioteca Nueva. Madrid, 1968. ción delDiccionario Le Petit Robert de la lengua francesa. (La traducción es de la
4. Lacan, J., Escritos. "Observaciones sobre el informe de D. Lagache". nutora)
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--------- x'
decir accede al lenguaje de su deseo. La desaparición de la
imagen virtual se interpreta como la disolución de su imagen
narcisista.

Figura 2

X '
....
.... ....
.... __ -------------
En la segunda figura, el vaso y las flores intercambian sus lu­ i'(a) -180°
gares, el observador está ubicado en el interior y se interpone
otro espejo plano en el sitio A.
Este montaje debe interpretarse de esta manera:
• La realidad del vaso y su imagen real i(a) son invisibles al La metáfora que surge con el florero es la del cuerpo. Tra­
observador, representan la realidad del cuerpo y su ima­ duce la visión siempre fragmentada según las leyes del len­
gen real, cerradas a la percepción del sujeto. acuaje. El niño percibe su cuerpo como una unidad, motriz y
• Sólo le es accesible la imagen virtual i'(a), reflejo imagina­ mocional; siendo que sus vivencias son contrarias, se siente
rio donde se anticipa el desarrollo de su cuerpo en una rngmentado.
alienación definitiva. Tanto la imagen real como la virtual En la psicosis, Lacan va a ubicar la regresión tópica al esta­
pertenecen al registro de lo imaginario, pero la segunda fo del espejo, en donde se deshace la ilusión de unidad y apa­
(percepción mediada por la relación con el Otro) duplica la o el cuerpo fragmentado sin la imagen narcisista.
ilusión de la primera (percepción "directa'', que es ficticia). Esta anticipación a la unidad de su cuerpo le permite al ni­
• Por último el punto I (Ideal del Yo, donde se ubica el trazo u un control motor de su cuerpo y acelera el proceso de ma­
unario) es el que domina, para el sujeto, la imagen de sí. urución psicológica. La experiencia especular, dice Lacan, va
Esta segunda figura se obtiene a partir de la precedente por tructurar la vida fantasmática del ser humano. Ésta va a ser
una rotación del espejo plano A en un ángulo de 90° y el des­ u r •alidad original, que no admite definición, es así, sólo cabe
plazamiento del sujeto hasta el punto l. Representa el mo­ ptarla. La constitución del mundo exterior depende enton­
mento de la cura en el que el analista (cuya posición determi­ ' de las relaciones entre lo imaginario y lo real, dependien­
na el espejo), al neutralizarse como otro imaginario, anula los o Ntas de la posición del sujeto, a su vez determinado por el
efectos de espejismo producidos por el sujeto. Atraviesa la re­ nlflcante, siendo éste, efecto del mundo simbólico cuyo re­
lación dual y la palabra vacía para percibir su imagen real, es le se sitúa en el Otro.
• HACIA LACAN • 31
30 • Norma Al berro •

seno, heces, pene, voz, mirada y el último objeto destacado por


Vemos entonces que lo imaginario reenvía, por un lado, a la Lacan, la nada. Su particularidad es la de no presentarse como
relación del sujeto con sus identificaciones formadoras; y por parte de una totalidad -el cuerpo- y, por lo mismo, no tiene
otro lado, a la relación que el sujeto mantiene con lo real, ante­ imagen especular ni alteridad. En el esquema óptico, están si­
poniendo su marca narcisista. tuados en los bordes del vaso. Es en 1962 (Seminario X, La an­
El narcisismo se juega en dos niveles que Lacan va a distin­ gustia) que Lacan le da una estructura a estos objetos a, refi­
guir y articular: riéndola a la topología de las superficies. En este seminario,
l. El primer narcisismo está en relación con la imagen cor­ Lacan desarrolla una teorización del objeto a en sus diversas
poral y hace que el sujeto le otorgue la misma forma a su realidades: como derivado de la relación del sujeto con el sig­
mundo exterior. Es el origen del yo ideal (Idealich freudia­ nificante, es decir, su resto; de sus relaciones de uno con el otro
no). Lacan lo sitúa, en el montaje óptico, a nivel de la ima­ y sus distintas formas; de su carácter de causa del deseo; de sus
gen real; es el reflejo de la unidad del cuerpo. relaciones con el cuerpo propio y con la imagen especular, y en
2. El segundo narcisismo se sitúa a nivel del otro semejante, us relaciones con la angustia, el dolor y el duelo.
el alter ego, el doble, éste hace que el yo se confunda con Estos objetos son desprendibles, en consecuencia, son posi-
el Ideal del yo (Ichideal freudiano). Se trata de una identi­ bles de ser perdidos. Están ubicados en las puertas de entrada y
ficación narcisista al otro: el sujeto ve su ser en un reflejo alida del cuerpo, de esta forma, intervienen en el intercambio
con este otro en tanto que ideal. ·on la realidad. Si bien estos objetos no son especularizables, la
Imagen especular mantiene una relación con estos objetos, le
dn su vestidura y se escribe i(a) (imagen del objeto a) en el gra­
Una pieza desprendida fo del deseo. Quiere decir con esto que la imagen guarda el ob­
j,•to a como interior y, al mismo tiempo, exterior al yo. De allí
Como dije antes, el niño se capta en la mirada de la madre,
que este otro sea lo más íntimo que el sujeto tiene a la vez que
es esta vuelta de Lacan hacia la mirada lo que le va permitir de­ lo más extraño a su yo. El otro imaginario corresponde al con-
sarrollar el concepto de objeto a, causa del deseo. Encuentra su
pto de doble en Freud.
definición precisamente a partir de la imagen del cuerpo, pero
Esta metáfora es retomada en "Subversión del sujeto y dia­
justamente de lo que se escapa de la imagen reflejada por el es­
l ·tica del deseo"7, en donde afirma: "el proceso imaginario
pejo.
u •, de la imagen especular va a la constitución del yo sobre el
Se trata del objeto parcial de la pulsión. "Es una pieza des­
mino de la subjetivación por el significante". Es decir que el
prendida del dispositivo imaginario del cuerpo", dice Lacan en
yo nace de esta captura imaginaria, promueve una conciencia
el texto "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo"6.
Inmanente que desconoce el trazo unario, marca del signifi­
Este objeto a se desprende de las zonas erógenas, son par­ ntc que lo aliena en el Ideal del yo, a lo que se reduce este
ciales y cada uno corresponde a una zona y son los siguientes:

l.11l'IIII, J., Escritos. Ídem. (La traducción es de la autora)


6. Lacan, J., Escritos. "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo".
32 • Norma Alberro • • HACIA LACAN • 33

trazo. Esto permite hacer aparecer el campo de lo simbólico y De Saussure observa en su Curso de lingüística general
sus efectos en lo imaginario: el hecho que haya un orden posi­ (1916)9, que sería ilusorio creer que el signo lingüístico asocia
ble, hace que el imaginario pueda ordenar lo real del organis­ una cosa y un nombre; el vínculo que el signo establece es en­
mo cuyo efecto es la aparición del objeto como causa del de­ tre un concepto y una imagen acústica. Este último no es el so­
seo. Dicho de otra manera, el orden simbólico le otorga un nido, sino "la huella psíquica de este sonido, la representación
orden a este imaginario, que hace que el yo pueda contarse en­ que nos da el testimonio de nuestros sentidos". Para este autor,
tre otros semejantes y permite la aparición del objeto como el signo es una realidad psíquica de dos fases: una es el con­
causa del deseo. Esto supone que el Otro, en tanto que "sitio cepto, la otra es la imagen acústica. Estas dos fases insepara­
previo del puro sujeto del significante", tenga alguna relación bles del signo, para de Saussure, representan las dos caras de
con el objeto a. Efectivamente, el objeto a, pertenece al sujeto una misma hoja, y llama significado al concepto y significante
pero le viene del campo del Otro, así por ejemplo el seno es de a la imagen acústica.
la madre -Otro primordial- pero el niño lo siente como suyo, El signo lingüístico es definido por la relación que se esta­
ya que es el objeto de su necesidad primero y de su deseo en blece entre el significado y el significante, de donde queda ex­
un segundo tiempo. cluido el objeto, designado bajo el término de referente. Esta re­
Este Otro es entonces, matriz y testigo del sujeto, "testigo de lación es arbitraria, es decir que no hay relación necesaria
la verdad" o "lugar donde eso se sabe". De allí que el analista va ntre el significante y el significado. El mismo significado "pie­
a ocupar el lugar del Otro donde, bajo transferencia, el anali­ dra" tiene por significante en francés píerre, en ruso kame, en
zante le supone un saber. Inglés stoun, en chino shi. Esto no quiere decir que los signifi­
·nntes sean elegidos en forma voluntaria e individual, ni que
·nda uno elige su significante y, en consecuencia, pueden ser
El Otro simbólico. El lenguaje unbiados a voluntad. Al contrario, lo "arbitrario" del signo es
nmmativo, absoluto, válido y obligatorio para todos los sujetos
Retomando lo afirmado más arriba, habíamos dicho que, para u• hablan la misma lengua. La palabra arbitrario, significa
que el estadía del espejo opere, es necesaria la presencia del Otro 111 s exactamente, inmotivado, es decir que no hay una necesi­
que encuadre el orden imaginario en las reglas del orden simbóli­ dnd natural o real que ligue el significante al significado.
co. Estas reglas son las del significante, es decir, del lenguaje. Esta noción del signo arbitrario fue criticada por Benvenis­
Desde 1957 en el texto "La instancia de la letra en el incon­ l , t•ntre otros. Este autor afirma que la relación significante­
sciente"8, Lacan establece las definiciones esenciales que mar­ ¡ nlficado no es arbitraria, sino necesaria; el concepto y la
can esta teoría lingüística lacaniana. Digo lacaniana puesto mn.c •n acústica son inseparables y se encuentran en una "si­
que no es exactamente igual a la teoría del lingüista Ferdinand lríu establecida". Lo que es arbitrario es la relación del signo
de Saussure. 1 1111'icante-significado) con la realidad que el signo nombra
1 1·1,f•rente), es decir con la realidad exterior que él simboliza.

8. Lacan, J., Escritos. 11 uro E de, Curso de Lingüística General. Losada. Buenos Aires, 1945.
34 • Norma Alberro • • HACIA LACAN • 35

La lógica del significante Así, el algoritmo no es el signo. No tiene función represen­


tativa porque no hay relación de significación entre el signifi­
En su texto "La instancia de la letra"1º Lacan elabora la teo­ cante y el significado. El algoritmo no significa nada. Es el sig­
ría del significante. Apoyado sobre el algoritmo saussuriano no tachado. El significante no representa el significado, afirma
significado/significante, rodeado por una elipse, lo que marca Lacan.
la unidad del signo, Lacan elabora un algoritmo en donde con­ Lacan hace sufrir al significante un desplazamiento tal que
sidera que la barra separa el significante del significado. Lo es­ no puede ser tomado como elemento del signo. Es un signifi­
cribe: .S. y tiene varias diferencias con el algoritmo saussuriano: cante sin significación. El significante no tiene sentido, dice
s l,acan.
• Desaparición de cierto paralelismo entre los términos ins­ El algoritmo de Lacan no es comparable al de de Saussure.
criptos en una y otra parte de la barra. Es una S mayúscu­ Para ilustrarlo, Lacan toma el ejemplo del esquema del árbol
la sobre una s minúscula, además de leerse significante de este autor y lo invierte -además de sacarle la elipse-, y que­
sobre significado. da el significante árbol ("imagen acústica'') sobre el significado
• Desaparece la elipse saussuriana que simboliza la unidad ( •I dibujo del árbol). Luego construye otro esquema para su al­
estructural del signo. goritmo, el de las dos puertas de baño. Arriba coloca las pala­
• La sustitución de las dos caras del signo en la teoría saus­ bras "caballeros" y "damas" y bajo la barra, las dos puertas
suriana, por la de dos etapas del algoritmo. Idénticas.
• El acento está puesto sobre la barra que separa S de s y que
marca las dos etapas. Esta barra es definida por Lacan co­ Caballeros Damas
mo "resistente a la significación".
CJ CJ
La separación de dos órdenes por una barrera resistente a la
significación trastoca completamente la teoría saussuriana del o o
signo. Allí donde de Saussure marca una relación, Lacan intro­
duce una resistencia tal que el franqueamiento de la barra, es
decir la relación de significante a significado, en definitiva, la
producción misma de la significación, nunca se dará de por sí.
Las dos etapas del algoritmo son estas: ¿Por qué Lacan coloca dos puertas iguales y no las siluetas del
• lo primordial y fundante es la barra, hombre y de la mujer? Él va a explicarlo en tres tiempos: en el
• la autonomía del significante es secundaria respecto de la 1nlmero, por encima de la barra, en el lugar del significante, se
barra. In ·riben dos términos. En este momento se produce un redo-
1 lnmiento del significante, es decir, se introduce en el significan­
& una dualidad, vale decir, una diferencia. En un segundo tiem­
10. Lacan, J., Escritos. lk•, en el lugar del significado esperado -siluetas masculirias y
36 • Norma Al berro • • HACIA LACAN • 37

femeninas-, aparecen dos puertas. Es decir que en el lugar alguien encuentra un texto escrito en una lengua desconocida,
del significado se ha introducido otra función, una simboliza­ pueden pasar dos cosas:
ción. Continúa diciendo que en ese lugar se introduce la sim­ a) Creer que ese texto fue escrito en forma de clave para
bolización de una ley, que es una ley de segregación sexual. transmitirle un mensaje cifrado a él mismo. En este caso es un
Agrega que es universal y comparable a las leyes generales de lgno que el sujeto interpreta como dirigido a él y esto es un
la cultura. Por último, en el tercer tiempo, el pasaje del signi­ puro producto de su imaginación. Corresponde a la definición
ficante en esta simbolización, o sea el proceso por donde se d • signo de Pierce; un signo es lo que significa algo para al­
engendra la significación, es dado como una "precipitación uien.
de sentido". b) Si en cambio, piensa que se trata de otra lengua y busca
Lo que funda el proceso aquí descrito, en su totalidad, es la ·omparar esos signos con otros del mismo idioma, tal vez pue­
ley de la diferencia de sexos. El significante es, entonces, la dife­ da descifrar una escritura.
rencia de los lugares, la posibilidad misma de la localización. Él
-el significante- no se divide en lugares, sino que él divide los El sujeto en este ejemplo no es el desconocido que escribió
lugares, es decir los instituye. le texto, sino el sujeto para quien el Otro, el orden del lengua­
Es porque ocupan lugares distintos y opuestos que los dos ' representa esos significantes. El desciframiento de los sig­
sexos eligen la inscripción que corresponde a su propio lugar. os, en este último caso, depende del Otro de la lengua y no del
Cada inscripción (o cada lugar) es la exclusión de la otra 11. Individuo que escribió el texto. Un significante no representa
Ahora bien, el algoritmo en sí mismo, es una pura función IRo para alguien, sino a un sujeto para otro significante.
significante, es decir, no tiene sentido, para que produzca sen­ En este ejemplo, es posible entender lo que sucede en las
tido es necesario que esté articulado a otros significantes. Esto h:osis y en las neurosis. En la primera, es la realidad que "le
crea la cadena significante. La significación, el sentido, es la e signo" al sujeto psicótico. El cree, tiene la certeza, que el
presencia del significante en el sujeto. El significante represen­ trole habla a él personalmente, lo que falla es el orden sim-
ta un sujeto para otro significante, es la fórmula lacaniana que 11 o desde donde el Otro del lenguaje es una ley que organi­
expresa esta idea. Esto se comprende así: si el sujeto es la posi­ ln lengua de todos aquellos que hablan el mismo idioma. El
bilidad de la palabra, y si esta palabra se realiza como cadena lt:ólico, a partir de la interpretación de los signos, va crean-
significante, es en la relación de un significante a otro signifi­ u una lengua propia, como dice Freud en el caso Schreber que
cante -en la estructura de la cadena- donde debe nombrarse construido "una lengua fundamental".
"sujeto". rn neurótico interpreta el discurso que recibe del Otro des­
En el lenguaje, los significantes reenvían a otros significan­ u fantasma, es decir desde su orden imaginario. Los erra-
tes de la misma lengua o de otra distinta. Para explicar mejor d• interpretación son evidentes, es este terreno del discur­
esta teoría lacaniana del lenguaje, pongamos un ejemplo, si obre el que trabaja el analista, trabajo que consiste en
rur los significantes atrapados en el síntoma, por la acción
11. En el apartado "Las fórmulas de la sexuación" de este libro (pág. 64), veremos có­
1 proceso primario: condensación y desplazamiento, propio
mo Lacan desarrolla la inscripción del hombre y de la mujer en estos dos Jugares.
38 • Norma Al berro •
• HACIA LACAN • 39
del inconsciente. Lacan va a llamar a estos dos mecanismos del
proceso primario: metáfora y metonimia, siguiendo las figuras La metáfora, en cambio, está basada en la sustitución un
de la retórica lingüística. significante por otro, y permite que surja el sentido. En la c�de­
na significante �n significante es reemplazado por otro que
condensa el sentid? de am?º�- La metáfora atraviesa la barra y
Metáfora y metonimia crea un nuevo sentido. El s1gn1ficante oculto sigue conectado a
la cadena significante, pero en su lugar aparece otro. La formu­
El inconsciente está estructurado como un lenguaje, dice La­ la sería "una pala�ra por otra". Esta sustitución, permite que
can. Es la frase por la que comenzamos este apartado. Las leyes aparezca otro sentido, uno nuevo, distinto al primero al cual el
del lenguaje, se aplican al concepto de inconsciente. segundo significante reemplaza. La metáfora da cuenta del
Para Lacan el corte instalado en el signo conduce a la auto­ síntoma, y también para expresar la función paterna como
nomía del significante, a su primacía sobre el significado. Nombre-del-Padre.
De esta manera, la metonimia está ligada a los significantes
y hace abstracción de la significación. Se apoya en la conexión La fórmula de la metáfora es:
de "palabra a palabra". El ejemplo que da Lacan, de treinta ve­
las, utilizado para decir treinta veleros, sostenido por la obser­
vación que es raro encontrar un velero con una sola vela, reve­
f (�')s = S(+)s
la la autonomía del significante respecto del significado. Vela se
encuentra conectada a velero como significante y no como sig­ Se lee de esta manera: la función significante de sustitución
nificado. La metonimia es la figura de la retórica que explicita la d� un significante por otro significante, equivale al franquea­
relación entre los significantes en la cadena significante. Pala­ miento de la barra, de allí el signo positivo (+) en la creación de
bra a palabra significa deletreo, traducción palabra a palabra, In si�cación. Dicha significación tiene un efecto poético. Es­
que sabemos que carece de sentido o bien, tiene poco sentido. t ' pasaJe es el que permite indicar el lugar del sujeto.
La fórmula de la metonimia es:

f(S .. .s')S = S(-)s El Otro como Ley

Se lee de esta manera: la función significante de conexión Dijimos más arriba que el Otro es el lugar desde donde "se
de significantes, equivale entre ellos al mantenimiento de la bl�", del s �jeto <:1,1 cuestión y para él. Este "hablar" pone en
barra que retiene el significado fuera del alcance del significan­ nc1ón la dimens10n esencial de la verdad. El Otro es garante
te, marcado con el signo negativo (-). El significado así elidido, la Ley Y es la referencia tercera a la verdad en el encuentro
puede designar el objeto del deseo como "falta de ser", falta por on el semejant �: el �t ro con minúscula. Si bien el Otro es ga­
_
la cual el deseo está condenado a funcionar como la remisión, nte del pacto srmbolico, choca con un imposible: articular lo
a lo largo de la cadena, de la metonimia de esta falta. Uc funda su propia garantía. La lógica del significante de la
puede dar ·cuenta de todo, salvo de lo que lo origina. Esto
40 • Norma Al berro • • HACIA LACAN • 41

conduce a otro imposible: no se puede definir la verdad, sólo decir el efecto del significante sobre la necesidad. La demanda
se puede intentar decir algo, no toda la verdad. produce una pérdida, un resto de la necesidad, el deseo es la
Lacan parte de esta imposibilidad que afecta al sujeto, des­ marca de esta pérdida, el resultado de una operación de sus­
de 1952, en su artículo "El mito individual del neurótico"l2_ Si tracción. Si a la demanda se le sustrae la necesidad, queda el
una palabra reenvía a otras palabras, y éstas a su vez a otras deseo. Entre la necesidad y la demanda hay un clivaje. Como
(metonimia), lo que constituye la estructura sincrónica del dice Lacan en "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo"13,
lenguaje, ninguna realidad exterior a ese lenguaje otorga la sig­ el deseo aparece en el margen donde la demanda se separa de la
nificación. Contrariamente al signo, el significante no es un necesidad.
mensaje. De esta manera se deduce que no hay significante Ahora bien, ¿cuál es el objeto de la necesidad que la deman­
que se significaría a sí mismo. iQué es, entonces, lo que pon­ da transporta? Es un objeto específico, no sustituible por otro.
dría límite a este reenvío sin cesar de los significantes? No es A quien tiene hambre no se le puede dar un juguete, a quien
una palabra, dice Lacan, sino una función que, retomando a tiene sed no se lo puede hacer dormir. Es decir, la necesidad
Freud, nombra como la función paterna. Es el Nombre-del-Pa­ tiene su objeto particular. La demanda introduce otra dimen­
dre, que por su operación, elide lo que él llama el Deseo de la sión, donde lo que importa no es lo que se da, o sea, no es el
Madre, -para figurar el Otro primordial- para detener un orden objeto en sí lo importante, sino quien lo da. En el horizonte de
de significación que es la significación fálica. toda demanda está el amor, el ser de aquel que da y que es otra
cosa, es algo diferente al objeto que da. La fórmula sería: "no
Importa lo que me das, lo importante es que seas tú que me lo
Necesidad, deseo y demanda das". Con la necesidad la satisfacción es universal, es el objeto
que cuenta y no el otro. Para Lacan el amor consiste en "dar lo
Para abordar el tema del deseo, Lacan expone una trilogía que no se tiene", es un don que transfiere otra cosa que la par­
de conceptos: necesidad, demanda y deseo. Tres términos he­ ticularidad de los objetos. La necesidad está condicionada, la
terogéneos que determinan sujeto, objeto y modos de satisfac­ demanda es incondicional y abre a lo insaciable.
ción distintos. Es posible imaginar la necesidad cuando hace­ La demanda y el deseo que se desprende de ella, nos orien­
mos referencia a comer, beber y dormir. La demanda, es decir tan hacia un objeto singular, único, que no se compara con na­
la formulación de la necesidad, tiene el interés de introducir­ da, que no se puede intercambiar, es absoluto. Este objeto será
nos en el orden simbólico. marcado por la forma en el cual es constituido y que es un cor­
La demanda (D) parte de la necesidad y se dirige al Otro. Pe­ t . Este objeto desprendido, Lacan lo nombra objeto a y está en
ro la demanda transforma la necesidad, la vuelve opaca. El ser !ación con la castración.
. hablante se hace dependiente, se sujeta al Otro. El deseo será
el efecto de esta dependencia engendrada por la demanda, es

12. Lacan, J. Inédito. 1 . l.acan, J .• Escritos.


42 • Norma Alberro •
• HACIA LACAN • 43

B grafo del deseo


El grafo se lee así: el vector s(A)-A designa la sumisión del
Con el grafo Lacan distingue tres cosas: lo reprimido, el de­ sujeto al significante, se llama "cadena significante". El vector
seo y el inconsciente. El objetivo es mostrar las relaciones del inverso A-s(A), que retorna sobre el primero creando un pun­
sujeto hablante con el significante. Lacan dedica dos semina­ to de capitón, anuda la significación. La línea i(a)-m da cuen­
_
ta por su doble articulación vectorial que el yo se termma de
rios l4 para explicar el grafo. En él, los dos pisos son equivalen­
tes uno con el otro. Lo que pasa en el primer piso, tiene su formar como metonimia de su significación. !(A) es el lugar de
equivalencia en el segundo. La pregunta alrededor de la cual se la primera identificación al trazo unario, es el Ideal del Yo. A es
organizan esos dos pisos es la siguiente: "el sujeto, ¿sabe o no l lugar del tesoro del significante, es decir el Otro; s(A) es la
lo que hace al hablar?" Eso quiere decir: ¿puede significarse efi­ ignificación.,8' es el sujeto; D, es la demanda; d, es el deseo; a,
cazmente su acción de significación? 1 objeto, O es la relación de un término a aquello que le falta.
Así tenemos: C8'O D), la pulsión. CS' O a). el fantasma. El vector
1'00, designa el significante confrontado a la falta en el Otro �s
'.
vector goce-castración. El Otro recibe la barra de la relac10n
de la pulsión (SO D) con lo que le es privado.

Cadena signiffcante - cadena del signipcado

El grafo comienza por ser una "célula elemental" compues­


por una línea horizontal: la cadena significante sobre la que
cruza otra línea: la del discurso corriente. Esta línea corta
s veces el trazado de la cadena significante. Este segundo
ruce es el punto de capitón, punto donde se anuda una sig­
lficación. Lacan va a llamar cadena significante a la línea ho­
zontal y cadena del significado a la línea vertical que cruza en
puntos la cadena y baja en forma también vertic� l:1ego
haber anudado una significación. El punto de cap1ton es
punto que podemos encontrar en los colchones y en los
izados. Es una superficie sobre la que existen nudos o anu­
l(A) $
mientos.
sta segunda cadena es la del discurso corriente. La pri­
ra línea, significante, es totalmente permeable á los efec­
14 . Lacan J. Seminario V Las formaciones del Inconsciente" y Seminario VI El deseo de la metonimia y de la metáfora. El punto de capitón o de
y su interpretación. udamiento es el punto donde surge un sentido, es decir,
• HACIA LACAN • 45
44 • Norma Al berro •

red de usos de la lengua. Supone también un mecanismo que


una metáfora. La otra línea, la del discurso racional, está in­
hace que cuando un sujeto habla dice más de lo que cree decir.
tegrada por puntos de referencias del sujeto. Pero sabemos
Esto es lo que liga y distingue el enunciado de la enunciación.
que cada palabra es polisémica, reenvía a varios sentidos. Es­
Por otro lado, el discurso se funda sobre la existencia de un tér­
ta línea del discurso corriente es llamada por Lacan el discur­
mino de referencia que es el plano de la verdad. De la verdad
so de la realidad, que nos es común a todos. Es el discurso
en tanto distinta de la realidad. Es posible ver en el grafo, sen­
que menos sentido tiene, es el del sujeto individual de aquel
tidos divergentes: del yo un sentido va hacia el objeto metoní­
que h�bla y que se hace entender, aquel discurso que puede
mico y el otro va hacia el A (Otro). Simétricamente, por la vía de
ser registrado en un disco. La primera línea, en cambio, inclu­
retorno del discurso, el mensaje va hacia el objeto metonímico
ye ��das las posibilidades de descomposición, de reinterpre­
tac10n, de resonancia, de efectos metafóricos y metonímicos. y hacia el Otro.
Estos dos pisos funcionan al mismo tiempo en el acto de la
Una línea va en sentido contrario de la otra, se deslizan una
palabra. El sujeto hace algo que está en relación con la estruc­
sobre otra, pero una recorta a la otra, se recortan en dos pun­
tura prevalente, ésta es, el significante. En el piso inferior, el su­
tos perfectamente reconocibles. Partiendo del discurso el
jeto padece esta estructura.
primer punto que recorta sobre la cadena significante e� el
código. Este código está en el lugar de A, en tanto que él es
(este �tro) el compañero del lenguaje, acompaña y trae el
lenguaje. Es también el que comprende el discurso corriente. Signiffcante, deseo y demanda
Este es el primer encuentro: el niño se dirige a un sujeto ha­ Al principio de la vida del niño, el significante sirve para ex­
blante, a quien ha oído hablar, es por esto que aprende, des­ presar una demanda. Ahoré\ bien, ¿qué es una demanda? Es lo
de temprano, que es por esta vía del lenguaje, de la palabra, que, de ia necesidad, pasa pdr medio del significante dirigido
que las necesidades deben pasar para ser satisfechas. El se­ al Otro. La demanda es relativa al Otro, de tal manera que este
gundo encuentro que completa el bucle, es decir el segundo Otro puede rechazarla, postergarla y reconocerla, a través de la
cruce, constituye propiamente el sentido. El resultado de la necesidad que la autentifica. El Otro puede oponerse a esta de­
conjunción del discurso con el significante, en tanto soporte manda ya que ésta tiene carácter de exagerada. De allí que se
creador de sentido, es el Mensaje. dice que los niños pueden demandar la luna. La demanda es
La verdad que el mensaje viene a anunciar está allí, en ese una necesidad que se expresa a través de un significante, y la
lugar. Pero, la mayor parte de las veces ninguna verdad se luna es un significante. En un primer tiempo, entonces, la de­
_
anunc�a, i:'ºr la sencilla razón que el discurso no pasa por la ca­ manda parte de la necesidad y se dirige al Otro. En el grafo la
dena s1gmficante y no es más que una pura repetición, un par­ demanda está puesta como delta 6.., desde allí parte una línea
loteo que pasa en cortocircuito por el piso inferior: m, i(a), es hacia A. Algo se expresa que parte del sujeto y se termina en A
_


decir por la relación imaginaria. Es el discurso común hecho -lugar del código- en el punto en donde cruza la línea del dis-
de palabras para no decir nada. El m (yo) es el lugar del que ha­ urso, que está hecho de la movilización de un material pree­
bl� en la cadena del discurso, i(a) es el lugar del objeto metoní- xistente, llamada cadena significante.
La palabra supone la cadena significante, supone una
46 • Norma Alberro • • HACIA LACAN • 47

En un segundo tiempo, lo que ha comenzado como necesi­ la necesidad. Es creación de un deseo, distinto de la necesidad.
dad se llama demanda y el significante termina o completa el El deseo surge de la necesidad más el significante.
sentido de la demanda y esto constituye el mensaje (M) en el ¿Qué es el deseo? Lacan dice en el Seminario V que el deseo
grafo completo es s(A) significado del Otro, que evoca al Otro es un desplazamiento, un cambio de lugar, esencial respecto
maternal. La institución del Otro coexiste con el completa­ del orden imaginario de la necesidad. La demanda introduce
miento del mensaje. Uno y otro se determinan al mismo tiem­ esta necesidad en otro orden, en el simbólico. Lacan llama me­
po. Uno como mensaje y el otro como Otro. En este primer en­ tdfora natural a esa transición ideal del deseo accediendo al
cuentro con el Otro el resultado es el mensaje. Otro, en tanto que se forma en el sujeto y se dirige al Otro que
lo reconoce. En el grafo vemos que el comienzo está marcado
orno 6.. y como.8' (sujeto barrado).
Esta segunda línea del discurso que cruza la cadena signifi­
·ante, es la del propio sujeto que habla y se deja comprender.
1.os dos puntos del piso inferior son reconocibles como objeto
metonímico y el yo (moi). Este yo es el lugar del que habla en
In cadena del discurso. El eje m- i(a) marca la única función de
1 conciencia, en cuanto concepto tradicional, que revela la
trnnsparencia de la captura del yo por su imagen especular y la
función de desconocimiento que se desprende de esta imagen.
l.ucan ubica a la conciencia en lo imaginario, en tanto que la
lación al otro engendra un vínculo ilusorio de amo a esclavo.
1 , relación especular se sitúa sobre el plano de la relación al
>troque funda al sujeto como sujeto del inconsciente.
El homólogo de esta relación del yo al objeto metonímico,
desarrolla en el piso superior. Esta relación es la del deseo al
ntasma. Situando al sujeto como corte del objeto a, en rela­
En un tercer tiempo vemos la doble curva que se acaba más Mn a la deficiencia del Otro como lugar de la palabra, se pone
allá de A, tanto como más allá del Mensaje. Lo que sucede del la­ n •videncia el soporte que el sujeto encuentra en ese objeto a
do de la demanda no puede confundirse con la satisfacción de vés de la estructura del fantasma, en el punto donde él reci­
la necesidad, puesto que el ejercicio mismo de todo significan­ dcl Otro, su marca (trazo unario). Constituye su alienación
te transforma la manifestación de esa necesidad. Algo es signifi­ Otro del significante.
cado más allá de la necesidad en estado bruto. Ésta está remo­ Este segundo piso compone, a partir de la célula elemental,
delada por el uso del significante. Desde ese momento, lo que Id •ntificación imaginaria y la identificación simbólica en la
entra en la creación del significado no es una pura y simple tra- bl<'ronía subjetiva. La cadena significante recibe aquí su es­
ducción de la necesidad sino una reasunción, un rem aJe dficación de palabra. Se convierte en vector de la pulsión,
48 • Norma Alberro •

entre deseo y fantasma. En el grafo completo se destaca la pre­


gunta que el sujeto formula al Otro: Che vuoi? ¿Qué quiere él de
111. ¿QUÉ ES UN PADRE?
mf?, que se invierte al volver en: ¿Qué quieres tú de mf? En el
segundo piso el sujeto encuentra el más allá de la madre, es de­
cir la ley paterna.

La doctrina freudiana se articula alrededor de una cuestión


nodal: ¿Qué es un padre? Desde el comienzo de la obra de
Freud, el complejo de Edipo y el complejo de castración toman
un lugar crucial. Estas dos invenciones freudianas otorgan a la
función paterna una importancia decisiva. Lacan en su retor­
no a Freud reabre la cuestión del padre y la trabajará hasta el fi­
nal de sus seminarios.
Desde su primer seminario en 1953-54, sobre el "Hombre de
los lobos", Lacan introdujo la distinción fundamental de los
tres registros: real, simbólico e imaginario. En este seminario,
al estudiar el hombre de los lobos, Lacan diferencia tres aspec­
tos de la función paterna, produciendo los tres conceptos: pa­
dre simbólico, padre imaginario y padre real.
Dos años más tarde, en 1955-56, en su seminario sobre las
psicosis, Lacan despeja el concepto de Nombre-del-Padre y
demuestra que la forclusión de este significante es la causa es­
tructural.de las psicosis. Al año siguiente, en el Seminario N
sobre la relación de objeto, vuelve a poner el acento sobre la
triplicidad de la función paterna evocando el caso de la fobia
infantil de Juanito. En el mismo seminario articula la tríada
imaginaria madre, niño, falo, en donde el falo interviene como
tercer elemento, y un cuarto término que es el padre. La di­
mensión del Edipo promueve el temario simbólico por la en­
trada en juego de un cuarto término que es el padre, por me­
dio de él se establece una relación simbólica.
Siempre en el Seminario rv; Lacan recuerda la tesis freudia­
na según la cual el objeto se presenta siempre en una búsqueda
50 • Norma Alberro • • HACIA LACAN • 51

del objeto perdido, en donde la noción de falta del objeto es el la construcción simbólica y de una manera clara desarrolla la
resorte mismo de la relación del sujeto con el mundo. Subraya equivalencia entre el padre simbólico, el padre muerto y el sig­
la necesidad de distinguir tres formas esencialmente diferentes nificante del Nombre-del-Padre.
de la falta de objeto, define así, la tríada frustración-privación­ Al final del Seminario IV; Lacan da un nuevo paso anuncian­
castración. Tres operaciones que tienen cada una un agente di­ do que el Padre con mayúscula o, aun, el Nombre-del-Padre es
ferente y recae sobre un objeto de un distinto estatuto. una metáfora y que existe una metáfora paterna. Hablando del
Padre con mayúscula, supone el padre en el sentido absoluto
del término.
AGENTE FALTA DE OBJETO OBJETO Para dar cuenta de la castración simbólica que marca nor­
Padre real Castración simbólica Falo imaginario malmente la salida del Edipo, Lacan se apoya sobre la escritu­
(deuda simbólica) ra de la metáfora. Si el complejo de Edipo significa algo es que
Madre Simbólica Frustración El pecho real eso quiere decir que a partir de un cierto momento, la madre
(Daño imaginario) s vivida en función del padre. Toda la construcción analítica
Padre imaginario Privación Falo simbólico freudiana se sostiene de la consistencia del complejo de Edipo.
(agujero real) La escritura más elaborada de esta metáfora paterna, la da­
rá Lacan en el artículo "De una cuestión preliminar"1.

El padre real, dice Lacan, es muy difícil de aprehender por el ,Nombre-del-Padre • Deseo de la Madre _.. Nombre-del-Padre{A\
niño a causa de la interposición de los fantasmas y de la nece­ seo de la Madre significado al sujeto \!alo/
sidad de la relación simbólica. Esto quiere decir que siendo el
agente de la castración simbólica, el padre real es aprehendido La metáfora del Nombre-del-Padre sustituye el Nombre-
por el niño en tanto autoridad. El padre imaginario es el que se 1-Padre en el lugar simbolizado, primero, por la operación de
interpone entre el padre real y el niño. El padre imaginario es 1 ausencia de la madre. El significante del N-del-P metaforiza
con quien se relaciona el niño todo el tiempo. Es al que se re­ 1 deseo de la madre. El niño se da cuenta que no es el único
fiere la dialéctica de la agresividad, de la identificación, de la bjcto del deseo del Otro maternal, y refiere lo que se significa
idealización. Es por donde el sujeto accede a la identificación ra él, en el deseo de la Madre dirigido al falo.
al padre.
Se puede observar en este cuadro la ausencia aparente de la
referencia al padre simbólico. Es en la clase del 27 de marzo de Significante del Nombre-del-Padre
1957 que Lacan articula los tres agentes: padre real, madre sim­
bólica y padre imaginario, con lo que es el padre simbólico, a Sabemos que el Nombre-del-Padre es una metáfora, en­
saber, el Nombre-del-Padre. Del padre simbólico, Lacan dice n es, cumple la particularidad de la misma, es decir, es una
que es el significante que hay que aceptar como una suerte de
con, J. Escritos. "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las
dato irreductible del mundo del significante, una necesidad de 1 Is".
52 • Norma Alberro •
• HACIA LACAN • SJ
sustitución de un significante por otro. Se sustituye el signifi­ La ecuación muestra que el Nombre-del-Padre, en tanto
cante del Deseo de la Madre por el significante del Nombre-del­ punto de capitón, anuda el sujeto en la significación fálica.
Padre.

Esquema R
M Ecuación: N�. DM
� NP f-A)

�1s·· · · · · · · ·'
DM X \Falo
La madre lacaniana, el Otro primordial, es un personaje
profundamente inquietante. Ella y su niño sueñan con vivir en
una nube de felicidad; juntos, alejados del mundo, sin que nin­
s gún tercero venga a molestarlos. Las idas y venidas de la ma­
dre, los cuidados de su bebé, las manifestaciones de su presen­
A
'---------� p cia y ausencia, obedece a su exclusivo capricho.
Pero este sueño de completud por parte de la madre, no
El esquema R de Lacan 2 muestra la eficacia de la metáfora puede ser cumplido y los caprichos de la madre van a ser limi­
paterna en el sujeto. Es posible observar los dos triángulos: el tados por un principio organizador. Tal principio es la función
imaginario madre-niño-falo al que se le opone el triángulo paterna, es a partir de esta función -dice Lacan-, que el mun­
simbólico: Padre-Madre y Niño. La franja del medio la consti­ do incoherente toma sentido.
tuye la Realidad del sujeto, constituida en el momento de la re­ El significante del Nombre-del-Padre funda la Ley y perrni-
lación especular. En el vértice superior se ubica la imagen fáli­ te el sentido, a partir del cual las significaciones se ordenan co­
ca: cp. I es el Ideal del Yo, M es el significante del objeto mo sexuales. Este Nombre-del-Padre es una pura función lógi-
primordial, Pes la posición en A (Otro) del Nombre-del-Padre. n y es, a la vez, significante en el Otro y significante del Otro.
El campo de la realidad está delimitado por el cuadrángulo: Es la inscripción de la Ley fundamental que recubre las leyes
Miml. El sujeto, bajo el significante del falo es el homólogo a S, del intercambio simbólico, las generaciones, el reconocimien­
que se ubica debajo del campo de la realidad. Por µ!timo la lí­ t del sujeto como sexuado y mortal.
nea i y m representan los dos términos imaginarios de la rela­ Es esta función la que metaforiza la oscura voluntad del
ción narcisista, es decir el yo y la imagen especular. G es el tro primordial en deseo soportado por el significante, deseo
goce. ue abre a la dialéctica del deseo del Otro y del deseo del suje­
La metáfora paterna permite al significante del Padre (NP) t . Esta estructuración del Otro primordial y el significante de
cumplir su función, esto es, hacer un punto de capitón en el or­ 1 Ley, se sitúa enteramente en el registro de lo simbólico.
den simbólico. El padre, en tanto lugar de la Ley, libera al niño
de la confrontación sin mediación con un significante primor­
dial, esto es, el Deseo de la madre. Los tiempos del complejo de Edipo
2. Lacan, J. Escritos. "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las Desde la perspectiva edípica, vemos que la madre entra en
psicosis".
1 omplejo de Edipo mediante la ecuación fálica pene-niño. El
• HACIA LACAN • SS
S4 • Norma Alberro •

y al nacer el niño -su producto- está completa como Otro, es 1


niño va ser el falo de la madre. La ley ejercida por el padre -me­ entero. El niño es un producto que se desprende del cuerpo de
táfora paterna-, va a separar esta ecuación en dos y la madre la madre, en esa medida es objeto a, el Otro va a ser entonces
volverá a la castración y el niño será librado a su propio deseo. A+a = 1 es decir completo.
Así planteado, es posible afirmar que la verdadera función del Pero la intervención del padre en el segundo tiempo, da el
padre es la de unir un deseo a la Ley. siguiente resultado A= 1-a, es decir J(. El niño que ocupaba el
Este proceso se realiza en tres tiempos: lugar de a, -objeto causa del deseo de la Madre- será desaloja­
l. El primer tiempo está marcado por lo que se llama el do de ese lugar y se constituirá como sujeto tachado en rela­
triángulo imaginario con sus tres elementos: madre, ni­ ción con ese objeto, causa de su deseo como sujeto. Esto va a
ño y falo, en tanto deseo de la madre. En este triángulo organizar en el nuevo sujeto, la fórmula del fantasma: C8' O a). El
imaginario el niño encarna el falo. En este primer tiem­ rombo significa que el sujeto mantiene con su objeto a todo ti­
po la metáfora paterna actúa en tanto que la primacía po de relación: inclusión, exclusión, mayor, menor, etc. Estos
del falo está instaurada en el orden de la cultura. El niño objetos a tienen la particularidad de ser desprendidos del cuer­
trata de identificarse con el objeto del deseo de la madre, po, el pene es potencialmente desprendible, de allí deriva el te­
es decir el falo. Es deseo del deseo de la madre. mor a ser castrado, es decir, a perder este objeto que, a algunos
11. En el segundo tiempo el padre interviene como privador seres humanos les falta. Esos objetos a son las fronteras de la
de la madre. Esta operación lógica que Lacan llama sepa­ exterioridad, son objetos límites entre el cuerpo y la exteriori­
ración es ejercida por la influencia de la metáfora pater­ dad. De allí que el fantasma al constituirse introduzca ese ob-
na y consiste en privar a la madre del objeto fálico. Aquí jeto en su estructura como la realidad.
se produce la sustitución del deseo de la madre por el . .
La realidad de los personajes materno y paterno no tiene m­
Otro de la Ley. El deseo de cada uno será sometido a la cidencia sobre las consecuencias de este dispositivo simbólico.
ley del deseo del Otro. Este es el momento de constitu­ La imposibilidad del recubrimiento del eje simbólico con la
ción del triángulo simbólico: padre, madre, hijo. realidad de la historia del sujeto es el lugar de un desgarro, de
III. El tercer tiempo corresponde a la declinación del com­ una falla, que el neurótico intenta colmar.
plejo de Edipo, el padre interviene como aquel que tiene Esta función paterna puede ser encarnada para. la madre,
el falo, pero no es el falo, reinstaura el falo como objeto por otro hombre que no es el genitor, puede ser el hermano, el
deseado de la madre y no como un objeto que, en su om­ padre, el tío, etc. También es posible y, a veces, inevitable que
nipotencia, el padre puede privarla. Para el niño, en este el padre no cumpla esta función de manera óptima, sino con
tercer tiempo, el padre aparece como permisivo y dador ciertas fallas. Estas variantes van a determinar la manera parti­
de amor. El sujeto se identifica al padre, toma sus atribu­ cular por la cual el sujeto va a organizar su mito individual pa­
tos, y hace una elección de objeto con la madre. ra responder a sus discordancias.

La operación completa puede ser explicada de la siguiente


manera: en el primer tiempo la madre es el Otro (A) completo
• HACIA LACAN • 57
56 • Norma Alberro •

Forc/usión del Nombre-del-Padre. El Otro en la Psicosis vuelve en lo real". Esto se manifiesta por la alucinación verbal
y por el hecho que toda la realidad le hace si�o, él está con­
El peso de la dependencia en la cual se encuentra el sujeto vencido que todos se dirigen a él y hablan de el. Este Otro re­
en relación a lo que sucede en el Otro, lleva a Lacan a conside­ toma bajo la forma de las voces y de la persecución (paranoia).
rar la psicosis a partir de la estructura del Otro, es decir como También puede aparecer en el cuerpo, bajo la especie �e una
_
un efecto de lenguaje. De este modo, rechaza las teorías que desorganización de las sensaciones que siguen las vias del
explican la psicosis por una perturbación de las funciones en el cuerpo fragmentado (esquizofrenia).
interior de. una unidad psico-orgánica. El concepto de forclu­
sión del Nombre-del-Padre, da cuenta de los efectos sobre el
sujeto de un desarreglo en la cadena significante, puestos de
manifiesto en los fenómenos clínicos de la psicosis.
La forclusión del Nombre-del-Padre es la ausencia radical
de esta función que significantiza, es decir, transforma en de­
seo portado por los desfiladeros metonímicos del significante,
la oscura voluntad del Otro primordial. El Otro es el lugar des­
reglado de una voluntad que somete al sujeto a los caprichos
de un goce contra el cual el sujeto no cuenta con ninguna ba­
rrera para oponerse. A esta desprotección originaria del sujeto
frente al incesto, portado por el deseo del Otro maternal, el pa­
dre, a través del significante del Nombre-del-Padre, ejerce la
ley que proru.be este goce.
El sujeto desprovisto de este significante paterno, tiene que
hacer frente sin recursos, al encuentro desplazado o no, con el
goce del Otro. Ante esta situación, al llamado al Otro de la Ley res­
ponde el vacío de la función paterna. Así se encuentra el psicóti­
co, sin defensas; en estos momentos puede desencadenarse el
delirio con el desmoronamiento del orden imaginario, que hasta
ese momento había podido sostener al sujeto en la realidad.
Este estado deja al sujeto librado a la intrusión catastrófica
del Otro cuyo goce, al no estar regulado por el goce fálico dada
la falta del significante del Nombre-del-Padre, está totalmente
desreglado y sometido a su oscura voluntad. La voluntad de
goce inscripta en el Otro vuelve sin represión. Es lo que Lacan
expresa por su fórmula: "lo que fue forcluido de lo simbólico,
IV. LA DIFERENCIA DE LOS SEXOS

El Psicoanálisis nos enseña que lo idéntico encuentra su


fundamento en el plano imaginario; concretamente, la imagen
del cuerpo, con la cual el sujeto se identifica durante la fase del
"estadío del espejo". El ser hablante aprehende su cuerpo como
imaginario, es un revestimiento, una bolsa, un traje que viste y
recubre su organismo. Esta imagen le parece "uno" al sujeto y
se identifica con ella, pero como si fuera otro, un semejante,
que se mantiene erguido frente a él. De allí que esta imagen sea
lo más intimo, pero al mismo tiempo, lo exterior, el otro, el se­
mejante. De esto resulta un desconocimiento fundamental,
"una evidencia engañosa" 1, una alienación fundadora de la re­
lación del sujeto con lo imaginario, el cuerpo y el semejante.
Este momento del estadio del espejo, funda las categorías de lo
semejante, lo parecido, lo mismo y la forma·idéntica.
La categoría de lo diferente, en cambio, tiene su origen en la
experiencia del lenguaje y el significante. La estructura binaria
del lenguaje descubierta por de Saussure, se basa en oposicio­
nes fonemáticas. A su vez el fonema se descompone en ele­
mentos diferentes, rasgos distintivos. Estos rasgos funcionan
por pares de opuestos. La definición que da Lacan del sujeto
del inconsciente se basa, precisamente, en la estructura bina­
ria del significante: "Un significante representa al sujeto para
otro significante"2• Este enunciado implica que "el incon­
sciente está estructurado como un lenguaje"3.
l. Lacan J. Escritos. "De nuestros antecedentes".
2. Lacan J. Radiofonía.
3. Lacan J. Escritos. "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo".
60 • Norma Alberro •
• HACIA LACAN • 61

Pero Lacan afirma que existe una estructura "unaria" del Otro del goce. Hace del Otro significante, así como del cuerpo
significante. Esta estructura está aislada de los otros y se refie­ del sujeto, un desierto de goce exceptuando el goce fálico, el
re a sí mismo. El modelo freudiano de esta estructura unaria llnico permitido por el significante. Pero este goce �áli�o no �s
corresponde a la segunda identificación, al "rasgo único". Este todo el goce, es lo que del goce está metaforizado, s1�ific�t1-
rasgo único por el cual el sujeto se identifica con el Otro, al di­ zado. Esta elaboración que pone el acento sobre lo s1mbohco
ferenciarse de él, Lacan lo llamó "rasgo (o trazo) unario". Estos da cuenta de la significación fálica por el recubrimiento de dos
rasgos tienen la particularidad de no entrar en la cadena signi­ faltas: la falta del significante que se significaría a sí mismo, co­
ficante y ser sustituidos por otro, ni encadenarse con ellos. Per­ mo dije más arriba, al cual responde el Nombre-del-Padre, Y
manecen aislados en el inconsciente y se repiten de manera por otro lado, la falta posible del órgano a partir del cual se re­
traumática en la vida del sujeto4 . conocen los sexos.
Estos rasgos pierden la propiedad binaria del significante y Los humanos se reparten, entonces, entre los que son por-
por ello, Lacan les otorga el estatuto de letras. También los lla­ tadores de este órgano y los que están desprovistos de él.
ma significantes amo. El significante marca la diferencia, pero Cuando la función simbólica opera, hace que los humanos se
también funda la categoría del "Uno". Este Uno no es el mismo tomen presencia sobre fondo de ausencia o ausencia sobre
de lo idéntico, de la totalidad del cuerpo o de lo semejante, es fondo de presencia. Éste es un desarrollo lacaniano que res­
el Uno que se puede contar para marcar las "veces" idénticas ponde a la teoría freudiana. En efecto, Freud reconoce una so­
pero diferentes. Es el Uno contable, en él el sujeto se cuenta co­ la libido: la masculina; y un solo órgano: el pene.
mo sexuado y mortal, entre otros sujetos sexuados y mortales. Lacan va a afirmar, siguiendo esta teoría, que es con respec­
El falo es un significante amo, es el Uno por medio del cual se to al falo que los dos sexos se reparten. Al final de su enseñan­
diferencian los dos sexos: entre los que lo tienen (y lo pueden za Lacan afirma también, "La'' mujer no existe (Seminario XX).
perder) y las que no lo tienen. A Ía institución del Nombre-del-Padre con su efecto de signifi­
cación fálica, corresponde una forclusión del nombre de "La"
mujer. En el inconsciente la vagina no existe, no hay re�Jiese�­
La significación fálica tación de la vagina, dice Freud, sólo el falo como prerrusa uru­
versal. El descubrimiento de la diferencia anatómica de los se­
La tesis de la preeminencia de lo simbólico que hace del
xos se produce tardíamente y no forma parte d�- la est�uc�ura
Nombre-del-Padre el significante de la Ley y del Otro, Otro del
del inconsciente. Es en este sentido que Lacan afuma, s1gmen­
deseo, sería una concepción idealista si no quedara la imposibi­
do a Freud que "La" mujer no existe.
lidad lógica para denominar la falta en el Otro. El Nombre-del­
En esta misma línea de pensamiento se sitúa la otra afirma­
Padre es la respuesta simbólica de esta falta, pero aún así, no su­
ción lacaniana: no hay relación sexual. En el inconsciente no
tura lo que le falta al Otro. Esta falta de decir, tiene sin embargo
hay más que un sexo, el masculino y por otro lado la pulsión no
un nombre: el goce. El Nombre-del-Padre separa el sujeto y el
está adherida a ningún objeto. Por lo tanto, si el sexo es uno so­
lo, no hay relación entre dos sexos. En el inconsciente no hay
4. Lacan J. Seminario IX. La identificación. Inédito, clase del 6/12/1961. dos sexos que puedan estar relacionados. Los actos sexuales
62 • Norma Al berro • • HACIA LACAN • 63

son sólo producto de la integración de las pulsiones parciales, La castración pone en perspectiva la historia del sujeto y or­
en la última etapa del desarrollo Lacan diferencia relación se­ dena retroactivamente las pérdidas anteriores. El objeto a laca­
xual de acto sexual. Este último no es puesto en duda, dada la niano se ubica en esta perspectiva freudiana de los objetos
enorme frecuencia de estos actos entre los humanos. Relación parciales y perdidos. Cada objeto, en tanto que es valorizado
implica armonía, complementariedad entre los sexos. Esto no por el deseo, será un objeto de este tipo, pérdida, desecho,
es posible desde el momento que para el inconsciente hay un efecto de una separación, de un corte. Siendo el falo el emble­
solo sexo. ma de toda falta, se constituye en principio de la disyunción
que distribuye en el mundo nuestros más queridos objetos.

La experiencia de la castración
La función fálica: tener el falo - ser el falo
La castración es una experiencia que sorprende al niño,
persuadido de que todo el mundo, incluido las mujeres, tienen La función fálica anuda la relación del sujeto con el goce,
un pene. A pesar de haber visto niñas que no lo tienen, no se según se alinee de un lado o del otro, hombre o mujer. Para
da cuenta de esta diferencia hasta el momento estructural en Freud, la diferenciación de los sexos es un proceso complejo y
que este descubrimiento se vuelve motivo de angustia. Este tardío, ya que es sólo en la fase fálica que los sexos se separan.
descubrimiento y la amenaza que esto implica para él, puesto Hasta ese momento, había solo uno. La diferenciación entre
que la mitad de los humanos carecen de él, tiene valor de heri­ hombre y mujer se apoya sobre la articulación entre el comple­
da narcisista. jo de Edipo y el complejo de castración. Para Freud, la anato­
En este punto toma sentido el falo. El falo no es el pene, no mía es el destino y en cierta medida es adecuada esta idea. Pa­
es el órgano. Es un significante, es lo que simboliza al órgano. ra quien tiene un pene, la percepción de su ausencia en la niña
Este órgano sexual es el único que interviene en la diferencia dará su dimensión de real a la amenaza de castración del adul­
de sexos: los dos sexos se definen: por su falta (femenino) y por to. Para aquella que no lo tiene, la visión del pene, la hace caer
su presencia (masculino). El falo funciona como el equivalen­ en la envidia del pene, penisneid.
te del deseo. En efecto, la mujer va a desear este falo cuyo equi­ Desde que Lacan aborda el sexo por medio del goce y del
valente orgánico (pene) no tiene (castrada) y lo va a buscar en lenguaje, la anatomía retrocede en importancia, forma parte
el otro sexo, masculino, que lo porta bajo amenaza (de castra­ del destino, pero no es todo el destino del sujeto. El ser hablan­
ción). El falo, en tanto significante del deseo, va a marcar, regu­ te necesita unificar su goce, localizarlo en torno de un signifi­
lar y ordenar las relaciones entre los sexos. cante único. Cuando no lo logra, el goce se fragmenta en el
En la teoría freudiana, la castración no es la única pérdida cuerpo y los órganos "hablan". Freud llamaba a esta fragmen­
narcisista que el sujeto debe sobrellevar. Previamente a ésta, tación propia de la esquizofrenia, "lenguaje de órganos". El sig­
existen otras pérdidas ligadas a su cuerpo y valorizadas desde nificante que localiza y centraliza el goce es el falo. Sin duda,
el narcisismo: la separación de la madre en el momento del na­ está asociado al órgano masculino por sus cualidades de erec­
cimiento, el destete, las heces. tibilidad y detumescencia.
64 • Norma Alberro • • HACIA LACAN • 65

Durante la fase fálica, el varón eleva su goce a la dimensión Al principio él está convencido que todos tienen falo, es decir
el
de un significante universal, es el "hace pipí" de Juanito. El Vx (para toda x),,x (se cumple la función). Esto dura hasta
­
complejo de castración interviene como una amenaz¡:i. al órga­ momento que ve la dife rencia anatómica de los sexos �orn
­
no y a la satisfacción que extrae de él. Esta satisfacción está li­ prueba que para no-toda x se cumple la función fálica: Vx (n�
gada a fantasmas edípicos, por lo tanto incestuosos. Freud afir­ toda x),x (se cumple la funció n fálica) , el trazo supen Qr e q� i­
ma que en este conflicto entre, por un lado, el interés narcisista vale a la negación. Las dos proposiciones se oponen pero estan
por el pen e y la investidura libidinal d e los padres, por otro, se ligadas. .
.
impone el primero. Esa satisfacción, entonces, se vincula al fa­ En el cuadro siguie nte, e n el costado izqmerdo, lado -�as��-

lo como universal y a una parte del cuerpo: el pene. La castra­ lino, vemos: la primera "para todo x se cumple la func1on f�
ción implica esta pérdida de goce conc entrada en el universal ca" es una universal afirmativa, es decir que no tiene valor exis­
falo. El goce fálico es precisamente, esta pérdida de goce luego tencial. Para explicarlo con un ej emplo: puedo afirrn� que
n.
de su pasaje por la castración. todos los ángeles tienen alas, p ero eso no prueba qu� exist�
Para Freud, la castración se inscrib e, en ambos sexos, en la Una universal afirmativa sólo puede tene r un valor exist e ncial,
­
idea "tener el falo". Para el varón es la amenaza de perderlo. Pa­ si hay al menos un término que se escape. Es decir deb e conte
un todo es
ra la niña es la esperanza de tenerlo algún día (penisneid). ner una existe ncia que la niegue, ya que para formar
necesario que haya un exterior a ese todo que le permite ence­
rrarse corno todo. Esta segunda proposición, "existe una x para
Las fórmulas de la sexuación quien no se cumple la función fálica" (3:x_,x) es la excepción
que l e da consistencia a la primera, es decir, a la regla.
La obra de Lacan está puntuada por medio de pequeñas le­
tras de un álge bra que le es propia. Las fórmulas de la sexuación
son las más conocidas. Él las llama "maternas" y responden a la
necesidad de evitar toda comprensión fantasmagórica, irnagi­
narizada, y establecer referencias ciertas y transmisibles. La no
relación sexual entre el hombre y la mujer, Lacan la va a escribir 3x q>X 3x
en una fórmula.
Si el falo es un atributo único en relación al cual se ordenan Vx q>X Vx (\>x
los sexos, es posible llamar, a una función: tene r el falo. Su­
pongamos una población dada, x. Escribirnos entonces,x pa­
s ()()
ra afirmar que para todos los individuos que componen esta
población se cumple esta función. El principio que guía a La­ a
can par difere nciar el· hombre de la mujer es su relación a la
castración. Vimos que lo esencial en la experiencia de castra­
ción del niño es el descubrimiento de una excepción a la regla.
• HACIA LACAN • 67
66 • Norma Al berro •

Esta excepción, que hace la regla, se refiere a la existencia de las mujeres, pero no La con mayúscula, de allí que este La se lo
"al menos uno" que no está sometido a la castración. El mito representa tachado, igual que)(. Este lado "no-toda" para La­
freudiano del padre de la horda primitiva corresponde a este can, acerca la mujer a la verdad. Ésta tampoco puede ser dicha
"� menos uno" que no está sometido a la ley de la castración, toda, sino que es necesario encontrarla entre líneas, entre pa-
smo que goza de todas las mujeres al mismo tiempo que está labras.
muerto para siempre, lo cual parece imposible. Gran contra­ En resumen: el hombre es "todo" fálico y la mujer es "no-to-
dicción lógica que Lacan resuelve denominando a este padre da" fálica.
mítico "padre real", signo de lo imposible mismo. Lo que es im­ Decir que el hombre es "todo" fálico significa que su goce
posible es "que el padre muerto sea el goce"5. Este operador es­ está centrado por el significante del falo. A ese falocentrismo
tr1:1ctural del padre real es la condición para que el varón se ins­ del goce masculino se opone el desdoblamiento del goce feme­
cnba en el universal fálico. Solo formará parte de la comunidad nino. Una parte, como vemos en el cuadro, se inscribe en la
de hombres si acepta esa excepción a la ley fálica, que es el pa­ función fálica. Pero otra parte es un "goce complementario" al
dre. goce fálico. La parte no fálica del goce femenino no está ligada
Del lado derecho del cuadro, el lado femenino, encontra­ a ningún significante amo que pueda oponerse al falo.
mos que para ella la castración está realizada, no es castrable.
No �ay, entonces, encuentro con la excepción, no hay consti­
-
tuc10n de un todo del cual ella sería una parte. Así, Lacan escri­
be: "no existe una x para quien no se cumpla la función fálica"
(3x ,x) y, la otra fórmula, "para no toda x se cumple la función
fálica" ('v'x ,x).
La castración realizada en la mujer, permite al hombre
constituirse como tal, como semejante a los otros hombres: la
castración es constitutiva de su ser.
Para yreud la diferencia de los sexos seguía las leyes de la
anatom1a. Pero para Lacan la diferencia es de otro orden. Ela­
borando la lógica del complejo de Edipo, propone una forma­
lización q1:1e no excluye que un representante masculino, pue­
_ _
de 1:1scnbuse en la parte femenina y la recíproca es también
p�s1ble. En el hombre se cumple la ley del conjunto, hay un lí­
mite que da consistencia, en la mujer no existe este límite. La
dificultad surge del "no-toda" de la mujer. La fórmula de Lacan
"La mujer no existe", significa que no hay un ser-mujer. Existen

5. Lacan J. Seminario XVII. El reverso del Psicoanálisis.


V. LA FÓRMULA DEL FANTASMA (S'Oa)

El término fantasma ha pasado al lenguaje común corno si­


nónimo de fantasía erótica, y en algunos casos para significar
una aprehensión errónea o ilusoria de la realidad. Cada indivi­
duo sabe o cree saber lo que es el fantasma, sueños diurnos en
donde el sujeto se imagina rico, amado, célebre, o también en­
sueños de tipo eróticos que reemplazan o acompañan al acto
sexual. Si bien estos significados no están ausentes en los tex­
tos freudianos, no obstante este concepto ha tomado, para
Freud y los psicoanalistas posteriores, una significación mu­
cho más precisa y operatoria.
Lo que los psicoanalistas entendemos por esta palabra no se
reduce a esta representación común. Sin embargo, es necesario
que lo tengamos en cuenta; más aún, la teoría psicoanalítica del
fantasma debe permitir situar y diferenciar lo que el fantasma
significa para el sentido común, en las fantasías eróticas, tanto
como en los ensueños ambiciosos de gloria y poder.
El concepto de fantasma toma un.lugar muy particular en la
historia de la teoría freudiana. Al comienzo de la clínica psicoa­
nalítica Freud creyó que sus histéricas habían sido objeto de un
traumatismo sexual infantil, de una "seducción" iniciada por un
pariente cercano: amigo, hermano y en algunos casos, el padre.
La experiencia de la cura lo conduce a abandonar esta idea del
trauma y a admitir que aun en los casos donde no existe un he­
cho real, sus enfermas relatan estas escenas eróticas.
Lo que Freud nos enseña con esto es la forma como el sín­
toma expresa un fantasma sexual inconsciente. Es el caso de
70 • Norma Al berro • • HACIA LACAN • 71

las crisis histéricas que son incomprensibles hasta que no se ejemplo, pone de relieve el borramiento, la elisión del sujeto en
advierte que la paciente que padece estas crisis juega un doble el fantasma. Esta elisión se manifiesta en la última fase del fan­
rol: el de una mujer que lucha y se defiende y el de un hombre tasma. Recordaré brevemente los tres momentos que marca
que la agrede. Siguiendo la línea histórica del psicoanálisis, es Freud: "mi padre pega al niño que yo odio" (me quiere sólo a
interesante recordar también, que el análisis del sueño del mf), indica los celos del sujeto. La segunda etapa intermedia e
"hombre de los lobos" realizado por Freud, hace emerger un inconsciente y con frecuencia reconstruida en el análisis, se
fantasma de escena primaria en el cual el niño da sentido, formula así: "mi padre me pega" y expresa la culpabilidad del
apres coup, a su percepción precoz del coito sexual entre sus sujeto bajo una forma masoquista. Es sólo en la tercera fase
padres. De esta manera, y con el fin de recubrir el traumatismo que toma la forma que se presenta ordinariamente como "pe­
de la castración, se elabora en su psiquismo una representa­ gan a un niño", forma en la que no se sabe quién pega ni quién
ción inconsciente de esta relación sexual entre los hombres y es pegado.
las mujeres y se construye su deseo, reprimido, de formar par­ Es en esta tercera fase, según Lacan, que el sujeto, es elidi­
te de esta escena ubicado en el lugar de la madre. do. Pero él va aún más allá y dice que, en realidad, desde la pri­
Para Lacan, el fantasma así constituido para el sujeto, apa­ mera fase el niño ha podido percibir respecto de su rival, que el
rece como los anteojos a través del cual cada uno aprehende la castigo lo hace caer de su dignidad de sujeto que "es en esta
realidad, estructurada en el momento del conflicto edípico, se­ posibilidad misma de la anulación subjetiva que reside todo su
gún una metáfora sexual. Estos anteojos son siempre parciales, ser, en tanto que ser existente"1.
puesto que allí se juega el deseo del sujeto. A partir de indicaciones que se encuentran en la clínica de
La realización del fantasma, la puesta en acto del mismo, Freud, Lacan llega a una teoría del fantasma bastante nueva.
como ocurre en los pasajes al acto, significa la ruptura de esta En efecto, el fantasma se articula a partir de una pregunta
protección implicada en la metáfora de los anteojos. En este "¿Che vuoi?", -¿Qué quieres?-dirigida al Otro, ese lugar del len­
acto el sujeto desaparece en su propio acto de realización del guaje en el cual el sujeto busca saber lo que concierne a su ser.
pasaje al acto. Es sin duda, porque él no sabe lo que el Otro quiere de él, que
Otra cosa diferente es la puesta en obra del fantasma en la el sujeto supone lo peor, lo que lo conduce con frecuencia a
creación, en donde el artista, escribiendo o mostrando en pin­ una posición masoquista.
turas, ofrece para ser visto, lo que no se puede decir de la con­ Sabemos que el sujeto no puede ser enteramente definido
l
dición humana y de su marca traumática que, para cada uno, por un significante que vendría a representarlo. Él se encuen­
lo constituye como sujeto. tra reenviado sin cesar de un significante al otro, y si debe si­
tuarse en algún lado, es justamente en ese intervalo, en este
corte entre dos significantes. Es porque él está sin recursos en
Teoría lacaniana del fantasma este lugar dónde el significante falta, que se defiende en el

Lacan lee a Freud de una manera precisa y bastante origi­


nal. En lo que concierne al fantasma "pegan a un niño" por 1. Lacan J. Seminario Xl\l. La Lógica delfantasma. Inédito.

J
• Norma Alberro • • HACIA LACAN • 73
72

di­
fantasma, elidiendo un objeto que comporta él mismo esta Angustia y fantasma
mensión del corte. Se puede pensar en este punto en el objeto
parcial freudiano, el seno, las heces. Este objeto Lacan lo llama Cuando Freud abandona la teoría del trauma, el lugar de lo
a y define el fantasma como la relación del sujeto a este objeto real lo ocupa el fantasma que desencadena la angustia. El de­
y demuestra que el deseo está cautivo en el fantasma. sencadenamiento de esta angustia real está ligado a los fantas­
Es en este punto que Lacan va a restituir al fantasma una mas reprimidos; esto es al fantasma de separación de la madre.
a al Angustia real y fantasma parecen equivalentes, una desenca­
función de pantalla: "El lugar de lo real, que va del traum
lla
fantasma -en tanto que el fantasma no es más que la panta dena el otro. El heredero del trauma es la angustia real que
la
que disimula algo primordial, determinante en la función de acompaña al fantasma de castración. La angustia real surge
ro y primo rdial no ante la confrontación del sujeto con lo real. Es lo real de la an­
repetición-..."2. Este "algo", este factor prime
gustia lo que provoca el síntoma.
se deja reducir a un acontecimiento accidental sino a un hecho
del La angustia trae consigo, acarrea, ese objeto inasirnilable,
de estructura. Para Lacan este hecho se refiere a la "sc/1 ize
ia de que Freud va a llamar das Dingy Lacan el objeto a, que enfren­
sujeto", a su división inaugural, a su imposible coincidenc
se ta al sujeto a su condición de objeto en la relación con el Otro.
ser y de pensar, a la falta de una representación en la cual él
su encue ntro siemp re fallido con- Esta confrontación trae como consecuencia una diseminación
encontraría íntegramente, a
sigo mismo. de la estructura del fantasma, en efecto el fantasma se descom­
el pone en sus partes constitutivas (8' O a). El sujeto es desalojado
Para Lacan, la función pantalla del fantasma se realiza en
esa mont ura don­ de su lugar y ocupa el lugar del objeto. Dicha disgregación pro­
lugar de la división del sujeto. El fantasma es
voca angustia.
de el objeto a divide al sujeto. Ahora bien, bajo la cobertura del
ón El fantasma es un límite al goce, es decir al goce incestuoso,
fantasma el sujeto pone de lo suyo, introduce su "subjetivaci
­ pero permite el goce fálico, porque el objeto que lo constituye es
acéfala" (Seminario XI), es decir, la pulsión. La función panta
aún más: en el lugar de la divisió n ese objeto fálico en donde el sujeto estaba antes de ser sujeto.
lla del fantasma se radicaliza
Antes de ser sujeto era el objeto fálico de la madre. La separa­
del sujeto y redoblada por la pulsión.
a­ ción hace de este ser un sujeto parlante, y deseante. La ley pa­
Con esta afirmación, Lacan da cuenta de ese real inasirnil
por divers as terna dice a la madre: no reintegrarás tu producto (objeto a), es
ble reconocido por Freud como das Ding. Cercado
pesa­ decir cae del Otro maternal, queda con la marca de la falta:,A.
vías -fijado en el recuerdo traumático, aproximado en las
Pero también dice al niño, no te acostarás con tu madre: lo de­
dillas, velado en el fantasma- este real inasimilable está siem­
como saloja del lugar de objeto a=falo de la madre, para situarlo como
pre allí supuesto, exigible, en el corazón de la repetición
de algun a huella . Este sujeto para quién el objeto a perdido, será la causa de su deseo.
encuentro fallido, aunque testimonio
de estos pedaz os for- En ambos lados J(y$, el objeto a es un resto que cae de esa ope­
real, das Ding, fue fragmentado y algunos
ración. Para.X es definitivamente perdido, para$ será integrado
man los fantasmas.
y constituirá su fantasma y el límite al goce.
Cuando este límite es franqueado se produce un retorno de
2. Lacan J., Seminario XI. Los cuatros conceptos fundamentales del psicoanálisis. goce y un desprendimiento de angustia. Al traspasar los límites
74 • Norma Alberro •
• HACIA LACAN • 75

el sujeto vuelve a ocupar el lugar del objeto como resto, como


producto, y vuelve a situarse como producto de la madre. deseo del Otro articulada con la pregunta esencial que inaugu­
En las fobias, la angustia devela toda su estructura. Este afec­ ra el fantasma "¿Che vuoi?" (¿Qué quieres?)3. Afirma que la es­
to surge cuando el niño es rechazado de ese lu�a� de �alo �� la tructura del fantasma y de la angustia es la misma.
_ La aproximación a este defecto en donde el significante del
madre y, al salir, no encuentra al padre en pos1c10n s11:1"?ºh�a
que organice su salida. Es desalojado de ese lugar de pnvileg10, Nombre-del-Padre desfallece, se revela clínicamente por este
de ser el falo que completa a la madre, ser el deseo del deseo del afecto que no engaña: la angustia. Es la angustia que marca la
Otro maternal, pero no encuentra la metáfora paterna que le aproximación del goce en tanto opuesto al deseo. Ella es lo que
permita acceder a una identificación con su Ideal del Yo. le sobreviene al sujeto cuando éste interroga al Otro acerca del
En el lugar de esta falla de la función paterna aparece la an­ enigma de su deseo. Fuera de este momento de vacilación
gustia, como prueba de que la falta -c�stración de la madre �e­ marcado por la interpelación al Otro, el sujeto asegura su ho­
rivada del padre- viene a faltar. La fobia se construye com? sm­ meostasis gracias al fantasma. El síntoma de la fobia aparece
toma para defenderse del desprendimiento de angustia. La cuando el objeto a que integra el fantasma, viniendo de lo real
fobia no es la angustia, el objeto fóbico es un protector de esta imposible, amenaza con hacerse posible en lo real.
angustia y reemplaza, como significante, a la función paterna El fóbico, construye su objeto que es llamado como signifi­
debilitada. cante para suplir la falla del Nombre-del-Padre a poner un lí­
La instancia represora es la función paterna, se de���e en­ mite al goce. Los objetos de la fobia son, en particular, anima­
tonces que esta función no cumple enteramente su rrus1on _pa­ les y lo que parece saltar a la vista de cualquier observador
ra el sujeto que construye una fobia. Dada esta falla, �l suJeto cuidadoso es que todos ellos tienen un rasgo común: pertene­
debe crearse un objeto exterior que termine de cump�ir con_ la cen por esencia al orden simbólico. Es precisamente esta ho­
función paterna debilitada. Este sustituto paterno sera el obJe­ mogeneidad lo que motiva a Freud, en el texto "Tótem y Tabú"
to fóbico. El miedo a la castración, dice Freud, es el motor de la a construir la analogía entre el padre y el tótem. Estos objetos
represión y de la producción de la neurosis. O sea, la angustia tienen una función específica: suplir al significante del padre
_ en posición simbólica.
de castración produce la represión y es una señal del yo que m-
terroga la cuestión del padre.
. .,
La angustia de castración es una mterpretac10n del deseo
del Otro, que implica la respuesta fálica al enigma que compor­ Fantasma y realidad
ta ese deseo. A falta de esta respuesta fálica derivada de la fun­
ción paterna, responde el objeto desde su dimensión de ser, de El fantasma inconsciente determina para un sujeto su reali­
deshecho. La angustia se ubica precisamente en este momen­ dad. Es el prisma, los anteojos, la ventana, -todas ellas metáfo­
ras válidas-, a través del cual el sujeto aprehende su mundo, es
to de espera de una respuesta venida de la función pater?"ª·
Sobre este fondo freudiano, Lacan propone en el Serrunar10 decir tanto su semejante corno su pareja sexual. El fantasma es
x, "La angustia'', un abordaje de la cuestión paterna sit�ando la para el sujeto una respuesta que él se ha construido para hacer
angustia en lo real a partir de la relación de la angustia con el
3. Segundo piso en el grafo del deseo.
• Norma Alberro • • HACIA LACAN • 75
74

l objeto como resto, como deseo del Otro articulada con la pregunta esencial q ue inau
el sujeto vuelve a ocupar el lugar de e.
o producto de l a m adr ra el fantasma "¿Che vuoi?" (¿Qué quieres?)3. Afirma q ue la :_
producto, y vuelve a situarse com
da su estructura . Este afec­ tructura del fantasma y de la angustia es la misma .
En las fobias, la angustia devela to lugar de falo de la
o es rechazado de ese La aproximación a este defecto en donde el significante del
to surg e cu ando el niñ
padre en posición simbólica ombre -del-Padre �esfallece , se revela clíni cam ente por este
madre y, al salir, no encuentra al :
do de ese lugar de privilegio, ect � q ue º engana : l a angustia. Es la ang ustia q ue marca l a
que organice su salida. Es desaloja -�
dre, ser el deseo del deseo del aproxim�c10 n del goce en tan to op uesto al des eo. Ella es lo ue
de ser el falo que completa a la ma
la metáfora paterna que le le �obreviene al sujeto cuando éste interroga al Otro acerca�el
Otro maternal, pero no encuentra
ión con su Ideal del Yo. emgma de su �eseo. Fuera de este m omento de vacilació n
per mita acceder a una identificac an­
n paterna aparece l a
En el lugar de esta falla de la funció marcad� por la mterpelación al Otro, el sujeto asegura su ho­
-castración de la madre de­ meostas1s gr�cias al fantasma . El síntoma de la fobia aparece
g ustia , como prueba de que la falta
fobia se construy e como sín ­ � uand? el o bJ eto a que integra el fantasma, viniendo de lo real
rivada del padre-viene a faltar. La o de ang ustia . L a
e del desprendimient 1mpos1�l�, amenaza con hacerse posible en lo real.
toma para defenders
ico es un protector de esta El fob1co, cor_istruy e su objeto que es llamado com o signifi­
fobia no es la angustia, el objeto fób paterna
angustia y reemplaza
, como significante, a la función c
�te para suphr la _falla del Nombre-del-Padre a poner un lí­
mte al goce. Los o bJ etos de la fobia son, en particular, anima -
debilitada . e en- �
ión paterna, se deduc es_ y lo que parece saltar a la vista d e cualquier o bser vador
La instancia represora es la func ión pa­
tonces que esta funci
ón no cumple enteramente su mis cmdadoso es q ue todos ellos tienen u n rasg o común : erten e ­
a esta falla, el sujeto
truy e una fobia . D ad cen por esencia al orden simbólico. Es precisamente �sta ho ­
ra el sujeto qu e cons ir con la _
ue termine de cumpl mogene1�ad lo que motiva a Freud, en el texto "Tótem y Tabú"
debe crearse un objeto exterior q r s rá el obje­
sustituto pate e
� constrmr la analogía entre el padre y el tótem. Estos o bjetos
función p aterna debilitada . Este
no

, dice Freud, es el m oto r de la tienen _u� ª f�ción específica : suplir al significante del pad re
to fóbico. El miedo a la castración gustia -
a neurosis. O sea, l a an
represión y de la producción de l que in -
en pos1c1on simbólica .
n y es una señal d el y o
de castración produce la represió
el padre.
terrog a la cu estión d
interpretación del deseo Fantasma y realidad
L a angustia de castración es una
fálica al enigma que compor ­
del Otro, que implica la respuesta
sta fálica derivada de la fun­ El fantas�a inconsciente determina para un sujeto su reali­
ta ese deseo. A falta de esta respue im ensión de ser, d e dad.�� el pnsma, l?s anteojos, la ventana, -todas ellas metáfo­
e el objeto desde su d
ción paterna, respond omen­
recisam ente en este m as álidas-, a tra ves del cual el sujeto aprehende su m undo es
deshecho. La angustia se ubica p función paterna.
� �
ecrr tant? su semejante como su pareja sexual. El fantasm� es
espuesta venida de la
to de espera de una r
pr op en el Semina rio para el SUJ eto una respuesta que él se h a construido para hacer
Sobre este fondo freudiano, Lacan
one
cuestión p rna situando la
X, "La angustia", un abordaje de la
ate
ang ustia con el
angustia en lo real a
partir de la relación de l a 3- Segundo piso en el grafo del deseo.
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frente a la pregunta acerca del enigma del deseo del Otro. un poco mejor lo que se refiere a su fantasma fundamental,
Es una respuesta preconcebida que, podemos decir, sirve
que Lacan conceptualiza como "atravesamiento del fantasma"
para todo. Le asegura al sujeto un lugar en el Otro y le otorga
pero ello supone también, que el sujeto reconozca la forma en
una significación a este lugar. Claramente se muestra la fun­
la cual él se inscribe en su fantasma; incluso si esa forma es la
ción de tapón a la falta del Otro que cumple el fantasma. La
de una elisión: ("yo no tengo nada que ver"). Por este proceso
función del fantasma en el ser hablante, en tanto que él está ta­
el sujeto descubre en el objeto a, la materia de la cual está he­
chado, es de hacer desaparecer la división del sujeto con el ob­
cho y, por otro lado, reconoce que él se reduce a esto.
jeto, y por otro lado, al pretender manejar su deseo, es un tes­
Aunque también el análisis del fantasma implica que el su­
timonio del rechazo del sujeto a representarse como un
jeto perciba lo que pone de sí mismo en el movimiento por el
muñeco maniobrable por el significante.
cual él se reduce a su objeto a.
Pero, a veces, lo imprevisto irrumpe y el fantasma no es su­
ficiente para asegurar el reencuentro del sujeto consigo mis­
mo, y la angustia hace su aparición. Este desencadenamiento
se produce frente al encuentro del sujeto con un goce desco­
nocido para él y por lo tanto incontrolable. Este goce no es re­
ductible a la significación fálica que le garantiza el fantasma. Si
el neurótico dispone del fantasma para ofrecerle al Otro y po­
ner límite a la angustia, es a partir de este punto de angustia
que Lacan va a distribuir los tipos clínicos de las neurosis, a sa­
ber: la fobia, la obsesión y la histeria.
Es importante destacar, además, que Lacan pone de relieve
y le da un valor en la teoría, a la afirmación de que el fantasin:a
es también lo que llamamos la realidad. Esto se pone de mani­
fiesto en el curso de un análisis en el cual un paciente puede
darse cuenta cómo las relaciones que le parecen bien reflexi­
vas, racionales y "realistas", son en el fondo determinadas por
los escenarios inconscientes en los cuales él se encuentra suje­
tado sin saberlo.
Ahora bien, una pregunta se impone desde nuestra práctica
como psicoanalistas: ¿Cuál es el lugar del análisis del fantasma
en el trabajo analítico? En mi opinión es una cuestión esencial,
tanto que me atrevo a decir que no se puede conducir un aná­
lisis si se desconoce la importancia del fantasma. En cuanto al
final de una cura, ella supone que el sujeto llegue a comprender
VI. SíNTOMA, GOCE Y CUERPO

Lacan dictó el Seminario V entre noviembre de 1957 y julio


de 1958, cuyo título es "Las formaciones del inconsciente". En
este seminario aborda la función del significante en el incon­
sciente. Los cuatro seminarios anteriores alternaban entre el
significante y el sujeto. El punto de partida lacaniano para
abordar las formaciones del inconsciente es la tesis freudiana
que afirma que la verdad del sujeto puede escucharse a partir
de los chistes, lapsus, sueños y síntomas.

El síntoma
En el síntoma el inconsciente se manifiesta como verídico,
sin embargo, no es suficiente con escuchar el sentido para que
la verdad se revele. Ésta se reconoce en la sorpresa, en el deve­
larniento, en el instante en que el inconsciente deja escapar el
sentido del síntoma. La verdad sorprende al sujeto, que cree
saber lo que le pasa, y le da al síntoma el carácter de algo par­
ticular que produce malestar en el sujeto.
Desde que esta verdad se revela, el sujeto no es más "feliz en
su malestar" ·con su síntoma, algo comienza a no andar como
antes. El sujeto sabe que el síntoma le concierne, aunque aún
no sabe de qué manera.
En el Seminario XII, "Problemas cruciales del psicoanálisis" 1,
Lacan afirma que en la experiencia analítica "es esa relación tan

l. Lacan, J., Seminario XII. Inédito.


• HACIA LACAN • 81
• Norma Alberro •
80

lo q ue se llam a Lo i1:1posi ble c? ncierne a la relación sexual que no existe,


er sobre él mismo
particular del suj eto a su sab ndo y re bre l a ve�dad como vimos antenormente.El síntoma aparece como la tenta­
ermanec e en el fo
cu
s íntoma". L o q ue p
_ tiva de invalidar es ta p roposición . El sín tom a indica que algo
, " l no sabido , se ­
para el suj eto es del orden de
lo rea l es un rea
llo que recu- no funciona en el campo de lo real, puesto que el neurótico en ­
el real del sex?, aque
gún la expresión de Lacan, es cuentra su goce en el s ín toma au nq ue sea poco satisfa ctori o. El
deseo : el obJ eto a. . te en
bre el obj eto real que causa su tenid � por e� paci
en goce está del lado del obj eto y se diferencia del deseo.
La búsqueda d e la v e rda d es sos
, baJ O tr sferen­ Esta relación al goce es particular para cada suj eto. Las es ­
étrica con la instaurac i on , �
u na relación disim a necesidad p a­ tructuras clínicas muestran variaciones de esta relación. En el
to sab er. E l s ín t om a es �
cia, del sujeto supues
xper�enta, es su sal­ psicótico, la forclusión de la metáfora paterna expone al suj eto
í p íq a de aquel que lo e
ra l a econ entre el yo Y a un goce no reglado por el goce fálico, y carece de una función
om a s uic
ul a de co�promiso
vaguarda, y traduce una fórm s ntoma es un _m�
d o de que p ueda hacer un límite a la cadena significante. Esto hace
n inconc iliable. El �
una representació o si?mfican­ que el p sicótico crea con certeza absoluta a la realidad de las
o com� signo o com
protección . P uede ser tomad
cuestión del sentid
o de la patologia Y �
d ;ª v? ces alucinadas por él. El neurótico, en cambio, se quej a de su
te, esto plantea la s�n toma y cr�e en él, en la medida q ue piensa q ue su s ín toma
a lo r eal . �a p roducc
ion
relación del suj eto
or ganización de la 1 me su tiene un sentido y busca que el analista lo descifre.
ada a la maner a com
o el su eto asu
del síntoma está lig íi: � s) , El síntoma del neurótico obsesivo se sostiene en tanto que
unciar a
a
real : no quie re ren
su �)s s tom
conf rontación a lo v ni ega el deseo del Otro y fo r ma su fantasma acent uan do la im ­
. Que el cu_er�� este des m est ido
puesto que de él extrae goce de las dos ma- posibilidad del desvanecimiento del suj eto. La histeria, como
do en el histen co,
en el psicótico, o sobreinvesti en el caso D ora, sup one que el deseo se manti ene solo en su in­
nera goce. , .
neras el síntoma ge . a, si- satisfacción desapareciendo como obj eto. Lac an, al final de su
g i q se enunci a el smtom
Es como funció n fic an te ue
n si
Es en o bra, se ori enta haci a la relación del fantasma y el síntoma .
lico en lo real.
í un pa r ticular de l o simbó
tua nd o as efe cto
aquello q ue no Freud articuló una implicación del fantasma en el síntoma en
e el síntoma como
el campo de lo real que surg z se, aun�ue su artículo "Los fantasmas histéricos y su relación con la bise­
o busca desembar �
a
funciona, y del que el suj et nsciente. Mien­ xualidad "2. En el inconsciente, los fantasmas son retoños de las
a su sistema i n�o
también provoca placer par a le provoc a, fantasí�� ?iurnas, concientes aunque reprimidas.El obj etivo
tras el suj eto no perc
ibe el malestar que el smtom del análisis era, entonces, hacer conscientes l os fantasm as en
mayores problemas
. . ..
convive con él sin mc1p10 tanto causa de síntomas.
ar g la ec onom ía del p�
Es cuando el sínt om a des re la
uica, que el suJ eto de
­ Ahora bien, para Lacan esto plantea una dificultad p uesto
an g rdián de la vida psíq
de p
ua
e le prov? ca. que en su teor ía el síntoma es del orden del lenguaj e y el fan­
lac er en t to

manda un análisis
para calmar el sufrimiento q�
sfacción paradoJ al
, es decir pla­ tasma es del orden imaginario. El estadío del espej o es la m a­
_
Lacan introduce en esta sati po ible. po­ tnz de todos los fantasmas. Al introducir el obj eto a, real, en la
cer que provoca sufr
imiento, la categoría de lo im � mpos�1ble.
fine lo real com� e�t� 1
niendo lo real a lo posible, de c1pio de �lacer.
o obstáculo al prm
Para Freud lo real aparece com
2. Freud S., ?,br� _Completas, Vol. l. "Los fantasmas histéricos y su relación con la
eglan para el suJ eto
. _ '.
ue las cosas no se arr
b1sexual!dad. Blbhoteca Nueva. Madrid, 1968.
L o real es tá allí, a un q
• • HACIA LACAN • 83
• Norma Al berro

causalid ad en
el En la teoría de Lacan es posible detectar dos tipos de goce: el
a a éste una
irmula del fanta sm a , La c
:t�:�a una clínica de l a artic�a­ goce fálico, reglado por el falo y la castración y otro goce, relativo
a ma�er �
p
m . D st . sta en JUe­ al cuerpo como tal, se lo denomina goce del Otro. El goce sexual,
nt
te que pasa por la pue
a e e
ifi
o
lÓn d l f t sm al sig al iden - fálico es un límite al goce puro del Otro, del cuerpo como tal.
a falta fund am
a n can
ortador de un
e an a ent
bar d
_ X '. P l suJ· eto El ser del cuerpo del Otro no puede alcanzarse por la inci­
0 del O ra o
. ) . Del fant asma
cante falo (el>
tro e
mo sig mfl la expe- dencia del significante amo (S1) y de esto sólo queda un resi­
ficado co
e n_ · am e nte al sm, toma , per o orient a
.labla poco, tra
onde ambo s s
e cr u zan. duo parcial de goce que se llam a o bj eto a.
el punto en d
c n

iencia analítica h acia Lo necesario del goce fálic o está lig ado a lo imposible de es­
te otro goce, el goce del Otro, del c uerpo del Otro. El síntoma
produce malestar y sufrimi ento en el sujeto, cuando alg o del
:.1 goce goce del Otro, del cuerpo del Otro en tanto que orden de lo
a de
. t á com o caus rea l, comienz a a apar ecer y hacerse posible. Pod emos d ecir
eto es l o que es
e h y d e re al en;1 su� r al go­
Lo q u a
orror un h orr r
o inh e en te
que el sín toma intenta h acer p osible lo q ue es imposible. Es
sió . Est real pro uce t c el
su divi e
sf�erzo de reencuen
on este momento que el sujeto siente que algo no anda bien, al­
oce apunt al. e
n ro

ce. Par a Fr d el g :i , n a la repetición . T n p ara


g o falla en él y recurre a un análisis como in tento de calma r su
comp s10
eu a to

obJ· eto perdido. Es la .


ica m ás allá del princ
ipio sufrimiento.
L can , el goce se ub o-
Freud com p . en el orden de la pulsión de muerte. g El
o ara a

del placer, �s d crr, del dol or. Es or p


acer, incl uso
e
l l do d l dis , p l
ce se inscnbe d del dol or, del su­
e
om d el l ado
e a
l smt B goce del psicótico
ello qu e es posibl e sit u ar e
f 1
a d el l ado d e
frimient o y al fant asin: , p / ·
n p:�:: los
límites del goce, El efecto de la metáfora paterna, o sea la operación del sig­
eurótic o se d
fie d nificante del Nombre-del-Padre, es producir la significación
El n e n e ara

s:
por cuatro in stancia en su economí
a d e h omeosta
sis, es fálica, al mismo tiempo que tacha el significante primero. El
1. El pri acceso a la significación fálic a está ligado a la castración al -<p.
ncipio del pla cer:
una barrera al
goce . . tro con la Cosa , Esto significa que el goce está sometido, tanto en el hombre co­
híb 1 m ees t o, el encuen
2. La ley: que pro e e
mo en la mujer, al falo.
. insatisfe - La forclusión del Nombre-del-Padre tiene por efecto la im­
das Ding.
uy a natur aleza
misma es la de quedar
3. El des eo: c posibilidad para el sujeto de inscribirse en la función fálica . Las
cho. ef ecto del
o de goce por consecuencias de esta falta de inscripción son vari as:
rp o est, desiert
el ª
ª ·
dre El goce retorna
4. El obj cue
• se produce una liber ación del fanta sma. Allí donde el n eu­
ombre-d e1 - p
eto a: en

signific ant e d e 1 N . dos en las zonas erógena 1o s, rótico imagina su fantasma, el psicótico lo realiza.
gm e � 1ocal
forma de fr ene, voz,
cremento s, p • No hay par a el psicótico, una localización del goce en cier­
n to
etos a�:eno, ex
a
ll m bJ ación d e se -
que L tas regiones del cuerpo, llam adas zonas erógenas, sino
. da, 1a nad ) Son restos cai'dos de la oper
a a o
ª. ·
acan

mira e l a Ley. q ue el goce invad e todo el cuerpo del suj e to. El goce no
por e1 significante d
paración organizada
2 • Norma Alberro •
• HACIA lACAN •
83
órmula d el fantasma, L acan otor ga a éste una causalidad en el
íntoma . De esta ma�er� ?es priega una clínica de la articula- En la teoría de Lacan es po
sible detectar dos tipos de
goce fálico, reglado por el fal goce: el
:ión del fantasma al s1gmf1cante que pasa or la puesta en jue­ o y la castración y otro goce
al cuerpo como tal, se lo de , relativo
�o d el Otro barra_d0x, portador de una falt� fundamental iden- nomina goce del Otro. El go
. fálico es un límite al goce pu ce sexual,
. '. ante falo (el>). D el fantasma el sujeto
:ificado como signific ro del Otro, del cuerpo com
El s er del cuerpo del Otro o tal.
1abla poco, contran_· amente al sm , toma , pero orienta la expe- no puede alcanzarse por l
d encia del significante am a inci­
riencia analítica hacia e1 punto en donde ambos se cruzan. o (SI) y de esto sólo queda
duo parcial de goce que se un resi­
llama objeto a.
Lo necesario d el goce fálico
está ligado a lo im
te otro goce, el goce del Ot posible d e es ­
El goce produce malestar y sufrim
ro, del cuerpo del Otro. El
síntoma
. iento en el sujeto, cuand�
Lo que hay de real en el su to es lo que está como c ausa d e goce d el Otro, del cuerpo algo d el
h del Otro en tanto que ord
su división. Este real produ orror, un horror inherente al go- real, comienza a aparecer e n de lo
y hacers e posible. Podemo
que el síntoma intenta h a s decir
ce . Para Freud el goce apun�= al esfuerzo de reencuentro con el cer posibl e lo qu e es impo
. est e momento qu sib l e. Es
objeto perdido. Es la compuls10n , a la repetición. Tanto para e el sujeto siente
que algo no anda bien, al­
Freud como par a Lacan' el goce se ubº1ca más allá del principio go falla en él y recurre a un
análi sis como int
sufrimiento. ento d e cal ma r su
d el placer, es decir, en el or n d la ulsión de muerte. El go-
ce se inscribe del lado del :�pla:er �ncluso d el dolor. Es por
ello que es posible situar el smtoma'del lado d el dolor, del su­
frirniento y al fantas�a del lado del placer. El goce del psicótico
El neurótico se def1end e, para no pasar los límites del goce ,
El efecto de la metáfora p a
por cuatro instancias: terna, o sea la operación d
nificante del Nombre del-P el sig­
l. El principio del placer: en su econorní a de homeostasis, es - adre, es producir
l sig nifi
fálica, al mismo tiempo qu a cación
una barrera al goc e. e tach a el signifi
acceso a la significación fál cante primero. El
2. La ley: que prohíbi e el i·ncesto el encuentro con la Cosa , ica está ligado a la castració
Esto significa que el goce est n al -<p.
das Ding. á sometido, tanto en el homb
. mo en la mujer, al falo. re co­
3. El deseo: cuya naturaleza m1sma es la de quedar insatisfe-
L a forclusión del Nombre-d
cho. el-Padre tiene po
r efecto la im­
posibilidad para el sujeto d
4. El objeto a: el cuerpo esta, desierto de goce por efecto del e inscribirse en la
consecuencias de esta falta fun ció n fálica . Las
· ·t·icante del Nombre-de1-Padre. El goce retorna en
s1gm d e inscripción son varias :
. • se produce una liberación
forma de fragment � 1o al dos en las zonas erógen as, 1o del fantasma. Allí donde el
rótico imagina su fantasma neu­
que Lacan ll ama O �J et O� a��no excrementos, pene , voz,
'd.
, el psicótico lo realiza .
. ad a la nada). Son restos cai os de la oper ación de se- • No hay para el psicótico, un
a localización del
tas regiones del cuerpo, ll goce en cier­
::ación organizada por el significante d e la Ley. amad as zonas eró
genas, sino
que el goce invad e todo el
cuerpo del sujeto. El goce
no
• HACIA LACAN • 85
• Norma Alberro •
.
es un sopor te de expre sión en c1�rtas patologías : son los "males
de goce como en .
po, no es u n desier to del c uerpo". Si atr ibu1·mos a lo s smtomas una s1t> ._.LU.cac1 ón par-
·cm;fi
está fuera del cuer punto que .
os ór ganos a tal
i , o que inv ade l t1cular procedente del cuerpo simb " 'lico, podemos referirnos a
el egresión tó-
n t ípica de l a r d p;abr a del �u�r po", en una
ró t co sin
a fragmentació estos trastornos en térrni
neu
lleva al j l �
lengua en donde el goce s:�onJuga c?n _e; sufrnrnento.
su eto a
ejo.
pica al estadío del esp lada por el significan- .
d l p ry ó no está regu Freu d mostr ó cómo el síntorna h1stenco era la conversión
• La funci ón e su e
staur a un a ley
que prohí­ .
som ática de un afecto m uy m tenso · el y o consciente repr ime
·
el-Pa dre. Éste in
te del Nombre -d pon e propia ley,
ó , en c ambio, im u�a representación inaceptable'q_, u� v� ª encontrar en las m a-
be el inc esto. El supery
su

erativ o de goce
". Est e supery ó orde­ rnfestaciones físicas, una traducc10n srmb0'lica. eorno señala
que Lacan llama " imp b ición. Hace emerger
un go­ .
j a g ozar, sin prohi Lacan, el síntoma es "un 1en aJ e cuya pala bra debe ser libera-
al en un
ica al p sicótico da". El síntoma adq uiere r
eto
el falo, que ub
su
s, val� r de me�saje, es�á del
na
gl d p ryó, en
tración. El supe lado sim bólico y per tene�:: �a,��� rmac 1ones _del mconsciente.
re a o or
eseo y a la cas
ce no
tiempo an o al d Cosa
el registro de la
teri r
oce, se sitúa en La segunda ver tien te del smtorna, se sostiene de su expre-
�t
tanto imp i d g
nal (Otro primor ­
era t vo e
cuer p o mater sa. El cuer po es
como goce del
or da primitiva
cuy o
sión corp oral sentid o
�� �� dr �eba dolor?
el padre de la h
(das Ding), � eC:{' presentifica o sim boliza
la coartada d l incons e ,
dial), o en el registro d lo que no puede ser dichos:�: l s p _abras. Es un _signo, un lla ­
goce no tiene límite. :pr? xima. Parecena que expre ­
mad o que huy e cu an do
sarse con el cuerpo es meno oso que � º � _las pala bras,
:r
puesto que no se arriesga na�:'. a contra d1cc1 on, ni la con -
El cuerpo .
fecto fronta ción con su propia histona, con su identidad
ón d e la m etáfora
pater na tiene como e ..
En la o br a de Lacan, es posible encon trar una diferen cia en -
La p o. Esto implica
na fi­ .
e al goce: el fal
o era ci u
u gnif i ant tre el concepto de or an1 q e es e� ser vivie nte y el cuerpo.
pr incipal d alización se hace a
si c
ación. E sta l oc Este último no está d!do ��;de e� orrnenzo, s� nace ser vivien­
ar s
, un l aliz el
jación del g decir a Lacan qu e para
a o c
te, luego se construy e un cuerpo. �n este sentido el cuerpo no
oce
es l o que hace
través de una pérdida, goce.
un desierto de es pr imario, es secundario.
neurótico el cuerpo es q ue se llama el sist
ema de
a , l Otr o, el gran Otro, l Para Lacan la idea de que el viviente no s un cuerpo, es una
o
P a L cia es el pri ­ �
o como presen
ac n e
uer po. El cuer p
ar
an , l er signi­
afirmación constante en s u o bra,_aunque existen variaciones en
s ignific es, lugar del prim . .
es e c
s ins cripcion
tes
la esta constanc ia · En un pnmer tiempo ant�nor · al Discurso de
m er lugar par a m arc ar
do y es por esto que . d
p e t h h o para ser m arca Roma, el cuerpo se construy e a partir e la rmagen orgariizada
ficante. El cu o­
io mismo de t
ec
á
.
ga al cuer po el princip
er o s
en el estadía d el espeJ·o· Lacan co, nsidera que para hacer un
el síntoma histérico otor La histérica "habla" a través de sus . .
ante. cuerpo se necesita un or g . arnsmo mas una rmagen, la unidad de
da posibilidad signific es u na escr itur
a para descifrar.
a sivo Su cuerpo
. cesó de la imagen da unidad al erpo, y a q�e el or ganismo es un con-
sínt sciente, Freud no
s
junto de órganos, disp:�sos, que aislados forma n el cuerpo
s con ver
ento del in con
om
D d l d bri mi cuerpo
cuerpo. Nuestro
esc u
e éste sobre el
es e e
r la inc i de nci a d
remarca
86 • Norma Alberro • • HACIA LACAN •
87
despedazado. Es la imagen que recibe desde el espejo, la que �ec_es ario saber si p ara
el p aciente, es una se .,
otorga al sujeto una ilusión de unidad corporal. En este conce p­ md1caría que su irnagen e nsac10
specu1ar ha sid0 a1ter
n que nos
, ada, o bien son
to encontramos, entonces, una oposición entre el organismo solo palabras que pronun .
cia·"u 1ern a se pasea", es dec
desunido y despedazado y el cuerpo unificado por la imagen. 1:ivel de lo dicho. n E este eje�p�\� pue ir a
Pero Lacan no se quedó allí, a partir de "Función y campo ndad, la disyunción e . d e observar c on
cla-
ntre orgamsm o' im · agen especular y
de la palabra y del lenguaje" 3, introduce también un principio cuerp o tomado por el s .
igmTicante, es decir en
descifrador de las funciones del inconsciente, a saber el traba­ verbalizado. tanto que es
jo de los mecanismos significantes. Afirma que es el significan­ En las somati zaciones .
histéricas en camb10, observamos
te el que introduce el discurso en el organismo. En este segun­ un a paciente que tie .
n e un brazo p
do período, el autor asegura que el organismo es una unidad e jemplo freudia aralizado, para tomar u
no. La imagen d _su c n
en sí, es una cohesión . Sin embargo, esta unidad no es sufi­ da, en cambio, su orga uerpo n o está perturba­
n ismo es�a re
ciente para otorgar un cuerpo al sujeto. Para que la individua­ esto mismo que los me' almente alterado. Es
d1cos
· se asombran
por
lidad orgánica sea un cuerpo hace falta el significante que ha­ causa que justifique di s�·n �1:contrar una
cha parálisis . p
ce unidad. Esta nueva conceptualización nos da una fórmula el brazo paralizado, s ara la histenca que tien
. u 1· magen especular est, · e
del cuerpo: se de fin e por una imagen más el significante que b10 su organismo y su c a mtacta, en cam-
uerpo en tan to dicho,
hace Uno, es decir el Nombre-del-Padre. La disyunción se esta­ terados. e stán am bos
al-
blece entonces entre el organismo, la imagen del cuerpo y el Ahora bien, para Lacan .
el p er cu
cuerpo en tanto que es tomado por el significante . decir lo que él llama el
cuerpo ;;ro _s1m _ :Tº es el lenguaje, es
El cuerpo de los enfermos que llamamos esquizofrénicos y· un cuerpo en tan to que . o ico. Lo simbólico es
e s un s istema .
aquellos que consideramos histéricos son diferentes. Para esto un cuerpo incorporal qu . d e relac1· on es mt ernas; e s
e al mcorp
voy a tomar un ejemplo de un paciente psicótico que obse rvé cuerpo. Dic ho de otra orarse al sujeto le da un
'manera, este cuerpo ·
tro es el lengua·e que que dec1m · os nues-
en un hospital psiquiátrico. El en fermo se paseaba por los jar­
. 1 lo disc1.erne La no · ,
dines del hospital, gestic ulando y diciendo de viva voz que una rmento de l cuerpo, irnp ci_o d e despedaza-
lica q ue es e· l lenguaJ e
n

de sus piernas "caminaba'' delante de él, no podía controlar gan os y les da nombr que aísla los ór-
es, el cuerpo
despedazado. Lacan funcionan do es un cue
que ésta decidie ra irse en contra de su voluntad. Ahora bien , insiste sobr� este he rpo
esto no impide observar que su organismo conserva su un idad cuerpo habita el len_gu cho: "es porque el
. 1 a·Je que existen los órg
y que sus piernas continúan en el lugar habitual. Esta pierna ditl"
:/ . Esta tes1s an os" "rr•1.Letour-
acamana, implica en
po por el hecho de ser el fond� que somos cue
que se pasea sola, podemos decir que es a nivel de la imagen es­ .
dicho. El SU Jeto preexis r­
pecular que aparece desprendida del cuerpo. O bien , a nivel del y lo supera después de te a este cuerpo
. . la muerte. El cuerpo m
significante. Para decidirse por alguna de las dos alternativas es J eto se sig ue hablan do. La durac1o ., uere , p ero del su-
alcanzada por el signifi n d e l SU J
· to en tan to que
can t c de _ la dur_a_
e
es
En este sentido, podem ; c ión d l cue
os afi �� ;a disyunc1o e rpo.
3. Lacan, J., Escritos. "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanáli­ te y del cuerpo. n del significan
-
sis", conocido también como "Discurso de Roma".
----- SEGUNDA PARTE -----

La práctica psicoanalítica
VII. LA TRANSFERENCIA

Transferencia y resistencia

La terapia psicoanalítica, creada por Freud, consistía desde


el principio, en lograr que el paciente repita el proceso psíqui­
co que dio origen a los distintos síntomas, lo más vivamente
posible, y con él el afecto concomitante, retrotraído al status
nascendi y luego expresado verbalmente (Comunicación preli­
minar)l.
En esta idea se puede observar que el concepto de repetición
aparece como un concepto fundamental en la teoría psicoana­
lítica. A partir de esta idea Lacan va a organizar su Seminario XI,
"Los cuatro conceptos fundamentales" del psicoanálisis: repe­
tición, pulsión, inconsciente y transferencia.
En el artículo "Recuerdo Repetición y Elaboración" (1914)2,
Freud continúa con esta idea, pero delimita dos campos: el del
recuerdo y el de la repetición; éste se refiere a los fantasmas,
son las escenas que se repiten en acto. Nunca fueron conscien­
tes, de allí que no constituyan verdaderos recuerdos, no hay
huella rnnémica de ellos sino que son escenas pertenecientes
a lo imaginario.
El fantasma es interpuesto, superpuesto entre escena pri­
maria y síntoma, en una función defensiva, como resistencia,
respecto del retorno de los recuerdos. El fantasma tiene una

l. Freud, S., Obras Completas, Vol. I "La histeria", Comunicación preliminar (Breuer
y Freud). Biblioteca Nueva. Madrid, 1968.
2. Freud, S., Obras Completas, Vol. II "Técnica psicoanalítica". Biblioteca Nueva.
Madrid, 1968.
• HACIA LACAN • 93
• Norma Alberro •
92

real al cual l a En el Seminario I, Lacan dice que l a situación analítica es


función de pantalla resp ecto de un recu erdo una estructura, es decir qu e algunos fenómenos son aisl ables
tida . Cuando Freud se pre ­
pulsión está enl azada y comprome sep�ables. El fenómeno mayor de l a transferencia es l a resis�
l o que se ha incorp orado
gunta -¿qué repite?- contest a, todo i­ te1_1ci� Y emana de lo que está por ser revel ado, es decir de lo re­
a su s er partiendo de l a
s fuentes de lo repri mido: sus inhib pnrrudo. En l a medida que la pal abra, o sea aquella que puede
s y sus rasgos de car ácter
ciones, sus tendencias inutilizable re�elar el secreto más profundo del ser, no puede ser dicha el
patológico. SUJ eto sólo puede dirigirse al otro con los fragmentos de e�ta
mienzo de l a cura y está
Esta repetición aparece desde el co n "Iniciaci ón
p al abra, la palabra verdadera no puede ser toda d icha, sino só -
er encia y l a resist en cia. E
en rel ación con la transf 1� sus fragmentos. El olvido implica precisamente la degrada­
nos pacient es comienzan ,
al tratamiento"3, dice Freud que algu e ceder a l a de­
c�on � e l a palabra �n su relación con el Otro. La palabra es me­
_
ocurre nada. No se deb
diciendo que no se l es diacion entre el suj eto y el Otro, es revelaci ón . L a resist en cia se
a sobre el que han de h a­
manda de que l e marquem os el tem produce cuando la palabra reveladora no se dice. La pal abra
l a que se hace presente y se
blar. En estos casos es l a resistencia cuando es revel ación del inconsciente fracas a, y l a resistencia
se enlaza a l a situación del
opone a la asociación. Todo l o que es la forma en que apare\:e en su relación al Otro. D e esta ma­
encia sobre la persona
tratamiento corresponde a una transfer para constituir se en �era l a si�uación analítica es una rel ación de tres: palabra -su­
ia muy adecuada
del médico, transferenc J eto -analista .
resiste ncia . �reud afirma que la resistencia en la cura ap arece cuando se
com o contenido un
Esta reproducción entraña siempre d�tlene la producción de las asociaciones que po drían c ondu­
por tanto del complej o de
fragmento de la vida sexual infantil, c� a un� revelación de la palabra verdadera . Ante esta resisten ­
e lugar siempre, en forma
Edipo y de sus ramificaciones y tien n �ia a �eJ a� abrir el inconsciente, se produce una relación al otro
escenificada, dentro de
la transferencia . A esta repetición e imagmar10, rel ación dual. A este momento de la cura corres­
sustitución de l a neur os i s
transferencia, Freud la denomina lític a pon�e el concepto de transferencia como resistencia . Es un
ferencia. L a tarea ana
primitiva por una neurosis de trans pasaJ e de la palabra en tanto orden simbólico a l a presencia del
repetido en lo recordado y
consiste en hacer entrar el material otro en cuanto semej ante. Se trata de desal ojar al analista de su
ón . Para lograr éxito en es­
permitir lo menos posible la repetici is­ lug� de Otro simbólic� y ponerlo en el lugar del t estigo, del se­
e conserve una cierta d
ta técnica, conviene que el pacient la apa ren te ��J�te. �l Yo se constituye en esta relaci ón dual al otro (rela­
ediante l a cual
tancia de estos hechos repetidos, m olvi dad o c��n unagmaria de unión): yo - otro, cuyo efecto es la constitu­
o reflejo de un
realidad sea siempre reconocida com l ectu ­ c10 n d e l a int ersubj e tividad , l a re s istencia se enc ar na
nos introducen en la _
pasado. Estas primeras distinciones precisamente en este punto.
e dos fórmulas:
ra que L acan hace de Freud. Parte d ���de el comienzo, en "Interpretación de los sueños"4, Freud
1. El inconsciente es lo sexual. defm10 la tr ansferencia c omo una for m a de desplazam iento.
por el significante.
2. El inconsciente está estr ucturado En este moment o teórico l a llama "falso enl ace", es decir, el
a Nueva. 4. Freud, s., Obras Completas, Vol. l. "Interpretación de los sueños". Biblioteca Nue­
II. "Técnica psicoana lítica". Bibliotec _
3. Freud, S., Obras Completas, Vol. va. Madnd, 1968.
Madrid, 1968.
• HACIA LACAN • 95
• Norma Alberro •
94
. ta las escenas pre cisamente de ese saber que el s uj eto supone que su incon ­
1 -! 1 del sicoanalis
sp 3:2-a sobre sci ente posee, y se dirige al analista para que tra ba j e sobre ese
pac i t : �::u no�ela familiar (padre, ma­
erson J
de l
p
e
saber. Se i nstala el sujeto supuesto saber, en donde el analista
en
vivida s alg y cree en. esta
re e1 analista
o desplaza sob .
con un

dre , h m ) . L cia ne - ocup a el lugar a qui en el paci ente l e supone sa ber so bre su
. dad . D e _ esta manera se mstala la transferen .
er anos

nueva re ali . sciente . inconsciente. Así, el paciente, interroga al analista com o el lu­
sciente lo incon
s l i t enci a a hacer con gar del Otro donde se decide so bre su existencia . Lo que el su­
gativa que e a res s
j eto no sabe sobre sí mismo, él supone que el Otro lo sabe . Es­
te Otro, que desde el lugar del inconsciente, puede responder a
Transferencia Y saber sus cuesti ones . El analis ta, desde el lugar del Otro, responde
. mo el lugar en donde con la interpretación . El analista no es adivino, él solo p uede
er defi do co
El inconsciente p uede ; er ninaci ones
del suj eto y la saber lo que el p aciente l e dice . D e lo dicho, el analista desci­
det\
m ti en reser va �s . edi o del fra , decodifica el mensaj e inconsciente que trae el discurso co ­
o el m ovirruen
to, el proceso por m
ene n
1!1
an
i
- de la palab r a.
se
trans fe . eladas a través
rriente del paciente, sin saberlo .
aci ones son rev
ren c a co

s d t rru er que
cual esa un saber. Un sab
nc , e 1u ar de
er n
t
e

El incon i t _ �e t l s que regulan la


et!rminacione
en
as
en e e s
t
sc
J�
designa el
este saber esca
pa al suj eto, él ignora Transferencia y amor
n o
p r
con

existencia de l s u J e t o , e o

este saber. . , ca, uesto que se refiere a to do Además de desplazamiento de palabras, en un análisis se
Es una ignorru::icia eqm�? eiser mismo del sujeto. Lo que produce transporte de sentimientos. No es un desplazamiento,
do,
onstituye el te)l los sentimientos y la transferencia se han vuelto equivalentes .
aquello que c os vividos, p en
sa-
h.ist n· , l aconteci· rru· ent
ha o lvi � 1: titu y Es necesario distinguir dos planos : la vertiente pasional, por
nstituido y lo cons
o a os

os que lo han co
o d s en
t
dad

miento s, tim i fi un lado, y aquella dirigida al saber inconsciente. Por otro l ado,
_ esión- es lo que pre
oranci_ � activ�:::���
sen en ere

aún . Es una ign u' ansferen­ diferenciar esto del conj unto de afectos que surgen en la cura.
estió por la tr
no saber. Est r p
� � : esto fue rech a-
Los recuerdos que el paciente cuenta en su análisis suelen
�erto d.i·s· placer, por
a re ion

implica estar acompañados de afectos diversos, son em ociones ligadas


cia . Este saber f, cil de sopor tar.
l ci encia . La _ ver � o- a la pala bra asociativa . No pertenecen a la transferencia , sino a
z :: s:ber también el sínt
da no

No sólo la transfere�cia re�:� e;


de a con
­ la repetición de experiencias pasadas. El amor de transferencia
ado
� l i
ueno, e r as form ciones de
con
l
n

ma, los l p s, er mite e l s­ es otra cosa, se sostiene de la presencia del analista y de la fun ­
_ ara el suj eto p
s
ate�ial devei5 do
su e

I
a cue

sciente . Este m bre ese sab er ción que él ocupa en la cura . D esde el punto de vista del psi­
u3 t .ª rru �n z a regunt
tionamient . E coanálisis el amor y el odio pertenecen a la transferencia nega­
e so
haya demand
ars

nora .PPara que


co
.
e o
ig
s
q
o l a de

que lo determm · p . ores: el sufnrru·


en- tiva . En transferencia ambos sentimientos son pasiones y son
cia de dos fact
ero ue

sario l a presen
a

análisis es nece equivalentes.

to y el cuestionarnient ,- . . es una dem anda de ayuda, pero Al comienzo del análisis el paciente confía al analista to do
o

La demanda de hsis _ . función lo que no sabe de él mismo . Lo que no sabe lo transfiere, por
al an alista en
unta dingi" da
ana

br t u pr g
es so odo na e
e
96 • Norma Alberro •
• HACIA LACAN • 97

suposición, a su analista. Esto que no sabe de él es su secreto tiene el objetivo de enseñar, de transmitir una información; en
más querido, es todo su ser, el sentido de su existencia, la ver­ el segundo el fin es dar órdenes. Ninguno de estos dos objeti­
dad de su deseo, los dilemas de su goce. Este depósito de secre­ vos define el lugar del analista. Este se define sólo por dejar pa­
to hace del analista un ser altamente investido para el pacien­ sar la palabra verdadera, la que proviene del sujeto del incon­
te' el analizante ama a su analista a causa de esta entrega de su sciente.
secreto. De allí nace el amor que se le porta al analista. A este Ahora bien, el amor en transferencia es una resistencia en la
amor, el analista responde por las interpretaciones, es decir en medida que detiene las asociaciones y es un llamado a la pre­
términos de saber. Con sus interpretaciones hace del saber una sencia del analista en su subjetividad. En tanto confianza al
verdad que puede cambiar al sujeto. Bajo transferencia, el analista, la transferencia mantiene un vínculo con el saber
amor está dirigido al saber. inconsciente; en tanto amor pasional, en cambio, implica la
El analista tiene que mantenerse al margen de este amor, separación de ese saber. En un caso permite la abertura del
sabe que es causa de este sentimiento, pero no debe responder inconsciente, en el otro, su cierre. Esta alternancia marca, con
de la misma manera. También sabe que puede ser causa de sus escansiones, el desarrollo de la cura.
odio y, en este caso, no debe responder al odio con agresión. En Los momentos de cierre, lo que aparece como amor, es tam­
todos los casos, el analista responde sólo a su deseo de analis­ bién material tanto como las asociaciones libres. La diferencia
ta, está implicado en su deseo, pero no en sus sentimientos. De está en las respuestas que requiere del analista.
esta fuente extrae su poder interpretativo. Al amor del pacien­
te, el analista responde en términos de saber, puesto que la de­
manda del paciente dirigida al analista es que él sepa sobre lo
que el paciente ignora de sí mismo y es por esto que se lo ama.
Lo único que se le pide al analista es no entorpecer el mecanis­
mo de la transferencia, es por esto que Lacan dice que la única
resistencia está del lado del analista.
Los puntos oscuros del analista, sus sentimientos y sus es­
tados de ánimo, pueden ser obstáculo para que el lugar del
Otro se despliegue y asegure la marcha del análisis. En este
sentido, el analista debe dejar de lado su subjetividad y traba­
jar sólo desde el deseo de analista, es decir como sujeto y no
como subjetividad (recordar la diferencia entre sujeto y subje­
tividad).
No hay simetría en el análisis, los dos sujetos no están en el
mismo nivel. Lacan distingue el discurso del analista y lo dife­
rencia de los otros dos lazos sociales: el discurso universitario
y el discurso del amo. En el primero, la palabra del profesor
VIII. LA DIRECCIÓN DE LA CURA

La práctica psicoanalítica es un encuentro entre un analista


y un analizante. El analizante consulta y enuncia una deman­
da. El analista es el lugar de una oferta: la cura. Si el analizante
hace esta demanda es, en primer lugar, porque él sufre de sus
síntomas, luego porque busca confiar a alguien este sufrimien­
to. En esta demanda se basa la confianza que el paciente depo­
sita en el psicoanálisis y en el analista que eligió.
Una vez iniciado el proceso, ambos, analista y analizante se
encuentran ligados por una relación que no cederá sino hasta
su separación. Esta relación es la transferencia.
La transferencia es lo que le da consistencia a este proceso.
Es el motor de la cura y el obstáculo más fuerte a la cura, dice
Freud. Es el alfa y el omega de la cura. Es el terreno donde se va
a resolver la neurosis.
El paciente transfiere sus sentimientos, sus experiencias
vividas, en la escena analítica. Esto significa que algo viene
en un lugar, la escena analítica, y que antes no había apare­
cido. Así desplazado, este algo, toma una significación y una
función inéditas, hasta ese momento. Este descubrimiento
se impone al sujeto puesto que, lo que encuentra es lo que
buscaba. El análisis, por vía de la transferencia permite una
adecuación entre la cuestión que el sujeto se plantea y su
respuesta.
La transferencia implica otros dos conceptos: la asocia­
ción libre y el inconsciente. Lacan define al sujeto como aquel
que habla. Es un lugar desde donde se enuncian palabras. El
analizante ocupa muchos lugares en su vida (hijo, esposo,
• Norma Alberro • • HACIA LACAN • 101
DO

res, él pareja asociación libre - interpretación, c onstituye el eje del


,r ofesional o empleado, etc.) pero en todos e stos luga
icante s, es d ir ��r método psicoanalítico.
e l suje to- está representa do por signif
ec
anah ­ Ahora bien, ¿qué es psicoanalizarse? Es una regla curiosa
,alabras. Estos lugares identifican al sujeto, pero en su
s por eso de la asociación libre, puesto que e l paciente es invitado a
is va a encontrar que estos lugares están determinado
allá d l qu él sabía d sí mism o. decir todo lo que se le pase por la cabeza. Es decir cualquier co­
e laci ones ubicadas más e o e e

stabl s ni inmu tabl s, m sa, "decir tonterías", según Lacan. El psicoanalista presta aten­
:'ambién descubre que no son e e e co o

últim , tamb ién p ­ ción a estas tonterías y les otorga importancia, con esto cons­
:l creía al principio de su análisis. Por o erci
y futu a. En truye sus interpretaciones que devuelve al paciente.
> e que él es respo nsable de su historia pasad a r
de­ Las asociaciones del paciente no son tan libres como pare­
ma palabra, que su deseo se encuentra allí implicado. Un
s le re-
;eo en el cual él no se reconoce aún, ya que las razo ne cen. En pr imer lugar, porque está compelid o a hablar y dejar­
se llevar por sus pensamientos, lo cual constituye ya una tarea
mltan desconocidas.
e pa -
En la asociación libre se produce el desplazamiento d limitada e impuesta por el analista. Con la asociación libre re­
"Int rpr tació n d e lo s sulta imposible decir todo, pero también ocultar la verdad; en
abras, como indicaba Freud en el libr o e e
nunc ia palab ras, sus intentos de enmascararla, el sujeto se devela y se mue stra.
;ueños". En este desplazamiento el sujeto pr o

frases cuya significación desconoce. El analista le d e vu e lv � es­ Todas estas tonterías que se dicen en análisis portan una r eve­
s alh que lación que Freud llamó el deseo inconsciente. En efecto, el de­
te discurso con la significación que le corresponde y e
seo se revela en las incoh erencias de los sueños, en sus disfra­
el paciente reconoce lo dicho como propio.
como
La transferencia de significantes permite re conocerse ces, en lo absurdo de los chistes, en lo inesperado de lo s
r dice lapsus. El deseo es indestruc tible, nos dice Freud, e stá siempre
sujeto dividido : él no es dueño de lo que dice. Al habla
falta d ont l d la palab ra, ahí, sólo hay que saber escuchar.
más allá de lo que cree saber. Esta e c ro e
ndici ón d la trans ­ El sujeto desconoce esta dimensión inconsciente y se vuel­
consecuencia de la asociación libre, es la co e
que n ta el ve extranjero a sí mismo. El síntoma le provoca sufrimientos
ferencia. En este sentido, la transferencia es l o co ec
que él quisiera desterrar pero, por otro lado, no puede vivir sin
sujeto que habla con el inconsciente que sabe.
él. No sabe cómo es y quién es. Es este saber, para él de scono­
cido, que el paciente le supone al analista. Esta demanda de

Asociación libre e interpretación saber sobre él mismo es el pivo te de la transferencia.


La revelación del sujeto no se puede hac er sin el Otro. Es­
En un análisis sólo se habla y, sin embargo, el cuerpo Y el te Otro es testigo y lugar donde la pala bra se instala como ver­
pensamiento se modifican a medid� que se ��sarrolla e� pro ­ dad. Lacan considera este lugar de la comunicación en d on­
ceso de la cura. Sin me dicamentos, sm confes1on o conseJOS, el de el sujeto "recibe del Otro su mensaj e bajo una forma
sujeto se modifica a lo largo del proceso que lo cond1:1ce a des­ invertida" c omo a bso lutamente nec esario para que la cura se
cubrir su inconsciente. Es un encuentro entre dos suJ eto s, uno desarro lle.
de los cuales se comprome te a dar curso a sus asociaciones
verba les y el otro se encar ga de interpretar e ste material. Esta
102 • Norma Al berro • • HACIA LACAN • 103

se disti�gue �e estas dos en cuanto que se halla


La ética del bien decir subordin ada a
un descifrarru:nto reglado por las leyes del sign
ificante. Desci­
De esta estructura Lacan ha construido un grafo, llamado frando los suen_?s, Freud no lee el futuro com
o si fuera el tarot
del deseo, que representa tanto la estructura de la palabra co ­ los ast�os, etc. El sigue palabra a palabra un
texto en el cual eÍ
mo las determinaciones del significado por el significante (ver mensaJe s� engendra según las reglas del
_ proceso primario:
página 42). Consta de dos vectores orientados que se cruzan. El �onden�ac1on y desplazamiento, que se ocupa del trabajo del
primero va del sujeto al Otro como cadena significante, mien­ mconsc1ente. Lacan demuestra que este trab
ajo es el de las re­
tras que el segundo, orientado en sentido inverso, vuelve des­ glas del lenguaje: metáfora y metonimia.
de el Otro e inscribe el poder del auditor en el bucle retroacti­ Son esta re_�las que presentan en el enunciad
� o el mensaje
vo del mensaje que se puede escribir así: s(A), que se lee �e la enunciac10n, que dice otra cosa. Este texto lo lee el ana­
significado del Otro. lista y se lo devuelve al l ocutor que no sabe lo que
dice. Esta pa­
La relación analítica se inscribe en esta estructura, pero el radoJa lleva� Lacan a afirmar que el ser-habla
nte está dividido
analista en tanto que interpreta coloca en segundo grado -con entre enunciado y enun ciación .
discreción- su poder de audito r. La asociación libre, en cam­ El in�on c��nte freudiano, entonces, se conoce
� a "la letra" y
bio, revela la sobredeterminación del sujeto. Opera desde el lu­ n�
� la mtwc10n. _El analista se haya sometido a las leyes sim­
gar del Otro, en tanto "amo de la verdad". bolic�s Y no a los Juegos de espejos imaginari
- o s. En esto se ba­
Lacan le consagró un año a la ética en su Seminario VII, en sa la et1ca del bien decir.
donde afirma que la ética del analista implica una puesta en
suspenso del objetivo de controlar lo dicho por el sujeto, a fa­
vor de una investigación epistémica del ser. El inconsciente, Proceso de la cura: alienación y separación
como todo lo que habla, supone ser escuchado, se abre o se
Es posible pre�tarse qué tipo de experiencia
cierra según cómo sea interrogado. El proceso de análisis im­ . le espera al
S1 1Jeto que se determma en la cura. El sujeto no
plica esta constante interrogación, esta búsqueda del ser, sin es el ser viviente
preconceptos, prejuicios y resistencias por parte del analista.
°:1 la _persona, es solo un supuesto por la palabra, identificable al
:
significado de s�s d!chos y regido por la estructura
La "cosa freudiana", puesto que ella habla, no es una cosa significante.
Pero con el s1gn1ficante solo no está todo el su ...
cualquiera, aparece en el entre dos del sujeto y del Otro. En es­ · · eto. DIJlffiOS
en las pa, �a� anteriores que la estructura binaria1
ta medida, el analista no puede hacer el gesto de Poncio Pila­ implica una
falta. ?"n �1gmficante SI, se sitúa solamen te en
tos, lavarse las manos; él está implicado en la cura puesto que su distinción de
o�ro 1gn1fic
constituye el lugar hacia donde se dirige la cura, es la posición � �te S2, o c on otros, sin el cual el primero no tiene
misma del inconsciente. El analista está sujeto a la estructura �ngun sei:ltl�o, pue�to que no hay un significante que se sig­
mfi�ue a s1 rrusmo. Siempre necesita del S2 para
del lenguaje de la misma forma que el paciente, significarse, es
decu, para tener un sentido.
En lo "que se escucha'' se dice otra cosa que lo que el locutor
El �enti?o le vie�e �elº "º y es el amo del primer
cree decir. Es el principio de toda interpretación, tanto la del ? significan­
te. El conocete a ti rrusmo, socrático es válido
oráculo como la del paranoico. La interpretación psicoanalítica sólo en relación
104 • Norma Al berro • • HACIA LACAN • 10S

al Otro. Esta es la estructura de la alien ación. En la cura se re­ significante. La libido freudi ana escapa a los significantes este
produce esta estructura, el analista ocupa el lugar del Otro en núcleo inamovible que Freud encuentra en todas las fo rrn�cio­
donde los signific antes del analizante van a adquirir un senti­ nes del inconsciente, sueños, chistes, lapsus, síntomas que le
do. Este sentido es revelado por la interpretación que viene del lleva a afirmar que todas las interpretaciones conducen al mis­
lugar del Otro, es decir, el analista. mo núcleo inconsciente, a tal punto que un análisis completo
El analizante llega al análisis motivado por algo, síntomas o se reduce a este núcleo. Bien, este núcleo es el fanta sma in­
inhibiciones que le hacen sufrir y que se le imponen sin que el consciente que en su permanencia ordena las pulsiones y el
sujeto pueda saber porqué. Lleg a al análisis con estos signifi­ goce del cuerpo.
cantes que representan la parte desconocida del sujeto. Para Lacan, el objeto a es el objeto del fantasma, es este ob­
.
El analizante entra en el dispositivo analítico, hace un lla­ jeto �ue hace que l as asociaciones no sean tan libres, están de­
mado, una demanda a aquel que es supuesto saber, o al menos termm�das por este objeto a, que viene del registro de lo real.
saber hacer venir al diván, los significantes supuestos que le Este objeto pertenece al ser del sujeto, sin él el sujeto sería una
_
darán un sentido. Ésta es la estructura de la transferencia. De m arioneta ?el signific ante, habl aría sin sentido y sin fin.
entrada, el analizante se busca, como se dice comúnmente, es Ahora bien, l a transferencia pone en "acto" esta realidad se­
decir quiere conocer su faz oculta, pero par adojalrnente se en­ xual del inconsciente en una operación de "separación". Es por
trega a una técnica que intensifica su división. Desde el mo­ el encuentro de la x, de la incógnita de su deseo (objeto a, cau­
mento que habla, exper imenta su clivaje. Nunca va a adquirir sa del deseo) en el discurso, que el sujeto encuentra una salida
todo el sentido, va a descubrir que su parte oculta quedará a su alienación en los significantes del Otro.
siempre oculta, sólo podrá reducirla. La verdad es "no toda", la La inter vención del analista en el discurso del paciente de­
represión originaria está allí para velar esta verdad y entregar be responder a l a necesidad de actualizar en la transferenci a la
sólo algunos fragmentos. Esto muestra la imposibilidad de los cuestión del deseo. Es de esta manera que vendrá la solución
significantes de agotar la significación. �ar� �ue el analizante libere su ser. La respuesta no viene del
El sujeto que se descubre en la cura no es el sujeto unitario significante que sólo trae la falta de ser, sino de lo real. Es el
de la psicología y de la filosofía, transparente a sí mismo y re­ fantasma que responde a la cuestión del deseo, más concreta­
velador del alma. Es un sujeto dividido, cortado en dos, conser­ mente, su objeto.
vando un lado oscuro que determin a las partes clar as. Es esta La función del objeto a en la transferenci a , regula la mar­
experiencia la que realiza el sujeto en el proceso de análisis. cha de la cura y decide su salida. Es este objeto que es llama ­
Ahora bien, el proceso no se termina allí, en el bla bla sin do para obturar 1� falt a, la hiancia estructur an te del sujeto. El
_
fin. Otra cosa se escucha en los intervalos signific antes, en lo analis�a en camb10, llama a l a abertura del inconsciente. Es él,
que el sujeto dice. Esta otra cosa se impone corno una x, corno -el Objeto a- que sobredetermina al síntoma y todos los di­
una incógnita, y se revela estar determinado por otro registro chos del sujeto, de un plus de goce que, al no hablar, resiste a
que el de los significantes. Es del registro de lo real. Todo pasa los efectos terapéuticos de la palabra ya que ésta oper a sólo en
por el lenguaje, ciertamente, pero en la estructura no todo es la parte del síntoma que es mensaje. Donde h ay plus de goce,
• HACIA LACAN • 107
106 • Norma Alberro •

trabaja siempre, aun durante nuestro reposo nocturno, enton­


satisfacción diría Freud, el síntoma cede sólo si el sujeto acce­
ces tendría que haber sesiones sin fin. El tiempo de las sesio­
de a separarse de esta parte de goce que obtiene de su fantas­
nes es un tiempo de recepción del producto entregado por el
ma. Es esto lo que condiciona el fin del análisis.
trabajo del inconsciente.
El inconsciente no habla siempre, aunque trabaje constan­
tern�nte, tien� su ritmo marcado por el tiempo de apertura y
El contrato. Entrada y salida de cierre. El tiempo para decir tiene sus alternancias entre el
Este tema se refiere a la técnica. Tenemos el modelo freudia­ decir verdadero y el silencio.
no y el lacaniano; este último, muy discutido. El primero, lo co­ Lacan distingue dos momentos cruciales en la cura: la en­
nocemos, rechazo de cara a cara, el paciente en el diván, las se­ trada y_ la salida. La cuestión de la entrada parece. simple, se di­
siones planificadas en cuanto a su número, horario, duración y vide entre "¿por qué demandar un análisis?" y "¿a quién acep­
precio. El analizante es obligado a una regularidad casi buro­ tar en análisis?" La respuesta articula las dos preguntas,
crática, sobre todo entre los posfreudianos. Estos últimos han cuando el sufrimiento del síntoma se abre a la transferencia di­
formalizado a tal punto la práctica que ésta se reduce a una ru­ rigida al saber, hace que el sujeto sea analizable. '½1 comienzo
tina obsesiva. es la transferencia" dice Lacan, ésta se evalúa en las entrevistas
Lacan se opone a estos hábitos y afirma que las necesidades preliminares.
deben juzgarse según el acto analítico y no a simples hábitos. L� analizabilidad no es una aptitud, es un acto que pone al
El acto és aquello por lo cual el analista se compromete a reci­ analista en el lugar de la causa. El analizable no será el analiza­
bir la transferencia para hacerse la causa de sus interpretacio­ do si no encuentra el partenaire que le parece que "responde"
nes. La duración de las sesiones, entonces, surge del tiempo a su sufrimiento. Si es alguien que se cree el sujeto supuesto sa­
del sujeto y no de los relojes. El tiempo estandarizado, no está ber, no será buen analista. Es el analizante que tiene que creer
sujeto a la intervención del analista, sino a la cronología. y crear este sujeto supuesto saber y no el analista.
Es el analista que con su escucha, determina la temporali­ En cuanto a la salida, para Freud el análisis es interminable,
dad del sujeto. El tiempo del inconsciente es diferente al tiem­ para Lacan hay un fin del análisis. En este final, el analizante
po cronológico. Obedece a un ritmo determinado por la re­ "libera, entrega su ser" dejando un restó: el objeto a. En la cu­
troacción significante y su eficacia. Es en este momento ra el analizante conoce su castración, pero también el objeto
temporal que debe ubicarse la intervención del analista. Este que él es, el objeto causa de su deseo. A esto Lacan lo llama
tiempo comporta un momento privilegiado, el de la escansión "atravesar el fantasma". No significa esto que el sujeto se que­
que, como una puntuación, revela el efecto de significado pre­ de sin fantasma, sino que conoce el lugar que él ocupa en tan­
cipitando el momento de concluir. Es homogéneo a la inter­ to objeto causa del deseo, del suyo y del Otro. Así llega a saber
pretación e incumbe al analista en cuanto que su respuesta ha­ de qué materia está hecho su fantasma.
ce punto de capitón para el mensaje. Este final se impone como una "destitución subjetiva". Deja
La suspensión de la sesión no es indiferente a la trama del de ser el objeto a para el Otro y se asume como castrado, obe­
discurso particular del analizante. Sabernos que el inconsciente deciendo a su ser y no a la oscura voluntad del amo.
-----TERCERA PARTE-----

Los Maternas
IX. Los MATEMAS

En el seminario "La Disolución", en la clase del 12 julio de


1980, en Caracas, Lacan dice: " ...mis maternas proceden de
que el simbólico sea el lugar del Otro, pero que no hay Otro del
Otro". Luego agrega: " .../alengua es eficaz sólo al pasar a lo es­
crito. Es lo que me ha inspirado mis maternas ..."
E. Roudinesco en su obra sobre la vida de Jacques Lacan 1 ,
dice:

"La palabra materna aparece por primera vez en el dis­


curso de Lacan el 4 de Noviembre de 1971 (Seminario XIX,
"El saber del psicoanalista" ) forjado a partir del mitema
de Claude Levi-Strauss y de la palabra griega máthema
(conocimiento). Se le planteaba la pregunta acerca de la
posibilidad de transmitir un trabajo "que parecía no po­
der enseñarse". Es para responder a esta cuestión que La­
can inventa, luego de la lectura del Tractactus, el término
materna".

La mayor parte de los maternas están escritos en frases, no


siempre en signos matemáticos. Lacan quería que sus mate­
rnas no tuvieran ningún sentido y que, cada uno de sus térmi­
nos empleara un lenguaje de puro significante. Son, entonces,
esencialmente, aserciones en lenguaje corriente. Enunciados
propuestos como verdaderos y proposiciones que se derivan

l. Roudinesco E. Jacques Lacan Esquisse d'une vie, histoire d'un systeme de pensée.
Fayard, París, 1993. La traducción es de la autora.
• Norma Alberro •
• HACIA LACAN • 113
12

le estos enunciados. Todas estas frases no llegan a ser defini­ 7. i (a) es la imagen del pequeño otro especular
:iones, puesto que eso sería cerrar la posibilidad de reflexionar 8. a designa los objetos del sujeto.
;obre ellas. Cualquier persona estudiosa de la obra de Lacan, 9. a es el objeto causa del deseo.
mede formular estos maternas con sus propias palabras. Son 10. El único modo de entrada en lo real para el sujeto es el
�onsiderados aforismos, o fórmulas lacanianas. fantasma, que incluye el objeto a.
11. El psicoanalista se sitúa en el lugar del objeto a.
diversas aser­ 12. El objeto a es el objeto del psicoanálisis.
Voy a destacar sólo algunas palabras con sus
de la teoría. Algu­
ciones, que articulan varios otros conceptos
esadas por Lacan,
nas de estas aserciones son fórmulas expr Gran A (Otro)
s lacanianos y ex-
otras son derivadas de mi lectura de los texto
presadas con mis palabras. l. En el lenguaje, nuestro mensaje nos viene del Otro bajo
una forma invertida.
2. El inconsciente es el discurso del Otro.
Pequeño a (otro) 3. El desfiladero de la palabra se produce cuando el sujeto
i) a y otro (au­ se dirige al Otro en tanto absoluto.
l. En el esquema llamado L el vector yo (mo 4. El Otro puede anular al sujeto.
tivac ión imagi-
tre) representa la pareja de recíproca obje 5. Es del campo del Otro que el sujeto$ recibe su propio
naria. mensaje bajo una forma invertida.
Esquema L (Es) S @ 'utre 6. Cuando el analista es el Otro, está bajo la incidencia de lo
simbólico.
7. El Otro habla al analista en el discurso que el otro sostie­
ne delante de él.
8. A designa un lugar esencial en la estructura de lo simbó­
(moi) a @utre lico.
9. A es el lugar desde donde se plantea para el sujeto, la
tificación al cuestión de su existencia.
2. El yo se objetiva en la dialéctica de la iden 10. La presencia del significante en el Otro es una presencia
otro. cerrada para el sujeto, en estado de represión.
).
3. El yo es un otro (frase tornada de Rirnbaud 11. El Otro es el lugar de la memoria inconsciente.
dese o hum ano es med iatiz ada por el
4. La satisfacción del 12.El Nombre-del-Padre es el significante que en el Otro, en
deseo y el trabajo del otro. tanto lugar del significante, es el significante del Otro en
tifica.
5. Es ante todo en el otro que el sujeto se iden tanto lugar de la Ley.
rse de las capt aciones ima­
6. El yo es imposible de distingui 13. El Otro es el lugar de la palabra.
y para un otro.
ginarias que lo constituyen por un otro
14 • Norma Alberro • • HACIA LACAN • 11S

14. El Otro es el lugar de la falta de ser. 14. Las unidades significantes son los fonemas.
15. El Otro es el lugar del despliegue de la otra escena. 15. El sentido insiste en la cadena significante.
16. El deseo del hombre es el deseo del Otro. 16. En el esquema R, M es el significante del objeto primor­
17. Lo que surge en el inconsciente del sujeto es el deseo del dial (la madre)."
Otro, es decir, el falo deseado por la madre. 17. La atribución de la procreación al padre es el efecto de
18. El Otro es el testigo de la verdad. un significante, de un reconocimiento, del Nombre-del­
19. El discurso del inconsciente es una emergencia, es la Padre.
emergencia de una cierta función del significante. 18. La formula de la metáfora o sustitución significante es:

·;gnificante
l. El automatismo de repetición toma su sentido en la insis­
;, . �· --'•-s(!)
tencia de la cadena significante (wiederholungszwang). 19. En la fórmula de la metáfora paterna los I son los signi­
2. Es la ley de la cadena significante que rige la forclusión ficantes, es la significación desc�mocida; ses el significa­
(verwerfung), la denegación o desmentida (verneinung), do inducido de la metáfora, S se substituye a S' S', elidi­
y la represión (verdriingung). do por la constitución de la metáfora (la barra sobre S' S'
3. El significante es símbolo de una ausencia. es la marca de la elisión).
4. El significante puede cambiar de lugar. 20. El falo es un significante.
5. El significante puede faltar a su lugar. . . 21. La función+ es la función del significante perdido.
6. El significante se sostiene en un desplazarmento ClICU- 22. El falo es el significante del deseo del Otro.
lar. 23. El significante representa un sujeto para otro significan-
7. El desplazamiento del significante determina los sujetos te.
en sus actos y en sus lugares. 24. El significante se origina del borramiento de la huella.
8. El sujeto está habitado por el significante. 25. El trazo unario es el primer significante.
9. El significante es previo al sujeto. 26. En la castración, el significante mujer se inscribe como
10. El significante tiene sentido solo en relación a otro signi- privación.
ficante. 27. En los cuatro discursos, los términos son:
ll. En las neurosis, el síntoma es el significante de un signi- S 1, el significante amo.
ficado reprimido de la conciencia del sujeto. S2 , el saber.
12. El significante y el significado son de dos órdenes dife- 15, el sujeto.
rentes. a, el plus-de-goce.
13. El significante y el significado están separados por una
barra resistente a la significación. Y los lugares son: el agente, la verdad, el lugar del Otro y
la producción.
• Norma Alberro • • HACIA LACAN • 117
16

20. El trazo unario aliena al suj eto en la identificació n pri­


ujeto m era que forma el Ideal del yo.
ex-sistente , e s 21. El psicoanálisis reconoce en el deseo la verdad del suje­
1. El sujeto del inconsciente se sitúa como
o d scentrado. to.
decir, se sitúa en un lugar excéntrico,
e
en sim bólico como
2. El hombre ha podido entrar en el ord
ha , específica
sujeto, por la vía de una hendidura o brec
e. Fantasma
d e su relación imaginaria con el semejant
r d r u s tido .
3. Solo un sujeto puede comp en e n en
li un suj to. l. El campo de la realidad solo funciona por la obstrucción
4. Todo fenómeno de sentido imp ca e
de la pantalla del fantasma.
5. El yo no se confunde con el sujeto. 2. El fantasma tiene función de pantalla en el lugar de la di­
a go en el se r huma ­
6. El primer efecto que aparece de la im visión del sujeto.
no es un efecto de alienaci
ón del sujeto a su ima gen co-
3. C8' O a) es el algoritmo del fantasma.
mo otro.
i viduo. 4. En el esquema R el campo que se recorta entre (mi, Mi)
7. El sujeto introduce la división en el ind es el subrogado del fantasma .
l suj to s intr oducido, por el
8. Para liberar su palabra, e e e
5. Es en tanto representante de la representación en el fan­
psicoanálisis, al lenguaje de su deseo. tasma que el sujeto K soporta el campo de la realida d.
, va a transformar
9. La palabra , en su función simbolizante 6. En el fantasma (8' O a), el$' es el%en desvanecimiento (fa­
abra- se dirig e , por el lazo
el sujeto a quien ella , -la pal
ding) delante del objeto del deseo.
que establece con aquel que la emite. 7. El fantasma inconsciente es una imagen (orden im agina­
10. El soporte de la transferencia es el suje
to supuesto saber.
ada como el sín­ rio) funcionando en la estructura significante (orden
11. La personalidad del sujeto está estructur simbólico).
toma, que siente como extranjero. 8. En el fantasma el sujeto se sostiene en su deseo siempre
entido, el del con -
12. La personalidad del sujeto revela un s e vane scen te.
flicto reprimido. 9. Un fantasma es una frase. (Por ejemplo "pegan a un ni­
13. El yo no es más que la m itad del sujeto. ño").
14. Un acto supone un sujeto. 10. El fantasma soporta para el sujeto el lugar de lo real.
15. La palabra supone un sujeto. 11. La realidad es regida por el fantasma, e n tanto que el su­
onsciente .
16. El sujeto verdadero es el sujeto del inc . jeto se realiza allí en su división misma.
El dis urso v rd d ro e stá co n stitu ido por el conoci­
17. c e a e
12. El fantasma marca por su presencia la respuesta del su­
en los obje tos.
m iento de lo real, destacado por el sujeto jeto a la demanda .
la imagen del
18. El Ideal del yo se forma por la alienació
n a
seo. 13. El fantasma marca la significación de la necesidad del
Otro en tanto que él posee el goce de e se d
e
de un deseo (in- sujeto.
19. El Ideal del yo se forma por la represión
cesto) del sujeto.
• Norma Alberro •
18

) del sujeto se produce en la PARA CONCLUIR


14. El desvanecimiento (fading
fijación de l- fantasma. ad psíquica.
15. El fantasma es el motor de la realid
16. l(A) designa el Ideal del yo. . an. a de l a
. a gm
. , n 1m
on tie n e el (-q, ), fun c1o
17. El fantasma c
castr ación.
al sentido, que es conse -
18. Eso que resiste, que no se pliega antasma. Este recorrido por la obra de Lacan, no es exhaustivo. Inten­
curso, eso se llama el f
cuencia de nuestro dis ta ser una guía para facilitar la aproxim ación a la ens eñanza de
este maestro del ps icoanálisis. Mi inten ción fue darles los ins­
rrazo Unario trum entos necesarios para manejars e frente a conceptos tan
marca invisible que el su- complejos y sin embargo, tan esenci ales.
1. El trazo unario es el lugar de l a Frente a la obra de Lacan suele pasar lo mismo que fre nte al
jeto recibe del significante. psicoanálisis, es decir, no dej a de presentarse un obstáculo: la
Otro.
2. Menos-uno designa el lugar del nte mismo. resistencia. Freud nunca creyó que su invención tuviera un éxi­
3. El Uno-en-menos es el signifi !º rotundo, porque siempre contó con la resistencia que el su­
ca
fi ión del Otro al Uno.
4. Uniano designa l a ide nti cac
J eto humano opone al descubrimiento de su realidad psíquica.
abe a sí mismo.
5_ L a monada, es el Uno que se s tanto que se manifiest a Frente a las resistencias interiores, el psicoanálisis nos da algu­
6. Uno es el sabe r inconsciente en nas soluciones, pero ante las resistencias proven ientes del e x­
como existente. terior, o lo que podemos llamar resistencias en e xtensión no
l.
7. Hay de lo Uno. Rem ite a lo rea tenemos armas para oponerles.
Una forma que adopta esta resistencia en extensión es ha­
cer cada vez más oscuro el pe nsamie nto lacaniano, utilizar una
suerte de dialecto comprensible sólo para un pequeño núcleo
de adeptos a la capilla, en fin, volverlo enigmático y difícil.
Los estudiantes noveles que se acercan a esta enseñariza,
ante tal panoram a desalentador, renuncian a conocer esta
obra que tanto aporta al psicoanálisis de nuestro siglo. La in­
tención de este libro es hacer accesible, para todos lo que lo
des een, l a enseñanza de Lacan.
Leer a L acan, es sin duda, l eer ese discurso por el cual se ha
planteado l a cuestión de una verdadera relación del psicoaná­
lisis con el "orden teórico" en general. Antes de él, la ciencia y
l a filosofía habían "integrado" el psicoanálisis con actitudes
• Norma Al berro •
120

que son ya clásicas y por todos conocidas: el s�:ncio, la hosti­


lidad declarada, las anexiones, y la conflscac1on de algunos BIBLIOGRAFÍA
conceptos, que han quedado inmo;?izados, ��a formar parte
, _ ,
de diversos aparatos teóricos. Esta mte�rac�on �� es mas que
la subordinación del psicoanálisis a una JUst1ficac10n, a u� fun­
damento teórico y, con frecuencia, a una norma. Freu? m1smo,
_
ha mantenido el psicoanálisis en el estatuto de una ciencia r�­
_
gional sometida a otros dominios teóricos, con el fin de mclwr
Obras De Lacan
su nueva ciencia en el ámbito científico.
.
La intervención de Lacan ha permitido romper e�te siste�a La bibliografía empleada en este libro ha sido no-toda la obra de
,
de "integración", para hacer intervenir �l propio psicoanálisis Jacques Lacan. Tanto sus Escritos como los Seminarios. Durante trein­
en el "orden teórico", no ya como sometido, smo en f?rma �� - ta años, Lacan continuó su enseñanza oral en varios lugares. En su
tónoma. Propone un nuevo formato de toda la conflgurac10n domicilio primero, luego en el Hospital Santa Ana, en la Escuela Nor­
del campo teórico y del campo psicoanal!tico, y del �o dentro mal Superior y en el Panteón. Esta enseñanza constituye sus Semina­
del otro. Es este pasaje, esta ruptura del sistema anterior lo que rios. En París son editados por ediciones du Seuil.
se trata de tomar en cuenta cuando se estudia la obra de Lacan. Existen en las librerías algunos seminarios traducidos al castella­
no y publicados por Editorial Paidós. Por otro lado están las versiones
Es el objetivo de este libro.
no editadas que circulan en fotocopias en las diversas instituciones
psicoanalíticas.
En el sitio de Internet www.psicomundo.com, en la biblioteca de
Psicoanálisis, Lacan, es posible acceder a muchos de sus Escritos y Se­
minarios. Para los que saben leer en francés, en ese mismo sitio, pue­
den pedir la versión francesa.

Usta de Seminarios
Seminario I: Los escritos técnicos de Freud
Seminario II: El yo en la teoría de Freud y en la técnica del Psicoaná-
lisis.
Seminario III: Las psicosis.
Seminario IV: La relación de Objeto.
Seminario V: Las formaciones del inconsciente.
Seminario VI: El deseo y su interpretación.
Seminario VII: La ética del Psicoanálisis.
Seminario VIII: La transferencia
122 • Norma Alberro •

Seminario IX: La identificación. ÍNDICE


Seminario X: La angustia.
Seminario XI: Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis.
Seminario XII: Problemas cruciales del Psicoanálisis.
Seminario XIII: El objeto del Psicoanálisis
Seminario XIV: La lógica del fantasma.
Seminario XV: El acto psicoanalítico.
Seminario XVI: De un Otro al otro.
Seminario XVII: El reverso del Psicoanálisis. Introducción ................................................................................5
Seminario XVIII: De un discurso que no sería del semblante.
Seminario XIX: O peor. PRIMERA PARTE
Seminario XX: Aún SUJETO, Orno y SIGNIFICANTE
Seminario XXI: Les non-dupes errent (Homofonía con los Nombres
del Padre). l. Teo del sujeto (8') ...............................................................ll
t�
Seminario XXII: R.S.I. � _v�rsión del sujeto ........................................................ll
Seminario XXIII: El sintome. D ivis!ón del sujeto ............................................................14
Seminario XXIV: L'insu que sait de l'une-bévue s'aile ii mourre. (Intra-
El �UJeto y lo subjetivo .....................................................17
ducible).
Seminario XXV: El momento de concluir. SuJet_? del enunciado y sujeto de la enunciación ..........19
Seminario XXVI: La topología y el tiempo. El suJeto Y la pulsión. El inconsciente y el ello ...............20
Seminario: Carta de disolución.
11. El lugar del Otro ....................................................................23

Eti
est�dío del espejo. El otro imaginario ........................24

Bibliografía general pieza desprendida .....................................................30
!r? simbó�co. El lenguaje ..........................................32
AA.W.: Hegel y el pensamiento moderno. Seminario dirigido por Jean L 1� ea del significante .....····· ........................................34
Hyppolite. Siglo XXI, editores, Buenos Aires, 1973. � r
a ora y metonimia ......................................................38
Descartes, R.: Discours de la méthode. Librairie Hatier. Paris, 1947. �
El tr? como Ley ..............................................................39
Ducrot O.; Todorov T.: Diccionario enciclopédico de las ciencias del
ece dad, deseo y demanda ..........................................40
lenguaje. Siglo XXI editores. Buenos Aires, 1974. � :;
Freud, S.: Obras Completas. Editorial Biblioteca Nueva. Madrid, 1968. gr o del deseo ..............................................................42
c ad�na significante - cadena del significado .................43
3 Volúmenes. .
García Morente, M.: Discurso del método y meditaciones metafisicas. Significante, deseo y demanda ........................................45
Espasa-Calpe. Buenos Aires, 1937.
111. ¿Qué es �n padre? ................................................
Roudinesco, E.: ]acques Lacan Esquisse d'une vie, historie d'un sys­ . ...............49
teme de prensée. Fayard. París, 1993. El Si�mficante del Nombre-del-Padre ..............
...............51
Saussure E de: Curso de lingüística general. Editorial Losada. Buenos Los tiempos del complejo de Edipo ..............
..................53
Aires, 1945.
124 • Norma Alberro •
• HACIA LACAN •
125

Forclusión del Nombre-del-Padre. TERCERA PARTE


El Otro en la psicosis ........................................................56
Los MATEMAS
IX. Los maternas .................................................
Iv. La diferencia de los sexos ......................................... ...........59 .....................111
Pequeño a (otro) .................................................
La significación fálica .......................................................60 ............112
Gran A (Otro) ........................................................
La experiencia de la castración ........................................ 62 s1·gnificante ................................................. ...........113
La función fálica. Tener el falo-ser el falo .......................63 .....................114
sUJeto ...............................................................................116
Las fórmulas de la sexuación ...........................................64 Fantasma ...............................................................
..........117
Trazo unario ........................................................
V. La fórmula del fantasma (.8'0 a) ...........................................69 ............118
Teoría lacaniana del fantasma .........................................70 Para concluir........................................................
Angustia y fantasma .........................................................73 ....................119
Fantasma y realidad ..........................................................75 Bibliografía ........................................................
......................121
VI. Síntoma, goce y cuerpo ....................................................... 79
El síntoma ..........................................................................79
El goce ................................................................................82
El goce del psicótico ......................................................... 83
El cuerpo ............................................................................84

SEGUNDA PARTE
LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA

VII. La transferencia .................................................................. 91


Transferencia y resistencia ...............................................91
Transferencia y saber .......................................................94
Transferencia y amor .......................................................95

VIII. La dirección de la cura ................................... : .................99


Asociación libre e interpretación.................................100
La ética del bien decir...................................................102
P;oceso de la cura: alienación y separación ...............103
El contrato. Entrada y salida ........................................106
·· EBte libro 6e terminó de lmprlmlr en
�-ARTl!:S GRAF"ICAS en febrero del 2006
Pela. de Buenos Alres -Argentina - Cel.: 16-4086-4069
E-maU: emartesgrat1ca5@hotma1l.com

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