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1.3.

Violencia familiar

La profesora Sokolich Alva nos recuerda que: "(..) a nivel nacional, la lucha contra toda
forma de violencia familiar significo el reconocimiento a un problema social que iba más
allá de los límites de un hogar y que no podía seguir siendo considerado como un asunto
de naturaleza privada, pues la violencia constituye una grave violación a los derechos
fundamentales de la persona.

El problema no es reciente en nuestro país, sin embargo, pareciera que la sociedad en


conjunto ha mostrado verdadera preocupación en la actualidad, estando a la constante
información brindada por los medios de comunicación. Hay que prestarle debida
atención a estos temas, ya que, principalmente, quienes sufren violencia en la familia
tienden a ser violentos en el futuro y constituyen un alto porcentaje de personas que a
futuro delinquen.

1.4 Violencia familiar y fases

Los procesos de violencia familiar son procesos humanos y, como tal, Policía Nacional,
Ministerio público y poder Judicial deben analizar cada caso en concreto, teniendo en
cuenta las diferentes fases de la violencia. Estas fases han sido sintetizadas por Núñez
Molina Waldo Y Castillo Soltero, María del Pilar de la siguiente manera:

1) Fase de acumulación de tensión: Es el periodo de las agresiones psíquicas y de golpes


menores en que las mujeres niegan la realidad de la situación y los hombres
incrementan la opresión, los celos y la posesión, creyendo que su conducta es legítima.
Como bien afirman los autores, esta fase se caracteriza por agresiones verbales, gestos,
insultos, amenazas y coacciones. La relación tiende progresivamente a debilitarse a
favor de un nivel cada vez mayor de tensión. Hombre y mujer se encierran en un circuito
en el que están mutuamente pendientes de sus reacciones. Cuando la tensión alcanza
su punto máximo, sobreviene la segunda fase.

2) Fase aguda de golpes: Núñez Molino Waldo y Castillo Soltero, María del Pilar señalan
que esta fase se caracteriza por el descontrol. En esta fase ya no sola hay insultos y
amenazas, sino que se producen golpes de mayor entidad y de manera reiterada. Las
mujeres se muestran sorprendidas frente al hecho agresivo que se desencadena de
manera imprevista ante cualquier situación de la vida cotidiana por trivial que fuere.
3) Fase de calma "amante" (luna de miel) Conforme a los autores, esta etapa se
caracteriza por una conducta de arrepentimiento y afecto del hombre golpeador, y de
aceptación de la mujer que cree que el hombre cambiará. En esta etapa predomina una
imagen idealizada de la relación acorde con los modelos convencionales de género.
Luego, tarde o temprano todo vuelve a comenzar y la fase primera se vuelve a repetir.

Es muy importante tener en cuenta el análisis de las fases desarrolladas por Núñez
Molina Waldo y Castillo Soltero, María del Pilar, ya que de este modo, se entenderá en
su real dimensión el problema de violencia familiar. Con la ley anterior, sucedía que
algunos inadvertidos servidores del Estado no entendían la problemática y, por ejemplo,
declaraban procedente Pedidos de "desistimiento" que habitualmente ocurrían en la
tercera fase del ciclo de violencia.

Esto ya no debería suceder con la aplicación la nueva ley Nº 30364, estando a que, en
estricto, no caben los pedidos de desistimientos de denuncia en el proceso penal. Donde
recae aún la duda es si antes de que se remita el caso al Fiscal Penal o Juez de Paz, para
el inicio del proceso punitivo, ante el Juez de Familia, pudiera presentarse un pedido de
desistimiento y así evitar la continuación de la denuncia.

Considero que tampoco debiera proceder el desistimiento, estando a las fases del ciclo
de violencia y al ejercicio público de la acción penal.

Ahora bien, entre los argumentos comunes o habituales para desistirse tenemos: "me
reconcilié", "la denuncia viene afectando a la familia" o "estoy arrepentido de haber
denunciado". En el cambio de la fase aguda de golpes a la fase de calma "amante", es
común que la víctima que denunció inicialmente y exigió las medidas de protección del
caso, luego pida el "desistimiento" o "retiro de denuncia".

Entendiendo las fases del ciclo de violencia, por ejemplo, comprenderemos, el interés
máximo inicial que tiene la presunta víctima y el desgano posterior de seguir con la
investigación o proceso.

En otros casos, terceras personas, llámese vecinos o familiares cercanos, denuncian


conocer actos de agresión de una persona al interior de una familia, sin embargo, ocurre
con frecuencia que cuando el Ministerio Público o Juez investigan, la presunta víctima
niega las agresiones.
En efecto, el artículo 15º de la nueva ley, permite que cualquier persona, distinta a la
perjudicada, pueda denunciar, sin embargo, el problema con este tipo de denuncias es
que, muchas veces, la presunta víctima no ratifica la denuncia o simplemente niega los
hechos. Siguiendo las fases, sucedía, en varias oportunidades, que la víctima en realidad
deseaba “esconder” su actual problema de violencia o quizás pensaba que el agresor
cambiaría o que no volvería a repetir el hecho violento y, por tanto, no valía la penan
denunciar o continuar con el trámite.

En estos casos, el Juez de Familia luego de recibida la denuncia, sin dejarse llevar
necesariamente por todo lo que dicen las partes, deberá recurrir a una investigación
sumaria, en lo posible, con testimonios, pericias o certificados médicos, con la finalidad
de expedir las medidas de protección adecuadas. El camino es complicado no solo por
el breve tiempo que le otorga la ley al Juez para resolver dichas medidas, sino que el
Magistrado tendrá en contra muchas veces, al agresor y a la propia víctima
“arrepentida” que no desea que su caso lo siga conociendo el Estado. En lo personal, he
apreciado que la víctima o agresor denuncian al Magistrado o impugnan todo tipo de
resolución que este dicte, con la finalidad de dilatar o frustrar la investigación.

1.5. Definición legal de violencia familiar

El Texto único Ordenado de la Ley N° 26260, Ley de Protección frente a la violencia


familiar y su reglamento, Decreto Supremo N° 002-98-JUS definía que se entiende por
violencia familiar. Así, legalmente, violencia familiar era cualquier acción u omisión que
cause daño físico o psicológico, maltrato sin lesión, inclusive la amenaza o coacción
graves, que se produzca entre los miembros de la familia (no solo parejas matrimoniales
o convivenciales), llamase: a) cónyuges, b) ex cónyuges, c) convivientes, d) ex
convivientes, e) ascendientes, f) descendientes, g) parientes colaterales hasta el cuarto
grado de consanguinidad y segundo de afinidad, h) quienes habitan en el mismo hogar,
siempre que no medien relaciones contractuales o laborales, i) quienes hayan procreado
hijos en común, independientemente que convivan o no, al momento de producirse la
violencia y j) Uno de los convivientes y los parientes del otro hasta el cuarto grado de
consanguinidad, en las uniones de hecho.
Para la anterior ley, violencia familiar era la conducta generadora del daño a uno de los
miembros de la familia y el proceso especial buscaba prevenir y resarcir justamente
dicho daño. No obstante, lo claro de la definición legal, en la práctica, se generaron
algunas confusiones entre los operadores jurídicos.

Algunos entendían que en el proceso de violencia familiar se podía demandar toda


discusión entre familiares. Otros señalaban que no importaba la legítima defensa o el
ejercicio regular del derecho en estos casos, bastaba que una pericia médica concluya
que existe afectación o alguna lesión entre los miembros de una familia para que se
demande judicialmente violencia familiar. Y lo que más llamaba la atención, era que
algunos colegas y autoridades entendían que podía existir violencia sin daño. En este
último caso, estando a la definición legal antes mencionada, separaban la acción u
omisión que causa daño, que es diferente, mencionaban, al maltrato sin lesión que no
causaría daño.

El Ministerio Público asumía esta última interpretación. Así, la Directiva N° 005-2009-


MP-FN, glosario de términos, definía el maltrato sin lesión, como la agresión física o
psicológica que no causa daño físico ni psicológico.

No compartimos la separación del daño de la violencia. En principio, todo acto de


violencia causa un daño jurídicamente resarcible. Tengo la impresión que, en los hechos,
algunos especialistas confundían el daño con su probanza. Así es más fácil demostrar el
daño psicológico con la correspondiente pericia o el daño físico con el certificado médico
legal, sin embargo, la probanza se complica en el llamado "maltrato sin lesión'. En este
último caso, considero que, sin que sea necesario una pericia o certificado, existen otros
medios probatorios (testigos, vídeos o audios, por ejemplo) para que el Juez sentencie
a favor de la víctima.

1.6. Definición de violencia familiar. Nuestra posición

Por nuestra parte, teniendo en cuenta algunos aspectos de la definición brindada por el
Dr. Christian Salas Beteta, consideramos que violencia familiar es el acto u omisión,
único o repetitivo, que causa daño no patrimonial (daño a la persona y daño moral) y
que, a su vez, puede traer consigo daños patrimoniales (daño emergente y lucro
cesante), realizado por uno o varios miembros de la familia, en relación de poder, en
función del sexo, edad o condición física, en contra de otro u otros integrantes de la
misma, sin importar el espacio físico donde ocurra.

Tanto el daño patrimonial como el daño no patrimonial se pueden presentar ante un


caso en concreto y, si así fuere, ambos deben obtener resarcimiento conforme a ley.

Nuestra definición es extensa y no se estanca en los tipos de violencia fijados en la ley.


Por el contrario, dicha amplitud permite que nuevos supuestos de violencia se incluyan
con el correr del tiempo en la definición. Lo importante es que la violencia en el entorno
familiar, sea en la modalidad o tipo que sea, produce un daño y este deber ser reparado,
sin importar la nomenclatura.

En ese sentido, no estoy de acuerdo con la definición “cerrada” de los 4 tipos de


violencia que señala la actual ley, máxime si dicha clasificación muchas veces se
confunde en la práctica. Por ejemplo, la violencia sexual es también una violencia física
y también acarrea una violencia psicológica. Igual ocurre con la violencia física que, por
lo general, siempre viene aparejada de una violencia psicológica.

Únicamente encuentro justificación para considerar los 4 tipos de violencia familiar en


el proceso penal imperante en la nueva ley, sin embargo, dicha lista no debería resultar
determinante en el proceso de responsabilidad civil que se originaría de modo paralelo.

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