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JESÚS
y
LOS HIJOS DE ZEBEDEO
MIRADA A LA VIDA
¡Cuántas veces,
mirar nuestra
historia, la de la
humanidad, en sus
diferentes culturas,
es toda una
ESCUELA donde
se aprende tanto! Y
esto, en tantos
aspectos y
dimensiones de la
vida. Una sencilla
mirada nos hace tomar conciencia de todo esto. ¡Cuántas conquistas, en
tantos campos de la vida y de la ciencia, y que aportan tanto de bienestar y
de positivo al caminar de la humanidad!
Está claro que, en aquel grupo que sigue a Jesús, hay miras muy pobres
y cortas; hasta podemos decir que “un tanto rastreras”, y es que el deseo de
“ser más que los demás”, está bien latente. Y esto no solamente en los
dos que se presentan proponiendo algo con ese “aire contaminado”, sino
también en el resto, que reaccionen de forma muy parecida. Por lo tanto,
los “deseos ocultos” son muy similares en unos y en otros. Pero Jesús no
se asusta de esta realidad.
Aquí resuenan, con fuerza, las palabras del Maestro y que recogen
cuanto estamos comentando: “No sabéis lo que pedís”. Y es que el
planteamiento que Jesús propone, es radicalmente opuesto a dicha
propuesta. Aquí está la clave de todo el relato y de la importancia que -de
hecho- se le ofrece en el evangelio y testimonio de Mateo.
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos
hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo:
- «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los
grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser
grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser
primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino
para dar su vida en rescate por muchos».
HOY Y AQUÍ
Y es curioso que uno de los dos discípulos del relato, Santiago, sea el
primero que derrama su sangre por su Maestro y Señor, y por el
Evangelio que él presenta. Él ha bebido “el cáliz” y ha derramado su
sangre siguiendo a su Maestro y su causa.
ORACIÓN
Padre,
que no nos quedemos encerrados en nosotros mismos,
sino que les demos a los demás,
a cuantos nos encontramos en los caminos de la vida,
lo que hemos recibido de Ti,
para que así, también ellos y ellas,
se enriquezcan y puedan alcanzar la plenitud y la felicidad
que Tú “sueñas” y deseas para todos tus hijos e hijas.
Concédenos, Padre,
los dones de tu amor y de tu misericordia
y que así inundemos nuestro entorno
con esos tus inmensos dones,
especialmente, a los más débiles y necesitados.
PLEGARIA
Señor,
el caminar de la vida
nos va mostrando que somos débiles
y va desnudando nuestras limitaciones.
En nuestra debilidad
encontramos tu fuerza,
Señor de la Vida.
Tú nos enseñas
que reconocernos débiles
es CAMINO de ENCUENTRO
con la fuerza que viene de Dios.
En nuestra debilidad,
asumida y presentada como ofrenda ante tus manos,
está nuestra fuerza, Señor,
que en realidad es tu fuerza
que encontramos
al unir nuestras vidas
a tu Proyecto.
CANTO
NO HABLASTE DE CAMINOS
PORQUE ERES EL CAMINO.
NO HABLASTE DE VERDADES
PORQUE ERES LA VERDAD.
NO HABLASTE DE LA VIDA
PORQUE ERES TÚ LA VIDA.
TÚ ERES EL CAMINO,
LA VIDA Y LA VERDAD.