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SEMINARIO DE SEÑOR SAN JOSÉ DE LA

ARQUIDIÓCESIS DE GUADALAJARA

INSTITUTO DE TEOLOGÍA
“SAN CRISTÓBAL MAGALLANES”
AFILIADO A LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD LATERANENSE

EXAMEN DE BACHILLERATO

MATERIA: TEOLOGÍA SACRAMENTARIA

MINISTERIO ORDENADO

0
MINISTERIO ORDENADO
1. Describe porqué Jesucristo es sacerdote y cuál es la significación neo
testamentaria de dicho término.
A diferencia del sacerdocio del AT que fue en su conjunto fiel a su misión: con sus liturgias,
sus enseñanzas y la redacción de los libros sagrados, mantuvo de edad en edad la vida religiosa del
pueblo de Dios. “Los presbíteros del NT por su vocación y orientación son segregados del pueblo
de Dios; no para estar separados del pueblo, sino para consagrarse totalmente a la obra para la cual
el Señor los llama” (PO 3). Jesús nunca se atribuye el titulo de sacerdote, y era evidente que no era
un sacerdote judío, no pertenecía a la tribu de Leví, ni jamás reivindicó una pertenencia a
semejante sacerdocio, sin embargo, podemos constatar que no cesó de actuar como sacerdote. Para
definir su misión utiliza términos sacerdotales, sobre todo cuando habla de su muerte como
sacrificio. Se revela como tal por la ofrenda de su sacrificio y por el servicio de la palabra 1. El
sacerdocio de Jesús consistía en una determinada manera de vivir su existencia humana (Ex 29; Lev
8-9).

El Nuevo testamento no denomina a Cristo como un sacerdote, pero si lo presenta como el


Sacerdote. De la antigua concepción del sacerdocio permanece un elemento el de la mediación, sin
embargo, en un sentido muy diverso. La mediación inaugurada en la Encarnación (Hb 1,3) se
establece plenamente en la cruz y el ingreso en la gloria del Padre. El sacerdocio de Cristo es
claramente expuesto en la carta a los Hebreos, Cristo es el único sacerdote por ser el único
Mediador que puede compartir responsablemente los intereses de Dios y los problemas de los
hombres (Hb 5,1-5; 12,24)2. Jesús es Sacerdote en cuanto es Hijo de Dios hecho hombre (Hb 5,1-5).
Ejerce una mediación sacerdotal, sirviendo a los hombres para llevarlos a Dios. Su actuación
sacerdotal se concreta en el servicio profético, servicio caritativo y servicio de inmolación de sí
mismo. Es el “Servidor” en una comunidad de hermanos (Lc 22,27). Su sacerdocio, es pues,
mediación y servicio permanente, comprometido, misericordioso, totalizante; su existencia
pertenece totalmente al Padre y a los hombres (Hb 7, 22.28)3. Su sacerdocio es ejercido en un
contexto sacrificial, una vida totalmente ofrecida, por cuya entrega llega a constituirse como la
ofrenda perfecta.

Analíticamente desde la lectura del Nuevo Testamento se afirma que Cristo es sacerdote por
lo mismo que es enviado, con lo que la misión y el sacerdocio predicados de Jesucristo coinciden.

Por tanto, Cristo no fue un sacerdote en virtud de un ritual o en el ejercicio de un culto


externo, sino por medio de su existencia entera, ofrecida a Dios en oración. En consecuencia, su
sacerdocio no es ritual, sino existencial.

El Nuevo testamento afirma la identidad sacerdotal de Cristo como fundamental en su


persona, ya que Cristo no sólo es sacerdote, sino que es el único sacerdote. Cuya cima está en su
sufrimiento, sacerdocio ejercido en toda su vida. Reconoce el sacerdocio de Jesucristo ejercido en
la propia oblación que según el decir de San Pablo, equivale al auténtico sacrificio del cordero
pascual (1Co 5,7). Dos son sus características: a) el haberse entregado por nuestros pecados (Ef 5,
25) b) ser testimonio de su amor a los hombres (Ef 5,2)

1
A. GEORGE. Sacerdocio, en X. LEÓN, Vocabulario de teología Bíblica, Barcelona Herder, 1980. p. 818.
2
J. HERNÁNDEZ ROJO; J., El sacerdote, pastor y oveja, San Pablo, México 2000. p. 10.
3
Ibid. p. 12.
1
2. Analiza las distintas participaciones del sacerdocio de Cristo
Siendo que el sacerdocio en general, ha sido establecido para los hombres en el servicio de
Dios, por lo que su función especifica es el asegurar la mediación entre Dios y los hombres. El
sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque se distinguen
esencialmente, se ordenan el uno al otro, pues cada uno participa de forma peculiar del único
sacerdocio de Cristo.

2.1. Sacerdocio común


Cristo, Supremo y eterno Sacerdote, queriendo continuar su testimonio y su servicio,
también por medio de los laicos, los vivifica con su espíritu, y los impulsa sin cesar a toda obra
buena y perfecta. Porque a aquellos a quien ha asociado íntimamente a su vida y misión, les hace
participes también de su oficio sacerdotal, en orden a ejercer el culto espiritual, para mayor gloria
de Dios y salvación de los hombres (Cf. LG 34).

Los cristianos participan en el sacerdocio de Cristo, Sumo y eterno Sacerdote, cuyo


sacerdocio es origen del sacerdocio común o universal del cual todos los cristianos participan, ya
que Cristo Señor, Pontífice, tomando de entre los hombres (Cf. Hb 5, 1- 5), hizo de su nuevo pueblo
“reino y sacerdotes para Dios, su Padre” ( Ap 1,6; 5,9-10). Por ello, todos los discípulos de Cristo,
perseverando en la oración y la alabanza a Dios (Cf. Hch 2, 42-47), han de ofrecerse a si mismos
como hostia viva, santa y grata a Dios (Cf. Rm 12,1) han de dar testimonio en todo lugar y han de
dar razón de la esperanza que tienen en la vida eterna (Cf.. 1 Pe 3,15), bajo el compromiso de
difundir y defender la fe con sus palabra y obras, como verdaderos testigos de Cristo (Cf.. LG 11).

Por tanto, todo el pueblo de Dios es sacerdotal, en virtud del bautismo que le incorpora a
Cristo y son instituidos por este sacramento como sacerdotes, profetas y reyes, ya que los
bautizados son consagrados como casa espiritual ,y sacerdocio santo y regio por la regeneración y
por la unción del Espíritu Santo, para que por medio de todas las obras del cristiano ofrezcan
sacrificios espirituales y anuncien las maravillas de quien los llamó de las tinieblas a su luz
admirable para ser ahora el pueblo de Dios (Cf. l Pe 2, 9-10). Esta responsabilidad del cristiano-
sacerdote se puede expresar en acciones concretas: ofrecer a Dios sacrificios de justicia, elevar
oraciones al Padre, el anuncio del reino con la proclamación de la Palabra de Dios, nuestro
testimonio de nuestra incorporación al sacerdocio de Cristo que perdura eternamente.

El sacerdocio común es fundamentalmente, “la consagración a Dios de nuestra vida


personal”; consagración entendida como el esfuerzo por vivir toda nuestra vida de hombres, según
el ideal evangélico, en espíritu de adoración y de servicio a las tres personas. Si todos los miembros
del pueblo de Dios, viven este espíritu de consagración de su ser y de su actividad personal al Padre,
entonces será este pueblo el que se consagrará íntegramente al Dios vivo en todas las dimensiones
de su vida colectiva. 4

Este sacerdocio participado al pueblo en el sacerdocio de Jesucristo tiene tres características


principalmente:

1. “Es común a todos los que son del pueblo de Dios (toda la Iglesia forma una unidad viviente.
Cada uno de sus miembros participa de este sacerdocio común, solidariamente con todos los
demás5).

4
Ibid. p. 83.
5
COSTE R., El hombre sacerdote, Herder, Barcelona, 1969, p 81.
2
2. Es también sacramental puesto que viene por el Bautismo.

3. Es también interior puesto que se da en el alma, El sacerdocio común se representa en la oración


comunitaria, en la celebración de los sacramentos, en el testimonio misionero y en el servicio de los
hombres (Cf. LG 9, 10,26).

2.2. Sacerdocio Ministerial


El mismo Señor, con el fin de que los fieles formaran un solo cuerpo, en que no todos los
miembros desempeñan la misma función (Cf. Rm 12,4), de entre los mismos fieles instituyó a
algunos por ministros que, en la sociedad de los creyentes, poseyeran la sagrada potestad del orden
para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados y desempeñarán públicamente el oficio sacerdotal
por los hombres en su nombre (PO 3). La tarea del ministro ordenado es servir en nombre y en
representación de Cristo. Cabeza en medio de la comunidad (Cf. CEC 1591).

Por tanto, el sacerdocio ministerial, lo desempeñan ministros de Cristo, esto es, servidores,
vicarios y representantes de Él, que en persono y en nombre de Cristo realizan el sacrificio y los
Sacramentos y pregonan su mensaje. Este sacerdocio, es solo de algunos, de aquellos que han
recibido por el sacramento del orden la consagración ontológica del carácter y de la potestad
sacerdotal. El sacerdote recibe un sacramento que imprime carácter por lo que quedan sellados por
toda la eternidad.

El sacerdocio ministerial comunica al consagrado el poder de ofrecer sacrificios, y no le


viene conferido por los fieles de quien es su representante. El sacerdote representa al pueblo y a
Iglesia delante de Dios: ofrece el sacrificio en nombre de todo el pueblo y para beneficio del mismo.
«Aquella inmolación por la que Cristo, pronunciadas las palabras de la consagración, se hace
presente sobre el altar en estado de victima, la realiza el sacerdote, en cuanto desempeña la
persona de Cristo, no en cuanto representa la persona de los fieles».

La diferencia esencial entre estos dos tipos de sacerdocio consiste en que el sacerdocio
común es una dignidad sacerdotal que tiene colectivamente el pueblo de Dios formado por
miembros que le son incorporados por el bautismo, mientras que el sacerdocio ministerial es el que
individualmente por la ordenación tienen los sacerdotes como ministros para ofrecer al Padre, en
representación de Cristo, el mismo y único sacrificio de su Cuerpo y Sangre, Sacerdocio que lleva
consigo la potestad de santificar, enseñar y gobernar a los fieles con su subordinación a los obispos 6.
La especie del sacerdocio viene dada por la especie de la oblación o de la acción sacrificial; y es de
especie distinta en el sacerdocio común y en el sacerdocio ministerial. “El sacerdocio ministerial
difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles porque confiere un poder sagrado para el
servicio de los fieles” (CEC 1592).

Sin embargo, el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial se reclaman mutuamente; es el


uno para el otro; los dos se necesitan y los dos forman, por voluntad de Cristo, la Iglesia. De modo
que no podría existir el sacerdocio ministerial sino existiese el sacerdocio común.

3. Explica que significa el sacerdocio ordenado.


El orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus apóstoles sigue
siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es pues, el sacramento del ministerio
apostólico. Aquellos que entre los fieles se distinguen por el orden sagrado, quedan destinados en el
6
TORAL, J., Sacerdocio ministerial y Pueblo Sacerdotal, Guadalajara, Secretariado Diocesano de la Doctrina de la Fe,
1972. p. 15.
3
nombre de Cristo para apacentar la Iglesia con la palabra y la gracia de Dios, ya que son en la
Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental de Jesucristo Cabeza y Pastor (Cf.. PDV
15).

La realidad sacerdotal, participada de Cristo, tiene tres aspectos principales:

1. Elección divina o vocación del Señor, manifestada por medio de la Iglesia.

2. Consagración y participación en el ser y en el obrar de Cristo, por medio del sacramento del
orden.

3. Misión o envío por parte de Cristo y mediante la Iglesia.

El sacerdote participa de la unción o consagración de Cristo por medio del carácter y de la


gracia que confiere el sacramento del orden. El carácter sacramental del orden es una señal o
cualidad indeleble que configura al sacerdote ordenado con Cristo Sacerdote para poder obrar en su
nombre7. Por tanto, un sacerdote es necesariamente un mediador entre Dios y la humanidad, con la
precisión esencial de que para que sea un sacerdocio auténtico y querido por Dios, ha de ser
sacerdote por Cristo y en Cristo8.

El sacerdote:

1. Se configura con Cristo y actúa en nombre de Cristo cabeza; al servicio de Cristo Maestro,
Sacerdote y Pastor, y para la edificación de todo el pueblo de Dios (Cf. PO 1-3), es un
“instrumento vivo de Cristo” (PO 12).

2. Es Ministro de Dios; la obra de salvación, a la que es llamado a participar la concede Cristo,


por ser el único mediador entre Dios y los hombres, por tanto, el sacerdote es sólo un
ministro, un cooperador, en el plan salvífico.

3. Prolonga en el tiempo, la obra redentora de Cristo; el sacerdote es ungido y enviado por el


Espirito Santo a evangelizar a los pobres (Lc 4.18), de modo que prolongue la palabra de
Cristo. Ofrece el pan y el vino que se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y así
prolonga el sacrificio de Cristo.

4. Prolonga la acción salvífica y pastoral de Cristo: el sacerdote como ministro es parte


integrante del signo sacramental porque con su servicio ministerial pronuncia las palabras de
Cristo uniéndose a las intenciones de Jesús y de su Iglesia.

5. Prolonga la oración de Cristo; a ejemplo de Cristo de quien toda su vida fue un amoroso
dialogo con el Padre; una oración continua con Dios Padre, debe prolongar la obra de Cristo
en la oración, en el contacto con el Padre, en comunicación con El.

Comprende tres grados; el episcopado, el presbiterado y el diaconado. Va más allá de una


simple elección, designación, delegación o institución por la comunidad, pues confiere un don del
Espíritu Santo que permite ejercer un «un poder sagrado» que sólo puede venir de Cristo, a través
de su Iglesia.

El fin que persiguen los presbíteros con su ministerio y vida es procurar la gloria de Dios en
Cristo. Esta gloria consiste en que los hombres reciban consciente, libre y agradecidamente la obra
7
Cf.. HERNÁNDEZ ROJO, J. Op. cit. p 38.
8
COSTE René, “El hombre sacerdote”, Herder, Barcelona 1969. p. 70.
4
de Dios, acabada en Cristo y la manifiesten en su vida entera 9, ya que todo sumo sacerdote es
tomado de entre los hombres, para ponerlo a favor de los hombres, en las cosas que miran a Dios
(Cf. Hb 5,1).

4. Describe la triple función del ministerio ordenado:


El presbítero “por la ordenación recibe la capacidad de actuar como representante de Cristo,
Cabeza de la Iglesia, en su triple función de sacerdote, profeta y rey”, (CIC 1581).

1. Ministerio profético: el sacerdote, como ministro de la Palabra, su función primordial es


predicar (en todo su hablar, para cumplir con su mensaje de anunciar el reino de Dios). El
ser profeta es un Don de Dios, que por el Bautismo nos lo confiere, por la confirmación nos
lo intensifica y a los sacerdotes se los da en plenitud. Este ministerio se ramifica en tres
aspectos:

a. Anunciar; siendo que el pueblo de Dios se congrega en torno a la palabra de Dios


vivo, es primordial el anuncio, ya que nadie puede salvarse sino cree, lo cual no se
llevará acabo sin dar a conocer el mensaje del Jesús, de ahí la importancia del
mandato de Jesús (Mc 16,15).

b. Denunciar; además de anunciar el evangelio debe denunciar el mal, debe corregir,


exhortar a sus ovejas... siempre hablando con la verdad.

c. Dar testimonio; el pastor debe procurar que sus fieles sean motivados a ejercer una
vida más cristiana en virtud de un buen ejemplo, viviendo y actuando rectamente a
fin de que de igual forma que él lleguen a ser admiradores e imitadores de Cristo y
no se desvíen.

2. LITÚRGICA: Dios consagra a los presbíteros, por medio de los obispos, para que
participando de una forma especial del sacerdocio de Cristo, en la celebración de las cosas
sagradas, obren como ministros de quien por medio de su Espíritu efectúan continuamente
por nosotros su oficio sacerdotal en la liturgia. Todos los sacramentos, al igual que todos los
ministerios eclesiásticos y las obras del apostolado, están con la Eucaristía, hacia ella se
ordenan. Es pues la celebración eucarística el centro de la congregación de los fieles que
preside el presbítero (Cf. PO 5). Los Presbíteros ofrecen al Padre, en el sacrificio de la Misa,
la divina víctima y ofrecen junto con ella la oblación dé su propia vida. De igual manera,
tarea del presbítero es enseñar a los fieles a participar en las funciones de la sagrada liturgia,
de manera que también en ellos susciten una cada vez más sincera y perfecta oración según
las gracias y necesidades de cada uno.

3. Conducción: Ejerciendo, según su parte de autoridad, el oficio de Cristo, Cabeza y Pastor,


reúnen en nombre del obispo, a la familia de Dios, con una fraternidad alentada
unánimemente, y la conducen a Dios Padre por medio de Cristo en el Espíritu. Atañe a los
sacerdotes, en cuanto educadores en la fe, procurar personalmente, o por medio de otros, que
cada uno de los fieles sea conducido en el Espíritu Santo a cultivar su propia vocación según
el Evangelio, a la caridad sincera y diligente y a la libertad con que Cristo nos libertó.

9
Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros. No. 2.
5
5. Distingue el triple grado del ministerio ordenado y la naturaleza de cada uno.

5.1. Episcopado
Puesto que la divina misión encomendada por Cristo a sus apóstoles ha de durar hasta el fin
de los tiempos (Cf. Mt 28,20), ya que el evangelio que ellos deben trasmitir en todo tiempo es el
principio de la vida para la Iglesia. Por lo cual, los apóstoles en esta sociedad jerárquicamente
organizada tuvieron cuidado de establecer sucesores (Hch 20,28). Estos han confiado legítimamente
la función de su Ministerio en diversos grados a diversos sujetos en la Iglesia (Cf. LG 28; CIC
1562). Entre los diversos ministerios que existen en la Iglesia ocupa el primer lugar el ministerio de
los obispos, que a través de una sucesión que se remonta hasta el principio, son los trasmisores de la
semilla apostólica (Cf. LO 20: CEC 1555). Por la consagración episcopal se recibe la plenitud del
sacramento del orden. De hecho se le llama, tanto en la liturgia de la Iglesia como en los Santos
Padres “Sumo sacerdocio” o “cumbre del ministerio consagrado” (Cf. LG 21; CEC 1557).

La consagración episcopal confiere la plenitud del sacramento del Orden, por esto se llama
en la liturgia de la Iglesia y el oficio de santificar, confiere también el oficio de enseñar y regir, los
cuales, sin embargo, por su naturaleza, no pueden ejercitarse sino en comunión con la cabeza y
miembros del Colegio Episcopal (Cf.. LO 21). Por tanto, “el obispo es el fundamento visible de la
unidad en la Iglesia particular y en su presbiterio” (Cf., LG 23; PO 7.8). La preocupación del obispo
por sus sacerdotes, compartiendo con ellos toda su existencia y su forma de vivir, es imprescindible
para la construcción de la comunidad y familia sacerdotal del presbiterio. Tares del obispo con su
presbiterio será: 10

Formar la comunidad cristiana: una comunidad de “inclusión, comunión y participación;


trabajar para que se haga realidad el anhelo de Cristo que dijo; “También tengo otras ovejas que no
son de este redil: también a esos los tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo
rebaño y un solo pastor” (Jn 10,16).

Atención pastoral al matrimonio y a la familia: ya que en ellas están los futuros éxitos o
fracasos de la sociedad, es urgente esta tarea, ya que, será una buena sociedad si los padres educan a
los hijos en los valores humanos y cristianos, tarea que deben apoyar los pastores, para que la
familia sea una comunidad de amor; formadora de una comunidad de personas, servicio a la vida,
participación en el desarrollo social y la participación en la vida y misión de la Iglesia.

Nueva evangelización; para formar una comunidad es necesaria una nueva evangelización
en su ardor, en sus métodos y en su expresión.

5.2. Presbiterado
Los presbíteros, en el ejercicio de su potestad dependen de los obispos (son sus
cooperadores). Unidos a ellos en el honor del sacerdocio y en virtud del sacramento del orden, han
sido consagrados como verdaderos sacerdotes, según la imagen de Cristo, sumo y Eterno Sacerdote
(Hb 5,1.10; 7,24), para predicar el evangelio y apacentar a los fieles y para celebrar el culto divino.
Participando, en el grado propio de su ministerio del oficio de Cristo, único Mediador (1 Tim 2,5).

Anuncian a Todos la divina palabra, pero su oficio sagrado lo ejercitan, sobre todo en el
culto eucarístico o comunión en el ministerio de la reconciliación y alivio. El presbítero como
colaborador del obispo, como ayuda e instrumento suyo llamado a servir al Pueblo de Dios, forman
junto con su obispo, un presbiterio (Cf. LG 28).
10
Cf.. HERNÁNDEZ ROJO J., Op cit. p 143-150.
6
El sacerdote representa a Cristo cabeza y Pastor, en esto se basan los elementos
constituyentes del sacerdocio ministerial. Con tres ejes resaltados por el Vaticano II:

1. SACRAMENTALIDAD:

a. Sacramentalidad en la raíz del presbiterado. El ministerio presbiteral tiene su origen


en el sacramento del orden. La infusión del Espíritu Santo en la ordenación es la
verdadera fuente de la misión y de los poderes del sacerdote, al mismo tiempo que el
manantial de gracia interior. El sacramento del orden configura al presbítero con
Cristo Cabeza y Pastor de la Iglesia.

b. Sacramentalidad en el ejercicio del presbiterado. La existencia del presbítero está


toda ella impregnad de la dimensión sacramental, pues su persona es ante todo signo
e instrumento de Jesucristo, pastor, y cabeza. Ahí se enraíza las tres funciones que le
caracterizan. Sacramentalidad vinculada al sacramento del episcopado. La identidad
sustancial del ministerio apostólico, recibido en plenitud por los Obispos y en grado
participado por los presbíteros.

c. Vinculación a la sacramentalidad de la Iglesia. El sacramento es la fuente que da


origen y alimento a todas las peculiares relaciones que definen al presbítero: con
Cristo y con su Iglesia, con el ministerio apostólico, con el pueblo de Dios y con los
demás presbíteros.

2. MINISTERIALIDAD: El sello más genuino de la vocación cristiana es el servicio. En la


Iglesia del Señor, los responsables o jefes son llamados ministros, servidores, su función es
el ministerio, la “diakonía”. El sacerdote es “ministro del Evangelio y ministro de la Iglesia
y, por tanto, servidor de todos.

3. RELACIONALIDAD:

a. EL “Ser para Dios” del sacerdote se articula y despliega en un tejido de relaciones


que dan rostro y concretan esa entrega total a Dios.

b. El presbítero, ser relacional con sus vertientes o direcciones: relación con Cristo, con
el sacramento, con la Iglesia, con el ministerio apostólico y con la comunidad. El
servicio del presbiterado, a favor de la totalidad de la Iglesia11.

5.3. Diaconado
En el grado inferior de la jerarquía están los diáconos, que reciben la imposición de manos
no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio. Así, confortados con la gracia sacramental,
en comunión con el Obispo y su presbiterio, sirven al pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia
de la palabra y de la caridad. Participan de una manera especial en la misión y gracia de Cristo (Cf.
LG 41). El sacramento del orden los ha marcado con un sello (carácter) que nadie puede hacer
desaparecer y que los configura con Cristo que se hizo «diácono». Su oficio propio es la
administración del bautismo, el observar y distribuir la Eucaristía, el asistir y bendecir los
matrimonios en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la sagrada escritura a
los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y la oración de los fieles. Con el
consentimiento del Romano Pontífice este diaconado se podrá conferir a hombres de edad madura

11
SÁNCHEZ CHAMOSO ROMÁN, Ministros de la Nueva Alianza, CELAM – CEM, México, 1990.
7
aunque estén casados, o también a jóvenes idóneos; pero para estos debe mantenerse firme la ley
del celibato.

6. Comenta cuál es la función pastoral y el valor eclesial del ministerio ordenado.


La responsabilidad pastoral confiada por Cristo al sacerdocio ministerial, en su función de
enseñanza, de santificación y de gobierno; manifiesta la unidad orgánica de la función sacerdotal, su
esencial orientación hacia el prójimo (el sacerdote no es tal para si mismo) y al mismo tiempo la
finalidad que debe tener siempre presente en la construcción de la Iglesia y de la expansión de
ésta12.

El sacerdote pastor sabe que su trabajo es el mismo que el de Cristo el Buen pastor. Aquel
que conoce a sus ovejas una a una, que ofrece su vida por ellas y que quiere congregar a todos “en
un solo rebaño y en un solo pastor” (Jn 10, 11.16). “Es el pastor que ha venido no para ser servido,
sino para servir” (Mt 20,28). Por tanto, la razón de ser de los pastores, esta vinculada al derecho de
todo seglar de recibir con abundancia de sus sagrados pastores, los bienes espirituales de la iglesia,
ante todo, los auxilios de la palabra de Dios y de los sacramentos; y han de hacerles saber con
aquella libertad y confianza digna de los hijos de Dios y de los hermanos en Cristo, sus necesidades
y sus deseos.

Los pastores deben: alimentar, fortificar a los laicos, servirles gustosamente, escucharlos
caritativamente, promover su dignidad, reconocer su propia dignidad y su propia responsabilidad,
escuchar gustosamente sus consejos, dejarles espacio y libertad para actuar, darles animo para que
asuman responsablemente sus tareas y considerar con amor de Padre, las iniciativas, las peticiones y
los deseos que propongan13 Todo ello llevado a cabo bajo los más cristianas actitudes; actitud de
misericordia, de amor, de compasión de búsqueda, de compromiso, de continuo servicio fraterno,
actitud de quien tiene plena conciencia de ser pastor, actitud preferencial (hacia los más
necesitados), no buscando los intereses personales14.

6.1. El sacerdote es pieza central en la tarea eclesial:

Su tarea es necesaria e insustituible, ya que son los ministros de la Eucaristía, dispensadores


de la misericordia divina en el sacramento de la penitencia, los consoladores de las almas, los guías
de los fieles. Si no hubiese sacerdotes;

1. Se cerrarían las puertas a la vida religiosa, ya que la eucaristía, que es el culmen de la vida
cristiana, no la podría tener el pueblo, al igual que el sacramento de la penitencia.

2. Se disgregaría la comunidad cristiana.

3. La Iglesia se secularizaría, enfriándose poco a poco en la experiencia de la fe, la esperanza y


la caridad; “una comunidad sin sacerdotes se embrutece”15

Cristo fundó su Iglesia cimentada en él mismo y en sus apóstoles como sus columnas, por
tanto, el Sacerdote, como colaborador de quien es sucesor directo de los apóstoles, por su
sacerdocio ministerial es signo personal de Cristo Sacerdote y Buen Pastor, a modo de “Instrumento
vivo” (Cf.. PO 2), debe servir a la comunidad eclesial, como principio de unidad de todas sus
12
COSTE, R., Op. cit. p. 137
13
HERNÁNDEZ ROJO, J., Op cit. p. 44
14
Ibid p 75-81.
15
Ibid p. 40.
8
vocaciones, ministerios y carismas (Cf. PO 6.9). Para que en ella se prolongue la misión de Cristo
(Jn 20,21). Por esto la Iglesia existe para evangelizar (EN 14). Aquí radica la importancia del
sacerdocio ministerial.

6.2. El sacerdocio sacerdotal es insustituible:


Si Cristo quiso su Iglesia organizada como todo un cuerpo, cuya Cabeza es él y todos somos
sus miembros. El Papa (nuevo Pedro). Los obispos (sucesores de los Apóstoles) y los presbíteros
(sus colaboradores), todos ellos, ejerciendo su sacerdocio ministerial por voluntad de Cristo, son
insustituibles. Como Cristo amo a su Iglesia y se entregó a si mismo por ella (Ef 5,25) de igual
forma, los sacerdotes deben amar a la Iglesia. Ya que para todo sacerdote como para toda
comunidad “la fidelidad a Cristo no puede separarse de la fidelidad a la Iglesia” (PO 14).

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