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El principio de no discriminación
Todos los seres humanos deben tener acceso a la educación, tanto de derecho como de hecho. El
principio de no discriminación está formulado en el inciso b) del párrafo 2 del Artículo I de la Constitución
de la UNESCO. Guiada por su misión de alcanzar gradualmente “...el ideal de la igualdad de
posibilidades de educación para todos, sin distinción de raza, sexo ni condición social o económica
alguna”, la UNESCO aprobó en 1960 the Convention against Discrimination in Education (en inglés).
Esta Convención representa un hito en la tarea de crear una base jurídica para el derecho a la
educación. La Convención fue el primer tratado internacional que se aprobó específicamente sobre la
educación. En otros instrumentos elaborados por la UNESCO y las Naciones Unidas también figura este
principio. Por ejemplo, el Artículo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos prohíbe toda
forma de discriminación.
En el Artículo 1 de la Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la
Enseñanza, el concepto de “discriminación” abarca toda distinción, exclusión, limitación o preferencia,
fundada en la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, las opiniones políticas o de cualquier otra
índole, el origen nacional o social, la posición económica o el nacimiento, que tenga por finalidad o por
efecto destruir o alterar la igualdad de trato en la esfera de la enseñanza.
El principio de solidaridad
El principio de la “solidaridad intelectual y moral” de la humanidad, consagrado en la Constitución de la
UNESCO, es una fuente de inspiración en la tarea de hacer realidad el derecho de todos a la educación.
Este principio, que figura en la Declaración Mundial sobre la Educación para Todos (1990), animó el
espíritu del Foro Mundial de Educación, en el que la comunidad internacional afirmó que “ningún país
que se comprometa seriamente con la educación para todos se verá frustrado por falta de recursos en
su empeño por lograr esa meta”.
3. EL principio de la conciencia crítica ¿Qué le sugiere a usted este principio? Para comprender las
realidades, tanto personales como sociales, es necesario un proceso que implica el desarrollo de la
libertad personal y el despertar de la libertad de conciencia de la persona frente al mundo; pero
este despertar y la comprensión de la realidad del sujeto y de su grupo no puede hacerse sin la
ayuda de la razón crítica. Esta es importante en los procesos de análisis e interpretación de hechos
relacionados con los derechos humanos. Sin este elemento de criticidad, el nivel de conciencia y
comprensión de los problemas se mantendría en un plano superficial intuitivo, sin capacidad de
penetrar en la trama de causas. Así, gracias al razonamiento teórico-práctico de orden normativo,
la conciencia es capaz de superar la aprehensión simplista de las cosas y comprender mejor la
realidad. Esto es importante, desde un punto de vista valorativo, porque una opción racional y
critica para tratar lo referente a los derechos humanos, motiva al sujeto para comprometerse en
beneficio de el mismo, de su grupo social o de su nación, pero haciéndolo en función de la realidad
y no de estereotipos, prejuicios o temores. 55 Este compromiso, además, no es sólo mental o
racional. Es también existencial, en el sentido que implica una intervención práctica del sujeto,
cuyo modo de existencia es "vivir con los otros" en un mundo concreto, pero también con
abstracciones como el barrio, la sociedad, la nación y el estado que se expresan en un orden
jurídico. Pensando en términos educativos, una participación racional y crítica por parte de
profesorado y alumnado en el análisis y discusión de temas referidos a los derechos humanos,
exige la libre acción entre educando o educanda y educador o educadora, el diá- logo de las
personas y la estimulación permanente de la creatividad del sujeto. Significa, también, que no se
pueden admitir los esquemas verticales, los mecanismos de simple transferencia de contenidos
completamente elaborados y sin apertura intelectual. En este orden
El principio de respuestas positivas Existe una tendencia a presentar los derechos humanos desde
una óptica eminentemente problematizadora Pues bien, si es cierto que en América Latina la
constante es la violación de algunos derechos humanos, el enfoque problematizador debe ser
sensato y ecuánime porque, asimismo, existen múltiples instancias sociales en las cuales se
plasman valores positivos. Se multiplican organizaciones populares y sociales que rescatan valores
como la solidaridad, la pacificación, la asistencia mutua, la cooperación. Siguiendo con este
principio se debe orientar a los alumnos y alumnas para que descubran, investiguen y conozcan
iniciativas de este tipo, sus formas de trabajo, su capacidad de irradiación, sus realizaciones, y los
derechos humanos que plasman. Esto debe llevarlos a presentar informes, reportajes, testimonios
vitales de líderes sociales que se encuentran ausentes en los medios de comunicación. Dicho de
otra manera, de lo que se trata es de interiorizar y aplicar la idea de que las sociedades tienen
constantemente respuestas y soluciones a sus problemas, íntimamente ligados con la realización
de los derechos humanos. Estas respuestas no son unívocas sino heterogéneas, propias de los
pueblos de América.