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Ya transcurrido un par de días en que el Papa Francisco visitó nuestro país, me surgió la

idea de reflexionar y plasmar mi opinión. No puedo desconocer que esperaba esta visita confiado
en que sería una oportunidad de re-unión, de re-evangelización, de re-cristificación en dónde la
figura de Francisco cumpliese su rol de pontífice -en el sentido de puente, o mejor, de
constructor de puentes- entre los apartados, los decepcionados, los marginados y la Iglesia que
peregrina en Chile.
Sin embargo, me causó un cierto disgusto ver la centralización con que la organización
de esta visita se llevó a cabo, tengo la impresión de que fue una visita planeada principalmente a
la zona centro del país y anexamente al norte y al sur de éste ¿Dónde está el conflicto que afecta
-hoy en día- la paz en el país, esa misma paz que anunciaba el lema de esta visita pastoral? En el
sur, en la Araucanía. Me pregunto entonces ¿basta medio día de visita para solo ir a celebrar una
Eucaristía y decir algo sobre la paz? Y no digo que la homilía del Papa no haya expresado ideas
que hay que seguir reflexionando y “rumiando” hasta extraerle toda la sustancia, pero no puedo
dejar de señalar que me hubiese gustado actos más concretos, por ejemplo que el Papa se haya
reunido con políticos, empresarios forestales y dirigentes mapuches, todos en una sola reunión
en dónde su rol de pontífice fuese concreto, terrenal y no solo sea un pontífice con lo celestial.
Ahora bien, toda su visita fue un bien, a la larga y mayoritariamente un bien para quienes
nos sentimos partícipes de una Iglesia que últimamente adolece de buenos pastores, pastores
como Don Enrique Alvear, Fernando Ariztía, Manuel Larraín, padre José Mairlot, Antonio
Ronchi, Pierre Dubois, Alfonso Baeza, Alberto Hurtado, Pablo Andrés Arnaudon, Pedro
Aguiar, Mario Erazo, Mariano Puga, Juan Barraza, en fin la lista es larga y seguramente podrás
poner a otros tantos. Yo también veo, al igual que el Papa, “que existen comunidades que viven
arrastradas más por la desesperación de estar en cartelera, por ocupar espacios, por aparecer y
mostrarse, que por remangarse y salir a tocar la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel”1 y eso es
ciertamente doloroso.
Expresaba anteriormente que de igual modo creo que esta visita en un don, un regalo
para nuestra Iglesia, pues siempre es bueno que nos hablen de Dios y nos orienten en el
discipulado, que nos hablen desde la mirada externa de quien está a la cabeza y también porque
es una acontecimiento histórico que hay que seguir triturando, decantando, analizando,
reflexionando para el sacar el mejor provecho.
La figura del Papa Francisco es la de un líder carismático, cercano, sencillo, eso lo
sabemos de sobra, sin embargo, hay que tener presente que también se equivoca y ciertamente
por la altura y relevancia de su cargo esos errores traen consecuencias serias. En cuanto al tema
del obispo Barros y las declaraciones -¡lamentables declaraciones!- de Francisco debo señalar que
me dolieron, me dolió porque como dijo en una parte de su homilía en Temuco él mismo
terminó “borrando con el codo, lo que escribió con la mano”. ¿Y qué es lo que borró? Borró
frases que había pronunciado el día antes en su homilía en el parque santiaguino.
Borró la fuerza de sus palabras que se fundamentan en la Buena Noticia de Jesús y que
él quiso actualizar para nosotros cuando señalaba que “Al ver a la multitud, Jesús encuentra el

1Discurso del Papa Francisco a los sacerdotes, religiosos/as, consagrados/as y seminaristas, en la Catedral de
Santiago, 16 de enero 2018.
rostro de la gente que lo seguía y lo más lindo es ver que ellos, a su vez, encuentran en la mirada
de Jesús el eco de sus búsquedas y anhelos. De ese encuentro nace este elenco de
bienaventuranzas que son el horizonte hacia el cual somos invitados y desafiados a caminar. Las
bienaventuranzas no nacen de una actitud pasiva frente a la realidad” frente a estas palabras no
puedo, no me permito, obviar y no pensar en los católicos de Osorno y de tantos otros que
reclaman abusos por parte de la jerarquía, que manifiestan su dolor, su pena e indignación. ¿Son
ellos “vistos” por el Papa? ¿Son las víctimas de Karadima “vistos” por el Papa como Jesús ve a
la gente? Creo que no, y es precisamente de ese no ser vistos de donde nacen las
Bienaventuranzas de esta Iglesia dolida “Felices los no escuchados, porque ellos recibirán
apoyo”; “Felices los omitidos, porque ellos serán acompañados”; “Felices los que denuncian,
porque la verdad florecerá”.
Continuó el Papa diciendo “Jesús, al decirle bienaventurado al pobre, al que ha llorado,
al afligido, al paciente, al que ha perdonado... viene a extirpar la inmovilidad paralizante del que
cree que las cosas no pueden cambiar” esta es una frase potente que hay que escribirla en bronce,
pues resulta profética y tremendamente actual para nosotros que rechazamos la impunidad, que
rechazamos la violenta desacreditación de quienes manifiestan el dolor de una Iglesia quebrada
y que cree que “Las bienaventuranzas son ese nuevo día para todos aquellos que siguen
apostando al futuro, que siguen soñando, que siguen dejándose tocar e impulsar por el Espíritu
de Dios.” Para mí la voz de los osorninos, de las víctimas de Karadima y de tantos otros abusados
es voz del Espíritu que nos reclama cambios profundo de eclesialidad y de relaciones entre
miembros que por muchos que seamos formamos un solo cuerpo2. Cambios que confío que el
Papa Francisco también desea, pero que producto de la lenta y hasta extremo cuidadosa del
proceder del Vaticano hace caer a veces en la ansiedad del aquí y ahora, pero que si se sigue a
este Espíritu, llegarán.
Una de las cosas que también me dejó un sabor amargo, es el exceso de responsabilidad
que se le endosó al Papa por la presencia del Obispo Barros en las ceremonias. Me parece que
el Papa no tiene responsabilidad, pues al ser Barros un obispo en ejercicio tiene todo el derecho
de participar. Lo que hay aquí es un obispo descriteriado que debió restarse de participar salvo
en las reuniones estrictamente necesarias, es más, debe restarse de gobernar en una diócesis en
donde es evidente que su presencia crea, dolor y división y des-eclesialidad.
Ahora bien, me parece que el apoyo que le da el Papa es una mera formalidad y es
también producto de malas asesorías. Me da la sensación de que la permanencia en el cargo del
Obispo Barros es producto de su férrea concepción de que la voluntad de Dios que se manifiesta
solamente a través de la voz del Papa y no toma en cuenta de que su tozudez de no escuchar y
renunciar es también desobedecer a esta misma voluntad expresada en la voz del pueblo creyente
que por su Bautismo porta este mismo Espíritu.
Para terminar hago eco de aquella típica frase de Francisco al terminar sus alocuciones
“recen por mi” y claro que rezaré por él. Rezaré para pedir que Dios le de la valentía de decidir
en vista de la unión, rezaré para que no caiga en la obstinación y cerrazón de no escuchar, rezaré
para que haga que la Iglesia actúe concretamente y para que separe el trigo de la cizaña, pero

2 Cfr. 1Cor 12, 12ss.


sobre todo rezaré para que se deje guiar y haga, más temprano que tarde, los cambios y
renovaciones que el Espíritu sopla hoy.

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