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TEMA 1 (primera parte)

La poesía española en el siglo XX


1. La renovación de la lírica en el fin de siglo: Rubén Darío, Antonio Machado.
2. La poesía entre el modernismo y la vanguardia: Juan Ramón Jiménez.
3. Las vanguardias en España.
4. Los poetas de la generación del 27: entre la tradición y la vanguardia.

La renovación de la lírica en el fin de siglo: Rubén Darío, Antonio


Machado
Tradicionalmente, los autores de finales del siglo XIX y principios del XX han sido
divididos en dos grupos: modernistas y noventayochistas. Esta supuesta separación en dos
grupos o escuelas se considera hoy superada, y tanto el Modernismo como la Generación del
98 se contemplan como dos aspectos de un mismo movimiento literario: la renovación poética
de principios del siglo XX. Pedro Salinas considera que tanto Modernismo como Generación
del 98 son términos indistintos que designan al mismo movimiento cultural. El primero se
iniciaría en América y el segundo en España, ambos a finales del siglo XIX. La separación entre
ambas denominaciones se ha mantenido a lo largo de los años más por razones didácticas que
científicas. No podemos olvidar que algunos autores supuestamente pertenecientes a la
Generación del 98 –como Antonio Machado o Ramón María del Valle Inclán– participan
igualmente de las preocupaciones, intereses y estilos propios del Modernismo, ya que las
circunstancias históricas y ambientales fueron las mismas para todos ellos.
El término Modernismo es anterior al de Generación del 98. Desde finales del siglo
XIX se llamó modernistas a todos los autores que querían renovar el panorama literario
anterior: se oponen al Realismo, agotado, y a la poesía prosaica de finales del siglo XIX (salvo
Bécquer y Rosalía de Castro, que serán tomados como modelos). Este movimiento de
renovación nace prácticamente a la vez en Europa y en América. De todos modos, podemos
afirmar que los primeros fueron los autores hispanoamericanos, representados
fundamentalmente por Rubén Darío. En un principio el término modernista era despectivo, es
decir, los contrarios a la renovación literaria calificaban de esta manera a los seguidores de
Rubén Darío. Con el tiempo, este término ha perdido el matiz peyorativo y, como hemos dicho,
se utiliza para designar un gran movimiento de innovación literaria. El Modernismo –
considerado en muchos casos un neorromanticismo– busca un nuevo
lenguaje basado en una nueva sensibilidad, y rechaza el prosaísmo y la retórica vacía de la
literatura anterior. Para ello, vuelve sus ojos hacia Francia, en concreto hacia dos movimientos
literarios de la segunda mitad del siglo XIX: El Parnasianismo, representado por Théophile
Gautier, tiene como lema: el Arte por el Arte, es decir, la búsqueda de la perfección poética
desde un punto de vista formal, olvidando los contenidos más humanizados. El Simbolismo,
representado por poetas como Verlaine, Rimbaud o Mallarmé, busca ir más allá de la realidad,
de lo sensible. Pretenden encontrar las significaciones profundas u ocultas de la realidad, lo
que no vemos, los aspectos correspondientes a los estados de ánimo. Para lograr esta finalidad
aparentemente tan complicada, recurren a los símbolos (imagen física que sugiere algo no
perceptible físicamente). De esta doble vertiente surgen buena parte de las características
fundamentales de este movimiento de renovación poética:
 Culto a la belleza sensorial: la luz, el color y los efectos sensoriales.
 Gusto por la estrofa pulcra y cuidada. Pretenden que sus poemas tengan una gran
musicalidad, y recurren a ampliar los ritmos y las formas métricas. Siguen usando los
metros clásicos (endecasílabo u octosílabo), pero introducen medidas poco usadas
hasta entonces: el alejandrino, el dodecasílabo (6+6) o el eneasílabo.
 Expresión de lo subjetivo: el mundo de los sentimientos íntimos, el mundo de los
ensueños de la fantasía. Aun así, temáticamente podemos distinguir dos polos en el
Modernismo: la expresión de lo exterior ajeno al poeta y la intimidad sentimental. En
relación con el primer tema, los autores escriben sobre paisajes, mujeres hermosas,
reyes y príncipes, desfiles, paisajes exóticos. De aquí podemos deducir la insatisfacción
que sienten hacia el mundo en el que viven, y su afán por escapar y evadirse mediante
su poesía. Profesan una gran devoción por París. El otro polo temático sería la
intimidad sentimental del poeta, una veces vitalista y alegre, y otras triste y
melancólica. El paisaje se corresponderá simbólicamente con el sentimiento del poeta.
Este segundo tema enlaza directamente el Modernismo con el posromanticismo de
Bécquer o Rosalía de Castro.
 Tono aristocrático y exquisito.
 El color azul y el cisne son algunos de los elementos favoritos de los modernistas. El
azul simboliza la libertad y el cisne representa la tendencia a lo aristocrático (en
oposición a lo burgués). Esta tendencia a evadirse del mundo real y buscar otros más
bellos tiene relación con el romanticismo (el universo interior del poeta), anterior al
realismo.
 Entre los recursos literarios observamos la insistencia en las onomatopeyas, las
aliteraciones, las metáforas, alegorías, paralelismos y sinestesias. El empleo frecuente
de adjetivación ornamental y de palabras exóticas, cultas y sugerentes que expresen
sus
sentimientos.
 Búsqueda del “Arte por el Arte”, de lo bello como fin fundamental, lo cual, según
Juan Ramón Jiménez, significará “el encuentro de nuevo con la belleza, sepultada por
un tono general de poesía burguesa”.

Como hemos dicho más arriba, el principal representante del Modernismo es el


nicaragüense Rubén Darío (1867-1916). De todos modos, no fue el primero, ya que tuvo
importantes antecedentes como el cubano José Martí, pero sí fue el autor que fijó
definitivamente este movimiento a partir de la publicación, en 1888, de Azul..., obra de gran
influencia, compendio de poemas y pequeños cuentos, que refleja todas las características del
Modernismo repasadas más arriba. En la obra poética de Rubén Darío se suelen distinguir dos
etapas:

1-. Desde Azul hasta la publicación de Prosas profanas (1896). En este periodo
predomina el preciosismo formal de origen parnasiano. Prosas profanas encarna la plenitud
del Modernismo formal, suntuosidad expresiva, neologismos, innovaciones métricas, etc. Ya
en las últimas composiciones de este libro se intuye un cambio hacia motivos poéticos más
intimistas.

2-. Con Cantos de vida y esperanza (1905), se manifiesta una marcada influencia más
simbolista y una creación centrada en lo íntimo, en la misma línea de los poetas españoles
Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. Este poemario se divide en tres partes. En la
primera, titulada como el libro, aparecen los poemas de temática hispánica y política, basados
en autores anteriores (Cervantes, Góngora), pintores (Velázquez, Goya) o hechos históricos
(pérdida de las colonias en 1898). La segunda parte, titulada “Los cisnes”, recoge poemas
contrarios al poder que E.E.U.U. estaba tomando ya a principios del siglo XX. La tercera parte
del libro se titula “Otros poemas”. La temática es melancólica, triste y amarga. En Poema de
otoño (1910), el autor reflexiona sobre el erotismo y la muerte, en un tono meditabundo y
sencillo.

La influencia de este autor sobre los autores españoles de principios de siglo es


decisiva, e incluso los autores del 27 lo tenían como uno de sus modelos. Los principales
poetas modernistas españoles son: Manuel Machado (hermano de Antonio), Salvador Rueda,
Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa entre otros. Además de las primeras etapas
literarias de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.

Juan Ramón Jiménez, en un artículo publicado en La voz el 18 de marzo de 1935, opinó


sobre la amplitud del Modernismo: “no fue solamente una tendencia literaria: el Modernismo
fue una tendencia general”. Para la crítica actual, no pueden ser enfrentadas las
denominaciones Modernismo y Generación del 98, y en todo caso el 98 formaría parte del
Modernismo, más complejo y rico que el noventayochismo. En 1898 Cuba, Puerto Rico y
Filipinas, las últimas colonias de ultramar que aún poseía España consiguieron su
independencia, tras varios años de guerra, con la ayuda de EE.UU. Este hecho histórico será
reconocido desde entonces como el Desastre del 98 y da lugar a la decadencia definitiva de
España. Se analizan las causas y se intentan buscar soluciones. A esto se dedicarán los autores
encuadrados en el movimiento modernista denominado Generación del 98. Se inspiraron en la
corriente crítica del canovismo denominada regeneracionismo y ofrecieron una visión artística
en conjunto. También fue importante la influencia del pensamiento krausista de Fernando
Giner de los Ríos y de la Institución Libre de Enseñanza, fundada por él mismo. Estos autores, a
partir del denominado Grupo de los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu), comenzaron a escribir con
una vena juvenil hipercrítica e izquierdista que más tarde se orientaría a una concepción
tradicional de lo viejo y de lo nuevo. De todas maneras, y aun entendiendo el
Noventayochismo como un aspecto particular del movimiento general denominado
Modernismo, hay algunas características propias de la Generación del 98 que la individualizan
y le dan personalidad propia:

 Su preocupación por la identidad de lo español.


 Gran interés y amor por la Castilla miserable de los pueblos abandonados y
polvorientos; revalorizan su paisaje y sus tradiciones, su lenguaje castizo y
espontáneo. Recorren las dos mesetas escribiendo libros de viajes y resucitan y
estudian los mitos literarios españoles y el Romancero.
 Rompen y renuevan los moldes clásicos de los géneros literarios, creando
nuevas formas en todos ellos.
 Rechazan la estética del realismo y su estilo de frase amplia, de elaboración
retórica y de carácter menudo y detallista, prefiriendo un lenguaje más
cercano a la lengua de la calle, de sintaxis más corta y carácter impresionista.
 Intentan aclimatar en España las corrientes filosóficas del irracionalismo
europeo, en particular los pensamientos de Nietzsche, Schopenhauer,
Kierkegaard y Henri Bergson.
 Pesimismo, rebeldía, actitudes críticas.
 Simpatizan con románticos como Mariano José de Larra, al que dedicaron un
homenaje.

La poesía de Antonio Machado representa el Modernismo, la superación del mismo,


el noventayochismo poético y la poesía de compromiso social. Nació en Sevilla, aunque en
1883 toda su familia se trasladó a Madrid. Tuvo una formación liberal ya que estudió en la
Institución Libre de Enseñanza. A finales del siglo XIX estuvo en París, ciudad en la que
conoció de primera mano las nuevas corrientes literarias del momento: Simbolismo y
Modernismo. Desde 1907 ejerció como profesor de francés en Soria, donde se casó con Leonor
Izquierdo, una muchacha de dieciséis años que murió cinco años después de la boda. El poeta,
desesperado, se traslada a Baeza (1912-1919), Segovia y Madrid. Partidario de la República, a
medida que las tropas nacionales de Franco avanzaban hacia el este durante la Guerra Civil
(1936-1939), vivió sucesivamente en Valencia, Barcelona y, finalmente, Collioure (Francia), un
pueblecito cercano a la frontera española, donde murió en febrero de 1939.
Su primer libro es Soledades (1902), que perderá su fisonomía original al ser
refundido en Soledades. Galerías. Otros Poemas (1907), es un libro en la línea modernista de
las primeras obras de Juan Ramón Jiménez, que poco tiene que ver con el núcleo de escritores
(Unamuno, etc.) de la "Generación del 98". La relación de Machado con el Modernismo es una
cuestión debatida todavía hoy por la crítica. Al parecer, su poesía modernista está relacionada
con su primera visita a París (ciudad en pleno fervor parnasiano y simbolista) y la amistad que
traba allí con Rubén Darío. Soledades (1902) se caracteriza por el fuerte cromatismo en su
poesía (hay quien relaciona este libro incluso con Van Gogh y los pintores fauvistas...), las
metáforas típicamente simbolistas y parnasianas (Verlaine como referente básico). Aparecen,
ya aquí, algunos de los símbolos machadianos clásicos: jardines, fuentes, el camino, el sueño,
etc.

Pero su modernismo muestra una peculiaridad: la tendencia a la fusión entre el paisaje y


la intimidad del "yo" poético (el "paisaje del alma", la técnica del "diálogo" en el poema, etc.).
Este fuerte intimismo está sin duda influenciado por Bécquer y Rosalía de Castro. El tema
dominante de este primer libro es el de la primavera (posiblemente por oposición al otoño
típico de Verlaine). Sobre todo, el mes de Abril con tonos melancólicos. En definitiva, este libro
de 1902, refundido en 1907, tiene importancia para la crítica por mostrar la etapa plenamente
modernista del poeta en esos poemas que, precisamente, luego eliminará en su siguiente
libro: Soledades. Galerías. Otros Poemas (1907). Este segundo libro se caracteriza
precisamente por mostrar a un poeta que ha superado el Modernismo e inicia una evolución
más personal en la que el elemento característico será el tiempo. El último bloque de
Soledades (Otros poemas) enlaza perfectamente con Campos de Castilla, su siguiente libro,
porque su perspectiva se "ensancha" superando el "yo" y dando el paso a lo exterior (la
realidad social, los demás).

Campos de Castilla se publica en 1912, aunque con menos de la mitad de poemas de los
que contiene en la edición de 1917, (ya dentro de las Poesías Completas). Supone la
superación total del "primer" Machado por una doble vía:

˗ la contemplación de un paisaje, que ya no sólo es una prolongación subjetiva del


"yo", sino que también es expresión de la realidad nacional e histórica y
˗ una reflexión teórica sobre la vida/muerte, el hombre, la poesía y otros grandes
temas.

Campos de Castilla representa, pues, la definitiva apertura de Antonio Machado a la


realidad circundante, olvidando pasados subjetivismos románticos y modernistas. En la
contemplación del paisaje castellano, contempla también la presencia humana, la "otredad" (a
partir de ahí se explica el "noventayochismo" tardío de Machado). Juan R. Jiménez siente el
distanciamiento estético que supone este nuevo libro de A.M. respecto a sí mismo y lo acusa
de apartarse "del simbolismo y de Bécquer", de "cantar los campos de Castilla con descripción
excesiva y anécdota constante". En 1917 publica una 2ª edición de Campos de Castilla dentro
de las Poesías completas que supuso un enriquecimiento formal y temático respecto a la
edición primera de 1912: la entrada del paisaje andaluz en el libro, la recreación poemática de
la vida cotidiana en Baeza. Además, se añaden en esta 2ª edición algunos "Elogios", las series
"Proverbios y cantares" y las "Parábolas".

En 1924 publica Nuevas canciones (último libro compuesto predominantemente en


verso), escrito entre los últimos años de Baeza y los primeros de Segovia. En él, reafirma su
opinión contraria respecto a la naciente "poesía pura" vanguardista, al arte como "sport" inútil
y como re-elaboración de materiales previamente artísticos y no naturales.
En estos años de Segovia, sigue escribiendo, pero en su próximo libro, titulado De un
cancionero apócrifo, la prosa ya será el elemento dominante sobre el verso. Mientras, el
cuaderno Los complementarios (comenzado años atrás) va también creciendo.
En Los complementarios (nótese el simbolismo del título), crea dos filósofos apócrifos:
Abel Martín y su discípulo Juan de Mairena. Con ellos, desarrolla un amplio discurso filosófico
del que, irónicamente, el propio Machado no se hace responsable: así se distancia de la
filosofía sin dejar de filosofar (su actividad central a partir de ahora). Juan de Mairena es el
discípulo, biógrafo y contradictor de su maestro Abel Martín. Abel Martín fue ideado por
Machado como una síntesis de varios filósofos del s. XIX, mientras que Mairena nace de
diversos pensadores del s. XX. Estos textos no son sólo filosóficos, pues operan
fundamentalmente para la crítica como glosas de los poemas machadianos.

Entre los años 1926-28, se sitúa tradicionalmente la irrupción de "Guiomar" en la vida


y poesía de Machado, quien la conoció, parece ser, en Segovia. Según la crítica, estos poemas
son algunos de los más confusos de su obra poética Durante los años de la guerra, escribió
poca poesía (tal vez por la falta del distanciamiento típico en él para elaborar el poema). Su
producción de estos años se reduce a un poema sobre la muerte de García Lorca, meditaciones
paisajísticas sobre Valencia, algunos homenajes y la definitiva despedida de "Guiomar". La
mayoría de estos textos se agrupan con el título de Canciones de la guerra (1936-39).

La poesía entre el modernismo y la vanguardia: Juan Ramón Jiménez.

Al panorama cultural español de principios de siglo se incorporan jóvenes autores que


ya pertenecen por edad a otra generación: la Generación del 14 o Novecentista. Sus primeras
obras pertenecen al impulso modernista, pero en su madurez literaria representan un nuevo
talante ante la literatura, el arte y la realidad española. Son intelectuales con gran formación
académica y universitaria. Tienen una actitud europeísta en conexión con las corrientes más
importantes del pensamiento europeo. Surge con ellos un tipo de literatura en la que lo
intelectual y lo conceptual prevalece sobre lo emotivo o sentimental. Se defiende el Arte puro
y cuidado por los aspectos formales al considerar que el objetivo es producir placer estético.

Los poetas principales son Juan Ramón Jiménez, León Felipe y un escritor que estuvo en
la vanguardia de todo, Ramón Gómez de la Serna. Juan Ramón Jiménez (1881-1958)
descubrió muy pronto que su única dedicación había de ser la poesía. Abandonó sus estudios y
se trasladó a Madrid donde conoció a Rubén Darío. Se casó en Nueva Cork con Zenobia
Camprubí, su compañera infatigable a partir de entonces. El matrimonio se trasladó a América
al estallar la guerra civil. Residió en Cuba y en Estados Unidos. Donde Juan Ramón fue profesor
en diversas universidades. También en Puerto Rico, isla donde fijó su última residencia. En el
56, año de la muerte de su esposa, recibió el premio Nobel de Literatura. El propio poeta
establece las siguientes etapas en su obra: época sensitiva, época intelectual y época
suficiente o verdadera.

La primera etapa o época sensitiva llega hasta 1915. Rimas (1902), además de la huella
becqueriana presente ya en el título, deja traslucir la influencia de los simbolistas franceses.
Arias tristes (1903) y Jardines lejanos (1904) sitúan la poesía del autor en la órbita del
Modernismo intimista y simbolista: atmósfera quejumbrosa y doliente, sentimientos de
soledad y melancolía, inevitabilidad del paso del tiempo, presencia de la muerte, recuerdos,
jardines y flores, paisajes otoñales, léxico decadente, adjetivación matizada, abundancia de
sinestesias, etc. Durante su estancia en Moguer (Huelva) compone numerosos libros:
Elejías Pastorales, La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes…En ellos reitera los
motivos y al ornamentación modernista. Pero otros elementos preludian una poesía más
personal: búsqueda de lo cotidiano y de la vida sencilla, descubrimiento del paisaje e
identificación con la Naturaleza, delicada ironía. Hay en buena parte de ellos, un intento de
superación del Modernismo. Estío (1916) es ya claro exponente del cambio: estamos ante una
poesía a la vez conceptual y formalmente sencilla, rasgos básicos de la segunda etapa.
En su prosa lírica: Platero y yo (1914), escrito durante su estancia en Moguer (1905-11),
muestra su anhelo de gozosa armonía con la Naturaleza. Hay delicada ironía, sentimiento
cordial, ansia de belleza, presencia del medio rural. A veces, la armonía y el orden cósmico se
ven amenazados por la violencia, el odio, la injusticia, el dolor y la muerte.

La etapa intelectual se inicia con un libro capital en la lírica contemporánea: Diario de un


poeta recién casado (1917). El Diario rompe con el Modernismo finisecular y abre a poesía
española a las innovaciones vanguardistas: verso libre, poemas en prosa, enumeraciones
caóticas, frases en inglés, uso del collage (anuncios, letreros…) Diario supone una nueva
concepción poética. La paulatina desaparición de la anécdota conduce a una poesía esencial,
poesía pura o desnuda, que busca la expresión de lo inefable a la manera de los antiguos
místicos. El cielo y el mar representan la Naturaleza concebida en forma panteísta. Los libros
siguientes (Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919) y Estación total (1923-36) prosiguen el
proceso de intelectualización y abstracción. Los poemas suelen ser ahora breves y densos. En
línea con el aristocratismo novecentista, el poeta se dirige a la “inmensa minoría”.

La última etapa de Juan Ramón –época suficiente o verdadera- comprende toda su


producción de los años del exilio. En el otro costado (1936-42) aparece el poema Espacio, en
prosa, donde recrea líricamente los conceptos esenciales del último Juan Ramón (unidad
profunda de todo lo existente, evocación caótica de recuerdos de su vida y obra anterior). En
Dios deseado y deseante (1948-49) se llega a la posesión de esa conciencia que se identifica
con Dios, un dios que nada tiene que ver con el cristiano. Es un dios creado por el poeta, fruto
de su esfuerzo casi místico de depuración y perfección.

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