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AUTORES ESPAÑOLES.
TOMO CUARTO.
ELEGÍAS
AUTORES ESPAÑOLES
D E S D E L A FORMACIÓN D E L L E N G U A J E HASTA NUESTROS D Í A S ,
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TOMO CUARTO.
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MADRID,
IMPRENTA, DE LA PUBLICIDAD, A CARGO DE M . RIVADENEYRA.
CALLE DE JEStTS DEL VALLE, N.° 6.
1847.
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PROLOGO
LA presente obra ha llegado á ser, por su rareza, una de aquellas curiosidades bibliográ-
ficas de que pocos tienen noticia, y cuya reimpresión llena un gran vacío en nuestra litera-
tura antigua. La misma suerte han tenido otras muchas producciones relativas á nuestros
descubrimientos marítimos y á las primeras épocas de nuestras colonias, probándose por
este medio la historia de un sin número de hechos curiosos y datos interesantes, relativos á
una de las páginas mas instructivas y brillantes de los anales de la humanidad.
Si este desprecio de tan copioso tesoro de conocimientos útiles es poco honorífico á
nuestro gusto literario y á nuestro amor propio nacional, no es menos digno de censura el
olvido en que se sumergen los nombres de los varones ilustres que han contribuido eficaz-
mente con sus trabajos á las glorias de la literatura española. Increíble parece que casi todo
lo que se sabe de CASTELLANOS es lo poco que de sí mismo habla en sus Elegías; y que, por
mas investigaciones que hemos hecho en archivos y bibliotecas, solo hemos hallado mención
de su nombre y de sus obras en la de don Nicolás Antonio, y en los apuntes que Muñoz ha
dejado en la Academia de la Historia.
El primero de estos escritores da á entender que CASTELLANOS nació en Tunja; habla de la
primera edición de la primera parte de las Elegías, la cual vio la luz pública en 1589, sin l u -
gar de impresión; se refiere á una cuarta parte, celebrada por don TomásTamayo, en su Col-
lectio librorum hispanicorum, y cita la Bibliolheca indica de Antonio León, donde se habla de
un ejemplar de la segunda parte , que poseyó Luis Tribaldo de Toledo, cronista real de las
Indias, de cuyas manos pasó á las de Lorenzo Coceo, secretario de N . Compegio , nuncio
apostólico en España.
Las noticias de Muñoz son todavía mas escasas y menos importantes. No se refieren á la
persona del autor, sino á ciertas peculiaridades del ejemplar de ellas que Muñoz habia visto.
H E n él hay una nota manuscrita que dice: «Librería de la catedral de Palencia : donada (la
I obra) por el doctor Pedro Fernandez del Pulgar, natural de Rioseco, penitenciario de dicha
i iglesia». Al fin de la segunda parte, observa Muñoz que se lee la firma de Miguel de Ondarza
?
Zavala, con su rúbrica , la cual va también al pié de todas las planas. « Sin duda, dice Mu-
¿íñoz, este fué el secretario por quien se despachó la licencia para la impresión, á consecuen-
M cia de la aprobación de Ercilla. Por último, Muñoz advierte que falta un plano en el ejem-
plar susodicho , y es el de la laguna de Venezuela, y que hay otro en la tercera parte , con
i este título: «Traza corográfica de lo contenido en los tres brazos que cerca de la equinoccial
I hace la cordillera de las sierras , que se continúan desde el estrecho de Magallanes.»
Por manera que la única biografía que de CASTELLANOS existe, queda reducida á las escasas
••noticias que de él mismo injiere en su obra. De ellas se colige que siguió desde luego la car-
( rera militar, y que se halló en reñidos encuentros y corrió grandes peligros en las diferentes
campañas á que dieron lugar las conquistas de los vastos territorios de que se formó, en tiem^
vi PROLOGO.
pos muy recientes, la república de Colombia. Después abrazó el estado eclesiástico y obtu-
vo el beneficio de Tunja, en lo que se llamó entonces nuevo reino de Cranada. En una y
otra situación contrajo relaciones íntimas y tuvo frecuente trato con muchos de los hombres
mas distinguidos que figuran en aquellas grandiosas hazañas.
Este descuido de los contemporáneos de JUAN DE CASTELLANOS es tanto mas notable, cuanto
que su obra está muy lejos de esa trivial medianía que justamente desdeñan los hombres do
saber y buen gusto. El autor no quiso elevarse á la altura de la poesía épica; no quiso reves-
tir su narración con las galas de la fantasía, ni darle esas formas artificiosas que nunca se em-
plean sino á costa de la verdad. Menos ambicioso que Lucano y Ercilla, solo consagra sus es-
fuerzos á preservar del olvido hechos notables y circunstancias graves y curiosas. No es un
poeta creador : es un historiador escrupuloso, que prefirió la octava rima á la prosa, quizás
para recrear con este agradable ejercicio los últimos años de su vida, ó quizás también, por-
que á ejemplo de Ovidio , quod tentabat dicere versus erat. A esta segunda opinión nos incli
nan su facundia inagotable; la increíble facilidad de su versificad >n, la cual, generalmente
correcta y fluida , aunque á veces demasiado trivial y desaliñada, no se detiene en los obstá-
culos que le ofrecían la exactitud numérica de las fechas, ni los estraordinarios nombres de
los indios y de los puntos geográficos de las regiones que habitaban. Las escenas terribles y
las graciosas; las batallas mas sangrientas y las caminatas mas difíciles ; fiestas lucidas, cul-
tos solemnes, paisajes floridos y voluptuosos, espectáculos naturales, llenos de horrorosa
grandiosidad, todo se presta con igual holgura y lijereza al ritmo de este grande y fecundo
versificador;-para todo encuentra en su imaginación fértil y variada ritmos sonoros, cortes do
verso naturales, consonantes propios y escogidos, y frases, si no eminentemente poéticas, ¿
lo menos elegantes, bien construidas y muy raras veces torcidas de su prosodia, para for-
mar la cadencia legitima y llenar el número requerido.
Sus defectos son los comunes en su siglo ; los mismos en que incurrieron los que mas lus-
tre le dieron con sus producciones inmortales: anacronismos insignificantes, ostentación pe-
dantesca de importuna y mal traída erudición, ignorancia de las ciencias naturales envueltas
todavía en la infancia , inversión no motivada de sucesos, y esa propensión á retruécanos y
antítesis que bajo diversas formas se reproduce en todas las épocas literarias, y de que no
supieron preservarse los mayores ingenios de la antigüedad.
Mas estas imperfecciones están mas que suficientemente compensadas por algunas dotes,
tanto mas gratas á la generación presente , cuanto mas escasean algunas de ellas en los trabajos
literarios de nuestro siglo. Distinguimos entre estas cualidades preciosas la paciencia investiga-
dora que supone la acumulación de tantos sucesos, el interés dramático de tan estraordinarias
virtudes, la exactitud en la descripción de las localidades, el arte con que escita la curiosidad
del lector, graduando diestramente el desarrollo de los incidentes con que la satisface; por
último, esa sencillez candorosa que toda la obra respira , reflejo de un alma recta y pura,
consagrada al culto de la verdad y ajena de todo lo que pudiera torcerla y ofuscarla.
Prendas de tanto valor y tan justamente apreciadas por los aficionados á la buena lectura,
nos autorizan á creer que el público aceptará las Elegías de CASTELLANOS, como uno de los ma-
yores esfuerzos que á costa de grandes dispendios y trabajos ímprobos hemos empleado para
desempeñarlas condiciones de nuestro programa, y continuar mereciendo la acogida benévola
que han merecido los tomos precedentes de nuestra colección.
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SEKOR.
Entre las cosas notables, que autores antiguos nos dejaron escritas, hicieron memoria de
aquella gran locura de Corebo , cuya cuenta, no estendiéndose á mas número de hasta cinco,
presumía contar las ondas del mar y las arenas de sus riberas ; y desta misma podría yo ser
agora redargüido; pues, en confianza de tan pobre talento como es el de mi ingenio, propuse
cantar en versos castellanos la variedad y muchedumbre de cosas acontecidas en las islas y
costa de mar del norte destas Indias occidentales, donde yo he gastado lo mas y mejor del
discurso de mi vida, presumiendo levantar sus.edificios desde los primeros fundamentos, en
todos aquellos puertos que conocemos poblados de españoles. Y aun esta osadía fuera tole-
rable si no me levantara á otro muy mayor atrevimiento, que fué aventurarme á ofrecer y
consagrar mis trabajos al felicísimo nombre de vuestra Majestad, en cuyo esclarecido enten-
dimiento naturaleza puso toda aquella perfecion á que sus fuerzas podían estenderse; mas
como sea común uso de los hombres, y costumbre heredada de los primeros buscar escusas
á los yerros que cometen, deseo que se me permita que ansimismo (con algunas razones,
aunque criadas á los pechos de mi confuso parecer) procure dar mis disculpas, y descargarme
de los cargos que acerca desto se me podrían poner. Pues es así que laflojedady descuido de
muchos, que con la elegancia y primor que al sujeto desta obra se debe la pudieran tomar á
su cargo , puso sobre mis hombros la pesadumbre deste cuidado , muy mas grave de lo que
ellos pueden llevar, no sin consejo y estímulos de amigos, que se dolían de ver hazañas escla-
recidas quedarse para siempre encarceladas en las escuridades del olvido, sin haber persona
que movida deste justo celo procurase sacallas á luz , para que con la libertad que ellas me-
recen corrieran por el mundo, y fueran á dar noticia de sí á los deseosos de saber hechos
célebres y grandiosos. Pues como ya tuviese escrito el descubrimiento deste Nuevo Mundo, y
lo acontecido en las conquistas de las islas, y alguna parte de la costa de tierra firme hasta el
mar de Venezuela, parecióme (por ser el volumen de lo compuesto algo crecido) que seria
justo hacer en aquel pasaje pausa, para que desde allí comenzase segunda parte , con intención
de no publicar lo uno sin lo otro, por haber andado ya la mayor parte del camino; y aunque
en este propósito había dado fondo, importunidades de personas á quien debo respeto me
hicieron levar las áncoras y salir con solo el trinquete, mandándome cometer esta primera
al beneplácito de fortuna, que así en esto como en otras cosas no siempre suele ser apacible
ni favorable. Pero revolviéndolos ojos del entendimiento á una y otra parte, para buscalle
lugar donde la adversa no se atreviese ni pudiese lastimalla , memoria y voluntad me pusieron
delante la fortísima coluna y atlante de la religión cristiana, que es vuestra Majestad; debajo de
cuya sombra y á cuyos reales pies estos mis trabajos se humillan para poderse valer entre los
2 VARONES ILUSTRES DE INDIAS.
impetuosos vientos de detractores ; pues el mayor y mejor salvoconducto que se les puede
encaminar es el autoridad de tan potentísimo monarca, que como vicediós en la tierra no se
desdeñará de recebir el cornadillo del pobre á vueltas de los preciosos dones que suelen ofrecer
los poderosos, ansí como aquel gran Artajerjes que no se desdeñó (pasando el rio Ciro) in-
clinar su real cabeza, para beber el agua del en las palmas de Sinetis, pobre y rústico villano.
Movióme tambiéná hacer esto, considerar que cosas de Indias, mayormente tan oclusasy o l -
vidadas, á ninguno se debían dedicar ni consagrar sino al señor universal de aquellas tierras,
que ansí en oriente como en poniente gozan deste nombre, á cuya grandeza humilísimamente
suplico ponga los ojos no en la bajeza del estilo, sino en el sujeto de la obra y voluntad con
que yo la ofrezco, para que otros muchos, cuyos ingenios podrían con pluma delicada en
estas partes llevar adelante estos principios, se animen y alienten á poner en escrito hechos
dignos de ser eternizados, en servicio de vuestra Majestad, cuya real persona y escelsos estados
prospere nuestro Señor con perpetuo aumento de su divina gracia y celestial gloria. Amen.
JUAN DE CASTELLANOS.
¿Qué vas, mujer liviana, pregonando, Bien podemos decir que si contento
Juzgando solamente lo presente? En esta breve vida se granjea,
Mira que con las nuevas dése bando Es cuando llega dulce cumplimiento
Engañas á los tuyos malamente; De lo que grandemente se desea;
El dicho vas agora publicando, Pues no halla lugar el sufrimiento
Mas tú verás el hecho diferente, Hasta que ya la cosa se posea;
Verás gran sinrazón y desafuero, Y ansí les fatigó noturno ocio
Y el sueño d« tu rey ser verdadero. Por esperar el fin deste negocio
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA I, CANTO V. 17
Mas el escuro manto desviado » Ya que vuestras vergüenzas anden fuera,
Con luz de la mañana placentera, Falten para sacármelos á plaza,
Vieron todos venir por un collado Que para mí será carga lijera
La deseada ninfa mensajera ; Eso que vuestras casas embaraza ;
Y mi escuadrón de indios que cargado Y quiero mas volver desta manera
¿e sus comidas toma la ribera , Que tornar á bordón y calabaza ;
El rey con otros muchos capitanes Crecen con esto mis contentamientos
De paz haciendo señas y ademanes. Y no menos salir con mis intentos.
A la siniestra mano y á la diestra » Pero tratar ya deslo son estremos
Tocaban muchos dellos caramillos:
Mirándolos esta la gente nuestra , Que refrescan pasados accidentes;
Subidos por las popas y castillos; Bastará de presente lo que vemos
Y viendo que de paz era la muestra, Para desengañar los insipientes ;
Acuerdan de venir á recebillos ;' Y agora será bien que convidemos
Unos á otros huelgan ya de verse , A este rey y algunos de sus gentes,
Y de se saludar sin entenderse. Dalles hemos algunas cosas buenas
Pero los nuestros van como sagaces Que ellos las pagarán con las setenas. »
A ver hombres que no son conocidos, Los vocablos allí fueron baldíos,
Y no tan confiados de las paces, Pero hicieron señas con las manos,
Que no fuesen muy bien apercebidos : Diciéndole que viese los navios
Con muestras de placeres y solaces Con otros cinco ó seis de sus hermanos ;
A la ribera verde son venidos, Y porque se dejase de desvíos,
Do saltan principales coroneles, En tierra se quedaron diez cristianos:
Dejando bien á punto los bateles. El indio sin poner impedimento
Luego como las partes se acercaron Manifestó por obras ser contento.
En lugar y postura conviniente, En la nao los huéspedes noveles,
Al Goaga Canari señalaron Aderezóse luego la comida,.
Cuál era capitán de nuestra gente : Ponen la tabla, tienden los manteles.
Por señas como mudos se hablaron Según la voluntad del que convida :
Falta de rugas una y otra frente, La mesa toda fué por sus cuarteles
Supliendo por señales esta mengua De náutico bizcocho proveída,
Que cada cual tenia de su lengua. Los vasos proveídos en el banco
De buen vino haloque, tinto y blanco.
Y como les faltaban las razones De cosas á los indios peregrinas
Para que sus concetos publicasen, Sirvieron alimentos suficientes,
Las dádivas presentes y los dones Muy gentiles capones y gallinas
Fué cosa necesaria que hablasen , Guisados con sus ciertos adherenles ;
Y las magníficas ostentaciones Hubo muchas maneras de cecinas,
Aquestas amistades confirmasen; Conservas ansimismo diferentes,
Y ansí nuestro Colon primeramente Pero mucho mas gusto les ponia
Dio al Goaga Canari lo siguiente : El sabroso licor que se bebía.
Una camisa de ruán labrada, Porque el comer es poco, mal asado,
Un sayo nuevo de color bermejo, Desta gente de bajas esperanzas,
Una gorra pequeña colorada, Mas su beber es tan demasiado
Según el uso fué de tiempo viejo ; Que vence las mayores destemplanzas ;
Una escofieta buena perfilada, Y para tal efeto mal reglado
Ciertas cuentas de vidrio y un espejo, Hacen las sementeras y labranzas,
Cintillas y otras cosas menos que ellas, Pues por un cierto modo peregrino
A quien puso valor no conocellas. De lo que hacen pan hacen el vino.
El rey recompensó por muchas veces Estaban pues los nuestros espantados
Las dádivas con otras no menores, De la rudeza desta compañía,
Pues dio, por enseñar sus altiveces, Y estímulos de hambre mitigados,
Piedras ricas diversas en colores, Negocio que la nuestra pretendía ;
Granos de oro, tales como nueces, Quedaron estos nuevos convidados
Y tales como pomos y aun mayores, Puestos en posesión del alegría
Copia de frutas varias y alimentos Que crian los licores de Metina
Con los cuales servia por momentos. Y viñas de la tierra surrenlina.
Colon, que tales granos de oro vía, Ansí que, levantados de la cena
Tan ricos y tan prósperos presentes,
Con el contento grande que tenia Sin uso de merced ni besamanos,
Con gran sabor hablaba con sus gentes : Volviéronse los indios á la arena
Facecias, gracias, cuentos que decia Donde dejó Colon los diez cristianos;
Causaban gran placer á los oyentes ; Alaban ellos la comida buena,
Pues el gusto y sabor que al alma toca Los nuestros la riqueza de los granos,
Destila sus dulzores por la boca. Y viendo coyuntura conviniente
Habló Colon con todos lo siguiente :
Y ansí hablaba con los indios rudos «Muchas veces ofrece la ventura
Sin dalle propia voz á sus oídos, A los hombres empresas de sustancia ,
Diciendo : «Poco va veros yo mudos, Y la posesión dellas asegura
Como hablen presentes tan lucidos; El que sabe tener perseverancia;
Pues con lo que nos dieren los desnudos Pero cuando se pierde coyuntura
Mejorarán el pelo los vestidos, Con ella desparece la ganancia,
Y mas me holgaré cuantos mas vengan , Pues ocasión que fué menospreciada
Por llevallos adonde en mas se tengan. De todo lo que trajo deja nada.
» Mas os hago saber que soy sabueso » Por no saber tomar consejo sano
De tales propiedades y costumbres, Antes que de si tenga la querella;
Que con el grano de oro de mas peso Y ansí tenia yo por muy liviano
Recibo mucha menos pesadumbre ; A quien en busca fué de cosa bella,
E yo prometo de tenello preso Si la halló, dejalla de la mano
En cárcel donde nunca vea lumbre, Con intenciones de volver por ella,
Hasta que con bigornia y con martillo Porque podría ser que sus amores
Le demos rostro muy mas amarillo. Hallasen luego nuevos posesores.
T. IV.
18 JUAN DE CASTELLANOS.
» Aquí hallamos pues gentil amiga , Y ansí dijo : «Hacerse lo posible
Y á mí que semejantes cosas miro, Todos lo deseamos y queremos ;
Lo que podría ser me da fatiga Pero no me parece convenible
Antes de ver la causa del sospiro :
Deslo conoceréis sin que mas diga La cosa que se hace con estreñios ;
El blanco do camina nuestro tiro, Tengo pues por negocio muy terrible
Y es, á mi parecer, intención cuerda División en la gente que traemos,
Querer que lo hallado no se pierda. Para que los dejemos en aprieto
» Solo Dios sabe casos venideros, Que no puede parar en buen efeto.
Y por su voluntad todo se guia, »Cuanto mas que región tan apartada,
Mas son negocios acontecederos; Toda seguridad está con ella,
Y por asegurallos yo querria Y dudoso que pueda ser hallada
Que quedasen algunos compañeros De quien elernalmente supo della;
En posesión de aquesta monarquía, Y (lo que no será) si es salteada,
Porque no quede de españoles sola Los que dejais no pueden defendella;
La que por ellos se llamó Española. Y aun plega á Dios que sostenerse puedan
» Este negocio no lo procurara Entre los moradores donde quedan.
Ni en semejante riesgo los pusiera, » Pues aunque todos estos naturales
Si por lo que ya vemos no constara Muestran sinceridad y buen intento,
Ser esta natural gente sincera ; No me podréis negar el ser bestiales,
Ni tiene que temer el que repara Sin fe, sin ley, sin buen conocimiento ,
En mi vuelta , pues ha de ser lijera, Sin peso , sin razón; y siendo tales
Y para proveer á su defensa También se moverán á cualquier viento:
Mayor la brevedad de lo que piensa. Un indiezuelo vil que los atice,
» Para lo que durare la carrera No dudarán hacer lo que le dice.
Usaremos de todas prevenciones, «Demás de que golosas ocasiones
Haremos un buen fuerte de madera Por horas y momentos nos recrecen,
Por menos necesarias municiones; Donde las mas constantes intenciones
Y para no buscar comida fuera Puestas entre los lazos desfallecen ;
Dejaremos bastantes provisiones, Y contareis á dedo los varones
Pues las seguridades principales Que si no caen en ellos no tropiecen,
Será no molestar los naturales. Y para con tan vil y baja casta
En se descomponer la menos basta.
» En esto cumplirá ser advertidos, » Hecha pues destas cosas conjetura
Y estas serán las mas seguras prendas, Y muchas mas que siento cerca desto,
Porque todos los males sucedidos No debe pareceros gran cordura
De guerras, de rencillas, de contiendas, El no mudar aqueste presupuesto,
Nacen de ser los hombres ofendidos Donde no conocéis cosa segura,
En mujeres, en hijas y haciendas; Y al ojo veis el riesgo manifiesto,
Los robos, los agravios, la violencia Ordénelo mejor quien tiene mano,
Gastan al mas paciente la paciencia. Porque yo doy consejo de cristiano.»
• »A todos y aun á sí será molesto Oida la razón viva y entera
Cualquier hombre bestial que en esto ande; Aunque muchos loaron su buen seso,
Y ansí quedáis aquí con presupuesto Alteróse Colon en gran-manera,
Pe que tengáis recogimiento grande, Y dicen que tentó tenello preso;
Sin divertirse nadie deste puesto Mas el Martin Pinzón se hizo fuera ;
Y sin que mas adentro se desmande, Colon disimuló con justo peso,
Pues el tratar y andar con estas gentes Y con graciosa carta, viva, grave,
Pariría cien mil inconvinientes. Le hizo que volviese con su nave.
» Con mujer no se use desacato, Después que vino con su compañía
Aunque carezcan ellas de defensa; De mal y de prisión asegurado,
Usad de sus comidas con recato Colon ni mas ni menos insistía
Si dellas rehicierdes la despensa ; En aquel parecer determinado ;
Y si trajeren algo por contrato, Sobre lo cual tuvieron gran porfía
No vuelvan sin bastante recompensa, Pareciéndoles ser mal acordado ;
Pues quedarán espejos y bonetes También hubo personas principales
Cuentas, cuchillos, hachas y machetes. Que en esto se mostraban neutrales.
» Guiar manos y pies por esta via Estando pues la gente castellana
No puede ser mejor salvoconduto; Adevinando malos paraderos,
Y verdaderamenie yo querria Un capitán y cordobés, Arana,
Coger de mis razones algún fruto; Que en buenos hechos fué de los primeros,
Pues hemos de dejar la compañía , Dijo : « Yo quedaré de buena gana
Y estoy en este caso resoluto, Como me den cuarenta compañeros,
Considerando ser inconviniente Y para resistir los adversarios
Que falte ya de aquí cristiana gente. Las armas y pertrechos necesarios.»
» Al hombre valeroso y esforzado Colon de ver aquel comedimiento ,
Que responder quisiere con mi pecho, Engrandeciólo bien con mil loores,
Crea que le seré tan obligado Haciéndole solemne juramento
Cuanto merece tan heroico hecho ; De le hacer mercedes y favores;
Y ansimismo será galardonado Y en el hacer algún repartimiento
Con eminentes honras y provecho; Que sus partes serian las mejores,
Debajo de los cuales presupuestos Y ansí por voluntad del que pedia
Deseo ya saber quién serán estos.» Fué luego señalada compañía.
Dijo nuestro Colon lo que quería , Sacan á tierra pues lo que convino
Y ninguno de los con quien hablaba Para tener bastante pasadía,
A tales intenciones respondía, Barriles de bizcochos y de vino
Antes el uno al otro se miraba ; Y de rescate cuanto se traia :
Y fuerzas de temores deshacía Cantidad de jamones, de tocino,
Aquello que vergüenza fabricaba; Pólvora, munición y artillería,
Pero Martin Pinzón tomó la mano, Pescados, bacallaos y cecinas
Diciéndole no ser consejo sauo. Y hasta dos docenas de gallinas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA I, CANTO VI. 49
Sierras, azadas, hachas sacan fuera ¡
Abrieron luego zanja bien fundada, La vuelta destos hombres que las vieron
Hacen fuerte de tierra y de madera Cartago defendió con duro mando,
Con sus troneras por la palizada ; Pero los que dejaron (si vivieron)
Y en estas partes fué casa primera Fueron según razón multiplicando;
Por manos de cristianos fabricada; Y por las tales tierras se estendieron
Hicieron sus alturas como muros Gentes y poblaciones ensanchando,
A fin de que quedasen mas seguros. De suerte que Cartago fué comienzo ,
Los indios diligentes y contentos, Para tejerse tan inmenso lienzo.
Mas por sus voluntades que por ruego, Después que en la tal isla vieron canas
Hiciéronles pajizos aposentos Habría disensiones y querellas;
Que presto deshará rápido fuego ; Y estando llenos campos y zavanas
No son agora tales sus intentos, De viejos, de mancebos y doncellas,
Mas turban ocasiones el sosiego; Pasaron á las islas comarcanas
Y porque destos hay largo proceso Y á la gran tierrafirmedesde aquellas,
Después os contaremos el suceso. Y acá y allá por grande negligencia
Olvidaron las letras y la ciencia.
Aquesta fortaleza concluida, Pues aun en el labrar su bastimento
Do pareció quedar seguramente, Eran muy apocados, torpes, flojos,
Colon puso por obra su partida Y en ejercicios del entendimiento
Con el demás restante de su gente ; Ningunos eran mas mancos ni cojos;
Refiéreles el orden de su vida En las inclinaciones y*el intento
Y despidióse dellos blaudamente: Ajenos de concetos ortodojos,
No hubo rostros unos ni ningunos Y tal debía de ser la demás gente
Que quedasen de lágrimas ayunos. Siendo de la que vieron descendiente.
Pero disimulando sus desmayos, Entre las variedades que refiero,
Embarcóse Colon con sus soldados, Que porfiando va nuestra compaña,
Y piedras, oro, micos, papagayos Hubo también un cierto compañero
De diversos colores variados : Que dijo por grandísima hazaña,
Diez indios destos , y otros de Lucayos Ser estas las Hespérides de Héspero
Que con ellos se van sin ser forzados, Rey de las dichas islas y de España,
A pique ponen pues las caravelas Aurífero caudal de Hesperetusa ,
Y al manso viento dan todas las velas. Que tanto celebró la vieja musa.
Dejando ya la gente deste bando, No faltaron aquí contradiciones
Según que ya dijimos con mancilla, De nuestros navegantes castellanos,
Las inquietas ondas navegando Y aun el dia de boy hay opiniones
Los otros van la vuelta de Castilla, Y un no sé qué de pareceres vanos :
Juicios diferentes consultando Diciendo que estas tierras y naciones
Acerca desta nueva maravilla, Mandaron algún tiempo los romanos,
Cuya diversidad con sus estremos Por un cierto dinero que labrado
En el canto que viene cantaremos. En las minas de Acia fué hallado.
Esta tal invención ó burlería
A muchos estranjeros dio gran gusto,
Y es porque por sus letras se veia
CANTO SESTO, Moneda ser de Octaviano Augusto ;
La cual hubo sospecha que corría
Donde se trata cómo durante el tiempo de su viaje, la vuelta de España, Entre gente de seso tan robusto.
decían varias opiniones cerca destas partes. Y cómo llegando á España
se divulgó con gran admiración el descubrimiento susodicho. ¿Cómo, si fueran usos desta gente,
No hallaron mas desta solamente,
Do faltan fundamentos de escrituras, Sino cantidad dellas copiosa,
Y vamos atenidos á razones, Pues funden oro, y veis plata labrada ?
Nacen de las humanas conjeturas O ¿ cómo , si de gente tan curiosa
Varias y diferentes opiniones : Como fué la romana ya nombrada,
Las cuales no caminan tan seguras No halláramos hoy alguna cosa
Que no tengan sus ciertos tropezones, Que esta hiciera mas certificada?
Que para mil porfías abren puerta O ¿cómo, si grandeza tan notoria,
Y al cabo nunca dan con cosa cierta. No la pusieran ellos en historia ?
Ansí por el discurso que hacían, Ansí que por no ver aqueste uso
Mostrándose la mar sin aspereza, De dinero por estos naturales,
Tratando van de quién procederían- En gran admiración á muchos puso,
Gentes de tan grandísima rudeza ; Este que se halló sin otros tales ;
Con quién ó por adonde pasarían Y mas tan singular y tan recluso
A tierras tan inmensas en grandeza, En no jamás labrados minerales;
Pues es parte distinta, como vemos, Echaban pues juicios á montones
De aquellas tres del murido que sabemos. En aquella sazón muchos varones.
Porque decían ser estas naciones Mas por entendimientos no mal sanos
Faltas de los orgullos y los bríos Fué la pura verdad investigada,
Que mueven los humanos corazones Y hallóse que dos italianos
A trastornar los mares y los ríos ; Hicieron esta burla señalada,
Y no pueden hacer navegaciones Echando la moneda por sus manos
A causa de estar faltos de navios, En la mina que tengo ya nombrada;
Y que canoas, balsas y piraguas Declararon entrambos esta suerte
No podían arar prolijas aguas. • En el último trance de la muerte.
Entre tales porfías y reyertas , A semejanza desta compostura
No faltó curioso que decía, Sefingenotros cuentos y novelas,
Que estas tierras ya fueron descubiertas Y no van fuera de su conjetura
Por gente que en Cartago residía ; Las gentes de las dichas carabelas,
Y viéndolas ser buenas y desiertas En aquella sazón y coyuntura
Allí dejaron cierta compañía, Que navegando van á todas velas
Y que por las derrotas era cierto Hablando destas cosas muy sin miedo
Ser las mismas que habían descubierto. Cada cual en derecho de su dedo.
JUAN DE CASTELLANOS.
Como porfías van por un rasero, B No merece yerro que se crea
Y corren las parejas sano y manco, Tener el tal estrecho por muy cierto,
Puesto que nunca den en el terrero Tiempos podrán venir en que se vea
A ninguno podéis poner estanco ; Mas no por navegante mas esperto;
Como lo de Cartago y lo de Héspero, También digo que puede ser que sea
Opiniones también fuera del blanco, Antes de muchos a"ños descubierto;
Acerca de lo cual á circunstantes Porque la tierra nueva descubierta
Colon dijo razones semejantes. Para grandes empresas abre puerta.
« Esos caTtaginenses pareceres »Por aquí pues pasaron estas gentes
Conviene no tener por cierta cuenta, Sirviéndose de balsas por navios,
Pues fueron (según dicen) mercaderes O ya fuesen los tales descendientes
Que no sé dó se fueron con tormenta , De linajes gentiles ó judíos ;
Y no llevaban hijas ni mujeres O indio y gentil hechos parientes
Por quien aqueste mundo se acrecíer.(a; Mezclándose las aguas de los rios,
Pues venir á lo que hemos descubierto Y aun esta misma creo que seria
Bien podemos tenello por incierto. Gente de confusión y behetría.
»Pero finjamos ser, aunque se yerra, Í Fueron estas naciones divididas
Por ir mal arrimados á verdades, De las parles do fueron procedentes,
Está claro hacelles cruel guerra, Antes de ser las letras estendidas
Hambre, temor, dolor, calamidades ; Ni se comunicara á todas gentes ;
Al fin los consumió la misma tierra , Como tampoco son hoy conocidas
Do no suelen faltar enfermedades , De infinitos hombres insipientes;
Y mas, según afirman los leídos, Porque puesto que corren buenas arles,
No siendo de los suyos socorridos. Aun no pueden llegar á todas partes.
» Ansí que nunca fué multiplicada »¿Cuántos pueblos hay entre cristianos
Tal gente por la cuenta que yo hago, Por Italia, por Francia, por España ,
Pues no hallamos rastro ni pisada , Do no halléis letores ni escribanos
Ni un olor tan solo de Cartago; Ni pueden á las letras darse maña?
La gente, como veis, es desbarbada Ved vuestros mas vecinos y cercanos,
Y amigos como niños de halago, Ved la rusticidad de la montaña :
De letras no señales ni memoria , ¡Qué seria, si boy están tan botos ,
Ni cosas esculpidas por historia. Por siglos de memoria tan remotos!
» Fueron cartaginenses mas agudos, » Ansí que letras nunca hallaremos
Tuvieron mas altivas condiciones, En este nuevo mundo descubierto,
No fueran tan bestiales ni tan rudos, Puesto que no dudamos que hallemos
Antes mas allegados á razones; ' Gente de mas razón y mas concierto;
No viéramos andar hombres desnudos Después que mas adentro lo calemos,
Teniendo tanta copia de algodones, Y el curso del se muestre mas abierto,
La gente que hemos visto deshonesta Reyes se hallarán y emperadores,
República tuviera bien compuesta. Potentes y riquísimos señores.
» Y puesto que la gente separada, » En lo demás que Héspero nos ofrece,
Que destas dichas islas procedía, Si consentís que diga lo que siento,
Fuera por largos tiempos olvidada Cosa rediculosa me parece
Del culto que primero conocia, Y fuera de razón y fundamento;
Aquí permaneciera conservada Pues un tan gran olvido no merece
Aquélla su primera policía ; Un orbe de riquezas tan sin cuento,
Pues procuran los malos y los buenos Ni nuestros españoles son varones
Venir á mas y no venir á menos. Para se lo dejar entre renglones.
» Perdone pues cualquiera compañero «Orbe tan principal, tan señalado
Porque este parecer yo le repruebo, Tan lleno de riquísimos tesoros,
Y otra cosa también deciros quiero, No pudiera no ser tan frecuentado,
A la cual por razón sola me muevo : Que cosa no supieran mas de coro ;
Y es ser aquestas islas lo postrero Y no solo en navios, mas á nado
Que se pobló de aqueste mundo nuevo, Vinieran á coger manzanas de oro;
Siendo sus mas antiguos pobladores Las Hespérides pues del Océano
Vecinos de la costa pescadores. Mas cerca las tenéis y mas á mano.
» A cada cual de nos se nos alcanza, » Puesto que se renuevan las naciones
Por esperiencia larga que tenemos, Por tiempos, y los nombres se varían,
Poder atravesar con mar bonanza Nunca se pierden las contrataciones
Con aquestas piraguas que les vemos ; Ni curso de los que iban y venían ,
Y mas estos que tienen confianza Mayormente hallando ricos dones
En ir siempre desnudos y con remos, Con que mas su caudal enriquecían ;
Poniendo sus destrezas y primores Y en estos ricos reinos y tan buenos
En ser buzos y grandes nadadores. Bien podemos creer no fuera menos.
» Ansí que los primeros que surgieron » Pudiéramos también hallar señales
En estas islas grandes y menores, Que fueran mas patentes ó bastantes,
Vecinos de la tierra firme fueron, Como son edificios ó animales
Y como dicho tengo, pescadores ; De los que llevar suelen contratantes ;
Pero resta saber por dó vinieron Pero cosa no vemos de las tales,
A la tal tierra firme pobladores, Perros, gatos ni otros semejantes; .
Pues lo que la ventura nos ofrece Al fin tal opinión ó tal sospecha
De principio y origen no carece. Con esta que es mejor queda deshecha,
» Los que las tales tierras han poblado » Y si quien esto dijo se movía
Acá pasaron por algún estrecho, Por duración de las navegaciones,
Huyendo de algún caso desastrado , No goza de victoria su porfía,
O ya buscando tierras de provecho , Ni me confundiré con sus razones;
Entonces el estrecho muy cerrado, Pues navegar entonces se hacia
Y hubiese mayor boca después hecho; Con muchas mas prolijas dilaciones,
Pues suelen en tormenta y en bonanza Como el nuestro sera de otra manera
Hacer por tiempos mares gran mudanza. Desque mejor se sepa la carrera.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA I, CANTO VI. 21
»Ansí que tiestas tierras , caballeros, La vista deste monstruo tan terrible
Nunca jamás Dación tuvo memoria, Penetra las paredes y rincones,
Sino que sois vosotros los primeros Percebiendo lo mas impercetibíe,
Y los que merecéis toda la gloria; Hasta los mas ocultos corazones ;
Habéis de ser sus ricos herederos Hácese muchas veces invisible,
Y origen y principio de la historia;
Y pues medida fué por vuestro vaso, Atalayando plazas y cantones,
No se hable ya mas en este caso.» Y ansí lo que pensáis ser ocultado
Con semejantes temas y porfías Por muchas partes anda derramado.
Caminan por la mar nuestros hispanos, Con los efetos pues de tales mañas
Sin que perturben sus derechas vias A pregonar comienza los misterios,
Occidentales vientos ni solanos ; Engrandecidos hechos y hazañas
Y al cabo de correr cincuenta dias Deste que descubrió nuevos imperios ,
Llegaron á los reinos castellanos ; No solamente por nuestras Españas
Súpose todo desde la ribera, Pero por otros muchos hemisferios,
Y agora cantaré de qué manera. Y puesta de rodillas y postrada
En un monte no menos levantado A nuestros reyes dio tal embajada :
Que el fuego que la máquina rodea, «Príncipes de virtud pura y entera,
Fingen un edificio fabricado Católicos y bienaventurados,
Que los lugares della señorea ; Yo soy aquella Fama pregonera
Pues no lo puede ser tan apartado De todos los presentes y pasados.
Que desde sus alturas no se vea Entre ellos fui nacida y en la era
Y sean percebidas claramente Que los primeros fueron engendrados,
Las voces del oriente y el poniente. Haciendo manifiestos los renombres, ,
Hechos y condiciones de los hombres.
Sus cercas y sus torres trasparentes «Porque sin respetar quiénes ni cuáles,
Y en ellas varias cosas esculpidas, Ellos mismos me dieron por oficio
Hay negociantes de diversas gentes Decir siempre los bienes ó los males
Que hacen las ignotas conocidas : De todos cuantos fueron ab inicio;
Los males y los bienes son patentes, Y en los estados altos y reales
Exentas las entradas y salidas, Uso con mas vigor tal ejercicio ;
Pues con tener gran número de puertas Pregono de los malos mas ó menos,
A todas horas las veréis abiertas. Mas en quien mas reparo son los buenos.
La palabra que hablan al oido » Destos dije grandezas y no pocas
Pasando por allí tan alto suena, En edades presentes y pasadas,
Que no puede hacer mayor ruido Ansí de las espadas como tocas;
En cóncavos lugares la voz llena; Mas ya no pueden ser rememoradas,
Es luego lo secreto divertido Por tener sin cesar lenguas y bocas
Ansí de cosa mala como buena, En vuestras escelencias ocupadas,
A causa de ser todos pregoneros Callando los loores de otras gentes,
Locuaces, fanfarrones y parleros. Delante vos y vuestros descendientes.
Cada cual puede ser libre y exento. » Heroicos hechos son claros y bellos
Eso me da los malos que los buenos, Los de otros capitaues y señores,
Y en las repeticiones de algún cuento Mas no me dan lugar á tratar dellos
Siempre se dice mas antes que menos ; Los vuestros y de vuestros sucesores ;
Los que frecuentan mas el aposento Y aun dudo si podrá comprehendellos ,
De chismes y novelas andan llenos, Porque monarcas son emperadores,
Del murmurio y ardores desta llama Por quien tengo de ser esclarecida ,
Nace la gran giganta dicha Fama. Y á quien he de servir toda la vida.
Hermana fué de Ceo y Encelado, » De mas del gran imperio de romanos,
En fuerzas y grandeza mas pujante, Imperio teman otro, del distinto,
De cuanto puede ser en lo criado Aquestos sucesores soberanos,
Escucha singular y vigilante : Que mayores serán de lo que pinto :
Su cuerpo tan terrible y encumbrado Verná Filipo Magno , rey de hispanos,
Que por menos se juzga ser Atlante, Hijo del invencible Carlos quinto,
Pues su conversación es en el suelo Señor universal de las regiones
Y junta la cabeza con el cielo. De árticas y antarticas naciones.
A lo mas alto sube sin escala, » De todo lo sabido y encubierto
No tiene su mirar impedimento, Aqueste regirá la monarquía,
De pluma son sus joyas y sus galas, Lo nías incierto desto hago cierto ,
De ver y de mirar es el intento ; Sin olor de lisonja ni falsía;
Ayúdase de muy lijeras alas, Porque vuestro Colon ha descubierto
Veloces mucho mas que las del viento ; El mundo que mil veces prometía :
Tienen todos sus plumas y cañones Llegado es ya con hombres de estrañeza,
Ojos á la manera de pavones. Y muestras de grandísima riqueza.»
Y siempre vigilantes y advertidos Encareció las nuevas que reporta
Harto mas que de Argos se nos cuenta; Con otro razonar muy mas prolijo;
Ansimismo posee mil oídos Pero con todo esto quedó corta,
Por do percibe lo que representa ; Pues era mucho mas de lo que dijo:
Cuantos nacieron son sus conocidos, Los reinos conociendo lo que importa ,
O ya con gran honor ó gran afrenta, Rendicen al que todo lo bendijo ,
A veces es feroz, á veces mansa, Y al inventor de los descubrimientos
Y cuanto mas camina menos cansa. Estaban esperando por momentos.
Tiene desde los ojos á las plantas Colon dio gracias al Omnipotente
En voces y murmurios muy enteras Cuando desembarcó donde quería;
Cien mil bocas y lenguas y gargantas , Y en Palos donde estaba de presente
Que lo que fué y no fué tratan de veras ; Causó sumo contento y alegría,
Tiene por las espaldas otras tantas Ocurriendo gran número de gente
Locuaces, habladoras y parleras, A ver los hombres nuevos que traia,
Dicen lo cierto, hablan falsedades Los granos de oro, piedras escelentes,
Y mentiras á vueltas de verdades. Las aves de las nuestras diferentes.
JUAN DE CASTELLANOS.
Con las recreaciones que convino , Hablaban al Colon, y respondía
De todos recebia gran deporte , A voluntad de todos y á medida,
Del consorcio fiel que con él vino El cual ya deseaba ver el dia
Regalaron también cualquier consorte; En que se despachase su partida,
Mas él, no dilatando su camino , Por ir á socorrer su compañía,
Luego se despachó para la corte, Y ansimismo dar orden á su vida;
Para le dar al rey las relaciones , Están desto los reyes advertidos ,
Y conseguir merced y galardones. Y del deseo mismo poseídos.
Efetuando pues aquesta via, Mas luego dieron á la nueva planta,
Que con todo hervor continuaba , O plantas nuevas de la tierra rica,
Gran número de gentes acudia La norma que las ánimas levanta
A cualquiera lugar donde llegaba, Y á riquezas eternas las aplica,
Y con admiración se detenia Haciéndolas lavar con agua santa
Que culpas y pecados purifica ,
En contemplar las cosas que llevaba; Siendo los mismos reyes sus padrinos
No solos los vecinos populares, Como testigos ciertos fidedinos.
Pero también personas singulares.
Como mozuelos rústicos nacidos Luego consultan la romana sede,
En el cortijo vil ó pobre villa, Mediante petición en todo pia,
Que en su rusticidad fuesen traídos Para que les conceda como puede
A ver las escelencias de Sevilla; El mando desta nueva monarquía ;
Y de tan gran des cosas conmovidos Lo cual el padre santo les concede,
Juzgasen ser estraña maravilla, Y sus bastantes letras les envía;
Y estuviesen de tratos tan inmensos Y el que les concedió las bulas desto
Atónitos, pasmados y suspensos; Fué Alejandro , deste nombre sesto.
Ansí también por campos ó poblados Teniendo pues la rueda con el clavo,
Do quiera que guiaba sus pisadas , Con el Colon hicieron el concierto,
Hacia los humanos espantados Que fué, si le durara, harto bravo,
De ver gentes destotras estremadas; O con salud ó ya después de muerto;
Admíranse los dotos y letrados, Pues de sus rentas daban el dozavo
Las gentes simples y las avisadas, De lo por descubrir y descubierto,
Los mozos, los de trémulas querellas , Y mandan que se parta brevemente
Las viejas, mozas, niñas y doncellas. Con copia de navios y con gente.
Pues el aumentador de la corona, Mas para que volviese mas pujante
En continuación desta porfía < Y fuese de la gente respetado,
Llegó con los demás á Barcelona * Nombráronlo también por almirante,
Adonde nuestro rey cortes tenia, Por ser honorosísimo ditado;
Y donde recebieron su persona Ansimismo con honra semejante
Con nunca jamás vista cortesía , Bartolomé Colon, adelantado,
Porque los altos reyes de Castilla Mandáronle las cosas que convino
En su presencia mandan dalle silla. Y sobre todas el honor divino.
Reciben deste hecho gran consuelo Enviaron también estos señores,
Aquellos benditísimos cristianos; Como reyes en todo proveídos,
Y el gran Colon con el honesto velo Bastante copia de predicadores
Que usan avisados cortesanos , En costumbres y letras escogidos ,
Hincadas las rodillas por el suelo Para que de tan buenos precetores
A sus Altezas les besó las manos, Fuesen los naturales instruidos,
Y dio la relación de su ventura De quien por provisor vino conscrito
Por bastantes razones y escritura. Fray Bu'il, catalán , fraile benito.
Holgó la reina mucho de la cuenta Demás de catalanes y soldados
Que daba , y de las cosas que decia; Instruios en el uso de las guerras,
Mas sin comparación fué mas contenta Envían hombres llanos y casados ,
Viendo la nunca vista compañía, Para labor y culto de las tierras,
Y mucho mas de ver que le presenta Y muchas diferencias de ganados
Aquellos granos de oro que traia, Que huellen ansí llanos como sierras,
Y aquellas aves verdes coloradas, Y á vuelta de los hombres principales
De hombres jamás vistas ni halladas. • Mecánicos y diestros oficiales.
Las damas , los galanes mas polidos, Porque la majestad sacra quería,
Los que tuvieron esto por patrañas, También entre banderas y estandartes,
A'gran admiración son conmovidos Entrejerir razón y policía,
Cuando miraban cosas tan estrañas, Divina religión y buenas artes;
Juzgando por varones escogidos Y todo lo que el mundo producía
Los que supieron darse tales mañas, Sembrar y trasplantar en estas partes;
Y juntamente con los que se espantan Dar á los naturales beneficios
Los ánimos de muchos se levantan. De provechosas artes y de oficios.
Porque por acudir á lo que debe Quisieran estos reyes singulares
El varón de prosapia generosa , En aquestos sus amplios señoríos,
Viendo proezas otras él se mueve, Que hasta las zavanas y manglares
Con impulso de envidia virtuosa ; Y todas las riberas de los ríos
Y hace que su gloria se renueve Se les tornaran viñas y olivares,
Con alguna hazaña grandiosa, Y no campos inmensos tan vacíos,
Sin que cosa se ponga por delante Sino hacer las tierras provechosas
De riesgo ni peligro que lo espante. Y en ellas jamás ver gentes ociosas.
Ansí también el noble cortesano, Debióles parecer impedimento
Oyendo tales cosas se destierra, Para civiles guerras y contiendas,
Encendido de brio mas lozano, Total, porque lo es según yo siento
Y lleno del deseo de tal tierra, A los que están asidos destas prendas ;
Para probar allí la fuerte mano Y camino de grande movimiento
Que piden los rigores de la guerra, El carecer de tierras y haciendas,
Gozando los despojos y preseas Porque gentes baldías y perdidas
Que esperaban sacar destas peleas. No temen de perder almas y vidas*
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA 11, CANTO I
Habian otras cosas ordenado, Dejando pues los puertos y riberas,
Según disposición de aquella era, O con mesanas solas ó trinquetes ,
Y dádoles navios y recado O puestas hasta velas cebaderas,
A los que de correr han la carrera ; Peligrosas á pajes y grumetes,
Pero quedémonos en este estado, Recogen por entonces las banderas
Y aquesta parte sea la primera : Flámulas, estandartes, gallardetes;
Vamos á las elegías prometidas Por derrotas mas cómodas y retas
Donde estas gentes van enlrejeridas Arando van las aguas inquietas.
Puesto caso que son almadiados
Del olor y marinos movimientos,
ELEGÍA II. En gran manera van regocijados
Alegres , placenteros y contentos,
tila muerte del capitán RODRIGO DE ARANA, en la cual ansi- Por ser á todas horas ayudados
I mismo se prosigue el descubrimiento de las Indias. De prósperos aflatos de los vientos,
Y mucho mas desgusto les causaba
CANTO PRIMERO. Lo poco que lo mucho que ventaba.
Cante Clio los hechos soberanos Desta manera guian el armada ;
De la gente segunda vez venida, Y habiendo cuatro meses navegado ,
Melpómene los casos inhumanos, Dieron en una isla despoblada
Desastres de españoles y caida, Algún alivio para su cuidado :
Y la primera sangre de cristianos Pusiéronle por nombre Deseada,
Que en este nuevo mundo fué vertida ; Por ser su hallamiento deseado,
Ponga su caudal pobre mi memoria Luego la Guadalupe mas avante
En el banco común, que es el historia. De aquella que nombró Marigalante.
Pues para ver aquesta maravilla Luego Domingo, de la cual se nombra,
Se tiene por cobarde quien se queda Al austro demoró la Dominica,
De los gentiles hombres de Castilla, Que con atroces hechos nos asombra,
Sujetos á las vueltas de la rueda : Según el esperiencia certifica ;
Van dos hermanos Porras de Sevilla , Como Matinino de cuya sombra
Mosén Pedro, y Alonso de Hojeda, Huir el marinero se publica ;
Antón de Torres, y Roldan Jiménez, Pues estas dos con sus pequeñas barcas
Y otros de quien diré males y bienes. Han puesto confusión en las comarcas.
Andaluces y gentes castellanas Salen de aqui caribes con armadas,
Con varias invenciones de ropajes, Corriendo los confines comarcanos
De sedas , de brocados y de granas En sus piraguas bien aderezadas,
Vestidos los señores y los pajes ; Ayudadas de velas y de manos ;
Guarnidos los galanes y galanas Hacen á tierra tirme sus entradas,
De trémulos penachos ó plumajes, Acometen á pueblos de cristianos ,
Hervían juveniles accidentes Son tan bravos, feroces y tan diestros
Que huyen de sus deudos y parientes. Que hacen poca cuenta de los nuestros.
Diferenciados van en los arreos, Susflechasson de yerba tan insana
Pero conformes en el esperanza , Que mueren cuantos della son llagados,
Pues que para hacer estos empleos La gente destas islas es lozana,
Ninguno rehusaba la mudanza ; Altos, fornidos, bien proporcionados ,
A los temores vencen sus deseos, Y todos ellos comen carne humana,
Y ansí los fatigaba la tardanza , Mejor que la de puercos ó venados ;
Colocando su próspera ventura Acometen con mas atrevimiento
En su viaje ser de poca dura. Que tigre que á la caza va hambriento.
De Palos y Moguer van capitanes Esta ferocidad que se recita,
Diestros en todos cursos del esfera, Porque no la juzguéis por desvarío,
Como Pinzones, Niños, y Beltranes, La certidumbre della nos incita
Que dieron grande luz á la carrera; A deciros de un amigo mió ,
Vuelve Martin Pinzón , Vicente Yañez, Vecino de la isla Margarita,
Por parte principal de la bandera; A quien tomaron estos un navio,
La gente tiene Cáliz recogida Todos sus hombres muertos y captivos ,
Para poner en obra la partida. Pues él y otro no mas quedaron vivos.
Mil y quinientos eran los soldados, Y pues quiero tratar de cosa cierta,
Diez y siete fornidos galeones, Si con buenos alguna cosa valgo,
Y en ellos buena copia de ganados, No te pese, letor, que me divierta,
Que son de diferentes condiciones, Para que deste pueda decir algo;
Para poblar los campos despoblados Pues casi nos estamos en la puerta
Y aprovechar en otras ocasiones, Y de las dichas islas no me salgo ;
Según que nueva tierra requería Recogeréme bien en el estilo,
Para orden, razón y policía. Y volveré después á nuestro hilo.
Todas las cosas pues aderezadas, Este que padeció fortunas malas,
Recogida la gente de la flota, Y el hado por allí le fué siniestro,
Las corvas anclas fueron elevadas Sabrás que se llamaba Joan de Salas,
Y asidos los estreñios del escota : Antiguo capitán , soldado diestro ;
Las velas sinuosas desplegadas Y en medio de los tiros y las balas
Con viento hecho para la derrota, En mocedad fué compañero nuestro ,
Guian agudas proas los timones Ejercitándonos por tierra y agua
Con santas y devolas oraciones. En las crueles guerras de Cubagua.
El ínclito Colon sale delante Año de tres quinientos y cincuenta,
En poderosa nao capitana, Estando Joan de Salas en Guayama ,
A quien por nombre dio Marigalante, Puerto del Buriquén, con mas de treinta
Por ser no menos fuerte que galana; Mancebos de valor y buena fama ;
Y aquesta le dio nombre semejante Esta caribe gente, vil, sangrienta,
A la isla que vido comarcana ; A hacer sus entradas se derrama,
La otra isla dicha Guadalupe Para hartar de carne razonable
Fué por él Almiranta, según supe. Aquella hambre toda detestable.
2* JUAN DE CASTELLANOS.
Guiaron las piraguas y el armada Por mar y tierra van la triste nueva
Al dicho Boriquén con diligencia, Amigos y parientes lamentando,
Isla por todos tiempos infestada Y á su querida madre se le lleva,
De tan abominable pestilencia; Que estaba por momentos esperando;
A parte van sabida y asechada, No hay duro corazón que no se mueva
Sin recelo de mucha resistencia, Oyendo los clamores que está dando :
Tan secretos y fuera de ruidos, Tales y tantas lástimas decía,
Que nunca fueron vistos ni sentidos. Que el pecho mas cruel enternecía.
Esperaron la noche que los cela, « ¡ Hijo mió ! ¿ Qué nuevas tan estrañas
Para dar en el puerto ya nombrado, De las que tú, mi bien, enviar sueles?
Entrando dieron en la carabela : ¡ Hijo! ¿ Dó están las fuerzas y las mañas
Donde Salas dormía descuidado, Que tenias con estos infieles ?
O confiado de la centinela: ¡ Hijo! que te trajeron mis entrañas,
Descuido no de hombre tan cursado,. Y agora las de bestias tan crueles!
Era su sueño tal, que la reyerta ¡ Hijo! ¿Quién te llevó? cómo me dejas?
Y el golpe de macana los despierta. ¿Dó estás? cómo no oyes estas quejas?
Bien como delincuente que se esconde » Perdíte yo, dejásteme perdida,
En casa que pensó tener propicia, Sin vida t ú , yo della mal pagada.
Como de duque, de marqués ó conde, ; Oh madre para tanto mal nacida!
Y allí también lo cerca la justicia, ¡ Oh hijo déla madre desdichada!
Procura de huir, no ve por dónde, Pues que sin ver la tuya ve su vida
Ni puerta satisface su codicia, Con tanta desventura rematada,
Y como no le cuadra lo que piensa, Eclipsi padeció mi llena luna,
A sus manos comete la defensa; Menguada por mal orden de fortuna.
Desta suerte la gente recogida » La cual no se compone ni concierta
De nuestros desdichados castellanos, Según pide razón que se concierte,
Viendo que se les veda la huida Antes á sinrazones abrió puerta
Por aquellos salvajes inhumanos, Cuando su variedad echó la suerte;
El amparo y defensa de su vida Dilatando los dias á la muerta,
Pusieron en la fuerza de sus manos ; Y al merecedor dellos dando muerte ,
Mas para tanta lanza, dardo, flecha, Para que en la morada deste suelo
Ninguna cosa ya les aprovecha. Eterno llanto sea mi consuelo. »
Turbólos mal tan repentino trueno, Sus venérales canas van sin toca
Con lluvias tan espesas y pesadas, Ante la imagen del Juez eterno,
Que no pueden hacer efeto bueno A dolorosas lágrimas provoca
Las armas del asalto descuidadas ; A cuantos viven en aquel gobierno ;
Mas las macanas duras dan en lleno, Y ansí los golpes de su blanda boca
Rompiendo piernas, brazos y quijadas, El duro corazón tornaban tierno,
Puesfuéle sin segundo la tal pieza Y en tres años continos de demora
Hender de un golpe solo la cabeza. El templo visitaba cada hora.
Rencuentro de descanso muy avaro Allí hablaba con la Virgen pía,
Sostuvo Joan de Salas hasta el dia, Cuyos brazos tenían su maestro;
Y á sí y á otro hizo gran amparo Las palabras formales que decía
Con unos cuerpos de armas que tenia : Aquí se ponen sin color siniestro :
Mas descubrióle luego con lo claro «Dadme mi hijo ya, señora mia,
Sin vida la restante compañía; Y por seguras prendas ese vuestro.»
Aflojan de defensa los motivos, Fué tal el gran hervor desta batalla,
Viendo que solos ellos quedan vivos. Que tuvo Dios por bien de consolalla;
Visto tan grande número de gente, Y ansí fué que después del vencimiento
Y cierto su morir si se defienden, En esta miserable servidumbre,
Hablóles Joan de Salas blandamente Le hicieron un blando tratamiento,
En lengua guayquerí que bien entienden ; Fuera de lo que tienen de costumbre ;
Respóndelen también incontinente Valióse de su buen entendimiento,
Diciendo que comello no pretenden , Y Dios que fué servido dalle lumbre,
Sino que se les dé por su captivo, Para saber ganar las voluntades
Si quiere desta guerra quedar vivo. A gentes llenas de cien mil maldades.
Aunque sabia bien la destemplanza Cuando guerra con indios se movía
Destas bestiales gentes y naciones , Daba su parecer en el viaje,
De-las manos largó la corta lanza Arco, macana, flechas se ponia,
Y las pesadas armas de algodones ; Sus meneos, posturas y su traje ;
Con una mas quefirmeconfianza Sucedióles bien lo que decía,
De se poder librar destas prisiones, En señalar lugar, tiempo, paraje,
Llamando siempre con cristiano pecho Y ansí no rehuyó mozo ni viejo
A Dios, que lo librase deste hecho. De tomar en la guerra su consejo.
Recogen los caribes el pillaje Con brio varonil, fuerte, robusto
Con aceleración de gente suelta, Hizo venturosísimos empleos,
Rehacen su cruel matalotaje , Puesto caso que no le daban gusto
De los que muertos son en la revuelta , Semejantes Vitorias y trofeos ;
Y sin dilatar punto su viaje, Pues á su libertad y á lo mas justo
A las infames islas dan la vuelta, Iban encaminados sus deseos,
Y antes que se hiciesen á la vela Y descubría siempre sus motivos
Mandaron abrasar la carabela. A indios que con él están captivos.
Todos los labradores y vaqueros Decíales «que gran cosa seria
Que residían por aquel partido Una noche hurtar una piragua,
Huyeron en caballos muy lijeros, La cual en breve tiempo yo pornia
Luego como sintieron el ruido ; En los puertos y playas de Cubagua;
Y atalayando bien por los oteros, E yo confío en Dios que nos daría
Después que el claro dia fué venido Socorros en los vientos y en el agua;»
Reconocieron ser las gentes malas, Persuadíales cada momento,
Y en las piraguas ven á Joan de Salas. Pero faltábales atrevimiento.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA II, CANTO 1. 25
Estando pues en vida tan molesta , Arde la diligencia como fragua
Y en tierra de costumbres inhumanas, Mas que de marineros y grumetes,
Hicieron los caribes una fiesta Sin saludar los huéspedes al agua
Con los de aquellas islas mas cercanas, . Salen y sin iguala de los fletes;
De todas piedades descompuesta,
Ritos y cerimonias mas que vanas ; Gobierna Joan de Salas la piragua,
Y para mas maldad en sus escesos Toman los otros ocho canaletes,
Mataron destos indios los mas gruesos. No corre sino huye la galera
Vista por lodos esta desventura Bien puesta, lozanísima , lijera.
De los indios captivos cuarteados, Los puños cada cual dellos aprieta,
Vio Joan de Salas buena coyuntura Ella ni mas ni menos apretaba,
Para persuadir sus aliados, Y en alta mar le ponen la veleta
Diciendo : «no tenéis hora segura, Con la cual no corría, mas volaba :
Y todos moriréis despedazados, El agua con bonanza se aquieta,
Huyámonos á tierras de cristianos, El viento lo que quieren eso daba,
Que buen tiempo tenemos en las manos. A vela y remo llevan la porfía
«Vamonos esta noche venidera, Hasta que ya llegó la luz del día.
Que mucho bien podéis sin ser sentidos , No vian ya la tierra que dejaban,
Pues en la fiesta desta borrachera Ni vella deseaban ni querían,
Todos estos están embebecidos ; Un punto solamente no cesaban
E yo tengo piragua muy lijera, Aunque losflacoscuerpos lo pedían :
Comida y aparejos prevenidos.» Si los unos un poco descansaban,
Respondió la compaña temerosa, Los otros con mas fuerzas acudían,
Que ya no deseaban otra cosa. No paran con la luz ni con escuro,
Habia por la isla derramadas, Hasta poder hallar lugar seguro.
Parece ser de naos allí perdidas, Con esta diligencia que replico,
Número de machetes y de espadas, A cabo ya de tres ó cuatro dias,
Barriles, lienzos, ropas ya podridas, Llegaron á San Joan de Puerto-Rico
Y otras algunas armas enastadas, Donde vieron cristianas compañías,
Que perdieron sus dueños con las vidas : Y donde no quedó grande ni chico
Desto tomaron lo que les convino, Que no hiciese grandes alegrías,
El y aquel español que con él vino. Desterrando la pena recebida
No se torció fiel de las balanzas, Con ver su libertad y su venida.
Para lo barruntar las gentesfieras; Y ansí como milagro descubierto,
Porque cuando tenian sus holganzas Que tal les parecía lo que escribo,
Infinidad de gentes van al puerto
Y aquellas mas que torpes borracheras, A ver el libertado de captivo,
Los esclavos hacian las labranzas, Habiéndolo llorado como muerto,
Rozando montes para sementeras, Y ahora lo gasajan como vivo,
Demás de ser la isla montuosa, Cada cual ofreciendo su posada
Sin que de campo raso tenga cosa. Con una caridad bien ordenada.
Llegada pues la hora competente, A todos ellos Salas respondía
Sin claridad, por selles odiosa, Haciendo cumplimientos cortesanos;
Recógese la fugitiva gente Y con la fatigada compañía
Con quietud en todo temerosa : Que se escapó de las crueles manos,
Hicieron oración devotamente, A la iglesia se fueron recta via
Invocando la Virgen gloriosa; A dar gracias á Dios como cristianos,
Fueron do están varadas las piraguas, Y en ella se quedaron nueve dias
A meter una dellas en las aguas. En santas oraciones y obras pías.
Con aquel gran silencio que conviuo, El tiempo que estuvieron recogidos
La meten en la mar todos alerta; Del pueblo todo fueron visitados,
Y como no tuvies.en tanto tino Y regaladamente proveídos
Para la componer en orden cierta, De nuestros alimentos deseados;
Un golpe de la mar que sobrevino Ansimismo de copia de vestidos
Quitóles de la proa la compuerta : Con gran magnificencia reparados,
Los indios desmayaron grandemente, Y luego Joan de Salas apareja
Y quisieran huir incontinente. Ir á regocijar su madre vieja.
Como ladrón que va por los rincones Para se despedir hidalgamente
A robar ó matar hombre dormido, A todos en su casa los visita,
Y con los pies dio tales tropezones Al puerto fué ccn él ilustre gente
Que pudieron causar algún ruido, Con aplauso, placer y grande grita ;
Huyó luego de tales ocasiones, Y en una carabela conviniente
Teniendo ya por cierto ser sentido; Partió para la isla Margarita,
Y aunque el otro no viene ni despierta, Adonde se tenia por muy cierto
Se sale por pared ó por la puerta; Nunca vello jamás vivo ni muerto.
Ansí también con el desmán que hubo, En la tierra saltó desconocido
Estos porque creían ser sentidos, Como tomó la isla conocida;
Huia cada cual, y no mantuvo La venida del hijo bien venido
Palabras ni conciertos prometidos; A la madre tentó quitar la vida :
Empero Joan de Salas los detuvo, Pues en el mismo punto que lo vido
Diciéndoles : « volved, que vais perdidos, Cayó delante del amortecida,
Si no , yo buscaré vias y modos Por no saber tomar el hijo bueno
Para que de mañana muráis todos.» El aviso que cuentan de Galeno.
Percebiendo tan ásperas razones, Y no dejó de ser gran desatino
Volvieron , como dicen, á la danza Llegar sin avisar su buena suerte,
Y adelante de las reventazones Pues lo pudo hacer desde el camino,
Sacaron la piragua con bonanza : Porque con el aviso se despierte;
Jamuran, ponen ahí festinaciones , El gozofinalmenterepentino
Asientan la compuerta sin tardanza, En estremo la puso de la muerte;
Con aceleración jamás oida , Pero volvió después, y ansí gozaba
Meten armas, barriles y comida. De la cosa que tanto deseaba.
JUAN DE CASTELLANOS.
Preguntándole siempre muchas cosas Gastada pues la noche con porfía
A su captividad yendo y viniendo, De sacarse las cosas principales,
Sus dias y sus obras trabajosas Venida ya la luz del claro dia ,
Entre vulgo bestial y tan horrendo ; Acude cantidad de naturales ;
Y de todas las islas peligrosas Desechando temor y cobardía,
Que va Colon agora descubriendo, Como sabían ya que son mortales,
De do me divertí contando esto; Y aquel acometer fué tan estraño
Mas ya quiero volver al mismo puesto. Que todavía recebieron daño.
Porque pasando van por la Barbada, Visto cómo les daban tanta priesa
Y el Aguja, que tal al marinero Por las zavanas, por el arboleda,
Le parece por ser punti-delgada, Salió luego Colon, salió Nicuesa,
Las Vírgenes, los Santos, el Sombrero, Salió también Alonso de Hojeda,
San Cristóbal, después del Anegada Torres, Roldan, Jiménez, que no cesa,
San Juan del Boriquén, Fuerte-Guerrero, De rociar con sangre su vereda;
Ven otra que por ser en aquel dia Aquí y allí se juegan las espadas
Por nombre le quedó Santa Lucía. Ejecutandofierascuchilladas.
Dando pues sus reguardos y desvíos Vestidos de su vana confianza,
A piedras y bajíos ocultados, Los indios golpes dan y los esperan,
En una destas islas y sus rios La dura partesana, dardo ó lanza
Tomaron agua para los ganados No quieren permitir que pocos mueran;
Que traian en todos los navios, Cristianos van haciendo gran matanza,
Puesto caso que ya menoscabados; Indios en su locura perseveran,
Pues, por las que" en sus aguas perecieron, Traspasan pechos, jaras y gorguees,
El golfo de las Yeguas le dijeron. Calles haciendo van los arcabuces.
Su próspera carrera navegando Mas si cruel espada cortadora
Los diestros y fieles marineros, Infiel escuadrón hace sangriento,
Por muchas otras islas van pasando, Infinidad acude cada hora
De vellas tan viciosas placenteros : Cebados del pasado vencimiento;
Fuéronse pues las naves acercando Pero cristiana parte se mejora;
A do dejó Colon sus compañeros; A los contrarios fáltales aliento,
Y en el canto que viene se procura Y mas viendo diez hombres en caballos,
Deckos algo desta desventura. Gran espanto del rey y sus vasallos.
Como quien vio fantasma con escuro
Que se le figuró con cola y cuello,
El cuero del temor áspero duro,
Erizados los pelos y cabellos,
CANTO SEGUNDO, En el lugar mejor y mas seguro
Donde se cuenta la muerte del capitán RODRIGO DE ARANA , cordobés,
Queda sin pulso, habla ni resuello,
y de lo que hizo Colon llegado á la Española. Por ser tales visiones tan feroces
Que tapan los caminos de las voces.
No vive todas veces con sosiego, Ansi con el aspeto repentino
Ni da seguridad á sus placeres, De bestia nunca dellos conocida,
El que hace cabeza de su juego Ocúpalos tan grande desatino
Sin admitir ajenos pareceres : Que su mayor furor dio gran caida;
Huye de la razón el amor ciego, Estrecho se tornó cualquier camino,
Y ciegan las lascivias de mujeres ; Aliento les faltó para huida,
En todos los principios indecentes Los mas valientes, sueltos, mas espertos
Los fines tienen mil inconvinientes. Pasmaban y quedaban como muertos.
Si fuera de pasión Colon mirara Largaron ofensivas municiones
Aquello que Martin Pinzón decía, ' * Viendo sus tristes hados y siniestros,
Agora ni gimiera ni llorara Luego pusieron dellos en prisiones
La muerte de su noble compañía ; Los mas aventajados y mas diestros ;
La cual también de muerte se librara Tomáronles después sus confesiones
Usando de las reglas que él ponia; Acerca de la muerte de los nuestros,
De manera que bien mirado todo Los cuales declararon maravillas,
En ambas partes hubo no buen modo. Y á riesgo suyo quiero yo decillas.
Pues para ver el mal no descubierto Porque, según dijeron los mayores,
Que concebían imaginaciones, Por indios que traian ya ladinos,
Entrando van agora por el puerto Toda su perdición fué por amores
Las naos y capaces galeones ; Andar deshonestísimos caminos ;
Entrando por buen orden y concierto, Y es de creer, que son tales errores
Fondo dan á las anclas y resones, Causa de muy peores desatinos;
Luego disparan tiros á porfía, Pues nunca lujurioso fué bien quisto,
Y nadie de los suyos acudia. Según lo que leemos y hemos visto.
No vian cruces puestas ni señales Ansí que, según orden que se puso
De aquellos españoles deseados , En hacer el negocio manifiesto,
Tuvieron certidumbre de sus males Dicen traer mujeres á su uso,
En ver los aposentos abrasados, Quiero decir, á uso deshonesto;
Y acá y allá correr los naturales También otro negocio mas confuso
Con gran solicitud, sobresaltados, Que diré, pero todo pende desto;
Ocupando las sierras y los llanos, Y si, letor, dijerdes ser comento ,
Con sus arcos yflechasen las manos. Como me lo contaron os lo cuento :
Beconocida bien la desventura, Entre los prisioneros desta gente
E ya sin esperanza de hallallos, Un indio fué de buen entendimiento,
Rogar á Dios por ellos se procura, Y en todas buenas partes de valiente,
Y á los que los mataron castigallos; Decían no tener menos talento ;
Y ansí por selles buena coyuntura Aqueste confesaba claramente
Con escuro sacaron los caballos, El daño y el origen y el cimiento,
Y con aquel silencio que cumplía Y fué su confesión la que se sigue,
Sacaron munición y artillería. Según de los procesos se colige.
VAR0NES*1LUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA II, CANTO II. 27
El indio dijo : «Luego como vimos «Porque veáis la dama cuál estaba,
Que deslas tierras érades ausentes, Con qué querer que mas al claro fuese,
A cuantos nos dejastes los tuvimos Que decir el lugar do se lavaba
Por hombres inmortales, escelentes : Y la señal en que lo conociese ;
Y ansí como su gusto conocimos Y con ser lo que mas ya deseaba,
Les dimos bastimentos suficientes; Decir al amador que no viniese ;
Con obras, con palabras y semblante Y cierto muy mejor le sucediera,
Bailándoles andábamos delante. Si de las dos tomara la postrera.
» El rey y capitanes acudían »Al fin, la concesión nada dudosa
A hacer y cumplir lo que mandaban; Llegó con negación disimulada,
Ansimismo mujeres los servían, Por ser ya de mujer, siendo hermosa,
Que todos los enfermos regalaban : Antigua condición y averiguada ;
Muchos vocablos nuestros entendían ; Que puesto que se muera por la cosa
Los indios muchos vuestros ya hablaban: Quiere con ella ser importunada :
Juzgárades, con ser negocio fresco, Determinóse pues el sin ventura,
Ser liga y amistad de parentesco. De no perder tan buena coyuntura.
» Estando todos pues en tal estado, » Hurtóse de su buena compañía,
Ajenas de nosotros falsedades , Sin que la dama viese su respuesta,
El ínvido, cruel y duro hado Seria poco mas de mediodía
Usó de sus antiguas propiedades , En el resistidero de la siesta;
No siendo bien contento ni pagado Y viendo que ninguno parecía
De que durasen estas amistades; Emboscóse por medio la floresta,
Y el infernal furor que no dormía Y brevecillo espacio caminando
Luego nos revolvió por esta via. Llegó donde lo estaban esperando.
» Una señora principal habia » Diana la piincesa que lo vido
Entre todos los nuestros celebrada, Mostróse con furor acelerada;
De la cual vuestra noble compañía El mozo desto fué tan afligido
Era por muchas veces visitada, Que fué luego su alma traspasada :
A quien Goaga Canari bien quería, Cayó con el dolor amortecido
Y era del por eslremo regalada : Encima del escudo y el espada;
Allí tenia puestos pensamientos, La ninfa, mal compuesto su cabello,
Deleites, pasatiempos y contentos. Determinó de ir á socorrello.
» Entre todas las cosas, la natura » Decia contemplando su figura :
Esta ninfa crió por mas lozana; «Hermano mío, dime, si me quieres,
No sabré dibujaros su figura, » ¿ Por qué quieres sin mí la sepultura,
Por parecer divina mas que humana ; » Sabiendo que no vivo si tú mueres,
Mas quiero comparar su hermosura » Y quedaré sin tí mas sin ventura
Al claro resplandor de la mañana; » Que cuantas han nacido de mujeres ?
Pues aunque la cubría mortal velo » Recobra ya, señor, tu bello brio,
No parecía cosa deste suelo. » Pues ya junto tu rostro con el mió.
» Las gracias de las otras eran muertas » ¿Haces eclipsi, hijo de La tona?
Delante dones tan esclarecidos; » ¿ No oyes, alma mia, lo que digo ?
Suspensos se quedaban por las puertas » ¡ Oh ninfas de Hailies y Saona!
Pasando, sus cabellos esparcidos; » A cada cual de vos hago testigo
Y aquellas proporciones descubiertas, » De cómo tomaré de mi persona
Cadenas de potencias y sentidos; » Un mas que crudelísimo castigo;
Ablandaban también sus condiciones » Maldad mia será si mas aguardo,
Los mas endurecidos corazones. » Y con razón diréis que ya me tardo. »
» Diana vuestra gente la llamaba, » Viendo del sentimiento cuál se para,
Teniéndola por cosa milagrosa, Una señora desta compañía
A ella nunca desto le pesaba Recoge con las manos agua clara
Ni fué de sus loores desdeñosa, Que por doradas piedras descendía ,
Antes en gran manera se holgaba Y roció los pechos y la cara
Que todos la loasen de hermosa : Del buen enamorado que yacía,
Enamorábanla vuestros varones El cual tocado de amoroso tiro
Con amorosas señas y razones. Volvió con un grandísimo suspiro.
» Uno principalmente la servia, » Con esta breve muestra de bonanza
De sus amores harto lastimado, Aflojó la tormenta del tormento,
El cual nunca de noche ni de dia Teniendo de su vida confianza,
Cesaba de decille su cuidado ; Viendo cómo mostró vital aliento :
Y á ella nada mal le parecía Si en las tristezas hubo destemplanza,
Aqueste su fiel enamorado; Agora lloran todas de contento;
Y aunque este su querer disimulaban , Y el mozo sin saber con quién estaba
Con la vista mil veces se encontraban. Con aquestas palabras se quejaba :
» Al íin que la señora y el sirviente, «¡ Oh Diana cruel mas que serpiente,
Con ciertas medianeras interpuestas, » Y mas que pedernal endurecida!
Vinieion á tratar secretamente » ¿ Qué crueldad habrá que no lamente
Aquellas pretensiones deshonestas, » El trabajoso curso de mi vida ?
Y sin que lo supiese nuestra gente » E l hombre de razón de amor se siente,
Tenían sus demandas y respuestas, » La fiera suele del estar vencida;
Y el afición usando de sus artes y> Solo tu corazón de diamantes
Corría con empresas ambas parles. . » No siente lo que sienten los amantes.
» Tocada pues la ninfa destas llamas » Aquí pereceré con la tormenta
Envió mensajera diligente, » Del proceloso mar de mi tormento,
Avisando que sola con dos damas » Donde tu disfavor es el que vienta ,
Se bañaba por aguas de una fuente, » Sin que jamás se vea manso viento ;
Cubierta con las sombras de unas ramas, » Y aun si supiese que esto te contenta
Secreta y apartada de su gente; » Sería para mí sumo contento;
Si quiere ir, mas es mejor no vella, » Pero por ajenarme de placeres
Pues nada bueno ve que ver en ella. » No quieres que yo sepa lo que quieres.
JUAN DE CASTELLANOS.
» En aquestas terribles afliciones » ¡ Oh , cuan alharaquientos , cuan livianos,
» El dulce galardón que mas espero » Cuan alborotadores y apocados
» En las ejecuciones inhumanos!
» Es un reconocer tus intenciones, » Porque te llevarán por sus mercados,
» Y que conozcas tú que por tí muero ; » Unas veces sin pies, otras sin manos,
» Y que si te dan gusto mis pasiones , » Asido por los labios horadados,
» Son estos los deleites qué yo quiero » Cortándote los miembros por mitades ,
» Mas ¡ ay de mí, que no sé qué pretendes , » Gustando mucho destas crueldades.
» Ni si de voluntad sueltas ó prendes!» » Si quieres que contigo yo me vaya ,
»La ninfa respondió: « bien conocido »Iré ; mas no haremos cosa buena,
» Porque defensa flaca me desmaya ,
» Se tiene ya de mí lo que pretendo; » Y aunque la tuya fuera muy mas llena,
» Tú solo no serás el entendido, » Será como vencer la de la playa
» Al menos por tus quejas no te entiendo : » Un pequeñuelo grano del arena;
» Pues viéndote de mí tan bien asido , » Pues contra multitud de gente dura
» Los pocos pocas veces han ventura.
» Dices que ni te suelto ni te prendo;
» Pero ternas por cosa conocida, » Si viera yo tus naves en el puerto ,
» Y dentro dellas todos tus hermanos,
» Que del mismo que tengo soy tenida. » Creyera que escaparas de ser muerto,
» Y con que la piedad esperimentas » Pues ellos te libraran de sus manos;
» De señora de punto tan altivo, » Pero ya que ellos faltan, lo mas cierto
» Me dices que naufragas en tormentas » Es olvidar tus pensamientos vanos,
» Aunque cosa será desaforada
» Por un amor del tuyo muy esquivo; » Que pueda yo de tí ser olvidada.
» Y huelgo de sufrir tales afrentas ,
» Y ansí no sufriré que se despida
» Que las deshace todas verte vivo, » Amor que con el mió tengo preso;
» Por ser tu vida ya, luz de mi dia, » Menos podré creer que quien olvida
» El principal sustento de la mía.» » En algunos negocios tenga peso;
» Oida del amante la serena » Mas donde corre riesgo tanta vida ,
Que no para matar lo regalaba, » Querría, si pudiese, mayor seso;
Con un alivio grande de su pena, » E ya que no huimos lo que daña
A las razones della discantaba: » Que supiésemos darnos buena maña.»
«¡ Oh voz suave de mi Filomena, »E1 mozo muchas cosas respondía
» A quien amor rindió flechas y aljaba l Para satisfacer á sus amores;
» ¿Qué lugar puede ser en lo terreno Y al tiempo que lo tal acontecía
» Que iguale con la gloria de tu seno? Llegamos por allí diez cazadores ,
» ¡Oh aves, que con lenguas esparcidas Que, como ya la sed nos afligía,
» Soléis regocijar las alboradas, Buscábamos las aguas y frescores,
»En estas selvas frescas y floridas Y estaban ellos tan embebecidos
» Por los umbrosos ramos derramadas! Que nunca fuimos vistos ni sentidos.
» Cantad, que mis pasiones recebidas
» Con gran ventaja son recompensadas ; » Encubrímonos pues entre las ramas
» Pues veis que sobrepujan los favores Para hacer mejor nuestros acechos,
» Las mas crueles penas y dolores. No sin admiración de ver las damas
»Vencía mi dolor y mi tormento Con las patentes muestras de sus hechos;
» Los mas bravos escesos de tormentos, Creciendo fué la ira, cuyas llamas
» Y agora sobrepuja mi contento Tal incendio causaron en los pechos,
» Al mas suave gusto de contentos, Que procuramos sin detenimiento
Tomar venganza del atrevimiento.
» Aunque con gran temor de movimiento ,
» Pues hay en todas cosas movimientos, » Al fin, como varones enojados ,
» Por ser fortuna tal y tal su rueda Hicimos nuestras armas luego prestas ,
» Que no pudo jamás estarse queda. Saliendo los que estaban ocultados
«Abate pujantísimos poderes, En las espesas selvas y florestas
» Deshace señoríos de pujanza, Los arcos á los pechos entelados,
» En cosas mayormente de mujeres Y en ellos las agudas flechas puestas ;
» Jamás tuvo segura la balanza: Ellos con el ruido del asalto
» Allí son mas inciertos los placeres, Recebieron pesado sobresalto.
» Y está mucho mas cierta la mudanza ; » Las ninfas por el monte y aspereza
» Y ansí creo será de poca dura • Huyeron con el paso bien agudo,
» Esta mi felicísima ventura.» El mozo con su presta lijereza
» La ninfa respondió: « de lo que sientes Armóse del espada y del escudo,
» Está tan apartado lo que siento, Y con terribles muestras de braveza
» Que del Cibao rio las corrientes Rompiendo fué por escuadrón desnudo:
» Revolverán sobre su nacimiento, De diez los seis tenia ya tendidos,
» Y Ozama cesará de sus crecientes, Los otros escapamos mal heridos.
» Primero que yo tenga movimiento; » Habiéndonos tratado desta suerte,
» Mas esas desventuras que decías Y puéstonos en áspera huida,
» Podríante venir por otras vías. Encaminó los pasos á su fuerte
» Que bien sabes que rey es mi marido, Sin esperanza cierta de la vida,
» El cual en guarda mia se desvela, Antes con certidumbre de la muerte
» Y está de mis amores tan vencido, Por una crudelísima herida,
» Que hasta de los aires me recela; Cuyo golpe de sangre señalaba
» Y al rey lo mas oculto y ascondido Los pasos y camino que llevaba.
» Por mii vias y modos se revela,
» Debajo de lo cual es lo mas cierto » Llegado pues al fuerte do venia
» Que será nuestro caso descubierto. Los pechos de su sangre rubricados,
«Sabido, ¿dónde piensas asconderle Aquellos de su noble compañía,
» Deflechasyflecherosviolentos? De semejante caso descuidados,
» O dó me defender y defenderte, Mirando de la suerte que venia,
» Si tienes de defensa los intentos ? De gran temor se vieron rodeados :
» Pues el mayor amparo será muerte Juzgaban de lo ver sus compañeros
» Con varias invenciones de tormentos; Los males y trabajos venideros.
» Porque estos que tú llamas infieles
» Son cuanto mas cobardes mas crueles.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA II, CANTO II. 29
» Tendieron sus banderas y estandartes, «Llegados donde estaban, al momento
Recógese la gente derramada, Que vimos el lugar y palizada,
Fortalecían bien sus baluartes Hacen arremetida los que cuento
Con una prontitud acelerada; Con furia de temores olvidada :
Procuran reparar por todas partes A modo de león que va hambriente
Las cercas de su fuerte palizada, Y ve la viva presa reparada,
Alistan castellanos y andaluces Con grita y alaridos parecia
Que el universo mundo se hundía.
Las balas de humosos arcabuces. «Comiénzase la guerra de tal suerte ,
» Aquellos que escapamos mal heridos Que no se vio jamás igual braveza,
Los unos y los otros lamentando, Juntámonos de golpe con el fuerte
Y unos dando grandes alaridos, Do parecia menos fortaleza ;
Venganza con rigor apellidando; Pero por ampararse de la muerte
Tocaron nuestros gustos los oidos Arana sacó fuerzas de flaqueza,
De los que nos estaban esperando : Teniendo sanos, cojos ó tullidos
De vernos los mayores y menores Por orden y concierto repartidos.
Alzaron grandes gritos y clamores. «Bien ansí como planta que derrama
» De todo lo pasado dimos cuenta , Sus raices con poco fundamento,
Ya casi sin alientos ni resuellos, Que suele de la mas subida rama
Y Diana de culpa ser exenta Enviar mas raices y sustento,
Les hacia creer á todos ellos: Para poder con semejante trama
Al fin que convencida, por afrenta Valerse contra gran fuerza de viento,
El rey mandó cortalle los cabellos; Y al fin padece casos y desmanes
Mas no pudo hallar quien se moviese Con los tempestuosos huracanes ;
Ni tal atrevimiento concibiese. «Desta manera vimos al Arana,
» Disculpas dio también de los de España Que por la poca fuerza que tenia
Por términos y modos escelentes, De los enfermos hizo gente sana,
Y en el decir se dio tan buena maña Y aquí, y allí, y allá los repartía
Que casi mitigó sus accidentes; Con gentil apariencia, pero vana,
Mas no pudo templar la grande saña Según la gran tormenta que venia;
De los que muertos vian sus parientes, Pues su mas ostinada resistencia
Que como principales hombres eran Valia poco contra gran potencia.
Decían por los vuestros: mueran , mueran.
«Aquestos de mil pueblos diferentes «Pero reconociendo cuan de veras
Convocaron amigos y aliados, Les cumplía mostrar buenos alientos,
Acude Guarionex con tantas gentes Como dicen, de buenas á primeras
Que cubría cabanas y collados; Encienden los humosos instrumentos,
No quieren los de Haina ser ausentes, Y derribaron dos ó tres hileras
Ni los de Nigua quedan rezagados, De indios de hermosos ornamentos;
Anacaona la libidiosa Los vivos viéndolos allí tendidos
Ansimismo llegó muy poderosa. Quedaron poco menos que vencidos.
«Acuden de la costa de ambos mares »Quien cerca se halló de la ruina
Armadas compañías inhumanas, Paró como pasmado de confuso,
Y los mediterráneos lugares Pero ninguno dellos adevina
Con flechas venenosas y macanas: Qué viento huracán los descompuso ;
Convites, borracheras y cantares Por los que no los vieron se camina
Se hacian á las noches y mañanas; Adonde el español está recluso ;
Los i ostros variados de pinturas Intentan de subir, y en las subidas
Hacian mas feroces sus figuras. Pocos se retiraron con las vidas.
»Innumerables eran los plumaje:; «Ansí como voraces tiburones,
Que llevan en colores variados, De cortadores dientes preparados,
Y cada cual con dos ó tres carcajes, Que pocos causan grandes confusiones
A las espaldas puestos y á los lados , En espeso cardumen de pescados;
Diciendo van trecientos mil ultrajes Y hieren, cortan, parten á montones
A los barbudos nuestros desbarbados, Mucho mas que cuchillos afilados,
Aparte cada cual se señalaba En los cuales marinos movimientos
Con las parcialidades que llevaba. Dos pueden mucho mas que setecientos
» Ansí que con coraje duro,fiero, «Ansí los que mandaban las espadas
Que cria los concursos de la guerra , A pocos atrevidos dejan sanos,
Aviva sus alientos el guerrero Hiriendo con terribles cuchilladas
De ver juntos los llanos y la tierra: A los que se hallaron mas cercanos :
Herviau como grande hormiguero Derríbanse cabezas y quijadas,
Quitada la cubierta de la tierra, Córtanse piernas, pies, brazos y manos,
O como las langostas si son tantas Cercénanse los huesos de canillas
Que cubren los sembrados y las plantas. Los pescuezos, las barbas y mejillas.
» No viérades quebrada ni sobaco »Y cuanta sangre mas se derramaba,
De monte que no huellen muy espesos, Tanto mas el coraje se encendía;
Y á sombra dé las velas y en opaco De nuestra gente mucha peleaba,
Usaban los piaches sus escesos , Y mucha mas por horas acudía :
Consultando con humo de tabaco El dia ya sus cursos acababa,
Al demonio que diga los sucesos , La noche tenebrosa se venia,
Gozando de tan buena medicina Cansados los heridos y los buenos,
Con una cerimonia tan malina. Y los cercados ya ni mas ni menos.
»Oimos la razón del adevino , «Aunque mil veces van al flaco muro,
Y fué de favorables responsiones ; Uno ni ningún palo le quitaron,
Todo lo necesario se previno Menos á él llegar pudo seguro
Por las alborotadas intenciones, Ninguno de los muchos que llegaron;
Y luego nos pusimos en camino Finalmente, que todos con escuro,
Contra los afligidos corazones , Del cercado cruel se retiraron,
Los cuales, aunque enfermos y llagados, Para volver á nuestra pesadumbre
Un punto no vivieron descuidados. Cuando febeo rostro diese lumbre.
30 JUAN DE CASTELLANOS.
«Quitados los escuros embarazos «Como nos acontece si cazando
Con resplandor del sol recién venido, Cercamos las zavanas en el fuego ,
Henchimos cantidad de calabazos Que lo que aquí y allí se va juntando,
Y varios animales salen luego
Vuelta ceniza con agi molido; Algún lugar seguro rebuscando,
Porque si les hiciésemos pedazos, Uno medio quemado y otro ciego,
Volados al lugar fortalecido, Y adonde quiera halla cazadores,
Los polvos que tocasen las narices Opuestas llamas, humos y calores;
Pudiesen menealles las cervices; «Ansí los tristes desaventurados
«Reconocido por negocio cierto, Las puertas del vivir tienen cerradas,
Que con la fuerza de los estornudos Pues se vian de fuego rodeados,
No ternia vigor el mas esperto Por indios las salidas ocupadas ;
Para se reparar con los escudos; Y ansí cayeron todos chamuscados,
Y ansí podrian dar en descubierto De flechas las entrañas traspasadas,
Las flechas y los jáculos agudos, Y aun en los cuerpos ya sin sentimiento
Porque tales industrias son ardides No cesaban castigos y escarmiento.
De que caribes usan en sus lides. «Con esto dimos fin á la revuelta
»En este parecer determinados, Y concluimos toda la jornada,
Hecha de muchedumbre viva rueda, Muerta de nuestra gente la mas suelta,
Teníamos los vuestros rodeados Y la que quedó vida lastimada :
Como coríes en el arboleda : Enterramos los nuestros, y á la vuelta
Vuelan los calabazos, y quebrados A Diana hallamos ahorcada,
Dentro se levantó gran polvareda; Que viendo de los vuestros la caida
Todos en estornudos son iguales, No quiso sin su vida tener vida.
No siendo salutíferas señales. » El vivofinalmente,y el difunto,
«Por entre palos hacen buen empleo Ha metido las manos en la masa,
Los que quieren estar con advertencia; El poder de la isla vino junto
Pues cuando de los cuerpos hay meneo, Sin señalarse número ni tasa ;
Impelidos de aquella violencia, Y aquesta es sin esceder un punto
Los bárbaros cumplían el deseo La cierta relación de lo que pasa,
Que daba prontitud y diligencia, No los queráis vengar, pues está claro
Para poder encaminar la flecha Que cada cual nos cuesta harto caro. »
Donde con harto daño se desecha. Oidos los sucesos inhumanos,
«El breve batallón anda turbado, No dichos por semejas ni barruntos ,
Unos heridos, otros ya sin vida; Sino por quien metió los pies y manos
Quitamos luego palos del cercado, Relatando la guerra por sus puntos,
Por donde se metió tal avenida Hicieron diligencias de cristianos,
Que ningún español hallaba vado, Que fué rogar á Dios por los difuntos ;
Remedio, ni esperanza de huida ;
Solos diez alentados de buen brío Y en el lugar do fueron descompuestos
Por defensa tomaron un buhío. Pusieron cuatro versos, que son estos :
«Pareciónos tenellos en pihuelas , Hcec Crux ostendit (cedatum sanguine litus
Gentis, quce ignotos primum migravit adIndos,
Y dado fin á la cruel reyerta ; Soepe preces tongas pro victis fundite, namque
Mas ellos con espadas y rodelas Unius ob noxam cúnelos mala fata tulerunt.
Defienden el entrada de la puerta : Este lugar adornó Con oración, con ayuno,
Cortan á tantos las vitales lelas, Aquesta cruz soberana, Sé por ellos importuno ,
Porque aquí se derramó Y con piadosos modos:
Que huellan todos sobre gente muerta; La primer sangre cristiana Pues por la culpa de uno
Arana y maestre Joan, un cirujano, Que al nuevo mundo pasó. Aqui perecieron todos.
A quien alcanzan no lo dejan sano.
«Viendo pues tantos indios en el fuerte
Que de vivir quitaban esperanza, ELEGÍA III.
Jugaron ambos la postrera suerte ,
Acrecentando siempre la matanza : A la muerte de FRANCISCO BOVADILLA, donde amimismo
En tal manera ya, que de su muerte se cuenta cómo Colon continuó su descubrimiento, con
Tomaron antes della la venganza, otras muchas cosas que sucedieron en aquella sazón.
Encaminando sus crueles manos
A los que se mostraban mas lozanos. CANTO PRIMERO.
«Viendo Quarionex, señor segundo, Engrandezca Melpómene su llanto
En sus vasallosflacosmovimientos, Con discursos de mas calamidades,
Les dijo : « no viváis mas en el mundo , Alentando mi voz y ronco canto
» Soeces y de bajos pensamientos, En otra multitud de variedades;
» Pues me sacáis los pejes del profundo Aunque no cantaremos tanto cuanto
» Y las aves que vuelan por los vientos, Han menester particularidades,
« Y agora solos dos mancos y tuertos Solamente daremos orden cómo
« Se quedan vivos y vosotros muertos.» Se digan las que fueren de mas tomo.
«Oyéndolo sus gentes, de corridas Hecho pues por Colon el sentimiento
Procuraron mostrarse con ventaja; Que á los amigos muertos se debia,
Y ansí por acabar las tristes vidas Luego determinó buscar asiento
De aquellos por quien tanto se trabaja , Donde poner la gente que traia :
Tiraron muchasflechasencendidas Las velas manda dar al manso viento,
Para quemar la casa que es de paja , Por la banda del norte hace via,
La cual, como tuviese flacas ramas, Hasta tanto que vio lugar decente,
Consumieron en breve vivas llamas, Do sacó los ganados y la gente.
«Ardor de valentía se mitiga Puerto seguro fué donde procura
Porque desconfianza los ligaba; Largar las anclas y amainar la vela ,
Impetuosa llama y enemiga , De buenas playas y cabal fondura
Los bajos y los altos ocupaba : Para nave mayor que carabela ;
Calor intolerable los fatiga, Por entonces allí hacen cultura
El fumoso vapor los ahogaba; De ciudad que llamaron Isabela,
Eso me da loflacoque lo fuerte, A la contemplación que el nombre muestra
No tenia que ver sino la muerte. Por Isabel la santa reina nuestra.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO I. oí
Luego nombró de la mayor nobleza Pueblos pudieras ver sin moradores,
Para regir personasfidedinas, Que todos los dejaban y huian;
Y vista desta isla la grandeza, Intolerables eran los hedores
Dio tierras á las gentes peregrinas : Que purísimos aires corrompían ;
En el Cibao hizo fortaleza Y ansimismo los nuevos pobladores
Para los que labrasen en sus minas, Ño menos desventuras padecian ,
Dicha Santo Tomás, porque creyeron Pues sus mejores ratos y mas ciertos
Habellas desque ya los ojos vieron. Era hacer fosados para muertos.
Mandándole que dellas no se quite, Allí los arrojaban á montones,
Para la defensión de sus partidos, Juntos los principales y notables.
Al alcaide don Pedro Margante ¡ Oh cuántas quejas, cuántas maldiciones
Con cincuenta soldados escogidos ; Sonaban en la furia destos males,
Y que para labrallas ejercite Abominando todos los Colones,
Indios en tales usos instruidos, Por les hacer dejar sus naturales!
Los cuales y ansimismo gente nuestra En tratos, en palabras, en figura
Cada dia sacaban mejor muestra. De hambre cada cual era pintura.
Todo lo necesario se les lleva Traian los cabellos erizados,
Para desentrañar estos veneros, Los ojos en las cuencas muy metidos,
Y hecha dellos conviniente prueba, Los labios en color amortiguados,
A nuestros reyes hizo mensajeros; Los dientes descarnados, carcomidos :
Un Pedro Gorvalán llevó la nueva Los cueros á los huesos van pegados,
Con cantidad crecida de dineros : De pálido color como teñidos;
Muéstranse favorables y propicios Sin ninguna cubierta las eslillas,
A tan heroicos hechos y servicios. Y claras y patentes las costillas.
Acabados de dar estos asientos, Otros hubo tan gordos de hipatos
El Hércules insine y animoso Como si prometieran nuevos partos,
Tomó de sus soldados los doscientos, Comiendo hasta suelas de zapatos
Consorcio principal y valeroso Con el grande hervor de verse hartos;
Para continuar descubrimientos, Y consumidos ya perros y gatos,
Pareciéndole mal mucho reposo; Daban tras las culebras y lagartos;
Y para gobernar las demás gentes Sumos regalos eran los coríes,
Quedaron sus hermanos por Unientes. Hutías, mohuiyes y quemíes.
Apartado Colon destos lugares, Al tiempo que lo tal acontecía
Todos los españoles que quedaban En el lugar que tengo referido,
En sus repartimientos de solares Don Pedro Margarile padecía
Con un vivo fervor edificaban, No menos confusión en su partido;
No sin graves pasiones y pesares Pues de la poca gente que tenia
De los indios, que todo lo notaban; Las dos partes habían perecido,
Los cuales, viendo cosa tan de veras, Y créese por vello desta suerte
Dieron en no hacer sus sementeras. Que le pudieran iudios dar la muerte.
A lo cual estas gentes conmovían, Pues para defensión no son cabales
Porque faltándoles mantenimientos, En tiempo tenebroso ni con lumbre,
Ansí los que de España se traían Mas dióle gran seguro destos males
Como los que ellos daban por momentos , Su buena condición y su costumbre:
Los nuestros morirían ó se irían, En ser bien quisto destos naturales
Viendo que perecían de hambrientos; A quien no consintió dar pesadumbre,
Y ansí, por aflojar en su cultura, Pues viendo que comida no tenían ,
Sobre todos cayó la desventura. No les importunaban, ni pedían.
Porque los alimentos consumidos Pero viéndolo tan enflaquecido,
Que de nuestra nación por mar venían, Secas y consumidas las mejillas,
Para ser de los otros socorridos Un indro principal, de comedido,
Los nuestros á los indios acudían; Le presentó dos vivas lortolillas;
Los cuales, por estar desproveídos, Mostrósele muy bien agradecido,
De pestilencial hambre perecían. Dando por recompensa mil cosillas;
¿ Qué palabras serán aquí bastantes El indio no las dio con tal intento,
Para decir miserias semejantes ? Mas en efeto se volvió contento.
Pues á cualquiera parte donde fueres Viendo las pajarillas y presente,
Hallarás por los campos divertidos Entre tanto que Dios mas proveyese,
Hambrientos los maridos sin mujeres, Fué muy importunado de su gente
Las mujeres hambrientas sin maridos, Las mandase matar y las comiese,
Los hijos sin regalo, sin placeres, Y que se holgarían grandemente
De paternal regazo despedidos, De que por ellos esto se hiciese,
Chupados, consumidos , y de suerte Pues era poco cebo para uno
Que eran propio retrato de la muerte. Y para tantos menos que ninguno.
Bien como las abejas en enjambre En esta tempestad que tantos doma
Vagaban, olvidados sus asientos; El mosén Pedro dijo como bueno,
Sin alimento fresco ni fiambre, « Pues todos padecemos la carcoma,
Sin sentido, sin fuerzas, sin alientos: No es justo proveer un solo seno,
Al fin, debilitados de la hambre, Y que miréis vosotros, y yo coma,
Caían de quinientos en quinientos, Y estéis todos vacíos é yo lleno.»
Tendidos por los campos y riberas E luego por un término galano
Por cebo de las aves carniceras. Soltó las lortolillas de la mano.
No hizo mortandad tan gran cadena No van las lortolillas al desgaire
En la ferocidad del rey Atila, Eslendiendo sus alas por los vientos,
Ni tanta por los campos de Ravena , Antes con lijerísimo donaire
Gente que España y Francia recopila , Volaron y dejáronlos hambrientos;
Ni turco por Belgrado ni Viena, Y todos con los papos llenos de aire
Cuando sus moradores aniquila, Quedaron como hartos y contentos,
Ni del gran Taborlán la brava hueste, Encareciendo de común sentencia
Cuantas aquí causó tan grave peste. Su valor, su virtud y su prudencia.
52 JUAN DE CASTELLANOS.
Entre las otras cosas sucedidas Andando pues con este presupuesto ,
Donde estaban las otras compañías, Buscaba coyunturas y sazones
Flacas, atribuladas y afligidas, Para por algún modo bien compuesto
Con hambre de gran número de días, A la india decir sus intenciones;
Un hombre padeció graves heridas Ella que via bien su triste gesto,
Dadas por un mancebo, Miguel Diaz, Le dijo: «si valiesen mis razones,
E! cual tuvo por bien , visto su cargo, Grande deseo tengo que me digas
Hacerse por los montes á lo largo.' La causa de tus penas y fatigas.»
Huyendo por aqueste desatino El Miguel Diaz dijo: « pues, señora ,
La pena del delito recelando, Mi tristeza tenéis tan conocida,
Por tierras nunca vistas peregrino Yo conozco que sois merecedora
De gentes enemigas confiando, De principes, y dellcs ser servida;
A la parte de sur hizo camino, Pero Miguel cristiano, Haxa mora,
Isla de mar á mar atravesando, Entrambos juntos hacen mala vida,
Adonde halló gente mas lucida, Es menester que cumplas mi deseo
Muy sana y abundante de comida. Creyendofirmementelo que creo.»
Por las orillas va de fresco rio, Ella le dijo: « luego se concluya
Bien puesta población y populosa , Aquello que, señor, por bien tuvieres,
De cierta mujer es el señorío Para que tu salud no se destruya,
No menos avisada que hermosa : Y de mi voluntad no desesperes
Parecióle ya grande desvarío Creyendo ser ajena de la tuya ;
Jornada tan al claro peligrosa; No queriendo yo mas de lo que quieres,
Pero viéndose dentro de la danza A U cumple decirme de qué suerte ,
Deslos salvajes hizo confianza. Que yo te seguiré hasta la muerte.
La hambre lo sacó de la montaña, « El efeto tenemos entre manos,
Cuyos estremos son muy atrevidos, Si quisieres mostrarte diligente
Los indios de ver cosa tan estraña En ir á llamar luego tus hermanos
A gran admiración son conmovidos : Llevando compañía de mi gente;
Con señales de paz los desengaña, Porque teniéndolos aquí cercanos
Y con grandes suspiros y gemidos, Yo los sustentaré bastantemente,
Haciendo conocer por los meneos Que bien sé cómo viven y sus modos,
Su* gran necesidad y sus deseos. Y cómo ya de hambre mueren todos.»
Los indios lo bajaron de aquel viso Pues como la cacica respondía
No sin alborotada compañía, Con lo que Miguel Diaz tiene gana,
Deseando del tal tener aviso Semejantes palabras le decia
Si viene contra ellos por espía; Con rostro y aparencia cortesana:
Diéronle de comer como lo quiso, «¿Cuándo podré servir, señora mia,
Cosa que bien al caso le hacia , Oferta de merced tan soberana ?
Y con el gran rumor que se publica De mas de que la vida que sostengo
Lleváronlo delante la cacica. Es vuestra, pues que yo por vos la tengo.
El cual, con una muestra mesurada , » Quiero cumplir aquese mandamiento
Por señas ofrecía su servicio , Para poder gozar merced tan llena,
Y es cierto que después de su llegada Que yo sé que vernán en el momento,
En estas gentes hubo gran bullicio; Y todos lo ternán á dicha buena;
Porque por ser presea señalada Con ellos no terne detenimiento
Quisieran hacer della sacrificio; Por me tirar acá de la cadena.»
Pero la dicha reina destas gentes La india se holgó de la respuesta,
Mirábalo con ojos diferentes. Y mucha gente hizo luego presta.
Pues con gran afición de su captivo Aderezóse buen matalotaje
Juzgaba por pesado desconcierto De joyas y preseas, ricos dones,
Matar al miserable fugitivo Por ablandar la furia y el coraje
Que viene por hallar seguro puerto; Que contra él tenían los Colones ;
Y deseaba mas gozallo vivo Púsose con los indios en viaje
Que por sus santuarios vello muerto : No sin dolor de entrambos corazones,
Es mozo, gentil hombre, desbarbado, Y como fué por via bien guiada,
Y ansí quiso tomallo por criado. En pocos dias hizo la jornada.
Favorecia mucho su partido, Con escuro llegó como discreto,
Y libre ya del mal que represento , Y atrás dejando gente que llevaba ,
Mostróle por semblante conocido A tales intenciones va sujeto
Su muy libidinoso pensamiento; De primero saber lo que pasaba;
Finalmente, tomólo por marido, Y aquel con quien trató de su secreto
Y celebró con él su casamiento, Cualquiera sinsabor aseguraba,
Y el tiempo que duró peregrinando Porque su contendor estaba sano
En ella y en sus tierras tuvo mando. Y sin necesidad de cirujano.
Díjole que hiciese paz y guerra Destos negocios bien asegurado
De preseas, riquezas y tesoro, Y cierto de la vida del paciente,
Descubrióle secretos de la tierra Luego se vio con el adelantado
Y entre ellos caudalosas minas de oro; Bartolomé, caudillo desta gente ;
Notaba de los llanos y la sierra Que como de su casa fué criado,
Su gran fertilidad y su decoro, Fué luego perdonado blandamente,
Y el dicho Miguel Diaz grandemente Y hizo, dando fin á novedades,
Deseaba traer allí su gente. Entre los enemigos amistades.
En aprender vocablos cada día Hechas aquestas cosas, otro dia
Vivía con grandísimo cuidado, Que después desta noche fué siguiente,
Ella con gran regalo le servia, Llegó la gran caterva que traía
Y fué por su respeto respetado; Con el necesarísimo presente :
Mas aunque por estremo la quería Alentóse la triste compañía
Deseaba salir de mal estado, Con muestra de comida tan patente ,
Y de tan gran grandeza dar noticia Al Miguel Diaz dueñas y varones
Con alcanzar perdón de la justicia. Echaban un millón de bendiciones.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO 1. 53
Dio mas á los Coiones embajada Después de socorrer estos varones
De parte de su dama la cacica, Con fortuna mejor y mano diestra,
Y en totuma de oro bien labrada Conocidas las grandes aficiones
Muestra de mina grandemente rica , De que los dos amantes hacen muestra,
Y para la nación desconsolada
Hartura y abundancia les publica, El fray Buil les dio las bendiciones
Y ansí por ver socorro tan divino Por orden de la Iglesia madre nuestra,
Deseaban volar este camino. Y fueron los mestizos que este tuvo
A cabo ya de tres ó cuatro dias Los primeros que en estas tierras hubo.
Que dio la relación tan verdadera, Visto por el Colon ser todo cierto
Bartolomé Colon con Miguel Diaz Lo que mis breves versos han contado,
Determinaron «ir á la I ¡jera ; Determinó también mirar el puerto,
Por no mover aquestas compañías Y lo halló ser bien acomodado ;
Sin hallar los asientos y ribera, Hizo con la cacica su concierto
Fueron también soldados codiciosos Para traer su pueblo fatigado,
Y fray Buil con ciertos religiosos. Con que el rio tuviesen de por medio
Hasta poder hallar mejor remedio.
Caminaron por pasos conocidos Pues como quien padece gran aprieto
De quien guiando va por la floresta; Con larga dilación se desconsuela,
Fueron por el camino proveídos ' Bartolomé Colon, como discreto,
Siempre con abundante mesa puesta : En socorrer los suyos se desvela ;
¿legados todos fueron recebidos Y para dar el orden con efeto
Con grandes aparatos y gran fiesta, Determinó volver á la Isabela,
Las calles y las plazas enramadas Haciendo cortesana despedida
Y de flores y rosas tapizadas. Del Miguel Diaz y de su querida.
Ver la señora luego se procura Recebió de la india ricos dones
Dentro de su cercado de dos puertas, Ansí de oro como pedrería ,
A quien no le faltaba hermosura Tuvo sus cumplimientos de razones,
Con un no sé qué don de gracias ciertas : Ni cortos ni de grande demasía ;
Cubierta por de yuso la cintura, Dióle regalos , dióle provisiones,
Las demás proporciones descubiertas , Y para las llevar gran compañía,
Muy llena y adornada su persona Con la cual, que sus pasos fué guiando,
De lo que por acá llaman cacona. Llegó donde lo estaban esperando.
Allá por ciertas formas los copetes Dio nuevas á la gente castellana
Compuestos por encima de la frente, Diciendo : «ya cesó la desventura,
Que parecían crestas en almetes, Pues habernos hallado tierra sana
Sembrada mucha perla trasparente ; Y llena de grandísima hartura;
En los molledos ricos brazaletes, Por tanto disponeos de mañana
Fino collar con águila pendiente, Para ir á hacer nueva cultura ,
Riquísimos pomares de chaquiras Desterrando de vos toda tristeza,
Con piedras esmeraldas y zafiras. Pues tenéis entre manos gran riqueza.»
Hahia muchas dueñas y doncellas Aquel que mas entonces desconfía
En la casa real, que la servían, Despierta con tan buena confianza ;
Y eso me da las feas que las bellas No se puede decir el alegría
Por el mismo nivel se componían ; Que el pueblo recebió de su mudanza ;
Y ansí generalmente todas ellas Y para ir á ver lo que decía
De grande desengaño se vestían, Cualquiera brevedad era tardanza;
Pues no cubrían sayas ni ropones Pues al son de los sones que esto cantan
Las buenas ó las malas proporciones. Hasta los mas enfermos se levantan.
Entrando pues Colon al aposento Como presos que en cárcel envejecen
Con aquella no vista compañía. Estando detenidos tras las redes,
Ella lo? recebió con el contento Esperando las penas que merecen
Y término que vio que con venia, Sin otra confianza de mercedes ;
Sin le faltar razón ni cumplimiento Y en un momento todos desparecen
De llena y acabada cortesía ; Si por ventura rompen las paredes,
Y estas primeras vistas acabadas , Y no les dan fatigas ni cuidados
A todos hizo dar buenas posadas. Las mantas y colchones rezagados;
Otro día la vieron ansimismo, Ansí por ir en ciertas carabelas
Y el padre fray Buil, como debía, Porque por mar hacian el viaje,
Dijo las escelencias del batismo Dejaban setecientas allinjuelas
Por un indio ladino que traia, Sin querer esperar otro pasaje ;
Con aquella razón de catecismo Antes apriesa dan todas las velas
Que tan alto negocio requería; Hasta que ya llegaron al paraje ,
Ella mostró contento de sabello, Donde surgieron quinto día justo
Y sintió bien y estuvo bien en ello. Del mes que nos nombró Cesar Augusto.
Puesta con contrición en buen camino > El año fué de mil y cuatrocientos
El sobredicho padre determina Con otros cuatro mas sobre noventa ;
De dalle sacramento tan divino Desembarcaron todos muy contentos
Y de Hamalla doña Catalina; En la parte que ya se representa :
Bartolomé Colon fué su padrino ; Puerto bien amparado de los vientos
Honróse de la gente peregrina, Y poco combatido de tormenta,
Regocíjanse los padres y los hijos Y aquella gran distancia de ribera
Con bailes y con otros regocijos. Labrada y cultivada donde quiera.
Acabada la fiesta y el sarao, Ozuma por allí tiende su boca,
Determinó la nueva convertida Y hace la ciudad bien proveída,
De enviar á las minas del Cibao Y hoy es imperio donde se convoca
Gente con abundancia de comida , Incógnita nación ya conocida;
La cual acompañó micer Girao Rodéala "la mar con fuerte roca
Con gente nuestra bien apercebida , Que de sus bravas ondas es herida ,
Y fué necesarísimo convite Santo Domingo ponen al asiento,
Al noble mosén Pedro Margante. Porque tal dia fué su fundamento.
T. IV.
34 JUAN DE CASTELLANOS.
Comienza cada cual con prestas manos Verélslos ansimismo mal parados
De fabricar adonde se metiese, Con males que la nueva tierra cria,
Y allí se recogieron los hispanos Veréis algunos tiempos ya pasados
POT querer la cacica que ansí fuese : Volver á su lozana gallardía;
Pero por movimientos soberanos
Colon no quiso que permaneciese, Viréis arrastrar sedas y brocados
El almirante digo, y sus soldados, De que galán y dama se vestía,
Que vino después destos ya mudados. Veréis ir en aumento los caudales
Holgó de las mudanzas y concierto Y las sagradas rentas y reales.
Hecho con Catalina la cacica, Veréis labrar madera con estremos,
Gran contento le dio también el puerto , Talar el alto monte y arboleda,
Y muestra de oro grandemente rica ; Traella por la mar con vela ó remos,
Dio cuenta cómo habia descubierto O ya con torpe rastra, ya con rueda ;
La isla que se dice Jamaica, Pero porque después proseguiremos
Y otras muchas que no son memoradas Desta ciudad ilustre lo que queda,
Por ser secas y desaprovechadas. Vamos á lo que mas en pronto llevo,
Después que descansó con sus varones Haciendo para ello canto nuevo.
Dejó por algún tiempo los navios,
Por calar mas adentro los rincones
Y desta isla ver los señoríos ; CANTO SEGUNDO,
Descubrió prepotentes poblaciones,
Magníficas riberas, ricos rios, Donde se cuanta las revoluciones que hubo en la Española entre Colon
Y luego consultó con sus hermanos y los que allí estaban, y cómo los reyes proveyeron sobre ello, y lo que
mas aconteció en las guerras que de indios tuvieron.
Poblar otros dos pueblos de cristianos.
El uno fué la villa de Bonao, No les puede dañar benevolencia
Y el otro Santiago de la Vega, A los que fueron bien afortunados;
Donde fué capitán micer Girao, Mas tengo yo por cierta la sentencia
Y catedral iglesia se congrega ; Dicha por ios presentes y pasados,
Sacó de los peligros del Cibao Que prósperos sucesos con prudencia
Al noble moren Pedro su colega , - • Pocas veces están acompañados ;
Mas por alcaide de la fuerza queda Y en estos menos veces hay mudanza
El capitán Alonso de Hojeda. Guiando sus negocios con templanza.
Ordenadas las cosas en que toco Esta dicen faltar á los Colones;
Según la brevedad nos encamina, Pues como sus riquezas van creciendo,
Al pueblo de la Ozama me convoco, Y van en crecimiento hinchazones,
Do Cristóbal Colon se determina Mil buenos afrentando y abatiendo;
Que del se pasen todos poco á poco Y ansí las españolas condiciones
A la parte de doña Catalina; Con llena libertad de gran estruendo
Mas el efeto principal fué cuando Formaban cada dia gran querella,
Ya gobernaba Nicolás de Ovando. , No sé si con razón ó fuera della.
Mas comenzó Colon la tal mudanza Mas sé que de las tales turbaciones
A las otras riberas de la Ozama, Y pesadumbre que se padecía,
Debajo voluntad y confianza , Hubo muertes, azotes y prisiones
Del dicho Miguel Diaz y su dama , Que el doto fray Bui'l reprehendía,
Por ser asiento de mejor templanza Pareciéndole mal las sinrazones
Y que por mas llanura se derrama; Y aquel rigor notable que corría;
Y ansí hicieron en aquel asiento Encontráronse todos ellos luego
Casas con mas zanjado fundamento. Avivando las llamas deste fuego.
El bosque su lugar desembaraza , Pues visto no bastar reprehensiones
Escómbranse las playas destos mares, Para templar aquellos movimientos,
Dan á su población graciosa traza, Con entredichos v descomuniones
La gente principal y populares, El fray Bui'l seguia sus intentos ;
Señálase la iglesia , dase plaza, t Para satisfacerse los Colones
Repártense por orden los solares: » Privábanlo de todos alimentos ;
En los cuales andaban negociados Unos y otros andan de mal arte,
Capitán , escuadrones y soldados. Y con harta pasión de cada parte.
En esto colocaban pensamientos, No falta susurrón que el fuego ceba,
Porque la principal plática era : Y ansí prevaleciendo desafueros,
« Terna mi casa tantos aposentos — Las orejas del rey tocó la nueva
Aquí será-zaguán, allí escalera. » Dada por diferentes mensajeros;
Otros andan abriendo los cimientos, Mas como no constó bastante prueba
Otros acarreaban la madera, Por tener cada parte sus terceros,
Otros igualan sabios oficiales El rey mandó venir á Joan Aguado,
Y buscan necesarios materiales. Que no lo fué para cualquier cuidado.
No se ve por allí floja la mano El rey le dio sus cartas de creencia,
De la mayor edad ni mozo tierno, Poder para las causas copioso
Porque ya por la sierra, ya por llano, Despachóse con grande diligencia,
O van ó vienen con hervor eterno, Por ser perjudicial mucho reposo ;
Ansí como hormigas en verano Despidióse de la real presencia,
Buscando los sustentos del invierno: Prosigue su viaje trabajoso,
Bajos y altos, rústicos, discretos, Vídose con la gente descontenta
A la justa labor están sujetos. Año de cinco sobre los noventa.
Veréis llenos caminos y calzadas Pregónanse reales provisiones
De hombres naturales y novicios, Con otros bastantísimos recados,
Veréis en muchas calles señaladas Obedecido fué destos varones,
Usarse diferentes ejercicios, Ansí de libres como de culpados;
Veréis levantar casas torreadas, Hizo con retitud informaciones
Veréis crecer los altos edificios , Con hombres buenos desapasionados,
Veréis cómo la isla se hacia Resultaron de las litispendencias
Principio desta nueva monarquía. Contra Colon algunas impaciencias.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO II. 33
El Joan Aguado, visto que le daña
Al Cristóbal Colon algún mal seso, • ¡ Ob grave sujeción, oh gran afrenta
Mandó que se partiese para España Para quien libre della se gozaba !
Y en corte se presentecomo preso;
Desto se recebió pasión estraña
L Cuál es el corazón que no revienta
lorando?» Y aun también ella lloraba
Por la balanza del contrario peso, Al tiempo que estas cosas representa,
También, aunque por términos mejores, O ya de compasión, ó ya de brava;
Fué fray Buil y otros competidores. De tal suerte, que el indio su marido
De su persuasión quedó vencido.
Partieronfinalmentedeslos mares, Doliéndose de vivos y defuntos
Las inquietas ondas navegando, Y de la sujeción de nuestras leyes,
Y delante los reyes singulares Concertáronse pues en breves puntos,
Llegó Colon y su contrario bando; Para dar libertad á tantas greyes ;
Tuvieron muchos dares y tomares Y sin mas dilación partieron juntos
Ante la majestad del rey Fernando; A convocar los príncipes y reyes,
Fué Cristóbal Colon reprehendido Con determinaciones mal seguras,
Y á su primer honor restituido. Pues no daban seguro sus venturas.
En tanto que el Cristóbal padecía Hay en la gran provincia de Jaragua ,
Estas inquietudes y vaivenes, Entonces de grandísimo gentío,
Bartolomé Colon acá regia Un bello y admirable lago de agua
Siendo coadjutor Roldan Jiménez, Cerca del cual moraba Behechío :
Entre los cuales no menos habia Hermano de la ninfa que esto fragua
Algunos sinsabores y desdenes, Y rey de muy estenso señorío,
Porque las cosas que Roldan ordena Belicoso varón , sabio, prudente ,
Bartolomé por malas las condena. Y en valor de riquezas eminente.
Conocidos aquellos movimientos Y estando por ventura descuidado
En las parcialidades de los nuestros, De semejantes guerras y pasiones,
A las armas dirigen sus intentos Llegaron la hermana y el cuñado
Caciques poderosos y hombres diestros, A dalle cuenta de sus intenciones;
Creyendo que serán sus vencimiento» Y para perfecion de lo tratado
No dudosos, escuros, ni siniestros, Ella supo decir tales razones,
Siendo desta consulla la persona Que pudo despertar para su hecho
De aquella gran mujer Anacaona. Olvidados furores en su pecho.
Aquesta fué mujer de Coanabo, Holgóse de lo ver Anacaona
Hermana del cacique Behechlo , Con tan impetuosos accidentes,
Querida destos dos por todo cabo Y de cómo juró por su corona
Y respetada del demás gentío; De convocar sus deudos y parientes ,
Y aunque de castidad fué menoscabo, Y de no le faltar por su persona
Para guerras no tuvo pecho frió ; Con dos ó tres mil buenos combatientes;
Esta pues, el negocio conocido, La cual, visto que estaba de su banda,
Determinó hablar á su marido. Por otros reinos lleva su demanda.
«¿Es posible tener tanta blandura Otro lago demás de lo que cuento
Los tristes y afligidos corazones? Hay en las altas sierras encumbradas,
¿Es posible que pierda coyuntura Donde Nizao hace nacimiento,
Venganza de tan grandes sinrazones ? Las orillas del lago despobladas
¿Y que para matar á gente dura Por el alborotado movimiento :
De la mano soltéis las ocasiones, Y voces espantosas, mal formadas,
Siendo la mayor parte dellos idos, , La terribilidad del cual estruendo
Y los que restan ya mal avenidos? A todos los mortales es horrendo.
«Volved, volved las armas á las manos Es tal aquel murmurio, que no pueden
Y cóbrese la libertad perdida, Comportar sus ruidos los humanos,
Acaben crudelísimos tiranos, Ni menos entender de qué proceden
Causadores de nuestra mala vida ; Las voces los vecinos comarcanos;
Esfuércense los mozos y los canos Y aun el dia de hoy también esceden
Para tomar enmienda merecida; Los mas altos ingenios castellanos,
Porque si buscan horas convinientes Y huyen con recelo de la pena
Mejores no las hay que las preseutes. De llegar á la parte donde suena.
» El campo tienen ellos por seguro, Mas dos se concertaron cierto dia
Pues de nosotros nadie se recela, De ver aqueste lago muy de veras:
Solamente se velan con escuro, Un hidalgo llamado Joan Mejía,
Y aun esto con turbada centinela ; Con otro mozo Pedro de Lumbreras;
Aquellos baluartes de su muro Fueron aquestos dos en compañía
Bien puede deshacellos la candela; Subiendo las aspérrimas laderas;
Quitemos de nosotros esta plaga Y aquel ruido, como vocería,
Antes que mas por tiempo se rehaga. Cuanto mas se llegaban mas crecía.
• Si muerte temporal estáis temiendo Con ruido de tanta pesadumbre
Con juicios de vanas opiniones; El Mejía paróse de turbado,
Y ¿qué mayor que estar siempre muriendo, El Pedro de Lumbreras con mas lumbre
Con tantas y tan grandes afliciones? Hizo su paso mas apresurado,
¿No veis cómo nos vamos consumiendo? Hasta que ya llegó sobre la cumbre
¿No veis desiertas nuestras poblaciones? Y vido bien el lago memorado,
¿No veis lamentaciones de viudas Tiempo que dijo tres veces el credo
Y casadas, de todo bien desnudas? Con gran temor y descompuesto miedo.
» No veis todas las sierras y los llanos Tendió la vista por los derredores;
Llenas de calaveras y de huesos, Pero no vido mas que el agua y cielo,
De hijos, y de padres, y de hermanos , Y las terribles voces y clamores
Muertos en tan tiránicos escesos ? Que le hacían erizar el pelo;
¿Qué diré de los vivos y los sanos, Crujíanle los dientes con temblores,
Cuyos agravios vemos mas espresos , Y ansí se bajó luego con recelo,
Pues que de muerte son sus esperanzas, Al lugar do dejó la compañía,
Sirviéndoles en minas y labranzas ? Del cual bajaron ambos á porfía.
1
ótf JUAN DE CASTELLANOS.
Las tierras pues del lago temeroso También del Coanabo que regia,
En aquella sazón señoreaba Ser natural caribe se pregona
Un Biautex , cacique poderoso, Y en esta isla por su valentía
Y escelente valor de su persona
A quien la isla toda respetaba : Alcanzó los imperios que tenia,
Aquí llegó Coanabo congojoso Y por mujer la gran Anacaona,
Con la mujer insigne que llevaba ; Del cual nunca se supo que perdiese
Fueron de Biautex bien recebidos En guerras y contiendas que tuviese.
Y muy acariciados y servidos. Haciendo pues Coanabo su consulta
Con este capitán de furia brava,
Después de grandes siestas y comida , Y congregada ya la tuibamulta
La gran Anacaona representa Que los vecinos campos ocupaba,
La causa principal de su venida, No le pudo tal guerra ser oculta
Dando de todas cosas larga cuenta , Al capitán Hojeda donde estaba ,
De su diminución , de su caida , En el Cibao desde donde quiso
Pérdida general y gran afrenta, A los otros cristianos dar aviso,
Ocasión (pie lenian de presente
Para poder matar á nuestra gente. Diciendo que venían á matallos
Fueron tan eficaces persuasiones Un número de gentes increíble ,
Las desta reina contra los cristianos , Por tanto que viniesen á librallos
Que no sin furiosas turbaciones En la furia de trance tan terrible ;
El indio se heria con sus manos: Vinieron pues peones y caballos
Dióse de golpes , dióse bofetones Aquella cantidad que fué posible;
Despedazando sus cabellos canos, Preparóse de muchos alimentos ,
Y en efeto promete de soldados Y esperaba los indios por momentos.
Tres mil ó cuatro mil bien pertrechados. Visto por Coanabo que el guerrero
Esto concluso con tan buena mano , Hojeda se prepara de tal arte,
Fueron á Guarianex, indio potente, Determinó de dar allí primero,
Cacique que mandó todo lo llano Y allanar aquel fuerte baluarte :
Siendo su general y su teniente Sin temor de los golpes del acero,
Mayor Banex, del Guarionex hermano, Ni dar á Guarionex ni á otra parle,
Para cualquiera guerra suliciente, Consejo de Uxmatex por dar la gloria
El cual formaba ya sus escuadrones Al Coanabo de cualquier victoria.
Movido de las mismas intenciones. Convocó capitanes y varones,
El Coanabo con su compañera Hizo hacer alardes y reseñas,
Dejando prevenida ya la sierra, Visitó las guerreras municiones
Holgaron en grandísima manera Con rigor ó palabras halagüeñas,
De ver los de" los llanos tan de guerra : Mandó poner en orden escuadrones,
Mayormente que fué la mas guerrera Con los ojos y manos hizo señas,
De todas las provincias de la tierra , Atenciones captando desta gente,
Y el Guarionex con toda su potenera La cual atenta , dijo lo siguiente :
Los recebió con gran benevolencia.
Dióles por su trabajo grande loa « Valerosos guerreros , gentes mias,
Y dijo : «Los demás, señores míos, Bien creo que teméis en la memoria
Déjamelos a mí de popa á proa, Que en todas nuestras guerras y porfías
Que yo tengo por cierto sus avíos ; Jamás hemos perdido la victoria :
Pues Goaga Canari y Cayacoa No quiero recitar las valentías,
Me consta no tener menores brios , Pues á todos os es cosa notoria,
Antes están metidos en la danza , Que de todos los del contrario bando
E ya con gran pesar de la tardanza. Ningunos se nos fueron alabando.
»Y pues mandáis tan bravas señorías »Y aunque eran guerras por las sementeras
De los ciguayos , gentes inhumanas, Y términos de pescas y labranzas,
Despierten las antiguas valentías Por donde las personas mas enteras
De sus potentes arcos y macanas, Perdían sufrimientos y templanzas,
Y estemos todos de hoy en veinte dias Agora van las cosas mas de veras,
Juntos en estos campos y zavanas, Y corren mas peligro las tardanzas,
Do , como cada cual su gente tenga, Y se debe guardar mas la mollera,
E l orden se dará que mas convenga. » Por no ser los contrarios como quiera.
Habiendo bien oido los intentos » Porque bien entendéis no ser ignavos ,
De cosas que á las suyas no son varias , Sino sagaces, sabios, diligentes,
Y hechos cortesanos cumplimientos Astutos, ferocísimos y bravos,
Por razones que van aquí sumarías, Con tan grandes estremns de valientes
A sus reinos se fueron muy contentos Que pretenden hacernos sus esclavos ,
A prevenir las cosas necesarias , No deudos , no consortes, no parientes ;
Y de los que llamaron fué primero Antes serán los ciertos galardones
Un Uxmatex, su general guerrero. Morir en miserables sujeciones.
Aqueste capitán era bisojo, » Pues para refrenar la tiranía
De tal suerte , que siempre parecía De tan cudiciosísimos tiranos,
Que estaba con furor de gran enojo Entre tanto que dura la porfía,
Según el mal áspelo que tenía : Es menester que os anden bien las manos:
Finalmente, miraba de tal ojo, Agora quiero yo Ta valentía ,
Que quien mas lo trató mas lo temía, Las fuerzas y los hechos soberanos;
Y el Coanabo le hablaba largo Aquí quiero que buenos se señalen
En las cosas tocantes á su cargo. Y muestren los valientes cuánto valen.
El Uxmatex llamó las compañías » Animen á caídos dulces prendas
Que tenian lugares diferentes; De hijos y mujeres afligidas,
Ocurren luego por diversas vías Anime la defensa de haciendas
Crecidísimo número de gentes : En vuestras propias tierras adquiridas,
Allegáronse pues en pocos dias Anímense de ver que las contiendas
Ocho mil escogidos combatientes, Son por guardar las honras y las vidas,
Ciguayos que hallaron los cristianos Y que va la razón de vuestra banda,
Descender de caribes comarcónos. Pues no lleváis injusta la demanda.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO III. 37
» El esfuerzo pasado se renueve
Con aumento mayor de valor nuevo,
El cual tema cualquiera que se mueve CANTO TERCERO,
Con el justo dolor que yo me muevo;
Y entonces cumplirá con lo que debe,
Donde te cuenta cómo tuvo COANABO cercada la fortaleza , y lo que suce-
Y verá que yo cumplo lo que debo; dió durante el cerco y después que los indios se retrajeron.
Pues de los golpes destos desafíos
Verá cómo primero son los míos.
»Ansí que, pues que todos estáis prestos , Suele desbaratar pobre vecino
Y cada cual bien puesto y ordenado, El hombre poderoso comarcano :
Querría no perdiésedes con estos La gran pujanza vence lo mas diño
Lo que con los demás habéis ganado : Si no tiene socorros á la mano;
Vengad vuestras injurias y denuestos, Mas do quiera que hay favor divino
Veamos este lin tan deseado, Nada puede valer tropel humano ,
Que contra cantidad tan importuna Pues cuando su potencia viene presta
A pocos mal ayuda la fortuna, y Abátese la lanza mas enhiesta.
Con aquestas razones que recita Con aquestos respetos al Hojeda ,
Este señor, á su feroz alarde, Cercado de tan áspera pujanza ,
A tan inmensa saña los incita Puesto que para furia tan aceda
Que concibió furor el mas cobarde : Jamás mostró desmayos á su lanza ,
El campo se hundia con la grita El principal remedio que le queda
Diciéndole que mas no se delarde , Es en Dios una viva confianza ;
Porque verá la cosa cómo pasa Y ansí, cuando la gente parecía ,
Desque tengan las manos en la masa. A los suyos riendo les decia :
Anacaona, que en los trances tales «Cantidad de gandules hay al ojo
Tenia su lugar harto cercano, Que no distan de nos gran intervalo ,
Llamó los capitanes principales Mas no tenéis por qué tomar enojo
Y dióles ciertas flechas de su mano, De lo que yo recibo gran regalo,
Con las puntas de agudos pedernales Pues con lo que cogierdes del despojo
Que rompen y traspasan lo mas sano, Podemos desechar el pelo malo;
Diciendo : « pues la doy á quien bien miro, Águilas de oro traen por gorgneras,
No deseo que hagan flaco tiro.» Ricos caricuríes y orejeras.
Llenos de las mercedes y favores » Presto se tenderán por plaza rasa,
Que sabia hacer Anacaona Con pena de la rústica cuadrilla ,
A estos principales y señores Sus altos chapiteles serán basa
Con el autoridad de su persona , Y el basto ganareis con espadilla,
Avívanse las sañas y furores, - Porque lo que queréis traen á casa,
Y con lo que qualquier de sí pregona , Y por lo que venistes de Castilla:
Ninguna cosa mas es deseada Atrevimiento son malas enmiendas;
Que la gran brevedad de la jornada. Pagarán con personas y haciendas.
Concebidas pues estas valentías » Apriete cada cual entrambos puños,
El Uxmatex que dije, medio tuerto, Haciendo lo que vierdes á Hojeda ,
Luego mandó marchar las compañías Porque si sienten bien nuestros rasguños,
Puestas en gentil orden y concierto, Pavones son que desharán la rueda,
Llevando por delante sus espías Y aun dejarán metal para los cuños,
Y gente que descubra lo cubierto: Viendo cómo se bate la moneda:
Ampare Dios las gentes castellanas Muy follonazos vienen y muy locos;
De tantos dardos,flechasy macanas. Pero yo les haré que vuelvan pocos.
Como la sazonada y ancha haza » Poca pena me dan las gentes rudas
Que recompensar quiere las fatigas, Ni sus desatinados alborotos,
De quien tales labranzas embaraza Pues donde las espadas son agudas ,
E ya le son las aguas enemigas, Y los hierros de lanza nada botos,
Porque por el descurso desta plaza No hay para qué temer gentes desnudas,
Encubren secas raspas las espigas, Ni de risa y placer estar remotos :
Y ellas , terrones, yerbas y otras piezas Cargúense los tres versos y la pieza,
Sin que podáis mirar sino cabezas ; Que al fm han de llevar en la cabeza.
Desta misma manera parecía » Las rodelas y armas estén prestas,
La gran congregación destos salvajes; Soldados repartidos por sus trechos,
Pues de los campos nada se veia Requiéranse las cuerdas de ballestas,
Sino cabezas , rostros y plumajes, Estén á punto todos los pertrechos,
Con aquella potente flechería Guárdese cada cual de las molestas
De que llenos venían los carcajes, Flechas en los amparos que están hechos;
Y dardos acutísimos tostados Y cuando con furor ellos empiecen ,
Piernas, brazos y rostros embijados. Harémosles la salva que merecen. »
Prosigue pues Coanabo su camino Mostraba finalmente gran contento
Con gente de tan áspera braveza, Cuando palabras tales les decia;
Marchando hasta tanto que ya vino Mas era diferente sentimiento
A vista de la dicha fortaleza ; El otro que de dentro padecía ,
Pero después diremos lo que avino Por ver aquel tumulto turbulento
En el combate lleno de dureza : Y el orden y concierto que traia,
El aprieto y angustia de los nuestros , Porque bien entendía ser de loco
Maravillas y lances de hombres diestros. A tanta multitud tener en poco.
Llegaron pues los indios, y á sabiendas
Rodearon la fuerza que ya cuento ,•
Y antes que se comiencen las contiendas
Formaron á su gusto el asiento:
Hacen apriesa ranchos, arman tiendas,
Sin ponelles algún impedimento,
Y como ven que callan los cristianos
Piensan de los tomar vivos á manos.
38 JUAN DE CASTELLANOS.
Como les pareció que convenia, Aprietan una y otra vez las llave*
Nombran veías según guerreras artes : Para poder hacer algún ojeo,
Gastaron el restante de aquel día No por cierto de temerosas aves,
En ojear los fuertes baluartes: Que no las hay en tan cruel torneo ;
A mas andar la noche se venia, Quedábanles las manos muy suaves,
La cual velaron bien entrambas partes, Y es porque no hacían mal empleo;
Dando peor que gente de mezquita Pues hay quien su lugar desembaraza
Al rendir de los cuartos grande grita. Y de lo mas cerrado hace plaza.
Los vaporosos nublos apartados Al tiempo que estos hacen esta mella,
Que suele producirnoturna hora, Los de caballo vuelan sin tardanza,
Cuando ya por los montes ensalzados No divididos ni por una huella,
Tiende sus ojos bellos el aurora , Ni fuera de concierto y ordenanza;
Ilustrando los campos y collados Cada cual hiere, mata y atropella
De aquellos hemisferios donde mora; Rompiendo pechos duros con la lanza
Coanabo mandó sin que discorden De aquellos escuadrones y cuadrillas
Que sus gentes se pongan en buen orden. Do Hojeda hacia maravillas.
Allega luego Goacayarima, Como tigre, si halla la manada
Varón en estos trances bien instruto, Sin guarda ni defensa de provecho,
Después del Uxmatex de gran estima, Que no cura de lasa limitada
Vina Pañi también, varón astuto; Para henchir aquel vorace pecho;
Y Amiguayagua, deflecherosprima, Mas una y otra deja degollada
Con aquel gran varón dicho Baoruto, Y con muchas no queda satisfecho,
Y el otro que se dijo Guarocnya, Antes con pertinacia y osadía
Cada cual con la gente que era suya. Cuantas mas reses mata mas querría;
Venian con aquel hervor ardiente Ansí Hojeda con los seis que lleva,
g ue hambriento león tras el ganado,
omponiendo las armas y la gente
En herir y matar encarnizados.
Con tanto mas furor la lanza ceba
En el puesto que tienen señalado; Cuantos mas indios tiene derribados;
Andaba Coanabo diligente Y los vivos de ver cosa tan nueva
Y el Uxmatex también con gran cuidado , Estaban poco menos que pasmados ;
Y en haciendo la seña que tenia Mas Coanabo viendo tal injuria
Comienza la "poten te flechería. Revuelve sobre sí con grande furia,
Rompiendo van los aires alaridos, Diciendo : «¿qué hacéis, gentes perdidas,
Y tales que á los hombres mas enteros Que mas muertos estáis que los caidos,
Atruenan y atormentan los oidos, Y mas ciertas tenéis vuestras caidas,
Por ser tan importunos y tan fieros; Si destos estranjeros sois vencidos?
Las cuerdas de los arcos dan crujidos, Pelead , y perded antes las vidas
Heridas de los brazos de flecheros; Que seáis deste puesto removidos,
No para, no reposa, jamás cesa Valientes son y rigurosos vienen ,
El protervo furor de tanta priesa. Mas hombres son, y de cansarse tienen.
Ansi como la muy prolija llama, > El mas valiente dellos también muere,
De límite compuesto descompuesta, Y le faltan alientos y resuellos :
Que con terrible fuerza se derrama La fortuna dé ya lo que nos diere,
Por los espesos bosques ó floresta, O quede por nosotros ó por ellos;
Quemando verdes hojas de la rama Y caiga de nosotros quien cayere
Que una después de otra halla presta, A trueco de matar algunos dellos.
Y son enajenados de reposos Venid, apresurad esta carrera,
Aquellos estallidos presurosos; Que yo quiero llevar la delantera.»
Ansí la cantidad y la viveza Ansí como terribles torbellinos
De presurosos golpes y sonidos Con gran fuerza de vientos furiosos
Fatigaban aquella fortaleza, Que sacan con los vientos repentinos
Y á los que están en ella recogidos : Gran polvo de lugares arenosos,
Era deflechastanta la grandeza, Perturbando los pasos de caminos
Que están por sus reparos ascondidos, Que llevan caminantes presurosos,
Sin osarse mostrar los que están dentro, Haciéndoles los pasos tan estrechos
Hasta pasar aquel primer encuentro. Que suelen del espada hacer pechos;
Mas al lugar que juzgan por seguro Ansí tan gran ruido y algazara
Los indios que los Úenen mas opresos, El Coanabo hizo se levante,
Asiestan un terrible pasamuro Que en el acometer nadie repara
Que hizo temerosos sus escesos; Con furia de temor tan discrepante,
Pues usando la bala de su juro Que el feroz español volvió la cara
Llevó piernas y pies, deshizo huesos, Y no pudo pasar mas adelante;
Derramó sesos, dientes y quijadas, Antes como podia va hiriendo,
Y lastimó personas señaladas. Y á mas andar su gente recogiendo.
Segundan con los versos al rebaño Parecióle bastar la buena suerte
Que del fuerte distaba menos trechos, Ya hecha , pues quedaban mil tendidos,
Y ansimismo hicieron grande daño Y ansi siguió los pasos á su suerte,
Quebrando huesos, barrenando pechos : Sus soldados por orden recogidos :
El temor que conciben es eslraño Aunque esto no se hizo sin la muerte
De ver caidos sin hallar pertrechos; De dos ó tres , con muchos mal heridos,
Reparaba la grande muchedumbre Por haber en aquesta coyuntura
De ver lo que no tienen de costumbre. En el entrar grandísima presura.
Luego salieron siete caballeros Pues viendo cómo ya se retraía,
Con armas.de algodón encubertados; Haciendo lo que mas les aprovecha,
Ellos y los caballos van lijerós Era tanta la gente que venia
Rompiendo por los indios mas armados; Con piedra, con macana, dardo ó flecha,
Luego como noventa ballesteros Que en grandísimo riesgo los ponia,
Con jaras y harpones afilados, A causa de la puerta ser estrecha,
Un rodelero cada cual delante, Principalmente Goacayarima
Y desto cada cual hombre bastante. Que con gran pertinacia los lastima.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO III. 39
Hojéela, con deseo de venganza Viendo pues tan terrible menoscabo
Viéndolo gloriar de tales hechos, Y el tropel de los golpes desiguales,
Batió las piernas y enristró la lanza, Huyendo van por uno y otro cabo ,
Metiéndose por montes y breñales ;
Rompiendo por los indios mas estrechos : Prendieron á Uxmatex y Coanabo,
Y salióle tan bien su confianza Con otros muchos indios principales;
Que lo pasó por medio de los pechos : Quedaron de oro fino muchas piezas,
Salió la dura lanza bien teñida, Que después repartieron por cabezas.
Y con ella también salió la vida. Conclusa desta suerte la revuelta
El bárbaro furor y sú grandeza En la zavana fértil ó dehesa,
Turbóse con el lance bien formado; Con la velocidad de gente suelta
Hojeda con grandísima presteza Recogieron despojos y la presa ;
Volvió do lo tenían deseado : Y al fuerte do salieron dan la vuelta ,
Entraron todos en la fortaleza Donde tuvieron abundante mesa
Y ocuparon los puertos del cercado, Con gran pena y dolor de Coanabo ,
Do con tiros y armas que tenian Que sintió su prisión por todo cabo.
Con gran fuerza y vigor se defendían. Al cual, en la cadena donde estaba ,
Pero con un furor luciferino Nadie lo vio con brío descaído,
Procuraban las gentes belicosas Puesto que grandemente se quejaba
Romper las cercas y hacer caminos, De no cumplir con él lo prometido;
Diciendo mil palabras afrentosas; Pues él no se veló ni se guardaba,
Hasta que ya la noche sobrevino, Debajo del concierto referido;
Que les hizo hacer treguas forzosas, Pero que lo soltasen con su gente ,
Dejando con escuro los cercad<Js Que él prometía paz perpetuamente.
Poco menos que muertos descansados.
Ya las noturnas horas acabadas, Mas eran diferentes intenciones
Al tiempo que la Aurora por las cumbres Las de Hojeda con sus compañeros;
Mostraba sus mejillas coloradas, Y ansí se señalaron cien varones,
Faltas de resplandor las otras lumbres, Sueltos y valentísimos guerreros ,
Volvieron á las obras comenzadas , Para llevallos ante los Colones ,
Y aquellas tan sangrientas pesadumbres, Y presenta!les estos prisioneros;
Combatiendo los fuertes baluartes Los cuales sin ningún detenimiento
Con crecido furor de entrambas partes. Holgaron de cumplir el mandamiento.
Venían siempre nuevas compañías Colon tomó los indios que vinieron ,
De indios que tenian por mas diestros ; Encareciendo mucho la hazaña,
Duraron los rencuentros y porfías, Y eu un navio luego los metieron ,
O con prósperos hados ó siniestros, Que estaba de camino para España,
En este cerco mas de treinta días, Los cuales brevemente perecieron,
No con poca fatiga de los nuestros; Enflaquecidos de pasión estraña ,
Y ansí Hojeda, ya viendo sus daños, Porque no viendo mas que agua y cielo
Determinó valerse por engaños. No querían regalo ni consuelo.
Los cuales no condeno yo ni alabo, A los indios causó temor horrendo
Pues también hay labores de dos haces, Aqueste pesadísimo desvío;
Mas al ün se trató con Coanabo, Y Anacaona luego fué huyendo
Mediante dos intérpretes sagaces, Al reino de su hermano Behechlo,
Que no fuesen las guerras tan al cabo , Nada de su furor diminuyendo,
Y tuviese por bien de hacer paces; Antes estimulada de mas brio ,
Pues si se fuese sin hacer mas guerra Todavía debajo de esperanza
También le dejarán ellos la tierra. ' De ver llegar un tiempo de venganza.
Los indios, como gente toda vana, Hacía tolerables los cuidados
Cesaron de tan áspero denuedo , Del invencible corazón guerrero ,
Oyendo la razón de buena gana , Ver prepotentes reyes congregados ,
Aunque mas con cautela que con miedo ; Donde Guarionex mandó primero
Por los poder tomar en laza vana, Con cantidad inmensa de soldados,
Y no tras baluartes á pié quedo ; Bastante, cada cual vivo y entero.
Y ansí Coanabo dijo ser contento, Con quien también juntó su señorío
Sí se cumpliese tal prometimiento. Y el campo del hermano Behechlo.
Las lenguas por quien esto se decía Con determinación poco discreta,
Aseguráronle todo denuesto; Debajo cada cual del interese
Satisfízose dellos, y otro dia Que al corazón humano mas aprieta
Hizo salir la gente deste puesto: Concertaron que el campo se moviese,
Por la parte que vino hizo vía, Pero no fué la junta tan secreta,
Debajo del ya dicho presupuesto; Que gente de Colon no lo supiese,
Pero nuestro Hojeda, mas anciano, El cual con pensamientos nada ciegos
Determinó ganalle por la mano. Quiso jugar de mano tales juegos.
Porque dejando guardas en su muro Juntó quinientos hombres escogidos,
De hombres vigilantes, recatados, Los ciento de caballo bien armados,
Partió calladamente con escuro, De pertrechos de guerra proveídos,
Seis caballos con él y cien soldados ; Caminaron por pasos señalados;
Y estando Coanabo muy seguro, Y con escuridad , sin ser sentidos,
De gran sueño los suyos ocupados, Dieron en los caciques congregados,
En la quietud mejor, cerca del alba > Deshaciendo tan áspera mudanza
Con terrible furor les hizo salva. No sin terribilísima matanza.
Diciendo, Santiago, Santiago, Pues corrían zavanas como rio
Anda lista la lanza y el espada; Con tanta sangre como fué vertida,
No se podían dar golpes en vago Sin poderse decir el gran gentío
Ni se tira baldía cuchillada ; Que por aquel lugar quedó sin vida :
Hacían en los indios mas estrago Prendióse Guarionex y Behechlo,
Que lobos en manada descuidada, Mucha gente notable conocida,
A causa de su grande desatino , Con la cual los varones belicosos
Causado del asalto repentino. Volvieron á su pueblo vitoriosos.
•40 JUAN DE CASTELLANOS.
Deshecha de caciques esta trama, Dejemos los Colones en Castilla
Para cristiana gente peligrosa, Libres, mas no del odio que les daña,
Por amplísimas tierras se derrama Volvamos a Francisco Bobadilla,
La suerte de los nuestros venturosa;
Bartolomé Colon ganó gran fama, Que en gobernar se daba buena maña;
Quedó toda la tierra temerosa , Movamos los letores á mancilla
Y el dicho , viéndose tan adelante, Con el remate del y su compaña ,
Se hizo mas soberbio y arrogante. Haciendo para ello nuevo canto,
Usaba no de términos discretos Con que remataremos este llanto.
En algunos negocios sustanciales,
Sin aquellas decencias y respetos
Que se deben á hombres principales; CANTO CUARTO,
Y muchos á paciencia mal sujetos
Solían blasfemar de cosas tales : Donde se cuenta la venida del comendador NICOLÁS DE OVANDO, la vuelta
de CRISTÓBAL COLÓ* , y muerte de BOBADILLA, con otras muchas cosas
Aquel Roldan Jiménez mayormente que en aquella sazón acontecieron en estas partes.
En muchas cosas suyas no consiente.
Y un dia con un término mal sano Los cuerdos mozos y los sabios viejos
Rebosaron los dos furias del seno, Jamás atribuyeron á demencia
Notándolo Roldan de hombre liviano, Usar de pareceres y consejos
Y su gobierno ser sin orden bueno; De varones que tienen esperiencia,
Bartolomé Colon alzó la mano Mayormente si tales son añejos
Para le sacudir de lleno en lleno; En el ejercitar alguna ciencia;
Y para no llegarse fué remedio Pues vemos muchos sabios y prudentes
Meterse gente noble de por medio. No ser en todas cosas suficientes.
Apartado Roldáu de su presencia , Consta pues Bobadilla ser bastante
Con ira y con pasión y hartos fieros Hombre de gran razón, peso y medida ;
Determinó negarle la obediencia, Pero, como diremos adelante,
Con sesenta ó setenta compañeros : No supo dar reguardos á su vida ,
Protestando hacer la tal ausencia, Por no querer creer al almirante
Por no poder sufrir ios desafueros, Cuya perencia fué bien conocida ,
Abusos , corruptelas , sinrazones, Y en todo lo demás ya digo como
Que con todos usaban los Colones. Fué persona cabal y de gran tomo.
Andando desta suerte la maraña , Ansí con él cesaron variedades ,
Roldan en su motín perseverante, Sin darse mas lugar á la malicia,
El Cristóbal Colon llegó de España, Habia muy fundadas amistades ,
Con cargo de virey y de almirante; Gozábase de paz y de justicia ;
Procurólos traer por buena maña, En gran aumento van prosperidades ,
Mas ninguna promesa fué bastante; De muchas minas otras hay noticia,
Y visto no cesar en sus errores No ven murmuraciones ni letijos ,
Mandó que los pregonen por traidores. Sino fiestas y grandes regocijos.
Este tercer viaje se comete Toda la pesadumbre se destierra ,
Con naos de hermosos ornamentos, Procúranse las cosas convenibles,
Y fué por marzo de noventa y siete Cesaron los rencuentros de la guerra ,
Años, sobre los mil y cuatrocientos; Hambres y mortandades tan terribles;
Vino haciendo lo que le compete Calando mas secretos de la tierra
En el continuar descubrimientos, Descúbrense riquezas increíbles;
Y en ver la tierra firme se desvela, Crecian mercaderes y tratantes,
E islas hasta el mar de Venezuela. Haciendo sus caudales mas pujantes.
Estuvo desta vez en esta silla Veréis campos incultos cultivados ,
El Cristóbal Colon hasta dos años, Grandes heredamientos deleitosos,
Y en ellos el Roldan y su cuadrilla Potentísimos halos de ganados,
Huyendo por los bosques mas estraños , Que hacen sus señores poderosos,
Escribiendo por horas á Castilla E ingenios de azúcar fabricados ,
Los unos de los otros grandes daños, Contratos cerca desto caudalosos ,
Porque el Roldan tenia valedores, Pues que para llevar de lo que tienen
Y secretos avisos y favores. Gran suma de navios van y vienen.
Mitigar el furor desta rencilla El oro que la gente deseaba
El santo rey Fernando deseaba, Daban quebradas ricas, campos llanos;
Y ansí vino Francisco Bobadilla, La vista por allí se deleitaba,
Comendador que fué de Calatrava : De ver cómo sacaban gruesos granos ;
El cual hizo probanza no sencilla, Y alguno dellos hubo que pesaba
Para verificar lo que pasaba; Tres mil y setecientos castellanos ;
Y como ya jugaban otro juego, Al fin vian los hados mas aviesos
Roldan con sus secuaces vino luego. Convertidos en prósperos sucesos.
Constaron pues por las informaciones No hay persona una ni ninguna ,
Cargos algo cargados en escesos, Que en todo su vivir ponga dolencia;
Por los cuales prendió los tres Colones Y estando con tan próspera fortuna
Y enviólos á España mal opresos ; Sin ver en la contraria resistencia ,
Y para que constasen las razones A los benditos reyes importuna,
También se remitieron los procesos : Que para se volver le den licencia ;
Llegaron á la corte con embargos, Hicieron nuestros revés lo posible
Y ante los reyes dieron sus descargos. Por dalle sucesor tan apacible.
Oyéronlos los reyes sin afrenta, Con deseo de no perder los frutos,
Antes con voluntad y amor paterno: De que los españoles van gozando,
Gastaron en aquesto que se cuenta Consultaron con hombres bien instruios ,
El llorido verano y el invierno; Nuestra reina y el santo rey Fernando :
Dióles libres sus bienes y su renta , Quedaron en efeto resolutos
Pero no quiso dalles el gobierno , En enviar á Nicolás de Ovando,
Viendo ser ya para su regimiento Comendador de Lárez, que venido
Necesario mas alto fundamento. Nombraron por mayor de su partido.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO 1Y. 41
La elecion fué digna de tal seno, No van con el clamor regocijado
Pues en venir persona semejante Que suelen los que hacen la tal via;
Enviaron mejor sobre muy bueno, Antón de Torres anda demudado ,
Y que en el bien pasó mas adelante : Roldan Jiménez va sin alegría ;
De principales hombres vino lleno, E l diestro marinero y el soldado
Y entró por estos mares muy pujante, Con una gran tibieza se movia:
Abundancia de lienzos, sedas, paños,
Por abril de quinientos y dos años. Todos en general iban de suerte
La gente chapetona recebida, Que parece llevallos á la muerte.
Y el buen comendador obedecido, Mas nadie dellos iba descuidado,
Ordenó Bobadilla su partida Antes cualquiera bien apercebido,
Con cantidad de oro recogido; Y espacio de diez leguas navegado,
E ya laflotabien apercebida, Debajo de las aguas hay ruido ;
Y lo mas necesario proveído, El cielo se mostraba muy nublado,
Llegaron de Castilla los Colones, El mar se hace mas embravecido,
Que no causaron pocas confusiones. Grandes olajes ven que se levantan,
Con insignias por do los conociesen Tanto que los mas diestros mas se espantan.
Al puerto se llegaban velas llenas; A mas andar la noche se venia,
Mas antes que las tales recogiesen Pesada, grave, llena de temores ,
Ni bajasen por orden las entenas, Setentrion los mares revolvía,
Ovando les mandó que no saliesen Y el céfiro también mostró furores ;
Con auto de rigor, so graves penas; Bóreas con gran furia combatía,
Bien recebió Colon los de la nave, El noto revolvió bravos rigores ;
Mas el mando juzgó por cosa grave. Veréis entre estos sobredichos vientos
Sin embargo de penas que senlia, Ásperos y crueles movimientos.
Le respondió Cristóbal ai Ovando A los desventurados navegantes
Que él obedecía y cumpliría Cualquiera de los cuatro desatienta,
Las duras condiciones de su mando ; No son humanas fuerzas ya bastantes
Puesto caso que poco se perdia A resistir el agua turbulenta:
En mostrarse con él algo mas blando; Jamás se vieron furias semejantes,
Y en dejalle siquiera tomar puerto Ni tan terribles trances de tormenta;
En tierra que él babia descubierto; Por una y otra parle hacen danza,
Lloro, temor, dolor, desconfianza.
Pero que le rogaba grandemente, Aquellos gritos y lamentaciones ,
Que por ninguna vía consintiese Que vuelan por los aires esparcidos,
Desamparar el puerto de presente De todos los humanos corazones
La flota, sino que la detuviese; Ablandaran los mas endurecidos;
Porque seria gran inconvinienle No sirven ya las velas y timones
Si Bobadilla por entonces fuese ; De las soberbias olas embestidos ;
Finalmente tenia por locura Do quiera que cualquiera se convierte,
Salir en semejante coyuntura. No tiene que mirar sino la muerte ;
Ovando reparó con el aviso, Porque tenían mástiles quebrados,
Por dallo quien tan bien la mar sabia ; Y ansí veréis nadar las gavias solas
Empero Bobadilla no lo quiso, De navios abiertos por los lados,
Burlando de lo que Colon decía; Andaban fuera jarcias y gisolas,
Mas presto lo veremos arrepiso, Suenan gritos de hombres anegados
Con su desventurada compañía, Que gustan ya de las amargas olas,
Y fué para Colon cosa molesta Y procuraban con mortal querella
Ver cómo su consejo nada presta. Tener salud sin esperanza del la.
Los tres hermanos, harto descontentos En confusión tan llena de mancilla,
De ver lo que con ellos se hacia, Una balsa compuesta de.madera
Tornaron á dar velas á los vientos, Había recogido Bobadilla,
Buscando puerto tal cual convenia, Si buena diligencia le valiera ;
Por esperarse bravos movimientos, Asido va Roldan del escotilla,
Según de la señal se conocía; . Flaca defensa para que no muera;
Pues ven llegar el sol al occidente Y ansí las olas ensoberbecidas
Mayor de lo que suele comunmente. En breve dieron lin á tantas vidas.
Demás de que sacó rayos cetrinos, De todas estas naos, seis habia
Después vieron correr muchas cometas, Que de salvarse tienen esperanza,
Dieron gritos los pájaros marinos, Aunque la mar mostraba todavía
Del aguase salieron las cercetas, De vida y de salud desconfianza ;
Barriendo van el agua golondrinos Vino la claridad del turbio dia,
Y otras ciertas señales mal acetas: Llegó ninguna muestra de bonanza,
Salvaron finalmente su partido A tierra van las dos con la corriente ,
En puerto que hallaron ascondido. Sin amparo de velas ni de gente.
Pues en aquesta parte que se cuenta De velas ni de remos ayudado,
Estaban sus navios amparados, Huye del mar el triste navegante.
Donde furia de olano revienta, ¿Adonde vas, adonde, desdichado?
Y limpio fondo va por todos lados; ¿No ves cíen rail peñascos por delante?
Esperaron allí la gran tormenta, En mar estás de muerte rodeado,
Con bastantes amarras ancleados; Y en tierra hallarás la semejante ;
Mas Bobadilla, ya que estaba presto, La fuerza de los vuestros aniquila
Ninguna cuenta quiso hacer desto. Peligros de Caribdis y de Cila.
Burlando pues de todos los desvíos Ningunos claman ya de enronquecidos ,
Y mal que el almirante le revela, Los ojos solamente van al cielo,
Se viste de marinos atavíos, Son ya con duras peñas embestidos,
Y manda que se hagan á la veía; Los efetos se ven de su recelo,
Salieron á la mar treinta navios. Deshechos los navios y partidos.
Con sospecha del mal que se recela, ¡ Ay Dios, y qué terrible desconsuelo!
Representando cada cual figura Por el embate van de la ribera
Aquella venidera desventura. Barriles, cajas, trozos de madera.
42 JUAN DE CASTELLANOS.
Aquí veréis timón, alli la quilla, Pues cuando la salida se le veda
Acullá diferentes materiales, A Colon , por las causas repetidas,
Cuerpos van ahogados por la orilla El capitán Alonso de Hojeda
De muchos caballeros principales, Recorría también estas partidas :
Que iban con el dicho Bobadilla Después del cual en blanco no se queda
Con prósperas riquezas y caudales ; El capitán Rodrigo de Bastidas,
El rey perdió grandísimo tesoro, Que siendo Colon preso vino aposta
Y también aquel grande grano de oro. A descubrir riquezas por la costa.
De los cuatro navios (según fama), Añaden nuevas tierras á la carta,
Miraculosamente reservados, No juntos sino cada cual distinto,
Dos dellos arribaron á la Ozama, Descubren el ancón de Santa Marta,
De los embates graves mal parados, De Chengue, de Naguanje con Cbacinto ;
Donde la triste nueva se derrama Rescataron de oro copia harta,
Por parientes, por deudos, por criados ; La cual por no sabella no la pinto;
Y visto tan atroce perdimiento Pasan el rio de la Magdalena
Hicieron doloroso sentimiento. Y el puerto que llamaron Cartagena.
No se podían ver rostros enjutos, Un poco navegaron mas avante,
Porque los ojos son manantiales, Pues de Uraba sacaron gran provecho;
En lágrimas eternas resolutos Mas Cristóbal Colon el almirante,
Por el descurso destos funerales ; Que no se contentaba con lo hecho,
Los cuales, no sin gran pompa de lutos, Llevó sus velas muy mas adelante,
Celebraron los hombres principales, Pensando de hallar algún estrecho
Y porque fuese la razón notoria, Que para mar del sur le diese via
En cuatro versos suman el historia. Aunque para navios no le había.
Planglmus Indorum diría submersa procellU Para tomar la costa mas de veras
Corpora, jussa gravem non properare viam. A Jamaica van atravesando,
Non nocuit nobis longaevis creciere dictis,
Sed nocuit semper spernere consilium. Y conocida punta de Higueras,
Llora nuestra compañía Nunca dañó sabio viejo Fueron la costa arriba navegando :
Los primeros ahogados En el voto de concejo Ven playas, ven ancones, ven riberas,
En la nueva monarquía, Cuando se da buena mafia: La tierra de Veragua costeando,
Siendo antes avisados Has no pocas veces daña,
l¡ue detuviesen la vía.' El buir de su consejo. Y en estas dilaciones y desvíos
Perdieron de los cuatro dos navios.
Lo visto por los pasos ya contados
ELEGÍA IV. Por gran prolijidad no se replica,
Mas vistos sus navios abromados
Muerte de CRISTÓBAL COLON, donde se cuenta lo que des- Del tiempo que bajó la Costa-Rica,
cubrió en el postrero viaje Determinaron él y sus soldados
De volver á la isla Jamaica,
EN UN SOLO CANTO. Faltos ya de salud y bastimentos,
Y por otros respetos descontentos.
Quien hizo cosas dignas de memoria Salen de Cativa las compañías
Poniendo su vivir en detrimento, Dejando ya las bocas de los ríos,
En multitud de riesgos Un notoria Y aquellas ensenadas y babias
Cuantos pare la guerra, mar y viento, Con puntas peligrosas y bajíos;
Añade grandes colmos á su gloria Y habiendo navegado muchos días
Gozar después de buen acabamiento, En Jamaica meten los navios,
Mayormente si en riesgos persevera Y porque no podían sostenellos,
El espacio que dura su carrera. En tierra y al través dieron con ellos.
Lo cual hizo Colon el almirante, Allí por ser menor inconviniente
Pues aunque con vejez y fatigado, Hicieron los Colones su salida;
Siempre quiso llevar mas adelante Tratáronlos los indios blandamente
Aquel descubrimiento comenzado : Y diéronles socorros de comida :
Sin que mal tropezón fuese bastante Adoleció gran parte de la gente,
A lo volver atrás de su cuidado, Y toda se juzgaba por perdida:
Y de tantas fatigas en ninguna Colon investigaba muchos modos,
Se consintió vencer de la fortuna. Buscando su remedio y el de todo6.
Agora pues conclusas las procelas, Aquel congojosísimo cuidado
Y la soberbia grande del olaje, Con ningunos descuidos interpola,
Al manso viento hizo dar las velas Y de vacilaciones rodeado
Con prevención de buen matalotaje; Se quiso resumir en una sola,
Y en cuatro bien fornidas carabelas Que fué rogar á Méndez su criado
A tierra (irme hizo su viaje, Intente de pasar á la Española,
Para ver sus ancones y riberas, En canoa de un palo que tomasen,
E illa costeando mas de veras. E indios desta isla que bogasen.
Y porque brevedad fué necesaria Méndez, con fidelísimos respetos,
En una variedad tan infinita , Loables en los siglos venideros,
Su tercera venida fué sumaria; Tuvo tan grandes riesgos por acetos
Pues casi por semejas se recita A trueco de salvar sus compañeros ;
De cómo descubrió costa de Paria Fióse de los mares inquietos
La Trinidad , Cubagua, Margarita, Y de los infieles marineros;
Hasta llegar al mar de Venezuela , Muchos desconfiaban de su vida,
Y agora van al cabo de la Vela. Mas él no rehusaba la partida.
De alli con mar bonanza, larga escota, Metió seis indios pues, gente salvaje,
Por puertos, por habías, por ancones, En navio de una sola planta,
La costa bajo llevan su derrota, Meten agua y algún matalotaje
Comunicando varias naciones, Para quien del peligro no se espanta ;
Que salian á ver la breve flota, Favorézcale Dios en el viaje,
Holgándose de sus contrataciones; Que bien ha menester ayuda santa ;
Y en este tiempo ya se halló muestra Partiósefinalmentecon bonanza,
De habellos visitado gente nuestra. Debajo de divina confianza.
TABONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGIA IV, CANTO ÚNICO. 43
Los quo quedaron libres de dolencia, El mozo Diego Méndez sus intentos
Por imitar aquesta maravilla, Por las ondosas aguas proseguía,
A Colon le negaron obediencia, Sin ver zozobras dellas ni de vientos,
Apartándose del cierta cuadrilla:
Siendo caudillos desta competencia
g
ue fuesen turbadores de su via;
os indios muy alegres y contentos,
Los dos hermanos Porras de Sevilla, Sin se cansar de noche ni de dia,
ue por ir á la isla ya nombrada Hasta que ya hicieron su llegada
8 icieron de canoas un armada.
Aderezados pues desta manera
A la tierra que tienen deseada.
Saltaron en un rio descubierto
Embarcóse gran copia de soldados, Adonde se estuvieron refrescando,
Y al tiempo que iban ya de mar en fuera Y luego por buen orden y concierto
Algunos dellos fueron anegados; Se fueron por la costa navegando,
Tornaron á volver á la ribera, Hasta tanto que dieron en el puerto
Del inquieto mar siendo forzados, Adonde estaba Nicolás de Ovando,
Espadas y rodelas en las manos Al cual con la debida cortesía
Con temor de Colon y sus hermanos. Dio Méndez los recados que traía.
Imaginando pues aquel que yerra Como bueno, fiel y vigilante,
Las cosas que el contrario suyo piensa, En contalle trabajos se desvela;
Después que estos sallaron en la tierra Mas no sintiendo bien del almirante,
Temian el castigo de la ofensa; Ovando concebía ser novela ;
Y ansí los ven poner en son de guerra Todavía, debajo buen semblante,
Dispuestos á morir por su defensa; Mandó llevalles una carabela;
Alteráronse mucho los Colones, Mas dicen que no fué con intenciones
Reconocidas estas intenciones. De traer á la isla los Colones.
Armaron luego todos sus tullidos El Méndez, sospechando tal desvio,
Con espadas, rodelas ó con lanzas; Como bien comedido y avisado,
Los rebelados son acometidos Compró de sus dineros un navio,
Que de vencer tenían esperanzas ; De cosas convinientes pertrechado:
Mas con facilidad fueron vencidos El cual les envió con buen, avío,
Sin usarse con ellos de venganzas. Y la razón de todo lo pasado;
Puesto que en los primeros desconciertos Y despachado con matalotaje,
Cuatro por defenderse fueron muertos. El hizo para España su viaje.
Pues también se rompió la fuerte malla Libre de sinsabores de tormenta,
De golpes que se dieron inhumanos; Con próspero suceso tomó puerto,
Fué poco mas sangrienta la batalla Su prolijo viaje representa
Después que ya vinieron á las manos; Escrito por buen orden y concierto ,
Y es esta la primera que se halla Ante los reyes, dando larga cuenta
En Indias de cristianos con cristianos ; De lo muebo que habían descubierto,
Los indios, por los ver tan diferentes, El riesgo que corrieron sus vasallos,
Ya tenían en poco nuestras gentes. Y lo que hizo él para librallos.
Cumplían antes bien sus mandamientos , Dadas sus relaciones por entero,
Y eran sus voluntades ya contrarias , Como dicen acá de popa á proa,
Pues no venían á los aposentos POP parecelle bien al rey guerrero
A los ver y servir en cosas varias; Aquella lealtad digna de loa,
Tampoco les traían alimentos Al Diego Méndez hizo caballero
Ni cosa de las cofas necesarias, Con rentas, y por armas la canoa;
Y para los volver mas á su mano Que suelen reyes dar honores lales
Un remedio pensó que no fué vano. A los vasallos buenos y leales.
El astucia que digo fué pues esta, Las carabelas pues apercebidas
La cual salió tan bien como quería: Que para los Colones enviaban ,
Entendía por regla manifiesta Tomaron las riberas conocidas
Que la luna, según astrologia, Por los indios que dentro se tornaban :
Por la sombra del globo contrapuesta Fueron con gran contento recebidas
Se había de eclipsar en cierto día, De los que sus socorros esperaban ,
Y por ser el eclipse por entero, Y por estar el mar todo quieto
Había de ser algo duradero. La partida pusieron en efeto.
Llamó los indios pues á so presencia , Levan las anclas, guindan las entenas,
Y dijo: «por no darnos alimento, Ayudados de vientos principales,
Verná sobre vosotros pestilencia, Apártanse del puerto no sin penas
La luna hará grande sentimiento; De aquellos moradores naturales,
Y aquesta no será vana sentencia, Que los tenían ya por gentes buenas,
Pues tal día veréis el cumplimiento; Y casi que por hombres celestiales;
Por tanto, si queréis salud y vida, Por la derrota pues de claro tino
Mira que no nos falte la comida.» A la Española nacen su camino.
Los indios estuvieron muy alerta; En el puerto de Ozama conocido
Y , el tiempo señalado ya venido, Metió Colon su gente destrozada,
Pudieron conocer por cosa cierta Fué con aplauso grande recebido
Lo que Colon habia conocido; De toda la ciudad conmemorada,
La luna dicen todos estar muerta, Y el buen comendador de comedido
De cuya causa dan gran alarido, Lo quiso regalar en su posada;
Y según otras muchas veces vemos, Vio sus haciendas, minas y cuadrilla,
Comienzan á hacer grandes eslremos. Y luego se partió para Castilla.
Pidiéronles perdón á los Colones, Embarcóse con gracia del Ovando,
Del pasado rigor arrepentidos ; Guió las velas acia la Saona,
Acuden con preseas y con dones Llegaron á Castilla, y en llegando
Como si fueran dioses conocidos; Fué donde estaba la real corona;
Y ansi, pasadas estas turbaciones, Recebiólo muy bien el rey Fernando,
Fueron bastantemente proveídos, Y hizo gran caudal de su persona;
Dándoles de comer sin interese, Procuro de hacer su causa blanda
Entre tanto que Dios los proveyese. Con pío de volver á su demanda.
u JUAN DE CASTELLANOS.
Mas como ya de tan prolijas vias No condeno, letor, lo que barruntas,
De salud se sintiese no bien sano, Ni me parecen mal estas escuelas,
Ocupó su vivir en ohras pias Porque con ley de Dios andando juntas
Con pía, liberal y franca mano ; E s , como dicen, miel sobre hojuelas;
Y dende á poco dio fin á sus dias, Pero si das razón á mis preguntas,
Haciendo diligencias de cristiano; Por ventura ternas dolor de muelas,
Y ansí se remató tan santamente Tornarás en hablar alguna pieza
La vida de varón tan escelente. Rascándote sin gana la cabeza.
A gran admiración, á gran espanto Si fuesen mas al claro mis razones,
Pensando sus grandezas me provoco, Venías á taparle los oídos,
Y su mayor loor en cualquier canto Tratando de jueces mocetones,
No se podrá decir esceso loco : Grandes de gorra, largos de vestidos ,
Pues Castilla y León le debe tanto, Que salen solemnísimos ladrones,
Que cuanto puedo yo decir es poco; Desvergonzados, sucios, atrevidos,
No procuró deleites ni gasajos , Que no hallan en ley mas fundamentos
Mas sufridor fué grande de trabajos. Que sus antojos , gustos y contentos.
De Nervi natural, lugar honesto, Unos vienen con sed de los infiernos,
Que dicen descender de Lombardía, Y tal que cosa no se les escapa,
Severo, rojo, de pecoso gesto, Otros con grandes cofres de cuadernos ,
Feroz en muchas cosas que hacia ; Y son de necedades gran solapa ,
Alto de cuerpo, pero bien compuesto Y acontece tener buenos gobiernos
En cuantas proporciones poseía, Sin letras un varón de espada y capa,
Varón en sus intentos fué notable, Porque su buen juicio le da ciencia,
Y en el salir con ellos admirable. Con el temor de Dios y su conciencia.
Dejó dos hijos , dignos de su nombre : Sin usar de ninguna demasía
Don Fernando, que nunca fué casado, Podremos decir esto del Ovando;
En letras, en virtud, insigne hombre ; Pues con el santo celo que tenia
Don Diego, sucesor en el estado, Todo lo mal digeslo hizo blando :
De duque y almirante con renombre, Dichoso le llamaron aquel dia
Según después dirá nuestro tratado, Y tiempo que en las Indias tuvo mando ;
Con quien casó la gran doña María Porque sin los reveses de malicia
Que de la casa de Alba descendía. Se besaban la paz y la justicia.
Los funerales desta maravilla Entonces, como ya dicho tenemos,
Honraron valerosos caballeros; Del todo se pasó con sus oficios
Y no tan solamente de Castilla, La próspera ciudad donde la vemos,
Pero también de reinos estranjeros; Con todas sus familias y servicios ;
Y dentro de las cuevas de Sevilla Hiciéronse las casas con estremos
Lo hacen sepultar sus herederos, De grandes y soberbios edificios,
Y dicen que en la parte do yacía Iglesia catedral de gran nobleza,
Pusieron epigrama que decia : Fuente y esclarecida fortaleza.
Hic locus ab$condit prceclari membra Coloni, Renta se señaló para servilla
Cuius sacratum numen ad astra volat.
Non satis unus eral sibi mundus notus, et orbem A hombres que podían merecella,
¡gnotum priscis ómnibus ipse dedit. Y fué don fray García de Padilla,
Divitias summas térras dispersit in omnet, Franciscano, primer obispo della;
Atque animas cáelo tradidit innúmera*.
Invenit campos divinis legibus aptos, No tomó posesión en esa silla,
Regibus et nostris prospera regna dedit. Por morir antes de venir á ella;
Este poco compás que ves encierra Sucedióle Alejandro Geraldino,
Aquel varón que dio tan alto vuelo Varón romano y hombre della diño.
Que no se contentó con nuestro suelo,
Y por darnos un nuevo se destierra. Desta isla no fué la menor pieza
Dio riquezas inmensas á la tierra ,
lnumerables ánimas al cielo. La Concepción, que dicen de la Vega,
Halló donde plantar divinas leyes, Pues ella de por sí tuvo cabeza
Y prósperas provincias á sus reyes. Do catedral iglesia se congrega;
Fué don Pedro Suarez, el de Deza,
El obispo primero que le llega,
Hombre que de sus rentas tuvo largo,
ELEGÍA IV. Y el primero que vino con tal cargo.
Fué la renta después menoscabada,
A la muerte de don DIEGO COLON, segundo almirante, Y porque ya cumplía que asi fuese,
donde ansimismo se cuentan otras muchas diversidades Hicieron de las dos una manada
de cosas acontecidas en la Española después que murió Debajo de un pastor que las rigiese ;
don Cristóbal Colon. Y fué prior, y de la Mejorada
Primero que gozó del interese,
CANTO PRIMERO. Díjose fray Luis de Figueroa,
Varón á quien se debe mucha loa.
Mi voz enronquecida se levante, En estos sobredichos hemisferios
Y avive lo posible sus acentos, Y por aquellos tiempos venturosos,
Para que con heroica lengua cante Se fundaron insignes monasterios ,
Los varios y diversos movimientos, Con santos y con dotos religiosos,
Que tengo de decir mas adelante, En parte no vacante de misterios,
Y á vueltas de contentos descontentos; Pues sucedieron casos milagrosos,
Pues no fué tan constante ia ventura Y mas en esta Vega que señalo,
Que nos pueda vender hora segura. Noble por devoción del santo palo.
Pues ansí como nuevas amistades Y ansí fué la verdad, que en estos llanos
No ponen su fiel muy en lo cierto, Por ser de población enoblecida,
Nacen en tierras nuevas novedades Mandaron el Colon y sus hermanos,
Primero que se pongan en concierto , En la segunda vez de su venida,
Hasta tanto que destas variedades Levantar una cruz á los cristianos ,
Se hace quien las rige mas esperto , Planta de sanidad, árbol de vida:
Do buen juicio y buenas intenciones Fueron á ello doce marineros,
Valen mas que Felinos y Jasones. Con otros tantos nobles caballeros.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA V, CANTO i . 45
Señalóles Colon una ladera, Los que labraron casas con aviso
Opuesta por delante de su viso, Francisco de Garay es el primero.
Do se manifestaba muy afuera Después un frey Alonso fué del Viso,
Un árbol bieD compuesto, limpio, liso, Comendador y noble caballero ;
De una hermosísima madera, Y el piloto Roldan, que nunca quiso
Y tal en proporción cual él lo quiso; Perder aquí renombre de tercero.
Y dicen muchos que después ni antes El cuarto Joan Fernandez de las Varas,
No se hallaron plantas semejantes. Con curiosidades harto raras.
El Cristóbal Colon mandó hacella Después por el concierto regulado
A honestos y devotos oficiales; Labraron otros muchos sus mansiones,
Salió después de hecha cosa bella, Y á la boca del puerto memorado,
Plantáronla los hombres principales ; Reparado de cubos y bastiones,
Postráronse después delante della , Hay un castillo fuerte fabricado,
Presentes muchos indios naturales; Con pertrechos de grandes municiones,
Adorábala nuestra compañía, Y cualquiera bajel que allí se encierra
Después que la pusieron, cada dia. Se puede descargar la plancha en tierra.
Después de muchos dias, cierto dia Alcaide del castillo que se tapia,
Un indio hechicero y adevino Encima del fortísimo roquedo,
Quiso, según costumbre que tenia, Fué un hidalgo noble de prosapia ,
Hablar con un espíritu malino ; Díjose Diego López de Salcedo ;
Allí, como la cruz reconocía, Después otro hidalgo dicho Tapia,
A sus invocaciones nunca vino, El tercero después el buen Oviedo ,
Hasta tanto que por camino vario Que es Gonzalo Fernandez, coronisla,
Pasó después á otro santuario. Que yo conocí bien de trato y vista.
Hizo sus ademanes y semblantes Insanas furias de contraria gente
Con un nefando y execrable canto, Con gran dificultad pueden entralla,
Quejóse del por nó le venir antes Porque ya por la parte del poniente
Habiéndolo llamado tiempo tanto; La cerca potentísima muralla ;
El diablo le dijo : «no te espantes, Es limpio puerto , fondo suficiente,
Que aquella cruz me da muy gran espanto; Ribera tan cabal cuanto se halla ,
Por tanto quien contento me desea Con huertas, con jardines y heredades
Póngala donde nunca yo la vea. » De frutos de cien mil diversidades.
El infiel bestial incontinente, Otras riberas hay por escelencia,
Oida del demonio la respuesta, La tierra mas adentro, muy amenas,
Hizo juntar gran número de gente Porque ella tiene de circunferencia
Para quitar la cruz que estaba puesta : Trescientas y cincuenta leguas buenas;
En lo cual trabajaron grandemente, Los temples son de gran benevolencia,
Pero su vehemencia nada presta, Pues frios ó calores no dan penas;
Pues cuanto mas trabajo se ponia Hácela sobre todo mas loable
Mucho menos efeto se hacia. Estrella principal y favorable.
Pues como no pudieron arrancalla, Porque todos los mas, allí nacidos,
Tan grande muchedumbre como era, Para grandes negocios son bastantes,
Determinaron luego de quemalla Entendimientos hay esclarecidos
Con cantidad de leños y madera ; Escogidísimos estudiantes;
Mas víanla quedar desta batalla En lenguas, en primores, en vestidos
Mas sana, mas lucida, mas entera; No menos curiosos que elegantes,
Al fin como bestiales engañados Hay tan buenos poetas, que su sobra
Pecaban con quedar maravillados. Pudiera dar valor á nuestra obra.
Después que por los nuestros fué sabida Hay Diego de Guzmán y Joan su primo,
Reliquia de tan gran manificencia, Y el ínclito canónigo Liendo,
Hiciéronle capilla recogida, Que pueden bien limar esto que limo,
Adonde se guardó con gran decencia ; Y estarse de mis versos sonriendo;
Y en estos nuestros tiempos es tenida Quisiera yo tenellos por arrimo
En gran honor y grande reverencia, En esto que trabajo componiendo,
Y corren por el mundo cantidades Y aun Arce de Quirós me fuera guia
Para salud de mil enfermedades. Para salir mejor con mi porfía.
Destos regalos pues están gozando Otros conocí yo también vecinos ,
Los desta isla ya bien proveída. Nacidos en el orbe castellano,
Con el justo gobierno del Ovando, Que en la dificultad de mis caminos
Medido por justísima medida ; Pudieran alentarme con su mano ;
Y la ciudad entonces era cuando Y son por cierto de memoria dinos,
Se vido mucho mas engrandecida; Villasirga y el doto Bejarano;
Está su poblazon tan compasada, No guiara tampoco mal mi paso
Que ninguna sé yo mejor trazada. El desdichado don Lorenzo Laso.
Pues por aquel lugar do la veis puesta, Hay linajes ilustres de varones
Que desde el rio hace las subidas, Descendientes de grandes capitanes,
Es una llana mesa bien compuesta Como son los Villorías y Lebrones,
Con maravillosísimas salidas : Agüeros y Verdecías y Bazanes,
En todas proporciones bien digesta. Los Avilas, los Vargas, y blasones
Ampias calles, graciosas, bieu medidas; 'De Mendozas, Manriques y Guzmanes,
Esfinalmentetoda su postura Con otros generosos que no cuento,
Un peso y un nivel sin torcedura. A causa de faltar conocimiento.
Ninguna cosa, por menor que sea, Aquella nobilísima influencia
Hay en cualquiera parte de la via, Hace la gente grata, comedida,
Que desde un cabo á otro no se vea, Con gracia, con facundia y elocuencia,
Según la retitud con que se guia : Jamás á demasía convertida;
De norte á sur Ozama la rodea, Hay una natural magnificencia
Combátela la mar al mediodía, De gente forastera conocida,
Con un roquedo tal y tan seguro , Pues allí sin dineros y sin renta
Que no puede formarse mejor muro. En el punto que trajo se sustenta.
46 JUAN DE CASTELLANOS.
Quien entra por buen orden y concierto Todos generalmente lo tuvieron
No lo dejan caer por ningún arte, Por persona cabal, santa, bendita;
Comuniqué con hombres que lo vieron
En aquesta ciudad y en este puerto El tiem po de quien esto se recita :
Ha tenido valor el duro Marte; Conocí muchos que lo conocieron,
Pues todos los que bien han descubierto Vecinos de Cubagua y Margarita,
Como Rojas el viejo, y Villafranca,
De aquí salieron por la mayor parte, Riberos natural de Salamanca.
Y muchos en el tiempo del Ovando Fué hombre grave, pero tan modesto,
De cuyas alabanzas voy tratando. Que no pasó de lo que convenia;
El cual rigiendo varias condiciones Para cualquier trabajo bien dispuesto,
Por vias justas, santas y discretas, Pues como buen soldado lo sufría :
Anacaona llena de pasiones Caritativo, sabio, casto, honesto,
Usaba todavía de sus tretas, Dignísimo del cargo que tenia,
Intentando mover rebeliones, Y ansí mucho después desta partida,
Las cuales no pudieron ser secretas : La muerte del fué tal cual fué su vida.
Destos primeros fueron los higueyes, El tiempo que en las Indias fué vecino
Con quien usó de rigurosas leyes. Partió su renta con necesitados,
Llana ya la provincia que se apunta ,
La dicha, con astucias no menore9> Y ansí, para volver adonde vino,
Solicitó después crecida junta Buscó quinientos pesos emprestados
De muy grandes caciques y señores ; Para matalotaje del camino,
Mas como su designo se barrunta, Y la comida del y sus criados,
El Ovando prendió sus valedores, Que fué para juez cosa muy nueva,
Y á ella, que sin fuerza ni cotí Hito Y de su buen vivir bastante prueba.
Confesó claramente su delito. Es cosa que se vido raras veces,
Conocía ser cosa conviniente Y que podréis contar por maravilla,
Asegurarse guerra tan molesta; Venir hombres á Indias por jueces
Mandaron ahorcar públicamente Y no llevar dineros á Castilla ;
Esta mujer lasciva , deshonesta , Pues muchos en juguetes y belbeces
Puesto que varonil, sagaz, prudente, Gastan mas que demanda su costilla:
Y a quien todos hacian grande fiesta; Montó su sueldo quince, gastó treinta,
Dejó hija que dicen Aguaymota, Y alfinlo veis después con larga renta.
No de sus condiciones muy remola.
Hacia mil asaltos Guarocuya, Por ventura veréis muchos varones ,
Con gentes y poder nada sencillo, Que por los intereses que pretenden
Por ser Anacaona tia suya; Están muy fuera destas opiniones,
Y fueron luego para destruillo, Aunque bastantemente las entienden ;
Y para que la guerra se concluya, Pero si fueren vanas mis razones,
Diego Velazquez , y un Rodrigo Trillo, Los bien intencionados las enmienden ;
Y no valiéndole su valentía, Que si personas tales lo miraren
Alfinmurió la muerte que la tia. Bien hallarán aquí donde reparen.
Ovando, recelando los vaivenes Aquí no veréis estos señalados,
Que causan estos tales movimientos , Sino por unos términos medidos,
Conociéndolos ser flacos de sienes Los buenos por sus nombres alabados,
Y mudables á cualesquiera vientos, Los malos en común reprehendidos :
Tomó de los demás grandes rehenes, Honro los que merecen ser honrados
Que tuvieron en mas que juramentos; Reprehendo perversos atrevidos,
Venció los de Guahava Amiguayagua, Que sin ley, y sin rey , y sin enmienda
Pobló pueblo en el lago de Jaragua. A cualquiera maldad sueltan la rienda.
Santa María Pacis la llamaron, Mas no paremos mas en este fuego,
O de la Paz en lengua castellana, Que podia quemar al circunstante ;
Pues en ella las guerras acabaron, Dejemos al Ovando con sosiego
Y allí gozó de paz gente cristiana; Y en gracia de sus reyes adelante ;
Mas estos moradores se pasaron Digamos lo que resta de don Diego,
A la villa que llaman la Yaguana: Hijo de don Cristóbal, almirante,
Fué gente de valor y gran concierto, Y por poder echar mejor el sello
Y pasaron allí por ser buen puerto. Hagamos nuevo canto para ello.
Luego la isla toda se dilata
Aquí y allí con población cristiana ,
Pobló Puerto Real, Puerto de Piala,
Azua, Buenaventura, la Maguana ; CANTO SEGUNDO,
Aguahava, de quien atrás se trata,
Ayaquino, contín del Ayaguava : Dondo so tratan las variedades que hubo en este gobierno, la venida
Esfinalmentecosa muy notoria dei audiencia real, y muerte de don OIEOO COLOR.
Que hizo hechos dignos de memoria.
Al tiempo que esta isla se gozaba Suelen parir cien mil inconvinientes
Con el gobierno santo que tenia, Diversos pareceres en un seno,
El don Diego Colon en corte estaba Donde hay parcialidades diferentes
Con su bella mujer doña María, Lo bueno hacen malo, y malo bueno .
Y con instancia grande negociaba De todos los pasados y presentes
El cargo que su padre poseía, Envidia fué pestífero veneno;
Y el duque de Alba, príncipe potente, Los cargos y los prósperos caudales
Favorecíale como pariente. Andan acompañados destos males.
Pues como mucha priesa se le diese Pues como los jueces ya pasados
Al rey en estas cosas que discierno, Tuviesen diferentes condiciones,
Y también en memoria se tuviese Tenia cada cual apasionados,
Servicio de los tios y paterno, Públicas y secretas aficiones,
Al Ovando mandó que se viniese, Y no todos estaban olvidados
Y al don Diego dejase su gobierno; Del soberbio mandar de los Colones;
La cual mudanza toda nuestra gente De manera que destos cambios hechos
No dejó de sentir pesadamente. Algunos no quedaron satisfechos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA V, CANTO II. 47
Mas don Diego Colon su via mneve En aquel tiempo pues que esto pasaba
Con fausto principalflotabastante, Porfiny muerte de los santos reyes,
Y los cargos que el rey manda que lleve Fray Francisco Jiménez gobernaba,
Que fueron de virey y de almirante ;
Y en julio de quinientos y mas nueve Las destas partes y las otras greyes ;
Entró por aquel puerto muy pujante El cual en estas Indias deseaba
Siendo con gran aplauso recebido , Varones que guardasen santas leyes,
O ya fuese de veras ó fingido. Y ansí mandó venir en una armada
Desembarcóse con la compañía Tres frailes dotos de la Mejorada.
Que al cargo de virey era decente, De manera que en estos movimientos
Y su cabal mujer doña María De tantos reinos y tan estendidos,
De ia gran casa de Alba descendiente : Hicieron cuatro frailes dos conventos
Grandesfiestashicieron aquel dia Que no fueron entonces mal regidos :
Y muchos juegos mas en el siguiente, Acá vinieron año de quinientos
Demás de regocijo"? y alegrías Y mil y diez y seis eran corridos :
Que duraron por mas de veinte días. Habia mucho antes gobernado
Sacaron todos invenciones bellas Un Cristóbal Lebrón, buen licenciado.
Manifestando prósperos caudales, Después de tanta grita y embarazo,
Porque vinieron damas y doncellas Que confunde los hombres mas cabales,
Generosas, hermosas y cabales, El licenciado Alonso de Zuazo
Que por haber entonces falta dellas Llegó también con cédulas reales,
Se casaron con hombres principales. No con menos poder ni menos brazo
Hubo toros , sortijas, juegos , cañas , Para todas las causas criminales,
En que se daban todos buenas mañas. Y para que tomase residencia
Ejercicios que saben bien usallos A todos oficiales del audiencia.
Por estos dichos puertos y fronteras, Estos frailes y aqueste licenciado,
Do tienen abundancia de caballos Que con ellos mandaba juntamente,
Diestros en regocijos y carreras ; Con peso de razón y de cuidado
Y ansí los amos como los vasallos Lo gobernaban todo santamente :
Pueden ejercitallos en las veras; El régimen andaba concertado,
Mestizos, indios, negros y mulatos Cada cual se mostraba diligente
Siempre dan á caballos malos ratos. En que se dotrinasen naturales,
Por recuestos, por cerros y collados, Y no se les hiciesen tantos males.
O por la rasa cumbre de la sierra, Estaba pues la isla bien regida,
Se arrojan tras las vacas y ganados Aumentáronse casas y haciendas,
De que hay infinidad en esta tierra, Fué toda la ciudad bien proveída,
Dejarretando toros madrigados Cesaron muchos pleitos y contiendas ;
Del bravo cimarrón que no se encierra: Dieron muy buen ejemplo de su vida,
Y en esto son tan hábiles y diestros Sin pretensión de bienes ni haciendas ,
Que pasarán do quiera por maestros. Como deben hacello religiosos
Hacen esto con dejarretadera, A quien parece mal ser cudiciosos.
Que es una media luna bien sacada, Que vanos edificios edifica
Con asta de fortísima madera Quien hurta castigando los ladrones ,
Que con gran fuerza llevan enristrada ; Reprueba con rigor la vida rica,
Y si ganados salen á carrera Y allega las riquezas á montones ;
Derriban cantidad de la manada, Decir que no forniquen y fornica,
Para solos los cueros que es hoy dia Que huyan sin huir las ocasiones,
Una muy caudalosa granjeria. Quitan al pecador donde tropieza,
Dado puesfiná los recebimientos, Y nunca guardan ellos su cabeza.
Y acabadas las bodas y las fiestas, El cuidadoso gallo vigilante
Por ocasiones, trampas , chismes, cuentos A sus debidas horas cantar quiere,
Que no faltan en tierras como estas, Mas antes que dé voces y que cante,
iban creciendo mil desabrimientos Sacude bien las alas y se hiere :
Mil pleitos, mil demandas y respuestas, Es menester que sea semejante
Y escribieron al rey algunas cosas Aquel que predicare y que rigiere ;
Al don Diego Colon no provechosas. Dar voces, pero cumple ser su vida
No faltaban malsines y soeces Primero de vilezas sacudida.
Que las personas nobles revolviesen; Algunos si por handos y recuestas ,
Y como«por gran número de veces Se llegan ámortíferas lanzadas,
Las tales á los reyes escribiesen, Muy poco sin estar las manos prestas
Vinieron licenciados por jueces Valdrían las palabras esforzadas ;
Que en las apelaciones conociesen, Pues ¿ qué valdrán acá las bien compuestas r
Que fué, según constó del aparencia, Estando buenas obras olvidadas?
Una manera de real audiencia. A bien librar el hombre que mas gana
Será como sonido de campana.
Alfinque desta trama salió lienzo, Podría ser galán ejemplo nuestro
Que no puede faltar en este suelo; Aquel que en Israel tuvo juzgado,
Fueron tres licenciados su comienzo: Que porque de dos manos era diestro ,
Lucas Vázquez de Aillon y otro Marcelo Es en divinas letras celebrado :
De Villalobos, Juan Ortiz'Matienzo, Ansí lo debe ser el buen maestro,
Al don Diego Colon ningún consuelo, A estas flacas gentes enviado;
Y á quien nunca jamás fué buen tercero Que mueven las palabras vivos templos ,
Miguel de Pasamonle, tesorero. Si van acompañadas con ejemplos.
Este con buenos celos ó pasiones, Prosiguiendo los frailes sus intentos,
Y otros vencidos dellas ó por ruego, Por el loable modo que solían,
Escribieron al rey tales razones Dieron en remover repartimientos
Que llamó por sus cartas á don Diego; De hidalgos que en corte residían :
El cual, vistas reales provisiones, Por ausencias y malos tratamientos,
Sin les poner escusa partió luego, Que en miserables indios se bacian,
Y en corte sus disculpas negociando De donde resultaron muchas quejas,
A sus días diofinel rey Fernando. Que á tales intereses son anejas.
-48 JUAN DE CASTELLANOS.
Cuando crecía pues aquesta salía, Sus maridos, carones singulares
Que fué harto mayor que yo la pinto, Do quier que se mostró bélica mano,
Zuazo no se daba menos maña, Señalados por tierras y por mares
Con virtud y renombre soberano ,
Antes iba por orden no distinto : Son Avendaño y Gregorio Suarez,
Y entonces ya gozaban en España Y Antón de Castro, noble lusitano :
Del bienaventurado Carlos quinto , Cuyas proezas grandes, Dios mediante,
Ante quien por palabras nada blandas Confío que diremos adelante.
Pusieron grandes pleitos y demandas.
Sus indios demandaba la cuadrilla, Pues el sabio Velosa persevera
Pero ninguno fué restituido; Haciendo dos ingenios escogidos ,
Los frailes se volvieron á Castilla, En Niguayen , y Aguate y su ribera ,
Su Majestad se tuvo por servido Del cual ejemplo muchos son movidos ,
Del tiempo que estuvieron en la silla , Queriendo caminar por su carrera,
Con lo que mas habían proveído; Orillas de los rios conocidos :
Como fué Pasamonte, tesorero,
Y los de la ya dicha competencia
Contra Zuazo piden residencia. Y el secretario Diego Caballero.
Los émulos y duros querellantes Otro mucho mejor y mas pujante ,
Granjearon juez algo tirano, Abajo del que tengo ya nombrado,
Mas él dio sus descargos tan bastantes, Es del señor Colon el almirante ;
Cuanto los pudo dar un buen cristiano; Otro hizo también Francisco Prado ;
Y ansí quedó con honra como antes, Y no quiero pasar mas adelante
Puesto que de juez ninguna mano, Contando los que se han edificado,
Hasta después que por persona dina Porque, ponellos todos por escrito
A gobernar pasó la Fernandina. Seria proceder en inlinilo.
Fué pues de los tres frailes un colega , Deslos cada cual es un señorío,
Figueroa, prior cerca de Olmedo, Gentil y principal heredamiento;
Que fué segundo obispo de la Vega; Tienen necesidad de gran gentío
El otro fray Domingo de Quevedo, Para tener cabal aviamiento;
Que tuvo por prior San Joan de Ortega ; Faltaba ya de indios el avío
Otro fray Bernardino Manzanedo, Por el universal acabamiento,
A quien el rey honró con premios largos, De suerte que hay en estas heredades
\ acabaron después con grandes cargos. Negros en escesivas cantidades.
Tratando pues Colon por su presencia Tienen la tierra tal cual se desea
Sus pleitos en honor y en interese, En temple y abundancia cosa rica ,
El rey para venir le dio licencia, En grande aumento va cada ralea ,
Sin que ninguna cosa concluyese . Y con grande vigor se multiplica,
Con el reposo siempre de la audiencia, Tanto, que ya parecen ser Guinea ,
De los negocios que él mal proveyese, Haití, Cuba, Sant Joan y Jamaica;
Que no le consentían un cabello, Destos son los Gilosos muy guerreros
Y muy poco después les vino sello. Con vana presunción de caballeros.
Llegado nuestro noble caballero Movidos estos desta lozanía
Al puerto de la Ozania conocido, Y sobre gran acuerdo, se juntaron
Aunque no con aquel fausto primero , De la Natividad segundo dia,
De todos ellos fué bien recebido : Año de veinte y dos que se contaron ;
Tuvo contentamiento mas entero Y luego con soberbia valentía
La vireina de ver á su marido; Haciendas poderosas asolaron,
Los años que contaron al presente, Tanto que casi no dejaron rastro
Fueron mil y quinientos y mas veinte. En la que fué de Melchior de Castro.
No solamente voluntad sincera , La furia destas furias mas se ceba
Pero también los pechos descontentos, Sin que dejen mamante ni piante;
Amistad le mostraban verdadera, El riguroso trance desta nueva,
Sin puntas de pasados movimientos; Con muertos españoles por delante,
Mas no fué su contento de manera Con la priesa posible se le lleva
Que pudiese huir desabrimientos , A don Diego Colon el almirante,
A lo menos por las rebeliones, El cual con el calor que convenia
Intentadas por negros cimarrones. Partió tras la proterva compañía.
E l caso sucedió por esta vía : Por atajar con brevedad los males,
Los hombres de riquezas cudiciosos, Recogió de soldados hasta ciento,
Visto lo que la tierra prometía, Mas luego caballeros principales
Para mejor hacellos caudalosos, Fueron por le servir en seguimiento;
Dieron una grande granjeria, Hallaron luego rastros y señales,
Que fué hacer ingenios poderosos Envueltos en rigor sanguinolento,
Para moler azúcar , y el intento Siguieron las pisadas aquel dia,
Ha venido después en crecimiento. Hasta que ya la noche se venia.
E l inventor primero desta cosa, En Nizao paró la compañía
Que primero lo dio perlicionado, Por causa de la noche tenebrosa ,
Dicen que fué Gonzalo de Velosa, Mas Melchior de Castro no dormía ,
Varón por buenas letras estimado : Que por lo que llevaban no reposa;
De la cual granjeria provechosa Hurtóse del real, siguió la vía
Fué rico de caudal multiplicado, Que llevaba la gente belicosa,
Y en este nuevo reino tiene nielas , Con un criado suyo, que llevallo
En ser, valor y lustre muy perfetas. Quiso , por ser buen hombre de á caballo.
Doña Luisa, otra Castianira, Colon, que luego supo la demanda
A quien Homero pinta soberana, Del que llevaba vivos los aceros,
La segunda se dice doña Elvira, A Francisco de Avila le manda
Y la menor de todas doña Ana • Que lo siga con ocho caballeros :
Virtud, bondad, honor, aquí se mira; Con tal que si topasen con la banda
Belleza, discreción, vida cristiana, De los viles y bárbaros guerreros,
Casadas con ilustres caballeros, Se los entretuviesen cuerdamente
Y cada cual con muchos herederos. En tanto que llegaba con la gente.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA V, CANTO II. i!)
En un camino ancho , bien hollado, Eran los desafueros y los daño*
Se juntaron los once que ya digo, Sin querer perdonar cosa viviente,
Y brevecillo trecho caminado
Sienten'el escuadrón del enemigo , Libróse de celadas y de engaños,
De todas armas bien aderezado, Sin sucedelle mal inconvinienlc ;
Y no de centinelas sin abrigo, Y sustentó la guerra trece años
Con cuya grita cada cual despierto Con harto deshonor de nuestra gente ,
Se pusieron en orden y concierto. Robaron crecidísimos caudales
Hacen o.stentacion de su presencia , Con muertes de personas principales.
Diciendo: « Viles, no tenemos miedo, Admíranse, letor% entendimientos,
Pues pensamos hacer la resistencia De que cuando hallaron estos mares
Como valientes hombres á pié quedo.» Varones poco mas de cuatrocientos
Faltóles á los once la paciencia, Venciesen á millares de millares,
Rompiendo con grandísimo denuedo Y temblasen agora de doscientos
Por aquel escuadrón embravecido, Tantas ciudades, villas y lugares ;
Dejando cada cual uno tendido. Mas entonces el hombre vaquiano
No soltaba las armas de la mano.
Con todos sus pertrechos y reguardos No comia guisados con canela ,
Se rehizo muy presto la compaña , No confites, ni dulces canelones ,
Con infinitas flechas, lanzas , dardos, Su mas cierto dormir era la vela,
En que se daban todos buena maña ; Las duras amias eran los colchones ,
Pero los once nuestros no son tardos El almohada blanda la rodela,
En volver con furor de mayor saña; Cojines los peñascos y terrones,
Fué la breve batalla bien reñida, Y los manjares dulces, regalados ,
Y al cabo los pusieron en huida. Dos puños de maíces mal tostados.
El rencuentro concluso y acabado , Abrir á prima noche las pestañas ,
Y el escuadrón de negros ya vencido, Con ojo vigilante, claro, puro,
El don Diego Colon llegó cansado Por ver lumbres de ranchos ó cabañus,
Con presurosos pasos al ruido : A fin de salteallos con escuro ;
Uno destos salió descalabrado , Quebrándose los ojos por montañas,
Y el Melch'ior de Castro mal herido , Do cualquiera pensara ser seguro,
Pasada de los dardos una mano , Y aunque mas se velasen los isleños *
Pero no tardó mes en verse sano. A media noche dalles negros sueño?.
Remediados aquestos desatinos, A tino caminaban y sin guias
Tan necesariamente remediados, Por setecientos mil despeñaderos ,
Poblaron las calzadas y caminos Y muchos tan destrísimas espías ,
De negros por justicia castigados ; Que nunca perros fueron tan rastreros;
Sosegáronse todos los vecinos De ramos se cubrían en los dias
Que estaban de temor sobresaltados , Si se mostraban rasos los oteros,
Y otros hubo después, aunque no luego , De noche por quebradas y por rios ,
Que causaron mortal desasosiego. Hasta que ya topaban los buhíos.
Fué un Enrique pues, indio ladino , Fáltanles muchas veces acogidas,
Que supo bien la leDgua castellana, Escepto las montañas y quebradas,
Cacique principal, harto vecino Las aguas de los cielos muy crecidas,
Al pueblo de San Joan de la Maguana : Las mas que viles ropas empapadas;
Usóse con él cierto desatino De tierra repentinas avenidas
Por su mujer que fué también cristiana . Que escudos le llevaban y celadas,
Era gentil letor, gran escribano, Y entonces, los no tales y los buenos ,
Y en estas islas tuvo grande mano. Quedaban con las manos en los senos.
Por no poder templar la destemplanza Y estando sin espadas y rodelas,
De aquella pesadísima zozobra, Desnudos , en pañetes ó vestidos,
Porque el honor eme pierde tal usanza Osaban cometer á centinelas
Para siempre jamás nunca se cobra, De indios, que velaban advertidos ;
Vínole pensamiento de venganza, Y presas las escuchas ó las velas ,
El cual efeluó con mala obra ; Robarlos descuidados y dormidos,
Y ansí con principal gente de guerra E ya, de los trabajos olvidados,
Escogió lo mas fuerte de una sierra. Volvíanse contentos y pagados.
Esta sierra se dice del Bauruco, Podríamos en estos tales cuentos
Cuyas cumbres son sumas en alteza, Gastar y consumir noches y dias,
Piedras, matas, espinas, arcabuco, Refiriendo cien mil atrevimientos,
Allí hacen común el aspereza : Hechos , hazañas, suertes, valentías,
No romperá lombarda, ni trabuco, Que solian hacer hombres hambrientos
Las bravas espesuras de maleza; En los antiguos y pasados, dias,
Tiene lago que boja su aparencia Donde tullidos , cojos , mancos, sanos ,
Catorce leguas de circunferencia. Cada cual se valia de sus manos.
Entremetido pues en estís breñas Mas ya no hallareis tales mozuelos,
Para principiar el mal que piensa, En escuela de Marte ni Minerva,
Hizo canoas grandes y pequeñas, Pues todos huyen destos desconsuelos ,
Formando su guarida mas estensa; Y dicen que lasflechastienen yerba;
Porque si discrepase de las peñas Hay hojaldres, pasteles y buñuelos,
El agua le sirviese de defensa, Hay botes y barriles de conserva ,
Con otras infinitas prevenciones Hay cedazo, harnero, y hay zaranda,
Que piensan fugitivos y ladrones. Y sábeles muy bien la cama blanda.
Desde las asperezas desta sierra Por faltar pues entonces fuerte gente ,
Su gran rebelión continuando, Y usarse ya sonetos y canciones T
Los labios con furor remordiscando, Y los otros están como pasmados ,
Diciendo : « yo prometo que si llego, Vuélvese Saiazar, no por do vino,
Que mi jugar baraje vuestro juego.» Sino tomó derecho su camino.
Este hidalgo , que Saiazar llamo, Con la gloria de triunfo merecido
En socorrer dijérades que vuela, Caminan estos dos mano por mano ,
Presto , lijero, suelto mas que gamo . Aimanio, que también quedó tendido ,
Mas vivo que la mas viva candela; En si volvió cobrando seso sano;
Y al indizuelo dio para su amo Y luego con clamor encarecido
En Guarionex espada con rodela , Mandó que le llamasen el cristiano ;
Mandándole que siempre lo siguiese , Caminan con presteza mensajeros
Cuando con mas furor arremetiese. Tras estos dos heroicos caballeros.
Llegó por el lugar mas ascondido Los indios caminando por la via,
Con aquel fidelísimo vasallo , E yendo con el paso presuroso ,
Salió con un furor jamás oido , Vio Saiazar la gente que venia ,
Tanto que no podré yo relatallo; Que nada lo hicieron temeroso ;
Y hizo con sus golpes mas ruido Y puesta la rodela que traia
Que si fueran cincuenta de caballo , En ella se sentaron de reposo ;
Aquí y allí saltando como onza Decíale Süarez, que huyera;
Que para mayor salto se desgonza. Él dijo : « huir no, ni Dios to quiera.
Donde mas riesgo ve mucho mas osa, « Otra diez tanta gente no bastara
Mas bravo que la mas brava serpiente , Para que no hiciéramos acervos,
Y en el arremetida furiosa Demás de que sabemos á la clara
Cortó las ligaduras al paciente ; Que son leones estos, y son ciervos;
El cual, con el ayuda venturosa , Son ciervos peleando cara á cara,
Cobró mayores brios de valieute; Y si huís leones son protervos:
Aquello se le da que el mozo quiere , Bebed y descansad en esa fuente ,,
Y dicele : « haced como hiciere. » Dejad á"mí con ellos solamente.»
Ambos á dos comienzan á porfía Donde los dos hicieron su parada
A menear de veras las espadas , Llegó luego la gente que corría ,
Dando según el caso requería Dieron al Saiazar el embajada,
Profundas y crueles cuchilladas : Según les pareció que convenia ;
El golpe de la sangre que corría E l , sin que rehusase la tornadu,
Henchía los caminos y calzadas; Luego les respondió que le placía;
Aquí muertos veréis, allí caidos, Süarez contradijo sus intentos,
Y todos de gran miedo poseídos. Diciéndole ser locos pensamientos.
54 JUAN DE CASTELLANOS
Teniendo Salazar ningún recelo, Sufriendo pues aquestos naturales
Daba justificadas sus respuestas; No pocas sinrazones insufribles,
El otro con temor y desconsuela Callaban por hallarse desiguales
Las manos á los cielos tiene puestas; En armas acerada's y terribles;
Y las rodillas ambas en el suelo, Piensan que son los nuestros inmortales ,
Le ruega huya cosas tan molestas , Y que también serian invencibles;
Sino que pues hicieron buena suerte , Deseaban saber lo cierto desto
No volviesen en busca de la muerte. Debajo de dañado presupuesto.
El Salazar le dijo : «buen amigo, Quería ya pasar onceno año
En aquesta sazón y coyuntura Con el millar y medio que se saca ,
Yo no consentiré que vais conmigo, Cuando por remediar su grave daño
Pues que tenéis la vida ya segura : Hicieron indios junta muy bellaca ,
Yo solo tengo de ir á lo que digo, Do tomó cargo deste desengaño
Puesto que lo juzguéis á gran locura; Urayoán, cacique de Yaguaca,
Seguro podréis ir de vuestra vida, Jurando no cesar con pies ni manos
Pues que tenéis bien cerca la guarida. Hasta saber si mueren los cristianos.
Süarez dijo : «id donde quisierdes, Estando con intento tan acedo
Ya que, señor, estáis determinado, A sus promesas esperando lance ,
Que yo tengo de ir adonde fuerdes Pasó por allí Diego de Salcedo
Sin un punto faltar de vuestro lado, Sin gente que le fuesen en alcance;
Para morir adonde vos murierdes , Urayoán se le mostraba ledo,
Sin aflojar jamás deste cuidado; Sin muestra ni señal del duro trance ,
Volvamos ambos donde nos atienden Haciéndole cumplida cortesía,
Y allá veremos bien lo que pretenden.» Y dióle para ir gran compañía.
Al peligro que ya detrás dejaban Partióse con los indios advertidos
Ambos á dos volvieron juntamente, El que sin advertencia sale fuera ,
Do vieron que sin armas esperaban Mostráronsele todos comedidos
Inumerable número de gente, Al tiempo de pasar una ribera;
Que todos con dolor acompañaban El cual por no mojarse los vestidos
Al Aimanio, llagado de la frente, Sobre sus hombros va, que no debiera ,
El cual desque bajó de la ladera Porque por ellos fué precipitado
Al Salazar habló desta manera : En lo mas peligroso deste vado.
«Salazar, valeroso caballero, Viéndolo vacilar en ese punto
Tu pecho de temor todo se escombre, De mas de dos ó tres que esto hicieron ,
No queriendo negarme lo que quiero. El golpe de los indios vino junto,
Pues pido lo que puede dar un hombre ; Y un hora sumergido lo tuvieron,
Y es que me tomes tú por compañero, Hasta que conocieron ser difunto
Con el valor y gracia de tu nombre, Y por hombre mortal lo conocieron,
Que gloria me darán armas y damas, Aunque no lo tenían por tan cierto
Si me llamare yo como te llamas.» Que creyesen estar del todo muerto.
Oidas semejantes niñerías, Y aun esperáronlo tercero dia
Respondió Salazar con rostro ledo : Por esperar al fin cuerpo ahogado,
«Porconocer en tí mis valentías Hablábanle con grande cortesía
Y no morar en tí brizna de miedo, Pidiéndole perdón de lo pasado ,
Mi nombre, con las mas hazañas mías , Hasta tanto que el cuerpo mal olía ;
De buena voluntad te lo concedo; Y cada cual quedó certiücado
Mas para lo tomar con mejor mano Que no podia ser caso fingido
Sabrás que te conviene ser cristiano.» Disimular un cuerpo corrompido.
El indio destas cosas informado Hecha desta manera larga prueba
Parecióle bien y fué contento, De que los españoles son mortales,
Y ansí después de ser catequizado Al vil Urayoán llegó la nueva
Le dieron este santo sacramento : De parte de los indios desleales;
Túvose de sus males por pagado Al mal Agueibaná también se lleva
En heredar aqueste nombramiento , Y á los demás caciques principales ;
Y los indios que Aimanio lo nombraban Convócanse los grandes de la tierra ,
Agora Salazar apellidaban. Para hacer de veras esta guerra.
Volviéronse pues estos dos varones Agueibaná por ser el mas potente
Do estaban sus amigos y parientes, A todos los demás así convoca,
largados de preseas y de dones, Porque la isla toda comunmente
Y bien acompañados destas gentes : Pendia del mandato de su boca;
Gran amistad y grandes aliciones Urayoán llegó muy diligente,
Mostraban sin zozobras diferentes; Aimanio, Guarionex, Mobodomoca,
Pero poco duraron en sosiego, Con otros principales conocidos
Según, mediante Dios, diremos luego. Que del mismo furor vienen vencidos.
Y no me espanto deslos pareceres
Ni de que sean malos sus concetos,
Pues ven diminuidos sus placeres
CANTO SEGUNDO, Y todos ellos andan inquietos ;
Y sus hijos y hijas y mujeres
Donde se trata el gran rebelión (lelos indios boriijuenes, y cosas i[u A servidumbre mísera sujetos,
pasaron durante la guerra. Pierden de libertad aquellos fueros
Que no pueden comprarse por dineros.
De pechos de pasión y dolor llenos Llegada pues aquesta compañía
A veces la paciencia se desvía; En un universal ayuntamiento,
Dos bandos que de paz están ajenos Agueibaná, que todo lo movia
Uno suele tomar mas osadía : Para perfecionar su mal intento,
Viendo que su contrario tiene menos A todos les habló lo que sentia,
Del mas que se pensaba que tenia , Haciéndoles un cierto parlamento
Su baja condición hace mas alta Breve, mas por palabras bien compuestas,
Después que reconocen esta falta. Las cuales en sustancia fueron estas :
VARONES ILUSTRES HE INDIAS. ELEGÍA VI, CANTO 11.
«Si cesan los estreñios de locura, No cumplía mostrarse negligentes
Si quien tiene razón sin razón siente, Los nuestros que roncaban de dormidos,
Si memoria de bien antiguo dura, Por ser los boriquenes tales gentes,
Ningún varón habrá que no lamente Que pueden ser á todos preferidos :
La grave sujeción y desventura Membrudos, fuertes, sueltos y valientes,
Que todos padecemos al presente. En el acometer muy atrevidos,
¡ Cuan afligidos, cuan atribulados , Tan bravos, tan crueles inhumanos,
Cuan muertos, cuan corridos , cuan cansados ! Que son bien menester entrambas manos.
» Los días y las noches padeciendo, Pues los caciques dichos convenidos,
Servimos estas gentes estranjeras , Sin que cosa se huela ni se sienta,
A mas andar nos vamos consumiendo Fueron á los asientos conocidos
En minas y prolijas sementeras, Al punto y á la hora que se cuenta;
Y lodos ellos andan repartiendo Y de los españoles divididos
Nuestros campos, zavanas y riberas , Mataron luego mas de los ochenta,
Aquello que aquí siempre poseímos, De manera que en una misma hora,
Y donde nos criamos y nacimos. Pagaron á sus amos la demora.
» Cada cual de nosotros tiene dueño Agueibaná pagó con otro tanto
A quien reconozcamos obediencia, Al amo don Cristóbal, que servia ,
Y á lodos cuantos males os enseño La cual muerte cantaron en un canto
Ño hacemos alguna resistencia; De cierta borrachera que hacía,
Antes como vencidos de gran sueño No sin admiración ni sin espanto
Llevamos estas cosas con paciencia , Del hermana hermosa que tenia ,
Hasta dalles las hijas y mujeres Que con el don Cristóbal se holgaba ,
Para sus pasatiempos y placeres. Y le dio cuenta de lo que pasaba.
» A la maldad y desvergüenza suya Durante pues el canto mal fundado,
Como viles cobardes damos vado; Un mozo, que se dijo Joan González,
No siento de vosotros quien concluya En entender la lengua señalado,
En remediar negocio tan pesado ; Queriendo percebir aquesíos males,
Pues ¿quién hay de los hombres que no huya Desnudo según ellos y embijado,
Siendo cornudo ser aporreado, Metióse con los mismos naturales,
Sino nosotros, vil y baja gente, Y pudo conocer al descubierto
Que pasamos por todo blandamente ? Lo dicho por la india ser muy cierto.
» Pues decid, moradores desta fierra, Procuró de salirse del aprieto ,
Que dormís y roncáis con pecho sano, Rodeado de plumas y poporos,
¿Vosotros no sabéis qué cosa es guerra? Y con aquel aviso de discreto,
;, No nacistes las armas en la mano ? Ya fuera de los bailes y sus coros,
¿ No soléis alentaros por la sierra Habló con don Cristóbal en secreto ,
Mejor que si corriésedes por llano? Diciendo : «señor, ciertos son los toros;
Pues ¿cómo falta ya quien nos acuerde Pareceríame muy buena cosa
El bien de tanto bien como se pierde? Que pongamos los pies en polvorosa.
» Los caribes con sus ferocidades, i) No cumple dilación; porque yo juro
Que sombra nunca fué que los asombre, Que el esperar será gran desatino;
Con tantas y tan feas crueldades Caminemos agora con escuro,
Que tiembla de decillas cualquier hombre, Porque yo guiaré por tal camino
Tienen en mucho nuestras amistades, Que cada cual de nos vaya seguro
Tiemblan del Boriquén y de su nombre, Debajo confianza de mi tino.»
Y nosotros temblamos de doscientos El don Cristóbal dijo que se iría,
Cojos, tullidos, mancos y hambrientos. Pero de noche no , sino de dia.
» Aquella vieja, mi bestial abuela, Eran con don Cristóbal seis cristianos
Y el insensato torpe de mi tío Que estuvieron (a noche muy á pique,
Nos hicieron creer cierta novela Siempre con las espadas ei¡ las manos
Que siempre tuve yo por desvarío ; Y no sin sobresalto de repique ;
Pero ya la verdad se nos revela Pero, claros los montes y los llanos ,
Por aguas del Guarabo nuestro rio, Mandó luego llamar á su cacique,
Que no son inmortales los cristianos , Diciendole : «hacemos hoy viaje,
Y que pueden morir á nuestras manos. Danos gentes que lleven el fardaje.»
» Por tanto, cada cual las haga prestas El indio respondió que le placía,
Y del pesado sueño se despierte, Y trajo muchos indios bien dispuestos
Échese dos carcajes á las cuestas, Para la gran maldad que pretendía
Aliste con furor el arco fuerte; Instruios, avisados y compuestos :
Y sin otras demandas ni respuestas Partió la desdichada compañía
Mueran los enemigos mala muerte , Con los tamemes malos y molestos ;
Porque no puede ser mejor cauterio El Joan González su salida tarda,
Para la llaga deste cautiverio. » Casi quedándose por retaguarda.
Movidos desta loca confianza, Aquel que la traición mal la menea.
Responden los caciques del alarde : Después que todos seis fueron partidos.
« Para poder tomar esta venganza, Tomó trescientos hombres de pelea,
Conviene que ninguno mas aguarde ; En menear las armas escogidos ;
Porque la dilación y la tardanza En seguimiento va de quien desea,
Tanto peor será cuanto mas tarde, Por caminos y pasos conocidos,
Y sean las primeras circunstancias Y el rey Agueibaná , mozo lijero,
Matar á cuantos hay en sus estancias.» Al Joan González alcanzó primero.
En esto quedan todos acordados, Díjole : «dónde vas» , y dióle luego
Pospuestos todos miedos y temores, En la cabeza desapercebida;
Y aun agora van determinados Del golpe de la sangre quedó ciego,
De dar sobre sus amos y señores, Y antes que segundase la herida,
Estando todos ellos descuidados Hincóse íle rodillas, y con ruego
De semejantes riesgos y rigores; Pide que no le prive "de la vida;
Que mala defensión , que mal abrigo , El rey dijo, sintiéndolo tan Haco:
Seguridad en cas del enemigo. «Adelante, dejad este bellaco.»
íifi JUAN üK CASTELLANOS.
Dejáronlo con harta pesadumbre, Habia pues en estos dos lugares,
Quebradas las narices y las muelas, Al tiempo destas vueltas y marañas,
Y á los demás les dieron certidumbre Varones pocos pero singulares,
De su mal, pues les huellan ya las suelas Que hicieron proezas y hazañas,
Rostro hicieron á la muchedumbre, Mayores que los fuertes doce pares;
Embrazadas espadas y rodelas ; Y aun se pueden tener por mas estrañas,
Mas ¿qué verán los pocos entre tantos, Pues no se ponen en aquestos cuentos
Que no sean mortíferos espantos : ? Fábulas, ni Aciones , ni comentos.
Rodean los trescientos combatientes Estaba Salazar en esta villa
El breve batallón de los cristianos; En fuerzas y en esfuerzo señalado,
Necesidad los hace ser valientes, Sin que faltase punto ni hebilla
Bien como numantinos con romanos : Para varón heroico y esforzado :
Derríbanse narices, muelas, dientes, Gran siervo de la Virgen sin mancilla ,
Por el suelo veréis rendidas manos, Urbano , comedido, bien criado,
Es la sangre que corre de manera Hubo también aquí Miguel de Toro,
Que va tiñendo toda la ladera. Que fué de las victorias gran decoro.
Como toros en coso son heridos, En tierrafirmey en sus asperezas
Por rostros, por espaldas y por lados, Mostróse con Hojeda gran guerrero,
Por todas partes son acometidos, Y ansí, por sus hazañas y proezas
Todos traen los pechos traspasados : El santo rey lo hizo caballero;
Ya casi muertos, pero no vencidos, Joan López Adalid, cuyas destrezas
Ni de vender su vida descuidados No merecen aquí lugar postrero, .
Quisiera don Cristóbal la venganza Porque sus tinos son atrevimientos
Del rey Agueibaná, mas no lo alcanza. No se podrán decir en breves tiempos.
El espada tenia ya cercana, Añasco, cuya fuerza nada mansa
Mas en ciertos bejucos estropieza, Al escuadrón desprecia mas armado;
Luego terrible golpe de macana Un Sebastián Alonso, que no cansa
Le hizo do? pedazos la cabeza ; Rompiendo lo que está mas reparado ;
Y el resto de la gente castellana Y aquel fuerte varón, Luis Almansa,
Para postrer gemido se adereza; Francisco Barrio-Nuevo, Joan Casado ,
Dieron los indios, aunque gente dura, Y aquel de color loro, Joan Mejía,
A solo don Cristóbal sepultura. Cuyo loor no halla demasía.
Volvieron á buscar al Joan González, Y un hombre de Alanís, natural mió,
No para defensión de su partido ; Del fuerte Boriquéa pesada peste,
Mas él entróse luego por breñales, Dicho Joan de León, con cuyo brío
De suerte que no pudo ser habido : Aquí cobró valor cristiana hueste ,
Obró Dios sus milagros y señales Trájonos á las Indias un navio,
En escapar un hombre tan herido; A mí y á Baltasar un hijo deste,
Porque si la tal lengua pereciera, Que hizo cosas dignas de memoria,
Aquesta desventura mayor fuera. Que el buen Oviedo pone por historia.
Huyendo de los ásperos escesos Pero López de Ángulo, cuya lanza
Que el rey Agueibaná con otros fragua, Hizo por escuadrón ancho camino ,
Descubiertos los cascos y los huesos , Sin espantallo la mayor pujanza
Y á todas horas cantidad de agua, De batalla ni sallo repentino,
Rompió por arcabucos mas espesos, Donde no tuvo menos alabanza
Atravesando sierras de Jacagua; Martin de Guiluz, noble vizcaíno,
Salió por gobernar también su proa Fortísimo, lijero y animoso,
A un heredamiento dicho Toa. Y en los trances de guerra venturoso.
Hallóse quince leguas mas avante También Joan G i l , que siendo mozo tierno
De lo que su juicio computaba, Todos sus hechos fueron soberanos,
Gente nuestra halló bien ignorante Tantos, que tuvo destos el gobierno
De lo que la tal lengua relataba ; Dotado ya de dias mas ancianos :
Algún ángel llevaba por delante, Fué gran terror y espanto sempiterno
Que por tan buen camino lo guiaba; De todos los caribes comarcanos ,
Tuvo quien lo curó tan buena mano Hasta metellos en su propia tierra,
Que desde á pocos meses quedó sauo. Y á su costa hacelles cruda guerra.
Encendida la fuerza deste fuego En aquesta sazón y coyuntura,
Por los modos que tengo repartidos, Otros valerosísimos soldados,
Agueibaná, sin recebir sosiego, Que no sabré poner por escritura,
Juntó diez mil gandules escogidos ; Estaban en los pueblos señalados ;
Y al indio Guarionex le mandó luego Do va Guarionex con gran soltura
Que los lleve por bosques ascondidos Con los indios que dije bien armados;
A dar en aquel puehlo del Aguada, Y porque fué reencuentro bien reñido ,
Y á fuego y sangre del no deje nada. Después os contaré lo sucedido.
Todos fueron muy bien apercebidos
Y confiados de su vencimiento;
Los nuestros descuidados y dormidos,
Que podrían ser todos hasta ciento , CANTO TEKCERO,
En los dos dichos pueblos repartidos,
Y ajenos del rebelde movimiento, Duníe s« cuenta cómo llegó GUAHIONEJC a! luucblo dicho Honlcwayor
Salvo Caparra, do por Joan González sin ser sentido, y lo que mas sucedió.
Joan Ponce supo todos estos males.
No pudo Joan González lo que quiso, Pocas veces se goza de despojo
Ni los que con él juntos han llegado, De fuertes enemigos advertidos ,
Pues por ser el negocio de improviso, Cuando contrarias gentes ven al ojo
Joan l'once pudo ser el avisado; Y no llegan por pasos ascondidos ;
Y ninguno le pudo dar aviso Mas causan perdición y gran enojo ,
A Sotomayor, pueblo descuidado , Si llegan sin que puedan ser sentidos ,
El cual Aguada es por otro nomine , Porque cualquiera asalto repentino
A quien (lió don Cristóbal su renombro. Es causa de muy grande desatino.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO 111. 57
Pues para lo quo agora se procura, Con una nunca vista lijereza
Está Solomayor muy ensotado , Escuadrones contrarios resistía,
Entonces por ser poca la culura,
De todas partes no bien escombrado ; Grandes fuerzas sacó de su flaqueza,
Antes montañas, selvas, espesuras, Animo, corazón y valentía :
Lo suelen asombrar por cada lado ; Por el mayor aprieto y aspereza
Y aquesto dio lugar á que viniese De los mas atrevidos se metia,
El indio sin que nadie lo sintiese. Diciendo do*mas ímpetu sostiene :
Verdad es que, según hemos oído, «Salazar, Salazar es el que viene.»
A hombre que salió desta compaña,
Un indecito niño, dicen , vido Con obras, con palabras y con fieros,
ludios armados ir por la montaña; Hacia de victoria confianza ;
Pero su dicho nunca fué creído, Sus golpes son tan llenos , tan enteros,
Y todos lo tuvieron por patraña,' Que no puede vivir quien él alcanza;
Y ansí durmieron todos descuidados, No se vido león entre corderos
El cual descuido fué por sus pecados. Hacer tan crudelísima matanza,
Y no con menos bravo continente,
El acechado pueblo ven seguro, Peleaba también su flaca gente.
Donde cualquier espía se convierte, Al palo va venciendo nuestro hierro ,
Sin defensa de vela ni de muro, A las macanas duras el cuchillo;
Ni casa que se pueda decir fuerte ; Ayudaba también un cierto perro,
Esperaron al tiempo mas escuro Llamado según dicen Becerrillo ,
Para mejor poder hacer la suerte, El cual traía ya todo su cerro
En partes repartidos allí junto, No menos colorado que amarillo ;
Y macanas y flechas muy á punto. Del cual perro nos han contado cosas
Seis horas antes fué de la mañana , Que se pueden tener por espantosas.
Cuando Morfeo mas se detenia Viendo pues Guarionex su menoscabo ,
En regalar la vista castellana Al Salazar dirige su corrida ,
Con una soñolienta melodía; Haciendo con los indios del Guarabo
E ya la clara lumbre de Diana Una mas que cruel arremetida :
Sus doradas mejillas encubría, Resiste Salazar , y al cabo, al cabo
Cuando la gente del protervo bando A todos los compelen á huida,
El descuidado pueblo va cercando. Dejando por el pueblo y á su puerta
En partes se reparten con sosiego, Alguna cantidad de gente muerta.
Sin alboroto, grita ni ruido, Aquestos enemigos ya vencidos,
A las pajizas casas ponen fuego, Esclusos y apartados de sus puertos,
El cual con gran furor es encendido; Curaron los que estaban mal heridos
Aqueste daño hecho, suena luego Y dieron sepulturas á sus muertos ;
Una terrible grita y alarido; Procuraron de ser mas proveídos,
Los gritos fueron tales y tan altos, Huyendo de pasados desconciertos,
Que causaron pesados sobresaltos. Conoció no ser parte los que cuento
Para permanecer en tal asiento.
Despertaron aquí los que dormían, Y ansí con ardides de prudente
De tales novedades alterados ; Viendo los pocos hombres que quedaban,
Las llamas á huir los compelían, Uno herido y otro mal doliente,
Huyendo se hallaban mas turbados: Y riesgos que los mal amenazaban,
Flechas^, humos, calores, impedían Determinó llevar aquesta gente
Las espaldas, los rostros y los lado» , A Caparra do los demás estaban :
Las lumbres descubrían los engaños ; Parecer y balance de discreto,
Mas eran causa de mayores daños. El cual luego pusieron en efeto.
Ansí como por campos rodeados, Desásense de aqueste flaco gonce,
En la caza, por muchos ordenada, Y el campo se partió con mal arreo,
Que do quiera que huyen los venados, No con tiros de hierro ni de bronce,
Hallan lebreles puestos en parada, Pues con espadas hacen el ojeo;
Y son de todas partes acosados, Si deseaban verse con Joan Ponce,
Sin que puerta le den desocupada, Joan Ponce tiene muy mayor deseo,
Aquí los muerden perros, allí gritan , El cual se congojaba con sospecha
Aquí caen, allí se precipitan ; De la destruicion que estaba hecha.
Ansí do cualquier dellos se convierte , Su gente dividir no convenia
Hay rodeo de gentes inhumanas, Por ser poca y el tiempo peligroso ,
Hay lazos, hay camino de la muerte, Y estando con penosa fantasía
Hay dardos, arcos,flechasy macanas , Por saber de los otros congojoso,
Hay herida mortal, hay golpe fuerte , Allegó con la gente que traia ,
Hay para todo mal crueles ganas, Diego de Salazar el animoso :
Hay heridos aquí, y allí caídos, Los amigos difuntos lamentaron,
Aquí lamentación y allí gemidos. Y pocos con los pocos se holgaron.
En esta confusión y batería Estando pues ansí toda la tierra ,
Cada cual Salazar apellidaba, Viendo tan peligrosa rebeldía,
E l cual de mal de bubas no dormía , De ocios y sosiegos se destierra
Y entonces con gran sueño reposaba. Joan Ponce de León como solía ,
Al fin lo despertó la vocería. Tornando cpn los suyos á la guerra
Saltando de la cama donde estaba, Con la poquita gente que tenia,
No muy sobresaltado ni desnudo, En el número poca y aun doliente ,
Sino con el espada y el escudo. Pero maravillosa y escelenle.
El toro madrigado sale fuera Nunca se vio vigor ni tales mañas
Encendido de sañas ó furores; En tan breves escuadras y cuadrillas;
Bien pueden hacer alta la barrera Sus vencimientos son cosas estrañas,
Los mas sueltos y fuertes lidiadores; Grandes y nunca vistas maravillas ;
Porque él hará bien ancha la carrera , Y tan heroicos hechos y hazañas,
Do viere los peligros ser mayores ; Que soy muy poco yo para decillas;
Recogió cojos, mancos y tullidos Porque , vencer ejércitos tan agros
De las posibles armas proveídos. Tan pocos, son misterios y milagros.
58 JUAN DE CASTELLANOS.
Al fin el Boriquén está pujante , En despidiéndose rayos febales,
Dispuesto para toda competencia; Y el nublo de la noche derramado,
El español con ánimo bastante Al tiempo que descansan los mortales
Para vencer aquesta resistencia; Vencidos del dulzor acostumbrado ,
Réstanos que pasemos adelante Salió de entre los suyos Joan González,
A lo que sucedió de la pendencia Desnudo según indio y embijado
Entre los infieles y cristianos , Con arco fuerte, flechas y carcajes
Después que ya vinieron á las manos. Y la cabeza llena de plumajes.
Teniendo juntos pues los que ya digo , Llegó con el recato que convino,
Que ciento y veinte son cuantos alcanza, Pasando por gran parte de la junta ,
Porque no se pasase sin castigo A la cual ocupó tal desatino
Una cosa tan digna de venganza; Que quien lo vido nada le pregunta ;
Determinó buscar al enemigo Antes con nublos del bebido vino
Que estaba con grandísima pujanza, Ser indio de los suyos se barrunta ;
Y para gobernar sus pocas gentes Después que vio roncar toda la gente,
Nombró cuatro caudillos escelentes : Volvióse con gracioso continente.
Añasco, Salazar, Miguel de Toro, Y sin cubrir la desnudez que tiene,
Almansa, cada cual esclarecido ; Según necesidad de tal acecho ,
Sustancia de la guerra y el decoro Dijo : «lodos están como conviene,
De lo que puede ser encarecido; Pues duermen como libres deste hecho.»
Pues según rosicler sobre buen oro, Joan Ponce de León no se detiene
Lo fueron del ejército florido; En ordenar los suyos á provecho,.
Entre estos cuatro generosos Martes, Tocando con los labios los oidos
Partió sus gentes por iguales partes. Para que no pudiesen ser sentidos.
Salazar capitán era de cojos, Partió luego con todos sus soldados ,
Que él mismo por tal nombre se mostraba, Por escuadras y puestos repartidos,
Enfermos, desbarbados, mas noflojos, Pies seguros, quietos, sosegados ,
Sino gente que lodo lo talaba; En el acometer bien advertidos ;
Y ansí hicieron hechos ortodojos, Entraron por lugares señalados;
Según necesidad les enseñaba : Aquí, y allí, y allá suenan ruidos
Ciervos para huir algún mal trance, Causando pies lijeros manos sueltas
Y perros para ir en el alcance. Mil gritas, mil marañas y revueltas.
Estando todos bien aderezados Lobos entran aquí por los rebaños,
Para lo llano, sierra y arcabuco, Por acullá leones los aquejan,
Fueron de ciertas indias informados Por todas partes hay crecidos daños ,
Que tomó Salazar en un conuco, Armas tomar aquí, y allí las dejan ;
Estar copia de indios congregados No pueden atinar á los engaños,
A la boca del rio Coayuco, Por aquí dicen ay, allí se quejan ,
Flechas, inmensas armas, alambores, Aquí dan cuchilladas, allí hieren ,
Y de caribes muchos valedores. Por esta parte matan, y allí mueren.
La era del Señor es estendida No hay muertes que con muertes no segunden
A tres quinientos y once desta cuenta, Caen gallardos mozos, caen canas ,
Cuando la hueste destos recogida Boriquén y caribe se confunden,
Estaba donde ya se representa; Suenan montes, collados y zavanas
Serian once mil en la partida, Con gritos y clamores que se hunden,
Toda gente cruel , sanguinolenta, Huellan por arcos,flechasy macanas;
Fornida de mortíferos pertrechos, Si huyen por aquí, por allí pican ,
Aquí dan tropezón, allí trompican.
Y dispuestos á mas crueles hechos.
Como nave siguiendo su carrera
Estos y muchos otros repartidos Es de veloces llamas encendida,
Al Agueibaná sirven y respetan , Que el miserable nauta donde quiera
Los nuestros destas cosas advertidos , Halla su perdición y su caida,
Muchas cosas consultan y decretau ; En fuego si no quiere salir fuera,
Y fueron en efeto resumidos En agua si salió perdió la vida :
Acometelles antes que acometan , Arriba pena, confusión, presura ,
Teniendo la presteza por segura,
Por consistir en ella su ventura. Y abajo muerte, mal y desventura;
Anda solicitud á todas velas, Ansí con estas mismas confusiones,
Alístanse los fuertes morriones, , Si deste punto huyen de mal arte,
Preparan las espadas y rodelas, Daban en mas terribles turbaciones;
Lijeros coseletes de algodones; Si por aquí los hiere duro Marte,
Los alpargates eran las espuelas, Por acullá crueles escuadrones;
Que no van en caballos ni trotones ; Muerte, fuerza, temor de cada parte,
Guian la gente grandes adalides, Sangre, terror, dolor, tristes gemidos,
Destrísimos en mañas y en ardides. Montón grande de muertos y caidos.
Aderezados pues desta manera, Ardiendo va la furia que no cesa ,
Caminan por montañas sin camino; Las manos y los pies andan espertos.
Con gran silencio pasan la carrera Cumpliendo cada cual con su promesa
Para buscar al bárbaro vecino; En ocupar lugares descubiertos ;
Vinieron á salir á la frontera , Finalmente, les dieron tanta priesa
Sin faltar á Joan López su buen tino , Que se quedaron solos con los muertos;
Atalayaron los que son espertos El español brioso, poco manso,
Estando con los árboles cubiertos. Mas bien necesitado de descanso.
Esperaron la noche venidera Muertos los que de cuervos fueron cebo,
En tácitos lugares recogidos, Tuvieron todos vigilante vela,
Según común costumbre de la fiera, Sin escusarse viejo ni mancebo
Prestos los pies y atentos los oídos; De dejar el espada ni rodela;
Agueibaná hacia borrachera Hasta tanto que ya la luz de Febo
A los que en su favor eran venidos ; Con sus dorados rayos los consuela :
Cantores en aquellos cantos diestros Comieron; pero yo por estar harto,
Cantaban ya la muerte de los nuestros. Remito mi manjar al canto cuarto.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO IV.
El fuerte Salazar tocó su cuerno
Llamando los que están apercebidos;
CANTO CUARTO, Recogió los que son de su gobierno,
Mozuelos, medio mancos y tullidos;
Pero como demonios del infierno
Donde se cuentan otras victorias que los españoles tuvieron en pacifi- En ser fuertes, osados y atrevidos,
cación del dicho Boriquén. De Caparra salieron y sus puertos
Por ásperas montañas encubiertos.
Estremos grandes son de cobardía En confianza del favor divino
Temer y recelar en esta vida De partes descubiertas se desvían,
El peligro que por ninguna via Sin rastro ni pisada de camino
Tiene desaguadero ni salida; Por el Joan de León todos se guian :
Rebate grandes riesgos osadía, El adalid guió con tan buen tino,
Buen ánimo restaura su caida, Que pudieron salir donde querían ;
El brio y el valor del varón fuerte Luego pasaron é hicieron alto
Suele hacer de mala buena suerte. Para poder sin riesgo dar asalto.
Esto mostró muy bien según os muestro En un árbol pusieron atalaya,
Joan Ponce con valor jamás oido, Desde donde mirando muy atento
Pues no supo temer hado siniestro Descubrió muchos indios por la playa,
Al tiempo que se vido mas caido ; Y dio la relación con gran»contento ;
Antes como diestrísimo maestro El mas flaco varón menos desmaya,
No quiso conocerse por vencido, Antes cobró brioso movimiento,
Osó volver la rueda mal segura , Porque para medrar vian al ojo
Y dióle buen suceso su ventura. Donde poder tomar algún despojo.
Porque todos los indios congregados, Entraron todos ellos en consulta,
Y los que por la isla mas habia El mozo desbarbado y el de calva
Quedaron desta vez tan hostigados Dieron sus pareceres, y resulta
Que no mostraban tanta lozanía; Que para se hacer mejor la salva ,
Puesto caso que no tan desmayados Por la parte mejor y mas oculta
Que no piensefl volver á la porfía , En la gente cruel diesen al alba ,
Mayormente la gente mas remota, Y ansí velaron todos con cuidado
Que nunca se bailaron en la rota. Hasta llegar el tiempo señalado.
Destos el uno fué Mabodomoca , La luz esclarecida de Diana
Que estaba con seiscientos compañeros Sus dorados cabellos recogía,
Vaciándose muy largo de la boca Y Venus anunciaba la mañana
En confianza destos sus guerreros; Que por pasos contados se venia,
Juntamente con él la gente loca Cuando la poca gente castellana
Hacia mil desgarros y mil fieros, Sobresaltó la dura compañía :
Burlándose del mísero paciente Con pies lijeros y veloz espada
Por dejarse vencer de nuestra gente. Por dos partes ocupan la manada.
Destos los capitanes mas ufanos Comienzan los mortíferos conciertos
Consultaban sus falsos adevinos, Y golpes de clemencia despedidos ,
Hiriendo de los pies y de las manos, Huían por los montes los despiertos,
Peor que con espíritus malinos, Despiertan los que estai>an mas dormidos:
Diciendo : «vengan, vengan los cristianos, Aquí veréis caídos, allí muertos
Que aquí les barreremos los caminos, Por todas partes quejas y gemidos;
Y venga Salazar con su cuadrilla, Revolvió sobre sí Mabodomoca,
Verá cómo le va con la rencilla.» Y á su justa defensa los provoca.
Todas aquellas cosas que hablaban Acuden los gandules esforzados
Con aquellas robustas confianzas, Según á bravos toros los alanos,
Supieron los cristianos donde estaban Danse terribles golpes y pesados
Haciendo sus castigos y venganzas; Encuentros y rencuentros inhumanos;
Informados de indios que tomaban De tal suerte que ya nuestros soldados
Por sendas ó caminos de labranzas , Habían menester entrambas manos;
Y riendo decían : « compañeros, Mas en aquestas gritas y rencillas
A Salazar, á vos os hacen fieros.» El Salazar hacia maravillas.
Respondió Salazar con gran paciencia : Joan León también, singular hombre,
«Yo pues iré de muy entera gana, Andaba por aquellos escuadrones
Si nuestro general diere licencia Conformando las obras con su nombre,
Para que nos partamos de mañana; Ambos á dos fortísimos leones;
Porque será gran cargo de conciencia Haciendo los demás ganar renombre,
No ver qué quiera gente tan lozana ; En estas belicosas turbaciones,
Y si menester es que mas lo ruegue Ensangrentados cuerpos y paveses
Con gran instancia pido no la niegue. » De los terribles golpes y reveses.
Luego Joan Ponce de León ordena Cuando la luz de Febo se presenta
Que vaya con la gente que allí tiene, Por las cumbres de montes ensalzados
Diciéndole : « señor, id norabuena Tenían muertos ya ciento y cincuenta
Como quien sabe bien lo que conviene; De los indios que son mas señalados;
Llegando, si pudierdes, sobre cena Viendo los otros burla tan sangrienta,
Proveyendo de música que suene, A volver las espaldas son forzados ,
Pues el entrada menos peligrosa Los nuestros, por hallar algún buen lance,
Es cuando la comida se reposa. » A gran priesa seguían el alcance.
Respondió Salazar : «hora segura Aquel Joan de León un indio destos
Es esa, según claro se nos muestra; Acaso vio huir por cierta via,
Mas el tiempo, sazón y coyuntura Dispuesto mas que todos los dispuestos
Es para tales cosas gran maestra; En miembros, gentileza y gallardía;
Vamos cubiertos por el espesura, El indio con dañados presupuestos
Guie Joan de León con mano diestra, Fingió que del León se retraía;
Para que como viéremos hagamos Cebábase León por sus provechos,
Después que juntos dellos nos pongamos.» Viendo que lleva joyas en los pechos.
JUAN DE CASTELLANOS.
Por no perder aquella buena presa, Los trances rigurosos acabados
Con osadía mas que de valiente, Y el un indio huido y otro muerto ,
Tras de la caza va por la dehesa Vinieron los dichos dos soldados
Sin que lo viese nadie de su gente; A los demás que estaban en el puerto,
El indio como vio puesta la mesa Adonde los hallaron congregados ;
Acudió contra él incontinente, Y puestos en buen orden y concierto ,
Diciendole : « repara, porque veas Trató León de sus inconvinientes,
Quién merece mejor estas preseas. » No sin admiración de los oyentes.
Cada cual de los dos iba lozano Mas no poquitas veces ponen miedo
Y al singular certamen no sin gana , A gentes valerosas españolas
El indio con sus dardos en la mano La fuerza, la soltura y el denuedo
Y con poderosísima macana ; Que tienen muchos indios á sus solas;
León consideró con seso sano Que como valerosos á pié quedo
Que cumplía hacer rodela sana; Ganan victoriosas laureolas,
El dispuesto gandul se llegó junto Heles visto hacer hechos estraños,
Al español que no le pierde punto. Y en nuestra gente no pequeños daños.
El indio con las mas fuerzas que pudo Y en tierra de Cubagua, que no callo
Despide de las manos en un dardo, Por ser de los guerreros la princesa,
Pasó toda la tabla del escudo A hombres en la guerra hecho callo
Sin baslalle dureza ni reguardo, Ya vimos en llanísima dehesa,
Y entró hasta parar en cierto ñudo Siete indios á siete de caballo
Del sayo de algodón y duro fardo; Quitalles los despojos y la presa ,
Y á no ser la herida tan al sesgo Con otra cosa no de menos fama .
Joan de León corría harto riesgo. En un rio que Guárico se llama.
El cual procuró luego de alcanzallo Esto fué que Fernando de Baeza.
Y dalle golpe lleno con el hierro; Un indio vio que le mostró las suelas,
Mas él huia como buen caballo, Y para lo coger en poca pieza
Acometiendo bravo como perro; Al caballo hirió de las espuelas;
Y cuando mas pensaba de cansallo, A él lijeros pasos endereza ,
Tanto mejor subiera por un cerro, Pensando de traello con pihuela*;
Antes el español, como cargado El indio como ya lo vio cercano
De mas armas, andaba mas cansado. No rehusó parar en lo mas llano.
Libró los otros dos dardos galanos, El cual con valeroso continente,
Apuntando con ellos mas al viso , Macana con dos manos esgrimiendo,
Impetuosos ambos, pero vanos Se defendía valerosamente,
Por esperallos con mejor aviso ; La lanza y el caballo rebatiendo ;
Vense los combatientes ya cercanos El español de vello tan valiente,
Por querer uno lo que el otro quiso, Los labios con despecho remordiendo;
El espada procura lo que resta, Arremetió con vana confianza,
Y el indio la macana tiene presta. Pensando'de llevallo con la lanza.
El cual en este caso mas agudo, Bien pensaba matallo de camino
A causa de ser menos impedido, Y quedalle también el brazo sano ;
Tal golpe dio por cima del escudo, Pero contrariamente les avino ,
Que casi lo privó de su sentido; Pues el indio con ánimo romano
Mas esforzóse todo cuanto pudo, Dio de través un salto peregrino,
Y apechugó con él amodorrido, Y quitóle la lanza de la mano,
Pensando barrenallo por debajo; El cual después de hecha tal ofensa
Mas el indio con salto se retrajo. Con la lanza hacia su defensa.
Estando cada cual cou el desino Pues como ya la lanza le faltase,
De poder sujetar contrario Marte, Y al indio vio también quedar intato,
Un español llegó por el camino, Esperando la gente que llegase
Y un bárbaro también por otra parte; Estúvose suspenso por un rato,
El español al español se vino, Temiendo que el caballo le matase
El indio por el indio se reparte ; Por no valer entonces tan barato
Y como no lo tiene de costumbre, Como vemos al tiempo que esto cuento ,
León recebió grande pesadumbre. Que lo que uno valia cuestan ciento.
Pues viéndolo venir desta manera , Hernando de Baeza pues estanca
Dijo desde el lugar donde se halla, Por la causa que tengo declarada,
«Pesar de mí, señor, teneos afuera , Esperando que llegue gente blanca
Mirando desde lejos la batalla ; De los comilitones del armada;
Que no soy yo gallina ponedera, Allegó luego Joan de Salamanca
Ni me espantan cien mil desta canalla ;» Con Francisco Martin de la Bogada,
Cubrióse del escudo con coraje , Y otros dos de caballo , buenos hombres
Y arremetió de veras al salvaje. Que ya no me recuerdo de sus nombres.
Descargó la macana levantada Llegados estos cuatro por la vía
El indio por matar nuestro cristiano , Donde el dicho Baeza reparaba ,
Corren por ella filos del espada Vieron el indio que se defendía
Cortándole los dedos de la mano; Con aspeto feroz y furia brava ;
La rodela quedó bien quebrantada, Y como con lozana gallardía
Y el dueño quedó del todo sano ; La lanza por el cuento blandeaba ,
Mas, como ya con brazos hacen guerra, Cada cual dellos á decir comienza:
La daga muerto dio con él en tierra. ¡ Qué grande poquedad y qué vergüenza !
Grandísimo pesar lomó de vello Mas cada cual guardaba su caballo
El bárbaro segundo que venía, Al riesgo no queriendo ser anejos,
Que quisiera llegar á socorrello, Y ansí, con intención de lanceallo,
Mas aquel español lo defendía; Tiráronle las lanzas desde lejos;
Por lo cual anduvieron al cabello, No pudieron berilio ni matallo,
Puesto que no con tanta valentía ; Quedándose confusos y perplejos ,
Pues el otro quitado de por medio , Ansí que de las lanzas rebatidas
Huir le pareció mejor remedio. Tenia todas cinco recogidas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO V. 61
Estando todos no sabiendo cómo Formaron una hueste poderosa
Sacar las lanzas del gandul guardoso , Con que cubrían campos y zavanas ,
Allegó por allí Luis Perdomo, Arreados de yerba ponzoñosa.
Soldado diestro, suelto y animoso, Usada destas gentes inhumanas ;
Hombre para la guerra de gran tomo, Jamás se vido semejante cosa
Y en lances semejantes venturoso , De dardos, arcos, flechas y macanas ,
Natural de las islas de Canaria, Tan grande munición, tantos carcajes,
Y de los antiquísimos de Paria , Tantas diversidades de plumajes.
El cual en gran manera se reia; En las guerras éspertos y avisados
Y no sin confusión destos cristianos, Serian quince mil los deste cuento,
Se bajó del caballo que traia, Y todos por los trances ya contados
La lanza mal asida con las manos, Faltos de temeroso sufrimiento ;
Porque de manco ya no las tenia, Hizo de los caribes mas nombrados
A lo menos en ellas dedos sanos : El rey Agueibaná su llamamiento ,
Desta manera pues se fué llegando Y ansí como llegó la gente liera
Su vida y la del indio reguardando. A todos les habló desta manera^:
Afirmóse también de su postura «El bueno que procura valedores
El indio sin recelo del combate, Para se defender de malas gentes,
Tirándole dos botes con soltura, Debe tener en mucho los favores
Que luego Luis Perdomo le rebate, De sus vecinos, deudos y parientes;
Y entró con él en esta coyuntura , Y en mas se preciarán cuanto mayores
No queriendo matar ni que lo mate, Y á su necesidad mas convinientes;
Y ansí vinieron ambos á la lucha, Que la falta con tiempo socorrida
De cada parte no sin fuerza mucha. Conviene ser muy mas agradecida.
Cada cual dellos juega falsa treta, «Considerando pues cuan á lo largo
Pues barren los hocicos la ceniza , Corre mi trabajosa desventura ,
El vestido las manos mal aprieta , Habeisme puesto todos en gran cargo
El que no tiene ropa se desliza; Con amistad de fuerte ligadura,
Mas al fin el vestido lo sujeta , Por socorrer en tiempo tan amargo
Y á puño y bofetón lo martiriza; Y en tan necesitada coyuntura,
Sirvióle después bien este captivo Que si nos falleciere y es ninguna ,
El tiempo que en el mundo duró vivo. No se puede tentar otra fortuna.
En otros muchos lances no reparo, » Y pues que vuestros bravos movimientos
Aunque por cierto yo vi grandes cosas, Son perpetuo terror de los humanos ,
Que podrán admirar si las declaro , Tanto que dellos son vuestros sustentos
Y me diere Dios horas espaciosas ; Y los manjares mas cotidianos ;
Mas quiérome volver á Zalazaro , Deseo que varones tan sangrientos
Pues vuelve con sus gentes victoriosas, No se nos escapasen de las manos,
Heridos hasta dos ó tres soldados , Para que desta vez se mate fuego
Y todos ellos bien aprovechados. Que nos causa mortal desasosiego.
Regocijados todos desta gloria » Porque si desta vez no se destierra
Esta plaga y aquesta desventura,
Por pasos de caminos conocidos, También ha de correr por vuestra tierra,
Llegaron á la villa ya notoria, Sin que podáis tener hora segura;
Donde con honra fueron receñidos, No tiene de faltaros cruda guerra.
Congratulándose de la victoria Infame sujeción y cárcel dura ,
Que ganaron los cojos y tullidos, Porque para hartar su hambre loca
Con otras muchas mas que, Dios mediante, Lo mas se les antoja cosa poca.
Podrán ver los letores adelante. » Los ejemplos tenemos en las manos,
Con pérdida de nuestras vecindades;
Pues, desque los haytíes fueron llanos,
CANTO QUINTO, Con nunca jamás vistas crueldades
Donde so cuenta la pacificación de loila la isla y la postrera batalla,
Pasaron , como veis, á los cercanos,
donde todos los indios estaban juntos con grandes valedores de Do so color de buenas amistades,
caribes. Privan á todos de las dulces prenda?,
De hijos y mujeres y haciendas..
El que padece penas y dolores, » Si desta suerte ya quedan los otros.
Ajeno del descanso que tenia, Sujeto y acabado nuestro bando,
Forzado de sus mismos sinsabores Es claro que ninguno de vosotros
Suele perder temor y cobardía; Podriades quedaros alabando;
Y»ansí no pocas veces los temores Sino que victoriosos de nosotros
Engendran y producen osadía , Os seguirá furor no menos Mandó,
Porque por remediar vieja querella Y aun á los de costumbres mas oscenas
Procuran de bebella ó de vertella. Acaso punirán con las setenas.
Movidos deste mal los boriquenes, » Ansí que, para vernos redimidos
Viéndose perseguir por tantos modos, De tantas afliciones y cuidados, ,
Perdidas sus haciendas y sus bienes, Querría que si fuistes atrevidos,
Quisiéronse meter hasta los codos, Seáis mas atrevidos y esforzados ;
Asegurándose destos vaivenes, Los contrarios son pocos y tullidos,
O de una sola vez perderse todos, Aunque valientes y determinados ;
Queriendo mas morir por sus defensas Pero poco valdrá su pesadumbre
Que ver y padecer tantas ofensas. Contra tan infinita muchedumbre.»
Para valerse pues contra los males Las gentes inhumanas y crueles,
De la guerra que tanto les apoca , Oida la razón de tantas penas,
Hizo junta de indios naturales Respondieron allí por sus cuarteles
Agueibaná que todos los provoca; Palabras de temores bien ajenas,
Llegáronse señores principales : Con furia de grandísimos lebreles
Aimanio, Guarionex, Mobodomoca , Que por morder remuerden las cadenas,
Y demás destas gentes en que estriba Encendidos de pestilente gana
Crecida cantidad de la carina. De ya poder beber sangre cristiana.
62 JUAN DE CASTELLANOS.
La gente castellana, que velaba , » Si tiene parecer el hombre diestro.
Según que lal peligro requería, Este es mí parecer y mi sentencia,
Ninguna cosa deslas ignoraba Aunque deseo yo saber el vuestro ,
Pues no tenéis menor el esperiencia;
Por indios que tomaba cada dia; Y el que sintiere ser mejor maestro
Y por sus pocas fuerzas recelaba Aquí para hablar tiene licencia;
Junta de tan proterva compañía; Pues no siendo razón del todo vana
Pero con recelallos y temellos Escucharémosla de buena gana. »
Determinaron ir en busca dellos. El número de aquesta compañía
Y no sin afliciones y cuidados Sin esceptarse del mozo ni viejo
Que suelen agravar esta balanza , En aquestas palabras se veia,
Llamó Joan Ponce todos sus soldados, Como si fuera lumbre de un espejo;
Dignísimos por cierto de alabanza ; Y ansí dijeron que lo que decía
Y estando todos ellos congregados, Era necesarísimo consejo,
Sin muestra de temor y destemplanza , Y lo que contenían sus razones
Como varón en todo suficiente, Se conformaba con sus intenciones.
Me dicen que les dijo lo siguiente :
« No creo que teméis por villanía La voluntad de todos conocida,
Decille que defienda su partido Que fué para tal caso convenible,
A quien con tan suprema valentía Aderezóse luego la partida
Me consta bien habello defendido: Con cuanta brevedad les fué posible;
Pues puede redundar en culpa mía Ochenta solos hacen la corrida
Contra los quince mil, gente terrible;
No ser en este caso proveído , Dudosos se harán á los humanos .
Para que á valor tan infinito Tan altos hechos y tan soberanos.
Ayudemos siquiera con un grito.
» Porque ansí como sobra de razones ¿Quién creerá vencer á tan gran Marte
Engendra confusión en los oyentes , Estatura de tan pequeño codo ?
Ansí do quier que faltan prevenciones ¿O cómo fuerza de militar arte
Suelen nacer cien mil inconvinientes, Para ello halló via ni modo?
Que paren otras muchas ocasiones Mas peleaba Dios de nuestra parte,
Por do suelen perderse muchas gentes , Que con su voluntad lo vence todo ;
Y mas en guerra y el contrario junto, Pues queda muy atrás valor humano
Do no conviene que se pierda punto. Donde pelea su potente mano.
» Movido pues, señores, deste celo, Era tenido Salazar en tanto
No sin vacilaciones varias, oso Al tiempo que esta guerra se trataba ,
Deciros que holláis ajeno suelo, Que el batey de los indios y su canto
Y tenéis enemigo poderoso ; Con gran veneración lo celebraba :
Que cumple no durmamos sin recelo, Su nombre les ponia tal espanto
Que conviene tener poco reposo, Que el indio mas soberbio mas temblaba ;
Que demos orden para que esta plaga Y en tiempo destas vueltas y rigores
Con menos riesgo nuestro se deshaga. Fatigábanlo mucho sus dolores!
» Y cierto no conviene que los buenos. Pues como vio Joan Ponce que se halla
En riesgo del honor y de la vida, Esta persona principal tan flaca,
Hagan cosas á poco mas ó menos; Y que para romper cualquier batalla
Sino por una regla bien medida , Cuanto mas flaco mas esfuerzo saca ,
De la cual los que fueren mas ajenos A ciertos indezuelos de canalla
Hallarán mas cercana la caida; Mandó que lo llevasen en hamaca ,
Pues á quien corre sin mirar por dónde Y ansí con el reguardo conviniente
No siempre buena dicha le responde. De sus desnudos hombros va pendiente.
«Considerando pues la gran compaña Salieron luego para la conquista
De gente tan cruel y tan molesta, Con buena prevención nuestros varones,
El desorden notable cuánto daña, Sin hallar tropezón que los resista
Un pesado descuido cuánto cuesta; De tantas y tan grandes poblaciones.
Deseo que nos demos buena maña Finalmente, llegaron á la vista
En este postrer trance que nos resta, De los embravecidos escuadrones,
Porque después gocemos sin sozobra Los cuales estuvieron muy atentos
Fructuoso trabajo desta obra. Riéndose de sus atrevimientos.
» Pues si nuestras zozobras tienen vado, Asentaron real, pequeño trecho
Como tengo de Dios la confianza, Del contrario sin grita ni ruido,
Será vuestro trabajo conmutado Teniendo por espaldas un repecho
En vida de placer y de holganza, Que hacia lugar fortalecido ,
Y cada cual muy bien galardonado Para tales designos á provecho,
De lo que el rico Boriqucn alcanza; De maiz , leña y agua proveído;
Todo lo cual parece que asegura, El cual lugar les dio grande consuelo
Demás del gran valor, vuestra ventur:t. Por habello hallado tan á pelo.
» Esta conviene mucho que sigamos Como los nuestros pues allí viniesen
Huyendo del peligro los estremos, A hora poco mas de mediodía,
No para que fiel todo los temamos, Para los provocar á que saliesen
Sino que con recato uos guardemos , Gran muchedumbre de indios acudía ;
Y para concluirlo que tratamos, Españoles querían que rompiesen,
Antes que ellos nos busquen los busquemos ; Joan Ponce de León no consentía;
Pues, jugando de mano, veces hartas Pero por ojear sobresalientes
Desbaratan á trunfos buenas cartas. Salieron hombres sueltos y valientes
» Para ser de valor mas alentados, Salió Joan de León, mozo valiente,
Podéis encomendar á la memoria Pero López de Ángulo, Joan Mejía,
Que en lodos los rencuentros atrasados Mostróse Salazar tau solamente
Habéis go/.ado siempre de victoria , Que para mas licencia no tenia ;
Con hechos tan heroicos y esforzados Porque de tan gran número de gente
Que se les debe muy cabal historia, La principal muy bien lo conocía,
Y no cumplir que pierdan los remates Salió Miguel de Toro, Joan González,
Hazañas tan subidas de quilates. Y hasta diez ó doce destos tales.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO V. 63
Demás de que las armas iban prestas, »Iránse los caribes mal pesantes
Iban calzados de lijeras suelas,
Llevan un arcabuz y tres ballestas, Por verse padecer trances tan duros ,
Los demás con espadas y rodelas; Dividiránse luego los restantes
Y á los indios de plumas mas enhiestas De libertad perdidos ya sus juros;
Aprietan, como dicen, las espuelas, Tenérnoslos tan llanos como antes,
Mataron en aquesta rociada Y por ventura harto mas seguros;
Tres ó cuatro de gente señalada. Que no hicieran ellos tal mudanza ,
Los indios que volvieron afrentados Si de volver tuvieran la esperanza.
Causaron en los otros tal revuelta, «Por tanto, pues la gente queda sana
Que revolvieron mas determinados Y libres ya del encendido fuego,
Hasta doscientos, toda gente suelta ; Cenemos lo que hay de buena gana,
Los españoles diestros y avisados Puesto que no durmamos con sosiego ;
A nuestros escuadrones dieron vuelta , Volvernos hemos luego de mañana,
Pareciéndoles bien el primer lance Que ganado tenemos este juego. »
Sin esperar roas riguroso trance. Con esto reportó la compañía ,
Estando pues los nuestros en sus puestos, Y se volvieron todos otro dia.
Cada cual dellos bien aderezado, Y ansí fué que después los boriquenos
Vieron entre estos indios bien dispuestos Se quisieron rendir todos á una ,
Un indio grandemente señalado : Los españoles vivos quedan buenos,
Las piernas y los brazos muy compuestos, Y la guerra les da pena ninguna;
En los pechos cerní de oro labrado, Joan Ponce de León ni mas ni menos
Gozaba de su próspera fortuna,
Y según en su traza representa En paz con su mujer y con sus hijos,
Debia ser persona de gran cuenta. En sus minas, estancias y cortijos.
Todos tenían pues la vista fija Trajeron grande copia de ganados,
En aqueste gandul que parecía, Necesarios á todos menesteres;
No sin alteración algo prolija Vinieron á poblar hombres casados
Sobre saber de cierto quién sería ; Con sus familias, hijos y mujeres;
Porque con las pinturas de la bija Varones diferentes en estados,
De cierta ciencia no se conocía; Ricos y caudalosos mercaderes,
Mas en común juraba gente nuestra Ocupan puertos varios navegantes
Ser el Agueibaná, según la muestra. Y grande multitud de contratantes.
Durante por palabras la pelea Lucen y resplandecen los arreos
Entre los adalides principales, Que cubren las humanas proporciones,
Dijo Joan de León : « quien quier que sea, Hay justas, juegan cañas hay torneos
Rueño será que pague tantos males; Con grcmdes variedades de invenciones ,
Y no venga la noche sin que vea Satisfacen riquezas sus deseos,
Las penas y tormentos infernales.» Vanse poblando nuevas poblaciones,
El arcabuz lomó que va cargado, Las cuales conocí con gran proveého.
Y por su rodelero Joan Casado. Pero ya muchas dellas se han deshecho.
Viendo que dos bajaban por la vía Tenian de oro ricos nacimientos,
Del fuerte do tenian sus pertrechos, De cosas necesarias gran hartura,
Ocurrieron los indios á porfía Hay grandes hatos, hay heredamientos ,
Y á tomallos á manos van derechos; Hay por la isla toda gran cultura ;
Apuntó bien León á quien quería , Celebráronse muchos casamientos
Y dióle por el medio de los pechos ; Con damas de valor y hermosura ,
Cayó volcándose por aquel suelo , Y acuerdóme de aquestos pobladores
Quedando los demás con gran recelo. Que dejaron algunos sucesores.
Pero con presuroso continente Gaspar y Garci Troche, principales
Asieron á porfía del caido , En estos regimientos y gobiernos,
Sacándolo cargado prestamente Hombres en toda cosa tan cabales
De aquel lugar adonde fué herido ; Que del dicho Joan Ponce fueron yernos ;
Y ansí como lo vio la demás gente Francisco y Joan de Toro, y otros tales
Dieron terrible grita y alarido, Para cualquier peligro nada tiernos,
Yéndose poco á poco retirando, Francisco de Alvarado, Diego Ramos,
La muerte del cacique lamentando. Que por varón ilustre lo contamos.
Convierten el placer en duro llanto Diego de Cuéllar, Pedro de Espinosa,
De verse reducir á servidumbre, Y con ellos Víctor y Joan Guilarle,
Y ansí decían todos con espanto Pedro de Mata que en cualquiera cosa
Aunque no lo tenían de costumbre : De honra no le daban poca parte.
«O los poquitos destos valen tanto Castellanos, persona generosa
Como si fuese grande muchedumbre, En cuanta clara parte nos reparte ,
O han resucitado nuestros amos Y aqueste generoso caballero
Y los demás cristianos que matamos.» Fué después en la isla tesorero.
Confiados de fuerzas y soltura, Francisco de Mayorga, tan bastante
Quisieran muchos ir en los alcances, En todo cuanto puede ser nobleza,
Pero Joan Ponce dijo ser locura Que ningunos pasaron adelante
Y desvariadísimos balances : Y pocos en posible de riqueza ;
«Dejadlos ir, que es guerra mas segura ; Joan de Mayorga, hijo, semejante
Pues Dios nos ha librado destos trances, En discreción, honor, virtud, proeza ,
Daldes lugar á bien llorar su muerto, Que vive , y es persona señalada
Que el rey Agueibaná debe ser cierto. En este nuevo reino de Granada.
» Paréceme consejo muy mas sano, Persona de mi harto conocida,
Por libertad de tan pesado Marte, Pues vi que en escuadrones de hVlona
Las gracias dello dar al Soberano, Ha servido muy bien toda su vida,
Pues nos ha sucedido de tal arte Y sirve hoy á la real corona ;
Que nos dio la victoria de su mano , Tiene mujer que tiene merecida
Siendo nosotros harto poca parle : Alabanza inmortal de su | ersona.
Limosnas se harán y sacrificios Dicha doña María de Cizalla ,
Keconociendo tantos beneficios. Que soy muy poco yo para alaba!la.
64 JUAN DE CASTELLANOS.
Ansimismo hicieron alli rancho Curóle Yahureibo la herida ,
Un Baltasar Cáncer y Joan su hermano , Gozoso de tener tan buen captivo,
En honor sin venille nada ancho No tanto por quererle dar la vida .
Dicho Ruiz Barrasa tuvo mano; Cuanto por se servir del siendo vivo ;
Hubo también aquel Francisco Joancho. Es el dolor del pié muy sin medida,
Muy rico y caudaloso baquiano, Mas el del corazón mas escesivo,
Alonso Manso, Baltasar de Castro , Por no se descubrir hora segura
Que de fama no dejan menos rastro. Ni cosa que no fuese desventura.
A Hernán Sánchez Alemán me llego , Pues la vil y proterva compañía
Hombre de gran valor y mucha suerte, Por las islas se fué regocijando,
Al cual yo conocí ya medio ciego Según común costumbre que tenia ,
Con Joan de Vargas , otro varón fuerte ; Comiendo de los presos y matando
Ansimismo Garcí de Villadiego, La pieza que mejor les parecía;
Y el triste que murió de mala muerte , Y por derecha via navegando ,
Cristóbal de Guzmán , y diré cómo, Llegó con buenos tiempos y zaborda
Por ser un caballero de gran tomo. En la isla que llaman Virgen-Gorda.
Puesto caso que estaba ya hollada En aquella sazón y coyuntura
La isla con sus indios todos llanos, Que llegó la compaña monstruosa,
Era también á veces infestada Iba nuestro hidalgo sin ventura
De todos los caribes comarcanos; Trabado de la yerba ponzoñosa;
Y en diferentes tiempos salteada Y conociendo ser de poca dura,
Con harta perdición de los cristianos , Por dalle muerte mas calamitosa ,
Acometiendo con escuridades Mandáronlo poner en un madero
Los hatos, las estancias y heredades. Do todos le tiraron á terrero.
Y en las rebeliones desta tierra, En aquestos tormentos apartados
En un cierto rencuentro riguroso , De todo cuanto puede ser clemencia ,
Mataron, según uso de la guerra, Los ojos á los cielos levantados
Un Cacimar, cacique poderoso; Con suma devoción y reverencia ,
E Yahureibo, desta gente perra Demandaba perdón de sus pecados
Cacique por estremo belicoso , Armado de grandísima paciencia;
Quiso venir con poderosa mano Dio fin á los trabajos deste suelo
Para vengar la muerte del hermano. Para gozar descansos en el cielo.
En piraguas, que son como galeras , Pues no fué por entonces encubierto
Metió trescientos indios escogidos, Ser hombre de santísimas costumbres,
Del Boriquén tomaron las riberas Y sus negras dijeron por muy cierto,
Sin ser vistos , oidos ni sentidos, Presentes á las dichas pesadumbres,
Acecharon caminos y carreras, Que en el mismo lugar donde fué muerto
Por las cuales van bien apercebidos, Aquella noche toda vieron lumbres;
Al Daguao sus pasos encaminan, Quisieran ellas dalle sepultura,
Y á las estancias que con él confinan. Mas no lo consintió la gente dura.
Allí tenia principal estancia Una que quiso ser mas atrevida,
Guzmán con cantidad de frutos varios ; Dicha Isabel, mujer de mas coraje ,
Seria media legua la distancia De golpe de macana fué herida
Del puerto do saltaron los cosarios ; Por uno del ejército salvaje;
El Guzmán sin ninguna vigilancia , Al fin, cuando hicieron su partida,
Ni miedo, ni recelo de contrarios, Lo mandaron echar al rebalaje
De tal manera, que por plaza rasa Del agua sin que nadie le tocase,
Llegaron hasta le cercar la casa. Para que el agua misma lo llevase.
El resplandor del sol era salido Faltóles á los nuestros la paciencia
f
SEGUNDA PARTE.
DEDICATORIA
A la majestad del rey don Filípe, nuestro señor.
Domini MICHAELIS D'ESPEJO, prmfecti cerarii ecclesiastici De don BERNARDO DE VARGAS MÁCHICA.
Sanclce-fidei novi regni.
Vi, señor, vuestra historia peregrina
Unus eral quondan notus mortalibns orbis, Donde mostráis ingenio peregrino :
Con quien la desposáis de mas es diño,
Unus et in mundo tune quoque Phebus erat. Y ella de tal esposo no es indina.
Alter ab Hisnanis cum sil superalus athletes Sea buena ventura la madrina,
Alterius Phebi convenit esse jubar: Y el mesmo desposado su padrino ;
Ut videant omnes magnorum facía virorum , Pues rey que tiene merecer divino
Caecis in lenebris quae latuere diu. Harála respetar como divina.
Hoc lumen clarum, quo possis cerneré gestas, Moneda fué la de los castellanos
Dal Castellanos, lector amice, tibi. Que todos la tuvieron por perfeta,
9i tamen est aliquid discriminis inter utrumque, Subida de quilates y de granos.
Iste secundus eiit, si foit ille prior. Confiad pues, dolílocuo poeta,
Que la que se labró por vuestras manos
A todos ha de ser grata y aceta.
De HiERÓMiio G A L V E Z .
y
-
' .
POR JUAN DE CASTELLANOS,
TERCERA PARTE.
Donde se da razón de las cosas acontecidas en las gobernaciones de Cartagena y Popayán, desde el tiempo
que en ellas entraron españoles hasta el ano de 1588.
DEDICATORIA
A la Majestad del rey don Filipe, nuestro señor.
De FRANCISCO SOLER, vecino de la ciudad de Tanja. Soneto del sárjenlo mayor LÁZARO LUIS IRANZO.
De tales elegancias se matiza Hechos heroicos de cenizas frías,
Vuestra suave musa cuando canta , Que en el olvido fueron sepultados,
Que a la de los antiguos se adelanta En esta historia están resucitados
Y por los que son hoy se solemniza. Con gloria eterna de sus bizarrías :
Aliéntase la frígida ceniza Las batallas, contiendas y porfías,
Que del sepulcro frió se levanta Reinos en nuevo mundo conquistados
Oyendo vuestra lira, que con tanta Por españoles, cuyo triunfo y hados
Facundia sus hazañas eterniza. Se vino á celebrar en nuestros días.
Con gran razón, heroico Castellanos , Levántase el que está mas abscondido,
Indiano morador os quiere y ama , Y toma nuevo espíritu viviente :
Mediterráneos y marinos puertos, Que Castellanos con su voz lo llama.
Viendo que con labor de vuestras manos Sus nombres sonarán de gente en gente
Viven los vivos por eterna fama, Sin temerlas tinieblas del olvido,
Y tienen vida hechos de los muertos. Siendo este Apolo trompa de su fama.
ELEGÍAS Y ELOGIOS DE VARONES ILUSTRES DE INDIAS
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VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE IH, HÍST. DE CARTAGENA, CANTO V. 393
""' En bergantines fué la compañía Componen á su gusto los delitos
Con Cazares y el Sosa lusitano, Buscando fabulosos delatores,
Y batiendo navegado breve via, Y cuando presentaban los escritos
Vieron otro que viene ya cercano En su contradicion los defensores,
Donde el gobernador mismo venia, Eran amenazados con mil gritos
Y allí ni mas ni menos el hermano, Los letrados y los procuradores,
Ambos a dos quietos y muy fuera Demás de molestallos con prisiones
Del duro sinsabor que los espera. Cuando les alegaban defensiones.
Como se viesen ya poco desvío, Al tiempo quel testigo declaraba
Cazares dijo yendo con los remos : Debajo de solemne juramento,
«Pase vuestra merced á mi navio El falso Juan Rodríguez asentaba
Para serville como lo debemos.» Lo que no le pasó por pensamiento,
Respóndele: «Mas vos pasad al mió. Sino lo que Vadillo deseaba,
Sabré 1as novedades que tenemos.» Por dar colores á su mal intento;
El Cazares pasó sin detenencia, Y púdose saber de cierta ciencia
Y dióle cuenta de la residencia. Cuando se les tomaba residencia.
Ningún alteración lo desenfrena Entre tanto que causas difinia
De lo que le contó como testigo, Por términos que no tuviera moro,
Y en ser Vadillo tuvo poca pena, A los indios de paz gentes envía
A causa de tenello por amigo : A que por fas ó nefas diesen oro,
Llegaron todos pues á Cartagena Y en estos miserables se hacia
Adonde no hallaron buen abrigo, Una crueldad dignísima de lloro :
Pues á los dos agravan con prisiones, Baltasar de Ledesma los regia
Con guardas de malditas condiciones. Y Montemayorera también guia.
Crece la furia, saña y homecillo Estos dos capitanes fueron tales
Del cupido y avaro licenciado, Y tan perjudiciales y nocivos,
En tal manera que con ser Vadillo Que demás de robaíles los caudales
Ninguno le podia hallar vado; De cuanto contenían sus archivos,
Busca por todas partes amarillo Llevaron presos muchos naturales
Metal, que no lo quiere colorado, Que hicieron esclavos y captivos,
Y por momentos al contrario bando Sin causa de delictos cometidos,
Les iba las prisiones agravando. Aules siendo de paz y repartidos.
Y ansí con el trabajo recebido Seria de quinientos la partida,
El Heredia mayor (¡ oh gran mancilla!) Digo quinientos de Cipacua sola ,
Aquello que vivió, siempre tullido, Mozos y mozas gente muy lucida
Y el poder escapar fué maravilla; Contra la voluntad sacra charola ;
Y el tiempo que de mí fué conocido Y el Vadillo después de recebida
Andaba como Leiva en una silla, Mandólos enviar á la Española
Pues á cualquier lugar que se mudase Para sus intereses y ganancias
Habia de tener quien lo llevase. Y servir en ingenios y en estancias.
El licenciado pues que mal los quiere Robando pues estos alderredores
Con gana que su honra se destruya, Una noche soldados que velaban,
So graves penas los oidos hiere, Vieron desde la cumbre resplandores
Como dicen, a mia sobre tuya, Que sobre Calamar reverberaban,
Contra quien ó supiere ó encubriere Y tuvieron por cierto ser ardores
Cualesquier bienes ó hacienda suya; De casas que en el pueblo se quemaban :
Y si manifestasen oro alguno Y ansí por la distancia ser cercana
Tambiéu se les daria de diez uno. Vinieron en llegando la mañana.
Atormentaba negros y criados Pero lo que pensaron no fué cierto
Para que descubriesen el tesoro, Ni hallaron el pueblo con desdoro,
Los cuales como fuesen apremiados Sino mayores males en el puerto
Descubrieron, por redimir su lloro, Y en aquel tiempo dignos de mas lloro :
En diferentes partes enterrados La causa deslo por haberse muerto
Al pié de cien mil pesos de buen oro. Si buen obispo fray Tomás de Toro ,
Marcados ya, y en los libros reales Ansí que la señal esclarecida
Pagados quintos á los oficiales. Dio clara muestra de su buena vida.
Estos ó poco menos que yo pinto En estos mismos dias César vino
Envió por servicio no pequeño Al pueblo de Urabá de su jornada,
Al gran emperador don Carlos quinto Con mas de cien mil pesos de oro lino;
Con proceso que fué de falso sueño; Pero toda su gente fatigada,
Pues como de verdad era distinto Por ser trabajosísimo camino
Volviéronse después al proprio dueño. Aquel por do hicieron el entrada ,
También él envió por propria cuenta Montañas bravas, por cuyos conveses
Dinero liarlo de que compró renta. Anduvieron perdidos siete meses,
Podia bien compralla de las sobras Tierra lluviosa, ciega y espantable ,
Porque tuvo donde meter las manos ; De todo morador aborrecida
Y no tan solamente las zozobras Sin recurso de cosa saludable
Se repartían por los dos hermanos, Que pudiera servilles de comida ;
Mas á todos hacia tales obras Y por ser tal y tan inhabitable,
Cuales suelen hacer hombres tiranos, Se vieron en gran riesgo de la vida;
Hasta hacelles dar cuero y correas Sustentábanse con arbóreos tallos
Con amenazas de palabras feas. Y con hoja de cañas los caballos.
Con este furioso desatiento Hecho cíen mil pedazos el ropaje
Quisiera, por sacar oro guardado, De romper por aquellas espesuras,
Al Alonso de Heredia dar tormento ; Y por los grandes ciegos del viaje
Mas como lo tenia recusado , Llenos de llagas y de desventuras ,
Nunca quiso prestar consentimiento No les quedaba callo de herraje
Martin Rodríguez el acompañado, Y los caballos ya sin herraduras;
Doctor de buenas letras y esperiencia Faltábanles ya diez de los mas buenos,
Y de mejor y mas sana conciencia. Y de los españoles veinte menos.
3M JUAN CASTELLANOS.
Yendo pues con miseria tan contina Cuando venían era de verdino
A desastradofinsuelta la rienda, El orden que traian los salvajes,
Sin esperanza de la medicina Aquellas joyas ricas de oro fino,
Que promete salud á la vivienda, Aquella gran soberbia de plumajes,
La gran bondad de Dios les encamina Aquel alborotado torbellino,
Un arroyo do vieron cierta senda, Aquellos ademanes de corajes,
Y aunque de pocos huellos y maltrita Y de los españoles el mas fuerte
La gente cuasi muerta resucita. Tragada, como dicen, ya la muerte.
Siguiéronla por ver si su costumbre Puestos en Dios los flacos corazones,
Los guia donde van sus esperanzas, Haciendo votos y prometimientos,
Y sacólos á tierra de mas lumbre, Y suplicándole con oraciones
Mejores influencias y templanzas: Que les libre de tales detrimentos ,
Por ella suben hasta cierta cumbre, Porque tan crudelísimas naciones
Devisan rasos campos con labranzas, No hagan de sus carnes alimentos ,
Tantas y tan crecidas poblaciones Mas prestos los dolientes y los sanos
Que se vian en grandes confusiones. A se valer de Dios y de sus manos.
Porque se vian todos de mal arte, General del ejército pagano
Hambrientos, fatigados y dolientes, Que los unos y otros animaba
Y ansí les parecía no ser parte Era de Utibará menor hermano,
Para salir á dar con tantas gentes; Que no se supo cómo se llamaba:
Y demás de sentir flaco su marte De grandes miembros , mozo ton lozano
No tenían caballos convinienles; Que todos los demás sobrepujaba
El uno estremo y otro les es duro, En la disposición y en ornamentos,
Mas lomaron al fin el mas seguro. Y en sus astucias y acometimientos.
Aqueste sobredicho potentado
Es tierra del Guaca que se derrama Bajó pues la belígera refriega,
Por rico mineral á cada lado, Según guerreros usos ordenados ,
Cuya grandeza publicó la fama ; Hasta ponerse dentro de la vega
Y el indio de quien era gobernudo Do los nuestros estaban afirmados,
Utibará supieron que se llama ; Que viendo la gran furia que se llega
Hicieron pues los nuestros sus conciertos Salen á su defensa reportados;
De estarse por entonces encubiertos. Por todos son óchenla solamente,
Por ir apriesa Titán al ocaso Entrellos de caballo hasta veinte.
Y esperar á sazón mas convenible ; Baten las piernas en las confianzas
E ya de día, por henchir el vaso Del que domina las eternas sillas,
Y dar satisfacción al mal terrible, Rompiendo van tos hierros de las lanzas
Salieron todos ellos á lo raso Bárbaros hombros, pechos y costillas;
Con aquel orden que les fué posible, Y por aquellos campos y labranzas
Y no pararon con los escuadrones Hacían lodos ellos maravillas ,
Hasta meterse por las poblaciones. A las espaldas siempre los peones
Firmes se hacen en el valle llano Apriesa meneando los latones.
No sin admiración de los vecinos , Sin osar desmandarse de la huella
Porque nunca jamás vieron cristiano De los caballos que les van delante ,
Ni caballos hollaron sus caminos; Y al escuadrón que ven que se alropella
Buscaron pues los españoles grano, Acude cuchillada penetrante;
Y dieron de comerá los rocinos : Para poder en ellos hacer mella
Los hombres bárbaros temblaban dellos Presume cada cual de ser gigante ,
Oyendo sus relinchos y resuellos. Pues no les iba menos que las vidas
Hablóles César amigablemente Si con intermisión dan las heridas.
Con lengua que traía curiosa, El animoso César, hecho torre
Y puesto caso que era diferente Que por diversas partes es batida,
Entendían alfinalguna cosa ; Ningún escuadrón halla que no borre
Acude grande número de gente Dejando los regentes sin la vida;
A la que tienen por maravillosa, Vuelve sobre los suyos, y socorre
Trayéndoles á todos por momentos La parle que ve mas enflaquecida,
Gran abundancia de mantenimientos. Y el caballo de carnes mal compuesto
Mas Francisco de César, aunque vido A todos lances lo hallaba presto.
Ser de sinceridad el aparencia, Las voces y terribles alaridos
Como capitán diestro y advertido Rompen los aires hasta las estrellas;
Velábase con grande diligencia , Resuenan por los campos eslendidos
Porque se via mal apercebido Los gritos de las dueñas y doncellas;
Y de los indios grande la potencia ; En diferentes partes hay gemidos
Demás deslo muyflacoslos caballos Y sones de mortíferas querellas;
Para con las espuelas fatigallos. Cesa con ellos , porque son mayores ,
Aquel de sus cornetas y alambores.
A cabo pues de tres ó cuatro dias, Y el César todavía con reguardos,
Supo por mensajeros en la sierra Porque su gente no se desordene,
Utibará que nuestras compañías Va derribando de los mas gallardos
Andaban recorriéndole la tierra, Con tal velocidad cuanta conviene;
Y para quebrantar sus lozanías Acomelia no con pasos tardos,
Trajo como dos mil hombres de guerra, Y sobre sus peones luego viene
Con flechas , hondas, y con largas lanzas Haciendo de sus golpes el empleo
Y con sus alambores y ordenanzas. En los que vía con mejor arreo.
Habia de cornetas gran repique Bien como torbellino violento
Ostentando sus fuerzas y poderes, Que lleva su furor por la cultura
Y lodos cuantos son puestos á pique De plantas do de fructas hay aumento,
Según requieren tales menesteres: Del cual ninguna puede ser segura;
En ricas andas traen al cacique; Mas con los soplos del nocivo viento
También viene gran suma de mujeres Siempre suele caer la mas madura,
A gozar de la caza castellana, Y con mas lijereza que de jara ,
Que todos allí comen carne humana. Donde tos daños hace no repara :
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, H1ST. DE CARTAGENA, CANTO V. 395
A su similitud y semejanza Bien como puercos en el arboleda
El violento César y arriscado, Que son de cauto lobo salteados,
Rompiendo por aquella gran pujanza Y con gruñidos grandes forman rueda,
Volviendo los colmillos adiados
Derriba lo mejor y mas granado, Con tenazadas para que no pueda
Recambiando los lances de su lanza Sacar al ya herido por los lados :
A diestra mano y al siniestro lado, Ansi se puso quien se halló junto.
Precipitando cuerpos por el suelo Temiendo que les lleven el defunto.
Y luego con aqueste pensamiento
Y recogiéndose con presto vuelo. Lo levantaron del sangriento llano,
Viendo tanta matanza como digo Y con arrebatado movimiento
Utibará se pasma con espanto, Lo pusieron delante del hermano,
Y mucbo mas de ver un enemigo El cual con entrañable sentimiento
Solo ser causa de tan duro llanto; Del campo por entonces alzó mano ;
Y no sé yo si César el amigo Y ansi se recogieron los gigantes
Con Petreyo y Afranio hizo tanto, No con el brío que vinieron antes.
Cuando con hechos dignos de memoria Pues lamentando suben por el puerto,
Les quitó de las manos la victoria. Sin mas mirar la gente forastera,
Pues es ansí quel general maestro, Utibará pegado con el muerto ,
Hermano del cacique que los rige , Haciéndolo llevar en su litera :
Llegó los derramados como diestro Los españoles puestos en concierto
Y en escuadrón formado los corrige, Hasta que traspasaron la ladera,
Y con su cuerno del lugar siniestro El de mas humildad y el menos manso
Al batallón cristiano mal aflige, Harto necesitado de descanso.
Porque con picas largas tal se cierra
Quel español cansado pierde tierra Mas como de los rostros y mejillas
Bien ansí como cuando toscas gentes Cesasen ya los cálidos sudores,
Encierran el indómito ganado, Hincando por el suelo las rodillas
Que por partes que son mas convinientes Dan gracias al Señor de los señores,
Lo llevan recogido y enhilado; Obrador de tan grandes maravillas,
Pero si vuelven las cornudas frentes Tantos bienes, mercedes y favores,
A ellos, han por bien de dalles lado, Pues en aquella peligrosa suerte
Huyendo su furor sin aguardallo, Ningún herido dellos fué de muerte.
Eso me da de pié que de caballo : Desarman los caballos y á sus puntos
No menos fué la grande arremetida Diéronles de tnaiz bateas llenas;
Desla gente feroz y carnicera, Cenaron ansimismo todos juntos
Pues cuando todos iban de vencida Sobresaltadas y tijeras cenas,
Y el español allana su carrera, Habiendo despojado los difuntos
La gente por el indio recogida De joyas de oro que trajeron buenas,
Una carga le dio de tal manera, Diademas, chagualas, capacetes,
Que con aquel estremo de congoja Orejeras y ricos brazaletes.
Traia cada cual la mano floja. M . . . . .
El animoso César bien lo via, No parecía indio ni semeja ,
Y á gran priesa volvió por aquel lado; Hasta que ya pasó tercero dia ,
Procuró de romper, mas no podia Que captivaron una buena vieja,
A causa del caballo ya cansado, A quien amenazaban á porfía
Demás de que con larga piquería Que le desollarían la pelleja,
Aquel gran escuadrón halló cerrado, Si buenamente no les descubría
Los cuentos del las en el suelo puestos Dónde tenían sus enterramientos
Y guiadas las puntas á los gestos. Los indios cuyos eran los asientos.
Andando pues en el guerrero trato • Con el deseo de se ver segura
Como león que busca sus despojos, De tan cruel ensayo y aspereza,
En las mayores furias del rebato Dijo que les daría sepultura
En aquel principal puso los ojos , De donde sacarán mucha riqueza ;
Y dijo con gemido ; «Si este mato, Que la mostrase luego se procura
Honroso fin lemán nuestros enojos ; Por estar su salud en la presteza;
No sé qué medio tenga ni qué haga Estaba pues tres leguas de desvio,
Para dar fin á tan ardiente plaga.» Y babian de pasar un grande río.
Al cielo van sus ojos con suspiro, Siendo certificados y advertidos
Y dijo : « Dios inmenso, soberano, De cómo les daría buena pella ,
Mirad la desventura que yo miro De cosas necesarias proveídos,
Si nos vence furor tan inhumano; La vieja caminó, siguen su huella,
Y ansí para que pueda hacer tiro , Y porque no cumplió ser divididos
Guie la vuestra mi cansada mano; El campo lodo junto fué tras ella:
No prevalezcan los que no os entienden Vieron el grande rio nada sesgo,
Y con tantas maldades os ofenden.» Mas al fin se pasó sin haber riesgo.
Para hacer el tiro que nivela La temerosa vieja que los lleva,
Sobre los dos estribos se levanta ; En cierta parle poco montuosa
El brazo sacudió y el asta vuela Manifestó la boca de la cueva
Encaminada con ayuda santa, Cubierta de una bien labrada losa;
Pues el golpe le dio, y el hierro cuela No fué para hacer cúpida prueba
Rompiéndole por medio la garganta; La gente castellana perezosa,
Quedó pendiente del robusto cuello, Bajando por algunos escalones
Con lumbre para ver bien los rincones.
Y luego le faltó vital resuello.
Sepulcro fué, según que parecía,
El suelo maculó con su caida, Y entierro de señor cualificado,
Forzado de mortales confusiones ; Por ser todo de buena cantería,
Por ambas partes vierte la herida Y á manera de bóveda labrado:
Sangre que sale del á borbollones, Buscóse lo que mas se pretendía,
A vueltas de la cual salió 1a vida Y hallaron de oro buen recado,
Con tal espanto tiestos escuadrones, Pues.los públicos fueron cien mil peso*
Que todos cuantos junto del confinan Sin los que por los senos fueron presos.
Con fria confusión se remolinan.
396 JUAN DE CASTELLANOS.
Porque llegó la noche y obscurana, » Que bien sé del pasado desvario
Cercanos al raudal se detuvieron, Y de vuestros honores el embargo;
Y llegada la luz de la mañana Mas el gobierno ya, señor, es mió,
Pasaron con la priesa que pudieron , En el cual durare por tiempo largo ;
Y para se afirmar en tierra llana Y ansí demás de daros buen avío ,
Al lugar conocido se volvieron, Quiero restituiros vuestro cargo
Donde tomaron otra vieja buena De general y mi lugarteniente,
Que por ventura los libró de pena. Con poder y recado conviniente.
Porque les descubrió que congregaba »A todos los que siguen vuestro bando
Utibará gran número de gentes, Bien les podéis decir y hacer ciertos
Y que la tierra toda se juntaba Que los Heredias ya no tienen mando,
Con armas y furiosos accidentes; Y que pueden conlallos con los muertos ;
Con cuyas nuevas cada cual temblaba , A miserable fin se van llegando
Por ser tan pocos, y los mas dolientes, Por sus intolerables desconciertos,
Y de común acuerdo lodos quieren Y mas en apelar de mi sentencia
Dejar la tierra sin que los esperen E ir á España con su residencia.
Pareciéndoles cosa mas segura » Sus causas van asaz bien substanciadas,
Estar de su furor larga distancia Y tan probadas culpas cometidas
Que subyeclará riesgo y aventura Que les harán mercedes señaladas,
Las vidas y las honras y ganancia ; Si los dos escaparen con las vidas;
Pues aquello que dio la sepultura Pudieran las sentencias pronunciadas
Valor y caudal era de substancia; En muy mayor rigor ser convertidas,
Y ansí puestos en orden y concierto Y á mí me culpará cualquier prudente
Volvieron riendas al marino puerto, Por haberme mostrado tan clemente.
Guiando por diversa derescera «Muchas cosas intentan y menean
Pablo Fernandez, adalid fumoso, Para diminución de su delito;
Atinó siempre, pero de manera , Llanísimo negocio fantasean
Que fué camino menos trabajoso, Con ser el de sus culpas infinito;
Y en cincuenta y tres dias de carrera Y allá me lo dirán desque se vean
Llegaron al lugar de su reposo, Los crimines atroces por escrito,
Que es Urabá, donde dijimos antes Do se conocerá patentemente
Llegar aquestos mismos caminantes. Que yo no me movi por accidente.
Llegados á la mar y á su castillo »Mas desto no se tráete, pues que tiene
Estos á quien libró propria prudencia, Su fin y paradero con revista :
El César preguntó por su caudillo Volvamos al Guaca , donde conviene
Para le dar razón con obediencia; Llevar mas adelante la conquista;
Y respondiósele cómo Vadillo Para lo cual vuestra merced ordene
Le toma rigurosa residencia , Cómo hagamos luego nueva lista
Al insigne valor dando baldones, Y por entrambas partes se trabaje
Y á buen servicio malos galardones. De dar buenos despachos al viaje »
El buen César responde no ser diiia Dijo Vadillo lo que le parece
Su gran virtud de semejante pena , Convenir mas á su aprovechamiento;
Y decia ser intención malina Y el Francisco de César agradece
La que con tal rigor se desenfrena; Aquella voluntad y ofrecimiento ,
Y ansí con sus soldados determina Demás de que las cosas engrandece
Partirse luego para Cartagena, Que vieron en aquel descubrimiento;
A ver la residencia cómo anda, Y ansí con atención á sus provechos
Se conformaron ambos á dos pechos.
Y lo que por Vadillo se le manda.
En seguimiento pues de su rencilla
Puestos en Calamar la luz absenté, Pendiente de testigos y probanzas,
Ver al gobernador fué lo primero, Pedro de Heredia fué para Castilla,
Entregándole muy secretamente Alentado de buenas esperanzas:
La parle que le cupo del dinero, Al Alonso por cárcel da la villa,
Y consolándole del mal presente ; No sin seguridades de fianzas,
Ven la presencia del juez severo, Habiéndose pasado ya dos años
Que por lo que de César había oido Que duraban las penas y los daños.
Contento recibió cuando lo vido.
El César le habló como discreto, En aquesta sazón el uso viejo
Vadillo lo regala y acaricia, De la velocefama frecuentado,
Ambos á dos hablaron en secreto Mediante prevenciones y aparejo,
De cosas que rastrea la cudicia , Había en la Española publicado
Preguntándole muchas, y en efeto Tomarse mal en el real consejo
César dijo traer cierta noticia Las insolencias deste licenciado,
De prósperos y auríferos terrenos, Por cuyos desvarios y demencia
Cuyos principios vieron y eran buenos. Con brevedad vernia residencia.
Dio cuenta del recuentro riguroso Como la nueva desto se tendiese ,
Pintándolo con encarecimiento, Por quien amistad llana le debía ,
Y ser negocio rico y honoroso Aviso se le dio para que viese
Continuar aquel descubrimiento; Aquello que á su honra convenia,
De suerte quel letrado cudicioso Y con mejores obras deshiciese
En eslo colocó su pensamiento; Lo que por sus contrarios se decia,
Y percebidas bien las relaciones Pues todos publicaban sinrazones
Con él César habló tales razones : Indignas de sus buenas opiniones.
tPara que tanta lierra se subyete, Y si de sí senlia maleficio
Rica según se ve por el indicio , Y olor alguno de juez tirano,
La continuación á vos compete, Procurase hacer algún servicio
Por ser tan singular en el oficio; A Dios y al rey y al reino castellano;
Pues vuestra buena fama me promete Pues tenia soldados y el oficio
Que á Dios y al rey haréis este servicio, Y buenas ocasiones en la mano,
Y otra paga mejor y otros provechos Y tal podría ser alguna dellas
Acá sabremos dar a vuestros hechos. Que no diesen oidos á querellas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VI. 367
Las cartas vistas y por él abiertas, Fué capitán de la caballería
Como le remordía la conciencia , Juan de Villoría, noble caballero ;
No tuvo tales nuevas por inciertas, Por consiguiente del infantería
Mayormente viniendo del audiencia; Alonso de Saavedra, tesorero,
Túvolas solapadas y encubiertas , Montemayor alférez, y regia
Mas no para huir de su sentencia , El escuadrón que llaman machetero
Pues luego hizo junta de varones, Baltasar de Ledesma , que contino
Con quien comunicó sus intenciones. Había de romper duro camino.
Y díjoles : «Señores, mi deseo Escuadra fué Francisco de Mojica
Es de servir á la real corona, Y otro dicho Joan Ruiz de Molina,
Y pues á quien le da mejor empleo Y con los mismos cargos les aplica
Su Majestad, mejor lo galardona, A un Caravajal y otro Medina ,
En aquesta jornada que proveo Y á Noguerol, que ser francés publica,
Yo me quiero hallar por mi persona; A quien muerte cruel hado deslina ,
Que no conviene , yendo tanto bueno, Pues fué de los soldados el primero
Quedarme yo las manos en el seno. Que peleando vio su fin postrero.
»Mi determinación es la que digo, Es adalid por sus antigüedades
Y en cualquiera rigor hallarme quiero, Pablo Fernandez , que en los menesteres,
Sin rehusar encuentro de enemigo Inconvenientes y necesidades,
Ni de sangrienta lid el trance fiero ; Tuvo bien acertados pareceres ;
Todos terneis en mí fiel amigo, Son sus colaterales Juan de Frades,
Un llano capitán y compañero, Un Portalegré y un Alonso Pérez,
Y en el gobierno y en el tractamiento De quien en los rigores ó bonanzas
A ninguno daré desabrimiento. Hizo Vadillo grandes confianzas.
>Y pues tenemos lodo buen recado Para celebración de sacramentos f
Y el tiempo de verano nos convida, Van cuatro religiosos ordenados ,
Pido las voluntades y cuidado De quien no sé decir sus nombramientos,
Para la brevedad de la partida; Y es porque no me fueron declarados;
La falta del que va mal aviado, Lleváronse cumplidos ornamentos
Antes hoy que mañana me la pida , A santos sacrificios dedicados :
Porque sin reservar dinero mió También llevan trompetas y clarones
Procuraré de dalle buen avío.» Para mover humanos corazones.
Vista su voluntad , con la blandura Aderezados ya desta manera ,
De tanto cumplimiento cortesano, Un bando de atambor la gente llama
Correspondieron con lo que procura Para que se juntasen á bandera,
No menos el mancebo quel anciano ; Al tiempo que á Titon deje su dama;
Diciéndole tener á gran ventura Mas entre tanto quellos salen fuera,
Que los rigiese tan ilustre mano, Yo determino de tomar mi cama, -
Pues con tal capitán duda ninguna Pues apresura Cintia sus caballos
Tenian de su próspera fortuna. Y se reiteran voces de los gallos.
Conocido de todos el intento
Que de seguir el suyo se tenia ,
Vadillo, lleno de conlentamiento, CANTO SESTO.
A cada cual las gracias le rendía,
Y para su mejor aviamíento Donde su cuenta cómo el licenciado Joan de Vadillo salió del puerto da
Las cosas necesarias proveía; Cartagena por la mar hasta llegar á Crabá, y desde allí fué «n deman-
da del Guaca y otras provincias, y las cosas acontecidas en aquella
Y todos ellos luego hacen prestas jornada.
Fumosas escopetas y ballestas.
Ocupan fraguas en hacer harpones; Cuando con lumbre de la cuarta esfera1
Afilanse las lanzas, las espadas; Se descubría tiempo matutino,
Afórranse los duros morriones, Y el mismo rey de Délos con carrera
Los defensivos cascos y celadas; Veloce visitó décimo sino,
Ponían á las armas nebulones Siendo ya quince cientos de la era
Que tienen de algodones preparadas, Y treinta y nueve del natal divino,
Manijas y brazales de rodelas , Sonaron trompas que la gente vaya ,
Por mas fortalecer tales lulelas. Y ansí se congregaron en la playa.
De trescientos soldados es la copia , Vergas en alto tienen los navios,
Varones de valor y vigilancia, Prestos en la ribera los bateles ;
Rien aviados á su costa propia, Rmbárcanse caballos y atavíos,
Por tener de dineros abundancia ; Soldados, capitanes, coroneles;
Van mas de cien esclavos de Etiopia Hacen de Calamar luego desvíos ,
Que hubo cada cual de su substancia ; Hinchen velas los vientos infieles,
De indios y de indias gran bullicio, Entonces buenos, pues con larga escota
Que también llevan para su servicio. Al puerto de Urabá llegó la flota.
Llevaban de caballos copia larga, Fueron en aquel pueblo recebidos
Que podían romper cualquier rencilla , De los vecinos con amor fraterno,
Porque demás de muchos para carga Y negocios algunos proveídos
Iban sobre doscientos para silla, Por el Vadillo cerca del gobierno ,
Do pueden menear lanza y adarga Vuelven á los navios referidos
Los jinetes que van en la cuadrilla; Porque los convidó viento galerno;
Llevan sus faldas, pechos y testeras, Llegaron á la playa de aquel puesto
Con otras circunstancias cumplideras. A donde Julián fué descompuesto.
Presentan al Vadillo pues la lista El práctico soldado y el novicio,
De todos los soldados principales Para prosecución de su viaje,
Aderezados para la conquista, Desembarca caballos y servicio
De fieros y remotos naturales ; Con los demás pertrechos y fardaje;
La cual, como ya fuese por él vista, Hierve la diligencia y el bullicio,
Nombró los capitanes y oficiales : Enfardelándose matalotaje,
A César hizo general teniente. Harina de maíz, antes tostado,
Por ser para tal cargo suficiente. Para se sustentar en despoblado.
JUAN DE CASTELLANOS.
Hicieron del asiento su partida Bien como cuando veis cielo sereno,
Después de cuatro dias ya pasados; Y repentinamente de verano
Y por la tierra ser desproveída Viene nublado de tormenta lleno
Por partes que subían los soldados. Amenazando pago comarcano;
Por llevar en caballos mas comida. El cual rompiendo con horrendo trueno
Iban á pié los mas cualificados, Perjudicial y congelado grano,
Pareciéndoles ser cruel batalla Es por los bravos vientos esparcido
La gran necesidad de vitualla. Con impetuosísimo ruido :
Pasan por Urabaibe, pueblo antige Ansí después de dar horrenda grita
En aquel la sazón ya despoblado , Los abscondidos en lugar secreto,
Cuyo señor solia ser amigo, Tan áspero turbión se precipita
Y entonces á los montes retirado; De tiros incitados por Alelo,
Atraviesan desiertos sin abrigo, Que al escuadrón cristiano necesita
Adonde les valió su buen recado; A irse retirando del aprieto,
De allí fueron peones y caballos Pues á causa de ser lugar estrecho
Al rio que llamaban de los Gallos. No fueron los caballos de provecho.
Que todas estas gentes convecinas. Hallábase la gente como manca
En tiempos atrasados de Pedrarias Sin poder menear hierros agudos,
Iban á contractar á las marinas Mas los peones de la gente blanca,
Y habían de españoles cosas varias ; Cubiertos de los cóncavos escudos,
Y ansi corrió la casta de gallinas Procuran de ganalles la barranca
Por las gentes de paz y las contrarias : Do se fortalecían los desnudos ;
El rio pues tomó tal apellido Y después de pelea bien reñida
Entonces por un caso sucedido. Al cabo los pusieron en huida.
Y fué, que caminando por aquesta Tantos fueron los dardos y la piedra
Parte ciertos soldados atrevidos , Contra la gente bien apercebida,
Como no se hallase senda presta Quel caballo murió de Saavedra,
Ni rastro para ver bárbaros nidos, Y los heridos mas tuvieron vida ;
El canto de los gallos manifiesta Hirieron un trompeta dicho Tiedra,
La parte donde estaban abscondidos: Pero no fué de muerte la herida :
Ansí que por los hombres de aquel uso Luego con toda priesa se procura
El rio de los Gallos se le puso. Salir de la quebrada y angostura.
Hallóse pues allí rastro patente Atravesando van tierras vacías
Y huella de salvaje compañía ; Hasta el rio de los Caricuries ,
Luego Pablo Fernandez fué con gente Ansi llamado porque en estos dias
Para poder lomar alguna guia; Tomaron dos á ciertos alfaquíes;
El campo caminó por consiguiente Después al rio de las Monterías,
Al rio que del Tigre se decia, Porque mataron ciertos jabalíes;
Por un tigre que César habia muerto Luego dirigen las humanas proas
Al tiempo que pasó por aquel puerto. Al rio dicho de las Barbacoas.
Allí con música no mal compuesta Dieron algún vagar á sus porfías
Se celebró, por ser su santo dia , Por ser aquel terreno menos ciego,
La Purificación , divina fiesta Y haber peregrinado muchos dias
De nuestra benditísima María; Sin que hallasen dó tomar sosiego ;
Y el licenciado tuvo mesa puesta Salió con gente para tomar guias
Donde regocijó la clerecía, El adalid Pablo Fernandez luego ,
Repartiendo con ellos sus regalos Entre tanto quel campo descansaba
En tiempo que ningunos eran malos. Y otro mejor recurso se hallaba.
Y para mejor postre de la mesa Por otra parte fué también Mojica
El buen Pablo Fernandez allí vino, Para buscar país que se cultive,
El cual traía cierta gente presa Pues en tierra do están, por no ser rica,
Y cuatrocientos pesos de oro fino; De gente natural muy poca vive,
Recibieron contento con la presa Y diferente trocha los aplica
Y otro dia prosiguen su camino, A la provincia que llaman Abive,
Llevando ciertos indios á recado Terreno de poquitos moradores,
Para que los metiesen en poblado. Mas eran curiosos labradores.
Sabían ya de nuestros españoles, Humana carne comen todos ellos,
A causa de sonar los ministriles Y es gente de gallarda compostura;
Por aquellas alturas y peñoles Traen ellas y ellos los cabellos
De bárbaros desnudos y hombres viles , Tan largos que traspasan la cintura;
Que meten dentro de unos caracoles Hombres luengos de zancas y de cuellos,
Por gran honestidad miembros viriles; El cuerpo sin ninguna vestidura,
Las mujeres encubren sus mancillas Pero cubren las parles vergonzosas
Con hojas ó con ciertas pampanillas. Con pedazos de manta y otras cosas.
Yendo marchando pues con buen avío Gente de soberbísimo semblante,
Segnn suelen en guerra los espertos, De corazón altivo y esforzado ;
Encima las barrancas de aquel rio Tienen caza de puercos abundante
Hahia muchos indios encubiertos ; Y cuantidad inmensa de pescado;
Pasan los nuestros sin hacer desvío Hallaron pues los que iban delante
Porque de la celada van inciertos, Quinientos pesos de oro mal labrado,
Y al tiempo que la recta guardia llega Mas era tan cabal en la fineza
Comienza la belígera refriega. Que prometía mucha mas riqueza.
Suena terrible grita y estampida Pues como se juntasen sin sentillo
Del indio que del paso se aprovecha, En Abive por v¡¿ diferente
Por ser aquella parte la subida Francisco de Mojica y el caudillo
Y por otra ninguna se desecha; Pablo que caminó primeramente ,
Vuela sobre la gente detenida Envían mensajeros á Vadillo
(numerable piedra, dardo,flecha; Para que venga luego con la gente,
Resuenan las rodelas y celadas Pues en aquel lugar que represento
Que de las duras piedras son tocadas. Se bailaba gran copia de alimento.
-•
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VI. 398
Gomo llegasen eslos mensajeros , Y muchas veces les acontecía
Recógense los toldos con presteza; Sacando los caballos de la greda,
Van adelante los hazadoneros El pié que entre raices se metía
A fin de remediar el aspereza De las espesas malas y arboleda,
De las barrancas y derrumbaderos, No vello de la suerte que solía.
Bajadas y subidas de grandeza, Porque la uña dentro se le queda:
Porque todos aquellos son caminos Y ansí servían en aquel vi;ije
De todos los del mundo mas malinos. Muchos rocines de matalotaje.
No dejaba por esto su demanda
•
Con tales alabanzas los sublima , ' Y tras ella huyó la cara vida.
Y allí los esforzó de tal manera, Detiénelo Orozco que no caya
Quel de mayor y de menor eslima En la profundidad, aunque él recela
Y el que mas recelaba la carrera, Otro tan duro golpe de azagaya;
Con fuerte brio los demás anima Pero cubrióse bien con la rodela ,
Y muere por llevar la delantera; Y todos los demás están á raya,
Y según lo dispuso la cabeza Como no sube la primer tutela:
Cada cual se dispone y adereza. De mano en mano va por los oídos
Guarnécense de pecios de algodones, Noguerol muerto y otros diez heridos.
Espadas y rodelas embrazadas, Sabido por Vadillo, les decia :
En las cabezas fuertes morriones, «Adelante, valientes españoles.
Los cascos aforrados y celadas, Que si Noguerol vio su postrer dia,
Proveídos de plomos los cañones, Por eso quedan muchos Nogueroles,
Ballestas con harpones encajadas : E ya la cuesta poco se desvía,
Desta manera suben las cuadrillas Para poder ganar estos peñoles;
Y á veces hacen pies de las rodillas. Y cuanto mas allá vamos llegando-
El avanguardia Noguerol la loma, El camino se va mas ensanchando.»
Caminan pues como mejor podían
Mancebo valeroso y esforzado ; Fallando siempre balas y harpones,
A sus espaldas iba por la loma Y de los fuertes altos no venian
Joan de Orozco, práctico soldado ; Tantos ni tan espesos los turbiones ,
En seguimiento del atrás asoma Por cuya causa todos presumían
Un hermano de Rojas, señalado : Acabárseles ya las municiones;
Vecinos estos dos en Tunja fueron Y ansí cristiano marte se apresura
Y ha menos de seis años que murieron. Hasta llegar á parte mas segura.
Ansí los demás iban enhilados, Pues el Joan de Orozco como via
Que no pueden subir de otra manera; El terrible furor algo mas manso,
Los caballos quedaban rezagados Ganó cierto mogote que hacia
Con sillas solas, faldas y testera, Una cierta manera de descanso,
Los cuales como bien amaestrados No llano, que planicie no tenia,
Con gran tiento subian la ladera ; Pero su compás era masespanso :
Y aunque se daba grita de lo alto Y en lo restante de los reventones
No por eso tomaban sobresalto. Podían ir ya juntos tres peones.
Que luego se mostraron los morenos- Con mas velocidad continuaron
Con la grita que tienen de costumbre, Como los pies podían hacer presa
f
i « ,'s
514 JUAN DE CASTELLANOS.
Y destas intenciones que tenemos
Luego les inviernos razón clara :
CANTO CUARTO. Dígales en la cara aquel que fuere
Que cualquier que venciere sirva al otro,
Donde se cuenta cúmo los indios de la provincia de Pequi enviaron su Pues caballo ni potro ni escopeta
embajada al campo de los españoles, y lo que en ella se contcnia. No vence ni subyecta los catios,
Ni castellanos brios serán parte
Cualquier hombre, por rústico que sea, Para que de su marte caigan punto.»
Ama su libertad y da de mano Esto dijo Sinago, cuyo voto
Con toda la posible resistencia De todos los caciques de la junla
Al yugo y observancia de las leyes Fué sin contradicciones aprobado ;
Que le hacen estar al cumplimiento Y como confiados de sus fuerzas,
De nuevos vasallajes y tributos ; Acordaron que fuese mensajero
Y tanta mas es esta repugnancia, A les notificar á los cristianos
Cuanto mas suele ser envejecido Sus determinaciones y deseo
El uso y exención en que se cria. De vellos y probar su valentía.
Y ansí, como los barbaros supiesen Deste mensaje prometió Yutengo
Las españolas mañas, anhelantes Ser cierto portador día siguiente;
A que reconociesen vasallaje Y ansí, por no faltar de su promesa,
Al amo que les fuese señalado, Llegó delante de los españoles
Y ellos nunca tuviesen de costumbre No mostrando pacífico semblante,
De dar á los estraños obediencia, Antes agudos dardos en la mano,
Antes como soberbios y arrogantes, Penachos variados ondeando,
Criados en tan próspero terreno Y diadema de oro, como suelen
Que siempre huellan por doradas venas, Salir á sus guerreras competencias,
Con que los ánimos se ensoberbecen , Y ansí brioso , (¡ero y arrogante
Presumían que todos se la deben En su materna lengua les pregunta
Y que seria de varones viles Quién es el capitán que los gobierna:
Venir a menos del altivo punto Señálanselo luego, y él se pone
En que su presunción los tiene puestos; Delante con gallarda lozanía,
Debajo de lo cual indios de Pequi, Diciéndole palabras semejantes:
Gente feroz y nunca domeñada, . « Capitán español, yo soy Yutengo ,
Por el inducimiento de Sinago, No menos en valor que en bienes rico;
A quien esta provincia respectaba, A denunciar la guerra cruel vengo
Se hizo junta de los principales De Pequi, porque salgas de Ibijico ;
Para deliberar en su consulla Si pides la razón , otra no tengo
De las cosas tocantes á la guerra ^ Fuera de aquesta que te notifico,
Que por los españoles se movia. Que es guerra capital á sangre y fuego,
Vinieron del Siuago dos sobrinos , Y la paz para siempre te la niego.
Yutengo y Aranié, mancebos fuertes » El gran Sinago con sus dos sobrinos
Y por heroicos hechos señalados; Te suplican que vayas brevemente ,
Vino Chacuri, vino Nuguireta , Porque ellos harán anchos los caminos
Guaracho, Ereta, Panqué, Agrebara , Por do metas ganados y tu gente;
Insignes en las armas y en consejo; Lo mismo piden todos los vecinos
Los cuales en consulta conferida Que ya desean de te ver la frente;
Determinaron resolutamente Pero para llegar buenos y sanos
De conservar su libertad antigua Llevad prestas las armas y las manos.»
Y no se subyectar al duro yugo Oyó Gaspar de Rodas el mensaje,
Que padecían otros sus Vecinos : Y díjole : « Yutengo, yo no creo
Deste parecer fueron todos ellos, Que tanto se desee mi viaje;
Mayormente Sinago, que les dijo : Mas pues lo dices tú que eres correo,
«Varones fuertes y en virtud constantes, Diles que hago pleito y homenaje
A cosas importantes nos juntamos, De cumplilles muy presto su deseo,
Porque si bien notamos dura plaga, Pero que tomen mas modestos modos
No solo nos amaga, mas ya llega ; Porque la p,az es buena para todos.
Y aunque con paz nos ruega, sin ofensa, » Por fama le conozco ya, Yutengo,
Debajo della piensa dar de mala. Y tú también sabrás que yo soy bueno;
Al principio regala mano blanda : Por largos días y por tiempo luengo
Importuna demanda viene luego, Me veréis trastornar vuestro terreno;
Fomento de gran fuego, porque priva Por guerras ó amistades yo no tengo
De libertad nativa y otros frutos, De volverme las manos en el seno :
Imponiendo tributos y servicios A la partida ves mi gente presta,
De viles ejercicios, do perecen Y aquesto puedes dalles por respuesta.»
Cuantos hoy obedecen sus mandados Partióse luego, y el Gaspar de Rodas
Y mal considerados pareceres; Con algunos soldados se reia
Pues hijos y mujeres no reserva Del brío y arrogancia del salvaje:
Esta cruel caterva de ladrones, Pero luego mandó que se prevengan
Cuyas ocupaciones principales Para mudarse dentro de tres dias,
Son robar los caudales del terreno Ansí por no faltar de lo que dijo
Y del sudor ajeno sustentarse, Como porque los indios de Ibijico,
Servirse y regalarse sin templanzas; Atocina, Cucubá y Rererúa ,
En minas y labranzas los ocupan : Y Rucabé caciques principales,
r
Al lin todo lo chupan y consumen. Tenían por molesta la tardanza
Y ansí los que presumen de valientes De huéspedes tan llenos de bullicio;
Deben mostrar los dientes y las manos : Y ansí les daban priesa, prometiendo
Libremos de tiranos nuestra tierra; De les guardar la paz y las espaldas.
Harlémoslos de guerra, pues la quieren , Llegóse pues el dia señalado,
Que también dellos mueren los mas buenos, Y el campo fué marchando acia Pequi
Y acá no somos menos en pelea; Con lod,os los avisos necesarios
El orden desto sea sin que luenga En los ásperos pasos y quebradas
Tardanza nos detenga ni retarde; Do podían bacelles algún daño ;
El valeroso guarde sus regiones, Mas no les sucedió por el camino
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO V . 5i:i
Dudoso cosa que de contar sea, Doscientos validísimos gandules
Hasta que descubrieron lo poblado , A que secretamente se metiesen
• Y asentaron real en un altura, En aquel pajonal que reservado
Cuya comodidad los convidaba Fué por solicitud ele los cristianos ,
A reparar allí por algún tiempo, Y en él permaneciesen hasta tanto
La duración del cual diremos ; Que Febo desterrase ios humores,
Porque por ser principio desla guerra Y cuando con sus carros fervorosos
Oviese demediado la carrera,
Conviene que hagamos nuevo canto. Y el cálido refracto de los rayos
Tuviese ya la paja como yesca,
CANTO QUINTO. Pusiesen fuego por dos ó tres partes,
Porque los españoles acudiesen
Donde se da razón de lo que sucedió después que los españoles entraron Sin orden ni recatos al remedio ,
en la provincia de Pequi. Según y como lo hicieron antes,
Y al tiempo que los viesen ocupados
Uno de los avisos importantes En mitigar las llamas violentas ,
Que se pueden tener entre guerreros , Les acometan con tan grande furia
Es saber escoger alojamiento Que los compelan á precipitarse
En sitio fuerte, cuyas adyacencias Por la derecha y áspera ladera;
Puedan señorearse con la visia, Donde huyendo del mortal conflicto
Y tenga leña y agua tan á mano Diesen en muerte vil y desastrada,
Que sin que corran riesgo los sirvientes Pues hallarían gentes cuyas manos
Usen inescusables ministerios. Abriesen las católicas entrañas.
Tal lo supo tomar Gaspar de Rodas, Salido pues el capitán Pineda
Como varón sagaz , y en este caso Con orden de volver el mismo dia ,
Ninguno mas mañoso ni solerte, Los bárbaros por parte diferente
El cual, llegando ya cerca de Pequi, Subieron á la parle señalada,
Y á vista de los bárbaros vecinos, Donde sin ser sentidos estuvieron
Se relirmó , según militar uso, Ocultos y encubiertos; y á la hora
En sitio que llamó la Lagunilla, Que para poner fuego convidaba ,
En parle rasa y alta, proveída De palos apropriados á lal uso
De las comodidades referidas, Y presto movimiento de las manos
Y cuyas descendencias á lo llano Socaron fuego, con que brevemente
Eran en gran manera salebrosas. Se levantaron llamas presurosas,
Y este sitio tomó con pensamiento Según la fuerza del pasado dia,
De no dejallo por algunos dias, Y que causaron por su cercanía
Porque los bárbaros con la tardanza Mayor alteración y sobresalto;
Perdiesen algo de su lozanía ; Y ansí los españoles y el servicio,
Los cuales , como viesen en su tierra Incautos del ardid de los contrarios,
La gente forastera que esperaban , Acudían á mitigar el fuego
Creyendo no hacer allí parada, Todos con ramos verdes en las manos.
Sino que prosiguieran su camino , Pero Gaspar de Rodas , como diestro,
Pusieron en concierto sus escuadras, El astucia sintió puntualmente,
Y ocuparon los pasos , desde donde Y mandó que ninguno se divierta
Pudieran ser los nuestros ofendidos, Sino que se recojan á bandera,
Con sonorosa grita y algazara Hasta ver por adonde respondían
Y estruendo de atambores y cornetas ; Los indios, pues debían de ser muchos
Todo lo cual cesó reconociendo Aquellos que tentaron aquel hecho.
Asentar tiendas en aquella altura , Y ansí puestos á punto de pelea,
Y como no hicieron mudamiento Cargados de mosquetes y arcabuces,
Aquella noche ni siguiente dia, Esperaron el acometimiento
Considerando ser estratagema Del bárbaro furor, que como viese
Y haber dispusicion para celadas Estar en escuadrón los españoles,
De parle de la gente peregrina, Y no tentar de mitigar las llamas,
A causa de los altos pajonales Suena terrible grita y alarido,
Que rodeaban este circuito , Y sale con el ímpetu que suele
Levantados, espesos , y de suerte Amenazando para rompimiento,
Que podían lener hombres ocultos. El cual con el impulso de las balas
Determinaron de ponelles fuego . Fué reprimido con algunos menos,
El cual voló con ímpetu terrible Volando de su parte los tostados
De vientos furiosos ayudado , Jáculos que venían bien espesos,
Por hallar la materia bien dispuesta Sin llegar á medir palo con hierro ,
A causa de la seca del verano. Ni se les dio lugar á que durase
Y ansí toda la tierra comarcana Espaciosa distancia la refriega;
Quedó sin ocasión y descubierta, Porque Pineda que se halló cerca
Escepto lo que con su diligencia Oyó luego la grita y alboroto,
De manos y de ramos guarecieron El fuego y estampida de los tiros,
Los del alojamiento para pasto . Y como can de casta generosa
Que siente, rodeando la manada,
De bestias y ganados que traían , Ser salteada de rapace íiera,
Que por algunos dias padescieron Y acude do berrea la juvenca
Mucha necesidad, por abrasarse De violentos dientes oprimida
Las partes do solian mantenerse. Para le dar socorro con los suyos :
Pasada la refriega del incendio , Ansí por las señales reconoce
Al tiempo que la noche demediaba, El conflicto cruel y la presura ,
Y el nublo tenebroso predomina, Y á pasos presurosos dio la vuelta ,
El capitán Pineda con cuarenta Defluidossudores empapado,
Soldados valerosos salió fuera Hasta llegar adonde pretendía ,
Para hacer alguna buena suerte Que fué muy á su gusto , porque dieron
En indios que hallase mas a mano; En las espaldas de los indios lieros.
Y en esla misma noche los caciques, Los cuales desta suerte salteados
Siu saber sus intentos, enviaron Y defraudados de sus pensamientos,
516 JUAN DE CASTELLANOS.
Tomaron por remedio la huida , Volver con orden á tomarla loma
Haciendo grandes fieros, y diciendo : Antes que fuese de otros ocupada.
« Mal nos ha sucedido la primera ; Fuélos siguiendo la caterva fiera
Mas tentaremos luego la segunda ,
La cual daremos á cureña rasa, Hasta metellos en el angostura
Y será dentro de teroero dia: Mas apropriada para su defensa,
Entre tanto curad vuestros caballos, Porque desdella mas seguramente
Que nosotros haremos otro tanto Se podían jugar los arcabuces
A estos que llevamos por delante.»
Que fueron tres ó cuatro, sin que parte Con daño de los bárbaros fronteros
Fuesen para quitárselos entonces, Que, como ya de tiros carecían ,
Por no podellos ver á los principios. Por babel los gastado con la priesa
Pero Gaspar de Rodas y los suyos, Y obstinado furor con que vinieron
Como saliesen bien desta borrasca, Y algunos estuviesen mal heridos,
Habida su consulta determinan Con pasos reportados se volvieron ,
Salillos á buscar antes que vengan; No sin intentos de tomar venganza
Y ansí dia siguiente caminaron* De los que fueron causa de su pena,
Cuarenta validísimos peones Los cuales libres, sanos y contentos
Y Gonzalo de Vega por caudillo , Llegaron á dar cuenta de lo hecho
Soldado viejo bien acreditado, Donde Gaspar de Rodas esperaba ;
De cortesanas parles, y en la guerra El cual, habiéndose certificado
No menos venturoso que valiente , De las dispusiciones de la tierra,
Con orden de pasar la contrapuesta Y el cómodo de cosas necesarias,
Quebrada Pequí, de la cual hereda Acordó de pasar allá su campo :
Y toma nombre toda la provincia. Habia la quebrada de por medio,
Fuélos el general acompañando Impedimento para los ganados,
Con veinte de caballo bien armados, Y para hacer paso conveniente
Quedando desta parte por reguardo A Gonzalo de Vega le dio cargo
Y muro, si volviesen por ventura Con cuantidad de indios y de negros.
Del bárbaro tumulto contrastados ; Que coa los necesarios instrumentos
Porque pasar con ellos adelante Fueron apercebidos otro dia,
Erales imposible con caballos, Y treinta compañeros bien armados
Por el impedimento de barrancas Que les asegurasen las espaldas
Altas que perturbaban el pasaje , Cuando pusiesen manos en la obra.
Las cuales se lo dieron á peones Salió con ellos, no con el orgullo
Cuando nocturna sombra los cubría , Ni con aquel semblante que solia
Y con la misma fueron caminando Cuando facilitando cualquier riesgo
Hasta llegar al alio de una loma, A todos los movia y animaba,
A cuyo pié después vieron un llano Mas melancolizado y pensativo ,
Poblado de labranzas y apacible , Con unos esperezos adevinos
En cierta parte del doce caneyes Del trabajoso fin y desventura
O casas de vistosa compostura , A do su duro hado lo llevaba ,
Moradas de los indios mas cercanos. Cuyo decreto desapiadado
Allí, cuando la luz del sol doraba Ejecutado fué por esta via í
De los escelsos montes las coronas, Antes de se llegar á la quebrada
Acometen diciendo: «¡ Santiago ! > Donde se concertó hacer camino,
Andan lijeros pies y manos prestas Habían de pasar forzosamente
A recoger los bárbaros despojos: Por ciertos pajonales intricados
Captívanse muchachos y mujeres, De yerbas y de frúctices diversos,
Porque de genle para tomar armas Con espesura tal y tan cerrada
Muy pocos les hicieron resistencia, Que fuera de una muy angosta senda
Por se hallar absentes celebrando | Con gran dificultad se caminaba,
Los tristes funerales de Sinago , Lugar dispuesto para que los indios
Que murió cuasi repentinamente, Pudieran dar algunos sinsabores;
Con intimo dolor de los vecinos, Y el Gonzalo de Vega, conociendo
Que de su gran valor y buen consejo Esta dispusicion para su daño
Tenían infalible confianza A tales ocasiones obviando,
En todas ocasiones belicosas; A los soldados dijo lo siguiente :
Y ansí su falta se juzgó por lodos, «Amigos, en aqueste lugar ciego
A lo menos en esta coyuntura , Podrían indios y serán bastantes
Por adversa señal y mal agüero. A dar algún mortal desasosiego
Corrió la nueva pues por las labranzas A los inadvertidos caminantes :
Cercanas , cómo pocos españoles Bueno será que le pongamos fuego ,
Entraron en el pueblo referido, Y anticipémonos nosotros antes ,
Y en breves horas , de mancebos verdes Porque bien arderá por ser pajizo.»
Se convocaron mas de cuatrocientos Parecióles muy bien , y ansí se hizo.
Que, como tigres fieros á balantes Mas como lo pusieron de mañana
Ovejas, acometen á los nuestros, Y las mas altas ramas estuviesen
Entonces algo lentas del rocío,
Y encienden luego sus pajizas casas La menudilla yerba solamente
Según y como tienen de costumbre Se iba, por debajo consumiendo
Cuando son infesladas de contrarios ; Sin llegar á las zarzas y virgultos ;
Unos hacian esto, y otros llenos Al fin , visto ser vana diligencia,
De flechas , dardos, piedras y de lanzas, Pasó delante con los compañeros
De que volando van nubes espesas , Al principal efecto de su cargo,
Cercan el escuadrón de los cristianos Y el mísero no ve que deja puestos
Que, como gente diestra y animosa , Lazos adonde caiga cuando vuelva ,
Defienden bravamente su partido Como le sucedió; porque ya llanos
Y ofenden con las balas , cuyos vuelos Los ásperos barrancos del arroyo,
A muchos encaminan al infierno ; Y á sus alojamientos revolviendo,
Mas lodos ellos fueron poca parte Llegan al pajonal, que lodavia
A reprimir la furia y el coraje Humeaba por parles diferentes,
Que los movía, por lo cual convino E ya con la gran fuerza de la siesta
Para tomar el fuego sazonado.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO VI. 517
Mas , sin estímulos desta sospecha, De Pequi, con la muerte de Sinago,
Por medio del prosiguen su camino De cuya voluntad y pareceres
Con viento que por puntos resfrescaba Pendían todos los de los vecinos ;
Los soplos del á las espaldas dellos : Pero como faltó, cada cual dellos
Estos invalescieron de tal suerte Quiso hacer cabeza de su juego ,
Que levantaron presurosas llamas Y ansí Gaspar de Rodas con su gente
Cuya sonora tempestad y furia Entró sin que hallase resistencia,
Vuela y á mas andar los va siguiendo. Antes Yutengo y Aramé su primo
Quemaron sus asientos y labranzas
El Gonzalo de Vega croe quedaba Y con la gente que seguirlqs quiso
En rectaguardia, como conociese Se fueron al partido de Caraula.
El riesgo y amenaza de la muerte, Los otros , que de mal se les hacia
A grandes voces dijo : t Fuera, fuera, Dejar sus casas y sus propiedades,
Aceptaron la paz que les pedían,
Andar, andar, andar á parte rasa, Debajo de la cual los españoles
Porque si no tomamos la ladera Eran medianamente regalados
Con tiempo,§os haremos todos brasa.» El tiempo que estuvieron en su tierra,
Huyen los delanteros velozmente , Que fué de tres semanas, porque luego
Y él, como se quedaba rezagado Fueron á la provincia de Norisco,
Por no dejar atrás alguno dellos, De grandes poblaciones, y abundante
Cuando quiso salir de la presura De los mantenimientos necesarios,
Hallóse tan cercano de las llamas Rica de telas de algodón y oro ,
Que tentó de saltar por medio dellas Cuyos caciques eran dos hermanos,
Acia lo que quedaba ya quemado Quel uno se llamaba Bayaquima ,
Por ser lo mas seguro, confiando Otro Tacujurango, ricos hombres.
De su velocidad y lijereza; Con otros principales que salieron
Mas el impetuoso torbellino Ansimismo de paz, dando preseas
Como si fuera paja lo arrebata De sus preciadas telas y oro fino.
Y vuela mas atrás, donde la nube Allí pararon por algunos dias,
De la fumosa llama se tendia. A causa de ser tierra proveída*
Dejándolo sin barbas ni cabellos, Mas como Febo visitar quería
Las manos, pies y rostros abrasados , De los doce chatoues el primero
Ardiendo los vestidos , que quisiera El estrellado cinto que rodea
Rompellos y aparlallos; mas no puede ' Toda la redondez oblicuamente,
El miserable darse tanta priesa Y entonces en aquellos hemisferios
Quel fuego mas no fuese penetrando , Sabían que venían ya cercanos
Según al gran Alcides la camisa Los procelosos nimbos del ivierno,
Vestida por engaño del Centauro. A todos pareció que convenia
Pasada pues la fuerza del incendio, Pasar a la provincia de Itilango,
Al son de sus lamentos y gemidos Do se remata ya la tierra rasa,
Volvieron compañeros á buscallo , Por la rica noticia que les daban
Y con apresurada diligencia Los indios principales de Norisco,
Empapan las ardientes vestiduras Diciendo ser la tierra de Ilüango
Con agua que tenian á la mano: Tal que satisfaría su cudicia
Las cuales resilbaban como cuando Ansí de oro como de sustento;
En la ciscosa pila del herrero Cuyos caciques eran caudalosos,
Meten el instrumento caldeado ; A lo menos Tecuce y Agrazaba,
Y sin parar, en unos y otros hombros, Dos señores, hermanos valerosos,
Lo llevan al real por dalle cura, Que los harían fácilmente ricos :
En vano, pues un dia solamente Esto decían todos, mayormente
Tuvieron vida los tostados miembros : Tacujurango que, con el deseo
De que todos, por ser hombre bien quisto, De vellos fuera de su territorio,
Manifestaron tierno sentimiento, Al general habló desta manera :
Y el general lo muestra mas acerbo « Capitán, si pasares adelante ,
A causa de tenello por amigo, Los tuyos no serán trabajos vanos,
El cual, después de dalle sepultura Pues verás tierra rica y abundante
Según el tiempo y el lugar concede , De bastimentos y dorados granos ,
Determinó dejar aquel asiento La cual afirmo que será bastante
Y ranchearse donde mas propincuas Para poder llenaros ambas manos,
Tenga las ocasiones á que viene; Porque demás de ser provincia bella
Cuyos sucesos varios contaremos Es una pasta de oro toda ella.
En el canto siguiente, Dios mediante. » Traéis para poblar en buen terreno
Encaminadas vuestras voluntades :
CANTO SESTO. Ninguno hallareis tal ni tan bueno,
Ni tan á punto las comodidades ;
F,n el eu»1 »* da r«ion cómo Gaspar de Rodas pasó su campo i la pro Por todas sus distancias aquel seno
viñeta ae Pequi, donde no se le hizo resistencia, antes algunos indios Tiene las convenientes cualidades:
le dieron la pas.
Alegre suelo, lalantaso y alto,
Según sobre fortisima coluna Y quede sanidad nunca fué fallo.
Se suele sustentar un edificio, » De nosotros podras asegurarte,
Y en tanto que ella dura no padece Ya que la paz habernos prometido,
Yactura, detrimento ni ruina, Que se sustentará por nuestra parte
Valor de un hombre solo también suele Con vinculo que no será rompido,
Con las buenas industrias y consejos Antes en socorrerte y ayudarte
Que tiene , conservar grandes estados; Aqui podrás tener favor cumplido :
Pero fallándoles este cimiento Deslo que digo no hallarás cosa
Y estribo que la fábrica tenia. Que con razón la llames fabulosa. >
Los miembros que una voluntad guiaba Esto certificó Tacujurango,
Suelen en diferentes dividirse, Y aunque no fué según encarecía ,
Y por tener diversas opiniones Los nuestros con aquellas buenas nuevas
Unos y otros vienen á perderse , Determinaron de hacer viaje
Como la gente deste principado A la provincia que les alababa,
«18 JUAN DE CASTELLANOS.
Con intenciones de poblar en ella, Pues todo lo hallamos diferente
Efecto grandemente deseado De lo que dijo bárbaro lenguaje :
De todos cuantos van en la jornada, Paréceme ser cosa conveniente
Que ya se prometían grandes rentas Buscar invernadero y estalaje,
Ansí de minas como de tributos Pues seco tiempo no será bastante
Impuestos á los indios que les diesen Para poder pasar mas adelante.
Se^un uso común en encomienda. » Estamos al remate del verano,
Salió pues nuestra gente de Norisco Cuando preparan ranchos y cabanas
Con los caciques del que la guiaban, Los que se temen del rigor cercano
Los cuales, ó por no saber caminos De las molestas y lluviosas sañas;
Mas apacibles, ó con mal intento, Y ansí no tengo por parecer sano
Iban por salebrosas asperezas, Meternos de presente por montañas,
Riscos y peñascales , donde siempre Aunque mas ricas y pobladas sean ,
Andaban ocupados gastadores Pues tememos sazón en que se vean.
Haciendo paso para los caballos , » Salidos del compás de l^zavana
Con tanta pesadumbre todas horas Los caballos y yeguas y el vacuno,
Que no puede por letras esplicarse. Si se dice verdad, es cosa llana
Al fin en Itüango los metieron Quel pasto que ternán será ninguno,
Adonde comenzaba lo poblado, Y ayunará, la gente castellana
Cuya vista no fué de tanto gusto Si le hacen á él estar ayuno,
Cuanto fueron les encarecimientos Por ser como sabéis en los estremos
De los que de Norisco los movieron , E l principal recurso que tenemos.
Y ansí por no salir tan puntuales «Hallareis otros mil inconvenientes
Pusieron machos dellos á recado , Los que ya conocéis las travesuras
Aunque se disculpaban con dediles Destas ínmites y mudables gentes
Estar mas adelante la grandeza; Que no pierden las buenas coyunturas;
Y aqueste desengaño dos soldados Y ansí con los amigos mas patentes
Insignes lo lomaron á su cargo , Las espaldas dejamos mal seguras,
Que fueron descubriendo por las lomas Pues cuando muestran mas quieto pecho
Hasta llegar á parte de do vieron Es para perpetrar algún mal hecho.
Un pueblo de cien casas populosas, »Y con quien tiene tan ruines dejos,
Cuyos confines, campos y repechos Como sabemos ya por esperiencia ,
Tenían buena copia de culturas, No tengo por seguro que á lo lejos
Adonde por gozar de mejor sitio Determinemos de hacer absencia,
El campo se pasó; pero los indios Antes en puestos que les son anejos
Cuando los vieron ir no se tardaron Conviene que hagamos asistencia ,
En convertir sus casas en ceniza , Pues cuanto mas cercanos á su planta
Ansimismo talando las labranzas Tanto mas su braveza se quebranta.
Que les podían dar mantenimiento; «Mas aunque nos detengan los rigores
Lo cual fué causa de que padeciesen Del agua, no estaremos tan quietos
Grave necesidad , y mayor fuera Que no vayan en tanto corredores
Si no se socorrieran del ganado A descubrir sus casas y secretos,
Y fructa de aguacates que hallaban Y vean qué lugares son mejores
En grande cuantidad, cuya hechura Para poner en obra los concetos :
Es á similitud de pera verde, Mi parecer es este de presente,
Aunque mayor y de mas largo cuello , Salva la corrección del que mas siente.»
De gusto simple cuasi de manteca, Dijo, y á los de sanas voluntades
Ningún olor, mas tales hay que tienen Parecieron razones concluyenles,
El del anís , y su sabor el mismo, Y que su discursion y raciocinio
Una pepita sola, y esa grande Era debajo de común provecho ;
Poco menos que huevo de gallina : Y ansí muchos dijeron que la traza
Es fruta sana, y es el árbor alto, Que daba para todos era buena,
No muy hojoso, mas de buena vista, Mas los del nuevo reino de Granada
Destos se sustentaron algún día , Confirmáronse mas en la sospecha,
En tanto que caudillos diligentes Y ser todas aquellas dilaciones
Que la tierra corrían por momentos A fin de no poblar, y que tiraba
Descubrían asiento mas propicio; A sus particulares intereses :
El cual no se hallaba, porque todos Aquesto murmuraban muchos dellos;
Estaban abrasados, y los indios Mas Francisco de Qspina cuerdamente
Dentro de las montañas comarcanas Por todos respondió desta manera:
En pueblos de sus deudos recogidos. « Señor, no me parecen mal fundadas
Y aquesto visto por Gaspar de Rodas, Las razones de vuestro parlamento,
No quiso fundar pueblo por entonces, Y basta para ser verificadas
Y aun opiniones hubo que decían Ser orden de lar: buen entendimiento ;
Haber sido su principal intento Pero las cosas bien examinadas
Hacer que estas provincias acudiesen Se hacen con mayor acertamiento ,
A servirá la villa deAnlioquia, Por no serian cabal mortal aviso.
Por engrosar las suertes que tenia Que tenga siempre parecer preciso.
Y otros particulares intereses, »No quiero reprobar parecer vuestro ,
No sin agravio de los que vinieron Poique me consta ser bien acordado
A le favorecer en la jornada, Buscar invernadero como diestro ,
En confianza de que fundaría Antes que llegue tiempo destemplado ;
Nuevos albergues do permaneciesen Mas este sea para siempre nuestro
Siendo señores de repartimientos, Y por su Majestad pueblo fundado,
Como lo suelen ser en estas partes Con diligencias tijas y bástanles ,
Aquellos que conquistan nuevas tierras. Según piden negocios semejantes.
Esta sospecha pues tuvo principio » Poique con este mismo pensamiento
De ver la dilación y la tibieza Dejamos nuestras casas y sosiego,
De un razonamiento que les hizo , Y vos manifeslasles tal intento
Cuya substancia fué la que se sigue : Al tiempo que cumplimos vuestro ruego ;
«Carísimos amigos, claramente No siento ni lo hay impedimento
Conocéis el engaño del viaje, Para que lo dejéis de hacer luego :
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO VIL 519
Haceldo ; cumpliréis con vuestro oücio , Será justo volver álos que fueron
Y á Dios y al rey haréis muy gran servicio. A descubrir las gentes de nutaves,
Í> Todos lo piden, nadie lo defiende; Y valle donde fué Rivadenevra.
Hay de por medio buenas ocasiones,
Y es la principal cosa que pretende
Don Alvaro, que dio las comisiones ; CANTO SÉTIMO.
Si alguno con sospechas os ofende,
Con esto se deshacen opiniones , Donde se da relación de lo sucedido á Juan Velasco y á Pedro Fernan-
Pues verán que la suya fué siniestra, dez Rivadeneyra, en la provincia de los nutaves y valle de Teco.
Y quedará sin mácula la vuestra.
» Vuestra merced por tanto se declare De cuánto precio sea la templanza
Y sin perplejidad nos encamine Medida y regulada con prudencia
A la resolución que mas cuadrare , Para quietar alborotados pechos
Para que cada cual se determine; Cuando de la razón pierden las riendas,
Porque si de la nuestra discrepare , Bien se manifestó, según dijimos,
Yo me quiero volver por donde vine En el orden que dio Gaspar de Rodas,
A mi reposo y á mi residencia, Pues con los ocupar en honorosos
Y desde luego pido la licencia.» Cargos, y dividillos en dos parles
Dijo , y aunque se tuvo cumplimiento Con gente de quien él se confiaba ,
Por el Gaspar de Rodas con Ospina, Cesaron confusiones arronjadas
No fué tan á su gusto que viniese A mas encanceradas pesadumbres.
A declararse como se pedia; Y ansí los dos caudillos que la parte
Y ansí sobre volver á sus haciendas Seguían del Ospina, convencidos
Y al nuevo reino hizo tal instancia, Del cortesano término que tuvo
Que se le concedió libre licencia El general haciendo confianza
Con veinte de los mas aventajados De sus personas en aquel viaje.
A le hacer escolta, hasta tanto Con ánimos quietos y obedientes
Que lo dejasen ya fuera de riesgo. Siguió cada cual dellos su derrota.
Y ansí se despidió de sus amigos Y el Juan Velasco, por aquel paraje
Con íntimo dolor de todos elfos De montañas do viven los nutafes,
Y desconsuelo general del campo, Prosiguió su camino hasta tanto
Por ser varón á todos agradable Que vio las aguas del potente rio
Y de tal condición que nunca supo De Cauca y una puente de bejucos
Negar favor á quien se lo pedia A la cual le llamaban los antiguos
Ni para hacer bien cerrar la mano. Españoles la puente de Aberunco,
Y desta causa cada cual hablaba Asaz nombrada, pero los modernos
Contra Gaspar de Rodas, el cual viendo Puente de Neguerí, por un cacique
Quedar toda la gente desabrida, Guerrero que después, allí vivía,
Por deshacer vanílocos concilios Le llaman de presente : desde donde
Mandó que luego salga Juan Velasco , En la contraria banda descubrieron
Gran carillo del Francisco de Ospina, Ameno valle de zavanas rasas
Con cuarenta soldados diligentes Por una y otra parte bien poblado,
A descubrir el gran rio de Cauca, Y cuyas apariencias eran tales
Do cae la provincia de nutaves, Que deleitaban los humanos ojos,
Bravísima nación y rica de oro; Deseosos de ya ver tierra clara;
Ansiniismo mandó por otra parte Porque los territorios circunstantes
Que saliese con veinte compañeros Por una y otra parte son montañas,
Pero Fernandez de Rivadeneyra, Aunque pobladas y de gente rica,
Gallego valeroso y esforzado Por razón de las minas que poseen,
Y del Ospina no menos amigo , Que son en gran manera caudalosas.
A descubrir el gran valle de Teco, Al raso pues adonde dieron vista
Y él se quedó con los mas impedidos Le llamaron el valle de la Vieja ,
Y menos sospechosos en el campo, Por una que prendieron en la puente,
Con lo cual como capitán prudente Mujer negociadora que tractaba
Desbarató nublosas confusiones Por aquella comarca como muchas
De los que miden sin hacer discurso Viudas allí tienen de costumbre;
La justicia y razón por sus antojos. Mas, en aquel viaje, de sus tractos
Dejando pues al Francisco de Ospina Otros arrebataron la ganancia
En tierra que constaba ser segura , Quitándole preseas que valían
Aquellos veinte que le fueron dados Arriba de mil pesos de buen oro,
Para seguridad de su persona Y si por cambio dellos algo dieron
Al campo se volvieron con gran priesa, Seria bofetones el retorno ,
Por la que se les daba por los indios , Porque les diese largas relaciones
Que fueron salteados á la vuelta : De lo que la provincia contenia,
Para satisfacion de su trabajo, Y ella les declaró por cosa cierta
Y por sus buenas mañas y destreza, Ser su prosperidad engrandecida ,
Llegaron con salud y con ganancia. Pero los moradores belicosos
Y el Francisco de Ospina ya llegado Y prestos siempre para su defensa.
Con otros á la villa de Anlioquía, Lo cual se mostró bien , pues en sabiendo
Al gobernador hizo mensajero Venir en su demanda los barbudos,
Dándole cuenta de lo sucedido, Cargó tal multitud sobre los pocos,
Y cómo fué su gasto sin provecho, Que de común acuerdo concertaron
Porque Gaspar de Rodas atendía Irse con buen aviso retrayendo
Alo que le tocaba solamente, Al castellano campo (donde dieron
Y que reconocido su diseño Enteras relaciones de lo visto)
Determinó volverse de menguante, Dentro del tiempo que les señalaron,
Lo cual sonó muy mal á los oidos Lo cual Rivadeneyra nunca hizo,
De su gobernador, y con enojo Porque tomó mas dias de demora
Acordó revocalle los poderes De los que se le dieron limitados,
Y dallos á su hermano don Alonso, De donde resultó quél y los suyos
Según declararemos adelante Corriesen grande riesgo de la vida ,
A tiempo que convenga , pues agora Habiéndoles cabido buena sufcrte
520 JUAN DE CASTELLANOS.
A los principios, sin tener zozobra •, Reconoció la quiebra que traían
A causa de que entraron en el valle Y despachó socorro de soldados
A hora que los ojos ocupaba Que llegaron á buena coyuntura
Nocturna quietud y blando sueño; A los que deseaban el presidio,
Y ansí prendieron gran copia de gente, Porque demás de que venian fallos
Y al principal cacique de la tierra De municiones para defenderse,
Con todas las preseas y caudales Estaban muchos dellos mal heridos,
Que tienen hombres ricos, sin sospecha Y mas el capitán Rivadeneyra,
fie ser acometidos y asaltados ; A quien en las horrísonas refriegas
Mas no supo gozar desta ventura Dieron cincoflechazospeligrosos,
Por esperar á la tener mas llena Y lodos se juzgaban por perdidos
Rogado del cacique, que le dijo : A no llegarla gente de refresco;
« No cumple , capitán, tan brevemente Pero con su favor fué rebatido
Hacer esta mudanza ni desvío, El bárbaro tumulto brevemente,
Si quieres buen rescate desta gente Y sanos y heridos españoles
Y salir de miseria con el mió, Llegaron á su campo, donde fueron
Porque lo daré tal que te contente, Con Ja posible cura reparados,
Y demás desto todo buen avío, Cortándoles las carnes lastimadas,
Como dos ó tres días mas esperes Y con ardientes hierros las heridas
Para llevar el oro que quisieres. Quemadas fuertemente, porque pierda
» Ya saben cómo estoy aprisionado El veneno mortífero la fuerza,
Mis amigos, mis deudos y herederos, Por ser de los antídotos aqueste
De los cuales estoy bien confiado El que se tiene por mas eticace.
Que vernán ellos ó sus mensajeros Luego Gaspar de Rodas, viendo flaco
A dar dentro del tiempo señalado Recurso de comida en Huango,
Por mi rescate copia de dineros; Y comenzar las aguas del invierno »
Y á trueco de llevar mayor ganancia, Determinó, por ser mas proveída ,
Dos dias mas es breve la distancia.» Volver á la provincia de Norisco;
Esto dijo debajo de cautela Y ansí para buscar gente de carga
Aquel astuto bárbaro, y el otro Salió por capitán Andrés de Soria
Vencido de cudicia, común lazo Con treinta compañeros bien armados,
En que caen los hijos deste siglo , El cual en breve tiempo trajo mucha
Creyó la falsedad del enemigo , Gente de los confines de Agrazava.
De quien aun la verdad es sospechosa , Y este cacique, como no pudiese
Pues es de presumir cuando la dice Quitar la presa por salirse fuera
Ser para dar sazón á sus engaños ; El Soria brevemente con el salto,
Y ansí llegada ya la madrugada Vino de paz con otros principales,
Del dia que esperaban la riqueza, Y al general le dio copia de oro,
Acometióles tempestad horrible Ansí por amistad y vasallaje
De flechas, piedras, dardos y macanar-, Como por redempcion de sus captivos
Y tan apresurado torbellino Que llevaron las cargas á Norisco;
Como viento tifónico revuelve Donde hasta pasar el hiemal curso
Cuando con mas furor se precipita
y Tuvieron sitio bien acomodado,
Y de sus soplos fuertes impelidas De cosas necesarias proveído
Las cosas ponderosas van volando : A las espensas de Tacujurango.
De tal manera que los españoles Salió luego Pineda con cincuenta
Fueron de sus asientos removidos, Soldados animosos al castigo
Atentos todos ellos solamente De Teco, por aquel atrevimiento
A las seguridades de sus vidas, Que tuvieron y queda declarado;
Sin dárseles lugar á que retengan Y como fueron bien apercebidos
La presa de captivos ni despojos, Y en ajenas cabezas avisados,
Antes en momentánea distancia Tomaron á su gusto la venganza
Fueron desposeídos, y aun dejaron Sin que bárbara mano les ofenda
Algunas cosas mas quellos traían , Ni pueda resistir á la cristiana.
Juzgando por grandísima ventura La cual, después de Teco castigado ,
Escapar con las armas en las manos, Rompió por la provincia de Cüisco
Con cuyos presurosos golpes hienden Y por Araque y valle de Tüingo ,
Cabezas y andan miembros palpitando Que las corrientes del Cenú visitan
De los que quieren mas aventajarse Y hacen rico con dorados granos,
En aquel furioso rompimiento. Cuyas impetuosas aguas vienen
Adonde sin temor de las respuestas De Carauta, Huango, Ceracuna,
A dura resistencia se abalanzan , Y guían con aumento su carrera
Mas no sin el castigo sanguinoso Por Guacuceco, Nitaná, Pubío,
Que sacan los que llegan á las manos, Pebere y otras tierras montuosas
Que no quieren atarse ni rendirse De naciones crueles indomables
A la dispusicion de Jai contrarias;
Porque con los aceros ajilados Y de riqueza que es inestimable
Por los veneros prósperos que tiene
Y violentas pílulas de plomo El húmido compás deslas montañas.
A muchos entregaban á la muerte, Cuyos secretos deseaban todos
Y á los demás templaban el orgullo Hacer deste viaje manifiestos;
Para que no llegasen tan sin freno Y ansí, sin atender al limitado
A los que caminaban retrógrados Tiempo que se les dio para la vuelta ,
A su campo, mas no tan libremente Preguntaron á indios de Tüingo
Que no les fuesen siempre dando caza, Cuáles provincias eran mas pujantes
Sin que cesasen de una y otra parle En oro y en vecinos, de las cuales
Los jáculos y tiros salitrosos, Pudiese resullalles mas provecho,
Y sin que con obscuro ni con claro Porque les dejarán sus'casas libres
Les diesen un momento de reposo, Y luego partirán en su demanda :
Hasta llegar cercanos al asiento Los indios, ó por ser sus enemigos
Adonde el general los esperaba. Los que vivían á ios nacimientos
Cuyos oidos como percibiesen Del rio del Cenú conmemorado,
El estampida de los arcabuces, O por enemistad continuada
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO VIII. 521
Que tienen á las gentes españolas, Destrísimos soldados y animosos,
Callaron la verdad , diciendo : « Pobres Los cuales ya llegados á la parte
Son todas las provincias adyacentes Donde Pineda tuvo ranchería,
A las marinas ondas y riberas; Rajaron por orillas de aquel rio,
Mas á las cabezadas clesle rio Y en menos de dos dias de jornada
Hallareis poblaciones opulentas, Descubren generosas poblaciones
Y gozareis de próspera ventura; Que se continuaban por espacio
Que tal es la que tienen sus vecinos De mas de veinte leguas, tiera fértil,
En quietud y ocio, porque nunca De saludables aires y apacible
Allí llegaron gentes estranjeras Ampollada de cerros sin montañas,
Que sus ricos caudales disminuyan.» Sino zavanas llenas de culturas.
Fueron aquestas nuevas apacibles Dieron en los primeros moradores,
A nuestros españoles, y dejando Incautos, sin sospechas deste daño,
Abajo lo que mas les convenia, Adonde recogieron manos prestas
Siguieron la derrota de Carauta, Chagualas y otras joyas de.oro fino ,
Espacio de tresdias de camino Y demás desto cuantidad de ropa
Por páramos y riscos levantados De tela de algodón y otras preseas
De tierra frigidisima y helada, Preciadas entre bárbaro gentío,
Que la hacia mas intolerable De maíz casas llenas, y cecinas
La pluviosa fuerza del invierno. De puercos, jabalíes y venados,
Hallaron buen abrigo, porque luego Abundancia de sal y de pescado,
Les salieron de paz los moradores, Diversas fructas y regalos otros
Aposentándolos benignamente Que producen las tierras abundantes;
Con todos los regalos y caricias Y con aqueste cebo procedieron
Que podia bacelles gente pobre; Por esta población continuada
Pero de los soldados por ventura Dos ó tres dias mas, y como viesen
Algunos indios fueron agraviados , Quedar á las espaldas mucha gente ,
Pues que por un atajo no sabido Antes que se convoquen los vecinos
De nuestros españoles, que pensaban Derramados en varias granjerias
Estar prolijas leguas de su campo, En aquella sazón, determinaron
Fueron al general á dar querellas De se volver con esta rica presa
Contra los que hicieron el agravio; Al castellano campo, donde fueron
Y por Gaspar de Rodas entendida Con aplauso solemne recebidos.
La razón y la parle donde estaban, Ansí por los despojos que traían
Después de halagar los querellantes, Como por la razón que se les daba
Despachólos con cartas, por las cuales De lo que la provincia prometía,
Al l'ineda mandaba que se vuelva , A la cual unos y otros anhelaban;
Y á los demás que no le reconozcan Y ansí Gaspar de Rodas pidió votos
Por capitán, ni pasen adelante, Para fundar ciudad en Itüango
Sino que luego, pues están cercanos, En parte convenible, y en asiento
Procuren de venir á su presencia. Cuya comodidad correspondiese
Abreviaron los indios el camino A lo lejano y á lo mas vecino;
Y dan las cartas á los descuidados Y de conformidad de lodos ellos
De recebillas, donde presumían Escogieron el sitio que diremos
No poderse tener noticia dellos ; En el octavo canto que prometo.
Pero sin rehusar el cumplimiento
De lo que les mandaba, se partieron
Por el camino breve que los indios CANTO OCTAVO.
Usaban en los tractos de Norisco,
En aquel tiempo via peligrosa, Donde se iracta de la fundación de la ciudad llamada San Joan ríe Ro-
A causa de pasar por un altura das, y cúmo a Gaspar de Rodas le vino nueva que don Alvaro de Uto-
De tierra rasa , fría, despoblada, doza enviaba a su hermano don Alonso de Caravajal, para <¡u* le su-
cediese en el cargo.
Que páramo llamamos comunmente,
Do corren insufribles ventisqueros,
Imbríferos y tales que traspasan Al tiempo que por proprio movimiento
Sus pluviosos soplos las entrañas, Apolo visitaba la doncella
De donde resultó quedarse yertos Con sus dorados rayos influyendo
Y sin vital calor doce sirvientes, Secas operaciones con templanza,
Y á dos ó tres soldados cuya ropa Y en estos hemisferios comenzaban
Era de poco tomo, por librallos Los apacibles dias del verano,
Del áspero rigor del viento y agua, Gaspar de Rodas con sus españoles
Los fueron á gran priesa vareando Salió de la provincia de Norisco
Para les dar calor, por ser remedio Y en Itüango puso sus banderas;
En tal necesidad con que se escapan Donde después de tantear la tierra
Algunos deste gélido rocío. Y aquellos términos que pretendía
Al Gn salieudo desta destemplanza Hacer anejos á la nueva plañía,
Llegaron á Norisco, temple grato, Carecióle ser sitio conveniente
Donde del general y los amigos La parte que llamaban Paramillo,
Fueron reprehendidos por el yerro Que distaba dos leguas poco menor
De no seguir el curso de las aguas Del rapidísimo rio de Cauca,
Del rio del Cenú por él abajo, Y allí fundó ciudad en obediencia
Cuya noticia que tenían antes Del máximo monarca don Filipo,
Les prometía prósperos despojos. Con nombramiento de San Juan de Rodas,
Mas no faltó quien por tentar la suerte , Porque el del fundador fuese notorio
Del yerro recibió contentamiento : A la posteridad en aquel suelo :
Este fué Juan Velasco , deseando Lo cual fué por el año de setenta,
H3cer aquel viaje, y ansí pide A diez dias andados de setiembre.
Con gran instancia se le dé licencia, Nombrado pues cabildo y regimiento
La cual le concedió Gaspar de Rodas, Y hechas las comunes diligencias,
Con orden que no fuese la tardanza Con día, mes y año, según suelen
En dar la vuelta mas de treinta dias. Hacerse semejantes fundaciones,
Partió pues Juan Velasco con cuarenta Revolvió sobre Pequi é Ibijico,
522 JUAN DE CASTELLANOS.
Provincias mas cercanas de Antioquía, 1
De la de Popayán, como la vemos.
Para mas subyeciar los moradores Fué su llegada pues mes de febrero
Y dalles á entender cómo tenían Y por el año de setenta y uno
De dar el vasallaje y obediencia A Santafé, la villa de Antioquía,
Al prepotente rey de las Españas, Adonde presentó las provisiones
Y acudir con demoras y tributos Que por su Majestad le fueron dadas;
A quien por él les fuese señalado; Y aunque las condiciones declaraban
Y cuando lo de Pequi visitaba Que no cayesen en gobierno suyo
Con el intento que tenemos dicho, Los lugares poblados de españoles
Recibió cartas de los de Antioquía , Ni de los bárbaros pacilicados,
Por las cuales avisan que venia De tanta fuerza fueron sus astucias,
Para tomalle cuenla de lo heclio Caricias y promesas á vecinos ,
El don Alonso, como ya traclamos Que lo reconocieron en la villa
En las quejas de Francisco de Ospina : Por su gobernador, y los del pueblo
Lo cual sabido por Gaspar de Rodas, Recién fundado de San Juan de Rodas,
Volvióse con la gente que tenia Sobre lo cual después ovo litigio
Al nuevo pueblo que dejó fundado, Entrél y don Hierónimo de Silva
Y repartió la tierra por soldados, En la real audiencia deste reino,
Según lo que juzgó de cada uno, Que no fué por entonces diiinido ,
No tan á gusto de conquistadores Porque luego Valdivia , con deseo
Que no dejase muchos descontentos, De conservar la gente que quedaba
Por ser cosa común en tierras nuevas En aquel pueblo de San Juan de Rodas,
El querer cada cual ser preferido, Y en trance peligroso, por ser pocos
Y es imposible que el humano seso Para se defender de las provincias
Vaya tan regulado y advertido Que estaban alteradas nuevamente
Que se pueda medir con el de todos Con menoscabo de los españoles ,
En cosas de interese, mayormente En Juan Velasco hizo nombramiento
Cuando de pundonor llevan mistura. De justicia mayor, y envió gente,
Aumentóse también aqueste odio, Ganados , municiones y pertrechos,
Porque las suertes y repartimientos Entre taniotme con mas aparato
De Pequi é Ibijico no se dieron Entraba su persona por la tierra,
A los del pueblo de San Juan de Rodas, Con lo cual se animaron y salieron
Antes á Santafé las adjudica, A castigar á Pequi, do mas daño
Tomando para sí lo mas granado , Con simulada paz habían hecho ;
Porque según parece fueron antes Y ansí los españoles con silencio
A los vecinos della repartidos. Nocturno dieron en los delincuentes,
Puestas en estos términos las cosas En los cuales tomó cristiano marte
Que por su voluntad se disponían, Venganzas á medida del deseo :
El Rodas se partió para su casa, Prendieron al cacique, y un mancebo
Dejando su poder á Juan Velasco Gallardo y animoso, fué de siete
De justicia mayor y de teniente, Soldados en un patio rodeado,
Con orden que dejasen aquel sitio El cual con la macana ponderosa
Y en el valle de Teco se plantase Con tal brío y valor se defendía
El nuevo pueblo con el mismo nombre, Que espíritu maligno no pudiera
Porque le pareció ser mejor puesto Poner en tal aprieto tantos buenos :
Para su duración y permanencia, Espadas rebatía, y en pedazos
Y ser el sitio donde fundó pueblo Hace volar escudos y rodelas,
Años antes el don Pedro de Heredia, Lastima y ahuyenta, hace plaza
Que duró poco, como queda dicho Como si con áncipite montante
En lo que se tracto de Maritúe, Diego García de Paredes fuera ;
Del cual salieron pocos con la vida, Los nuestros, ya confusos y corridos,
Y entrellos el buen padre Juan de Frías. Por una y otra parte perseveran
Allí pues se mudó con descontento Los unos y los otros, hasta tanto
De muchos que con estas pesadumbres Quel joven orgulloso fué rendido;
Determinaron de hacer absencia, Y aquellos españoles, con la saña
Hurtándose por via fugitiva Y enojo que tenían de que un indio
E yéndose la vuelta de Antioquía ; Ansí los ojease con sus golpes
De donde resultó que los de Pequi Ya muchos lastimase con el palo
Matasen al pasar por su provincia Por pechos, por espaldas y cabeza ,
Algunos españoles principales, Le dan ¡numerables cuchilladas,
Que tales fueron un Gonzalo Verde Y con agudas y aceradas puntas
Y Alonso Maldonado, dos soldados Espesas estocadas á porfía,
Indignos de remate tan acerbo; Pero ninguna hrzo mas efecto
Pero Gafpar de Rodas llegó salvo Que plumas derramadas por el viento ,
A Santafé, do fué bien recebido Tanto que muchos dellos sospechaban
De todos sus amigos y vecinos. Que debia de ser algún demonio;
Quejoso de don Alvaro, diciendo # Y como tanto hierro no fué parte,
Que en pago de servicios señalados Tentáronlo matar por otra vía,
El cargo le remueve y enviaba Queriéndolo empalar, y Alonso de Arce,
Juez que le tomase residencia ; De quien memoria hice muchas veces,
Mas aquesta cesó, porque le vino De compasión movklo por ventura,
Entonces al don Alvaro la suya, Por no ver espectáculo tan duro, dijo:
Y babia para gobernar la tierra «Señores , es trabajo vano
Llegado don Hierónimo de Silva, Aquesa diligencia que se intenta,
Y en la misma sazón y coyuntura Pues no puede perder este pagano
El Andrés de Valdivia , de la corle, La vida por herida violenta :
Con el gobierno dentre los dos ríos ; Miradle bien las rayas de la mano
El cual, como ya queda declarado , Los que con ciromancia tenéis cuenta,
Siendo por Lucas de Avila movido Y veréis que bañó miembros viriles
Y á sus espensas proprias aviado, En las estigias ondas como Aquiles.
A costa de quien del se confiaba , »Y pues que fué por Telís encantado
Trajo gobernación ya desmembrada De tal manera que la punta dura
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO VIH. 523
De tanto puñal lucio y afilado Ni lo debe tener quien es discreto
En él no hizo mella ni rotura , En venir á la paz tan fácilmenle,
Disponga del su favorable liado, Siendo cualquiera dellos inquieto,
Y vayase con Dios y su ventura : De soberbia cerviz y dura frente ;
Terna bien que contar del captiverio, Y esta sospecha mia corrobora
Y nosotros también deste misterio.» Lo que quiero decir y oiréis agora.
Esto dijo con buenas intenciones , »Tengo noticia , no por fantasías,
Mas contra ellas Gavilán discanta, Sino por verdaderas relaciones,
Diciéndole: «También hay opiniones Que de todas aquestas serranías
Quel gran Aquiles no mojó la planta, Se van juntando bravos escuadrones:
Y ansí no bañaría los talones Y los que nos regalan son espías
Este, ya que bañase la garganta, Que nos descuidan con sus ilusiones
Y allí conviene que hagamos prueba, Y aparencias de llanos pensamientos
Porque con tanto brio no se mueva.» Para mejor salir con sus intentos.
Al lin se le cortaron los garrones »Y si queréis en juegos semejantes
Y orejas, porque fuese conocido ; Ganar la mano, que es lo mas seguro,
Y si de doce meses á esta parte Podéis muy bien , si dais en ellos antes,
No es muerto, todavía permanece Que por su parte llegue trance duro ;
A nuestra fe cristiana convertido. Pues para lo hacer somos bastantes
Con aquesto de Pequi se salieron Si les acometemos con obscuro ,
Y se volvieron á San Juan de Rodas, Mayormente que hoy desta cautela
Adonde consumieron hartos meses Ningún bárbaro dellos se recela.»
En guerras de los indios comarcanos* Este parecer fué del Alvar Sánchez,
Hasta tenellos un poco quietos; Y a todos pareció consejo sano,
Mas ellos no por esto se quietan, Porque demás de ser el mas seguro.
Antes como quedase Juan Velasco Ranchearan allí ricos despojos ,
Con grandes aficiones á las tierras De que los indios tienen abundancia,
Confines al Cenú, que descubrieron Por ser inestimable la riqueza
Cuando por las riberas de aquel rio De que gozan aquellos naturales;
Bajó con los cuarenta compañeros , Mas Juan Velasco, como pretendía
Determinó volver con menos gente Ganar fama y honor por ser primero
Por no dejar el pueblo sin recado , Que hacia de paz estas provincias,
Y ansí bajó con treinta solamente, Tuvo por cosa desproporcionada
Hombres de quien podia bien liarse , Pagar las buenas obras recebidas
En trances arriscados y en consejo, Y beneficios con alevosía;
Con seis caballos y otros tantos perros, Y ansí contradiciendo sus razones,
Cuyas entrañas impías estaban Les dijo : « Caballeros , cosa fea
En las de gente bárbara cebadas, Seria para gente tan cristiana
Y acostumbrados á los rompimientos, Perturbar con escesos de pelea
Donde suelen hacer mortal estrago, La paz que se nos da de buena gana ;
En tanto grado que sulfúrea bala Demás desto, no cumple que se crea
Ni jara despedida de ballesta, Cualquier susurro ni hablilla vana.
Entre los indios no sé teme tanto, Pues muchas veces salen los efetos
Aunque necesidad suele mostralles Contrarios de sospechas y concelos.
En repentino salto la defensa, «Error es que por cierto se celebre
Que es dalle cebo con siniestro brazo Cuanto suele herirnos el oido;
Y descargar el diestro con la maza, Y aunque sea verdad que de tal fiebre
Desmenuzando cascos y quijadas Bárbaro morador esté herido,
Del incauto lebrel que sin reguardo Por parle de nosotros no se quiebre
Fajó con el gandul apercebido, La paz que les habernos prometido,
Y ansí queda por cebo hartas veces Pues mas tenido es á no rompella
De aquellos en quien él suele cebarse. Quien mas conocimiento tiene della.
Llegaron pues los treinta compañeros »A la guerra veníamos volando,
Con estas prevenciones á las tierras Y en ella se hiciera gran instancia ,
De Cüisco y Araque y Guacucevo, Si no halláramos hospicio blando
Donde los naturales con fingida Y á gusto del deseo la ganancia;
Y simulada paz los recibieron , Tenemos, sise fueren maleando.
Y donde con los dones ordinarios Los mismos brios, armas y substancia:
Tuvieron generoso cumplimiento; Lo que entonces pusiéramos por obra
Pero las muestras iban aforradas Haremos si llegare la zozobra.
En falsas y dañadas intenciones , »Pero seríanos muy mal contado
Encaminadas á les dar la muerte, Si comenzamos antes que comiencen,
Para lo cual se fueron convocando Por habernos á todos regalado
Todos los principales de la tierra ; Con obras que los buenos se convencen ;
Mas la fiel Inés, india ladina, De nuestra parte no se les ha dado
Criada de Alvar Sánchez, un soldado , Ocasión para que se desvergüencen :
Intérprete cabal de aquella lengua, Solo resta vivir con vigilancia ,
Con otras desla tierra conversando , Y que nos mejoremos en estancia.
Coligió por preñeces de palabras » Bajémonos al valle de Nitaua,
Haber algunos pérfidos conciertos, Pues dista de nosotros poco trecho:
Y en la prosecución de sus preguntas Gozaremos allí de tierra llana
Enteramente fué certificada Y tememos lugar mas á provecho;
Del número de gente que venia , Si vinieren, quizá venían por lana
El día del conflicto y en la parte Y volverán pesantes de su hecho :
Que la bárbara turba se congrega : Aquesto me parece que se ordene,
De lodo lo cual fué por esta moza Y allá veremos lo que mas conviene.»
Su señor Alvar Sánchez avisado, Aquesto dicho, convocó los indios
Y este soldado, como bien rompido Del pueblo donde estaban alojados ;
Y destas amistades sospechoso , Y con intérprete que declaraba
A los demás habló de sta manera : En idioma dellos sus palabras,
«Señores , nunca tuve buen conceto Gran rato les estuvo predicando,
De la mucha llaneza dcsta gente , Dándoles á entender que son vasallos
t
524 JUAN DE CASTELLANOS.
Del gran Filipo, rey de las Espafias, Donde los esperaban encubiertos
Universal señor del Mundo-Nuevo Mil y quinientos hombres bien armados,
Y de otros muchos reinos y provincias , Y al tiempo que pasaban sin sospecha
El cual, como católico cristiano, Del riguroso trance repentino
Con ardiente deseo de que todos En avanguardia dieron los salvajes
Se salven y ninguno se condene , Con ímpetu terrible y espantable :
A ellos les mandó venir agora Rompen los aires las horrendas voces ;
A les mostrar certísimo camino Ocupan el camino los tostados,
Por do puedan subir á las alturas Jáculos de veneno proveídos:
De Dios, donde los bienaventurados Este cae y aquel va traspasado,
Están gozando de perpetua gloria Otros andan á brazos con la muerte
Y gozarán sin (in , porque guardaron Y al cabo se despiden de la vida,
La regla de sus santos mandamientos Porque quien de los unos se hurtaba
Y conocieron ser un Dios inmenso, Con el valor y fuerza de sus manos,
Trino en personas y en esencia uno, Mas adelante halla quien le roba
Y causa de ninguna dependiente, Espíritu vital y gallardía.
Antes universal, de quien dependen Como quien naufragó cerca de puerto
Todas las causas, y el autor que hizo Dejando ya la nave sumergida
El cielo, tierra y mar y lo criado, Do muchos perecieron, y él se vale
Y cuantas cosas vemos y no vemos, De sus robustos brazos, y nadando
Y el hombre para que gozase deltas, Trabaja por llegar á la ribera
Al cual hombre también hizo de nada , En busca de salud y de remedio,
Y dio capacidad y entendimiento Pero la mar de tumbo lo contrasta
Y el atbedrip libre, con que haga Y lo detiene hasta que perece :
Buenas ó malas obras libremente, Ansí los mas mañosos y esforzados
Pero quien mal hiciere con su pena, Salidos de un recuentro hallan muchos
Y aquel que bien obrare colocallo Donde se remató su valentía ;
En las eternas sillas de su gloria ; Cayó desta manera Fernán Sánchez,
Y que en aqueste Dios omnipotente, Francisco de Morón, Andrés García,
Que es sumamente sabio, justo, bueno, Tocino, Cañas, Antonio Fernandez,
Habían de creer y dalle siempre Fernando Ramos, Gavilán, Saboya
Cánticos á su modo de alabanzas, Y otros nueve soldados escelentes
Servido, bendecillo y adorado,
Y no como lo hacen á las cosas
Que fabricaron ellos con sus manos,
? ue cumplieron el número de quince,
los del batallón no fueron parte
Para tener los indios de las cargas.
Ni á sol, ni luna, signos ni planetas, Que cada cual huyó con su carguío
Ríos ni fuentes , montes ni lagunas, Llevándoles el oro rancheado
Pues eran todas estas criaturas Con ropa de vestir quellos traían;
Que Dios había hecho por ei hombre , Y Juan Velasco, qve la rectaguardia
Y todos bendecían y adoraban Traia, como viese tanto daño
Al mismo por quien ellas fueron hechas, Y el desastrado (in que lo amenaza
Que es el Dios en quien creen los cristianos , Si no hacia mas que lo posible.
Y que creyesen que esto que les dice Puso ios ojos en el alto cielo
Era pura verdad, sin haber dolo A Dios pidiendo fuerzas y socorro
Ni mezcla de mentira ni patraña, Para poder salir desta presura,
Porque lo principal de su venida Y recogidos los que vivos quedan
Es á los instruir y sacar fuera Con aquestas palabras los anima :
De las tinieblas ciegas de ignorancia, «Ea, señores, que si valentía,
Donde el demonio los tenia presos Fuerza, valor, esfuerzo, buena maña
Para llevar sus almas al infierno, Queréis perficionar, hoy es el día
Lo cual conocerían claramente Y el colmo de la nías alta hazaña :
Cuando viniesen otra vez á vellos Rompamos, que yo quiero ser la guía,
Y á declaralles esto mas despacio. Y acordaos que sois hijos de España;
Porque agora no pueden detenerse Tened de Dios enteras confianzas,
Por cumplilles pasar mas adelante. Y él prestará vigor á vuestras lanzas.»
Para lo cual rogaba que les diesen Aun no bien acabó de decir esto,
Hombres que les llevasen el bagaje, Cuando con otros dos en los caballos
Y les encomendaba que tuviesen Que les quedaban vivos baten piernas
La paz y el amistad inviolable, Pegados a las ancas los peones
Pues ellos ansimismo prometían Y sus ladinos indios de servicio.
De selles para siempre favorables, Los unos á los otros reguardando,
Y defender sus casas y sus tierras Y siendo de los perros ayudados
De cuantos intentasen ofendellos. Rompen por el opuesto remolino
Con esto concluyó su parlamento, De bárbaros astiles y macanas.
Pero los bárbaros, en sus inicuos Con furiosa rabia traspasando
Intentos pertinaces y obstinados , Robustísimos pechos de salvajes,
Por palabras humildes y aparencias Hasta que ya tomaron la ribera
Fingidas, manifiestan ser muy bueno Cercana del Cenú , donde hallaron
Aquello que les dice y amonesta , En las barrancas una casa yerma,
Y que lo cumplirán como lo manda; En la cual luego se hicieron fuertes
Y ansí le dieron luego para carga Y con los fulminosos arcabuces
Ochenta robustísimos gandules, Del áspero furor se defendieron,
Que cada cual llevaba su macana, Hasta que ya la noche sobrevino,
Costumbre suya cuando van cargados, Y los indios con miedo de los perros
Para que la molestia del camino Durante la tiniebla se quedaron
Con el báculo sea menos grave , Gran trecho de la casa desviados,
Mas agora con otro fin se mueven, Pero velándolos, porque hacían
Y era para valerse contra ellos Cuenta que ya llegada la mañana
Cuando viesen sazón y coyuntura, Con carne de la gente baptizada
Según que ya tenían acordado. Habian de hacer solemne fiesta;
Partieron pues, y fueron caminando Y an6Í cierto cacique, que Tirrome
Hasta cierta quebrada montüo€a, Era su nombramiento, desdeñando
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO I X 525
Del Dios que les habia predicado,
Con otras amenazas le decia : CANTO NOVENO.
«¡Ah Velasco! ¿qué tal está tu seno
Y los de tus amigos y parientes? En el cnal te dice r.dmo los indios vinieron sobre 1» ciudad de Stn íuan
Agora que de angustias estás lleno de Rodas , la muerte de Juan Velasco , y otras muchas cosas que allí
Quiero con gran aviso parar mientes sucedieron.
Si tu Dios que predicas ser tan bueno
Te libra de mis manos y mis dientes : Cuando por movimientos de la tierra
Dile que te dé alas con que vueles, El edificio queda mal parado,
Antes que desollemos vuestras pieles. Los próvidos y cautos moradores
«Porque si no, mi dios se determina Suelen con presurosa diligencia
Que tú con esos pocos compañeros Apunialallo lo mejor que pueden ,
Desollados entréis en mi cocina Y tienen el aviso necesario
Para saborear nuestros gargueros, Para que no les coja descuidados ;
Y satisfecha nuestra golosina Y ansi considerando Juan Velasco
Manda henchir de paja vuestros cueros Estar el suyo para dar en tierra
Y que por vuestro dicho temerario Si gran solicitud y vigilancia
Estén colgados en su santuario.» Fallaba de por medio, por ser pocos
Al tiempo que estas duras amenazas Los moradores del, pues no pasaban
Percebian los pocos españoles, De treinta y dos varones de pelea,
Unos dellos estaban muy alerta Y mucha la pujanza de los indios
Velando, y otros dellos hacen balsas De quienes sospechaba que vernian
De palos que sacaban del buhio A dar algún asalto y alborada
Para se dejar ir el agua abajo Por saber que vinieron de vencida
Hasta llegar á parte mas segura; Y muchos señalados hombres menos,
Las cuales, como fuesen ordenadas Y querrían tentar, viendo la suya,
No sin apresurado movimiento Desarraigar aquella nueva planta,
Y aquellas ligaduras no tan fuertes El por la sustentar y estar á punto
Cuanto con quietud suelen trabarse. Tenia las posibles prevenciones,
Después de se embarcar amos y mozos Pero faltábale mantenimiento,
Dejando los caballos á sus anchos, Falta que los caciques mas cercanos
A poco trecho yendo navegando Suplían por temor mas que por gana;
Quebráronse las flacas ataduras, Pero como después de aquella rota
Üividense los palos, y quedaron Quedasen menos blandos que soberbios
Los unos y los otros en el agua : Y no les acudiesen provisiones,
Allí la confusión y la revuelta, Vivían en grandísima penuria,
Dolor, temor, fatiga, desatiento, Y ansí determinó que parte dellos
Tragos amargos, aflicción, angustia, Saliesen á buscar algún sustento,
Sordo rumor, sin nadie desmandarse Con orden que volviesen brevemente
A levantar la voz, porque de fuera Por quedar en gran riesgo los restantes;
La muerte de quien huyen esperaba , Y otro dia después del que salieron
Y dentro la tenían ya presente; Estaban de concierto dos caciques,
El agua que tomaron por amparo, Guacuce y Catiburi, con su gente
Esa los desarmó de lodo punto De dar eu la ciudad y destrailla,
Llevando las pesadas á su centro, De que todos estaban ignorantes.
Y escudos y rodelas arrebata
Encaminándolos tras de sus ondas, Salieron pues los quince por comida
Y el que por ellas sabe menearse Distancia de tres leguas, y bailaron
Procura de valerse de sus brazos En un pueblo pequeño tanta copia
Para salir á tierra, mas dos dellos Cuanta bastaba para su deseo ,
En las profundidades se quedaron Sin hallar resistencia ni contraste.
Y algunas indias buenas juntamente. Porque los moradores del estaban
Salieron los demás á la ribera Con todos los demás de aquella junta
En agua y en angustias empapados, Prestos para salir en su demanda
Sin armas, sin comida, sin vestidos A dar en los cristianos otro dia,
E ya de todo bien desamparados; Y desta causa se quedaron solas
Mas en el mismo punto sé metieron Las mujeres y niños en sus casas,
Por un espeso bosque, sin que nadie Las cuales como viesen españoles
Quiera mirar por otro ni lo espere, Huyeron á los bosques mas cerrados;
Antes el que mas puede mas camina Y estando con intento los cristianos
La vuelta de su pueblo, que distaba De reposar allí toda la noche
De aquestas poblaciones veinte leguas; Porque llegaron algo fatigados,
Y ansi llegaron en diversos días, Una de aquellas indias abscondidas,
Descalzos, desgarrados, consumidos Quizá de buen espíritu movida,
De hambre, de mosquitos, garrapatas, Se vino para ellos y les dijo :
Pero contentos en salir con vida «Y ¿qué hacéis aquí, nación cristiana,
De trances tan pegados á la muerte : Bien como si viniésedes á bodas,
Al ün allá quedaron diez y siete Teniendo ya la muerte tan cercana
Con mas de ochenta piezas de servicio, Al albedrio destas gentes todas?
Y la fiel Inés, de quien se dice Creed sin duda que darán mañana
Que viva la partían en pedazos En vuestro pueblo de San Juan de Rodas,
Y hablando con ella la comian, Y si no volvéis hoy con pies livianos
Con otros cinco de los españoles Verneis unos y otros á sus manos.
Que vivos los cayeron en las manos, «Caminad sin ningún detenimiento
Adonde se hicieron crueldades Esto que resta de la luz del dia,
De ninguna nación imaginadas; Y no paréis por el impedimento
Y aun no se contentó la fatal dea Caliginoso de la noche fria;
Con dar al Juan Velasco tan mal golpe, Y para que veáis que yo no miento
Pero con otro no menos acerbo Me llevareis en vuestra compañía.
Está con gran furor amenazando, Porque quiero, por las cosas que he visto,
Según declararemos en el canto Tomar la santa fe de Jesucristo.»
O llanto de su muerte desastrada. Oidas las razones que creyeron
526 JUAN DE CASTELLANOS.
Ser ciertas por las muestras evidentes Y estos con las espadas afiladas ;
Que vieron, y sospechas atrasadas, Hechos tan señalados van haciendo,
Sin mas se detener un solo punto Que no parecen ser fuerzas humanas:
Rompen cabezas, descoyuntan miembros,
Cargaron la comida recogida Traspasan pechos, hombros desencasan,
En piezas y caballos á gran priesa, En tal manera que la sangre corre
Y con la misma fueron caminando Por el compás del áspero conflicto,
Con claro resplandor y con tiniebla . Como nubes en agua ya resueltas
Sin que perdiesen tiempo, hasta tanto Que de los recios vientos sacudidas
Que cuando ya la noque demediaba Los sitios á que son correspondientes
Se hallaron cercanos de sus casas : Aniegan con la fuerza de sus gotas.
Entraron arma dando por el pueblo, Acuden los restantes al triunfo,
Donde como vetasen los mas dellos Y declaróse mas con su venida,
Y estaban temerosos y avispados, Porque los bárbaros desordenados
Los unos y los otros brevemente De lodo punto huyen, y volvieron
Salieron á la plaza bien armados Mas de trescientos menos á sus casas,
Los caballeros todos y peones, Dejando de los nuestros con heridas
Y el capitán Velasco los dispuso De yerba ponzoñosa diez ó doce,
Al orden que mejor le parecía Entrellos Juan Velasco, traspasado
Para poder valerse contra tanta Un brazo, y unflechazopor la cara,
Muchedumbre de bárbaros, cursados Y el caballo de Leonel de Ovalle
En guerras y borrascas tan continas; Con siete, de los cuales uno pasa
A lo menos los indios señalados Las fuertes armas de algodón colchadas,
Fueron mil y quinientos sin la chusma, Los bastos de la silla, la madera,
Los cuales se venian acercando, Sin que parase hasta las entrañas,
Según de las señales coligian, Quedando, no sin gran dolor del dueño,
Por oler á humadas de tabaco, Del resuello vital desamparado;
Bijas y trementinas con que vienen Otro le dieron á Rivadeneyra
Untados cuando van á rompimiento; Que entró por la nariz, y mas de palmo
Y no fueron allí de los antojos Deflechale salió por el oreja.
Que dicen de quien bueyes ha perdido, Cantada la victoria, que podria
Pues salió con la luz el desengaño. Canonizarse por maravillosa,
Porque cuando la lumbre del aurora Socorren los heridos con la cura
Venia descubriendo por oriente Que hallan ser mejor contraveneno;
Ahuyentando las tinieblas tristes , Mas en algHnos fué la diligencia
Y á los escelsos montes restituye Baldía, pues murieron tres ó cuatro,
Sus colores nativos y verdores, Entrellos Juan Velasco su caudillo,
Salió la tempestad embravecida Valiente capitán y circunspecto,
Con los impetuosos accidentes Mancbeño, natural de la Membrilla,
Que suelen cuando van determinados : Por cuya desastrada muerte todos
No tigre, no león, no bestia fiera Quedaron tristes y desconsolados;
Se mueve con denuedo tan terrible Y como los negocios que entre manos
Al tiempo que á la caza se abalanza Tenian de la guerra comenzada
Para satisfacer vientre hambriento. Eran de condición que les cumplía
Cuanta fué la braveza y el orgullo Tener grandes avisos y concierto,
Que muestra la caterva carnicera So pena de perder allí las vidas,
En el asalto duro y espantoso, Determinaron de nombrar cabeza
Con estruendo, ruido y alboroto A quien prestasen todos obediencia,
De horrísonas bocinas y cornetas , ¥ en tal necesidad el orden diese
De canillas, de brazos ó de piernas Que para su salud menester era ;
De sus contrarios muertos en la guerra, Y ansí de voluntad de lodos ellos
Apresurados sones de alambores Salió nombrado Leonel de Ovalle,
Y voces que confunden los oidos : Bastante para paz y para guerra,
Entran volando flechas, duros dardos,
Y piedras de las hondas impelidas, El cual importunado de sus ruegos
Picas en escuadrón que perturbaban El cuidado tomó sobre sus hombros,
A los caballos el entrar por ellos ; Y vista laflaquezaque tenian
Y ansí los españoles por tres veces Para perseveraren aquel sitio
Iban perdiendo tierra de la plaza» De gente tan guerrera rodeado,
Muchos de las espesas rociadas Después de congregados los vecinos
De flechas y pedradas mal heridos. Les dijo las palabras que se siguen :
En esta confusión atribulada, , «Señores, entended que donde quiera
Aquellos que tenian arcabuces A vuestra voluntad estoy rendido;
Derribaron algunos de las picas Pero, según la mia, mas quisiera
Opuestas á los que iban á caballo , Obedecer que ser obedecido,
Y hubo lugar por donde Juan Velasco Porque de mí conozco que cumpliera
Y Leonel de Ovalle, que mil veces Lo que por otro fuera proveído,
Tentaron de rompellos y volvían Pasando bien ó mal esta tormenta,
Al lugar do salían mal su grado , Sin que los yerros fueran á mi cuenta.
Entraron en la fuerza mas entera, «Pero, pues os parece convenible
Abriendo la carrera mas á gusto Seguir mis pareceres y mi traza,
Paía poder valerse de las lanzas ; Considerando bien aquel terrible
Acuden con espadas y rodelas Furor con que esta gente nos da caza,
Pero Sánchez de Oviedo, varón fuerte, Digo que los que sois es imposible
Pero Fernandez de Rivadeneyía, Poderos sustentar en esta plaza ;
Juan Rüiz Ruvian, ambos gallegos, Y antes que llegue nuevo torbellino
Un Antonio Machado, lusitano, Será bueno ponernos en camino.
Manuel Ruvíales de Alcanchele » Error es esperar otra refriega
Y Juan García Saliva, nacido En tierra de tan áspero monlisco ,
En las tierras del campo de Arañuelo; Porque si mas pujanza se congrega,
Acompañólos Juan Alonso Rubio El pueblo todo llevan abarrisco;
Ansimismo siguiendo los caballos, Y ansí, para gozar de rasa vega ,
Aquellos con las lanzas penetrantes Pasémonos al valle de Norisco ,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQU1A, CANTO IX.
Pues en aquel, demás de ser mas llano, Hacerse prestos al dudoso hecho
A Santafé tenemos mas á mano.» Y ansí cuando las alas de la noche.
A todos les cuadró lo que decía Cubrían y ocultaban los colores
Y luego lo pusieron en efecto, De selvas y de prados con el suyo ,
Mas no pudieron tan secretamente Y á visual potencia perturbaban
Que de los mas cercanos enemigos Lentos y soporíferos dulzores,
No se supiese luego la partida ; El Leonel de Ovalle con los quince
Los cuales acudieron como lobos Por presurosas aguas van nadando ,
Hambrientos á la presa que pretenden, Llevando cada cual de leves palos
Y sin que reparasen un momento A modo de escalera cierta balsa ,
Les fueron dando caza por aquellos Porque con menos riesgo y mas descanso
Caminos asperísimos que llevan , Llevasen las espadas y rodelas ,
Que basta la provincia de Norisco Con el cual adminiculo seguros
De siete leguas era la distancia. Llegaron á poner los pies en tierra ,
Al fin les ocuparon ciertos pasos Y después de cobrar algún aliento
Forzosos en aqueste su viaje Hicieron oración devotamente.
Los indios repartidos en tres partes, Partieron luego los determinados
Sin que dejasen senda ni portillo Varones á su célebre hazaña
Por adonde pudiesen deslizarse. Con pasos atentados y movidos
Están los afligidos españoles Por las inteligencias del engaño,
Entre los unos y otros afirmados Los corazones prontos, manos presta*,
Ya sin ningún recurso de comida Tentadas de rabioso rompimiento;
Llenos de angustias y desconfianza, E ya cuando llegaron poco trecho
Y en un trabajo mas que miserable: De la pajiza casa , vieron velas
Un escuadrón de bárbaros tenia Que según pareció hacían guardia:
La contraria ribera de aquel rio Altéranse los pechos , y el enojo
Que corre por el valle de Huango, Crió nuevos alientos , y acometen
Viaje de mas cómodo camino Con la velocidad que jerifalte
A no tener aquel impedimento, Se va precipitando tras la presa ;
Azar terrible para su pasaje. Los unos en las velas ensangrientan
Estos serian hasta cuatrocientos Espadas afiladas, y los otros
En una casa grande rancheados Ocuparon la puerta de la casa.
A vista de los nuestros , y que siempre Recuerdan al ruido los que duermen :
Les daban grita con palabras feas, Corre la confusión y el alboroto ,
Y denunciándoles infausta muerte. Por una y otra parte murmurando
El Leonel de Ovalle, conociendo Un bullicioso son y descompuesto,
La desventura que los amenaza , Como cuando de puercos muchedumbre,
Y condoliéndose de las mujeres, En el nocturno tiempo . de algún tigre
Muchachos y la chusma de sirvientes, Fueron en los corrales asaltados,
Que después del favor de Dios estaban Que suenan los ronquidos presurosos,
En sus industrias buenas confiados, Y de los dientes y colmillos duros
Ratió las alas del entendimiento Las amenazadoras tenazadas:
Para ver si podia dar alcance Que tales parecian los estruendos
A traza que les fuese saludable De los arcos , macanas y las lanzas,
En trance de salud enajenado , Al tiempo que en el ciego sobresalto
Y donde los ministros de la muerte Las unas se tocaban con las otras
Iban en crecimiento por momentos. Para salir al campo donde puedan
Al fin en un intento resoluto, Valerse de sus manos y pertrechos.
Llamó quince soldados valerosos, Baldías diligencias y perdidas ,
Que por corrientes de profundas aguas Pues entre tanto que unos españoles
Sabían menear piernas y brazos, Impiden la salida , dividiendo
Y dijoles : « Allí tenéis enfrente Cabezas de los hombros, tres ó cuatro
Quien de lo que hará nos desengaña , Por diferentes partes ponen fuego :
Y todos conocéis precisamente Estiéndense las llamas presurosas,
Adonde llega su rabiosa saña; De los ventosos sopjos impelidas,
En un riesgo tan claro y evidente Y ansí sin escapar cosa viviente
Es menester valor y buena maña , Quedaron convertidos en carbones ,
Y que de nuestra parte se procure Y nuestros españoles victoriosos
Algo que nuestras vidas asegure. Inmensas gracias dan al alio cielo.
» Y en esta confusión entristecida Los cuales cuando por doradas puertas
Habernos de tentar alguna suerte. Salían apolíneos yugales,
La cual, si no saliere bien medida , Y nocturno rocío*relumbraba,
Alo menos es bien que se concierte, Herido de los rayos matutinos,
Pues es para remedio de la vida, Dan orden como pasen sin peligro
Y no venir á deshonrada muerte; El rio los restantes españoles
La divina bondad su favor preste Y los imbeles niños y mujeres
Al orden que daré , que será este : Con toda la familia de servicio,
» Por selles este rio como muro , Sin que de los demás bárbaros, puestos
Aquellos bárbaros duermen sin velas : En otros pasos , fuesen contrastados ,
Podemos bien pasallo con obscuro Antes como supieron el suceso
A nado , con espadas y rodelas; Se volvieron confusos á sus casas.
Bajarnos hemos á lugar seguro Los nuestros prosiguieron su camino
Hasta que se amortigüen sus candelas , Hasta llegar al valle de Norisco,
Señal del soporífero beleño, No sin deseo de le dar noticia
Y entonces les daremos mortal sueño.» Al Andrés de Valdivia de sus daños;
Dudosos estuvieron muchos dellos Pero para hacer este recado
Por se poner en riesgo conocido; No se hallaba via ni remedio ,
Mas viendo ser mayor el que esperaban A causa de que ya toda la tierra
Según la gente que se congregaba Estaba con rigor en armas puesta.
Para romper con ellos otro día, Mas como la veloce fama tiende
Dijeron selles útil el consejo, Por varias bocas acontecimientos,
Y á morir ó vivir les convenia Fuese de pueblo en pueblo rezumando
528 JUAN DE CASTELLANOS.
Aquel asalto de San Juan de Rodas, Dentro del señorío de Agrazara ,
Hasta venir á dar en los oidos Uno de los caudillos desta guerra.
De los indios ladinos de Anlioquia, Mas el autor que todo lo movía
Donde Andrés de Valdivia recogía Era Pedro Catía, baptizado
Gente para llevar á su conquista ; Muchos años habia, muy ladino,
Y siendo destas nuevas advertido, Del servicio de un Francisco López,
Aunque no con mas llena certidumbre Al cual por ser astuto y animoso,
De la que suele dar la mala nueva, Y saber los secretos de los nuestros,
Con cincuenta soldados que tenia, Que sin pensar sus tractos y cautelas
Caballos y pertrechos, aunque pocos, Unos y otros del se confiaban,
Abrevió lo posible su camino, Por general nombró toda la tierra
Y sin les suceder cosa notable Para la guerra , que por sus industrias
Entraron en el valle de Norisco, Contra los españoles preparaban ;
Adonde se juntaron con los otros Y con las mismas el prevaricato,
Inadvertidos desta su venida; A los católicos entretenía ,
Mas, aunque repentina, fué crecido Con les traer de paz y amistad falsa
El gozo y el contento que reciben Al Agrazava y otros principales,
Los unos y los otros, que con brazos A vueltas de los cuales acudían
Abiertos y amigables se saludan. Gran cuantidad de bárbaras mujeres,
Al tin, después de dalle larga cuenta Que de los españoles no se eslrañan,
Al Andrés de Valdivia del estado Antes los miran con lascivos ojos.
De las provincias todas de la tierra, Enlrestas una muy gallarda moza,
Y descansar allí dos ó tres dias, Hermana de Agrazava , también vino
Entraron en consulta los mayores A ver los españoles muchas veces;
Para tractar del orden que ternian Y como de las tramas y conciertos
En la reftindacion del nuevo pueblo, Estaba satisfecha y enterada,
Y qué sitio seria conviniente ; De compasión movida por ventura ,
Cuya resolución, aunque sucinta, O por otros respectos amorosos ,
Diremos en el canto venidero. Determinó hablar al don Antonio
Secretamente, para dalle cuenta
De lo que los caciques ordenaban;
Y con intérpelre de quien la moza
CANTO DÉCIMO. Tenia ya segura confianza,
En el cual le iracta de la reedificación de San Juan de Rodas, y cómo Le dijo las palabras que se siguen :
Andrea de Valdivia se volvió a Santafé de Anlioquia dejando por té- « Por no te ver en riesgo de la vida,
meme i don Antonio Osorio de Pai con la gente que trajo. De piedad movida , quiero darle
Secretamente parte de la guerra
No tiene tan precisos pareceres A que toda la tierra se convoca;
En elecciones el humano seso, Y pues á todos toca semejante
Que del primer voleo vayan ciertos Riesgo, ten adelante mas aviso,
A dar al blanco de lo que desean ; Antes que de improviso quedes_ muerto.
Y ansí lo que parece ser hoy bueno , Porque ternas por cierto que mi hermano
Mañana por ventura se reprueba, Y otros que tienen mano mas potente,
Porque temporal curso va mostrando Ruegan á mucha gente les ayuden ,
Los daños ó provechos que resultan Y sé que les acuden de lugares
De lo que por los hombres se tantea. Millares de millares muy de veras:
Desta manera nuestros españoles, Han hecho sementeras en gran copia
Considerando los inconvenientes Para que por inopia de sustento
De tornar a poblar en aquel sitio No dejen el sangriento desafio :
De Teco y Maritúe montuoso, Y aqueste desvario quien lo guia
Donde por esperiencia conocían Es un Pedro Catia, lengua vuestra;
Ser para sus diseños mal seguro , Aqueste los adiestra y él os vende.
Juzgaron ser mejor aquel asiento Remedie quien entiende mis razones ,
Antiguo que llamaban Paramillo, Porque no sonficcioneslas que digo
Donde fue su primero fundamento. Antes como testigo las declaro
Allí de nuevo se hicieron ranchos Porque hallen reparo las peleas;
Y repartieron tierras y solares, Y para que me creas venir llana ,
Nombrando sus alcaldes y rectores, Pido como cristiana el agua santa,
Con diligencias y solemnidades Pues creo lo que canta la fe vuestra,
Anejas á los tales nombramientos ; Y huyo la siniestra de bestiales,
Y el Andrés de Valdivia, repartida Huyo mis naturales imprudentes,
La tierra, mas por gusto que justicia, Y á deudos y parientes, vulgo ciego ,
A Santafé volvió dejando cargo Renuncio desde luego por entero ,
De justicia mayor y de teniente Y entre vosotros quiero vivir siempre.»
A don Antonio Osorio de la Pace, Oida la razón por don Antonio,
Luí caballero de Ciudad-Rodrigo. En gran perplejidad se vido puesto,
El cual con el deseo que tenia Pareciéndole ser novedad grande
De ganar opinión entre los indios, Venir á declarar aquella moza
Salió por la comarca contra ellos , Las determinaciones del hermano;
Y á fuego y sangre hizo gran estrago; Y discurriendo con el pensamiento
Mas no por eso concibieron miedo, Por cosas que los hombres circunspectos
Antes mas indignados y protervos , Suelen considerar antes que crean
Viéndose de vigor menoscabados, Negocios que de suyo son pesados,
A sueldo procuraban valedores Sospechó que debia ser cautela
De todas las montañas circunstantes , Por alguna pasión que su discurso
Enviándoles prendas y rehenes, No bien comprehendia ni alcanzaba-
Y entera certidumbre de la paga. Y ansí de los soldados hizo junta,
Y para que la guerra no cesase Y después de decir puntualmente ,
Por falta de alimentos, desde luego Lo que la bárbara representaba,
Ocuparon las manos en labranzas Rogó que le dijesen qué haría
Que de comunidad en cierto valle En verificaciones del negocio;
De gran fertilidad hicieron todos Y de común acuerdo determinan
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE IÍf, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO X . 52 §
Que la india dijese por tortura A llevar el ganado que traían
Lo qué de voluntad había dicho: Hasta ponellos sin recebir daño
Diligencia no bien considerada, Cerca del pueblo de San Juan de Roda?,
Y término de gante mal medida. Donde se despidieron dando quejas
Tormentos se le dieron finalmente, Del don Antonio por haber prendido
Y en ellos siempre dijo lo que antes > Debajo de amistad tantos caciques,
Sin que de la substancia discrepase Y quellos no pasaban adelante
Ni de las intenciones que traía Por escusarse de otra tal molestia.
De profesar la fe de Jesucristo : Llegaron pues los diez al pueblo nuevo,
Lo cual hizo después devotamente, Que no menos lo fué de su venida,
Dándosele por nombre Catalina ; Con gran admiración solemnizada
Y aquel desguslo grande no fué parte Por los vecinos del desque supieron
Para de sus propósitos movella , Haber pasado sin tener contraste
Que píamente debe de creerse Por tan endurecido barbarismo;
Venir de santos soplos inspirada, Y hizo muy mayor aquel espanto
Porque permaneció y hoy permanece Dándoles cuenta de la cortesía
En la santa creencia y observancia. Y liberalidad de que con ellos
Estando pues los españoles ciertos Usaron y llaneza nunca vista;
Deste rebelión, porque hallaron Sobre lo cual algunos afirmaban
Aquella gran grandeza de labranzas Que ya necesidad los compelía
Y otros indicios claros y evidentes, A procurar la paz, porque con guerra
A su Pedro Calía procuraron Vian su perdición y su ruina,
Prender secretamente, y él.astuto Mas otros lo contrario porfiaban
Estando del intento sospechoso, Porque decían ser estratagema
No quiso mas volver á los cristianos Por los asegurar con esta muestra,
Como vio que la india Catalina, Y aconietelles viendo coyuntura.
De lo quél meneaba sabidora , Al fin, destas contrarias opiniones
Estaba de propósito con ellos ; Aquella que mas ocio prometía,
Mas ordenó que fuesen los caciques Como sucede por la mayor parle,
Con simulada paz como solían , Parece que les dio mas en el gusto,
Para que conociesen con aviso Según aquel enfermo que lo toma
Si acaso su traición se rezumaba. En el manjar que mas daño le hace;
A lo cual fueron luego dos hermanos, Y ansí deste socorro confiados
Tucure y Agrazava, y ansimismo Y de la gran blandura que los indios
Chacurí, Nuguireta, Tacüica, Les mostraron al tiempo que veniait,
Tacujurango y otros principales , Se fueron á dormir á sus posadas
Con algunos regalos de comida , Debajo de sencilla centinela,
A los cuales prendieron en llegando , Y no como solían en la plaza
Poniéndolos á lodos en clausura Velando por sus cuartos cada noche,
Con guardas vigilantes y prisiones , Sin reservarse nadie del trabajo.
Y avisan al Valdivia por la posta De manera que cuando son Jos ojos
Del riguroso trance que esperaban, Presos del soporífero sosiego,
Y las necesidades de socorro, Los bárbaros astutos se venían
Pues por dar libertad á los caciques A las modernas casas acercando,
Acudiría poderosa hueste; Cuyo sitio y asiento no tenia
Y en tanto que venia la respuesta Para poder llegar mas de una entrada,
El pueblo se velaba todas horas, Y esta por una muy angosta loma
Sin caerse las armas de la mano. Como de cuatro pasos el anchura,
En este tiempo , sin saber Valdivia Que todos los demás eraD lugares
Aquestos desabridos movimientos, Para los rodear inaccesibles,
Había proveidoles ganado Y el pueblo dentro dellos no tan Harto
Con solos diez soldados, confiando Que fallasen algunas costezuelas;
Que los del nuevo pueblo les saldrían Cuya comodidad á los incautos
A cierta parte donde por sus cartas Vecinos por ventura dio la vida,
Les había con indios avisado, Pues á poder entrar la hueste junta
Para metello mas seguramente Y no por el forzoso contadero,
En las estancias del moderno pueblo; Fuera miraculosa contingencia
Mas estas no llegaron á sus manos , Quedar alguno dellos con la vida.
Porque los portadoras yanaconas Al tiempo pues que la gallarda Venus
Fueron en el camino salteados, Venia descubriendo sus dorados
Y ansí vinieron solos su viaje, Copetes por las puertas del Aurora,
Acompañados siempre del peligro Reventó la apostema represada,
Que con muerte cruel amenazaba : Y aquella tempestad impetuosa
El uno destos era sacerdote Rompió por el estrecho y angostura.
Que se llamaba Juan Ruiz de Atienz.i , La centinela huye, y arma dundo
Cuya virtud á mí me fué notoria Convoca los vecinos soñolentos :
Un tiempo que tuvimos un hospicio Responde de cornetas al instante
Y no menos lo es en el presente Horrísono tumulto y estampida,
En la gobernación donde reside; Y á las primeras casas ponen fuego.
El cual de santa caridad movido Corre la turbación y desatino
En este riesgo puso su persona Por algunos vecinos, de tal suerte
Por ir á consolar aquella gente Que con tener las armas donde duermen
Que desle ministerio carecía. Prestas para cualquiera sobresalto ,
Llegados pues adonde gran posible Unos no las hallaban, y otros toman
De duras armas era necesario Imbeles instrumentos y escusados,
Para salir ilesos de las manos Según á naufragantes acontece
De bárbaros opuestos al encuentro , Cuando la nave repentinamente
No solamente no les acometen. Es de las altas ondas sumergida.
Mas antes con pacíficos semblantes Que de la tabla, del barril ó caja
A dar lo necesario se convidan ; Procura cada uno de valerse,
Y ansí les proveyeron de alimentos Aunque sea con vanas esperanzas.
Y los acompañaron, ayudando Déstosun Fernán Sánchez, animoso
T. IV.
ítfO JUAN DE CASTELLANOS.
Vecino, natural de la Membrillo , A riesgo de su vida clara fama ;
Acudió mal armado , y acomete Y todos los demás, que no pasaban
Con ánimo soberbio y alterado ; De treinta y seis con los recién venidos ,
Mas al salir de casa ponderoso De cuyos nombres no se me dio copia
Golpe le desmenuza las quijadas, Para los celebrar, según merecen
Dando con él en tierra , y allí queda Tan raras valentías y hazañas :
El alma con la sangre vomitando. De las cuales aquesta merecía
Joan de Ortega, de Ubeda , venia Ser de mas alta lira celebrada ,
Con pasos presurosos , sin rodela; Pues eran los contrarios tres quinientos,
Pero volante piedra que de honda Robustos, esforzados y atrevidos,
Venia por los aires impelida Y con preparación de varias armas,
Le quebrantó las sienes , y los ojos Y en ellas todos diestros y cursados.
Perdieron luego la virtud visiva : Y ansí la multitud que quedó fuera
El cuerpo se tendió por aquel suelo, No hizo mudamiento por entonces,
Y despedida del el alma huye. Antes por témino de cuatro días
Pedro de Vega jur.to del se halla, Tuvieron sitiados á los nuestros.
Mejor apercebído, mas en balde Que por amedrentónos, a su vista,
Quiso teñir los filos del espada, De los caciques que tenían presos
Por anticipación de dura flecha Ahorcaron los dos, á Nuguireta
Que las venas rompió de la garganta, Y á Cliacurí, con otros ciertos indios
Por donde desaguó luego la vida. Que por su valor eran estimados;
En este tiempo salen á la plaza Mas aqueste castigo fué fomento
Armados con espadas y rodelas De mas indignación y mayor ira:
Un Pero Sánchez , natural de Estrella , Y ansí corrieron todas las estancias
Cerca de Talavera de la Reina , Que tenian pobladas los vecinos,
Y un Juan Mateos Corzo, de Segura Los cuales destruyeron y quemaron,
De León, y con estos juntamente Dando crueles muertes á los indios
Esteban de Ribera de Albuquerque Y negros que tenían de servicio;
Con un Juan de Colura, valenciano , Ansimismo talaron las labranzas,
Y Diego de Ouzmán, el de Segovia, Refugio principal de los vecinos,
Los tres ó cuatro dellos en camisa ; Y achaque para que después Valdivia
Pero con pensamientos arronjados , Los hiciese mudar de aquel asiento,
Al precio del honor, sin que temores Como se tractará mas largamei.te
De muerte se les pongan por delante , En el proceso del siguiente canto.
Ocurren al entrada de la loma
Por donde se venia deslizando
Aquella tempestad íiera y horrible , CANTO UNDÉCIMO.
Y por ella rompieron como cuando OonnV se tracta del socorro que trajo el ponernador Andrés de Valdivia,
Kl fulminoso luego descendiendo la mudanza del pueblo de San J :ar> de Roda», con oíros varios sucesos,
De la media región del aire rasga v «ómo vino de Kspaña declararlo no caer en el gobierno u> Valdivia
El húmido nublado contrapuesto , Saínale de Anüoquia, ni San Juan de Iludas.
Y el tortuoso vuelo desmenuza Las argucias del hombre caviloso.
Acero, hierro y otros materiales : Las urdiembres y tramas de sus lelas,
Ansí rompen ¡jares, y cabezas Son como las que tejen las arañas
Saltaban de los hombros despedidas: Fáciles de romper, y sus colores
Piernas, brazos y manos descoyuntan, De poca duración , porque desdicen
Y al Gn detienen el impetuoso Cada y cuando que son examinadas
Curso de la creciente y avenida. En toque de verdad, que es el verdete
Como peñascos que temblor de tierra De que usan los aunlices queriendo
Les hizo que bajasen del altura Ver aquello que dudan ser buen on»,
Y fueron á parar á la corriente El cual si por ventura se vestía
Del agua , y ocupando la salida Del rubio resplandor sin la substancia.
Por diferentes partes se derrama, Ninguna señal deja de quilates;
Por el obstáculo que halla puesto Como también la roja margarita
En el lugar por do correr solia : Engaña nuestra vista muchas veces ,
No menos fué la furia desta genle • Y en ardiente crisol hecha la prueba ,
Por estos cinco solos impedida , En vaporoso humo se va toda :
Porque con esta brava resistencia ¡testa manera fueron ¡as argucias
A los de fuera y dentro defendieron Y vanas suhtilezas del Valdivia,
Ansí la entrada como la salida , Torciendo con sofísticas razones
De tal manera que los de caballo La letra del despacho que traía;
Tuvieron tiempo para bien armarse Y los de Santafé, como sabian
Y de cebar las lanzas en aquellos Mejor menear armas que cautelas ,
Primeros que saltaron en el pueblo ; Creyeron el sentido que les daba
Acudieron ansimismo peones A las reales cédulas, y luego
Reportados y mas en orden puestos ; Fué por gobernador obedecido.
Y unos y otros tal maña se dieron Y como con mas sólidas razones
Que dejaron muy pocos con la vida. Y menos aparato de palabras
Cantóse la victoria finalmente , Siguiese don Hierónimo de Silva
La cual después de Dios, de cuya ninno En consejo de Indias esta causa ,
Recibieron aqueste beneficio. Viirole declarado por-*rmtencia
Fué por el gran valor de aquellos cinco, No caer en gobierno del Valdivia
De los cuales Esteban de Ribera La dicha villa ni San Juan de Rodas;
Y el Pero Sánchez fueron mal heridos , Y ansí cayó la máquina compuesta
Mas no halló lugar la dura parca, Por orden de vanilocas industrias.
Por ser con buena cura socorridos. Viéndose destas suertes despedido,
Y en este rompimiento sanguinoso Pueblos que le hacían muy al caso
No menos se mostraron esforzados Para se sustentar en su gobierno
Y belicosos Juan Alonso Rubio , Y aulorizallo con mayor posible,
Ju;m Rüiz de Ruensuelo , que lo huella Puso los ojos y los pensamientos
Con sangre por sus manos derramada . Kn cosas arduas y dificultosas,
Y un Alonso Martin Mordían, que merca Facilitándolas con su juicio*
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO XI. 531
Del cual muy confiado presumía ¿ue fué cuasi de un año la tardanza,
Con un palmo de hilo hacer redes Pudiéramos hacer largo volumen
Tan largas y lan gruesas que con ellas Si fuéramos particularizando
Pudiese rodear el universo; La terribilidad de los trabajos
Porque con poco número de gente, En el discurso del acontecidos;
En un tiempo y en una coyuntura, Pero diremos una sola cosa
Tentó poblar en diferentes parles, Dicha por el factor Rodrigo Pardo
Que para cada cual menester era Y Francisco Mantilla de los Ríos,
La cuantidad de gente que tenia Que vive de presente donde vivo.
Aquesta fué que cuando se volvían,
El primer pueblo dellos Antioquía Perdidos los caballos y sirvientes ,
La vieja , do quedaron oficiales Desnudos, desarmados y hambrientos,
En la caja real, y por teniente Y de setenta y tantos españoles
Antonio de Tovar, el tesorero: Mas de los treinta dellos fallecidos,
Mas la refundacion no fué durable, Venia muy enfermo Fernán Pérez,
Mancebo natural de Salamanca,
Porque poco después gente catía E ya desamparado totalmente
Vino sohrellos , y antes que llegasen De fuerzas y vigor con que pudiese
Al pueblo dieron fin de tres soldados Proceder adelante con los otros,
Inadvertidos, que encontraron fuera; Que con poca mas fuerza se movían.
Y esta venida fué con tal aviso Junto de la ribera de un arroyo
Que los de la ciudad no lo tuvieron. Se recostó diciendo : «Dios os guie
Mas remediólo la bondad inmensa Y á mí provea de conocimiento
Con rara y espantosa maravilla . Con que de su bondad no desconfie
Lo cual yo no pusiera por escripto En este mi final acabamiento;
Si no fueran personas fidedignas Pues para caminar aunque porfié
Aquellas que la dictan á mi pluma : Fállame lo mejor, que es el aliento;
Y fué, que la mañana que venían AI ánima dé Dios salud y cura,
A dar en la ciudad, el tesorero Quel cuerpo no la tiene ni ventura.»
Y otros amigos suyos juntamente Hallóse junio del Rodrigo Pardo,
Querían almorzar en su posada Que para todos era gran alivio,
Puchas ó poleadas, cuyo nombre Ansí con obras como con razones
Es en aquestas partes mazamorra, Cristianas y animosas, y respondo :
Entonces por ventura gran regalo, «Buen ánimo, señor, valor y brío»
Porque tenían leche para ella, Que á vuestra condición no le"es honesto
Y aquesta cuando por las porcelanas Hacer un tan notable desvarío,
Se difundía, fué, según afirman Pues á cada cual veis ir mal dispuesto;
En finísima sangre convertida : Volved, volved en vos, que yo conlin
Amarillez mortal ocupó luego En Dios que hallareis remedio presto,
Todos los rostros de los convidados , Porque llevamos ya senda trillada ,
Y los pálidos miembros destilaban La cual nos ha de dar tierra poblada.»
Un sudor frío con el gran espanto. Otras muchas razones le decía,
De tal suerte que los turbados pechos Ayudándole porque se levante;
No podían dar fuerzas á la lengua Mas no bastó su buena diligencia.
Para decir palabra bien formada , Por lo hallar imposibilitado ,
Como á quien opresión de pesadilla Y él mismo lo despide con aquesto :
Fatiga hasta tanto que recuerda; «Señor, ningitn trabajo mas perdido
Mas esta turbación y sobresalto Que lo que procuráis en este caso ;
Kn alguna manera despedidos, Porque me voy, del orlo despedido,
Ocurren á las armas y caballos , A mas andar la vía del ocaso.
Y sin mas esperar á los efectos Una merced tan solamente pido,
Con quel prodigio los amenazaba , Y es que me la hagáis de aquese vaso
A Santafé se fueron retrayendo Para beber con él fiesta agua clara
Dejando la ciudad desamparada. Mientras la vida no me desampara.»
Y ansí cesó por parte del Valdivia Viendo ser por demás hacer instancia
Aquesta población eme pretendía En que se levantase, dióle luego
Hacer cabeza del gobierno suyo. El vaso que pidió, y una cruz puso
También antes que entrase con socorro En el mismo lugar, no sin suspiros ,
Esta postrera vez á los que estabmi Y de su ruego lo llegó mas cerca
Necesitados en San Juan de Rodas , De la corriente, porque con la mano
Había despachado mas soldados Pudiese coger agua de aquel rio;
Con otro capitán Juan de Zavala Y ansí se despidió con grave pena,
Y con el capitán Rodrigo Pardo , Amonestándole por muchas veces
Que es hoy factor real en este reino, Que nunca divirtiese la memoria
A conquistar la tierra de chocóos En desvanecimientos transitorios,
Y las que con el Darien confinan , Sino que siempre la tuviese puesta
Para fundar ciudades do hallasen En quien por él había padecido
Dueña comodidad en aquel suelo , Y por la redención del mundo lodo.
Que es una pasta de oro , si la tierra En árbor y figura semejante
Fuera para vívi,r mas apacible, De aquel que le dejaba por amparo,
Pero ninguna mas incomportable Pues la necesidad lugar no daba
Ni mas perjudicial al ser humano, A le favorecer con otras cosas,
Por ser anegadiza, montuosa , Y que con armas de oración conlina
Con otras cien mil plagas insufribles, Se defendiese de las tentaciones
Y cuyas influencias solamente Del infernal dragón , que siempre busca
Son adaptadas para criar oro. Animas que tragar, principalmente
De que gozan algunos naturales , En tal tiempo y en tales ocasiones;
Rarísimos , en árbores subidos , Y que cualquiera golpe resistiese
Sobre los cuales tejen barbacoas. Con el escudo de la fe cristiana.
Y en ellas sus tugurios ó cho/uolns , Aquesto dicho, pasan adelante,
Por las inundaciones de los ríos, No sin el aflicción con que caminan
Que suelen ser allí cuotidianas : Aquellos que no tienen ceilidumbie
Vivienda vil y mas que miserable.
Y ansí de su Viaje trabajoso ,
S32 JUAN DE CASTELLANOS.
De hallar el remedio que desean. En aquella montaña tenebrosa,
Antes la que tienen por mas cierta En el húmido suelo recostado,
Era morir de hambre todos ellos ; Al agua pluviosa y al sereno,
Sin ropa ni recurso de comida,
Mas aquella divina Providencia, Y en lanía soledad y desconsuelo ;
A cabo ja de seis ó siete días O quién le proveía de alimento ,
Que laflaquezay la desconfianza Porque vivir sin él hombres mortales
En tal aoguslia los tenia puestos, En tan prolijo número de dias,
Que muchos se quedaban desmaya los, Teníanlo por caso milagroso.
El Fernán Pérez luego les enseña
Proveyó de remedio, porque dieron Una crucita de oro bien labrada ,
En ciertas poblaciones abundantes Que pesaría como seis tomines,
De la substancia que era necesaria Inclusa y engastada dentro della
Al adelantamiento de sus vidas; Una aslillica muy subtil de palo.
Y con ser los vecinos de aquel suelo Y «Jijóles con voz mas esforzada :
Ásperos y crueles por estremo, «Nunca jamás gusté mantenimiento
Y tantos que podian fácilmente Después que me quedé, ni tal he visto
Cortalles el estambre de la vida, En esla soledad y descontento,
Por ir debilitados y no juntos. »Pero la piedad de Jesucristo
Mas derramados y con el desorden Le dio virtud al agua que bebía
Que llevan los que van á quien mas puede, De substancial y necesario pisto.
Se mostraron tan pios y benignos «Porque esla cruz en ella la nidia,
Que los acariciaron en sus casas La cual contiene parle del madero
Y proveyeron de lo que tenían. En que Dios padeció por culpa'mia.
En tiempo que lo vil y menos sano »OveIa yo de cierto caballero
Les fuera cordial mantenimiento; Canónigo que fué de Salamanca,
Y no solos aquellos que llegaron En su fin y remate postrimero. »
Primero recibieron beneficio, Oída la razón por todos ellos,
Pero manifestándoles por señas No sin admiración, y dando gracias *
Quedar otros atrás que no podrían Al Obrador de tantas maravillas,
Llegar sin les llevar algún socorro, Prostráronse por tierra y adoraron
En ese mismo punto se cargaron Aquella preciosísima reliquia,
Algunos indios dellos de comida, Porque les pareció, según la obra
Y ansí como los iban encontrando Tan rara, tan estraña y admirable,
Les iban proveyendo, hasta tanto Que seria según les declaraba,
Que los metieron dentro de su pueblo, Y quel árbor que dio fructo de vida
Adonde se estuvieron reformando Al hombre que quedaba cuasi muerto,
Por mas espacio de cuarenta dias. También se la daria hasta tanto
Después volviendo por aquel camino, Que con preparaciones de cristiano
Por ser aquella la derecha via Pasase por do pasan los mortales.
Para salir á pueblos de españoles, Y luego dieron orden como fuese
Llegaron al paraje do dejaron En hombros de los indios de servicio,
Al Fernán Pérez, y reconocido. Ayudándole lodos, hasta tanto
Habló Rodrigo Pardo con los otros, Que entraron en pacíficas regiones
Y dijóles : «Si puede tino mió De indios obedientes ya subyeclos,
Tener verificados pareceres, Do lo dejaron muy encomendado
Aqueste me parece ser el rio Y á un criado suyo yanacona
Do dejamos al pobre Fernán Pérez : Del servicio del mismo Fernán Pérez ;
Suplicóos que, pues es poco desvio Mas el dicho Factor Rodrigo Pardo
Y son caritativos menesteres, No me sabe decir elfinque tuvo ,
Que lleguemos á ver su desventura : Porque llegados á las ciudades
Daremos a su» huesos sepultura.» Y pueblos de españoles, cada uno
Todos condescendiendo con su ruego Procuró solamente su remedio,
Llegaron á la cruz que quedó puesta, Por diferentes vías deiramados,
Y vieron al soldado de la suerte Y algunos se volvieron al Valdivia.
Y en el mismo lugar que lo dejaron Al cual, según que dejo declarado,
Habia ya sobre cincuenta dias: En Sanlafé le fué notificada
Acuden con el laclo de las manos, La provisión real y la sentencia
Y conocieron que tenia vida ; Cerca de no caer en su gobierno
Mas aunque lo llamaban por su nombre, Aquellos pueblos dos fundados ante*
Dándole Toces, nada respondía.* Que la merced a él se le hiciese.
Pero Rodrigo Pardo, con deseo
De se certificar enteramente, Y ansí con la presteza con que suele
Con la carne de mico que llevaba Astuto negociante prevenirse,
Asada para su matalotaje, Antes que la noticia les llegase
Le refregó los dientes y la boca, A los que estaban en San Juan (le Rodas,
Procurando con grande vehemencia Determinó partirse con la gente
Hacelle traspasar alguna brizna : Que pudo recoger; y porque supo
En efecto, se vido que moelraba Por lengua de los indios contraciantes
Algún tanto de mas vital meneo; Estar en gran angustia por lo dicho
Tornaron á dar voces, preguntando En los versos del canto precedente,
Si conocía ser sus compañeros, En tanto que mas gente recogía
Y respondió con una voz muy débil : Despachó diez ó doce compañeros
« No veo, que la vista me fallece; Con municiones, y por su caudillo
Pero si no me engañan los sentidos Al capitán Francisco Maldonado,
Voz de Rodrigo Pardo me parece Un vecino que fué de Caramanta,
Aquesta que me loca los oidos. » El cual dio perfección á su camino
No se puede pintar el alegría En pooos días con aquel socorro.
Que recibieron todos desque vieron Y su llegada fué ya demediado
Que con algún acuerdo les hablaba ; Diciembre por el año de setenta
Y ansí reiterando las preguntas Y tres, á deseada coyuntura ,
Con encarecimiento le rogaron A causa de que lodos los del pueblo
Que se esforzase para declaralles Estaban puestos en nn gran peligro
Cómo pudo vivir lan largo liempo
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, H1ST. DE ANTIOQUIA, CANTO XI. i>33
Los pocos españoles acordaron
Por falta de alimento, que no vian Volver á su ciudad, imaginando
Otro refugio que mas cierto fuese Que los astutos indios revolvieran
Que perecer, pues con la misma vida A dar en ella viéndolos absentes ;
Se Labia de comprar si lo buscaban ,
Por la gran vigilancia de los indios , Y aunque mal proveídos de sustento
Continuas asechanzas, y dispuestos Efectuaron luego la partida.
A dar con mas hervor y mas pujanza Donde con gusto de los atendiente*
En los que conocían temerosos, Representaron este vencimiento
Quedos y acorralados en su sitio. * Que los regocijó con esperanzas
Pero como llegasen los que digo De poder airadlos á lo bueno;
Con buenas municiones, desterróse Mas aunque se hicieron diligencias
El pálido temor y cuerdo miedo , Modestas y de cierto cumplimiento,
Y ansi salieron á buscar comida La bárbara dureza pertinace
Veinte y cinco soldados principales Nunca jamás dio muestras de blandura.
Con un Juan López Bravo por nudillo, Lo cual reconocido, determinan
Soldado de gran uso y esperieRiá, Con mas severidad probar la mano;
Y hombre no menos cauto que valiente. Mas el hilo cortó de sus intentos
En este mismo tiempo se movieron El Andrés de Valdivia, porque vino
Los bárbaros protervos con intento En aquella sazón con poca gente,
De no dejar las armas de las manos Pues aquestos y aquellos computados
Hasta desarraigar la nueva planta , Eran dos ó tres menos de cincuenta;
Y dar á las católicas entrañas Y como no sabían ser escluso
En sus voraces vientres sepultura ; Del jurídico mando ¿este pueblo,
E yendo nuestra gente sin sospecha Fué con aplauso grande recebido
De tal encuentro, repentinamente Y con aquel respecto que debian
Dieron en el ejército pagano A su gobernador, y él ansimismo
Que venia marchando con el orden Se les mostró benigno y apacible.
Y recato que suele gente diestra , Comedidísimo, grato y afable
Acaudillándolos Pedro Calía, Con unos y con otros, de tal suerte
Capitán general de la caterva. Que para sus propósitos los tuvo
Muy prontos, adaptados y compuestos.
t Qué habían de haces en tal estremo ?
orque volver atrás no convenia,
Por ser camino cierto de la muerte,
Y ansí después de tres ó cuatro dias.
Habiéndosele dado larga cuenta
Y acometer á tan La muchedumbre De sus necesidades, y cuan duros.
Grande temeridad por consiguiente, Eran en dar la paz los naturales,
Pues la dificultad les declaraba Juntólos en las casas de cabildo,
A todos el remate de su vida. Y hlzoles aqueste parlamento:
Pero como Juan López Bravo viese « Caballeros, amigos, de quien fio
No se poder usar de otro remedio Aquello que es en mi de mas momento,
Sino de rompimiento, dijo luego : Paréceme notable desvarío
c A ellos, caballeros, que sin duda Permanecer tres años en asiento
Conoceréis por vero testimonio De tan protervo y áspero gentío,
Que valen mas los pocos con ayuda Y en tan reconocido detrimento,
De Dios, que muchos con la del demonio.» Que es de sus mejorías la mas cierta
Disparan arcabuces al momento, Retracto vivo de esperanza muerta.
Y con hilos de alambre las pelotas. «Porque, como sabéis á costa vuestra.
Que van rompiendo pechos, brazos, cuellos, Los indios deste pueblo mas cercanos
Con una y otra carga derribando De mala digestión han dado muestra,
Penachos y coronas por el suelo; Y con dificultad los haréis llanos :
Soltáronse los perros que traían Lleguémonos á gente menos diestra
Cebados en entrañas infieles, Y de menos contracto con cristianos.
Y en breve tiempo hacen tal estrago. Con el cual suelen aun los mas subycclos
Que se confunden y se desordenan Perder algunas veces los respectos.
Los unos y los otros escuadrones •Será lo mas seguro y acertado
Sin dárseles lugar á rehacerse, En esta turbación el mudamiento ,
En tal manera que desaunados A lo menos por tiempo limitado,
Volvieron las espaldas, y los nuestros Para volver con otro fundamento,
Siguieron el alcance derramando Pues que reconocéis ser escusado
Infinidad de sangre, de tal suerte El procurar aquí mantenimiento,
Que les pedían ya misericordia, E ya que lo halléis, es la comida
Ajena de sus ritos y costumbres ; Comprada con el precio de la vida.
Y un indio desde un alto les decia : »Cauca rio tenéis bien á la mano
«Cesen, cristianos, cesen las matanzas, Dos leguas solamente de distancia,
Que sangrientos estáis hasta los codos : El estalaje tengo por (an sano
Dejad algunos que hagan labran/.as De mas fertilidad y mas substancia.
De que comáis y que comamos lodos.» Pues dado caso que nos falte grano.
Bastó para cesar oír aquesto Hay de pescado y fruclas abundancia:
Y para que pensasen quel castigo Mudémonos á él y á su ribera,
Inopinado les pornia freno, •', •., Tractaremos con gente mas sincera.
Principalmente por haber caido «Para restauración deste quebranto
En el mortal rigor Pedro Calía , No se puede tomar mejor camino ;
Aunque también se dice que los indios Y en aquel rio ya sabemos cuánto
Son los que lo mataron y comieron Tesoro se recoge de oro lino :
Después deste recuentro sangiuoso, Alguno buscaremos entretanto
Por les facilitar este triunfo, Que llega Pedro Pinto Veüorino ,
Cuya diticultad hizo notoria El cual verná sin duda brevemente
La caída de tantos indios diestros , Con razonable número de gente.
Diciendo que bastaba defenderse » Porque este favorece mi jornada
En sus terrenos de los españoles Debajo de concierto convenible :
Sin i I los á buscar á sus albergues. Persona sabéis ser acreditada,
Habiendo pues ganado la batalla De condición modesta y apacible,
Con desesperación acometida, Y para recoger gente granada
534 JUAN DE CASTELLANOS.
Tiene sagacidades y posible : Le dieron conclusión , que fué difícil
Allí daréis el orden desque venga Y trabajosa por la gran distancia.
Que para nuestros fines mas convenga. El Andrés de Valdivia, como viese
» Aquesto me parece y es intento Conclusa y acabada la pendiente
Que de buena razón no se divierte , Puente, sin un momento de tardanza
Pues el cuotidiano descontento Hizo pasar por ella diez soldados
En vida mas quieta se convierte, De los mas avisados y briosos,
Y el esperar aquí mejoramiento De quien él presumía que lenian
Es andar vacilando con la muerte : Algún resabio de sus intenciones,
Vuestra comodidad quiero, y es esta Los cuales fueron muy de mala gana;
Si medís con mi gusto la respuesta.» Mas so color de descubrir caminos
Dijo; mas las palabras encubrían En efecto pasó la demás gente
Diversas intenciones en su pecho, El dia santo de la Candelaria
Porque su pretensión era sacallos O Purificación, solemne fiesta
Con este paliado parlamento De aquel^pue nació purificada,
Afuera del ajeno territorio A nado los^anados por el agua,
Para valerse deílos en la tierra Pero la mayor parle de las vacas
De su gobernación, que limitaban Y puercos y caballos se volvieron
El rio Cauca y de la Magdalena; Temerosos del ímpetu del rio,
Y á la resolución se dio tal priesa, Y salieron á partes diferentes.
Antes que por aviso de vecinos De suerte que de todos recogieron
De Santafé tuviesen certidumbre Setenta y nueve vacas solamente
Estar todos exentos d% su mando, Y veinte y un caballos, cuya falla
Que con aquel respecto y obediencia No dejó de ser grande desavio
Que de gobernador le daban antes, Para prosecución de su jornada ;
Dieron á su querer consentimiento, Cuyos sucesos callo por agora,
Sin que ninguno lo contradijese, Con presupuesto de poner la mano
Esceptp Alonso Díaz, un alcalde, En ellos eu el canto venidero.
Que tuvo diferentes pareceres;
Mas como singular, fué rebatido
Su voto, y en efecto despoblaron,
Y se llegaron al rio de Cauca, CANTO DUODÉCIMO.
A la demediacion del mes de enero.
Asentaron real en la ribera Donde st da razón de lo que hizo el gobernador Andrés de Valdivia de*
pues que tuvo la gente de la otra parte del rio Cauca.
Donde Valdivia deseaba vellos,
Y como sus intentos fuesen otros
De los que con la lengua predicaba, Mucho pueden palabras comedidas
Antes pasar el rio desde donde Y téirtinos afables en las gentes;
Conmenzaban los términos anejos Y el conocer los tiempos y usardellos,
A su gobernación, según he dicho, Moderando las cosas con templanza,
Otro dia después de su llegada Ks un cierto camino por do pueden
Hizo junta de todos en su rancho, Llegar los hombres á lo que desean ;
Y con el enerjía y eficacia Y esta sagacidad no se podría
Con que daba tropel á sus razones Negar en el Valdia totalmente
Les dijo : «Caballeros, grandemente Eu los principios de sus pretensiones
He deseado por do mas estrecho <^on todos los soldados que seguían
Aqueste rio corre hacer puente, El son esterior de sus acentos.
Porque seria celebrado hecho, Y ansí, después que ya los tuvo puestos
Para lo cual á tan heroica gente Eu la contraria parle de aquel rio ,
Solo resta querer poner eJ pecho, Manifestó su pecho claramente
Como quien sabe dar (in ;'i las cosas Haciéndoles aqueste parlamento:
Mas arduas y muy mas dificultosas. t Señores , ya holláis aquesta parte
• Que para nuestros fines y demandas. En quien español nunca hizo mella,
Soldados valerosos, nos conviene Ni plantaron cristianos estandarte
Aprovecharnos por entrambas bandas Aunque morían por llegar á ella;
Y rastrear lo que la tierra tiene : Agora será bien que me descarte,
Esta solicitud irá por tandas, Visto que pié católico la huella ,
Y á mi me dad el cargo que la ordene, Porque seria grave maleficio
Pues no será trabajo tan durable Usar de mas cubierta y artificio.
Que lo tengamos por intolerable. » Vuestras mercedes sepan quel rey manda
» Pues de cueros de vacas retorcidos Y viene por sentencia declarado
Haremos las maromas ó ramales, Que mi gobierno sea desta banda
Con bejucos espesos y tejidos Sin lo que fué por Popayán poblado;
Según suelen aquestos naturales, Mas sustentar los pueblos ¡ qué demanda,
A una y otra banda bien asidos , Trabajo , riesgo y oro me ha costado!
Ahincados estantes y puntales, Y el daros y aviaros compañeros,
Y pasarán algunos cuando fuere Ansimismo se hizo con dineros.
Menester y algún caso lo pidiere. » Y pues son oculares los testigos
» Este motivo ruego se consulte, De cómo di favor á la vivienda
Por ser aquí de muy gran importancia, De los modernos y de los antiguos,
E ya podría ser que del resulte No me culpéis metiendo tanta prenda ,
A todos crecidísima ganancia, Por quererme valer de mis amigos
O por no la hacer se nos oculte Con quién he despendido mi hacienda
Alguna tierra de mayor substancia : Y gastaré con fuerzas y con mañas
Si ha de ser tarde, hágase temprano , Mí proprio corazón y mis entrañas.
Y pongamos en ella luego mano.» » Conozco que por mí quedó desierto
Cuadróles la razón á todos ellos , Pueblo do cada cual tenia suerte ;
Pareciéndoles ir encandilada Pero del gozo dellas lo mas cierto
Al provecho común, de cuya causa Era de lo quel bien en mal convierte :
Pusieron luego manos en la obra Que ya camino víades abierto
Con tal solicitud y diligencia , Para todos morir infausta muerte,
Que en espacio de diez ó doce dias De lo cual daba claros desengaños
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO XII. 535
Esperiencia que pasa de ires años. Proceden adelante por caminos
• En los cuales, demás de la penuria Bien anchos y seguidos que les daban
Que cerca del comer se padecía. Indicios de soberbias poblaciones;
Fueron notables daños con injuria
De muertes de españoles cada dia, Y ansí dieron á nueve de febrero
Sin poder refrenar aquella furia En un valle llamado de Guarcama,
Que tiene siempre la nación calía, Que por contemplación del que gobierna
Que morirá mil muertes cada hora Valle de San Andrés heredó nombre,
Por no pagar tributo ni demora. Como le llaman hoy los españoles:
» Acá los riesgos no serán tan graves Cuya fertilidad los incitaba
En recuentros y faltas de comida, A ver lo mas secreto de la tierra,
Porque venís á tierra denutaves, Con pronta voluntad encaminada
Gente ni vencedora ni vencida : A vivienda que fuese permanente,
Nosotros somos las primeras llaves Porque los convidaba la frescura
Desla puerta sin sernos defendida, De fructífera? plañías y arboledas,
E ya sabéis por fama que publica En campos abundantes de labranzas
Ser esta tierra sumamente rica. Regadas de las aguas cristalinas ,
» En los repartimientos y otros dones Terreno sano, claro, descubierto,
Que de rico caudal la tierra cria, Desahahado de monlisca sombra,
Entenderéis que gratificaciones Por longitud de hasta veinte leguas ,
No tienen de fallar por parte mia; Y en latitud ternia diez ó doce,
Amigos somos, y estas aficiones A trechos pueblos ricos y opulentos
Antiguas no tenían mano vacía, Por minas, por labor y granjerias
Lo cual prometo con intento sano De los algodonales qué poseen,
De que se hacen telas razonables,
Y católico pecho de cristiano. Blancas y variadas en colores.
» Socorro nos vemá de cierta ciencia Eran los principales y caudillos,
Con el capitán Pinto Vellorino; Que lenian distintos sus albergues,
Y á quien le pareciere ser demencia Do cada cual mandaba sus subyectos,
Ir en prosecución deste camino, Guarcama , Cuerpia, Pipiman, Oceta,
Libre y abierta tiene la licencia Maquira y Aguasici, pero desios
Para volverse por adonde vino : Divisos y apartados mas afuera
Haga su voluntad en este dia, Del valle muchos otros, como fueron
Porque ya le declaro yo la mia. Qmoga, Neguerí, Yusca, Aguataba,
» Puente para pasar se tiene puesta, Abaniquí, Cüercia, Taquiburi,
Y puesta se eslará cuanto durare: Moscaiaco, Cuerquici, con Carime ,
Pido resolución en la respuesta, Y otros algunos hombres belicosos.
Y cada cual su pecho me declare; Flecheros, carniceros y herbolarios,
Pues salidos de aquí, hallará presta Destrísimos en guerra por estreñios,
Y dura punición quien me dejare , Y en acometimientos lan precitos
Porque yo por ningún inconveniente Que los efectos no corrían menos
Tengo de revolver atrás la frente.» Que la velocidad del pensamiento
Ansí habló, y estando los soldados En dar ejecución á sus conceptos;
Mirándose los unos á los otros, Mas por entonces, como gente nueva
Algunos admirados del astucia En la conversación de los cristianos,
Que tuvo para que se despoblasen, Tuviéronles respecto y obediencia,
A Juan López de Oviedo dieron mano Saliéndoles de paz y con socorro
Para que le responda, y ansí dijo : De comida, por ellos deseada,
« Señor gobernador, lan buen semblante. Los principales indios deste valle,
Hay acá como allá para serviros, A la boca del cual hicieron pausa,
Y ninguno será tap inconstante Personas y caballos reformando ,
Que no lo haga, porque sé deciros Y preparando sayos estofados
yue la presunción de ir mas adelante Como hallaron copia de algodones,
Acá no faltará para seguiros, Espacio y dilación de nueve dias.
Y á cualquier riesgo que pongáis el pedio Al cabo de los cuales se pasaron
No hallareis el nuestro ser estrecho.» Tres leguas adelante do tenia,
Valdivia recibió contentamiento El capitán Oceta su dominio,
Viendo lan á su gusto la respuesta, Fn el cual estuvieron alojados
Y tuvo cumplimientos cortesanos Mucho mas tiempo sin hacer mudanza,
Bastantes á cazar las voluntades Sin conocer en indio mal resabio,
De los que por ventura las tenían Ames amor y voluntad sincera.
A diferentes fines inclinadas; Y como ya la fama publicase
Mas Antonio Machado, que vecino El amistad y paz destas provincias,
Fué después de la villa de Antioquia Émulos del Valdivia lo supieron
Le dijo : «Yo, señor, no determino En Sanlafé por indios contractanles,
Solapar ni cubrir con aparencia Y estos fueron los indios tahamies
Mi cierta voluntad y mi desino , Que Bartolomé Sánchez Torrehlanca
El cual de los demás se diferencia; En encomienda liene de presente,
Y ansí para seguir otro camino Que son á los nutaves convecinos,
Suplicóos que me deis libre licencia, Y emparentados unos con los otros;
Porque me quiero volver á la villa Y quiérese decir quelTorrehlanca
De Sanlafé do tengo mi casilla».
r Pesándole de ver el buen suceso,
Valdivia se la dio liberalinenle; Por odio que al Valdivia le tenia,
Y aunque con grande riesgo de la vida, A sus encomendados persuade
(lomo sabia bien toda la tierra Que pasasen al valle de Guarcama
Y era soldado de valor y maña , Y que con gran instancia procurasen
Por bosques y montañas encubierto Apartar á los indios del intento
Llegó donde quería brevemente. De conservar la paz con tales hombres,
El Valdivia con los que le restaban , Sino que los matasen si pudiesen,
Que de cuarenta y seis era la copia, • O les hiciesen guerra hasta tanto
Y veinte negros suyos que tenia Que los desarraigasen de su tierra,
Y otros doscientos indios de servicio Por ser gente de malos pensamientos,
De los que cada cual delios llevaba, Engañadores, falsos, fementidos,
S38 JJIAN DE CASTELLANOS.
Y aun dicen enviar un mozo suyo, Pues vuestros buenos pies y la espesura
Juan Baptisia Vaquero, grande lengua Os han de preparar via segura.»
Del idioma delios, al efecto. Dijo, y aunque dudosa la carrera,
Mas aquesta sospecha bien podría Por no venir á menos del concepto
Ser invención de gente descompuesta; Que delios se tenia, respondieron
Pero ya con verdad, ya con mentira, Que si menester fuese hasta Chile
Al Bartolomé Sánchez Torreblanca irían, cuanto mas camino breve;
Yo lo vi preso por aquesta causa Y ansí partieron cuando los cubría
En la cárcel real en este reino, La sombra fusca del nocturno manto,
Y el mozo Juan Baptista se retrajo No con menos ardor, valor y brio
Entre los indios que lo respectaban Que de Niso y Euríalo se cuenta»
Con gran veneración porque hablaba- Pero con mas ventura, pues llegaron
La lengua delios admirablemente. Salvos do los llevaba su deseo.
En efecto, los indios deste valle Y entendida por Pinto Vellorino
De San Andrés, y los de mas afuera, La causa y la razón de su venida,
Tomaron armas y hicieron guerra Con cuanta brevedad le fué posible
Con tal obstinación y pertinacia Partió con treinta y seis hombres guerrero*
Al Andrés de Valdivia, que murieron, Y cuantidad de vacas y de puercos
Algunos de los suyos en recuentros Y muy buenos caballos, siendo guias
Con aquellos estreñios lamentables Aquellos dos soldados que vinieron;
Que suelen padecer míseros cuerpos Los cuales, abreviando las jornadas.
Heridos de la yerba ponzoñosa, Llegaron á la puente que dejaban
Entre los cuales dio pena notable Sobrel rio de Cauca fabricada,
Pero Fernandez de Rivadeneyra, Por do pasaron luego, mas las vacas
Magnánimo soldado, fuerte, diestro,, Y los demás cuadrúpedos dejaron
Y de grandes ardides en la guerra. Allí perdidos , porque no pudieron
Aquesta furia fué continuada Vencer el ímpetu de la corriente.
Por espacio de dos ó de tres meses- En la .cual perecieron dos soldados
Sin haber remisión que les conceda Que por los aviar se confiaron
Dejar punto las armas de la mano. De la destreza y fuerza de sus brazos.
No sin yactura grave de los indios Los otros con acerba pesadumbre
Caídos en las duras competencias, De ver aquel principio desgraciado ,
Porque el gobernador en ellas hizo Prosiguen adelante su camino
Cuanto cumplía para su defensa. Hasta llegar al valle de Guarcama,
Pero como se viese fatigado, Y al campo de los nuestros, donde fueron
Falto de gentes y de municiones,, Con los brazos abiertos recebidos,
Y sin recurso de mantenimiento, Y con aquel contento y alegría
El cual si se buscaba ya sabían Que se puede pensar de los que estaban
Ir á pena de muerte condenados, En trance riguroso y en estado
Por la gran vigilancia de los indios % Que los amenazaba con la muerte,
Que sin perturbación ni daño suyo A no venir aquel socorro presto,
En pasos de latíbulos ocultos De buenas municiones proveído;
Herian españoles á su salvo, Con la cual nueva bárbaro gentío
Fatigaba remedios inquiriendo Estuvo por entonces mas quieto,
A todas horas el entendimiento , Y nuestros españoles dieron orden
Y de varios balances uno solo, De salirse del valle con intento
Aunque dificultoso, le convino. De fundar pueblo permanecedero
Habló con Juan Alonso de Sanlana,. En apropriado sitio, desde donde
Soldado de los de Lope de Aguirre , Pudiesen subyectar cómodamente
Y con olro Bartolomé Jiménez , Los términos que dalle pretendían.
Entrambos hombres de quien bien podía, Veinte y cuatro de junio se contaban
Fiar cualquiera hecho memorable r Día del que nació santificado,
Y dijóles : « Ya veis por la presura Cuando salieron fuera deste valle ,
A cuan acerbo fin vamos cercanos ; Y habiendo caminado pocos días
Hemos de procurar alguna cura, Llegaron á la loma de Nohava,
So pena de ser torpes y livianos ; Donde la tierra rasa se remata ,
Y aquesta colocó mi conyectura Porque lo que se sigue después della
En vuestros sueltos pies y fuertes manos». Es tierra montuosa, mal poblada,
Como quien sabe ya pasar rigores De ricos minerales, mas enferma,
Y escaparse de riesgos muy mayores. Con molestos mosquitos y otras plagas,
» Confiandome pues de vuestro Uno* Y por les parecer estar la loma
Con que soléis guiar puntualmente, En cómodo lugar para su pueblo,
Antes de ver el rayo matutino, Fundaron la ciudad de Ubeda, porque
Quiero que á Santafé guiéis la frente El Andrés de Valdivia fué nacido
Para que Pedro Pinto Vellorino En aquella que deste nombre goza
Abrevie su partida con la gente,. En la provincia del Andalucía.
Y demás de le dar aquesta carta, Tomaron posesión por el monarca
Parte seréis para que luego parta. Filipo maguo, rey y señor nuestro.
» Será hazaña bien engrandecida Nombrándose cabildo y regimiento,
Del siglo venidero y el presente. Y haciendo las otras diligencias
La cual, si Dios á mí me diere vida * A nuevas poblaciones concernientes »
Terna su galardón correspondiente; Y repartidas tierras y solares
Ha de seresta noche la partida Luego se comenzó sangrienta guerra
Con prontitud y paso diligente ; Con todos los caciques declarados;
Haced á Dios y al rey este servicio, Cuyos rigurosísimos sucesos
Y á mí tan amigable beneficio. Seríame confuso labirinto
» Conozco que ponéis frágil navio Particularízanos por escrito:
En ondas que denotan detrimento, Basta decir que fué tan porfiada,
Según aquel que corre por bajío Que los paganos y los españoles
Con recios soplos de soberbio viento; Vinieron á notable menoscabo,
Pero no las temáis , que yo confio Y para sustentarse nuestra gente
En Dios que llegareis á salvamento , Por falta de servicio les convino
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE H í , HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO XIII. 837
Hacer labranzas con sus proprias manos; t Volved, gobernador, por vuestra honra,
Mas estas cuando daban esperanzas Porque la lealtad que prometida
Del grano sumamente deseado , Fué con vinculo santo, no se guarda,
Los indómitos indios las talaron Y el sacro genio de la casta cama
Sin dejalles gozar el fructo dellas, Anda menospreciado y abatido,
Y aquella compañía de parientas
Estimulo terrible que los mueve Que con ella quedaron en Victoria,
A castigar aquel atrevimiento; Adonde las dejastes , ansimismo
Porque la saña y el enojo daba No viven con aquel recogimiento
Fuerzas insuperables con que pueden Que deben á su noble parentela.»
Tomar destos agravios la venganza,, Aquesta novedad , aunque fingida ,
Y por inicuos hombres inventada,
Aunque no sin retorno de heridas Hizo tal impresión en su memoria,
De rabioso remate mensajeras , Que sus palabras y obras eran masa
Pues los que de la muerte se libraba», De muy desatinados desvarios ,
Era corlando carnes lastimadas , En tanto grado que se sospechaba
Ser con industria de desesperado,
Abrasándolas con ardientes hierros. Por poner en estremo los soldados,
Pero tos bárbaros reconociendo Con tantas ocasiones , que tomasen
La gran diminución de sus guerreros Las mismas para le quitar la vida.
Con guerra tan cruel y tan prolija Y ansí luego con riguroso mando
Que después que poblaron fué durable Hizo que despoblasen el asiento
Que con penalidades insufribles
Por seis ó siete meses, sin que día Habían sustentado tanto tiempo ;
De sosiego tuviesen ambas partes, Lo cual Valdivia hizo con intento
Saliéronles de paz, y socorrieron De se precipitar por las montañas,
La falta de alimentos que tenían , Sin admitir razones ni consejo
A loque pareció, con blando pecho; De los que con palabras comedidas
Y términos urbanos procuraban
Porque perseveraron de tal suerte Hacelle que mudase pareceres.
Que la paz y amistad fué divulgada Ansimismo los indios del terreno
En Santafé y en todos sus confines, En gran manera se maravillaron
De tal manera que indios con trac tan tes. De ver esta mudanza repentina,
Y algunos , que presentes se hallaron ,
Entraban y salían inquiriendo , De los mas principales le dijeron:
Ganancia que les dan sus granjerias, «Presumimos que debes estar loco .
E iban y venian muchas veces Pues tienes en tan poco lo que has hecho,
Con cartas y mensajes de vecinos, Y al tiempo del provecho te vas fuera ,
Con que lenguas absentes comunican Por dudosa carrera haces via;
Harto mejor seria darnos amos
Sus intenciones ó necesidades. A quien reconozcamos vasallaje,
Mas este dulce hilo fué cortado Y cada cual trabaje dar contentos
No tanto por malicia de los indios A quien repartimientos les cupieren :
Cuanto por la de pechos invidiosos Esto piden y quieren los señores
Caciques y mayores destas frentes,
De la felicidad y bien ajeno, Que son los que presentes aquí tienes.»
CANTO DÉCIMO TERCERO.
Según declararemos con ayuda Oyó la petición con impaciencia
Donde »eDe Dios de
da razón enlaotro canto
que le porá Andrés
pareció estensode,Valdivia que tuvo El Andrés de Valdivia, y ansí hizo
para despoblar á la nueva ciudad de Ubeda.
Pues por estar la pluma ya cansada ,. Poner estos caciques en prisiones ,
La suelto de las manos entre tanto Amenazándolos con mayor pena
Como sea gustosa la bonanza Si mas acerca desto le Hadaban;
Que con agudos
Después filos se
del sinsabor de prepara.
la tormenta, Y aunque los soltó luego de la cárcel
Y el gozo de la paz de gran dulzura Quedaron indignados malamente.
Pasados los trabajos de la guerra , No pararon en esto los furores,
Los moradores de la nueva planta Pues en confirmación de su locura
Estaban muy alegres y contento» A los caballos les cortó las piernas ,
Viendo pacíficos los naturales Que fué para sus dueños dolor grave,
Al cabo de tan duras competencias , De los cuales algunos, viendo tantos
Prometiéndose vida descansada, Escesos furiosos, rehuyendo
Después que los caciques y señores De no venir con él á rompimiento ,
Les fuesen repartidos, y tuviesen A Santafé se fueron deslizando ,
Merecedores dellas encomiendas, Mas á los tres primeros que huyeron
Lo cual se procuró con gran instancia Indios en el camino los mataron ;
Por dar á sus trabajos recompensa ; Los otros los siguieron hasta tanto
Y el que los gobernaba no tenia Que entraron por la tierra montuosa
Contrarios los intentos, conociendo Y á las que llaman hoy las Pesquerías,
Ser tales sus servicios, que con premios Por la gran abundancia de pescado ,
Mayores no quedaban satisfechos. Tierra que cria ricos minerales,
Pero cuando quería dar contento Mas como ya dijimos mal poblada
A sus comilitones, deseosos Y enferma, pero fértil de comida,
De ver efectos que correspondiese» Donde hallaron copia de labranzas.
A los ofrecimientos hechos antes, Y pareciéndole que convenía
Ministros del demonio que no faltan Fundó nueva ciudad en aquel sitio,
Turbaron sus propósitos modestos Y algo mas reportado, conociendo
Usando de un ardid abominable, Estar de su gobierno descontentos,
Y tal que después del fueron sus obras. Y no guardalle ya tanto decoro
De frenético, loco, furioso, Como solían antes los soldados ,
Sin atinar á cosa que cumpliese. Hizo congregación de los que pudo,
Este fué, que con otras que vinieron Porque muchos andaban derramados ,
De Santafé le dieron una carta A los cuales por términos modestos
Sin firma, cuya letra disfrazada Procuró granjear sus voluntades
Al autor encubrió, la cual decía; Con un razonamiento que les hizo%
b33 JUAN DE CASTELLANOS.
La substancia del cual es la siguiente : Y antél formar querellas del Valdivia,
«Amigos , si á razón estáis atentos. Para lo cual desesperadamente
Aquellos que por ella sois medidos,. Y como temerarios se arronjaron
Entenderéis liaher desabrimientos En una mal parada canouela
Que turban las potencias y sentidos, Por las corrientes del rio de Cauca ,
Í)onde los primitivos movimientos Do bárbaros guerreros son frecuentes,
Con gran dificultad quedan vencidos, Con harta mas sospecha de la muerte
Y tal dolor será que la mas alta Que de escapar ninguno con la vida ;
Prudencia della misma queda falta. Pero venciendo las dificultades
»Y ansí, los que me veis desia manera. Llegaron á Mopox en salvamento,
Con turbaciones y paciencia poca , Y por el rio de la Magdalena
No debéis espantaros aunque muera Subieron todos tres al Nuevo Reine,
Según el duro golpe que me toca : Y en la real audiencia dieron queja
Del cual diera razón, si la tuviera,.. Del Andrés de Valdivia, demandando
Para poder bosallo por la boca : Juez que de las causas conociese;
Hasta decir que fueron ocasiones Y fuéles para ello proveído
Terribles y de malas intenciones. Antón Gómez de Acosla, lusitano ,
»Pues no sé quién sin fin de amistad buena Noble de condición y de linaje,
Me escribió lo que no supo ni vido, Hombre de buenas parles, mas con ellas
Y aunque lectura de verdad ajena, Mas de sinceridad que de dobleces,
Del autor infernal estoy corrido; Al cual yo conversé por muchos dias
Y en efecto, me dio tan grave pena Y reconocí ser de liso pecho.
Que cuasi me privó de mi sentido, Diéronsele poderes y recados
Y con aquel dolor corrí sin freno, Bastantes, y a medida del deseo
Sin querer admitir parecer bueno. De los apasionados querellantes;
»Mas aunque mi pasión y mi congoja, Pues mandan al Valdivia que parezca
Es de tal cualidad que desespere Ante los senadores, y entre tanto
Para siempre jamás de vella floja,. Antonio Gómez quede gobernando ;
Como caso tan grave lo requiere , Con esto se partió para los rios,
Mi buena voluntad-no queda coja Los tres soldados en su compañía
Para serviros en lo que pudiere, Y algunos otros que se le llegaron ,
Pues demás de lo mucho que se os debe* Entrellos dos cuñados del Valdivia,
Obligación particular me mueve. Rermudez y Loaisa, que sabiendo
»>És mi deseo pues que por lo hecho Ir el Antonio Gómez con el cargo,
Ninguno se me muestre desabrido, Para tenello grato y apacible
Sino que se quiete vuestro pecho, En negocio que tanto les tocaba , "
Pues hasta agora nada se ha perdido ,. Juntamente hicieron el viaje,
Antes ha sido para mas provecho Ganando voluntades alteradas.
Poblar en este sitio proveído Y avisado Vaklivia por algunos
De grano, de pescado, de legumbres, Que seguían sus partes en la villa
Y de prósperas minas certidumbres. De Santafé, después que allí llegaron
»Y no por nos meter en arboleda Salió del pueblo de las Pesquerías
Perdemos el terreno mas aceto, Con algunos soldados mas amigos
Pues volver cuando buenamente pueda ,. Para los recebir en aquel valle
En ley de hijodalgo lo prometo, De San Andrés, adonde se juntaron,
Para poblar en lo que de paz queda Y con premeditada cortesía
Y repartiros todo lo subyelo : Al juez recibió y a los contrarios ;
Aquesta es mi voluntad abierta Habló con los cuñados en secreto,
Que sin duda podéis tener por cierta.» Informándose dellos largamente
Oidas las razones comedidas Ansí de los poderes que traia
Por aquellos que estaban en la junta, Como de las novelas de la carta,
Tuvieron cortesanos cumplimientos Que fué tan nueva cosa para ellos
Prometiendo de dalle todo gusto, Que quedaron con un desgusto grave
Con el respecto, gracia y obediencia De la invención, en tanto perjuicio
Que á su gobernador le era debida; De su punto y honor sin haber causa ;
Y encarecidamente le rogaron Finalmente, Valdivia satisfecho
Que no hiciese caso de novelas , De la limpieza y honra de su casa,
Pues todos entendían ser escripias A su nuevo juez acudió luego
Debajo de malignas intenciones, Antes que las reales provisiones
Por poner á las suyas honorosas Le fuesen intimadas, y apartado
Algún impedimento con envidia. De los demás, le dijo lo siguiente :
En efecto, quedaron muy conformes,, «Señor Antonio Gómez, gran ventura
Pero pasado número de días, Ha sido para mi venir á esto
Queriendo recogellos y sacallos Un hombre noble, de conciencia pura,
Para pacilicar algunos indios, Y cuyo celo vemos manifiesto,
Y dar orden á cosas necesarias, Pues guia los negocios con blandura
Ninguna parle fué para juntados, Y sin querer á nadie ser molesto ,
Y con aquella cólera y enojo Orden de que se precian las mas veces
A Diego de Montoya dio garrote , Cristianos y católicos jueces,
Soldado principal, con pensamiento •Que no de todos vientos son movidos,
Que los demás vernian á medirse Antes como varones reportados
Con lo que su mayor les ordenaba. Reservan uno de los dos oidos
Mas desto que tomó para remedio Para con él oir los acusados ,
Nació mayor rancor y mayor odio, Porque de los descargos detenidos
Porque se conjuraron tres soldados, Sucede los absentes ser culpados;
Que fueron Juan Alonso de Sanlana, Y ansí podría ser que yo lo fuese
Pero Sánchez de Oviedo, y el tercero- Por faltar quien mi causa defendiese.
Manuel lluviales, con diseño »Está claro de ver por lo que digo,
De venir á la audiencia deste reino Y porque quien pidió la residencia
En coyuntura que lo gobernaba Consta ser hombre infame y enemigo,
El licenciado Francisco Briceño , Traidor en sus electos y aparencia;
Recién venido por su presidente, Sirvió, quien fué la parte , de testigo
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQU1A.CANTO XIV. 539
Cargando con mis cargos su conciencia; Para que con el cargo que llevaba
Pero podría ser que tai engaño Allí haga con ellos asistencia,
Se fuese declarando con su daño. Y trabaje traer al regio yugo
»Aunque deseo yo, si ser pudiese, Indómita cerviz de aquella gente.
No venir en aqueste rompimiento, Y el capitán Francisco Maldonado
Como vuestra merced servido fuese Ansimismo pasó por orden suyo
Que diésemos los dos algún asiento, El gran rio de Cauca con soldados
De donde con honor se le siguiese A ver las poblaciones que tenían
Gran interese y aprovechamiento, Indios nutaves en aquella parte ;
Cuya satisfacción hará sumarios Y el gobernador con sus dos cuñados
Y de poco momento los salarios. Y trece compañeros y los negros
«Porque estos son por tiempo limitado-, De su servicio, que serian quince,
Y en mi gobernación tiempo tan luengo De cuya valentía confiaba,
Cuanto por vos me fuere señalado Si por los indios guerra se moviese ,
Seréis igual en el poder que tengo, En el ya dicho valle hizo pausa,
Y en daros suerte de lo mas granada Donde para valerse y ampararse
Y de mas tomo desde luego vengo, Mandó hacer un fuerte , mas no tanto
Sin fallar punto de lo que prometo, Que lo pudiese ser contra la furia
Como conoceréis por el efelo. Movida contra é l , ya concluidas
«Debajo pues de dar lo que propuse Las obras, en mal punto fabricadas,
En las significadas condiciones. Pues fueron tan baldías diligencias
Os quiero suplicar que no se use Cuanto su temeraria confianza ,
Conmigo del poder ni comisiones, Como se tractará mas largamente
Porque razones hay con que se escuse En otro canto, que será remate
El no llegar á las ejecuciones, De su discurso del y de su vida.
Y aunque la diligencia no se haga,
No por eso será menor la paga.
»Por medios honorosos y cristianos
Pido que esta merced se me conceda; CANTO DÉCIMO CUARTO.
Y si acaso se temen dichos vanos
De los que menearon esta rueda, Donde SÍ cuenta cómo viendo los indios la gente española dividida en
lies pirtes, determinaron de dar en ellos en un mismo dia en los lu-
A todos ellos yo los haré llanos, gares adonde estaban, sin se poder valer los unos á los otros ¡>or ser
Amigables y blandos como seda ,
-
mucha la distancia.
Pues como yo les hable, me profiera
De iraellos á todo lo que quiero. Quien se guia por solos sus antojos.
»Porque conocen de mi diligencia , Sin la moderación que se requiere
Si los negocios andan enconados . Tener en los negocios importantes
Que pareciendo yo por mi presencia De guerra, mayormente do no siempre
Han de quedar deshechos los nublados ,. Responden al deseo los efectos,
Y los señores de real audiencia A trabajoso fin se va llegando,
Sabrán los que son libres ó culpados; Como nuestro Valdivia, que sin copia
Y aun ellos holgarán en gran manera De gente que sufriese dividirse
De que vos deshagáis esta quimera. En partes tai: remolas como dije,
«Porque dellosel principal intento Repartió los soldados que tenia,
Es de que los litigios se cercenen , Pensando subyeclar en breve tiempo
Y ansí reciben gran contentamiento Lo que con mas reporte se pudiera
Cuando los litigantes se convienen ; Hacer, midiéndose con su posible,
Puede vuestra merced ser instrumento Allanando la tierra todos juntos
Desta conformidad con los que vienen Sin derramarse por diversas partes;
Con malas intenciones y conmigo, Mas con aquel orgullo presuroso
Que cumpliré sin falta lo que digo.» De que naturaleza lo compuso,
Dijo, y Antonio Gómez no teniendo Salió del término que convenía
Dañada voluntad contra ninguno, A su salud y vida, pues que puso
Estuvo bien en lo que le decia, En evidentes riesgos su persona
Y ansí sucintamente le responde : Quedándose con pocos, y aun algunos
«Señor gobernador, por mandamiento- No poco descontentos conociendo
Vengo de la real chancilleria ; Que los cuñados suyos pretendían
Si para no pedir el cumplimiento
La parte demandante se desvía , Gozar de los trabajos y sudores
No se me puede dar mayor contenta Ajenos, sin haber metido prenda
Que diíinillo por uquesa via; Para ser antepuestos en la tierra
Con ellos el negocio se concluya , A los que los habían padecido :
Porque mi voluntad será la suya.» De cuya causa seis de aquellos trece
Conocidas las sanas intenciones Que con él en el valle se quedaron,
Del noble portugués por el Valdivia, Le hurtaron el cuerpo con sus armas,
Vióse con los contrarios ansimismo, Y como diestros hombres en la tierra
Y tuvo tanta fuerza y eficacia Salieron á la villa de Antioquia,
En lo que les tracto secretamente, Dejándolo con solamente siete
Que quedaron conformes y rendidos Y aquellos etíopes que tenia.
A su dispusicion como solían , Y ansí los indios, siendo convidados
Y aun con mayor respecto y obediencia. De coyuntura que les prometía
Compuestas las borrascas que movían Infalible victoria, despacharon
Los vientos enemigos, cumplió luego A las otras provincias mensajeros
Con el Antonio Gómez su promesa Para que los caciques estuviesen
Dándole bastantísimos poderes i A punto cierto dia, y á tal hora
De general teniente, con los cuales Acometiesen á los españoles
Y algunos compañeros proveídos Que cada cual tenia mas á mano,
De buenas municiones, el Valdivia Porque los que caían á la suya
Mandó que se partiese brevemente Con el gobernador en aquel valle ,
Al pueblo que dejaba cimentado En aquel tiempo que les señalaban
En aquel sitio de las Pesquerías Ansimismo serian asaltados.
Donde dejó los otros españoles, Concertados los indios desta suerte,
Ü40 JUAN DE CASTELLANOS.
Cuando del mes de octubre se contaban La cual con increíble lijereza
Diez dias , año de setenta y cuatro, Del suelo levantó , y enarbolada,
flabian al Francisco Maldonado El violento golpe descendiendo
Dádose ya de paz aquellos pueblos De los nervosos brazos sacudido,
Nutaves , que tenían sus viviendas Rompió los cascos hasta las encías
En la contraria banda de aquel rio , Al capitán Francisco Maldonado;
Donde pasó con treinta y seis soldados ,. Descargó luego con la misma hacha
Y allí los regalaban y servían Sobre Juan de Cotura , valenciano,
Proveyéndoles de mantenimientos Y del tercero golpe dio remate
A ellos y al servicio que llevaban ; De Chaves, valentísimo guerrero.
Mas llegada la hora del concierto, Los miserables caen despedidos
En el dia que habían señalado, Del aliento vital, y Sancho Velez,
Vinierou treinta y seis tan solamente, Insigne montañés por sus hazañas,
Para cada español un indio solo, Allí las remató con fin acerbo,
Todos ellos sin armas, y cargados Con otros cinco válidos soldados
Cada cual con un gran hace de guamas.. De cuyos nombres no se me dio copia ,
Fructa gustosa, dulce, delicada, Mas sé que la tuvieron de heridas
Y á corporal salud nada nociva, Que penetraban hasta las entrañas;
Antes á quien del hígado se siente Pero los otros, aunque mal heridos
Enfermo, cierto se la restituye, De los primeros golpes de antuviada ,
Según he visto yo por esperiencia : Volvieron sobre sí, y á las espadas
Será su longitud mas de tres palmos, Echaron mano con terrible furia,
Y el grueso de tres dedos largamente,. Y aprietan á los bárbaros de suerte
O mas ó menos, blanda la corteza, Que muchos dellos en aquel conflicto
Rolliza y arrugada por defuera, Tuvieron á los muertos compañía ,
Y esta rompida, dentro se contienen Y los demás á paso presuroso
Jugosos globos que se continúan Se fueron retrayendo con intento
Al modo de unas cuentas ensartadas De volver con mas indios y pertrechos;
Juntas y despegadas unas de otras Pero los españoles conociendo
Que hinchen la longura de la guama ,. Que de sus pies lijeros dependía
Y es la blancura destas pelotillas El escapar de tanto detrimento ,
A copillos de nieve semejante,. Tomaron por remedio la huida
Una pepita dentro cada una, Y por lugar sagrado la montaña,
Tierna, piramidal en la hechura ; Por donde caminaron á gran priesa
Pero lo que se come desla fructa La vuelta de la villa de Anlioquia
Es aquel blanco que algodón semeja,. Juzgando ser camino mas seguro
Que dentro de la boca se deshace, Que ir á se juntar con el Valdivia.
No sin suavidad del que lo gusta ; El cual en esta misma coyuntura
También hay otras diferentes guamas Estaba rodeado de la muerte,
Que son á la manera de algarrobas , Porque Cuerquia y Oceta y Ucharte,
No mas en el tamaño, y aplanadas , Ubaná y Quimé, caciques bravos,
Que tienen los efectos de las otras ; Con quinientos tortísimos guerreros
Pero las que traían estos indios Aquella noche antes se metieron
Eran de las mas luengas y rollizas, Dentro de la quebrada montuosa
En cada hace deltas encubierto Que distaba del fuerte breve trecho,
Afilado machete vizcaíno, Y cuando ya febeos resplandores
Y ciertos trozos de madera dura Doraban las alturas y los valles,
Mas ponderosa que de pardo plomo, Enviaron al fuerte ciertos indios
De la corteza limpios y muy blancos, Cargados de regalos > cuyos gustos
Que se juzgaban ser palos de balsa Habian de ser tragos de amargura ;
Lijerísima no menos que corcha, Pues fueron enviados por cubierta
Y cuyas aparencias encubrían De sus intentos duros y malicia,
La gran dureza y el mortal engaño. Y para descuidallos del asalto
Acuden pues ios nuestros al regalo,. Y golpe que cercano les venia.
Cebados en aquella golosina Fingieron pues los bárbaros cansancio ,
Do venia la muerte disfrazada Diciendo que venían de mas lejos ,
No menos que con ropas de dulzura ; Y que los enviaban los caciques
Y al tiempo que llegó cada cual delJos A ver si les faltaban alimentos
A tomar la porción que le cabia , Para les proveer lo necesario,
Con la siniestra dieron el presente, De que Valdivia recibió contento,
Y con la diestra sacan los podones, Y aquella compañía desdichada,
Con tanta prontitud en dar el golpe No conociendo bien ser el postremo
Quel pensamiento y él fueron á una, Que en esta vida frágil y caduca
Ensangrentando cada cual los filos. Habian de tener por su mudanza;
En los incautos que con regocijo Pues cuando repartían los presentes,
Ihan á recebir su desventura. Embajadores mudos de sus males,
Que comenzó confierascuchilladas Salió la tempestad fiera y horrible
Y palos que los cascos desmenuzan : Con mas impetuoso movimiento
Cortan rostros , cabezas y pescuezos, Que viento proceloso que remueve
Derríbanse narices y quijadas La ponderosa tierra, y arrancando
Que caían con dientes y con muelas , Va los frondosos árbores su fuerza ,
Crece la confusión y eí alboroto, Pues no menos lo fué la palizada
Anda la luchafieray orgullosa, Hecha para valerse dentro dolía,
Abrázanse heridos con los sanos , Porque turbados todos del asalto
Y algunos se aprovechan de las dagas, Repentino, sin del haber sospecha ,
Vengando sus injurias en algunos Apenas ocurrieron á las armas
De los astutos bárbaros y fieros; Cuando ya la tenían ocupada»
Mas como los vestidos no tenían Aportillada, rota y abatida.
En los desnudos donde hacer presa., Y para resistir aquella furia
Lijerame-te se les deslizaban,, Pedro Valero y un León salieron
Y andando fervorosa la pendencia Como valientes hombres al encuentro;
Un terrible gandul vio cierta hacha, Pero barriólos luego la creciente
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE ttt, HIST. DÉ AKTIOQUIA, CANTO XIV. 541
Según que suele la de raudo rio Que suelen estas gentes apocadas,
Opuesta presa de reparo débil, La intérprete con él, que también teme
Pues al Valero ponderoso golpe Ser á pena de muerte condenada,
Le derramó los sesos, exhalando Haciéndole preguntas odiosas
Luego la dulce vida por la boca , Para mayor dolor encaminadas :
Y el Diego de León cayó pasados Al fin Valdivia, por no quedar corto
Los pechos de dos jáculos agudcs ,
Con rabia de la muerte remordiendo En un trance de tanta desventura,
Lo circunstante del sangriento suelo. Quiso tentar el vado peligroso
Acudieron los negros y españoles Tomando por bordón estas razones :
Que quedan , animándolos Valdivia « En vuestra potestad estoy captivo,
Desde lo alto de una barbacoa, Y de vivir no tengo confianza;
Adonde se halló cuando vinieron , Pero si proseguís vuestro motivo,
Y una india ladina que tenia , Declaro loque mi razón alcanza,
Intérprete cabal de aquella lengua ; Y es que no moriréis si quedo vivo,
Y ansí salieron lodos al encuentro Y si muero veréis cruel venganza ,
Con el brio y valor que cualquier bueno Pues del-menor hasta el mayor caudillo
En tal tribulación mostrar debia, Habéis de pasar todos á cuchillo.
Pero la duración de sus ardores » Pensad con atención en lo que digo,
Fué como llama blanda que procede Y sin duda creed que si yo muero
De las estopas secas y esparcidas Habéis de ver un ejemplar castigo,
Que consumidas son en un instante Tan grande que ninguno mas severo;
Y apenas dejan rastro de ceniza : Y vale mas ganarme por amigo,
Ansí fueron de vida descompuestos , Que lo seré leal y verdadero
En el impetuoso torbellino, Si me hacéis -mercedes de la vida,
Entrellos cierto fraile carmelita, Obra que será bien agradecida.
Dicho fray Bernabé, capellán suyo ; «Permitid que me vaya libremente
Juan Rodríguez de Atienza, solamente, Sin pretensión de dar fin á mis dias ,
Sobrino de aquel clérigo que dije Porque luego, con paso diligente,
Decirse Joan Ruiz de Atienza antes, Me partiré para las Pesquerías,
Y Gaspar Negro, de nación jilofo, Y desla tierra sacaré mi gente,
Duraban en el áspero conflicto Sin que revuelvan otras compañías
Con hazañas que son merecedoras A daros inquietud ni mover guerra,
De celebrarse con eterna pluma , Mas siempre será libre vuestra tierra.
Pues dos veces rompieron los salvajes » Niegúeme su fulgente luz Apolo
Haciéndoles á todos perder tierra, Si yo volviere mas á la porfía;
Dejándola de sangre proveída Antes se cumplirá sin haber dolo,
Y de bá*rbaros cuerpos ocupada, Olor ni semejanza de falsía :
Del estrago que cada cual hacia; Haceldo, pues matar un hombre solo
Y por mas animar al etiope Antes es poquedad que valentía,
El fuerte Juan Rodríguez le decía : Y dejándome ir haréis mi hecho
« Ea, Gaspar, no cesen tus tajantes De virtud y de honor y gran provecho. »
Golpes contra la bárbara canalla, La lengua declaró lo que decía,
Porque si perseveras, son bastantes Y los caciques todos estuvieron
A vencer otra mas dura batalla : Atentos y algún tanto reportados,
Ayudaréte yo con semejantes Los unos con los otros praticando ,
En tanto que la muerte no me halla; Tomando pareceres y los votos
Pero ya que la temporal nos llama, Cerca de lo que mas les convenia ;
Haremos con que viva nuestra fama. » Y un indio principal dicho Careara
-El Negro le responde : «De la vida ( Y don Martin después de baptizado)
Ya que, señor, me siento ser ajeno, A lodos les habló desla manera :
Vuestro valor escelso me convida «Amigos y parientes , de mi voto
A mi venganza y la de tanto bueno, No lo haréis remolo de la vida ,
Hasta que por entero se despida Porque será perdida diligencia
Humana fuerza de Gaspar Moreno : Y acrecentar pendencia con cristianos :
Lo peor es que nadie nos espera, Lavemos nuestras manos deste hecho;
Porque pelean lodos desde fuera.» Satisfaced al pecho que se mide
Y es ansí que se fueron retrayendo, Haciendo lo que pide brevemente,
Huyendo las cercanas cuchilladas, Pues tiene rey polenle que lo envía
Y según á los toros que se lidian A nuestra serranía, y es mandado,
En coso, los están garrocheando Y siendo su criado, y él tan fuerte,
Con multitud de dardos y de flechas Ha de vengar su muerte, porque tiene
Que llovían sobrellos á nubadas, Gran multitud que viene cada día.-
FIX DE LA TERCERA PARTE DE l.AS ELEI.ÍAS Y ELOGIOS DE VAROM.S ILUSTRES DE INDIAS, Y DEL TOMO Cl'ARTO
1>E LA BIBLIOTECA DE ALTORES ESPAÑOLES.
ÍNDICE.
ELEGÍA 11. — A la muerte del capitán Rodrigo de Arana , en la CANTO SEGUNDO. — Donde se cuenta cómo Diego de Ordás subió
cual ansimitmo se prosigue el descubrimiento de las Indias. con su armada el rio Uyapari arriba , y cómo volvió perdido
á Paria , y lo que mas aconteció hasta su muerte 81
CANTO PRIMERO 25
CANTO SEGUNDO. — Donde se cuenta la muerte del capitán Ro- ELEGÍA X. — Conquista de la isla Trinidad y cosas en ella acon-
tecidas desde su primer gobernador, que fué Antonio Se-
drigo de Arana , cordobés, y de lo que hizo Colon llegado
deño , hasta que vino Joan Punce de León , natural de San
á la Española SO
Joan de Puerto-Rico, y nieto del que conquistó aquella isla.
ELEGÍA III. — A la muerte de Francisco Bovadilla , donde an- 8 7
CANTO PRIMERO
simitmo se cuenta cómo Colon continuó su descubrimiento ,
CANTO SEGUNDO. — Donde se cuenta cómo los indios revolvieron,
con otras muchas cosas que sucedieron en aquella sazón.
y á los nuestros les fué forzado dejar la isla.- !»0
CANTO PRIMBRO 30 CANTO TERCERO. — Donde se cuenta cómo Antonio Sedeño salió
CANTO SEGUNDO.—Donde se cuenta las revoluciones que hubo en de Puerto-Santo y fué á Paria, donde se concertó con Alonso
la Española entre Colon y los que allí estaban, y cómo los re- de Herrera y Agustín Delgado, y revolvió sobre la isla Trini-
yes proveyeron sobre ello, y lo que mas aconteció en las dad ; y lo que le aconteció 91
guerras que de indios tuvieron 31 CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo Baucunar hi/.o llama-
CANTO TERCERO.—Donde se cuenta cómo tuvo Coanabo cercada miento de capitanes para ir con gran pujanza sobre Antonio
la fortaleza, y lo que sucedió durante el cerco y después que Sedeño, y lo que mas aconteció 95
los indios se retrajeron 57 CANTO QUINTO.— Donde se cuenta el rompimiento de la batalla,
CANTO CUARTO. — Donde se cuenta la venida del comendador Ni- y de lo que en ella aconteció 95
colás de Ovando, la vuelta de Cristóbal Colon , y muerte de CANTO SESTO. — Donde se cuenta cómo Sedeño volvió á Paria con
Bobadilla, con otras muchas cosas que en aquella sazón intención de r»conciliarse con el Alonso de Herrera, y lo que
acontecieron en estas partes 40 le aconteció • . 98
ELEGÍA IV. — Jfuer/e de Cristóbal Colon , donde se cuenta lo ELEGÍA XI. — A la muerte de Jerónimo de Ortal, segundo go-
que descubrió en el postrero viaje. En un solo canto.... 42. bernador de Paria , donde se cuenta de la segunda en-
ELEGÍA y. —A la muerte de don Diego Colon, segundo almirante, trada que se hizo por el rio Vrinoco , con otras muchas co-
donde ansimismo se cuentan otras muchas diversidades de sas que entonces acontecieron.
cosas acontecidas en la Española después que murió don CANTO PRIMERO 99
Cristóbal Colon. CANTO SEGUNDO. — Donde se cuenta el trabajoso viaje que llevó el
CANTO PRIMERO • 41 capitán Alonso de Herrera, y cosas en él acontecidas 10 1
CANTO SEGUNDO. — Donde se tratan las variedades que hubo en CANTO TERCERO. — Donde se cuenta la muerte del valeroso ca-
este gobierno, la venida del audiencia real, y muerte de don pitán Alonso de Herrera , y cómo luego se volvió la gente
Diego Colon 4G sin pasar mas adelante 10'.>
CANTO CUARTO. — Donde se cuenta la mudanza que hubo en el
ELEGÍA VI. — A la muerte de Juan Ponce de León , donde se
campo del gobernador Jerónimo de Ortal, y cómo determinó
cuéntala conquista, del Boriquén, con otras muchas par-
entrar por Maracapana , y las demás cosas acontecidas en
ticularidades.
aquella provincia 110
CANTO PRIMERO SI CANTO QUINTO. — Donde se cuenta cómo muchos señores indios
CANTO SEGUNDO. — Donde se trata el gran rebelión de los indios vinieron de paz, y cómo si poblaran los españoles y repar-
boriquenes, y cosas que pasaron durante la guerra 54 tieran la tierra, se hiciera un negocio de gran importancia. 114
CANTO TERCERO. — Donde se cuenta cómo llegó Guarionex al CAJITO SESTO. — Donde se cuenta cómo la gente de Sedeño, des-
pueblo dicho Montemayor sin ser sentido, y lo que mas su- pués que se metió la tierra adentro, dieron en la gente de
cedió BG Jerónimo de Ortal, cuyo capitán era Alonso Alvarez Guerrero,
CANTO CUARTO. — Donde se cuentan otras victorias que los espa- y les quitaron los caballos, y lo que mas aconteció 119
ñoles tuvieron en pacificación del dicho Boriquén 59 CANTO (ÉTIMO. — Donde se cuenta cómo Jerónimo de Ortal llegó
CANTO QUINTO. — Donde se cuenta la pacificación de toda la isla , á su pueblo de Neveri en la costa, cómo se escapó de An-
y la postrera batalla , donde todos los indios estaban juntos tonio Sedeño, y lo que mas le sucedió hasta su muerte. 123
5G6 ÍNDICE.
ELEGÍA XII. A la muerte de Antonio Sedeño , donde asimismo cemos fundados por los españoles en la provincia de Vene-
se cuenta el suceso de su jornada. zuela , con lo cual se da lio á lo de aquella gobernación.
CANTO PRIMERO • 126 ELEGÍA IV. — Relación délas cosas del Cabo déla Vela, y de los
GARIO SKCUNBO.— Donde se cuenta el suceso desla gente hasta primeros pobladores del, de la gran riqueza de perlas que
la muerte del Antonio Sedeño, y cómo se dividió su gente alli se halla, con otras particularidades dignas de saberse.
en dos bandos y parcialidades 131 En un solo canto 259
CANTO TERCERO. — Donde se cuenta cómo los de Sedeño conti- HISTORIA Y RELACIÓN de las cosas acontecidas en Santa Har-
nuaron su descubrimiento, acabado el invierno, y el On y su- ta desde su primera población. Y esta primera elegía es a la
ceso desta jornada 133 muerte de su primer gobernador, que fui don Rodrigo de
LEGIA XIII.— Elogio de la isla de Cubagua, donde se trata Bastidas.
la gran riqueza que alli hubo y su perdición y asolamiento. CANTO PRIMERO - 238
CANTO PRIMERO. — Donde se trata de su primero descubrimiento y CANTO SEGUNDO.—Donde se tracta de la llegada de García de Ler-
esterilidad, con otras particularidades dignas de memoria. 111 ma á Santa Marta, el gran fausto y pompa que trajo, con
CANTO SEGUNDO. — Donde se cuenta cómo llegó Gonzalo de otras cosas dignas de escriptura 200
Ucampo al puerto de dimanó, la buena maña que se dio en CANTO TERCERO. — Donde se cuentan varios acontecimientos de
prender algunos indios culpados, la justicia que dellos se bi- cosas durante el gobierno de García de Lerma 271
so, con otras muchas cosas que entonces sucedieron. . . 143 CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo Pedro de Lerma desde á
CANTO TERcino. — Donde se cuenta a cuánta diminución vino la pocos días que llegó i Santa Marta salió á descubrir tierras
granjeria de las perlas de Cubagua, el asolamiento de aque- nuevas con algunas guias que trajo de los Caribes 283
lla ciudad , con otras cosas allí sucedidas.. UJ ELl'.GIA V. — A la muerte de don Pero Fernandez de Lugo.
ELEGÍA XIV. — Elogio de ¡aisla Margarita, donde se da relación CANTO PRIMERO. — Donde se cuenta la llegada á Santa Marta ron
de la vivienda de la gente que alli reside, y de los, infor- el gobierno de aquella provincia, y lo que sucedió durante
tunios que ha padecido, con olrus muchas particularidades su vida • . . . . ' • «89
dignas de memoria. CANTO SEGUNDO. — Donde se tracta cómo dieron de noche en los
COTO PRIMERO ' y¿\ dos hermanos, y lo que mas sucedió. . . • 2%
GANTO SEGUNDO. — Donde se da á entender quiÉn era Pedio,, de CANTO TERCERO. — Donde se tracta cómo salió la gente del pueiio
L'rsüa y su descendencia , con otras cosas ala historia con- de Santa Marta, asi por mar como por tierra, para descubrir
vinientes o tierras nuevas, y de lo que les sucedió en el rio Grande a
CANTO TERCERO. — Donde se cuenta la partida de.Pedro de Ursua, la entrada del, y en la prosecución del viaje 300
con buena copia- de gente , aunque alguna deila inquieta CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo fué el capitán Joan de
y facinerosa, y las demás particularidades sucedidas antes San Martin por un rio pequeño distinto del rio Grande , que
de embarcarse en el rio por donde habían de hacer su viaje. 158 bajaba de la sierra , por la misma agua en canoas con pocos
CANTO COARTO. — Donde se da razón del mal lio que hubieron soldados, y lo que les aconteció antes de dar la vuelta á los
todos los conjurados que fueron en la muerte de su gober- cuatro brazos que llaman la Tora, donde el campo los espe-
nador, y cómo Lope de Aguirre se hizo señor de toda la raba 308
gente con muerte de muchos que tenia por sospechosos y CANTO QUINTO. — Donde se cuenta la cruel y sangrienta batalla
que murmuraban y abominaban de su loca demanda. . . . 105 que tuvo el licenciado Gallegos, y lo demás sucedido hasta
CANTO QUINTO. — Donde se cuenta cómo Aguirre entró en la la muerte de don Pero Fernandez de Lugo 315
isla Margarita, prendió al gobernador y principales, y las ELOGIO de don Luis de Rojas, gobernador de Santa Harta, donde
grandes crueldades que usó el tiempo que alli estuvo. . . . 107 se cuentan las entradas que hizo, y lo demás acontecido el
CANTO SESTO. — Donde re cuenta cómo Lope de Aguirre salió de tiempo que alli gobernó.
la isla Margarita y entró por Burburata, pueblo de la costa la
CANTO PRIMERO 319
tierra adentro hasta la nueva Valencia, con otras, cosas que
GAMO SECUNDO. — Donde se cuenta cómo llegó Francisco Gon-
acaecieron antes de su vencimiento 170
zález de Castro á Pucigueyca y pobló á las faldas de la sierra,
CANTO SÉTIMO. — Donde se trata del vencimiento de Lope de y lo que mas aconteció hasta dejar el asiento que habían
Aguirre, la justicia que del y otros se hizo, con el cual se poblado. . . . . . . • 527
remata ansimismo esta historia, y la puniera paite de"las Ele-
CANTO TERCERO. — Donde se tracta la rebelión de los indios de
«ías 1 7 2
Bonda, y el orden que tuvieron para ganar la fortaleza , con
SEGUNDA PARTE. otras cosas en aquel tiempo acontecidas 332
CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo en sabiendo los indios
DEDICATORIA a la majestad del rey don Filipe nuestro señor.. 179
de Bonda ser ida el armada , vinieron sobre la ciudad de
CENSURA DE DON ALONSO DE ERG1LLA l t j 0
Santa Marta; cómo se reedificó la fortaleza, con otras mu-
ELOGIOS DE LA OBRA, por varios ingenios lou chas cosas que en la reedificación acontecieron 513
LNIKODULCION |»1 ELOGIO de don Lope de Orozco desde que vino á gobernar á
ELEGÍA I. —A la muerte de Micer Ambrosio, primero gobernador Santa Marta, donde se hace mención de las cosas en aquella
por los alemanes, donde se cuentan las cosas sucedidas en la gobernación sucedidas hasta el año de 1383 351
provincia de Venezuela hasta su muerte. CANTO SEGUNDO. — Donde se tracta cómo don Lope de Orozco en-
CANTO PRIMERO • 180 vió al capitán Antonio Cordero á poblar la provincia de Cln-
CANTO SEGUNDO. — Donde se tracto cómo el jurado Leiva y Pedro mila, y gente blanca, y las cosas que sucedieron durante la
de Limpias prosiguieron adolanle por las zavanas del Cabo población 357
de la Vela y Solurma, en busca de alguna geste para guias ,
y de lo que les sucedió con unos indios que encontraron. 195 TERCERA PARTE.
CANTO TERCERO. — Donde se cuenta cómo micer Ambrosio volvió DEDICATORIA i la majestad del rey don Filipe , nuestro señor . . . 503
con la gente que recogió en la ciudad de Coro, al pueblo que ELOGIOS DE LA OBRA, por varios ingenios 5üA
dejó poblado en el Maracaibo, y de la entrada que hizo por HISTORIA DE CARTAGENA.
aquella via • 201 CANTO PRIMERO 30J
CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo caminó micer Ambro- CANTO SEGUNDO. — Donde se tracta cómo los indios comarcanos
sio con esta gente , descubriendo tierra hasta llegar adonde vinieron á dar la paz, y bastó la batalla que se dio en Turiiací»
esta ahora poblada la ciudad de Pamplona, distrito deste para atemorizar los demás caciques y señores de aquella
nuevo reino donde lo mataron • 200 provincia • • . 371
ELEGÍA II.—yt la muertede George Espira, cuarto gobernador de CANTO TERCERO.—Donde se cuenta cómo el gobernador Pedro de
lasprovincias de Venezuela. Heredia salió de la ciudad de Cartagena con docientos hom-
CANTO PRIMERO. . • • 211 bres bien aderezados , y llegó á la provincia de Cenü, y lo
CANTO SEGUNDO. — Donde s« cuentan los grandes recuentros que que mas aconteció en su pacificación y conquista 377
tuvieron , y cómo viéndose George Espira con gran falta de CANTO CUARTO. — Donde se tracta del odio que concibió la gente
gente determinó devolver a la ciudad de Coro, y lo que su- que quedaba en Tullí contra el gobernador Pedro de Here-
cedió en el camino 215 dia, por no querellos admitirá las sepulturas ricas que con
CANTO TERCERO. — Donde se cuenta la venida del doctor Antonio sus negros y otras personas que alli quedaron sacaba, y las
Navarro a Venezuela a tomar residencia a George Espira y á demás variedades que entonces acontecieron 381
(a* tenientes, y lo que mas aconteció 221 CANTO QUINTO. — Donde se cuenta cómo á pedimienlo'de hombres
apasionados, la audiencia real de Santo Domingo envió al li-
ELEGÍA III. — Ala muerte del gobernador Filipe de liten, donde
cenciado Juan de Vadillo , oidor dolía , á tomar residencia
st cuenta la entrada que hizo y cosas en ella acontecidas.
al gobernador Pedro de Heredia, y lo que durante su tiempo
CANTO PRIMERO • • 226 aconteció 392
CANTO' SEGUNDO. — Donde «e tracta cómo Pedro de Limpias se CANTO SESTO. — Donde se cuenta cómo el licenciado Joan de Va-
amotinó concierta gente , y cómo llegó Filipe de liten al dillo salió del puerto de Cartagena por la mar hasta llegar i
Tocuyo, y lo demás sucedido hasta su muerte 235 L'rabá, y desde alli fué en demanda del Guaca y otras provin-
CANTO TERCERO Donde se tracta del entrada que hizo Diego Ruiz cias, y las cosas acontecidas en aquella jornada 5'/
de Vallejo , maese de campo, a los cuicas, los grandes re- CANTO SÉTIMO. — Donde se cuenta lo sucedido en la provincia
cuentros que tuvo ron los naturales, con otras cosas que acon- de Burilicá, y en las demás provincias por donde pasó el li-
tecieron hasta que se pobló la ciudad de Trujillo que alli se cenciado Juan de Vadillo , hasta que su gente lo dejó , y no
fundó. 240 quiso seguillo 406
CANTO CUARTO.—Donde se dicen los pueblos qua hasta hoy cono- CANTO OCTAVO. — Donde se da cuenta cómo volvió don redro d«
ÍNDICE. 5G7
Heredia con titulo de adelantado, y trosas sucedidas después HISTORIA de la gobernación de Antioquia y de la da Chocó,
de su venida , y antes que llegase á Cartagena adyacentes á lude Popayán, nuevamente desmembradas de-
CANTO NOVEIO. — Donde se da razón de las novedades que hubo llapor provisiones de la real majestad del rey don Filipe se-
en Antioquia después que el adelantado don Pedro de Here- gundo deste nombre , nuestro s e ñ o r . . . " . . . . . . . 506
dia se vino para Cartagena, y don George Robledo llego con CANTO PRIMERO.— Donde se da razón de los primeros capitanes
título de mariscal y con poderes del licenciado Miguel Díaz que entraron en las provincias de entre los rios Cauca y el
Armendariz, gobernador de todas aquellas gobernaciones , de la Magdalena, ansí déla gobernación de Popayán como
y de los casos acontecidos en Cartagena hasta la muerte de deste Nuevo Reino ggg
don Pedro de Heredia CANTO SEGUNDO—Donde se da relación del primero fundador
ELEGÍA á la-muerte de Joan de Bustos de Villegas , segundo go- de la ciudad de Antioquia , y cómo después fué mudado de
bernador de Cartagena por provisión de la R- U. En un solo aquel asiento primero á mejor sitio, donde permanece con
nombre de villa de Santafé de Antioquia gto
canto
CANTO TERCERO. — Donde se da razón de la entrada que hizo en-
ELEGÍA á la muerte deFrancisco Bahamon de Lugo, quinto gober- tre los ríos 6aspar de Rodas, la gente que le acudió , y or-
nador de Cartagena. En un solo canto I . den que tuvo en hacer la guerra • íii2
ELOGIO de Pero Fernandez de Bustos, gobernador de la pro- CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo los indios de la pro-
vincia de Cartagena, donde se cuenta el discurso de su vida vincia de Pequi enviaron su embajada al campo de los espa-
hasta la venida delpoderoso cosario que se dice el capitán ñoles, y lo que en eila se contenia rj i 4
Francisco Draque CANTO QUINTO. — Donde se da razón de lo que sucedió después
que los españoles entraron en la provincia de Pequl 515
ELEGÍA á Id muerte de don Sebastián de Benalcdzar, adelan- CANTO SESTO. — En el cual se da razón cómo Gaspar de Rodas
tado de la gobernación de Popaydn, donde se cuenta el des- pasó su campo á la provincia de Pequl, donde no seie hizo
cubrimiento de aquellas provincias, y memorables cosas en resistencia, antes algunos indios le dieron la paz.. . . • . . ; ; ¡ :
ellas acontecidas. CANTO SÉTIMO. — Donde se da relación de lo sucedido á Juan Ve-
CANTO PRIMEVO . . *.
lasco y á Pedro Fernandez Rivadeneyra en la provincia <le
los nutaves y valle de Teco 51a
CANTO SEGUNDO.—Donde se cuenta cómo Sebastián de Benalcazar
prosiguió la guerra contra Hruminavi y los otros capitanes (he CANTO OCTAVO. — Donde se tracta déla fundación de la ciudad
Alabaliba, que se babian alzado con el reino de Quito, basta llamada San Joan de Rodas, y cómo á Gaspar de Rodas le vi-
no nueva que don Alvaro de Mendoza enviaba á su hermano
la muerte dellos.
don Alonso de Caravajal, para que le sucediese en el •cargo. Sil
CANTO TLRCERO Donde se cuenta cómo Benalcazar procuró lie-
gar á sí el número de españoles que le fué posible para ir en CANTO NOVENO. — En el cual se dice cómo los indios vinieron só-
seguimiento de la noticia que de Bogotá le dio el indio que brela ciudad de San Juan de Rodas , la muerte de Juan Ve-
halló en la ciudad de Quito, y lo que aconteció en aquel viaje lasco , y otras muchas cosas que allí sucedieron Kiü
á él y á sus capitanes CANTO DÉCIMO. — En el cual se tracta de la reedificación de Sai>
CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo Benalcazar despobló la Juan de Rodas, y cómo Andrés de Valdivia se volvió á Santa-
villa de Ampudia y pasó adelante con toda la gente que te- fé de Antioquia dejando por teniente á don Antonio Osorlo
de Paz , con la gente que trajo 5*>
nia, con esperanzas de hallar tierras de mayor grandeza ; y
ansí por él y por sus capitanes se tentó por diversas paites CANTO UNDÉCIMO. — Donde se tracta del socorro que trajo el go-
aquel compás que boy se llama gobernación de Popayán.. . bernador Andrés de Valdivia, la mudanza del pueblo de San
Juan de Rodas, con otros varios sucesos, y cómo vino de Es-
CASTO QUINTO.— Donde se cuenta-cómo Lorenzo de Aldana vino á
paña declarado no caer en el gobierno de Valdivia Sámale
Popayán por mandado del marqués don Francisco Pizarro y
de Antioquia, ni San Juan de Rodas •"">•»
con provisiones suyas para tomar en si el gobierno de Popa-
yán y sus anejos CANTO DUODÉCIMO. — Donde se da razón de lo que hizo el gober-
CANTO SKSTO. — Donde se cuenta cómo vino multitud de indios nador Andrés de Valdivia después que tuvo la gente déla otra
sobre el capitán Pedro de Añasco, y le mataron la gente que parte del rio Cauca '->~>i
CANTO DÉCIMO TERCERO. — Donde se da razón de la que le pareció
tenia, escepto tres que escaparon mas milagrosa que casual-
mente, J á él lo tomaron vivo, con otras desgracias que en- á Andrés de Valdivia, que tuvo para despoblar la nueva ciu-
dad de L'beda '»"'<
tonces acontecieron • • ••
CANTO DÉCIMO CUARTO. — Donde se cuenta cómo viendo los indios
CANTO SÉTIMO. — Donde se cuenta cómo Pigoanza, por importu-
la gente española dividida en tres partes, determinaron de
nidad de la Gaitana , convocó otros muchos caciques , y vino
dar en ellos en un mismo dia en los lugares adonde estaban,
sobre el pueblo de Timaná con mas de doce mil hombres sin se poder valer los unos á los otros por ser mucha la dis-
de guerra, y las grandes cosas que en la defensa de los espa- tancia , 53'J
ñoles se hicieron
CANTO OCTAVO. — Donde se cuenta cómo Pigoanza vino sobre Ti- ELOGIO de Gaspar de Rodas, segundo gobernador délas pro-
maná con quince mil hombres de guerra, ferocísima é indó- vincias de Antioquia, cuyo discurso comienza desde que fué
mita gente, ylo que sucedió en aquella batalla contra menos promovido al cargo de capitán general de aquella tierra por
de cien españoles, los cuarenta poco mas ó menos de ca- los señores de la audiencia real deste \uevo Reino.
ballo, y los demás peones CANTO PRIMERO t>U
CANTO NOVENO. — Donde se tracta cómo Pascual de Andagoya, CANTO SEGUNDO—Donde se cuenta cómo los señores de la real
siendo proveído por gobernador de la tierra adyacente al rio audiencia enviaron comisión á Gaspar de Rodas para cas-
que llaman de San Juan, sa entró por la tierra conquistada tigar los indios rebeldes, y poblar en las tierras donde fué
por Benalcazar y sus capitanes, y se hizo obedecer en Popa- muerto Andrés de Valdivia '. Sil
yán y en los otros pueblos desta gobernación , y lo demás CANTO TERCERO. — Donde se cuenta cómo los indios repartidos á
que de su venida resultó, hasta la venida de don Sebastián la ciudad de Cáceres, viendo que Gaspar de Rodas había sa-
de Benalcazar lido de la tierra, se atrevieron á matar algunos españoles v
CANTO DÉCIMO. — Donde se cuenta la venida del virey Blasco Na- no acudían 4 servirlos 5*9
nea Vela á Popayán, y cómo allí se rehizo de gente para ir CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo Gaspar de Rodas salió
contra Gonzalo Pizarro, y llevó consigo al adelantado don de la villa de Santafé de Antioquia con setenta hombres de
Sebastián de Benalcazar, y á Juan Cabrera y otros valerosos pié y de caballo, y fué descubriendo por el rio Porce abajo ,
toldados hasta que halló terreno donde pobló la ciudad de Zaragoza. 551
CANTO UNDÉCIMO. — Donde se <la conclusión á la historia de lo su- RELACIÓN BREVE de las tierras de la gobernación del Chocó,
cedido en la gobernación de Popayán hasta el tiempo pre- y cosas en ella acontecidas desde el tiempo que entró en ella
sente, y se da cuenta de cierto alzamiento que allí se in- el capitán Gómez Fernandez, hasta que le fui dado el go-
tentó por algunos soldados que vinieron desterrados da Piró, bierno y conquista á Uelchior Veluzquez, vecino de la ciu-
cuando se rebeló Francisco Fernandez Girón en el Cuzco. . . dad de Ruga . 531
CATALOGO délos gobernadores de Popayán,y cuasi epilogo de CANTO SEGUNDO — Donde se tracta cómo por muerte de Gómez
lo contenido en su historia. En metros sueltos Fernandez se proveyó la gobernación del (.hoco á Melcblor
Valaxqnei, y las entradas que hizo 555
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I ESTANTE 15
Tabla 4."
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