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INTERPRETE Y ARTE

Por: Julián Enrique Castro Corrales


“Un intelectual dice una cosa simple de un modo difícil.
Un artista dice algo difícil de modo simple.”
Charles Bukowski

La comunicación representa una parte esencial del ser humano: hacerle saber al otro lo que
cree, piensa y siente. Me resulta evidente la necesidad que tiene este, tan curioso animal,
por compartir su ser con el otro, mostrarle sus sueños, ilustrar lo que cree, compartir sus
ansias y expresar sus más profundos miedos; pero esto no siempre es tarea fácil: ¿Cómo
hacerle entender al otro que no te gusta la pizza con piña? ¿Cómo explicarle a otro porque
no crees en su Dios? ¿Cómo mostrar tu amor hacia la leche condensada? ¿Cómo retratar
ese miedo que sientes hacia la muerte?

Quizá para algunos la respuesta sea obvia: El lenguaje… Y tienen razón, tan efectiva
herramienta tiene un poder inmenso a la hora de comunicar, pero tiene limitaciones; en la
vida hay cosas que desbordan, ya sea por intensidad o por ignorancia, lo que las palabras
pueden expresar. Es desde este punto donde surge la pregunta ¿Cómo decir eso para lo que
no existen palabras?

Para nosotros, seres humanos del siglo XXI, es casi natural la existencia de otros lenguajes
que no usan sólo palabras, lenguajes que más bien usan la sensación e incluso el mismo
contexto para decirnos, muchas veces, más que cualquier palabra suelta. Dibujos, música,
danza, texturas, aromas… Las distintas experiencias sensoriales son capaces de hacernos
vibrar y volar, viajar en el tiempo y soñar más allá de la historia, vivir otras vidas o incluso
volver a vivir la nuestra. ¡Arte, querido amigo, Arte! Y es el arte el vehículo comunicativo
que nos lleva a decir lo indecible, a expresar eso que nos quita el aliento y nos corta la voz:
una canción, un poema, una imagen o una buena película… Más vuelven las incógnitas a mi
curiosa cabeza: ¿Quién hace el arte?

Así como al pan lo hace el panadero; al arte lo hace el artista. Este curioso y enigmático
personaje, alma con aristas múltiples y variadas, capaz de transformar desde un pequeño
espacio hasta el auditorio más inmenso en un entorno completamente nuevo nos lleva a
vivir mundos inexplorados, a sentir tristeza en medio de la dicha, inmenso gozo en la hora
más oscura únicamente con su inigualable capacidad de convertirse en verdad, con el
magistral poder de ser uno con su arte, una habilidad casi camaleónica, que va mucho más
allá de la mera apariencia: mimetizarse y hacerse uno con las emociones, las sensaciones,
el fuego, el dolor, la calma… Fundirse en una inexpugnable comunión con el mensaje
inmerso en su arte.

Aquí es donde la magia comienza: un artista que es capaz de vivir lo que su arte expresa es
el más potente catalizador para una experiencia inolvidable para el público. La más hermosa
comunión de almas vibrando al compás del excelso lenguaje que es el arte.

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