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BIBLIOTECA

AUTORES ESPAÑOLES.

TOMO CUARTO.

ELEGÍAS

VABONES ILUSTBES DE INDIAS,


COMPUESTAS

POR JUAN DE CASTELLANOS.


BIBLIOTECA

AUTORES ESPAÑOLES
D E S D E L A FORMACIÓN D E L L E N G U A J E HASTA NUESTROS D Í A S ,

oraeíaaa

POR D, BUENAVENTURA CARLOS ARIBAU,

TOMO CUARTO.

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ADQUISICIÓN POR COMPRA


DE LA DIPUTACIÓN.

MADRID,
IMPRENTA, DE LA PUBLICIDAD, A CARGO DE M . RIVADENEYRA.
CALLE DE JEStTS DEL VALLE, N.° 6.

1847.
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PROLOGO

LA presente obra ha llegado á ser, por su rareza, una de aquellas curiosidades bibliográ-
ficas de que pocos tienen noticia, y cuya reimpresión llena un gran vacío en nuestra litera-
tura antigua. La misma suerte han tenido otras muchas producciones relativas á nuestros
descubrimientos marítimos y á las primeras épocas de nuestras colonias, probándose por
este medio la historia de un sin número de hechos curiosos y datos interesantes, relativos á
una de las páginas mas instructivas y brillantes de los anales de la humanidad.
Si este desprecio de tan copioso tesoro de conocimientos útiles es poco honorífico á
nuestro gusto literario y á nuestro amor propio nacional, no es menos digno de censura el
olvido en que se sumergen los nombres de los varones ilustres que han contribuido eficaz-
mente con sus trabajos á las glorias de la literatura española. Increíble parece que casi todo
lo que se sabe de CASTELLANOS es lo poco que de sí mismo habla en sus Elegías; y que, por
mas investigaciones que hemos hecho en archivos y bibliotecas, solo hemos hallado mención
de su nombre y de sus obras en la de don Nicolás Antonio, y en los apuntes que Muñoz ha
dejado en la Academia de la Historia.
El primero de estos escritores da á entender que CASTELLANOS nació en Tunja; habla de la
primera edición de la primera parte de las Elegías, la cual vio la luz pública en 1589, sin l u -
gar de impresión; se refiere á una cuarta parte, celebrada por don TomásTamayo, en su Col-
lectio librorum hispanicorum, y cita la Bibliolheca indica de Antonio León, donde se habla de
un ejemplar de la segunda parte , que poseyó Luis Tribaldo de Toledo, cronista real de las
Indias, de cuyas manos pasó á las de Lorenzo Coceo, secretario de N . Compegio , nuncio
apostólico en España.
Las noticias de Muñoz son todavía mas escasas y menos importantes. No se refieren á la
persona del autor, sino á ciertas peculiaridades del ejemplar de ellas que Muñoz habia visto.
H E n él hay una nota manuscrita que dice: «Librería de la catedral de Palencia : donada (la
I obra) por el doctor Pedro Fernandez del Pulgar, natural de Rioseco, penitenciario de dicha
i iglesia». Al fin de la segunda parte, observa Muñoz que se lee la firma de Miguel de Ondarza
?
Zavala, con su rúbrica , la cual va también al pié de todas las planas. « Sin duda, dice Mu-
¿íñoz, este fué el secretario por quien se despachó la licencia para la impresión, á consecuen-
M cia de la aprobación de Ercilla. Por último, Muñoz advierte que falta un plano en el ejem-
plar susodicho , y es el de la laguna de Venezuela, y que hay otro en la tercera parte , con
i este título: «Traza corográfica de lo contenido en los tres brazos que cerca de la equinoccial
I hace la cordillera de las sierras , que se continúan desde el estrecho de Magallanes.»
Por manera que la única biografía que de CASTELLANOS existe, queda reducida á las escasas
••noticias que de él mismo injiere en su obra. De ellas se colige que siguió desde luego la car-

( rera militar, y que se halló en reñidos encuentros y corrió grandes peligros en las diferentes
campañas á que dieron lugar las conquistas de los vastos territorios de que se formó, en tiem^
vi PROLOGO.
pos muy recientes, la república de Colombia. Después abrazó el estado eclesiástico y obtu-
vo el beneficio de Tunja, en lo que se llamó entonces nuevo reino de Cranada. En una y
otra situación contrajo relaciones íntimas y tuvo frecuente trato con muchos de los hombres
mas distinguidos que figuran en aquellas grandiosas hazañas.
Este descuido de los contemporáneos de JUAN DE CASTELLANOS es tanto mas notable, cuanto
que su obra está muy lejos de esa trivial medianía que justamente desdeñan los hombres do
saber y buen gusto. El autor no quiso elevarse á la altura de la poesía épica; no quiso reves-
tir su narración con las galas de la fantasía, ni darle esas formas artificiosas que nunca se em-
plean sino á costa de la verdad. Menos ambicioso que Lucano y Ercilla, solo consagra sus es-
fuerzos á preservar del olvido hechos notables y circunstancias graves y curiosas. No es un
poeta creador : es un historiador escrupuloso, que prefirió la octava rima á la prosa, quizás
para recrear con este agradable ejercicio los últimos años de su vida, ó quizás también, por-
que á ejemplo de Ovidio , quod tentabat dicere versus erat. A esta segunda opinión nos incli
nan su facundia inagotable; la increíble facilidad de su versificad >n, la cual, generalmente
correcta y fluida , aunque á veces demasiado trivial y desaliñada, no se detiene en los obstá-
culos que le ofrecían la exactitud numérica de las fechas, ni los estraordinarios nombres de
los indios y de los puntos geográficos de las regiones que habitaban. Las escenas terribles y
las graciosas; las batallas mas sangrientas y las caminatas mas difíciles ; fiestas lucidas, cul-
tos solemnes, paisajes floridos y voluptuosos, espectáculos naturales, llenos de horrorosa
grandiosidad, todo se presta con igual holgura y lijereza al ritmo de este grande y fecundo
versificador;-para todo encuentra en su imaginación fértil y variada ritmos sonoros, cortes do
verso naturales, consonantes propios y escogidos, y frases, si no eminentemente poéticas, ¿
lo menos elegantes, bien construidas y muy raras veces torcidas de su prosodia, para for-
mar la cadencia legitima y llenar el número requerido.
Sus defectos son los comunes en su siglo ; los mismos en que incurrieron los que mas lus-
tre le dieron con sus producciones inmortales: anacronismos insignificantes, ostentación pe-
dantesca de importuna y mal traída erudición, ignorancia de las ciencias naturales envueltas
todavía en la infancia , inversión no motivada de sucesos, y esa propensión á retruécanos y
antítesis que bajo diversas formas se reproduce en todas las épocas literarias, y de que no
supieron preservarse los mayores ingenios de la antigüedad.
Mas estas imperfecciones están mas que suficientemente compensadas por algunas dotes,
tanto mas gratas á la generación presente , cuanto mas escasean algunas de ellas en los trabajos
literarios de nuestro siglo. Distinguimos entre estas cualidades preciosas la paciencia investiga-
dora que supone la acumulación de tantos sucesos, el interés dramático de tan estraordinarias
virtudes, la exactitud en la descripción de las localidades, el arte con que escita la curiosidad
del lector, graduando diestramente el desarrollo de los incidentes con que la satisface; por
último, esa sencillez candorosa que toda la obra respira , reflejo de un alma recta y pura,
consagrada al culto de la verdad y ajena de todo lo que pudiera torcerla y ofuscarla.
Prendas de tanto valor y tan justamente apreciadas por los aficionados á la buena lectura,
nos autorizan á creer que el público aceptará las Elegías de CASTELLANOS, como uno de los ma-
yores esfuerzos que á costa de grandes dispendios y trabajos ímprobos hemos empleado para
desempeñarlas condiciones de nuestro programa, y continuar mereciendo la acogida benévola
que han merecido los tomos precedentes de nuestra colección.
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VARONES ILUSTRES DE INDIAS,


GOMPCESTAS

POR JUAN DE CASTELLANOS.

DEDICATORIA AL REY DON FELIPE II.

SEKOR.

Entre las cosas notables, que autores antiguos nos dejaron escritas, hicieron memoria de
aquella gran locura de Corebo , cuya cuenta, no estendiéndose á mas número de hasta cinco,
presumía contar las ondas del mar y las arenas de sus riberas ; y desta misma podría yo ser
agora redargüido; pues, en confianza de tan pobre talento como es el de mi ingenio, propuse
cantar en versos castellanos la variedad y muchedumbre de cosas acontecidas en las islas y
costa de mar del norte destas Indias occidentales, donde yo he gastado lo mas y mejor del
discurso de mi vida, presumiendo levantar sus.edificios desde los primeros fundamentos, en
todos aquellos puertos que conocemos poblados de españoles. Y aun esta osadía fuera tole-
rable si no me levantara á otro muy mayor atrevimiento, que fué aventurarme á ofrecer y
consagrar mis trabajos al felicísimo nombre de vuestra Majestad, en cuyo esclarecido enten-
dimiento naturaleza puso toda aquella perfecion á que sus fuerzas podían estenderse; mas
como sea común uso de los hombres, y costumbre heredada de los primeros buscar escusas
á los yerros que cometen, deseo que se me permita que ansimismo (con algunas razones,
aunque criadas á los pechos de mi confuso parecer) procure dar mis disculpas, y descargarme
de los cargos que acerca desto se me podrían poner. Pues es así que laflojedady descuido de
muchos, que con la elegancia y primor que al sujeto desta obra se debe la pudieran tomar á
su cargo , puso sobre mis hombros la pesadumbre deste cuidado , muy mas grave de lo que
ellos pueden llevar, no sin consejo y estímulos de amigos, que se dolían de ver hazañas escla-
recidas quedarse para siempre encarceladas en las escuridades del olvido, sin haber persona
que movida deste justo celo procurase sacallas á luz , para que con la libertad que ellas me-
recen corrieran por el mundo, y fueran á dar noticia de sí á los deseosos de saber hechos
célebres y grandiosos. Pues como ya tuviese escrito el descubrimiento deste Nuevo Mundo, y
lo acontecido en las conquistas de las islas, y alguna parte de la costa de tierra firme hasta el
mar de Venezuela, parecióme (por ser el volumen de lo compuesto algo crecido) que seria
justo hacer en aquel pasaje pausa, para que desde allí comenzase segunda parte , con intención
de no publicar lo uno sin lo otro, por haber andado ya la mayor parte del camino; y aunque
en este propósito había dado fondo, importunidades de personas á quien debo respeto me
hicieron levar las áncoras y salir con solo el trinquete, mandándome cometer esta primera
al beneplácito de fortuna, que así en esto como en otras cosas no siempre suele ser apacible
ni favorable. Pero revolviéndolos ojos del entendimiento á una y otra parte, para buscalle
lugar donde la adversa no se atreviese ni pudiese lastimalla , memoria y voluntad me pusieron
delante la fortísima coluna y atlante de la religión cristiana, que es vuestra Majestad; debajo de
cuya sombra y á cuyos reales pies estos mis trabajos se humillan para poderse valer entre los
2 VARONES ILUSTRES DE INDIAS.
impetuosos vientos de detractores ; pues el mayor y mejor salvoconducto que se les puede
encaminar es el autoridad de tan potentísimo monarca, que como vicediós en la tierra no se
desdeñará de recebir el cornadillo del pobre á vueltas de los preciosos dones que suelen ofrecer
los poderosos, ansí como aquel gran Artajerjes que no se desdeñó (pasando el rio Ciro) in-
clinar su real cabeza, para beber el agua del en las palmas de Sinetis, pobre y rústico villano.
Movióme tambiéná hacer esto, considerar que cosas de Indias, mayormente tan oclusasy o l -
vidadas, á ninguno se debían dedicar ni consagrar sino al señor universal de aquellas tierras,
que ansí en oriente como en poniente gozan deste nombre, á cuya grandeza humilísimamente
suplico ponga los ojos no en la bajeza del estilo, sino en el sujeto de la obra y voluntad con
que yo la ofrezco, para que otros muchos, cuyos ingenios podrían con pluma delicada en
estas partes llevar adelante estos principios, se animen y alienten á poner en escrito hechos
dignos de ser eternizados, en servicio de vuestra Majestad, cuya real persona y escelsos estados
prospere nuestro Señor con perpetuo aumento de su divina gracia y celestial gloria. Amen.
JUAN DE CASTELLANOS.

CENSURA DE AGUSTÍN DE ZARATE AL CONSEJO REAL.


Agustín de Zarate, contador de mercedes que he sido línea equinocial. Lo cual Colon contradijo, alegando auto-
de vuestra Alteza, digo, que por los del vuestro muy alto ridades que habia leido de autores auténticos, y señala-
consejo me fué mandado que viese y examinase un libro damente del divino Platón, en el diálogo que intitula Tili-
que ba compuesto Juan Castellanos, beneficiado en la nteo ó de natura, y en el siguiente á este, que se nombra
iglesia de Tunja del nuevo reino de Granada, en que trata Atlántico, que en ambos trata largamente de una isla nom-
de los ilustres varones que en compañía de don Cristóbal brada Atlántica, que se dice haber sido mayor que Asia, y
Colon, y después del, descubrieron la navegación del mar duraba desde las columnas de Hércules hasta la tierra
del norte, que los autores llaman Atlántico, y conquistaron firme, la cual, con una creciente de la mar en un dia y una
y redujeron al conocimiento de nuestra santa fe y la co- noche se anegó y quedó toda hecha mar, que reteniendo
rona real de Castilla los indios naturales de tan estendidas el nombre de cuando fué isla, se llamó mar Atlántico; é
ínsulas como en él conquistaron, que comunmente se - yo supe de persona que habia oido al mesmo Colon, que
nombra el Nuevo Mundo, mandándome que pusiese en la en confianza de esta autoridad de Platón había empren-
dicha obra la censura que requiriese para imprimirse, en dido tan nueva y peligrosa conquista. Pero teniendo con-
caso que para ello se le diese la licencia que el autor pe- tra si autores tan graves, y con ellos á san Aguslin y á san
dia. En cumplimiento de lo cual, yo he leído y pasado todo Isidoro, se puede tener por cierto, que no se pudo mover
el dicho libro, y advertido con diligencia si había en él Colon á proseguir tan difícil navegación sin inspiración ó
alguna cosa que requiriese enmienda ; y ante todas cosas revelación divina. En cuya confianza se opuso á tantas di-
veo que la materia de que trata, por ser tan deseada, será ficultades y peligros y costas, por alcanzar cosa tan nunca
muy bien recebida en todos estos reinos, especialmente vista ni oida, antes comunmente contradicha. Pero las par-
en el Andalucía y lugares marítimos de aquella costa, donde ticularidades y sucesos tan varios y notables como para
se tiene mas noticia y comercio con las Indias y navega- conseguir su pretensión pasaron, y las hazañas que hicie-
ción dellas. Porque con haber tantos autores que han ron, y las victorias que consiguieron, que parecen casi in-
compuesto libros del descubrimiento y conquista de las creíbles, estaban sepultadas en las tinieblas del olvido, y
provincias del Perú, y de tantos y tan varios sucesos como defraudadas del loor y gloria que merecían los insignes
en ella ha habido, entre los cuales se puede contar la his- varones que las alcanzaron, sin que sus hijos y descen-
toria que yo compuse tocante á esta materia, y otros que dientes tuviesen dellas noticia, ni con sabellas se encen-
lian trabajado en lo que toca á la Nueva España, todos diesen sus ánimos á imitallas.
estos libros* quebaban defectuosos y sin principio, por no
El remedio para todos estos daños é inconveniente»
haber habido quien tomase á su cargo declarar cómo y
halló Juan Castellanos, consumiendo muchos años de s»
cuándo, y por quién se comenzó á descubrir tanta an-
vida en sacar por rastro las verdades de negocios tan an-
chura de mar como hay ansí norte sur, como leste
tiguos y recóndilos y sin luz, con tan inmenso trabajo
hueste , desde el estrecho de Gibraltar hasta las provin-
como se puede considerar, pues*escribió primero el dis-
cias de la tierra firme donde va á parar, y lo mucho que
curso desta historia en prosa. Con lo cual la república
los siglos presentes, y los que están por venir, deben prin-
tuviera entera satisfacción, conforme á lo que escribe Ci-
cipalmente á don Cristóbal Colofl, por cuya industria y es-
cerón, y después del Cayo Plinio, que aúneme las obras
fuerzo y diligencia, mezclada con infinitos peligros y ries-
de poesía y oratoria no tienen gracia, ni deben ser admi-
gos de la vida, y de los demás que le siguieron y acompa-
tidas sin mucha elocuencia, la historia (dicen) quoqu»
ñaron en aquel descubrimiento, se haya navegado un
modo scripta delectal; esto es, de cualquier manera,
piélago de tanta longitud y latitud con la conquista de
y en cualquier estilo que se escriba, deleita y agrada;
tantas ínsulas que en él hay, y la dificultad y peligro de su
porque medíante esta alcanzan los hombres á saber co-
persona, con que resistió y confundió á muchos de los
sas nuevas, las cuales por natural inclinación se huelgan
suyos que le contradecian, y aun casi resistían el pasar
oir de boca de un rústico por palabras groseras y sin arte.
adelante; que algunos dellos debían ser ejercitados en le-
Pero Castellanos pasó adelante, porque después de haber
tras y razones matemáticas, pues se fundaban en autori-
escrito esta historia en prosa, la tornó á reducir á coplas,
dades de gravísimos autores, como eran Plinio y Strabon,
y no de las redondillas que comunmente se han usado
Tofomeo y Pomponio Mela y otros que refiere y aprueba
en nuestra nación, sino en estilo italiano, que llaman oc-
san Agustín, que afirman no haber habitación pasada la
tava rima, por mostrar á costa de mucho trabajo la emi-
VARONES ILUSTRES DE INDIAS.
neneia de su Ingenio, porque estoy informado de hom- ingenio, ni dónde el autor pueaa usar de la dispensación
bresfidedignosqtae gastó mas de diez años en reducir que Horacio concede á los autores de tan prolijas obras,
la prosa en verso, en que infiere á sus tiempos muchas diciendo en un verso de su arte poética :
digresiones poéticas y comparaciones, y otros colores
poéticos con todo el buen orden que se requiere. Y Verum opere in longo fas est obrepere somnum,
cuando trata en materia de astrologia, en las alturas de la en que da licencia á los escritores de tan largos libros
línea y puntos del norte, y sol y estrellas, se muestra ejer- que algunas veces se puedan dormir y descuidar en lo
citado astrólogo, y en las medidas de la tierra muy cur- que escriben. Algunos errores de pluma de poco mo-
sado cosmógrafo y geógrafo, y cursado marinero en lo que mento he hallado, y estos van enmendados, porque no
toca á la navegación, que es lo que principalmente le haya en el libro cosa que sea digna de reprehensión.
ayudó;finalmente,que ninguna cosa deía matemática le Y ansí, teniendo consideración á todo lo susodicho, pa-
falla. Y en lo que mas muestra la facundia de su ingenio rece que vuestra Alteza (siendo dello servido), no sola-
es, en injerir en sus coplas tanta abundancia de nombres mente podría mandar dar licencia al dicho Juan Caste-
bárbaros de indios, sin fuerza ni violencia del metro y can- llanos para imprimir y publicar esta obra, pero tenién-
tidad de sílabas, con ser los tales nombres tan difíciles dole en servicio el trabajo que en componer tan largo
que apenas se pueden pronunciar con la lengua; y en fin, libro ha gastado, por solo servir á su república, sin otro
son de los que llama Marcial odiosos á las musas, que es interese alguno; pues sin los principios de los descubri-
el loor que principalmente se atribuye á don Alonso de mientos que aquí trata, los demás libros que se han com-
Ercilla, en aquella famosa obra que en este estilo com- puesto de todas las provincias y regiones de las Indias
puso, llamada Araucana. Y aunque he puesto diligencia quedan escuros y defetuosos, como obras que carecen
en buscar si habia en este libro cosa señalada que requi- de los principies de donde dependen.
riese enmienda, no la ha «alcanzado la medianía de mi AGUSTIS DE ZAS ATE.

ELOGIOS DE LA OBRA POR VARIOS INGENIOS.


Reverenái ad modum Patria Magistri, fratris ALBERTI No suelen 6er ansí los estranjeros ;
PEDRERO, ordinis Prmdicatorum coneionatoris eximii ad Pues aunque sus bazañas son menores,
eandidum et pium lectorem Procuran levantallas hasta el cielo,
Como hizo Virgilio las de Eneas,
EPIGRAMMA. Y con-heroico verso y elegante
Hactenus Indorum terris, quas fortis Hiberus Homero celebró las de los suyos ;
Inventas dedil, et calcat victricibus armis, Y con decir allí cosas fingidas
Non fuit Hispanus qui praelia carmine vates Pudo bien merecer eterno nombre.
Conderet, seterna cum sint dignissima laude. Según esto, quien canta cosas ciertas,
Attamen externis est semper máxima cura, A luz sacando hechos olvidados,
Ferré super summum coelum sua facta minora. Y los celebra con hermosos versos,
Namque ducem Phrygium decantat musa Maronis,' No se le debe menos alabanza.
Mceonidesque suos divino condidit ore, Tal es nuestro poeta Castellanos,
Et veris miscens passim mendacia mulla, Pues va cantando hechos escelen tes,
Ipse sibi laudum magnos cumulavit acervos. Trabajos increíbles y sucesos
His bene perspectis, quisquís verissima pandit, Que sobrepujan cuantos pinta Homero,
Miltit et ia lucem, qusesunt detenta tenebris , Y esceden los naufragios del Troyano.
Carminibus comptis, laudis quoque dignus habetur , Porque no canta los angostos mares
Ut Castellanos hic, qui fortissima bella Del que huyó de Troya, ni de Ulises,
Ñarrat, et eventus rerum, variosque labores, Ni pinta á Gerion con tres cabezas,
Qui superant omnes, quos doclus piugit Homerus , Ni la serpiente Hidra con sus ciento,
Extenuantque viri prorsus discrimina Teucri. Ni el dragón que guardaba las manzanas,
Namnon errores arctos, quospassusUlysses, Ni aquel de quien Jason sembró los dientes;
Non freta Troiani fugientis parva recenset, Mas canta el gran dragón del Océano,
Sed ñeque forma datur triplex pastoris Hiberi, Que ciñe con sus roscas todo el orbe,
Nec ramosa quidem centeni gulluris Hydra, A quien el español tiene sujeto,
Hesperidumque draco, non custos velleris hydrus, Hollando sus riberas y sus playas,
Sed lamen Occeanus serpens prselongus, et ingens, Sus amplísimos reinos, campos, rios,
Ceruleis magnum, qui cingit nexibus orbem, Y sus feroces gentes ya domadas,
Yictus ab Hispanis, nam iam sunt undique visi Con otras increíbles maravillas
¿Equoris immensi sinus, anfractusque viarum, De todos los pasados nunca vistas.
F4umina vasta nimis, montes, amplissima regna, Las cuales aquí cuenta Castellanos,
Gens celeris pedibus, sumptis nos tarda sagittis Que como validísimo guerrero,
Et miranda novus, qiue continent lndicus orbis, De muchas cosas es fiel testigo.
Nullis visa prius, sed cunctis condita priscis. Recíbelo, lector, con rostro claro,
De quibus hoc nobis ostendit mulla volumen, Para que sin temor de lo contrario
Quod Castellanos, qui quondam bella sequulus, Deleite tus oidos con historias
Ut teslisfidus,descripsit: candide leator Que va pintando con heroica mano.
Accipe pacato nec duro perlege vultu,
Ut noster vales (sannx íórmidine posta.)
Historiis alus sinceras impleat aures.
PerquamcolendiPatris fratris PETRI VERDUGO Praesentati
ordinis Prasdicatorum coneionatoris facundissitni in
lauden autoris
lnterpretatio ejusdem. EPlGRAttMA.
Hasta agora faltaba quien cantase, Indorum bellis milla formidine tentus,
En verso sonoroso castellano, Castetlane, tuus fervidus ensis erat.
Las tierras que halló gente de España, At nunc accinctus divini cúspide verbi,
Y tiene ya rendidas á su Marte, Expugnare doces culmina sánela Dei.
Con hechos dignos de inmortal memoria. Et commissa tibi, moderantis nomine templa,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS.
Muneribus multis continuare facis. Non Ubi Pindariei suavis facundia versus,
Insuper el curis alus ingentibus aeger , Non Flacci numerus, dulcior ullus erit.
Carmitiibus comptis fortia gesla canis. Non sacratis lumen nimiuin lustrasse videbis,
Scilicet et Mariis clypeoproteclus el hasla, Cum lecuin evolvas, grandia sensa viri : ,
Tune libi propitius pulcher Apolo fuit. Denique non unquam resplendens forma Latini
Sic. puer el longo iam fraclus membra labore Eloquii deerit, singula quaíque docens.
Ordine conspicuo témpora rapla leris.

Del licenciado CRISTÓBAL DE LEÓN , vecino de Santa Fé


Ejusdetn interpretatio.
en el Nuevo reino.
Fieras naciones, de quien no te espantas ,
Conquistaste por índicas regiones, Del griego vemos hoy la lanza fiera,
Y agora con católicos sermones Del troyano la fama muy abierta
A conquista del cielo las levantas. Por sonorosa musa que despierta
Iglesias sirves , y con obras santas Aquelio que pasó y entonces era.
Las enriqueces, y con muchos dones , Deslos agora nunca se supiera
Y en medio de cien mil ocupaciones Cosa que conociéramos por cierta ,
Heroicos hechos de varones cantas. Si la pluma de Homero fuera muerta,
Siguiendo con valor al liero Marte, Y la del mantüano no viviera.
Alcanzaste favor del claro Febo, Obligados al uno los romanos,
Queriéndole probar en olra esgrima; Obligados al otro los argivos :
Y dióte de sus partes tanta parte, Obligúense también á Castellanos •
Que tu vivir de viejo y de mancebo Los varones en Indias mas altivos,
No pudo ser mejor medida rima. Pues con sus versos dulces y galanos
Honra mucho los muertos»y los vivos.
Domini MICHAELIS DE ESPEJO, prmfecli ozrarii Ecclesiasíici
EcclesicB Sanctce Fidel Novi Regni,
De SEBASTIÁN GARCÍA, natural de Tunja en el Nuevo reino.
EPIGRAMMA.
Exornat nullum corpuspiseclarus elenchus, A todas gentes es cosa notoria
Dum maneí in conchse peclore mersus aquis. Deberse galardón á hechos buenos;
Dumque tenent aurum compressum viscera Ierran E yo creo que no se debe menos
Non inter pulehras enumeratur opes. A quien los comunica por historia.
Omnia nigrescunt absenti lumine Phcebi, Pues valen lo que vale la memoria
Et eseco noctis legmine cuneta manent. Que luz sacó de los escuros senos ;
Non aliter scimus magnis contingere factis, Luego quien ambos cursos hizo llenos
Docta scriptoris deficiente manu. Terna según razón doblada gloria.
Et sic Indornm terris oblila labascunt, Tener en escribir ingenio y arte ,
Defectu calami grandia gesta virüm. Y en las conquistas hechos no livianos,
At nunc prse dulci versu certamina sseva Partes son en quien pocos tienen parte.
A Castellanis, candide lector habes.
r
Mas abrazólas ambas Castellanos ,
Pues sabemos que en uno y otro Marte
Ha meneado bien entrambas manos.
CYPRIANI FERNANDEZ DE CEA , in laudem operis,
EPIGRAMMA. .4 la escelentisima historia del señor Juan de Castellanos
Pegaseis veclus pennis superare ehimseram de GASPAR DE VILLAROEL Y CORUÑA , su muy servidor.
Bellerophon poluit, viribus ille valens.
Zetes et Harpyas Phineis sedil)us ales Dichoso en vida y muerte á quien destina
Cum Calai petun't, ense potente lalus. ' Tan bien el largo cielo, que levanta
Teclas Abanliades clypeo Perseus utrisque El alma á lo que el vulgo vil espanta,
Gorgonis anguicomae guliure diro secat. Y el monte yerto de virluu" camina.
Si Castellanos conscendens sclhera mersus Pues la tierra al Antartico vecina
Numine Pegasidum , máxima gesta canil. Apenas ha tornado en s í , de cuanta
Scindit olorinis impostis vértice pennis Gente cubre los cuerpos , cuando canta
Indorum errores, ore sonante Deum. Sus hechos vuestra trompa peregrina.
Robore tum clypeo íidei protectus, inei mem Con verdad , sin afeite , con dulzura
Inscitiam redtlit OEdipus allerovans. No vista , ilustres versos y cristianos
Virinus Herculeis pra?cinctus, dirigit inde Engrandecéis la estrecha sepultura ,
Gressuin in Hispanüm fortia facta virúm Y eternizáis valor, consejo y manos
Non ibi Mceonicae desuní pra?conia linguse, De los que en hambre , sed y guerra dura,
Non Maronis ibi copia summa deest. Los hechos vuestros vieron soberanos.
ELEGÍAS DE VARONES ILUSTRES DE INDIAS.
Así que, no diré cuentosfingidos,
PRIMERA PARTE. Ni me fatigará pensar Aciones
A vueltas de negocios sucedidos
¿
En índicas provincias y regiones ;
ELEGÍA I. Y si para mis versos ser polidos
Faltaren las debidas proporciones,
Querría yo que semejante falta
CANTO PRIMERO. Supliese la materia, pues es alta.
A cantos elegiacos levanto Mas aunque con palabras apacibles,
Con débiles acentos voz anciana, Razones sincerísimas y llanas,
Bien como blanco cisne que con canto Aquí se contaran casos terribles,
Su muerte soleniza ya cercana : Rencuentros y proezas soberanas:
No penen mis amigos con espanto, Muertes, riesgos , trabajos invencibles,
Por no lo comenzar mas de mañana; Mas que pueden llevar fuerzas humanas,
Pues suelen diferir buenos intentos Rabiosa sed y hambre perusina
Mil varios y diversos corrimientos. Mas grave, mas pesada, mas contina.
Para dar orden á lo prometido , Veréis romper caminos no sabidos,
Orbe de Indias es el que me llama Montañas bravas y nublosas cumbres.
A sacar del sepulcro del olvido Veréis pocos é ya cuasi perdidos
A quien merece bien eterna fama : Sujetar increíbles muchedumbres
Diré lo que me fuere permitido De bárbaros crueles y atrevidos,
Por la que descompone nuestra trama , Forzados á tomar nuevas costumbres,
Pues para correr vias tan distantes Do flaqueza, temor, desconfianza
Habia de tomallas mucho antes. Afilaban los filos de la lanza.
Iré con pasos algo presurosos, Veréis ganarse grandes potentados
Sin orla de poéticos cabellos Inespugnables peñas, altos riscos,
Que hacen versos dulces, sonorosos No con cañones gruesos reforzados
A los ejercitados en leellos ; Ni balas de fumosos basiliscos ;
Pues como canto casos dolorosos, Mas de solos escudos ayudados,
Cuales los padecieron muchos detlos, Y p mi tas de acerados obeliscos ,
Parecióme decir la verdad pura Siendo solos los brazos instrumentos
Sin usar de ficíon ni compostura. Para tan admirables vencimientos.
Por no darse bien las invenciones Veréis muchos varones ir en una
De cosas ordenadas por los hados, Prosperidad que no temió caida,
Ni los dioses de falsas religiones, Y en estos esta misma ser ninguna,
Por la via láctea congregados , De su primero ser desvanecida,
En el Olimpo dando sus razones Usando de sus mañas la fortuna
Cada uno por sus apasionados; En los inciertos cambios desta vida;
Ni por mi parte quiero que se lea Otros venir á tanta desventura
La deshonestidad de Citerea. Que el suelo les negaba sepultura.
Ni me parece bien ser importuno Ya pues que cosas de Indias celebramos,
Recontando los celos de Vulcano Para no proceder sin fundamento,
Ni los enojos de la diosa Juno, Parece cosa justa que digamos
Opuestos al designio del Toyano; Algo de su primer descubrimiento :
Ni palacios acuosos de Neptuno, Porque de la raíz saquemos ramos
Ni las demás deidades de Océano, Que hagan al lector estar atento;
Ni cantaré de Doris y Nereo, Pues edificio de cimiento falto
Ni las variasfigurasde Proteo. Mal se puede subir á lo muy alto.
Ni cantaréfingidosbeneficios ¡ Oh musa celestial! Sacra María,
De Prometeo, hijo de Japelo, A quien el alto cielo reverencia,
Fantaseando vanos edificios Favorecedme vos, Señora mía,
Con harta mas estima que el efelo ; Con soplo del dador de toda ciencia,
Como los que con grandes artificios Para que con socorro de tal guia,
Van supliendo las fallas del sujeto; Proceda con bastante suficiencia;
Porque las grandes cosas que yo digo Pues como vos seáis presidio mío,
Su punto y su valor tienen consigo. No quiero mas Caliope ni Clio.
Son de tan alta lista las que cuento, Suceden entre tanto que vivimos
Como veréis en lo que recopilo, Casos que razón pide que notemos ;
Que sus proezas son el ornamento , Los quales si pesamos y medimos,
Y ellas mismas encumbran el estilo, A gran admiración nos moveremos :
Sin mas reparos ni encarecimiento Y mas si grandes cosas que no vimos
De proceder sin mácula el hilo Presentes y palpables las tenemos,
De la verdad de cosas por mí vistas Como fué descubrir un nuevo mundo,
Y las que recogí de coronistas. Que yo tengo por hecho sin segundo.
Porque si los discretos paran mientes, No porque sean dos; pues sola una
De suyo son gustosas las verdades, Máquina se rodea de elementos,
Y captan atención en los oyentes Un solo sol y una luna sola,
Mucho mas quefingidasvariedades ; Unos mismos etéreos movimientos,
Demás de ser negocios indecentes Sin tener mas ó menos cosa alguna
Matizar la verdad con variedades, Sus cursos naturales ó violentos ,
La cual no da sabor al buen oido Una fábrica es, y un mundo solo
Si lleva de mentiras el vestido. Cuanto ciñen el uno y otro polo.
6 JUAN DE CASTELLANOS.
Mas la tierra, morada proveída El cual era también gran navegante;
A los hombres y brutos animales, Pero (según entonces se decía)
Quedó desde el diluvio dividida Tempestuoso viento de levante
En dos partes que cuasi son iguales: Lo hizo navegar do no quería,
La una nunca vista ni sabida Forzándolo pasar tan adelante,
Sino fué de sus mismos naturales; Que de poder volver duda tenia,
Y aquesta tiene tan capaces senos Corriendo hasta ver tierras no vistas,
Como la otra, ó harto poco menos. Ni puestas por algunos coronistas.
Hay infinitas islas y abundancia
J)e lagos dulces, campos espaciosos , El cual hombre llegó destas regiones
Sierras de prolijísima distancia, Con gran enfermedad debilitado,
Montes escelsos, bosques tenebrosos , Y ansí murió con los demás varones
Tierras para'labrar de gran sustancia, Que de la mar habian escapado ;
Verdes florestas, prados deleitosos , Pero dejó cumplidas relaciones
De cristalinas aguas dulces fuentes, Del prolijo discurso navegado.
Diversidad de frutas escelentes. Las cuales, como cosa de su ciencia,
Rios que cuando llegan á lo llano Colon notó con suma diligencia.
Llevan sus aguas tan potente hilo, Otros quieren decir que este camino,
Que son pequeños Ganjes y Eridano, Que del piloto dicho se recuenta
Y en su comparación el turbio Nilo ; Al Cristóbal Colon le sobrevino,
Son arroyos Idaspes y el Ródano, Y él fué quien padeció la tal tormenta;
Ybragada que va siempre tranquilo, La cual no me parece desatino
Menos tienen que ver Cidnus y Reno Según por boca del se representa
Eufrates, Danubio y Amaceno. Hablando con los suyos cerca des'to,
En riquezas se ven gentes pujantes, Como mas adelante veréis presto.
Grandes reinos, provincias generosas , Para confirmación de lo contado,
Auríferos veneros , y abundantes Algunos dan razón algo fundada,
Metales de virtud, piedras preciosas, Y entrellos el varón adelantado
Margaritas y lúcidos pinjantes Don Gonzalo Jiménez de Quesada;
Pues no teniendo menos de letrado
Que sacan de las aguas espumosas; Que supremo valor en el espada,
Templanza'tan á gusto y á medida En sus obras comprueba por razonas
Que da mas largos años á la vida. Ser estas las mas ciertas opiniones.
Pues porque nuestro mundo poseyese Hay gente de valor también que quiere
Un mundo tan remoto y ascondido , Decir que lo halló por escritura
Y el sumo Hacedor se conociese De tal antigüedad cual se requiere
En mundo donde no fué conocido. Para ser infalible conjetura ;
Levantó Dios un hombre , que lo diese Mas, sea la tal cosa como fuere,
A rey que lo tenia merecido , Diligencia parió buena ventura,
Y ansí los dos y sus distantes gentes Pues prometió de darnos monarquía,
Vinieron á ser deudos y parientes. Y fué mayor de la que prometía.
El actor pues de tan heroico hecho Para hallarnos pues los moradores
Dicen tener escuros nacimientos, De tan esclarecida maravilla ,
Lo cual repugna tan ardiente pecho Necesidad'tenia de favores
Y tan engrandecidos pensamientos : De reyes que pusiesen allí silla ;
Prueba bastante para su derecho, Y ansí tomó del mundo por mejores
Y para deshacer falsos intentos ; Los reyes de León y de Castilla,
Y ansí creemos ser esclarecido Que entonces en la guerra de Granada
Y en las tierras de Jénova nacido. Mucha gente tenian ocupada.
También le dan estirpe generosa, En aquesta sazón que voy contando,
Afirmando por cierto que venia Desarraigando toda mala planta
De Pelestieles, gente valerosa, Reinaban Isabel y don Fernando,
Familia principal en Lombardía ; Rey todo valeroso, reina santa ;
Mas sea como fuere la tal cosa, Colon estos designios publicando,
Fué Cristóbal Colon su nombradla; La fama, como suele, se levanta,
E yo, cierto, generoso llamo Y de las novedades que pregona
Al tronco que nos dio tal alto ramo. Quiso hablar al rey en su persona.
O con inquietud ó con sosiego Para)lo cual con término discreto,
Siempre tuvo consigo dos hermanos , Trató con cortesanos y señores
Uno Bartolomé y el otro Diego : Sus altas pretensiones y conceto,
Mancebos valerosos y lozanos, Rogándoles le fuesen valedores ;
ue desde sus principios dieron luego Lo cual ellos pusieron en efelo
S uestras de pensamientos soberanos;
Al Cristóbal le daban obediencia
Con llenos cumplimientos de favores ;
Y ansí delante el rey con esta gente
Por ser mayor en dias y esperiencia. Habló Colon , y dijo lo siguiente :
Cada cual dellos era marinero, «Invictísimo rey, cuya grandeza
Vivienda de peligros mal segura; De ninguno mortal es escedida,
Y el que dijimos que nació primero. Querría dar razón á vuestra Alte»
Tan único varón en el altura, De cierta novedad jamás oida ;
Lo cual por ser con sombra de eslKt&eaa
S ue en Portugal se tuvo por esmero
n aquella sazón y cojuntura,
El cual seguía mucho la carrera
No sin dificultad será creida ;
Mas ¿ quién apuntará por falso tiro
De la isla que llaman la Madera. Al blanco de virtudes donde miro?
Aquella con sus tratos frecuentaba, •¿Quién podrá concebir atrevimiento
Allí lo mas del tiempo residía, Si tiene discreción de seso sano,
Y dicen que do quiera que moraba Que delante vuestro acatamiento
Su vida por buen modo componía : Afirme por verdad negocio vano?
A pobres peregrinos hospedaba Lejos desta maldad mi pensamiento
Dándoles de lo poco que tenia, Profese de servir á rey cristiano,
Y entre ellos hospedó con pia mano Y mis servicios han de ser tan llenos
Una vez un piloto castellano, Que queden atrasados los mas bueno».
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA I , CANTO I.
»En cumplimiento de lo cual, me atrevo , Rien por este nivel acontecía
Sin gran copia de velas ni de remos, Al ínclito Colon cuando hablaba,
A daros en poder un orbe nuevo
No menor que la tierra que sabemos : Pues tanto cuanto mas encarecía
Mucho prometo, pero no me muevo Tanta menos creencia se le daba;
Por humo de fantásticos estreñios; Y el vulgo de las gentes abatía
Antes , si mis intentos lian favores, Lo que con sus pregones levantaba ;
Las promesas serán después mayores. Sufría su desdén con mansedumbre,
Puesto que recebia pesadumbre.
«Adonde voy asienta mucha gente Mas, aunque tan contrarias intenciones
Zona de las que son inhabitadas, Al Cristóbal Colon causaban pena,
Las cuales mostrarán palpablemente No faltaban discretas opiniones
Que fueron opiniones engañadas : Que juzgaban la cosa por muy buena,
Pues al setentrion y al occidente Como fueron los Niños y Pinzones ,
Hay grandeza de tierras ocultadas, Y el doto fray Joan Pérez de Marchena,
Que iienen mas templanza que aspereza, A quien por ser cursados navegantes
Y gozan de grandísima riqueza. El envió sus cartas mucho antes.
»Que no son parte frios ni calores Los cuales acetaron el mensaje,
Para hacer región inhabitable Y después le llegaron compañía,
Pues la costumbre vuelve los rigores Y algunos dellos fueron el viaje
En condición templada y agradable, Porque les pareció que convenia ;
Y donde yo prometo moradores, Aderezaron pues matalotaje,
Rica tiene de ser y saludable : Según larga jornada requería,
Es impresa que muchas escurece, Nombráronse sarjentos, caporales,
Y por esta razón os pertenece. Y los demás restantes oficiales.
»Por tanto cuya os tomé la mano, Teniendo pues navios preparados,
Poniendo las espuelas al intento; Rizcocho , vino y otros bastimentos,
Y no permita rey tan soberano Con velas y aparejos duplicados
Que se deje de ver el cumplimiento ; Contra tempestuosos movimientos,
El gasto que haréis será liviano, Vinieron á la playa los soldados,
Y los provechos del de gran aumento -c Vencidos de sus altos pensamientos ;
Tenemos de por medio la ventura Y estando ciento y treinta en la ribera ,
Vuestra que mis promesas asegura. El Colon les habló desta manera :
»Y si para hacer el esperiencia <¡ Todas las cosas que no son palpables
Vuestro real favor fuere propicio , Y á los comunes usos contingibles,
En mí no faltará la diligencia Puesto caso que sean razonables,
Que se requiere para tal servicio : A muchos les parecen imposibles;
En este caso tengo*suficiencia ; Y cuanto mas las pintan admirables,
Porque cursado soy en el oficio. Tanto mas se les hacen increíbles;
He dicho la verdad y lo que quiero; De lo cual al presente nos dan muestra
Respuesta con favor de rey espero.» Contrarias opiniones de la nuestra.
A la breve razón ansí propuesta »Mas ya que pierden estos los provechos
El santo rey mostró claro semblante, Por alegar imposibilidades
Prometiendo de dalle la respuesta, (Rendito Dios), vosotros tenéis pechos
No de su buen deseo discrepante : tan anchos como son mis voluntades.
Ansimismo la reina manifiesta Y ansí seréis adplenum satisfechos,
Querer que su blasón pase adelante; Viendo que mis promesas son verdades,
Consultan 6us negocios en secreto, Porque yo no convoco tantos buenos
Y huelgan de ponellos en efeto. A jornada de poco mas ó menos.
A gusto de Colon y sus hermanos »A hechos importantes he llamado,
Estas cosas los reyes proveyeron; A cosas no dudosas os provoco,
Resoles el Colon luego las manos Negocio no fingido ni soñado ,
Por la merced y bien que le hicieron , Y sí prometo mucho no doy poco ;
Usó de cumplimientos cortesanos No voy de mi 6alud desesperado,
Con Tos señores que favor le dieron, Ni me muevo con furias de hombre loco;
Y hacen los poderes y recados Caso dudoso es por ser estraño,
Con bastantesfirmezasordenados. Mas del mismo saldrá su desengaño.
Libran dineros para sus avíos, »Empresas en valor tan eminentes,
Aquellos que le fueron suficientes; Tan encumbrados hechos y hazañas
Danlebien pertrechados tres navios, No son para varones negligentes,
Real conducta para hacer gentes; Ni hombres que se dieren malas mafias :
Desde la misma hora mostró brios Sus herederos son cristianas gentes ,
De bajas condiciones diferentes; Y á estas preferidas las Españas;
De la corte partió con su desino, Y consta por razón, que los primeros
Y á Palos y á Moguer hizo camino. Serán los principales herederos.
Comienza por allí de llamar gentes, «Deseche pues pobreza sus enojos,
Pendón real por plazas estendido; Huyamos de ser pobres y mendigos,
Pero mil opiniones diferentes Y para que gocéis de los despojos
De loco le llamaban y pe'rdido, Volemos, fidelísimos amigos;
Por ir donde pasados ni presentes Que quiero presentar á vuestros ojos
No fueron, ni trataron, ni han oido; De las cosas que digo por testigos;
Y de todas las cosas que decía Que ya yo hago cuenta que poseo •
El indiscreto vulgo se reia. %
Las cosas do me guia mi deseo.
Como quien va por costa navegando, «Paréceme que vemos hombres brutos,
No con viento cabal ni conviniente, Que vienen á servir á nuestras gentes;
Que procura con bordos ir doblando Paréceme que voy comiendo frutos
Puntas que por allí se ven enfrente; De los de nuestro mundo diferentes ;
Y cuanto por un bordo va ganando Y paréceme ver pueblos polutos
Por otro pierde con la gran corriente, De mil idolatrías insipientes;
Y cuando por aquí piensa que llega Paréceme que vamos á contiendas
Por alUtellegada K le niego ; Dignísimas de leyes y de enmiendas.
JUAH DE CASTELLANOS.
•Paréceme ver rito de gemios, Las naciones mas altas y escelentes
Que para le comer al hombre mata; Callen con el valor de la española,
Paréceme ver otros señoríos Pues van con intenciones de hallar gentes
Do con razen y peso se contrata ; Que pongan pies contrarios en la bola ;
Paréceme que ya vienen navios Espanto no les dan inconvinientes,
Lastrados de oro, perlas y de plata; Ni temen del dragón ardiente cola,
Paréceme que veo tal riqueza Deseando hacer en su corrida
Que no puede medirse su grandeza. De mas precio la fama que la vida.
• Paréceme ver mío y otro seno Por capitanes van los tres Pinzones.,
Bien proveído de cualquier regalo, Para tal cargo dinos y bastantes,
Y gentes en un vicio tan osceno Y en marear las velas y timones
Que por su fealdad no lo señalo ; Muy pocos que les fuesen semejantes ;
Mas dándoles consejos de lo bueno De Palos y Moguer salen varones
Quitaremos costumbres de lo malo; Admirables y diestros navegantes;
Al ün, que sacaremos deste hecho Con tanta prevención, con tal avío,
Merecimiento y honra con provecho. Salieron al remate del estío. .
•Es Dios el que gobierna, y es la guia Con gran concierto guian el armada,
Y el principal autor de la jornada^ Inflada toda vela y estendida;
Y aquella benditísima María, Veréis espumear agua salada
A quien siempre tomé por abogada : De las agudas proas dividida ;
En confianza suya se desvía A tierra van no vista ni hollada,
De tierras conocidas el armada; Huyendo de la tierra conocida;
Mediante sus favores navegamos, Ya no ven edificios torreados
Y ellos nos han de dar lo que buscamo«. Porque por alta mar van engolfados.
• Estáis los marineros y soldados A l occidente van encaminadas
En cosas necesarias instruidos, Las naves inventoras de regiones;
Nuestros navios bien aderezados, Pasando van las islas Fortunadas
De todos bastimentos proveídos, Y Hespérides que dicen Ogorgones:
Los ánimos se muestran esforzados No curan de señales limitadas
A célebres hazañas conmovidos. Que ponen las antiguas opiniones,
De lo demás tened duda ninguna, Y el trópico, que fué duro viaje,
Pues próspera se muestra mi fortuna.» No quiere limitar este pasaje.
Dio fin á su primer razonamiento, Antípodas ignotos van buscando,
Atentos los soldados venturosos, Cuya razón ha sido variable,
Del cual nació tan alto movimiento Y por aquella parte navegando
Que hizo de cobardes animosos. Que nunca se creyó ser navegable,
Embárcanse con gran contentamiento Tórrida zona van atravesando
Ansí los ciertos como los dudosos, Que se juzgaba por inhabitable;
Ancoras se levaron y resones A todos los presentes y pasados
Con santas y devotas oraciones. Me parece que son aventajados.
Viérades marineros diligentes, Otras estrellas ve nuestro estandarte ,
Y todos los dispuestos al pasaje, Y nuevo cielo ve nuestra bandera,
Saltar por las cubiertas y las puentes, Por acercallos ya náutico Marte
Por las trabadas jarcias ir el paje, En continuación de su carrera;
Viérades desferir velas pendientes Al regulado círculo que parte
Diciendo « buen viaje, buen viaje,» En dos partes iguales el esfera,
Del cual, por ser historia que contenta, Equidistantes del por clara muestra
En el seguüdo canto daré cuenta. Los polos de la diestra y la siniestra.
Notaban ya la poca diferencia
Que el hijo de Latona les hacia,
CANTO SEGUNDO, O sobre el horizonte su presencia,
O cuando ya debajo se metia ;
Pues era poco menos el ausencia
Donde it trata de las diferencias que hubo entre loa soldado*, y «orno Que el curso de sus carros con el dia,
ano habló atrevHamente contra Colon, y lo qiM mas sucedió. — Pri-
mero viaje de Colon á las Indias. Y ser cuasi equinocio sempiterno,
Esto me da el verano que el invierno.
En tiempo que carece de bonanza, Del largo caminar los marineros,
Como no se mitigue la tormenta, Y cada dia ver mares mayores,
Mudable suele ser el esperanza No iban en sus fuerzas tan enteros.
Del hombre que con ella se sustenta ; Ni faltos totalmente de temores :
Y una represa grande de tardanza Acá y allá les dan mil aguaceros
El pecho hinche tanto que revienta, Y con ellos bochornos y calores,
Principalmente si teniendo duda Y viendo no hacer algún efeto
Dudosos por lo mismo dan ayuda. Unos con otros hablan en secreto.
Año de-cuatrocientos y noventa Pues como fuesen temples mas ardientes
Con mil un año mas era pasado, De los de nuestras tierras y regiones,
Cuando los argonautas desta cuenta Algunos se sentían ¡ya dolientes,
Iban á conquistar vellón dorado ; Otros meneaban mil alteraciones;
Mas no donde Medea la sangrienta Comienzan á nacer inconvinientes,
Al padre, viejo rey, dejó burlado; Murmuraciones hay de los Colones,
Pues es etra riqueza tan crecida, E uno de vergüenza descompuesto
Que de sí sola puede ser vencida. Al Cristóbal Colon le dijo esto :
Callen Tifis, Jason , Butes , Teseo, « Dudo que pueda ser hombre nacido
Anfión, Echion, Erex, Climino, En todas las naciones conocidas,
Castor y Polux, Testor y Tideo, Que sin ser agraviado ni ofendido
Hércules, Telamón, Ergino ; Procure ver el fin de tantas vidas,
Pues vencen á sus obras y deseo Sino sois vos que nos habéis vendido,
Los que tentaron ir este camino, Por patente verdad cosas fingidas;
Haciendo llanas las dificultades Quien tiene pues á tantos en tan poeo ,
Que pregonado han antigüedades. Menos tiene de cuerdo que de loco.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA I , CANTO II.
»Traernos vos ha sido desatino; « Entre todas las cosas desta vida,
Quien os siguió mayor desatinado, Que pretenden regir humanas gentes,
Y todos intentamos un camino Ninguna puede ser mas mal regida
A nadie de los hombres revelado, Que donde mandan muchos diferentes ;
Según que claro consta de Agustino
En lo que destas cosas ha tratado, Lo cual pox esperiencia conocida
Y otros van tan ayunos y tan secos Suele parir cien mil inconvinientes,
Que niegan con antípodes antéeos. Y mas adonde hay entendimientos
«Leemos cerca desto maravillas Que se suelen mudar á todos vientos.
En Plinio y Estrabon, varón anciano, »Dígolo por los hombres importunos ,
Y niégalo también á pié juntillas Maestros de la grita sucedida,
La pluma de Latancio Firm'iano ;
Pues tales opiniones encubrillas
Seria de malísimo cristiano,
8ue á los que de buen seso son ayunos
an hecho fácilmente dar caída :
De cuya causa ya piensan algunos
Y cosas de poetas san Isidro Que están en el remate de su vida,
Las tiene por masflacasque de vidro. Y que por hallar tanto mar en medio
»Pues dicen ser antípodas novela Totalmente carecen de remedio.
Compuesta como muchos desatinos, »Espántanme mudanzas tan estrañas,
Ajenos del sentido del escuela Y tan alborotadas condiciones,
De los peritos griegos y latinos ; Y que el valor y.ser de las Españas
Y entre ellos Aristótiles y Mela, Engendre tan enfermos corazones,
Escoto, y con Durando sus vecinos: Temblando de sus hechos y hazañas
Pues ¿quién me negará no ser errores Los mas feroces brios de naciones,
El no querer creer estos dotores? Por hechos que hicieron afamados
En los siglos presentes y pasados.
iLos que con cinco cientos han reglado »No deja pues de ser trabajo fuerte,
Del mundo lo que vemos y no vemos, Que siendo todos ellos animosos,
Afirman no poder ser habitado Cayesen en las manos de mi suerte
El medio ni los dos de los estreñios : Los que de la tener están quejosos ;
El medio por calor demasiado E ya con pensamientos de la muerte
Dos por inmenso frió no podemos , Quieren menospreciar nuevos reposos:
Los dos solos entre estos situados fnsinias son de viles pecadores
Se pueden habitar por ser templados. Temer do faltan causas de temores.
»No deja pues de ser gran osadía >No hizo hechos dignos de memoria
Teniendo por verdad aquesta traza, Aquel que se cebó de blanda cama,
Sacar de vuestra vana fantasía Ni alcanzará ninguno la victoria,
Tan vanas opiniones a la plaza, Opreso de los brazos de su dama;
Y que perseveréis en la porfía No gozan hombres flojos de la gloria,
Adonde no podemos matar caza, Ni cobran los cobardes buena fama;
Y donde, según vemos de presente. Trabajos son las alas y los vuelos
No tien% de quedar hombre viviente. Con que cristianos suben á los cielos.
«Vos con vuestros hermanos y cuadrille «Cuanto mas que por toda la jornada
Traéis la redondez alborotada, No vistes desventura sucedida;
Ingleses burlan desta maravilla, La gente si se siente fatigada,
No quiso Portugal daros armada, Todos (bendito Dios) tenemos vida ;
Y quiso nuestra reina de Castilla, El agua no la damos limitada,
Para creeros menos recatada ; Ni navegamos faltos de comida;
Y el bien que sacará de aqueste hecho Los navios están bien preparados
Será crecida costa sin provecho. Y estancos de las quillas y costados.
»Con ser favorecidos de los vientos » No como los pintó nuestro soldado
El tiempo que tenemos navegado, Con oración mas suelta que fundada,
No acaban de llegar los cumplimientos La cual pusistes en mas alto grado
De lo que nos habéis certificado; Que si fuera por ángel pronunciada ;
Faltan á mas andar los bastimentos, Aunque yo como viejo mas cursado,
Está lodo podrido y estragado, De cierta ciencia sé que dijo nada,
Abrense los navios como viejos , Y entiendo bien que sus autoridades
Las jarcias se quebrantan y aparejos. Son ajenas y faltas de verdades.
»Y pues sabemos bien el paradero »Y no me espanto yo ser engañados
De las indotas tierras que buscamos, Los dotos á quien él ha referido,
O por mejor decir, el matadero Por no ser destas cosas obligados
Do nuestras tristes vidas fenezcamos , A saber lo que nunca fué sabido;
Una, dos y tres veces os requiero, Y tratando de hombres no hallados
Dejemos el camine que llevamos, Les parecía ser buscaruido,
#Que bien claro se ve que devanea Por no poder probar tal gente nueva
'Quien lo que nunca fué quiere que sea.» Venir sicut et nos de Adán y Eva.
A muchos la razón pareció buena >E1 alegó dotísimos varones,
De todos los dotores alegados, Engañados de falso pensamiento,
Y Cristóbal Colon recebíó pena E yo puedo también dar opiniones
De términos que tuvo mal criados; Que sienten con lo mismo que yo siento ,
Y ansí mandó colc¡alIo del entena Dando bastantes causas y razones
Por alborotador de sus soldados ; No fuera de razón ni fundamento,
Mas como fuesen muchos en librallo Pero lejos están mis conjeturas
Paró la furia con eslropeallo. De sueños, opiniones y leturas.
Pasadas ya las furias y accidente » Que no me dan á mí gloria ni pena
De aquel alborotado movimiento, Los muchos á quien tengo de mi mano.
Movíanse las ondas mansamente Como son Averrois y Avicena
Sin las alborotar furia de viento; Y el ínclito dotor Alberto Mano ;
Colon vista sazón tan conviniente , Pues autoridad sacra, que es la buena,
De principales hizo llamamiento, Dice no hacer Dios tierras en vano,
Y llegados adonde los espera, Y aquestas os daremos brevemeirte
A todos les habló desia manera. Fértiles, apacibles y eo» gente.
40 JUAN DE CASTELLANOS.
> Quiero deeír un encarecimiento » Horruras anslmismo de avenidas
? ue con dificultad será creído:
es que fuera del santo nacimiento,
Y Dios de humanidad andar vestido,
8ue llevan las corrientes enhiladas,
ojas y yerbas nunca conocidas
Ni de pies de español jamás holladas ;
Es este caso de mayor momento Aves vi por los aires esparcidas,
_ Desde la creación acontecido, Que de las nuestras son diferenciadas
* Estraña cosa de las mas estrañas , Contento recebí, mas después desto
Suma de humanos hechos y hazañas. En perplejidad grande me vi puesto.
» Si aquesto tengo yo por cosa cierta, » En mi pecho se traba grande guerra
Como claro veremos ,*Dios mediante. En consideración de lo que via,
Mal hago si me vuelvo de la puerta, Dispúseme de veras por ver tierra
Y vos peor si no pasáis delante ; Si por alguna parle parecía,
Enfermos hay, mas no persona muerta, Y dióme por los ojos una sierra
Ni tal enfermedad que nos espante; Con ciertas ensilladas que hacia, ^
Y que sucedan muertes destos males, Y aunque de espeso nublo muy cubierta
No somos los humanos inmortales. En no se deshacer se hizo cierta.
> Do quiera se rodea la caida, » Miréla muchas veces, y tornaba
Do no pensáis halláis una tormenta, Por no ser de los ojos engañado;
No sé del mundo yo cosa nacida Porque también á veces sospechaba
Que pueda de la muerte ser exenta ; Ser marinos vapores ó nublado ;
Guerra mortal es toda nuestra vida, Y hecho lo posible, mas quedaba
Y la guerra de hombres se sustenta, En mi primera vista confirmado,
Y todos los achaques desta guerra Deseando saber razón alguna
También corren la mar como la tierra. Del lugar do me trujo la fortuna.
» ¿Estoy yo por ventura bien dispuesto » Bien cierto de que no fué fantasía,
El tiempo que vosotros estáis malos? Estuve muchas horas en mi popa,
Si por angustia grande tenéis esto, Recorriendo por mapas que traia
¿Hallaisme rodeado de regalos? E l África, y el Asia con Europa ;
Si tanto trabajar os es molesto, Y en todos los discursos que hacia
¿Está de mí mas largos intervalos? La tierra que yo via no se topa,
Bien claro conocéis de mis porfías Y tales discreciones nunca veo
Que no paro las noches ni los días. En las trazas de Mela y Tolomeo.
s> Los ásperos trabajos son mi cebo, » Perdia muchas veces la paciencia
Vigilias de las noches son mis fiestas, En no conocer tierra semejante ;
Sobre mis afligidos hombros llevo Sabido pues habéis de cierta ciencia
El peso de los dias y sus siestas; Que no soy destas cosas ignorante,
Ya para mí no es negocio nuevo Y no tan sin vigor de suficiencia
Llevar las pesadumbres á mis cuestas, Que muchos no me tengan por bastante,
Las cuales de otros niales son defensa, También sé que sabéis que yo vivia
Por esperar bastante recompensa. De hacer mapas mundi que vendía.
»Todos me conocéis por marinero, » Y en efeto, por dalles adiciones,
En negocios de mar bien instruido, Vi cómo convenia hacer lista
Y porque no dudéis agora quiero De nuevas y admirables relaciones
Decir lo que jamás habéis oído : Que puse de la tierra nunca vista ;
Dobeis saber que yo soy el primero Porque no me faltaban intenciones
Que por adonde vais se vio perdido; De procurar volver á su conquista;
Lo cual es infalible conjetura Pues por entonces no me convenia
Según pintan los grados del altura. Llegar allá con poca compañía.
»El negocio pasó desta manera: » Los mapas otras mil veces rodeo
Haciendo yo de Portugal camino Bojando pénitísimas naciones,
Para la ínsula de la Madera, Y anduve hartas horas á rastreo
Terrible temporal nos sobrevino ; De las pisadas viejas y opiniones :
Y sin saber el fin de mi carrera, Como Platón en Cridas y Timeo
Fué tan tempestuoso , que convino Y el otro de las trágicas Aciones
Irnos forzados destos movimientos De tierras que tuvieron por muy ciertas,
A voluntad de aguas y de vientos. Que en sus dias no fueron descubiertas.
» Sin ver aguja ya ni hacer cuenta » Estas cosas y otras contemplando
De otros instrumentos que son guias, Cerca de los peligros en que estaba,
Y e l proceloso tiempo representa El sol iba sus rayos aportando,
Prolija duración en sus porfías ; Y á mas andar el viento refrescaba ;
Durónosfinalmentela tormenta Y mi cansada gente descansando
Por espacio de seis ó siete dias, Que uno ni ninguno recordaba.
Trabajos, sobresaltos y congojas Llámelos no sin voces ni denuesto?,
Cuanto mas espaciosas menos flojas. Y mándeles que todos estén prestos.
» La furia deste tiempo mitigada, » Levántanse losflacosnavegantes
Puesto caso que no sin daño mió, A poner en efeto lo mandado,
Quedó luego la mar tan sosegada Los ojos de dormidos inorantes
Como remanso de potente rio ; De todo lo que tengo razonado ;
Pero mi flaca gente descansada Dan velas á los vientos como antes
En sueño convirtió todo su brío. Para desnavegar lo navegado,
Tendido cada cual por la cubierta Y fué servido Dios omnipotente
A semejanza de una cosa muerta. Que nos sirviese viento conviniente.
s Estando por momentos en espera » Fueron nuestras jornadas mas tardías
De viento que viniese refrescando, Por impedirme calmas la carrera,
Acaso vi pedazos de madera, Y ansí tardamos número de dias
Por cima de las ondas flutuando,' En volver á la ínsula Madera ;
De lo que combatiendo su ribera Con gran debilidad de fuerzas mías,
El agua de la mar va despegando ; Mi peregrina nave mal entera,
Pudo juzgar cualquier entendimiento Salimos todosflacos-,macilentos,
No ser lejos de allí su nacimiento. Con faka de saíuxf'y bastimento*.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA I, CANTO III. il
»Holgámonos de ver cristianas gentes Llevan un solo papo de mesan».
Y amigos conocidos en el puerto; Porque tendida no pueden sufrilla ;
Salimos mal parados y dolientes, Paréceles á todos que se gana
Pero (bendito Dios) ninguno muerto ;
Los marineros todos inocentes En calafetear el escotilla ;
De lo que, como veis, he descubierto, Si les hace farol la capitana
Ni hasta ya me ver en estos mares No se les da lugar para seguilla,
Quise cosas tratar particulares. Porque de todas partes soplan vientos
» Porque desde este cielo nos volvimos De varios y contrarios movimientos.
Según me certifica conjetura, Cuanto la noche mas escurecia,
Por suma diligencia que tuvimos Para mayores daños abre puerta;
En asentar los grados del altura ; Un español á otro no se via,
Ansí que, de la tierra que decimos Ni determinar puede cosa cierta :
Estar puede mi gente bien segura, El agua de las ondas embestía
Firmísimos en esta confianza A todos los que van sobre cubierta;
Que no puede ser mucha la tardanza, Veréis de los que van asegurando
p Por tanto cese vano sentimiento Unos caídos y otros tropezando.
En flaco corazón y alborotado, Las naves al profundo sumergidas,
Y por un poco mas de sufrimiento A veces á las nubes encumbradas,
Ño quiera perder bien tan deseado ; Por uno y otro bordo combatidas „
Pues ansí me dé Dios todo contento, Y del olaje cuasi zozobradas ;
Que esto no fué fingido ni soñado, Desconfiaban todos de las vidas,
Sino cosa real, clara, patente Las manos á los cielos levantadas,
Y negocio que pasa realmente. Y de los sobresaltos y temblores
» Podéis seguros ir á los navios, Nacían grandes gritos y clamores.
Porque lo dicho presto lo veremos, Comienzan á rezar Avemarias,
Y con sombrías plantas, frescos rios, Y acaban en diversas oraciones,
De los cansados cuerpos recreemos ; Unos dellos prometen obras pías,
Con gran cuidado ya, señores mios, Los otros romerías y estaciones;
Porque soplan los vientos que queremos, Otros hasta dar fines á sus dias
Velando cada cual por los cuarteles, Permanecer en santas religiones;
Otros también en estas asperezas
Y llévense por popa los bateles.» Se dejaban decir muchas flaquezas.
Dada de su descurso larga cuenta Pues decían llorando de sus ojos
Para poner sus iras en templanza, Recitando maneras de provechos :
La gente que vivia descontenta ¡Oh rocas, oh cañadas, oh rastrojos,
Hizo de sus palabras confianza ; Oh tierra de mis fértiles barbechos!
Con cuya dulcedumbre los alienta Dichoso quien halló vuestros abrojos
Revalidando mas el esperanza; Y ve pacer el buey por los repechos!
Pero durarán poco sus sabores, ¡Oh morada segura, do las camas
Según verán agora los letores. Son hechas de tomillos y retamas!
Otros decian á sus compañeros
Cuando golpe de mar los cuerpos baña:
¡Quién por inquietud de marineros
CANTO TERCERO. Dejó la quietud de su cabana!
¡Quién olvidó cabritos y corderos
Ooode se e«»nta la gran tormenta que padecieron antes de ver {lena, j Por ver aquesta loba que se ensaña
como la gente se alborotó otra te»; y del razonamiento que let tugo Del aire, cuya voz puede movella,
Vicente Yafiez Pinzón.
Y el halago mejor es nunca vella!
En aqueste mundano movimiento Esto decian viendo sumas cumbres
La risa y «1 placer á nadie sobra; De las ondas que van en crecimiento,
Duran los regocijos un momento, Y andando con aquestas pesadumbres
Permanecen desgustos en su obra: Medidas por rigor de bravo viento,
Y tras un poco de contentamiento En mástiles y entenas vieron 1 unióte*
Suelen venir mil horas de zozobra; Que dieron esperanza de contento,
En la no tal y en la mayor grandeza Las cuales saludaron á su modo
Los remates del gozo son tristeza. Los marineros y consorcio todo.
A los que proseguían su camino El regocijo, grita y algazara
De la suerte que dijo nuestro canto, Al desmayado hace que despierte;
De la misma manera les avino A bendecillas cada cual se para
Hecho su blando gozo duro llanto, Por parecelles venturosa suerte ,
Por un tempestuoso torbellino, Diciendo ser san Telmo y santa Clara
Incitador de lloros y de espanto, Que vienen á librallos de la muerte;
Que fué tan riguroso cual escribo; Y son las lumbres que ellos tanto aman
Mas ¿quién podrá contallo muy al vito? Lo que Castor y Polux otros llaman.
Cuando la destemplanza comenzaba, Pues la gentilidad ciega creia
El sol á mas andar se despedía; Ser dos hermanos de la reina Helena ;
La braveza del mar tal se mostraba Una lumbre por mala se tenia,
Que todo corazón entristecía: Pero si vian dos por señal buena:
E l austro que sus soplos aumentaba La una los navios sumergía,
A pesado temor los convertía, Dos los hacían libres desta pena,
Ninguna cosa por las ondas suena Y creo que presentes y pasados
Que de pavor mortal no venga llena. En este caso viven engañados.
Si tiembla* con temor los marineros, Pues tales aparencias de candela
No menos los pilotos y patrones; O representación de resplandores,
Andaban todos prestos y lijeros En las escuras noches se congela
Asegurando velas y timones; De las exhalaciones y vapores ;
Pero poco después los mas enteros El cómo la natura nos lo cela ,
Poseídos de grandes turbaciones, Y no dan razón cierta los dotores,
A causa de las ondas espantables * Porque también se ven las lumbres tales
Que no se les mostraban navegabas, En ios gueweros rampos y véales.
\1 JUAN DE CASTELLANOS.
Y con nacer las lumbres mucho antes » Pues en hacer la gente vez alguna
Que navegase mar vela ni remo, No fuimos importunos ni molestos,
Dicen que son algunos navegantes E infinitas veces, que no una,
San Telmo, san Erasmo, san Eremo; Dijistes que veníades dispuestos
Pues gentes en la lengua discrepantes A cualesquier desmanes de fortuna,
Pronuncian el vocablo con estremo; Y entrastes con aquestos presupuestos,
Mas aunque diferentes nombres canto De los pechos poner á cualquier plaga.
Consta todos tres ser un mismo santo. Diga, señores, pues barba que haga.
El marinero pues mas avisado »¿Pensábades hallar fijos cimientos
Aquestas devociones mas encumbra, En medio de las aguas turbulentas ?
Y en las noches que el mar anda turbado ¿ Pensábades tener los aposentos
Mirar por él mas veces acostumbra; Según que por mesones ó por ventas?
Y ser el santo bienaventurado ¿Pensábades tratando con los vientos
Juzga cualquier cosilla que relumbra, Poderos escapar de sus tormentas ?
Y entonces acontece» á la gente Con estas condiciones arrendamos
Cosas que después rien grandemente. Los que las altas ondas navegamos.
Pues yo vi cierta noche de aguaceros > Quien dellas suele ser mas confiado
Llena la mar de harta destemplanza, A trances rigurosos se convierte;
Hincarse de rodillas marineros Que el ímprobo furor del mar airado
A san Telmo según común usanza.; No suele respetar flaco ni fuerte;
Y vimos claramente compañeros Mas antes el que va mas apartado
Reverenciar el hierro de una lanza, Está solos tres dedos de la muerte,
Que en popa del navio se traia, Y casos al vivir tan importantes
Y con la escuridad resplandecía. Es mucho menester mirallos antes.
Otra noche decían ser venido » De hombres sabios es y de prudentes
Cuerpo santo, y así lo saludaban, Vivir por este peso y esta tasa;
Mas bien puede juraros quien lo vídp, Pero llegados los inconvinientes,
Ser gotas de la mar que relumbraban, El cuerdo como puede se los pasa ,
Encima de un estrenque recogido Sin intentar remedios indecentes
Acia la proa donde señalaban, Estando ya las manos en la masa,
Y conocieron ser juicio vano Y sin considerar el paradero
Por lo"s desengañar mi propia mano. Dejar la soga ir tras el caldero.
En daros destas cosas larga cuenta «Porque en venceros tal desconfianza
Pudiéramos gastar algunos días, Perdéis honores y ganáis afrenta,
Y echáramos algunos en afrenta Mayormente gozando de bonanza
Contando semejantes boberías, Y habiéndose pasado la tormenta;
Pero volvámonos á la tormenta Y á trueco de bien poca mas tardanza
Que llevan estas nuestras compañías, Hacer de alegre vida descontenta ,
Cuyo furor á todos espantable Causada y engendrada de la pena
La noche y otro día fué durable. De sospechas que queda cosa buena.
Cesando pues los bravos movimientos, » Y es por cierto torpísima manera
Y estando ya la mar muy sosegada, De duros y robustos labradores,
Tornaron á hacer ayuntamientos Estando.de sazón la sementera
Las principales gentes del armada; Dejalla de coger por las calores,
Hicieron al Colon requerimiento Huyendo los sudores, como quiera
Con furia de respetos olvidada; Que estaban ya pasados los mayores,
Perplejo no sabia qué hacerse, Y no gozar los frutos y gasajo
Ni si perseverar ni si volverse. Por ahorrar un poco de trabajo.
Temíase de alguno gran revuelta, > Pues si hemos de medir estas verdades
Y en ella los peligros de su vida , Con esto que tratamos y que vemos.,
La casa de razón andaba suelta, Grandes serian nuestras poquedades,
Y sola voluntad obedecida; E yerros insufribles cometemos;
Los pensamientos son de dar la vuelta ; Si ya vencidas las dificultades,
Apresurar querian la partida; Del arle que venimos nos volvemos;
Hubo también diversas opiniones, ¿Qué cuenta demás desto se daría
Y fué la principal de los Pinzones. Al rey nuestro señor que nos envía?
Porque Vicente Yañez el anciano, » Decidme ¿ qué disculpas ó razones
Que entre los navegantes de su era, Podemos dalle siendo preguntados?
En todo lo sabido de Océano ¿Qué juzgarán de nuestras intenciones
Había bien corrido la carrera, Los sabios y los bien intencionados?
En esta confusión tomó la mano, Podrán dar su disculpa los Colones;
Y á todos les habló desta manera, Nosotros no, seyendo tan culpados,
Y por sus canas y merecimientos Que para perfecion de sus intentos
Tienen todos por bien de estar atentos. Ponemos siempre mil impedimentos.
€ Si con razón las cosas son pesadas, » No conocéis, señores, otros males
Veréis que son injustas las querellas Por no juzgar el cielo de colores,
De aquel que se buscó las cuchilladas , Que no todos los tiempos son iguales,
Si tuvo gran temor de padecellas ; Pues tienen sus templanzas y rigores;
Y desatino ya después de dadas Y ansí, huyendo destos temporales,
El no querer sufrir la curadellas, Habernos de hallar otros peores,
Y débiles las fuerzas y denuedo Cometiendo navios al gobierno
De aquel que de su sombra tiene miedo. En costa de Castilla por invierno.
» Y ansí de los trabajos padecidos , » El escorpio.n agora mentiroso
Que no quiero tener por muy pesados, Imprime desmedidas frialdades;
Seréis, si tenéis sanos los sentidos, Los nimbos del orino proceloso
Vosotros de vosotros agraviados; Levantan rigurosas tempestades.
Pues todos los que sois aquí venidos Impiden á las ondas el reposo
No fuistes compelidos ni forzados , Las hiadas lluviosas y pléyades;
Antes las fuerzas fueron voluntades El mas seguro puerto y acogida
Dispútelas á sufrir eatamidades. Promete grandes riesgos d« la vida.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEC1A I, CANTO IV. 45
t ¿Qué sentiréis volviendo tan á sordas Habiendo pues rompidofetmañana
Al tiempo que llegardes al paraje, Aquel velo que nuestra vista cierra,
Y no serviros áncoras ni cordas El grumete Rodrigo de Triana
Con la soberbia grande del olaje; A grandes voces dice tierra, tierra ;
Y naufragar en las arenas gordas,
Dando tan malos fines al viaje, Oyeron esto tan de buena gana
Y que viendo los pueblos deseados Que toda pesadumbre se destierra,
Quedéis en sus riberas ahogados ? Sale para mirar toda la gente
»¿A qué varón tan fuerte no desmaya Y conocieron sello claramente.
Pensar que vemos ir aquel nadando,
El otro ya no ver adóntle vaya Alégranse con tierra los terrenos,
Con las bebidas aguas arqueando; Danle vital aliento sus olores,
Otros al rebalaje por la playa, Te Deum laudamus cantan, y no menos
Otros con la resaca peleando, Tocaban en las naves atambores ,
Otros que veréis ir de mar en fuera, En las cuales los bordos iban llenos
Asidos á pedazos de madera? De regocijadísimos clamores,
» Ansí que, por no vernos en estrecho Y do cualquiera dellos se volvía
Con otros riesgos mas particulares, Sonaba regocijo y alegría.
Debemos esperar un tiempo hecho Oian infinitas bendiciones,
Primero que partamos destos mares; Capitanes, soldados, marineros,
Ya que no reparáis en el provecho Todos decian : «Vivan los Colones,
De islas, tierras nuevas y lugares, Vivan tan valerosos caballeros;
Que pienso de ver antes de dos dias, Vivan dichosos años los Pinzones,
Sus buenos y leales compañeros,
Y no serán fingidas profecías. Vivan los marineros y soldados,
» Porque en aquel nublado que se cierra Y Dios los haga bienaventurados.
Adonde reverberan arreboles, «Cristóbal, pues por tí Cristo nos vale,
Tengo por imposible faltar tierra,
Montañas, promontorios y peñoles, Válgate Dios , el rey y tu cuidado;
Supremas cumbres, gran altor de sierra Con grandes señoríos'te señale
Que tienen de hollar los españoles; Aquel que te formó tan señalado,
Y no quiero decir mas cerca desto , Con gloria de los cielos te regale,
Pues todo cuanto digo veréis presto.*» Pues has el mundo todo regalado;
Colon de ver tan buen razonamiento, Hereden señoríos prepotentes
Los hijos que ternas y decendientes.
! Y que fué tan á gusto como quiso,
«Sea tu fama con eternos cantos
Quedó lleno de gran contentamiento,
Los otros cada cual muy arrepiso , Por todas cinco zonas estendida,
Y como ya ventaba manso viento , Tu nombre solenicen todos cuantos
Mandóles navegar con gran aviso , Hoy viven y después tuvieren vida;
Y ansí continuó la compañía Déte su bendición Dios y sus santos
Su carrera de mar y larga via. Con premios no sujetos á caida ;
Goces de tus trabajos años largos
Alguna vela llevan abatida, Con mas insines y mayores cargos.»
Aunque la mar estaba bonancible; Sonaban por las naos panderetes
A medio mástil otra recogida Con sonajas que hacen maravillas ,
Pareciéndoles ser cosa posible , Besábanles las manos los grumetes ,
Que la prolija tierra prometida Y las demás personas no sencillas ;
Otro dia podría ser visible; Los lejanos quitaban los bonetes
Mas dejémoslos ir con su recuesta, Hincando por las naves las rodillas,
Que yo diré después lo que me resta. Y cada cual confuso y afrentado
Le pedia perdón por lo pasado.
Diciendo van aquello que veian
Haciendo con las manos dulces señas,
CANTO CUARTO, Los árboles sus ramos descubrían,
Víanse las montañas y las breñas,
Donde se trata cómo hallaron tierra, y descubrieron la grandeza deste Sonaban ya las hondas que herían
nuevo mundo con grandes muestras de riquezas. ¥ lo demás qu« les Los cóncavos y huecos de las peñas,
aconteció con las primeras gentes que vieron.
Ven prados y frescuras ser amenas,
No puede la verdad jamás ser muerta , Ven blanquear las playas con arenas.
Y cuando por malicia se escurece, Ven cómo sus descansos adereza
En tal escuridad, es cosa cierta, Puerto que divisaban atalayas,
Que nunca para siempre permanece; Y ven des-de los pies á la cabeza
Antes por muchas vias abre puerta Andar hombres desnudos por las playas,
Por donde como rayo resplandece; Mujeres do la vista se endereza
Mas agora volviérales la cara, Sin arreos de mantos ni de sayas,
Faltando quien aquí perseverara. Por ser sus policías y conciertos
Andar galán y dama descubiertos.
Pero Colon, insine navegante, Salian á mirar nuestros navios ,
Aunque desmayan otros, él no cesa, Volvian álos bosques espantados,
Al cual para pasar mas adelante Huían en canoas por los rios,
Tardía se le hace toda priesa, No saben qué hacerse de turbados :
Diciéndoles: «señores, Dios mediante, Entraban y salian de buhíos,
Mañana cumpliré con mi promesa.» Jamás de estraña gente visitados;
Burlaban de negocio tan prolijo, Ningún entendimiento suyo lleva
Pero salió verdad lo que les dijo. Poder adevinar cosa tan nueva.
Pues cuando con justo movimiento Ansimismo de nuestros castellanos
Venia por sus cursos el Aurora, Decian, viéndolos con tal arreo,
Y tenia Titán el aposento Si son sátiros estos, ó silvanos,
Octavo de los doce donde mora, Y ellas aquellas ninfas de Aristeo :
* Quiso Dios enviar el cumplimiento O son faunos lascivos y lozanos,
De los deseos santos desta hora, O las nereides, hijas de Nereo ,
Porque tan gran grandeza como esta O dríades que llaman, ó náyades
A ios humanos fuese manifiesta. De quien trataron las antigüedades.
« JUAN DB CASTELLANOS.
Ansí todas las ninfas como ellos Por gran contentamiento so tenia
Son bien proporcionados y bien hechos, Mirar tales verduras y decoro,
Sacados son de hombros y de cuellos, Mas fué mucho mayor el alegría
De ver que descubrían joyas de oro;
Y mas pecan de anchos que de estrechos: Porque cualquiera dellos"entendía
¡ Cuan luenga hermosura de cabellos! Ser muestras de riquezas y tesoro,
¡ Qué gran tabla de espaldas y de pechos! Y ansí luego embocó la capitana
Los galanes , las damas y los pajes Que siguen las demás de buena gana.
Jamás deben mudar ropas ni trajes.
Por cierto todos ellos son dispuestos, Yendo por allí con buen avío
Y ellas por consiguiente bien dispuestas; Con sonda y el limón bien atentado.
Pero los trajes son muy deshonestos , Dio Cristóbal Colon en un bajío
Aun para las mujeres deshonestas, O piedra do lo vieron encallado ;
Huyeron los demás deste navio
Pues los unos y otros andan prestos Asegurándose por otro lado,
Para solenizar venéreas fiestas: Acudiendo bateles prestamente
Ellos no rozarán las agujetas, Para sacar las ropas y la gente.
Y ellas no romperán muchas faldetas. Todos de ver aquellos perdimientos,
No debe remordelles la conciencia, A su vuelta y salud perjudiciales,
Ni quieren evitar inconvinientes , Quedaron por estremo descontentos
Pues tan sin empachosa reverencia Y con sospecha de mayores males;
Incitan empachosos accidentes; Echan juicios varios , dicen cuentos
Pues no son en estado de inocencia, Pronosticando mal de las señales,
Que hijos son de Adán y descendientes ; Llorando muchos dellos y diciendo
Estas cosas y otras van diciendo , . Que su ganar entraban ya perdiendo.
Las islas de Lucayos descubriendo. Colon, puesto que pena recebia,
No hace destas islas Fenescies Con un raro valor disimulaba,
La valerosa gente que camina, Y con aquel calor que convenia
Porque dejando va Cuanahanies A los desconsolados consolaba,
Y otras de mas momento determina ; Dando reprehensión al que temía
Descúbrese la isla de Haities, #

Y al que por mal anuncio la juzgaba,


Y Cuba que llamaron Fernandina, Diciéndoles : « Yo puedo dar razones
En gracia y honor del rey Fernando , Con que confunda vuestras opiniones;
Cuyas partes seguía nuestro bando.
Navegaron la parte que pudieron »Pues tengo por suceso placentero
Los dinos de preciosa laureola, Aqueste que tenéis por lamentable,
Y á estas dichas islas se volvieron, Y lo que sospecháis ser mal agüero
Y no tomaron dellas la mas sola ; Aqueso juzgo yo por favorable ;
Porque la de Haities escogieron Cuya declaración y paradero
A quien por nombre dieron Española , Después lo contareis por admirable;
Porque su nombre dé por cosa cierta Porque nave quedar en este suelo
Que fué por españoles descubierta. No fué sin provisión del alto cielo.
Puestos pues en buen orden y concierto,, »Desto daré razón no mal fundada,
A tierra determinan de llegarse, Sino mejor zanjada que la vuestra,
Mirando si conocen algún puerto Pues la nave que vemos encallada
Donde puedan surgirse y repararse , Quiere decir que con felice diestra
Y descubrir en tierra lo cubierto Habernos de tener aquí plantada
Para poder mejor desengañarse, La nave de la Iglesia madre nuestra,
Y saber quién serán estas naciones, Y queda sobre piedra por indicio
Sus ritos, sus costumbres y opiniones. De que es lo principal del edificio.
Buscando, como digo, puerto bueno, »De manera, que si para lo vislo
De vientos desabridos amparado Católicos sentidos dan la llave,
Ofrecióse delante cierto seno Diremos ser la piedra Jesucristo
De frescas arboledas rodeado; Y el reino de la Iglesia ser la llave ;
E l circuito del de casas lleno Y ansí será pesar con placer misto
Y por todas sus partes cultivado; O por mejor decir lodo suave ,
Llegáronse las naos á la boca Pues se pierde navio de madera
Que entrambos lados ciñe dura roca. Y se gana la nave verdadera.
Adentro contenia gran anchura, »A la cual con la lumbre recebida
'Con playa limpia bien acomodada, Veremos acudir en nuestros dias
Y por todas las playas hay fondura Aquesta gente bruta, divertida
Donde puede surgir nave cargada ; En diabólicas idolatrías;
No tienen las entradas angostura Y acá no la veremos combatida
Pero bajíos hay en el entrada, Con las olas de falsas herejías,
Y en ciertas partes hay limpias canales, Por caer estas tierras en las manos
Mas entonces no vieron las señales. De reyes fidelísimos cristianos.
Colgaban de las rocas ornamentos »Que bien pudiera Dios dar eslas gentes
De yerbas diferentes en verdores, A muchos otros reyes y señores
Dulces aguas y claros nacimientos De los pasados siglos ó presentes;
Que formaban murmurios y clamores, Mas escogió los nuestros por mejores :
De tofos, socarrenas y aposentos, Queriendo dellos y sus descendientes
Descansos de los indios labradores, Hacer para su Iglesia protetores,
Con otras cosas mas de gentileza, Porque la suerte del primer talento
Según quisó pintar naturaleza. Vaya sin reparar en crecimiento.
Muchas ninfas andaban por las aguas Í Aquí tendrán riquísimos reinados
Nadando, los cabellos esparcidos, Y gozarán amplísimos imperios,
E indios en canoas y piraguas Donde sus capitanes y soldados
De sus arcos yflechasproveídos ; Ternán do bien usar sus ministerios ;
Pintados con el jugo de las aguas, Habrá también por tiempos obispados
Que son sus ornamentos mas pulidos; Católicos y santos monasterios:
De narices y orejas dependían La fe del Redentor y su manada
Algunas joyas que resplandecían. Aquí tiene de ser muy ampliada.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS , ELEGIA I, CANTO IV. ib
«También habrá civiles competencias » Darémosles huitias con agíes,
Contenciones , bandos y porfías, Darémosles pescados de los ríos,
Que debajo de falsas aparencias Darémosles de gruesos manatíes
Sus maldades dirán ser obras pías; Las ollas y los platos no vacíos;
Pero verán jueces con audiencias También guaraquinajes y coríes,
Por freno de las tales tiranías, De que tenemos Henos los buhíos,
Porque las tales son congregaciones Y curaremos bien á los que enferman,
Prestas á deshacer rebeliones. Colgándoles hamacas en que duerman.
»Ansí que, si miráis con vigilancia » Y conocidos ya sus pareceres,
Lo sucedido, hallareis por cierto, Seyendo con nosotros residentes,
Que pérdida no fué sino ganancia Darémosles las hijas por mujeres
La nave que dejamos en el puerto, Para hacellos deudos y parientes;
Y negocio de muy gran importancia Haríamos comunes los placeres
El orbe que tenemos descubierto; De campos y de ríos y de fuentes,
Por tanto todos nos aderecemos De cazas y de pescas las usanzas ,
Y de las sementeras y labranzas.
Y sepamos quién son estos que vemos.» » ¿Quién pudiera saber lo que desean
Dijo ; y á ver navios tan potentes. Con certidumbre de su pensamiento,
Cuales jamás tuvieron por vecinos , Con qué fines agora se menean ?
Acudía tal número de gentes Pues bien no juzgo deste movimiento;
Que cubrían las playas y caminos ; Deseofinalmenteque no sean
Miran con atención y paran mientes Causa total de nuestro perdimiento ,
Si son hombres humanos ó divinos, Que no por ser compaña tan estrecha
Contemplan las espadas , las adargas, Dejaré de tener mala sospecha.
Y espántanse de ver barbas tan largas. » El número que vemos es pequeño
Venían los mas dellos embijados Aunque vengan mejor aderezados,
Mas no por ser tan pocos los desdeño
Desde los bajos pies á los cabellos; Con yo tener millones de soldados ;
De plumas de colores estampados Porque quiero dar cuenta de mi sueño ,
Acudían también algunos dellos ; Según que lo soñé días pasados,
Joyeles de oro fino mal labrados O cosas sustanciales del historia,
Pendientes de narices y de cuellos, Si quiere socorrerme la memoria.
Otros con brazaletes y con petos » Al tiempo que las gentes de dormidas
Que fueron á la vista mas acetos. Están de sus trabajos olvidadas,
Tocaban unos grandes atambores , Via volar dos águilas asidas
Caramillos yflautasimperfetas , Con diademas de oro coronadas ;
Sonaban por encima los altores Las alas aunque no muy estendidas,
Caracoles á modo de cornetas; Mares y tierras tienen abrazadas,
Dan otros alaridos y clamores,
Otros hacían gestos y pernetas: Y por crecida que su presa fuese
Según lo que se ve cada cual piensa Fallaba quien las uñas les hinchese.
Ser todas amenazas de defensa. » Parecióme volar al alto cielo,
Van nuestras gentes pues encaminadas Y al tiempo que las alas estendian,
A estas, mas mejor apercebidas, De solo ver aquel umbroso velo,
Pues iban con escudos y celadas Hasta las bestias fieras les temian:
Y ansimismo banderas estendidas ; Reales aves de subido vuelo
Relumbran grandemente las espadas A estas respetaban y servían,
De los rayos del sol siendo heridas; Y muchos gavilanes diligentes
Saltaron con valor en la ribera Eran sus adalides y sirvientes.
Donde la gente de indios los espera. » Aquestos sus ministros ó falcones
Delante de los cuales se mostraba Andaban con las alas levantadas,
Un indio sobre todos eminente, Escudriñando reinos y regiones
Que Goaga Canari se llamaba, De sus tierras remotas y apartadas ;
Según después se supo claramente , Y deshaciendo cuantas religiones
El cual á pelear los animaba Están á nuestros dioses dedicadas ,
Yá defender sus tierras y su gente, Haciendo ser por todo lo criado
Y á todos los soldados que tenia Un solo Dios creído y adorado.
Semejantes palabras les decía : » Entre sueños oí mil aullidos
« Por causas evidentes conocemos, Que dábamos por campos y collados,
Amigos, compañeros y soldados, Por ver los santuarios encendidos,
Haber necesidad de que velemos Y todos nuestros ídolos quemados;
Y no vivamos punto descuidados, Aquestos naturales destruidos,
Pues no sabemos quién son los que vemos, Sus poderosos pueblos asolados,
Ni de parte de quiéu son enviados, Y no paraban nuestras compañías
Si son hombres mariuos ó terrenos, Sirviéndoles las noches y los dias.
Si son varones malos ó son buenos.
» Si tienen de caribes propiedades, » Las águilas asidas coronadas,
O condiciones otras mas horrendas; Que yo via volar desta manera,
Si quieren con nosotros amistades, Allí las traen estos dibujadas
O vienen para guerras y contiendas ; Por parte principal de su bandera;
Si son tan grandes sus necesidades Los tiempos y las horas son llegadas
Que quieren que les demos las haciendas; Si mi revelación es verdadera;
De qué tierras podrán haber venido ^ Conviene pues que cada cual defienda
En qué lejanos reinos han nacido. Sus hijos, sus mujeres y hacienda. >
» Si son gentes de buenos pensamientos Dan grita como gentes de albornoces :
A bien es recebillos; si son gratas, Resuenan increíbles alaridos,
Si vienen fatigados de hambrientos, A vuelta de los gritos y las voces
Darémosles comidas bien baratas; Empúnanse los arcos encogidos;
Darémosles de nuestros alimentos Todos iban lozanos y feroces,
Guamas, auyamas, yucas y batatas , De jáculos agudos prevenidos;
Darémosles cazabis y maíces, La briosa postura y el denuedo
Con otros panes hechos de raices. A muchos españoles puso miedo.
16 JUAN DE CASTELLANOS.
Viendo pues tan inmensa compañía Verás incendios grandes de ciudades
Por no ponelles el estorbo tarde, En las partes que menos convenia;
Por alto tiran el artillería Verás abuso grande de crueldades
La cual hizo que nadie los aguarde; En el que mal ninguno merecía;
Antes quien de la mar menos huia Verás talar labranzas y heredades
Era tenido por el mas cobarde, Que el bárbaro sincero poseia,
Metiéndose por bosques y por breñas Y en su reinado y propio señorío
Y por concavidades de las peñas. Guardarse de decir es esto mió.
Como nube que grande crecimiento Y ansí fué que los hombres que vinieron
De pluvias á los ojos representa, En los primeros años fueron tales,
Pero la fuerza seca de algún viento Que sin refrenamiento consumieron
Sus escuros vapores ahuyenta, Innumerables indios naturales:
Dejando sin aquel impedimento Tan grande fué la prisa que les dieron
Los campos con el sol que los calienta, En usos de labranzas y metales ,
Ansí la batería de los truenos Y eran tan escesivos los tormentos
Ahuyentaron indios destos senos. Que se mataban ellos por momentos.
Fué la rústica gente divertida, Lamentan los mas duros corazones,
Sin que su rey pudiese detenelldlp; En islas tan adplenum abastadas ,
Y los nuestros siguiendo la huida De ver que de millones de millones 1
Para poder tomar alguno dellos, Ya no se hallan rastros ni pisadas ;
Mujer ven en el monte detenida, Y que tan conocidas poblaciones
Cuyas prisiones fueron los cabellos, Estén todas barridas y asoladas ,
Que siendo por los aires esparcidos Y destos no quedar hombre viviente
Fueron de ciertas ramas detenidos. Que como cosa propia lo lamente.
Metióse por el monte mas cerrado Los pocos baquianos que vivimos
Destos inconvinientes ascondidos, Todas aquestas cosas contemplamos ,
Como vivace ciervo fatigado Y recordándonos de lo que vimos ,
De la rapace fiera perseguido; Y cómo nada queda que veamos,
Y fué por espesuras emboscado Con gran dolor lloramos y gemimos,
De sus ramosos cuernos detenido, Con gran dolor gemimos y lloramos;
Ansí que su decoro y ornamento Miramos la maldad entonces hecha
La causa fué de su detenimiento. Cuando mirar en ella no aprovecha.
Clamores grandes daba la doncella Pudiera de lo visto y entendido
En balde, que no deben ser oidos , Entrar en laberinto de maldades,
O si la oyen, para socorrella Indinos del varón bien instruido
Por ventura no son tan atrevidos; En nuestras evangélicas verdades ;
Al fin los españoles asen della, Mas no será razón ir divertido
Y entonces dio mayores alaridos, Contando semejantes crueldades:
Ño haciendo ya cuenta de su vida Volvamos prosiguiendo la carrera
Por ver gente de barba tan crecida. Desde donde dejé la mensajera.
Colon, que de la presa se holgaba , Todas aquellas gentes ascondidas,
Y dio de buena gana las albricias, Temblando con temores de su vida,
Con señas de amistad la halagaba Acuden á las voces conocidas
Haciéndole regalos y caricias, De quien ya sospechaban ser comida;
Como quien grandemente deseaba El rey qué la contó con las perdidas
Hacer con estas gentes amicicias; Holgó de su salud y su venida,
En efeto, cesaron los clamores, Y ella trató fiel y buenamente
Aunque no totalmente los temores. Aquello que entendió de nuestra gente.
Diéronle de comer eomo convino, Los nuestros recogieron estandartes
Sacando de su buen matalotaje Por ya no parecer inconviniente,
Frutas secas, cecinas y tocino, Y con reguardo de guerreras artes
Y otros regalos mas de su viaje; Se refrescó la fatigada gente;
Hiriéronle beber de nuestro vino, Tomaron posesión de todas partes
Que no le parecía mal brevaje, Llamándoles las Indias de occidente,
Y en ciertos ademanes representa Once de octubre, años cuatrocientos
El alegría del que se calienta. Con mas noventa y dos y dos quinientos.
Después de la comida halagóla Pues como luz de Febo ya hacia
Con señas á los ojos aplacientes, Absencia natural de luz humana,
Vistiéndola de blanca camisola, Y por medidos cursos se venia
De mas de dalle dijes trasparentes; La menos clara lumbre de Diana,
Y hechas estas cosas, envióla Cada cual á su nao resolvía,
A que llamase deudos y parientes; Hasta ver resplandor de la mañana ,
Ella correspondiendo con las señas Donde Colon estuvo vigilante;
Emboscóse por medio de las breñas. Y lo demás diremos adelante.
A grandes voces dice por la senda:
« Venid , parientes mios, nadie huya;
Pues no vienen á guerra ni contienda,
Ni quieren que la tierra se destruya; CANTO QUINTO.
Y no solo no piden la hacienda,
Mas antes quieren darnos de la suya; Cómo Tino la india mensajera; con ella el re; Goaga Canari een grai
Perded recelo de cualesquier males número de gente, coa el cual hizo amistades, y lo dtmil qu« allí
Que honestos hombres son, y liberales.» ae hiio.

¿Qué vas, mujer liviana, pregonando, Bien podemos decir que si contento
Juzgando solamente lo presente? En esta breve vida se granjea,
Mira que con las nuevas dése bando Es cuando llega dulce cumplimiento
Engañas á los tuyos malamente; De lo que grandemente se desea;
El dicho vas agora publicando, Pues no halla lugar el sufrimiento
Mas tú verás el hecho diferente, Hasta que ya la cosa se posea;
Verás gran sinrazón y desafuero, Y ansí les fatigó noturno ocio
Y el sueño d« tu rey ser verdadero. Por esperar el fin deste negocio
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA I, CANTO V. 17
Mas el escuro manto desviado » Ya que vuestras vergüenzas anden fuera,
Con luz de la mañana placentera, Falten para sacármelos á plaza,
Vieron todos venir por un collado Que para mí será carga lijera
La deseada ninfa mensajera ; Eso que vuestras casas embaraza ;
Y mi escuadrón de indios que cargado Y quiero mas volver desta manera
¿e sus comidas toma la ribera , Que tornar á bordón y calabaza ;
El rey con otros muchos capitanes Crecen con esto mis contentamientos
De paz haciendo señas y ademanes. Y no menos salir con mis intentos.
A la siniestra mano y á la diestra » Pero tratar ya deslo son estremos
Tocaban muchos dellos caramillos:
Mirándolos esta la gente nuestra , Que refrescan pasados accidentes;
Subidos por las popas y castillos; Bastará de presente lo que vemos
Y viendo que de paz era la muestra, Para desengañar los insipientes ;
Acuerdan de venir á recebillos ;' Y agora será bien que convidemos
Unos á otros huelgan ya de verse , A este rey y algunos de sus gentes,
Y de se saludar sin entenderse. Dalles hemos algunas cosas buenas
Pero los nuestros van como sagaces Que ellos las pagarán con las setenas. »
A ver hombres que no son conocidos, Los vocablos allí fueron baldíos,
Y no tan confiados de las paces, Pero hicieron señas con las manos,
Que no fuesen muy bien apercebidos : Diciéndole que viese los navios
Con muestras de placeres y solaces Con otros cinco ó seis de sus hermanos ;
A la ribera verde son venidos, Y porque se dejase de desvíos,
Do saltan principales coroneles, En tierra se quedaron diez cristianos:
Dejando bien á punto los bateles. El indio sin poner impedimento
Luego como las partes se acercaron Manifestó por obras ser contento.
En lugar y postura conviniente, En la nao los huéspedes noveles,
Al Goaga Canari señalaron Aderezóse luego la comida,.
Cuál era capitán de nuestra gente : Ponen la tabla, tienden los manteles.
Por señas como mudos se hablaron Según la voluntad del que convida :
Falta de rugas una y otra frente, La mesa toda fué por sus cuarteles
Supliendo por señales esta mengua De náutico bizcocho proveída,
Que cada cual tenia de su lengua. Los vasos proveídos en el banco
De buen vino haloque, tinto y blanco.
Y como les faltaban las razones De cosas á los indios peregrinas
Para que sus concetos publicasen, Sirvieron alimentos suficientes,
Las dádivas presentes y los dones Muy gentiles capones y gallinas
Fué cosa necesaria que hablasen , Guisados con sus ciertos adherenles ;
Y las magníficas ostentaciones Hubo muchas maneras de cecinas,
Aquestas amistades confirmasen; Conservas ansimismo diferentes,
Y ansí nuestro Colon primeramente Pero mucho mas gusto les ponia
Dio al Goaga Canari lo siguiente : El sabroso licor que se bebía.
Una camisa de ruán labrada, Porque el comer es poco, mal asado,
Un sayo nuevo de color bermejo, Desta gente de bajas esperanzas,
Una gorra pequeña colorada, Mas su beber es tan demasiado
Según el uso fué de tiempo viejo ; Que vence las mayores destemplanzas ;
Una escofieta buena perfilada, Y para tal efeto mal reglado
Ciertas cuentas de vidrio y un espejo, Hacen las sementeras y labranzas,
Cintillas y otras cosas menos que ellas, Pues por un cierto modo peregrino
A quien puso valor no conocellas. De lo que hacen pan hacen el vino.
El rey recompensó por muchas veces Estaban pues los nuestros espantados
Las dádivas con otras no menores, De la rudeza desta compañía,
Pues dio, por enseñar sus altiveces, Y estímulos de hambre mitigados,
Piedras ricas diversas en colores, Negocio que la nuestra pretendía ;
Granos de oro, tales como nueces, Quedaron estos nuevos convidados
Y tales como pomos y aun mayores, Puestos en posesión del alegría
Copia de frutas varias y alimentos Que crian los licores de Metina
Con los cuales servia por momentos. Y viñas de la tierra surrenlina.
Colon, que tales granos de oro vía, Ansí que, levantados de la cena
Tan ricos y tan prósperos presentes,
Con el contento grande que tenia Sin uso de merced ni besamanos,
Con gran sabor hablaba con sus gentes : Volviéronse los indios á la arena
Facecias, gracias, cuentos que decia Donde dejó Colon los diez cristianos;
Causaban gran placer á los oyentes ; Alaban ellos la comida buena,
Pues el gusto y sabor que al alma toca Los nuestros la riqueza de los granos,
Destila sus dulzores por la boca. Y viendo coyuntura conviniente
Habló Colon con todos lo siguiente :
Y ansí hablaba con los indios rudos «Muchas veces ofrece la ventura
Sin dalle propia voz á sus oídos, A los hombres empresas de sustancia ,
Diciendo : «Poco va veros yo mudos, Y la posesión dellas asegura
Como hablen presentes tan lucidos; El que sabe tener perseverancia;
Pues con lo que nos dieren los desnudos Pero cuando se pierde coyuntura
Mejorarán el pelo los vestidos, Con ella desparece la ganancia,
Y mas me holgaré cuantos mas vengan , Pues ocasión que fué menospreciada
Por llevallos adonde en mas se tengan. De todo lo que trajo deja nada.
» Mas os hago saber que soy sabueso » Por no saber tomar consejo sano
De tales propiedades y costumbres, Antes que de si tenga la querella;
Que con el grano de oro de mas peso Y ansí tenia yo por muy liviano
Recibo mucha menos pesadumbre ; A quien en busca fué de cosa bella,
E yo prometo de tenello preso Si la halló, dejalla de la mano
En cárcel donde nunca vea lumbre, Con intenciones de volver por ella,
Hasta que con bigornia y con martillo Porque podría ser que sus amores
Le demos rostro muy mas amarillo. Hallasen luego nuevos posesores.
T. IV.
18 JUAN DE CASTELLANOS.
» Aquí hallamos pues gentil amiga , Y ansí dijo : «Hacerse lo posible
Y á mí que semejantes cosas miro, Todos lo deseamos y queremos ;
Lo que podría ser me da fatiga Pero no me parece convenible
Antes de ver la causa del sospiro :
Deslo conoceréis sin que mas diga La cosa que se hace con estreñios ;
El blanco do camina nuestro tiro, Tengo pues por negocio muy terrible
Y es, á mi parecer, intención cuerda División en la gente que traemos,
Querer que lo hallado no se pierda. Para que los dejemos en aprieto
» Solo Dios sabe casos venideros, Que no puede parar en buen efeto.
Y por su voluntad todo se guia, »Cuanto mas que región tan apartada,
Mas son negocios acontecederos; Toda seguridad está con ella,
Y por asegurallos yo querria Y dudoso que pueda ser hallada
Que quedasen algunos compañeros De quien elernalmente supo della;
En posesión de aquesta monarquía, Y (lo que no será) si es salteada,
Porque no quede de españoles sola Los que dejais no pueden defendella;
La que por ellos se llamó Española. Y aun plega á Dios que sostenerse puedan
» Este negocio no lo procurara Entre los moradores donde quedan.
Ni en semejante riesgo los pusiera, » Pues aunque todos estos naturales
Si por lo que ya vemos no constara Muestran sinceridad y buen intento,
Ser esta natural gente sincera ; No me podréis negar el ser bestiales,
Ni tiene que temer el que repara Sin fe, sin ley, sin buen conocimiento ,
En mi vuelta , pues ha de ser lijera, Sin peso , sin razón; y siendo tales
Y para proveer á su defensa También se moverán á cualquier viento:
Mayor la brevedad de lo que piensa. Un indiezuelo vil que los atice,
» Para lo que durare la carrera No dudarán hacer lo que le dice.
Usaremos de todas prevenciones, «Demás de que golosas ocasiones
Haremos un buen fuerte de madera Por horas y momentos nos recrecen,
Por menos necesarias municiones; Donde las mas constantes intenciones
Y para no buscar comida fuera Puestas entre los lazos desfallecen ;
Dejaremos bastantes provisiones, Y contareis á dedo los varones
Pues las seguridades principales Que si no caen en ellos no tropiecen,
Será no molestar los naturales. Y para con tan vil y baja casta
En se descomponer la menos basta.
» En esto cumplirá ser advertidos, » Hecha pues destas cosas conjetura
Y estas serán las mas seguras prendas, Y muchas mas que siento cerca desto,
Porque todos los males sucedidos No debe pareceros gran cordura
De guerras, de rencillas, de contiendas, El no mudar aqueste presupuesto,
Nacen de ser los hombres ofendidos Donde no conocéis cosa segura,
En mujeres, en hijas y haciendas; Y al ojo veis el riesgo manifiesto,
Los robos, los agravios, la violencia Ordénelo mejor quien tiene mano,
Gastan al mas paciente la paciencia. Porque yo doy consejo de cristiano.»
• »A todos y aun á sí será molesto Oida la razón viva y entera
Cualquier hombre bestial que en esto ande; Aunque muchos loaron su buen seso,
Y ansí quedáis aquí con presupuesto Alteróse Colon en gran-manera,
Pe que tengáis recogimiento grande, Y dicen que tentó tenello preso;
Sin divertirse nadie deste puesto Mas el Martin Pinzón se hizo fuera ;
Y sin que mas adentro se desmande, Colon disimuló con justo peso,
Pues el tratar y andar con estas gentes Y con graciosa carta, viva, grave,
Pariría cien mil inconvinientes. Le hizo que volviese con su nave.
» Con mujer no se use desacato, Después que vino con su compañía
Aunque carezcan ellas de defensa; De mal y de prisión asegurado,
Usad de sus comidas con recato Colon ni mas ni menos insistía
Si dellas rehicierdes la despensa ; En aquel parecer determinado ;
Y si trajeren algo por contrato, Sobre lo cual tuvieron gran porfía
No vuelvan sin bastante recompensa, Pareciéndoles ser mal acordado ;
Pues quedarán espejos y bonetes También hubo personas principales
Cuentas, cuchillos, hachas y machetes. Que en esto se mostraban neutrales.
» Guiar manos y pies por esta via Estando pues la gente castellana
No puede ser mejor salvoconduto; Adevinando malos paraderos,
Y verdaderamenie yo querria Un capitán y cordobés, Arana,
Coger de mis razones algún fruto; Que en buenos hechos fué de los primeros,
Pues hemos de dejar la compañía , Dijo : « Yo quedaré de buena gana
Y estoy en este caso resoluto, Como me den cuarenta compañeros,
Considerando ser inconviniente Y para resistir los adversarios
Que falte ya de aquí cristiana gente. Las armas y pertrechos necesarios.»
» Al hombre valeroso y esforzado Colon de ver aquel comedimiento ,
Que responder quisiere con mi pecho, Engrandeciólo bien con mil loores,
Crea que le seré tan obligado Haciéndole solemne juramento
Cuanto merece tan heroico hecho ; De le hacer mercedes y favores;
Y ansimismo será galardonado Y en el hacer algún repartimiento
Con eminentes honras y provecho; Que sus partes serian las mejores,
Debajo de los cuales presupuestos Y ansí por voluntad del que pedia
Deseo ya saber quién serán estos.» Fué luego señalada compañía.
Dijo nuestro Colon lo que quería , Sacan á tierra pues lo que convino
Y ninguno de los con quien hablaba Para tener bastante pasadía,
A tales intenciones respondía, Barriles de bizcochos y de vino
Antes el uno al otro se miraba ; Y de rescate cuanto se traia :
Y fuerzas de temores deshacía Cantidad de jamones, de tocino,
Aquello que vergüenza fabricaba; Pólvora, munición y artillería,
Pero Martin Pinzón tomó la mano, Pescados, bacallaos y cecinas
Diciéndole no ser consejo sauo. Y hasta dos docenas de gallinas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA I, CANTO VI. 49
Sierras, azadas, hachas sacan fuera ¡
Abrieron luego zanja bien fundada, La vuelta destos hombres que las vieron
Hacen fuerte de tierra y de madera Cartago defendió con duro mando,
Con sus troneras por la palizada ; Pero los que dejaron (si vivieron)
Y en estas partes fué casa primera Fueron según razón multiplicando;
Por manos de cristianos fabricada; Y por las tales tierras se estendieron
Hicieron sus alturas como muros Gentes y poblaciones ensanchando,
A fin de que quedasen mas seguros. De suerte que Cartago fué comienzo ,
Los indios diligentes y contentos, Para tejerse tan inmenso lienzo.
Mas por sus voluntades que por ruego, Después que en la tal isla vieron canas
Hiciéronles pajizos aposentos Habría disensiones y querellas;
Que presto deshará rápido fuego ; Y estando llenos campos y zavanas
No son agora tales sus intentos, De viejos, de mancebos y doncellas,
Mas turban ocasiones el sosiego; Pasaron á las islas comarcanas
Y porque destos hay largo proceso Y á la gran tierrafirmedesde aquellas,
Después os contaremos el suceso. Y acá y allá por grande negligencia
Olvidaron las letras y la ciencia.
Aquesta fortaleza concluida, Pues aun en el labrar su bastimento
Do pareció quedar seguramente, Eran muy apocados, torpes, flojos,
Colon puso por obra su partida Y en ejercicios del entendimiento
Con el demás restante de su gente ; Ningunos eran mas mancos ni cojos;
Refiéreles el orden de su vida En las inclinaciones y*el intento
Y despidióse dellos blaudamente: Ajenos de concetos ortodojos,
No hubo rostros unos ni ningunos Y tal debía de ser la demás gente
Que quedasen de lágrimas ayunos. Siendo de la que vieron descendiente.
Pero disimulando sus desmayos, Entre las variedades que refiero,
Embarcóse Colon con sus soldados, Que porfiando va nuestra compaña,
Y piedras, oro, micos, papagayos Hubo también un cierto compañero
De diversos colores variados : Que dijo por grandísima hazaña,
Diez indios destos , y otros de Lucayos Ser estas las Hespérides de Héspero
Que con ellos se van sin ser forzados, Rey de las dichas islas y de España,
A pique ponen pues las caravelas Aurífero caudal de Hesperetusa ,
Y al manso viento dan todas las velas. Que tanto celebró la vieja musa.
Dejando ya la gente deste bando, No faltaron aquí contradiciones
Según que ya dijimos con mancilla, De nuestros navegantes castellanos,
Las inquietas ondas navegando Y aun el dia de boy hay opiniones
Los otros van la vuelta de Castilla, Y un no sé qué de pareceres vanos :
Juicios diferentes consultando Diciendo que estas tierras y naciones
Acerca desta nueva maravilla, Mandaron algún tiempo los romanos,
Cuya diversidad con sus estremos Por un cierto dinero que labrado
En el canto que viene cantaremos. En las minas de Acia fué hallado.
Esta tal invención ó burlería
A muchos estranjeros dio gran gusto,
Y es porque por sus letras se veia
CANTO SESTO, Moneda ser de Octaviano Augusto ;
La cual hubo sospecha que corría
Donde se trata cómo durante el tiempo de su viaje, la vuelta de España, Entre gente de seso tan robusto.
decían varias opiniones cerca destas partes. Y cómo llegando á España
se divulgó con gran admiración el descubrimiento susodicho. ¿Cómo, si fueran usos desta gente,
No hallaron mas desta solamente,
Do faltan fundamentos de escrituras, Sino cantidad dellas copiosa,
Y vamos atenidos á razones, Pues funden oro, y veis plata labrada ?
Nacen de las humanas conjeturas O ¿ cómo , si de gente tan curiosa
Varias y diferentes opiniones : Como fué la romana ya nombrada,
Las cuales no caminan tan seguras No halláramos hoy alguna cosa
Que no tengan sus ciertos tropezones, Que esta hiciera mas certificada?
Que para mil porfías abren puerta O ¿cómo, si grandeza tan notoria,
Y al cabo nunca dan con cosa cierta. No la pusieran ellos en historia ?
Ansí por el discurso que hacían, Ansí que por no ver aqueste uso
Mostrándose la mar sin aspereza, De dinero por estos naturales,
Tratando van de quién procederían- En gran admiración á muchos puso,
Gentes de tan grandísima rudeza ; Este que se halló sin otros tales ;
Con quién ó por adonde pasarían Y mas tan singular y tan recluso
A tierras tan inmensas en grandeza, En no jamás labrados minerales;
Pues es parte distinta, como vemos, Echaban pues juicios á montones
De aquellas tres del murido que sabemos. En aquella sazón muchos varones.
Porque decían ser estas naciones Mas por entendimientos no mal sanos
Faltas de los orgullos y los bríos Fué la pura verdad investigada,
Que mueven los humanos corazones Y hallóse que dos italianos
A trastornar los mares y los ríos ; Hicieron esta burla señalada,
Y no pueden hacer navegaciones Echando la moneda por sus manos
A causa de estar faltos de navios, En la mina que tengo ya nombrada;
Y que canoas, balsas y piraguas Declararon entrambos esta suerte
No podían arar prolijas aguas. • En el último trance de la muerte.
Entre tales porfías y reyertas , A semejanza desta compostura
No faltó curioso que decía, Sefingenotros cuentos y novelas,
Que estas tierras ya fueron descubiertas Y no van fuera de su conjetura
Por gente que en Cartago residía ; Las gentes de las dichas carabelas,
Y viéndolas ser buenas y desiertas En aquella sazón y coyuntura
Allí dejaron cierta compañía, Que navegando van á todas velas
Y que por las derrotas era cierto Hablando destas cosas muy sin miedo
Ser las mismas que habían descubierto. Cada cual en derecho de su dedo.
JUAN DE CASTELLANOS.
Como porfías van por un rasero, B No merece yerro que se crea
Y corren las parejas sano y manco, Tener el tal estrecho por muy cierto,
Puesto que nunca den en el terrero Tiempos podrán venir en que se vea
A ninguno podéis poner estanco ; Mas no por navegante mas esperto;
Como lo de Cartago y lo de Héspero, También digo que puede ser que sea
Opiniones también fuera del blanco, Antes de muchos a"ños descubierto;
Acerca de lo cual á circunstantes Porque la tierra nueva descubierta
Colon dijo razones semejantes. Para grandes empresas abre puerta.
« Esos caTtaginenses pareceres »Por aquí pues pasaron estas gentes
Conviene no tener por cierta cuenta, Sirviéndose de balsas por navios,
Pues fueron (según dicen) mercaderes O ya fuesen los tales descendientes
Que no sé dó se fueron con tormenta , De linajes gentiles ó judíos ;
Y no llevaban hijas ni mujeres O indio y gentil hechos parientes
Por quien aqueste mundo se acrecíer.(a; Mezclándose las aguas de los rios,
Pues venir á lo que hemos descubierto Y aun esta misma creo que seria
Bien podemos tenello por incierto. Gente de confusión y behetría.
»Pero finjamos ser, aunque se yerra, Í Fueron estas naciones divididas
Por ir mal arrimados á verdades, De las parles do fueron procedentes,
Está claro hacelles cruel guerra, Antes de ser las letras estendidas
Hambre, temor, dolor, calamidades ; Ni se comunicara á todas gentes ;
Al fin los consumió la misma tierra , Como tampoco son hoy conocidas
Do no suelen faltar enfermedades , De infinitos hombres insipientes;
Y mas, según afirman los leídos, Porque puesto que corren buenas arles,
No siendo de los suyos socorridos. Aun no pueden llegar á todas partes.
» Ansí que nunca fué multiplicada »¿Cuántos pueblos hay entre cristianos
Tal gente por la cuenta que yo hago, Por Italia, por Francia, por España ,
Pues no hallamos rastro ni pisada , Do no halléis letores ni escribanos
Ni un olor tan solo de Cartago; Ni pueden á las letras darse maña?
La gente, como veis, es desbarbada Ved vuestros mas vecinos y cercanos,
Y amigos como niños de halago, Ved la rusticidad de la montaña :
De letras no señales ni memoria , ¡Qué seria, si boy están tan botos ,
Ni cosas esculpidas por historia. Por siglos de memoria tan remotos!
» Fueron cartaginenses mas agudos, » Ansí que letras nunca hallaremos
Tuvieron mas altivas condiciones, En este nuevo mundo descubierto,
No fueran tan bestiales ni tan rudos, Puesto que no dudamos que hallemos
Antes mas allegados á razones; ' Gente de mas razón y mas concierto;
No viéramos andar hombres desnudos Después que mas adentro lo calemos,
Teniendo tanta copia de algodones, Y el curso del se muestre mas abierto,
La gente que hemos visto deshonesta Reyes se hallarán y emperadores,
República tuviera bien compuesta. Potentes y riquísimos señores.
» Y puesto que la gente separada, » En lo demás que Héspero nos ofrece,
Que destas dichas islas procedía, Si consentís que diga lo que siento,
Fuera por largos tiempos olvidada Cosa rediculosa me parece
Del culto que primero conocia, Y fuera de razón y fundamento;
Aquí permaneciera conservada Pues un tan gran olvido no merece
Aquélla su primera policía ; Un orbe de riquezas tan sin cuento,
Pues procuran los malos y los buenos Ni nuestros españoles son varones
Venir á mas y no venir á menos. Para se lo dejar entre renglones.
» Perdone pues cualquiera compañero «Orbe tan principal, tan señalado
Porque este parecer yo le repruebo, Tan lleno de riquísimos tesoros,
Y otra cosa también deciros quiero, No pudiera no ser tan frecuentado,
A la cual por razón sola me muevo : Que cosa no supieran mas de coro ;
Y es ser aquestas islas lo postrero Y no solo en navios, mas á nado
Que se pobló de aqueste mundo nuevo, Vinieran á coger manzanas de oro;
Siendo sus mas antiguos pobladores Las Hespérides pues del Océano
Vecinos de la costa pescadores. Mas cerca las tenéis y mas á mano.
» A cada cual de nos se nos alcanza, » Puesto que se renuevan las naciones
Por esperiencia larga que tenemos, Por tiempos, y los nombres se varían,
Poder atravesar con mar bonanza Nunca se pierden las contrataciones
Con aquestas piraguas que les vemos ; Ni curso de los que iban y venían ,
Y mas estos que tienen confianza Mayormente hallando ricos dones
En ir siempre desnudos y con remos, Con que mas su caudal enriquecían ;
Poniendo sus destrezas y primores Y en estos ricos reinos y tan buenos
En ser buzos y grandes nadadores. Bien podemos creer no fuera menos.
» Ansí que los primeros que surgieron » Pudiéramos también hallar señales
En estas islas grandes y menores, Que fueran mas patentes ó bastantes,
Vecinos de la tierra firme fueron, Como son edificios ó animales
Y como dicho tengo, pescadores ; De los que llevar suelen contratantes ;
Pero resta saber por dó vinieron Pero cosa no vemos de las tales,
A la tal tierra firme pobladores, Perros, gatos ni otros semejantes; .
Pues lo que la ventura nos ofrece Al fin tal opinión ó tal sospecha
De principio y origen no carece. Con esta que es mejor queda deshecha,
» Los que las tales tierras han poblado » Y si quien esto dijo se movía
Acá pasaron por algún estrecho, Por duración de las navegaciones,
Huyendo de algún caso desastrado , No goza de victoria su porfía,
O ya buscando tierras de provecho , Ni me confundiré con sus razones;
Entonces el estrecho muy cerrado, Pues navegar entonces se hacia
Y hubiese mayor boca después hecho; Con muchas mas prolijas dilaciones,
Pues suelen en tormenta y en bonanza Como el nuestro sera de otra manera
Hacer por tiempos mares gran mudanza. Desque mejor se sepa la carrera.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA I, CANTO VI. 21
»Ansí que tiestas tierras , caballeros, La vista deste monstruo tan terrible
Nunca jamás Dación tuvo memoria, Penetra las paredes y rincones,
Sino que sois vosotros los primeros Percebiendo lo mas impercetibíe,
Y los que merecéis toda la gloria; Hasta los mas ocultos corazones ;
Habéis de ser sus ricos herederos Hácese muchas veces invisible,
Y origen y principio de la historia;
Y pues medida fué por vuestro vaso, Atalayando plazas y cantones,
No se hable ya mas en este caso.» Y ansí lo que pensáis ser ocultado
Con semejantes temas y porfías Por muchas partes anda derramado.
Caminan por la mar nuestros hispanos, Con los efetos pues de tales mañas
Sin que perturben sus derechas vias A pregonar comienza los misterios,
Occidentales vientos ni solanos ; Engrandecidos hechos y hazañas
Y al cabo de correr cincuenta dias Deste que descubrió nuevos imperios ,
Llegaron á los reinos castellanos ; No solamente por nuestras Españas
Súpose todo desde la ribera, Pero por otros muchos hemisferios,
Y agora cantaré de qué manera. Y puesta de rodillas y postrada
En un monte no menos levantado A nuestros reyes dio tal embajada :
Que el fuego que la máquina rodea, «Príncipes de virtud pura y entera,
Fingen un edificio fabricado Católicos y bienaventurados,
Que los lugares della señorea ; Yo soy aquella Fama pregonera
Pues no lo puede ser tan apartado De todos los presentes y pasados.
Que desde sus alturas no se vea Entre ellos fui nacida y en la era
Y sean percebidas claramente Que los primeros fueron engendrados,
Las voces del oriente y el poniente. Haciendo manifiestos los renombres, ,
Hechos y condiciones de los hombres.
Sus cercas y sus torres trasparentes «Porque sin respetar quiénes ni cuáles,
Y en ellas varias cosas esculpidas, Ellos mismos me dieron por oficio
Hay negociantes de diversas gentes Decir siempre los bienes ó los males
Que hacen las ignotas conocidas : De todos cuantos fueron ab inicio;
Los males y los bienes son patentes, Y en los estados altos y reales
Exentas las entradas y salidas, Uso con mas vigor tal ejercicio ;
Pues con tener gran número de puertas Pregono de los malos mas ó menos,
A todas horas las veréis abiertas. Mas en quien mas reparo son los buenos.
La palabra que hablan al oido » Destos dije grandezas y no pocas
Pasando por allí tan alto suena, En edades presentes y pasadas,
Que no puede hacer mayor ruido Ansí de las espadas como tocas;
En cóncavos lugares la voz llena; Mas ya no pueden ser rememoradas,
Es luego lo secreto divertido Por tener sin cesar lenguas y bocas
Ansí de cosa mala como buena, En vuestras escelencias ocupadas,
A causa de ser todos pregoneros Callando los loores de otras gentes,
Locuaces, fanfarrones y parleros. Delante vos y vuestros descendientes.
Cada cual puede ser libre y exento. » Heroicos hechos son claros y bellos
Eso me da los malos que los buenos, Los de otros capitaues y señores,
Y en las repeticiones de algún cuento Mas no me dan lugar á tratar dellos
Siempre se dice mas antes que menos ; Los vuestros y de vuestros sucesores ;
Los que frecuentan mas el aposento Y aun dudo si podrá comprehendellos ,
De chismes y novelas andan llenos, Porque monarcas son emperadores,
Del murmurio y ardores desta llama Por quien tengo de ser esclarecida ,
Nace la gran giganta dicha Fama. Y á quien he de servir toda la vida.
Hermana fué de Ceo y Encelado, » De mas del gran imperio de romanos,
En fuerzas y grandeza mas pujante, Imperio teman otro, del distinto,
De cuanto puede ser en lo criado Aquestos sucesores soberanos,
Escucha singular y vigilante : Que mayores serán de lo que pinto :
Su cuerpo tan terrible y encumbrado Verná Filipo Magno , rey de hispanos,
Que por menos se juzga ser Atlante, Hijo del invencible Carlos quinto,
Pues su conversación es en el suelo Señor universal de las regiones
Y junta la cabeza con el cielo. De árticas y antarticas naciones.
A lo mas alto sube sin escala, » De todo lo sabido y encubierto
No tiene su mirar impedimento, Aqueste regirá la monarquía,
De pluma son sus joyas y sus galas, Lo nías incierto desto hago cierto ,
De ver y de mirar es el intento ; Sin olor de lisonja ni falsía;
Ayúdase de muy lijeras alas, Porque vuestro Colon ha descubierto
Veloces mucho mas que las del viento ; El mundo que mil veces prometía :
Tienen todos sus plumas y cañones Llegado es ya con hombres de estrañeza,
Ojos á la manera de pavones. Y muestras de grandísima riqueza.»
Y siempre vigilantes y advertidos Encareció las nuevas que reporta
Harto mas que de Argos se nos cuenta; Con otro razonar muy mas prolijo;
Ansimismo posee mil oídos Pero con todo esto quedó corta,
Por do percibe lo que representa ; Pues era mucho mas de lo que dijo:
Cuantos nacieron son sus conocidos, Los reinos conociendo lo que importa ,
O ya con gran honor ó gran afrenta, Rendicen al que todo lo bendijo ,
A veces es feroz, á veces mansa, Y al inventor de los descubrimientos
Y cuanto mas camina menos cansa. Estaban esperando por momentos.
Tiene desde los ojos á las plantas Colon dio gracias al Omnipotente
En voces y murmurios muy enteras Cuando desembarcó donde quería;
Cien mil bocas y lenguas y gargantas , Y en Palos donde estaba de presente
Que lo que fué y no fué tratan de veras ; Causó sumo contento y alegría,
Tiene por las espaldas otras tantas Ocurriendo gran número de gente
Locuaces, habladoras y parleras, A ver los hombres nuevos que traia,
Dicen lo cierto, hablan falsedades Los granos de oro, piedras escelentes,
Y mentiras á vueltas de verdades. Las aves de las nuestras diferentes.
JUAN DE CASTELLANOS.
Con las recreaciones que convino , Hablaban al Colon, y respondía
De todos recebia gran deporte , A voluntad de todos y á medida,
Del consorcio fiel que con él vino El cual ya deseaba ver el dia
Regalaron también cualquier consorte; En que se despachase su partida,
Mas él, no dilatando su camino , Por ir á socorrer su compañía,
Luego se despachó para la corte, Y ansimismo dar orden á su vida;
Para le dar al rey las relaciones , Están desto los reyes advertidos ,
Y conseguir merced y galardones. Y del deseo mismo poseídos.
Efetuando pues aquesta via, Mas luego dieron á la nueva planta,
Que con todo hervor continuaba , O plantas nuevas de la tierra rica,
Gran número de gentes acudia La norma que las ánimas levanta
A cualquiera lugar donde llegaba, Y á riquezas eternas las aplica,
Y con admiración se detenia Haciéndolas lavar con agua santa
Que culpas y pecados purifica ,
En contemplar las cosas que llevaba; Siendo los mismos reyes sus padrinos
No solos los vecinos populares, Como testigos ciertos fidedinos.
Pero también personas singulares.
Como mozuelos rústicos nacidos Luego consultan la romana sede,
En el cortijo vil ó pobre villa, Mediante petición en todo pia,
Que en su rusticidad fuesen traídos Para que les conceda como puede
A ver las escelencias de Sevilla; El mando desta nueva monarquía ;
Y de tan gran des cosas conmovidos Lo cual el padre santo les concede,
Juzgasen ser estraña maravilla, Y sus bastantes letras les envía;
Y estuviesen de tratos tan inmensos Y el que les concedió las bulas desto
Atónitos, pasmados y suspensos; Fué Alejandro , deste nombre sesto.
Ansí también por campos ó poblados Teniendo pues la rueda con el clavo,
Do quiera que guiaba sus pisadas , Con el Colon hicieron el concierto,
Hacia los humanos espantados Que fué, si le durara, harto bravo,
De ver gentes destotras estremadas; O con salud ó ya después de muerto;
Admíranse los dotos y letrados, Pues de sus rentas daban el dozavo
Las gentes simples y las avisadas, De lo por descubrir y descubierto,
Los mozos, los de trémulas querellas , Y mandan que se parta brevemente
Las viejas, mozas, niñas y doncellas. Con copia de navios y con gente.
Pues el aumentador de la corona, Mas para que volviese mas pujante
En continuación desta porfía < Y fuese de la gente respetado,
Llegó con los demás á Barcelona * Nombráronlo también por almirante,
Adonde nuestro rey cortes tenia, Por ser honorosísimo ditado;
Y donde recebieron su persona Ansimismo con honra semejante
Con nunca jamás vista cortesía , Bartolomé Colon, adelantado,
Porque los altos reyes de Castilla Mandáronle las cosas que convino
En su presencia mandan dalle silla. Y sobre todas el honor divino.
Reciben deste hecho gran consuelo Enviaron también estos señores,
Aquellos benditísimos cristianos; Como reyes en todo proveídos,
Y el gran Colon con el honesto velo Bastante copia de predicadores
Que usan avisados cortesanos , En costumbres y letras escogidos ,
Hincadas las rodillas por el suelo Para que de tan buenos precetores
A sus Altezas les besó las manos, Fuesen los naturales instruidos,
Y dio la relación de su ventura De quien por provisor vino conscrito
Por bastantes razones y escritura. Fray Bu'il, catalán , fraile benito.
Holgó la reina mucho de la cuenta Demás de catalanes y soldados
Que daba , y de las cosas que decia; Instruios en el uso de las guerras,
Mas sin comparación fué mas contenta Envían hombres llanos y casados ,
Viendo la nunca vista compañía, Para labor y culto de las tierras,
Y mucho mas de ver que le presenta Y muchas diferencias de ganados
Aquellos granos de oro que traia, Que huellen ansí llanos como sierras,
Y aquellas aves verdes coloradas, Y á vuelta de los hombres principales
De hombres jamás vistas ni halladas. • Mecánicos y diestros oficiales.
Las damas , los galanes mas polidos, Porque la majestad sacra quería,
Los que tuvieron esto por patrañas, También entre banderas y estandartes,
A'gran admiración son conmovidos Entrejerir razón y policía,
Cuando miraban cosas tan estrañas, Divina religión y buenas artes;
Juzgando por varones escogidos Y todo lo que el mundo producía
Los que supieron darse tales mañas, Sembrar y trasplantar en estas partes;
Y juntamente con los que se espantan Dar á los naturales beneficios
Los ánimos de muchos se levantan. De provechosas artes y de oficios.
Porque por acudir á lo que debe Quisieran estos reyes singulares
El varón de prosapia generosa , En aquestos sus amplios señoríos,
Viendo proezas otras él se mueve, Que hasta las zavanas y manglares
Con impulso de envidia virtuosa ; Y todas las riberas de los ríos
Y hace que su gloria se renueve Se les tornaran viñas y olivares,
Con alguna hazaña grandiosa, Y no campos inmensos tan vacíos,
Sin que cosa se ponga por delante Sino hacer las tierras provechosas
De riesgo ni peligro que lo espante. Y en ellas jamás ver gentes ociosas.
Ansí también el noble cortesano, Debióles parecer impedimento
Oyendo tales cosas se destierra, Para civiles guerras y contiendas,
Encendido de brio mas lozano, Total, porque lo es según yo siento
Y lleno del deseo de tal tierra, A los que están asidos destas prendas ;
Para probar allí la fuerte mano Y camino de grande movimiento
Que piden los rigores de la guerra, El carecer de tierras y haciendas,
Gozando los despojos y preseas Porque gentes baldías y perdidas
Que esperaban sacar destas peleas. No temen de perder almas y vidas*
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA 11, CANTO I
Habian otras cosas ordenado, Dejando pues los puertos y riberas,
Según disposición de aquella era, O con mesanas solas ó trinquetes ,
Y dádoles navios y recado O puestas hasta velas cebaderas,
A los que de correr han la carrera ; Peligrosas á pajes y grumetes,
Pero quedémonos en este estado, Recogen por entonces las banderas
Y aquesta parte sea la primera : Flámulas, estandartes, gallardetes;
Vamos á las elegías prometidas Por derrotas mas cómodas y retas
Donde estas gentes van enlrejeridas Arando van las aguas inquietas.
Puesto caso que son almadiados
Del olor y marinos movimientos,
ELEGÍA II. En gran manera van regocijados
Alegres , placenteros y contentos,
tila muerte del capitán RODRIGO DE ARANA, en la cual ansi- Por ser á todas horas ayudados
I mismo se prosigue el descubrimiento de las Indias. De prósperos aflatos de los vientos,
Y mucho mas desgusto les causaba
CANTO PRIMERO. Lo poco que lo mucho que ventaba.
Cante Clio los hechos soberanos Desta manera guian el armada ;
De la gente segunda vez venida, Y habiendo cuatro meses navegado ,
Melpómene los casos inhumanos, Dieron en una isla despoblada
Desastres de españoles y caida, Algún alivio para su cuidado :
Y la primera sangre de cristianos Pusiéronle por nombre Deseada,
Que en este nuevo mundo fué vertida ; Por ser su hallamiento deseado,
Ponga su caudal pobre mi memoria Luego la Guadalupe mas avante
En el banco común, que es el historia. De aquella que nombró Marigalante.
Pues para ver aquesta maravilla Luego Domingo, de la cual se nombra,
Se tiene por cobarde quien se queda Al austro demoró la Dominica,
De los gentiles hombres de Castilla, Que con atroces hechos nos asombra,
Sujetos á las vueltas de la rueda : Según el esperiencia certifica ;
Van dos hermanos Porras de Sevilla , Como Matinino de cuya sombra
Mosén Pedro, y Alonso de Hojeda, Huir el marinero se publica ;
Antón de Torres, y Roldan Jiménez, Pues estas dos con sus pequeñas barcas
Y otros de quien diré males y bienes. Han puesto confusión en las comarcas.
Andaluces y gentes castellanas Salen de aqui caribes con armadas,
Con varias invenciones de ropajes, Corriendo los confines comarcanos
De sedas , de brocados y de granas En sus piraguas bien aderezadas,
Vestidos los señores y los pajes ; Ayudadas de velas y de manos ;
Guarnidos los galanes y galanas Hacen á tierra tirme sus entradas,
De trémulos penachos ó plumajes, Acometen á pueblos de cristianos ,
Hervían juveniles accidentes Son tan bravos, feroces y tan diestros
Que huyen de sus deudos y parientes. Que hacen poca cuenta de los nuestros.
Diferenciados van en los arreos, Susflechasson de yerba tan insana
Pero conformes en el esperanza , Que mueren cuantos della son llagados,
Pues que para hacer estos empleos La gente destas islas es lozana,
Ninguno rehusaba la mudanza ; Altos, fornidos, bien proporcionados ,
A los temores vencen sus deseos, Y todos ellos comen carne humana,
Y ansí los fatigaba la tardanza , Mejor que la de puercos ó venados ;
Colocando su próspera ventura Acometen con mas atrevimiento
En su viaje ser de poca dura. Que tigre que á la caza va hambriento.
De Palos y Moguer van capitanes Esta ferocidad que se recita,
Diestros en todos cursos del esfera, Porque no la juzguéis por desvarío,
Como Pinzones, Niños, y Beltranes, La certidumbre della nos incita
Que dieron grande luz á la carrera; A deciros de un amigo mió ,
Vuelve Martin Pinzón , Vicente Yañez, Vecino de la isla Margarita,
Por parte principal de la bandera; A quien tomaron estos un navio,
La gente tiene Cáliz recogida Todos sus hombres muertos y captivos ,
Para poner en obra la partida. Pues él y otro no mas quedaron vivos.
Mil y quinientos eran los soldados, Y pues quiero tratar de cosa cierta,
Diez y siete fornidos galeones, Si con buenos alguna cosa valgo,
Y en ellos buena copia de ganados, No te pese, letor, que me divierta,
Que son de diferentes condiciones, Para que deste pueda decir algo;
Para poblar los campos despoblados Pues casi nos estamos en la puerta
Y aprovechar en otras ocasiones, Y de las dichas islas no me salgo ;
Según que nueva tierra requería Recogeréme bien en el estilo,
Para orden, razón y policía. Y volveré después á nuestro hilo.
Todas las cosas pues aderezadas, Este que padeció fortunas malas,
Recogida la gente de la flota, Y el hado por allí le fué siniestro,
Las corvas anclas fueron elevadas Sabrás que se llamaba Joan de Salas,
Y asidos los estreñios del escota : Antiguo capitán , soldado diestro ;
Las velas sinuosas desplegadas Y en medio de los tiros y las balas
Con viento hecho para la derrota, En mocedad fué compañero nuestro ,
Guian agudas proas los timones Ejercitándonos por tierra y agua
Con santas y devolas oraciones. En las crueles guerras de Cubagua.
El ínclito Colon sale delante Año de tres quinientos y cincuenta,
En poderosa nao capitana, Estando Joan de Salas en Guayama ,
A quien por nombre dio Marigalante, Puerto del Buriquén, con mas de treinta
Por ser no menos fuerte que galana; Mancebos de valor y buena fama ;
Y aquesta le dio nombre semejante Esta caribe gente, vil, sangrienta,
A la isla que vido comarcana ; A hacer sus entradas se derrama,
La otra isla dicha Guadalupe Para hartar de carne razonable
Fué por él Almiranta, según supe. Aquella hambre toda detestable.
2* JUAN DE CASTELLANOS.
Guiaron las piraguas y el armada Por mar y tierra van la triste nueva
Al dicho Boriquén con diligencia, Amigos y parientes lamentando,
Isla por todos tiempos infestada Y á su querida madre se le lleva,
De tan abominable pestilencia; Que estaba por momentos esperando;
A parte van sabida y asechada, No hay duro corazón que no se mueva
Sin recelo de mucha resistencia, Oyendo los clamores que está dando :
Tan secretos y fuera de ruidos, Tales y tantas lástimas decía,
Que nunca fueron vistos ni sentidos. Que el pecho mas cruel enternecía.
Esperaron la noche que los cela, « ¡ Hijo mió ! ¿ Qué nuevas tan estrañas
Para dar en el puerto ya nombrado, De las que tú, mi bien, enviar sueles?
Entrando dieron en la carabela : ¡ Hijo! ¿ Dó están las fuerzas y las mañas
Donde Salas dormía descuidado, Que tenias con estos infieles ?
O confiado de la centinela: ¡ Hijo! que te trajeron mis entrañas,
Descuido no de hombre tan cursado,. Y agora las de bestias tan crueles!
Era su sueño tal, que la reyerta ¡ Hijo! ¿Quién te llevó? cómo me dejas?
Y el golpe de macana los despierta. ¿Dó estás? cómo no oyes estas quejas?
Bien como delincuente que se esconde » Perdíte yo, dejásteme perdida,
En casa que pensó tener propicia, Sin vida t ú , yo della mal pagada.
Como de duque, de marqués ó conde, ; Oh madre para tanto mal nacida!
Y allí también lo cerca la justicia, ¡ Oh hijo déla madre desdichada!
Procura de huir, no ve por dónde, Pues que sin ver la tuya ve su vida
Ni puerta satisface su codicia, Con tanta desventura rematada,
Y como no le cuadra lo que piensa, Eclipsi padeció mi llena luna,
A sus manos comete la defensa; Menguada por mal orden de fortuna.
Desta suerte la gente recogida » La cual no se compone ni concierta
De nuestros desdichados castellanos, Según pide razón que se concierte,
Viendo que se les veda la huida Antes á sinrazones abrió puerta
Por aquellos salvajes inhumanos, Cuando su variedad echó la suerte;
El amparo y defensa de su vida Dilatando los dias á la muerta,
Pusieron en la fuerza de sus manos ; Y al merecedor dellos dando muerte ,
Mas para tanta lanza, dardo, flecha, Para que en la morada deste suelo
Ninguna cosa ya les aprovecha. Eterno llanto sea mi consuelo. »
Turbólos mal tan repentino trueno, Sus venérales canas van sin toca
Con lluvias tan espesas y pesadas, Ante la imagen del Juez eterno,
Que no pueden hacer efeto bueno A dolorosas lágrimas provoca
Las armas del asalto descuidadas ; A cuantos viven en aquel gobierno ;
Mas las macanas duras dan en lleno, Y ansí los golpes de su blanda boca
Rompiendo piernas, brazos y quijadas, El duro corazón tornaban tierno,
Puesfuéle sin segundo la tal pieza Y en tres años continos de demora
Hender de un golpe solo la cabeza. El templo visitaba cada hora.
Rencuentro de descanso muy avaro Allí hablaba con la Virgen pía,
Sostuvo Joan de Salas hasta el dia, Cuyos brazos tenían su maestro;
Y á sí y á otro hizo gran amparo Las palabras formales que decía
Con unos cuerpos de armas que tenia : Aquí se ponen sin color siniestro :
Mas descubrióle luego con lo claro «Dadme mi hijo ya, señora mia,
Sin vida la restante compañía; Y por seguras prendas ese vuestro.»
Aflojan de defensa los motivos, Fué tal el gran hervor desta batalla,
Viendo que solos ellos quedan vivos. Que tuvo Dios por bien de consolalla;
Visto tan grande número de gente, Y ansí fué que después del vencimiento
Y cierto su morir si se defienden, En esta miserable servidumbre,
Hablóles Joan de Salas blandamente Le hicieron un blando tratamiento,
En lengua guayquerí que bien entienden ; Fuera de lo que tienen de costumbre ;
Respóndelen también incontinente Valióse de su buen entendimiento,
Diciendo que comello no pretenden , Y Dios que fué servido dalle lumbre,
Sino que se les dé por su captivo, Para saber ganar las voluntades
Si quiere desta guerra quedar vivo. A gentes llenas de cien mil maldades.
Aunque sabia bien la destemplanza Cuando guerra con indios se movía
Destas bestiales gentes y naciones , Daba su parecer en el viaje,
De-las manos largó la corta lanza Arco, macana, flechas se ponia,
Y las pesadas armas de algodones ; Sus meneos, posturas y su traje ;
Con una mas quefirmeconfianza Sucedióles bien lo que decía,
De se poder librar destas prisiones, En señalar lugar, tiempo, paraje,
Llamando siempre con cristiano pecho Y ansí no rehuyó mozo ni viejo
A Dios, que lo librase deste hecho. De tomar en la guerra su consejo.
Recogen los caribes el pillaje Con brio varonil, fuerte, robusto
Con aceleración de gente suelta, Hizo venturosísimos empleos,
Rehacen su cruel matalotaje , Puesto caso que no le daban gusto
De los que muertos son en la revuelta , Semejantes Vitorias y trofeos ;
Y sin dilatar punto su viaje, Pues á su libertad y á lo mas justo
A las infames islas dan la vuelta, Iban encaminados sus deseos,
Y antes que se hiciesen á la vela Y descubría siempre sus motivos
Mandaron abrasar la carabela. A indios que con él están captivos.
Todos los labradores y vaqueros Decíales «que gran cosa seria
Que residían por aquel partido Una noche hurtar una piragua,
Huyeron en caballos muy lijeros, La cual en breve tiempo yo pornia
Luego como sintieron el ruido ; En los puertos y playas de Cubagua;
Y atalayando bien por los oteros, E yo confío en Dios que nos daría
Después que el claro dia fué venido Socorros en los vientos y en el agua;»
Reconocieron ser las gentes malas, Persuadíales cada momento,
Y en las piraguas ven á Joan de Salas. Pero faltábales atrevimiento.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA II, CANTO 1. 25
Estando pues en vida tan molesta , Arde la diligencia como fragua
Y en tierra de costumbres inhumanas, Mas que de marineros y grumetes,
Hicieron los caribes una fiesta Sin saludar los huéspedes al agua
Con los de aquellas islas mas cercanas, . Salen y sin iguala de los fletes;
De todas piedades descompuesta,
Ritos y cerimonias mas que vanas ; Gobierna Joan de Salas la piragua,
Y para mas maldad en sus escesos Toman los otros ocho canaletes,
Mataron destos indios los mas gruesos. No corre sino huye la galera
Vista por lodos esta desventura Bien puesta, lozanísima , lijera.
De los indios captivos cuarteados, Los puños cada cual dellos aprieta,
Vio Joan de Salas buena coyuntura Ella ni mas ni menos apretaba,
Para persuadir sus aliados, Y en alta mar le ponen la veleta
Diciendo : «no tenéis hora segura, Con la cual no corría, mas volaba :
Y todos moriréis despedazados, El agua con bonanza se aquieta,
Huyámonos á tierras de cristianos, El viento lo que quieren eso daba,
Que buen tiempo tenemos en las manos. A vela y remo llevan la porfía
«Vamonos esta noche venidera, Hasta que ya llegó la luz del día.
Que mucho bien podéis sin ser sentidos , No vian ya la tierra que dejaban,
Pues en la fiesta desta borrachera Ni vella deseaban ni querían,
Todos estos están embebecidos ; Un punto solamente no cesaban
E yo tengo piragua muy lijera, Aunque losflacoscuerpos lo pedían :
Comida y aparejos prevenidos.» Si los unos un poco descansaban,
Respondió la compaña temerosa, Los otros con mas fuerzas acudían,
Que ya no deseaban otra cosa. No paran con la luz ni con escuro,
Habia por la isla derramadas, Hasta poder hallar lugar seguro.
Parece ser de naos allí perdidas, Con esta diligencia que replico,
Número de machetes y de espadas, A cabo ya de tres ó cuatro dias,
Barriles, lienzos, ropas ya podridas, Llegaron á San Joan de Puerto-Rico
Y otras algunas armas enastadas, Donde vieron cristianas compañías,
Que perdieron sus dueños con las vidas : Y donde no quedó grande ni chico
Desto tomaron lo que les convino, Que no hiciese grandes alegrías,
El y aquel español que con él vino. Desterrando la pena recebida
No se torció fiel de las balanzas, Con ver su libertad y su venida.
Para lo barruntar las gentesfieras; Y ansí como milagro descubierto,
Porque cuando tenian sus holganzas Que tal les parecía lo que escribo,
Infinidad de gentes van al puerto
Y aquellas mas que torpes borracheras, A ver el libertado de captivo,
Los esclavos hacian las labranzas, Habiéndolo llorado como muerto,
Rozando montes para sementeras, Y ahora lo gasajan como vivo,
Demás de ser la isla montuosa, Cada cual ofreciendo su posada
Sin que de campo raso tenga cosa. Con una caridad bien ordenada.
Llegada pues la hora competente, A todos ellos Salas respondía
Sin claridad, por selles odiosa, Haciendo cumplimientos cortesanos;
Recógese la fugitiva gente Y con la fatigada compañía
Con quietud en todo temerosa : Que se escapó de las crueles manos,
Hicieron oración devotamente, A la iglesia se fueron recta via
Invocando la Virgen gloriosa; A dar gracias á Dios como cristianos,
Fueron do están varadas las piraguas, Y en ella se quedaron nueve dias
A meter una dellas en las aguas. En santas oraciones y obras pías.
Con aquel gran silencio que conviuo, El tiempo que estuvieron recogidos
La meten en la mar todos alerta; Del pueblo todo fueron visitados,
Y como no tuvies.en tanto tino Y regaladamente proveídos
Para la componer en orden cierta, De nuestros alimentos deseados;
Un golpe de la mar que sobrevino Ansimismo de copia de vestidos
Quitóles de la proa la compuerta : Con gran magnificencia reparados,
Los indios desmayaron grandemente, Y luego Joan de Salas apareja
Y quisieran huir incontinente. Ir á regocijar su madre vieja.
Como ladrón que va por los rincones Para se despedir hidalgamente
A robar ó matar hombre dormido, A todos en su casa los visita,
Y con los pies dio tales tropezones Al puerto fué ccn él ilustre gente
Que pudieron causar algún ruido, Con aplauso, placer y grande grita ;
Huyó luego de tales ocasiones, Y en una carabela conviniente
Teniendo ya por cierto ser sentido; Partió para la isla Margarita,
Y aunque el otro no viene ni despierta, Adonde se tenia por muy cierto
Se sale por pared ó por la puerta; Nunca vello jamás vivo ni muerto.
Ansí también con el desmán que hubo, En la tierra saltó desconocido
Estos porque creían ser sentidos, Como tomó la isla conocida;
Huia cada cual, y no mantuvo La venida del hijo bien venido
Palabras ni conciertos prometidos; A la madre tentó quitar la vida :
Empero Joan de Salas los detuvo, Pues en el mismo punto que lo vido
Diciéndoles : « volved, que vais perdidos, Cayó delante del amortecida,
Si no , yo buscaré vias y modos Por no saber tomar el hijo bueno
Para que de mañana muráis todos.» El aviso que cuentan de Galeno.
Percebiendo tan ásperas razones, Y no dejó de ser gran desatino
Volvieron , como dicen, á la danza Llegar sin avisar su buena suerte,
Y adelante de las reventazones Pues lo pudo hacer desde el camino,
Sacaron la piragua con bonanza : Porque con el aviso se despierte;
Jamuran, ponen ahí festinaciones , El gozofinalmenterepentino
Asientan la compuerta sin tardanza, En estremo la puso de la muerte;
Con aceleración jamás oida , Pero volvió después, y ansí gozaba
Meten armas, barriles y comida. De la cosa que tanto deseaba.
JUAN DE CASTELLANOS.
Preguntándole siempre muchas cosas Gastada pues la noche con porfía
A su captividad yendo y viniendo, De sacarse las cosas principales,
Sus dias y sus obras trabajosas Venida ya la luz del claro dia ,
Entre vulgo bestial y tan horrendo ; Acude cantidad de naturales ;
Y de todas las islas peligrosas Desechando temor y cobardía,
Que va Colon agora descubriendo, Como sabían ya que son mortales,
De do me divertí contando esto; Y aquel acometer fué tan estraño
Mas ya quiero volver al mismo puesto. Que todavía recebieron daño.
Porque pasando van por la Barbada, Visto cómo les daban tanta priesa
Y el Aguja, que tal al marinero Por las zavanas, por el arboleda,
Le parece por ser punti-delgada, Salió luego Colon, salió Nicuesa,
Las Vírgenes, los Santos, el Sombrero, Salió también Alonso de Hojeda,
San Cristóbal, después del Anegada Torres, Roldan, Jiménez, que no cesa,
San Juan del Boriquén, Fuerte-Guerrero, De rociar con sangre su vereda;
Ven otra que por ser en aquel dia Aquí y allí se juegan las espadas
Por nombre le quedó Santa Lucía. Ejecutandofierascuchilladas.
Dando pues sus reguardos y desvíos Vestidos de su vana confianza,
A piedras y bajíos ocultados, Los indios golpes dan y los esperan,
En una destas islas y sus rios La dura partesana, dardo ó lanza
Tomaron agua para los ganados No quieren permitir que pocos mueran;
Que traian en todos los navios, Cristianos van haciendo gran matanza,
Puesto caso que ya menoscabados; Indios en su locura perseveran,
Pues, por las que" en sus aguas perecieron, Traspasan pechos, jaras y gorguees,
El golfo de las Yeguas le dijeron. Calles haciendo van los arcabuces.
Su próspera carrera navegando Mas si cruel espada cortadora
Los diestros y fieles marineros, Infiel escuadrón hace sangriento,
Por muchas otras islas van pasando, Infinidad acude cada hora
De vellas tan viciosas placenteros : Cebados del pasado vencimiento;
Fuéronse pues las naves acercando Pero cristiana parte se mejora;
A do dejó Colon sus compañeros; A los contrarios fáltales aliento,
Y en el canto que viene se procura Y mas viendo diez hombres en caballos,
Deckos algo desta desventura. Gran espanto del rey y sus vasallos.
Como quien vio fantasma con escuro
Que se le figuró con cola y cuello,
El cuero del temor áspero duro,
Erizados los pelos y cabellos,
CANTO SEGUNDO, En el lugar mejor y mas seguro
Donde se cuenta la muerte del capitán RODRIGO DE ARANA , cordobés,
Queda sin pulso, habla ni resuello,
y de lo que hizo Colon llegado á la Española. Por ser tales visiones tan feroces
Que tapan los caminos de las voces.
No vive todas veces con sosiego, Ansi con el aspeto repentino
Ni da seguridad á sus placeres, De bestia nunca dellos conocida,
El que hace cabeza de su juego Ocúpalos tan grande desatino
Sin admitir ajenos pareceres : Que su mayor furor dio gran caida;
Huye de la razón el amor ciego, Estrecho se tornó cualquier camino,
Y ciegan las lascivias de mujeres ; Aliento les faltó para huida,
En todos los principios indecentes Los mas valientes, sueltos, mas espertos
Los fines tienen mil inconvinientes. Pasmaban y quedaban como muertos.
Si fuera de pasión Colon mirara Largaron ofensivas municiones
Aquello que Martin Pinzón decía, ' * Viendo sus tristes hados y siniestros,
Agora ni gimiera ni llorara Luego pusieron dellos en prisiones
La muerte de su noble compañía ; Los mas aventajados y mas diestros ;
La cual también de muerte se librara Tomáronles después sus confesiones
Usando de las reglas que él ponia; Acerca de la muerte de los nuestros,
De manera que bien mirado todo Los cuales declararon maravillas,
En ambas partes hubo no buen modo. Y á riesgo suyo quiero yo decillas.
Pues para ver el mal no descubierto Porque, según dijeron los mayores,
Que concebían imaginaciones, Por indios que traian ya ladinos,
Entrando van agora por el puerto Toda su perdición fué por amores
Las naos y capaces galeones ; Andar deshonestísimos caminos ;
Entrando por buen orden y concierto, Y es de creer, que son tales errores
Fondo dan á las anclas y resones, Causa de muy peores desatinos;
Luego disparan tiros á porfía, Pues nunca lujurioso fué bien quisto,
Y nadie de los suyos acudia. Según lo que leemos y hemos visto.
No vian cruces puestas ni señales Ansí que, según orden que se puso
De aquellos españoles deseados , En hacer el negocio manifiesto,
Tuvieron certidumbre de sus males Dicen traer mujeres á su uso,
En ver los aposentos abrasados, Quiero decir, á uso deshonesto;
Y acá y allá correr los naturales También otro negocio mas confuso
Con gran solicitud, sobresaltados, Que diré, pero todo pende desto;
Ocupando las sierras y los llanos, Y si, letor, dijerdes ser comento ,
Con sus arcos yflechasen las manos. Como me lo contaron os lo cuento :
Beconocida bien la desventura, Entre los prisioneros desta gente
E ya sin esperanza de hallallos, Un indio fué de buen entendimiento,
Rogar á Dios por ellos se procura, Y en todas buenas partes de valiente,
Y á los que los mataron castigallos; Decían no tener menos talento ;
Y ansí por selles buena coyuntura Aqueste confesaba claramente
Con escuro sacaron los caballos, El daño y el origen y el cimiento,
Y con aquel silencio que cumplía Y fué su confesión la que se sigue,
Sacaron munición y artillería. Según de los procesos se colige.
VAR0NES*1LUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA II, CANTO II. 27
El indio dijo : «Luego como vimos «Porque veáis la dama cuál estaba,
Que deslas tierras érades ausentes, Con qué querer que mas al claro fuese,
A cuantos nos dejastes los tuvimos Que decir el lugar do se lavaba
Por hombres inmortales, escelentes : Y la señal en que lo conociese ;
Y ansí como su gusto conocimos Y con ser lo que mas ya deseaba,
Les dimos bastimentos suficientes; Decir al amador que no viniese ;
Con obras, con palabras y semblante Y cierto muy mejor le sucediera,
Bailándoles andábamos delante. Si de las dos tomara la postrera.
» El rey y capitanes acudían »Al fin, la concesión nada dudosa
A hacer y cumplir lo que mandaban; Llegó con negación disimulada,
Ansimismo mujeres los servían, Por ser ya de mujer, siendo hermosa,
Que todos los enfermos regalaban : Antigua condición y averiguada ;
Muchos vocablos nuestros entendían ; Que puesto que se muera por la cosa
Los indios muchos vuestros ya hablaban: Quiere con ella ser importunada :
Juzgárades, con ser negocio fresco, Determinóse pues el sin ventura,
Ser liga y amistad de parentesco. De no perder tan buena coyuntura.
» Estando todos pues en tal estado, » Hurtóse de su buena compañía,
Ajenas de nosotros falsedades , Sin que la dama viese su respuesta,
El ínvido, cruel y duro hado Seria poco mas de mediodía
Usó de sus antiguas propiedades , En el resistidero de la siesta;
No siendo bien contento ni pagado Y viendo que ninguno parecía
De que durasen estas amistades; Emboscóse por medio la floresta,
Y el infernal furor que no dormía Y brevecillo espacio caminando
Luego nos revolvió por esta via. Llegó donde lo estaban esperando.
» Una señora principal habia » Diana la piincesa que lo vido
Entre todos los nuestros celebrada, Mostróse con furor acelerada;
De la cual vuestra noble compañía El mozo desto fué tan afligido
Era por muchas veces visitada, Que fué luego su alma traspasada :
A quien Goaga Canari bien quería, Cayó con el dolor amortecido
Y era del por eslremo regalada : Encima del escudo y el espada;
Allí tenia puestos pensamientos, La ninfa, mal compuesto su cabello,
Deleites, pasatiempos y contentos. Determinó de ir á socorrello.
» Entre todas las cosas, la natura » Decia contemplando su figura :
Esta ninfa crió por mas lozana; «Hermano mío, dime, si me quieres,
No sabré dibujaros su figura, » ¿ Por qué quieres sin mí la sepultura,
Por parecer divina mas que humana ; » Sabiendo que no vivo si tú mueres,
Mas quiero comparar su hermosura » Y quedaré sin tí mas sin ventura
Al claro resplandor de la mañana; » Que cuantas han nacido de mujeres ?
Pues aunque la cubría mortal velo » Recobra ya, señor, tu bello brio,
No parecía cosa deste suelo. » Pues ya junto tu rostro con el mió.
» Las gracias de las otras eran muertas » ¿Haces eclipsi, hijo de La tona?
Delante dones tan esclarecidos; » ¿ No oyes, alma mia, lo que digo ?
Suspensos se quedaban por las puertas » ¡ Oh ninfas de Hailies y Saona!
Pasando, sus cabellos esparcidos; » A cada cual de vos hago testigo
Y aquellas proporciones descubiertas, » De cómo tomaré de mi persona
Cadenas de potencias y sentidos; » Un mas que crudelísimo castigo;
Ablandaban también sus condiciones » Maldad mia será si mas aguardo,
Los mas endurecidos corazones. » Y con razón diréis que ya me tardo. »
» Diana vuestra gente la llamaba, » Viendo del sentimiento cuál se para,
Teniéndola por cosa milagrosa, Una señora desta compañía
A ella nunca desto le pesaba Recoge con las manos agua clara
Ni fué de sus loores desdeñosa, Que por doradas piedras descendía ,
Antes en gran manera se holgaba Y roció los pechos y la cara
Que todos la loasen de hermosa : Del buen enamorado que yacía,
Enamorábanla vuestros varones El cual tocado de amoroso tiro
Con amorosas señas y razones. Volvió con un grandísimo suspiro.
» Uno principalmente la servia, » Con esta breve muestra de bonanza
De sus amores harto lastimado, Aflojó la tormenta del tormento,
El cual nunca de noche ni de dia Teniendo de su vida confianza,
Cesaba de decille su cuidado ; Viendo cómo mostró vital aliento :
Y á ella nada mal le parecía Si en las tristezas hubo destemplanza,
Aqueste su fiel enamorado; Agora lloran todas de contento;
Y aunque este su querer disimulaban , Y el mozo sin saber con quién estaba
Con la vista mil veces se encontraban. Con aquestas palabras se quejaba :
» Al íin que la señora y el sirviente, «¡ Oh Diana cruel mas que serpiente,
Con ciertas medianeras interpuestas, » Y mas que pedernal endurecida!
Vinieion á tratar secretamente » ¿ Qué crueldad habrá que no lamente
Aquellas pretensiones deshonestas, » El trabajoso curso de mi vida ?
Y sin que lo supiese nuestra gente » E l hombre de razón de amor se siente,
Tenían sus demandas y respuestas, » La fiera suele del estar vencida;
Y el afición usando de sus artes y> Solo tu corazón de diamantes
Corría con empresas ambas parles. . » No siente lo que sienten los amantes.
» Tocada pues la ninfa destas llamas » Aquí pereceré con la tormenta
Envió mensajera diligente, » Del proceloso mar de mi tormento,
Avisando que sola con dos damas » Donde tu disfavor es el que vienta ,
Se bañaba por aguas de una fuente, » Sin que jamás se vea manso viento ;
Cubierta con las sombras de unas ramas, » Y aun si supiese que esto te contenta
Secreta y apartada de su gente; » Sería para mí sumo contento;
Si quiere ir, mas es mejor no vella, » Pero por ajenarme de placeres
Pues nada bueno ve que ver en ella. » No quieres que yo sepa lo que quieres.
JUAN DE CASTELLANOS.
» En aquestas terribles afliciones » ¡ Oh , cuan alharaquientos , cuan livianos,
» El dulce galardón que mas espero » Cuan alborotadores y apocados
» En las ejecuciones inhumanos!
» Es un reconocer tus intenciones, » Porque te llevarán por sus mercados,
» Y que conozcas tú que por tí muero ; » Unas veces sin pies, otras sin manos,
» Y que si te dan gusto mis pasiones , » Asido por los labios horadados,
» Son estos los deleites qué yo quiero » Cortándote los miembros por mitades ,
» Mas ¡ ay de mí, que no sé qué pretendes , » Gustando mucho destas crueldades.
» Ni si de voluntad sueltas ó prendes!» » Si quieres que contigo yo me vaya ,
»La ninfa respondió: « bien conocido »Iré ; mas no haremos cosa buena,
» Porque defensa flaca me desmaya ,
» Se tiene ya de mí lo que pretendo; » Y aunque la tuya fuera muy mas llena,
» Tú solo no serás el entendido, » Será como vencer la de la playa
» Al menos por tus quejas no te entiendo : » Un pequeñuelo grano del arena;
» Pues viéndote de mí tan bien asido , » Pues contra multitud de gente dura
» Los pocos pocas veces han ventura.
» Dices que ni te suelto ni te prendo;
» Pero ternas por cosa conocida, » Si viera yo tus naves en el puerto ,
» Y dentro dellas todos tus hermanos,
» Que del mismo que tengo soy tenida. » Creyera que escaparas de ser muerto,
» Y con que la piedad esperimentas » Pues ellos te libraran de sus manos;
» De señora de punto tan altivo, » Pero ya que ellos faltan, lo mas cierto
» Me dices que naufragas en tormentas » Es olvidar tus pensamientos vanos,
» Aunque cosa será desaforada
» Por un amor del tuyo muy esquivo; » Que pueda yo de tí ser olvidada.
» Y huelgo de sufrir tales afrentas ,
» Y ansí no sufriré que se despida
» Que las deshace todas verte vivo, » Amor que con el mió tengo preso;
» Por ser tu vida ya, luz de mi dia, » Menos podré creer que quien olvida
» El principal sustento de la mía.» » En algunos negocios tenga peso;
» Oida del amante la serena » Mas donde corre riesgo tanta vida ,
Que no para matar lo regalaba, » Querría, si pudiese, mayor seso;
Con un alivio grande de su pena, » E ya que no huimos lo que daña
A las razones della discantaba: » Que supiésemos darnos buena maña.»
«¡ Oh voz suave de mi Filomena, »E1 mozo muchas cosas respondía
» A quien amor rindió flechas y aljaba l Para satisfacer á sus amores;
» ¿Qué lugar puede ser en lo terreno Y al tiempo que lo tal acontecía
» Que iguale con la gloria de tu seno? Llegamos por allí diez cazadores ,
» ¡Oh aves, que con lenguas esparcidas Que, como ya la sed nos afligía,
» Soléis regocijar las alboradas, Buscábamos las aguas y frescores,
»En estas selvas frescas y floridas Y estaban ellos tan embebecidos
» Por los umbrosos ramos derramadas! Que nunca fuimos vistos ni sentidos.
» Cantad, que mis pasiones recebidas
» Con gran ventaja son recompensadas ; » Encubrímonos pues entre las ramas
» Pues veis que sobrepujan los favores Para hacer mejor nuestros acechos,
» Las mas crueles penas y dolores. No sin admiración de ver las damas
»Vencía mi dolor y mi tormento Con las patentes muestras de sus hechos;
» Los mas bravos escesos de tormentos, Creciendo fué la ira, cuyas llamas
» Y agora sobrepuja mi contento Tal incendio causaron en los pechos,
» Al mas suave gusto de contentos, Que procuramos sin detenimiento
Tomar venganza del atrevimiento.
» Aunque con gran temor de movimiento ,
» Pues hay en todas cosas movimientos, » Al fin, como varones enojados ,
» Por ser fortuna tal y tal su rueda Hicimos nuestras armas luego prestas ,
» Que no pudo jamás estarse queda. Saliendo los que estaban ocultados
«Abate pujantísimos poderes, En las espesas selvas y florestas
» Deshace señoríos de pujanza, Los arcos á los pechos entelados,
» En cosas mayormente de mujeres Y en ellos las agudas flechas puestas ;
» Jamás tuvo segura la balanza: Ellos con el ruido del asalto
» Allí son mas inciertos los placeres, Recebieron pesado sobresalto.
» Y está mucho mas cierta la mudanza ; » Las ninfas por el monte y aspereza
» Y ansí creo será de poca dura • Huyeron con el paso bien agudo,
» Esta mi felicísima ventura.» El mozo con su presta lijereza
» La ninfa respondió: « de lo que sientes Armóse del espada y del escudo,
» Está tan apartado lo que siento, Y con terribles muestras de braveza
» Que del Cibao rio las corrientes Rompiendo fué por escuadrón desnudo:
» Revolverán sobre su nacimiento, De diez los seis tenia ya tendidos,
» Y Ozama cesará de sus crecientes, Los otros escapamos mal heridos.
» Primero que yo tenga movimiento; » Habiéndonos tratado desta suerte,
» Mas esas desventuras que decías Y puéstonos en áspera huida,
» Podríante venir por otras vías. Encaminó los pasos á su fuerte
» Que bien sabes que rey es mi marido, Sin esperanza cierta de la vida,
» El cual en guarda mia se desvela, Antes con certidumbre de la muerte
» Y está de mis amores tan vencido, Por una crudelísima herida,
» Que hasta de los aires me recela; Cuyo golpe de sangre señalaba
» Y al rey lo mas oculto y ascondido Los pasos y camino que llevaba.
» Por mii vias y modos se revela,
» Debajo de lo cual es lo mas cierto » Llegado pues al fuerte do venia
» Que será nuestro caso descubierto. Los pechos de su sangre rubricados,
«Sabido, ¿dónde piensas asconderle Aquellos de su noble compañía,
» Deflechasyflecherosviolentos? De semejante caso descuidados,
» O dó me defender y defenderte, Mirando de la suerte que venia,
» Si tienes de defensa los intentos ? De gran temor se vieron rodeados :
» Pues el mayor amparo será muerte Juzgaban de lo ver sus compañeros
» Con varias invenciones de tormentos; Los males y trabajos venideros.
» Porque estos que tú llamas infieles
» Son cuanto mas cobardes mas crueles.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA II, CANTO II. 29
» Tendieron sus banderas y estandartes, «Llegados donde estaban, al momento
Recógese la gente derramada, Que vimos el lugar y palizada,
Fortalecían bien sus baluartes Hacen arremetida los que cuento
Con una prontitud acelerada; Con furia de temores olvidada :
Procuran reparar por todas partes A modo de león que va hambriente
Las cercas de su fuerte palizada, Y ve la viva presa reparada,
Alistan castellanos y andaluces Con grita y alaridos parecia
Que el universo mundo se hundía.
Las balas de humosos arcabuces. «Comiénzase la guerra de tal suerte ,
» Aquellos que escapamos mal heridos Que no se vio jamás igual braveza,
Los unos y los otros lamentando, Juntámonos de golpe con el fuerte
Y unos dando grandes alaridos, Do parecia menos fortaleza ;
Venganza con rigor apellidando; Pero por ampararse de la muerte
Tocaron nuestros gustos los oidos Arana sacó fuerzas de flaqueza,
De los que nos estaban esperando : Teniendo sanos, cojos ó tullidos
De vernos los mayores y menores Por orden y concierto repartidos.
Alzaron grandes gritos y clamores. «Bien ansí como planta que derrama
» De todo lo pasado dimos cuenta , Sus raices con poco fundamento,
Ya casi sin alientos ni resuellos, Que suele de la mas subida rama
Y Diana de culpa ser exenta Enviar mas raices y sustento,
Les hacia creer á todos ellos: Para poder con semejante trama
Al fin que convencida, por afrenta Valerse contra gran fuerza de viento,
El rey mandó cortalle los cabellos; Y al fin padece casos y desmanes
Mas no pudo hallar quien se moviese Con los tempestuosos huracanes ;
Ni tal atrevimiento concibiese. «Desta manera vimos al Arana,
» Disculpas dio también de los de España Que por la poca fuerza que tenia
Por términos y modos escelentes, De los enfermos hizo gente sana,
Y en el decir se dio tan buena maña Y aquí, y allí, y allá los repartía
Que casi mitigó sus accidentes; Con gentil apariencia, pero vana,
Mas no pudo templar la grande saña Según la gran tormenta que venia;
De los que muertos vian sus parientes, Pues su mas ostinada resistencia
Que como principales hombres eran Valia poco contra gran potencia.
Decían por los vuestros: mueran , mueran.
«Aquestos de mil pueblos diferentes «Pero reconociendo cuan de veras
Convocaron amigos y aliados, Les cumplía mostrar buenos alientos,
Acude Guarionex con tantas gentes Como dicen, de buenas á primeras
Que cubría cabanas y collados; Encienden los humosos instrumentos,
No quieren los de Haina ser ausentes, Y derribaron dos ó tres hileras
Ni los de Nigua quedan rezagados, De indios de hermosos ornamentos;
Anacaona la libidiosa Los vivos viéndolos allí tendidos
Ansimismo llegó muy poderosa. Quedaron poco menos que vencidos.
«Acuden de la costa de ambos mares »Quien cerca se halló de la ruina
Armadas compañías inhumanas, Paró como pasmado de confuso,
Y los mediterráneos lugares Pero ninguno dellos adevina
Con flechas venenosas y macanas: Qué viento huracán los descompuso ;
Convites, borracheras y cantares Por los que no los vieron se camina
Se hacian á las noches y mañanas; Adonde el español está recluso ;
Los i ostros variados de pinturas Intentan de subir, y en las subidas
Hacian mas feroces sus figuras. Pocos se retiraron con las vidas.
»Innumerables eran los plumaje:; «Ansí como voraces tiburones,
Que llevan en colores variados, De cortadores dientes preparados,
Y cada cual con dos ó tres carcajes, Que pocos causan grandes confusiones
A las espaldas puestos y á los lados , En espeso cardumen de pescados;
Diciendo van trecientos mil ultrajes Y hieren, cortan, parten á montones
A los barbudos nuestros desbarbados, Mucho mas que cuchillos afilados,
Aparte cada cual se señalaba En los cuales marinos movimientos
Con las parcialidades que llevaba. Dos pueden mucho mas que setecientos
» Ansí que con coraje duro,fiero, «Ansí los que mandaban las espadas
Que cria los concursos de la guerra , A pocos atrevidos dejan sanos,
Aviva sus alientos el guerrero Hiriendo con terribles cuchilladas
De ver juntos los llanos y la tierra: A los que se hallaron mas cercanos :
Herviau como grande hormiguero Derríbanse cabezas y quijadas,
Quitada la cubierta de la tierra, Córtanse piernas, pies, brazos y manos,
O como las langostas si son tantas Cercénanse los huesos de canillas
Que cubren los sembrados y las plantas. Los pescuezos, las barbas y mejillas.
» No viérades quebrada ni sobaco »Y cuanta sangre mas se derramaba,
De monte que no huellen muy espesos, Tanto mas el coraje se encendía;
Y á sombra dé las velas y en opaco De nuestra gente mucha peleaba,
Usaban los piaches sus escesos , Y mucha mas por horas acudía :
Consultando con humo de tabaco El dia ya sus cursos acababa,
Al demonio que diga los sucesos , La noche tenebrosa se venia,
Gozando de tan buena medicina Cansados los heridos y los buenos,
Con una cerimonia tan malina. Y los cercados ya ni mas ni menos.
»Oimos la razón del adevino , «Aunque mil veces van al flaco muro,
Y fué de favorables responsiones ; Uno ni ningún palo le quitaron,
Todo lo necesario se previno Menos á él llegar pudo seguro
Por las alborotadas intenciones, Ninguno de los muchos que llegaron;
Y luego nos pusimos en camino Finalmente, que todos con escuro,
Contra los afligidos corazones , Del cercado cruel se retiraron,
Los cuales, aunque enfermos y llagados, Para volver á nuestra pesadumbre
Un punto no vivieron descuidados. Cuando febeo rostro diese lumbre.
30 JUAN DE CASTELLANOS.
«Quitados los escuros embarazos «Como nos acontece si cazando
Con resplandor del sol recién venido, Cercamos las zavanas en el fuego ,
Henchimos cantidad de calabazos Que lo que aquí y allí se va juntando,
Y varios animales salen luego
Vuelta ceniza con agi molido; Algún lugar seguro rebuscando,
Porque si les hiciésemos pedazos, Uno medio quemado y otro ciego,
Volados al lugar fortalecido, Y adonde quiera halla cazadores,
Los polvos que tocasen las narices Opuestas llamas, humos y calores;
Pudiesen menealles las cervices; «Ansí los tristes desaventurados
«Reconocido por negocio cierto, Las puertas del vivir tienen cerradas,
Que con la fuerza de los estornudos Pues se vian de fuego rodeados,
No ternia vigor el mas esperto Por indios las salidas ocupadas ;
Para se reparar con los escudos; Y ansí cayeron todos chamuscados,
Y ansí podrian dar en descubierto De flechas las entrañas traspasadas,
Las flechas y los jáculos agudos, Y aun en los cuerpos ya sin sentimiento
Porque tales industrias son ardides No cesaban castigos y escarmiento.
De que caribes usan en sus lides. «Con esto dimos fin á la revuelta
»En este parecer determinados, Y concluimos toda la jornada,
Hecha de muchedumbre viva rueda, Muerta de nuestra gente la mas suelta,
Teníamos los vuestros rodeados Y la que quedó vida lastimada :
Como coríes en el arboleda : Enterramos los nuestros, y á la vuelta
Vuelan los calabazos, y quebrados A Diana hallamos ahorcada,
Dentro se levantó gran polvareda; Que viendo de los vuestros la caida
Todos en estornudos son iguales, No quiso sin su vida tener vida.
No siendo salutíferas señales. » El vivofinalmente,y el difunto,
«Por entre palos hacen buen empleo Ha metido las manos en la masa,
Los que quieren estar con advertencia; El poder de la isla vino junto
Pues cuando de los cuerpos hay meneo, Sin señalarse número ni tasa ;
Impelidos de aquella violencia, Y aquesta es sin esceder un punto
Los bárbaros cumplían el deseo La cierta relación de lo que pasa,
Que daba prontitud y diligencia, No los queráis vengar, pues está claro
Para poder encaminar la flecha Que cada cual nos cuesta harto caro. »
Donde con harto daño se desecha. Oidos los sucesos inhumanos,
«El breve batallón anda turbado, No dichos por semejas ni barruntos ,
Unos heridos, otros ya sin vida; Sino por quien metió los pies y manos
Quitamos luego palos del cercado, Relatando la guerra por sus puntos,
Por donde se metió tal avenida Hicieron diligencias de cristianos,
Que ningún español hallaba vado, Que fué rogar á Dios por los difuntos ;
Remedio, ni esperanza de huida ;
Solos diez alentados de buen brío Y en el lugar do fueron descompuestos
Por defensa tomaron un buhío. Pusieron cuatro versos, que son estos :
«Pareciónos tenellos en pihuelas , Hcec Crux ostendit (cedatum sanguine litus
Gentis, quce ignotos primum migravit adIndos,
Y dado fin á la cruel reyerta ; Soepe preces tongas pro victis fundite, namque
Mas ellos con espadas y rodelas Unius ob noxam cúnelos mala fata tulerunt.
Defienden el entrada de la puerta : Este lugar adornó Con oración, con ayuno,
Cortan á tantos las vitales lelas, Aquesta cruz soberana, Sé por ellos importuno ,
Porque aquí se derramó Y con piadosos modos:
Que huellan todos sobre gente muerta; La primer sangre cristiana Pues por la culpa de uno
Arana y maestre Joan, un cirujano, Que al nuevo mundo pasó. Aqui perecieron todos.
A quien alcanzan no lo dejan sano.
«Viendo pues tantos indios en el fuerte
Que de vivir quitaban esperanza, ELEGÍA III.
Jugaron ambos la postrera suerte ,
Acrecentando siempre la matanza : A la muerte de FRANCISCO BOVADILLA, donde amimismo
En tal manera ya, que de su muerte se cuenta cómo Colon continuó su descubrimiento, con
Tomaron antes della la venganza, otras muchas cosas que sucedieron en aquella sazón.
Encaminando sus crueles manos
A los que se mostraban mas lozanos. CANTO PRIMERO.
«Viendo Quarionex, señor segundo, Engrandezca Melpómene su llanto
En sus vasallosflacosmovimientos, Con discursos de mas calamidades,
Les dijo : « no viváis mas en el mundo , Alentando mi voz y ronco canto
» Soeces y de bajos pensamientos, En otra multitud de variedades;
» Pues me sacáis los pejes del profundo Aunque no cantaremos tanto cuanto
» Y las aves que vuelan por los vientos, Han menester particularidades,
« Y agora solos dos mancos y tuertos Solamente daremos orden cómo
« Se quedan vivos y vosotros muertos.» Se digan las que fueren de mas tomo.
«Oyéndolo sus gentes, de corridas Hecho pues por Colon el sentimiento
Procuraron mostrarse con ventaja; Que á los amigos muertos se debia,
Y ansí por acabar las tristes vidas Luego determinó buscar asiento
De aquellos por quien tanto se trabaja , Donde poner la gente que traia :
Tiraron muchasflechasencendidas Las velas manda dar al manso viento,
Para quemar la casa que es de paja , Por la banda del norte hace via,
La cual, como tuviese flacas ramas, Hasta tanto que vio lugar decente,
Consumieron en breve vivas llamas, Do sacó los ganados y la gente.
«Ardor de valentía se mitiga Puerto seguro fué donde procura
Porque desconfianza los ligaba; Largar las anclas y amainar la vela ,
Impetuosa llama y enemiga , De buenas playas y cabal fondura
Los bajos y los altos ocupaba : Para nave mayor que carabela ;
Calor intolerable los fatiga, Por entonces allí hacen cultura
El fumoso vapor los ahogaba; De ciudad que llamaron Isabela,
Eso me da loflacoque lo fuerte, A la contemplación que el nombre muestra
No tenia que ver sino la muerte. Por Isabel la santa reina nuestra.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO I. oí
Luego nombró de la mayor nobleza Pueblos pudieras ver sin moradores,
Para regir personasfidedinas, Que todos los dejaban y huian;
Y vista desta isla la grandeza, Intolerables eran los hedores
Dio tierras á las gentes peregrinas : Que purísimos aires corrompían ;
En el Cibao hizo fortaleza Y ansimismo los nuevos pobladores
Para los que labrasen en sus minas, Ño menos desventuras padecian ,
Dicha Santo Tomás, porque creyeron Pues sus mejores ratos y mas ciertos
Habellas desque ya los ojos vieron. Era hacer fosados para muertos.
Mandándole que dellas no se quite, Allí los arrojaban á montones,
Para la defensión de sus partidos, Juntos los principales y notables.
Al alcaide don Pedro Margante ¡ Oh cuántas quejas, cuántas maldiciones
Con cincuenta soldados escogidos ; Sonaban en la furia destos males,
Y que para labrallas ejercite Abominando todos los Colones,
Indios en tales usos instruidos, Por les hacer dejar sus naturales!
Los cuales y ansimismo gente nuestra En tratos, en palabras, en figura
Cada dia sacaban mejor muestra. De hambre cada cual era pintura.
Todo lo necesario se les lleva Traian los cabellos erizados,
Para desentrañar estos veneros, Los ojos en las cuencas muy metidos,
Y hecha dellos conviniente prueba, Los labios en color amortiguados,
A nuestros reyes hizo mensajeros; Los dientes descarnados, carcomidos :
Un Pedro Gorvalán llevó la nueva Los cueros á los huesos van pegados,
Con cantidad crecida de dineros : De pálido color como teñidos;
Muéstranse favorables y propicios Sin ninguna cubierta las eslillas,
A tan heroicos hechos y servicios. Y claras y patentes las costillas.
Acabados de dar estos asientos, Otros hubo tan gordos de hipatos
El Hércules insine y animoso Como si prometieran nuevos partos,
Tomó de sus soldados los doscientos, Comiendo hasta suelas de zapatos
Consorcio principal y valeroso Con el grande hervor de verse hartos;
Para continuar descubrimientos, Y consumidos ya perros y gatos,
Pareciéndole mal mucho reposo; Daban tras las culebras y lagartos;
Y para gobernar las demás gentes Sumos regalos eran los coríes,
Quedaron sus hermanos por Unientes. Hutías, mohuiyes y quemíes.
Apartado Colon destos lugares, Al tiempo que lo tal acontecía
Todos los españoles que quedaban En el lugar que tengo referido,
En sus repartimientos de solares Don Pedro Margarile padecía
Con un vivo fervor edificaban, No menos confusión en su partido;
No sin graves pasiones y pesares Pues de la poca gente que tenia
De los indios, que todo lo notaban; Las dos partes habían perecido,
Los cuales, viendo cosa tan de veras, Y créese por vello desta suerte
Dieron en no hacer sus sementeras. Que le pudieran iudios dar la muerte.
A lo cual estas gentes conmovían, Pues para defensión no son cabales
Porque faltándoles mantenimientos, En tiempo tenebroso ni con lumbre,
Ansí los que de España se traían Mas dióle gran seguro destos males
Como los que ellos daban por momentos , Su buena condición y su costumbre:
Los nuestros morirían ó se irían, En ser bien quisto destos naturales
Viendo que perecían de hambrientos; A quien no consintió dar pesadumbre,
Y ansí, por aflojar en su cultura, Pues viendo que comida no tenían ,
Sobre todos cayó la desventura. No les importunaban, ni pedían.
Porque los alimentos consumidos Pero viéndolo tan enflaquecido,
Que de nuestra nación por mar venían, Secas y consumidas las mejillas,
Para ser de los otros socorridos Un indro principal, de comedido,
Los nuestros á los indios acudían; Le presentó dos vivas lortolillas;
Los cuales, por estar desproveídos, Mostrósele muy bien agradecido,
De pestilencial hambre perecían. Dando por recompensa mil cosillas;
¿ Qué palabras serán aquí bastantes El indio no las dio con tal intento,
Para decir miserias semejantes ? Mas en efeto se volvió contento.
Pues á cualquiera parte donde fueres Viendo las pajarillas y presente,
Hallarás por los campos divertidos Entre tanto que Dios mas proveyese,
Hambrientos los maridos sin mujeres, Fué muy importunado de su gente
Las mujeres hambrientas sin maridos, Las mandase matar y las comiese,
Los hijos sin regalo, sin placeres, Y que se holgarían grandemente
De paternal regazo despedidos, De que por ellos esto se hiciese,
Chupados, consumidos , y de suerte Pues era poco cebo para uno
Que eran propio retrato de la muerte. Y para tantos menos que ninguno.
Bien como las abejas en enjambre En esta tempestad que tantos doma
Vagaban, olvidados sus asientos; El mosén Pedro dijo como bueno,
Sin alimento fresco ni fiambre, « Pues todos padecemos la carcoma,
Sin sentido, sin fuerzas, sin alientos: No es justo proveer un solo seno,
Al fin, debilitados de la hambre, Y que miréis vosotros, y yo coma,
Caían de quinientos en quinientos, Y estéis todos vacíos é yo lleno.»
Tendidos por los campos y riberas E luego por un término galano
Por cebo de las aves carniceras. Soltó las lortolillas de la mano.
No hizo mortandad tan gran cadena No van las lortolillas al desgaire
En la ferocidad del rey Atila, Eslendiendo sus alas por los vientos,
Ni tanta por los campos de Ravena , Antes con lijerísimo donaire
Gente que España y Francia recopila , Volaron y dejáronlos hambrientos;
Ni turco por Belgrado ni Viena, Y todos con los papos llenos de aire
Cuando sus moradores aniquila, Quedaron como hartos y contentos,
Ni del gran Taborlán la brava hueste, Encareciendo de común sentencia
Cuantas aquí causó tan grave peste. Su valor, su virtud y su prudencia.
52 JUAN DE CASTELLANOS.
Entre las otras cosas sucedidas Andando pues con este presupuesto ,
Donde estaban las otras compañías, Buscaba coyunturas y sazones
Flacas, atribuladas y afligidas, Para por algún modo bien compuesto
Con hambre de gran número de días, A la india decir sus intenciones;
Un hombre padeció graves heridas Ella que via bien su triste gesto,
Dadas por un mancebo, Miguel Diaz, Le dijo: «si valiesen mis razones,
E! cual tuvo por bien , visto su cargo, Grande deseo tengo que me digas
Hacerse por los montes á lo largo.' La causa de tus penas y fatigas.»
Huyendo por aqueste desatino El Miguel Diaz dijo: « pues, señora ,
La pena del delito recelando, Mi tristeza tenéis tan conocida,
Por tierras nunca vistas peregrino Yo conozco que sois merecedora
De gentes enemigas confiando, De principes, y dellcs ser servida;
A la parte de sur hizo camino, Pero Miguel cristiano, Haxa mora,
Isla de mar á mar atravesando, Entrambos juntos hacen mala vida,
Adonde halló gente mas lucida, Es menester que cumplas mi deseo
Muy sana y abundante de comida. Creyendofirmementelo que creo.»
Por las orillas va de fresco rio, Ella le dijo: « luego se concluya
Bien puesta población y populosa , Aquello que, señor, por bien tuvieres,
De cierta mujer es el señorío Para que tu salud no se destruya,
No menos avisada que hermosa : Y de mi voluntad no desesperes
Parecióle ya grande desvarío Creyendo ser ajena de la tuya ;
Jornada tan al claro peligrosa; No queriendo yo mas de lo que quieres,
Pero viéndose dentro de la danza A U cumple decirme de qué suerte ,
Deslos salvajes hizo confianza. Que yo te seguiré hasta la muerte.
La hambre lo sacó de la montaña, « El efeto tenemos entre manos,
Cuyos estremos son muy atrevidos, Si quisieres mostrarte diligente
Los indios de ver cosa tan estraña En ir á llamar luego tus hermanos
A gran admiración son conmovidos : Llevando compañía de mi gente;
Con señales de paz los desengaña, Porque teniéndolos aquí cercanos
Y con grandes suspiros y gemidos, Yo los sustentaré bastantemente,
Haciendo conocer por los meneos Que bien sé cómo viven y sus modos,
Su* gran necesidad y sus deseos. Y cómo ya de hambre mueren todos.»
Los indios lo bajaron de aquel viso Pues como la cacica respondía
No sin alborotada compañía, Con lo que Miguel Diaz tiene gana,
Deseando del tal tener aviso Semejantes palabras le decia
Si viene contra ellos por espía; Con rostro y aparencia cortesana:
Diéronle de comer como lo quiso, «¿Cuándo podré servir, señora mia,
Cosa que bien al caso le hacia , Oferta de merced tan soberana ?
Y con el gran rumor que se publica De mas de que la vida que sostengo
Lleváronlo delante la cacica. Es vuestra, pues que yo por vos la tengo.
El cual, con una muestra mesurada , » Quiero cumplir aquese mandamiento
Por señas ofrecía su servicio , Para poder gozar merced tan llena,
Y es cierto que después de su llegada Que yo sé que vernán en el momento,
En estas gentes hubo gran bullicio; Y todos lo ternán á dicha buena;
Porque por ser presea señalada Con ellos no terne detenimiento
Quisieran hacer della sacrificio; Por me tirar acá de la cadena.»
Pero la dicha reina destas gentes La india se holgó de la respuesta,
Mirábalo con ojos diferentes. Y mucha gente hizo luego presta.
Pues con gran afición de su captivo Aderezóse buen matalotaje
Juzgaba por pesado desconcierto De joyas y preseas, ricos dones,
Matar al miserable fugitivo Por ablandar la furia y el coraje
Que viene por hallar seguro puerto; Que contra él tenían los Colones ;
Y deseaba mas gozallo vivo Púsose con los indios en viaje
Que por sus santuarios vello muerto : No sin dolor de entrambos corazones,
Es mozo, gentil hombre, desbarbado, Y como fué por via bien guiada,
Y ansí quiso tomallo por criado. En pocos dias hizo la jornada.
Favorecia mucho su partido, Con escuro llegó como discreto,
Y libre ya del mal que represento , Y atrás dejando gente que llevaba ,
Mostróle por semblante conocido A tales intenciones va sujeto
Su muy libidinoso pensamiento; De primero saber lo que pasaba;
Finalmente, tomólo por marido, Y aquel con quien trató de su secreto
Y celebró con él su casamiento, Cualquiera sinsabor aseguraba,
Y el tiempo que duró peregrinando Porque su contendor estaba sano
En ella y en sus tierras tuvo mando. Y sin necesidad de cirujano.
Díjole que hiciese paz y guerra Destos negocios bien asegurado
De preseas, riquezas y tesoro, Y cierto de la vida del paciente,
Descubrióle secretos de la tierra Luego se vio con el adelantado
Y entre ellos caudalosas minas de oro; Bartolomé, caudillo desta gente ;
Notaba de los llanos y la sierra Que como de su casa fué criado,
Su gran fertilidad y su decoro, Fué luego perdonado blandamente,
Y el dicho Miguel Diaz grandemente Y hizo, dando fin á novedades,
Deseaba traer allí su gente. Entre los enemigos amistades.
En aprender vocablos cada día Hechas aquestas cosas, otro dia
Vivía con grandísimo cuidado, Que después desta noche fué siguiente,
Ella con gran regalo le servia, Llegó la gran caterva que traía
Y fué por su respeto respetado; Con el necesarísimo presente :
Mas aunque por estremo la quería Alentóse la triste compañía
Deseaba salir de mal estado, Con muestra de comida tan patente ,
Y de tan gran grandeza dar noticia Al Miguel Diaz dueñas y varones
Con alcanzar perdón de la justicia. Echaban un millón de bendiciones.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO 1. 53
Dio mas á los Coiones embajada Después de socorrer estos varones
De parte de su dama la cacica, Con fortuna mejor y mano diestra,
Y en totuma de oro bien labrada Conocidas las grandes aficiones
Muestra de mina grandemente rica , De que los dos amantes hacen muestra,
Y para la nación desconsolada
Hartura y abundancia les publica, El fray Buil les dio las bendiciones
Y ansí por ver socorro tan divino Por orden de la Iglesia madre nuestra,
Deseaban volar este camino. Y fueron los mestizos que este tuvo
A cabo ya de tres ó cuatro dias Los primeros que en estas tierras hubo.
Que dio la relación tan verdadera, Visto por el Colon ser todo cierto
Bartolomé Colon con Miguel Diaz Lo que mis breves versos han contado,
Determinaron «ir á la I ¡jera ; Determinó también mirar el puerto,
Por no mover aquestas compañías Y lo halló ser bien acomodado ;
Sin hallar los asientos y ribera, Hizo con la cacica su concierto
Fueron también soldados codiciosos Para traer su pueblo fatigado,
Y fray Buil con ciertos religiosos. Con que el rio tuviesen de por medio
Hasta poder hallar mejor remedio.
Caminaron por pasos conocidos Pues como quien padece gran aprieto
De quien guiando va por la floresta; Con larga dilación se desconsuela,
Fueron por el camino proveídos ' Bartolomé Colon, como discreto,
Siempre con abundante mesa puesta : En socorrer los suyos se desvela ;
¿legados todos fueron recebidos Y para dar el orden con efeto
Con grandes aparatos y gran fiesta, Determinó volver á la Isabela,
Las calles y las plazas enramadas Haciendo cortesana despedida
Y de flores y rosas tapizadas. Del Miguel Diaz y de su querida.
Ver la señora luego se procura Recebió de la india ricos dones
Dentro de su cercado de dos puertas, Ansí de oro como pedrería ,
A quien no le faltaba hermosura Tuvo sus cumplimientos de razones,
Con un no sé qué don de gracias ciertas : Ni cortos ni de grande demasía ;
Cubierta por de yuso la cintura, Dióle regalos , dióle provisiones,
Las demás proporciones descubiertas , Y para las llevar gran compañía,
Muy llena y adornada su persona Con la cual, que sus pasos fué guiando,
De lo que por acá llaman cacona. Llegó donde lo estaban esperando.
Allá por ciertas formas los copetes Dio nuevas á la gente castellana
Compuestos por encima de la frente, Diciendo : «ya cesó la desventura,
Que parecían crestas en almetes, Pues habernos hallado tierra sana
Sembrada mucha perla trasparente ; Y llena de grandísima hartura;
En los molledos ricos brazaletes, Por tanto disponeos de mañana
Fino collar con águila pendiente, Para ir á hacer nueva cultura ,
Riquísimos pomares de chaquiras Desterrando de vos toda tristeza,
Con piedras esmeraldas y zafiras. Pues tenéis entre manos gran riqueza.»
Hahia muchas dueñas y doncellas Aquel que mas entonces desconfía
En la casa real, que la servían, Despierta con tan buena confianza ;
Y eso me da las feas que las bellas No se puede decir el alegría
Por el mismo nivel se componían ; Que el pueblo recebió de su mudanza ;
Y ansí generalmente todas ellas Y para ir á ver lo que decía
De grande desengaño se vestían, Cualquiera brevedad era tardanza;
Pues no cubrían sayas ni ropones Pues al son de los sones que esto cantan
Las buenas ó las malas proporciones. Hasta los mas enfermos se levantan.
Entrando pues Colon al aposento Como presos que en cárcel envejecen
Con aquella no vista compañía. Estando detenidos tras las redes,
Ella lo? recebió con el contento Esperando las penas que merecen
Y término que vio que con venia, Sin otra confianza de mercedes ;
Sin le faltar razón ni cumplimiento Y en un momento todos desparecen
De llena y acabada cortesía ; Si por ventura rompen las paredes,
Y estas primeras vistas acabadas , Y no les dan fatigas ni cuidados
A todos hizo dar buenas posadas. Las mantas y colchones rezagados;
Otro día la vieron ansimismo, Ansí por ir en ciertas carabelas
Y el padre fray Buil, como debía, Porque por mar hacian el viaje,
Dijo las escelencias del batismo Dejaban setecientas allinjuelas
Por un indio ladino que traia, Sin querer esperar otro pasaje ;
Con aquella razón de catecismo Antes apriesa dan todas las velas
Que tan alto negocio requería; Hasta que ya llegaron al paraje ,
Ella mostró contento de sabello, Donde surgieron quinto día justo
Y sintió bien y estuvo bien en ello. Del mes que nos nombró Cesar Augusto.
Puesta con contrición en buen camino > El año fué de mil y cuatrocientos
El sobredicho padre determina Con otros cuatro mas sobre noventa ;
De dalle sacramento tan divino Desembarcaron todos muy contentos
Y de Hamalla doña Catalina; En la parte que ya se representa :
Bartolomé Colon fué su padrino ; Puerto bien amparado de los vientos
Honróse de la gente peregrina, Y poco combatido de tormenta,
Regocíjanse los padres y los hijos Y aquella gran distancia de ribera
Con bailes y con otros regocijos. Labrada y cultivada donde quiera.
Acabada la fiesta y el sarao, Ozuma por allí tiende su boca,
Determinó la nueva convertida Y hace la ciudad bien proveída,
De enviar á las minas del Cibao Y hoy es imperio donde se convoca
Gente con abundancia de comida , Incógnita nación ya conocida;
La cual acompañó micer Girao Rodéala "la mar con fuerte roca
Con gente nuestra bien apercebida , Que de sus bravas ondas es herida ,
Y fué necesarísimo convite Santo Domingo ponen al asiento,
Al noble mosén Pedro Margante. Porque tal dia fué su fundamento.
T. IV.
34 JUAN DE CASTELLANOS.
Comienza cada cual con prestas manos Verélslos ansimismo mal parados
De fabricar adonde se metiese, Con males que la nueva tierra cria,
Y allí se recogieron los hispanos Veréis algunos tiempos ya pasados
POT querer la cacica que ansí fuese : Volver á su lozana gallardía;
Pero por movimientos soberanos
Colon no quiso que permaneciese, Viréis arrastrar sedas y brocados
El almirante digo, y sus soldados, De que galán y dama se vestía,
Que vino después destos ya mudados. Veréis ir en aumento los caudales
Holgó de las mudanzas y concierto Y las sagradas rentas y reales.
Hecho con Catalina la cacica, Veréis labrar madera con estremos,
Gran contento le dio también el puerto , Talar el alto monte y arboleda,
Y muestra de oro grandemente rica ; Traella por la mar con vela ó remos,
Dio cuenta cómo habia descubierto O ya con torpe rastra, ya con rueda ;
La isla que se dice Jamaica, Pero porque después proseguiremos
Y otras muchas que no son memoradas Desta ciudad ilustre lo que queda,
Por ser secas y desaprovechadas. Vamos á lo que mas en pronto llevo,
Después que descansó con sus varones Haciendo para ello canto nuevo.
Dejó por algún tiempo los navios,
Por calar mas adentro los rincones
Y desta isla ver los señoríos ; CANTO SEGUNDO,
Descubrió prepotentes poblaciones,
Magníficas riberas, ricos rios, Donde se cuanta las revoluciones que hubo en la Española entre Colon
Y luego consultó con sus hermanos y los que allí estaban, y cómo los reyes proveyeron sobre ello, y lo que
mas aconteció en las guerras que de indios tuvieron.
Poblar otros dos pueblos de cristianos.
El uno fué la villa de Bonao, No les puede dañar benevolencia
Y el otro Santiago de la Vega, A los que fueron bien afortunados;
Donde fué capitán micer Girao, Mas tengo yo por cierta la sentencia
Y catedral iglesia se congrega ; Dicha por ios presentes y pasados,
Sacó de los peligros del Cibao Que prósperos sucesos con prudencia
Al noble moren Pedro su colega , - • Pocas veces están acompañados ;
Mas por alcaide de la fuerza queda Y en estos menos veces hay mudanza
El capitán Alonso de Hojeda. Guiando sus negocios con templanza.
Ordenadas las cosas en que toco Esta dicen faltar á los Colones;
Según la brevedad nos encamina, Pues como sus riquezas van creciendo,
Al pueblo de la Ozama me convoco, Y van en crecimiento hinchazones,
Do Cristóbal Colon se determina Mil buenos afrentando y abatiendo;
Que del se pasen todos poco á poco Y ansí las españolas condiciones
A la parte de doña Catalina; Con llena libertad de gran estruendo
Mas el efeto principal fué cuando Formaban cada dia gran querella,
Ya gobernaba Nicolás de Ovando. , No sé si con razón ó fuera della.
Mas comenzó Colon la tal mudanza Mas sé que de las tales turbaciones
A las otras riberas de la Ozama, Y pesadumbre que se padecía,
Debajo voluntad y confianza , Hubo muertes, azotes y prisiones
Del dicho Miguel Diaz y su dama , Que el doto fray Bui'l reprehendía,
Por ser asiento de mejor templanza Pareciéndole mal las sinrazones
Y que por mas llanura se derrama; Y aquel rigor notable que corría;
Y ansí hicieron en aquel asiento Encontráronse todos ellos luego
Casas con mas zanjado fundamento. Avivando las llamas deste fuego.
El bosque su lugar desembaraza , Pues visto no bastar reprehensiones
Escómbranse las playas destos mares, Para templar aquellos movimientos,
Dan á su población graciosa traza, Con entredichos v descomuniones
La gente principal y populares, El fray Bui'l seguia sus intentos ;
Señálase la iglesia , dase plaza, t Para satisfacerse los Colones
Repártense por orden los solares: » Privábanlo de todos alimentos ;
En los cuales andaban negociados Unos y otros andan de mal arte,
Capitán , escuadrones y soldados. Y con harta pasión de cada parte.
En esto colocaban pensamientos, No falta susurrón que el fuego ceba,
Porque la principal plática era : Y ansí prevaleciendo desafueros,
« Terna mi casa tantos aposentos — Las orejas del rey tocó la nueva
Aquí será-zaguán, allí escalera. » Dada por diferentes mensajeros;
Otros andan abriendo los cimientos, Mas como no constó bastante prueba
Otros acarreaban la madera, Por tener cada parte sus terceros,
Otros igualan sabios oficiales El rey mandó venir á Joan Aguado,
Y buscan necesarios materiales. Que no lo fué para cualquier cuidado.
No se ve por allí floja la mano El rey le dio sus cartas de creencia,
De la mayor edad ni mozo tierno, Poder para las causas copioso
Porque ya por la sierra, ya por llano, Despachóse con grande diligencia,
O van ó vienen con hervor eterno, Por ser perjudicial mucho reposo ;
Ansí como hormigas en verano Despidióse de la real presencia,
Buscando los sustentos del invierno: Prosigue su viaje trabajoso,
Bajos y altos, rústicos, discretos, Vídose con la gente descontenta
A la justa labor están sujetos. Año de cinco sobre los noventa.
Veréis llenos caminos y calzadas Pregónanse reales provisiones
De hombres naturales y novicios, Con otros bastantísimos recados,
Veréis en muchas calles señaladas Obedecido fué destos varones,
Usarse diferentes ejercicios, Ansí de libres como de culpados;
Veréis levantar casas torreadas, Hizo con retitud informaciones
Veréis crecer los altos edificios , Con hombres buenos desapasionados,
Veréis cómo la isla se hacia Resultaron de las litispendencias
Principio desta nueva monarquía. Contra Colon algunas impaciencias.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO II. 33
El Joan Aguado, visto que le daña
Al Cristóbal Colon algún mal seso, • ¡ Ob grave sujeción, oh gran afrenta
Mandó que se partiese para España Para quien libre della se gozaba !
Y en corte se presentecomo preso;
Desto se recebió pasión estraña
L Cuál es el corazón que no revienta
lorando?» Y aun también ella lloraba
Por la balanza del contrario peso, Al tiempo que estas cosas representa,
También, aunque por términos mejores, O ya de compasión, ó ya de brava;
Fué fray Buil y otros competidores. De tal suerte, que el indio su marido
De su persuasión quedó vencido.
Partieronfinalmentedeslos mares, Doliéndose de vivos y defuntos
Las inquietas ondas navegando, Y de la sujeción de nuestras leyes,
Y delante los reyes singulares Concertáronse pues en breves puntos,
Llegó Colon y su contrario bando; Para dar libertad á tantas greyes ;
Tuvieron muchos dares y tomares Y sin mas dilación partieron juntos
Ante la majestad del rey Fernando; A convocar los príncipes y reyes,
Fué Cristóbal Colon reprehendido Con determinaciones mal seguras,
Y á su primer honor restituido. Pues no daban seguro sus venturas.
En tanto que el Cristóbal padecía Hay en la gran provincia de Jaragua ,
Estas inquietudes y vaivenes, Entonces de grandísimo gentío,
Bartolomé Colon acá regia Un bello y admirable lago de agua
Siendo coadjutor Roldan Jiménez, Cerca del cual moraba Behechío :
Entre los cuales no menos habia Hermano de la ninfa que esto fragua
Algunos sinsabores y desdenes, Y rey de muy estenso señorío,
Porque las cosas que Roldan ordena Belicoso varón , sabio, prudente ,
Bartolomé por malas las condena. Y en valor de riquezas eminente.
Conocidos aquellos movimientos Y estando por ventura descuidado
En las parcialidades de los nuestros, De semejantes guerras y pasiones,
A las armas dirigen sus intentos Llegaron la hermana y el cuñado
Caciques poderosos y hombres diestros, A dalle cuenta de sus intenciones;
Creyendo que serán sus vencimiento» Y para perfecion de lo tratado
No dudosos, escuros, ni siniestros, Ella supo decir tales razones,
Siendo desta consulla la persona Que pudo despertar para su hecho
De aquella gran mujer Anacaona. Olvidados furores en su pecho.
Aquesta fué mujer de Coanabo, Holgóse de lo ver Anacaona
Hermana del cacique Behechlo , Con tan impetuosos accidentes,
Querida destos dos por todo cabo Y de cómo juró por su corona
Y respetada del demás gentío; De convocar sus deudos y parientes ,
Y aunque de castidad fué menoscabo, Y de no le faltar por su persona
Para guerras no tuvo pecho frió ; Con dos ó tres mil buenos combatientes;
Esta pues, el negocio conocido, La cual, visto que estaba de su banda,
Determinó hablar á su marido. Por otros reinos lleva su demanda.
«¿Es posible tener tanta blandura Otro lago demás de lo que cuento
Los tristes y afligidos corazones? Hay en las altas sierras encumbradas,
¿Es posible que pierda coyuntura Donde Nizao hace nacimiento,
Venganza de tan grandes sinrazones ? Las orillas del lago despobladas
¿Y que para matar á gente dura Por el alborotado movimiento :
De la mano soltéis las ocasiones, Y voces espantosas, mal formadas,
Siendo la mayor parte dellos idos, , La terribilidad del cual estruendo
Y los que restan ya mal avenidos? A todos los mortales es horrendo.
«Volved, volved las armas á las manos Es tal aquel murmurio, que no pueden
Y cóbrese la libertad perdida, Comportar sus ruidos los humanos,
Acaben crudelísimos tiranos, Ni menos entender de qué proceden
Causadores de nuestra mala vida ; Las voces los vecinos comarcanos;
Esfuércense los mozos y los canos Y aun el dia de hoy también esceden
Para tomar enmienda merecida; Los mas altos ingenios castellanos,
Porque si buscan horas convinientes Y huyen con recelo de la pena
Mejores no las hay que las preseutes. De llegar á la parte donde suena.
» El campo tienen ellos por seguro, Mas dos se concertaron cierto dia
Pues de nosotros nadie se recela, De ver aqueste lago muy de veras:
Solamente se velan con escuro, Un hidalgo llamado Joan Mejía,
Y aun esto con turbada centinela ; Con otro mozo Pedro de Lumbreras;
Aquellos baluartes de su muro Fueron aquestos dos en compañía
Bien puede deshacellos la candela; Subiendo las aspérrimas laderas;
Quitemos de nosotros esta plaga Y aquel ruido, como vocería,
Antes que mas por tiempo se rehaga. Cuanto mas se llegaban mas crecía.
• Si muerte temporal estáis temiendo Con ruido de tanta pesadumbre
Con juicios de vanas opiniones; El Mejía paróse de turbado,
Y ¿qué mayor que estar siempre muriendo, El Pedro de Lumbreras con mas lumbre
Con tantas y tan grandes afliciones? Hizo su paso mas apresurado,
¿No veis cómo nos vamos consumiendo? Hasta que ya llegó sobre la cumbre
¿No veis desiertas nuestras poblaciones? Y vido bien el lago memorado,
¿No veis lamentaciones de viudas Tiempo que dijo tres veces el credo
Y casadas, de todo bien desnudas? Con gran temor y descompuesto miedo.
» No veis todas las sierras y los llanos Tendió la vista por los derredores;
Llenas de calaveras y de huesos, Pero no vido mas que el agua y cielo,
De hijos, y de padres, y de hermanos , Y las terribles voces y clamores
Muertos en tan tiránicos escesos ? Que le hacían erizar el pelo;
¿Qué diré de los vivos y los sanos, Crujíanle los dientes con temblores,
Cuyos agravios vemos mas espresos , Y ansí se bajó luego con recelo,
Pues que de muerte son sus esperanzas, Al lugar do dejó la compañía,
Sirviéndoles en minas y labranzas ? Del cual bajaron ambos á porfía.
1
ótf JUAN DE CASTELLANOS.
Las tierras pues del lago temeroso También del Coanabo que regia,
En aquella sazón señoreaba Ser natural caribe se pregona
Un Biautex , cacique poderoso, Y en esta isla por su valentía
Y escelente valor de su persona
A quien la isla toda respetaba : Alcanzó los imperios que tenia,
Aquí llegó Coanabo congojoso Y por mujer la gran Anacaona,
Con la mujer insigne que llevaba ; Del cual nunca se supo que perdiese
Fueron de Biautex bien recebidos En guerras y contiendas que tuviese.
Y muy acariciados y servidos. Haciendo pues Coanabo su consulta
Con este capitán de furia brava,
Después de grandes siestas y comida , Y congregada ya la tuibamulta
La gran Anacaona representa Que los vecinos campos ocupaba,
La causa principal de su venida, No le pudo tal guerra ser oculta
Dando de todas cosas larga cuenta , Al capitán Hojeda donde estaba ,
De su diminución , de su caida , En el Cibao desde donde quiso
Pérdida general y gran afrenta, A los otros cristianos dar aviso,
Ocasión (pie lenian de presente
Para poder matar á nuestra gente. Diciendo que venían á matallos
Fueron tan eficaces persuasiones Un número de gentes increíble ,
Las desta reina contra los cristianos , Por tanto que viniesen á librallos
Que no sin furiosas turbaciones En la furia de trance tan terrible ;
El indio se heria con sus manos: Vinieron pues peones y caballos
Dióse de golpes , dióse bofetones Aquella cantidad que fué posible;
Despedazando sus cabellos canos, Preparóse de muchos alimentos ,
Y en efeto promete de soldados Y esperaba los indios por momentos.
Tres mil ó cuatro mil bien pertrechados. Visto por Coanabo que el guerrero
Esto concluso con tan buena mano , Hojeda se prepara de tal arte,
Fueron á Guarianex, indio potente, Determinó de dar allí primero,
Cacique que mandó todo lo llano Y allanar aquel fuerte baluarte :
Siendo su general y su teniente Sin temor de los golpes del acero,
Mayor Banex, del Guarionex hermano, Ni dar á Guarionex ni á otra parle,
Para cualquiera guerra suliciente, Consejo de Uxmatex por dar la gloria
El cual formaba ya sus escuadrones Al Coanabo de cualquier victoria.
Movido de las mismas intenciones. Convocó capitanes y varones,
El Coanabo con su compañera Hizo hacer alardes y reseñas,
Dejando prevenida ya la sierra, Visitó las guerreras municiones
Holgaron en grandísima manera Con rigor ó palabras halagüeñas,
De ver los de" los llanos tan de guerra : Mandó poner en orden escuadrones,
Mayormente que fué la mas guerrera Con los ojos y manos hizo señas,
De todas las provincias de la tierra , Atenciones captando desta gente,
Y el Guarionex con toda su potenera La cual atenta , dijo lo siguiente :
Los recebió con gran benevolencia.
Dióles por su trabajo grande loa « Valerosos guerreros , gentes mias,
Y dijo : «Los demás, señores míos, Bien creo que teméis en la memoria
Déjamelos a mí de popa á proa, Que en todas nuestras guerras y porfías
Que yo tengo por cierto sus avíos ; Jamás hemos perdido la victoria :
Pues Goaga Canari y Cayacoa No quiero recitar las valentías,
Me consta no tener menores brios , Pues á todos os es cosa notoria,
Antes están metidos en la danza , Que de todos los del contrario bando
E ya con gran pesar de la tardanza. Ningunos se nos fueron alabando.
»Y pues mandáis tan bravas señorías »Y aunque eran guerras por las sementeras
De los ciguayos , gentes inhumanas, Y términos de pescas y labranzas,
Despierten las antiguas valentías Por donde las personas mas enteras
De sus potentes arcos y macanas, Perdían sufrimientos y templanzas,
Y estemos todos de hoy en veinte dias Agora van las cosas mas de veras,
Juntos en estos campos y zavanas, Y corren mas peligro las tardanzas,
Do , como cada cual su gente tenga, Y se debe guardar mas la mollera,
E l orden se dará que mas convenga. » Por no ser los contrarios como quiera.
Habiendo bien oido los intentos » Porque bien entendéis no ser ignavos ,
De cosas que á las suyas no son varias , Sino sagaces, sabios, diligentes,
Y hechos cortesanos cumplimientos Astutos, ferocísimos y bravos,
Por razones que van aquí sumarías, Con tan grandes estremns de valientes
A sus reinos se fueron muy contentos Que pretenden hacernos sus esclavos ,
A prevenir las cosas necesarias , No deudos , no consortes, no parientes ;
Y de los que llamaron fué primero Antes serán los ciertos galardones
Un Uxmatex, su general guerrero. Morir en miserables sujeciones.
Aqueste capitán era bisojo, » Pues para refrenar la tiranía
De tal suerte , que siempre parecía De tan cudiciosísimos tiranos,
Que estaba con furor de gran enojo Entre tanto que dura la porfía,
Según el mal áspelo que tenía : Es menester que os anden bien las manos:
Finalmente, miraba de tal ojo, Agora quiero yo Ta valentía ,
Que quien mas lo trató mas lo temía, Las fuerzas y los hechos soberanos;
Y el Coanabo le hablaba largo Aquí quiero que buenos se señalen
En las cosas tocantes á su cargo. Y muestren los valientes cuánto valen.
El Uxmatex llamó las compañías » Animen á caídos dulces prendas
Que tenian lugares diferentes; De hijos y mujeres afligidas,
Ocurren luego por diversas vías Anime la defensa de haciendas
Crecidísimo número de gentes : En vuestras propias tierras adquiridas,
Allegáronse pues en pocos dias Anímense de ver que las contiendas
Ocho mil escogidos combatientes, Son por guardar las honras y las vidas,
Ciguayos que hallaron los cristianos Y que va la razón de vuestra banda,
Descender de caribes comarcónos. Pues no lleváis injusta la demanda.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO III. 37
» El esfuerzo pasado se renueve
Con aumento mayor de valor nuevo,
El cual tema cualquiera que se mueve CANTO TERCERO,
Con el justo dolor que yo me muevo;
Y entonces cumplirá con lo que debe,
Donde te cuenta cómo tuvo COANABO cercada la fortaleza , y lo que suce-
Y verá que yo cumplo lo que debo; dió durante el cerco y después que los indios se retrajeron.
Pues de los golpes destos desafíos
Verá cómo primero son los míos.
»Ansí que, pues que todos estáis prestos , Suele desbaratar pobre vecino
Y cada cual bien puesto y ordenado, El hombre poderoso comarcano :
Querría no perdiésedes con estos La gran pujanza vence lo mas diño
Lo que con los demás habéis ganado : Si no tiene socorros á la mano;
Vengad vuestras injurias y denuestos, Mas do quiera que hay favor divino
Veamos este lin tan deseado, Nada puede valer tropel humano ,
Que contra cantidad tan importuna Pues cuando su potencia viene presta
A pocos mal ayuda la fortuna, y Abátese la lanza mas enhiesta.
Con aquestas razones que recita Con aquestos respetos al Hojeda ,
Este señor, á su feroz alarde, Cercado de tan áspera pujanza ,
A tan inmensa saña los incita Puesto que para furia tan aceda
Que concibió furor el mas cobarde : Jamás mostró desmayos á su lanza ,
El campo se hundia con la grita El principal remedio que le queda
Diciéndole que mas no se delarde , Es en Dios una viva confianza ;
Porque verá la cosa cómo pasa Y ansí, cuando la gente parecía ,
Desque tengan las manos en la masa. A los suyos riendo les decia :
Anacaona, que en los trances tales «Cantidad de gandules hay al ojo
Tenia su lugar harto cercano, Que no distan de nos gran intervalo ,
Llamó los capitanes principales Mas no tenéis por qué tomar enojo
Y dióles ciertas flechas de su mano, De lo que yo recibo gran regalo,
Con las puntas de agudos pedernales Pues con lo que cogierdes del despojo
Que rompen y traspasan lo mas sano, Podemos desechar el pelo malo;
Diciendo : « pues la doy á quien bien miro, Águilas de oro traen por gorgneras,
No deseo que hagan flaco tiro.» Ricos caricuríes y orejeras.
Llenos de las mercedes y favores » Presto se tenderán por plaza rasa,
Que sabia hacer Anacaona Con pena de la rústica cuadrilla ,
A estos principales y señores Sus altos chapiteles serán basa
Con el autoridad de su persona , Y el basto ganareis con espadilla,
Avívanse las sañas y furores, - Porque lo que queréis traen á casa,
Y con lo que qualquier de sí pregona , Y por lo que venistes de Castilla:
Ninguna cosa mas es deseada Atrevimiento son malas enmiendas;
Que la gran brevedad de la jornada. Pagarán con personas y haciendas.
Concebidas pues estas valentías » Apriete cada cual entrambos puños,
El Uxmatex que dije, medio tuerto, Haciendo lo que vierdes á Hojeda ,
Luego mandó marchar las compañías Porque si sienten bien nuestros rasguños,
Puestas en gentil orden y concierto, Pavones son que desharán la rueda,
Llevando por delante sus espías Y aun dejarán metal para los cuños,
Y gente que descubra lo cubierto: Viendo cómo se bate la moneda:
Ampare Dios las gentes castellanas Muy follonazos vienen y muy locos;
De tantos dardos,flechasy macanas. Pero yo les haré que vuelvan pocos.
Como la sazonada y ancha haza » Poca pena me dan las gentes rudas
Que recompensar quiere las fatigas, Ni sus desatinados alborotos,
De quien tales labranzas embaraza Pues donde las espadas son agudas ,
E ya le son las aguas enemigas, Y los hierros de lanza nada botos,
Porque por el descurso desta plaza No hay para qué temer gentes desnudas,
Encubren secas raspas las espigas, Ni de risa y placer estar remotos :
Y ellas , terrones, yerbas y otras piezas Cargúense los tres versos y la pieza,
Sin que podáis mirar sino cabezas ; Que al fm han de llevar en la cabeza.
Desta misma manera parecía » Las rodelas y armas estén prestas,
La gran congregación destos salvajes; Soldados repartidos por sus trechos,
Pues de los campos nada se veia Requiéranse las cuerdas de ballestas,
Sino cabezas , rostros y plumajes, Estén á punto todos los pertrechos,
Con aquella potente flechería Guárdese cada cual de las molestas
De que llenos venían los carcajes, Flechas en los amparos que están hechos;
Y dardos acutísimos tostados Y cuando con furor ellos empiecen ,
Piernas, brazos y rostros embijados. Harémosles la salva que merecen. »
Prosigue pues Coanabo su camino Mostraba finalmente gran contento
Con gente de tan áspera braveza, Cuando palabras tales les decia;
Marchando hasta tanto que ya vino Mas era diferente sentimiento
A vista de la dicha fortaleza ; El otro que de dentro padecía ,
Pero después diremos lo que avino Por ver aquel tumulto turbulento
En el combate lleno de dureza : Y el orden y concierto que traia,
El aprieto y angustia de los nuestros , Porque bien entendía ser de loco
Maravillas y lances de hombres diestros. A tanta multitud tener en poco.
Llegaron pues los indios, y á sabiendas
Rodearon la fuerza que ya cuento ,•
Y antes que se comiencen las contiendas
Formaron á su gusto el asiento:
Hacen apriesa ranchos, arman tiendas,
Sin ponelles algún impedimento,
Y como ven que callan los cristianos
Piensan de los tomar vivos á manos.
38 JUAN DE CASTELLANOS.
Como les pareció que convenia, Aprietan una y otra vez las llave*
Nombran veías según guerreras artes : Para poder hacer algún ojeo,
Gastaron el restante de aquel día No por cierto de temerosas aves,
En ojear los fuertes baluartes: Que no las hay en tan cruel torneo ;
A mas andar la noche se venia, Quedábanles las manos muy suaves,
La cual velaron bien entrambas partes, Y es porque no hacían mal empleo;
Dando peor que gente de mezquita Pues hay quien su lugar desembaraza
Al rendir de los cuartos grande grita. Y de lo mas cerrado hace plaza.
Los vaporosos nublos apartados Al tiempo que estos hacen esta mella,
Que suele producirnoturna hora, Los de caballo vuelan sin tardanza,
Cuando ya por los montes ensalzados No divididos ni por una huella,
Tiende sus ojos bellos el aurora , Ni fuera de concierto y ordenanza;
Ilustrando los campos y collados Cada cual hiere, mata y atropella
De aquellos hemisferios donde mora; Rompiendo pechos duros con la lanza
Coanabo mandó sin que discorden De aquellos escuadrones y cuadrillas
Que sus gentes se pongan en buen orden. Do Hojeda hacia maravillas.
Allega luego Goacayarima, Como tigre, si halla la manada
Varón en estos trances bien instruto, Sin guarda ni defensa de provecho,
Después del Uxmatex de gran estima, Que no cura de lasa limitada
Vina Pañi también, varón astuto; Para henchir aquel vorace pecho;
Y Amiguayagua, deflecherosprima, Mas una y otra deja degollada
Con aquel gran varón dicho Baoruto, Y con muchas no queda satisfecho,
Y el otro que se dijo Guarocnya, Antes con pertinacia y osadía
Cada cual con la gente que era suya. Cuantas mas reses mata mas querría;
Venian con aquel hervor ardiente Ansí Hojeda con los seis que lleva,
g ue hambriento león tras el ganado,
omponiendo las armas y la gente
En herir y matar encarnizados.
Con tanto mas furor la lanza ceba
En el puesto que tienen señalado; Cuantos mas indios tiene derribados;
Andaba Coanabo diligente Y los vivos de ver cosa tan nueva
Y el Uxmatex también con gran cuidado , Estaban poco menos que pasmados ;
Y en haciendo la seña que tenia Mas Coanabo viendo tal injuria
Comienza la "poten te flechería. Revuelve sobre sí con grande furia,
Rompiendo van los aires alaridos, Diciendo : «¿qué hacéis, gentes perdidas,
Y tales que á los hombres mas enteros Que mas muertos estáis que los caidos,
Atruenan y atormentan los oidos, Y mas ciertas tenéis vuestras caidas,
Por ser tan importunos y tan fieros; Si destos estranjeros sois vencidos?
Las cuerdas de los arcos dan crujidos, Pelead , y perded antes las vidas
Heridas de los brazos de flecheros; Que seáis deste puesto removidos,
No para, no reposa, jamás cesa Valientes son y rigurosos vienen ,
El protervo furor de tanta priesa. Mas hombres son, y de cansarse tienen.
Ansi como la muy prolija llama, > El mas valiente dellos también muere,
De límite compuesto descompuesta, Y le faltan alientos y resuellos :
Que con terrible fuerza se derrama La fortuna dé ya lo que nos diere,
Por los espesos bosques ó floresta, O quede por nosotros ó por ellos;
Quemando verdes hojas de la rama Y caiga de nosotros quien cayere
Que una después de otra halla presta, A trueco de matar algunos dellos.
Y son enajenados de reposos Venid, apresurad esta carrera,
Aquellos estallidos presurosos; Que yo quiero llevar la delantera.»
Ansí la cantidad y la viveza Ansí como terribles torbellinos
De presurosos golpes y sonidos Con gran fuerza de vientos furiosos
Fatigaban aquella fortaleza, Que sacan con los vientos repentinos
Y á los que están en ella recogidos : Gran polvo de lugares arenosos,
Era deflechastanta la grandeza, Perturbando los pasos de caminos
Que están por sus reparos ascondidos, Que llevan caminantes presurosos,
Sin osarse mostrar los que están dentro, Haciéndoles los pasos tan estrechos
Hasta pasar aquel primer encuentro. Que suelen del espada hacer pechos;
Mas al lugar que juzgan por seguro Ansí tan gran ruido y algazara
Los indios que los Úenen mas opresos, El Coanabo hizo se levante,
Asiestan un terrible pasamuro Que en el acometer nadie repara
Que hizo temerosos sus escesos; Con furia de temor tan discrepante,
Pues usando la bala de su juro Que el feroz español volvió la cara
Llevó piernas y pies, deshizo huesos, Y no pudo pasar mas adelante;
Derramó sesos, dientes y quijadas, Antes como podia va hiriendo,
Y lastimó personas señaladas. Y á mas andar su gente recogiendo.
Segundan con los versos al rebaño Parecióle bastar la buena suerte
Que del fuerte distaba menos trechos, Ya hecha , pues quedaban mil tendidos,
Y ansimismo hicieron grande daño Y ansi siguió los pasos á su suerte,
Quebrando huesos, barrenando pechos : Sus soldados por orden recogidos :
El temor que conciben es eslraño Aunque esto no se hizo sin la muerte
De ver caidos sin hallar pertrechos; De dos ó tres , con muchos mal heridos,
Reparaba la grande muchedumbre Por haber en aquesta coyuntura
De ver lo que no tienen de costumbre. En el entrar grandísima presura.
Luego salieron siete caballeros Pues viendo cómo ya se retraía,
Con armas.de algodón encubertados; Haciendo lo que mas les aprovecha,
Ellos y los caballos van lijerós Era tanta la gente que venia
Rompiendo por los indios mas armados; Con piedra, con macana, dardo ó flecha,
Luego como noventa ballesteros Que en grandísimo riesgo los ponia,
Con jaras y harpones afilados, A causa de la puerta ser estrecha,
Un rodelero cada cual delante, Principalmente Goacayarima
Y desto cada cual hombre bastante. Que con gran pertinacia los lastima.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO III. 39
Hojéela, con deseo de venganza Viendo pues tan terrible menoscabo
Viéndolo gloriar de tales hechos, Y el tropel de los golpes desiguales,
Batió las piernas y enristró la lanza, Huyendo van por uno y otro cabo ,
Metiéndose por montes y breñales ;
Rompiendo por los indios mas estrechos : Prendieron á Uxmatex y Coanabo,
Y salióle tan bien su confianza Con otros muchos indios principales;
Que lo pasó por medio de los pechos : Quedaron de oro fino muchas piezas,
Salió la dura lanza bien teñida, Que después repartieron por cabezas.
Y con ella también salió la vida. Conclusa desta suerte la revuelta
El bárbaro furor y sú grandeza En la zavana fértil ó dehesa,
Turbóse con el lance bien formado; Con la velocidad de gente suelta
Hojeda con grandísima presteza Recogieron despojos y la presa ;
Volvió do lo tenían deseado : Y al fuerte do salieron dan la vuelta ,
Entraron todos en la fortaleza Donde tuvieron abundante mesa
Y ocuparon los puertos del cercado, Con gran pena y dolor de Coanabo ,
Do con tiros y armas que tenian Que sintió su prisión por todo cabo.
Con gran fuerza y vigor se defendían. Al cual, en la cadena donde estaba ,
Pero con un furor luciferino Nadie lo vio con brío descaído,
Procuraban las gentes belicosas Puesto que grandemente se quejaba
Romper las cercas y hacer caminos, De no cumplir con él lo prometido;
Diciendo mil palabras afrentosas; Pues él no se veló ni se guardaba,
Hasta que ya la noche sobrevino, Debajo del concierto referido;
Que les hizo hacer treguas forzosas, Pero que lo soltasen con su gente ,
Dejando con escuro los cercad<Js Que él prometía paz perpetuamente.
Poco menos que muertos descansados.
Ya las noturnas horas acabadas, Mas eran diferentes intenciones
Al tiempo que la Aurora por las cumbres Las de Hojeda con sus compañeros;
Mostraba sus mejillas coloradas, Y ansí se señalaron cien varones,
Faltas de resplandor las otras lumbres, Sueltos y valentísimos guerreros ,
Volvieron á las obras comenzadas , Para llevallos ante los Colones ,
Y aquellas tan sangrientas pesadumbres, Y presenta!les estos prisioneros;
Combatiendo los fuertes baluartes Los cuales sin ningún detenimiento
Con crecido furor de entrambas partes. Holgaron de cumplir el mandamiento.
Venían siempre nuevas compañías Colon tomó los indios que vinieron ,
De indios que tenian por mas diestros ; Encareciendo mucho la hazaña,
Duraron los rencuentros y porfías, Y eu un navio luego los metieron ,
O con prósperos hados ó siniestros, Que estaba de camino para España,
En este cerco mas de treinta días, Los cuales brevemente perecieron,
No con poca fatiga de los nuestros; Enflaquecidos de pasión estraña ,
Y ansí Hojeda, ya viendo sus daños, Porque no viendo mas que agua y cielo
Determinó valerse por engaños. No querían regalo ni consuelo.
Los cuales no condeno yo ni alabo, A los indios causó temor horrendo
Pues también hay labores de dos haces, Aqueste pesadísimo desvío;
Mas al ün se trató con Coanabo, Y Anacaona luego fué huyendo
Mediante dos intérpretes sagaces, Al reino de su hermano Behechlo,
Que no fuesen las guerras tan al cabo , Nada de su furor diminuyendo,
Y tuviese por bien de hacer paces; Antes estimulada de mas brio ,
Pues si se fuese sin hacer mas guerra Todavía debajo de esperanza
También le dejarán ellos la tierra. ' De ver llegar un tiempo de venganza.
Los indios, como gente toda vana, Hacía tolerables los cuidados
Cesaron de tan áspero denuedo , Del invencible corazón guerrero ,
Oyendo la razón de buena gana , Ver prepotentes reyes congregados ,
Aunque mas con cautela que con miedo ; Donde Guarionex mandó primero
Por los poder tomar en laza vana, Con cantidad inmensa de soldados,
Y no tras baluartes á pié quedo ; Bastante, cada cual vivo y entero.
Y ansí Coanabo dijo ser contento, Con quien también juntó su señorío
Sí se cumpliese tal prometimiento. Y el campo del hermano Behechlo.
Las lenguas por quien esto se decía Con determinación poco discreta,
Aseguráronle todo denuesto; Debajo cada cual del interese
Satisfízose dellos, y otro dia Que al corazón humano mas aprieta
Hizo salir la gente deste puesto: Concertaron que el campo se moviese,
Por la parte que vino hizo vía, Pero no fué la junta tan secreta,
Debajo del ya dicho presupuesto; Que gente de Colon no lo supiese,
Pero nuestro Hojeda, mas anciano, El cual con pensamientos nada ciegos
Determinó ganalle por la mano. Quiso jugar de mano tales juegos.
Porque dejando guardas en su muro Juntó quinientos hombres escogidos,
De hombres vigilantes, recatados, Los ciento de caballo bien armados,
Partió calladamente con escuro, De pertrechos de guerra proveídos,
Seis caballos con él y cien soldados ; Caminaron por pasos señalados;
Y estando Coanabo muy seguro, Y con escuridad , sin ser sentidos,
De gran sueño los suyos ocupados, Dieron en los caciques congregados,
En la quietud mejor, cerca del alba > Deshaciendo tan áspera mudanza
Con terrible furor les hizo salva. No sin terribilísima matanza.
Diciendo, Santiago, Santiago, Pues corrían zavanas como rio
Anda lista la lanza y el espada; Con tanta sangre como fué vertida,
No se podían dar golpes en vago Sin poderse decir el gran gentío
Ni se tira baldía cuchillada ; Que por aquel lugar quedó sin vida :
Hacían en los indios mas estrago Prendióse Guarionex y Behechlo,
Que lobos en manada descuidada, Mucha gente notable conocida,
A causa de su grande desatino , Con la cual los varones belicosos
Causado del asalto repentino. Volvieron á su pueblo vitoriosos.
•40 JUAN DE CASTELLANOS.
Deshecha de caciques esta trama, Dejemos los Colones en Castilla
Para cristiana gente peligrosa, Libres, mas no del odio que les daña,
Por amplísimas tierras se derrama Volvamos a Francisco Bobadilla,
La suerte de los nuestros venturosa;
Bartolomé Colon ganó gran fama, Que en gobernar se daba buena maña;
Quedó toda la tierra temerosa , Movamos los letores á mancilla
Y el dicho , viéndose tan adelante, Con el remate del y su compaña ,
Se hizo mas soberbio y arrogante. Haciendo para ello nuevo canto,
Usaba no de términos discretos Con que remataremos este llanto.
En algunos negocios sustanciales,
Sin aquellas decencias y respetos
Que se deben á hombres principales; CANTO CUARTO,
Y muchos á paciencia mal sujetos
Solían blasfemar de cosas tales : Donde se cuenta la venida del comendador NICOLÁS DE OVANDO, la vuelta
de CRISTÓBAL COLÓ* , y muerte de BOBADILLA, con otras muchas cosas
Aquel Roldan Jiménez mayormente que en aquella sazón acontecieron en estas partes.
En muchas cosas suyas no consiente.
Y un dia con un término mal sano Los cuerdos mozos y los sabios viejos
Rebosaron los dos furias del seno, Jamás atribuyeron á demencia
Notándolo Roldan de hombre liviano, Usar de pareceres y consejos
Y su gobierno ser sin orden bueno; De varones que tienen esperiencia,
Bartolomé Colon alzó la mano Mayormente si tales son añejos
Para le sacudir de lleno en lleno; En el ejercitar alguna ciencia;
Y para no llegarse fué remedio Pues vemos muchos sabios y prudentes
Meterse gente noble de por medio. No ser en todas cosas suficientes.
Apartado Roldáu de su presencia , Consta pues Bobadilla ser bastante
Con ira y con pasión y hartos fieros Hombre de gran razón, peso y medida ;
Determinó negarle la obediencia, Pero, como diremos adelante,
Con sesenta ó setenta compañeros : No supo dar reguardos á su vida ,
Protestando hacer la tal ausencia, Por no querer creer al almirante
Por no poder sufrir ios desafueros, Cuya perencia fué bien conocida ,
Abusos , corruptelas , sinrazones, Y en todo lo demás ya digo como
Que con todos usaban los Colones. Fué persona cabal y de gran tomo.
Andando desta suerte la maraña , Ansí con él cesaron variedades ,
Roldan en su motín perseverante, Sin darse mas lugar á la malicia,
El Cristóbal Colon llegó de España, Habia muy fundadas amistades ,
Con cargo de virey y de almirante; Gozábase de paz y de justicia ;
Procurólos traer por buena maña, En gran aumento van prosperidades ,
Mas ninguna promesa fué bastante; De muchas minas otras hay noticia,
Y visto no cesar en sus errores No ven murmuraciones ni letijos ,
Mandó que los pregonen por traidores. Sino fiestas y grandes regocijos.
Este tercer viaje se comete Toda la pesadumbre se destierra ,
Con naos de hermosos ornamentos, Procúranse las cosas convenibles,
Y fué por marzo de noventa y siete Cesaron los rencuentros de la guerra ,
Años, sobre los mil y cuatrocientos; Hambres y mortandades tan terribles;
Vino haciendo lo que le compete Calando mas secretos de la tierra
En el continuar descubrimientos, Descúbrense riquezas increíbles;
Y en ver la tierra firme se desvela, Crecian mercaderes y tratantes,
E islas hasta el mar de Venezuela. Haciendo sus caudales mas pujantes.
Estuvo desta vez en esta silla Veréis campos incultos cultivados ,
El Cristóbal Colon hasta dos años, Grandes heredamientos deleitosos,
Y en ellos el Roldan y su cuadrilla Potentísimos halos de ganados,
Huyendo por los bosques mas estraños , Que hacen sus señores poderosos,
Escribiendo por horas á Castilla E ingenios de azúcar fabricados ,
Los unos de los otros grandes daños, Contratos cerca desto caudalosos ,
Porque el Roldan tenia valedores, Pues que para llevar de lo que tienen
Y secretos avisos y favores. Gran suma de navios van y vienen.
Mitigar el furor desta rencilla El oro que la gente deseaba
El santo rey Fernando deseaba, Daban quebradas ricas, campos llanos;
Y ansí vino Francisco Bobadilla, La vista por allí se deleitaba,
Comendador que fué de Calatrava : De ver cómo sacaban gruesos granos ;
El cual hizo probanza no sencilla, Y alguno dellos hubo que pesaba
Para verificar lo que pasaba; Tres mil y setecientos castellanos ;
Y como ya jugaban otro juego, Al fin vian los hados mas aviesos
Roldan con sus secuaces vino luego. Convertidos en prósperos sucesos.
Constaron pues por las informaciones No hay persona una ni ninguna ,
Cargos algo cargados en escesos, Que en todo su vivir ponga dolencia;
Por los cuales prendió los tres Colones Y estando con tan próspera fortuna
Y enviólos á España mal opresos ; Sin ver en la contraria resistencia ,
Y para que constasen las razones A los benditos reyes importuna,
También se remitieron los procesos : Que para se volver le den licencia ;
Llegaron á la corte con embargos, Hicieron nuestros revés lo posible
Y ante los reyes dieron sus descargos. Por dalle sucesor tan apacible.
Oyéronlos los reyes sin afrenta, Con deseo de no perder los frutos,
Antes con voluntad y amor paterno: De que los españoles van gozando,
Gastaron en aquesto que se cuenta Consultaron con hombres bien instruios ,
El llorido verano y el invierno; Nuestra reina y el santo rey Fernando :
Dióles libres sus bienes y su renta , Quedaron en efeto resolutos
Pero no quiso dalles el gobierno , En enviar á Nicolás de Ovando,
Viendo ser ya para su regimiento Comendador de Lárez, que venido
Necesario mas alto fundamento. Nombraron por mayor de su partido.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA III, CANTO 1Y. 41
La elecion fué digna de tal seno, No van con el clamor regocijado
Pues en venir persona semejante Que suelen los que hacen la tal via;
Enviaron mejor sobre muy bueno, Antón de Torres anda demudado ,
Y que en el bien pasó mas adelante : Roldan Jiménez va sin alegría ;
De principales hombres vino lleno, E l diestro marinero y el soldado
Y entró por estos mares muy pujante, Con una gran tibieza se movia:
Abundancia de lienzos, sedas, paños,
Por abril de quinientos y dos años. Todos en general iban de suerte
La gente chapetona recebida, Que parece llevallos á la muerte.
Y el buen comendador obedecido, Mas nadie dellos iba descuidado,
Ordenó Bobadilla su partida Antes cualquiera bien apercebido,
Con cantidad de oro recogido; Y espacio de diez leguas navegado,
E ya laflotabien apercebida, Debajo de las aguas hay ruido ;
Y lo mas necesario proveído, El cielo se mostraba muy nublado,
Llegaron de Castilla los Colones, El mar se hace mas embravecido,
Que no causaron pocas confusiones. Grandes olajes ven que se levantan,
Con insignias por do los conociesen Tanto que los mas diestros mas se espantan.
Al puerto se llegaban velas llenas; A mas andar la noche se venia,
Mas antes que las tales recogiesen Pesada, grave, llena de temores ,
Ni bajasen por orden las entenas, Setentrion los mares revolvía,
Ovando les mandó que no saliesen Y el céfiro también mostró furores ;
Con auto de rigor, so graves penas; Bóreas con gran furia combatía,
Bien recebió Colon los de la nave, El noto revolvió bravos rigores ;
Mas el mando juzgó por cosa grave. Veréis entre estos sobredichos vientos
Sin embargo de penas que senlia, Ásperos y crueles movimientos.
Le respondió Cristóbal ai Ovando A los desventurados navegantes
Que él obedecía y cumpliría Cualquiera de los cuatro desatienta,
Las duras condiciones de su mando ; No son humanas fuerzas ya bastantes
Puesto caso que poco se perdia A resistir el agua turbulenta:
En mostrarse con él algo mas blando; Jamás se vieron furias semejantes,
Y en dejalle siquiera tomar puerto Ni tan terribles trances de tormenta;
En tierra que él babia descubierto; Por una y otra parle hacen danza,
Lloro, temor, dolor, desconfianza.
Pero que le rogaba grandemente, Aquellos gritos y lamentaciones ,
Que por ninguna vía consintiese Que vuelan por los aires esparcidos,
Desamparar el puerto de presente De todos los humanos corazones
La flota, sino que la detuviese; Ablandaran los mas endurecidos;
Porque seria gran inconvinienle No sirven ya las velas y timones
Si Bobadilla por entonces fuese ; De las soberbias olas embestidos ;
Finalmente tenia por locura Do quiera que cualquiera se convierte,
Salir en semejante coyuntura. No tiene que mirar sino la muerte ;
Ovando reparó con el aviso, Porque tenían mástiles quebrados,
Por dallo quien tan bien la mar sabia ; Y ansí veréis nadar las gavias solas
Empero Bobadilla no lo quiso, De navios abiertos por los lados,
Burlando de lo que Colon decía; Andaban fuera jarcias y gisolas,
Mas presto lo veremos arrepiso, Suenan gritos de hombres anegados
Con su desventurada compañía, Que gustan ya de las amargas olas,
Y fué para Colon cosa molesta Y procuraban con mortal querella
Ver cómo su consejo nada presta. Tener salud sin esperanza del la.
Los tres hermanos, harto descontentos En confusión tan llena de mancilla,
De ver lo que con ellos se hacia, Una balsa compuesta de.madera
Tornaron á dar velas á los vientos, Había recogido Bobadilla,
Buscando puerto tal cual convenia, Si buena diligencia le valiera ;
Por esperarse bravos movimientos, Asido va Roldan del escotilla,
Según de la señal se conocía; . Flaca defensa para que no muera;
Pues ven llegar el sol al occidente Y ansí las olas ensoberbecidas
Mayor de lo que suele comunmente. En breve dieron lin á tantas vidas.
Demás de que sacó rayos cetrinos, De todas estas naos, seis habia
Después vieron correr muchas cometas, Que de salvarse tienen esperanza,
Dieron gritos los pájaros marinos, Aunque la mar mostraba todavía
Del aguase salieron las cercetas, De vida y de salud desconfianza ;
Barriendo van el agua golondrinos Vino la claridad del turbio dia,
Y otras ciertas señales mal acetas: Llegó ninguna muestra de bonanza,
Salvaron finalmente su partido A tierra van las dos con la corriente ,
En puerto que hallaron ascondido. Sin amparo de velas ni de gente.
Pues en aquesta parte que se cuenta De velas ni de remos ayudado,
Estaban sus navios amparados, Huye del mar el triste navegante.
Donde furia de olano revienta, ¿Adonde vas, adonde, desdichado?
Y limpio fondo va por todos lados; ¿No ves cíen rail peñascos por delante?
Esperaron allí la gran tormenta, En mar estás de muerte rodeado,
Con bastantes amarras ancleados; Y en tierra hallarás la semejante ;
Mas Bobadilla, ya que estaba presto, La fuerza de los vuestros aniquila
Ninguna cuenta quiso hacer desto. Peligros de Caribdis y de Cila.
Burlando pues de todos los desvíos Ningunos claman ya de enronquecidos ,
Y mal que el almirante le revela, Los ojos solamente van al cielo,
Se viste de marinos atavíos, Son ya con duras peñas embestidos,
Y manda que se hagan á la veía; Los efetos se ven de su recelo,
Salieron á la mar treinta navios. Deshechos los navios y partidos.
Con sospecha del mal que se recela, ¡ Ay Dios, y qué terrible desconsuelo!
Representando cada cual figura Por el embate van de la ribera
Aquella venidera desventura. Barriles, cajas, trozos de madera.
42 JUAN DE CASTELLANOS.
Aquí veréis timón, alli la quilla, Pues cuando la salida se le veda
Acullá diferentes materiales, A Colon , por las causas repetidas,
Cuerpos van ahogados por la orilla El capitán Alonso de Hojeda
De muchos caballeros principales, Recorría también estas partidas :
Que iban con el dicho Bobadilla Después del cual en blanco no se queda
Con prósperas riquezas y caudales ; El capitán Rodrigo de Bastidas,
El rey perdió grandísimo tesoro, Que siendo Colon preso vino aposta
Y también aquel grande grano de oro. A descubrir riquezas por la costa.
De los cuatro navios (según fama), Añaden nuevas tierras á la carta,
Miraculosamente reservados, No juntos sino cada cual distinto,
Dos dellos arribaron á la Ozama, Descubren el ancón de Santa Marta,
De los embates graves mal parados, De Chengue, de Naguanje con Cbacinto ;
Donde la triste nueva se derrama Rescataron de oro copia harta,
Por parientes, por deudos, por criados ; La cual por no sabella no la pinto;
Y visto tan atroce perdimiento Pasan el rio de la Magdalena
Hicieron doloroso sentimiento. Y el puerto que llamaron Cartagena.
No se podían ver rostros enjutos, Un poco navegaron mas avante,
Porque los ojos son manantiales, Pues de Uraba sacaron gran provecho;
En lágrimas eternas resolutos Mas Cristóbal Colon el almirante,
Por el descurso destos funerales ; Que no se contentaba con lo hecho,
Los cuales, no sin gran pompa de lutos, Llevó sus velas muy mas adelante,
Celebraron los hombres principales, Pensando de hallar algún estrecho
Y porque fuese la razón notoria, Que para mar del sur le diese via
En cuatro versos suman el historia. Aunque para navios no le había.
Planglmus Indorum diría submersa procellU Para tomar la costa mas de veras
Corpora, jussa gravem non properare viam. A Jamaica van atravesando,
Non nocuit nobis longaevis creciere dictis,
Sed nocuit semper spernere consilium. Y conocida punta de Higueras,
Llora nuestra compañía Nunca dañó sabio viejo Fueron la costa arriba navegando :
Los primeros ahogados En el voto de concejo Ven playas, ven ancones, ven riberas,
En la nueva monarquía, Cuando se da buena mafia: La tierra de Veragua costeando,
Siendo antes avisados Has no pocas veces daña,
l¡ue detuviesen la vía.' El buir de su consejo. Y en estas dilaciones y desvíos
Perdieron de los cuatro dos navios.
Lo visto por los pasos ya contados
ELEGÍA IV. Por gran prolijidad no se replica,
Mas vistos sus navios abromados
Muerte de CRISTÓBAL COLON, donde se cuenta lo que des- Del tiempo que bajó la Costa-Rica,
cubrió en el postrero viaje Determinaron él y sus soldados
De volver á la isla Jamaica,
EN UN SOLO CANTO. Faltos ya de salud y bastimentos,
Y por otros respetos descontentos.
Quien hizo cosas dignas de memoria Salen de Cativa las compañías
Poniendo su vivir en detrimento, Dejando ya las bocas de los ríos,
En multitud de riesgos Un notoria Y aquellas ensenadas y babias
Cuantos pare la guerra, mar y viento, Con puntas peligrosas y bajíos;
Añade grandes colmos á su gloria Y habiendo navegado muchos días
Gozar después de buen acabamiento, En Jamaica meten los navios,
Mayormente si en riesgos persevera Y porque no podían sostenellos,
El espacio que dura su carrera. En tierra y al través dieron con ellos.
Lo cual hizo Colon el almirante, Allí por ser menor inconviniente
Pues aunque con vejez y fatigado, Hicieron los Colones su salida;
Siempre quiso llevar mas adelante Tratáronlos los indios blandamente
Aquel descubrimiento comenzado : Y diéronles socorros de comida :
Sin que mal tropezón fuese bastante Adoleció gran parte de la gente,
A lo volver atrás de su cuidado, Y toda se juzgaba por perdida:
Y de tantas fatigas en ninguna Colon investigaba muchos modos,
Se consintió vencer de la fortuna. Buscando su remedio y el de todo6.
Agora pues conclusas las procelas, Aquel congojosísimo cuidado
Y la soberbia grande del olaje, Con ningunos descuidos interpola,
Al manso viento hizo dar las velas Y de vacilaciones rodeado
Con prevención de buen matalotaje; Se quiso resumir en una sola,
Y en cuatro bien fornidas carabelas Que fué rogar á Méndez su criado
A tierra (irme hizo su viaje, Intente de pasar á la Española,
Para ver sus ancones y riberas, En canoa de un palo que tomasen,
E illa costeando mas de veras. E indios desta isla que bogasen.
Y porque brevedad fué necesaria Méndez, con fidelísimos respetos,
En una variedad tan infinita , Loables en los siglos venideros,
Su tercera venida fué sumaria; Tuvo tan grandes riesgos por acetos
Pues casi por semejas se recita A trueco de salvar sus compañeros ;
De cómo descubrió costa de Paria Fióse de los mares inquietos
La Trinidad , Cubagua, Margarita, Y de los infieles marineros;
Hasta llegar al mar de Venezuela , Muchos desconfiaban de su vida,
Y agora van al cabo de la Vela. Mas él no rehusaba la partida.
De alli con mar bonanza, larga escota, Metió seis indios pues, gente salvaje,
Por puertos, por habías, por ancones, En navio de una sola planta,
La costa bajo llevan su derrota, Meten agua y algún matalotaje
Comunicando varias naciones, Para quien del peligro no se espanta ;
Que salian á ver la breve flota, Favorézcale Dios en el viaje,
Holgándose de sus contrataciones; Que bien ha menester ayuda santa ;
Y en este tiempo ya se halló muestra Partiósefinalmentecon bonanza,
De habellos visitado gente nuestra. Debajo de divina confianza.
TABONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGIA IV, CANTO ÚNICO. 43
Los quo quedaron libres de dolencia, El mozo Diego Méndez sus intentos
Por imitar aquesta maravilla, Por las ondosas aguas proseguía,
A Colon le negaron obediencia, Sin ver zozobras dellas ni de vientos,
Apartándose del cierta cuadrilla:
Siendo caudillos desta competencia
g
ue fuesen turbadores de su via;
os indios muy alegres y contentos,
Los dos hermanos Porras de Sevilla, Sin se cansar de noche ni de dia,
ue por ir á la isla ya nombrada Hasta que ya hicieron su llegada
8 icieron de canoas un armada.
Aderezados pues desta manera
A la tierra que tienen deseada.
Saltaron en un rio descubierto
Embarcóse gran copia de soldados, Adonde se estuvieron refrescando,
Y al tiempo que iban ya de mar en fuera Y luego por buen orden y concierto
Algunos dellos fueron anegados; Se fueron por la costa navegando,
Tornaron á volver á la ribera, Hasta tanto que dieron en el puerto
Del inquieto mar siendo forzados, Adonde estaba Nicolás de Ovando,
Espadas y rodelas en las manos Al cual con la debida cortesía
Con temor de Colon y sus hermanos. Dio Méndez los recados que traía.
Imaginando pues aquel que yerra Como bueno, fiel y vigilante,
Las cosas que el contrario suyo piensa, En contalle trabajos se desvela;
Después que estos sallaron en la tierra Mas no sintiendo bien del almirante,
Temian el castigo de la ofensa; Ovando concebía ser novela ;
Y ansí los ven poner en son de guerra Todavía, debajo buen semblante,
Dispuestos á morir por su defensa; Mandó llevalles una carabela;
Alteráronse mucho los Colones, Mas dicen que no fué con intenciones
Reconocidas estas intenciones. De traer á la isla los Colones.
Armaron luego todos sus tullidos El Méndez, sospechando tal desvio,
Con espadas, rodelas ó con lanzas; Como bien comedido y avisado,
Los rebelados son acometidos Compró de sus dineros un navio,
Que de vencer tenían esperanzas ; De cosas convinientes pertrechado:
Mas con facilidad fueron vencidos El cual les envió con buen, avío,
Sin usarse con ellos de venganzas. Y la razón de todo lo pasado;
Puesto que en los primeros desconciertos Y despachado con matalotaje,
Cuatro por defenderse fueron muertos. El hizo para España su viaje.
Pues también se rompió la fuerte malla Libre de sinsabores de tormenta,
De golpes que se dieron inhumanos; Con próspero suceso tomó puerto,
Fué poco mas sangrienta la batalla Su prolijo viaje representa
Después que ya vinieron á las manos; Escrito por buen orden y concierto ,
Y es esta la primera que se halla Ante los reyes, dando larga cuenta
En Indias de cristianos con cristianos ; De lo muebo que habían descubierto,
Los indios, por los ver tan diferentes, El riesgo que corrieron sus vasallos,
Ya tenían en poco nuestras gentes. Y lo que hizo él para librallos.
Cumplían antes bien sus mandamientos , Dadas sus relaciones por entero,
Y eran sus voluntades ya contrarias , Como dicen acá de popa á proa,
Pues no venían á los aposentos POP parecelle bien al rey guerrero
A los ver y servir en cosas varias; Aquella lealtad digna de loa,
Tampoco les traían alimentos Al Diego Méndez hizo caballero
Ni cosa de las cofas necesarias, Con rentas, y por armas la canoa;
Y para los volver mas á su mano Que suelen reyes dar honores lales
Un remedio pensó que no fué vano. A los vasallos buenos y leales.
El astucia que digo fué pues esta, Las carabelas pues apercebidas
La cual salió tan bien como quería: Que para los Colones enviaban ,
Entendía por regla manifiesta Tomaron las riberas conocidas
Que la luna, según astrologia, Por los indios que dentro se tornaban :
Por la sombra del globo contrapuesta Fueron con gran contento recebidas
Se había de eclipsar en cierto día, De los que sus socorros esperaban ,
Y por ser el eclipse por entero, Y por estar el mar todo quieto
Había de ser algo duradero. La partida pusieron en efeto.
Llamó los indios pues á so presencia , Levan las anclas, guindan las entenas,
Y dijo: «por no darnos alimento, Ayudados de vientos principales,
Verná sobre vosotros pestilencia, Apártanse del puerto no sin penas
La luna hará grande sentimiento; De aquellos moradores naturales,
Y aquesta no será vana sentencia, Que los tenían ya por gentes buenas,
Pues tal día veréis el cumplimiento; Y casi que por hombres celestiales;
Por tanto, si queréis salud y vida, Por la derrota pues de claro tino
Mira que no nos falte la comida.» A la Española nacen su camino.
Los indios estuvieron muy alerta; En el puerto de Ozama conocido
Y , el tiempo señalado ya venido, Metió Colon su gente destrozada,
Pudieron conocer por cosa cierta Fué con aplauso grande recebido
Lo que Colon habia conocido; De toda la ciudad conmemorada,
La luna dicen todos estar muerta, Y el buen comendador de comedido
De cuya causa dan gran alarido, Lo quiso regalar en su posada;
Y según otras muchas veces vemos, Vio sus haciendas, minas y cuadrilla,
Comienzan á hacer grandes eslremos. Y luego se partió para Castilla.
Pidiéronles perdón á los Colones, Embarcóse con gracia del Ovando,
Del pasado rigor arrepentidos ; Guió las velas acia la Saona,
Acuden con preseas y con dones Llegaron á Castilla, y en llegando
Como si fueran dioses conocidos; Fué donde estaba la real corona;
Y ansi, pasadas estas turbaciones, Recebiólo muy bien el rey Fernando,
Fueron bastantemente proveídos, Y hizo gran caudal de su persona;
Dándoles de comer sin interese, Procuro de hacer su causa blanda
Entre tanto que Dios los proveyese. Con pío de volver á su demanda.
u JUAN DE CASTELLANOS.
Mas como ya de tan prolijas vias No condeno, letor, lo que barruntas,
De salud se sintiese no bien sano, Ni me parecen mal estas escuelas,
Ocupó su vivir en ohras pias Porque con ley de Dios andando juntas
Con pía, liberal y franca mano ; E s , como dicen, miel sobre hojuelas;
Y dende á poco dio fin á sus dias, Pero si das razón á mis preguntas,
Haciendo diligencias de cristiano; Por ventura ternas dolor de muelas,
Y ansí se remató tan santamente Tornarás en hablar alguna pieza
La vida de varón tan escelente. Rascándote sin gana la cabeza.
A gran admiración, á gran espanto Si fuesen mas al claro mis razones,
Pensando sus grandezas me provoco, Venías á taparle los oídos,
Y su mayor loor en cualquier canto Tratando de jueces mocetones,
No se podrá decir esceso loco : Grandes de gorra, largos de vestidos ,
Pues Castilla y León le debe tanto, Que salen solemnísimos ladrones,
Que cuanto puedo yo decir es poco; Desvergonzados, sucios, atrevidos,
No procuró deleites ni gasajos , Que no hallan en ley mas fundamentos
Mas sufridor fué grande de trabajos. Que sus antojos , gustos y contentos.
De Nervi natural, lugar honesto, Unos vienen con sed de los infiernos,
Que dicen descender de Lombardía, Y tal que cosa no se les escapa,
Severo, rojo, de pecoso gesto, Otros con grandes cofres de cuadernos ,
Feroz en muchas cosas que hacia ; Y son de necedades gran solapa ,
Alto de cuerpo, pero bien compuesto Y acontece tener buenos gobiernos
En cuantas proporciones poseía, Sin letras un varón de espada y capa,
Varón en sus intentos fué notable, Porque su buen juicio le da ciencia,
Y en el salir con ellos admirable. Con el temor de Dios y su conciencia.
Dejó dos hijos , dignos de su nombre : Sin usar de ninguna demasía
Don Fernando, que nunca fué casado, Podremos decir esto del Ovando;
En letras, en virtud, insigne hombre ; Pues con el santo celo que tenia
Don Diego, sucesor en el estado, Todo lo mal digeslo hizo blando :
De duque y almirante con renombre, Dichoso le llamaron aquel dia
Según después dirá nuestro tratado, Y tiempo que en las Indias tuvo mando ;
Con quien casó la gran doña María Porque sin los reveses de malicia
Que de la casa de Alba descendía. Se besaban la paz y la justicia.
Los funerales desta maravilla Entonces, como ya dicho tenemos,
Honraron valerosos caballeros; Del todo se pasó con sus oficios
Y no tan solamente de Castilla, La próspera ciudad donde la vemos,
Pero también de reinos estranjeros; Con todas sus familias y servicios ;
Y dentro de las cuevas de Sevilla Hiciéronse las casas con estremos
Lo hacen sepultar sus herederos, De grandes y soberbios edificios,
Y dicen que en la parte do yacía Iglesia catedral de gran nobleza,
Pusieron epigrama que decia : Fuente y esclarecida fortaleza.
Hic locus ab$condit prceclari membra Coloni, Renta se señaló para servilla
Cuius sacratum numen ad astra volat.
Non satis unus eral sibi mundus notus, et orbem A hombres que podían merecella,
¡gnotum priscis ómnibus ipse dedit. Y fué don fray García de Padilla,
Divitias summas térras dispersit in omnet, Franciscano, primer obispo della;
Atque animas cáelo tradidit innúmera*.
Invenit campos divinis legibus aptos, No tomó posesión en esa silla,
Regibus et nostris prospera regna dedit. Por morir antes de venir á ella;
Este poco compás que ves encierra Sucedióle Alejandro Geraldino,
Aquel varón que dio tan alto vuelo Varón romano y hombre della diño.
Que no se contentó con nuestro suelo,
Y por darnos un nuevo se destierra. Desta isla no fué la menor pieza
Dio riquezas inmensas á la tierra ,
lnumerables ánimas al cielo. La Concepción, que dicen de la Vega,
Halló donde plantar divinas leyes, Pues ella de por sí tuvo cabeza
Y prósperas provincias á sus reyes. Do catedral iglesia se congrega;
Fué don Pedro Suarez, el de Deza,
El obispo primero que le llega,
Hombre que de sus rentas tuvo largo,
ELEGÍA IV. Y el primero que vino con tal cargo.
Fué la renta después menoscabada,
A la muerte de don DIEGO COLON, segundo almirante, Y porque ya cumplía que asi fuese,
donde ansimismo se cuentan otras muchas diversidades Hicieron de las dos una manada
de cosas acontecidas en la Española después que murió Debajo de un pastor que las rigiese ;
don Cristóbal Colon. Y fué prior, y de la Mejorada
Primero que gozó del interese,
CANTO PRIMERO. Díjose fray Luis de Figueroa,
Varón á quien se debe mucha loa.
Mi voz enronquecida se levante, En estos sobredichos hemisferios
Y avive lo posible sus acentos, Y por aquellos tiempos venturosos,
Para que con heroica lengua cante Se fundaron insignes monasterios ,
Los varios y diversos movimientos, Con santos y con dotos religiosos,
Que tengo de decir mas adelante, En parte no vacante de misterios,
Y á vueltas de contentos descontentos; Pues sucedieron casos milagrosos,
Pues no fué tan constante ia ventura Y mas en esta Vega que señalo,
Que nos pueda vender hora segura. Noble por devoción del santo palo.
Pues ansí como nuevas amistades Y ansí fué la verdad, que en estos llanos
No ponen su fiel muy en lo cierto, Por ser de población enoblecida,
Nacen en tierras nuevas novedades Mandaron el Colon y sus hermanos,
Primero que se pongan en concierto , En la segunda vez de su venida,
Hasta tanto que destas variedades Levantar una cruz á los cristianos ,
Se hace quien las rige mas esperto , Planta de sanidad, árbol de vida:
Do buen juicio y buenas intenciones Fueron á ello doce marineros,
Valen mas que Felinos y Jasones. Con otros tantos nobles caballeros.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA V, CANTO i . 45
Señalóles Colon una ladera, Los que labraron casas con aviso
Opuesta por delante de su viso, Francisco de Garay es el primero.
Do se manifestaba muy afuera Después un frey Alonso fué del Viso,
Un árbol bieD compuesto, limpio, liso, Comendador y noble caballero ;
De una hermosísima madera, Y el piloto Roldan, que nunca quiso
Y tal en proporción cual él lo quiso; Perder aquí renombre de tercero.
Y dicen muchos que después ni antes El cuarto Joan Fernandez de las Varas,
No se hallaron plantas semejantes. Con curiosidades harto raras.
El Cristóbal Colon mandó hacella Después por el concierto regulado
A honestos y devotos oficiales; Labraron otros muchos sus mansiones,
Salió después de hecha cosa bella, Y á la boca del puerto memorado,
Plantáronla los hombres principales ; Reparado de cubos y bastiones,
Postráronse después delante della , Hay un castillo fuerte fabricado,
Presentes muchos indios naturales; Con pertrechos de grandes municiones,
Adorábala nuestra compañía, Y cualquiera bajel que allí se encierra
Después que la pusieron, cada dia. Se puede descargar la plancha en tierra.
Después de muchos dias, cierto dia Alcaide del castillo que se tapia,
Un indio hechicero y adevino Encima del fortísimo roquedo,
Quiso, según costumbre que tenia, Fué un hidalgo noble de prosapia ,
Hablar con un espíritu malino ; Díjose Diego López de Salcedo ;
Allí, como la cruz reconocía, Después otro hidalgo dicho Tapia,
A sus invocaciones nunca vino, El tercero después el buen Oviedo ,
Hasta tanto que por camino vario Que es Gonzalo Fernandez, coronisla,
Pasó después á otro santuario. Que yo conocí bien de trato y vista.
Hizo sus ademanes y semblantes Insanas furias de contraria gente
Con un nefando y execrable canto, Con gran dificultad pueden entralla,
Quejóse del por nó le venir antes Porque ya por la parte del poniente
Habiéndolo llamado tiempo tanto; La cerca potentísima muralla ;
El diablo le dijo : «no te espantes, Es limpio puerto , fondo suficiente,
Que aquella cruz me da muy gran espanto; Ribera tan cabal cuanto se halla ,
Por tanto quien contento me desea Con huertas, con jardines y heredades
Póngala donde nunca yo la vea. » De frutos de cien mil diversidades.
El infiel bestial incontinente, Otras riberas hay por escelencia,
Oida del demonio la respuesta, La tierra mas adentro, muy amenas,
Hizo juntar gran número de gente Porque ella tiene de circunferencia
Para quitar la cruz que estaba puesta : Trescientas y cincuenta leguas buenas;
En lo cual trabajaron grandemente, Los temples son de gran benevolencia,
Pero su vehemencia nada presta, Pues frios ó calores no dan penas;
Pues cuanto mas trabajo se ponia Hácela sobre todo mas loable
Mucho menos efeto se hacia. Estrella principal y favorable.
Pues como no pudieron arrancalla, Porque todos los mas, allí nacidos,
Tan grande muchedumbre como era, Para grandes negocios son bastantes,
Determinaron luego de quemalla Entendimientos hay esclarecidos
Con cantidad de leños y madera ; Escogidísimos estudiantes;
Mas víanla quedar desta batalla En lenguas, en primores, en vestidos
Mas sana, mas lucida, mas entera; No menos curiosos que elegantes,
Al fin como bestiales engañados Hay tan buenos poetas, que su sobra
Pecaban con quedar maravillados. Pudiera dar valor á nuestra obra.
Después que por los nuestros fué sabida Hay Diego de Guzmán y Joan su primo,
Reliquia de tan gran manificencia, Y el ínclito canónigo Liendo,
Hiciéronle capilla recogida, Que pueden bien limar esto que limo,
Adonde se guardó con gran decencia ; Y estarse de mis versos sonriendo;
Y en estos nuestros tiempos es tenida Quisiera yo tenellos por arrimo
En gran honor y grande reverencia, En esto que trabajo componiendo,
Y corren por el mundo cantidades Y aun Arce de Quirós me fuera guia
Para salud de mil enfermedades. Para salir mejor con mi porfía.
Destos regalos pues están gozando Otros conocí yo también vecinos ,
Los desta isla ya bien proveída. Nacidos en el orbe castellano,
Con el justo gobierno del Ovando, Que en la dificultad de mis caminos
Medido por justísima medida ; Pudieran alentarme con su mano ;
Y la ciudad entonces era cuando Y son por cierto de memoria dinos,
Se vido mucho mas engrandecida; Villasirga y el doto Bejarano;
Está su poblazon tan compasada, No guiara tampoco mal mi paso
Que ninguna sé yo mejor trazada. El desdichado don Lorenzo Laso.
Pues por aquel lugar do la veis puesta, Hay linajes ilustres de varones
Que desde el rio hace las subidas, Descendientes de grandes capitanes,
Es una llana mesa bien compuesta Como son los Villorías y Lebrones,
Con maravillosísimas salidas : Agüeros y Verdecías y Bazanes,
En todas proporciones bien digesta. Los Avilas, los Vargas, y blasones
Ampias calles, graciosas, bieu medidas; 'De Mendozas, Manriques y Guzmanes,
Esfinalmentetoda su postura Con otros generosos que no cuento,
Un peso y un nivel sin torcedura. A causa de faltar conocimiento.
Ninguna cosa, por menor que sea, Aquella nobilísima influencia
Hay en cualquiera parte de la via, Hace la gente grata, comedida,
Que desde un cabo á otro no se vea, Con gracia, con facundia y elocuencia,
Según la retitud con que se guia : Jamás á demasía convertida;
De norte á sur Ozama la rodea, Hay una natural magnificencia
Combátela la mar al mediodía, De gente forastera conocida,
Con un roquedo tal y tan seguro , Pues allí sin dineros y sin renta
Que no puede formarse mejor muro. En el punto que trajo se sustenta.
46 JUAN DE CASTELLANOS.
Quien entra por buen orden y concierto Todos generalmente lo tuvieron
No lo dejan caer por ningún arte, Por persona cabal, santa, bendita;
Comuniqué con hombres que lo vieron
En aquesta ciudad y en este puerto El tiem po de quien esto se recita :
Ha tenido valor el duro Marte; Conocí muchos que lo conocieron,
Pues todos los que bien han descubierto Vecinos de Cubagua y Margarita,
Como Rojas el viejo, y Villafranca,
De aquí salieron por la mayor parte, Riberos natural de Salamanca.
Y muchos en el tiempo del Ovando Fué hombre grave, pero tan modesto,
De cuyas alabanzas voy tratando. Que no pasó de lo que convenia;
El cual rigiendo varias condiciones Para cualquier trabajo bien dispuesto,
Por vias justas, santas y discretas, Pues como buen soldado lo sufría :
Anacaona llena de pasiones Caritativo, sabio, casto, honesto,
Usaba todavía de sus tretas, Dignísimo del cargo que tenia,
Intentando mover rebeliones, Y ansí mucho después desta partida,
Las cuales no pudieron ser secretas : La muerte del fué tal cual fué su vida.
Destos primeros fueron los higueyes, El tiempo que en las Indias fué vecino
Con quien usó de rigurosas leyes. Partió su renta con necesitados,
Llana ya la provincia que se apunta ,
La dicha, con astucias no menore9> Y ansí, para volver adonde vino,
Solicitó después crecida junta Buscó quinientos pesos emprestados
De muy grandes caciques y señores ; Para matalotaje del camino,
Mas como su designo se barrunta, Y la comida del y sus criados,
El Ovando prendió sus valedores, Que fué para juez cosa muy nueva,
Y á ella, que sin fuerza ni cotí Hito Y de su buen vivir bastante prueba.
Confesó claramente su delito. Es cosa que se vido raras veces,
Conocía ser cosa conviniente Y que podréis contar por maravilla,
Asegurarse guerra tan molesta; Venir hombres á Indias por jueces
Mandaron ahorcar públicamente Y no llevar dineros á Castilla ;
Esta mujer lasciva , deshonesta , Pues muchos en juguetes y belbeces
Puesto que varonil, sagaz, prudente, Gastan mas que demanda su costilla:
Y a quien todos hacian grande fiesta; Montó su sueldo quince, gastó treinta,
Dejó hija que dicen Aguaymota, Y alfinlo veis después con larga renta.
No de sus condiciones muy remola.
Hacia mil asaltos Guarocuya, Por ventura veréis muchos varones ,
Con gentes y poder nada sencillo, Que por los intereses que pretenden
Por ser Anacaona tia suya; Están muy fuera destas opiniones,
Y fueron luego para destruillo, Aunque bastantemente las entienden ;
Y para que la guerra se concluya, Pero si fueren vanas mis razones,
Diego Velazquez , y un Rodrigo Trillo, Los bien intencionados las enmienden ;
Y no valiéndole su valentía, Que si personas tales lo miraren
Alfinmurió la muerte que la tia. Bien hallarán aquí donde reparen.
Ovando, recelando los vaivenes Aquí no veréis estos señalados,
Que causan estos tales movimientos , Sino por unos términos medidos,
Conociéndolos ser flacos de sienes Los buenos por sus nombres alabados,
Y mudables á cualesquiera vientos, Los malos en común reprehendidos :
Tomó de los demás grandes rehenes, Honro los que merecen ser honrados
Que tuvieron en mas que juramentos; Reprehendo perversos atrevidos,
Venció los de Guahava Amiguayagua, Que sin ley, y sin rey , y sin enmienda
Pobló pueblo en el lago de Jaragua. A cualquiera maldad sueltan la rienda.
Santa María Pacis la llamaron, Mas no paremos mas en este fuego,
O de la Paz en lengua castellana, Que podia quemar al circunstante ;
Pues en ella las guerras acabaron, Dejemos al Ovando con sosiego
Y allí gozó de paz gente cristiana; Y en gracia de sus reyes adelante ;
Mas estos moradores se pasaron Digamos lo que resta de don Diego,
A la villa que llaman la Yaguana: Hijo de don Cristóbal, almirante,
Fué gente de valor y gran concierto, Y por poder echar mejor el sello
Y pasaron allí por ser buen puerto. Hagamos nuevo canto para ello.
Luego la isla toda se dilata
Aquí y allí con población cristiana ,
Pobló Puerto Real, Puerto de Piala,
Azua, Buenaventura, la Maguana ; CANTO SEGUNDO,
Aguahava, de quien atrás se trata,
Ayaquino, contín del Ayaguava : Dondo so tratan las variedades que hubo en este gobierno, la venida
Esfinalmentecosa muy notoria dei audiencia real, y muerte de don OIEOO COLOR.
Que hizo hechos dignos de memoria.
Al tiempo que esta isla se gozaba Suelen parir cien mil inconvinientes
Con el gobierno santo que tenia, Diversos pareceres en un seno,
El don Diego Colon en corte estaba Donde hay parcialidades diferentes
Con su bella mujer doña María, Lo bueno hacen malo, y malo bueno .
Y con instancia grande negociaba De todos los pasados y presentes
El cargo que su padre poseía, Envidia fué pestífero veneno;
Y el duque de Alba, príncipe potente, Los cargos y los prósperos caudales
Favorecíale como pariente. Andan acompañados destos males.
Pues como mucha priesa se le diese Pues como los jueces ya pasados
Al rey en estas cosas que discierno, Tuviesen diferentes condiciones,
Y también en memoria se tuviese Tenia cada cual apasionados,
Servicio de los tios y paterno, Públicas y secretas aficiones,
Al Ovando mandó que se viniese, Y no todos estaban olvidados
Y al don Diego dejase su gobierno; Del soberbio mandar de los Colones;
La cual mudanza toda nuestra gente De manera que destos cambios hechos
No dejó de sentir pesadamente. Algunos no quedaron satisfechos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA V, CANTO II. 47
Mas don Diego Colon su via mneve En aquel tiempo pues que esto pasaba
Con fausto principalflotabastante, Porfiny muerte de los santos reyes,
Y los cargos que el rey manda que lleve Fray Francisco Jiménez gobernaba,
Que fueron de virey y de almirante ;
Y en julio de quinientos y mas nueve Las destas partes y las otras greyes ;
Entró por aquel puerto muy pujante El cual en estas Indias deseaba
Siendo con gran aplauso recebido , Varones que guardasen santas leyes,
O ya fuese de veras ó fingido. Y ansí mandó venir en una armada
Desembarcóse con la compañía Tres frailes dotos de la Mejorada.
Que al cargo de virey era decente, De manera que en estos movimientos
Y su cabal mujer doña María De tantos reinos y tan estendidos,
De ia gran casa de Alba descendiente : Hicieron cuatro frailes dos conventos
Grandesfiestashicieron aquel dia Que no fueron entonces mal regidos :
Y muchos juegos mas en el siguiente, Acá vinieron año de quinientos
Demás de regocijo"? y alegrías Y mil y diez y seis eran corridos :
Que duraron por mas de veinte días. Habia mucho antes gobernado
Sacaron todos invenciones bellas Un Cristóbal Lebrón, buen licenciado.
Manifestando prósperos caudales, Después de tanta grita y embarazo,
Porque vinieron damas y doncellas Que confunde los hombres mas cabales,
Generosas, hermosas y cabales, El licenciado Alonso de Zuazo
Que por haber entonces falta dellas Llegó también con cédulas reales,
Se casaron con hombres principales. No con menos poder ni menos brazo
Hubo toros , sortijas, juegos , cañas , Para todas las causas criminales,
En que se daban todos buenas mañas. Y para que tomase residencia
Ejercicios que saben bien usallos A todos oficiales del audiencia.
Por estos dichos puertos y fronteras, Estos frailes y aqueste licenciado,
Do tienen abundancia de caballos Que con ellos mandaba juntamente,
Diestros en regocijos y carreras ; Con peso de razón y de cuidado
Y ansí los amos como los vasallos Lo gobernaban todo santamente :
Pueden ejercitallos en las veras; El régimen andaba concertado,
Mestizos, indios, negros y mulatos Cada cual se mostraba diligente
Siempre dan á caballos malos ratos. En que se dotrinasen naturales,
Por recuestos, por cerros y collados, Y no se les hiciesen tantos males.
O por la rasa cumbre de la sierra, Estaba pues la isla bien regida,
Se arrojan tras las vacas y ganados Aumentáronse casas y haciendas,
De que hay infinidad en esta tierra, Fué toda la ciudad bien proveída,
Dejarretando toros madrigados Cesaron muchos pleitos y contiendas ;
Del bravo cimarrón que no se encierra: Dieron muy buen ejemplo de su vida,
Y en esto son tan hábiles y diestros Sin pretensión de bienes ni haciendas ,
Que pasarán do quiera por maestros. Como deben hacello religiosos
Hacen esto con dejarretadera, A quien parece mal ser cudiciosos.
Que es una media luna bien sacada, Que vanos edificios edifica
Con asta de fortísima madera Quien hurta castigando los ladrones ,
Que con gran fuerza llevan enristrada ; Reprueba con rigor la vida rica,
Y si ganados salen á carrera Y allega las riquezas á montones ;
Derriban cantidad de la manada, Decir que no forniquen y fornica,
Para solos los cueros que es hoy dia Que huyan sin huir las ocasiones,
Una muy caudalosa granjeria. Quitan al pecador donde tropieza,
Dado puesfiná los recebimientos, Y nunca guardan ellos su cabeza.
Y acabadas las bodas y las fiestas, El cuidadoso gallo vigilante
Por ocasiones, trampas , chismes, cuentos A sus debidas horas cantar quiere,
Que no faltan en tierras como estas, Mas antes que dé voces y que cante,
iban creciendo mil desabrimientos Sacude bien las alas y se hiere :
Mil pleitos, mil demandas y respuestas, Es menester que sea semejante
Y escribieron al rey algunas cosas Aquel que predicare y que rigiere ;
Al don Diego Colon no provechosas. Dar voces, pero cumple ser su vida
No faltaban malsines y soeces Primero de vilezas sacudida.
Que las personas nobles revolviesen; Algunos si por handos y recuestas ,
Y como«por gran número de veces Se llegan ámortíferas lanzadas,
Las tales á los reyes escribiesen, Muy poco sin estar las manos prestas
Vinieron licenciados por jueces Valdrían las palabras esforzadas ;
Que en las apelaciones conociesen, Pues ¿ qué valdrán acá las bien compuestas r

Que fué, según constó del aparencia, Estando buenas obras olvidadas?
Una manera de real audiencia. A bien librar el hombre que mas gana
Será como sonido de campana.
Alfinque desta trama salió lienzo, Podría ser galán ejemplo nuestro
Que no puede faltar en este suelo; Aquel que en Israel tuvo juzgado,
Fueron tres licenciados su comienzo: Que porque de dos manos era diestro ,
Lucas Vázquez de Aillon y otro Marcelo Es en divinas letras celebrado :
De Villalobos, Juan Ortiz'Matienzo, Ansí lo debe ser el buen maestro,
Al don Diego Colon ningún consuelo, A estas flacas gentes enviado;
Y á quien nunca jamás fué buen tercero Que mueven las palabras vivos templos ,
Miguel de Pasamonle, tesorero. Si van acompañadas con ejemplos.
Este con buenos celos ó pasiones, Prosiguiendo los frailes sus intentos,
Y otros vencidos dellas ó por ruego, Por el loable modo que solían,
Escribieron al rey tales razones Dieron en remover repartimientos
Que llamó por sus cartas á don Diego; De hidalgos que en corte residían :
El cual, vistas reales provisiones, Por ausencias y malos tratamientos,
Sin les poner escusa partió luego, Que en miserables indios se bacian,
Y en corte sus disculpas negociando De donde resultaron muchas quejas,
A sus días diofinel rey Fernando. Que á tales intereses son anejas.
-48 JUAN DE CASTELLANOS.
Cuando crecía pues aquesta salía, Sus maridos, carones singulares
Que fué harto mayor que yo la pinto, Do quier que se mostró bélica mano,
Zuazo no se daba menos maña, Señalados por tierras y por mares
Con virtud y renombre soberano ,
Antes iba por orden no distinto : Son Avendaño y Gregorio Suarez,
Y entonces ya gozaban en España Y Antón de Castro, noble lusitano :
Del bienaventurado Carlos quinto , Cuyas proezas grandes, Dios mediante,
Ante quien por palabras nada blandas Confío que diremos adelante.
Pusieron grandes pleitos y demandas.
Sus indios demandaba la cuadrilla, Pues el sabio Velosa persevera
Pero ninguno fué restituido; Haciendo dos ingenios escogidos ,
Los frailes se volvieron á Castilla, En Niguayen , y Aguate y su ribera ,
Su Majestad se tuvo por servido Del cual ejemplo muchos son movidos ,
Del tiempo que estuvieron en la silla , Queriendo caminar por su carrera,
Con lo que mas habían proveído; Orillas de los rios conocidos :
Como fué Pasamonte, tesorero,
Y los de la ya dicha competencia
Contra Zuazo piden residencia. Y el secretario Diego Caballero.
Los émulos y duros querellantes Otro mucho mejor y mas pujante ,
Granjearon juez algo tirano, Abajo del que tengo ya nombrado,
Mas él dio sus descargos tan bastantes, Es del señor Colon el almirante ;
Cuanto los pudo dar un buen cristiano; Otro hizo también Francisco Prado ;
Y ansí quedó con honra como antes, Y no quiero pasar mas adelante
Puesto que de juez ninguna mano, Contando los que se han edificado,
Hasta después que por persona dina Porque, ponellos todos por escrito
A gobernar pasó la Fernandina. Seria proceder en inlinilo.
Fué pues de los tres frailes un colega , Deslos cada cual es un señorío,
Figueroa, prior cerca de Olmedo, Gentil y principal heredamiento;
Que fué segundo obispo de la Vega; Tienen necesidad de gran gentío
El otro fray Domingo de Quevedo, Para tener cabal aviamiento;
Que tuvo por prior San Joan de Ortega ; Faltaba ya de indios el avío
Otro fray Bernardino Manzanedo, Por el universal acabamiento,
A quien el rey honró con premios largos, De suerte que hay en estas heredades
\ acabaron después con grandes cargos. Negros en escesivas cantidades.
Tratando pues Colon por su presencia Tienen la tierra tal cual se desea
Sus pleitos en honor y en interese, En temple y abundancia cosa rica ,
El rey para venir le dio licencia, En grande aumento va cada ralea ,
Sin que ninguna cosa concluyese . Y con grande vigor se multiplica,
Con el reposo siempre de la audiencia, Tanto, que ya parecen ser Guinea ,
De los negocios que él mal proveyese, Haití, Cuba, Sant Joan y Jamaica;
Que no le consentían un cabello, Destos son los Gilosos muy guerreros
Y muy poco después les vino sello. Con vana presunción de caballeros.
Llegado nuestro noble caballero Movidos estos desta lozanía
Al puerto de la Ozania conocido, Y sobre gran acuerdo, se juntaron
Aunque no con aquel fausto primero , De la Natividad segundo dia,
De todos ellos fué bien recebido : Año de veinte y dos que se contaron ;
Tuvo contentamiento mas entero Y luego con soberbia valentía
La vireina de ver á su marido; Haciendas poderosas asolaron,
Los años que contaron al presente, Tanto que casi no dejaron rastro
Fueron mil y quinientos y mas veinte. En la que fué de Melchior de Castro.
No solamente voluntad sincera , La furia destas furias mas se ceba
Pero también los pechos descontentos, Sin que dejen mamante ni piante;
Amistad le mostraban verdadera, El riguroso trance desta nueva,
Sin puntas de pasados movimientos; Con muertos españoles por delante,
Mas no fué su contento de manera Con la priesa posible se le lleva
Que pudiese huir desabrimientos , A don Diego Colon el almirante,
A lo menos por las rebeliones, El cual con el calor que convenia
Intentadas por negros cimarrones. Partió tras la proterva compañía.
E l caso sucedió por esta vía : Por atajar con brevedad los males,
Los hombres de riquezas cudiciosos, Recogió de soldados hasta ciento,
Visto lo que la tierra prometía, Mas luego caballeros principales
Para mejor hacellos caudalosos, Fueron por le servir en seguimiento;
Dieron una grande granjeria, Hallaron luego rastros y señales,
Que fué hacer ingenios poderosos Envueltos en rigor sanguinolento,
Para moler azúcar , y el intento Siguieron las pisadas aquel dia,
Ha venido después en crecimiento. Hasta que ya la noche se venia.
E l inventor primero desta cosa, En Nizao paró la compañía
Que primero lo dio perlicionado, Por causa de la noche tenebrosa ,
Dicen que fué Gonzalo de Velosa, Mas Melchior de Castro no dormía ,
Varón por buenas letras estimado : Que por lo que llevaban no reposa;
De la cual granjeria provechosa Hurtóse del real, siguió la vía
Fué rico de caudal multiplicado, Que llevaba la gente belicosa,
Y en este nuevo reino tiene nielas , Con un criado suyo, que llevallo
En ser, valor y lustre muy perfetas. Quiso , por ser buen hombre de á caballo.
Doña Luisa, otra Castianira, Colon, que luego supo la demanda
A quien Homero pinta soberana, Del que llevaba vivos los aceros,
La segunda se dice doña Elvira, A Francisco de Avila le manda
Y la menor de todas doña Ana • Que lo siga con ocho caballeros :
Virtud, bondad, honor, aquí se mira; Con tal que si topasen con la banda
Belleza, discreción, vida cristiana, De los viles y bárbaros guerreros,
Casadas con ilustres caballeros, Se los entretuviesen cuerdamente
Y cada cual con muchos herederos. En tanto que llegaba con la gente.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA V, CANTO II. i!)
En un camino ancho , bien hollado, Eran los desafueros y los daño*
Se juntaron los once que ya digo, Sin querer perdonar cosa viviente,
Y brevecillo trecho caminado
Sienten'el escuadrón del enemigo , Libróse de celadas y de engaños,
De todas armas bien aderezado, Sin sucedelle mal inconvinienlc ;
Y no de centinelas sin abrigo, Y sustentó la guerra trece años
Con cuya grita cada cual despierto Con harto deshonor de nuestra gente ,
Se pusieron en orden y concierto. Robaron crecidísimos caudales
Hacen o.stentacion de su presencia , Con muertes de personas principales.
Diciendo: « Viles, no tenemos miedo, Admíranse, letor% entendimientos,
Pues pensamos hacer la resistencia De que cuando hallaron estos mares
Como valientes hombres á pié quedo.» Varones poco mas de cuatrocientos
Faltóles á los once la paciencia, Venciesen á millares de millares,
Rompiendo con grandísimo denuedo Y temblasen agora de doscientos
Por aquel escuadrón embravecido, Tantas ciudades, villas y lugares ;
Dejando cada cual uno tendido. Mas entonces el hombre vaquiano
No soltaba las armas de la mano.
Con todos sus pertrechos y reguardos No comia guisados con canela ,
Se rehizo muy presto la compaña , No confites, ni dulces canelones ,
Con infinitas flechas, lanzas , dardos, Su mas cierto dormir era la vela,
En que se daban todos buena maña ; Las duras amias eran los colchones ,
Pero los once nuestros no son tardos El almohada blanda la rodela,
En volver con furor de mayor saña; Cojines los peñascos y terrones,
Fué la breve batalla bien reñida, Y los manjares dulces, regalados ,
Y al cabo los pusieron en huida. Dos puños de maíces mal tostados.
El rencuentro concluso y acabado , Abrir á prima noche las pestañas ,
Y el escuadrón de negros ya vencido, Con ojo vigilante, claro, puro,
El don Diego Colon llegó cansado Por ver lumbres de ranchos ó cabañus,
Con presurosos pasos al ruido : A fin de salteallos con escuro ;
Uno destos salió descalabrado , Quebrándose los ojos por montañas,
Y el Melch'ior de Castro mal herido , Do cualquiera pensara ser seguro,
Pasada de los dardos una mano , Y aunque mas se velasen los isleños *
Pero no tardó mes en verse sano. A media noche dalles negros sueño?.
Remediados aquestos desatinos, A tino caminaban y sin guias
Tan necesariamente remediados, Por setecientos mil despeñaderos ,
Poblaron las calzadas y caminos Y muchos tan destrísimas espías ,
De negros por justicia castigados ; Que nunca perros fueron tan rastreros;
Sosegáronse todos los vecinos De ramos se cubrían en los dias
Que estaban de temor sobresaltados , Si se mostraban rasos los oteros,
Y otros hubo después, aunque no luego , De noche por quebradas y por rios ,
Que causaron mortal desasosiego. Hasta que ya topaban los buhíos.
Fué un Enrique pues, indio ladino , Fáltanles muchas veces acogidas,
Que supo bien la leDgua castellana, Escepto las montañas y quebradas,
Cacique principal, harto vecino Las aguas de los cielos muy crecidas,
Al pueblo de San Joan de la Maguana : Las mas que viles ropas empapadas;
Usóse con él cierto desatino De tierra repentinas avenidas
Por su mujer que fué también cristiana . Que escudos le llevaban y celadas,
Era gentil letor, gran escribano, Y entonces, los no tales y los buenos ,
Y en estas islas tuvo grande mano. Quedaban con las manos en los senos.
Por no poder templar la destemplanza Y estando sin espadas y rodelas,
De aquella pesadísima zozobra, Desnudos , en pañetes ó vestidos,
Porque el honor eme pierde tal usanza Osaban cometer á centinelas
Para siempre jamás nunca se cobra, De indios, que velaban advertidos ;
Vínole pensamiento de venganza, Y presas las escuchas ó las velas ,
El cual efeluó con mala obra ; Robarlos descuidados y dormidos,
Y ansí con principal gente de guerra E ya, de los trabajos olvidados,
Escogió lo mas fuerte de una sierra. Volvíanse contentos y pagados.
Esta sierra se dice del Bauruco, Podríamos en estos tales cuentos
Cuyas cumbres son sumas en alteza, Gastar y consumir noches y dias,
Piedras, matas, espinas, arcabuco, Refiriendo cien mil atrevimientos,
Allí hacen común el aspereza : Hechos , hazañas, suertes, valentías,
No romperá lombarda, ni trabuco, Que solian hacer hombres hambrientos
Las bravas espesuras de maleza; En los antiguos y pasados, dias,
Tiene lago que boja su aparencia Donde tullidos , cojos , mancos, sanos ,
Catorce leguas de circunferencia. Cada cual se valia de sus manos.
Entremetido pues en estís breñas Mas ya no hallareis tales mozuelos,
Para principiar el mal que piensa, En escuela de Marte ni Minerva,
Hizo canoas grandes y pequeñas, Pues todos huyen destos desconsuelos ,
Formando su guarida mas estensa; Y dicen que lasflechastienen yerba;
Porque si discrepase de las peñas Hay hojaldres, pasteles y buñuelos,
El agua le sirviese de defensa, Hay botes y barriles de conserva ,
Con otras infinitas prevenciones Hay cedazo, harnero, y hay zaranda,
Que piensan fugitivos y ladrones. Y sábeles muy bien la cama blanda.
Desde las asperezas desta sierra Por faltar pues entonces fuerte gente ,
Su gran rebelión continuando, Y usarse ya sonetos y canciones T

Hacia mil asaltos por la tierra El Enrique se hizo tan valiente ,


Matando, destruyendo y abrasando ; Saliendo siempre con sus intenciones ;
Ejercitó con gran valor la guerra, Andando pues el indio delincuente ,
Con obra de cien indios de su bando , Causando semejantes turbaciones,
Y un su capitán dicho Tamayo Y dando de valor bastante prueba,
Que para ningún mal mostró desmayo. Al gran emperador llegó la nueva.
t
JUAN DE CASTELLANOS.
El cual, por atraer á su servicio Acerca del perdón que represento
Este venturosísimo tirano, Tuvieron sus demandas y respuestas,
Le perdonó cualquiera maleficio , » Usando de común comedimiento
Escribiéndole carta de su mano ; A los cristianos hizo grandes fiestas;
Donde se le mostraba muy propicio, Hizo de capitanes llamamiento ,
Si dejase furor tan inhumano, Diciendo : « buenas bulas son aquestas ,
Y donde no, si punto se detiene , No cumple ya dejallas de la mano,
Se le dará castigo cual conviene. Pues las envía rey tan soberano.»
Vino la carta para don Enrique, Vinieron todos con brazos abiertos
Porque el emperador ansí le llama: A bien que tanto bien les ofrecía ;
Mas ¿quién habrá que se la notifique El don Enrique hizo los conciertos
En lodos los confines de la Ozama? Con la seguridad que convenia ;
Porque demás de no tener á pique Dejó las asperezas destos puertos ,
Al dicho, tiemblan todos de su tama; Volvióse do primero residía,
Teníanlos por trabajosos lances, Su vida fué después vida segura,
Y echaban mil juicios y balances. Y ansí se concluyó guerra tan dura.
Como trajo la carta de clemencia De los de mas pesados movimientos.
El capitán Francisco Barrio-Nuevo, El negro Lemba fué principalmente
Hombre de gran valor y gran prudencia, Que juntó negros mas de cuatrocientos,
A quien el riesgo fué de poco cebo , Acaudillándolos varonilmente;
Habló con los señores del audiencia, Fué negro de perversos pensamientos ,
Diciéndoles : «la carta yo la llevo, Atrevido, sagaz, fuerte, valiente,
A mí me viene bien este viaje, Y en su rebelión de muchos años
E yo quiero hacer este mensaje. » La tierra padeció notables daños.
De percebir oferta semejante Persona mal sabida, recatada,
A los jueces altos no les pesa , En todas sus astucias otro Davo ,
Porque sabian ser hombre bastante En el asalto de cualquier entrada
Para tomar á pechos el empresa ; Diligente , feroz, cruel y bravo;
Reconociendo del de mucho ante Y en este nuevo reino de Granada
Que no fué gavilán de poca presa; Tuve yo nieto suyo por esclavo :
Y concordes en estos pareceres, Muchacho, pero tales sus costumbres,
Le dieron los recados y poderes. Que me daba no pocas pesadumbres.
Por la mejor manera que convino , Pocas cosas había del seguras
Pertrechos necesarios proveídos, Por ser lobo cerval de gran destreza,
Seguía por la costa su camino En embustes, marañas, travesuras,
Con treinta compañeros escogidos; En astucias, cautelas y viveza :
Y dos meses gastó hasta que vino Una de las mas malas criaturas
A descubrir los indios recogidos, Que creo que formó naturaleza,
Trastornando las cumbres y quebradas, Y antes de reventar mas demasías
Sin poder hallar rastro ni pisadas. Agua rápida dio fin á sus dias.
Después de tantos dias , cierto dia Sus fines no causaron desconsuela,
En unas espesuras donde estaba, Antes su desventura fué propicia;
Todos los desla noble compañía Pues si viviera mas este mozuelo,
Oyeron una hacha que cortaba ; Según iba creciendo su malicia,
Tomaron por acechos esta guia Venciera las maldades del abuelo,
Que con temores grandes los guiaba, A quien después mataron por justicia ;
Y por vía de breñas importuna Alzóse después del un Joan Vaquero,
Pudieron allegar á la laguna. , El cual vino también á pagadero.
Aquí llegó con hasta diez soldados', Porque durante las rebeliones ,
Dejando los demás en la zavana : Cuya gran pesadumbre fué notoria ,
Vio indios en canoas bien armados , Hubo soldados diestros y varones
Que le hablaron lengua castellana ; Dignísimos por cierto de memoria :
De su venida fueron avisados, Pues allanaban estos tropezones
Y cuánto de la buena paz se gana , Gozando de grandísima vitoria,
Que le llamasen luego su cacique, Haciendo siempre lances principales
Y que bien sabian ser el don Enrique. En aquestos guerreros infernales.
Sin muestra de ningún desasosiego, Uno destos que v3mos relatando
Los indios con temor ó con recato Aunque con pluma ya poca liviana ,
Dijeron no poder cumplir su ruego, Se decia Fulano Villalpando,
Porque estaba de allí prolijo rato ; A quien llamaban barbas de zavana :
Mas Barrio-Nuevo hizo pasar luego Para cualquier trabajo nada blando,
Para se lo llamar "cier,to mulato, Rojo, de proporción algo mediana,
Y dadas las razones de quien era, Pero por bosques, cumbres, montes agros,
Determinó venir á la ribera. Hizo cosas que son como milagros.
Al tiempo que los dos se ven la frente De los que peleaban á su lado
En diferentes puestos y riberas , Podríamos hacer bien larga sarta ;
Quitaron los sombreros juntamente, Destos Joan Freyle fué muy afamado;
Y el Enrique habló de sus laderas : Y en ver y rastrear viveza harta
«Pase vuestra merced seguramente, Un Joan Rodríguez, otro buen soldado,
Que aquí le serviremos muy de veras. » Que yo traté después en Santa Marta,
Pasaron á la parte de sus tambos, Un Joan, canario negro, con su perro,
Y abrazos de amistad se dieron ambos. Que casi de razón no tuvo yerro.
Debajo de un mamey, árbol umbroso Otro buen capitán, hombre bastante
Que frutos á la vista representa, En la misma sazón , se dijo Vera,
Se sentaron entrambos de reposo Que ninguno pasó mas adelante
A la sombra y Irescor que les contenta ; En la dificultad desta carrera ;
La carta del monarca poderoso Pero volvámonos al almirante,
Le dio eon relccion de larga cuenta , Que grandes ratos ha que nos espera ;
La.cual consideró por larga pieza , Y á él también esperan desafueros
Y puso luego sobre su cabeza. Que fueron de su vida los postreros.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO I. 51
Estaban los vecinos sosegados, En Higuey, de quien ya hecimos lista,
Quietos en sus casas y viviendas: Por Nicolás de Ovando fué justicia,
Mas como donde quiera que hay letrados Donde por indio que habló de vista ,
No pueden faltar pleitos ni contiendas, Del rico Boriquén tuvo noticia ;
Variedades, procesos fulminados Pidió con gran instancia la conquisto ,
Tocantes á personas y haciendas, Por ser empresa digna de codicia ;
En las furias del cual desasosiego Ovando se la dio, y á muchas gentes
Bravamente picaban al don Diego; Condatas de conquistas diferentes.
De muchas eminencias paternales Porque cuando Haytí se combatía
Procuran los oidores despojallo : Había caballeros generosos,
Las causas y principios destos males Señaladísimos en valentía,
Por no sabeüos bien aquí los callo; De mayores empresas codiciosos:
Mas las informaciones fueron tales Ansí cada cual dellos pretendía
Que el gran emperador mandó llamallo , Conduta de gobiernos honorosos ,
Él cual con obediencia comedida Para mejor probar su fuerte diestra,
Puso por orden luego su partida. Y dar de su valor mas clara muestra.
Llegado filies á la real presencia,
Tuvo con el fiscal grandes letijos, El comendador pues se determina
Anduvo no sin grande diligencia , De dar do se conquiste gente rica:
Y con enojos mas que regocijos : A Velazquez le dio la Fernandina ,
De donde resultó grave dolencia, Y al capitán Garay á Jamaica:
Y sin ver su mujer ni ver sus hijos Ser desto cada cual persona dina,
Partió de los trabajos deste suelo : Por larga prueba ya se certifica,
Déle Dios los descansos en el cielo. Y al Ponce de León , con largo mando,
Fué lindo y avisado cortesano, El Boriquén , á quien me voy llegando.
De gratas y de nobles condiciones, En diez y siete y diez.y ocho grados
En miembros antes alto que mediano , Se suele computar altura deste;
Gentiles y bien puestas proporciones; Los diámetros tienen prolongados
Murió como católico cristiano, Cincuenta y cinco leguas leste oeste;
Acompañándolo santos varones; Rodéala por puntas y por lados
Dio fin á sus trabajos y tormentos De belicosa gente brava hueste ;
Año de veinte y seis sobre quinientos. Hecho y fama tiene de guerrera ,
Dejó hijos que hoy han acabado, Porque de los caribes es frontera.
Cristóbal y Luis el heredero, Por treinta leguas hace sus desvíos
Que vimos suceder en el estado, De los Hayties ya conmemorados ;
Gentil y cortesano caballero; Van por su medio montes poco frios,
Puesto que por mujeres derramado , Porque los aires son todos templados;
Y en se saber valer no muy entero, Vierten á todas partes dulces rios ,
Por no dejar aqueste quien herede, Cuyas arenas son granos dorados,
Hijo de don Cristóbal le sucede. Sus recodos, remansos , vertederos
La vireina sintió por maravilla Abundan de riquísimos veneros.
El fin del marital contentamiento ; A la parte del norte Cairabone,
Si grandes llantos hacen en Castilla, Que mas que todo agua multiplica,
En Indias increíble sentimiento : Mas al oriente corre Tainiabone ,
Fueron también las cuevas de Sevilla Cuyas vertientes son de tierra ri-ca ;
Depósito del tal enterramiento, Otro también se llama Bayamone,
Y allí donde sus miembros fueron puestos Y el que nombró Luisa la cacica,
Dos dísticos pusieron como estos. Camuy, Culibrimas, y el Aguada,
De fértiles labranzas cultivada.
Hic maris Indorum prcefeclus conditur tile El Mayaguex al sur hace su playa,
Ad quem pro merilis sors inimica fuit.
Muñera percepit viro concrssa purcnti ; Y allá sus aguas Coriguex derrama,
At cum diviliis trisliu ¡ata timul. Al oriente demora Baramaya ,
Aqui yace el almirante Heredó, según los tales. Jacagua , y el que di'ten de Guayama;
De la nueva monarquía , Los oticios paternales ; Macao, Guayaney y Guihayana,"
A quien, si hado podía , Pero con tantos vaivenes,
Lo puso menos delante Que en la herencia de los bienes Menos ricos que otros, según fama ,
De aquello que merecía. También heredó los males. Pero ninguno dellos falto de oro,
Y en todas sus riberas gran decoro.
ELEGÍA V I . Teniendo pues Joan Ponce preparada
A la muerte de JOAN PONCE DE LEÓN, donde se cuenta Su gente con poderes que le dieron,
En seguimiento fué de su jornada,
la conquista del Boriquén, con otras muchas particu- Con lenguas de Haytí que lo siguieron ;
laridades. Y porque por San Joan fué su ¡legada,
San Joan de Puerto-Rico le pusieron ;
CANTO PRIMERO. Desembarcó la gente que traia
Voz de mi ronco pecho, que profesa En playa y arenal de una bahía.
Grandes cosas en versos apacibles, La tierra se mostró de buen talante,
Desea perfecion en su promesa , Para tales designios conviniente;
Con muertes de varones invencibles; Gran cantidad de indios ven delante,
E ya Joan Ponce de León da priesa Que salen á mirar la nueva gente,
Con hechos que parecen imposibles; Pacífico mostraban el semblante,
Pues tuvo, como fué cosa notoria. Sin muestra ni meneo diferente,
En muy menos la vida que la gloria. El rey Agueibaná también venia
Con una madre vieja que tenia.
Este hidalgo fué cual le convino Llegaron á la playa conocida,
A la Belona fiera y á sus artes, Hablaron á la gente que llevaba,
Y con el gran Colon hizo camino Regocijáronse con la venida,
Debajo de guerreros estandartes; Según en los aspetos se mostraba;
En aquella segunda vez que vino Y con las mismas muestras los convida
A los descubrimientos destas partes, Joan Ponce que con lenguas les hablaba,
Señaló grandemente su persona Diciéndoles venir aquellas gentes
En allanar la gran Anacaona. Para ser sus vecinos y parientes.
m JUAN DE CASTELLANOS.
Respondieron que vengan norabuena , Son sus vecinos ger.to bien lucida,
El rey y madre vieja que ya digo , Nobles, caritativos, generosos;
Pues amistad fiel nunca da pena Hay fuerza de pertrechos proveída ,
A quien pretende ser íiel amigo ; Monasterios de buenos religiosos ,
La cual de parte dellos será llena, Iglesia catedral muy bien servida,
En paz, conformidad y buen abrigo, Ministros dotos, limpios , virtuosos ;
Con lo demás á esto convenible, Fué su primer pastor y su descanso
Sirviéndolos en todo lo posible. Aquel santo varón Alonso Manso :
Como reconocieron deslas gentes, Varón de benditísimas costumbres,
Tan blandas y sinceras voluntades, En las divinas letras cabal hombre,
Dieron algunos dones y presentes Dignísimo de mas escelsas cumbres,
Para mas confirmar las amistades ; Merecedor de mas alto renombre;
Al menos á personas eminentes , Su nombre denotaba mansedumbres,
O mas aventajadas en edades , Y ansí midió sus obras con su nombre ;
Y á madre é hijo largo catecismo, Fué de menesterosos gran abrigo ;
Para que recebiesen el bautismo, Porque lo conocí, sé lo que digo.
A estos nuestra fe se notifica , Fundó Caparra pues año de nueve
Prestando para todo buen oido; Joan Ponce de León, hombre bastante ;
Pusieron doña Inés á la cacica, Mas cuando por lo dicho la remueve ,
Joan Ponce de León al convertido Serian doce años adelante ;
La paz y el amistad se fortifica, Y por cumplir mi pluma lo que debe ,
Sin muestra de tener amor fingido, Diremos otros pueblos, Dios mediante ,
Y estos les descubrieron minerales Que fundaron entonces los primeros,
De oro de riquísimos caudales. Aunque los menos fueron duraderos.
Formaron leves ranchos, cañaveras Después al noroeste de Guayama,
Compuestas y ligadas con bejuco, Rio que tengo ya conmemorado,
Taláronse los montes de riberas, En un sitio, que Cuanica se llama ,
Que por acá llamamos arcabuco ; Tuvieron otro pueblo fabricado :
De las cuales no fueron las postreras Bahía, pero tal que, según fama ,
Las de Manatuabon y de Cibuco, Es la mejor de todo lo criado ;
Do fueran tan riquísimos veneros, Fundólo don Cristóbal do decimos,
Que no podrán creer los venideros. Que es el Sotomayor que referimos.
El oro sus veneros mas abona Mas donde manifiestan mis escritos ,
A la siniestra mano y á la diestra; No comportó la gente ser poblada,
Joan Ponce va ganando gran corona Por ser tanta la copia de mosquitos
Entre los indios y entre gente nuestra ; Que nunca se vio plaga tan pesada;
Ansí quiso llevar por su persona Y ansí, vencido ya de tantos gritos,
Al gran comendador tan rica muestra; La pasó don Cristóbal al Aguada,
Pero cuando llegó halló ser ido, Que es al oeste norueste desta vía
Y don Diego Colon recién venido. Con nombre del renombre que él tenia.
Fué su primer venida la que digo , Aquí y en todas las demás distancias
Y á vueltas del consorcio virtuoso Servían indios por repartimientos ;
El don Diego Colon trae consigo Había fértilísimas estancias,
Un Sotomayor, hombre generoso; Y en ellas españoles muy contentos :
Don Diego se le daba por amigo, Crecían cada día las ganancias ,
Por ser hijo de conde valeroso, De oro caudalosos nacimientos,
Y el rey á este por le hacer bienes En Quiminén Guainea y Horomicos,
Dio la gobernación de Boriquenes. Duyey y Cabuin, rios bien ricos.
Del cumplimiento deslas provisiones Huye la chisme, cesa la conseja ,
Escusóse Colon por ciertas vias, Crece contento, nace regocijo,
Y á Joan Cerón nombró por ocasiones Sin olor ni barrunto ni semeja
Que no faltaron en aquellos dias: De guerra ni contienda ni lelijo;
Debajo de las cuales intenciones Asegurándolos la buena vieja,
Nombró por alguacil á Miguel Diaz, Y ef buen Agueibaná su noble hijo :
De quien hemos tratado largamente Los indios mas feroces y mas bravos
En parle del historia precedente. Servían mucho mas que los esclavos.
Volvióse pues Joan Ponce despojado Gozaba , como digo, nuestra gente
Al Boriquén que vamos allanando ; De riquezas, contento y alegría,
Pero muy poco tiempo'ya pasado, Con el Agueibaná , varón prudente , .
El rey le mandó dar el dicho mando, Por quien toda la tierra se regia;
Siendo de sus servicios informado Murió la madre, y él de muy doliente
Por larga relación del buen Ovando , Vido también su postrimero dia ;
Y el Sotomayor fué favorecido Al heredero , pero, no le plugo
Del Joan Ponce después de proveído. Sufrir ni tolerar tan duro yugo.
Y ansí, con cortesano cumplimiento, Algunos españoles mal regidos,
De justicia mayor le dio renombre , Fiando de las viejas amistades,
Y al rey Agueibaná en repartimiento , . Andaban por mil partes divertidos,
Fundado pueblo, dicho de su nombre ; En sus estancias, minas y heredades;
Pero después diré con lo que cuento Casi que para siempre despedidos,
La grande desventura deste hombre, De cualesquier rebeldes novedades ,
Que fué causa de muchos otros daños Aunque dias atrás , obra de un año ,
Que sucedieron en aquellos años. Negocio sucedió no poco estraño.
Con el primer consorcio castellano, El cual aconteció por esla via :
Bien lejos de la mar y malos puestos , Un mozo, Joan Süarez Sevillano ,
A Caparra fundó, pueblo mal sano, A sus solas se fué, no sé qué dia ,
Donde todos andaban indios puestos : A casa de un señor, cruel tirano :
Al cual mucho después le dio de mano Aimanio, según dicen, se decia;
Y le buscó lugares bien compuestos, Y este mandó prender aquel cristiano
Junto de Bayamon que lo bastece, Para jugallo , y después del juego
Y donde de presente permanece. Quieti lo ganase lo matase luego.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO I. 53
Es 6U juego pelota saltadera,
Grande, de cierta pasta temecilla , Como si por la plaza do gran gente ,
Tantos á tantos anda la carrera Sin ser de los autores avisada,
En el batey ó plaza que se trilla ; Soltasen alguu toro de repente
Y las rehazas son con la cadera , Tomándoia del caso descuidada;
Con hombros, con cabeza , con rodilla Y con aquel temor incontinente
Es toda la porfía deste marte Holgasen de la ver desocupada ,
Que pase puesto de contraria parle. Buscando cada cual una guarida
Para la tarde dejan la batalla, Do pudiese mejor guardar su vida ;
Para que su frescor mas lo despierte, Ansí con el asalto repentino ,
Regocijándose la vil canalla , Ruidos y alborotos del estruendo,
En que la joya fuese desta suerte, Se vencieron de tanto desatino,
Cada cual deseando de ganalla Que parte de los indios van huyendo ,
Para perdella luego con la muerte, Sin atinar á senda ni camino,
Y el afligido, triste, maniatado, O ya mal tropezando, mal cayendo,
A Dios encaminaba su cuidado. Ya sin querer torcer pecho ni cuello ,
Ya volviendo la cara para vello.
El cual trajo consigo cuando vino Otros también pusieron embarazos
Un paje que se dio no mala maña , De flechas y macanas atrevidas;
Pues visto de los indios el desino, Deslos veréis partidos en pedazos,
La revuelta, la grita, la maraña, Cabezas abolladas y hendidas;
Acogióse, mas no por el camino , Cortados pies y piernas, manos, brazos,
Sino por el rigor de la montaña ; Que por aquel batey iban tendidas:
A Guarionex llegó todo lloroso, Tan grandes estrañezas se hacian
Do estaba Saiazar el animoso. Que feroces leones parecían.
Diego de Saiazar, que lo miraba, Aimanio que se muestra mas constante
Como persona que lo conocía , Con bravoso furor y lozanía
Luego le preguntó por qué lloraba , Al Saiazar se puso por delante,
Y cual era la queja que traia ; Y semejantes cosas le decia :
El indio le contó lo que pasaba « Aquí quiero yo ver, fuerte gigante ,
Del riesgo que su amo padecía ; Si te podrá valer tu valentía.»
Y por echar á su valor el sello Cubrióse Saiazar con el escudo,
Luego determinó de socorrello. Y apenas tan gran golpe sufrir pudo.
«Vamos, le dice, pues en un instante, La macana segunda vez enhiesta,
Antes que el miserable mozo muera, Y estando levantadaya la mano ,
Porque lo libraremos , Dios mediante.» Allegó Saiazar con la respuesta,
El indio rehusaba la carrera; Que bien creo que fué de brazo sano ;
Mas con ameriazallo fué delante , Pues para no caer nada le presta
Hasta llegar á ver la gentefiera, Habep sido, según dicen , de llano :
Embarbascados en el ejercicio Con todos los demás quedó tendido
Para hacer el torpe sacrificio. No muerto, pero muy amortecido.
Encubrióse muy bien , por donde iba Los encuentros con esto se concluyen .
Los puestos de los juegos acechando , A tiempo que los dos están cansados,
Holgándose de ver la presa viva , Los enemigos ya se deminuyen
Y los que con placer andan jugando ; Por aquellas zavanas y collados ;
Su saña de los ver es escesiva, Ansí que, del lugar los unos huyen;

Los labios con furor remordiscando, Y los otros están como pasmados ,
Diciendo : « yo prometo que si llego, Vuélvese Saiazar, no por do vino,
Que mi jugar baraje vuestro juego.» Sino tomó derecho su camino.
Este hidalgo , que Saiazar llamo, Con la gloria de triunfo merecido
En socorrer dijérades que vuela, Caminan estos dos mano por mano ,
Presto , lijero, suelto mas que gamo . Aimanio, que también quedó tendido ,
Mas vivo que la mas viva candela; En si volvió cobrando seso sano;
Y al indizuelo dio para su amo Y luego con clamor encarecido
En Guarionex espada con rodela , Mandó que le llamasen el cristiano ;
Mandándole que siempre lo siguiese , Caminan con presteza mensajeros
Cuando con mas furor arremetiese. Tras estos dos heroicos caballeros.
Llegó por el lugar mas ascondido Los indios caminando por la via,
Con aquel fidelísimo vasallo , E yendo con el paso presuroso ,
Salió con un furor jamás oido , Vio Saiazar la gente que venia ,
Tanto que no podré yo relatallo; Que nada lo hicieron temeroso ;
Y hizo con sus golpes mas ruido Y puesta la rodela que traia
Que si fueran cincuenta de caballo , En ella se sentaron de reposo ;
Aquí y allí saltando como onza Decíale Süarez, que huyera;
Que para mayor salto se desgonza. Él dijo : « huir no, ni Dios to quiera.
Donde mas riesgo ve mucho mas osa, « Otra diez tanta gente no bastara
Mas bravo que la mas brava serpiente , Para que no hiciéramos acervos,
Y en el arremetida furiosa Demás de que sabemos á la clara
Cortó las ligaduras al paciente ; Que son leones estos, y son ciervos;
El cual, con el ayuda venturosa , Son ciervos peleando cara á cara,
Cobró mayores brios de valieute; Y si huís leones son protervos:
Aquello se le da que el mozo quiere , Bebed y descansad en esa fuente ,,
Y dicele : « haced como hiciere. » Dejad á"mí con ellos solamente.»
Ambos á dos comienzan á porfía Donde los dos hicieron su parada
A menear de veras las espadas , Llegó luego la gente que corría ,
Dando según el caso requería Dieron al Saiazar el embajada,
Profundas y crueles cuchilladas : Según les pareció que convenia ;
El golpe de la sangre que corría E l , sin que rehusase la tornadu,
Henchía los caminos y calzadas; Luego les respondió que le placía;
Aquí muertos veréis, allí caidos, Süarez contradijo sus intentos,
Y todos de gran miedo poseídos. Diciéndole ser locos pensamientos.
54 JUAN DE CASTELLANOS
Teniendo Salazar ningún recelo, Sufriendo pues aquestos naturales
Daba justificadas sus respuestas; No pocas sinrazones insufribles,
El otro con temor y desconsuela Callaban por hallarse desiguales
Las manos á los cielos tiene puestas; En armas acerada's y terribles;
Y las rodillas ambas en el suelo, Piensan que son los nuestros inmortales ,
Le ruega huya cosas tan molestas , Y que también serian invencibles;
Sino que pues hicieron buena suerte , Deseaban saber lo cierto desto
No volviesen en busca de la muerte. Debajo de dañado presupuesto.
El Salazar le dijo : «buen amigo, Quería ya pasar onceno año
En aquesta sazón y coyuntura Con el millar y medio que se saca ,
Yo no consentiré que vais conmigo, Cuando por remediar su grave daño
Pues que tenéis la vida ya segura : Hicieron indios junta muy bellaca ,
Yo solo tengo de ir á lo que digo, Do tomó cargo deste desengaño
Puesto que lo juzguéis á gran locura; Urayoán, cacique de Yaguaca,
Seguro podréis ir de vuestra vida, Jurando no cesar con pies ni manos
Pues que tenéis bien cerca la guarida. Hasta saber si mueren los cristianos.
Süarez dijo : «id donde quisierdes, Estando con intento tan acedo
Ya que, señor, estáis determinado, A sus promesas esperando lance ,
Que yo tengo de ir adonde fuerdes Pasó por allí Diego de Salcedo
Sin un punto faltar de vuestro lado, Sin gente que le fuesen en alcance;
Para morir adonde vos murierdes , Urayoán se le mostraba ledo,
Sin aflojar jamás deste cuidado; Sin muestra ni señal del duro trance ,
Volvamos ambos donde nos atienden Haciéndole cumplida cortesía,
Y allá veremos bien lo que pretenden.» Y dióle para ir gran compañía.
Al peligro que ya detrás dejaban Partióse con los indios advertidos
Ambos á dos volvieron juntamente, El que sin advertencia sale fuera ,
Do vieron que sin armas esperaban Mostráronsele todos comedidos
Inumerable número de gente, Al tiempo de pasar una ribera;
Que todos con dolor acompañaban El cual por no mojarse los vestidos
Al Aimanio, llagado de la frente, Sobre sus hombros va, que no debiera ,
El cual desque bajó de la ladera Porque por ellos fué precipitado
Al Salazar habló desta manera : En lo mas peligroso deste vado.
«Salazar, valeroso caballero, Viéndolo vacilar en ese punto
Tu pecho de temor todo se escombre, De mas de dos ó tres que esto hicieron ,
No queriendo negarme lo que quiero. El golpe de los indios vino junto,
Pues pido lo que puede dar un hombre ; Y un hora sumergido lo tuvieron,
Y es que me tomes tú por compañero, Hasta que conocieron ser difunto
Con el valor y gracia de tu nombre, Y por hombre mortal lo conocieron,
Que gloria me darán armas y damas, Aunque no lo tenían por tan cierto
Si me llamare yo como te llamas.» Que creyesen estar del todo muerto.
Oidas semejantes niñerías, Y aun esperáronlo tercero dia
Respondió Salazar con rostro ledo : Por esperar al fin cuerpo ahogado,
«Porconocer en tí mis valentías Hablábanle con grande cortesía
Y no morar en tí brizna de miedo, Pidiéndole perdón de lo pasado ,
Mi nombre, con las mas hazañas mías , Hasta tanto que el cuerpo mal olía ;
De buena voluntad te lo concedo; Y cada cual quedó certiücado
Mas para lo tomar con mejor mano Que no podia ser caso fingido
Sabrás que te conviene ser cristiano.» Disimular un cuerpo corrompido.
El indio destas cosas informado Hecha desta manera larga prueba
Parecióle bien y fué contento, De que los españoles son mortales,
Y ansí después de ser catequizado Al vil Urayoán llegó la nueva
Le dieron este santo sacramento : De parte de los indios desleales;
Túvose de sus males por pagado Al mal Agueibaná también se lleva
En heredar aqueste nombramiento , Y á los demás caciques principales ;
Y los indios que Aimanio lo nombraban Convócanse los grandes de la tierra ,
Agora Salazar apellidaban. Para hacer de veras esta guerra.
Volviéronse pues estos dos varones Agueibaná por ser el mas potente
Do estaban sus amigos y parientes, A todos los demás así convoca,
largados de preseas y de dones, Porque la isla toda comunmente
Y bien acompañados destas gentes : Pendia del mandato de su boca;
Gran amistad y grandes aliciones Urayoán llegó muy diligente,
Mostraban sin zozobras diferentes; Aimanio, Guarionex, Mobodomoca,
Pero poco duraron en sosiego, Con otros principales conocidos
Según, mediante Dios, diremos luego. Que del mismo furor vienen vencidos.
Y no me espanto deslos pareceres
Ni de que sean malos sus concetos,
Pues ven diminuidos sus placeres
CANTO SEGUNDO, Y todos ellos andan inquietos ;
Y sus hijos y hijas y mujeres
Donde se trata el gran rebelión (lelos indios boriijuenes, y cosas i[u A servidumbre mísera sujetos,
pasaron durante la guerra. Pierden de libertad aquellos fueros
Que no pueden comprarse por dineros.
De pechos de pasión y dolor llenos Llegada pues aquesta compañía
A veces la paciencia se desvía; En un universal ayuntamiento,
Dos bandos que de paz están ajenos Agueibaná, que todo lo movia
Uno suele tomar mas osadía : Para perfecionar su mal intento,
Viendo que su contrario tiene menos A todos les habló lo que sentia,
Del mas que se pensaba que tenia , Haciéndoles un cierto parlamento
Su baja condición hace mas alta Breve, mas por palabras bien compuestas,
Después que reconocen esta falta. Las cuales en sustancia fueron estas :
VARONES ILUSTRES HE INDIAS. ELEGÍA VI, CANTO 11.
«Si cesan los estreñios de locura, No cumplía mostrarse negligentes
Si quien tiene razón sin razón siente, Los nuestros que roncaban de dormidos,
Si memoria de bien antiguo dura, Por ser los boriquenes tales gentes,
Ningún varón habrá que no lamente Que pueden ser á todos preferidos :
La grave sujeción y desventura Membrudos, fuertes, sueltos y valientes,
Que todos padecemos al presente. En el acometer muy atrevidos,
¡ Cuan afligidos, cuan atribulados , Tan bravos, tan crueles inhumanos,
Cuan muertos, cuan corridos , cuan cansados ! Que son bien menester entrambas manos.
» Los días y las noches padeciendo, Pues los caciques dichos convenidos,
Servimos estas gentes estranjeras , Sin que cosa se huela ni se sienta,
A mas andar nos vamos consumiendo Fueron á los asientos conocidos
En minas y prolijas sementeras, Al punto y á la hora que se cuenta;
Y lodos ellos andan repartiendo Y de los españoles divididos
Nuestros campos, zavanas y riberas , Mataron luego mas de los ochenta,
Aquello que aquí siempre poseímos, De manera que en una misma hora,
Y donde nos criamos y nacimos. Pagaron á sus amos la demora.
» Cada cual de nosotros tiene dueño Agueibaná pagó con otro tanto
A quien reconozcamos obediencia, Al amo don Cristóbal, que servia ,
Y á lodos cuantos males os enseño La cual muerte cantaron en un canto
Ño hacemos alguna resistencia; De cierta borrachera que hacía,
Antes como vencidos de gran sueño No sin admiración ni sin espanto
Llevamos estas cosas con paciencia , Del hermana hermosa que tenia ,
Hasta dalles las hijas y mujeres Que con el don Cristóbal se holgaba ,
Para sus pasatiempos y placeres. Y le dio cuenta de lo que pasaba.
» A la maldad y desvergüenza suya Durante pues el canto mal fundado,
Como viles cobardes damos vado; Un mozo, que se dijo Joan González,
No siento de vosotros quien concluya En entender la lengua señalado,
En remediar negocio tan pesado ; Queriendo percebir aquesíos males,
Pues ¿quién hay de los hombres que no huya Desnudo según ellos y embijado,
Siendo cornudo ser aporreado, Metióse con los mismos naturales,
Sino nosotros, vil y baja gente, Y pudo conocer al descubierto
Que pasamos por todo blandamente ? Lo dicho por la india ser muy cierto.
» Pues decid, moradores desta fierra, Procuró de salirse del aprieto ,
Que dormís y roncáis con pecho sano, Rodeado de plumas y poporos,
¿Vosotros no sabéis qué cosa es guerra? Y con aquel aviso de discreto,
;, No nacistes las armas en la mano ? Ya fuera de los bailes y sus coros,
¿ No soléis alentaros por la sierra Habló con don Cristóbal en secreto ,
Mejor que si corriésedes por llano? Diciendo : «señor, ciertos son los toros;
Pues ¿cómo falta ya quien nos acuerde Pareceríame muy buena cosa
El bien de tanto bien como se pierde? Que pongamos los pies en polvorosa.
» Los caribes con sus ferocidades, i) No cumple dilación; porque yo juro
Que sombra nunca fué que los asombre, Que el esperar será gran desatino;
Con tantas y tan feas crueldades Caminemos agora con escuro,
Que tiembla de decillas cualquier hombre, Porque yo guiaré por tal camino
Tienen en mucho nuestras amistades, Que cada cual de nos vaya seguro
Tiemblan del Boriquén y de su nombre, Debajo confianza de mi tino.»
Y nosotros temblamos de doscientos El don Cristóbal dijo que se iría,
Cojos, tullidos, mancos y hambrientos. Pero de noche no , sino de dia.
» Aquella vieja, mi bestial abuela, Eran con don Cristóbal seis cristianos
Y el insensato torpe de mi tío Que estuvieron (a noche muy á pique,
Nos hicieron creer cierta novela Siempre con las espadas ei¡ las manos
Que siempre tuve yo por desvarío ; Y no sin sobresalto de repique ;
Pero ya la verdad se nos revela Pero, claros los montes y los llanos ,
Por aguas del Guarabo nuestro rio, Mandó luego llamar á su cacique,
Que no son inmortales los cristianos , Diciendole : «hacemos hoy viaje,
Y que pueden morir á nuestras manos. Danos gentes que lleven el fardaje.»
» Por tanto, cada cual las haga prestas El indio respondió que le placía,
Y del pesado sueño se despierte, Y trajo muchos indios bien dispuestos
Échese dos carcajes á las cuestas, Para la gran maldad que pretendía
Aliste con furor el arco fuerte; Instruios, avisados y compuestos :
Y sin otras demandas ni respuestas Partió la desdichada compañía
Mueran los enemigos mala muerte , Con los tamemes malos y molestos ;
Porque no puede ser mejor cauterio El Joan González su salida tarda,
Para la llaga deste cautiverio. » Casi quedándose por retaguarda.
Movidos desta loca confianza, Aquel que la traición mal la menea.
Responden los caciques del alarde : Después que todos seis fueron partidos.
« Para poder tomar esta venganza, Tomó trescientos hombres de pelea,
Conviene que ninguno mas aguarde ; En menear las armas escogidos ;
Porque la dilación y la tardanza En seguimiento va de quien desea,
Tanto peor será cuanto mas tarde, Por caminos y pasos conocidos,
Y sean las primeras circunstancias Y el rey Agueibaná , mozo lijero,
Matar á cuantos hay en sus estancias.» Al Joan González alcanzó primero.
En esto quedan todos acordados, Díjole : «dónde vas» , y dióle luego
Pospuestos todos miedos y temores, En la cabeza desapercebida;
Y aun agora van determinados Del golpe de la sangre quedó ciego,
De dar sobre sus amos y señores, Y antes que segundase la herida,
Estando todos ellos descuidados Hincóse íle rodillas, y con ruego
De semejantes riesgos y rigores; Pide que no le prive "de la vida;
Que mala defensión , que mal abrigo , El rey dijo, sintiéndolo tan Haco:
Seguridad en cas del enemigo. «Adelante, dejad este bellaco.»
íifi JUAN üK CASTELLANOS.
Dejáronlo con harta pesadumbre, Habia pues en estos dos lugares,
Quebradas las narices y las muelas, Al tiempo destas vueltas y marañas,
Y á los demás les dieron certidumbre Varones pocos pero singulares,
De su mal, pues les huellan ya las suelas Que hicieron proezas y hazañas,
Rostro hicieron á la muchedumbre, Mayores que los fuertes doce pares;
Embrazadas espadas y rodelas ; Y aun se pueden tener por mas estrañas,
Mas ¿qué verán los pocos entre tantos, Pues no se ponen en aquestos cuentos
Que no sean mortíferos espantos : ? Fábulas, ni Aciones , ni comentos.
Rodean los trescientos combatientes Estaba Salazar en esta villa
El breve batallón de los cristianos; En fuerzas y en esfuerzo señalado,
Necesidad los hace ser valientes, Sin que faltase punto ni hebilla
Bien como numantinos con romanos : Para varón heroico y esforzado :
Derríbanse narices, muelas, dientes, Gran siervo de la Virgen sin mancilla ,
Por el suelo veréis rendidas manos, Urbano , comedido, bien criado,
Es la sangre que corre de manera Hubo también aquí Miguel de Toro,
Que va tiñendo toda la ladera. Que fué de las victorias gran decoro.
Como toros en coso son heridos, En tierrafirmey en sus asperezas
Por rostros, por espaldas y por lados, Mostróse con Hojeda gran guerrero,
Por todas partes son acometidos, Y ansí, por sus hazañas y proezas
Todos traen los pechos traspasados : El santo rey lo hizo caballero;
Ya casi muertos, pero no vencidos, Joan López Adalid, cuyas destrezas
Ni de vender su vida descuidados No merecen aquí lugar postrero, .
Quisiera don Cristóbal la venganza Porque sus tinos son atrevimientos
Del rey Agueibaná, mas no lo alcanza. No se podrán decir en breves tiempos.
El espada tenia ya cercana, Añasco, cuya fuerza nada mansa
Mas en ciertos bejucos estropieza, Al escuadrón desprecia mas armado;
Luego terrible golpe de macana Un Sebastián Alonso, que no cansa
Le hizo do? pedazos la cabeza ; Rompiendo lo que está mas reparado ;
Y el resto de la gente castellana Y aquel fuerte varón, Luis Almansa,
Para postrer gemido se adereza; Francisco Barrio-Nuevo, Joan Casado ,
Dieron los indios, aunque gente dura, Y aquel de color loro, Joan Mejía,
A solo don Cristóbal sepultura. Cuyo loor no halla demasía.
Volvieron á buscar al Joan González, Y un hombre de Alanís, natural mió,
No para defensión de su partido ; Del fuerte Boriquéa pesada peste,
Mas él entróse luego por breñales, Dicho Joan de León, con cuyo brío
De suerte que no pudo ser habido : Aquí cobró valor cristiana hueste ,
Obró Dios sus milagros y señales Trájonos á las Indias un navio,
En escapar un hombre tan herido; A mí y á Baltasar un hijo deste,
Porque si la tal lengua pereciera, Que hizo cosas dignas de memoria,
Aquesta desventura mayor fuera. Que el buen Oviedo pone por historia.
Huyendo de los ásperos escesos Pero López de Ángulo, cuya lanza
Que el rey Agueibaná con otros fragua, Hizo por escuadrón ancho camino ,
Descubiertos los cascos y los huesos , Sin espantallo la mayor pujanza
Y á todas horas cantidad de agua, De batalla ni sallo repentino,
Rompió por arcabucos mas espesos, Donde no tuvo menos alabanza
Atravesando sierras de Jacagua; Martin de Guiluz, noble vizcaíno,
Salió por gobernar también su proa Fortísimo, lijero y animoso,
A un heredamiento dicho Toa. Y en los trances de guerra venturoso.
Hallóse quince leguas mas avante También Joan G i l , que siendo mozo tierno
De lo que su juicio computaba, Todos sus hechos fueron soberanos,
Gente nuestra halló bien ignorante Tantos, que tuvo destos el gobierno
De lo que la tal lengua relataba ; Dotado ya de dias mas ancianos :
Algún ángel llevaba por delante, Fué gran terror y espanto sempiterno
Que por tan buen camino lo guiaba; De todos los caribes comarcanos ,
Tuvo quien lo curó tan buena mano Hasta metellos en su propia tierra,
Que desde á pocos meses quedó sauo. Y á su costa hacelles cruda guerra.
Encendida la fuerza deste fuego En aquesta sazón y coyuntura,
Por los modos que tengo repartidos, Otros valerosísimos soldados,
Agueibaná, sin recebir sosiego, Que no sabré poner por escritura,
Juntó diez mil gandules escogidos ; Estaban en los pueblos señalados ;
Y al indio Guarionex le mandó luego Do va Guarionex con gran soltura
Que los lleve por bosques ascondidos Con los indios que dije bien armados;
A dar en aquel puehlo del Aguada, Y porque fué reencuentro bien reñido ,
Y á fuego y sangre del no deje nada. Después os contaré lo sucedido.
Todos fueron muy bien apercebidos
Y confiados de su vencimiento;
Los nuestros descuidados y dormidos,
Que podrían ser todos hasta ciento , CANTO TEKCERO,
En los dos dichos pueblos repartidos,
Y ajenos del rebelde movimiento, Duníe s« cuenta cómo llegó GUAHIONEJC a! luucblo dicho Honlcwayor
Salvo Caparra, do por Joan González sin ser sentido, y lo que mas sucedió.
Joan Ponce supo todos estos males.
No pudo Joan González lo que quiso, Pocas veces se goza de despojo
Ni los que con él juntos han llegado, De fuertes enemigos advertidos ,
Pues por ser el negocio de improviso, Cuando contrarias gentes ven al ojo
Joan l'once pudo ser el avisado; Y no llegan por pasos ascondidos ;
Y ninguno le pudo dar aviso Mas causan perdición y gran enojo ,
A Sotomayor, pueblo descuidado , Si llegan sin que puedan ser sentidos ,
El cual Aguada es por otro nomine , Porque cualquiera asalto repentino
A quien (lió don Cristóbal su renombro. Es causa de muy grande desatino.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO 111. 57
Pues para lo quo agora se procura, Con una nunca vista lijereza
Está Solomayor muy ensotado , Escuadrones contrarios resistía,
Entonces por ser poca la culura,
De todas partes no bien escombrado ; Grandes fuerzas sacó de su flaqueza,
Antes montañas, selvas, espesuras, Animo, corazón y valentía :
Lo suelen asombrar por cada lado ; Por el mayor aprieto y aspereza
Y aquesto dio lugar á que viniese De los mas atrevidos se metia,
El indio sin que nadie lo sintiese. Diciendo do*mas ímpetu sostiene :
Verdad es que, según hemos oído, «Salazar, Salazar es el que viene.»
A hombre que salió desta compaña,
Un indecito niño, dicen , vido Con obras, con palabras y con fieros,
ludios armados ir por la montaña; Hacia de victoria confianza ;
Pero su dicho nunca fué creído, Sus golpes son tan llenos , tan enteros,
Y todos lo tuvieron por patraña,' Que no puede vivir quien él alcanza;
Y ansí durmieron todos descuidados, No se vido león entre corderos
El cual descuido fué por sus pecados. Hacer tan crudelísima matanza,
Y no con menos bravo continente,
El acechado pueblo ven seguro, Peleaba también su flaca gente.
Donde cualquier espía se convierte, Al palo va venciendo nuestro hierro ,
Sin defensa de vela ni de muro, A las macanas duras el cuchillo;
Ni casa que se pueda decir fuerte ; Ayudaba también un cierto perro,
Esperaron al tiempo mas escuro Llamado según dicen Becerrillo ,
Para mejor poder hacer la suerte, El cual traía ya todo su cerro
En partes repartidos allí junto, No menos colorado que amarillo ;
Y macanas y flechas muy á punto. Del cual perro nos han contado cosas
Seis horas antes fué de la mañana , Que se pueden tener por espantosas.
Cuando Morfeo mas se detenia Viendo pues Guarionex su menoscabo ,
En regalar la vista castellana Al Salazar dirige su corrida ,
Con una soñolienta melodía; Haciendo con los indios del Guarabo
E ya la clara lumbre de Diana Una mas que cruel arremetida :
Sus doradas mejillas encubría, Resiste Salazar , y al cabo, al cabo
Cuando la gente del protervo bando A todos los compelen á huida,
El descuidado pueblo va cercando. Dejando por el pueblo y á su puerta
En partes se reparten con sosiego, Alguna cantidad de gente muerta.
Sin alboroto, grita ni ruido, Aquestos enemigos ya vencidos,
A las pajizas casas ponen fuego, Esclusos y apartados de sus puertos,
El cual con gran furor es encendido; Curaron los que estaban mal heridos
Aqueste daño hecho, suena luego Y dieron sepulturas á sus muertos ;
Una terrible grita y alarido; Procuraron de ser mas proveídos,
Los gritos fueron tales y tan altos, Huyendo de pasados desconciertos,
Que causaron pesados sobresaltos. Conoció no ser parte los que cuento
Para permanecer en tal asiento.
Despertaron aquí los que dormían, Y ansí con ardides de prudente
De tales novedades alterados ; Viendo los pocos hombres que quedaban,
Las llamas á huir los compelían, Uno herido y otro mal doliente,
Huyendo se hallaban mas turbados: Y riesgos que los mal amenazaban,
Flechas^, humos, calores, impedían Determinó llevar aquesta gente
Las espaldas, los rostros y los lado» , A Caparra do los demás estaban :
Las lumbres descubrían los engaños ; Parecer y balance de discreto,
Mas eran causa de mayores daños. El cual luego pusieron en efeto.
Ansí como por campos rodeados, Desásense de aqueste flaco gonce,
En la caza, por muchos ordenada, Y el campo se partió con mal arreo,
Que do quiera que huyen los venados, No con tiros de hierro ni de bronce,
Hallan lebreles puestos en parada, Pues con espadas hacen el ojeo;
Y son de todas partes acosados, Si deseaban verse con Joan Ponce,
Sin que puerta le den desocupada, Joan Ponce tiene muy mayor deseo,
Aquí los muerden perros, allí gritan , El cual se congojaba con sospecha
Aquí caen, allí se precipitan ; De la destruicion que estaba hecha.
Ansí do cualquier dellos se convierte , Su gente dividir no convenia
Hay rodeo de gentes inhumanas, Por ser poca y el tiempo peligroso ,
Hay lazos, hay camino de la muerte, Y estando con penosa fantasía
Hay dardos, arcos,flechasy macanas , Por saber de los otros congojoso,
Hay herida mortal, hay golpe fuerte , Allegó con la gente que traia ,
Hay para todo mal crueles ganas, Diego de Salazar el animoso :
Hay heridos aquí, y allí caídos, Los amigos difuntos lamentaron,
Aquí lamentación y allí gemidos. Y pocos con los pocos se holgaron.
En esta confusión y batería Estando pues ansí toda la tierra ,
Cada cual Salazar apellidaba, Viendo tan peligrosa rebeldía,
E l cual de mal de bubas no dormía , De ocios y sosiegos se destierra
Y entonces con gran sueño reposaba. Joan Ponce de León como solía ,
Al fin lo despertó la vocería. Tornando cpn los suyos á la guerra
Saltando de la cama donde estaba, Con la poquita gente que tenia,
No muy sobresaltado ni desnudo, En el número poca y aun doliente ,
Sino con el espada y el escudo. Pero maravillosa y escelenle.
El toro madrigado sale fuera Nunca se vio vigor ni tales mañas
Encendido de sañas ó furores; En tan breves escuadras y cuadrillas;
Bien pueden hacer alta la barrera Sus vencimientos son cosas estrañas,
Los mas sueltos y fuertes lidiadores; Grandes y nunca vistas maravillas ;
Porque él hará bien ancha la carrera , Y tan heroicos hechos y hazañas,
Do viere los peligros ser mayores ; Que soy muy poco yo para decillas;
Recogió cojos, mancos y tullidos Porque , vencer ejércitos tan agros
De las posibles armas proveídos. Tan pocos, son misterios y milagros.
58 JUAN DE CASTELLANOS.
Al fin el Boriquén está pujante , En despidiéndose rayos febales,
Dispuesto para toda competencia; Y el nublo de la noche derramado,
El español con ánimo bastante Al tiempo que descansan los mortales
Para vencer aquesta resistencia; Vencidos del dulzor acostumbrado ,
Réstanos que pasemos adelante Salió de entre los suyos Joan González,
A lo que sucedió de la pendencia Desnudo según indio y embijado
Entre los infieles y cristianos , Con arco fuerte, flechas y carcajes
Después que ya vinieron á las manos. Y la cabeza llena de plumajes.
Teniendo juntos pues los que ya digo , Llegó con el recato que convino,
Que ciento y veinte son cuantos alcanza, Pasando por gran parte de la junta ,
Porque no se pasase sin castigo A la cual ocupó tal desatino
Una cosa tan digna de venganza; Que quien lo vido nada le pregunta ;
Determinó buscar al enemigo Antes con nublos del bebido vino
Que estaba con grandísima pujanza, Ser indio de los suyos se barrunta ;
Y para gobernar sus pocas gentes Después que vio roncar toda la gente,
Nombró cuatro caudillos escelentes : Volvióse con gracioso continente.
Añasco, Salazar, Miguel de Toro, Y sin cubrir la desnudez que tiene,
Almansa, cada cual esclarecido ; Según necesidad de tal acecho ,
Sustancia de la guerra y el decoro Dijo : «lodos están como conviene,
De lo que puede ser encarecido; Pues duermen como libres deste hecho.»
Pues según rosicler sobre buen oro, Joan Ponce de León no se detiene
Lo fueron del ejército florido; En ordenar los suyos á provecho,.
Entre estos cuatro generosos Martes, Tocando con los labios los oidos
Partió sus gentes por iguales partes. Para que no pudiesen ser sentidos.
Salazar capitán era de cojos, Partió luego con todos sus soldados ,
Que él mismo por tal nombre se mostraba, Por escuadras y puestos repartidos,
Enfermos, desbarbados, mas noflojos, Pies seguros, quietos, sosegados ,
Sino gente que lodo lo talaba; En el acometer bien advertidos ;
Y ansí hicieron hechos ortodojos, Entraron por lugares señalados;
Según necesidad les enseñaba : Aquí, y allí, y allá suenan ruidos
Ciervos para huir algún mal trance, Causando pies lijeros manos sueltas
Y perros para ir en el alcance. Mil gritas, mil marañas y revueltas.
Estando todos bien aderezados Lobos entran aquí por los rebaños,
Para lo llano, sierra y arcabuco, Por acullá leones los aquejan,
Fueron de ciertas indias informados Por todas partes hay crecidos daños ,
Que tomó Salazar en un conuco, Armas tomar aquí, y allí las dejan ;
Estar copia de indios congregados No pueden atinar á los engaños,
A la boca del rio Coayuco, Por aquí dicen ay, allí se quejan ,
Flechas, inmensas armas, alambores, Aquí dan cuchilladas, allí hieren ,
Y de caribes muchos valedores. Por esta parte matan, y allí mueren.
La era del Señor es estendida No hay muertes que con muertes no segunden
A tres quinientos y once desta cuenta, Caen gallardos mozos, caen canas ,
Cuando la hueste destos recogida Boriquén y caribe se confunden,
Estaba donde ya se representa; Suenan montes, collados y zavanas
Serian once mil en la partida, Con gritos y clamores que se hunden,
Toda gente cruel , sanguinolenta, Huellan por arcos,flechasy macanas;
Fornida de mortíferos pertrechos, Si huyen por aquí, por allí pican ,
Aquí dan tropezón, allí trompican.
Y dispuestos á mas crueles hechos.
Como nave siguiendo su carrera
Estos y muchos otros repartidos Es de veloces llamas encendida,
Al Agueibaná sirven y respetan , Que el miserable nauta donde quiera
Los nuestros destas cosas advertidos , Halla su perdición y su caida,
Muchas cosas consultan y decretau ; En fuego si no quiere salir fuera,
Y fueron en efeto resumidos En agua si salió perdió la vida :
Acometelles antes que acometan , Arriba pena, confusión, presura ,
Teniendo la presteza por segura,
Por consistir en ella su ventura. Y abajo muerte, mal y desventura;
Anda solicitud á todas velas, Ansí con estas mismas confusiones,
Alístanse los fuertes morriones, , Si deste punto huyen de mal arte,
Preparan las espadas y rodelas, Daban en mas terribles turbaciones;
Lijeros coseletes de algodones; Si por aquí los hiere duro Marte,
Los alpargates eran las espuelas, Por acullá crueles escuadrones;
Que no van en caballos ni trotones ; Muerte, fuerza, temor de cada parte,
Guian la gente grandes adalides, Sangre, terror, dolor, tristes gemidos,
Destrísimos en mañas y en ardides. Montón grande de muertos y caidos.
Aderezados pues desta manera, Ardiendo va la furia que no cesa ,
Caminan por montañas sin camino; Las manos y los pies andan espertos.
Con gran silencio pasan la carrera Cumpliendo cada cual con su promesa
Para buscar al bárbaro vecino; En ocupar lugares descubiertos ;
Vinieron á salir á la frontera , Finalmente, les dieron tanta priesa
Sin faltar á Joan López su buen tino , Que se quedaron solos con los muertos;
Atalayaron los que son espertos El español brioso, poco manso,
Estando con los árboles cubiertos. Mas bien necesitado de descanso.
Esperaron la noche venidera Muertos los que de cuervos fueron cebo,
En tácitos lugares recogidos, Tuvieron todos vigilante vela,
Según común costumbre de la fiera, Sin escusarse viejo ni mancebo
Prestos los pies y atentos los oídos; De dejar el espada ni rodela;
Agueibaná hacia borrachera Hasta tanto que ya la luz de Febo
A los que en su favor eran venidos ; Con sus dorados rayos los consuela :
Cantores en aquellos cantos diestros Comieron; pero yo por estar harto,
Cantaban ya la muerte de los nuestros. Remito mi manjar al canto cuarto.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO IV.
El fuerte Salazar tocó su cuerno
Llamando los que están apercebidos;
CANTO CUARTO, Recogió los que son de su gobierno,
Mozuelos, medio mancos y tullidos;
Pero como demonios del infierno
Donde se cuentan otras victorias que los españoles tuvieron en pacifi- En ser fuertes, osados y atrevidos,
cación del dicho Boriquén. De Caparra salieron y sus puertos
Por ásperas montañas encubiertos.
Estremos grandes son de cobardía En confianza del favor divino
Temer y recelar en esta vida De partes descubiertas se desvían,
El peligro que por ninguna via Sin rastro ni pisada de camino
Tiene desaguadero ni salida; Por el Joan de León todos se guian :
Rebate grandes riesgos osadía, El adalid guió con tan buen tino,
Buen ánimo restaura su caida, Que pudieron salir donde querían ;
El brio y el valor del varón fuerte Luego pasaron é hicieron alto
Suele hacer de mala buena suerte. Para poder sin riesgo dar asalto.
Esto mostró muy bien según os muestro En un árbol pusieron atalaya,
Joan Ponce con valor jamás oido, Desde donde mirando muy atento
Pues no supo temer hado siniestro Descubrió muchos indios por la playa,
Al tiempo que se vido mas caido ; Y dio la relación con gran»contento ;
Antes como diestrísimo maestro El mas flaco varón menos desmaya,
No quiso conocerse por vencido, Antes cobró brioso movimiento,
Osó volver la rueda mal segura , Porque para medrar vian al ojo
Y dióle buen suceso su ventura. Donde poder tomar algún despojo.
Porque todos los indios congregados, Entraron todos ellos en consulta,
Y los que por la isla mas habia El mozo desbarbado y el de calva
Quedaron desta vez tan hostigados Dieron sus pareceres, y resulta
Que no mostraban tanta lozanía; Que para se hacer mejor la salva ,
Puesto caso que no tan desmayados Por la parte mejor y mas oculta
Que no piensefl volver á la porfía , En la gente cruel diesen al alba ,
Mayormente la gente mas remota, Y ansí velaron todos con cuidado
Que nunca se bailaron en la rota. Hasta llegar el tiempo señalado.
Destos el uno fué Mabodomoca , La luz esclarecida de Diana
Que estaba con seiscientos compañeros Sus dorados cabellos recogía,
Vaciándose muy largo de la boca Y Venus anunciaba la mañana
En confianza destos sus guerreros; Que por pasos contados se venia,
Juntamente con él la gente loca Cuando la poca gente castellana
Hacia mil desgarros y mil fieros, Sobresaltó la dura compañía :
Burlándose del mísero paciente Con pies lijeros y veloz espada
Por dejarse vencer de nuestra gente. Por dos partes ocupan la manada.
Destos los capitanes mas ufanos Comienzan los mortíferos conciertos
Consultaban sus falsos adevinos, Y golpes de clemencia despedidos ,
Hiriendo de los pies y de las manos, Huían por los montes los despiertos,
Peor que con espíritus malinos, Despiertan los que estai>an mas dormidos:
Diciendo : «vengan, vengan los cristianos, Aquí veréis caídos, allí muertos
Que aquí les barreremos los caminos, Por todas partes quejas y gemidos;
Y venga Salazar con su cuadrilla, Revolvió sobre sí Mabodomoca,
Verá cómo le va con la rencilla.» Y á su justa defensa los provoca.
Todas aquellas cosas que hablaban Acuden los gandules esforzados
Con aquellas robustas confianzas, Según á bravos toros los alanos,
Supieron los cristianos donde estaban Danse terribles golpes y pesados
Haciendo sus castigos y venganzas; Encuentros y rencuentros inhumanos;
Informados de indios que tomaban De tal suerte que ya nuestros soldados
Por sendas ó caminos de labranzas , Habían menester entrambas manos;
Y riendo decían : « compañeros, Mas en aquestas gritas y rencillas
A Salazar, á vos os hacen fieros.» El Salazar hacia maravillas.
Respondió Salazar con gran paciencia : Joan León también, singular hombre,
«Yo pues iré de muy entera gana, Andaba por aquellos escuadrones
Si nuestro general diere licencia Conformando las obras con su nombre,
Para que nos partamos de mañana; Ambos á dos fortísimos leones;
Porque será gran cargo de conciencia Haciendo los demás ganar renombre,
No ver qué quiera gente tan lozana ; En estas belicosas turbaciones,
Y si menester es que mas lo ruegue Ensangrentados cuerpos y paveses
Con gran instancia pido no la niegue. » De los terribles golpes y reveses.
Luego Joan Ponce de León ordena Cuando la luz de Febo se presenta
Que vaya con la gente que allí tiene, Por las cumbres de montes ensalzados
Diciéndole : « señor, id norabuena Tenían muertos ya ciento y cincuenta
Como quien sabe bien lo que conviene; De los indios que son mas señalados;
Llegando, si pudierdes, sobre cena Viendo los otros burla tan sangrienta,
Proveyendo de música que suene, A volver las espaldas son forzados ,
Pues el entrada menos peligrosa Los nuestros, por hallar algún buen lance,
Es cuando la comida se reposa. » A gran priesa seguían el alcance.
Respondió Salazar : «hora segura Aquel Joan de León un indio destos
Es esa, según claro se nos muestra; Acaso vio huir por cierta via,
Mas el tiempo, sazón y coyuntura Dispuesto mas que todos los dispuestos
Es para tales cosas gran maestra; En miembros, gentileza y gallardía;
Vamos cubiertos por el espesura, El indio con dañados presupuestos
Guie Joan de León con mano diestra, Fingió que del León se retraía;
Para que como viéremos hagamos Cebábase León por sus provechos,
Después que juntos dellos nos pongamos.» Viendo que lleva joyas en los pechos.
JUAN DE CASTELLANOS.
Por no perder aquella buena presa, Los trances rigurosos acabados
Con osadía mas que de valiente, Y el un indio huido y otro muerto ,
Tras de la caza va por la dehesa Vinieron los dichos dos soldados
Sin que lo viese nadie de su gente; A los demás que estaban en el puerto,
El indio como vio puesta la mesa Adonde los hallaron congregados ;
Acudió contra él incontinente, Y puestos en buen orden y concierto ,
Diciendole : « repara, porque veas Trató León de sus inconvinientes,
Quién merece mejor estas preseas. » No sin admiración de los oyentes.
Cada cual de los dos iba lozano Mas no poquitas veces ponen miedo
Y al singular certamen no sin gana , A gentes valerosas españolas
El indio con sus dardos en la mano La fuerza, la soltura y el denuedo
Y con poderosísima macana ; Que tienen muchos indios á sus solas;
León consideró con seso sano Que como valerosos á pié quedo
Que cumplía hacer rodela sana; Ganan victoriosas laureolas,
El dispuesto gandul se llegó junto Heles visto hacer hechos estraños,
Al español que no le pierde punto. Y en nuestra gente no pequeños daños.
El indio con las mas fuerzas que pudo Y en tierra de Cubagua, que no callo
Despide de las manos en un dardo, Por ser de los guerreros la princesa,
Pasó toda la tabla del escudo A hombres en la guerra hecho callo
Sin baslalle dureza ni reguardo, Ya vimos en llanísima dehesa,
Y entró hasta parar en cierto ñudo Siete indios á siete de caballo
Del sayo de algodón y duro fardo; Quitalles los despojos y la presa ,
Y á no ser la herida tan al sesgo Con otra cosa no de menos fama .
Joan de León corría harto riesgo. En un rio que Guárico se llama.
El cual procuró luego de alcanzallo Esto fué que Fernando de Baeza.
Y dalle golpe lleno con el hierro; Un indio vio que le mostró las suelas,
Mas él huia como buen caballo, Y para lo coger en poca pieza
Acometiendo bravo como perro; Al caballo hirió de las espuelas;
Y cuando mas pensaba de cansallo, A él lijeros pasos endereza ,
Tanto mejor subiera por un cerro, Pensando de traello con pihuela*;
Antes el español, como cargado El indio como ya lo vio cercano
De mas armas, andaba mas cansado. No rehusó parar en lo mas llano.
Libró los otros dos dardos galanos, El cual con valeroso continente,
Apuntando con ellos mas al viso , Macana con dos manos esgrimiendo,
Impetuosos ambos, pero vanos Se defendía valerosamente,
Por esperallos con mejor aviso ; La lanza y el caballo rebatiendo ;
Vense los combatientes ya cercanos El español de vello tan valiente,
Por querer uno lo que el otro quiso, Los labios con despecho remordiendo;
El espada procura lo que resta, Arremetió con vana confianza,
Y el indio la macana tiene presta. Pensando'de llevallo con la lanza.
El cual en este caso mas agudo, Bien pensaba matallo de camino
A causa de ser menos impedido, Y quedalle también el brazo sano ;
Tal golpe dio por cima del escudo, Pero contrariamente les avino ,
Que casi lo privó de su sentido; Pues el indio con ánimo romano
Mas esforzóse todo cuanto pudo, Dio de través un salto peregrino,
Y apechugó con él amodorrido, Y quitóle la lanza de la mano,
Pensando barrenallo por debajo; El cual después de hecha tal ofensa
Mas el indio con salto se retrajo. Con la lanza hacia su defensa.
Estando cada cual cou el desino Pues como ya la lanza le faltase,
De poder sujetar contrario Marte, Y al indio vio también quedar intato,
Un español llegó por el camino, Esperando la gente que llegase
Y un bárbaro también por otra parte; Estúvose suspenso por un rato,
El español al español se vino, Temiendo que el caballo le matase
El indio por el indio se reparte ; Por no valer entonces tan barato
Y como no lo tiene de costumbre, Como vemos al tiempo que esto cuento ,
León recebió grande pesadumbre. Que lo que uno valia cuestan ciento.
Pues viéndolo venir desta manera , Hernando de Baeza pues estanca
Dijo desde el lugar donde se halla, Por la causa que tengo declarada,
«Pesar de mí, señor, teneos afuera , Esperando que llegue gente blanca
Mirando desde lejos la batalla ; De los comilitones del armada;
Que no soy yo gallina ponedera, Allegó luego Joan de Salamanca
Ni me espantan cien mil desta canalla ;» Con Francisco Martin de la Bogada,
Cubrióse del escudo con coraje , Y otros dos de caballo , buenos hombres
Y arremetió de veras al salvaje. Que ya no me recuerdo de sus nombres.
Descargó la macana levantada Llegados estos cuatro por la vía
El indio por matar nuestro cristiano , Donde el dicho Baeza reparaba ,
Corren por ella filos del espada Vieron el indio que se defendía
Cortándole los dedos de la mano; Con aspeto feroz y furia brava ;
La rodela quedó bien quebrantada, Y como con lozana gallardía
Y el dueño quedó del todo sano ; La lanza por el cuento blandeaba ,
Mas, como ya con brazos hacen guerra, Cada cual dellos á decir comienza:
La daga muerto dio con él en tierra. ¡ Qué grande poquedad y qué vergüenza !
Grandísimo pesar lomó de vello Mas cada cual guardaba su caballo
El bárbaro segundo que venía, Al riesgo no queriendo ser anejos,
Que quisiera llegar á socorrello, Y ansí, con intención de lanceallo,
Mas aquel español lo defendía; Tiráronle las lanzas desde lejos;
Por lo cual anduvieron al cabello, No pudieron berilio ni matallo,
Puesto que no con tanta valentía ; Quedándose confusos y perplejos ,
Pues el otro quitado de por medio , Ansí que de las lanzas rebatidas
Huir le pareció mejor remedio. Tenia todas cinco recogidas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO V. 61
Estando todos no sabiendo cómo Formaron una hueste poderosa
Sacar las lanzas del gandul guardoso , Con que cubrían campos y zavanas ,
Allegó por allí Luis Perdomo, Arreados de yerba ponzoñosa.
Soldado diestro, suelto y animoso, Usada destas gentes inhumanas ;
Hombre para la guerra de gran tomo, Jamás se vido semejante cosa
Y en lances semejantes venturoso , De dardos, arcos, flechas y macanas ,
Natural de las islas de Canaria, Tan grande munición, tantos carcajes,
Y de los antiquísimos de Paria , Tantas diversidades de plumajes.
El cual en gran manera se reia; En las guerras éspertos y avisados
Y no sin confusión destos cristianos, Serian quince mil los deste cuento,
Se bajó del caballo que traia, Y todos por los trances ya contados
La lanza mal asida con las manos, Faltos de temeroso sufrimiento ;
Porque de manco ya no las tenia, Hizo de los caribes mas nombrados
A lo menos en ellas dedos sanos : El rey Agueibaná su llamamiento ,
Desta manera pues se fué llegando Y ansí como llegó la gente liera
Su vida y la del indio reguardando. A todos les habló desta manera^:
Afirmóse también de su postura «El bueno que procura valedores
El indio sin recelo del combate, Para se defender de malas gentes,
Tirándole dos botes con soltura, Debe tener en mucho los favores
Que luego Luis Perdomo le rebate, De sus vecinos, deudos y parientes;
Y entró con él en esta coyuntura , Y en mas se preciarán cuanto mayores
No queriendo matar ni que lo mate, Y á su necesidad mas convinientes;
Y ansí vinieron ambos á la lucha, Que la falta con tiempo socorrida
De cada parte no sin fuerza mucha. Conviene ser muy mas agradecida.
Cada cual dellos juega falsa treta, «Considerando pues cuan á lo largo
Pues barren los hocicos la ceniza , Corre mi trabajosa desventura ,
El vestido las manos mal aprieta , Habeisme puesto todos en gran cargo
El que no tiene ropa se desliza; Con amistad de fuerte ligadura,
Mas al fin el vestido lo sujeta , Por socorrer en tiempo tan amargo
Y á puño y bofetón lo martiriza; Y en tan necesitada coyuntura,
Sirvióle después bien este captivo Que si nos falleciere y es ninguna ,
El tiempo que en el mundo duró vivo. No se puede tentar otra fortuna.
En otros muchos lances no reparo, » Y pues que vuestros bravos movimientos
Aunque por cierto yo vi grandes cosas, Son perpetuo terror de los humanos ,
Que podrán admirar si las declaro , Tanto que dellos son vuestros sustentos
Y me diere Dios horas espaciosas ; Y los manjares mas cotidianos ;
Mas quiérome volver á Zalazaro , Deseo que varones tan sangrientos
Pues vuelve con sus gentes victoriosas, No se nos escapasen de las manos,
Heridos hasta dos ó tres soldados , Para que desta vez se mate fuego
Y todos ellos bien aprovechados. Que nos causa mortal desasosiego.
Regocijados todos desta gloria » Porque si desta vez no se destierra
Esta plaga y aquesta desventura,
Por pasos de caminos conocidos, También ha de correr por vuestra tierra,
Llegaron á la villa ya notoria, Sin que podáis tener hora segura;
Donde con honra fueron receñidos, No tiene de faltaros cruda guerra.
Congratulándose de la victoria Infame sujeción y cárcel dura ,
Que ganaron los cojos y tullidos, Porque para hartar su hambre loca
Con otras muchas mas que, Dios mediante, Lo mas se les antoja cosa poca.
Podrán ver los letores adelante. » Los ejemplos tenemos en las manos,
Con pérdida de nuestras vecindades;
Pues, desque los haytíes fueron llanos,
CANTO QUINTO, Con nunca jamás vistas crueldades
Donde so cuenta la pacificación de loila la isla y la postrera batalla,
Pasaron , como veis, á los cercanos,
donde todos los indios estaban juntos con grandes valedores de Do so color de buenas amistades,
caribes. Privan á todos de las dulces prenda?,
De hijos y mujeres y haciendas..
El que padece penas y dolores, » Si desta suerte ya quedan los otros.
Ajeno del descanso que tenia, Sujeto y acabado nuestro bando,
Forzado de sus mismos sinsabores Es claro que ninguno de vosotros
Suele perder temor y cobardía; Podriades quedaros alabando;
Y»ansí no pocas veces los temores Sino que victoriosos de nosotros
Engendran y producen osadía , Os seguirá furor no menos Mandó,
Porque por remediar vieja querella Y aun á los de costumbres mas oscenas
Procuran de bebella ó de vertella. Acaso punirán con las setenas.
Movidos deste mal los boriquenes, » Ansí que, para vernos redimidos
Viéndose perseguir por tantos modos, De tantas afliciones y cuidados, ,
Perdidas sus haciendas y sus bienes, Querría que si fuistes atrevidos,
Quisiéronse meter hasta los codos, Seáis mas atrevidos y esforzados ;
Asegurándose destos vaivenes, Los contrarios son pocos y tullidos,
O de una sola vez perderse todos, Aunque valientes y determinados ;
Queriendo mas morir por sus defensas Pero poco valdrá su pesadumbre
Que ver y padecer tantas ofensas. Contra tan infinita muchedumbre.»
Para valerse pues contra los males Las gentes inhumanas y crueles,
De la guerra que tanto les apoca , Oida la razón de tantas penas,
Hizo junta de indios naturales Respondieron allí por sus cuarteles
Agueibaná que todos los provoca; Palabras de temores bien ajenas,
Llegáronse señores principales : Con furia de grandísimos lebreles
Aimanio, Guarionex, Mobodomoca , Que por morder remuerden las cadenas,
Y demás destas gentes en que estriba Encendidos de pestilente gana
Crecida cantidad de la carina. De ya poder beber sangre cristiana.
62 JUAN DE CASTELLANOS.
La gente castellana, que velaba , » Si tiene parecer el hombre diestro.
Según que lal peligro requería, Este es mí parecer y mi sentencia,
Ninguna cosa deslas ignoraba Aunque deseo yo saber el vuestro ,
Pues no tenéis menor el esperiencia;
Por indios que tomaba cada dia; Y el que sintiere ser mejor maestro
Y por sus pocas fuerzas recelaba Aquí para hablar tiene licencia;
Junta de tan proterva compañía; Pues no siendo razón del todo vana
Pero con recelallos y temellos Escucharémosla de buena gana. »
Determinaron ir en busca dellos. El número de aquesta compañía
Y no sin afliciones y cuidados Sin esceptarse del mozo ni viejo
Que suelen agravar esta balanza , En aquestas palabras se veia,
Llamó Joan Ponce todos sus soldados, Como si fuera lumbre de un espejo;
Dignísimos por cierto de alabanza ; Y ansí dijeron que lo que decía
Y estando todos ellos congregados, Era necesarísimo consejo,
Sin muestra de temor y destemplanza , Y lo que contenían sus razones
Como varón en todo suficiente, Se conformaba con sus intenciones.
Me dicen que les dijo lo siguiente :
« No creo que teméis por villanía La voluntad de todos conocida,
Decille que defienda su partido Que fué para tal caso convenible,
A quien con tan suprema valentía Aderezóse luego la partida
Me consta bien habello defendido: Con cuanta brevedad les fué posible;
Pues puede redundar en culpa mía Ochenta solos hacen la corrida
Contra los quince mil, gente terrible;
No ser en este caso proveído , Dudosos se harán á los humanos .
Para que á valor tan infinito Tan altos hechos y tan soberanos.
Ayudemos siquiera con un grito.
» Porque ansí como sobra de razones ¿Quién creerá vencer á tan gran Marte
Engendra confusión en los oyentes , Estatura de tan pequeño codo ?
Ansí do quier que faltan prevenciones ¿O cómo fuerza de militar arte
Suelen nacer cien mil inconvinientes, Para ello halló via ni modo?
Que paren otras muchas ocasiones Mas peleaba Dios de nuestra parte,
Por do suelen perderse muchas gentes , Que con su voluntad lo vence todo ;
Y mas en guerra y el contrario junto, Pues queda muy atrás valor humano
Do no conviene que se pierda punto. Donde pelea su potente mano.
» Movido pues, señores, deste celo, Era tenido Salazar en tanto
No sin vacilaciones varias, oso Al tiempo que esta guerra se trataba ,
Deciros que holláis ajeno suelo, Que el batey de los indios y su canto
Y tenéis enemigo poderoso ; Con gran veneración lo celebraba :
Que cumple no durmamos sin recelo, Su nombre les ponia tal espanto
Que conviene tener poco reposo, Que el indio mas soberbio mas temblaba ;
Que demos orden para que esta plaga Y en tiempo destas vueltas y rigores
Con menos riesgo nuestro se deshaga. Fatigábanlo mucho sus dolores!
» Y cierto no conviene que los buenos. Pues como vio Joan Ponce que se halla
En riesgo del honor y de la vida, Esta persona principal tan flaca,
Hagan cosas á poco mas ó menos; Y que para romper cualquier batalla
Sino por una regla bien medida , Cuanto mas flaco mas esfuerzo saca ,
De la cual los que fueren mas ajenos A ciertos indezuelos de canalla
Hallarán mas cercana la caida; Mandó que lo llevasen en hamaca ,
Pues á quien corre sin mirar por dónde Y ansí con el reguardo conviniente
No siempre buena dicha le responde. De sus desnudos hombros va pendiente.
«Considerando pues la gran compaña Salieron luego para la conquista
De gente tan cruel y tan molesta, Con buena prevención nuestros varones,
El desorden notable cuánto daña, Sin hallar tropezón que los resista
Un pesado descuido cuánto cuesta; De tantas y tan grandes poblaciones.
Deseo que nos demos buena maña Finalmente, llegaron á la vista
En este postrer trance que nos resta, De los embravecidos escuadrones,
Porque después gocemos sin sozobra Los cuales estuvieron muy atentos
Fructuoso trabajo desta obra. Riéndose de sus atrevimientos.
» Pues si nuestras zozobras tienen vado, Asentaron real, pequeño trecho
Como tengo de Dios la confianza, Del contrario sin grita ni ruido,
Será vuestro trabajo conmutado Teniendo por espaldas un repecho
En vida de placer y de holganza, Que hacia lugar fortalecido ,
Y cada cual muy bien galardonado Para tales designos á provecho,
De lo que el rico Boriqucn alcanza; De maiz , leña y agua proveído;
Todo lo cual parece que asegura, El cual lugar les dio grande consuelo
Demás del gran valor, vuestra ventur:t. Por habello hallado tan á pelo.
» Esta conviene mucho que sigamos Como los nuestros pues allí viniesen
Huyendo del peligro los estremos, A hora poco mas de mediodía,
No para que fiel todo los temamos, Para los provocar á que saliesen
Sino que con recato uos guardemos , Gran muchedumbre de indios acudía ;
Y para concluirlo que tratamos, Españoles querían que rompiesen,
Antes que ellos nos busquen los busquemos ; Joan Ponce de León no consentía;
Pues, jugando de mano, veces hartas Pero por ojear sobresalientes
Desbaratan á trunfos buenas cartas. Salieron hombres sueltos y valientes
» Para ser de valor mas alentados, Salió Joan de León, mozo valiente,
Podéis encomendar á la memoria Pero López de Ángulo, Joan Mejía,
Que en lodos los rencuentros atrasados Mostróse Salazar tau solamente
Habéis go/.ado siempre de victoria , Que para mas licencia no tenia ;
Con hechos tan heroicos y esforzados Porque de tan gran número de gente
Que se les debe muy cabal historia, La principal muy bien lo conocía,
Y no cumplir que pierdan los remates Salió Miguel de Toro, Joan González,
Hazañas tan subidas de quilates. Y hasta diez ó doce destos tales.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO V. 63
Demás de que las armas iban prestas, »Iránse los caribes mal pesantes
Iban calzados de lijeras suelas,
Llevan un arcabuz y tres ballestas, Por verse padecer trances tan duros ,
Los demás con espadas y rodelas; Dividiránse luego los restantes
Y á los indios de plumas mas enhiestas De libertad perdidos ya sus juros;
Aprietan, como dicen, las espuelas, Tenérnoslos tan llanos como antes,
Mataron en aquesta rociada Y por ventura harto mas seguros;
Tres ó cuatro de gente señalada. Que no hicieran ellos tal mudanza ,
Los indios que volvieron afrentados Si de volver tuvieran la esperanza.
Causaron en los otros tal revuelta, «Por tanto, pues la gente queda sana
Que revolvieron mas determinados Y libres ya del encendido fuego,
Hasta doscientos, toda gente suelta ; Cenemos lo que hay de buena gana,
Los españoles diestros y avisados Puesto que no durmamos con sosiego ;
A nuestros escuadrones dieron vuelta , Volvernos hemos luego de mañana,
Pareciéndoles bien el primer lance Que ganado tenemos este juego. »
Sin esperar roas riguroso trance. Con esto reportó la compañía ,
Estando pues los nuestros en sus puestos, Y se volvieron todos otro dia.
Cada cual dellos bien aderezado, Y ansí fué que después los boriquenos
Vieron entre estos indios bien dispuestos Se quisieron rendir todos á una ,
Un indio grandemente señalado : Los españoles vivos quedan buenos,
Las piernas y los brazos muy compuestos, Y la guerra les da pena ninguna;
En los pechos cerní de oro labrado, Joan Ponce de León ni mas ni menos
Gozaba de su próspera fortuna,
Y según en su traza representa En paz con su mujer y con sus hijos,
Debia ser persona de gran cuenta. En sus minas, estancias y cortijos.
Todos tenían pues la vista fija Trajeron grande copia de ganados,
En aqueste gandul que parecía, Necesarios á todos menesteres;
No sin alteración algo prolija Vinieron á poblar hombres casados
Sobre saber de cierto quién sería ; Con sus familias, hijos y mujeres;
Porque con las pinturas de la bija Varones diferentes en estados,
De cierta ciencia no se conocía; Ricos y caudalosos mercaderes,
Mas en común juraba gente nuestra Ocupan puertos varios navegantes
Ser el Agueibaná, según la muestra. Y grande multitud de contratantes.
Durante por palabras la pelea Lucen y resplandecen los arreos
Entre los adalides principales, Que cubren las humanas proporciones,
Dijo Joan de León : « quien quier que sea, Hay justas, juegan cañas hay torneos
Rueño será que pague tantos males; Con grcmdes variedades de invenciones ,
Y no venga la noche sin que vea Satisfacen riquezas sus deseos,
Las penas y tormentos infernales.» Vanse poblando nuevas poblaciones,
El arcabuz lomó que va cargado, Las cuales conocí con gran proveého.
Y por su rodelero Joan Casado. Pero ya muchas dellas se han deshecho.
Viendo que dos bajaban por la vía Tenian de oro ricos nacimientos,
Del fuerte do tenian sus pertrechos, De cosas necesarias gran hartura,
Ocurrieron los indios á porfía Hay grandes hatos, hay heredamientos ,
Y á tomallos á manos van derechos; Hay por la isla toda gran cultura ;
Apuntó bien León á quien quería , Celebráronse muchos casamientos
Y dióle por el medio de los pechos ; Con damas de valor y hermosura ,
Cayó volcándose por aquel suelo , Y acuerdóme de aquestos pobladores
Quedando los demás con gran recelo. Que dejaron algunos sucesores.
Pero con presuroso continente Gaspar y Garci Troche, principales
Asieron á porfía del caido , En estos regimientos y gobiernos,
Sacándolo cargado prestamente Hombres en toda cosa tan cabales
De aquel lugar adonde fué herido ; Que del dicho Joan Ponce fueron yernos ;
Y ansí como lo vio la demás gente Francisco y Joan de Toro, y otros tales
Dieron terrible grita y alarido, Para cualquier peligro nada tiernos,
Yéndose poco á poco retirando, Francisco de Alvarado, Diego Ramos,
La muerte del cacique lamentando. Que por varón ilustre lo contamos.
Convierten el placer en duro llanto Diego de Cuéllar, Pedro de Espinosa,
De verse reducir á servidumbre, Y con ellos Víctor y Joan Guilarle,
Y ansí decían todos con espanto Pedro de Mata que en cualquiera cosa
Aunque no lo tenían de costumbre : De honra no le daban poca parte.
«O los poquitos destos valen tanto Castellanos, persona generosa
Como si fuese grande muchedumbre, En cuanta clara parte nos reparte ,
O han resucitado nuestros amos Y aqueste generoso caballero
Y los demás cristianos que matamos.» Fué después en la isla tesorero.
Confiados de fuerzas y soltura, Francisco de Mayorga, tan bastante
Quisieran muchos ir en los alcances, En todo cuanto puede ser nobleza,
Pero Joan Ponce dijo ser locura Que ningunos pasaron adelante
Y desvariadísimos balances : Y pocos en posible de riqueza ;
«Dejadlos ir, que es guerra mas segura ; Joan de Mayorga, hijo, semejante
Pues Dios nos ha librado destos trances, En discreción, honor, virtud, proeza ,
Daldes lugar á bien llorar su muerto, Que vive , y es persona señalada
Que el rey Agueibaná debe ser cierto. En este nuevo reino de Granada.
» Paréceme consejo muy mas sano, Persona de mi harto conocida,
Por libertad de tan pesado Marte, Pues vi que en escuadrones de hVlona
Las gracias dello dar al Soberano, Ha servido muy bien toda su vida,
Pues nos ha sucedido de tal arte Y sirve hoy á la real corona ;
Que nos dio la victoria de su mano , Tiene mujer que tiene merecida
Siendo nosotros harto poca parle : Alabanza inmortal de su | ersona.
Limosnas se harán y sacrificios Dicha doña María de Cizalla ,
Keconociendo tantos beneficios. Que soy muy poco yo para alaba!la.
64 JUAN DE CASTELLANOS.
Ansimismo hicieron alli rancho Curóle Yahureibo la herida ,
Un Baltasar Cáncer y Joan su hermano , Gozoso de tener tan buen captivo,
En honor sin venille nada ancho No tanto por quererle dar la vida .
Dicho Ruiz Barrasa tuvo mano; Cuanto por se servir del siendo vivo ;
Hubo también aquel Francisco Joancho. Es el dolor del pié muy sin medida,
Muy rico y caudaloso baquiano, Mas el del corazón mas escesivo,
Alonso Manso, Baltasar de Castro , Por no se descubrir hora segura
Que de fama no dejan menos rastro. Ni cosa que no fuese desventura.
A Hernán Sánchez Alemán me llego , Pues la vil y proterva compañía
Hombre de gran valor y mucha suerte, Por las islas se fué regocijando,
Al cual yo conocí ya medio ciego Según común costumbre que tenia ,
Con Joan de Vargas , otro varón fuerte ; Comiendo de los presos y matando
Ansimismo Garcí de Villadiego, La pieza que mejor les parecía;
Y el triste que murió de mala muerte , Y por derecha via navegando ,
Cristóbal de Guzmán , y diré cómo, Llegó con buenos tiempos y zaborda
Por ser un caballero de gran tomo. En la isla que llaman Virgen-Gorda.
Puesto caso que estaba ya hollada En aquella sazón y coyuntura
La isla con sus indios todos llanos, Que llegó la compaña monstruosa,
Era también á veces infestada Iba nuestro hidalgo sin ventura
De todos los caribes comarcanos; Trabado de la yerba ponzoñosa;
Y en diferentes tiempos salteada Y conociendo ser de poca dura,
Con harta perdición de los cristianos , Por dalle muerte mas calamitosa ,
Acometiendo con escuridades Mandáronlo poner en un madero
Los hatos, las estancias y heredades. Do todos le tiraron á terrero.
Y en las rebeliones desta tierra, En aquestos tormentos apartados
En un cierto rencuentro riguroso , De todo cuanto puede ser clemencia ,
Mataron, según uso de la guerra, Los ojos á los cielos levantados
Un Cacimar, cacique poderoso; Con suma devoción y reverencia ,
E Yahureibo, desta gente perra Demandaba perdón de sus pecados
Cacique por estremo belicoso , Armado de grandísima paciencia;
Quiso venir con poderosa mano Dio fin á los trabajos deste suelo
Para vengar la muerte del hermano. Para gozar descansos en el cielo.
En piraguas, que son como galeras , Pues no fué por entonces encubierto
Metió trescientos indios escogidos, Ser hombre de santísimas costumbres,
Del Boriquén tomaron las riberas Y sus negras dijeron por muy cierto,
Sin ser vistos , oidos ni sentidos, Presentes á las dichas pesadumbres,
Acecharon caminos y carreras, Que en el mismo lugar donde fué muerto
Por las cuales van bien apercebidos, Aquella noche toda vieron lumbres;
Al Daguao sus pasos encaminan, Quisieran ellas dalle sepultura,
Y á las estancias que con él confinan. Mas no lo consintió la gente dura.
Allí tenia principal estancia Una que quiso ser mas atrevida,
Guzmán con cantidad de frutos varios ; Dicha Isabel, mujer de mas coraje ,
Seria media legua la distancia De golpe de macana fué herida
Del puerto do saltaron los cosarios ; Por uno del ejército salvaje;
El Guzmán sin ninguna vigilancia , Al fin, cuando hicieron su partida,
Ni miedo, ni recelo de contrarios, Lo mandaron echar al rebalaje
De tal manera, que por plaza rasa Del agua sin que nadie le tocase,
Llegaron hasta le cercar la casa. Para que el agua misma lo llevase.
El resplandor del sol era salido Faltóles á los nuestros la paciencia
f

Cuando salió también la gente fiera, Entendida la nueva lastimera ,


Acudió con los suyos al ruido, Haciéndoseles cargo de conciencia
Por tomar un caballo, si pudiera ; No ir tras esta gente carnicera;
Pero luego de yerba fué herido Y ansí se procuró con diligencia
En el primero pié que puso fuera, Efetuar con tiempo la carrera,
Y como vido tantos al encuentro Pensando redimir aquel captivo
Parecióle mejor volver adentro. Que lodos sospechaban estar vivo.
Mas los voraces indios inhumanos Para poder llegar á los confines
Tuvieron en entrar tal osadía, De los caribes fieros, atrevidos,
Que vivo lo tomaron á bs manos Aderezaron buenos bergantines
Con las negras é indias «que tenia; De cosas necesarias proveídos;
Y de negros é indios mas cercanos Los soldados que llevan son insines
Para comer mataban á porfía, En militares artes escogidos,
Maniatan los míseros captivos, Y fué por general en el armada
Y llevan á los muertos y á los vivos. Joan de Yúcar, persona señalada :
Aquesta montería concluida Persona que de mí fué conocida,
Y recogido todo lo restante, Con sus armas, banderas y estandarte;
Ño dilataron mucho su partida Y ansí, si Dios á mí me diere vida ,
Por no cumplir en salto semejante, Diré mas largo del en otra parte;
Llevando con la gente recogida Los capitanes fué gente lucida,
Al dicho don Cristóbal por delante, Entre quien la reslante se reparte :
El miserable triste maniatado El uno dellos fué Joan de Avendaño,
Y de rabiosos perros rodeado. Que me dio larga cuenta deste daño.
¡Oh fortuna cruel! ¡oh hado ciego El cual anduvo bien este camino
Que tantas vueltas y revueltas fraguas! Mostrando gran valor en la jornada,
Pues llegados al mar lo meten luego Y este dia de hoy es mi vecino
En aquellas sus barcas ó piraguas ; En este nuevo reino de Granada :
Y por no les cumplir mucho sosiego Fué Benito Velazquez, hombre diño
Arando van las inquietas aguas, Que su persona sea celebrada,
Con crecido caudal, con rica presa , Y ansimismo Limón , y Alberto Pérez,
Y de carnes humanas larga mesa. Consultores en estos pareceres.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO VI. 65
De muchos valerosos desta gente Metieron en la mar la gente perra,
Pudiera hacer nómina prolija, Por mas asegurar que no se vaya,
Mas agora diré tan solamente Los bergantines el proís en tierra,
Del capitán Alonso de Librija, Los nuestros divertidos por la playa ;
Que para todas cosas de valiente Mas los caribes hombres son de guerra,
Su gran industria fué no menos fija; Y el caribe feroz jamás desmaya;
Hiciéronse después otras dos suertes
Y ansí dejemos el armada presta En pueblos, y no fueron menos fuertes.
Para decir después lo que me resta. Al tiempo que el cristiano se vestía
De mas victoriosas esperanzas,
CANTO SESTO, El indio Yahureibo no dormía
Donde se cuenta cómo llegó el armada á la Dominica, cómo cobraron Trazando mil maneras de venganzas ,
las negras de Cristóbal de Guzmán y muchas indias, y lo que mas Holgando de ver nuestra compañía
sucedió, con otros saltos que después hizo YAHUREIBO en la isla de Con unas descuidadas confianzas;
San Juan ó Boriquén. Y ansí por tierras, y otros en piraguas,
Les tomaron las tierras y las aguas.
Bien puede ser que el triste se consuele Tenia la bahía señalada
Con esperar socorro de algún bueno, Al lado promontorio montuoso,
Mas común opinión del vulgo suele Donde hizo poner un emboscada
Decir de pelo cuelga mal ajeno; De gente de furor impetuoso ;
Pues aunque el singular á muchos duele, Y hizo por la mar ir en armada
Allí dolerá mas do fué mas lleno, Con las piraguas capitán mañoso,
Y este con mas solicitud procura Para que juntos dos caudillos diestros ,
Antídoto que pueda dalle cura. Por mar y tierra diesen en los nuestros.
Cristóbal de Guzmán mujer tenia, Efetuados estos pareceres,
Señora de muy gran merecimiento, Que para su defensa convenían,
Que doña Mayor Vázquez se decia; Y gozando los nuestros de placeres,
La cual con increíble sentimiento Pues sin ningún temor se divertían ,
Gran cuantidad de gentes traia Alzó los ojos un Alberto Pérez,
Sin poder comportar detenimiento, Y vido las piraguas que venían,
Y para recobrar su dulce prenda Tiros mandó soltar en continente
Gastaba de sus bienes y haciendas. A fin de recoger toda la gente.
No pudo falta ser que no cumpliese Oída la señal que les espresa
Por orden y concierto convenible, Que venga cada cual y se reguarde,
Sin querer reparar en interese, Acudieron los nuestros á gran priesa,
Con tal solicitud que es increíble; La mayor parte dellos algo tarde ;
Hizo pues que el armada se partiese Pues en ejecución de su promesa,
Con cuanta brevedad le fué posible, Yahureibo llegó con gran alarde;
Llevando capitanes y sarjentos, Tanto que se juzgó por buenos fines
Soldados poco menos de doscientos. Cortar los cables á los bergantines.
En cinco bergantines artillados Por la mar se hicieron á lo largo
Partieron pues de nuestra isla rica, Las cuatro que pudieron evadirse,
Y tres ó cuatro dias navegados Tomando todos ellos á su cargo
Llegaron á la de la Dominica, Con los de las piraguas combatirse;
Do tomaron los indios descuidados, Mas Benito Velazquez, muy amargo,
Según la relación nos certifica; No pudo de la playa desasirse,
Y ansí saltaron bien apercebidos Porque cargó sobre él tanta potencia,
A la parte del sur sin ser sentidos. Que ya no le bastaba resistencia.
Puestos en tierra ya desta manera Defendíanse bien los del espada,
En un puerto de azufre nada falto, Daban crueles golpes y pesados;
Esperaron la noche venidera Mas era tan espesa la nevada
Para poder hacer algún buen salto; De flechas y de dardos afilados,
Encubiertos muy bien con la ribera Que de la gente noble mas granada
Y con sus atalayas en un alto, Le mataron allí treinta soldados,
Esperaban el tiempo mas escuro Y el Benito Velazquez todavía
Para poder salir sobre seguro. Con supremo valor se defendía.
Sería media noche ya pasada, Al tiempo que el rebato sobrevino,
Cuando con el recato conviniente Del puerto se halló muy apartado
En tierra salta gente bien armada , Un hombre trapañes, buzo marino,
Y el camino que llevan es patente; En coger ciertas frutas ocupado :
Y ansí, poca distancia caminada, Al puerto revolvió; mas cuando vino
En un pueblo se dio de mucha gente; Vióio por todas partes rodeado,
Y repartidos bien por sus cuarteles, Y por estar en peso la porfía
Tocaron la trompeta los fieles. Nadie lo pudo ver cuando venia.
Entraron los que estaban repartidos Viendo tan claro riesgo de su vida ,
Con gran solicitud y diligencia, Sin hallar por adonde se escapase,
Recordaron los indios atrevidos Con sumas voces hizo gran corrida
Sin rehusar guerrera competencia; A ellos, sin que punto reparase;
Mas eran luego muertos ó rendidos, Pensando ser de gente mas crecida,
Sin les bastar su viva resistencia; Abriéronle lugar por do pasase;
. Tomaron grande copia de captivos Y como nada vido por delante,
De los restantes que quedaron vivos. Se pudo zabullir en el instante.
Con manos prestas y con pies livianos Los indios, admirados desle hecho,
Se recorrían los demás andenes, Miraban do salía por flechado,
Halláronse preseas de cristianos Gran parte dellos puestos en acecho,
Y cantidad de los robados bienes; Mas ninguno podía devisallo;
Vinieron las tres negras á las manos, Porque fué por debajo tan gran trecho ,
Muchas antiguas indias boriquenes; Queflechasno pudieran alcanzallo ;
Al.puerto se volvieron manos llenas, Entre tanto Velazquez con gran brío
Y los caribes indios en cadenas. Pudo cortar los cabos del navio.
T- iv,
68 JUAN DE CASTELLANOS.
De la playa salió menoscabado, La india le decia que huyera ,
Y luego recogió, como debia, Mas él le respondió con lo que piensa :
Al trápanas, que estaba sobreaguado ; «Eso no me conviene, ni Dios quiera
A l cual no se le niegue que este dia, Que mi honra padezca tal ofensa;
Como varón astuto y avisado, Ni te dejaré yo desta manera
Se valió del oficio que sabia; Aunque sepa morir por tu defensa;»
El Velazquez, salido deste fuego, Y ansí del tal asalto descuidado,
A la naval batalla se fué luego. No pudo salir bien aderezado.
Porque todos andaban á las manos Debajo de su fuerte confianza,
Con la caribe gente monstruosa: Viendo los enemigos estar dentro,
Los bárbaros gallardos y lozanos, Salió con una espada y una lanza
Sin perder punto de ninguna cosa, A fin de resistir primer rencuentro;
Y fatigados ya nuestros cristianos Mas fué demasiada la pujanza
A causa de la yerba ponzoñosa; De los que le salieron al encuentro;
Y aun el artillería no jugaba, Y con ver ante sí tan gran potencia,
Porque también la pólvora faltaba. No dejó de hacer gran resistencia.
La cosa de temor anduvo suelta, Vio luego con Chaquiras y Pomares ,
Acometiéndoles por todos lados : Gallardo capitán que los mandaba,
De los indios también en la revuelta , Al cual atravesó por los ijares
Algunos pocos fueron derribados ; Con la lanza jineta que llevaba;
E ya sin almacén dieron la vuelta, Hizo después bien anchos los lugares,
Y es de creer también que de cansados , Por aquel escuadrón de gente brava,
Mas de los nuestros hecha bien la cuenta . Como toro feroz y madrigado ,
Faltaron de doscientos los cincuenta. Que por diversas partes es picado.
Este negocio desta suerte hecho, Fué tan feroz en el arremetida ,
Llevaron á San Joan el desengaño, Y la priesa que dio fué de tal suerte,
Puesto caso que no con pié dereclío , Que tuvieron por buena la huida ,
Pues á todos causó dolor estraño : Con temor de la sangre que se vierte ;
Fué de pocos quilates el provecho Mas no quedó seguro de su vida,
En consideración de tanto daño, Antes con certidumbre .de la muerte,
Y el Yahureibo , gran varón de guerra , A la cual en tres dias fué cercano,
Otras veces corrió también la tierra. Haciendo diligencias de cristiano.
Porque pasada ya cierta distancia Deste pernicioso nocumento
En continuación de su camino , La Luisa quedó muy mal herida ,
Dio con doscientos indios en la estancia La cual murió con buen conocimiento
De Martin de Guiluz, el vizcaíno; Aunque era nuevamente convertida ;
Mas Sebastián Alonso con constancia Quedóle hasta hoy al tal asiento
De buen varón y de leal vecino , Su nombre, y es estancia conocida,
Estando los dos mal, supo la nueva, Quedando de grandeza tan notoria
Y fué, para cobrar lo que le lleva , De gente solamente la memoria.
Con caballo veloz y dura lanza , Después el Yahureibo tan molesto
Corriendo por aquella gran dehesa; Continuaba tanto su venida,
Antes que se embarcasen los alcanfca , Que cada cual dormía por su puesto
Y les quitó los indios y la presa : Con grandes detrimentos de la vida ;
Deshizo su valor y su pujanza Ponían por la isla para esto
Redimiendo manjares de su mesa ; Gente de guarnición apercebida ,
Alanceando muchos , y hiriendo Con Sancho de Aragón , diestro caudillo,
Hasta la mar los iba persiguiendo. Y con ellos el perro Becerrillo.
Rompiendo varonilmente por ellos, Las furias y rigores desta llama
Con el gentil caballo do venia, Sosegarían hasta medio año;
A muchos arrastró por los cabellos , Después de las estancias de Guayama
Y á los negros los daba que traia , Volvieron los caribes al engaño;
Que los atasen por servirse dellos Y á Sancho de Aragón llegó la fama
En minas y en estancias que tenia , Cerca de do hicieron aquel daño,
Entre ellos uno, ya varón anciano, El cual con el recado convenible
Que traia dos flechas en la mano. Vino con cuanta priesa fué posible.
El cual como se vio torcer la frente Ya cuando Sancho hizo su llegada
De fuerza que juzgaba no ser tierna, E l escuadrón feroz de gente perra
Determinó de dar á manteniente Grande presa tenían embarcada,
Con ambas á dos flechas por la pierna , Quedándose los mas dellos en tierra :
Untadas del veneno pestilente , Anduvo la refriega bien trabada,
Que el mas entero seso desgobierna; Duraron los rencuentros de la guerra ;
Y el caballero viéndose herido, Mas los indios huyeron á las aguas
Mató de mala muerte su vencido. Para se guarecer en las piraguas.
Desbaratadas estas compañías, Al tiempo que el rencuentro mas ardía ,
Volvióse las heridas recelando, No poca parte fué para vencellos
Y desde á poco dio fin á sus dias El perro Becerrillo, que hacia
Con gran conocimiento, mas rabiando; Pedazos las ijadas y los cuellos,
Acabaron sus grandes valentías , Y en continuación de su porfía.,
Con grande compasión de nuestro bando , A nado por la mar entró tras ellos ,
Hizo cosas no dignas de tiniebla Do uno de los que él despedazaba
Fué andaluz y natural de Niebla. Lo hirió con lasflechasque llevaba.
Demás deSto que el verso certifica, Después que se sintió desta manera,
Después de muchos dias, cierto dia , Y al que mal lo trató dejó sin vida,
Dio gente, de la dicha Dominica, Volvió con brevedad á la ribera
Con el astucia y orden que solía, En busca de la gente conocida ;
En pueblo de Luisa la cacica, Como si de razón uso tuviepa,
Do estaba de presente Joan Mejía , Sentimiento mostró de la herida;
Aquel fueite varón , de color loro , Curáronlo quemándolo con fuego,
Cuya muerte causó no poco lloro. Pero nada prestó , pues murió luego.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO VI. 67
No murió con rabioso desconcierto , Gran grita y alarido se condensa
Aunque fué del veneno pestilente; Después que Yahureibo tocó cuerno ,
La falta deste perro causó cierto
Grandísimo dolor á nuestra gente ; Encendido de furia tan inmensa,
Y porque no se viese que era muerto , Ansí como si fuera del infierno :
Lo mandan enterrar secretamente : Tiros á tiros dan la recompensa ,
Para los indios fué plaga terrible, A cuchillada golpe nada tierno,
Y dellos se juzgó por invencible. Descalabró cabezas, quebró muelas,
Después que esta desgracia les avino, Hizo pedazos manos y rodelas.
Supieron que la gente carnicera Pero López de Ángulo como vía
Acia Vieque hizo su camino, Aquel indio que tanto se estremaba,
Pegada con San Joan, isla frontera, Puesto caso que no lo conocía,
Do con humana carne de su vino Ni ser el Yahureibo se pensaba ;
Hicieron una larga borrachera, Por refrenar tan suelta valentía
Y nuestra gente casi de improviso , Y poder quebrantar su furia brava ,
A los de San Germán dieron aviso : Salióle con sus armas al encuentro,
Pueblo do yo vi muchos moradores, Mas él no se retrajo mas adentro.
Frecuencia de navios y de barcas , Al singular certamen van dispuestos
Grandes estancias por sus rededores , Ambos á dos de juventud lozana,
Ricas minas en todas sus comarcas : Mancebos, altos, sueltos, bien dispuestos ,
Traté de sus primeros pobladores Y cada cual con increible gana :
Villanueva, Rincón y Sancho de Arcas, Para los golpes y respuestas prestos,
Jerónimo Fernandez de Virués, Uno con hierro y otro con macana,
Que hoy con vida hado sobresees. Rompen aquí y allí, y en breves puntos
Mas esta guerra cuando se hacia Los dos leones fieros se ven juntos.
Fué años atrasados desta gente, Ángulo le libró con el espada
Y en San Germán entonces residía Un golpe de revés embravecido,
Cristóbal de Mendoza por Uniente : El indio rebatió la cuchillada
Señalado varón en valentía Con soltura y ardid jamás oído;
Y contra los caribes escelente, Y dio con la macana levantada
El cual por desear verse con estos Golpe no de varón enflaquecido,
Sesenta buenos hombres hizo prestos. Sino con violencia tal que pudo
Hacelle dos pedazos el escudo.
Embarcáronse pues con buen recado El Pero López del no se desvía,
Y ganas de hallar los enemigos, Aunque el escudo fuerte vio deshecho;
Nuestro Mendoza muy regocijado Mas antes con lozana gallardía
Por querer ir con él de los antiguos : A él encaminó salto derecho;
Pero López de Ángulo, Joan Casado, Y como Yahureibo no huía,
Joan de León, Quindós y otros amigos, Vinieron á juntar pecho con pecho ,
Porque tenia ya de tales lanzas Forcejando con piernas y con brazos,
No vanas, sino ciertas esperanzas. Tanto que se hacían mil pedazos.
Llevaron para esto buena guia, Rien ansí como dos feroces perros
Y para su viaje tiempo hecho; De natural furor estimulados ,
Llegaron á Vieque por tal vía, O ya con las carlancas, ó sin hierros,
Que no pudiera ser mas á provecho, Sobre los pies traseros levantados,
Por tener la caribe compañía Erizados los pelos de los cerros,
v
Las piraguas en un lugar estrecho, Dándose crudelísimos bocados;
Donde por ser la boca recogida Y aunque dura gran rato la porfía
Podían estorbarles la salida. Ninguno dellos siente mejoría;
Fué rato de la noche su llegada Ansí con la cudicia del trofeo
Guiando los navios á las lumbres, Trabaja cada cual, y nadie meaja;
La gente de los indios ocupada No quiere Yahureibo ser Anjeo
En tierra con sus ritos y costumbres; Con ser el Pero López firme piedra :
Y ansí los bergantines del armada Los brazos á los cuerpos dan rodeo
Entraron sin ninsunas pesadumbres, Según á duras plantas verde yedra,
Y sin que reparasen en las aguas Ninguno dellos piensa de rendirse,
Les pudieron tomar doce piraguas. Ni quiere del contrario desasirse.
Acudieron los indios al ruido, Andando pues la lucha tan trabada
Según suele venir gente tan fiera; No sin pelos de barbas y cabellos ,
Habiendo ya Mendoza proveído Con rodilla, puñete , cabezada ,
Gente para la mar y para fuera, Sudando ya los pechos y los cuellos,
A tierra sale bien apercebido Con arma de dos filos enastada
Tomando con cuarenta la ribera. Francisco de Quindós llegó sobre ellos,
Con buen ardid y grande diligencia, Y al falto de vestidos y de faldas
Puesto caso que no sin resistencia; Atravesó por medio las. espaldas.
Porque los bárbaros mozos y canos Pesó por el honor de lo que toco
Arremetieron duros y protervos, Al Pero López desta su venida,
C&n lanzas y macanas en las manos, Y mucho mas de ver el modo loco
Rien como los lebreles á los ciervos, Que tuvo para dalle la herida ;
O como contra pollos los milanos, Pues Yahureibo muerto, faltó poco
O ya de la manera que los cuervos Para que lo privara de la vida,
Se suelen abatir á carne muerta, Porque como pasó de buena gana
Al tiempo que la hambre los despierta. Un poco le tocó la'partesana.
Pospónense temores, huyen miedos, Aquestos duros trances acabados,
Nadie muestra señal de cobardía, Encuentros y rencuentros escesivos,
Los indios con tan ásperos denuedos Los caribes quedaron mal parados,
Cuanto necesidad allí pedia; De doscientos, ochenta sojos vivos;
Pero los españoles no van quedos, Los cuales todos fueron maniatados
Pues cada cual del brazo se valia, Quedando por esclavos y captivos ;
Con golpes y con puntas tan estrañas Diez heridos de los de nuestra suerte,
Que rasgan pechos, rompen las entrañas. Pero ninguno dellos fué de muerte.
68 JUAN DE CASTELLANOS.
Con grillos, con cadenas ó tramojos Estos solos que el verso representa
Los indios en los barcos son metidos, Me pareció decir deste distrito;
Mitigáronse mucho los enojos Pues corre ya la era de setenta
De los daños atrás acontecidos : Y nueve , do los pongo por escrito;
Con la presa volvieron y despojos Pues si de los demás hiciese cuenta ,
A donde fueron muy bien recebidos ; Sería proceder en infinito ,
Y los demás negocios desta gente Y nunca resumir en largos cuentos
Os diremos agora brevemente. Las vueltas y diversos movimientos.
Y porque de memoria no me fio,
En los demás vecinos no reparo;
CANTO SÉTIMO, Pero sé que fué gente de gran brío,
Donde se cuenta cómo privaron del gobierno á JOAN PONCE DE LEÓN, el Y de necesitados buen amparo :
mal galardón que se dio á los valerosos conquistadores que hallaron Fué dellos un señor, amigo mió,
la tierra, las novedades que hubo después que Joan Ponce dejó el El nombre del cual es Francisco Caro,
cargo, con otras muchas cosas hasta la muerte del dicho Joan Ponce. De quien os contaré con verdad pura
Una muy venturosa desventura.
Nunca jamás envidia se desvía Usando de virtudes y proezas,
De la prosperidad mas eminente; En guerra y paz se dio tan buena maña,
Antes nacieron ambas en un dia Que granjeó gran copia de riquezas,
Y entrambas van creciendo juntamente : Y quiso tfasportallas en España;
Envidia es universal espía Navegaba marinas asperezas
Que persigue la mas ilustre gente, Con gente que sus vias acompaña;
Y con mayor vigor en estas partes En dos buenos navios proveídos
Compuso sus reseñas y estandartes. De cuanto cumple ser apercebidos.
Con la moderna gente que venia El mar que á movimientos es suj.eto
Llegó gran cantidad deste veneno, Le volvia las ondas en llanura,
Que los mas buenos hechos deshacía, Dando seguras muestras de quieto ,
Y nadie de sus bocas era bueno: Si pudiera tener hora segura;
Antes cualquiera dellos pretendía Mas sin tormenta suple su defeto
Gozar sin su trabajo del ajeno; Otra calamitosa desventura,
El hombre vil y el mas soez de todos Pues cosa no se ve que no lo sea ,
Decia que venia de los godos, Aunque patentemente no se vía.
Y ansí, fraudes, engaños y cautelas Fué pues que navegando reta vía
Que trajeron algunos pobladores, Con prósperos aflatos el entena,
Contra Joan Ponce van á todas velas Llegada ya la clara luz del dia,
Y contra sus primeros valedores: Cuando navegación da menos pena,
Ocuparon al rey grandes novelas Por la siniestra mano discurría
De parte de malditos escritores, Una poderosísima ballena,
Y como los caminos eran largos, Y embistió con la nave desdichada,
No pudo por entonces dar descargos. De semejante caso descuidada.
Al tiempo pues que estaban esperando Como quien deseoso del entrego
El galardón sus ínclitos soldados, Alguna fortaleza contramina,
Privaron al Joan Ponce de su mando , Donde sulfúreos polvos pone luego
Quedando todos muy desconsolados: Sin temer los cercados la ruina;
La tierra repartió contrario bando Y con horrible trueno puesto fuego
Y quedaron ansí mas agraviados, Los saltea con muerte repentina,
Por ver que se llevó ia mejoría Y la velocidad es de tal suerte
El inútil que no lo merecía. Que mueren sin que sepan de qué muerte;
Mas esto no es en Indias cosa nueva, Con ímpetu tan fiero sumergido
Y siempre se será lo que fué antes; Este navio fué por la sondura,
Tenemos destis cosas larga prueba , Sin le ser un momento concedido
Por haber visto muchas semejantes : Para poder llorar su desventura;
Pues quien postrero va primero lleva, El descuidado y el apercebido
Mayormente malsines y chocantes, Tuvieron una misma sepultura ;
Con deudos y criados de jueces, Con velas de las naos van cubffertos
Que ya todo lo binchen estas heces. Y amortajados antes de ser muertos.
No tienen ellos cuenta con el fuerte En aquellos mortíferos estremos
Ni con quien ha mejor al rey servido, La jarcia no los deja de revueltos ;
Y aun aquí Salazar quedó sin suerte, .Otros, según que ya dicho tenemos,
Con que fué del jaez qué habéis oido : En sinuosas velas van envueltos,
Este varón murió cristiana muerte, Otros hicieron.de sus brazos remos
De dolores de bubas afligido, Que desde la cubierta fueron sueltos ,
Armado de grandísima paciencia Y entre ellos con valor y esfuerzo raro
Y con examen largo de conciencia. Mostró bien ser quien es Francisco Caro.
Rigió después aquestas compañías Pidiendo va socorros á María,
Un Joan Cerón, á todos odioso, Como quien es su muy aficionado ,
Y ansí por tener cargo pocos dias Esforzando la poca compañía,
Los gobernó Rodrigo de Moscoso; Que tambiéncomo él andan á nado;
Sucedióle por muchas demasías Llamóles al batel que ya tenia
Cristóbal de Mendoza valeroso, Entre marinas aguas anegado,
Varón capaz, sagaz y diligente Diciéndoles : «pues es el viento manso,
Y en todos sus designos escelente. Tenemos algún tanto de descanso.
A este por su bien el rey lo llama , » Este remedio es mas convenible
Sucediendo Velazquez licenciado, A males que de bienes son ajenos,
Heredero de harto mala fama, Entre tanto que pena tan terrible
Y ansí deste gobierno fué privado; Procuran remediar algunos buenos;
Vino después Antonio de la Gama, Pues la gente demás es imposible
En estas partes hombre señalado; Que de su vista no nos eche menos ;
Luego Pedro Moreno tuvo mando, Y si, como pensamos, es aquesto,
Y después deste Manuel de Olando. El remedio tenemos aquí presto. *
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VI, CANTO V i l . 69
Admirada la nave compañera El rey nuestro señor, que bien sabia
Deste desparecer tan repentino,
A gran furia batel echaron fuera, Sus servicios, proezas y valores,
Y para ver qué fué hacen camino : Luego le concedió lo que pedia
Hallaron estos ya de tal manera, Con otras mas mercedes y favores;
Que fué la brevedad cual les convino ; Por las cuales Joan Ponce prometía
Pues, aunque el mar estaba de bonanza, De le hacer servicios muy mayores;
Peligro prometía la tardanza. Y para los efetos deste cargo
Aquellos miserables afligidos De los bienes ganados gastó largo.
Templaron su dolor con la venida, De gentes y pertrechos proveída
Por estar todos ellos poseídos Aderezóse luego grande armada,
De gran desconfianza de la vida ; Pusieron en efeto la partida
Fueron pues en la nave recebidos Para muerte de muchos deseada ;
Con el que desde España no me olvida La tierra se tomó de la Florida
A quien escribo cartas, y reescribe, Con un escaramuza muy trabada ,
Y viva muchos años como vive. Por venir á la playa los floridos
En su defensa bien apercebidos.
Vuelvo pues á Joan Ponce, poderoso Son los floridos todos bien dispuestos,
En los dones de Juno y de Belona, Membrudos, recios, sueltos, alentados,
Que de mayor empresa codicioso, En todas proporciones bien compuestos,
Y de servir á la real corona, En los arcos yflechasmuy usados ;
Nunca quiso jamás tomar reposo Son en sus armas sumamente prestos
Pudiendo ya gozallo su persona; Y en las peleas nada descuidados,
Y ansí fuera del cargo de justicia, A los contrarios van viejos y nuevos
Quiso sacar á luz esta noticia. Como las bestias fieras á sus cebos.
Entre los mas antiguos desta gente No nada con tal ímpetu sirena,
Había muchos indios que decían Ni por las bravas ondas tan esperta ,
De la Bimini, isla prepotente, Pues cada cual y no con mucha pena
Donde varias naciones acudían , Entre voraces peces se despierta ;
Por las virtudes grandes de su fuente, Matan en alta mar una ballena
Do viejos en mancebos se volvían, Para la repartir después de muerta,
Y donde las mujeres mas ancianas Y aunque ella se zabulla , no se ciega
Deshacían las rugas y las canas. El indio, ni de encima se despega.
Bebiendo de sus aguas pocas veces, No puede con sus fuerzas no ser flacas
Lavando las cansadas proporciones, Desechallo de encima las cervices,
Perdían fealdades de vejeces, El indio lleva hechas dos estacas
Sanaban las enfermas complexiones ; De durísimas ramas ó raices,
Los rostros adobaban y las teces , Y en medio de las ondas ó resacas
Puesto que no mudaban las faiciones; Se las mete de dentro las narices,
Y por no desear de ser doncellas La falta del resuello la desmaya,
Del agua lo salían todas ellas. Y ansí la hacen ir acia la playa.
Decían admirables influencias Son las cazas y pescas sus usanzas,
De sus floridos campos y florestas; Y en aquesto consisten sus primores,
#
No se vían aun las apariencias Aquí suelen poner sus esperanzas
De las cosas que suelen ser molestas, Los niños y mancebos y mayores ;
Ni sabían que son litispendencias , Ansí se curan poco de labranzas,
Sino gozos, placeres, grandes fiestas : Y entre ellos hay muy pocos labradores ,
Al fin nos la pintaban de manera Sus usos á las noches y mañanas
Que cobraban allí la edad primera. Son mazas, arcos, flechas y macanas.
Estoy agora yo considerando, La tierra con verdores se matiza ,
Según la vanidad de nuestros dias, Y desde lejos buen color esmalta;
¡ Qué de viejas vinieran arrastrando Pero si la holláis escandaliza,
Por cobrar sus antiguas gallardías, Por ser de bastimentos toda falta ;
Si fuera cierta como voy contando En su mayor compás anegadiza
La fama de tan grandes niñerías! Sin parte que podamos decir alta ;
¡ Cuan rico, cuan pujante, cuan potente Hay por estas distancias y caminos
Pudiera ser el rey de la tal fuente! Cantidad de nogales y de pinos.
¡ Qué de haciendas, joyas y preseas Desembarcaron pues recién venidos
Por remozar vendieran los varones! En tierra que por ellos se desea;
¡ Qué grita de hermosas y de feas Pero gran cuantidad de los floridos
Anduvieran aquestas estaciones! Apercebiéronse para pelea;
¡ Cuan diferentes trajes y libreas Y tan desvergonzados y atrevidos
Vinieran á ganar estos perdones! Que cosa no se vio que mas lo sea :
Cierto no se tomara pena tanta Joan Ponce de León como valiente
Por ir á visitar la tierra santa. Puso también en orden nuestra gente.
La fama pues del agua se vertia Sin temor de fortuna mal aviesa
Por los destos cabildos y concejos, Salieron españoles al encuentro ;
Y con imaginar qut ya se via Mas el que hizo mas brava promesa
En mozos se tornaron muchos viejos : Se quisiera meter dentro del centro;
Prosiguiendo tan loca fantasía Porque los indios dieron tanta priesa,
Sin querer ser capaces de consejos ; Que huyeron los mas la mar adentro ;
Y ansí tomaron muchos el camino Las voces de Joan Ponce con su hecho
De tan desatinado desatino. Por allí fueron de ningún provecho.
Al norte pues guiaron su corrida , Porque vio de su gente ya caida
No sin fortunosísimos rigores, Gran cantidad por uno y otro lado,
Bien lejos de la fuente referida Los vivos todos iban de huida,
Y de sus prosperados moradores ; Sin que guardasen orden concertado;
Mas descubrió la punta que Florida Él ansimismo de mortal herida
Llamó, porque la vio pascua de flores; El un muslo tenia traspasado ,
Volvióse hecho tal descubrimiento, Y parecióle ser intento loco
Y pidiólo por adelantamiento. No irse retrayendo poco á poco.
JUAN DE CASTELLANOS.
Tenia de la dura competencia líole sub hac fortis requiescuní ossa leenis,
Qui vieit (aclis nomina magna suit.
Traspasado de tiros el escudo,
Y procuró salir de la pendencia Aqueste lugar estrecho
Es sepulcro del varón,
Viéndose de los suyos tan desnudo; Que en el nombre fué León
Al fin con perdidosa resistencia Y mucho mas en el hecho.
Embarcóse con todos los que pudo;
Quedaron deste grande vencimiento
Los indios con mayor atrevimiento.
Porque dias después del alboroto ELEGÍA V I L
Del trance que dijimos riguroso ,
A la misma conquista vino Soto Elogio de DIEGO VELAZQUEZ DE CUÉLLAR, adelantado y go-
Capitán de Pirú muy valeroso ; bernador de la isla de Cuba ó Fernandina, con la des -
Pero de aquella suerte fué remoto cripcion della y la relación de cosas alli acontecidas,
En esta, donde vino poderoso,
Por hallar gente pobre no tan blanda ,
Y ansí murió también en la demanda.
EN UN SOLO CANTO.
Luego tentó pedir esta jornada, Otro varón cantamos valeroso
Conclusos estos trances que resumo, Que fué no menos digno de escritura,
Un caballero Pedro de Ahumada, Diego Velaz'quez, hombre venturoso,
Mas ahumada fué que no dio humo; Y que pudo tener mayor ventura,
Pues no quiso hacer la tal entrada Si acaso por gozar ya de reposo
Pareeiéndole ser de poco zumo , No perdiera sazón y coyuntura,
Y después muchas naos pasajeras Fiando su poder y sus intentos
Se perdieron entre estas gentes fieras. A capitán de grandes pensamientos.
En los que naufragaban se hacia Fué natural de Cuéllar, en España,
Por estos indios poco compasivos De parentela noble descendiente,
Lo que su condición cruel pedia Mancebo principal en la compaña
Después ya de sujetos y captivos ; Cuando trajo Colon segunda gente ;
Aunque después, según que se decía , Fué siempre capitán de buena maña,
Algunos dellos se hallaron vivos, Para cualesquier guerras suficiente ,
Pintados como indios y á su modo Pues ó con gentes ó persona sola
En armas, en posturas y en él todo. Sirvió muy bien al rey en la Española.
Con todas estas faltas y reveses Aquesta como fuese conquistada,
Quisiera poseer estas riberas Y la de Cuba solamente vista,
Impetuosa fuerza de franceses , Siendo digna también de ser poblada
Y allí pusieron armas y banderas, Por gente cuya fuerza no resista,
Gran cantidad de tiros y paveses Fué Sebastian de Ocampo con armada ,
Para rohar las naos pasajeras , A quien el cargo dio de su conquista ,
Pareciéndoles ser aqueste puesto El comendador Nicolás de Ovando
Para tales designos bien compuesto. Que entonces en las Indias tuvo mando.
Pero Filipo maguo, rey de España, El Ocampo, no siendo tan bastante
Siendo de tales cosas informado, Que pudiese vencer aquesta gente,
Para descomponer la gran compaña Don Diego, sucesor del almirante,
Del cosario francés desacatado , Al Velazquez nombró por su teniente,
Envió capitán de buena maña, Para tales conquistas importante
Que fué Melendez el adelantado , Y en ellas muy cursado y escelente ;
El cual de dentro y fuera de su fuerte El cual con el recado que convino
A todos los mató de mala muerte. Con brevedad anduvo su camino.
Y por no convenir hacer desvío Porque desde Haytí derecha vía
De tierras de tan gran inconviniente, A lo que Cuba tiene mas cercano ,
Nuestro rey se las dio por señorío Ochenta millas son de travesía
Y están pobladas ya de nuestra gente; O veinte leguas de uso castellano;
Pero quiero volver al curso mió, Jamaica le dan al mediodía ,
Y al Joan Ponce que dejo mal doliente , Al oriente Haytí toma la mano,
El cual con sus soldados encamina Al norte la Florida va corriente ,
Sus naos á la isla Fernandina ; Yucatán á la parte del poniente.
Donde sin mejorar de su herida Tiene , según se ve por esperiencia,
Llegó con las reliquias del armada : De aquel los que mejor han hecho cuenta,
Reconoció cercana su caída, Seiscientas leguas de circunferencia ,
Dispúsose muy bien á la jornada; Y por la mas anchura son setenta ;
Dio fin á los trabajos desta vida Hoja de salce es el aparencia,
Pocos dias después de su llegada, Y ansí por partes es menos de treinta;
Con gran dolor de todas estas gentes, Todo lo mas es monte y espesura,
De mujer y de hijos y parientes. Y mas de veinte grados el altura.
Algo fué rojo, de gracioso gesto , Año de once, hizo su llegada,
Afable , bien querido de su gente , Sobre mil y quinientos ya pasados;
En todas proporciones bien compuesto, Comenzó la conquista deseada
Sufridor de trabajos grandemente, Con diestros y fortísimos soldados ,
En cualesquier peligros el mas presto, Sucedióle muy bien en la jornada
No sin estremos grandes de valiente, Por no tener rencuentros porfiados;
Enemigo de amigos de regalos , Y ansí, porque tuvieron riesgo poco,
Pero muy envidiado de los malos. No hago mención dellos ni los toco.
Todos aquellos hombres principales, Hallaron potentísimos asientos,
Vecinos de la isla Fernandina , Y con gran cantidad de naturales,
Solenizaron estos funerales, Dellos destribuyó repartimientos
Con gran autoridad y pompa dina , Por todos los soldados principales;
Según las ceremonias de los tales Descubriéronse ricos nacimientos
Al tiempo que al sepulcro se camina ; De oro y abundancia de metales,
Y en el túmulo alto que tenia Y luego por los puertos destos mares
Un dístico pusieron que decía : Fundo ciudades, villas y lugares.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA V i l , CANTO ÚNICO. 71
La primera de quien memoria hago Con grande diligencia proveído
Por ser también primera del concierto, Lo necesario para sus avíos,
Es la ciudad que dicen Santiago, Partió con el designo referido
Puerto de todas partes encubierto; Con soldados y copia de navios ;
Pero con grande loa yo no pago Costeando la tierra donde vido
Las muchas que se deben á tal puerto; Indicios de potentes señoríos ,
Pues hasta la ciudad conmemorada, Tomó la posesión en esta tierra,
Es casi de dos leguas el entrada. • No sin impedimentos de la guerra.
A los principios es un angostura , Pues los indios, temiendo novedades,
Buena de defender por cada lado; No dejaron de dar ciertos rebatos;
Pero dentro contiene gran anchura, Pero después hicieron amistades
Mar fondo, limpio, bello, sosegado , Y tuvieron sus tratos y contratos ,
Donde surge la nave tan segura, Que fueron á las dos parcialidades
Que el marinero duerme sin cuidado; Provechosos los unos y otros gratos;
Tiene islas, verdores, praderías, Pues lo que por los indios se contrata
Insignes y admirables pesquerías. Eran ricas preseas de oro y plata.
Aquí pusieron silla los mayores, Este rico contrato celebrado,
Iglesia catedral, honesto clero, Grijalva por la causa manifiesta,
De sus obispos santos y pastores Hizo venir á Pedro de Alvarado
Fray Bernardo de Mesa fué primero ; Con muestra tan insigne como esta ;
Muchos otros después y no peores, Mas vínose tras él, sin que recado
Pues fray Miguel Ramírez fué tercero , Esperase de Cuba ni respuesta; "
Dominicos muy dotos todos estos , Velazquez recebió grandes enojos,
Y en sus costumbres todas bien compuestos. Y nunca quiso vello de sus ojos.
También hizo fundar al otro lado, Porque el gobernador, considerando
A la parte del norte la Habana, Ser muestras de grandísimos provechos,
Que es puerto principal, y frecuentado Andaba con gran priesa concertando
De pasajera gente castellana, Envialle socorros y pertrechos;
De los contratos es aprovechado, Otros después anduvo combinando
Grandísimo caudal el que se gana ; Para que se encargasen destos hechos,
También poblaron otros pueblos buenos Y por les acortar el interese
Que vinieron después á mucho menos. Ninguno dellos hubo que quisiese.
Y en aquella sazón eran cabales Mas Fernando Cortés, varón esperto
En oro, campos, hatos multiplicos, En mañas, en esfuerzo y en aviso,
Engrosándose mucho los caudales, No rehusó hacer cualquier concierto,
Las haciendas de grandes y de chicos; Y concedelle todo cuanto quiso;
Y ansí, Diego Velazquez y otros tales Mas antes que partiese deste puerto
Se hicieron en gran mañera ricos; Estaba ya Velazquez arrepiso,
El cual hizo la guerra sin desmanes , Pareciendo negocio peligroso
Y tuvo valerosos capitanes. Confiarse de hombre tan brioso.
Mayormente Cortés, que bien mirado Procuró de hacer esta jornada
Su discurso, que callo de presente, Poniendo ciertas causas por escudo;
Puede con gran razón ser comparado Pero halló la puerta tan cerrada,
A quien tuvo valor mas eminente ; Que trabajó de entrar y nunca pudo ,
Pero terna particular tratado , Porque de gente muy calificada
Si Dios me diere vida suficiente, Estaba ya Cortés nada desnudo;
Cuando cante sus brios y su maña Al fin disimuló desta manera
En loque se dirá de Nueva-España. Lo que disimular jamás quisiera.
En cuyo principal descubrimiento Quedó Diego Velazquez con tristura
Otros también de Cuba sus vecinos Por no poder salir con el intento,
No carecen de gran merecimiento, Fuese Cortés en buena coyuntura
Antes de grandes gracias fueron dinos; Llevando todo buen aviamiento ;
Pues que para riqueza tan sin cuento Llamándolo su próspera ventura
Abrieron claras sendas y caminos , Para dar al deseo cumplimiento,
Con Francisco Fernandez, que tenia Donde se señaló con tales cosas
De Córdoba segunda nombradla. Que se pueden contar por milagrosas.
Aqueste descubrió primeramente De su sospecha los efetos luego
Tierra de Yucatán y su partido, Diego Velazquez vio por esperiencia,
Donde tuvo rencuentros-con su gente, Pues Cortés alentado del entrego,
De los cuales salió muy mal herido, Y con recurso de mayor potencia,
Y de los suyos muertos mas de veinte; Quiso hacer cabeza de su juego
Holgóse grandemente como vido Y á solo Dios y al rey dar obediencia;
Gente vestida, grande policía , Y ansí con sus victorias y fortuna
Y edificios de buena cantería. No hizo caudal del en cosa alguna.
Huyendo se embarcó la gente nuestra , Por verse fuera de tan gran pujanza
La mayor parte dellos malparados ; Tuvo Velazquez grave sentimiento;
Mas aunque la fortuna fué siniestra Por lo cual procuró luego venganza
En matalles allí veinte soldados, De tan perjudicial atrevimiento :
Parece que en hallar tan rica muestra Y con victoriosa confianza
Los vivos se hicieron consolados; De mucha gente hizo llamamiento,
Tuvieron este duro repiquete Poco menos llegó de mil soldados
En el año que fué de diez y siete. Y once navios gruesos artillados.
Luz dieron á los de la Fernandina Teniendo ya recaudo conviniente
La gente que del caso vino salva, De cosas necesarias á la guerra,
Y fuéles como lumbre matutina, Nombró por general y por Uniente,
O claro resplandor de la del alba; Porque facilitaba la carrera,
Y ansí Diego Velazquez determina A Panfilo Narvaez el valiente,
De enviar al varón Joan de Grijalva, Pero contra Cortés que mas lo era ,
Por tomar, antes que otro los escluya, Y luego supo la real audiencia
Posesión por el rey de parle suya. Aquesta disensión y competencia.
% JUAN DE CASTELLANOS.
Lucas Vázquez de Aillon, que entonces era Hallaron ciento y veinte ballesteros,
El uno de los dos ó tres oidores, Ochenta de caballo vigilante,
Vino para hacer que no saliera, Otros ochenta mas arcabuceros,
Y mitigar las sañas y furores; Seiscientos nada menos los infantes,
O por alguna via, si pudiera, Trece tiros de bronce, tres pedreros,
Componer estos dos competidores : Municiones muy buenas y bastantes;
Respondióle Velazquez de mal arte. Cortés, aunque con ánimo mas alto,
Y al fin fué para ello poca parte. De todas estas cosas vino falto.
Porque decia ya ser señalado, Y como relación larga tenia
Demás de los gobiernos de aquel puerto, De tanta pieza, tanto pasamuro,
Por título real adelantado No se quiso fiar del claro dia
De lo por parte suya descubierto, Por ser noturno manto mas seguro ;
Y ser negocio ya muy escusado Ansí metió su fuerte compañía
Tratársele de medios ni concierto; En el contrario campo con escuro,
Pues era destos medios el mas tierno Aunque la mayor parte prevenido
Dejalle libremente su gobierno. Por una centinela que los vido.
Aillon, viendo la cosa mal parada No va halcón con tanta lijereza
Y en el gobernador tan duro tedio, Al ave de que tiene su sustento,
Determinó de ir en el armada Cuanta fué por entonces la presteza
Para perseverar en el remedio, Del ínclito Cortés y los que cuento,
Creyendo que después de ser llegada Rompiendo con insigne fortaleza
Si pudiera trazar algún buen medio Cualquier perjudicial impedimento;
Con el Narvaez, que iba con el mando ; Y ansí sin aflojar en la porfía
Mas tampoco lo pudo hallar blando. Ganaron la cruel artillería.
Llegó pues con soberbia lozanía Mas antes con un tiro falconete
Narvaez á los puertos deseados, Le mataron á dos buenos soldados ;
En cuya costa ya Cortés tenia Los de Cortés mataron diez y siete
En nombre de su rey pueblos fundados ; De los contrarios mas aventajados ;
Y por la tierra adentro no dormia Luego cada cual dellos arremete
Conquistando potentes principados, A ciertos edificios torreados,
Do con su copia breve de cristianos Do Panfilo sin muestra de cobarde
Hacia siempre hechos soberanos. Las armas se vestia, pero tarde.
Prosiguiendo Narvaez sus intentos, Porque los de Cortés yendo calando
Revolvía cien mil alteraciones, Las picas deseosos del despojo,
Aillon, porque cesasen movimientos Toparon con Narvaez, y en entrando
Hacíale también protestaciones ; Con una le quebraron el un ojo :
Narvaez con sus malos miramientos Al cual luego sacaron arrastrando
Mandó que lo pusiesen en prisiones, Con razones anejas al enojo,
Y pregonó con ásperos rigores Y de los daños todos hecho cargo
A Cortés y á los suyos por traidores. En prisiones estuvo tiempo largo.
La gente de Cortés que esto notaba, Este negocio grave concluido
No poco del negocio descontenta, Para Fernán Cortés colmo de gloria,
A Méjico do entonces él estaba Desampararon todos al caido,
Enviaron quien diese larga cuenta Siguieron á quien hubo la victoria :
De cuanto con Narvaez les pasaba, Fué de todas sus faltas socorrido
Y cómo por palabras los afrenta : Contra indios de fuerza tan notoria,
Para Cortés la nueva no fué buena, Que comieron grumetes y aun arráez
Y á su gente causó crecida pena. A no venir entonces el Narvaez.
Temia rebelarse los vecinos Lo que pensaqa pues el varón fuerte
De Méjico, faltando su presencia, Que en aquella sazón y coyuntura
Y estorbarse sus célebres desinos Le perturbaba venturosa suerte,
En tierra de tan gran magnificencia, Eso le dio mas próspera ventura :
Abrirse grandes puertos y caminos Narvaez lo sintió mas que la muerte,
Para guerra civil y competencia ; Velazquez gustó tragos de amargura,
Y ansí por evitar sangrienta mano El cual, vistas las faltas del tiniente,
Tentó medios de paz como cristiano. Determinó de ir personalmente.
Fueron por mensajeros proveídos Juntó navios bien aderezados
Personas valerosas que no cuento; De todos los pertreehos que convino,
Escribióle por términos debidos, Y en ellos grande copia de soldados;
Haciendo generoso cumplimientOj Pero por parecelle desatino,
Y con honorosísimos partidos A vista de los puertos deseados,
Huyendo de venir en rompimiento; Tuvo por bien volverse del camino,
Pero Narvaez con la gran pujanza Juzgando por mejor en este hecho
Remitió los partidos á la lanza. Que el emperador viese su derecho.
En esta voluntad sola se cierra Aderezando pues esta partida ,
Ser de su parecer mejor camino, Para decir en la real presencia
Que Fernando Cortés deje la tierra Del agravio y afrenta recebida,
Volviendo mal su grado por do vino ; Vejez, pasión , enojos y dolencia
.Mas al Cortés, varón de paz y guerra, Le cortaron el hilo de la vida,
Parecíale torpe desatino, Y ansi cesó la dura competencia;
Y á quien por bien no pudo hacer llano Que la muerte convierte muchas cosas
Quiso también por mal probar la mano. En fáciles de muy dificultosas.
Doscientos y cincuenta hizo prestos Fué persona de cuerpo bien dispuesto,
De gente mas valiente que lucida, Robusto de sus miembros y velloso ,
Todos determinados y dispuestos Algo moreno, pero de buen gesto,
O de vencer ó de quedar sin vida : Suelto, valiente, fuerte y animoso :
Con esta gente fué contra los puertos Gastó sus bienes, mas con todo esto
Do estaba la contraria recogida, Fué menos liberal que cudicioso;
La cual aviso tuvo que se guarde, Tuvo gran copia de oro, plata , cobre»
Y luego le mandó hacer alarde. Y al fin de su jornada murió pobre.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VIII, CANTO I. 73
A esta isla vino por uniente Murió, que no vivió tiempo mas largo ,
Nombrado, como dije, por don Diego , Gobernando la tierra sin pelea;
pero como se viese ya potente, Sucedióle después en este cargo
Hizo también cabeza de su juego : El capitán Francisco de Perea;
Al rey reconoció tan solamente, A este sucedió Joan de Camargo,
El cual como señor cumplió su ruego, Y á él este Garay que se desea,
Haciéndolo juez y adelantado A quien fortuna dio grandes favores,
De aquello que él habia conquistado. Que perdió por buscar otros mayores.
Pues visto que Cortés descubrió senos
Los vecinos que habia de presente De tan engrandecidas poblaciones,
Hicieron en su muerte sentimiento , Juzgó de su persona no ser menos
Por ser á todos ya como pariente, Para tener tan altas pretensiones :
Y no recebir del mal tratamiento : Procuró con favor de muchos buenos
Enterráronlo muy honradamente, Pedir nuevas conquistas de regiones,
Con pompa de prolijo cumplimiento; Las cuales se le dieron de buen grado
De los que en la tumba fueron puestos Con título y honor de adelantado.
Me dieron unos versos, que son estos. Porque desde esta isla referida,
Qui mine augusto componit membra tepuUhro ,
Prospera sors vivo muñera magna dedil. En carabelas fuertes y lijeras,
Sed quando fuerat capturus máxima dona Habia ya corrido la Florida
Quat fecit, fortes eripuere manus.
Aquí está en lugar estrecho Y á Panuco con todas sus riberas;
Quien tuvo larga ventura, Donde muchos dejó faltos de vida,
Y en tiempo de mas provecho Comidos destas gentes carniceras;
Por mano de su hechura
Fue deshecho. Volvió para la isla con intento
De procurar el adelantamiento.
La santísima era de quinientos, #

ELEGÍA VIII. Con mil y veinte y tres casi corrida,


Para periicionar sus pensamientos
A la muerte del adelantado don FRANCISCO DE GARAY, Efeluó con Garay esta partida :
donde se escribe la isla Jamaica. Once naos, soldados ochocientos,
Algunos mas de gente muy lucida,
CANTO PRIMERO. Muchos caballos, gran artillería ,
Matalotaje cuanto convenia.
Llegue mi flaca musa donde puede, Antes de se partir de donde cuento
En tantas y tan varias relaciones; Nombró justicias y otros oficiales
Y por aqueste orden que precede, Futuros , do hallasen buen asiento
Tratando de tan ínclitos varones, Con posibilidad de naturales;
No haga de manera que se quede El ejército hizo juramento
Francisco de Garay entre renglones; Selle todos fieles y leales,
Pues, aunque de fortuna mal pagado ¡ Dio las velas al viento con aquesto
No debe de ser menos estimado. Y á la isla de Cuba llegó presto ;
Aqueste fué de la segunda gente, Adonde luego fué certificado
Guando Colon mas mundo certifica: Por larga relación de muchas gentes j -
Vino muchacho, mas tan diligente Estar el dicho Panuco poblado
Que se hizo después persona rica ; Por Fernando Cortés y sus Unientes \
Y para tratar del, enteramente Juzgóle por negocio tan pesado
Habremos de volver á Jamaica, Que podria parir inconvinientes,
Isla por estas partes muy notoria Y por evitar odios descubiertos
Y digna de poner en la memoria. Quisiera con Cortés hacer conciertos.
Sus aledaños son los mas llegados Para lo cual aqueste caballero,
Hayties y la isla Fernandina, Viendo cómo la paz á nadie daña,
En diez y siete y diez y ocho grados A Zuazo nombró por medianero,
De la equinocial se determina ; Como varón de letras y de maña,
Rodeada por puntos y por lados, Rogándole que fuese por tercero
Ciento y cincuenta leguas se camina, A verse con Cortés á Nueva-España,
Pues son setenta y cinco la longura, El cual, por amistad de quien lo manda,
Aceptó de buen grado la demanda.
Y diez y ocho largas el anchura.
Es esta isla poco montuosa, Partió Zuazo antes que la flota
A verse con Cortés y dalle cuenta,
Pero sus montes bien aprovechados , Siguió después un dia su derrota
Es fértil, abundante, fructuosa, Garay adonde ya se representa;
También por los lugares escombrados; Y de las islas algo ya remota,
En algodones admirable cosa, Encendióse bravísima tormenta,
Tiene gentiles hatos de ganados, Para Zuazo tan tempestuosa
De todas diferencias de natíos , Que se puede contar por milagrosa.
Y abundancia de lagos y de ríos. Porque su desdichada carabela,
Fué descubierta del Colon primero, De las inmensas ondas embestida,
Al tiempo que volvió por almirante ; Sin quédalle recurso ya de vela
Conquistóla después el heredero, Muchas veces la vieron sumergida;
Por un Joan de Esquivel, hombre bastante , Esperanza ninguna los consuela
Cristiano y escelente caballero, Que prometa remedio de la vida;
A Dios poniendo siempre por delante; Todos eran sollozos y gemidos
Pues sin querer ensangrentar las manos , De placeres humanos despedidos.
A todos estos indios hizo llanos. En Dios el esperanza se ponia
Mil y quinientos años fué la era, Do van los corazones y las bocas,
Con otros diez y nueve ya corridos, Noturna confusión los afligía,
Cuando con Esquivel enla ribera Rodean las visiones y no pocas;
Saltaron cien soldados escogidos ; Llevólos aquel viento que corría
Y aunque los resistió gente guerrera, En medio de la mar á ciertas rocas,
Con gran facilidad fueron vencidos; Do la nave se hizo mil pedazos,
Gobernólos tres años muy contentos,
Y hízoles muy buenos tratamientos. Y pocos se valieron de sus brazos.
7* JUAN DE CASTELLANOS.
Perecieron varones, mueren dueñas, Dadas gracias á Dios omnipotente,
Con embates de mar repercusivos , Esperaron allí la luz del dia,
Pudieras ver colgados de las peñas Para traer también la demás gente,
Cuarenta y siete que quedaron vivos. Entre tanto que Dios mas proveía:
¡Oh mar, cuántos trabajos les enseñas, La cual la misma via del oriente
Dolores y tormentos escesivos! Por estos arrecifes se venia,
Llaman á la potencia soberana Por las reventaciones caminando,
Hasta tanto que vino la mañana. Algún descanso breve deseando.
Mas no les trajo lumbre de consuelo, Holgáronse de vellos mas cercanos
Ni luz para que fuesen remediados, Por mejor socorrerse todos juntos,
Porque ¿qué les prestaba ver el cielo Guiaron la canoa diestras manos
Sin tierra, y en peñascos anegados ? Para traer los míseros disjuntos ;
No ven por todas partes otro suelo, Y dellos los mas fuertes y mas sanos
Mas vense de mil males rodeados, Tenian el color como difuntos;
Pena, dolor, pasión y muerte dura Mucho mas remontaban los placeres,
Es la cosa que mas los asegura. Lástimas que decían las mujeres.
¡ Cuan triste, cuan cuitada y afligida «¡ Oh pasos de piedad enajenados,
Se hallaba la miserable gente, Roca cruel y piedra mas que dura !
De muy grandes olajes embestida ¡Oh pies en algún tiempo bien calzados ,
Desde los bajos pies hasta la frente, Dedos de manos hechos á blandura!
Sin agua que bebiesen ni comida, ¡ Cuan heridos y cuan atasajados
Faltos de todas cosas totalmente! Os tiene tan acerba desventura!
Lloros, suspiros, lágrimas sin cuentos ¡ Cómo merecen bien estos afeites.
Eran los principales alimentos. Los pasados regalos y deleites!
Faltábales á todos advertencia »¿Qué son de los amparos del estío?
En esta confusión tan lastimera ; Agora destos golpes abrasada
Mas un Joan Sánchez, hombre de esperiencia, ¿ Adonde está la ropa para frió
En naufragios y vida marinera, De las preciosas martas aforrada,
Puso grande calor y diligencia El empalagamiento y el hastio
En recoger pedazos de madera, Que daba la comida delicada,
Cables y tablazón que iba perdida, Dulzores olorosos que tenia
Y jarcia cuanta pudo ser habida. Para poder beber el agua tria?
Con esta prevención, que no fué poca, » ¿Qué es de la fuente, qué es del vaso fresco,
Las cosas que pudieron ser habidas Vasijas de labores muy estrañas?
Hicieron amarrar á cierta roca Salado licor es el que merezco,
En haces y montones recogidas; Por mis delicadezas y mis mañas :
Después vinieron á pedir de boca Desdichada de mí que ya perezco ,
Para bien destas gentes afligidas, Rabiosa sed abrasa mis entrañas,
A quien terrible fuerza de temores Y de tan grande mal la mejor cura
Agora hace dar grandes clamores. Es que la mar será mi sepultura. »
La continuación del triste HaDto Esto decian ya sobre el arena,
Quebrantara dureza del acero; Do la gente tenian recogida,
Y estando con aquel mortal espanto, Por no ver un alivio de su pena,
Que no puedo pintallo como quiero, Ni poder conservar humana vida ,
Aflojaron las olas algún tanto, En parte que constaba ser ajena
Y vieron donde estaban un madero, De candela, de agua , de comida ;
Debajo del arena soterrado, Mas el Zuazo, hombre de templanza,
Donde por las corrientes fué llevado. Siempre tuvo de Dios gran confianza.
El Zuazo, varón digno de loa , Decia cristianísimas razones
Con algunos hidalgos y matronas, Para consuelo desta desventura,
Descubriéronlo bien de popa á proa, Hacia fundadísimos sermones
Limpiando los remates ó coronas ; Alegando lugares de escritura;
Y vieron claramente ser canoa Mandó perseverar en oraciones
Donde podían ir cinco personas: Con un fervor ardiente de fe pura;
Hincando las rodillas en el suelo, Clamores grandes van al alto cielo:
Dan gracias al Señor del alto cielo. ¡ Padre de piedad, dadnos consuelo !
Pues para conocer adonde iria Diciendo pues palabras lacrimosas,
El Zuazo con tres varones fuertes, Demandando salud para su pena.
Para remedio desta compañía, Vieron cinco tortugas poderosas
Procurando librallos de-las muertes, Venir á desovar en el arena ,
Con oración que siempre se hacia Que no les fueron poco provechosas
Cuatro veces echaron cuatro suertes, Y pudieran ser mas para la cena,
Y en aquellas cayó continamente Si acaso la ventura diera luego
Que fuesen á la parte del oriente. Los materiales para hacer fuego.
Tomaron el brevísimo navio, Porque por esperiencia conocida,
Que ya la mar estaba de bonanza, La carne destos dichos animales
Hicieron de los otros su desvío, Es una salutífera comida
Dándoles de volver gran esperanza; De do hacen guisados principales ;
Y fueron prosiguiendo su bajío Y si la sangre deltas es bebida,
Dos grandísimas leguas de tardanza, Es provechosa para muchos males;
E ya, cuando la noche se cerraba, En el anchor y término de larga
Vieron un arenal que blanqueaba. Cada cual dellas es como una adarga.
Que cierto cualquier dellos se temía Pues el'Zuaco con sus gentes vagas,
De tener en la mar la noche escura; A quien intolerable sed quebranta,
Saltaron pues allí con alegría Las ofrecieron á las cinco llagas
Pareciendo morada mas segura: De do manó la sangre sacrosanta,
De veinte pasos fué la travesía, Lavamiento de culpas y de plagas
Y de ciento y cincuenta la longura, En el árbol decruz y dulce planta ;
Hincaron en la tierra las rodillas, Y antes que se' volviesen do salieron
Dando gracias por tales maravillas. Las barrigas arriba se volvieron.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VIII, CANTO I. 75
Pues porque .al remedio de fortuna Había pues en esta compañía
No cumplía que fuese mas fiambre, Un ánima cabal en su cordura,
Mandó Zuazo desconchar la una, La cual como los otros padecía
Y en la tal concha recoger la sangre , Aquella miserable desventura :
Para templar la sed muy importuna, Inesica la niña se decia ,
E mitigar en algo tanta hambre; E ya cercana de la sepultura,
Y aqueste virtuoso caballero Al buen Zuazo y á los circunstantes
Hizo la salva y él bebió primero. Les habló con palabras semejantes :
Y después del, según la muchedumbre, «Una señora, ya mujer anciana,
Beben el delicado y el robusto, Su rostro como sol resplandeciente ,
Aquello que no tienen de costumbre El nombre de la cual dijo ser Ana ,
Ni fuera deste tiempo fuera justo ; Abuela del Señor omnipotente,
El néctar fué menor en dulcedumbre, Me mandó que dijese que mañana
Ambrosía no les diera tan buen gusto : Fuésedes por allí mas al poniente,
Quedábanles los labios no distintos A la isla que veis estar frontera
De los que siempre prueban vinos tintos. Y allí hallareis agua pasadera.»
Estos ensayos hechos otro dia , Aquesta relación y este recado,
Estendiendo los ojos adelante, Que de vanas fantasmas es remoto ,
Otra pequeña isla parecía, Mándeselo decir al licenciado
Gomo dos leguas desta discrepante : Porque sabia ser su muy devoto :
Allá fueron de aquesta compañía Esto dicho, salió deste cuidado,
Tres hombres, cada cual buen navegante, Y del tropel humano y alboroto,
Anduviéronla toda, y esta era Y aunque la muerte della les dio pena,
Cinco veces mayor que la primera. Gran contentó causó la nueva buena.
Ninguna cosa verde producía, Otros nueve murieron entre tanto ,
Ni sombra, ni señal de dulces fuentes, De la rabiosa sed y hambre dura;
Mas admiráronse cómo tenia El Zuazo, varón de pecho santo,
Innumerables aves diferentes; Usaba los oficios como cura;
Y tantas que el arena se cubría Y ante los desmayados del espanto
De las nidadas viejas y recientes, Les abría también la sepultura,
Lobos marinos , pajarillos nuevos, Santísimas palabras predicando,
Muchas tortugas, infinitos huevos. Y á todos acudiendo y animando.
Volviéronse con este buen recado ; Acabada la obra toda pía,
Y como mejoría deseasen, La triste noche hizo su venida,
Aqueste valeroso licenciado Que se gastó rezando, y otro dia
Ha llamado que todos se pasasen , Pusieron en efeto la partida
Para buscar lugar acomodado A la isla que cerca parecía
Do sus necesidades amparasen; Para buscar el agua prometida,
Y ansí como cristiano caballero , Y encaminados todos al viaje,
Él quiso ser de todos el postrero. Zuazo fué postrero del pasaje.
Como las aves no hacían fugas Llegados los primeros que pasaban,
De las estrañas gentes y modernas, Vieron la isla ser alguna cosa
Mataban y comían las pechugas , Mayor que la segunda que dejaban,
Y no se desdeñaban de las piernas; Y ansimismo tener .yerba viciosa;
También la dicha sangre de tortugas Las cuales aparencias alegraban
Servia como vino de tabernas, La gente de salud menesterosa,
La clara de la yema dividida Pues por espacio de doceno dia
Ansimismo servia de bebida. Esta necesidad se padecía.
Suelen en estas islas ser continos , Ansí con estas penas y pesares ,
Y casi que por todos sus lugares, Cuyos estremos eran ya funestos,
Gran cantidad de vítulos marinos Cavaban en mil partes y lugares
Que llaman lobos por aquestos mares ; Que parecían aptos y dispuestos ;
Los cuales á los pobres peregrinos Pero no refrescaron los ijares
Ansimismo servian de manjares : Tan inútiles pozos como estos,
Son muy grandes y torpes en la tierra , Pues, aunque daban agua muy aina,
Y ansí se matan sin ninguna guerra. Fué de mas amargor que la marina.
Un muchacho que en esta triste vida Faltando pues del agua dulcedumbre ,
Estaba con la sea casi rabiando, Agravóse la pena y el cuidado,
Loba marina vio recién parida, Y estando con aquesta pesadumbre ,
Y dos hijos estar amamantando * Llegó con los demás el licenciado;
El cual con intención desta bebida, Y como lo tenían de costumbre,
Con gran silencio se le fué llegando, Vióse de todos ellos rodeado ,
Quitó los hijos como quien no toca Maldiciendo con lloros su fortuna
Por no hallar consolación alguna.
Y tomóle las tetas con la boca.
Ella que sintió cosa diferente , Zuazo con ejemplos les enseña
A confiar en Dios del alto cielo,
No pudiendo sufrir otra mejilla, Y nunca desmayar varón ni dueña
Revolvió con protervo continente En este riguroso desconsuelo;
Derribando la media pantorrilla ; Pues quien hizo manar agua de peña
Curólo como pudo nuestra gente Podía también dalla deste suelo,
Movida de dolor y de mancilla, Y que en necesidad tan escesiva
Considerando cuan sutil maestra Cada cual se vistiese de fe viva.
Es la necesidad, y cuánto muestra.
Estaban pues en este mejor puesto, Y pues que le faltaba la presencia
De calientes comidas tan ayunos , De don sacerdotal y bien tamaño,
Que no fué parte la que tienen desto Cada cual compusiese su conciencia,
Para que dejen de morir algunos : Demandando perdón de cualquier daño :
Del estraño manjar y mal digeslo, Queriendo recebir por penitencia,
Con los calores graves importunos, De ser castos, siquiera por un año,
Y el pensar que de lance tan terrible Y antes que otras se hiciesen
Escapar no les era ya posible. En oración devota se pusiesen.
76 JUAN DE CASTELLANOS.
Las gentes de consuelo van ajenas Todos en cumplimiento deste mando -,
A cumplir destas cosas cada cosa : Como cosa que tanto les cumplía,
Hicieron otras mil promesas buenas, Buscaron luego mucho palo blando,
Cada cual á las almas provechosas ; Bien seco que la mar no lo batia ;
Y castidad perpetua Joan de Arenas, Y con entrambas manos refregando
Pedro Simancas, Sancho de Espinosa -, Unos después de otros á porfía,
La cual en religión después cumplieron En tanto grado que su fuerza pudo
El espacio de tiempo que vivieron. Encender el polvico muy menudo.
Hecha la prevención que voy diciendo, ¿Quién os podrá contar el alegría
Hicieron procesión con litanía, Que sintieron de vello humeando
Zuazo con la cruz que va siguiendo Los de la trabajada compañia
Esta desconsolada compañia: Y los que no penaron trabajando?
Él cantando , los otros respondiendo, Muy menudica paja se ponía ,
Según uso de nuestra madre pia; Con grandísimo tiento van soplando,
Pero la dulcedumbre destos cantos Hasta tanto que ya salieron llamas
Era toda de lacrimosos llantos. Que pudieron cebar con gruesas ramas.
Con esta procesión, via derecha, Aquí, y allí, y allá veréis candelas,
Dos veces fué la isla travesada, Deshechas de las frentes ya las rugas,
En tal manera que quedó cruz hecha , Asar rabihorcados y pardelas,
Del huello de la gente señalada ; Comerse con mas gusto las pechugas ;
Considerando pues cuánto aprovecha Servir de calderones y cazuelas
La cabal oración y porfiada, Aquellas conchas grandes de tortugas ,
Hincóse de rodillas el Zuazo Matando la sequía desta fragua
En la junta del uno y otro brazo. Con grandes caracoles llenos de agua.
Las manos y los ojos van al cielo, Algunos ansimismo desta gente
Diciendo con suspiros y gemidos : Estaban de comida no curando ,
« ¡Padre de piedad y de consuelo! Tendidos por los lados de la fuente
Consolad estos tristes afligidos ; Sus claros manaderos contemplando :
Lleve la devoción tan alto vuelo, Bebiendo por matar la sed ardiente,
Que toque su clamor vuestros oidos, Y gran número dellos vomitando,
Y dé socorro la potente diestra Porque el vacío cuerpo no podia
A los que son, mi Dios, hechura vuestra. Betener aquel agua que bebía.
> Vos, que hartáis los brutos animales En esto del beber demasiado
En los desiertos secos donde moran, Casi todos entraban en la danza ,
Visitáis con humor los vegetales, Mas Zuazo , varón bien enseñado ,
Y ansí de flor y fruto se decoran : Usaba de grandísima templanza :
Proveed también estos racionales, En comer y beber muy recatado,
Pues os creen, conocen y os adoran , Huyendo siempre toda destemplanza ,
¡ Oh fuente perenal, confortativa, Y ansí deste consorcio castellano
Santo Dios vivo, dadnos agua viva! . El se halló de todos el mas sano.
» Vos, que le distes aguas con aumento Y siempre vi que do se padecía
Al vencedor del campo filisteo, Babiosísima sed y hambre brava ,
Sacadas de las muelas del jumento, Aquel que se crió con policía
Y endulzastes también.las de Elíseo ; Con menos pesadumbre la pasaba :
Vos, que de piedras distes al sediento En la necesidad menos dormía ,
Agua que satisfizo su deseo, En los mayores riesgos mas velaba,
Y en los antiguos pozos de discordia, En las tristezas mas alegre gesto ,
Usad aquí también misericordia. Y á todos los trabajos mas dispuesto.
»¡Oh cruz preciosa y abundante fuente No porque no vi gente de barbechos,
Contra la sed rabiosa del pecado, Que podrías, letor, maravillarte
Adonde vos, mi Dios omnipotente, Leyendo las grandezas de sus hechos ,
Fuistes con duros clavos enclavado, Su fuerza, su vigor, su duro marte ;
Y salió sangre y agua juntamente Mas en sufrir desmanes tan estrechos
De vuestro preciosísimo costado! Entiéndese que, por la mayor parte ,
Dad agua desta cruz, pues nos dais sangre, Quien tiene mas valor sufre mas males,
Con que satisfagamos tanta hambre. » Y aprueban bien poquitos oficiales.
Luego se levantó con esperanza Miserias que yo vide no las pinto,
Firmísima del agua prometida, Porque cierto seria tratar desto
Y dijo con entera confianza : Entrar en un confuso laberinto
«Cavemos, por ser parte bien medida, De donde no saliésemos tan presto :
En medio desta cruz y semejanza Hagamos ya capitulo distinto,
De aquella donde Dios nos da la vida, Para poder mejor decir el resto
Y no creáis que fué promesa vana Desta gente que no hallaba cura
Esta que nos fué hecha por santa Ana. > Para salir de tanta desventura.
Cavaron luego muchos con fe pura,
Y pensando pasar mas adelante,
No mas de codo y medio de fondura
Sacaron agua dulce y abundante.
Dio tan grande contento la dulzura, CANTO SEGUNDO,
Que el mas muerto cobró nuevo semblante; Donde se nata del orden que tuvieron para salir do allí, y la muerte
Cusían apriesa todos del consuelo , de don Francisco de Garay.
Alzan los ojos, dan gracias al cielo.
Zuazo, dadas gracias con sosiego, Males hay que á los hombres son anejos,
Dijo : «bendito Dios, agua tenemos, Y para que les hagan resistencia
La vida nos daria tener fuego, No poco les conviene tener lejos
Y aqueste será bien que procuremos.» Cuiados con discreta providencia.
Preguntado de dónde, dijo luego : Por no quedar confusos ni perplejos
«De muchos palos secos que aquí vemos , Al tiempo que llegare la dolencia;
Que la mar de lugares diferentes Porque mejor repara su partido
Ha traído con fuerza de corrientes.» El próvido que el mal apercebido.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VIH, CANTO II. 77
Pues como ya tuviesen agua y fuego , Decían : « el Señor os esclareaca,
Y viesen el lugar mas á provecho, Su divino favor sea la guia ,
A la memoria les ocurrió luego
Aquello que Joan Sánchez hubo hecho : Él os ampare y él os favorezoa
La cual fué diligencia no de ciego, Con clara noche, con sereno dia,
Mas antes de cabal y sabio pecho; Sin permitir que mas os acontezca
Fueron pues en aquella canouela Fortuna que perturbe vuestra vía;
Adonde se perdió la carabela. Quiete furias del soberbio viento
Vieron la jarcia, tablas y madera Hasta que ya lleguéis á salvamento. »
Adonde la dejaron amarrada; Varones y mujeres esto vieron
Hicieron una balsa cuanto era En la barca los ojos enclavados,
Tan fuerte , tan bien puesta y ordenada , Hasta que ya de vista la perdieron
Que pudo bien venir á la ribera Y los remeros iban engolfados ;
5o quedaba la gente fatigada : Los cuales su viaje prosiguieron
Fué crecidísimo contentamiento De prósperas corrientes ayudados,
Desque los trajo Dios á salvamento. Vientos quietos, apacibles , buenos,
Visto cuánto trabajo los aprieta, Y de sus locos ímpetus ajenos.
Y la tardanza mucha cuánto daña,
Llegados los recatos á la isleta, Perseverando pues en sus porfías,
La gente que se daba mejor maña Dándoles el Señor fuerza bastante,
Determinó hacer una barqueta Al cabo ya de diez ó doce dias
Para tentar de ir á Nueva-España , Vieron la tierra firme por delante.
Siquiera cuatro hombres que cupiesen, ;, Quién os podrá decir las alegrías
Y de su perdición noticia diesen. Del flaco y animoso navegante ?
Bojaron con furor de nuevo brio
La necesaria obra se tantea , Hasta poner en ella su navio.
Trázase la pequeña proa y popa, Contemplan la frescura de los pinos,
Cada cual á lo dicho se menea, El lustre y el verdor que ven enfrente,
Ocioso ni baldío no se topa : Saltaron los cansados peregrinos
Unos de tablas viejas sacan brea, En parte que les era conviniente ;
Otros convierten cables en estopa, Porque hallaron sendas y caminos
Otros andan sacando clavos viejos, Y huella de caballos muy patente,
Con los demás posibles aparejos. La cual con los anejos de sus heces
Andando cada cual pues diligente, Besaron todos ellos muchas veces.
E yendo cinco por mantenimiento Dadas gracias á Dios , que fué servido
A la segunda isla, que es enfrente , De los llevar á luz y salvamento,
Levantóse borrasca de tal viento , Fueron por el camino mas seguido
Que sorbió la canoa con la gente, Para buscar algún mantenimiento ;
No sin grave dolor y sentimiento Diahustán, cacique, que los vido,
De todos, ansí flacos como sanos, Recebiólos con buen acogimiento,
Por faltar la que fué sus pies y manos. Teniendo por estraña maravilla
Gomo ya no tenian mucha sobra Ver gente tan hambrienta y amarilla.
De las aves y largas pesquerías , Porque una pava grande que les dieron
Dióles gran pesadumbre la zozobra De muchas que tenian estas casas,
Con menoscabo destas compañías ; Sin sacalle las heces la pusieron
Y ansí tal priesa dieron á su obra Y sin pelalla bien , sobre las brasas ;
Que tuvo perficion en pocos dias , Y después que con tripas la metieron
Y el pequeñuelo barco fué breado En otras que venian algo rasas ,
Con vieja pez y aceite de pescado. Por señas demandaron al instante
Guia para pasar mas adelante.
Con sus toletes , remos y aparejos * Acerca desta misma circunstancia
En el agua la barca fué metida ; Por señas el cacique significa ,
De aves, de tortugas y cangrejos Que tres ó cuatro leguas de distancia
Con ella fué la gente proveída; Demoraba de allí la Villa-Rica ;
Luego fueron comunes los consejos Caminaron con presta vigilancia
Que pongan en efeto la partida Por donde la tal guia los aplica ,
Gómez y Ballesler y Joan de Arenas , Deseando volver con buen recado
Para negocio tal personas buenas. Al ínclito Zuazo licenciado.
Y porque necesario les seria Junto del cual, cuando desembarcaron
Un indio que les fuese jamurando, Los tres con quien se hizo clara prueba ,
Procuraron hacer derecha vía Cinco rabihorcados se sentaron
Puerto de Villa-Rica demandando : Como por mensajeros de la nueva ;
Habían de ir por esta travesía Pues en vellos domésticos juzgaron
Ciento y cincuenta leguas navegando, Ser anuncio del bien que se les lleva,
Confiando de Dios en la carrera , Y aunque no fueran malos al ayuno
Porque la barca poca parte fuera. No consintió hacelles mal alguno.
No rehusaron estos el pasaje Después que ya llegaron con la guia
De tan inmensos riesgos y trabajos , A Villa-Rica, cuyo señorío
Y para los efetos del viaje Simón de Cuenca por Cortés regia ,
Hicieron en el barco sus atajos, Conocieron alli fallar avío ;
Donde pusieron el matalotaje Y á Medellin el Nuevo los envía
De huevos, de tortugas y tasajos , A causa de tener presto navio
Agua también en odres ó barquinos Un Gonzalo de Ocampo, de Trujillo,
Que hicieron de vítulos marinos. Y del dicho Zuazo gran carillo.
De los demás hicieron despedida Al cual por ser capaz y diligente,
Con un dolor que el alma les aprieta. En negocios jurídicos cursado,
¡ Oh riesgos y trabajos de la vida Zuazo le nombró por su uniente
Y á cuántas desventuras es sujeta! En Cuba, do vivió tiempo pasado ;
Entraron en la mar que los convida Y ansí con la presteza conviniente
Por estar por entonces muy quieta, Luego le despachó todo recado,
Los que quedan regaban sus mejillas Diestros pilotos de Moguer y Palos
En oración hincados de rodillas. Con posibles refrescos y regalos,
78 JUAN DE CASTELLANOS.
Navegaron la vía del oriente Huyen de los estériles conveses ,
Hasta los Alacranes, parte nota , Donde con mas dolor que se nivela
Porque estos son do se perdió la gente , Estuvieron al pié de cuatro meses;
Riesgo que navegantes alborota ; Entraron pues en esta carabela,
Volvieron los tres hombres juntamente Y con temor del mar y sus reveses
Ellos mismos guiando la derrota, Al punto se hicieron á la vela
Mas tardó treinta dias la jornada Veinte que de los riesgos escesivos
En llegar á la gente fatigada; Permanecieron solamente vivos.
Por ser el tal navio detenido Navegaron aquestas compañías
De calmas y corrientes sin vapores ; Con viento que bonanza les aplica,
Mas Dios omnipotente fué servido Tal, que pudieron ir en trece dias
De dejallos llegar pascua de Flores ; Al puerto de la dicha Villa-Rica ;
Porque con regocijo mas cumplido Recebiólos Cortés con cortesías
Resucitasen estos pecadores, Cuantas de su valor fama publica ;
A quien por ser ya tanta la tardanza Pues aunque allí faltaba su presencia
Daba grave dolor desconfianza. No faltaba su gran magnificencia.
Estaban todos pues en atalaya, Porque mandó que todos ellos fuesen
Los ojos á los mares estendidos, A costa de sus bienes reparados,
Por aquel arenal y seca playa Y al dicho licenciado se le diesen
En santos pensamientos convertidos, En cantidad de doce mil ducados,
Al Señor suplicando que les vaya Y generosamente proveyesen
Remedio de sus lloros y gemidos : Su casa , su familia, sus criados;
Estos eran sus ratos, sus empleos Escribióle también carta misiva
Y el blanco do tiraban sus deseos. Que su buen amistad estaba viva.
Zuazo pues que siempre se desvela Desque se reformó la compañía,
Partióse para ver á su querido,
En consolar aquesta compañía , Al gran Méjico donde residía ,
A grandes voces dijo : « vela, vela,
Socorro que el muy Alto nos envía.» Y donde del Cortés fué recebido
Acuden , miran , ven no ser novela, Con crecido contento y alegría,
Sino grande verdad lo que deeia, Que grande la mostró cuando lo vido,
Suena Te Deum laudamus el concento Y con ostentación de frente rasa
Con lágrimas nacidas de contento. Por hospicio le dio su propia casa.
Acercáronse mas los del navio, Mas porque por entonces le convino
Pero no sin peligro ni recuesta, Al Fernando Cortés estar ausente,
Por ir ya descubriendo del bajío E ir trabajosísimo camino
La roca que tenían contrapuesta ; Contra su capitán, mal obediente,
Y ansí por parecer bien el desvío Al Zuazo, varón del cargo diño,
Surgieron del un tiro de ballesta ; Dejó nombrado por lugartinienle,
Mas como nadie vian por los puertos El cual administraba su tinencia
Sospechaban que todos eran muertos. Con retitud, valor y gran prudencia.
Que, porque estaban de rodillas puestos Pero Cortés apenas se destierra
Dando gracias á Dios, nadie los vía,- De los conunes destas ciudades,
Pero después que ya fueron enhiestos Cuando con turbación de civil guerra
Dióles voces la gente que venia; Hubo sobre mandar parcialidades :
Y todos luego se hicieron prestos Echaron al Zuazo de la tierra
Para salir á dalles alegría Los inventores destas novedades ,
Sacando mesa, silla y alimentos Y por huir alguna chirinola
Para satisfacer á los hambrientos. Tuvo por bien volver á la Española ;
Sacaron abundancia de cecinas , • Donde fué su persona recebida
Gustosísimos gallos de papada, Con aplauso no mal regocijado,
Muy gentiles capones y gallinas, Y vivió lo restante de su vida
Añejo vino y agua delicada : Rico, favorecido y acatado.
Conservas de tan buena hambre dinas; Mas porque de Caray no me despida
Frutas muchas de gente regalada, Quiero volver al fin de su cuidado,
Bizcocho blanco ven en abundancia, Antes que del Zuazo se supiese ,
Con inOnilas cosas de sustancia. Ni con Cortés en Méjico se viese.
Salieron Ballester y Joan de Arenas
A dar las buenas pascuas á la gente,
Desconfiada de tenellas.buenas
En riesgo y en peligro tan patente : CANTO TERCERO,
Abrázanlos con las entrañas llenas
De santa caridad y amor ardiente , Donde se trata cómo llegó Francisco de Garay al rio de Palmas,
Sin acabar de dalles bendiciones de lo que allí le sucedió, y de su muerte.
Las fatigadas dueñas y varones.
La salutación larga concluida, No creo yo que vive sin querella
Dieron á cada cual limpios vestidos, Aquel que mas alcanza de riqueza,
La olla con gran priesa fué cocida , Pues tanto mas creció la hambre delta
Luego largos manteles estendidos : Cuanto mayor se hizo su grandeza ;
Tuvieron abundante la comida, Y á veces buscar mas hace tal mella
Fueron de muchas cosas proveídos, Que convierte los gozos en tristeza:
Quisieron beber agua de su fuente, Destas cosas y otras que contemplo
Y amarga la hallaron grandemente. En el Garay tenemos buen ejemplo.
Tuvieron por milagro señalado Pues teniendo la vida ya segura ,
El no durar allí la dulcedumbre, Prósperos tratos y caudales llenos ,
Mas de por aquel tiempo limitado Su casa con grandísima hartura ,
Que tuviesen aquella pesadumbre ; Heredamientos muchos y muy buenos;
Dio las gracias a Dios el licenciado, Pensando de hallar mayor ventura
Según que lo tenia de costumbre, De la que tuvo, fué venir á menos;
Y acabada la fiesta sin hastío, El caso sucedió desta manera
A gran priesa se fueron al navio. Desque salió de Cuba y su ribera :
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA VIII, CANTO III. 79
Corrieron con aquellos temporales Y que sin proceder en la contienda
Con angustias mortales de sus almas, Para que toda sinrazón cesase ,
Mostrábase la mar con furias tales Le volviesen navios y hacienda
Que deseaban ya molestas calmas ; Sin que ninguna cosa le faltase;
Y ansí con las zozobras destos males Sujetando los suyos á su rienda
Decayeron al rio de las Palmas, Para que con rigor los embarcase,
Donde sacó soldados cuatrocientos, Y á las Palmas hiciesen su jornada,
Y algunos, aunque pocos bastimentos. Pues era tierra rica y bien poblada. •
Envió por allí acia la sierra Hicieron el concierto referido
A Gonzalo de Ocampo su pariente, Diego de Ocampo y Pedro de Alvarado,
Con hombres instruidos en la guerra Capitán de Cortés, por mas querido
A fin de descubrir alguna gente ; Para tales negocios enviado :
Mas no les pareciendo bien la tierra, Garay se holgó mucho del partido
Volvieron a la mar incontinente, Teniéndolo por bueno y acertado ;
Y sin saber Ocampo cosa cierta Congregó luego muchos de su gente,
Afirmaba la tierra ser desierta. Y dicen que les dijo lo siguiente :
Determinó hacer della desvíos, « Si tengo de deciros las verdades,
Y que Grijalva con los marineros Amigos, compañeros y señores,
A Panuco llevase los navios ; Bien sabéis que las buenas amistades
El por tierra con muchos compañeros, Que tanto celebraron los mayores
Atravesando peligrosos rios, Se conocen en las adversidades ,
Ciénegas infinitas , mil esteros, Cuando fortuna siembra sus rigores ;
Muy fatigados todos y hambrientos , Y entonces es el bueno menos vario
Y de tantas zozobras descontentos. Cuando hado se muestra mas contrario.
Mas por algunas guias ya tomadas » Y pues que la costumbre de los buenos
De indios que hallaban divertidos, Es no desamparar al buen amigo ,
Salieron á ¡as tierras deseadas, Y sabéis bien que nunca yo fui menos,
Y no fueron allí mas proveídos; Sino mejor aun desto que aquí digo ,
Pnes á causa de guerras atrasadas De toda la lealtad seréis ajenos
Habia muchos pueblos destruidos, Si no permaneciésedes conmigo,
Porque Fernán Cortés y sus unientes Teniendo ya por cosa conocida
Traian fatigadas estas gentes. Que á nadie quiero menos que á mi vida.
Allí donde la proa todos llevan » El tal amor deseo que se entienda
En fundar población con su consejo, Por mis obras y blando tratamiento ,
Estaba ya fundado Santisteban Pues gasté con vosotros mi hacienda
Por capitán un Pedro de Vallejo : Para daros cabal aviamiento ;
Temió Garay de que estos no se muevan, Y para yo tener segura prenda
Y en acercarse tuvo mal consejo, Os ligastes con santo juramento ,
Porque los de Cortés dieron en ellos Prometiéndome todos á porfía
Y prendieron á los cuarenta dellos. De no dejarme por ninguna via.
Grijalva también tuvo desavíos, » Si cerca del negocio prometido
Pues yendo caminando suAiaje , Lo contrario hacer alguno piensa ,
En unos arrecifes y bajíos No solamente yo soy ofendido,
No vistos antes en aquel paraje , Pero también hacéis á Dios ofensa ;
De los once perdió cuatro navios Y ansí cuando tengáis mayor olvido
Con todos los pertrechos y fardaje; De su mano verna la recompensa ,
Ancleó los demás cerca del puerto Pues quebrantáis la jura del muy alto,
De Panuco, según fué su coucierto. Y falláis á quien no hallastes falto.
Los de tierra por falta de comida » Si pensáis por allá recoger frutos
Estaban ya como de los cabellos, De riquezas por mas breves atajos,
Andando mucha gente divertida, Nunca las hallareis á pies enjutos
También mataron indios muchos dellos: Ni por caminos llenos de gasajos ;
Supo Fernán Cortés esta venida, Ni querrá dar Cortés salvos condutos
Y envió capitanes contra ellos, Para que gocéis dellas sin trabajos;
Aunque los mas á causa del provecho Lo que hará será daros un cebo
Tenían al Cortés dentro del pecho. De tierras nuevas que ganéis de nuevo.
Porque costumbre fué de señoríos, » Pues para no gozar lo descubierto
Que quien mas puede tiene mas devotos; »E ir á conquistar nuevas regiones,
Conoció, pues, Garay sus desavíos Mejor os es volver á lo mas cierlo
En hallar sus soldados tan remotos : Y á do dejais insignes poblaciones :
Al Vallejo rindieron sus navios ' Para lo cual en mí tenéis abierto
También ciertos maestros y pilotos, Un camino de grandes galardones,
Los cuales alevosas sinrazones Y estuviera ya este comenzado
Causaron al Garay graves pasiones. Si no fuera de muchos engañado.
Y estando rodeado de pesares » Y pues no hago vano cumplimiento,
Aquellos capitanes cortesanos, Y está mi voluntad sana y entera ,
Llegaron á las partes y lugares Recebiré merced y gran "contento
Que de Garay estaban mas cercanos ; De que ningunos os salgáis afuera :
Tuvieron grandes dares y tomares, Sino que sin penoso sentimiento
No para que viniesen á las manos; Pasemos todos juntos la carrera ,
Antes dando y tomando sobre puntos En la cual hallareis ser el efeto
Los unos con los otros fueron juntos. Mayor que por palabras os prometo. »
Tuvieron, aunque no con duro pecho, Estas amorosísimas razones,
Sobre sus causas mil alteraciones, Espresadas debajo buen intento,
Cada cual alegando su derecho Hicieron muy livianas impresiones
Y mostrando reales provisiones ; En la gente de tal ayuntamiento ;
Vinieron al concierto deste hecho, Pues sin embargo de persuasiones
Y fueron estas las resoluciones : Le huian hoy diez, mañana ciento,
Enviar á Cortés sus mensajeros Y por se desmandar como bestiales
El Garay y los otros caballeros; Mataron muchos estos naturales.
80 JUAN DE CASTELLANOS.
Viendo Garay tan gran iuconviniente ELEGÍA IX.
Y que la gente toda le faltaba,
Determinó de ir personalmente A la muerte de DIEGO DE ORDÁS , donde se cuenta la gra
A verse con Cortés adonde estaba; entrada que hizo por el rio de Uyapari, y las cosas e
Para que capitán tan escelente, ella sucedidas.
Hiciese lo que del se confiaba,
En la restauración de su caida, CANTO PRIMERO.
De su reputación y de su vida.
Resuelto pues en este su desino Aunque parezca seco despidiente
De gente de Cortés persuadido, No proceder aquí mas adelante ,
Puso luego por obra su camino. Determino i'olver mas al oriente
Donde de todos ellos fué servido; De Paria y á la tierra circunstante,
Y después que llegó do le convino Para tratar de Ordás y de su gente,
Con gran magnificencia recebido , De quien pretendo dar razón bastante,
Habláronse los dos , brazos abiertos , Pues del honor mas alto de los buenos
Y trataron de medios y conciertos. Al Ordás se le debe nada menos.
No se tuvo Garay por arrepiso En Castroverde fueron sus natales
En los comedimientos desla vista, Del reino de León, y en Nueva-España
Trató su causa con gentil aviso Fué de los capitanes principales
Dando la relación de su conquista ; El de mayor valor y mejor maña ;
Y ansi vino Cortés en cuanto quiso En las islas sus hechos fueron tales,
Sin que ninguna cosa le resista ; Que cada cual se vende por hazaña,
Mas porque la amistad fuese mas Arme Y ansí Cortés por su merecimiento
Quieren que parentesco la confirme. Le dio grandísimo repartimiento.
Pues como por los dos se desease Mas no se contentó con esta suerte,
El parentesco fué por esta via, No menos honorosa que crecida,
Que el hijo de Garay se desposase Y á pretensiones otras se convierte,
Con una hija que Cortés tenia; Que fué cierta región muy estendida :
Y el Cortés proveyese y ayudase Causa para morir angosta muerte,
A la jornada que Garay hacia , , Cuando pudo gozar mas ancha vida;
Dándole todo buen aviamiento Y para se mover á la carrera,
De gentes, de pertrechos y sustento. El negocio pasó desta manera :
Dados á sus negocios estos fines Habia dado largas relaciones
Al son de suavisísimo concierto El ambición, que todo lo revela,
De trompas, chirimías y clarines, De las engrandecidas poblaciones
Pregoneros de tal contentamiento , De Paria hasta el mar de Venezuela;
Fuéronse los dos juntos á maitines Y no fueron mentiras ni Aciones,
En la noche del santo Nacimiento, Ni saborcillos vanos de novela ,
Do con suaves músicas sonoras A hallar el Ordás la tierra sana,
Oyeron ambos las divinas horas. O comenzara por Maracapana.
El oficio divino concluido, Porque Cubagua, muy mas estendida
Volviendo eon un aire destemplado, De lo que por justicia se le daba,
El Garay se sintió muy mal herido Tenia mucha tierra destruida,
De pesado dolor en el costado; Con cantidad de esclavos que sacaba ;
Y aunque fué de dolores socorrido , Y con cautelas era defendida
Acabóle la vida y el cuidado Cualquiera población que se intentaba ,
Dentro de quince dias de intervalo, Por no perder aquel vicioso pasto
Después que del dolor se sintió malo. Con que hacían suntuoso fausto.
Fué hombre de gentiles proporciones, Fué reino de grandísima sustancia,
Apacible, discreto y generoso, Y señores en él de gran estado ,
De nobles y de sanas intenciones, Fertilidad, hartura y abundancia
Mas de grandes empresas cudicioso : De pan, de frutas, carnes y pescado;
Amigo de guerreros escuadrones, Y con ser tan inmensa la distancia,
Enemigo muy grande de reposo; Paso no se hallaba despoblado,
Dejó hijos é hijas principales Potentes pueblos al primer encuentro,
Aunque menoscabados sus caudales. Potentísimos mas la tierra dentro.
Murió como cristiano diligente, Esta tierra de próspera templanza,
Con gran preparación de testamento, Que frío ni calor no causan lloro,
Sintió Cortés su muerte grandemente, Por pueblo, por aamino, por labranza,
Y en todos fué común el sentimiento; Pocos indios pudieras ver sin oro ;
Con pompa y en lugar muy eminente No mudan en los trajes el usanza,
Solenizaron el enterramiento; Pues sola desnudez es el decoro ;
Hicieron muchas letras á su muerte, Mujeres cubren partes vergonzosas,
Y una dellas decia desta suerte : No todas, ni con unas mismas cosas.
Praetidis hoc busto reqtriescunt ossa Gara'í, Esta gente, mujeres y varones,
Qui tine promidio proeside major erat. Es por la mayor parte bien dispuesta ,
Corten numen dum divet vincere certat,
Pauper in hotpitio lumine catsut abest.
De muy bien amasadas proporciones,
Con cierta gallardía no mal puesta :
Aquí yace sepultado
Garay , capitán bastante ,
Teniendo vida segura,
Por vencer la gran ventura
Diestros en sus guerreros escuadrones,
Que con ser adelantado , De Cortés , varón divino , Para su defensión la mano presta,
No llegó tan adelante Murió pobre peregrino, El regulado tiro siempre lleno
Cuanto llegó su ditado ; Y en ajena sepultura. De pestilencialísimo veneno.
También es de su uso la macana,
Y de palma tostada larga janea,
Que suelen menear de buena gana,
No sin golpe mortal de quien alcanza :
Comen algunos destos carne humana
Por via de pasión y de venganza,
Y aquesta crudelísima comida
Es fuera de sus casas ascomüda
ÁV9& '•
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA IX, CANTO L ai
No la quieren comer en parte rasa , Muy juntos ala tierra naufragaron ,
Sino donde la gente menos pisa, Sin dalles sinsabor reventazones ,
Las ollas nunca mas entran en casa, Y ansí dicen que todos escaparon,
Ni vaso ni cazuela do se guisa; Y entraron por jamás vistas regiones,
No se come, sacada de la brasa, Hasta que descubrieron y toparon
Con grita, regocijo, ni con risa , Grandes y poderosas poblaciones ,
Antes parece tal mantenimiento Adonde se huyeron y han valido,
Selles un cierto modo de tormento.
Multiplicando siempre su partido.
Teniendo pues Ordás por larga lista Esta nueva vendían por muy cierta
Cumplidas y bastantes relaciones Muchos que yo traté y he conocido ;
Desta costa, por hombres que de vista Mas es una ficion clara y abierta,
Conocieron aquellas poblaciones. Y cuento para mí desvanecido;
Pidió con gran instancia la conquista, Pues si tal gente ya no fuera muerta
Y diéronsele della provisiones , Hubieran á mil parles respondido;
Gobierno de grandísimo partido, Ansí que no sera juicio ciego
Si fuera por entonces conocido. Decir que perecieron todos luego.
Al fin en tal distrito como este Sin esta compañía zozobrada,
Le dieron por la costa, recta via, O muerta por el indio mas vecino,
Ciento cincuenta leguas leste, ueste , Ordás , continuando su jornada
Y norte, sur, que fué la travesía : Con piloto que tuvo mejor tino ,
De mil soldados buenos formó hueste Llegó con el restante del armada
Con gente principal de Andalucía ; A Paria , do llevaba su camino,
Aderezaron grandes galeones, Donde Antonio Sedeño ya tenia
Matalotaje y otras municiones. Soldados con algún artillería.
Nombró por general á Joan Cortejo, Habia hecho cierta fortaleza,
Su maestre de campo fué Herrera, Do quedó Joan González con la gente,
Cada cual délos dos amigo viejo, Y para revolver con mas grandeza
Que en Méjico siguieron su bandera; En Boriqnén estaba de presente ;
Entraron capitanes en consejo Mas el Ordás con toda su dobleza
Para la prevención de su carrera, Tomólas municiones al ausente,
Nombró también con otros oficiales Y aun intentó matar al Joan Gonzalea;
Por alcalde mayor á Gil González. Mas no se perpetraron tantos males.
Vino también con este caballero, Los tres hermanos Silvas ya contados,
Pudiendo sosegar con buena renta, Que prometieron ir tras el armada,
Jerónimo de Ortal por tesorero, Procuraban venir bien aviados
De quien daré también mas larga cuenta, Para mejor servir en la jornada:
Como quien bien lo conoció primero; Hicieron luego copia de soldados,
Vivió después en vida descontenta, Isleña gente, suelta, bien granada,
El cual sucedió siendo mozo tierno Que en peligros ocultos y patentes
Al don Diego de Ordás en el gobierno. Salieron todos hombres escelenles.
Dispuesta toda cosa necesaria Para bagaje y gente recogida
Y preparado bien cada navio, Tenían dos fornidas carabelas;
Hicieron su camino acia Paria, Mas mucho recelaban la salida,
Principio deste nuevo señorio ; Teniéndolas por algo pequeñuelas;
Surgieron en las islas de Canaria Y estando ya los Sdvas de partida
Para tomar allí mejor avío, Vieron un galeón á todas velas,
Besaron al Ordás luego las manos Hermoso, bien fornido, grande, fuerte,
Gaspar de Silva con sus dos hermanos. Mas instrumento cierto de su muerte.
Eran en Tenerife principales , Al puerto donde estaban se venia,
De próspero caudal y rico traje; Y dentro del fué surto y ancleado,
Al Ordás ofrecieron sus caudales, Con mucho lienzo, paño, mercería,
Sirviéndole con buen matalotaje; De muchas cosas otras pertrechado;
Y con doscientos hombres naturales Pues el Gaspar de Silva, que quería
Prometieron de ir aquel viaje ; Llevar en su viaje buen recado,
El Ordás acudió con mil ofertas Determinó tomar, por selle bueno ,
Que después conocieron ser inciertas. Aquello que sabia ser ajeno.
Andándose los Silvas despachando Habló con el maestre, que hacia
Por el orden que menos les convino, Haciéndole creer torres de viento,
El don Diego de Ordás fué navegando El portugués ladrón que lo creia
A la parle do lleva su desino: Al delito prestó consumimiento;
Prometiendo de illos esperando Dejó las carabelas que tenia,
Por puertos y bahías del camino; Y á él pasó las gentes y alimento,
Y ansí para cumplir con su promesa , El señor del, quejoso y agraviado,
A su navegación dio poca priesa. Por ser en mucha suma defraudado.
Mas pareciendo ya mucha tardanza, Hizo también algunos otros daños
Por evitar algunos desavíos , Al tiempo que su gente se despacha,
Del rio Marañon hizo mudanza, Culpáronlo, demás destos engaños,
Y atravesó con todos los navios : Del rapto de Isabel, linda muchacha;
Algunas veces con desconfianza La cual yo vi morir ha pocos años.
De poder escapar de mil bajíos, En el pueblo del Rio de la Hacha ,
Con calmas y grandísimas corrientes, Casada ya con hijos y con nietos,
Que por aquella costa son frecuentes. Que están ayunos hoy destos secretos.
El Ordás escapó con buen consejo, Apercebidos pues por la manera
Y fué donde llevaba los intentos, Que sus crueles hados señalaban,
Mas no pudo salir el Joan Cortejo Prosiguieron los Silvas su carrera
Con otros que pasaban de trescientos, Con los doscientos hombres que llevaban;
Sin remedio, recurso, ni aparejo Vieron el Marañon y su ribera,
Para seguir por mar sus movimientos, Mas no vieron los males que esperaban ,
Salvo los principales coroneles, Y como ya llevaban aparejo,
Que pudieron, huir en los bateles. Allí hicieron un berganlinejo.
6
83 JUAN DE CASTELLANOS.
Como por orden esto se pusiese, Mujeres de las islas con endechas
Y munición en él algo sumaria , Se herían los pechos y los cuellos,
Al galeón mandaron que se fuese Costanza de León tiene deshechas
Luego por alta mar vuelta de Paria ;
Y que Gaspar de Silva recorriese Mejillas y estragados los cabellos :
La costa con la gente necesaria , Haciendo mas patentes las sospechas
Porque por algún seno y anconada De carnal amistad con uno dellos:
No quedase la gente del armada. Enterrólo clamor que rompe el aire
Van en el galeón por principales En la isla que llaman Perataire.
Un Francisco Morillo y un Briones , Conclusos estos tristes funerales,
Bartolomé González, Joan González, Ordás con tal rigor cual os enseño
Hermanos del que va por los ancones : Deseaba matar á Joan González,
Entre estos, como no fueron parciales, Alcaide de la fuerza de Sedeño,
Hubo ciertas revueltas y pasiones, Mas por mano de indios naturales,
Y con el sinsabor que voy diciendo Porque el delito no tuviese dueño :
Iban el mal viaje prosiguiendo. Mandólo pues llamar en continente,
Con continuación de su jornada Y dicen que le dijo lo siguiente :
Fuera de toda buena coyuntura, « Yo, señor Joan González, tengo gana
Llegóseles la hora deseada , De saber por entero la pujanza
Deseo de su cierta sepultura; De la tierra que dicen de Guayana,
Porque vieron las naos y el armada Sus sitios, poblaciones y templanza ;
Donde no les darán arma segura : Y por no me tiar de gente vana
Hacen la salva de una y otra suerte, Quiero hacer de vos la confianza :
Mas no para salvarse de la muerte. Es menester que hoy en este dia
Porque dieron Morillo y el Briones Os partáis solo con alguna guia.
A Gil González de Avila noticia » Porque do muchos van hacen ruido ,
De todas las pasadas sinrazones, Que no comportará gente guerrera;
El robo, la violencia, la malicia: Un hombre solo menos es temido,
El cual mandó hacer informaciones, Y puede, bien pasar por donde quiera,
Prosiguiendo la causa por justicia : Mayormente quienes tan conocido
Resultaron al fin de los procesos Y amado como vos desta frontera;
Delitos de grandísimos escesos. Y visto bien lo que la tierra tiene
Degollaron aquestos dos hermanos Verneis, é yo haré lo que conviene. »
Con voz de pregonero que resuena Estos mandatos duros y tiranos
Culpas y fealdades de tiranos, El Joan González bien los entendía ,
De que se recebió crecida pena ; Pero por escaparse de sus manos
Luego le respondió que le placía :
Y por fautor de hechos inhumanos Conociendo por menos inhumanos
Al piloto colgaron del entena; Los indios que su mala compañía ;
Quedó también á muerte condenado Al fin partió con ciertos naturales
Gaspar de Silva, mozo desdichado. Que le fueron fieles y leales.
Ancones y bahías va mirando, Pero quieren decir que el desconcierto
Haciendo prolijísimo rodeo, Y orden de cautela semejante
Su desastrada muerte deseando, Fué después de salidos deste puerto ,
Sin saber ser aqueste su deseo. E ir por Uyapar mas adelante
¡ Oh cuántos deseaban deste bando En un pueblo, Carao; y es lo cierto,
Podelle dar noticia del torneo! Según tenemos relación bastante
Mas por ninguna viafué posible Hecha del capitán Joan de Avendaño ,
Avisalle de lance tan terrible. Que siempre fué testigo deste daño.
Llegó pues con aquella compañía Hecha la despedida bien molesta ,
De ver laflotamuy regocijados , Por ser estos intentos muy ruines,
Fué dia de San Joan aqueste dia, Ordás mandó hacer la gente presta,
Remate de sus días mal gastados, El galeón, la fusta, bergantines,
Año de treinta y uno que corría Y con pregones muchos manifiesta
Sobre mil y quinientos ya pasados , Entrar por Uyapar y sus confínes,
Él viene con placer soltando tiros , Rio potente, mas de fruto poco ,
Y acá lo solenizan con suspiros. A quien otros le llaman Unnoco.
Bien como caminante congojado En esta fortaleza dejó gente
Que cercano se ve de su reposo, De todas armas bien aderezada:
E yendo para él regocijado Quedó por capitán y por tinienle,
Con un vivo fervor y presuroso, Por ser persona bien acreditada,
Lo ve por todas partes ocupado Martin Yañez Tafur, que es de presente
De mortal enemigo y odioso, Vecino deste reino de Granada,
Y el gusto de la cama y de la cena El cual gobernó bien la gente nueva
Fué hambre, cepo, grillos y cadena; Y dio de su valor bastante prueba.
El desdichado mozo que ya cuento, Apercebió para llevar consigo
Bien por este nivel y desla suerte, A Domingo Velazquez el mañoso,
No ve sino señal de descontento Entre los de Cubagua muy antiguo :
Do quiera y á do quier que se convierte : Insigne capitán y valeroso ,
Halló dura prisión, halló tormento, A quien yo tuve siempre por amigo
Halló temor, dolor y cruel muerte. Gozando ya de paz y de reposo ;
¡Cuántos sospiros, lágrimas, sollozos Llevó también para que fuese guia
Emanaban de viejos y de mozos! Un indio que Taguato se decía,
En tierra y en tan buena coyuntura Capitán arüaca señalado
Día del gran Bautista soberano, Y por aquellas tierras peregrino,
Admiróse de ver tanta tristura, El cual pareció bien haber entrado
no ver por allí ningún hermano : Mas de quinientas leguas de camino:
Í econoció su grande desventura Indio valiente, diestro y avisado,
Desque con gran rigor le ponen mano, De muy buena razón, poco ladino,
Hácenlo confesar, y en poca pieza Mas Domingo Velazquez entendía
Le cortaron al pobre la cabeza. La mayor parte de lo que decia.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA IX, CANTO I. i¡S
Son aruacas de valientes manos , Con esta gente bárbara, contenta
Tiene su tierra nobles influencias, De lo seguir por ser hombre bien quisto,
Y son todos amigos de cristianos , De la suerte que ya se representa
Con buenas obras, gratas aparencias: A su navegación se hizo listo ,
Con caribes crueles, inhumanos,
Tienen cotidianas competencias, En busca del Ordás por dalle cuenta
Y cuando con mayor tuerza se muerden, De lo que le mandó y había visto;
Los aruacas pocas veces pierden. Fueron pues por el rio su jornada
Con esta prevención y buen avío, Hasta tanto que vieron el armada.
El Ordás con su gente castellana Como vieron piraguas de repente
Entraron por aquel potente rio Y en ellas el gentío bien armado ,
Forzados unos y otros muy de gana: Mandó Diego de Ordás incontinente
Por él á remos va cualquier navio, Que todos se pusiesen á recado :
Atoas, la gran nao capitana, Maravillóse luego grandemente
Llevando siempre cable sobre cable, Después que Joan González fué llegado,
Trabajo de rigor intolerable. Porque por ser rigor tan escesivo
Y ansí por trabajar en travesías Ningún hombre creyó que fuese vivo.
Parecían los hombres por momentos, Hablóle con grandísimas razones;
Tanto que en breve número de dias Y el Joan González dio de su jornada,
Al rio fueron mas de cuatrocientos ; Verdaderas y ciertas relaciones
Y cuanto mas crecían las porfías De tierra que halló bien asombrada :
Tanto mas descrecían alimentos, En ella poderosas poblaciones
Murciélagos, mosquitos y otras plagas Y cuanto mas adentro mas poblada ;
Los infestaban con crueles llagas. Y aunque la relación no fué liviana ,
Malos y encancerados embarazos El Ordás la tomó de mala gana.
Ocupaban cualquiera mordedura, Yo de mi parte menos la condeno
En los pies, en las piernas, manos, brazos Ni aun siente delta mal el baquiano,
Viérades lamentable desventura : Pues en tan larga tierra y ancho seno
Caíanse los miembros á pedazos (Eso me da de sierra que de llano )
No podia hallar médico cura; Debe de haber algún pedazo bueno
Y con ser el volver tan importante, Que hasta nuestros tiempos está sano ,
Procuraron de ir siempre delante. Por ser entrada larga trabajosa,
Demás de les faltar fuerzas humanas, Y en sus primeros límites dudosa.
Eran los tiempos ya tempestuosos, Grandes y valerosos capitanes
Anegados los campos y zavanas, Siguieron la demanda como cierta,
Los esteros venian rigurosos : Y por muertes, desgracias y desmanes
A las tardes y noches y mañanas Casi que se volvieron de la puerta :
Los empapaban nimbos procelosos, Felipe de Uténpor los alemanes
Y con éstas congojas y pasiones Trabajó por hacella descubierta.
Subieron hasta ciertas poblaciones. Jerónimo de Ortal, después Sedeño,
Pueblo potente fué de gran genlío, Y Orellana contó cosas de sueño.
Que sobre las barrancas iba puesto , Después Jiménez, capitán preciado
Del cacique Uyapari señorío. Hizo desde este reino la jornada,
En las calles y plazas bien digesto , Hermano del señor adelantado
Y de donde nombraron este rio Don Gonzalo Jiménez de Quesada "
Los españoles que hallaron esto , El cual agora vino del Dorado,
Del cual fueron entonces recebidos Que es la misma demanda señalada,
Y razonablemente proveídos. Perdidas sus haciendas y caudales
Aquí, por ser lugar mas convinienle, Y muertos muchos hombres principales.
E l que tenia cargo del gobierno Y aun agora no tiene menos pió
Determinó de reformar la gente El heredero de su testamento,
Hasta pasar las furias del invierno ; Y sucesor Antonio de Berrío
Y aun porque se senlia mal doliente En sus haciendas y repartimiento ;
E l viejo baquiano y el moderno, El cual con discreción y buen avio
Anclearon arriba muy lejana Quiere seguir aquel descubrimiento,
Aquella grande nao capitana. Y cierto su valor nos asegura
Cuando se padecían estos males Que tiene de dar Cn á la ventura.
Y plagas por la gente castellana, Pues indios deste reino comarcónos,
Andaba peregrino Joan González Que sirven hoy á nuestras compañías
Por aquellas provincias de Guayana . Y tratan y contratan en los llanos
Donde todos los indios naturales Con sus acostumbradas granjerias,
Lo recebieron muy de buena gana , Refrescan las noticias á cristianos
Con caricias, regalos, benelicios, Que dellos determinan hacer guias,
Con dádivas, presentes y servicios. Llevando las derrotas diferentes
De aquellas que llevaron otras gentes.
Regalado se ve ; mas todavía Creo que se darán mejor recado
Con santos y católicos respetos Por ser de mas aviso proveídos ,
Considero que no le convenia A causa de llover sobre mojado
Estar entre salvajes indiscretos : Con negocios atrás acontecidos :
Ajenos de cristiana policía En muchos que buscando su Dorado
A cultos diabólicos sujetos ; Quedaron asolados y perdidos,
Y aunque no se librase de sus manos, Y del perder algunos en un hecho
Quería mas morir entre cristianos. Suelen otros sacar mucho provecho.
Comunicó con indios su partida Y Orsúa, capitán tan escelente
Con todo lo demás que determina, Cuanto pudieron ser los mas cabales ,
Y fué su voluntad obedecida A quien los que vivimos de presente
No menos que si fuera la divina : Debemos alabanzas inmortales,
Siguiéronlo con copia de comida Y de quien trataré mas largamente,
Hasta ver la mas gente peregrina, Celebrando sus tristes funerales
Por esteros, lagunas y otras aguas . Por el orden que de presente llevo;
Con copia de canoas y piraguas. Pues si muchos le deben, yo le debo.
JUAN DE CASTELLANOS.
Vi también el furor del padre Ayala, Diego de Vargas levantó bandera ,
Que de la Margarita se desvía, A título de ir este camino ,
Y en ir á la Guayanase señala Con su hijo don Joan, que donde quiera
Con flota de aruacas que lo guia ; De crecidos honores era diño;
Y dijo que no vido tierra mala, Mas al principio de la tal carrera
Antes tal que riqueza prometía : Y deste nuevo reino muy vecino,
Fué, cuand o tal motivo lo desvela, Mataron fuertes indios al buen viejo
Mi huésped en el Cabo de la Vela. Por falta de favor y de consejo.
Comunicó conmigo su desino Cáceres intentó los mismos fines
En vano parecer determinado, Con el poco posible que le vemos;
Para volverse por aquel camino Pero nunca salió de los confines
Al Piíú de do vino desterrado ; De tierra que palpamos y tenemos ;
E yo le respondí ser desatino Y ansí pobló los indios matachines.
Jamás oido, visto , ni pensado ; Que deste reino son los mas estremos,
Mas el fué todavía donde digo De manera que nunca fué bastante
Con sola compañía de un amigo. Para poder pasar mas adelante.
Anduvo por allí ciertas jornadas, Volver á la demanda de presente
Vio pueblos con asientos muy amenos, Por el Cáceres dicho se procura ,
Descubría caminos y calzadas, Y él y el dicho Berrío hacen gente
Las cuales prometían anchos senos ; En un tiempo , sazón y coyuntura :
Trajo joyas de oro rescatadas, Cada cual de los dos es pretendiente
Águilas y cemíes harto buenos, De poder acabar esta ventura ;
Ciertos tiros de bronce que hallaron Guias llevan y muy buenos arreos:
Adonde los Ordases invernaron. ¡ Dios les dé cumplimiento de deseo !
Como buenos dineros importasen, Siguió Pedro de Silva la recuesta,
Y falta de los tales necesita, De la cual por aquí volvió perdido,
Para que mas al rio los llegasen Con su poquilla gente descompuesta ,
Ayala con caricias los incita ; Y dicen nuevamente ser venido,
Y hizo que en piraguas los llevasen Y entrar por Uyapar, donde me resta
Aquestos indios á la Margarita , Volver al buen Oídas, que detenido
Do procuró tomallos el liuiente ; Dejamos con las aguas del invierno
Mas defendiólos valerosamente. En la parte que dice mi cuaderno :
A la Española fué la mercancía Donde después que vino Joan González,
Y él, algo levantado de la rueda, Y percebieron bien lo que decía,
Adonde por entonces presidia Todos aquellos hombres principales
El ínclito Joan López de Cepeda : Deseaban seguir aquella via,
Dio cuenta de la tierra do venia Los motivos de Ordas no fueron tales,
Como quien por ninguno se le veda, Y ansí les respondió que no quería
Informó los señores del audiencia Sino subir el rio con esceso ,
Para volver pidiéndoles licencia. Y agora contaremos el suceso.
Diéronle favorables provisiones
Ordenadas por ley de buen amigo
Para poder entrar estas regiones,
Ansimismo llevar gente consigo ; CANTO SEGUNDO,
Vendió las sobredichas municiones,
Las joyas y preseas que ya digo, Donde se cuenta cómo Diego de Ordas subió con su armada el rio I'ya-
Compró muchas camisas y bonetes, parl arriba, y como volvió perdido a Paria , y lo que mas aconteció
basta su muerte.
Cuentas, cuchillos,hachas y machetes.
Contóles pretensiones algo flacas Mal pueden caminar siempre seguras
O motivos de grande disparate ; Las muy precipitadas opiniones:
Liadas y compuestas las petacas El que deja la luz por ir á escuras
Donde llevaba todo su rescate, No se espante que halle tropezones ;
Volvió con otra flota de aruacas Pues suelen semejantes aventuras
Con solos doce hombres de alpargate; Engañar los humanos corazones:
Seria por el año de sesenta No siempre hizo lance venturoso
Sobre mil y quinientos desta cuenta. Quien lo cierto dejó por lo dudoso.
Llegados á Guayana, van entrando Notado fué de tanto desatino
Mas de lo que amistad les asegura , Ordás en los ya dichos menesteres,
Muchas preseas de oroTescatando Pues se precipitaba de contino
Con algunos resabios de soltura; En sus buenos ó malos pareceres ;
Mataron al Ayala* y á su bando Y mas en proseguir aquel camino
Concluyendo balanzas y locura, Fuera de cuanto puede dar placeres ,
Sin dejar á ninguno con resuello Antes las intenciones en que estriba
Que pudiese decir la causa dello. Son de siempre subir el agua arriba.
De todo buen concierto fué remoto Metidos en cintura pues los ríos
Serpa, que tentó ir esta jornada, La mano del invierno mas liviana,
Pues luego lo mató Cumanagoto Al tiempo que hacia ya desvíos
Antes que comenzasen el entrada ; El agua del convés de la zavana,
El ejército suyo quedó roto, Donde nadaban los demás navios,
Y hizo Serpa tanto como nada ; En seco se quedó la capitana :
El oficial será siempre confuso Fuera del Uyapar y circunstancia
Usando cosas fuera de su uso. Una crecida legua de distancia.
Tenia Serpa términos honrados, Huyendo los demás deste paraje,
Aparencias y buenos ademanes, A la madre se llegan descontentos;
Pero los que jamás fueron soldados Y para proseguir su mal viaje
Dudo poder ser buenos capitanes : Sonaron rigurosos mandamientos;
No son aquellos indios descuidados , Partieron sin tener matalotaje
Ni temen los caudillos haraganes ; A tierra toda falta de alimentos;
Ya yo los conocí soldado pobre, Gil González quedó con los tullidos
Y sé muy bien cuan bien baten el cobre. En aquestos asientos referidos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA IX, CANTO 11. 83
Sacó del pueblo grande que se cuenta, Nutrias anchas que tienen tus estilos
En la fusta mayor y bergantines, Y de puerco la forma y ademanes;
Españoles doscientos y setenta, Inmensa cantidad de cocodrilos,
A quien todos acá llaman caimanes;
Cuarenta lijerísimos rocines: Cuya ferocidad y bravos íilos
Tomó pues con su gente macilenta Son causa de grandísimos desmanes,
Del pueblo de Carao los confines, Pues suelen devorar estas serpientes
El cual distaba del potente rio Crecidísimo número de gentes.
Una pequeña legua de desvío. Perseverando pues en sus porfías,
Ordás por Uyapar contra corriente ,
Allí se reformaron los soldados, Por sus riberas fué cincuenta dias,
Y tuvieron mi poco de reposo, Sin que pudiese ver cosa viviente ;
Y después de los dos meses pasados Muy fatigadas ya sus compañías
Volvieron al viaje trabajoso: Por no tener comida suficiente,
Costeando prolijos despoblados Hacia sus entradas por los lados;
Sin muestra de refugio virtuoso, Pero todos los viau despoblados.
Sino pocos y viles pescadores
Que de ningún buen pueblo son cultores. E yendo caminando con el pío
Gaiqueríes y algunos guamonteyes , De ver dó rehacer la gente flaca ,
Morenos, altos, buena compostura, La boca descubrió de cierto rio,
Sujetos á ningún modo de leyes , Bien frecuentada ya del arüaca:
Sin labranza, crianza ni cultura , Y ansí diz que le dijo: «señor mió,
Suelen tener sus príncipes y reyes, Este rio se llama Caranaca,
No para dalles vida mas segura; Si por aquí hicieres tu corrida ,
Pescas y cazas son sus alimentos, Yo sé que bailarás gente vestida.
Y raices de yerbas sus sustentos. »Hallarás estendidas poblaciones
El guapo, que es comida mas contina, Con toda la grandeza que deseas:
A un ajo redondo se compara, Oro, piedras preciosas, ricos dones,
De que también la gente peregrina Muy lucidos ropajes y preseas ;
En sus necesidades se repara: Sus ejercicios son contrataciones,
Ansimismo provee de harina Ansí ciudades como las aldeas;
Otra raiz que llaman caracara , Es gran provincia, próspera, pujante,
La cual muelen en cueros de venados De sal y bastimentos abundante.»
En hoyos muy tupidos y pisados. En nada destas cosas que decimos
Son estos guamonteyes tan insanos, Quiso Diego de Ordás creer la guia;
Y toda su vivienda tan sin maña, Y los hombres antiguos que vivimos
Que si comida piden los cristianos Juzgamos por ventura que decia
Al tiempo que la hambre mas los daña, Por este reino donde residimos ,
Mostrando de maiz algunos granos Cuya fama muy largo se estendia,
Los huelen como cosa muy estraña; Si acaso no contiene tan gran seno
Ninguno dellos cultivó ribera, Algún otro compás no menos bueno;
Ni fruto recogió de sementera. Por ser tal la distancia deste llano,
No tuvieron jamás pueblo fundado, Y el espacio y lugar tan estendido,
Casa de piedra, tierra, ni pajiza , Que sera como dar al Océano
No rancho por sus manos fabricado , Un término que fuese recogido;
Sino ciertos toldillos de tomiza ; Yansí podría ser á cualquier mano
Su cama es un cuero de venado Otro mejor quedarnos ascondido;
Castado de arrastrar por la ceniza; Pues, como tengo ya relación hecha,
Detiende cada cual varonilmente No deja de dudar esta sospecha.
A su mujer, su hijo, su pariente. Y en la postrera y última jornada
Anduve yo también por estos puestos Que hizo por los llanos desta tierra
En tiempo y en edad mas vigorosa , Don Gonzalo Jiménez de Quesada,
Aunque no por adonde fueron estos, No sobrándole ya gente de guerra ,
Sino por parte menos trabajosa: Vio por medio del llano prolongada
Son amplísimos campos mal compuestos Con prolijos estreñios una sierra ,
De poca gente, y esa monstruosa; Do mandó ir al capitán Soleto ,
RÍOS que de su curso se despegan Mas no trajo razones del secreto.
Con fuerza de crecientes los aniegan.
El rigor de las aguas acabado , Porque con hambre, ya mas que terrible,
Y las inundaciones y crecientes, Se volvió desde el pié donde nacía,
Inmensa suma es la del pescado Por no parecer cosa convenible
De géneros y modos diferentes, Meter la gente dónele no sabia ;
En ciénegas, en charco represado, Mas á mí parecer es imposible
En los manantiales y corrientes, Aquella sierra tal estar vacía;
El cual, de mas de ser tan copioso, He yo comunicado con varones,
Es sano y en sabor maravilloso. Que no están fuera destas opiniones.
Hay caribes, cachamas, palometas, Ansí que, no de balde le decia
Guabinas, armadillos, peje sano : Al Ordás el Taguato que siguiera
Si se secan algunas ceneguetas El rio Caranaca, do se via
Con los calores grandes del verano , Mejor disposición en la ribera ;
Acontece sacar entre las grietas Mas él no quiso por ninguna via,
El indio cuanto quiere y el cristiano, Sino continuar otra carrera;
Hacen harina del cuando se seca , Y de perseverar en su costumbre
Sacan mil calabazos de manteca. El indio recebia pesadumbre.
Hay también por aquestos despoblados Y ansí, por divertir su fantasía,
Y campos tan inmensos y vacíos Como quien lo tenia bien corrido ,
Cantidad infinita de venados, Bumbun lemeretopo le decia,
Los cuales son de dos ó ires uatíos : Señalando de piedras gran ruido ;
Dantas y puercos tan multiplicados, El bárbaro vocablo se entendía,
Que cubren las riberas de los rios ; El propósito fué nial entendido ,
Hay tigres, osos, onzas y leones, Pues allí cada cual interpretaba
Cebados en aquestas ocasiones. Según aqual deseo inte llevaba.
JUAN DI£ CASTELLANOS.
Porque decían muchos chapetones, » Otros palenques hay mas estendidos
O señores, que dijo Tagüato En muchos destos campos y zavanas,
Del gran ruido de las fundiciones , No de plantas de árboles nacidos,
La fuerza y el concurso del contrato: Como las otras cercas mas ancianas;
Con las piedras martillan argollones, Sino de palos muy fortalecidos,
Los golpes dellas suenan grande rato; Y cada cual con dos ó tres andanas,
Es lal en labrar oro la porfía, Con las cintas espesas de bejucos,
O correosas yedras de arcabucos.
Que suena como grande herrería. » Tienen las mas insignes poblaciones
Mas Domingo Velazquez, que notaba En unas mesas llanas asentadas,
Lo que la guia dijo por entero, Debajo de los macos, ó mamones,
Como sabio varón adevinaba Plantados por hileras ordenadas,
Cuál habia de ser el paradero; Arboles de hermosas proporciones,
Y por no dar pasión disimulaba, Cuyas hojas jamás se ven mudadas ;
No con simulación de lisonjero, Su vista da grandísimo contento,
Sino porque cumplía de presente Y el fruto dellos es de gran sustento.
Irse también al hilo de la gente.
Yendo pues cada cual dellos ya falto , »Por montes, por zavanas, por oteros,
No menos de salud que provisiones, Do quiera que sus pasos hombre guia,
Vinieron á topar con cierto salto Hierve la gente como hormigueros,
De peñascos y grandes farallones ; Tanto que no veréis cosa vacía:
Do caían las aguas de mas alto, Gentiles pescas, grandes cazaderos;
Y el ruido causaba confusiones, Tierra de bendición , tierra sania ;
Allí se conoció menos prolijo Hay minas de oro, mantas, y hamacas
Aquel Bumbune que Tagualo dijo. Desde Cojegua hasta los Caracas.
Porque la duda del quedó bien suelta, » Por la costa de quien memoria hago ,
Cerca de no les dar las aguas uso, Atravesando culmen y eminencia ,
Y la navegación toda resuelta De la sierra que tiene nada vago,
En se baliar Ordás allí recluso: Porque poblada es por escelencia ,
Al fin determinó de dar la vuelta , Damos en Tacarigua , que es un lago
No menos perdidoso que confuso, De siete leguas de circunferencia,
Y en breve tiempo, desde los raudales, Con islas dentro, do los infieles
Llegó donde quedaba Gil González. Tienen jardines, huertas y verjeles.
Halló la mayor parte dellos muertos, » Si queréis que sus nombres os declare,
La poca gente viva mal dispuesta ; Pues la memoria dellas no se escapa ,
De los amargos, aunque dulces puertos, Son Patenemo y Aniquipotare ,
Procuró de sacar la que le resta ; Ariquibano, Guayos, Tapatapa;
Y para los salados mas abiertos Con otras, que si alguno las hollare,
Con toda brevedad se hizo presta: Podría mejorar su pobre capa
Y desde entonces, visto que cumplía , Con el oro que tienen naturales
Por Domingo Velazquez se regia. Enjoyas y preseas principales.
El cual dijo : «Pues son vuestros intentos «Aquesta crecidísima distancia,
Hallar alguna tierra grandiosa , Poblada de cristianos , se haria
Adonde podáis dar repartimientos Un reino de grandísima sustancia,
Que sean de grandeza generosa ; Dispuesto para toda granjeria ;
Yo sé, señor, tan ínclitos asientos, Paréceme negocio de importancia
Que con razón diréis ser buena cosa, Y digno de seguirse con porfía ;
Donde podéis fundar pueblos potentes, Si con sus circunstancias es aceto,
Por ser infinidad las deslas gentes. En las manos tenemos el efeto.»
«No hallareis ancón ni seno vaco La dicha relación, aunque sumaria,
De prepotentes pueblos y lugares, Al Ordás dio grandísimo contento;
Desde la Trinidad á Cariaco, Y ansí sin responder cosa contraria,
Ni desde dimana hasta Tagares : En esto colocó su pensamiento:
Chichirivicbe, valle mas opaco, Llegó con los navios pues á Paria;
Guantar, Maracapana con sus mares, Puso luego por orden el intento,
Y Neverí, Caycarantal, Atamo, Sin quitar deste puerto todavía
Provincia cada cual digna de amo. La guarda de soldados que cumplía.
» Hay Chacopate, hay Cumanagoto, Estos soldados fueron fidedinos ,
Piritú," las riberas del Uñare, En las cosas de guerra muy añejos ,
Pues la fertilidad de Paragoto Prestos en los asaltos repentinos
Fáltame copia con que la declare: A las agudas armas y consejos ;
Potente población de Cherigolo, Y en este nuevo reino son vecinos
Con lodo lo que dicen Mompiare; Algunos, aunque pocos é ya viejos,
Sus pueblos, sus culturas, sus labores, Como Joan de Portillo, cabal hombre,
Y aquella gran potencia de señores. Joan Fuerte, mas en hecho que en el nombre.
» El feroz y terrible Turperamo, Dispuestos todos pues á la carrera ,
Y el invencible siempre Barutaima : Procuró de enviar incontinente
El gran Guaramental, el Guayacamo, Al capitán Alonso de Herrera,
Canima, Guaigoto, con Pariaima: A Diamaima, puerto, con la gente ;
Gotoguaney, Perima, Periamo, Y él quiso eaminar por la ribera
Querequerépe, Canaruma,Guaima, Con pocos, que serian como veinte,
Sin otros muchos desta circunstancia, Para que todos ellos se embarcasen
Con cercas de grandísima distancia. Después que en este puerto se juntasen.
» Aquestos dichos fuertes ó cercados Al mar salió Herrera , deseoso
Tienen señeros para su defensa, De cumplir fielmente su concierto;
De grosísimos árboles plantados , Mas con fuerza de tiempo fortunoso
Donde la verde rama se condensa : Nunca pudo tomar el dicho puerto :
Unos después de otros ordenados, Corrió la costa bajo desgustoso ,
Con mas vigor de lo que nadie piensa, No hallando repáramo cubierto,
Pues aquel gran grosor que lleva hecho Que Cumaná, do hizo su parada ,
Tiene de duración prolijo trecho. Y allí saltó la gente fatigada.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA X, CANTO i . 87
El agua que en Cubagua se bebia Estando de la suerte que publico,
Se llevaba de aquesta pertenencia; Llegó con gente bien aderezada
Y á causa de que cuando se cogía Sedeño, de San Joan de Puerto-Rico
El bárbaro hacia resistencia; Pura perseverar en su jornada,
Había fuerza ya , de que tenia
Andrés de Villacoita la tenencia, Al Ordás publicando por inico
Y en esta fortaleza recogida Por la razón atrás conmemorada,
Gente de guarnición bien proveída. Y á su devoción trajo brevemente
Estando pues como de los cabellos, Algunos caballeros desta gente.
Deseando huir de sus aprietos, Porque cierto rumor era venido
La gente del Ordás holgó de vellos Diciendo que el Ordás era ya muerto,
Para comunicalles sus secretos; Los unos lo tenian por fingido.
Y ansí se rebelaron muchos dellos Oíros lo publicaban por muy cierto :
Al Herrera, perdiendo los respetos; Al fin Sedeño fué bien recebido
Finalmente, que no por buenos modos De la mas noble gente deste puerto,
Las partes de Cubagua siguen todos. Con los cuales pasó mas adelante,
De muchas quejas hay ardiente fragua Y luego contaremos lo restante.
Que formaban los que se vían fuera
De los angostos barcos y del agua ,
No menos que forzados de galera :
Prendió luego justicia de Cubagua
Al capitán Alonso de Herrera;
Pero por ser bien quisto de soldados, ELEGÍA X.
Soltáronlo, los ímpetus pasados.
Llegados á la playa deseada, Conquista de la isla Trinidad y cosas en ella acontecidas
Ordás con el consorcio diligente, desde su primer gobernador>que fué Antonio Sedeño,
Y conociendo todos que el armada hasta que vino Joan Ponce de León, natural de San Joan
Arribó por aquel inconviniente, de Puerto-Rico, y nielo del que conquistó aquella isla.
Con boga de piraguas bien guiada
s
Lui go fueron en busca de la gente;
A Cumaná llegó, do saltó luego, CANTO PRIMERO.
Y acabó de perder todo su juego.
Porque sin proceder por recta via , De muchas islas di razón sumaria
Ni sosegar fiel de justo peso , Pasándome por ellas por la posta ;
Pero Orliz de Matienzo, que regia, Mas ya parece cosa necesaria
Lo hizo dañador, y hizo leso : Que de tres no la demos muy angosta;
El cual, por aquel orden que quería, Aquestas nos demoran acia Paria ,
A Castilla también lo llevó preso, Y en aquellos parajes de su costa;
Y ansí se perturbó su buen intento Destas la Trinidad es la primera,
En tierras de tan grande fundamento. Y ansí será desde ella mi carrera.
Todos estos disignos estorbaba • Y pues de Trinidad es el empleo
Cubagua, por aquellas pretensiones Y rencuentros en ella sucedidos,
De los muchos esclavos que sacaba La santa Trinidad en quien bien creo
Destas grandes provincias y regiones; Alumbre con su lumbre mis sentidos :
Y entonces y después abominaba Para que cante yo como deseo
De quien tenia tales intenciones; Hazañas de varones escogidos,
Y como causa fué que se estorbase , Las fértiles riberas desta tierra
Tampoco quiso Dios que ella durase. Y trabajosos trances de la guerra.
Yendo pues el Ordás de aquella suerte, Pues en aquella edad y coyuntura
Con tantas ocasiones de tristura, Gasté yo por allí mis ciertos años,
Enfermedad le dio de mal tan fuerte, Virtud"será poner en escritura
Y de tan poco fruto fué la cura , Vitorias de los nuestros , ó sus daños :
Que le llegó la hora de la muerte, Comenzaremos pues por el altura
Donde tuvo la mar por sepultura, Y los que son allí sus aledaños,
Y quien en aguas sepultó sin duelo, Para que por su parte se concorden
Para se sepultar no tuvo suelo. Mis versos, y procedan según orden.
Fué cortesano de gentil aviso, Está la Trinidad en ocho grados,
Y en todas buenas partes de belleza; La cual sabemos ser ansí llamada
Quien bien lo conoció dice que quiso De los tres altos montes y collados
Esmerarse con él naturaleza : Que la hicieron ser tan afamada;
Déle nuestro Señor su paraiso , Golfo de Paria tiene por sus lados,
Que es la cabal y cierta gentileza, Es de bocas del Drago rodeada,
Y el descanso de vida transitoria, Y de Cubagua dista tal asiento
Que le faltó, le dé Dios en su gloria. Cuarenta leguas mas á barlovento.
En la parte mayor de sus soldados Es en todos los tiempos y sazones
Hubo, como ya dije, gran mudanza; De muchos alimentos abundosa,
Pero los nobles mas aficionados Tiene zavanas, ríos, mar, ancones,
No dejaban de estar con esperanza, Y en muchas partes selva montuosa :
Que después de sus pleitos acabados Son grandes y estendidas poblaciones
Habia de volver con mas pujanza, De gente por eslremo belicosa ;
Y como fidelísimos varones Todos en general de buenos gestos,
Permanecían en sus aficiones. Altos, fornidos , sueltos , bien dispuestos.
Debajo de virtud y de nobleza Por todos los mas meses esta gente
Muchos dellos á Paria se volviao Compite con caribes inhumanos,
A sustentar aquella fortaleza De minas aparencia competente
Entre tanto que del Ordás sabian ; Muestran ansí las sierras como llanos :
Y muchos con trabajos y pobreza Es esta fértil isla finalmente
Entre los de Cubagua residían, Dueña para poblarse de cristianos,
Entreteniéndose por su partido Contiene dos provincias singulares
Hasta ver y saber lo sucedido. Cainucuraos y otros chacomares.
88 JUAN DE CASTELLANOS.
La de Camucurao poseía Hecha por el armada ya su vía
El diestro Baucunar, hombre valiente; Una piragua queda rezagada,
Y á los de Chacomar también regia Aviada por Pedro de Alegría
Marüana, cacique prepotente : Con gente valerosa y esforzada;
Entre estos dos la isla se partía , La cual con el olaje que hacia
Y entrambos la mandaban juntamente; Fué de las bravas ondas anegada,
Han hasta nuestros tiempos defendido Y de la cantidad de los soldados
Los indios con gran fuerza su partido. Los nueve sumergidos y ahogados.
Siendo la isla tal cual os enseño Martin Yañez Tafur por menos daño
Y aquestos dos señores del estado, Asióse luego bien de la piragua ,
No era la conquista para sueño Nadaba por allí Joan de Avendaño,
Sino para varón de gran cuidado ; Martin López batalla con el agua :
Y ansí por ser capaz vino Sedeño Víase Peñalver en el engaño
Por su gobernador y adelantado, Con otros seis ó siete de Cubagua ;
El cual antes de aquesto que publico Salieron con la fuerza de sus brazos,
Fué contador real en Puerto-Rico. Yá de cansados hechos mil pedazos.
Hombre pequeño fué, de buen talante, O por el arenal ó tierra dura , ,
De grata condición y generosa; Se tienden de cansados y molidos,
Mas en su pretensión tan gran gigante Llorando cada cual su desventura
Que tenia lo mas por poca cosa ; Por verse sin reparo de vestidos;
Y ansí determinó pasar delante Pero de suficiente vestidura
Demandando conquista peligrosa. En breve tiempo fueron socorridos,
La cual el rey le dio, porque sabia Y sin tener cabal matalotaje
Lo mucho que su fama prometía. Tornaron otra vez á su viaje.
Despachos y poderes todos hechos Remedian y reparan la piragua
Con la conversación á todos blanda, Los dias que estuvieron descansando,
Incita voluntades, mueve pechos, Y á vista de la isla de Cubagua
Para venir á esta su demanda : A tierra firme van atravesando :
Previénese de armas y pertrechos, Entrábanseles grandes golpes de agua
Congrega capitaues de su banda, Que sin intermisión van jamurando,
Vínose recta vía desde España Y con aquel peligro descubierto
Para poner en Paria su compaña. Fué Dios servido que tomasen puerto.
Puerto de Turpíare se decía, Varada la piragua y en Opaco
Cuya gente de indios es tratable, EL Taí'ur y Avendaño deste cuento
Con términos de noble hidalguía Determinaron ir á Cariaco
Y á nuestros españoles amigable : Para buscar algún mantenimiento;
Hay á la Trinidad de travesía Mas cierto Villagrán, peor que Caco,
Una legua, que es siempre navegable; Con otros que le van en seguimiento ,
Allí con la posible lijereza Dieron con los restantes que dormían
Mandó hacer Sedeño fortaleza. Quitándoles lo poco que tenían.
De gentes y pertrechos principales Porque, según dijimos, estas gentes
En ella recogió lo conviniente, Que fueron por allí moro sin dueño,
Quedando por alcaide Joan González, Eran parcialidades diferentes,
Un hombre para ello suficiente ; Unos de Ordás, y otros de Sedeño ;
Y con los marineros y otros tales Y ansí sin mas mirar inconvinientes
A Puerto-Rico fué derechamente, Se robaban despiei tos, ó con sueño,
Para ver sus haciendas y ganado Teniendo los peones y jinetes
Y revolver mejor aderezado. Cada día trescientos repiquetes.
De la tierra de Paria ya nombrada Venidos el Tafur y el Avendaño,
Después de ya Sedeño ser ausente, Con los otros hicieron sentimiento ,
Llegó Diego de Ordás con un armada Por haber recebido tanto daño
De quien hemos tratado largamente : En tiempo de tan grande corrimiento ;
Tomó la fortaleza pertrechada Y ansí movidos de furor eslraño
Y la demás hacienda con la gente; Tras el Villagrán fueron al momento ,
De aquí nacieron bandos impacientes Porque para cogellos con el lance
Entre estos capitanes y sus gentes. No sufría tardar en el alcance.
Después de mucho tiempo ya pasado En todas cosas nada negligentes
Y trastornadas tierras y naciones , En busca dellos van y del armada,
Al don Diego de Ordás ir fué forzado Y estando los que buscan della absentes
A Cubagua con ciertas pretensiones; Hallaron la piragua deseada ,
Y apenas á la tierra fué llegado Cargada de pertrechos suficientes
Cuando le ponen ásperas prisiones: Y de mantenimientos abastada;
Haciéndole probanzas y procesos Mitigaron la hambre y el enojo
Según pintar quisieron los escesos. Con Jomar mejorado su despojo.
Ser Sedeño la trama deste lienzo Satisfacer la hambre temeraria
No lo ternia yo por maravilla, Tenían por allí por bien supremo ,
-
Por ser amigos desde su comienzo Y al Villagrán y á todos los de Paria
Él y los moradores desta villa. Pesóles del negocio por eslremo :
Prendióle Pedro Ortiz el de Matienzo , Tras ellos mandan ir gente contraria
Y él mismo lo llevó hasta Castilla ; Porque los ven pasar a vela y remo,
Mas antes de llegar al primer puerto Estotros por huir su perdimiento
Echaron al Ordás en la mar muerto. Ganaron por sudor el barlovento.
Preso Diego de Ordás, Sedeño vino Seyendo pues la barca perseguida
Sin esperar á mas inconvinientes, De la* gente de Paria ya nombrada ,
Y su venida fué cuando convino Vieron los que huían su guarida ,
Por faltar tropezones diferentes : Que fueron los navios del armada :
Hizo por Margarita su camino, Sedeño se holgó con su venida,
Do recogió soldados escelentes, Pesóle de la nueva desgraciada,
Arando va las inquietas aguas . Y los demás trabajos y desmanes
Gon ciertas carabelas y piraguas. Destos dos principales capitanes.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA X , CANTO I. 89
Dentro de su navio los encierra, \ Ansí por los caminos mas abiertos,
Y allí les hizo dar buena merienda , O do solia ser mas ancha plaza,
Alistan los pertrechos de la guerra Estaba tal rimero de hombres muertos ,
Por ir donde no hay quien mal se venda;
Llegados á la isla toman tierra, Que los guerreros vivos embaraza;
Y nadie se halló que la defienda, Encima dellos andan bien esperlos
Mas no por esto tal Sedeño quiso Los arcos , las macanas y la maza ,
Que punto se viniese sin aviso. De tal manera ya, que los soldados
El campo se veló de buena gana No se pueden mover de fatigados.
Estando cada cual apercebido;
Mas luego como vino la mañana Mas el Martin Tafur y el Avendaño,
Oyóse de cornetas gran ruido, Con otros cuya fuerza fué notoria ,
Y gente que cubría la zavana Hacían por su parte tanto daño,
Con temerosa grita y alarido : Que por alli cantaban la victoria ;
Con tanta furia vienen escuadrones Mas acudiendo con furor estraño
Que tiemblan los mas fuertes corazones. Quitóles Baucunar aquella gloria,
El cual hizo con muchos indios diestros
Como leones fieros van bramando Perder sus vencimientos á los nuestros.
Contra los peregrinos navegantes, Un poco desviado del empieza
Víanse los plumajes ondeando Con sus cuadrillas á probar la mano
Y aquellas estaturas de gigantes : Un hermoso gandul que en breve pieza
Águilas en los pechos relumbrando Lo de mayor defensa hizo llano:
Que de riqueza muestras son bastantes, Con diadema de oro la cabeza ,
Los arcos entesados a los pechos Cuyo golpe no deja hueso sano ,
Camino de los nuestros van dereehos. Esforzado se muestra y eminente ,
Como los vio venir acia la playa Y sigúelo gran número de gente.
Y descender al llano de la sierra, Con el avilantez desta presencia
Comienza de decir un atalaya : Mostraron mas en claro su conceto,
« Arma, arma, que gentes hay de guerra ; Haciendo mas pesada la pendencia,
Y aun es bien menester que esfuerzo haya, Poniendo mas temor al mas discreto ;
Pues viene sobre nos toda la tierra.» Hízose la posible resistencia
Causaron estas voces alboroto, Por los que se veian en aprieto;
Y no de confusiones muy remoto. Y estos, viendo del indio los estremos ,
El Antonio Sedeño diligente, Decían : este cumple que matemos.
El alboroto viendo repentino , Uno, teniendo pues certeza rara,
Vistióse de sus armas prestamente Previno de ballesta los pertrechos,
Sin priesa que causase desatino : Al fin de derribar al que no para
Formó los escuadrones de su gente De matar y hacer heroicos hechos;
Según le pareció que mas convino, Y fué Joan Sánchez, que con una jara,
Sacólos á la gente que venia, Lo traspasó por medio de los pechos:
E yendo caminando les decía : El indio capitán en aquel punto
« Señores, estos indios yo sospecho Cayó con los demás allí difunto.
Que nos vienen á dar tiento de cuenta, Aqueste de la vida despedido
Y tengo por concluso nuestro hecho, No fueron estas gentes tan molestas ,
Si desta vez salimos sin afrenta : Antes cesó la grita y alarido ,
Por tanto, cada cual muestre su pecho Y el eco de los valles y florestas;
Ajeno del temor desta tormenta, Echaron luego mano del caido,
Pues que todos sabemos á la clara Y á porfía lo llevan á sus cuestas :
La furia de los indios en qué para.» Tal pena desta muerte recebieron,
Otras animosísimas razones Que dejaron los nuestros , y se fueron.
El Antonio Sedaño les hablaba , Un contino llorar, un gran ahinco
Con que los mas cobardes corazones Al claro percebian los oidos,
A hechos valerosos levantaba ; Y al sentimiento dellos es propinco
También regian estos escuadrones El mal con que los nuestros son punidos;
Martin Yañez Tafur, Suero de Nava, Pues eran dellos muertos veinte y cinco
Peñalver, Martin López y Tinoco, Con otros mas de treinta mal heridos,
Y de mas mal Sedeño les escusa
Y aquel Pero Fernandez el tococo. Pensando ser la guerra ya conclusa.
No tienen arcabuces los cristianos, Entendióse que del furor malino
Y falta la carrera del jinete; Aquel rebato fuera lo postrero ;
Pero viéndose ya todos cercanos Pero contrario desto les avino
Cada cual de las partes arremete : A causa del difunto caballero :
Lléganse pies á pies, manos á manos, El cual de Baucunar era sobrino,
Este y aquel victoria se promete, Y de sus tierras todas heredero,
Disparan la potente flechería , Y ansí juró durar en sus rigores •
Con grita que la isla se hundía. Hasta sacrificar los matadores.
Las españolas manos prevenidas El campo de los nuestros recogido,
Comienzan á herir de las espadas, Sedeño les habló con gran cordura,
Una vida vendiendo por cien vidas Velóse de la fuerza del vencido
Con grandes y terribles cuchilladas : Tor no tener la suya por segura;
Las ropas en la sangre van teñidas, Curáronse las llagas del herido ,
Las manos ansimismo rubricadas; Al muerto dio terrena sepultura,
Mas tantos naturales son venidos, Tuvieron cuantos son en el estancia
Que no hacían mella los caídos. Toda la noche grande vigilancia.
Ansí como furor del avenida No daba resplandor el turbio cielo
Fuera del curso viejo derramada, A los que por allí vela hacían ,
Que lleva gran madera recogida Y ansí cualquier ruido pequeñuelo
De las riberas verdes despegada ; Pensaban ser los indios que venían:
Y aquella furia grande concluida Unos y otros duermen con recelo ,
Aquí y allí la veis amontonada, Aunque mas cierto es que no dormían,
Dejando con horruras algún vado Y no fueron de balde los temores ,
O paso con los troncos ocupado : Según diré después á mis letores
90 JUAN DE CASTELLANOS.
Un indezuelo dellos, como suele,
Teniendo las palabras por amargas,
CANTO SEGUNDO, Dijo : «ninguno siento que recele
Esta ferocidad de barbas largas:
Donde se cuenta cómo los indios revolvieron, y á los nuestros les fué Pues con las que yo solo les repele
.forzado dejarla isla.
Entiendo de hacer un par de cargas,
Haremos cuenta ser maguey , que saca
El radiante Febo presuroso Un indio para hicos de hamaca.»
Dejaba ya las ondas de Oeeano, La vana hinchazón anda barata,
Despiden soporífero reposo La cual por uno y otro se derrama,
Los soñolientos ojos del humano; Y á la resolución de que se trata
El corvo labrador y congojoso Es vil aquel que mete menos llama ;
A su justa iabor vuelve la mano , Cada cual dellos echa la bravata
Y todos los indianos escuadrones Como galán delante de su dama,
Acuden á sus altas pretensiones. Al que mas mozo es y al menos loco
Cada cual dellos iba bien armado El mundo todo le parece poco.
Peste crecido número de gente, Porque ni son primeros ni postreros
Pintáronse de negro y colorado En padecer los mismos accidentes:
Desde los bajos pies hasta la frente: Iguales eran todos en losfieros,
El que es de todos mas acobardado Y en presunción y punto de valientes ;
Pudiera ser tenido por valiente ; Partieron pues de solos los arqueros
Y el fuerte Baucunar que los regia Dos mil aventajados combatientes
Dicen que les habló por esta via: Contra los españoles, cuya cuenta
«Antes que deste puesto nos partamos, Eran ciento con mas otros cincuenta.
Soldados valerosos y hombres diestros, Vista de Baucunar la grave saña,
Aquí estos sucesos que esperamos Con que su gente va contra la nuestra,
Los dioses no permitan ser siniestros: No consintió salir á la campaña
Es menester mirar á lo que vamos, El golpe todo desta gente diestra:
Y cuáles enemigos son los nuestros; Antes metió los mil en la montaña,
Pues el acometer sin este peso Y de los otros mil hizo la muestra ,
Parecería ser falta de seso. ' Mandándoles que queden embarcados,
Y salgan cuando fueren avisados.
» También será razón consideremos, Con este presupuesto se desvía
Antes de efeluar nuestra partida, Estimulado de furor terrible;
Los respetos por donde nos movemos Tenían españoles un espía
A nos poner en riesgo de la vida : Que en dar aviso hizo lo posible:
Que bien sucederá si los vencemos, Sedeño recogió su compañía,
O que mal si volvemos de vencida, Poniéndola por orden convenible;
Pues todas estas consideraciones Los indios, conociendo ser sentidos,
Avivan los mas muertos corazones. Dieron acostumbrados alaridos.
uEntended pues que vamos á la guerra, Aunque vieron el campo bien armado
Y no por pasatiempos ni placeres, Con muestra de temores alcahueta,
Sino para morir por nuestra tierra No hay tigre ni león encarnizado
Defendiendo los hijos y mujeres;
Y para no huir de sierra en sierra g ue con tan grandes furias arremeta:
1 indio de temores olvidado,
Por no cumplir ajenos pareceres, El español á miedo se sujeta;
Sobresaltados,flacos,sin consuelo El ímpetu fué tal y tan constante ,
Por cama principal el duro suelo; Que todo lo llevaba por delante.
» Y porque no muráis en granjerias, Como pluvia que baja de ladera,
One solo las pensar da grave pena, Causada de grandísima creciente,
Trabajando las noches y los dias
Con sujeción de todo bien ajena :
Do las mas descansadas pasadías
? ue roba cuanto tiene la ribera,
arranca los peñascos juntamente,
Aquí va derribando la acera,
Serán cepos y grillos y cadenas , Y por allí la mas segura puente,
Como sabéis muy bien los que por agua Causando tal temor á los humanos,
Huísteis algún tiempo de Cubagua. Que les fallecen fuerzas, pies y manos :
» Demás desto debéis de parar mientes Ansí fué nuestra gente rebatida
A las cosas de nuevo sucedidas En el primer rigor destas contiendas ,
En padres, deudos, hijos y parientes La fuerza del estancia va rompida,
Que perdieron ayer sus dulces vidas: Derribados los toldos y las tiendas:
Veis huérfanos los niños inocentes, El esperanza ya casi perdida
Viudas mil mujeres y perdidas, Con sus pertrechos , ropas y haciendas ,
Oís lloros, sollozos y gemidos Y algunos, competidos del encuentro,
Que hieren y lastiman las oidos. Entraban por allí la mar adentro.
» Por semejante modo yo quería , A voces el Sedeño les decia :
Que estas cosas ansí consideradas, «Euria de indios es, conmilitones,
Considerásedes la valentía Que como flaca llama se resfria
Desias vellosas gentes y barbadas, Si hay ardor en nuestros corazones;
Cuan lejos de piedad y cobardía Pero siflojedady cobardía ,
Ejecutan los golpes sus espadas, Son mucho mas que tigres y leones,
Para que quien temor tuviere dellas Y llevan , como es cosa notoria,
Procure desde luego de no vellas. Hasta lo mas estremo la victoria.
» Quien mal sintiere deslos pareceres, » Encomendaos á Dios como cristianos ,
Y contra voluntad aquí se halla , Y crie sus furores impaciencia ,
Imaginando que de sus placeres Porque para quedar vivos y sanos
Hoy podría quedarse del agalla, Es menester briosa diligencia:
Sirva de lo que sirven las mujeres, Conliando de Dios y de las manos,
Y no procuren ir a la batalla , Haciendo la posible resistencia,
Pues si por muchos hemos de ser menos, Pues contra los que corren tan sin freno
Mejor será llevar pocos y buenos.» No conviene tenellas p« el seno.»
VARONES ILUSTRES DE 1NDLYS, ELEGÍA X , CANTO 111. 91
Al tibio corazón fueron espuelas Viendo que remediar aqueste daño
Estas palabras y otras esforzadas: Agora no podía fácilmente ,
Embrazan los escudos y rodelas , Ordenó que el Tafur y el Avendaño
Estímense las armas afiladas: Volviesen á San Joan á hacer gente;
Furor y saña van á todas velas, Quedándose él con el demás rebaño
Teñidas andan todas las espadas, • A los tales designos impaciente,
Los mas flojos andaban diligentes , Pues los enfermos y aun la gente suelta
Que el miedo y el temor hace valientes. Quisieron con aquestos dar la vuelta.
La furia de los indios los aprieta, Con el Joan de Avendaño referido
Y los indios son dellos apretados , Se partió quien él quiso que partiese ,
Tanto que mucha parte se quieta Y con la mas gente detenido
Por ver aqui y allí despedazados; Guardó la pretensión de su interese ;
Mas Baucunar, tocando su corneta , En mil vacilaciones divertido
Salieron los que estaban emboscados, Sin atinar á cosa que cumpliese,
'Con tal y tan cruel arremetida, Hasta tanto que dio, no como ciego,
Que fueron muchos nuestros sin la vida. Eu una cosa que diremos luego.
Renuévase la grita y alaridos
Con la que de refresco les venia , CANTO TERCERO,
Los nuestros de temor son poseídos ,
Y cada cual al mar se retraía ; Hunde se cuenta cómo Antonio Sedeño salió de Puerto-Santo y fue i
Mas viendo que los llevan ya vencidos l'aria, donde se concertó con Alonso de Herrera y Agustín Delgado, j
Martin Yañez Tafur los detenia, revolvió sobre la isla Trinidad ; y lo que le aconteció.
Remediaban también estos desmanes
Joan Avendaño y otros capitanes. Mudan el parecer sabios varones
Estos, como varones singulares, Y dan la vuelta muchas voluntades ,
Sin dar lugar á revolver la fivnte, Y suelen á los fuertes corazones
Buscando los mas cómodos lugares Domar y domeñar necesidades :
Donde mejor valerse desta gente , También los bien medidos en razones
Tomaron por respaldo los manglares, Acaban importantes amistades;
Y allí se refirmaron fuertemente, Pues la palabra blanda nos concede
Y á causa de las grandes espesuras Lo que la dura pocas veces puede.
Tenían las espaldas mas seguras. Sedeño fué negocio manifiesto
Con mas seguridad se defendían , Estar en estas cosas advertido,
Yflacosy heridos amparaban , Al cual le convenia hacer esto
Pues entre tanto que unos competian , Pata restauración de su pan ido ;
Los otros algún tanto descansaban ; Y del se conoció tal presupuesto
Y los de los navios que esto vian En lo que hizo viéndose perdido,
Los tiros que tenían disparaban, Que fue sagacidad de su cosecha
El daño de los cuales no fué tanto , Que para sus designios aprovecha.
Que sirviese de mas que gran espanto. Sabia residir en esta era
Mas aunque les causaban desatino En Turpiar atrás conmemorado,
Aquellas balas algo peligrosas, El capitán Alonso de Herrera ,
El bravo pelear era contino, Varón en mil conquistas señalado:
Y no cesaban furias belicosas , Era de los de Ordás, y en su bandera
Hasta que ya la noche sobrevino, Mandaba buenos Agustín Delgado,
Haciendo por allí treguas forzosas; En quien podré deciros que cabía
Ansí que les sirvió lo mas escuro Urbanidad, valor y valentía.
A nuestros españoles de seguro.
Por no ser de los indios pensamiento Sedeño destos trances bien esperto,
De pelear allí con escurana , Conociendo ser cosa necesaria,
Se despidieron todos con intento Quiso hacer con estos su concierto,
De luego revolver por la mañana ; Aunque parcialidad era contraria :
Mas era diferente sentimiento Dejó por estas causas este puerto,
El de toda la gente castellana, Y fué con los navios al de Paria ,
Porque de sus difuntos hecha cuenta , Adonde sin haber desembarcado
Hallaron ser arriba de cincuenta. Reconocieron ir desbaratado.
Tomaron pues consejo cuerdamente Estando pues aquestos en espera,
Diciendo ser inútil esperanza Y no sin el reguardo conviniente,
Querer sobrepujar tan poca gente Tomaron los navios la ribera,
Caciques de tan áspera pujanza ; Saltó luego Sedeño con la gente ;
Y como tiempo vieron competente El Agustín Delgado v el Herrera
Salieron del lugar de la matanza , AUí lo recebieron blandamente,
Y ansí sus marineros convocados El parabién le dan del bien venido
En breve tiempo fueron embarcados. Y el pésame del daño recebido.
Todos amedrentados de la rota, Luego con cortesano cumplimiento
Aunque cubiertos de nocturno manto, Y con respeto grande fué metido
A tierrafirmellevan su derrota, Adonde le tenían aposento
Al puerto que se dice Puerto-Santo ; Según sus fuerzas pobres prevenido;
Dentro del cual surgió la breve flota Y de su no cabal mantenimiento
No libre de heridas ni de espanto , Con sana voluntad bien proveído,
Mas voluntad de todos bien ayuna Donde lodos los días le servían
De volver tentar á la fortuna. Con aquellos regalos que podían.
Al Antonio Sedeño todavía Él con encarecidos cumplimientos
Ningún contraste destos embaraza, Agradecía tales amistades,
Ni deja reposar su fantasía Y con obras, facecias, bellos cuentos
Por dar á la jornada mejor traza; Iba ganándoles las voluntades ;
Antojándosele que con porfía Teníalesá todos muy contentos
Se suele muchas veces matar caza, Con palabras y liberalidades,
Y no parecer bien en paz ó guerra Por ser de buenas partes una fuente,
Dejarse de noblar aquella tierra. Gracioso, liberal y hombre valiente.
91 JUAN DE CASTELLANOS.
Estando pues con esta compañía Oidas las palabras referidas
Autorizando bien conversaciones, Y aquellos cumplimientos cortesanos,
Alababa la tierra do venia Herrera con palabras comedidas
En nombre de sus hombres vaquianos
Por levantar caídos corazones; Dijo : « por las mercedes ofrecidas
"Y á vueltas de otras cosas descubría Besamos vuestras muy ilustres manos,
Sus altas y honrosas pretensiones, Y ese decir y obrar tan manifiesto
Y al capitán Alonso de Herrera En obligación grande nos ha puesto.
Dicen que le habló desta manera : » Y es ansí que tenemos todos gana
«Algunos de los desta camarada De reiterar nuestro descubrimiento ;
Me tocan con los labios el oido , Es dura pretensión, mas no tan vana
Diciendo que volvéis á la jornada Que no tenga su cierto fundamento;
De do Diego de Ordas vino perdido ; Pues las cosas que dicen de Guayana
Por alguna razón tan mal fundada Avivan y confirman tal intento,
Que sobra ya de yerro conocido, Y ansí no me parece ser discreto
Porque de secos árboles y enjutos Quien no quiere saber este secreto.
Mal se pueden coger hojas ni frutos. n Y no descomponía nuestro partido
»Ya no sabéis quién es el Uyapare, Lo que vuestra merced aquí decia,
Pues que fuistes por él largo viaje, El don Diego de Ordás ser fallecido,
Y como no hallastes quien declare, Pues al gobierno mismo que él tenia
Noticias de seguir en el paraje, Jerónimo de Ortal fué proveído ,
Ni población bastante que repare Y viene con potente compañía,
La gente con algún matalotaje, Teniéndome, según soy informado,
Sino campos prolijos y muy anchos Por maese de campo señalado.
Y pocos moradores y sin ranchos.
» Sabéis bien los trabajos que pasastes » Y ansí sin perjuicio de terceros
De toda quietud enajenados ; Y el amistad ya dicha reservada,
Sabéis lo muchos hombres que dejastes Yo quiero con aquestos caballeros
De enfermedad y hambre traspasados; Ir con vuestra merced esta jornada;
Y veis que los poquitos que quedastes Pero si llegan nuestros compañeros
Aun hoy estáis tullidos y llagados, Hémonos de juntar con el armada:
Pues no sé yo quién anda tan de veras La puerta para ello se nos abra ,
Romería que da tales veneras. Pues para mas no doy esta palabra. »
» Si pretendéis honores soberanos Sedeño lo abrazó, y encarecía
Con tierra rica, sana y abastada, Su bondad y respuesta comedida,
Empresa de los hombres vaquianos Y por los medios que mejor podía
Y no de pocos hombres deseada, El orden le encargó de la partida:
Tal cierto la tenemos entre manos , Reconociendo ser la compañía
Que no puede ser mas acomodada, De sus ofrecimientos convencida ;
Y aquella llamo yo buena conquista Luego Herrera como mas esperto
Que tiene sus grandezas á la vista. Mandó poner las cosas en concierto.
» Pues si para moveros es bastante A sus gentes mandó hacerse prestas,
El interese ya de cosa cierta, Aderezar las armas olvidadas,
¿ De qué sirve pasar mas adelante Hacer tiros y cuerdas de ballestas,
Teniendo las riquezas á la puerta ? Limpiarse y afilarse las espadas,
Y masen coyuntura semejante Dar orden en poner trémulas crestas
Que para mucho bien tenéis abierta, En cascos, morriones y celadas,
Sin andar engolfados los deseos Como poner los sayos estofados
En otros circuitos y rodeos. Y los otros pertrechos mas usados.
» A vuestra lealtad echáis el sello, Recoge los navios que tenia,
Pero teneisla con quien sé de cierto Manda limpiallos, vellos y lastrallos ,
Que podéis descuidaros de no vello Despálmanlos con sebo, y otro dia
Para siempre jamás en este puerto; Embarcan el bagaje y los caballos;
Pues tengo cartas yo de Joan Cabello Recógese también la compañía
Y de Niebla, que dicen ya ser muerto ; Délos que en guerras tienen hechos callos,
Y ansí vuestra jornada es tan incierta Y para perfecciones del intento
Cuanto sin muerte del estaba muerta. Las velas todas dan al manso viento.
» La mia ya la veis mas á la mano A la isla la proa se convierte,
Y sé que no será de las peores , Y como fuese breve la carrera,
Es su gobernador un hombre llano Llegaron en dos horas desta suerte
Fuera de vaciadizos pundonores : Hasta poder saltar en la ribera ;
Tiene socorro siempre muy cercano Y para se valer en algún fuerte
Para poder llamar conquistadores, Comienzan luego de cortar madera :
Pues de las islas todas brevemente Sonaban por el valle á todas horas
Puede venir gran número de gente. Los golpes de las hachas cortadoras.
» Sé que no seguirá vano partido. Mas todos recelando los asaltos
Cualquiera que de mi se satisface, Las armas y las manos tienen prestas,
Ni debe recelar algún olvido Y ansí de diligencia nada faltos
En gratificación quien me complace ; Unos velan caminos de florestas ,
Pues nunca supe ser desconocido Otros derriban los troncones altos,
A la merced y bien que se me hace: Otros los acarrean á sus cuestas ,
Sufrid que mis costumbres os alabe Otros cavan el foso señalado,
Pues cada cual de vos muy bien la sabe. Otros ponen los palos del cercado.
» Pues que de lo que digo que haria Andaban con aquel calor y brio
Alguna vez he dado clara muestra, Que suelen los alados animales ,
Agora tanto mas y mas seria Cuando por las mañanas del eslío
Cuanto mas la fortuna fuese diestra; Recogen olorosos materiales,
Y pues tal voluntad es esta mia, Y entienden en la obra y adobío
Deseo conocer cuál es la vuestra; De los dulces y pálidos panales,
Porque si con amor esta se cobra O hacen la morada que les basta
Volveremos las manos á la obra. » Para los multiplicos de su casta.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA X , CANTO IV. 93
Al tiempo pues que el fuerte se hacia Sedeño no miró con mucho peso
Con otras necesarias prevenciones, Aquesta chismería mal sonante,
Entre los indios príncipes habia Y parecíale falta de seso
Diversas y contrarias opiniones : Descuidarse de cosa semejante ;
Que el fuerte Baucunar guerra quería, Al fin por sí ó por no lo tuvo preso
Y armaba sus guerreros escuadrones ; Con guarda que juzgaba ser bastante;
Y el grave Maruaná, príncipe manso , Pero cesen aquestos desafueros,
Procura quietud, paz y descanso.
Y ansí muchos villanos convocados, Que yo diré después sus paraderos.
Cargólos bien de dones y presentes ,
De puercos, de conejos, de venados,
De cazabis y frutas diferentes ; CANTO CUARTO,
E yendo con él pocos desarmados
Dinrle se cuenta cúina Baucunar hi/.o llamamiento de capitanes para
Llegaron donde estaban nuestras gentes, ir con gran pujanza sobre Antonio Sedeño , y lo que mas aconteció.
Que viéndolos las armas prevenían
Hasta ver los intentos que traían.
Llegado Maruaná do deseaba Muchas veces ó por la mayor parte
Con pensamientos buenos y leales , Adquiere la-victoria la presteza,
Procuró conocer al que mandaba Que el arte militar y duro Marte
Haciendo sus preguntas por señales; No sufre negligencia ni pereza ;
Llamaron una lengua que allí estaba Menean indios pues el estandarte
Soldados y personas principales, Viendo que se hacia fortaleza,
Y con un regocijo no pequeña Por deshacer en esta coyuntura
Lleváronlo delante del Sedeño. Lo que por los contrarios se procura.
Con muestra de sinceras voluntades Ansí que cuando fuerte se hacia
El bárbaro le hizo reverencia, Y la paz de los nuestros se destierra,
Y dijo : « puesto que mis potestades Baucunar el valiente no dormia,
Pueden hacer bastante resistencia, Apercebiéndose para la guerra :
Mas quiero con vosotros amistades Antes toda su gente recogia
Que procurar sangrienta competencia; Convocando los llanos y la sierra ,
Y serán sin reveses de mal arte No queriendo quebrar su furia brava,
Si hay sinceridad de vuestra parte. Puesto que Maruaná se lo rogaba.
» De aquestas amistades arrepiso Comienza de tocar sus alambores,
Nunca serás por mí ni por mi gente, Con otros instrumentos que tenia,
Pero querría darte por aviso Envía pregoneros corredores
Que hay otro de concepto diferente ; Por todas las provincias que regia ;
Y es este Baucunar, que paz no quiso Acuden capitanes y señores ,
Confiado de sí por ser valiente; Cada cual con la gente que podía ,
El contra las fuerzas de cristianos Trajo Guyma trescientos compañeros
Quiere con gran furor probar las manos.» Valientes, esforzados y lijeros.
Viendo Sedeño tales cumplimientos, Vino también el diestro Pamacoa,
Avisos y promesa tan urbana, Y trajo de su parte cuatrocientos ,
Manifestó por sepas su contento Espertos en piragua y en canoa ,
Abrazándolo muy de buena gana : En guerras de caribes muy sangrientos ;
Dióle de sus policios ornamentos También Diamaná, digno de loa
De lienzos y de sedas y de grana, Por traer diferentes instrumentos ,
Dióle regalos, vino de Castilla, Aqueste recogió de entre sus gentes
El cual él alabó por maravilla. Otros tantos instruios y valientes.
A todos los demás indios convida, Utuyaney, de grandes proporciones ,
Y á todos se les hizo grande fiesta, En recoger soldados se desvela ,
E ya conclusa toda lacomida Y trajo demás de otras municiones
Y los calores grandes de la fiesta, Trescientos cada cual con su rodela ;
Pidió licencia para su partida, Amanatey con otros cien varones
La cual á su contento tuvo presta, Instrutos bien en militar escuela,
Dándole por postreras encomiendas Vino Paraguaní con otros ciento,
Que Baucunar se deje de contiendas. Sin otros capitanes que no cuento.
Paz le rogaron todos que concierte Pudieras ver aquellos campos anchos
Con él y con el mas alborotado; Y aquellas fértilísimas zavanas
Oyólo Maruaná de buena suerte Pobladas de ramadas y de ranchos ,
Prometiendo tener dello cuidado ; Invenciones de plumas muy galanas :
Pero Sedeño prosiguió su suerte Dardos con sus avientos ó con ganchos ,
Por el orden que tiene señalado, Rodelas, arcos,flechasy macanas ,
Porque de lo pasado coligia Pintados rostros , pechos, coyunturas
Ser harto menester lo que hacia. Con grandes diferencias de pinturas.
En estas coyunturas y sazones, Libres están de la pomposa ropa
Y al tiempo de pasar esta carrera, Y de cubiertas duras el acero,
No faltaban algunos susurrones, Do quiera que miréis allí se topa
Pestilencia mortal, cruel yfiera, Macato , chicha, vino mas grosero :
Que sembraban enojos y pasiones Uno toma tabaco y otro yopa
Entre nuestro Sedeño y el Herrera, Para poder saber lo venidero;
Diciendo que queria ciertamente Estaban plazas , calles y caminos
Matallo y acogerse con la gente. Llenos de hechiceros y adevinos.
Mas el varón, á cuyo llamamiento Fenecidos aquestos actos tales
Acude sujeción de mucha gente , Y dado fin á tanta borrachera ,
Ha de tener razón y fundamento Hicieron ciertas muestras y señales
Y no determinarse "fácilmente ; Con que se sosegó la gente fiera :
Porque de se mover á cualquier viento El Baucunar llamó los principales,
Suele nacer algún inconviniente, Y á lodos los habló desta manera,
Y vivan tales hombres advertidos Con alta voz y tales movimientos
En no dar sin reguardo los oídos. Que todos estuvieron muy atentos:
94 JUAN DE CASTELLANOS.
«Pues que todos estáis tan bien arm:ulos «Valiente Baucunar, dime, qué dia
Y de lo necesario proveídos, A tu llamado fuimos perezosos,
Está claro que ya sois avisados O dime si sentiste cobardía
Del fin para que sois aqui venidos : En hombre destos hombres belicosos ,
Pues es á defender vuestros estados O cuál de nos recela valentía
Y las tierras adonde sois nacidos , Ni fuerza de contrarios poderosos ;
Nuestras mujeres, hijos y parientes Bien ves que peleamos de tal suerte
Con las cosas á esto concernientes. Que nadie tiene miedo de la muerte.
% Cosa de donde daños ó provechos » Y pues la gente ves apercebida
Podrían redundar á nuestra gente, De todos militares ornamentos,
Todos debéis de la tomar á pechos , No debe ser en balde la venida,
No con temeridad ni flojamente : Ni por algunos vanos cumplimientos :
1
Para la tiempo son los altos hechos, Aderecémonos á la partida,
Los tiros y los golpes del valiente , Que la tardanza pare descontentos,
Grandezas y hazañas señaladas, Pues como todos vean dó se ceben
Los engaños, ardides y celadas. Yo sé que cumplirán con lo que deben.
» Vuelve nuestro contrario con aumento » Allí verás mi canas ya cansadas
De gente que tenéis bien en memoria, Cómo les da color sangre cristiana ;
Y está claro que vuelve con intento Allí verás misflechasempleadas
De morir ó quedar con la victoria ; Y el estrago que hace mi macana :
Pues para reposar trazan asiento Verás si desbarato las espadas
Como si fuese ya suya la gloria, De los que son de furia mas lozana,
Sin temores de nuestros hombres buenos Verás mi graff vigor y mi postura
Que della los podrán hacer ajenos. Si halla del contrario cosa dura. »
» Paréceles la isla cosa bella, Calló, pero también los compañeros ,
Y á su deseo hinche la medida; Mancebos y de mas graves edades,
Ellos han de morir por poseella Decían y hacían muchos fieros
Y no hacer baldía su venida ; Con gestos de cien mil bravosidades :
Mas á nosotros por echallos della Tiran por altoflechaslos ardieres ,
Conviene sin temor perder la vida ; Comienzan á gritar parcialidades,
Pues una vez morir mejor seria Cualquiera capitán donde sé halla
Que morir cien mil veces cada dia. A grande furia pide la batalla.
» Que si sois avisados y discretos Los brios del ejército guerrero,
Entenderéis que quieren muy de veras Por Baucunar el fuerte conocidos,
Hacernos sus esclavos y sujetos Mandó que para el dia venidero
Para que les hagamos sementeras, Todos ellos estén apercebidos ;
Y á los que no les fuéremos acetos Proveyó municiones por entero
Sacarnos destas fértiles riberas, A los que conoció desproveídos ;
Llevándonos en grillos y cadenas Oyeron el pregón de buena gana,
Por mar á conocer tierras ajenas. Y todos esperaban la mañana.
» En sus heredamientos y cortijos Fué por aquesta via concertado
Moriréis con trabajos inhumanos, El áspero rencuentro que os enseño,
Apartados los padres de los hijos , Y no había punto descuidado
Hermanos de carísimos hermanos : En estos intermedios el Sedeño :
No cesarán rencillas ni letijos, Que como destos indios lastimado
Sí descansar quisieren vuestras manos, Un continuo velar era su sueño,
Y los ciertos descansos y holguras Pues por ser Maruaná en venir prolijo
Habrán de ser en cárceles escuras. Mala sospecha tuvo, y ansí dijo:
»Y Maruaná mi deudo no se entiende «De paz, por ser negocio que conviene,
Teniendo paz con ellos en su tierra, Teníamos alguna confianza,
Pues con la paz á todos nos ofende Y el indio Maruaná, que la mantiene,
Ansimismo haciendo cruda guerra ; De Baucunar nos dio mala esperanza ;
Y el sosiego que dice eme pretende Y pues ha cuatro dias que no viene ,
Es el que de sosiego lo destierra , Peligro nos promete su tardanza :
Como lo podrá ver por esperiencia Conviene que tengamos vigilancia,
Si desta gente crece la potencia. Que no tengo por buena la distancia.
»Él tiene hecha paz con los cristianos , » Conviene que seamos adevinos
Y es bien desvariada conjetura, Los que tratamos hombres belicosos.
Pues cuanto piensa mas tenellos llanos Porque los descuidados desatinos
Es tanto cierta mas su desventura ; Acarrean mil trances peligrosos :
Y ansí venir con ellos á las manos Por tanto velen playas y caminos
Tengo yo por concordia mas segura, Por partes y lugares sospechosos ;
Conservando lo nuestro por mil modos Poco dormir y recordar temprano,
Y sobre la defensa morir lodos. Y siempre con las armas en la mano.
» Si contendéis por una vil presea »No cumple que vivamos sin recelo,
Y á veces no sin trance riguroso, Ni conviene tener antojos vanos ,
Mas debe contender el que pelea Pues ya veis que holláis ajeno suelo
Por la conservación de su reposo : Con enemigos ciertos y y cercanos :
Menester es que cada cual lo vea, Socorro no lo hay sino del cielo
Y entienda ser el tiempo trabajoso , Y el que podéis haber de vuestras manos*
En el cual quien no hace lo que puede Valeros han, mediante Dios, aquestas
Será mas acertado que se quede.» Si con las armas anduvieren prestas.
Dijo su parecer este tirano » Los que velaren ya serán doblados
Según á su defensa convenia, Y tales que sepamos ser varones ,
Y el diestro Pamacoa, viejo cano, Estén los dos caballos ensillados,
Por los merecimientos que tenia. Los frenos penderán de los arzones :
Para le responder tomó la mano Estén estos lugares escombrados,
En nombre desla fiera compañía, No tengan al salir estropezones;
Y con acelerado continente El espada, la lanza , la ballesta,
A Baucunar le dijo lo siguiente : Conviene á cada cual tenella presta.»
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGIA X , CANTO V. 9a
El Agustín Delgado, comedido, Ansí como volátile ganado
Por todos respondió desta manera : Dentro del colmenar del hombre rico,
« Tenga vuestra merced por entendido En los panales dulces ocupado,
Que todo su deber hará cualquiera;
Mas tenéis en prisiones detenido O su generación y multiplico ,
Al capitán Alonso de Herrera, Que hacen un murmurio mal formado:
Que bastará para la isla junta Otro tal era este, no tan chico,
Según de hechos vistos se barrunta. Pero nada menor elaparencia
» Mitigúese por tanto vuestra ira De aquel hervor y viva diligencia ;
Y dése fin á tantas confusiones, O como si se siente gran ruido
Pues tengo por falsísima mentira En el mar, cuando calma representa ,
La fuente do manaron las pasiones; Mas el profundo del es conmovido
Que nunca faltaran en el que mira Y el arena se muestra turbulenta :
En dichos de malditos susurrones : Que entonces es indicio conocido
Culpa no consta, y es negocio ciego, Venir terribilísima tormenta,
Mande vuestra merced soltallo luego.» Por ser ruido tal al marinero
El Antonio Sedeño con voz blanda Desdichada señal y mal agüero;
Dijo : «Por complacer al buen Delgado, Con aqueste rumor se van juntando
Aunque el señor Herrera se desmanda , Sin nota de pereza ni tardanza :
E yo me siento del por agraviado, Aquí y allí veréis aderezando
Hágase lo que vuestra merced manda Las armas de que tienen confianza ;
Que á mí me pesa ya de lo pasado, Allega el capitán, los de su bando
Y he por bien que le quiten las prisiones, Con muy gentil concierto y ordenanza ,
Sin mirar en pasadas turbaciones.» Muéstranse los gallardos corazones
Soltáronlo, según mandó Sedeño; A su modo con varias invenciones.
Mas puesto que se vido libertado, Proveída deflechasel aljaba ,
Nunca se libertó del sobreceño Dardos de dura palma van tostados,
Ni del imaginar verse vengado : Que cada cual corazas traspasaba
Por ser un hombre turvo, zahareño, Y los mas duros sayos estofados ;
Aunque valerosísimo soldado, Fueron do Baucunar los esperaba
Eso me da peón que de á caballo : Los caciques que tengo señalados ,
Con gran razón podemos alaballo. El cual estaba bien apercebido
Por fuerzas, por destrezas ó por maña, Y de españolas armas proveído.
Siempre ganó con sus competidores , Que de despojos fuertes y galanos
En las conquistas fué de Nueva-España Estaba proveído grandemente,
Uno de los primeros y mejores; De las guerras habidas con cristianos
Mas no sufrió su condición estraña Do dio bastantes muestras de valiente ;
Estar allí por ciertos sinsabores ; Privando de la vida por sus manos
Fué á Castilla con mediana suerte , A bien crecido número de gente,
Y á las Indias volvió para su muerte. Tenia pues el bárbaro guerrero
Escudo de metal algo lijero.
Era Sedeño hombre delicado , Un águila de oro mal labrada
Pequeño, de briosos movimientos, Cubre sus duros pechos y salvajes,
Afable, generoso, bien criado, La cabeza cubierta con celada
De bien engrandecidos pensamientos : Y en ella superbisimos plumajes,
En todas buenas partes estremado, Pendiente de los hombros un espada ,
Grandes facecias, admirables cuentos, A las espaldas anchas dos carcajes,
Un ingenio cabal, vivo, supremo, Un arco muy derecho , duro , fuerte,
Gran hombre de caballo por estremo. Pestífero ministro de la muerte.
Varón en paz y en guerra muy bastante, Porque su proporción es tan bien hetha
Raro escribano, vario y escelente; Y la de todas estas gentes fieras,
Mas destos dos varones, Dios mediante, Que á la robusta verga mas derecha
Algún tiempo diré mas largamente. Hacen juntar entrambas empulgueras;
Volvámonos al ímpetu turbante Y embeberán la mas crecida flecha
Del grande Baucunar y de su gente, Traspasando las armas mas enteras.
Que con vigor y furibunda gana Llevaba sus zarcillos , y en el cuello
Estaban esperando la mañana. Un estraño collar digno de vello.
Que puesto que son pocos ó ningunos Por admirable orden y concierto
Los que no hinchen de beber las pieles, Unas uñas de tigres ensartadas,
En semejantes tiempos no son unos, Que por sus manos él habia muerto '
Ni duermen todos estos infieles; En tierra firme yendo con armadas :
Antes aquellos todos van ayunos El medio de la una descubierto
Que salen á velar por sus cuarteles: Y en oro las raices engastadas,
Usaban estos pues destos estreñios, Caricuri de oro reluciente ,
Y lo demás agora lo diremos. Lleva de las narices dependiente.
Con tales ornamentos adornado
Se muestra Baucunar, y de mas desto ,
De bija colorada va pintado
Piernas, brazos y manos, pechos, gesto •
CANTO QUINTO, Como tigre feroz encarnizado
Que para hacer sallo va dispuesto;
Donde se rúenla el rompimiento de la ¡batalla, y de lo que en ella
aconteció.
Tal lo representaba su postura
Sus aderezos, armas y pintura.
La noche en que sosiegan las fatigas Pamacoa, que no se le escapaba
Acababa sus cursos naturales, Con su bien regulada puntería
Y apriesa revolvía sus cuadrigas Ave chica ni grande que volaba,
Apolo con sus rayos celestiales , Ni ciervo, ni conejo que corría,
Cuando las gentesfierasenemigas Cabeza de pantera se tocaba
Tocaron instrumentos musicales: Indicio de su grande valentía;
Comienza por aquel campo crecido Lleva también por joyas principales
Un bajo son, un tácito ruido. Collar de dientes de indios v animales.
96 JUAN DE CASTELLANOS.
Diamaná, que á golpe de macana Pamacoa la mar tiene tomada,
Al bravo jabalí deja tendido, Y Guayma va por el siniestro lado,
Se puso de pelleja muy galana Diamaná con gente bien armada
De feroz animal no conocido ; La derecha tomó con gran cuidado ;
Utuyaney, que en luchas siempre gana, Y todos los demás del emboscada
Un cuero de león lleva vestido, Tomaron lo mas fuerte del cercado,
Cola de tigre lleva por medalla De manera que nuestros estandartes
Para se señalar en la batalla. Rodeados están de todas partes.
También Amanatey, que de lijero Ansí como en los bosques rodeados
Los mas veloces ciervos alcanzaba, De los monteros puestos en paradas,
Un hocico de oso colmenero Do siendo de sabuesos acosados
Por cima la cabeza levantaba ; Buscan los jabalíes sus entradas,
Cubria sus espaldas con el cuero, E yendo por los saltos mas usados
Y por ellas un oso semejaba: Hallan las sendas todas ocupadas,
Arco, flechas, pavés que lo cubria, Y viendo cazadores , perros, lanzas,
Tal que con él hacia puntería. De su braveza hacen confianzas ;
De diferentes otros animales Ansí de todos estos infieles
Trajo Paraguaní las invenciones, Se vieron rodear nuestros cristianos ,
Yacutísimasflechas y mortales, Ladrando aquí y allí como lebreles,
Porque con dientes van de tiburones: O según á los toros los alanos ;
Puyas de raya, vivos pedernales Y el librarse defierastan crueles
Que pasan los tupidos algodones, Después de Dios pusieron en sus manos:
Y todos los demás destas conquistas Ocurrir á las armas les enseña.
Llevaban invenciones nunca vistas. La priesa que les daba la reseña.
Viérades en el viejo y el moderno Animaba Sedeño sus varones
Diferentes colores de plumajes, En estos alborotos tan estrechos,
Y con sus movimientos y gobierno Diciéndoles : « O mis comilitones.
Daban temor aquellos fieros trajes: Venzan á las palabras buenos hechos,
Caterva parecía del infierno Que en las manos tenemos ocasiones
Que venia haciendo mil visajes, Para mostrarse bien los bravos pechos,
Tantas macanas, flechas, tantos tiros , El fuerte manifieste fortaleza,
Cuantos no bastaré para deciros. Y el flaco saque fuerzas de flaqueza.
Hicieron desta suerte sus conciertos , » En la necesidad destos estremos
Que pues los nuestros era poca gente, Se hacen las virtudes conocidas,
Fuesen por los manglares encubiertos, Y agora se han de dar velas y remos
Y diesen en el fuerte de repente ; Sin estar las espadas detenidas;
En tal manera que quedasen muertos Pues á todos nos va, como sabemos ,
O ya captivos todos ciento y veinte, No menos que las honras y las vidas,
Porque por sus acechos recalados A estos perros déseles su pago,
A todos los tenian bien contados. Y haga cada cual lo que yo hago.
Ordena cada cual los de su bando, » Al que mas se señala derriballo,
Instruidos en sus guerreras mañas Y al que vierdes mejor aderezado,
Vau sin ningún ruido caminando Porque quien raiz corta, corta tallo;
Por pasos conocidos de montañas, Y árbol caído, ramo derribado. »
Por una y otra parte rodeando Arremetió; mas hombres de caballo,
Los españoles ranchos y cabanas: Que son Herrera y Agustin Delgado,
De tal manera fueron advertidos Que quisieran salir ni mas ni menos,
Que nunca fueron vistos ni sentidos. Con priesa no topaban con los frenos.
El Baucunar que todos los sujeta Y todos los demás sin los caballos
Ansimismo trató con esta gente, Se ponen en defensa de su centro,
Que al tiempo que tocase su corneta Porque los que sabían meneallos
Acometiesen todos juntamente : Tardaban en salilles al encuentro ;
Estaban en la parte mas secreta Y Baucunar con algunos vasallos,
Con ánimo cruel, hervor ardiente, A pesar de los nuestros entró dentro,
Deseando la seña conocida Sin para detenellos ser bastante
Para hacer cruel arremetida. Cosa que se pusiese por delante.
Bien ansí, como perro detenido Como tigre feroz encarnizado,
Con trailla venados inquiriendo, Por algún tiempo falto de comida ,
Que si por donde van alguno vido En alguna vereda reparado
Antes que lo soltéis está gimiendo, Acechando la caza conocida,
Y de la gran tardanza desabrido Que viéndola saltó tras el venado
Se está con el orgullo deshaciendo Con aceleración jamás oida,
Hasta tanto que se desembaraza Sabiendo ser el presto movimiento
Y va con brava furia tras la caza; Su vida, su salud y su sustento;
Representábase desta manera Ansí con esta misma lijereza
La barbara nación encarnizada, Esta gente feroz acometía,
A la sazón que estaban en espera Juzgando con razón que en la presteza
De la señal que tienen concertada : Su principal victoria consistía :
Oyóse la corneta, salen fuera Ponia gran temor ver la braveza
Con furia jamás vista ni pensada, Del número de gente que venia,
Suenan de todas partes alaridos Aquella gritería tan inmensa
Y gritas que conmueven los oidos. Y habellos ocupado su defensa.
No son allí las fuertes armas lerdas , Comienzan á batir lo mas enhiesto
Ni duermen las edades mas ancianas, Matando los que vian mas cercanos,
Porque con furia grande tú recuerdas Con grandes vituperios y denuesto
Marte cruel, las mas antiguas canas : De nuestros españoles y cristianos :
Sanaban los crujidos de las cuerdas , Los cuales muy corridos de ver esto
Los golpes de los dardos y macanas, Vinieron con los indios á las manos,
Aquí y allí se hace tal ruido Y sus rodelas fuertes embrazadas
Jjue al mas cuerdo sacaba de sentido. Comienzan á jugar de las espadas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS ELEGÍA X , CANTO V. 97
El Baucunar debió ser conocido Rompía por lo mas embarazado
Por señas de persona bien compuesta, Donde la sangre ya hacia rio ,
El Antonio Sedeño que lo vido Y en estos intermedios el Delgado
Arremetió con él con furia presta; No estaba descuidado ni baldío :
Pero no le halló mal proveído Pues á Guaimá tenia derribado,
En acudille bien con la respuesta, Y á Paraguani puso patifrío ;
Antes al golpear cruel agudo, En Amanatey piensa hacer lance,
Se reparaba bien con el escudo. Pero no le pbdia dar alcance.
Cada cual de los dichos se desvela Y es porque lo dotó naturaleza
En deshacer contrarios embarazos : Demás de gran vigor que poseia,
Los ojos Baucunar como candela , De tal y tan eslraña lijereza,
Dio con toda la fuerza de sus brazos Qué su correr un vuelo parecia ;
Al otro tal revés en la rodela , Y si le va delante, con presteza
Que el espada se hizo tres pedazos; A las espaldas luego lo tenia ;
Inclinó las rodillas el Sedeño , Y en ellas mismas, no con brazos mancos,
Porque el golpe que dio no fué pequeño. Le daba tres y cuatro golpes francos.
Mas este no le pudo corlar niervo, El Agustín Delgado no lo toca,
Con las fuerzas allí no ser estrechas ; Ni puede por do huye perseguillo ;
Empero con temores el protervo Mas una vez volvió con furia loca
Aquellas armas viendo ya deshechas , A su salvo pensando de herillo:
Atrás saltó lijero como ciervo , Acertóle Delgado por la boca,
Y al arco puso mano y á lasflechas, Y el hierro le pasó del colodrillo ;
Y en la rodela dio, pero desvara No le fué menester golpe segundo
La flecha, y á Pretel clavó la cara. Para lo sepultar en el profundo.
Veréis á Pamacoa, que se emperra Cada cual español en otro tanto
Vertieudo por allí sangre cristiana, Sus vengadoras manos ocupaba ;
Pues tiene tres tendidos por la tierra Sonaba ya victorioso canto
De los terribles golpes de macana; Por la parte que menos se pensaba:
Y en la mayor presura de la guerra La cual no se hacia sin espanto
Topóse con Alonso de Orellana, De Baucunar, que bien los animaba ;
Mancebo de valor y fuerza mucha, Y aunque les daba voces por mil modos,
Y enciéndese de dos terrible lucha. De los caballos van huyendo todos.
Sus armas cada cual desembaraza, Bien como cuando hacen algazara
El salto que se da parece vuelo, Las aves en el árbol ó floresta,
Descarga Pamacoa con la maza, Que callan al ruido de la jara,
El cuerpo le hurtó nuestro mozuelo ; O truenos de arcabuz ó de ballesta ;
El otro, que pensó matar la caza, Y cada cual aquí y allí dispara
Rompió con el troncón el duro suelo, De su manada dulce descompuesta ,
Y á la sazón que el indio se endereza Inquiriendo la parte mas segura
El mozo le llevó media cabeza. Por los aires, ó por el espesura;
Todavía con gana de venganza Ansí de ver los dos conmemorados
Acudió con un golpe ya mas tierno , Los que tentaron estos desafíos,
Y fuera de su vana confianza , Quedaron de sus gritas olvidados,
Por le negar la vista su gobierno : Ajenos totalmente de sus bríos ;
Allí se concluyó su destemplanza, Y ansí huian todos derramados
Y luego fué camino del infierno, Por montes, por quebradas y por ríos,
Porque con los demás quedó tendido, Porque pensaban ser un cuerpo entero
Y aquel que lo mató muy mal herido. El del caballo y el del caballero.
Los que con él vinieron por el puerto, Angostas se hacian las carreras
Vista de Pamacoa la tal muerte, Por do huyen sin orden ni gobierno;
Huian con pesado desconcierto; Y como les picaban tan de veras
Mas dice Baucunar: «Volved al fuerte. Con hierro para ellos muy moderno ,
¿Cómo, porque veáis un hombre muerto Pensaban ser los dos algunas fieras,
Dejais de proseguir tan buena suerte? Salidas del profundo del infierno,
Tened, tened, villanos sin vergüenza, Porque van de cubiertas reparados
Que ya nuestra victoria se comienza.» Ellos, y los caballos bien armados.
Revuelven por la parte que venían, Huyen edades mozas, huyen canas,
Cobrando lo perdido del cercado: Perdidas de vivir las esperanzas,
Con gran dificultad se sostenían Hollando van por arcos y macanas
Los nuestros por el uno y otro lado ; Aquellos cuyas eran las venganzas :
Pero los dos caballos ya salian, Rojos están los campos y zavanas ,
Y en ellos el Herrera y el Delgado Teñidas las espadas y las lanzas ;
Rompen, haciendo del contrario bando Fué grande, por jamás ver otro tanto,
Calles de los que van alanceando. Para los naturales el espanto.
Los nuestros ponen ya sus esperanzas Tan grandes desatinos ocupaban
En estos caballeros esforzados, Los bárbaros y torpes corazones,
Porque pudieras ver grandes matanzas, Que los robustos arcos desarmaban
Y aquí y allí gandules derribados: En estas fugitivas confusiones ;
Empléanse los hierros de las lanzas Y con las cuerdas del los se ahorcaban
En los indios que ven mas señalados ; De las mas bajas ramas y troncones ,
Mas el Utuyaney, como gigante, No dándoles lugar el sobresalto
Al Herrera se puso por delante. Para poder subir á lo mas alto.
La macana cruel enarbolada Los nuestros, sin temores de desvíos ,
Descarga con un golpe tan pesado, Entablaban adentro mas el juego,
Que puesto que era fuerte la celada, Hasta meter los indios en bullios,
Algún tanto quedó desatinado ; A muchos de los cuales ponen fuego ,
Mas dióle por el hombro tal lanzada, Por no querer, dejados desvarios,
Que el hierro le salió por el costado ; Rendirse ni de sí hacer entrego,
Cayó, porque salieron de repente Antes los mas, á trueco de no darse,
El ánima y la sangre juntamente. Consentían en ellos abrasarse.
T. IV.
98 JUAN DE CASTELLANOS.
Si acaso las doncellas ó donceles » Estoy por esta causa tan perplejo,
De la pajiza casa se salían , Que determinación no me concedo,
Los padres inhumanos y crueles Por ver mi perdición, si aquesto dejo,
A las ardientes llamas los volvían : Y mucho mas perdido si me quedo :
Donde los miserables infieles Muy dudosa mi vuelta si me alejo;
Sus vidas con sus hijos consumían, Si fio del contrariotengo miedo,
Sin quererse ninguno dar á vida Y deslos pesadísimos estremos
De todos cuantos iban de vencida. No sé, señores mios, cuál tomemos.
Cantada la victoria desta suerte, » Mas hecha razonable conjetura,
Cargados de alimentos y despojos, Parece que mi alma persevera
Vuelven los españoles ásu fuerte, En no perder aquesta coyuntura,
En placer convertidos los enojos; Dejando totalmente la ribera ;
Aunque tuvieron pena de la muerte, Y ansi tengo por cosa mas segura
Que entonces ocupó cristianos ojos; El verme con Alonso de Herrera;
Y á quien quisieran dalle sepultura, Podría ser haber conformidades ,
Según aquél lugar y coyuntura. Y socorrer nuestras necesidades.»
Mas el feroz Alonso de Herrera, Entendidas por ellos las razones
Aun sus rencores no teniendo frios, Y el blanco do van todas apuntando,
Hallándose señor de la ribera , Contradecían tales intenciones
Comienza de decir: «aqui los mios » : Su parecer por malo condenando;
Acuden los que son de su bandera, Mas él, con eficaces persuasiones,
Y toman el mejor de los navios, Los hizo mas sujetos á su mando,
Que sobre prevención y ardid de guerra Y ansí, mala sospecha concebida,
Estaba ya con el pro'iz en tierra. Efetuaron luego su partida.
Tratóse con los suyos, y el concierto Puestos en el camino conocido,
Fué cuando los enojos recontados, A Paria caminaban con presteza;
Sobornados grumetes en el puerto, El capitán Herrera que los vido
Que punto no vivían descuidados; Metióse dentro de la fortaleza:
Y agora que el camino ven abierto, Fingiéndose que estaba mal herido,
En un momento fueron embarcados; Armándose con suma lijereza,
Al viento velas dan sin saludallos, Y mandando también que sus soldados
Al Sedeño dejando los caballos. Estén á punto bien aparejados.
El Antonio Sedeño, que de vellos Diciéndoles : «decid que estoy doliente
Grandísima congoja recebia, Cuando vierdes llegar este tirano,
Fué poca parte para detenellos, Porque me venga á ver, y en continente
Porque la menos parte lo seguía; Echaldedos, ó tres, ó cuatro, mano,
Y ansí también después se fué tras ellos Y los demás desarmen á su gente :
Con lapoquilla gente que tenia, Haremos un negocio soberano.»
La cual ida carísima le cuesta, , Llegó Sedeño pues al dicho puerto,
Según entenderéis en lo que resta. Dado fin á las tramas y concierto.
Salieron no sé cuántos al camino,
Debajo la cautela referida,
Diciendo que Herrera si se vino
CANTO SESTO, Fué por tener una cruel herida,
Y que quedarse fuera desatino,
Uonde se cuenta cómo Sedeño volvió á Paria con, intención de recanci Por estar en gran riesgo de la vida;
liarse con el Alonso de Herrera, y lo que le aconteció. Y como en tal sazón era posible,
No pudo parecelles increíble.
Su vida y honra tiene mal segura Con un semblante triste, rostro blando,
Quien hace de contrarios confianza, Mostrando condolerse del suceso,
Según de varios casos de ventura Entró luego por vello, y en entrando
Esperiencia notoria nos alcanza : Usaron con gran furia del esceso ;
De sabios es á buena coyuntura Y á todos los que trajo de su bando
Del primer parecer hacer mudanza, Desarmaron, según atrás espreso,
Pues dañan confianzas al guerrero, Y al Sedeño, diciéndole baldones,
Y mas cuando se cree de lijero. Hizo poner en ásperas prisiones.
Sedeño, como yo soy buen testigo, En el fuerte que fué por él labrado
Era buen capitán y buen soldado ; Con guarda de sus armas proveída,
Mas era del amigo y'enemigo Se vio con cepo, grillos y cañado,
Demasiadamente confiado: Falto de vestiduras y comida;
Agora mas, en procurar abrigo Y estuvo tanto tiempo maltratado,
En enemigo suyo declarado; Que ya desconfiaba de la vida,
Y ansí lodos en estos menesteres Porque las guardas viles y sangrientas
Tenían diferentes pareceres. Le dicen y le hacen mil afrentas.
Porque después que vio cuánto perdía Por oprobio de sus delicadezas
Por la revolución y turbamulta, Y términos galanes y polidos,
Juntó la poca gente que tenia Usaban de sucísimas bajezas
En las cosas de guerra mas adulta ; En el comer, beber y en los vestidos ;
Y pareciéndole que convenia, Y tantas y tan viles asperezas,
Entró con todos ellos en consulta ; Que contallas ofenden los oídos;
Y para se llegará sus respuestas, Su gente, de placeres bien ajena,
Dijo pocas palabras, y son estas : Deseaban librallo desta pena.
«Paréceme, señores, grande mella Tomaron pues á pechos el cuidado
La que hecho nos han estos hermanos, Por modos que jamás fueron sentidos:
De quien siempre terne justa querella , Un Antonio Fernandez y un Machado,
Por ser tan viles, bajos y villanos; Pedro Placeres Gago, Joan de Nidos,
Y mas en tiempo que gozando della Martin López Perdomo y Alvarado,
Dejaron la victoria de las manos, Y otros que de mí fueron conocidos;
Y con tan poco riesgo de la vida . Y para lo librar desta presura
U»a prosperidad tan conocida. Esperaban sazón y coyuntura.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO I. 99
Había pues necesidad urgente El cual gobernador después que hubo
Para se sustentar de vitualla , Llegado con armada suficiente,
Y el Agustín Delgado con la gente La isla Trinidad también anduvo
Fueron por las comarcas á buscalla , Por parle que le fué mas conviniente ;
Quedándose Herrera solamente
Con dos ó tres soldados de canalla, Y en ella con rescates se entretuvo
Creyendo que bastaba su braveza Por dar mantenimientos á su gente ,
A defender aquella fertaleza. La cual, estando toda reformada,
Los otros, con sazón tan deseada, A Neverí hicieron su jornada.
Rodéanlo con áspero denuedo ; Después á la conquista se presenta
Y como los sintió de mano armada, Joan Ponce de León , un descendiente
Salió con mas furor que decir puedo; Del otro deste nombre, cuya cuenta
Mas viendo gente tan determinada, Yo doy en otra parte largamente ;
Adentro lo volvió discreto miedo, *" . Seria por el año de setenta
Porque como lo vieron salir fuera. Cuando en la Trinidad metió su gente :
Tras él iban diciendo: « muera, muera.» No hizo cosa digna de memoria ,
Las puertas les cerró ; mas no bastaba , Y ansí no haré ¿él mayor historia.
Porque los del Sedeño las batían, Criollo de San Joan que conocemos ,
A los de afuera él amenazaba, De parte principal ilustre abuelo ;
Lo mismo los de fuera le hacían : Mas, pues que por agora no sabemos
Finalmente, Herrera preguntaba Otras mas novedades de aquel suelo,
Diesen razón de lo que pretendían; La isla Trinidad aquí dejemos,
Ellos dicen : « poneros hemos fuego, Y háganos gozar de la del cielo
Si no soltáis al buen Sedeño luego.» Aquella sacrosanta Providencia,
Quieto y apartado de sus Geros En las personas trino y una esencia.
Respondióles Alonso de Herrera :
« Haceislo como buenos caballeros,
Gloria, flor y bondad de nuestra era;
Y pues que son forzosos los terceros,
Prometo como tal de echallo fuera; ELEGÍA XI.
Podéis os aquietar, nobles varones,
Que yo voy á quitalle las prisiones.»
Llegado do sus pasos encamina , A la muerte de Jerónimo de Ortal, segundo gobernador
Dijo : (c.mataros quiero, buen Sedeño.» de Paria, donde se cuenta de la segunda entrada que
Respondióle Sedeño muy aína : se hizo por el rio Urinoco, con otras muchas cosas que
o Por cierto vos haréis lance pequeño : entonces acontecieron.
Matar en la prisión una gallina,
O un lirón vencido de gran sueño. —
No quiero, respondió, ser homicida, CANTO PRIMERO.
Antes quiero que vos me deis la vida.»
« Yo vengo con entero pensamiento Entre los demás hilos desta trama ,
De daros libertad liberalmente, Que por la costa bajo va tejida,
Con que hagáis solene juramento Jerónimo de Ortal también me llama
De luego navegar con vuestra gente, A decir el discurso de su vida ,
Y me dejar aquí libre y exento , Porque de vista fué, que no por fama ,
Sin ser de novedades pretendiente; Su persona de mi bien conocida ,
Demás desto debéis quedar conmigo El cual fué natural de Zaragoza,
De no me ser amigo ni enemigo.» Y vino con Ordás en edad moza.
Sedeño, con deseo que tenia Era de Cobos muy favorecido,
De verse do siquiera cielo viese, El cual en aquel tiempo florecía,
Le dijo que haria y juraría Y por el fin que ya tenéis oído
Aquello y mucho mas que le pidiese, Pidió lo mismo que el Ordás tenia:
Porque la libertad que prometía A la gobernación fué proveído,
Valia mucho mas que el interese, Según y por el orden que quería,
Y con ofrecimientos y razones Año de treinta y cuatro comenzado
A él se le quitaron las prisiones. Con el millar y medio ya contado.
El Herrera después con sus criados, Teniendo ya las cédulas reales,
Quitada la prisión que padecia, Apercebióse para la jornada.
Abriéronle la puerta recatados Nombrando capitanes y oficiales
De la gente leal que lo pedia ; Por orden y razón acostumbrada;
Reciben al Sedeño sus soldados Y destos hombres hay muy principales
Con gran contentamiento y alegría; En este nuevo reino de Granada,
Y dándoles las gracias por sus hechos , Como Miguel Holguin, en quien hoy dia
A la mar les mandó fuesen derechos. Se ve virtud, valor y valentía :
Embarcáronse, no sin multiplico Varón en paz. y guerra de consejo,
De furiosos vientos y tormenta ; Enemigo de todo desafuero ,
Y fueron á San Joan de Puerto-Rico , Desde su juventud fué sabio viejo ,
Do Sedeño tenia buena renta: Cristiano y honoroso caballero;
Otros negocios suyos no replico, A los mas virtuosos es parejo,
Porque de sus proezas daré cuenta, En todas buenas obras el primero ,
Y cómo después hizo grande entrada , Cultor muy grande del honor divino ,
Que en estas partes fué solenizada. Y socorro del pobre peregrino.
Dejarémoslos pues desta manera, Vino por capitán Luís Lanchero,
Al Sedeño do pinta mi cuaderno, Varón eabal para cualquier afrenta,
Y al Agustín Delgado y al Herrera Después en este reino fué guerrero
En Paria , do tuvieron el invierno, Que de sus cargos dio muy buena cuenta;
Esperando por horas que viniera Un Joan de Castro fué su compañero
Jerónimo de Ortal con el gobierno , De placeres que vida descontenta,
Del cual el rey le había proveído Otros también pornemos por historia,
Por muerte del Ordás ya referido. Cuando los ofreciere la memoria.
100 JUAN DE CASTELLANOS.
Dispuesta toda cosa necesaria Mas antes que debajo destos fines
Dos naos gruesas y una carabela , Con Rodrigo de Niebla se partiera ,
Para ir en demanda de su Paria, Entró por Uyapar y sus confines
Mandó que se hiciesen á Va vela : E l capitán Alonso de Herrera :
Surgieron en las islas de Canaria, Con cinco principales bergantines
Adonde recogió gente novela ; E una carabela muy lijera :
Y en Tenerife fué principalmente Doscientos hombres, armas y pertrechos,
Donde se le llegó copia de gente. Cinco caballos al viaje hechos.
Que podia pasar bancos de Flandes Eran los de caballo, que do quiera
Y quebrantar el mas soberbio lomo: Pudieran dar de sí bastante prueba,
Es vivo destos hoy Pero Fernandez, El general Alonso de Herrera,
Que se dice de Porras ó Perdomo : De tesorero Joan de Villanueva,
En aquella sazón de bríos grandes, Moran, Pedro de Cea, también era
Y en el tiempo presente de gran tomo, Un Alvaro de Ordás de los que lleva ,
Regidor de Tocaima la nombrada Mancebo valeroso , diestro , fuerte ,
En este nuevo reino de Granada. Sobrino del que ya llevó la muerte.
De allí salió también Antón García , La gente del armada despedida
A quien llamábamos Antón del Guante, Por el Ortal, con capitán amigo
Brioso con alguna bizarría, Dejó la fortaleea proveída
Pero para la guerra muy bastante ; Para ir con el Niebla donde digo ;
Y con aquesta misma compañía Y con prisión angosta y afligida
Gaspar de Santa Fe fué caminante, Los dos que ya nombré llevó consigo,
Con muchos mas que la memoria pierde, No confiándose de sus concetos
Pero yo los diré desque me acuerde. Por tenellos por mozos inquietos.
Prosiguió pues Ortal esta derrota Y van en un navio juntos todos,
De gentes y pertrechos aviado, Corriendo por las aguas espumosas,
Llevando por piloto de la flota Y al doblar de las puntas y recodos ,
Un Cristóbal Ángulo del condado; Que por allí son algo peligrosas ,
Hacia la carrera ser mas nota El Lanchero buscaba muchos modos
Un portugués, piloto corcobado, Cómo poder quitarse las esposas ,
Pues sin haber andado la tal vía Díjome que debajo de desino
Certísimo salió cuanto decía. De hacer algún grande desatino.
Estando pues á vista del golfete Al Niebla le decía : « yo no puedo
De Paria , para do se navegaba, Sufrir estas esposas que me matan,
Un cierto temporal les acomete Quítenmelas por un tan solo credo
Que viento de nordeste levantaba ; Para ver de qué parte me maltratan ;
Despareció la nao de Alderete Luego Niebla trató con rostro ledo
Con doscientos soldados que llevaba, Con el Ortal lo que los dos le tratan ,
La cual fué costa bajo navegando Jerónimo de Ortal cumplió su ruego
El puerto de Cubagua demandando. Para tornárselas á poner luego.
Surgieron los demás en la ribera Quitóselas un mozo marinero,
De Paria , que por todos se desea , Y estándolas mirando blandamente,
Do vieron al Alonso de Herrera, Arrebátoselas Luis Lanchero,
A Villagrán, Moran, Pedro de Cea, Echándolas al mar incontinente;
Joan Fuerte, Villagomez, Talavera , Rióse destas burlas el tercero ,
Joan González, Perálvarez, Perea, E l Ortal las tomó pesadamente,
Con otros, que serian hasta treinta , Y ansí mandó que todos sus fieles
Hombres de quien se hizo mucha cuenta. Se los maniatasen con cordeles.
Ortal luego salió con sus soldados Mas aunque les faltaban las espadas
A consolar la baquiana gente, En la proa do estaban, ya tenían
Los unos de los otros deseados, Muchas cuñas de tiros allegadas,
Se saludaron amigablemente : Y cosas con que bien se defendían :
Herrera con poderes ampliados Las razones que dicen son pesadas ,
Nombrado fué por general tiniente; Bravísimos losfierosque hacían ,
Del nombramiento deste caballero Demás desto la gente mas lozana
Muy corrido quedó Luis Lanchero. A ellos iba muy de mala gana.
Porque por su valor y valentía Queriendo Niebla pues matar el fuego
Tenia deste cargo pretensiones, Que se causaba destas turbaciones,
Y ansí con el enojo que tenia Procuró de ponellos en sosiego
Dijo contra los dos feas razones : Con cuerdas y católicas razones ;
Prendiéronlo por esta demasía , Porque llegados á Cubagua luego
No se quedando Castro sin prisiones, Prometía de dallos en prisiones,
A causa de que para tal demanda Fué de los presos voluntad espresa
Lanchero lo tenia de su banda. Que no se quebrantase la promesa.
Estando los dos presos en el agua Llegados á Cubagua, y entregados
Con guardas que velaban noche y dia, A mas que miserable cativerio,
A Turpiar llegó cierta piragua Quebraron tantas fuerzas de candados,
Con Rodrigo de Niebla , que venia Que parecía cosa de misterio ;
En ella de la isla de Cubagua, Y fueron recogidos y amparados
Y cartas de Alderete que traia, En San Francisco, fuerte monasterio,
Diciéndole quedar en salvamento Do guardas los cercaban por momentos
Con los doscientos hombres que ya cuento. Y les quitaban todos alimentos.
Fué del gobernador bien recebido Noches y días, lanzas y gorguees
Este que con tan huena nueva vino, Por horas los ponían en aprieto;
Por ser amigo suyo conocido, Mas por favor de ciertos andaluces ,
Y de Cubagua principal vecino; Que los favorecían en secreto,
Y al tiempo de volver á su partido Hubieron á las manos arcabuces
Ortal se fué con él aquel camino , Que hicieron el cerco mas quieto;
A recoger sus gentes belicosas Pues de los que tenían este cargo
Y dar orden á otras muchas cosas. Algunos se hicieron á lo largo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA X I , CANTO II. 101
Muchas veces también salian fuera, Tal sospecha tenían arraigada
Cuando los alimentos les faltaban, Todos los capitanes y soldados
Para poder tomar en la ribera Que con Ordás salieron del entrada ;
De lo que los navios descargaban : Y ansí volvieron muy determinados
A todos asombraban de manera De seguir mas de veras la jornada
Que por amor ó fuerza se lo daban; Y costear mejor entrambos lados ,
Ofrecían tamhién algunas prendas , Y por mejor subir por los esteros
Por no tomar de balde las haciendas. Llevaban los navios mas lijeros.
No fueron en el cerco tan continos Yendo pues según orden concertado
Los soldados con lanzas y venablos, Por caudaloso rio y estendido,
Aunque los dos hacían desatinos , Llegaron á Caroa ya nombrado ,
Que para los decir faltan vocablos; Pueblo de muchos dellos conocido :
Tanto, que ya quisieran los vecinos Allí fué nuestro campo reparado
Que se fueran con todos los diablos, Y por algunos días detenido ,
Con ser allí los hombres detenidos Hicieron oficiales con su plancha
Para la defensión destos partidos. Una barca de Córdoba bien ancha.
Trataron pues los frailes , de concierto A veces la llevaban remolcando
Con otros hombres nobles de linaje , Cuando las velas della no servían ,
Cuyo favor también fué descubierto, Y en ella los caballos cada y cuando
En aviallos para su viaje ; Que las necesidades lo pedian :
Al fin ellos salieron deste puerto Sin que se fatigase nuestro bando,
Vestidos y con buen matalotaje, Muy á placer entraban y salian ,
Y corrieron después larga carrera , Industria del Alonso de Herrera,
Aprobando muy bien adonde quiera. Admirable varón adonde quiera.
Estos bullicios vanos acabados, En tanto que la barca se hacia
De que dimos razón algo sumaría, No faltaban rancheos y salidas,
Orlal recogió todos sus soldados Y en ellos los de nuestra compañía
Para con ellos revolver á Paria; Hubieron entre piezas recogidas
Dejó tres bergantines concertados Un indio que Chuipa se decia ,
Para llevar comida necesaria, De proporción y fuerzas escogidas,
E ir con ellos en la primavera Al cual indio pintó naturaleza
En busca del Alonso de Herrera. De gran disposición y gentileza.
Embarcó pues sus gentes Alderete, Hombre, según se vio, de gran pericia
Las suyas Alonso Alvarez Guerrero, En regir escuadrones de su guerra,
Va por trabadas jarcias el grumete, Y este certificaba sin malicia
Alista lo demás el marinero: Estar cerca de allí próspera tierra;
Desuérese la vela del trinquete , Y siempre señaló la tal noticia
Cada cual oficial anda lijero; A las otras vertientes de la sierra,
Al fin llegó con esta compañía Otros algunos indios deste puerto
Jerónimo de Ortal donde quería. Afirmaban lo mismo por muy cierto.
Puestos en Turpíar incontinente Y una cariba india, Catalina
Hizo desamparar la fortaleza, De Perálvarez, moza diligente,
A la Trinidad fué toda la gente Mujer de gran razón é ya ladina,
Por haber de comida mas grandeza : Conformaba con estos juntamente;
Maruaná los recibe blandamente Por lo cual el Herrera determina
Y los demás no muestran aspereza, De enviar al Ordás con cierta gente,
Porque de los rencuentros atrasados El cual luego partió coa buen avío
Estaban estos indios quebrantados. A la siniestra mano deste rio.
Allí toda la gente que traía Fueron nuestros soldados peregrinos
Era medianamente proveída, Por el paraje dicho, por las guias
Porque por su rescate cada día Hallaron muchas sendas y caminos
Acudían los indios con comida : Que se decia ser de pesquerías ;
Ortal ningún agravio les hacia , Y sin poder hallar indios vecinos
Y en la paga su boca fué medida, Anduvieron al pié de veinte días
Entreteniéndose por sus confines Por tan espesas y ásperas montañas,
Hasta venir aquellos bergantines. Que no bastaban ya fuerzas ni mañas.
Anduvo por allí con pia mano Todos ellos de hambre perecían
Sin consentir hacerse desatino, Vencidos y rendidos á flaqueza,
Esperando lasfloresdel verano Los caballos tampoco no podían
Para ponerse todos en camino; Romper por las alturas y aspereza;
Pero su pensamiento salió vano Y cuanto mas arriba los subían
Por el mal que á los otros les avino, Hallaban cumbre de mayor grandeva;
En batalla feroz, cruel, sangrienta, Cesaban ya las hachas y azadones
De que daré después prolija cuenta. Por la debilidad de los peones.
Viendo que no podían ya valerse
Y el gran trabajo que se padecia,
Determinaron todos de volverse
CANTO SEGUNDO, Dende queda la otra compañía :
Que tampoco podia mantenerse ,
Donde se cuenta al trabajoso viaje que llevó el capitán Alonso Antes necesidad los compelía
de Herrara, y cosas en él acontecidas. A proseguir arriba su viaje
Para buscar algún matalotaje.
Todas las mas personas que perdidas En continuación desta corrida
Vimos salir de las jornadas hechas, • Descubrieron algunas poblaciones,
Suelen generalmente ser heridas Do hallaron mi poco de comida
Con estímulos grandes de sospechas Aunque no sin guerreros tropezones:
De que dejaron tierras ascondidas Determinó hacer otra salida
Por no saber llevar vias derechas ; El Herrera con copia de varones,
Y si tomaran tal ó tal camino Pensando que se diera mejor maña
Llevara su derrota mejor tino. Para romper tan áspera montaña.
102 JUAN DE CASTELLANOS.
Perseveró con grande sufrimiento Miguel Holguin y Joan de Avellaneda,
Tres ó cuatro semanas de jornada , Por aquellos lugares de su suerte,
Mas no pudo salir con el intento Hacian bien abierta la vereda
Por estar ya la gente fatigada ; Entregando contrarios á la muerte;
Volvióse no sin gran desabrimiento, Pues el escuadra Sánchez de Cepeda
Y junto con la gente del armada Junto con los valores de Joan Fuerte
A boga y remo sus navios saca Hicieron aquel dia maravillas
Hasta cerca del rio Caranaca. Tantas, que no podría yo decillas.
Vieron disposición de poblaciones Durando pues el bárbaro guerrero
Desde los barcos acia manderecha, Juntos á una misma coyuntura,
Saltaron luego copia de peones Acudieron con un encuentro fiero
Por senda que se vio no ser estrecha: .Para dar fin á la batalla dura ;
Toparon luego grandes escuadrones, El caballo murió del tesorero,
Infinita macana, dardo, flecha, Que se tuvo por harta desventura,
De manad fortísimos paveses Muy mal herido Sánchez y Roberto,
Do hacen poca mella los reveses.
E l gran Herrera su caballo lleva , Y Joan de Avellaneda casi muerto.
Y de los suyos iban arreados Encendida la furia que no para ,
Moran y tesorero Villanueva, Sin desmayar jamás la gente fiera ,
Con armas de algodón encubertados ; Al general hirieron en la cara
• Y para dar de sí bastante prueba Por llevar levantada la visera ;
Los peones también iban armados, Y la herida fué con una vara
Los cuales viendo gentes tan dispuestas Tostada, de durísima madera, .
Las armas y las manos hacen prestas. Quitósela, y estando mal herido
Suena la vocería y el estruendo Fué de mayor furor mas encendido.
De los itotos bárbaros, lozanos, E l brioso caballo revolviendo
Los labios con coraje remordiendo Que con sus voluntades respondía.
Vienen al escuadrón de los cristianos, Por do quiera que pasa va haciendo
Y el indio capitán iba diciendo : Lo que su gran enojo pretendía :
«Vivos me los tomad todos á manos , De su furor los indios van perdiendo
Que los quiero tener en mis riberas Y por los nuestros nada se perdía,
Para que me cultiven sementeras. Calor y sed á todos enemiga
» De mujeril temor limpiad los senos Les causaba grandísima fatiga..
Apriesa por vencer tan duro trancé
E ara poder tomar justas venganzas,
e los que ya sabéis que no son buenos,
Pues vienen á comer nuestras labranzas ¿
Andan entre desnudos los de faldas;
Pero juzgando ser mejor balance
Sin su sudor gozando los ajenos Los desnudos volvieron las espaldas:
Con otras desmedidas destemplanzas. > Los vestidos siguieron el alcance
Retráese la gente castellana No por oro ni piedras esmeraldas,
Para sacallos mas á la zavana. Sino para gozar de su comida
Después que los tuvieron á contento Y ver dó la tenían recogida.
El capitán Alonso de Herrera De la cual fueron todos proveídos,
Hizo cierta señal de rompimiento Y por entonces fué mediana suerte ;
Atropellando bien esta carrera : Curaron luego todos los heridos,
Entró con furia de león hambriento De los cuales ninguno fué de muerte :
Y con aquel valor de quien él era , Fueron algunos dias detenidos
Villanueva y Moran siguen sus huellos , En esta parte con reguardo fuerte,
Y todos los demás fueron tras ellos. Hasta que la herida compañía
Infinidad de sangre va vertiendo Se sintió con alguna mejoría.
Obra de quince dias ya pasados,
Gandules señalados derribando, Con alguna comida que se saca,
A una y otra mano revolviendo, Fueron pasando muchos despoblados
Peones y caballos animando : Por encima del rio Caranaca :
Penachos y plumajes abatiendo i Donde Diego de Ordás y sus soldados
Pechos, cuellos, ijares traspasando; No quisieron creer al arüaca ;
Increíble parece la matanza Andaba ya la gente muy caida
Que este gigante hizo con su lanza. Por faltalles á todos la comida.
Bien ansí como cuando los furores Satisfacían este desconsuelo
Del aquilón, con alas estendidas, Con hallar mucho bledo colorado,
Van robando las hojas y las flores Con una cierta red ó chinchorruelo
Que estaban de sus árboles asidas; Se lomaba también algún pescado :
Y quedan ya perdidos sus olores , Sacaron una vez con un anzuelo
Por cultivados campos esparcidas , Un peje de los otros estremado,
O ya por los caminos y calzadas Que parecía ser congrio perfeto,
En partes diferentes arrolladas; Pero miraculoso su secreto.
No menos que con tales movimientos Porque traído hasta la ribera,
Las fuerzas del Herrera se mostraban, Teniéndolo Miguel Holguin asido,
Derribando guerreros ornamentos Comenzó de temblar en gran manera
De los indios que mas se señalaban : Quedando casi fuera de sentido ;
Aquí veréis caídos y sangrientos, Ayudáronle muchos, y cualquiera
Allí montones muertos se hollaban, Deste mismo temblor fué poseído,
Acullá se rehacen los itotos Y nadie se halló que no temblase,
Con grandes alaridos y alborotos. Aunque con una lanza le tocase.
Moran y el tesorero Villanueva Para satisfacer necesidades
No daban menos muestra de valores ; Al fin lo degolló hambrienta mano,
Pues cada cual su fuerte lanza ceba Hállanse destos pejes cantidades
Donde vian los riesgos ser mayores : En los ríos que corren por lo llano :
El escuadrón de pié también se prueba Tiene las sobredichas propriedades,
En hechos y hazañas no menores , Es bueno de comer y no mal sano,
Por ser todos varones escogidos Y este peje se dice quantum credo,
Y en militares artes instruidos. En griego narce, y en latín torpedo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO II. 103
Navegó pues el campo peregrino Mas los del agua ya tenían prestas,
Inquiriendo mas prósperos asientos, Para les impedir salir al rio,
Y cuanlo mas crecía su camino Algunas escopetas y ballestas,
Tanto mas descrecian alimentos ; Cuyos tiros no daban en vacio ;
Pero con un suceso repentino Y ansí por ser las balas tan molestas,
Se templaron aquestos descontentos, Hicieron algún tanto de desvío ;
Y fué ver en un puerto y anconada Andando pues trabada ya la guerra,
Gran flota de caribes reparada. Llegaron por su parte los de tierra.
Bajaban por el rio de los altos, Luego como sintieron el ruido
Habiendo hecho ya por las comarcas De nuestros caballeros y peones ,
Provincias y lugares grandes saltos, Los bárbaros en guerras instruidos
Hinchendo los ijares y las arcas ; Formaron concertados escuadrones ;
Y muy ajenos destos sobresaltos Y en unas matas bien fortalecidos,
Estaban allí fuera de las barcas, Peleaban no menos que leones :
Ocupados las manos y los ojos Los nuestros por hacelles muy al caso
En repartir preseas y despojos. Trabajaban sacallos á lo raso.
Un solo bergantín vido la junta, El general salió con sus soldados ,
Cuando la luz de Febo se ponía, Entrando por las matas atrevidos,
Y fué yendo doblando cierta punta Algunos dellos fueron lastimados ,
Que las dichas piraguas encubría,: Villagomez y Aller muy mal heridos :
El cual sin mas respuesta ni pregunta Tornaron á herir por todos lados
Se dejó de caer por do venia, Los nuestros con gran furia conmovidos ,
Los remos levantados y tendidos Y el general Alonso de Herrera
Como no fueron vistos ni sentidos. Comenzó de hacer ancha carrera.
Viéndolos revolver de la manera , Acuden los demás con fuerte mano ,
Sin boga y al amor de la corriente, Y fué de tal manera la pelea ,
Fué cosa conocida del Herrera Que pudieron sacallos á lo llano,
Haber detrás de aquella punta gente : En parle que el caballo los desea :
Tomó desotra parte la ribera , El Alvaro de Ordás salió lozano,
Y los demás navios juntamente ; A las parejas del Pedro de Cea,
Consultan capitanes este hecho Moran y Villagrán incontinente,
Para los saltear mas á provecho. Rompiendo por el medio desta gente.
Al fin nuestra cristiana compañía Veréis traspasar pechos y barrigas,
En este parecer solo se cierra, Derribar arco, flecha, dardo, maza;
De les acometer cerca del dia No siega con sudor tantas espigas
Por la parte del agua y de la tierra ; El corvo labrador en ancha haza,
Porque desta manera se haria Cuantos dé aquestas gentes enemigas,
Sin riesgo y á sabor aquesta guerra, Caian por aquella larga plaza,
Y para los curar y regalallos, Pues los peones iban con tal brío
Desembarcaron luego los caballos. Que no dieron jamás golpe baldío.
Fué luego Luis Perdomo Cebadilla, Miguel Holguin, Perálvarez, Joan Fuerte
Para tales negocios suficiente, Y aquel Luis Perdomo Cebadilla ,
Escogido peón por maravilla, Cada cual de los dichos hizo suerte,
Con otros por espía desta gente : Que se puede contar por maravilla ;
Vieron los rancheados á la orilla, Pues Joan Avellaneda cuanta muerte
Sin recelos de tal inconvinienle, Lo hizo vencedor en la rencilla,
Y vieron á la una y otra manó Y aunque de poca edad, Pero Fernandez
Para correr caballos un buen llano. Se hizo ser autor de hechos grandes.
Tornaron á hacer estos conciertos , ¿ Qué se podrá decir del arma fiera
Que los de tierra todos estuviesen Del que regia todos los soldados ,
En unas arboledas encubiertos, Siendo ya mas herrero que Herrera ,
Hasta tanto que los del agua diesen Según sus golpes fieros y pesados ?
En las barcas varadas en los puertos, Él es el que llevó la delantera
Y luego todos juntos acudiesen, Derribando los mas aventajados ,
Lo cual hicieron los de nuestro bando, Y por su parte fué cosa notoria
Sin discrepar un punto deste mando. Que cantaron los nuestros la victoria.
Llegada pues la hora concertada, Por ser de humana sangre tan sedientos
El general los hizo todos prestos, Y no quererse dar ni ser rendidos ,
Él iba con los barcos del armada, Quedaron muertos mas de cuatrocientos,
Los de tierra se fueron á sus puestos, Y algunos , aunque pocos , ascondidos :
Con intención de dar el alborada Recorrieron los nuestros los asientos,
En indios tan crueles y molestos; Do vieron en prisiones detenidos ,
Dobló la punta nuestra compañía, Indios diciendo por vocablos notos:
Llegada ya la claridad del dia. Nosotros no caribes, sino itotos.
Como los víó venir la gente fiera, Decíanlo porque no los matasen,
Admirados de ver cosa tan rara , Mas antes compasión dellos hubiesen;
Acudieron los mas á la ribera El general mandó que los soltasen
Lijeros y veloces como jara ; Y ningunos agravios les hiciesen ;
Luego dio grandes voces el Herrera, Antes les diesen lo que demandasen
Los caribes en él ponen la cara, De las cosas que suyas conociesen,
Asidos de las barcas ó piraguas Asegurándolos de mala guerra ,
Intentando metellas en las aguas. Y de llevallos salvos á su tierra.
«¡Ah barbudos ¡Seiais muy bien llegados, Holgaron los ¡tolos del mensaje
Les decía la gente monstruosa, Y oferta de tan buen salvoconduto,
Dias ha que tenemos deseados Y luego señalaron el paraje
Encuentros desta caza deleitosa : Declarándoles ser de Caburuto :
Seréis en nuestras ollas regalados,, Fueron los indios pues este viaje,
Veremos si tenéis carne sabrosa ; Tentado, pero nunca resoluto,
Ya vamos, suspended'remos un poco, Y en la prosecución de la tal vía
Enmendaremos el intento loco. Decía cada cual lo que sabia.
dOi JUAN DE CASTELLANOS.
Recogieron los nuestros los despojos , Llegaron á las peñas y canales ,
Maíz, yucas y chacos deseados , A quien Ordás juzgó por imposibles,
Todos muy encendidos en enojos Por ser impetuosísimos raudales,
Por bailar muchos indios cuarteados ; Y fuerzas de corrientes increíbles ;
Y no por nuevas ya, sino por ojos Y con ser increíbles ya sus males,
Los ven en barbacoas ser asados ; Las hambres y trabajos insufribles ;
Admíranse de tales insolencias Tentaron de pasar mas adelante,
Y tan abominables pestilencias. Y la perseverancia fué bastante.
De los nuestros perdieron tres las vidas . Toda la cargazón pusieron fuera
Villagomez, Aller, de quien escribo, Escepto los remeros esforzados,
Y Zarate, personas conocidas Para poder pasar á la lijera,
Y de valor y punto bien altivo : De remos y de sirgas ayudados :
El Joan Fuerte sacó trece heridas, Fué laboriosísima carrera,
El cual en estos tiempos está vivo, Pero no los trabajos escusados,
Y pobre como dicen tras paredes, Pues aunque sin un punto de descanso ,
Siendo persona digna de mercedes. Subieron do hallaron mas remanso.
Huyendo corrupción de tantos muertos , La cual suerte no fué tan venturosa
Determinó la gente castellana Que fuese sin desgracia de Roberto»,
De sacar los navios destos puertos, Por caer de una peña resbalosa,
Y partir otro dia de mañana ; Donde saltó pensando lomar puerto ;
Y aquellos indios los hicieron ciertos Y por el agua ser impetuosa ,
Quedar atrás la tierra de Guayana, Nunca mas pareció vivo ni muerto;
Y de morar mas adelante Meta, Dio grave pena hado tan siniestro,
Provincia de algodón y camiseta. Por ser valiente, suelto y hombre diestro.
Algunos hombres viejos han querido Embarcados en partes mas seguras,
Decir ser este Meta que tratamos , Prosiguen los intentos de su via,
Rio de Turmequé muy conocido Con tantas y tan grandes desventuras
Que sale deste reino donde estamos : Que ya memoria dellas se desvia :
Mas es un parecer desvanecido Murciélagos y cosas mas impuras
Para los que mejor lo tanteamos, Por muy grande regalo se tenían,
Ni debe de caber en seso de hombre Por haber en el uno y otro lado
Ser este , ni tener aqueste" nombre. . Inmenso campo, pero despoblado.
Debió nacer aquesta conjetura, Yendo de la manera que refiero,
Entre los curiosos baquianos , Habiendo muchos dias navegado,
Por ser aquesta la mayor altura Dieron en la gran boca del estero
Del reino que tenemos entre manos , De Meta sumamente deseado:
Y la mayor distancia de longura Alegróse cualquiera compañero,
De los rios que vierten á los llanos , Pensando ser concluso su cuidado ,
Pues desde aquí van unos al poniente , Pues aunque de poblado no ven cosa,
Y otros acia la parte del oriente. La tierra se mostraba mas lustrosa.
Siendo pues la distancia tan discreta, Navegados por él algunos dias,
Y con tan prolijísimos desvíos , Con hambres y trabajos tan insines ,
Y en tan grande distancia se entremeta Determinaron estas compañías
Innumerable cantidad de rios , Algún tiempo dejar los bergantines ,
Y todos sus vecinos llamen Meta, Para buscar algunas chucherías,
A aquel por donde entraron los navios, Y mas enjutos términos y fines,
Parece por razón averiguada , A causa del invierno ser cercano,
No ser el nuevo reino de Granada. Y venir ya con rigurosa mano.
Antes entre los dos rios distantes, En este parecer determinados,
Que son el Marañon y el Urinoco, . Dejaron los navios ascondidos ,
Piensan haber provincias abundantes En un estero todos entramados ,
Y el parecer no tengo yo por loco : Y á troncones de árboles asidos :
Mayormente las dos yadichas antes, Saltaron pues en tierra los soldados,
Cuyo compás no debe de ser poco, Y todos los demás apercebidos,
De la cual opinión son los itotos, Mancos y cojos van la tierra dentro ,
Los mas cercanos y los mas remotos. Deseando topar algún rencuentro.
Y ansí nuestro Herrera, resoluto Con un trabajo iban , no sencillo,
En proseguir aquel descubrimiento , Por ciénagas y pantanos muy varios ,
Llevó los indios hasta Caburuto Y llevaban acuestas el hatillo,
Por dar á su promesa cumplimiento: Los tiros y pertrechos necesarios :
Enviaron un indio bien instrulo Con tal rigor que yo no sé decillo ,
Que diese cuenta de su salvamento Por cumplir tales trances ser sumarios ,
A sus amigos, deudos y parientes Al fin salió la gente fatigada
Para que visitasen nuestras gentes. A tierra ya mas alta y escombrada.
En cumplimiento fué de sus mandados , En saliendo de aquellos cenagales
Y en busca de los pueblos conocidos ; Y montañas de gran desabrimiento ,
Hallólos destruidos y asolados Hallaron luego rastros y señales,
Por aquellos caribes ya punidos : Que dieron crecidísimo contento ,
Buscó los unos y los otros lados, Porque donde hallaban naturales,
Hasta dar donde estaban ascondidos: No podia faltar mantenimiento;
Dio larga cuenta de su buena suerte , Y ansí Herrera capitán esperto
Y cómo los libraron de la muerte. Hizo que se pusiesen en concierto.
Sabiendo ser sus deudos y vecinos Pero Fernandez , por su gran soltura
Libres de la prisión y perdimiento , Y ser en cualquier cosa diligente ,
Y muertos los protervos y malinos En un árbol subió de gran altura
Caribes del ejército sangriento, Por devisar mejor aquella frente :
Acudieron á ver los peregrinos Vido señal patente de cultura,
Y traelles algún mantenimiento, Puesto caso que no pudo ver gente,
Diéronles cierta guia de buen tino, Sino por grande trecho de desvíos ,
Para prosecución de su camino. Bultos que parecían ser buhíos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO III. 103
Los términos ya dichos entendidos , Lo mismo fué de los que voy diciendo,
Puesto que nada cierto de lo cierto, Aunque todos fortísimos varones;
De necesarias armas proveídos Pues al tiempo que iban descubriendo
Caminaron por orden y concierto; Mayores y mejores poblaciones,
Mas no pudieron ir sin ser sentidos, Por los achaques que decir entiendo
A causa de ser campo descubierto, Se perdieron aquellas ocasiones ,
Y ser los imiios jaguas carniceros , Y por dejar de mano coyuntura
Todos vigilantísimos guerreros. Acaso se perdió buena ventura.
Los cuales en aquestos menesteres, Llegaron pues al pueblo que se vido,
De toda cobardía muy ajenos, De la gente de jaguas ya vencida ,
Enviaron al monte las mujeres, Do estuvo nuestro campo detenido
Al inútil varón ni mas ni menos; El tiempo que duraba la comida;
Y fueron sus guerreros pareceres Mas el mantenimiento concluido
Esperar en el campo como buenos, Hicieron del asiento despedida,
Con largas guaicas, dardos y paveses, Y nuestros españoles peregrinos
Sin temer de fortuna los reveses. Siguieron mas adentro los caminos.
Salen al campo con potente mano El invierno sembraba sus rigores
Formados escuadrones como diestros, Ajenos de la seca del estío ,
Compusieron el campo castellano E yendo no sin grandes sinsabores
También los adalides y maestros; Vinieron á topar un cierto rio;
Esperaron los jaguas en un llano El cual pasaron doce nadadores
Muy á pedir de boca de los nuestros ; Con sola desnudez por atavío ,
Por ir en los caballos quien bastaba En pañetes que dicen y con suelas
Vencer y sujetar fuerza mas brava. Con solas las espadas y rodelas.
Llegados pues á cómoda carrera Aquestos eran hombres de gran tomo
Cada cual deseando vencimiento, Para bien espiar cualquiera cosa,
Hizo señal Alonso de Herrera Sacar un rastro y abatir el lomo :
Y los jaguas también de rompimiento : Y destos fué Madroño y Espinosa ,
El indio se mostró con mano fiera, Garci Pérez de Vargas, Luis Perdomo,
El español feroz anda sangriento ; Usagre, Gaspar Alvarez, Velosa,
Unas veces los indios jaguas caen, Pero Fernandez , Joan de Campo, Peña ,
Y otras veces los nuestros se retraen. Torrellas y Francisco de Lucieña.
Anda la cuchillada bien espesa, En pasando los doce desla lista,
Cada cual recatado y advertido,
El golpe de macana muy pesado, Sin cosa de cubierta que los vista,
Las puntas de las guaicas atraviesa Fueron por un camino muy seguido;
El sayo de algodón mas estofado;
Pero Herrera daba grande priesa Y á cabo de gran rato dieron vista,
Al escuadrón que via mas cerrado: A cierto pueblo grande, divertido :
Unos traspasa y otros alropella, Volviéronse, según les fué mandado,
Haciendo donde quiera grande mella. Y de lo visto dieron su recado.
Como bala de tiro de fuslera Dadas las nuevas deste hallamiento
De furiosos fuegos impelida, Y con afirmación de no ser falsas ,
Que rompe con su fuerza la hilera Recebieron grandísimo contento,
.De la gente mejor y mas lucida, Y luego se hicieron muchas balsas :
La cual fué por allí red barredera, Pasó cualquiera dellos tan hambriento
Pues á cuantos locó dejó sin vida , Que pudiera comer sin otras salsas,
Y no fué menester segunda suerte Y en pasar el bagaj que se traia
Para ser herederos de la muerte; Gastaron la mayor parte del dia.
Ansí con esta misma destemplanza Las gentes y pertrechos colocados
Rompió Herrera por los escuadrones, Por playas que corrían otra banda
Dejando traspasados de su lanza Hicieron allí noche los soldados,
Mil bárbaros y duros corazones. La cual no fué de pluvias poco blanda;
Aumentan ansimismo la matanza Y los nolurnos cursos acabados ,
Ordás y Villagrán con los peones, Siguieron con buen orden su demanda,
Rracamonte, Holguin, Joan de Losada, Armados los caballos y peones
Y Torrellas, persona señalada. Y en buena proporción los escuadrones.
De grande mortandad los campos llenos, Mas antes que partiesen de la orilla,
Infinidad de sangre ya vertida , Del mucho trabajar ya quebrantado ,
Pudieron mas al fin los que eran menos Falleció Manuel Martin Ranilla,
Poniendo á los contrarios en huida: Que fué valerosísimo soldado;
Buscaron por aquellos anchos senos, Escogido peón por maravilla ,
Y hallaron buen golpe de comida , Y en cualquiera rencuentro señalado,
Con que la gente nuestra se mantuvo ; Y dada la posible sepultura
Y después os diré lo que mas hubo. Siguieron adelante su ventura.
Mas aunque caminaban advertidos,
No se pudo llevar tanto sosiego
Que pudiesen llegar sin ser sentidos
CANTO TERCERO, De los vecinos, que huyeron luego;
Y ansí fueron los nuestros recebidos
Donde se cuenta la muerte del valeroso capitán ALONSO D» HERRERA, Sin nadie perturballes el entrego ,
y cómo luego se volvió la gente sin pasar mas adelante. Hallaron las comidas que les cuadran
Y unos perrillos chicos que no ladran.
Cuando valor de capitán florece, Son buenos de comer y dichos mayos,
Florecen los valores del soldado, A los cuales también llaman auríes,
Si tropieza, si cae, si perece, Hallaron cantidad de guacamayos ,
El ejército queda desmayado , Papagayos y micos y coríes;
Y el ánimo de muchos desfallece Y frutas de guayabas y papayas,
Para no proseguir lo comenzado ; Con no sé cuántos pájaros pajíes ,
Que miembros á contrarios miembros hieren , Que en tiempo y en sazón mas regalada
Mas muerta la cabeza todos mueren. Se tiene por comida delicada.
106 JUAN DE CASTELLANOS.
Son grandes $ y uno dellós tiene cresta Estaba pues á toda coyuntura
De plumas solamente bien formada, Para hacer bastante resistencia,
Otros en la cabeza tienen puesta Mas no siempre veréis hora segura
Una bien hecha piedra turquesada : En trances de sangrienta competencia ,
Otros la tienen verde, y es aquesta Antes si prevalece desventura
Tal, que la juzgareis por bien preciada; Vale poco la buena diligencia;
Mas cosa hueca es, y tal que pierde Y lo que hado quiere que ya sea,
E l muerto su color azul ó verde. Por mil vías y modos se rodea.
Puestos en este pueblo que ya cuento A la sazón que el bárbaro llegaba
Con la vela que pide buen gobierno, Con pretensión tan dura como esta,
Recogieron algún mantenimiento, La gente castellana reposaba
Aunque poco maíz por estar tierno: El pesado bochorno de la siesta,
Perseveraron en aquel asiento Debajo centinela que velaba
Hasta pasar la furia del invierno; En un alto buhío siempre puesta ,
Era cada buhío prepotente, Mirando todas partes del estancia
Y capaz de gran número de gente. Con toda la posible vigilancia.
Salian por los campos cultivados Mas cierta mujer fué, que no debiera,
A buscar los maíces y cogellos, En esta turbación, cuyo marido
Do tuvieron rencuentros porfiados Con todos los demás andaba fuera
Y salieron muy bien de todos ellos: En recoger comida divertido;
Hicieron allí hechos señalados La cual no fué mujer sino Mejera,
Que no tengo lugar para ponellos ; Según el mal después acontecido :
Y sé que señaló bien su persona A la vela llegó pues esta dueña
Alejandro Durazo y un Bayona. A fin de le rogar fuese por leña.
Viendo los indios pues su mal presente, Esto con gran instancia le rogaba
Apellidáronse de comarcanos Por guisar no sé qué de lo que habia,
Crecidísimo número de gente Para dar al marido que esperaba
De sueltos pies, fortísimos de manos , Con los demás de nuestra compañía:
Y buscaron un tiempo conviniente La vela grandemente se escusaba,
Para venir á dar en los cristianos , Y ella lo convenció por esta via:
Con determinación y con intento Traedme con que haga la candela,
De morir ó gozar de vencimiento. Y entre tanto que vais haré yo vela.
Por bien efetuar sus intenciones Persuadido pues para que vaya,
De diferentes armas proveídos, Como quien mal alguno no recela,
Ocuparon los campos escuadrones, El sayo se bajó, subió la saya
Sin vanos alborotos ni ruidos; Al lugar señalado para vela :
Mas todos con soberbios corazones Comenzó de hacer el atalaya,
De rabiosa venganza poseídos , Y al fin fué de mujer la centinela,
Y con obstinación tal y tan dura Pues el espacio fué nada prolijo,
Que no causó pequeña desventura. O si los indios vido no lo dijo.
Iba cualquiera dellos muy untado Vinieron por la parte que tenia
Todo hasta la parte mas sujeta, Una quebrada grande montuosa,
De bija, que es bitumen colorado Que al pueblo con sus aguas proveía ,
Que los miembros y carnes les aprieta , Y en esta coyuntura fué dañosa;
Tan diestro sagitario y acertado Pues su fuerza de ramas encubría
Que no suelta de balde la saeta , La multitud de gente belicosa,
Por siempre ser en todos los oficios Y como su lugar dispuesto fuese,
Estos sus principales ejercicios. Llegaron sin que nadie los sintiese.
Cualquiera morador de aquesta tierra Saliendo de las matas y manglares
De tales asperezas se compuso, Topó con un muchacho la tormenta
Que de paz y sosiego se deslierra De la morisca Leonor Suarez
Y en furia y en rigor está recluso; A quien llamábamos la Fundimenta:
Ansí que todos son hombres de guerra Hijo que procedió de sus ijares ,
Desde que de razón tuvieron uso, Del cual ninguno dellos hizo cuenta ,
E l principal, menor y mas villano Antes sin enseñalle mal semblante
Nacieron con las armas en la mano. El ímpetu pasó mas adelante.
Y aunque en otros oficios se recrea Como lago de llano muy remoto ,
Como cultivar campos y florestas, Antes en alta sierra represado,
Oficio principal es lá pelea , Que con gran tempestad y terremoto
Sus bodas, regocijos y sus fiestas ; Rompió lo mas pendiente del un lado,
Tomándole la voz do quier que sea Y el aguaje llevó tal alboroto
Los arcos y las flechas están prestas, Que trocó los descuidos en cuidado,
Ansí que todos llevan buena gana Y con aquel grandísimo ruido
De verse con la gente castellana. Cercano morador se vio perdido ;
Andaban de los nuestros muchos fuera Con tal ímpetu son acometidos
Del pueblo y en rancheos ocupados ; Los españoles pocos que dormían :
Y el capitán Alonso de Herrera Despiertan los despiertos y dormidos,
En él quedó con los demás soldados, Y acuden á las armas que tenían;
Con el recato que menester era Algunos dellos fueron mal heridos
Si fuesen de los indios salteados, Al salir de las casas do vivían,
De noche siempre vigilante vela , Uno sale con armas, otro falto,
Y ansimismo de dia centinela. Y todos con pesado sobresalto.
Y sin haber semeja ni barrunto Acude luego para su caballo
De quien pudiese ser sobresaltado , El capitán Alonso de Herrera;
Sus armas y caballo muy á punto, Mas ¡ ay dolor! crue no pudo hallallo
El freno del arzón siempre colgado En su bien proveída pesebrera;
Dentro de su buhío, y allí junto Porque sin él decillo ni mandallo
Para tenello mas á buen recado, Se lo llevaron para que bebiera*
Y á todos en aquesta pesadumbre Luego con el orgullo de su brío
Les hacia tener esta costumbre. Salió para pedillo del buhío.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA X l , CANTO til. 107
Yendo pues el varón via derecha Porque todos herían á porfía
En cuerpo, y en la mano una espada, Encendiendo de nuevo la pendencia,
Pasóle las espaldas una flecha, No menos, ni con menos valentía
Otra le segundó por la quijada : Que tuvo la primera competencia;
Volvióse luego con mortal sospecha Y los briosos indios todavía
Para se las quitar en la posada, Hacían la posible resistencia;
En las cuales fatigas y vejamen
Luego muchos soldados acudieron, Hubo también un singular certamen.
Y el caballo que pide le trajeron. Porque Antonio Fernandez, lusitano,
En este tiempo ya Pedro de Cea, Topó con un mancebo bien dispuesto,
Moran y Ordás andaban á caballo, Que lo hizo salir mas á lo llano
Y el daño que hicieron se me crea Haciendo señas con minace gesto:
Que no seré capaz para contallo; Batalla se trabó con dura mano,
Mas el bárbaro vence la pelea, Sin que los nuestros viesen nada desto ;
Y no son parte para sojuzgallo, El indio de sus armas se aprovecha,
Aunque les ayudaban los peones Y el muslo le pasó con una flecha.
No menos que bravísimos leones. El lusitano fuerte y esforzado,
A caballo salió luego Herrera Puesto que se sintió muy mal herido,
Con determinación de su venganza. Nada de su vigor menoscabado
El herido león salió ya fuera : Fajó don el gandul embravecido;
¿Quién os dirá la fuerza de su lanza, Ninguno dellos anda desmayado,
Y cuan anchafyaciala carrera, Y cada cual defiende su partido:
Cuan grande, cúán crecida la matanza ? Hubo de todas partes grande priesa,
Con tal furor los bárbaros rompía, Puñete y cabezada mas espesa.
Que todo por delante lo barría. Por no venir á menos ni rendirse
Como toro que rompe por villanos Sacude la rodilla y anda diente:
En multitud ajena de conciertos, El terrible gandul quisiera irse
Que por los que se muestran mas ufanos Recelando favor de nuestra gente,
Suele hacer caminos mas abiertos : Y ansí reforcejó por desasirse ;
Unos atropellando con las manos, Mas Antonio Fernandez no consiente,
Otros que con los cuernos deja muertos, Antes sus gruesos brazos y sus garras
Y los ya lastimados y los sueltos Servían de fortísimas amarras.
Todos andan confusos y revueltos : Como dragón asido de la caza,
No menos que con estas furias tales, Que en Indias salteó con sus acechos,
Antes con mas crueles pretensiones j Y con sus duras roscas embaraza
Rompia por los indios principales Los miembros y resuello délos pechos,
Desbaratando duros escuadrones : Y aunque por luego no la despedaza,
En unos las lanzadas son mortales, Los huesos tiene ya casi deshechos,
En otros nunca vistas confusiones; Y cuanto cruje mas hueso que quieBra
Pues no ve principal en esta guerra Dos tantos mas aprieta la culebra ;
Que no derribe luego por la tierra. No con menos vigor ni menos blando
Todavía porfía quien se halla E l Antonio Fernandez del afierra,
Con armas ofensivas y con vida, Y andando mucho tiempo forcejando
Pero viendo la bárbara canalla Dióle traspié que dio con él en tierra:
La competencia tal y tan reñida > Por la cual anduvieron revolcando
Desamparó con miedo la batalla, Cada cual por vencer aquesta guerra;
Y todos se pusieron en huida ; Al fin lo sujetó, mas de manera
Tras ellos los caballos sin Herrera Que no lo mató , puesto que pudiera.
Siguen por su mandado la carrera.
Estos tres caballeros van siguiendo Conclusas y acabadas las cuestiones
Al bárbaro cruel y duro bando, En que los dos se vieron de mal arte,
Los unos de los otros dividiendo, El indio se dejó poner prisiones
Gran número de sangre derramando; Por superioridad del otro Marte;
Que no hiciesen cuerpo defendiendo Y el vencedor laflechade harpones
Para mejor los ir alanceando, Sacósela por la contraria parte,
Mas un indi.o ya viejo se repara Aunque Con la herida penetrante
Y al buen Pedro de Cea hizo cara. Paso nú pudo dar mas adelante.
Batió las piernas él por derriballo, Mas espaldas ajenas tuvo prestas,
Mas el gandul usó de tal reguardo Porque para llegar á su rebaño,
Que le hirió de muerte su caballo, El indio lo tomó sobre sus cuestas
Pasados los ijares con un dardo : Recompensando parte deste daño :
Espoleólo mas por alcanzallo , Fueron las otras gentes descompuestas
Mas un cierto temblor lo hizo tardo, Ansimismo con un rigor estraño,
Bajóse para ver el desconcierto, Para todas las partes tan molesto
Que su furia duró hasta sol puesto.
Y el dardo fuera luego cayó muerto.
Desbaratada pues la gente brava,
Moran y Ordás, por no perder el lance Los nuestros recogidos á bandera,
Y poner mas temor en estas gentes, El Ordás les contó lo que pasaba
Cop gran furor siguieron el alcance A los que ya dijimos andar fuera;
Dándose los reguardos convinienles ; También de la manera que quedaba
Y fué de temerarios el balance El general Alonso de Herrera
En ir solos sin otros combatientes ; En grandísimo riesgo de su vida,
Mas el atrevimiento de locura De que se recebió pena crecida.
Buen suceso lo hizo ser cordura.
Pues al tiempo que van por la zavaha Y tanta, que cualquier noble soldado
Siguiendo la desnuda compañía, Hacia sentimiento lamentable,
Toparon con la gente castellana Por ser de todos ellos muy amado
Que de buscar comida ya venia : Con voluntad sincera y entrañable ;
Todos juntos en ellos dan de gana Era bien comedido, bien criado,
Sin poder atinar por qué seria, Su conversación grata y amigable,
Y los indios huyendo de rigores Hombre bastante para todas cosas,
Vinieron á hallar otros mayores. Y cuyas fuerzas fueron monstruosas.
108 JUAN DE CASTELLANOS.
Con el desgusto pues desta fortuna > Hay montañas y tierras pantanosas,
Que mayor sinsabor les prometía, Rios dificultosos en pasados,
Caminaron de noche con la luna Las aguas de los cielos rigurosas,
Por asconderse ya la luz del dia : Indios que no podemos sojuzgallos :
Llegaron al lugar todos á una Estamos faltos ya de todas cosas,
Do hallaron la triste compañía, A mas andar perecen los caballos,
Crecida cantidad dellos flechados La traza que pareee mas segura
Y algunos de vivir desconfiados. Amenaza con harta desventura.
Curaron luego todos los heridos » Ponen otras cien mil dificultades
Desta valerosísima caterva, De las tierras adentro nunca vistas,
Y fueron los mas dellos socorridos, Que traen aparencia de verdades,
Puesto que los curó crasa Minerva; Y suelen suceder en las conquistas :
Pero contáronse con los perdidos De las cuales con sus antigüedades
Tres de los que hirió nociva yerba: Todos pueden ser buenos conmistas;
Vargas, Usagre, nuestro buen Herrera, Al fin de nuestra gente la mas suelta
Indigno de morir desta manera. Están que ya querrían dar la vuelta.
Tuvo de duración dia seteno » Bien sé que no lo hacen de cobardes,
Después de la sangrienta competencia , Sino con recatado miramiento,
Rabiando con la fuerza del veneno Pero porque después, si murmurardes ,
Armado de grandísima paciencia; Los ptieda disculpar su cumplimiento ,
Hizo sus diligencias como bueno Dice que por aquello que ordenardes
Con toda la posible penitencia, Pasarán sin poner impedimentos;
Noble fué de nación y también era Miraldo bien , que no darán razones
Natural de Jerez de la Frontera. Que declinen de vuestras intenciones.»
Al Alvaro de Ordás dejó su cargo Después que las razones se notaron
Antes que desta vida se partiese, Por nuestra flaca gente peregrina,
Porque quiriendo ir mas á lo largo En el negocio dieron y tomaron,
Aqueste caballero los rigiese, Y sin contradicion se determina
Mas fué su fin á todos tan amargo Volver donde los barcos se dejaron
Que cosa no se vio que mas lo fuese , Para consigo dar en la marina:
Y ansí con un estraño sentimiento Llegaron do querían macilentos,
Celebraron aquel enterramiento. Cansados,flojos,flacosy hambrientos.
A la tierra hicieron el entrego Embarcáronse luego nuestras gentes
En un buhío grande señalado; No con priesa menor que torbellino,
Y porque del furor del indio ciego Sin haber menester limpiar los dientes
No fuese del lugar desenterrado, Ni después enjuagárselos con vino;
A todos los bunios ponen fuego Y aunque les ayudaban las corrientes
Porque quedase mas disimulado, Quisieran abreviar mas el camino,
Que sutelen indios con sus desconciertos Llegaron al furor de las canales
Desenterrar á los cristianos muertos. Y á los impetuosísimos raudales.
Y en circuito dellos muchos juntos Estando pues allí la gente presta
Como si vivas fueran las presencias A los riesgos que el agua les enseña,
Suelen hacer á miseros difuntos Desembocó la flota mal compuesta
Muchos denuestos, graves insolencias; Por la mayor canal desta gran peña,
Y allí recitan todos por sus puntos Mas veloce que tiro de ballesta
Sus valentías, guerras y pendencias, Que de sí despidió rasa cureña ;
Diciéndoles las cosas que hicieran Mas un bergantín dellos dio tal lado
Si por ventura vivos los tuvieran. Que poco menos fué que zozobrado.
Hechas las diligencias que ya cuento, El riesgo visto de la barca hueca,
Todos enajenados de placeres, Y que se trastornaba ya la quilla ,
El Ordás hizo luego llamamiento Saltaron della dos en peña seca,
De todos por oír sus pareceres , Isleo dividido de la orilla ;
Y ver las voluntades y el intento Y fueron Pero Gómez y Fonseca,
Que tenian en estos menesteres, Vecinos naturales de Sevilla ;
Y venidos á las congregaciones Peral varez guió mas á provecho,
A todos les habló tales razones : Y el bergantín quedó luego derecho.
« Señores, la desgracia sucedida El cual en un remanso detenido
Hace los corazones lan inciertos, Estuvo de los remos ayudado,
Que muchos mas pretenden la huida Cada cual de los dos se vio perdido,
Que buscar nuevos reinos encubiertos; Y ansí tras él también fueron á nado :
Y como tal varón perdió la vida, Fué Pedro de Fonseca recogido
No me espanto que todos estén muertos, Y el pobre Pero Gómez ahogado,
Y falten intenciones y semblante Al mísero sobrábale destreza ,
Para querer pasar mas adelante. Pero no pudo mas con la flaqueza.
»Y ansí muchos soldados, que presentes Salidos ya de pedregosas vias
Están en esta junta que hacemos, Corrieron agua bajo por la posta,
Me representan mil inconvinientes Comiendo, si hallaban, chucherías
En los cuales es bien que reparemos , Y lonja de caballo bien angosta ;
Para que con acuerdo de prudentes Y al cabo de gran número de días
Lo que fuere mejor eso tomemos , Salieron las navios á la costa ,
Y aquello se nivele con el seso Y en Peratarue mozos y los viejos
De la buena razón y justo peso. Andaban á marisco de cangrejos.
» Porque dicen algunos hombres buenos Al alto mar salió dia siguiente
En quien conozco toda valentía, Esta congregación toda hambrienta,
Los indios ya mas son antes que menos, Los vientos le calmaron de repente,
Nosotros somos menos cada dia : Y en calma padeció grave tormenta :
Estamos de socorros muy ajenos, El orgullo fué tal de la corriente
Sin esperanza de otra compañía, Que marineros diestros desatienta,
Y aunque el gobernador venga camino, Embestía la fuerza del olaje
No nos puede seguir sin desatino. A todos los que hacen el viaje.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA X I , CANTO 111. 109
En aquestos desastres y fortunas Las voces que se dan llegan al centro,
Quincoces, mayordomo del armada, Soltaron un vérsete tal cual era ,
Tenia una botija de aceitunas
Para el gobernador siempre guardada : Los indios recelaron el encuentro ,
Quebróse con las mares importunas Teniendo por mas fuerte la bandera ;
Y descubrióse luego la celada, Metiéronse los unos mar adentro,
Acuden, quien mas puede mas ensarta, Una piragua toma la ribera ,
Diciendo: muera Marta y muera harta. La gente que decimos española
Anda la rebatiña de manera Siguieron solamente la mas sola.
Que del morir los hace descuidados, Viéndose la piragua perseguida,
Comían lo de dentro y lo de fuera, Con su velocidad acostumbrada
Pues no fueron los cuescos reservados: Se pusieron los indios en huida,
El capitán Ordás se desespera, Y en tierra la dejaron zabordada :
Llamándoles de puercos, desalmados, Hallaron muchedumbre de comida
Por vellos empapados desta suerte, Por nuestros españoles deseada,
Estando tan cercanos á la muerte. No faltaron allí carnes humanas
Viendo la cosa tan desatinada, De indios ó de gentes castellanas.
Y que del desatino nadie cesa, Porque siendo las cosas repartidas
El Ordás puso mano del espada , En la barca del bárbaro guerrero,
Haciendo'solenísima promesa Se hallaron preseas conocidas
De dar sanguinolenta cuchillada De Joan de Villanueva tesorero :
A quien no jamurase muy apriesa, Duda tuvieron todos de sus vidas,
Y estando con tal riesgo como este Y salió su conceto verdadero ,
Comenzó de ventar el norueste. Pues inquiridos por aquellos puertos
Ya podia salir con vela llena No parecieron mas vivos ni muertos.
La nave pequeñuela combatida, En continuación de su camino
Ordás quiso gozar hora tan buena La costa mas abajo se navega,
Por evitar el riesgo de su vida; Hallaron al Perdomo y al Andino,
Y al tiempo que guindaban el entena Y el resto de la gente se les llega:
Quebróseles la triza de podrida, Contaron el asalto repentino,
Batíanlos las olas mas al sesgo, La fuerza y el rigor de la refriega,
Y ansí corrían mucho mayor riesgo. La muy mala sospecha que tenían
De los que por allí no parecían.
Mas el gentil y bien compuesto griego Recogióse la gente y el fardaje
De Rodas, Alejandro de Durazo , En los tres bergantines solamente,
Los cantos de la vela tomó luego, Prosiguieron á Paria su viaje
Y entena hizo de uno y otro brazos; En busca del Ortal y de su gente;
Y ansí con él y aquel viento gallego Mas en ella y en todo su paraje
Salieron del orgullo y embarazo, No pudieron hallar cosa viviente ,
Entre tanto la triza quebrantada Antes aquel castillo descompuesto,
Fué de los marineros remediada. Según que ya dijimos antes desto.
Por los demás navios se reparte Viendo desiertas estas poblaciones,
Aquel orgullo de fervor marino; La dicha fortaleza ya quemada ,
Y andando todos ellos de mal arte, Bajaron al ancón de Mejillones
Distantes buen espacio de camino , No con resolución determinada;
Uno dellos abrió por cierta parte Pero todos los mas con intenciones
De que era caporal Andrés Andino ; De nunca revolver á la jornada,
Quedaran estos pobres patifríos Pareciéndoles cosa mas segura
A no hallar allí muchos bajíos. Buscar por otras vías su ventura.
Salen á vuelapié hasta los cuellos , A las sazones que esto se movia
Pero todos las armas en la mano, Entre los miserables fatigados,
Encrespadas las barbas y cabellos En Trinidad estaba todavía
Con el salso licor del Océano ; Jerónimo de Ortal con sus soldados:
Y caribes después dieron en ellos Esperando mas amplia compañía,
Como los vieron tales en el llano, Y los tres bergantines concertados ,
Mas defendiéronse valientemente Y que viniese ya la primavera
Perdomo y el Andino con su gente. Para ir en demanda del Herrera.
Habia ya pasado muy delante Sabían ser aquestos los conciertos
El otro bergantín y compañía , Entre Herrera y él de cierta ciencia;
Y en él Francisco de Evora, bastante Pero ningunos dellos están ciertos
Marinero sagaz que lo regia : En qué parte hacia residencia,
La cual navegación fué tan distante O por qué se movieron destos puertos
Que no pareció mas desde este dia ; Sin les dejar allí viva presencia:
iba con los demás que dentro lleva Al fin todos confusos y perplejos
El tesorero Joan de Villanueva. Echaban sus juicios á lo lejos.
De los tres bergantines hubo junta Siendo pues sus propósitos y fines
En puerto do hallaron los dos menos, Nada diferenciados en conceto ,
Ordás á todos ellos les pregunta A estos mismos puertos y confines
Qué será de los otros hombres buenos ; Donde todos se vian en aprieto,
Pero por todos ellos se barrunta Llegaron los tres dichos bergantines ,
Que debían estar en otros senos, Y por su capitán Martin Nieto,
Por haber visto gente reparada Con soldados bizarros y contentos,
En una cierta playa y anconada. Y mucha cantidad de bastimentos.
La luz de los mortales desviada, Saludáronse unas y otras gentes
En busca de su gente salen fuera ; Con la gracia y amor acostumbrado,
E yendo prosiguiendo la jornada Por ser lodos hermanos y parientes,
Antes de ver el fin desta carrera , Peregrinos en un mismo cuidado:
Sin pensallo toparon un armada Los que de nuevo van están pendientes
De caribes y gente carnicera ; Del otro que llegó desbaratado,
La guerra por los nuestros se comienza, Por vello seco, flaco, consumido
Movidos mas de miedo que vergüenza. Y casi sin reparo de vestido.
1 10 JUAN DE CASTELLANOS.
Las manos y las piernas muy pecosas, A fin de recoger alguna gente ,
De mosquitos, espesas picaduras, Que hicieron ausencia del armada,
Con unas camisetas deseosas Y cosas que serian convinientes
De ver algún jabón por sus costuras: A la prosecución de la jornada:
Las espadas sin vainas y mohosas , Allí supo delitos diferentes,
Hartas de romper tripas y asaduras , Dignos de corregir mano pesada,
Peores y de mas malas maneras Y en una levantisca compañía
Que forzados que huyen de galeras. Un no sé qué hedor de sodomía.
Todos ellos estaban admirados Habían destos ya hecho justicia
De ver en estos hombres tan vil traje ; En Uyapar, según es ordinario ,
Mas ellos les contaron sus cuidados , Pero disimulóse la malicia
Su mas que prolijísimo viaje: De cierto calafate necesario :
Los trabajos inmensos comportados, Ordás agora desto dio noticia,
La braveza del bárbaro salvaje, Y cada cual allí le fué contrario;
Los terribles calores, los estíos, Mandándole prender los de Cubagua,
Innumerables ciénegas y rios. E l dicho hizo fuga por el agua.
Contando que ni noches ni mañanas Venciendo con grandísima constancia
Vian enjuta ropa que se lleva : De las ondas del mar montes supremos,
A las gentes compuestas y galanas Con tan grande vigor y vigilancia,
No les pareció bien aquesta nueva ; Que en las humanas fuerzas son estreñios:
Y ansí mostraron todos malas ganas Navegó siete leguas de distancia
De tornar á hacer aquella prueba, El cuerpo por batel, los brazos remos,
Antes de procurar con el que manda Tantas leguas nadó desde esta playa
Que mudase derrotas y demanda. Hasta poder llegar á las de Araya.
Luego vinieron todos á concierto Fuera del mar salió; mas ¿ qué aprovecha
De que los bergantines mal parados Que Neptuno quisiese reservallo ,
No hiciesen mudanza deste puerto, Pues si tal elemento lo desecha,
Sino los que venian aviados ; El del fuego no quiso desechallo?
Y que para dar cuenta de lo cierto La tierra que bolló también acecha
Fuesen algunos hombres señalados , El rastro que tomó para tomallo,
Que pudiesen á Ortal decif de vista Las llamas avivó fuerza del viento,
El suceso de toda la conquista. Donde vido sufiny acabamiento.
Fueron pues, para dar razón entera , A Neverí llegó nuestro Delgado
Nombrados de común consentimiento, Donde desembarcó su compañía ,
Miguel Holguin y Pedro de Ribera, Luego hizo fundar pueblo nombrado
Personas de muy gran merecimiento; San Miguel, por llegar en este día :
Y para proseguir esta carrera Asiento todas horas infestado
Las velas hacen dar al manso viento; De mosquitos inmensos que tenia,
Llegaron á la isla referida, Tantos, que cubren barbas y cabellos,
Donde estaba la gente detenida. Y andaban como tontos todos ellos.
A prima fronte fueron recebidos Tomaron por alivio de su pena
Con aplausos de gran contentamiento; Disciplina de golpe riguroso,
Pero ya los desmanes entendidos Ojeando con ramos de verbena
Engendróse pesado sentimiento: Las picas del ejército goloso :
De cuya causa todos son movidos Algunos se cubrían con arena
A no perseverar en el intento, Por tener algún poco de reposo,
Sino procurar ir otro camino, Podían reposar desta manera
Que yo diré con el favor divino. La cabeza tan solamente fuera.
Hubo hambre cruel y calentura
A vueltas de tormento tan terrible :
El indio nada da, ni se procura
• CANTO CUARTO, Sino por su rescate convenible ;
Faltábales, y en esta coyuntura
Donde se cuenta la mudanza que hubo en el campo del gobernador
JEROSIVO D E ORTAL, y cómo determinó entrar por Maracapana, y las
Para se la tomar poco posible ,
demás cosas acontecidas en aquella provincia. Impedían los tiempos y razones
Hacelles á los indios siprazones.
Muchas veces los males sucedidos Demás de que los indios del paraje
A los hombres pasados ó presentes, No ponían á paz algún embargo,
Nos hacen recatados y advertidos Y pudieran quitalles el pasaje
Para seguir caminos diferentes: Para no se meter mas á lo largo :
Bien como son ejemplo los punidos Muchos allí hacían su viaje
A muchos para no ser delincuentes, De Cubagua con este mismo cargo,
Pues aunque no padezcan la tal pena De rescatar esclavos ó comida ,
Póneles duros frenos el ajena. Luego la paga dello proveída.
Ansí, pensadas bien adversidades Que también entre indios se hacían
Del rio de Uyapar y sus entradas, Pesadísimos saltos y nocivos :
En todos ellos hubo novedades , Mataban, abrasaban , destruían,
Algunas algo ya demasiadas. Traían á sus tierras muchos vivos ;
Ortal mudó sus propias voluntades Y aquellos rescataban y vendían
Como vio las de todos tan mudadas, Como sujetos suyos y captivos,
Determinándose como prudente Y aun algunos insanos y dementes
Poner en Neverí toda la gente. Vendían á sus hijos y parientes.
Salieron todos pues de la ribera Por haber los esclavos tan barato
Para donde tenían concertado, Se frecuentaba bien este camino,
En lugar del Alonso de Herrera Y en estas dichas ferias y contrato
Por general un Agustín Delgado : Un Luis de Sanabria fué ladino;
Dignísimo de mucho mas que fuera El cual, después que ya dejó su lra|.o,
Bastante para muy mayor cuidado, En este nuevo reino fué vecino;
Y aviados en paz y con sosiego Fué capitán entonces diligente ,
O/tal para Cubagua se fué luego, Astuto , lijerísimo, valiente.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO IV.
Estando pues el pueblo tan doliente, Diciéndoles en lengua conocida
m
Y la gente de todo bien ajena, Haciendo la perneta por gran rato :
E l Sanabria llegó con otra gente
De esclavos proveída la cadena : «¡ Ah guarichas! ¿ poneisos en huida
Llegaron Diego Gómez, Luis Valiente , Por escapar del indio Manicato?
Un Joan Guillen, Riberos y Villena, Venid, venid por piezas y comida,
Por quien en tempestad tan afligida Que aquí la venderemos bien barato. »
Fué la mísera gente socorrida.
Y si dieran lugar los mal heridos,
Después que estos salieron del inviso Volvieran por estar todos corridos.
Lugar y playa mal apercebida, Otros insignes lances desta gente
El Agustín Delgado luego quiso Pudiéramos contaros sucesivos,
A todos dar remedio y á su vida : Do dejaron el asa y aun la frente
Al gobernador hizo dar aviso Capitanes de punto bien altivos :
Pidiendo brevedad en su venida, Y sé que pican valerosamente
Siendo por su mandado mensajero Cuantos hoy por allí se hallan vivos ;
El cabal Alonso Alvarez Guerrero. Porque continuas guerras de los nuestros
A Cubagua llegó, donde se vido Los han hecho mas sueltos y mas diestros.
Con el gobernador dando razones Pero con tantas idas y venidas
Bastantes para ser persuadido De las cercanas islas con armadas,
A huir cualesquiera dilaciones : Quedaron estas tierras destruidas,
Partióse luego bien apercebido Sus costas y fronteras asoladas ;
Con cien escogidísimos varones, Y si fueran entonces repartidas
Un sacerdote de mi mismo nombre , Según las cosas hoy van ordenadas,
Francés de su nación y cabal hombre. Fuera la poblazon que represento
Volvió con él Sanabria como guia, A, muchos españoles gran sustento.
Principal adalid del campo nuestro, Mas nunca se curó nuestra compaña
Porque para lo que se pretendía De poblar por allí sierra ni llano,
Ninguno pudo ser mejor maestro : Con poder competir con nuestra España
A rescatar salió como solia En gentes ó muy poca menos mano :
Entrando por la tierra como diestro, También Ortal se dio muy mala maña
Yendo también con él Gómez de Armada, Estando lo de dentro todo sano,
Ansimismo persona señalada. Y pudiendo los indios ser instrutos
En acudir con rentas y tributos.
Pocos días después de su partida Si don Diego de Ordás allí se viera
Volvieron estos dos rescatadores, Después que revolvió de los raudales,
En Indias abundancia de comida Otro concierto y orden se tuviera
Noticia de caciques muy mayores : En fundarse ciudades principales
Por ellos otras veces entendida, Como quien entendió qué cosa era
Siendo los de la costa los autores ; Poblar y repartir las tierras tales;
Mas á cristianos ojos nada desto Pues adonde de gentes hay grandeza
Antes babia sido manifleslo. Con ellas se granjea la riqueza.
Pues aunque frecuentaban las armadas Mas los que por allí llevaban cargo
La costa so colores de rescate, Otro Pirú buscaban solamente,
Entrarse mas que dos ó tres jornadas Y ansí siempre colaban á lo largo
Teníase por grande disparate ; Dejando muy atrás el bien patente :
Y no con herraduras preparadas, Fué cierto pesadísimo letargo
Por ser su buen rocín el alpargate, No considerar mas que lo presente,
Aconteció volver veces no pocas Y ser de todos principal estima
Quebradas las cabezas y las bocas. El oro que hallaban de por cima.
Pues al que por la paz era ya nuestro Preciando pues Ortal el interese
Menos se reservaban las cabuyas, Que prometían estas relaciones,
Que son prisiones bechas de cabestro, Al Agustín Delgado mandó fuese
Españoles usando de las suyas : Con dos ó tres caballos y peones ,
Pues robaban á diestro y á siniestro Para que mas adentro descubriese
Piezas, sin respetar cuáles ni cuyas, Aquellas afamadas poblazones;
Por causa de lo cual muchos caían Fueron del general apercebidos
En las redes y lazos que hacían. Cincuenta y tres peones escogidos.
A vueltas de las cuales insolencias La partida pusieron en efeto
Acontecidas en aquel distrito, Con las posibles fuerzas y recado ,
Hubo tantos encuentros y pendencias Los de caballo son Morón y Nieto,
Que será proceder en infinito Un Francisco de Chaves y el Delgado:
Tanta diversidad de menudencias Cada cual dellos en mayor aprieto
Querer aquí ponellas por escrito, Mas suelto , mas valiente y esforzado ,
Valentías y hechos soberanos, Atravesaron por Cumanagoto
Do pudieron mas indios que cristianos. Sin haber en los indios alboroto.
Tanto que solo uno descontento Travesaron diez leguas de arcabuco
De vellos ir un alto demandando, De tierras secas, pero bien pobladas,
Donde según común entendimiento Sin riberas de yedras ó bejuco,
El debía de estar atalayando, Pues en Jagüeyes eran las aguadas :
Hizo volver espaldas mas de ciento, Vinieron á salir á Guacharuco,
Unos sobre los otros tropezando, Provincias algo ya mas escombradas,
Y el indio solo que les acomete Y á Paripamotú, gente guerrera,
Hirió de mala muerte seis ó siete. Casi como soldados de frontera.
Lo cual en Guantar fué y á mediodía Porque todas aquestas pertenencias
No yendo nuestra gente descuidada, De indios á la costa mas cercanos
Por ser el reventón que se subía Tenían muy crueles competencias
Cuchilla por los lados desrumbada : Con los que residían en los llanos ;
Retrayóse del indio quien los guia, A causa de las cuales diferencias
Sospechando ser mas en la celada, Fueron bien recebidos los cristianos;
Mas que de paso vuelven descendiendo , Hicieron paz con estos naturales
Y el indio solo se quedó riendo , Dejando muchas cruces por señales.
H2 JUAN DE CASTELLANOS.
Estuvieron allí tercero dia Como si los que van por plaza rasa,
Con sustento que fué mas que bastante , En las partes que son de su acera,
Viesen fuego venir que las abrasa
Pidieron á los indios luego guia Con tal encendimiento, que él quisiera ;
Para poder pasar mas adelante: Huye para remedio de su casa
Continuaron esta travesía' Del lugar donde está, sin mas espera,
Por tierra llena, fértil y abundante, Y corre por las calles por ir presto
Admirados de ver tantos caminos De pantufos y capa descompuesto;
Y tan inmensa copia de vecinos. Ansí los del ejército salvaje ,
Después que vieron las matanzas hechas,
Enviaban espías los señores Para la brevedad de su viaje,
De saber intenciones deseosos, Las anchas sendas hallan mas estrechas :
Alborotábanse los moradores, Aquí se destocaban el plumaje,
Teniéndolos por hombres sospechosos • Allí largan los arcos y lasflechas,
Asegurábalos destos temores Por acullá buscaban un portillo
Ver pocos ellos siendo poderosos, Para poner en cobro su hatillo.
Algunos deseaban rompimiento A los encuentros dichos dada cima ,
Por descubrir aquel encantamiento. Caminaron los nuestros á lo llano
Juntándose pues cierta compañía Con mas reputación y mas estima
De pobrezuelos menos importantes, En opinión del indio comarcano ;
Un jueves á las diez horas del día, No hizo caso dellos Unarima,
Vinieron contra nuestros caminantes Señor que se hallaron mas á mano,
Con aquella bravosa lozanía Cacique de soberbias condiciones,
Que suelen en rencuentros semejantes: De grandes y estendidas poblaciones.
El Delgado, por no caer en mengua:
A voces les habló con una lengua. #
Ocupaban los campos y riberas
« Reprimid, buenas gentes, vuestras riendas* Por do lleva sus aguas recogidas
Procurad evitar inconvinientes, Uñare, cuyas largas sementeras
Que no queremos guerras ni contiendas, Hacen estas provincias bastecidas;
Sino seros amigos y parientes: Mas no les contentando las esperas
Donde no, tomaremos las enmiendas, De las gentes allí recién venidas,
Como merecen tales accidentes; Huyeron con caudales y atavío
No venimos con áspera demanda, A la contraria parte deste ira.
Porque nuestro gran rey ansí lo manda. Con indios que de paz eran venidos
» Es rey universal deste rebaño, El Agustín Delgado les hablaba,
Y manda que si dais las amistades Siendo por muchas veces requeridos
Os reserven de todo mal y daño , Viniesen á la paz que se les daba :
Os digan y declaren las verdades, Unarima tapaba los oidos
Para que con un santo desengaño Y por palabras los amenazaba,
Dejéis vuestras antiguas ceguedades, Diciendo : « veros he tan de mañana,
Conozcáis y adoréis en este suelo Que pueda la comida ser temprana.
Al sumo Hacedor de tierra y cielo.» «Tomaremos acá nuestros consejos
Los indios, que venian muy follones, En despicar maiz para tortillas;
Respondían las armas meneando : Daremos bien guisados los conejos ,
«Bien sabemos que sois unos ladrones, Los venados, perdices, tortolillas;
Que andáis noches y dias salteando: Serviros han los mozos y los viejos,
Flojos, haraganosos, mogollones, Veréis en el servicio maravillas;
A trabajos ajenos regoldando, Comerán á placer los haraganes
Toma maiz, toma tortillas hechas.» Uquiras, guacharacas y faisanes.»
Y disparaban cantidad de flechas.
Los nuestros no tomaron mucha pena,
Viendo los nuestros tanta desvergüenza, Ni se sobresaltaron con espanto;
Y tres ó cuatro dellos ya heridos, Mas antes deseaban dar la cena,
La fuerza del sufrir quebró su trenza, Antes que diesen ellos el ayanlo:
Soltando los que estaban detenidos: La noche se llegó, que fué serena ;
Guazavara sangrienta se comienza, Dióles buena sazón escuro manto,
Con gran enojo son acometidos; Asentaron en una baja cumbre
Salen los caballeros castellanos, Adonde cada rancho hizo lumbre.
Y los demás sus armas en las manos.
Y fué por todos ellos acordado
E l general á una y otra mano Que con escuridad mas sosegada
Comenzó de jugar la diestra lanza, Tentasen de buscar algún buen vado
Sin dejalle lugar á zurujano Para podelles dar el alborada:
Para curar aquel á quien alcanza: El campo, bien compuesto y ordenado,
El Nieto y el Moran no dan en vano, Salieron á la hora concertada,
El Chaves no se mueve con tardanza ; Quedándose las lumbres encendidas
No traen menos bríos los peones Para disimular estas salidas.
Entre los furiosos escuadrones.
De todos cada cual hace por siete, Debajo del intento caminaron
Necesidad haciendo que mas pueda , Con alguna manera de rodeo ;
Holguiu al mayor riesgo se comete, Bevolvieron al rio, do hallaron
Al mayor escuadrón Avellaneda: Vado que satisfizo su deseo:
Mostraba sus valores Alderete, Todos con gran silencio lo pasaron
Atrás Pero Fernandez no se queda; Y ganas de se ver en el torneo ;
Ganaron valerosa laureola Pero fueron los indios alterados
Jejas, Machín de Oñate y Urriola. Por los otros amigos avisados.
Puso tan gran espanto la presencia Aunque de claridad hubo penuria,
De las bestias que van encubertadas; Los fuertes del ejército salvaje
Las crueles lanzadas y esperiencia Acudieron al vado con gran furia,
De los golpes que daban las espadas , Pensando perturballes el pasaje:
Que hicieron los bárbaros ausencia, Los nuestros, por vengarse del injuria,
Metiéndose por montes y quebradas, Habían abreviado su viaje,
Buscando cada cual vana guarida Tomando con presteza la ribera ,
Para poder asegurar su vida. Donde se recogieron á bandera.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO IV. 113
Estando pues parados á la orilla » Estos traen allí cuatro visiones
Poniéndose por orden convenible,
Dio con ellos la bárbara cuadrilla
Con ímpetu, que cierto fué terrible :
S
ue curan y regalan en establos,
as sueltos y lijeros que halcones
Con unas largas guaicas ó venablos,
Comenzóse sangrienta la rencilla Que traspasan humanos corazones
Haciendo cada parte lo posible , Y asombraran á todos los diablos,
Pretendiendo los indios mas lozanos Los otros con macanas tan estrañas
De todos los tomar vivos á manos. Que rompen ansimismo las entrañas.
Vistas tan atrevidas diligencias » Eran tan insufribles las heridas,
Por los de diferentes confianzas, La gente que caia tan espesa,
Avivaron de veras las pendencias Que tuvimos por buenas las huidas
Golpes de las espadas y las lanzas : Aquellos que pudimos darnos priesa ;
Múdanse pareceres y sentencias Por no perder allí todos las vidas
Abátense las locas esperanzas, Quedando sin efeto la promesa;
Porque con cantidad de muertes suyas Pero sin recelar el tal estrago
Los nuestros rehusaban las cabuyas. Vamos, que tú verás lo que yo hago.»
Rompiendo batallón el caballero, Juntábanse bien mil y quinientos
A las espaldas hay infantería, Hombres membrudos, sueltos, escogidos,
Que va con Alonso Alvarez Guerrero, Con sus acostumbrados ornamentos
El cual hizo grandezas este dia: De diferentes armas proveídos :
Lo que Delgado hizo por entero En aquellos ya dichos aposentos
No puede recitar la pluma mia, Los españoles son acometidos,
Pues cierto me parece que no miento Repartida por tres toda la suma,
Si digo que hacia mas que ciento. El rey, y Mompiare, y Canaruma.
Otros hubo de tanta fortaleza, Unarima guió por la frontera,
Cuyo valor y nombres yo no callo; Los otros ocuparon ambos lados,
Pero no vi jamás igual destreza Lo demás reguardaba la ribera
En menear la lanza y el caballo : Del rio donde no hallaban vados :
La maña, la soltura, la presteza Dióse priesa la gente forastera
En romper escuadrón y derramallo, A ser apercebidos y ordenados,
Tan á tiempo, sazón, tan á provecho Repartidos sus breves estandartes
Como si lo hallara todo hecho. Para se defender por todas partes.
Viendo los indios pues las mortandades La grita, vocería y alboroto
Y la priesa que daba nuestra gente , Rompe los aires por aquellos llanos,
En huyéndose las escuridades Daba voces el indio Paragoto :
Huyeron también ellos juntamente : «Vivos me los tomad todos á manos»;
Quedando por aquellas heredades Pero contrarios eran deste voto
Muertos setenta, mal heridos veinte; Nuestros animosísimos cristianos,
De los nuestros en trance tan reñido Los cuales todos con furor horrendo,
Joan Martin Labrador solo herido. « Santiago, y á ellos », van diciendo.
Aquesto hecho con tan buena mano, Hieren á los caballos las espuelas,
Los nuestros prosiguiendo su corrida, Los peones tras ellos repartidos,
Pasaron en el pueblo mas cercano Amparándose bien con las rodelas
Donde hallaron copia de comida : A los mortales tiros encogidos :
Venados muertos, cantidad de grano Derríbanse narices, rompen muelas ,
E ya la gente del toda huida , Todo lugar ocupan los caidos,
Proveyeron de carne la candela, Tenían al herir tan buena traza
Comieron á placer, mas no sin vela. Que por lo mas espeso hacen plaza.
La cual fué menester porque Unarima, No lleva tanta furia tigre hircana
Estimulado mas por su rotura, A redemir los hijos saleeados,
Quiso, creyendo de caer encima, Cuanta lleva la gente castellana
Tentar segunda vez esta ventura, Por redemir encuentros tan pesados :
Procurando hacer que se reprima El caballero lleva buena gana,
De los advenedizos la soltura; Los peones no viven descuidados,
El cual con este vano pensamiento Rompiendo van por el mayor aprieto
Hizo de capitanes llamamiento, Moran, y con él Chaves, Martin Nieto.
Diciéndoles : «¡Ah, torpes, insensatos, También en el hervor de la conquista
No hombres, sino bultos de madera! El Delgado hacia maravillas,
¿ Cómo se sufre que de cuatro gatos Sin hallar tropezón que lo resista
Os dejéis sujetar desta manera? De tantas y tan ásperas cuadrillas :
Los mas dellos enfermos y hipatos No puede comportar indiana vista
Gente de nuestros reinos estranjera, Ver romper tantos pechos y costillas;
Salteando de noche como zorros Todos en los caballos ponen ojos,
Por no tener recurso de socorros. Ya casi resfriados sus antojos.
«Conciba cada cual mi confianza, Vistas pues tan pesadas turbaciones
Estén los venenosos tiros prestos, En el sanguinolento desafío,
Que quiero que volvamos á la danza La mayor parte destos escuadrones
Para reconocer quién son aquestos, Procuró de hacer largo desvío;
Tomando dellos la cruel venganza Y largando nocivas municiones
Que merecen ladrones tan molestos: A nado se metian por el rio,
Coman agora bien chacos y coche, No tuvo después dellos menos grima
Que yo haré que tengan negra noche.» Para se retraer el Unarima.
En aquestas„riberas del Uñare , Desbaratadas estas compañías,
Y los pueblos á ellas circunstantes, Vencidos los que tanto braveaban,
Era su general un Mompiare Los nuestros reposaron cuatro días
Que la gente llevó la noche antes; En aquellos asientos donde estaban :
Éste dijo : « Bien es que me declare , Asechándolos siempre mil espías
Porque de la huida no te espantes ; Que principales indios enviaban ,
Pues tú ni mas ni menos lo hicieras Mas todos apartados y remotos
Si lo que vimos ansimismo vieras. De gritas y sangrientos alborotos.
T. IV. 8
1f4 JUAN DE CASTELLANOS.
Estando pues alli nuestros guerreros Tomaron estos apellidos tales
Velándose según han de costumbre, Las tres ninfas atrás conmemoradas
El Unarima hizo mensajeros De los reinos donde eran naturales
Para dalles la paz sin pesadumbre : Y al bárbaro le fueron enviadas :
El Delgado holgó con los terceros Provincias en grandeza principales,
Tratándolos con grande mansedumbre, Por armas y proezas señaladas,
Al alto Dios poniendo por testigo Con quien hasta los tiempos que esto toco
De selle siempre muy leal amigo. Los españoles han ganado poco.
Pesantes del pasado desatino, Los temples son de grandes escelencias,
Volvieron con gustosos despidientes; A la salud humana provechosas,
El señor Unarima luego vino, Propicias y admirables influencias
Fué recebido bien de nuestras gentes; En producir mujeres generosas :
Mas por haber andado gran camino Tanto que todas tienen las decencias
Y ansimismo cansarse los oyentes, Que se requieren para ser hermosas,
Acueste canto cese de presente, Con un grave mirar, un aire bello,
Diremos lo demás en el siguiente. Tal que se huelgan ellas de entendello.
Al gran Agamenón y al gran Aquiles
No dieron tanto gusto las doncellas >
Causa de sus pendencias juveniles,
CANTO QUINTO, Cuanto dio de las tres cualquiera dellas ,
A causa de mostrarse tan gentiles,
Donde se cuenta cómo muchos señores indios vinieron de paz , y cómo Tan bien proporcionadas y tan bellas;
si poblaran los españoles y repartieran la tierra, se hiciera un negocio Ellas nunca jamás mostraron saña
de gran importancia.
De se ver entregar á gente estraña.
Sobre cimientosfijosbien zanjados Vinieron pues los dones al Delgado ,
Los edificios suelen ser insines; Los cuales recebió de buena gana ,
Mas cuando los principios van errados En recompensa dio puñal dorado,
Los medios van por términos ruines; Un antiguo sayón definagrana ,
Y los trabajos son tan mal gastados Camisa y un bonete colorado
Que no pueden llegar á buenos fines; Con una larga pluma muy galana,
Podríamos decir que no rué menos Y otras cosas algunas que no cuento
En estos ampios reinos y tan buenos. Que le dieron al bárbaro contento.
Porque dada la paz por Unarima Fué dentro del cercado recebido
Sin recebir los nuestros sinsabores, Con las demás personas estranjeras :
Vino Guaramental, vino Canima, Lugar es deleitoso y estendido
Vinieron otros reyes y señores, Con grandes plazas, calles y carreras ;
Que nombraremos en alguna rima, Por todas partes bien fortalecido
O á lo menos dellos los mayores, Con muchosflechaderosy troneras,
Cuando los ofreciere la memoria Casa de armas, arcos reservados
Y hicieren al caso del historia. Para podtr armar diez mil soldados.
Ganara pues Ortal aqueste juego, Otras inumerables municiones
Que fué mas importante que yo digo r
De dardo, de macana , lanza, honda,
Si como lo halló poblara luego Por fuera del cercado prevenciones,
Y no buscara panes de trastrigo; Gente de guarnición á la redonda :
Mas no quiso tener alli sosiego, Seiscientos validísimos varones
Por lo cual se quedó casi mendigo; Que por sus cuartos le hacian ronda,
Edificara sobre buen cimiento Casas llenas de todos bastimentos
Teniendo tan entero fundamento. Que los indios traían por momentos.
Que puesto caso que para guerrera Generosas despensas y cocinas
Industria nunca fué menesterosa, Abundantísimas de sus manjares,
Consta por otra parte ser sincera Bodegas de bebidas peregrinas
Gent , docible , noble y amorosa ; De maiz y de pinas singulares :
Y en aquella sazón tan blanda cera Sobre mas de doscientas concubinas
Que della se hiciera cualquier cosa, De diferentes tierras y lugares,
De lo cual siempre dieron clara muestra Todas en general muchachas bellas t

En cuanto les mandó la gente nuestra. Eunucos también en guarda dellas.


Porque cuando Delgado caminaba Tenia por jueces y retores
Con esta poca copia de varones, Personas de quien él se confiaba ,
Cada cacique dellos cambiaba Aquestos eran hombres ya mayores
Lo que tenia por preciosos dones r A quien el mas brioso respetaba ;
Sin ya sacarse tiros del aljaba Pobladas horcas de los malhechores,
Ni se reconocer alteradores: Porque con gran rigor los castigaba
Destos Guaramental el que ya digo Por mano de verdugos carniceros,
Se les mostraba muy mayor amigo. Que servían también de pregoneros.
Era señor de grande principado, Tenían en un canto deste llano,
No sin algún tiránico coraje, Donde los pregoneros se subían,
De los demás caciques respetado, Túmulo levantado por su mano
Algunos con prisión de vasallaje : De gran altor, adonde se decian
Tenia potentísimo cercado, Inviolables mandos del tirano,
Al cual Delgado hizo su viaje; Que sin poner escusa se cumplían:
El bárbaro mostró sus aposentos Labrador, oficial, hombre de guerra ,
Con otros cortesanos cumplimientos. Con obediencia va pecho por tierra.
De buen oro le dio ricas preseas, Visto pues el lugar y las princesas
Seis pajes de gallarda compostura, Que tenia con guardas recogidas,
Diez esclavos de rústicas aldeas, Mandó Guaramental poner las mesas
Mancebos sueltos , diestros en cultura . Muy abundantemente proveídas
Tres ninfas, mas no ninfas, sino deas De cazas de sus campos y dehesas,
En examen de toda hermosura , De que son grandemente bastecidas
Guamba, Goroguaney y Mayarare, Con tantas variedades y maneras
Cuyos nombres es justo trae declare. Que no parecen cosas creederas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO V. 113
Doncellas de lozana hermosura Como red que por mar van estendlendo
Allí sirvieron con tan gran limpieza, En partes de placeres convinientes,
Que no se les manchaba vestidura Do las bajas arenas van barriendo
Que causase desdén á su belleza : Con los plomos que están della pendientes,
Por ser las ropas de su compostura Y al tiempo que la vienen recogiendo
Congregan muchos peces diferentes,
Aquellas que les dio naturaleza, Y allí veréis del uno y otro bando
Después estas sirvientes fueron dadas Revueltos por la playa palpitando;
A las personas mas calificadas. Ansí manada junta muy espesa
Lasfiestasy convites acabados, Veréis de diferentes animales
El Guaramental dijo que quería Cruzar aquí y allí con grande priesa,
Que se fuesen á caza de venados En riesgo y en temor todos iguales :
A campos y zavanas que tenia : Con el ardor de llamas que no cesa
El Delgado conlos demás soldados En acecho se ponen naturales,
Le dieron á entender que les placía, Al que del fuego sale derribando
Mandó luego llamar sus pregoneros Los unos á los otros reguardando.
Para que convocasen sus monteros. Gritaban lidiadores en el coso
Luego subieron estos en el viso Por fuera de las llamas rodeado, '
Llamando capitanes y sarjemos, El tigre salta del ardiente foso,
Llegaron al momento los que quiso, El león sale todo chamuscado;
Que fueron poco mas de cuatrocientos : Por acullá veréis huir el oso ,
Estaban españoles con aviso Aquí y allí derriban el venado,
Pensando ser contrarios los intentos, El cual si de la llama se desecha
Y que por el corral y larga plaza Luego lo traspasaba dura flecha.
Dellos mismos quería hacer caza. Capitanes allí tiran á tema
Mas no tenian tales intenciones, Sobre cuál dellos mas se señalaba ,
Antes de conservar las amistades , Entre ellos se mostró Tunubuzema,
Pues todas estas eran ocasiones Pues uno y otro y otro derribaba;
Para mas les ganar las voluntades : Mas el robusto Chiniquichinema
No sin interesalles pretensiones No sacó tiro vano del aljava,
De sujetar ansí parcialidades, Y sobre todos fué Guaima Pororó,
Que por tener grandísima potencia Oficio que sabia bien de coro.
No le reconocian obediencia. La llama hizo mas angosto seno ,
Siguieron pues los indios sus demandas, Los pajonales todos consumiendo ,
De todos aderezos bien compuestos \ Y el compás que restaba todo lleno
Partidos en escuadras y por bandas, De caza que las llamas van rompiendo:
Saltan venados el ardiente seno,
Por orden y concierto bien digestos : Los pelos chamuscados sacudiendo,
El gran Guaramental en unas andas Por donde pareció masflacallama
En hombros de gandules bien dispuestos, Y la zavana tuvo menos rama.
Los lados y fronteras van abiertas,
De lince maculoso las cubiertas. Como fuente de agua represada
De madera muy negra son unidas, En cumbres altas de lugar fragoso,
De la mejor que por acá se halla, ' Que rota la pared del albarrada
Con chagualas de oro guarnecidas Corre con un furor impetuoso,
En todas ellas infernal medalla; Yendo por muchas partes derramada,
Por otras muchas partes esculpidas Inquiriendo lugar de mas reposo;
Animales cien mil de buena talla; Ansí salieron estos animales
Acompañábalo por mas honrallo Derramados por partes desiguales.
Delgado con los otros de caballo. Acudieron caballos y los perros
A punto las adargas y las lanzas , Del tiempo que tardaron desdeñosos ,
Afiladas las puntas de los hierros, Rojas están las astas y los hierros
Para cazar según nuestras usanzas Por el quemado campo presurosos :
Españoles llevaban cuatro perros : Siguen unos la caza por los cerros ,
Caminaron con estas ordenanzas Los otros por los llanos espaciosos ,
Hasta que llegaron á los cerros, No corren , sino vuelan como aves
Adonde las cuadrillas concertadas Delgado y el Moran, y Nieto, y Chaves.
Se pusieron en puestos y paradas. Renovóse la caza con aumento
Son bosques de zavanas estendidas, Siguiendo la manada presurosa,
Con tal densor que no sabré pintallo , Quien mas derriba queda mas hambriento,
Las yerbas dellas todas tan crecidas, La punta de la lanza mas golosa :
Con un poleo de prolijo tallo, Guaramental estaba muy contento,
Que si no son holladas y abatidas Admirado de ver tan nueva cosa,
No se parecen hombres á caballo, Los cuatro perros vuelan la dehesa,
Algunas arboledas, aunque raras, Y en gran numero dellos hacen presa.
Muy limpias de troncones y dejaras.
Cercaron pues prolijo campo luego En atención suspensos principales,
De grandes pajonales agostados, Los de mas bajas suertes embobados
En circuito del pusieron fuego De ver aquellos brutos animales
A una todos , y por todos lados ; Del uso de razón enajenados,
Porque huyendo del desasosiego Sujetos á los mandos racionales
Hallase los lugares ocupados Sin ser á lo contrario desmandados :
La caza donde quiera que acudiese, Potencias colocaban y ponían
Y la llama y ardor la detuviese. En la velocidad con que corrían.
Fué pues el viento llamas avivando, Las suertes y los lances acabados
Con la velocidad que se quería, Y los venados muertos recogidos ,
El circuito todo rodeando, Volvieron todos muy regocijados
Que por momentos menos se hacia : Do los indios quedaron detenidos :
Diversos animales van saltando, Fueron de capitanes y soldados
Buscando lo que fuego no tenia, Con letos ademanes recebidos,
Allí de cazadores hay rodeo Cargaron bien cien indios con la caza,
Por hartar con efeto su deseo. Y luego se volvieron á su plaza.
VH3 JUAN DE CASTELLANOS.
Cuál llevaba la cierva, cuál venado, i » Tiene pueblos quemados y deshechos,
Cuál oso que llamamos hormiguero, Sus moradores pobres y mendigos,
Cuál montesino puerco chamuscado, Quebrantador de leyes y derecho»
Cuál corí, cuál iguana, monstruo fiero : Sin reservar amigos ni enemigos:
Quedó Guaramental en su cercado Darias grandes colmos á tus hechos,
De todo lo pasado placentero, Si de su muerte fuésemos testigos;
Mostrando de amistad seguras prendas, Y quebrantado tropezón tan duro ,
Y los nuestros se fueron á sus tiendas. De los demás podrás dormir seguro.
A los cuales del venatorio Marte, »Es astuta persona recatada,
O caza sin que fuese dividida, Dispuesta para toda competencia;
Luego se les llevó la mejor parte Mas los agudos filos de tu espada
Con otras abundancias de comida : Podrán cortar los desta pestilencia :
Cenaron lodos ellos de buen arle, Yo quiero también ir á la jornada,
Hizo la noche luego su venida, Y me quiero hallar en la p*endencia,
Que con vigilanlísimos recatos Con aquellos pertrechos y soldados
Se repartió por tres ó cuatro ratos. Que por tu boca fueren señalados.»
Quitadas ya las húmidas cubiertas El bárbaro habló lo que quería,
De nublos y noturna pesadumbre, Alterada la sangre de sus venas ,
Cuando por los resquicios de las puertas Como quien por venganza se movia
Entraba resplandor de nueva lumbre; A tomar deste rey debidas penas,
A los humanos ojos descubiertas Y lo que con sus fuerzas no podía,
Las verdes arboledas de la cumbre, Quería concluir con las ajenas ,
E l gran Guaramental dejó su lecho Porque el Orocopon en sus recuestas ,
Con imaginación de cierto hecho. Como dicen , teníase las tiestas.
Llamó su secretario dicho Guaima, El Delgado que estuvo muy atento
A quien otros llamaban Cochibano, A todo lo que el bárbaro decia,
Y con él al insigne Barutaima, Manifestó ser todo su contento,
Cacique poderoso comarcano: Efetüar aquello que pedia;
Llamó también al fuerte Pariaima, Porque con glorioso vencimiento
Que fué su general y primo hermano ; Pornian fin á lo que pretendía,
Con estos tres señores solamente Que señalase cuándo y en qué puesto ,
Caminó donde estaba nuestra gente. Pues con los suyos él estaba presto.
Españoles están inadvertidos Para poder llegar sobre seguro,
E ignorantes desta su venida, Fueron desta manera convenidos,
Pero luego que fueron conocidos Que partiesen al tiempo mas escuro
Usóse de costumbre comedida : Con mil bárbaros bien apercebidos :
Fueron con gran aplauso recebidos Hombres para cualquiera trance duro
Y muestras de amistad establecida , Usados a rencuentros atrevidos,
Dándoles con debido miramiento, Debajo de cristianos estandartes ,
Según sus calidades el asiento. Y hecha división en cuatro partes.
Mas el bárbaro rey allí sujeto Un caballo con cada compañía
Con el Delgado aparte se detiene, Que el indio y español obedeciese,
Para comunican e su conceto, Y donde mas sangrienta la porfía,
Diciendo con intérprete que tiene : A los mas contratados acudiese;
« Querríate hablar muy en secreto E l acometer fuese con el dia,
Una cosa que mucho te conviene , Cuando la luz primera descubrieseT
En lo cual, si respondes con mi gana, Y los amigos indios con coronas
Ternas aquesta tierra toda llana. De ramos por señal de sus personas.
» Yo te tengo por hombre tan entero Concertados los dos desta manera
En valor, en esfuerzo y en prudencia, Con el faraute solo y en secreto,
Que no dudo ser alto mensajero, Quisieron que la noche venidera
Mandado de divina Providencia ; Viesen estos conciertos el efeto :
Y ansí mientras viviere yo no quieFo Estuvieron á punto y en espera
Tener contigo dura competencia, Del tiempo que les era mas aceto,
Antes me hallarás á todo blando, En sus tiendas el Agustín Delgado,
Y á mis gentes sujetas á tu mando. Y el gran Guaramental en su cercado.
» E l efeto será mas que prometo, El cual luego mandó cumplir la suma ,
Guiado por tus propios pareceres; Su general el mando de su amo,
Y aun viendo los demás que me someto Aderezóse luego Canaruma,
Al orden y concierto que me dieres, Trajo sus escogidos Cachicamo,
Ternán la reverencia y el respeto Sus mas valientes Tunucutunuma,
Que deben á la ley que les pusieres, Todos sus señalados Periamo,
Y para que esto sea sin zozobra, Robustos, sueltos, en las armas prestos,
Yo quiero ser principio desta obra. Pintados piernas, brazos, manos, gestos.
» Mas hágote saber que aunque se vea Henchían el compás de la gran plaza
Tu lanza con furor de mis varones, Los fuertes escuadrones de salvajes;
Tengo por imposible que no sea Armados de macana , dardo , maza,
Contrastada de grandes tropezones, Robustísimos arcos y carcajes ;
Que nos amaga ya con la pelea, Sobre la gente de gallarda traza,
Sintiendo mal de vuestras opiniones, Ondean superbisimos plumajes,
Y seria muy menos esta plaga, Y á la congregación bárbara fiera
Como de muchos uno se deshaga. Guaramental habló desta manera.
» Este es Orocopon , fiero gigante, «Un negocio tenemos entre manos
Que con aquestos términos confina , Que esperencia nos ha dificultado,
Varón guerrero, capitán pujante, Do los padres, los hijos , los hermanos
Que do quier que sus haces encamina , Han mas veces perdido que ganado ;
Todo cuanto se pone por delante Pero con el favor destos cristianos ,
Asuela , desbarata y arruina, Creo que lo tenemos acabado,
Cebando siempre filos de su lanza Apartando de mí cualquiera duda
Sin miedo, sin respeto ni templanza. La fuerza y el valor de tal ayuda.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO V- tn
» Con ellos vamos á batalla dura Salió la muchedumbre del cercado ,
Por me hacer merced y beneficio, Guarnida de mortales instrumentos,
Sus hechos, sus proezas y ventura Cada cual escuadrón tan bien armado
Me dan de la victoria gran indicio : Cuanto pedían tales movimientos :
También de vuestra parte va segura, Juntóse Pariaima con Delgado,
Pues «vais con su favor y en mi servicio ; Periamo también y otros doscientos,
Quiero que cada cual se dé tal maña, Con el Chaves el indio Cochibano
Que crédito cobréis con los de España. Con trescientos sujetos á su mano.
»En aquesto deseo que se prueben Con Moran Canaruma y Cachicamo
Los fuertes y briosos corazones, Con obra de doscientos y cincuenta,
Y vuestros valerosos brazos lleven Cada cual dellos suelto como gamo,
A su debidofinmis pretensiones ; Hombres de bien para cualquier afrenta ;
Pues conocéis de mí que si se deben Y aquel que Tunucutunuma llamo
A los tales sus justos galardones, Con el Nieto llevó ciento y setenta,
Nunca supo mi mano ser avara Con el Guaramental por mas valientes
Para satisfacer hazaña clara. Van los demás como sobresalientes.
» De mas del premio que será bastante , Entre los capitanes referidos
En respuesta de vuestras valentías, Iban para mas fuerza deste Marte
Quiero que pongáis todos por delante Los demás españoles repartidos,
De qué rey y señor sois naborías ; Siendo dos veces seis de cada parte ;
Y esto dará valor al inconstante, Y cada cual, según eran rompidos,
Para que se desechen cobardías; Pudiera bien rejiir el estandarte,
Pues si lo tanleardes como buenos, Y ansí los mas en partes diferentes
Mi punto no podrá venir á menos. Salieron capitanes escelentes.
i) Bastaría cualquiera cosa destas Guiaron corredores el camino
Para quien á vergüenza se sujeta, Del cuerpo de la gente separados,
Y ansí debajo de las presupuestas, E ya de sus triunfos adevínos
Quiero que la salida sea secreta ; Todos de ramos verdes coronados ,
Y que tengáis las armas todos prestas Porque de los soldados peregrinos
Para cuando sonare la trompeta, Fuesen en la batalla reservados :
Guiando los armados caracoles Marcharon luego todos muy á punto,
Según lo dispusieren españoles.» Hasta tanto que ya llegaron junto.
Respondióle por todos los soldados Era camino llano y apacible,
Pariaima, persona conocida, La distancia tres leguas solamente,
Diciendo: «todos van determinados Y por aquesta causa fué posible
O de vencer ó de perder la vida ; Que llegasen á tiempo competente :
Y parte no serán mudables hados Hicieron con silencio convenible
Contra gente tan bien apercebida, Alto para descanso de la gente ,
O ya para vivir con fama y gloria , Un tiro de arcabuz de los bullios ,
O ya tomar la muerte por victoria. Sin temor de tan duros desafíos.
» Todos estamos destos pareceres Luego los infieles y fíeles
Y estribamos en esta confianza , Caminaron á paso sosegado ,
De no ver jamás hijos ni mujeres , Para se repartir por sus cuarteles
Ni gozar de reposo ni holganza, Según que lo tenían ordenado :
Hasta que por el orden que quisieres ? Acechando las calles y placeles
Tomemos crudelísima venganza, De la ciudad y pueblo desdichado,
Lo cual se cumplirá sin duda al gima Hasta tanto que vino la mañana,
A pesar de las fuerzas de fortuna.» A los mortales ojos ya cercana.
Habló después el noble y el villano Fué pueblo por entonces prepotente ,
Desechando de sí malas sospechas : Terror de los mayores y menores,
El mas bajo se muestra mas lozano , Y cuyas cercas eran solamente
Haciendo ciertas las promesas hechas : Los brazos de sus fuertes moradores:
Guaramental les daba de su mano Numerosísimo de toda gente ,
A muchos dellos venenosas flechas, Con mando sobre reyes y señores ,
Al menos á personas señaladas, En calles, plazas, barrios gran distancia,
Do no sabia ser mal empleadas. Verdes macos en él por elegancia.
Luego fueron aquestas dichas gentes, Uñare por la parte del poniente
Por parte del cercado divididas , Con sosegadas aguas lo ceñía,
Y por diligentísimos sirvientes Campos rasos la parte del oriente
En cada parte mesas estendidas : Y del septentrión y mediodía ;
Las cuales de manjares diferentes, Por las cuales estancias libremente
Fueron bastantemente proveídas, Se dividió la fuerte compañía ,
Do cada cual á discreción bebia, Estando cada cual presto y atento
Hasta desparecer la luz del día. Esperando señal de rompimiento.
Cuando dorados rayos encubría Pues cuando ya su roja cabellera
Apolo con las ondas de Océano , Por alta cumbre Venus descubría,
Cuando de manto negro se vestía Y conocieron ser la mensajera
La cumbre de la sierra y valle llano, Del radiante sol y claro dia ,
Cuando de dulce sueño se vencía Tocóse la trompeta de manera
La fatigada vista del humano , Que su voz incitó la compañía:
Y el corvo labrador y el afligido Los unos y los otros entran luego,
Descansan del trabajo recebido: Y á casas principales ponen fuego.
Entonces este rey y sus sujetos , Avivóse con gran fuerza de viento,
De clementes respetos olvidados , Según y como tiene de costumbre,
Quieren inquietar á los quietos Suben fumosas llamas al momento
Y desasosegar los sosegados : Veloces al altor de la techumbre :
Tocaron instrumentos imperfetos, Heridos de temor y desatiento
A cuyo son llegaron los soldados ; Acude miserable muchedumbre,
El Delgado también , vistos los sones , Huyendo del peligro délos senos
Vino con sus caballos y peones. A parte donde nó nallaban menos.
118 JUAN DE CASTELLANOS.
Pues si llama causaba desatino A estos tiempos Agustín Delgado
Para hacerse fuertes á la puerta, Por su cuartel y plaza no traia
Adelante siguiendo su camino El fortísimo brazo reposado,
No les era la muerte menos cierta; Ni sin sangre las armas que vestía;
Porque la crueldad del mal vecino Mas el Orocopon encarnizado
Con tan grande rigor se desconcierta, Los cielos y la tierra maldecía,
Que, si posible fuera, desta gente Un terrible bastón entre las manos,
No quisiera dejar cosa viviente. Indios amenazando y á cristianos.
Como la caza que huir procura Sus fuertes capitanes animando,
Del cubil á los montes y florestas, Que muchos le vinieron con presteza,
Por escaparse por el espesura Sangre, cascos y sesos derramando
De las caninas bocas y molestas ; Con una nunca vista lijereza :
Y la senda le fué menos segura, Espuma por la boca rebosando,
Pues en ella halló las redes puestas, Como suelen lasfierascon braveza,
Entre las cuales siendo detenida De gente circunstante hecho valle
Aquel hilo quebró los de su vida; Y por adonde pasa larga calle.
Ansi cuantos huían de la brasa, Bien como huracán, que da tal priesa
Dejando solos los pendientes lechos , En índicas provincias y regiones ,
Procurando salir á plaza rasa Que barre la montaña mas espesa,
Cercada de mortíferos acechos ; Quebranta ramas, vuelve los troncones,
A tiempo que salían de la casa Y los anchos caminos atraviesa
Se vían traspasados por los pechos, Con crecidísimas inundaciones,
Otros quebradas piernas, manos, brazos, Causando tal temor á los humanos,
Y cabezas partidas en pedazos. Que quedan como muertos los mas sanos;
Gritos, voces, clamor, lamentaciones, Ansí con aquel leño que gobierna
Los aires destemplaban y rompían; Sin que le diese pesadumbre brazo,
De todas partes andan confusiones, La mas dura costilla halla tierna,
Niño, mujer, varón se confundían : La mas ancha cerviz sin embarazo :
Hubo también algunos escuadrones Aquí quiebra cabeza y allí pierna,
Que con sumo valor se .defendían, Aquí quebranta muslo y allí brazo,
Do los amigos indios y cristianos Aquí deja montones degollados,
Habían menester entrambas manos. Acullá quedan todos asombrados.
Porque por el cuartel donde fué Nieto, El caballero fuerte, que quería
Toronima con obra de cincuenta Hacer en él empleo de su lanza,
Ponía sus contrarios en aprieto, Con tanta muchedumbre no podía
Y andaba la batalla muy sangrienta : Allegar al rigor de la matanza;
Abolla la celada, rompe el peto, Pero con todo esto no tenia
Anima, llama , hiere, desatienta, Orocopon de vida confianza,
Rompe pechos, cabezas, las espaldas, Por ser de todas partes ofendido
Derriba grande copia de guirnaldas. Y estar de muchasflechasmal herido.
Mas antes que llegase la pujanza En aquestos conflitos y agonía,
De indios que por él eran llamados, Sus poderosos golpes mas tardíos,
Nieto rompió por medio la matanza, A Guaramental vido que decía :
Do los suyos andaban mal parados, «Acábamelo ya, varones mios.»
Metiéndole losfilosde la lanza Concibe Orocopon tal osadía,
Por entrambos ijares ó costados : Que sacó deflaquezanuevos bríos,
Cayó con un grandísimo gemido Rompiendo por aquellos escuadrones
De las armas y vida despedido. Por responder á tales intenciones.
El resto de la gente se rebate Y sin lo detener contrarias lanzas
Por Holguin y Alonso Alvarez Guerrero, Para Guaramental se fué derecho ,
Un Domingo Lozano y un Oñate, Diciéndole : «Traidor, por asechanzas,
Bracamonte, Madroño, Joan Ribero : Quisiste ver elfinde nuestro hecho :
Moran y Chaves tienen gran combate Espérame, que muerto, las venganzas
Con un Putimar, capitán fiero, Podré tomar de tí sin tal acecho,
Porque necesidad hizo juntarse Si esperimentas este brazo fiero
P ara mejor valerse y ampararse. Yo te haré que caigas tú primero.»
Aqueste ya con copia de varones Con los golpes que tiene de costumbre
Hacia por los indios enramados Hizo lugar por mío y otro lado,
Aquel estrago grande que leones Deseando quitar humana lumbre
En junta de domésticos ganados: Al enemigo suyo declarado;
Aprovechando bien las ocasiones Pero llovió sobre él tal muchedumbre,
Antes de verse todos acabados, Que cayó de milflechastraspasado,
Y con la gran macana que esgrimia La cabeza le fué luego cortada,
Las lanzas y caballos rebatía. Y al indio su contrario presentada.
Pero dando respuestas y preguntas, Mandóla desollar y el casco raso
Ansí de las palabras como hechos, Y limpio del humor que contenia,
Dosflechasreguladas vuelan juntas Delta hizo hacer dorado vaso,
Por vías y caminos tan derechos, Con que después el bárbaro bebía :
Que sin se desviar.entrambas puntas Sabido pues el fortunoso caso,
Lo clavaron por medio de los pechos; El contrario huyó por do podía,
Hizo por el foramen ó herida Y los nuestros tomaron de los vivos
El alma de las carnes despedida. Crecidas cantidades de captivos.
Probó luego la mano Paraurete, Vencidos estos indios animosos,
Que para mal de muchos no fué manca , Que cierto pelearon como buenos,
Mas de los españoles arremete Volviéronse los vivos victoriosos;
Pero Rodríguez el de Salamanca, Pero no tan cabales ni tan llenos,
Antón Sánchez, Costilla y Alderete, Que de la vida fueron perdidosos
Con otros á quien dieron plaza franca , Muchos, y de españoles uno menos ,
Porque fué tan feroz arremetida, Que por ser de veneno la herida
Que muchos se pusieron en huida. Ningún remedio pudo dalle vida.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO VI. 119
6al>ida la caída desia gente, Con esto mitigó como quería
Porque la fama corre sin que pare , El Agustín Delgado los furores,
Ocurrieron de paz incontinente Porque, según se dijo, pretendía
Las restantes provincias del Uñare : Concertar estos dos gobernadores;
El cojo Guaigotó, varón potente, Pues, aunque partes del Ortal seguía,
ElfieroGotuprix, el gran Mauyare, El Sedeño le dio muchos favores
Orocomay, mujer, reina pujante, Un tiempo, y ansí era, como digo,
Y en la paz y amistad perseverante. Al uno servidor y al otro amigo.
Viendo Delgado pues ser tierra dina La gente pues que de Sedeño vino,
De poner en católico concierto, Remotos y apartados deste puerto ,
Determinó volver á la marina Siguieron adelante su camino
Para manifestar lo descubierto : Por donde lo hallaron descubierto:
Partióse con la gente peregrina , Siempre con el recato que convino ,
Llegaron con salud al dicho puerto, De la seguridad ninguno cierto;
Con grande cantidad de prisioneros, Mas en tanto que van yo me detengo
De que sacaron copia de dineros^ Enronquecido ya del canto luengo.
Jerónimo de Ortal, bien informado
Del numeroso pueblo desta gente,
Envió por caballos y recado CANTO SESTO,
A islas que tenían al poniente,
Para poder entrar aderezado Donde ee cuenta cOmoia gente de Sedeño, después que se metió la
Con aquel aparato conviniente ; tierra adentro, dieron en la gente de Jerónimo de Ortal, cuyo capitán
era Alonso Alvares Guerrero, y les quitaron los caballos, y lo que mas
Mas porque no faltasen desta tierra, aconteció.
Luego hizo volver gente de guerra.
Volvió con Alonso Alvarez Guerrero, Bien es que los de buen conocimiento
Miguel Holguin, mancebo de gran cuenta* Reguarden amistad en los aprietos;
Con algunos del número primero, Pero locura es y desatiento ,
Que todos podían ser hasta cuarenta: Si por tener allí tales respetos ,
Hallaron en la paz sano y entero Ponen en confusión y detrimento
Guaramental, á quien se le presenta Aquellos á quien deben ser sujetos,
De parte del Ortal un buen presente Pues cuando los dos piden este juro,
Recebido por él alegremente. Acudir al señor es mas seguro.
Un indio, Villeguillas , encamina Y aunque no se presume del Delgado
A idioma claro los acentos, Hacer esto debajo mal intento,
Descubren de la gente mas vecina Sabiendo ser contrario declarado
Grandes y potentísimos asientos ; El Sedeño con tanto fundamento ;
Y siempre con aquella golosina Con su gobernador fué descuidado
De esclavos que enviaban por momentos, En no poner algún impedimento
Agora por rescates, ya por guerra, A la gente de la contraria lista,
Que fué la perdición de aquella tierra. Y mas no siendo suya la conquista.
La fama, como nunca fué secreta , Pues era del Ortal derechamente,
Entonces levantaba con pregones Según la provisión del propio dueño,
Riquísima provincia dicha Meta, Y desta tierra firme diferente
De quien atrás se dieron relaciones : La que le proveyeron al Sedeño;
Y para la buscar por via reta Mas él sin ver aquel inconviniente,
Loaban estas dichas poblaciones Que entonces se juzgó por no pequeño,
El de la tierra firme y el isleño, Tomó por parecer otro desino,
De cuyas opiniones fué Sedeño. Y quiso por allí hacer camino.
El cual en estos tiempos y sazones Su gente pues, que caminó primero
Dentro de Puerto-Rico ya tenia Entre tanto que la demás venia ,
Copia de valentísimos varones, Dieron en Alonso Alvarez Guerrero,
Caballos, munición, artillería, Que desta gente nueva no sabia :
Según que pareció, con intenciones Quitáronle las armas y el dinero
De entrar por Neverí, do residía Y todos los caballos que tenia;
Jerónimo de Ortal, con pensamiento Sabida la maldad y atrevimiento
De pasar ó venir en rompimiento. E l Ortal hizo mucho sentimiento.
Para dar perfecion á su deseo Y con este desgusto de mal dejo
Entre tanto que él mismo se presenta, Dijo tales razones al Delgado:
Envió cien soldados de un voleo, «Yo, señor capitán, de vos me quejo
Con muy buenos caballos los cincuenta, Y me quiero tener por agraviado ;
Todos con briosísimo meneo, Pues á no conoceros tan perplejo,
Prestos á desviar cualquier afrenta : Este juego tuviéramos ganado,
Jerónimo de Ortal, aunque eran buenos, Y es para corregir tan mal esceso
Tenia por entonces muchos menos. Menester que enmendemos el avieso.»
Vino con esta gente Joan Rautisla Condenando por feo tan mal hecho
Y el animoso Diego de Losada, En cólera volvió su gran templanza ,
Fortísimo varón en la conquista, Y ansí le prometió poner el pecho
Y Reinoso, persona señalada : A la satisfacion y á la venganza ;
Aquestos, sin haber quien los resista, Pero ni sin razón ni con derecho
Saltaron en la costa deseada; Él quisiera probar allí su lanza,
E l Ortal quiso menear la lanza, Por estar del Sedeño muy prendado
Mas Delgado templó la destemplanza, Del tiempo que tenemos ya tratado.
Diciéndole : «señor, no tenéis cierta Y con ser amistad mas estendida
La palma que buscáis por esa via; Con Sedeño que con Ortal agora,
Vayan con Dios, que si me dan la puerta Quiso mas ver el amistad perdida
Para poder hablalles algún dia, Que su fe condenada por traidora ;
Posible cosa es que yo convierta Al fin el afición quedó vencida,
A vuestra devoción su compañía, Y la razón salió por vencedora,
Pues suele muchas veces la templanza Aconteciendo para tal intento
Vencer lo qae no puede larga lanza.» Un case que les vino muy a cuento.
120 JUAN DE CASTELLANOS.
El Sedeño mandó segunda gente, Al fin, por no sufrir dichos molestos
Caballos, munición y artillería, Que suelen encender malos enojos,
Con un soldado viejo muy valiente, Los suyos el Delgado hizo prestos,
Que Rodrigo de Vega se decia, Las armas recogidas en manojos:
A quien yo conocí medianamente, Quedaron los de Vega descompuestos;
Pues que tuve su misma compañía; Los otros proveidosde despojos,
Desembarcaron en Maracapana, El Ortal lleno fué de vanagloria
Que es en la misma costa comarcana. Desque los vio volver con la victoria.
Recogidos en esta pertenencia Y aquesta buena suerte por él vista,
De Guaracapa , indio muy ladino, Con cincuenta caballos á su uso ,
Velaron con alguna diligencia Determinó de dar en el Bautista,
Por tener al Ortal ya por vecino; Capitán que los suyos descompuso:
Mas no con el recato ni decencia De cien soldados viejos hizo lista
Que para su seguro les convino, Con los cuales al hecho se dispuso,
Porque nunca se hace buena vela Y ansí siguió los rastros y pisadas
Si sobre ella no anda quien le duela. Doblando, muchas veces las jornadas.
Pues Agustín Delgado, que despierto Llegados con tan buen avíamiento
En sus rondas y velas se hallaba, Donde Guaramental los atendía,
A los vecinos indios deste puerto Al Ortal hizo gran recebimiento
Particularidades preguntaba Y al Delgado que mucho lo quería •
Del orden que tenían y concierto , Díjoles la provincia y el asiento
Del número de gente que llegaba, Donde el contrario campo residía ,
Las armas de que estaban prevenidos, Y por no les cumplir mucho sosiego,
Dónde y en cuántas partes repartidos. En su demanda se partieron luego.
La gente pues de Ortal bien informada Por campos fértilísimos y llanos
Por relación que pareció bastante, Hicieron en tres dias la jornada,
Determinó de dalles alborada Y cuando le dijeron ser cercanos
Sin ponérseles cosa por delante : Jerónimo de Ortal hizo parada,
Caminaron con noche sosegada Poniendo por concierto sus cristianos
Hasta llegar al cerro circunstante, Para dar en la gente sosegada,
Pueblo de la cacica Magdalena, La luz de los mortales despedida
Cuya paz y amistad siempre fué buena. Y su. vista de sueño convencida.
Tenia centinelas allí junto Tenían los contrarios el asier;to
El capitán y gente de Sedeño; En prado verde con esmalte rojo,
Pero halláronlos en este punto Cerca del grande pueblo y opulento
Entregados á tan profundo sueño, Del indio Guaigotó, cacique cojo:
Como si cada cual fuera difunto Varón en guerra y paz de gran momento
O bulto mal formado de algún leño: Y entre los convertidos ortodojo,
Dejáronlos con este su letargo Amplísimo su campo y su dehesa
Sin armas, y pasáronse de largo. Y lo poblado del una gran mesa.
Al tiempo que su padre de Faetonte Por líneas rectas árboles opacos,
En continuación de su carrera Cuyas hojas jamás vienen á menos,
Quería ya salir del horizonte, Que en aquellas provincias llaman macos,
Seyendo Venus ya la mensajera, Fructíferos, umbrosos muy amenos;
Sus rayos estendiendo por el monte Los huesos de sus frutos no son flacos
De la sierra que estaba mas afuera, " Sustentos, sino recios, sanos, buenos,
Dieron en el ejército dormido Entre estos macos uno fué notable,
Haciendo poca gente gran ruido. Grandísimo, hermoso y admirable.
Levantáronse muy sobresaltados Debajo cuyos ramos estendidos
Guiados de dudosas esperanzas ; En tiempo de calor acontecía
Pues como los tomaron descuidados Estar trescientos hombres recogidos
Y á sombra de tanflacasconfianzas, Con caballos y gente que servia,
En un momento fueron desarmados Todos cómodamente divididos
Perdidos los caballos y las lanzas, En el compás que cada cual quería,
Sin haber en aqueste rompimiento Las hojas tan compuestas y tan densas
Defensa ni rigor sanguinolento. Que del ardiente sol eran defensas.
Mas un muchacho fué que en la pendencia Estando pues febea luz absenté,
A caballo subía bien armado, Y casi demediando la carrera,
Y aqueste hizo grande resistencia A los despiertos ojos de la gente
A toda la cuadrilla del Delgado; Que huellan olra parte del esfera ,
Pero viendo de suyos la paciencia Revolviendo las riendas al oriente
Y él solo de ballestas rodeado, Para tornar á ver nuestra ribera,
Quísose dar porque no le matasen, Jerónimo de Ortal y sus cristianos
Y con que su caballo le dejasen. Alistaron las armas y las manos.
Conclusa y acabada la refriega, Teniendo relación por sus espías
Y gente de Sedeño ya rendida, Del maco donde estaban alojados,
Hallóse tan confuso nuestro Vega Llevando por delante buenas guias
Que deseaba verse sin la vida : Dieron en los que estaban sosegados;
Ya deshonra los suyos , ya reniega, Pero de las contrarias compañías
Ya del Delgado da queja rompida, Hallaron solamente los llagados;
Díciéndole que ¿dónde se sufria Porque los sanos, sueltos y valientes
Semejante traición y villanía? Andaban descubriendo nuevas gentes.
El respondió : « yo traigo mandamiento El saco y el rancheo fué tan bueno
De justicia del rey, y muy bastante; Que se les descubrió lo mas recluso,
Quejaos de vuestro poco miramiento, v Lo suyo recogieron, y lo ajeno
Pues pudiérades ser mas vigilante : Aplicaron también para su uso :
Que sabe Dios la pena que yo siento El que vino vacío volvió lleno,
Por venir en demanda semejante; Alzando cada cual lo que no puso,
Quejaos también de vuestros valedores , Y con ver mejorados los despojos
Que fueron los primeros agresores. » Ortal no mitigaba sus enojos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO VI. 421
Pues con presteza tal cual conocía . Un don Pedro de Lugo los envía
A su seguridad ser importante Para hacer una jornada larga:
Arrebató la gente que tenia,
Y con ella pasó mas adelante , Son hombres de valor que en Berbería
En busca de la otra compañía Supieron bien jugar lanza y adarga,
De semejantes vueltas ignorante, Y demás desta gente que venia
Porque fuese mas presta su llegada De caballos y armas buena carga,
Que un negro que huyó del arma dada. Y allí Gaseo traia linda amiga,
Hasta ver al contrario la presencia Que vive hoy, y el nombre no se diga.
Caminaron á pasos estendidos, Puestos en tierra los recién venidos,
Fué de poeo momento la pendencia Fueron de capitanes y soldados
Por estar los contrarios divididos; Con un aplauso grande recebidos
Mas el Bautista hizo resistencia, Y según su poder acariciados,
Y él y otro quedaron mal heridos, Y á una devoción tan convertidos
Y si la gente junta se hallara Que fueron de la otra trastrocados,
La victoria no sé por quién quedara. Por loalles aquellos baquianos
Por ser la que faltaba tan lozana La tierra que tenían entre manos.
Y su vigor y fuerza tan notoria , Como con estos pues se concluyese
Que murieran allí de mejor gana Que siguiesen las partes de su bando,
Que conceder á nadie la victoria; Porque de mejor gana lo hiciese
Pues con indios y gente castellana Al Gaseo se le dio supremo mando,
Hicieron hechos dignos de memoria, En tanto que Sedeño les viniese
Mas nunca les pasó por pensamiento Con la gente que estaban esperando;
Que Ortal tuviera tal atrevimiento. Pero después se vido tan amargo
Y ansí por ser á todos importante Que les dejó la moza con el cargo.
El Delgado dio orden que supiesen Que por aquellos campos y florestas
No cumplilles pasar mas adelante, A jraeltas de trabajos y desmanes
Sino que de la tierra se saliesen ; No faltaban requiebros y recuestas ,
Porque el Ortal estaba muy pujante Paseos y mensajes de galanes;
Y no les convenia que se viesen, A los cuales volvían las respuestas
Que tomasen aqueste su consejo Con gustosos y dulces ademanes:
Dado por servidor y amigo viejo. V$ .-***: Padecía fatiga nuestro Gaseo
Por ver su bella dama tan sin asco.
Oidas las razones y embajada Hollaba la señora tan liviano
Y de los descompuestos otras quejas, Que no pudo sufrir lugar recluso,
Muchas personas desta camarada Y ansí con Arce, mozo cortesano,
Estuvieron confusas y perplejas ; El Gaseo con furor se descompuso;
Mas el Reinosoy Diego de Losada, Muchos con ellos dos echaron mano,
Antón García y Alvaro de Sejas , Y el alboroto fué harto confuso
Un Medina y un García de Montalvo Pues con ser délos suyos socorrido,
Procuraron de se poner en salvo. El canónigo Gaseo fué herido.
Mas gente dejó ir Ortal aposta Desque se vio con diligente cura
Que con los que ya dije se congrega, Asegurado bien de la herida,
De pertrechos belígeros angosta Parecíale ser mayor cordura
Y eminente peligro donde llega: Dejar la moza que perder la vida;
Finalmente, salieron á la costa Partióse por buscar otra ventura
Adonde se juntaron con el Vega, Juzgando por ganancia la perdida;
Que estaba con su gente destruida Y aunque salió de todo descompuesto
En grandísimo riesgo de la vida. Fué de mayor valor el presupuesto.
Por San Miguel de Neverí pasaron Partido desta costa y de su sueño
Al tiempo que venían de camino, El Gaseo para donde le convino,
Adonde saquearon y robaron Llegó con dos navios el Sedeño
Los bienes del Ortal y del vecino, Con mucha gente para su camino;
Por no poder los pocos que quedaron El pesar que sintió no fué pequeño
Resistir el furor luciferino, Informado de tanto desatino,
Y dalles el desorden y codicia Pero disimuló con esperanza
A los que mas podían la justicia. De ver muy á su gusto la venganza.
Visto que ya no hay quien lo resista, A lo que se perdió con los asaltos
Jerónimo de Ortal les dio licencia Un « ya podría ser » dio por escudo,
A los que se quedaron con Bautista Rehizo de caballos a los faltos,
Presos con él en esta competencia, De suficientes ropas al desnudo;
Para que se volviesen á su lista Consolaba los bajos y los altos,
Si no quisiesen ir en su obediencia; Y reformólos lo mejor que pudo;
Por ellos aceptada fué de gana, Pero dejémoslos adonde estamos,
Y ansí volvieron á Maracapana. Volvamos al Ortal do lo dejamos.
Allí se vieron todos descontentos El cual desque se vido con sosiego
Por no tener defensa conviniente, Y con tan principal av'iamiento,
Esperando por horas y momentos Con todos sus soldados partió luego
Al Sedeño y al resto de la gente : Continuando su descubrimiento:
Luego vieron inflada de los vientos Hallaron un cacique, dicho Diego,
Vela acia la parte del poniente, Sin que supiesen deste nombramiento
Cuya vista les dio gran alegría La causa ni razón , ni quién le puso
Pensando ser Sedeño que venia. Este nombre tan fuera de su uso.
Pero llegada mas á la ribera Pues pensaba cualquiera baquiano
La sospecha ya dicha salió varia, Que dé cuantos nacieron de mujeres
Porque luego supieron cómo era Nunca jamás allí llegó cristiano,
Un canónigo, Gaseo, de Canaria : Memoria ni mención de sus poderes;
A Santa Marta guia su carrera , Y ansí tomaban todos larga mano
Mas furia de la mar le fué contraria, En decir diferentes pareceres,
Y por huir notable desconcierto Y en uno solo yo me determino
Allí determinó de tomar puerto. Que no parece fuera de camino.
u» JUAN DE CASTELLANOS.
Entre conquistadores cudiclosos Allí holgaba nuestra compañía.
Había desta tierra grandes cuentos, Por haber de comida muchedumbre,
A fama de la cual dos religiosos, Y elir á buscar caza cada día
Debajo de santísimos intentos, Tenian casi todos de costnmbre;
Entraron por los pueblos poderosos, Deseando también algup.a guia
Año de diez y seis y tres quinientos, Que desta gente diese certidumbre,
La fe de Jesucristo predicando Entre los cuales Agustín Delgado
Y algunos convertidos bautizando. Salió movido de siniestro hado.
Ponianseles nombres de cristianos Acompañábanlo tan solamente
Según santa y católica .costumbre, Joan de Águeda su hermano, y un soldado :
Con la prohibición de ritos vanos Adarga del arzón lleva pendiente
Por traellos á nuestra certidumbre; Por no salir á caza descuidado;
Mas por los sacerdotes inhumanos Pero la caza fué tan diferente,
Que de vellos tomaban pesadumbre, Que pensando cazar quedó cazado:
Estos frailes que dominicos fueron No sé cómo poner en escritura
Coronas de martirio recebieron. Aquesta trabajosa desventura.
Esta fué la razón por que este hombre Vio ir un indio solo por el llano,
6e llamaba según habéis oido, Y con deseo grande de tomallo
Y la misma no pide que se asombre Hizo luego desvío del hermano
g uien está destas cosas advertido:
or hallar entre indios este nombre
Dando de las espuelas al caballo :
El indio Con lasflechasen la mano
Que traemos acá por apellido, Nunca mostró temer en aguardallo,
Quedándose con aquel nombre mismo Y pudiéraledar golpe nocivo,
Que le debieron dar en el bautismo. Pero no quiso, por tomallo vivo.
De tan fértiles tierras no contentos* El adarga llevaba bien compuesta,
Con tanta población, tanta ribera, . Ansimismo la lanza con aviso,
A Meta dirigían sus intentos Y al indio que laflechatiene puesta
Y á la casa del Sol, que entonces era Le dice que se dé, mas nunca quiso :
El blanco de los mas descubrimientos Antes de tal pelea como esta
Que pregonaban en aquella era : No se le conoció ser arrepiso,
Salió pues el Ortal con sus cristianos Pues siempre le hacia tal amago,
A descubrir aquellos campos llanos. Que mostraba querer no dar en vago.
Descubríanse reinos estendidos El sagitariofingeque descarga
Y en ellos poblaciones generosas, El tiro por los pechos al caballo ;
Do tuvieron rencuentros muy reñidos Delgado reguardólo con la adarga,
Por ser aquellas gentes belicosas: Y fuérale mejor aventurado;
Hubo victoriosos y vencidos , Pues el diestro gandul conflechalarga
Hiciéronse hazañas grandiosas, Por do se descubrió pudo clavado,
Entre los cuales bandos y cuadrillas Gozando de tal suerte del despojo
Siempre hizo Delgado maravillas. Que le metió laflechapor un ojo.
Asperezas inmensas tornó llanas Joan de Águeda que vio la mala suerte
Con mano que no supo ser vencida, Y en el hermano tan cruel herida,
Pero las tres laníflcas hermanas, Del caballo bajó por dar la muerte
Cuya condición es endurecida, Al matador de tan ilustre vida ;
Parece ser que ya tenían ganas Pero rogó por él el varón fuerte,
De cortar los estambres de su vida, Y estorbó la venganza merecida,
¡Derribando valor del gran Aquiles Teniendo ya sentidos ocupados
No manos de Paris, sino muy viles. En lamentar sus culpas y pecados.
Iban corriendo todos sus soldados Visto tan lastimero desconcierto,
A Guamba, población engrandecida, Llevaron á los ranchos y cabanas
Pasaban por asientos despoblados Al indio vivo y al cristiano muerto
Sin poder hallar ánima nacida, Dechado de virtudes y hazañas;
Por ser de sus vecinos avisados Y el caso miserable descubierto
Dejar atrás la tierra destruida; Llorando se rompían las entrañas,
Demás deslo mujeres y varones Por ser de todas gentes bien querido,
Eran de belicosas condiciones. Y de nadie jamás aborrecido.
No vuelve las espaldas uno solo En su disposición muy bien podía
A muchos, y en el tiro de saeta Competir con cualquiera gentileza,
Nada superior el gran Apolo, Tanto que su presencia prometía
Y muy inferior el diestro geta: Faltar en él resabio de vileza:
Es cifra lo mejor del pueblo etolo Señalóse también en Berbería,
Y sueño los eoos y el de Creta, Donde dio muestras de su fortaleza :
No tuvo Panopes certeza tanta, Fué hombre natural de gran Canaria
Aretusa, Calisto ni Atalanta. Y de los antiquísimos de Paria.
No saben qué es arnés, yelmo ni greva, El entierro se hizo no pomposo,
Porque la desnudez es su decencia, Porque no lo sufrió tal coyuntura,
Arco y aljaba solamente lleva, Y á la sombra del maco mas umbroso
Y estas son sus astucias y su ciencia; Se le dio la terrena sepultura:
Pero huían de la gente nueva Epitafio se puso doloroso,
Por no tener con ellos competencia: Las letras del en la corteza dura,
Los nuestros asentaron allí ranchos E yo vi que decían sus renglones
Cazando por aquellos campos anchos. Estas mismas palabras y razones :
Pues hay por su compás y su distancia
Floridos prados, apacibles cerros,
Y de venados daban abundancia AQUÍ YACE SEPULTADO
Blandientes astas con agudos hierros:
También fué de grandísima sustancia EL BUEN AGUSTÍN DELGADO.
La caza que hacían con los perros,
Y hasta ver los indios y buscados
Hehacian personas y caballo*
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO VIL «5
•Esta funeralfiestaconcluida Pasando pues del Cabo do la Vela
En Guamba, según tengo descubierto, Descubriendo la tierra circunstante,
Jerónimo de Ortal aunque con vida, El Fedrimán llegó de Venezuela
Por muerte del Delgado quedó muerto; Con gentes y pertrechos al instante i
Viendo para su mal y su caída Y hizo con astucias y cautela
Que juntos descubriesen adelante;
Mostrársele camino mas abierto, Ribera consintió con lo rogado,
Mas procuró por modo convenible Pero fué mas por fuerza que de grado.
Dar el remedio que le fué posible. No se hallaba fuera desta furia ,
Para lo cual fué luego convocado Sino por principal en este cuento ,
De sus soldados número de gente, Mateo Sánchez Rey, el de Liguria,"
Y el Alvaro de Ordás salió nombrado Que de valor tenia cumplimiento;
Por general y por lugartiniente: Al cual ya tiene la celeste curia
Quedóse Martin Nieto resabiado, Y en este reino deja monumento,
Aunque mostró tomallo blandamente, Y á su doña Casilda, que en aviso
Y para la venganza con efeto Y hermosura tiene cuanto quiso.
Trató ciertos motines en secreto. Estaba Diego Ortiz, que es residente
Fué su negociación tan acordada En Vélez deste reino de Granada,
Y tan persuasivas las razones, A quien ventura corta no consiente
Que la máxima parte de la armada Siquiera pasadía limitada;
Correspondió con estas intenciones; Siendo justificado pretendiente
Y al punto y á la hora concertada De cualquiera merced muy señalada,
A los pocos pusieron en prisiones; Pues sus servicios puestos en memoria
Fué fácil de hacer esto que digo Habian menester cabal historia.
Por ser familiar el enemigo. Estando juntas pues las dos armadas
Demás del alevoso desatino Con todo buen recado y advertencia,
Que se perficionó con gran cautela, Las gentes del Ortal amotinadas
No les dejaron arma ni rocino, Al Fedrimán le dieron obediencia:
Espada de provecho, ni rodela: Y en dar el parabién de sus llegadas
Con intenciones de hacer camino No pudo ser mejor el aparencia,
A la gobernación de Venezuela, Pero de los caudillos deste hecho
Para juntarse con los capitanes Nunca jamás estuvo satisfecho.
De Berzares y ricos alemanes. Pues aunque malos, pueden ser mejores
Concluso sin contiendas ni peleas Cesando de dañar quien hizo daño,
Este feo motiny detestable, Los que son una vez engañadores
Y tomados caballos y preseas Mal pierden el favor de tal engaño;
Con servicio de indios razonable , Mas antes andan vivos los olores,
Dijeron ai Ortal palabras feas Aunque se pase mes y pase año,
Llamándole de vil y miserable, Que justa paga es del fementido
Indigno de tener según él era Cuando dice verdad no ser creido.
Tantos buenos debajo su bandera. Por esto Fedrimán como discreto
Diez le dieron favor en su ruina Envió con recado conviniente
Por el reyfidelísimosvasallos, Al Alderete, Villagrán y Nieto,
Y destos un Torrellas determina A la mar so color de llamar gente j
Por avisados medios ablandallos: Pero despachó cartas en secreto
Alfinpara volver á la marina Para que los destierren brevemente,
Les hizo que les diesen seis caballos, O no les consintiesen dar la vuelta
Con ellos y otros diez de gente suelta Por no le convenir gente tan suelta..
El Ortal á la costa dio la vuelta. Aquesto se cumplió luego á la hora,
Soldados diestros, hombres de gran tomo, Y aun creo los tuvieron en prisiones,
Entre ellos Alonso Alvarez Guerrero, No para ser justicia vengadora
Ordás, Pero Martin, Chaves, Perdomo, De sus delitos y rebeliones;
Quirós, Torrellas, noble caballero; Pero volvamos al Ortal agora
Joan de Águeda y otros, no sé cómo Concluyendo sus peregrinaciones,
Pueda decir sus nombres por entero, Haciendo canto nuevo y ultimado,
Pues es esta distancia tan notoria, Por quedar siu aliento del pasado.
Que aunque los vi, se pierde la memoria.
A la vuelta se vieron en aprieto
Por no hallar la gente ya tan blanda,
Y los rebeldes Alderete y Nieto CANTO SÉTIMO,
Y el Villagrán y el resto de su banda:
Con amistad de todos y respeto Donde se cuenta cómo Jerónimo de Ortal llegó 6. BU pueblo d» fíeverl «p
Llevaron adelante su demanda, la costa, cómo ce escapó de Antonio Sedeño, j lo que nía» lo sucedió
Y dieron por la tierra discurriendo basta su muerte.
Con Fedrimán, que andaba descubriendo.
Nicolao Fedrimán en esta era El que gente de guerra regir suele
A su mandar tenia gente harta, Para tener segura la matanza,
Reteniendo debajo su bandera, No cumple con que solo se recele
Y sin le consentir que del se parta, Del contrario que tiene gran pujanza ;
Al valiente varón Joan de Ribera, Pero también conviene que se vele
Insigne capitán de Santa Marta, De los que están debajo de su lanza,
El cual venia con poder bastante Pues armas del doméstico enemigo
A descubrir por el dotor Infante. Riguroso furor tienen consigo.
Deste fuerte varón, cuando comienza Y ansí los humos destos desvarios,
A tratar este reino y sus lugares, Si condensaren nube de sospecha,
No se halla valor que no se venza Tener apercebidos los rocíos
De los suyos, que son mas singulares; Antes que salgan llamas aprovecha;
Porque cierto podia sin vergüenza Pero si los remedios son tardíos,
Competir con los fuertes doce pares, La suerte del contrario queda hecha,
Y si mis dias no fueren estrechos Y es menester, en caso semejante,
Yo «ré del Ribera grandes hechos. Por no quedar atrás, estar delante.
194 JUAN DE CASTELLANOS.
El descuido de Ortal aqiii fué sumo, Entre muchos que Iban á prendello,
Juzgando las verdades por novela; : Fueron los dos hermanos Antillanos,
El capitán Copete , Mesa y Tello,
El cual no solamente vido humo, Que también estos tres fueron hermanos:
Pero también centellas de candela, Zamudio, Ontiveros, Joan de Arguello,
Y con se resumar lo que resumo, Cabrera, Joan Martin de Castellanos,
Nunca creyó ser necesaria vela; Con mas que mi memoria no sustenta,
Y ansí, como no hizo cuenta desto,
Quedó de su potencia descompuesto. Y con quien el Ortal tuvo gran cuenta.
Hizo camino pues con sus leales, Pues el tiempo que suele ser lijero,
Rompiendo grandes fuerzas y pujanzas De la región etérea movido,
De aquellos belicosos naturales Muchos hizo venir á pagadero,
Que defendían casas y labranzas: El campo del Sedeño destruido:
Do las seguridades principales Siguieron pues á este caballero
Les daban las espadas y las lanzas, Hasta Cumaná, puerto conocido,
Por ser al barbarismo desta gente Do para lo prender faltó remedio
Esta seguridad mas conviniente. Por haber puesto mucho mar en medio.
En tierra ya de paz los caminantes, Queriendo ser mas Taurea Campano,
Hicieron á la mar partida presta, Que hizo de su fuga confianza,
Adonde todos eran ignorantes Que Claudo Asello, milite romano,
De tan breve venida como esta; Que solo la tenia de su lanza:
Y do por las revueltas dichas antes Vacía se volvió sedeña mano,
Les era la guarida mas molesta, Perdida de prisión el esperanza;
Por. estar el Sedeño con intento Libre pues el Ortal de tal encuentro,
De venir con Ortal en rompimiento. Sedeño se partió la tierra adentro.
De manera, letor, que cuando quiso Recogió del Ortal muchos soldados,
Evitar á caribes la tragona Cuyo fiel valor esperimenta;
Cruel hija de Focis ó de Niso, Y para los llevar bien aviados,
Amenazas de muerte le pregona: Caballos, armas, ropas les presenta:
Y á no tener con ambas gran aviso, Hubo después negocios muy pesados,
Grande riesgo corría su persona; De que, mediante Dios, yo daré cuenta;
Mas escapóse de crueles manos, Pues los Sedeños de presente huyen ,
Por industria del padre Castellanos. Y los de Ortal agora se concluyen.
Y tengo yo por muy averiguado, El cual, considerada la demencia
Que si tío se saliera del estrecho , Del Antonio Sedeño y la malicia,
El muriera suspenso y ahorcado, Envió sus despachos al audiencia,
Sin mirar á justicia ni derecho , Demandando remedio por justicia:
Por estar el Sedeño tan dañado Despachóse juez de residencia,
Que cometiera ya cualquier mal hecho; De quien también daré larga noticia
Y ansí, por lo traer á su presencia, Al tiempo que mejor me pareciere,
Fué la que puso suma diligencia. Y con la claridad que yo pudiere.
Mas puestos en la playa deseada, Porque para tratar cumplidamente
Cada cual por su parte recatado, La vida del Ortal en lo restante,
Hicieron con escuro la llegada Aunque un negocio de otro va pendiente,
Al pueblo que el Ortal dejó poblado, Habremos de hacello discrepante :
Tres leguas mas abajo del armada Poniendo por escrito de presente
Y campo del Sedeño reformado; Cosas que sucedieron adelante ,
El cual para partir estaba presto Después que noche del eterno sueño
Debajo del desino ya propuesto. Escureció los ojos del Sedeño.
Un maestre Joan, que lombardero era, Por no ser los enojos difinidos
Siendo de vela dijo quién venia ; Aunque sus dias fueron acabados,
Salieron por lo ver á la ribera , Antes por los agravios recebidos
Diciéndole cuan gran riesgo corría : El Ortal se vengó de sus soldados;
Al instante le dio barca lijera, Y aquellos que pudieron ser habidos
Equipada de buena compañía, Fueron por su respeto castigados ,
El clérigo francés, principal hombre , Y en este lugar cumple que mi pluma
Que se llamaba de mi mismo nombre. Con brevedad posible los resuma.
Sin gozar allí punto de sosiego, Pues cada cual elegía representa
Y sin llevar cabal "matalotaje, En relación historia recogida ,
La vuelta de Cubagua se fué luego, Y aquel gobernador que la cimenta
Y á vela y remo hizo su viaje; No consiente que vaya dividida;
Y no fué de cobarde ni de ciego Sino que de un voleo se dé cuenta
Ser él el que llevaba su mensaje; De todos los sucesos de su vida ;
Pues no costara menos que la vida , Y ansí, pues la presente tiene dueño ,
Si no fuera de noche la partida. Acabada, diremos del Sedeño.
Porque otro día luego de mañana, El cual, mucho después de su partida,
Algún indio ladino que los vido Y de revueltas otras y rencillas,
Llevó las nuevas á Maracapana , Ansimismo partió de aquesta vida,
Diciendo que Ortal era venido; Por cuyofintambién hubo cosquillas :
Sedeño, de su gente mas lozana, Tales, que fué su gente dividida
Juntó consorcio bien apercebido, En dos contrarios bandos y cuadrillas ;
Mandándoles con ásperas razones Unos la gente siguen alemana,
Que luego lo trajesen en prisiones. Otros volvieron a Maracapana.
A Neveri llegó la gente brava, Estos por los delitos cometidos
Armada de rigor descomedido, Y escesos que serán conmemorados ,
Y sabida la vuelta que llevaba A instancia del Ortal eran punidos,
La dieron á decir lo sucedido: Y de los que tenían agraviados:
El Sedeño las barbas se pelaba Fueron en este puerto detenidos,
Desque supo que Orlal era huido ; Afinque todos fuesen castigados;
Pero fusta de remos mas espesa Entre ellos un Aduza y Joan de Arguello,
Mandó que lo siguiese con gran priesa. A quien la soga hizo largo cuello.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XI, CANTO VIL 125
Pues machos menearon los tobillos Estaba del Arguello muy sentido
Pareciendo mas sano dar la vuelta, Jerónimo de Ortal por lo pasado,
Que puestos en cadenas y con grillos Y ansí, sin le guardar orden debido,
Pagar el carcelaje sin la suelta : A muerte natural fué condenado:
Finalmente, que fué, sin ser oido,
Fueron los sobredichos dos caudillos De la rama de un árbol ahorcado,
Deste motín y última revuelta, Ejecutando fuera la sentencia
Y todos por llevar caballos buenos, De su gobernación y pertenencia.
Se quisieron valer de los ajenos. Arguello muerto, como dije antes,
Escogió cada cual á su contento, Con muestra de grandísima paciencia , ')
Porque por la zavana repastaban, Llegaron á Cubagua los restantes,
Y Aduza dijo ser acertamiento Donde estaba juez de residencia,
Dejarretar los otros que quedaban , Y adonde no faltaban querellantes,
Porque no fuesen en su seguimiento Ajenos de virtud y de clemencia :
Aquellos de quien ellos los llevaban : Afrentaron soldados de gran suerte,
Astucia de sagaz y de discreto » Y Aduza padeció pena de muerte.
Si acaso la pusieran en efeto. Conclusos estos casos tan estraños ,
Mas hubo también otras opiniones Indignos de cubrirse con tiniebla,
Torpes en afear aqueste hecho, Ortal, pobre, pasó por muchos años
Y ansí faltaron las ejecuciones En casa de un vecino dicho Niebla:
Que les pudieran ser de gran provecho; Fué después contador, mas no de daños
Pues acontece muchas sinrazones Que hacia sin orden y sin regla,
Asegurar con otras su derecho ; Herrando libres indios por captivos,
Y aunque la culpa hace muy mas llena, Cuyos números fueron escesivos.
A veces se reservan de la pena.
Fueron pues diez y seis apercebidos Estando pues el pobre con resuello
De caballo, de lanza y de rodela, Menor que para lo cotidiano,
A quien noche sacó sin ser sentidos, Y tan pobre que mas no pudo sello
Como la que de tales es tutela: Aquel Epaminondas el tebano:
Volvían por los pasos conocidos Ante los oidores un Arguello
A la gobernación de Venezuela; Quejó del por la muerte del hermano;
Y en Cubagua justicia y regimiento, De manera, que fué por su presencia
Luego supieron el atrevimiento. A defender sus causas al audiencia.
Condenando la culpa por atroce, Para satisfacion del tal esceso
Cometen al Ortal aquel castigo; Faltaba lo que el otro pretendía ,
Ortal, que sus afrentas reconoce, Por ya no ser Ortal, Mida ni Creso,
Mucha gente cabal llevó consigo, Ni tener lo que Pitío tenia ,
Con deseo de dar alguna coce Ni aun para pagar costas de proceso ,
A quien se le mostró tan enemigo; Y ansí se concertó por cierta via:
Y en tierra firme puestos deste puerto, E l Ortal, libre ya desta manera,
Lo que el Aduza dijo salió cierto. Tomó en Santo Domingo compañera.
Pues luego los caballos ensillados, Gozando de mujer, dama lozana,
Que vimos escapar del duro trance , Una siesta cubierto de sudores,
De huellos fugitivos enseñados , Por asiento tomó cierta ventana
A gran priesa siguieron el alcance *, Para tomar del aire los frescores,
Pero los delincuentes confiados Donde septentrión ó tramontana
No supieron jugar segundo lance; Hacia mas templados los calores,
Pues ó porflojedadó mala guia Y luego, como aquel rey Andebunto ,
Se dieron menos priesa que cumplía. O como Nicanor, cayó defunto.
Al gran rio de Guárico llegaban En proporciones era delicado,
Como setenta leguas caminadas, Y también en sus tratos tuvo esto:
Do los cansados cuerpos reposaban Fué grave con nota de pesado,
En playas y riberas cultivadas, Varan gallardo, suelto, bien dispuesto :
Cuando los que por ella caminaban La barba clara, rostro bien formado,
Fresquísimas hallaron las pisadas, Alegres ojos', apacible gesto,
Y el Orlal reparó la gente presta, Decían de buen pecho ser ajeno;
E l rigor esperando de la fiesta. Pero por cierto yo lo hallé bueno.
Apolo ya las sombras retiraba, Honró su funeral ilustre gente
Pues casi por zenit se les subía, Como suele ciudad tan generosa ?
Y el eje por el medio resecaba Al que es inferior y al eminente,
Con los dorados carros que regía , Sin que de claridad le falte cosa :
Cuando frescor umbroso convidaba Enterráronlo muy honradamente
Al descanso que el cuerpo les pedia: En parte conviniente y honorosa,
Entonces el Orlal y sus soldados Y donde las exequias se hacían
Dieron en los que estaban acechados. Pusieron unos versos que decian : >
Bien como peje narces ó torpedo,
Que sin tocar entume miembros sanos, Continet Ortali, buslum quod cernitis, ossa,
Qui factus Crcesus, factus et ipse Biton.
Y para ser su cebo se está quedo Valde dolet varios htdus perpendere casus,
E l peje de los ríos destos llanos; Plusque dolet nobis tam citus interitus.
Ansí los asaltados con el miedo
No pudieron valerse de sus manos, Tiene aquesta sepultura Dolor es que desatina,
Por verse rodear tan de repente, A Jerónimo de Ortal, Considerar su ruina;
Cuya carrera fué tal, Pero lo que mas dolió
Y no temer aquel inconviniente. Que en ella le dio ventura Fué morir como morió ,
No faltaron allí duros sayones Antes bien; después mal. De muerte Un repentina.
Que con oprobios y palabras feas
Los pusieron en ásperas prisiones,
Ansí colleras como arropeas,
Representándoles viejas pasiones
Habidas en rencuentros y peleas;
(uros también de mas noble talento
Usaban de mejor comedimiento.
«6 JUAN DE CASTELLANOS.
En etto colocaban su contento
ELEGÍA XII. Con harto mas rigor de lo que digo,
Y era de tal furor el desatiento,
A ia muerte de Antonio Sedeño, donde ansimismo se cuenta Sin reservar amigo ni enemigo,
el suceso de su jomado* Que juzgaban con gran merecimiento
El demérito digno de castigo:
CANTO PRIMERO. Tanto ciega los ojos la cudicia
Que la maldad se tiene por justicia.
A cosas de Cubagua y Margarita Los ebrios de tan mortal beleño,
Aspiraba, letor, miflacapluma Que muy poquitos hoy sustenta hado,
A dar de relación tan infinita Parece que despiertan de tal sueño
Alguna recogida y breve suma ; Que ninguno tuvieron tan pesado :
Pero dame Sedeño tanta grita Dicen mal del Ortal y del Sedeño
Rogando que su causa se resuma, Por haberse tan mal acomodado,
Que primero que dellas es forzado Pues si tuvieran de poblar intentos
Acabar lo que del he comenzado. Potentes fueran los repartimientos.
Cuando clara progenie de Latona Iban pues con algunos compañeros
Tenia por la eclíptica carrera, De Cubagua personas principales,
Aquel primero signo de la zona Un Domingo Velazquez, un Riberos,
Oblica, que ciñendo va la esfera; Fernando de Veger, Pedro de Cáliz :
Cuando quinceno ciento se pregona Su fin,su pretensión, sus paraderos
Con mas treinte y seis años de la era, Fué siempre destruir los naturales ;
Tal dia con frescor de la mañana Llegó á Guaramenlal toda la gente,
Salió Sedeño de Maracapana. El cual los recebió benignamente.
Al cual deste consorcio belicoso Hizo Sedeño ir por otras vias
Le pareció nombrar en el armada Gente que parecia ser bastante,
Por general á Diego de Reinoso, Repartidos en tres capitanías
Y el maese de campo fué Losada : Para que descubriesen adelante ;
Martin Fernandez, hombre poderoso, Y él se detuvo por algunos dias
Por alcalde mayor de la jornada, Mas cerca de la mar con la restante,
Porque en el aviar el estandarte En el pueblo del Cojo, que ya cuento,
Este fué quien gastó la mayor parte. Porque le pareció fértil asiento.
Por capitanes otros seis ó siete La gente por Cubagua proveída
Fueron por el Sedeño señalados, Y con el capitán que Ochoa llamo,
Como Montalvo, Vega y el Copete, Desde Guaramental hizo corrida
Y los dos que murieron ahorcados : A la parte que dicen Guayacamo,
Según mi verso débil entremete Provincia bien poblada y estendida ,
En los casos atrás conmemorados, Pero no sin defensa de su amo,
Ochoa y Alonso Alvarez Guerrero» Porque los indios del la como diestros
Capitán del Ortal y compañero. Hicieron grandes suertes en los nuestros.
Sacó quinientos hombres escogidos, Pues viendo lamentar los derredores
Todos valerosísimos soldados, Por ser en sus defensas incapaces,
De caballos y armas proveídos, Y ser los españoles ya señores;
De cosas necesarias reparados : Como sabios astutos y sagaces,
De pensamientos altos van movidos , Tuvieron estos indios por mejores
De grandes esperanzas alentados, Patentes guerras quefingidaspaces;
Con intento de ver templo dorado Y ansí fueron los nuestros rebatidos ,
Do el padre de Faetón es adorado. Algunos muertos, y otros mal heridos.
Con todo buen concierto se camina Viendo que se valían desta suerte
Por costa de la mar camino claro, Por tener la guarida muy cercana,
Pero luego dejaron la marina, El español desea de lo fuerte
Y atravesaron por Patigutaro : Sacallos al anchor de la zavana,
Provincia tan cabal que fuera dina Para tomar venganza de la muerte
De conservarse con mejor reparo, Que padeció la gente castellana,
Y por do les hacia mas al caso Y ansí se retrajeron poco á poco
Salieron á los pueblos de lo raso. Para mas incitar al indio loco.
A sombra de tan fuertes valedores, Con sospecha de que se retiraron
Cubagua concertó también que fuesen Los españoles de temores llenos,
Sus capitanes y rescatadores Los indios á lo raso se llegaron,
Que los indios esclavos recogiesen, Sin miedo del concierto de los frenos
O granjeados ya por sus sudores, De aquellos que los tésalos domaron ,
O de los que los otros les vendiesen, Para poder correr con pies ajenos,
Con orden de clemencia tan ajena Tanto que se pusieron á provecho
Que el escrebillo da terrible pena. Y á daño suyo fuera del estrecho.
Pues era tan sin freno la soltura Las riendas flojas, las espuelas hitas,
De parte del ejército cristiano, Compuestas las adargas y las lanzas,
Que les era la paz menos segura Van los centauros contra los lapitas
Que dormir con las armas en la mano; Que venian con vanas confianzas :
Pues con asegurallo, se procura, Avivanse las voces y las gritas,
Privar de libertad al indio llano, Crecen á mas andar las destemplanzas ,
Y en esto fueron tantos los engaños, A todas partes y por todos lados
Que se hicieron increíbles daños. Rompen salvajes pechos y costados.
De tan inmensa copia de vecinos El Ochoa hacia gran estrago,
Rarísimos son hoy los que parecen, Pedro de Cáliz rige bien las riendas,
Umbrosos montes cubren los caminos Y también Francisco de Santiago,
Que los humanos ojos humedecen : Que en este nuevo reino tiene prendas
Los campos por do pasan peregrinos Ningunas lanzas destas van en vago
Con sangre de los muertos reverdecen ; Vengando las pretéritas contiendas,
Ya no se.ve labranza ni cultura, Y los demás hadan maravillas,
Sino bosques incultos y espesura. Rompiendo las ijadas y costillas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGIA XII, CANTO l . m
Bien como caminante descuidado Y á treinta de caballo, mocelones,
Que bestiafieratopa de repente, Y para guerras «o personas mancas,
Y con aquel temor desalentado Un tigre les causó mil turbaciones
Huyendo acia atrás vuelve la frente ; En el rio que llaman de Barrancas :
Ansí huye también el mas osado Recogidos en medio los peones
Y el mas aventajado desta gente* Y ellos sin se mover ancas con ancas,
Admirados de ver en la conquista Mas antes de llegar la luz del dia
Bestia nunca jamás por ellos vista. A un indio le quitó la que tenia.
Alfin,viendo los golpes escesivos , Otra noche por el inconviniente
Los tajos y reveses inhumanos , De tan perniciosas ocasiones,
Los guayacamos que quedaron vivos Un capitán, que fué'Joan de la Puente,
Huyeron del furor de los cristianos; Vistióse fuertes armas de algodones:
Pero de los rendidos y captivos Con capirote y faldas fuertemente
Gran copia les dejaron en las manos, Trabando las hevillas y botones,
Y puestos en recado conviniente Porque si la venida fuese cierta
Siguieron el alcance juntamente, En otra parte diese descubierta.
Los libres del rigor de las peleas Y aunque las armas fueron de provecho
Largando van los arcos y penacbos, Cuando todos estaban reposando,
Los nuestros saquearon las aldeas El tigre para él se fué derecho
Recogiendo mujeres y muchachos : Ningunas cuberturas respetando \
De oro bajo joyas y preseas Dio grandes voces él, mas un gran trecho
Sin que le pongan armas sus empachos, Lo llevó con las armas arrastrando»
Y vueltos á la ya dicha dehesa, Acuden caballeros, que velaban *
Al Sedeño llevaron grande presa. Al tino de las voces do sonaban :
Como fuesen iguales en ingenio Yendo cada cual dellos recatado
Para hacer allí las particiones, Dan gritos que los meten en el centro,
Atabas se conforma con Numenio, Alfinhalláronlo ya desmayado
Ambos á dos grandísimos ladronea : Aquellos que salieron al encuentro :
Ajenos del vivir del justo Benio, Entre dos plantas verdes apretado
Mas no de las argivas condiciones; Que no pudo metello mas adentro > •
Llevólo pues Cubagua por entero Túvose por grandísima ventura,
Uno por parte y otro por dinero. No podello llevar al espesura.
Acudieron también los taburlanes Y cierto su persona fuera lesa
Para poder mejor echar el sello; A poderle quitar los embarazos,
Quiero decir, los otros capitanes Pues cuando va huyendo con la presa
Bautista, y el Aduza, y el Arguello : La va haciendo toda mil pedazos:
Que tuvieron contrastes y desmanes Hinchendo de crujidos la dehesa
Y la vida colgada de un cabello, Quebrantando costillas, piernas, brazos ;
Por haber encontrado competencia Y es tan veloz en el hacer el sallo
Que hizo porfiada resistencia. Que parece que vuela por lo alto.
Pero trajeron muchos maniatados Otra noche también desta manera
De Anipuya, Marapa y Mayatare, Dormía el lusitano Caraballo,
De Chocoroima y rio de Tiznados, Habiendo puesto para cabecera
De Guamba, Orocomay, Cumagatare; La silla y aderezos del caballo *
De muchos pueblos otros señalados Manoplazo feroz tiró la fiera
De la provincia de Mayagatare, Afinde lo matar y de llevallo,
Y todos los llevaron cubagüeses Fué misterio de Dios y maravilla
A trueco de preseas é intereses. Que parasen los daños en la silla.
Llevaban á Cubagua sus vecinos Huyó pesado sueño del dormido
De esclavos prolijísimas cadenas, Cuya silla sintió llevar rastrando,
Dejando bien sangrientos los caminos, Haciendo los estribos gran ruido
Las sendas y veredas todas llenas Que por las duras piedras iban dando :
De muertos en aquestos desatinos, Temor lo hizo mas apercebido
Con hambre, con cansancio y otras penas, Y á todos los demás estar velando
Pues eran destos míseros captivos Hasta la luz, y abierta la sospecha
Muy mucho mas los muertos que los vivos. La silla se halló, pero deshecha.
Y como tantos muertos se quedasen Otra vez en el rio de Tiznado
En aquestos trabajos escesivos, Un indio de Fernando Cascajales
Fué causa que los tigres se cebasen Se cubrió con un cuero de venado
Y en esta tierra fuesen tan nocivos; Con miedo, según dijo, destos males :
Pues como ya los muertos les faltasen Saltó tigre feroz encarnizado
Procuraban cebarse de los vivos, Echándole las garras infernales,
Y fué tan grande plaga y desventura Y ventura le fué tan obediente
Que no teníamos hora segura. Que llevó la cubierta solamente.
El pesado temor desto se prueba Conocida su suerte venturosa
Por casos varios que decir entiendo, Dio gritos convocando los cristianos,
Y entre sueños no era cosa nueva Saltó de la hamaca quien mas osa
Alguien, sin le tocar, estar diciendo : Y el que tuvo los pies menos livianos :
« Señores, que me lleva, que me lleva.» Tuvimos una noche trabajosa
Los otros acudían al estruendo, Y siempre con las lanzas en las manos,
Y estando quien lo dijo muy dormido, Con tizones, con grita y vocería
Causarse confusísimo ruido. Hasta que ya llegó la luz del dia.
Pues como cada cual por sí recela Yendo muchos á dar en un cercado
Una muerte tan vil y desastrada, De gente que tenían acechada,
Unos tiran tizones de candela Cada cual á caballo bien armado
Otros tercian la lanza preparada ; Cubiertos de la noche sosegada;
El otro se embrazó de la rodela, Tigre feroz saltó'por el un lado,
El otro no topó con el espada; Y al capitán llevóle la celada,
Mas en los sobresaltos destas fieras Sin ser la voluntad del caballero
Las mas veces las burlas eran veras. Que lo sirviese paje tan lijero.
1-28 JUAN DE C A S T E L L A N O S .
Viendo la buena maña del lacayo Supo Sedeño luego la venida
Cuyas u ñ a s peinaban el cogole, Y adevinando lo que el otro piensa ,
E l caballero Garci Pérez Vayo Toda su gente tuvo recogida
A lo raso salió mas que de trote; Con mano para guerra mas estensa :
Porque no revolviese por e l sayo A la cual destas cosas advertida,
Aquel que le llevó su capirote, Dispuso y ordenó para defensa,
Y ios demás hicieron otro tanto Facilitando tal inconviniente
No menos poseidos del espanto. Con dediles á todos lo siguiente :
De dia fuimos seis por un camino, « Envidia, mis carísimos hermanos,
Y en un gran pajonal jpasó delante Que lo bien puesto derribar procura,
Joan de Oña, montañés, ó vizcaíno, Debe querer quitarnos de las manos
Saltó tigre con él en el instante, Alguna prosperísima ventura:
Con golpe que sacara de su tino Pues me dicen venir ciertos cristianos
A l mas poderosísimo gigante; A perturbar tan buena coyuntura,
Acudimos á él con pies livianos, Con juez proveído del audiencia
Y quitándoselo de entre las manos, Por odio, por pasión y mal querencia.
La fiera crudelísima, tragona, »Y si somos á estos sometidos,
No pudo deshacer el mortal vaso , Obedeciendo tales provisiones,
Mas dejó maltratada su persona Que maliciosos hombres fementidos
Por se querer mostrar en este caso Ganaron con siniestras relaciones,
Barbero que lo hizo de corona Quedamos asolados y perdidos;
Dejándole no mas que el casco raso, Y fuera de tan buenas ocasiones,
Pues la tresquila fué con tan mal celo Como las que tenemos de presente ,
Que no pudo jamás cubrilla pelo. Do Dios y el rey se sirven juntamente.
No le curaron luego la herida »Pues querer por jurídicas contiendas
Por parecer las llagas ser mortales , Que nuestras causas sean defendidas,
Y aun por andar la gente de corrida, Demás de desasirnos destas prendas
Demás de que faltaban materiales : Para cosas mas altas adquiridas ,
Curárnoslo después, y tuvo vida Veremos consumidas las haciendas,
Temerosa de tales aninjales; Y en confusión las honras y las vidas ,
Y aunque vivia siempre lastimado, Que como ya sabéis las menos veces
Después lo vi con hijos y casado. Favorecen al reo los jueces.
Quiero también contaros otra cesa «Ansí que pues que vamos en servicio
De un indio que venia por un llano, De Dios y rey, según intento mió,
A pedir libertad para su esposa Y para la defensa que cudicio
Captiva del ejército cristiano: Tenemos fuerzas y bastante brío ,
Olra lleva por ella muy herniosa No me parece grave maleficio,
Y espada de las nuestras en la mano, Que el licenciado Frías vuelva frío ,
Mas tigre le mató la india bella, Antes es bien que cada cual defienda
Y del hacer quisiera lo que del la. Su libertad, su vida y su hacienda.»
Mas viéndolo venir el caminante, Aquel interesal razonamiento,
Cubrióse tras el tronco de un madero, Con oidos atentos percebido,
Poniéndole la punta por delante Y entendido por todos el intento
A l tiempo que voló saltó lijero : Que de color de rey iba vestido ,
De suerte que la espada trepidante Mostraron todos ellos buen aliento
Entró por el vital degolladero, Para la defensión de su partido ,
Cayó la bestia fiera sin aliento Diciendo cada cual que estaba presto
Para la ejecución de lo propuesto.
Y el buen indio gozó de vencimiento.
Dio relación á nuestra compañía En aquesta sazón Frias tenia
Del daño recebido y del provecho, La contraria ribera del Uñare,
Fueron allá por ver lo que decia Pero seguro vado no sabia
Y satisfizose cristiano pecho : Para que su venida se declare ;
Diéronle la querida que pedia Y ansí determinó por aquel dia,
En premio de tan honoroso hecho, Que por allí su gente se repare,
Hiriéronle los indios grande fiesta Mandando componer ranchos y tiendas ,
Por selles esta fiera muy molesta. Sin Sospecha de guerras ni contiendas.
Pudiéramos gastar en estos cuentos Y fué debajo destas intenciones
Hartos dias que*no fueran inertes, Hacer pasar allá, dia siguiente ,
Mas no de desventura tan exentos Alguna breve copia de varones ,
Cuanto lo fueron estas dichas suertes: Con Sancho del Castillo, su escribiente,
Sinofinesturbados y sangrientos, Para notificar las provisiones
Arrebatadas y penosas muertes, Al Antonio Sedeño y á su gente ,
No solo de los indios naturales Que los hilos cortó de su esperanza ,
Mas de muchas personas principales. Por no tener de muchos confianza.
Y muchos nombres d. líos os dijera, Y ansí tenia ya determinado,
Pues en los mismos riesgos nos hallamos, La luz de los mortales apartada,
Pero por acortar esta carrera Pasar allá por conocido vado,
Al Antonio Sedeño nos volvamos , Con parte de su gente bien armada ;
Y al asiento del Cojo y su ribera Y dar en el dormido licenciado
Que fué la parte donde lo dejamos,' Prendiendo la cuadrilla descuidada,
Por rehacerse mas de cosas varias Con miedo que si viesen mandamiento ,
Para largo camino necesarias. En sus gentes habría mudamiento.
Estando pues en esta pertenencia Al tiempo pues que ya la noche fria
El Sedeño con estas compañías, Demediaba sus cursos naturales,
Vino para prendello del audiencia Y sueños descuidados infundía
í'n licenciado dicho Joan de Frías : Morfeo por los ojos de mortales ;
No menos confiado de su ciencia El Antonio Sedeño no dormia ,
Que de victoriosas valentías, Antes llamó soldados principales
Entró tras él por pasos conocidos Apercebidos para tal efeto,
Con cien soldados, hombres escogidos. Porque tenia destos buen conceto.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XII, CANTO I. 129
Caminaron con él hasta doscientos, Estos , á quien volver no se les veda ,
Los ciento de caballo y cien peones, Aviso luego dieron al audiencia ;
Muy bien armados y con pasos ientos, Y ansí, vistas las vueltas de la rueda,
Por mas asegurar las ocasiones : Mandóse que castigue la demencia
El licenciado Joan de Castañeda ,
Pasaron con quietos movimientos , Famoso por soltura de conciencia
Las aguas sin opuestas defensioses , Y en deshonestidades y regalo
Y fueron por aquestos campos anchos Creo que fué menor Sardanapalo.
Hasta ponerse ya sobre los ranchos. A Cubagua llegó do se pregona
Como tigre que quiere hacer presa La provisión y cédula bastante ,
Saliendo de lugar escurecido , Y por no fatigar mas su persona
Y fué por pajonal de la dehesa, Nunca quiso pasar mas adelante ;
Tan tácito que no causó ruido; Mas nombro capitán de Tarragona,
Y visto los manjares de su mesa, Que no hallaba riesgo que lo espante ,
Hace salto veloz, jamás oido, Este fué Joan de Yúcar, un navarro
Y si acaso lo sienten , es ya cuando De quien atrás algunas cosas narro.
La miserable presa va gritando ; Como varón sagaz y diligente,
Ansí los de Sedeño , revestidos Tratable, generoso, halagüeño,
Del nublo que lenian por halago, Procuró convocar alguna gente ,
Llegaron á los ojos que dormidos Cuyo número todo fué pequeño :
Tomaban del trabajo justo pago; Por via que le fué mas conviniente
Y nunca fueron vistos ni sentidos, Luego se despachó co tra Sedeño,
Hasta que ya dijeron , «Snntiago, Creyéndolo hallar en el asiento
A las armas»; dan gritos, pero vanos, Adonde Frias vio su rompimiento.
Por ya se las tener ajenas manos.
Sin sangriento rigor fueron rendidos Pero después que para la marina
Por estar sepultados en gran sueño , La genté%sin el Frias fué enviada ,
Y luego fueron todos repartidos El Anión o Sedeño determina
Entre los capitanes del Sedeño : Proseguir adelante su jornada :
Caballos, armas, ropas y vestidos Pífaro y atambor con voz contina
Allí reconocieron nuevo dueño , Recoge ya la gente separada,
Y otras preseas mas, entre las cuales Serenidad de tiempo los convida
Recogieron las cédulas reales. A poner en efeto la partida.
Y estas sin el respeto que se debe Demás de que tenia por pesado
Luego las entregaron y las dieron Gastar mas tiempo por aquel asiento,
Al ímpetu del agua que las lleve, Donde febea luz había dado
A las ondas del mar por do vinieron : A toda su carrera cumplimiento,
Pedro de las Comadres, que se atreve Por polos del zodíaco dorado
A tales desvergüenzas cuales fueron, Contrario del primero movimiento,
Comenzó de decir con gritos varios : Y aun del signo de Géminis salía,
«Allá van, allá van los cartularios.» Y al trópico de cáncer se metía.
Pensaba que por esto fuera diño Dados pues por el campo los pregones,
De coronas triunfales ó guirnaldas; Recogen los soldados sus haciendas ,
Pero pasados tiempos, tiempo vino Mantenimientos , armas, municiones,
Que por sus robustísimas espaldas Los gosipinos toldos y las tiendas;
A su pesar corrió flujo sanguino, Salieron caballeros y peones
Que en el rostro causó color de gualdas , Dispuestos para lides y contiendas,
Otros también entraron en la cuenta , Y para les servir en trances tales
Que no se reservaron del afrenta. Crecida cantidad de naturales.
El Frias con los otros descompuestos, •

A los cuales llevaban en colleras


Fueron, como ya dije, divididos Con cuerdas ó cadenas algo largas,
Por el gobernador en varios puestos, Pero todas delgadas y lijeras
A vigilantes guardas cometidos : Porque pudiesen bien llevar las cargas:
Sufriendo cada cual ratos molestos, Cansábanse las fuerzas mas enteras ,
Por ser escasamente proveídos, Las horas del vivir hacen amargas,
Pero poco después de la pendencia, Aqueste ve su ün, aquel desmaya ,
Para poder volver les dio licencia. Otro no sabe ya cómo se vaya.
Mas aunque medios y conciertos hubo, Mandaban desatar al que se via
Para poder volver al Océano, Careciente de fuerzas y sustancia,
Al Frias el Sedeño lo detuvo, Porque el gobernador siempre tenia
Y á Sancho del Castillo su escribano : En este caso grande vigilancia ,
Con unos el concierto se mantuvo , Y en que se caminase cada dia
Y á otros no les dio tan libre mano, Dos leguas solamente de distancia,
Sospechosos dejóselos consigo, Siempre nombraba hombres diligentes
Y los otros se fueron como digo. Que curasen heridos y dolientes.
No vuelven en caballos ni trotones, Tuvo vigilantísimo cuidado
Pero, según el uso de romeros, De los pobres enfermos y heridos ,
Las lanzas convertidas en bordones, Nunca se le probó comer bocado
Y las adargas son sacos lijeros : Hasta que los tuviese proveídos:
Iguales van agora los peones Por el camino todo buen recado
A los aventajados caballeros, Y entre los de caballo repartidos ,
Entre ellos ansimismo van iguales Él en la retaguardia vigilante
Un don Pedro y don Diego Sandovales. Para llevallos todos por delante.
Con Domingo Velazquez se dispensa, Con esta vigilancia propia suya
Y con otros amigos conocidos , Llegaron á las tierras que mandaba
Que lleven armas para su defensa , La reina que llamaban Anapuya ,
Si de los indios fuesen ofendidos ; La cual de buena paz los esperaba:
Y á todos los demás en recompensa Hermosa, varonil, cabal, y cuya
De los bienes robados y perdidos , Mano muy liberal se le mostraba,
Les dieron muchos indios de la tierra , En todas proporciones elegante,
Que les decían ser de buena guerra. Y para guerra y paz mujer bastante.
130 JUAN DE CASTELLANOS.
Y en general es este mujeriego A este reino pues llegó Sedeño,
De bien compuestos miembros y lozanos, Que entonces paz serena mantenia,
Ninguna cosa duras al entrego Y por ser el Perima muy pequeño,
Que suelen recebir lascivas manos: Orocomay su madre lo regia:
Derretidas en amoroso fuego, Fué su recebimiento halagüeño
Grandes aficionadas á cristianos , Y lleno de contento y alegría ,
Serenos ojos , blandos movimientos, A todos dieron buenos aposentos,
Causadores de tiernos sentimientos. Y sin limitación mantenimientos.
Entre estas apacibles compañías Estando todos en aquel asiento,
Fueron los españoles detenidos Cuyos vecinos eran liberales,
Por espacio de diez ó doce días, A celebrar vinieron casamiento
Aunque ninguna cosa divertidos : Dos hijos de personas principales ;
Después con las debidas cortesías Y estaban en aquel ayuntamiento
De la gallarda reina despedidos , Inmensa cantidad de naturales,
La gran Orocomay fueron buscando, Que demás de vecinos y parientes
Do también los estaban esperando Se llegaron de partes diferentes.
Con grande cantidad de bastimento, Ninguno dellos trajo largas faldas,
Por ser Orocomay atrás nombrada Puesto que matizados de colores
Señora de grandísimo talento, Los rostros , brazos, pechos, las espaldas,
Y á cualquier español aficionada: Otros en carne fijas las labores ;
Libre de yugo ya de casamiento, Otros aderezados de guirnaldas,
Y que después no quiso ser casada , Compuestas y tejidas de mil flores ,
Tuvo hijo varón de gran estima, Por collares también uñas de fieras ,
Y el nombre deste mozo fué Perima. Conchas de cachicamos por monteras.
Alto, fornido, suelto , bien dirpuesto , Aquí y allí caterva de salvajes
Y aunque zurdo, perito sagitario, Bailaban á compás en ancho coro,
Melancólico, grave, torvo gesto, Haciendo muchos gestos y visajes ,
A mansas condiciones adversario : A la danza guardando su decoro :
En baldonar la madre fué molesto, Ondean por cabezas los plumajes,
Atrevido, feroz y temerario, Resplandecen también joyejes de oro,
Con él crecian malos pensamientos, Queque, paracaguá , grupo, caconas,
Pero salia bien con sus intentos. De que muchos ornaban sus personas.
Y ansí, teniendo dias mas ancianos, Gran copia de casadas y doncellas
En su reino mandó se contradiga Regocijan allí la dulce rueda :
La paz que sustentaban comarcanos, Graves , ledas, airosas, lindas, bellas,
Menospreciando ser en esta liga. No con lienzo ni paño ni con seda ;
Mostróse tan cruel contra cristianos Sino con tal cubierta todas ellas
Cuanto la madre fué fiel amiga, Que después que nacieron se les queda,
Llegó después su gran valor á tanto, Y en cada cual se via muy patente
Que fué de todos general espanto. Lo que razón honesta no consiente.
Pues con ser por allí los campos llanos, Muchas también dispuestas y sacadas
Sin sierra ni peñol do se valiese, En sus gallardos miembros y faiciones ,
Nunca jamás rompió con los cristianos Que no dudo poder ser envidiadas
Que punto de su parle se perdiese; De muchas encubiertas proporciones ;
Antes vivos lomó muchos á manos, Y ansí se crian todas regaladas
Y al de caballo hizo que huyese, En aquellas provincias y regiones ,
Y á muchos no valieron las espuelas, Y con ser los varones gente dura
Sino que los cogió por las pihuelas. Los ablanda su blanda hermosura.
Hizo mientras vivió notables daños Aquel dia pues en que celebrado
Corriéndole su tierra capitanes, El desposorio fué según sus leyes,
Sin ser parte grandísimos engaños Trajeron al mancebo desposado
Para no padecer muchos desmanes; Cantidad de caciques ó de reyes
Mas pasados después algunos años, A un lugar de flores adornado,
Ciertos soldados de los alemanes A la sombra de macos ó mameyes,
Llegaron por allí no sospechando Do tenían asientos prevenidos,
Hallar tan pertinaz y duro bando. Muchos dellos de oro guarnecidos.
Fué gente baquiana que traía Estando cada cual en el asiento
Un cierto capitán de valor raro, Según su calidad acostumbrada,
E l cual Pedro de Limpias se decía , Orocomay sacó del aposento
Y el bárbaro llamó Curahamaro : A plaza la señora desposada :
Perima como vio la compañía, De señoras de grammerecimienlo
Quiso romper con él en campo claro, Salió la ninfa bien acompañada,
Y ansí salió con ciertos escuadrones Y á su modo tan bella y tan graciosa
Contra los caballeros y peones. Que cualquiera juzgara ser hermosa.
Limpias reconoció como convino Los cabellos cubrían las espaldas,
Al Perima por ser mas señalado, Tan largos que se vieron pocos tales,
Y ansí rompió guiado de buen tino La cabeza con róseas guirnaldas,
Con caballo feroz, rucio rodado; Rico collar de piedras principales :
Y fué con tal vigor, que de camino De rubíes, turquesas y esmeraldas,
La lanza le metió por el costado, Una cinta de perlas y corales ,
Tocó la tierra su robusto cuello , Las muñecas y piernas con chaquiras
Ya despedido de vital resuello. Y entre ellas diamantes y zafiras.
Acude luego para levantallo Lo demás iba todo descubierto,
El escuadrón robusto y esforzado, Diferente del uso vergonzoso ,
Y estórbalos la gente de caballo Mas tal que quiso natural concierto
Con brazo vigoroso y arriscado ; Pintar un espectáculo hermoso :
Pero parte no son para quilallo Tan bello que no fuera menos cierto
Hasta metello dentro del cercado, Que Júpiter quisiera ser esposo ;
Donde se defendieron y ofendieron, Llevaba como virgen en la mano
Y""el Limpias y los suyos se volvieron. Ramillete de flores muy galano.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XII, CANTO II. 131
Llamábase la ninfa Gailacía , Amparados los indios belicosos
Mas mejor se llamara Galatea , Con cerca de tres cercos estendidos »
Por ser retrato vivo do se via Cada cual de maderos poderosos ,
Cuanto de hermosura se desea : Profundos y al cortar endurecidos
Con tan alto primor que deshacía Con yedras ó bejucos correosos,
A Deyopeya, Dafnis y á Pantea, Unos con otros bien fortalecidos ,
Y á aquella que por ser mas que Glicera Y en torno de las cercas de maderos
Fué puesta por un polo del esfera. Hoyos para meterse los flecheros;
Llegada con aquesta compañía Llegada la cristiana compañía
Do estaban los caciques esperando , Y llamados de paz los capitanes,
Recebieron con grande cortesía Gotoguaney de dentro respondía :
Todos ellos al femenino bando : « Andad para bellacos haraganes,
Míranse los esposos á porfía Hombres de mal vivir, gente baldía,
Y un rato consumieron contemplando , Glotones, paroleros, charlatanes,
Y ella para mostrar qué tal estaba Chocantes, burladores, mogollones,
Al mozo dio lasflores que llevaba. Falsos y de traidores condiciones.
El mozo las tomó con gran contento, «Aquellas mujercillas temerosas,
Y" después de mostradas por buen trecho Os trataron con grande mansedumbre ,
Volvióselas con dulce sentimiento, Y os nombran con palabras amorosas
Juntándolas primero con el pecho, Hijos del resplandor que nos da lumbre
Do prestaron los dos consentimiento, Mas no me espanto yo de pocas cosas,
Y ansí su casamiento quedó hecho : Ni por acá se tiene tal costumbre;
Luego por multitud tan infinita Sé yo domar los tigres y leones,
Hubo de regocijos grande grita. Cuanto mas á cobardes corazones.
El esposo se fué tras su querida «Nuestras agudas puntas de alfileres
Con estruendo de bailes y de danzas , No se espantan de lanzas fanfarronas,
Dase muy abundante la comida, Ni ya penséis habello con mujeres
Crecen en el beber las destemplanzas : Lascivas, deshonestas, bellaconas;
Orocomay, princesa proveída, Que por sus apetitos y placeres
Mostró su gran valor y sus pujanzas, Regocijaron bien vuestras personas:
Duraron en aquestas obras pias Nuestros regalos van vias derechas ,
Por espacio de mas de quince dias. Pendientes de las puntas de las flechas.
Aquestos regocijos acabados, »A todos causo yo temor horrendo,
De que Sedeño fué participante, Y soy Gotaguaney, y ansí me llamo,
Teniendo los caballos reformados, Las cosas que hacéis bien las entiendo,
Y enfermos con reparo semejante, Por los de Cherigolo y Guayacamo ;
Previno capitanes y soldados Y sé también cómo venis huyendo
Para que procediesen adelante, Por no querer servir á vuestro amo,
Los cuales se hicieron luego listos Y si no revolvéis por do venistes,
En demanda de reinos nunca vistos. Podrá ser que paguéis lo que hicistes. »
Después de consultada la partida , Con las palabras dichas los amengua
Señaladas derrotas y paraje, El bárbaro feroz y confiado,
Sedeño con razón encarecida Las cuales declaradas por la lengua,
Las gracias le rindió del hospedaje ; El Sedeño quedó maravillado ;
Y la española gente despedida, Y á todos parecía grande mengua
En efeto pusieron su viaje, No procurar romper aquel cercado,
El suceso del cual y desta gente Y para los efetos deste hecho
Diremos en el cántico siguiente. Determinaron de poner el pecho.
Porque todos los mas facilitaban
El rompimiento de losflacosmuros ,
Mas no les sucedió como pensaban ,
CANTO SEGUNDO, Por ser los defensores hombres duros ;
Y ansí, ninguno de los que llegaban
flonde se cuenta el suceso desla gente hasta la muerte del Antonio Hallaron sus amparos ser seguros,
Sedaño, y cómo se dividió su gente en dos bandos y parcialidades. Antes los adalides mas osados
Volvían malamente lastimados.
No son los sufrimientos imposibles El gobernador sabio, como via
Cuando fortuna juega duros lances ; La resistencia destas gentes fieras,
Mas las penas serian mas sufribles, Hasta la lumbre del siguiente dia
Y de menos dolor los tales trances, Mandó retraer armas y banderas :
Si no trajesen otros mas terribles Considerando que le convenia
Que siempre suelen ir en los alcances, Tomar este negocio mas de veras;
Pues muy enteras fuerzas se quebrantan Y con bastante vela recogidos
Si unos después de otros se levantan. Curaron mas de veinte mal heridos.
A la gente del campo peregrina Retirando su clara luz Apolo,
Fortuna repartió destos rigores, Con sus caballos anhelantes llega
Pues en prosecución de su camino A la región austral del otro polo,
Fueron de malos pasos en peores : Dejándonos acá la noche ciega ;
Perturbando su célebre desino Y con sospecha de noturno dolo,
Hambre mortal y bélicos furores, Al sueño su costumbre se le niega,
Los cuales siempre fueron en aumento Acá velas y rondas se visitan,
En el discurso del descubrimiento. Los indios al rendir los cuartos gritan,
Caminando por estos campos llanos, Habiendo Flegon dado cumplimiento
De grandes esperanzas alentados , A los opuestos campos y raices,
Al reino llegan de los dos hermanos Y con arrebatado movimiento,
Gotoguaney y Guaxcarax nombrados : Acá respira luz por las narices :
Los cuales con las armas en las manos Descubriendo las flores y ornamentos
En su defensa son determinados, De diversos colores y matices,
Y estaban en el pueblo mas potente Los indios y guerreros castellanos
Con escesivo número de gente. Aprestaron las armas y los manos,
tsa JUAN DK CASTELLANOS.
Vístense duros sayos de algodones, Pues como ya de aquestos campos llanos
Con sobrefaldas que los pies cubrían, Febea luz sus rayos ascondiese ,
Celadas fuertes , duros morriones, A caballo , con lanzas en las manos,
Ventallas que la vista defendían : Se mandó que la ronda se hiciese ,
Unos con hachas , otro? azadones , En torno del cercado los cristianos
Otros con los reparos que tenian , Porque la gente del no se huyese;
Detrás de rodeleros las ballestas , Pues á causa de daños receñidos ,
Con ciertas pavesadas hien compuestas. Estaban de gran furia poseídos.
Por diferentes partes se comete Llegada ya la iuz, llegan porfías
E l combate feroz y Marte fiero, Con reciprocación de guerra fiera,
García de Montalvo y un Copete Sierras, hachas y sogas van baldías
Tomaron al oriente io primero : Y ciertos castillejos de madera ;
A lugares opuestos arremete Pues pelearon mas de veinte dias
Aduza y Alonso Alvarez Guerrero, Dejándose la cerca muy entera,
Lo del septentrión tomó Losada Haciendo indios sus reparos ciertos
Y Ochoa con gran parte del armada. A costa de otros que quedaban muertos.
Conviértense las mas quietas horas No les faltaban tiros del aljaba
En otras peligrosas y molestas, Ni pechos que jamás fueron vencidos ,
Las gentes del cercado defensoras Pero mantenimiento les faltaba
Acudieron también las armas prestas : Por tomallos allí desproveídos ;
Oíanse las hachas cortadoras, Y aunque el indio feroz disimulaba ,
Suenan los arcabuces y ballestas , Mujeres y muchachos dan gemidos,
Aquí y allí se hace gran estruendo, Y ansí determinaron en tal caso
Unos corlando y otros defendiendo. De morir ó vivir en campo raso.
De las piedras veréis el aire lleno Escogieron el tiempo mas seguro
Que caen sobre todos los armados, Para poder salir secretamente,
Empléanse las flechas con veneno, Y ansí determinaron con escuro
Pasan las guaicas pechos estofados : De no dejar allí cosa viviente;
Echábanles también ardiente feno Sino romper la parte de su muro
Contra ciertos pertrechos fabricados , Capaz para salir junta la gente,
Por aquellos cuarteles" y defensas Ordenados prolijos escuadrones,
Los gritos y las voces son inmensas. A la forma de nuestras procesiones.
Como si tempestad con sus rigores Resueltos en aquestos pareceres,
Los edificios fuese derribando, Pusieron en efeto la partida
Que por aquí dan gritos y clamores, Con lo mas sustancial de sus haberes
Por acullá también andan gritando ; Y alguna haciendilla recogida :
Y acuden ansimismo moradores, En medio los muchachos y mujeres
La miñosa pared apuntalando, Para selles amparo de la vida;
Reparando las casas y viviendas, Salieron lodos pues en ordenanza,
Por amparar personas y haciendas ; Entre arquero y arquero larga lanza.
Ansí por el rigor destos conflilos Caminaba la gente belicosa
Los bárbaros andaban de tal arte, Callados y con grande vigilancia ,
Que daban aquí voces y allí gritos Hasta tomar la parte montuosa
Con gran solicitud de cada parte : Que tenían á legua de distancia ;
Buscan vias y modos esquisitos Pero certificados desta cosa
Para mejor guardar su baluarte , Los nuestros, que velaban el estancia,
Lanzas largas de palmas en las manos, «. Arma, arma , soldados » van clamando
Con que trataban mal nuestros cristianos. Despiertos y dormidos convocando.
Unos de gran calor son oprimidos Suena luego murmurio de soldados
Con armas de pesados adherentes , A los clamores destas centinelas ,
Otros salen de yerba mal heridos , Saltan en los caballos ensillados ,
Y acuden á buscar hierros calientes A gran priesa se ponen las espuelas *
Que siempre se tenian prevenidos Vestíanse los sayos estofados,
Para curar los míseros pacientes , Embrazan los peones las rodelas,
Cortándoles la carne denegrida Acude cada cual de la conquista
Si pudiesen con fuego dalles vida. Al orden y concierto de su lista.
Las faldas y cubiertas que traia Luego toparon con la gente dura
El español que-cerca se llegaba, ímpetu de caballos y peones,
El indio con su lanza las desvía, Y en vano rompimiento se procura
Desde los bajos hoyos donde estaba ; Con varias y diversas invenciones ,
Y aquella parte que se descubría Pues ninguno salió de su postura
Otro con dura fecha la clavaba, Ni del concierto de sus escuadrones,
Y en los lugares menos descubiertos Y en lugar do falló vital aliento
Los mas aviesos tiros eran ciertos. Luego hacían otros henchimiento.
Por los cuales cubrían menos miedo Al que quiso romper de mejor gana
Rabiosisimamente se barrunta , Al feroz escuadrón por derramallo,
Pues ya pasos mudados ó ya quedo, Con lanzas y con golpes de macana
Ya solo y separado, ya con junta; Desatinaban el mejor caballo :
En descubriendo rostro , mano, dedo , Era después imaginación vana
Lo hallaba clavado con la punta, Poder en las espuelas meneallo,
No se vio cosa igual de puntería Y los feroces indios con tal lino
Ni de ferocidad y valentía. Que punto no perdían del camino.
Al español brioso y alentado Un Joan Martin rompió los embarazos ,
Incitaba sonido de trompetas, Que por su desventura fué valiente ,
Ansimismo de dentro del cercado Pues no pudo valerse de sus brazos
Al indio gran ruido de cornetas : Con el concurso grande desta gente :
Hasta tanto que el sol apresurado Y ansí luego quedó hecho pedazos,
Distaba por igual de entrambas meta*, Y el caballo murió por consiguiente;
Y viendo que sus golpes eran vanos, Y aunque dellos también hubo caídos,
Se retrajeron nuestros castellanos. Ningunos gritos suenan ni gemidos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XII, CANTO II. J:>3
Dándose todos pues tan buena maña Ansí que quien ha visto tanto muerto
En estos rigurosos menesteres , Por tierra de Cubagua y Cariaco,
Y en llevar recogida la compaña Y de muchos remedios es esperto
De los imbeles niños y mujeres , El remedio mejor juzga por flaco :
Tomaron por amparo la montaña Y aun no sé si podré tener por cierto
Y guarda de sus últimos poderes, Lo que dice Monardes del tabaco;
Pues en aquellos montes y espesuras Pero quiero yo fueía de patraña
Tenian las mujeres mas seguras. Contaros mía cosa bien estraña.
Después que ya dejaron ensotados Hicimos en caribes cierto salto
A los que no pudieron ser rompidos , Tomándoles la gente y el fardaje ;
Los nuestros se volvieron espantados, Mas uno de prisión viéndose falto
Y no poquitos dellos mal heridos : Con un hijuelo suyo como paje,
Con encendidos hierros son curados Subió por un caney á lo mas alto
Y á riesgo de la muerte convertidos, Por no se sujetar al vasallaje,
Pues quien tal sale de la tal reyerta El con un arco grueso muy galano,
Nunca su muerte tiene por incierta. Y el muchacho las flechas en la mano.
La cura fué con grande diligencia El era por estremo bien dispuesto,
En abrigadas chocas recogidas, Gallardo y de tan buena compostura ,
Mas con la venenosa pestilencia Que de sus proporciones y su gesto
De que lasflechasvienen guarnecidas , No vimos por allí mejor figura ;
De los heridos en la competencia Y en una cierta forma todo esto
Muy pocos escaparon con las vidas , Que decoraba mas su hermosura,
Con furias y con vascas tan estrañas En lodas estas cosas eminente ,
Que á los sanos rompían las entrañas.
Y mas en los estremos de valiente.
Si ves que peleando lo mas fuerte
Muere, razón no pide que te asombres, De que se vido ya donde queria
Mas si morir de yerba fué la suerte, Para hacernos daño se pertrecha ,
Es mal que de mil males tiene nombres ; Alborotando nuestra compañía
Y ansí la muerte tal es mas que muerte, Con tiros espesísimos de flecha:
Y los de la tal guerra mas que hombres, De las cuales ninguna despedía
Pues una muy lijera picadura Que fuese mal tirada ni mal hecha ,
Basta para te dar la sepultura, Y allí donde sus tiros endereza
Hirió á Alonso Marqués en la cabeza.
Y para trastornar seso mas sano Venian ciertos indios ventureros ,
Con aquellos pesados accidentes, Vecinos de la isla Margarita,
Aquel herir de pié, herir de mano , Para servir á nuestros compañeros,
Volver los ojos, traspellar los dientes, Y gozar del despojo que se quita :
Aquel estremecer tan inhumano , A estos porque son grandes flecheros
Bramuras que confunden los presentes, El Alonso Marqués dio grande grita ,
Despedazarse carnes y vestidos Mandándoles que luego lo matasen ,
Si de manos ó dientes son asidos. Y conflechasde yerba le tirasen.
Del ballestero, viéndose herida No podia dejar de ser terrero,
Antídoto buscóla veloz cierva, Porque ningún reparo lo cubría,
Y con ser por mil vias inquirida Mas él, como destrísimo guerrero,
Aquí jamás hallamos contrayerba; Lasflechascon el arco rebatía :
Ni creo yo tampoco ser sabida De muchas se libró; mas por entero
Por gente desta rústica Minerva, De todas ni de tantas no podia:
Pues usan de sudores y gran dieta Con las ajenas ya nos importuna,
Cuando tal desventura los aprieta. Que de h.s propias le quedó ninguna.
Pero la contrayerba mas bastante Sus propias carnes eran el aljaba,
Es abrasar la llaga de repente, Y dellas las sacaba su vasallo;
Y todo lo que fuere penetrante Mas con las que de sí propio sacaba
Con un cauterio de botón ardiente, Hería muchos indios que me callo;
Dormir do no dé norte ni levante , Y con una que fué con furia brava
Y ser en su comida continente, A Luis de Chaves le mató el caballo :
No comer ni beber los dias malos Por allí los c a l ^ s son terribles
Hasta que quedan secos como palos. Y en aquellas s2ones insufribles.
Ansí hallando cercas en entradas Estando pues el indio fatigado
Si hierve militar desasosiego, Con las heridas y calor del cielo,
Siempre tienen muchas almaradas, De la cumbre rodó desalentado
Ya blancas de calientes en el fuego : Hasta venir á dar al duro suelo:
A personas heridas y flechadas Con un vigilantísimo ciudado
Con toda brevedad acuden luego, Luego bajó tras él aquel mozuelo ,
Es esta cura la de mas provecho Y sin ningún temor se sentó junto
Y las demás han poco fruto hecho. Del que mas parecía ya difunto.
Pues no siendo yo cano ni tan calvo , Adonde sucedieron estos males,
Andando donde digo de presente, Y vimos destos indios las caídas,
Y adonde si herido quedó salvo Había fértilísimos yucales
Fué cura milagrosa y escelente ; Que son unas raices conocidas,
Dijo soñar García de Montalvo Que si se comen verdes son mortales,
Polvo de solimán ser conviniente : Y ansí privan á muchos de las vidas :
Aqueste se probó siendo forzoso, Ño trato de las yucas boniatas,
Y algunos lo hallaron provechoso. Que se suelen comer como batatas.
Pero luego hicimos un entrada El herido gandul como volviese
Casi seguros ya deslos desmanes, Un poco sobre sí mas alentado,
Mas la gente de indios avisada Al indezuelo hizo que trajese
Desto , llamó sus diestros trujamanes, Raices del mortífero bocado :
Subiéronla de punto, y afinada, Dióselas é l , y como las comiese
Ni presto solimán ni solimanes, Con furia de varón desesperado,
Ni pudo mas curar en esta guerra Creímos todos cuantos vimos esto
0«e pudieran curar polvos de tierra. Que lo hacia por morir mas presto.
134 JUAN DE CASTELLANOS.
Vímoslo revolcar por la ribera , Ansimismo mandó se detuviese
Vascar y vomitar con pena fuerte, La gente toda por aquel asiento,
Porque quien escapó convaleciese
Decíamos: «¿no veis la bestia fiera Sin alterar el duro nocumento;
Cuan de su voluntad tomó ia muerte?» Y para que también se rehiciese
Mas no le sucedió desta manera , El caballo que estaba macilento:
Antes en bien trocó su mala suerte ; Y ansí Diana por aqueste seno
Y deseando ver en qué paraba, Dos veces se mostró con orbe lleno,
Con grande vigilancia se guardaba. Pasados los dos meses se desvía
Visto que no trabó la pestilencia El campo deste pueblo belicoso,
Ni hizo sentimientos otro dia , Mandando caminar al mediodía,
Le curaron con suma diligencia Pareciéndole ser mas provechoso;
Las llagas y flechazos que tenia: Y entonces ya Sedeño se sentía
Sanó muy bien , y hizo residencia De fuerzas y salud menesteroso;
Muchos dias en nuestra compañía; La sierra dejan á la diestra mano
Y cuando ya se vido mas seguro Y entran á vista della por lo llano.
Determinó huirse con escuro. Por el altura van de doce grados
Nadie quiso hacer el esperiencia Siguiendo relación de ciertas guias,
De muchos que después yo vi heridos , Atravesaron muchos despoblados
Echen juicios pues hombres de ciencia, De tierras solitarias y baldías ,
Si destos casos viven advertidos: Aunque crecida copia de venados
Si por ventura hacen resistencia Y rios de muy grandes pesquerías,
Venenos á venenos recebidos, Pero de ver la tierra tan exenta
Que desto que yo vi soy buen testigo, Andaba mucha gente descontenta.
Y afirmo por verdad lo que aquí digo. Supo pues el Sedeño de soldados
En efeto la cosa mas usada Una cierta manera de motines,
Para seguridad de tan mal juego O ya de hombres bien intencionados,
Es el cortar la carne maculada O ya de susurrones y malsines :
Cauterizándola con vivo fuego; Al fin amanecieron ahorcados
Mas no quiere ser cura dilatada, El capitán Ochoa y Juan Martínez,
Que nada prestará no siendo luego; Y aun dicen que á Losada matar quiso,
Y pues que trato del remedio presto, Mas él siempre vivió con gran aviso.
Quiero decir un cuento cerca desto. Al tiempo que estas cosas va haciendo
Iban ciertos soldados singulares, Por atemorizar los de su bando,
De gente que llamamos baquiana, Iba de su salud deminuyendo
Conquistando la tierra de Tagares, Y en hinchazón de miembros aumentando:
Que son confines de Maracapana, Unos por su salud están gimiendo,
Puerto bien señalado destos mares Otros su fin y muerte deseanddl|
Y de contratación cotidiana ; *
Y el cacique Marino belicoso Y aun dicen dalle yerbas la morisca
Un paso les tomó dificultoso. Fernandez que llamábamos Francisca.
De los soldados de mayor soltura Mas aunque estaba ya como difunto,
Que el capitán tenia por lijeros, Que tal en el aspeto parecía,
Hizo ir por la cuesta y angostura Jamás se descuidó ni perdió punto
Hasta veinte , los diez arcabuceros. De cuanto buen gobierno requería :
En cuya defensión y cobertura Temblaba quien lo tiene mas conjunto,
Irian otros tantos rodeleros: El que mas apartado mas temia ,
Yo con aquesta gente caminaba, Y ansí mandaba y enviaba gentes
Y aun Joan de Quindós arrodelaba. A partes y lugares diferentes.
Era la flechería tan inmensa Entre los cuales fué cierta cuadrilla
Que del peñol y alto descendía, De soldados instruios en la tierra,
« Que eon rodela harto mas estensa Y destos cada cual por maravilla
Cubrir entrambos cuerpos no podía ; Se podia decir hombre de guerra :
Y en tal modo miré por su defensa, Fué por su capitán Joan de Bonilla,
Que no me descuidaba de la mia, El cual tomó la vuelta de la sierra ,
Y como no la puse bien pareja Teniendo ya por cosa conocida
Hirieron al Quindós en una oreja. Hallar allí mas cierta la comida.
Pues como de presente carecía Aquestos sus viajes prosiguieron
Para poder quemalla de aparejo, Campo raso, mas no camino claro,
Con riesgo que tardanza prometía Pues mas de treinta dias anduvieron
Si la tuviera para mas consejo, Sin poder encontrar algún reparo ;
Echó mano á la daga que traía, Hasta tanto que ya por tiempo dieron
Y luego la quitó del pestorejo, En la provincia de Catapararo,
Queriendo con temor de la herida Donde maiz hallaron seco y tierno
Quedar mas sin oreja que sin vida. Para poder pasar aquel invieruo.
Si dilatando tales escrituras La gente de los indios al instante
No conociera ser algo molesto, Que sintieron venir la gente nuestra,
Bien pudiera contar mil desventuras, Con todas sus alhajas por delante,
Trabajos y peligros cerca desto: Huyeron do guarida se les muestra ;
Sin estar mis espaldas mas seguras Pero los españoles del restante,
Ni con mejor ni mas seguro puesto , Recogieron de oro buena muestra:
Pero por no hacer digresión tarda, Fué crecido contento y alegría
Volvamos al Sedeño que me aguarda. Por ser muestra que mas les prometía.
El cual, todos sus hombres recogidos , Pues con tan buena nueva de comida
Con regalos y términos humanos Y hasta novecientos castellanos
Hizo curar á todos los heridos, De joyas de la presa recogida
De los cuales los menos fueron sanos. Bonilla despachó ciertos cristianos;
Y los que sanos, cojos y tullidos , Para que con la priesa prometida
O mancos de los dedos de las manos, Al Sedeño las diesen en las manos,
Porque los nervios nunca quedan buenos Escribiendo también con esperanza
Que el fuego los encoge y bace menos. De hallar Ueyra de mayor pujanza.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XII, CANTO III. 133
Llegábanse los días postrimeros Todos los capitanes y soldados,
Al Sedeño; mas aunque tal se via, Puesto caso que estaban mas potentes,
Recebidos aquestos mensajeros, Vistas las provisiones y recados
Ya sin vital virtud ansí decia : Y sus delitos claros y patentes,
« Adelante, adelante, caballeros, Fueron con Joan de Yúcar congregados
A tin de tratar medios convinientes,
Que Dios ños quiere dar algún buen dia. » Para que se volviese con contento,
Y poniendo por orden la partida,
Partió de los trabajos desla vida. Y ellos siguiesen su descubrimiento.
Los enfermos y pobres lo lloraban Sobre lo cual habiendo conferido,
Por faltar sus regalos y raciones , Concluyeron al fin que se les diese
No menos esta falta lamentaban El oro que tenían recogido
Los cuerdos y de sanas intenciones : Y volviese con él el que quisiese :
Pues por ausencia del adevinaban Aceptó Joan de Yúcar el partido,
Pesadumbres y grandes disensiones, Que mas suele hacer el interese,
Y ansí, según el tiempo y angostura, Volvióse con sus propias compañías
Procuraron de dalle sepultura. Y con el licenciado Joan de Frias.
Do el rio de Tiznados desencierra Dieron la vuelta casi por la posta
Su licor á lo llano convertido , Haciendo mas derechas las jornadas ,
Yendo ya por la falda de la sierra Llegó do dio razón muy angcsta
A la sombra de un árbol estendido r
Que pedian las cosas ya contadas :
Dieron estos varones á la tierra Anduvo después desto por la costa
El valeroso cuerpo fallecido , Haciendo por allí muchas entradas,
Y en la corteza lisa por su muerte Salteándolos indios comarcanos
Una letra pusieron desta suerte : Adonde hizo hechos soberanos.
Hlc requiescit homo Stdefius corpore parvu»-; Mas caminando por Cumanagoto,
• ¡iebus at i» cunctispectore magnus erat. No con aquel cuidado de prudente ,
Cargó sobre él tan grande terremoto-
De indios que salieron de repente,
Aquí de su brio falto Que fué de cuerpo pequeño, Que le mataron en el alboroto
Reposa Antonio Sedeño, Tí en el ánimo muy alto.
Toda la mayor parle de su gente,
Y él solo rebatió con un montante
Cuanto se le ponia por delante.
Despedidos del bajo monumento Con brazos fuertes y con pies livianos ,
Sin despedir de sí grave mancilla , Sin ser de compañeros socorrido,
A grande priesa van en seguimiento El loro se escapó de los alanos,
De los mantenimientos de Bonilla : Y vino por camino conocido
Llegaron todos ellos al asiento A morir en el pueblo de cristianos,
Do pensaban tener invernal silla, De mortífera yerba mal herido,
Y do Martin Fernandez buenamente Y con universal pena y tristura
Pretendió gobernar toda la gente. Maracapana fué su sepultura.
Muchos se sujetaron á su mando Entre los valerosos lo contamos,
Pareciéndoles cosa convenible, Que cierto fué varón de esfuerzo raro ,
Por ser ya viejo, cuerdo, venerando, Pero porque la historia concluyamos
Y haber allí gastado su posible; De los que quedan en Catapararo,
Mas iinpidióselo contrario bando A los sucesos suyos nos volvamos
Y fué la fuerza destos invencible : Con el postrero canto donde paro,
En esto pero fueron concordantes , Pues el pasado fué canto prolijo
En dejalle su cargo como antes. Por no cumplir cortar lo que se dijo.
Mas los que sujetaban el armada,
Mandaban y regían esta gente,
Eran Reinoso y Diego de Losada
Rien puesto cada cual y muy valiente ; CANTO TERCERO,
Y fueron ambos de una camarada
Criados del señor de Benavente: Donde se cuenta cómo tos de Sedeño continuaron su desciibrioúeuto,
Losada siempre fué singular hombre acabado el invierno, y el fin y suceso desta jumada.
Y tuvo por allí claro renombre.
En aquella sazón que esto pasaba El austro ya sus pluvias apartaba ,
Y el campo por allí se detenia, Deucal'ion la urna detenia,
Juan de Yúcar apriesa caminaba Y el animal de Heles igualaba
Con aquellos soldados que traia; Nocturna duración con la del dia:
Y por el mismo rastro ya llegaba Sereno y claro tiempo convidaba
Donde Sedeño vio su postrer dia, A que saliese nuestra compañía
Y el epitafio dello hizo cierto A sus trabajosísimas conquistas
Que su competidor estaba muerto. Y en demanda de tierras nunca vistas.
Siguieron con mas priesa la jornada Salen también de hambre compelidos
Antes que se pasasen adelante, Por el invierno largo que les vino,
Y dieron en la gente descuidada Caminando por campos estendidos ,
De ver por allí junta semejante : Que aun no daban enjuto su camino ,
No hizo con furores el entrada, Prolijos cenagales, rios crecidos
Sino con un pacifico semblaute T Peligrosos al pobre peregrino,
Y la sedeña gente recogida Y del camino los mayores trechos
Pidieron la razón de su venida. Las aguas á la cinta y á los pechos.
Joan de Yúcar usó de sus razone* La sierra ya de vista se perdia
Sujetas á medidas cortesías, Y por los llanos iban engolfados,
Diciendo que traia provisiones Que, como dicho tengo, todavía
Para librar al licenciado Frias ; Hallaban muchos dellos anegados;
Y para castigar á los varones Y perro ni caballo no podía
Culpantes en aquellas demasías ; Ejercitar la caza de venados;
Mas pues el causador era ya muerto Mas Aduza guió mas al oriente
Con los demás haría buen concierto. Hasta que ya halló rastro de gente.
136 JUAN DE CASTELLANOS.
Alegráronse todos sus soldados También cuando las aguas son molestas
Y aliéntanse los mas enflaquecidos , Y los campos inundan avenidas,
Siguieron los caminos mas hollados Viven en barbacoas bien compuestas
Hasta dar en bunios proveídos Encima de los árboles tejidas.
De maíces y carnes y pescados, Y en mil vasijas, calabazos, cestas
Do fueron por buen rato resistidos ; Guardan aquellas míseras comidas,
Mas el flaco varón y mas hambriento Harinas de raices y pescados,
Todavía gozó de vencimiento. Carne de dantas, puercos y venados.
Estaban estos indios en un viso Los tasajos curados con lejía
Para defensa bien acomodado , De coa, cierta planta salitrosa,
Y el capitán Aduza luego quiso Porque sal por allí no se tenia,
Poner en la comida gran recado ; Ni gozan estos de tan buena cosa ;
Y despachó soldados con aviso Y en aquel tiempo nuestra compañía
Al campo que quedaba fatigado, Estaba della muy menesterosa,
El cual, teniendo nueva de comida, Y aunque cualquiera hambre es insufrible,
Hizo con gran presteza su venida. Es esta la mayor y mas terrible.
Llegados el Losada y el Reinoso, También en estos reinos y confines
Loaron al Aduza grandemente Hace sal esta gente vil y sucia
Del socorro que dio tan provechoso De ceniza de palma con orines ,
En la reparación de tanta gente; Y en ella hacen todos grande hucia :
El cual en esto fué siempre dichoso , Estos son sus adobos mas insines,
Adalid esforzado y escelente, Y la gente con ellos anda lucia,
Y ansí la falta que se padecía Tiene casi que gusto de sardinas-
Ninguno mejor que él la socorría. Arenques , pero mal sala cecinas.
Estando todos pues en este fuerte Así ni mas ni menos les faltaba
Gozando del sustento deseado, Que les era gustoso condimento
No pudo ser sin una mala suerte ; Para cualquier manjar que se guisaba ,
Pues de comer allí cierto pescado Pues era ya de yerbas el sustento ;
Murió Martin Fernandez, cuya muerte Ansí que cada cual dellos andaba
Sintieron todos en eslremo grado, Cortado , flojo , triste , macilento ,
Por ser hombre cabal, cuerdo, quieto , Con menos fuerza que menester era
Y á quien todos tenían gran respeto. En tan trabajosísima carrera.
Reparando sus armas y fardaje Pero siempre con ánimo constante ,
Enjugaba los campos el verano, Pues para mayor colmo desle hecho
Y ansí con algún mas matalotaje Llevaban sus banderas adelante ,
De yucas secas y molido grano, A cualquiera rigor poniendo pecho ,
Siguieron adelante su viaje Hasta topar con tierra tan bastante
Con náutico régimen en la mano; Que pudiese dar honra con provecho,
Porque por ser los campos tan exentos Y el esperanza de topar riqueza
Usaban de marinos instrumentos. Sacaba siempre fuerzas de flaqueza.
Habia dos pilotos principales, Tuvieron con aquestos naturales
En el altura cada cual maestro, Ásperas y sangrientas competencias,
El uno portugués, Antón González , Que por ser atrevidos y bestiales
Otro Pedro Martel, no menos diestro : Llevaban lo peor en las pendencias :
No ven de Cinosura las señales Atravesaron grandes arenales
Que de los navegantes son cabestro, Sin hallar poblaciones ni apariencias,
Aguja de los vientos es el lino Sino de arena una y otra sierra,
Por do rigen el campo peregrino. Do les hizo la sed terrible guerra.
De todos alimentos ya vacíos En continuación de su jornada
Adelante los lleva su porfía, Tierra se descubrió mas andadera,
Topan inmensos campos , grandes ríos , Mas en tiempo de aguas anegada
Y gente sin ninguna pulicia : En su disposición y en su manera ,
Sin ranchos, sin ramadas , sin buhíos , Do vieron prolijísima calzada,
Su tierra de labranzas es vacía, Que fué mas de cien leguas duradera,
Sino toldillos leves de vil palma Con señales de antiguas poblaciones
En tiempos fortunosos ó con calma. Y de labranzas viejos camellones.
Alhaja ni presea no la tiene Alegróse la gente fatigada
Fuera de limpia flecha, dardo, lanza, Pensando de hallar un buen empleo ,
De cazas y de pescas se mantiene Anduvieron caudillos del armada
Que de mieses no hace confianza: Gran número de dias á rastreo;
Una cierta raiz dicha lerene Mas no hallaban rastro ni pisada,
Cultiva por su mísera labranza; Ni cosa que hinchese su deseo :
Pero nunca jamás en el verano De caza no faltaba carne fresca ,
Supo qué cosa es recoger grano.
Y en ciénagas y rios larga pesca.
La fuerza del invierno cuando llega Por todas cuatro partes indagaban,
Aquestos campos nunca cultivados
Con sus inundaciones los anega, Al norte, al sur, al leste y al oeste,
Algunos altos dellos reservados ; Y los del campo siempre declinaban
Do suele residir la gente ciega , A la parte común del viento leste ;
Y suelen acudir muchos venados, Pero unos y otros no hallaban
De que los dichos indios se pertrechan, Remedio ni socorro que les preste,
Hasta tanto que Rodrigo de Vega
Y entonces de canoas se aprovechan. Topó pequeña senda ya muy ciega.
Son todos ellos negros como cuervos, García de Montalvo, rastreando
Mas altos y dispuestos que fornidos , Con otros de caballo deslas gentes,
Lijeros y alentados como ciervos, Aquí la van perdiendo allí hallando,
Al conjugal amor muy sometidos; Como perros rastreros diligentes :
En guerra pertinaces y protervos, Hasta tanto que fué mas ensanchando
Temerarios, dementes, atrevidos, Y las pisadas viejas mas patentes,
Presume cada cual de ser tan bueno, Las cuales si por caso se perdían,
Que en el acometer no tiene freno. A los principios dellos revolvían.
VARÓNES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XII, CANTO III. 137
Iban allí los dos negros hermanos Llegaron sin hacer mucho rodeo,
Libres, á quien llamaban los Piñones, Porque los guió bien un Villasanla,
Mancebos bien dispuestos y lozanos, Repartióse por todos el empleo
Necesarios en estas ocasiones : Y sal que se halló , pero no tanta
Soltísimos de pies, fuertes de manos, Que pudiese hartar el gran deseo
Diestros en todos tiempos y sazones, Que della padecía la garganta,
Mas alegrólos ver tan buena cosa ,
Dichos Miguel y Diego de la Fuente, Muy blanca y en sabor maravillosa.
Cada cual adalid muy escelente. Y para conocerse por qué vias
Los cuales sé decir que siempre fueron Traían esta sal tan escelente
De gran utilidad en la conquista; Procuraron lomar algunas guias,
Estos allí los rastros prosiguieron, Las cuales se tomaron fácilmente ;
Por ser de los mas diestros desta lista, Dijeron que tardaban muchos días
Y al remate del dia vista dieron En ir á contratar con otra gente,
Al pueblo que llamaron Bueña-Vista , Que de mas lejos la traían hecha
Por dalles en tan grave detrimento De otros que la dan de su cosecha.
Su vista crecidísimo contento. Con estas buenas nuevas alentados
Y también por estar bien fabricado Determinan dejar aquel asiento ,
Donde la tierra mas se levantaba, Después que se sintieron reformados,
De suerte que por uno y otro lado Y los caballos ya con mas aliento :
Por gran espacio del se devisaba: Atravesaron campos mal poblados,
De profunda quebrada rodeado , Puesto que con algún mantenimiento,
Que muy pequeño trecho reservaba; Grandes ciénegas, ríos , mil esteros ,
Vovieron sin ser vistos ni sentidos Do murieron algunos compañeros.
Do los otros quedaban detenidos. Fatigados del término corrido
Cien hombres son de gente baquiana, Determinaron de hacer parada
Y oida la razón de las espías , En un pequeño pueblo proveído
Acordaron que luego de mañana De la comida siempre deseada ;
Diesen en aquel pueblo por dos vias; Y habiendo muchas cosas conferido,
Pero por ser tan rasa la zavana Acordóse que Diego de Losada
Vieron los indios nuestra compañía, Saliese con doscientes compañeros
Los cuales á las armas acudieron, A efeto de buscar invernaderos.
No sin admiración de lo que vieron.
Los nuestros van la via concertada, Porque el invierno los amenazaba ,
Y cuando comenzaban la subida Que tiende por allí furiosa mano,
Opúsose delante la quebrada , Y el espacioso campo se anegaba
Que luego les detuvo su corrida : En la mayor grandeza deste llano :
Buscaron los peones el entrada , La cual necesidad los exhortaba
Que con raro valor fué defendida A buscar su remedio con verano;
De gente jaguas y de caquetía, Caminó pues por campos estendidos
Hasta que feneció la luz del dia. Losada con sus hombres escogidos.
Hicieron españoles asistencia Como no se halló gente de guerra,
En la parte do fueron resistidos, Montes ni levantadas serranías,
Esperando del sol nueva presencia Lijeramente van calando tierra,
Por entralles mejor apercebidos ; Aunque hallaban anegadas vias,
Mas hicieron los bárbaros ausencia, Hasta tanto que vieron alta sierra
Las mujeres é hijos recogidos, A cabo ya de mas de treinta dias ;
Sacando los del puebloflacomiedo Y devisaron por las pertenencias
De los caballos y áspero denuedo. Grandes humos y llenas aparencias.
Cuando la luz de Febo desviaba Para poder allí hacer asedio
Los húmidos vapores destos llanos, O llegar do la gente se repare,
Y fugitivas piernas fatigaba Había grande rio de por medio ,
El indio con temor de los cristianos ; Que creo se llamaba Cazanare :
Cada cual español aderezaba Losada no curó buscar remedio
Las corladoras armas en las manos, Para ir do lo dicho se declare,
Y acometen al pueblo con gran furia, Aunque habian tomado por las aguas
Juzgando la tardanza por injuria. Algunas canouelas ó piraguas.
Entraron luego todos por adonde Por indios que decían ser testigos
La vía se mostraba mas abierta; Desta sierra teníamos noticia;
Pero contraria fuerza no responde, Mas el Losada y otros sus amigos
Ni para resistencia se despierta : Decian no ser cosa de codicia ;
Sospechaban algunos que se asconde Y ansí sin inquirir otros abrigos
El bárbaro por dar con encubierta, Volvieron, no con falta de malicia,
Y dentro ya se hacen mas atentos, Do Reinoso quedaba con la gente
Recelando guerreros movimientos. Que deste parecer fué diferente.
Mas puestos en el orden que debia, Copete y el Montalvo y un Miranda,
Las calles y las plazas recorriendo, Guerrero, Tello y Rodrigo de Vega,
Hallaron claros rastros que decían Con otros caballeros de su banda,
Todos sus moradores ir huyendo : Viendo cómo el invierno se les llega,
Por espacio las casas se metían , Quisieron revolver á la demanda,
Sus rústicos manjares inquiriendo, Condenando la vuelta por muy ciega ,
Y dióles Dios allí tan buena mano, Y decian ser falta de gobierno
Que hallaron gran número de grano. No tener en las sierras el invierno.
En el maiz se hace dulce prueba, Mayormente diciéndoles la guia
Con gran deseo ya desta comida, Aquella sierra ser muy bastecida,
Y al campo se llevó la buena nueva De todo aquello que se pretendía :
Que fué con gran contento recebida : De sal, de oro, ropas y comida ;
Los capitanes mandan que se mueva Porque la gente della se decía
Y acelerasen luego la partida, De tela de algodón andar vestida,
Dióles á todos ellos gran aliento Y no cumplir dejar esta conquista
El esperanza del mantenimiento. Pues que ya la tenían á la vista.
138 JUAN DE CASTELLANOS.
El general alli, como quisiese » Si pareciere bien la traza dada,
Mitigar el furor con mansedumbre, Que sí parecerá, pues sois discreto,
Al Losada mandó que revolviese Mandad volver á Diego de Losada
A traer de la sierra certidumbre : Para que la pongamos en efeto:
Guerrero y los demás de que este fuese Que del y de los de su camarada
No recebian poca pesadumbre , Nunca jamás tememos buen conceto,
Diciendo claramente que en su seno Pues de sus pretensiones dadas muestras,
Jamás cabria pensamiento bueno. Son harto diferentes de las nuestras.»
Porque la parte destos imagina Oyó Reinoso la razón propuesta,
Que el Diego de Losada pretendía Y á los puntos estuvo muy atento;
Volver con los demás á la marina, Mas no fué tan sabrosa la respuesta,
Incitado de cierta compañía: Que no causase gran desabrimiento:
Debajo de la torpe golosina Anduvo la vergüenza descompuesta
De los esclavos que hacer solia , Hasta casi llegar á rompimiento;
Y no fueron tan vanos pensamientos En una y otra parte confusiones,
Que no los confirmasen los eventos. Requirimientos y protestaciones.
Mas Losada guió con sus soldados Luego se dividieron los parciales
A la sierra por pasos conocidos , Que seguían las paites del Guerrero,
Y aquestos capitanes ya nombrados Pasándose cien hombres principales
Quedaron grandemente desabridos: A la contraria playa de mi estero ,
Los cuales y otros muchos congregados, Que fué principio de mayores males
En ciertos pareceres resumidos , Y de desventurado paradero:
Ordenaron que luego se juntasen Esperaron allí que noche fuese
Y al Diego de Reinoso le hablasen. Para recoger gente, si viniese.
Por ser un valeroso caballero, El general acá, que con cuidado
Y en dias y en edad el mas anciano, Remediar este hecho deseaba,
Rogaron á Alonso Alvarez Guerrero, Al maese de campo dio mandado,
Que para le hablar tome la mano : Dándole cuenta de lo que pasaba ,
El por les aplacer y ser tercero Para que revolviese bien armado
Después del cumplimiento cortesano, Con los doscientos hombres que llevaba,
En presencia de gran junta de gente Y diesen ambos en el enemigo
Al general le dijo lo siguiente : Con ejemplares penas y castigo.
«Señor, de cuerdos es y de prudentes Pero los del motin por cierta via
Hacer al mal futuro resistencia, Tuvieron relación del embajada ,
Porque suelen criar inconvinientes, Y ansí les pareció que convenia
Descuido,flojedady negligencia; Jugar aquella noche de antubiada:
Y cuanto los amagos mas presentes , Los cuales antes de la luz del dia
Mas breve cumple ser la providencia, Dieron en los de Diego de Losada ,
Pues no siempre se cura con buen tino Y sin los maltratar ni lastimallos
El desastre que viene repentino. Les tomaron las armas y caballos.
» No conviene poner en aventura El vencedor volvió como seguro
Lo que puede curarse de presente, Por ver sin armas el contrario bando,
Que el cuerdo nunca pierde coyuntura, Y el campo raso les pareció muro,
En especial aquel que manda gente ; Do los ojos estuvo regalando;
Viendo que de su seso y su cordura Mas el dicho Reinoso con escuro
El remedio común está pendiente, Venia por sus pasos caminando,
Como podrían ser ejemplo llano Y dio con el ejército dormido,
Los que tenéis debajo vuestra mano. Ríen ignorante délo sucedido.
ȟe los cuales ya veis al mas robusto, El cual entonces iba por ventura
No lejos de sus dias postrimeros , Con harta mas blandura que rigores;
Y el mas bien remediado con desgusto Pero vista tan buena coyuntura,
Adevinando malos paraderos ; Rompió diciendo : «ea, valedores:
Y pareciéndole negocio justo Pues tenéis la victoria bien segura,
Obviar á los males venideros , Viva el rey, viva el rey, mueran traidores.»
Pues si sana prudencia lo tantea Despiertan al ruido los dormidos ,
Nada veréis aquí que mal no sea. Algunos dellos bien apercebidos.
» Y aun las aguas presentes y futuras Porque Pedro Copete y el Guerrero,
Comienzan ya de darnos sobresaltos, Montalvo, Jejas con Rarrasa y Vega,
Por ser anegadizos, sin'culluras , Cada cual en caballo muy lijero ,
De seguros asientos todos faltos ; Mostraban gran valor en la refriega ;
Y veis de las crecientes las horruras Arguello no tardó ni fué postrero ,
Encima de los árboles mas altos : Pues luego con algunos se les llega,
Clara señal que si nos detenemos Y por entrambas partes á gran priesa
Los mas bien avisados no saldremos. Andaba la lanzada muy espesa.
» ¡ Cuánto menos los ya como difuntos Gran grita, gran rumor, gran vocería
Flechados, mancos, cojos y tullidos! Sonaba por aquellos campos llanos ,
Considerad también algunos puntos La saña y el furor siempre crecía ,
Que no deben ser menos advertidos : Ensangrentados ya rostros y manos ,
Y son el invernar de todos juntos, Y por entrambos bandos se decia :
Que no podemos sino divididos, « Viva el rey, viva el rey, mueran tiranos.»
Pues mal se hallará tan buen asiento Andaba por allí cierto confeso,
Que para todos dé cabal intento. Que esto decia con mayor esceso.
»Paréceme que son consejos buenos, Joan Sánchez Labrador, hombre de brio,
Pues si entre muchos poco se reparte, Allí le respondió con voz altiva:
Lo poco claro está que será menos, « Decí, ¿ quién mata al rey, perro judío ?
Y entre pocos cabráles mejor parte ; Que yo también deseo que el rey viva ;»
Y estando divididos en dos senos, Mas una bala fué con tal avío,
Podránse sustentar de mejor arte , Que del hablar y dulce ser lo priva:
Y el fortunoso tiempo ya pasado, Escuridad eterna lo retrajo
Juntarnos do quedare señalado. Con precipicio del caballo abajo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XII, CANTÓ III. 139
Andando la batalla muy trabada Estando pues Reinoso en los esteros
Y con ostinadísima porfía, Consultando con lodos su partido,
Le dieron al Guerrero una lanzada, Se huyeron Patino y Ontiveros
De donde mucha sangre le salía:
La fuerza deste ya debilitada , Sin que se barruntase la huida :
La de Copete siempre resistía, Cada uno con treinta compañeros,
Con él sus dos hermanos Tello y Mesa, Gente desesperada y atrevida,
Que hacían la otra parte lesa. Otra noche huyó por consiguiente
Cuando ya sobre el eje pru'inoso Un Alonso Marqués con otros veinte.
Traía la mañana clara lumbre, Después de todos estos otro dia
Y el velo de la noche tenebroso Remanecieron dos negros huidos ,
Huia por do tiene de costumbre, Uno Pedro Mabuya se decia,
Mejoraba la parte del Reinoso; Otro Cristóbal, hombres atrevidos ;
La otra ya con grande pesadumbre, Mas al tiempo que cada cual salia
Aunque de entrambas partes hay caídos , Con tal tiniebla fueron divididos ,
Y de los vivos muchos mal heridos. Que aunque gastaron horas en buscarse
Mas de la gente menos proveída , Nunca jamás pudieron encontrarse.
Como de tal asalto descuidada , Mas aunque solo cada cual se vido
Algunos se pusieron en huida En no volver atrás fué lan constante,
Dejando la victoria declarada Que el riesgo tuvo por mejor partido
Por Diego de Reinoso, cuya vida Que dejar de pasar mas adelante :
Con gran dificultad fué reservada; Con arco y flechas bien apercebido
Pues su caballo muerto, y él caido, A los lados espada va tajante;
Muriera sino fuera socorrido. Y el que se vía de comida falto
De los que de la rota no huyeron Con el escuro manto daba salto
Prendieron como veinte señalados, En pueblo ó chanería, do metido
Que como principales luego fueron Buscaba cebo para los gargueros,
A privación de vida condenados : Y si del morador era sentido
Los rigurosos trances se cumplieron Con manos prestas y con pies lijeros
En solos dos hidalgos desdichados, Hacían cada cual tan gran ruido
Copete y Alonso Alvarez Guerrero : Como si fueran treinta compañeros,
Espectáculo harto lastimero. Y después ya de recogido algo
No lo tomara muy lijero galgo.
Luego veinte soldados valerosos Pues para los coger el mas lijero
De los que se hallaron mas culpados, Sus piernas viera ser como difuntas;
Al Reinoso y Losada sospechosos, También Mabuya fué tan gran flechero
Por ser hombres de bríos arriscados, Que yo le vi tirar tresflechasjuntas :
Con penas y con mandos rigurosos Y dar con todas ellas en terrero
Fueron de su comercio desterrados, Y en pequeño compás todas tres puntas,
Para donde les diese su ventura Y ansí por estos llanos, valles, vegas
O ya la vida, ó ya la sepultura. Se libró de grandísimas refriegas.
Destos era García de Montalvo, Las cuerdas de sus arcos mas usadas ,
Pero Ruiz, Rarrasa, Mesa y Tello, Y con que peleaba mas de veras ,
Y aquel honrado Vega, cano y calvo, Eran listas de cañas bien sacadas
El capitán Ruiz y Joan de Arguello: Haciendo de sus ñudos empulgueras ;
Llevando para se poner en salvo Que puestas en el arco y ajustadas
Muy colgada la vida de un cabello, Eran por mucho tiempo duraderas,
Por les poner delante su corrida Pues si á posta no se las quebraban
Pesadísimos riesgos de la vida. Sus diez y doce años le duraban.
Pero como fortísimos varones , Sucediéronle grandes entremeses
Que cierto cada cual era bastante, Atravesando por aquellos llanos,
Allanaron terribles tropezones Invernaron divisos en conveses
Que siempre se ponían por delante: A la sierra del norte mas cercanos ;
Rompiendo ferocísimas naciones, Y á cabo ya de diez ó doce meses
Opuestas al cansado caminante, Vinieron á toparse con cristianos,
E l Rarrasa, guiando con buen lino, No de los desterrados y primeros,
A la mar do llevaban su camino. Sino de Joan Patino y Ontiveros.
Nueve días después Bernardo de Heras, Pues aunque la cuadrilla se huia
Joven de los mas sueltos y lijeros, Y cada dia les faltaban gentes,
Hurtóse del Reinoso y sus banderas La una de la otra no sabia
Con ocho no menores compañeros, Invernando por partes diferentes;
Siguiendo las pisadas y carreras Pero como llevasen una via
Que llevaban aquestos caballeros; Acabadas las aguas y crecientes,
Y fueron tan constantes las porfías, Por rastros que dejaban en la tierra
Que los vieron en menos de tres dias. Se juntaban los mas junto á la sierra.
Y á punto que se vían ya perdidos Reinoso, que esta gente vio huida
Por tenellos mil indios rodeados; Como de la restante se recela ,
Mas siendo tan á tiempo socorridos También apresuraba la partida
De tan valerosísimos soldados, Mandando caminar á Venezuela ;
Los cansados, hambrientos y afligidos, E iban ya los ríos de crecida
En gran manera fueron alentados, Que míseros enfermos desconsuela
Y ansí, con el calor desta venida, Por no hallarse piadosa mano
Pusieron á los indios en huida. De padre ni de hijo ni de hermano.
Abrevian el camino mal sabido, Esclavo menos hay que se sujete
Que el tiempo les mostraba rostro tierno, Al amo ni que cumpla justo mando ,
Necesidad poniendo tal sentido Aquí se quedan seis, acullá siete,
Y entre los veinte y nueve tal gobierno> Gimiendo están aquí y allí gritando;
Que hallaron asiento proveído Y el mísero doliente si se mete
Do pasaron las furias del invierno, El agua lo llevaba volteando,
Y el verano mostrando su pintura, Capitanes no hacen loque suelen
Se pusieron en tierra ya segura. Ni hombres de los hombres se conduelen.
140 JUAN DE CASTELLANOS.
¿ Quién os-podrá poner en escritura, Trabajos padecidos representa
Que lleve sonoroso su concierto, Con gran valor de su persona sola,
Tanto trabajo, tanta desventura, Mas allí no se hizo tanta cuenta
Tan increíble hambre, tanto muerto ? Que por ello le diesen laureola;
Pues lo que digo es abreviatura Por cuya causa casi por afrenta
G cifra muy cifrada de lo cierto, Determinó pasar á la Españoia ,
Y aunque mas alargásemos la pluma Donde murió después cristianamente,
Todavía seria breve suma. Y á conjugales ñudos obediente.
Pues hubo quien en esta coyuntura Losada con su copia de soldados
Abrió los pechos á su compañero, Y los demás que andaban divertidos,
Estando muerto ya de calentura, Llegaron á los pueblos deseados,
Y aqueste fué Bautista Zapatero : Los cuales se hallaron destruidos :
El cual se sustentó del asadura Sus pocos moradores rebelados,
Ansí como si fuera de carnero, Y en fuerzas de palenques recogidos,
Y andando después imaginativo, Nadie les daba ya seguro puerto
Huyó y no pareció muerto ni vivo. Sino Guaramental, aunque era muerto.
Yendo pues el Reinoso con sus gentes Dejó por sucesor un Antonico,
Inquiriendo la tierra mas subida, Hijo suyo, de nobles condiciones:
Pasaron sin haber inconvinientes Fué tutor Pariaima, por ser chico,
Una quebrada llana y estendida: El cual favoreció nuestros varones,
Llegáronse después quince dolientes Mas el uso de esclavos tan inicuo
Al tiempo que venia ya crecida, Pagóle con muy grandes sinrazones,
Demandaron socorro con voz blanda Porque el desorden grande de cudicia
A los que estaban déla otra banda. No sabe guardar orden de justicia.
Pedro Martel volvía las respuestas Hallaron por allí rescatadores
Horrendas á los pobres miserables, De la Cubagua y de su granjeria,
Por ser palabras sucias, deshonestas, O por mejor decir salteadores ,
Tan torpes como él y detestables : Envejecidos en su tiranía :
Al fin por no ver quejas tan molestas Estotros, como no fuesen menores,
Gemidos y clamores entrañables, Con aquellos hicieron compañía,
Determinaron todos de dejados Y asolada la tierra comarcana,
Pudiéndolos pasar en los caballos. Volvieron todos á Maracapana.
Visto que la quebrada mas crecia Luego por los delitos atrasados ,
En proceloso tiempo y lugar malo, Y aquellas locas y atrevidas furias ,
De aquella miserable compañía Pedian los que fueron agraviados
Sin reparo, comida ni regalo , Justa satisfacción de sus injurias ;
Un Domingo Riberos otro dia Los bienes luego fueron confiscados
Pasó los pechos puestos en un palo, Para suplir jueces sus penurias:
Luego pasó tras él en un madero Al fin Ortal y Frias y Castillo
Un mulato llamado Joan Quintero. Por un hilo sacaban un ovillo.
Mas los otros de todo bien inermos, Este y aquel y el otro les pedia
Aunque buscaban vias y maneras, (Juez el licenciado Castañeda;:
No pudieron pasar por ser enfermos Pagaba con esclavos que traia
Y no tener las fuerzas tan enteras; El que sin corporal castigo queda;
Y ansí quedaron en aquellos yermos Pagaba al fin aquel que no debia,
Por cebo de las bestias carniceras, Quiero decir, quien era la moneda:
Y el número de dos menesteroso Esclavos eran costas y derechos ,
No siguió mas los pasos del Reinoso. O ya fuesen bien hechos ó mal hechos
Mas por otra derrota van á tiento Eran por veedor avallados,
En grandísimo riesgo de la vida, O vendidos en públicos pregones
Tallos de hobos era su sustento Aquellos pobres desaventurados,
Y el regalo mayor de su comida; Que nunca cometieron las traiciones;
E yendo con penoso sentimiento Finalmente, jueces y culpados
Encontraron también gente huida : Eran unos finísimos ladrones,
Recebieron los dos tan gran consuelo Pues en nada se vio tal insolencia
Que parecióles ver ángel del cielo. Ni tan grande soltura de conciencia.
Con los dos se cerró número entero Pero por ser desorden tan antiguo ,
De diez cristianos, y aunque flaca mano, Cubrámoslo con taciturno sello,
Supieron inquirir invernadero Y el que quisiere ver este castigo
Donde no les faltó copia de grano : Al fin de lo de Ortal podrá leello :
Sanaron el Riberos y el Quintero, Por ser en este tiempo lo que digo
Y el tiempo ya llegado del verano, De las muertes de Aduza y del Arguello,
Se juntaron con otros fugitivos Que pues de Ortal allí me despedía ,
De los cuales hay hoy algunos vivos. Cubrillas con silencio no cumplía.
El Reinoso también hizo parada Purgadas pues las costas y los daños
Con algunos sustentos pasaderos , Del licenciado Frias y oficiales,
Y enviando la gente mas armada No por eso cesaron los engaños
Por pueblos comarcanos y fronteros, Y ofensas en aquellos naturales :
Acogiósele Diego de Losada Porque por grande número de años
Con treinta ó con cuarenta compañeros; Anduvieron soldados principales
El cual la vuelta de Cubngua iba En la contratación mal ordenada,
Recogiendo la gente fugitiva. De los cuales fué Diego de Losada,
Topando la cuadrilla y el rebaño Capitán valeroso y esforzado,
De los que por la sierra van á lino, Varón en guerra y paz de gran recato ,
Asegurábalos de todo daño Gran hombre de caballo y agraciado
Diciendo : « todos vamos un camino.» Mas á bien recebido no muy grato;
El Reinoso, corrido del engaño , Y ansí fué de Cubagua desterrado
Con el restante de la gente vino Por cierto desconcierto y desacato :
A Venezuela, do los alemanes Hízose con algunos á la vela,
Tenían valerosos capitanes. Y vínose por mar á Venezuela.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIII, CANTO I. 141
Micer Enrique Rebolt, que la regia Luego la gente de conciencia suelta,
Y por los alemanes fué teniente, Firmes en añadir daños á daños,
Recebiólo con grande cortesía, Para su Venezuela dio la vuelta
Y toda la demás antigua gente :
El Diego de Losada persuadía Losada con los rúas destos engaños :
Al alemán ya dicho grandemente, Cuya perplejidad quedó resuelta
Enviase á tomar las posesiones En acabar allí los demás años;
Hasta Maracapana y sus ancones. Y viendo de sus días el invierno
Porque según se via por escrito Pretendía tener aquel gobierno.
Por cédulas del rey y provisiones, A la real audiencia hizo via
De su gobernación y su distrito Para lo negociar según se trata,
Eran todas aquestas*poblaciones: Mas el efeto de lo que pedia
Ayudáronle muchos con un grito, Contraria voluntad lo desbarata;
Y él acudió con estas intenciones , Y al tiempo que sin mando se volvía
Y con Losada y otras gentes ciegas En la costa murió de Burburata,
Vino por capitán Joan de Villegas. Sin regalo de santos sacramentos
No vinieron por mar, sino por tierra Por hallar despoblados los asientos.
Y por aquellos llanos ya sabidos, Con este concluimos la jornada ,
Costeando la falda de la sierra Y las mas circunstancias de Sedeño,
Cien hombres destos bien apercebidos: La cual de prolijísima y pesada
Lo que hallan de paz hacen de guerra, Ha sido para mí gran quita-sueño;
De muy largas cadenas proveídos, Mas pues Cubagua queda rezagada ,
Y en eilas grande número de gente Y es el negocio suyo no pequeño,
Herrados por esclavos falsamente. Justa cosa será que se concluya ,
Y después della la vecina suya.
De la manera pues que aquí se trata
Llevaban muchos hombres y mujeres,
Llegaron á la mar de Chacopata ,
Adonde pregonaron sus poderes ;
Y luego por gozar de la barata
Acuden de Cubagua mercaderes : ELEGÍA XIII,
Estuvieron allí los deste bando,
Espacio de dos meses contratando. Elogio de la isla de Cubagua, donde se traía la gran
Llaman de paz á los de aquel partido riqueza que alli hubo y su perdición y asolamiento.
Los capitanes falsos y perjuros :
Los indios no pensando ser fingidos
Salieron de sus fuerzas y sus muros ; CANTO PRIMERO,
Y el consorcio cruel y fementido
Cuando los vio sin armas y seguros, Donde se trata de su primero descubrimiento y esterilidad, con otras
Dieron sobre ellos repentinamente particularidades dignas de memoria.
Y tomaron gran número de gente.
Un indio bien ladino les decía, Cuanto naturaleza tiene hecho ,
Como se vio de libertad ajeno : Examinado y visto sabiamente,
« Esto no fué valor, ni valentía, No vaca ni carece de provecho,
Ni hecho que manó de pecho bueno: O ya sea cubierto, ya patente ;
Prendernos con tan gran alevosía Que la virtud no pierde su derecho,
Sobre paz y las manos en el seno; Aunque sea la muestra diferente,
Pues nosotros salimos como hermanos Y ansí veréis do faltan muchas cosas
Debajo de palabra de cristianos. Otras que no son menos provechosas.
»Y pues captividad no merecemos , En Indias tierras hay do no se crian
De libertad pedimos las enmiendas; Oro ni plata ; mas en su distancia
Que si por culpa vuestra no? movemos Algunas veces hay tal granjeria
A descubiertas guerras y contiendas, Que suele dar riquísima ganancia ,
Rien sabes tú, Losada , que sabemos Supliendo aquella falta que tenia
Defender las personas y haciendas; Con cosas de no menos importancia
Ansí que pues llamáis de paz la tierra, Que causa natural allí compuso ,
No la quebréis con tan injusta guerra. » Y los hombres aplican á su uso.
No por eso cesó su desvarío, No veréis por acá tierra tan pobre,
Ni se mudaron estos pareceres, Que de lo que contratan las naciones
Antes hierro les dan por atavío; Alguna buena cosa no le sobre;
Y aherrojados hombres y mujeres, Pues aquí cogen copia de algodones,
Luego los entregaron al navio Allí plomo y azogue, acullá cobre ,
Que tenían allí los mercaderes , Aquí muchos ganados y allí dones
Volviéronse después la tierra adentro, De cristales, viriles y esmeraldas,
Donde hicieron otro mal encuentro. Aquí pastel, orchilla , y allí gualdas.
Pues saliendo de paz el Antonico, La isla de Cubagua nos enseña
De Guaramental hijo y heredero, Este natural cambio claramente,
Ya cacique paupérrimo de rico, La cual aunque es estéril y pequeña ,
Por los inconvinientes que refiero : Sin recurso ele rio ni de fuente,
Con estas insolencias que publico Sin árbol y sin rama para leña
Al muchacho leal, fiel, sincero , Sino cardos y espinas solamente;
Con seguro que se le prometía, Sus faltas enmendó naturaleza
Le tomaron la gente que tenia. Con una prosperísima riqueza.
Estos con otros muchos que tomaron Pues sembró por placeles principales,
Por otras partes fuera del asiento, Que están á sus riberas adyacentes,
Ansimismo vendieron y entregaron Gran copia de riquísimos ostiales ,
A los que iban en su segimiento ; De do se sacan perlas escelentes ,
Y todo lo barrieron y asolaron Con que ha engrandecido sus caudales
Con un luciferino desatiento, Crecidísimo número de gentes :
Y sin causa quemaron los bestiales Diez grados medio mas es lo que muestro
Cuatro caciques harto principales. De la equinocial al polo nuestro.
W2 JUAN DE CASTELLANOS.
Entre dos aledaños es descrita Ansí tenian hachas y machetes,
A rada cual tres leguas comarcana, Cuentas de vidrio, sartas de corales,
Que son la tierra firme y Margarita, Camisas, zaragüelles y bonetes
Y es la distancia delta toda llana : Y cosas mas y menos principales;
Hay caza de conejos infinita, Con otras diferencias de juguetes
Que es por allí comida no mal sana; Apacibles á estos naturales,
Podrá tener, según el aparencia, Y el valor de un real acontecía
Como tres leguas de circunferencia. Pagar la cargazón que se traía.
Tienen sus secas playas una fuente Con estas cosas el aljófar fino
Al oeste do bate la marina, Rescataban aquestos mercaderes,
De licor aprobado y escelente Con contento del bárbaro vecino
En el uso común de medicina : Y grandes regocijos y placeres;
El cual en todo tiempo de corriente Daban muy ricas piezas por el vino,
Por cima de la mar se determina Hasta vender los hijos y mujeres,
Espacio de tres leguas, con las manchas Y cuantos por aquel compás habia
Que suelen ir patentes y bien anchas. Ejercitaban esta pesquería.
Descubrió esta isla Colon, cuando Toda la tierrafirmecomarcana
Vido tercera vez estas regiones, Mantenía la paz bastantemente,
Yendo la tierra firme costeando Y de Paria hasta Maracapana
Por puertos, por bahías, por ancones: Iban un hombre y dos de nuestra gente ;
Vio indios zabullendo y sobraguando, La tierra se hallaba toda llana ,
Y estar debajo largas dilaciones, A nuestros españoles obediente,
Via después coger su redecilla Y diez y doce leguas de Cubaguá
Y vacialla también en la barquilla. Les traían comida, leña y agua.
No conociendo bien aquello qué era Eran para las dos parcialidades
El Cristóbal Colon , como discreto, De muy gran importancia los provechos,
Hizo luego surgir en la ribera, Pues con estas sinceras amistades
Deseando saber aquel secreto : Y los contratos desta suerte hechos,
Luego gente de guerra salió fuera Indios cumplían sus necesidades
Apercebida para tal efeto, Y los nuestros quedaban satisfechos;
Los indios revolvieron con la proa, Y ninguno vivir allí podia
Y en tierra zabordaron la canoa. Sin aquel agua que se les traia.
Los cuales con los arcos en las manos, Y algunos mercaderes ya potentes,
Arma con que se daban buena maña, Que allí fueron personas principales,
Esperaron soberbios y lozauos, Rescataron esclavos destas gentes
Sobresaltados de la gente estraña ; Que de perlas traian sus jornales ;
Mas halagándolos nuestros cristianos Los cuales como buzos escelentes
Perdieron los temores y la saña. Descubrían riquísimos ostiales,
Y luego los varones y las dueñas Y con propias canoas y piraguas
De paz hicieron apacibles señas. Sacaban ya las conchas de las aguas.
Allí se conocieron granos bellos En aquesta manera de bajeles
De perlas en riquísimos pomares, Habia gente nuestra marinera,
Que son con que ansí ellas como ellos Que por aquellas playas y placeles
Se ciñen y rodean los ijares ; En guarda de los indios iban fuera :
Otros sartas por brazos , piernas, cuellos, Algunos tan malditos y crueles
En precio y en estima singulares : Como cómitres malos de galera;
Vieron el modo cómo las sacaban , Y ansí de aquestos míseros captivos
Y las conchas adonde se criaban. Eran pocos los que quedaban vivos.
Los que vinieron pues en los bateles, Por tener muy angosta pasadía
Por no hacer baldía su venida, Y mas que limitadas las raciones,
Con cuentas y sonoros cascabeles Pues sobre mar el agua se traia
Rescataron allí buena partida; Con las mas necesarias provisiones ;
Partiéronse de aquestos infieles En la mar sumergidos en el dia
Después de la grandeza conocida. Y en la noche con ásperas prisiones ;
El Colon no caída de contento, Y ansí para quedar dos ó tres hechos
Por ser autor de tal descubrimiento. De la vida quedaban diez deshechos.
Quisiéralo callar, pero la fama, Este principio y estas ocasiones
Impelida de tanta muchedumbre, De los esclavos fueron perdimiento
Por diversos lugares se derrama De todas las insignes poblaciones
Según y como tiene de costumbre : Que en mis versos atrás os represento;
Estos , aquellos y los otros llama Y el rey por las siniestras relaciones
Con trompa de sonora certidumbre; Para eíío prestó consentimiento,
Acudieron navios al barato Aunque con instrucción tan limitada
Engrosando las ferias y contrato. Que el mal no fuera tal á ser guardada.
La gente castellana que venia Algún tiempo se hizo con blandura
Por hacer mas á gusto sus haciendas, No tanta cuanta allí se señalaba;
Formaron en la isla ranchería, Pero después fué tanta la soltura
Pusieron toldos y asentaron tiendas; Con que con estos indios se trataba,
Y cebados en esta granjeria Que les era la guerra mas segura
Hacen bullios para sus viviendas , Que lo que mala paz aseguraba;
Trayendo mercancías diferentes Pues cuantos menos eran sus engaños
Que rescataban con aquestas gentes. Se les hacían muy mayores daños.
Podía ser, según mas cierta cuenta , No pueden prolijísimos renglones
Cuando la muestra se halló primera, Decir adplenum lo que se hacia,
Año de cuatrocientos y noventa Tantas cautelas, tantas invenciones,
Con mil y seis corridos de la era : Tanta maldad y tanta villanía;
El indio con la paga se contenta, Mas por no despertar viejas pasiones
Y el español, que mucho mas espera, Volvámonos á nuestra ranchería ,
Envía su caudal, y á la tornada De quien ya se hacia mayor cuenta
Doblaba y redoblaba la parada. De lo que nuestra pluma representa.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIII, CANTO I. 115
Había ya justicia y oficiales , A todos los que son en esta era
Frecuentísimo trato de navios , Oyendo lo que no les fué visible,
No rescataban ya de naturales, No parecerá cosa creedera
Porque todos tenían sus avíos Gasto de leña y agua tan terrible ;
Para desentrañar estos ostiales Pero mi relación es verdadera,
Con propios aderezos y atavíos; Y ansí no la tengáis por imposililo ,
Con tanta perla, tanto contratante Y aun es mas que los precios sefial.id»s
Las cosas iban ya muy adelante. Lo que va de los pesos á ducados.
Mostrábase fortuna tan ufana Pues como fuesen indios muy lamosos
Y andábase tan próspero camino , Los moradores destas poblaciones,
Fue iban á quintar al aduana De nuestra santa fe menesterosos
Como de trigo sacos al molino : Y de defensa ya de sinrazones,
Muchos sacaban hoy y mas mañana , Acudieron algunos religiosos
Si Joan vino cargado Pedro vino, Movidos de cristianas intenciones,
Y entonces hubo indio que traia Procurando traellos al aprisco
Arriba de dos marcos cada dia. Dominicanos y de San Francisco.
Veréis llenos caminos y calzadas A Cumaná vinieron franciscanos,
De tráfagos, contratos y bullicio, Do monasterio luego fué fundado,
Las plazas y las calles ocupadas Con llana voluntad de los paganos ,
De hombres que hacían sus oficios ; Por cuyas manos era fabricado ;
Veréis levantar casas torreadas Y los frailes por términos cristianos
Con altos y soberbios edificios, Apacentaban bien este ganado,
Este de tapia, aquel de cal y canto, Santísimos preceptos predicando
Sin que futuros tiempos den espanto. Y muchos convertiendo y bautizando.
No vuelan ni concurren tan frecuentes En esta obra cada cual entiende,
Las palomas en índica saona, Conclusas horas del divino canto,
Para hacer sus nidos en las frentes Y en el Chichiriviche mas allende
Que miran los confines de la zona ; Cinco leguas hicieron otro tanto
Cuanto todos andaban diligentes Los dominicos, donde se pretende
En la que nueva Cáliz se pregona, Perseverar en el oficio santo,
Con tal hervor y tal desasosiego Año de diez y seis era ya esto,
Cuanto por secas ramas vivo fuego. Cuando tomaron mal seguro puesto.
Ocurrió grande copia de oficiales Convento fabricado y templo hecho.
A la nueva ciudad que se hacia, Donde todos vivían recogidos,
En navios traían materiales Con gran observación de su derecho,
Y cuanto la tal obra requería; Sin ser á lo siniestro divertidos,
Porque la grosedad de los caudales Muy en contentamiento y en provecho
Estas costas y mucho mas sufría, De los por convertir y convertidos;
Y con salir tan caras estas cosas Aquel perturbador de cosas pias
Allí hicieron casas suntuosas. Su cizaña sembró por estas vías.
Fué la de Barrionuevo la primera , Un cierto capitán, que no debiera,
Un escudero natural de Soria, Hojeda creo yo que se decia ,
Fué luego la de Joan de la Barrera, Rescatando maiz por la ribera ,
Cuyo valor es digno de memoria; Según que de costumbre se tenia ,
Y luego la de Pedro de Herrera En el puerto de Guantar salió fuera
De quien pudiera yo tejer historia, Y entróse con alguna compañía,
Y la de Castellanos, tesorero, A rescatar como solian antes
Que fué de los mejores el primero. En pueblos de la mar algo distantes.
La de Portillo fué con tal esmero En los cuales compró mucha comida
Que podia servir de fortaleza, Pagándoles por ella su interese,
Otra también de Diego Caballero, -ÍI¡ Y á los indios por quien le fué vendida
Mariscal y señor de gran riqueza ; También les demandó quien la trajese ;
Un Alvaro Beltrán, varón entero Fuéle bastante gente proveída
En todas buenas partes de nobleza, Diciéndole que luego la volviese;
Un Antón de Jaén, Rojas y Niebla, Mas el mal capitán y gente suelta
Con otros que se quedan en tiniebla. Nunca les consintieron dar la vuelta.
Y Francisco de Reina también era Antes fueron allí los galardones
Un varón tan cabal y tan bastante, Indignos de quien dio tan buen avío,
Que con justa razón yo bien pudiera Pues llegados mujeres y varones
Decir de sus proezas adelante ; Cargados á la boca de aquel rio,
Pero la brevedad desta carrera Les pusieron cadenas y prisiones,
No da tanto lugar al caminante ; Y los metieron dentro del navio ;
Su yerno fué Pero Ruiz de Tapia, Hecha la suerte pérfida tirana ,
Noble de condición y de prosapia. Luego bajaron á Maracapana.
Hijo del dicho Reina fué Bautista, En el puerto surgió la carabela
Sacerdote prudente y avisado, Debajo de cubierta los hurlados,
E l cual es destas cosas coronista Y recogida ya la blanca vela ,
Y en ellas vive hoy bien ocupado ; En la playa salló con sus soldados ,
Y ansí no haré yo mas larga lista, Con los mismos designos y cautelas
Dejando para él este cuidado, De que tan mal usó con los pasados;
Pues yo con brevedad añudo gonces Mas aquestos sabian ya de cierto
De las cosas que víamos entonces. Los tralos y traición del otro puerto.
Leña y agua de Cumaná venia Hiciéronles muy buen acogimiento,
De rios que la dan en abundancia, Prometiendo vender mucha comida,
Y en barcos y navios se traia La cual por estar lejos del asiento
Con pipas siete leguas de distancia : No podia tan presto ser traida :
Trataban muchos esta mercancía, Dilatando la venta con intento
Teniéndola por próspera ganancia, Y fin de despojallos de la vida,
Pues al Jaén que digo hizo daño Ruegan al capitán deje la playa
De cinco mil ducados en un año. Y con su gente por los pueblos vaya;
144 JUAN DE CASTELLANOS.
^ Certificando que rescataría » Bien veis que por palabras y en escritos
Esclavos y comida con hartura , Suelen abominar estos letrados
Y el torpe capitán bien lo creía ; Las viejas ceremonias y los ritos
Mas por le parecer poca cordura En que fuimos nacidos y criados:
Dejar allí la presa que traia, Aquestas son sus voces y sus gritos,
Que lo traigan allí solo procura : Y en esto viven todos ocupados:
Los indios confingidasalegrías Frailes quitan deleites y placeres,
Pidiéronle de espacio cuatro días. Y los otros los hijos y mujeres.
Por los poder malar á coyuntura » Y pues ellos por tan dañosos modos
Y tiempo que les fuese convinienle , Quieren que nuestra gente se destruya,
Porque también habían hecho jura Meneemos acá manos y codos
Con todos los demás de aquella frente De suerte que su vida se concluya,
De no dejar á vida criatura Para que desta vez se borren todos
Que de españoles fuese descendiente; Sin dejar en la tierra cosa suya,
Y para los efetos desla guerra Tentando por tal via la fortuna,
Estaba conjurada ya la tierra. Que en Cumaná y acá demos á una.»
Con estas esperanzas los dejaron Cuadró tan bien al bárbaro guerrero
Sin ellos sospechar el mal futuro , La traza de tan mal labrada talla ,
Y parle de los indios se quedaron Que sin considerar el paradero
Cuasi por aparencia de seguro : Fueron á la flaquísima batalla ;
Otros con Toronoima se juntaron , Y á Cumaná hicieron mensajero
Cacique principal, cruel y duro, Por avisar á la cruel canalla ,
Para ser del en la traición instruios Para dar á la hora prevenida,
Y en un parecer solo resolutos. Y ellos luego hicieron su partida.
Allí llegaron furias infernales Como las bravas ondas conmovidas
Para la ejecución del caso feo, Del viento que se muestra riguroso,
Estimulando mas estos bestiales Que van unas tras otras impelidas,
A tan cruel y pérfido trofeo; Sin mezcla de descanso ni reposo,
Y ansí las insolencias fueron tales Hasta que las riberas son heridas
Que vencieron aun á su deseo; Del embate feroz y presuroso;
Y algunos que miraban á mas lejos Con tal ímpetu van aquestas gentes
Estaban ya confusos y perplejos. A combatir los pobres inocentes.
Mas poco duran buenas intenciones Mil y quinientos eran ya corridos
En torpes, viles y apocados senos, Con otros diez y nueve de la era,
Donde hacen mayores impresiones Al signo Capricornio convertidos
Los pésimos consejos que los buenos : Los carros que rodean el esfera;
Mayormente soezes corazones Cuando los indios iban revestidos
Si de rabiosas furias eslán llenos, De Alelo, Tisifone y de Mejera,
Como lo hizo con aquesta gente Y cuando del divino sacrificio
Un indio que les dijo lo siguiente : Los frailes celebraban el oficio.
«Mal me parecen tantas variedades, Entonces la maldad y sinrazones
Y si verdad conviene que se diga, Usando sus inicuos previlegios,
Conoceréis ser grandes poquedades Por dar fin á sus malas intenciones
De todos cuantos hay en esta liga Cercaron los santísimos colegios,
No quebrar con furor las amistades Y en las casas de santas oraciones
De gente que nos es tan enemiga ; Hicieron detestables sacrificios,
Pues si por bien pensáis hacella buena, Con furia tan bestial y tan nociva
Abris camino para mayor pena. Que en ellas no dejaron cosa viva.
» Cesen los devaneos y fatigas Sueltas llevan las riendas las maldades:
En el efetüar tan justa cosa, Aquí y allí veréis descabezados,
Cortemos ya, señores, las espigas Con otras insolentes crueldades
De do sale simiente tan dañosa; Hechas en estos bienaventurados :
Pues jamás comeremos buenas migas Imagines partidas en mitades,
Con gente, que por ser tan ambiciosa Y los altares muy ensangrentados;
Aquí y allí, y en todas partes pican, Porque cuando llegaron furiosos
Haciendo lo contrario que predican. Celebraban algunos religiosos.
» Que sean fraudulentos.y tiranos , Según infernal furia se lo dijo,
Que sean atrevidos homicidas, La crueldad usó de sus imperios:
Los ejemplos tenemos, entre manos Desmembraron el santo crucifijo
Por las cosas atrás acontecidas, Con nunca jamás vistos vituperios;
Donde los mas pacíficos y llanos Luego la saña y el furor prolijo
Corremos mayor riesgo de las vidas, Abrasaron los dichos monasterios ;
Y no son estas, no , vanas sospechas, En Santa Fe pasó por esta via,
Pues veis de nuevo las maldades hechas. Que es do Chichiriviche se decía.
»A justas defensiones os provoco Los cuales su maldad han sustentado,
Contra malignidad que nunca cesa; Y se sustenta tan proterva cepa,
Pues si no refrenáis intento loco. Sin habello por eslo castigado,
Sustentando pacifica promesa, A lo menos castigo que yo sepa ;
De consumirnos hemos poco á poco, Por haberse muy bien fortificado
Y aun mucho á mucho ya, según su priesa, En parte que del mar algo discrepa,
E yo no siento que quebranta fueros Y en Cumaná tuvieron los escesos
Quien resiste sus males venideros. Varios y diferentes los sucesos.
«Los frailes, aunque nos parecen buenos, Pues cuando la maldad allí se ensaya
Y de santas palabras y obras pias Y el convento barría la candela ,
Aquellos santuarios están llenos , Huyéronse dos frailes á la playa
Yo tengo para mí que son espías ; Donde tenian cierta canouela:
Porque españoles son ni mas ni menos , Con la cual se pusieron en Araya
Y por no consentir idolatrías, Adonde se halló cristiana vela,
Huye de dar respuestas al reclamo Y ansí, poniendo de por medio agua,
De los piaches el Oríquiamo. Llegaron á la isla de Cubagua.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIII, CANTO II. .43
Con la nueva que dieron se desecha Con esta cobardía tan sin tiento
Cuanto podia dar contentamiento, Se dispusieron todos al pasaje,
Sospechando que de la maldad hecha Llegaron con salud y en salvamento
Hojeda pudo ser el fundamento ; A Haití , do llevaban su viaje :
Y teniendo por cierta la sospecha Fueron nuevas de grande discontento
Determinan justicia y regimiento Después que recitaron su mensaje ,
De que fuesen diez barcos bien armados
Para prender á él y á sus soldados. Y maldecían hombres y mujeres
Van á Maracapana con gran priesa La bajeza de aquellos mercaderes.
Do vieron al autor del disparate Porque luego los indios comarcanos
Cebado de la pérfida promesa Que Cubagua tenían á los ojos ,
Que los indios hicieron del rescate: Sabiendo ser huidos los cristianos
La cual bien claro vido ser aviesa Vinieron á gozar de los despojos :
En su trabajosísimo remate ; De los cuales hincheron bien las manos,
Y ansí fué que por no tener aviso, Aumentando con vino los enojos ;
Nunca pudo salvarse cuando quiso. Pues cuanto mas el bárbaro bebía
Porque viendo venir desta manera Tanto mayor braveza concebía.
Los barcos conocidos á la vela, Anda la borracheia y el tabaco,
Adevinó su mal, mas no cuál era, Hínchense bien las pieles y los senos,
Que los presentes lazos no recela ; Suenan voces y gritos en el saco ,
Mas yendo todos para la ribera Y cuantos van y vienen vuelven llenos :
Para huirse con la carabela, Acudieron también de Cariaco,
La gente de los indios circunstante Y los de Santa Fé ni mas ni menos ;
Con armas se les puso por delante. Cuantos iban al Bu destas raleas
El apostema y el furor revienta Revolvían cargados de preseas.
De los pechos por maña reprimidos , Abierta pues según es declarada
Hierve la furia , crece la tormenta, La puerta de tan dura competencia ,
Confúndense con gritos y alaridos : Determinaron de hacer armada
La flecha y la macana se ensangrienta, Los señores de la real audiencia :
Muchos de los cristianos hay caídos, Para ser con castigo refrenada
Otros que huyen la sangrienta fragua La furia de la bárbara demencia,
A nado se metían por el agua. Trescientos españoles , fuertes pechos ,
Se juntaron con armas y pertrechos.
Fueron aquestos los mejor librados, Fué Gonzalo de Ocampo por tiniente
Aunque con deshonor ansí huian , De don Diego Colon el almirante;
Pues eran recogidos y amparados Y para gobernar aquesta gente
De los dichos diez barcos que venían El audiencia le dio poder bastante:
Los otros todos son despedazados, ;
El suceso callamos de presente ,
Aunque con gran valor se defendían , Pero airémoslo mas adelante;
Do Hojeda pagó su desconcierto, Pues aunque caminante presuroso
Quedando con los otros allí muerto. Quiero tomar un poco de reposo.
Reconocido bien lo que pasaba ,
Los barcos con espesos remadores "
Volvieron á Cubagua, donde estaba CANTO SEGUNDO,
Por justicia mayor Antonio Flores :
El cuál en este tiempo recelaba Donde se cuenta cómo llegó GOSZALO »E OCAMPO al puerto de Cumaná,
Otros inconvinientes no menores, la buena maña que se dio en prender algunos indios culpados, la jus-
Por los amenazar crueles manos ticia que dellos se hizo, con otras muchas cosas que entonces suce-
De indios que tenían comarcanos. dieron.
Los cuales apretaron su venida Los autores de torpes desatinos
Contra la isla con mayor pujanza, Nunca pueden tener hora segura,
De yerba pestilente proveída Porque demás de ser aquestos dinos
La punta de la flecha, dardo, lanza : Del pago que merece su locura,
El agua ya les era defendida , Esa misma maldad abre caminos
Perdida de la paz el esperanza , Para mayor dolor y desventura,
Y esperar les parece cosa fea Pues nunca subió tanto la malicia
Con ser trescientos hombres de pelea. Que sobre ella no vuele la justicia.
En quien temor causó tanta demencia Ansí los indios destas poblaciones ,
Que se dejaron en esta isla sola, Cuando con hechos torpes inhumanos
Y todos sin vigor de resistencia Pensaron allanar sus tropezones ,
Determinaron ir la Española : Entonces los hicieron menos llanos ;
Para lo cual con suma diligencia Y ellos buscaron nuevas ocasiones
El levadizo mástel se enarbola, Para los afligir sangrientas manos,
Dejando las haciendas adquiridas Y de ser tan indómitos y bravos
Con el deseo de escapar las vidas. Nació la perdición de ser esclavos.
Cuál dejaba su casa, cuál su tienda La era pues de veinte ya llegada,
Llena de sedas, lienzos, paño fino, Con mas mil y quinientos de su rueda ,
Cuál la pieza mayor de su vivienda Cuando la del sol iba desviada
Arrumada de pipas de buen vino ; Del lauro, y á los dos hijos de Leda
Cuál si poco tomó de su hacienda Llegaba , de Haití salió el armada
Con temor lo dejó por el camino, Para vengar los daños de Hojeda ,
Todo lo menosprecia y le baldona Y puestos en buen orden y concierto
A trueco de salvarse su persona. A Cumaná llegaron y á su puerto.
Como suelen en fortunoso caso Acudió luego bárbara palestra
Aquellos que por mar hacen su vía, Considerando ser la guerra cierta,
Que por asegurar el mortal vaso Mas la gente cristiana como diestra
Alijan la comprada mercancía; Con disimulación cerró la puerta;
Ansí lo hace por el campo raso Pues marineros solos hacen muestra
Cualquiera destos hombres que huía , Y los demás debajo de cubierta,
Hasta dejar la ropa y atavío Y porque de las armas se despidan
Con priesa de se ver en el navio. De paz los llaman y con paz convidan.
10
«6 JUAN DE CASTELLANOS.
Preguntaba la pérlida cuadrilla Hecho pues el castigo desta suerte,
Si de Haití venían de camino; A Cumaná volvió y á sus riberas,
Respondieron que vienen de Castilla Adonde, por el agua, hizo fuerte,
¡'.argados de rescates y de vino: Porque pudiese ya venir cualquiera
f'.on fardos de ruán y de presilla, A la coger sin miedo de la muerte
Hachas, machetes , cuentas, coral tino ; Que daba la nación desta frontera:
Que vengan los que quieren al contrato, Venían libremente pues por agua
Que de todo harán muy buen barato. Los barcos y navios de Cubagua.
Reportáronse con placer estraño Aquesta fuerza hecha, fundó luego
'Oe ver pocos cristianos inocentes, Un pueblo que llamó nuevo Toledo,
ignorantes del ya pasado daño , Adonde se vivió con mas sosiego
De la misma cautela dependientes ; De lo que de presente decir puedo;
Pues pensaban usar de aquel engaño Porque vino de paz el rey don Diego ,
Que con ellos usaron nuestras gentes, No tanto por amor cuanto por miedo,
Y ansí debajo deste desvario Y aun él mismo publica que se espanta
Llegaron con canoas al navio. De ver la vecindad y nueva planta.
Cebados del olor desta mentira , En aquesta sazón que voy diciendo,
Entró luego quien mas cerca se halla , Hubo por estas partes y regiones
Diéronles de comer y anda la jira Un clérigo , bendito reverendo,
Del vino de Jerez y de Cazalla : Testigo de muy grandes sinrazones ,
Revestida de paz está la ira , A quien Dios levantó, según entiendo,
Sinceridad mostraba la canalla, Por favorecedor destas naciones;
Rogando con amor de parentesco Bartolomé Casáus se decia,
Que vayan á tomar algún refresco. Padre desta moderna monarquía.
Mas al tiempo que estaban descuidados, Cuyo nombre merece ser eterno
Bebiendo cada cual por maravilla, Y no cubrirse con escuro velo,
Valentísima copia de soldados Pues procuró de dar tan buen gobierno
Con gran furor salió del escotilla; A los conquistadores deste suelo,
Prenden aquí y allí muchos culpados, Que sacó muchas almas del infierno
Y al indio que llamaban Orteguilla , A la contemplación del alto cielo:
A quien frailes hacian gran regalo , Aqueste pareció tal cual lo pinto
Y fué para con ellos el mas. malo. Ante la majestad de Carlos quinto.
Pues seis dias después del estampida Y al Cumaná ya dicho le pedia
Vivió fray Dionisio, que de gana Sin saber de la muerte franciscana ,
Quisiera conservar gente rompida, Afirmando por cierto que traería
Por conocer en él voluntad sana; Los indios á la religión cristiana;
Mas Orteguilla le quitó la vida Mas no con belicosa compañía
Con un terrible golpe de macana, Sino con amistad de gente llana ;
Pagándole con mal el atrevido Y ansí, debajo deste presupuesto,
Efbien que del habia recebido. Al César prepotente dijo esto :
Presos los indios pues incontinente, «Cesárea Majestad , por tiempo luengo
Algunos se pusieron en cadenas , He tenido mi casa y residencia
Y de los principales mas de veinle En las partes de ludias, de do vengo
Ahorcaron allí de las entenas , A deciros negocios de conciencia:
Por atemorizar la demás gente Si á la humildad del hábito que tengo
De que estaban las playas todas llenas; Vuestra gran Majestad diere licencia ,
Y echados á la mar los cuerpos muertos, Que bien creo que no me irá á la mano
A Cubagua se fueron y á sus puertos. La cristiandad de rey tan soberano.
Allí de nuevo ponen sus banderas » Con las humildes plantas y novelas
Reparando las pérdidas que digo, Que vienen á católica vivienda,
Y luego revolvieron mas de veras Usan los españoles de cautelas
A las ejecuciones del castigo: Dignísimas, señor, de gran enmienda :
Saltan en Cumaná y en sus riberas Abusos, desvergüenzas, corruptelas,
Con opuesto rigor del enemigo, De que las Indias son pública tienda ;
Porque de indios cantidad inmensa No son perros que ladran , sino lobos
Engrosaba por horas la defensa. Que viven de rapiñas y de robos.
Mas Gonzalo de Ocampo no desmaya ;-* » De cuantos allá viven se destierra
Pues con muertes de indios y pesares El peso, la razón y la medida ;
No solamente les ganó la playa, Y el simple natural de aquella tierra
Pero también entró hasta Tagares: No tiene libertad ni tiene vida;
La fama y el temor hizo que vaya Pues manteniendo paz le hacen guerra,
Por todos los confines de sus mares , Le quitan la mujer y la comida :
Do con solo doscientos españoles Al pacífico, llano y al mas manso,
Les allanó las cumbres y peñoles. A este se le da menos descanso.
Amedrentando todos los vecinos »No creen haber rey los naturales
De los rebeldes pueblos congregados , Que refrene molestias semejantes,
Y por ellos haciendo hechos dinos Porque vuestras justicias y oficiales
De ser en estas partes celebrados : En las maldades son participantes ;
Pobló las sendas, playas y caminos Y aun ellos mismos son los principales
Con cantidad de indios empalados ; En los negocios mas exorbitantes:
Trajo también gran número de vivos, Y ansí, si no cortáis inconvinientes,
A quien luego herraba por captivos. Presto verán su fin aquellas gentes.
Pudo también prender en una villa Según han sido malos y nocivos
Un valiente gandul en traje vario, En las islas que son de aquellos mares,
Vestido con un hábito y capilla, Adonde ya no vemos indios vivos
Y dentro de la manga breviario : De tan numerosísimos millares ;
Hermano, dicen, fué del Orteguilla, Ansí, con tantos daños escesivos,
Y no menos a frailes adversario, Harán en Cumaná y en los Tagares,
Al cual colgaron en un alto risco, Donde traman y tejen largas trenzas
Y en hábito murió de San Francisco. De latrocinios y de desvergüenzas.
VARONES ILUSTRES DE INDI AS, ELEGÍA XIII, CANTO II. 147
»Desde Caracas hasta Chacopate » Este será mejor salvo-conduto
No suele la soltura ser angosta , Y la mas acertada medicina ,
Adonde so colores de rescate Pues esta gente no sabe dar fruto
Sino de la manera que el encina ;
Asuelan y destruyen la tal costa : Y el señor padre viene malinstruto,
Conviene remediar su disparate , Pues que tan derendon se determina
Y que el remedio vaya por la posta; En querer ablandar sin golpes robles
Pues tanta mas seiá ía destemplanza Menos blandos aun y menos noble9.
Cuanto fuere mayor esta tardanza. » Mudables todos á cualquiera viento
i) Aquellos naturales, según siento, Que sus bestialidades satisfaga,
No son allí, señor< gente tari dura, jamás en ellos mora buen intento,
Que no vengan al buen conocimiento , Ni supieron á bien dar buena paga :
Viendo buenos ejemplos y blandura ; Conocimiento ni agradecimiento
Y mas si del presente rompimiento Nunca jamás á bien que se les haga;
Vuestra gran cristiandad los asegura , Esfinalmentegente de tal masa,
Poniéndoles allí varones llanos Que á las maldades nunca pone tasa.
Que vivan del trabajo de sus manos.
» Aquestos han de ser hombres casados, » Ansí que , señor mió licenciado ,
Ayunos de guerreras competencias, El tiempo destas cosas que yo digo
Y porque sean mas reverenciados Os podría hacer desengañado,
Honrallos heis con francas eminencias; Y al mismo tiempo pongo por testigo ;
Y en alguna manera señalados Por tanto no viváis muy confiado ,
Por las esteriores aparencias , Pensando del traidor hacer amigo ,
Porque temores de otros se resfríen , Pues cuando juzguéis ser menos atroces
Os tienen de tirar un par de coces.»
Y destos solamente se confíen.
» Yo con ellos iré para el efeto El licenciado Casas, viendo esto
De lo que por palabras aquí muestro, Tan en contrario de sus opiniones ,
Y cumpliré también lo que prometo Al Ocampo tenido por molesto
Cuanto debe fiel vasallo vuestro: Hizo notificar sus provisiones;
Teniendo tan buen orden y respeto Y para que saliese deste puesto,
Como quien tiestas cosas es maestro; Requerimientos y protestaciones:
Y entiendo con alguna suficiencia , E l Ocampo con su gente de guerra
Que sabré descargaros la conciencia » A Cubagua se fué y dejó la tierra.
A la sustancia del razonamiento Según el Casas quiso todo hecho,
Que el Casas ó Casáus esplicaba, Al cacique habló con gran caricia ,
Su Majestad estuvo muy atento, Diciéndoles venir con limpio pecho
Como quien dar remedio deseaba : Y sin resabios malos de cudicia :
Pidió memorial y llamamiento Para se desvelar en su provecho ,
De hombres de quien él se confiaba , Defender su razón y su justicia,
Y puestas en consulta las razones , Y para ser amigos y parientes
No faltaban contrarias opiniones. Sin ser de sus haciendas pretendientes.
Mas aunque hubo quien contradijese, La brula y atrevida pestilencia
La Majestad real le dio favores, Mostró sinceridad y manso brio,
Dineros y navios, do viniese Y luego, no sin grande diligencia ,
Cargado de sus llanos labradores : Hicieron un grandísimo bunio ,
No poco huecos con el interese, El cual todo hinchó su reverencia
Por se considerar de cavadores, De vino, de rescate y atavío:
Caballeros armados é ya hechos Hacienda cuyos números contados
Con unas cruces rojas en los pechos. Montaba mas de siete mil ducados.
Veréis á Joan Martin y á Pero Mingo Luego determinó por su presencia,
Con una gravedad muy entonada, Y de sus caballeros no sé cuántos,
Olvidados del brinco y del respingo, De parecer en la real audiencia
Que daban al tirar del aguijada : Para comunicar negocios santos,
Veréis cómo pasean el domingo Sin sospecha de guerra ni pendencia,
Con plumas en la gorra colorada, Ni cosa que le dé malos espantos;
Y al padre reverendo rodeado Antes tuvo por cierto que dejaba
Desle su rusticísimo senado. Cuanta seguridad se deseaba.
Al fin á Cumaná hizo su via Mas la gente sin fe, bestial yfiera,
Con pertrechos, recados y aderezos , De cudicia cruel estimulada ,
Do salió con aquesta compañía Determinó de dar en la sincera.
Admirada de ver nuevos cabezos : De semejante trance descuidada.
Saltó Pedro Pascual, Antón García , ¡ Oh cuánto mas entonces les valiera
Cejudo, Joan Manojo, Hernán Bezos, El andar barbechando la cañada,
Muchos con Mari López, Joana Luenga, Ir á buscar el buey de cerro en cerro
Sancha , Teresa Diaz, Mari Menga. Y escuchar dónde suena su cencerro!
Dióles el parabién de bien venidos ¡ Cuánto mejores fueran las meriendas
Aquel Ocampocon sus baquianos, Hechas en el cubil y en las cabanas,
Burlando de los trajes y vestidos Que las sangrientas guerras y contiendas,
Y la rusticidad destos villanos; En que se daban todos malas mañas !
Teniendo por errores conocidos ¡ Cuánto mejores otras encomiendas
Sus modos de poblar torpes y vanos, Que pudieran guardalles las entrañas
Entre indios crueles y bestiales Y el encomienda de la sobrecarga,
Mas brutos que los brutos animales. Cuando tercios atados queda larga!
Y ansí les dijo : « mis señores primos, ¡ Cuánto mejor también á Marimenga
No penséis acertar estas jornadas No mudar el andar con nueva ropa ,
Por via de halagos y de mimos, Ni dejar de hacer la hebra luenga,
Sino con muy gentiles cuchilladas; Mordiendo con los labios el estopa ,
Pues en la tierra donde residimos Y hacer que el marido se detenga
La buena paz negocian las espadas : Para ver si le sabe bien la sopa,
No veréis amistad en esta tierra La sabrosa cecina, los tasajos ,
Si no se gana con sangrienta guerra. Y en el rescoldo las cabezas de ajos !
448 JUAN DE CASTELLANOS.
¡Cuánto fuera mejor la mansa suerte, Pusieron en la isla arrieros,
be pocos ó ningunos conocida, Los cuales con trabajos insufribles
Llevaban para dar á los barqueros
Que la de aquel que dellas se divierte En puertos de la mar mas convenibles,
Con imaginación desvanecida! Cuyos gastos no fueran sufrideros
Pues entonces buscó la dura muerte Si no fueran tan grandes los posibles j
Cuando se despidió de aquella vida, Pero dejémoslos desla manera :
Como hicieron estos caballeros, Volvamos al Casáus, que me espera.
De quien quiero decir sus paraderos. El cual, después que supo la rencilla,
Pasados eran ya los quince cientos La desventura y el rigor insano,
Con cinco lustros mas y mas un año, Determinó de se poner capilla
Cuando rabiosos perros y hambrientos En hábito y honor dominicano :
Destruyen el católico rebaño , Fué sobre los negocios á Castilla ,
Entrando por pajizos aposentos , Y en ellos apretó tanto la mano,
De quien nunca jamás les hizo daño ; Que hizo que hiciesen nuestros reyes
Y entró tal multitud de gente brava, Para las nuevas Indias nuevas leyes.
Que treinta partes menos resobraba. El fué quien descubrió la gran solapa
Bien como riguroso ventisquero De males hechos en aquesta gente,
De borrasca que viene repentina, Defensa fuerte, protector y capa
Con la cual el inútil marinero De los bárbaros indios de occidente:
Lleno de confusión se desatina ; Siendo después obispo de Chiapa
Y para gobernar aquel madero Acabó su carrera santamente,
No sabe cuál es arca ni bolina, Y en Indias el protervo y el sencillo
Mas antes sin preparación alguna Tienen justa razón de bendecillo.
Se deja convencer de la fortuna ; Mas vista por entonces la demencia
Ansí también , ó miseros varones , De los de Cumaná y el desatino,
Rodeados de perros inhumanos, Los señores de la real audiencia
En aquestas terribles confusiones Buscaron el remedio que convino :
No supieron valerse de sus manos : Vino por capitán desla tenencia
Todos son gritos y lamentaciones Jacome Castellón, noble vecino,
Y encomendarse á Dios como cristianos ; Con trescientos soldados escogidos,
Mas esto poco tiempo les .duraha De cosas convinientes proveídos.
Por el poco lugar que se les daba.
Porque como ningunos se defienden Rompió con gran furor los enemigos
De la gente ciüel y fementida, Que en su defensa se mostraron bravos,
Los pechos abren, las cabezas hienden Hizo regurisisimos castigos
Con una crueldad jamas oida ; Primero que viniesen á conchavos;
Porque son bestias fieras que pretenden Y antes y después de ser amigos
No dejar criatura con la vida : Sacó crecido número de esclavos,
Era lo bueno pues que en el estrago Y en la boca del rio con presteza
Decian : «Santiago, Santiago.» Hizo de cal y canto fortaleza.
Y en este confusísimo ruido La cual se concluyó muy á provecho
No hay fuerza de crueldad que no les cuadro : Año de veinte y tres y un mes corrido,
Matan á quien-les ha favorecido, Nombróse por alcaide de lo hecho
Y en amistad les era como padre ; Y capitán mayor deste partido ;
A la mujer delante del marido , Los reyes confirmaron su derecho
Y al muchacho delante de su madre, Y fuéle con salario proveído :
Y de doscientos no dejaron cosa Duró la fuerza hasta el año treinta
Sino quien puso pies en polvorosa. Sobre mil y quinientos desta cuenta.
Pues pocos, alentados de mas brio, Pues en esta sazón faltando guerra
Viendo la muchedumbre que venia, Hubo tan gran temblor y movimiento,
Huyeron á la boca de aquel rio Que derribó de la vecina sierra
Cubiertos de las matas que tenia, :• Gran parte con mortal asolamiento :
Y á nado se pagaron a un navio , Del bárbaro vecina desta tierra
Que en estas horas agua recogía, Cercano del horrendo rompimiento
El cual sin acabar de lomar agua Bramidos de las ondas fueron tantos
Huyó para la isla de Cubagua. Que causaron mortíferos espantos.
Donde por la desgracia sucedida De cuyo miedo muchos perecieron,
Mostraron todos triste sentimiento, Y con temor la vida despedían,
Y demás desto porque la bebida Los que vivos quedaron ya dijeron
No podia ya ser sin detrimento ; La causa deste mal que padecían :
Y en efeto les fué bien defendida Que fué por las maldades que hicieron
Por los indios del torpe vencimiento, En aquellos que mal no merecían ;
Los cuales concluidas las peleas También del terremoto y aspereza
Repartieron despojos y preseas. Cayó gran parte desta fortaleza.
Luego también aquel indio don Diego, Escapáronse todos los cristianos.
En aquesta maldad el mas horrendo, Los cuales visto lo que les importa,
A las cristianas casas puso fuego, En la reformación ponen las manos,
El agua con su gente defendiendo, Y el Castellón á ello los exhorta :
Sin ser parte por armas, ni por ruego El cual allí vivió dias ancianos,
Para la coger ya, sino muriendo; Y después del Andrés de Villacorta,
Y ansí después el agua que bebian De manera que con los dichos muros
Desde la Margarita la traían. Estaban de los indios mas seguros.
De jagüeyes hidiondos y salobres, No les aprovechaba ser ruines,
Que el español sediento descubría, Porque con sofrenadas los regían,
Para sustento suyo y de los pobres Y ansí por estas playas y confines
Indios de aquella rica granjeria , Otros muchos cristianos acudían :
En barriles, ó cántaros de cobre Venian de Cubagua bergantines
A la Punta-las-Piedras se traia , Y llevaban el agua que querían,
Adonde la metian en bajeles Consortes finalmente desta danza
Allí hinchendo pipas ó toneles. Gozaban de grandísima pujanza.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGLV XIII, CANTO III. U9
Vuelven los potentísimos empleos, Estreñios ansimismo de grandeza
Acuden los contratos y bullicios, Allí sabré deciros algún dia,
Hay fiestas regocijos, hay torneos,
Con muchos cortesanos ejercicios : Que hubo, descubierta su riqueza,
Hay damas, hay galanes, hay paseos, Por hombres desta misma granjeria;
Engrandécense mas los edificios ; Pero quiero volver á la pobreza
En isla tan estéril é inamena Que primero Cubagua padecia,
Nunca jamás se vio mesa tan llena.
Por desparecer todos los ostiales
Cuanto mas el ostial se frecuentaba E ya no hallar rastros ni señales.
Tanto mayor riqueza descubría,
Si prosperidad hoy representaba La razón desta falta daban muchos,
Mañana mas grandeza prometía : Que no sabré decir si la tuvieron,
La pesquería se multiplicaba, Diciendo que cardúmenes de chuchos,
La gente y el contrato mas crecía, Pescados como rayas, las comieron :
Con cuya grosedad y multiplico Otros que los ostiales eran duchos
Quien mas pobre llegó salió muy rico. A se ir y mudar, y ansí se fueron;
Mas semejantes causas y razones
Finalmente que las prosperidades, Conlradecian otras opiniones.
Que sin escesos vanos os alabo, Pues en las partes donde son sacados,
Crecian en tan grandes cantidades Y aun suelen ser las perlas principales ,
Que ningunos pensaron ver el cabo ; Muchas veces las hallan muy pegadas
Mas por revolución de las edades A peñascos, roqueros y ciriales ;
Llegaron á notorio menoscabo , Y son con instrumentos arrancadas
Y porque de cansado hago pausa, De los buzos indios naturales,
Después os contaré cuál fué la causa. Y por esta razón quien mas alcanza
Afirma que no pudo ser mudanza.
Por la misma razón es desvarío
Lo que suele decir alguna gente,
CANTO TERCERO, Congelarse las perlas del rocío
Y en cada concha una solamente;
Donde se cuenta á cuánta diminución vino la granjeria de las perlas de Pues yo que de mi vista me confio
Cubagua, el asolamiento de aquella ciudad, con otras cosas allí suce- He hallado la cuenta diferente
didas- En una sola concha, cuyos senos
De bienes que fortuna concediere Tenían cinco y seis y mas y menos.
La razón que se dio menos aviesa
No se fie quien dellos mas alcanza, Por algunas personas curiosas,
Ni piense ser seguro quien tuviere Fué decir que les dieron tanta priesa
De próspero suceso confianza : Que se acabaron como las mas cosas ;
Solo puede tenella del que diere Pues andaba la mano tan espesa
Seguridad de bienaventuranza, Que no fueran las ostias poderosas,
Pues loa que de ventura viven llenos Para se la henchir de ricos dones
A veces de la misma tienen menos. . Sin producir de nuevo criazones.
Acontece caer lo soberano, , • Y en efeto , por largo movimiento
Suélese desmembrar lo mas entero, ;. * - Y discurso de tiempo que las cria,
Pues vieron el furor del otomano Hoy de nuevo las hallan con aumento;
Debajo de los pies del pastor fiero ; í Pero para la dicha granjeria ,
Y al gran emperador Valeriano ;. La Margarita tienen por asiento
En semejante trance lastimero, , Por ser isla mas fértil y sania ;
Y reinos en potencia muy erectos Mas en Cubagua no, ni quieren vella ,
Servir á los que fueron sus sujetos. Pero yo sí por acabsr con ella.
No se pudo librar desta mudanza Pues entonces faltó de su ribera
El rico morador desta cultura, La flota de canoas que solia,
Pues vino de su próspera pujanza No pone canoero la bandera
A todo9 los estreñios de jactura, Para mostrar cuan próspera venia :
Perdiendo la hacienda y esperanza Las intenciones eran de cualquiera
De ver otra tan buena coyuntura, Adaptar su vivir por otra via;
Por no se reguardar aquel dinero El tráfago, bullicio y el estruendo
Para faltas del tiempo venidero. A mas andar se iba deshaciendo.
Aunque muchos se dieron buena maña, Faltaban ya las fiestas diputadas
Pues por adevinar casos futuros Para sus regocijos y placeres,
Compraron grandes rentas en España, Las playas no se ven embarazadas
Heredades, haciendas, censos, juros; Con tratos de los ricos mercaderes :
Y ansí vencieron fortunosa saña No se vían las calles frecuentadas
Haciendo sus contratos mas seguros, De hombres, ni muchachos, ni mujeres,
Como el jurado Juan de la Barrera Pocos dias h:tbia finalmente
Y el Diego Caballero desta era. Que no saliese della mucha gente.
Y los Beltranos dos, Alvaro y Diego, Como cuando por casos señalados
Diego Nuñez Beltrán, su buen sobrino, Hacen en las ciudades algún juego,
De quien, mediante Dios, trataré luego Que están los miradores ocupados
Si de vital aliento fuere diño ; Con tantos que perturban el sosiego ;
Pues si yo al Cabo de la Vela llego Y aquellos regocijos acabados
En la prosecución deste camino, Los que miraban desparecen luego,
Haré mención de nobles moradores Volviendo cada cual á su vivienda,
En virtud y riqueza no menores. A sus tratos, oficios y hacienda ;
Entonces tomaremos entre manos A Cubagua con estas variedades
Con amistad y término debido Acontecíale ni mas ni menos,
Al mariscal Miguel de Castellanos, Pues el tiempo de las prosperidades
Amparo y protección de aquel partido; Habia plazas, calles, puertos llenos ;
Pues nuestras riñas y rencuentros vanos Y en el rigor de las adversidades
Yo los he sepultado con olvido, Huyeron los que se hallaron buenos,
Que los que juventud con furia manda Pues allí no quedó sino desnudo,
El curso de los tiempos los ablanda. O quien por ser ya viejo mas no pudo.
150 JUAN DE CASTELLANOS.
Destos fueron los tratos principales Y es por acontecer en tal instante
Los esclavos que entonces se hacían, Caerse la pared mas delantera ,
Y fueron bien crecidos los caudales Antes de poder ir mas adelante
De los que los compraban y vendían:
Por los esclavos increibles males Por impedir la puerta su carrera :
En aquella sazón se cometían , Fué pues el soberano tan bastante
Hasta tanto que ya por nuestros reyes Que nunca hizo falta su madera,
Se dieron á las Indias nuevas leyes. Y allí quedaron todos amparados
Deshecha pues aquella dura tienda Puesto que temerosos y asombrados.
Que por la santa ley se les vedaba, Yo poco antes de caer había
Otro ningún recurso de vivienda Salido con deseo de escaparme,
En esta dicha isla les quedaba, Y en medio de la plaza no sabia
Y aun para mas dolor ó mas enmienda Cómo mejor poder acomodarme ;
De quien aquel furor ejercitaba, Porque de todas partes no tenia
Del todo se acabó con los estremos Falta de agua para bien mojarme;
Que por postre de mesa contaremos. Pero luego con otras gentes buenas
Tuvimos'compañeros en las penas.
Seria por el año de cuarenta Oíamos murmurios y bullicios,
Y tres con el millar y los quinientos, No con falaces cantos de serenas;
Cuando cierta señal nos representa Aquí y allí caían edificios ,
Bravos y furiosos movimientos : Las altas azoteas, las almenas,
Siguióse después desto tal tormenta La casa de los santos sacrificios ,
Que hizo despertar los soñolientos , Moradas que yo vi ricas y buenas :
De todos vientos rigurosa guerra, Aquí sonaban voces y allí gritos,
Y el mar mucho mas alto que la tierra. Aquellos con temor, estos aflitos.
El agua de los cielos era tanta. Lo mejor y lo mas fortalecido
Y con tan grandes ímpetus venia, Con la gran tempestad viene cayendo,
Que el mas entero brío se quebranta, La trabazón del techo mas asido
Y el ánimo mas fuerte mas temía : Con fuerza del temblor se va rompiendo :
Ruido temeroso se levanta Causaba gran temor aquel ruido,
Que de la mar y tierra procedía, Asombraba la furia del estruendo
Sobrevino la noche muy escura, De aquellas derrumbadas canterías
Y con ella grandísima tristura'. Y quiebras de las vigas y alfajías.
No se hallaba ya cosa viviente Bien como ceiba grande y estendida,
Que tuviese seguro de su vida , Cuyas ramas ocupan grandes llanos,
Porque la calle va como creciente En el opaco valle cometida
De rios con furor de la venida ; A hachas cortadoras de villanos,
En las casas no puede parar gente Que cuando cae da tal estampida
Por los amenazar con su caida , Que espanta los vecinos comarcanos,
Y lo que mas seguro parecía O como en belicosas ordenanzas
Peligro, mal y muerte prometía. Cuando se rompen juntas muchas lanzas;
Bien ansí como cuando por acechos O ya también digamos, como cuando
Siguen del delincuente las pisadas , El cíelo se mostró de nubes llenas,
Que con bastantes armas y pertrechos Y el fuego celestial viene rasgando
Le tienen las salidas ocupadas ; La nube por el mas espeso seno;
Y aquí le ponen lanzas á los pechos , Y aquella furia con que va pasando
Y allí ni mas ni menos las espadas , Es la causa de dar horrible trueno ,
El cual siendo de tantos rodeado Poniendo gran temor á los mortales
No sabe qué hacerse de turbado; Sin uso de razón y racionales;
Salíannos ansí desta manera Tal y tan grande estruendo se hacia
Aquí y allí peligros al encuentro , Cuando con tantas lluvias y temblores
Pues era grande riesgo salir fuera, La mas gruesa pared de cantería
Peligro de la vida quedar dentro : Caia con los altos corredores;
Tiembla la isla toda donde quiera Cuyo grave ruido nos ponía
Por aire conmovida desde el centro, Grandísimos espantos y temores:
Aquel que poseía mejor suerte Viérades las doncellas desmayadas ,
Estaba ya gustando de la muerte. Dueñas amortecidas-de asombradas.
Solo de Dios se tiene confianza, Aquí sonaba doloroso llanto
Que de la tierra ya nadie se fía, Del niño de su madre divertido,
Pues cuanto mayor eca la tardanza, Allí las madres hacen otro tanto
Tanto mas el rigor invalecia : Lamentando su hijo por perdido;
Las moradas hacian gran mudanza Otras por acullá con gran espanto
Y dellas cada cual se retraía, Colgadas de los hombros del marido,
Huir de las paredes y del muro Hacen mayores ser los terremotos
Parecia remedio mas seguro. Confusísimas voces y alborotos.
Yo solía posar en una casa Fueron durables estos detrimentos,
Que bien cercana fué de la marina, Mas no con una misma destemplanza ;
Do vivia Pero Ruiz Barrasa A l lin cesó la fuerza de los vientos
Y su mujer Beatriz de Medina : Y llegaron las horas de bonanza :
Tenia por delante plaza rasa , Ningunos muertos, pero descontentos
E viendo yo henderse cierta esquina, Determinados á hacer mudanza
A grandes voces dije : «fuera, fuera, Por no tener recurso de vivienda,
Que ya caen las rejas y madera.» Eso me da soltero que con prenda.
Aquesto dicho, mi camino sigo Otros de nuevas leyes ignorantes
Por la parte mas desemharazada, Permanecían en sus desvarios,
Acuden á la puerta donde digo, Y algunos hombres viejos contratantes,
Y por su bien halláronla cerrada, Que tenían sus barcos y navios
Abierto solamente su postigo Que iban y venían como antes
Do con la turbación hacen parada , A contratar por otros señoríos
Que si junta saliera tanta gente Angosta vida, seca, miserable,
La pared los matara ciertamente. Y tal que no podía ser durable.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV , CANTO I. , . 131
Mas los que no tenian el resuello Y lo mismo hará lo que yo cuento
Que de necesidad al hombre quita , En historia tan larga como esta,
Para poder hallar donde tenello
Vergüenza generosa nos incita : Donde mi peregrino pensamiento
Y ansí barcos de Niebla y Juan Cabello Halla larga materia mal digesta :
Nos traspasaron á la Margarita Diré yo pues primero del asiento
En tanto que llegaban ocasiones Desta postrera isla que me resta,
Para ir á buscar nuevas regiones. Señalarémosle sus aledaños,
Y al tiempo de salir desta frontera, Y después sus provechos y sus daños.
No sin dolor de damas y varones,
Acuerdóme que Jorje de Herrera En grados es la misma convenencia
Compuso ciertos versos y canciones, De Cubagua que tiene al mediodía,
Y en un alto pilar en la ribera Cuarenta leguas la circunferencia
También mandó poner ciertos renglones, Y poco mas de seis la travesía :
Que si memoria tengo de aquel dia Tiene de sanidad gran escelencia,
Entre ellos hubo letra que decia: Pues ningunos humores malos cria,
Hay aguas represadas y corrientes
Hic populas viguit donis ditissimus olim : A lo menos en valles eminentes.
Vix tamen erectus concidit ipse miser. El del Charaguaray da grande parte
Si varios mundi gliscis perpendcre casas ,
Prxclaris oculis hic satis unus erit. A la parle del sur do" va su proa,
Y á los vapores frígidos del norte
Aquí fué pueblo plantado , Quien examinar procura El de Paraguachí y Arimacoa :
Cuyo próspero partirlo Varios casos de ventura El valle de San Joan , dulce consorte ,
Voló por lo mas subido ; Puestos en humana casta, Por ambas parles goza de gran loa,
Has apenas'levantado Aquesto solo le basta
Cuando del todo caldo. Si tiene seso y cordura.
Con árboles amenos y frescura
Y de zavanas muy mayor anchura.
Mujeres naturales y varones
Es en universal gente crecida ,
De recias y fornidas proporciones ,
A nuestros españoles comedida :
ELEGÍA XIV. Son todos de muy sanas complexiones
Y todos ellos viven larga vida,
Elogio de la isla Margarita, donde se da relación de la Son poco curiosos labradores ,
vivienda de la gente que allí reside y de los infortunios Por ser cazas y pescas sus primores.
que ha padecido, con otras muchas particularidades Descubrióla Colon , y este le puso
dignas de memoria. Aqueste nombre con que permanece,
Y allí Cubagua luego con el uso
De labor , la cultiva y enriquece :
CANTO PRIMERO. El mas espeso bosque se dispuso
Para sembrar maíces, y acontece
Pues que dejamos ya menos aflita Después de cultivadas estas vegas
La gente del pesado terremoto, Acudir por almud hartas hanegas.
Tratemos de la isla Margarita, Hiciéronse muy buenas heredades
En cuja descripción tengo yo voto ; En los lugares mas acomodados,
Mas no podrá su causa ser escrita Y tomáronse muchas propiedades
Sin furia de tiranos y alboroto, De sitios para hatos de ganados :
Porque también allí le cupo parte Trujéronse de España variedades
De desleal bandera y estandarte. De plantas con higueras y granados,
Demás de muchos frutos naturales
Pues en pasados tiempos, y aun hoy dia Que ella de suyo tiene principales.
Franceses les impiden el reposo , Hay muchos higos , uvas y melones,
Y en ella reventó la tiranía Dignísimos de ver mesas de reyes,
Del Aguirre , cruel facineroso, Pitahayas, guanábanas, anones,
Después de muerto por traidora via Guayabas y guaraes y mameyes :
Pedro de Ürsüa, capitán famoso, Hay chica, cotuprises y mamones,
De cuyos trances mi cansada pluma Pinas, curibijures, caracueyes,
Querría dar alguna breve suma. Con otros muchos mas que se desechan
, Provea de favor el alto cielo, E indios naturales aprovechan.
Enriquezca mi vena y el estilo, De aves, de conejos, de venados
Porque proceda yo mejor que suelo Bastanlísimamente proveída,
En la prolija trama deste hilo ; Dan abundantemente sus pescados
Que verísimamente yo recelo Gustosa y salubérrima comida :
Los juicios acerbos del Zoilo, Es la carne de todos sus ganados
Pero si lo quebrase ya seria En sustancia y sabor muy escogida,
Pusilanimidad y cobardía. Demás desto la mar en su distancia
Para lo cual me ponen buen talante Cria de claras perlas abundancia.
Muchos amigos míos y señores, Aunque los bosques tienen aspereza
Aconsejándome que no me espante Y espinas y escambrones á sus trechos
De los amarulentos detratores, Produce por allí naturaleza
Y ansí quiero pasar mas adelante Otras muchas maneras de provechos :
Sin detener mis flacos atenores, » Caballos hay de suma lijereza,
No grandes, mas trabados y bien hechos,
En esta dicha isla mayormente Y en todos los trabajos duran tanto
Do fui mucho tiempo residente. Que podría decir cosas de espanto.
Y donde por ser larga la jornada El poblador primero destos era
Y llena de cien mil inconvinientes, El noble varón Pedro de Alegría,
Habremos de hacer un ensalada Fué también Pedro Gallo desta era,
Compuesta de mil cosas diferentes ; Y el que Pedro Moreno se decia ;
Pero ninguna dellas despegada , Y después desto Pedro Herrera,
Antes á los negocios concernientes ; Mas principal en ser y en valentía ,
Mas suelen ir como se van contando Pues por su gran valor en paz y guerra
Unas cosas de otras enhilando. Siempre rigió y mandó toda la tierra.
153 JUAN DE CASTELLANOS.
También Riberos el de Salamanca , Donde la flava Ceres los contenta
Los dos Rojas , el tio y el sobrino, Con liberalidad de franca mano,
Diego Gómez , y Juan "de Villafranca, Allí no falta índica placenta ,
Diego Diaz Pinedo su vecino, Ni lo que llaman pan arlolagano,
Con el hermano ya de barba blanca , Con otro grano de diversa cuenta,
Pero Alvarez Afilian , Andrés Andino , Sustento del antiguo baquiano,
Domingo Alonso , Juan Guillen Villena , Allí las carnes vencen en sabores
Con otra mucha gente toda buena. A las mas escelentes y mejores.
Pues babia de punto bien altivo No la Calabria ni armentaria Tracia
Otros valerosísimos soldados, Mejor carnero ni tan buena vaca,
Cuyo número es tan escesivo, Cabritos muy mejores que en Ambracia;
Que no pueden ser lodos memorados : Y por Alagen y ave fasiaca
Demás de que si yo no los escribo, Otra de mas sabor y mejor gracia
Es porque aquí no estaban arraigados, Que por allí se llama guacharaca,
Pero cansados de la guerra dura Domésticas y bravas muchas aves,
Tomaban esta isla por holgura. Ningunas mas gustosas ni suaves.
Y es ansí, que los hombres conocidos, El índico pavón allí se halla,
Que por la tierra firme conquistaban , Capones sobre todos escelentes ,
De sustentar las armas afligidos Con otra grande copia que se calla
Aquí por gran regalo se pasaban : De cazas en sabor no diferentes,
Y de trabajos grandes recebidos Otro mistillo, y otro taratalla,
Por algunos espacios descansaban , Que guisaban con varios adherentes
Adonde los enfermos y los sanos Con tal primor y tanta puficía
Dormían sin las armas en las manos. Cuanto cabal concierto requería.
Faltaban los barruntos y sospechas Sirven mestizas mozas diligentes,
De las adversidades de fortuna , Instruidas de mano castellana ,
No se temían asechanzas hechas, Lascivos ojos , levantadas frentes ,
Hambre ni sed á todos importuna : De condición benévola y humana :
Menos temían tiros de las flechas Otro número grande de sirvientes,
Al tiempo que se pone ya la luna, Captivos de la tierra comarcana;
Sino que todos reposaban faltos Ricas toballas, lúcida bajilla,
De pesadumbres y de sobresaltos. Y todo lo demás á maravilla.
Cualquiera de nosotros allí osa * Allí se cuelgan las pendientes camas
Acostarse quitadas las espuelas, Adonde tiemplan aires los calores,
Y sin temor de yerba ponzoñosa Entre las espesuras de las ramas
Arrinconar escudos y rodelas : Hay cantos de suaves ruiseñores;
No recelábamos fiera rabiosa • Con cuyo son las damas y galanes
Que lleva los dormidos y las velas , Encienden mas sus pechos en amores ;
Mas cada cual dormia descuidado Allí mirar, allí la dulce seña
De peligro y de riesgo tan pesado. "•- Que el ardiente deseo les enseña.
Allí satisfacían abundancias, . . Allí también dulcísimo contento
La hambre del entrada do venían, De voces concertadas en su punto,
Y aun otros consumían las ganancias Cuyos conceptos lleva manso viento
Con juegos y con damas que servían : A los prontos oidos por trasunto :
Frecuentábanse bien estas estancias Corre mano veloz el instrumento
Donde hermosas damas residían , Con un ingenioso contrapunto, \
No queriendo vivir estas edades Enterneciéndose los corazones
En pueblos , sino per sus heredades. Con nuevos villancicos y canciones.
No hallaban lugar cosas molestas, Porque también Polinmia y Erato,
Ni do pesares hagan sus empleos, Con la conversación del duro Marte
Todos son regocijos , bailes, fiestas, De número sonoro y verso grato,
Costosos y riquísimos arreos : Tenían deste tiempo buena parte :
Cuantas cosas desean están prestas Rara facilidad, suave trato,
Para satisfacelles sus deseos, Y en la composición ingenio y arte,
Los amenos lugares frecuentando De los cuales discípulos y alunos
E unos á los otros festejando. Podríamos aquí decir algunos.
Pasaban pues la vida dulcemente Y aun tú, que sus herencias hoy posees
Todos estos soldados y vecinos, No menos preciarás saber quién era
Donde la fresca sombra y dulce fuente Bartolomé Fernandez de Virués,
Al corriente licor abre caminos : Y el bien quisto Jorje de Herrera :
En el Val de San Joan principalmente Hombres de mas valor de lo que crees,
Eran los regocijos mas con tinos , Y con otros también de aquella era,
Y á sombra de la ceiba deleitosa Fernán Mateos, Diego de Miranda ,
Admirable de grande y de hermosa. Que las musas tenian de su banda.
Con cierta cantidad no señalamos, Allí también señoras principales,
Por increíble cosa , tronco y cepa, En vida marital y mas segura,
Pues toma tal espacio con sus ramos Asidas con los ñudos conjugales,
Que dudo que mayor otro se sepa : Frecuentaban también esta holgura,
Tan bella . tan compuesta la pintamos, En aviso y belleza tan cabales
Que hoja de otra hoja no discrepa ; Que nadie tuvo mas de hermosura;
Allí con el frescor del manso viento Pues con lo menos de su gracia dellas
Daba cien mil contentos un contento. Se pudieran algunas decir bellas.
En torno de la cual los verdes prados Catalina de Rojas, que señora
De naturales y traspuestas flores Fué deste dicho valle y pertenencia ,
Estaban todos tiempos estampados Y de sus hijos debe ser agora
De pinturas diversas en colores ; Como de sucesores por herencia,
Y á vista grande copia de ganados Tal fué que la mas bella se desdora
Que rodeaban rústicos pastores, Ante su graciosísima presencia,
Y debajo de ramas tan amenas Pues en donaire, gracia y en talante,
Asientos puestos y las mesas llenas. Allí no vimos cosa semejante.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO I. 153
La otra, de su nombre dicha Ana, Desta manera fuimos divididos
Ana de Rojas , digo, cuya cara Por diversas provincias destos mares,
Podia convencer la de Diana, Quedándose los viejos y tullidos
En gracia , resplandor y lumbre clara : Por aquellas estancias y lugares.
Mas ¡ay dolor! que contra la tirana Los pasados placeres convertidos
Furia su pulcritud no la repara ; En angustias, tristezas y pesares,
Pues quien domaba tigres y leones, Y demás de los ya dichos rigores
No domó los humanos corazones. Les vinieron después otros mayores.
Y Francisca Gutiérrez, que de Haro Pues cuantos han allí perseverado
Estirpe clara tiene y generosa, A trabajosos trances obedientes ,
Necesidad no tuvo de reparo En algunos asaltos han purgado
Para ser con eslremo muy hermosa, Aquellos juveniles accidentes ;
Y el soberbio francés tiene cuidado
Suprema discreción , aviso raro, De saltear á tiempos estas gentes,
Conversación suave y amorosa , Inquietándolos en sus viviendas,
Cuyas gracias, t'acecias, cuyas sales Y despojándolos de sus haciendas.
No hallan semejantes ni aun iguales. El primero de quien hago memoria,
E Isabel de Reina , que no en calma Por ser primer pirata que allí vino,
Se queda , pues podia serlo dellas , Es del cruel francés Jaques de Soria,
En el cuerpo hermosa y en el alma , Movido de un espíritu malino :
Santas costumbres, proporciones bellas, Acortarémonos en el historia
Claro triunfo , vitoriosa palma Por no hacer prolijo mi camino;
De las graciosas dueñas y doncellas, Pero para fundar nuestra carrera
A la cual Dios en juventud florida Comenzarémosla desta manera.
Sacó de los peligros desta vida. Seria por el año de cincuenta
Y Maria de Lerma, cuya gracia Y cinco, mas ó menos algún dia,
Esmero parecía de natura, Cuando con esta gente que se cuenta
Si no fuera cubierto de falacia Tin cierto Diego Pérez residía :
El rostro de la humana hermosura ; Hombre de condición sanguinolenta ,
Pues ya sin esta fuerza y eficacia Pronto para cualquier bellaquería,
Lo come la terrena sepultura, Siiave labia, muy gentil presencia,
Por ser al fin aqueste el paradero Y entrañas de dolosa pestilencia.
De lo cabal y de lo mas entero.
¿Qué podremos deciros de su hermana, En pecado mortal fué concebido
Joana de Ribas , que es también difunta, De sacerdote natural de Utrera:
Sino que allí pintó natura humana Facineroso, falso , fementido,
Cuanto bueno se pinta y se trasunta? Y matador de su mujer primera ;
Virtud , bondad , honor, intención sana , En cualesquier maldades atrevido,
Honestidad con hermosura junta, Y tanto que ninguno mas lo era,
Cabal en todos dones de natura, El cual por casos de rigor horrendo
A estas Indias se pasó huyendo.
Y no menos cabal en la ventura. Estando pues en público pecado
Otras señoras es cosa notoria En esta isla de cristiana gente,
Haber allí de punto muy altivo, Fué por un Diego Gómez desterrado,
Que por no retenellas mi memoria En aquella sazón allí teniente;
Tan en particular no las escribo ; Mas con deseo de se ver vengado
Pero por el discurso de la historia Este facineroso delincuente,
Podría ser hacello , si yo vivo, A Francia pasó desde la Tercera
Pues he de ir por partes diferentes Para traer allí gente guerrera.
Donde se dividieron estas gentes. En el Havra de Francia tomó puerto ,
Porque como las perlas se acabaron Do halló cinco naves aprestadas
En aquella sazón ya repetida, Con el ya dicho capitán esperto,
Y luego los esclavos se quitaron Dispuesto para ver Indias doradas :
A causa de la ley establecida ; Hizo con el pirata su concierto ,
Todos aquellos faustos se trocaron Como suelen personas desalmadas ,
En una mas que mísera caida : Con promesa de lo volver á Francia
De suerte que forzados á la enmienda Con quinientos mil pesos de ganancia.
Buscaba cada cual nueva vivienda.
Este.y aquel hacian mudamiento , Salió con él la gente muy contenta
Eso me da casado que soltero, Viendo del español tan buenos brios ,
Buscando por las Indias un asiento i
Y la grandeza que les representa
Que les pudiese ser mas duradero , De riquezas , de joyas y atavíos ;
No sin un lacrimoso sentimiento Pero luego les díó tan gran tormenta,
Del amigo, pariente y compañero, Que perdieron allí cuatro navios,
Por ponelles vejez miedo y espanto Y todo esto nunca fué bastante
A que no hagan ellos otro tanto. Para dejar de ir mas adelante.
Pasaban al Perú y Nueva-España De la manera pues que se recita,
Los de mas levantadas esperanzas, Con la principal nao capitana
Otros venciendo fortunosa saña Llegaron á la isla Margarita
De nuevas tierras hacen confianzas ; Por parte de la mar meridiana:
Otros también se daban buena maña Desde cierta piragua les dan grita
En tratos ó guerreras ordenanzas : Dijesen si es la nao castellana,
Al fin la compañía fué deshecha Respondía la pérfida cuadrilla :
Como el grano faltó de la cosecha. Diego Pérez, que viene de Castilla.
Bien como cuando veis á gran mercado A todos los vecinos encomienda
Ocurrir de gentío peregrino Como quien á los tales conocía,
Tal número que tienen ocupado Diciéndoles traer buena hacienda
La plaza , la calzada y el camino , Vinos, frutas y gran mercadería;
Y aquel contrato hecho y acabado , Y' que saldría para poner tienda
Se vuelve cada cual por donde vino En viniendo la luz del otro dia,
Dejando vacos los lugares llenos , Pues ya rayos de Febo prefulgentes
Y los que en ellos quedan son los menos; Iban á visitar las otras gentes.
131 JUAN DE CASTELLANOS.
Gran yerro fué creer lijeramente Oida la razón y el aspereza
Tan mala criatura como esta , Del capitán y vencedor terrible ,
Y el mensajero fué tan insipiente Auméntanse los lloros y tristeza
Que creyó la mentira bien compuesta ; Con voz á los oidos insufrible,
Creyéndola también la demás gente Porque por ser inmensa su pobreza
Que estaban esperando la respuesta; Podello rescatar es imposible,
Y ansi sin recelar bélico fuego Y ansí dicen personas afligidas
Se fueron á dormir con gran sosiego. Que no tienen que dar sino las vidas.
El estatera del ecuante sino De las cuales le ruegan los despene
En el tiempo de menos vigilancia Por ser la muerte menos odiosa,
Tenia por el lúcido camino Y que lo poco ó mucho ya lo tiene
Noturnas horas en igual distancia , Sin poder escapar ninguna cosa ;
Cuando cercó la casa del vecino Demás de saber bien quien con él viene
Escuadrón superbísimo de Francia , Aquella tierra ser menesterosa ,
Saliendo todos bien apercebidos Ganado solo tiene su partido
Sin ser oidos, vistos ni sentidos. Y que desto será bien proveído.
Cuando con dulce sueño se quieta Al fin Jaques de Soria les concede
La vista del humano fatigada, Libertad , con que den matalotaje;
Entonces el francés tocó trompeta Da cada uno dellos lo que puede
Para que á una den el alborada : Demás de las preseas del pillaje :
Luego la gente dura los aprieta Dejáronlos cual nunca nadie quede,
Por una y otra parle derramada, Y ellos continuaron su viaje;
El valiente galán, laflacadama Dieron las velas muy apresurados
Sobresaltados saltan de la cama. Por tomar otros pueblos descuidados.
El que deste furor huir pretende Dan entre Burbarata y Venezuela,
Ocupadas hallaba las salidas, La costa de la mar llevan barrida ,
A cualquiera varón que se defiende Bio la Hacha y Cabo de la Vela
Le daban crudelísimas heridas; Pudiera ser entonces destruida ;
Porque de sujeción sola depende Mas Viana, piloto, los desuela
El único remedio de sus vidas , No tomando la tierra conocida ;
Y ansi muchos varones fueron lesos Por prendas suyas hizo tal desvío,
Por no se sujetar á verse"presos. Y en Santa Marta dio con el navio
Veréis aquí y allí lucir espadas Entran de noche, falta la reseña
De parte vencedores y vencidos , Hablando Diego Pérez por su parle ,
Veréis salir señoras destocadas, Y el capitán Francisco de Ludueña
Y muchas siu reparo de vestidos; Beconoció ser gente de mal arte :
Veréis otras mujeres abrazadas ! • Vuelve las riendas, y al varón y dueña
Con padres ó con hijos o maridos , Avisa ser francés el estandarte,
Este descalzo va y aquel desnudo , Con aquello que pueden van á escuras
Este pudo huir y aquel no pudo. Metiéndose por grandes espesuras.
Bien ansí como cuando bestia fiera Entra luego la gálica ralea
Salta por las paredes al rebaño Por aquellos barridos aposentos,
Que todo se remonta, y aunque quiera El pueblo con gran furia se saquea
Huir por escaparse del engaño, Con algunos heridos y sangrientos;
La cerca les estorba salir fuera, Mas no con el caudal que se desea
Y lo que era defensa les es daño, Según sus codiciosos pensamientos;
Pues para dar seguros á su vida Van á la iglesia, rompen el sagrario ,
No da seguridades su guarida; Y sacan la custodia y relicario.
Así desta razón entender puedes Por no tener lugar nuestros cristianos
Los males de la gente que despierta; Con aquel repentino desaliento,
Pues les eran estorbo las paredes De retraer de tan enormes manos
Para poder huir de la reyerta, La hostia que de Dios es aposento;
Y no menos allí hallaban redes Pero juraron estos luteranos
Aquellos que salían por la puerta; Que no hallaron santo sacramento; •
Por tenellas en ellas puestas guardas Y el dicho Diego Pérez lo decia
De picas, arcabuces y alabardas. Que la custodia se halló vacía.
Usa la bestial furia sus furores Jurábalo debajo de buen celo
Con orden de sangrientos pareceres, Aqueste miserable delincuente;
Los aires se rompían con clamores Fué para los fieles gran consuelo
De los muchachos tiernos y mujeres ; Después que ya supieron claramente
Mas ya de los del pueblo son señores Que el supremo Señor de tierra y cielo
Los falsos y falaces mercaderes, Se retiró de tan enorme, gente;
Que matan los que sus bienes defienden, Mas con santos debujos y retratos
Y cobran paga de lo que no venden. Usaron de muy grandes desacatos.
Fué también el autor de las traiciones Hicieron otros muchos desatinos,
De muchos enemigos homicida, A cualquiera maldad sueltas las riendas,
A fin de se vengar de las pasiones . Hubo quien frecuentase los caminos
Cuando se desterró de su querida; A redemir molestias y haciendas:
Pudiendo con justísimas razones Bescataron el pueblo los vecinos
Entonces desterrallo de la vida; Porque no les quemasen sus viviendas ;
Mas agora conocen ser demencia Y esto concluso por la gente suelta,
Usar con hombre malo de clemencia. Al Bio de la Hacha dan la vuelta.
Después de todos presos y rendidos Por les encarecer el Diego Pérez
Y cesada la furia del combate, Para su mal á la maldad francesa,
Con oíros feos actos cometidos Haber allí muy ricos mercaderes,
Anejos al enorme disparate; Biquísimo caudal y llena mesa:
Tratóse con los míseros vencidos Moviéronse por estos pareceres
Que diesen por el pueblo buen rescate, Teniendo por certísima la presa;
Con amenazas de hacer entrego Mas antes que la gente de allí paita
En no lo rescatar al vivo fuego. Aviso dio por tierra Santa Marta.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO I. 155
El francés tuvo tiempo cual lo quiso, Velazquez destas cosas ignorante
Y el mensajero, puesto que fué cierto, En cumplimiento de lo prometido,
Apenas allegó con el aviso, Vino después dos días adelante
Aunque era caminante muy esperto,
Cuando vieron la nao de improviso De plata y oro bien apercebido;
Y los patajes ya cerca del puerto; Al menos lo que vía ser bastante
De manera que vido nuestra gente Para rescate de lo que traído
El cosario y a\iso juntamente. De Santa Marta habían los sangrientos
Anda luego la grita y alboroto De santos y benditos ornamentos.
Para poner en cobro la moneda,
Levantan pies lijero terremoto A la nao lo lleva gente presta
Y gran escuridad de polvareda; Que el soberbio francés allí tenia ,
El mas valiente vemos mas remoto, El cual no lo recibe con la fiesta
Por cobarde se tiene quien se queda, Ni con aquel aplauso que solia ;
Escapando la próspera ganancia Antes con amenazas lo molesta
De que entonces tenían abundancia. Y al dicho Diego Pérez le pedia,
O le pagase cuanto le llevaba
Todas las gentes andan presurosas, Sin admitir disculpa que le daba.
Cargados van los grandes y los chicos ; En efeto le hizo que escribiese
Aunque como personas caudalosas Al pueblo do se hizo mensajero,
De oro, perlas y otros multiplicos : Con ruego de que no se permitiese
En sus casas dejaban muchas cosas Que lo llevasen por su prisionero ;
Con que pudieran otros ser muy ricos, Si no que luego se les proveyese
Por no dalles lugar el tiempo breve Del hombre y dos mil pesos en dinero ;
Para que su caudal todo se lleve. Mas porque no viniese la tal paga
El que no puede mas antes que vaya Junto á la firma puso : no se haga.
A ver la selva, no por ser amena, Fué animosidad, mas de manera
Dejaba muchas cosas por la playa, Que no dejó de ser muy atrevida,
Sepultadas debajo del arena ; Porque si la cautela se supiera
Mas como vientos recios allí haya No le costara menos que la vida :
Con la soberbia que Aquilón ordena, Visto pues no venir lo que se espera
Entonces se mostró tan inquieto Deste puerto hicieron despedida ,
Que descubrió por partes el secreto. Y el cosario francés llevó consigo
Luego como falló gente guerrera, Al Francisco Velazquez como digo.
Al lin como ladrones diligentes, El cual lleno de grandes confusiones,
Los ocultos secretos de la tierra Cuasi por términos desesperados
Hicieron maniliestos y patentes : Al capitán habló tales razones
Aquí y allí y allá se desentierra Que todos se quedaron admirados,
Todo cuanto dejaron nuestras gentes; Y respondieron con sus intenciones
Lo cual no fué tan poco que no íuese Ciertos franceses muy españolados,
De principal valor el interese. Diciéndole ser grande desafuero
No dalle libertad al mensajero.
Estando pues el pueblo poseído El capitán como se convenciese
Y el fuego para él no menos cierto, Con esto que su gente le decia,
El Diego Pérez fué tan atrevido • En un batel le dijo que se fuese
Que fué para tratar de su concierto : Que fuera de la nao se traía;
Fuéles buen interese prometido Y primero que della se saliese
A trueco de que salgan deste puerto, Le quitaron el oro que tenia;
Y vino por faraute de las paces Entró pues en el barco casi muerto
El canónigo Diego de Loaces. Veinte leguas ó mas fuera del puerto.
Como ninguna cosa concluyese , Sin agua , sin recurso de alimentos,
Volviendo temeroso del cosario, Ni cosa que pudiese sustentallo,
No se hallaba quien tratar quisiese No remos ni marinos instrumentos
Negocio tan forzoso y necesario Para poder mejor encaminallo,
Para que el pueblo no se destruyese; Sino donde las aguas y los vientos
Mas Francisco Velazquez, secretario A su disposición quieren guiallo;
Hoy en el nuevo reino de Granada, Solamente de Dios se confiaba
A su cargo tomó la tal jornada. A quien de corazón se encomendaba.
Holgóse la francesa pestilencia Y ansi mediante su favor divino
De ver un hombre de tan buen aviso, Pudo tomar paraje deseado
Mozo gallardo , de gentil presencia , Abajo cuatro leguas de camino
Y en aquella sazón otro Narciso: Del Rio de la Hacha ya nombrado;
Trató del precio con cabal prudencia, Donde luego topó con un vecino
Y negoció con ellos cuanto quiso; Con cuya vista fué muy consolado ,
A trueco de ponelles en las manos Y luego puso todos sus poderes
Cuatro mil y quinientos castellanos. En que se descubriese Diego Pérez.
Hacíasele grande cortesía, Ansimismo Miguel de Castellanos ,
Y todos ellos antes que se parta Con otros caballeros y vecinos,
Rogaron que se vean otro dia Envían por lugares comarcanos
Y procure traer moneda harta, Ocupando las playas y caminos,
Pues cierto le darán lo que pedia Hasta tanto que hubieron á las manos
De la iglesia y ciudad de Santa Marta: Al autor de tan grandes desatinos:
Despidióse pues dellos con aquesto , Danle tormento, hácenle procesos,
Y prometióles de volver muy presto. Y confesó grandísimos escesos.
Diego Pérez en esta coyuntura Era justicia cierto caballero
Huyó de los franceses compañeros Que Francisco de Lerma se decia ,
Metiéndose por montes y espesura Varón de gran valor, hombre severo;
Con razonable copia de dineros : Y este , por la traición y alevosía,
Que lo llamaba ya su desventura Mandólo colgar luego de un madero,
Para pagar sus grandes desafueros; Aunque mas cruel muerte merecía:
Jaques de Soria por aqueste hecho Hiciéronle después enterramiento,
Pelábase las barbas con despecho. Porque murió con buen conocimiento.
ion JUAN DE CASTELLANOS.
Aqueste fué su fin y paradero ; Ursúa de salud estaba falto,
Y pues con él habernos concluido, E ya por todas partes rodeado;
Justo será volver á lo primero, Venciendo calentura y sobresalto
Porque me hallo ya muy divertido Salió del toldo mal aderezado,
De nuestra Margarita, donde quiero A fin de trabajar ganar el alto
Cumplir con lo que tengo prometido, De fortísimos indios ocupado,
Y donde hallareis por escritura Y halló para ir en tal demanda
Otra mas trabajosa desventura. Solos doce soldados de su banda.
Y por contar aquesta no diremos A los cuales les hizo tal abrigo,
Desabrimientos que le son anejos; Que con aquel valor de su costumbre ,
Pues vence la que digo los estreñios A pesar del ejército enemigo,
De cuantas tienen lacrimosos dejos : Ganó lo mas supremo de la cumbre ,
Mas, para proceder como debemos, Haciendo crudelísimo castigo
Cumple tomar la cosa de muy lejos; Con riesgo, con sudor y pesadumbre:
Y pues de un golpe no podemos tanto, Fueron sus grandes hechos aquel dia
Quiérola comenzar con nuevo canto. Bastante prueba de su valentía.
Hirióla tres el venenoso Marte;
Y aunque de vida ya desconfiados
Esta desconfianza no fué parte
CANTO SEGUNDO, Para que fuesen del desamparados;
Y sus esfuerzos fueron de tal arte,
Donde se da i entender quién era PEDRO DE UBSÚA y su descendencia, Que de débiles hizo confiados
cpn otras cosas á la historia convinientes. Para salir de riesgo tan terrible ,
Que no parecerá cosa posible.
Siempre suelen venir acompañados 0 ya con arcabuz, ya con espada ,
Los jueces y los gobernadores El escuadrón rompió mas importuno
De deudos , de parientes y criados, A pié mas de seis leguas de jornada ,
Guiados del olor de sus favores : Con terrible calor y siempre ayuno :
Y en algunos no son mal empleados Llegó pues cpn la gente fatigada,
Los mas calificados y mejores , Sin que dejase uno ni ninguno
Pues su virtud , trabajo y diligencia A Santa Marta, que se maravilla
Los hacen merecer la tal herencia. Escapar de tan áspera rencilla.
Entre los otros yugos que sostuvo Era por este tiempo ya venido
El orbe de las Indias de occidente, Montano por juez de residencia,
Un Miguel Diaz Armendariz hubo Que puestos sus servicios en olvido
Que trajo seis gobiernos juntamente; Le mostraba rencor y mal querencia;
Y en este nuestro nuevo reino tuvo Y ansí, de sus amigos conmovido ,
Un mozo generoso, su pariente, Se desvió de aquella pestilencia,
Pedro de Ursúa fué su propio nombre, Y residió con ciertas compañías
Que siempre mostró sello sin ser hombre. En el Nombre de Dios algunos dias.
Pareciéndole cosa conviniente Donde recogió copia de soldados
A discreción modesta y asentada, Para los ejercicios de la guerra,
El tio le nombró méritamente Y allf desbarató negros alzados
Por general del reino de Granada: Que estaban hechos fuertes en la sierra;
Salió buen capitán y diligente Los cuales, por ser muchos y esforzados ,
Para le cometer cualquier jornada; Ponían en temor toda la tierra,
Y ansí, por aquí daba buena cuenta Prendióles á su rey dicho Bal laño,
En los negocios de mayor afrenta. Aunque tenia poderosa mano.
Descubrió los caminos mas reclusos , Los negros y proterva compañía
Allanó la montaña rigurosa , Vencidos en aqueste repiquete,
Conquistó la provincia de los Musos, A reinos de Pirú hizo su via
Deste reino la mas dificultosa: Con amigos y deudos seis ó siete ;
Finalmente, que los guerreros usos Los cuales en aquel tiempo regia
Le dieron prontitud maravillosa, El marqués escelente de Cañete;
De manera que mañas y osadías Y este, reconociendo sus valores,
Crecían juntamente con los dias. Le hizo mil mercedes y favores.
Y ansí, con el valor de su persona , Después, con gracia de razón urbana,
Y entre valientes indios y arriscados Hizo demanda del descubrimiento,
Pobló ciudad á quien llamó Pamplona, Que dicen de Francisco de Orellana,
Cuyos campos y rios son dorados : Con quien yo tuve gran conocimiento;
Vile hacer á la real corona Y el marqués se lo dio de buena gana
Otros muchos servicios señalados; Vista su discreción y su talento,
Y en Santa Marta recorrió la sierra, Porque en aquellas tierras aun habia
Puesto que sin victoria desta guerra. Soldados de aquel tiempo todavía.
Podríame vender yo por testigo Y entre lodos aquellos que renuevan
Sin gozar lo mejor de la mañana, Este descubrimiento que ya digo,
En el paso de Origua ó de Rodrigo, Era buen adalid Alonso Esteban ,
Y el buen Pedro de Ursúa con cuartana, A quien también yo tuve por amigo;
Tomándole los pasos que ya digo El cual de la jornada do se ceban
Gran ímpetu de gente comarcana, Se podia vender por buen testigo,
Sobre paz y con fiebre fatigado, Como quien abajó con Orellana
Descalzo del un pié y otro calzado. Al mar del norte y á Maracapana.
Allí caza Bondigua, y allí Bonda; Ursúa, con aviso suficiente ,
Allí de Pocigueica y de Tairama, A los efetos deslo se presenta;
Con lodos los demás de la redonda, Pero dejémoslo haciendo gente
Conocidos por hechos y por fama, Que de valor tan raro se contenta:
Con flechas, con macana, dardo , honda, Pues me parece cosa conviniente
Gran cantidad de sangre se derrama, Del Orellana dar alguna cuenta,
Privando brevemente de la vida Para bien entender desta lelura
Cuanta gente hallaron divertida. Jornada de tan grande desventura.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO II. ir>7
Pasados eran ya los quince cientos Incierto como digo de lo cierto ,
Y diez lustros de santa parentela, Por las islas buscaban alimento,
Cuando gente de grandes pensamientos En una de las cuales toman puerto
Con Gonzalo Pizarro se desvela
En dar mas luz á los descubrimientos Donde les pareció mejor asiento,
De tierra que nos da nueva canela , Hasta poner sus cosas en concierto
E oro y plata, de que la cudicia Para llevar mejor avíamiento ,
Daba generosísima noticia. Y por los fatigar el angostura
Y ansí, para hallar aquel gentío, Hacer otro navio se procura.
Que de Quijos es hoy su nombramiento, Hácense tablas de canoas duras
Dio Gonzalo Pizarro buen avío Por ciertos levantiscos oficiales,
Para hacer el tal descubrimiento, Hízose clavazón de herraduras,
Guiando su derrota por. un rio Búscanse necesarios materiales :
Que en Moyobamba tiene nacimiento, Hay brea de copey y otras horruras,
Y al mar del norte hace su salida Con aceite de acuosos animales;
Con casi dos mil leguas de corrida. Finalmente pusieron en el rio
La madre del es tal y tan eslensa Otro mayor y mas capaz navio.
Que no la vio mayor hombre viviente, Pusieron gallardetes y banderas,
Y ansí, por ser grandeza tan inmensa , Repártense por ambos los soldados,
Mar dulce le llamamos comunmente; Osaban ya llegar á las riberas
Y dicen ser engaño del que piensa A causa de no ir tan apretados:
No ser el Marañon esta creciente : Tomaran el negocio mas de veras
Tal nombre le pusieron los Pinzones , Si fueran los sesenta duplicados;
De ciertos nautas dichos Marañones. Pero pocos temían el encuentro
Que pudieran hallar la tierra adentro.
Por la equinocial sus aguas guia > Ven tierras jamás vistas ni holladas
Dando prolijas vueltas diferentes, Sino del natural destas regiones:
Y della casi riada se desvía Vian desde los barcos ahumadas
Con impetuosísimas crecientes; Que denotaban grandes poblaciones,
De islas numerosa la cuantía, Y algunas torrecillas levantadas,
Muy muchas de las cuales tienen gentes, O templos de sus vanas religiones,
Algunas señaladas en grandeza, O ya podria ser, según se piensa,
Pero ningunas muestras de riqueza. Que las tenían para su defensa.
Orjlla deste rio montuosa Quisieron en un pueblo tomar tierra
Hacia pues Pizarro su jornada, Que sobre la barranca parecia,
Tierra mal asombrada de lluviosa, Mas no los consintió gente de guerra
Por una parle y otra mal poblada; Que con feroces brios acudía ,
Y á veces la montaña rigurosa E india varonil que como perra
Les daba la canela deseada Sus partes bravamente defendía,
Sus árboles altísimos y locos, A la cual le pusieron Amazona
Pero no muy espesos, sino pocos. Por mostrar gran valor en su persona.
Pues para que mejor se conociese De aquí sacó después sus invenciones
Del rio lo que estaba mas poblado, E l capitán Francisco de Orellana,
Un bergantín mandó que se hiciese Para llamalle rio de Amazones
Con escogida gente preparado : Por ver esa con dardos y macana,
En el cual ordenó que se metiese Sin otros fundamentos ni razones
Vajilla y vestuario mas preciado, Para creer novela tan liviana ;
Y al Orellana, su lugarteniente, Pues hay entre cristianos y gentiles
Nombró por capitán de aquella gente. Ejemplos de mujeres varoniles.
El Pizarro por tierra caminaba Mas ser esta Tomiris no se crea,
Con el restante de su compañía, Ni que vistiesen otras él arreo
Y el barco con aquellos que llevaba De Filipis Lampédon, ni de Alea,
A dar nueva y socorros acudi3, Y porque lo sé bien tampoco creo
A los cuales allí se les mandaba Que pasó por allí Pentesilea,
Lo que mas al viaje convenia : Ni el Orellana pudo ser Teseo;
Mandóles pues llegar á cierta punta, Ni otra Menalipe, ni Celeno
Y volver á decirlo que barrunta. Caminaron jamás por aquel seno.
A la punta llegaron fácilmente, Puesto caso que bien se defendía
Mas no pudo volver el Orellana, Por parte de la india la salida,
Forzado de grandísima corriente , El gran rigor del arcabucería
SI la fuerza no fué su propia gana ; A muchos por allí dejó sin vida ;
Porque despareció con esta gente Y visto que tan mal les sucedía,
Huyendo de la tierra comarcana: Tomaron por amparo la huida:
Vajilla y ropa se llevó consigo Recogen españoles alimento,
Con las demás preseas que ya digo. Y un indio vivo deste rompimiento.
Visto que no volvía, fué buscando Por señas Orellana le hablaba
Por gente deste campo peregrino, En el discurso deste su viaje,
Y como nunca dellos fué hallado Y todos los vocablos asentaba
Por llevar agua abajo su camino, Según comprehendia del salvaje :
Al Gonzalo Pizarro fué forzado Hasta ver si por ellos alcanzaba
Volver á las provincias de do vino Inteligencia cierta del lenguaje,
Con pérdida grandísima de gentes Porque tuvo de lenguas gran noticia ,
Y los que se escaparon muy dolientes. Y para las hablar mucha pericia.
Francisco de Orellana navegaba Y ansí con gran contento declaraba
Alentado de grande pensamiento, A estas compañías y cuadrillas
E ya se prometía y aplicaba Aquello que este indio le hablaba,
Toda la gloria del descubrimiento ; Diciendo que decia maravillas
Mas con sesenta hombres que llevaba De lo que mas adentro les quedaba,
Nunca pudo salir con el intento ; Y no podían ver por las orillas :
Pues solamente corren la ribera , Crecida población , campos amenos,
Por ser muy pocos para salir fuera. Y es de creer haber algunos buenos.
138 JUAN DE CASTELLANOS.
Navegando van pues nuestros guerreros . Conocida Cubagua claramente,
A peligros inmensos arrojados Que antes por peñasco se tenia,
En competencia de los indios ñeros Allá hacen viaje brevemente
Que los combaten por entrambos lados : Por ser breve compás la travesía :
Navegan sin saber los paraderos Salimos á la playa mucha gente :
Ni tener de quien sean avisados, A ver estraño barco que venia,
Hasta que percebieron los oidos Imaginando muchos ser soldados
De muy lejos grandísimos ruidos. De los que Ordás perdió tiempos pasados.
Iba la gente desto temerosa En gran manera son regocijados
Prosiguiendo con duda su viaje , De ver y de hablar cristiana gente,
Y apartada la noche tenebrosa Al templo van descalzos, destocados,
Haciendo ya remansos el aguaje, A dar gracias á Dios primeramente ;
Vieron la blanca Tetis espumosa, Y á todos nos tornó maravillados
Y en ella levantarse gran olaje, Viaje de tan gran inconviniente :
Y con calor de presurosos modos Acomodóse bien la compañía,
« ¡ La mar, la mar del norte! dicen todos. Y al barco de Orellana no venia.
«Gobernémonos bien, hermanos mios, Pasárase de largo, si no fuera
Con prontitud y diligencia buena, Aviso por bastante mensajero,
Pues ya no navegamos por los rios : Que hizo luego Pedro de Herrera,
A gran priesa guindemos el entena, Para buscar aqueste caballero
Descúbranse con sondas los bajíos, Con indios y canoa muy lijera,
No demos al salir en el arena ; Y un Cristóbal de Lepe, marinero
Que suelen tener rios en las bocas El cual luego que vio la carabela
Bancos secretos, arrecifes,rocas. » A ella dirigió remos y vela.
Ignoran todos ellos el paraje, • Admiróse Francisco de Orellana
Puesto que mil consultas hay aposta, Como vido la índica ralea
Mas en ellas ninguno fué tan saje Begirse con timón y con mesana ,
Que no fuese su ciencia muy angosta; Y ansí se reparó para pelea;
Y ansí les pareció mejor viaje Mas percebiendo lengua castellana
Nunca desarrimarse de la costa; Con el mensaje tal cual él desea ,
Pues si por ella fuesen en las manos, Siguió la carabela mensajera
Dios les daria pueblos de cristianos. En demanda del Pedro de Herrera.
Con la tal opinión sin la contraria Tomó tierra con todos sus soldados,
La costa bajo van con tiempo lleno: Y puesto que con nombre de perdidos',
Vieron la Trinidad, vieron á Paria Todos salieron bien aderezados
Con otras circunstantes de su seno : Con grande bizarría de vestidos :
Hacían conjetura no sumaria Fueron unos y otros hospedados
Alonso Esteban, Márquez y Joan Bueno, Y magníficamente proveídos;
Por haber estos tres, tiempo pasado, Trató luego de sus descubrimientos
Por aquellos parajes navegado. Con muestras de sus vanos pensamientos.
Inciertos, pero con algún desino Hizo luego viaje para España
Que cada uno dellos en sí fragua, Hechas á su sabor informaciones ,
Prosiguen adelante su camino, Con gente principal de su compaña ,
Hasta dar en la costa de Cubagua ; Prendada de las mismas pretensiones;
Y allí los poseyó mas desatino Y entonces publicó la gran patraña
Por no ver carabela ni piragua De aquellas invencibles amazones ;
De la crecida flota que solia Volvió por su demanda ya casado,
Salir á la pasada pesquería. Y por gobernador j adelantado.
Las casas encaladas devisaban Cargó de muy lucida compañía ,
Los hombres destas peregrinas naves; Bien fuera de razón y fundamentos
Mas por peñascos grandes las juzgaban En traellos por donde los traía
Y suciedad de las marinas aves; Y á tierra de cien mil impedimentos ;
Para soltar las dudas en que estaban Y ansí junto del rio do venia
Faltábales allí quien diese llaves, Murió vejado deslos pensamientos;
Y á los unos la hambre los incita Después su mujer vimos afligida
A que tomen la isla Margarita. Y toda la demás gente perdida.
Holguin , comendador, varón esperto Es pues para hacer la tal jornada
La caña del timón á banda cierra; Ir contra la corriente desatino;
Y puestos en buen orden y concierto Pudiérala hacer mas acertada
Con armas y pertrechos para guerra, Si segundara por adonde vino :
En la Punta-las-Piedras tomó puerto, Pero pues (fue su vida es acabada ,
Donde con los demás halló la tierra , Quiérome yo tornar á mi camino,
Y en ese mismo punto luego vido Y al Ursúa que está haciendo gente ,
Camino que de bestias va seguido. Con canto nuevo del tenor siguiente.
El padre fray Gonzalo de la Vera ,
Con Alonso de Bobles y otros tales,
Querían porfiar que el rastro era
De nunca conocidos animales ; CANTO TERCERO,
Mas Celis Montañés sin mas espera Donde se cuenta la partida de PEDRO DE URSUA, con buena copia de gente
Sopló dos ó tres veces las señales, aunque alguna della inquieta y facinerosa, y las demás particulari-
Y vido claramente señalados dades sucedidas antes de embarcarse en el rio por donde habion de
Los clavos de cabezas como dados. liacer su viaje.
Veréis las gentes ya regocijadas, Prenden á Marte redes de Vulcano
Y fuera del pasado desconsuelo En Venus colocado su contento ,
Besar por muchas veces las pisadas Ablándase la mas guerrera mano
Hincando las rodillas por el suelo ; Vencida de lascivo pensamiento ,
Y las manos en alto levantadas Con mal amor enferma lo mas sano,
Dan gracias al Señor del alto cielo, Do quiera causa tierno sentimiento :
Porque ya claramente conocían Los invencibles y mas fuertes cuellos
Ser aquel el paraje que decían. Una flaca mujer suele vencellos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO III. 159
Pedro de Ursúa pues, cuya grandeza De tan escandaloso desatino
De hechos ya tenemos conocida, Al Ursúa le dan luego noticia ,
Hizo su belicosa fortaleza
# Que estaba gran distancia de camino
A fuegos amorosos sometida, Bien fuera de tan áspera malicia ,
Vencido de un estremo de belleza Revolvió sin parar , y como vino
Que fué lo mas estremo de su vida; Hizo del matador justa justicia,
Y á vueltas de guerreros alambores Y de Grijota y de Benito Diaz,
También ejercitaba sus amores. Consortes, y de un Diego de Frías.
La bella doña Inés era la dama Después que ya dio fin á malos fines,
Que tuvo con razón nombre de bella , Sin él se recelar de los peores ,
Si fuera con reguardo de la fama Procuró concluir los bergantines
Que debe reguardar cualquier doncella ; No sin grandes trabajos y sudores,
A quien el buen Ursúa mucho ama, Por apartarse ya destos confines
Siendo no menos él amado della; Y poder descubrir otros mejores;
Y como bien querer importunase Demás desto también se recelaba
Acabóse con él que la llevase. Que mucha gente se le remontaba.
Hija de Blas de Atienza , que de Lima Aprestándose pues desta manera
O de Trujillo fué, moza lustrosa , Con temor de que gente se le huya,
Avisada, graciosa y en estima , La bella doña Inés, que no debiera,
Como ya dicho tengo, de hermosa: Allí llegó también en busca suya;
Gentil disposición con que lastima Porque con una muerte lastimera
El ánima de amor mas odiosa, Vida de dos amantes se concluya,
No tiene padres puestos al enmienda Y este negocio cuentan estas gentes
N: deudos que le tiren de la rienda. Por vias y maneras diferentes.
Pues el Ursúa como consintiese Pues entre muchos dellos hubo fama
Que fuese doña Inés á la jornada, Haber puesto los ojos el Salduendo
Secretamente le mandó que fuese En los merecimientos desta dama
Tras él por via mas disimulada; Que diferentes parles va siguiendo ;
Y él partido, mandó que se partiese Y él fué de los catorce de la trama
De ciertas dueñas bien acompañada: Del pérfido motin, malo y horrendo;
Luego se despidió de su querida, Y cuando doña Inés se recebia ,
Y convocó la gente divertida. El se mostró con grande lozanía.
Llegóse de soldados gran estruendo Puesto que todos para dar contento
Aderezados para la demanda, A su gobernador, que por ventura
Muchos de corazón malo y horrendo, Tenia diferente pensamiento,
Como fué Joan Alonso de la Vanda, Hicieron á tan alta hermosura
Lope de Aguirre, Pérez y Salduendo , Solene y principal recebimiento,
Diego de forres, Vargas y Miranda, Anuncio de su grande desventura :
Y un Cristóbal Fernandez, mal cristiano, Unos van con sinceras intenciones,
Pero Fernandez y Miguel Serrano. Otros con muy dañados corazones.
Otros algunos, en maldad insines, Formóse campo digno de mirallo,
Gente desesperada y atrevida, Guarnido de galanas invenciones,
Amiga de traiciones y motines, Infanterías y hombres de caballo
Sin Dios y sin olor de buena vida : Con trémulas banderas y pendones;
Al fin en sus costumbres tan ruines, Y porque ella pudiese contemplallo
Que tienen la virtud aborrecida; Ordenaron lucidos escuadrones,
Ningún concierto hay que los concierte, Los cuales en presencia de las dueñas
Ni temen temporal ni eterna muerte. Hicieron caracoles y reseñas.
Como el marqués insigne Mendocino Ondean por los yelmos plumas largas
Le tuviese tan justas andones De las garcetas blancas y avestruces ,
Al Ursúa y le fuese tan benino, Revuelven lanzas, cambian las adargas
Acudióle gran copia de varones ; Los diestros y valientes andaluces,
Con los cuales él hizo su camino Descargan con gran ímpetu sus cargas
A la provincia de los Motilones, Los fumosos y ardientes arcabuces,
Porque en aquellas tierras y comarcas Con gran orden entraban y salían
Habia de hacer copia de barcas. Con una y otra salva que hacían.
Tenia de la tierra la tenencia Ninguno de su orden se derrama
El que Pedro Ramiro se decia , En este singular recebimiento,
Hombre de gran consejo y esperiencia, Y en llegando frontero de la dama
Señalado varón en valentía : Hacia cada cual acatamiento :
Recebiólo con gran magnificencia , Enciéndelos en amorosa llama,
Con gran urbanidad y cortesía ; En muchos causa tierno sentimiento,
El Ursúa hallando tal abrigo Porque su buen donaire y su meneo
Procuró granjearlo por amigo. Ponía mil espuelas al deseo.
Después en lo aviar metió tal prenda En un cuartago blanco pequeñuelo
Que el Ursúa, persona bien mirada, Iba, pero muy bien aderezado,
Le dijo que dejase su vivienda Rasquiña de lustroso terciopelo,
Y se fuese con él á la jornada ; Un galdresillo de color morado,
Porque será señor de su hacienda, Las guarniciones de color decieío,
Y maese de campo del armada; Con cristalinas perlas estampado,
Fué nombrado por tal, y pretensores Capelete con plumas y medalla
Quedaron con algunos sinsabores. Con el mas aderezo que se calla.
Deslos el uno fué Francisco Diaz , Rebozada hacia gran destrozo
Pariente del Ursúa muy cercano, De ánimas en esta compañía,
Ansimismo soldado de mis dias Y mucho mas después que cierto mozo
Valiente y 'comedido fcortesano ; Le dijo : « por merced, señora mía,
Que movido de vanas fantasías Os pido que quitéis ese rebozo,
En el Pedro Ramiro puso mano : Veremos ya la luz del claro dia,
Dióle de puñaladas en efeto, Que no sé cómo puede velo solo
Maldad indigna de hombre tan discreto. Cubrir rayos mas claros que de Apolo.»
160 JUAN DE CASTELLANOS.
Ella , de comedida cortesana, No queriendo dejar sus Motilones,
El antifaz quitó luego á la hora: Ya que su capitán era defunto,
Atónita quedó la gente vana Y un Montoya metía peticiones
De ver rostro do tanta beldad mora ; Mas sin le dar'respuesta ni trasunto ;
Deshízose la lumbre de Diana El Ursúa lo trajo con prisiones
Sobrepujó lo claro del aurora : Siendo soldado grave de buan punto,
Dijeras en el alma mas reclusa Lo cual no fué menor inconviniente
Obrarse los efe tos de Medusa. Para lo que diremos brevemente.
En amoroso fuego van ardiendo Pues el gobernador, considerando
Hasta los recatados y discretos , Ser grande la tardanza que hacia,
Y en el desventurado de Salduendo Mandó con atambor echar un bando
Hacen mas impresión estos efetos ; Para que se partiesen otro dia :
Pues en las muestras iba descubriendo En cumplimiento del se van juntando
Sus apasionadísimos concetos; Con servicio y bagaj que se traia,
Y aunque cesó la fiesta de aquel dia, Cuya cantidad era de tal modo
Nunca cesó su loca fantasía. Que faltaban navios para todo.
Al fin el regocijo ya deshecho Ursúa se hallaba muy confuso
Y todos los guerreros escuadrones , Por no tener do tanta cosa fuese,
El Salduendo tomó luego su lecho De lo que cada cual para su uso
Sin esperar á mas conversaciones : Llevaba y le costó buen interese ;
Su corazón bestial y falso pecho, Mas lo mejor que supo se dispuso
Distraído con mil vacilaciones, A dar el mejor orden que pudiese ,
Pero todas y todos sus cuidados Y hecha luego junta de la gente
Van á la doña Inés encaminados. Me dicen que les dijo lo siguiente.
Decía : « ¡ si su vista halagüeña Quitó con buen donaire su chapeo
Acaso contempló mi buen talante Usando de su buen comedimiento
Al tiempo que salí de la reseña, Diciendo : « caballeros, mi deseo
Y hice las levadas de montante! Siempre fué de seguir vuestro contento ;
¡O si quiso notar aquella seña Y con igual amor lo mismo creo
Que le hice pasando por delante! De vuestro virtuoso pensamiento;
Parecióme cebar en mí los ojos... Y ansí quisiera yo vias y modos
Pero creo que son vanos antojos. Para me conformar con el de todos.
» Porque ¿ qué ocasiones ó qué prenda » Mas aunque con virtud y sufrimiento
Hay para penetrar mis pensamientos? Acontece vencer dificultades,
O ¿qué le dije yo para que entienda Dudo poder haber entendimiento
Estos mis congojosos sentimientos ? Que se mida con muchas voluntades
O ¿ qué quiere decir tomar contienda Cada cual de contrario sentimiento,
Ccn quien es el señor de sus intentos? Mayormente de tantas variedades,
¿Quién no dirá ser el intento mío Que sin considerar inconviniente
Grandísima locura y desvarío ? Siguen sus apetitos solamente.
» O ¿cuál de las mujeres adevina » Declarando pues mas este conceto
El mal y la congoja del sirviente A la salud de todos convenible ,
Con una sola vista repentina Llevar tanto bagaj en tal aprieto
Sin le decir jamás el mal que siente' Téngolo por negocio muy terrible ;
O ¿quién pudo dar cierta medicina Y hase de contentar el que es discreto
A los inciertos males del doliente? Con embarcar aquello que es posible,
¿En qué buena razón ó seso cabe Y no tanto velez, tanto pertrecho,
Querer curar el mal que no se sabe? Que cause mayor daño que provecho.
» Para curarse pues enfermedades » Nuestras jornadas han de ser por rios
Yo hallo que será mejor camino Hasta llegar á prósperos confines,
Al médico decille las verdades Tenemos poca copia de navios
Y no hacello dellas adevino : O mal aderezados bergantines ;
Aquesto vencerá dificultades, Y por los ojos veis, señores míos,
Y en esto me resumo y determino, Que demás de ser pocos son ruines ,
Porque el enfermo que sus males calla Ansí por haber falta de oficiales
Remedio tarde, mal ó nunca halla. » Como de carecer de materiales.
Estas cosas y otras vacilando » Y si mas cantidad hacer queremos
El ánima malvada y afligida, E ir mas adelante con la obra,
Andábanse los otros preparando Será perder el tiempo que tenemos,
Y dando gran calor á la partida: Y es pérdida que nunca mas se cobra:
Algunos del los iban embarcando Si tantos embarazos les metemos
De la gente mejor apercebida; Para los españoles nada sobra,
El capitán Garci Arce con cincuenta, Pues cuando á los estrenaos falta medio
Don Joan de Vargas doble desta cuenta. Tomar debemos el mejor remedio.
Mandóles esperarse en cierta parte, » No puede todo ir por ningún arte,
Y el Arce como fué mas larga via Y para mas seguro se requiere
De indios encontró tan duro Marte Que deje cada uno buena parte
Que fué bien menester su valentía : De lo que menos menester hubiere :
Mas el don Joan de Vargas no se parte Este daño por todos se reparte,
Del límite que TJrsúa le ponía, E yo soy el primero que lo quiere ;
Esperándole con sus compañías Porque para 6eguro de la gente
Mas de sesenta ó de setenta días. Este remedio es mas conviniente.
Escesivo trabajo se pasaba » Los ganados vendellos ó cambiallos,
Por falta de comida que tenia, Aunque sea con perdida la venta,
Y en cierta isla donde el Arce estaba Que todos no podemos aviallos
Angustia no menor se padecía ; Según necesidad nos representa ;
Y el Ursúa que mucho deseaba Y en cuanto á no dejar nuestros caballos,
Seguillos brevemente no podía, Raslará que llevemos solos treinta ;
Porque querían va hacelle tiro La cual disposición á nadie pene,
Los soldados del buen Pedro Ramiro. Pues es hacer aquello que conviene. »
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO III.
Acabó de decir, y comedidos La gente deste pueblo hizo cara
Que los inconvinientes conocían , Con armas y amenazas de defensa,
De sus comedimientos convencidos, Y en la barranca fuerte se repara
Muchas cosas dejaban ó vendían : A íin de resistir cualquier ofensa ;
Por no les consentir lo que querian Pero con una lengua se declara
Su venida no ser á lo que piensa
Otros también estaban desabridos ; Antes querian á tan buenas gentes
Apaciguólos lo mejor que supo, Hacellos sus amigos y parientes.
Y hizo que metiesen lo que cupo. Vencidas de tan buen comedimiento,
Ya la febea luz á nuestra cuenta Sosiéganse las gentes alteradas
Tenia el Escorpión por aposento, Haciéndoles muy buen acogimiento
El año de quinientos y sesenta Y dándoles sus casas por posadas,
Con otros mil del santo nacimiento , Con larga provisión de bastimento
Al tiempo que la gente descontenta De sus comidas mas acostumbradas:
Hizo de Motilones movimiento Estuvo con aquestas compañías
Ayudados también de grandes balsas, El campo mas de veinte y cinco dias.
Las intenciones buenas y las falsas. Ursúa , viendo la magnificencia
Estaba sin saber porqué la gente Tal cual no la halló después ni antes,
Llena de descontentos aquel día, Ayudóles en cierta diferencia
No se podia ver cosa viviente Que tenían con indios circunstantes,
Con algunas señales de alegría : Dejando muertos en la competencia
El rio, con ser grande su corriente, Muchos de los contrarios litigantes,
Parece que sus cursos detenia, Poique venian hasta sus viviendas
Los indios declaraban por señales A les robar las casas y haciendas.
Incendios, robos, muertes y otros males Entre tanto buscábanse caminos
Aunque con pesadumbre de las cargas Que mas la tierra adentro se metiesen ;
Y ropa que en las balsas se traia, Mas de los argonautas peregrinos
Siempre hacían las jornadas largas, Ningunos hubo que los descubriesen :
Porque les pareció que convenia : Ni pudieron hacer á los vecinos
Hasta que dieron con don Joan de Vargas Que claridad acerca deslo diesen :
Deseoso de ver lo que ya vía : Crecían en aquestas dilaciones
Allí tomaron todos luego puerto En los malos las malas intenciones.
Y se pusieron en mejor concierto. El Montoya con otros, en efeto,
Ursúa recebió contentamiento Trataban que el Ursúa se matase,
Por hallarlos adonde los quería, Y para ejecución del mal conceto
Puesto caso que con desabrimiento No faltaba Salduendo que soplase;
Por no saber del capitán García : Mas el negocio no fué tan secreto
Enjugan ropas en aquel asiento Que por algunos no se sospechase,
Apartándose del al cuarto dia , Un cierto Pero Alonso mayormente
Y embarcados caballos y el restante Al Ursúa le dijo lo siguiente:
Pasaron con los barcos adelante. « Señor gobernador, yo soy soldado,
Do las corrientes aguas eran guias Como sabéis, cargado de esperiencia ,
Por caudaloso rio y eslendido , Y entiendo como bien acuchillado
Vían por las barrancas compañías El daño del descuido y negligencia;
Lustrosas y cubiertas con vestido : Y que cumple vivir muy recatado ,
Y habiendo navegado nueve dias Entre contagiosa pestilencia,
Llegaron donde estaba detenido Pues en los tales tiempos es gran yerro,
García , que por ser tan indiscreto Como dicen allá , dormir sin perro.
Los indios lo ponían en aprieto. »Hanse por ciertas vias rezumado
El Ursúa le dio reprehensiones Cosas que suenan mal al buen oido,
Por ser tan temerario y atrevido ; Y hallo que traéis aquí soldado
Mas admitió disculpas y razones Facineroso, suelto y atrevido :
Como de su criado muy querido : Mirad por vos, velad con mas cuidado,
Allí se pregonaron provisiones Y no durmáis tan mal apercebido :
Del gobierno que le era proveído, Cosa cierto no s é ; pero sospecho
Y al don Joan dio poder incontinente Haber de suceder algún mal hecho.
De general y su lugarteniente.
Deslo nacieron odios y rencores «Mirad, señor, que no tratáis agora
Con un livor pestífero y amargo, Con los del nuevo reino de Granada,
Por haber otros muchos pretensores Donde toda bondad y virtud mora,
Que se juzgaban dignos deste cargo. Y es gente cuerda , noble y asentada ;
Hay juntas y corrillos de traidores Y que con vos lleváis gente traidora
Adonde cada cual hablaba largo, A vueltas de la bien intencionada ,
Mayormente los de los Motilones Que sin temor de Dios ni miedo vuestro "
Vivos en sus enojos y pasiones. Han de soltar las riendas y el cabestro.
Hechos en el don Joan los nombramientos »Tened guarda , señor, de los mejores
Y seis ó siete dias ya pasados , Amigos que sabéis que bien os quieren,
De la isla salió con cuatrocientos Y demos al diablo los amores,
Españoles muy bien aderezados : Que semejantes cargos no requieren ;
Por las barrancas ven grandes asientos , Pues son causa de grandes sinsabores ,
Que por mas de cien leguas van poblados Y por ellos también los hombres mueren :
De gente que se ponen en huida, Con santo celo doy este consejo ,
De ropa de algodón toda vestida. Y con licencia de soldado viejo.»
No pareciéndoles tierra bastante El Ursúa con un gracioso riso
A causa de ver campos anegados, Agradeció sus buenas intenciones ,
Determinaron de pasar delante Sin le sobresaltar tan buen aviso:
Hasta hallado? mas acomodados ; Quizá le parecieron invenciones ,
Mas saliendo del sitio circunstante, Porque en la guarda consentir no quiso
Dieron en unos grandes despoblados : Dando ciertas escusas y razones;
Navegan ocho dias, y al noveno Descuidó , sin razón, mas no me espanto,
Dieron en pueblo de mejor terreno. Pues de César leemos otro tanto.
T. IV. ti
162 JUAN DE CASTELLANOS
Aderezóse luego la partida » No quiero comparar cosa soñada
Por el gobernador y varón fuerte : A la que por verdad es conocida ;
Parte para partirse de la vida Mas yo sé que traéis en el armada
Y guíanlo sus pasos á la muerte; Gente desvergonzada y atrevida ;
Que la parca cruel endurecida Y ansí, por sí ó por no, se pierde nada
A quebrantar el hilo se convierte : En que veléis, señor, por vuestra vida :
Era principio ya de nuevo año, Sientan de vos rigores algún rato,
Y víspera de tan enorme daño. Y entiendan que vivís con gran recato.»
Embarcáronse pues los peregrinos Oidas las razones deste cuento ,
A fin de proseguir su larga via, Ursúa con semblante de risueño
Mirando por los lados mas vecinos Le dijo : «para tanto sentimiento
Si población alguna parecia: El negocio, señora, fué pequeño ;
Vieron prolijas sendas y caminos, Pues no debe tan buen entendimiento
Buen rato ya después de medio dia, Tener tan por verdad cosas de sueño,
Y cierta poblazon bien asentada Pues muchos sueñan casos do perecen,
Donde les pareció hacer parada. Y no por eso vienen ni acontecen.
Ursúa, cuando van desembarcando «Siento quererme bien toda la gente,
Ajeno de mortíferos enojos,
A doña Inés estaba contemplando E yo también estoy muy bien con ella ,
Como causa mayor de sus antojos , Cosa no hallo que me represente
Y vido sus mejillas empapando Para tanto rigor una centella :
Con lágrimas ardientes de sus ojos , Menos puedo' hallar hombre viviente
Y queriendo saber por qué lloraba, Que con razón de mí tenga querella;
Con tácito rumor le preguntaba : Por tanto cese vuestro desconsuelo,
« ¿ Qué pasión y congoja tan urgente Y deso no tengáis algún recelo.»
Os hace de consuelo ser ajena? ¡Oh corazón leal, buenas entrañas l
Si es por necesidad que veis presente, ¡ Cuan fuera de razón van tus razones!
Ninguna razón bay en tener pena, Mira ya , buen Ursúa, que te engañas
Pues confío de Dios omnipotente Con esas tus sinceras intenciones ;
De veros deseansar en tierra buena , Porque las falsas y traidoras mañas
Que tras necesidad hay abundancia, De qué quiera levantan ocasiones;
Y viene tras la pérdida ganancia.» Cuanto mas que ¿ quién vive tan al justo
Ella dijo : «señor, esta tristeza Que para todos gustos tenga gusto ?
No nace de ocasión tan abatida , Al fin él se quitó de la ribera,
Ni temo yo tormentos de pobreza, Y con sesenta y tantos escogidos
Ni verme de regalos despedida, A un Sancho Pizarro mandó fuera
Pues vos sois mi regalo y mi riqueza, A seguir los caminos mas seguidos,
Y no quiero mas bien en esta vida ; Y á ver si por allí hallan carrera
Mas contaré, señor, cosas de espanto....» Por do salgan á campos estendidos ,
Quiso decir, y no pudo con llanto. Y con la relación al sesto dia
Su mas clara razón era gemido Volviese con aquesta compañía.
Por selle los sollozos embarazos , Entre tanto que estaban en el puerto
Con mal de corazón y sin sentido Esperando los que iban descubriendo,
Hiriendo se hacia mil pedazos : Trataban de su pérfido concierto
E l amante que tal estremo vido, Joan Alonso Montoya y el Salduendo;
Quísola socorrer entre sus brazos; Y algunos no quisieran velle muerto,
Pena con su dolor, crece su llaga, Pero querían irse del huyendo,
Sin saber qué se diga ni qué baga. Recogiendo la ropa y atavío
La Gor mas agraciada de los mozos Y de los barcos el mejor navio.
Se duele del eclipsi de su luna , Habia dentro desta compañía
No confingidasmuestras ni rebozos, Un don Fernando de Guzmán , que precio
Sino fner/.a de amor es importuna : De buena discreción no poseía ;
Encuéntranse suspiros y sollozos, Y á este cuasi que por menosprecio
Las lágrimas contusas van á una , Le hablaron, y dijo que queria.
Mostrando claramente por los hechos ¡ Buen Dios, defiéndeme de hombre necio!
El íntimo querer de entrambos pechos. Pues con sus necedades é imprudencia
Camina tras cualquiera pestilencia.
Después que ya cobró color el gesto Júntanse pues con él á la demanda
Y el pecho se mostró con mas aliento, Pérez, Montoya , Vargas y Salduendo,
El amante le dijo : «¿qué es aquesto? Chaves , Vil lena , Torres y Miranda,
;, De qué procede tanto sentimiento? Los dos Fernandez, cada cual horrendo;
En grande confusión me tiene puesto Serrano, Joan Alonso de la Vanda ;
Aqueste nunca visto movimiento : Y al mal Aguirre, bravo y estupendo ,
Las lagrimas y lloro hacen pausa, Para negocio de tan grande afrenta,
Y sepa yo de vos toda la causa.» Determinan también de dalle cuenta.
«Trabajos vuestros son y penas mías Hablan con él en lo de la huida
(Respondió mitigadas las pasiones); Por ver si tal desino le complace;
Porque por grande número de dias Y respondióles ser cosa perdida ,
Recuerdo con pesadas turbaciones : A lo menos que no le satisface ,
Soñé robos, incendios, tiranías, Diciendo ser mejor quitar la vida
Sanguinolentos tratos y traiciones: A quien tan poca cuenta dellos hace,
Via tendido, muerto y en el suelo Y no cumplir tardanza ni pereza
A quien es mi favor y mi consuelo. Por estar su salud en la presteza.
«Encarnizados en tan malos hechos, Entendió las palabras un moreno
Aunque yo me ponia de rodillas, Llamado Joan Criollo; y este quiso
Las dagas me metían por los pechos No con (tocos temores en el seno
Y á golpes quebrantaban mis mejillas : Hacer cuerdo desvío de improviso ;
Hálleme, tales sueños ya deshechos, Y aunque negro , sagaz y como bueno
Con un grave dolor en las ternillas ; Al Ursúa le dijo leal aviso;
Miréme presto donde me dolia , Pero de sus palabras no curando,
Creyendo ser verdad mi fantasía. Estúvose con él chocarreando.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO III. 103
¡ Oh ciego amor, y ciego quien tal fuere! Demás desto la gente bandolera
¡ Oh confianza ya desvanecida ! Hizo con atambor echar un bando ,
Tienes aviso de quien bien te quiere, Adonde se mandaba que cualquiera
¿Y no quieres perder al homicida? Tenga por general á don Fernando ;
¿ Cómo tan gran descuido se requiere Y se ponga debajo su bandera
Adonde no va menos que la vida ? Y todos se sujeten á su mando ,
Al fin tu hado es inadvertencia , So pena que quien lo contradijese
Y fortuna do falta la prudencia. Por la misma razón luego muriese.
¿Es posible, varón , que no despiertas Reparten á su gusto los oficios
Con indicio de tanto detrimento? Los inventores de lo ya contado :
Mira bien que la casa de dos puertas Aguirre , gran autor de maleficios ,
Aposta te la dan por aposento Por maese de campo fué nombrado ;
Aquellas intenciones descubiertas Y los demás en otros ejercicios
Y gente del traidor ayuntamiento, Según suele tener campo formado ;
E ya vienen á las ejecuciones Y por este nivel que voy diciendo
De sus mas que dañadas intenciones. Capitán de la guarda fué Salduendo.
Ausentes eran ya rayos febales Pero puesto que fuesen sus intentos
De nuestros hemisferios y collados, De mandos y de cargos señalados,
Y los cansados ojos de mortales No quiso reparar en nombramientos,
En necesarios sueños ocupados; Ni fatiga le dan tales cuidados :
Pero los corazones desleales Pues su felicidad y pensamientos
En su temeridad mas obstinados , En doña Inés estaban colocados,
El consorcio cruel, falso, maldito La cual en el real no parecía
Quiso poner por obra su delito. Ni con escuro ni después de dia.
Y estando los leales espiados , Estaba con femínea compaña
Las guardas de! real y centinelas, Aparte y en su rancho recogida,
Los pechos furibundos y alocados Al tiempo que el rumor la desengaña
Usando de sus mañas y cautelas; Del sueño de la muerte sucedida :
Unos con arcabuces bien cargados , Huyó con el temor por la montaña,
Los otros con espadas y rodelas, Desconsolada, triste y afligida;
Con escuro hacían su camino Tuviera , conocida su querella,
Tentados de tan torpe desatino. La fiera mas feroz lástima della.
¿Adonde vas, traidor ayuntamiento? A los espesos bosques se convierte
¿ Qué furia te privó de tu sentido? Diciendo con la voz enflaquecida :
¿A cuál de vos causó desabrimiento? « Pues tal camino va mi mala suerte,
¿Quién de vosotros es el ofendido? Que es paga justamente merecida,
A todos procuró de dar contento, Aquí satisfará mi breve muerte
Y cada cual de vos es su querido : Aquella que causó tan larga vida ;
Matáis, pero seris los vencedores No quiera Dios que falsos corazones
Vosotros de vosotros matadores. Cumplan sus deshonestas pretensiones.
Pues la caterva v i l , sucia , bellaca , » Despedazarme ha la bestia fiera ,
Echando mano van á las espadas, Y en mi se cebará su duro diente
Y con furor que del infierno saca Para que pueda ir á quien me espera,
Entrambas puertas tienen ocupadas : Que es menos mal que ver tan mala gente.
Finalmente rodean la hamaca, ¿ Cómo no lo hicieron de manera
Y allí le dan crueles eslocadas; Que fuéramos entrambos juntamente,
El viéndose herir de golpes fieros Y padeciéramos aquel tormento
Les dice: ¿por qué es esto, caballeros? Con alguna manera de contento?
Sin armas al armado delincuente » La montaña será mi sepultura,
Se levantó con un recio denuedo; Y aquí será mi cuerpo consumido,
Mas el bando traidor no lo consiente Hasta quedar no mas que el armadura,
Apresurando su furor acedo : De carniceras aves carcomido.
Cayó diciendo bien y claramente ¡ Oh desdichada yo , mas sin ventura
Santísimos artículos del credo ; Que cuantas de mujeres han nacido !
Con esta contrición bien conocida ¿ Adonde estás, mi dulce señor mió?
El Ursúa partió de aquesta vida. ¿ Qué es de tu valentía y de tu brio ?
Conclusa la batalla carnicera, »¿ Dó tu disposición y gentileza?
Donde tan gran deshonra se ganaba, ¿ Adonde está tu rostro sin segundo,
Salieron de la casa todos fuera Tus bastantes ejemplos de nobleza,
A fin de publicar lo que pasaba ; Suave conversar, trato jocundo?
Y el don Fernando, puesta la bandera , ¿ Qué corazón mostró tanta dureza
A voces libertad apellidaba : Que tanto bien sacase deste mundo ?
Despiertan las sinceras voluntades, Las bestias mas voraces, carniceras ,
Admirados de aquellas novedades. No fueran tan crueles ni tan fieras.
El buen don Joan de Vargas al momento » En este tan pesado desatino
A su gobernador iba derecho ; ¡ Oh, quién Alcestes, quien Evadne fuera!
Pero los del traidor atrevimiento Cumplióse lo que menos me convino ,
También lo traspasaron por el pecho ; Y fue para que muchas veces muera ;
Sin cesar el alroce rompimiento Y habiendo de ir entrambos un camino
Hasta que de la tierra hizo lecho , Hubiste de llevar la delantera.
Adonde el alma hizo despedida ¿ Cómo quieres dejar tu regalada
De los peligros grandes desta vida. Tan sola, triste y tan desamparada ?
Estaban los leales como locos »¿ A quién podré decir mi desconsuelo'*
De frígidos temores ocupados, ¿Quién podra ser aquí mi cierta guia,
Por no saber si son muchos ó pocos Pues que me falta todo lo del suelo?
Los malos y crueles conjurados : A vos ocurro yo, virgen María:
Sonaron pues pregones y convocos Favorecedme vos, reina del cielo,
De parte de los duros y obstinados , Doleos vos de mí, señora mia;
Con amenazas en rigor estrecho Míreme vuestro rostro glorioso
A quien dijese mal de lo mal hecho. En este trance lodo trabajoso.
JUAN DE CASTELLANOS.
m Haciendo va paradas á sus trechos, Nobilis Ursuce confossi hic ossa quicscunt.
Est alus vigilans, cura sopita sibi.
','ue el monte y el desmayo la repara, VI sibi consuleret gemitus Agnetis amicce
'.as lástimas de dichos y deshechos Nec'lachrymaz prestant, somnia vana putans.
Kndurecidas piedras quebrantara : Su adversa fortuna quiso
Dábase con las manos en los pechos, Ursúa, nohle varón
Y capitán señalado, üue muriese de improviso,
apresurados golpes por la cara, Aqui yace sepultado Sin recatarse en su vida
De las mejillas blancas van colores "or aieve y por traición Por no creer el aviso
De su campo amotinado. De doña Inés su querida.
yue vencen á las mas purpúreas llores.
El resplandor dorado del cabello Puestas las cosas pues en este estado ,
Llevaba por los hombros derramado, Tan sin rey y con ley tan insolente
Porque cudiciosísimos de vello Al término y al día señalado
Los ramos le quitaron el tocado : Llegó Sancho Pizarro con su gente,
Hacia descubrir el blanco cuello De las maldades hechas descuidado
Entrellos algún aire reportado, Como quien era dellas inocente ;
Imaginando ser el tal decoro Y visto para mal un mal tan ancho ,
Nieve cubierta con madejas de oro. De veras en callar se llamó Sancho.
Entre tanto, Lorenzo de Salduendo Al general de torpes desatinos
Andaba con algunos de su bando Por términos, sin gana, comedidos
De los unos y otros inquiriendo, Le dijo cómo no halló vecinos
A hombres y mujeres preguntando, De quien pudiesen bien ser advertidos ;
Por aquí y acullá yendo y viniendo , Pero que vio grandísimos caminos
Gomo ventor la caza rastreando : Para la tierra adentro muy seguidos,
Por el rocío pues tomó la huella, Y que por los caminos á sus trechos
Y no paro hasta que dio con ella. Tenian tambos y aposentos hechos.
Rnsirean los deseos el empresa, Seguir estos caminos pretendía
Y el carnicero perro vio la caza ; La parte mas crecida desta gente ;
Mas no llegó ni pudo hacer presa Mas el Aguirre los contradecía
Que el cebo de sus ojos embaraza : Por ser su pensamiento diferente :
; Oh Dios ! á doña Inés ¡cuánto le pesa '. Y un fulano Yalcázar insistía
Y ansí su bello rostro despedaza : En que los prosiguiesen grandemente,
Salduendí) con halagos abundantes Y hiciesen al rey aquel servicio
Le decia palabras semejantes : Para disculpa deste maleficio.
« Señora doña Inés, no ser locura Esto decia él al don Fernando
Este sobresaltado movimiento Como amigo leal, reprehendiendo
Sabed que solamente lo asegura Las duras pretensiones de su bando
Hacello tan cabal entendimiento; Y el hecho que hicieron tan horrendo;
Y si fué con temor de gente dura, Otros buenos consejos le está dando
Es no tener de vos conocimiento, Que el miserable ya los va sintiendo,
Pues ante don de perfecion tan grande Y quisiera lomar aquel escudo ,
Ningún rigor habrá que no se ablande. Pero salir con esto nunca pudo.
» Cobrad, señora, vuestro buen sentido, Porque el Aguirre con sus falsedades
Y no queráis dudar en la venida, Estaba de la gente muy mas lleno,
Porque seréis del modo que habéis sido Usando grandes liberalidades,
Respetada de todos y servida ; Dándoles de lo suyo y de lo ajeno.
Y en fe de hijodalgo comedido, Hecho gran charlatán de necedades
Que podéis ir segura de la vida ; Y fingiéndose ser otro Sileno,
Mas antes cuantos somos desde agora Mostrándoseles hombre de buen pecho
Os obedeceremos por señora. » Para poder después hacer su hecho.
Ella le respondió : «señor Salduendo, El era de pequeña compostura,
Ningún dolor os dé la vida mia , Gran cabeza, grandísima viveza,
Porque yo por indicios bien entiendo Pero jamas perversa criatura
Que presto perderá su lozanía : Que de razón formó naturaleza :
Solamente mi honor os encomiendo Todo cautelas, todo maldad pura,
En virtud de la buena hidalguía; Sin mezcla de virtud ni de nobleza;
Pues no me tuvo Ursúa de mal modo, Sus palabras, sus tratos, su gobierno
Y el cómo sabe quien lo sabe lodo. Eran á semejanza del infierno.
» Yo volveré, señor, de buena gana Charlalancillo vil algo rehecho,
Por la seguridad de mi conciencia, Sin un olor de buenas propiedades,
Que pretendo morir como cristiana La cosa mas sin ser y sin provecho
Y con mejor recalo y advertencia ; Que conocieron todas las edades;
Y pues mi muerte veo ya cercana, Pero nunca jamás se vido pecho
Quiero hacer alguna penitencia : Lleno de tan enormes crueldades;
Ciegos son los sentidos del que piensa Y en tanto grado es esto que toco,
A mi gran desventura dar defensa. » Que después me diréis que digo poco.
Después que doña Inés esto propuso Fortalecido pues del villanaje
A la causa mayor de la revuelta , Que prestaba favor á sus intentos,
Con mil vacilaciones y confuso Hizo desamparar aquel paraje
Al campo del traidor dieron la vuelta; Menospreciando ya descubrimientos,
Donde según templanza de buen usu Llevando por el rio su viaje.
Allí la recebió la gente suelta : De do para buscar mantenimientos
Holgóse de la ver su compañía , La gente descontenta sale fuera
Que eran honestas dueñas que tenia. A los pueblos que ven por la ribera.
Luego se confesó devotamente E yendo con aquel desasosiego
Con doto sacerdote conocido, Que suelen engendrar tales furores ,
Y hizo sepultar incontinente Y los leales pechos en gran fuego
Con tierno sentimiento su querido : Que causaban las llamas de traidores,
Deseaba hacello mucha gente, Vieron un pueblo do saltaron luego ,
Pero ninguno fué tan atrevido, Mas no hallaron ya los moradores :
Y en un árbol también de la floresta Allí desembarcaron los caballos,
Pusieron una letra como esta: Y el Aguirre mandó luego matados.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO IV. 165
Sirvieron de sustento los rocines ,
Siendo por todos ellos repartidos ; CANTO CUARTO,
Y en aquellas comarcas y confines,
üe madera de cedros escogidos Donde se da razón del mal fin que hubieron todos los conjurados que
Hicieron dos muy buenos bergantines , fueron en la rauerle de su gobernador, y cómo Lope de Aguirre se
Dejando los demás allí perdidos : hizo señor de toda la gente con muerte de muchos que tenia por sos-
Aquí también hicieron desatinos pechosos y que murmuraban y abominaban de su loca demanda.
Que de escarnio no fueron menos dinos.
Pues del rey don Felipo blasfemando, Entre falace gente mentirosa,
A son de trompas y con gran estruendo Poseída de pérfida locura,
Juraron por su rey al don Fernando, Eso me da quien teme que quien osa,
Que de hacer un hecho tan horrendo Nunca tiene jamás hora segura :
Estaba por ventura ya temblando, Ansimismo se hace sospechosa
Tan feo disparate conociendo : En el soberbio ver mucha blandura;
Hacen su jura, bésanle la mano, Pues suele retraerse el de fe falto
Y dicen, viva el rey, al nial tirano. Para poder hacer mejor el salto.
El Valcázar los labios remordía En aqueste consorcio tan perjuro,
Y estaba con enojo y furia brava ; Tan sin Dios, tan sin rey como ya digo,
Mas como dar remedio no podia, Cada cual se halló menos seguro
El intenso dolor disimulaba; Con quien mas se vendía por amigo ;
Y como, viva el rey, jamás decía, Y entonces caminó con mas escuro
El Aguirre, que todo lo notaba, Cuando mas claridad llevó consigo,
Procuró que también metiese prenda Porque ninguna lleva quien mal hace,
En cosa tan bestial y tan horrenda. Y aun de sí mismo no se satisface.
Y ansí, viéndolo estar como defunto Aguirre supo pues andar tramando
Con un esterior triste y amargo, A Joan Alonso de quitar la vida
Mandáronlo llamar, y en ese punto, A él y al mentecato don Fernando,
Después de le hablar Aguirre largo, Con ambición que pudo ser creída
El rey de naipes con los triunfos junto De se quedar á solas con el mando.
De justicia mayor le dieron cargo : Y aunque la causa no muy conocida,
La vara le presentan publicando A lo menos constó que se quejase
Que se la daban por el rey Fernando. De que Lope de Aguirre lo mandase.
Dicho por el perverso Damasipo El cual, usando de sus artificios,
Aguirre, principal en el alarde, Porque menos en él se conociesen,
Valcázar respondió con santo hipo, Haciendo dejación de sus oficios
Desechando temores de cobarde : Al Joan Alonso hizo que se diesen ;
« La vara tomo yo por don Filipo, A fin de que por estos beneficios
Mi rey y mi señor, á quien Dios guarde;» Se descuidasen y se convenciesen,
Mas el varón fiel, leal y fuerte Dijo también con parlamento largo
Después pagó con gloriosa muerte. Ser Joan Alonso digno de mas cargo.
Y agora porque el nombre del rey canta El Joan Alonso se les mostró gratu
Con determinación tan atrevida, Tomando sobre sí los cargos luego,
Estuvo con cordel á la garganta Porque con ambición al insensato
Y en grandísimo riesgo de la vida : No le fué necesario mucho ruego:
Intercesión de muchos se levanta, El Aguirre vivia con recato,
Y ansí fué por entonces suspendida Y el dicho Joan Alonso fué tan ciego,
La tal ejecución , y la malicia Que sin reguardo de discreto modo
Le quitó luego el cargo de justicia. Pensaba suyo ser el campo todo.
Y porque no quedase compañía Mas un aguja fuerte que tenia
Por el Ursúa muy apasionada, Nunca se le caia de la mano,
Allí luego mataron a García, Diciendo por allí que la traía
Capitán y persona señalada : Para cierto carillo mas que hermano :
Demás deslo juraron aquel día Joan Alonso, jugando pues un dia
De ser hermanos de la vida airada, Con otros del jaez el triunfo llano,
Y con solene jura que hacían Aguirre le cogió con tales mañas ,
Morir unos por otros prometían. Que con ella le dio por las entrañas.
No sé yo cuáles eran los intentos Quitóle ya los cargos con la vida;
De los catorce torpes que juraban; Y el Chaves, viendo tales embarazos,
Mas tiene por equívocos acentos Quiso tomar el agua por guarida ,
Según que los eí'etos declaraban : No pudiendo valerse de sus brazos;
Y ansí, por no quebrar los juramentos, Mas gente del traidor apercebida
Los unos á los otros se mataban. En ella lo hicieron mil pedazos:
¡ Oh gente sin razón, caterva ciega ! Muertos tenemos dos de los motines,
Y ¿ á quién no negará quien su rey niega ? Los demás no ternán mejores fines.
Sonábase tener secreto trato Viéndose pues con este desembargo
Chaves y Joan Alonso de la Vanda ; De gente que les era sospechosa,
Pero para decillo con recato, Al Aguirre volviéronle su cargo
Mi pluma mal cortada y algo blanda Porque ya no podían otra cosa,
Desea hacer pausa por un ralo, A causa de tener consorcio largo
Para ver en qué para su demanda : De gente, según él facinerosa,
Yo también quiero descansar en tanto Con la cual so color de buenos fines
Que fiamos orden al futuro canto. Nunca desamparó los bergantines.
Recelándose del el don Fernando
Y los demás que desta junta fueron ,
Deseaban de le quitar el mando
O la vida con él, mas no pudieron :
Cubre sus intenciones este bando
Buscando la sazón que no tuvieron,
Porque Aguirre, que dellosse recela,
Siempre tenia diligente vela.
166 JUAN DE CASTELLANOS.
Al mal Aguirre la noticia vino Anduvo pues la torpe camarada;
Desto que contra él se concertaba Y siendo por los bosques inquerida,
Hallaron á la malaventurada
Por Gonzalo Guirál, con ser sobrino Dentro de ciertas matas ascondida:
Del Guzmán, porque del se confiaba; i Oh maldad en maldades señalada!
Pero la confianza del malino ¡ Oh cruda crueldad jamás oida!
Contra si saca tiros del aljaba, ¿ Qué corazón de fiera tal hubiera
Porque permite Dios por sus pecados Que de tanta beldad no se doliera ?
Que en la misma moneda sean pagados. El hórrido temor en que se halla
Pues el viaje ciego prosiguiendo, Cubrióla luego de sudores frios,
En cierta isla do paró la gente, Que bien vio que venian á matalla
Don Fernando por parte del Salduendo La gente de los torpes desafíos;
Al Aguirre mandó públicamente Habló con triste voz á la canalla:
No vaya doña Inés con el estruendo, ¿ En qué os ofendí yo, señores míos ?
Sino que se le dé lugar decente : ¿Qué fruto , qué valor, qué bien se saca
El Aguirre desenfrenó la lengua , De me matar á mí, mujer tanflaca?
Hablando muchas cosas en su mengua. Arroyos claros van por las mejillas
Blasfemias increíbles va diciendo, Y por hermosos pechos de la dama,
Puesta la fuerte cota y el almete, Que puestas por el suelo las rodillas,
Y en altas voces con furor horrendo Piedad, piedad á voces clama :
Cuyo temor en las entrañas mete, El eco va haciendo maravillas ,
Dice : «¿dónde se sufre que Salduendo Con acento que al aire se derrama
En mi vejez me haga mandílete? Endurecidos robles hace blandos;
El y ella se guarden del diablo, Mas no los duros pechos y nefandos.
Porque yo mismo soy aquel que hablo. Las aves por los árboles gemian,
Salduendo tales cosas escuchando, Las fieras en el monte lamentaban ,
No menos encendido de coraje, Las aguas sus discursos detenían ,
Luego se quejó del al don Fernando, Los peces en el centro murmuraban;
Diciendo del Aguirre con ultraje: Los vientos con los sones que hacian
¿Dónde se sufre que este tenga mando? Tan execrado hecho detestaban:
¿Hay necesidad del en el viaje? Salió de las cavernas un ruido
¿Un hombrecillo de los desechados Que perdieron de hombres el sentido.
Nos tiene de tener avasallados ? Pues como tal, el pérfido Llamoso
Aguirre, por tomar mas de mañana Asiéndola del áureo cabello
Los pasos á los que eran del concierto, (¿Qué haces, ó cruel facineroso?
Entró tras él bien como tigre hircana, ¿No ves un espectáculo tan bello?),
O bien como león bravo y esperto, Al fin con el cuchillo sanguinoso
Y atravesólo con la partesana, Corló las venas de su blanco cuello ;
Dando luego con él en tierra muerto : Fuego de San Antón abrase mano
Don Fernando quedó como sin tiento, Que pudo hacer hecho tan tirano.
Viendo tan infernal atrevimiento.
El Aguirre, por escusar bullicios , ¡ Traidor ! si tú naciste de mujeres ,
Le dijo: «rey preclaro y escelente, ¿Qué bestia parió hijo tan nefando?
No juzgues ser aquestos maleficios, Y si eres hombre, di, ¿cómo no mueres
Sino frenos seguros á tu gente: Tan enorme traición imaginando?
Que cierto dignos son estos servicios Desdichado de t i , que donde fueres
Deste tu fidelísimo sirviente, Siempre la soga llevas arrastrando,
Pues he por ciertas vias descubierto Pues la justicia del divino alarde
Haberte de malar quien he yo muerto. No deja de llegar, aunque se tarde.
Notad, letores, la borrachería, Al fin dos dueñas desta compañía
Las tramas, las cautelas, los desinos; Hicieron doloroso sentimiento,
Pues yo no sé si llore ni si ria Las cuales entre miedo y osadía
Tan enormes y feos desatinos: Celebraron aquel enterramiento,
So color pues de lo que le decia, Y lo mejor que cada cual podia
Ensangrentó las playas y caminos Hicieron un humilde monumento,
Con Montoya, con Cristóbal Fernandez, Donde lloraron estas crueldades
Y otros en su maldad no menos grandes. Dríades, amandríades, náyades.
En aquesta revuelta tan nociva. Y entre lamentaciones y dolores,
Llena de tan pesados desconciertos, Que las piedras movian á blandura,
La bella doña Inés estaba viva , Cogian violetas, lilios, flores,
Aunque ya se contaba con los muertos; Con que cubrieron esta sepultura:
Porque tenia buena retentiva Allí solenizaron ruiseñores
Del grave sueño de los otros puertos, Exequias de tan grande desventura ,
Revuelve desventuras en su pecho Y no faltó también quien escribiese
Viendo para su mal camino hecho. En los árboles letra que dijese :
Mandóla pues llamar la pestilencia; Condilur his lauris prcpfulgens forma puellas,
Mas ella, conmovida de temores, Quam lullt insontcm sanguinolenta manus.
Gloria sylvarum est extinctum ceñiré ¡.vipus ,
Hizo como la otra vez ausencia, Asi homini vivens displicuit facies.
Asombrada de ver tales rigores';
Mas Aguirre con suma diligencia Encubren esto» laureles Aquesta montaña esquiva
Aquella que estremo rué Se tiene por muy altiva
Despachó por su rastro dos traidores, De hermosas y fieles, Con su muerta perfecion,
Mandando que la dejen tan sangrienta A quien sin qué ni por qué Y el animal de razón
Mataron manos crueles. No quiso tenella viva.
Que parla para Dios á dalle cuenta.
Para caso tan ignominioso Ya la febea luz se despedía ,
Partieron, corno digo, dos lebreles, Y llegados los nublos vaporosos,
Que fueron Alarcon y Joan Llamoso, El impío traidor que no dormía
Peores mucho mas y mas crueles ; Dio fin de tres ó cuatro sospechosos:
Pues eclipsan el rostro mas hermoso Y el torpe don Fernando no sabia
Que retrato de Venus por Apeles; Las muertes ni los trances rigurosos
Mas Dios nos guarde de villano tiesto, Por tener tales guardas el inviso
Cuando para maldad viene dispuesto. Que ningunos osaron dar aviso.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO IV. te"
¿Dormís, Guzmán, en suerte tan siniestra, Luego hicieron otro maleficio;
Y no veis cómo vela la raposa ? Y fué que, por los barcos ir muy llenos,
Dormid, que presto llegará la vuestra Alijaron gran copia de servicio,
Y aun de muchos , según anda la cosa : Todos indios ladinos y muy buenos,
A vos se llega la sangrienta diestra, A la disposición y beneficio
Allá camina ya furia rabiosa, De los caribes indios deslos senos;
Gran copia van con él de sus alanos, Llorando van los amos y señores,
Ensangrentados pies, brazos y manos. Y los indios acá daban clamores.
Entrando por la casa desta suerte, «¿Adonde nos dejais desamparados
Comienza de picar la bestia fiera, Fuera de nuestras tierras y regiones ?
Al mas dormido hace que despierte ; Desta manera suelen ser pagados
Pero su despertar del sueño era Los servicios con malos galardones :
Para dormir el sueño de la muerte , Tened mancilla destos desdichados
Con ver elfinque su maldad espera ; Que quedan en terribles confusiones;
Pues otros cuatro de los conjurados Llevadnos hasta ver otras riberas
Fueron á dar razón de sus pecados. Que no sean de gentes carniceras. »
Danse voces, gemidos, hay revueltas, Dios sabe lo que cada cual senlia
Suena por todas partes duro hierro, Con hecho tan criiel y tan malino ;
Las furias infernales andan sueltas Mas Aguirre de nada se dolía
Llevando los que van á su destierro: Siempre con un furor luciferino,
Un clérigo mataron á las vueltas, Que toda piedad aborrecía ;
Aunque la bestia dijo que por yerro; Y ansí fué prosiguiendo su camino,
Pero siempre le fueron odiosos Y por se condoler mató á Palomo,
Eclesiásticos y religiosos. Y otro quiero nombrar y no sé cómo.
El herido Guzmán salió huyendo , Caminan pues aquestas compañías
Cuasi cortadas las vitales vias ; Ya sin hacer parada ni reporte,
Mas una bala que lo fué siguiendo Sin dar seguridad las tiranías
Dio fin á sus reales boberías; Al apartado dellas ni al consorte;
Y el Aguirre, traidor, malo y horrendo, Y al cabo de buen número de dias
Hizo y deshizo rey eu cuatro dias; Las ondas vieron de la mar del norte;
Y agora concluidos estos males, Y creyendo venir siempre por rio
A su gusto nombró los oficiales. Había hecho del grande desvío.
Por maese de campo fué nombrado Viendo que por la mar van navegando ,
El Martin Pérez de la compañía Por agua dulce daban todos grita ;
En la muerte de Ursúa malogrado, Mas el salso licor iban cortando,
Por capitán á Cristóbal García: Y ansí pesada sed los necesita
Fué otro capitán Diego Tirado, Ir con velas y remos demandando
Y del ligur Espindola se fía La tierra de la isla Margarita,
También cierto Roberto Vizcaíno , Donde con estas penas y porfías
Todos prendados en su desatino. Tardaron en llegar catorce dias.
Las cosas ya sujetas á su mano, Acercándose va mala vulpej"
Y puestas en estado semejante, Al rancho descuidado y al cordero,
Aqueste crudelísimo tirano Primero la verán en piel de oveja ,
Prosiguió sus viajes adelante, Después un falso lobo carnicero :
Tomando del vecino mas cercano ¡ Oh cuan gran tempostad se le apareja,
Comida que pudiese ser bastante ; Cuánta calamidad y desafuero
Y en un pueblo saltó de la ribera, Al pueblo y á la tierra circunstante
Donde la gente toda salió fuera. De tan acerbos males ignorante !
Allí quisiera cierta camarada Antes pues que saltasen en el puerto,
En matar al traidor ganar corona, Por los ministros de piedad ajenos
Por ver tan suelta y tan desenfrenada El buen Sancho Pizarro quedó muerto,
Aquella crudelísima persona; Valcazar y Guiral ni mas ni menos.
Mas Aguirre tomó la madrugada Pagó á Guiral habelle descubierto
En ellos empleando la hascona, Conjuros contra él, aunque no llenos,
O porque sospechó tales conciertos, Otros cuatro mataron juntamente
O porque le serian descubiertos. Por ser al malo sospechosa gente.
Quedó tan sospechoso de sus males, Ansímismo mandó la bestia fiera
Que yendo navegando por el rio Que vivo Pero Alonso no quedase,
Mató cuantos sentía ser leales, Mas el ejecutor cruel espera
Y no seguían bien su desvarío: A que con mas rigor se lo mandase;
Mataba de soldados principales Ordenándolo Dios de tal manera
Los que reconoció con algún brío, Que para mal de Aguirre se guardase,
Y al tiempo que embarcó las gentes todas, Porque viendo sazón y coyuntura
Un caballero de San Joan de Rodas. Procuró buscar tierra mas segura.
El pobre Pero Alonso se temia Pues lleno de temores y confuso,
De sus horribles y espantables sañas, Una noche haciendo centinela
Porque el Aguirre siempre le decía: A poner mar en medio se dispuso
«A Filipo tenéis en las entrañas; En una muy pequeña canouela ,
Pues, Pero Alonso, muy justo seria Con un indio maestro de aquel uso
Que perdiésedes ya las malas mañas; Que á tierra lo llevó de Venezuela
Porque bien os entiendo, y aun espero Y en el pequeño palo mal cavado
Hacer un alambor de vuestro cuero.» Se vido muchas veces anegado.
Mas él, como sagaz, aquesto visto, Con mas seguridad del mar se fia
Como mejor podía lo llevaba, Que de estar entre gente tan maldita,
Y como viejo ya y hombre bien quisto, Y el riesgo de la mar en que se Via
De todo desafuero se escusaba : El otro no menor le facilita,
Al fin que fué servido Jesucristo Huyendo del traidor al quinto dia
Siempre librallo desta fiera brava, Después que ya lomó la Margarita,
Y aunque varón de brio, donde quiera Donde por os contar cosas de espanto
Hacíase mas manco de lo que era. Conviene que hagamos nuevo cauto.
i 68 JUAN DE CASTELLANOS.
Entre tanto que Mílo revolvía
A dar cuenta de los engaños hechos ,
CANTO QUINTO, Desembarcó la mala compañía,
Ascondidas las armas y pertrechos;
Donde se cuenta cómo AGUIRRE entró en la isla Margarita, prendió a; Porque toda la gente que venia
gobernador y principales, y las grandes crueldades que usó el tiempo Asegurase mas sus buenos pechos,
que allí estuvo. Llegóse pues en desastrada hora
Esta gente leal á la traidora.
Aquel que de gobierno tiene mano Con gran urbanidad hablan con ellos
No cumple que se crea de lijero, Manifestando sanas intenciones :
Porque no lodos tienen pecho sano, Aguirre se holgó mucho de vellos ,
Ni cuanto dicen sale verdadero : Mas no para dar justos galardones;
Guárdese del que tiene mas cercano, Pues luego hizo señas de prendellos
Y mucho mas y mas del estranjero, A sus descomedidos marañones
Pues debajo de sanas aparencias Y como de los tales no se esquivan
Suelen venir cubiertas pestilencias. Fácilmente prendieron cuantos iban.
Y suelen encarnar en el inerte AI pueblo parten luego los traidores,
Que mal inconvinientes asegura; A su Dios y á su rey falsos perjuros,
Y si se recatara desta suerte Hiciéronse de todos posesores
Quien tenia la tal judicatura, Inquietando todos los seguros.
Por ventura huyera de la muerte No os confiéis ansí, gobernadores ,
Y su pueblo de tanta desventura, A quien cumple mirar males futuros,
Como ie sucedió déla llegada Y es bien en las provincias apartadas
De gente tan bestial y desalmada. Que vivan las justicias recatadas.
Era perpetua gobernadora Aguirre va mostrando su braveza
Desta isla do va furia rabiosa, Mala, cruel, bestial, tonta, beoda,
Aquella nobilísima señora Por toda parte cunde su vileza
Doña Aldonza Manrique, generosa, Los lugares mas limpios mas enloda.
De mucho mas honor merecedora Tomó las llaves de la fortaleza,
Y para gobernar mas alta cosa ; Señor se hizo de la isla toda,
Tenia pues entonces el gobierno Mandó poner en ella con prisiones
Don Joan de Villandrando su buen yerno. Al don Joan y á mujeres y varones.
Para tomar Aguirre pues el puerto A este sin ventura caballero
Hacíales el tiempo diferente ; Con áspera prisión le hizo pago,
Mas los autores desle desconcierto Y en los demás el lobo carnicero
Echaron do pudieron cierta gente : Cadadia hacia gran estrago :
El mal que malos tienen encubierto Debió ser engendrado de Cerbero
Mal lo puede hacer el inocente ; Y en las tormentas de! averno lago ;
Pero no convenia ser ajeno Según que de piedad tuvo penuria,
De cautelosos trances cualquier bueno. Su madre debía ser alguna furia.
Salió por adalid Diego Tirado Al tiempo destos torpes desatinos,
De los soldados que salieron fuera, En la provincia de Maracapana
A quien si horcas vieran estirado Estaba frai Francisco Montesinos
Ninguna sin justicia se hiciera : Con cien hombres de gente baquiana ,
Al buen gobernador dio su recado Debajo pretensiones y desinos
Haciendo relación no verdadera ; De irá la conquista de Guayana ;
Pues á su salvo pudo dar aviso, Y como tales cosas inquiría
Mas este mal cristiano nunca quiso. Aguirre supo desta compañía.
Dada la relación de su venida Este traidor feroz y diligente,
Con el premeditado fingimiento, En la bestialidad de su porfía,
Y declarando ser gente perdida Deseaba juntar aquella gente
Falta de agua y falta de sustento ; Con la demás traidora que tenia ,
Pidióle proveyesen de comida, Y señaló por hombre suficiente
Prometiendo pagar á su contento Para hablalles á Martin Monguía,
En preseas que mas á gusto fuesen , El cual fué por la mar adonde estaba
Y algunas les mostró porque las viesen. Con cartas del tirano que llevaba.
Diciendo, que harán matalotaje Monguía, que se vido con soltura
De aquello que les fuese conviniente , Y en alta mar con velas y con remos,
Porque ya por estar en buen paraje A diez que lleva dijo : « gran locura
Se querían partir incontinente, Será , señores míos, si volvemos :
En continuación de su viaje Pues es modo bestial y maldad pura
Hasta Nombre de Dios derechamente; La vida y el camino que traemos »
Pues en Pirú los mas dejaban prendas , Parecióles su dicho nada feo
Repartimientos, casas y haciendas. Por ser aqueste mismo su deseo.
Como gentes allí son enseñadas Llegó Monguía pues muy diferente
A socorrer paupérrimos soldados Del traidor mandamiento que llevaba,
Que de descubrimientos y de entradas Y al fraile Montesinos y á su gente
Suelen llegar allí desbaratados ; Dio luego cuenta de lo que pasaba :
Todos se convidaron con posadas, También le dio con un cierto presente
Diciendo que serán agasajados La carta del tirano que llevaba
El señor capitán y compañía Tan loca, tan bestial, tan atrevida ,
Con toda la posible cortesía. Que fué de lodos ellos bien reida.
Y ansí luego don Joan con buen semblarle Todos los mas enormes desatinos
Subió con los alcaldes á caballo, Parece que en su carta los abarca,
Por traer al Aguirre por delante Porque promete dones peregrinos
Para servido mas y regalallo ; Y al fraile de hacello parlriarca ;
Mantenimiento llevan abundante. Mas no fué mentís inops Montesinos,
Sin consentir vendello ni comprallo : Por ser como lo es hombre de marca ,
Via la perdición que se seguía, Y ansí luego curó probar la mano
Y el maldito Sinon nada decía. En dalle sobresaltos al tirano.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO V. 169
Tenia con la gente mal avío Fué brevemente gente recogida,
Para bien ofender tales guerreros , Todos á voluntad de quien los lleva;
Mas hizo recoger en un navio Mas al tiempo que estaban de partida ,
Los unos y los otros compañeros : A la real audiencia vino nueva
Metieron ansimismo de buen brío Cómo la muy cruel y mala vida
Algunos indios muy buenosflecheros, En muerte semejante hizo prueba ;
Y ansí partió desde Maracapana Y pues ya se quedó Joan de Cepeda,
Para la Margarita que es cercana. Volvamos al Aguirre donde queda.
Aguirre gran contento recebia El cual desde la mar volvió bramando ;
Cuando deste navio vio la frente, Lanzando por los ojos vivo fuego
Teniendo por muy cierto ser Monguía Al triste pueblo vino, y en llegando
Y el fraile que venia con su gente : A los presos alcaldes mató luego ;
Llegó la nao pues donde queria , Y entre ellos al don Joan de Villandrando,
Y echó fuera los indios prestamente , Sin se vencer de lástima ni ruego :
Acudieron á su recebimiento Otros mató también, y otros espanta
Frustrados de su loco pensamiento. Con sogas y cordel á la garganta.
Pues los indios con flechas herboladas Veréis temblar mujeres y varones
Comenzaron allí su duro juego Viendo de desventura tal amago ,
Con dos, ó tres, ó cuatro rociadas, Y tan encarnizadas sin razones
A las ondas del mar huyendo luego ; Que turcos no hicieran mas estrago :
Do no los alcanzaban las espadas Noches y dias hay lamentaciones,
Ni podian dañar tiros de fuego, Ojos de cada cual hechos un lago,
Y dado salutífero rocío Y por estos crueles pareceres ,
A nado se volvían al navio. Ansimismo pasaban las mujeres.
Desde el cual la caterva de Monguía Ejemplo puede ser la sin ventura
Hablando con la gente del tirano Ana de Rojas , que ninguno fuera
Con levantadas voces le decia : Tan torpe ni tan maia criatura ,
« Desamparad aquese mal cristiano, Que todo buen respeto no tuviera
Huid abominable compañía, A su belleza, gracia y hermosura,
A la bestia cruel dalde de mano, Sino quien tan bestial y malo era:
Dejad á tan perversa criatura Aqueste la miraba de mal ojo ,
Y cesen los estremos de locura.» E yo diré la causa del enojo.
Aguirre , como se halló burlado , Huia con la mas gente traidora
De manos y de pies vuelve hiriendo, El alférez mayor dicho Villena, '
Y con furores de endemoniado, Huésped para su mal desla señora ,
Que tal estaba él según entiendo, Que sin lo merecer llevó la pena.
Maldice cielo y tierra y lo criado, Este para huir halló su hora
Acá y allá la cara revolviendo, Por no le parecer tal vida buena:
Lanzando vivo fuego por los ojos A ella, que tembló des que lo vido ,
Por ver donde descargue sus enojos. Aguirre pidió cuenta del huido.
Diciendo : «¡ quién cogiera la persona Ella como podia se escusaba ,
De aquel reverendísimo soldado Amortiguados róseos colores,
Para poder hacelle la corona Que ya parece ser adevinaba
Con bracamarte fino y amolado! El fin á que venían los traidores :
Fraile hecho ministro de Belona , Hincada de rodillas les rogaba
Monguía hecho fraile y ordenado. No descarguen en ella sus furores;
¡Oh mal traidor, ladren, facineroso! Mas el protervo, sobre malos malo,
¿Tan presto te tornaste religioso? Mandó que se la pongan en un palo.
» ¡ Oh sucios fugitivos como ciervos! Acude la vil gente que traia ,
Huélgome que seamos arrieros , Fácil á todos vientos y mudable ,
Estended bien los encogidos niervos , Colgáronla del arte que decia ,
Que yo recogeré vuestros gargueros; Sin haber quien le ruegue ni le hable :
Porque de vuestras carnes coman cuervos, Llegados pues, el arcabucería
Y en las cabezas crien avisperos. Descarga en la triste miserable.
¡ Locos, tontillos , vanos y livianos! ¡ Anatematizados sean pechos
Y ¿ pensáis escaparos de mis manos ? Que concibieron tan enormes hechos !
«Aunque el traidor Monguía se remonte, ¡ Bajo, bestial, cruel y vil alarde,
Acá quedan espíritus malinos Villanaje soez mas que villano!
Que sabrán dó lijáis el horizonte, ;, Es posible que tanto furor arde
Cuáles sendas lleváis y qué caminos. En detestable corazón humano?
Descubrirán las matas en el monte Pero Dios me defienda, libre y guarde
A los que se tornaron montesinos, De quien él ha dejado de su mano;
Que el mejor de vosotros es mas malo, Pues lo mas malo juzga por facecia,
Y ansí do quier que vais hay soga y palo.» Y todo bien pospone y menosprecia.
El fraile, como vido tanta gente Al fin la muy querida y regalada,
De parte la tirana competencia, Que solia burlar del mal vestido,
Con arcabucería tan potente A cuya devoción la mas honrada
Que resistiera muy mayor potencia , Y el mas cabal estaba convertido,
Determinó partir incontinente ¡ Oh secretos de Dios ! veréis ahorcada.
A dar razón á la real audiencia Dolor inmenso para quien la vido
De la Española, donde ya sabia Otro tiempo gozar pomposa vida,
Que el ínclito Cepeda presidia: Viendo su muerte ser tan abatida.
En estas partes hombre señalado, Veréis dolorosísimo gemido
Por ser en sus gobiernos esceleute, Por toda la familia que tenia:
Varón en todas ciencias eslremado , Lloran los hijos, llora su marido,
No con menos estremos de valiente; Que ternísimamenle la queria,
El cual con su valor acostumDrado, Y el lobo carnicero que lo vido
Habida relación del delincuente, Dijo : « pues vos tenedle compañía,
Por ir á castigar tan malos hechos Que cuando dos personas bien se quieren
Convocó gentes y juntó pertrechos. Gran contento les es si juntos mueren. »
Í70 JUAN DE CASTELLANOS.
Tumulto de demonios inhumano , Ya por aquellos mares comarcanos
De Dios y de su rey mal enemigo , Melchior Maldonado mete prendas,
Poco tardaron en echalle mano Diego Nuñez Beltrán y sus hermanos
Sin otra causa mas de la que digo ; Entablan potentísimas haciendas:
Y al viejo grave, trepidante, cano , El mariscal Miguel de Castellanos
En los descubrimientos mas antiguo, A la fortuna tiene por las riendas,
Le cortaron el hilo de la vida Y otros siguen también prósperos lances
A fin de que buscase su querida. Y don Luis de Leiva los alcances.
Demás de muchas muertes de cristianos Resucita la gala y el arreo
Asoló casas, destruyó haciendas, Y* toda cobardía se destierra,
Y murió Martin Pérez á sus manos , Tornado ha la justa y el torneo ,
Que contra él soltaba ya las riendas : Soldados y pertrechos para guerra :
Hizo matar tres frailes franciscanos Hágales Dios el bien que yo deseo,
Por hacelles á todos meter prendas; Que cierto quiero bien aquella tierra,
Y ganaron con él aquesta loa Pues por allí gasté mi primavera
Un viejo Paniagua y Figueroa. Y allí tengo también quien bien me quiera.
Fray Andrés de Valdés , mi buen amigo, Pero dejémoslos meter las manos
No se libró de los mortales daños,
Pues uno fué de tres frailes que digo En aquellos riquísimos ostiales ,
Cargado de vejez y largos años, Sacando de las conchas bellos granos
De pobres peregrinos gran abrigo, De perlas trasparentes orientales;
Ajeno de cautelas y de engaños , Pues quiero perseguir estos tiranos
Y ansí dolió su mal acabamiento Por ver en qué pararon tantos males ,
Sin osarse mostrar el sentimiento. Y porque los letores tengan cebo
Acabarémoslos con canto nuevo.
Como vuelta del fraile recelaba
Que le decían ir por mas potencia,
Barcos y bergantines aprestaba
Con gran solicitud y diligencia ; CANTO SESTO,
Y el miserable pueblo deseaba
Ver fuera tan terrible pestilencia, Donde se cuenta cómo Lope de Aguirre salió de la isla Margarita y entró
Pues nadie tuvo de su salvamento por Burburuata, pueblo de la costa, la tierra adentro basta la nueva
Valencia, con otras cosas que acaecieron antes de su vencimiento.
Seguridad un punto ni momento.
Según el que condenan á que muera, Ansí como tumulto de repente
Que el resto del vivir en Dios convierte , Es causa de confusas turbaciones ,
Y está todos momentos en espera Ansí si venidero mal se siente
De las ejecuciones de la muerte ; Lo hacen menos buenas prevenciones,
Con tal inquietud vivió cualquiera Donde cada cual anda diligente
En tanto que duró tan mala suerte: Antes que lleguen las ejecuciones
Al comer, al dormir, bajos y altos Como tiro que vistes venir claro
Estaban con trescientos sobresaltos. Que procuráis hacelle buen reparo.
Porque veáis las cosas cómo andan Fueran pues por la gente marañona
Donde las tiranías prevalecen , Los pueblos de la costa destruidos,
Y á cuántas desvergüenzas se desmandan Si por el que mi verso ya pregona
Los que con tales fiebres adolecen: No fueran con aviso socorridos ;
¡Oh, felices las tierras donde mandan Pero por la bondad desta persona
Reyes, y santas leyes se obedecen , Vivian lodos ellos advertidos,
Que cierto la tal es en esta vida Estaban vigilantes donde quiera,
Dádiva santa mal agradecida! Y el Pero Alonso y ellos en espera.
Pues el bestial con un sangriento hipo , Al tiempo pues que del león ñemeo
De la sed infernal nada distinto, El padre de Faetón se despedía,
Escribió cartas á su rey Filipo, Y del ilustre resplandor febeo
Hijo del invencible Carlos quinto : Imagen de la Virgen se vestia ;
No con la discreción del sabio Edipo, Aguirre lleno de su mal deseo
Pues por disparatadas no las pinto, Partió con su dañada compañía ,
Razones emanadas de su saco Traidora , desleal, falsa , perjura,
Y charlatanerías de bellaco. Y siempre pertinaz en su locura.
Después que con aplausos y gran grita En cuál de dos caminos se desvela :
Sacaron sus secuaces mil traslados , O irse por la mar mas adelante,
Para sus bergantines los incita O por la tierra desde Venezuela
Do luego se metieron los soldados ; Ir al reino que está poco distante :
Y en esto dejaré la Margarita Y á escoger el Cabo de la Vela,
Y' á todos sus vecinos asolados : Hacia su partido mas pujante ;
El mas rico tan pobre mendicante, Porque tomara copia de dineros ,
Que no se vido cosa semejante. Navios y con ellos marineros.
Los unos y los otros lamentaban Fué negocio de muy mucha importancia
Porque cosa que preste no les queda, Para quien en la costa residía,
Y los mas remediados mas estaban Por haber por allí gran abundancia
En lo mas abatido de la rueda : De vagabundos y gente baldía :
Entre ellosfinalmentese trataban Y estos acuden á la mas ganancia
Pedazuelos de hierro por moneda, Sin saber el fiel de quien se lia,
Ansí que los desechos de rincones Por ser ansí de malos como buenos
Entonces fueron los preciados dones. Malos de conocer pechos ajenos.
Mas el sumo Señor de tierra y cielo Y aunque es cierto que no prevaleciera,
Remedió sus trabajos y pobreza, O muerto de los suyos ó de eslraños,
Con envialles luego su consuelo Primero que en tal punto se pusiera
Y descubrir allí suma riqueza Hiciera por la costa grandes daños;
De perlas, que, según yo lo nivelo, Mas Dios lo proveyó de tal manera
Deben de ser en muy mayor grandeza Que presto fenecieron sus engaños ,
Que en el tiempo que tengo declarado Pues en las elecciones del camino
En otra parte desle mi tratado. Escogió lo que menos le convino.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO VI. 171
Llegó con sus soldados al paraje El uno dellos fué Joan de Morales ,
De la Burburala , y el armada Pedro Gavina, Márquez y Reinoso,
Quiere que por allí baga viaje Rueda y Luna , personas principales ,
A este nuevo reino de Granada : Caravajal, mancebo valeroso,
Saltan en tierra, hacen homenaje Peresteban Cerrada y otros tales,
De llevar adelante su jornada, Fuertes en cualquier trance riguroso;
Derribando contrarios estandartes Esteban Sánchez Albarracin era
Hasta señorear indianas partes. Deseoso de ir en la bandera.
Como de los pasados desatinos Al cual por ser un mozo desbarbado
Y la ferocidad de su venida Le mandó el capitán que se quedase;
Estaban avisados los vecinos , Porque por ser lugar recién poblado
Los pies pusieron todos en huida : Habia de quedar quien lo guardase;
Por pueblos , valles , sendas y caminos El caballo tenia ya ensillado
Se daba grande trueno y estampida, Y mandóle que lo desensillase;
La fama publicaba nada menos , Mas él sin respetar mando ni ruego
Antes los mas vacios hizo llenos. Encima del caballo saltó luego,
Los nublados llegaban muy escuros Diciendo : «yo también tengo dos manos
Y con preñeces grandes los efetos, Y tan amigas de sus pareceres,
Eran de recelar males futuros Que quieren mas alancear tiranos
Y ansí los recelaban los discretos : Que quedarse por guarda de mujeres;
Sobresaltábanse los mas seguros , Y allí veréis si son golpes livianos
Perdían el sosiego los quietos, O mis puntas picadas de alfileres.»
Y en breve fué la nueva derramada Holgóse Bravo de lo que decia,
Por este nuevo reino de Granada. Y de llevar tan buena compañía.
Es la ciudad de Mérida postrera, Caminaba las noches y los dias
Do el dicho nuevo reino se termina , Doblando muchas veces las jornadas ,
En saber tales nuevas la primera, Con deseo de ver las valentías
Y la que por acá las encamina : Que decían Jas gentes asombradas,
De la dicha ciudad entonces era Encareciéndole ser compañías
Capitán Pero Bravo de Molina, En terribles encuentros muy usadas,
Cuyo valor, esfuerzo y fuerte mano Por ser el vencedor en mas tenido
Deseaba dar Un del mal tirano. Cuanto mas es la fuerza del vencido.
Estando pues el Bravo con denuedo No quiere descansar ociosa hora,
De ir á resistir á los traidores, Ni la tiene su via prosiguiendo ;
Habló luego con Trejo y con Sauzedo, Si pasando los ríos se demora,
Soldados arriscados , guerreadores, Parece que se estaba deshaciendo;
Y Jijóles : « pospuesto lodo miedo, Pero dejallo hemos por agora
Estas cartas llevad á los oidores A nuestro nuevo reino revolviendo,
Porque nos va , señores, en la ida El cual de tales nuevas y recado
Las honras, las haciendas y la vida. Anclaba todo muy alborotado.
» Acordaos qne sois de nacimiento E l caso requería diligencia,
De padres buenos , nobles y leales, Porque descuido fuera temerario,
Y que cosas que fueren de momento Y ansí los tres oidores del audiencia
No conviene fiar sino de tales : Proveyeron el orden necesario.
Camino es de gran desabrimiento, Hacen hacer de gentes aparencia
Mas fácil para hombres tan cabales, Poniéndolas en listas y sumario,
Cuyo valor, soltura y lijereza Nombrando para tales ordenanzas
Sabrán bien allanar el aspereza.» Hombres dignos de tales confianzas.
Ellos le respondieron : «bien sentimos Por general de todos fué nombrado,
El grandísimo riesgo que corremos; Bastantísimo para la jornada,
Pero para servir al rey nacimos, El Ínclito señor adelantado
Y en su real servicio moriremos. Don Gonzalo Jiménez de Quesada,
Desde este punto nos apercebimos, Que como general ejercitado
Y el curso que mandáis abreviaremos.» La nombradía fué bien empleada,
Agradecióles Bravo la respuesta, Como quien siempre tuvo por oficio
Por ser tan comedida y tan modesta. Aventajarse en el real servicio.
Aderezáronse las buenas guias Fué Gonzalo Süarez señalado
Y atravesando van prolija sierra: Por capitán de gente de á caballo,
Allanan tropezones, valentías, Hombre bastante diestro y esforzado,
Sin les poner temor indios de guerra ; Leal yfidelísimovasallo.
Al fin en breve número de dias En itálicas guerras es cursado ,
Llegaron do de paz era la tierra , Y aunque sus hechos de presente callo,
Y luego con la misma diligencia Cuando se trate deste reino nuevo
Las cartas presentaron en audiencia. Cumpliré , Dios mediante, lo que debo.
Tuvieron esta nueva por aceda, Insigne capitán de infantería
Y , según el sonido, por gran plaga, Fué Gregorio Süarez el de Deza,
Francisco de Villafañe y Grajeda, Que según su valor y valentía
Y el buen Melchior Pérez de Arteaga, Donde quiera pudiera ser cabeza.
A quien entre los buenos desta rueda Con tal presteza cual se requería
Deseo que mi pluma satisfaga; Las cosas uecesarias adereza
Mas aunque sean los loores buenos Diciendo: «vida con honor adquiere
Lo mas que se dijere será menos. Aquel que por servir á su rey muere.»
Despedidos aquestos mensajeros, Al viejo Garci Arias Maldonado
El bravo capitán y cortesano Otra capitanía se comete,
A gran priesa juntó los compañeros El cual de nuevas fuerzas alentado
Que tenia sujetos á su mano, A las soberbias armas arremete.
Con deseo de ser de los primeros Y ansí como diestrísimo soldado
En quebrantar las fuerzas del tirano: Salió luego con pica y coselete ,
Llegáronse pues veinte valerosos , Diciendo con briosísimos ardores,
No menos del empresa codiciosos. Viva el rey,viva el rey, mueran traidores
175 JUAN DE CASTELLANOS.
Acuden pues á la real bandera
Una gran lealtad con desengaño
De hombres lan cabales, que cualquiera CANTO SÉTIMO,
Pudiera deshacer pérfido daño:
Pero García Ruiz , que alcalde era , Donde se trata del vencimiento de Lope de Aguirre, la justicia que del
El buen Miguel Holguin, Joan de Avendaño; y otros se hizo, con el cual se remata ansimismo esta historia, y la
Sigue con gran valor leal desino primera parle de las elegías.
Bartolomé Camacho y Pero Niño.
Un Diego Montañés acudió luego, Quien á delitos feos se desmanda ,
Paredes Calderón y otro Paredes, Lo que tiene por claro le es escuro ,
Y aquel claro Rincón llamado Diego Y aquello que juzgó por cosa blanda
Por á Velandia pluma que bien puede?, Se le tornó rigor cruel y duro;
Y á Rodrigo Süarez Savariego, Porque quien cerca del peligro anda
Pues son varones dignos de mercedes , Riesgo notorio toma por seguro;
Y á Miguel Sánchez, Joan Rodríguez Pana Y es cierto que quien malos pasos trae
Cada cual de su rey fiel amarra. Hace lazos y hoyos en que cae.
Cuando gente por Tunja se hacia Ansí donde pensaban los tiranos
De la que nunca supo ser ociosa, Hacer de mas potencia su partido,
La clara Sania Fe menos dormía, Allí hallaron belicosas manos
Que cierto la tenia valerosa. Fiel consorcio , fuerte y escogido,
Y ansí de fortaleza y bizarría Que dieron fin á hechos inhumanos
Nunca jamás se vido mejor iosa: Y al desinio bestial desvanecido ,
Lucidas armas, jóvenes galanes, Aunque se castigaron los traidores
Insignes y admirables capitanes. Con harta mas modestia que rigores.
Ondean los penachos, lucen mallas, Pues cuando se tomó Burburuata,
Convocan los soldados á bandera Que estaba como dije sin gentío,
Céspedes y los dos viejos Olallas , La gente desleal de quien se trata
Y aquel fuerte varen Joan de Ribera : Tomaron en sus puertos un navio,
Usados á rencuentros y batallas No con copia de oro ni de plata,
Y escelentes varones donde quiera , Porque de vinos era su carguío;
Siendo también iguales al socorro Pero tomaron buena artillería,
Los capitanes Orejuela y Zorro. Cosa que muy al caso le hacia.
No quiso libertarse de las bregas, Acostumbrando siempre las usadas
Antes á ellas mas se determina, Insolentes y feas crueldades ,
El que hoy es mariscal Fernán Vanegas, Aguirre mató dos á puñaladas
Lanchero y Andrés Vázquez de Molina. Por no querer seguir sus vanidades:
Las nuevas que venían eran ciegas, Andaban desvergüenzas derramadas,
Porque la nueva cuanto mas camina Muy estendidas deshonestidades
Tanto mayor se hace por do pasa, Con algunas mujeres afligidas
Sin señalalle término ni tasa. Que estaban por los montes ascondidas.
Esperábase pues el duro Marte Para poder pues ir á los lugares ,
Por todos estos hombres principales , Cuyos robos y sacos pretendía,
Nombrando cada cual en su estandarte Tomaron muchas bestias caballares
Ministros necesarios y oficiales; En que poder llevar artillería ;
Y con seguridad en toda parle Quemaron casas, huertas y lugares
De gentes sanas, buenas y leales, Y cuanto por delante se ponia;
Porque el olor de cosa diferente Y con este rigor sin resistencia
Aqueste nuevo reino no consiente. Llegaron al lugar de la Valencia.
Es demás desto grande su aspereza Entraron las soberbias compañías
Y sus defensas bien acomodadas, Tirando por las calles tiros vanos ,
Por las fortalecer naturaleza Por estar de vecinos ya vacías,
De peñoles y sierras levantadas; Y ellos y sus mujeres muy lejanos.
Inespugnable es la fortaleza Mas no sé por qué tratos ó qué vías
De que son rodeadas sus entradas, Cayó don Julián entre sus manos,
Pues ya sea peón , ya caballero, Y fué de su desgracia lo mas negro
Ha de venir á él por contadero. Prendelle la mujer y suegra y suegro.
No criara tirano furibundo Allí buscó también quien se escapase
Ni leña de que salga tal candela , Pedrarias no queriendo mas seguillo,
Aquí no hay quien ande vagabundo Y al Julián mandó se lo buscase
Ni junta de baldíos que mal huela : Y diese orden para descubrillo,
Si le llamáis ciudad al nuevo mundo, Si acaso no quería que pasase
Llamad á este alcázar que la vela , La mujer y los hijos á cuchillo ;
Pues será de traición y vida ancha Y como su decir era hacello
Para siempre jamas libre de mancha. Buena maña se dio para prendello.
Esto se mostrará por esperíencia El pobre que se vido prisionero ,
Agora y en los siglos venideros , Hincado de rodillas le decia ,
Pues no menos será la descendencia Que pues era leal y caballero
Que fué la lealtad de los primeros : Huyese de hacer tal villanía,
En servir á su rey gran advertencia, En entregar al lobo carnicero
Eso me da mestizos que herederos; Oveja que de tanto mal huiaf;
Y el que pensare ver contrario efelo Y pues buscaba buenos y leales
Digamos ser inicuo su concelo. Fuese favorecido de los tales.
Estando pues el reino de manera Y respondióle : «yo, señor, me muevo
Que Aguirre no hallara mal recado, A hacer fealdad que uo quisiera,
Monroy trajo la nueva cómo era Mas hacer lo contrario no me atrevo
El y su gente ya desbaratado; Por tener en rehén mi compañera :
Y ansí quiero volver donde me espera Y bien entenderéis que, si no os llevo ,
A contar el rencuentro deseado; La despedazará la bestia fiera;
Y para rematallo con mas gusto Será pues muy menor inconviniente
Haremos del injusto canto justo. Morir vos solo que morir mi gente. »
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO VII. 173
Teniendo pues Pedradas conocida De parte donde estaban ascondidos
La voluntad contraria de su ruego, Salen con gran furor compañas largas ,
Le dijo : « no penéis en mi partida , ' Dan saltos, gritos, voces y bramidos ,
Si con ella pensáis ganar el juego. Flechas , piedras y tiros van á cargas :
El me ha de quitar allá la vida; En piernas, pechos, rostros son heridos,
Mejor será que vos me matéis luego , Sin poder reparar con las adargas ;
Llevalde mi cabeza por agora : Si por aquí no hay reparo cierto ,
Quizá libertareis esa señora.» Por acullá les dan en descubierto.
Por la causa que tengo ya contada, Ansí como por tiempos acontece
Era de lo llevar codicia tanta, Con la fuerza del austro proceloso,
Que luego con los filos del espada Que el aire se condensa y escurece
Comenzó de cortalle la garganta. Formándose ruido temeroso,
Mas como vido sangre derramada Y con aquel ruido luego crece
La furia de su brazo se quebranta , El áspero granizo riguroso ,
Y al miserable con sangrienta mano Dejando los repechos y collados
Llevó sobre sus hombros al tirano. Aquella tempestad embarazados;
Al maestro mayor del desconcierto Acuden á romper tiranas redes
La víctima ya dicha se presenta , El capitán Ruiz, fuerte guerrero ,
Y por le parecer que estaba muerto Y el buen Diego García de Paredes,
De la venganza hizo poca cuenta : De paternas virtudes heredero :
Curáronlo después con tal concierto Soldados trae dinos de mercedes
Que se pudo librar de la tormenta Otro buen capitán, dicho Romero,
De la canalla vil y mal tirano, Porque cada cual deslos le traia
Y á este reino vino bueno y sano. La gente de caballo que podia.
Puestos pues los vecinos en aprieto Quiso también juntar allí su gente ,
Ausentes de sus casas y en huida, Al servicio del rey aficionado,
A la ciudad de Baraquecineto Joan Rodríguez Süarez , el valiente,
El campo del traidor hizo partida , Capitán valeroso y esforzado :
De cosas necesarias al efeto Mas no le sucedió felicemente
Toda su gente bien apercebida; En medio del camino comenzado ,
Y la gente leal también se llega Por intentar él, diestro y animoso,
Camino grandemente peligroso.
Y para su defensa se congrega. < Era pues este, Dios le dé su gloria ,
En este territorio ya contado Capitán en Caracas de indios fieros,
Y poblaciones que le son sujetas Usados á salir con la victoria
Era gobernador Pablo Collado, De grandes y magnánimos guerreros,
A quien llamaba yo Pablo Faldetas , Y él hizo hechos dignos de memoria
Por ser un hombre mal ejercitado Ayudado de pocos comp'añeros,
Entre los alambores y trompetas, Y agora no quisiera hacer falla
El cual andaba, ya vista la cosa, Al tiempo que se diese la batalla.
Para poner los pies en polvorosa. Y porque sus deseos se cumpliesen
Mas entendida ya por trujamanes Y los efetos dellos se llegasen,
La fuerza de contrarios estandartes , Mandó que solos siete los siguiesen ,
Acudiéronle luego capitanes Y los otros soldados se quedasen ;
Ejercitados en guerreras artes, Con que del nuevo pueblo no saliesen ,
Que recelando vueltas y desmanes Antes con gran cuidado lo velasen ;
Dejaron las tenencias de sus parles; Y dicho lo que mas les convenia,
Vino de los primeros con su seña Con siete de caballo hizo via.
El mariscal Gutierre de la Peña. En abreviar jornadas importuno,
Anduvo Terepaima luego listo Sin ponérsele cosa por delante,
Recogiendo gran copia de valientes, Y de términos tímidos ayuno,
Y como principal y mas bien quisto Caminó por la sierra circunstante;
Determinó hablar a los presentes : Pero muy poco vale la de uno
«Buenos amigos mios, habéis visto Donde fuerza de muchos hay pujante :
En cuan poco nos tienen estas gentes ; Atravesando pues iba la sierra ,
Y cómo cuatro gatos entran denlro Poblada de feroz gente de guerra.
Sin recelar zozobra ni rencuentro.
» Paréceme ser justo que se prendan Su derrota guió por Terepaima,
Estos atrevidísimos cristianos, El imperio del cual es absoluto ,
Sin que se dé lu^ar á que desciendan Hasta los términos de Barataima
De nuestras altas sierras á los llanos, Y otro cacique no menos astuto ,
Para que todos ellos comprehendan Que dicen proceder de Pariaima ,
Cómo también acá tenemos manos; Y allí suelen llamar Guaicamaculo ;
Que la ventaja ya la vemos presta , Aquestos dos con otros aliados
Pues tenemos las piedras y la cuesta. De su venida fueron avisados.
» Ya veis á Joan Rodríguez dónde asoma Ansí fueron las flechas que caian
Con siete moconies ó vasallos ; Encima del cristiano caballero,
Mas yo le haré presto que no coma Y aquesto visto , todos revolvían
Ni le valgan los pies de sus caballos : Pugnando cada cual de ser primero ;
Dejémoslo llegar bajo la loma Pero cómodamente no podian
Para poder mejor señoreallos; Por haber de pasar por contadero,
Espías en lo alto para vellos , Y por las partes diestras y siniestras
Y al tiempo de bajar demos en ellos.» Habia cantidad de gentes diestras.
De la suerte que veis se concertaron Las furias de los indios mas cercanos
Robusta juventud y los de canas, Andaban de temor tan apartadas ,
Y aquel término todo rodearon Que los quieren tomar vivos á manos ,
Con flechas, dardos, piedras y macanas. Mas no lo consentían las espadas :
Los nuestros a la loma se llegaron Las cuales pocos golpes daban vanos,
Sin recelo de gentes comarcanas: Pues hendían cabezas y quijadas ,
Pasan por ella pues , y en descendiendo Y con esfuerzo de ventura falto
El mundo se hundía con estruendo. Procuraban volver á lo mas alio.
174 JUAN DE CASTELLANOS.
Terepaima con cierta confianza De si solo haciendo la reseña
De le salir á bien lo comenzado, Necesidad le hace que despierte ,
Tiró de dura palma larga lanza, Tomando por espaldas una peña
Y á Carpió traspasó por el 'costado : Que fué detenimiento de su muerte ;
Faltóle de vivir el esperanza, Y con aquel amparo les enseña
Del caballo cayó desalentado , De cuánto valor es su brazo fuerte :
Con el cuerpo mortal la tierra mide De cuando en cuantío del lugar salía,
Y el alma de las carnes se despide. Y hecho mucho daño se volvía.
Süarez por los indios se melia Por cierto no serán cuentos inciertos
Con impetuosísimos furores, Si por verdades ciertas os declaro,
Y á los otros que restan les decia: Tener delante tantos indios muertos
« Ea, mis compañeros y señores: Que casi le servían de reparo :
Que hoy, según que vemos, es el dia Pues sus indios ladinos descubiertos
Do conviene mostrar vuestros valores.» Contaron lo que cuento muy al claro,
Hacia tales cosas el Süarez Y también cómo antes que muriese
Que le hacian francos los lugares. Le decian los indios que se fuese.
El mancebo Fajardo de Guevara Pero ya lamentaba su pecado
También iba haciendo maravillas , Al tiempo que decian de la ida ,
No cesa, no reposa, nunca para, El pecho, según dicen, traspasado
Rompiendo por las impías cuadrillas; Y en los postreros trances de su vida :
Mas de las infinitas una jara Quedóse pues enhiesto y arrimado
Le traspasó las armas y ternillas: El alma de las carnes despedida,
Andaba todavía muy esperto, Y aunque vían que no se meneaba
Mas á cabo de poco cayó muerto. De temor ningún indio le locaba.
En este mismo punto se desmanda El fuerte capitán, leal vasallo ,
Un escuadrón de gente bien armado Murió con los intentos que llevaba;
A cercar el caballo de Miranda, Por cuya causa quiero ya dejallo
Que estaba casi muerto de cansado; Para decir que cuando se esperaba,
Y no teniendo fuerzas de su banda, Con escogidos veinte de á caballo,
De quien allí poder ser ayudado, Pero Rravo llegó con furia brava ;
Una larga macana se adereza De muchos dellos dije ya los nombres
Que le hizo pedazos la cabeza. Y no me acuerdo de los otros hombres
Con tan vivo calor el sol ardia, Al tiempo que llegó donde quería
Que los humanos cuerpos abrasaba: Halló como con otros diez varones
Aquel ardor mortal los afligía, El gobernador Pablo se huia
Y la terrible sed los fatigaba: De los incorregibles marañones :
Remedio de su daño no se via, Rravo dijo lo mal que lo hacia,
Socorro de Dios solo se esperaba; Y á los demás les dio reprehensiones,
Y estaban ya los vivos de manera Diciéndoles defiendan con la lanza
Que cada cual de vida desespera. Las tierras que les dan en confianza.
Aunque de indios hay muchos sin vidas, Estar como lo via muy doliente
Acudían por puntos á nubadas, Por disculpa le dio Pablo Collado;
Y en lo alto mujeres prevenidas, Mas después que del reino vido gente
Que de flechas también iban cargadas No se mostraba tan acobardado ;
Y en vasos cantidad de sus bebidas Y ansí hizo volver incontinente
Para tales calores apropiadas: En busca del traidor desacatado,
Mientras los unos andan en el juego Nombrando á Rravo para mas honrallo
Los otros en beber toman sosiego. Por capitán de gente de á caballo.
Mas el beber de la salvaje gente Al tiempo que lo tal acontecía,
Eran tragos mortales en nosotros, Y el Collado volvia mas brioso,
Faltándoles vigor que los aliente Gutierre de la Peña no dormia,
Y los lijeros huellos de sus potros ; Ni Paredes andaba de reposo :
Ni les daba lugar la sed ardiente Pues cada cual la gente recogía
Para poder hablar unos con otros : Por término sagaz y valeroso ;
Flaca la resistencia que se prueba , Y en parte y en lugar acomodado
Porque siempre venia gente nueva. Tenían por el rey campo formado.
Llegaron pues algunas ordenanzas , Sabiendo que el Aguirre ya venia
Cuyos cuerpos y caras van pintadas, Con todos sus pertrechos y guerreros,
Con grandísimo número de lanzas A lo espiar salió Diego García
De puntas muy agudas y tostadas : Con obra de cuarenta compañeros.
Prometiéndose ciertas esperanzas Para contar la gente'que traía
De dar fin á las guerras comenzadas; Y cuánta cantidad de arcabuceros,
Guaicamacuto guia la hilera Pusiéronse en lugar tan oportuno
Y á los otros habló desta manera : Que todos los contó sin faltar uno.
«Apartaos afuera, moconies, Las centinelas puestas en lo alto ,
En tanflacosrencuentros ocupados : Viendo que se pasaron las reseñas ,
Dejadnos estos pocos de coríes, Y su servicio de defensa falto
Comeré de sus carnes á bocados. A la gente leal hicieron señas :
Quitalles hemos ya los borceguíes, Salióse luego para hacer sallo
Los cóseles y sayos estofados. » El buen Diego García de las breñas;
Estos entre los otros se entremeten Tomó bestias y tiros ya cargados,
Y con lozanos brios arremeten. Y bienes que dejaron rezagados.
Enristradas las puntas penetrantes El buen acertamiento deste hecho
Con ímpetu feroz arremetieron , Al Aguirre le fué muy mal aceto,
No siendo poderosos ni bastantes Y mas en no poder haber provecho
A resistir la fuerza que pusieron : De los que lo pusieron en efeto :
Y ansí mataron lodos los restantes , Llegó con estas furias y despecho
A Joan Rodríguez no, que no pudieron, A la ciudad de Baraquicincto,
El cual se derribó de su caballo , Donde halló las casas y posadas
Y fué Porque no pudo meneallo. De todo morador desocupadas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO VIL 173
Llegado, de las suyas hizo luego Tres arcabuces solamente hallo
Aquel digno de mas que mala muerte, Entre leales para la tormenta;
Pues por todas las casas puso fuego, Mas habia doscientos de á caballo,
Y en un corral de tapias hizo fuerte; Hombres de bien para cualquiera afrenta;
Y para ser en todo mas que ciego Que cada cual sabia meneallo
A don Joan de Corella se convierte , Y que los mas pasaban de cincuenta ,
Diciendo : «vos en toda la jornada Cuya cordura daba gran seguro
Nunca hecistes cosa señalada. Para poder vencer el trance duro.
»Es pues mi voluntad que metáis prenda, El tirano, sin otros compañeros,
Y para que esta sea conocida, Sabemos claramente que tenia
Por vuestra mano quiero que se encienda Ciento y setenta y seis arcabuceros,
La iglesia, sin que sea socorrida ; Destrísimos á toda puntería :
Y ansí digo que nadie la defienda, Desesperados, malos , carniceros,
So pena de perder luego la vida;» Con otra cierta mas artillería ;
Y el caballero vil, torpe, nefando , Corríanlos los nuestros hasta el fuerte
Lleno de vil temor cumplió su mando. En saliendo á hacer alguna suerte.
¡Qué gran merecimiento si muriera A todos los llamaban al servicio
Por no hacer tan grave sacrilegio! Del rey con el perdón que prometían ;
Pero cumpliólo él como si fuera Mas obstinados en su maleficio
O cosa de virtud ó mando regio: Con las fumosas balas respondían :
Muy contenta quedó la bestia fiera Y envejecidos en tan mal oficio
Y su sceleratísimo colegio; A la bestia soez obedecian
Desventurado fué tu nacimiento En responder sin miedos ni recatos
Pues que tanta maldad te da contento. Torpezas , desvergüenzas, desacatos.
Viniendo pues Collado con el Bravo Quien mas á la venida los incita
Y aquella valerosa compañía, Todos sabemos ser aquel soldado,
Huyó del campo dellos un esclavo Que cuando se tomó la Margarita
Siguiendo la tiránica porfía : Huyó de la bandera del malvado;
Su pecho no lo sé mas hecho clavo , Y vino por la costa dando grita
Pues dijo mas de aquello que sabia , Diciendo se velasen con cuidado :
Diciéndoles venir copia de lanzas A este como quien lo conocía
Del reinó con grandísimas pujanzas. Aguirre solamente respondía.
Al Aguirre pesóle grandemente «¡ Oh Pero Alonso, dulce compañero !
Por los que dijo ser recién llegados, Y ¿piensas escaparte de mis redes?
Y no sé si deciros á su gente Por vida de tu rey , que si no muero,
Por estar como él todos dañados: De hacerte crecidas las mercedes,
Anduvo por el fuerte diligente Con estirarte bien ese garguero
Hablando y animando sus soldados, , Y tapiarte después entre paredes;
Diciendo que serán (si se dan maña) Y allí te hartarás de dar pregones
Señores del Pirú y de Nueva-España. De las bulas que dices y perdones.»
Llegados estos hombres principales También él Pero Alonso respondía :
Al campo por el rey allí formado, «Anda, bellaco , vil, de torpe vida;
Hizo confirmaciones de oficiales Que yo te digo que esa profecía
Este gobernador Pablo Collado ; Muy presto la verás en tí cumplida ;
Que como valerosos y leales Llegando se te va tu triste dia
Acudió cada cual á su cuidado: Y el fin de tan enorme despedida ,
Salió por general en la reseña Cairán tus sanguinosos estandartes,
El mariscal Gutierre de la Peña. Y tú te partirás por cinco partes. »
Antiguo nombramiento ya tenia Dado yafiná su razonamiento
De maese de campo suficiente Con cólera de justa destemplanza,
El fuerte capitán Diego García, La gente del traidor ayuntamiento,
Que el cargo gobernó bastantemente; Alentada de vana confianza,
Y el capitán Ruiz también regia. Renegaban de tanto sufrimiento
Que del gobernador era teniente; Por selles peligrosa la tardanza;
No nombro los demás en el historia Y ansí determinó la vil canalla
Porque dellos me falta la memoria. De dar á los leales la batalla.
Hechas todas aquestas elecciones, Cualquiera por su parte representa
Collado despachó do las hallasen Bravosos y feroces movimientos,
Firmadas muchas cartas de perdones Jurando de la dar sanguinolenta ,
A cuantos á su campo se pasasen ; Por ser ellos crueles y sangrientos;
Diciendo no perdiesen ocasiones, Era pues por el año de sesenta
Y su vida y honor asegurasen : Con mil y un año mas sobre quinientos :
Con ellas los tiranos insolentes En aquesta sazón y coyuntura
De términos usaron indecentes. Vimos estos estremos de locura.
Tres que tenían pecho mas sincero Víspera de Simón y Judas era
Desampararon luego la bandera : Cuando salen del fuerte los traidores,
El uno fué Rangel, otro Guerrero, Campéase la sérica bandera,
Huyóse después dellos Talavera; Tocábanse guerreros atambores.
Y aun hallo por indicio verdadero En su concierto va cada hilera,
Que pudiera huir el que quisiera , Todos ellos ajenos de temores
Mas no sabré pintaros con vocablos Los cuerpos , las cabezas reparadas
Aqueste frenesí de los diablos. Con cotas, coracinas y celadas.
Los nuestros ya pasaban de doscientos, Con espadas de raso coloradas
Y por mas á favor poder valerse Una bandera negra va pendiente :
Hacían recoger mantenimientos Como señales ya determinadas
Porque el traidor no pueda proveerse, Para no reservar cosa viviente,
Estando ya muy falto de alimentos Ni mujeres paridas ni preñadas ,
Y sin recurso donde rehacerse ; Ni la sinceridad del inocente:
Y ansí perseverantes en sus yerros El capitán obsceno y los obscenos
Se comian los asnos y los perros. De mortales enojos iban llenos.
176 JUAN DE CASTELLANOS.
Salir desta manera les cumplía «Señores, puesto caso que de Marte
Por haber ido cien arcabuceros Yo conozco tener poca pericia ,
A lo menos sé bien que en cualquier arte
A buscar de comer antes un dia ; De ciencia literal ó de milicia
Lo cual sabiendo nuestros caballeros Lleva mucho quien lleva de su parte
Acometiéronles por cierta via La razón, el derecho y la justicia,
En caballos lozanos y lijeros La cual suele ser tal y tan potente
Creyendo que pudieran ser vencidos Que al mas cobarde hace mas valiente.
Mejor que juntos siendo divididos. »Y ansí coligireis destas razones
Camina pues por donde les decia Que suele pelear con lanza blanda
Un indio que tenian presas hechas, Quien sigue sus antojos y pasiones
Mas ellos viendo la caballería Sobre maldad fundando su demanda,
Se metieron por partes mas estrechas; Y ser lleno de grandes confusiones
Y como ya la noche se venia El áspero camino por do anda ,
Hicieron apagar todas las mechas: Y el edificio de tan mal cimiento
Debieron de hacer estos conciertos Suélelo derribar cualquiera viento.
Para no ser por ellas descubiertos. «Pues ¿ qué mayor justicia pretendemos
Por tener estos fuera del cercado , Que esta de quien hoy somos defensores,
Con el escuridad velan sobre ellos, O qué mayor maldad que la que vemos
Y el resplandor de Feboya llegado En estos atrevidos malhechores;
Trabajan los leales de rompellos : Y que los enemigos que tenemos
Aguirre destas cosas avisado, A Dios y al rey y á todos son traidores ?
Vino con los demás á socorrellos , Elltfs defienden sola su nequicia ,
Y armado de celada y coselete Nosotros la verdad y la justicia.
La gloria y vencimiento se promete. «Vienen quemando templos, heredades,
Ansimismo parece que convino Deshonrando doncellas y casadas :
Al Aguirre tomar yegua lijera , Sin frenos usan deshonestidades,
De la cual por ventura se previno Sin riendas ensangrientan las espadas;
Por alcanzar alguno si huyera : Matan los religiosos, los abades,
Y á todos cuantos van por el camino Las mujeres pandas y preñadas,
Dicen que les habló desta manera, Jura siempre la gente fementida
Estando los beodos insolentes De nunca perdonar cosa nacida.
De la boca del sucio muy pendientes :
«Hoy, marañones mios, es el dia «Nosotros procuramos las enmiendas,
En que cumple que vuestra mano diestra Y á castigar delitos nos movemos,
De su grande valor y valentía Honra de Dios, del rey, y dulces prendas
A los contrarios dé patente muestra; De hijos y mujeres defendemos,
Pues según el negocio se nos guia Los granjeados bienes y haciendas ,
La victoria tenemos ya por nuestra, Descansos y quietud que poseemos,
Cue todos son pastores y gañanes Y para poder ir á mas recado
Y faltos de sagaces capitanes. Habernos confesado y comulgado.
«Bien veis la gran ventaja que tenemos, «Pues, señores, con tal prevenimiento,
Cuan principal el arcabucería , Con derecho y justicia tan notoria,
Pues la voluntad dellos no sabemos Quien veamos en este rompimiento
Y creo que son todos de la mia; No tema por muy cierta la victoria :
Y ansí de muchos dellos reharemos, Vamos, vamos sin mas detenimiento,
Bastantemente nuestra compañía: Que Dios nos quiere dar aquesta gloria :
Acudimos ha luego tanta gente Trabaje cada cual lo que pudiere,
Que haremos ejército potente. Y haga él lo que por bien tuviere.»
«Vencidos estos pocos de villanos Con vistosas posturas y lozanas
Y hecho nuestro campo mas pujante, Se compusieron luego los jinetes,
El reino nos llevamos en las manos, El juvenil ardor las viejas canas,
Sin que cosa se ponga por delante, Aunque faltos de cotas y de almetes :
Por ser aquellos pocos baquianos Mas lodos ellos con tan buenas ganas
Gentecilla soez y mal andante, Como si fueran fiestas y banquetes,
Pues toda la demás gente vaüa Sin miedo van á las contrjiias balas
Hace cuenta que toda será mia. Divisos en dos cuernos ó dos alas.
«Entrando lo haremos todo llano Con gran concierto marcha la reseña,
Sin soltar de las manos ocasiones, Y al tirano los pasos encamina :
Y allí porné gobierno de mi mano La derecha Gutierre de la Peña.
Dejándolo debajo marañones. La izquierda Pero Bravo de Molina,
Con ditados de nombre soberano Y por su parte cada cual enseña
Y permanecederas sucesiones, No ser ayuno desta disciplina;
Esto mismo haré por Quito y Lima Van pues con el recato necesario
Y todo cuanto cae por encima. Todos ellos en busca del contrario.
«Pues ¿quién podrá decir que mis prendados Mas un Diego González, lusitano,
Teman lanzas, adargas ni paveses, Acometió sin término ni tasa ;
Siendo por muchas vias obligados Aguirre que lo vido tan cercano
A padecer millones de reveses, Dijo : « no le tiréis, que se nos pasa.» —
A trueco de las rentas y ditados «Mentís, responde, como mal cristiano,
De grandes, duques, condes y marqueses? Que no soy yo de tan bellaca masa.»
A ellos pues, á ellos, marañones, Revuelve su caballo mas al sesgo,
A ellos, mis tortísimos leones. Y al (in del escuadrón salió sin riesgo.
Ningún descuido tienen los leales De la parte leal incontinente
Al tiempo que él mostraba su cuidado, La yegua del Aguirre fué herida,
Antes aquellos hombres principales Él y ella cayeron juntamente ;
A los demás habían esforzado; Mas por entonces no perdió la vida ,
E ya con el socorro de los tales Porque llegó gran cuerpo de su gente
A todos les habló Pablo Collado, Para lo levantar de la caida:
El cual de lo pasado diferente Dijoles : « ved quién fué, mis marañones,
Me dicen que les dijo lo siguiente: Y convídamelo con perdigones.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, ELEGÍA XIV, CANTO VIL 177
Andaba de los suyos por dejallo, » Pasa por donde pasan los mortales,
Según que pareció, Diego Tirado; Dése fin á la gente pecadora ,
Batió luego las piernas al caballo, Acábense los malos con sus males,
Huyendo del consorcio rebelado , Mi dia se llegó, llegue tu hora :
Diciendo : « viva el rey, el rey mi gallo, No quiero que te digan los leales
El rey es mi señor, yo su criado, » La hija del traidor, ó la traidora.»
Y recebido bien del que mandaba Y para colmo de sus malos hechos
Volvió contra la parte que dejaba. Dióle de puñaladas por los pechos.
Ala furia mortal hacen entrego Viendo tan infernales pareceres
Cuando el sol por zenit se les subia , Al tiempo que cortó la verde malva,
Hervía militar desasosiego, Huyeron del cercado las mujeres
Entró mayor calor del que solia : Y con ellas fulana de Torralba,
Quemaba todo hierro como fuego, Porque en ellas en estos menesteres
Tanto que mano ya no lo sufria : No se hiciese semejante salva.
Rompen las voces la región del viento, Quedóse pues el mal aventurado
Anda trabado duro rompimiento. De todo punto ya desamparado.
Dispara cargas furia presurosa Entró para buscar algún despojo
De parte de la gentes alteradas, Un Ledesmica luego por el fuerte ,
Hizo nublo la pólvora fumosa El cual con sobrecejo de mal ojo
Con unas y con otras rociadas : A mirar al Aguirre se convierte,
Mas ¡ oh cosa de ver miraculosa! Diciendo: « ¡ pese á mí con el gorgojo!
Que las balas salían muy cansadas ; Y ¿ tú nos has traído desta suerte?
Pues solo del peligro descubierto Juzgárame por bajo y apocado
El caballo de Bravo cayó muerto. Si en tí tuviera yo medio bocado. »
A parte mas estrecha se retira Los que cumplían tales mandamientos
El traidor que los suyos bien anima : Todos debían de venir beodos:
Mas los leales con su justa ira Aguirre con soberbios movimientos
La quebrada rodean por encima : Dijo , viendo hablar por tales modos :
El tiro fulminoso que se tira « Solo bastaba yo para quinientos
A nadie mata , hiere ni lastima : Si de vuestra manera fueran todos:
Llegan las balasflacasy dolientes Llégameos por acá, tontillo pobre ,
Por estar los cañones muy calientes. Veréis cómo sé yo batir el cobre.
Aguirre, viendo ya su mala suerte Entró luego tras él Diego García ,
Y el Ímpetu de tal caballería, Y con él un Galindo y un Guerrero,
Poco á poco se va acia su fuerte, Consortes de la mala compañía,
Y en sus alcances va Diego García : Y cada cual en males el primero;
Viéndose pues cercano de la muerte , Destos dos cada uno le decia:
Al tirano la gente le huia , « Matemos este lobo carnicero.»
Y aquellos que no fueron los menores Aguirre dijo : « y pues, malos nocivos,
Decían : « viva el rey, mueran traidores » ¿Por ventura pensáis de quedar vivos?
Algunos le quedaron todavía, » Señor maese de campo , mi derecho
Que no huyeron todos de repente, Guarde vuestra merced como á cualquiera,
Y con aquellos pocos aquel día Que yo cristiano soy , y en tal estrecho
El fuerte defendió como valiente; Tengo de confesar antes que muera;
Pero como la noche se venia, E yo declararé de lo mal hecho
Se le vino también toda su gente : El que corrió conmigo la carrera. »
Al fin á pertinaces en sus males Los otros: « ¡ ah señor Diego Carcía !
Necesidad les hizo ser leales. Acabémoslo ya, que desvaría.»
Aguirre procurando de salvarse, Al fin que como tanto le rogasen
A la mar intentaba de volverse ; Aquellos á quien esto mas agrada ,
Mas en el fuerte viendo rodearse A estos les mandó que le tirasen,
Y no hallar montaña do meterse, Y al uno que tiró dijo ser nada ;
Pura necesidad le hizo darse Mas como mas de veras apuntasen ,
Sin muestra ni señal de defenderse : Cayó la bestia mala traspasada
No duda que su vida se concluya, Sin alcanzar aquello que pedia:
Pero con muerte de una hija suya. Parece ser que no lo merecía.
¡Oh bestia de las bestias mas nociva! Concluyó la maldad, é yo concluyo
¡Sevísimo rigor de pestilencia! Con decir que en memoria desta cosa
Dime, ¿qué furia tan ciüel te priva Su cabeza llevaron al Tocuyo ,
De todo cuanto puede ser clemencia ? Una ciudad de gente valerosa,
¿Qué pierdes en dejar tu hija viva? Que goza del triunfo como suyo ,
¿Qué ganas en usar desa demencia? Y hacen siempre fiesta generosa
Al fin se le llegó con gesto fiero, A los felices san Simón y Judas,
Diciendo: « muere tú, pues que yo muero.» Por ser miraculosas sus ayudas.
La moza le responde: «padre mío, Cada año con pregón regocijado
Mejor nueva pensé que se me diera. Celebran del triunfo la memoria ,
¿Qué mal, qué sinrazón , qué desvarío Y en toda la provincia y obispado
He cometido yo para que muera? A Dios y á estos santos dan la gloria:
Mejor lo haga Dios, y en él confío Y en este mismo dia señalado
Que no moriré yo desta manera: Acabé de escribir la tal historia,
Este pago me dais, este marido Que hizo, por ser largos los escesos ,
Por lo mucho que siempre os he servido. Ansimismo prolijos mis digresos.
íCrislianas gentes son entre quien quedo, Luego mandó prender Pablo Collado
Y á quien no daré causa de discordia : A muchos de los impíos tiranos,
Mostrar con mujer flaca la I denuedo Y al Figueroa ya conmemorado,
No es animosidad sino vecordia: Matador de los frailes franciscanos,
¡ Desdichada de mí, pues que no puedo Por su mandado fué descuartizado
En mi padre hallar misericordia ! Y puesto por caminos comarcanos:
No mas, señor, lened vuestra derecha.» Viendo con tal rigor arder la fragua
Responde: «nada, hija, le aprovecha. Huyóse por entonces Panlagua.
T . IV. 19
17S JUAN DE CASTELLANOS.
A la ciudad de Mérida camina Otros muchos trajeron al audiencia
De personas algunas socorrido ; Del nuestro nuevo reino de Granada,
Mas luego Pero Bravo de Molina Con los cuales usaron de clemencia
Mandó con gran rigor ser inquerido : Tanta , que ya sobró de moderada;
Hallado, por sentencia determina Pero dejemos esta pestilencia
Ser por cuatro caminos dividido , Que hizo muy prolija mi jornada,
Y con solicitud y diligencia Por concluir aquí miflacoMarte
Ejecutaron luego la sentencia. De sus elegías la primera parte.
La muerte á doña Inés no se perdona Y no creo será menos gustoso
Aunque su matador ya se huia, El segundo volumen que prometo,
El cual pudo llegar hasta Pamplona Si Dios me proveyere de reposo ;
Do el buen Ortun Velasco residía , Porque cierto me" traen inquieto
Una valerosísima persona Movimientos de tiempo proceloso ,
En cuanto pide buena hidalguía: A quien forzosamente me sujeto ;
Aqueste capitán maravilloso Pues querer y poder no van á mía
Hizo justa justicia del Llamoso. En los acoceados de fortuna.
Allí se le llegó la postrer hora
Por el enorme hecho cometido, Sal, mi fiel escritura Quizá no serán los menos
Y la muerte vengó desta señora , Donde te vea la gente. Los que te barán regalos ;
Amigo del Ursúa conocido, Que si Dios le da ventura, Porque por tan anchos senos
Haciéndose justicia vengadora Será del invido diente Donde hay disfavor de malos
En pueblo que fundó su muy querido: Liviana la mordedura. Hay también favor de buenos.
Pueblo fundado por Ursúa, digo,
Donde Llamoso padeció castigo.

FIN DE LA PRIMERA PARTE DE LAS ELEGÍAS DE LOS VARONES ILUSTRES


POR JUAN DE CASTELLANOS.
«%***^v% >*^ virvvwww* iiV wvv\ vv**%v\*vvvvw\>\JV\fcA/* w

VARONES ILUSTRES DE INDIAS,


COMPUESTAS

POR JUAN DE CASTELLANOS.

SEGUNDA PARTE.

DEDICATORIA
A la majestad del rey don Filípe, nuestro señor.

Columna de la religión cristiana,


De católica fe firme sustento,
Aquestas mis elegias os presento,
Monumentos de gente castellana.
La vena que es estéril poco mana,
Pero como, Señor, le deis aliento,
Podrá la poquedad de mi talento
Servir á majestad tan soberana.
Esta segunda parte se publica,
La cual sobre real favor estriba
Como cosa que tanto le conviene.
El don es pobre, la voluntad rica;
Esta, Rey soberano, se reciba
Por ser de quien ofrece cuanto tiene.
180 JUAN DE CASTELLANOS.

CENSURA DE DON ALONSO DE ERCILLA.


Yo he visto este libro, y en él no hallo cosa mal sonante donde infiero que va el autor muy arrimado á la verdad;
ni contra buenas costumbres; y en lo que toca á la histo- y son guerras y acaecimientos que hasta ahora no las he
ria , la tengo por verdadera, por ver fielmente escritas visto escritas por otro autor, y que algunos holgarán d«
muchas cosas y particularidades que yo vi y entendí en saberlas.
aquella tierra, al tiempo que pasé y estuve en ella : por DON ALONSO DE E R C I L L A .

ELOGIOS DE LA OBRA POR VARIOS INGENIOS.

Domini MICHAELIS D'ESPEJO, prmfecti cerarii ecclesiastici De don BERNARDO DE VARGAS MÁCHICA.
Sanclce-fidei novi regni.
Vi, señor, vuestra historia peregrina
Unus eral quondan notus mortalibns orbis, Donde mostráis ingenio peregrino :
Con quien la desposáis de mas es diño,
Unus et in mundo tune quoque Phebus erat. Y ella de tal esposo no es indina.
Alter ab Hisnanis cum sil superalus athletes Sea buena ventura la madrina,
Alterius Phebi convenit esse jubar: Y el mesmo desposado su padrino ;
Ut videant omnes magnorum facía virorum , Pues rey que tiene merecer divino
Caecis in lenebris quae latuere diu. Harála respetar como divina.
Hoc lumen clarum, quo possis cerneré gestas, Moneda fué la de los castellanos
Dal Castellanos, lector amice, tibi. Que todos la tuvieron por perfeta,
9i tamen est aliquid discriminis inter utrumque, Subida de quilates y de granos.
Iste secundus eiit, si foit ille prior. Confiad pues, dolílocuo poeta,
Que la que se labró por vuestras manos
A todos ha de ser grata y aceta.
De HiERÓMiio G A L V E Z .

SONETO. De! sarjento mayor LÁZARO LUIS IRANZO.


Brazos de los insignes castellanos,
Engrandeciendo mas honra ganada, No debe tanto á Homero el griego bando
Llegaron con los filos de la espada Porque cantó sus hechos soberanos,
Do no llegaron griegos ni romanos. Como á Juan Castellanos castellanos,
Pues navegando mares occeanos Que los va en las estrellas colocando.
Por donde no halló nación entrada, Virgilio esté á sus frigios alabando,
Han dado monarquía prosperada Y el docto Tito Livio á sus romanos :
Al mejor rey de todos los humanos. Que nuestro historiador con propias manos
Estaban sus proezas en los pechos Obró con Marte lo que va cantando.
Del olvido por falta de escriplura, Fueron igual en él pluma y espada,
Mas vos las dais al siglo venidero. En vencer y en cantar de las regiones
Dais, Castellanos, castellanos hechos - Del español pisadas y rendidas.
¿Que mayor bien, ni qué mayor ventura, Y destas sus historias y blasones
Que teneros á vos por pregonero ? La muerte quedará tan ensalzada,
Que ya los vivos no estimen las vidas.

De JUAN CIBERIO BE VERA.


Del AUTOR.

Valor de castellanos ha triunfado Aqui, lector, verás cosas tocantes


De todas las indómitas naciones , A nuevas tierras y á sus influencias.
Y en cualesquier honrosas ocasiones Varias regiones, muchas diferencias
Su lanza satisfizo su cuidado. De bárbaros en ellas habitantes.
Y Castellanos es quien ha cantado Pero suplicóte que no te espantes,
Sus proezas sin uso de ficciones , Si fuera de guerreras competencias
Porque las llores de sus guarniciones Encontrares algunas menudencias,
Salieron de la tela del brocado. Desenfado común de caminantes.
Y ansí, lector, veréis pura sustancia Pues aunque viven pocos este dia
De verdades y cosas tan estrañas, De los que comenzaron los cimientos,
Que ninguna merece mal oido. Demás de los trabajos padecidos,
Pues demás del estilo y elegancia, En sus conversaciones todavía
Son obras, son grandezas, son hazañas, Refieren gratos y donosos cuentos,
Indignas de la cárcel del olvido. Que no dan sinsabor á los oidos.
ELEGÍAS DE VARONES ILUSTRES DE INDIAS.
Y Cucuta también que, según fama,
No es en descendencia diferente ,
Con otros muchos mas, cuya porfía
Nace del ángulo de mediodía.
SEGUNDA PARTE. Desle reino lo ceban otros rios,
Por do, hasta llegar á sus confines ,
Pueden desde la mar entrar navios,
A lo menos remeros bergantines,
Las mayores distancias ó desvíos,
INTRODUCCIÓN. Hasta los indios dichos matachines,
E ya cierto patax hizo la prueba
Hasta cerca de Mérida la nueva.
Aquí comienza ya miflacoMarte De hoja de laurel es la hechura,
A ser por otras tierras peregrino, Ambas bandas así proporcionadas;
Con intención de dar segunda parte Va desaguando acia Cinosura,
A tan prolijo y áspero camino : Donde mezcla sus aguas con saladas :
Provea de salud, ingenio y arte, Dentro tienen los indios su cultura
Aflato del espíritu divino, De casas fuertemente fabricadas
Porque pueda con versos elegantes Sobre las barbacoas, con estantes
Dar cuenta de regiones tan distantes. Hincados en las aguas circunstantes.
Aquel de quien el bien todo redunda Son estas barbacoas soberados
Haga mi torpe pluma mas lijera , Para su defensión ingeniosos ,
Pues bien como doncella pudibunda, Por suelo palos gruesos apretados
Que de clausura grande sacan fuera, Con yedras ó bejucos correosos :
Quiere salir agora la segunda Allí tienen tugurios bien formados,
Por el orden que tuvo la primera ; Y viven regalados y viciosos
Y es desde Venezuela donde muerto Con la fertilidad de pesquería
Dejamos el tirano desconcierto. Que les sirve también de granjeria.
Suélense computar en doce grados Ofensa suele ser del enemigo
Términos desta costa ya medidos, Aquesta sobredicha compostura,
Pueblos que de españoles hay poblados : Y están las barbacoas que ya digo
Están la tierra adentro muy metidos Las mas á dos estados de fondura ;
Grandes campos y hatos de ganados, Agua les es refugio y es abrigo,
De buenos alimentos proveídos, Y hace su morada mas segura :
Minas algunas por su circunstancia, Allí hacen mercados, ponen tiendas
Y de diversos frutos abundancia. Y contratan sus bienes y haciendas.
Pero no quiero seros importuno La traza doy, según las relaciones
En contaros agora los lugares, Que me dieron amigos mios antes,
Que yo diré después de cada uno Y acaso no serán sus descripciones
Hasta las cosas muy particulares: En geografía llenas ni bastantes;
Volvámonos al reino de Neptuno Mas ahora, con otras perfecciones
Y á las riberas grandes destos mares, Que se pintan en trazas semejantes,
Pues tenian un tiempo sus ancones Me pareció poner aquí la muestra
Potentes y admirables poblaciones. Que se delineó por mano diestra (i).
Pero también por los inconvinientes Y es Francisco Soler, á quien convino
En tierra de Cubagua sucedidos, Hacer viaje por aqueste lago,
De increíble número de gentes, Varón de entendimiento peregrino,
Los vemos asolados y barrido?, Regalo de las musas y halago,
Caciques y señores prepotentes Tanto, que lleno de furor divino,
Con todos sus subyectos consumidos, Podría rehacer lo que yo hago,
Por usarse también mala cautela El cual andando por el alaguna
En la gobernación de Venezuela. Notó sus partes todas una á una.
Y Venezuela de Venecia viene, Y de mi voluntad y pedimento
Que tal nombre le dio por escelencia Aquí la retrató su propia mano.
El alemán, diciendo le conviene Y aun es aqueste su menor talento,
Al grande lago desta pertenencia Y de su habilidad lo mas liviano;
Llamado Maracaibo; y este tiene Pues para cosas de mayor momento
Mas de cien leguas de circunferencia, Le dio Dios un ingenio soberano,
Y por la parte de mas ancha vía Con aquello que hace mas al caso,
Sesenta y algo mas de travesía. Ser de virtudes santas rico vaso.
Por partes la rodean altas breñas, Pudieran detenerme tales loas,
Y por parle también campo patente ; Porque no fueran ratos nial gastados ,
Tiene dos islas, y estas son pequeñas, Pero volvamos á las barbacoas
Habitadas de aves solamente : Y á los ingeniosos soberados ,
La una tiene selva y altas peñas, Debajo de las cuales hay canoas,
Donde suele venir indiana gente O navios que tienen diputados,
A se holgar las tardes y mañanas, Con que se mandan hombres y mujeres
Y a caza de conejos y de iguanas. Y se sirven en todos menesteres.
Motatan su licor allí derrama,
Que viene de la parte del oriente, (i) Al pié hay lo siguiente : tAqul la laguna de Veneiuela.1 Y en efecto
Y por la misma vía corre Chama estuvo el tul napa, que debió de arrancarle alguno lia bailante tiempo.
Con impetuosísima creciente; si'yun la muestra.
182 JUAN DE CASTELLANOS.
Es la canoa barca de un madero, Levantóse del lusitano lado,
Que rige con grandísima destreza Y sentóse no lejos del, que estaba
E l bárbaro patrón ó marinero, Los ojos en la india con cuidado
De ver si mas á lejos se mudaba;
Y corre con tan grande lijereza, Siendo de su mirar asegurado
Que parece vencer lo mas lijero, Viendo que la camisa blanqueaba,
Por ser hecha con mucha subtileza; La india luego que la tierra pisa
Y no son muy crecidos estos leños, Quitóse prestamente la camisa.
Pues por la mayor parte son pequeños.
Pero quiero decir aquí de una Y al punto la colgó de cierta rama,
Canoa que hicieron los cristianos, Por cebo de la vana confianza;
Para poder pasar esta alaguna Aprestó luego mas veloz que gama
Y ver los otros campos comarcanos, Con el traje que fué de su crianza :
Sin que los estorbase la fortuna El pensaba lo blanco ser la dama;
Que suelen mover vientos occeanos, Mas pareciendo mal tanta tardanza,
¡lecha del tronco de una ceiba verde, Le decía : « Ven ya, miña Tereya,
Tan grande que ella , ide que me acuerde. A os brazos do galán que te deseya.»
Que para la llevar cómodamente Y también miña Dafne le decia,
Al agua con parales donde topa, Teniéndose quizá por dios Apolo;
(ion ser crecido número de gente Y agora no lo fué, pues que no vía
Destas indianas partes y de Europa, A la que lo dejaba para tolo ;
Fué cosa, según dicen, con viniente Estenderá los rayos con el día,
Que diez pies le cortasen de la popa , Para que pueda ver el rastro solo :
Con las cuales industrias y concierto Que agora tanto nublo se le pega,
La metieron en el acuoso puerto. Como á los moradores de Nuruega.
Podia bien sufrir en el pasaje Faltó también la lumbre de la hermana,
Mastel con velas de tupidas lonas, Que fué para su Dafne gran seguro,
Y capaz en llevar cada viaje Quiero decir, la lumbre de Diana,
Diez caballos y mas de cien personas, Que suele deshacer lo mas oscuro :
Con abundancia de matalotaje, No se tornó laurel, tornóse rana,
Hopas, armas, ballestas y azconas, Por ser también el agua de su juro,
Con el demás pertrecho y atavío Y ser la lijereza de la perra
Que pudiera llevar un buen navio. No menos en el agua que en la tierra.
Pasaron pues el lago descubierto Viendo no responder, tomó consejo
De la manera que se representa. De levantarse con ardiente brío,
Los moradores del en cada puerto Diciendo : «¿Cuidas t ú , que naon te veyo?
Hacen de sus canoas mucha cuenta, Véyote muito bein per o atavio.»
Cavadas por gran orden y concierto, Echóle mano, mas halló el pellejo
<',on carecer de toda herramienta; De la querida carne ya vacio;
Mas lábralas flegmático sosiego Tornóse pues con sola la camisa,
Con hachuelas de piedras y con fuego. Y mas lleno de lloro que de risa.
Para los usos mas cuotidianos Y la moza, mas suelta que Atalanta,
De oro bajo suele ser alguna, Alcanzó de su curso los estreñios;
Pero si por rescates de cristianos Del lago que decimos no se espanta,
Les da hachas de hierro la fortuna, Ni de las bravas ondas que le vemos :
Con prolijo trabajo de sus manos Llegó á las barbacoas la giganta,
Las cortan bien, haciendo dos de una; Haciendo de sus diestros brazos remo?,
Y esto hacen con hilos de algodones, Pues allí las mujeres y varones
Mediante sus prolijas dilaciones. Son en nadar mas diestros que tritones.
También suelen, y no con mucha pena , También podré decir sin desvarío,
Con los hilos que digo retorcidos , Que suele navegar algún salvaje
Cortar en una noche la cadena, Por esteros, lagunas ó por rio,
Huyendo los en ella detenidos; Y dada conclusión a su viaje,
Y el que de indios la tenia llena Puesto sobre sus hombros el navio,
A la mañana los halló huidos : Lo lleva donde hacen estalaje :
Al fin en la prisión que los lastima Parecen monstruosas cosas estas,
Los hilos de algodón sirven de lima. l'oder llevar navios a sus cuestas.
Y ansí suelen, cuando se ven captivos, Quiérome declarar desta manera
Engañar al mas diestro baquiano: Por deshacer la duda del oyente,
Que busca grandes mañas y motivos Haber canoa como lanzadera,
De libertad el corazón humano. Capaz de una persona solamente,
Y pues pintamos indios fugitivos, Hecha de lijerisima madera,
Quiero decir de cierto lusitano Que vuela contra toda la corriente ;
Una maña donosa muy reida, Y por no la dejar en el arena
Que para huir tuvo su querida. En los hombros la lleva muy sin pena.
Era india bozal, mas bien dispuesta; Y aun suele nacer mas la gente fiera
Y el portugués, que mucho la queria, Contra sus enemigos peleando:
Con deseo de vella mas honesta Tener el un pié dentro, y otro fuera,
Vistióle una camisa que tenia ; Con el cual va la barca gobernando,
Hizóla baptizar, y con gran fiesta Sirviéndole de remo, de manera,
Debió celebrar bodas aquel día: Que puede con las manos ir flechando,
Que en entradas vergüenza se descarga Y no va menos cierta la saeta
Para poder correr á rienda larga. Que si la despidiera diestro geta.
Estaban en zavana de buen trecho, Y es entre indios cosa bien usada
Y llegada la noche muy oscura, Pero pues declaramos la facecia
El portugués juntóla con su pecho Y burla de la vil enamorada,
Para poder tenella mas segura : Que para verse libre no fué necia,
Ambos dormían en pendiente lecho, Digo que por la causa señalada
Según uso de aquella coyuntura; Se dijo Venezuela de Venecia,
Fingió la india con intento vario Y ansí llamamos todos esta tierra ,
Ir a hacer negocio necesario. Que muy prolijos términos encierra.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, INTRODUCCIÓN. 1S3
Los naturales della son desnudos, Mas las contractaciones maculaba
Todas sus proporciones muy bien hechas, Cudicia, que no hizo cosa buena,
Alentados , fornidos y membrudos, Pues fiel amistad que el indio daba
Prontísimos al arco y á las flechas; Se solia pagar con dura pena;
Algunos son flojísimos y rudos Y el que nunca la vio, ya recelaba
Cerca de sus labranzas y cosechas ; El riguroso son de la cadena,
Hay gente limpia, de graciosa traza, Hallarse de sus tierras apartado,
Y dados á la pesca y á la caza. Y ver el rostro del señor airado.
Y aun no suelen las cazas ser ayunas Mantenían los indios paz entera,
Sobre sus lindes de pasiones graves ; Mayormente la gente caquetía,
Pero bueno será decir de unas Por ser en sus costumbres mas sincera,
Maneras de cazar algo suaves, Con cierta presunción de hidalguía ;
En algunos estanques ó lagunas Mas nuestra castellana mas artera
Habitadas de nadadoras aves; A su sinceridad no respondía,
Y están estos estanques y sus senos Y ansí por dalles muchas ocasiones
De secos calabazos siempre llenos, Empeoraron ellos condiciones.
Por cima de las ondas fluctuando, Porque si procuraba sus provechos
O quedos si no da soplos el viento, El español mediante sus engaños,
Las ánades entrellos churcheando También indios quedaban satisfechos
Aquello que les es mantenimiento. Con muei tes, con heridas y otros daños,
Allí suelen entrar de cuando en cuando Y en defenderse con valientes hechos
Indios que de cazar tienen intento, Duraron harto número de años,
Cubierta la cabeza del cazante Tanto, que fué por bien larga distancia,
Con medio calabazo semejante. La pérdida mayor que la ganancia.
Y porque con aquellos embarazos Y á no se consentir aquella era
Las ánades allí no puedan vello, Tantas y tan enormes sinrazones,
Entre los sobredichos calabazos Sino que se pasara la carrera
En el agua se mete hasta el cuello, Según las nuevas leyes y sanciones ,
Cubiertas bien las manos y los brazos Esta gobernación digo que fuera
Escepta la cubierta del cabello, De lo mas principal destas regiones,
Con cordel apretada la cintura Por ser muchas provincias principales
Para colgar la caza que procura. Con grande cuantidad de naturales.
Cubierto pues con aguas el villano, Caquelíos, guanaos y coyones ,
Do para su propósito barrunta Aratomos, cocinas y timotos ,
Estar mas á sabor y mas cercano Giraharas de bravas condiciones,
Al tiempo que algún ave se le junta, Los cuicas , guahiguas, los itotos,
Ásele de los pies oculta mano, Todas estendidísimas naciones,
Y entre las turbias aguas es defunta; Demás de guamonleses y de enotos,
Y con gastar en esto breves ratos Y otras algunas mas, que Dios mediante,
Acontece sacar copia de patos. Habremos de decir mas adelante.
Ya digo no ponelles embarazo Pero de grosedad tan conocida,
Las ropas sinuosas ni pendientes: Do se hiciera permanencia buena,
El viril miembro cubre calabazo, Hay tan poquitos hoy que tengan vida,
Pero los ginitales van pendientes ; Que la memoria da terrible pena;
A otros mas honestos un pedazo Cubagua fué sin freno y sin medida ,
De maure cubre partes impudentes, Y aqui fué la maldad no menos llena :
Y aunque desnudas todas las mujeres, Yo mismo vi cautelas é invenciones
Vencen las mas honestos pareceres. Indignas de cristianas intenciones.
Porque debajo la horcajadura Volviendo pues al término marino,
Se ponen la que llaman pampanilla, Digo que con algunos compañeros
Que van tendiendo hasta la cintura, Solia frecuentar este camino
Y allí galana zona con que asilla. El factor Joan de Ampies, de los primeros
Son mujeres de tanta hermosura, Que de Santo Domingo fué vecino,
Que se pueden mirar por maravilla, Donde yo conocí sus herederos,
Trigueñas, altas, bien proporcionadas , Y á Bejarano que, j-or ser quien era,
En habla y en meneos agraciadas. Heredó por mujer a su heredera.
No falta gentileza de Deidatnia, Curazao y Aruba, que frontero
Ni belleza que las antigüedades Desta costa son islas situadas ,
Quisieron colocar en Hipodamia, Al Joan de Ampies, factor ó tesorero,
Con otras apacibles cualidades; En perpetuo gobierno fueron dadas,
Mas no sin deshonor ni sin infamia Las cuales por aqueste caballero
En cumplir deshonestas voluntades, Primeramente fueron conquistadas;
Pues apenas veréis do no se tope Y pues son tan cercanas desta gente,
El ardiente lascivia deSinope. Quiero trataros dellas brevemente.
Fueron pues los principios descubiertos De la costa del mar que represento ,
Por Colon con las gentes castellanas, Hasta tres leguas estarán distantes;
Y después los hicieron mas abiertos Las gentes que las tienen por asiento
Ferias del español cuotidianas; Son mucho mas que otras elegantes,
Y ansí continuaban estos puertos, Y tanto que por otro nombramiento
Vecinos de las islas comarcanas, Les llamaban las islas de Gigantes,
Rescatando con cuentas y con hachas Por ser en general de su cosecha
Oro, ropa, muchachos y muchachas. Gente de grandes miembros y bien hecha.
La ropa que decimos son hamacas No tienen para qué formar querellas
De que tienen por esta circunstancia De natura por malas proporciones :
Y por toda la tierra de Caracas Son las mujeres por eslremo bellas ,
Destas camas pendientes abundancia: Gentiles hombres todos los varones ;
Maures y mantellinas, que aunque flacas Por consiguiente son ellos y ellas
Cubiertas, es allí buena ganancia ; De nobles y apacibles condiciones;
Habían los esclavos muy baratos, Tienen para la guerra gentil brío,
Y no les iba mal en los contratos. Y su lenguaje es el de caquelío.
184 JUAN DE CASTELLANOS.
En el agua se mueven diestramente, Aunque allá las tenia principales,
Soltísimos en tierra y alentados, Y un ingenio, que es gran heredamiento;
Puntería de tiros escelente Pero la condición de los mortales,
Pueslo caso que tengan buen sustento,
En aves, en conejos, en pescados; Es siempre procurar que sus caudales
Hánse lavado todos en la fuente Vayan en escesivo crecimiento,
Que quila las mancillas y pecados ; Sin espantallos riesgos ni trabajos
Tienen pueblos formados, tienen templos, O de caminos largos ó de atajos.
Y sus amos les dan buenos ejemplos. Al tiempo que llegamos á su puerto,
Un grave sinsabor lo poseía,
Ningunos pueden ser mas escelentes A causa de que se le había muerto
Deflecherosque el orbe nuevo cria, El único heredero que tenia;
Porque desde muchachos balbucientes Mas él, como varón sabio y esperto,
Se hacen diestros en la puntería: Con cristiana cordura lo sufría:
Júnlanse muchos niños, pretendientes La candida mujer por escelencía
De llevar cada cual la mejoría, Padecía su mal con impaciencia.
Puestos en los estreñios de una plaza
Con bola verde como calabaza. Pero la gente que llegó novela
Estando todos ellos esperando, Por términos cristianos consolóla;
Arrónjanla con brazo vigoroso, Después en una buena carabela,
Y aquel que no le da yendo rodando, Fastidiados ya de vida sola,
Queda de cierto premio perdidoso : Se bajaron al Cabo de la Vela
Vanse por tiempo tamo despertando, Para de allí pasar á la Española .
Que yendo con el paso presuroso Y en el rio la Hacha, que es do cuento,
Nunca yerran conejo ni hutía , Se les hizo muy gran recebimiento.
Ni saben arronjar flecha baldía. Invenciones allí ricas y estrañas,
Por Juan de Ampies, después por Bejarano Vanados colores de libreas,
Se les daban cristianos documentos, Hubo toros, sortija, juegan cañas ,
Y cada cual con celo de cristiano Corriéronse riquísimas preseas,
Deseaba poner buenos cimientos ; Donde se daban todos buenas mañas ,
Mas no siempre tenían á la mano Por estar en presencia de sus deas ,
Quien les administrase sacramentos; Aunque toda la fiesta se hacia
Mas este si fallaba se suplia Por respecto de la doña María.
Con algún lego que los instruía. Era con gran razón merecedora
Uno conocí yo, pero no viejo, De fiesta tan cabal y generosa,
Y aunque se me mostraba no ser basto, Porque demás de ser esta señora
Aquella soledad y el aparejo En aviso cabal y virtuosa,
Lo hacían vivir muy poco casto; Entre las otras era como aurora
Y siendo proveído de consejo, En todas buenas partes de hermosa.
Se le hizo del mal dejar el pasto : Con esto concluyamos , y aquí pare
Do consta con cuan grande pesadumbre Lo de Aruba, Curazao y Buinare.
Se suele desechar mala costumbre. Mas á la tierra firme que frontera
Algunas veces hubo sacerdote Tenemos, de présenle nos volvamos,
Que tenia cuidado desta cosa , Procurando de dar razón entera
X lo menos después que vino en dote De lo que coligimos y notamos ,
Esta gobernación infructuosa ; Y no prolija, pero verdadera,
Pero también deseo que se note Según en lo demás acostumbramos;
Ser una vida harto trabajosa Pues para se quistar bien algún cuento
Residir el pastor entre ganado Es la verdad insigne condimento.
Que cura, y él no puede ser curado. Aquesta costa toda se sabia
Pero para buscar lo que consuela Cuya gran población á muchos llama,
Al ánima de máculas teñida , Y de la tierra adentro se tenia
Solia con alguna canohuela No menos opinión ni menos fama;
En tiempo de bonanza conocida Y no solo por Indias se estendia,
El tal atravesar á Venezuela Pero por otras partes se derrama ,
Con harto detrimento de la vida; Y ansí muchos varones eminentes
Porque del mar cuando mayor bonanza Eran de su conquista pretendientes.
Se debe tener menos confianza.
Hay allí de ganados buen rebaño No tenían el ánimo distinto
De todas castas, mas de tal grandeza , Desta negociación los de Alemana ,
Que si yo por ventura no me engaño Y el gran emperador don Carlos quinto
Éscede á la común naturaleza : La dio, creyendo darse buena maña,
Del cual los indios receñían daño (ion otros intereses que no pinto,
A causa de tener gran estrecheza; A los que llaman de la gran compaña,
Mas bien sabe hacer manada angosta Que son aquellos Berzares famosos,
El indio, cuando á ello se regosta. Emiratos y haciendas poderosos.
Sucedió pues en este tal gobierno Habidos los recados y poderes
Lázaro Bejarano , que ya digo Con los demás pertrechos suficientes,
Que como sucesor y como yerno Enviaron Jos gruesos mercaderes
Fué destos dichos indios gran abrigo. Capitanes con número de gentes,
Su musa digna fué de nombre eterno, Algunos con sus hijos y mujeres,
Lo cual no digo por le ser amigo, Para poblar lugares convinienles;
Sino porque sus gracias y sus sales Y habíales cabido buen partido,
No sé yo si podrán hallar iguales. Si por entonces fuera conocido.
Haciendo yo por eslas islas vía, Y cierto , si duraran pensamientos
Seria por el año de cuarenta, Con las ejecuciones juntamente,
Allí lo vi con su doña María, Pudiéranse hacer repartimientos
De tañías soledades descontenta: De grandísimo número de gente :
Holgáronse de ver la compañía Quedaran todos ricos y contentos ;
De los que allí llegamos con tormenta : Mas el efecto fué muy diferente,
Do la Española vino con sus prendas, Adelante llevando su porfía,
A iiu de visitar eslas haciendas. Dejando airas lo que les convenía.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, INTRODUCCIÓN. 18a
Y aquella general inadvertencia De ganados hay hoy los campos llenos,
A todos cuantos hoy viven lastima , Su carne por estremo provechosa,
Por ser entonces tanta la demencia, Sabores ultimadamente buenos;
Que indios no tenían en estima, De cabras muchedumbre copiosa :
Y nadie procuraba permanencia, Paren á dos y tres, si mas, no menos;
Sino coger el oro de por cima; Hay de caballos casta generosa ,
Y tan exorbitantes intenciones Y la cercana sierra les da grano
Fueron causa de grandes perdiciones. Si les falta por ser largo verano.
Tierras cercanas pues menospreciadas , Doce leguas en torno del asiento
Que de descanso daban certidumbre, Habia población engrandecida,
A lo largo hacían sus jornadas, Ciudades de grandísimo momento,
De que después tuvieran mejor lumbre; Como Todariquibo , Zacerida ,
Hicieron prolijísimas entradas, Memoradas también en este cuento
Y todas con inmensa pesadumbre, Carao, Tamadoré, Capatarida,
De las cuales daré razón cumplida, Carona, Guaybacoa, Cumarebo,
Si Dios fuere servido darme vida. Miraca, Hurraqui, Hurehurebo;
Serán en su proceso celebrados Con otros que callamos de presente,
Insignes y valientes capitanes ; De cuya población nos es notorio
Grandes proezas, hechos señalados, Tener crecido número de gente ,
De fuertes españoles y alemanes; Hasta Paraguaná que es promontorio,
Riesgos de vida, unes desastrados, O punta señalada y eminente
Trabajos insufribles y desmanes, De San Román, antiguo diversorio
Con otras cosas dignas de memoria , De cristianos en aquellas edades,
Merecedoras de cabal historia. Sin fallar en los indios amistades.
Pues el Ampies, tractante diligente Cae la sobredicha circunstancia
En la contractacion deste camino, De Coro según vemos al nordeste ,
Era de la conquista pretendiente , Y al Maracaibo ponen de distancia
Y no sé yo por qué vías le vino; Treinta leguas al viento suduesle.
Mas el primero fué que metió gente En Coro pues con toda vigilancia
En tierras deste bárbaro vecino, El dicho Joan de Ampies formó su hueste
Año de veinte y cinco con quinientos , Pe pocos pero muy buenos soldados,
Y el número mayor de los diez cientos. Y hasta cinco ó seis hombres casados.
La causa principal fué tener prendas Un Joan Cuaresma fué de los primeros
De indios desta tierra naturales, Con su mujer Francisca Samaniego,
En halos de ganados y haciendas, Joan García con otros compañeros
De minas , de maices y yucales, Casados, y con ellos maestre Diego ,
Que daban relación de las viviendas Bartolomé García y un Riberos,
De muchas poblaciones principales, Según me declaró Fernán Gallego,
Entre los cuales fué cierto mancebo, Que tenemos hoy día por vecino
Señor de la ciudad Hurehurebo. En este reino donde después vino.
Y en casa del Ampies este tenia Vino también aquel varón famoso,
Sus hijos, su mujer y una su hermana; Esteban Martin, digno de memoria ,
Aqueste se llamó Fernán García , Vino Pedro de Limpias valeroso,
Después que ya tomó la fe cristiana, Cuya gran valentía fué notoria,
La hermana se nombró doña Metida , Y él capitán Martínez virtuoso ,
A su mujer pusieron doña Juana; Cada cual digno de mayor historia;
Era también captiva desta presa Vino Juan de la Puente y un Aceros,
Otra que se llamó doña Teresa. En virtud y valor de los primeros.
Instructos en católico camino , El Limpias, el Esteban y el Aceros,
Este Fernán García y doña Juana Con la conversación de aquellas gentes,
Se casaron según orden divino De mas de ser fortísimos guerreros
De la Iglesia católica romana. Salieron lodos lenguas escelentes;
El dicho Joan de Ampies fué su padrino Porque son estos indios compañeros
Y á todos libertó de buena gana , Apacibles, benignos y obedientes,
Y vinieron con él en un navio En el lenguaje todos elegantes,
A sus vasallos y á su señorío. Y estiéndense por tierras muy distantes.
Era poca la gente que traia, Poblado Coro pues en llana vista,
Pero como valiente y atrevido Lugar de salutífero terreno ,
En la tierra metió su compañía, Con munición para que se resista
Sin serle por los indios defendido ; Al que tuviese parecer ajeno,
Fundó su pueblo donde convenía Quería comenzarse la conquista
Para la defensión de su partido: Por los mas comarcanos deste seno;
Aqueste Coro fué , según parece , Mas antes de venir á los cabellos
Pues hasta nuestros tiempos permanece. Se convidó con paz á todos ellos.
Púsose por la gente forastera Aquesta celebraron tan de veras
Al pueblo semejante nombramiento Cuanto por el Ampies se les pedia,
Por el rio que guia su ribera Mediante los terceros y terceras
Brevecilla distancia del asiento, Que para sus designos él traia :
Que siempre se llamó desta manera : De suerte que de todas las fronteras
El cual le viene bien, pues Coro viento iNinguno para guerra se movía,
Quiere decir en lengua generosa, Por estar de por medio la Teresa
Y ansí es aquella tierra muy ventosa. Y el príncipe Fernando y su princesa.
Es tierra de fructíferos cardones Estos trajeron al cristiano bando
Con que gran parte della se embaraza; Al indio que Manaure se llamaba ,
De uvas, de granadas y melones El cual sobre caciques tuvo mando
Podría tener abundante plaza; Y toda la comarca subyectaba;
Hay hobos , cimirucos y mamones ; Y hizolo venir el don Fernando
Abundantísima de toda caza: A cuanto nuestra gente deseaba :
Hay perdices, conejos y venados, Fué Manaure varón de gran momento,
Y grande pesquería de pescados. De claro y de sagaz entendimiento.
186 JUAN DE CASTELLANOS.
Tuvo con españoles obras blandas, Fueron soldados mas de setecientos
Palabras bien medidas y ordenadas; En militares artes instruidos,
En todas sus conquistas y demandas Copia de belicosos instrumentos
Temblaban del las gentes alteradas ; De que todos venian proveídos;
Hacíase llevar en unas andas Lucian variados ornamentos
Con chapas de oro bien aderezadas, De las bizarras ropas y vestidos ;
Y el amistad y paz después de hecha Las bélicas trompetas dan clamores,
La tuvo con cristianos muy estrecha. Suenan incitativos atambores.
Usaba de real magnificencia, A la voz de conquista tan solene,
Sin se le conocer parecer vario, Siguen muchos guerreras ordenanzas:
A sanos y á subyectos á dolencia El caballero deja lo que tiene,
Siempre les proveyó lo necesario: El labrador sus rústicas labranzas,
De tal manera, que sin advertencia El oficial humilde también viene
Se hizo poco á poco tributario ; A sombra de soberbias esperanzas,
Pero jamás desgusto ni molestia Y todos los demás con los contentos
Pudieron perturballe su modestia. Que suelen prometer descubrimientos.
Nunca vido virtud que no loase, Micer Ambrosio Alfinger los regia,
Ni pecado que no lo corrigiese ; Persona bien nacida y eminente,
Jamás palabra dio que la quebrase, Y cuja discreción y cortesía
Ni cosa prometió que no cumpliese; Se puede bien decir ser escelente :
Y en cualquiera lugar que se hallase El cual gobernador también tenia
Ninguno le pidió que no le diese ; No menores estremos de valiente.
En su mirar, hablar y en su manera, De capitanes hizo nombramiento
Representaba bien aquello que era. A Vasconia y á don Luis Sarmiento.
Ampies, viendo persona tan urbana, También á Joan Florin y á Monserrate,
En medio de tan rudo barbarismo, Y Casamirez, hombre de gran cuenta:
Dióle noticia de la fe cristiana Que todos ellos en cualquier combate
Siendo bien instruido por él mismo ; Pudieran señalarse sin afrenta ;
Y después recibió de buena gana Indigno de poner en el remate
E l agua del santísimo bautismo, Al buen Filipe de lltem, que ensangrienta
Llamóse don Martin, y después desto La tierra con su sangre generosa ,
Baptizó de su casa todo el resto. Por mano dura, falsa y alevosa.
Demás de la mujer, hijas y hijos , Vino Bartolomé Berzar pujante
Se baptizaron todos los vasallos En la misma sazón y coyuntura,
Que tenia por granjas y cortijos ; De bienes temporales abundante ,
Corrieron españoles los caballos Pero falto y ajeno de ventura ;
Por mas solemnizar los regocijos; Pues un mismo furor en un instante
El don Martin holgaba de mirados, Nos encubrió la misma sepultura,
Admirado, suspenso y espantado Mandando que sus furias se ejecuten
De ver irracional tan bien mandado. En él y en el señor Felipe de Utem.
Fué siempre del Ampies amigo caro Nicolao Fedrimán entonces vino,
Satisfaciendo bien sus voluntades, Que de micer Ambrosio fué teniente,
De todos clementísimo reparo Hombre de entendimiento peregrino,
Y socorro de sus necesidades ; Capitán admirable y escelente;
No supo de sus bienes ser avaro, Pues en cualquier rigor deste camino
Ni maculó jamás las amistades; Ninguno mas sagaz y diligente :
Fué fiel en palabras y en el hecho, Del valor de los cuales, Dios mediante,
Y libre de maldad siempre su pecho. Diremos grandes cosas adelante.
Con estas sobredichas ocasiones , Entre los mas insignes desta gente
Conformes á pacifica costumbre, Alonso Vázquez era tesorero,
El capitán Ampies y sus varones De la casa de Acuña descendiente;
Tuvieron de la tierra mayor lumbre; Fué contador Antonio de Navero,
Y aquellas circunstantes poblaciones Pedro de San Martin por consiguiente
Vinieron á la paz y servidumbre De factores del rey él fué primero :
Hasta catorce leguas mas adentro, Cada cual del los hombre de sustancia
Mas de su voluntad que por recuentro. Para cualquier negocio de importancia.
Colando mas adentro con el cebo Llegaron pues á la ciudad de Coro,
De lo que por los indios se decia, Cuyas pajizas casas ó bubios
Vino la nueva del gobierno nuevo Se mostiaban ajenas del decoro
Que por los alemanes se traia : De los recién llegados atavíos;
Movióse Joan de Ampies, y yo me muevo Mas antes de preseas, plata y oro,
Dejándolo por ir por otra vía Los moradores dellas muy vacíos,
A tractar desta gente que ya viene, Y lo mas principal de sus arreos
Pues él se fué do sus haciendas tiene. Eran á bien librar bastos anjeos.
De las capas allí la mas usada
Entonces era sola la del cielo;
ELEGÍA I. Casaqueta de lienzo mal cortada,
A la muerte de micer Ambrosio, primero gobernador por Alpargate lijero por el suelo;
los alemanes, donde se cuentan las cosas sucedidas en La vaina con que cubren el espada,
la provincia de Venezuela hasta su muerte. De cuero de venado con su pelo :
Finalmente, que los recién venidos
CANTO PRIMERO. Hacían burla de los mal vestidos.
Habia Febo ya, según la era Pero también la gente macilenta
Que contamos del santo nacimiento, Burlaba de quien burla de su pena ,
Pasado tres quinientos de carrera, Porque tenían ya por cierta cuenta
Con otros siete lustros deste cuento, Que habían de venir á la melena,
Por los cursos opuestos á la esfera Puestos en el rigor de su tormenta
Que es causa del diurno movimiento, Que los mas estirados mas refrena ;
Cuando vinieron por los alemanes Y que necesidad, hambre y ultrajé,
Lucidos y valientes capitanes. Habían de hacelles mudar traje.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA I, CANTO I. 187
Pues como ya no se hallasen prestas Aranda se paró, como ya viese
Las raciones ilel vino ni sustento, Llegar el avanguardia de la gente,
Viérades abatidas muchas crestas, Dio voces para que se detuviese,
Y andar todos los mas á paso lento; Sin huelgo del temor de la serpiente;
Y aquellos de las plumas mas enhiestas La cual como de allí no se moviese,
Meneallos también cualquiera viento, Y todos se pasasen de repente,
Arrastrando los pies por la ribera, Aranda pidió tiros, y se apresta
Con traer la barriga muy Tijera. Para cobrar sus armas y ballesta.
Guiña del ojo prático soldado, De venenoso tiro se repara,
Oue en las necesidades se sustenta Que luego recibió rasa cureña;
Con cuatro granos de maiz tostado Apuntó bien á la espantable cara
Con agua, sal y ají, que es la pimienta Por lo mas escombrado de la breña;
Que da sabor al mísero guisado, Un ojo le clavó la veloz jara,
Y á los que van famélicos alienta Y á no dar allí fuera dar en peña;
Para subir altísimos oteros, La bestia se movió de do yacia,
Mas sueltos que los perros mas lijeros. Con silbos que la selva se hundía.
Viendo la gente pues tan afligida, Infláronse las venas y garganta
A ia sierra hicieron un entrada, Con el dolor y su costumbre brava ;
A fin de proveerse de comida, Ya como grande viga se levanta,
Ganada por los filos del espada : Ya se estendia, ya se doblegaba,
Fué gente de valor apercebida Ya ramos de la mas cercana planta
De la recién venida y de la osada, Con golpes de la cola derribaba;
Y el Esteban Martin'fué por caudillo, Piedras, palos y cosas diferentes,
Hombre cuyo valor no fué sencillo. Hacia mil pedazos con los dientes.
Iban los baquianos compañeros Reguardábanse todos de las prestas
Con camisetas cortas y lijeras; Vueltas, por no le dar cebo y despojo;
Los chapetones no van hechos cueros, Otros, huyendo van por las florestas
Poro todos lo mas vestidas cueras, Del gran furor y serpentín enojo ;
Que separaron de los aguaceros Otros en él desarman las ballestas
Y del terrible sol no tan sinceras, Y acaso le quebraron el otro ojo;
Antes del dicho sol y del invierno Y en este tiempo vido nuestro bando
Poquito menos duras que de cuerno. Que iba de sus furias aflojando.
Dejaron de crujir los tafetanes, Como sus vuelcos fuesen ya pequeños,
Aflojaron un poco los follones, Y diese de desmayo clara seña,
Y los que reventaban de galanes Perdieron el temor los mas isleños,
Ven sus blancas camisas y jubones, Y de las bajas ramas de la breña
Y aquellos bombecinos bahañanes Cortaron verdes y crecidos leños
No menos que los mas negros carbones; Para herir la bestia zahareña:
Viérades luego del soldado viejo Tal combate de golpes se concierta ,
La grita, la matraca y cordelejo. Que la terrible fiera quedó muerta.
Uno por una parte les decia : Los capitanes desta compañía,
«Este, señores, es el primer baño ». Con todos cuantos iban á su cargo,
Otro : «Placerá á Dios que con lejía La midieron , y vieron que tenia
Remediaremos parte deste daño». Poco menos que treinta pies de largo;
Otro : «Para la siesta deste dia Y lo mas grueso della bien seria
Grande socorro son calzas de paño» . De hombre por do tiene mas embargo,
Otro : «Para los riesgos del viaje Quiero decir por medio la cintura,
Relia defensa es un buen plumaje». Cosa que de creer se hará dura.
Yendo con semejante balería Después del vencimiento serpentino
A los tales trabajos convenible, De que la gente nueva se espantaba,
La cumbre de la sierra se subía Prosiguen adelante su camino
Con una siesta de calor terrible; Al valle do la guia los llevaba,
Y el antiguo y moderno perecía Para dar en el mísero vecino
De sed, por el ardor ser insufrible: Que semejante mal no recelaba;
Agua no se hallaba por la tierra En el río hicieron sus conciertos
Hasta la otra parte de la sierra. De caminar por pasos encubiertos.
Adelantóse pues Pedro de Aramia, Conclusas calurosas destemplanzas
Soldado valeroso, de buen brío, Del radiante sol de mediodía,
A fin de se bajar á la otra banda Caminaron con buenas ordenanzas
Do sabia correr un fresco rio ; Por el umbroso monte tras las guias ;
Van todos los demás en su demanda Llegaron á las rocas y labranzas
Con alguna distancia de desvío, Que el descuidado bárbaro tenia;
Mas el Aranda, mozo mas lijero, Y en parte que les era mas oculta
El sobredicho rio vio primero. Entraron todos ellos en consulta.
Encima la barranca, poco llano, La lumbre de la lámpara febea
Con arboleda clara que tenia, Debajo puesta ya del horizonte,
En un troncón que vido mas cercano Mediante la tiniebla que desea
Arrimó la ballesta que traía ; Quien sigue las tres hijas de Aqueronte,
Atrás dio luego salto bien lejano Seguros de que ya nadie los vea
Porque le pareció que se movía, Dejaron el latíbulo del monte,
Huyendo con mas ímpetu que cebra, Y sin ningún rumor, y á paso lento,
Por conocer al claro ser culebra. Llegaron á la vista del asiento.
El cuello levantó la bestia fiera, Allí paró segunda vez la gente
Y luego la trisulca lengua saca; De nuestras españolas compañías,
Meneó la cabeza, la cual era Y luego hizo ir incontinente
No de menor grandeza que de vaca ; El Esteban Martin á dos espías,
La lumbre de los ojos reverbera Astuto cada cual y diligente
Para mayor temor del alma flaca, En estas semejantes rancherías;
Mas conoir rumor se estuvo queda Y fué Pedro de Limpias el un hombre,
Debajo de la selva y arboleda. Y el otro no me acuerdo de su nombre
188 JUAN DE CASTELLANOS.
Partiéronse los dos apercebidos , Descendían los golpes encubiertos
Según que suelen tácitos y mudos, Con grande confusión de vocería;
Descalzos porque no fuesen sentidos , Por una y otra parte son inciertos,
Y en todo lo demás cuasi desnudos, Mas ciertos para quien los recebia :
Aunque de sus espadas prevenidos Hubo de entrambos bandos hombres muertos
Y á las espaldas puestos los escudos ; Y en partes sanguinosa la porfía;
Y ven después de hecho su rodeo Pero los miserables salteados
Estar todos subyectos á Morfeo. Fueron al cabo los peor librados.
Estando pues el Limpias abajado Al tiempo pues que las nocturnas lumbres
Entre ciertos ajíes ó pimientos, Se suelen absentar de vista humana,
Vido salir un indio descuidado E ya dorando va las altas cumbres
Fuera de sus pajizos aposentos : El claro resplandor de la mañana,
Sin ver asechador el asechado, Cesaron las guerreras pesadumbres;
E ya cesando de sus movimientos Victoriosa la gente castellana,
A las matas de ajíes encamina Recogen á la plaza de los vivos
La crecida represa de la urina. Número copioso de captivos.
Lava con los orines el insonte Suenan prisiones duras y molestas
Al sonte barbas, cejas y cabello , Por cuellos de los padres y sus prendas;
Y de los pelos del velloso monte w Hácense las compañas luego prestas
Descienden las corrientes hasta el cuello; Para los apartar de sus viviendas;
Porque la caza no se les remonte Llevan los miserables á sus cuestas
Retiene Limpias todo su resuello; Sus adquiridos bienes y haciendas ,
Pues al menor anhelo no se suelta Hasta las casas de los vencedores,
Hasta tanto que el indio dio la vuelta. Como dellas y dellos posesores.
E l caño del gandul ya desaguado, Volviéronse por pasos conocidos
Que fué pocomenor que regadera, Con recato y aviso conviniente,
En ojos y hocicos rociado, Llegaron do perciben los oidos
El buen Pedro de Limpias salió fuera, Las ondas sometidas al tridente :
Y junto con aquel otro soldado Fueron con alegría recebidos
Volvieron do la gente los espera ; Deste gobernador y de su gente,
Hablaron con los otros en secreto, Y repartióse luego la comida
Diciendo : «todo queda ya quieto». A cada cual, por orden y medida.
Cuando caliginoso peso iguala Mostró la gente nueva sus trofeos
Su curso por venir con el pasado, Así como hazaña grandiosa ,
Y con el dulce sueño se regala Y en ver algunos índicos arreos,
El cuerpo de cuidados descuidado , Desea ranchear quien menos osa ;
Doscientos españoles van en ala ¡ Luego salieron otros arráncheos
Para dar el asalto concertado; Diciendo que el hurtar es dulce cosa ;
Después á baquianos y noveles Recogióse de indios muchedumbre
Les fueron señalados sus cuarteles. * Reducidos á dura servidumbre.
Los cuales con el tácito semblante Para confirmaciones deste yerro
Cada cual á su puesto se endereza, Que de mayores otros se deriva,
Rompiendo de la casa circunstante Allí los señalaron con el hierro
La puerta del zaguán ó de la pieza, Que de la libertad dulce los priva ;
La punta del espada por delante, Perpetuóse luego su destierro
Cubierta del escudo la cabeza, Adonde cada cual muriendo viva,
Y algunos tan sutiles y advertidos Poniéndoles prolijo mar en medio,
Que pudieron entrar sin ser sentidos. En otro cautiverio sin remedio.
Los falsos y nocturnos mercaderes Gran número de indios ya vendido
Dan en los miserables inocentes, Por las islas en públicos pregones,
Que estaban con sus hijos y mujeres Trajeron del dinero procedido
En las sencillas camas, y pendientes Caballos, ropas, armas, municiones :
Perturban soporíferos placeres; Fué cada cual soldado proveído,
Oprimidos los tienen y obedientes, Según aquellos tiempos y sazones,
Dentro de las hamacas encogidos, De lo que demandaban sus intentos,
No menos apretados que cosidos. A fin de proseguir descubrimientos.
En todas partes hay desasosiego, Luego micer Ambrosio determina,
Aquí y allí se siente pesadumbre, Gon avío que tuvo por bastante,
Y entre tanto que guardan el entrego Dejar por algún tiempo la marina
Los unos, según tienen de costumbre, E ir con sus designos adelante :
Otros echaban pajas en el fuego Gentes, caballos, armas encamina
Para mejor valerse con la lumbre; Al Maracaibo lago circunstante ,
Mas aquel que soplaba la candela Pues como hallador desta alaguna
Cumplíale hacer buena rodela. Quiso tentar desde ella su fortuna.
Pues entonces á cierto compañero, Partió pues en servicio del monarca,
En este menester mal advertido, Toda su gente bien aderezada,
Que con el resplandor un indio liero Y como ya tomase la comarca
Soplando sin temor delante vido, Del alaguna ya comemorada ,
Le dio con una mano de mortero Para pasar por ella hizo barca
Con que muelen maiz endurecido, De la ceiba que dejo declarada,
Y fué de tal manera la herida Tronco de veinte pies en la grosura
Que al tiempo del soplar sopló la vida. Y de ciento y cincuenta de longura.
Despertaron al fin los que dormían, Ayudados de velas y de manos,
Al grito del vecino y del pariente;
Algunos escapaban y huían, En veces y viajes diferentes
Otros pelean valerosamente, Pasaron á los otros campos llanos
Otros con solas flechas, si tenían, Que acia Santa Marta van corrientes,
Procuraban herir á manteniente, Donde poblaron pueblo de cristianos
O sintiendo hablar ó si se topa En sitios que no fueron convinienles,
Por el obscuridad gente de ropa. Por ser un suelo seco tan enjuto
Que nunca produció grano ni fruto.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA I, CANTO 1. 189
Si no son datos, fructo de cardones ,
De que hay cuantidad innumerable , De las tierras de sus pueblos distantes,
Que cogen en sus tiempos y sazones, Desde donde venían labradores
Y tienen por sustento razonable, Con maíz y otras cosas semejantes
Y en aquellas provincias y regiones A rescatar con estos pescadores;
De gustoso sabor y saludable, Porque estos indios , como dije antes ,
Unos redondos, otros perlongados , Son de tierra tan seca moradores,
Blancos unos y otros colorados.
Que jamás se conoce tiempo frió,
También demás de ser el fructo sano, Y el cielo pocas veces da rocío.
Tiene de buen olor suaves dejos; Por la molestia pues que voy diciendo,
Granillos menudicos, y á su grano De que estaban aquestos indios llenos,
Parecen los del higo ser anejos; Los del agua se fueron retrayendo,
El árbor del altura de manzano, Los de tierra también ni mas ni menos;
Pero de su blandura va muy lejos, Los nuestros, alimentos inquiriendo.
Pues son ramos rollizos con esquinas, Recorrían con barcos estos senos,
Cubiertos de espesísimas espinas. Tan lejos que tardaban muchos dias
En un pueblo de indios que allí estaba En socorrer aquestas compañías.
Hicieron los cristianos el asiento; Las cuales padecían entre tanto
Aqueste Maracaibo se llamaba , De hambre molestísimo tormento,
De quien el lago tuvo nombramiento : Y tanto, que llegaban muy á canto
Allí no se cogia ni sembraba, De miserable fin y acabamiento :
Mas era de rescates el sustento, Mirábanse los rostros con espanto,
Y celebraban ferias y mercado Curtidos del calor y grande viento,
A trueco de la sal y del pescado. Que tiende por allí soberbia mano,
Hizo micer Ambrosio de solares, A lo menos el viento subsolano.
Según orden, común repartimiento, Parte destos trabajos tan pesados
Nivelando las calles y lugares Solia remediar la pesquería,
Para mejor trazar aquel asiento ; Y caza de conejos y venados
Nombraron de personas singulares Que mataba con perros quien tenia ,
Oficiales, justicia y regimiento: Y á cuestas de los míseros soldados
Fernando de Beteta fué teniente, Toda la pesca y caza se traia;
Que conocí do moro de presente. Y no tenia la ración mas larga
Allí, sin ocasión justificada, Quien subyectó sus hombros á la carga.
El Ambrosio, guiado por malsines, Por ser igual el grande y el mediano
Hizo matar al capitán Villada, En semejantes términos y treguas,
Que fué de los soldados mas insines : Mayormente la parte de aquel grano
De do quedó la gente desgraciada, Que traian de mas de quince leguas
Y adevinando trabajosos fines, En los cansados hombros del cristiano,
Tuvo mala sospecha de alzamiento, Y no con los caballos ni las yeguas,
Pero consta que fué sin fundamento. Por reservarlos en aquesta tierra
Era Caravajal el escribano, Para los duros trances de la guerra.
Soldado mas astuto que valiente, , Pues demás de ser pocos, está claro
Que por ser en sus hechos inhumano , Ser necesarios en cualquier salida
Después tractaré del mas largamente, , Para hacer espaldas y reparo
Porque mucho después alcanzó mano A los que iban cargados de comida
En el mando y gobierno desta gente; Por tierra donde el pan costaba caro,
Y por sus desconciertos y malicia Y en agua se pagaba con la vida;
Vimos cómo fué muerto por justicia. Pues fué también adversa la fortuna
A los que entraban por el alaguna.
De gente que este pueblo sustentaba Donde de muchos trances sucedidos,
Españoles casados no contamos, - Diré de dos docenas de soldados
Aunque de la caterva que allí estaba Que llegaron á pueblos conocidos.
Algunos conocimos y tractamos; En amistad y paz confederados,
Acuerdóme de solo Gil de Nava, Do fueron de los indios recebidos
Ítem de su mujer Isabel Ramos, Y con alegres muestras regalados,
Porque bajaron desde Venezuela Y luego la fragata proveída
Mucho después al Cabo de la Vela. Hasta que mas no cupo de comida.
Siguiendo pues propósitos y fines En la cual, por razón de estar tan llena,
tiestas cosas de que memoria hago, No podia volver toda la gente,
Trajo micer Ambrosio bergantines Y no juzgaban por cordura buena
Para mejor correr aqueste lago: Dejar alguna parte del presente ;
Recorrieron comarcas y confines, El cacique habló : «No tengáis pena,
Y mediante blanduras y halago, Que yo daré recado conviniente ;
Procuraron traer al que pelea Vayan los que gobiernan al navio,
A la paz y amistad que se desea. Que todos los demás teman avío.»
Unos caudillos van hasta la sierra, Por los aviamientos prometidos,
Otros corren del agua lo cercano, Aqueste capitán y sus soldados
Unas veces por paz, otras por guerra No se mostraron desagradecidos,
Donde fué menester sangrienta mano : Mas imprudentemente confiados;
Al morador del agua y de la tierra Y los de la fragata despedidos,
Con gran dificultad se hizo llano ; Cuantos podían ir bien aviados,
Mas de la vecindad no tan contentos, Atenidos al ya dicho concierto
Que no tuviesen muchos movimientos. Los veinte se quedaron en el puerto.
Andaban sospechosos y alterados, Luego por las canoas importuna
Por no les parecer segura vida El capitán al indio y á su gente,
Subyectarse por siervos y criados Y recogiéronse del alaguna
De la gente feroz recién venida ; Muchas por el cacique diligente ;
Víanse demás deslo molestados Pero podían ir en cada una
Cerca del proveer de la comida, No mas que dos personas solamente,
Que el bárbaro cercano no tenia Un español á proa sin mas ropa,
Si por rescate no se le traia Y para lo llevar un indio á popa.
190 JUAN DE CASTELLANOS.
Cada cual al pasaje se pertrecha, Mas los indios por no perder el lance,
Y en algunos, llegados estos leños, Movidos del vigor con que él se mueve,
No dejó de reinar mala sospecha, A grande priesa siguen el alcance
Porque les parecían ser pequeños; Todas las canohuelas diez y nueve;
Y por ningunas vías aprovecha El que huyendo va del duro trance
Pedir otros mayores a sus dueños : Cumple como varón con lo qué debe,
Quedarse pues en tierra no cumplía, Haciendo blandear el canalete
Porque no menor riesgo se corria. O remo, que en el agua saca y mete.
Bien como cuando huye delincuente Como caza que sacan los ventores
De la muerte que tiene merecida, Del alto para mas llana carrera,
Y sabe que al pasar alguna puente Do por desatinalla cazadores
Corre terrible riesgo de la vida, Le dan terribles voces donde quiera,
Y con haber aquel inconviniente, Y aunque mas asombrada de clamores
Escoge por mejor la tal huida, Procura del peligro salir fuera,
Porque podría ser que la ventura En busca de jaral ó de espesura,
Allí le diese puerta mas segura: Do tampoco halló mata segura:
No menos los confusos y perplejos Tras el buen español, que no desmaya,
Tomaron por consejos menos locos Ansí gritando va la gente perra;
Hacerse con los pocos á lo lejos El cual, imaginando dónde vaya,
Que quedar entre muchos siendo pocos. Tenia por mejor tomar la tierra,
Hicieron pues sus pasos circunflejos Y con sumo sudor tomó la playa ,
Reconociendo ya minaces cocos, Donde también halló gente de guerra;
Y fiando fieles de infieles, Pero dejada ya la canohuela,
Entraron en los débiles bajeles. Armóse del espada y la rodela.
Un remo cada cual, sin otra vela, Conoce de sus hados el motivo,
Porstrado sin lugar do se sentase Y el patente peligro no lo ablanda;
E l español que siempre se nivela Para tomallo pues los indios vivo ,
De manera que no se ladease Rodéanlo por una y otra banda;
La fútil y lijera canohuela Los que venían tras el fugitivo
Y con algún vaivén se zozobrase, Perseveran también en la demanda ;
Van navegando juntos desta suerte Consulta sus potencias, y no alcanza
Aguas ejecutoras de su muerte. Refugio de que haga confianza.
Yendo corriendo pues el alaguna Y conocida ya su triste suerte
Con navios de vasos tan estrechos, Que con desconfianza lo convida,
Sin los amenazar otra fortuna Determinóse de vengar la muerte,
De la que ya llevaban en los pechos, Antes de ver el cabo de su vida:
Dieron el gran vaivén todos á una En un flaco lugar se hizo fuerte,
Que requerían los conciertos hechos : Con animosidad jamás vencida;
Quedaron zozobrados los navios, Y sus hechos en estas ocasiones
Y en el agua personas y atavíos. Sobrepujaron á las intenciones.
Veréis al resollar de los caídos Porque los que llegaban mas exentos ,
Cómo las aguas eran embarazos , Con determinación de echalle mano,
Los unos totalmente sumergidos , Volvían de sus golpes tan sangrientos
Otros que hacen remos de sus brazos , Que no los remediara cirujano :
Y algunos que si destos son asidos, Saltos veloces, bravos movimientos,
No sueltan aunque los hagan pedazos, Con fuerza y valentía de tritano;
Pensando ser aquel de quien afierra El espada no halla cosa dura,
Bastante para lo sacar á tierra. Ni hueso do no haga coyuntura.
Aquel que sobre el agua se mostraba Viéndolo menear desta manera
A cabo de muy poco no parece; La vil y mas que pérfida canalla,
Quien con bebidas aguas arqueaba Y cuan mal acababa su carrera
En ellas se desmaya y entorpece; Aquel que mas cercano del se halla,
Otro que de sus brazos confiaba, Tomaron por partido desde fuera
Por no saber dó ir también perece, Dar fin y conclusión á la batalla:
Y de veinte los diez y nueve leños Tantos tiros y tanta piedra vuela,
Habellos recogido ya sus dueños. Que le desmenuzaron la rodela.
Porque los indios, hechas las traiciones, Por mil partes estaba traspasado
Huyéronse del triste naufragante De piedras y de flechas mal herido,
Mas sueltos que delfines ó tritones , De innumerable gente rodeado,
Llevándose los leños por delante, Por todos cuatro lados combatido :
Dándoles con las manos empellones El cuerpo grandemente fatigado ,
Por apartallos mas del circunstante, El ánimo jamás enflaquecido;
Délos cuales el agua cuanta era Mas para ejecución de sus intentos
En un solo vaivén echaban fuera. Estaban flacos ya los instrumentos.
Mas de los españoles el caudillo, Y al tiempo que la luz resplandeciente,
Cuando las confusiones y alboroto, Que todos los planetas señorea,
Su leño nunca quiso desasillo, Queria ya meter la roja frente
Y dio de puñaladas al piloto; En la cerúlea y espumosa dea ,
Su nombre no queremos encubrillo, Espíritu vital del combatiente
Ni cumple de memoria ser remoto, Cesó, poniendo fin á la pelea,
Pues es el valeroso Juan Aceros, Del sueño de la muerte poseído;
Que vivos los tenia y muy enteros. Mas aunque muerto nunca fué vencido.
El espada sin vaina retenida , Quedaron con él treinta derribados,
Recogido no menos el escudo, Otros cortados hombros y ternillas,
La canoa que tuvo bien asida Y todos ellos atemorizados
Desanególa lo mejor que pudo: De semejantes vueltas y rencillas ;
Apercibióse para la huida, Y los que después fueron castigados
Después que se metió medio desnudo , Contaban cerca desto maravillas,
Con gran destreza la gobierna y rema , Y cómo, con estar el cuerpo vano ,
Huyendo déla pérfida postema. Nunca soltó el espada de la mano.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA 1, CANTO I. 191
Al pueblo pues llegado con bonanza Valíase de diestro movimiento
El navio y á buena coyuntura , Debajo de las aguas, y nadaba,
Y vista de los veinte la tardanza, Y cuando ya se via sin aliento,
Por cierta se juzgó la desventura : En partes diferentes sobreaguaba;
Determinóse luego la venganza, Va la bestia feroz en seguimiento
Que no fué según dicen poco dura, A la parte y lugar do se mostraba ;
Y aun á los del ejército sangriento No sabe ya dó vuelva ni qué haga
También fué de trabajos gran aumento. Para poder librarse desta plaga.
Los cuales referirse por estenso, Andando pues ansí desta manera,
Con la necesidad de aquella era, Rehuyendo de ser prenda y despojo,
Seria navegar por mar inmenso, Una vez sobreaguó junto á la fiera
Y nunca poner fin á mi carrera; Que quería pagarse del enojo;
Pero para lo dar á lo que pienso, Arronjóle la garra carnicera,
Digo que en el compás desta frontera, Y allí le hizo menos el un ojo;
Demás de tanto mal ser insufrible , Tornóse á zabullir incontinente
La plaga de los tigres fué terrible : Y encomendóse á Dios devotamente.
Tan fieros, atrevidos y caninos, Y en el punto que estaba ya dudando
Que, con ser en su guarda muy atentos, De se poder salvar el buen isleño ,
Algunos.de los míseros vecinos Acertamiento fué venir bogando,
Fueron de talesfierasalimentos, Unos indios de paz en un gran leño;
O ya tomándolos por los caminos, Vieron el tigre, van tras él gritando,
O sacándolos de sus aposentos; Cuyo socorro fué nada pequeño,
Y en esta confusión y desventura Pues conflechasle daban tanta guerra
No podian dormir hora segura. Que lo hicieron retirar á tierra.
Hoy lo puede decir Fernán Gallego, El tigre desta suerte retirado,
Que queriendo dormir en la ribera Y por espesas matas abscondido,
Del alaguna, donde puso luego Vieron al pobre mozo fatigado,
Un pedazo de red por cabecera, Y en la cabeza y rostro mal herido;
E l tigre deseoso del entrego Fué dellos socorrido y ayudado
Arrebató la red y la montera: Y en la dicha canoa recebido;
Ileso lo dejó, mas destocado, El cual después sanó de la herida
Y para no dormir escarmentado. Y tuvo que contar toda su vida.
Pues visto que la fiera le enseñaba Un negro fué después por el camino,
E l modo de tener buena crianza, Armado de rodela y media lanza,
Dejándole la gorra que llevaba; Y al lado su machete vizcaíno ,
Destocado y en pié tomóla lanza, Según entonces fué común usanza;
Y toda la mas gente que velaba Luego la bestiafierasobrevino
Se pusieron al fin en ordenanza; Con aquella rabiosa destemplanza;
Y aun esta vela fué por tales modos Fuéle forzado pues al de Guinea
Que do velaban dos velaron todos. Apercebirse para la pelea.
Y ansí viendo peligros tan cercanos , Y al tigre ferocísimo cercano,
Y cada cual el riesgo que corría, Que con minace gesto se ponía ,
Velaron con las lanzas en las manos Un golpe le tiró la diestra mano
Hasta que ya llegó la luz del dia; Con la mediana lanza que traía;
La red buscaron por aquellos llanos , Fué, puesto que le dio, trabajo vano,
Y revolvieron á la pesquería; Porque del duro cuero resurtía;
Hallaron en la playa por delante Saltó luego con él en un instante,
AI tigre con intento semejante. Y él puso la rodela por delante.
Porque, como la caza le faltase En ella fué la bestia sacudiendo
Por dar elfierogolpe desviado, Con mano que el mejor arnés recela;
Entre tanto que carne se hallase El negro va sus pasos retrayendo,
Determinó cebarse con pescado; Amparándose bien con la rodela;
E instinto proveyó que se guiase Ibase de los golpes deshaciendo,
Su pesca por un orden acertado, E ya tenia menos una duela:
El vientre descargando por la vera El negro se hallaba ya perdido,
Del agua, y en acecho puesto fuera. Y en tres ó cuatro partes mal herido.
Al cebo sucio que se le ponía «Valedme, dice, vos, Rey soberano ,
Cuando peje de tomo se llegaba, Favoreeedme vos, Virgen entera,
En anzuelo de uñas lo cogía, Que soy hijo de rey y soy cristiano ,
Con un gran manoplazo que le daba , Indigno de morir desta manera;
Y por entonces no se los comía ; No sea mi sepulcro el inhumano
Mas en la misma playa los juntaba, Vientre de aquesta bestia carnicera.»
Pareciéudole ser intentos locos Acordósele luego del machete,
Comenzar á comer teniendo pocos. Que fué de su salud buen aleabuete.
Pero vista la gente que venia Pues antes desto no se recordaba
Con gritos y con armas y gran tiento, Traello bueno y al siniestro lado,
Desamparó la pesca que tenia, Por ser tanta la priesa que le daba
Y no huyendo sino á paso lento, Que lo traia muy desatinado;
Por entonces cesó; mas otro día Sacólo de la vaina donde estaba,
Estando mas rabioso que hambriento, Y en el favor de Dios fortificado,
Vio, yendo por la playa mariscando, Tal golpe con sus fuerzas endereza,
Un joven español estar pescando. Que le hizo dos partes la cabeza.
El español, temiendo la fortuna, Concluyóse con esto la reyerta,
Como lo vio venir determinado, Escapando del trance trabajoso:
Determinó huir al alaguna, La carnicera bestia quedó muerta ,
Y el tigre se metió tras él á nado; El negro de Gilofo victorioso ;
Con lijeros alcances importuna Y porque la victoria fuese cierta,
Al mozo de peligros rodeado, Al pueblo, desle lance deseoso,
El cual cuando cercano del se vía Llevó para señales conocidas
Debajo de las aguas se metía. La cabeza del tigre y sus heridas.
192 JUAN DE CASTELLANOS.
Había cirujano diligente Y aunque esto fué después de la yactura
Que le curó los golpes de la fiera, De lo que voy diciendo de presente,
Mas no pudo sanar tan brevemente No quiero que se pase coyuntura,
Que no durase liarlo la carrera. Sino contarla luego brevemente,
Llamábanle después Antón Valiente, Y acabada volver á la escriptura,
Y en hecho de verdad él se lo era. Concluyendo sucesos desta gente,
Y por algunos dias después destos Porque las amistades que profeso
No les eran los tigres tan molestos. Me fuerzan á hacer este digreso.
Mas habia también enfermedades Al tiempo, y en aquellos mismos dias
De condiciones y maneras varias, Que vido Blasco Nuñez el arena
Con todas las demás necesidades De Indias, y en aquellas demasías
De cuantas cosas eran necesarias ; Cuya memoria da terrible pena ,
Rompiéronse también las amistades Pasó de (Palos) un Alonso Diaz,
De muchos indios que les daban parias; Piloto de la nave Magdalena,
No queria servir ya Juruara, Maestro Miguel Bóvedo demente
Y mató seis cristianos Arayara. Y en pérfidas blasfemias insolente.
Viendo cerrado pues aquel portillo Cuya costumbre mala fué de suerte
Y del sustento del desconfiados, Que después acabó como vivia,
Determinaron ir á descubrillo Y Aguirre lo mató de mala muerte
Treinta valerosísimos soldados En su rebelión y tiranía;
Con el jurado Leiva por caudillo , Y aun en la confusión de mal tan fuerte
Que fué de los varones señalados; Murió con las blasfemias que solia.
Dos de caballo, los demás rodela, Este maestre pues en el navio
Caminaron al Cabo de la Vela. Usaba de su torpe desvarío.
Descubrieron amplísimas zavanas, Y el buen obispo le reprehendía
Aunque llenas de cardos y de espinas , Su costumbre bestial y deshonesta,
Habitadas de gentes inhumanas, Y el Bovedo, que muy mal lo queria,
Las cuales por allí llaman cocinas , Por la reprehensión serle molesta,
De tan lijeras piernas y livianas, Quieren decir que dijo cierto dia:
Que son á las de ciervos muy vecinas; «De una se libró y otra le resta,
Es solo su sustento y su cosecha Podría ser entrar do no saliese i>;
Lo que les puede dar el arco y flecha. Y no me espanto yo que lo dijese.
Todos enjutos , altos, gente baza, Mas algunos lo tienen por novela
Y nunca jamás ropa ni atavío De vulgo, que los mas libres embarga...
A sus nerviosos miembros embaraza; Yendo pues por el mar de Venezuela ,
Son dados al sangriento desafío; Llenas las velas y el escota larga
Tan diestros en la pesca y en la caza En demanda del Cabo de la Vela,
Que no saben soltar tiro baldío ; Do llevaban derecha su descarga,
Animosísimos en la pelea Entraron do salida se resiste
Contra cualquier y donde quier que sea. Y en golfo que llamaron Golfo Triste.
En el uso de su mantenimiento,
He de varones viejos entendido Al salir se padece gran estrecho,
Como suelen comer el escremento , Por la corriente serles importuna ,
Y que después de seco y demolido Si no sobreviniese tiempo hecho
(¡Oh muy mas que bestial entendimiento!) Que suele raras veces ó ninguna;
Lo tornan á meter donde ha salido: Y es el mayor trabajo sin provecho
Es gente torpe, sucia, vagabunda, Del que quiere vencer esta fortuna,
E usa de comida tan inmunda. A causa de la brisa dar en frente,
También estas sucísimas catervas Y como digo grande la corriente.
Suelen para comer moler cardillos Desta navegación mal advertidos,
De los que se nos pegan de las yerbas, Entraron en aquella pestilencia,
O ya duros, ó cuando ternecillos ; Y cuando conocieron ir perdidos
Y son de condiciones tan protervas Valia poco buena diligencia,
Que no dejan regirse por caudillos , Por ser de recios vientos combalidos
Mas antes, el mas torpe y el mas ciego Con tan impetuosa violencia,
Quiere hacer cabeza de su juego. Que cuanto mayor era la tardanza,
Hanse perdido por allí bajeles, Tanto mas se tardaba la bonanza.
Y con la gente que salió perdida Industria de la gente marinera
Se mostraron perversos y crueles, No faltaba de noche ni de dia:
Pues á ninguno dellos dieron vida ; Dan bordos á la mar y á la ribera,
Donde los chapetones ó noveles, Pero siempre la nao decaía;
Pensando de hallar buena acogida , Si algo se ganaba yendo fuera,
Les hablaban por modos cortesanos, A la vuelta de tierra se perdía ;
Siendo mejor con armas en las manos. Al fin , que sola la desconfianza
Era de sus remedios esperanza.
Que el tigre no se precia de clemente, Venían entre muchos pasajeros
Y el bruto mal entiende cortesía. Personas graves y de mucha cuenta ,
Y aun antes de topar con esta gente Que juntamente con los marineros
Mucha de la perdida perecía En número pasaban de setenta :
De sed , por ser la tierra tan ardiente Conocí muchos destos caballeros,
Y mas que la que mas en Berbería : Y agora la memoria representa
Hay jaqueyes allí que son aguadas, A Sebastián de Almeida, lusitano,
Pero rarísimas y resguardadas. Varón bien puesto y hombre cortesano.
Por allí se perdió con gente harta Fray Melchior de Pie de Concha vino,
El fraile don Martin Calatayude, Del obispo ya dicho compañero,
Obispo deste reino y Santa Marta , Que deste reino fué provisor diño,
De quien será razón que no me mude Religioso y honrado caballero ;
Sin relatar, primero que me parta , Vino Juan de Valbuena, mi vecino,
Aquello que yo vi y entender pude El cual hoy da valor á nuestro clero,
De sus peligros grandes y sus daños, Pues ya cansado del discurso luengo
El año de cuarenta y cuatro años. Se revistió del hábito que tengo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA I, CANTO I. 103
Pues escapándonos de los rigores El cual en guerra de indios ¡¡morante,
Del Mavorte feroz , cruel, airado, Que como chapetón no la recela ,
Hicimos lo que hacen malhechores, Armóse solamente de montante .
Que recogerse suelen á sagrado ; Siéndole muy mejor una rodela :
Su gracia nos dé Dios y sus favores Mandó que caminasen adelante
Para llorar el tiempo mal gastado, En demanda del Cabo de la Vela,
Porque con la mudanza del oficio Y el Miguel Robedo como mas sabio
Se gaste lo demás en su servicio. Guia por el aguja y astrolabio.
Vino Joan de Guevara , que muy caro Los avisados llevan en las manos
Fué del obispo queste mal recela; Armas, pero también matalotaje ;
Y allí vino también aquel Alfaro Mas aquella caterva de villanos,
Que,fué factor del Cabo de la Vela, Contenta con haber mudado traje,
De quien tiene Mompox linaje claro , Parecíales que con ir galanos
Do vive con crecida parentela Aseguraban riesgos del viaje,
De hijas que en virtud y hermosura Aunque todos los mas para el camino
Tienen aquel valor que se procura. Llevaban barrilejos de buen vino.
Estos, con la restante turbamulta Son por allí terribles los calores;
Que de salvar las vidas tienen pío, De agua tío se halla nacimiento ,
Entraron muchas veces en consulta Y con la sed los rústicos pastores
Para seguir el menos desvarío; En el fuerte licor daban sin tiento;
De cuyo parecer alfinresulta , De manos ni de pies no son señores,
Que diesen al través con el navio, Ni aun para caminar á paso lento ;
Y por la playa con guerrera vela Cesaron con la noche los caminos,
Caminasen al Cabo de la Vela. Y caminaban otros desatinos.
Mas como donde votan muchas gentes Pues uno no hallaba quien le corra,
Estriba cada cual en su conceto, Aunque fuese lijero como el viento ;
Otros, en este caso diferentes, Otro tiene pendencias con su gorra
Daban el parecer por indiscreto; Porque le daba gran desabrimiento;
Pero sin mas mirar inconvinientes , Otro por decir gorra dice borra,
Dar al través pusieron en efeto, Otro que para él son pocos ciento ;
Y ansí de ricas mercancías llena Uno lloraba y otro se reia,
En tierra zabordó su Magdalena. Y el mas libre de todos hecho lia.
Veréis de grandes olas multiplicos , El de Guadalcanal ya despumado,
Cuyos embates llegan al entena;
Veréis cómo los grandes y los chicos La claridad del dia ya venida ,
Trabajan de sallar en el arena; Por el obispo fué determinado
Veréis pobres villanos cómo ricos Que fuese cierta gente repartida
Se querían hacer á costa ajena, Para buscar por uno y otro lado
Quitando de las cajas cerraduras Fuente que proveyese de bebida;
Para sacar costosas vestiduras. Mucho cardón hallaron , mucha luna,
Trocaban los pellicos y zurrones, Y el agua que hallaron fué ninguna.
E sayos de remiendos cuarteados, Mas aunque todos eran chapetones ,
En muy pulidas calzas y jubones, Y en este menester de pocas mañas,
Guarnecidos de ricos entorchados ; Dieron en comer fruta de cardones,
Y aquellos estópenos camisones La cual les refrescaba las entrañas;
En otros por estremo bien labrados: Y no salieron estas invenciones
Cargan de seda, grana y lencería, De hombre natural de las Españas ,
Y de lo que mejor les parecía. Mas de un indio Gonzalo que venia
Veréis de gentes viles y mugrientas De Castilla con esta compañía.
Hechos soldados mas que fanfarrones , Y luego cada cual se desatina
Que bien pensaban caminar por ventas Haciendo de su vida poca cuenta,
Y de hallar á legua los mesones : Por ver el gran estremo de la urina
Hacían los pobretes falsas cuentas; Que no menos que muerte representa ,
Y alfinbien parecían chapetones, Pues era toda como sangre fina
Porque guanibucanes y cocinas Cuando de las narices nos revienta:
Tan solamente vendenflechasfinas. Quejábanse del indio don Gonzalo
Al fin con todos estos embarazos Por les mostrar aquel fruto tan malo.
Tomaron tierra todos los perdidos, El indio consultor riendo dice :
Los mas dellos á fuerza de sus brazos, «De aqueste mal no moriréis ogaño,
Y todos rociados los vestidos ; Pues bien visteis que yo la salva hice
Y los bateles hechos mil pedazos Sin querer eximirme desle daño ;
De grandísimas olas embestidos , Nadie desmaye ni se escandalice,
Y la nave que todos los pertrecha Ni piense ser de muerte tal engaño,
En brevísimo tiempo fué deshecha. Porque presto saldréis desta fatiga,
Va por las aguas el prolijo parto Y al médico podréis dar una higa.»
De mil mercaderías diferentes : Visto pues ya que por ningunos modos
Aquí viene la pipa y allí el cuarto, Descubrían refugio de bebida ,
Allí cajas de cosas escelentes; Por todas las zavanas y recodos
Tuvieron en la playa vino harto, Desta tierra de mí bien conocida,
Conservas y otros muchos adherenles, • Determinaron de volverse todos
Holandas y rüanes, sedas, paños, Al puerto do la nave fué perdida ,
Testigos ciertos de tan grandes daños. Para se proveer de mas brevaje
Juntos todos los náufragos en tierra, Y rehacerse de matalotaje.
Sin salir resistencia de contrarios , Ven número de sedas increíble
El ocio y cobardía se destierra, Que el ánima de pena les traspasa ,
Por se hallar allí consiliarios Y el sayagués tomara lo posible
Que nombraron oficios para guerra , Sin que ninguno les pusiese tasa ;
Si por ventura fuesen necesarios : Mas parecióles ser mas convenible
Fué de!los capitán un caballero Cargarse de bizcocho, vino y pasa:
\Jue iba de Panamá por tesorero. Que el buen obispo sabio y escelente
T iv. Dio orden al avío desta gente.
13
iru JUAN DE CASTELLANOS.
Prosiguen su camino como antes, Con tal exhortación, el reverendo
Dejando mal afortunados puertos ; Parece que cobró mejor semblante ,
Son guias las agujas mareantes , E ya con trompezones, ya cayendo ,
Pero también llevaban desconciertos : Procuró de pasar mas adelante.
Que los pilotos diestros y bastantes Por undécimo dia va corriendo
En tierra no debían ser espertos , Sin agua ver el triste caminante ,
Pues tenían mas breve la carrera Y primero que viesen este dia
Si la derrota bien guiada fuera. Faltaron veinte desta compañía.
Porque corlando con mediano tino Yendo pues el cansado peregrino
Aquella travesía destos llanos , Haciendo con los pies flacas mudanzas,
En menos de dos dias de camino Y los demás guiados por el tino
Dieran en poblaciones de cristianos ; Que prometen inciertas esperanzas,
Y ansí por no saber y mucho vino Vinieron á topar con un camino
Perecieron alli muchos cristianos, Que luego les mostró ciertas labranzas
Pues mal podia dalles buen seguro Con maiz y con índico sustento,
Con inmenso calor el vino puro. Causa de crecidísimo contento.
El uno daba fin á su carrera, Con un nuevo hervor incontinente,
Otro vían caer á poco trecho, Viendo la poca tierra cultivada ,
Quien puede socorrer menos espera Por una y otra parte fué la gente
Por no mirar á mas de su provecho ; En demanda del agua deseada;
Y el que quedaba tal que no muriera , Cercana se halló pequeña fuente
Los indios que venían en acecho Que rodeó la gente fatigada ,
Lo hallaban dormido de tal suerte, Con tanta grita, priesa y alboroto,
Que le daban el sueño de la muerte. Que no fué de locura muy remoto.
El noble se media y moderaba Uno quiere matar á quien le toca ;
En el vino por orden atentado, Otro por apartallo se le pega ;
Y se compadecía y esforzaba Uno mete los pies, otro la boca;
En riesgo y en trabajo tan pesado ; Este pudo llegar, aquel no llega;
Pero fray Melchior ya desmayaba, Calla quien bebe, y otro lo provoca
Por ser un caballero delicado, A rencilla, rencor y pasión ciega ;
1£1 cual con lacrimosas turbaciones Al fin de tantos el jaquey fué lleno ,
Al obispo habló tales razones : Que presto lo hicieron como cieno.
«Señor y padre mió, yo me quedo Nunca plaza se vio tan alterada,
Do mi fortuna triste determina , Al tiempo que reparten, la comida
Pues aprovecha poco buen denuedo En alguna ciudad necesitada
Donde tan gran flaqueza predomina; Que es de partes estrañas proveída,
No fulla voluntad , pero no puedo Y suele bofetón, coce y puñada
Llegar donde sus vuelos encamina, Andar también á vueltas repartida,
Porque los miembros del vital meneo Cuanto fué la porfía y la batalla
Me niegan ló que pide mi deseo. Sobre el jaquey pequeño que se halla.
«Acabando me va la sed ardiente, Pero dados ya fines al ruido,
Ya descompuesta toda coyuntura; Del primero jaquey poco distante
La luz diurna mas resplandeciente Otro se descubrió mas estendido,
Noche se representa muy oscura; De claras aguas lleno y abundante ,
Mi cuerpo miserable finalmente Adonde cada cual fué proveído
Se queda, sin gozar de sepultura , Para poder pasar mas adelante:
A ser escarnio destas gentes fieras, Recreóse la flaca compañía,
0 eebo de las aves carniceras.» Mas con algún desgusto todavía.
A nuestro buen obispo fué molesta Porque de dos cocinas atrevidos ,
La determinación del compañero, Cada cual dellos sagitario fiero.
Mas con animosísima respuesta Fueron en el jaquey acometidos,
El paso torpe hizo mas lijero, Teniéndolos allí como en terrero :
Diciendo : «Tal bajeza como esla Quedaron tres ó cuatro mal heridos,
No debia caber en caballero : Entredós el ya dicho tesorero;
Que el ánimo del noble se conoce Y queriendo los nuestros alcanzados,
Cuando le da fortuna mayor coce. Huyeron mas veloces que caballos.
•Vuestra fatiga tengo conocida, Causáranles mayores aflicciones
Pena, debilidad y sed terrible; Naturales que son deste terreno,
Mas no tenéis el alma despedida, Si por aquestos tiempos y sazones
Y el remedio no es inaccesible; No tuvieran un poco de mas freno,
Y para conservar la cara vida A causa de cristianas poblaciones
Mas habéis de hacer de lo posible: Que ya predominaban este seúo,
Procurad que la muerte se detenga, Cebados en la rica pesquería
Y no la llaméis vos antes que venga. De perlas que esta seca costa cria.
«Hágase la posible diligencia Apercebidos pues y dada cura
En buscar un camino que se siga, A los que lastimó dura saela,
Que yo confío en Dios y en su clemencia Vieron en estos llanos un altura,
Que presto terna fin esla fatiga; Acia do caminaron vía reta;
Vamos con vigilancia y advertencia, Y es cerro que por ser de su hechura
Porque de gente amiga ó enemiga Los españoles le llamamos tela :
No puede ya faltar tierra hollada, Allí tentó subir la compañía
Y rastros que nos den algún aguada Para mirar la mar si parecía.
»Y si nos viéremos en tales puntos E uno que subió con mejor brío
Que el ánima del cuerpo mortal vuele, A lo alto del cerro descubierto,
E ya fueren los miembros tan difuntos Del deseado mar y su desvío
Que muerte los ocupe como suele, Se pudo brevemente hacer cierto ;
Ambos a dos nos quedaremos juntos Pues vio desde las cumbres un navio
Para que uno con otro se consuele , Venir por alta mar á lomar puerto;
Y acabaremos peregrinaciones Derramando la vista mas aposta
Con santas y devotas oraciones.» Vio gente de caballo por la costa.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA I, CANTO 11. 40S
La placentera voz del atalaya Es ansí pues que nuestra compañía,
Puso tales espuelas este dia,
Que cada cual, sin ver por dónde vaya, Yendo por la zavana descubierta
Vuela acia la parte que decía : Con deseo de ver alguna guia
Salieron dos mancebos á la playa, Que les diese razón de cosa cierta,
Do vieron gente dei Andalucía , Acaso vieron gente que venia,
A quien contaron lo que les pasaba, Y con temor que no se les divierta,
Y de la gente que detrás quedaba. Leiva y Pedro de Limpias se apearon
De los nobles del Cabo de la Vela En el instante que los devisaron.
Sabida la desgracia ya contada, Venían cuatro bárbaros lozanos
Cada cual con su gente se desvela Con cuatro hembras por zavanas rasas,
En ir á socorrer la fatigada, Y como devisaron los cristianos,
Con aquel aparato que consuela Enviaron las indias á sus casas :
La que suele venir necesitada; Tomanflechasy arcos en las manos,
Pues llevaron á buenos y a los malos Y en furias encendidos como brasas
Caballos y gran copia de regalos. A los nuestros abrevian su corrida
Con intención de les quitar la vida.
Destos generosísimos cristianos Pensaban amarrallos con cabestros
Lleno de caridad salió primero Y llevallos á todos enlazados,
Aquel varón insigne, Castellanos, Porque con los que fueron menos diestros
Tesoro de virtud y tesorero ; Estaban por allí mal enseñados :
Ansimismo llevó llenas las manos Salieron al encuentro, de los nuestros
Aquel maravilloso marinero, Pedro de Limpias y otros seis soldados ,
Bartolomé Carreño, cuya fama Hablándoles de paz con una lengua
Con gran loor por Indias se derrama. Que los indios juzgaron ser gran mengua.
Salió su hijo Francisco Carreño, Porque pospuestos los dudosos miedos,
De su familia grande rodeado, Juzgando su valor por muy mas fuerte,
Varón cuyo valor no fué pequeño, A voces y por señas con los dedos
Antes en buenos hechos señalado, Siempre les respondían desta suerte:
Y que también gozó del dulce sueño « Sentaos en el suelo, y estad quedos
Y licor del bicípite coliado, Si no queréis morir de mala muerte:
Conociendo losflujosy reflujos Que no seremos con vosotros bravos,
Y del cielo sus candidos debujos. Si fuerdes en servir buenos esclavos.»
Salió también Alonso de Barrera, Ya sus humores el sufrir enjuga
Alonso Díaz y Pedro de Cales, Viendo que los pretenden para siervos,
Diego de Almonte, Alonso de Herrera, Y ansí cualquiera dellos apechuga
Diego Nuñez y Pedro de Rosales, Por vellos tan insanos y protervos;
Con otros muchos que en aquella era Mas era como ir una tortuga
Se tenían por hombres principales: En el alcance de lijeros ciervos;
Todos van con regalos escelentes Solo Limpias llevó pasos mas llenos
A socorrer las fatigadas gentes. A causa de correr con los ajenos.
Guió con mas presteza su carrera Espuelas apretó tras un mozuelo
Un Rodrigo de Funes, negro horro, Y con el pecho pudo derriballo,
Y hallólos á todos de manera El cual se levantó luego del suelo,
Que fué bien necesario su socorro, Y cuando revolvió para tomallo
Y no deste peligro tan afuera, Se puso, no de salto mas de vuelo,
Que muchos no quedasen en el morro; Encima ele las ancas del caballo :
Pero pasados brevecillos puntos Por las arcas aprieta y lo lastima
Los unos y los otros fueron juntos. Sin que lo pueda desechar de encima.
El obispo fué dellos recebido A derriballo mil veces amaga ,
Con gran honor y justa reverencia ; Por quedar vencedor en la contienda:
El parabién le dan de bien venido, El Limpias no sabiendo qué se haga,
Y el pésame del mal tan sin clemencia; Ni cómo del muchacho se defienda,
Cualquier de los demás fué socorrido El brazo revolvió con una daga,
Y regalado con magnificencia; Y dióle con la mano de la rienda:
Al pueblo los trajeron, y á posadas El muchacho con tan atroce juego
De cosas necesarias preparadas. En tierra traspasado cayó luego.
Hicieron grandes fiestas al prelado, Estuvo nuestro Limpias muy á canto
Remediaron al pobre peregrino... De perder opinión en el viaje,
Mas porque yo me siento fatigado Y como nunca vieron otro tanto
De tan prolijo y áspero camino, Jamás en osadía de salvaje,
Quiero volver las riendas al jurado, Quedaron todos ellos con espanto
Y á Limpias, capitán, que con él vino ; De la velocidad y del coraje ;
5f allí descansaremos, entre tanto Y de los otros tres aun todavía
Que damos orden al futuro canto. Cada cual á las armas revolvía.
Mas el Limpias, persona señalada,
Ya fuera de pacífico motivo,
CANTO SEGUNDO. Al uno derribó de una lanzada,
Y al otro del cabello trajo vivo;
Donde se tracta eómo el jurado Leiva y Pedro de Limpias prosiguieron El otro viendo burla tan pesada,
adelante por las zavanas del Cabo de la Vela y Soturma, en busca de Huyendo se libró de ser captivo;
alguna gente para guiaa , y de lo que les sucedió con unos indios que Y los nuestros, después guian la proa
encontraron. Hacia la sierra de Coquibacoa.
La gran relocidad y la soltura Caminaron por campos descubiertos,
Desta gente bestial, incorregible, El indio que tomaron siendo guia,
A los que la verán en escritura Hasta que ya salieron á los puertos
Yo no me espanto selles increíble ; Y bravas playas do la mar batía:
Mas aquí se recita verdad pura Halláronse rimeros de hombres muertos,
Y aquello que me consta ser posible; De mucho tiempo ya , según se via,
Porque testigos son todos de vista Porque todos estaban consumidos.
Los que dan relación desta conquista. Con no mas de los huesos y vestidos.
*S*5 JUAN DE CASTELLANOS.
A l indio preguntaron, que quién era Estuvo ciertos días donde digo,
L a gente que hallaban en tal puerto: A causa de le ser la tierra sana.
E l respondió ser gente marinera, Cuando de Coro fué, llevó consigo
Que con tempestuoso desconcierto A un Bartolomé de Santillana,
La furia de la mar los echó fuera, A quién después yo tuve por amigo,
Y que de hambre y sed habían muerto; Persona de valor, sagaz y urbana :
Y que muchos también por estos llanos Y á este, por ser hombre diligente,
Habían ellos muerto por sus manos. Quiso nombrar Ambrosio por teniente.
Porque, yendo á buscar algún consuelo, Porque del Fedriman, por ser brioso
Si con algunos indios encontraban, Y ambicioso varón de su cosecha,
De miedo se sentaban en el suelo , listaba grandemente sospechoso:
Y con halagos grandes les hablaban : Y cierto no fué vana la sospecha:
Los indios conociendo su recelo Pues de la cosa que él era dudoso
Para hacello cierto los mataban; Bien podia tenella ya por hecha ,
Dijo: «barbudos eran y vestidos, Con prometer cumplir su mandamiento,
Mas no como vosotros atrevidos. » Sin hacer de la costa mudamiento.
Prosiguen sus caminos á la sierra, Mas, apenas Ambrosio mudó cama,
Aquesta desventura percebida; Cuando despidió él todo reposo,
Hallaron sementeras en la tierra Y con aquel ardor de ganar fama,
Y en ellas mucha copia de comida : No receló quedar por mentiroso,
Al encuentro salió gente de guerra, Creyendo de fortuna que lo llama
De castellanas armas proveída, A hacer algún lance venturoso;
Y toda la mas gente que venia Y ansí mandó juntar alguna gente,
Era guanebucan y caquetía. Y dicen que les dijo lo siguiente :
De la victoria ya tan confiada, « Señores: la memoria nos ofrece
Según las bravas muestras y semblante , Un dicho de los sabios repelido,
Que para cualquier dellos era nada Y á todo buen juicio le parece
Fuerza del español que ve delante : Que no debe cubrirse con olvido t
Piden los nuestros paz, no les agrada, Y es este : que ningún premio merece
Porque el menor se juzga por gigante El hombre que se está siempre dormido:
Contra gente vestida, de quien piensa Pues el honor, valor, riqueza, ciencia,
Ser como los demás en su defensa. Se ganan con la buena diligencia.
Fn los náufragos míseros mostrados » Nunca se dan á flojos los honores;
Cada cual á los nuestros va derecho, Abate los mas altos la torpeza ;
Tan atrevidos y desvergonzados Caminos son derechos los sudores
Como si todo lo tuvieran hecho; Para poder llegar á gran alteza,
Pero los españoles esforzados, Y salsas de ningunos sinsabores
Movidos de grandísimo despecho, Los trabajos, vigilias y aspereza;
Y de guerreras furias todos llenos, Pues lo que se ganó con pesadumbre
A sus atrevimientos ponen frenos. Tiene después sabor y dulcedumbre.
Aquí veréis un indio traspasado uPudiera dar ejemplos de pasados
Por pecho, por entrañas y ternillas; Que fueran á propósito traídos,
Allí cabeza y brazo derribado; De pobres diligentes levantados,
Acullá jarretadas las rodillas; De prósperos ociosos abatidos ;
Lleva gentiles bríos el jurado ; Taburlanes de gloria coronados ;
Pedro Limpias hace maravillas ; Dionisios de corona despedidos;
Tanta priesa les dan en las contiendas Pero basta traer a consecuencia
Que el pueblo les dejaron y haciendas. Aquello que se ve por esperiencia.
Vencidas estas gentes inhumanas, »E1 bien que la fi rluna le ofrecía
Y recogidos indios mas de ciento, Perdió Velazquez por su negligencia,
Y espadas, alabardas, partesanas, Y con Cortés usó de cortesía ,
Con otras cosas de mayor momento, Aunque dijeron ser inobediencia;
Volvieron por los campos y zavanas Mas es gran vanidad y bobería
Cargados indios de mantenimiento ; De gentes que no tienen advertencia ,
Llegaron á su pueblo y á sus gentes Pues no fueron sus hechos soberanos
A tiempos y á sazones convinientes. Ocasiones soltando de las manos.
Después de mucho tiempo consumido »Para poder hacer empresa bella
En ver y trastornar aquel terreno, Ocasión de presente la tenemos ,
Micer Ambrosio supo ser venido Y no conviene desasirnos della
A gobernar un micer Joan el Bueno; Recelando sucesos con estreñios;
A Coro se volvió mal desabrido Pues en satisfacción de la querella
Do lo halló de su salud ajeno; Que podría tener el que tememos,
Y por morir el Joan aquel invierno Yo me prefiero dalle tal disculpa
Ambrosio se quedó con el gobierno. Que todos quedéis libres de mi culpa.
Ansimismo murió Luis Sarmiento, » Cuanto mas que yo tengo por muy cierto
En todas buenas partes eminente, Que va de su salud mas apartado,
Y en cama no on menos detiimenlo Y fué temeridad dejar el puerto
El Ambrosio también cayó doliente, Donde pudiera ser mejor curado;
Pero determinó mudar asiento , Y aun es esta la hora que está muerto
Nombrando á Fedriman por su teniente; Según lo vistes ir debilitado,
Y después de mandar lo que convino, Pero de vuestro daño muerto ó vuelto ,
A la Española hizo su camino. Todos podéis dormir á sueño suelto.
Con gana de se ver convalecido «Porque yo me daré tan buena maña,
De su debilidad y enferma saña, No solo por razón, mas por derecho,
Teniendo tiesta isla conocido Que no solo mitigue cualquier saña,
A su salud no selle tan estraña, Pero se sienta bien de nuestro hecho
Por haber allí siempre residido, Por los señores de la gran compaña,
Factorseyendo de la gran compaña. De los cuales esto yo satisfecho,
Y no le sucedió mal el aviso. Que serán muy servidos y contentos
Pues luego tuvo la salud que quiso. Fn no les dilatar descubrimientos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS PARTE II, ELEGÍA 1, CANTO II. 197
«Abreviémonos antes que se parta Mucha gente de indios se congrega,
Otro descubridor de menos sueño , De rigurosas armas proveída;
Pues Lerma sale ya de Santa Marta; Nicolás Fedrimán con paz les ruega.
Por via de Cubagua va Sedeño; Loando su pacííica venida :
Hieronimo de Ortal da priesa harta Al fin por la distancia desta vega
A venir con avío no pequeño : Fué de todos la paz bien recebida ,
E yo sé que lerneis por cosa dura Y celebradas estas amistades
Ser preferidos otros en ventura. Socorrieron á sus necesidades.
ílnconvinientes pues asegurados, Con todos se compone y averigua,
Mi parecer sin otro repugnante Descubre pueblos sin ponelle tasa,
Es, que pues vamos bien aderezados Los indios alterados apacigua
Procuremos pasar mas adelante : Por hallar por allí blanda la masa ;
Podrá ser que nos llamen nuestros hados Vido la población de Hacarigua ;
A tierra rica, llena y abundante , Aguas de Amoradore rio pasa;
Y que solicitud buena nos eche De paz la tierra toda va llamando,
Donde tan gran miseria se deseche. Algunas piezas de oro rescatando.
»La gente principal desta frontera Llegó después con breves escuadrones
Ya nos sustenta mal y con gran pena , Hasta Hitibana, provincia buena,
Y alguna por la dar a forastera La cual de populosas poblaciones
Se quedan hartas noches sin su cena : Estaba por allí no menos llena :
Busquemos otra tierra mas entera Eulos vecinos hay alteraciones ,
Donde podáis comer á costa ajena, Y todos ellos recibieron pena
Que ya la grande falta de comida De ver que sus labranzas y riberas
Pide con gran instancia la partida. Se hollasen de gentes estranjeras.
»A Dios pongo, señores, por testigo Amenazan con bélicos pertrechos ,
Ser para vuestro bien esto que quiero, Diciéndoles : «volved á esotra mano»,
Y que lleváis en mí íiel amigo, Dándose de palmadas en los pechos,
Un llano capitán y compañero : Que son señales de furor insano ;
Por tanto conceded con lo que digo Pero con pretensión de sus provechos
Como de vuestro gran valor espero, Ruégales con la paz el Fediimauo:
Y cada cual de mí se satisfaga Dicen no querer hombres en sus senos
Que no le diré cosa que no haga.» Que no saben si son malos ó buenos.
Dijo su voluntad, y á lo que creo Y del crecido número de gente
Ninguno la tenia discrepante, Y fieros escuadrones de desnudos,
Vencidos del grandísimo deseo Uno dellos hablaba solamente ,
Que tenían de ir mas adelante; Que todos los demás estaban mudos ;
Porque para hacer mayor empleo Nicolao Fedrimán volvió la frente
Era su Fedrimán hombre basiante ; No queriendo probar filos agudos,
Y ansí de los soldados de mas cuenta Ni menos esperar golpe de flecha
Se pudieron llegar ciento y cincuenta. A causa de la paz que deja hecha.
Esteban Martin, Limpias y Naveros, Que no por no tener finos aceros
Pedro de Aranguez, nuble vizcaíno, Para les refrenar sus movimientos ,
Alonso Zarco, Barrios, Honliveros, Pues eran él y aquestos compañeros
Y el valeroso mozo Juan Florino , Enseñados en grandes rompimientos;
Que en buenos hechos fué de los primeros; Mas porque el contador dicho Naveros
Con ellos fué también este camino No dejó de hacer requerimientos,
El padre fray Vicente Requejada, Que no rompiese nuestra compañía
Y él me dio i elación desta jornada. Si la de los contrarios no rompia.
Y el buen capitán Martin de Arteaga , Volvióse Fedrimán cuasi derecho
Que escrita me la dio mas largamente, De do la gente flaca se quedaba ;
Y no sé con qué lengua satisfaga Algunos indios iban en acecho
Méritos de varón tan escelente; Con deseo de ver dónde paraba :
Pues según su valor la mayor paga Imaginóse ser concierto hecho
No es ni puede ser equivalente ; Con otra gente que de paz estaba ,
El cual aun vive hoy dentro de Coro Porque cuando pasasen aquel rio
Mas lleno de virtudes que de oro. Por ambas partes diese gran gentío.
Fué la demás esclarecida gente , Mas el buen alemán, que sagaz era,
Soldados valerosos escogidos, Como quien del asalto se recela,
Cuyos nombres callamos de presente Dio muestras de dormir en la ribera,
Por no poder ser todos referidos: Asentó toldos, y sacó candela ;
Llevaron diez caballos solamente; Mas el reposo fué de tal manera
De lo demás van bien apercebidos, Que ninguno dejó de estar en vela
Abrevian caballeros y peones Con intención que el agua peligrosa
Por evitar algunos trompezones. Pasasen con la noche tenebrosa.
Caminaron al sur por barlovento Al tiempo pues que con nocturno velo
De Coro, do la gente se hallaba, Pierden floridos campos sus colores ,
Porque por el cuartel de sotavento Y no da resplandor el alto cielo,
El Maracaibo los desengañaba : Presentes oscurísimos vapores;
Siguieron pues aquel descubrimiento Cuando gozan amantes del consuelo
Que mas prosperidad representaba; Que toman de sus tácitos amores,
Atravesaron sierras en efeto Con miedo del ejército salvaje
Y llegaron á Barraquicimeto. Orden dio Fedrimán a su pasaje.
Ameno valle ven y tierra llana, Tácitamente cada cual soldado
Fértil y pobladisima ribera. Del vestido común se desabriga;
Asentó Fedrimán en la zavana Y como no podian hallar vado
Que de su nombre del es heredera. Que con seguridad un alma siga ,
Enferma lleva gente castellana Unos en balsas van, otros á nado
Que seguir no podía su bandera : Pasando con grandísima fatiga,
Dejólos con recado conviniente, Y cuando luz ae Febo reverbera
Y anduvo con el resto de la gente. Hollaban ya sus pies otra ribera.
19S JUAN DE CASTELLANOS.
Luego con parecer de capaz vaso, Cercénanse narices, muelas, dientes ;
Peón y caballero bien armados Derríbanse penachos á montones;
A gran priesa salieron á lo raso Golpes de sangre salen de las frentes;
Buscando los lugares escombrados, Córtanse las humanas proporciones ;
Donde los temerosos deste caso Infinidad deflechasvan pendientes
Se hallaron de indios rodeados De las colchadas armas de algodones,
Por una y otra parle del ejido, Que si no llegan á hacer heridas
Pero sin alboroto ni ruido. Fueron de sus harpones detenidas.
No levantan de arena tantos granos Como toro que lidian los villanos,
Combates de terribles torbellinos, Que ya del suelo, ya de talanquera,
Por playas secas ó hollados llanos Tantas garrochas salen de las manos
De grande cuantidad de peregrinos, Que le cargan el cuerpo de madera,
Cuantos indios venían ya cercanos Y ha menester tener los pies livianos
Ocupando los pasos y caminos; Quien pica siendo larga la carrera ,
Y el indio que acullá habló por todos Pues ya por las espaldas le resuella,
Aquí quiso tener los mismos modos. Ya lo hiere, lo mata y atropella:
Con lasflechasy arco muy á pique , No menos á las partes sucedía
Se vino luego acia nuestra gente, En aquestos recuentros porfiados,
Diciéndoles : «Ya viene mi cacique Por ser gran cuantidad de flechería
A daros un grandísimo presente, La que cuelga de sayos estofados;
Y de lo que mandó que os notifique Mas el de cuatro pies que los seguía,
Podéis ver el efecto brevemente ; Bufaba por espaldas y por lados ,
Dilatad algún tanto la partida E ya los huella, ya los desbarata,
Porque mejor se guise la comida.» Ya los deja caídos, ya los mata.
Viendo los nuestros el intento loco, Anda la furiosa diligencia,
Marcharon con el orden que convino. El sol ardia, hierven movimientos,
El avanguardia guia poco á poco Cobra mayores fuerzas la pendencia
Aquel Pedro de Aranguez, vizcaíno , Con indios que llegaban por momentos ;
Sin dar mas ocasión de la que toco: Hitivana perdía la paciencia ,
Ya cuando comenzaba su camino, Por no poder salir con sus intentos:
Con agudo barpon y paletilla A voces reprehende sus alardes,
Le pasaron las armas y espaldilla. Llamándoles de viles y cobardes.
Revuel ve luego no con furia poca, Donde manifestaba sus enojos
Y cuando sus venganzas apareja, Era parece ser cierto repecho :
Otro le segundaron por la boca Puso Esteban Martin en él los ojos,
Cuya punta salió por el oreja; Y allá con gran furor rompió derecho.
A muy mayor venganza se provoca Ejecutó la lanza sus antojos
Cobrando furias de costumbre vieja, Hasta salir la punta por el pecho;
Y para se hacer del daño pago Y como las entrañas le rompiese,
Arremetió, diciendo ¡ Santiago! Al alma dan lugar por do saliese.
Llevando ya la lanza levantada, Aquellos que procuran de vengallo
A indio hablador vido delante, Quedaban hechos postas y tasajos ;
Al cual atravesó de una lanzada. Tiraban del, mas no pueden sacallo
Y rompe por la gente circunstante : Por se lo defender crueles tajos ;
La batalla cruel es comenzada ; Mataron á Naveros su caballo,
Mire por sí la parte litigante ; Aumento de sus penas y trabajos ,
Para mas mal Alecto sale fuera Pues aunque fué valiente y esforzado,
Sin quedar Thesifone ni Megera. Era para peón muy delicado.
Estas tres furias encendieron luego Al tiempo pues que Febo dividía
De furor infernal humanos pechos; Con sus dorados carros la carrera,
Aviva la pasión bélico fuego; Y en aquel hemisferio repartía
Vense patentes los sangrientos hechos; En dos partes el eje del esfera,
Comiénzase mortal desasosiego; Y la mudable sombra se metia
Hallábanse los pocos en estrechos, Ya debajo de quien la causa era ,
Por ser tan limitada su defensa Otro principal indio hizo falla ,
Y la délos contrarios ser inmensa. Y ansí dejaron todos la batalla.
Mas el buen Nicolao les decía : Pues las bárbaras gentes despedidas,
«r ¡Ea, señores, que la gloria es nuestra, Los nuestros de quietud necesitados,
Y este de que gozamos es el dia Curaron al Aranguez las heridas,
Para que deis á indios clara muestra Y á los demás que estaban lastimados,
De la fuerza, vigor y valentía Algunos en gran riesgo de las vidas,
De que Dios ha dotado vuestra diestra . Aunque todos de muerte libertados;
A ellos pues, y en el encuentro fiero Y el débil deflaquezafuerza saca
Cada cual mire por su compañero! » Para ir á buscar su gente flaca.
Comienzan á romper por escuadrones Porque por los encuentros descubiertos
Con el veloz vigor de los caballos; Cualquier varón de término discreto
A las espuelas llevan los peones imaginara ser ya todos muertos
Por ayudarse dellos y ayudallos ; Por los indios de Barraquicimeto ;
Suenan alborotadas confusiones; Y ansí, como varones bien espertos,
Esfuerzan los caciques sus vasallos ; A buscallos volvieron en efeto:
Indios aquí y allí veréis caídos, Quiso Dios que primero que llegasen
Muertos los unos y otros mal heridos. En medio del camino los topasen.
Sus filos las espadas allí ceban ; Porque para dejar aquella parte
Empléanse los hierros de las lanzas; No les faltó también discreto miedo,
El Limpias, Arteaga y el Esteban Por ver andar los indios de mal arte
Confunden las indianas ordenanzas; Y no podelles ver el rostro ledo :
Fedrimán y el Aranguez allí prueban Holgáronse de ver elflacoMarte,
Sus fuerzas no ser vanas confianzas; Aunque cuasi los mas con buen denuedo;
La grita, vocería y el estruendo, Y juntos los cristianos escuadrones
Los vaporosos aires va rompiendo. Iban á las amigas poblaciones.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA 1, CANTO 11. 199
Pero poco después que se juntaron, Venian los caudillos de salvajes
Yendo do piensan ser bien alojados, Con diademas de oro coronados,
En unos campos rasos encontraron Encima superbísimos plumajes;
Los rostros de pinturas variados ;
Cuatrocientos gandules bien armados : A las espaldas llenos los carcajes,
El Limpias y el Esteban les hablaron Los arcos en las manos preparados ,
Como los vieron tan alborotados, Con tan feroz y bravo continente,
Diciendo : « Pues de paz es vuestra tierra, Que hacían temblar al mas valiente.
¿ Cómo nos recebís en son de guerra ? Los nuestros dicen : « En lugar estamos
«Pues mal no recebís de los cristianos, Do cumple que las manos apretemos.»
E ya se celebraron amistades, Pedro de Limpias dijo : « No temamos ,
Apartemos las armas de las manos, Ni tanta muchedumbre recelemos:
Huyamos de contrarias variedades : Holguemos y comamos y bebamos,
Que no pide razón á pechos sanos Que nosotros al fin los venceremos.»
Pagalles con cautelas y maldades; Era montañesico mal limado,
Y sí hacéis deflechasconfianza , Y esto decia él medio mascado,
No menos, si no mas, pica la lanza.» Como quien no bebió licor de Apolo ,
Estuvieron suspensos por un rato, Sino lo que le dio crasa Minerva;
Aunque las manos puestas en la flecha; Separalisimo de todo dolo,
Y ansí viendo los nuestros el recato, Pero de condición algo proterva;
Certificáronse de la sospecha Mas en valientes hechos tal, que solo
De ser participantes en el trato, Rastaba para toda la caterva :
Y no sin culpa de la maldad hecha ; Conocílo y trátelo largamente,
Y por tener lugar y ocasión bella , Y aun á su muerte me hallé presente.
Determinaron de valerse della. Dando pues orden nuestra compañía
Arremetió la gente castellana ,
Los indios desterraron sufrimiento ; A lo que deste caso sucediese,
Los unos y los otros tienen gana, Al indio que llevaban para guia
Y ansí se concertó su rompimiento : Preguntaron las lenguas que dijese
RÍOS de sangre van por la zavana, De quién era la gente que venia,
Clamores rompen el lijero viento, Por qué fines ó causa se moviese:
Inquietud llegó, huye reposo, Que declarase bien qué cosa era.
Recuentro se revueive sanguinoso. El indio respondió desla manera :
Rómpense los flecheros escuadrones « Sin tormento de fuego ni de agua
Con ímpetu feroz de los rocines; No receléis que la verdad os niegue ;
Impiden ya su huella los montones Mas no sabré decir qué mal se fragua
De los indios que fueron mas insines : Hasta tanto que ya la gente llegue;
A los restantes hacen.los peones Pero conozco ser Cat¡mayagua
Que viesen luego miserables fines, Con otro principal dicho Categue,
Pues el cacique solo quedó vivo, Y son los otros dos que veis de cara
El cual del Arteaga fué captivo. Geeoagúa y Radurajara.
Recogieron las joyas de caídos, »Y no creo que vienen por venganzas
Levantó corazón el mas inerte; En venir unos de otros apartados:
Quedaron de los nuestros diez heridos, Antes creo que vienen de labranzas,
Mas ninguna herida fué de muerte. Pesquerías ó cazas de venados ;
Fué freno para muchos atrevidos Pero por sí ó por no, de vuestras lanzas
El sucedelles bien aquella suerte, No viváis por ahora descuidados ,
Y ansí los vivos, vistos los efetos, Porque si vienen ellos de mal arle,
Pacíficos vinieron y quietos. Tengo yo de llevar la peor parte.»
Después de los encuentros sucedidos, Oido por los nuestros lo que toco,
A Hacarigua guian sus pisadas, Quel indio caquetío les decia,
Adonde fueron todos recebidos Parecíales ser consejo loco
Como de gentes atemorizadas; Querer romper tan grande compañía ;
Y de aquella provincia despedidos, Y ansí determinaron poco á poco
Apaciguando gentes alteradas, Irse quietos acia do venia,
Procuran ya por paz, ó ya por guerra, Y los indios también sin sobresalto
Descubrir mas secretos de la tierra. Rajaron á los llanos de lo alto.
No sin recelo de guerreras tramas Después que ya llegaron á lo llano,
Dieron en unas grandes poblaciones, Rajando cada cual por su ladera,
Do no faltaron amorosas llamas, Un tuerto gentil, hombre bien lozano,
Pues por ser de tan bellas proporciones A todos les tomó la delantera,
Le llamaron el valle de las Damas, Y cerca del ejército cristiano
Con las demás anejas condiciones Con brio les habló desta manera :
En usar de grandísima franqueza « ¿Quién sois, á qué venís, ó quién os manda ?
De aquello que les dio naturaleza. ¿Qué designo tenéis, ó qué demanda?»
Dejadas estas gentes ya sujetas, Esteban respondió : «Somos cristianos,
Yendo por un gran llano cierto dia , De religiones el mejor tesoro;
Oyeron tal ruido de cornetas, Venimos en demanda de los llanos, ^
Que pareció que el mundo se hundía : Y por decir verdad buscamos oro ;
No tuvieron sus ánimas quietas Somos también carísimos hermanos
Hasta bien percebir lo que seria , Del cacique Manaure, rey de Coro.»
Y vieron descender de unos recuestos El indio, viendo que en Manaure toca,
Innumerables bárbaros compuestos. Dióse ciertas palmadas en la boca.
No multiplican áticas colmenas Y luego con el rostro mas sereno
Los enjambres de abejas tan poblados , Les dijo : «Si es de paz vuestra venida ,
Ni revuelve la mar tantas arenas Por ser hermanos de señor tan bueno,
Cuando sus vientos andan mas turbados, Tengo por bien dejaros con la vida :
Cuanto se ven aquí campañas llenas Vamos, pues así es, á mi teireno,
De sagitarios fieros yesforzados, Do todos hallareis buen acogida,
Untados todos ellos con resina, Y de cualquier asalto de enemigo
O mará que llamamos trementina. Seguros podéis ir, pues yo lo digo.
í;;0 JUAN DE CASTELLANOS.
Aunque rieron que por tales vias No viene con tal fuerza torbellino»
Fuesen del indio tuerto convidados, Impelido de grandes ventisqueros,
Juntáronse con estas compañías Ni en Indias aguacero repentino
El dicho Fedrimán y sus soldados, Barre con tanta furia los oteros ,
Y entre los indios fueron ocho días Cuanto furor, braveza y desatino,
Ellos y sus caballos regalados, Mostraron estos bárbaros guerreros :
Y diéronles después matalotaje El ímpetu fué tal y tan horrendo,
Para que prosiguiesen su viaje. Que los nuestros se iban retrayendo.
Despedidos por términos urbanos, Cobran los bárbaros mayores bríos,
Dieron, muy lejos ya desta frontera, Teniendo ya por fácil acaballos;
En un pueblo de chipas en los llanos , Ampáranse los nuestros en buhíos
Gente brava, feroz y carnicera. Hasta poder subir en los caballos.
Carne hallan asada los cristianos: Decia Fedrimán : <t ¡Aquí los míos!»
Comieron sin que sepan de quién era; El Uriorebuí : « ¡ Aquí, vasallos ! »
Mas ojos propios los hicieron ciertos, Mas los de cuatro pies ya salen fuera:
Hallando piésymanos de hombres muertos. Ellos harán bien ancha la carrera.
Luego veréis estar imaginando: Fedrimán , Limpias y Esteban Martínez,
Unos que ven y no quieren creello, Y Martin de Arteaga con Berrío,
Otros en otra parte basqueando, Por tales vías guian sus rocines,
Otros para bosar mover el cuello, Que ningún golpe daban en vacío;
Otros ó los mas dellos vomitando, Y tanta priesa dan los paladines,
Otros meter los dedos para ello, Que la corriente sangre hace rio :
Otros quisieran con aquellas sañas Barrios, y Joan Florín y Alonso Zarco
Abrirse con sus manos las entrañas. Cortan aquí y allí macana y arco.
Desabridos de gente tan malina Mas aunque cuantidad de indios mueran,
Que siempre de la paz anda huyendo, Y vean uno y otro ya difunto,
El sabio Nicolao determina Los vivos todavía perseveran,
Ir gentes mas humanas inquiriendo , Sin que de su furor aflojen punto :
Y aun también de volver á la marina , Uriorebuí pica tan de veras
Valles y serranías descubriendo; Que ningún español se llega junto,
Y dieron luego por aquella via Y Limpias, viendo sus encuentros fieros,
En un pueblo de gente caquetía. A él encaminó sus pies lijeros.
Hallaron los vecinos serabsentes, Bien pensó de camino derriballo;
Alzado de las casas todo ato, Mas la tal esperanza salió vana,
Porque por tener nuevas destas gentes Por le desbaratar lanza y caballo
Vivían con grandísimo recato ; Con dos terribles golpes de macana ;
Mas á traclar de cosas indecentes Fingió que le huia por ceballo,
El cacique volvió desde á buen rato, Y el indio lo siguió de buena gana;
Y sobre cierta cosa que pedia, Cambió los hierros al arzón trasero,
Al Fedrimán habló con osadía. Y acertóle por el degolladero.
El dicho Fedrimán lo halagaba Cayó, mas no cayeron los motivos
Por los mejores modos que podía ; De los que procuraban su venganza;
El indio con furor se desmandaba Pero como quedaban pocos vivos ,
Con una mas que loca fantasía ; Quedó superior cristiana lanza.
Fedrimán, viendo su protervia brava , Quisieron mas morir que ser captivos
Dióle con una caña que tenia; Los que no concluyó tan gran matanza;
El áspero gandul echando fuego Pues cuatro que escaparon destas suertes
Al bosque'montuoso se fué luego. En cierta parte se hicieron fuertes.
El cual con furiosos movimientos, Fueron por todas partes rodeados
Por encenderse mas en el coi aje, De los nuestros, al modo de corona:
Ciertos polvos tomaba por momentos , Serian dos docenas de soldados
Y ansimismo bebió cierto brebaje ; Y el mismo Fedrimán por su persona ,
Hizo luego de indios llamamientos, Donde fueran sus sesos derramados
Da Hechas al ejército salvaje, A faltar el escudo de Belona;
Que las lenguas (de bien hablar desnudas) Mas viendo de los suyos diez heridos,
Se traspasaban con puntas agudas. Bompia por los indios atrevidos.
Con esta gente que del monte saca Entrando por guerreros embarazos,
Con un bravo furor diciendo viene : Alzó la maza quien su mal recela;
«Hombres de mal vivir, gente bellaca, Mas el buen Arteaga con sus brazos
Que de sudor ajeno se mantiene, Púsole por delante la rodela,
Dadme sin mas tardar una hamaca, Que del golpe se hizo tres pedazos;
Que no sé qué soldado me la tiene: Y aunque del Fedrimán fué gran tutela ,
Donde no, bien podéis tener por cierto Al Arteaga dio con tal denuedo,
Que cada cual de vos ha de ser muerto.» Que le sacó la uña del un dedo.
El Fedrimán mandó se la buscasen, Era la furia tan embravecida
Y sin poner escusa se la diesen : Y el ánimo protervo desta gente,
Buscan ; y como no se la hallasen , Que ninguno se quiso dar á vida,
Y los intentos malos conociesen, Aunque se lo rogaban blandamente ;
A las lenguas mandó que le rogasen Pero la vital trama fué rompida
Que por tan poca cosa no riñesen, Tomando los dos vivos solamente.
Pues otra gente de mayor pujanza Fedrimán por huir otro reproche
Sabia domeñar su fnerte lanza. Acordó de salir á media noche.
El indiofierodijo : « No me espanto A tino caminaron sin señales,
De dardos ni de lanzas de hinojos, En demanda de pueblos que decían;
Pues otros mas valientes forman llanto Guiábanlos aquellos dos zagales,
Cuando me ven encarnizar los ojos; Mas tan perversos eran los que guian
Y agora, pues estamos muy á canto, Que siempre los metian por breñales
Veréis si pueden algo mis enojos : Donde de sed y hambre perecían:
« ¡ Aquí, tigres, aquí, gente nosciva, Trajéronlos ansí cinco jornadas,
Haced de suerte que ninguno viva ! » Y al cabo los mataron á lanzadas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA I, CANTO III. 501
Muertos los indios pues en la montaña, Hízole luego cargo del esceso,
Esteban procuró buscar camino, Y con prisiones estendió su saña;
Porque ninguno tuvo mejor maña, Cerró para sentencia su proceso,
Ni en adalid se vido tan buen tino : La cual fué de destierro para España;
) E l mas oculto rastro desentraña Al fin él pareció preso y opreso
Hasta dar con el bárbaro vecino, Ante los grandes de la gran compaña,
Sin lo sentir la mas astuta vela, Donde le dejaremos por agora,
Y olia de una legua la candela. Pues para tratar del verná su hora.
Yendo pues por el bosque fatigado, Después de pronunciada la sentencia,
Sin poder descubrir favor humano, Ambrosio recogió toda la gente,
Pequeño ramo verde vio quebrado, Del cual quiero también hacer absencia,
Que hizo su trabajo mas liviano ; Por me sentir cansado de presente
Pues vido claramente ser tronchado, En recontaros tanta menudencia
No por irracional, sino por mano Cuanta veis en el canto precedente;
De hombre que por esta selva iba Pero la conclusión y paraderos
De los humanos tratos muy esquiva. Podréis ver en los cantos venideros.
En aqueste compás hizo parada,
Luego con vigilancia dio rodeo, CANTO TERCERO.
Vido señal de pié mal señalada,
Mas tal que satisfizo su deseo; Donde se cuenta cómo mieer Ambrosio volvió, con la gente que recogió
Prosiguió por la via comenzada en la ciudad de Coro, al pueblo que dejó poblado en el SUracaibo, y
de la entrada que bizo por aquella via.
Para nacer mas cierto su rastreo,
Hasta que descubrió con ojos ledos
Impreso carcañar y cinco dedos. Muchas veces el hombre con prudencia
Prolijo rato va tras esta prenda, Desastres venideros asegura,
O ya con la ganar, ya con perdella, Y muchas con tener gran advertencia
Pues para perfección de su hacienda Y buscar su sazón y coyuntura ,
No le cumplía desasirse della: Le vale poco buena diligencia
Al fin le dio ventura cierta senda, Por no tener propicia la ventura;
Do se mostraba mas patente huella; La cual cuando derrama sus regalos
Esperó la hambrienta compañía, Suele quitar de buenos para malos.
Que por señales suyas lo seguia. Porque con hombres , que razón repuna
Desque llegaron donde los espera, Que hallen para bien lugar abierto,
Dadas á todos buenas esperanzas, Usa magnificencias la fortuna,
Tomó dellos la gente mas lijera, Sin consideración y sin concierto;
Siguiendo de las trochas sus usanzas; Y suele la virtud estar ayuna
Y después de romper larga carrera, Sin que pueda gozar descanso cierto :
Dieron en fértilísimas labranzas, Y ansí de sus antojos hace leyes,
Sin grano seco, mas maíz en berza, Eso me da con bajos que con reyes.
Do su contento tuvo mayor fuerza. A Próculo dotó de gran imperio,
Camino se halló luego patente, A Mauricio y á Tito Coruncano,
Por el cual sin ningunos alborotos Y de pastor de vacas á Galerio
Caminaron á paso diligente, Para subir a él le dio la mano ;
Sin querer admitir contrarios votos; Puso también en grande vituperio
Toparon población de cierta gente, A Polícrates y á Valeriano,
De los que por allí llaman itotos, Con muchos otros mas, cuya subida
Y cuando el sol cubría sus cabellos Fué grande, mas menor que su caida.
Con voz de ¡Santiago! dan en ellos. Lo cual suele hacer por estos senos
El pueblo se mostró de esfuerzo falto De Indias y de sus descubrimientos,
Y turbado de grande desatino, Do vimos abatidos muchos buenos
Por les acometer de sobresalto
Y por nunca jamás visto camino : Y encaramados bajos pensamientos ;
Al fin los mas huyeron á lo alto Aunque esperiencia muestra que los menos
Del monte que tenían por vecino; Salieron dellos ricos y contentos,
Caplivaron la gente detenida , Como micer Ambrosio, cuya historia
Y hallaron gran copia de comida. A muchos que son vivos es notoria.
Llegó la resta de la compañía, Los cuales dicen ser varón notable
En hechos y palabras que decia,
De hartura y descanso bien angosta, Solicitud, conversación loable,
Velóse por el orden que solía, Vigilancia, viveza, valentía;
Y aun otros muchos mas velan aposta; Mas no le fué fortuna favorable,
Recogen alimento, y otro día Pues dentro deste reino , do venia
Tomaron el camino de la costa, Con amago de próspera ventura,
Pues para descubrir mas adelante A la puerta le dio la sepultura.
Juzgaban no tener gente bastante.
Y demás de la breve compañía Agora pues para la tal jornada,
Amenazábalos también el agua La cual aquella gran sabiduría
Y fuerza del invierno, que venia Para otro tenia reservada,
Muy mas impetuosa que en Veragua : Hizo juntar aquella compañía,
Guiábalos ya gente caquetía A hambres y trabajos tan usada,
Del pueblo que se diz Sarasaragua; Que ya no recelaba turbio día;
En efecto con cuantidad de oro Y vino con pertrechos y recado
Salieron á la costa y á su Coro. Al Maracaibo que dejó poblado.
Por abril de quinientos y mas treinta Halló la gente del mal afligida,
Con mil un año mas de los que sigo, De enfermedad y hambre fatigada,
Llegó la dicha gente macilenta Con grandísimo riesgo de la vida,
Y el dicho Fedrimán adonde digo; Y de socorro ver desesperada :
Donde micer Ambrosio representa Regocijáronse con su venida,
Ser digno Fedrimán de gran castigo, Como quien la tenia deseada;
El cual era venido sano y bueno, Y á su necesidad tan insufrible
Aunque desta pasión el pecho lleno. Ambrosio socorrió con lo posible.
202 JUAN DE CASTELLANOS.
Y reparados razonablemente A su razonamiento dados fines,
De cosas necesarias al camino, Con determinación ya rosoluta,
A su casa llamó toda la gente Tocáronse trompetas y clarines,
Deste lugar y la que con él vino, Y cada cual sus mandos ejecuta :
Con intención de les hacer patente El Vasconia y el Esteban Martínez
Su cierta voluntad y su desino; Tomaron á su cargo la minuta,
Y después de comunes prevenciones, Que serian doscientos y cincuenta,
En suma les habló tales razones: Y fueron de caballo los cuarenta.
«Cari>imos hermanos y señores, Apréstase la lanza y el espada,
A quien yo tengo por amadas prendas, El éscopil, celada y la rodela,
Bien veis que por buscar otras mejores Esperando la hora señalada,
Dejastes vuestras casas y haciendas, Que por ninguno dellos se recela;
Y á trueco de trabajos y sudores Y ordenaron salir con el armada
Colocaros en prósperas viviendas. A la costa del Cabo de la Vela,
Do fuese la labor de vuestras manos Con determinación y con intento
Heredera de premios soberanos. De proseguir aquel descubrimiento.
»Pero lo descubierto no da muestra Ya la era del Hijo de María,
Para que tal efecto se consiga Mediante movimientos regulados,
En esta parle, donde vuestra diestra Ocho cabales lustros recorría,
Jamás temió peligro ni fatiga; Con tres quinientos años acabados ,
Y es menester que la jornada nuestra Cuando la valerosa compañía
Mucho mas adelante se prosiga, Destos descubridores memorados
Hasta poder hacer algún empleo Se llegaron al término marino
Donde satisfagamos el deseo. Para prosecución de su camino.
»Parar aquí fué cosa conviniente, Luego la costa abajo se despacha
Porque no se sufría salir antes, Ambrosio con tal orden de guerrero,
Hasta tener caballos y mas gente, Que no se le pudiera poner tacha
Y noticia de tierras abundantes : Por otro (de esperiencía) mas entero.
Tenemos ya recado suficiente Llegaron pues al rio de la Hacha,
Y guias que parecen ser bastantes; Que deste nombre tal es heredero
Ansimismo tenemos en la mano Poruña que perdió cierto soldado
El apacible tiempo del verano. Al tiempo que pasaba por su vado.
«Está la gente bien apercebida , Llegados al paraje que se trata,
Y á causa del trabajo tan contino, Dieron á su camino mas reposo,
Aquellos que escaparon con la vida, Por hallarse maiz, yuca y batata,
Muy mas purificados que oro fino : Y ser terreno ya mas abundoso.
Al iin punto de honra nos convida Salióles al encuentro Boronata,
A que ya nos pongamos en camino; Indio guanebucán y belicoso:
Demás desto riqueza, gloria y fama Tuvieron un recuentro porfiado;
Se llega por momentos y nos llama. Mas Boronata fué desbaratado.
»En mí teméis en toda la conquista Dejadas ya lasflechasy el poporo
Medido capitán y buen amigo; Por el guanebucán feroz, robusto,
La muestra desto ya la tenéis vista, Esta gente paupérrima de Coro
Con otras muchascosas que no digo : Tomaron un poquillo de buen gusto,
Conviene pues hacerse luego lista , Por recoger allí joyuelas de oro
Y ver los que podrán salir conmigo; Y ensangrentar las manos el mas justo:
Y cualquiera persona baja ó alta Entonces ansimismo dio cudicia
Pida, que yo daré lo que le falta. Del ídolo de oro gran noticia.
»Todos comiencen á hacerse prestos, La fama del cual era no muy flaca,
Y á la lista que digo se presenten; Y aun todavía por aquellos puestos
Mas los casados y los indispuestos Suena su voz, y por razón se saca
No quiero que en la nómina se cuenten, Sus miembros ser de buen grandor compuestos,
Pues quedarán soldados con aquestos Pues dicen lo llevaban en hamaca
Que los sirvan, regalen y sustenten; Diez ó doce gandules bien dispuestos :
Y si nos diere Dios lo que le ruego, Túvolo Boronata por grandeza
El socorro y remedio verná luego. Y por ostentación de su riqueza.
•Dejamos ya de paz esta frontera; No faltaron después buenos ventores
Y como con agravios no se tiente, Que ventaban la caza por defuera,
Andando los demás por allá fuera, Siguiéndola por los alrededores
Se podrá» sustentar mas largamente; Hasta las sierras dichas de Herrera ;
Y gobernallos ha con paz sincera Mas no fueron tan buenos rastreadores,
Aquel que yo les dejo por teniente, Que pudiesen topar la madriguera;
Que es el jurado Leiva, de quien siento Trabajó su pedazo Castellanos,
Toda modestia y buen comedimiento. Pero también sus pasos fueron vanos.
«Queda Bartolomé de Santularia Eran guanebucanes gente brava,
En Coro con poderes muy bastantes, Y cuando competían dos señores
Varón que nunca supo ser mañana Seguían al que mas se lo pagaba
En socorrer negocios importantes: Y mejor premiaba sus sudores;
Antes acudirá de buena gana Y tiénese por cierto que ganaba
Si se rebelan indios circunstantes; Quien podia gozar de sus favores :
Y sé que ya por paz, ó ya por guerra, Fué gente principal, rica, gallarda,
Os asegurará toda la tierra. Puesto que la demás era bastarda.
«Confiado de tales amistades, Y ansí se deseaba por momentos
Ningún temor me da la larga via, Dar en guanebucanas poblaciones,
Conociendo de vuestras voluntades Por ver la majestad de sus asientos,
Estar siempre conformes con la mia : Demás de recoger en ellos dones
Dad orden pues á las necesidades Que hacen á perdidos y hambrientos
Para poder salir al seslo día, Trastornar diversísimas naciones;
Y el caballero y el peón ordene Y aquí fueron tan grandes los caudales
Lo que para su rancho le conviene.» De oro, que lo muestran las señales.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA I, CANTO III. 205
Antes fué gran caudal, y en tiempo mió | Siguió mas adelante su camino
Un Fernán Sánchez tuvo tal ventura, Con gente victoriosa y esforzada ,
Que yendo por orilla deste rio De los cuales no era menos diño
Ni su lanza la menos estimada
La barranca del hizo hendedura, Fernando de Alcocer, que es hoy vecino
Y descubrió frontero de un buhío, En este nuevo reino de Granada ,
En una muy antigua sepultura , A cuya relación voy obediente,
Una olla con cuantidad de oro, Pues él á todo se halló presente.
Que fué remedio de su pobre lloro. Micer Ambrosio pues con importuna
Ambrosio pues con esta golosina Hambre, que no consiente que se trueque,
Siguió riberas desta y de otras aguas, En seguimiento va de su fortuna,
Sin le quedar por ver brazos de Urina j Mediante relación de cierto jeque,
Ni sus pequeñas barcas ó piraguas: Hasta venir á dar al alaguna
Con mano mas sangrienta que benina De la provincia de Tamalameque,
Pasó por los bubures y cendaguas ; Donde halló de indios muchedumbre.
E ya de joyas de oro pertrechado, Que dio luego la paz con mansedumbre.
Al valle de Upar fué, que hoy es poblado.
Fué yo de los primeros pobladores, En una isla destas residía
Y allí pude tener alguna mano, El indio Cumujagua, generoso,
Pues padecí trabajos y sudores Que fué señor á quien obedecía
Pesados de llevar al cuerpo humano; Un número de gente grandioso :
Mas á fin de buscar tierras mejores, Este los recebió con alegría
Lo que me daban tuve por liviano, Dentro de la ciudad de su reposo.
Y cuando conquistar allí me plugo Adonde por hallar todo remedio
Mandaba don Alonso Luis de Lugo. Estuvo con los suyos año y medio.
Nombró por capitán al buen Salguero, Tuvieron el recado conviniente,
Que bien puede gozar deste renombre Sin ofrecerse guerra ni combate,
Por ser en las virtudes tan entero, Y ovieron de los indios buenamente
Que no le viene largo mayor nombre: Mas de cien mil ducados de rescate;
Deste reino descubridor primero, Cudicia, que de males es la fuente,
Y en la conquista suya cabal hombre; Y á cosas indebidas nos abate ,
El cual después como varón cristiano Hizo prender al indio caballero
A las cosas del mundo dio de mano. Para poder sacalle mas dinero.
Pues él y su mujer Joana Macias, Viendo los indios ya que sobre paces
Que de valor no tiene menos prenda, Usaban de tan ásperas afrentas,
Ofrecieron en medio de sus días Procuran ordenar guerreras haces
A Dios todo su ser y su hacienda, Que de temor pudiesen ser exentas,
Plantando para santas compañías, juntando de canoas muy capaces
En las casas que son de su vivienda, Un número de mas de cuatrocientas,
Un tal y tan ilustre monasterio Y en ellas embarcaron estas gentes
De monjas, que lo tengo por misterio. Tres mil indios gallardos y valientes.
A él ya le llegó la fatal hora, Luego la gran caterva de salvajes
Con tal muerte cual fué su santa vida : Aprietan en las manos canaletes,
Es ella de presente la priora Todos con superbísimo? plumajes,
Con ejemplo y virtud esclarecida, Joyas de oro, pecios, brazaletes,
En la ciudad de Tunja, donde mora , A las espaldas puestos los carcajes,
Y tiene gloria y fama merecida : Algunos ansimismo con almetes:
Lleve Dios adelante sin zozobra Daba la vista deste movimiento
Una tan santa y tan heroica obra. Temores con algún contentamiento.
Aquesto dije, por venir á cuento, Ambrosio, que los vio venir al puerto
Del valle de Upar, donde voy entrando, Con estos capacísimos bateles,
Y al Ambrosio me vuelvo descontento, Mandó poner los suyos en concierto,
Que lo veo destruyendo y asolando Cubrir caballos con usadas pieles;
Con furia de rigor sanguinolento; Y cada cual, como varón esperto ,
Ansimismo caciques abrazando, A su caballo puso cascabeles,
Aunque recuentros tuvo no muy flacos Creyendo que por no ver otro tanto
De guanaos, itotos y aruacos. Causaran á los indios gran espanto.
Potentes escuadrones y ordenanzas Dejando los caballos abscondidos,
De pedregosas sierras abajaban; Quiso salir con solos los peones,
Mas rigurosos hierros de las lanzas El ácaballo, solo, con vestidos
Los encendidos pechos resfriaban De las colchadas armas de algodones;
De los que con mas locas confianzas Y estando por buen orden digeridos,
Caminos comenzados estorbaban; Llegaron los indianos escuadrones,
Al fin, el enemigo ya mas manso, Los cuales con gentil brío de guerra
Tomaron algún tanto de descanso. Tomaron todos juntos luego tierra.
Recrearon los cuerpos fatigados, El indio capitán, á quien subyecto
Aunque siempre con grande vigilancia; Era todo varón que con él vino,
Iban muchos á caza de venados, Con ricos brazaletes y con pecio,
De que estos campos tienen abundancia; Y ansimismo celada de oro fino,
Hallaban muchedumbre de pescados Al Ambrosio dio cuenta del efecto
En los rios de aquella circunstancia; Porque se conmovieron al camino,
No dejaba también gente lijera Diciendo : «¿Nuestras obras y halago
De correr una y otra cordillera. Debían merecer aqueste pago?»
Recorriendo pues tierra del Upare, » Decid, ingrata gente y estranjera,
Recogido de oro montoncillo, ¿En las tierras adonde sois vecinos
Pasó de las zavanas de Zazare, Acostumbran pagar desta manera
Y rio que llamamos de Vadillo, Los que son hospedados peregrinos?
Las de Guataporí y Campare, ¿ Suelen pagar al amistad sincera
Pisando muchos indios ácuchillo, Con tan desordenados desatinos?
Y los de Pacabueyes anihila, ¿Recompensan el buen acogimiento
Y los de gente blanca y de Chimila. Con tan torpe desagradecimiento?
204 JUAN DE CASTELLANOS.
»Aquí Uegastesflacosy hambrientos, Para pasar remedios indagando ,
Mal parados de guerras y contiendas ; Ambrosio dijo : «Yo me determino
Salimonos de nuestros aposentos Que vamos todos juntos atentando
Por daros mas á gusto las viviendas; Por donde el agua da mejor camino;
Fuestes bien proveídos de alimentos, Pues ya podría ser que vadeando
Partimos con vosotros las haciendas : Llegásemos al bárbaro vecino.»
Pues ¿dó se sufre tan dañado pecho Su parecer juzgaron por discreto,
Contra quien tantos bienes os ha hecho? Y luego lo pusieron en efeto.
»Mal puede confiar de fuerte lanza Camino de la isla van derechos,
Una gente tan mal agradecida; Por donde el agua menos impedia ;
E ya se nos acerca la venganza Al cuello por lo menos ó á los pechos ,
Cruel y justamente merecida ; Y á vuela pié, según mejor podia,
Pues no querrá tan próspera pujanza Fueron aquestos atrevidos hechos ;
Cual veis hacer en balde su venida , Pero llegaron do se pretendía ,
Si no se redimieren vejaciones Y el bárbaro que pudo hacer guerra
Con quitar al cacique las prisiones. Nunca les impidió tomar la tierra.
»Y pues aquestos son medios humanos, Pudiendo con sus barcas ó piraguas
Y para desterrar guerras molestas, Rodeallos por una y otra banda,
No seáis temerarios ni livianos Y antes que se saliesen de las aguas
En acudimos bien con las respuestas ; Dalles una gentil escurribanda ;
Y si no, preparad luego las manos, Mas ellos, fuera de guerreras fraguas,
Porque los indios ya las tienen prestas, esperaron cuál fuese su demanda;
Y en comenzando conoceréis luego Y ansí los recebieron blandamente,
Del arte que jugamos este juego.» Sin conocerse rostro diferente.
Ambrosio no por esto hizo blanda Y aun en tierra pudieran ser rompidos
Su dura voluntad, mas antes digo Por traer los caballos fatigados,
Que á dos ó tres soldados de su banda Y no faltos de agua los vestidos.
Mandó que lo sacasen por testigo Pues todos ellos iban empapados ;
De cuan en poco tiene su demanda , Pero demás de ser bien recebidos,
Pues lo tenia con un piedamigo, Bastantemente fueron regalados,
Y cuando salió dijo con voz grande : Y aun aumentaron buenos crecimientos
«Ninguno de vosotros se desmande; Al oro, que eran todos sus intentos.
»Que no me librará guerra rompida , Y trastornando donde se barrunta
Ni yo tal aconsejo ni tal quiero ; Estar algunas joyas del vecino,
Pues aunque vayan estos de vencida, Un ataúd se vio de una difunta ,
Y vuestro poder quede muy entero, Todo hecho de hoja de oro fino :
Algunos hemos de perder la vida, Esta con lo demás fué luego junta,
Y está claro que ;o caeré primero; Porque dejalla fuera desatino,
Pues veis las gentes que conmigo vienen, Y pesó, según dicen baquianos ,
Y del arte y manera que me tienen. Cinco mil y quiuientos castellanos.
«Comportemos ahora nuestra suerte: A grandes esperanzas se despierta
Que si por fuerza de armas esto fuese, La gente, con presea tan subida,
Por darme vida me daréis la muerte, Diciendo que el sepulcro de la muerta
La cual huir quería si pudiese ; A los que estaban muertos daba vida ;
Y como razón buena los concierte , Mas es el ataúd memoria cierta
Ellos me soltarán sin interese, Que pone por delante la caida ;
Pues aunque me detengan tiempo luengo, Cebo fué por agora y añagaza,
Muy mal les podré dar lo que no tengo.» Pero tal que los vivos amenaza.
Con aquellas palabras se resfría De manera que estaban satisfechos
La cólera de indianos escuadrones, De no poder erralles esperanza
Puesto que parte (¡ellos insistía Con muy mayores colmos de provechos ;
En lo librar de aquellas aflicciones; Pero fallábales fuerza de lanza,
Porque lástima grande los movía, Porque vinieron pobres de pertrechos
Viéndolo con tan ásperas prisiones; Para romper alguna gran pujanza ;
Y Ambrosio, que á razón no se subyeta, Y ansí se concertó volver á Coro
Hizo luego señal con la trompeta. Con treinta y cinco mil pesos de oro.
Con tal furor caballos ocurrieron, A fin de hacer dellos un empleo
Que pareció hundí e bajo y alto : De cosas necesarias al armada:
Los indios por tal orden lo sufrieron , Gente, caballos, armas y el arreo
Que ninguno de vida quedó falto, Que podia pedir larga jornada ;
Y con gentil compás se retrajeron Y para perfección de su deseo,
Sin representación de sobresalto; Con gran brevedad fuese la tornada ,
Y hecho de la tierra su desvío, Pues con muestra de lo que represento
Se metió cada cual en su navio. Ternian presto buen aviamiento.
Volvieron sin hacer la diligencia Nombraron pues para la tal carrera
Que su primera furia deseaba, Veinte y cinco magnánimos soldados,
Enojos convertidos en paciencia, Los cuales sé decir que donde quiera
Sin que sacasen tiro del aljaba : Pudieran ser varones estimados :
Tanto pudo con ellos obediencia , Estos iban debajo la bandera
Por respecto de quien se lo mandaba , De Vasconia, que sigue duros hados,
El cual en lo guiar por esta via Y el Ambrosio quedaba con el resto
Tuvo la libertad que pretendía. En la provincia donde hizo esto.
Habia Nicaho, pueblo potente, Salieron proveídos de recuaje
Una legua y aun mas desla comarca , De indios, do llevaban la moneda ,
En una cierta isla diferente E iban prosiguiendo su viaje,
Que grande población ciñe y abarca : Ya por zavana , ya por arboleda,
Para pasar á ella nuestra gente Y en el valle de Upar en buen paraje,
No podían haber remo ni barca, Parecióles mejor mudar vereda,
Y el morador tenia por su muro Teniendo por larguísimo camino
El agua, do pensaba ser seguro. Guiarse por el término marino.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS PARTE II, ELEGÍA I, CANTO II! 10:
Sino, de su buen tino confiando, Los que quedaron, sobre particiones
Del cual estaban lodos satisfechos , De pierna, pié, de mano , brazo, codo,
Al Maracaibo ir atravesando Tuvieron ciertas bregas y pasiones,
Por caminos que fuesen mas derechos ; Pues Vasconia partía de tal modo,
Pues iban por la costa rodeando Que daba muy escasas las raciones
Y opuestos á mas daños que provechos ; A los otros , tomándoselo todo;
Y por tener por bueno su conceto Y ansí, por no tener con él pendencia,
Todos se dispusieron al efeto. Huyeron los demás de su presencia.
Siendo pues la intención de todos una, Quedóse solo con furor horrendo
Ya de comida mal apercebidos, Do debió fenecer con mala suerte;
En la demanda van del alaguna, Los otros adelante van huyendo,
De su derrota no muy divertidos; Temiendo cada cual que con su muerte
Pero guiábalos mala fortuna Habia , ya despierto, ya durmiendo ,
Para pagar los yerros cometidos, De ser mantenimiento del mas fuerte,
Y ansí dieron en tierra tan sin gente, Pues la maldad á tanto se estendia ,
Que no pudieron ver cosa viviente. Que del mayor amigo nadie fia.
Prosiguieron el infelice curso Algunos del consorcio dividido
Mas número de dias que cuarenta, A Cucuta salieron juntamente ,
Sin poder descubrir en el discurso Rio después acá muy conocido
Contra su tan famélica tormenta De sierras deste reino descendiente ;
De yerbas ó de frutas un recurso , De la barranca del luego se vido
Que en tiempo tal los míseros alienta; Canoa con dos indios solamente,
Y el mas veloz y de mejor anhelo A los cuales, por seña conocida ,
No levantaba ya los pies del suelo. Demandaron socorro de comida.
Quien por zavanas escombradas iba , Los indios, dos , de ver nuevo gentío,
En lo limpio hallaba trompezones: Estuvieron confusos y perplejos;
Una pequeña paja lo derriba , Mas conociendo su hambriento pió
Aire flaco le da mil empellones; Con rostros que á la hambre son anejos,
Ya la lumbre del sol les es nociva, Rajaron con su leño por el rio
No pueden percebirse sus razones, Al pueblo que tenian poco lejos,
No se esfuerzan los pocos á los pocos, Y de lo que hallaron mas á mano
Porque todos andaban como locos. Recogieron batatas, yuca y grano.
El que va prosiguiendo su camino, Con otro muy mayor y mejor leño,
Luego se torna acia donde sale , Volvieron ocho indios al momento:
Predominándolo gran desatino: El socorro que llevan es pequeño
Riqueza llevan ; pero ¿qué les vale? Para lobo que viene tan hambriento,
Que mal puede hartallos oro fino, Y los caribes nuevos que os enseño
Ni puede descubrir quien los regale, Concibieron un torpe pensamiento,
Y aquel que hace rentas y vasallos Y fué tomar la gente comedida
De tanto mal no puede libertallos. Para que les sirviese de comida.
En esta mas que miserable vida, Llegaron pues los indios con simpleza
A tanto las locuras se estendian , Y el español fué della tan ayuno,
Que humana compasión fué despedida, Que les acometió con gran presteza
Y enormes desconciertos acudían; Con el furor hambriento é importuno;
Pues para proveerse de comida Pero por su grandísima flaqueza
Mataban de los indios que traían : Ovieron á las manos solo uno:
Hecho que por maldad se solemniza , Huyen los otros para sus cabanas,
Y al cristiano varón escandaliza. No teniendo por buenas tales mañas.
Mal satisfecha la hambrienta saña, Luego rompió las venas el cuchillo
Sigue su confusión el caminante, Y aun la sangre les fué licor sabroso;
Y aunque se daban todos flaca maña, Y un soldado bestial, dicho Portillo,
El oro se llevaba por delante, Demás del hecho vil y criminoso
Hasta venir á dar á la montaña Lo hizo tal que no quiero decillo,
Del dicho Maracaibo circunstante, Por ser horrendo, feo y asqueroso,
Donde, por ser difícil la salida, Y tal que las entrañas sosegadas
Esta gente quedó muy mas perdida. En oillo darán mil arqueadas.
El mas brioso se sentía laso, Los miserables miembros repartidos
El mancebo robusto desmayado; Desde los bajos pies á los cabellos ,
Vasconia no podia ya dar paso Por no ser llenamente proveídos
A causa de tener un pié llagado ; Estos voraces y hambrientos cuellos ,
El resplandor del sol les es escaso Unos de otros fueron divididos,
Por caminar por bosque muy cerrado; Sin que nadie jamás supiese dellos ;
Finalmente, que ya losflacosMartes Era su duro mal mas que penuria,
Allí se dividieron en dos partes. E ya no hambre sola, sino furia.
Y á la raiz de un árbol señalado El Francisco Martin , ida la gente,
El oro se dejaron abscondido, Sin culpa de crueldad y de locura,
De tal manera puesto y enterrado, Una balsilla hizo suficiente,
Que nunca hasta hoy ha parecido, Juzgando selle cosa mas segura
Aunque con diligencia fué buscado Al beneplácito de la corriente
Por Francisco Vanegas, advertido Ir donde lo llevase su ventura ;
Por uno destos, de quien diré luego, Y ansí fué nuestro triste navegante
Mas en el atinar estuvo ciego. En riesgo y en trabajo semejante.
Quedó Vasconia pues con seis ó siete, Cercado de cien mil inconv.inientes
Y no sé cuántos indios en cadena, Que el dudoso camino prometía,
Los cuales degolló cruel machete Quiso Dios que topase ciertas gentes
Para manjar infame de su cena: Antes de le faltar la luz del dia,
Un Francisco Martin y un Alderete, En el lenguaje poco diferentes
Teniendo la comida por obscena , De lengua de Cubagua que él sabia ;
Las pisadas siguieron al instante Hízoles entender por modo bueno
De los otros que van mas adelante. Ser indio natural de otro terreno.
208 JUAN DE CASTELLANOS.
Ansimismo les dijo (pie de guerra Visto pues el tardar no ser sin lloro
Habia sido preso de cristianos, Y pérdida de gente castellana,
Los cuales lo sacaron de su tierra, Y que la confianza de aquel oro
Pueblo que confinaba con los llanos ; Para sus pretensiones era vana ,
Y agora, yendo por aquella sierra , Despachó mensajeros para Coro,
Procuró de librarse de sus manos , Para Bartolomé de Santillana,
Y que venia para ser captivo Con algún oro, con que proveyese
Suyo los dias que durase vivo. Gentes, caballos y lo que pudiese.
Fácilmente por indio fué tenido, El cual, vistas las cartas del Esteban
Pues demás de la lengua que hablaba , Y apartando de si ratos ociosos ,
El pellejo traia tan curtido, Hizo muestra del oro que le llevan
Que no indio, mas negro semejaba: A los que del estaban cudiciosos ;
Allí fué finalmente proveído Y ansí, para demanda del, se ceban
De la cosa que mas él deseaba , Sesenta y dos soldados valerosos,
Y el indio principal destos conveses De los cuales fué Limpias y Sarmiento,
Lo tuvo por esclavo ciertos meses. Hidalgo húrgales de nacimiento.
Este señor tenia cierta llaga, Recogido del término marino
Y el Francisco Martin, como vasallo El servicio que mas les agradaba,
Que desea que del se satisfaga , Con el demás recado que convino
Trabajó lo posible por curallo: Y su jornada larga demandaba ,
Pretende solo crédito por paga, Al Maracaibo guian su camino,
Y por justos respetos obligallo; Donde Esteban Martin los esperaba;
Y dióle Dios en esto tal ventura, Y tres dias después de su venida
Que tuvo buenos fines esta cura. Pusieron en efecto la partida.
En el oficio de la cirujía Todos ellos con buen aviamiento
No fué curado del aqueste solo; Van en prosecución de su carrera,
Ningún premio le dan ; mas todavía Hasta que ya llegaron al asiento
La cura del señor acreditólo: Donde micer Ambrosio los espera ;
Tanto la fama desto se estendia, Recebió crecidísimo contento
Que lo tenían ya por dios Apolo, En vellos ya debajo su bandera,
Y venían de partes diferentes Aunque con pesadumbre de la nueva
A curarse con él algunas gentes. Que del dicho Vasconia se le lleva.
Un cacique Bubur, como supiese Viendo la gente pues aderezada,
Que el otro de tal indio se servia, Y-el mas pesado dellos bueno y sano.
Y grandes pesadumbres recebiese Quería ver el fin de su jornada,
A causa de una llaga que tenia, Y no perder el tiempo del verano;
Al itoto rogó se lo vendiese, Mas por tener la pluma mal cortada,
Prometiendo por él justa valía : Y no poco cansada ya la mano,
Finalmente vinieron á conchavo Quiero cobrar alientos y resuellos,
El itoto y Bubur sobre el esclavo. Que yo diré después lo que fué dellos.
Hubo muchos terceros en las ventas,
Y el itoto, de términos ruines,
Por dos sartas lo dio de ciertas cuentas,
Que no valían ambas dos tomines: CANTO CUARTO.
Las partes satisfechas y contentas , Donde se cuenta cómo caminó micer Ambrosio con esta gente , descn-
Con el Bubur se fué nuestro Martínez, briendo tierra hasta llegar adonde está ahora poblada la cinJj.i ü<
El cual, como tenia buena mano, Pamplona, distrito deste nuevo reino donde lo mataron.
En brevísimo tiempo lo dio sano.
Viéndose restaurado de doliente, Por sabios, avisados y discretos
Mostrósele el Bubur agradecido; Que sean los caudillos de las gentes.
Y porque supo ser hombre valiente Todos en sus gobiernos van subyelos
Hízolo general de su partido: A votos de juicios diferentes ;
Dióle indios , y diólo juntamente Y no les faltan émulos secretos
A una hija suya por marido, Que dan sus pareceres entre dientes,
El cual, como mamó leche de España, Principalmente si á los buenos hechos
En guerra y paz se daba buena maña. El capitán limita los provechos.
Y pues ya tiene levantada cresta , Y ansí, por dilatar las particiones
Arco , macana, flechas y embijado, Del oro que tenían recogido,
Dejémoslo gozando de su fiesta Y con dolor de aquellas perdiciones
Y los regalos de recién casado: Del otro que jamás ha parecido ,
Que del diré después lo que me resta Eran continuas las murmuraciones
En hallándome mas desocupado. Con deseo de vello repartido,
Volvamos al Ambrosio, que esperando Para que cada cual se proveyese
Estaba los que ya no tienen cuando. De lo que de su parle le cupiese.
Y ansí, por parecer muy espacioso Mas el gobernador con buen halago
Vasconia, capitán, en su venida, La tal repartición entrelenia ,
Vivia congojado y sospechoso Ni concediendo bien ni con amago
De la desgracia grande sucedida; De no hacer lo que se le pedia ;
Y al Esteban Martin , varón famoso, Pero desea de hacerse pago
Rogó que apresurase la partida De lo que cada uno le debía ,
Al Maracaibo , do tuviese lumbre, Pues fué cierto gastar en aviallos
Nuevas, ó relación ó certidumbre. Muchas mercaderías y caballos.
El Esteban Martin, como subyeto, Aquesta fué la principal asilla
Con diez hombres, sin otra compañía , Para se desgustar alguna gente,
Puso los mandamientos en efeto, Y entrellos un Anaya, de Sevilla,
Sin torcer el camino que sabia; Inquieto varón aunque valiente:
Y ansí, con liento de varón discreto, La demás era gente tan sencilla,
Brevemente llegó donde quería, Quel negocio sufría blandamente,
Y donde, por indicios, fueron ciertos Y al íin, sin repartir el oro fino,
Vawonia y los demás ser todos muertos. Adelante siguieron su camino.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA I, CANTO IV. :o7
Del cual cualquiera parle que se ande Y á todos fué muy gran inconviniente
Hierve la gente de que estaba llena ; Venir de lana mal apercebidos ,
Falta quien para guerra se desmande, Y dar en tierra fria de repente
Con las lijeras ropas y vestidos
No hallan escuadrón que les dé pena; Que solían traer en la caliente,
Llegaron á beher del rio grande, Adonde con calor son afligidos;
A quien llamaron de la Magdalena, Y ansí, de ver en poco tantos muertos,
Cuyo nombre le vino por concierto De lágrimas arroyos van abiertos.
De ser en aquel dia descubierto. Ninguno ya por amistad espera,
El riesgo de sí propio conociendo ,
Por una y otra parte discurriendo Ocupando la muerte donde quiera
Camina sin cesar el marcio coro, A quien se para y al que va huyendo ,
Los confines de Guane descubriendo , Enseñando los dientes, de manera
Provincia de grandísimo decoro, Que se juzgara del estar riendo,
Por ásperos caminos descendiendo Mas era de la muerte la divisa
A lo que llaman hoy rio del Oro, Con estremo de la sardonia risa.
Do las lucidas puntas de sus minas
Esceden en quilates las mas finas. Con aquestos trabajos escesivos
Estienden adelante sus carreras Y quiebra«grande de vitales hilos,
Aquestos valerosos españoles, No quieren aflojar de sus motivos,
Atravesando cumbres y laderas, Antes van afilando los estilos,
Asperísimos riscos y peñoles, Hasta que las reliquias de los vivos
Hasta que ya pusieron sus banderas Allegaron al pueblo de los Silos
En la zavana de los Caracoles, Nombrado de la gente forastera
A la cual, por los muchos que hallaron, Por los que ven aquí de su manera.
De semejante nombre la llamaron. Donde los fatigados peregrinos
Pues en cierto rincón desta dehesa, Tuvieron fuego, ropas y comida,
Estando ya con falta de alimento, Contra la voluntad de sus vecinos,
Congregación de aguas y represa Pues lodos se pusieron en huida;
De caracoles dio gran cumplimiento; Porque la gente ya destos caminos
Y en veinte días no gozó su mesa De tela de algodón anda vestida ;
De otro mas cabal mantenimiento, Y ansí fueron aquestas vecindades
Hasta tanto que Esteban Martin vino Reparo para sus necesidades.
Y trajo nuevas de mejor camino.
Dio noticia de grandes poblaciones, Quietos ya los grandes ventisqueros,
Prolijas sementeras y labranzas, El buen gobernador luego procura
Aparencias y representaciones Que vuelva Limpias con sus compañeros
Del cumplimiento de sus esperanzas: Al lugar donde fué la desventura,
Aliéntanse hambrientos escuadrones, Mandándole que fuesen herederos
Compónense guerreras ordenanzas, Los muertos de terrena sepultura;
Afílause las lanzas, las espadas, Y llegados al páramo terrible
El Limpias hizo todo lo posible.
Y á gran priesa caminan las jornadas.
Enterrando del número cuido
No van por el camino sin encuentro Un buen soldado, natural mancheño,
De grandes escuadrones de flecheros, Cuando le desnudaban el vestido,
Y cuanto se melian mas adentro A fin de que tuviese nuevo dueño,
Mas cuantidad había de guerreros: En el seno hallaron abscondido
Tuvieron un grandísimo recuentro Caricuri de oro bien pequeño;
Con indios que llamamos citareros ; Y cada cual que el hurlo reconoce
Mas, á pesar de quien mas los baldona, Lo tuvo por delito muy atroce.
Al paramo llegaron de Pamplona.
Donde después acá, que no de guerra, Por ser orden que lo que se hallase
Sino de mansa paz todo se trata, Por cualesquiera vias y ocasiones
Han dado las entrañas de la tierra Ante el gobernador lo presentase,
Gran cuantidad de oro sobre plata, Y al contador del rey diese razones;
Y en el frió compás de aquella sierra, Y aqueste, como no lo declarase,
Zavana rasa, montuosa mata , Fué causa de cien mil murmuraciones:
Fria quebrada, claros vertederos Como si fuera menos que hurtado
Convidan con riquísimos veneros. Lo que todos habían declarado.
Pero con increíble pesadumbre, Sepultados los del cristiano bando,
Al humano vivir incomportable, Ambrosio con los sanos escuadrones
Pues el glacial viento de su cumbre A Cucuta se fué luego llegando,
No es á los humanos amigable; Entonces de crecidas poblaciones;
Mas la continuación y la costumbre El hilo del vivir le van corlando
Parece que lo hacen tolerable, Domésticas ó bárbaras naciones ,
De tal manera ya que en su cultura Pues entre muchos dura la sospecha
Arle templa rigores de natura. Haber sido traición y maldad hecha.
Fué pues Ambrosio por lo mas supremo Caminando con todo buen recado
Del páramo, sin del hacer desvio, La vuelta deste valle cierto dia,
Mas no se vio rigor del monte Heino Antes de descender á lo poblado
Que nevase tan frígido rocío; La claridad del sol se de pedia,
Y como fuesen de calor estremo En tal manera, que les fué forzado
A los estreñios grandes deste frío, Parar en un loma poco fria :
Lo que no vencen bélicos calores Los indios, viendo nuestro campo quedo,
Vencieron frígidísimos temblores. El no bajar juzgaron ser de miedo.
Pues muy en breve se quedaron yertos Luego los arcos rústicos aprietan,
No poca cuantidad de los cristianos, Porque jamás buscaron otro muro,
Muchos caballos, y ansímismo muertos Y en efecto consultan y decretan
Mas de trescientos indios de los llanos, Ser negocio mejor y mas seguro
Ladinos, sagacísimos, espertos, Acometelles antes que acometan
Y de los españoles pies y manos; O ya con claridad ó con oscuro;
Los cuales confiados del estío Con este parecer secretamente
Sus cueros solos eran atavio. Por el monte se van á nuestra gente.
208 JUAN DE CASTELLANOS.
El Ambrosio, persona recatada, Pues los que defendían la barrera
Con Esteban Martin y seis soldados, No se mostraban flacos defensores,
Salieron á velar la madrugada, Antes si bien pelean los de fuera,
Que nunca ser quisieron reservados; Los de dentro no quieren ser menores;
Y dicen descubrir una celada Ninguno de victoria desespera,
De los indios que tengo declarados, Todos pretenden ser superiores ;
Los cuales sin hacer sus algazaras Si lanza hiere por la junta estrecha
Arronjaron gran número de jaras. También lastima venenosa flecha.
Entraron do sintieron el ruido Querían pues allí rayos dorados
Cada cual de los dos determinado, Bajo del horizonte recogerse,
Y cada cual valiente y atrevido; Y nuestros españoles fatigados
Mas fué superior siniestro hado; Acordaron también de retraerse,
Pues Esteban Martin salió herido, Viendo los indiosfierosy esforzados
Y el buen micer Ambrosio degollado Con determinación de defenderse;
Por la punta cruel de seca planta Pero con intención siguiente día
Que las venas rompió de la garganta. De volver á la bélica porfía.
Por algunos allí se presumía Velóse bien la gente castellana,
Aquel golpe no ser índica mano; Sin los indios tener ratos ociosos;
Mas ello sea por cualquiera via, Y cuando vieron ya la luz temprana
No pudo dalle cura cirujano • Los ojos que durmieron cuidadosos
Finalmente, duró tercero día De lo que han de hacer á la mañana ,
Haciendo diligencias de cristiano; Recogen instrumentos belicosos,
Y por morir allí tan cabal hombre, Para volver las manos á la obra,
Al valle le quedó su mismo nombre. Que ya no podrá ser sin gran zozobra.
Todos mostraron tierno sentimiento, Guarnecen las cabezas con celadas,
Y no faltaron ojos lacrimosos Los cuerpos con los sayos estofados,
Ansí de los de sano pensamiento, Las lanzas en las manos preparadas,
Como de los que fueron sospechosos. Y los caballos bien encubertados:
Hicieron pues humilde monumento Peones llevan hachas afiladas
Debajo de unos árboles umbrosos, Para cortar los palos apretados,
Y en la corteza que mas tierna era De los cuales algunos llevan prestas
Una letra quedó desta manera : Algunas escopetas y ballestas.
Praebuit AIGnger patriara Gemianía nobis , Desta manera pues apercebidos
Tellus in hac silva barbara corpus babet. Los soldados y los que los subyetan,
Confixum telis sequitur me haec tola voluptas , A cuatro capitanes sometidos ,
Cultorum Christi piotinus esse sedera.
Que el combate consultan y decretan ,
En Alfinger fué nacido Muerto de crueles manos,
De los placeres humanos
Fueron por cuatro partes repartidos,
lina ciudad de Alemana:
Tierra bárbara y estraña No llevó mayor placer Porque por otras tantas acometan :
Tiene mi cuerpo abscondido Que morir donde ha de ser El factor San Martin tomó el oriente ,
En medio desta montaña. Habitación de cristianos. El Esteban la parte de occidente.
Los tristes funerales concluidos, Pedro de Limpias va por do le place,
Según mejor pudieron de presente, Guiado de sus propias opiniones,
Viéndose todos mal apercebidos Monserrate también lo mismo hace;
De lo que mas les era conviniente, Y todos los demás eran varones
Los españoles ya diminuidos De quien raro valor se satisface
De indios grande número de gente, En las mas importantes ocasiones;
Para ver lo que cada cual apunta Y hechas las señales que prometen
De todos ellos juntos hubo junta. Con la trompeta, todos acometen.
Guardado de los votos el decoro, Los bárbaros no menos están prestos
Según la cualidad de los soldados , Por su defensa de poner la vida,
Determinaron de partir el oro Pues de dardos y flechas bien compuestos,
Por arbitros en esto señalados ; En viendo nuestra gente repartida,
Y juntamente de volver á Coro Acudieron á todos cuatro puestos
Para venir mejor aderezados , Con una prontitud jamás oída:
Y demás desto que nombrado fuese Crian feroces bríos impaciencia,
Capitán general que los rigiese. Y los temores viva diligencia.
No faltaba quien los inquietase Como si nao remanece rota
Cerca de la elección que se hacia, En alguna grandísima refriega,
Como ya cada uno procurase Do la gente se turba y alborota
Salir con lo quemas le convenia : De ver que á mas andar se les aniega ,
Al fin se concertó que gobernase Y al timón, á la bomba y al escota ,
Pedro de San Martin, y fuese guia No reposa la gente ni sosiega,
El Esteban Martin , de cuya lanza Andando con hervor los oficiales
Se podia tener gran confianza. Con unos y otros y otros materiales :
El cual se dio tan admirable maña , A su defensa van aun no tan lardos,
Sin vencerse jamás de desatino , Sino mas diligentes y lijeros,
Que rompiendo por áspera montaña Con guaicas,flechas,piedras y con dardos,
Ahorró prolijísimo camino : Gruesos puntales, leños y maderos,
No les faltó también guerrera saña Para que les sirviesen de reguardos
En las provincias por adonde vino, Si hiciesen portillos y agujeros; -
En un grande cercado mayormente Los niños , las doncellas, las mujeres
Donde se recogía mucha gente. También acudan á los menesteres.
Do como fuesen faltos de comida Rompe los aires grande vocería;
Y esperasen rancheo de provecho, El indio vierte sangre y el cristiano;
Para la dicha cerca ser rompida Un punto no reposa la porfía,
Determinaron de poner el pecho: Ni defensa del bárbaro villano,
Fué por el un cuartel acometida, Pues por parte que palo se rompía
Teniéndose por fácil este hecho; Otros muchos tenían á la mano;
Mas el indio feroz y belicoso Auméntase hervor á la pelea
Manifestóles ser dificultoso. Por hacer cada cual lo que desea.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA I, CANTO IV. 209
El Anaya, Pancorvoy un Castillo, A socorrello van con diligencia,
Persona cada cual acreditada, No sin grande trabajo de los brazos,
Cuyo esfuerzo y valor no fué sencillo, Mas fué tan vigorosa resistencia
Fueron por una parte descuidada Y tantos los guerreros embarazos,
Do pudieron hacer un buen portillo, Que primero llegó fatal sentencia
Haciéndolo los indios mil pedazos;
Por el cual entran en la palizada En los cuales también espada y lanza
Anaya y Casamirez con rodelas, Hicieron cruelísima matanza.
Sin illes los demás á las espuelas. Andan por el cercado los rigores
Porque sentidos los guerreros dolos, Que suelen ser anejos á guerreros,
Ya cuasi dentro cinco combatientes, Lastimados de grandes sinsabores
Gran multitud de indios perturbólos Por muertes de queridos compañeros ;
Con tan impetuosos accidentes, Al fin sus casas dejan moradores
Que Anaya y Casamirez quedan solos A los advenedizos y estranjeros,
Entre mortíferos inconvinientes; Y demás de la gente fugitiva
Y fué luego la rota palizada Un número bien grande fué captiva.
En aquel mismo punto remediada. Los daños recebidos descubiertos
Los dos toros están dentro del coso, Por los que son señores del estancia,
De crueles alanos rodeados, Fué, por no se lomar buenos conciertos,
En estacada puestos y en un foso La pérdida mayor que la ganancia;
Donde de todas partes son picados : Porque sin los heridos, fueron muertos
No tigre, no león, no feroz oso, Diez hombres de grandísima sustancia,
Al tiempo que se ven mas fatigados, A los cuales hallaban todos menos
Hacen tan fieras sus arremetidas Por ser tan valerosos y tan buenos.
Cuanto los dos por escapar las vidas. Qemadas casas, mucuras y tures,
Ensangrentados van pectos y golas, Atravesaron por aquella via
Tintas de las entrañas circunstantes, Rompiendo con machetes y segures
Do las agudas armas españolas La montaña que se les ofrecía:
Por todas partes andan penetrantes ; Llegaron pues á tierra de Bubures
Pero ¿qué pueden ser dos almas solas Donde Francisco Martin residía,
Entre tan gran caterva de gigantes? El cual de parle de indios comarcanos
Socorro pues ninguno puede dallo, Tuvo noticia cierta de cristianos.
Eso me da peón que de caballo.
Tal número de sangre va vertida, Certificado de lo que desea
Que el cercado les es anegadizo; Para de su vivir hacer mudanza,
Pero no puede ya dalles la vida Convocó capitanes á pelea,
Sino la potestad del que los hizo ; Hizo hacer alarde y ordenanza,
Porque deflechashay gran avenida, Y congregada bárbara ralea
Y piedras mas espesas que granizo : Les dijo : «Cerca tengo mi venganza;
No tienen ya rodelas en los brazos, Por tanto quien me quiera por amigo,
Que ya se las han hecho mil pedazos. En este menester vaya conmigo.
A los dosfinalmentedividieron «Estos mis capitales enemigos
Los ímpetus terribles de la gente, Huélgome que me vengan á las manos.
Y al Anaya tan gran golpe le dieron Para hacer en e.los los castigos
De macana por medio de la frente, Que merecen sus hechos inhumanos;
Que con la fuerza del allí salieron Pues ellos me quitaron mis abrigos,
El ánima y los sesos juntamente: Y privaron de padres y de hermanos,
Casamirez también luego dio el alma Y me trajeron preso y en cadenas
Con punta dura de tostada palma. A ver y conocer tierras ajenas.
No menos acullá la furia arde, »Mi destruicion y sanguinoso daño
Y el Esteban Martin punto no cesa Agora lastarán con fin de vida,
De dar calor al español alarde Ya con abierto mal, ya con engaño,
Dándoles de victoria ya promesa ; Si hiciere con ellos paz fingida ;
Pero para los dos llegarán tarde Y vosotros veréis cómo maraño
Aquellos que se dieron mayor priesa; Los hilos de su tela bien tejida.»
De la misma manera Monserrate Y aquestas prevenciones ansí hechas,
Con grande furia sigue su combate. Armóse de macana y arco y flechas.
Quel daño visto, para remediallo Púsose tal que no lo conociera
Fué poseído de furor y saña, Padre ni madre, hijo ni pariente ;
Y los que son con él, por contentallo, Y para su postura ser mas fiera
Se dieron en romper tan buena maña, Con bitumen untó hasta la frente,
Que pudo bien,entrar con el caballo , Pues la cubierta de sus miembros era
Y tras él juntamente su compaña: El bermellón ó bija solamente;
Va haciendo bien anchos los lugares, Va luego con la gente de sus partes
Rompiendo con su lanza los ijares. En busca de cristianos estandartes.
Acuden españoles al instante Y como cerca dellos se hallase
Hallando por allí lugar abierto; Un rio de por medio, de buen trecho,
Monserrate pasó mas adelante Antes que el dicho rio se pasase
De lo que requería buen concierto, Hízoles entender ser mas provecho
Teniendo para sí ser él bailante Que la caterva sola se quedase ,
Para matar y no para ser muerto; Para hacer á solas el asecho,
Y ansí con esta loca confianza Y que ninguno dellos se moviese
Hacia gran estrago con su lanza. Del puesto hasta tanto que él viniese.
No se vio caballero menos tardo Al tiempo que iba por el espesura
En el acometer ni mas ardiente; Para salir al rio ya nombrado,
Andando pues sin esperar reguardo En la misma sazón y coyuntura
En riesgo y en peligro tan |>alente, Fernando de Alcocer habia pasado
De gigantea mano vino dardo Con diez cristianos, por tener segura
Que del caballo traspasó la frente; La ribera contraria de aquel vado,
Empínesele luego muy derecho, Para que por los indios del paraje
Y de espaldas cayó sobre su pecho. No se les perturbase su pasaje.
T . IV. 44
210 JUAN DE CASTELLANOS.
Yendo pues mas adentro con la gente, Y que no la tuviesen ellos menos,
Por mas asegurarse deste miedo, Porque también á estos conocía
Con el Francisco dieron de repente ; De virtud y modestia todos llenos,
Fernando de Alcocer y un Escovedo Y no como los otros que él decia;
Arremeten á él incontinente, Que los fuesen á ver, pues eran buenos,
Y el Francisco Martin estuvo quedo, Hidalga y apacible compañía ;
Haciendo con las manos altas luego Y para los vencer con su consejo
Señas de paz y muestras de sosiego. Mostróles ciertas cuentas y un espejo.
Holgóse la cristiana compañía Ellos sin repugnancia ni debate
De vello tan pacífico y tan quieto, Cumplieron del Francisco los intentos;
Reconociendo que de paz venia Los nuestros, para que de paz se trate,
Y ser muy principal en el áspelo : Hiciéronles muy buenos tractamientos,
Tractáronlo según que convenia, Dándoles menudencias de rescate
Y tuviéronle todos buen respeto, Con que quedaron ledos y contentos;
Con el cual se vinieron allegando Para sus casas luego se aperciben
Al vado que los otros van pasando. Donde de buena gana los reciben.
Y él de su voluntad lo mismo quiso, En los cuales asientos y estalaje
Sin ser de los soldados compélido; Fueron algunos djas detenidos,
Mas aquel que lo via de improviso Y para lo restante del viaje
A gran admiración era movido : Mas que medianamente proveídos.
Al Esteban Martin dieron aviso Allí mudo Francisco Martin traje,
Del indio que de paz era venido, Y usó de nuestras ropas y vestidos,
Para que como lengua declarase Y supo su mujer, y suegra, y suegro
Lo que del conociese y alcanzase. Su buen yerno no ser indio ni negro.
El cual, después de habelle preguntado Ni deseaban yerno por vecino
Quién es ó de qué parte se divierte, Que supiese jamás andar vestido;
En nuestro castellano bien cortado Mas cuando se partió y el tiempo vino
Dio luego la respuesta desta suerte : Que su deseo viese ya cumplido,
«Soy Francisco Martin el desdichado, Sirviendo quiso ir por el camino
Cursado bien en tragos de la muerte, La hija del Bubur á su marido;
La cual no me daría ya molestia La cual india salió tan comedida,
Viéndome donde dejo de ser bestia. Que le sirvió muy bien toda su vida.
«Inmensas gracias doy á aquella fuente De su peregrinar siguen el resto,
De donde mana toda cosa buena, No sin grande deseo de sosiego;
Pues vino sobre mí con el torrente Y como fué jornada desde puesto
De su clemencia con merced tan llena , Que no les pudo dar camino ciego,
Que salgo del desorden desta genle> En Maracaibo se pusieron presto,
De cuanlo puede ser virtud ajena, Y á la ciudad de Coro fueron luego,
Pues puedo decir dellos en su mengua Do quedó Santillana por justicia,
Ser bestias que se entienden por la lengua. De quien dimos atrás larga noticia.
»No porque en el hablar sean perfeln*, Contra quien no faltaban indignados,
Porque torpezas sou y devaneos: Como suele tener cualquier que manda,
Solamente declaran sus concetos, Mayormente si los desvergonzados
Cuál es su no querer ó sus deseos; La mano del juez no sienten blanda ;
Y aquesto no por términos discretos, Tenia Coro pues amancebados,
Sino por confusísimos rodeos, Y estos la noble gente de su banda,
Pues que para decir dulces ó amargas Y el dicho Santillana como bueno
Tardarán en hablar dos horas largas. Procuraba ponelles algún freno.
•Sin orden, sin concierto, sin templanza, Para vengarse del rigor amargo
Porque ninguno dellos esta sigue, Hallaron estos el lugar abierto,
No tienen ley, ni fuero, ni ordenanza, Y fué decir que ya no tiene cargo,
Ni cosa que á vivir bien los obligue: Pues el que se lo dio quedaba muerto ;
Cada uno se toma su venganza, El dicho Santillana, sin embargo,
Si puede, sin juez que lo castigue : Procedía por orden y concierto;
¿Qué sentiría yo pues de mí mismo, Mas aunque por mil vias se repara,
Entre tan mal compuesto barbarismo?') En efecto quitáronle la vara.
Finalmente les dio razón y cuenta Pusiéronle también duras prisiones,
De lo que les había sucedido Puesto que pareceres hubo varios,
En aquella famélica tormenta Y las grandes revueltas y pasiones
Do los demás habían perecido ; Enhilaron negocios no sumarios :
Y escuchando la gente descontenta Hicieron contra él informaciones
Razones que lastiman el oido, Al beneplácito de sus contrarios;
Cada cual procuró que se le diese Hubo testigos tales y tan duros
Ropa con que sus carnes encubriese. Que les averiguaron ser perjuros.
Cuál le daba camisa, cuál sombrero, A los cuales después, días siguientes,
Cuál el cósete viejo que vestía, Siguió portales vias y maneras,
Cuál raizado de hilo, cuál de cuero, Que hizo desterrar y quitar dientes,
Cuál de las alhajuelas que traía; Y algunos condenar para galeras,
Finalmente que cada compañero Sin valelles amigos ni parientes ;
Daba de la pobreza que tenia, Por tomar los negocios tan de veras,
Y no tan solamente de vestido, Que quiso después ir por su presencia
Pero de lo demás fué proveído. Contra ellos á la real audiencia.
Mas antes de dejar arco y aljaba, De do como tuviesen ya noticia
Y aquel lijero traje de floresta, De todas las pasiones sucedidas,
Fué do la gente de indios esperaba Vino con cargo de real justicia
A dalles de lo visto la respuesta: Y obispo, don Rodrigo de Bastidas;
Dijo no ser la gente que pensaba, El cual, reconociendo la malicia,
Sino buena, leal, grata y honesta, Y las cosas sin orden proveídas,
Y de cuyos respectos y templanza Como venia con intención sana
Tenia toda buena confianza. Mandó luego soltar al Santillana.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA II, CANTO I. 21i
Procuró mitigar enemistades, Hombres de mucha suerte, de los cuales
Gomo varón muy bien intencionado; Musior de Radou era gran hombre,
Plantó su catedral con dignidades, Y el alférez que fué Martin González,
Y planta y erección de buen prelado, En los hechos hidalgo y en el nombre;
Haciendo las demás solemnidades Los dos Vélaseos, hombres principales,
Anejas á tan ínclito cuidado; Y dignos de tener este renombre,
Y puestos frenos á la gente suelta Franciscos ambos, tio y el sobrino,
Para Santo Domingo dio la vuelta. Que en Cubagua después fué mi vecino.
Quedó por provisor don Joan Robledo, Del número también d'es'ta reseña
Chantre y después deán de Venezuela* Fué Cárdenas, insigne caballero,
Que yo comuniqué con verso ledo Sancho Briceño, Alonso de la Peña,
Y prosa desdé el Cabo de la Vela ; Después en la Española tesorero,
De otra dignidad decir no puedo George de Almeda, Pedro de NurUeña,
Sino del padre Fructos, de Tudela, Y Lope de Montalvo, muy entero
En aquella provincia bien antigo En paz y en belicosa coyuntura
Y que también yo tuve por amigo. Y varón de grandísima Cordura.
Y porque los de Coro por entero Y con los que saltaron en el puerto
Fué parte no menor de la cuadrilla
Tuviesen de justicia cumplimiento, Un Peña, que llamábamos el Tuerto,
Dejóles por juez un caballero De gran valor para cualquier rencilla;
Con quien tuvieron gran contentamiento: Fué Murga, Santa Cruz y fué Roberto,
Este es Alonso Vázquez, tesorero. Y destos mismos fué Joan de Bonilla;
Hombre de muy cabal entendimiento, Joan de Villegas, hábil escribano;
Cuyos gobiernos y judicatura Diego de Montes, diestro cirujano
Fueron dé gran valor y gran cordura.
Bien pudiera tocar mi baja lira Y célebre varón en medicina,
Otros muchos negocios sucedidos; Que de yerbas halló grandes secretos,
Has por algún espacio se relira Con cuya propiedad a la contina
A la reformación de sus sentidos, Obraba salutíferos efetos,
Hasta que Fedrimán y George Espifa Y también en guerrera disciplina
A la gobernación sean venidos; Fueron maravillosos sus concetos:
Y pues he de tocar cosas de espanto. Vinieron otros muchos , que no cuento,
Quiero templar sus cuerdas entre tanto. Soldados de grandísimo momento.
Poco tiempo después de la venida,
Estos gobernadores diligentes
Se concertaron para la salida
ELEGÍA II. A descubrir por partes diferentes;
A la muerte de George Espira, cuarto gobernador Entrellos fué la gente repartida,
de las provincias de Venezuela. Pero los baquianos Conocientes
Del dicho Fedrimán él sé los lleva,
CANTO PRIMERO. Y al Espira siguió la gente nueva.
Después, del sacrosanto nacimiento De los viejos llevó como sesenta,
Y aquella felicísima venida, Y al Esteban Martin por su gran tino,
El sol, según su propio movimiento, Y por saber que de cualquier afrenta
Había dado por igual medida Lo podia sacar en el camino;
Treinta y seis vueltas con quinceno ciento Llevó, por ser persona de gran cuenta,
Al círculo que llaman de la vida, A Martin de Artiaga, vizcaíno,
Pues de sus movimientos se deriva Y á otro capitán, Joan de la Puente,
Al mundo la virtud generativa. Lengua de caquetíos escelente.
Guando con vuelo mas que presuroso, De gente que llamábamos isleña,
La fama, como ya tiene de maña, Por nombres no sabré decir el resto ;
Hizo luego patente lo dudoso, Mas era principal en la reseña,
Estendiendo por tierras de Alemana Y en hechos valerosos el mas presto,
E l rematé de Ambrosio trabajoso; El capitán Gutierre de la Peña,
Y los señores de la gran compaña Que fué mariscal mucho después desto,
Nombraron por estar mas á la mira De cuya discreción y fuerte Marte
Por su gobernador á George Espira. He hecho relación en otra parte.
Pues aunque Fedrimán fué pretendiente, Para regir el campo peregrino
Y con razón el cargo se le deba, El mas viejo Velasco fue teniente,
No se halló parece ser presente Alférez ansimismo su sobrino,
En aquel tiempo que llegó la nueva; Capitán de jinetes desta gente
El cual de capitán muy escelente Fué Lope de Montalvo, varón diño
Había dado ya bastante prueba : De muy mas alto cargo y eminente,
Formó sUs quejas á la compañía Y de los otros hombres principales
Del gran agravio que se le hacia. Nombraron los restantes oficiales.
Aquella gente noble le confiesa Espira pues, con el aviamiento
El ser justilicadas sus razones, Que para su viaje le convino,
En secreto haciéndole promesa Su derrota llevó por barlovento
Enviarle bastantes provisiones; De Coro, y Fedrimán hizo camino
Y pues aquello de presente cesa Al dicho Maracaibo, con intento
A causa de perder las ocasiones, De»no dejar el término marino
Volviese con el otro caballero Hasta ver y saber si le llegaba
Como coadyutor y compañero. Despacho del gobierno que esperaba.
Embarcóse con esta confianza Salió pues George Espira mas pujante
En la flota que vino George Espira y Con quinientos soldados chapetones;
Espira sin recelo de mudanza, Doscientos dellos envió delante,
A lo que Nicolao mas aspira; Que van por las serranas poblaciones
Por términos urbanos y crianza Con tres caudillos , cada cual bastante
Cada cual se respecta, tracta y mira, Para regir mayores escuadrones:
Y á Coro, donde van encaminados, Estos iban con orden y decreto
Llegaron con gran copia de soldados. Que saliesen á Barraquicimeto.
212 JUAN DE CASTELLANOS.
Do también iba él por otra vía Viendo cómo mostraba la canalla
A subyectar el bárbaro vecino, Los brazos fuertes y los pies livianos,
Y el Esteban Martin era la guia Bajóse, del caballo do sé halla
Como cursado bien en el camino; Cualquiera de los ya dichos cristiano?,
El cual al campo todo precedía Y para conclusión de la batalla
Para mejor valerse de su tino, Arremeten con lanzas en las manos;
Y ansí con el favor y aviso suyo Mas vista la feroz arremetida,
Brevemente llegaron al Tucuyo. Dos indios se pusieron en huida.
Donde, por ser provincia bastecida, Volaba cada cual, que no corria,
Hizo pausa con estas compañías , Después de granjear honra notoria,
Ansí por proveerse de comida, Y al uno parecióle cobardía
Como para llevar algunas guias ; Huir sin ver el fin de la victoria ;
E ya la gente bien apercebida Y ansí con todos siete combatía.
De bastimento para ciertos dias, Con un esfuerzo digno de memoria:
Pasó por Cazanar, y hizo muestra Admiraban los golpes y destreza
Ir el camino de la mano diestra. Y aquella nunca vista ¡ijereza.
Atravesó por villas y lugares, Francisco de Velasco, con despecho
Y del Aragua rio vio la fuente; De ver encantamento semejante,
Entró por la provincia de Ticares, A él encamino salto derecho,
Pobre, feroz y belicosa gente, Y el bárbaro salió tan adelante,
Y cuyos adherentes y ajuares Que juntaron los dos pecho con pecho;
El arco yflechaseran solamente; Mas acuden los otros al instante,
Sirve de cama la madera dura, Y fué de tantas manos detenido,
Sin paja, hoja ni otra cobertura. Que se vio preso, pero no rendido.
Entrellos se castigan los escesos, No quiere George Espira que ya muera
Sin reservar casado ni soltero, Ni consiente que sea maltractado;
Cuando son atrevidos y traviesos; Mas en prisión fué puesto y en collera,
No tienen oro, .plata ni dinero, Y á diez indios ladinos entregado,
Mas por riquezas tienen ciertos huesos Los cuales lo llevaban de manera
Como joyas colgados del garguero: Que no pudo huir por rml recado;
Son en todas costumbres diferentes Caminan pues con él por campos llanos
De todas las demás cercanas gentes. Al campo donde estaban los cristianos.
Y á muchas gentes que les son estrañas El chipa caminando va sin pena
Aquestos suelen ser cruel azote; Con estos naborías ó vasallos;
Y ansí los nuestros, vistas estas mañas Pero viéndose lejos del arena
Y no hallar allí próspero dote, Donde quedaban los de los caballos,
Rompieron por las ásperas montañas Asió del un ramal de la cadena
Hasta venir á dar á Cocorote, Y comenzó con él de santiguallos ;
Que tiene campos de mayor distancia, A uno santiguaba las cervices
Y de buenas comidas abundancia. Y á otro derribaba las narices.
Allí hallaron gente caquetía, Lastima brazos y quebranta codos,
ílonibres de mas primor y mejor traza; Llevando lo peor quien mas se adarga;
Y el George Espira quiso cierto dia Al fin él esgrimió por tales modos,
Por estos campos rasos ir á caza, Y era la fuerza tal con que descarga,
Con seis ó siete de su compañía, Que del chipa cruel huyeron todos,
Soldados de valory hombres de plaza: Y tuvieron por bien de dalle larga;
Redon, Villegas y Joan de Bonilla, Y á los gritos que daban desde un cerro
Velasco y otros tres de su cuadrilla. Acuden españoles con un perro.
Caminando la vuelta del ocaso, Era perro de gran conocimiento
Acia las faldas de unas serrezuelas, Y bien instructo para tales lances;
Llevando, como suelen en tal caso, Y como lo vio ir en el momento
Los ojos mas que vivas centinelas, Sigue del fuerte chipa los alcances :
Vieron tres indios chipas en un raso, El indio reparó, ya sin aliento,
Armados con sus dardos y rodelas; O sin temor quizá de tales trances,
Y para los lomar y subyectallos Y como vio venir aquel alano,
Hieren de las espuelas los caballos. Para se defender probó la mano.
Los indios, aunque vieron el intento Mas el perro feroz encarnizado,
Y de los caballeros el denuedo, Sin recelar los golpes de cadenas,
Ño por eso hicieron mudamiento, Saltó con el mancebo desdichado,
Mas antes cada cual estuvo quedo; Cebándose en la sangre de sus venas;
Sin que se recelase rompimiento, Y de sus carnes, ya despedazado,
Ni se manifestase claro miedo, Las voraces entrañas fueron llenas,
Llegan, y cada uno de los siete Y ansí se concluyó la valentía
Para tomallos vivos arremete. De que dio claras muestras aquel dia.
Los tres con furiosa destemplanza, Después que por allí se pertrecharon
Viéndose de los siete rodeados, De los cuotidianos menesteres,
El caballo rebaten y la lanza Acia Catimayagua caminaron
Con golpes de macana, tan pesados , Para circuncidalle los poderes;
Que fueron los de la mayor pujanza Y ansí de un pueblo solo le sacaron
En el acometer mas atentados, Mas de seiscientos hombres y mujeres;
Porque al caballo de menor resguardo Prosiguen adelante, y en efeto
Pasaron las entrañas con un dardo. Allegaron á Barraquicimelo.
En la continuación del duro juego, Donde los que venian por la sierra
Que en daño de los nuestros se convierte, Habian hecho ya lances sangrientos,
A otros tres caballos hieren luego, Porque todos los indios de la tierra
Y la menor herida fué de muerte ; No daban necesarios alimentos;
Enciende la pasión bélico fuego, Antes los persiguió gente de guerra,
Donde las llamas fueron de talsuerte, Conociendo no ser mas de doscientos,
Que de los españoles referidos Y acertó de llegar el George Espira
Quedaron de ios siete seis heridos. En el rigor de la guerrera ira.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA 11, CANTO 1. 213
No fué poco sangrienta chirinola, Por no ser tales las informaciones
Pues salieron heridos mas de ciento, Que las culpas hiciesen evidentes,
De los cuales fué Diego de Urriola , Y por quitar algunos trompezones
Y un Alonso Martin, que era sárjenlo, Cerca del parecer de muchas gentes,
Urrea, Juan de Oñate, Casasola, Mandó que lo llevasen en prisiones
Cárdenas y otros muchos que no cuento; Al pueblo do dejaron los dolientes :
La tierra se corrió que era contigua, Estos estaban ya diminuidos,
Hasta venir á dar á Hacarigua, Por ser la mayor parte fallecidos.
De grandes y estendidas poblaciones El Murga, capitán , era ya muerto,
Y llenas de naciones diferentes, Y de la dicha gente la restante ,
Cuíbas, caquetíos, y coyones, Viendo no tener fuerzas ni concierto
Challaras feroces y valientes. Para poder pasar mas adelante ,
Allí los españoles chapetones Volver desean al marino puerto,
Cayeron muy enfermos y dolientes , Y nombran capitán , hombre bastante:
Y fué tanta la gente que caia, Este fué Martin Sánchez, un soldado
Que les cumplió hacer enfermería. Antiguo, y en la tierra muy cursado.
Quedó Murga, persona señalada, Aqueste Martin Sánchez, que ya digo ,
Con la guarda que Jorge les aplica, Rigió la poca gente con tal peso,
De todas armas bien aderezadas; Que el mas duro rigor del enemigo
Dejóles también médico y botica; Ninguno de los suyos hizo leso.
Prosigue mas adentro su jornada, Con todos los demás llevó consigo
A lin de descubrir tierra mas rica; Al Velasco también en son de preso,
Caminan hasta tanto que pasaron Y en Coro lo entregó con esta gente
El rio del Estribo que llamaron. A quién allí quedaba por teniente.
Descubren campos anchos y hei mosos , Espira su viaje proseguía,
Con daño de las gentes mas vecinas; Que ya no halla pluvia que lo pare ;
Atravesaron rios caudalosos, Y el verano llegado hizo vía
Guanaguanari, Tapia y á Barinas; Entrel rio de Apuri y de Sarare ,
Los indios giraharas, belicosos, Adonde halló gente caquelia ,
Salieron á las gentes peregrinas Y bastimento con que se repare:
En campo llano y en zavanas rasas , Es aquesta nación muy estendida
En guarda y en defensa de sus casas. Y en infinitas partes dividida.
Contrarios con contrarios se juntaron ; De fuerzas lleva ya gran menoscabo,
Suena de duros golpes el ruido; A causa de cubrir terrenas cuevas
Los indios de tal suerte pelearon , Muchos de quien trabajos dieron cabo ,
Y este recuentro fué tan bien reñido , Por ser en las entradas gentes nuevas.
Que á cuatro de caballo derribaron, Por Caroni pasaron y Cárabo,
Y entrellos á Montalvo mal herido; Kio que nace ya de los Tunuevas,
Pero los nuestros son superiores, Y el nombre se le dio de Alonso Uiaz ,
Y quedaron del pueblo por señores. Porque su agua dio fin á sus días.
Ya los matices del llorido cuerno Hallaron sal y ropa mantellina,
Y pomíferas plantas del verano Y alguna joya de oro mal labrada ,
Habían dado unes al gobierno Por ser esta provincia que con lina
Del sustento que dan al ser humano; Con este nuevo reino de Granada :
Y nimbos procelosos del invierno Es aquesta nación toda benina ,
Venían estendiendo ya la mano , Y en las culturas bien ejercitada.
Pues de crecientes fuera de sus senos Proceden mas á su descubrimiento
Los campos comarcanos iban llenos. Hacia do tiene Pauto nacimiento.
De tal manera, que les fué forzoso Y el Esteban Martin tomó por guia
Suspender sus peregrinaciones, Un guayqueri que dijo ser esperto
Buscar lugares para su reposo En los secretos desta serranía ,
Y recoger algunas provisiones, Afirmándole ser testigo cierto;
Hasta pasar el tiempo pluvioso Y consta ser la tierra que decia
Y las tempestuosas confusiones; El reino que tenemos descubierto ,
Y parecióles, por mejor valerse, Pues dijo conocer á Sogamoso,
En dos partes distantes recogerse. En aquellas sazones poderoso.
Allí con grande parte de la gente Oída la noticia que el villano
Se detuvo, por ser hombre bastante, Daba de la riqueza de la tierra,
Francisco de Velasco, su teniente, Al George Espira tienen por insano
Y el Espira pasó mas adelante; Y el Esteban Martin dice que yerra
El cual halló recado conviniente , En ir perseverando por lo llano
Seis leguas del Velasco mas distante, Sin calar los secretos de la sierra;
Y aunque Velasco pudo bien hacello, Mas á cualquiera que se lo decia
En dos meses, ó mas, no quiso vello. Con impaciencia grande respondía :
Antes dicen decir estas razones Juzgando lo mejor por desatino,
A Castrillo, Mendoza y á Castuera . Y la sabia razón por indiscreta;
Pa-ncorvo y Alcocer y otros varones: Y ansí, para seguir aquel camino,
« Si veinte como vos ó mas tuviera, A parecer ninguno se subyeta,
En menosprecio destos borrachones Por ser muy diferente su desino,
Yo sé, señores, bien lo que hiciera, Vencido de la gran fama de Meta,
Pues es bajeza, poquedad y mengua Que fué general hecho que seguían
Mandarnos gente de contraria lengua.» Los que por aquel tiempo descubrían.
Estas murmuraciones ó consejas. Dejados pues los mas ciertos apriscos,
Ya fuesen con verdad, ya con mentira, En daño del ganado que regia,
Algunos susurrones y vulpejas, Huyó de caminar por altos riscos,
Ardientes nutrimentos de la ira , Y en la demanda fué del rio Hia ,
Debieron de llevar á las orejas Do perecieron tres maestres Franciscos ,
Del alemán valiente, George Espira ; Y todos ellos juntos en un día,
Y por información que hizo dello En unas mismas aguas y corrientes,
Al alguacil mayor mandó prendello. Aunque en oficios eran diferentes.
2U JUAN DE CASTELLANOS.
Prosiguen el camino por Opía, No menos en la furia se mostraba
Sufriendo de fortuna mil reveses, En esta parte donde combatía,
Y la tardanza fué con demasía Pues en el escuadrón se señalaba
Por aquellas riberas y conveses; Aquella grande mella que hacia :
Pues por la gran creciente que traia Brazos, piernas, cabezas derribaba
En pasallo tardaron ocho meses. De quien con mas furor acometía,
Y al fin efectuado su pasaje, Sin que los muchos que le daban guerra
A la parte del sur hacen viaje. Le hiciesen perder paso de tierra.
Iban por aquel rumbo via reta, Acuden españoles al ruido,
Pasando rios que les daban vado; A ÍÍH de sustentar ian bravos hechos;
Con hambre que los mas fuertes subyeta Mas tanto tiro, grita y alarido,
Atravesaron grande despoblado, Les hacían los pasos ser estrechos ;
Hasta venir á dar al rio Meta, Y ansí, sin ser con tiempo socorrido,
Que no la pudo dar á su cuidado: Le dieron con un dardo por los pechos,
Vive la gente del con desengaño. Con cuya crudelísima herida
Pues nada de su cuerpo cubre paño. Perdió luego las fuerzas y la vida.
Desde las plantas á los altos cuellos A fin de refrenar infladas venas,
Sus parles se verán desabahadas, Pusiéronse los nuestros por delante ;
Ellos hasta la cinta los cabellos, Mas fué como mojar las velas llenas
Y las mujeres todas trasquiladas; Del barco por que corra mas avante ,
Tanto que juzgareis ellas ser ellos, O como minutísimas arenas
A no ver las señales apropriadas Opuestas á gran viento de levante ;
Donde naturaleza diferencia Sin dar lugar á la cristiana lanza
E l existente ser del aparencia. El indiano concierto y ordenanza.
Prosiguieron la senda mas batida , Regíanlos catorce capitanes,
Con la solicitud acostumbrada. Como gigantes todos y animosos ,
Hallaron pueblo lleno de comida, A su modo soberbios de galanes,
Donde tuvieron noche descansada: Aunque los ornamentos son plumosos,
La gente toda del era huida, Y según los meneos y ademanes,
Y en parte diferente congregada ; De ensangrentar las manos cudiciosos:
Veláronse, según común costumbre , Ondean por los. hombros de salvajes
Por evitar alguna pesadumbre. Grandes diversidades de plumajes.
Antes que Venus con dorada frente El mas principal dellos les decía;
Fuese del claro dia mensajera, « Adelante los mios, que notoria ,
El Espira, con parte de la gente Según el buen principio deste dia,
De caballo, siguió cierta carrera Tenemos desta gente la victoria ;
Para buscar el morador ausente Demás de que también de parte mía
Y ver la población desta frontera, No terna menoscabo vuestra gloria,
En el pueblo dejando los restantes Pues si el ejemplo del mayor aplace,
Con el reguardo que tenían antes. Aquí veréis mi diestra lo que hace. »
Y el santo resplandor de la mañana Apenas les habló desta manera,
Por cumbres y por llanos estendido, Cuando vestido de furor insano,
La gente que quedaba castellana A todos les tomó la delantera,
Oyeron de cornetas gran ruido; Con tres ó cuatro dardos en la mano;
Y luego descubrió por la zavana Clavó del primer golpe la mollera
Golpe de gente bien apercebido Al desdichado mozo Joan Serrano :
De varias armas, intención nociva , Fué la punta del tiro tan profunda ,
Sin ver á George Espira por dó iba. Que no fué menester llaga segunda.
En la composición de su ordenanza, Trabóse mas del uno y otro bando
Pavés y dardos llevan los primeros, El bélico furor triste y horrendo ;
Y los de mas atrás aguda lanza ; El indio fiero tierra va ganando ,
Tras estos muchedumbre de flecheros, El español feroz la va perdiendo;
Y hondas, de que tienen gran usanza, Innumerables hondas disparando
Cuyos tiros no son menos certeros: Con sus crujidos hacen tal estruendo ,
Los que velaban de los peregrinos Que de sobresaltados los caballos
Dan arma sin que dejen los caminos. Mal pueden los jinetes concertallos.
E un Francisco Sánchez, buen soldado, Por el poco lugar que se le daba,
Tuvo tan gran esfuerzo y osadía , Arma del español anda suspensa;
Que sin dejar el puesto señalado Y el dardo, piedra,flecha,que llegaba,
Ni huir el estruendo que venia, Era por todas partes tan inmensa,
De gente que llegó por aquel lado Que ya ninguno dellos procuraba
El ímpetu terrible resistía , Sino tan solamente su defensa,
Igualando los golpes de su diestra Yéndose retrayendo de la muerte
A la temeridad que en esto muestra. Del campo llano para lo mas fuerte.
Tal era de sus brazos el gobierno Oyó luego la grita George Espira,
Y fuerza de que lo dotó natura, Y en este punto, sin que mas atienda ,
Que el mas duro pavés hallaba tierno , Para librar los suyos desta ira,
Dianda la lanza de madera dura; Volvió con los demás á media rienda:
Y á costa de la gente de aquel cuerno Vido cómo su gente se retira,
Tincta se ve de sangre la verdura : Llevando lo peor en la contienda ;
A unos las entrañas va rompiendo , Las espaldas tomó del enemigo
A otros da temor con el estruendo. Haciendo crudelísimo castigo.
Como quien con pesada podadera De treinta de caballo son heridos ,
Va rozando de plantas varias tramas, Que derramando sangre van sin duelo ;
Para hacer allí su sementera , Los indios viendo ser acometidos
A todas partes derribando ramas, Por adonde vivían sin recelo ,
Y hacen mella ya por la ladera Revuelven á los gritos y gemidos
Los carrascos, quejigos y retamas, De los que ya quedaban por el suelo,
Por ser aquellos árbores enhiestos Y viendo los mortíferos conciertos ,
De sus nativos troncos descompuestos: Quedaron de pasmados como muertos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA II, CANTO II. 513
Como lugar de golpes y alborotos El indio todavía da corridas
De muchos oficiales comarcanos, Porque sus pies lijeros lo rescaten ,
Do labra cada cual según su voto No teniendo mas puntas prevenidas;
El palo, el hierro, los clorados granos, Arremetieron pues los que combaten,
Y por un repentino terremoto Y aunque le dieron dos ó tres heridas,
Soltaron instrumentos de las manos , Arteaga rogó que no lo maten;
Martillo, mazo, y el formón agudo, Al fin prendiéronlo, y aunque no sano,
Y queda luego todo como mudo: En sus hombros pusieron al cristiano.
Desta suerte también fué la caída Al pueblo lleva pues el indio preso
Del cacique feroz y sus vasallos, Al que de muerte hizo ser captivo ,
Oyendo de repente la venida Y fué como si no llevara peso
Y el tropel que traían los caballos; Por ser de la manera que os escribo :
Y aquellos que llevaban de vencida Llegó de desangrado ya tan leso,
Embistieron también por ayudallos, Que parecía mas muerto que vivo;
De tal manera, que por cada parle Al fin iba la vena tan rompida
Venció contrarios el cristiano Marte. Que con la sangre le huyó la vida.
Con tan bravo furor se daba caza El matador en miembros estremado
Por nuestros caballeros y peones, Andando con cristianas compañías,
Que el campo raso se desembaraza O de ver su mujer desconfiado,
De los embravecidos escuadrones , Por quien siempre crecían sus porfías,
Quedando lodavia por la plaza O ya podría ser de mal curado,
De cuerpos muertos grandes Ios-montones: En breve tiempo dio fin á sus días;
Penachos, dardos, lanzas , y no menos Mas el ausencia siendo mal tan fuerte
De paveses caminos quedan llenos. Creyeron que fué causa de su muerte.
Conclusa la batalla, no sin lloro La gente peregrina y estranjera ,
De los que comenzaron las rencillas , Viendo ya sus heridos cuasi sanos,
Revolviendo las plumas y el decoro Prosiguen adelante su carrera
De indios que hicieron maravillas, Hasta San Joan que dicen de los Llanos ;
Descubrieron algunas joyas de oro , Cuyo lugar en la presente era
Y de plata pequeñas campanillas, Conocemos poblado de cristianos;
Como de aquellas que por adornallos Y cuando tráete desie reino nuevo
Ponen en los bozales de caballos. Terneis en él un apacible cebo.
E un chifle de plata fué hallado, Hallaron indios puestos en asecho,
Que según en labor era polido, Y ejército compuesto y ordenado,
Por manos españolas fué labrado , De gran alteración lleno su pecho,
Con lo demás de plata referido; Y á belicosos trances arronjado ;
Puso los españoles en cuidado, Pero para contaros este hecho,
Pensando de qué partes ha venido, Siéntome de presente fatigado;
Mas yo bien creo que la plata era Después lo contará mi baja lira
De Ordás , Ortal ó Alonso de Herrera. Sin autorizar brizna de mentira.
Fueron pues por entonces competidos
A hacer en aquel lugar asiento,
A causa de soldados que heridos
Quedaron del rigor sanguinolento; CANTO SEGUNDO.
Y hasta los tener convalecidos
No prosiguieron su descubrimiento; Donde se cuentan los grandes recuentros que tuvieron , y eímo vién-
dose George Espira con gran falta de gente determinó de volver a ¡a
Y cazaban por esta circunstancia ciudad de Coro, y Iq que sucedió en el camino.
Venados de que hay gran abundancia.
Yendo pues á cazar una mañana En guerras mucho vale la pujanza ,
Bonilla, San Martin, Rodrigo Infante, Do lo mas á lo menos señorea,
Hijo de noble gente sevillana, Porque notorio es que gruesa lanza
Y el Esteban Martin y un Fustamanle, Al tiempo de romper meros blandea ;
Vieron atravesar por la zavana Pero ninguno tenga confianza
Un indio poco menos que gigante, Hasta ya ver el fin de la pelea ,
De dardos y pavés aderezado, Pues acontece por alguna suerte
Y con mujer y dos hijos al lado. Lo mas flaco vencer a lo mas fuerte.
Baten las piernas luego por la plaza Desta verdad ejemplo fué patente
A fin de tomar presa semejante; Aquesto que tenemos entre manos ,
El indio luego se desembaraza Donde la muchedumbre de la gente
Echando hijos y mujer delante, De indios consumiera los cristianos,
Con ánimo de dar orden y traza A no hacerse lance conviniente
De los librar del riesgo circunstante; Por los pocos y flacos castellanos ;
Y ansí como león ó tigre fiera. Porque de todos ellos hecha cuenta
En medio de aquel llano los espera. Serian á lo mas ciento y cincuenta.
Rodean todos ellos al desnudo , Y no podia bien ser numerada
Que solo, sin tener otra compaña, La gente del ejército salvaje,
Puso mano á los dardos y al escudo, Pues la tierra tenían ocupada
Y en detenellos él se dio tal maña, Con determinación y con coraje :
Que sin la perturbar su mujer pudo Pavés de manatí, lanza tostada,
Tomar con los hijuelos la montaña, Casco de duro cuero con plumaje,
Quedando por librar á su querida Con dardos ó conflechasmuchos dellos,
En grandísimo riesgo de la vida. Y cornetas colgadas de los cuellos.
Queriendo ir tras la femínea planta, Escuadrones compuestos y ordenados ,
Como le perturbaron el antojo, Con varios instrumentos pungitivos ,
El brazo robustísimo levanta, Tan atrevidos y desvergonzados,
Y con aquella gran furia y enojo, Que los quieren á manos tomar vivos :
A Fustamante dio por la garganta, Ya tienen á los nuestros rodeados
Y al caballo de Infante quebró el ojo: Por dar ejecución á sus motivos;
Roja se ve la tierra y el arena El alemán recoge su bandera,
Con el licor de la cristiana vena. Animándolos bien desta manera •
216 JUAN DE CASTELLANOS.
«Señores, menester es poner treno Bien como piedra magues que á si llega
A las bestias que corren tan sin tasa , Cualquier cosa de hierro circunstante,
Lo cual no puede trepidante seno Mas en aquel compás do lo congrega
Ni mano que de golpes es escasa; Si ponen algún fino diamante,
Y para conocer quién lo da bueno, Como superior se lo despega
Ya tenemos las manos en la masa: Y luego se lo quita de delante,
Otro medio no hay ni se requiere, Adonde se conoce claramente
Sino que haga mas quien mas pudiere. Su fuerza y su virtud ser mas potente:
«Bien reconozco yo que se levanta Ansí les acontece peleando
Contra cascada nave gran tormenta; A los valerosísimos cristianos,
Pero ni la que vemos , ni otra tama, Pues cuando la victoria van cantando
Si de las atrasadas hago cuenta, Con proezas y hechos soberanos,
Me pone sobresalto ni me espanta, La gran potencia del contrario bando
Ni pienso salir della con afrenta: Luego se la quitaba de las manos,
Ni quiero mas socorro ni mas luengo Haciéndole por fuerza que destuerza
De tener de mi parte los que tengo. El hilo quien tenia menos fuerza.
xFuria de indios es desvanecida , Llegó pues multitud del adversario,
Y muy bien conocéis su movimiento Con un ímpetu tal y tan horrendo,
Cuan á poquitos golpes da caida ; Que sin volver espaldas al contrario
Y aquesto baste por prevenimiento : Los nuestros se venían retrayendo :
Demás de que perdéis honor y vida El alemán que vio suceso vario,
Si gozan estos deste vencimiento, Sus escuadrones iba deteniendo
Y ser grave dolor quel alma siente Por tal compás, tal orden y concierto,
Morir á manos de tan torpe gente. Que ninguno cayó ni quedó muerto.
«Encomendaos á Dios como cristianos, Algunos dellos iban amarillos ,
De cuya mano viene la victoria, Sin esperanza de gustosas presas;
Pues el dará valor á vuestras manos Ansí soldados como los caudillos
Para poder salir con esta gloria; Retrogradando van por las dehesas;
Porque matar salvajes inhumanos Ninguno daba dobles ni sencillos
Paréceme ser obra meritoria: Por ser la danza toda de represas,
Escuadras se repartan y se ordenen, Y aun estas cada cual dellos las mide
Y vamos por el orden que ellos vienen. Ño con aquel compás que el baile pide.
»EI contrario tenemos ya vecino; Yendo ya todos de color de gualdas,
Su gente trae no mal repartida : Sin reparar y sin volver Jas ancas,
Nosotros vamos por el mismo tino , Vinieron hasta dar con las espaldas
Según la traza y orden proveída.» En un rio de muy altas barrancas ;
Al íin los nuestros salen al camino, Por no poder pasar ni mojar faldas
A dar el parabién de la venida, No quieren mas tener las manos mancas,
Y el mismo George Espira y el Esteban Porque por la gran cava contrapuesta
El avanguardia de la gente llevan. O morir ó vencer solo les resta.
La hora, de temores alcahueta, Un indio sobre todos bien dispuesto
Hace temblar la barba y el copete; Habia, que los otros mas incita
Tocóse por señal una trompeta, En daño de los nuestros y denuesto,
De parte del peón y del jinete; Y ronco ya de dar voces y grita,
De todas partes cada cual aprieta De un terrible y espantable gesto,
Las armas en las manos, y arremete; Y que en los riesgos mas se precipita,
El Esteban Martin recata y mira A unos da calor, otros provoca,
Con gran cuidado por el George Espira. Echando espumarajos por la boca.
Y el George Espira no se descuidaba Ansí como pastor que va gritando,
De resguardar también el compañero: Acia corral las vacas recogiendo
E l estrago que hacen declaraba Y á los toros que ve de cuando en cuando
Cualquiera dellos ser un Marte liero ; La cornígera frente revolviendo,
La lanza duros pechos traspasaba, A perros que le vienen ayudando
Corta robustos brazos el acero: «Carga , carga, mastin,» anda diciendo,
Aquestos dos que van en delantera Y aquellas voces hacen tal efeto
Amplísima dejaban la carrera. Que la manada ponen en aprieto :
El buen Filipe de Uten perseguía Ni mas ni menos estos indios diestros,
La parte que su parte mas estraga; Con ánimo que el otro les ponia,
Pues Bartolomé Berzar no dormia, A toda furia sueltan los cabestros
Antes para los indios es gran plaga : Sin jamás aflojar de su porfía,
¿Quién os podrá decir lo que hacia De suerte que tenian á los nuestros
El valiente Martino de Arteaga ? En una gran congoja y agonía;
Qué Santa Cruz? y qué Diego de Montes, Y el Esteban, vigor desta conquista,
Terror y espanto tiestos horizontes? En el bravo gandul puso la vista.
Y los demás de quifm mención no hago, Estaba de su puesto tales trechos
Aunque los conocí por fama y vista, Que brazo de mortal no los alcanza;
Hacían en los indios tal estrago, Mas por opuestos indios y pertrechos
Que no hallan valor que los resista; Y por los aires arronjó la lanza.
Y el indio fiero, por hacerse pago, Que para traspasallo por los pechos
Con gran coraje sigue su conquista: Ejecutora fué de su esperanza,
Los gritos, los clamores y el estruendo Hasta clavar el suelo, y entró tanto
Los delicados aires va rompiendo. Que fué de los cercanos gran espanto.
Cada cual procurando su venganza , Mucho se resfrió por esta parte
Frió temblor del pecho se destierra ; La furia de la gente cuasi prieta ,
Anda superior cristiana lanza; Y viéndoles Espira de tal arte
Y cuando juzga dar fin á la guerra, Mandó locar de nuevo la trompeta;
De indios acudió tan gran pujanza, Aliento recobró cristiano Marte;
? ue nuestros españoles pierden tierra ,
ser divino don cada cual piensa
El irse defendiendo sin ofensa.
Y ansí por todas partes los aprieta:
Tanta sangre de nuevo ven vertida,
Que tuvieron por buena la huida.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA II, CANTO II. 217
La muerte donde quiera les amaga ; El español la paz les amonesta,
Como huyen por campo descubierto Con la cual muchas veces les requiere;
Ninguno dellos sabe qué se haga: El bárbaro feroz da por respuesta,
Quel vencido no ve reparo cierto. Que después la hará quien mas pudiere :
Cayó sobre los indios grave plaga, Niegan cualquiera condición honesta
Y de cristianos fué ninguno muerto : Para que de amistad se desespere;
Espira viendo tan honroso lance Y á querer socorrelles con comida,
Mandó que no siguiesen el alcance.
Antes por ver las furias en remanso Los nuestros se pasaran de corrida.
Que pudo prometer seguras treguas, Pero dijéronles: «Perded cuidado,
Y el contrario, según iba ya manso, Que vuestra voluntad ha de ser hecha,
No pensaba parar en muchas leguas , Pues el manjar mejor aderezado
De su consejo fué tomar descanso Há de llevar la punta de laflecha:
Ellos y los caballos y las yeguas, El dardo servirá de pan pintado,
Y volver donde fuesen proveídos Cuya punta no luego se desecha,
A costa de los míseros vencidos. Antes es tal, que donde quier que llega
Al pueblo principal fueron derechos, Con grande pesadumbre se despega.
Y queriendo gozar de los despojos, «Decidnos, ¿qué son vuestros pareceies'
Hallaron ser menores los provechos ¿Con qué furia venís ó con qué viento,
De lo que demandaban sus antojos. Pues tan menoscabados de poderes
La noche se pasó contando hechos Os arronjais á tanto detrimento ?
De cosas que se vieron por los ojos, No tenéis hijos, no traéis mujeres,
Alabando también á circunstantes No tenéis pueblo, no hacéis asiento,
Que lo hicieron bien el dia antes. No conocéis labranza ni hacienda,
Do cada cual quedaba satisfecho Sin? muy mala suerte de vivienda.
Del buen gobernador en este dia, »Y si tenéis mujeres, y son buenas,
Pues á su nombre traspasó su hecho Vosotros no debéis ser hombres buenos ,
Porque George Formut, quél se decia, Pues os queréis servir de las ajenas
En alemán es hombre de gran pecho Y andáis á saltear bienes ajenos:
O de gran corazón y valentía; Las caras os dio Dios de pelos llenas,
Al cual, demás ser muy gentil hombre, Y* de maldad tenéis los pechos llenos :
Le venia pequeño mayor nombre. Trabaja , trabaja , gente sin freno,
Insigne capitán, y demás desto Y no queráis comer sudor ajeno.»
No menos devotísimo cristiano, Estas palabras y otras semejantes
A nadie fué pesado ni molesto Decian estos bárbaros vecinos
Con le dar ocasión y tener mano ; A nuestros trabajados caminantes
Toda su vida fué retracto honesto, Y mas que fatigados peregrinos:
Sin nota ni resabio de liviano; Que si las miran ojos vigilantes,
Tuvo ya por poblados, ya por yermos, No fueron totalmente desatinos;
Gran vigilancia sobre los enfermos. Pero los nuestros ya sin sufrimiento
En descansando pues dos ó tres dias, Determinados van al rompimiento.
Espacio muy mas breve que bastante, Y allí ninguno dellos se reparte,
Las ya menoscabadas compañías Antes toda la gente bien armada
Determinaron de pasar delante : Quiso romper por una sola parte,
Llevaban por entonces ciertas guias Que parecía mas acomodada.
Que riqueza prometen abundante, Crece la furia de uno y otro Marte ;
Y para los poner en la tal tierra Vuela laflecha, y anda la pedrada;
Habían de metellos por la sierra. La castellana hacha corta y hiende
Palos que el fuerte bárbaro defiende.
Oida la noticia que decimos, Por los palos que están mal ajustados
Cada cual el efecto deseaba, Hacen algún efecto las ballestas;
Y según del paraje coligimos Mas la solicitud de los cercados
Y la guia sus pies encaminaba, Non tarda en volvelles las respuestas :
Es este reino donde residimos , Dentrambas parles hay descalabrados;
Que para mas tardíos se guardaba, Unas armas á otras son molestas;
Pudiendo ser primero George Espira, Acuden allí tantos escuadrones
Pero Diego de Montes lo retira, Que se causaban grandes confusiones.
Persuadiendo ser entrada mala, No de llenas encinas tantos granos.
Y ser cosa que mas les convenia Ni de lleno nogal nuez tan espesa,
Continuar el llano por el ala Derriba la caterva de villanos
De la sierra, y aquella los pornia Andando vareando muy apriesa,
Debajo de aquel círculo que iguala Cuanta caia sobre los cristianos
Distancia de la noche con el dia; Piedra, saeta , dardo, que no cesa:
Pues aunque se hiciese mas rodeo, No les bastaba ya fuerza de brazos
Hallarían elfinde su deseo. Y los escudos hechos mil pedazos.
Estimulados pues desta sospecha, Pareciéndole gran inconviniente
Aunque fué lo que menos les convino, Estar todos allí como terreros,
Propósito primero se desecha, Retrájose del cuerpo de la gente
Teniéndolo quizá por desatino ; Esteban con catorce compañeros;
Llevan la sierra sobre man derecha, Los cuales fueron abscondidamente
Adelante siguiendo su camino, Do parecían masflacosmaderos;
Y á tres ó cuatro dias de jornada Danse tan buena maña sin senlillo
Toparon una fuerte palizada Que pudieron abrir un buen portillo.
De palos gruesos, altos, bien hincados, El Esteban Martin en el momento
Que con bejucos van entretejidos, Entró con el caballo bien armado;
De tres ó cuatro cintas rodeados, Todos catorce van en seguimiento
Apretados y muy fortalecidos: Para señorear el gran cercado ;
Gran número de indios congregados Acuden bárbaros al rompimiento,
Y á su defensa bien apercebidos, Mas era ya sin fruto su cuidado ,
Infinidad de flecha, dardo, honda, Pues no "suele temer mayor pujanza
Y propugnáculos á la redonda. Esteban á caballo con su lanza.
218
JUAN DE CASTELLANOS.
Rodeado se ve de mil cuadrillas
El y los que le siguen con rodelas, Aquestos son de víboras crueles,
A quien ha la natura proveído
Mas él iba haciendo maravillas En punta de la cola cascabeles
Batiendo con buen aire las espuelas, Para que no se muevan sin ruido ;
Atravesando pechos y ternillas, Y ansí los infieles y fieles
Derribando quijadas, dientes, muelas : Se valen y aprovechan del oído,
Huyendo del mortífero veneno
Espira, viendo ya su gente dentro, Que suele de remedio ser ajeno.
Acudió con los otros al encuentro. Mas á nuestros guaypies nos volvamos,
Anda con tales bríos el acero, Que ansí los dichos indios se decían,
Y el cálido fervor de la contienda, Los cuales de la suerte que pintamos
Que quedó por señor el forastero, Camino de los nuestros se venían ;
Y el morador huyó de su vivienda, Y alentados y sueltos como gamos,
Sin poder amparar al heredero, No con poco furor acometían
Ni poner en recado su hacienda : Con muy grandes paveses y azagayas ,
Recogen españoles los haberes Y los penachos son de guacamayas.
Con cuantidad de niños y mujeres. A las plumas el cascabel asido,
Reposaron después en el asiento Que como caracol os represento,
Seis dias , porque el campo se repare, Y como hoja seca su ruido,
Y prosiguiendo su descubrimiento Que lo puede también llevar el viento;
Rebieron de las aguas del Guayare; Arguyese del número crecido
El cual principio es y nacimiento Haber allí de víboras aumento,
Del prepotente rio de Uyapare, Pues que traían dellos tantas sumas,
Dicho por otros nombres Úrinoco, Colgando como digo de las plumas.
De quien en lo de Ordás no dije poco- Vinieron escuadrones bien armados ,
Caminando después una mañana Haciendo como suelen gran estruendo ,
Orilla del Guayare poderoso, Contra treinta finísimos soldados
En una prolijísima zavana Que iban adelante descubriendo;
Dieron los de caballo con un oso : Los cuales viéndose dellos cercados,
Rodeólo la gente castellana «¡ Santiago y á ellos!» van diciendo:
Como toro que tienen en un coso, Dos de caballo hay en la zavana,
Llegaron de peones gente mucha Un Damián de Barrios y un Lizana.
Por respecto de ver aquella lucha. También estaba Martin de Arteaga,
Arremetió Híerónimo Cataño Entre soldados buenos escogido,
Creyendo de poder alanceallo, Mas agora no sabe qué se haga,
Mas el atrevimiento fué con dafio, Que el brazo diestro tiene mal tullido;
Pues cuando se llegó para matallo La fuerza de los indios los estraga,
Usó la bestia de mayor engaño, Y el escuadrón cristiano va rompido :
Asiendo de las piernas al caballo, A Dios el Arteaga se encomienda,
Y como si tronchara flaco leño Y en el rigor entró de la contienda.
En tierra dio con él y con su dueño.
De mano de la bestia carnicera A un fuerte gandul se fué derecho,
El caballo quedó luego tendido : Tomando lanza con enferma mano,
Hierónimo Cataño pereciera, Mas según el suceso deste hecho,
A no ser prestamente socorrido; El golpe que dio fué de brazo sano,
Y el oso se escapó de tal manera, Pues que le traspasó pavés y pecho ;
Que de ninguno pudo ser herido : Y hoy hace juramento de cristiano
Suelen algunas veces ser dañinos Que después en el brazo ni en la vena
A los indios que tienen mas vecinos. Jamás sintió dolor que le dé pena.
Bien cerca de un estancia que yo tengo Rompiendo fué por otros escuadrones,
Y donde por un mal inconviniente Sin ponelle temor las puntas duras:
Acuden caballeros y peones,
En alguna manera me detengo, A fln de les romper las vestiduras,
Del cual diré quizá mas claramente, Pespuntando las calzas- y jubones
Un oso destos hubo tiempo luengo Que el calcetero hizo sin costuras:
Que consumió gran número de gente : Unos dejan allí las calzas luego,
Matólo George Pérez, un mestizo, Y otros tomaron las de Villadiego.
Con tiro de arcabuz que en él se hizo.
Alguna vez también hemos hallado Desbaratados pues estos gentiles,
En árbor alto barbacoa hecha, Que con acometer de furias llenos
Donde ya sube puerco, ya venado, Revolvieron huyendo como viles,
O cazas otras de que se aprovecha ; Los nuestros fueron á henchir los senos
En alto tiene hecho soberado, AI pueblo que llamaron de Pemiles,
Y por sus manos cama donde se echa : Por se hallar allí muchos y buenos,
Fuerza de osos es que no me espanta A causa de cazar estos guaypies
Subir venados á tan alta planta. Crecida cantidad de jabalíes.
Marchando pues con estos trompezones Y en aquellas regiones apartadas
Pasaron por algunos despoblados, Acontece topar en campo raso
Hasta que dieron en las poblaciones De puercos crecidísimas manadas,
Que llamaron de los enmascarados ; Que al peregrino hacen muy al caso,
Que al parecer venían con jubones Pues en necesidad de las entradas
Y con muy justas calzas atacados ; Son gran socorro del hambriento vaso,
El cuerpo cada cual embarnizado Y el que caballo tiene y campo ancho,
De colores de negro y colorado. Con la lanza provee bien su rancho.
Sobre la ropa que les dio natura, Suerte de caza es tan deleitosa,
Y como buen barniz bien asentado Que suele proveer hambrientos sacos,
Era desta manera la pintura , Y en alguna manera peligrosa,
Sin ninguno venir diferenciado : A causa de vejísimos verracos,
Rilumen negro basta la cintura, Que con navaja fieía y espumosa
Y todo lo demás de colorado, En su defensa no se muestran flacos;
Las caras ansimismo traían negras , E uno destos por alanceallo
Plumas con cascabeles de culebras. A mí me hirió mal un buen caballo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA II, CANTO II. 219
Antonio de Esquivel, un caballero, Pues como la creciente de aquel rio
Que ha poco que dio postrer suspiro , Papamene venia ya con saña,
Contaba deste bárbaro montero George Espira hizo del desvío,
Un modo de cazar de que me admiro, Y su gente metió por la montaña:
Y fué que con tocar el solo cuero De grandes cenagales y rocío
Con no sé qué que ponen en el tiro, Muy fatigada lleva su compaña,
Do quiera que le diere, si le acierta, Donde tanto atascaban los caballos,
Cae la caza luego como muerta; Que muchos se quedaron sin saca]los.
Pero cumple llegar con gran presteza Pero los que eran carga del caballo, "
A la caza después del tocamiento, Por vueltas de fortuna mal compuestas,
Por no ser duradera la torpeza, Tienen por bien agora de cargallo,
Ni aquellaflojedady adormimiento; Y de llevallo huelgan á sus cuestas,
Pues cobra la perdida lijereza, Sin dejar cuero, pié, tripa ni callo,
Si hay en la malar detenimiento: Ni parte de las partes inhonestas,
Débenle de tocar con algún hueso Pues de todos sus miembros lo mas malo
Del peje temblador que atrás espreso. Era regaladísimo regalo.
Mas estando después en esta vega , Todos van sin vigor y sin sustancia;
No con poco descuido los cristianos, Su gran necesidad es increíble;
Tuvieron una muy mala refriega Y en aquella larguísima distancia
Con otros indios tiestos comarcanos
r
Hallar grano de sal es imposible:
Do bárbara canalla se les pega, Que de todas las faltas de importancia
Hasta quitar las lanzas de las manos La falta de la sal es mas terrible,
A ciertos caballeros fanfarrones Pues cuando sal algún soldado tiene
De los que acá llamamos chapetones, Con solamente yerbas se mantiene.
En itálicas guerras ya tenidos, Sin ella son bocados de amargura ,
Según ellos decían, en gran precio, Cortamiento de miembros, y un contino
Demás de ser mil veces instruidos Devanear no lejos de locura;
En militar doctrina de Vegecio; Antes es todo cuasi desatino;
Mas agora quedaron muy corridos, Al fin, debajo desta desventura,
Y cada cual en posesión de necio, Siguieron adelante su camino
Por no dar muestras en aquel rebato Con otros muchos fortunosos toques,
De lo que pide bélico recato. Hasta llegar á tierra de los choques.
Mas contra las catervas atrevidas Nación que no sé cómo me la llame,
Los dos mancebos Berzares famosos , Pues esta es indubitablemente
Bartolomé y Filipe, dan heridas La mas sucia, mas torpe, mas infame,
Y golpes de tal suerte sanguinosos, Que cuantas tienen hoy nombre de gente •
Que dejaron las lanzas y las vidas Y aunque mas sus vilezas encarame,
Los que con ellas iban victoriosos, Es sacar una gota de gran fuente;
Y las restituyeron á sus dueños, Su sustento lomas es tan inmundo
A quien vergüenza hizo mas isleños. Que cosa no se vio mas en el mundo.
De los dichos guaypíes despedidos, Pues demás de comer humanas gentes,
Caminaron por el orden que conviene, Maldad en que ellos viven muy espertos,
Hasta mojar los pies y los vestidos Comen diversidades de serpientes ,
En el famoso rio Papamene; Sin que sepan tener limites ciertos :
Cuyos términos, siendo conocidos, Comen sus propios hijos y parientes,
Reconocieron que su curso tiene Suelen ser sepulturas de los muertos;
Por la equinoccial, do se barrunta Gusanos come la nación maldita,
Que con el Marañon sus aguas junta. Y hasta los cabellos que se quita.
Corren las otras bandas, no sabidas Son demás de lo dicho gentes vagas,
De guias que llevaban por testigos : Y á vueltas de lo que comer procuran
Hallaron poblaciones destruidas Comen hilas y parches de las llagas
Por indios deslos pueblos enemigos ; Que quitan españoles que se curan ;
Las aguas de los rios van crecidas; Si te lavas las manos , ó ya hagas
Conviéneles buscar nuevos abrigos, Lavarte los pies sucios, se apresuran
Pues la boca del Tauro les enseña A beber aquel agua sucia y fea
Las Hiadas, de pluvias clara seña. Como delicadísima clarea.
Preguntaron allí por tierra rica Son indios bien dispuestos y alentados,
A un viejo gandul que fué tomado, Sin orden, sin razón y sin gobierno,
Y aqueste dio noticia de Ocoarica, Feroces, atrevidos, alocados;
Cacique de crecido potentado; El viejo, mozo y el muchacho tierno
Los nuestros le decían de Oroarica, En el acometer determinados,
Y después le llamaron el Dorado: No menos que demonios del infierno;
Y en aquella demanda y apellido Sus armas lanzas son , pavés y dardo
Otras muchas armadas se han perdido. Que bien ha menester duro reguardo.
Como Filipe de Uten, ya nombrado, En hacer estas armas no son rudos,
Que quiso ver el fin desla jornada; Ni tienen, cierto, sutileza poca;
Y deste reino bien aderezado Pintan el sol en todos sus escudos,
Salió también Jiménez de Quesada , Con sus rayos , nariz, ojos y boca ;
Hermano de aquel buen adelantado Los choques todos son hombres desnudos,
Que por allí después perdió su armada ; Y á las hembras cubierta no les toca:
Y Ursua se perdió ni mas ni menos Todos andan al natural estilo,
Por falla de leales y de buenos. Sin torcer ni hilar un solo hilo.
Es aquesta noticia, según toco Si vuelve las espaldas algún bando,
En otra relación que tengo hecha, No es porque su furia se mitigue,
Entrel gran Marañon y el Urinoco, Pues lo suelen hacer de cuando en cuando
Y es por Pirú la via mas derecha; Para mas molestar á quien los sigue ;
Y á quien de descubrir no gusta poco Porque dardos agudos van hincando
Todavía le dura la sospecha Adonde su contrario se castigue,
Que por aquel compás y largo seno Y en los hincar no son tan indiscretos
Debe de haber algún pedazo bueno. Que no hagan mortíferos efetos.
220 JUAN DE CASTELLANOS.
La mortal esperiencia desta maña Porque vista de fuerzas (a penuria
Que tienen estas gentes fué sabida Que mostraba la gente rezagada ,
Por Joan de Castro, natural de Ocaña , Por los indios rompió con tanta furia,
Corriendo tras quien iba de huida, Que dejaron la presa mal tractada;
Pues con la punta de la dura caña . Tomó cruel venganza del injuria
Al miserable le huyó la vida : Que hacen á la gente baptizada:
En efecto, la cosa fué de suerte Cabezas por el suelo van rodando,
Que quien pensó matar padeció muerte. Manos y dedos andan palpitando.
Y otros ensangrentaron su carrera Aquellos que lo siguen y él gobierna
Cuando victoriosos se juzgaron. Esfuérzanse de ver tan grandes hechos ;
Al lin ellos pelean de manera Pero punta de hueso, nada tierna,
Que muchos españoles me juraron Sin baslalle broquel, rompió los pechos ;
Nunca topar con gente tan guerrera, Otra le segundaron por la pierna
En todas las naciones que toparon; Con que sus pasos hizo mas estrechos,
Y el choque, ni por bien ni por herida, Porque le dieron por el espinilla,
Se quiere, según dicen , dar á vida. Metiéndole la punta en la canilla.
Luego pues que llegaron los cristianos Su muerte ya cercana conociendo,
A unas mal compuestas ramadillas , Por las heridas de una y otra vara ,
finieron solos dos destos villanos Poco á poco se iba retrayendo,
Con dos totumas de agua ó escudillas, Al escuadrón feroz haciendo cara;
Do mojaban los dedos de las manos Animosas razones va diciendo ,
Y tocaban las barbas y mejillas Y á todos como sano los ampara
A ciertos españoles que allí vieron , Con tan raro valor y tanta cuenta
Y sin hablar palabra se volvieron. Que ninguno dejó de todos treinta.
Y como se volvieron de improviso Aunque dolor de piernas embaraza,
Sin muestra de placeres ni de enojo , Todavía por términos guerreros,
Los nuestros españoles, no sin riso, A pesar de los choques, hace plaza
Dicen : «Menester es abrir el ojo, Por donde puedan ir sus compañeros;
Porque mojar las barbas es aviso Porque los indios fueron dando caza
De que echemos las barbas en remojo; Hasta que ya pasaron los esteros,
Antes pues que se mojen los cabellos De do volvieron á sus campos anchos ,
Determinemos ir en busca dellos.v Y los nuestros llegaron á sus ranchos.
Después de cada cual aderezado, Vido luego su Gn el Valdespino
Fueron por un camino muy seguido, De las heridas malas y molestas,
Dieron en un gran pueblo despoblado, Y ansí la mayor parte del camino
De solo desconsuelo proveído; Cristianos lo trajeron á sus cuestas :
Por ser tiempo de pluvias tan pesado, Dicen ser valeroso, y hombre diño
Allí fué nuestro campo detenido, De no cortar el hilo las funestas
Sin poder por los grandes cenagales Laníllcas hermanas en tal era,
Ir á buscar remedio de sus males. Sino de dalle mas larga carrera.
Para necesidades del hambriento, Mas otra pena muy mayor se siente,
Que tales eran ya malos y buenos , Y es Esteban Martin, amigo caro
Dos caballos sirvieron de alimento, Del George Espira y de la demás gente,
Tales, que menester no habían frenos ; Por no saber á nadie ser avaro :
Y en tan terribilísimo tormento, Y ansí de lodos umversalmente
Sal era lo que mas echaban menos ; Fué tenido por padre y por amparo,
Y para dar remedios á su vida Y creían que estando de por medio
Por mil partes buscaban la salida. No les había de faltar remedio.
El Esteban Martin y Valdespino, Hiciéronle muy abrigados lechos,
A pié , con otros treinta compañeros , Y todo su remedio se procura;
Para buscar al bárbaro vecino Las heridas le ven , y muy á pechos
Pasaron grandes ciénagas y esteros ; Tomó Diego de Montes esta cura ;
Dieron en tierra seca , y en camiuo Un Joan de Oñale hizo los pertrechos
Que los cansados pies hizo lijeros, Para sacalle bien la punta dura ;
Por verse la comarca bien poblada Sacósela , mas aunque hizo esto
Y cuantidad de gente bien armada. No dejó de morir al día sesto.
Como por ojos ya tuviesen prueba, Murió con confesión y testamento,
Y número de gente descubriesen, A pobres repartiendo lo que alcanza;
Viendo ser muy poquita la que lleva, Nunca pude saber su nacimiento,
Esteban ordenó que se volviesen Ni el nombre del lugar de su crianza.
Al campo, para dar aquella nueva , Hicieron sus amigos juramento
Y todos ellos juntos acudiesen De tomar muy de veras la venganza;
Con los caballos y el demás fardaje , No con menos dolor ni menos ira
Pues que sabían cómodo pasaje. Lo mismo prometía George Espira.
Volviendo pues atrás esta carrera, En este funeral y enterramiento
En recta guardia él y el Valdespino , También pudieras ver ojos llorosos;
.Natural de Jerez de la Frontera, Hicieron el humilde monumento
Parece ser que no tuvieron tino Debajo de unos albores umbrosos,
Los otros que iban en la delantera , Y el padre Fructos, no sin sentimiento,
Yendo ya descuidados del camino; Por honra de los huesos generosos,
Y el buen Esteban, como mas esperto, En el troncón del árbor do yacía
Pasó para les dar camino cierto. Aquesta letra puso, que decia :
Y entre tanto que puso sus hermanos
En el cierto camino que traído AL CAPITÁN VALEROSO
Habían, dieron indios inhumanos
En Valdespino, que se vio perdido, LLAMADO ESTEBAN MARTIN
Pues vivo lo llevaban fieras manos , AQUÍ LE LLEGO SU FIN.
E ya de dos heridas mal herido;
Lo cual visto por este varón fuerte ,
Quísoles dar la vida con su muerte.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA II, CANTO II. 221
El árbor, de sus hojas descompuesto Por andar los cristianos mas despiertos
Por la gran aspereza del invierno, Que la gente de Indias ya rompida,
Ya se veslia de pimpollo lierno Cuyos conciertos eran desconciertos,
Con aparencia de florido gesto, Sin tener esperanza de la vida;
Cuando quien se preciaba del gobierno Al fin la mayor parte fueron muertos,
Quiso luego dejar aqueste puesto, Y los cristianos, todos sin herida,
Inquirir y buscar tierra mas alta Quemaron luego por estos conveses
Para socorro de tan grande falta. (numerables dardos y paveses.
Allí, demás de su contentamiento
Halló donde hirieron á su amigo En poder subyectar duras cervices,
Dispusicion de tierra mas lozana ; Hallaron copia de mantenimiento
Determinóse de hacer castigo De yucas, boniatas y maices,
En gente tan criiel y tan tirana, Y juntamente para su sustento
Y todos cuantos él llevó consigo Otras diversidades de raices,
No creo que tenian menor gana; Que los que no conocen abundancia
Y la contraria gente dura y fiera, Afirman ser comida de sustancia.
Tampoco recelaban la carrera. Refrenada la loca fantasía
Antes con un furor luciferino, Y abatidas las crestas de los gallos,
Como vieron venir nuestros varones, Estuvieron allí por algún día
Concertaron salilles al camino Para reformación de los caballos ,
Con bravos y feroces escuadrones : Pues, según su flaqueza, bien había
Los españoles, con mejor desino, Harta necesidad de reforma!los.
Envían al encuentro los peones Después deslo la gente fatigada
Con orden que se fuesen retrayendo Adelante prosigue su jornada,
Y fingiesen huir sin ir huyendo, Hasta llegar á un rio bermejo,
Por traellos abajo de un repecho, Donde no les faltó gente de guerra,
Do quedaban caballos encubiertos, Y donde se juzgó por buen consejo
Para poder mejor hacer su hecho, Que subiesen por él hasta la sierra ;
Por ser allí lugares mas abiertos, Pero demás del débil aparejo
Y podían correr tan á provecho, Parecíales mal aquella tierra,
Que de victoria se juzgaban ciertos, Triste, lloviosa y áspera montaña,
Pues era, si los sacan á lo raso, Y de sus pensamientos muy estraña.
Negocio que les hace muy al caso. Visto pues por la gente peregrina
Partieron los peones aj instante, Su primero vigor menoscabado,
A punto la rodela y el espada; El buen gobernador se determina.
Mas viendo tantos indios por delante, Con parecer de todos aprobado,
Fingieron de temor hacer parada, De procurar volver á la marina
Y luego con astucia semejante Para tornar mejor aderezado :
Revuelven al lugar del emboscada : Todos concuerdan con aquel decreto ,
Ellos, juzgando ser el miedo cierto,
Seguíanlos sin orden ni concierto. Y luego lo pusieron en efeto.
No tigre ni león por la dehesa Hallábanse vacías las riberas,
Se muestra tan veloz en su corrida, E ya rio ninguno los detiene;
Tras la caza do quiere hacer presa Por pasos conocidos y carreras
Y piensa que la tiene ya cogida, Allegaron al rio Papamene,
Cuantas eran las furias y la priesa Donde dejaron unas estriberas
De la gente feroz inadvertida, Y cosas que memoria no retiene;
Hasta que descubrieron los recodos Y estas halló Francisco de Oreltena
Adonde estaban los caballos todos. En aquel rio que su nombre gana.
Los cuales, como ya viesen la suya Recogiólas el indio mas cercano,
Y tanta multitud sin ordenanza, Deste las rescató su mas vecino,
Acometen á mia sobre tuya, Y ansí fueron á dar de mano en mano
Con deseo y ardor de la venganza : A indios mas lejanos en camino :
Rodéanlos para que nadie huya Hallólas en un pueblo comarcano
Del espada cruel ni de la lanza, Del rio Marañon, por donde vino;
Rompiendo aquí y allí con los caballos Después por estas gentes referidas
Para los dividir y derramallos. Fueron , por ser de azófar, conocidas.
Ensangrentando van acero fino, Luego del Papamene se partieron
Ningunos golpes dan que salgan vanos; Para volver á do se deseaba,
Y como fué negocio repentino Y si siempre no van por do vinieron ,
Y en lugares tan rasos y tan líanos, La falda de la sierra los guiaba ;
Los indios con el grande desatino Y ansí fué la derrota tal que dieron
Ni juegan de los pies ni de las manos, En el rastro que Fedrimán dejaba:
Antes cada cual anda sin sentido Tras él envían gente de caballo,
De ver el animal que nunca vido. Pero nunca pudieron alcanzallo.
Como si par de alguno cayó rayo Y aun creo que el Espira no quería,
Que por su buena dicha no le toca, Pues hay algunos hoy de pareceres
Sino que le pasó mas á soslayo Que un capitán de otro rehuía :
Rompiendo cerca del la dura roca, Si la causa, lector, saber quisieres,
Y demás de quedar con gran desmayo Es porque George Espira ya sabia
Aquel espanto le Upó la boca, Cómo esperaba Fedrimán poderes,
Y del tronido y el celeste fuego, Y hasta le venir, creyó que aposta
Ño solo queda mudo, pero ciego ! Se detuvo gran tiempo por la costa.
Avínoles ausi ni mas ni menos Y no fué vanidad el pensamiento
A la bestial, feroz y fiera gente, En lo que cerca desto se recela,
Cuando vieron venir en pies ajenos Pues hizo Fedrimán detenimiento
A los que les salieron de repente ; Por la costa del Cabo de la Vela,
Y aun menos impresión hicieran truenos, Por ver de su promesa cumplimiento
Pues por allí no faltan comunmente; Y poner mas en orden esta lela;
Alguno procuraba su defensa, Y en efecto los Rentares cumplieron
Y fué trabajo vano lo que piensa. Sin falta la palabra que le dieron.
JUAN DE CASTELLANOS.
Mas aunque se detuvo dos veranos Sabio fué y avisado cortesano
Por esta costa, no sin añagaza En todas sus costumbres y modesto;
De cartas de los reinos castellanos, Para ser alemán era mediano,
Nunca le llegó cosa que le plaza, Pero de proporciones bien compuesto;
Por venir los despachos á las manos En el hablar retórico no vano;
Del factor alemán Jacome Gaza, De rojo, grave y apacible gesto;
Que retuvo las cédulas que digo Tuvo también facecias escelentes
Por ser del George Espira gran amigo. A tiempos y lugares convinientes.
Escudriñando pues esta frontera, Yendo pues, como digo, sin revuelta ,
De la de Santa Marta topó gente, En toda la distancia que corrieron ,
Cuyo capitán fué Joan de Rivera, En un cierto camino gente suelta ,
Que con razón llamaron el valiente : Tomaron unos indios, que dijeron
Y el Fedrimán, que mas mañoso era, Que George Espira daba ya la vuelta
Con él se concertó secretamente Con poca gente, de que coligieron,
Para juntar aquella compañía Según la que con él habia salido,
Con la demás de Coro que traiá. Cómo debia de volver perdido.
Alguna desta gente no quisiera Vista la relación por Fedrimano,
A su gobernador hurtar el lado; Por no volver atrás de su desino
Y para que también Joan de Rivera Ni meterse debajo de su mano
Quedase desta culpa disculpado, Torció de sus derrotas el camino,
E l negocio se hizo de manera Entrando mas adentro por lo llano ,
Que pareció mas fuerza que por grado: Hasta tanto que vio que le convino
Ansí que, presos sin haber defuntos¿ Sacar su gente de la llana tierra
Al Maracaibo se vinieron juntos. Y volver á las faldas de la sierra.
De allí tentó huirse cierta gente Caminan, y llegados en efeto
De los de Santa Marta que tomaron, Al pueblo de San Joan, hoy de cristianos ,
Mas Antonio de Chaves su teniente El dicho Fedrimán como discreto
Fué tras ellos, y á uno que hallaron No quiso caminar mas por fos llanos,
Mandó garrote dar incontinente; Sino ver de las sierras el secreto
Los otros por lijeros escaparon: Con guias de los indios comarcanos ;
Destos fueron después mis compañeros Y para descubrir algún camino
E l capitán Lorenzo y un Cisneros. Pedro de Limpias adelante vino.
Puestos en Maracaibo y en sus llanos, Llevó consigo gentes avisadas,
Por parecelle tierra desgraciada Seis de caballo, los demás peones,
El pueblo despobló de los cristianos, Tan diestros y curtidos en entradas
A Un de los llevar á la jomada; Que no los espantaban trompezones;
Destos vecinos escogió los sanos , Y á cabo ya de dos ó tres jornadas
Dejó en Coro la gente fatigada, Vieron humos de grandes poblaciones,
Y en busca dijo ir de George Espira, Y sin que mas adentro procediese,
Ya fuese con verdad ó con mentira. Hizo que Fedrimán luego viniese.
Los hombres de caballo y los infantes Con orden y debida vigilancia,
Que lleva son antiguos pobladores, Mas adelante van los peregrinos;
Para sufrir trabajos tan bastantes Ven muestras por aquella circunstancia
Que pocos conocimos ser mejores , De grandísima Copia de vecinos;
Y en todos los consejos importantes Pero hacían grande repugnancia
Muy ciertos y avisados consultores ; Angostos y asperísimos caminos ,
Pero pobres y mal apercebidos, Que sin hallar allí quien contradiga
Pues apenas tenían ya vestidos. Subían con grandísima fatiga.
Andando pues por Barraquiciraelo Mas en la cuesta de mayor altara
O por Carora, donde repararon, Habia pajonales sazonados,
Llegaron Alderete y Martin Nieto, Donde las sierras hacen angostura
Y los que contra Ortal se rebelaron; Con altísimos riscos á los lados :
A los cuales con todo buen respeto La gente por allí subir procura ,
Recebieron muy bien y regalaron; Por no ver pasos mas acomodados;
Mas Fedrimán de tres hizo desvío, Indios cercanos acudieron luego
Por no le parecer bien tanto brio. Y por los pajonales ponen fuego.
Los tres fueron á Coro brevemente Auméntanse las llamas en esceso
Con cartas que llevaban sal pimienta , Con furioso viento que venia ,
Y los demás quedaron con su gente, Y la nube de humo tan espeso
Haciendo dellosFedrimán gran cuenta, La vista destas gentes impedia ;
Por ser cada cual hombre diligente * El repentino caso y el suceso
Y en los recuentros de mayor afrenta , En un terrible riesgo los ponia:
Donde muchos salieran con querella, Tal ímpetu de fuego los rodea
Pudieran ellos bien salir sin ella. Que no ven la salud que se desea.
Pusieron en efecto la partida, Haciendo pues su natural oficio
Y en la prosecución de su jornada Las llamas y fumosos arreboles,
No llevan abundancia de comida, Fué tanta la presura y el bullicio,
Porque de los demás escarmentada Que por aquellos riscos y peñoles
Gente de indios era retraída Se despeño gran parte del servicio,
Y del paraje propio desviada; Y enlrellos no sé cuántos españoles ;
Mas ya con hambre, ya con alimentos, Cayó Miguel Holguin de peñol agro,
Todos con Fedrimán iban contentos. Y el escapar fué cosa de milagro.
Pues para lo seguir hasta el infierno Como si ciervos puestos en un alio,
Creo que les ganó las voluntades, Rodeados de áspera vertiente,
Y ciertamente desde mozo tierno, Donde ni por corrida ni por salto
Si acaso no se niegan las verdades, Pueden huir, sin gran inconviniente;
Parece que nació para gobierno, Mas recebiendo grande sobresalto
Y en abundancia y en necesidades Por ver león ó tigre de repente,
En su campo jamás reinó discordia , Sin tiento se despeñan por la roca
Ni en su pecho faltó misericordia. Por escapar de carnicera boca:
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA II, CANTO II. 225
El indio, y aun la gente castellana , En gracia del mayor y del mas chico,
Ansí con el temor que los incita El Fedrimán al fin se dio tal maña
De ver el gran ardor de la zavana, Que deste nuevo reino salió rico ,
Confusos movimientos y la grita, Y hizo su viaje para España :
Y aquí y allí la llama ya cercana El remate que tuvo no replico,
Sin ver por dónde va , se precipita, Pero dicen morir en Alemana;
Haciéndose los unos mil pedazos, Y ansí ya del mi pluma se relira
Otros quebrados pies, piernas y brazos. Por volver á tractar de George Espira.
Pero viendo tumulto ya tan ciego, Porque después de ya dejar aposta
Un portugués, soldado diligente, A Fedrimán que su viaje siga,
A grande priesa puso contrafuego El con su compañía mas angosta,
Donde se recogió la demás gente ; E ya cuasi sin granos el espiga,
Y ansí cuando llegó la llama, luego A gran priesa se fué para la costa
Perdió la fuerza y el furor ardiente, Padeciendo grandísima fatiga
Por no tener allí tierra ni viento De hambre, tigres, y de enferma gente ,
Paja con que le diese nutrimento. Y entrellos Santa Cruz , su buen teniente.
Admirados de caso semejante, El cual, en cierto pueblo de lo llano,
El mas prudente dellos se embarbasca;
Mas el buenFedrimán y Limpias, ante Reconoció su fin y acabamiento;
Que pudiese venir otra borrasca, Murió como católico cristiano,
Con la gente pasaron adelante Y con vivísimo conocimiento:
A la provincia que se llama Pasca, En el gobierno tuvo mucha mano
Donde la buena tierra fué visible Por ser persona de merecimiento;
Dio Cárdenas también fin á sus dias ,
Y para los caballos apacible. Mas con donaires y chocarrerías.
Salieron los vecinos comarcanos Llegados pues á Barraquicimeto,
Al tiempo que venían al encuentro, Hallaron asolada ya la tierra,
Pero nunca vinieron á las manos, Y todos con flaquísimo subyelo
Ni tuvieron recuesta ni recuentro : Atravesando van áspera sierra ,
Antes signiíicaron que cristianos Donde luego se vieron en aprieto
Estaban en la tierra mas adentro, Por acudir allí gente de guerra,
Dando señas de trajes y costumbre, Que viéndolos volver de mala suerte
De que se recebió gran pesadumbre. A todos procuraban dar la muerte,
Pues según los que viven este dia , O por lo menos de llevar captivo
No se tuvo la pérdida de Rodas Al español que viesen rezagado;
En tanto cuanto Fedrimán tenia Con los cuales intentos y motivo
El no ser el primero destas bodas, Llegaron giraharas por un lado,
Pues con ciento y cincuenta que traia Y al buen Diego de Montes llevan vivo,
Pensaba conquistar las Indias todas: De gran enfermedad debilitado;
Y es cierto que cualquiera de su bando Mas Joan Calahuyare, caquetío,
Pudiera bien regir y tener mando. Lo defendió con valeroso brio.
También el valeroso licenciado Porque llegó con armas de cristianos,
Don Gonzalo Jiménez de Quesada, Y en ellos hizo tal arremetida,
Que fué quien antes del habia entrado Que les quitó la presa de las manos,
En este nuevo reino de Granada , Con animosidad jamás oída :
Fué por via de indios avisado Hizo hechos el indio soberanos,
Que entraba por allí gente barbada, Y ansí después de Dios le dio la vida;
Y hizo despachar á la lijera Y él libre de tan áspera zozobra
Para reconocer y ver quién era. Reconoció después la buena obra.
De los que fueron, hay donde resido Prosiguen adelante sus caminos
Paredes, Calderón, hombre prudente, Discurriendo por pasos conocidos:
Y Joan Rodríguez Gil, bien conocido Todos iban á pié, que los rocinos
Por cuerdo, por sagaz y por valiente , O quedaban ya muertos ó comidos;
Y Antón Rodríguez, que por apellido Salieron á los términos marinos
Le llaman de Cazalla comunmente , Muy faltos de salud y de vestidos,
Con otros para paz y para guerra, Bien mohosa la lanza y el espada,
Cuyos cuerpos nos encubrió la tierra» A cabo de tres años de jornada.
Llegaron estos hombres escogidos Llegaron pues los pocos al asiento
A Pasca, tierra ya conmemorada : De Coro, do hallaron sus amigos,
Dieron el parabién de bien venidos Y de quinientos no Volvieron ciento,
De parte del Jiménez de Quesada; Fallando solos seis de los antigos,
Fueron del Fedrimán bien recebidos Los tres de enfermedad y descontento,
Y de toda la gente del armada; Los otros tres á manos de enemigos :
Partieron luego, visto su recado, Do se conoce bien cuánto aprovecha
A verse con el dicho licenciado. El ir á descubrir con gente hecha.
Viéronse juntos pues los dos mayores Y porque de los que volvieron haga
En Bogotá, que fué primer asiento, Alguna relación aunque sencilla,
Donde de cortesías y primores Fueron Filipe de Uten, y Arteaga,
A ninguno faltaba cumplimiento, Pancorvo, y Alcocer, Joan de Bonilla,
Pues cada cual de los gobernadores Caslrillo , y Urriola , y Arrizaga ,
Alcanzaba cabal entendimiento, Y aquel Rodrigo Infante de Sevilla ,
Con cuantas partes eran concernientes Diego de Montes, Bustamante, Sosa ,
A los que rigen y gobiernan gentes. Y Bartolomé Sánchez de Hermosa.
Ganó con el valor de su cosecha Este, viniendo ya muy fatigado,
Amistad de varones singulares, Esperando la hora postrimera,
Pero siempre la tuvo muy estrecha En un caballo puesto y amarrado
Con el capitán Gonzalo Suarez, Por no poder venir de otra manera ,
Varón que con fortisima derecha Rodando fué con un rucio rodado
Fundó lo principal deslos lugares; Bien doscientos estados de ladera,
Pero de su valor y de su cargo Llevando como vio su vida poca
En obra parte tractaré mas largo. El nombre de Jesús siempre en la boca.
924 JUAN DE CASTELLANOS.
Viéndolo los demás ansí rodando, Visto por el doctor el movimiento,
E ya ser imposible remediallo, Con copia de los hombres mas insines
Al sumo Hacedor están rogando Determinó de ir en seguimiento,
Que tuviese por bien de perdonallo : A fin de castigar tales.motines ;
Para lo sepultar yendo bajando, Y sabido que van por barlovento.
Oyeron dar relinchos al caballo, Por guias que sabían los confines
Y al Hermosa hallaron tan sin daños Supieron atajar de tal manera
Que vivió después desto muchos años. Que pudieron tomar la delantera.
Volvieron ansimismo á Venezuela Vinieron á caelles en las manos,
El Bartolomé Berzar, y Zamora, Y todos, sin mostrar alteraciones,
Y el padre Joan de Fructos, de Tudela, A prima fronte se mostraron llanos ,
Que ha poco que vio postrera hora ; Con algunas disculpas y razones,
Otros del alemana parentela Pero, como mañosos baquianos,
En silencio se pasan por agora, Debajo de dañadas intenciones;
Pues para proceder en el intento Y el Velasco, que mas astuto era,
Menester hemos ya cobrar aliento. Al doctor le habló desta manera :
« Señor doctor, nosotros no faltamos
Del servicio del rey, ni tal queremos,
Mas como sus vasallos nos pasamos
CANTO TERCERO. A tierras do mejor le serviremos;
Pues ve vuestra merced cómo llegamos,
Donde se cuenta la venida del doctor Antonio Navarro i Venezuela á to-
mai residencia á George Espira v á sus tenientes, y lo que mas acon-
Y la necesidad que padecemos,
teció.
La cual tampoco puede socorrella
Vuestra merced, pues no vive sin ella.
En Indias es costumbre bien usada «Porque si para lo que se procura
Cometerse gobiernos á letrados , Tuviéramos un recurso liviano,
Y siendo la razón considerada , ¿Qué mayor bien ni qué mayor ventura
Es justa ; pero por nuestros pecados, Que subyeccion debajo vuestra mano?
De tan estendidísima manada Cuyo valor, primor y gran cordura
Salen muy pocos dellos acertados , Todos juzgamos ser don soberano,
Unos por gran soltura de conciencia, Con otras escelencias que la fama
Otros porque carecen de esperiencia. Con gran verdad aquí y allí derrama.
Los cuales seria bien no gobernasen «Pero puesto que estéis bien proveído
Hasta pasar siquiera de pasantes, De tantos dones de naturaleza,
O por mejor decir que los pasasen A todos es notorio y conocido
A desiertos de tierras tan distantes No poder remediar nuestra pobreza;
Que por ninguna via trompezasen Y si con todo esto sois servido
En cosa que criase litigantes; Que no dejemos vuestra gran nobleza ,
Pues los mas destos en poblada tierra Por cierto, sin usar contrarios modos,
Adonde mora paz encienden guerra. Que vuestra voluntad es la de todos.
Pervirtiendo las buenas intenciones «Publíquesenos vuestro mandamiento,
De Bártulos y Baldos y Felinos, Y ese será la regla y el cuadrante;
Abades , Albericos y Jasones, Pues á tener contrario pensamiento
Con otros de jurídicos caminos; Pudiéramos estar tan adelante,
Y ansí, por aliciones ó pasiones, Que no nos alcanzara ni aun el viento,
Se arronjan á trescientos desatinos, Cuanto menos la gente circunstante;
Sin que temor alguno los fatigue, Mas caminábamos como forzados,
Habiendo Uios y rey que los castigue. Por seros todos muy aficionados.
Bien pudiera gastar alguna vela »Aquí no rehusamos la carrera,
En este caso, pues me da gran cebo Y esto debe de ser lo que conviene,
La confusión que de presente vuela Porque vuestra merced, aunque no quiera,
Por este miserable reino nuevo; Al fin nos ha de dar de lo que tiene;
Mas quiero concluir con Venezuela, Conocemos también que donde quiera
Por no quebrar aquel hilo que llevo, Falta prosperidad que nos despene,
Adonde vimos al doctor Navarro, Y demás de volver con quien volvemos,
Que vino por auriga deste carro. Volvemos á la tierra que sabemos.»
, Era vaso de muy poca prudencia, Como se vio poner en tanto precio
Y no para tal cargo suficiente; El buen doctor se vido triunfante ,
Vino con provisiones del audiencia, El cual, demás de ser no poco necio,
Estando Fuen Mayor por presidente, Pecaba grandemente de arrogante :
Y para que tomase residencia Al (in, lo que se dijo por desprecio
Al dicho George Espira y á su gente; A él le pareció razón bastante;
El cual, por mas autorizar su mando, Y antes de volver á la marina
Ahorcó dos soldados en Hegando: Ranchear los confines determina.
No de los que dejé recién venidos, Parecióle tener segura prenda ,
Pero de todos la mayor nobleza. Por ser Velasco mozo tan honrado,
Quedaron grandemente desabridos Y ansí, sin proceder en la contienda,
Ce ver la crueldad y la torpeza , Allí paró por ya venir cansado :
Y ansí por se hallar allí perdidos, Armáronle los suyos luego tienda,
Sin ver remedio para su pobreza, Donde pudiese ser agasajado;
Huyéronse, sin que el doctor los sienta, Ansimismo por aquel campo ancho
La vuelta de Cubagua hasta treinta. Todos y cada cual sentó su rancho.
Entrellos el Pancorvo y el Castrillo, No faltó quien con rústico vocablo
El Diego de Urriola y Bustamante, Le dijo : tSepa vuestra reverencia
Sancho de Villanueva, Joan Morcillo, Ser esta gente toda del diablo,
Todos y cada cual hombre bastante, Y cúmplenos vivir con advertencia ;
Francisco de Velasco por caudillo, No parezca simpleza lo que hablo,
Alférez del Espira ya vacante, Pues tengo mas malicia que inocencia ,
Con otros que cumplieron este cuento, Y aunque me veis cubierto de mal pelo,
Con quien yo tuve gran conocimiento. Uvas conozco yo de mi majuelo.»
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA II, CANTO III. 225
Otro le dijo que los desarmara »Pues si no favorecen el intento,
Para poder dormir seguramente, Ni llevan de sus tiples los tenores ,
Y aun que los altos albores poblara Está presta la cárcel y el tormento
Con los mas levantados desla gente. Y las acusaciones de traidores,
Respondió : « Como yo tenga mi vara , El confiscar de bienes al momento
No se desmandará cosa viviente , Para los dar á vuestros valedores.
E yo pienso hacer tan buen castigo, Con revueltas, con tramas y marañas,
Que no se burle ya nadie conmigo.» De ley de Dios y rey todas estrañas.
Los huidos con disimulaciones »Con aquesto pensáis dar el descargo
Hablaban con la otra compañía; De la malignidad qué vais tramando,
Hubo tan eficaces persuasiones , Como si le pusiésedes embargo
Por modo que jamás se conocía Al divino Juez que está mirando;
Que convirtieron á sus opiniones Y después de privados y sin cargo
A muchos de los quel doctor traia, Andáis humildes, bajos y llorando,
Y los solares rayos encubiertos Justificando vuestras injusticias
Estaban acabados los conciertos. Y vuestras insolencias y malicias.
Cuando con soporíferos beleños »Y á los pobres que dábades de palos
Embriaga Morfeo los mortales, Habláis luego con gran melifluencia ,
Y están gozando ya de dulces sueños Haciéndoles mil mimos y regalos;
Los hombres y los brutos animales, Y el que tiene segura la conciencia
Para quitar caballos á sus dueños No teme las calumnias de los malos
Salen los inventores destos males, En la mas rigorosa residencia,
Seyendo cómplices en la cautela Pues aquel que vivió con santo celo
Los mismos que hacían centinela. Tiene procuradores en el cielo.
Con indios suyos, diestros y ladinos, »No juzguéis pues á mal que se derramen
A tales lances muy aficionados, Contra vos cosas que no son novelas,
Recogieron las lanzas y rocinos Sino que hagáis cuenta ser vejamen
Con los demás pertrechos mas usados ; De los que suelen dar en las escuelas,
E ya dispuestos para sus caminos, Y aun si con vos de vos hacéis examen
Puestos en los caballos bien armados , Para mejor vivir serán espuelas,
Tácitamente sin hacer estruendo Como las que tenemos ya nosotros
Al rancho del doctor llegan diciendo : Calzadas para bien herir los potros,
« ¡ Ah, mi señor doctor! ¿está despierto? «Porque no nos cojáis en el chinchorro
Vea vuestra merced lo que nos manda, De rebeldías y de contumacias,
Que nosotros, por no volver al puerto, Pues el captivo quiere verse horro
Cambiamos el timón á estotra banda, De subyeccion de pleitos y falacias.
Pareciéndonossumo desconcierto Con todo esto, por el buen socorro
Dejar de proseguir nuestra demanda, Os damos lodos un millón fie gracias
Por ser negocio muy desvariado En traernos caballos y soldados
Tornar á desandar lo bien andado. Con que vamos contentos y aviados.»
«Como somos personas comedidas, El Navarro doctor que tal oia,
De nuestra voluntad hacemos muestra, Como reconociese los engaños,
Que tiene leyes no tan estendidas Da voces á los suyos, y decia.:
Cuanto las que mostró la mala vuestra; « ¡ Viva el rey, viva el rey, mueran tacaños' »
También porque miréis en las Partidas Pero la cuadrilleja respondía :
Alguna ley que tráete desta nuestra, « ¡ Viva, señor doelor, por muchos años!
Y si fallare, mirareis el Fuero Con tal que no digáis por el de Francia ,
Y las Pandectas , pues que sois pandero. Por tocaros aquella circunstancia.»
»Allí lo que la ley no nos declara, Acuden luego para la venganza
Acá desla manera lo glosamos, Los que libres están de la cautela,
Que vuestra merced vuelva con su vara, Mas unos no topaban con la lanza
Y nosotros iremos donde vamos: Y á los otros faltaba la rodela;
Al cetro no volvemos nuestra cara, Otros tienen temor de la pujanza,
Pero del mal ministro nos quejamos, Y cada cual de golpe se recela;
Que piensa por sus vanos apetitos Y ansí los del motin, la burla hecha,
¿ue matar hombres es matar mosquitos. A Cubagua se van via derecha.
»Pues muchos de vosotros, en carrera Caminan por aquella tierra llana,
Donde conviene retener las riendas, Contemos del buen salto que hicieron,
Salís del justo curso tan afuera, Acia la costa de Maracapana,
Que siempre maquináis cosas horrendas, Donde yo me hallé cuando vinieron ;
Y como cosa fácil y lijera Mas antes de salir de la zavana,
Quitáis vidas y honras y haciendas, Por un grande descuido que tuvieron ,
Haciendo hacer falsos juramentos, Indios de guerra les hicieron menos
Por amenazas ó prometimientos. Seis ó siete soldados asaz buenos.
»Y para solapar vuestros errores No los pudo seguir el bravo toro,
Forzáis á las ciudades y lugares Porfallalle caballos y peones,
A demandaros por gobernadores, Y fuera gran aumento de su lloro
Aunque con pena rompan losijares, Perseverar en tales intenciones :
Y andáis ganando firmas y favores Determinóse pues volver á Coro
De seculares y de regulares; Con dos ó tres caballos mancarrones,.
Y ansí por escapar de vuestras iras, Y aun del enojo por aquellos yermos
Escriben á su rey cien mil mentiras. Cayeron él y los demás enfermos.
«Triste de quien rehusa la carrera Viendo tan mal recado y aparejo
Y deja de ayudaros con un grito, Para llegar al pueblo deseado,
Porque luego se fragua la quimera •Adelantóse Diego de Vallejo,
Del grave y atrocísimo delito, Mancebo valeroso y esforzado,
El cual se va pintando de manera En paz y guerra de tan buen consejo,
Quel mas ayuno del dejáis ahilo ; Que ninguno lo dio tan acertado:
Pues es verdad que fallarán testigos . Vive hoy con valor y santo celo,
O que los osan descargar amigos. Y es contador rearen aquel sucio.
T. IV.
i5
226 JUAN DE CASTELLANOS.
Al pueblo declaró lo sucedido; En indios y españoles hubo lloro,
Y cosas necesarias proveídas, Lamentación y tierno sentimiento ,
Luego volvió por el doctor perdido, Y aun en cabellos de madejas de oro,
Cuyas fuerzas estaban ya caídas , Pues no faltó de damas ornamento;
Pues en Coro halló recién venido Y en el templo de la ciudad de Coro
A l obispo Rodrigo de Bastidas, Celebraron aquel enterramiento,
Con provisión real y poder lleno Do por don Joan Robledo le fué puesta
Para poder regir aquel terreno. Una letra latina como esta.
Mandándole también, que si volviese Mole sub hac Formuth reqniescunt ossa Georgi
Qui invisus fatis , carus erat Superis.
Ala isla donde era residente, Nomine fortis erat, superahat nomina factis ,
Entre varones nobles escogiese, Natus in Espira, conditus hoc túmulo.
O por gobernador ó por teniente, En aquesta sepultura Mas a su nombre vencía
A la persona que le pareciese Yace George Formud , La grandeza de su hecho.
Ser para tales cargos suficiente, Vaso lleno de virtud , Fué de la ciudad de Espira,
Mas vacio de ventura. De alemana parentela.
Y quel dicho doctor fuese privado, Servaron de fuerte pecho Y dentro de Venezuela
A causa de estar mal acreditado. Su nombre nos lo decía, Le llegó la fatal ira.
Y ansí, después de dar su residencia , Estando pues Montalvo detenido
A la Española yendo ya camino Do dije y en la tierra circunstante,
Para se presentar en el audiencia , Supo ser el Espira fallecido ,
Tempestuoso tiempo sobrevino, Y sin avío ni favor bastante,
Con tan impetuosa violencia De todos los soldados competido,
Y tan exorbitante torbellino, Procuró de pasar mas adelante,
Que dieron al través en un bajío, Y llegó con la gente memorada
Do pereció con otros del navio. A este nuevo reino de Granada.
Acabó sumergido y ahogado Filipe de Uten vio cómo venia,
Quien de clemencia nunca tuvo jugo; Pero no quiso ser en el concierto,
Mató sin culpa, y él murió culpado, Antes con una breve compañía
Siendo las blandas aguas su verdugo; Luego determinó volver al puerto.
Y aun no sabemos si de su pecado Como quien el gobierno pretendía,
En tan grave presura le desplugo, Que por su gran valor lo tuvo cierto:
Por ser de tal furor arniel tormento Y porque son prolijos sus procesos,
Que debe de fallar conocimiento. Después os contaremos los sucesos.
Al tiempo que Bastidas hizo absencio»
Para volver adonde residía,
Al Espira dejó con la tenencia ELEGÍA III.
Del gobierno,según ello tenia, A la muerte del gobernador Filipe de Uten, donde se
Muy en conformidad y complacencia cuenta la entrada que hizo y cosas en ella acontecidas.
De quien el mismo cargo pretendía r

Por ser prudente todo lo posible, CANTO PRIMERO.


Y padre para todos apacible.
En esta coyuntura declarada, Después que nos dio luz la verdadera,
Fueron á Santa Marta y Cartagena Y al mundo se mostró quien lo sustenta,
Gentes del nuevo reino de Granada. Computadas las vueltas del esfera
Por el gran rio de la Magdalena, Donde febea lumbre se aposenta,
Que de la prosperísima jornada Tomando del ocaso la carrera,
Hicieron relación no poco llena, Eran mil y quinientos y cuarenta
Riquísimas cadenas en los cuellos r
Cuando Filipe de Uten, mozo tierno,
Puso sobre sus hombros el gobierno.
Y fué Pedro de Limpias uno del los.
El cual á la Española hizo vía, Mas, puesto caso que en adolescencia
Hombres valerosísimos regia,
De esmeraldas la bolsa proveída, Su seso, su valor y su prudencia
Donde sus bijos y mujer tenia La falta de los días encubría,
Y do pensaba rematar su vida. Donde mostraba bien la descendencia
La fama de riquezas ya corría Generosísima de do venia;
Y por las islas dio tal estampida, Cuya virtud muy mas notoria fuera
Que en vaso de lijera carabela Si á su valor fortuna respondiera.
Pudo también llegar á Venezuela.
Como todos estaban á la mira, Obedecido con pregón solene,
E ya de Limpias viesen el recado, Y publicadas estas provisiones,
Cada cual gime, cada cual suspira, Quiso ver otra vez el Papamene
A causa de perder tan buen bocado : Y escudriñar de choques los rincones,
Levántanse los pies al George Espira, Por parecer a todos que conviene
Y por volver mejor aderezado, Ver el remate de sus poblaciones ;
A ver al Limpias su persona sola Y con algunos para tal efeto
Determinó pasar á la Española. Se partió para Barraquicimeto.
Trajo caballos, trajo mercancía, Para que por allí se entretuviese
Y para no llevar camino ciego Y la gente mejor se sustentase,
Vino Pedro de Limpias por su guia Y el resto de soldados lo siguiese
Vencido y alentado de su ruego ; Después que cada cual se preparase,
Y entre tanto que mas apercebia, Dejóles orden antes que se fuese,
A Lope de Montalvo mandó luego Y diestro capitán que los llevase ;
Con parte de la gente caminase Mas antes que saliese del asiento
Y en Barraquicimeto lo esperase. De capitanes hizo nombramiento.
Pero como no hay hora segura El maese de campo Limpias era
Desque Montalvo hizo su partida, Principal adalid á maravilla ,
Espira procuró poner en cura Alcalde mayor Pedro de Ribera,
De su persona la salud perdida; Un noble caballero de Sevilla,
Mas no se le quitó la calentura Y Naveros llevaba la bandera,
Hasta tanto que le quitó la vida, Deudo del contador de aquella villa,
\ ansí no procedieron los conciertos, E l Arteaga, principal caudillo,
Porque quedaron todos como muertos. Y con ellos Toribio de Vadillo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA III, CANTO I. 227
Y Rartolomé Berzar, alemano, . El alemán, que espera mas pujanza ,
Hijo de generosa parentela, Ignora la desgracia sucedida.
También Diego de Montes, cirujano, Muchos meses vivió con esperanza,
Y el padre Joan de Fructos, de Tudela , Su gente fatigada y afligida;
Con ellos Joan Domínguez Antillano, Y ansí viendo ser grande la tardanza,
Joan de Guevara , Joan de Valenzuela , Con ciento y doce hizo su partida,
Pacheco, Joan Ibañez, vizcaíno, Pues hacer otra cosa no podía
Valdomeda, Briceño y Palomino. Por la gran hambre que se padecía.
Fué también Joan Martínez Palomero, Pues á miseria y anihilamiento
Y el de su natural Joan de la Rosa, Era venida toda la grandeza
Cada cual de los dos tan buen guerrero Que solía tener cualquier asiento,
Que podían fialles cualquier cosa; Y tales los estreñios de pobreza
Ansimismo volvió por compañero Que cimirucos eran alimento,
El Bartolomé Sánchez de Hermosa, Fructa que tiene forma de cereza ,
Con otros que pornemos en historia Y aun estosen los montes ya faltaban
Cuando los ofreciere la memoria. Por ser grande la priesa que les daban.
Y el capitán Gonzalo de los Ríos , Huyendo de trabajos insufribles
Hoy en aquella tierra tesorero, Llevó mas adelante sus soldados,
Que por su gran valor y fuertes bríos Con otras desventuras mas terribles
Bien podía tener lugar primero. Por hallarse los campos anegados,
Como quien en sangrientos desafíos Y demás de las hambres invencibles
Nunca dejó de ser el delantero; De tigres todas horas infestados,
El cual también en las demás entradas Cuyas entrañas fueron sepulturas
Había hecho cosas señaladas. De muchas racionales criaturas.
Como se iban pues apercebiendo Y á un rocin que estaba descansando,
Los que seguían el guerrero bando, De todos el mayor y mas crecido,
De la ciudad de Coro van saliendo Llevó mas de cien pasos arrastrando
Para do los estaban esperando: Un tigre, sin poder ser socorrido:
Arleaga los anda recogiendo, Después la gente que lo va buscando
E yendo con cuarenta caminando, Hallaron él pescuezo ya comido;
En unas angosturas, girabaras Y un Alonso García de Ribera
Acudieron conflechasy con varas. También fué cebo de la bestia fiera.
Y por ir descuidados del engaño, Una noche velando con cuidado
Picáronles las flechas y arpones: Y dentro de pajizos aposentos,
Hirieron á Trebejo y á Cataño Arrebató también otro soldado,
Pasándole las armas y ríñones; Junto de Villagrán y de Barrientos:
En indios de servicio hacen daño Gritos oyeron dar al desdichado,
Quitándoles algunas municiones. Despiertan los que estaban soñolientos,
Crece la furia deste torbellino Ocurre luego cierta compañía
Por una y otra parte del camino. Por dar vida á quien ya no la tenia.
No sabiendo la gente qué se haga Llegando cerca pues doce cristianos,
Para poder salir del angostura, Con Villagrán apechugó la plaga
Húbose de apear el Arleaga, Llevándolo también, y allí cercanos
Y fué subiendo por aquel altura, Gonzalo de los Ríos y Arteaga
Vestido de escopil, espada y daga, Luego se lo quitaron de las manos,
Cubierto con el monte y espesura, Puesto caso que no sin una llaga
Hasta tomar el alto de la frente Que descubrió los huesos de la frente;
Que tenia gran parle desla gente. El cual sanó por cura diligente.
De los que mas cercanos se hallaron En la misma comarca, se nos cuenta
Tras Arteaga va gente rompida, Estar en un buhío recogidos
Los cuales de tal suerte pelearon Indios en cuantidad mas de cuarenta,
Que los indios pusieron en huida: Con palos gruesos muy fortalecidos;
Espadas ensangrientan, y cobraron Mas al techo subió fiera hambrienta,
Hacienda que tenían ya perdida; Y sin aprovechar grandes ruidos ,
Salieron todos luego del estrecho Saltó por la cumbrera ya rompida,
Y tomaron lugar mas á provecho. Y á todos ellos los dejó sin vida.
Curaron á Trebejo, y á Cataño , Continuando pues esta jornada
Cuya herida fué mas intestina, Con el rigor que tengo referido,
Pues para clara muestra de su daño, Dieron en el camino de Quesada
Por el mismo camino de la urina Y Montalvo de Lugo, que salido
Salía presurosa por el caño Habían deste reino de Granada
No poca cuantidad de sangre fina ; Con número de gente bien crecido,
Pero la cura fué por tal concierto Dejando ya por aquellos desiertos
Que de heridas fué ninguno muerto. Cuantidad de indios y españoles muertos
Sigue mas adelante su camino Iban también en busca del Dorado,
El Arteaga con los que llevaba, Y ansi siguen tras ellos estas gentes
Hasta tanto que ya con ellos vino Por un terreno cuasi despoblado,
Donde Filipe de Uten esperaba : Rodeados de mil inconvinientes;
Viendo después que para su desíno Pasaron el Guauyare ya nombrado,
El resto de la gente no llegaba, Por caminos y pasos diferentes
Mandó volver á Coro seis soldados, De cuando vieron antes esta tierra,
Valientes,sueltos y hombres arriscados. Pues iban mas metidos en la sierra.
Atravesando sierras conocidas Porque Limpias decia, que conviene
Para llegar á los marinos puertos, Seguir los pasos del amigo viejo,
De giraharas, gentes atrevidas, Y porque por oráculo se tiene
Fueron estos soldados descubiertos; De la gente común aquel consejo ,
Que puesto que vendieron bien sus vidas, Vieron segunda vez el Papamene,
Al cabo todos ellos fueron muertos , Y pasaron también rio Bermejo ,
También Pacheco, padre de doña Ana, Do por la hambre ser tan escesiva
Hoy en aquella tierra viva y sana. Fué milagro quedar persona viva.
JUAN DE CASTELLANOS.
Van por lierras de lodo bien estrañas, Mas quiero concluir lo comenzado,
Sin que reconociesen mejoría, Volviéndome á la gente detenida,
Rompiendo por lan ásperas montañas Los cuales procuraron con cuidado
Que cuasi luz del cielo no se via: Buscar alguna buena descendida:
Algunos ranchos hallan y cabanas Esta fué con trabajo tan pesado,
Absenté del las toda compañía, Que no fué sin gran riesgo de la vida,
Continuando siempre su jornada Hincando estacas y cavando tierra
Por rastro de Jiménez de Quesada. Para mejor bajar aquella sierra.
Y ansí subir la sierra se procura , Y aunque mas proeurahan ayudallos
Por subidas tan ásperas y malas, Para que descendiesen con gran tiento,
Que para se poner en el altura Al ün se despeñaron tres caballos
Eran bien menester lijeras alas: Que les sirvieron de mantenimiento,
Algunas veces van por peña dura , Bajando por peñascos á buscallos
Otras con azadón hacen escalas, Con notable pasión y detrimento ;
Si» sillas y sin fustes los caballos Y después de bajar despeñaderos
Para poder mejor encaminallos. Dieron en ciénagas y atascaderos.
Quien discrepa por los despeñaderos Lo cual causó grandísima mohína
Puede de solo Dios ser socorrido; Por quedarse caballos y cristianos,
Camino les dejaron los primeros, Puesto que echaron ramas y fagina
Pero ya lo hallaron destruido Sin descansar las mas hidalgas manos;
A causa de terribles aguaceros Pero con todo esto se camina
Con tempestuosísimo ruido, Cuasi desesperados y mal sanos ,
Que por aquellas ásperas vertientes Hasta que ya llegó nuestro gentío
Suelen en todo tiempo ser frecuentes. A la ribera de un potente rio.
Ansí que, las cansadas compañías, Donde hallaron árbores uveros ,
Aquellas asperezas ya subidas, Bien conocidos ya de los antiguos ,
En lo alto pararon ciertos dias, Que para los hambrientos compañeros
Por se hallar maiz y otras comidas; No dejaron de ser buenos amigos,
Y aunque las casas de indios ya vacías, Por tener sus racimos muy enteros,
A muchos fatigaron con heridas, Las uvas dellos grandes como higos,
A causa de tener en las entradas De gran suavidad y cordiales,
Gran cuantidad de puyas soterradas , Y estos árbores son como nogales.
Y en las labranzas en el suelo llano,
Do mas acude la cudicia loca, Fuera del rio ya, dicho Montoa,
Y aun dentro del espiga de aquel grano, El cual pasaron trabajosamente
Y en la madura fruta que provoca Unos á nado y otros en canoa,
A que la coja la hambrienta mano , Pedro de Limpias con alguna gente
<".on riesgo de los dedos y aun de boca, Acia septentrión puso la proa ,
No siempre remediado de Minerva, Los otros á la parte del oriente;
Pues las mas destas puyas tienen yerba. Y ansí de tal manera caminaron
Son estos indios grandes carniceros, Que en tres meses ó mas no se juntaron.
Sin reservar hermano ni aun hermana; El Limpias pues guiaba su camino
Comunícanse desde los oteros Por rastro de Jiménez de Quesada;
Por percebirse bien la voz humana, ' Los de Filipe de Uten van á tino
Mas para ir fronteros á fronteros Por montañas de tierra despoblada,
Han menester salir bien de mañana , Y una noche terrible torbellino
Pues en los altos esta cercanía Cargó sobre la gente fatigada,
Por las profundas vias se desvía. Del cual poder salir hombre nacido
Se tuvo por milagro conocido.
Y ansí tres indios desta torpe gpnle, Por la ferocidad con que venia
Que los cristianos iban acechando, El ímpetu terrible de los vientos,
Dieron con Artiaga de repente Agua por alto y bajo combatía
Que revolvió tras ellos braveando; Los miseros cansados y hambrientos;
Y por huir aquel iuconvinienle, Ninguno voz del otro percebia,
Del áspero camino, deslizando Ni salen bien formados los acentos,
Rodando se hicieron mil pedazos , Y aquel estruendo grave y el ruido
Cabezas, manos, pies, piernas y brazos. A todos los sacaba de sentido.
Lo cual no tengo yo por maravilla, Invaleciendo la tormenta brava , •
Pues ya me vi con seis, gente de flecha , Roba de selvas hojas y matices ;
Viniendo solo por una cuchilla A grosísimos árbores quebraba
De sierra, por los lados muy derecha: De sus ramosos altos las cervices,
Uno tras otro sube la cuadrilla Y aquel que de su tronco confiaba ,
A causa de la senda ser estrecha ; Al cielo levantaba las raices :
Dióm;' su vista luego sobresalto, El remor, el sonido y estampida
Mas consoléme por tener el alto. Hace que desconfíen de la vida.
A todos fué la vista repentina, Según el gran ruido y alboroto
No sé para cuál parte mas molesta, Parece de demonios ser dominio,
Mas la mia seria muy aína Terrible huracán nada remoto
Con tener las tres piedras y la cuesta : De los portentos que nos cuenta Plinio ,
El escuadrón feroz se determina , Y con similitud del terremoto
El espada también se hizo presta; Del tiempo de Tiberio y de Flaminio :
El riesgo no consiente ser tardío, Mas, ó gran Dios, pues en males tan llenos
Y el miedo mió proveyó de brio. La tormenta ninguno hizo menos.
Apechugué con ellos denodado, El fatigado y miserable bando,
Con la rodela y el acero lino : Sin poder de un lugar hacer desvio,
Apártanse del mozo desbarbado, A Dios de corazón están llamando,
Y ocupados de grande desatino, De viento traspasados y rocío;
Van rodando por uno y otro lado, ün tierra de calor están temblando,
Dejándome sin matas el camino, Creo que de temor mas que de frió,
E yo puse los pies en tal concierto Y lodos ellos con inmensa gana
Que no curé de ver si se hablan muerto. De ver el resplandor de la mañana.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA til, CANTO I. 229
Estando con aquel mortal recelo El dardo de los indios es el gallo,
Que al mas fuerte varón enflaquecía , Y las gallinas el espada y daga
De soldados algunos que me callo;
Vieron el resplandor del turbio cielo, Mas ya Filipe de Ulen y Artiaga
Por donde conocieron ser de dia; Salen armados ambos á caballo,
De lo cual recebió muy gran consuelo El escuadrón rompiendo desta plaga;
La mas que miserable compañía, Pero cierto gandul mas atrevido
El ímpetu terrible ya mas manso, Al buen Filipe de Uten ha herido.
Aflojó del furor el varón fuerte
Pero lodos ajenos de descanso. Por el grave dolor de la herida ,
Estando todos ellos empapados, La cual terrible fué, mas no de muerte,
Prosiguen sus prolijas estaciones: Y menos español perdió la vida;
Los pasos se hallaban ocupados El cual indio, demás de la tal suerte,
De las rompidas ramas y troncones; La lanza le tenia muy asida ,
Arbores prepotentes arrancados Y viéndolos andar en este juego
Que ceñir no pudieron seis varones; El Martin de Arteaga vino luego.
No podía pasar rocín ni yegua,
Y esto por mas espacio de una legua. Y ansí para venganza deste hecho,
No menos que león determinado
Por lo mas escombrado buscan vía, Atravesóle el asta por el pecho
Sin concluirse tiempo fortunoso; Y el hierro le salió por el costado,
Mas con estas zozobras aquel dia Haciéndole soltar á su despecho
Salieron á lugar mas espacioso, La lanza, del vivir desconfiado;
Y Cristóbal de Rivas tomó guia, Mas antes de llegar eterno llanto ,
Como soldado diestro y animoso, Tres gritos tales dio que puso espanto.
Con la cual saltearon un asiento Conociendo la sucia pestilencia
Adonde se halló mantenimiento. Ser de su capitán aquellos gritos,
Halláronse comidas de sustancia,
De que se proveyeron los soldados , Y como ya tenían esperiencia
Y en obra de una legua de distancia No ser las picaduras de mosquitos,
Treinta pueblos de indios bien poblados : Determinaron de hacer absencia
De Coagoa es la circunstancia, Dejando los recuentros y conflilos;
Provincia de los choques ya nombrados; Y perdida la furia que se trajo ,
Allí por se hallar tan buen gobierno Descuélganse por una cuesta abajo.
Pasaron lo restante del invierno. Fueron del Arteaga perseguidos
Entre tanto que el campo se repara, Sin dalles un momento de sosiego,
Salian á correr esta frontera Pero los arciones de podridos
Mucha gente que aquí no se declara Faltaron, y él también se volvió luego
Con Rartolomé Berzar y Ribera, Al lugar donde estaban los heridos,
Gonzalo de los Ríos y Guevara, Pues fuera mas seguillos caso ciego;
Rivas, Olea, Pedro de Herrera, Y en este duro trance, no pequeño
Y Damián de Barrios y Barrientos, Valor manifestó Sancho Briceño.
Hombres que bien probaron sus intentos. Escarmentados pues de las rencillas,
Fuera del campo todas estas gentes Túvose vigilancia conviuiente;
Con los soldados de mayor provecho, Vinieron luego todas las cuadrillas,
Rancheando por partes diferentes Llegó Pedro de Limpias con su gente,
Sin les acontecer notable hecho, Que después que bajó por las orillas
Conociendo los choques ser absenles Del rio de Montoa prepotente,
Por indios que ponían en acecho, En busca de Jiménez de Quesada,
Mucha bárbara gente se convoca No se pudo juntar con el armada.
A dar en la cristiana, por ser poca.
Ciertos de sus inciertas confianzas, El cual Quesada, no sin harto gasto
Encubiertos por montes y quebradas, De vidas, y perdido y estragado
(laminan las guerreras ordenanzas De todos sus soldados el gran fasto,
Con paveses y adargas muy pintadas, Habia por las sierras declinado
Gran número de dardos y de lanzas Hasta llegar á términos de Pasto,
Con las puntas agudas y tostadas, De gente de Pirúrecién poblado;
Y dan á mediodía de improviso Y ansí Limpias por ver estar distante
En los que reposaban sin aviso. No curó de pasar mas adelante,
•¥ como fuese tanta la ventaja Por llevar cercenados los poderes
Que hacían los dardos al espada, Y el número de gente ser pequeño:
Al buen Diego de Montes y á Gibaja Iba con él Naveros el alférez,
Hieren de la primera rociada; También Francisco Sánchez, estremeño,
El caso repentino los ataja, Y Joan Galán, León , Salvador Pérez,
Arma del español anda turbada> Sarmiento, Santa Cruz y Joan Sedeño,
Ocurren luego para los caballos, Con otros que serian hasta treinta,
Y á gran priesa procuran ensillallos. Todos ellos soldados de gran cuenta.
Con golpes que le daban los atroces , Orilla de Montoa, con pesares
Diego de Montes anda fatigado: De no hallarse cosa de vianda,
Vivo lo llevan, y aun le dan de coces. Van indagando villas ó lugares,
Cuasi lo tienen ya supeditado; Mas no hallaban por aquella banda
Acude para él Joan de Quíncoces Sino ciénagas grandes y balsares
Como valerosísimo soldado, Que perturbaban siempre su demanda;
El cual del escuadrón lo sacó vivo, Y un dia por orilla de aquel rio
A pesar del ejército nocivo. Vieron con indios índico navio.
Otro gran escuadrón por hacer presa Los indios mas adentro se metieron,
A puerta de un buhío se abalanza, Huyendo como vieron la cuadrilla,
Mas una mujer fuerte portuguesa Mas con señas de paz que les hicieron
Arrebató en las manos una lanza, Con recato volvieron á la orilla,
Y ló hizo volver mal que le pesa O por algún rescate que les dieron
Con harto mas desorden que ordenanza, Debióles parecer gente sencilla,
Y en el conflicto hizo por su parle Y ansí por ruego de los castellanos
Lo que pudo hacer el liero Marte. Llamaron otros indios comarcanos.
230 JUAN DE CASTELLANOS.
Vino su principal llamado Cathe, Como furor de perros importuno
Con mucha genle lan apercebida Que vienen á morder por tales modos
Como si fueran para dar combate, Que para sus defensas es alguno
Mas de mantenimientos proveída; Diestro varón en menear los codos,
Y ansí por pocas cosas de rescate Y si con el espada hiere uno,
Les dieron oro, fructas y comida, Viendo quejar aquel huyeron todos,
Y por persuasión de mucha gente Dejando proceder al peregrino ,
Prometen de volver dia siguiente. Sin mas perturbación de su camino :
Pedro de Limpias pues allí se queda, Ansí viendo poner la falsa muestra,
Y el dia concertado ya venido, Pararon los rabiosos escuadrones,
En el monte se mete y arboreda Y á la mano siniestra y á la diestra
Para que presumiesen ya ser ido, Suenan aullidos y lamentaciones,
Y destos indios guia lomar pueda; Dejando caminar la gente nuestra
Los cuales, por cumplir lo prometido, Guiada de sus mismas intenciones;
Con número crecido de canoas Y ansí tomaron raslros y llegaron
Al ya dicho lugar guian las proas. Donde los compañeros invernaron.
De dardos y guerreros instrumentos Esla venida dio grande contento,
Los vasos de canoas traen llenos: Y dadas de lo visto relaciones,
Si vienen con ruines pensamientos, Determinaron de mudar asiento
Pedro de Limpias no los tiene menos : Y entrarse mas en estas poblaciones ,
Como gentes no ven , alzan atentos Por proceder en el descubrimiento
Los ojos por aquellos anchos senos; Y quebrantar soberbios corazones;
Cathe por recelar casos siniestros Pues suele muchas veces osadía
Luego hizo salir dos indios diestros. Suplir lo que la fuerza no tenia.
Andan por todas partes descubriendo Deste primer asiento largos trechos
Aquestas dos espías quél envía, Habia, sin labranzas, campo raso,
Y como nada sienten del estruendo Que para uso de guerreros hechos
Que hace semejante compañía, A ellos les hacia muy al caso,
Al Calhe capitán vuelven diciendo Pero lleno de yerbas y heléchos
Cómo ninguna cosa parecía, No menos al oriente que al ocaso;
El cual salló teniéndolo por cierto, Ocuparon aquesta circunstancia
Con obra de cien indios en el puerto. Con toda la posible vigilancia.
Espera cada cual en su galera Y como sea ya vieja costumbre
Del resto de la gente que quedaba; No comportar el corazón humano
La que saltó salió de la ribera Una sobresaltada pesadumbre
Negocio que la nuestra deseaba, De ver á su contrario tan cercano,
Y ansi viendo ya cómoda carrera, Convocóse de indios muchedumbre ,
El español salió de donde estaba , Contra las flacas fuerzas del crisliano,
Como halcón veloz por la dehesa Y en breve tiempo fueron congregados
Cuando se abate para hacer presa. Mas de quince mil indios bien armados.
Los indios todos vienen bien armados, También Cathe huyó por mal recado,
Pero.con el asalto repentino Y con ellos ansimismo se cierra
Sus duros tiros fueron ocupados Avivando furor ya comenzado
He terrible temor y desatino: E incitándolos para la guerra,
Fueron por los caballos rodeados A trueco de se ver allí vengado
Por una y otra parte del camino; De los que lo sacaron de su tierra;
Hubieronfinalmentelos cristianos Y según se me dan las relaciones,
Al Cathe y otros indios á las manos. Dicen que les habló tales razones :
Viendo los que quedaron en el rio « No sé si juzgareis á disparate
Cuan mal les sucedieron estos hechos, Lo que digo, señores de Coagoa,
Por los dos indios que con desvarío Porque debéis saber que yo soy Cathe,
No descubrieron bien estos aséenos, Señor de las riberas de Monloa,
De disculpa y razón hecho desvío, Cuyas industrias en cualquier combate
Ambos los traspasaron por los pechos, No dejan de tener eterna loa;
Y les quebraron pies, piernas y brazos, Mas ó por proprio ó por ajeno yerro
Haciéndolos allí cien mil pedazos. Me hacen padecer este destierro.
Luego de sus cornetas hay repique «Porque salteadores y ladrones
Para se convocar la gente brava: Que ya tenéis en vuestras vecindades,
Salen del agua todos muy á pique Debajo de dañadas intenciones
Proveída de tiros el aljaba, Conmigo celebraron amistades;
A fin de libertar á su cacique, Mas luego me pusieron en prisiones,
Que ya Pedro de Limpias les llevaba ; Descubriendo sus malas voluntades;
De lebreles rabiosos es la furia Sácanme de mis tierras en cadenas
Para vengarse de tan gran injuria. Sin me las aflojar en las ajenas.
Con protervo furor los van siguiendo, * Y como quien á mal está subyeto
Infinidad de dardos disparando; Procura quebrantar la ligadura,
Los nuestros, muchas veces revolviendo, Mis deseos vinieron en efeto
Kompen el escuadrón alanceando; Anoche por mostrarse muy oscura,
Los vivos, en sus furias insistiendo, Y el caso se me hizo mas aceto
En gran aprieto ponen nuestro bando; En venir á tan buena coyuntura,
Mas viendo Limpias ser este débale Por entender que para vuestro hecho
Porque soltasen al cacique Calhe, Mi venida será de gran provecho.
El agudo cuchillo se adereza, »Y ansí quiero yo ser en el concierto
Y de los oíros indios que Iraian Para participar de vuestra gloria,
A uno le cortaron la cabeza, Teniendo, como tengo, por muy cierto
Y en una lanza puesta, les decían Que nunca volvereis sin la victoria;
Ser de su capitán aquella pieza, Pues cada cual está ya cuasi muerto,
Y el rey que demandaban y querían; La poca cuantidad nos. es notoria ,
Cesó de su demanda la recuesta La cual si yo no hice mal la cuenta
Desque la vieron en la lanza puesta. Con mas de diez no llegan á noventa.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA III, CANTO l. 231
«Demás de ser en esto tan sencillos, «Diérame mas temor la gran frecuencia
De llagas incurables están llenos Del concurso que vemos importuno,
Desde las manos hasta los tobillos, Si no supiera yo por esperiencia
Pues tiene dos y tres quien tiene menos : El supremo valor de cada uno;
Andan chupados, tristes, amarillos, Pues todos los que sois en mi presencia,
De corporales fuerzas muy ajenos , Sin que dejemos uno ni ninguno,
Y el que parece dellos ser mas fuerte Del número que vemos ni otro tanto
Es el mismo retrato de la muerte. No suele fatigarse con espanto.
»Y aquellos en quien ponen ciertas sillas «Bárbaros son soeces y abatidos,
Do suben con grandísima destreza, Cuyos furores hoy serán conclusos ;
Apretándolos entre las rodillas, Conozco ser salvajes atrevidos,
Y son venados en la lijereza, Mas no deben tener guerreros usos,
También podéis contalles las costillas Pues no vienen por orden repartidos
Por ser demasiada su flaqueza, Sino todos revueltos y confusos;
Y puede quien ganar valor estima Y para salir bien de nuestro hecho
Derriballo con el que viene encima. No me parece ser poco provecho.»
»Ansí que, pues victoria nos convida, Viendo los enemigos ya cercanos
Sin nos contradecir impedimento, No procedió la habla comenzada,
Apréstese la gente recogida Antes vinieron todos á las manos
Y vamos á gozar deste contento; Apretando la lanza y el espada:
Pues cuanto mas veloce la partida Los dardos ocupaban los cristianos
Mas presto gozareis del vencimiento: Con una y otra y otra rociada;
Muchos y sanos vamos contra cojos , El aire se rompía con tal grita
Y recios y robustos contra flojos.» Que el águila caudal se precipita.
Después que Cathe dijo su concelo Francisco de la Torre con sus hechos
Púsose la canalla mas lozana, Hacia su virtud bien conocida,
Su parecer juzgando por discreto, Mas rompiendo lugares mas estrechos
Demás de lo tener ellos en gana: Al caballo le dan una herida,
Muévense luego para tal efeto Y á él le segundaron por los pechos,
Otro dia siguiente de mañana, De que perdió después la cara vida;
Con tantas lanzas, dardos y paveses Cuyo valor y fuerza fué tan alta
Que henchían zavanas y conveses. Que su persona hizo harta falta.
Según acuden los lascivos ciervos Por ser de gran valor y gran consejo
A las gamitaderas y añagazas, Dolió la muerte deste caballero,
Y á carne muerta carniceros cuervos Y dicen ser la causa Joan Trebejo
Que por acá llamamos gallinazas: Por apartarse de su compañero.
Con tal ímpetu vuelan los protervos Menea pues las armas el mas viejo
Haciendo sus comunes amenazas , Como si fuera mozo muy entero;
E yendo cerca ya de nuestra gente Al fin en la batalla peligrosa
Dan con dos españoles de repente. Procura hacer mas quien menos osa.
El uno fué Francisco de la Torre , Necesidad al flaco hace fuerte
Al cual agora para que no muera Ensangrentando la cristiana lanza;
Su propia lijereza lo socorre, Cada cual quiere mejorar su suerte
Mas presto dará fin á su carrera; Pesándole ele ver tanta tardanza:
El otro miserable que no corre Los nuestros por librarse de la muerte,
Allí vido su hora postrimera. Los indios con deseo de venganza ,
Y el Torre, que escapó, yendo huyendo Mas por venir revueltos de mal arte
A grandes voces ¡ arma! va diciendo. Llevaban sobre sí la peor parte.
Los cristianos, que deste rompimiento Acude luego con sus compañeros
Un punto no vivían descuidados , El Limpias, que tardó por buenos trechos,
A las voces acuden al momento Porque cayeron cuatro caballeros
Con las posibles armas preparados: Yendo por entre ramas de heléchos,
En dos partes se parten con gran liento En encubiertos troncos ó maderos
Peones y caballos mal armados; Como si fueran puestos por asechos,
A manera se tienden de dos alas , Y esperan los demás por ayudallos
No sin temor de tantas gentes malas. Hasta que ya cobraron los caballos.
Filípe de Uten, Pedro de Ribera , Partieron luego con gentiles brios
Al ala de la mano del poniente, Alanceando por una ladera,
Limpias con la demás genle guerrera Mas hieren á Gonzalo de los Rios
Cayeron á la mano del oriente: Y el caballo de Pedro de Ribera :
Ordenados ansí desla manera Enciéndense sangrientos desafíos,
Vieron la muchedumbre de la gente, Ninguno de victoria desespera;
Tantos paveses, dardos, lanzas tantas, Ansimismo rompiendo por la plaga
Como de espesa silva verdes plautas. Hirieron el caballo de Arleaga.
Parecióles tener el horizonte Resuenan por los valles mas abiertos
Que por allí divisan encubierto, Las voces de guerreras confusiones;
Y con grave temor á prima fronte De sangre campos verdes ya cubiertos,
El mas fuerte se tiene ya por muerto; Gemidos suenan y lamentaciones ;
Mas tantearon el espeso monte Huellan caballos sobre cuerpos muertos,
Cómo viene sin orden ni concierto; La misma huella llevan los peones ;
Luego Filípe de Uten, como debe, No pueden numerarse los caídos
Allí habló según el tiempo breve. Porque dellos montones hay crecidos.
«Caballeros, tengamos en memoria Bien como cuando campo se embaraza
De suplicar á Dios devotamente Con mieses sazonadas en calores,
Que nos dé de su maíio la victoria Y por alguna parte de la haza
Como guerreador omnipotente; Entraron encorvados segadores,
Porque nosotros por razón notoria Que cortando las cañas hacen plaza
Poco podemos contra tanta gente, Formando dellas haces muy mayores,
Mas do su Majestad pone la mano Y aquella silva larga del barbecho
E l mas alto poder se hace llano. A lugar se recoge mas estrecho :
233 JUAN DE CASTELLANOS.
Ansí de la ¡caverna , que cubierta Viéndose pues de sanidad remotos
Está de la nación feroz y brava, Y en el número menos que bastante,
Arma del Español en la reyerta Las ropas y vestidos muy mas rotos
Que los del mas mendigó mendicante,
Pies, manos y cabezas derribaba, Hecha consulta, fueron los mas votos
Y aquella multitud de gente muerta De se volver sin ir mas adelante:
Los menores espacios ocupaba, Solo Filipe de Uten y Arteaga
Porque los ya caidos en la guerra Eran de parecer que no se haga.
Pocos estorbos ponen en la tierra. Y por muchas razones mas se aprueba
Llegó de nuevo cierta compañía , El parecer común que de los menos ,
A morir ó vencer determinada : Por el gran desavío que se lleva
Con tal ímpetu rompe, que ponía Y todos de salud estar ajenos,
En gran riesgo la gente baptizada ; Demás desto, tener por cierta nueva
Allí ninguno de otro ya confia Estar de indios ya los campos llenos,
Sino de solo Dios y de su espada, Teniendo por locura conocida
Y ofrecíanse tantos embarazos Entrar donde era cierta la caída.
Que no bastaba ya fuerza de brazos.
Mas como gentes sabias y advertidas Y ansí, como tuviesen en la mano
En los demás recuentros y desmanes , Para su prolijísimo camino
Ejecutaban siempre las heridas El apacible tiempo del verano,
En los que parecían capitanes, La gente se volvió por donde vino,
Corriendo mucho mas riesgo sus vidas Aunque para salir al largo llano
Por venir mas compuestos y galanes, Procuraron cortar con mejor lino,
Viendo que si los tales hacen falla Saliendo destos choques y su tierra ,
Afloja de su furia la canalla. Sin volver por los altos de la sierra.
Y ansí, la falta destos conociendo Mas cayeron en grandes despoblados
Los indios á los nuestros mas cercanos Y en parles espesísima montaña,
Hincaban por los cuentos, ya huyendo, Adonde fueron muy menoscabados
Los dardos que llevaban en las manos, Por aumentárseles enferma saña
Para que si los fuesen persiguiendo Que consumió gran copia de soldados,
En ellos se clavasen los cristianos, Hombres que no se daban mala mana:
Según suelen con lazos los absentes Destos fueron Gutiérrez y Gibaja,
Matar los animales inocentes. Y antes Francisco Sánchez se aventaja.
Cuando ya demediaba su carrera Abreviando salidas destos senos ,
Aquel cuya presencia hace dia, Hallan los ríos como les conviene,
Y el uno y otro polo de la esfera Monloa y el Bermejo menos llenos,
En iguales espacios repartía. Pues ninguna creciente los detiene;
Toda la multitud de gente fiera Tornaron á beber ya muchos menos
Cesó de la demanda que traia, Del afamado rio Papamene;
Metiéndose por montes y quebradas, Al lin salió la gente fatigada
Dejando descansar nuestras espadas. A tierra mas alegre y escombrada.
Los nuestros no mitigan sus denuedos Pero campos de todo bien esquivos,
Con ponelles cansancio duros grillos, Y para socorrer á su tormenta
Y ansí ningunos dellos están quedos, Solos trece caballos llevan vivos;
Antes mueven apriesa los tobillos, Españoles no llegan á sesenta;
Mas con intento de ponelles miedos , Adelante prosigue sus motivos
Que por gana que tienen de seguillos; La gente consumida de hambrienta,
Pero por el peligro circunstante Indagando por aquellos rincones
No quisieron pasar mas adelante. Algunas proveídas poblaciones.
Dieron gracias á Dios como cristianos, Llevando ya caídas las cervices
Que con tan gran victoria los consuela; Y los colores no como rubíes,
Curaron á heridos cirujanos Arrimáronse mas á las raices
Y el licenciado Pedro de la Muela , De la sierra y á tierra de Guaypíes,
Que fué de los mas viejos baquianos Donde hallaron copia de maíces
De la gobernación de Venezuela, Y muertos cuantidad de jabalíes :
En su facultad hombre de substancia, Hubo sal ansimismo de por medio,
Y en guerras no de menos importancia. Que fué lo sustancial de su remedio.
Pasados los sanguíneos efetos Recogiéronse mantas de algodones,
Y trances regurosos deste dia , Para su desnudez grande reparo,
Los indios estuvieron mas quietos, De que hicieron calzas y jubones,
Pues á guerra ninguno se movia; Que ya tomaran ellos por mas caro.
Pero como los hombres son subyetos Captivaron mujeres y varones,
A males que la nueva tierra cria, Puesto que dieron ya de dia claro ,
Demás ele liebres , mal que común era, Y un indio de los puestos en collera
Muchos adolescieron de ceguera. Con el Limpias habló desta manera :
Demás de sinsabores y de enojos, «Bien adevino yo lo que tú quieres,
Erales el dolor tan importuno Porque vuestras demandas son antiguas,
(lomo si les picaran con abrojos; Mas cuan angostos sean mis poderes
Y por ser el remedio tan ninguno No menos que por ojos averiguas ;
Hubo quien se quedó sin ambos ojos , Mas si también deseas ver mujeres,
Y otros, que es menos mal, con solo uro: Diréle dónde viven mnniriguas,
Demás deslo, de indios y otra gente Que son mujeres sueltas y flecheras,
Murieron mucüos repentinamente. Con fama de grandísimas guerreras.
Cayéronse también caballos muertos, «Lindos ojos y cejas, lisas frentes,
Vara sus dueños grave desconsuelo ; Gentil dispusicion, belleza rara,
Otros de lepra llenos y cubiertos, Los miembros lodos claros y patentes,
Olios sin les quedar un solo pelo. Porque ningún vestido los repara,
Causaban otros muchos desconciertos Y tienen en las partes impudentes
Las malas influencias de aquel suelo : Mas pelos que vosotros en la cara:
La sal, que es gran socorro de la vida, Aquellos solos sirven de cubierta
Allí nunca jamás fué conocida. Para no ver los quicios de la puerta.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA III, CANTO I. 233
«De sus consorcios y congregaciones Después que ya volvieron al asiento
Fea, contrecha, manca se destierra; Y del uegocio visto dieron cuenta ,
No quieren compañía de varones , Volver sin hallar cosa do momento
Filipe de Ulen tiene por afrenta;
Ni jamás los consienten en su tierra ; Y ansí mandó hacer ayuntamiento ,
Mas gozan á sus tiempos y sazones Donde su voluntad les representa ,
De aquellos con quien ellas tienen guerra, Y después que los tuvo ya delante
Y entre tanto que dura la lujuria, Hizo razonamiento semejante ;
Con ellos cesa la guerrera furia. «Quisiera ser igual en elocuencia
«Después deste lascivo regocijo, A los que en ella fueron eminentes ,
Es la guerra de nuevo comenzada Para decir , señores, la escelencia
Y el bravo y antiquísimo letijo, De todos cuantos sois aquí presentes ;
Sin ser el amistad perpetuada; Pues demás de captar benevolencia,
Y si la manirigua pare hijo , Supieran , si no saben los oyentes,
El padre de quien ella fué preñada Que su fuerza y virtud ha sido tanta,
Se lleva ; pero cuando pare hija Que sobre ser humano se levanta.
Sigue la condición de la vasija. »Pero dejo hazañas sucedidas
«Ansí que, si queréis hacer empleo Con el honor que cada cual merece,
En cosa de carnales aficiones , Por ser en su valor tan estendidas,
Allí satisfaréis vuestro deseo , Que lengua y aun memoria desfallece :
Y daréis fin á peregrinaciones : Basta decir ser tan esclarecidas ,
Este camino es de gran rodeo Que sencilla verdad las encarece ,
Y tiene peligrosos trompezones ; Sin las dorar figuras ni colores
Hay ríos ansimismo caudalosos De que suelen usar los oradores.
Que salen de lugares montuosos.»
Estas falsas ó ya ciertas razones »Mas quiero contra vuestras opiniones
Oyeron todos muy de buena gana , Abriros lo secreto de mi pecho,
Aunque las tengo yo por invenciones, Probando por certísimas razones
No sin olor de fabulilla vana ; Que no va nuestro campo tan deshecho ,
Pero (lióme las mismas relaciones Que no pueda , halladas ocasiones,
La boca de Francisco de Orellana, Efectuar algún insigne hecho :
Y agora me refieren lo que cuento Las cosas que yo vi con clara lumbre
Hombres de no menor merecimiento. « Me dan de lo que digo certidumbre.
Es destos Artiaga mayormente.. «Porque, ¿ dónde jamás hemos hallado
A quien vivo tenemos este día , En todas las antiguas escrituras
Varón de fe, que se halló presente Haber tan pocos hombres conquistado
A todo lo quel indio les decía: Tantas y tan acerbas desventuras?
Es pues mi parecer indiferente , Unas veces por largo despoblado,
Por no casarme con opinión mia , '; Otras rompiendo grandes espesuras,
Pues en tan penitísimas regiones •» Y con hambres é indispusíciones
Podría ser que vivan amazones. «
' Subyectar ferocísimas naciones.
Al fin, la gente ya mas reformada, «Y no solo tenemos competencias
Determinan dejar aquel terreno Con enemigos bravos y sangrientos,
Y proseguir la vuelta comenzada Mas también nos combaten las potencias
Por no dejar pasar tiempo sereno : De fuegos, aguas, furiosos vientos,
Eran ya cuatro años de jornada, Y tierras de malignas influencias,
Sin que jamás tuviesen día bueno, Yfinalmentetodos elementos :
Y aun para ir al término marino Con todos ellos hemos peleado,
Les restaban dos años de camino. Y de todos nos hemos escapado.
Finalmente , llegaron al Guauyare , »¿Qué me dicen de Baco, y furia brava
Tierra de todos ellos conocida, Del grande Macedón que después vino?
Hallaron pueblo donde se repare ¿Qué de cualquiera otro que ganaba
La gente, por ir ya desproveída; Por su grande valor honor divino?
Procuran invernar en Churupare, Pues nunca la comida les faltaba,
Buen asiento , mas no mucha comida, Y siempre les sobraba pan y vino;
Pero de allí salían los cristianos Siguieran por do vamos su carrera,
A ranchear los indios comarcanos.
Y veamos á ver cómo les fuera.
Yendo como diez dellos cierto día
A caza de venados por un llano, «Vieran en qué paraba la pujanza
Un hombre de caballo parecía De sus pintadas armas con matices,
Con lanza de dos puntas en la mano : Y si les fuera bienaventuranza
Como no fuese desla compañía, Abajar el mas alto las cervices
Echaba cada cual juicio vano , A sacar con la punta de la lanza
Y como no se mueve y los espera , Debajo de la tierra las raices
Determinaron ir á ver quién era. Para que les sirvieran de vianda,
So pena de morir en la demanda.
Después de ya llegada nuestra gente «Vieran cómo sufrían fuertes mallas,
Hubo de mucha risa gran tumulto , Hambrientos y sin copia de sirvientes;
Y es porque conocieron claramente Vieran en qué paraban sus batallas,
Caballo y cahallero ser de bulto: A no hallar allí prósperas gentes ;
Desde los bajos pies hasta la frente Pues son para nosotros no hallullas
De paja y algodón era su culto, Los mas indómitos inconvínientes,
Y deslo tantas armas y tan varias, Y entonces es la gloria y el contento
Cuantas son en la guerra necesarias. Cuando de los contrarios hay aumento.
Todos estos ensayes se hacían «No son hechos de menos importancia
Por los indios, que son allí guerreros, Los nuestros ni de menos fortaleza;
Para perder el miedo que tenían Mas solamente tienen de distancia
A los caballos y á los caballeros , En que, según común naturaleza,
Y con aquellos bultos compelían A los suyos encumbra la ganancia
Como si fueran hombres verdaderos ; Y á los nuestros abate la pobreza,
Y ansí tenia este los costados Y en que cosas tan grandes, siendo pocos,
De lanzas y de dardos traspasados. Emprendellas parece ser de locos.
23» JUAN DE CASTELLANOS.
«Mas si caso fatal nos ofreciera El Artiaga, vistas intenciones,
Donde pudiéramos meter las manos, Dijo: « Señores, yo soy vizcaíno,
El hecho por cordura se tuviera Y como falto y corto de razones,
Y nadie nos juzgara por insanos, Concluyo con decir que ese camino
Antes creed que nuestro nombre fuera No lleva ya debidas proporciones,
Cantado con loores soberanos : Antes desproporción y desatino,
Ansí que, no es locura nuestro hecho , Pues en los choques hubo coyuntura
Sino vigor de valeroso pecho. Para seguillo con mayor ventura.
«Mas también, porque todo lo digamos, «Mas agora ¿quién es tan ignorante
Y el fin adonde vamos quede lleno, Que no conozca gran inconviniente
Muchos nos culparán como volvamos En el efecto? Pero no embargante
Perdidos y las manos en el seno, Que mi parecer sea diferente,
Teniendo bien por donde descubramos Hágase, que yo tengo de ir delante
En tan ampias regiones algún seno; Adonde quiera que guiéis la frente;
Mas ya conozco de vuestro semblante Solamente declaro lo que siento,
Lo que queréis ponerme por delante. Y no creo que voy fuera de tiento.
«Direisme cómo vais mal proveídos, »Pues españoles sanos bien sabemos
Y délos que salimos muchos menos : Ser los menos de nuestra poca gente,
Es verdad , mas los vivos tan curtidos Y aquella fuerza de que nos valemos
Que no tememos ya rayos ni truenos; Contra furor de bárbaro valiente
Y siendo, como somos, escogidos, Son los caballos, y ocho que teuemos
Mucho mas quiero yo pocos y buenos; Los cuatro son de nombre solamente,
Y también en famélica tormenta Y todos despeados del viaje,
Poca gente con poco se sustenta. Por no tener ya punta de herraje.
«Cuanto mas que el valor de las Españas, «Y aun para no llevar camino ciego
En todas coyunturas y ocasiones, Es menester también que guias haya:
Para hacer grandísimas hazañas Aquestas no las hay; pero yo ruego
Han menester bien breves escuadrones : Que si la falta dicha no desmaya,
Pudiéramos contar cosas estrañas Que á cualquiera parte vamos luego
Si no fuera por alargar razones; Antes que tiempo seco se nos vaya,
Mas dejo lo que fué con otra gente, Porque nadie será después bastante
Y trato de las Indias de occidente. Para volver atrás ni ir adelante.»
«Tomemos los primeros fundamentos, Finalmente , de los invernaderos
Que son los que trajeron los Colones: Dudosos y perplejos se levantan ,
Pues españoles menos de quinientos Buscan los macos, indios que fronteros
Vencieron de contrarios dos millones. Acia la serranía pueblos plantan :
Entre Fernán Cortés en estos cuentos, Dieron en pocos, pero tan guerreros,
Que con mas breve copia de varones Que de pocos caballos no se espantan,
Venció tales recuentros y tan agros, E un gandul de los que hacen plaza
Que podemos contallos por milagros. Contra Filipe de Ulen desembraza.
»Si Dios era con ellos, y sin duda El caballo le hiere por el cuello
Quiso hacer espaldas á su Marte, Con dardo que no fué de mano manca,
También él nos dará favor y ayuda, Luego para mejor echar el sello
Pues ansimismo va de nuestra parte : Con otro le segunda por el anca :
Nuestra lanza no es menos aguda. Dio mil corcovos sin poder tenello,
Ni tenemos en guerra menos arte. A una y otra parte se abarranca,
Paréceme, señores, gran cordura Anduvo tal á pelo y á pospelo,
Tentar por otras vias la ventura. Que con el caballero dio en el suelo.
» Podemos por lo mucho padecido Salló luego con él el indio maco ,
Tener de gran honor salvo conduto, Muy mas lijero que veloce pardo,
Mas es trabajo mal agradecido Y como ya del golpe ó ya de flaco
Cuando lo trabajado no da fruto : Filipe de Uten estuviese tardo,
Llano tenemos largo y estendido, A manteniente dio por el sobaco
Y tiempo de verano bien enjuto; Una mala herida con un dardo,
Ya que no por el llano, por la sierra Y á no lo socorrer la compañía
Descubramos alguna buena tierra. Aqueste fuera su postrero dia.
«Ansí como son cosas de importancia Pararon entre tanto que sanaba ,
Estos descubrimientos que trac tamos, A causa de ser llaga mal segura,
Ansí requieren gran perseverancia, Y ansí según lo mucho penetraba
Pues muchas veces donde no pensamos Se tuvo por milagro la tal cura ;
Suelen en tan amplísima distancia Pero Filipe de Uten se guardaba
Encubrirse las tierras que buscamos; Para mayor dolor y desventura,
Y muchos se volvieron de la puerta, Y en la presente lo curó tal mano,
Donde hallaron otros dicha cierta. Que dentro de dos meses quedó sano.
«Ya que, señores, á la costa vamos, Convalecido pues el miserable
Decidme, ¿qué remedio hallaremos? De la cruel y penetrante llaga,
¿ Qué bienes ó haciendas reservamos Con otro dardo muy mas entrañable
Para que lo perdido reparemos? Hirieron á Marlino de Artiaga :
Pues muchos nos esperan que volvamos Gran tiempo se juzgó por incurable;
A lin de que sus faltas remediemos ; Y ansí sin que remedio se le haga,
Al menos hallareis quien deudas cobre, Tuvo la punta dentro de lo hueco
Y mal las pagará quien llega pobre. Del jáculo mortal cruel y seco.
«Habrá bien cudiciosos mercaderes Herida fué que las entrañas toca,
Prestos para hacer ejecuciones ; Y del terrible golpe de la lanza
Habrá procuradores y poderes, Flujo de sangre sale por la boca,
Cárcel molesta , grillos y prisiones : Cuyos términos eran destemplanza:
De manera que son mis pareceres, Todos juzgaron ser su vida poca ;
Por evitar molestias y pasiones, El médico mostró desconfianza:
Que este descubrimiento persevere Montes y el licenciado de la Muela
A la parte que mas os pareciere.» Cada cual de por si lo desconsuela.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA III, CANTO II. 235
Mas é l , con su dolor y desconsuelo, Después de gobernar algunos días ,
Dice sus pareceré» ser inciertos, Los señores de la real audiencia,
Porque suelen los médicos del suelo Informados de algunas demasías ,
Errar cuando se muestran mas espertos : Envían á tomalle residencia
«Médico muy mejor es el del cielo , Al cuerdo licenciado Joan de Frias,
Pues del sepulcro resucita muertos, Hombre de buenas letras y esperiencia,
Y puede su divina Providencia Y para que el gobierno retuviese
Usar también conmigo de clemencia.» Hasta tanto que el rey lo proveyese.
Y ansí, como cristiano preparado, En Coro, do llegó con su libranza,
Vistas de cirujanos dilaciones, Se recibió con voluntad sincera ;
Abrióse las costillas y el costado, Tuvo Caravajal dello probanza
Y en efecto salieron los arpones , Por indios y por caria mensajera :
Ausimismo con un olor pesado Aquesta privación y esta mudanza
Graves y sanguinosas corrupciones; Sintió su corazón en gran manera,
Y con ser tan sin cura la herida Y por vias diversas estorbaba
En el presente tiempo tiene vida. Al Frías el venir donde él estaba.
Con toda su vejez vive de arte Antes por le quitar aquella gente
Que tiene la salud que le conviene, Con que pudiera Frias hacer via,
No sin reliquias del antiguo Marte, Caravajal sagaz y diligente
Porque con la memoria dellas pene, A un Joan de Villegas les envía
Pues purga siempre por aquella parte A Coro, que tracto secretamente
Por cierto cañutillo que allí tiene. Aquello que su parte pretendía,
Recién herido pues caminó luego, Persuadiéndoles dejen á Coro
Sin que tuviese punto de sosiego. Y prometiéndoles los montes de oro.
Porque por todos ya se determina, Y aun cuéntanme personas fidedinas,
Vista ser la tardanza peligrosa, Del Joan Caravajal que esto tramaba ,
A gran priesa volver á la marina Que hizo cédulas adulterinas
Porque hacer no pueden otra cosa ; Do la real audiencia decretaba
Con tanta desventura se camina , Que Frias gobernase las Salinas,
Que no puede mi pluma presurosa Quiero decir, la costa donde estaba,
Particularizar en escritura Y él lo de dentro por el mismo modo,
Tanto trabajo y tanta desventura. Y en hecho de verdad fué falso todo.
Y pues que van á paso presuroso, Al fin, Caravajal se dio tal maña
Y ausimismo de ir en seguimiento
Un camino tan largo y trabajoso Cual aquella cruel hija de Niso,
Yo me hallo cansado y sin aliento, Y aunque Frias sentia la maraña
Quiero tomar mi poco de reposo No le bastó razón ni buen aviso,
Para que pueda con recogimiento De suerte que por falta de compaña
Poner en orden el futuro canto, Nunca pudo llegar adonde quiso,
Que ya no será canto, sino llanto. De manera que por aquel partido
Estuvo mucho tiempo detenido.
Perseverando pues en su malicia
Joan de Caravajal y otros livianos ,
CANTO SEGUNDO. Un cacique de paz le dio noticia
Cómo venia gente por los llanos:
Donde se traeta cómo Pedro de Limpias se amotinó con cierta gente , y Envió luego vara de justicia
cómo llegó Filipe de Lien al Tocuyo, y lo demás sucedido uasta su Para saber quién eran los cristianos;
muerte. Volvióse sin los ver quien llevó cargo,
Porque para Cubagua van de largo.
Pesado mal, terrible pestilencia, Era Limpias con buena enmarada ,
Es en algún gobierno dalle mano A quien el alemán Uten envía
Al que tiene soltura de conciencia Para ir á la costa deseada
Y solas aparencias de cristiano, Y ver allá qué novedad habia;
Mayormente si para su demencia Mas dióle Limpias mala cantonada
Puede soplar algún favor humano ; Sin que cumpliese con lo que debia,
Porque viendo que hay quien lo defienda Pues fué acia Cubagua, como digo,
A todo mal obrar suelta la rienda. Movido del consejo de un amigo.
Retrato vivo fué desta sentencia Y fué Luis Fernandez atrevido,
Joan de Caravajal, el escribano Que de los viejos de Cubagua era,
Que en Maracaibo fué ; pues el audiencia Para cualquier motin apercebido,
Donde fué relator, siendo mas cano, Pues aquesta no fué la vez primera;
Viendo de tantos años el absencia Ansi que, Limpias del persuadido
Sin acudir gobernador germano, A Cabagua dirige su carrera,
Por importunidad y favor largo Adonde con los indios mas cercanos
A él le proveyeron este cargo. Huvo bien menester entrambas manos.
Halló para poblar buen aparejo, Veinte lleva consigo, gente rara ,
Pues eran de Cubagua ya venidos Pues cada cual pudiera ser caudillo;
El Losada, Villegas y Vallejo, Entrellos iban Berzar y Guevara ,
Con copia de soldados escogidos; Pulido, maestre Joan , Barrios, Vadillo,
Y porque allí tráete de su consejo Que no por voluntad vuelven la cara
Y por la via que fueron traídos, Ni menos hacer pueden que seguillo;
Basta decir aquí tan solamente Van Valenzuela , Najara, Trebejo,
Cómo Caravajal tomó esta gente. A quien pesó también deste consejo.
Y entró la tierra dentro, confiado Tuvo cruel recuentro con Perima,
De que el gobierno siempre fuera suyo, Cacique poderoso y esforzado;
Y en esta tierra como ya cursado Mas Limpias de tal suerte lo lastima
Fundó luego la villa del Tocuyo: Que de la dulce vida fué privado,
En esto fué tan bien considerado Según habernos en octava rima
Que de locura no lo redarguyo, En la primera parte celebrado;
Pues se perdieron tierras importantes Mató caballos, y murió Pulido ,
Por no poblallas otros mucho antes. Y maestre Joan quedó muy mal herido
236 JUAN DE CASTELLANOS.
Viendo no tener ya mas que rodela Y aun el Filipe de Uten y el Villegas
Contra gente de guerra tan pujante , Eran compadres, pero ciertamente
Dieron la vuelta acia Venezuela En estas confusiones mas que ciegas
Por no poder pasar mas adelante ; Pudo mas la maldad que el ser pariente:
El pobre maestre Joan se desconsuela Caminan pues por valles y por vegas
Por no poder ser presto caminante , Hasta que se toparon con la gente,
Que la grave herida no lo deja Do fué Filipe de Uten informado
E iba flojo ya mas que madeja. De lo que ya tenemos declarado.
Para traello no tienen caballo, Quisiérase pasar con sus varones
Y como vuelven cuasi de huida, De largo con recelo de pendencia,
Determinaron todos de dejallo Mas en Villegas hubo persuasiones
Por no perder por uno tanta vida: Y aun como de amenazas aparencia,
En un rancho procuran abrigallo Y ansí, sin mas escusas ni razones,
Repartiendo con él de su comida; Fué delante de aquella pestilencia;
Quedóse pues en el ajeno suelo El cual lo recibió cuando venia,
Rodeado de todo desconsuelo. Con gracia, con honor y cortesía.
Considerando sus postrimerías Por los cuarenta y seis años corría
A Dios de corazón se encomendaba; De mas de quince números mayores
Crecen en oración tales porfías El soberano parto de María,
Que cuasi de comer no se acordaba; Que fué reparación de pecadores,
Y á cabo ya de tres ó cuatro dias, Y el sol el signo Tauro poseía,
Viendo como la yerba no trababa , Siendo cercana ya pascua de flores,
Kn confianza del favor divino, Cuando Filipe con siniestro hado
Púsose tras los otros en camino. Aqueste pueblo vio recién poblado.
Hallóse lan lijero como sano Habla Caravcjal, y él le replica,
Después de se poner en la carrera; Dan y toman en cosas de interese ;
E yendo caminando por un llano, Al fin, Caravajal le notifica
Al encuentro le sale bestia fiera: Que por gobernador lo conociese ;
Invoca luego la potente mano, Kl buen Filipe de Uten le suplica
Y al tigre dice: «bestia, lente afuera, Tan grande sinrazón no pretendiese,
Deja desocupado mi sendero, Diciendo : «No me consta ni tal pienso,
Que de parte de Dios te lo requiero». Que yo de mi poder esté suspenso.»
Aquella carnicera pestilencia, Y aun cuasi la restante compañía
Fuera de lo que tiene de costumbre, Estaba de los mismos pareceres,
Sus ímpetus mudados en paciencia Pues del Caravajal ya se sabia
Y su ferocidad en mansedumbre, Habelle revocado los poderes ,
Alejándose fué de su presencia Según en aquel pueblo se decia
Hasta que ya traspuso cierta cumbre: Ansí por hombres como por mujeres;
Maestre Joan caminó, y al cuarto dia El se hacia fuerte, sin embargo,
Topó la deseada compañía. Publicando que tiene poder iargo.
Holgóse grandemente la compaña , Respóndenle: «Señor, no se litiga
Y él de loar á Dios punto no cesa: Ser esa potestad larga ó angosta ,
Vido poco después reinos de España, Antes vuestra merced aquello siga
Y fué á Jerusalén á grande priesa Que de su gusto fuere mas aposta;
Aní-es de ver las tierras de Alemana, Pero venimos todos con fatiga
Porque debió hacer esta promesa ; Y con necesidad de ver la costa,
Y después, algún tiempo ya pasado, Y ansí queremos irnos de camino
Lo vieron en Sanlúcar ser casado. Hasta llegar al término marino.
Con descontento pues del mal efeto El gobernador falso, como viese
De los otros caminos comenzados, Que con su voluntad no respondían,
Allegaron á Barraquicimeto, Ordenó que por fuerza se hiciese
Donde fueron por indios informados Lo que hacer de grado no querían :
Cómo Caravajal tiene subyeto Armada gente hizo que viniese,
A! Tocuyo, y estar allí poblados Y á su llamado muchos acudían,
Amigos suyos, principales hombres, Caballos arrendados, y él sin rienda,
Los cuales declaraban por sus nombres. Filipe de Uten quiere que se prenda.
Fué Limpias pues la vuelta del Tocuyo Buena cuadrilla pues apercebida
A ver aquella gente conocida ; Acometiéronles incontinente,
Del gobierno tracto, y en saber cuyo Mas la del alemán recién venida
Kl alegría fué muy mas crecida, Se defendía valerosamente:
Por ser Caravajal amigo suyo, Apártanse sin muerte ni herida,
Kl cual holgó también con su venida; Porque Bartolomé como valiente
De todo dio razón , y demás desto Al mayoral rompiérale las venas
Dijo Filipe de Uten venir presto. A no lo defender sus armas buenas.
De cuanto le pidió relación hecha, Volvióse con su gente sin ganancia,
Según á su negocio convenia , Pero no sin cautelas de hombre bajo;
Tomó Caravajal mala sospecha También con la posible vigilancia
Que su gobierno no le duraría: El buen Filipe de Uten se retrajo
Todo temor de Dios de sí desecha , A Guibor, siete leguas de distancia,
Y cautelosas mañas concebía, Y aun con algunos mas de los que trajo;
Y ansí con ciertos hombres de á caballo De los cuales Vallejo fué primero,
Fué su Joan de Villegas á buscallo. Gregorio de Plasencia y un Romero.
El cual debió de ir con buen intento; Por evitar algún insano hecho
Mas aunque mal intento no llevase, Entre las dichas dos parcialidades,
Kn efecto fué muy gran instrumento Ciertos hombres movidos de buen pecho
Con que Caravajal efectuase Tractaron muchos medios de amistades,
De su mas que dañado pensamiento A cada cual dejando su derecho
Lo que le pareciese y agradase , Con deseo de ver conformidades;
Pues los dos se tractaban como hermanos, Juan de Villegas pues tomó la mano,
Y al fin eran entrambos escribanos. Y Melchior Gubiel, varón germano.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA III, CANTO II. 237
Y Toribio Ruíz, clérigo cura,
Bien creo yo que de maldad inciertos, Con él estaban muchos detenidos
Cada cual á las partes asegura Como si poseyera gran pujanza ;
Haciendo desta suerte los conciertos: Pero viendo los otros ya rendidos
Quel Filipe se vaya do procura Y sobre su rodela tanta lanza,
Con los suyos á los marinos puertos, Aflojaron furores concebidos,
Y que á Valiejo se le dé licencia Perdida de socorros esperanza;
Y también á Romero y á Plasencia. Y ansí para principio de su pena
Entró con los demás en la cadena.
Hicieron escrituras sustanciales, Vídose Diego Rüiz de Valiejo
Firmándolas con los gobernadores De seis buenos soldados rodeado ,
Mas de cincuenta hombres principales, Mas de no se rendir tomó consejo,
Gon gravámenes, fuerzas y rigores Puesto caso que ya muy fatigado,
De ser en opinión de desleales, Armóse de las armas del conejo
Infames, fementidos y traidores, Rompiendo con gran furia por un lado :
Si por alguno fuese quebrantado No Talus , no Filípides ni Ladas
Todo lo dicho , fecho y asentado. Levantan tan lijeras sus pisadas.
Aquesta paz dolosa concluida, Por bosques altos hace su huida,
Con los soldados del consorcio viejo Y sus lijeros pasos endereza
Hizo Filipe de Uteu su partida ; A la gente que tengo referida •
Y el dicho Diego Rüiz de Valiejo Por quien aquel camino se adereza;
Mala sospecha tuvo ser fingida, La sangre descubrió cierta herida
Y ansí dijo : «Señor, de mi consejo Que le pudieron dar en la cabeza:
En esta paz se haga confianza De ver ir tanta por jubón y sayo
Del espada , rodela y de la lanza. Sintió grave dolor, mas no desmayo.
Porque Caravajal está subyeto Pues de noche con grandes aguaceros,
Tan á la ley de Dios como Aulioco, Que fué de su valor bastante prueba,
Por ser sin Dios, sin ley y sin respeto, Siempre hizo sus pasos mas lijeros,
Y tiene sus palabras en muy poco : Sin perder aquel buen lino que lleva :
Es su conciencia la de Bayácelo, Alcanzó pues los dichos compañeros,
Bellaco juntamente con ser loco; A los cuales les dio la mala nueva;
Tiene malos terceros á su lado Ellos con el recato que convino
Y ansí cumple que vamos á recado. Abreviaron á Coro su camino.
Ayudóle Gregorio de Plasencia, Van á Caravajal el mismo dia
Y con esto se fueron su camino , El Limpias y el Armadía y otros tales,
Ño sin algún recalo y advertencia, Diciendo con furor: que ¿qué hacia
Pero no tanta cuanta les convino, Sin matar enemigos capitales?
Pues pudieran hacelle resistencia, Pues gente que fallaba volvería,
Sino que para ir con mejor tino Y eran todos soldados principales ;
Envió treinta hombres adelante, Que mirase con peso y desengaño
Persona cada cual dellos bastante. Lo que al doctor Navarro hizo daño.
El signo tiene de los dos hermanos El y todos los otros alterados
Aquel que da colores al aurora, Con tales consejeros como estos,
Cuando los asechados castellanos Salen del rancho bien aderezados,
Tomaron la provincia de Carora: Y muchos dellos á caballo puestos,
Asientan toldos las leales manos Machetes vizcaínos afilados,
Sin recelar allí la fatal hora, Verdugos etiopes allí prestos ,
Y el contrario con intención nefanda Camina la compaña detestable
Determinó partir en su demanda. Contra la compañía miserable.
Lleva gentes bien apercebidas El sol dorados rayos recogía
Y para dar batallas buen pertrecho ; Para tender su luz por otra hueste ,
Todas tres furias lleva revestidas O ya podría ser que lo hacia
En el cruel, bestial y falso pecho : Por no ver tan mal hecho como este,
Haciendas de los otros repartidas, Usando del estremo de aquel dia
Sin mirar á justicia ni á derecho, En que huyó las ollas de Tieste,
De ministros infames rodeado, Cuando para romper ilustres venas
Unos por fuerza y otros por su grado. Llegaron á los cepos y cadenas.
Entrellos Limpias y Luis Fernandez , Cuatro sacaron, hombres señalados ,
Cada cual digno de collar de espartos , Cuyos cuellos mandaba ser abiertos,
Almarcha, ntuniquilla vil de Flandes, Los brazos atrás puestos y ligados,
Que merecía bien ser hecho cuartos, Los rostros de mortal color cubiertos ;
Pues si piden castigo yerros grandes , Viendo los instrumentos preparados,
Todos ellos habían hecho hartos: E ya con certidumbre de ser muertos,
Camina pues con estos consejeros Confesión piden, mas la bestia ciega,
Y grande cuantidad de compañeros. Habiendo sacerdotes, se la niega.
El umbroso lugar de una quebrada De palabra pronuncia la sentencia
Filipe de Ulen loma por asiento : El hombrecillo vil, pecho de perro :
Anda su genle toda derramada Comienza por Romero y por Plasencia
Procurando buscar algún sustento; El impío, cruel y duro hierro;
Llegó Caravajal con mano armada Mas adelante llega su demencia,
Y con impetuoso rompimiento, Pues para confirmar mas este yerro ,
Manda que roben , maten y que prendan Mandó luego matar los capitanes,
Antes qje lomen con que se defiendan. Que son los dos ya dichos alemanes.
En cumplimiento desle su deseo, Bartolomé con un suspiro grande
De buenas intenciones siempre falto, Al Caravajal habla desta suerte :
Prenden al Uten y al Bartolomeo «Vuestra merced de su rigor ablande,
Estando descuidados del asalto; Y en negocio tan grave se concierte,
Cogen á los demás en el rodeo , Porque no faltará quien le demande
Muy sin sospecha deste sobresalto : La grande sinrazón de nuestra muerte.»
Un portugués llamado Gasparico «Agora lo veréis, dice riendo,
Mostró sumo valor y ánimo rico. Y cómo del propósito me enmiendo.»
238 JUAN DE CASTELLANOS.
Según se lo mandó cruel azote, Alejáronse pues destos arroyos
E l machete tomó la mano perra : Con Artiaga doce compañeros ,
Daba los golpes como con garrote, No de los que llamamos rompe-poyos,
Que debia de estar ya hecho sierra ; Pues fué Joan de Quincoces y un Erveros,
Degollados al fin por el cocote, Barrientos, Pero Alonso de los Hoyos ,
Cabezas van rodando por la tierra; Cuyo valor no fué de los postreros:
Ocupaba los presos gran espanto , Tuvieron en el ir tan buenos modos,
Creyendo de pasar por otro tanto. Que llegaron á Coro vivos todos.
Al Uten encaminan su flagelo Había de Castilla ya llegado
Los mandos de razón enajenados, A gobernar persona virtuosa,
Que estaba las rodillas en el suelo, Varón prudente, bien intencionado,
Ya sus colores rojos demudados, Enemigo de gente sediciosa,
Los ojos enclavados en el cielo Y este gobernador y licenciado
Demandando perdón de sus pecados, Se decía Joan Pérez de Tolosa ;
Rezando con grandísima paciencia Pasó por la Española cuando vino,
Los siete salmos de la penitencia. Do halló guia para su camino.
Para cumplir el mando riguroso Con él se vino Diego de Losada,
Allega luego la mortal herida, Que por Caravajal fué desterrado ;
Y fué con un tormento trabajoso Quiza la causa fué bien sustanciada ,
Cabeza de los hombros dividida. Mas aunque no constase ser culpado,
Quedó Caravajal victorioso Bastaba ser persona señalada
En haber hecho menos tanta vida; Y ser allí de todos respetado
Y ansí, porque también anochecía , Para no consentir furor insano
Cesó la crueldad por aquel día. Personas que le fuesen á la mano.
Metida so las ondas de océano Habiendo hecho ya su cumplimiento
La lumbre de mas clara hermosura, Con el gobernador aquesta gente,
Fuese para cenar el mal tirano, Diéronle cuenta del atrevimiento
Contento de su pérOda locura: Quel testimonio hizo mas patenle:
Quedáronse los cuerpos en el llano, El y Frias mostraron sentimiento
Que nunca quiso dalles sepultura , En oír un rigor tan insolente,
Ni hubo, por no dalle descontento, Y al Joan Pérez el Frias encomienda
Quien usase de tal comedimiento. Que con rigor usase del enmienda.
Después que pareció febea vela, Partióse pues el licenciado Frias
Fueron á la tiránica presencia A la Española, donde residía;
El padre Joan de Fructos de Tudela Quedó Tolosa con las comapñias
Y Arliaga con toda su dolencia, Debajo del gobierno que traia ;
A lin de le rogar que se conduela, Aprestóse después de algunos dias
Y tuviese por bien de dar licencia A castigar aquella alevosía
Para que por los campos y desiertos Su hermano Alonso Pérez de Tolosa,
Pudiesen enterrar aquellos muertos. General desta gente balicosa.
Oido de Jos dos el justo ruego Juntó luego la mas cualificada
Que por enfermos iban sin cadena , De los varones del consorcio viejo,
Con un cierto desdén se la dio luego Y en la dispusicion de la jornada,
E hinchazón de majestades llena; Habido cuerdamente su consejo,
Y hecho de los cuerpos el entrego, El maese de campo fué Losada,
También los entregaron al arena, Capitán de la guardia fué Vallejo,
Dejando cuatro versos allí puestos, Joan Roldan , capitán de infanteri
Que si memoria tengo fueron estos : Por la gran esperiencia que tenia.
Ule Philipus Uten túmulo mine conditur isto Aderezada pues la compañía
Et miserum Belzar continet ipse locos. De comunes pertrechos de Vulcano,
Dux eral insignis nec non Germanus ulerque La vuelta del Tucuyo hace vía
Infeslaque simul procubuere manu.
Con recato y aviso no liviano,
Filipe de Uten difunto Ambos fueron alemanes Por ser mucha la gente que tenia
Queda en eita tierra dura, Y escelentes capitanes,
Y con igual desventura Los cuales en una hora Caravajal debajo de su mano :
Bartolomé Berzar junto Vieron por mano traidora Topó ciertos soldados de buen peso
Y en la misma sepultura. Sus mortíferos desmanes. Que al factor San Martin traían preso.
Conclusa ya la obra de clemencia Esta gente se hizo luego llana,
Entre mirlos, según á Polidoro, Y de lo que pasaba fué testigo;
Y hecha la posible resistencia Y porque conoció ser gente sana
A piadosas lágrimas y lloro, Tolosa los llevó todos consigo;
Los enfermos pidiéronle licencia Los cuales no mostraron mala gana ,
Para que se pudiesen ir á Coro: Teniendo por común el enemigo,
E l se la dio sin se mostrar esquivo, Pues hace muchas veces, que no una,
Entendiendo ninguno llegar vivo, De amigos enemigos la fortuna.
Por haber de pasar guerreros puertos Procuran de hacer el paso presto
Y la brava nación de Girabaras, Con toda la posible vigilancia ,
Los unos cojos y los otros tuertos , Hasta que se pusieron en un puesto,
Con tan malas colores en las caras , Una legua seria de distancia ;
Que ya no pare.cian sino muertos: Por cubierta tomaron un recuesto
Y aun por armas llevaban en las varas Y el arboleda de su circunstancia;
Engastadas tijeras y puñales; Allí gran rato descansó la gente
Para se defender de naturales. Para salir á hora competente.
Con no podello ver mas que al demonio, Antes de se pasar nocturno velo,
De Caravajal hacen despedida, Pareciéndoles ya ser algo tarde,
El cual con muertes, como Marco Antonio Con el guión delante por señuelo,
Con la de Tulio, piensa tener vida: Camina por buen orden el alarde :
Arliaga le pide testimonio Caravajal vivía con recelo ,
De toda la tragedia sucedida; Que su conciencia dice que se guarde;
Mandólo luego dar, según pedia , Y ansí hace velar los quél alcanza
Vara mas publicar su valentía. Ser hombres de valor y confianza.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA III, CANTO II. 239
Como mas el guión se fué llegando, Prometiendo hacer en ellos cura,
Uno de los que velan pudo vello, f Tal cual á su salud mas convenia,
Y estaba por aquel cuartel velando Y que la gente sana bien segura
Un cierto portugués dicho Coello : A su pueblo viniesen otro día,
Y ansí como lo vio vuelve bradando Pues para los sacar del espesura
«¡Arma, arma, que veinpendón bermello!» Allí les enviaba buena guia:
Entra luego diciendo la compaña, Todos los fatigados del viaje
«¡Gobernador, gobernador de España!» Juzgaron ser del cielo tal mensaje.
El pueblo todo fué sobresaltado; En cumplimiento pues del pió ruego
Toda la gente del está suspensa; Meten en las canoas los tullidos,
Rancho del malhechor es rodeado Y los sanos por tierra parten luego
Sin acudir favor á su defensa : Al pueblo, donde fueron recebidos
Piensa ser socorrido y ayudado, Con gracia, paz, amor y con sosiego,
Pero no le sucede como piensa; Y muy bastantemente proveídos;
Al fin en pago de sus sinrazones Mas por la buena obra recebida
Le pusieron gravísimas prisiones. Quisiéronlos robar á la partida.
Fulminóse por orden el proceso, Y aun captivar la gente mas granada,
Del cual, después de ser bien sustanciado, Maldad sobre maldad exorbitante;
Resulta tal maldad y tal esceso, Pero do estaba Diego de Losada
Que mereció por él ser arrastrado No me espanto de cosa semejante ;
A cola de un rocin, y después deso Por otra gente bien considerada,
A la rama de un árbor ahorcado; La burla no llegó tan adelante;
Y el árbor do hicieron el entrego Finalmente, volvieron al Tucuyo
Algunos dicen que se secó luego. Sin ajeno caudal y sin el suyo.
En las astucias fué como Cetego, Al tiempo que vinieron ya corría
En la locuacidad la ninfa Lara, Por los cuarenta y ocho de la era
En el morir me dicen no ser ciego, El sacrosanto parto de María;
Y el animosidad también fué rara; Y andando, como dicho tengo, fuera
En su generación era gallego, Al licenciado como pretendía
Vecino natural de Ponferrara ; Le vino potestad muy mas entera;
Díceme mucha gente conocida A traer los despachos se despacha
Que fué mejor su muerte que su vida. Vallejo para el rio de la Hacha,
Fueron los cómplices encarcelados, Por ser una persona virtuosa,
Según el grave caso requería, Dotada de grandísima templanza,
Llenos de los temores y cuidados Y de la cual Joan Pérez de Tolosa
Que su propria conciencia les ponia; Con gran razón hacia confianza;
Mas todos ellos fueron sentenciados Fué navegando costa peligrosa
Con harta mas blandura que cumplía, Y vino sin hacer mucha tardanza,
Sin padecer quien mas metió las manos, Y demás desto fué tan buen correo,
E yo los vi después libres y sanos. Que trajo mas que pide su deseo.
Después que ya Caravajal fué muerto, Pues demás de le dar tiempo mas largo
Reformóse mejor aquel asiento, Cerca de gobernar á Venezuela,
Pusiéronse las cosas en concierto También le vino comisión y cargo
Y nombróse justicia y regimiento; Para bajar al Cabo de la Vela,
Dióse de lo que estaba descubierto Y al pescador de perlas ser embargo
Al nuevo morador repartimienlo; Debajo de católica tutela,
Finalmente, Tolosa con buen pecho Porque la majestad real queria
A cada cual guardaba su derecho. Quitar los indios desta granjeria.
Luego puso por obra que su hermano El mando visto del real consejo
Sacase buena copia de varones Y con gran voluntad obedecido,
Para poblar lugar que mas á mano Con esperiencia ya de varón viejo
Hallase con algunas poblaciones, Y en la gobernación mas advertido,
Para que de la lumbre del cristiano Su maese de campo fué Vallejo,
Gozasen estas bárbaras naciones; Hombre de buenas partes proveído,
Luego se despachó, y en la jornada Al cual por el rumor de tierras ricas
El maese de campo fué Losada. Se le dio la conquista de Cuicas.
Hombres bastantes son para la guerra A Villegas nombró por su teniente,
Y bien ejercitados en batalla ; Primero que á las perlas se partiese,
Gastaron muchos dias por la sierra , En tierras del Tocuyo solamente,
Mas cosa que contente no se halla; Y Tolosa su hermano , si viniese ,
Y puesto que hallaran buena tierra, Fuese por él en Coro residente,
Supieran despoblar, mas no poblalla , Donde lo de la costa proveyese;
Pues eran tan tentados deste vicio, Y en orden puesto lo de Venezuela,
Que siempre lo tuvieron por oficio. Partióse para el Cabo de la Vela.
Balanceando pues qué se haria, Recibiólo la gente muy contenta,
La gente principal quedó resuelta Obedeciendo cédulas reales,
En que por no hallar lo que queria E ya cerca del año de cincuenta,
Al pueblo del Tucuyo den la vuelta : Tomando cuentas á los oficiales,
Por el rio de Apure hacen via, El se partió también para dar cuenta
Rompiendo la montaña gente suelta, Delante los divinos tribunales:
Supo cómo volvían ya la proa Murió como vivió cristianamente,
Cierto cacique dicho Guaibacoa. Y vilo yo que me hallé presente.
Aqueste con entrañas de clemencia Del audiencia por su fallecimiento
Su gran necesidad bien entendida, Vinieron provisiones despachadas,
Usó de tan cabal magnificencia, Mandando que no hagan mudamiento
Que no fué menos bien que dalles vida; De las justicias quél dejó nombradas;
Pues envió con grande diligencia Y porque fueron cosas de momento
Tres canoas cargadas de comida, Lasque después hicieron en entradas,
Y donde se metiesen los cristianos Quiero tomar un poco de sosiego,
Cojos de pies yflacosde las manos. Que yo, mediante Dios, las diré luego.
240 JUAN DE CASTELLANOS.
Donde todos sus llanos y collados
Ocupaba crecida muchedumbre;
CANTO TERCERO. Los indios se mostraron alterados,
Viendo lo que no tienen de costumbre:
Donde se tracta del entrada que hizo Diego Ruiz de Vallejo , maese de Vienen para romper determinados,
campo, á los cuicas, los grandes recuentros que tuvo con los naturales, Representando grande pesadumbre,
con otras cosas que acontecieron hasta que se pobló la ciudad de Tru- Poique les pareció ser insolencia
Jillo que a 111 se fundo. Osar llegar allí sin su licencia.
Muy grandes hechos han acontecido Vallejo, con las lenguas que llevaba ,
En las jornadas hechas desde Coro, Antes que la contienda comenzasen ,
Indignas de cubrirse con olvido, Con amorosa paz los convidaba,
Antes muy dignas del febeo coro ; Rogando siempre que se reportasen;
Mas estos, por í'altalles el ruido, Pero por mucho que los ablandaba
Estruendo y estampida que da el oro, Fué poca parte para que dejasen
Hanse quedado todos encubiertos De mostrar claramente por los hechos
En los mismos sepulcros de los muertos. La furia que traían en los pechos,
Y si de Indias tracta coronisla, Remitiendo las paces á las manos,
Donde le dan olores de pobreza Armadas do durísimos arpones ;
Pasa de largo sin volver la vista, Y ansí los caballeros castellanos
Y para donde halla mas riqueza : Rompen por los espesos escuadrones :
Alli le da tal gusto la conquista, Van traspasando hierros inhumanos
Que tiene traclar otras por bajeza, Humanos y mortales corazones,
Como quiera, lector, que en hechos buenos Aquellos van picando y estos huellan,
Las otras fueron mas antes que menos. Unos encuentran y oíros atropellan.
Ya que las ricas tengan gran altura , Vuélvese acá y allá la dura rienda,
Las pobres no se queden por los llanos, No sin grave dolor y duro llanto;
Que también merecieron escritura Enciéndese mortífera contienda;
Las fuerzas y el valor de fuertes manos ; La grita y el ruido suena tanto,
Pues aunque les faltó rica ventura , Que no hablan palabra que se entienda;
No les faltaron hechos soberanos ; Nació del alboroto gran espanto,
Y si ricos defienden sus alhajas , Pues al indio difícil se hacia
Los pobres no se duermen en las pajas. Lo que por cosa fácil presumía.
Antes conozco de los naturales Juzgando luego por el aparencia
Con quien tractamos en indiana tierra, Ser los pocos de muy poco momento ;
Que cuanto son mas ricos sus caudales Pero vista la grande resistencia
Tanto son menos dados á la guerra : Y en daño suyo caso tan sangriento,
Los pobres son guerreros principales Determinaron de hacer absencia
De quien todo regalo se destierra, Para volver con otro fundamento:
Y juzgan ser su bienaventuranza Dos caballos hirió contraria mano,
La venenosaflecha, dardo, lanza. Mas el restante todo quedó sano.
Nunca preciaron oro fuertes scitas, Como varones diestros en la guerra
Mas no por eso fué flaco su tiro, Todos ellos se dieron buenas mañas;
Antes venciendo gentes infinitas Mas Diego de Vallejo desencierra
Siempre quedaron libres de suspiro: De su brazo grandísimas hazañas,
Grandes victorias suyas hay escritas, Por atemorizar toda la tierra
Sin escapárseles Darío ni Ciro; Do pensaba plantar nuevas cabanas ;
Ansí que, no deshace la pobreza Y ansí todas las gentes del terreno
Al buen brio que dio naturaleza. Tuvieron por entonces algún freno.
Tales son ciertamente los cuicas La rota de Carache y el estruendo
Donde entra Diego Rüiz de Vallejo, Va con la muchedumbre de pregones
A la fama y olor de tierras ricas, Por Boconó y Aborrenzais corriendo,
Con ánimo mas grande que aparejo; Valles de generosas poblaciones ;
Mas la riqueza fuéflechasy picas, Los nuestros ansimismo van siguiendo
En que se suelen ver como en espejo; E l fin de sus primeras intenciones,
Sus soldados serian hasta treinta , Por reducir á paz la gente armada,
Pero personas todas de gran cuenta. Y ansí con Boconó fué celebrada.
Porque por otras gentes y naciones La cual á nuestras gentes peregrinas
Andaban españoles repartidos, Hizo guardar Vallejo muy de veras ;
Y en estas coyunturas y sazones AHÍ les presentaron mantellinas
No pudieran ser mas apercebidos: O mantas de algodón algo groseras,
Son veinte de caballo, diez peones, Y allí también se descubrieron minas
Entre los valerosos escogidos, De lo de Venezuela las primeras ;
Y tales que en valor y en esperiencia Mas oro no les dieron en presente ,
Se conocía poca diferencia, Por no caber en uso desta gente.
Pues que podían bien probar la mano Mas traían noticia desde Coro,
En el mayor rigor y donde quiera : Aunque eran muchas leguas de distancia ,
Van Luis de Narvaez y Antillano , Que cay allí quería decir oro,
No por parle menor de la bandera , Y que dello lienen abundancia;
Barrios, Diego fie Ortega , Trujillano , Pero los indios tenían por tesoro
Peralvarez y Vasco de Mosquera ; Olra cosa de menos importancia,
Va Joan de Salamanca , va Miranda , A que llamaban cay, y es el guitero,
Fernando de Madrid, no lanza blanda. Cuentas que tratan ellos por dinero.
Sus claros resplandores estendia Conchas ó huesos son como las partas ;
Apolo ya por el octavo sino, Y ansí cuando Vallejo les pedia
Cuando la valerosa compañía El cay, que pocas gentes hace hartas,
En concierto se puso y en camino : El indio con quien habla le traía
Apercebidos van de buena guia De cuentas de guitero grandes sartas,
Los soldados del campo peregrino , Por la mas alta cosa que tenia ;
Y con la pretensión de sus provechos Alguno tan menudo, que se mira
Al valle de Carache van derechos. Como la minutísima chaquira.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, \RTE II. ELEGÍA 111, CANTO III. 941
Esta muestra les dio poco contento, Descubren délos ídolos los senos,
Según la gran noticia que traían ; Hechos de hilo, no sin sutileza,
Mas ocurrióles á su pensamiento Donde suelen meter los dones buenos;
Riquísima noticia que tenían Pero no remediaron su pobreza ,
De un universal ofrecimiento, Porque todos los mas estaban llenos
Donde diversas gentes acudían , De lo que allí tenían por riqueza ;
Y parecíales ser necesario De manera que fué la fiesta loda
El descubrir aqueste santuario. Guitero, cuentas verdes y baroda.
Icaque se decia, y era diosa Las petacas están llenas de huesos,
Que de bulto tenían retractada Piedras de ijada, medicinal sajo;
En casa de tres naves espaciosa, El oro fueron menos de cien pesos,
De grandes y menores frecuentada ; Chagualas de guaní, que es oro bajo :
Hacíasele fiesta generosa Vistos pues desta guaca los escesos,
(A tiempos y por dias) señalada, Vallejo con su gente se retrajo,
Donde sacrificaban gentes vivas, Y del rescate dicho que tenia
O de sus naturales ó captivas. Tomaba cada cual lo que quería.
E l sacerdote destos ministerios Después de concluidos los rigores
Entonces era Toy, gran hechicero , Del templo do llegó cristiana lanza ,
El cual interpretaba los misterios Revolvieron á ver los moradores
Y sucesos del tiempo venidero, De Escugue, no sin mala confianza,
Ansí de honras como vituperios : Pero disimulando los temores
Como mas principal del falso clero Que nacian de ver tanta pujanza ;
Aqueste procuraron los cristianos Y ansí hallaron todas eslas gentes
Haber por todas vías á las manos. De su primera vista diferentes.
Para que sus intentos ejecute, Rien cnie caricias hartas sin provecho
Procuraron traer á su sentencia Y aplauso juntamente no faltaba;
Un indio principal, dicho Combute, Mas era diferente lo del pecho
Que con Carache tiene competencia ; Del ademán que fuera se mostraba,
Aqueste, sin temor que se le impute Para poder efectuar el hecho
El tracto tiestas cosas á demencia, Que en daño de los nuestros redundaba :
De buena voluntad sirvió de guia Pues no porque se callan los dolores
A la ciudad que Escugue se decia. Se hacen tolerables ni menores.
Las casas de grandeza tan pujante, Antes la pena con silencio muestra
Tantas y por tal orden y concierto, El modo de vengarse corazones ,
Que no se vído cosa semejante Y suele ser destrísima maestra
En cuanto por allí se ha descubierto : En fraudes, en cautelas y traiciones,
Los indios les mostraron buen semblante, Y á la mas torpe gente hace diestra
Sin muestra de guerrero desconcierto ; En el ejecutar sus intenciones;
Y allí tuvo Combute tal cuidado, Pero de la blandura contrahecha
Que luego vino Toy á su llamado. Agora se lomó mala sospecha.
El Vallejo le dijo : « Caro padre , Y ansí también el Diego de Vallejo,
Sabed, pues vos estás en su servicio , So color de no selles importuno,
Icaque la gran diosa ser mi madre, Sacó su gente del asiento viejo
De quien recibo grande beneficio ; A lugar mas abierto y oportuno ,
E yo querría, porque mas os cuadre, Porque supiesen que de su consejo
En su templo hacelle sacrificio : Tampoco se hallaba muy ayuno :
Por tanto, pues aquí ninguno osa, Asentó media legua de distancia
Vos me llevad á ver tan grande diosa.» Velándose con toda vigilancia.
El dicho sacerdote, con recelo Como vio que tercera luz había
De robos ó quizá de ver que yerra, Pasado sin llegar inconviniente,
Esclama : «No holléis el santo suelo, Perálvarez con cierta compañía,
Mira que os tragará luego la tierra , Que fueron las dos partes desta gente,
Sin que quede de vos un solo pelo, Con orden que volviesen otro dia
Y temblarán los llanos y la sierra : Fué para descubrir aquella frente ;
Dadme lo que queréis dejar por prenda Y fué faltar en esta coyuntura
Para que haga yo la tal ofrenda. Amenaza de grande desventura.
»Sacerdote só yo de quien se fie Pues con el nublo que la vista cierra
Lo que puede locar á tal cuidado.» De nocturnos vapores impedida,
Mas respondiéronle que no porfíe, Contra diez se juntó toda la tierra,
Pues su devanear es escusado ; Multitud por allí jamás oida ,
Finalmente hicieron que los guie Con todos instrumentos para guerra
Por fuerza liarlo mas que por su grado; Mas que bastantemente proveída;
La gente que hallaron es inmensa , Y con ser el ejército crecido
En armas puesta para su defensa. Jamás se pudo percebir ruido.
Y como viesen ya la guaca cierta, El mismo capitán anda velando,
Sin recelar sucesos venideros, Juntamente con él Diego de Ortega ,
Arronjóse Vallejo por la puerta Y en aquella sazón y tiempo, cuando
Y tras él diez ó doce compañeros ; La multitud de indios se congrega;
Los otros estuvieron muy alerta, Al Vallejo le están importunando
A fin de resistir á los flecheros ; Que pues ya huye la tiniebla ciega
Los indios estuvieron en espera , Quisiese dar por breves intervalos
Creyendo que la tierra los sorbiera. A los cansados ojos sus regalos.
El esperar aquesto los aplaca; El cual, como cansado se sentía
Y el maese de campo y sus soldados, Y convencido de tan justo ruego,
Después que se metieron por la guaca , Viendo venir también la luz del dia,
Hombres humanos ven sacrificados , Bajóse por tomar algún sosiego;
Tantos ídolos, tanta de pelaca, Y ansí la dicha vela se confia
Que todos se quedaron admirados, Del Ortega que fué rondando luego ;
Pensando la riqueza ser tamaña Y el caballo, según sus mañas viejas,
Como la de Pirú y de Nueva-España. Enhestó mochas veces las orejas.
T. IV. 16
U2 JUAN DE CASTELLANOS.
Adonde las orejas mas inclina Ocupaban los llanos y las abras
El caballo con vista vigilante, De las cumbres por do vienen saltando ,
El Ortega sus pasos encamina Como monteses y lascivas cabras
Para ver lo que tiene por delante ;
Y luego claramente determina De riscos asperísimos bajando:
Ser gente del lugar poco distante ; No se puede pintar bien con palabras
Aprieta las espuelas de improviso La gran ferocidad que van mostrando
Para dar no sin voces el aviso. El brioso furor, la torba cara,
El maese de campo y los soldados El meneo del arco y de la jara.
De sueños descuidados muy ajenos, Cada cual con mil rayas y pinturas
En el instante salen bien armados , Pechos, brazos y rostros adereza,
Las lanzas en las manos y los frenos : Haciéndoles mas lleras las figuras
Que los caballos tienen ensillados Mano de la mujer ó la combleza;
Durante las tinieblas y serenos; De plumas largas son las coberturas
Y por ser el negocio de repente, Con que todos adornan la cabeza,
El Vallejo les dijo brevemente : Que con el movimiento y aire blando
« Señores, ya la cosa va rompida: Van por robustos hombros ondeando.
Cumplamos con aquello que debemos, Carache muestra grandes alborotos ,
Porque demás de defender la vida Escugue representa su pujanza,
En la desproporción destos estreñios , La gran ferocidad de los timotos
Honra de tantos años adquirida Amenazando va cristiana lanza :
Nada vale si agora la perdemos; A Icaque todos ellos hacen votos
Y si aquella traéis á la memoiia De no volver sin áspera venganza ;
Certísima haréis esta victoria. Ameruza venia diligente,
» Si veis lo que vencisles con el asta , Y Boconó llegó por consiguiente.
Con enfermedad, hambre, pesadumbre, Aquestos se hallaron mas cercanos,
Y lo que tan cruel y baja casta Mas lodos ellos ya cercanos eran;
Cuando le pican tiene de costumbre, Húndense las alturas y los llanos
No digo yo los diez, mas uno basta Con voces que declaran «¡mueran,mueran!»
Para tan increíble muchedumbre, Apréstanse las armas y las manos
Y mas, bendito Dios, estando sanos De los que vienen y de los que esperan;
Y los caballos gordos y lozanos. Vuelan agudos dardos, vuelan flechas
» Diestros estamos bien en el oficio Que contra los cristianos van derechas.
Pues el menor se halla mas entero; Muchas escuadras hay de picas gruesas,
Ninguno de nosotros es novicio Negras como carbón, palo rollizo;
Ni suele recelar encuentro fiero : Las hondas echan piedras tan espesas
Solo quiero decir que en el bullicio Como nubadas grandes de granizo;
Cada cual mire por su compañero, Y para cumplimiento de promesas ,
Y en el cambiar y menear la lanza Alguna de las muchas daño hizo,
Ninguno tenga loca confianza. Pues las que fueron bien encaminadas
»Vea por el lugar por donde fuere Abollan morriones y celadas.
Aquello que le puede ser embargo; Las cuerdas de los arcos dan crujidos
La lanza no repose do hiriere, Tantos y con tal furia los escesos,
Sino con el picar pasar de largo; Que semejaban á los estallidos
Y si la mano del gandul asiere, Cuando se queman montes muy espesos;
Que suele con mortífero letargo, Y á no tener los brazos guarnecidos,
Ápretalda debajo del sobaco, Les cortaran las carnes y aun los huesos
Y pasad sin hacer el curso flaco, Las cuerdas, pero dan en parte hueca
Con que va reparada la muñeca.
» Porque desla manera se subyeta Los diez de la cristífera bandera,
La fuerza mas feroz y mas crecida; Insignes y forlísimos atletas,
Cualquiera de nosotros acometa Tenían los caballos de manera
Con peso, con razón y con medida, Que por arremeter hacen corbetas;
Porque por un descuido no se meta Y ansí sin recelar esta carrera
Donde halle dudosa la salida , Procuran apretar lanzas jinetas;
Pues en negocio de tan gran momento Parten para hacer cruel estrago,
Requiérese tener conocimiento.» Diciendo: «¡Santiago! Santiago!»
No se le dio lugar amas razones, Pensamiento no hay ni semejanza
Porque ya los venían rodeando De querer escaparse con huida,
Soberbios y feroces escuadrones En Dios solo poniendo y en su lanza
Que cielo y tierra van amenazando : La salud y remedio de su vida;
Tiemblan los mas quietos corazones, Crece la crudelisima matanza;
Cuanto mas los que estaban esperando, No para ni reposa la herida,
Viendo por estos campos y lugares Porque la lanza de menor provecho
Para cada varón cuatro millares. Traspasa muslo, vientre, brazo, pecho.
El clarísimo rostro del aurora Gran multitud de sangre va corriendo
A los mortales era ya patente, Que despide hervor de tanta vena;
Y la febea luz en esta hora Este queda mortal, aquel gimiendo,
Manifestaba su dorada frente, Otros dan vuelcos por aquel arena;
Cuando con voz y grita mal sonora El suelo con las tripas van barriendo
Vieron el gran tumulto de la gente : Otros, cuya fatiga los refrena;
Son tantos para tan breve conquista Embisten todavía los cristianos
Que no los puede comprender la vista. A los que se mostraban mas lozanos.
No tantas hojas selva montuosa Vuelan flechas y dardos, vuelan troncos
Tiende por su compás en el verano , Sobre los que les hacen el injuria,
No tantas olas mar tempestuosa Y los brazos no son mancos ni broncos,
Levanta con la fuerza del solano, Ni de crueles tiros hay penuria ;
Cuantos vienen con mano poderosa De dar gritos y voces están roncos,
Contra tan breve número cristiano; Auméntase el dolor, crece la furia :
No tantas yerbas hay en las zavanas, Por consiguiente nuestros caballeros
Cuantasflechasy dardos y macanas. Mucho mas ensangrientan sus aceros.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA III, CANTO III. •43
Con sus caballos bien encubertados Siguen á los que buscan sus abrigos
De faldas, ancas, pechos y testera, Ya de temor, sin bélicos pertrechos;
Rompen los escuadrones ordenados Prendieron señalados enemigos,
Para desordenalles la hilera; Resfriada la furia de sus pechos;
Y aunque de todas partes son picados, luciéronse después ciertos castigos,
Cubiertas hacen que ninguno muera;
Y el Diego de Vallejo mas brioso Aunque debieran ya bastar los hechos;
Rompió por escuadrón mas peligroso. Y agora por tomar algún sosiego
De los que lo tenían rodeado Para sus ranchos se volvieron luego.
Era tan numerosa la pujanza , Traían los caballos mal heridos,
Quel caballo cayó de muy cansado; Con ir todos muy bien encubertados;
Terrible piedra le quebró la lanza ; Quitáronse las armas y vestidos
El caballero suelto y alentado Aquellos que se sienten lastimados ;
Luego se levantó para venganza, Halláronse los cuerpos denegridos
Y á la cruel espada puso mano De los terribles golpes y pesados;
No con menos valor que de romano. Mas ni con golpe grande ni herida
Dentro lo tiene viva talanquera Caballo ni español perdió la vida.
Que lo fatiga sin le dar reposo; Porque demás de ser diestro su Marte
Mas él muslos y brazos y mollera En cualquiera belígera presura,
Cercena con su brazo vigoroso ; No deja de tener en esta parle
Acude luego Vasco de Mosquera El Diego de Vallejo gran ventura ;
A h'brallo del trance riguroso, Pues fué para quien sigue su estandarte
Juntamente con él Diego de Ortega, Muy pocas veces necesaria cura :
Es lo presente tan bastante prueba
Y Luis de Narvaez luego llega. Que se puede contar por cosa nueva.
AHí cobra gran fuerza la batalla Estando pues los diez mas vigilantes
Y enciende mas furor el Marte fiero; Con atalayas fuera del asiento,
Allí la gente que no viste malla Perálvarez llegó con los restantes,
Ya no recela puntas del acero; De que se recibió grande contento :
Mas á pesar de toda la canalla Venían todos ellos ignorantes
Sacaron el caballo y caballero ; De tan prodigioso rompimiento ;
El caballo huyó por el egido, Porque de la gran fuerza de sus diestras
Y él fué luego con otro socorrido. Los montones de muertos daban muestras.
Los unos toman el caballo vago, Entretuviéronse por algún dia
Otros al escuadrón vuelven la frente En estas populosas vecindades;
Con voz y con favor de ¡ Santiago! Mas viendo que el Orion les decia
Admirados los indios grandemente Venir sus pluviosas tempestades,
De ver la gran matanza y el estrago Y la mano del Tauro descubría
Por tan pequeño número de gente; Las hermanas Virgilias ó Pléyades,
El Vallejo cebando mas la lanza Volverse pareció mas convenible
Salió de su consejo y ordenanza. Para tornar allí con mas posible.
Al tiempo que se daba mayor priesa, Pasadas del invierno las refriegas
Procura gran tumulto rodeallo: Y vueltos los calores del verano,
Descarga dardo, flecha, piedra gruesa, Volvieron el Vallejo y el Villegas
Con esperanza cierta de matallo ; Con posibilidad de mayor mano :
Andaba la macana tan espesa Subyectaron las cumbres y las vegas,
Que le cayó también aquel caballo; Pero no se pobló pueblo cristiano;
El cansado rocin de sí desecha Mas en los ríos y otras partes ciertas
Aprovechándose de su derecha. Dejaron minas de oro descubiertas.
Los golpes da según Aristomenes Volviéronse al Tocuyo, do creian
Cuando lacedemones mata y hiende, Traelles ya remedio de su pena,
Rodeadas de jáculos las sienes Pues la necesidad que padecían
De que celada fina lo defiende; No podía llegar á ser mas llena;
Mas acudióle luego Joan Jiménez , Pero también de lo que pretendían
Que sus atrevimientos reprehende, Llegó la compañía muy ajena ;
Y en el mismo momento le fué dado Y ansí por ser pesada su querella
Otro caballo ya mas descansado. Ruscan remedio para salir della.
En este tiempo de sucesos varios, Para dar orden á lo que refiero,
Cinco varones de la gente blanca Su*gran necesidad sirvió de guia,
Tanta priesa les dan á los contrarios, Y fué de su remedio lo primero
Que por aquel cuartel vuelven el anca: Darse todos á buena granjeria,
Eran Madrid y Damián de Rarrios , Para poder sacar algún dinero
Y el valeroso Joan de Salamanca, De cosas que la tierra producía;
Con Antillano y Pedro de Miranda, E ya tenían en aquellos años
Ya victoriosos por aquella banda. De ganados allí buenos rebaños.
Por estotro cuartel no'se dormían Determinaron pues de hacer saca
El Vallejo, Narvaez y Mosquera, A tierras de longísima distancia,
Ortega y Joan Jiménez, que herían Viendo que cabra, oveja, yegua, vaca,
Con tan grande valor la gente fiera, Seria de grandísima ganancia,
Que de los grandes brios que traían Si por los llanos, acia Guayamaca
Diminuyendo van en gran manera ; Cortando por aquella circunstancia
Y cuanto mas van ellos aflojando, Se pudiese hallar algún entrada
Tanto mas los aprieta nuestro bando. A este nuevo reino de Granada.
Cuando mostraba ya febea cara Luego Vallejo, como bien cursado,
Ser de su curso la mitad notoria, Con soldados que trajo de buen lino,
El sanguinoso campo desampara Y no pequeña copia de ganado,
La gente que pensaba ganar gloria, Procuró descubrir aquel camino;
Y por les españoles se declara Y fué tan venturoso y acertado
La miraculosisima victoria: Que con gran brevedad al reino vino :
Que tal nombre podemos dalle cierto, Vendieron principal y mulliplicos,
Pues que ninguno dellos quedó muerto. Y á sus inoradas se volvieron ricos.
su JUAN DE CASTELLANOS.
Y aunque les pareció vender barato Mas al levantamiento se dio cura,
Según suele quien usa mercancía , Tal cual la suele dar lanza y espada,
Algunos perseveran en el trato Por se hallar en esta coyuntura
Y enriquecen con esla granjeria; Gente del nuevo reino de Granada ;
Y desde entonces se estampó contrato Y llegar á tal tiempo fué ventura ,
De que gozamos todos este dia, Según iba la cosa mal parada :
Y dura y durará la compra y venta Pero Rodríguez fué de Salamanca
Que por aquel camino se frecuenta. Con gente para guerra nada manca.
De manera, señor , que del regalo Y Cabrera de Sosa, varón diño
Que puede dar un territorio bueno , De selle la fortuna favorable,
A los regaladísimos igualo La cual si se moviese por camino
Los hombres que poblaron aquel seno ; A sus merecimientos razonable,
Y el no hacello antes fué lo malo : Ternia tan cansado peregrino
Réstame pues decir deste terreno Un precio de valor inestimable ;
Los lugares poblados de presente, Mas unos hacen hohorosos hechos
Eu un canto íinal y concluyeute. En Indias , y otros llevan los provechos.
Estos con otras gentes de sustancia
Habían ido por comprar ganado
Para poblar el campo y el estancia,
CANTO CUARTO. Del reino que tenían conquistado ;
Pues como fuere hecho de importancia
Donde se dicen los pueblos que hasta hoy conocemos fundarlos por los Subyectar el esclavo rebelado,
españoles en la provincia de Venezuela , con lo cual se da flná lo de Determinaron una y otra gente
aquella gobernación.
De deshacer aquel iuconviniente.
Buenos principios de conquista lleva, Treinta fueron de gente bien cursada
Y ansí serán los medios principales, En desmallar las lorigadas redes,
Si el capitán que halla tierra nueva En ánimo y valor tan eslremada
Asienta pueblos con sus oficiales, Que pueden del vivir hacer mercedes;
Y no se desbarata ni se ceba El valeroso Diego de Losada,
En solo destruir los naturales; Y allí Diego Garcia de Paredes,
Porque sin duda es este remanso Valiente y esforzado caballero
Camino de riquezas y descanso. Y de paternas fuerzas heredero.
Y ansí los pueblos en aquel partido. Por la gran aspereza del camino
Por las contraelaciones ser continas, Todos iban á pié como romeros;
Grandemente se han ennoblecido Sirvenlos alpargates de rocino
Con riquezas y gentes peregrinas; A los que son mas diestros caballeros;
Y con los tales tractos han venido Bajan con el recalo que convino
A sustentar esclavos en sus minas Por asperísimos despeñaderos;
De oro, porque no se halla plata, Mas antes de podelles ver la frente
Y su principio fué Buburüata, Adelantóse Diego de la Fuente.
El pueblo de la costa de Océano, Negro de quien en la primera parte
Y tal el oro de su nacimiento, Conté con gran verdad grandes hazañas,
Que por ensaye consta que su grano Pues en cualquier bandera y estandarte
Tiene de los quüates henchimiento : Acostumbró hacer cosas esliañas;
Perálvarez, caudillo baquiano, Y agora sin favor de ajeno Mane
Fué fundador primero del asiento , Ansimismo se dio tan buenas mañas,
Año de tres quinientos y cincuenta, Que trajo para guia del cercado
Según el uso de cristiana cuenta. Un poderoso negro maniatado.
Y el de cincuenta y dos mas adelante Maravillóse nuestra compañía
Vio Damián de Barrios los Noaras, De ver tan á su salvo tan buen hecho,
Y allí muestra de oro tan bastante , Porque según lo que se pretendía,
Que convino plantar sagradas aras Fué para lo demás de gran provecho :
En el rio Buría circunstante, El negro preso pues sirvió de guia
Que tú, nueva Segovia, desamparas, Para llevar camino mas derecho ,
Pues por ser á dolencias subyeto Hasta que ya tomaron la ribera
Se pasaron á Barraquicimeto. Que de viciosas arboledas era.
Donde faltaron las enfermedades Vieron aquellas playas blanqueando
Porque el asiento del era mas sano, Con lienzos que tenían estendidos ,
Mas no faltaron las calamidades Y cuantidad de negras que lavando
Que ya dejamos dichas del tirano ; Estaban sus camisas y vestidos ;
También esclavos destas vecindades Por algunos que están atalayando
Antes se levantaron a su mano, No pudieron dejar de ser sentidos,
Haciendo por los pueblos algún daño Y ansí dicen los que la vela tienen :
Por estar descuidados del engaño. «; Arma! arma, que los barbudos vienen!»
Ciento y cincuenta negros son de guerra, Aquesta grita y alboroto dura
Gente feroz, bien puesta y arriscada, Sin momento dejar iniermitenlé;
Y en áspera quebradj de la sierra Tragos son de dolor y de amargura
Hicieron una fuerte palizada: Viéndose salteados de repente :
Pusieron en temor toda la tierra El español feroz luego procura
Por ser la nuestra poca y apartada, De rodear el golpe de la gente,
Y cada cual guardaba sus asientos Porque negros que andaban divertidos
Esperando los negros por momentos. A su palenque fueron recogidos.
Porque juraron rey solemnemente, En un ancón fuera de la quebrada
Puestos en el lugar que les aplico : Tenían bien compuesta su manida :
Aqueste fué Miguel, negro valiente, Por la parte de tierra palizada
Criollo de San Joan de Puerto-Rico ; Para se defender fortalecida ;
Y el rey negro nombró lugar-teniente Por el arroyo va peña tajada
Creyendo ya valerse por su pico; Que por ninguna parte da subida,
Finalmente, solteros y casados Y el cercado tenian con dos puertas,
Estaban todos atemorizarlos. Mas entrambas á dos están abiertas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 11, ELKGIA III, CANTO IV. 24o
Sosa y Diego García van delante. Sucedidas aquestas cosas varias,
Ocupando primero la primera; Vino de buenas intenciones lleno
Pasó Pedro Rodríguez mas avante Por su gobernador Alonso Arias
Tomando la que cae mas afuera; De Villasiuda, licenciado bueno.
Luego la demás gente litigante Las cosas de su tiempo son sumarias,
Acude donde mas menester era, Por ser de novedades muy ajeno :
Todos de sus escudos bien cubiertos Murió , según la cuenta verdadera ,
Porque contrarios tiros vienen ciertos. Por los cincuenta y siete de la era.
A causa de que bárbaros guerreros Quedaron por alcaldes dos ancianos
Estaban por de dentro y allí junto, En el Tocuyo, ciudad primera,
Vieron al rey Miguel de los primeros, El noble Joan Martín de Castellanos,
Miguel que de león es un trasunto: Y el generoso Vasco de Mosquera :
Requeríanle nuestros caballeros Estos por no tener ociosas manos
Después que ya llegaron á tal punto : Determinaron que saliese fuera
«Dale, date, Miguel, de buena suerte, A poblar los Cuícas compañía,
Si no quieres morir de mala muerte.» Y por su capitán Diego García.
El negro, «¡dar! oh! qué! les respondía: . El cual luego lomó gente de guerra,
Es pensar eso necedad notoria; Cuyo valor allí no fué sencillo ;
Antes os digo ser aqueste dia Recibiólo de paz toda la tierra,
Un dichoso principio de mi gloria. Y pobló pueblo que llamó Trujillo :
Use de semejante cobardía Sustentaban la paz llanos y sierra
Quien no tiene por cierta lá victoria : Obedeciendo todos al caudillo;
Yo no, yo no, que tengo buenas manos Pero después por malos iractamienlos
Para derramar sangre de cristianos. Mudaron estos indios los intentos.
» Aquesas cotas y celadas finas Tornáronse soberbios y lozanos,
Desharán almocafres, que provechos Sin tener reverencia ni respeto;
Acostumbraban dar labrando minas ; Finalmente vinieron á las manos,
Mas ya quieren labrar humanos pechos Y desto se siguió tan mal efeto,
Y romper las entrañas intestinas Que consumieron diez y seis cristianos
Enastado?, agudos y derechos.» Y ponen los demás en gran aprieto ,
Luego con uno dellos hizo tiro Los cuales viendo tal incoJiviniente
Con fortaleza de sabino siró. Envían al Tocuyo por mas gente.
Y aun con aquel furor y de tal arte Al tiempo questa gente ya llegaba
Que tiro de sulfúrea candela, Con despachos y caitas de creencia,
Pues que le traspasó de parte á parte Gutierre de la Peña gobernaba
Al buen Pero Rodríguez la rodela; Por provisión de la real audiencia,
Reparan al entrar del baluarte, Eí cual, según las fuerzas alcanzaba,
Y cada cual del golpe se recela, Apercibió con suma diligencia
Porque luego con increíble ira A cierta gente bien aderezada,
Y con las mismas fuerzas otro lira. Y fué con ella Diego de Losada.
Y en un madero de los del cercado
Entró la dura punta del cuchillo, Apaciguó la tierra circunstante,
No menos en el palo soterrado Cuya ferocidad andaba suelta,
Que si fuera con golpes de martillo, Pero mirando bien que la restante
Tanto que brazo muy aventajado En no dar subyeccion está resuelta,
Fué poca parte para desaslllo ; Para traer ejército bastante
Ordénanse los otros en su plaza, Determinaron todos darla vuelta,
Y cada uno dellos desembraza. Pareciéndoles ser intentos locos
Querer domar á muchos sieudo pocos.
Comiénzase la belicosa fiesta Después mandó Gutierre de la Pefla
Que no piensa de sangre ser avara; A Francisco Rüíz, el cual porfía
Arma Diego de Escorcha la ballesta En subyectar la gente zahareña,
Que por blanco tomaba negra cara; Aunque con brevecilla compañía :
En la cureña rasa tiene puesta En Escugue reforma su reseña,
Con acerado hierro diestra jara : Y el pueblo que pobló Diego García
Apunta como diestro ballestero Con nombre que le dio siendo caudillo,
Para hacer su tiro mas certero. Por ser el uno y olro de Trujillo.
Aunque tiene delante mucha gente, Estando pues Rüíz desta manera
Procura desarmar en el caudillo: Sin deslizarse del primer estado,
La puuleriatfué tan escelente Después de tres quinientos de la era
Que no le lastimó por el tobillo, El de cincuenta y nueve comenzado,
Antes fué tal el golpe de la frente Vino gobernador de do se espera,
Que traspasó también el colodrillo : Y aqueste se llamó Pablo Collado;
La vista de Miguel quedó perdida, El Paredes volvió luego a su cargo
Quedando perdidoso de la vida. De los Cuícas con poder mas largo.
Faltando la malilla deste juego, Diego García, con la pesadumbre
Se jugaron después muy pocas manos, De que gente guerrera no carece,
Porque por las dos puertas entran luego Hizo venir á paz y servidumbre
Con gran brío y valor nuestros hispanos : Al que de mas defensa se guarnece.
Muchos negros de si hacen entrego, Volviendo su furor en mansedumbre;
Otros mueren allí como romanos ; El cual dicho Trujillo permanece
Finalmente, gozaron del trofeo Con grande multitud de naiurales,
Los nuestros, y partieron el rancheo. Y tiene granjerias principales.
Regocijados de tan buen efeto Al (¡o el español ya se averigua
Con los negros que vivos recogieron Con ellos, con tener mayor potencia
Se volvieron á Uarraquicimelo Que en sus principios tuvo Hacarigua.
Y á su nueva Segovia , do salieron ; Hay poblada también nueva Valencia
Cuyos vecinos libres del aprieto En términos del lago Tacarigua,
Con gran solemnidad los recibieron, Tierra fértil en hechos y aparencia,
Teniendo por negocio del momento Y en cuyos ríos hay dorados granos
El deshacer aquel encantamento. Que sacan con esclavos los cristianos.
eu5 JUAN DE CASTELLANOS.
El año de sesenta ya presente, Para hacer mejor la tal jornada,
Sin que el gobernador se lo permita, Puso , por ser persona conocida,
Un Francisco Fajardo diligente, Los ojos en el Diego de Losada ,
Mestizo de la isla Margarita, Al cual antes que haga su partida
En los indios caracas metió gente La comisión que pide le fué dada,
Que la guerra difícil facilita : Y tal que fué su boca la medida,
Era hijo de generoso padre, Con deseo de ver duros castigos
Y reina de la isla fué su madre. En tan desvergonzados enemigos.
Doña Isabel la India se decía, Porque después de ser Narvaez muerto,
t Señora principal, mujer bastante, En esta crueldad perseverando
A quien grande respecto le tenia Mataron otros muchos en el puerto
Toda la tierra firme circunstante ; De gente que pasaron navegando:
Y por la madre que con él venia Usando destas mañas y conciertos,
Los indios no mostraron mal semblante : Que cuando vian ir emparejando
Fundó su pueblo, dicho San Francisco, Navios por sus playas y ribera,
Para traellos á mejor aprisco. Enarbolaban una gran bandera.
Conociendo ser cosa conviniente En ese mismo punto los fíeles,
Conservar al mestizo ya nombrado, Pensando gente ser de buena laya,
Determinó nombrallo por teniente Mandaban echar fuera los bateles
Este gobernador Pablo Collado ; Y llegaban con ellos á la playa :
Al cual después por invidiosa gente Indios medio ladinos y crueles
Le quitó su poder y cargo dado, La gente persuaden á que vaya
Y el que con el poder nuevo venia A ver los españoles sus hermanos ,
Joan Rodríguez Suarez se decia. Cuyos pueblos decian ser cercanos.
El cual en valentía satisfizo Con aquesta mentira bien compuesta
A cuanto puede ser en ser humano, Engañaban la gente baptizada ,
Mas no sé qué negocios allí hizo Haciéndoles allí tan grande fiesta
Por do Collado no le dio mas mano, Como si fuera paz muy asentada :
Volviendo sus poderes al mestizo : Echaba de sí luego la floresta
Aguirre vino luego, mal tirano, Terrible muchedumbre bien armada ,
Y tan perverso, que peor ninguno; Ejecutando mil diversidades
Y esto fué año de sesenta y uno. De martirios con grandes crueldades.
Sabiendo Joan Rodríguez su venida, Con la maña y astucia que reüero
Para mostrar sus hechos señalados Y de sinceridad gran aparencia,
Hizo de los caracas su partida Mataron á Joan Sánchez, caballero,
Con seis escogidísimos soldados : Clérigo mal seguro de conciencia ,
Fin diemn todos ellos á su vida El cual fué provisor de nuestro clero,
Por multitud de indios alterados ; Y allí se le tomó la residencia ;
Mas con venganza tal y de tal arte Otros quince mataron juntamente
Cuanto vistes en la primera parte. Que venían con este delincuente.
Los indios victoriosos con la muerte Estos mismos cogieron en sus redes
Del fuerte capitán por ellos muerto , Con las mismas caricias y halago
Dieron en el Fajardo de tal suerte Al buen Diego García de Paredes,
Que le cumplió desamparar el puerto; Aquel de quien atrás memoria hago,
A Cumaná Fajardo se convierte , Viniendo de Castilla con mercedes
Donde el alcalde Cobo, mal esperto Que trajo del gobierno de Cartago;
En cosas de justicia , mal la hizo Pues sabida la muerte del tirano
Y por términos malos del mestizo. Le hizo la merced rey soberano.
La madre pareció por su presencia Tan gran error, en un tan buen soldado,
A pedir el agravio recebido A todos nos causó gran maravilla,
Delante los señores de la udiencia, Sabiendo bien Narvaez ser entrado
Donde fué su negocio bien reñido : Al tiempo quél se fué para Castilla
Vióse la causa , dióse la sentencia, A fin de castigar al rebelado,
Cada cual defendiendo su partido ; Y ser aquella gente no sencilla ;
Mas la India no pleiteó de balde, Mas él pensó que lo tenia llano ,
Pues hizo que ahorcasen al alcalde. Y ser verdad haber pueblo cristiano.
En tiempo de la dicha competencia, Y fué demasiada la ceguera,
Vino Bernaldez Tuerto, licenciado , Pues debiera tener por cosa clara
Por mandado de la real audiencia Que si cristiana población oviera
Por ciertas quejas que hubo de Collado De gente conocida , no faltara
Tomóle rigurosa residencia, Quien paseara bien esta frontera;
Y en efecto, sin culpas ó culpado Y aun fuérale mejor que la dejara
Collado del collado fué bajando E ir donde llevaba la demanda
Quedándose Bernaldez gobernando. Sin ver á Catalina de Miranda.
Por no tener Bernaldez horas vacas Al fin él se mostró poco discreto
Ni se mostrar gobernador sencillo, En se meter allí sin certidumbre,
Cente hizo volver á los caracas Metiendo muchos otros en aprieto
Y á Luis de Narvaez por caudillo ; De muerte, con inmensa pesadumbre,
Las fuerzas que halló no fueron flacas , Y con las crueldades que en efeto
Aunque las tuvo buenas su cuchillo; Estos bestiales tienen de costumbre;
Mas, de sesenta hombres desla gente , Y pues él dio ya fin á su jornada,
Vivos salieron cuatro solamente. Volvamos á decir la de Losada.
Muerto Narvaez con tan grande daño, Por Terepaíma guia su camino,
A gobernar aquella tierra vino No menos industrioso que valiente,
Don Pedro Ponce de León, el año Adonde deste bárbaro vecino
Ya de sesenta y seis: varón que diño Era la' mayor fuerza de la gente :
Era de gobernar mayor rebaño , Embisten con el campo peregrino,
Y ansí pasó muy bien aquel camino ; Mas el Losada fué tan diligente
Luego como llegó puso la frente Que con pesar de toda la ralea
En subyeclar aquella brava gente. El alto de la loma señorea.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE H, ELEGÍA III, CANTO IV. 2i7
Para hacer al indio mas confuso, Volvióse donde estaba Mazariego,
Donde mas pueblos hay allí se queda ; Ya de su población desconfiado,
Fundó ciudad, según el común uso , El cual gobernador mediante ruego
En parte rasa, limpia de arboleda, Hizo volver á Pedro Maldonado,
Y Santiago de León le puso; Que con valor insigue pobló luego
Otro en la mar llamó Caravalleda : El pueblo por Pacheco despoblado :
Son fértiles asientos y elegantes,
Y cuatro leguas estarán distantes. Por nombre se le dio Nueva Zamora
Con el cual permanece hasta agora.
Al bárbaro feroz nada le plugo El lago corre con sus bergantines,
De ver la población de los cristianos ; Combatiendo con índicas canoas
Mas Losada les hizo que den jugo Que traian guerreros tan insines
Sacando de sus minas ricos granos ; Que no suelen volver siempre las proas :
Y tienen por mejor sufrir el yugo Vista dieron á pueblos que conünes
Que venir con los nuestros á las manos: Están fundados sobre barbacoas ,
Finalmente, la gente castellana Donde se defendieron como diestros
Aquella tierra toda tiene llana.
Están en el servir muy adelante, Y no sin algún daño de los nuestros.
Y es de su natural aqueíla gente Dejaron aquel bárbaro flechero
En sus dispusiciones elegante , Sin poder subyectar su baluarte,
Gallarda, limpia, suelta, diligente ; Y corrieron el lago por entero
La tierra rica, fértil, abundante , Descubriendo por una y otra parte,
Y para la salud muy escelente : Hasta llegar á su desaguadero,
Están pues los dos pueblos hoy enteros, Donde la isla Tova lo reparte
Y serán para siempre duraderos. En dos bocas, la una tal que tiene
La máquina del mundo que se mueve Una legua de ancho por do viene.
La otra hace desta diferenci a
Por orden del etéreo movimiento En no tener tan ampliados senos;
Contaba por la cuenta que se debe La isla tiene de circunferencia
Al cómputo del santo nacimiento Hasta seis leguas , poco mas ó menos;
Ya de sus años los sesenta y nueve , Los moradores hacen resistencia
De mas y allende del quinceno ciento, Defendiendo sus casas como buenos:
Cuando se desasió don Pedro Ponce, Toda paz amigable se desecha ,
Para vivir con Dios, del mortal gonce. En agua confiando y en la flecha.
Pidió luego Losada su gobierno Para poder domar aquestas gentes,
A Grajeda que entonces presidia; Habían de hacer larga demora ;
Mas pudo mas en él el amor tierno Y ansí por les faltar los adherentes,
Que! mérito de quien se lo pedia : Determinan dejallos por agora,
Y ansí lo proveyeron á su yerno, Por socorrer á cosas convinientes
Que Francisco de Chaves se decia;
Después del proveimiento del audiencia A la perpetuidad de su Zamora,
A Losada le dio cierta dolencia. Que tal nombre le dieron en entrego
Volvió de la Española sin el mando, Porque era de Zamora Mazariego.
Y de su calentura con recelo, En aquesta sazón y coyuntura,
Llegó á Burburuata, y en llegando Siendo setenta y siete de la era ,
Allí murió con harto desconsuelo, Pagando los tributos de natura,
Perdón de sus pecados demandando Dio Mazariego fio á su carrera :
Al sumo Hacedor de tierra y cielo : Fué hombre de grandísima estatura
Hombre guerrero fué, cuyos valores Y en virtudes su vida muy entera.
Se pueden igualar con los mejores. Don Joan Pimentel vino, y al presente
Tráete mucho con este caballero, Modera las provincias y la gente.
Y á grandes hechos suyos me vi junto : Varón cuyo valor y cuya vida
En las elegías del libro primero ' Es un debujo de virtud tan lleno.
Hice mención y lo dejé difunto, Que nos parece ser regla y medida
Y fué por estar yo no tan entero De cuanto tiene título de bueno :
Que me pensase ver en este punto; Santa modestia, nunca divertida
Y como Dios me dio mas larga vida, A nota que denote ser sin freno;
Quise dar esta cuenta mas cumplida. Y ansí va ya (su discreción mediante)
Esta gobernación mas adelante.
Después de aquestos fortunosos juegos, Los pueblos visitó por su presencia,
Gobernó Chaves, año de setenta ; Venciendo de rigor cualquier embargo,
El año mismo vino Mazaríegos, Tomando de jueces residencia .
Y gobernó seis años , á mi cuenta : A Maldonado priva de su cargo
Gobiernos claros fueron, y no ciegos, Por pronunciar una cruel sentencia,
Según su buena fama representa ; Y ejeculalla muy á paso largo
Y entonces ya gustosos desle cebo, EnTejeda, soldado lusilano
El Maracaibo se pobló de nuevo. A quien mató por caso bien liviano.
Un Pacheco, que fué varón notable, Este, privado como delincuente
Fundó ciudad de gente castellana De la manera que se representa,
En parte bien dispuesta y agradable El don Joan Pimentel, como prudente,
Y al dicho Maracaibo muy cercana ; Por conocer daria buena cuenta,
Mas esta población no fué durable, A Joan Guillen nombró por su teniente ,
Aunque siempre duró la buena gana ; Que hasta hoy aquel pueblo sustenta,
Pero como halló gran resistencia No sin copia de mueitos y heridos,
Convino del lugar hacer ausencia. Por ser los naturales atrevidos.
Salió pues del compás de Venezuela, Tienen en pelear esfuerzo raro ,
Y fué con breve copia de cristianos Sin les fallar ardid y buenos brios ,
A hablar en el Cabo de la Vela En el agua que toman por amparo,
Al mariscal Miguel de Castellanos, Y en ella cuantidad de sus navios;
Para con su favor y su tutela Pues como mas arriba me declaro
Volver luego las armas á las manos; Dentro tienen sus casas ó bullios,
Mas como la ganancia fallecía, Do hacen á pié quedo buenos lances,
No concluyó con él lo que quería. Y no menos si van en los alcances.
248 JUAN DE CASTELLANOS.
Porque desta manera dieron cabo, » Porque no solamente se barrunta ,
Con número de gente bien crecido, Mas amigos avisan por muy cierto,
Como los indios todos hacen junta
De Cristóbal de Rivas, que yo alabo Contra los que tenemos este puerto;
Por ser soldado diestro y escogido ; Vida daréis á la ciudad difunta,
Salió también con harto menoscabo Y resucitareis un pueblo muerto,
El Pedro Maldonado mal herido, Si vos me socorriésedes con gente
Queriendo castigar aquel rebato, Para dar en la junta de repente.
Ce donde se escapó solo un mulato. » Por poder castigar el maleficio
Entre los muchos pueblos de gentiles Y atrevimiento desta gente perra,
Quel Maracaibo tiene congregados , Que solamente tienen por oficio
Hay unos á quien llaman los aliles , Él uso y ejercicio de la guerra ;
Indios feroces y desvergonzados : A Dios y al rey haréis grande servicio
En ensayos de guerra son sulües, Y perpetuareis aquesta tierra :
Y en el acometer determinados ; Un solo barco quiero de los vuestros
Estos tenían muy poco respeto Y dos docenas de soldados diestros.
Al capitán Guillen, y en gran aprieto. »Con el avíamientodel vecino
Y ansí, con otras muchas gentes fieras , Iré de buenas esperanzas lleno,
Viendo la poca gente de Zamora, Y confiado del favor divino
Habían concertádose de veras Que tengo de hacer un lance bueno,
Sobre venir á una misma hora : Con dalles un asalto repentino
El Joan Guillen velaba sus riberas Para terror común deste terreno:
Cercanas á ia parte donde mora , Vuestra merced, señor, aquí se quede,
Con temor grande, por aviso cierto, Y aqueste bien me haga, pues que puede.»
De ver presto contrarios en su puerto.
Al tiempo que Guillen está temiendo Cazares respondió con buen semblante
Tan impetuosísima carrera, A la demanda deste caballero,
Los años del Señor iban corriendo Diciendo : «Para cosa semejante,
Por los ochenta y uno de la era; Lo que queréis, señor, es lo que quiero ;
Y un Francisco de Cazares, viniendo Pero creed que tengo de ir delante
De España por ver bien esta frontera Y en los peligros he de ser primero :
Y la gobernación estará una, Vea vuestra merced lo que mas resta ,
Quiso meterse por el alaguna. Porque mi gente yo la tenga presta.»
Pues como en otra parte se reciba, Tomó dos bergantines al momento,
Cazares ha poblado por un canto Y de buenos soldados hasta treinta,
El valle que llamamos de la Grita, Personas todos ellos de momento,
Y á la ciudad del Espíritu Santo; Y de quien él hacia mucha cuenta :
Y siendo la distancia bien descrita, Joan López Orejón, que es su sarjento,
Son sobre quince leguas otro tanto , Por capitán del uno se presenta;
Y ador.de si por Cucuta navega En el otro va él con buen pertrecho
A su gobernación muy presto llega. Y cuanto brio pide fuerte pecho.
Tiene pues, este lago rodeado, Por Joan Guillen,con no menos aceros,
Distante población pbr esta via , La lista de los suyos se comienza;
El Cabo de la Vela por un lado, Mas por ser poca copia de guerreros
El valle de Upar mas al mediodía, No podia tejerse larga trenza,
Ocaña, pueblo mas encaramado, Pues solos lleva quince compañeros ,
Y Mérida, que poco se desvía; Soldados de valor y de vergüenza,
La Grita y á Trujillo referirnos, En otro bergantín; y hacen via
Hasta volverá Coro, do partimos. Cuando la noche ya los encubría.
También del alaguna está cercana De los aliles llevan la demanda ,
La ciudad que llamamos de Pamplona, Que son los que ponían el espanto :
Todos pueblos de gente castellana , No curan de llevar la boga blanda
Do predomina la real corona, Entre tanto que dura negro manto,
Y el natural se da de buena gana Ruscando cierto rio que a la banda
Con sus tributos y por su persona : De Santa Marta nace, por do tanto
Entró Cazares pues, y con desino Rabian de correr hasta ponerse
De dar á su gobernación camino. Donde los indios han de recogerse.
Dos navios metió con gentes raras Después que ya hallaron el entrada ,
Y número menor que convenible, Caminan por el orden que se debe,
Y en las bocas topó con los toparas , Por agua tan quieta y sosegada
Nación feroz y genle de posible, Que parece que cuasi no se mueve :
Que en canoas y número de jaras Compónese muy bien la pavesada ;
Arronjan siempre cuantidad terrible ; Fumoso tiro manda que se cebe:
Mas pasó con su gente vencedora Corren pues adelante por la ría
Hasta llegar al puerto de Zamora. Hasta que ya pasó de medio dia.
Regocijáronse por maravilla, A todos pareció generalmente
Teniendo por grandísima ventura Dar en ellos al cuarto matutino;
Llegar allí navios de Castilla Mas el gobernador no lo consiente,
En tal necesidad y coyuntura ; Pareciéndole grande desatino,
Y ansí los recibieron en la villa A causa de poder aquella gente
No con pocos aplausos de holgura : Ser avisada por algún camino ;
Reposaron la noche, y otro dia Y ansí sin esperar razón ni ruego
El Joan Guillen habló por esta via : El solo quiso dar en ellos luego.
«Señor gobernador»haber venido Los otros barcos van con él á una
Vuestra merced al pueblo de Zamora , En su parecer, viéndolo precito,
Téngolo por milagro conocido, Y ansí fiándose de su fortuna,
Y quiérole llamar dichosa hora : Yendo dispuestos todos al confuto,
lJe mal á bien será restituido, Dieron en un compás como laguna
Y causa seréis vos de su mejora , De tres leguas ó mas de circuito,
Librándolo del mal inconviiiieiil»t Dentro de la cual vieron en entrando
Que lo mal amenaza de presente. Gran número de casas blanqueando,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA III, CANTO IV. 249
Compuestas sobre fuertes talanqueras, Los nuestros no creian hacer mella ,
Que hacen mas difícil su conquista; Según la muchedumbre de las barcas;
Las paredes guarnidas con esteras, Pero los indios no se ven sin ella ,
Que causaban de lejos bella vista; Traspasados los pechos y las arcas,
Y no tan sin defensa las fronteras, Y aquí y allí patente la querella,
Que gran fuerza de gente no resista ; Viendo las aguas rojas y no zarcas ;
Y antes del dicho pueblo grande trecho Y todavía la naval batalla
Los rodea palenque muy bien hecho. Hace bien sus efectos do se halla.
Porque para hacer casa redonda Y ansí canoas hay que proas viran
Y de madera gruesa cualquier trama , Con grandísimo daño de su gente,
Desde sus barcas en el agua fonda, Queriendo por los muchos que suspiran
Agudo tronco limpio de su rama Del espalda robusta hacer frente ;
Muchas vueltas le dan á la redonda, Finalmente los indios se retiran
Hasta que ya lo fijan en la lama, Sin quedar dellos ánima viviente,
Con la profundidad que se desea, Metiéndose por bocas y canales
Y aun es aquella lama como brea. Entre crecidos juncos y eneales.
Demás de aquesta pegajosa greda, El Cazares seguía la canalla,
Y todos los demás con fuerte brío,
Hay fuera lagunazos de bilume , Por no les suceder en la batalia
Do quien entra yo fío que no pueda Herida, sinsabor ó desavío;
Sacar presto su pié si se le sume, Entraron en el pueblo que se halla
Pues cualquier animal allí se queda De grandes y de chicos ya vacío :
Hasta que ya por tiempo se consume ; Todas las casas del van abrasando,
Finalmente, Heles é infieles La casa del cacique reservando.
Suelen brear con ello sus bateles. Pasan allí la noche, y otro dia
Yendo Cazares pues desta manera, Amigos indios van por agua y tierra,
Las armas y los tiros muy á pique, Llamando la huida compañía
Vieron enarbolar una bandera Y convidándola con paz ó guerra,
Encima de la casa del cacique; Quel sol por termino se les daría,
Y para que saliesen todos fuera, Desde que sale hasta que se cierra:
De cuernos y fututos hay repique; No vienen, y cumplidos estos trechos
Los nuestros junto de la palizada A la isla de Tova van derechos.
Por todas partes buscan el entrada.
El bárbaro feroz anda lijero, Donde dieron de noche con obscuro,
Y los tres bergantines divertidos , Privando de la vida por sus manos
Duscando cada cual un entradero Al señor de la isla, varón duro,
De palos apartados ó rompidos ; Consumidor de vidas de cristianos,
El Cazares al fin entró primero Dándoles en prisión guerrero juro
Por unos troncos que halló podridos; A sus hijos, mujer y á sus hermanos;
Mandó llamar el resto del armada Y hechos estos lances venturosos,
Y todos entran en el estacada. A Zamora volvieron victoriosos.
Decían indios ya medio ladinos : Donde de los vecinos hecha junta,
«Gran contento me dan estos cristianos , A Cazares le dan mil bendiciones,
Pues que sin que trabajemos en caminos, El cual a todos ellos les pregunta
Ellos mismos se vienen á las manos. Si quieren allanar mas trompezones :
Piensan los miserables peregrinos Responden que ninguno se barrunta
Que tienen de volver salvos y sanos : Que manifieste malas intenciones ,
Espera pues un poco, gente pobre, Porque los castigados y subyetos
Traian á los otros inquietos.
Y veréis si batimos bien el cobre.»
Hechas pues estas sanguinosas treguas
A este tiempo por el alaguna No menos que por punta de cuchillo,
Venia de canoas muchedumbre, Cazares con caballos y con yeguas
En orden puestas como media luna, Luego se fué la vuelta de Trujillo,
Regidas con muy poca pesadumbre; Distante de Zamora treinta leguas,
Grita por todas partes importuna, Do todos procuraron de servillo;
Según los indios tienen de costumbre : Luego con el consorcio fraterno
A ellos se va Cazares llegando, Se paró donde tiene su gobierno.
A todos los soldados animando.
Diciendo : «No temáis el estampida Ansimismo mi musa por agora,
Ni el ímpetu presente que se mueve, De los pasados gastos poco franca,
Que presto los pornemos en huida, Se pasa muy de paso por Carora,
Como cada cual haga lo que debe; Poblada ya por Joan de Salamanca,
Y muy á poco riesgo de la vida Varón digno de lira mas sonora,
Haréis que lo peor el indio lleve.» Y no para tocada mano manca;
Y ansí con tiro de sulfúreo fuego, Pues subyectó los fuertes.giraharas,
La proa de su barco toma luego. Gente feroz, robusta, de dos caras.
Los de su bergantín bogan avante Y con aquesto tengo concluido
Por llegar al lugar que se pretende; Todo lo sustancial de Venezuela,
Inmensidad de Hechas por delante En cuya narración he consumido
Efecto del propósito defiende; Noches en cuantidad y alguna vela;
Mas bala de arcabuz pasa volante, En lodos los discursos muy asido
Lleva lo que la vista comprehende, A la verdad, sin mezcla dé novela ,
Aunque a! soltar el arcabucería Como dirán amigos y enemigos,
El bárbaro con agua se cubría. Pues hay vivos aun muchos testigos.
Y el que se zabullió sin ser herido, Que no me culparán porque yo abone
»Pudieras sobre el agua vello presto, Lo que merece que todos abonen ,
Con arco y flecha bien apercebido Y que estilo grandíloco pregone
Y en su canoa luego muy enhiesto; Grandezas dignas de que se pregonen;
Mas pecho que de bala fué rompido A los difuntos ya Dios los perdone,
Nunca se via mas mostrar el gesto , Y á los vivos suplico me perdonen
Dándole por entonces sepultura Si por pasárseme de la memoria
El centro de las aguas y fondura. No hace mención dellos el historia.
250 JUAN DE CASTELLANOS.
RELACIÓN La del mariscal Diego, caballero,
La del jurado Joan de la Barrera,
de las cosas del Cabo de la Vela, y de los primeros pobla- Potentes en haciendas y en dinero,
dores del, de la gran riqueza de perlas que allí se Con oíros muchos que en aquella era
halla, con otras particularidades dignas de saberse:
En tractos de caudal sano y entero
EN UN SOLO CANTO. Corrían prosperísima carrera,
Tanto que los criados fueron amos
Por tal orden habernos caminado De muchos hombres nobles que callamos.
En la Irania y urdiembre desta lela, Y la del tesorero Castellanos ,
Que ya, bendito Dios , hemos tornado Ansimismo Bartolomé Carreño,
A la costa del Cabo de la Vela; De quien el alabanza de mis manos
Donde para cumplir lo profesado Y el mas alto loor será pequeño:
Hay bastante razón que me compela, Pedro y Diego de Almonte, dos hermanos,
Como qnien sabe bien aquel camino Ya poseídos del eterno sueño;
Y ha sido mucho tiempo su vecino. Alonso la Barrera, Alonso Diaz,
Puntas y promontorios señalados De gran valor en estas compañías.
Se meten en la mar desta frontera, Un Alvaro Beltrán, varón muy diño
Altura de la cual son doce grados, Del mas alio lugar en alabanza,
Según cuenta de gente marinera; Diego Nuñez Beltrán, su buen sobrino,
Vense los montes altos y nevados De quien se hizo grande confianza,
Que Santa Marta tiene por cimera; Cuyas familias en aquel camino
Y el hermano mayor de los Colones Eran de crecidísima pujanza ;
Fué quien primero vido sus ancones. Un Martin López, un Pedro de Cales,
Al tiempo que venían navegando Entrambos capitanes principales.
Y de la tierra con algún desvío, Con treinta y ocho años tres quinientos
Vieron aqueste cabo blanqueando Corrían ya de la cristiana lumbre,
Que parecía vela de navio ; Cuando de los preciosos ornamentos
Después que ya se fueron allegando Tuvieron en Cubagua certidumbre,
Al desengaño del y su bajío, Y cuando muy alegres y contentos
El Cabo de la Vela se le puso En busca dellos va gran muchedumbre,
Por la similitud en aquel uso. Con armas y pertrechos necesarios
Para se defender de los contrarios.
Es cosía de cardones y de espinas, Estiéndense las velas á los vientos
Estéril y de secos arenales ; Y el acuoso camino se despacha;
Ceníes que por allí le son vecinas Llevólos donde lleva sus intentos
En eslremo son malas y bestiales, La que las menos veces es sin tacha;
A los cuales llamamos los cocinas Sallan en tierra, hacen sus asientos
De quien hemos ya dicho grandes males; Enlre el Cabo y el rio de la Hacha;
Hay copia de conejos y venados, A caballo y á pié gente de guerra
E ya gran muchedumbre de ganados. Se velan de los indios de la tierra.
Porque la tierra dentro, buenos ratos, Gran pueblo se trazó luego á la hora,
Hay campos estendidos, grandes llanos, Partidos por buen orden los solares,
Do muchos tienen hoy muy grandes hatos, El nombre del cual fué Nuestra Señora
Mayormente Miguel de Castellanos, De los Bemedios, por los que estos mares
A quien de ricos traclos y contratos Dieron , por ella ser intercesora,
La fortuna le dio llenas las manos; A la gran devoción destos lugares,
Faltan ya para él indios de guerra, Donde se descubrió tan gran riqueza
Y no le sirven mal los de la tierra. Que no puede medirse su grandeza.
Hicieron pues aquí sus vecindades Nombran alcaldes hombres de gran cuenta,
Gente qne de Cubagua procedía , Según el orden que antes se tenia,
Compelidos de las necesidades Por tener en las partes do se asienta
Causadas por faltar la granjeria Jurisdicion por sí la granjeria,
De perlas, de que grandes cuantidades Y es de gobernador libre y exenta
Un tiempo por aquella mar habia, Estando (donde quier que se desvía)
Y acá se prometían copia harta Subyectos al audiencia del distrito,
Por noticia de los de Santa Marta. Con diez leguas ó mas de circuito,
Es Diego de Paredes buen testigo, Según consla por cédulas reales,
Soldado del primer descubrimiento, Con otras eminencias que no junto.
A quien conozco yo por gran amigo Tiene también por sí sus oficiales,
Y en Tunja tiene buen repartimiento; A cuyo cargo es el real quinto:
El cual yendo á hacer cieno castigo No cuento lo que dan eslos hostiales,
En los indios cocinas que ya cuento, Por ser inestricable laberinto ;
Vio de sartas de perlas buena trama, Mas aquel tracto suele comunmente
Y desde entonces se tendió la fama. Enriquecer gran número de gente.
Mas porque ciegamente no se mueva Hallaba pues la índica cuadrilla
De Cubagua la dicha granjeria, Muy pobladas de conchas las arenas,
Pero Rüiz de Tapia gente lleva Pues para proveer la redecilla
Y hizo cala donde se decia: Cualquier placel les dá las manos llenas ,
Halló lan buena muestra, que la nueva Perla común, aljófar, cadenilla
No pareció ser vana ni baldía; De todas suertes y otras piezas buenas :
Y ansí la nueva Cáliz y sus hijos Hinchen las arcas, crecen los contentos,
Hicieron muy solemnes regocijos. Y con el gran caudal los pensamientos.
Crece placer y nacen nuevos bríos Luego la fama da pregones gratos,
Con las nuevas que dan descubridores; Certificándolos con evidencia :
Apréstanse canoas y navios Auménlanse los traclos y contratos;
Y gran suma de indios pescadores, Acude de navios gran frecuencia ;
Con todos los pertrechos y atavíos Hay regocijos y apacibles ratos,
Necesarios á nuevos pobladores ; Gran amistad, amor, benevolencia:
Y al olor de riquísimos hosliales Fueron en general eslos vecinos
Salieron muchas casas principales. Refugio de los pobres peregrinos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, RELACIÓN, CANTO ÚNICO. 2S1
Allí siempre halló favor y ayuda » Si por el rey está ya libertado
Cualquiera que llegó necesitado : Cualquier indio de aquesta monarquía,
La pobre, la doncella, la viuda Los que tantas riquezas han sacado
Tuvo dote y honor y buen estado, Bien merecen la carta de alhorría.
Con tal munificencia, que sin duda ¿Qué vendabal te dio que te ha mudado?
Nadie salió de allí desconsolado; ¿Qué brisa trastrocó tu fantasía?
Y el peregrino que buscó posada Venias publicando buenas bulas ,
Nunca jamás halló puerta cerrada. ¿Y agora que ves perlas disimulas?
Con voluntad á todos entrañable , » Liberta los idólatras insanos
Caritativa, generosa, franca, Quien tiene destas Indias los imperios ,
Dulce conversación, grata y afable , Y nosotros que somos ya cristianos
En todo buen aviso nada manca, Nos quedamos en estos captiverios.
Cada cual un aspecto venerable, Untáronte las palmas de las manos,
Con tal autoridad de barba blanca, Porque no pueden ser otros misterios:
Que parecían estos pobladores Coge de todos, date buenas mañas,
Consorcio de romanos senadores. Que yo te digo que tu alma engañas.»
Mas no tentados de mundanos fastos, Esto dijeron indios balbucientes
Pues el de mas soltura fué subyeto Al obispo, no menos que en presencia,
A términos honestos, limpios, castos, O razones que son equivalentes,
Según pide la vida del discreto : Sin que mudemos dellas la sentencia ;
Todos tenían escesivos gastos, Pero ricos sobornos destas gentes
Porque todo venia de acarreto, Su cordura volvieron en demencia,
Y aun hasta el agua les costaba cara, Y ansí, sin mejorar los querellantes,
Por ser la tierra della muy avara. Se quedaron captivos como antes.
Pues de jaqueyes de do se traia, Después, pasados diez ó doce meses,
Eso me da en invierno que en verano, Llegaron á la costa cierto dia
No con pequeño riesgo se cogia, Navios bien armados de franceses
Y siempre con las armas en la mano, A fama de la rica pesquería :
A causa de que bien la defendía Tenían mas pavores que paveses
El indio lleno de furor insano : Los de la castellana compañía ,
Hartas veces volvió gente herida, Y ansí desamparaban las arenas
Y aun algún español perdió la vida. Dejándose las ricas tiendas llenas :
Y ansi, cuando venían al aguada Huyendo los criados y los amos,
Los indios ó los negros arrieros, Por faltar de defensa los arrin.os;
Para los defender del emboscada Y en esta confusión de que tractamos,
Y asalto de los bárbaros flecheros, Se halló con la gente que decimos
La gente de caballo bien armada El general del reino donde estamos
Descubría las matas y senderos, Y fundador de Tunja, do vivimos,
Asegurándolos desta contienda, Que es Gonzalo Süarez, muy bastante
Hasta que ya hacían su hacienda. Para cualquier negocio semejante.
Y adonde quiera que se descubría El cual mostró por hechos y por boca
Hostial que prometía mas ganancia, Sagacidad y pecho de valiente,
Asentaban de nuevo ranchería Pues para su defensa los provoca,
Algunas veces larga la distancia Usando de caudillo diligente,
Del pueblo principal que se tenia, Supliendo faltas de la fuerza poca
Guardándose con toda vigilancia, Con una astucia harto conviniente,
Hasta que ya cesaron estos daños Y fué hacer enarbolar bandera
Por la continuación de muchos años. Y recoger la gente cuanta era.
Y el de cuarenta y cuatro ya llegado, Y no fué tan baldío su trabajo
Para mejor gobierno destas greyes Con el ardid que luego contaremos,
El César invictísimo , sagrado Que no fuese de males gran atajo
Monarca de los príncipes y reyes, En la desproporción destos estremos ;
Envió desde el otro potentado Pues hizo luego con el espantajo
A este nuevo mundo nuevas leyes, A los franceses suspender los remos :
Entre las cuales una prohibía Juntó pues españoles desta gente
Estar indios en esta pesquería, Setenta, y á caballo como veinte.
Por la gente que en ella perecía, Con lanza cada cual y con adarga,
Y ser vida de grandes aflicciones, Y con los indios de la granjeria,
En agua sumergidos en el dia, La playa destos términos embarga,
Las noches en cadenas y prisiones; Puestos en orden como convenia,
Lo cual, como remedio requería, Con flechas, y otros una vara larga
Se cometieron las ejecuciones Que desde lejos pica parecía;
A fray Martin, obispo desta gente, Y de indios y negros hecha cuenta
Del reino y Santa Marta juntamente. Eran mas de trescientos y cincuenta.
El cual, según ya queda referido, Detiene sus bateles el pirata
Llegó de su naufragio mal parado; Viendo llena de gente la ribera,
Fué desta noble gente socorrido, Y ansí de tal manera se recala
Y aun no sé si me diga cohechado, Que le pareció bien mirar de fuera ;
Pues nada del negocio cometido Y desde su patax ó su fragata
Quiso mudar de su primer estado : Enarboló de paz una bandera :
Murmuraciones hubo no pequeñas, A los indios el español esconde,
Que dádivas al fin quebrantan peñas. Y con la misma paz se le responde.
Y aun hubo destos indios que decimos Cada cual de las partes dio rehenes ;
Quien al obispo dijo con querella : Hubo rescates sin poner estanco;
«Si mis padres, hermanos y mis primos, Truecan cosarios los robados bienes
Con dulce libertad guian su huella, Por perlas quellos llaman coral blanco;
¿Nosotros qué delito cometimos Y acabadas las ferias solenes
Para que carezcamos siempre della? Quel español propuso con el franco,
Saber sacar aljófar infinito Dan los cosarios velas á los vientos,
Sin duda debe ser nuestro delito. Quedando los de tierra muy contentos.
252 JUAN DE CASTELLANOS.
Pero como ya viesen descubiertos Acude turbamulta comunmente
Caminos á canalla tan borracha, O con su capitán ó con su jeque,
Para poder estar mas encubiertos Cogen lo que parece coñviniénte ,
A buscar el remedio se despacha ; O ya para comer , ya para trueque,
Y ansí luego poblaron otros puertos Sacándole las tripas solamente,
Mas abajo del rio de la Hacha , Al sol lo tienden para que se seque :
Do llaman la Barranca, campos buenos, Es de tan buen sabor, que lo mas malo
Del rio inedia legua y algo menos.
Donde sin centinelas ni reguardo Se podría tener por buen regalo.
Por un poco de tiempo se reposa , . Prosiguiendo después nuestro camino »
Por ya no parecer flecha ni dardo E yo con mi caballo bien armado,
De la gente cruel y belicosa ; Al rio se llegó de Palomino,
Y en e| mismo lugar pobló Luis Pardo
Un pueblo que llamó Villaviciosa, Donde cierto creí ser ahogado
Que fué por don Alonso Luis de Lugo, Corriendo tras el bárbaro vecino,
Por ponelles encima cierto yugo. Sin mirar lo seguro deste vado ;
Esto fué por el año señalado ; Y aun el rio no vi haciendo esto
Mas ellos sin perder su señorío, Hasta tanto que encima me vi puesto.
El de cuarenta y cinco demediado, Y por amedrentar aquella gente,
El asiento mudaron mas al rio, Que para resistencia se despierta ,
O por ser puesto mas acomodado, Entré sin mas mirar inconviniente,
O por cumplir hacer este desvío, Y do pensé hallar salida cierta
Con el renombre de Nuestra Señora, El rocín atascó hasta la frente,
Con el cual permanece hasta agora. Por ser la playa de un arena muerta:
Hay campo por alli muy estendido , Húrteme del caballo por un lado,
Ya poblado de yacas y de yeguas, Y salgo bien mojado y enlodado.
Cuyo compás se ve que mar ha sido
Por espacio de dos y aun de tres leguas, La lanza sin dejalla de la mano,
E ya de tal manera retraído El espada también iba ceñida:
Que tiene para siempre hechas treguas. Los indios desamparan aquel llano,
Dejando gran espacio descubierto Y todos se pusieron en huida.
Desde donde residen, que es el puerto, Juro como católico cristiano,
Que viendo tan gran riesgo de mi vida,
Y ansí por las cabanas y el aprisco Me ocurrió la muerte de aquel hombre
Do pastan los ganados destas gentes, Por quien el rio tiene puesto nombre.
Se ven muchas horruras, mucho cisco, Pues fué también en aquel mismo vado ,
De marinas menguantes y crecientes, En el lugar y de la misma suerte,
Y aquí y allí montones de marisco, Encima del caballo bien armado,
Con otras muestras claras y patentes, Y sin llevar recelo de la muerte :
Por do conocerá quien puede vello Varón en Santa Marta celebrado
Ser mar antiguamente lodo ello. Por diestro, valeroso, suelto, tuerte;
Algo después las gentes peregrinas , Si vivo, diré del grandes hazañas
Viendo las perlas ya menoscabadas, r\ Que ciertamente son cosas eslrañas.
Determinaron ir á buscar minas El engaño pues visto del arena,
A las faldas de las sierras nevadas , Tan grande y manifiesto detrimento,
Por estar á sus playas muy vecinas, Escarmentados en cabeza ajena,
Y de tiempos antiguos afamadas, Mas arriba mudaron el intento,
Y ser de oro número crecido Donde hallaron una parle buena
El que de sus confines ha salido. Por do pasaron todos á contento;
Era Pero Fernandez, zapatero , Otrodia pasamos adelante
Por ser de Santa Marta mas antigo, Por Marona, que está poco distante.
La guia del aurífero venero, Paso por todas partes mal abierto
Vendiéndose de vista por testigo : Que con dificultad pueden pasallo,
Determinaron ir con él primero Donde se despeñó por mal concierto
A se certificar de lo que digo Al capitán Luis Pardo su caballo,
Diego Nuñez Beltrán con gente diestra, Y no pareció mas vivo ni muerto
Ni fué cosa posible procurallo,
Y en efecto trajeron buena muestra. Porque hasta la mar á donde vino
Luego se despachó gente de guerra Habia mil estados de camino.
Con armas de algodón y duro fardo: Después de ya romper camino ciego
Unos fueron por mar, otros por tierra , Y fatigada ya cualquier persona,
Con debidos avisos y resguardo; A la playa del mar bajamos luego
Los que por tierra van acia la sierra, Dejando las malezas de Marona:
Por capitán llevaban á Luis Pardo, Pasamos otro rio de Don Diego,
Y del bagax que por la mar camina Que nace de los valles de Tairona,
Iba por capitán Blas de Medina. Y pasamos también á la bajada
Los de tierra se van por la marina, * E l paso de la peña horadada.
Peón y caballero bien armado; En confianza de otros alimentos
Vimos el gran compás de la salina Allegamos al rio de Cuachaca,
De Tapé proveída de pescado , Pasamos y hecimos los asientos
Que por su cuantidad es cosa dina En parte que se dice Burilaca,
Hacer della mención éste traclado, Ancón mal amparado de los vientos,
Pues es general pesca los veranos Entreste rio y el deMendíguaca;
De todos estos indios comarcanos. ¡ Y el dia que llegamos á los rios,
En el mismo llegaron los navios.
Hínchese de la mar adonde toca, Y porque ya la noche se venia,
Mediante los influjos y crecientes, No se desembarcó nuestro rebaño
Y en el verano ciérrase la boca Ni pudo la cansada compañía
Al tiempo que los soles son ardientes; Satisfacer á su hambriento daño;
De sal se cuaja cuantidad no poca, Mas esperábamos la luzdeldia
Y allí dentro de castas diferentes Para sacar el vientre de mal año ,
Infinidad de pejes ahogados, Y fué desvanecido pensamiento
Que sin mas los salar quedan salados. Por tempestad de pluvias y de viento.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, RELACIÓN, CANTO ÚNICO. 253
Brama la mar y húndese la siena Ningún verso del salmo concluía,
Con ímpelus lluviosos y nocivos, Y en la pronunciación como beodo;
Porque de sus cavernas desencierra ' E una vez que ya lo proseguía
. Según mi parecer de mejor- modo,
Los vientos que Eolo tiene captivos , Cuando asperges me Domine decia,
Tanto que los que estábamos en tierra Un gran golpe de mar me cubrió todo :
Nunca pensamos amanecer vivos: Cesó la boca de su movimiento
Los de la mar con vida mas incierta, , Quedando sin vigor y sin aliento.
Por tener los navios sin cubierta. No quedó menos todo nuestro bando,
Pasa por cima dellos el olaje Faltos ya de palabras y aun de señas,
Embistiendo los indios y cristianos; Los cabellos y barbas destilando
Desnudan todos ellos el ropaje, Gotas amargas nada halagüeñas;
Y andan en jamurar lisias las manos; E l barco demás deslo va garrando
A dar en medio de las duras peñas :
Alijan parte del matalotaje Avívanse los gritos y clamores,
Para hacer los barcos mas livianos, Y crecen los mortíferos temblores.
Y en medio de la dicha diligencia
Invocan la divina Pro videncia. .¡ No quedando ya mas que la camisa,
A una india que halló frontera Desconfiados de la carabela,
Golpe movido del profundo centro, ... ¡ Como viese ventar alguna brisa
Del barco donde va la sacó fuera Dije : « Leva reson, guinda la vela,
Con un terribilísimo recuentro; - . Que ya nuestro remedio se divisa ,
Mas otro golpe vino de manera Y la Virgen y Madre nos consuela.»
Que con él se halló metida dentro, La vela se guindó lijeramente,
Y entrestos furiosos embarazos Y ansí salimos del inconviniente.
Nunca solió su hijo de los brazos. Cuando nos víamos en la presura
Admiróse la gente castellana Diónos alivio grande ser de dia ;
No viendo de quien fuese socorrida; A estotros por la noche ser obscura
Mas escapóla fuerza soberana, Doblada confusión los afligía;
Y á ella y á su hijo les dio vida, Y ansí por parecelles ser cordura
Por ser una católica cristiana Del puerto cada uno se desvÍ3,
Y en cosas de la fe bien inslrüida; Mil cosas alijando de la carga
Y aun otros indios con esclamaciones Para poder salir á la mar larga.
Edifican cristianos corazones. Necesidad les daba priesa harta ,
Y ansí ni mas ni menos cierto dia Aunque todos confusos y turbados.
En otro riguroso detrimento, Para que cada cual navio parta
Un indezuelo y una india mia A buscar puertos menos alterados:
Me movieron á tierno sentimiento, Arribaron al fin á Santa Marta
Viéndolos invocar la Virgen pia Ellos y los navios mal parados,
Ambos con un fervor vivo y atento : Y aunque con el rigor que represento
Del peligro grandísimo que digo Todos los llevó Dios en salvamento.
Vivo tenemos hoy algún amigo.
Este es Domingo Félix, hoy vecino Después que ya llegó la luz del dia,
En la noble ciudad de Cartagena, Sin dejar de llover el turbio cielo,
Que como navegante peregrino Toda la fatigada compañía
Participaba de la misma pena; De aquellos que hollábamos el suelo,
Y escapónos un indio muy ladino Viendo que ningún barco parecía
De no dar al través en el arena: Quedamos con terrible desconsuelo,
Decíase Perico de Carmona, Creyendo nuestras gentes españolas
Y esto fué cabe el paso de Marona. Ser consumidas de las bravas olas.
El arráez determinó primero Estando todos pues desta manera,
Dar al través á do se representa, Los ojos en la mar asaz despiertos,
Y el indio que nos fué buen compañero Fuémonos perlongando la ribera
Le dijo con desdén y por aírenla : Mirando bien las playas deslos puertos,
« ¡Oh! Juan Bellrán! ¿ y vos sois marinero? Para ver si la mar echaba fuera
¿Del barco queréis dar tan buena cuenta? Madera, ropas ó los cuerpos muertos,
¿Y podréis escapar vos con la vida O ya reconocer señal alguna
En resaca de tumbo tan crecida? Por do se conociese su fortuna.
» En buena fe, tenéis muy buena loa Prosiguiendo la playa y el camino
Entre las alabanzas españolas. Todos los mas á pié y á paso lardo,
Señores, si surgimos la canoa, En la resaca vimos un tocino
Yo pienso de libraros á mis solas Que faslidio ninguno dio su lardo;
Con gobernar y componer la proa También una borracha de buen vino
Al ímpetu terrible de las olas, Que vio Juan Pardo, hijo de Luis Pardo,
Y desta hinchazón y detrimento Bien alada la boca y ella llena
Saldremos en soplando cualquier viento.» Al rebalaj del agua y del arena.
Porque la furia toda fué de calma, Los que llevábamos la delantera
Con olas tan inmensas y estendidas Holgámonos de ver tan buen encuentro,
Que ponían desmayos en el alma Y estando muy mojados por defuera
Y en grandísimo riesgo nuestras vidas. También nos remojamos por de dentro;
Dimos al indio pues aquella palma, Pero por ser allí gente guerrera,
Mediante las razones referidas; Volvimos temerosos de recuentro
Surgimos, y la mar cuando venia Donde quedaba nuestra gente junta,
Los miserables cuerpos embestía. Que es donde la bahía hace punta.
Lloraba cada cual su desventura, Y ansí como no viésemos señales
El roslro sin color y lacrimoso, De muertos en aquellas confusiones,
Por no bastar esfueizo ni cordura Juzgábamos que los mayores males
En alboroto tan calamitoso, Habían sido las alijazones,
Do tiene mas valor quien mas jamura, Y estar, según juicios principales,
Sin tomar un momento de reposo. Metidos en los mas bajos ancones ;
¡Oh cuántas veces dije miserere Y hasta que hiciesen su venida
Con mayor turbación que se requiere ! Determinamos de buscar comida.
254 JUAN DE CASTELLANOS.
Fuimos una docena de españoles Con gran placer hollamos el arena,
Por aquel arcabuco mas cercano, Libres, bendito Dios, de todos males,
Por hallar ya la playa mas serena,
Porque para subir á los peñoles Absentes furiosos vendavales;
Era bien necesaria mayor mano; Mas a mí se me dio fraterna buena
Descubrimos auyamas y frisóles, Por Tapia y otros hombres principales,
Razonable manjar, aunque liviano, La cual consideré con justo peso,
Pero sin sal es cosa muy sandía, Reconociendo bien mi poco seso.
Y esta del mar hacerse no podia. Hecimos ranchos pues en la marina,
Que muy poco compás desocupaba,
Bien que de agua salada se hiciera, A causa que la gente peregrina
Mas era menester haber navios, Otro lugar mas apto no hallaba ,
Por estar dulce toda la ribera Porque la tierra por allí vecina
De las crecientes grandes de los rios : De todas partes es montaña brava,
En precio se tenia la salmuera Y no tenia para fundar casa
De tasajos que no daban hastíos, . Un solo palmo de zavana rasa.
Y pareceros ha gran disparate Mas cerca de la playa donde digo,
Fallar la sal adonde la mar bate. Como dos ó tres tiros de ballesta,
A lo menos faltaban las sequías, Asiento fué de pueblo muy antigo,
Pues podemos decir por cosa nota
Que por tiempo de seis ó siete dias Y entonces espesísima floresta:
Ninguno de nosotros bebió gota, Para defensa pues del enemigo,
Y pienso quel manjar que se comia Por ser aquella parte mas dispuesta,
Hacia toda sed estar remota ; Cortamos grandes árbores sombríos,
Mas sé con todo esto que la urina Y allí fundamos casas ó buhíos.
A todas horas era muy conlina. Rompiéronse los montes y riberas
A cabo ya del catorceno dia, Del rio de Guacbaca circunstante,
Estando todos con congoja harta, Tantas y lan espesas cañaveras
Vimos de indios cierta compañía Que no se vido cosa semejante,
Que venia de acia Santa Marta, Donde se dieron buenas sementeras
Que para dar aviso nos traia Por ser tierra viciosa y abundante ;
De los de las canoas una carta, Mas daban pesadísimos desdenes
Diciendo que tuviésemos por cierto Mosquitos rodadores y jejenes.
Estar sanos y salvos en el puerto. Llagadas las orejas y aun tobillos
Mas sus vecinos, no sé por qué vias, De todos los esclavos "y sirvientes,
Habían hecho cierto pedimento Los rostros consumidos y amarillos,
Al docto licenciado Miguel Díaz, Pecosas las mejillas y las frentes,
Entonces morador en el asiento, Aunque todos andaban con capillos
Espresándole muchas demasías Según los que se ponen penitentes,
Si no nos perturbasen el intento; Abiertos solamente por do vian,
Mas por el pedimento ser injusto Y por allí también los afligían.
No nos dio pesadumbre ni disgusto.
La sobredicha nueva y el consejo Luego vino de paz aquella gente
A mí me lastimó mal el oido , Que por esta frontera residía ,
Por me tener allá mi caudalejo Y aunque nos recelamos de presente,
Con inmensos trabajos adquirido : Según en tierra nueva con venia.
Y ansí visto de guias aparejo Guardándoles la paz baslantemente
De los que con las cartas han venido, En ellos hubo toda cortesía;
Determiné con ellos ir por tierra Y rescatando sus mantenimientos
Estando la mayor parle de guerra. Volvian satisfechos y contentos.
Hecimos del ladrón fiel amigo, De miel era lo mas que se traia
Atrevimiento de salud siniestro; Pequeñas calabazas no bien llenas,
Juan Pardo solamente fué conmigo, A causa de quel bárbaro tenia
Soldado de la tierra harto diestro ; Una cierta manera de colmenas
Partimos con los indios que ya digo, De dentro de la casa do vivía,
Fiando de tan infido cabestro. Abejas grandes, mansas y tan buenas
Por ser de Bonda, malos y crueles, Que carecen de aquellos aguijones
Mas haciéndoles bien fueron fieles. Que lastiman y causan hinchazones.
Prosiguiendo pues nuestro desatino, En el árbor también hay abejera
A causa de ser tierra rebelada, Con abejas de casta diferente,
En un dia volamos el camino Y en el labrar diversa la manera
Que fueron quince.leguas de jornada, De aquel panal de castellana gente;
Con reparar en parles que convino Mas son bolsas y cóncavos de cera
Resguardarnos de gente derramada ; Do la líquida miel está patente,
Pero temor hacia pies lijeros Y en partes hay de miel tal abundancia
Por sierras y asperísimos oteros. Que no deja de ser buena ganancia.
A Concha fuemos por hacer represa Al menos en los llanos hallan tanta,
De io que en Santa Marta sucedía, Que sus vecinos no tienen deseos
De cuya digresión nada nos pesa, Del Mímelo, que musa vieja canta ,
Porqué hallamos buena compañía Ni del dulce licor de los hibleos ;
De Francisco Büiz y Luis de Mesa, Y es porque por allí cualquiera planta
A quien yo de Cubagua conocía, Imita las que tienen los sábeos,
Los cuales me dijeron al instante Donde demás del singular incensó
Ir ya nuestras canoas adelante. Este licor se dice ser inmenso.
Reposamos la noche, y otro dia Mas líquida miel es que de Castilla,
Nos embarcamos para Burílaca Mas á mi parecer no tan perfela ,
En la canoa que Büiz traia, Pero medicinal á maravilla
Yendo por puertos libres de resaca, Según por esperiencia se decreta:
Hasta tanto que yo hallé la mia Cera nunca la vimos amarilla,
En el ancón que dicen de Gairaca; Ni por acá se saca sino prieta;
Y luego con buen tiempo caminamos Miel se suele tornar aceda luego,
Hasta llegar al puerto que dejamos. Y aquesto se remedia con el fuego.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, RELACIÓN, CANTO ÚNICO. 255
Esto deben causar las influencias El cual también anduvo la jornada
O cualidad de montes ó de breñas , Hecha sin el recato necesario ,
O de abejas las muchas diferencias , Y este riesgo corrió Juan de Cañada
Pues hay grandes, menores y pequeñas, A quien hoy tiene Tunja por vicario,
Cuya virtud de todos estimada
Hasta tener de moscas aparencias, Elogio merecía no sumario ;
En árbores y cóncavos de peñas : Mas son las semejantes valentías
Acúleos no tienen , mas sin ellos , Cierto hervor de juveniles dias.
Se pegan á las barbas y cabellos. Otras temeridades peregrinas
Y son tan importunas y tan prestas Por parecer dudosas no decimos ,
En el acometer á todas cosas , Y en parte no parecen ser indinas
Que no dejan de ser algo molestas De la tener en esto que escribimos;
Y en todo cuanto pueden enojosas : Mas cumple ya labrar aquellas minas ,
También hay por los valles y florestas Que fué lo principal á que venimos ,
Unas avispas grandes venenosas, Conmovidos de voz que no fué flaca
Cuya herida vemos ser durable Para ver las corrientes de Guachaca.
Y altera con dolor intolerable. En cuyo compás hay ciertas quebradas
Que de cercanos altos vienen llenas,
De las melificas ninguna daña , Y manifiestan siendo cateadas
A lo menos con tanta pesadumbre : Cómo crian también doradas venas
Tienen gobierno como las de España , Aquellas faldas de sierras nevadas,
Y poco diferentes en costumbre; Cuyo ímpetu roba las arenas,
Todas ellas se dan muy buena maña Por venir muy enhiestas las corrientes ,
En el multiplicar su dulcedumbre : Y ser lo bajo cumbres eminentes.
Tienen sus capitanes ó sus reyes , Y hay hasta lo mas alto tales ratos
Sin violar el orden de sus leyes. Donde la nieve ven perseverante ,
Conocen sus asientos ó cortijos , Que tengo por menor al monte Atos
Y si caminan lejos, los atajos; Y aquel que se nombró del rey Allante :
Comunes las moradas y los hijos, La nieve , dicen hombres insensatos ,
Comunes ansimismo los trabajos, Ser piedra blanca , clara , rutilante ,
Los pastos , los placeres , regocijos, Aunque por ojos y razón se pruebe
Todos sus desenfados y gasajbs: Ser lo mas alto verdadera nieve.
En la solicitud , en el meneo,
Es una voluntad y es un deseo. Y ansí con tiempos claros y serenos,
Bien mirada la cumbre donde loca,
Están subyectas todas á gobierno, A veces vemos mas á veces menos ,
Y tal que no"parece ser insano , Unas veces hay mucha y otras hay poca
Pues para los sustentos del invierno Por derretirse parte de sus senos,
Trabajan en el tiempo del verano : Y aun para confundir opinión loca
Unas recogen de la flor lo tierno; Veremos en los tiempos mas lucidos
Otras en el recibo tienen mano; Venir los rios claros y crecidos.
Eso me da de noche que de dia,
Conservan amistad y compañía. Luego pues nuestra gente determina
Entre tanto que van las unas fuera, Con negros y con indios y gran grita
4

Las que quedan componen materiales , De labrar la quebrada mas vecina ,


Y hacen habitáculos de cera ; Cerca del pueblo dicho Maconchita:
Otras sacan sus nuevos animales , Cada cual sus cuadrillas encamina ,
Otras reguardan hi común carrera, Y fuemos al lugar que se recita,
Otras anuncian turbios temporales, Cuyas alturas son de tal manera
Y en barruntando tales avenidas Que se sube lo mas por escalera.
Se están dentro de casa recogidas. Escepto pasos, no tampoco llanos,
Defienden sus trabajos y haciendas Sino mesas que no son tan enhiestas;
Si las quieren robar sus adversarios ; Mas escalones van hechos á manos
Tienen también sus guerras y contiendas ( En las que son insuperables cuestas
Si se juntaron dos bandos contrarios; Que no pueden subir los pies humanos)
Y el polvoroso viento pone riendas De lajas grandes anchas bien compuestas ,
En alborotos tan tumultuarios, Y escalas hay que tienen reventones
Do , según el coraje de su Marte , De mas de novecientos escalones.
Escepia pluvia , nadie fuera parte. Muchas en estas sierras son mayores ;
Escogen el lugar menos nocivo Y en partes prolijísimas calzadas *
Para vivir en orden y concierto. No faltas de grandezas y primores
¡Válgame Cristo, hijo de Dios vivo, Y de hermosas lajas enlosadas,
Y con cuánto descuido me divierto , Que arguyen gran potencia de señores
Al sabor de la miel, en lo que escribo, Que solían tener sierras nevadas ,
Por la que rescatamos en el puerto! Y en los remales dellas y recuestos
Quiero, quiero volver mi pluma flaca Hay poderosos mármores enhiestos.
Al pueblo do partí, que es Buritaca.
Eramos todos pues de condiciones Llegamos todos pues á la quebrada
Tan blandas con el bárbaro vecino, Dicha de Maconchita, cuyos lados
Que hasta de los mas bajos ancones Tienen por guarnición peña tajada ,
El contracto teníamos contino, El altura demás de cien estados ,
Y sin hallar en él perturbaciones , Y aunque la baja peña va robada
Se frecuentaba bien aquel camino , Por los lugares mas acomodados,
Hasta que Ursúa revolvió la tierra, Las barras , almocafres, azadones
Y con su daño la dejó de guerra. Desenvuelven recodos y rincones.
Pues antes el cobarde y el valiente Estaban á la mira castellanos
Por los pueblos pasaba sin rodela , Deseando de ver ya los secretos ,
Y desde Santa Marta yo sin gente , Y en comenzando de mover las manos
Como quien el peligro no recela, Regocijáronse blancos y prietos,
Con solo mi caballo y un sirviente Por descubrir allí tan buenos granos
Fué y vine hasta el Cabo de la Vela: Que movieran los pechos mas quietos ;
Calderón de la Barca, que es amigo Y ansí cada cual viendo las señales
Destos negocios, me será testigo. Se prometía prósperos caudales.
256 JUAN DE CASTELLANOS.
El uno va cantando y otro salta De la costa del mar breve desvío.
Al son de sus placeres y contentos, En parte rasa como les conviene,
Creyendo como debe ser sin falta Sácanse ricos granos en un rio
Tierra de prosperados nacimientos , Que de San Salvador renombre tiene:
A poder subyectar la tierra alta Allí por dar la tierra buen avío
Y con seguridad ver sus asientos ; La gente peregrina se detiene ,
Porque según las muestras de riqueza En los campos tomando propiedades
Los nacimientos son de gran grandeza. Para hacer estancias y heredades.
Pero por carecer de vertederos Nunca nos perturbó gente de guerra ,
O remansos que tiene tierra llana, Ni fué con malas obras provocada.
Y ser soberbios los despeñaderos El compás y distancia desta tierra
Que contiene la tierra comarcana, Se llama comunmente la Ramada ,
Granos de los auríferos veneros La cual hasta las faldas de la sierra
Van á dar á la mar que está cercana , Es toda de grandísima llanada :
Do hasta las arenas van barridas Partes son montes, partes campo raso,
Con las impetuosas avenidas. Do loman lo que hace mas al caso.
Antes pues que subamos á lo alto Un Bartolomé de Alba , después desto,
Del agua que procede desta breña Del nuevo reino fué con provisiones
E l golpe todo junto hace sallo Para fundar allí pueblo compuesto
Con una decaída no pequeña, Con las acostumbradas condiciones:
Y el curso, de ruido nada falto , Nombre de Salamanca le fué puesto,
Tiene cavada ya la dura peña Donde duran cristianas poblaciones,
Y de seis brazas largas pozo hecho , Por ser aquel lugar al habitante
La boca y ancho del no muy estrecho. De fructos y maices abundante.
Y como por allí siempre corría, Y los señores de la granjeria
Sin poder declinar por algún lado, De perlas allí hacen sementeras,
Y en lo alto del sallo se cogia Y tienen sus estancias todavía
Alguna cantidad de oro granado, Por la fertilidad de sus riberas,
Grandísima sospecha se tenia Siempre los indios en la pesquería,
Estar allí gran golpe represado : Por no les dar su libertad de veras,
Fué pues Francisco Caro pretendiente Aunque vinieron otras muchas veces
De desaguar el pozo con su gente. Para los libertar otros jueces.
No faltaron también otros hermanos; Pues demás del obispo ya nombrado,
Y ansí para hacer lo que refiero Se proveyó Joan Pérez de Tolosa,
Siendo bien menester copia de manos , Y no mucho después Pablo Collado,
A Joan Ortiz tomó por compañero, Ninguno de los cuales hizo cosa,
Un lio de Miguel de Castellanos, Dejándolos en el primer estado
Que no mucho después fué tesorero " Y en su caplividad calamitosa,
E l agua no podía ser mudada Con un cierto color y condiciones :
Por ser altísima peña tajada. Tanto pueden las perlas y otros dones.
Y porque la grandeza del berrueco Hacen al fin que mandes y desmandes
Por ningún modo puede ser rompida , Y juzgues cosa mala por muy buena;
Viendo dispusicion de tiempo seco Pero después llegó Pero Fernandez
Canal acomodada fué traida, De Bustos, que gobierna Cartagena»
Por cuya longitud y cuyo hueco Y visto los abusos ser tan grandes,
Podia ir el agua recogida; Acabó de romper esta cadena;
Y con solicitud que no fué poca Y libre ya la índica ralea,
La pusieron encima de la boca. Sacan perlas con gente de Guinea.
Viendo pues ir el agua por encima, En esto permanecen todavía
Haciéndose riquísima promesa Y permanecerán los sucesores,
Comienzan á vaciar aquella sima Porque no faltará la granjeria
Con cubos y con baldes á gran priesa: Entre tanto qucoviere pescadores,
El mas acobardado mas-anima; Por ser caudal que siempre la mar cria
Hierve la diligencia, que no cesa ; Y allí ser apropriados los humores :
Anda la obra sin que cesen della , Costa de agua tan necesitada
De tal suerte que ya hacian mella. Que no se mezcla dulce con salada.
Indios buzos entraron sin recelo De la continuación deste camino
Al tiempo que los otros lo vertían, Diversa pretensión mis pies aparta ;
Mas no pudieron bien mirar el suelo Pero mucho después cierto vecino
Para cerlilicar lo que querían ; Me dio muy larga cuenta por su carta:
Pero sacaron como por señuelo Cómo don Lope de Orozco vino
Hojas que de los albores caian , A ser gobernador de Santa Marta,
Y entrellas ciertas niguas de buen oro, Y á poblar envió gente novela
Como por certidumbre de tesoro. Mas arriba del Cabo de la Vela.
En su prosperidad cada cual piensa ; No dejaron de concebir malicia
Y estando de esperanza todos llenos, Los de la granjeria de presente ;
Obscurísima nube se condensa Mas don Lope , constando por justicia
Con furia de relámpagos y truenos, A su gobernación ser competente,
Y tempestad de pluvia tan inmensa , Y lener demás desto ya noticia
Que se hinchieron cóncavos y senos : Haber allí gran número de gente,
Quedóse como anies nuestro pozo, Determinó fundar pueblo con vara,
Y dentro de sus aguas nuestro gozo. El cual no fuera malo si durara.
Al fin por estos dichos reventones Llámase la provincia Macoíra,
Permanecieron nuestras compañías, Tierra de serrezuelas y de llanos.
Sacando por allí dorados dones La población causó no poca ira
No por pequeño número de dias; Al mariscal Miguel de Castellanos :
Después mudamos nuestras poblaciones, Infámanlo , mas creo ser mentira
Y hecimos de nuevo rancherías E invención de pérfidos cristianos ;
Entre Tapi y el paso de Marona , Pero dicen al fin que por su mando
Do tiene pueblo la real corona. Formó rebelión bárbaro bando.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, RELACIÓN, CANTO ÚNICO. 2o7
Son intenciones falsas y malinas Con el ruido del arremetida
Que no perdonan las mas altas cumbres , Pálido sobresalto los despierta :
Pues á guanebucanes y cocinas Desean los remedios de su vida ,
Bastaba para sumas pesadumbres Y el esperanza sáleles incierta.
Ver gentes castellanas tan vecinas ¡ Oh cuántas veces piensan su hiiída !
Perturbando sus usos y costumbres , Pero fortuna no les- daba puerta.
Para hacer guerreros movimientos , AI fin salen á ellos como buenos,
Y mas habiendo malos tractamientos. Porque ya no podían hacer menos.
Esto fué por el año de setenta Villana cobardía se desecha
Y siete , poco mas,,según se muestra : Del filo del espada castellana;
No fué la población poco sangrienta, Pero su filo no les aprovecha,
Por ser la gente della poco diestra , Pues prevalecen golpes de macana :
Y á guerreros asaltos muy atenta No pueden resistir á tanta flecha ,
La otra de la bárbara palestra , Ni dellos queda ya persona sana;
En fuerza y en esfuerzo y en aliento Y ansí los llevafieromovimiento
Potente, y en soltura como viento. Como á pajas menudas recio viento.
Y díceme Juan Pérez, un sillero El ímpetu fué tal y de tal suerte,
Que paseó los llanos y la sierra , Que cada cual de vida desespera;
Que si se cuentan todos por entero , Mas flacosson los golpes del mas fuerte
Habrá sobre seis mil hombres de guerra, Que de la mas cascada cañavera:
Recogidos en el rincón frontero, Murieron treinta y seis de mala muerte ;
De diversas naciones de la tierra : Murieran muchos mas si mas oviera
Confinan lodos con el alaguna, Un muchacho huyó del mortal sueño,
Y no muchas jornadas, sino una. Que no lo vieron ir por ser pequeño.
Nombró don Lope pues por su teniente, Este, que con aliento los píes mueve,
Para poblar en esta pertenencia, Pudo ver el lugar recién poblado ,
A Hierónimo Lerma, diligente, Donde quedaron solamente nueve;
Mas para guerra falto de esperiencia, Los cuales en negocio tan pesado
Y dos hermanos suyos juntamente Tomaron el acuerdo que se debe,
Criollos y de noble descendencia, Que fué poner en fuga su cuidado;
Y fué su padre Francisco de Lerma, Y á no ser tan veloce la partida
Cuya bondad no vimos ser enferma. También partieran ellos de la vida.
Poblaron Analmente los hermanos Eran la mayor parte chapetones ,
Con otros que podrían ser cuarenta ; Rústicos labradores y villanos,
Y por todos los indios comarcanos Los cuales en aquestas ocasiones
Una sincera paz se representa : Harón mas de pies que de sus manos :
Y ansí con el trabajo de sus manos De sed pasaron grandes aflicciones,
El pueblo fabricado se sustenta, Hasta llegar á pueblo de cristianos,
Do sin adivinar malos reveses Adonde procuraron dar cumplida
Residirían como cuatro meses. Cuenta de la desgracia sucedida.
Debajo de las cuales amistades El caso percebido por don Diego,
Los bárbaros feroces les servían, Hijo del buen don Lope que ya digo,
Trayendo para sus necesidades Pareciéndole mal mucho sosiego
Aquellos materiales que pedían ; En ir á castigar al enemigo ,
Pero pasaron importunidades Con seseuta soldados partió luego
A pedilles el oro que tenían , A las ejecuciones del castigo :
Entrando por sus pueblos á buscallos Pero Rüiz de Tapia lo seguia,
Muchas veces sin armas ni caballos. Hijo del otro desta nombradla.
No todos jimios, pero divididos Con los que van subyectos á su mando
Por asientos y partes diferentes, Entró por las primeras poblaciones,
Sin considerar males sucedidos Prendió ciertos caciques en llegando,
De semejantes inconvinientes; Y enviólos en ásperas prisiones :
Y como mozos locos y perdidos, Después se congregó bárbaro bando
Llenos de juveniles accidentes, Para domar cristianos corazones,
Cada uno se pensaba ser un muro Y acometer feroces y crueles,
Para poder dormir sobre seguro. Según á ciervos tímidos, lebreles.
Estando pues los Lermas cierto dia Asalto fué no poco riguroso
Entrellos, sin sospecha de su lloro, Por tomallos un poco descuidados ,
Un principal cacique les traía Y con aquel furor impetuoso
Algunas joyas no de muy buen oro; Mataron luego dos ó tres soldados
Y el Juan de Lerma que las recibía, Y un docto sacerdote religioso,
Con ira, sin guardalle su decoro, El cual cayó los pechos traspasados :
Con los dones, por vellos no ser ricos, Finalmente, demás de los caídos,
Al cacique le dio por los hocicos. Quedaron otros muchos mal heiidos.
El bárbaro no hizo sentimiento ; En aquesta cruel arremetida,
Mas viendo tan notoria destemplanza, Como fortisimo león de Caspia
Con disimulación en el momento Don Diego de Orozco no se olvida
Propuso de tomar llena venganza ; De su generosísima prosapia ;
Y ansí luego salió del aposento Su buen valor ansimismo convida
Y apercibió macana, dardo, lanza, Al capitán Pero Rüiz de Tapia ,
Haciendo señas, sin abrir la boca , Rompiendo con caballos y peones
A las cuales su gente se convoca. Por duros y feroces escuadrones.
No va con tal vigor tras veloz cierva Desbarataron la mayor pujanza
El molo?o lebrel que ven sus ojos , Haciendo cada cu3l heroicos hechos:
r.uanlo furor llevaba la caterva Sanguinolento hierro de la lanza
Para satisfacer á sus enojos : Traspasa las espaldas y los pechos;
Macanas largas, flechas no sin yerba , Pero no fué tan grande la venganza
Y Helias crecidísimos manojos, Que con ella quedasen satisfechos,
Halláronlos con muy quieto pecho, Mas indica cuadrilla fué rompida
Y acaso se reían de lo hecho. Y entonces los pusieron en huida.
T . IV. 17
258 JUAN DE CASTELLANOS.
Pero no por se ver ansi corrido? Es aquesta marítima ribera
Su furia se mitiga ni resfria, Montaña de grandísima frescura,
Por ser feroces, bravos y atrevidos Y la continuada cordillera
Los bárbaros de aquella compañía; Allí levanta su mayor altura :
Y ansí los nuestros son acometidos La gente natural desta frontera
Otras dos veces en el mismo dia, Ninguna para guerra fué mas dura,
Con tal furor y tan impetuoso Tanto, que pongo duda que el de Chile
Que no les daban punto de reposo. Las grandes fuerzas destos anihile.
Y en el mayor rigor del marcio fuego, Tienenflechasy arcos no pequeños,
Cuando hicieron su postrer venida , Gruesos, y mal labrada la madera,
La mano traspasaron á don Diego, Mas por fuerza los hacen ser cimbreños
Donde quedó la flecha detenida, Hasta hacer juntar el empulguera :
Estorbando la lanza de su juego Tanto mal hacen como duros leños
A causa de ser muía la herida ; Si á manteniente dan en la mollera ,
Pero con todo esto los rebate, Pues su golpe la hace dos pedazos
Y ansí cesaron del postrer combate. Al tiempo que ya vienen á los brazos.
Viendo pues enemigo tan molesto Tan terrible vigor su tiro lleva,
Y que su gente toda lo recela, Que fuera de guerreras confusiones
Determinó salirse con el resto A uno le hicieron hacer prueba
Sin querer mas allí hacer candela : Sobre corazas armas de algodones,
E yo también me salgo con aquesto Y traspasólo todo como breva,
De la costa del Cabo déla Vela, Siendo de palo puro los arpones:
Por no saber agora desta playa Ponen arnés, por ver si lo pasaba ,
Otros negocios mas que nuevos baya. Mas en aquel laflechadeslizaba.
El tiro del carcaj va siempre lleno,
Cuando se ven en bélica porfía,
De peslilencialisimo veneno
Que mata dentro de natural dia,
Algunos al tercero y al septeno,
Con rabia que de seso los desvia,
HISTORIA Y RELACIÓN Y aun ellos se darían mala muerte
Si los dejasen solos desta suerte.
Gente de gran vigor de su cosecha
de las cosas acontecidas en Santa Marta desde su primera Es toda cuanta por allí confina,
población. Y esta primera elegía es á la muerte de su Y de mayor valor y mas bien hecha
primer gobernador^ que fué don Rodrigo de Bastidas. Cuanto se acerca mas á la marina :
Arma común de lodos es laflecha,
Que pocas veces halla medicina ;
CANTO PRIMERO. Tiran perdidas ciertas silbaderas
Por emplear las otras mas de veras.
A Sania Marta llega ya mi pluma, Vístense de algodón de tela fina,
Do tractaremos cosas principales, Y muchos dellos tienen solamente
Mas no de tal manera que presuma A las espaldas una mantellina,
Podellas esplicar por sus cabales; Y todo lo demás anda patente :
Pero haremos una breve suma A mas honestidad mujer inclina
Tocando las que fueron sustanciales, La parle que llamamos impudente,
Porque ningún historiador pudo Con manta de algodón por la cintura ,
Contar todas las cosas por menudo. Y otra de lo demás es cobertura.
Mas en prosecución de mis intentos Tienen las hembras buenos pareceres ,
Haremos relación con verdad pura Y por la mayor parte los varones
De casos varios y acontecimientos, Celan en gran manera las mujeres,
Ya de ventura, ya de desventura, Demás de ser malditos bujarrones :
Los cuales me parece que son cuentos Entreltos hay algunos mercaderes
Dignos de se poner en escriptura, Y sus maneras de contractaciones
E ya muy olvidados de la mano Con los que están muy dentro de la sierra,
De todo coronista castellano. Que no pequeños términos encierra.
Provea de favor en la carrera Usan en regocijos y en sus fiestas
Y aparte las obscuras pesadumbres De ricas y galanas vestiduras,
Aquella luz y lumbre verdadera De plumas admirablemente puestas
Que procede del Padre de las lumbres, Que forman varias flores yfiguras:
Siendo la Virgen pura medianera , Son gentes entre sí tan deshonestas
A quien para subirían altas cumbres Que las espaldas andan mal seguras,
He suplicado que me dé la mano Y en cualquiera lugar claro y oculto
Porque no sea mi trabajo vano. Se hallan muchos Priapos de bullo.
En aqueste favor pues confiados Son cerimoniálicos algunos,
Diremos algo destas poblaciones, O todos en grandísima manera ,
Las cuales estarán en once grados Y tienen prolijísimos ayunos
O poco mas, según hay opiniones: Por sus hijos ó por su sementera ;
A Caira y Concha tienen á los lados , Y entonces solamente los alunos
Con otros que llamamos los ancones , A cosas necesarias salen fuera:
Y el puerto principal es de manera Carne no comerán de ningún arte,
Que por bueno le llaman la Caldera : Sino pescado por la mayor parte.
Que de todas tormentas está horro Hay en sus muertes un prolijo lloro,
Poramparallo dos puntas ó rocas, Do cuentan sus desastres ó venturas ;
En medio de las cuales bay un morro Enliérranse con muchas joyas de oro,
Que forma dos entradas ó dos bocas; Según vimos en muchas sepulturas,
Y ansí de navegantes es socorro, A las cuales le guardan su decoro
Seguros bien de las borrascas locas : Según sus ceremonias y locuras;
Es puerto limpio, de cabal fondura, Pues muchas de personas señaladas
Y contiene de dentro gran anchura. Enlrellos suelen ser reverenciadas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, H1ST. DE SANTA MARTA, CANTO I. 259
Adoran los planetas y los sinos Menos quiso prestar con%entimiento,
Regocijándose por los oteros ; Habiendo ya de hambre grande plaga,
Hay muchas adevinas y adevinos Tomarse de los indios alimento
Y grande cuantidad de hechiceros, Sin que por ello diesen justa paga ;
Que dicen un millón de desatinos Mas él daba raciones al hambriento,
Acerca de los tiempos venideros : En descontento de la gente vaga,
Dan al demonio lo que no merece
Pintándolo del arte que parece. Por ser cazabi solo con tasajos,
De yucas y maiz es su comida, Que mal satisfacían sus trabajos.
De lo cual ansimismo hacen vinos ; Comían todos pues carne salada,
De fructos es la tierra bastecida Y tal que por ventura ya hedia;
Silvestres, que no labran los vecinos ; Encharcaban en agua delicada
Es larga serranía y estendida Con los calores grandes que hacia :
Toda de fragosísimos caminos ; Cayó luego la gente regalada,
Hay parras por los árboles tendidas, Y el que ningun regalo conocía;
De racimos de uvas proveídas. Morían con grandísima miseria
Aquestas son labruscas naturales, Del mal de flujo dicho disenteria.
Cuyos gustos allí no son inicuos , Pocos de los enfermos escapaban ,
Racimillos pequeños, pero tales Antes fué tan cruel la desventura,
Que hacen pegajosos los hocicos. Que dos y tres y mas cuerpos echaban
Los indios de la tierra principales juntos en una misma sepultura :
Y aun todos los demás eran muy ricos, A muchos cuasi no los enterraban ,
Pues solían hallar tiempo pasado A causa de hallar la tierra dura
Enlrellos cuantidad de oro labrado. Y tener débilísimas las manos
Y ansí con este cebo los varones Los de mayor vigor y los mas sanos.
Primeros en correr estas partidas, Viendo la perdición de tantas vidas,
Rescataban de paz por los ancones O con razones y con sinrazones
Y volvían las bolsas proveídas : En común se quejaban del Bastidas,
Fué principal en estas ocasiones No sin gran multitud de maldiciones .
El capitán Rodrigo de Bastidas, Como suelen personas afligidas,
Que en Haití, do tenia su reposo, Y mas en semejantes aflicciones ;
Se hizo con los tractos caudaloso. Fué Villa-Fuerte mas que duro guijo,
A quien Bastidas le llamaba hijo.
Sus principios no fueron tan profundos Pues en las ocasiones de que hablo,
Cuanto los pintan otros que escribieron. Habiéndolo nombrado por teniente,
Pues que nos cousta ser de los segundos Y en su boca no ver menos vocablo
Que con el ínclito Colon vinieron, Que hijo muy amado comunmente,
Y no del número de vagabundos, De furor revestido del diablo,
Mas uno de los que mejor sirvieron; Determinó malallo malamente;
Y ansí con los navios y a su costa Y no faltaron otros malos pechos
Descubrió mucha parte de la costa. Eu las ejecuciones destos hechos.
Encumbrándolo mas en pensamiento Como Pedro de Porras y Bazantes
Riquezas, según tienen de cosecha, Con el dicho teniente conjurados,
Esto pidió por adelantamiento, Y estos llevaron otros ignorantes
Y por el rey le fué la merced hecha, Del yerro para que fueron llamados;
Señalándole límite y asiento Mas conocieron bien de sus semblantes
La costa de la mar vía derecha Como debían ir apasionados,
Hasta llegar al Cabo de la Vela, Sin poder en aquella coyuntura
Y norte sur lo que la tierra cela. Imaginar tan pérfida locura.
Año de veinte y seis sobre quinientos A las ejecuciones del intento
Llegó con buena copia de soldados, Corren los tejedores de la trama:
Tan escogidos para sus intentos Los dos entraron en el aposento,
Que fueron con razón solemnizados, Hallaron al Bastidas en la cama
Y en las entradas y descubrimientos Sin sospechar tan gran atrevimiento ,
Ningunos en valor mas señalados : Aunque se rezumaba ya la fama ,
Día de Santa Marta tomó puerto, Y con palabras muy desacatadas
Y este nombre le dio común concierto. Villa-Fuerte le dio tres puñaladas.
Como quinientos hombres fué la gente A las voces y gritos del mezquino,
Que para la conquista con él vino : Que llamaba criados y parientes,
Fué Juan de Villa-Fuerte su teniente, Acude con presteza Palomino
Y capitán Rodrigo Palomino ; Y los mas alentados destas gentes;
Fernán Bermejo, mozo muy valiente, Luego por la montaña sin camino
Orluño, Orliz, Buzantes y Cansino, Se metieron los dichos delincuentes,
Un Montesinos y Cristóbal Sierra Y por entonces no se fueron lejos,
Con otros valerosos para guerra. Hasta ver bien de su maldad los dejos.
Celebró paz con indios comarcanos, Estando pues aquestos alterados
Y para fundar pueblo, la montaña Por arcabucos y cañaverales,
Talaban españoles con sus manos, Parece ser que fueron avisados
De que no se causó pequeña saña : No mostrar las heridas ser mortales,
Al (in en agradar á sus cristianos Y ansí volvieron mas determinados
El Bastidas se daba mala maña , De cortar los espíritus vitales:
Pues traían á cuestas la madera Sabido su furor luciferíno ,
De la montaña hasta la ribera. Tomó luego la puerta Palomino.
Fué no querer mandar los naturales, Por estar el mas número doliente
Y fatigar la gente de quilates, Acudir no pudieron al instante,
Origen y principio de sus males Mas él no sin estremo de valiente ,
Y causa de grandísimos dislates ; Tan fuerte se mostró con un montante ,
Mas eran sus intentos principales Que de la coinpaña/lelincuente
Valerse de la paz y de rescates, Nadie pudo pasar nías adelante,
Y ansí de ningún arte consentía Antes confusa y en temor resuelta
A los indios hacerse demasía. Para los arcabucos dio la vuelta.
260 JUAN DE CASTELLANOS.
Metiéronse Tnuy dentro de la sierra Pero como lo vio de tal manera,
Viendo tan mal parada ya la cosa, Condoliéndose del suceso malo,
Con ser populosísima la tierra Lo recibió con voluntad sincera
De gente por estremo belicosa, Y en su casa le hizo gran regalo:
Y ninguna de paz, sino de guerra, El Bastidas buscó posada fuera,
Y de cristiana sangre cudiciosa: Rindiéndole las gracias al Gonzalo
Serian estos doce compañeros De Guzmán, por la gran magnificencia ,
Valientes, esforzados y lijeros. Y él se curó con suma diligencia.
Nunca pasaban, sino de corrida, Mas como por malicia de los guias
Por selvas y montañas sin camino; Aquel viaje fué de mucha dura ,
De noche recogían la comida Las medicinas fueron tan baldías,
De rocas ó labranzas del vecino , Que por ninguna via luvo cura;
No con pequeños riesgos de la vida , Y ansí, después de diez ó doce dias
Anejos á su grande desatino; Le dieron tumorosa sepultura:
Oirás algunas veces dan de día , En la Española luvo mucha mano
Pero no siempre bien les sucedía. Con obras de católico cristiano.
El mas que miserable Villa-Fuerte Según los que mas saben deste cuento,
Reconocía ya sus desconciertos, Fué principio y origen de sus males
Por que peregrinando desla suerte No consentir hacer mal traetamiento
Por los indios habían de ser muertos; Ni robos en aquellos naturales:
Promételes también infame muerte Honró Guzmán aquel enterramiento
Volver á Santa Marta y á sus puertos, Con otros muchos hombres principales;
Y habían ya de los soldados buenos Y encima de la losa por él puesta
Los indios hecho tres ó cuatro menos, Dejaron una letra, que fué esta :
En algunas refriegas bien reñidas; lile rumulus rondlt Bastidas taucia membra
Pero dejados hemos por agora, Quaeflxltgladio nuper acerba manua.
A causa de volvernos al Bastidas, Ipse quia dive* virtute el robore prestaría,
Que por la mala cura no mejora; Dui Saucue Marta; primus in orbe fuit.
Antes le dicen que con mas heridas Aquí hace tu manida Tuvo pujanza y valor.
Ha de dar cabo del gente traidora , Don Rodriao de Bastidas, De riquezas copia harta,
Que ron crueles herida» Y ansí fué gobernador
Los cuales- esperaban coyuntura Acabó la dulce vida. Primero de Santa Harta.
Metidos en el monte y espesura.
Y que no sanará como no baya Pues dio Bastidas fin á su camino
Cirujano que sea sulicieute; Por poca lealtad de su compaña,
Y ansí le dicen lodos que se vaya Bueno será volver á Palomino,
Y salga de una tierra tan doliente , El cual con su valor y buena maña
Pues qne tiene navios en la playa , Hizo de paz á Gaira y al Dorsino,
Sin faltalle recado convinienle", Y el confín de la costa que el mar baña ,
Y un Alonso Miguel, diestro piloto, A Concha y á Nenguanje, Chengue, Cinto,
El cual con todos era deste voto. Y á Gairaca con otros que no pinto.
Al fin en general lodo su bando El bárbaro su gente le sustenta
En este parecer malo consiente , Baslantisimamente de comida;
Y Palomino, mas duro que blando , A todos los anima y los alienta ,
También le persuade grandemente, Y á su provecho y honra los convida :
A trueco de quedarse con el mando Toda la gente tiene tan conlenta
Por estar ya nombrado por teniente: Que cada cual porná por él la vida,
Quel ambición cor.vierte muchas veces Y para mas aumento de su fama
Las loables costumbres en soeces. Con los indios de paz los otros llama.
Y ansí quieren decir que Palomino A los que vienen érales guardada
Al Alonso Miguel le dio cohecho, La paz y el amistad no sin recalos;
A ün de que lorciese su camino A los rebeldes daba trasnochada
Y a la Española no fuese derecho; Aunque se padeciesen malos ralos,
Y no fué la sospecha desatino, Tomando la mas gente descuidada
S»*gun se vido claro por lo Lecho , De tales sobresaltos y rebatos :
Pues para ser patente su concierto, Tuvo para sus guerras y sus lides
En la isla de Cuba tomó puerlo. Dos grandes y admirables adalides.
Donde Gonzalo de Guzmán tenía Un Fernán Vaez y un Fernán Bermejo,
Gobierno por Colon, el almirante , Soldados que hicieron grandes hechos,
Y entrel Bastidas y el Guzman había Muy diestros en sacar un rastro viejo
Enojos y rancor no bien sonante, Por las selvas ocultas y desechos ,
Por ocasión de cierta niñería Sagaces en astucias y en consejo,
Usada por Bastidas poco ante; Por estremo sutiles en asechos,
Y para que se sepa la querella , Puestos con arcos, flechas y plumajes,
Quiero decir aquí la causa delta. Posturas y meneos de salvajes.
En aquella sazón y tiempo, cuando Llegaban con obscuro desla suerte
El Bastidas lomó las posesiones Al pueblo que lomar se pretendía ,
De su gobernación y de su mando, Tácitamente porque no dispierte
Parece ser que fué por los ancones El morador incaulo si dormía :
Un Gonzalo de Vides rescatando Acechaban del pueblo lo mas fuerte,
Esclavos , oro, mantas y otros dones Cuántas casas, y cómo las tenia,
Por parte del Guzmán, que dio navio, Volvían por su gente hecho eslo,
Rescates , armas, Uros y atavío. Y á cada capitán daban su puesto.
Bastidas , sin mirar por quién venia , La gente dividida y ordenad^ ,
Quebró del amistad el noble gonce , Cuando la dama de tilon venia
Tomando los rescates que traia, Hacen señal, y dan el alborada
Armas y dos ó tres versos de bronce: Sobre la descuidada compañía :
Demás desto prendió la compañía Ensangrientan la lanza y el espada
Y al dicho Vides y un Antonio Ponce, Sí la contraria parte resistía;
De que Guzmán estaba muy corrido, Mas siempre por allí menester era ,
Y mas por ser amigo conocido. Por ser gente de suyo muy guerrera.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, HIST. DE SANTA MARTA, CANTO I. 201
Encima de un caballo Palomino, Subió Bermejo con el aparencia
El cual tenia lal conocimiento De indio por lugares encubiertos :
Que ya no parecía de rocino El sitio mira con el advertencia
Sino de racional entendimiento, Que suelen adalides muy espertos;
Corría por el áspero camino, Mas aunque tuvo suma diligencia,
Como si fuera hijo de algún viento, No pudo ver las velas de los puertos ,
De noche tacitísimo su huello, Bajó donde quedaban de presente,
Sin ruido, i elincho ni resuello. Y llevó los peones desta genle.
El rocin Matamoros se decia, Acaso vieron encendida mecha
Del Palomino mas que rica prenda , Indios que velan en un altozano,
Pues por instinto natural hacia Y teniendo por cierta la sospecha
Lo míe pide razón en la contienda , En que debia ser algún cristiano,
Y á las necesidades acudía Apuntan á la lumbre con la flecha,
Sin meneo de espuela ni de rienda: Clavándole la mecha con la mano;
Tordillo fué no grande, mas bien hecho Y como se quejó, sienten ruido,
Desde la baja cola hasta el pecho.
Puso los indios en tan gran cuidado Y ansí dieron gran grita y alarido.
Con las insignes suertes que hacia Sale luego la gente que dormia,
Que muchos lo tenían retratado No sin algún temor de tal asalto;
De bullo de la suerte que venia Por una y otra parte se tendía
Encima del caballo, bien armado, Ocupando de pasos lo mas alto:
Con el adarga y lanza que blandía, Vuela la venenosa flechería,
Y cuantidad de indios á los lados De que ninguno dellos iba falto ;
Del riguroso yetro traspasados. Tantas descienden y con tanta priesa
Hizo venir al yugo los de Zaca , Como gotas de pluvia muy espesa.
Abatió la soberbia Cháirama, El español al fin se desatienta
Quebró las fuerzas de Manialazaca Viendo la muchedumbre que acomete,
Y las ínmites gentes de Irotama : Y nadie dellos tiene por afrenta
Por las riberas verdes de Guachaca Revolver en demanda del jinete :
Tiemblan grandes caciques de su fama ; Hirieron del primer encuentro treinta,
Temen los moradores en Origua, De los cuales murieron veinte y siete :
Y no faltan temores en Bondígua. Suenan escudos y armas de peones,
Subyectó muchos otros desle modo Que van rodando" por los escalones.
Soberbios, ferocísimos y bravos; Bien como las ovejas caminando
Temblaba del aquel terreno lodo , Por alta y asperísima ladera,
Que en guerra no supieron ser ignavos : Que del mejor camino resbalando
Todos el oro ya traen á rodo Aquella que llevó la delantera,
Y muy crecido número de esclavos, Todas ellas se van precipitando
Que llevan á las islas los navios Por do se precipita la primera,
Para traer comidas y atavíos. Sin advertir ninguna del rebaño
Y como ya bullía la moneda, Ser su camino para mayor daño:
Veriadcs mil damas y galanes Ansí los españoles, revolviendo
Con ropas costosísimas de seda , Tras las pisadas del que fué primero ,
Granas , veinte y cuatrenes, perpiñanes : Unos sobre los otros van cayendo
No se halla soldado que no pueda Rodando por aquel despeñadero.
Comprar ricas holandas y rüanes, Sonaba de bocinas gran estruendo
Pues antes la coleta y el anjeo Por todas partes del compás frontero;
Solia ser el principal arreo. Ansimismo se hunden los altores
Aunque venian ya de á la redonda Con el ruido de sus alambores.
Indios de paz con joyas y presentes, Huyen pues los heridos y los sanos
La gran ferocidad de los de Bonda Por escaparse de que no los hieran,
Huye del amistad de nuestras gentes, Persiguiéndolos barbaros villanos
Donde todas las noches hacen ronda, Con intenciones de que todos mueran ;
Asegurando los inconvinientes Hasta que ya bajaron á los llanos
Que habían padecido sus vecinos Donde los de caballo les esperan ,
Por no velar entradas y caminos. Los cuales les salieron al camino
Y el águila con voz de Palomino.
Diciendo, que las tales amistados
Traían mayor daño que provecho ; Ya planetas y signos celestiales
Y ansí hablaban mil bravosidades Perdían resplandores de sus lumbres,
Vaciando por la boca lo del pecho: Por se manifestar rayos febales
Mas no fueron tan fallas de verdades Dorando las alturas de las cumbres,
Que no las confirmasen con el hecho, Y la solicitud de los mortales
Como podrían ser testigos ciertos Repelía sus usos y costumbres
Gran muchedumbre de españoles muertos. En tal manera , que cualquiera via
El hien ó el mal de dónde le venia.
Pensando pues lomados de improviso, Y á este liempo bárbaros lozanos
Quebrantar su furor y casligallos , Seguían con grandísima pujanza
El valeroso Palomino quiso El escuadrón por lo tomar á manos ,
Con el nocturno velo salteados : Con sed insaciable de venganza ;
Mandó con gran secreto dar aviso Pero como bajaron á los llanos ,
A los peones y á los de caballos; El Palomino meneó la lanza
Fernán Bermejo fué como solia Vertiendo por aquellos escuadrones
Adelante de lodos por espía. Sangre de los humanos corazones.
Tiene Bonda zavanas ampliadas Y como nunca vieron olro tanto,
Que cercan el compás de su frontera, Sino tan solamente por la fama,
Pero para llegar á sus moradas Cayó sobre los indios tal espanto
Habían de subir por escalera Que el fuego de los mas perdió la llama,
De losas bien compuestas y fijadas, Y de la mayor fuerza por un canto
Según que muestra la presente era : Gran parte con temores se derrama,
Subir no puede quien caballo trajo, Causándoles confuso desatino
Y ansí siempre se quedan en lo bajo. La priesa y el valor de Palomino.
23í JUAN DE CASTELLANOS.
Bien como plumas en lugar exento El mar en gran aprieto los ponia ,
Por ocasión alguna recogidas , Combátelos el inconstante viento;
Que las saltea repentino viento Mas con fuerza de brazos y porfía
Con furias en sus soplos estendijas , Pudieron todos ir en salvamento :
Derramándose todas al momento Quizá nuestro Señor lo permitía
Por diferentes partes estendidas; Para morir con mas conocimiento.
O ya como montón de seca hoja Libres pues de las aguas de Neptuno
Que vuela sin haber quien la recoja : Procuró su remedio cada uno.
De todos los que tienen llana tierra Por ingenios y halos de ganado
Se hizo división desta manera, Cada cual de por sí va divertido,
Huyendo las borrascas de la guerra Y el Porras por ser hombre señalado
Y aquel alropellar de bestia fiera, Fué de cierto vaquero conocido :
Unos por los peñoles de la sierra, Sábenlo los señores del senado,
Otros por el andén del escalera, Y fué por los Bastidas perseguido :
Quedando sin espíritu de vida En efecto, según el justo fuero,
No poca gente por allí tendida. Pasó por do pasó su compañero.
Recogió Palomino sus soldados, Otras cosas que sean sustanciales
Ansí los sanos como los heridos, Memoria cierta no me representa ,
Los cuales según lances atrasados Porque muertos aquestos principales
Desle quedaron todos muy corridos : De los demás hicieron poca cuenta;
A Santa Marta van encaminados, Y ansí quiero volver á los anales
Donde con lloro fueron recebidos , De Palomino, que valor aumenta,
Porque de conocidos por ser buenos Pues para sus désignos tuvo ronda
Quedaron luego veinte y siete menos. Y se vengó muy bien de los de Bonda.
Dejemos estas cosas desta suerte, Domeñó la cerviz y duro cuerno
Y demos fin á los del mal intento , De la mayor pujanza de la sierra;
Porque Porras con Joan de Villa-Fuerte Ningún rigor jamás lo halló tierno
Tuvo palabras de desal>rimienlo, De cuantos ofreció la dura guerra:
Y por faltar allí quien los concierte , Un año duraría su gobierno ;
Hicieron división y apartamiento: Y para lo tener en esta tierra
La demás gente cada cual seguía Envió con probanza copiosa
La parte que mejor le parecía. Al tesorero Pedro de Espinosa.
El Porras se fué acia la Ramada , Llegó con sus poderes en España,
Al otro pareció que le convino Pidió lo que su parte pretendía .
Hacer á Santa Marta su jornada Gastó dineros , dióse buena maña ,
Por ver en qué paró su desatino : Pero su diligencia fué baldía ;
Entró siendo la noche ya cerrada, Pues al mayor pastor desta cabana
Pero tuvo noticia Palomino, Este dicho gobierno se pedia
Y dióse tan buen cobro con su gente Para García de Lerma, varón lleno
Que prendieron al dicho delincuente. De lo que puede merecer un bueno.
Y á causa de poder hacer absencia, Mas cierta nao para tomar puerto
Por no tener en tierra buen avío, A Santa Marta fué vía derecha ,
Luego con la posible diligencia Y 3l Palomino dijo por muy cierto
Le dio segura cárcel un navio, Habelle sido ya la merced hecha :
Que para ir á la real audiencia No recibió las nuevas hombre muerto ,
be Santa Marta hizo su desvío ; Sino quien ocasiones aprovecha
Y después hecho cuartos tuvo muerte Creyendo las novelas del navio,
El miserable Juan de Villa-Fuerte. Y ansí mostró mayor valor y brio.
Paga de su maldad y su locura, Entonces ansimismo por absencia
Que de tal romería tal venera; Del muerto, procurando de suplido,
Y en aquella sazón y coyuntura, Los señores de la real audiencia
Que fué del español dichosa era, Determinaron de nombrar caudillo ,
Un caso sucedió de gran ventura Y por tener en cargos esperiencia
Si para su remedio le valiera , Enviaron a Pedro de Vadillo,
Pero no mereció su maleficio Primo del oidor que residía
Cozar de tan insigne beneficio. En aquella real cnancillería.
Entonces pues nació rey soberano A Santa Marta fué con tres navios,
De las generosísimas entrañas Ciento y ochenta buenos compañeros,
Ue la hija del gran rey lusitano, Adonde si llevaba buenos bríos
Mujer del que fué suma de hazañas, No creo que halló menos aceros,
Y el heredero fué Filípo Magno, Pues hubo repiquetes y desvíos ;
Hoy rey universal de las Españas, Y cierto, si no fuera por terceros
Por cuyo nacimiento malhechores Tales que perturbaron el intento,
Alcanzaron perdón de sus errores. Vinieran en muy grande rompimiento.
Vistas las alegrías y perdones, Porque con tanta furia se deslierra
Procuró luego Juan de Villa-Fuerle Rodrigo Palomino de razones,
Aprovecharse destas ocasiones Que nadie consintió saltar en tierra,
Para poder librarse de la muerte; Menos quiso cumplir las provisiones,
Mas importunidad y esclamaciones Y en la playa se puso para guerra
De los Bastidas fueron de tal suerte , Cargando tiros y otras municiones,
Que los doctos señores del audiencia Con gran solicitud y vigilancia,
Mandan llevar al cubo su sentencia. Sin desarmarse mínima distancia.
Pedro de Porras y Martin de Roa Algunos de los de su compañía
Con otra gente desta camarada, Usaban en el caso tracto doble,
De ceiba hacen una gran canoa Y al Fernán Vaez, con quien él había
En la costa que dicen la Ramada: Tenido siempre término muy noble,
Entran los navegantes, y la proa Porque supo que lodo lo movía ,
Para Santo Domingo fué guiada ; Lo hizo suspender en verde roble,
Van, por huir de muerte merecida , Luego con hierro líquido redondo
En grandísimo riesgo de la vida. Tentó meter las naos en el fondo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 11, HIST. DE SANTA MARTA, CANTO 1. 283
Pero Vadillo viendo lal embargo Como por.estos españoles fuesen
Y aquellas muestras de varón insano, Palabras semejantes entendidas,
Hacerse con sus naos á lo largo Respóndenle que no se detuviesen,
Le parecía ser consejo sano;
Y ansí con los que vienen á su cargo Porque todos pornán por él las vidas,
A Concha se pasó, puerto cercano, Y setecientas vidas que tuviesen,
Adonde para buena ó mala suerte Pues serian por él muy bien perdidas ;
En tierra y en la mar se hizo fuerte. Y ansí luego se fueron acercando
Sabido dónde estaban rancheados, Do los otros estaban esperando.
El Palomino fué para buscallos Puestos en el lugar que se refiere,
Con doscientos destrísimos soldados,. Por una parte mar, por otra sierra,
Los treinta y cinco dellos en caballos, Al Pedro de Vadillo se requiere
Con armas de algodón encubertados, Procure de dejar luego la tierra,
Personas que sabían meneallos; Y que si pone dientes y no quiere,
Y los demás que no calzan espuelas Apareje las manos á la guerra;
Llevaban sus espadas y rodelas. Pues en el diá que presente era
Había de quedar ó dentro ó fuera.
La voluntad de todos era harta Diciendo Palomino ser teniente
De se probar en este rompimiento ; Nombrado por Rodrigo de Bastidas;
Pero cuando salió de Santa Marta , Vadillo les responde claramente
Deseando ponelles mas aliento, Ser tales tiranías conocidas,
Kl dicho Palomino los aparta Y que no piensa de volver la frente
Para hacelles un razonamiento, A fanfarronerías ni heridas: s•
Fuera del pueblo ya la gente presta, Antes dice que rijan el alarde,
Y la substancia del dicen ser esta : Pues para comenzar era ya tarde.
«Señores, nunca hizo mano blanda- Viendo tan sin razón y lan contrario
Rueños lances en bélica porfía , Al dicho Palomino con Vadillo,
Y aquesta pretensión y esta demanda, Y ser aquel un caso temerario,
Que quiero llamar vuestra mas que mía, Procuran por mil vías impedido *
Es porque sepa la contraría banda Un fray Joan Pérez, fraile mercenario,
Que no tenemos menos osadía : Y un muy honrado clérigo Castillo :
Y pues que por vos va, correa y cueros Corren entrambas partes por los puertos
Conviene que pongáis por defenderos. Tractándolos de medios y conciertos.
» Porque si los que veis son posesores Hubo tan eficaces persuasiones
De provincias y pueblos conquistados , Y tan sagaces importunidades,
Siervos seréis adonde sois señores, Que compelieron á los dos varones
Y do podéis mandar seréis mandados : A los efectos destas amistades
Los que vienen serán antecesores, Debajo de honorosas condiciones,
Y vosotros seréis preposterados, Y fueron estas las conformidades:
Porque con tal promesa hacen cebo Que mandasen entrambos juntamente
Los* que traen algún gobierno nuevo. Hasta venir recado mas patente.
» Y si quererme bien también os mueve Los dos gobernadores se abrazaron,
Por respectos que buenos engrandecen, Hecha solemnidad de juramento;
A mi gran voluntad mucho se debe Oyeron misa, y ambos comulgaron,
Y mis obras que todo lo merecen ; Parten la hostia deste sacramento:
Pues que no fallará con quien compruebe Unos y otros se regocijaron
Ser mas que las palabras os ofrecen, Al parecer, sin otro mal intento,
Do hallareis pospuesto mi contento Mas ninguno vivía descuidado
A vuestro gozo y aprovechamiento. Y uno de otro siempre recalado.
» Nunca me vistes triste ni severo, Y el vulgo muchas cosas sospechaba
Nunca supe tener mala crianza; Que por ventura fueron vanidades,
En los trabajos fué buen compañero, Viendo que cada uno procuraba
En riesgos la primera fué mi lanza: Ganar las principales voluntades;
Si os quesisles valer de mi dinero, Y atrás en este caso se quedaba
Ninguno tuvo vana confianza; Vadillo, por fallarlas cualidades
Pues según mis deseos y mis mañas De liberalidad , que es alcahueta
Quisiera daros hasta mis entrañas. Con que la gente mucho se subyeta.
» Quien estos beneficios considera El Palomino muy mas compañero,
Con la sinceridad que se requiere, Mas liberal, mas mozo, mas afable *.
Debe , si su amistad es verdadera, En lodos los peligros el primero,
No rehusar morir do yo muriere: Sin se le conocer vicio notable :
Cuanto masque no tiene mi bandera Vadillo ya mayor y mas artero,
Hombre que de victoria desespere, Y en su conversación menos tractable,
Pues con dificultad son rebalidos Para hacer mercedes duro seno,
Los que nunca supieron ser vencidos. Antes lo proveía de lo ajeno.
» Huya temor de los ocultos senos, Vadillo por tener mayor pericia
Pues vais contra cuadrilla mal compuesta : En aquello que ley civil encierra,
Nosotros somos mas, ellos son menos Guiaba los negocios de justicia;
Y fatigados de la mar molesta; Y porque de los negocios de la tierra
Ellos enfermos, y nosotros buenos, Palomino tenia mas noticia,
Y tenemos las piedras y la cuesta; Traclaba los negocios de la guerra:
Ellos un escuadrón flojo, confuso, Trajo también Vadillo por teniente
Nosotros en la guerra mayor uso. Hombre no menos sabio que valiente,
» Y pues en los recuentros que he tenido Que mucho con su buen seso remedia
Todos en general fuestes cabales, En lo que ve confuso y alterado:
En el présenle solamente pido Aqueste se llamó Pedio de Heredia ,
Que me seáis fieles y leales : Siempre valerosísimo soldado:
Kl gobierno me está ya proveído , Adelante diré de su tragedia,
Según dicen personas principales; Y cómo fué después adelantado
Si viniere, tendréis ilustre pago, De Cartagena, do si tengo vida
Y. cada cual verá lo que yo hago. » Le daremos historia mas cumplida.
28Í JUAN DE CASTELLANOS.
Siendo los dos que digo pretendientes Con ser en los peligros el primero
De salir cada cual con sus intentos, Y en osadía mas aventajado,
Tenían ya buen número de gentes, Y herir uno y otro compañero
Que con deseo de descubrimientos Conjuntos y pegados á su lado,
De partes y lugares diferentes Aunque los otros fuesen con acero
Se recogieron mas de setecientos; Cubiertos y él el cuerpo desarmado:
Y ansí con muchos dellos Palomino Lo cual á gente sabia y á sencilla
Hizo para la ciénaga camino. No causaba pequeña maravilla.
Cuyos términos son al mediodía En no le penetrarflechassutiles
La cosía abajo acia Cartagena, Habia sido su ventura tanta,
Recodo de crecida pesquería Que si confabularan hoy gentiles
Cerca del rio de la Magdalena, Como los que la musa vieja cania,
Y de tan gran valor la granjeria También dijeran ser según Aquiles,
Que al morador le da la bolsa llena ; Que no podia sino por la planta
Y el compás que la ciénaga rodea Recebir detrimento ni herida
Contiene mucha gente de pelea. Que pudiese privallo de la vida.
Pocigueyca la cerca por un canto, Yiendo pues la maiicia destos senos,
Provincia que contiene gran altura, Y cómo de los indios los aparta
De nuestros españoles tal espanto, Agua de rios, mar y muchos cienos,
Que nunca se vengó la sepultura El Palomino con congoja harta,
De los que solemniza tierno llanto, Con seis heridos y el caballo menos,
Muertos á manos desta gente dura; Determinó volver á Santa Marta,
Y es hasta hoy allí cosa notoria Donde le dio Vadillo ya venido
Que ningún español cantó victoria. El pésame del daño recebido.
Llegada pues la gente y estandarte- Quisiera revolver incontinente
De los cristianos al ancón que digo , Con gente de pertrechos reformada :
Tomaron indios la contraria parte Dio parecer Vadillo diferente
Do no pudo pasar el enemigo : Diciendo ser mejor hacer jornada
Los nuestros los llamaron de buen arte, Donde fuesen entrambos juntamente,
Mas ellos amenazan con castigo, La costa arriba acia la Ramada ;
Tirandoflechasy haciendo fieros Pues antigua noticia les publica
Y aun hirieron algunos compañeros. Ser grande población y gente rica.
Por pelear los indios con desvío, Aquel es un compás de tierras llanas,
Vióse desesperado Palomino, De largo veinte leguas,y de anchura
Y porque carecía de navio No menos, á las sierras comarcanas,
Para hacer por agua su camino : Aunque por partes hay mas angostura :
Con el orgullo grande de su brio Contiene grandes montes y zavanas,
A tal furor y á tal demencia vino, Y es tierra de grandísima cultura,
Que encima del caballo bien armado- Entre la mar y sierras de Herrera
intentó solo de pasar á nado. Y el rio de la Hacha por frontera.
Y ansí por lo fondable fué nadando De pueblos do la mar está cercana,
En Matamoros su caballo bueno , Algunos será justo que declare :
Que va saladas ondas apartando üos Guaymaros, Debuya, Coriana ,
Como veloz dellin en ancho seno; Tapí, Paraguanil, Biriburare,
Mas como lo mas fondo fué faltando , Caborder, Macoir, Proceliana ,
Detiénele los pies limoso cieno, Maracarote, Ormio, Caraubare,
Sin que su gran vigor fuese bastante Con otros infiuilos separados,
Para poder pasar mas adelante. Que callo por no ser tan señalados :
Como los indios vieren deste modo Poblaciones cercanas á los rios,
Al valido rocin y á quien lo guia , Con sus calles bien puestas y ordenadas,
Y que de las prisiones deste lodo Fuertes y potentísimos bullios,
Ir atrás ni adelante no podia, Y á las puertas grandísimas ramadas
Con grita que se hunde el valle todo- Para gozar del fresco de los fríos
Descargan increíble flechería Vientos, en las calores destempladas ;
En el caballo y en el caballero, Y por ser general aqueste uso
Bien ansí como suelen en terrero. El nombre de Ramada se le puso.
Nunca para matar abestia fiera Y á causa de cortar cor, gran trabajo
Con armas se juntaron tantas manos; Con hachuelas de piedra la madera ,
No tantas puyas echa talanquera El árbor escavaban á buen tajo,
A loro rodeado de villanos ; E ya teniendo las raices fuera,
No viento levantó de la ribera Tiraban y atracábanlo de cuajo,
Del arena menuda tantos granos: Antes de tener hacha forastera;
Cuantasflechasvenian con veneno Y el tronco limpio ya de sus cervices,
Contra los detenidos en el cieno. Lo hincaban, arriba las raices.
Aunque ya traspasados los ijares, Puestos ansí per orden admirable,
El buen caballo sin perder aliento Para siempre, según que se presume,
Forcejó por salir de los lugares Por ser esta madera tan durable
Que causaron tan grave detrimento, Que solo vivo fuego la consume,
Y vuelve por lo fondo destos mares En dulces rios y en la mar fondable
A poner su señor en salvamiento; Tan grave peso liene que se sume,
E ya llegados á seguro puerto, Y los que cortan hoy viejo madero
Efilustre caballo cayó muerto. Trescientas veces mellan el acero.
Fué muy grande la lástima que hizo Es esto que decimos hoy visible
En ser tan sin remedio la fortuna, A quien asientos viejos ver procura ;
Aunque primeramente satisfizo Cuya madera es incorruptible,
Al amo que sacó del alaguna; Pues mucha hasta nuestro tiempo dura,
Cuyo cuerpo deflechasun herizo Y no ternia yo por imposible
Salió también, sin lo herir alguna, Ser antiquísima su compostura;
Ni jamás á su cuerpo dio herida Y en lo futuro puede ser testigo
Recuentro ni batalla muy rompida, Si no le toca fuego como digo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, IIIST. DE SANTA MARTA, CANTO I. 265
SI la madera vieja ves copiando Perplejo pues cualquiera caballero
Con seguron ó hacha castellana , De los que van con él en seguimiento,
Un sutil polvo verde va volando El Palomino quiso ser primero
Que toca la persona mas cercana, Y entró, no sin algún detenimiento
Y la camisa del que está sudando Üe su caballo de color overo,
La pone de color de lina grana ; Que visto no pasar con buen aliento
Y es este colorado tan perfecto Volvió , no viendo cosa que le cuadre ,
Que no hará Brasil tan buen efecto. Diciendo : «Ya no pare mas mi madre ».
Antes de sus desdichas y desmanes , Pero vista la poca diligencia
Solian poseer aqueste suelo Que para lo tentar muestra su gente ,
Los indios tairos y guanebucanes, Faltó con el orgullo la paciencia ,
Por otro nombre del Calahazuelo : Y entró segunda vez en la corriente.
Los tairos son vestidos y galanes; No sé con qué rigor ó violencia
Los otros han por bien andar en pelo, El buen overo trastornó la frente :
Solamente la parle vergonzosa Caballo solo ven volver al puerto,
Con oro cubren ó con otra cosa, Y el amo nunca mas vivo ni muerto.
En un calahazuelo comunmente; Van todos en aquel mismo momento
Y estos señoreaban mas la tierra. A lo favorecer si parecía ,
Y los vestidos tairos era gente A todas partes cada cual atento ,
Que procedía de los de la sierra; Mas por ninguna deltas respondía ;
Mas puesto que de casta diferente Conocieron su mal acabamiento
Nunca jamás entrellos hubo guerra. Y ser aquel su postrimero día :
Llamamos tairos á los de Tairona Revientan corazones de tristura
Y tierras que confinan con Marona. Llorando tan acerba desventura.
Son los guanebucanes bien dispuestos, No voz hercúlea por el alto cielo,
Y ansimismo las hembras bien dispuestas; Ni grito por los aires esparcido ,
Y si los hombres andan deshonestos, Sonó tanto , llamando su mozuelo
No menos las mujeres deshonestas : Hylas, en fondas aguas sumergido ,
Los tairos con sus mantas van compuestos, Cuanto sonó la voz y desconsuelo
Las tairas bien cubiertas y compuestas ; De los que lo llamaban sin sentido ,
Mas la gente desnuda poseia Pues con ser una cosa tan creíble
Mejor dispusicion y gallardía : No podían creer fuese posible.
Gente de gran valor y valentía, De Hylas cuentan las antigüedades,
Graciosa, de sinceras voluntades , Según tienen poetas por estilo ,
Liberal en partir lo que tenia, Que del enamoradas las Náyades
Debajo de ser buenas amistades. Lo recogieron en profundo silo :
Cada cual parte deslas poseia De Palomino son ciertas verdades
De oro no pequeñas cuantidades, Sumergillo caimán ó cocodrilo,
Innumerables joyas y chagualas Pues por los ríos desta circunstancia
Para sus ornamentos y sus galas. Hay destas bestias lleras abundancia.
No parecían mal los blancos dientes Y todos los que corren allí juntos ,
Y el torcido mirar con ojos helios Al caminante hacen ir confuso
De las desnudas ninfas destas gentes, Con tantos ; mas volviéndonos al punto
Y las peinadas crenches de cabellos, Del íntimo dolor dicho de suso ,
Con las preseas ricas que pendientes Desde entonces el nombre del difunto
Van de nariz, orejas y de cuellos, Al sobre dicho rio se le puso ,
Muñecas y molledos rodeados Y con aqueste son y nombradla
De brazaletes de oro mal labrados. Vemos que permanece todavía.
A fama de nación tan opulenta, No viendo pues remedio de la falta
El Pedro de Vadillo y Palomino Que hizo capitán tan señalado,
Recogieron trescientos y cincuenta Tomó la mano Sancho de Peralta
Soldados, y el pertrecho que convino : Para buscar el paso comenzado:
Serian de caballo los setenta; Y mas arriba por la parte alta
Con los cuales se ponen en camino. Hallaron todos ellos muy buen vado,
El Vadillo salió primeramente, Y ansí llegó la gente sin caudillo
Y con él cuasi que toda la gente. Adonde estaba Pedro de Vadillo.
El otro con algunos del armada El cual supo la nueva desta gente,
Quedóse ciertas cosas ordenando; Cuyos ojos venían no sin jugo ;
El Vadillo prosigue la jornada Mostró pesalle della grandemente ,
Con paz y con amor acaudillando : Y maliciosos dicen que le plugo;
Asentó su real en la Ramada Luego miró con mas rugosa frente
Por puntos y momentos esperando; Y procuró poner mas grave yugo :
El Palomino fué poralcanzallo Dicen llevar en estas ocasiones
Con solos diez ó doce de caballo, El Palomino malas intenciones.
A los cuales él dio muy buen avío; Y aun yo creo correr á las iguales
Y sin que cosa turbe su persona En intenciones de la paz ajenas,
A Guachaca pasaron y al gran rio Porque si el uno las llevaba malas,
Que sale de los valles de Tairona. El otro las tenia no muy buenas;
El paso suben áspero, sombrío, Pero favoreció la diosa Palas
Que hacen las montañas de Marona ; A aquel que merecia menos penas ,
Ven, al bajar, un río de quien siento Pues en los medios y concierto hecho
Ser menester pasallo con gran tiento. El Vadillo perdió de'su derecho.
Mis ojos pueden ser buenos jueces, Por todos los soldados se comprueba
Pues lo pasaron sin ninguna guia , Su cargo, sin poner escusaciones ,
No una sola, pero muchas veces , Porque Vadillo del poder que lleva
Y aun solo sin ninguna compañía, Nolilicó de nuevo provisiones ;
E ya me vi revuelto con las heces Y á Santa Marta se llevó la nueva,
Y lama que la mala playa cria; Que fué causa de grandes turbaciones,
Escápeme también de tigre liera Mayormente sabiendo su vecino
Por llevar buen caballo de carrera. La muerte de Rodrigo Palomino.
26G JUAN DE CASTELLANOS.
Pues no sin confusión y gran espanto Corren bajos y altos de la sierra
Se divulgan las nuevas al momento : Prendiendo y rescatando muchos reyes :
Comienza luego doloroso llanto Muchos vienen de paz y hallan guerra
Y un caos sin ningún orden ni liento, Contra divinas y aun humanas leyes ;
Y ansí la viril capa como manto Prosiguen adelante por la tierra
Manifestaban tierno sentimiento; Hasta venir á dar á Pacabueyes,
Todos lamentan, cada cual se duele , Donde hallaron pueblos prepotentes,
Sin haber de por medio quien consuele. Hombres desnudos, pero ricas gentes.
En blanquísimos pechos hay destrozo; Argollones y joyas muy mejores
Despedazábanse rubios cabellos; En ley que las demás deste camino;
Dolor quita la toca y el rebozo Ansimismo tenían alambores
Que suelen encubrir candidos cuellos , Aforrados en hoja de oro fino,
Como si de la vida de aquel mozo Grandes culturas, ricos labradores,
Pendiera la salud de todos ellos : Templos dicados al honor divino,
Y ansí con mil renombres que le daban Según su parecer y testimonio,
El padre de la patria le llamaban. Mas eran engañados del demonio.
Flojos un poco los estreñios tales , Metió Vadillo pues hasta los codos
Y el pueblo de su llanto mas quieto, Las manos, y los de su compañía
Determinaron hombres principales, Procuraban por los posibles modos
Reducidos á término discreto , Absconder cada cual lo que podía,
De le hacer honrosos funerales, Reconociendo del que lo de lodos
Los cuales se pusieron en efeto: Para sí solamente lo quería;
Sácanse lutos, nácese gran gasto Y ansí con su riqueza, que fué harta,
Para pompa cabal y mayor fasto. Determinó volver á Santa Marta.
Luego se congregó la clerecía De los términos sale deste suelo,
Para solemnizar estos oficios ; Debajo del ya dicho presupuesto,
Acude soldadesca compañía Y según se decia, con recelo
Con tristes ceremonias y ejercicios : De que vernia con el cargo puesto
Que del difunto cada cual habia De Castilla gobernador novelo
Recebido muy grandes beneficios; Que le pidiese larga cuenta desto ;
Y ansí chico'ni grande desta gente Y por irse con mando como vino
Dejó de se hallar allí presente. Abrevió lo posible su camino.
Endurecido pecho se quebranta Vio las ondas del mar con su cuadrilla,
Llorando tan acerba desventura; Habiendo recogido buena pella :
La música y el canto que se canta Entraron todos pues en esta villa
También representaba gran tristura; Después un año que salieron della.
Túmulo generoso se levanta, Ocasiones buscaba de rencilla
Y no sin curiosa compostura , Vadillo, sin tener justa querella,
En torno del retratos de la muerte Y ansí quiso por el enojo viejo
Y letra que decía desta suerta: Poner prisiones á Fernán Bermejo.
Non Palominus liabel tumuliim quo rnorte quiescat, El cual, certificado del intento,
Ast dignus magni laudibus ingenii : Al templo se retrajo bien armado,
Nam si cuneta salís quae fecit gesta eanuntur,
Hispanos ínter grandis et esse potes!. Engañado del falso pensamiento
Y de muchos amigos confiado;
No reposa Palomino Porque las cosas estradas Mas el Vadillo dio su mandamiento
ICn sepultura noloria, De sus lioclios y hazañas,
Mas cierto fué varón diño Vichas en particular, Para sacallo del lugar sagrado,
Que levante su memoria Bien pueden tener lugar Y ansí Pedro de Heredia su teniente
Algún ingenio divino." Con buenos de las Espaiias. Lo sacó convocando mucha gente.
Pues ya precipitó la falsa rueda Luego, sin aflojar el interese,
La fuerza de virtud tan señalada, Era Fernán Bermejo maltratado
Volvamos á Vadillo donde queda Con diversos tormentos, porque diese
Robando y asolando la Ramada, Todo lo que traia rancheado ;
Donde sacó gran suma de moneda, Respóndele : « No tengo que confiese,.
Y mas adentro fué con el armada, Porque vos lo tenéis á buen recado ,
Pues con guia que tuvo con viniente Yo os entregué cuanto me dio fortuna,
En el valle de Upar metió su gente. Tomando para mí cosa ninguna.»
Reposaron las gentes castellanas, Y no se contentó con desmembrallo.
Por hallar abundantes las comidas, Sino que concibió peor motivo,
Campos muy estendidos y zavanas Teniendo por mejor el acabado
De venados y puercos proveídas, Porque no hable, que dejallo vivo :
Y rios de las sierras comarcanas Fueron pues los efectos ahorcado,
Con aguas en color esclarecidas, Kigor que pareció ser escesivo,
Y todos estos rios abastados Contra derecho y á razón contrario,
De grandes diferencias de pescados. Y mas siendo varón tan necesario.
Tierra no de calores ni de frió Contar sus desaliños y pasiones
Que con esceso no podáis sufrillo; Seria trabajoso labirinto,
Asentó ranchos luego par del rio Y á vuellas de cien mil murmuraciones,
Que de su nombre se llamó Vadillo; Que particularmente yo no pinto,
Y de Fernán Bermejo por su brío Decían que hacia fundiciones
Fingióse ser grandísimo carillo , Dentro de casa sin pagar el quinto;
Aunque con él estaba muy mollino Murmuraban también los oficiales
Por ser siempre parcial á Palomino. A cuyo cargo son rentas reales.
Este corrió las sierras y los llanos, El uno de los cuales fué Grajeda,
Por ser gran adalid á maravilla , Varón del hábito de Santiago,
Prendió muchos caciques comarcanos Al cual con los demás también enreda
Que dieron harto para la vajilla ; Con falsedades por le dar el pago,
Fué cebando Vadillo bien las manos Y ansí pasó con otros por la rueda
Hasta llegar al rio Carian cilla , De la garrucha dura sin halago,
Dicho Guataporí por otro nombre, Sin valelle razón ni hidalguía ,
Y el otro por morir allí tal hombre. Ni el autoridad grande que tenia.
VARONES ILUSTRES D12 INDIAS, PARTE II, HIST . DE SANTA MARTA, CANTO 11. 267
Otros muchos pagaron el escote , Al fin el uso hace gente diestra
Según á su cruel condición plugo, Y á los futuros trances advertida,
Con público pregón y con azote Porque necesidad, como maestra ,
Aconseja que cada cual se mida
Librado de la mano del verdugo; Con el posible que la tierra muestra ,
Y hizo dar á dos ó tres garrote, Sin fausto que le haga dar eaida :
Otros huyeron del pesado yugo, Que gran confusión es para los buenos
A lo menos aquel que fué contino Por se poner en mas venir á menos.
En fe y en amistad á Palomino. Y ansí los capitanes atrasados ,
Habia ya venido por prelado Aunque fueron primeros en el pasto,
Un fray Tomás Ortiz, dominicano , Vivían recogidos y alentados
Docto varón y bien intencionado, En su casa, familia y en su gasto ,
El cual viendo su término tirano Por no se ver después menoscabados;
Procuró por un orden moderado Pero Lerma traia tan gran fasto ,
lile por todas vias á la mano, Como si fueran infalibles cuentas
Diciéndole ser ya Lerma vecino, Haberse prometido grandes rentas.
Porque los dos venían un camino.
Ya temeroso de su desconcierto , Cumplidos eran pues los tres quinientos
Por no ver ocupar otro su silla, Con otros veinte y ocho de la era,
Ante quien le pidiesen el gran tuerto Cuando con sus soldados ochocientos
De los insultos hechos en la villa , Vido de Santa Marta la ribera :
Determinó salir del dicho puerto, Todos traen costosos ornamentos ,
Y ansi se fué la vuelta de Castilla , liizarros y follones ; salen fuera
Dentro de pipas de agua su provecho, Calzas, jubones, varios en colores,
Por mas disimular el hurto hecho. Y cueros de grandísimos primores.
Mas como se ganó con falsa maña, Los casados con capas y con sayos ,
Por malas vias, por inicuo modo, Ricamente vestidas sus zagalas;
En las arenas gordas, en España, Hacen reverberar solares rayos
Aquel rico caudal se perdió todo Los plumajes con puntas y otras galas;
Dentro de las riberas que el mar baña, Orden luengo de pajes y lacayos,
Y el Vadillo quedó puesto del lodo Mayordomos, trinchantes, maestresalas,
En otra carabela diferente , Con todos los restantes oficiales
Do se escapó de aquel inconviniente. Que tienen los señores principales.
No le quedó caudal para que pueda Pensaban viejos, viejas, mozos, mozas,
Solapar su maldad y atrevimiento, Ser población de ricos aposentos;
Pues suele muchas veces la moneda Y como vían hechas ciertas rozas
Ser de delictos gran medicamento : Que desmontaron para los asientos ,
El comendador pues dicho Grajeda Y en ellos poco mas de treinta chozas
Luego partió tras él en seguimiento: Comunes á las aguas y á los vientos,
Trájole la persona tan corrida Imaginaban ser mas adelante
Que con prisiones acabó la vida. Olro lugar que fuese muy pujante.
Aqueste fué su fin bien merecido, Mas como los remates y los dejos
Y aun ayudáronle según entiendo. De su viaje fueron de manera
Y pues con él habernos concluido, Que sin se divertir mas á lo lejos
Y Lerma llega ya con gran estruendo, Los hacen alojar en la ribera,
Quiero dejar pasar este ruido Quedaron muy confusos y perplejos,
De trompas que los aires van rompiendo: Viendo que la ciudad aquello era ,
Notemos el entrada, y entretanto Do para descansar miembros humanos
Daremos orden al segundo canto. Han de hacer los ranchos por sus manos.
Luego Lerma saltó con sus gentiles
Hombres y las personas mas acetas,
Con otras invenciones mas sutiles,
CANTO SEGUNDO. Mas ricas, mas costosas, mas perfetas :
Suenan altos y bajos ministriles,
Doñee so tracta de la llegada de García de Lerma á Sania Marta, el gran
Húndese la ribera con trompetas:
fausto y pompa que trajo, con otras cosas dignas de escriptvira. Un día de juicio parecía
A nuestra baquiana compañía.
No pocas veces hace harto daño Los cuales , como ven tanla devisa,
Al que de nuevo viene por regente, Tantas y tan costosas invenciones,
Del modo del gobierno ser eslraño Estando los mas dellos sin camisa ,
Y querer regulallo por su frente, Y apenas camisetas y calzones ,
Pudiendo libertarse del engaño No podían disimular la risa,
Siendo su desengaño ya presente ; Hablando con algunos chapetones ,
Mas muchos destos hay tan obstinados Y cuando baquianos se topaban ,
Que no consienten ser desengañados. Cocando desta suerte murmuraban :
Y á mí paréceme que menos yerra «¿Qué debe de comer aquel de sopas
Quien reconoce tractos diferentes Que trae los carrillos tembladeros?»
De los quél sabe, para paz ó guerra , Otro dice : «Descargarán las popas,
Si se va por do fueron otras gentes Quedarán los navios mas lijeros.»
Que para gobernar aquella tierra Olro decía : «Para guardar ropas
Previnieron á los inconvinientes, Han de servir de cajas los gargueros;
Conociéndolos ya por esperiencia, Pues fallando ración del que gobierna
Y rehuyendo déllos con prudencia. Las han de remalar en la taberna.
Pues para que se hagan sufrideros «Gallardísimos van amos y pajes,
Trabajos insufribles de pesados, Derechas y bien puestas las braguetas,
Mas saben todavía los primeros, Acabaránse los matalotajes,
Como hombres mas rompidos y cursados; El lujo de picheles y limetas,
Y ansí suelen decir que los arteros Veréis después caidos los plumajes,
Se hacen de los bien escarmentados, Callar las cherimías y trompetas.
Y aun primero que hagan esta prueba Pues para remojar el intestino
Ha perecido harta gente nueva Agua delgada servirá de vino.
988 JUAN DE CASTELLANOS.
»Vos veréis antes que la Pascua venga Pareciéndole bien estos intentos
Mozos en cuantidad y najes horros. A la gente que estaba descontenta ,
Poique los amos con la hambre luenga Aprestando guerreros ornamentos
Irán á mariscar por esos morros, Cada cual á la lista se presenta :
Y les dirán : Busca quien os mantenga. Juntáronse soldados cuatrocientos,
Que ya no es tiempo de criar cachorros, Y fueron de caballo los ochenta;
Ni mis dientes consienten decir toma , Con ellos y con gran fausto que saca
Sino que cada pula hile y coma.» Se fué Lerma la vuelta de Guachaca.
Aqueste pasatiempo se tenia Allí llegó con orden diferente
Entre personas necias y aun discretas De los pretéritos gobernadores,
De los antiguos desta compañía, Cama de campo, silla de gran frente,
Gente de solamente camisetas; Rica vajilla, muchos servidores;
Y mucho mas al tiempo que comia Con Betanzos , gran lengua desta gente,
Lerma con cherimías y trompetas, Llamaba los caciques y señores,
Riquísimo repuesto, muchas sillas De los cuales algunos acudían ,
Y ostentaciones grandes de vajillas. Y otros con un « no quiero » respondían.
Juzgaba por ventura que le toca Muchos dellos también hacían fieros,
Y le cumple lo tal en su comarca, Y ansí Lerma por atemorizados
Pues era gentil-hombre de la boca Envió cuantidad de macheteros,
Del César, invictísimo monarca : En cuyas manos no fallaban callos,
Su hacienda gastó, que no fué poca, Para hacer por ásperos oteros
Sin reservar dineros en el arca, Camino por do fuesen los caballos,
No por lo ya sabido destas sierras, Que iban con grandísimos trabajos
Sino con esperanza de otras tierras. Sirviendo solamente de espantajos;
Por ser gobernación muy ampliada, Pues si supieran lo que de presente,
Y aunque por asperezas insufrible, Que reconocen bien usos y modos,
Esperaban que siendo mas calada Sin poder defendellos nuestra gente,
La hallarían ser mas apacible; En ásperas quebradas y recodos
Y ansí vino con él gente granada, Pudieran estos indios fácilmente
Dejando sus haciendas y posible : Hacer que los perdieran allí todos,
Algunos nombraremos en la historia, Porque la sierra es tan salebrosa
Y agora los que diere la memoria. Que no se vido semejante cosa.
Pedro de Lerma, mozo cuyo brio Al fin se mandan ellos por escalas ,
Que desechadas con algún relance
De rayas igualaba la mas alta, Todas las otras partes de muy malas,
Escobar, Villalobos y Berrío, Siempre prometen peligroso trance,
Juan de Monlemayor, Muñoz, Peralta, Y son bien menester lijeras alas
Fernando de la Feria, que yo fío Para dar á los indios un alcance,
Que para capitán no tuvo falla, Que corren á su salvo por la cumbre
Ansimismo Francisco de Arbolaucha, Dando sin recebilla pesadumbre.
Cuyo valor tampoco tuvo mancha.
Lorenzo de las Casas y el de Aldana, Y agora sin guerreros movimientos ,
Que después en Pirú tuvo gran mano, Siendo gente de suyo muy sangrienta,
Céspedes y Fernando de Sanlana, Solamente quitaban alimentos,
Y Antón Santana, su menor hermano, Sin perseguir la nuestra macilenta,
Un Pedro de Sanlúcar, un Lizana, Los cuales, según iban de hambrientos,
Bueso, Juan de Ribera, Juan Toscano, Pudieran padecer mortal afrenta,
Con oíros valerosos, de los cuales Mas gran ruido va por los altores
A tiempos nombraré los principales. De flautas, de cornetas y tambores.
Entonces pues do quiera que se vaya Viendo la gente bárbara revuelta
Estaba toda la ribera llena : Y en grandes confusiones y alboroto,
El costoso jubón, la rica saya, Por medio de la sierra dan la vuelta
Tendidos por descanso de su pena En todo defraudados de su voto :
De noche por aquella santa playa , Llegan caballos y la gente suelta
Sirviendo de colchones el arena, Donde llaman allí valle de Coto,
Hasta que ya hicieron pobres ranchos, Seis leguas poco mas de Santa Marta ,
No tampoco pulidos ni muy anchos. Donde volvieron con congoja harta.
Después que reposaron algún dia, Porque nunca, después que se corría
Falló ración de castellanos trigos, La tierra por aquella circunstancia,
Y luego se cumplió la profecía Nadie hizo jornada tan baldía
Que les pronosticaron los antigos, Ni camino de menos importancia,
Porque la gente toda perecía, Pues del remedio que se pretendía
Y andaban muchos pobres y mendigos , Fué menos que ninguna la ganancia;
Tanto que muchos de los mas gentiles Y ansí los pobres y necesitados
Los vían abatir á cosas viles. Se volvieron mas pobres y cansados.
Roconociendo los inconvinientes Grande murmuración invalecia
Cue nacian de las necesidades, En se volver á Santa Marta luego,
Y cómo ya caían muchas gentes Porque necesidad los compelía
Con pesadísimas enfermedades, A no ten«r allí mucho sosiego;
Dejando quien curase los dolientes, Y ansí para salir por otra via
Que fueron no pequeñas cuantidades, Al Lerma combatía común ruego,
Determinó de visitar la tierra , Al cual le pareció ser con viniente
Pues estaba de paz y no de guerra. Entrar en Pocigueyca con su gente ,
Porque los bárbaros desta frontera, A causa de tener ya relaciones
Con los ancones del compás marino De los antiguos con quien él pratica,
Sustentaban la paz de la manera Ser aquellas insignes poblaciones,
Que les mandó Rodrigo Palomino, Y ansí mismo la gente dellas rica;
Cuyo valor entre los indios era Demás deslo tenian ocasiones
Tenido por no menos que divino ; Por paz, cuyo principio certifica
Y ansi Lerma quería por presencia La ciénaga que ciñe su frontera,
Hacer ostentación de su potencia. Poique ya sustentaba paz sincera.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 1!, HIST. DE SANTA MARTA, CANTO II. 569
Y á lodos parecía buen empiezo I Iba por capitán Juan de Berrío,
Para poder entrar en su terreno, Varón cuya virtud fué muy entera,
Quererles allanar el estrompiezo Y con él cien soldados de buen brio,
Como Mateo Sánchez y Ribera ,
Primero, los vecinos desle seno; Fernando de Santana, Juan del Rio,
También su principal, dicho Tocuezo, Antón Martínez, Pedro de Herrera ,
Se profirió traellos á lo bueno, Y otros algunos, gente conocida,
Debajo cuyas prendas y promesa Que hasta hoy alguno tiene vida.
Para llegar allá se dieron priesa. Suben con el valor que con venia
Como dos ó tres leguas de distancia;
Salieron cuatrocientos escogidos, Llaman de paz aquella compañía
Serian de caballo mas de ciento, Que hallaban por esta circunstancia ,
Del seco pan de yuca proveídos, Tocuezo les habló lo que sabia
Que fué lo principal de su sustento : Ser para su quietud de mas substancia ;
Que los trabajos antes padecidos Mas ellos ya dispuestos á la guerra
Pusieron á los mas en escarmiento, Le responden que salgan de su tierra.
Y es el cazabi pan que si se moja
De toda su substancia se despoja. Juntamente por muchos se comienza
Pues el alforja siendo remojada Un no sé qué de mal comedimiento :
Por ciénagas ó pluvias ó creciente, Los nuestros viendo tanta desvergüenza
Quien piensa llevar algo lleva nad;i, A fin de los poner en escarmiento,
Y puede ver comer y estar á diente ; Quebrantaron los hilos de la trenza
Y quien lo come tenga preparada Que solia tejer buen sufrimiento;
Debida con que pase buenamente , Y ansí subieron por aquellas cuestas
Pues si se retardasen los bocados A punto las rodelas y ballestas.
Podríanse burlar los convidados. Era de tal altor esta frontera ,
Llevaba Lerma pues sus fuerzas todas, Que para la subir, forzosamente
Vajillas y larguísimos repuestos, Habían de pasar por escalera ,
Como si fueran á solemnes bodas Donde no vían defensor patente :
Y no para peligros manifiestos : El Berrío llevó la delantera,
Van azadones, barras, van escodas Y todos van con brio diligente;
Para bacelle llanos los recuestos ; Mas parecieron luego tantas manos
Va Tocuezo también muy diligenle Que hacen reparar a los cristianos.
Para llamar de paz aquella gente. Y si para subir se daban priesa,
Llegaron á las faldas de la sierra Para bajar no tienen menos ganas,
Donde tenian muchas sementeras; Porque sobrellos llueve muy espesa
Pobladísima ven toda la tierra, Aguda flecha, golpe de macana ,
Insuperables todas las laderas; Piedra de todas partes, que no cesa
Mándanse ya de paz ó ya de guerra De lastimar la gente castellana:
Por enhiestas y largas escaleras Unos saltaban dos, tres escalones ,
De grandes lajas puestas de buen arte , Otros bajando van á trompicones.
Por no poder subir por otra parte.
Subió Tocuezo la cercana loma Bien como cuando carga mucha gente
Llamando los propincuos moradores : A ver algunas fiestas en tablado,
Sobresaltáronse, mas él los doma Que se quiebran las vigas de repente
Y hizo que perdiesen los temores; Y unos sobre otros van mal de su grado,
Salió luego de paz su gran naoma Este se quiebra pié y aquel la fíenle
Con algunos caciques y señores ; Otro de pies ajenos es hollado,
Lerma los recibió con buena maña Y el que pudo sallar mas y primero ,
Dándoles cosas hechas en España. Ese libró mejor si fué lijero:
Subieron pues al pueblo mas cercano, Ansí también la misma pesadumbre
Que de gran cuantidad de casas era Tuvieron los soldados deste bando,
Por orden repartidas en un llano Pues cuando vieron tanta muchedumbre
O hoya bien ansí como caldera , Que venia sobrellos descargando,
A causa de tener á cada mano A su pesar bajaron de la cumbre
Muy alta y asperísima ladera : Unos sobre los otros trompicando,
Hay en lomo labranzas y frutales , Y el que saltar podia por encima
Regalos grandes destos naturales. Ese se tuvo por de mas estima.
Desampararon indios el asiento, Tiénese por ruin el mas tardío ,
O por ir á lugares mas seguros, Por de mayor valor el menos flojo ,
O porque de su proprio nacimiento Por seguro quien hace mas desvio,
Son todos intractables y hombres duios Quien huye por valiente y ortodojo:
Cada cual escogió buen aposento, A muchos hieren , hieren á Berrio,
Y' sin adivinar males futuros De tal suerte que siempre quedó cojo ;
Usaba Lerma siempre de sus pompas Y aun fué bien venturosa la herida ,
Con son de cheremías y de trompas. Pues no fué perdidoso de la vida.
Esperimenló luego rica silla Porque del número de los heridos
La majestad de Lerma cuánto pesa : Escaparon muy pocos ó ningunos,
Ostenta repostero la vajilla, Y á ser con mas instancia perseguidos,
Los pajes diligentes ponen mesa ; No volvieran de males tan ayunos ;
Mas no ternia yo por maravilla Mas con vellos los indios divertidos,
Los bárbaros hacer en lodo presa , No curaron de ser mas importunos,
Viendo la destruicion y destemplanzas Satisfaciéndose con lo ya hecho
En sus casas, frutales y labranzas. Y con manifestalles su mal pecho.
Y ansí los indios por las demasías Pues indios que tenian un cabezo
Ajenas de su poco sufrimiento, Y estaban a la parte mas cercana,
Se detuvieron mas de treinta dias A voces dicen: « Huyete , Tocuezo ,
Sin acudir con reconocimiento ; Si no quieres morir muerte temprana ,
Pero salieron ciertas compañías Porque te torceremos el pescuezo
A quien el Lerma dio su mandamiento Si acaso le halláremos mañana;
Para que los caciques vengan luego , Y á Lerma dirás luego que se salga,
O donde no, sus casas queme fuego. Si hallare guarida que le valga.»
270 JUAN DE CASTELLANOS.
El amenaza que se te hacia Bien como lo que cuentan del ruido
Por sus proprios amigos y parientes, De ciertos montes septentrionales ,
Que no lo puede comportar oído
Solamente Tocuezo percibía, De todos cuantos hay de los mortales ,
Y dio declaración á muchas gentes. Antes con tanta voz, tanto bramido
Berrío recogió su compañía, Han perecido gentes principales:
Ansí los sanos como los dolientes, Ansí también aquí se desatina
Y con gran priesa baja» la ladera El español con grita tan contina.
Hasta llegar do Lerma los espera.
El cual de ver negocio tan confuso Porque las gentes á furor subyetas
Mostró gran sinsabor y sentimiento ; Se convocan , animan y se llaman ,
La venganza del hecho se propuso, Tocando sobre mas de mil cornetas
Según pedía tal atrevimiento, Que parece tocándolas que braman:
Sin creer á la gente de mas uso, Innumerable copia de saetas
Que por ventura fué su perdimiento : Por una y otra parte se derraman,
También Tocuezo dijo ser aviso Galgas lapídeas, infinito canto,
Salirse luego Lerma , mas no quiso. Que al mas fuerte causaban gran espanto.
Antes al indio dijo que volviese, No falta gran ruido de alambores
Pues era de cristianos tan amigo, Que locaban en una y otra loma ,
Y á todos los caciques les dijese Con los pesados gritos y clamores
Que lo tuviesen ya por enemigo, Que suelen los secuaces de Mahoma:
Porque verían antes que saliese Quince caciques son, grandes señores,
Un mas que crudelísinio easligo, Subyeclos á los mandos del naoma .
Y hasta lo mas alto de la sierra Llamado, según dicen , Marocando ,
Habia de quemar toda la tierra. Sus gentes cada cual acaudillando.
El indio, no queriendo dalles cebo Serían mas de veinte mil salvajes
Y ser mejor vivir á mira y anda, Inflados con guerreras apostemas,
Le respondió : € Yo bice lo que debo Y con aquellas furias y corajes
Para tornar aquesta gente blanda ; De gentes renegadas y blasfemas :
Mas agora no puedo, ni me atrevo Menéase gran suma de plumajes,
A les notificar esa demanda, Ricas coronas, lucias diademas,
Porque descargarán unes y otros Resplandecientes pecios y chagualas,
En mí lo que desean en vosotros. Lucidos brazaletes y otras galas.
»Y si tenéis acaso presupuesto No venían con orden mal digeslo,
De ir á castigar estos salvajes , Sino con un compás bien concertado,
No sudes en subir algún recuesto, Acomodado cada cual al pueslo
Pues , sin que tú los busques ni trabajes, Que por su capitán fué señalado,
Yo sé que te vernán á buscar presto , Sin que las asperezas del recuesto
Cargados de macanas y carcajes; Efecto haga desproporcionado,
Mas yo no quiero ver tan mala cosa, Porque venían estas genles juntas
Sino poner los pies en polvorosa.» En dos prolijas alas ó dos puntas.
Lerma dijo : « Podrás estar seguro El un cacique, dicho Macopira ,
Que no querrán tomar tan mal consejo». Gobierna con Macorpes el un ala ;
Pero Tocuezo como ya maduro No con menos furor ni menos ira,
Y con las esperiencias de hombre viejo, A la siniestra va Toronomala ;
La tierra ya cubierta con obscuro, En este mismo puesto Doromira,
Arrebató las armas del conejo , El cual en gran destreza les iguala,
Teniendo por mejor salto de mala , Y Marocando, principal regente,
Que la seguridad de que se trata. Va con oíros caciques en la frente.
Ido Tocuezo , luego se procura Guiando van ansí los escuadrones
Velar por el compás á la redonda , Por recoger en medio los cristianos,
Y á causa de la noche ser obscura Entre los cuales hay dispusicionés
Peones y caballos hacen ronda, Mas para sueltos pies que para manos
Con la solicitud del que segura Pues no menores son sus turbaciones
Quiere hacer su nave con la sonda, Que de confusa junta de villanos;
A fin de descubrir aquel engaño Y ansí para guardar la dulce vida
De donde le podría venir daño. Piensan que su salud es la huida.
Y al tiempo ya que la nevada cumbre A gran priesa pidió Lerma Polanco
Sus candidos colores descubría, Arnés escogidísimo que lleva,
Tocados y heridos de la lumbre Queriéndose con él armar en blanco
Quel hijo de Lalona les envía, De lo superior hasta la greva;
Apartada la ciega pesadumbre Mas bien pudieran dalle toque franco
Con la presencia del presente día, Los indios , si hicieran en él prueba ,
Dejan los que dormían sus cubiles Porque para la guerra destas gentes
Al son de sonorosos ministriles. Las tales armas son impertinentes.
También del soporífero sosiego También las asperezas de la sierra
El confiado Lerma se levanta: Para caballos son inaccesibles :
De sus ropas le hacen el entrego Hay muchos aguaceros en la tierra,
Desde los altos hombros á la planta; Y en ella los calores insufribles ;
Un capellán le dijo misa luego, A venenosas Hechas desta guerra
Y no mucho después también ayanta Menos parecen armas invencibles,
Con vajilla de plata bien labrada Pues por poco que quede descubierto
Y con la majestad acostumbrada. Por allí sin errar puede ser muerto.
Y al tiempo que se hacen ya pequeñas Y ansí para las tales ocasiones
Las sombras todas de los vejelales. Son mas acomodados y lijeros
Y huyen del calor á frescas breñas Los sayos estofados de algodones
Los unos y los otros animales, Que usan baquianos compañeros,
Parecieron por riscos y altas peñas Y sirven en las noches de colchones:
Inmensa cuantidad de naturales , Son defensa de grandes aguaceros;
Con tales gritas , voces y gobierno, Si durmiendo rebato lo recuerda
Que parecían furias del infierno. Vestida tiene ya la mano izquierda.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, I11ST. DE SANTA MARTA, CANTO II. 271
No se lurba tomándolo dormido, Aparejóse para la venganza
Por ya tener allí sin que se mude Un nombre de caballo poco diestro :
Con que poder salir apercebido , Contraria le salió su confianza ,
Y á la mano bailó con que se escude, Y el hado que la dio le fué siniestro,
De sus industrias proprias socorrido, Porque Marcopes le tomó la lanza ,
No con mozo ni paje que le ayude, Asiendo muchos indios del cabestro,
Según agora Leruia, y aun no puede, Y tantos apuntaron al terrero,
Porque ningún lugar se le concede, Quel caballo murió y el caballero.
A causa de llegar el terremoto Y sin soltar la lanza de las manos
Deflechasque no van sin yerba fina, Marcopes ocupó cierto camino
Y tan grande la grita y alboroto Angosto, por do huyen pies livianos
Quel buen gobernador se desatina ; De los que temen este torbellino,
Y ansí sin esperar ajeno voto Y con ella mató cuatro cristianos,
Aprieta las espuelas y camina : Y muchos mas matara , pero vino
Siguiólo mucha gente de caballo Pablo Fernandez en aquel instante,
Tomando por achaque no dejallo. Poniendo la rodela por delante.
El peón, que no puede mas, espera Marcopes usa de su destemplanza;
Y al ímpetu terrible que venia Pero fuéle la punta rebatida,
Hizo rostro la gente mas guerrera Y al tiempo que de veras se abalanza,
Con el mejor concierto que podía : El asta mas compuesta y estendida,
Juan de Céspedes y Juan de Ribera, Pablo Fernandez le ganó la lanza
Un Pedro de Sanlúcar, un Mejía, Y juntamente le quitó la vida :
Fernando de Santaua, Antón de Palma, Y ansí se libertó del detrimento
Queriéndola ganar, ó dar el alma. Y á muchos que le van en seguimiento.
Ejercitanse bien ambas escuelas, Muñoz y Juan Gutiérrez y Zavallos,
Cada cual según uso de su Marte ; Procurando llegar á tierra llana
No duermen las espadas y rodelas, E yendo todos tres en sus caballos,
Las macanas se juegan de buen arti\ Topan á Delgadillo y á Santana
Derríbanse narices, dientes, muelas, Engrande confusión, y por librallos
Moríales golpes hay de cada parte: De la muerte que al ojo ven cercana,
Unos caen los cascos ya deshechos, Como personas comedidas, francas,
Otros rotos los vientres y los pechos. Los dos peones toman á las ancas.
Un gentil indio viene dando carga, Mas antes de pasar los reventones
Que gran estrago por los nuestros hizo : Por adonde pasaron los primeros,
Era de nariz corva, barba larga, Llegaron otros nuevos escuadrones
Y tal que se creía ser mestizo ; Que mataron aquestos caballeros
Todo por donde va lo desembarga Y los caballos, mas los dos peones,
Por poderse hacer encontradizo Escaparon allí por ser lijeros :
Con Pedro de Sanlúcar, cuya espada Ansí lo cuenta como yo lo escribo
Mas que las otras era señalada. El Antón de Santana, que es hoy vivo.
Luego como llegó donde desea, Céspedes y Fernando de Santana
Juega la pesadísima macana; Y Pedro de Sanlúcar y otra gente
Como lijero tigre se menea Que por acá llamamos baquiana,
A vista de la gente castellana : Recogen los que pueden buenamente
Comiénzase la singular pelea, De la recién venida castellana,
A la cual el Sanlúcar fué de gana ; Cuya salud está dellos pendiente;
Los golpes insufribles del desnudo E ya haciendo rostro, ya huyendo,
Atormentan el brazo del escudo. Se fueron á la playa retrayendo.
Queriendo segundar el indio fiero, Finalmente, de sanos y heridos
El Sanlúcar, al tiempo del amago. Formaron escuadrón por tal concierto,
El cuerpo le hurló como lijero : Que nunca mas pudieron ser rompidos,
Dio la macana del gandul en vago ; Menos alguno deslos quedó muerto,
Llegó luego la mano del acero Con pelear y ser acometidos
Para que no se vaya sin su pago, En cada reventón y en cada puerto,
Y antes que le pusiesen embarazos Poniendo corazón al que desmaya,
Le llevó de revés entrambos brazos. Hasta que ya salieron a la playa.
Puestos en el hervor desta porfía, Do García de Lerma luego puso
Que ya contra los nuestros iba prona, La mano con dolor en la mejilla,
Un vizcaíno, Sancho de Murguía, Cercado de congojas y confuso
Procuró de tomar una corona De ver tan cercenada su cuadrilla ;
De cierto principal, á quien había Y sin sacar provecho dalles uso
Muerto con gran valor de su persona : A bárbaras naciones de vajilla ,
Tomóla, mas teniéndola cogida Quedando juntamente por rehenes
Dejóla juntamente con la vida. Cama de campo y otros muchos bienes,
Desque Murguía dio postrer aliento, A quien se daba poco que se rompa
Con muerte castigada su demencia , Cualquier presea rica y eslimada ;
Cargó tan invencible movimiento Mas él no comerá con dulce trompa,
Que fué flaca cristiana resistencia ; Sino con trampa mas acomodada,
Y de los españoles mas de ciento Y habrá por bueno de dejar la pompa,
Del humano vivir hacen absencia : En semejantes guerras escusada ;
El resto no pudiendo defenderse, Pues el buen capitán acá no usa
Tuvo por buen consejo retraerse. Llevar sino las cosas que no escusa.
Mas el alférez dicho Renavides, Llegados pues los que salieron buenos,
No sé si por quitar algún despojo. Con él á Santa Marta se volvieron,
Se quiso señalar en estas lides Pero de cuatrocientos ciento menos,
Con golpes llenos de mortal enojo; Sin otros quince que después murieron,
Pero poco duraron sus ardides, No de rabiosos términos ajenos,
Por acertalle flecha por un ojo : Porque rabiando todos perecieron,
Perdió la luz, y fué por la herida Y de piernas, molledos y de brazos
El ánima del cuerpo despedida. Se caían las carnes á pedazos.
JUAN DE CASTELLAAS.
Lerma también constó sacar herida » Esta necesarísima jornada,
De sus armadas piernas la derecha, Sin la cual no teméis hora segura ,
Llevándola tan torpe y entumida Para que vaya bien encaminada
Que sospechó ser venenosa flecha; Tenia por grandísima cordura
Mas á la gente v i l , descomedida, Dalles una terrible trasnochada
No dejó de ocupar falsa sospecha , Cuando la noche fuere mas obscura ;
Diciendo que se dio con un espuela , Pues que sabéis que aquella serranía
Mas fué maliciosísima novela. Nadie la salteó por esta via.
Pues se supo de cierto ser saeta » Para mejor pasar esta carrera
O flecha, no con yerba, sino pura , Y salimos en salvo con el hecho,
Y en ocasión á ella tan subyeta Ninguno de caballo vaya fuera,
A pocos ha cabido tal ventura; Pues causara mas daño que provecho :
Gran número de dias tuvo dieta, Peones han de ser, gente lijera ,
Sin que fallase diligente cura , Que salga libre de cualquier estrecho,
Y por ser flecha limpia de veneno Y han de dar en los indios á tal punto ,
A los cuarenta dias quedó bueno. Quel golpe y el tronido llegue junto.
Teniendo pues de vida confianza, » Según aquello que la tierra muestra ,
Hizo congregación de sus soldados Este parece orden convenible,
Para comunicalles la venganza Sí por juicio de la gente diestra
Que desean los hombres lastimados: Otro no se hallare mas factible ,
Manifestóles con gentil crianza Pues esperiencia, próvida maestra ,
Sus trazas , sus intentos y cuidados ; Imposibilidad hace posible;
Y las palabras del razonamiento Y ansí deseo que mayor prudencia
En substancia son estas que yo cuento : Sobre mi parecer dé su sentencia.»
«Señores, en guerrera competencia, Oida la razón, dijeron todos
Al teórico mas aventajado , Los que podían autorizar plaza,
Si práctica le falta y esperiencia, Que para ir por ásperos recodos ,
Las menos veces es bien atinado , Que gente de contrarios embaraza,
Y el uso y ejercicio sin prudencia Eran los dichos los mejores modos,
Efecto no promete concertado; La mas segura y acertada traza;
Mas quien sin estas faltas hace suerte Porque yendo callados y secretos
Por imposible tengo que no acierte. Se podrían hacer buenos efetos.
» Yo conozco que traje buenas gentes Hizose lista pues de los cabales
De capitanes y soldados viejos, Hombres que allí tenia nuestra Hesperia :
Y en negocios de guerra tan prudentes Son doscientos y diez, de cuyos males
Que de muchos podrían ser espejos; Nos da desdicha larga la materia;
Mas acá son las cosas diferentes, Y fueron los caudillos principales
Y ansí cumple seguir nuevos consejos: Escobar y Fernando de la Feria ,
Que nuevas reglas, nuevas prevenciones Soldados valerosos, principales,
Piden también las nuevas ocasiones. Pero no para mandos tan cabales.
» De présenle querríamos enmiendas Al tiempo pues que nublo vespertino
De los pasados daños recebidos, Encubría los ricos y mendigos,
Y procurar poner algunas riendas Todos ellos se ponen en camino,
A bárbaros tan sueltos y atrevidos; Sin quererse fiar de indios amigos
Y no será hacer malas haciendas Para que no tuviesen adevino
Tomar consejos de los mas curtidos; Ni de su pretensión otros testigos;
Pues en los semejantes menesteres Y los nocturnos nublos apartados,
Mas lumbre tienen viejos pareces. En un monte estuvieron emboscados,
» A mí del mismo yerro redarguyo , Hasta se despedir febea lumbre
Y el enmienda será ¡a que ya muestro : Y volver las tinieblas á su juro,
Seguir á los antiguos hombres, cuyo Vistiendo como tienen de costumbre
Parecer servirá de buen maestro, Todas las cosas de color obscuro ;
Para que corrijamos con el suyo Y entonces caminaron á la cumbre
El yerro cometido por el nuestro; Por do les parecía mas seguro :
Mas antes que hagamos movimiento Subieron asperezas á porfia ,
Quiero decir también lo que yo siento. Pero no por el orden que cumplía.
» Del valor de los indios sois testigos , Porque sin esperar los diligentes
Y aun hoy con la victoria mas lozanos ; A los mas tardos y de menos tinos ,
A la mira tenéis indios amigos Y sin examinar inconvinientes
Cuyos intentos no pueden ser sanos , Que de diestras consultas eran dinos,
Si no damos calor á los castigos , Se partieron en partes diferentes
Y vieren que tenemos buenas manos ; Como dieron en copia de caminos,
Pues sus deseos son y voluntades Puesto que cada cual tuvo creído
Gozar de sus antiguas libertades. Ir juntos y ninguno dividido.
» Por tanto, si reciente dolor arde, Pero llegados á las poblaciones
Que de venganzas es buen alcahuete , Do pudieron subir sin ser sentidos,
Lo dicho con secreto se reguarde Los capitanes sin sus escuadrones
Y el buen efecto del lo se decrete: Confusos se hallaron y perdidos ,
Pues cuanto lo hiciéremos mas larde Contando solos veinte y seis peones,
Tanto mayor peligro nos promete, Del cuerpo de la gente divididos,
Y el abreviar en cosa semejante Sin poder atinar por qué ladera
Podémoslo tener por importante, Caminan los demás de su bandera.
» Bien veo que sus flechas son nocivas, Habian de subir á lo mas alto
Asperísima sierra, y ellos duros ; En las obscuras horas del sosiego,
Pero no tienen armas defensivas Antes que dieren el primer asalto,
Ni pelean detrás de fuerles muros , Y á los demás venir bajando luego;
Y en suflacopajar con llamas vivas Pero Juan de Escobar, viéndose falto,
Los podrían quemar sobre seguros ; En el pueblo mas bajo puso fuego,
Pues a nación tan v i l , cruel y perra, Porque los divertidos acudiesen
A fuego y sangre cumple dalles guerra. A do la claridad del fuego viesen.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, H1ST. DE SANTA MARTA,%CANTO II. 273
La viva llama su furor esliendo Como la gente y el que los gobierna
Y por los altos de las casas vuela : Andaban mas sin huelgo que con bazo,
Caneyes potentísimos enciende, Mataron á Francisco de la Serna,
Aviva grande viento la candela ;
Salia quien el fuego comprehende, Que peleaba con heroico brazo;
No barruntando dolo ni cautela, Hirieron á Escobar en una pierna,
Mas todavía sin haber sospechas, De la cual luego se cortó un pedazo,
En las manos los arcos y las flechas. Por librarse con esta diligencia
A las voces y gritos del despierto De aquella venenosa pestilencia.
El que estaba dormido se despierta, Y un indio desde el alto de un cabezo,
Y en el salir tenían tal concierto Con una piedra dio golpe tan lleno
Que ningún español los desconcierta : Que del cayó Mateo de Burruezo,
Ninguno de los indios quedó muerto Soldado conocido por muy bueno;
De cuantos acudían á la puerta, Al Escobar pasaron el pescuezo ,
Por salir cada cual tan á recado Aunque con flecha limpia de veneno,
Como si fuera sobre muy pensado. Que si no mal pudieran socorrello,
Reverbera la luz por los altores ; Pues no cumplía cercenar el cuello.
Suenan voces de gentes alteradas ; Dos veces mal herido tuvo vida ,
Levántanse cercanos moradores, Con no poder tener á mano fuego.
Y acuden á las llamas levantadas : La demás gente desta dividida
Claramente se ven los malhechores ; No traia menor desasosiego :
Resplandecen los yelmos y celadas; Con golpe de mortífera herida
Y ansí los indios como los cristianos Fernando de la Feria cayó luego;
Aderezan las armas y las manos. Al fin el español ya sin remedio
Los españoles otros, que gran trecho Tierra determinó poner en medio.
Estaban apartados deste puesto, Visto huir la gente peregrina ,
Por la lumbre que ven juzgan lo hecho; Sin esperar el sano por el cojo,
Mas no pudieron acudir tan presto El bárbaro sus pasos encamina,
Por la gran aspereza del repecho No con hervor deflaconi de flojo,
Que por delante tienen contrapuesto ; Y de la sieira hasta la marina
Pero ya resbalando, ya cayendo, El campo con la sangre dejan rojo;
La derecha ladera van subiendo. Pues ya con flecha, ya pechos abiertos,
Los otros que pusieron la candela Quedaron sobre cien cristianos muertos.
Y no salieron bien con el insulto, Los bárbaros crueles y nocivos
Cumplíales hacer buena rodela Por escudos y por espadas huellan ,
Para no dar lasflechasen el bulto; Con las cuales á todos los captivos
Y el mas valiente dellos se recela Traspasan, hieren, matan y degüellan ;
Por oír de gandules gran tumulto, Y á los cristianos muertos y á los vivos
Sonando por los altos y peñoles Las caras con las barbas les desuellan ,
Cornetas de marinos caracoles. Que vista cada cual de paja llena,
Espectáculo fué de harta pena.
Llenos de confusión, llegó la hora Aquellos que libró su lijereza
Cuando mostraba ya por el altura A Santa Marta fueron mal parados,
Sus dorados cabellos el aurora, Mostrando las angustias y tristeza
Cuya lumbre les fué menos segura, Que nacen de sucesos desdichados;
Pues aunque cumbres de los montes dora, Y habia de presente tal flaqueza
Sus corazones viste de tristura, Y número tan poco de soldados ,
Viendo la multitud que los rodea Quel gobernador tuvo por incierto
Sin poder escusarse de pelea. Poderse sustentaren aquel puerto.
Rien como cuando de las dulces venas Por ser como doscientos castellanos,
Salen nuevos enjambres en verano, O pocos mas de nuestros peregrinos,
Que para no volver á las colmenas Y de los naturales comarcanos
Ocupan el espacio comarcano : Sobre noventa mil los mas vecinos,
Ansí de indios ven laderas llenas Que con arcos yflechasen las manos
Que vienen al ejército cristiano, Son peores que espíritus malinos;
Con tal braveza que de solo vellos Pero con todas estas turbaciones
Se ponen erizados los cabellos. Estuvieron quietos los ancones.
Llegados al conflicto y al aprieto, No para que jamás les fuesen gratos
Cada cual de sus armas se aprovecha, Los rostros de las gentes estranjeras,
Declarando por obras su conceto , Mas por los vinos caros ó baratos
Pues ponen su salud en su derecha ; Que solían venir á sus riberas,
Mas el arma que hace mas efelo Y por rescates otros y contratos
Es la mortal y venenosa flecha, De herramientas para sementeras;
Cuya menor y mas leve herida Y lo mas cierto es, á lo que siento,
Quita las esperanzas de la vida. Quitalles Dios aquel atrevimiento.
Animan sus soldados los caudillos Pero la gente nuestra temerosa,
De nuestros fatigados castellanos, Aunque velaba como convenia,
Cuyo cansancio les ponia grillos, Pues el mas descuidado no reposa
Porque los indios sueltos y lozanos Y de la luenga noche hace dia,
No solo no se hartan de herillos , Pensaba si rugia cualquier cosa,
Mas quiérenlos tomar vivos á manos, Ser multitud de indios que venia ,
Con un recuentro tan impetuoso Hasta que deshacían sus antojos
Que no les daban punto de reposo. Con claridad y examen de los ojos.
Como toros á quien gente tijera Mas cuando se recela rompimiento,
Va con agudas puntas enclavando, Considerando que los indkis suelen
Que como nunca para su carrera , Enalmagrarse con aquel ungüento
Y aquí y allí y allá suenan gritando, De bija que con trementina muelen ,
La lengua con sudor echan de fuera Los que tienen algún conocimiento
Y están con los ijares arqueando : De lejos los barruntan y los huelen;
Ansí tienen á nuestros españoles El cual olor también tienen las ramas
Los bárbaros y los ardientes soles. Del árbor bija puestas en las llamas.
T . IV. 18
574 JUAN DE CASTELLANOS.
En este tiempo pues que se recela » Las obras y palabras de constante
La venida de los alderredores, Anejas son á vuestro nacimiento;
Encendieron con bija la candela Y ansí conviene que para adelante
En casa de uno destos pobladores •. Conozcamos en vos tan buen aliento,
Las narices de los que hacen vela Que visto vuestro brio, se levante
Al punto percibieron los olores ; El mas acobardado pensamiento;
Fué cosa por entonces creedera Pues los soldados en cualquier demanda
Estar sobrellos toda la frontera. Andan con el calor del que los manda.
Tocaron arma los que tienen voto, i» Demás deslo , señor, no tengáis pena
Pareciéndoles ser verdad patente: Por padecer pobreza de presente;
Levántase ruido y aiboroto ; Pues os daré también la bolsa llena,
En confusión se ve quien menos siente , Si vuestra merced quiere darme gente ;
Ansí como si fuera terremoto Prefiérome tener maña tan buena ,
Que viene con obscuro de repente; Quel mas frió soldado se caliente,
Finalmente, la gente castellana Porque ya conocéis ser el dinero
Veló hasta que vino la mañana. Para los calentar gentil brasero.
Después del sobresalto, que fué sumo , » Si concebís acaso pensamiento
Llegada ya la luz del claro dia, De no cumplir agora salir fuera ,
Aquella turbamulta se fué en humo Por padecer el pueblo detrimento,
Viendo cómo de humo procedía ; Estando de mal arte la frontera ,
Mas pues en este canto yo consumo Ningún temor tengáis de movimiento ,
Mas espacio de tiempo que dtíbria , Que no se mueven tan á la 1 ijera ,
Y quedo cuasi sin aliento, quiero Mayormente do los caballos huellan
Cobrallopara el canto venidero. Y rompen, desbaratan y atrepellan.
» Lo dicho me parece medicina
Para poder salir desta congoja,
Y el remedio que hace mas aína
CANTO TERCERO. Fortíslma la gente, de muy floja:
Quien al os aconseja desatina ,
Domle »e entintan varios acontecimientos de cosas durante «1 gobierno Y es lo demás andar de muía coja;
de Garda de Lerma. Tengo mi parecer no por siniestro,
Salva la corrección del mejor vuestro. »
No cuantos tienen nombres de soldados El Lerma procuró de estar atento,
Son dignos de por tales ser tenidos , Como varón sagaz y bien compuesto,
Ansí como son muchos los llamados Y prometióle , no sin juramento,
Y de los muchos pocos escogidos : Habiéndole cuadrado lo propuesto,
Señálanse los hombres esforzados De le dar todo buen avi'ainiento,
En animar á los que ven caidos , Y quel despacho del seria presto,
Porque en la haz del bélico tumulto Por parecer consejos de discreto
Muchos veréis que son como de bulto. Y convenir ponellos en efeto.
Y ansí también en las calamidades Luego con instrumentos musicales
En aquella sazón acontecidas, Se mandó pregonar un mandamiento,
Habia muchos destas vecindades Por el cual capitanes, oficiales
Que no hacian cuenta de sus vidas, Y soldados vinieron al momento ;
Y otros tenían las dificultades Y hechas de silencio las señales.
A sus buenos esfuerzos sometidas, Declaró Lerma con razonamiento
Prestando á los demos, porque no penen, Que hizo, pretender perseverancia,
El ánimo y el brazo quelios tienen. Del cual aquí pornemos la sustancia.
Y el Lerma con aquestas turbaciones «Caballeros y amigos , el deseo
También se consumía con tristeza, Que para remediaros he tenido,
Y quiso por las tales ocasiones Si no ciegan pasiones, yo bien creo
Desamparar aquella fortaleza, Que cada cual lo tiene conocido;
Habidas muchas consideraciones Pero, como sabéis , ningún empleo
Cerca de los peligros y pobreza: Hecimos que bien haya sucedido,
Pero viejos en estos menesteres Y ansí mi voluntad no hizo muestra
Estaban de contrarios pareceres. De las obras debidas á la vuestra.
Destos antiguos era compañero »Mas tras tormenta viene la bonanza,
Un Alonso Martin, hombre famoso, Que no viento contrario siempre vienta ;
Varón en sus consejos muy entero Y ansí si nuestro mal hace mudanza ,
Y en los trances de guerra venturoso , Y algún bien la fortuna nos aumenta ,
Único y admirable ballestero : De mí teméis entera confianza,
Aqueste, como cuerdo y animoso, No menos en honores que de renta,
A solas, sin testigos circunstantes , Habiendo cerca desta conveniencia
Al Lerma dijo cosas semejantes : También de vuestra parle diligencia.
«Pena tengo, señor, del mal suceso , »Pues mal triunfará quien no pelea,
Mas no me maravillo que lo haya; Y el mancebo galán ó viejo cano
Pues en el caso próspero y avieso Menos alcanzará lo que desea
Nunca fortuna va por una raya : Estando siempre mano sobre mano :
Mil coces suele dar, mas no por eso Ejemplos vivos son los del aldea,
El valeroso capitán desmaya, Do quien no siembra, nunca coge grano,
Antes cuanto masflacoy abatido Y allí son los placeres y gasajos
Menos se reconoce por vencido. Donde nunca se huyen los trabajos.
» Este mismo valor quiero que siga » Todo peligro vencen los despiertos :
Varón que tiene tan ilustres prendas, Sueño y ociosidad es el que daña ;
Y que no lo desmaye la fatiga Y ansí para borrar los desconciertos
Causada del rigor destas contiendas , Pasados, cumple darnos buena maña ,
Por no dar ocasión áque se diga Porque desamparar aquestos puestos,
Que con miedo queréis volver las riendas; Sepa quien lo pensare que se engaña,
Pues tal murmuración el varón fuerte Pues á todos será muy mal contado
Procura de huir mas que de la muerte. Perder lo que los otros han ganado.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, HIST. DE SANTA MARTA, CANTO III. 275
»Y ansi quiero que luego salga fuera Salieron pues, y el amistad antigua
Un escuadrón de hasta cien soldados, Sustenta Mamatoco, que los ama;
Que vayan recorriendo la frontera Pasando van por Zaca y por Origua;
i)e los pueblos que están muy sosegados , Bien recebidos son en Irotama;
Con cuerdo capitán, de quien se espera Saliéronles de paz los de Bondigua,
Que todos volverán aprovechados, Y lo mismo hicieron en Chairama :
Y es Alonso Martin, amigo vuestro, Todos ellos traían manos llenas
En cualesquiera cargos hombre diestro. De los dones que dan doradas venas.
«Para mas alentaros al camino Van á los siete pueblos comarcanos
Y averiguar alguna diferencia , En torno de brevísima distancia,
Irá Pedro de Lerma, mi sobrino, Donde fueron señores siete hermanos,
De cuyo valor hay gran esperiencia , Cada cual dellos hombre de sustancia:
No solo con el bárbaro vecino, Allí les presentaron ricos granos
Mas en otra cualquiera competencia : De oro y otras joyas de importancia;
Es Fernando Pizarro buen testigo , Por otros pueblos van desta manera
Que huelga de tenello por amigo. Corriendo faldas de la cordillera.
»Y ansí juró después de la rencilla Mas por consejo del que los regia,
Que le vistes tener con el Fernando, Nunca jamás la gente castellana
Que si Dios lo volvía de Castilla, En el lugar do les anochecía
De le dar en Pirú general mando; Esperaban la luz de la mañana :
La cual promesa fué para cumplilla, En diferente parte Ten el día,
Pues, según piensan uno y otro bando, Porque si la canalla, como vana,
El Almagro y Pizarro llevan viento Usase de las suyas en asechos,
Que los na de traer á rompimiento. Los hallaren de allí prolijos trechos.
»Pero dejemos amistad enferma ; Por otros pueblos pasan por la posta ,
Volvamos al negocio mas urgente : Mas siempre su caudal se perficiona
Digo que tiene de ir Pedro de Lerma De ricos dones; y con ser angosta
Con Alonso Martin, que está presente, Y de pocos soldados la corona,
Al cual encargo yo que no se duerma, Dejaron estos pueblos de la costa
Sino que luego salga con la gente, Y entraron en el valle de Tairona,
Pues entendemos quel efecto desto De cuya boca fueron centinelas
Tanto mejor será cuanto mas presto.» Los del pueblo llamado las Pijüelas.
Dada declaración de sus intentos, Es valle de profundas angosturas,
Contrarios á cobardes pareceres, Que rápida corriente lo reparte;
Cobraron los antiguos sus alientos Pero las mesas del y sus alturas
Y los que allí tenian sus mujeres; Bien pobladas en una y otra parte
No menos fueron ledos y contentos De gente, curiosas las culturas,
Aquellos cudiciosos mercaderes, Casas pajizas, pero de buen arle,
Que con el esperanza de rancheos Y su grandeza y latitud es tanta,
Les habían fiado sus empleos. Que de caneyes grandes es la plantó.
Cálzanse luego de lijeras suelas, El caudal destos indios fué solene
Que de caballos todos iban fallos : Entre tanto que por aquel asiento
Aujeos y coletas son las telas Cudicia no llegó que lo cercene
Que cubren á los bajos y á los altos; De los que suelen ir en seguimiento :
Caminan como diestras alcavelas Hay auríferas venas, y allí tiene
De lobos cuando van á hacer saltos, El rio de Don Diego nacimiento,
Mas ó menos en fuerzas, pero tales. El cual, por muerte deste caballero,
Que en la destreza todas son iguales. Del nombre lo hicieron heredero.
Va Juan de Céspedes, varón famoso, . Sus vados grandemente peligrosos
Dignísimo de historia mas entera; Para los naturales y estranjeros,
Van Pedro de Sanlúcar y Moscoso , Porque sus cursos van impetuosos,
Bueso y el capitán Juan de Ribera, Y de grandísimos despeñaderos :
Luis ele Manjares el animoso, Hay puentes de bejucos correosos
Mancebo que después en otra era Asidos á los árboles fronteros,
Fué de aquella ciudad el ornamento, Donde son menester sólidas sienes ,
Su vida, su salud y su sustento. Porque quien pasa da muchos vaivenes.
Pedro de San Martin y Cascajales, Entrando por el valle la bandera
Sanlana, San Millán, Martinete Frías, Del español, que fué-de breve lista ,
Blasco, Martín Monroy, Andrés GonzaW-z, Alborotáronse sobremanera
Y Lorenzo Martin, cuyas poesías Los indios, recelando su conquista ,
No fueron de las menos principales : Y también porque fué la vez primera
Los cuales yo tráete por muchos dias, Que se desayunaban con su vista :
O los mas dellos, cuyos hechos buenos Cubre los altos cuantidad inmensa
Elogios merecían muy mas llenos. Apercebidos para su defensa.
Y Domingo de Aguirre, vizcaíno, Mas Alonso Martin, con lengua diestra
Que fué tal cual conviene que hombre sea, Y en aquella de tairos instruida ,
En el tiempo de paz varón benino, Con señas y palabras hizo muestra
Forlísimo león en la pelea; No ser á mal efecto su venida,
El cual al remalar de su camino Diciendo : « Si queréis amistad nuestra ,
A mi me señaló por albacea, La vuestra no será mal recebida,
Y soy su capellán en este día, Pues deseamos ser vuestros hermanos,
Y mi morada es la quél tenia. Sin que jamás vengamos á las manos.
Soldado principal desla conquista »No trae para furias de peleas
Y gran descubridor de sus rincones; Ninguno de nosotros intenciones,
Y como quien testigo fué de vista, No colleras ni duras arropeas,
También en escribir gastó renglones, Ni hierros que semejen á prisiones":
Porque de cosas varias hizo lista Antes traemos joyas y preseas
Y me dejó cumplidas relaciones. A fin de celebrar contraciaciones,
Las cuales tengo yo por escriplura Para que deis vosotros y acá demos
Tan buena, que conliene verdad pura. Las cosas de mas precio que tenemos.
276 JUAN DE CASTELLANOS.
»Daremos cuantidad de herramientas Y estas son por acá querellas viejas ,
Con que podéis talar estas riberas, Pues que los mas ruines y mas bastos
Y sin sudor hacellas opulentas, Quieren correr con todos las parejas,
Engrandeciendo vuestras sementeras : Y de lo que no tienen hacen fastos :
Traemos demás desto muchas cuentas T
De modo que el rehús de las ovejas
Muchos peines, cuchillos y tijeras, No se contenía con medianos pastos,
Sombreros y bonetes colorados , Y no deja de dar al bueno pena
Y camisas con cuellos bien labrados. El ver cómo se meten en docena.
»A los indios que están á las vertientes Pero dejémoslos con sus locuras
De la mar, y aun distantes buenos rales, Y verbos en que hacen gran instancia.
Tenemos por amigos y parientes, Digo que por aquellas espesuras
Y todos ellos se nos muestran gratos, Del puerto y fuera del poca distancia,
Holgándose de ver cristianas gentes Se descubrieron muchas sepulturs.3
Y de tener sus tractos y contratos; De donde resultó harta ganancia,
De cosas que tenemos se proveen, Porque lodos los indios principales
Y ellos nos dan el oro que poseen. Se enlierran con sus joyas y caudales.
»S¡ hacéis esto con los peregrinos Un hoyo se cavaba que á buen sondo
Que de presente veis en vuestras cumbres, De la profundidad que contenia
Seguros podéis ir por los caminos Un estado seria lo mas fondo,
A vuestros tractos, usos y costumbres : El cual derechamente descendía
Mas si no , de los términos marinos Bien así como pozo muy redondo,
Vernán aquí crecidas muchedumbres Y en lo mas bajo deste se hacia
Y tantos escuadrones de cristianos Un grande socabón con parles anchas
Que todos estos cerros hagan llanos. Losado todo él de lisas lanchas.
«Aunque,si no huís inconvmientes Puestos los ediücios en su punto ,
Y estáis en vuestro mal perseverantes , Aunque no por artífice romano,
Los poquitos que veis aquí presentes En un duho sentaban al difunto,
Para cosas mayores son bastantes : Con sus arcos yflechasen la mano ,
Por tanto cesen vanos accidentes, Vasos de sus bebidas allí junio,
Volved al buen sosiego como antes, Y bollos y tortillas de su grano ,
Porque la buena paz á nadie daña Compuesta y adornada la persona
Y á muchos destruyó la ciega saña.» Con joyas de oro, cuentas y cacona.
A las palabras y comedimientos Hallaron muchos en aquellos puertos
De quietud, amor y de templanza , No poca cuantidad destos archivos,
Estuvieron los bárbaros atentos , Por el industria de los mas espertos ,
Admirados de ver la confianza A quien no defraudaron sus motivos ;
Que tenian los pocos y hambrientos , Y ansí desenterrando cuerpos muertos ,
Innumerable siendo su pujanza; Resucitaron muchos hombres vivos,
Y el indio principal Gairacimonde Pues el que mejoró la camiseta
Estas palabras breves les responde : Hablaba como dicen de la oseta.
«Bien vemos que fastidian y empalagan Mas el gobernador luego procura
Rencillas y guerreras disensiones, Con loda la posible diligencia
Y que de los contractos que se pagan Que ninguno sacase sepultura
Redunda bien á todas las naciones , Si no fuese mediante su licencia :
Como'los tales sean y se hagan Parecióles á todos cosa dura,
Con el peso de sanas intenciones; Y renegaban ya de la paciencia;
Y ansí debajo destas cualidades Y mas que se tomaba las mejores
Quiero y acepto vuestras amistades.» Quitándolas á los descubridores.
Luego de las alturas bajó gente Quedaron ansimismo descontentos
Con ledo rostro, sin minace brazo : Porque de pueblos mas acomodados
Gairacimonde con alegre frente Señaló suertes ó repartimientos
Al Alonso Martin dio gran abrazo, Dándoles lo mejor á sus criados ;
Y los mas principales O) presente Y ansí los hombres de merecimientos
Ofrecieron de joyas buen pedazo, Quejosos se moftraron y agraviados,
Y en los rescates el que mas ayuno Y la demora no se señalaba,
Abalanzaba mas de mil por uno. Sino quien mas podia mas sacaba.
Acudió menos de lo que pensaron, Pues cierta cosa es y averiguada,
Por no tener el oro valor lleno; Que cuando la tal renla se pedia,
Y en tres ó cuatro dias que tardaron El cacique menor de la Ramada
En sus contractos por aquel terreno, Les daba todo el oro que cabía
En patente y oculto rescataron En una caja grande ensayalada
Mas de noventa mil pesos de bueno, Que de piezas labradas se henchía,
Con la cual granjearía que fué cierta Y aun aquel hueco que juntar no pudo
Resucitó la gente cuasi muerta. Rehenchían de oro mas menudo.
Dijo pues á los indios que estaría Cobrado gran caudal en oro puro,
Allí para buscar mas interese Fingían irse con aquel carguío ,
Hasta ya concluir quinceno dia., Y al tiempo que dormía mas seguro
A lin de que mas oro se le diese; El indio que les díó tan buen avío ,
Mas esa misma noche hizo via El español volvia con obscuro
Y salió sin que nadie lo sintiese, A saltear el resto del buhío,
De la manera dicha proveído, Privándolo de lodos sus haberes
Sin quedar hombre muerto ni herido. Y de queridas hijas y mujeres.
Llegaron á los puertos deseados, Con estas desvergüenzas y solluras
Do con aplauso fueron recebidos Estos indios se fueron despoblando,
Y del gobernador fueron honrados, Metiéndose por grandes espesuras,
Acariciados y favorecidos , Potente población anihilando,
Aunque quedaron no pocos soldados Y aun hicieron algunas travesuras
Acerca de sus parles desabridos, Con los que los andaban salleando,
Y es porque pretendía mayor parte Pues mataban personas españolas
El mas inútil en el estandarte. Cuando las encontraban á sus solas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, HIST. D£ SANTA MARTA, CANTO III. i;7
En aquesta sazón y en esta parte Que de ninguno recibirá» daño
Humedeció su faz el duro suelo Si fuesen sus vasallos y subyetos,
Con la sangre de Antonio de Yusarte, Y deste verdadero desengaño
Hermano de Hierónimo de Meló, Resultarán también otros efetos :
Que para la bandera y estandarte Que vernán al católico rebaño
Fué grave turbación y desconsuelo, Do vivirán seguros y quietos ,
Por ser de gran valor estos hermanos, Con la noticia y el conocimiento
Y de los principales lusitanos. De aquel que les dio ser, vida y sustento.
Y ansí fué que buscando cierto dia Respondiéronle ciertos capitanes.
En una pequeñuela carabela. Que parecían ser allí mayores:
Perlas de que noticia se tenia « Andad para bellacos, haraganes,
En la costa del Cabo de la Vela, Infames, mentirosos, burladores,
En la Ramada vieron ranchería Que pretendéis comer ajenos panes
Y cerca de la playa gran candela : Donde no derramáis vuestros sudores;
Antonio de Yusarte salió fuera Pues Pecigueica ya nos dio noticia
Creyendo>ser de paz como antesera. De vuestras propriedades y cudicia.
Con solos diez y seis soldados llega » Si venís á cobrar algún tributo,
A Gn de les pedir mantenimiento: Águilas de oro, petos y celadas,
Recibiéronlo bien, y él se sosiega Luego como pongáis pies en enjuto
Como vido su buen comedimiento; Las hallareis tan bien aderezadas,
Mas luego sobrevino la refriega Que nunca volvereis sin aquel fruto
Que fué su destruicion y acabamiento, Que sacastes de aquellas cabalgadas.»
Con tan impetuosos desconciertos , Esto decían y otras muchas cosas,
Que en breve tiempo todos fueron muertos. Y disparabanflechasvenenosas.
El barco como viese hecha sarta
De cabezas de cuerpos divididas, Mas arriba de allí suben atoas,
Antes que contra él la furia parta Por no les ayudar viento bastante ,
AI viento dio las velas estendidas : Mas luego sobre mas de mil canoas
Llegó con dos ó tres á Santa Marta Vieron llenas de indios por delante,
Llorando las desgracias sucedidas; Que con todo favor guian las proas
Los principales vístense de duelo, Para tentar al nuevo navegante ,
Sin lo saber Hierónimo de Meló. El cual por escapar de la revuelta
Desto fué la razón estar absenté A la map procuro de dar la vuelta.
Y andarla costa abajo descubriendo- Al ímpetu se van de las corrientes
En una carabela con la gente Las velas á los aires estendiendo :
Que como capitán iba rigiendo; Los muchos y atrevidos combatientes
El cual por ser sagaz y diligente No con priesa menor los van siguiendo;
En gracia,y en honor iba subiendo, Innumerables flechas van pendientes
Y este Melb halló la boca llena Del toldo del bajel que va huyendo,
Del rio grande de la Magdalena. Porque fuera notable desatino
Y como los designos en que estriba Tío huir tan terrible torbellino.
Era sacar á luz no vistas sillas, Y cuanto mas duraba la carrera ,
Determinó subir por él arriba Iba la tempestad en mas aumento ,
A ver lo que contienen sus orillas : Hasta tanto que ya salieron fuera
Mandó pues que su gente se aperciba A las ondas del mar y largo viento :
Armando las espaldas y ternillas, Los indios vuelta dan á su ribera
Y toldando también de dura tela Por no podellos ir en seguimiento.
Aquel espacio de la carabela. Ansí que consta ser este navio
El primero que entró por este rio.
Hechas estas y otras prevenciones, Metió todos sus hombres en el puertov
Subieron sin que viento los resista, Ninguno mal parado, sino sano,
Y con la cuantidad de poblaciones Y por lo que dejaba descubierto
Hincheron los deseos y la vista; Alegre se mostró y algo lozano;
Pero tan deshonestas las naciones, Pero como dijeron ya ser muerto
Que no tienen cubierta que los vista: A manos de los indios el hermano ,
Oro labrado traen ellas y ellos La pena que tomó fué tan crecida
En orejas, narices y en los cuellos. Que le quitó los dias de la vida.
Tomó del inventor el nombramiento- No menos esta muerte fué llorada
La primera ciudad en aquel suelo, De todos por tenello por amigo,
Y aun hasta hoy le llaman al asiento Y para que también fuese vengada
El pueblo de Hierónimo de Meló, La de Antonio Yusarte que ya digo ,
No para que durase con aumento, Determinaron ir á la Ramada
Pues no parece ya hueso ni pelo , Para hacer un ejemplar castigo;
Solamente nos queda la memoria Y ansí se tomó del lo tal venganza
De grandeza tan grande y tan notoria. Que todo fué rigor y destemplanza.
Con recato guiaba su carrera Luego se caminó por las salinas
El Meló con la gente de Castilla : Y por zavanas secas y arenosas,
No va por la corriente muy afuera, Hasta venir á dará los cocinas,
Ni tampoco pegado con la orilla; Gentes desesperadas y animosas,
Cubríase de indios la ribera Con quien entre cardones y entre espinas
A ver la nunca vista maravilla ; Tuvieron competencias rigurosas,
Un indio que llevaban los entiende, Y después de vencidos, en su villa
Y les pregunta lo que se pretende. Hallaron ropa fresca de Castilla.
Rogándoles que no bagan bullicio Admiráronse todos de repente
Por ver el espectáculo presente , Viendo mercadería sin mercado,
Pues los que ven no tienen por olicio Mas luego conocieron claramente
Damnilicar al bueno y obediente: Ser de gente que habia naufragado,
Solo quieren traellos al servicio Sin que lo declarase delincuente,
De un gran señor, monarca prepotente, Ni diese cuenta deste mal recado;
A quien por su virtud, valor, clemencia , Mas todos recogieron ropa harta
Todos los hombres deben obediencia. Y se partieron para Santa Marta.
:73 JUAN 1)E CASTELLANOS.
Al rio de la Hacha caminando, Mayormente de hombres que tenían
Antes que se pasase su ribera, Algunas honorosas cualidades ;
Por sus mismas pisadas aguijando Y porque muchos otros padecían
Dos hombres ven venir á la lijera: Varias dolencias y necesidades,
Sabían bien que no son de su bando, Hospital hizo do se recogían
Y ansí toda la gente los espera, Y se curaban las enfermedades;
Reconociendo con la vista sola Y estas espensas eran á su costa,
Que debia de ser gente española. Que cierto no podia ser angosta.
Llegaron no sin grande desconsuelo, También socorreria con sustento
El uno sacerdote y otro lego, Don fray Tomás Ortiz, sabio prelado,
Y hincan las rodillas en el suelo, A quien el Lerma dio repartimiento,
Sin que tomasen punto de sosiego, Que fué Bondigua, pueblo celebrado,
Porque poner los ojos en el cielo Donde hacia principal asiento,
Fué lo primero que hicieron luego, Y por esto no poco murmurado,
Dando gracias á Dios que les dio tino Por ser allí las grandes fundiciones
Para ver y tomar aquel camino. De las mas comarcanas poblaciones.
Luego de su negocio dieron cuenta De manera que la común malicia
Con voz que mil suspiros entremete , Su vida religiosa maculaba,
Diciendo que corrieron gran tormenta Diciendo muchos dellos que cudicia
Y dieron al través en el pórtele, A residir allí lo convidaba,
Donde gente feroz, cruel, sangrienta, Y con diestros ministros de avaricia
Despojaron de vida ciento y siete Alguna joya mas se le pegaba;
De pasajeros y de mercaderes, Mas él decía ser intención sana
Sin perdonar á niños ni mujeres. Y por les enseñar la fe cristiana.
Los seis dellos se habían abscondido Solían pues soldados ir á obscuras
Escabulléndose de la refriega , Para sacar sepulcros acechados,
Y fueron por camino no sabido Algunos solos á sus aventuras ,
El tiempo que duró la noche ciega : Por causa de los mandos publicados ;
Cuatro dellos habían perecido Y ansí fueron á muchas sepulturas
Porque la sed á muerte los entrega; Sin que fuesen en ellas sepultados,
Y escapar ellos del inconviníenle Pues por asechos en lugares ciertos
Fué milagro de Dios harto patente. De los vecinos indios eran muertos.
Pues caminando por una zavana De suerte que por muchas sinrazones
De noche, vieron rastros de caballos, Que se hicieron en aquella era,
Y allí durmieron hasta la mañana Conmutaron Jos indios condiciones
Para poder mejor certificallos; Quitando paz á toda la frontera,
Y con divina fuerza mas que humana Dorsino, Gaira y los demás ancones,
Grande priesa se dan por alcanzallos, El de la tierra dentro y el de fuera,
Pues quiso Dios que sin merecimiento, Sin acudir á tracto ni contrato,
Tuviese su deseo cumplimiento. Ni dalles grano caro ni barato.
Pesóles de tan áspero suceso; Mas ya por otras tierras y partidos
Y la fatiga destos remediada, Iba volando la veloce fama
El náufrago soltero y el profeso De los ricos sepulcros referidos,
Con los demás se van á la Ramada, Con trompa de cudicia que los llama
Donde otra vez usaron del esceso Y un son que deleitaba los oídos
Dándoles una buena trasnochada, Del cupido galán y de la dama :
So color del castigo dicho antes Ansí que ya tenia Santa Marta
Y causas que decían ser bastantes. De los recién venidos gente harta.
Pero demás de aquellos delincuentes Tanto, que de la mucha que venia
Que fueron agresores y culpados, Estaban llenos hasta los rincones,
Algunos miserables inocentes Y en la misma sazón también había
Fueron contra justicia castigados Necesidad con indispusicíones,
Con pena,s y castigos insolentes, Que Lerma por su parte socorría
A todas crueldades arronjados, Con algunos regalos y raciones,
Y las cudicias grandes del injusto No para ser cabal mantenimiento,
Ordenaban los cargos á su gusto. Sino manera de entretenimiento.
Y aunque el gobernador no lo sabia, Mas el soldado que salud tenia
Antes refrenó siempre los rigores, Quisiera navegar con otros vientos,
Las malas intenciones todavía Porque la causa por que se movía
Criaron coronislas y escriptores, Eran conquistas y descubrimientos,
Pues quien sabia menos, escrebia Y andando rancheando todavía
Al gran emperador ó á los oidores Hallaba sin dineros alimentos;
Que la Española tiene con audiencia, De suerte que la gente mas granada
Pidiendo contra Lerma residencia. Deseaba hacer algún entrada.
El cual ya poseído desle miedo , Allí Pedro de Lerma florecía
Determinóse de enviar á España En el tiempo que desto se tractaba,
A su criado Nuflo de Sagredo Cuya buena presencia prometía
En confianza de su buena maña, Aquello que por obras ya mostraba :
Y llevar en derecho de su dedo En esfuerzo, valor y gallardía,
Probanzas hechas contra quien le daña ; Aviso y discreción se señalaba,
Pues nunca faltan á quien pianda junta Y en recuentros había dado muestra
Mil testigos que hinchan la pregunta. Cual la podia dar persona diestra.
Fueron pues las probanzas gran embargo Joven, gallardo y en edad florida,
Para se despintar algunos daños Bien acondicionado, bien dispuesto,
Que resultaran del proceso largo La barba roja, llena, proveída,
Primero que probara ser engaños; Y de gracioso y agradable gesto ,
Y ansí le vino luego de su cargo Cualquiera proporción tan por medida
Prorogacion de tres ó cuatro años, Que no tenia miembro mal compuesto;
Y á los mas flacos en sus amistades En la conversación era suave,
Procuró de ganar las voluntades. No muy regocijado ni muy grave.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, IHST. DE SANTA MARTA, CANTO III, 279
Ofrécese también á la memoria »A cuya fuerza no hay opuestos muros ,
Como decia del alguna gente Ni rebelde que luego no despoje :
Su nombre proprio ser Pedro de Soria, Sobre potentes reyes tiene juros ,
Y el Lerma no venille propriamente, Y á su dominio todos los recoge;
Y aun afirmaban por cosa notoria Viven libres, quietos y seguros
No ser deudo del Lerma ni pariente; Los suyos, sin que nadie los enoje,
Pero no sabré dar razón bástanle Y desta libertad y beneficio
Por qué decian cosa semejante. Cozareis si venís á su servicio.
Pues antes y después que con él vino, »Si celebrardes estas amistades,
A todos ellos era manifiesto Serán á todas partes honorosas;
Tratallo Lerma como su sobrino, Y porque nuestras buenas voluntades
Y cuasi semejaban en el gesto : Conozcáis, os daremos muchas cosas
Juzgamos pues de aquí ser desatina Que para vuestras huertas y heredades.
Los que creían lo contrario desto ; Muy necesarias son y provechosas,
Y ansí con ser el Pedro mozo tierno Y vosotros daréis en pagamento
Lo hizo general de su gobierno. Eso que solo sirve de ornamento.»
Pues como general entonces era A do paró la gente castellana
Con todas las anejas condiciones, Bajaron luego muchos principales ,
Aderezóse para salir fuera Ansí mancebos como gente cana,
Con doscientos destrísimos peones : No sin ostentación de sus caudales :
Que caballos en ninguna manera Arco no parecía ni macana,,
Pueden subir aquellos reventones, Antes de paz son todas las señales;.
Y mas adonde van valles horribles Ven de joyas de oro tal aumento
Cuyas entradas son inaccesibles. Que daban al deseo henchimiento.
Bocarabuey le llaman al primero, Y recebidos los primeros dones
Y Bongay es el nombre del segundo; Y presentes que fueron de sustancia,
Profundísimos son entrambos, pero Se comenzaron las conlraclaciones
El de Bocarabuey es mas profundo,. Ricas y no de menos importancia,
Rodeado de tal despeñadero Porque las maliciosas intenciones
Que no puede ser mas en este mundo;. Se holgaban en dar cualquier ganancia,
Están mas adelante de Tairona Tanto que del caudal y venta hecha
Al paraje del pasa de Marona. Cada cual concibió mala sospecha.
En ellos entran por un angostura El sol iba sus carros recogiendo
Áspera para gentes eslranjeras : Al hemisferio del opuesto cielo,
De dentro no contienen gran anchura, La lumbre de sus rayos abscondiendo
Pero poblados van por las laderas; A los habitadores desle suelo ,
De yuca y de maíz es la cultura; Y el alegre color se va vistiendo
Son todas gentes ricas y guerreras, De la librea del nocturno velo,
Y bien como venados van lijeros Cesando por aquelinconvinienle
Por peñascos y por despeñaderos. Contractos y el concurso de la gente.
Pues por los pasos mas acomodados Y ansí dijeron á las compañías
El general entró con los que lleva , Que del lugar hacían mudamiento,
Y para ser los indios avisados , Que no fuesen pesadas ni tardías
Su propria vista les llevó la nueva : En acudir con reconocimiento,
Fueron en breve tiempo convocados Pues habían de estar por muchos dias
Para venir en fuerzas á la prueba , Dentro del valle y en aquel asiento,
Mas un cacique dicho Sollozoca Donde les convenia regalallos ,
Con aquesta razón abrió la boca : Porque, si no, saldrán á castigallos.
«Si conocemos términos discretos Pero ya despedidos los postreros ,
No conviene que nos alborotemos, El general habló con sus soldados,
Pensando que hará malos efelos Y en secreto les dijo : « Caballeros,
La poca cuantidad destos que vemos; Ya nosotros tenemos embolsados
Y ansí mi parecer es que quietos Cuantidad no pequeña de dineros,
Y con paz y amistad los esperemos, Pues pasan de cincuenta mil ducados .-
Satisfaciendo bien sus intenciones Paréceme determinación cuerda
Con alimentos y con ricos dones. Poner la presa donde no se pierda.
«Haremos al contrario descuidado, «Pues sospechosa es la buena gana
Viendo que se le da buen acogida , Con que dan sus haciendas los escasos,
Y no reposará sobresaltado Y ansí querría que con obscurana
Y con su gente bien apercebida; No fuesen nuestros pies flojos ni lasos ,
Y ansí podremos darnos buen recado Porque cuando llegase la mañana
En privullos á lodos de la vida , Tuviésemos lomados malos pasos ,
Cobrando sin ningún inconvinienle Do sin riesgo podemos en la cumbre
Nuestro caudal y el suyo juntamente.» Defendernos de tanta muchedumbre.
A todos pareció consejo bueno, A lodos ellos en cabildo juntos
Y se ciñeron desta confianza : Les pareció consejo de discreto,
En quietud pusieron el terreno, Y el parecer que daba ser trasunto
Reduciendo sus gritos á templanza, De lo massubatanciai y mas perfelo ;
Creyendo ver aquel efeto lleno Y con sus joyas en el mismo punto
De los que les promete su esperanza, La partida pusieron en efeto.
Midiendo lodos ellos los efelos , De manera que fueron con obscuro
Según sus pensamientos y concetos. Hasta llegar á puerto mas seguro.
Entretanto llegaron los cristianos, Cuando llegaron, ya la bella dama.
Nublándoles con lenguas convinientes Del antiguo Titon mostró la cara,
Y haciéndoles señas con las manos E ya salia de la dulce cama
Para mas mitigar sus accidentes, Adonde del cansancio se repara,
Diciéndoles : « Queremos ser hermanos, Y en la misma sazón febea llama
Amigos vuestros, deudos y parientes, Volvía las tinieblas en luz clara,
Y que tengáis por bien dar obediencia De suerte que los ojos en su daño
A un rey de grandísima potencia. Ya no podían padecer engaño^
2S0 JUAN DE CASTELLANOS.
Apenas pues los nuestros poseían Demás de ser la tierra no bien sana,
Los altos y postreros reventones, Antes de tal calor que los abrasa ,
Cuando tras ellos vieron que venían Mas alfinfueron á provincia llana,
Desnudos y atrevidos escuadrones, Que llamaron Caribes, tierra rasa ,
Que de diversas partes descendían No porque allí comiesen carne humana,
<,on armas y dañadas intenciones, Mas porque defendían bien su casa;
Haciendo que con mas furia se muevan Y ansí hicieron diez caballos menos
Ver que se van y ver lo que les llevan. Y diez y seis soldados de los buenos.
Los que mas dieron mas se señalaban Porque ponían cautelosamente
En ánimo y en dar paso lijero, Preseas á las puertas do moraban ,
Para con lin de los que lo llevaban Y al tiempo del tomar , incontinente
Cobrar por fuerza de armas el dinero; Los que vivían dentro losflechaban;
Pero para llegar adonde estaban Y ansimismo mataron mas de veinte
Habían de subir por contadero, Be los amigos indios que llevaban ,
Porque el espacio desta serranía Que para les servir iban de Bonda
Por otra parte no les daba vía.
Y otros pueblos que hay á la redonda.
Nuestras gentes estaban descansadas, Cuando tomaron la ciudad primera
Puestos á punto tiros de ballesta,
Y prestos los escudos y celadas, Desta provincia castellanas lanzas,
Hoja desnuda y en la mano presta, Estaban muchos moradores fuera
Muchas galgas de piedras allegadas Ocupados en casas y labranzas;
Para sol tal las por la baja cuesta , Mas son de viva voz los recupera,
Y por tener el alto lugar fuerte Volviendo los deseos de venganzas ,
Ningún temor tenían a la muerte. Y viéronlos venir los peregrinos
Que velaban entradas y caminos.
Los indios á las faldas del altura Tocaron arma para subyectallos,
Y congregado número sin cuento, Y suenan las trompetas con su canto;
Por las ásperas sendas se procura Salieron al encuentro los caballos
Subir, y suben con gentil aliento; A los indios poniendo gran espanto,
Mas por perseverar en su locura Dejándose caer por no mirados ,
Muchos dellos ovieronfinsangriento A causa que no vieron otro tanto;
Con crecido peñasco que rodante Y ansí prendieron á cuarenta dellos,
Barría los opuestos por delante. Poniéndoles prisiones en los cuellos.
El cual con aquel ímpetu violento Y destos uno para ser gigante
Rompió de tal manera cuanto halla , Naturaleza no lo hizo fallo ,
Que quedaron sin vida mas de ciento En la ferocidad y en el semblante,
Y derribada mucha mas canalla : En miembros, lijereza y en el salto ;
Al modo de terrible rompimiento Y en altor de los brazos adelante
En grave y asperísima batalla , Era sobre los altos muy mas alto,
Donde caen los muertos y los sanos Y de los españoles los mas hechos
Y unos quedan sin pies y otros sin manos. Apenas le llegaban á los pechos.
Visto su mal principio de contiendas Aqueste solo hizo resistencia
Con gentes tan mañosas y atrevidas , Y se mostraba ser lozano gallo ;
Determinaron de volver las riendas Mas volvió sus furores en paciencia ,
De seguir los alcances despedidas, Viendo sobre sí tantos de caballo :
Y mas quisieron no cobrar haciendas Aprisionáronlo con diligencia,
Que perder las haciendas y las vidas : Y muchos hombres fueron en guardallo;
De manera que nuestros peregrinos Y allí con voz que gran temor ponía
Prosiguen sin estorbo sus caminos. A los presos con él reprehendía.
Llegaron á Bongay y entraron dentro : Decíales ansí: < Flacos villanos,
Conocen ser la tierra mas amena , A quien su propria cobardía daña ,
Masapercíbense para recuentro, Tantos en escuadrón y á mí cercanos ,
Por ver de gentes la zavana llena ; ;.Cómo nunca supistes daros maña
Pero de paz salieron al encuentro, Y me dejastes solo y entre manos
escarmentados en cabeza ajena; De gente que os constaba ser eslraña ?
Dieron presentes, y el rescate hecho Pues con uno que espaldas me hiciera
Fué de veinte mil pesos el provecho. Nadie me subyeciara ni rindiera.
Vista la presa pues no ser angosta , » Antes á no perder mí fuerte maza
Antes digno caudal de ser guardado, Por vuestra culpa, tales ocasiones
Peí valle se partieron por la posta Ella diera, tan buen orden y traza
A fin de lo poner á buen recado; En machucar cabezas de ladrones ,
Finalmente salieron á la costa, Que de cuantos estaban en la plaza
Y fueron á su puerto deseado, Solamente quedaran los troncones ,
Donde la gente del se hizo presta Y lodos sin tomar ningunos presos
Para los recebir con grande fiesta. Rociaran la tierra con sus sesos.»
Descansaron después en la marina Los bárbaros amigos que lo vian
Algún tiempo, que fueron pocos días; En enojo y furor tan encendido,
Pero cebados en la golosina l'or algunos vocablos coligian
Del oro que les daban rancherías , De las palabras dichas el sentido;
El buen Pedro de Lerna determina Y como su venganza pretendían
Salir á descubrir por otras vías, Por ocasión del daño recebido,
Y con trescientos hombres y el bagaje Pidieron al gigante por su suerte,
La costa abajo hacen su viaje. Para vengarse dándole la muerte.
Soldados de valor son lodos ellos, Pedro de Lerma, por les dar contento,
En guerra cada cual ejercitado ; Mandóles entregar el indio luego ,
Acia Chinda van guiando huellos Muy fuera de cristiano sentimiento ,
Pt>r bosque que hallaban despoblado; Pues no dejó de estar en esto ciego:
Don fray Tomas Orliz iba con ellos , Asieron del gandules mas de ciento
Primer obispo ya conmemorado, A quien se hizo del gandul entrego,
Al cual ya parecían pasos malos Y brazos, pies, molledos y garganta
Aquellos que carecen de regalos. Amarraron á una gruesa planta.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, HIST. DE SANTA MARTA, CANTO III. 281
Estas crueles diligencias hechas , No faltó población ni faltó puerto
Atado por mil vins al madero , Que por allí les vino muy á pelo,
Aperciben los arcos y las flechas, Y no dejaron de tener por cierto
Y el mísero servia de terrero, Ser rio que cubría tanto suelo ,
Donde sin desviar iban derechas El que por mar habia descubierto
Al beneplácito del ballestero, El portugués Hierónimo de Meló;
Estremeciéndose con los dolores , Por cuyo curso, yendo bergantines ,
Y el árbor ansiinismo da temblores. Descubrirían tierras muy insiues.
Por orden del caudillo que los manda,
Con esta crueldad dicha de suso Luego fueron en busca de buhíos,
Le clavan pechos, brazos, coyunturas, Y el cumplimiento ven de su demanda,
Mas él con el dolor tal fuerza puso Pues los hallaron, pero ya vacíos
Que quebró las espesas ligaduras, De moradores, que por otra banda
Y á pelear con todos se dispuso , Apresurados van con sus navios ,
Sacando de sí mismoflechasduras , Donde llevaban todos sus haberes
Con puntas de las cuales ansimismo Con prendas de hijuelos y mujeres.
El envió contrarios al abismo. Mas aunque no tenían indios presos,
Pues aunque ya traia traspasado Todavía de lo que les restaba
De heridas mortales mortal vaso , Olieron los ventores y sabuesos
Tras ellos iba tan encarnizado Copia de oro fino que pesaba
Como bravo león en campo raso, En cuantidad de mas de diez mil pesos ,
Al tiempo que se halla rodeado Muestra que mucho mas adivinaba :
De los que por allí pasan acaso, Con el cual cebo nuestras compañías
Y si le pican se desembaraza, Allí gastaron diez ó doce días.
Y á cualquiera que toma despedaza.
Entre tanto que allí se detenían
Desla manera fué rompiendo venas E guias de la tierra se tomaban ,
De los que van huyendo del portento, Muchos indios amigos que traian
Hasta que de las frágiles cadenas En aquel ampio rio se bañaban ;
Hizo separación vital aliento , Pero cuantos entraban no salian,
Para morar en las eternas penas, Antes la mayor parte se quedaban ,
Llevando cuatro muertos al tormento , Y con ser escelentes nadadores
A quien él antes desta su partida Siempre desparecían los mejores.
Hizo que se partiesen de la vida.
En la ciudad el resto de la gente Hallábase la gente descontenta,
Jamás quiso salir de sus moradas , Ansí soldados como capitanes,
Y defendían valerosamente Y á ningún español se representa
No ser de los estraños saqueadas, La causa ni razón destos desmanes,
Hasta tanto que fuego mas ardiente Hasta que ya cayeron en la cuenta
Se las hizo dejar desocupadas ; De voraces lagartos ó caimanes,
Prendieron muchos en aquel estrecho, Fiero dragón y acuática serpiente ,
Sin que tomasen cosa de provecho. Que hasta hacer presa no se siente.
Por mucha diligencia que se puso Esta bestia cruel parece muerta
En trastornar alhajas del vecino, En el agua y á modo de madero;
No se halló cerrado ni recluso Pero para hacer su presa cierta
Punta de oro bajo ni de fino, No puede gavilán ser mas íijero :
Por no tener aquestas gentes uso Va por turbias orillas encubierta
De lo que causa tanto desatino: Adonde cogen agua ó lavadero,
Solamente sus bienaventuranzas Y aun sin sacar del agua la ventrecha
Eran las sementeras y labranzas. De los que suenan fuera se aprovecha.
Destas era provincia proveída Pues como huela que por la ribera
Y por todos espacios bien poblada: Anda bárbara gente ó española,
Gente lozana, blanca, bien fornida Si no puede cazar de otra manera
Y á su defensa muy determinada ; Procura hacer presa con la cola ,
Y ansí la nuestra no fué recebida Que con pesado golpe saca fuera,
De paz , ni puso miedos el espada, Y es tal, que bastara con ella sola
Ni de sus pueblos, vista su presencia , A llevar plantas gruesas arraigadas,
Determinaron de hacer absencia. Cuanto mas á personas descuidadas.
Era para poblar de gran sustancia, Son en estas astucias tan continos,
Si cayeran entonces en aquesto ; Que aunque viven con miedo del engaño
Mas como luego no viesen ganancia Todos aquellos bárbaros vecinos
Y tuviesen el riesgo manifiesto, Reciben destas bestias mucho daño;
Salieron no con poca vigilancia Pues son en se lavar cuervos marinos,
En busca de terreno mas compuesto, Y las corrientes aguas es su baño ,
Para que con aumento de despojos Y es su recreación y policía
Se templasen los bélicos enojos. Lavarse muchas veces en el dia.
Caminaron con orden conviniente, Algunos indios por guarida cierta
Sin que ninguno dellos se desmande, Hacen dentro del agua palizadas ,
Y con deseo ya de ver la frente Para que por alli no halle puerta,
De guia cierta que con ellos ande: Y ellos tienen por tierra sus entradas;
Un día dieron repentinamente Mas natural instinto que despierta
En aquel que llamaron rio Grande , Al caimán en las noches mas cerradas,
La distancia del cual de orilla á orilla Entrase por la puerta que está fuera,
No les causó pequeña maravilla. Y cubierto con agua los espera.
Holgáronse de ver en sus riberas No para que el entrada les defienda
Diversidad de árbores sombríos ; El cruel alguacil, mas la salida
Entretejidas grandes cañaveras, Procura de estorbar, porque se entienda
Que suelen ser ornatos de los rios ; Ser su jurisdicción la tal guarida;
En parles eslendidas sementeras, Y ansí cuando se bañan le dan prenda
Por las aguas frecuencia de navios, Que no les cuesta menos que la vida ,
Que son , según dejimos, unos leños Y él para confirmar sus malas mañas
Cavados, palos grandes y pequeños. Les da por aposento sus entrañas.
282 JUAN DE CASTELLANOS.
Alguna destas bestias hay que tiene Poco después otro gentil soldado,
A veinte y aun á treinta pies de largo : Delante los demás desla conquista,
A tierra sale cuando le conviene, Cierto rio tentó pasar á nado ,
Y un indio vide yo quedar amargo, Y en presencia de lodos y á su vista
Que por sacar cangrejos se detiene Fué de cruel caimán arrebatado :
En playa do le dimos este cargo ; Hay quien lo ve, mas no quien lo resista;
El cual estaba tan embebecido Pide favor, y nadie favorece;
Quel lagarto llegó sin ser sentido. Zabúllese con él, y desparece.
A los gritos acude gran gentío, Pudiéramos contaros maravillas
Y él de la presa no bien enterado De la braveza deste serpentino;
Volvió los pasos al cercano rio Mas bien será decir de Juan Varillas
Que estaba breves pasos apartado; Y Martin Sánchez, hoy nuestro vecino,
Quedando del sangriento desafío Que vieron un caimán en las orillas
El mísero gandul tan mal parado, Del agua por do guian su camino ,
Que puesto caso que no faltó cura Al cual tiran y dan con un espada,
Vi que su vida fué de poca dura. Por no perdella con cordel atada.
Pero por cierto suerte fué galana Luego con furiosos accidentes
La que supo hacer un Andresillo , Feroz arremetió con la canoa,
Por librar su mujer llamada Juana Y con aquellos espantables dientes
De boca del vorace cocodrilo, Asió de los remates de la proa :
Que como viese mano que cercana Asombráronse desto nuestras gentes
En el rio hinchese cantarillo, Con pesado pesar de que la roa,
Asióle della con su duro diente Porque cuanto mordió la bestia fiera
Y tras sí la llevó lijeramente. Otro lanío sacó de la madera.
Oyendo los clamores y la grita, El en efecto es boquirasgado,
Y viendo que le lleva su querida, Sin lengua , con dos órdenes de dientes,
El osado zagal se precipita De durísimas conchas rodeado ,
En la profundidad por dalle vida , Los pies no de lagarto diferentes:
Y dentro de las aguas se la quita Es largo de hocico y ahusado:
Sin que pudiese dalle mas herida; Son astutas y cálidas serpientes;
Porque con un machete que tenia Tigre los acomete si los halla
Los ojos al caimán entorpecía. En tierra, y es de ver esta batalla.
No perdió los manjares de su mesa Porque el pintado tigre lo rodea
Por cobardía, porque tiene poca; Con presurosos saltos y bjeros,
Pero por no quedar con vista lesa Defendiéndole el agua que desea
Cuando fuerza menor allí le toca, De rios , de lagunas ó de esteros,
Con temor y dolor suelta la presa Y clávale durante la pelea
Del cruento sepulcro de su boca; Con las uñas las conchas y los cueros:
Pues con ser animal feroz, rabioso, Da muestras el caimán de su braveza,
Es siempre de sus ojos temeroso. Aunque le falta presta lijereza.
Muchos afirman este devaneo , Mas abre las durísimas quijadas ,
O verdad de que yo soy ignorante, Hace sus diligencias y se enhiesta,
Y que para tan áspero torneo Dando tan sonorosas tenazadas
Este remedio dicen ser bastante; Como tarasca día de lafiesta;
Pero yo ciertamente no deseo Da vueltas con la cola tan pesadas,
Necesidad de prueba semejante, Cuando para herir la hace presta.
Aunque cierto español con estas mañas Que si con ella diese, por enmedio
Se libró de no ir á sus entrañas. Al tigre partiría sin remedio.
Alonso Sánchez este se decía, Y si en el arsenal ó seca plaza
De Murcia natural y allí nacido, El tal tigre gozó de vencimiento,
El cual en aquel tiempo que venia Arrastra luego la pesada caza
Gente por descubrir este partido, A montuosa cueva y aposento,
Para juntarse con la compañía Adonde la desconcha y despedaza
De quien había sido dividido, Para satisfacer pecho hambriento;
Por no quedar allí le fué forzado Mas si pasar el rio le acontece
A riesgo de morir pasar á nado. El caimán es allí quien prevalece.
Llevando presurosa la carrera , Porque suele la maculosa fiera
Y de la concluir no sin antojos, Muchas veces pasar una corriente
Voracísima boca de la fiera A nado, para ver parte frontera,
A su vientre le quiso dar despojos : Que de caza será mas conviniente ;
El viéndose tractar desla manera Mas si caimán lo ve por su ribera
Acude con los dedos á los ojos, Subyéctalo en el agua fácilmente ,
Con la cual prevención el sin ventura Y no tiene dudoso vencimiento,
Se libró de la viva sepultura. Sino cierto, por ser en su elemento.
Hiende las aguas con veloce mano Y ansí cualquiera dellos ha por buena
Por poderse hallar en el orilla; La pelea del puesto do se cria :
Mas antes que se viese tan cercano Quel tigre pasa el rio con su pena;
Que la tomase por segura silla, Y el caimán, si del agua se desvia,
La sierpe por las carnes del cristiano O para desovar en el arena,
Hincó dos ó tres veces la mejilla , O ya para dormir al sol del dia,
Y el español con lo que ya sabia De la manera dicha se aprovecha
Con gran valor de sí la despedía. El tigre, cuando ve su suerte hecha.
Al fin pudo salir, mas de tal arle Los huevos como de ánsar y mayores
Y la mísera carne tan rompida, En el arena deja sepultados,
Que diligente cura no fué parle Adonde con la luerza de calores,
P:ira podclle dar alguna vida; Sin los ver el caimán, son animados :
Pues luego que topó nuestro estandarte Toman en ellos guslos y sabores
Fué el alma de las carnes despedida. Los indios, aunque sean empollados,
Habiendo ya limpiado su conciencia Y aun si lo matan , como cosa buena,
Con sacr.imenlo de la penitencia. I De carne del caimán hacen su cena.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, HIST. DE SANTA MARTA, CANTO IV. 283
Y también en hambrienta pesadumbre Pues como fuese fábrica pajiza
Alguna vez le fué manjar aceto Y del calor sequísimas las pajas,
A quien nunca lo tuvo de costumbre Con ventoso furor que las atiza
(Y allí son mas continas sus ventajas )
Ni pensó de se ver en tal aprieto; Presto se convirtieron en ceniza
Pero la hambre pone dulcedumbre De unos y de otros las alhajas ;
En lo que careció de tal efeto : Pero recién venidos destas gentes
Aconteció también desta comida Perdieron mucho mas por ser absentes.
Quedar no pocos hombres sin la vida. Pues no les escaparon vestidura
Ni aun otras cosas de valor mas lleno;
No vino sin aqueste detrimento Y es ansí cierto que con la presura
Campo del español en la jornoda Quel viento causa y el ardiente feno,
Que entonces hizo del descubrimiento La mejor amistad alfinprocura
De aqueste nuevo reino de Granada, Sacar antes lo suyo que lo ajeno,
Cuando por falla de mantenimiento Cuanto mas que quien algo sacar pudo
La gente se sentia fatigada Quedó menos vestido que desnudo.
Junto del rio Grande, donde agora
Llaman los cuatro brazos y la Tora. Por levantarse grande torbellino
Allí para pescar mas á provecho, A medio dia con nordeste viento,
Un Juan Rodriguez Gil con un anzuelo, E ir todos á casa del vecino,
Con temor del caimán que por asecho Donde fué su primer encendimiento
Al que se descuidó pescó de vuelo, Cocina de un Armenlia, vizcaíno,
Había cierta barbacoa hecho Destas casas la mas á barlovento;
Dos varas de medir alta del suelo, Y ansí cuando volvían á sus casas
Pareciéndole que por esta via Los demás las hallaban hechas brasas.
Ningún riesgo de muerte correría. Díceme pues la compañía vieja
Llegóse con las aguas ocultado Aqueste fuego ser red barredera,
El vorace caimán á la ribera, Que toda la ciudad hizo pareja,
Y embistiendo con ellas el tablado. Porque tan solamente quedó entera
La cautelosa cola sacó fuera, La del gobernador por ser de leja,
Dando con ella golpe tan pesado Y eslar también un poco mas afuera :
Que derribó por tierra la madera : En los cuales incendios contractantes
Al instante volvió la boca brava, Perdieron mercancías importantes.
Mas no pudo pescar al que pescaba. Vista la destrurcion y perdimiento,
Pues aunque se mojó con la tormenta El sabio general puso la frente
Del agua que el caimán echó por alto, En proseguir aquel descubrimiento
No le tocó la cola con que tienta Para restauración de aquella gente;
Para cebar la boca hacer salto, Mas porque yo me hallo sin aliento,
Y el Juan Rodriguez hoy dia me cuenta Determino, primero que lo cuente,
Cómo turbado deste sobresalto, Tomar algunas horas de sosiego,
Con las manos y con los pies estriba, Y en descansando yo volveré luego.
Huyendo del por la barranca arriba.
Después que derribó la barbacoa,
Viendo que le faltó tan buen bocado,
El cuerpo descubrió como canoa CANTO CUARTO.
No lejos de la orilla sobre aguado :
Acude luego Cristóbal de Roa, Donde se cuenta cómo Pedro de Lerma desde a pocos dias que llegó á
En puntería bien ejercitado, Santa Harta salió á descubrir tierras nuevas con algunas guias que
Y con el fuego que otras armas cala trajo de los Caribes.
En las entrañas le metió la bala.
Al profundo del agua se melia , Origen fué de grandes perdiciones
Y brevemente se mostraba fuera; Para los pobladores de algún puerto
La cola y la cabeza revolvía Faltar á los principios intenciones
Como si con alguno compitiera : De poner en jurídico concierto
Finalmente, lo vieron otro dia Aquellas grandiosas poblaciones
Ya muerto y al través en la ribera, Que con sudor habían descubierto,
Con un olor de almizcle que del nace Parando solamente sus deseos
Pesado ya por ser tan eficace. En el provecho vil de los rancheos.
Fué luego por el español abierto Pues absortos en esta golosina,
Para lo sepultar en el arquivo , Lejana de quieta providencia,
Pero por el hambriento desconcierto Ninguno por allí se determina
El dragón se mostró vindicativo , A la perpetuidad y permanencia,
Matando muchos mas después de muerto Antes sus intenciones encamina
Que pudiera matar estando vivo , A muertes, robos, sacos y violencia,
Porque sobre sesenta perecieron Sin que gobernador hiciese cuenta
Que de las carnes del caimán comieron. De poblar, repartir y tener renta.
Pudiéramos, contando semejantes Y ansí también sin estos pensamientos
Trabajos, consumir algunos dias; Sacó Pedro de Lerma sus soldados ,
Mas quiérome volver adonde antes Que fueron todos mas de cuatrocientos,
Dejé las españolas compañías; Valerosos y bien aderezados
Las cuales ya del rio van distantes, De lodos militares ornamentos,
Procurando volver mediante guias Con mas de cien caballos estremados ,
Al mar de Santa Marta y á su tierra, Siguiéndolo la gente mas granada
Atravesando la cercana sierra. De la que con él vino del entrada.
Alguna población se descubría, Mas el obispo, lleno ya de saña,
Y algún oro del bárbaro vecino, No quiso reiterar estos caminos,
Mas para bestias por ninguna via Viendo cómo se daban mala maña
Pudieron hallar cómodo camino ; Para se convertir indios vecinos ;
Y ansí volvieron por do ya sabia Antes determinó volver á España
Sus dormidas el campo peregrino : Con buenos granos de veneros finos,
Vieron su Santa Marta deseada, Dcnde por apartarse de consejas
Pero halláronla toda quemada. No quiso mas volver á sus ovejas.
284 JUAN DE CASTELLANOS.
Mas el Pedro de Lerma diligente Volvieron á la mai, y dada cuenta
La costa arriba hizo su corrida De lo que les hahia sucedido,
A la Ramada, parte conviniente Y en juegos, en amores, compra y venta,
Para llegar á tierra bastecida; El despojo robado consumido,
Y en el valle de Upar metió su gente, Como no poseyesen otra renta
Provincia ya de todos conocida , Sino la que cogían del vencido,
Caminando por entre las dos sierras En consulta común han acordado
Hasta que descubriesen nuevas tierras. Volver á rebuscar lo vendimiado.
Muchos señores desta gente ruda También para ver tierras no sabidas
Salían con pacífico semblante Y riquezas del bárbaro vecino ;
Dándoles el socorro y el ayuda E ya teniendo todos prevenidas
Que pretendía nuestro caminante: Las cosas necesarias al camino,
Llegan á Pacabuey, gente desnuda, Hubo ciertas palabras desabridas
Aunque provincia rica y abundante; Entre los Lermas dos, tío y sobrino ,
Caminan hasta ver playa y arena Por un fulano Sánelos de Saavedra ,
Del rio grande de la Magdalena. Que después mala muerte fué su medra.
Cuyas riberas el cristiano bando, Al fin el sinsabor desta pendencia
Cebados en olor de ricos dones , Al sobrino le pudo dar abierto
Fué por algunos días costeando , Camino para le pedir licencia
Y descubriendo muchas poblaciones, Para poder salirse deste puerto,
De las cuales algunas, recelando Y el tio se la dio sin advertencia,
Mañas y sutilezas de ladrones , Pensando su designo ser incierto;
A la contraria banda deslos rios Mas el Pedro de Lerma con coraje
Huian con sus joyas y atavíos. A tierras de Pirú hizo viaje.
Alguna gente menos recatada Acompañólo gente valerosa
Por algunos respectos les parece Que gastaron allí hartos otoños :
Ser mejor no salir de su morada, Fué Lorenzo de Aldana y Hinojosa
Antes buen amistad y paz ofrece, Y aquel bravo león Rodrigo Orgoños ,
Y aquesta por los nuestros fué guardada, Y quisieran , según iba la cosa,
Cosa que pocas veces acontece ; Irse soldados viejos y bisónos ;
Mas no tomó la gente castellana Mas el gobernador les puso freno
Sino lo quellos daban de su gana. Por no desamparar aquel terreno.
Allí mediante paz se rehacían Sobrello castigaron atrevidos
De cosas necesarias al camino, Con penas y castigos diferentes;
Y de los comarcanos acudían Mas los cuatro que tengo referidos
A ver á nuestro campo peregrino , Llegaron á Pirú con otras gentes:
De los cuales algunos ofrecían Son de Almagro y Pizarro recebidos,
Preseas de oro bajo y oro fino; Honrándolos con cargos eminentes,
También daban noticia que adelante Y después en sus bandos y cuestiones
Habia tierra rica y abundante. Cada uno siguió sus aficiones.
Antonio de Lebrija con Berrío Orgoños por sus fuerzas y prudencia
Hicieron su corrida mas prolija Fué maese de campo del Almagro ;
Con algunos soldados de buen brio Cuyo valor no tuvo resistencia
Para poder tener nueva mas fija, En lo que sojuzgara por mas agro,
Y entonces descubrieron aquel rio Y en cualquiera sangrienta competencia
Que de su nombre llaman hoy Lebrija, Su brazo hizo cosas de milagro;
Y allí todas las gentes descubiertas Y ansí de su virtud y de su lanza
Decian que las nuevas eran ciertas. Almagro hizo grande confianza.
Afirmaban haber á las vertientes El Lerma no fué menos estimado
De las sierras que lejos parecían Del Pizarro, que mucho lo quería,
Crecidas poblaciones, cuyas gentes Pues por su general salió nombrado,
De telas de algodones se vestian , Y en el cargo mostró su valentía:
Con otras circunstancias convinientes Después dieron á Alonso de Alvarado
A los que tierras nuevas inquirían; El honoroso cargo quél tenia,
Mas por no los creer ó por locura Por cuya causa Lerma , de corrido,
Perdieron una buena coyuntura. Siguió con el Orgoños su partido.
Pues como ya tuvieron recogido Diego de Almagro hizo del gran cuenta,
De joyas y preseas algún grano Por ser sus obras de todo bien dinas;
Con que se mejorase su vestido, Después como batalla se presenta,
Determinan volver al Océano: Con las entrañas ya luciferanas,
Apartando, según después se vido, Orgoños vio su fin en la sangrienta
Aqueste nuevo reino de la mano, Batalla que se dio de las Salinas ,
Y pudiendo seguir tales carreras Y al Lerma mal herido y en su lecho
Entonces por provincias mas enteras, Acabó Samaniego por asecho.
Y con gente de guerra mas cursada Pero volvamos á Santa Marta,
En la necesidad y en rompimiento, Porque nuestro disigno se concluya ,
Pues para cualquier áspera jornada Donde tenian vigilancia harta
Lino valia tanto como ciento; En que la demás gente no se huya;
Pero con todo eso descuidada Y ansí el gobernador hizo que parta
De se perpetuar en un asiento, Luego la mayor parte de la suya,
Sino siempre con torpe golosina A descubrir por tierra y con navios
De robar y volverá la marina. Por aquel rio Grande y otros rios.
Adonde lo ganado con quebranto Un Juan de San Martin capitán era,
Perdía tracto poco virtuoso; Y Juan de Céspedes ni mas ni menos ,
Pero de Pedro de Lerma me espanto, Con ciento y diez soldados, que cualquiera
Mozo valiente, diestro y animoso, Podían igualar á los mas buenos;
No querer ver lo que loaban tanto, No se llegaron mas en esta era ,
Siendo de coras grandes cudicioso: Por haberse huido destos senos
En efecto, con ser gente bastante , En barcos y navios, á la fama
No quisieron pasar mas adelante. Que de Pirú por Indias se derrama.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, HIST. DE SANTA MARTA, CANTO IV. 2S;5
Fué Sanctos de Saavedra bullicioso Apercebidos ya de buenas guias,
Nombrado capitán de macheteros, Prosiguen adelante sus carreras,
Para que por el bosque tenebroso E ya pasados tres ó cuatro dias
Abriese los caminos y senderos; Vieron del rio Grande las riberas :
También para pasar lugar acuoso Supieron que las otras compañías
Determinan llevar barcos lijeros , Iban dias habia delanteras;
Pues por el rio Grande y sus orillas Despacharon canoa de improviso
Han de comunicar ambas cuadrillas. Con indios de paz que les den aviso.
Tres barcos llevan para tal socorro La canoa que fué, por ser lijera ,
Y para se valer con menos daño, En menos de dos dias los alcanza;
Y para que detrás de punta ó morro Mas ellos en volver do el campo espera
Sean á los de tierra desengaño; Hicieron ocho dias de tardanza :
Son Alonso Martin y Juan Chamorro Entre tanto Viana , como era
Capitanes , y Rodrigo Llano: Delicado varón y sin usanza
En efecto la principal demanda De padecer trabajo tan austero,
Era poder pasar á la otra banda. Allí vido su dia postrimero.
Porque tenían ya noticia buena Hizo la diligencia que es aneja
Que la tierra cercada de dos rios, A quien de los presentes se desvía :
Él de Cauca y el de la Magdalena, Conoce su maldad , de sí se queja
Se hollaba de grandes señoríos, Con las palabras que David decia ,
Y cualquier población estaba llena Y á San Martin y a Céspedes les deja
Del pálido metal que son sus pios; Los cargos y poderes quél traía :
Y aun el día de hoy aquel camino Saavedra recibe descontento
Es uua pura pasta de oro fino. De que en ellos hiciese nombramiento.
En este tiempo vino por prelado Este fué gentil hombre de buen gesto,
Un don Alonso de Robles, cristiana Mancebo generoso de Sevilla,
Persona, y hombre bien intencionado Mas no tan corregido ni modesto
Consuelo desta gente castellana ; Que rehusase siempre la rencilla ;
Trajo por provisor cierto letrado Y ansí determinó de estorbar esto
Que llamaban el bachiller Viana , Moviendo para ello la cuadrilla,
Clérigo grave, buen estudiante, Y á los que vienen en los bergantines
Y para gobernar hombre bastante. También solicitó para sus fines.
Y dijo : «No será razón liviana,
Aderezado pues lo convinienle Antes juicio de varón discreto,
De caballos y militar arreo , Decir quel nombramiento de Viana
El clérigo Viana que presente Es en sí todo de ningún efeto ;
Se deseaba ver en el rancheo, Porque Lerma con intención cristiana ,
El Lerma lo nombró por su teniente, Y á cuyo mandamiento me someto,
Conociendo ser este su deseo ; Quiere que eclesiástico prudente
Coadyutor Cristóbal de Quiñones Sea siempre cabeza de su gente.
Para las criminales ocasiones. Aquí tenemos á fray Pedro Zarco,
La costa bajo van con gente poca, De tan buenos avisos y tan doto ,
Y no bien proveída la mochila, Que de quien manda en tierra y en el barco
Los barcos á meterse por la boca Puede ser la cabeza y el piloto;
Del rio que otros rios recopila ; Es hombre de valor, de peso y marco,
Y el escuadrón de tierra se convoca Y como tal le quiero dar mi voto :
Para cortar á tierras de Chimila , Que tanto capitán, tanto tronido,
Y desde allí pasar por gente blanca No pueden llevar campo bien regido.
Hasta poder llegar á la barranca. A unos pareció bien la demanda,
Do tienen do esperar la demás gente Y en otros también hubo repugnancia ;
Que sube por raudales inquietos , Mas los que Sanctos tiene de su banda
Porque por agua y tierra juntamente Hacían en el caso gran instancia,
Procuren de hacer buenos efelos: Y el Céspedes les dijo con voz blanda :
Rompen pues espesuras, do la frente «Señores, por ser cosas de substancia,
Seguía por juicios mas discretos, Por hoy el nombramiento se detenga,
Y sin mantenimientos y sin guias Y mañana haréis lo que convenga».
Tardaron en salir bien ocho dias.
Viejo valor y el que de nuevo vino El alboroto dicho ya quieto
Nunca pensó salir de la jornada , Con lo que Juan de Céspedes les pide ,
Porque con hambre y el sudor contino Hablan los capitanes en secreto
La gente se sentía fatigada ; Con Alonso Martin quel caso mide,
Pero mediante Dios y su buen tino Y quedan concertados en efeto,
Llegaron á la tierra deseada Que Rodrigo Liaño los convide
De Chimila , provincia bastecida, En su barco á comer dia siguiente,
Donde hallaron copia de eomida. Y á Sánelos de Saavedra juntamente.
Después para llegar do pretendia Llegada ya la general cubierta
El campo, y á esperar los barcos pare, Ansí de feo como de lo bello.
Rio de Aríguaní tomó por guia , Entre los capitanes se concierta
Y por aquel se fué hasta Cazares : El modo que ternán para prendello,
Salen de la montaña que tenia Sin haber alboroto ni reyierta
A tierra quel camino les declare ; De parte de los que le dan resuello,
Llegaron por hacer aqueste trueque Pues Sanctos de Saavedra, aunque liviano,
A las lagunas de Tamalameque. Tenia mucha gente de su mano.
Los indios de la tierra , como vieron Pero los capitanes y el Quiñones,
Gentes de quien ignoran pensamientos, Por quien se concertaban estos tratos ,
En las islas que tienen se metieron Estaban hartos de sus sinrazones ,
Con hijos y mujeres y alimentos : Menosprecios, solturas, desacatos,
Desta causa los nuestros padecieron Y tenellos en tales opiniones
Aquello que padecen los hambrientos ; Como si fueran unos insensatos :
Dióse orden en que de paz se trate, Lo cual ellos con el que los avisa
Y ansí dieron comida por rescate. El enojo mayor echan en risa.
JUAN DE CASTELLANOS.
Y agora, por estar determinados Como pararon los de la ribera
A que se haga dellos justa cuenta, Viendo las amenazas peligrosas,
Secretamente hablan á soldados Ponen al pobre Sánelos en collera ,
Que en número serian como treinta, Las manos apretadas con esposas;
De quien vivían ellos confiados Hacen información de cómo era
Ser buenos hombres en cualquier afrenta ; Un hombre de costumbres sediciosas,
Y con aviso como convenia Toman de sus delictos seis testigos
Esperaban la clara luz del día.
Después que descubrió la frente clara De aquellos que le son menos amigos.
Y sus rayos aquel señor de Délos, Hecha la información desta manera,
La gente prevenida se repara Mas llena de rencor que de paciencia,
De munición y fraudulentos velos, Quiñones sentenció que luego muera i

Pues por las aparencias de la cara Y el Sanetos apeló de la sentencia;


Nadie pudiera concebir recelos ; Mas como la pasión fué medianera,
Y el Quiñones llamó con gran sosiego No le bastó razón ni diligencia :
A Luis de Manjares que vino luego. Finalmente, fué muerte de garrote
Y díjole : «Señor, es mi demanda, La paga del convite y el escote.
Y destos caballeros congregados, Confesó con un padre lusitano,
Que vuestra merced vea la otra banda Viendo de sus contrarios el intento,
Con dos ó tres docenas de soldados ; Y no tener amigos á la mano
Haga la lista Pedro de Miranda Que mitigasen este movimiento :
De los que por vos fueron señalados : Murió como católico cristiano
Veréis qué población dentro se encierra Y grandes muestras de arrepentimiento,
Y aunque en morir fué poca la tardanza,
Y qué dispusicion tiene la tierra. Dio de su salvación buena esperanza.
Luis de Manjares que dello gusta, A tierra lo sacó contrario bando,
Sin sospechar los trances rigurosos, Manifestándose nuevos edilos,
Como le pareció demanda justa Con voz de pregonero pregonando
Nombró treinta soldados animosos, No sé qué desvergüenzas y delitos,
Los cuales se metieron en la fusta, Para que los subyectos á su mando
Y acertaron á ser los sospechosos : Supiesen que constaban por escritos :
E l Alonso Martin les pasó el rio, Dejáronlo sobre la arena blanda,
Y Juego se volvió con el navio. Hasta venir los de la otra banda.
Vuelto Alonso Martin, llegó Liaño- Después que Manjares ovo venido
A Sonetos que sospecha no tenia De donde fué con treinta compañeros,
De donde le pudiese venir daño, Tomó tanla pasión cuando lo vido,
Y díjole : «Holguémonos un dia Que llamó de bellacos, carniceros,
De cuantos trabajamos todo el año, Cuantos en lo malar habían sido,
Y vuestra merced tenga compañía Alevosos y malos caballeros,
A estos caballeros y soldados, Y que sin quedar uno ni ninguno
Que son en mi navio convidados. Lo hará conocer á cada uno.
»Bien veo mi convite no ser diño Mostró cada cual dellos sentimiento
De personas de vuestras cualidades, Oyendo las palabras atrevidas,
Pero no faltará bizcocho y vino Y quisieran ponelles escarmiento
Guardado para las necesidades ; Si pudieran hacello sin heridas;
También tenemos lonjas de tocino, Mas disimulan el atrevimiento,
Y demás deslo buenas voluntades, Por no perder allí todos las vidas,
Cecinas y tasajos de ternero, Pues si se comenzaran los maitines
Sus horas no tuvieran buenos fines.
Y si quisierdes mas por buen dinero.» Porque todos los mas del estandarte
Rióse Saavedra como angosto Sentían de lo hecho grave pena,
De sienes, y aceptó mala comida, Y el Manjares tenia de su parle
Porque no le sabia mal el mosto La gente principal y la mas buena :
Con quel dicho Liaño lo convida; Y ansi, viendo la cosa de mal arte,
El cual no lo gustó, pero su costo Su disimulación quedó mas llena,
No menos se pagó que con la vida : Poniendo de por medio su cordura
Entró pues el mancebo sin ven-lura A la temeridad y á la soltura.
En el barco que fué su sepultura. San Martin y Cristóbal de Quiñones
Tenían como suele comunmente Riñen á Manjares su desatino
Debajo la tóldela mesa puesta ; Debajo de amistad, y sus razones
En medio le hicieron que se asiente, Bastaron á metello por camino;
Mas no para hacelle mayor fiesta, Y ansí se quietaron corazones
Pues Juan de Céspedes incontinente Dispuestos á terrible torbellino,
Asió del arma quél hacia presta;
Cargaron cuantos son á la batalla Y pasada la furia deste fuego,
Del espada que nunca quiso dalla. Nunca tuvieron mas desasosiego
Céspedes le requiere muchas veces Antes pues que la noche se viniese,
Le dé las armas sin gastar razones ; Por todos sus amigos se procura
Responde : «No os conozco por jueces, Que al miserable cuerpo se le diese
Sino solo á Cristóbal de Quiñones ; Cubierta de terrena sepultura,
Porque vosotros sois unos soeces, Y allí fray Pedro Zarco que hiciese
Villanos y de malas intenciones». Lo que debe hacer el docto cura;
Al Un Quiñones le tomó la espada Al cual no le fallaba sentimiento
La guarnición torcida y aun quebrada. Por ser la causa de su perdimiento.
Oyendo los de tierra las recuestas, Llevó su cuerpo gente generosa
Acuden todos con sus municiones ; Al sepulcro que ya tienen abierto
Mas Alonso Martin tenia prestos, Debajo de la ceiba mas umbrosa
Con recelo de las aceraciones, Que pudieron hallar en aquel puerto ;
En su navio copia de ballestas Y encima del sepulcro ponen losa.
Armadas con saetas y arpones ; Por donde su lugar fuese mas cierto,
Y ansí tienen por bien estar á raya Para lo trasladar en algún dia ,
Sin pasar adelante de la playa. Y allí pusieron letra que decía ;
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, IIIST. DE SANTA MARTA, CANTO IV. 287
Y aun aqueste mortal inconviniente,
Aqtii vio postrero di a De que los racionales se quejaban,
Un Sanctos de Sayavedra :
Queda debajo esta piedra La bestia caballar también lo siente ,
Muerto por quien lo temía. Pues los caballos todos se pelaban ;
No hace su causa blanda Comen y roen con rabioso diente
Ni carece de demencia
£1 que toma competencia Cueros, ropas y cosas que topaban ,
Con la persona que manda. Hasta lamer con esta golosina
La tierra do derraman el orina.
A las exequias tristes dados fines, Como se viesen pues menoscabados
Otro dia después deste siguiente, Muchos caballos y españoles muertos,
En orden se pusieron bergantines En un parecer son determinados,
Y embarcan los caballos y la gente, Y fué volver á los marinos puertos :
Para poder pasar á los confines Flacos, perdidos , mal aderezados,
De la ribera que tienen enfrente, Pusieron en efecto los conciertos:
Que después se llamó de Cartagena , Balsas por ellos hechas dan avío
Entrel rio de Cauca y Magdalena. Para pasar el caudaloso rio.
Estando todos ellos en la banda Pasaron sin que hallen resistencia,
De tierra que tenian por mas baria, Y á Santa Marta por aquel instante
Junta de capitanes que los manda Enviaron de la real audiencia
Ordena que la gente se reparta : Un oidor, que fué el doctor Infante,
Van los de tierra pues en su demanda; Para lomar al Lerma residencia;
Vuelven los de la mar á Santa María , El cual halló la tierra de mengúame
Donde de los rancheos que habían hecho Y al gobernador García de Lerma
Llegaron todos con algún provecho. En cama , su persona mal enferma.
Los otros van por entre los dos rios, Aquesta residencia proveída
El Grande y el de Cauca, que se llama Se hizo pregonar luego que vino,
Hoy de San Jorge , cuyos señoríos Mas apresuró Lerma su partida
Fueron mucho menores que la fama, Para la dar ante el juez divino,
Pues no ven tanta copia de bullios Huyendo los trabajos desla vida
Cuanto noticia de indios encarama; Por pasos de católico camino:
Mas si pasaran el de Cauca sanos Quedando por su fin desconsolados
El Cenú les hinchiera bien las manos. Todos estos vecinos y soldados.
Adonde después los de Cartagena Por ser en sus costumbres lan modesto,
En tierra de compás inhabitable, Que no supo, con ser un hombre claro ,
Hallaron, sin haber natural vena, Decir mala crianza ni denuesto ,
Riqueza de valor inestimable, Ni quiso de sus bienes ser avaro;
En sepulturas, de que estaba llena , Fácil en perdonar, y demás desto
Con mortandad á vivos agradable; Los pobres lo tenían por amparo :
Pues hubo de lo que por cuenta vino Allí tuvo de oro buena suerte,
Setecientos mil pesos de oro fino. Pero sin él al tiempo de su muerte.
Mas estos, puesto caso que noticia Ordenan pues aquel enterramiento
Alguna se les dio deslas culturas, Los hombres nobles y el doctor Infante,
No les fué la fortuna tan propicia El cual fué con mas tierno sentimiento
Que cayesen en estas sepulturas; Que con vistosa pompa ni pujante;
Antes los consumía la malicia Y encima del humilde monumento
De malos aires, grandes espesuras, Puso dos versos un estudiante,
En cuyos arcabucos y conveses Cuyas palabras breves y funestas,
Gastaron mas espacio de ocho meses. Según algunos dicen, fueron estas :
En montes era la mayor sustancia ,
Garrapatas, mosquitos y otras plagas, Terrettri ledo dormís nunc optime Lerma
Y destas ocasiones abundancia At lúa non somno fama sepulta manet.
De crueles y encanceradas llagas ,
Adonde no prestaba vigilancia En esta terrestre cama
Duermes, García de Lerma;
En abrasallas con ardientes dagas : Mas no conviene que duerma
Ansimismo do quiera que dormían En ella tu buena lama.
Murciélagos en vida los comían.
Demás de no hallar mantenimiento, Cuando venían pues los del entrada
Faltábales la sal, y es una cosa Buscando de comer por el camino,
Que no causa pequeño detrimento Los visitó con paz enmascarada
En gente de salud menesterosa, Alonso, principal indio ladino,
Pues de faltas en un descubrimiento Persona por allí bien señalada,
Es aquesta la mas perniciosa, Que de Tamalameque fué vecino;
Y ansí los cuerpos en aquellos puertos Y este les dijo si querían grano
Se hinchen de gusanos sin ser muertos. Fuesen á Sopatin , pueblo cercano.
Salíales á todos mucho grano Y aunque tenian poco de presente ,
Con las alteraciones de un devieso, Suplirían los indios su penuria,
Y dentro molestísimo gusano, En tanto que pasaba la creciente,
Áspero, peludillo y algo grueso : Por entrar el invierno con gran furia :
Da voces y gemidos el mas sano, Entró pues en acuerdo nuestra gente
Por ser aquel dolor en gran esceso, Sin sospecha de padecer injuria ,
Hasta que ya cayeron en la cura, Y acordaron por no ser tan molestos
Que fué fácil y no de mucha dura. De que se repartiesen en dos puestos.
Pues de diaquilon un parche hecho En cumplimiento pues de lo que hablo
Sobre la hinchazón y carne flaca , Se reparten los pobres peregrinos :
Hace la fuerza del tanto provecho , El Céspedes al valle del Diablo,
Que la mitiga y el gusano saca : Donde los huracanes son continos,
El duro lorondon queda deshecho, Poniéndole los nuestros tal vocablo
La pena quita y el dolor aplaca; A causa de los muchos torbellinos;
Y alguno me vendió por manifiesto Y también dicen que Diego de Almontu
Que falta de la sal causaba esto. Luchó con él en este mismo moute.
388 JUAN DE CASTELLANOS.
Pues en una labranza de aquel suelo A boga que no sienten los oídos,
Recogiendo virtud para la panza , En el plan las espadas sin rodela
Se vino contra él un indezuelo Caminan , y desnudos de vestidos ,
Diciendo : « No me cojas mi labranza». Con el obscuro nublo que los cela ;
Sobre lo cual los dos andan al pelo Pero con todo esto son sentidos
Un rato, que no fué poca tardanza ; De bárbaros que hacen centinela :
Y el Almonte, con ser hombre bastante, Tocaron cuernos , dan grandes clamores ,
Le pareció luchar con un gigante. Convocando los otros moradores.
Y en confianza de su fuerza mucha Los españoles otros que despiertos
A los principios bien pensó amarrallo ; Oyeron el ruido y estampida ,
Pero fuéle tormento de garrucha, Al Salguero contaban con los muertos ,
Y por bueno tuviera ya dejallo, Y al buen Pero Martin no daban vida ;
Porque durante la terrible lucha Salieron mil canoas de los puertos
Vido cómo tenia pies de gallo. Contra los que se ponen en huida ,
Dijo : «¡ Jesús! Jesús!» y en el momento Los cuales viendo ya tales estremos
El indezuelo se le lomó viento. Acuerdan de los brazos hacer remos.
Acudieron los de su camarada Y confiados en ayuda santa
A las débiles voces y al gemido: A nado van los dos via derecha,
Halláronle la cara rasguñada, Huyendo del clamor que los espanta
Ajeno de sus fuerzas y molido ; Y hace su carrera mas estrecha :
Y siendo la razón investigada, Al Salguero hirieron en la planta ,
Dijo lo que le había sucedido; De la cual luego se sacó la flecha;
Y tiene hijos hoy aqueste hombre Al fin cada cual dellos persevera
En este reino, de su mismo nombre. Hasta que ya tomaron la ribera.
Al dicho valle con su gente viene Luego con la posible vigilancia
Céspedes do después sucedió esto, Y riesgos y trabajos no creederos,
Y porque tal renombre no conviene, Encaminan sus pasos al estancia
Val de San Bartolomé le fué puesto. Donde estaban los otros compañeros,
El cual renombre de presente tiene , Que seria seis leguas de distancia,
Y el otro se quitó por ser molesto; Atravesando ciénagas y esteros :
Pero, pues acabamos el digreso, Llegaron pues á do se representa
Justo será volver á mi proceso. Y de lo sucedido dieron cuenta.
El Juan de San Martin con el restante Curaron al Salguero la herida,
En Sopatin entró, pueblo cercado La cual no fué de flecha venenosa;
De ciénagas que tiene por delante, Y la necesidad reconocida
Bien proveídas todas de pescado : Do la tardanza fuera peligrosa ,
Mostráronle los indios buen semblante, El Cépedes abrevia su partida,
Mas él siempre vivia recatado, Que punto de la noche no reposa,
Tanto, que por los ver apercebidos Sino que por camino mal seguro
De sus casas se van sin ser sentidos. Siempre fué caminando con obscuro.
Viéndose solos en aquel asiento, E ya llegando cerca del asiento
Cercados de agua, faltos de comida , De aquel que su victoria regocija,
Envían á buscar mantenimiento Entró con belicoso rompimiento,
Cuatro mancebos en edad florida, Sirviéndole la noche de cubija :
Que por el agua van, con detrimento El cacique huyó de su aposento,
Y no con poco riesgo de la vida, Pero prendieron la mujer y hija,
A cierta población que está frontera, Y estas mujeres dos fueron capaces
Seria media legua la carrera. Para que celebrasen luego paces.
Tres de los cuatro van á pié lijero, Porque el cacique vino ya de dia
Y un Ocampo llevaba pies bestiales; Para las rescatar con al^un trueque,
Mas antes de tomar pueblo frontero Diciendo que si mal se les hacia,
Los cercan con sus barcas naturales, Era por indios de Tamalameque,
Embistiendo con Pedro Cocinero, De los cuales Alonso fué la guia ,
Uno de los soldados principales ; A quien reconocían por su jeque ;
Y el ímpetu fué tal y tan violento, Y que creyesen y estmiesen ciertos
Quel mísero perdió vital aliento. Quél no tenia culpa de los muertos.
De los tres otros cada cual procura Vio pues el San Martin blanca bandera ,
Apercebirse para su defensa: Y conoció por ella buen efeto :
El ánimo sobró, faltó ventura Dio las gracias á Dios por verse fuera
Para que les suceda como piensa , Del riesgo no dudoso ni secreto.
Porque su vida fué de poca dura, Porque si Céspedes no socorriera,
Por ser los indios cuantidad inmensa ; Dudaban escaparse del aprieto :
Y ansí fueron los míseros vencidos, Al fin durmieron juntos, y otro dia
Y dentro de las aguas sumergidos. Dan orden á lo que les convenia.
Los demás, á quien esto fué visible, Ayudaron los indios al pasaje,
Maldicen sus trabajos y fortuna , Y diéronles también comida liarla ,
A causa de que no les fué posible De que hicieron buen matalotaje,
Podellos socorrer en la laguna, Mandando que por orden se reparla :
Y el riesgo do se vian ser terrible, Prosiguieron después aquel viaje
Sin hallar de canoas sino una Que se llevaba para Santa Marta;
Capaz de dos personas solamente , Y eso me da en rodeos que en atajos
Sin otra circunstancia niadherente. Inumerables fueron los trabajos.
Acordóse que la canoa fuese Teniendo concluida la jornada ,
Con dos valientes mozos nadadores. Al liempo que llegaron al Dorsino
Para que Juan de Céspedes viniese Supieron de la muerte acelerada
A los librar de pérfidos traidores ; De Lerma y residencia que le vino,
La cual determinaron que saliese Fué nueva para ellos tan pesada,
Cuando faltasen claros resplandores : Que cierto se volvieran del camino,
Fué pues en ella Francisco Salguero A no saber allí toda la sierra
Con un Pedro Martin su compañero. Y la costa del mar estar de guerra.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO I. 289
Mas parecióles obra de villanos, Y ansí por mejorar su pasadía
Sin uso de razón y gente dura, Vienen mil hombres á peor eslado ;
No ir á socorrer á sus hermanos E yo sospecho que por esta via
En esta peligrosa coyuntura ; Fué don Pedro Fernandez engañado ,
Pues si vinieran indios comarcanos Persuadido, según que se decia,
Abrieran para todos sepultura : Por Francisco Lorenzo del condado ,
Llegaron pues setenta de los ciento Que de los de Bastidas fué primero,
A tiempo que les dio sumo contento. Y casado con Isabel Romero.
Dio luego residencia quien regia, Que en este reino fué después casada
Y el golpe de la bolsa fué lijero, Con Céspedes , varón de cuyos hechos
Por llegar menos llena que vacía ; En este nuevo reino de Granada
Pero toda la pena fué dinero, No pueden sus enojos ser estrechos :
Porque el doctor Infante mas lo había Dejó generación multiplicada,
Por las bolas que por el escudero; Que por herencia tiene sus provechos ,
Y ansí por vellosflacosde costilla Ganados con valor de su persona
Con menos que pensó volvió á su silla. En servicio déla real corona.
Mas luego como vino mandó fuera Oyendo pues el encarecimiento
Con gente y armas, bien apercebido Y fama de la hermana de María,
AI diestro capitán Juan de Ribera , El don Pero Fernandez, cuyo intento
Que nunca revolvió ni mas lo vido. Fué siempre de cristiana hidalguía,
Por ser de Fedrimán en su bandera Demandóla por adelantamiento,
Con sus soldados todos detenido, Demás del de Canana que él tenia :
Según mas largo tengo declarado Fuéle por nuestro rey la merced hecha,
En otra parle desle mi Iractado. Y para ia partida se pertrecha.
Antes de se partir también habia Ayudaron también con sus caudales,
A tierra de caribes dirigido Como coadyutores del armada,
Un cierto capitán dicho Mejía , Luis Berna! y Gómez de Corrales
Su deudo, que con él era venido; O del Gorral, persona señalada ,
El cual dentro del tiempo que quería Y Albaracin con otros principales,
Volvió de muchos indios proveído, Que fueron de la gente mas granada,
Y ansí como si fuesen de Etiopia Deste reino también descubridores,
Este doctor llevó crecida copia. Aunque mal satisfechos sus sudores.
Ningún indio rebelde hizo llano, Los tres quinientos años ya corridos
Por faltar militares aderezos, Con otros treinta y cinco de la era,
Mas puso para ello de su mano Con mas de mil soldados escogidos
Por justicia mayor un Antón Bezos, Procuró de pasar esta carrera ,
Que reconcilió lo mas cercano Con tantas variedades de vestidos
Y deshizo no pocos eslrompiezos ; Como flores produce primavera :
El cual, aunque tenia feo nombre , Capitanes, alféreces, sárjenlos
En todas cosas era cabal hombre. Y soldados con ricos ornamentos.
Estuvieron ansí desla manera, Fué general, por ser hombre bastante,
Con subyeccion del ordinario yugo, Su hijo don Alonso Luis de Lugo,
Hasta lanío que por aquella era Y de lo ver con cargo semejante
Al gran emperador don Carlos plugo A ninguno del campo le desplugo;
Dar por gobernador desla frontera Pero, como diremos adelante,
A don Pedro Fernandez Luis de Lugo , Para su nadre cuasi fué verdugo
Del cual quiero traclar; mas determino En lo dejar sin oro ni vajilla ,
Descansar al principio del camino. Huyendo del la vuelta de Castilla.
Fué justicia mayor el licenciado
ELEGÍA IV. Don Gonzalo Jiménez de Quesada,
Varón en varias letras señalado,
A la muerte de don Pero Fernandez de Lugo; donde se El cual por su valor en el espada
cuenta la llegada á Santa Marta con el gobierno de Pudo llegar á ser adelantado
aquella provincia , y lo que sucedió durante su ndii. En este nuevo reino de Granada;
Y sé decir quel adelantamiento
CANTO PRIMERO. Era cifra de su merecimiento.
Cosa de risa es, ó ya de lloro, El diestro capitán Diego de Urbina
Desembarcarse gente chapetona Por maese de campo se pregona :
En las regiones índicas do moro, Don Diego Sandoval en él resina
Con gran autoridad en su persona, El cargo con que vino su petsona ;
Y cómo piensa luego cargar oro Fué capitán por ser persona dina
En virtud de lo mucho que blasona, Ansimismo don Diego de Cardona;
Y otros que truecan para volver ricos También lo fué Diego López Haro
En cueras y jubones los pellicos. Y Gonzalo Suarez, varón claro.
Y ansí muchos ocupan los navios, Don Pedro Portugal mando tenia
Para mas adornar el mortal vaso, Y Alonso de Guzmán, hombres enteros ,
De calzas, gorras , plumas y atavíos Cada uno con su capitanía
De terciopelo, tafetán ó raso, Y en ellas valerosos caballeros,
Que para las entradas son baldíos, Que tela de oro y plata los cubria,
Y de quien bosques hacen poco caso, Donde gastaron suma de dineros :
Porque para romper el espesura Vinieron otros hombres eminentes
Poco vale pomposa vestidura. De los cuales muy pocos hay presentes.
También lo hace mal aquel que entiende Mas viven hoy Diego Rincón Barriga,
Los negocios de Indias, y en España Pero Niño y Bartolomé Camacho,
Como si fuese pura verdad vende De cuyo valor mucho que se diga
Lo que sabemos ser acá patraña ; Se dirá con verdad y sin empacho.
Y no sé con qué escusa se defiende Pues cualquier dellos en mortal fatiga
Aquel que tantos míseros engaña , Varón insigne fué con ser muchacho :
Haciéndoles creer que donde vino Vive por consiguiente Miguel Sánchez ,
Dejó montes cubierto* de oro lino. Terror grande de musos v de pancluz.
T. IV. 19
290 JUAN DE CASTELLANOS.
Vive también Pero Riiiz García, Mas llama la limpísima Mana,
Paredes Calderón, aquel de Ronda, Estrella de la mar y lumbre nota ,
En cuyo merecer la musa mia Y ansí lo socorrió, pues aquel dia
No puede hallar fondo con su sonda ; En demanda venia desta flota
Ve Juan Rodríguez Parra nuestro dia, Un rico galeón de mercancía
Y con los que se ven á la redonda Y por los mismos rumbos y derrota :
Hay Juan Rodríguez Gil, á cuyos hechos Enfrente se le pone y al encuentro,
Se deben grandes colmos de provechos Y con santo favor lo metió dentro.
Hay vivos Castro y Silva, lusitanos, Las otras alcanzó por ser lijera,
Los cuales para todos hechos buenos Y allí las saludó segun su fuero,
Nunca sus fuertes y veloces manos Sin les manifestar en la carrera
Tuvieron encerradas en los senos ; La recuperación del compañero,
Manchado y Salamanca , ya muy cano3 . Porque luego tomó la delantera
De enfermedad y de miseria llenos, Y en Santa Marta se ancló primero
Con un Antón Rodríguez de Casal la Dos dias, y el armada ya venida
De manos prestas á cualquier batalla Admiración causó vello con vida.
Viven algunos otros querellantes Desembárcanse luego los gentiles
De los jueces y gobernadores, Hombres con bizarrías y primores,
Por dar á los malsines y chocantes Que todos eran Héctores y Aquiles
Los ajenos trabajos y sudores, Y aun en las aparencial muy mejores :
Y verse de señores mendicantes, Tocan altos y bajos ministriles
Y ver los mendicantes ser señores, Los pifaros y cajas de alambores ;
Con ser descubridores y guerreros Por orden se componen las hileras,
En este nuevo reino los primeros. Tendidos estandartes y banderas.
También las herederas de debilito* Hierven los militares ejercicios,
Tienen por acertadas ordenanzas Briosos los mancebos y los canos;
Que sean juveniles los trasuntos Caminan sin tumulto ni bullicios,
De los que las dejaron con pujanzas, En orden , con las armas en las manos,
Teniendo por mejores estos puntos Al templo de los santos sacriOcios
Que las primeras puntas de las lanzas; A dar gracias á Dios como cristianos:
Y en sus moradas lo que mas importa No pueden espresar breves cuadernos
Es ver calza follada y capa corla. Las galas con que salen los modernos.
Mozuelos son los que con ellas valen , Los antiguos con sus camiselillas,
Y el que era rompe-poyos es un Fúcar, Tan delgados de zancas y pescuezos,
Y quieren que los curen y regalen Que pudieran conlalles las costillas,
Con guisadillos hechos con azúcar; Arrinconados con el Antón Bezos,
Mas quiérome volver á los que salen Contemplaban aquellas maravillas
De los puertos y barras de Sanlúcar, De trajes y costosos aderezos;
Para se proveer en las Canarias Mas la contemplación no fué sin mofa ,
De muchas otras cosas necesarias. Como genle de no menor estofa.
El número mayor de gente viene Ni mas ni menos á recién venidos
En itálicas guerras instruida , Les parecia ver embalsamados
E ya la isla Tenerife tiene Cuando vian los rostros percudidos ,
La cuantidad que digo recogida ; Viniendo todos ellos colorados :
Y á todos les parece que conviene Al fin burlaban de los mal vestidos,
Apresurarse para la partida, Y esolros de los bien aderezados,
Convidándolos con avíamiento Considerando que la dura hambre
La bonanza del mar y largo viento. Habia de ojear aquel enjambre.
Las áncoras del limo se despegan; No se vio mejor rato de alegría
Pusiéronse las velas en concierto; Al tiempo quel alarde se miraba
Con viento procelifero navegan Que oir á Manjares lo que decía
Por altas ondas y por mar abierto, Y disimulación con que hablaba,
Y dentro de cuarenta días llegan Aquel descuido con que respondía
A la querida Marta y á su puerto, A quien alguna cosa preguntaba ,
Tendidas por las gavias y otras parles Diciendo: « Yo no correré con gente
Flámulas, gallardetes y estandartes. Que trae tantas plumas en la frente.
Lucen las sedas, granas, perpiñanes, »Pues si quieren subir un alto monte
Disparan tiros, tócanse trompetas: O desechar un reventón acaso,
Veréis luego de damas y galanes Cada uno será Belerofonle
Llenos bordos, cubiertas y jaretas; Ayudado de plumas de Pegaso,
Los soldados, sárjenlos, capitanes, Y podrán rodear un horizonte
Con plumas de avestruces y garcetas; Sin sudar cuera ni jubón de raso:
Miran por la ciudad mozos y mozas, No yo que siempre subo por escalas,
Y no ven sino mal paradas chozas. Y flacos alpargates son mis alas.»
Mas vieron pasear por la ribera Uno decia y acudían todos,
Mozo gentil en Málaga nacido, Picando cada cual con sufacecia
Que se dijo Gonzalo de Cabrera , Por satíricos y dolosos modos,
Soldado del ejército florido, De que en las Indias cada cual se precia,
Que les cayó á la mar andando fiera, Y Pedro de Madrid con sus apodos
Y r.o pudo ser dellos socorrido, Cuya dicacidad nada fué necia :
Porque por ser aquel tiempo terrible Aqueste fué de Eraso muy pariente
Amainar presto no les fué posible. Y en dichos repentinos escelente.
Cubríanlo los mares encumbrados, Hombre de guerra fué y hombre de plaza,
Y ansí ruega la gente descontenta Pero yo digo que sus apotemas
A Dios que le perdone sus pecados , Si lengua torpe no los despedaza
Que de su vida no hicieron cuenta : Bien merecen tener sillas supremas;
El joven con los ojos levantados Hoy posee su hijo Pedro Daza
Al cielo da clamores y se alienta, Sus suertes que no son de las estremas;
Rodeado de grave desconsuelo, Mas á la trisca vuelvo de aquel (lia,
Porque ya no ve mas que mar y'cielo. Donde por todos ellos se decia:
VARONES ILUSTRES DE TNDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO 1. 291
Este se huella bien, aquel va tiesto, Como creciesen pues necesidades
Este como rocín hace corvetas, Y oviese de los aires inclemencia,
Aquel según las muestras de su gesto También crecían las enfermedades ,
General corrupción y pestilencia
Ha poco tiempo que dejó las lelas; De cámaras, de tales cualidades,
Mas yo bien creo que bailaráu presto Que no se les hallaba resistencia :
A su pesar al son de las gambetas, El buen gobernador desconsolado
Cuando ya sin vigor y sin aliento De ver su campo tan atribulado.
Les haga dar vaivenes flaco viento.» El cual viendo lo mucho que le toca ,
Quiñones, que no tan liviano pisa, Según suele católico cristiano,
Decía como cuerdo caballero : Con su solicitud, que no fué poca,
« Mas es para llorar que para risa A lodos procuraba dar la mano
Tanto bueno venir al matadero : Hasta quitar la cosa de su boca,
Quedará quien viviere sin camisa, Con no se sentir él del lodo sano,
Sin humano favor y sin dinero; Curando pesadumbres y zozobras
Pues cada uno dellos, cuerdo ó loco, Con santos dichos y cristianas obras.
En se valer ansí no hará poco.» Procuró siempre que los sacramentos
Las triscas y las mofas acabadas, Administrasen curas al doliente ;
El Antón Bezos con el regimiento Y con que se morían por momentos,
Dieron á las personas señaladas A los entierros se halló présenle ;
Según sus pobres fuerzas aposento; No le faltaban tiernos sentimientos,
Y los demás tomaron por posadas Pues lo que sienten todos él lo siente ;
La claridad del sol y el fresco viento; Al lin en un angustia tan terrible
Despuésjunto del mar y sus resacas El hizo de su parte lo posible.
Formaron muchos toldos y barracas. Revolviendo mil cosas en su mente,
Muchas dueñas con dones peregrinos Viéndolos padecer desla manera,
En estos pobres toldos se metieron, Parecióle ser cosa conviniente
Y digo peregrinos ó marinos Salir alguna gente sana fuera,
Porque dentro del mar se los pusieron ; Pues todos deseaban ver la frente
Acudían allí de los vecinos Del indio que defiende su frontera,
A conversar, mas ellas les dijeron : Por ser común á los que vienen rudos
«i,Dónde está la ciudad rica por fama Hacer poco caudal de hombres desnudos.
Que Santa Marta dicen que se llama?
» Y vosotros, vecinos sin provecho, Y ansí viendo de paz allí delante
¿ Cómo podéis vivir desla manera Ciertos caciques, un capitán nuevo,
En chozuelas cubiertas con helécho, Decia : « Voló á tal, á mi montante
Y quel viento menea la madera, Son dos mil destos muy pequeño cebo,
Una pobre hamaca vuestro lecho, Y en cualquiera recuentro semejante
Una india bestial por compañera, Haré yo lo que digo y lo que debo.»
Curtido cada cual, seco, amarillo , Mas no fué menester tan gran partida
Como los que castiga Peralvillo ? Para perder losfierosy la vida.
» Si por ventura es el mas decoro, Porque haciendo la primer entrada
Según las casas son y vuestra ropa, Por aquellos lugares mas cercanos ,
El diablo se lleve vuestro oro Cuando quería dalles cuchillada
Y á vosotros también de proa á popa , Sus pies no se hallaban tan livianos:
Pues cieno veo yo, que no tesoro. Y ansí no fué montante ni aun espada
Adonde los vestidos son de estopa : Parte para líbrallo de sus manos ,
No veo yo delante de mi cara Antesflechamortal vino volando
Gente con alpargate y antipara.» Con quel buen Salazar murió rabiando.
Respondió Manjares que está présenle : Debajo pues del celo que se apunta,
« Señoras, la ciudad es invisible, Que fué tomar los mas sanos consejos ,
La cual tiene muralla trasparente El don Pedro Fernandez hizo junta
A los grandes calores convenible , Ansí de los modernos como viejos;
Y mas para recién venida gente, Mas en satisfacer á su pregunta
El ardor de la cual es insufrible ; Los nuevos no podian ser parejos,
Tampoco podréis ver los aposentos Pero habló con todos de presente,
Porque son hechos por encantamentos. Y ansí dicen que dijo lo siguiente :
»En lo demás de nuestras vestiduras , « Caballeros, ya tienen entendida
Carnes curtidas secas y mal puestas, Y les consta por públicos pregones
Podríamos usar de bordaduras La causa principal de mi venida
Y poner en las gorras largas creslas; A estas remotísimas regiones;
Mas somos caballeros de aventuras, Es voluntad del rey obedecida ,
Que siempre caminamos por florestas Cédulas y reales provisiones :
Donde las guadubas y las yaurumas Agora es menester que se comience
Quitarían las gorras y las plumas. La obra quel esfuerzo y fuerza vence.
»Y ningunos podrían ser correos » Sabéis que en nuestras tierras y reposo
Lijeros para ir tras una huella, Teníamos mediana pasadía,
Adonde se celebran los torneos Y pasamos á Indias deseosos
Y el baúl ó la haba se desuella, De la hallar con mucha mejoría ;
Porque todos corremos con deseos Mas si quisiésemos estar ociosos
De fajar con Angélica la bella Nunca podremos ver aqueste dia,
Y metelle las manos por los senos Porque también acá como en España
Do se suelen hallar joyeles buenos.» Comerá quien se diere buena maña.
En tanto que estas cosas se reian » Que sean mis razones pertinentes
Y las mas necesarias ordenaban , Y sin desproporción de la materia,
Todos mantenimientos descrecían Estos hidalgos que tenéis presentes
Y venideras fallas se lloraban, Contarán maravillas de la feria ;
Porque ni los antiguos los tenían Pues por ser todos hombres diligentes
Ni los recién venidos los hallaban , Han podido vencer suma miseria,
Ni había do poder cómodamente Haciendo mil entradas y salidas
Repartir los lugares esta gente. Para traer con qué pasar las vidas.
29-2 JUAN DE CASTELLANOS
»Y tampoco no fué tan limitado Los treinta y seis corrían de la era
Lo que cogieron con su buena mafia, Demás y atiende de los quince cientos,
Que si por ellos fuese reguardado Cuando de Santa Marta salen fuera
No descansara» muchos en España ; Soldados cuantidad de novecientos ,
Mas pensar que! majuelo vendimiado Compuestos por el orden y manera
Por mas que lo vendimien no se daña, Que dan italianos documentos;
Hizo tener en i>oco la riqueza Mas en aquella tierra tal alarde
Y también esperar mayor grandeza, No puede ni conviene que se guarde.
»A causa de tener por cosa cierta Ni sufren asperezas que se ordenen
Haber otras provincias estendidas Hileras ni formados escuadrones,
Donde no vive gente descubierta , Sino que las industrias que se tienen
Sino gentes cubiertas y vestidas , Nacen de las presentes ocasiones;
Hanse tornado muchos de la puerta Ni los indios en rompimiento vienen
Que tienen las entradas conocidas : Hasta debilitar los corazones,
Pues aquesta región que está doncella Pues diferentes altos fortifican
Habernos de morir ó dar en ella. Y desde lejos á su salvo pican.
«Porque , señores, no somos venidos Y acontece venir un torbellino
A reposar detrás de la cortina. Que se desliza desde los altores
Ni conviene que estemos atenidos De galgas como piedras de molino,
A solamente lo de la marina; Y aun por la mayor parle son mayores,
Pues para buscar reinos estendides Que barren cuanto topan de camino
La voluntad del rey nos encamina, De los que tienen por competidores;
Y también fué mi principal intento Y ansí no suelen ser malos avisos
Engrandecer este descubrimiento. Al subir de los altos ir divisos.
» Pues aunque se hallara mas entero El campo lodo va sin que se absconda.
Lo del mar y su gente mas compuesta, No como lo hacia diestra gente
Ya veis que para tanto caballero Cuando daban en los de la redonda
Es muy pequeña cabalgada esta : Con gran obscuridad tácitamente;
Terreno con posible de dinero Porque con clara luz suben á Bonda
Habernos de buscar, y es lo que resta , Y en el mayor vigor del sol ardiente :
Donde podamos mejorar estado Vieron de indios cuantidad inmensa
Y quien trabaja viva descansado. Con determinación de su defensa.
»E1 viaje será de poca dura, Subían con el buen adelantado
Según da la razón quien lo cudicia , Los caballos por ásperas laderas,
Y en Dios confío yo que la ventura Haciendo vueltas por el otro lado
A mí y á todos ha de ser propicia, Por no poder subir el escalera :
Para que de caverna tan obscura Mas Céspedes, en un rucio rodado,
Saquéis á clara luz esta noticia Que nunca se vio bestia mas lijera ,
Que conyecluro ser de gran substancia Subía por los mismos escalones
Y no de menos honra que ganancia. Por donde van sudando los peones.
«Pero para que mas aseguremos Estando pues los bárbaros atentos ,
Los puertos que dejamos atrasados , Antes que concluyesen la subida,
Conviene que primero castiguemos Se les hicieron tres requerimientos
Algunos destos indios rebelados, Con lengua de los indios conocida,
Y de sus bienes nos aprovechemos : Para que dejen bélicos intentos
Haremos una via y dos mandados, Y vengan á la paz si quieren vida ,
Comprando del despojo del salvaje Subyectando sus pueblos y cabanas
Las cosas necesarias al viaje. Al poderoso rey de las Españas.
«Quedará de tal suerte castigado Los bárbaros con bríos singulares,
Que cese su molesta pesadumbre, Burlando de las lenguas y las guias ,
Y sabrá quien eslá mas allerado Defienden las entradas y lugares
Que tiene de mudar vieja costumbre ; Con sus acostumbradas valentías;
E va sea por fuerza, ya de grado, Mas Juan de Tapia y Gonzalo Süarez
Ha" de venir á justa servidumbre, Animan sus lustrosas compañías ,
Subyectando ciudad , lugar ó villa , Y Céspedes que nunca quedó fallo ,
A la real corona de Castilla. Hasta poder llegar á lo mas alto.
«Por tanto las guerreras compañías Piedras yflechasvan enerboladas
Se pongan en el orden convinienle, Sobre quien sube con lijeras suelas;
Porque dentro de tres ó cuatro dias Centellas ven salir de las espadas ,
Vamos á visitar bárbara gente : Quebrados los escudos y rodelas ;
Veremos estas grandes valentías, Abollan cascos duros y celadas,
A las cuales yo quiero ser presente , Derríbanse también dientes y muelas ,
Y luego don Alonso Luis ordene Crecía por momentos la porfía,
Aquello que mas viere que conviene.» Y cuanto mas duraba mas crecia.
Por don Alonso la voluntad vista , Como si cuando soplan luego prende
Deseos y mandatos paternales, En cuantidad de leña viva llama,
Luego mandó también hacerse lisia Que tanto mas aquel furor enciende
De capitanes y otros oficiales. Cuanto la ceban mas con seca rama ,
Para que prestos para la conquista Y con mas fuerza su calor esiiende
Tuvieren los soldados principales : Acia la parle donde se derrama,
Echanse bandos, tocan alambores, Y cuantos mas son los atizadores
Alcahuetes de bélicos ardores. Las Mamas y los humos son mayores :
Capitanes, alférez y sárjenlos. Ni mas ni menos fué cuando subían
Ansí modernos como los antigos , Los nuestros por los pasos referidos,
Alistaron aquellos ornamentos Pues unos, otros y otros acudían,
Que suelen en la guerra ser testigos Y cuantos vienen mas, mas encendidos,
O de victorias ó de vencimientos , Hasta dar con los arcos que traian,
Que toman unos de oíros enemigos : Después de ya los tiros consumidos;
El arcabuz, la lanza y el espada Pero ya trompezando, ya cayendo,
Esperábanla hora señalada. Siempre los españoles van subiendo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO I. 293
Juan de Céspedes sube y arremete Porque el adelantado ya camina
Al escuadrón que vio mas atrevido, A la parte de Bonda y á sus llanos;
Y con aquel valor que se promete Con él van Orejuela y el Urbina ,
Los qukó del lugar fortalecido ; Que siempre los tenia mas cercanos-.
De españoles quedaron muertos siete ,
Y Tapia , capitán , muy mal herido Con Juan de San Martin, que los atina ,
De una crudelísrma pedrada Por ser de los mas diestros baquianos,
Que le llagó la mano del espada. Después de ya dejar incendio hecho,
Después que los peones prosiguieron, Que fué de mayor riesgo que provecho.
La gente de caballo se apresura , Saliendo pues Süarez ya ser idos,
Mas'los veloces indios se subieron Porque sin riesgo pasen la gran cuesta
En otras parles de mayor altura, (Por cuya causa fueron repartidos)
Quedando tres ó cuatro.que murieron Entro los españoles contrapuesta,
Con bala de arcabuz ó jara dura : Mandó- que suban algo divididos ,
Los españoles van en ese punta Por tanta galga como los molesta :
A la ciudad mayor que tienen junta. Finalmente, pasaron sin desmanes
La cnal era, según se manifiesta, Donde estaban los otros capitanes.
Alcázar y inorada de los reyes , Para curar algunos del rabioso
Y la cabeza dicen ser aquesta Veneno, dieron luzá las candelas,
De las que están subyectas á sus leyes : Y allí para tomar algún reposo
Era de grandes casas bien compuesta, Asentaron real y ponen velas,
Que suelen por allí llamar caneyes, POÍ descansar el tiempo tenebroso
Donde no vieron ánima nacida , Debajo de fieles centinelas ;
Antes de todas cosas ya barrida. Mas el adelantado no reposa
Otra vez con la paz les requerían , Admirado de tierra tan fragosa.
Con voces que les eran manifiestas , Pasada la nocturna pesadumbre,
Las cuales sus oidos ofendían , Y Apolo comenzando su carrera ,
Teniéndolas por duras y molestas; Mostrando por el alto de la cumbre
Y si desde los altos respondían, De la nunca domada cordillera
Son flechas venenosas las respuestas, A la vista mortal aquella lumbre
Tantas, que les hirieron seis caballos Que da mas resplandor en el esfera ,
Sin que pudiese cura remediallos. El buen gobernador con pena harta
Vista pues por el buen adelantado Determinó volver á Santa Marta :
La gran protervidad del enemigo, Llevando por delante los heridos
Determinó que fuese castigado De los pestilenciales nocumentos,
En lo que se pudiese dar castigo-; Cuyas lamentaciones y gemidos
En él causaban tiernos sentimientos ;
Y ansí luego mandó ser abrasado Y siempre que tocaban sus oidos,
Por todas partes el lugar que digo, Crecían sus fatigas y tormentos,
Y los demás que van por las laderas Viendo que sin que lleguen á las manos
Talándoles también las sementeras.
Y sin ver quién, le maten sus cristianos.
El alférez mayor Antón de Olalla
Y el capitán Juan Rüiz Orejuela, Antes de se partir dejó mandado
Con cuyas fuerzas en cualquier batalla AI hijo don Alonso que prosiga
El mas fuerte y elflacose consuela, El castigo que tiene comenzado
Mandaron á la gente que se halla Con gente tan rebelde y enemiga :
Con mechas, aderecen la candela, El cual como valiente y esforzado
Para que se conviertan en ceniza No rehusó trabajo ni fatiga;
Las moradas de la ciudad pajiza. Y ansí para cumplir sus mandamientos
Tomó destos soldados ochocientos.
Fumosas llamas cercan el asiento Todos pasaron juntos por Origua ,
Que sobre muchos otros tiene mando ; Y después se partió la compañía ,
Vuelan luego con gran fuerza de viento, El capitán Süarez á Bondigua
Los bajos y los altos ocupando, Y el general para San Juan de Guia,
Sin que manifestasen sentimiento Llevando gente de la mas antigua
Los indios que su mal están mirando; Que ya los malos pasos conocía ;
Mas antes deseaban ver las casas Y aunque pasos algunos se defienden
Do cristianos entraron hechas brasas. Ambos á dos llegaron do pretenden.
Por las cercanas villas estendieron De paz los de Bondigua les salieron
Las llamas del incendio riguroso, Por ser su población menos potente ,
Y luego visitaron y corrieron Y al capitán Süarez ofrecieron
A los valles de Cueto y Valhermoso, Algunas buenas joyas en presente;
Con mas los siete pueblos do tuvieron Salieron destos pueblos y subieron
Ningún espacio largo ni reposo, A otra población mas eminente
Antes desde los altos y peñoles En gentes y posible, que se llama
Les hirieron algunos españoles. El valle de los indios de Cbairaina.
Y en ciertas angosturas de lugares Hombres membrudos, sueltos, bien dispuestos,
Perecieran enfermos castellanos , Mas que las otras gentes sus vecinas,
Donde con instrumentos militares Los cuales fueron á las armas prestos
Los acabaran indios comarcanos, Cuando vieron venir las peregrinas ;
Si la virtud del capitán Süarez Y por aquellos altos y recuestos
No los quitara vivos de sus manos , El valle se hundía con bocinas ,
Y ansimismo (ion Diego de Cardona Hechas de las canillas de hombres muertos
Con insigne valor de su persona. Por ellos en aquellos mismos puertos.
Del hemisferio nuestro retrayendo Suhe por un altísimo collado
Iba su presurosa luz Apolo, El Süarez al golpe déla gente :
Y sus dorados rayos estendiendo A San Mallín llevaba del un lado,
A las gentes que ven el otro polo, Varón en los recuentros escelenle ;
Al tiempo que Süarez , conociendo Otro colateral es Juan Cuadrado ,
Que con su compañía queda solo, Alférez eslimado por valiente :
Procura como capitán discreto Arronjan tai.las galgas al instante ,
Sacar á si y á lodos del aprietos Que vuelven más atrás míe van delante.
L'94 JUAN DE CASTELLANOS.
El español brioso y atrevido Desle jaez y muy mayor esli uemlo
Porfía con sudor en la subida ; Resulla de los palos y pedradas,
El bárbaro no menos encendido, Que para los oidos es horrendo
Procura de privallos de la vida : De los que llevan piernas fatigadas,
Süarez en la pierna fué herido , Al tiempo que la cuesta van subiendo
Y aunque no fué de muerte la herida, Sin poderse valer de las espadas,
En comer y beber tuvo gran freno Unos enhiestos y otros de rodillas,
Creyendo ser la flecha de veneno. Y del sudor cubiertos las mejillas.
No cesan de subir, y como vieron Animan con cornetas los de fuera
Que ya no les podían poner rienda , Que son hechas de grandes caracoles,
Los bárbaros sus casas encendieron Pero con todo esto persevera
Antes que nuestra gente las encienda , La fuerza de los nobles españoles,
Y eon flechas y piedras rehicieron , Hasta que ya subieron la ladera
Ayudados del humo, la contienda; Ahuyentándolos destos peñoles,
Pero los nuestros son superiores, Adonde descansaron un buen rato,
Haciéndoles tomar otros altores. Pero no sin temor y sin recato.
Después que por la población entraron Porque según aquellas ocasiones ,
Con una hambre loca y atrevida, Los tiempos de quietud eran escasos ,
Sin consideración se derramaron Y para ir al pueblo de Quiñones
Los mas dellos en busca de comida : Bestaban de subir dos malos pasos ;
Viendo que del buen orden no curaron Y ansí tomó Süarez de peones
Ni fué su voluntad obedecida, Los mas üjeros y los menos lasos,
El Süarez mandó que con la hoja A lin de descubrir aquel engaño
El alférez Olaya los recoja. De donde les podía venir daño.
El cual luego partió como una jara Siguieron los demás á los primeros ,
Con la rodela y la espada lista, Según guerreros usos ordenados;
Y como por su mando no repara Indios algunos ven por los oteros,
Un mancebo Bermejo, polvorista, Pero los pasos desembarazados ;
Dióle tal cuchillada por la cara, Procuran de hacer los pies üjeros
Que fué ventura no perder la vista : Antes que se descubran mas nublados :
El golpe fué debajo de las cejas Finalmente, llegaron al asiento
Tan largo que locó las dos orejas. Sin ver alborotado movimiento.
Aprieta la herida con la mano Hallaron ya la gente retraída,
El mísero, pidiendo luego cura: Vacías las moradas y aposentes,
Fué el capitán Cardoso, cirujano, Pero dentro gran copia de comida
En medio del hervor desta presura, Que no fué lo menor de sus intentos;
El cual en breve tiempo le dio sano, Porque de la larguísima corrida
Sin quitar el barniz desta pintura , Todos iban cansados y hambrientos :
Por no ser poderosos mil alcaldes Componen las dormidas y las cenas,
A limpiar tan pesados albayaides. Que después pagarán con las setenas.
Viendo quemadas ya por el vecino Viendo cómo quería coger heno
Aquellas afamadas poblaciones, Para cama cansado caminante,
Los nuestros apresuran su camino Süarez dijo: «Por consejo bueno
Al pueblo que llamaban de Quiñones; Ternia que pasemos adelante ;
El Juan de San Martin con ellos vino Salgamos de tan áspero terreno,
Guiando por forzosos reventones, No hallemos en él quien nos espante;
Los cuales ya tenían ocupados Porque destas señales se barrunta
Indios de todas armas pertrechados. Que se va convocando grande junta.»
Cuando llegaron á la postrer cuesta , El San Martin, que llevan por piloto,
No pudieron tomar algún reposo, Le respondió : «Señor, en este puesto
Porque según el indio los molesta Ningún temor tengamos de alboroto
O subir ó morir era forzoso; De indio que nos pueda ser molesto.»
Y el capitán Süarez hizo presta, Ayudáronle todos con su voto,
Para subir el paso peligroso, Porque por ir cansados quieren esto;
Compañía de sueltos rodeleros, Y ansí reparte quien el cargo tiene
Yendo con ellos él de los primeros. Las velas por el orden que conviene.
Los pasos desta sigue la restante, Fuéles la cena bien aderezada,
De diferentes armas pertrechada, Pues el mismo señor es el criado,
Llevando con buen orden por delante Y seria la mas aventajada
Aquella bien compuesta pavesada, Algunos puños de maiz tostado,
Con tiros de arcabuz porque se espanto Y alguna batalilla mal asada
La bárbara canalla, confiada La sustancia mejor de lo guisado;
De dar á sus deseos cumplimiento Y ansí durmieron en aquella cumbre ,
Sin ellos recebir desabrimiento. Sin que nadie les diese pesadumbre.
De bárbaros que tienen mas enfrente, Al tiempo ya que la febea llama
Ante que concluyesen la subida Comienza de dorar la verde planta,
Vino cíeflechay piedra tal creciente Y en el altor de la tremente rama
Que se ven en gran riesgo de la vida ; El ave con arpada lengua canta,
Y aun con los arcos dan á manteniente , El español de la terrestre cama
La munición de flechas consumida : Las armas en la mano se levanta,
Los golpes insufribles de desnudos Y el bárbaro también por su partido
Atormentan y quiebran los escudos. No sale menos bien apercebido.
Como en tinieblas, muerta ya la lumbre Los nuestros bajan luego la ladera ,
Y el oficio divino concluido, Según les pareció que convenia ,
Que hacen, de católica costumbre, Guiando San Martín esta carrera
Con palos y matracas gran ruido, Acia la playa de San Juan de Guia ,
En memoria de aquella mansedumbre Adonde don Alonso los espera
Del justo que por Judas fué vendido, Con caballos y buena compañía ;
Y aquella multitud de roncos sones Pero por donde van, tienen los puertos
Entristecen cristianos corazones: Infinidad de indios encubiertos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PART E I!, ELEGÍA IV, CANTO I. 293
Pasando pues por un lugar estrecho , Hicieron pues sus pasos diligentes
Temerosos y bien apercebidos, Orillas de la mar y sus resacas ,
De los indios que estaban en acecho Hasta que ya toparon los dolientes,
Algunos españoles son heridos A los cuales traían en hamacas
De yerba ponzoñosa, y esto hecho , Que de cristianos hombros van pendientes:
Con gritas atormentan los oidos, Y como no podían fuerzas flacas
Demás de los crujidos de las cuerdas, Comportar los heridos ni llevallos,
Cuyos encuentros son manos izquierdas. Pusiéronlos encima de caballos.
Puesto caso que no sin embarazos
Según suelen venir granizos gruesos He prisiones y fuertes ligaduras,
De la región del aire congelados, Porque después de hechas mil pedazos
Que lastiman las carnes y aun los huesos Las ropas y sudadas vestiduras,
De las aves, conejos y venados, Se mordían las manos y los brazos
Y también los ruidos son espesos Con estridor de dientes y bramuras,
De los golpes que dan en los tejados: Retorciendo los labios y la boca
Tal y tan grande estruendo se hacia Cuando la yerba las entrañas toca.
Al tiempo que se da la batería. Desta manera fueron caminando
Los diestros y los menos enseñados Hasta San Juan de Guia, do primero
En aquestas belíjeras escuelas , Dimos razón estallos esperando
Estaban de rodillas encorvados El resto del ejército guerrero,
Detrás de los escudos y rodelas, Y donde con temblores y rabiando
Que traspasaban tiros regulados Vieron los mas su dia postrimero;
Como si fueran delicadas lelas, Y el dicho general por su persona
Ansimismo clavando con la punta Determinó de entrar hasta Tai roña.
La carne que al escudo hallan junta. Aderezáronse como convino
Un terrible gandul, ya viejo cano, Para volver al belicoso juego:
Por el lugar mas descubierto corre, Llegaron por el término marino
Con solas siete flechas en la mano A la boca del rio de Don Diego;
Y sin contrario tiro que lo borre: Por montuoso y áspero camino
Hirió con cada una su cristiano, Para Tairona se partieron luego :
Y entrellos al buen Gómez de la Torre. Entraron sin ver índica presencia,
Cuyo rabioso lin , triste y amargo,
Un día natural fué lo mas largo. Y sin que les hiciesen resistencia.
Como creciese pues esta presura Por bajo valle va nuestro estandarte
Y el ímpetu deflechasinsufrible, Mirando poblaciones y culturas ,
Por estos capitanes se procura, Puestas en las laderas de tal arle
Según el orden que les fué posible, Que hacen las subidas mal seguras;
Sacallos del mal paso y angostura No faltan flechas de una y otra parte
A parte mas capaz y convenible, Encaminadas desde las alturas,
Donde de los heridos, hecha cuenta , De las cuales en un angosto puerto
Hallaron cuatro menos de cuarenta. Uno de los soldados quedó muerto.
En apartándose de los flecheros, Como la fusca noche se venia
Como ya por la playa caminasen, Quedando sin color sierra nevada ,
Despacháronse ciertos mensajeros Y «leí largo camino se sentía
Al don Alonso, que le demandasen La castellana gente fatigada,
Caballos con algunos compañeros, En parte que segura parecía
Para que los heridos se llevasen; Don Alonso mandó hacer parada;
Y entre tanto lavaron las heridas Y á causa de peligros evidentes
Con aguas de las ondas desabridas. Se señalaron velas convinienles.
Pues médicos de rústica Minerva Los indios, pocos pasos de desvío,
Les dijeron hallar por esperiencia Pusieron ansimismo veladores,
El agua de la mar ser contrayerba Y de una y otra parle de aquel rio
Dueña contra rabiosa pestilencia , Tocaban infinilos alambores,
Usada ya por índica caterva, Con grita que denota gran gentío
Lavándose con suma diligencia ; Por cima de los ásperos altores;
Mas ha de ser brevísima corrida Y el ruido les fué tan enojoso,
La distancia del agua á la herida. Que no tuvieron punto de reposo.
Pero la medicina mas segura Don Alonso de Lugo, conociendo
Es no se ver los hombres en estrecho , La grande multitud que se venia
Que de la dicha ni de mejor cura Por una y otra parte recogiendo
Tenga necesidad humano pecho; l)e aquella salebrosa serranía,
Pues en esta presente desventura Determinó de irse retrayendo
El remedio mejor fué sin provecho, Sin esperar allí la luz del dia ;
Porque de las personas mal heridas Porque si los tomaran las salidas,
Dos ó tres escaparon con las vidas. Todos corrían riesgo de las vidas.
Dadas las nuevas en San Juan de Guia En el tiempo que ya la lumbre pura
A nuestros castellanos escuadrones, Del radiante hijo de Latona
Y conociendo cuánto convenia Iba restituyendo su blancura
El cumplimiento destas peticiones, A la nevada cumbre de Tairona,
Don Alonso de Lugo les envía Los españoles tienen el altura
Socorro de caballos y peones; Acercándose mas acia Marona,
Siendo nombrado para su despacho Sin sacar otra cosa destos senos
Por caudillo Bartolomé Camacho, Sino cansancio y un crisliano menos.
Mancebo natural de Villafranca, Teniendo ya la playa por amparo
Señalado lugar de Extremadura , Y el frescor de los vientos océanos,
A quien valor y brio no le manca, Acuerdan reposar el dia claro
Según muestra su buena compostura ; Para de noche dar en los hermanos ,
Porque con el honor de barba blanca Que fueron Marubare y Arobaro,
Lo vemos en aquesta coyuntura, Caciques que tenían mas cercanos,
Y es testigo fiel de lo que escribo , De los de la Ramada descendientes,
Por vivir en el pueblo donde vivo. Aunque de su riqueza diferentes.
29S JUAN DE CASTELLANOS.
Porque como se viesen perseguidos Estando pues los nuestros abscondidos,
Del cupido furor de los de España, Al punto y hora que salir querían,
listaban con sus gentes recogidos
En un cierto rincón desta montana , Un asno daba grandes rebuznidos
Pero no tan secretos y abscondidos Que los indios allá arriba tenian :
Que no los descubriese buena maña ; Espantáronse todos los oidos
Pues muchos dias antes la cudicia De aquellos que la voz reconocían ;
Había dado guias y noticia. Y es porque por allí después ni antes
Llegado pues el tiempo vespertino Nunca nacieron bestias semejantes.
Y el fuego mitigado de la siesta , Y como se subía por escalas
Cada cual desta genle se previno Para ir á tan ásperos terrenos,
Para romper con los de la floresta ; Decían : « Si son asnos tienen alas,
Poro yo de cansado determino Y es imposible cosa que sea menos;
De no decir agora lo que resta , Y si son indios, son señales malas,
Por querer Arobaro y Marubare Pues dicen que porque vamos sin frenos
Que con segundo cauto se declare. Nos tienen de hacer tales regalos
Que saquemos á cuestas muchos palos.»
Uno que se decía Mala-testa ,
Estranjero y estudiante bueno
Dijo : « Podría yo hacer apuesta
CANTO SEGUNDO, Que debe ser el asno de Sileno,
Cuyos roznidos en aquella fiesta
Donde le Irada cómo, dieron de noche.en los dot hermana Levantaron á Lótide del heno;
y lo que mas sucedió. Y ansí quiere que acá nos levantemos
Para dar fin á lo que pretendemos.
Suelen tener mundanas condiciones »Mas á fe (rae si desta yo me escapo
De bondad y virtud galana muestra, Y salgo sin herida del bullicio,
Y acaso no serán sus intenciones Que nos tiene que dar un gentil papo,
De declinar á via mas siniestra ; Pues no puede hacer otro servicio,
Pero metidos en las ocasiones, Antes que los devotos de Priapo
Codiciosa maldad fes es maestra, Lo lleven para dar en sacrificio.»
Para meter en su hambriento seno Fuéronse pues con tácito semblante
Aquello que les consta ser ajeno. Al pueblo que tenian por delante.
Y no puede huir desta sentencia Por barrios va digesta y ordenada
Don Alonso de Lugo , pues tenia Su población, no grande ni pequeña ,
De liberalidad gran aparencia, Pero fuerte si fuera bien guardada ,
Urbanidad, nobleza, cortesía, Por rodear los altos viva peña ,
Pero no poco suelto de conciencia. Y por la parte baja rodeada
Según fueron las muestras aquel dia , De fondos pasos y de espesa breña :
Después que ya vinieron á sus manos Entradas cuatro son en cuatro cuestas,
Kicas preseas de los dos hermanos. Para se defender no mal dispuestas.
Y ansí fué que , metiéndose las riendas, Blasco Martin de noche las había
De Flegon y Pirois en las obscuras Esplorado con otros atrevidos,
Ondas, y se tendiendo las horrendas Y ansí fueron los desta compañía
Tinieblas con sus ciegas ligaduras , Por todas CHatro partes repartidos.
Entran los españoles por las sendas Dan ¡ Santiago í con la luz del día
Angostas de las dichas espesuras, En los vecinos desapercebidos;
Cuyo camino nadie , según era, Mas todavía con algún reparo
Sino sola cudicia lo siguiera: Salió de sus caneyes Arobaro,
Trabados de las ropas y vestidos, Deseando que sepan lo que vale
Porque con vista no se comprehendeu. Golpe librado de su brazo tuerte,
Y ansí los unos de otros van asidos O que ya su desdicha lo regale
Tentando los caminos que pretenden; Con el postrero trago de la muerte;
Y si quedan algunos divertidos Mas al encuentro don Alonso sale
Por silbos se convocan y se entienden, Por le caber aquel lugar en suerte,
Dejando los caballos en la playa En el cual se halló con tal congoja
Por no tener por do caballo vaya. Que no cumplió mostrar la mano floja.
Cebados en la vieja golosina Porque viendo venir gentes armadas,
De los pasados robos y despojos , El Arobaro luego tocó cuerno ^
Sin sentir el-garrancho ni el espina. A cuyo ronco son sobresaltadas
De tunas , de cardones ni de abrojos. Acuden las que son de su gobierno ,
Cuasi toda la noche se camina Con tantos dardos, flechas y pedradas,
Quebrándose las piernas y ios ojos , Como gotas espesas en invierno ,
Hasta tanto que ya llegaron junto De tal manera , que quien vencer piensa
De donde no vivían sin barrunto. Tiene por gran victoria su defensa.
Pues cuando los flamígeros yugales Y como por entonces se conviene
Iban mostrando sus dorados frenos , El pelear en fiarte mas exenta,
Y con su resplandor rayos febales En ciertas angosturas se detiene
Perturbaban coriferos serenos, Hasta que se mitigue la tormenta ,
Vieron venir algunos naturales Contra la cual, según terrible viene,
De puestos do velaban los mas buenos, Apenas don Alonso se sustenta ;
Y ya viendo faltar nublos obscuros Y no menos andaba de caida
Pensaban estar salvos y seguros. La otra gente desta dividida.
Pero los encubiertos españoles, Pues cuando comenzaban el combate
Para salir en salvo con su hecho , El San Martin y el capitán Süarez ,
Entre verdes maíces y frísoles , El viejo Marubare los rebate
Estaban lodos puestos en acecho; Y hace retirar de sus lugares,
Y cuando los purpúreos arreboles Con determinación que se remate
Herían la ladera y el repecho, La causa de sus lloros y pesares,
Tenían numerados los caneyes Y de una vez perder vital suhyeto.
Y las morada» destos dichos reyes. O los que lo traían inquieto.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO II. 207
Mas Juan de San Marlin que lo conoce , El bélico despojo recogido,
Le dice : « Date, dale, Marubare, Y presos con el rey muchos vasallos ,
Pues sé que de cualquier crimen alroce Con escuadrón muy bien aperceb'ido
De gente que sabia reguardallos ,
Aquí no faltará quien te repare; Fué por el don Alonso proveído
Y si no, contra puntas tiras coce, Bajar luego do estaban los caballos ,
Y mas cuanto tu furia mas durare : Y en hombres del ejército captivo
Date de paz, y no salgas armado, Mandó también bajar el asno vivo.
Y alcanzarás perdón de lo pasado.» Con sus acostumbradas prevenciones
El Marubare deslo no se cura; Los indios lo bajaron á lo llano,
Antes decia, dándoles gran priesa : Y aprovechó después en ocasiones
«Cruel guerra con vos es mas segura Que suelen ocurrir al baquiano;
Que cualquiera pacífica promesa, Y aun fué descubridor destas regiones,
Pues toda vuestra paz es maldad pura Pues á este nuevo reino vino sano
Y á todos buenos términos aviesa; Y el primero que destos animales
Y cuando de la paz luce centella, Vieron en esta tierra naturales.
Es para nos robar debajo della. Jumento y adjumento del entrada
»Y pues tenéis memoria del estrago Fué para nuestras gentes peregrinas,
Que en españoles hice, con despecho Al menos á los de la camarada
De ver que la amistad, amor, halago, Del sarjento mayor dicho Salinas ,
Fué contra nos el mas sutil asecho , Persona por sus obras señalada,
Acordaos también que yo no pago Las cuales fueron de memoria dinas •
Con malar mil al mal que me habéis hecho ; Cuyo consorte fué Juan de Montalvo
Y ansí quiero hacer ya confianza » Hoy en aqueste reino sano y salvo.
No de palabras, sino de mi lanza.»
Estando pues en peso la porfía, Lleváronlo también á la jornada ,
Enemistad antigua y homecillo, Llamada por antiguos del Dorado,
El don Pedro de Portugal había Que hizo Fernán Pérez de Quesada,
Entrado dentro ya por su portillo De do volvió después desbaratado;
Con la compaña que con él venia, Y el padre fray Vicente Requejada ,
Sin Marubare vello ni semillo, En tiempo que fué pasto regalado,
Hasta que por el uno y otro lado El cuero le quitó de las costillas
Se vido de españoles rodeado. Y convirtió las tripas en morcillas.
A vívanse los golpes al momento; Llegados pues al mar y á su ribera ,
Enciéndese de nuevo la batalla; Como ya descansasen y comiesen,
Orejuela mostró su buen aliento, A los indios quitaron la collera
Sus proezas el alférez Olalla ; Mandando que á su pueblo se volviesen;
El Marubare de su pensamiento Y siendo los deseos de cualquiera
Y determinación atrás se halla, Quel oro y los despojos se partiesen ,
Pues cuando su victoria se declara ñuscando don Alfonso dilaciones,
Adverso hado le volvió la cara. A todos les habló tales razones:
Como nave veloz y diligente «Cierto, señores míos, no creyera
Que con favonio próspero navega De los mortales cosas tan estrañas,
Para lomar el puerto donde siente Si por mis proprios ojos yo no viera
Tener seguridad después que llega , Vuestras proezas, hechos y hazañas,
Y junto se levanta de repente Do ninguna nación prevaleciera
Alguna procelífera refriega, Sino solo valor de las Españas,
Haciéndola volver desde la puerta Cuyas heroicas obras ya son tales
Donde la vida tiene por incierta : Que me parecen sobrenaturales.
Al dicho Marubare y Arobaro »La fama por España publicaba
Con fortuna lo tal les acontece, Ser cada natural un mostró liero,
Pues cuando les mostraba rostro claro Y grandes maravillas nos contaba
En ese punto se les escurece, Quien destas cosas era pregonero,
Y al suelo que tenían por amparo Y entonces yo confieso que pensaba
La sangre de los suyos humedece; Que hacían de pulga caballero ;
Y visto no valelles buena maña Pues agora que lodo lo tanteo
Procuran de huir por la montaña. Lo dicho cifra fué de lo que veo.
Dispónense los grandes y menores «¿Quién pudiera creer tanta miseria
A poner en efecto la huida ; Como padecen hombres en conquistas?
Mas usando de bélicos furores ;. Quién osara decir en nuestra Hesperia
Impide don Alonso la salida : Cosas de los humanos nunca vistas?
Y ansí prendieron estos dos señores, Al fin , señores, sois rica materia
Sin querer despojallos de la vida , Para los curiosos coronislas,
Pero toman preseas y tesoro Y serán vuestros hechos duraderos,
Con mas quince mil pesos de buen oro. Con espanto de siglos venideros.
Y el asno que dijimos recogieron »Lo substancial es esto; y en la paga.
Que de los indios era maravilla , Que los hombres de bien tienen en menos,
Y para lo subir allí dijeron También es jusla cosa que se haga ,
Que fué con palos hechos angarilla; Pues por ella se mueven muchos buenos;
Al cual con otras cosas mas ovieron Mas no hallo valor que satisfaga
De naves que venian de Castilla A hechos tan heroicos y tan llenos,
Y dieron al través en estos puertos , Y menos el caudal desta jornada ,
Donde los navegantes fueron muertos. Que es para cada cual menos que nada.
Y ansí salieron en sus escuadrones »Mas esa cuartidad que recogida
Los indios cuando fueron salteados, Tenemos, es razón que se reparla ,
Algunos con camisas y jubones Y sea por cabezas dividida,
Y muchos con bonetes colorados : Pues de lo justo nada nos aparta;
Hallaron hachas, palas, azadones, La cual repartición será cumplida
De que se aprovechaban los soldado?, Llegados que seáis á Santa Marta ,
Y ropas que los bárbaros desechan Y entre lanío seré yo tesorero
Y á nuestros españoles aprovechan. Y fiel guardador désle dinero.
298 n'MS DE CASTELLANOS-
«Véalo mi señor padre primero, Atravesaron á las cordilleras,
No diga si lo doy que lo destruyo ; Por parecelles ser tierras mas gratas,
Porque después en ley de caballero Y ansí hallaron ciertas sementeras
Os empeño mis barbas, y concluyo De auyamas y de yucas boniatas,
Con que luego que baga lo que quiero, Con mas otras raices comederas,
Cada uno de vos habrá lo suyo, Que son pericaguazos y batatas ,
Y gozará de aquello que tuviere, De que fueron costales proveídos ,
O hará lo que bien le pareciere.» Pero de noche por no ser sentidos.
Vista por caballeros y peones Y atajando camino por un llano ,
La prática, de fraude no distinta , Por mas presto volver á la Ramada,
A muchos contentaron sus razones, Acertaron de dar en un pantano
Y algunos también dieron en la pinta, O ciénaga prolija y ampliada ,
Beconociendo ser sus intenciones Do con el sol ardiente del verano
Llevallo todo y aun la parte quinta: La gente se sintió muy fatigada ,
Al fin los prelensores de la presa Y del número dicho cuasi todos
Han por bueno callar, aunque les pesa. Andaban como tontos y beodo*.
Estando pues la gente descansada , La causa de tener flaca la nuca,
Don Alonso de Lugo determina Que no puede hallarse peor tacha ,
De ver el morador de la Ramada Fué por haber comido mucha yuca,
Que con aquellos términos confina, Que á los mas confiados emborracha ,
Papando por la tierra levarjlada Porque con el sabor los embabuca
De Marona, que al mar está vecina, Y con malos efectos nos empacha :
Do bailaron ramadas y bubíos Desta perniosísima dolencia
De moradores ya todos vacíos. Só yo fiel testigo de esperiencla.
Cavaron dentro dellos los que fueren Porque viniendo cinco compañeros
Instituidos para tal cuidado, Atravesando cumbre de una sierra ,
Y también algún oro descubrieron Mendoza, Renavides y Cumeros,
Que los indios dejaron enterrado : Dien conocidos en aquesta tierra ,
Todo lo cual al don Alonso dieron, Y un Juan Diaz é yo , con pies lijeros,
No sin desabrimiento del soldado ; Por ser aquel compás lodo de guerra,
Y como no hallaron bastimento Hicimos noche dentro de unas matas,
La hambre los sacó de aquel asiento. Y fué la cena yucas boniatas.
Al rio de la Hacha fué la gente, E ya que descansábamos un poco
Y no mucho compás de su ribera En las húmidas camas de helécho,
Hallaron una casa prepotente, El Juan Diaz andaba como loco;
Dentro sobre mil indios de madera , E yo que le reñía su mal hecho,
Del altura que tienen comunmente, Con ojos y narices tierra toco,
Hincados por buen orden en hilera , Con bascas y congojas en el pecho,
Que debían de ser antecesores Sin fuerza, sin vigor y sin aliento,
De los guanebucanes y señores. Y cuasi sin ningún entendimiento..
Mas como no hallasen sementera Y ansí también la gente que camina
Ni de dónde tomar mantenimientos , Por el dicho lugar de todos lleno,
El portugués don Pedro salió fuera Con el ardor del sol se desatina
Con soldados que fueron cuatrocientos, Por el manjar que al fin tiene veneno :
Que todos ellos van á la üjera Quedaron pues allí sin medicina
Acia la parte de los lestes vientos, Cuarenta y cinco dellos en el cieno;
A buscar grano por alguna via, Pudieran /según dicen, remediallos,
Porque toda la gente perecía. Mas los sanos no curan de esperallos.
Y al paraje del Cabo de la Vela, Antes el portugués, con ser modesto,
Por do todos andaban mariscando, E un Pablo Fernandez que los guia,
Vieron ya cerca cierta carabela A gran priesa caminan con el resto
Que por la costa viene navegando : A do su general los atendía;
luciéronle señales con candela, El cual, aunque de todos supo esto,
Y con un paño blanco van llamando ; Ningún justo socorro les envía :
Acuden á la seña marineros, Ansí que perecieron los cuitados,
Y surgen en los términos fronteros. O por manos de indios ó abogados.
Echaron el batel en breve rato, Puestos en la Ramada referida,
Llegaron donde ven el blanco paño, Sin dar remedios al desmán que digo,
Pero no sin recelo ni recalo , A Santa Marta hacen su partida,
Presumiendo que puede ser engaño; Sin que puedan hacer otro castigo ;
Mas los que libres eran de mal trato Y al volver mucha gente fué herida
Manifestáronles su grave daño , En el áspero paso de Rodrigo,
Diciendo que les vendan alimento De manera que de soldados buenos
Y pidan el valor á su contento. Indios hicieron los doscientos menos.
Vuelven los marineros á la nave Y un peón estranjero, que nombrallo
Y dieron al maestre su mensaje, No sabe quien la pluma me gobierna,
Y en el batel echaron cuanto cabe A Gómez del Corral mató un caballo
De lo que llevan por matalotaje, Cortándole gran parte de la pierna ,
Que fueron grandes tortas de cazabe Y debió de meterse por guisallo
Y sazonadas puestas de carnaje : En alguna fondísima caverna,
Volviéronles á dar este consuelo, Porque después que hizo el desconcierto
Puesto que todavía con recelo. No pareció jamás vivo ni muerto.
Porque desde el esquife se les echa Después que ya tomaron la zavana
Lo que pudo curar hambrienta llaga, De Ronda, do llegaba nuestro bando,
Y vuelven á remar via derecha, Hizo parar la gente baquiana
Sin querer recebir por ello paga : Aquel que sobre lodos tiene mando,
El don Pedro con esto se pertrecha Dándoles á entender que tiene gana
Hasta que halle dónde se rehaga ; De que se queden ellos descansando
Y despedidos desle navegante Y solo quiere ir á dar la nueva
Procuran de pasar mas adelante. Délo que sucedió y lo que se lleva.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE U, ELEGÍA IV, CANTO II. 299
Partióse reguardando su fardaje Mas su voluntad era discrepante,
Con mozos que le fueron mas acetos; Y en hecho de verdad no lo sabia.
E yendo prosiguiendo su viaje, Hizo pues dar las velas al instante
Por la derrota que le convenia;
Descubre don Alonso sus concetos, Y fué tan venturoso navegante,
Según quieren decir, á cierto paje Que con buen tiempo fué donde quería,
De quien él confiaba sus secretos; Estendiendo por corte mas las alas
Y porque no me tengan por prorijo No sin ostentación de ricas galas.
Brevemente diré lo que le dijo : Después de don Alonso ser partido,
«Quiérote descubrir,/mi buen Saucedo, Diego López de Haro, muy quejoso
Negocios que requieren confianza, Por no cumplir con él lo promelide
Y es que quiero salir de do no puedo Acerca del oficio mas honroso,
Valerme de caballo ni de lanza, Embarcóse tras él harto corrido,
Y donde vale mas un flaco dedo Y el sobrino Martin de Caslañoso,
Que brazo de vigor y de pujanza; Y Alonso de Guzmán y otros, los cuales
Y mi partida tiene de ser cierto Todos eran personas principales.
En las naos que esperan en el puerto. Que don Alonso tuvo de franqueza
* Es menester que sigas mi consejo Lo que suele tener uso profano ,
Con pronta voluntad fiel y leda, Y de valor, primor y gentileza
Porque quiero, pues hay buen aparejo, Y aviso, lo que puede cortesano,
Acogerme con toda la moneda : Al cual cierto pintó naturaleza
Que la necesidad de nuestro viejo Con curiosa y acertada mano;
Otro la suplirá, y acá se queda, Pero, según se vio por esperiencia,
Do cada día pueden hacer presa, No muy escrupuloso de conciencia.
Pues que la tierra pone larga mesa.
«Su parte tienen harto merecida Viendo su padre pues cómo lo deja
Todos estos valientes compañeros ; De mil necesidades rodeado,
Pero, ¿ quid inter tantos, por tu vida, Del paternal amor también se aleja,
Siendo breve la copia de dineros? Y enviando poderes y recado ,
Es algo para mí, mas repartida Ante el emperador formó su queja
Por tantas vías y desaguaderos, Pidiéndole que fuese castigado;
Eos tesoros no bastarán de Juno Y el licenciado dicho Villalobos
Ut modicum accipiat cada uno. Como fiscal pidió los tales robos.
«Demás de que yo tengo mis porciones, Estuvo, según dicen, en España
Y á todos he de ir anticipado, Preso des que tuvieron el aviso,
Cuanto mas que hurtando de ladrones Mas él lo tortuoso que le daña
No me parece ser grave pecado , Enderezó muy bien y hizo liso;
Ya que no consigamos los perdones Y en efecto se dio tan buena maña,
Dichos en el refrán acostumbrado ; Que se salió con todo cuanto quiso,
Pero tengamos oro por agora, Y ansí gozó después con cortesanos
Porque con él después todo se dora. Del industria y trabajo de sus manos.
*Por tanto, íidelisimo criado, Acá volvió después pasados años
La noche que lernas aviso mió, Para poder mas ampliar su renta :
Embarcarás el oro y el recado Visitó deste reino los rebaños,
Que yo te diere y en aquel navio Do su vida no fué menos exenta,
Que por mi boca fuere señalado, Pues muchos se quejaron de los daños
Con el recato que de tí confío, Que hizo , de los cuales daré cuenta
Que si conmigo vas en salvamento, Cuando lo deste reino se prosiga :
El galardón habrás á tu contento.» Que agora Santa Marta me fatiga.
El paje le responde : «Yo bien quiero Donde quedó su padre detenido
Cumplir en lodo vuestro mandamiento; Con falta de salud y adeudado;
Pero vuestra merced vea primero Y ansí por capitanes fué pedido
Si podemos salir con el intento, Otro descubrimiento deseado,
O si debe tan noble caballero Y es este nuevo reino do resido,
Honrarse con el tal atrevimiento, De quien haré particular tractado,
Pues ya sabéis que en las personas altas Porque su nobilísima caterva
Son siempre mas notadas estas faltas.» Para la cuarta parte se reserva.
«No caben en mí viles intenciones Mas visto por el don Pedro Fernandez
(Le responde), pues esto yo lo gano, Lo que se le pidió con gran instancia,
Y en todos los armados escuadrones Prometiendo de dalle nuevos Andes
La mas acelerada fué mi mano.» O cosa de no menos importancia,
Llegaron pues al lin deslas razones Hizo junta de cWcos y de grandes
Al puerto, que tenían ya cercano, Para los animar á la ganancia ;
Donde por todos los de aquel asiento Y venidos en un ayuntamiento
Se le hizo muy gran recebimiento. Uízoles el siguiente parlamento :
Besó las manos al adelantado, «Caballeros, estas tribulaciones
Del cual fué gratamente recebido : Que todos padecemos de presente,
Dióle cuenta de todo lo pasado, No piden gran estruendo de razones,
Mas ninguna del oro recogido, Pues cada cual de vos en sí las siente;
Aunque no pudo ser tan ocultado, Pero declararé mis intenciones,
Que callase del todo quien lo vido; Que van encaminadas solamente
Y el buen viejo también lo pretendía A procuralles dar aquella cura
Para pagar los fletes que debía. Que nos encaminare la ventura.
Viendo ser el dinero descubierto, «Habeisme hecho muchos pedimientos,
Y aquella voluntad reconocida, Con la razón que en ellos se contiene ,
El don Alonso hizo su concierto, Cerca de proseguir descubrimientos
Efectuando luego su partida Y la buena noticia que se tiene ;
En un navio que salió del puerto E yo digo ser esos mis intentos
Pocos dias después de su venida, Y lo que mas á todos nos conviene,
En el sereno de la noche blanda, Pues mas somos venidos á este puerto
Diciendo que su padre se lo manda. A lo por descubrir que descubierto.
500 JUAN DE CASTELLANOS.
i Porque toda la tierra conocida, «Veo con buenos bríos al mas cano,
A causa de los grandes desafueros , Tímida cobardía despedida;
El apacible tiempo del verano
Asolada la veis y destruida A los efectos desto nos convida :
Por la loca maldad de los primeros, Solo resta que los que tienen mano
Y nada della hinche la medida Quieran poner en orden la partida;
De tantos y tan nobles caballeros ; Y ansí concluyo con que lo propuesto
Y ansí por ser lo visto poco cebo Con tiempo tenga cumplimiento presto.
Cumple que descubramos reino nuevo. Vista su voluntad determinada,
«Mas quiéreles decir á los que fueran , Todos los principales de aquel puerto,
Pues ni fuerzas ni ruegos los compelen, Con adherentes para la jornada ,
Que como valerosos perseveren Pusieron sus personas en concierto;
Y no se vuelvan luego como suelen, Mas agora que yo de la pasada
Y en la necesidad no desesperen, Me siento de cansado como muerto,
Antes unos á otros se consuelen, Reposo quiero dar á mi faliga
Pues como desta suerte se provea Antes que lo que resta se prosiga.
Algo se hallará que bueno sea.
s Donde fortuna mas os embaraza
Mostrareis menos tímido semblante ,
Y si para volveros diere traza, CANTO TERCERO.
Entonces colareis mas adelante;
Pues al fin la porfía mata caza, Donde se tracto cómo salió la gente del puerto de Santa Marta, asi por
mar como por tierra, para descubrir tierras nuevas, y de lo que les
Y nada hizo bien el inconstante: sucedió en el rio Grande & la entrada del, y en la prosecución del
No sean parte miedos en efeto v^aje.
Para dejar de ver este secreto.
«Pocas veces dejó de ser propicia Contaba ya la religión cristiana
Cuerda solicitud á diligentes; Treinta y seis años sobre quince cientos
Y ansí si no la borra la malicia Del parto de la Virgen soberana
De los angostos pechos y dolientes, En estrechos y pobres aposentos ,
No puededespintarse la noticia Cuando salió la gente castellana
Que tenemos por partes diferentes, Para continuar descubrimientos,
Porque las mas distintas poblaciones Y el sol por el eclíptico camino
Conforman en el dar las relaciones. Quería visitar décimo sino.
«Si tomáis el negocio mas de veras Mil para tomar armas hay por cuenta ,
Que Lerma lo tomó tiempo pasado, Y destos los quinientos aviados
Seréis los que holláis estas riberas Por tierra, de caballo son los treinta
Diventores de nuevo principado, Y otros treinta rocinos van cargados ;
Cuyas provincias hallareis enteras, Van por mar cuatrocientos y sesenta
Y será cada cual aprovechado, Entrellos marineros y soldados;
Trocando los trabajos en contentos Los de tierra por ahorrar carguíos
Con señoríos de repartimientos. Dejan de su caudal en los navios.
»Y no pueden estar largo desvío Porque tienen de ir por gente blanca
De la prolija cumbre de la sierra; Jornada larga, de trabajos llena,
Y ansí para llevar mejor avío Antes de se juntar en la barranca
De cosas necesarias á la guerra, Del rio grande de la Magdalena;
Irán los bergantines por el rio, Donde si de salud hay gente manca ,
Con quien se comuniquen los de tierra, La metan donde guindan el entena,
Porque sean en tiempos afligidos Y hallen sus alhajas y fardaje
Los unos de los otros socorridos. Para prosecución de'su viaje.
«Ya tiene mi poder y está nombrado Pero los mas que van por las florestas,
Para ser general en la jornada Eso me da cursado que novicio,
El docto y animoso licenciado Hopa y comida va sobre sus cuestas
Don Gonzalo Jiménez de Quesada, Con armas para bélico bullicio;
Varón de quien yo vivo confiado Y entre tantas compañas como estas
Que para bien regir le falta nada, Solas tres indias iban de servicio,
Y Gonzalo Juárez, de quien siento Que lenian particulares dueños
Tener para gobierno gran talento. De aquellos capitanes mas isleños.
»Van Juan del Junco, San Martin, Cantoso, Dirigen pues sus pasos á Chimila
El capitán Lebrija, Tesorero, Y á las provincias que le son fronteras,
Y Juan de Céspedes, varón famoso, Mas llevando vacía la mochila
Con Valenzuela, noble caballero, Del grano que produce sementeras,
Láiaro Fonte, diestro y animoso, Hambre y enfermedad los anihila:
Baltasar Maldonado, gran guerrero, Incultas hallan todas sus riberas,
Escuadras y adalides de momento , Por estar ya los pueblos conocidos
De quien todos tenéis conocimiento. En partes diferentes retraídos.
»De la gente que por agua camina, Los suspiros del pecho van á pares
En seis barcos y en una carabela , Del triste que se ve debilitado ;
Irá por general Diego de Urbina , Lo cual visto por Gonzalo Süarez
Cuya prudencia todo lo nivela; Y el capitán Lebrija Maldonado,
Va Manjares, persona tidedina, Procuraron buscar nuevos lugares
Ya por allí cursada su rodela; Con aquellos de quien tienen cuidado :
Va Juan de Albarracin, va Juan Chamorro, Y ansí fueron por partos diferentes
Aiisimismo Gonzalo García Zorro. En busca de comidas y de gentes.
«Van otros muchos diestros en asecho?, El Gonzalo Süarez por buen arle,
Vivos en ojos, proi.tos en oídos; Con soga de hamacas retorcida,
Van baquianos á las armas hechos , Pasó con su bandera y estandarte
En aquestos trabajos muy curtidos: Agua de Ariguani poco crecida,
De bélicos arreos y pertrechos Y en los confines del, en otra parte,
Ti idos medianamente proveídos, Recogió buena copia de comida,
Y si destos algunos están faltos Cautivando también por sus florestas,
Les ánimos los suplen, que son altos. Indios que la trajeron á sus cuestas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO III. 501
Luego como llegaron al asiento, »Ya veis, señor, la mar cuál anda fuerr.,
Se mandó repartir por don Gonzalo, Y que los barcos no van muy lijeros;
Y el regocijo y el contentamiento El rio trae copia de madera,
Mayor debió de ser que yo señalo; Con sus raices árbores enteros;
Pues el que perecía de hambriento, Recélase la gente marinera,
Juzgábalo por celestial regalo: Tienen temor aqüestes caballeros ;
Y ansí fueron con esto reparados Y para no venir á los estreñios,
Y con alguna caza de venados. Conviene que primero lo miremos.»
Respóndele: «Pues sois buen navegante,
Estando pues con este regocijo, No receléis aqueste pilotaje,
Una india, tendidos los cabellos, Que yo no veo cosa que me espante
Que debió de huir en el cortijo Para dejar de ir nuestro viaje ;
Cuando los enlazaron por los cuellos , Esperan los soldados adelante,
Con amor entrañable de su hijo Cuya ropa llevamos y fardaje:
Se llegó sin temor á todos ellos ; Dense , dense las velas á los notos,
Y admirados de ver cosa tan nueva, Y vayan con aviso los pilotos.»
Deseaban saber qué causa lleva.
La cual, como con otros lo vio vivo , Luego de su partido descontentos ,
En brazos lo tomó con ansia viva, Las cañas se pusieron en limones ,
Y con aquel ardor caritativo Con fuerzas flojas y con brazos lentos
Que de todo temor á muchos priva , Las áncoras se levan y resones;
Dijo: «Pues eres, hijo, tú captivo, Desuérense las velas á los vientos
No quiero yo huir de ser captiva, Con graves y pesadas turbaciones ,
Ni dejaré de ir donde tú fueres, Tanto queflojedady pesadumbre
Y allí moriré yo donde murieres.» Daban de su desdicha certidumbre.
Habiendo sus palabras reducido Tomada pues del vio la garganta ,
A castellanas voces los ladinos. E yendo ya por él poco desvío ,
Tan gran compasión dieron al oido Olaje tan soberbio se levanta
De nuestros fatigados peregrinos, De las aguas del mar y grande rio,
Que no solo le dieron su querido, Que quien menos temia mas se espanta,
Pero lodos sus deudos y vecinos, Y menos muestras daba de su brio,
Un viejo reservando que podia Viendo que no podia navegante
Ser para su camino buena guia. Volver atrás ni ir mas adelante.
Ven de Tamalameque los confines , Uno veréis lloroso y otro triste,
Donde su morador de paz espera, Dan grita los mancebos y los canos,
Menoscabados hombres y rocines ; Agua por todas partes los embiste;
Vieron del rio Grande la ribera , No les presta limón ni valen manos ".
Y preguntando por los bergantines, Ya su salud en solo Dios consiste,
Ningún indio les dio razón entera: Que no la pueden dar hombres humanos ;
De pálido color cubren el gesto, Y lo mas sustancial de su esperanza
Y agora yo diré la causa desto. Era tener ninguna confianza.
Salió Diego de Urbinu de aquel puerto, Estando pues con este desatino
Causado del rigor de la procela,
Yendo con él don Diego de Cardona, Un grande y orgulloso remolino
Puestos los bergantines en concierto, Sorbió la sobredicha carabela
Llena de viento próspero la lona, Y un bergantín que junto della \ino ,
Piloto maestre Juan , varón esperto, Y amortajó los hombres con I3 vela:
Y el mozo Manjares, cuya persona Diez anclan por las ondas de Neptuno,
En aquellos caminos era diestra, De los cuales fué Manjares el uno.
Y habia dado valerosa muestra. Es nada lo que nada, pero viendo
Llegaron cuando ya la luz es poca Acrecentar las olas sus enojos ,
Y hacia la noche su llegada , Cuando los barcos iban consumiendo ,
Y ansí surgieron antes de la boca En un grueso tablón puso los ojos ,
Del rio por do hacen el entrada, Y en él después se estuvo sosteniendo,
Por mandado de aquel á quien le toca Recogiendo también otros despojos,
Regir y concertar los del armada , De cosas de madera que allí hubo ,
Esperando que venga nueva lumbre, Encima de las cuales se sostuvo.
Con la guarda que tienen de costumbre. Anda sobre el olaje fluctuando,
Celebrábase pues siguiente día El cual la flaca balsa desparpaja,
Aquella Concepción inmaculada Está por ir á tierra forcejando,
De la generosísima María, Mas no puede, por mucho que trabaja;
Virgen, Señora nuestra y abogada,
Y por la gente toda se pedia Y cuanto nías andaba naufragando,
Ser en aquel lugar solemnizada: Mas andaba tras él una baraja
Quisiéralo la gente peregrina , De naipes, que después él me decía
Pero no consintió Diego de Urbina. Que nunca lo dejó todo aquel clia.
Y ansí trocados los nocturnos fines Dícelc pues, á vueltas de otras quejas ,
En aquel resplandor que nos consuela , «Vete, demonio, ya no me fatigues,
Hizo locar trompetas y clarines, Que si por tierra voy nunca me dejas ,
Mandando que se hagan á la vela Y agora por el agua me persigues;
Aquellos dichos siete bergantines, A mis grandes pecados son anejas
El uno dellos buena carabela, Las cartas de maldad con que me sigues ,
Puesto caso qi;e de contrarío voto Porque con ellas fueste tal tercero,
Eué siempre maestre Juan diestro piloto. Quel tiempo se perdió con el diuero.»
Diciéndole : « Señor, incor.viniente Mas con la devoción que convenia ,
Grande me representan las salidas; No deja de llamar auxilio santo;
El rio Grande viene de creciente, Y ansí, cuando la noche ya queria
Dejemos aflojar las avenidas, Cubrir todas las cosas con su manto,
Pues con el ímpetu de su corriente Pudo llegar adonde pretendía,
Las olas andan altas y subidas ; Poco menos que muerto del quebranto ;
Inminente peligro nos despierta, Y con la% mismas ansias y temores
Pur llevar los seis barcos sin cubierta. Salieron otros siete nadadores.
30; JUAN DE CASTELLANOS.
El Cardona y Urbina con su pena «Caballeros , con gran razón se siente
Y paga de la culpa merecida, Una nueva de tanta desventura;
Acia la banda van de Cartagena Pero quien es sagaz y hombre prudente
Compelidos también del avenida, Verá por su discreta conyeclura ,
Y dieron al través en una arena, Cómo le cumple moderadamente
Do fué milagro reservar la vida; Pasar por lo que ya no tiene cura ,
No quisieron volver mas á su cargo, Porque, perdidos los humanos cuellos,
Antes para Pirú se van de largo. Solo resta rogar á Dios por ellos.
Dejando pues cien hombres ahogados, «También quiero decir que no vi suerte,
Soldados de valor adamantino, En lo que pi-ofesais é yo profeso,
Los otros cuatro barcos quebrantados Que se pasase sin alguna muerte ,
Llegaron á la playa del Dorsino : 0 tuviese del todo buen suceso;
En Santa Marta fueron avisados Mas no porque el primero no se acierte
Del pesado desmán que les avino, Ha todo tiro de salir avieso ,
Y fué de tal manera la congoja, Pues si el un ballestero queda manco ,
Que en mucho tiempo no se hizo floja. Otro puede después dar en el blanco.
Mas don Pedro Fernandez no desmaya , »Y aquella miserable contingencia
Antes los dichos cuatro barcos varan No puede deshacer la dicha mia ,
Por mandamientos suyos en la playa , Por haber sido falta de prudencia
Y los calafatean y reparan , Del loco capitán que los regia,
Para quel resto de la gente vaya O por ventura santa providencia
A ver las otras gentes en qué paran ; De aquella perenal sabiduría,
A los cuales les fuera desavío Pues en fallar el uno y otro Diego,
No llegalles socorro por el rio. Faltan bullicios y desasosiego.
Son pocos ó ningunos los sosiegos, «Faltando los dos dichos trompezones
Porque fuera dañosa la tardanza ; Con otra gente desasosegada,
Y ansí nombraron de comunes ruegos Están absentes cuantas confusiones
Por general, mediante su templanza , Pudieran suceder en la jornada:
Al licenciado dicho Juan Gallegos, De suerte, que de sus tribulaciones
Persona de valor y confianza, Emana nuestra vida descansada ,
Que en Quito de Pizarro se rebela : Y el perderse , por poca vigilancia ,
Murió después con Blasco Nuñez Vela. Para nosotros todos fué ganancia.
Después que por el dicho licenciado »La cual no será corta sino llena,
El cargo se tomó, puso la frente Mediante Dios y su cabai ayuda ,
En ordenar lo que le fué mandado , Porque fortuna que unos desordena ,
Como varón sagaz y diligente: Para favorecer otros se muda :
Fué luego su Viajo comenzado Que de topar habernos cosa buena ,
Con doscientos soldados solamente, Y cerca desto yo no tengo duda ,
Y por el rio de la Magdalena Como con el valor que se requiere
Subieron sin desmán que les dé pena. Cualquiera de nosotros persevere.
No los detienen guerras ni raudales; «Yansí cumplemostrar claro semblante
E yendo prosiguiendo la subida, A hambres y trabajos importunos,
Supieron luego de los naturales Para poder pasar mas adelante
De la gente que estaba detenida O bien hartos de pan ó bien ayunos ;
En Sompallón , pero de muchos males , Y ninguno desmaye ni se espante,
Hambre y enfermedad, enflaquecida , Cuando se vieren perecer algunos,
Y todos ellos no sin grande pió Pues donde quiera, semejantes dejos
De ver llegar los barcos por el rio. A todos los humanos son anejos.
Como les diesen pues carrera franca , «Mayormente terreno donde toco
Sin conocerse voluntad aviesa, A todos los nacidos encubierto ,
Ora con remos , ora con palanca, Y donde no será menos que loco
Ora con sirga larga, se dan priesa Quien pensare que no puede ser muetto,
Para poder llegar á la barranca, Porque nunca lo mucho cosió poco,
Do para se juntar fué la promesa ; Y el vivir á los hombres es incierto;
Y al fin, en breve número de dias, Mas hasta ver qué hay, ó viva ó muera ,
Se vieron juntas ambas compañías. Yo no me puedo ya salir afuera.
Como de los deseos precedentes »Que por acá la gente generosa
Sus proprios ojos fueron ya testigos, Muy mal puede vivir sino por guerra ,
Deshácense las rugas de las frentes, E ya que de riquezas deseosft
Ansí de los modernos como antiguos : De su naturaleza se destierra ,
Abrázanse parientes con parientes , Conviénele buscar alguna cosa ,
Huélganse los amigos con amigos ; Si quisiere volver á ver su tierra ,
Mas dellos cada cual espanto tiene , O cuando no hiciere tal trasunto,
De ver el poco número que viene. Acá pueda tener honroso punto.
Y como lastimados corazones «Porque si la fortuna no se mués! i a
Dijesen al que estaba con recelo A nuestros pensamientos adversaria ,
La causa de sus grandes dilaciones , Aquella llamaremos patria nuestra
Y los que consumió marino duelo , Que diere la riqueza necesaria ,
Volvieron á formar lamentaciones, Y que con el valor de vuestra diestra
Mezclando su placer con desconsuelo , Hiciéremos de libre tributaria;
Por perder en aquellas tempestades Y entonces lo feroz tornado manso,
Sus antiguas y buenas amistades. Pasaremos la vida con descanso.
Pero como tristeza valga nada «Ansí que , para ver lo que decimos,
Para restauración de perdimiento , Quien estuviere frió se caliente,
La gente baquiana mas cursada Que para coger fértiles racimos
Procuró mitigar el sentimiento ; Tierra de promisión tenéis enfrente;
Y el general Jiménez de Quesada , Mas si volvemos como nos venimos,
Para dar orden al descubrimiento , Cierto seria gran inconviniente ,
Después que á su presencia los convoca, Tanto que con mejor aviamienlo
Saco tales palabra? de su boca : Nadie podrá volver en salvamento.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PART K II, ELEGÍA IV, CANTO 111. 303
»En los barcos ir todos no cabemos , Hierónimo de Insa va rompiendo,
Ni puede ser sin riesgo conocido : Por ser el capitán de macheteros,
Si por tierra, ¿de qué nos manlernenios, Espesísimos montes, y haciendo
Estando cualquier pueblo ya barrido'' Puentes para las ciénagas y esteros,
De manera que destos dos estreñios , Los calurosos días consumiendo
El no volver atrás es buen partido : En trabajos que no son creederos;
Cuánto mas ¿qué bienes ó qué renta Tanto que con innumerable tinta
Dejastes en la mar sino tormenta? No se podrá decir la parle quinta.
«Hambre y enfermedad nos perseguía Porque por la montaña do guiaban,
El tiempo que estuvimos en sus puerto? , O sus cansados pasos ó las riendas,
Y nunca vi que se pasase dia Por mucho que buscasen no hallaban
Que no viésemos tres ó cuatro muerto? : Señales de caminos ni de sendas :
Mirad la sierra si se defendía, Que los indios por aguas se mandaban
Y los heridos por sus desconciertos En todos sus contraclos y haciendas,
Mandaban que con cepos estuviesen, Ni jamás se rompió tal aspereza,
Hasta que con la rabia pereciesen. Desde que la crió naturaleza.
»Sea pues la jornada larga ó corta, Y ansí, con trabajar las compañías
Duren prolijos montes y espesuras , Con el sudor á todos importuno,
Que la resolución que mas importa Aconteció romper en ocho dias
Es ver el fin de aquestas aventuras : Lo que pudieron caminar en uno;
Este consejo da quien se reporta Y con buscarse por entrambas vías,
Y las noticia tiene por seguras , El alimento fué cuasi ninguno :
Y mas agora con el buen avio De manera, que con necesidades
Que tenemos de barcos por el río. También crecían las enfermedades.
»Porque mientras durare la demanda , Aquellos que se sienten mas enteros
El orilla será nuestra carrera , Tienen necesidad que les ayuden,
Y los barcos por una y otra banda Y los mas amigables compañeros
Buscarán de comer por la ribera, Con mil desabrimiento? se sacuden :
Acudiendo con alguna vianda Empapan los terribles aguaceros,
A los que nos hallamos acá fuera ; Sin tener otra ropa que se muden;
Y si por acá hallan buenos nidos, Y ansí, para secar la pobre tela,
También serán los barcos proveídos. El flaco cuerpo sirve de candela.
«Cuanto mas que la gente que huida Cubiertos van de llagas y de granos
Hallamos de los pueblos y cortijos Causados de las dichas ocasiones,
Otra banda la tiene recogida, En vida los comían los gusanos
Y allá están las mujeres y los hijos; Que nacen por espaldas y pulmones,
Y es imposible no tener comida, No se pueden valer de pies ni manos ;
Como se busquen bien los escondijos, En lo mas raso hallan trompezones ;
Y hallada por una y otra via, No tienen do llevar hombres enfermos,
Tememos razonable pasadía. Y ansí quedaban muchos por los yermos.
»Por tanto , los que rigen escuadrones, ¡Oh , cuántos con suspiros y gemidos
Si no quieren seguir opinión vana , Allí se quejan por dejar su suerte!
Manden que suenen bandos y pregones Oh, cuántos al camino son movidos ,
Que digan cómo salgo de mañana ; T
\ atrás unflacoviento los convierte !
Los barcos , caballeros y peones, Oh , cuántos se quedaron abscondidos ,
Sigan mi parecer de buena gana, Por no verse vivir con tanta muerte,
Porque con el favor del Rey de gloria Tomando por grandísimo regalo
Yo les daré ganada la victoria.» Acabar de morirse tras un palo!
En dando fin á su razonamiento, ¡Oh, cuánlos en aquellas espesuras
Tuvo muy á su gusto la respuesta; Fueron cebo de aves carniceras,
Y ansí para venir al cumplimiento, Y cuántos á quien fueron sepulturas
Esta congregación se hizo presta : Vivas entrañas de las bestias fieras.
Viérades alistar el instrumento, Que saltean en las noches obscuras
El espada, la lanza, la ballesta , A gentes naturales y eslranjeras!
Y los demás pertrechos y adherenles De suerle que á los "bajos y á los altos
De que suelen usar guerreras gente?. Eran comunes estos sobresaltos.
Febeo resplandor en esta hora Con este general inconviniente
Apartando se va del hemisferio Va caminando castellana mano ,
Donde la belicosa gente mora , Sin poder sano socorrer doliente
Y con oscuridad en el imperio Ni doliente valerse de hombre sano :
La noche se quedó por sucesora , No procura pariente por pariente,
Puesta vista mortal en captiverio , Hermano no se cura del hermano,
O con sueños ó con impedimento, Y ¿qué presta querer? pues, aunque quiera,
De no ver su salud ó detrimento. Lo que desea dar es lo que espera.
Pero cuando doraba ya la planta Mas un hombre de aquella compañía ,
Apolo, reiterando su venida, De cuyo nombre yo soy ignorante,
Resuena de trompetas la garganta Y aun los que deíla viven este dia ,
Que suele despertar gente dormida ; No podiendo pasar mas adelante,
Y ansí la peregrina se levanta, Hablando con un hijo que lenia,
Para poner por obra la partida : Para cualquier rigor hombre bastante ,
Los sanos, los enfermos, los tullidos , Le dijo : « Hijo mío , yo me quedo ,
Según pueden, están apercebido?. Que por ninguna via mas no puedo.
Luego por don Gonzalo se procura »De ti hago postrera despedida ,
Que se celebre divinal oficio; Porque vital espíritu me calma ;
Y el buen padre Lezgamez, como cura, Está ya la virtud enflaquecida ,
A Dios ofrece santo sacrificio: Gozar quiere la muerte de su palma:
Oyóse con devola compostura Harás, hijo , si Dios le diere vida ,
De los que profesaron su servicio ; Aquel bien que pudieres por mi alma;
Y acabada la obra religiosa, Por el de hasta agora te bendigo,
Prosiguen su jornada trabajosa. Y la gracia de Dios sea contigo.»
501 JUAN DE CASTELLANOS.
El hijo, con los ojos hechos rio, Acudieron soldados mas cercanos,
Responde con amor caritativo : Movidos de justísima clemencia,
«No quiera Dios que yo haga desvío Con espadas y lanzas en las manos
El tiempo que, señor, durardes vivo; Y toda la posible diligencia,
Y cuando ya tengáis el cuerpo frió, Y con fuerza y esfuerzo de romanos
Mis manos' abrirán común arquivo Lo quitan á la viva pestilencia ;
En esta soledad y en tierra ajena , Pero de la manera que conejo
Para mayor aumento de mi pena. Que suelta de los dienles perro viejo.
»Y en tanto que no fueren descompuestas Desta misma manera se le saca,
Del alma las terrenas ligaduras , Y por ver si podia tener cura ,
Yo tengo de llevaros á mis cuestas Le colgaron muy alta la hamaca,
Por estas trabajosas espesuras : Entre tanto que llega la luz pura ;
Que no parecerá bien ir enhiestas Velóse cada cual en su barraca ,
Mis espaldas , pues pueden ir seguras Fatigados de tanta desventura;
(ion un peso que no me será grave, Mas antes quel aurora lumbre diese.
Antes no menos grato que suave.» Llevólo sin que nadie lo sintiese.
Asiento hecho pues de manta larga Y cuando ya las húmidas regiones
A las manos asida con correas, Se vestían del rayo soberano ,
Sobre sus piadosos hombros carga Copia de caballeros y peones
La presea mejor de sus preseas , Lo buscaron , mas fué (rabajo vano :
Ocupados mas tiempo con la carga, Ansí que , por las dichas ocasiones
Que con Anquises fueron los de Éneas; Le llamaron e! rio de Serrano,
Pues durarían estas obras pias En memoria y acuerdo deste hombre,
Por espacio de seis ó siete dias. Y siempre durará con este nombre.
Sin fallecer jamás en el intento Vistos aquellos miserables fines ,
Con los demás regalos quél podía, Luego bajó Pero Ntíñez Cabrera,
Hasta que le faltó vital aliento, Con diez soldados de los mas insines,
Y lo mortal cubrió la tierra fria; A ver del rio Grande la ribera,
Y el pobre mozo del quebrantamiento Para hacer venir los bergantines,
Poco después le tuvo compañía, Y en ellos travesar á la frontera
Con otros muchos que por despoblados Del rio de Serrano, ya nombrado.
Acabaron la vida y los cuidados. Porque no le pudieron hallar vado.
Muchas veces el campo peregrino Llegaren pues los barcos al paraje
Está por dos ó tres dias parado, Que mas á su propósito convino ;
Entre tanto que rompen el camino Efectúan con ellos su pasaje,
Aquellos á quien dieron el cuidado; Y en confianza del favor divino
Mas al enfermo de descanso diño Prosiguen adelante su viaje
Lo mandan luego ir por lo talado , Por un trabajosísimo camino
Paredándoles ser mejor remedio De espesos monles, ciénagas , esteros,
Que los enfermos vayan en el medio. Y á cada paso mil atascaderos.
E yendo solos les acontecía Porque demás de ser esta montaña
Vellos los indios desde su navio , En espesuras sumamente ciega ,
Que por aquel compás iba ó venia, De limpios animales muy eslraña ,
Y como fuesen todos sin avío , Y tal que clara lumbre se le niega,
Sin dejar nadie de la compañía , Cuotidiana pluvia la baña ,
Los mataban y echaban en el rio, Y demás de lo quel mayor aniega,
De donde los caimanes referidos Muchos rios que bajan de la sierra
Quedaron muy cebados y atrevidos. Inundan los conveses desta tierra.
Y viéndose después los sanos juntos, Yendo pues su viaje cierto dia,
Como faltasen estos del rebaño, En un rio se dio de gran fondura ,
No hallándolos vivos ni difuntos, Que para proceder los impedia ,
Caso les parecía bien estraño ; El agua loda del negra y obscura;
Hasta que conocieron por barruntos Era profundo, mas su travesía
Las ciertas ocasiones deste daño: (-orno de treinta pasos en anchura :
Venían después dos con sus caballos Fueron por las orillas grande trecho,
Con ellos para vellos y guardallos. Y no pudo hallársele deshecho.
Desta suerte prosiguen la jornada, No hay árbor desta parte conviniente ,
Huyendo cuanto pueden de reposo; Y en la olra los hay de gran altura
Porque los amenaza con su entrada Que caen á propósilo y enfrente
La furia del invierno pluvioso: De donde tiene mayor angostura ,
E yendo por la parte señalada , Y encima derribados harán puente,
Toparon otro lio caudaloso, Por do la ger.te pase mas segura :
Cuyas corrientes dan en el arena Y ansí por don Gonzalo fué mandado
Del rio grande de la Magdalena. Que para los cortar pasen á nado.
Sus aguas lleva de color bermejo, Nunca la gente con quien él hablaba
Por la creciente grande que traía; Mostró jamás temor á duro hecho,
Falló para pasar el aparejo, Y agora cada cual se recelaba ,
Demás de que la noche se venia, Con ser breve pasar aquel estrecho;
Y ansí tuvieron por mejor consejo Mas Domingo de Aguirre, que callaba ,
Esperar lumbre del siguiente día: Hendió las aguas con su fuerte pecho,
Pluvias y truenos son por lales modos , Y como viesen ya hacer comienzo,
Que pensaron allí perecer lodos. Pasó luego tras él un Juan Lorenzo.
De riesgos otros menos son seguros , Para dar via do se les empacha
Por haber otro mal cuotidiano; Y hacer puente donde se les manda ,
Y ansí, tendidos nublos mas oscuros, Piden ¡pie les arronjen una hacha
Acudió luego carnicera mano; A los que tienen la contraria banda ;
La cual, con uñas y con dientes duros , La cual brazo de fuerzas les despacha ,
Asió del miserable Juan Serrano: Y ansí corlaron una ceiba blanda ,
« ¡Valedme , dice, genle compañera, (Ion otras diferencias de maderas
Socorred, que me lleva bestia liera!» Que tocaban entrambas las riberas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO III. 505
Pudiera Juan Lorenzo por la puente En tres leños se meten mal seguros,
Pasar donde lo estaban esperando , Todos con canaletes en las manos,
Y el miserable joven , imprudente, Cuando cobrian ya velos obscuros
Determinóse de volver nadando: Los árbores de montes comarcanos;
Asióle del un pié fiera serpiente,
Y en el fondo lo mete forcejando ; Son un indio y un negro palinuros,
Otra vez sobreaguó las manos puestas , De la familia destos dos hermanos:
Y dijo dos palabras, que son estas : Con tanto riesgo van, que se me jura
«¡Señor, misericordia!» y al instante No ser tanto valor cuanto locura.
Fué de la bestia fiera sumergido, Aunque cercanos van á la ribera ,
De suerte, que la gente circunstante Por ser aquel menor inconveniente,
Miró por é l , mas nunca mas lo vido : Con gran trabajo pasan la carrera ,
Dio gran dolor al campo caminante , Por no fallar raudales y corriente;
Y no faltó ternísimo gemido, Mas el valor y fuerza persevera
Por ver ante sus ojos la violencia, Hasta poder del indio ver la frente,
Y no poder hacelie resistencia. Y andarían tres leguas de camino
Con este general desabrimiento Antes de ver el rayo matutino.
Procede por allí la gente coja , Mas al tiempo que de la parte eoa
Sin padecer desmayes el intento Apolo sus cabellos esparcía,
Ni se reconocer voluntad floja , Pudieron descubrir una canoa
Aunque tan faltos todos de alimento Que indios enviaban por espía :
Cuan llenos de dolor y de congoja , A ella cada cual guia la proa ,
Absortos y olvidados de su vida, Pero con dos remeros que traía
Al olor de una cosa no sabida. De tal manera meneó las palas,
El mas fuerte vigor es flaca hebra , Que dar alcance no pudieran alas.
Que acá y allá lijero viento mueve; Persiguiéndolos va la gente blanca ,
En el número dellos bay gran quiebra , Aunque mas tardamente se menea,
Pues cuatrocientos hay de cientos nueve; Pero valor y brio no le manca
No queda lagartija , ni culebra , Para guia tomar que buena sea ;
Ni sapo, ni ratón , que no se pruebe: Tras una punta vieron la barranca,
Que la hambrienta gana y atrevida Y el pueblo pareció que se desea
Ninguna cosa halla prohibida. En enjuto lugar y parte exenta ,
Demás desle rigor cuotidiano , Y sus caneyes eran como treinta.
Otro no menos mal les sobreviene , Cada cual se compuso como pudo,
Y es carecer del conditivo grano Pudiéndolos hacer estar á raya
Que da sabor á cuanto no lo tiene , Muy pocos, mas cubiertos del escudo,
Y en el varón enfermo y en el sano Valor del español tomó la playa,
No hay necesidad con que mas pene; Pensando que de parte del desnudo
Y por la dicha falta cuasi lodos No faltará quien contra ellos vaya;
Andaban como tontos y beodos. , . Pero nc pareció cosa viviente,
Comen raices de átbores, y tallos Por estar todo morador absenté.
Tiernos, que nunca fueron conocidos; Porque desde que vieron los navios,
Mataron con obscuro tres caballos Reconocieron ir en su demanda,
En diferentes noches atrevidos , Y ansí dejaron solos los bullios ,
Y es porque no pudiendo remediallos, Tomando por amparo la otra banda,
Han de ser por cabezas repartidos, Con todos sus pertrechos y atavíos,
Y todos los quitaran de por medio Y lo demás que tienen por vianda;
Si no se proveyera de remedio. De manera que por entonces poca
Y ansí la culpa desta golosina Fué la recreación para la boca.
No quieren que se pague con septenas, Pero por arcabucos y riberas ,
Ni toman afrentar por medicina, Siendo por los soldados indagadas,
Antes el auto fué con estas penas : Hallaron razonables sementeras,
Que quien comiere carne caballina Algunas dellas cuasi sazonadas,
Cuchillo rompa sus vitales venas ; Que fueron á las gentes estranjeras
Y este pregón y mando fué lan bueno , Alivios, según faltas atrasadas,
Que les hizo tener á todos freno. Y por el orden grande que se puso
Sirvieron muchos dias á su uso.
Kn este tiempo de rigor horrendo, Recogieron algunas churcherías
Gallegos, el valiente licenciado , De las quel indio labrador alcanza;
Andaba con los barcos descubriendo Esperaron allí las compañías
Por las orillas de uno y otro lado; No sin demasiada confianza ,
Y andando desta suerte discurriendo, Porque serian seis ó siete dias
Vio cierto pueblo bien acomodado: Aquellos que hicieron de tardanza,
Bajóse, sin hacer guerrera prueba, Y si gente de indios acudiera
A dar al general aquesta nueva. Es de creer que mal les sucediera.
El cual no recibió poco contento, Mas con los sobresaltos y barruntos
Y era tanta la gana que tenia Con que sueño quieto se deslierra,
De poder descubrir mantenimiento No dejaban de estar á todos puntos
Para la fatigada compañía , Opuestos á los trances de la guerra»
Que por dar al deseo cumplimiento Hasta tanto que ya se vieron juntos
Mudó la discreción en osadía : Los que por agua van y los de tierra;
Quiso por agua ir do los primeros Y entre tanto que tienen alimento
Con solos seis ó siete compañeros. Determinan allí hacer asiento.
Su hermano Hernán Pérez de Quesada, Entre las cosas allí rancheadas
Antonio de Lebrija Maldonado , Hallaron mantas de algodón tejidas ,
El alférez Olalla, cuya espada Pintadas con pincel y coloradas,
Pone contrarias gentes en cuidado, De ningunos antiguos conocidas :
Y Vanesas, persona señalada, Con gran aplauso son solemnizadas
Y el Domingo de Aguirre ya nombrado, Por ser muestra de cosas mas subidas ,
También Pedro Velasco , cuya mano Y no de morar lejos de la tierra,
El peligro mayor halla liviano. Viéndose muy cercanos á la sierra.
T. IV. tu
3C6 JUAN DE CASTELLANOS.
Pites porque no tuviesen destemplanza Viendo que los de tierra dan ruines
En recoger el grano deste puerto, Nuevas, determinaron que se mueva
Hay mando riguroso y ordenanza La compañía de los bergantines
Con público pregón y descubierto , Y hagan por el agua larga prueba,
One quien cogiese grano de labranza Recorriendo las playas y confines
Sin descargo de culpa fuese muerto, Para volver á dalles buena nueva :
En cumplimiento de lo cual levantan
Pues haliia de ser la (al comida Corvos resones y los remos plantan.
Por orden y concierto repartida. Prosiguen pues por las acuosas vias ,
Pocos dias después de su venida, Mirando bien el uno y olio seno;
Los moradores deslos señoríos No ven en los recodos ni bahías
A ver la nueva gente y atrevida Tierra poblada ni recurso bueno;
Vinieron'en sus fútiles navios. Gastaron en aquesto muchos dias,
Mostrándose de paz, aunque fingida , Y al cabo se volvieron al veinteno,
Pues no quisieron ir á los bullios; Todos sin esperanza de remedio,
Y a no ver en el rio bergantines Y algunos que faltaban de por medio.
Fueran en sus efectos mas ruines. Que puesto caso que por despoblados
Dentro del agua hacen su parada, Y que nunca jamás holló vecino,
Puesto que nuestra gente los convida, Eran aquestos los mejor librados
Mas como tienen intención dañada, A causa de ser claro su camino,
Con flechas hacen un arremetida; Todavía se ven menoscabados
Y no fué tan veloce su llegada En cuantidad del número que vino,
Cuanto hicieron presta la huida, De hambre , llagas, calores terribles,
Diciendo de los nuestros grandes menguas, Los cuales por allí son insufribles.
Según interpretaron ciertas lenguas. Aguaceros de invierno y de verano,
Al fin ellos volvieron de mal arte De (pie su pobre ropa los escuda,
Contra la potestad de las corrientes, Y siempre con los remos en la mano
Do la madre del rio se reparte Los unos y los otros á remuda;
En cuatro que son brazos prepotentes, Fallábales la sal, faltaba grano,
Y esto llaman la Tora, y es la parte Que para los trabajos es a>uda,
Do reposan agora nuestras gentes , Y de mosquitos tan terribles plagas,
Y donde muchos Cloto , parca dura, Que ya todos sus miembros eran llagas.
Metió dentro de viva sepultura.
Pues por eslar sin fuerzas y sin brio Como llegasen pues con descontentos
Usaban de sepulcros indecentes, Que yo por abreviar hago sumarios,
Porque viendo quedar el cuerpo frió Viendo que cielo, lieira y elementos
Los vitales espíritus absentes, Les eran enemigos y contrarios,
Echaban a los muertos en el rio, Para perseverar en los intentos
Donde los devoiaban las serpientes , Los mas tenian pareceres varios,
Y ansí, cebados en aquel sustento, Y aun no estaban enteros como antes
Iban sus osadías en aumento. Los que del escuadrón eran atlantes.
Pues es ansí verdad que tanta era El San Martin y Céspedes son estos,
La vigilancia del portento duro, Hombres que para todos buenos hechos
Y hambre de la bestia carnicera, Jamás dejaron de hallarse prestos
Que ni con claridad ni con obscuro Sin concebir temor sus fuertes pechos,
Nadie tentó llegar á la ribera Y agora con caminos tan molestos
Que pudiese saiir della seguro; Y fallos de soldados y pertrechos,
Y dejo de contar casos diversos Viendo del campo todo las querellas
Por no poder caber en pocos versos. De pura compasión se van tras ellas.
Pues antes de caer en el engaño, Y ansí, viendo la plaga miserable
Como llegasen muchos descuidados En que se ve la resta del armada,
A beber ó lavar el pobre paño Por ser el San Martin varón afable
Por falta de criadas ó criados, Y su persona bien acreditada ,
Hicieron los caimanes mucho daño Le ruegan con instancia que le hable
En caballos y perros y soldados; Al Gonzalo Jiménez de Quesada,
Y ansí con vara larga se cogia El cual movido deste justo ruego
El agua que en el campo se bebia. Las razones siguientes dijo iuego :
Y agora fué y en esta coyuntura «A quien fortuna no se muestra dura
Cuando Roa mató con tilo ardiente, A su casa le lleva la ganancia,
Según pusimos ya por escriplura, Mas á los que carecen de ventura,
Aquella ferocísima serpiente Poco les presta buena vigilancia;
Que tanto mal y tanta desventura Y pues siempre la veis triste y obscura
Muerta pudo causar á nuestra gente, A nuestra pertinaz parseverancia,
Porque su gusto della fué de suerte, Tengo por bueno que salgamos fuera
Que tuvo quien comió gusto de muerte. De lugar do remedio no se espera.
Los sanos pues de nuestros peregrinos » Quizá cuando queramos no podremos
Determinaron de hacer salidas, Ni la debilidad abrirá puerto,
A fin de buscar sendas y caminos Pues todo cuanto veis y todos vemos
Que los guien á tierras proveídas ; A mirar por nosotros nos despierta,
Pero de tanto bien no fueron dinos, Porque si prosiguiólos, nos metemos
Que todas son montañas estendidas, Donde la perdición tenemos cierta ;•
Tan lluviosas, tan tristes, tan obscuras, Y en tan grandes eslremos es cordura
Que no pueden romper sus espesuras. Que sigamos la via mas segura.
Sus aposentos son húmidas matas; «Cumio mas se prosigue la jornada
Los árbores les sirven de cubijas; Y mas llegamos á la sierra alta,
Murciélagos, mosquitos, garrapatas Tanto mas la hallamos despoblada
Ocupan pies y piernas y verijas , Y de consuelo y de refugio falla:
Avispas y hormigas y mal gratas Montaña tenebrosa y asombrada,
Culebras, sapos y otras sabandijas, Tanto que los humanos sobresalta,
Que los hacen volver desesperados De sucios animales toda llena,
A do quedaron los demás soldado*. Cuya memoria sola causa pena.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO III. 507
«No vemos de zavanas aparencias «Y el acerbo dolor deste tormento,
Que con su caza den algún consuelo, Con fatigas de todas partes llenas,
Sino bosques que crian pestilencias Débese de creer que yo lo siento,
Sin dar al aire cosa que dé vuelo; Pues padezco también las mismas penas,
Predominan malignas influencias, Y el singular dolor y sentimiento
Un contino llover, un triste cielo, Aquese pago yo con las septenas,
Porque Hecha mortal mi alma hiere
Truenos , obscuridad, horror eterno, Cuando de cualquier mal alguno muere.
Con otras semejanzas del infierno. «Pero para curar el mal que veo
Del rio son ya grandes las corrientes Dadme remedio que remedio sea,
Para los bergantines que llevamos, Pues ese que me dais es devaneo
Y faltan, mi señor, si paráis mientes, Que juicio flaquísimo tantea,
Dos partes de la gente que sacamos; Pusilanimidad y caso feo,
Llagados, consumidos y dolientes, Contrario del valor que se desea,
Esos pocos soldados que quedamos; Y' en el efecto consta claramente
E yendo por tan ásperos terrenos Ser el peligro muy mas inminente.
Creed que cada dia serán menos. »Porque todos sabéis y es cosa vista,
»Si no cabemos en los bergantines, Que para subyectar esa partida
Otras ayudas hay que no son falsas, Tiene de ser por agua la conquista,
Que me señalan para tales fines Por ser su fortaleza y acogida;
No personas insulsas, sino salsas; Y nuestra gente para que resista
Y son que podran ir hasta rocines, Está de tiros mal apercebida,
Haciendo de canoas buenas balsas: Y donde falta del caballo huella
Iremos agua abajo prestamente En los indios se hace poca mella.
Al morador de paz que nos sustente. «Demás desto, la gente que nos queda
«Hay número de indios importante : Por espaldas son indios atrevidos,
Para traellos al real servicio E ya la masa deüos tan aceda,
Buscaremos asiento do se plante Que tarde los veremos corregidos;
Ciudad que tenga cielo mas propicio; Y aun el armada quiera Dios que pueda
Erigiréis iglesia do se cante Salir de sus provincias y partidos,
Y se celebre santo sacrificio; Pues las contraelaciones de los nuestros
Formaremos allí perpetuos ranchos, En la guerra los han hecho mas diestros.
Pues hay fertilidad y campos anchos. »Decis que de canoas harán balsas
«Gozaremos de suelos mas enjutos, Para llevar mejor av'iamienlo:
Pues los hay en aquella circunstancia; Entenderá ser opiniones falsas
Servirnos han aquellos hombres brutos El que tuviere buen conocimiento,
Que poseen larguísima distancia; Pues es al enemigo dalle salsas
Pagarnos han demoras y tributos, Para mejor gustar de su contento,
Pues de oro tienen todos abundancia; Que cuando laflaquezareconoce
Y lo deste compás triste y horrendo Se alíenla para dalle mayor coce.
Después podremos illo descubriendo.
»Es en Tamalameque y su distrito, «Pintáis con alabanzas aquel puesto
Rio Grande, lagunas y rincones, Por ver el oro que su gente tiene,
El número de indios infinito, Y á todos es negocio manifiesto
Grandes y numerosas poblaciones, Cómo por via de contractos viene;
Que puestas y apuntadas por escrito Ansí que, bien mirado todo esto,
Satisfarán á vuestras intenciones, Otro progreso cumple que se ordene,
Y entenderéis lo mucho que se gana Y es que quiero buscar, ó muera ó viva,
En asentar allí gente cristiana. La tierra de donde ello se deriva.
»En esta relación he dado muestra «Porque si buen juicio lo tantea,
De lo que siente nuestra compañía. Contracto es y habernos de buscallo;
Ansí la chapetona como diestra, Y allí quiero parar donde me vea
Cerca de que dejéis esta porfía; Quien no vio barba larga ni caballo ;
Mas yo puedo jurar que de la vuestra Y es este para lo que se desea
Está pendiente la voluntad mia , El último remedio que yo hallo:
Y no me hallareis menos constante Cuanto mas, que señal tenéis alguna
Si quisierdes pasar mas adelante. Que no puede borralla la fortuna.
•Pero vuestra merced se determine «Y porque no penséis que son novelas
En la resolución y en la respuesta, Compuestas, ni livianas conyecturas.
Antes que tanto mal nos arruine Aquí hallamos juntas cinco lelas
Sin dejar en el campo cosa enhiesta; Con mil diversidades de pinturas,
Y" Dios por su bondad nos encamine Que para mis designos son espuelas,
En una confusión tan manifiesta , Por entender que ya no voy á obscuras;
Do fortuna se muestra tan malina. Porque nunca jamas atrás se lopa
Que lodo buen juicio desalina.» Entre los indios semejante ropa.
Oyó Quesada su razonamiento, «Pues aunque discurráis desde los mares,
Pero como falló correspondencia De do comienzan estos homhres rudos ,
A su mas levantado pensamiento. Pasando por provincias y lugares
Guiado por divina Providencia, Que suelen visitar vuestros escudos,
Tomólo con algún desabrimiento; No veréis ejercicio de telares,
Y ansí sin les captar benevolencia, Por ser sin escepcion hombres desnudos,
Por desviar aquellas opiniones Y es el uso comun dellos y dellas,
Tuvo por bien decir estas razones : Eso me da casadas que doncellas.
«A lodos es negocio creedero, »Y allí donde la tela fué tejida,
Si viso de razón está presente, Gente debe de ser de mejor casta,
Cómo nadie procura ni yo quiero En el honestidad mas advertida,
El mal y perdición de lanía gente; No tan desvergonzada ni tan basta,
Antes lodos buscamos paradero Porque no dudo ser gente vestida,
Para nuestro descanso convinientc, Nohles influjos y provincia fasta,
Y con estos intentos y destinos Adonde nos esperan ricas medras,
Preponemos romper estos caminos. Áureas joyas y preciosas piedras.
SOS JUAN DE CASTELLANOS
»Este camino quiero y este sigo, En esto se mostró varón perfeto
Este debe seguir quien bien me quiere, Don Gonzalo Jiménez de Quesada ,
Y sepa que temé por enemigo Pues con ser el angustia y el aprieto
A quien aquestos pasos impidiere, El mayor que jamás tuvo jornada ,
Dándole con rigor aquel castigo Nunca" lo vieron á temor subyeto,
Que por inobediente mereciere: Ni palabra habló desconfiada :
Que no podrá temor ni dolor luengo Antes cuando mas mal se padecía,
Quitarme del propósito que tengo. Mayor esfuerzo se le conocia.
»Ni hallaré peligro que me espante Y ansí, visto que nublos desparecen
En la prosecución desta pelea , Con pura claridad que los destierra,
Puesto que se me pongan por delante Mardó que los soldados se aderecen
Sirtes , Seila, Caribdis y Malea : Para guiar sus pasos á la sierra,
Sola Laquesis puede ser bastante Cuyas cumbres su vista les ofrecen.
A perturbarme para que no vea Aunque para llegar prolija tierra.
De mi justo deseo cumplimiento , La cual es de montaña tan lluviosa ,
Haciéndome perder vital aliento. Que no se vido semejante cosa.
»Y admiróme de ver que tantos buenos, El Juan de San Martin, en esa hora,
Diestros en padecer calor ó frió Solamente tomó doce soldados
En estos tristes y espantables senos De todos los que estaban en la Tora ,
Que hacen las montañas deste rio, Nadadores, briosos y esforzados,
En este sinsabor vengan á menos De los cuales los mas viven agora ,
De su animosidad , valor y brio, Aunque ya con vejez debilitados;
Principalmente donde tienen cebo Y poique mas sin pena descubriesen.
Para recuperar ánimo nuevo. Acordóse que por el agua fuesen :
•¿Agora que tenéis la presa cierta Por no cumplir que por aquel desierto
Dejais el uso del la de las manos? Número tan pequeño se desmande ,
Agora que llegamos á la puerta Y por agua verian algún puerto
No queréis ver los dones soberanos? Que les diese camino que se ande :
Agora que la vemos mas abierta Tenían pues un rio descubierto,
Al entrar concebís temores vanos? Que desagua también en rio Grande,
Valor, valor en la mayor presura , Y ansí fueron por él en tres I ¡jeras
Pues que nos llama próspera ventura. Canoas acechando sus riberas.
«Volvamos á cobrar el esperanza, Yendo pues navegando por el rio,
Que hizo principiar esta jornada : Aun no conclusa la postrer jornada ,
Afilemos el hierro de la lanza , Vieron en las barrancas un buhío,
No crie duros mohos el espada; Casa de indios ya desamparada
Vístase cada cual de confianza, De los habitadores y atavio,
Prosiguiendo la obra comenzada ; Pero de poco tiempo despoblada;
Pues faltando temores de por medio, En la cual reposaron aquel dia,
Brevemente veréis vuestro remedio. Pensando de tomar alguna guia.
«Por tanto, cuando fuere manifiesta Y como no se vio cosa viviente,
La lumbre clara del futuro dia, Salieron otro dia de mañana,
Vos , señor San Martin, hacedme presta Pugnando siempre contra la corriente ,
Gente sana de vuestra compañía , El agua clara ya, mas menos llana,
Para continuar esta floresta Y luego dieron cuasi de repente
Por donde nos mostrare mejor vía: En una canohuela que cercana
Que no es posible, yendo mas adentro, Venia con dos indios de lo alto,
Dejar de salir indios al encuentro. Que repararon con el sobresalto.
» Y pues que la nocturna pesadumbre Ocuparon los nuestros el estrecho,
Nos cubre ya con velo tenebroso, Por ser el compás breve del riacho ;
Con la vela que tienen de costumbre Los indios recelándose del hecho,
Los que pudieren vayan al reposo, Nadando procuraron su despacho :
Porque llegada la diurna lumbre Hiende las aguas con su fueite pecho
Demos lin al camino trabajoso; Por los tomar Bartolomé Camacho;
Pues á pesar de la fortuna avara , Pero por le llevar la delantera ,
Habernos de salir á tierra clara.» Ocuparon primero la ribera.
Oidas por personas mas granadas Mélense por el monte mal digesto,
Las palabras de su razonamiento, Huyendo de no vista compañía;
Se fueron á sus toldos y ramadas , Bartolomé Camacho, visto esto ,
Dudosos de se ver en tal conteito; Y que seguillos no le convenía,
Y porgue yo, que sigo sus pisadas, A tomar la canoa volvió presto ,
Del largo caminar también me siento Para ver lo que en ella se traía,
Algo cansado, de presente ceso, Y sacó todavía del rancheo
Que yo diré después su buen suceso. Algo que respondió con su deseo.
Porque llegada mas á la barranca
Y todas las botijas desplegadas,
CANTO CUARTO. Hallaron grandes panes de sal blanca
onile se menta cómo fué el capitán Joan de San Martin por un rio pe-
Y tres ó cuatro mantas coloradas,
queño distinto del rio Grande , que bajaba de la «ierra, por la misma
Indicio que promete tierra franca
a^na en canoas con pocos soldados, y lo que les aconteció ant's de Con aquellas riquezas deseadas;
(Ur la vuelta 4 los cuatro brazos que llaman la Tora, doude el campo Y ansí, vistas las muestras de consuelo,
los espurabR. Luego las gracias dan al alto cielo.
Quien infortunios y dolor padece , No vuelven,aunque fué muestrabastanle,
No por eso desmaye ni se tuerza, A dar al general estas razones ,
Porque no pocas veces acontece Antes luego prosiguen adelante,
Valer mas el esfuerzo que la tuerza, Por ver si descubrían poblaciones :
Y la misma fortuna favorece Proceden pues con ánimo constante ,
A quien en los peligros mas se esfuerza ; Mirando los recodos y rincones,
Y en los casos dudosos y arriscados Y en barrancas que hacen partes rasas
Son , los que osan, los mejor librados. Pudieron descubrir dos solas casas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO IV.
Ninguna deltas morador tenia, Usa la furia lo que se pretende
Según la otra que hallaron antes, Con cuantidad deflechas,que es inmensa;
Por ser aquella plaza que servia El conflicto mortífero se enciende
A la cnnlraetacion de negociantes, Por salir cada cual con lo que piensa,
Ansí del que de sierra descendía Ansi de parte del que los ofende,
Como de los cercanos navegantes: Como de quien procura su defensa,
Entraron dentro, vieron cada seno, Porque de solo Dios y de sus manos
Que de panes de sal estaba lleno. Pueden tener socorro los cristianos.
Porque tenían dares y tomares Y ansí de Dios y dellas socorridos,
Con los del rio por do se venia ; Pudiérades ver pedios traspasados,
Pues aunque muy remoto de los mares , Los brazos de los hombros despedidos ,
En este reino que se descubría Molledos y pescuezos cercenados;
Los mas mediterráneos lugares Penachos por el suelo van tendidos.
Tienen de sal insigne granjeria , Dardos de su señor desamparados ,
Tanto, que vemos boy en sierra veta E l suelo colorado , yerba roja,
Cuyos peñascos son de sal perfeta. Y gritos de mortífera congoja.
Descansan pues aquello que convine Rien ansí como fuego cuando prende
Del tiempo que la humana vista cierra, La leña seca con hojosas ramas,
Y después de llegar el matutino, Que cuanto mas la soplan mas se enciende,
Las canoas vararon en la tierra , Y se levanta con mayores llamas :
Con voluntad de ir aquel camino Ansí nuestro españoi que se defiende,
Oue traían los indios de la sierra , Por no perder allí vitales tramas,
A causa de que ya desde este puesto Cuanto mas duran indios en la obra ,
"Se bailaba camino manifiesto. i' Tanto mayor valor y esfuerzo cobra.
En el estancia quedan á guardalla Y ansí, vista la fuerte resistencia
Los tres soldados dellos solamente, Y gentes de las suyas estremadas,
Mas tales, que en cualquier dellos se halla Y conociendo ya por esperiencia
Cuanto puede tener hombre valiente: El cruento revés de las espadas,
Es uno Antón Rodríguez de Cazalla, Determinaron de hacer absencia,
Cuya persona vemos boy presente; Metiéndose por bosques y quebradas,
J.ian Gordo fué segundo compañero, Dejando dos cristianos con heridas,
Y vive también hoy Diego Romero. Que no denotan riesgo de las vidas.
Y de los del consorcio fugitivo,
San Martin procedió con el restante, Que se desvían del furor funesto.
Deseoso de ver do haga presa ; El San Martin un indio tomó vivo ,
Y como cuatro leguas adelante Que en menear los pies no fué tan presto:
Vieron mas de una legua de dehesa, Procuraron guardar esle captivo,
Aunque de población ningun semblante. Y Piricon por nombre le fué puesto ;
Mas de ser sin montañas rasa mesa : El cual por señas claras certifica
Atravesaron basta salir del la Cómo tenían cerca tierra rica.
Por el camino de la mayor huella. Porque cualquiera dellos lo regala,
Mas de otras treinta leguas procediero» Y como falta lengua que le hable,
Guiados de caminos mas abiertos, Eso que le señalan él señala,
Hasta tanto que claramente vieron De modo que lo hace ser palpable:
Ranchuelos en los altos deslos puertos ; Oro se le mostró hecho chaguala ,
Y aunque de la montaña no salieron, Y señaló caudal ¡numerable ,
Por algún indio fueron descubiertos; Con tales ademanes y meneos
Y en los humos , labranzas y aparencia Que se satisfacían sus deseos.
Conocieron ser grande su potencia.
Parecióles á todos ser cordura Como les pareció negocio cierto,
No proseguir caminos ni senderos, Y deseasen ya ser mensajeros
Antes con gran cuidado se procura Para resucitar el campo muerto
Hacer para la vuelta pies líjeros; Con aquestos anuncios verdaderos,
Y ansí se nielen por el espesura Brevemente se ponen en el puerto ,
En busca de los otros compañeros , Que guardaban los otros compañeros,
Y con aquella muestra que se lleva Algo dudosos en el esperanza ,
Bajar lodos á dar la buena nueva. Pareciéndoles mal tanta tardanza.
Apriesa caminaron entre tanto Después de se juntar en la ribera,
Que luz les dio la lampara febea ; Necesidad urgente los exhorta
Pero llegado ya nocturno manto. . A correr por el agua la carrera
Que los bosques vistió de su librea , Que deseaban todos ser mas corta,
Para lomar reposo del quebranto Por dar al general que los espera
La pequeña cuadrilla se ranchea ; Esta nueva que tanto les importa:
Y aunque a sueño cansancios los convidan, Y no hacen parada ni demora
De guarda vigilante no se olvidan. Hasta llegar al pueblo de la Tora.
Antes, según les cupo , hizo vela Y vistos los bullios y ramadas,
El alentado joven y el anciano , Se pusieron al modo de salvajes,
Compuesta y embrazada la rodela , Vistiéndose de mantas coloradas,
El espada desnuda y en la mano , Cubiertas las cabezas con plumajes :
Sin calentar el suelo con la suela. Con voces alias y regocijadas
Por les cumplir allí hollar liviano ; Hacen ostentación de nuevos trajes,
El que duerme no menos eslá listo, Diciendo: « ¡Tierra buena! tierra buena!
Sospechando que los habían visto. Tierra que pone lin a nuestra pena.
Duros escudos en la tierra fria »¡ Tierra de oro, tierra bastecida,
Eran las almohadas de los cuellos; Tierra para hacer perpetua casa ,
Y al tiempo que la aurora descubría Tierra con abundancia de comida.
Su dorada madeja de cabellos. Tierra de grandes pueblos , lierra rasa,
Vestida y bien armada compañía Tierra donde se ve gente vestida ,
De los vecinos indios dio subidlos , Y á sus tiempos no sabe mal la brasa ;
A su modo gentiles y lozanos , Tierra de bendición , clara y serena ,
Y todos con penachos muy galanos. Tierra que pone fin á nuestra pena!
310 JUAN DE CASTELLANOS.
»¡Tierra do se destierran las malicias Después de la comida mal digesta,
De todas estas vivas pestilencias, Rompiendo van por la montaña brava,
Y sus valles y cumbres son propicias, De la gente la mas tan indispuesta
Nobles y generosas influencias; Que uno y otro y otro se quedaba;
Tierra de quien pedimos las albricias, En efecto, llegaron con la resta
Porque no son fumosas aparencias, A los buhíos do la sal estaba,
Sino de quien diréis á boca llena Haciendo veinte dias de demora
Tierra que pone fin á nuestra pena!» En allegar allí desde la Tora.
Sallaron pues en tierra, proveídos Llegó con sus navios al paraje
De sal, que fué socorro de hambrientos; Ansimismo la gente que navega,
Fueron con el aplauso recebidos Pero ya por el agua su viaje
Que suelen descubrir contentamientos; Por ser el fondo poco se le niega;
Kslán, á lo que dicen, los oidos Al fin en este puesto y estalaje
i)e todos los del campo muy atentos, La una y otra gente se congrega,
Y en tierra, de rodillas, juntas manos, Para que consultando se provea
Gracias al cielo dan como cristianos. Orden que para todos bueno sea.
Desean hacer luego movimientos En esto se tomó demora harta
De tierra que les es mala noverca Por haber pareceres diferentes,
Cualquiera ya con olro pensamiento, Y acuerdan que la gente se reparta
Pues sobre no volver atrás alterca Y vayan en los barcos los dolientes
Antes unos á oíros dan aliento , Para se reparar en Santa Marta,
A que gocen del bien que tienen cerca: Y los sanos descubran nuevas gentes,
Con esto se dividen por ser hora, Y que dentro de un año quien viviere
Hasta ver nuevos rayos del aurora. Allí con bien ó mal al oiro espere.
Luego que vieron resplandor propicio , Desla manera queda concertada
Asentaron altar en lígneas basas, La vuelta de uno y otro, que subyeto
Do celebró divino sacrificio Juró de estar á la palabra dada,
El padre fray Domingo de las Casas : Si muerle no borrase su conceto;
Vuelven los macheteros á su oficio, Pero después Gallegos y el Quesada
Haciendo de espesuras parles rasas, Faltaron en oumplilla con efeto:
Dejando ya la prepotente vena Que la necesidad y menesteres
Del rio grande de la Magdalena. Hacen mudar al hombre pareceres.
Mas siguen las orillas del brazuelo Después de repetir que no se olviden
Por donde el capitán San Martin vino, En ser al cumplimiento diligentes,
Cuyos confines son y cuyo suelo Con otros cumplimientos se comiden.
De malo y asperísimo camino, Según suelen amigos y parientes;
Y donde pocas veces se ve cielo, Y los unos y otros se despiden,
Resplandor de planeta ni de sino, Los ojos y mejillas hechas fuentes,
Sino cuasi perpetua tiniebla, Siendo comunes lloros y sollozos
Molestas pluvias y continua niebla. No menos en los viejos que en los mozos.
Los bergantines por la misma via Doscientos de los que salud mejora
Contra corriente van á puros brazos, Se quedaron en aquellos confines,
Pues aunque recogido todavía Y fuéronse camino de Ja Tora
Podian navegar buenos pedazos; Ciento y cincuenta con los bergantines:
Pero cuanto por él mas se subia Y ansí los dejaremos por agora,
Se topaban mayores embarazos Que yo diré después sus tristes fines,
De piedras y de palos y corrientes, Porque quiero poner primeramente
Que lodos eran riesgos eminentes. En tierra de salud estotra gente.
Y una noche llegó tal avenida, La cual con los caballos determina
Estando rancheados los de tierra, De caminal, siendo San Marlin guia,
Con tan impetuosa descendida Y ansí luego sus pasos encamina
Corriente de los altos de la sierra, Acia la salebrosa serranía,
Que no dejó recurso ni huida, Y el indio Pericón que los atina,
Pues de una y otra parte los encierra, Pueslo que no tan bien cuanto podia,
Y estuvieron aquestas compañías PuesLs lleva por pasos lan terribles,
Subidas en los árbores dos días. Que para bestias son inaccesibles.
Bajan los miserables al asiento, Mas ello todo es camino malo,
Desque se desaguó lo mas cercano, Con lodo los mas allos reventones;
Con el mas riguroso detrimento Ya delante del campo don Gonzalo
Que pudo comportar valor humano, Con algunos caballos y peones,
Pues no tenían para su sustento Deseando de ver algún regalo
Cosa de que pudiesen echar mano, Que levante caídos corazones,
Y en todos ellos la mejor comida Y llegó con valor mas que de hombre
Era desconfianza de la vida. A la sierra que Alun tiene por nombre.
Mas el buen general, que se desvela Espesa breña , cenagoso suelo,
En curar el dolor de penas largas, Y creo que el peor del Nuevo-Mundo,
El mismo procuró sacar candela , Do nunca se ve luz que dé consuelo,
Preparadas de leña ciertas cargas: Y es el rigor de pluvias sin segundo:
Ponen la paila, ponen la cazuela Paréceles subir al alto cielo,
Para cocer en ellas las adargas, Y al bajar, que descienden al profundo;
Y todo cuanlo tiene ser de cuero Al pié della dejaron los caballos,
Echaron á cocer en el caldero. Por no ver por adó puedan llevallos.
También dan á comer á los caballos Dejó para guardallos al hermano,
Hoja de caña que sirvió de heno; Llamado Fernán Pérez de Quesada,
;
< cúpanse los amos en limpiallos, Con gente que tenia flaca mano
Pirque tenian cuanlidad de cieno : Y se sentía ya debilitada;
Que Dios por su bondad quiso librallos Y él con el olro número mas sano
t.iando el rio vació su curso lleno, Subió para buscar tierra poblada :
P íes de la que verlió por las orillas Hallan por donde van buhíos hechos,
Legó hasta cubrir las espaldillas. ü dormidas, que van puestas á trechos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO IV. 311
Camina l£l hambrienta compañía Admirada quedó tona la junta ,
Cebada solamente de esperanzas, Que lo vieron quedar en un ranchuelo,
De tal manera ya, que no podía No menos que persona ya difunta,
Hacerse confianza de sus lanzas; Sin habla , sin resuello, sin consuelo;
Pero proveyó Dios al seslo dia Mas él responde si se le pregunta,
Con ciertas sementeras y labranzas, Cómo tuvo favor del alto cielo,
Adonde el animoso licenciado A quien con gran hervor y vehemencia
Reparó por sentirse fatigado. Sin cesar invocaba su clemencia.
Y ansí, para venir donde él estaba , Y habiéndose traspuesto cierto dia.
Mandó llamar los otros peregrinos, Cercado de mortíferas peleas,
Porque la tierra ya manifestaba Una bella señora le decia:
Mejor dispusieron y mas vecinos, «No morirás agora, ni lo creas;
Seguu por todos ellos se juzgaba Levántate, que yo seré tu guia
Viendo las anchas sendas y caminos; Para que puedas ir donde deseas.»
Envió pues tres hombres á que venga Y como recordó con buen subyecto,
El campo sin que punto se detenga. Lo que se le mandó puso en efecto.
Visto por Fernán Pérez de Quesada Y ansí, por este tiempo que lo escribo,
El aviso que dan los mensajeros, Que son ochenta y cualro de la era,
Prosigue por la sierra su jornada El dicho Tordehumos está vivo,
Con trabajos que no son creederos; Teniendo su visión por verdadera;
Y en la montaña triste y asombrada Y consta que de mal tan escesivo
Se quedaron no pocos compañeros, No pudiera venir desta manera,
De los cuales fué Tordehumos uno, Si favor y socorro soberano
De valedor y de salud ayuno. No tuviera por bien dalle la mano.
Y fué por no tener las urnas flojas De su salud, por ser hombre bien quisto,
Deucalion con recios torbellinos, El campo recibió mucho contento ,
Antes por donde van las gentes cojas Y algui.os coligieron de lo visto
Siempre manaban agua los caminos, Haber de ser aquel descubrimiento
Y recibíanse sumas congojas Provincia do la fe de Jesucristo
Al subir ó bajar de los rocinos, Tuviese generoso crecimiento:
Pues del camino malo resbalando, Daban continuación á sus motivos
Mil estados habían de ir rodando. Lo que decían ya muchos captivos.
Demás deste mortal desasosiego Porque el alférez Antonio de Olalla,
De pluvias, con que no se ven las manos, Primero que llegase Fernán Pérez,
Tampoco se podia sacar fuego Habia ya tenido gran batalla
Para poder tostar algunos granos; En el valle que llaman del Alférez,
Y en subiendo la sierra, sienten luego Porque la gente del que allí se halla
Asperezas de frios inhumanos, Defendían los hijos y mujeres ;
Por salir de los términos calientes Pero venciólos con valor de hombre,
Y luego dar en otros diferentes. Y el valle se quedó con aquel nombre.
E ir á todas horas hechos sopa De manera, que por allí salia
De lo que el húmido vapor condensa, A descubrir la gente mas granada,
Tan pobres y tan miseros de ropa, Y aunque es toda montaña muy sombría,
Que no resisten pluvial ofensa, Al lin era la tierra mas poblada;
Porque camisetillas son de estopa E ya con guias nuestra compañía
V i l , débil y flaquísima defensa, Procede para ver la deseada ,
Y demás de la falla de atavíos, Ofreciéndose mil inconunientes,
Siempre con los estómagos vacíos. Malos pasos y cumbres eminentes.
Con estas sobredichas destemplanzas Pues antes de salir de la floresta
De tiempos y de temple resinado, Para su sanidad triste y avara,
Se hicieron mayores las tardanzas La gran sierra de Opon también les resta,
De lo que requería su cuidado; Antes que puedan ver la tierra clara ;
Y ansí cuando ya vieron las labranza* En cuja larga y encumbrada cuesta
El número llegó menoscabado, El sano cansa y el enfermo para,
Porque de los doscientos desta gente Y el caballo, con no ponelle silla ,
Los que fallaron fueron mas de veinte. Poder salir de allí fué maravilla.
Y de vivos el número mas poco Pero con este sinsabor allega
Podia ejercilar militar arte, El campo lodo donde se recita
Cuyos trabajos solamente toco Haber tenido Olalla la reniega ,
Por no poder decir la menor parte; Guando con poca genle lo visita;
Y de comer un sapo quedó loco Y agora copia de indios se congrega
Uno que se decia Juan Düarle, Que por los altos da terrible grita .
El cual permaneció con su locura, Y ansí por los postreros que vinieron
Sin que jamás pudiese tener cura. También val de la Grita le pusieron.
Como llegase pues la compañía Y demás de los gritos y clamores
Tan estragada, triste y afligida, Que dan a la no vista compañía,
Adonde el general los atendía, Tocan tantas cornetas y alambores
Labranza de maíces proveída, Que pareció (pie el mundo se hundía;
Mandóles descansar por algún dia, Mas los forlísimos conquistadores
En tanto que duraba la comida , Bajaron á las casas que tenia,
Porque con mas vigor y mas aliento Llenas de regocijo las entrañas
Pasasen á buscar mejor asiento. Por ser aquel el lin de las montañas.
Y al tiempo que buscaban un camino Y el docto licenciado dijo luego:
Para salir, que fuese menos agro, «Gracias os doy , Señor de los imperios.
El Francisco de Tordehumos vino, Pues pasamos por aguas y por fuego
Que se tuvo por cosa de milagro ; Para venir á tales refrigerios ,
Pero no lo vendieran por tocino Donde vulgo bestial, ciüel y ciego,
Según de los trabajos salió magro, Oiga vuestros santísimos misterios ,
Y aunque seco de zancas y de cuello Y donde desterrada la malicia
El campo lodo se holgó de vello. De vuestra sania fe tenga uolicia.
312 JUAN DE CASTELLANOS.
Lo mismo , conmovidos deste celo, Otro miedo mayor sus pechos doma ,
Hacían las católicas cuadrillas, Y es, que vieron venir á la pelea
Otros treinta caballos por la loma,
Las manos y los ojos en el cielo, Que furia de españoles espolea;
Hincadas en el suelo las rodillas; El campo junto mas atrás se asoma.
Alégranse de ver alegre suelo, Que les hizo hacer huida fea ,
Contemplan otras muchas maravillas , Porque creyeron ser en aquel punto
Alaban los verdores y elegancia , El hombre y el rocin un cuerpo junto.
Juntóse pues la gente dividida,
Y al sabio general de su constancia.
Y el don Gonzalo manda que se cuente,
Concepto tienen ya de verse hartos, Para que como sabia y advertida
Fuera de la rabiosa pestilencia Caminase por orden con viniente:
De sapos, de culebras , de lagartos, Numeran que escaparon con la vida
Vuelta necesidad en opulencia : Ciento y sesenta y seis tan solamente ,
Velan la fria noche por sus cuartos Y sesenta caballos mas ó menos,
Con toda la posible diligencia, De los cuales los mas salieron buenos.
Y las penas del frió no son tantas
Por arroparse ya con nuevas mantas. Pues con ser el rigor tan importuno,
Por los conlrarios que hay á la redonda, Tanto risco, tanto derrumbadero,
Que ladran y dan grita como canes, Dellos se despeñó lan solo uno,
Y tienen flecha, lanza, dardo, honda, Que fué del caporal Martin Ropero;
Haciendo mil meneos y ademanes, Con cuya carne y tripas el ayuno
El mismo general hacia ronda Hizo solemnes fiestas al garguero:
Con otros principales capitanes , Hasta las uñas fueron substanciales
Y todos en común están alerta , Y no menos las parles genitales.
Hasta que ya la luz fué descubierta. Habia de pintar aquesta historia
En descubriendo pues rubia cabeza Una pluma de prósperos caudales;
Aquel hijo del rey altitonante, Porque valor y fuerza tan notoria,
Para ver bien la tierra que se empieza Tanto perseverar en tantos males,
A mostrar con clarífico semblante, Escede los mas dignos de memoria
La gente castellana se adereza Y vuela sobre fuerzas naturales,
Con gana de pasar mas adelante; Pues que solo Baltasar de Maldonado
Y el lusa, capitán de macheteros, Merecía particular tractado.
Anticipóse con sus compañeros. Y todos los demás eran valientes,
Y cuanto mas encumbra las laderas, Modestos, comedidos, amigables,
Mas á placer se ven las rasas cumbres, Al general subyectos y obedientes,
Llenas de cultivadas sementeras No sediciosos, varios ni mudables:
Que quitan atrasadas pesadumbres, En las adversidades muy pacientes,
Fértilísimos valles y riberas En los trabajos son infatigables;
Con los humanos usos y costumbres : Tuviera bien en qué meter la mano,
Vense los pueblos , hierven los caminos, En lo que trabajó Juan Valenciano.
Los tractos y contractos de vecinos.
Enlrellos hay diversos pareceres: ¡Qué trabajó Juan López! qué Macías!
Unos quieren huir, otros esperan, Pero Rodríguez Carrion Mantilla !
Unos ponen en cobro las mujeres, Qué Pedro Corredor! qué Juan de Frías!
Otros lugar no hallan aunque quieran, Qué Diego Montañés! Juan de Pinilla!
Otros quieren usar de sus poderes Paredes Calderón ! Francisco Díaz!
Con intento de que los nuestros mueran; Un Martin de las Islas! un Chinchilla!
Mas la perplejidad era terrible, Paniagua ! Pero Ruiz Hcrrezuelo!
Viendo lo que jamás les fué visible. Y aquel que vive hoy Pedro Solelo!
Sobre los altos hay juntas de gentes ¡Qué trabajaron otros que no espreso,
Dispuestas para guerras y conflitos, No porque los olvido ni repruebo,
Repartidos por partes diferentes, Sino por remullios al proceso
Que en número parecen infinitos ; Que tengo de hacer del Reino-Nuevo!
Convócanse los deudos y parientes; Pues agora me cumple que digreso
Aquí sonaban voces , allí gritos ; Haga por acudir á lo que debo.
Todos son alborotos, confusiones, Volviendo para atrás a ver los fines
Sin dar resolución á sus razones. Y paradero de los bergantines.
Mas Sacre, principal que predomiua Dejaremos pues este caminan lo
La provincia de acia la montaña, Que va continuando su conquista
Con oprobios y afrentas los indina, Por tierra rica , llena y abundante,
Llamándoles cobardes y sin maña; Que da contentamientos á la vista :
Y ansí con sus vasallos determina Que yo volveré presto, Dios mediante,
Ver aquello que pueden los de España, A ser de sus hazañas coronela ;
Y con bravo furor rompió por ellos Pues para que por parles se reparta,
Hasta llegar á barbas y á cabellos. Esto se quedará para la cuarta.
Visto por Insa tan pesado juego, Porque con estas dichas intenciones,
Anima con valor a su cuadrilla , Mi celebrado funeral se funda
Y lo mejor que pudo saltó luego Correr primeramente los ancones
En caballo que no tenia silla ; Que suele combatir la mar profunda ;
No toma Juan Rodríguez Gil sosiego, Y en aquellas bahías y rincones
Ni la restante gente de Castilla, Tiene de fenecer parle segunda:
Apresurando carnicera prueba En estos pareceres me resuelvo,
Con las espadas en la gente nueva. Y al licenciado Juan Gallegos vuelvo.
Esfuérzanse los flacos castellanos,
Que temores de muerte los alientan ;
Andan listos los pies, prestas las manos,
Con que las yerbas verdes ensangrientan ;
Apartanse los indios mas cercanos,
Que su cruel furor espeiimentan,
Admirados de vellos, mas no tanto
Que el caballo no cause mas espanto.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO V. 513
Y puestos en aquella pertenencia,
CANTO QUINTO. Ya de los españoles bien sabida,
El Alonso les demandó licencia
Donde se cuenta la cruel y sangrienta batalla que tuvo el licenciad» Para ir á su casa por comida ;
Gallegos, y lo demás sucedido hasta la muerte de don Pero Fernan- La cual, sin presumirse malquerencia ,
dez de Lugo.
Le fué por Juan Gallegos concedida,
Porque también el perro, mas que moro,
Quien hace confianza del amigo Prometió de traer copia de oro.
Con violentas armas granjeado, Al momento salió con sus galeras,
El se busca ia pena y el castigo, Y luego comenzó desde lo alto
Pues fía de enemigo solapado ; A llamar y juntar gen les guerreras ,
Y si de la traición tiene testigo, Para dar el combale y el asalto
Y todavía vive confiado, A los barcos de genles eslranjeras
No se queje después ni espanto tenga Y al capitán que va de genles falto:
De cualquiera trabajo que le venga. Acudieron caciques de la tierra
El dicho licenciado Juan Gallegos, Con mas de veinte mil hombres de guerra.
Y muchos de los de su compañía, Tan gran número cuanto se publica
No fueron en aquesto menos ciegos, Se convocó para una y otra banda,
Al tiempo que la gente se volvía, Y en diferentes partes les predica
Vencidos de promesas y de ruegos Ser bien justificada su demanda;
Que un Alonso indio les hacia ; Porque contra quien van es gente inica,
El cual atrás signifiqué ser jeque ' De todas las del mundo menos blanda,
De la provincia de Tamalameque. '' Y que si matan hombres tan perjuros,
Este, cuando venían descubriendo Para siempre jamás serán seguros.
Se vino con el dicho licenciado, Y ansí les dijo: «Yo, señores, vengo
Mas su venida fué, según entiendo, A hablaros movido de buen celo ,
No tan de voluntad cuanto forzado ; Y con la fuerza del amor que tengo
Y agora que volvían inquiriendo A vosotros y á todo vuestro suelo ,
Reliquias del sustento deseado , Y por libraros del trabajo luengo
Los que dellos están menos dolientes Que nos amaga con eterno duelo,
Buscábanlo por parles diferentes. Cual es la miserabie pesadumbre
Que tiene la perpetua servidumbre.
También Gallegos va con el deseo «Bien sabéis cómo yo larga distancia
Que suele fatigar humano pecho , Con esla gente fui acia la sierra;
Haciendo por el rio mas rodeo Y como les faltase la substancia,
Que pudiera hacer yendo derecho, Haciéndoles la hambre dura guerra ,
Buscando pueblos donde del rancheo Algunos ó los mas con gran instancia
Se pudiera sacar algún provecho, Trataban de poblar en nuestra tierra;
Por no volverse de tan largas vias Y cierto tentarán esta fortuna
Las manos en los senos y vacías. Si nuestra fuerza no se lo repuna.
Y como por confines de la Tora, »Y si desto queremos evadirnos ,
En tanto que lo dicho se buscaba , A pernicioso mal nos subyectamos;
Hiciesen mas tardanzas y demora Pues bien veis que no vienen á servirnos ,
De la quel indio malo deseaba , Sino porque nosotros les sirvamos ,
Mostró dolor con intención traidora Y ansi dicen que han de repartirnos,
De la necesidad que se pasaba; Y á todos los caciques dalles amo ,
Y con señales del que pena siente , A quien acudiremos con tributos :
Para movelios dijo lo siguiente : Oro , joyas , preseas y otros frutos.
«Señores, ¿para qué nos detenemos »Por tanto, quien maduro seso tiene,
En tierra que tenemos recorrida ? Y ve casa vecina que se arde,
Pues cuanto mas despacio nos movemos, Mire con tiempo lo que le conviene,
Mayor riesgo corremos de la vida : Porque para la suya no se tarde,
Cumple que sin tardanza nos bajemos, Pues pocas veces hay freno que enfrene
Y vamos donde sobre la comida; Ai hombre que no sabe ser cobarde,
Porque mal hallaremos provisiones Mayormente si su buena ventura
En montes donde fallan poblaciones.» Le da tiempo , sazón y coyuntura.
Oida la razón del indio viejo, «Esta se nos ofrece de presente
Cuyos intentos eran inhumanos , Contra los violentos y profanos,
Viendo para matallos aparejo Y paréceme gran inconvinieme
Por ser mas los enfermos que los sanos , Tal ocasión sol talla de las manos :
Tomaron sin recelo su consejo, Ansí que cumple dar en esla gente,
Confiando sus vidas de sus manos; De los cuales los menos vienen sai.os,
Y ansí luego partieron, y él los trajo Porque quitados estos de por medio,
Obra de treinta leguas mas abajo. Para los oíros yo daré remedio.
Hizo salir de paz indianas gentes, «Cuanto mas que los otros mas esperlos
Y agasajáronlos en estos puertos, Por la montaña van sin detenerse,
Donde de los hipatos y dolientes Y no les quedan barcos en los puertos,
Echan al agua cada dia muertos; Ya que determinasen de volverse;
Y entonces con los indios que presentes Y aun creo ciertamente que son muertos
Estaban, se comienzan los conciertos Por no hallar adonde proveerse :
Por el Alonso señalando día, Pues los de Santa Marta y Cartagena
Para la gran maldad que pretendía. Escarmentarán en cabeza ajena.
De allí también el nial intencionado »Ai vencimiento destos yo me obligo,
Les hizo que hiciesen movimiento, Y sé que no seié mal adevino.
Diciendo que les dará recado Porque tenemos para lo que digo
Do puedan rescatar á su contento ; Andada grande parte del camino,
Y era por los llevar á mas poblado , A causa de tenerme por amigo
Para perticionar su mal intento; Y ser para con ellos lidedino;
Y como parecía buen aviso, Y ansi por encubrir mi mal intento
Bajaron con los barcos donde quiso. Voy á llevalles hoy mantenimiento.
314 JUAN DE CASTELLANOS.
«Mas para que sepáis el orden mío, A todo cuanto se le proponía
Entre tanto que yo voy al Gallegos El indio se mostró con tal templanza ,
Ocupen mil canoas este rio Que por su rostro no se conocía
Alteración , vergüenza ni mudanza;
Y por todas sus playas grandes fuegos, Anles, de la manera que solía,
Porque si falta sol al desafio Dijo : «Por cierto poca confianza
Con lumbre prosigáis bélicos juegos: Tenéis, juzgando seros adversario
Veremos dó hacemos punlería, Quien por las obras muestra lo contrario.
Y también al que tiene cobardía.» «Porque si por ventura yo pensara
Después que ya tenia concertado Cos,a tan sin razón y tan horrenda,
El conflicto con grandes y pequeños, Pudiera lo hacer sin que gastara
Se vido luego con el licenciado, Con vosotros mis bienes y hacienda ;
Bien equipados tres ó cuatro leños, Pero quien os ampara y os repara,
Y llenos de maíz y de pescado, Para perpetuas paces mete prenda,
Con que regocijó nuestros isleños; Y es cosa justa, y es razón derecha
Llevó mas un mil pesos de oro bueno Que no se tenga del esa sospecha.
Que recogió Gallegos en su seno. •Habeisme dicho, para prueba desto,
Abrazáronlo sanos y dolientes Sopalin y los suyos ser testigos ,
Dándole gracias por aquel buen hecho, Y a lodos es negocio manifiesto
Estando lodos ellos inocentes Que somos capitales enemigos;
De su malignidad y falso pecho; Y por envidia de me ver bien puesto
Dio pues por parecer á nuestras gentes Con los que sabe que me son amigos,
Que bajen con los barcos otro trecho Las tramas y maldades quél intenta
A Sompallon, adonde proveídos Procura que se pongan á mi cuenta.
Serán de todas cosas y servidos.
Allí la gente malapercebida Í Consúmese de ver que Alonso priva,
Estaba los enfermos reformando, Como quien á traiciones tiene ojo,
Y el Alonso con oro y con comida Y es por demás su voluntad nociva
No deja de venir de cuando en cuando, Y el procurar roer este tramojo;
Persuadiéndolos á la partida Mas él bien sabe que como yo viva
Do los indios estaban esperando, No podrá daros el menor enojo:
Y el indio Sopalin por consiguiente Desbagase con ínvido veneno,
Vino también á ver cristiana gente. Quél quedará por malo, yo por bueno.
Cuya benevolencia no fué corta , »De cosa no se muestra mas pesante
Y el socorro que trajo no fué flaco, Que de saber que hago beneficios
Pues viendo quel Alonso los exhorta Y regalos á gente semejante,
A las dispusiciones de su saco, Y quel los no me son menos propicios:
Les dijo: «Lo que menos os importa Mandóle yo pues de hoy en adelante
Es confiaros de tan gran bellaco, Han de ser mas colmados mis servicios;
Pues yo sé sin dudar que busca modos Por tanto si quisierdes ir conmigo
Para que los cristianos mueran lodos. Hallareis ser verdad esto que digo.
«Ha convocado ya parcialidades; »Y ansí me voy debajo los intentos
Solo yo nunca quise lo quél quiso, Ya dichos, no ungidos ni aparentes,
Que cierto para vuestras amistades Sino de muy mas llenos cumplimientos
Me precio de tener un pecho liso: Que salen las palabras de mis dientes ;
Estas que digo no son falsedades, Descansareis en nuestros aposentos ,
Sino fiel, leal y buen aviso; Teman todo regalo los dolientes,
Por tanto deteneldo con cadena, Haré que cada indio contribuya
Y antes que dé comida dalde cena. Con oro, joyas y hacienda suya.»
»Y no son solos estos los engaños De lodo sinsabor él salió horro,
Que suele maquinar este vergante, Pudiendo detenello con prisiones,
Porque también usó pasados años Atenido Gallegos al socorro
Con San Martin de líela semejante; Que buscan cudiciosas intenciones;
E hízole creer que de los daños Mas un capitán dicho Juan Chamorro
El indio Sopalin era culpante, Fué siempre de contrarias opiniones,
Como quiera que yo podré jurarte Diciendo : «Temóme que de mañana
Que no supe jamás arle ni parle.» Nos ha de sacudir con la mediana.
El Juan Gallegos al Alonso llama , «Porque este principal es un gran perro,
Dieiéndole : «Pues somos tan hermanos, Y dias ha que yo por tal lo marco,
¿Cómo tienes urdida cierta trama Desde la entrada larga y el destierro,
Donde perezcan lodos los cristianos? Cuando lo bautizó fray Pedro Zarco;
Certidumbre nos da lu mala fama, Y á mi juicio fuera menos yerro
Y Sopalin con otros comarcanos , Tenello con prisiones en un barco,
Tus vecinos , tus deudos, tus amigos, Quitándole su mando y señorío,
Desta traición tenemos por testigos. Hasta que ya saliéramos del rio.
(Mocho me maravillo que no sientas «Hartas veces ha dado pesadumbre
No ser tan descuidados ni dormidos, A soldados de nuestra compañía ,
Que te dejen salir con lo que intentas Y no dudo, según es su costumbre,
Españoles sagaces y advertidos; Urdir alguna gran bellaquería,
Demás de que en las guerras mas sangrientas Pues vemos de canoas muchedumbre
No pueden todos ellos ser vencidos, Que descienden abajo cada día;
Pues aunque muchos en peleas mueren, Y pasarse de largo sin mas cuenta,
Los vivos hacen lodo lo que quieren. Novedad y misterio représenla.
»Y si desta maldad que se adereza »Si pensáis de guiaros por su mano ,
Eres tú, como dicen, el primero, Fortalezcamos brazos y molledos;
De llover tiene sobre tu cabeza, Pero yo juzgaría por mas sano
Y al iin has de venir á pagadero, Que por agora nos estemos quedos:
Hasta te desmembrar pie/.a por pieza , No tengáis este por temor liviano,
Como vaca que pesa carnicero; Pues estos son de los discretos miedos,
Por lanío, si de muerte te,recelas, Cuando negocios duros y perplejos
Déjale de traiciones y cautelas.» Demandan prevención y piden lejos.»
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO V . 315
El Juan Gallegos respondió • «Por cierto Dicen acontecelles otro tanto
No me parece nial aquesa traza; Entonces cuando fueron salteados,
Pero si tienen hecho su concierto, Pues de los sobresaltos y el espanto
Acá ó allá nos tienen de dar caza, Quedaron poco menos qae pasmados:
Y tarde (pie temprano deste puerto Llueve sobrellos flecha, dardo, canto,
Al lin habernos de salir á plaza, Golpes de palo duros y pesados;
Y ansí será mejor, según entiendo, Y de los miserables castellanos
Que nos partamos en amaneciendo.» Treinta vinieron vivos á sus manos.
Con aquesto cubrió nocturno velo Estos á su sabor los maniatan,
Las cosas que solían ser patentes, Que prevenidos vienen de cordeles;
Y las menores lumbres en el cielo Con no vistos escarnios los maltratan,
Manifestaban sus doradas frentes ; Desollando las barbas con las pieles;
Y ansí mandaron con aquel recelo Al fin los despedazan y los matan
Se metan en los barcos los dolientes, Con tormentos que pasan de crueles:
Velando, como suelen, el estancia Rompe los aires el clamor terrible,
Con toda la posible vigilancia. Causa la confusión temor horrible.
Llegada ya la luz de la mañana, Estaba Juan Gallegos, licenciado,
Que fué nublosa, triste, desabrida, Con diez ó doce de su compañía,
Compúsose la gente castellana Junto del bergantín que está varado,
Para poner en orden la partida, Que por guardallo del no se partía;
Mas todos ellos tan de mala gana, Y ampárase detrás de su costado
Como si fueran á perder la vida; De la nube de flechas que venia;
Y no fueron inciertos sus concetos, Pero carga sobrél tan duro marte,
Según manifestaron los efetos. Que para se valer es poca parte.
Luego de Sompallon hacen desvío, Vista por Juan Chamorro tanta junta
Y bajan al amor de la corriente; De gente que sobre Gallegos carga,
Y en medio la canal del ancho rio Con dos versos de bronce les apunta,
Un agua se descubre de repente A causa de no ser distancia larga :
Por las cuadernas del mejor navio, Piernas, muslos y brazos descoyunta,
Donde iba Juan Gallegos el teniente: Y parte de la playa desembarga;
Quisiéronla tomar, mas no parece Mas es tal de los indios el aumento,
Manifiesto lugar, y siempre crece. Que por uno que muere cargan ciento.
Para lo sustentar, como no haya No faltan también tiros de ballesta,
Las cosas necesarias á la mano, Que ninguno salió desvanecido;
Antes que mas en crecimiento vaya, Mas para reiraellos nada presta,
A todos pareció consejo sano Antes entre los indios no se vido
Llegar á zabordar en una playa Osadía jamás tan descompuesta,
Del pueblo que tenían mas cercano; Demencia ni furor tan atrevido,
Y ansí desque tomaron la ribera, Pues sin recelar golpes inhumanos
Los enfermos y ropa sacan fuera. Tientan quitar las armas de las manos.
Compónense los bancos ó parales ; Al capitán Diego Rincón obliga
Asen manos de dura guindalesa ; A mostrar su valor y fuerte brio,
Con fuerza de soldados y oficiales Por ser florido grano desta espiga
Se vara, se ladea y atraviesa, Y no poder llegar á su navio ;
Y con los necesarios materiales El cual con molestísima fatiga
Calafate se da posible priesa: Procuraba salir de su buhio,
Sallan en tierra sanos y llagados, Que rodeado tienen escuadrones
Escepto Juan Chamorro y sus soldados. Con flechas, dardos y otras municiones.
Pues como nunca mas Alonso vino, Aderezóse lo mejor que pudo,
Ni vieron indios por aquel partido, Y á todos cuantos hay con él anima
Temíase del mal que les avino Para salir al escuadrón desnudo
Y quísose hallar apercebido: De los que por allí tienen encima;
Su bergantín cubrió toldo de lino, Y ansí bien amparado del escudo.
Por todas parles del bien eslendido, Hizo principio de cruel esgrima ,
Que suele ser defensa que aprovecha Ya se va reparando, ya hiriendo.
Contra la pestilencia de la flecha. Con seis ó siete que'lo van siguiendo.
En esta prevención ro paran mientes Hay por donde sus pasos endereza,
Los otros que dejaron sus navios , Para llegar al rio, buen pedazo;
Antes soldados sanos y dolientes Es la hoja que lleva rica pieza,
Se ranchearon dentro de bullios, Increíble valor el de su brazo,
Otros ponen también camas pendientes Pues de un revés llevaba la cabeza
Debajo de los árbores sombríos: De los que le ponían embarazo:
Con esta remisión no bien compuesta Uno deja sin luz, otro difunto,
Pasaron el bochorno de la siesta. Y de su caminar no pieide punto.
Y cuando Titán iba declinando Como cuando hambrienta destemplanza
Al mar para lavar su clara frente, Llevó la iiera hasta las cabanas.
El pueblo donde están viene cercando Do perros si se ven con gran pujanza
Inumerable número de gente, La vuelven á meter entre montañas,
Y la venida dellos tan callando Y si le dan alcance se abalanza
Que hasta dar el golpe no se siente, Y á quien le pica rompe las entrañas,
Pues con ser multitud tan importuna, E ya vueltas espaldas, ya mordiendo,
Ver, oir y sentir fueron á una. Siempre va su camino pros guiendo:
Bien como cuando veis dia sereno, Ansí Diego Rincón, aunque heria
Y se espesa nublado repentino A quien en la carrera le picaba,
De las exhalaciones de aquel seno Con aquella mañosa valentía
Que rompe fulminoso torbellino, Que la necesidad encaminaba ,
Y entonces suena tan terrible trueno, En su camino siempre procedía
Que causa no pequeño desatino, Para llegar adonde deseaba,
Tanto, quel bruto huye del ruido Es á saber, orillas del gran rio
Y el hombre queda cuasi sin sentido : Donde tenia surto su navio.
316 JUAN DE CASTELLANOS.
No consiente quedar manco ni cojo Inumerables eran los salvajes,
De los pocos que son de su manada, A su modo feroces y gallardos,
Y entonces se mostraba menos flojo Compuestas las cabezas con plumajes,
Cuando su gente ve mas fatigada; Proveídos de lanzas y de dardos,
El esrudo de acero lleva rojo, De flechas venenosas los carcajes ,
La hoja corladora colorada, En las ejecuciones nada tardos:
Y cuanto se mostraba mas tajante, La postura, talante y el denuedo
Mas indios se ponían por delante. Al ánimo mayor pusiera miedo.
Al fin , arrebatado del esceso Ya por el horizonte ven los fines
De fuerzas que le dio favor divino, De la luz y febeos arreboles,
No desmayaba punto del progreso; Cuando llegaron á los bergantines
Bien ansí como campo peregrino Que tenían toldados españoles;
Que va corlando por lugar espeso Servían de trompetas y clarines
Albores que perturban su camino, Marinos y muy grandes caracoles,
Y hace, ya por llano, ya por cumbre, Cuyo son, que los pechos sobresalta,
Camino que dé menos pesadumbre : Rompe del aire la región mas alta.
Desta suerte llevaba recogidos Espesas rociadas de las flechas,
Los que sacó, mirando por sus vidas, Para la ejecución de sus concetos,
Y ansí nunca pudieron ser rompidos Acia los blancos toldos van derechas
Con lanzas ni macanas estendidas, Tantas, que ya de blancos están prietos;
Aunque deflechasiban mal heridos , No tienen por inciertas las sospechas
Y el buen Di¡ go Rincón con tres heridas; De vellos todos muertos ó subyetos,
Y con haber tan gran impedimento Y por mas abreviar aquel recuentro
Llegaron do llevaban el intento. Barloan para se les entrar dentro.
Allí fueron los golpes del espada Y en aqueste primero movimiento
Tales , que porque no serán creíbles Era tan obstinada su porfía,
Pasa por ellos pluma mas templada Que no se vio jamás atrevimiento
De lo que piden casos tan terribles, Con tal temeridad en osadía:
Porque cosas hicieron al entrada Nadie se espanla de se ver sangriento,
Del barco , que parecen imposibles, Ni del que de la vida se desvía,
Pues dejaron el agua del orilla Ni del que saca menos viva pieza,
Harto mas colorada que amarilla. Ni del que lleva tiro la cabeza.
Dentro ya de su barco con la gente Son tan impetuosos movimientos,
Que pudo recoger de su bandera, Temeridad, obstinación, porfía,
Vido cómo traían al teniente Que sobrepujan sus atrevimientos
Indios á mal andar por la ribera: Cuantos pueden caber en osadía;
Allá hizo remar incontinente, Caen indios en eslos rompimientos,
Y con ciertos soldados salió fuera ; Y con temor ninguno se desvía,
Despide Juan Gallegos sus temores Ensangrentando bordos, popas, proas
Viendo llegar tan buenos valedores. De bergantines, barcos y canoas.
Y ansí, movido de mortal enojo, Porque cuando canoas llegan junto
Acometió con toda la cuadrilla, Y de los bordos ven manos asidas,
Mas luego le clavaron el un ojo, Aquellas en aquese mismo punto
De que cayó no lejos del orilla ; Quedaban de sus brazos divididas;
Los indios acullá sobrel despojo Muchos al agua van , uno difunto,
Trabaron pesadísima rencilla, Otro con abundancia de heridas,
Sirviéndoles los arcos de garrotes Olro que duro verso de fuslera
Con que se lastimaban los cocoles. Los sesos le sacó de la mollera.
Viendo Rincón la buena coyuntura , Mas no por esto concebían miedo,
Pareciéndole tiempo convenible Ni para removellos aprovecha,
Enlre tanto que la revuelta dura, Antes el indio con mayor denuedo
Que deseaban ser incorregible, A derribar los toldos se pertrecha ;
Echar el barco al agua se procura Y en descubriendo brazo, mano, dedo,
Con la presteza que les fué posible, Era luego clavado con la flecha,
Y lo que no podían varar antes Dejándole también con la herida
Muchos, agora pocos son bastantes. Total desconfianza de la vida.
Con la misma presteza referida Rodeado de riesgo tan patente,
Metieron al Gallegos cuasi muerto, El español de vida desespera,
E l cual, aunque sanó de la herida, Y el bárbaro cruel, como lo sienle,
No dejó de ganar nombre de tuerto; Mayor priesa le da (tara que muera ;
Descuelga luego multitud crecida Van todos al amor de la corriente,
De canoas que van al mismo puerto, Llena de grandes fuegos la ribera,
Y es tal la cuanlidad que se presenta, Que mas de veinte leguas procedía,
Que no se puede reducir á cuenta. Haciendo de la noche claro día.
Porque se supo manifiestamente Como tenían á la mano breña,
Que con su potestad vino Melambo, Por el discurso dicho tienen hechos
Que es la barranca donde de presente Montones crecidísimos de lefia
El español que pasa halla tambo, Que estaban encendidos a sus trechos;
Y vino Pencellou, indio potente, La lumbre de los cuales les enseña
El gran Mompox, Tamalaísa Zambo, Ansí los daños como los provechos;
Vino Chingalae, Ciniili, Maca Víanse por la playa con la lumbre
Y el gran cacique Tamalaguataca. De flecheros crecida muchedumbre.
Chocorí, Chiquiclioque, Talaígua, Emparejando pues con el primero
Los indios de Tómala , los de Proa , El capitán Chamorro, que venia
Con todos los demás que se averigua De todos el mas sano y mas entero,
Haber desde estos basta Tacaloa; Asestó los vérseles que traía,
Y el que dejimos ser el estantigua Pareciéndole que de tal terrero
Y causa de venir lanía canoa, No podía salir bala baldía ;
Alonso, cierla guia de la danza Y cuando componía su navio
Y ordenador de loda la matanza. Dio con él al través en un bajío.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELEGÍA IV, CANTO V. 317
Ansí como lo vieron encallado En armas y linajes varón claro,
En parte do no pudo salir luego, Tales, que no merecen lenguas mudas :
Al instante se vido rodeado Fué de los miserables gran amparo,
be los que estaban cerca deste fuego: De huérfanos tutor y de viudas;
Danle priesa por uno y otro lado No supo de sus bienes ser avaro,
Sin concedelle punto de sosiego, Ni fallaron á pobres sus ayudas;
Tanto que del navio le sacaron Jamás dio los oidos á novelas,
Un español que vivo desmembraron. Ni le hallaron vicios ni cautelas.
Nunca se vieron en asiento lleno Fué muy común aqueste sentimiento ,
De grande muchedumbre de colmenas Por lo ser este bien que les fallaba ,
Tantas abejas con aquel veneno Y su virtud , bondad, merecimiento,
Que suele lastimar humanas venas, A mucho mas aun los obligaba;
Al tiempo que le sacan de su seno Compúsose terreno monumento,
El gustoso licor de que están llenas, Según el orden dio quien celebraba,
Cuantos tiros arronja la caterva , En torno del retratos de la muerte
Todos untados de rabiosa yerba. Y letra que decia desla suerte :
Hac dominus Petrus Fernandez
Chamorro, como ve que el agua falta Condiíur urna;
Para poder nadar las carabelas, Excehus merilis, prosperitate minor.
En el bajío con algunos salta, Sxpensis mullU queesibit barbara regna,
Indicat ipse viam, sustulit alter opes.
Espadas en las manos y rodelas, El buen don Pero Fernandez Puso á descubrir el pecho
Y á la gran multitud que los asalta Yace en esta sepultura, Haciendo armadas aposta '
Hicieron retraer á las candelas : No muy lleno de ventura, y habiendo hecho la costa
Pero con méritos grandes; Otio gozó del provecho. '
Trabajan luego de salir del cieno
Hasta que ya hallaron fondo bueno. •j Los españoles en aquella era
Embárcase la gente como puede, No dejaban de estar enflaquecidos,
Huyendo los espesos macanazos; Y cuantos indios hay en la frontera,
Pero contrario Marte no concede Desvergonzados, sueltos y atrevidos:
Ir salvas las espaldas y espinazos, Templáronse después en gran manera
Porque ninguno dellos hay que quede Con el rumor de los recién venidos,
Por lo menos sin cinco ó seis flechazos Que bien pensaron que de Cartagena
De tan rabiosa yerba, que ninguno Enviaban ayuda muy mas llena.
Dejara de morir con solo uno. Después para gobierno del cristiano,
Murió Chamorro miserablemente Que el pueblo sustentaba por España,
Ylos mas que salieron con heridas, Luis de Manjares tomó la mano ,
Pues de todos los barcos solos veinte, Y en guerra y paz se dio tan buena maña,
Y aun menos, escaparon con las vidas; Que de los suyos un hecho liviano
Porque para la cura conviniente Se podría vender por gran hazaña,
Ningunas horas eran concedidas, Pues con los mas indómitos y fuertes
Perseverantes indios en su brio Le sucedieron venturosas suertes.
Hasta que los echaron deste rio.
Llegados á la mar con mal viaje, Cuanto por allí ciñe la mar fonda
Conclusa la porfía del recuentro, Hizo venir de paz y á servidumbre,
Y recogidos en aquel paraje, Quebrantó las cervices del de Honda ,
Nuevos trabajos salen al encuentro; Haciéndolo mudar de su costumbre,
Porque la fuerza grande del aguaje Y lodos los demás de la redonda
Del rio los metió la mar-adentro, Le sirvieron á él sin pesadumbre:
No podiendo pegarse con la costa Decian Concha, Gaira y elDorsino
Por la fuerza de remos ser angosta. Haber resucitado Palomino.
Auméntase la pena y el recelo Y sus hechos no fueron desiguales,
Como se ven en este detrimento; Ni menos liberal en las mercedes,
Y para mas crecer el desconsuelo Ardides en la guerra principales
Agua dulce les falta y alimento. Para poder huir bárbaras redes;
Ojos del alma van al alto cielo Eran entonces sus colaterales
Demandando socorro de buen viento; Diego Rincón y Diego de Paredes ,
Y ansí sobre las ondas ele Neptuno Que viven hoy y en Tunja son vecinos,
Les vino viento fresco y oportuno. De gran honor y de memoria diuos.
Del deseado tiempo se aprovecha A Pocigueyca fué con tal fortuna,
La fatigada gente y afligida, Que ningún compañero dejó muerto,
Y á Santa Marta van via derecha, Y al pueblo de Carbón, el cual repuna
Donde era deseada su venida; Dejarse visitar del mas esperto;
Pero sabida la matanza hecha Fué antes y después fuelle coluna
Y los pocos que vuelven con la vida, Que sustentó las cosas deste puerto
Ojos del pueblo lodo fueron fuentes, De Santa Marta, con hacer entradas.
Llorando sus amigos y parientes. Que hizo muchas bien aprovechadas.
Entre los que se van desembarcando Poco después por la real audiencia
Vieron al Juan Gallegos salir tuerto, Hierónimo Lebrón fué señalado
Diego Rincón, que hoy vive, cojeando; Para gobernador desta tenencia.
Y entonces los vecinos en el puerto Circunspecto varón y aventajado;
Estaban las exequias celebrando Y vino por juez de residencia
De don Pero Fernandez, que era muerto, Alanis de la Paz, un licenciado,
Y hallaron también haber llegado Y según su poder, administraba
Juan Fernandez de Ángulo por prelado ; Cada cual dellos lo que le locaba.
Persona tal, que fué del cargo dina , Esto con la posible vigilancia .
Y de subir á muy mayor altura, En guerra y en negocios ordinarios;
Ansí por su católica doctrina , Pero cerca de aquesta circunstancia
Como por su virtud y vida pura; Los modos de los dos eran contrarios,
Y en estos funerales él se inclina Porque Alanis de Paz con gran instancia
A hacer los oficios como cura , La cobranza buscó de sus salarios,
Porque las cualidades del difunto Y ansí ya por derechos ó cohechos.
No nodian subir a mayor punto. Ño fueron los menores sus provechos.
518 JUAN DE CASTELLANOS.
Hierónimo Lebrón vela su puerto Y á Manjares se tuvo gran respeto
Y busca gente bien aderezada, En cometer también aquel gobierno,
Reduciendo las cosas á concierto Por ser á todos capitán aceto ,
Con que pueda hacer una jornada Según ha dado cuenta mí cuaderno ;
A lo mismo que tiene descubierto Pero ya lo traían inquieto
Don Gonzalo Jiménez de QuesailaT
Envidias y malicias del infierno ,
Porque fama común le certiüca Maculando sus honras y trofeos
Estar en posesión de tierra rica. Con falsísima voz de casos feos.
Para cuyos efectos se mejora Y aunque cualquiera dellos fué patraña,
Con gente baquiana su bandera, Testigos falsos lo hicieron leso.
Con la cual fué camino de la Tora Tanto, que lo llevaron en España
Diego Rincón guiando la carrera: Y ante el emperador pareció preso;
Mas no trac-taré della por agora , Mas justicia , verdad y buena maña ,
Por reservarse para la tercera En aire convirtieron aquel peso ;
Parte, donde, con el favor divino, E yo vi los testigos y malsines
Larga cuenta daré desle camino. Cómo todos ovieron malos fines.
Cuando partieron estas compañías, A su casa y honor volvió pujante,
Vio , según dicen, del mortal subyeclo Libre de la maldad que le fué puesta ,
Don Juan de Ángulo las poslrimeiías , Mediante su descargo ser bastante
Obispo principal y varón recto; Y católica vida manifiesta :
Y desde a poco número de dias Contra fortuna se mostró constante ,
Fué en su lugar Calatayud electo, Tanto mas cuanto mas era molesta:
Fraile hierónimo, de quien di cuenta Trajo sus indios y repartimientos
En lo que mas atrás se representa. Y cargos honorosos con aumentos.
Desque Hierónimo Lebrón anduvo Hizo con los estreñios de presteza
Aquel camino, no sin buena maña, Después que vino, sin tomar resuello,
Con el gobierno que su padre luvo En términos de Bonda fortaleza
Don Alonso Luis vino de España: Que fuese duro yugo sobre cuello;
También diré después lo que mas hubo, Usó de los ardides y destreza
Y lo que trabajó por la montaña Que fueron necesarios para ello ,
Al tiempo de venir ai Reino-Nuevo, Por que los indios todos del terreno
Poique tractando del allí lo debo. Tentaron siempre de quebrar el freno.
Estuvieron aquestas compañías Mas él salió muy bien con el intento,
Debajo de sus sueltos pareceres, Y el del bárbaro fué trabajo vano;
Subyeclos á no pocas demasías, Al fin los años y el quebrantamiento
Aprovechándose de sus haberes : Lo privaron deí gozo de hombre sano,
Después el licenciado Miguel Diaz Y ansi murió con gran conocimiento
Vino con bastantísimos poderes ; Hechas las diligencias de cristiano :
Y aunque notado de lascivos hechos Vívenos hoy su hijo don Antonio ,
Nunca lo fué de robos ni cohechos. Que de sus hechos da buen testimonio.
Con todo esto luvo residencia Absenté Manjares de aquestos mares
De las de por acá la mas terrible ; Cuando en España daba su descargo ,
Después la majestad y la potencia Un caballero Gregorio Süarez
De Carlos quinto, cesar invencible. De Deza, vino luego con el cargo,
Al Nuevo-Reino dio real audiencia, Cuyos servicios fueron singulares,
Porque le pareció ser convenible . Aunque su galardón fué nada largo;
Y desde entonces ella proveía Pues honestísimas hijas que deja
A Santa Marta quien le parecía. Tienen de su fortuna justa queja.
Vido Calatayud su postrer dia A este sucedió por varón diño
Por aquel tiempo y en aquel verano , En la gobernación destos conveses
Y vino con el cargo quél tenia Juan de Otalora , noble vizcaíno;
Don Juan de Barrios, fraile franciscano, Y este gobernador algunas veces
Predicador en quien resplandecía El puerto defendió del torbellino
Virtud , bondad, valor , celo cristiano , Y levantada furia de franceses,
Incorrupto juez, pastor entero, Porque esta población en tiempos varios
Y destos arzobispos el primero. Ha sido molestada de cosarios.
Por cuyo fin tenemos hoy segundo, Unas veces robando sus caudales,
Que se dice don fray Luis Zapata Sin poder escapar la menor pieza,
De Cárdenas, en este Nuevo-Mundo Otras, que por venganza de sus males
La cuarta dignidad de que se trata; El español las armas adereza, .
Elogio le daremos mas profundo Y con ayuda de los naturales
Si nuestra vital trama se dilata, También les han quebrado la cabeza ;
Porque como la tal se me conceda, Aunque decían : á la yerba lina
Lugar mas á propósito le queda. « ¡ No forsa, no, la mala salvajina! »
Tractaremos después en sus lugares Pero después la yerba del salvaje
De cada cual á tajo mas abierto; En ellos imprimió de tal manera,
Y agora vamos á los seculares Que muchos acabaron el vi;ije
Jueces que vinieron á este puerto. Antes de se partir desta ribera,
Para que los confines destos mares Y los hallábamos al rebalaje
Estuviesen en orden y concierto: Del agua que la mar echaba fuera;
Pues, como dicho tengo, los oidores Porque por ser canalla mal regida ,
Proveían aquí gobernadores, Ningunos escapaban con la vida.
Por defender del bárbaro ceicano Otras veces por falla de caudillo,
Tan importante desembarcadero; O posible de armas y de gente ,
Y el primero que vino por su mano En viendo por la mar algún barquillo,
Conocí ser un noble caballero , Aunque no conociesen mal patente,
Andrés López Galarza, que era hermano El vecino cogia su hatillo
De Galarza, también oidor primero ; Y el rico mercader por consiguiente ,
Después Luis Pardo , Luis de Villanueva , Huyendo la doncella y la casada ,
Que dieron de valor bastante prueba. Una desnuda y olra deslocada.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO I. ;t!)
Y todos en común huian luego Estas cosas y otras acontecen
Metiéndose por bosques y por cumbres, En aquellos lugares cada día,
Con el rebato y alborotociego Donde los sobresaltos que padecen
Que en los honestos usos y costumbres, No puede recoger mi fantasía ;
Demás del general desasosiego, Ni yo podré decir lo que merecen
Causaba muchas otras pesadumbres;
Porque, rio revuelto, los mayores El contador Bartolomé García
Ganancia dicen ser de pescadores. Y Castro , que gran número de años
También vimos soldados principales Aquel puerto defienden destos daños.
Mas que de paso ir este camino, Porque gentes finítimas á Flandes
A cuestas sus alhajas y caudales , Visitan aquel puerto con frecuencia :
Y cofres proveídos de oro fino; Y en este tiempo fué Pero Fernandez
Y aun suelen trompezar en otros males De Imslos con gobierno y eminencia ,
Causados por el bárbaro vecino, Cuyas virtudes y proezas grandes
Pues muchas veces nos hacían guerra Merecen pluma de mayor esencia ,
Franceses por la mar, indios por tierra. Y ansí por su valor el rey ordena
Y ansí, yendo cubiertos por florestas Que pase á gobernar á Cartagena.
Luis Feijo con oíros seis soldados , Otros tenienles hubo , mas no siento
Con un cofre de barras á sus cuestas Hecho que de memoria sea diño ,
Que bien valia veinte mil ducados, Sino que la justicia y regimiento
Subiendo por las cumbres mas enhiestas Proveyeron después lo que convino,
Del Dorsino, do van encaminados, Y sustentaron bien aquel asiento
El cofre del caudal puso en el suelo Hasta que don Luis de Rojas vino;
Y encima del un pardo herreruelo. Cuyo gobierno fué no sin espanto,
Y por le parecer lugar seguro, Y ansí lo tractaré con nuevo canto.
Senlóse para descansar encima ,
A tiempo que hacia muy obscuro ELOGIO
Por ser después del cuarto de la prima ; de don Luis de Rojas, gobernador de Sania María, donde
Estaban cerca de vecino duro, se cuentan las entradas que hizo, y lo demás acontecido
Cuyo compás también les pone grima ; el tiempo que allí gobernó.
Sintiéronlos los indios , y están ciertos
Ser gente que huía de los puertos. CANTO PRIMERO.
Hecho pues por espías el acecho, La providencia santa de los reyes,
Pareciéndoles buena coyuntura A qyien siguen humanas voluntades,
Para que no perdiesen el provecho Suele poner y suele quitar leyes ,
Que tan cerca les puso la ventura, Según por tiempos hay necesidades,
juntáronse para venir al hecho Para regir y gobernar las greyes
Y acometieron con la noche obscura, Subyectas á sus alias potestades ;
Tirando muchasflechassilbaderas, Y si sus pueblos van en crecimiento,
Y gritando por cima las laderas. También de sus jueces hay aumento.
En oyendo la grita y estampida, En aquestas provincias y regiones
En tales ocasiones estupenda , De las Indias ansi les acontece,
Abrevian pies cristianos la huida Pues como van creciendo poblaciones
Dejándoles aquella rica prenda, De reinos y provincias , también crece
Teniendo por mejor salvar la vida El número de las jurisdiciones,
Que perdella demás de la hacienda : Señalando lo que les pertenece
Y ansí se la dejó, sin hacer cuenta A los jueces, para que descierna
De podella sacar desta tormenta. Cada cual en aquello que gobierna.
acudieron los indios al rancheo Estando pues del reino separados
De lo quel español allí les trajo , Doscientas leguas estos moradores,
Y cogen el hatillo de voleo, Para poder mejor ser gobernados
El lio, la pe-laca y el refajo ; El rey les envió gobernadores;
Asen bárbaras manos del manteo, Y ansimismo fundó dos obispados
Y no vieron estar cofre debajo , Por ser ya necesarios dos pastores;
De suerte, que dejaron en lo raso Y Santa María y otros comarcanos
La presa que hacia mas al caso. Son hoy al Nuevo-Reino sufráganos,
De manera, que su caudal escapa., Por eslar hoy arzobispal audiencia
Sin que fortuna le hiciese mella; En Santa Fe de Bogotá fundada ,
Pero cerca de defender su capa, Y catedral que con papal licencia
Aquello quél no pudo , pudo ella , Fué desde Santa Marta trasladada,
Pues no las faltas, mas las sobras tapa , Do hacen dignidades asistencia,
Y defendió mejor la rica pella; Persona cada cual cualificada,
Y por dejar al amo con que viva, Que por sus grandes letras y costumbres
Ella luvo por bien de ser captiva. Merecían tener mas altas cumbres.
Y cuando ya sus rayos estendia Primer deán fué don Francisco Adame,
Apolo por aquella cordillera, Ilustre vaso de virtudes lleno:
Con aumento de buena compañía Tal me manda razón que yo lo llame,
Que fuerza de los indios resistiera, La cual en su loor no sufre freno,
Volvió Frísol adonde le dolía , Puesescepla malicia del infame,
Que de su buena dicha desespera; Ninguno negará ser varón bueno;
Mas aunque con recelos y confuso Llevólo poco ha Dios á su gloria,
Su tesoro halló donde lo puso. Y ansi nos queda sola su memoria.
También Juan Alemán por un recuesto Ornamento segundo de aquel templo
Iba con lleno cofre de oro fino , Es don Lope Clavijo, arcediano,
Y á causa de volver al pueblo presto, Que en letras, en doctrina y en ejemplo
Púsolo separado del camino: Se muestra ser católico cristiano,
Para volver después al mismo puesto Cuya bondad y merecer contemplo
Faltó la providencia de buen tino; En honor de lugar mas soberano ,
Halláronlo trabajos y porfías, Pues para ir á dignidad mas alta
Mas el desgusto fué de hartos días. De lo que se requiere nada falla.
320 JUAN DE CASTELLANOS.
Deste reverendísimo senado Eran ciento y ochenta los soldados,
Es el chantre don Gonzalo Mejía , Serian de caballo los cincuenta,
En quien aquel honor mas encumbrado
No podemos llamaile demasía; Los unos y los otros pertrechados
Varón insigne, siempre respetado De lo que demandó guerra sangrienía ,
De legos y de nuestra clerecía, Arcabuces y tiros preparados,
Por haber sido siempre don Gonzalo Azadones y toda herramienta;
A todos bueno y á ninguno malo. Y el Castro, que podemos decir casto,
Está también en el ilustre coro De todas estas cosas hizo el gasto.
Un don miguel de Espojo, tesorero , Lleváronse también ciertos lebreles,
No solo tesorero , mas tesoro , El uno dellos perro señalado,
Honra y autoridad de nuestro clero ; El cual en guerras de indios infieles
Cuyas sentencias son bocados de oro No ganó menos quel mejor soldado,
Que hinchen el juicio mas entero : Y ansí por hechos malos y crueles
Al fin es luz y lumbre tal espejo Fué de diversas partes desterrado:
De juvenil edad y del mas viejo. Llamábase Amadís, y fué mas fiero
Erigiéronse pues dos obispados Quel otro fabuloso caballero.
De uno que no fué de gran sustancia , Armábanlo también de duro fardo
Por estar los lugares apartados Como fuese patente la rencilla ;
Espacio de grandísima distancia, El cual sabia dar tan buen reguardo
Y no podían bien ser visitados, Al tiempo que rompía la cuadrilla,
Segun pide cristiana vigilancia; Que piedra, palo , flecha, lanza, dardo,
De manera que Santa Marta tiene Era si le tocaba maravilla;
Obispo de por sí, como conviene. Del cual tenia Castro confianza
Como de un escuadrón de gran pujanza.
Fué fray Juan Méndez, fraile dominico, Porque su pricinpal intención era
El primero que por obispo vino , Entrar á Pocigueyca por la cumbre,
Hombre modesto, de talento rico , Tomando mas atrás la cordillera
No menos virtuoso que benino; Para llegar con menos pesadumbre,
Y en lodo lo demás yo cerlilico Y allí fortalecerse de manera
No ser de tanta dignidad indino, Que viniesen á dar la servidumbre,
Porque en aqueste reino fué su vida Con asentar en la mayor altura
Gran número de años conocida. Y en ella colocar nueva cultura.
Murió cuando venia visitando Nombró por capitán y por caudillo,
Las ovejas que son de aquel aprisco, Repartiendo la gente que se saca,
Y por su muerte vino con el mando Al animoso Diego Jaramillo
Otro docto varón, fraile francisco, Y á Fernán M i z Cabeza de Vaca,
Que se dice don Sebastian de Ocando, Que fué con sus consejos el castillo
Digno pastor de muy mas alto risco , Que los mayores ímpetus aplaca;
De cuya cristiandad , virtud y ciencia , Fué otro capitán un Fernán Pérez
Tenemos por acá gran experiencia. E un Simón de Silva por alférez.
Convento se fundó dominicano Mayor sárjenlo fué Carlos de Vera ,
En este mismo tiempo que refiero ; Que de veras su buen valor enseña;
De prelados que en él tuvieron mano Y no menos á toJa la bandera
Un fray Luis de Otduña fué primero, En combatir la mas soberbia peña
De varia erudición , de pecho sano , El circunspecto Pedro de Ribera,
Y en vida y en doctrina muy entero, Natural de la villa de Guareña ,
A cuya potestad es obediente De quien pudiera bien hablar mi boca
El convento de Tunja de presente. Si no fuera negocio que me toca.
Volviendo pues á los gobernadores Pues como don Luis de Rojas vino,
Que de España vinieron proveídos, Pareciendo negocio conviniente,
Sé decir que con sus competidores No quiso perlurballes su desino ,
De Bonda, Pocigueyca y sus partidos, Antes al Castro hizo su teniente,
Fortuna no les dio tantos favores Y al mozo Juan de Rojas su sobrino
Que mas no fuesen desfavorecidos ; Por maestre de campo juntamente,
Y el suceso de don Luis de Rojas El cual era de buena compostura
Ño se puede decir en pocas hojas. Si fuera tan compuesto de ventura.
Pero como me tienen puesta tasa Y entonces, como gente novelera ,
Otras ocupaciones manuales, A ver al don Luis eran llegados
Y es la presente tempestad escasa, Los indios que mandaban la frontera ,
Porque no todos tiempos son iguales, Que fueron del teniente convidados ,
Solamente diré de lo que pasa Y sobre mesa puestos en collera,
Los acontecimientos principales, Donde estuvieron lodos bien tractados,
Porque se vea desla serranía Porque para seguir aquel intento
Su fuerza , su valor y su porfía. No le fuesen algún impedimento.
Vino pues Rojas año de setenta , Pues nunca cosa que español pretenda
Con su mujer , criadas y criados , Puede ser por allí tan entre dientes,
Pero no con el fausto que se cuenta Que por indios ladinos no se entienda
De los gobernadores atrasados; Y estos avisen luego á sus parientes ;
Mas de sus patrimonios y su renta Y para hacer Castro su hacienda
Todavía gastó con los soldados Fué bien asegurar inconvinientes,
Que trajo, cuyo numero no enseño Porque cualquier estorbo que dé pena
Porque segun parece fué pequeño. El indio de paz es el que lo ordena.
Todos los moradores desle puerto Y aun suelen ayudar al enemigo
Lo recibieron generosamente; Cuando se muestran mas acariciados ,
Y como Manjares fuese ya muerto, Y porque nadie pueda ser testigo
Y el buen Pero Fernandez del absenté, Van con betún de bija disfrazados ;
Regia por buen orden y concierto Por estos malos usos, como digo,
Un Francisco de Castro su teniente; Consigo los llevaron enlazados :
Y entonces él tenia gente presta Uno de los caciques fué Coendo,
Para ir á la sierra mas enhiesta. De los indios de Ronda mas horrendo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO I. 351
Castro lo halagaba y abrazaba, Tomaron con trabajo la ribera,
Prometiéndole dar de sus despojos; Por ser impetuosa la corriente,
Mas él de tal manera se mostraba Y el paso remediaron de manera
Que no disimulaba los enojos, Que pasaron por él bagax y gente,
Y ansimismo después la que zaguera
Tanto que parecía que lanzaba Quedaba con el general teniente.
Vivas llamas de fuego por los ojos , Hallaron luego copia de buidos ,
Revolviendo venganzas en su pecho, Pero de moradores ya vacíos.
Después reconocidas por el hecho. Paró por descansar el caminante
Estando preparados dcsla suerte En un pueblo de buena compostura ,
Teniente, general y compañías, De fértiles labranzas abundante,
Al efecto ya dicho se convierte, Pero no vían viva crialura ;
Presos estos caciques y las guias; Y tendiendo los ojos adelante ,
Y ansí partieron á la casa fuerte Tres atalayas ven en un altura,
De Bonda, do estuvieron cuatro días, Y el Juan de Rojas dijo : «Bien seria
Acampanándolos muchos vecinos Que tomásemos uno para guia.
Y el dicho don Luis y sus sobrinos. »Y no seria débil la hazaña
Del soldado que tales pies tuviese
Al principio del año que siguiente Que cubriéndose bien con la montaña,
Fué sobre tres quinientos y setenta Hasta llegar ninguno lo sintiese,^
Del parlo de la Virgen escelente , Y en lo raso se dé tan buena maña
Según suele medir cristiana cuenta, Que por lo menos uno no se fuese,
De Bonda salió Castro con la gcnlu Sino que cuando por la loma salga
A la jornada que se representa; Hacer que lijerezano le valga.
Y en efecto llegó con la que saca Oído por el Pedro de Ribera
Al ancón y provincia de Guachaca. Con otros tres de no menos soltura ,
Para tomar allí buena carrera En ese punto suben la ladera
En la prosecución de su interese, Metidos por el monte y espesura :
Con cierta gente fué Carlos de Vera Los indios venios cuando salen fuera,
Para que por el rio descubriese,
Ayudado de Pedro de llibera , Y cada cual sus pasos apresura;
El camino que mas cómodo fuese; Pero tan bien corrieron los cristianos ,
Caminaron lavándose la planta Que los dos les quedaron en las manos.
Y algunas veces haslu la garganta. Llevados estos dos por los cabellos
Do esperan españolas compañías,
Dos dias trabajaron, pero como El Juan de Bojas se holgó de vellos,
Fuesen de poco fruto las porfías, A causa de tener mejores guias:
Sin enhestar el fatigado lomo, Pusiéronles prisiones en los cuellos,
Volvieron á buscar por otras vías Y ansí les enseñaron breves vias
Y dieron en un pueblo dicho Domo, Para llegar al dicho Cincorona,
A cabo ya de tres ó cuatro dias, Donde no se halló viva persona.
Y en otro Bohocó, que es su vecino,
Que de paz les salieron al camino, Cuantidad hubo harta de alimento,
Dándoles de comer bastantemente Aunque ningún tesoro para el arca.
De sus manjares mas acostumbrados > Seis dias hacen de detenimiento
Que según ¡a tenían de presente Por la gran población que se demarca
Para su hambre fueron regalados ; Y ser aquel el principal asiento
Auslmismo llevaron al teniente A quien obedecía la comarca :
Destos indios gran número cargados Algunos indios van por los oteros
De yucas, de batatas y maíces, Dando mil gritas y haciendo lieros.
Y otras diversidades de raices. Y en efecto la gente que se halla
Otro camino fué Diego de Andrada, Recogida de pueblos comarcanos
Hidalgo portugués, noble persona , Un dia presentaron la batalla
Y dijo cómo tiene rastreada A nuestros peregrinos castellanos:
La población que dicen Cincorona, La tierra se convoca para dalla
Y ser aquella la mejor entrada Juntándose los mozos y los canos ;
Para llegar al valle de Tahona: Pero por cosa cierta se averigua
De cuya causa se partieron luego, Fallallesya la potestad antigua.
Y pasaron el río de Don Diego. • Porque considerando lo presente,
El campo junto con razón bastante Ansí de gente como de riqueza,
De su viaje para proseguillo, » Está de lo pasado diferente
Castro mandó que pasen adelante, Y mil leguas atrás de su grandeza ,
El maese de campo por caudillo ; Y á mas andar se pierde la simiente
Escogióse pues gente vigilante, Desta mas que bestial naturaleza;
Entredós el Ribera y Jaramillo > Y el venir tan á menos esta tierra
Y el capitán Maceta , vizcaíno, No podemos decir que fué por guerra.
Con aquel aparato que convino. Pues son, por los compases de aquel trecho,
Tomados cuatro dias de sosiego. Según y como mas atrás reitero.
Con guias y con paso diligente Contadas las entradas que se han hecho
Volvieron sobrel rio de Don Diego, Sacando por rescates el dinero :
Do los indios tenían una puente, En esto reparaba su provecho,
No buena para caminante ciego, Quedando lo demás sano y entero;
Por estar de dos árboles pendiente Y si encuentros otros han tenido
De yedras correosa* de arcabucos, Mucho mas han ganado que perdido.
A los cuales acá llaman bejucos. >
Hallan cortados los espesos ñudos Ver pues tan pocos de tan larga suma ,
Por mano de la bárbara canalla, A mí me da motivo y argumento,
Y á nade pasan sobre los escudos Sin entendello, para que presuma
Soldados que pudiesen remediada , Que gente de tan mal conocimiento
Espadas en las bocas y desnudos, Ha de permitir Dios que se consuma,
Porque su desnudez era la malla; Y llegue su total acabamiento ;
Pero no ven en la contraria banda Pues nunca se verá jamás centella
Contrarios que perturben su demanda. En ellos de virtud, ni han olor del la.
¡21
322 JUAN DE CASTELLANOS.
Pero costumbres se verán malditas Pero mediante cura quedó bueno
En los que parecieren mas enteros, Por esperimenlados cirujanos,
Y por la mayor parte sodomitas, Porque los moradores desle seno
Idólatras y grandes hechiceros, No todas veces tienen á las manos
Con otras abusiones infinitas
Cerca de juzgar cosas por agüeros : La yerba ni mortífero veneno
Adoran en efecto los demonios, Usado de los indios comarcanos :
Y aquestos no son falsos testimonios. Dicen también que no prevalecía
Malicias hartas reinan en su seno, Por ya participar de lierra fría.
Y allá van do la carne los inclina, Vencidos de la suerte que refiero,
Sin haber cosa que les ponga freno Con tres cabezas de indios principales
De las que suelen darnos medicina ; El Juan de Rojas hizo mensajero
Saben cuál es lo malo, cuál lo bueno, Para llamar al Francisco González
Y siguen lo peor a la conlina : De Castro, general, y por lijero
Gente tan sin virtud, tan monstruosa , Fué para presentar estas señales
Que de ley natura! no guarda cosa. De los que quebrantaron vital gonce
Padre con hija, hermano con hermana , El alguacil mayor llamado Ponce.
Acontece servilles de maridos ; Partió , dadas las nuevas, al instante
Ninguno dellos vi que tengan gana Y á Cincorona llega, de do luego
De ser en buenos usos instruidos, Juan de Rojas partió con el restante
Aunque la voz de religión cristiana A Taironaca sin tomar sosiego ,
También les ha locado los oictos : Que estaba dos jornadas adelante
TJn barbarismo es sin luz de ciencia Pegada con el rio de Don Diego,
Y sin remordimiento de conciencia. Pueblo que según consta de presente
No dehia de ser poco potente.
Sonles buenos consejos odiosos Ciudad pajiza, pero bien fundada,
Y todo lo que en si virtud encierra ; Escombrada por parte del oriente :
Peroflojosno son ni perezosos Es una de sus plazas enlosada
En el lahrar y cultivar la tierra ; De lajas grandes, puestas igualmente,
En sus oficios son ingeniosos , Y su hechura va triangulada
Y la holgazanía se destierra: Por cada parle cien pasos de frente,
Hay muchos tejedores, hay plateros, Y en las tres puntas tres grandes caneyes,
Y muchos , de sus usos, carpinteros. Moradas y aposentos de sus reyes ,
Horadan piedras en color sangrientas, Que son también pajizos aposentos,
No malas para mal de los linones; Do suelen morar muchos de consuno,
Tejen para sus compras y sus ventas Y se podían bien sobre trescientos
Mantellinas pulidas de algodones; Soldados alojar en cada uno,
También se labran muy menudas cuentas Con servicio, caballos y ornamentos ,
De conchas que llamamos nacarones, Dando lugar á todos oportuno :
Que por aqueste reino y su distancia Eran pues estos tres de las esquinas
Un tiempo fué rescate de importancia. Del rey , hijos , mujer y concubinas.
Para sus guerras y otros usos vanos Como llegasen pues áTaironaca,
Tienen de plumas ricos ornamentos, Y el Iug.tr estuviese todo vaco,
Con que los capitanes mas lozanos El español ningún provecho saca
Manifiestan sus bravos pensamientos Donde pensó hallar próspero saco,
Y ansí vienen agora muy galanos Porque demás de la defensa flaca,
En todo lo demás estaba flaco :
A los premeditados rompimientos, De Pedro de Ribera sé eme trajo
Dejando las alturas y peñoles Como trescientos pesos de oro bajo.
Para probarse con los españoles.
No torbellino ni huracán viento Vínoles el cacique después deslo
De la media región del aire llega Prometiendo de paces el enmienda,
Con tan apresurado movimiento Y entendióse venir con presupuesto
Cuando rompe la nube que congrfga De procurar de ver aquella prenda,
Exhalación del árido elemento, Cuya razón les hizo manifiesto
De la cual con violencia se despega Estar ya muy atrás en su hacienda,
Huyendo las frialdades de la nube, Porque solían ser gentes tan largas,
Adonde por calores del sol sube ; Quel oro de guaní daban á cargas.
Cuanta fué la braveza y el estruendo Pero mirado bien aquel terreno
Que la bárbara gente representa, Cuya disposición da mil contentos,
Al tiempo que venia dcscindiendo Enamorados del lugar ameno
Llena de furia , de temor exenta , Y la fertilidad de los asientos ,
Y grita que los aires va rompiendo, Parecióles queadí seria bueno
Con intención y voluntad sangrienta; Poblar y señalar repartimientos ;
Y con aquel furor en breves puntos Y ansí Castro pobló según es uso ,
Los unos y los otros se ven juntos. Y al nuevo lugar Ecija le puso.
Ordénase la gente castellana Cabildo se nombró, con las decencias
Aprestando siniestras y derechas, De personas honrosas y buen vaso;
Rompen rodelas golpes de macana. Autos se pronunciaron y sentencias,
Traspasan los escudos duras flechas; Tomada posesión en campo raso,
Pero con lodo esto poco gana Haciéndose las olías diligencias
La bárbara nación contra las mechas Que se suelen hacer en este caso ;
Del arcabucería, cuyos tiros Labrando con hervor en los lugares
Causan allí mortíferos sospiros. De sus huertas, estancias y solares.
El lebrel Amadís, viendo la caza , Y visto por los indios comarcanos
Bien como lobo dentro de cabanas, Aquel negocio ser de permanencia,
Unos derriba y otros despedaza Por ver edificar á los cristianos
Echándoles de fuera las entrañas, Con una fervorosa diligencia,
Hasta hacelles escombrar la plaza Viniéronles de paz los mas cercanos,
Metiéndose por ásperas montañas, Y al rey Filipo dieron obediencia,
Quedando solamente del ruido Ayudando también con sus servicios
üchoa, vizcaíno, mal herido. A levantar los nuevos edificios.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO I. 323
Después de reposar dos ó tres meses, Dijéronles que vuelvan intramuros
De los ochenta dellos hubo junta , Con sus mujeres, hijos y haciendas,
Armados de arcabuces y paveses Pues en ninguna parle mas seguros
Para ver lo demás que se barrunta Que dentro de sus casas y viviendas;
A ver por las alturas y conveses Que no son tan tiranos y tan duros
Que acia Rio-Grande hacen punta, Que quieran despojallos de sus prendas :
Porque por el compás de aquella frente «Y solamente somos pretendientes
Nunca jamás llegó cristiana gente. De haceros amigos y parientes.
Como subiesen mas á los altores «Aquí traemos paz y no cizaña,
Los ochenta, que todos son infantes , Ni nos suelen mover otros respetos
Descubriéronse pueblos muy mayores Sino servir al grande rey de España,
De los que por la sierra vieron antes, A quien los orbes dos están subyetos ;
Desamparados de sus moradores, Y los que en su servicio se dan maña
A causa de estar lodos vigilantes Viven salvos, seguros y quietos :
Con muchas atalayas por los visos, Llamad pues los demás á mi presencia,
Que por momentos daban los avisos. Para le dar servicio y obediencia.»
Mas como viesen en un alto cerro Los bárbaros responden con razones
Estar cierto gandul por atalaya, Que para lo hacer no van derechas;
No tuvieron por culpa ni por yerro Y viendo Rojas tales dilaciones
Estorballe que á dar las nuevas vaya, Y otros indicios malos y sospechas,
Y ansí soltaron el cruento perro, Mandó que los echasen en prisiones
Que no tiene pereza ni desmaya, Quitándoles los arcos y lasflechas:
Hasta hacer con su cruel gobierno Pusiéronles collera y arropea,
Que llevase las nuevas al iníierno. Y dentro deste pueblo se ranchea.
Aquel lugar estaba confiado La sombra fresca del supremo monte
Del especulador que lo velaba ; Venia ya cubriendo la ladera,
Pero de duras parcas ocupado, Y en aquel hemisferio y horizonte
No pudiendo llegar do deseaba, Apolo daba fin á su carrera,
Tomaron aquel pueblo descuidado Y las obscuras nieblas de Aqueronte
Con cuanta gente dentro del estaba: Se daban priesa para salir fuera,
Procuraron con paz dalles contento , Cuando vieron bajar por un recuesto
Y ansí no se les dio desabrimiento. Gandul empenachado bien dispuesto.
Allí duermen con guarda vigilante, En lodos sus meneos y semblante
Después de dar al cuerpo su sustento, Representaba singular soltura:
Y cuando ya lumbre radiante Tenia proporciones de gigante,
Salía de dorados aposentos, Y no menos feroz en la postura,
Determinaron de pasar delante Con un carcax de flechas abundante,
En la prosecución de sus intentos : Cubierta solamente la cintura ,
Vieron después de hecho gran desvio Arco que de los hombros va pendiente,
Uu valle fondo y un pequeño rio. Y en las manos macana prepotente.
Hacíase de dos lomas peladas, Cada cual español está confuso
Ásperas cuestas y derrumbaderos, Viéndolo descender con lanía gana,
A causa de que son avolcanadas Con armas y pertrechos de su uso,
Y son bien necesarios pies lijeros ; Que son el arco,flechasy macana,
Ahajo vieron casas asentadas Sin detenerse hasta que se puso
Y al morador Luir por los oteros; Delante de la gente castellana,
Habíanles lenguas desde los altores Con tanta baraúnda y desatino
Diciéndoles que no tengan temores : Como si fuera espíritu malino.
Que bien puede volverse cada uno Pues en el punto que llegó comienza
A sus casas, labranzas y heredades , Con grandes voces y palabras rasas :
Pues no van á hacelles mal alguno, t¡Salid! salid! bellacos sin vergüenza.
Sino para sinceras amistades; Sin que mas reposéis en nuestras casas;
Demás de nadie selles importuno Que si ventura quiere que yo venza
En les contradecir sus voluntades, Os tengo de quemar en vivas brasas :
Porque no se pretende dar disgusto ¡Salid! salid! salid! malos cristianos,
A los que se llegaren á lo justo. Recebireis regalos de mis manos.
Cada cual dellos la mujer absconde, » Llegados son vuestros postreros hados,
Aunque los llaman amigablemente; Que de mi furia no podéis huiros.
Mas un bárbaro viejo les responde : ¿ Aguarichas estaisos encerrados?
« El cacique traerá toda su gente; ¿De lemor de la muerte dais suspiros?
Con que vosotros no salgáis de donde ¡ Mirad, mirad! pues os estáis parados
Os venios reparados al presente, Si son medicinales estos Uros.»
Ni lleguéis á morada deste puerto Y diciendo y haciendo lira flechas
Hasta ver si venimos á concierto.» No mal encaminadas ni mal hechas.
Concedidas aquestas peticiones, Quisieran salir muchos desta gente
Siéndole dicho que sin temor venga, A se probar en singular certamen,
Llegóse mas á nuestros escuadrones Y el maese de campo no consiente
Y lazóles allí mayor arenga, Que hagan de sus fuerzas tal examen.
Sacándoles mas llenas condiciones Diciendo : «Con menor inconveniente
A fin de que la gente se detenga. Deseo castigar este vejamen;
En tanto que la suya desparece Este es un perro sin temor ni rienda :
Con el hatillo que le pertenece. Con otro perro tenga la contienda.
Tomada la demora que convino «El lebrel Amadís está pidiendo
Para poner en cobro sus caudales, Las carnes deste indio para cena,
Apresuró los pies aquel vecino El cual de ver la grila y el estruendo
En busca de los otros naturales ; Está remordiscando la cadena :
Y en breves horas el cacique vino Menester es que venga, y en viniendo
Con ocho capitanes principales, El le dará su merecida pena.»
Mas según eran, túvose sospecha Van luego dos ó tres de la cuadrilla,
Ser indios de la mas baja cosecha. Y al perro le quitaron la trailla.
324 JUAN DE CASTELLANOS.
No Melampo, Harpago ni Dorseo, Pensó hallar salud en la huida,
Con tanta furia vari por el egklo Por huir las zozobras de prisiones,
Con Dramas, Harpolos y Melaneo Y el miserable huye de la vida»
Tras el señor en ciervo convertido, Teniendo nadie tales intenciones,
Cuanta fué la soltura y el deseo Solo ser su persona detenida
Del Amadis después quel indio vido; Por evitar algunos trompezones;
El cual también como le vio la cara Y ansí vista la fin Ueste pagano
Para la competencia se repara, A todos los demás dieron de mano.
Meneando los pies con buen talante, Prosiguen su derrota nuestras gentes ,
Con el bastón que punto no se larda, Que repartidos van desta manera :
Y golpes por detrás y por delante, Doce de los mas sueltos y valientes
Con mas velocidad que fiera parda, Perlongando la dicha cordillera,
Con ambas manos juega de motilante, Sin encumbrar á ver otras vertientes,
De cuyos golpes Amadis se guarda Sino subidos á media ladera ;
Y para dar contentos á su vientre Y por la parle l>aja va la resta
Busca lugar y modos por do le entre. A vista de Jos doce de la cuesta.
El perro con furor enerizado, Iba Pedro García por caudillo;
Los pies como pantera diligentes, Los demás son Ribera y un Lozano,
La nariz y hocico regañado, Tovar, Diego y Rodrigo Jaramillo
Mostrando los colmillos y los dientes En parentesco y en valor hermano;
Con que tiene de ser despedazado Juan de Beleño, Pedro del Ca;tillo
Sin valelle sus locos accidentes; Bartolomé Pareja, Juan Sedaño,
Mas el gandul que su vivir pretende, Diego Gareia, y un Martin González
Con brios varoniles se defiende. Que fué de los soldados principales.
Anda la mortal obra que no cesa, Subiendo no con poca pesadumbre
Sin que para resuello se dé vado, Por asperísimos derrumbaderos,
La pesada macana muy espesa, Salieron de lo alto de la cumbre
Guardándose por uno y olro lado ; Sobre los d.chos doce compañeros
Mas el perro Je daba tanta priesa De galgas infinita muchedumbre
Que ya se ven las muestras de cansado, Y número crecido deflecheros,
Pues el golpe no sale tan entero Con tanta grita, tantos alaridos ,
Ni con tanto vigor como primero. Que les atormentaban los oidos.
Y aunque procura bien no dalle puerta , Son grandes los temores que conciben,
Y por todas las parles se recata, Viéndose desta suerle salteados.
Sucede para dalla mas abierta Por no hallar lugar sobre que estriben.
Inconviniente grande que lo mata; Que lodos ellos son avolcanados ;
Y fué que en el compás se desconcierta, Y como con las galgas los derriben ,
Y un golpe que tiró lo desbarata Habían de rodar dos mil estados:
En una piedra frente del alano, Grave peligro si subir pretenden,
Su I lando la macana de la mano. Y mas crecido riesgo si descienden.
Quiso luego coger el empulguera ; Bien como malhechor que juez prende,
Pero no se le dan esos lugares, Y se fortaleció con sacra linde,
Porque la presta boca carnicera El cual de dos eslremos grandes pende
Asió con tai furor de los ijares, Y de ninguno dcllos se rescinde,
Que las humanas tripas salen luera Pues lo mandan malar si se defiende
Para de las caninas ser manjares; Y de morir no duda si se rinde,
Y al fin como si fuera débil caza Y para verse libre del estrecho
El lebrel Amadis lo despedaza. ¡ Revuelve muchas cosas en su pecho :
Hechos en tierra viva los entierros A riesgo semejante sometida
Del miserable que mantuvo lela, Allí se vía la compaña fuerte,
Cubría manto negro ya Jos cerros Porque si sube peiderá la vida,
En los cuales lucieron centinela Y si baja será hasta la muerte;
Sueltos el Amadis con oíros perros Y ansí su libertad mas conocida
Que les ayudan a hacer la vela, En perplejos remedios se convierte :
Porque los indios que en prisión tenían Solo llamar á Dios es lo que resta,
Sospecbaban no ser los que decían. El cual su gran bondad les manifiesta.
Las alturas y cumbres descubiertas Pues con venir espesas y derechas
Y desnudas del velo vespertino. Las galgas declinaban á los lados,
Abiertas del aurora ya las puertas Sin hacer puntería con las flechas
Por donde 6ale resplandor divino, Por no hallarse bien acomodados;
Las gentes vigilantes y despiertas Y acá no se valían de las mechas
Prosiguen adelante su camino, Tampoco, por estar como colgados ,
Los sobredichos indios en prisiones Padeciendo grandísima congoja
Por algunos respectos y ocasiones. Hasta que sientan el aljaba floja.
Los cuales bien mostraban su tristeza; Van luego tras el que los acaudilla
Mas el cacique con Immilde gesto Por los derrumbaderos gateando,
Pidió relajación del aspereza, Procurando tomar una cuchilla
Haciendo por señales manifiesto De la ladera por do van corlando,
Que mandaba hacer naturaleza Que para se valer en la rencilla
Evacuaciones del manjar digesto, Tierra mas fija les está mostrando
Lo cual se hizo sin tomar reposo Y un ensillada della mas á mano
Reconociendo ser uso forzoso. Donde podrán hollar con pié mas llano.
Pero como salió de la collera, Con el temor de la precipitada
Las espaldas y calcañares vueltos, Galga, van separados y disjuntos,
En abajar huyendo la ladera Que por alguno desta camarada
Todos sus pensamientos son resueltos : Pasó distancia de pequeños puntos ;
Abrevia lo posible la cañera; Tomaron todos pues el ensillada,
Pero como los perros están sueltos Donde apenas los doce caben juntos,
Vuelan tras él y van en el alcance Y allí los seis de nuestros andaluces
Sin poder iuipedilles aquel lance. Disparan los fumosos arcabuces.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO I. 325
Porque seis del los son arcabuceros De largas plumas las cabezas llenas,
A quien toca llevar las cargas hechas, Diademas de oro por las frentes,
Y los seis dellos eran rodeleros En los pechos chagualas ó patenas
Que los arrodelaban de lasflechas; Que los rayos del sol hacen patentes,
Y aunque tienen inciertos los terreros,
Y por allí las vias son estrechas, Con otras joyas de doradas venas
Todavía hicieron algún daño De las orejas y nariz pendientes,
Las balas en el bárbaro rebaño. Embijados, compuestos y lozanos
Tras esto vino galga de lo alto Y con arcos y flechas en las manos.
Sin punió declinar de la cuchilla ,
La cual no dio pequeño sobresalto Uu gamo cada cual en la soltura,
A la famosa gente de Castilla ; Páris en la certeza con que lira,
Mas antes de llegar dio tan gran salto, Al ímpetu primero gente dura
Que salvó por encima la cuadrilla : Y el menor un Aquiles en la ira;
Dan gracias al Señor omnipotente La gran ferocidad de su postura
Que los libró de riesgo tan patente. Tal, que pone temor á quien lo mira;
Vido luego la gente que camina Y el feroz español con lodo eslo
Por lo bajo'llegar indios sobrellos ; Procura de ganalles el recuesto.
Oyen el arcabuz y la bocina Requiérenles, con paz primeramente,
Que locaban los bárbaros resuellos; Según y como tienen de costumbre;
Y el maese de campo determina Pero la paz al bárbaro valiente
Enviar gente para socorrellos : Parece que le daba pesadumbre,
Partieron luego veinte compañeros Porque por dicho de la lengua siente
De los mas alentados y lijeros. Que lo quieren traer á servidumbre;
Y ansí deflechaseran las respuestas,
Con manos y con pies iban garrando Haciendo sus entrañas manifiestas.
Por aquel reventón de cuesta luenga, Y como se hallasen ya cercanos,
Y el mas lijero dellos escarbando Procurando ganar el lugar fuerte ,
Para poner el pié do se sostenga : Espadas y rodelas en las manos
Pero Diego de Castro fué rodando Y tiros causadores de la muerte,
Sin hallar por allí do se detenga; Soltaron ante omnia los alanos
Y á tal punto llegó de la caida Para mas á placer hacer la suerte;
Que ya desconfiaba de la vida. Y al subir per las cuestas acia ellos,
Pero sin esperar auxiliante, Los indios les mataron cuatro dellos.
Los doce suben por las cuestas malas, El Amadis con otros tan espertos ,
Llevando seis rodelas por delante. En tanto quel primer ímpetu dura,
Ojeando los indios con las balas; Están detrás de piedras encubiertos
Y como ven venir con tal semblante Esperando sazón y coyuntura;
Los ministros belígeros de Palas, Y cuando della se hicieron ciertos,
Tuvo por bien aquella muchedumbre Los pasos cualquier dellos apresura,
De desembarazar toda la cumbre. Y por el mucho cebo de su mesa
En mío y otro y otro hacen presa.
Llegados á lo mas alto del puerto, Viendo los indios tan cruenta caza
Cubiertos de sudores y encendidos, Y tan fuera de los humanos usos,
Un valiente gandul hallaron muerto, Gran multitud con ellos se embaraza
Traspasados de bala los oidos, Sin orden, apretados y confusos;
Y de la Iresca sangre rastro cierto Apuntan arcabuces á la plaza
Por do conocen ir otros heridos; Con los globos que dentro van inclusos,
Y allí, libres del trance riguroso, Y tanta priesa dan los perdigones,
Tomaron algún tanto de reposo. Que los indios volvieron los talones.
Atalayaron bien aquella frente, Bien como cuando sale de sus senos
Y como ningún indio parecía, De próvidas abejas gran aumento,
Anles que se resfríe lo caliente O contra las que corren sus terrenos
Del inmenso sudor que los cubría, O para la labor de su sustento,
Al camino salieron á la gente Que si por aventura suenan truenos
Que para su socorro les venia, Y corre destemplanza de algún viento,
Ño con menos fatigas y sudores Huyen á mas andar destos lugares
Procurando subir a los altores. A los asientos de sus colmenares :
Bajaron todos juntos la ladera, Ansí los indios viendo la caida
Roscando pasos mas acomodados, De sus colaterales y guajiros,
Adonde Juan de Rojas los espera El gran ruido, trueno y estampida
Con los demás amigos y soldados. Que hacen arcabuces con los tiros.
Apolo daba fin á su cairera Los pies pusieron lodos en huida
Apartándose ya destos collados; Con acompañamiento de suspiros,
Y ansí hicieron luego ranchería Largando mazas, flechas y carcajes,
Hasta velle volver siguiente dia. Coronas, diademas y plumajes.
Y cuando revolvía los yugales Llevaron adelante su conquista
Que sobre todos tienen el imperio, Los que gozaron destos vencimientos,
Para restituir a los mortales Y sin haber furor que los resista
La huí,bie que quilo deste hemisferio. Por estos altos van a pasos lentos,
Los hombres y los brutos animales, Hasta llegar adonde dieron vista
Ya fuera del nocturno capliverio, A pueblos esleudidos en asientos,
Prosiguen adelante su jornada. Y descubrieron ocho por acechos
Que no hallaron desembarazada. Distantes unos de otros pocos trechos.
Pues aunque caminaron de mañana E porque ven el término cumplido
Los fuertes y animosos peregrinos, Que por el general les era dado,
Mas madrugó la gente comarcana Dejaron de correr aquel partido.
De los habitadores convecinos, Mas fértil que otros y mejor poblado,
Con armas ofensivas y con gana Y ansí fué con acuerdo diliuido
De dar infame lio á sus caminos; Que no se quebrantase su mandado;
Y ansí vieron los pasos y las cuestas Vinieron lodos en aquel decreta,
Ocupadas de gentes bien dispuestas. Y luego lo pusieron en efeto.
52G JUAN DE CASTELLANOS.
Bajáronse de aquesta cordillera El y otro con sus dos rodeleros
Con orden y recato conviniente, El paso defendieron con tal ira,
Y fueron perlongando la frontera Que como fuesen anchos los terreros
Que al valle de Upar tiene la vertiente, No va de balde bala que se tira,
No cerca de la nieve , sino fuera, Hasta quel capitán y compañeros
Mas bajos por ladera mas caliente; En salvo se pusieron y á la mira,
Y con hacer buen rato de desvío Tomando las alturas de un repecho
Pensaron todos perecer de frió. Para se defender mas á provecho.
Por ser flacos los hilos de la tela De los cuatro que vamos refiriendo
Que los cansados miembros les abraza , Heridos ya los tres de dura jara,
Y aun con tener refugio de candela, Se fueron poco á poco retrayendo ,
Estuvo cuasi muerto Juan Hogaza Al bárbaro cruel haciendo cara,
Una noche, cabiéndole la vela Hasta que ya se fueron encubriendo,
Con otros tres soldados de su traza, Donde su compañía los ampara :
Los cuales del rigor estaban yertos Al González y á los demás curaron,
Y á no los socorrer quedaran muertos. Y de los tres ningunos peligraron.
Pues como les faltasen las frezadas Porque para curar este veneno,
Para poder sufrir tales rigores, Que rarísimas veces es curable,
Bajaron á buscar tierras templadas El estiércol de hombre hallan bueno
Por ser mas apacibles los calores; Y ha sido contrayerba saludable;
Hallaban las alturas despobladas Y aunque el olor no sea para seno.
Y cuasi sin ningunos moradores, Por no ser apacible ni liaclable,
Aunque yo días ha que tuve nuevas Deseo de escapar destas dolencias
Que los indios allí viven en cuevas. Hace hacer tan sucias esperiencias.
Y es una gente vil y serranilla, Allí hicieron noche con las guias,
Y su terreno de substancia flaca; Porque la luz del sol se les aparta,
Salióse pues la gente de Castilla Y antes que se pasasen horas frias,
Encaminada para Taironaca, Ni se pudiese ver letra de carta,
Adonde se pobló la nueva villa, Caminaron, y dentro de dos dias
Que de novelas no bailaron vaca. Llegaron al ancón de Santa Marta;
Por ser de don Luis carta venida Y el Castro, mas tardío caminante,
Para la gente toda, desabrida. Llegó poco después con el restante.
Diciendo que no dé repartimientos Al don Luis halló mal enojado
El general, sino por su mandado; Porque dejó las nuevas poblaciones,
Y ansi por sospechar malos intentos, Y sin querer mirar lo procesado,
Alcaldes y cabildo convocado, Requerimientos ni protestaciones,
Al Castro hacen mil requerimientos Lo tuvo ciertos dias mal traclado,
Para que despoblase lo poblado; En cárcel y gravamen de prisiones,
El cual lo rehusó, mas bien se entiende Con otros , de quien era manifiesto
Ser el primero el que lo pretende. Tener alguna culpa cerca desto.
El Juan de Rojas lo contradecía Como viesen la cosa de mal arte,
Afeando las tales intenciones; Y les faltase bolsa proveída,
Instancia hizo, pero todavía De gente principal del estandarte
Fueron de poco fruto sus razones; No pocos se pusieron en huida,
Y aunque no le fallaba compañía, Para poder buscar en otra parte
Pudieron mas las otras opiniones Las cosas necesarias á su vida,
Contrarias, pues salieron con su intento Reconociendo su vivir estrecho
Y ansí desampararon el asiento. Y el riesgp grande sin ningún provecho.
Por Domo y Bohocó se volvió Castro, Mitigándose pues las tempestades
Y como fuese general teniente, Y los rigores del furor reciente,
Cuasi todos ios mas siguen su rastro, Incitado por malas voluntades,
A causa de querello bien la gente, Metióse de por medio noble gente,
Porque para ninguno fué padrastro Y al fin se celebraron amistades
Y á lodos los tractaba noblemente. Entrel gobernador y su teniente,
Juan de Rojas con guias de la tierra Con tal que en Pocigueyca pueblo funde
Por otra parte quiso ver la sierra. De donde mas provecho les redunde.
Llevaba solos treinta compañeros, El Francisco González lo rehusa
Todos ellos personas principales, Por ver muchos soldados ya huidos,
Mancebos alentados y lijeros Y ansímismo ponía por escusa
Que en juventud florida son iguales; Estar los indios ensoberbecidos,
Y destos la mitad arcabuceros, Y numerosa gente ser inclusa
Y dellos el mejor Martin González, Dentro de aquellos pueblos y partidos,
Según mostró, con tres mancebos fuertes, Y en ir con poca gente y mal reparo
En un paso do hizo grandes suertes. No sucedelles bien estaba claro.
Y fué que demandando por Macinga Dijo mas: que la gente que confina
Indios á Santa Marta ya cercanos, Mas a la mar, aunque venido haya
Cargando moradores de Gauringa De paz, es por gozar de la marina
Y dé los otros pueblos comarcanos, Y por las pesquerías de la playa;
Fué menester tenerse á la relinga Y si cualquieía dellos se amotina,
Y aprovecharse bien de entrambas manos, Nada podrá hacer cualquier que vaya,
Porque con arco, flecha, dardo, maza, Y si dos ó tres dias sufren carg.1
A los treinta les iban dando caza. Nu la querrán sufrir mas á la larga.
Pues como descendiesen del altura, Importunaron tanto los padrinos,
Conmovidos de bélico coraje, Que con la voluntad dellos consiente,
Por los acapillar en la fondura Con que para hacer estos caminos,
Del valle por do llevan su viaje, Por haber poco número de gente,
Habiendo de pasar un angostura Vayan esta jornada los vecinos
La gente del ejército salvaje, Y él don Luis de Rojas juntamente;
Este Martin González fué bastante Entraron en cabildo para ello,
Para que no pasasen adelante. Y en efecto prometen de bacello.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO II. 327
Visto que los vecinos se disponen No cesan hasta ver él señorío
A viaje de guerra tan dudada, De Pocigueyca, sierra soberana,
Luego Castro mandó que se empadronen Alojáronse cerca de aquel rio
Por lista los que van á la jornada; Que de la gran altura della mana,
Mas entre tanto quellos se componen, Al cual antiguos llaman Rio -Frió,
Quiero yo descansar de la pasada, Cuyas orillas tienen tierra llana;
Para que la desgracia sucedida Y viendo de los indios el sosiego,
Determinaron de poblarse luego.
Con nuevo canto sea digerida. Regularon artífices la traza,
De pedimienlo de los populares,
CANTO SEGUNDO. En un largo papel que se embaraza
Con cuadras do señalan los solares :
Donde se cnen'a cómo llegó Francisco González de Castro a Pocigueyca Aquí ponen iglesia y allí plaza,
y pobló & las faldas de la sierra, y lo que mas aconleció hasta dejar el Tomando los mas cómodos lugares;
asiento que liabiau poblado.
Alcaldes nombran , hacen regidores
De los que les parecen ser mejores.
Por muchos casos dignos de memoria, Después de hechas las reparticiones,
En diferentes tiempos sucedidos, Que fueron desla tierra las primeras,
Esa los hombres cosa muy notoria, Luego con acerados segurones
Si no por ojos, si no por oidos, De los cercanos montes y riberas
Que los que salen siempre con victoria Corlaron estantillos y horcones,
No fácilmente pueden ser vencidos, Varas, soleras, latas y cumbreras,
Por romper los que fueron vencedores Para hacer con estos materiales
Sin temor, y los oíros con temores. Las casas y las cercas de corrales.
Y ansí, según parece, no se halla Viendo los indios cómo los cristianos
Indios de Pocigneyca haber perdido Tomaban «1 negocio tan de veras,
Con españoles alguna batalla Y cómo con las armas en las manos
De muchas que con ellos han tenido. Osaban fabricar en sus fronteras,
Con carecer de cercas y muralla, Acudieron de paz los mas cercanos
Sino lugar exento y eslendido; Con muestras apacibles y sinceras,
Y desta causa ya perdido miedo, Ayudándoles mas de veinte dias
Esperan españoles á pié quedo. En obras proprias y en las obras pías.
Considerando Castro lo que toco, Eran al parecer sanos intentos,
Teniendo destas cosas esperiencia, Pues servían en copas necesarias,
Parecíale sei intento loco Trayendo siempre de sus alimentos,
Emprender tan aceiba competencia. Batatas y mate, y frutas varias,
El número de los soldados poco, Sin que los levantados pensamientos
Y de los indios mucha la potencia; Pudiesen presumir cosas contrarias,
Pero por redimir prisión y pena Aunque Castro como quien mas alcanza
Midió su voluntad por el ajena. De su paz tuvo poca confianza.
Y ansí, hecha la lista desla gente Dábales cada cual de lo que tiene
Que para tal jornada mejor era, Para tenellos gratos y pacientes ,
Se hallaron óchenla solamente, Y Castro les decia que si viene
Algunos recelando la carrera, No es á destruir ni matar gente,
Tanto, que por mandado del teniente Sino de la manera que conviene
Dos ó tres se llevaron en collera, Hacellos sus amigos y parientes;
Porque del conocido detrimento Que como tales traclen y contraten
Ninguno pretendiese ser exento. Y que jamás se hieran ni se maten.
Conviniéronse pues las camaradas Que tomen nuestra fe, dejando leye*
De los jinetes diestros y peones, De ceremonias rústicas y vanas
Las espadas y lanzas preparadas Que hacen en sus casas y caneyes,
Y sayos de tupidos algodones, Con ritos y costumbres inhumanas;
Versetes, arcabuces y celadas, Que sirvan al mejor rey de los reyes
Los cascos y fornidos morriones, A quien sirven las gentes castellanas,
Con los demás pertrechos y adherentes Pues es ansí que siéndole subyetos
De tpie suelen usar guerreras gentes. Vivirán descansados y quietos.
El Juan <le Rojas no se quedó fuera Y que si fueren en la paz constantes,
Con oficio de principal caudillo; Ellos nunca seriau importunos;
Acompañólo Pedro de Ribera, Mas sus razones no fueron bastantes
El Diego y el Rodrigo Jaramillo, Para de sus resabios ir ayunos:
A mirad.i y Alalraz, Carlos de Vera Antes si pocos acudían antes,
Y Juan Beleño, que era su carillo, Dcspué.í jamás pudieron ver algunos,
El capitán Maceta, Juan Cordero Y ansí por ser tardía la venida
Y otros que de presente no reliero. Su mala voluntad fué conocida.
Estos y los demás puestos á punto, Entendióse por cierto que Betoma,
De Santa Marta hacen movimiento; Hombre sanguinolento, viejo cano,
No sale don Luis con ellos junto. A quien reconocían por Naoma,
Ni los vecinos dan consentimiento; Que sobre los caciques tiene mano,
La causa debió ser, según barrunto, Hizo congregación en una loma
No convenir dejar aquel asiento, De los del territorio comarcano,
Porque tenían nuevas de cosarios Y estando gran ejército presente
Quieren decir que dijo lo siguiente:
Y á vista muchedumbre de contrarios.
«Si alguno de vosotros me pregunta
Mas á nadie lo tal fué descubierto, Por cuales ocasiones ó de dónde
Ni recelaron lance semejante, Ha venido hacer aquesta junta.
Sino que ya salidos (leste puerto, Necesidad presente le responde;
Los soldados echados por delante, Pues hay quien al compás de aquella punta
El don Luis debajo de concierto Vele sobre nosotros y nos ronde,
Había de salir con el restante; Nos robe, nos malmete é inquiete
Y ansí Castro camina con ochenta, Y á su dominio duro nos subyete.
Serian de caballo como treinta.
328 JUAN DE CASTELLANOS.
«Hacer reparos en aquel asienlo, »Mas agora que estamos vigilantes
Salida general de nuestras vías, Por estos que tenéis ante los ojos,
Certidumbre nos da ser con intento Mayores huestes no serán bastantes
Para poneros tímidos enojos;
De perturbarnos nuestras granjerias, Antes si (como siempre) sois constantes
Y para que sin su consentimiento Habéis de mejoraros en despojos,
No podamos gozar de pesquerías, Y ansí ternán por bien, hecha la guerra,
Une son en esta tierra no vencida De dejarnos vivir en nuestra tierra.
Sustento principal de nuestra vida.
«Y no de balde se les representa «Es pues mi voluntad acerca desto
Que nos ponen allí gran estrompiezo, Quel viejo y el mancebo se prepare,
Y que con este solo bagan cuenta Y con volantes flechas esté presto
De tenernos el pié sobre el pescuezo; Aquel dia que yo les señalare,
Y ansí yo por huir desta tormenta Para que las victorias ó denuesto
Las manos y las armas aderezo, O por nos ó por ellos se declare,
Y mi voluntad es y me parece Y por su mal el español entienda
Que cada cual de vos las aderece. Esta tierra tener quien la defienda.»
«Creer que buscan paz es desatino, Dijo, y un vejezuelo dicho Daño
Según su vecindad es sabidora, Se levantó diciendo : «Buen Detona,
Que si la gozan es por oro fino Vuestro consejo me parece sano ;
O cosas que les pagan de demora; Mas si mi parecer aquí se toma,
Al fin quien vive cabe tal vecino No debemos buscallos en lo llano,
Olvida su cantar y siempre llora, Sino dejar que suban á la loma,
Pues tienen los subyectos á su imperio Pues como ya de paz les falte muestra
Un mas que miserable cuptiverio. Ellos han de venir en busca nuestra.
«Ingratos á cualquiera beneficio, «Que si para poblar en aquel puesto
Y puestos en tan grande desatuero, No los han ocupadoflacosmiedos,
Que demás de morir en su servicio Al buen entendedor es manifiesto
Han de contribuilles el dinero; Que no deben querer estarse quedos;
Y en t reí los el que tiene vil oficio Velemos el camino y el recuesto
Se mueslra mas feroz y mas severo: Y estén arcos pendientes de los dedos:
El amenaza presta, voz y grito, Que no faltara blanco ni terrero,
Desque tiene la suya sobre el hito. Pues tienen de subir por contadero.
«Entendidas tenéis sus condiciones «De noche no hay camino que se siga,
Y los efectos que dellas redundan Que todos los tenemos derrumbados;
Y cuáles pueden ser sus intenciones, De dia subirán con gran fatiga ,
Pues que dentro de nuestras tierras fundan Nosotros estaremos descansados;
Y hacen á gran priesa poblaciones, Y si el ardor del sol no se mitiga.
Debajo las cautelas de que abundan, Ellos han de subir desalentados,
Fingiendo paz que dellos se destierra, Y entonces al subir de cualquier cuesta
So color de la cual nos hacen guerra. Su muerte desastrada tienen presta.»
«Ansí que, justa causa nos levanta Oída la razón del Daño viejo,
A las armas y bélicos ardores, En trances semejantes hecho callo,
Para desarraigar la nueva planta Y que donde no huella por parejo
Que hacen estos locos pobladores, Mil puede contrástanos el caballo,
Cuya fuerza no debe de ser tanta A todos pareció ser buen consejo,
Que baste para nos poner temores, Y ansí determinaron de tomalio,
Pues mucha gente de mas alta guisa Y con velas y espías por de fuera
Nos han dejado hasta la camisa. Embarazaron toda la frontera.
«Vistes las majestades y el estruendo Vista por Juan de Rojas la tardanza ,
De Lerma cuando vino de Castilla, Que ya de su pacifica venida
Y luego (de que yo me estoy riendo), Tiene perdida toda confianza,
Aun no bien comenzada la rencilla, Para subir arriba se convida
A uña de caballo fué huyendo A procurar buhíos ó labranza ,
Dejando los lapices y vajilla; Do puedan proveerse de comida,
Vistes la mortandad y la miseria Porque mantenimiento les fallaba
Del capitán Fernando de la Feria. Como fallase ya quien se lo daba.
«Vistes que de la flor de sus soldados El Francisco González bien quisten
Ovisles muchos vivos á las manos, Podelles estorbar estos caminos,
Y veis los santuarios hoy poblados Diciendo cómo ya saben que espera
De barbas desolladas de cristianos. A su gobernador y á los vecinos,
Con otros mil despojos que colgados Y no ser cosa justa salir fuera
Dentro de vuestras casas tenéis sanos Sin ver de sus consejos los mas dinos,
Por modo de blasones y ufanía Que puestos en consulla desque vengan
Y en memoria de vuestra valentía. Aquellos siguiran que mas convengan.
«Valor de Pocigueyca conocido Al cual, la noble gente descontenta
Es el dia de hoy adonde quiera: Y harta de esperar, lodos á una
Al mas aventajado y atrevido Le respondieron que no haga cuenta
Oyéndola le tiembla la contera ; De socorro ni de venida alguna,
Y es porque nunca supo ser vencido, Sino que la salida les consienta ;
Ni padeció contraste su bandera, Y en este caso fué tan importuna
Antes siempre gozó de la victoria Que con sus voluntades se conforma
Y ha de permanecer con esta gloria. Señalándoles términos y forma.
«Un solo lancecillo disminuye Salieron treinta y dos á la lijera.
La honra qne teníamos bien puesta, Para por allí número pequeño :
El cual a Manjares se le atribuye Van Alatraz y Pedro de Ditera,
Cuando nos salteó con mano presta; Rodrigo Jaramillo, Juan Deleño,
Mas fué como ladrón á muerde-huye. Diego de Fuentes y Carlos de Vera,
Sin esperar el fin de la respuesta, Que son el andaluz y el eslremeño.
mes por presto que fuémos en alcance El Juan de Rojas que los acaudilla
L'ra ya retirado con el lance. Juzga por invencible su cuadrilla.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO II. 3»
Madrugan, y durante los frescores Uno dellos ovieron á las manos
Al pueblo suben que tienen enfrente Porque les hizo rostro resistivo,
Los que de Pocigueyca son señores, A l cual dieron castigos inhumanos
Cuyos términos parle la corriente Y ajenos de católico motivo ,
Del rio que producen sus altores, Pues por los intestinos y livianos
Al misero gandul empalan vivo;
Y en él entraron todos libremente, Pusiéronlo después en un collado,
Por estar sus vecinos retraídos A vista del lugar recién poblado.
A los lugares mas fortalecidos. Al fin llevaron copia de alimento
Traslórnanse pajizos aposentos, Para las castellanas compañías
Por los que buscan áurea ganancia ; Y reposaron en aquel asiento
Pero según sus ricos pensamientos Por espacio de seis ó siete dias:
Nunca se halló cosa de substancia, Crece de Juan de Rojas el intento
Puesto caso quede mantenimientos De trastornar aquellas serranías;
Crecidísima copia y abundancia, Y ansí debajo deslas intenciones
De la cual proveyeron los costales, Al Castro le habló tales razones:
Con vela de soldados principales. « Señor, aquí se quejan los soldados
Porque Alalraz y Pedro de Ribera Por estar tanto tiempo detenidos,
Con (Aros diez de no menos soltura, Y no les convenir estar parados
Del alto reventón desta ladera Las manos en los senos y dormidos;
Tomaron luego la mayor altura, Pues consta que de estar acobardados
De donde devisaron mas afuera Los indios se harán mas atrevidos,
Diez indios de soberbia compostura , Y su venida es á hacer llana
Haciendo las pernetas y visajes La gente de la sierra comarcana.
De que suelen usar estos salvajes. » Su parecer es este, y aun el mío,
El Matraz, que desto se reia, A causa de que tengo por muy cierto
Enfucia de Amadís el bravo perro, Que la prudencia grande de mi lio
A todos los demás persuadía No tiene de desamparar el puerto:
Que fuesen á quilallos de aquel cerro; Que seria notorio desvario
Mas á su voluntad no respondía Y no poco culpable desconcierto
Alguno dellos, por parecer yerro, Desarraigar del pueblo sus poderes,
Esceplos el Ribera y un Morales, En él dejando solas las mujeres.
Con un negro del Francisco González.
Ribera y Alalraz, arcabuceros, » Hagamos por acá lo que debemos
Puesta la coce ya sobrel eslilla, Según el ordeu diere gente diestra;
El negro y el Morales, rodeleros, Pues la paz deslos indios ya sabemos
Con el perro que llevan de trailla , Cuan mal y por mal cabo se encabestra;
Con pies mas afirmados que lijeros Y aun como por allá no los busquemos,
Llegaron á la bárbara cuadrilla , Ellos han de venir en busca nuestra;
Do luego descubrió con mil plumajes Y si vinieren como se barrunta
Un emboscada grande de salvajes. De muchas partes ha de ser la junta.
Las cuerdas de los arcos se menean , » Luego mejores son mis opiniones
Suenan en las muñecas los crujidos, En illos á buscar á sus alturas;
Por una y otra parle los rodean Estorbaránse las congregaciones
Con temerosos gritos y alaridos; Que hacen sus defensas mas seguras;
Los cuatro que vinieron ya desean Cuanto mas que no son tales leones
Verse de los amigos socorridos: Cuanto nos representan las pinturas :
Apuntan balas a lo descubierto , Quel mas valiente y mas aventajado
Pero ninguno ven que caiga muerto. Al fin es indio vil, desventurado.
Hacer buenas rodelas aprovecha; » He mirado también con advertencia.
Mas al Ribera, bala despedida , Según la población que se derrama,
Traspasó luego venenosa flecha Que no debe ser tama su potencia
La manga del jubón, sin dar herida; Cuanto dicho común nos encarama:
El negro se la quila con sospecha Por tanto dé vuestra merced licencia.
Que fuera perdidoso de la vida, Veremos si conforman con la fama;
Pero por no hacer buena rodela Pues, como digo, parecer es vano
Ovo de perder él la vital lela. Que nos estemos mano sobre mano.»
Porque cuando pensó que se repara No hizo luego su respuesta llena
De las que descendían del cabezo, El Castro, por quedar algo suspenso;
Mortífera, cruel y dura jara Mas por no parecer que desordena
v
La punta le metió por el un bezo, Lo que se le pidió tan por eslenso
al tiempo que volvió la negra car» Le dijo: « Señor, id en enhorabuena,
Otra le segundó por el pescuezo, Y no vais en aquella que yo pienso :
De tal sueiie que no fue parte cura Antes permita Dios que lodo sea
Para dejar de ver la sepultura. Ansí como vuestra merced desea. >
El Amadís buscando va lugares El Rojas apercibe treinta y siete
Donde poder cebar su duro diente, Peones castellanos y andaluces,
Pero por losflecherossingulares Porque en aquel allor donde los mete
Aquesta prueba no se le consiente. Se habían de hallar entre dos luces;
Pues luego le pasaron los ijares Aprestarán un tiro falconele,
Las duras espaldillas y la frente, Preparan las rodelas y arcabuces.
Y en el morir las mas largas demoras Con el demás belígero pertrecho
No pasaron de veinte y cuatro horas. Que para guerras era de provecho.
Como falló la fuerza del cachorro, En esta coyuntura por Retoma
Y el negro Juan también se les absenta. A ciertos capitanes fué mandado
Ninguno de los tres pensó ser horro Quitar el empalado de la loma
Ni libre de tan áspera tormenta; Y iraello do fuese sepultado;
Mas llegó Juan Beleño con socorro Tan furioso, que á su cargo loma
De gente que los tímidos alíenla, La venganza del indio justiciado,
Y juntos hacen tal arremetida Diciendo: «Quien le dio tan duras penas,
Que á tos indios pusieron en huida, El me, lo pagará con las septenas. >
33a JUAN DE CASTELLANOS.
No dijo mas, pero sus intenciones Y estando juntos todos treinta y sieta
Serian de hacer la tierra roja Previenen los pertrechos que traian,
Con la sangre de humanos corazones Y disparan la carga del mosquete
De la gente cristiana y ©rtodoja; Por ver acia qué parte se desvían;
La cual ya meneaba los talones Ninguno de los nuestros arremete,
Para buscar mortífera congoja; Aunque los indios liugen que huían
Porque coa-el cuidado zahareño Para metellos en un emboscada
Era para sus ojos dulce sueño. Entre ramosas plantas ocultada.
Pues cuando soñolienta dulcedumbre Dejan con el mosquete seis soldados
Regalaba la luz de los humanos, Que guarden las espaldas, y al instante
Comienzan ellos á subir la cumbre, Los demás bien compuestos y ordenados
No solo con los pies, mas con las manos, Proceden tras los indios adelante,
Con gran sudor y suma pesadumbre, Rodelas y arcabuces preparados,
Por no hallar do pongan los pies llanos Y el mas remiso dellos vigilante,
Sino cuchillas y derrumbaderos, Pues por lo que ya vieron, nadie niega
Donde valían poco pies lijeros. Haber de padecer dura refriega.
Destilando sudor barbas y cuellos, Y ansí les acontece, pues apenas
Aunque se caminaba con la Tria, Llegaban á la ceiba los primeros,
Pudieron con sus presurosos huellos Cuando con gran furor las malas llenas
Llegar donde una mesa se hacia; Despachan lanta fuerza de flecheros,
Allí pararon por tomar resuello Cuantos enjambres salen de colmenas
Con el recato que les convenia, En áticos y sículos oteros,
Por ser entonces cosa creedera Con grita y estampida tan horrenda
Haber indios que velen su frontera. Que no hablan palabra que se entienda.
Cerca del paso y en aquella frente No fué de tantas gotas embestido
Adonde les llevaban sus intentos, Peñasco de la punta de Malea,
Hubo ramosa ceiba y eminente, Siendo de todas parles combatido
Que sin esleí iores instrumentos Por bravo viento que la mar menea,
Al suelo vino repentinamente Cuanto fué de ias flechas el ruido
Sin padecer contraste de los vientos, Que a nuestros españoles espolea,
Cuyo rumor y temeroso trueno Con piedras como puños y mas gruesas
Lo bajo y lo mas alto hizo lleno. Que sobrel escuadrón caen espesas.
Apuntaron las ramas acia ellos, Están los españoles de rodillas
Y visto que cayó sin ventisquero, Detrás de las rodelas encorvados,
Yertos se le pararon los cabellos Cubiertas de sudores las mejillas,
Al mas aventajado compañero: Y algunos del vivir desconfiados,
Y ansí sin ver los unes ni sahellos, Ya deseando que de las rencillas
Aquello se juzgó por mal agüero, Fuesen los duros golpes mitigados;
Tanto, que muchos ya de mejor gana Mas el grave rigor desta presura
Volvieran á lomar la tierra llana. Tanto lo ven mayor cuanto mas dura.
Mas Juan de Rojas dijo : «No temamos El furor era de quietud eslraño
Una señal tan leve como esta, Por lo mover Alecto con sus alas:
Porque si por agüeros nos guiamos, Dispara quien tenia férreo caño,
Que tengo por locura maiiiliesta, Pero las punterías eran malas,
Aquesta nos declara que bastamos Pues no se puede ver si hacen daño
Para que no les quede casa enhiesta: Las impelidas y nocivas balas;
Que pues se bajan plantas con raices, Y si tal hay que trama vital deja,
También bajarán indios sus cervices. » No suspira, ni gime ni se queja.
Con estas y otras cosas los anima, Durantes las horribles confusiones,
Y caminaron á lomar la loma, Apolo con sus rayos mas cercanos
Hasta «{tii." se pusieron mas encima Abrasa las humanas proporciones ,
A vista del gran pueblo de Retoma, E ya todos los tiros salen vanos
Do claridad de Venus les intima Por encenderse lauto los cañones
Venir aquel de quien la suya toma; Que no pueden sufnllosen las manos;
Hicieron en aquel lugar remanso Pero con lodo esto se desea
Para lomar un poco de descanso. Llevar mas adelante la pelea.
Luego del sol se vido la presencia Lléganse mas al escuadrón desnudo,
Ahuyentando la nocturna capa; Y entonces airmijó brazo potente
Miran las poblaciones y opulencia Un guijarro rollizo tal que pudo
Que situadas van por una chapa; Al mulato Francisco de la Fuente
Como no ven quien haga resistencia, Hacelle dos pedazos el escudo,
Creen haber alguna gran solapa, Y hendelle los cascos de la frente,
Fácil de conocer aquel secreto, El cual á pocos pasos dio caida.
En ver aquel compás lodo quieto. Que fueron los postreros de su vida.
Los ojos van por una y otra vía Desto los indios ensoberbecidos
Para ver el entrada mas segura; Acudieron con otra mayor carga ,
Algo mas adelante parecía Y á muchos que vivían advertidos
Camino que contiene gran anchura, Muy poco les prestó hacer adarga :
Y por aquella parte lo cubría Calorcese hallaron mal heridos
Una ramosa ceiba y espesura, Que quisieran hacer huida larga ;
Acerca de la cual vio nuestra gente Mas Rojas que gran brío manifiesta
Doce valientes indios solamente. Con aquesta razón los amonesta :
No cieito descuidados ni dormidos, « Animo, caballeros, y osadía:
Pues cada cual estaba bien armado, Mirad quién sois y vuestra descendencia.
En las manos los arcos encrgidos, Porque si no mostrardes cobardía
E l venenoso tiro preparado ; Muy presto les veréis hacer absencia;
Los españoles viendo detenidos Pero si la mostráis, hoy es el dia
Tan pocos en lugar embarazado, En que tenéis la muerte por herencia ,
Preparan y reparan las rodelas Pues bien veis que consiste nuestra vida
Temiendo que los ceban con cautelas. •" En que nuestro poder no se divida.»
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO II. '551
El fuerte y animoso caballero Como grave calor los fatigaba
Con aquestas razones los sustenta, Y la terrible sed los afligía,
Mas uno que llamaban Espadero El Rojas al Ribera le rogaba
Le quitase las armas que traia,
De sus consejos hizo poca cuenta, Que verdaderamente se ahogaba ;
Pues en volver espaldas fué primero; Y el Pedro de Ribera respondía :
Tras él ni mas ni menos todos treinta; «Vuestra merced apreste la carrera,
El Juan de Rojas del rigor horrendo Que no puedo quilallas aunque quiera.»
Poco á poco se iba retrayendo. Pues á la muerte viéndose vecino,
Dale priesa la gente monstruosa Tomó por parecer y por consejo
Por la parle mas desembarazada, Seguir tras un mancebo vizcaíno
Conflecha,con pedrada rigurosa Que se libró de cierto gandul viejo,
De que centelleaba la celada; Mas no del golpe con que sobrevino
Mas ninguno de lodos ellos osa Asentado detrás del pestorejo;
Llegar a ver losfllosdel espada, E l cual iba saltando por el heno
Antes como confusos y perplejos Porque otro no le diese mas en lleno.
La guerra que le hacen es de lejos. Al maese de campo le parece
Bien como cuando gente se congrega Que pudiera correr con tal soltura,
Contra tigre que sale de florestas, Y el peso de las armas entorpece
Que con iemor ninguno se le llega Sus pies y corpulenta compostura;
De todos cuantos armas tienen prestas , Y pocos pasos dados, descaece
Antes por escapar de la refriega El fuerte caballero sin ventura ,
Desarman desde fuera las ballestas, Cargando tantos ánimos protervos
Y el tigre con furiosos accidentes Como sobre cadáver negros cuervos.
Les enseña las garras y los dientes: Ocúpase la gente carnicera
Desta manera va haciendo cara, En la presa que tiene de presente ,
Quiladas ya las plumas del almele, Lo cual visto por Pedro de Ribera
Porque la dura piedra,flecha,jara • Convoca luego la cristiana gente;
Allí no halla cosa que respete; Pero ninguno dellos hay que quiera
Llegó donde la gente suya para, Volver á socorrer á su regente,
Que fué donde dejaron el mosquete, Porque lodos seguían al Quiñones
A la cual con modestia reprehende Cuyos pies no hallaban trompezónos:
Y les dice también lo que pretende. Atajando gran parte de camino
Porque viéndolos ya como difuntos Por no querer subir á la ladera
Les dijo : « Bien sera que no se enfríe Adonde el Alalraz primero vino
La vuelta, por venir á tales puntos, Y según le mandaron los espera;
Que no puedo saber de quién me fie; El cual viendo bajar el torbellino
Mas al bajar bajemos todos juntos Que le tomaba ya la delantera ,
Sin quel uno del otro se desvie, Con los cinco que tiene determina
Porque serian términos de locos Bajarse por la parle mas vecina.
Dividirnos en partes siendo pocos. Como los pobres iban de huida
»Pero Juan Alalraz vaya delante Por pasos de lugar inaccesible,
Con seis sanos y lodos los heridos, Y cuanto mas duró la descendida
Y no sea tardío caminante : Tanto mas la hallaron imposible,
Nosotros á la visla recogidos, Donde pensaron escapar la vida
Pues como nadie huya, Dios mediante, Llegó la muerte con rigor terrible,
Podremos caminar sin ser rompidos; Pues de ciego temor arrebatados
Y mas abajo lomen el collado Allí quedaron estos despeñados.
Frontero donde el indio fué empalado.» Los otros que huían tras Quiñones,
Aquel alio mandó que le lomasen A causa de no ser senda bástanle
Y los heridos no se detuviesen, Por ser angosta y altos reventones
Pero los sanos tiros disparasen A los lados del triste caminante ,
Para que los del campo los oyesen, Unos á otros daban empellones
Porque su menester manifestasen Con gana de pasar mas adelante,
De tal manera que los socorriesen,
Pues desde allí sulfúreos tronidos Y ansi por rocas y derrumbaderos
En el campo serian percebidos. Se despeñaron otros compañeros.
El Alalraz con paso no prolijo Van al fin como gente sin caudillo,
Procuró de cumplir luego su mando Sin tener uno de otro confianza,
Con grandes pesadumbres y cojijo Haciendo siempre doble de sencillo
Que padeció con el herido bando ; Por abreviar la cuenta desta danza:
Finalmente llegó donde le dijo, Ahogóse Rodrigo Jaramillo
Y estuvo los traseros esperando, Con aquella fogosa destemplanza,
Los cuales mientras él iba huyendo Con otros dos ó tres que sin heridas
Estuvieron los indios deteniendo. Quedaron perdidosos de las vidas.
Luego Rojas compuso sus peones Con esta pesadumbre y agonía,
Para que fuesen todos en hilera, Los heridos que iban ya por llano
Y un mestizo , fulano de Quiñones, Al general toparon que venia,
En avanguardia fué y en delantera ; Espoleando bien su rabicano,
Y en recia guardia, con sus morriones, Con gente de refresco que traía
Juan de Rojas y Pedro de Ribera; Para socorro de la flaca mano,
Y a las espaldas por angosta plaza Porque ya por los liros y señales
Los indios le venían dando caza. Que hizo el Alalraz vieron sus males.
El Quiñones huyó por el camino Vido la demás gente divertida ,
Que mas á su propósito hacia , Y cómo sin ningún orden procede;
Viendo que con furor luciferino Por la falda (pie ve menos erguida
Ejército cruel los perseguía ; Sube con el caballo cuanto puede;
Venciéronse de tanto desatino, Recoge los que halla con la vida >
Que ya sin orden cada cual huía, Procurando «pie nadie se le quede;
Quedando solos con la gente fiera Al Juan de Rojas llama, no responde;
El maese de campo y el Ribera. Pregunta dónde esta, no dicen dónde.
352 JUAN DE CASTELLANOS.
De su salud y vida desespera Viéndose los que quedan descontentos
Viendo que no le dan razón patente, Por no ser parte para la frontera,
Hasta tanto que Pedro de Ribera, Al Castro hacen mil requerimientos
Postrero que huyó de la creciente, Pidiéndole que luego salga fuera ;
Acabó de bajar de la ladera Y ansí desampararon las asientos
Midiéndola con paso diligente, Para ir á la marítima ribera.
Al cual por llegar fallo de resuello Hasta la ciénaga, cuyos vecinos
CON dilicultad pueden enlendello. Eran de paz y ya lodos ladinos :
Cansada turbación su lengua para; Gente que de la paz no se desvía;
Pero desque cobró mayor aliento, Pero la de los indios es tan ciega,
Al Francisco de Castro le declara Que yo por cierto no me espantaría
El desastrado fin y acabamiento, Ser aquestos también en la refriega;
Y que ninguno dellos escapara Llegados pues al indio que regia ,
De manos del ejército sangriento , Por Francisco González se le ruega
Si no se detuviera lodo junto Traigan al empalado sin ventura
En rodear un cuerpo ya difunto. Para le dar terrena sepultura.
Y que como le vido desta suerte Dijo que lo liará de buena gana,
Dio voces á la gente que huía; Y número de indios prevenido,
Pero como ninguno se convierte Mandóles ir por él con obscurana
A le dar el socorro que pedia, Porque no fuese visto ni sentido;
El también por librarse de la muerte Y ansí no bien llegada la mañana
Se descolgó por do mejor podía, El infelice cuerpo fué traído,
Pues dilatarse mas fuera de loco Con el cual de la suerte que podían
Y aprovecharse demás desto poco. A Santa Marta su camino guian.
El Castro por los ruegos incentivos Como fuese sabida por el tío
De los del escuadrón desbaratado, La rota y el pesado desconcierto,
Que como miserables fugitivos De luctuoso traje y atavío
Son poseídos de temor pesado, Fué para recebir el cuerpo muerto,
Luego hizo camino con los vivos Siendo sus ojos abundante rio
Que vuelven al lugar recién poblado, Y de cuantos estaban en el puerto,
Do la seguridad era ninguna Por ser en sus costumbres bien compuesto,
Porque no se la daba la fortuna. > Valiente, liberal y hombre modesto.
El no parar tomaron por regalo Luego campanas dan mudas querellas
Y el huir escogían por honesto, Y suenan sus clamores y señales ;
Escarmentados del suceso malo Lamentábanlo dueñas y doncellas
Y de ver levantar en un recuesto Presentesen aquestos funerales;
Al Juan de Hojas en el mismo palo Relatan sus virtudes, y con ellas
Y adonde el indio fué por ellos puesto : Hechos y valentías principales;
Espectáculo digno de lamento Y con gran pompa y aparato lleno
Y que causó notable sentimiento. A la tierra le dieron lo terreno.
Gran multitud de indios vieron luego Y para que corriese con aumento
Que se convocan por los altos puerlos, La pesadumbre y el desasosiego,
Que para descubrir el suelo ciego Entre los bordos hubo movimiento,
Y pasos con las yerbas encubiertos Del cual quisiera dar noticia luego ;
A las zavanas alias ponen fuego Mas porque por agora yo me siento
Para poder hallar mas cuerpos muertos, De los pesados lloros cuasi ciego,
Cuyos miembros sirvieron de présenles Querría hacer pausa de presente
Enviados á partes diferentes. Y descansar primero que lo cuente.
¿ Y quién duda que en este detrimento
Algunos que tenían por perdidos
No tuviesen aun vital aliento,
Entre las altas yerbas abscondidos, CANTO TERCERO.
Y esperaban salir en salvamento
De los nocturnos nublos socorridos, Donde se tracta la rebelión de los indios de Bonds, j el orden que inri»
ion para ganar la fortaleza , con otras cosas cu aquel tiempo aconte-
Como el platero Pedro de Kspinosa cidas.
Dentro de cierta mala monlüosa ?
Este, cuando la furia se desala Al triste que persigue la fortuna,
Y vido la forluna ser aviesa, Para que no le quede donde esliibe
Con sed intolerable que lo mata En dalle coces es tan importuna,
Y no poder huir con tanta priesa, Que no para hasta que lo derribe,
Cubrióse con la sombra de una mata Por ser de condición que, dada una,
Con cuantidad de albores espesa, Para dar otras muchas se apercibe ;
Acerca de la cual agua corría, Y ansí los temerosos deslc dolo
De donde con obscuridad bebía. » Dicen «bien vengas, mal, si vienes solo».
Allí fué detenido por dos (lias, Desta manera pues le sobrevino
Al cabo de los cuales, con obscuro, Al don Luis en estas turbaciones,
Por no topar con bárbara espías, Pues no bien enterrado su sobrino
En busca fué de puerto mas seguro; Ni hechas funerales oblaciones,
Halló las españolas compañías Se levantó notable torbellino
Muy apartadas ya del nuevo muro. De guerra por cercanas poblaciones,
Reconociendo que no son bastantes En Donda mayormente, geule liera,
Tan pocos para guerras semejantes. Cuyo suceso fué desta manera.
Y muchos delios sin pedir licencia, Ilabia Manjares edificado
Viendo la tierra de peligros llena , '/ Un fuerte por sus faldas y raices,
Determinaron de hacer abscncia De los fumosos tiros preparado
Pasándose por mar á Cartagena : Que suelen ofendelles las narices;
Digo en canoas, no sin diligencia, Por selles este yugo muy pesado
Por el gran rio de la Magdalena ; Y querello quitar de sus cervices,
Y el Quiñones muriera sin remedio Por muchas veces y con gran braveza
A no poner el agua de por medio. . Rodearon aquesta fortaleza.
VARONES ILUSTItES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO IR. 533
Aqueste fué turbión de cada día , Que los hombres estén en sus viviendas.
Sin interposición de mes ni año , Sin mostrar cobardía ni flaqueza,
De bien apercebida compañía, Pero que las mujeres y haciendas,
O ya con claridad ó con engaño; Y lo mas substancial que de riqueza
Y aunque barbara gente recibía Les parecían ser mejores prendas,
De parle de los tiros algún daño, Luego llevasen á la fortaleza
Con sus flechas también hacían suertes De Bonda, pues entonces la ventura
No concedía parte mas segura.
Y de las parles ambas hubo muertes. Tuvieron estos por consejos buenos;
Pero prolijo tiempo ya pasado , Y á causa de que vían las navios ,
Como vieron que no les aprovecha Envían ajelante cofres llenos
Contrastar aquel fuerte fabricado, De oro, plata y otros atavíos ;
Que siempre de mas armas se pertrecha, No sacón las mujeres deslos senos ,
No tanto por temor cuanto por grado Porque no tienen prestos los avíos
Se conceitó la paz y quedó hecha, Y porque por haber vientos contrarios
Y dieron el servicio y obediencia No lomaron el puerto los cosarios :
A quien de Manjares cupo la herencia. Suceso de grandísima ventura
Al cual estos servían muy de gana, Y merced proveída por el cielo,
Y creo que también sirven agora Pues á salir en esta coyuntura
A su hijo y á su mujer doña Ana Fuera mayor dolor y desconsuelo.
Ramírez, nobilísima señora. Porque la honra mas cabal y pura
Ejemplo de bondad y de cristiana Quedara derribada por el suelo,
Religión , en el pueblo donde mora; De la manera que quedó su fuerte,
Y por obligación ó por respecto Que los indios ganaron desla suerte :
Los hondos la servían en efecto. Al naoma de Bonda Macarena,
A sus ferias, contractos y mercados Por ladinos de malos pens imieutos,
Venían á los términos marinos, Oyéndolo tractar, se le razona
Compraban cosas á que son usados, Cómo llevan mujeres y armamentos
Pero principalmente buenos vinos , Que tiene cada cual de su persona
Con muestras de que estaban olvidados A los fortalecidos aposentos;
De lodos belicosos desatinos , E l cual, viendo razón tan con viniente,
A sus encomenderos ya subyelos, A su general dijo lo siguienle :
l'acílieos, alegres y quietos. «Siento, Coendo, ser consejo Sano,
Con estas muestras que de paz había Si queremos vivir vida segura,
No fueron eu la vela tan enteros Que no dejemos tiempo de la mano
Cuanto para la vida convenia, Ni perdamos aquesta coyuntura,
Demás de ser ya pocos compañeros; Para que del ejército cristiano
Y estaba la tenencia y alcaidía Escaparse no pueda criatura ;
A cargo de Alvaro de Ballesteros,
El cual tenia por estar absenté Y agora quiero ver por esperiencia
Un fulano de Castro por teniente. Ño solo tu valor, mas tu prudencia.
Dio por algunos años buena cuenta •Ansí vecinos como mercaderes
En todos los guerreros movimientos; Dicen que tienen en la fortaleza
Mas cuando numerábamos setenta Las prendas de sus hijos y mujeres
Y cinco ya de mas de quince cientos, Y todos sus caudales y riqueza;
Del bárbaro rigor esperimenta Y allí, como ya sabes, sus poderes
Sus golpes inhumanos y violentos, Son agora notados deflaqueza,
Por astucia de meditación luenga , Y el alcaide con lodos sus soldados
Que diremos á tiempo que convenga. De nuestra paz están muy confiados.
A doña Ana Ramírez, que es el ama »La demás gente por acá no viene,
De lo superior desle gentío, Ni verná por agora, pues es cierto
Rabia consumido veloz llama Que dentro de sus casas se detiene ,
Dentro de sus solares un buhio ; Concordes todos de común concierto,
Y para restaurar el daño, llama Velándose según que les conviene,
ludios sobre que tiene señorío, Para defensa y guarda de aquel puerto,
Y el Castro, capitán , de la frontera Adonde como suelen otras veces
Mandó que le trajesen la madera. Dicen venir navios de franceses.
Y estes indios de Honda la cortaban •Conviéneme pues mucho que durantes
Por el orden que Castro les decia, En la marina tales turbaciones,
Y entre tanto que al pueblo la llevaban Procuremos acá de ser bastantes
Pegada con el fuerte se ponía; Para ganalles estas municiones;
E l grande regocijo que mostraban Pues perder con personas semejantes
Ningún intento malo descubría, Tan buenas y adoptadas ocasiones
Aunque los mas traían en las manos Será tener con intima fatiga
Hachas y segurones castellanos, Delante de los ojos una higa.
Buscando coyuntura para prueba •La cual me da mas grande desconsuelo
De sus crueles tajos y reveses; Que por palabras puedo declararte,
Y antes que la madera que se lleva Y para derribada por el suelo,
Hollase los marítimos conveses, Con lo mas fuerte de su baluarte,
A los de Santa Marta vino nueva Ningún tiempo nos vino mas á pelo
Cómo venían naves de franceses, Ni menos advertencia de su parte,
De que se recibió grande congoja, Ni se pudo hacer aquesie hecho
Considerada su defensa floja. * Con menos riesgo ni con mas provecho.
Y para dar el orden y concierto «Reconocidas tienes las ventajas
A semejante trance con viniente, Que tenemos , pues siempre son conlínas.
Cabildo se mandó hacer abierto, Y bien entenderás que no van pajas
Adonde se juntó toda la gente En recoger aquellas sedas linas,
De los que residían en el puerto, El oro, plata y las demás alhajas,
Do diga cada uno lo que siente; Y las mujeres para concubinas;
Y del seso común de la consulla Las cuales cosas puestas en tu mano,
Es esta la sentencia que resulla : Consuma lo demás el dios Yulcano.
334 JUAN DECASTELLANOS.
•Porque luego con su furor ardiente Y el capitán incauto ya salía
Serán los edificios consumidos, Del fuerte para donde se desea.
E yo tendré gran número de gente El cual de la manera que solía
Para que silos vieren encendidos, Con aquel principal se chocarrea;
Vayan á la ciudad incontinente La viga tanteó que se traía ;
A dar mal (in á todos sus maridos ; Pero Coendo, cuando la tantea,
Y aquestos estarán en el camino Alzó la hacha , y aunque hecha sierra,
Para que su mal sea repentino. Por medio de las sienes la sotierra.
»HasIo tú de hacer desta manera,
Para que todo vaya bien guiado : Nunca herrero fué tan diligente.
AI fuerte llegarás con la madera, Nunca tan cierto ni con lanío brio
Los indios con sus hachas y cuidado, Para hacer labor de hierro ardiente
Y al tiempo quei alcaide salga fuera Que sale del fogoso señorío,
A ver si le llevaste buen recado, Y cumple marlillallo de repente
Dale con el segur llaga segura Anles que del ardor separe frió,
De no poder hallar humana cura. Cuanto fué la presteza del Coendo
»La hacha corladora vaya cierta Al tiempo que dio golpe tan horrendo.
Para que de las sienes no'se yerre; El miserable Castro dio caida,
Ocupen luego la cerrada puerta Y en el suelo quedó pataleando,
Los indios porque nadie te la cierre; La lumbre de sus ojos despedida ,
Avívese de dentro la reverta, La sangre con la vida vomitando ,
Y I oda cobardía se destierre; Que no solo vertió por la herida ,
El fuerte se recorra y ensangriente, Pero por los oídos va manando ;
Sin reservar en él cosa viviente. Y en el instante se lomó la puerta
»No tengo yo de estar muy divertido, Que para volver él tienen abierta.
Sino con muchos indios en celada, Luego de golpe todos entran dentro,
Porque como sintamos el ruido En las manos las hachas aceradas;
Corlamos á la presa deseada, Salen dos descuidados al encuentro,
Y saquemos el oro y el vestido Que muy presto quedaron sin quijadas:
Que allí tiene la gente baptizada, Proceden en aquel cruel recuentro
Y, como dicho tengo, las mujeres Y cogen muchas armas enhasiadas;
Para nuestros contentos y placeres. Y al liempo que hacían el estrago
También ellos decían : ¡Santiago!
»Para hacelles guerra mas sangrienta Un Gonzalo Rodríguez fué derecho
Y por la via que de tí se espera, A ver la causa deslas confusiones,
Yo creo bien que se le representa Y al liempo que pensó ser de provecho
El cómo te llevaron en collera : O por sus armas o con sus razones ,
Que si lo tonsideras es afrenta Dura lanza rompió su fuerte pecho ,
No para la vengar á la tijera, Y el hierro le salió por los pulmones:
Porque los que vivieren adelante Perdió luego la fuerza y el anhelo ,
Se acuerden de castigo semejante. Tendiéndose por el sangriento suelo.
• Debes encomendar á la memoria La demás gente dentro se congrega,
Que los de Pocigueyca, como buenos, Pero ninguno bien apercebido,
Están con españoles de victoria, Por ser tan repentina la refriega,
Haciéndoles dejar aquellos senos ; Que todos andan como sin seniido :
Y á tí le consta ser cosa notoria En este punto Macarona llega
Que los indios de Donda no son menos : Con doscientos gandules al ruido;
Sé que me entenderás é yo le entiendo , Y ansí cuantos estaban en el fuerte
Pues yo soy Macarona é tú Coendo. Acabaron con miserable muerte.
•Aquesto baste sin que mas te diga, Sin reservar la bruta pestilencia
De que con gente vayas de mañana, A las indias ladinas que servían,
Y carguen á los hombros una viga De su propria nación y descendencia
Para los edificios de doña Ana ; Y que por sus paríentas conocían,
No lleves arcos, porque no se siga Y á niños en estado de inocencia
Sospecha, mas con hacha castellana También despedazaban y partían,
Llegará cada cual, y en vez de plantas Sin que dejen piante ni mamante
Hended cabezas hasta las gargantas.» De cuanto se ponía por delante.
Dijo, y el general, que mayor gana Mas una vieja india, lavandera,
tiene de tales trances como estos, Al liempo del sangriento terremoto
Abrevió la partida de mañana Había con sus paños ido fuera,
Con aquellos que pudo hallar prestos Y en oyendo la grita y alboroto
De la gente mejor y mas lozana Desamparó los paños y ribera
Veinte mancebos fuertes y dispuestos; Metiéndose por el espeso soto,
Y sobre sus robustos hombros carga Con intenciones de llegar al puerto
Una pesada viga y algo larga. A dar noticia desle desconcierto.
Con aquesta valiente compañía Que la nube del humo luego vido
Efectuó Coendo su viaje, Y al sol algo turbada su pureza,
Y antes de su llegada bien se via Porque después que habían recogido
De los que estaban en el homenaje; Los indios municiones y riqueza,
Mas sus conceptos malos encubría El fuego fué pegado y eslendido
Ser pocos todos y en quieto traje, Por todas partes de la fortaleza,
Y ya llegados al lugar frontero Y tuvieron á grande maravilla
Despiden de los hombros el madero- El no hallar mujeres de Castilla.
Todos ellos están ¡jadeando Pues según el aviso que les dieron,
Como rocín que dio larga carrera, Habían ya de estar aposentadas;
Y con grandes bufidos anhelando Mas como sucedió que no vinieron
Se reclinaron sobre la madera , Por las causas que tengo declaradas,
Y con cansada voz suenan llamando Los cofres y las cajas recogieron
Al Castro, capitán desta frontera, Que contenían joyas eslremadas,
Para que vea bien si le contenta Las cuales repartía Macarona
Aquella viga que se le presenta. Según la cualidad de la persona.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE H, ELOGIO DE ROJAS, CANTO 111. 33*
Fueron cargados de preciosas galas, Las dueñas y doncellas de rodillas,
Oro, perlas y plata gran conlia, Multiplicando ruegos y plegarias,
Y á sus casas por ásperas escalas Lágrimas riegan candidas mejillas
Las piezas suben del artillería;
Llevaron polvorín, pelotas, balas Con temor de las gentes adversarias;
Y cuantas armas español tenia: En la plaza se ponen las cuadrillas
Espadas, cotas, lanzas, escopetas, Españolas, con armas necesarias,
Que sus manos traían inquietas. Para que si los indios entran dentro
Porque para sus bélicas porfías En escuadrón les salgan al encuentro
Aquellas aplicaron á su uso, Pero detúvose la gente llera
Ejercitándose las punterías Como los vido bien apercebidos,
Pur acertar al blanco que se puso, Contentándose con lirar de fuera
Hasta que fué después de muchos días Jáculos de veneno proveídos ,
El cebo de la pólvora concluso, Y con decilles desde la ladera
Y aunque no les faltaran materiales Oprobios á los hombres conocidos
Falláronles peritos oficiales. Los unos y los oíros á porfía;
Antes pues del fatal desasosiego, Principalmente Jebo les decia :
Estaban indios puestos en camino, «No penséis de huiros, gallinazos ,
A quien se les mandó que visto fuego Que no tenéis navio ni guarida;
('revesen ser cumplido su desino, Asidos os tenemos en los lazos ;
Y á Sania Marta se partiesen luego Por demás es pensaren la huida;
A pedir las albricias al vecino, A bofetones, palos y leñazos
Y si tiempo dallasen oportuno Os hemos luego de quitar la vida :
Diesen acerbo fin á cada uno. Que no queremos vivos los maridos ,
Era capitán destos un mancebo Sino las compañeras de sus nidos.
De los indios de Honda mas ladino , »En su poder las tienen los desnudos ;
Y tal que del profundo del Erebo Acerládoles hemos en la vena;
Nunca salió demonio mas malino *. Y como tienen anches los escudos
Aqueste capitán se dijo Jebo, Las heridas les dan poquita pena;
Maldito hechicero y adevino; Aquellas pocas son , putos cornudos ,
Viendo pues ya de humo nube espesa , Andad , miednos mas de Cartagena :
Caminó con sus gentes á gran priesa. Que pues tenéis mestizos en las nuestras
Queremos desquitamos en las vuestras.
No va sin regocijos y placeres » ; Ah don Luis! de tí tengo mancilla
A los puertos la bardara caterva , Por el autoridad de tu persona,
Viendo que de los prósperos haberes Pues trajiste guarichas de Castilla
A cada cual su parle se resena , Para servir á las de Macarona;
Y que de las católicas mujeres Quitárnoste del lado la costilla;
Les hadian de dar alguna sierva, Aquesta demasía nos perdona :
Creyendo que las damas referidas Que á bien librar tú quedarás viudo ,
Eslaban en el fuerte recogidas. Y no solo viudo pero mudo.
Llegaron á los términos marinos, > ¡ Ah Manjares, chemiilo don Antonio!
De venenosas armas pertrechados ; ¿Adonde está tu madre mi señora?
Mas como los rebatos son cominos Ella te podrá dar por testimonio
Y pocas veces viven descuidados, De cómo se le paga la demora,
Hallaron á los mas de los vecinos Tu padre con nosotros fué demonio ,
Encima de caballos bien armados, Y tú sigues sus pasos desde agora:
A causa de decides centinelas Vete, vete , rapaz, tú poco a poco,
Que rían por la mar dos ó tres velas. Mira que tienes términos de loco.
Rcdea la distancia destos puertos 1
> ¡ Ah, ojos de aspa tuerta, Ballesteros
Por todas partes áspera montaña; En mal cobro pusiste tu guaricha,
Algunos cerros tiene descubiertos Tu plata, tus lapices y dineros ,
Desde donde la vista no se engaña, Pues ella nos eslá haciendo chicha
Para mirar de dia los conciertos Y dellos somos ya tus herederos,
Y gente que las casas acompaña; Lo cual debes tener á buena dicha:
Y muchos de los indios que vinieron, Lideral eres en pagar escole
Por aquellos cerrillos se subieron. Dándonos la mujer con larga dote.
Suena luego la grita y algazara, > Tesorero Bartolomé García,
De bárbaras cometas ronco canto; Bien puedes enviar por lu muíala ,
Del alto viene numerosa jara; Que por tener á rué?las tanto dia
De mas abajo hacen otro tanto; Nadie la quiere cara ni barata;
Los del pueblo de ver cosa tan rara E yo si por venlura fuere mia
Poseídos están de gran espanto : Darétela sin oro y aun sin plata.
Dan arma luego, locan alambores, Pues yo no me contento ni me alegro
Convócanse los grandes y menores. De ver tanto albayalde sobre negro.
La gente castellana se pertrecha » ¡ Ah Francisco de Castro desbarbado!
A gran priesa de cuerpos y celada; Libre puedes eslar desta querella;
Cargan el arcabuz, arde la mecha, Pues la virgen pegada con lu lado
Menéase la lanza y el espada; No perderá la sangre de doncella,
Y por la mayor parte se sospecha Si no fuese buscándole locado
Estar la fortaleza ya tomada, Que pudiese mejor satisfacella,
Pues si no la tuvieran destruida Que tus esfuerzos no serán bastantes
No fuera su maldad tan atrevida. Para dalle presea con pinjantes.
Otros tienen contrarias opiniones, » Alcalde trapacista Campuzano,
Que no les pareció cosa posible; No pienses desnudarte la pelleja,
Pero viendo que no cumplen razones Porque pensabas ya dalle de mano
En ocasión y riesgo tan terrible, Para buscar mas nueva haceleja:
Salen los caballeros y peones Que también por acá ningún anciano
Contra la tempestad allí visible, Se precia de vestir ropa tan vieja ;
Porque con gran aumento va creciendo Si no la compras con algún embuste,
El ruido , la grita y el estruendo. Con ella pienso retovar un fuste.
338 JUAN DE CASTELLANOS.
» No tengas pesadumbres tú, Riberos, Con esta confusión yflacomarte,
Por faltarte las pasas y grajea , El trabajo duró casi dos meses:
Pues á trueco «Je muy pocos dineros
Trairás otra mas moza de Guinea : El bárbaro furor por una parte
Que tienen linda tez aquellos cueros Por otra los temores de franceses,
Para podellos blanquear con brea, Sirviéndoles de cerca y baluarte
Y nosotros en las horas obscuras Solamente rodelas y paveses;
Hemos de recorrelle las costuras. » Hasta lanío que ya de Santa Marta
Otras muchas afrentas y denuestos * A los de Cartagena llegó carta.
Decían los demás en alto grito, Viendo Pero Fernandez la demanda
Que querer referillos, demás destos, Y las necesidades de la tierra ,
Seria proceder en infinito , Despachó de soldados cierta banda,
Mayormente que son tan deshonestos Yendo por su caudillo Yuste Guerra,
Que no sufren ponerse por escrito, Persona cuya lanza no fué blanda
Y en los dichos mudamos elegancia, Y de quien negligencia se destierra,
Puesto que no se muda la substancia. Pues por Malambo hizo su camino
Porque cada cual indio destos senos Y con la brevedad posible vino.
Hoy dia puede ser lengua bastante, El rio grande de la Magdalena
Y son en sus palabras tan obscenos
Que no se vido cosa semejante; Y el de Pesia que pasan con buen tino,
Y en obras de maldad no lo son menos, Y aquella grande ciénaga (pie llena
Antes el mejor es uno vergante , Hacen las ondas del licor marino,
Y cuanto se concluye y se comienza Huellan la larga playa y el arena
Por ellos es notable desvergüenza. Que confina con tierra del Uorsino,
Siempre llevando paso presuroso
Y ansi dichas aquellas sinrazones, Y sin tomar descanso ni reposo.
Como Febo sus rayos encubría
Y faltasen aquellas municiones Por la sierra de Gaira procedieron,
Que la caterva bárbara traia, Del Yuste Guerra pasos conocidos ,
A Bonda revolvieron escuadrones Llegan á Santa Marta, donde fueron
Para saber qué parle les cabia; Con increíble gozo recebidos;
Y cuando ya los indios iban fuera Cuarenla fuertes son los que vinieron.
Salió la india vieja lavandera. En militares artes instruidos;
Mas no son parle para dar castigo,
A la cual por entonces una cueva Según la potestad del enemigo.
Nemorosa la tuvo detenida Pero gozábase de mas bonanza,
Con el mensaje triste que les lleva, Y estaban en el pueblo mas seguros,
Oyendo los rumores y estampida ; Porque su defensión eia la lanza,
Pero los indios idos, dio la nueva
De la desgracia grande sucedida, Y las fuerzas y esfuerzos eran muros ;
Que fué causa de tierno sentimiento Y ansi, vista por indios la pujanza,
No fueron tan molestos ni tan duros,
Y de sus pesadumbres gran aumento. Teniendo cuando daban el rebato
Las congojas que sienten son mortales Un poco de temor y mas recalo.
Viendo tan encendidas las contiendas Mas otro miedo no menos molesto
Y en poder de los indios sus caudales, Daba sospecha de sucesos varios,
Hechos señores ya de sus haciendas, Si vinieran al puerto descompuestos
Y juntamente con aquestos males Entonces galeones de cosarios,
Poco posible para las enmiendas; Que fuera grande mal; y demás desto
Hacen los mas ajenos de placeres Faltaban alimentos necesarios,
Las lástimas que dicen las mujeres. Porque ya de ganados y labores
Pues el consuelo mas las desconsuela , Eran indios de Bonda posesores.
Puestas en ansiosa fantasía ; Pues esta gente bárbara y astuta
Los unos y los otros hacen vela, Sin las comer mató reses vacunas,
Las armas en la mano noche y dia, Y en ellas sus furores ejecuta.
Embrazada la cóncava rodela, Por lo cual las personas mas ayunas
La lanza y el espada relucía , Solamente comían una fruía
Los caballos á punto y ensillados Que por acá llamamos aceitunas»
Y en una casa lodos congregados. Que son en lasfigurasaparentes
Y en el sabor y gusto diferentes.
Viéndose padecer tantos desgustos, En este tiempo Booda determina
Sin haber quien de sueño se confie De reformar escuadras y banderas,
Entre bárbarosfierosy robustos. Convocando la gente mas vecina
Determinaron todos que se envié O ya por ruegos ó amenazas fieras,
Razón á Pero Fernandez de Bustos ueriendo revolver á la marina
Para que cien soldados les avie,
Por no ser poderosos los vecinos
Ítomar el negocio mas de veras,
En tal manera, que de los cristianos
Para salir por playas ni caminos. Ningunos escapasen de sus manos.
Pues para colmo de sus maleficios. Estando pues los indios con tan matas,
Los bárbaros crueles y bestiales Protervas y dañadas intenciones,
Les mataban los indios de servicio , El general Esteban de las Alas
Aunque fuesen sus proprios naturales. Allí llegó con siete galeones,
Ocupados en algún ejercicio Pendientes de lasgabias muchas galas.
De los que suelen ejercer los tales, Flámulas, gallardetes y pendones;
Tanto que, para ir por agua gente, También de las entenas van pendientes
Escolla se hacia diligente. Algunos cuerpos de cosarias gentes.
Iban por entre matas advertidos, Porque viniendo por los altos mares
Por ser estos caminos mal abiertos , Navegando la filipina flota,
Arcabuces de balas proveídos Vieron dos galeones, singulares
Y rodeleros no menos despiertos; Cosarios, que guiaban su derrota
Suenan por el compás tiros perdidos A los indianos puertos y lugares,
Por descubrir engaños encubiertos; Con apacible vienlo, larga escola,
Y con ir con aviso y advertencia Los cuales, realflotaconociendo,
No siempre les vaha diligencia. Con aumento de velas van huyendo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO III. 337
Mas los de la católica bandera, Rióse destas nuevas el salvaje
Considerando ser honroso lance, Macarona, sin muestra de accidente,
Con la presteza que águila lijera Diciéndoles : «Reíos del mensaje,
Sigue de prestas aves el alcance, Y nadie haga rugas en la frente;
Abrevian lo posible su carrera, Pues que tenemos fuerzas y coraje
Para desbaratar doblada gente,
No rehusando belicoso trance, Porque Dorsino, Gaira, Mamatoco,
Por ocasión patente que los llama Por ser pocos espántanse de poco.
A los despojos y honorosa fama. » Vengan cubiertos de armas que en la fragua
Con vela de los vientos impelida Con curiosidad herrero hizo:
E l pirata ladrón librarse piensa; Nosotros solamente con la jagüa
Mas como nada presta su huida, Pintados, y pajuelas de carrizo; .
Apercibióse para la defensa : Vengan, que su tormenta será de agua,
Suena terrible grita y estampida; Y acá se la daremos de granizo ;
Nube grande del humo se condensa Pues de muchos mas bravos y guerreros
De los sulfúreos fuegos de cañones Sirven en atambores hoy sus cueros.
Y de las manuales municiones. • Vengan, vengan, y sean los que fueren,
Que bien conozco gente sin cabellos,
Auméntanse recíprocos tronidos, Y sé que tantos cuantos mas vinieren
Y el ruido de huecos alambores; Tanta mas perdición es para ellos.
Hay hombres muertos, mancos y heridos; Vengan, vengan, y los que mas pudieren
Rompen los aires gritos y clamores: A los otros estiraran los cuellos;
Los franceses al fin fueron vencidos, Pues á lo menos yo de mí confío
Y nuestros españoles vencedores Que no me tienen de estirar el mió. »
Traen las naos hasta las riberas
Y puertos, arrastrando sus banderas. Estas bravosidades fanfarronas
Se dejaba decir el gandul viejo
Mas en los deste puerto, viendo tanto En el ayuntamiento de personas
Navio como junto del venia, Que fueron convocadas á consejo;
Aumentóse la pena y el espanto, Y en esto todos eran macaronas ,
Pensando ser francesa compañía; Y el mas vil al mayor era parejo :
Formaron las mujeres nuevo llanto, Lo cual pasó la noche quel armada
Y su dolor á mas andar crecia, Al puerto dicho hizo su llegada.
Hasta que vieron bien los desta villa
Ser la real armada de Castilla. Después que Febo con su movimiento
Cuanto mas se venían acercando, Volvió su resplandor á la comarca,
Tanto mas se mitigan los suspiros, Fué don Luis, cabildo y regimiento,
Marido á la mujer desengañando, A ver al general, que desembarca
Diciendo : c No tenéis por qué afligiros, Con músicas sonoras y concento.
Que ya los galeones van entrando, Como criado de tau gran monarca :
Y hacen salva los fogosos tiros ; Vense los dos varones venerables
De Esteban de las Alas es el vuelo Con palabras y rostros amigables.
Que da seguridad á nuestro suelo. No falló cumplimiento cortesano.
»Y á vueltas de los tiros también suena En que los dos se daban buena maña,
Son de trompetas, voz de cheremias; El uno comedido y otro urbano;
Ya los vecinos huellan el arena Y ansi traclando de cosas de España,
Con grandes regocijos y alegrías, A la iglesia se van mano por mano
Y deseamos ver la playa llena Con mucha gente que los acompaña ;
De las recién venidas compañías.» Y dado fin á la divina fiesta,
Con esta certidumbre se mitiga Lo llevan donde está posada presta.
Aquella pesadísima fatiga. Y todos por huir rayos ardientes
Después que fué la flota recogida Se recogieron á la sombra fría,
Y en los seguros puertos ancleada , Traclando de negocios diferentes
Don Luis con persona conocida De los que su congoja les pedia;
Al general envía su embajada, Mas don Luis de Rojas, que presentes
Que fué del parabién de la venida Sus injurias y pérdidas tenia,
Y con ofrecimiento de posada ; Y para las vengar punto que obligue ,
El cual volvió las gracias y respuesta , Al general habló lo que se sigue:
Según que suele condición modesta.
Debajo de las ondas encubría < Mi señor general, en ningún hecho
Ya Febo su preclara hermosura , He visto que se mida la ventura
Y del obscuro manto se vestía Tan á contenió del humano pecho.
Lo llano, la ladera y el altura; Que sin falla le dé lo que procura;
Los de la mar esperan otro dia , Mas hoy á mí me tiene satisfecho
Y acá durmió la gente mas segura, En traeros en esta coyuntura,
Puesto que no sin guarda vigilante Porque por algún tiempo se mitigue
Por el otro peligro circunstante. Mal que por muchas vias nos persigue.
Luego los indios que hay á la redonda, > Por una parte dan mil sobresaltos
Ladinos, según tienen de costumbre, Las atalayas á la mar atentas :
Procuran avisar á los de Bonda, Por otra viéndonos de fuerza fallos
Y dalles desta flota certidumbre, Nos cocán gentes viles y sangrientas;
luciéndoles que hagan buena ronda. Y siempre suenan por aquestos altos
Por ser llegada grande muchedumbre Amenazas envueltas en afrentas.
De soldados bizarros andaluces De vergüenza y temor tan descompuestas,
Y copia y abundancia de arcabuces. Que ningunas yo vi mas deshonestas.
Que no fien de vanas presunciones, » Este es un sinsabor continuado,
Sino que desde luego hagan cuenta Sin concedernos punto de sosiego;
Que por sus odiosas poblaciones Ninguno de nosotros desarmado
Tiene de descargar esta tormenta, Sea con claridad ó nublo ciego ,
Y que con caballeros y peones Pues han por muchas veces intentado
Les tienen de hacer guerra sangrienta : A las casas de paja poner fuego,
Que ya conocen españolas furias Guiándolo con punta de su flecha
Cómo jamás olvidan sus injurias. El bárbaro cruel que nos acecha.
T. IV. 99
33S JUAN DE CASTELLANOS.
» No sin inmenso riesgo deshacemos » Servicio fué vencer aquel cosario,
Estos ardides hechos con obscuro, Y creed que será mas estendido
Porque, según os consta, no tenemos Si de lo que le fuere necesario
Para nos defender cerca ni muro; Aqueste puerto fuere socorrido,
Solamente los brazos oponemos Por ser tan numeroso su contrario
A la ferocidad del marte duro, Y de españoles mal apercebido;
Y podrían contarse por espantos Lo cual se suplirá con cien soldados
El valerse tan pocos entre tantos. Que nos dejéis de los mas escusados.
* Mas agora que se nos representa » Es cosa tolerable pues con esta
Por indios no confusos en acentos , Gente que se nos dé y algún pertrecho :
Cómo quiere venir una tormenta El armada no queda descompuesta,
Congregada de todos cuatro vientos : Y nosotios salimos del estrecho
Gente poca , cansada , descontenta, Y gran perplejidad que nos molesta ,
Mal podrá resistir sus movimientos, Sin atinar á cosa de provecho;
Mayormente que hacen su victoria, Pues es ansí que quien tan poco puede
Las muchas que han habido, mas notoria. Ni sabe si se vaya ó si se quede.
» Ayúdales á su desenvoltura » Pero dará, señor, vuestra respuesta
Haber ganado cierta casa fuerte, Desla resolución algún indicio,
Que no sabemos , aunque se procura , Y si, como deseo, la propuesta
El cómo se ganó ni de qué suerte; Necesidad os mueve y el oficio,
Mas sabemos que no quedó criatura Cosa notoria es y manifiesta
Que en ella se librase de la muerte; Que a Dios y al rey hacéis grande servicio;
Pues una sola india de servicio También por mi será reconocida
Vivió por estar lejos del bullicio. La obra mientras Dios me diere vida.»
» También participaron destos males Dijo, y el gene^que muy atento
Los en aqueste puerto detenidos, Estuvo hasta su postrero dejo,
Porque teníamos nuestros caudales Antes de responder al pedimiento
En aquel mismo fueite recogidos, Que á los necesilados es anejo,
Y todos los arreos principales Balanceaba con el pensamiento,
De oro, plata , perlas y vestidos, Según que suele quien está perplejo;
Con temor del francés, que de presente Y ansí por no dar seco despidiente ,
Víamos y teníamos enfrente. Al don Luis le dijo lo siguiente:
» Y si.para tomar el puerto diera «Señor gobernador, bien entendida
El mar insano viento favorable , Tenemos la necesidad presente;
Nuestro dolor y desventura fuera Mas ya conoceréis que mi venida
En escesivo grado lamentable, Ha sido para causa diferente,
Llevando cada cual su compañera Y quel rey no me manda que divida
Al fuerte por lo ser inespuguable; Algún miembro del cuerpo desta gente,
Mas como negó viento la fortuna Y á mí no me seria bien contado
Del pueblo no salió mujer alguna. Esceder ni salir de su mandado.
» Viéndonos pues en riesgo tan terrible, » Pero haré, según vuestros intentos,
para resistir al enemigo Lo que puede hacer un buen amigo,
Í ocos soldados y ningún posible,
Por la desgracia grande que ya digo,
Y es daros cuatrocientos ó quinientos
Hombres para hacer un gran castigo
Teníamos por cosa convenible En las villas, lugares y en asientos
Salimos del lugar tan sin abrigo, Del indio mas rebelde y enemigo,
Por tener un momento de reposo Para que la comarca mas cercana
En algún puerto menos peligroso. Quebrante su furor y quede llana.
» Pero, bendito Dios, que ya trocamos » Yo les señalaré término cierto
En ratos de quietud las horas malas, Para domar el bárbaro coraje;
No porque con las que antes trabajamos Y castigado bien el desconcierto,
Estas pueden correr á las igualas , Brio y atrevimiento del salvaje,
Pero largas ó cortas descansamos Con toda brevedad vuelvan al puerto
A la sombra y favor de vuestras alas, Para que yo prosiga mi viaje :
A quien alientan águilas reales Que poca puede ser esta tardanza
Que vuelan sobre todas las caudales. Y fácil de tomar esta venganza.
» Cuyo valor y potestad notoria » Mi gente con deseo de preseas
Do quiera gozará de vencimiento, De bárbaros, irá de buena gana ;
Y en su virtud ovistes la victoria Resta que para ver estas peleas
Del soberbio francés y violento, Apercibáis la vuestra baquiana,
Para tener, señor, alas de gloria , Que les enseñen las personas reas,
Como ya las tenéis de nombramiento, Y parlan si es posible de mañana;
Y con las del que sube hasta el cielo, Porque de todas cosas mis soldados
Darán las vuestras encumbrado vuelo. Brevemente saldrán aderezados.
•Pero no solo fué vuestra venida » Aquesta me parece buena traza ,
Contra piratas y soberbios gallos; Pues pomo se castigue la frontera,
Mas como la necesidad lo pida Quieto quedareis en vuestra plaza
Quiere el rey que valgáis á sus vasallos , Y hollareis, seguro la ribera;
Mayormente si van tan de caída Y si cosario fuerte diere caza
Que no pueden vivir sin remediallos: A salvo podéis ir por donde quiera :-•
E ya veréis estar desta manera Aquesto por serviros os concedo,
Los que residen en esta frontera. En lo cual hago mas de lo que puedo.*
»Y ansi, señor, en estos menesteres , Dijo, y el don Luis, á quien aceto
Uno de dos intentos son los míos El orden fué, según del se percibe,
Y aun los universales pareceres , Las gracias le rindió como discreto,
Y son : ó nos llevar en los navios Y aquello que le dan eso recibe;
Con nuestras casas , hijos y mujeres, Y para que se vea con efeto,
O dejarnos aquí buenos avíos, A sus soldados viejos apercibe,
Para que tenga defensión bastante Que para tomar armas son ochenta,
Un puerto tan antiguo é importante. Entrellos de caballos como treinta.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO III. 339
El dicho general sacó*elscientos » Sin dar lugar á selles defendida ;
Soldados que llamamos chapetones, j Pues es ansí quel bárbaro guerrero
Con lodos los guerreros ornamentos Ocupará cualquiera descendida
Que piden belicosas confusiones De tres por do se va por contadero,
Y copia de fogosos instrumentos Y aquella no podrá ser impedida
Con las demás anejas municiones , Por estar español allí primero,
Escudos, pecios , cotas y celadas, Y caer en aquel lugar que digo
Jáculos duros y armas enastadas. Que cumple comenzar este castigo.
Fué de la gente que se desembarca » La gente toda de caballo quede
Por capitán Antonio de Lobera, En aqueste lugar adonde estamos,
Con otro capitán, Héctor Abarca, Porque si mal alguno les sucede,
Varones respetados donde quiera , Que nunca plega Dios que tal veamos,
Con otros, cada cual hombre de marca El bárbaro no haga lo que puede
Para poder regir gente guerrera, Y á los desbaratados defendamos :
Y alféreces, escuadras y sárjenlos, Esto mi probé seso comprehende.
Que no sabré decir sus nombramientos. Salvo juicio del que mas entiende. »
Unos y otros bien apercebidos, Examinadas bien estas razones,
Y junios en lugar que convenía , Todos cuantos allí fueron presentes
Mandóse, porque no fuesen sentidos, Se conformaron con sus opiniones.
Que marchasen de noche con la fria: Por no les parecer impertinentes :
Caminan pues á pasos estendidos Marcharon pues apriesa los peones
El Viernes Santo, venerable dia, Con todos los recatos convinientes ,
Hasta que se pusieron en lo llano Y aunque con gran sudor y pesadumbre
A la sierra de Bonda mas cercano. Llegaron sin sentillos á la cumbre.
Allí llegados sin haber testigos El capitán Beleño que guiaba,
De gente que con armas los delenga, En unos allos poco desviados
Para subir do están los enemigos, Del pueblo para donde caminaba,
Cuesta no menos áspera que luenga , En contra de conciertos acordados
El don Luis llamó los mas amigos Mandó que se quedase Luis de Nava
Para que den el orden que convenga Con ocho validísimos soldados,
En el acometer al indio duro Diciéndole quel paso defendiese
Y entrar dentro del pueblo con obscuro. Hasta tanto que por allí volviese.
Fué desta consultora compañía Viendo quel orden dado pervertía,
Don Antonio, y el capitán Cordero, El cual era pasar mas á lo largo,
Y el capitán Bartolomé García, El dicho Luis de Nava le decia
En el presente tiempo tesorero, Que, pues por don Luis se le dio cargo,
Y Francisco de Castro, que tenia Viese primero bien lo que hacia ;
En un buen parecer voto primero; Mas el dicho Beleño sin embargo
Y ansí manifestando lo que siente Le respondió : « Señor, visto lo tengo,
En la consulta dijo lo siguienle : Y sé y entiendo bien á lo que vengo.»
tPor tres escalas suben esta roca Quedóse con los ocho reguardando
Enhiesta, cada cual á maravilla ; El paso que le dijo, y el Beleño
Acia septentrión por Geriboca , No lo fué para quien está roncando,
A la parte del sur por Macinguilla , Mas antes un terrible quila sueño.
Otra por medio donde se convoca Pues entró en el pueblo , y en entrando
E l contracto común para la villa, Enciende casas el ardiente leño,
Cuyo comedio es y cuya frente Y resplandece luego la candela
Donde lodos estamos de presente. Que con velocidad por ellas vuela.
B La parte destas tres mas descuidada Suena junto con esto tal ruido
En Macinguilla es y la mas cierta, Y grita de los que entran , que despieria
A causa de tener una quebrada Al bárbaro que se halló dormido,
De grandes arboledas encubierta; Acudiendo con armas á la puerta :
Y la gente de pié siendo guiada Uno sano huyó y otro herido,
Por allí, hallará segura puerta, Otro que dura muerte halló cierta;
Pues por esotras dos mas manifiestas Y como despertaban moradores
Es de creer que tienen veías puestas. Iban creciendo voces y clamores.
»El capitán Beleño sera guia , Los altos ocupó llama lijera
Como quien estos pasos ha corrido, Impelida de furiosos vientos,
Y puede por aquella misma vía Barriendo con su fuerza la acera
Llegar á la ciudad sin ser sentido; Que tiene mas lucidos aposentos :
Y como suele liberal espía, Nubes de humo van acia su esfera
Vayan á paso sordo y estendido Con negros remolinos turbulentos,
Los pies lijeros, tácita la huella , Y llenos de pavesas y centellas
Hasta poder llegar al cabo della. Que turbaban la luz de las estrellas.
» Desque lleguen alfindel pueblo, luego Bien como cuando la sulfúrea vena
Pongan á una sin hacer ruido De Quito sus ardores engrandece
A los caneyes grandes vivo fuego En el volcán y fonda socarrena ,
Y á casas principales del partido, Y con espesos humos acontece
Porque con el calor y humo ciego La tierra circunstante ser tan llena,
Se desatine quien está dormido; Quel sol se les absconde y escurece,
Y el que saliere deste sobresalto Y aunque distante del, atemoriza
No le consientan ir á lo mas alto. Al morador que vé llover ceniza :
» Porque si se hallare gente presta Otra tal confusión y tan espesa
De los que siguen el contrario marte , De humo revalida la conquista,
Cosa notoria es y manifiesta A causa de quel viento daba priesa
Acudir mucha por aquella parte, Y la llama veloz andaba lista
Do con espadas, arcabuz, ballesta, Corriendo varias parles que no cesa,
Los detenía católico estandarte, No sin impedimentos de la vista,
Bajando luego todos á lo llano Por ser fastidiosos los enojos
Pues escalera tienen á la mano. Que humos dan á los humanos ojos.
340 JUAN DE CASTELLANOS.
Horrísono clamor hay por las casas, Porque como del bárbaro vecino
Como lo suele dar gente menuda Acudió mas allá furia tan brava ,
De muchos que perecen en las brasas No pudieron tomar aquel camino
Por carecer de paternal ayuda ; Del alto do quedó Luis de Nava:
Procuran de salir a partes rasas Diligencia que menos les convino,
La doncella, casada y la viuda, Y de que nada les aprovechaba;
Porque la llama y el vapor ardiente Y ansí vuelven al paso que frontero
Dentro de su caney no las consiente. Tenian, do se les mandó primero.
Bien como cuando quiere colmenero Llegando pues sobre los escalones,
Hacer de dulce miel vasijas llenas, Del dicho Luis de Nava no curando,
Que ahuyenta con humo de romero Vieron á caballeros y peones
Las próvidas abejas de sus venas, Que abajo los estaban esperando;
Y sin orden el escuadrón lijero Movieron todos ellos los talones ,
Desampara labor de sus colmenas Yendo su poco a poco caminando,
Con un ronco clamor y voz molesta, Por ser la vía que llevarse debe,
Pero tal que su pena manifiesta : Y que para los llanos es mas breve.
Ansí la gente mal apercebida, Y al tiempo que sus pasos encamina
Procurando huir destas contiendas, El avanguardia con fumosas mechas,
A trueco de escapar la dulce vida De la parle del monte mas vecina
Olvidan sus alhajas y haciendas, Vuela tan grande número de flechas,
Con voz confusa, pero conocida, Quel de mejor reporte desatina,
En cuanto prometerse las enmiendas; Por venir herboladas y bien hechas ^
Y ansí unos á otros se convocan Unos dellos se quejan, otros gimen.
Con diferentes cuernos que se tocan. Otros huyen porque no los lastimen.
Mas en el gran caney de Macarena Volver atrás no pueden ni conviene,
Tan prestas llamas levantó la paja, Por ser los indios número pujante,
Que nunca pudo del salir persona, Y el último remedio que se tiene
Y él mismo se metió en una tinaja, Es abreviar los pasos adelante;
Donde de su furor se desentona, Mas tal lluvia déflechassobreviene
Pues aquella le dio vez de mortaja: Sobre el atribulado caminante,
Y aunque hecho carbón y consumido Que para se quitar la dura jara
Fué por insignias ciertas conocido. Aquí gran salto dio , y allí se para.
Duran las confusiones del que llora La rezaga que ve las dilaciones
Y el gran tumulto de los ortociojos , Cuando mas brevedad les convenia
Consumidora llama se empeora , Dan á los delanteros empellones
Los soplos de los vientos no son flojos; Y unos sobre otros iban á porfía
Mas ya mostraba la gentil aurora lindando por aquellos escalones,
Sus ojos claros y cabellos rojos, Y deslizando por acerba via ,
Y los flecheros y arcabucería Tal que por asperezas do se juntan
Ven bien adonde hagan puntería. Se quiebran huesos y se descoyuntan.
Porque los indios del cuartel del cabo Uno rodando va, y el otro vuela,
Do fué concierto comenzar la qtiema, Otro no para hasta la quebrada,
Viéndose sin lision ni menoscabo, A este no quedó diente ni muela,
En tomar armas no tuvieron flema , Al otro se le tuerce la quijada;
Con una diligencia que yo alabo Por-aquí va sin dueño la rodela;
En ardides de guerra por suprema , Por allí se desliza la celada,
Y fué que, sus familias recogidas, Otro que si cayó donde no roda,
Procuraron tomar las tres salidas, Pasa por cima del la gente toda.
Por orden del fortisimo Coendo Como si con nocturno terremoto
Y de Jebo que , como no dormia, Huyesen á lo raso del poblado,
En oyendo la grita y el estruendo Que con aquel ruido y alboroto
Vieron que hacer esto convenía , El menor y el mayor anda turbado,
Después de lo cual fueron recogiendo Este sale desnudo , y aquel roto,
Larga y desesperada compañía; Queda Juan muerto, Pedro mal parado,
Era destos un capitán Gamita Este pide favor, aquel ayuda ,
Que desde los altores daba grita, Y no pueden hallar quien les acuda :
Diciendo : « No os loéis de la jornada Bien por este nivel acontecía
Ni de la valentía cometida, En esta confusión que se pregona,
Hasta que ya volváis á la posada, Pues aquel á quien mano se pedia
Y la podáis contar sobre comida ; Pasa de largo y el huir abona,
Porque si en vuestra mano fué la entrada, Porque con taí remedio pretendía
No sé si podrá sello la salida ; Poner en salvo sola su persona,
Bien podéis alistar los calcañares, Sin esperar amigo que le cuadre,
Pues los indios aprestan los pulgares. Ni aun hijo que volviese por su padre.
•Amigo Juan Beleño , yo te empeño Pues Miguel de Orozco dos tenia
Mis barbas, que tuvieras mejor saco. En la revolución desla batalla,
Si dejando vapores de beleño Y cuando filial favor quería,
Tomaras un humillo de tabaco; Allí no le responde ni lo halla;
Pues hoy han de tener moderno dueño Y ansí murió con otros este dia
Tu celada con plumas y tu jaco, A manos de la bárbara canalla,
Y estos nocturnos saltos y estas penas Donde golpe cruel de mano perra
Las tienes de pagar con las septenas.» , Con sus sesos regó la dura tierra.
Aquesto dicho, desde la ladera Desta manera van dándoles caza
Con cuantidad de gente bien armada , Hasta que los arronjan en los llanos,
Por arronjallos sobre la escalera Ensangrentando cada cual la maza
Disparan una y otra rociada ; En generosa sangre de cristianos ,
Cercana la tenían y frontera, Y el escalera se desembaraza ,
Mas en cierto recodo gran celada Donde muchos ovieron á las manos,
De lafloresta,acia man derecha, Pues número mayor que de cincuenta
Donde ellos se desvían de la flecha. Aquellas anchas losas ensangrienta.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO III. Mi
Los altos aires braman con estruendo; Cada cual dellos hace lo que debe
Auméntase de indios la pujanza, Porque temor de muerte los convida;
De tal suerte que con rigor horrendo Mas tal inundación de flechas llueve
Hasta medio del llano se abalanza En aquesta primer arremetida,
Con el Gamita, Jebo y el Coendo, Que dos soldados buenos de los nueve
Que los animan a mayor venganza , Quedaron perdidosos de la vida;
Sin miedo ni temor que les dé pena, Los otros, para ir donde pretenden,
Por ser esta pasión dellos ajena. Sin perder de su via se defienden.
Luis de Nava, viéndose perdido Ansí van en demanda de los llanos
Y arriba con los ocho compañeros, El vestido huyendo del desnudo;
Per no poder cumplir lo prometido Y como se hallasen ya cercanos.
Beleño, que escapó por pies lijeros, Cada cual escapó por donde pudo,
Percibiendo la grita y el ruido Confiado de pies mas que de manos,
De indios y españoles delanteros, Y de) espada mas que del escudo;
Determinóse de bajar tras ellos Y como van por partes diferentes
E irse por aquellos mismos huellos. Tras ellos se dividen estas gentes.
Porque, segun él dijo, hizo cuenta, Bien oyeron los tiros y revueltas
No pareciéndole juicios vanos, Y tiros de arcabuz los caballeros,
Que en tanto que duraba la tormenta , Los cuales también andan á las vueltas
"Y los otros andaban á las manos, Con indios, defendiendo los primeros
Podrían descendirse sin afrenta Que descompuestos y las armas sueltas
Hasta ponerse junto con los llanos, Bajaron de los ásperos oteros;
Y allí serian de peligros horros, Y de los mismos tiros coligian
Por tener mas a mano los socorros. Ser españoles que se defendían.
En tal necesidad nadie pudiera Guió pues á la sierra don Antonio
Imaginar mas cómodos consejos , Su presto y arrendado rabicano;
Y entonces ciertamente descendiera Dióle su propia vista testimonio
Con pasos voluntarios y parejos; Ser presa de dos indios un cristiano,
Mas viéronlos venir por la ladera Cada cual dellos un feroz demonio
Los sacerdotes ó mohanes viejos Según lo tienen con pesada mano,
Que estaban en un alto contemplando Y luego conoció ser Luis de Nava,
La felice victoria de su bando. A quien fuerza y aliento ya faltaba.
Estos , mirando bien á la redonda , No puede con los indios lo que osa;
Vieron venir dos grandes escuadrones Vigor le falta, sobra la osadía;
Con macana, carcaje, dardo, honda, Pero la destemplanza calurosa
De Macinguilla y otras poblaciones Y el largo curso fuerzas im pedia,
Con intención de socorrer á Bonda, Y es porque nunca quiso dejar cosa
Vistos los fuegos y revoluciones; De todos los pertrechos que traia:
Y ansí dan voces á los capitanes Con el calor aumentan el desmayo •
Los cerimoniáticos mohanes, Celada y arcabuz y férreo sayo.
Diciéndoles: «Haced pasos livianos , Viendo pues que su fuerza no aprovecha
Y abreviad lo posible la carrera : Para se desasir en la porfía,
Alcanzareis allí nueve cristianos En el calabazón metió la mecha
Que van bajando por el escalera.» Que relleno de pólvora traia,
Ellos obedeciendo los dos canos, Y con humo y ardor de sí desecha
Los pies movieron mas á la lijera, Al bárbaro cruel que lo tenia,
Pero cuando llegaron al estrecho i Pues de los dos con el súbito fuego
Distaban dellos no pequeño trecho. El uno quedó muerto y otro ciego.
Viéronlos ir apriesa caminando También al fuego dio su proprio pelo ,
Cerca ya del remate de las cuestas , El cual fué los vestidos encendiendo :
Y porque no se fuesen alabando Terrible pena, grave desconsuelo.
De tales osadías como estas, Tristísimo espectáculo y horrendo;
Los indios como cabras van saltando, Y ansí volcándose por aquel suelo,
Los arcos prestos y las flechas puestas, « ¡ Paciencia me dé Dios! i> está diciendo;
Con la grita que suelen cuando riendas Imprimen sus palabras dolor sumo
Sueltan á las rencillas y contiendas. Y el ver de cuerpo vivo salir humo.
Volvió los ojos el Luis de Nava, Como cuando llegó la fatal ira
Y conociendo ser dudoso trance, Del fuerte capitán, hijo de Alcmena ,
Con suma diligencia caminaba, Que don de su querida Deyanira
Por no poder jugarse mejor lance, A muerte desastrada lo condena:
Y á los demás soldados animaba Ansí brama, da voces y suspira
Antes que la tormenta los alcance; Luis de Nava por aquel arena,
Pero para correr con mas aliento Y cuanto con mas furia se menea
Las armas eran gran impedimento. El miserable cuerpo mas humea.
Iba Liiis de Nava bien armado El noble joven de valor altivo
Con pecio y espaldar, y con espada Llegó con su caballo, y en llegando
Que va pendiente del siniestro lado, Los ijares rompió del indio vivo
La cabeza cubierta con celada, Y asió del triste que se va quemando ;
Buen arcabuz, de balas pertrechado, Y sin sacar la pierna del estribo,
Y demás de la pólvora lasada Lo llevó pocos pasos arrastrando,
Un calabazo grande lleva Heno Hasta que dio con él en un alberca
Colgando, que a su tiempo le fué bueno. O charco que tenían allí cerca.
Aqueste peso y el ardor terrible Este fué gran alivio de sus males
Les nace la carrera menos llana , Y porque cargan nuevos escuadrones ,
Y la gente bestial, incorregible, Acudieron soldados principales
Por su velocidad tierra les gana ; De fuertes caballeros y peones:
La cual con muestras de furor horrible Uno fué dellos Esteban González,
Cercando va la gente castellana, Dador de las presentes relaciones,
Que con el arcabuz templa su vía, Cuyos hechos allí no fueron menos
Y ansí tirando tiros se retira. Que los mas señalados y mas buenos.
34! JUAN DE CASTELLANOS.
Sin faltar en aquesta competencia Mas no por eso la canalla para,
En cualquier necesaria coyuntura. Pues como victorioso los aqueja;
Y por dicho favor y diligencia, Y entre tanto que el bárbaro dispara
El dicho Luis de Nava tuvo cura, Y la gente de á pié dellos se aleja,
Aunque por ser pesada la dolencia Los de caballo van haciendo cara
Poder escapar dellafué ventura; Al escuadrón que punto no los deja
Y aun si hoy vital aura lo gobierna Por arcabucos y por partes rasas,
Andará cojeando de una pierna. Hasta que los metieron en sus casas.
Estando pues allí donde la vida Y como gentes de temor exentas,
Le dieron en el charco referido, A voces dicen: « Esperad, gallinas,
Se recogió la gente divertida Para que rematemos nuestras cuentas
Y las reliquias vivas del vencido, Al son de las cornetas y bocinas.»
Ansi heridos como sin herida, Esto decían y otras mil afrentas
Porque la multitud del atrevido Que de poner en letras son indinas,
Jebo cruel, con indomable pecho, Porque de las naciones es aquesta
Aun no se contentaba con lo hecho. La mas desvergonzada y deshonesta.
Desque los vivos fueron congregados, Después que los metieron en los puertos,
Hallaron que faltaban muchos buenos Revuelven los del bárbaro rebaño
Y estaban de sus armas cercenados A ver sus casas y hacerse ciertos
Aquellos que vinieron dellas llenos. De su bien ó su mal con desengaño:
Los hijos de Orozco congojados Remanecieron muchos indios muertos
La prenda paternal echaron menos: Sin que pensasen ser tanto su daño;
Preguntan, y afirmó testigo cierto Recogen á difuntos sus parientes
Que con los demás muertos quedó muerto. Poniéndoles renombres eminentes.
Aquesta certidumbre les aumenta Pues aunque nunca gocen de victoria ,
Las penas, las fatigas, los enojos; De los indios que mueren en la guerra
La muerte desastrada s-e lamenta Dicen los vivos ser cosa notoria,
Y el quedarse por bárbaros despojos : Digo los moradores desta sierra ,
Era su dolor tanto, que revienta Aquella muerte ser la mayor gloria
Por boca de los dos y ñor los ojos , Que les puede venir sobre la tierra ;
Y tales son los dichos y los hechos, Y ansí les cantan por algunos dias
Que hacen impresión en otros pechos. Sus grandes hechos y sus valentías.
Dijo el menor al otro : « ¿ Qué hacemos Y en una barbacoa se procura
Llorando sin provecho ni esperanza? Al cuerpo suponer brasas ardientes ,
Cumplamos con aquello que debemos Y recoger en vasos la grosura
Tomando destos bárbaros venganza, Por ministros que tienen competentes,
Pues el cómodo tiempo que tenemos La cual beben en tanto questo dura
Podríase perder con la tardanza; Los mas aventajados y valientes;
Vamos-, ya muerte venga, ya nos huya, Después dan al sepulcro la ceniza,
Y no queramos vida sin la suya.» A la cual su linaje solemniza.
Dijo, y ambos á dos, como leones Y de los españoles hecha cuenta
Hambrientos que saltean las manadas, De los muertos á manos y heridos,
Rompieron por aquellos escuadrones Huidos de la haz sanguinolenta,
De gentes con victorias levantadas, Hallaron ser.entonces fallecidos
Y en los de mas gallardas proporciones Número que pasaba de noventa,
Iban ensangrentando las espadas: Todos los mas de los recién venidos,
Matan á Marocinda, Sanga, Toche, Sin los que remediaron cirujanos,
Y Panto vio su fin y eterna noche. O mancos de los pies ó de las manos.
Andando délos dos la punta aguda Esteban de las Alas, cuando llano
Intestinos y entrañas descubriendo, Pensó quedar el bárbaro guerrero,
Sin esperar favor que les acuda Oyó que lo dejaban mas ufano,
En riesgo y en peligro tan horrendo, Y en muy peor estado que primero,
Acudió don Luis con buen ayuda Y cómo convenia mayor mano
Poniendo duros frenos á Coendo, Para domar esfueizo tan entero,
El cual venia contra los hermanos Y lomar las católicas banderas
Con nube furiosa de paganos. Aquesta punición mas á las veras.
El don Luis los suyos solicita Considerando pues que no cumplía
Usando de caudillo diligente; Dejar en tantos riesgos aquel puerto,
Con obras y palabras los incita, Quiso con don Luis , que lo pedia,
Pero los mas pelean flojamente Efectuar aquel primer concierto,
Por el cansancio grande que les quita Y ansí dejó bastante compañía
Las fuerzas y el calor del sol ardiente, Para se defender del indio yerto,
Bien que con arcabuces hacen tiros Y despidiéndose de los vecinos
No todos con mortíferos suspiros. Adelante prosigue sus caminos.
Y Antón Bocancha, negro arcabucero, Viéndose don Luis con mas pujanza ,
El serpentín del arcabuz aprieta A la fortuna quiere dar un tiento,
Contra Jebo que sale delantero Y para tener cierta la venganza
Llamándole de perro negro jeta; Fatigaba su buen entendimiento;
Pero la flecha que salió primero Y como yo también tengo la lanza
En la coce le dio del escopeta, Cansada del pasado rompimiento.
Y fué la punta della de tai arte, Quiero primero que el suceso diga
Que la coce pasó de parte á parle. Algún aiivio dar á mi fatiga.
Al fin el barbarismo prevalece,
Y vista la pujanza y el estruendo,
Y que la multitud de indios crece,
Y los cristianos iban descreciendo ,
Al don Luis de Rojas le parece
Irse su poco á poco retrayendo.
Llevando por delante recogidos
Ansí los sanos como los heridos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE U, ELOGIO DE ROJAS, CANTO IV. 343
Mas pajecillo vil del tesorero
Recorrió los retretes y recodos.
CANTO CUARTO. Ladino, mas al paracer sincero;
Y tuvo tal ardid y taries modos
Donde se cuenta carao en sabiendo los indios de Ronda ser ida el ar- Que sin faltar primero ni postrero
mada , vinieron sobre la ciudad de Santa Marta; cómo se reedificó la Con granos de maiz los contó todos,
fortaleza, con otras muchas cosas que en la reedificación acontecieron. Y hecho cerca deslo lo que quiso
A Jebo dio los granos y el aviso.
Los*hombres honorosos que declinan Vistos los granos, lo demás pregunta,
Del punto adonde estaban colocados, Y la respuesta fué no sin fastidios;
Cuando contrarias partes arruinan Porque mirada bien, della barrunta
Honores que tenían granjeados, Tener el puerto ya buenos presidios,
Siempre sus pensamientos encaminan Y desta causa congregarse junta
A verse satisfechos y vengados , Para les imponer nuevos subsidios;
Y mas si quien padece tal afrenta Y ansí volvieron no con pasos lerdos
Tiene superior á quien dar cuenta. A Bonda por tomar nuevos acuerdos.
Pues como don Luis de Rojas era Idos los indios, hubo gran consulta
Estimado varón y bien nacido, Entre los españoles de mas suerte,
Y de los bárbaros desta frontera En parte que sabían ser oculta
Fué su sobrino muerto y él vencido, Para que lo que cumple se concierte ;
Deseaba de cualquiera manera Y al fin de parecer común resulta
Cobrar algo del crédito perdido, Primeramente levantar el fuerte,
Porque muchos de fuera hacen pausa Pues para proceder mas adelante
Juzgando los efectos sin la causa. Era negociación muy importante.
Y cuando para dar un estampida Previenen necesarios materiales.
E l orden mas sin riesgo tantearon, Sin que ladinos indios los entiendan ,
En gente de los bordos atrevida, Y diestros y peritos oficiales
Que también sus venganzas deseaba, Que las obras del fuerte comprebendan ,
Supieron el armada ser partida, Con doscientos soldados principales
Pero no del presidio que quedaba ; Para que de los indios los defiendan ;
Y ansí hasta quinientos indios diestros Y Castro, Torquemada, Campuzano
Determinaron dar sobre los nuestros. Y don Antonio guian esta mano.
Con intenciones malas y protervas Luego pusieron manos en la obra
Se disponen el viejo y el mancebo; Con gran hervor y viva diligencia;
Son guias de las pérfidas catervas Pereza falta y el deseo sobra,
Coendo, Gamita, Maciringo , Jebo; Vela la discreción y la prudencia ;
Y cuando ya las rociadas yerbas Mas lodo se hacia con zozobra
Enjugaba calor del claro Febo, Por la cuotidiana resistencia
Ocuparon los bajos y los altos De bárbaros que tienen por injuria
Para dar en el pueblo los asaltos. El no mostrar allí toda su furia.
Hacen ostentación de su tesoro En esto se deleitan y recrean
Puestos brazales, pecios, orejeras, Para les estorbar lo que pretenden ,
Con otras diferentes joyas de oro Y aunque con arcabuces los ojean ,
Para cebar las gentes estranjeras ; Son poca parte para que se enmienden:
Daba su resplandor luz y decoro Unos labran al fin y otros pelean,
Al escuadrón que va por las laderas Y el fuerte defendiendo los ofenden ,
Cuando lucido rayo del oriente Pues cuantas veces son acometidos
Hiere las diademas de la frente. Quedaban nueve ó diez indios tendidos.
Al claro manifiestan sus corajes Y aun entre muchos dias hubo día,
El meneo feroz y la postura , Según hombre de vista representa,
Y aquellos sagilíferos carcajes Que de la porfiada compañía
. Cuyo veneno no consiente cura; Quedaron sin la vida mas de treinta ;
Todos con superbísimos plumajes, Mas no por eso cesa la porfía
Como de carrizal gran espesura De la bestialidad sanguinolenta,
Cuándo vellosos por las parles sumas Porque el mas flaco desias gentes todas
Producen tallos que parecen plumas. Reñir y pelear tiene por bodas.
Llegados á las parles mas vecinas, Viendo pues su maldad tan obstinada
Subidos en cerrillos y peñoles , Sin dia reposar desta contienda,
Tocaron las cornetas y bocinas, Determinaron una madrugada
Cóncavos y marinos caracoles, Poner á su furor alguna rienda,
Llamando por sus nombres de gallinas Acometiéndoles con emboscada
A los mas conocidos españoles, Dor.de ninguno dellos se defienda
Con un título mas tan sin vergüenza De los caballos diestros , si por caso
Que por su fealdad no se comienza. Los pudiesen sacar mas a lo raso.
Alborotóse la cristiana gente, Hay un monte que poco se desvia
Y quisieron los mas apercebidos De los ranchos que lienen fabricados,
Al encuentro salir inconlinenle , Donde sin esperar la luz del dia
Porque les ofendían los oídos; Entraron á caballo bien armados
Mas don Luis de Rojas no consiente Don Antonio y Bartolomé García,
Sino tener los suyos abscondidos, Y otros cuatro bien acredilados,
Para que crean, viendo cobardía, Para que si los indios acudiesen,
No ser mas gente de la que solia. Los seis á las espaldas respondiesen.
porque los españoles presumían Y si bajasen del cerro cercano ,
Estar todos los indios ignorantes Que del fuerte distaba poco trecho ,
De las defensas nuevas que tenían, Mostrasen los demás libia la mano
Sino que se quedaban como antes , Porensoberbecelles mas el pecho.
Y en hecho de verdad no lo sabían; Porque los caballeros en lo llano
Y si como venían elegantes Les pudiesen herir mas á provecho,
Entraran en el pueblo con sus galas , Y allí la furiosa destemplanza
Mas de cuatro dejaran las chagualas. Ensangrentase filos de la lanza.
i44 JUAN DE CASTELLANOS.
Después que se hicieron los conciertos , » Bien podéis regalar aquellos potros
Entraron cuando mas obscuro era, Porque tengáis socorro caballuno:
Esperando que salga pac los puertos Que tras uuos recuentros vienen otros,
La mas lucida lumbre de la esfera : Y no seré yo menos importuno
Los caballos armados y cubiertos Hasta que de nosotros ó vosotros
Uno no quede vivo ni ninguno :
De pechos, faldas, ancas y testera, Que la gente de Bonda no se cansa,
Los cuales, según el silencio tienen, Ni fortuna podrá hacella mansa.»
Parece barruntar á lo que vienen. Ensangrentando pues los escalones,
Al tiempo pues que la febea lumbre Con esto consolaban su zozobra;
Los rayos por las sierras estendia, Mas en sus alterados corazones
Vieron cómo bajaba de la cumbre El placer falta y el pesar les sobra:
Armada y arriscada compañía, Los nuestros, lodos libres de lesiones
Según y como tienen de costumbre, Apriesa vuelven manos a la obra,
Y por el orden mismo que solia; Unos tapiando y otros dando tierra
Todos al cerro van primeramente Y todos armas prestas para guerra.
A íin de descubrir aquella frente. Parte velan la senda y el camino
Subido Jebo con escuadrón luengo Atalayando toda la frontera;
Dio voces al ejército cristiano, Otros hachean el teoso pino
Diciendo : «Ya sabéis á lo que vengo, Y ponen en concierto la madera;
Subid, gallinas, daros hemos grano, Otros mondan las ramas del espino
Y pues que me pedis de lo que tengo, O planta que será buena solera
Estos regalos salen de mi mano.» Para ranchos que dentro de los muros
Con esto ladeó sus hombros anchos, Hacían para mas estar seguros.
Cuyaflechallegó hasta los ranchos. Vinieron en aquesta coyuntura
No fué cualquiera dellos menos presto Los de Macinga, población notoria.
Con la grita que suelen y algazara; So color de dar paz, y por ventura
Y visto por ios españoles esto, Antes no la tenían en memoria;
Veinte y cinco peones hacen cara, Mas como quien sus tierras asegura
Llegando con rodelas al recuesto, Dieron el parabién de la victoria,
Del cual bajan los indios como jara ,
Porque viendo t;m pocos, están ciertos Ayudas y favores prometiendo
Que podian contallos con los muertos. Para la obra que se va haciendo.
Todos acuden al número poco, Destose recibió harto consuelo
Y los cristianos por sacallos fuera, Por los que a todas horas trabajaban,
lbanse retrayendo poco á poco, Viendo que les venia muy a pelo
Por aparlallos mas de la ladera ; El ayuda que tanto deseaban ;
Y por los alcanzar el indio loco Y ansí ya por temor, ya con buen celo ,
A los caballos dio llana carrera; Los barbaros ya dichos ayudaban,
Y en oyendo las señas que desean Cuya labor no fué tan sin aliento
Baten las piernas recio y espolean. Que no fuese con grande crecimiento.
Menéase con buen aire la lanza Sabido por los hondos el ayuda
De jeiilaltes sueltos en la priesa , Que daban indios a los andaluces,
Cada cuul de los seis á quien alcanza Procuran enviar á quien acuda
Las espaldas y pechos atraviesa ; Con macanas, con flechas y gorguees ,
Gente de pié tras ellos se abalanza; Y entrellos de la gente mas aguda
Anda la cuchillada muy espesa; Seis ó siete con buenos arcabuces,
Rompen entrañas y abren corazones Tan bien ejercitados en la mira
Las pelotas y duros perdigones. Que nadie dellos yerra donde lira.
El brazo se cercena con el hueso; Estando lodos pues apercebidos,
Llueve sangre del duro desafío; Bajaron sin hacer vanos bullicios,
Grande priesa les dan, mas no por eso Y viendo dos ó tres indios subidos
Ven desmayar al bárbaro gentío, En bullios haciendo sus olicios ,
Pues cuanto su deslino mas avieso, Con arcabuz despierta los dormidos
Mostraban mas valor y mayor brio; Jebo, según se supo por indicios,
Y ansí formaron escuadrón unido Y el muslo pasa de Juanico Minga,
Que nunca después pudo ser rompido. Capitán de los indios de Macinga.
Y los que ya de flechas carecían, Cada cual de los seis luego dispara
Que no gastaron números pequeños, El suyo, sin topar á quien ofenda;
De los robustos arcos se valían, Los nuestros viendo cómo se declan
Que no sou menos que rollizos leños, Por los indios belígera contienda.
Con cuyos golpes grandes rebatían El arma necesaria se prepara
Las lanzas, los caballos y los dueños , Dejando de hacer otra hacienda ;
Trabajando llegar á la ladera Y ansí salieron todos a buscados ,
Para se reducir al escalera. Los seis ó siete dellos en caballos.
Procuran impedilles los lugares Puesto por orden el cristiano bando,
Los caballeros, viendo su concierto; Arcabuces con diestros rodeleros,
Mas á los sagitarios singulares En dos alas se fueron allegando
El viento mostró pelo descubierto, A los cerros y términos fronteros
Por donde traspasados los ¡jares A las alturas dellos apuntando
El un caballo dellos cayó muerto; Con los fogosos globos y lijeros,
Y dcsla suerte \an en remolino Donde los posesores de la roca
Sin poder estorballes el camino. Aprestaron las manos y la boca.
Tomaron en efecto la subida, Porque según sus viejas condiciona»
No menos los heridos que los sanos , Levantan algazara, saltan, gritan,
Dejando diez y ocho sin la vida Mas viendo humear nuestros cañones
l»e los mas señalados y lozanos; Con gran velocidad se precipitan,
Viéndose Jebo pues ir de vencida, Y desde los ya dichos cerrejones
Esto habló con nuestros castellanos : Con retorno de flechas los visitan;
« Hoy por engaños ha sido la vuestra , Pero duraron poco, porque luego
Y mañana quizás será la nuestra. Dejaron á los nuestros en sosiego.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO IV. 34»
Y no se supo si la despedida » De buena gana cada cual le escucha
Fué porque recibieron algún daño; Y el mayor y el menor está rabiando,
Pero quedó sin muerte ni herida Para meter las manos en la lucha
Sin esperar mas tiempo que mi mando:
La gente del católico rebaño; Mira que lodos tienen fuerza mucha
Mas no por eso mal apercebida, Y al cabo tienes de salir llorando;
Antes con miedo de mayor engaño, Si con la tuya vives á contento,
Tanto, que cuando van por agua ó leña No te pongas en este detrimento.»
Arcabucean la cercana breña. Responde: « Puesto caso que ansí sea,
Y para descubrir maldad cubierta No vemos esa fuerza tan patente
No fueron diligencias sin provechos, Que me fuerce razón á que la crea
Pues un dia sin verse cosa cierta Hasta que su valor esperimente;
Disparan recelando los acechos, Será mi desengaño la pelea ,
Y en dos fuertes gandules abren puerta Y ansi la pido con el mas valiente,
Dos balas por enmedio de los pechos; Y tú ten las apuestas, si saliere,
Los otros, como vieron estos muertos, Para dallas á quien las mereciere.»
Con grita se hicieron descubiertos. El Torquemada dijo: < Pues porfías,
Los cuales bien pensaron darftmaña Presto verás aqueste desengaño, .
En tomar la venganza destas muertes; Y ansí quiero vencer tus valentías
Mas á la grita sale la compaña Con el mozo menor que viste paño;
De los que trabajaban en los fuertes, Mas tus quejas después serán baldías
Y ansí no desamparan la montaña Si de la lucha le viniere daño,
Los indios , ni pudieron hacer suertes, Y los reales, si vencedor vienes,
Antes se meten á lo mas espeso En tu bolsa haz cuenta que los tienes.»
Con esperanza de mejor suceso. Luego señaló cierto compañero ,
Pues como gente que de si confia, Dicho Diego Rodríguez, no menudo
Este juzgaban por su mejor rato, Ni grueso, pero joven: es lijero,
Y ansí nunca jamás tuvieron dia Medianete de cuerpo y espaldudo,
Que se pasase sin algún rebato; El olicio del cual era platero
Mas como lo pasado les dolía Y en las presas de lucha nada rudo,
Bajaban con grandísimo recato, En todas las posturas maña varía,
Y eií los cerros cercanos y fronteros E hijo de las islas de Canaria.
Subidos, les hacían estos Ueros.
« ¿ Y de qué sirve trabajar en vano, Había por delante plaza llana,
Gente vil, apocada, burladora, Bien limpia de cualquier inconviniente,
Pues cuanto trabajáis este verano En lomo mucha genle castellana
Hemos de deshacer en una hora ? Y en el mismo compás bárbara gente:
¿Quién te hizo valiente, Campuzano ? Allí con el frescor de la mañana
; Ah Torquemada! ven por la demora; Se ven el uno y otro combatiente ,
Las indias hilan ya vuestras desquilas Como si fueran Hércules y Anteo,
Para meteros dentro de mochilas.» A lo menos iguales en deseo.
En tanto queslas cosas sucedían, Desnudos miembros el gandul robusto
So color de vender mantenimiento Y limpios del paléslrico ceroma,
Algunos otros indios acudían Aquella parle que le dio mas gusto
A ver la fortaleza y el asiento, Del lugar que decimos, esa toma:
Y en paga de las cosas que tratan Diego Rodrigue/, con vestido justo
Ninguno revolvía descontento; Muslos y partes impudentes doma :
Traianyucas, piálanos, auyamas, Ambos se van llegando con gran tiento
Manzanas olorosas, pifias, guamas. Y en los rostios algún demudamieuto.
Y un robusto gandul, de miembros llenos Firmes los pies, los brazos estendidos»
Alto, fornido, bien proporcionado, Entrambos iban por la llana mesa,
Llamado Tíguer, con un ojo menos, Los ojos vigilantes y advertidos :
En varias guerras bien ejercitado, Arremetieron para nacer presa;
Con una carga de plátanos buenos Ya los alíelas dos andan asidos;
Llegó con otros indios al mercado; Resuena con bufidos la dehesa;
Preguntan ¿ cuánto ? los que la pretenden, Bien tienen menester la plaza larga
Y respondió diciendo: < No se venden; Según el uno sobre el otro carga.
«Pero si de vosotros hay quien pruebe Ambos reguardos dan á las gargantas
En la lucha mis fuerzas y mis huellos, Y á las parles que pueden dalles pena;
Deposite cualquiera que se atreve Las prestezas de vueltas eran tantas
Dos reales de plata contra ellos; Cuantas un remolino desordena;
Y si pudiese mas, gratis los lleve La tierra se rompía con las plantas;
Y á su contento pueda gozar dellos, Desgarros grandes hay por el arena ;
Y si mis brazos fuesen mas cabales Del gran reholladero de la rueda
Quedaránseme con los dos reales.» Los cubría nublosa polvareda.
De la cristiana gente que se halla No reposan en unos mismos puestos :
Presente, como vieron tanto brío, Aquí y allí los lleva furia loca ;
Ningunos aceptaron la batalla Los indios que los miran hacen gestos
Ni salieron al dicho desafio; Queriendo ver su Tíguer hecho roca;
Y ansí cada cual dellos mira y calla Hasta los españoles mas enhiestos
Mostrándose con un semblante frió, Hacian mil visajes con la boca :
Bien que quisieran ver este certamen Uno se tuerce y olro se menea ,
Mas ninguno de sí hacer examen. Y cada cual sin pelear pelea.
Mas el Antonio de Torquemada , Bien como cuando dos toros valientes
Capitán señalado desla gente. Mueslran sus furias en el campo verde,
Viéndola toda cuasi demudada Y hacen con los golpes de las frentes
Y uno y otro hablar confusamente, Al ganado dormido que recuerde;
Con una cierta risa disfrazada , Crecen impetuosos accidentes
Al dicho Tíguer dijo lo siguiente: Y el que tierra ganó luego la pierde,
«¿Para qué quieres intentar contienda Y el perdidoso vuelve mas atroee,
Adonde pierdas crédito y hacienda? Y superioridad no reconoce:
546. JUAN DE CASTELLANOS.
Desta manera cada cual se muestra Cuando pasaban estas circunstancias,
En su postura y en su movimiento, Los bondos no vivían sin bullicio,
Sin que del gran rigor de la palestra Mas antes salteaban las estancias
Y en ellas captívaban el servicio ,
Se pueda declarar el vencimiento: Aprovechándose de las substancias
Está dudosa ya la gente nuestra Del rústico trabajo y ejercicio,
Y no menos el bárbaro convento, Y prendieron también del Torquemada
Viendo que el español en la congoja Un negro que guardaba su manada.
Cuanto trabaja mas menos afloja. Y porque desto fuese mas pesante,
Andando pues trabada la rencilla, Dos indios de los desta cabalgada
Diego Rodríguez con bonroso celo Salieron de aquel monte circunstante,
No sé cómo se puso la rodilla Quedando los demás en emboscada,
A tiempo que le vino muy á pelo , Y al Torquemada ponen por delante
Y de tal suerte fué la zancadilla La presa que traían maniatada,
Que dio con el gandul en aquel suelo , Porque si vienen á quitar la pieza,
Diciendo: «Perro, ¿tú no me conoces?» A su salvo le den en la cabeza.
Y dióle luego Ires ó Cuatro coces. Y en efecto salía cierta banda
Después que sus furores ejecuta, De la gente mejor y mas hidalga,
Con él se fueron hasia la posada A causa de quel negro con voz blanda
La gente principal desta conduta Y lastimosa pide quien le valga;
Por mandado del dicho Torquemada, Mas Torquemada con rigor les manda
Y él ocupó los dientes en la fruta A grandes voces que ninguno salga,
A fuerza de sus brazos granjeada , Por entender las mañas y cautela,
Jurando que dulzuras de panales Y la gran multitud quel bosque cela.
Para su paladar no fueran tales. Mas un arcabucero diligente,
El indio Tíguer bien arrepentido Que.se decia Pedro de Ribera ,
De tomar con sus manos aquel baño, Apuntó bien con el cañón ardiente
Fuese corriendo por quedar corrido, Al uno de los dos que estaban fuera,
Y tuvo sentimiento tan eslraño Y dióle por lo alto de la frente,
Que por allí jamás hombre lo vido Parliéndole por medio la mollera:
Ni pareoiópor mas tiempo de un año; Dos ó tres vueltas dio con desaliento,.
Pero vino después, mas no tan leso, Perdida ya la vista y el aliento.
Sino con lió poquillo de mas seso.
Otro gandul entonces y en aquella El otro, como vido su pariente
Coyuntura qt,e fué lo del atleta, Del resuello vital desamparado,
Con gran instancia pide para vella Dio conflechamortal á manteniente
Que le cargasen bien una escopeta, Al negro que traían amarrado,
Estimulado de tirar con ella; Y al compañero, de la luz absenté ,
Mas el soldado con razón discreta, Sobre sus hombros lo llevó cargado
Le dijo* « Mira que no te conoce A la montaña, pasos abreviando,
Y sé que te dará terrible coce. » Do los otros estaban esperando.
El indio dijo: «Vete en hora fea El negro, como nadie lo tenia ,
Con otros á hablar esas razones , Con pies lijeros hizo su huida,
Que yo no tengo para qué las crea , Mas ¿ qué prestó huir? Pues otro dia
Entendiendo dó van tus intenciones, Al miserable le huyó la vida ,
Porque'yo no soy negro de Guinea Sin que pudiese nuestra compañía
Para no conocer estos cañones; Algún remedio dar á la herida;
Échale la carga si quisieres, Los indios huyen, porque ya sus hechos
Eran tan solamente por aséchos.
Y verás cómo doy do me dijeres. »
El Esteban González enojado Con estos ocupaban el sendero
Dos cargas le metió dentro del seno, Esperando ver gente divertida;
Redondo plomo puesto y apretado, Y entonces á cualquiera compañero
De muchos tacos el cañón relleno ; Español no sobraba la comida:
Y cuando para juego tan pesado Estaba pues un guayabal frontero
A él le pareció que estaba bueno, Cerca de do tenían su manida,
De polvorín la cazoleja hecha, Y gente chapetona mal instruía
El arcabuz le dio con viva mecha. Entraban á coger aquella fruta.
El dispuesto gandul la coce puso Y ansí porque tenia la celada
Do la.-suele poner el que bien lira , Que podría cubrir el arboleda, ,
Por do manifestaba tener uso El capitán Antón de Torquemada
Y que su blasonar no fué mentira; Con penas y amenazas se lo veda;
El serpentín fumoso se dispuso Pero como con gente mal criada
Y el blanco disponía por la mira ; No todas veces prohibirse pueda,
El gandul apretó la mano luego Hizo meter allí ciertos soldados
Y en ese mismo punto tomó fuego. Ocultos y de flechas preparados.
Dio tan terrible golpe y estampida Para que si personas desmandadas
Como si se soltara verso grueso, Entrasen á los frutos referidos,
Tanto quel indio loco dio caída, Tirasen silbadoras despuntadas
Como la carga fué con grande esceso. Que les amedrentasen los oídos,
La Carne de los hombros despedida Y abreviasen al fuerte las pisadas
Y fuera de los límites el hueso : Sospechando ser indios abscondidos,
Llegaron muchos por tener por cierto Porque con esta falsa diligencia
Quel misero gandul estaba muerto. Tuviese cada cual mas advertencia.
Aquel que fué la causa destos males Abscondióse pues Esteban González,
Para lo remediar tomó la mano, Y con él Aravaca su vecino:
Que digo ser el Esteban González Luego vieron llegar á los frutales
Hoy en aqueste pueblo cirujano; Un Izaguirre, mozo vizcaíno,
Y con los necesarios materiales Con otros dos mancebos sus iguales,
Dentro de pocos dias lo dio sano, Los cuales con hambriento desatino
Y el Indio que hablaba de la oseta. Comienzan á comer del frulo bueno,
No quiso tirar mas con escopeta. Y a meter en la boca y en el seno.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 11, ELOGIO DE ROJAS, CANTO IV. 347
Los abscondidos tras matas fronteras Con otr3 le pasó tupido sayo
Por ponelles temores y escarmiento Al Esteban González un mozuelo:
Tiraron tires ó cuatro siibaderas; La barriga rompió , nías á soslayo,
Huyen los vizcaínos al momento Causándole tan intimo recelo
Como tres velocísimas galeras Que con el golpe grande y el desmayo
Impelidas de remos y de viento , Tocó con las espaldas en el suelo,
Y á grandes voces dicen deste modo : Y al mismo punto con furor insano
c Arma, arma, que viene sierra todo. Salieron ocho por echalle mano.
» Por orden luego, buenos escuadrones, Pero hallóse junto Juan de Alba,
Daca, rodela grande y azagaya , Fidalgo portugués, que lo levanta,
Porque , juras á tal, flechas montones Y al tiempo que de aquel riesgo lo salva
Venían sobre hijos de Vizcaya.* Una flecha llegó con fuerza tanta
Causaron estas voces turbaciones, Que voló la montera de la calva,
Y nadie dellos sabe dónde vaya Clavándole con la frontera planta,
Porque de ningún indio ven la cara Y allí se la dejó clavada y rota,
Ni suena de contrarios algazara. Según están orejas en picota.
Echan sillas y frenos á rocines, Pues como la canalla los lastima,
Previénense las armas que convienen, Y pone turbación al mas entero,
Y con alborotados desatinos Bartolomé Carrasco los anima,
Preguntan todos por adonde vienen , Mancebo cordobés arcabucero,
Y respondíanles los vizcaínos: Y los llevó basta poner encima
« Guayabos abscondidos te los tienen, Del mogote mayor que está frontero,
A mal viaje hagas salvajina, Donde con brevedad mechas enciendes ,
Y como tiras flecha que rechina.» Y con los arcabuces se delienden.
Andando pues la gente negociada Viendo que los cristianos representa»
Aunque ningún contrario se divisa, Quererse defender y aun ofendellos,
El capitán Antón de Torquemada Los indios con lo becho se contentan,
Apenas puede comportar la risa ; Y antes de les venir nuevos resuellos
Todavía con voz disimulada , Del emboscada huyen y se ausentan,
Sin descubrir el hecho , les avisa Sin padecer desdén ninguno dellos;
A todos que procuren adelante Luego del fuerte salen andaluces
No se poner en riesgo semejante. Al estampido de los arcabuces.
Con aqueste temor se reportaban Llegaron muchos bien apercebidot
Aquestas gentes ya menesterosas, Para los socorrer en la presura;
Y ansí cuantío la fruta procuraban , Pero como los indios eran idos,
Llegaban muchos, y ante todas cosas Y nadie suena por el espesura,
Aquellas partes arcabuceaban Recogieron al fuerte los heridos
Que parecían ser mas sospechosas, Para pon el los en dudosa cura,
Y en tanto que en coger los unos tardan , Y aunque cortaron carne y hubo fuego,
Otros los velan , miran y reguardan. El pobre Caravaca murió luego.
Pero los alimentos mas granados Otro soldado, que se dijo Teva ,
Como de la ciudad los esperasen , Según dicen, del reino de Toledo,
Torquemada mandó trece soldados Un sutilísimo rasguño lleva
Para que los caminos franqueasen ; Entre las coyunturas del un dedo;
Los hondos pues no son tan descuidados Nunca se hizo medicinal prueba,
Que no "los viesen luego y asechasen , Porque su poquedad no puso miedo,
Encubriéndose cerca de sus huellos Pero rabiando concluyó la vida,
Para cuando volviesen dar con ellos. Con no tener semeja de herida.
Fueron los trece acia Mamatoco Quedó herido pues en la barriga
Para ver si venia bastimento ; El Esteban González, cirujano,
Los indios en la parte que ya toco, Y padeció martirios y fatiga
Perseverantes en su mal intento, Cauterizado por ajena mano;
Vieron tres de caballo desde á poco No se guarda, recata ni se abriga,
Que de los trece van en seguimiento ; Y con hacer escesos quedó sano :
Dejáronlos pasar por ir armados Tiene salud y vida de presente
Y los caballos bien encubertados. Y es en aqueste pueblo residente.
Pues como la primera compañía Al tiempo pues que ya tenían llenas
Llevase limitado su camino, De tierra las paredes de los muros,
Paró según el orden que traía Y en torno levantadas las almenas,
Para volver al fuerte de do vino, A cuyo respaldar estén seguros,
Viendo que de la mar nadie venia, Y en lo mas bajo prevenciones buenas
Y se llegaba tiempo vespertino; Que puedan contrastar males futuros,
Mas luego sin pasar mucha tardanza E! don Liiis envía nueva cierta
La gente de caballo los alcanza, De que tienen cosarios á la puerta;
Diciéndoles que vuelvan al instante Y' que para defensa de la playa,
Donde quedaba la demás compaña, Do cada cual tenia su hacienda ,
Porque los tres pasaban adelante La poca fuerza della lo desmaya,
Hasta ver la ribera quel mar baña, Pues no son parte para poner rienda ;
Y que no hallarán quien los espante Y ansí se les mandó que luego vaya
En la senda que va por la montaña, Presidio largo con que se delienda ;
Por pasar ellos sin que se sintiese Y en cumplimiento desto Torquemada
Alguna cosa que de riesgo fuese. Envió gente bien aderezada.
Por esto los peones, sin sospechas Y como por sus letras les espresa
De los indios que estaban emboscados. Que corría notable detrimento,
Apagaron el fuego de las mechas Los soldados se dieron tanta priesa
Algunos neciamente confiados; n Por escusar aquel desabrimiento,
Pues en entrando caen tantas flecha* Que llegaron, según fué su promesa ,
Como golas espesas de nublados, En menos de tres horas mas de ciento,
Y antes que se revuelva ni se valga A hora deseada y oportuna,
A) Caravana hieren en la nalga. Pues ellos y «1 francés fueron á Mnft.
34$ JUAN DE CASTELLANOS.
El cual, reconocida la falanga Apartáronse del alojamiento,
Que de gente de pié se muestra fuera , Pero no de sus mañas y reveses,
Y de los de caballo buena manga, Pues para no venir en rompimiento
Que también rodeaban la frontera, Necesidad les hizo ser corteses;
Volvió con sus navios á Taganga, Y dicen que salieron con intento
Ancón de los que tiene la ribera, De se comunicar con los franceses,
Donde luego surgió y en tierra salta Por saber que se estaban reparando
A fin de tomar agua que le falta. Y en el ancón de Cinto resgatando.
Sabiendo don Luis cómo tenia Tuvieron luego por aviso cierto
El puerto que decimos ocupado, Haber de Cinto ya hecho desvio,
Allá llevó por tierra compañía, Dejando mal parados en el puerto
De cuyo valor iba confiado, Los que robaron en aquel navio,
Y con los arcabuces que traia Do ninguno dejara de ser muerto
Lo hizo retirar mal de su grado, A no les socorrer con buen avío
Y á vela y remo sale de los puertos E l don Luis que de un indio ladino
Con algunos heridos y otros muertos. Tuvo razón del mal que les avino.
Salidos á la mar los luteranos. Y ansi certificado, mandó luego
Huyendo del belígero rebato, Que fuesen al ancón treinta soldados
Los que para robar quedaron sanos Para sacallos del insano fuego
Recompensaron el pasado ralo De que estaban los pobres rodeados;
Con venilles á dar entre las manos Y por estar el mar en gran sosiego
Una naveta del común contrato Fueron en seis canoas aviados,
Que traia de mas de marineros En las cuales llegaron al abrigo
Alguna cuantidad de pasajeros. Donde estaban los náufragos que digo.
Holgáronse con las mercaderías, En la sobresaltada compañía
Por ser la cargazón de blanco y tinto, E1 gozo y el contento fué supremo,
Y con aquellas presas compañías Y de tal cualidad el alegría,
Volvieron al ancón que llaman Cinto, Cuando vieron llegar cristiano remo, .
Donde se detuvieron ciertos dias. Cuanta puede sentir el que se vía
Que llegaron á ser número quinto, De peligro mortal en el estremo,
Y resgataron oro y otros dones Y teniendo por cierta su caida
Con los indios que moran los ancones. Sobrevino socorro de la vida.
Entre tanto los bondos avisados De lo que se les dio comen y beben;
De todos los negocios sucedidos Quiérenlos embarcar, y de repente
Y de cómo los mas de los soldados Los vientos circunstantes el mar mueven
A defender los puertos eran idos, Con tal furor que no se les consiente ;
Al fuerte vienen bien aderezados, Paréceles á todos que no deben
Donde estaban los pocos recogidos; Fiarse del cerúleo tridenle;
Cercólos luego bárbara corona Desviáronse pues de la mar fonda,
Por mandado del nuevo Macarona. Y por tierra se fueron hasta Bonda.
Los buhíos y ranchos que están fuera Quedaron en el fuerte detenidos
Primeramente fueron encendidos; Los que del francés fueron salteados
La vocería de la gente fiera Tostados , flacos y descoloridos,
Rompe los aires con sus alaridos ; Y desnudos, descalzos, deslocados;
E l encerrado capitán espera Pero de su pobreza de vestidos
Cuando serán los muros combatidos, Repartieron con ellos los soldados,
Para que visto tiempo convenible Hasta que diese provisión del cielo
En su defensa haga lo posible. Otro remedio de mayor consuelo.
Llegaron pues los indios inquietos, Como creciesen pues alteraciones
Encaminandoflechaspor la cumbre; En el ancho reinado de Neptuno,
Españoles callados y secretos Guió la proa acia los ancones
A los cargados tiros ponen lumbre, Aquel cosario para tomar uno ,
Pero no fueron tales los efetos Y en Chenque largó cables y resones
Que pudiesen causalles pesadumbre, Por ser puerto seguro y oportuno,
Por llegar, temerosos del engaño, Entre tanto que las ondas mudables
Por donde no les puede venir daño. Ofrecían carreras navegables.
Y ellos tiemplan la vira cuando hieren Sabiendo los franceses ser entrados
Los altos aires por do va derecha En Chenque por huir las tempestades,
Con tiento tan sagaz, que lo que quieren jebo hizo sus pies apresurados
Enclavan á la vuelta con laflecha; A celebrar con ellos amistades;
Por estas vias españoles mueren , Indios llevó consigo desarmados
Si maña no les da cubierta hecha, Para representar seguridades,
Y agora ya ninguna les acierta Y en poniendo los pies en la ribera
Por tener un terrado por cubierta. Mostró señal de paz, blanca bandera.
Combatían los fuertes aposentos Los navegantes, no sin gran recato.
Según que suele furiosa saña, Envían un bajel en el cual vino
Mas no pueden salir con sus intentos Un vascongado con quien un buen ralo
A causa de no darse buena maña; El Jebo razonó como ladino ,
De mas de que fallaban instrumentos Diciéndole que vienen á contrato
Del globo que los muros desentraña; Y que traían joyas de oro fino;
Pero duraron sin cesar porfías Y el navarrisco, que por ellas muere,
Espacio de dos noches y dos dias. Dijo que le dará cuanlo pidiere.
Y como don Luis ya conocía Que traían buen vino de Sorrento,
Las ínmiles y duras condiciones Hachas, mácheles, coseletes, cotas;
Quel inquieto bárbaro tenia, Jebo responde: «Mimayor intento
Temiéndose desús alteraciones, No fué comprar el vino de tus botas,
Dándoles provisión, al tercer dia Mas la playa tendrás muy á contento
Mandó volver aquellos escuadrones; Si pólvora me dieres y pelotas
Y cuando descubrieron por los llanos Y algunos arcabuces compelentcs,
Dejaron •! empresa de las manos. Que sean lisos, limpios y sin fuentes.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE ROJAS, CANTO IV. 54*
Como Jebo cenia espada y daga, Viendo las muestras y los pareceres,
Entienden que de veras lo decía, Algunos de la gente castellana
Y con tan buenas joyas los amaga Dicen : «Contentas van estas mujeres.
Que le vendieron cuanto les pedia; Pues canta cada cual de buena gana;
Y es cosa creedera que la paga
Fué siete veces mas que merecía; . D i , Jebo, ¿si serán estos placeres
Al íin los indios vuelven á sus nidos Por parecelles bien gente cristiana,
De pólvora y pelotas proveídos. Y porque salen ya de vuestras redes.
Y en todo tiempo, donde residían, Que las guardáis detrás de mil paredes?»
En las horas nocturnas y quietas, El Jebo les responde : «No me espante
Para velar personas se ponian Que levantéis tan falso testimonio,
De las mas avisadas y discretas, Pues de vosotros ellas al mas santo
Y al tiempo que los cuartos se rendían No querían mas verle que al demonio :
Disparaban cargadas escopetas, Es esa la manera de su llanto.
De tal manera que cristianos hartos Y llaman á don Gano y á don Nonio
Oyéndolas también rendían cuartos. Y á don Barco, porque estos son mohanes
Ansí que, si recuentros sucedían, Que las pueden librar destos desmanes.
Allende de los arcos y las flechas, »Y estas no son mujeres labradoras .
También con arcabuces acudían Antes en Bonda pocas hay iguales :
Algunos dellos ya las cargas hechas, Mi mujer una, las demás señoras
Frascos que de los hombros dependían, Casadas con varones principales,
En los brazos los rollos de las mechas, Como veremos anles de mil horas,
Las cabezas cubiertas con celadas Que cada cual vendrá con sus caudales
Y todos ios mas dellos con espadas. Para dar libertad á su querida ,
Aunque por precio della dé la vida.»
En esta sazón pues el fuerte estaba Esto que Jebo dijo salió cierto,
Para se defender del enemigo, Como quien los tenia conocidos;
Y el dicho don Luís á quien tocaba Y ansí no bien entradas en el puerto,
Tener en la ciudad mejor abrigo, ( . De paz vinieron todos los maridos
Allí dejó la gente que bastaba Para hacer con ellos el concierto,
Y toda la demás llevó consigo , Y cumplir los rescates prometidos;
Y por los bajos valles ó por altos Mas don Luis pidió por esta suerte
Salían á hacer algunos saltos. Todo cuanto robaron en el fuerte.
Cuadrillas de soldados se metían No pudieron salir á los partidos,
Cerca de los caminos y las vias Y aunque quisieran, imposible fuera,
Por do los indios iban y venían Por ser bienes á muchos repartidos
A sus contractos y sus granjerias, Y que se trasportaban donde quiera:
Y por la mayor parte recogían Dieron los que pudieron ser habidos,
Algunos por ser diestros los espías, Y entrellos las dos piezas de fustera,
Y vínoles en esta coyuntura Y con añadir mas de sus haberes
Un lance de grandísima ventura. Todos ellos llevaron sus mujeres.
Y fué Jebo pasar por la montaña Y aunque piden á Jebo , no por eso
Cerca de donde estaban abscondidos El don Luis cumplió su pedimento,
Con breve número que lo acompaña, Antes por sus delitos en esceso
Tres indios y seis indias sin maridos; Se procedió por orden mas sangriento:
Y el Jebo de los hechos en España Pénele defensor, hace proceso,
Lleva sus aderezos y vestidos Dásele crudelísímo tormento,
Y espada, daga, por bordón jineta, Y confesó que por sus propias manos
Y un paje junto con el escopeta. Mató mas de tres veintes de cristianos.
El Jebo sospechoso destos males Y él fué quien hizo levantar la tierra,
Hacíales apresurar la huella; Y otros atrevimientos infinitos
Pero salieron águilas caudales Durantes los encuentros de la guerra,
Con gran velocidad á detenella: De los cuales los menos van escritos;
Fernán Domínguez y Esteban González Al fin , el gobernador lo destierra,
Al Jebo por llevar la mejor pella, Vistos sus atrocísimos delitos,
Y Orozco y Juan de Alba juntamente, Y lo mandó llevar aprisionado
Y Cordero, caudillo diligente. Al navio que estaba preparado.
Viendo contrarios el gandul membrudo Ligados pies y manos con prisiones ,
Y tantos españoles de improviso , Yendo para la dicha carabela,
Quiere valerse del guzguz agudo, Bien fuera ya de las reventazones,
Pero lugar no tuvo cuando quiso, Se trastornó la chica canoliuela,
Que cuando lo bajaba, ya no pudo, Adonde fenecieron sus traiciones
Porque los cuatro con gentil aviso Y todas sus cautelas con cautela,
Juntáronse con él pecho con pecho , Y las ondas del mar y su fondura
Sin consenlille golpe de provecho. Le dieron inquieta sepultura.
Mas cómo tiene fuerzas de gigante, Fué, demás de su fuerza y aspereza t

Nervosas y terribles proporciones, En regular la flecha tan perito ,


No pudo la de cuatro ser bastante Que pudo competir con la destreza
A le poner las manos en prisiones, Del Hércules discípulo de Eurito:
Sin acudir ayuda del restante Uu tiro solo de su gran destreza
Que pasaba de veinte y seis peones , Manda razón que pongan en escrito
Asiéndole de brazos y de dedos En un francés que va con vuelo presto
Hasta ligalle brazos y molledos. A la gabia del árbor mas enhiesto.
Y sin derramar sangre, hecho esto, Donde por ser el término prolijo
Con él y las mujeres se camina, Ningún arcabuz llega desde el puerto,
Haciéndoles venir á paso presto Y este gandul á don Luis le dijo :
Para los presentar en la marina, « Dime qué me darás si yo le acierto ;
Porque corrían riesgo manifiesto Quedareis todos libres de cojijo
Si los sentia gente convecina; Si yo le hago venir al agua muerto.»
Y al tiempo que venían caminando El don Litis promete y el vecino
Las indias todas seis iban cantando. Que le darán un cántaro de vino.
380 JUAN DE CASTELLANOS.
Llegóse luego do la mar batía; A sus indios el viejo les decia:
Después que le dio vueltas á la cuerda t Como la llama por los altos vuele ,
La guarda de la cárcel se desvia
Segnu, el punto que le parecía A socorrer aquello que les duele ;
Para quel duro tiro uo se pierda, Llegará luego nuestra compañía
Tentó la flecha que le convenia, Viendo que ya no tiene quien lo vele,
Kl arco loma con la mano izquierda, Y , aunque con grillos , nos daremos maña
Atrás estriba con el pié derecho , Para lo retraer á la montaña.»
Tuerce para tirar el ancho pecho. Con estas intenciones se congrega
Encorva los Tortísimos pulgares , Toda la gente de mayor sustancia ,
Y sale de! los la veloce flecha Y con el nublo de la noche ciega
Cortando los aéreos lugares Caminaron con cauta vigilancia :
Por do la mandan ir via derecha; El escuadrón en breve tiempo llega
Rompe la dura punía los ijares Al pueblo por ser breve la distancia ;
Del triste que no tuvo tal sospecha ; Mas vieron gentes bien apercebidas
Recógele la mar, do su caída Que velaban entradas y salidas.
Fué para despedirse de la vida. He dicho cómo toda la frontera
Vjendo la buena suerte de la jara Desta ciudad es monle y espesura ;
Los bárbaros que están en la ribera La iglesia della tiene algo fuera,
Alzaron grande grita y algazara, De los tales rebatos mal segura,
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Contentos por el premio que se espera; Y ocho gandules desta gente liera,
La suya cada cual dellos dispara, Viendo por esta parte coyuntura,
Mas no llegaron donde la primera; Al oratorio santo ponen fuego,
Trajéronles el vino prometido, El cual por todas parles ardió luego.
Que fué por todos ellos consumido. Vistos los resplandores de candela
Viendo pues los piralas y cosarios En tal lugar y en noche tan obscura ,
La obra que hacían las pajuelas, Adevinóse luego la cautela
Tenían por juicios temerarios Y de quién emanaba la locura:
Esperar mas tan impías espuelas ; Al arma tocan los que hacen vela ;
Y ansi, sin hallar votos contrarios Acuden muchos á la voz del cura;
Procuraron huir á todas velas Sacaron el divino Sacramento,
Desde donde flecharon al mancebo. Y la posible ropa y ornamento.
Que fué la parle donde murió Jebo.
Que fué mas por industria que por yerro El viejo con los otros no se tarda
Haberse la canoa trastornado, En ir para soltar el hijo preso;
Para que se cumpliese su destierro Pero para ponelle mejor guarda,
Primero que saliese desterrado, Cuando mas confusión hubo mas seso:
Por ser para cristianos tan nial perro Hubo ballesta , lanza y alabarda,
Que jamás les dejó de dar bocado, Y españoles con él de mucho peso;
No fallando después enlrestas gentes Y los indios por no ser conocidos
Oíros tan atrevidos y valientes. Se volvieron confusos y corridos.
Pues oirás muchas veces acudieran Pensando pues que de la maldad hecha.
Al fuerte y á losíosos que eslan hechos, Por ser ellos de paz, nadie podría
Pero ninguna cosa concluyeron Tener ni concebir mala sospecha,
Por tal talles las mañas y pertrechos; A los puertos volvieron otro dia
Y aunque valientes bárbaros murieron. Con intención que no les aprovecha,
Jamás faltó la furia de sus pechos, Culpando la rebelde serranía;
Antes como fortísimos y diestros Mas con el agua y el cordel molesto
Derribaban algunos de los nuestros. Hicieron su delito manifiesto.
Pues no pudo librarse desla plaga, Visto de sus delitos el abismo,
Cuando pensaba della ser seguro, Al viejo con tres otros ahorcaron,
Un Pulgarin, vecino de Azuaga, Y precediendo santo catecismo.
Detrás de las almenas en el muro, Antes que padeciesen se lavaron
Por "haber en lo bajo quien amaga Los cuatro con el agua del bautismo.
Y no ver en lo alto mal futuro ; Porque con gran hervor lo demandaron
Pero cierto gandul de la canalla Y como no constó ser delincuente,
A raíz se pegó de la muralla, Ir dejaron al preso libremente.
Y estando puesto donde deseaba, Después de cumplida la sentencia
Envió su arpón al alto cielo, Que mereció tan torpe desatino,
Y en faltando la fuerza que llevaba El dicho doo Luis tuvo licencia
Que ya no pudo dar mas alto vuelo, Del rey para seguir otro camino;
Abajo vuelve y al bajar enclava Y para le lomar la residencia
El hombro del impróvido mozuelo : El buen don Lope de Orozco vino,
Lloraron todos esta desventura , Y por gobernador y por regente ,
Porque su vida fué de poca dura. Adonde permanece de presente.
Durante pues las guerras y pendencias El rey al don Luis manda que lleve
Del español y bárbaro vecino, Cargo de gobernar á Venezuela.
Nacieron, sobre ciertas diferencias Don Lope resta ver, á quien se debe
De pescas en el término marino, El elogio postrero desla lela :
Pesadas y sangrientas competencias Este quiero cantar, y seré breve;
Entre los hondos y los del Dorsino; Pues tratando del Cabo de la Vela
Y con aquestas guerras intestinas Hice memoria del en Mocoira
Descansaban las gentes peregrinas. Y de los que mató bárbara ira.
Mas aqueste descanso duró poco ,
Porque teniendo preso por tributo
Al indio principal de Mama toco,
El padre del, como varón astuto ,
Por dalle libertad, un modo loco
Tomó pensando que sacara fruto,
Y fué debajo de sus amistades
Abrasarlas cristianas vecindadec.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE OROZCO, CANTO l . 331
ELOGIO I De su venida la razón se lleva
A Bonila y á la tierra comarcana,
de don Lope de Orozco desde que vino á gobernar á Santa Y como viesen ya justicia nueva,
Marta, donde se hace mención de las cosas en aquella Vinieron á la paz de buena gana,
gobernación sucedidas hasta el año de 158o. La cual el buen gebernador aprueba,
Y toda aquella tierra quedó llana,
CANTO PRIMERO. Hallando para esto ser remedio
Quitar la fortaleza de por medio.
Ya corría la era de setenta Porque por todos gran examen hecho,
Y seis años del santo nacimiento, Vian ser en cualquiera coyuntura
Demás de quince cientos, cuya cuenta Las costas muchas y ningún provecho,
De cuentas «s la luz y fundamento, Y de los españoles sepultura;
Cuando don Lope de Orozco tienta Cesaron pues asaltos y el asecho,
Sulcar la mar y dar velas al viento Dudosos trances de la guerra dura,
Con dos naves tortísimas aposta Y agora un hombre solo no recela
Hechas á sus espensas y á su costa. Por tierra ir al Cabo de la Vela.
Trescientos hombres van, buenos soldados, De donde, por haber seguras treguas
De gente principal y populares, Con todos los caciques del terreno,
De todas armas bien aderezados Por espacio de mas de treinta leguas
Y ropas y atavíos singulares; Ha mandado hacer camino bueno,
Los ciento desta gente son casados, Y ha metido por él vacas y yeguas,
Dispuestos á poblar nuevos lugares, De quel compás de Bonda tiene lleno;
Y en ellos con designos y esperanzas Porque los que tenían en la lierra
De se valer por crias y labranzas. Habían perecido con la guerra.
Trajo sus hijos, porque con él vino Puestas todas las cosas en sosiego,
Don Alonso y don Pedro y otro hermano, Y dejando recado conviniente,
Don Andrés de Pineda, su sobrino, Al gran valle de Upar se parlió luego
Hombres para regir guerrera mano; Con razonable número de gente,
Porque don Diego ya fué peregrino Llevando su mayor hijo don Diego
En estas tierras y hombre baquiano , Cargo de general y de teniente,
Varón en este reino muy aceto El cual poco después hizo viaje
Y á quien todos tenían gran respeto. A Macoira contra su salvaje.
Porque don Lope de Orozco tuvo Por los respectos que mas atrás digo,
En este reino cargos eminentes, Cuando poblaron en aquellos puertos,
Y en el servicio de su rey anduvo Y en la rebelión del enemigo
En Indias por provincias diferentes, Los tres hermanos Lermas fueron muertos,
Y aquí no pocos años se entretuvo, Y fué don Diego para dar castigo
Casando muchos deudos y parientes, A los culpados en los desconciertos,
Y á su hermosa hija Mariana, Adonde hizo hechos tan notables,
Ejemplo grande de virtud cristiana. Que á los presentes fueron admirables.
Agora desús peregrinaciones Y un Juan de Sorocois, vizcaíno,
En aqueste compendio no se trata, Mancebo de no flacas esperanzas,
Por m\ poder decir breves renglones Cuyo valor á mi noticia vino
Los naufragios del Rio de la Plata, Después de las sangrientas destemplanzas,
Do fortuna le dio de los baldones Paréceme que no fué menos diño
Que suele cuando mas se desacata ; De lo solemnizar con alabanzas,
Y estos para ponellos en memoria Pues á caballo con la cruel asta,
Han menester particular historia. No pocos hizo menos desta casta.
Pudiéramos correr á vela y remos, Mas con el grande sol que los fatiga
Según teníamos materia harta; Causó del Sorocois el caballo;
Mas como vamos ya por los eslremos, Cuanto con las espuelas mas instiga,
De donde razón pide que me parla, Tanto menos podía rodeal o;
En esta parle solo Iniciaremos Y la cruel canalla y enemiga
Los negocios que son de Santa Marta, A manos procuraban de tomallo,
Cuyas revueltas, tramas y maiañas Y cuando su prisión via ser cierta,
Me dejan quebrantadas las entrañas. La lanza de don Diego lo liberta.
Con esta gente pues conmemorada Con no menos furor que brava fiera
Guió don Lope proas al poniente, Revuelve luego sobre los paganos;
La mar algunas veces alterada El cansado rocín en la carrera
Y llena de mortal inconvinienle j(| . ¡ Los pies mostró mas tardos que livianos ,
Pero pudo llegar á la Ramada
r Y dos veces demás de la primera
Donde desembarcó toda la gente, Don D>ego lo sacó denlrc sus manos;
Porque en la costa y en aquellos llanos Mas no salió tan libre del enojo,
Está puerlo poblado de cristianos. Que no le diese flecha por un ojo.
Por Bartolomé de Alba fué fundado, • Por la. cuenca rompió de tal manera,
Por mandado desta real audiencia, Que no quedó la lumbre del difunta;
El año de sesenta ya pasado, ,\ El tendal se quitó que quedó fuera,
Que llevó deste reino la licencia; Y dentro consumió toda la punta,
Y aunque fué por algunos contrastado Y según pareció, tan larga era,
No pudieron borrar su permanencia : Que con la noca, sin salir, se junta,
Es para sementeras tierra franca, ' ,t Y por entonces'no se vido cosa
Y llámase la nueva Salamanca. Que mostrase herida peligrosa.
Por ser tierras de sus jurisdicciones. Antes el dicho golpe se le enjuga,
Allí fué recebido del vecino, Y todos lo tuvieron por sencillo; " b
Y con refrescos y recreaciones Mas allí se crió cierta berruga,
En dar el hospedaje fué benino ; Y á la parte también del colodrillo
E informado dcslas poblaciones, Un cierto torterillo como oruga,
A Salamanca hizo su camino, Que crecia según un lobanillo,
Donde luego lomó la residencia Que tuvo muchos meses, y por donde
Hasta que pronunció final sentencia. Después aquella punta corresponde.
532 «JAN DE CASTELLANOS.
Y ansí, sin la torcer, via derecha, Consuela sus tristezas y pesares
Juan Pérez, un mulato, por su mano Viendo tan oportuno caminante
Un largo geme le sacó de flecha, Para poder salir destos lugares,
Sin que menester fuese cirujano, Pues sola no pudiera ser bastante;
Pues la tubércuta quedó deshecha Y un Antonio González y un Süarez
Y el dicho Sorocois vive sano, Se juntaron con ellos adelante,
El ojo claro, sin lesión alguna, Y estos solos de todos los cuarenta
Que fué caso de próspera fortuna. Pudieron escapar de la tormenta.
Fué pues la conclusión del marcio juego Corren luego las gentes rebeladas
Los bárbaros quedar con la victoria La costa donde está la granjeria
Y con mayor furor, según allego De perlas, defendiendo las aguadas
En lo que dicho queda desla historia : De donde el español se proveía;
Lo cual reconocido por don Diego , Huyeron las canoas asombradas,
El poder escapar tuvo por gloria, Con la gente que en ellas residía ,
Y ansí con los que puede se retira Y al rio de la Hacha se vinieron
Del feroz morador de Macoíra. Donde por muchos meses estuvieron.
Con su padre habló dándole cuenta Llamaron al don Lope los vecinos,
De sus trabajos y dolor inmenso; Vista la desventura sucedida;
Y como para guerra tan sangrienta Suspende por entonces sus caminos,
No tenían posible tan eslenso, Dándoles certitud de su venida
Hasta después tres años del de ochenta En castigando ciertos desatinos
Aquel castigo se quedó suspenso; De otra rebelión mas atrevida,
Y entonces de lugares diferentes De la cual brevemente se despacha ,
Determinaron de convocar gentes. Y partió para el rio de la Hacha.
Y teniendo de gente castellana Y en servicio de la real corona
Cuarenta para lo que se desea , El trabajo tomó por regocijo ,
Que fué hacer aquella tierra llana Queriendo castigar por su persona
En tanto que de mas gente se arrea , El mas recio furor que duro guijo,
Enviólos al pueblo de Santa Ana En cuyo riesgo grande no perdona
Y por capitán dellos un Olea : A don Pedro de Cárcamo su hijo,
Era pueblo de paz y comarcano Que hizo cosas en aquel viaje
De Macoíra y en el mismo llano. Decentes al valor de su linaje.
Hay por aquel compás indios anatos Estimulados pues de justa ira,
Con los guanebucanes y cocinas, Rompieron los caciques rebelados
Y en estos llanos grandes muchos halos En tierras de Soturma y Macoíra,
De vacas que recorren las salinas , Con número dé hasta cien soldados;
Sin impedir los tractos y contratos A defenderse cada cual aspira;
Del español las gentes convecinas; Mas brevemente son desbaratados ,
Y en estos batos tienen los señores Los principales dellos hechos piezas
Españoles y negros por pastores. Y las sendas pobladas de cabezas.
Sabiendo pues los indios que volvía Punida conrigorla gente suelta
Con orden militar gente cristiana, Y puestos los rebeldes en cordura ,
Y esperaban mas amplia compañía Al valle de Upar luego dieron vuelta,
En aquel dicho pueblo de Santa Ana, Provincia que tenían mal segura.
Primero que gozasen deste dia Por una pesadísima revuelta
Quisieron lomar ellos la mañana: Y suceso de grande desventura ,
Digo los indios, porque de repente Del cual aquí daremos breve cuenta
En el Olea dieron y en su gente. Según la relación nos representa.
En noche triste, negra y oportuna. ^ Hay dentro del Upar muchas naciones,
Se repartieron bárbaros guerreros Kn las lenguas y ritos diferentes,
Con orden para dar todos á una Pero todas defierascondiciones ,
En las estancias sobre los vaqueros , Ydestas son los tupes mas valientes ,
A quien fué tan contraria la fortuna Altos y de fornidas proporciones
Que vieron sus remates postrimeros , Y á los cristianos no muy obedientes ;
Y al mismo punto la mortal pelea Mas todavía por aquel paraje
Sobrel desventurado del Olea. También reconocían vasallaje.
Entraron en el pueblo repartidos Destos, Francisca, india ya cristiana ,
En donde los cristianos se aposentan; Casada con Gregorio, muy ladino,
Suenan gritos mortales y gemidos Vivían entre gente castellana
De los que la crueldad experimentan ; Instructo»en católico camino;
Huellan sobre los cuerpos de caídos Y un Pereira, de gente lusitana ,
Quel suelo de las casas ensangrientan , Que en el valle de Upar es hoy vecino,
Pechos rompidos, quebrantados brazos Tenia sin pensar tal maleficio
Y cabezas partidas en pedazos. A marido y mujer en su servicio.
Viendo cuan derendo iba la cosa , Antonio de Pereira era casado,
Sin ver por dó huir el mas despierto, Y según dicen con mujer celosa.
El mulato Juan Pérez de la Rosa La cual siempre vivía con cuidado
En el suelo se estiende como muerto; De la Francisca, porque fué hermosa;
Pasó por él la gente belicosa Y por ventura, sin haber pecado,
Teniendo, tal está, sufinpor cierto; El ama desla india sospechosa ,
Pero después que vido coyuntura Con azotes hirió sus miembros bellos
Como ciervo sus pasos apresura. Y trasquilóle lodos los cabellos.
E yendo por aquella gran campiña Corrida desto la Francisca bella,
Escombrada de montuosa rama, Según suele femínea destemplanza,
En camisa, sin ropa ni basquina , Puso los ojos en venganza del la,
Vido huir también á cierta dama , Y para ver cumplida la venganza
En los trémulos brazos una niña ; Al Gregorio presenta su querella ;
Yerónima de Manjares se llama Y ambos debajo desla confianza
Esta mujer, que quiso Dios linralla Se fueron á los tupes sus parientes
Del implo furor desta batalla. Movidos- destos locos accidentes.
VARONES ¡LUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE OROZCO, CANTO I.
Cuando la india vio las plantas puestas » Solo quiero decir que cada uno
Do su querer mandó que las aplique, Trabaje no tener la mano floja,
Sus bellas carnes hizo manifiestas Y en viendo lugar cierto y oportuno
Ante Coro Ponaimo su cacique; Procure de hacer la tierra roja ,
Pues en aquel lugar las mas honestas De manera que cristiano ninguno
Y todos cuantos hay andan á pique, Se libre de mortífera congoja,
Usando de la justa vestidura Y dé cada caudillo buen recado
De que los proveyó don de natura. Del cuartel que le fuere encomendado.
Y ansí la dicha moza se compuso «Entrar por cuatro partes sea notorio
Con desnudez, aunque ropas llevaba , A todos: por la una Quiri:, Imo;
Para mas conformarse con el uso Por otra con su gente va Gregorio ;
De la bárbara tierra que hollaba: Por otra mi hermano Curunaímo;
El indio, contemplando lo recluso, Otra, que es mia, con el oratorio
Con amorosos ojos la miraba, Buena cuenta dará Coro Panaímo;
Y pidiendo razón de su venida , Vendrán ¡lotos y los cariachiles,
Dijo que á le servir toda la vida. Y si no, quedaránse para viles.
Porque las españolas son molestas, «Podrá ser que de industria se detengan
Y no quería mas gustar sus hieles; Y eslar como cobardes á la mira,
Y en aquestas demandas y respuestas O que en el parecer se desavengan
Saliéronse las gentes infieles, Tomando por escudo la mentira;
Y ellos entre requiebros y recuestas Pero digo que vengan ó no vengan ,
Vinieron á juntar entrambas pieles, Cristianos han de ver su fatal ira,
Quedando del contacto de los pechos Pues para tan liviano hecho basta
Los dos nuevos amantes satisfechos. Coro Ponaimo con los de su casta.
Después del sensual ayuntamiento, ¡> Por lauto caminemos con el dia
Supo tan bien jugar con el tirano , Lo que nos resta del incontinente,
Que cosa no le daba mas contento Porque llegada ya la noche fria
Que lo que se guiaba por su mano ; Estemos á la hora competente
Y al mando le hizo liaciamienlo Sobre Guatapori, que se desvía
Como si fuera su mayor hermano; Pocos pasos de la cristiana gente;
Y viendo la Francisca ser dispuesto Y cuando se tocare la corneta
A no la disgustar, le dijo esto : Cada cual ásus casas arremeta. »
« Dime, señor, un hombre tan discreto, Dijo Coro Ponaimo su desino,
No menos poderoso que valiente, Y los guerreros escuadrones puestos
¿Cómo puede sufrir estar subyeto Continuando fueron su camino
A los mandados de estranjera gente, Por lugares que ven menos enhiestos ,
Pudiéndolos poner en el aprieto Hasta que ya la noche sobrevino
Que suele decepar mala simiente, Y fueron repartidos por sus puestos,
Pues para concluir cosa tan alta Presentes de Francisca los enojos
Sola tu voluntad es la que falta? Para ver la venganza por sus ojos.
» A los hombres, señor, de tu valía ¡Oh cuánta desventura, cuántos daños
Y que tienen tan amplios los poderes , Al pueblo lleva su furor sangriento!
No cumple por temor ni cobardía ¡ Cuan descuidados ya destos engaños
Obedecer ajenos pareceres; Dormía cada cual en su aposento !
Y aquesta servidumbre se desvía Pues se pasaron bien treinta y seis años
Facilisimamente si quisieres, Del tiempo que poblamos el asienlo,
Porque solo querello, como digo, Sin que cacique desla serranía
Será la perdición del enemigo. Concibiese jamás tal osadía.
» Ningún cristiano dellos se recela Bien que nos defendían sus partidos
Sea con claridad ó con obscuro; No con menos valor que de romanos,
Yo sé que su ciudad nunca se vela, Y en algunos recuentros bien reñidos
Con no la rodear cerca ni muro ; Hubieron españoles á las manos;
En ningún tiempo ponen centinela ; Pero nunca jamás tan atrevidos
Duermen á sueño suelto sin seguro ; Que bajasen al pueblo de los llanos,
La gran dispusiciou y el aparejo Con ser á los principios los soldados
Son los que también dan este consejo. Muy pocos y muy mal aderezados.
» El cual si por ventura se tomare, Mas es ansí que la gente mas llana
Siendo como lo es tan acertado, De cuantos indios hoy están subyetos,
Por todas las provincias del Upare Con la conversación cuotidiana
Será siempre tu nombre celebrado; Despiden los temores y respetos,
Y ansí lo necesario se prepare Y notan de la gente castellana
Para hacer mi corazón vei gado , Sus mañas, sus ardides y secretos;
Pues cierto, si tus armas no se ablandan, Y todos ellos cuando ven la suya
Tú solo mandarás lo quellos mandan.» No dejan ocasión que se les huya.
Dijo la mala hembra, y el beodo No loman la virtud destas escuelas,
A todo le prestó fácil oido, Sino pecados, juegos, desatinos »
Y la respuesta suya fué de irodo Y tanto mas abundan de novelas
Que hizo general á su marido; Cuanto se van haciendo mas ladinos;
El cual desque juntó su poder todo, Y estos en los engaños y cautelas
Y estando cada cual apercebido, Son peores que espíritus malinos,
El cacique que vio sus gentes prestas, Y entrellos no se ve mozo ni viejo
Dijo pocas palabras, y son estas : Que quiera ser capaz de buen consejo.
t Amigos y parientes, de quien fío Y con ser el ladino desla gente
La guerra do me lleva mi deseo : En astucias plenísimo venero,
Bien sabéis lodos el hílenlo mió Por no perder algún gusto présenle ,
Y en que pretendo-de hacer empleo ; No recelan del gusto venidero ,
Estáis compuestos de valor y lirio, Y á trueco de vengar un accidente
Armas bastantes, militar arreo ; Dejan la soga ir iras el caldero,
Venis a. redimir vuestra zozobra : Según estos presentes enemigos
Resta poner las manos en la obra. Que pensaban quedarse sin castigos.
T. iv.
33 i JUAN DE CASTELLANOS.
Porque llegada ya la fatal hora, » Socórrano?, Señor, vuestra clemencia,
El Gregorio dio golpes a la jpuerla Y en este movimiento tan atroce
Del Antonio Pereira y su señora; No prevalezca bruta pestilencia
El amo recordó y ella despierta, Que no os sabe , ni cree, ni conoce;
Y mandan que no abran a deshora; Nuestros grandes pecados y demencia
Pero sus pajes se la dan abierta : Merecedores son de mayor coce ;
Entró luego de gente gran ruido Pero no midáis vos, Redentor mió,
Y el Pereira salló del dulce nido. La punición según mi desvarío.
Y al tiempo de salir del aposento, » Estrella de la mar, Virgen,Señora,
En el rostro le dan una herida; Santa de santidad insuperable,
Otro golpe secundan mas sangriento, Tened por bien de ser intercesora
Pero ninguno le quitó la vida ; Por esta compañía miserable;
Una lanza sin hierros y sin cuento Cánsese ya la mano vengadora
En el suelo topó que está caida, Desta nación bestial y detestable;
Y con ella sin armas y desnudo Matan vuestros devotos y sirvientes,
Los entretuvo todo cuanto pudo. Van degollando niños inocentes.»
Pero su mujer Ana de la Peña, Y es ansí que por todos se reparte
Hiriéndole las voces el oido, La turbación, la confusión y pena,
Reconoció ser bárbara reseña, Porque la furia del sangriento Marte
Y femenino miedo despedido Cosa no ve mover que no cercena,
Saltó como novilla zahareña, De tal manera, que cualquiera parte
Empuñando la espada del marido : De miembros palpitantes está llena ;
Da tajos y reveses de tal suerte Casa no queda donde falte llanto,
Que se libraron ambos de la muerte. Dolor, temor, horror, mortal espanto.
Rompieron ambos el contrario bando Rien como los mortíferos venenos
Escapando del duro captiverio; En los estómagos de los humanos,
Juntos , eluno al otro reguardando, Que de los miembros que tenían buenos
No padecieron otro vituperio; Ningunos tJellos les quedaron sanos,
Por medio de la calle van volando Antes los hacen de vigor ajenos
Para poder llegar al monasterio, Debilitando pies, brazos y manos,
Donde los religiosos y reclusos Sin dejalles artejo ni juntura
Andaban ya revueltos y confusos. Que no recorra tanta desventura :
Porque de la ciudad no queda casa Ansí también los bárbaros tumultos
Por cuya cumbre no volasen llamas , Donde quiera sus furias acrecientan ,
De lo superior hasta ¡a basa Corriendo los lugares mas ocultos,
Deshechas todas las pajizas tramas; Que todos los maculan y ensangrientan ,
El templo principal ya hecho brasa, Y donde quiera que divisan bultos,
Donde llegaron con ardientes ramas , Jáculos penetrantes les presentan ,
Mas ante todas cosas los violentos Y de la mas que bárbara caterva
Robaron los benditos ornamentos. Ningún varón ni hembra se reserva.
Coro Ponaimo de su furor ciego, Vieron su triste fin en la pelea ,
Viendo quel monasterio permanece , Partidas sus cabezas con macana,
Cinco veces ó seis le puso fuego La bella doña Guiomar deUrrea
Y admírase de ver que no le empece; Y doña Beatriz, su cara hermana;
Crece la grita y el desasosiego, Este mismo rigor mortal se emplea
El fuego donde quiera resplandece; En otra principal dicha doña Ana ,
Los frailes viendo tanto desconsuelo Doña Ana de Aníbal digo que era,
Invocan el favor del alto cielo. Quel pecho mas feroz enterneciera.
Mas el viejo fray Pedro de Palencia, Isabel de Briones quedó manca
Con un mulato suyo Juan Carnero, De vida temporal, y en dura tierra
A los barbaros hizo resistencia El arroyo de sangre no se estanca
En una puerta del zaguán primero, Del cuerpo bello de María Becerra;
Tanto que no bastó su violencia, Cayó la varonil Elvira Franca ,
A volvclle los filos del acero , Ana Ruiz del mundo se destierra ,
Ni para que dejase la rodela Ana Fernandez en escondedrijos
Que fué mantenedora de la tela. La vida concluyó con sus dos hijos.
Y ansí con ella del furor escapa Quebrantadas las frentes y las cejas
Diciendo con acentos conocidos : Luego con asperísimos cuchillos,
« Ovejas del obispo de Cbiupa, A las galanas mozas y á las viejas
Ningún gusto me dan vuestros balidos, Que traen arracadas y zarcillos,
Pues que por fuerza nos quitáis la capa A raiz les cortaban las orejas
Sin darnos un vellón para vestidos ; Y los dedos también de los anillos,
Y ansí de lana que tan mal se hila Desnudándolas de sus vestiduras
Renuncio para siempre la desquita.» Hasta dejallas en las carnes puras.
Fray Dionisio de Castro, sin aliento, Catalina Bodriguez, desposada
Viendo de desventuras tal sumario, El infelice dia malhadado,
Convocó religiosos del convento En el infausto lecho fué hallada,
Y abrió presto las puertas del sagrario; Su muy hermoso pecho traspasado,
Sacan el sacrosanto Sacramento Adonde la dejó desamparada
Y á la bendita Virgen del Rosario ; El mas que temeroso desposado;
Llevólos á lugar sin cobertura, El cual salió después de salir ellos
Aunque la iglesia se quedó segura. Chamuscadas las barbas y cabellos.
Delante del, hincadas las rodillas, En manos la dejó de quien la mata;
Con íntimos suspiros y vertiendo Mas della se colige , si pudiera,
Lágrimas con que riega sus mejillas, Que no huyera del en el combate,
Ante su Majestad está diciendo : Antes otra Hipsicratea fuera,
« Restaurador de las eternas sillas, Aunque él no se mostró ser Mitridale,
Libradnos de peligro tan horrendo : Pues en huir de allí salud espera,
Oid, Señor, los gritos y clamores Dejando su querida para cebo,
Destos atribulados pecadores. Venciendo su temor al amornuevo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PAUTE II, ELOGIO DE OROZCO, CANTO I. 355
Fueron mas de cincuenta los difuntos, Como fuese con voces importuno
Los cuales por sus nombres no refiero, Por recoger la gente divertida,
Pues no podré decir en breves puntos Dos á dos, tres á tres y uno á uno,
Los que vieron su día postrimero; Salian á la voz reconocida,
Mas con mujer y cuatro hijos juntos Hasta tanto que ya quedó ninguno
También murió Hieróuimo Romero, De los que se escaparon con la vida ,
Y su pequeña hija quedó viva Pero ninguno dellos tan exento
Que los bárbaros hoy tienen captiva.
Que no guie sus pasos con gran tiento.
Durantes pues los gritos y clamores Rien como los ratones que comiendo
Y el mal que por momentos se empeora, Algún mantenimiento que los ceba,
Tomó sus armas Antonio de Flores, Que si perciben el menor estruendo •
Un principal hidalgo de Zamora, Con gran priesa se vuelven á la cueva,
Y ensilló su caballo sin favores, Mas luego poco á poco van saliendo
Por nadie los tener en esta hora; No sintiendo remor de cosa nueva ,
Y dígolo porque este zamorano Y de tal modo gustan la comida
Es un soldado manco de una mano. Quel ojo principal es la huida:
Púsole su pretal de cascabeles, Los mismos sobresaltos y recatos
Y abrevia lo posible la carrera Traían las mujeres y varones,
A la parte do suenan mas tropeles Y con mayor temor que de los gatos
Y mayor junta de la gentefiera; Suelen tener los tímidos ratones;
Y como por algunos infieles Aumentando con otros malos ratos
Entendieron andar caballo fuera, Aquellas angustiosas turbaciones,
Antes que contra ellos arremeta Viendo la cuantidad de gente muerta
A recoger tocaron la corneta. Que para grandes gritos abrió puerta.
Recogiéronse todos al momento El rostro de las dueñas era rio ;
En arboledas y lugar opaco; Hínchese de clamores aquel llano ;
Va solo Flores en su seguimiento Unas están diciendo : « ¡ Hijo mió! »
Amenazándolos con brazo flaco, Otras: «¡Ay, primo! Y otras: ¡Ay, hermano!»
Pero no les perturba su contento Otras dicen : « ¡ Ay, madre, padre ó tio!»
Ni les pudo quitar el rico saco ; Otras el parentesco mas cercano;
Que por las muchas piedras del camino Suena dolor, terror, angustia, duelo,
No podia romper con el rocino. Congoja, turbación y desconsuelo.
Antes cuando los iba persiguiendo, Lleva Gualaporí por sus riberas
Que la distancia fué largo pedazo, Un ronco son de voces mal abiertas,
Un ladino gandul iba diciendo : Porque de lamentar las mas enteras
« Volvamos á matar tan duro mazo En su pronunciación quedan inciertas :
Que nos hizo huir con el estruendo, Y no menos dolores concibieras
E yo sé que no tiene mas de un brazo, De ver las gentes vivas que las muertas;
Y no? ha hecho con su vana lanza Pues en aquel bullicio ya propuesto
Quedar sin hacer llena la matanza». Salió quien mas llevaba descompuesto.
Fácil se les hiciera la contienda , Porque de la manera que despierta
A no tener sus tretas el tullido En aquel repentino sobresalto,
Para poder meter y sacar prenda , Saltó por los corrales ó la puerta
Y ansí ninguno fué tan atrevido : Y otros algunos por lugar mas alto;
Fuéronse pues con toda la hacienda El uno la cabeza descubierta ,
Y saco que llevaban recogido; Otro descalzo, y el que menos falto
El Flores se volvió via derecha Hallóse rico, si la tierra pisa
A ver la destruicion que quedó hecha. Con solo zarafuelles y camisa.
En este tiempo ya llegó la hora Como quien naufragó cerca de puerto,
Que por los abrasados aposentos Que para se salvar en la ribera,
Estendiese sus ojos el aurora , El vestido de que estaba cubierto
Ojos encarnizados y sangrientos, Desechó por ir mas á la lijera,
Según suele tenellos cuando llora Y aquel que mas no pudo salió muerto,
Quien por ellos desagua sus tormentos ; Y desnudo también quien salió fuera :
Y ansí luego cubrió su rostro puro Ansí se vian semejantemente
Con loca de nublado muy obscuro. Los muertos y los vivos desta gente.
¡ Oh! qué espectáculo tan lastimero Mas Antonio de Flores, como era
Al Flores se le puso por delante! Persona principal y proveída,
¡ Qué corazón de piedras ó de acero , Hizo subir la gente mas entera
Qué pecho de tan duro diamante, A caballo muy bien apercebida ;
Qué nombre tan cruel y carnicero Y si tan buen aviso no tuviera
Que viendo lo quél vio no se quebrante ! Todos ellos quedaran sin la vida,
¡Quién estuviera sin alterar venas Porque vino gran copia de gentiles
Viendo caidas tantas Polixenas! liólos y de indios cariachiles.
Unas desnudas , otras mal vestidas, Venian caciquejos seis ó siete,
Y todas de su sangre rubricadas; Que fueron con los tupes en consejo :
De los terribles golpes y heridas Orva, Alonso, Cuoque é Ichopele,
Las íntimas entrañas traspasadas; Y Pericote y un Juan Cabellejo,
Cabezas en pedazos repartidas,- Que para lo que cada cual promete
Orejas y narices cercenadas; Traían gentil orden y aparejo,
Otras con fuego de sus proprios nidos Pensando de hallar el otro alarde;
Sus cuerpos en carbones convertidos. Pero cuando llegaron era tarde.
Viendo la destruicion digna de luto, Todos los escuadrones son lucidos,
Y no por ilusión ni por antojos , Con soberbios plumajes y galanos :
Engrandeció su voz Flores Enjuto, A vista llegan de los afligidos
Enjuto, pero ya no de los ojos. Que temblaban de vellos tan cercanos ;
Pues llorando llamó los que tributo Mas viéndolos estar apercebidos
Al bárbaro pagaron con despojos , Con adargas y lanzas en las manos,
Porque los que tuvieron buenas piernas Pasaron á quemalles las estancias
Metiéronse por bosques y cavernas. Por quilalles del lodo las substancias.
336 JUAN DE CASTELLANOS.
Fueron á ellos pues incontinente Pues aflojando van en gran manera
Con grandes alborotos y bullicios, Turbados con aquella pesadumbre ;
Y allí mataron toda cuanta gente Y los de la crismera bandera,
Tenían para rústicos servicios; Conociendo de indios la costumbre,
Las violentas llamas del ardiente Abrevian el subir de la ladera
Fuego les consumió los edificios; Hasta que ya llegaron á la cumbre ;
Y aquestas heredades hechas brasas, Los defensores della viendo esto
Se volvieron los indios á sus casas. Procuraron tomar otro recuesto.
De los cristianos unos los senderos A sus casas llegó nuestra cuadrilla ,
Velan, y los demás llaman al cura Donde tuvieron no menor recuentro ;
Para que den, según los pios fueros, Mas aunque duró mucho la rencilla,
A los nuestros terrena sepultura : Con voces que metían en el centro,
Hicieron á don Lope mensajeros, Pudiéronles ganar aquella villa,
Dándole cuenta desta desventura ; Y aquella noche reposaron dentro,
El cual, viendo negocio tan terrible, En confianza de sagaces velas
Apresuróse lodo lo posible. Y á punto las espadas y rodelas.
Procuró consolar los moradores, Venidos ya los rayos soberanos,
Dándoles de las cosas quél alcanza, Por asechos de amigos naturales
No sin reprehensión á regidores Coro Ponaímo les cayó en las manos
Por su demasiada confianza, Con otros ciertos indios principales :
Y prometió que de los malhechores El castigo se dio según los males
Presto se tomaría la venganza ; Que dellos recibieron los cristianos,
Y ansí para que fuesen castigados En la uña haciendo los procesos,
Nombró luego caudillos y soldados. Vista la gravedad de los sucesos.
Guerreros instrumentos apareja, Este castigo que decimos hecho,
Y para que subiesen la ladera Aunque no por entonces concluido,
Nombró cincuenta de la gente vieja Los españoles con algún provecho
Y de las otras la que mejor era, Volvieron sanos á su propio nido;
Y un Alonso Rodríguez de Calleja, Pero nunca Francisca por asecho
Natural de Jerez de la Frontera, Se pudo descubrir ni su marido,
El cual con el recato que convino Ni don Francisco, bárbaro ladino,
Guió para los tupes su camino. No menos atrevido que malino.
Cuando subían por los altos puertos, Pero los tupes deste territorio,
Donde los enemigos habitaban, Mirando lo que cada cual arrisca,
Fueron al mismo punto descubiertos Y el daño receñido ya notorio,
Por espías de indios que velaban, Cuyo principio vino de Francisca
Que ya lodos sabían los conciertos Y del indio Francisco y del Gregorio,
Y duras intenciones que llevaban ; Principales cabezas en la trisca,
Y ansí se junta toda la ralea Andaban por quebrar allí sus sañas
Dispuesto cada cual para pelea. Y ver qué color tienen sus entrañas.
Ocuparon las cumbres y peñoles; Con este miedo que los tres atierra,
Hieren con grita los mudables vientos Huyendo por lugares mas opacos
Cornetas y torcidos caracoles, Se pasaron á la frontera sierra,
Usados en guerreros movimientos; Donde residen indios aruacos ;
Muchos traen vestidos españoles, Los cuales en los trances desta guerra
Y muchos los benditos ornamentos, Nunca tuvieron términos bellacos,
Haciendo por escarnios y desdenes Antes su principal cacique quiso
Ostentación de los robados bienes. De la venida dellos dar aviso.
A vueltas del clamor y vocería Sabida por don Lope la venida
Galgas se precipitan,flechasvuelan ; Y parle donde estaban abscondidos,
Respóndeles el arcabucería, Envió gente bien apercebida
Que todos estos bárbaros recelan ; Para que fuesen presos y traídos
Y nuestros españoles todavía A pagar cada uno con la vida
Por les ganar un reventón anhelan : Pecados y delictos cometidos ;
Auméntase la grita y el estruendo, Y ansí los trajo Pedro de Morales,
Uno subiendo y otros defendiendo. Con guardas y durísimos ramales.
Estaba Curunaimo delantero, Venidos pues los malaventurados,
Sin recelar los manuales truenos, Procédese con suma diligencia, '
Y el Alonso Rodríguez mas certero Y todos tres procesos substanciados
Que muchos, con tener un ojo menos, Con la declaración de su demencia,
Con una bala le pasó el garguero, A muerte natural son condenados,
Haciendo sus clamores menos llenos; Y ejecutóse luego la sentencia,
Y no cayó con el caliente rayo, Con un alto pregón que dio noticia
Aunque sintió con él algún desmayo. Del caso por que hacen la justicia.
Pero después que vio de la garganta Antes de lo subir al escalera
El golpe grueso que de sangre mana, Pidió Gregorio, por merced subida,
Arrimo las espaldas á la planta Que su muerle del fuese la primera
Que por allí tenia mas cercana, Por no padecer dos en una vida,
Y con ferocidad que los espanta, Una, la suya propria quél espera
El arco suelto, toma la macana Y otra de ver morir á su querida ;
Para vengar con ella sus enojos, Admiranse de ver lo que decia,
Mas fallóle la vista de los ojos. Y ansí se hizo como lo pedia.
Pues al tiempo que hizo movimiento, Demandaron perdón puestas las manos
La maza levantada y estendida, Por todas las pasadas insolencias,
Llegó de su salud e! rompimiento, Diciendo cómo con furores vanos
Y el ánima se fué por la herida Usaron de tan grandes inclemencias ;
A las ciernas penas y tormento*, Finalmente, con muestras de cristianos
De la tierra de vivos despedida , Hicieron olías santas diligencias,
No sin grandes congojas y pesares Y' créese, según píos motivos,
De los indios cercanos en lugares. Que fueron á la tierra de los vivos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS , PARTE II, ELOGIO DE OROZCO, CANTO [I. 5o7
Castigaron después á los ¡tolos Y ansí Pero Ruiz su gente saea.
Y á los que fueron en el movimiento, Caminando por do mejor pudieron,
Los cuales en batalla fueron rotos Tierra de poblaciones algo flaca,
Y en ella perecieron mas de ciento; Hasta ver la provincia que dijeron
Y mitigados estos alborotos Val de San Sebastián de Taironaca,
Con medicina de rigor sangriento, Desde cuyos asientos se volvieron
Luego don Lope mil cosas ordena, Por no hallar la tierra tan entera
Mas una dellas sobre todas buena» Cuanto solia ser en otra era.
Aquesta fué, que para mas seguro Por Tairona después hizo camino,
De los que padecieron el asalto, Valle por muchas veces referido,
Y en ias horas de luz ó con obscuro Mas con temor del otro torbellino,
Pudiesen reposar sin sobresalte*, De Caslro lo halló lodo barrido,.
Hizo cercar la ciudad de muro Por estar, según, dicen el vecino-
Que dicen ser de seis tapias en alto Dentro de Pocigueyca recogido,
Muy anchas y de buenos fundamentos , Y de presente ser aquella tierra.
Y de piedras bien,puestos los cimientos-. La mayor fortaleza de la sierra.
Llamó copia de indios, y dio corle En efecto volvieron al arena
Cómo les ayudase la canalla Del valle do ténian sus reposos,
Por términos guiados con reporte ; Tan vacía de oro la crumena
Y es la ciudad primera que se halla- Cuanto de vella llena deseosos ;
En tierra firme de la mar del norte, Mas pues cansancio, sinsabor y pena
Toda fortalecida de muralla, Olvidan con regalos amorosos,
Sin mucha pena de los naturales, Razón será que yo huelgue la siesta
Por tener á la mano materiales. Antes que se dé fin á lo que resta.
Porque hizo domar muchos novillos
Con que los traigan y con que cultiven,
Y hizo labrar tejas y ladrillos
Para cubrir las casas donde viven, CANTO SEGUNDO.
Que pueden hoy servilles de castillos,
Donde de sus haciendas no los priven, Donde se tracta cómo don-Lope de Oroaco envió al capitán- Antonio
Porque la fabrica de paja hecha Cordero á poblar la provincia de Cliimila, y gente blanca, y las co-
sas que sucedieron durante la población.
Consigo se traia la sospecha.
Está la ciudad en gran zavana K Muchas veces habernos dado cuenta
Y tiene nobilísima templanza ; De las cosas antiguas de Chimila,
Posee gran compás de tierra llana; En lo que mas atrás se representa..
Es fértil en labranza y en crianza; Y mi memoria flaca recopila :
Hay frutos de la tierra castellana, Tierra bien asombrada, clara, exenta,
Y de los naturales mil alcanza ; Pero sus poblaciones anihila
Gran cuantidad de vacas y de yeguas, La gran saca de esclavos que solía
Y estará de la mar veinte y dos leguas. El antiguo tener por granjeria.
En tanto que don Lope proveía Que los antiguos no tenian ojo
Tantas cosas, que yo me maravillo, A se perpetuar ni hacer nido,
Andaba fuera mucha compañía,. Sino con los esclavos y despojo
Y como general y su caudillo Mejorar cada uno su vestido ;
Pero Ruiz de Tapia la regia; Y ansí las inquietudes y el enojo
Junto con él don Alonso Carrillo, Han muchos deslos indios consumido»
Que es hijo del don Lope, cuya lanza Mas no de tal manera que no quede
No recelaba la mayor pujanza. Quien de sus descendientes los herede.
Ven los que nunca dieron obediencia Y aun en aqueste tiempo que lo cuento,
Lejanos aruacos, gente fiera, En belicoso tracto y ejercicio
Que tienen su lugar y residencia Uno vale-ya tanto como ciento,
En lo supremo desta cordillera , Por ser cursados bien en el oficio,
Donde tuvieron dura competencia , Y en un desesperado rompimiento
Pero prevaleció nuestra bandera; Ningún indio presume ser novicio ;
Salen de sus asientos esto hecho Mas todos usan de sagacidades
Por parecelles gentes sin provecho. Según los tiempos y necesidades.
Corrieron por las cumbres comarcana?, En la sazón que Manjares vivía,
Hasta que ya bebieron agua fría Allí tuvieron un pueblo fundado,
En la provincia de los maconganas, Y despoblóse no sé por qué via,
ludios, según á lodos parecia, Porque desto no soy bien informado ;
Que nunca vieron gentes castellanas Mas Lorenzo Jiménez se decia
Hacer camino por aquella via; El capilán entonces señalado,
Y ansí tres mil ó mas en ordenanzas Y este despareció por allí junto,.
Acometen conflechasy con lanzas. Sin mas hallullo vivo ni difunto.
Animan los caciques sus vasallos. Viendo don Lope pues ser convinienle
Con principal ardory diligente;: Aquella población ir adelante,
Pero con arcabuces y caballos Para los allanarenvi'ó gente
Fueron desbaratados fácilmente; Tal cual le parecia ser bastante:
Huyeron, y procuran alcanzados Fué Antonio Cordero por teniente^
Y prendieron algunos desta gente, Cursado para cargo semejante ;
Los cuales se mataban con sus manos Eran ciento y setenla los soldados,
Por no se ver en las de los cristianos. De cosas necesarias pertrechados.
Aquestos españoles eran, ciento; La ciudad .en llegándole trazada,
Y pareciendo número bastante-, Y las cuadras iguales en medidas,
Por no les contentar aquel asiento, En parte rasa bien acomodada
Ni para fundar pueblos elegante, Y con buenas entradas y salidas ;
A que llevaban principal intento, La población Sant Ángel fué llamada
Determinaron ir mas adelante Por causas que no tengo conocidas ;
Haciendo su camino la corona. Buscaron hombres destas vecindades-.
A las otras vertientes á Tairona. Para hacer con ellos amistades.
558 JUAN DE CASTELLANOS.
Pero prifnero que saliesen fuera «Señores, la necesidad presente
A descubrir los bárbaros avaros, Y el blanco donde va vuestro deseo ,
Hicieron un buen fuerte de madera , No quiero consentir que se me cuente,
Con bastiones, trincheas y reparos , Pues por mis proprios ojos yo lo veo,
Pues á causa de ser gente guerrera Y sabe Dios lo que mi alma siente
Pudieran los descuidos costar caros ; Viendo tan pocos en tan buen empleo,
Y esto hecho salieron á buscallos De donde me parece ser afrenta
Con copia de peones y caballos. El querer alijar sin ver tormenta.
Salió Sorlí, cacique conocido, »Y puesto caso que veáis alguna,
Con mucha gente bien apercebida ; No por eso tengáis desconfianza :
El capitán Cordero que lo vido Que cuando su furor mas importuna
A concierto de paces lo convida ; Lo suele mitigar cristiana lanza ,
Sorlí también acepta su partido, Y nunca duró tanto la fortuna
Sin poner dilación en su venida, Que no venga tras ella la bonanza;
Y ansí con un mozuelo bien ladino Demás de que también hay parentesco
Se dieron relación de su desino. Que me envíe soldados de refresco.
Diciendo que en pasados desatinos «Entre tanto los que se sienten buenos
Los españoles no paraban mientes, Estén á todas horas vigilantes,
Antes serian mansos y beninos Que no digo nosotros, pero menos,
Como no fuesen indios imprudentes; Para se defender serán bastantes,
Porque venían para ser vecinos, Aunque vengan aquestos campos llenos
Amigos verdaderos y parientes, De grandes estaturas de gigantes;
Y con determinados presupuestos Pues para confundir bárbaro marte
De no selles pesados ni molestos. Está la voz de Dios de nuestra parte.
Los indios estuvieron muy atentos «Aquesta es la principal ayuda;
Notando las pacíficas razones, Y teniendo propicios sus favores,
Y aunque fuesen contrarios sus intentos ¿Qué nos pueden hacer gente desnuda,
Correspondieron á sus opiniones : Que no quedemos siempre por mejores?
En efecto , volviéronse contentos Ninguno de vosotros tenga duda
Y agasajados con algunos dones De ser en los encuentros vencedores;
De rescates que tienen por ganancia Pues bien sabéis ser sus antiguos modos
Y no son cosas ellas de substancia. Viendo caído uno huir todos.
Otros también vinieron de buen arte , »Y pues en el mayor inconviniente
Con cuantidad de indios de rebaño, Fuesteis tan valerosos y constantes,
A ver nuestra bandera y estandarte Agravio me hacéis si yo presente
Usando de la paz mas de medio año, No fuerdes todos lo que ¡uestes antes;
Sin que la una ni la otra parte Pues yo no tengo de volver la frente,
Se desmandase ni hiciese daño ; Antes, adonde todos sois atlantes,
Pero cosa no dan de su cosecha Sin ser el compañero que no nombro,
Que con paga no sea satisfecha. A vuestro peso suporné mi hombro.
Y al tiempo de poner en astillero »Cerca del galardón temase cuenta
El reconocimiento y obediencia , Con aquellos que han permanecido,
En prisiones llevaron al Cordero Asegurándoles la mejor renta
Por provisión desta real audiencia ; De todo cuanto fuere repartido ;
Gran desavío fué, pero primero Pues este poco número sustenta
Nombró por capitán en su tenencia La tierra que los otros han perdido,
Un Cristóbal Fernandez de Sanabrta, Y es razón que donde ella no fallece
Natural de las islas de Canaria. Lleve buen galardón quien lo merece.
Y viendo ser el general absenté, «Ansí que, pues el duelo padecido
Teniendo por incierta su venida, Ha de ser olvidado con ganancia,
Huyeseles de noche mucha gente A todos amigablemente pido
Sin poder estorballes la salida; Se perficione la perseverancia;
Y ansí quedaron poco mas de veinte Que para mejorar vuestro partido
No menos deseando la partida, En mí no faltará toda constancia,
Pero púsose grande diligencia Como después veréis por el efeto ,
En no les consentir hacer absencia. Con mas ventaja de lo que prometo.»
Mas como por don Lope so supiese Dijo su voluntad , y los soldados
Que le llevaron preso su caudillo, Que estaban en aquel ayuntamiento
Envió luego para que lo fuese Quedaron satisfechos y pagados
A su hijo don Alonso Carrillo. De ver aquel urbano cumplimiento,
A ninguno pesó de que viniese, Y por las mismas causas obligados
Y el pueblo se holgó de recebillo, Ano le dar jamás desabrimiento,
Porque todos estaban descontentos Y tan feroz la mínima bandera
Y no menos medrosos que hambrientos. Como si se hallara muy entera.
Padecíase miserable vida, Y ansí por muchos dellos se procura
Pues cualquier indio se les desacata, Dejar algunas horas sus abrigos,
Y quien antes vendia la comida Con quien el don Alonso se aventura
Ya no la daba cara ni barata; A contrastar algunos enemigos,
Andaba la vergüenza despedida, Donde de su valor en guerra dura
El fiero presto, pronta la bravata, Los unos y los otros son testigos;
Menosprecios aliende de los fieros, Y también en el bélico teatro
Y aun mataron algunos compañeros. Murieron de los suyos tres ó cuatro.
Diéronle larga cuenta del aprieto , Mas ya ganando tierra, ya perdiendo,
Que fué de mas desgusto que se intima, No holgaban espadas ni paveses,
Y la dificultad de ver subyeto Cuotidianamente recorriendo
A bárbaro que tanto los lastima ; Rancherías de indios y conveses ;
Mas don Alonso como muy discreto Y en esta variedad que voy diciendo
Y mozo valeroso los anima, Se gastarían tres ó cuatro meses,
Pues para levantará los caídos Al cabo de los cuales el Cordero
Hirió desta manera sus oidos: Volvió libre y al cargo que piimero.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE OROZCO, CANTO II. 339
Don Alonso holgó con su venida , Esperaban por horas el rebato
Y porque convenia que se parta, De parte de la gente monstruosa;
En orden puso luego su partida Y estando con el tímido recato
Para la ciudad de Santa Marta; Con que suele vivir la sospechosa,
Y como por la falta de comida Llegó de las marinas el mulato
La gente se hallaba no bien liarla, Que se dice Juan Pérez de la Rosa,
El Cordero quisiera salir fuera Al cual agasajaron aunque solo,
A recoger maíz por la frontera. No menos que si fuera dios Apolo.
Pero venia muy debilitado Esle, como no vio mejor portillo
A causa de continua calentura, Para poder salir del labirinlo,
Y ansí para vivir le fué forzado Hizo que se nombrase por caudillo
Irse donde pudiese hallar cura, Un cierto portugués^ Salvador Piulo,
Quedando por caudillo señalado Y de cuantos están en el castillo
Sanabria, que por tierra mal segura Ninguno tuvo parecer distinto,
Fué con los diez y ocho desta gente Sino que cada cual quedó contento
A ver y ranchear aquella frente. • De se hacer en él el nombramiento.
Aqueste capitán, sin advertencia Y para que mas bultos pareciesen,
Las rozas y labranzas les estraga, Viendo cuan pocos eran, el Juan Pérez
Aprovechándose con violencia También aconsejó que se vistiesen
De lo que no quisieran dar sin paga ; En hábitos de hombres las mujeres,
Vase llegando su fatal sentencia Y ansí se les mandó que lo hiciesen
Que con acerbo golpe les amaga ; Teniéndolos por buenos pareceres;
Y en cierto pueblo que llamaban Ancho E ya cubiertas de viriles telas
Quisieron una noche hacer rancho. Les dieron sus espadas y rodelas.
Donde dormían, vela tienen puesta Las cuales bien armadas, como vían
Y ronda de caballo con su lanza; En trajes usurpados sus personas ,
Mas á los miserables, ¿qué les presta Tal furor les tomó, que presumían
Velarse de tan áspera pujanza? De ser otras segundas Amazonas,
Fuérales la huida mas honesta Y en la postura con que se movían
Que loca y atrevida confianza, Todas eran Minervas ó Belonas,
Porque gente terrible de pelea Y el riesgo de los riesgos mas acedo
Por todas cuatro partes los rodea. Ahuyentaba femenino miedo.
La noche por igual peso partida, Tenían un caballo los cristianos,
Y al tiempo que la jumbre de Diana Para socorro deste su trabajo,
Fué de aquel hemisferio retraída Manco de todos cuatro pies y manos,
(Seria por no ver sangre cristiana Y los cuadriles hechos un andrajo;
Por mano de los bárbaros vertida), Cubren con armas pues sus pelos canos
Rodearon la gente castellana, Para que les sirviese de espantajo,
En el acomelelles tan á punto, Encima del, no mas que para carga,
Quel peligro y el miedo llegó junio. Un español con lanza y con adarga.
Corre los campos anchos son horrendo , Estando cada cual apercebido
Esüéndcse la grita y el ruido; Cerlísimos del bárbaro bullicio,
Pero mayor la obra quel estruendo Vieron venir un indio mal herido
Y mas grave la plaga quel gemido, De los quellos tenían de servicio ;
Vanse los españoles consumiendo, Esle dentro del fuerte recebido
Y es de contrarios número crecido Les dio de sus sospechas mas indicio,
Y tan apresurada la rencilla, Diciendo cómo grande compañía
Que falla huelgo para resistilla. Habia de venir siguiente dia.
Bien como nave cuando le sacude «Y para certidumbre, dijo, sea
Por mía y otra parte la refriega, Aviso, que veréis por la mañana
Que para tener término que ayude Un bárbaro con una hicotea
No se le da lugar al que navega, Y señales de paz, pero no sana,
Antes cuanto mas agua mas acude Pues su venida es para que vea
Hasta que la zozobran y se aniega, Y cuente bien la gente castellana ;
Y aquella presurosa desventura No le dejéis entrar, estése fuera ,
Fué la que les sirvió de sepultura: Y aun sí posible fuere luego muera.
Ansí fué huracán no menos ciego »Esto me fué notorio, porque yendo
Aqueste mal, y tan impetuoso, A casa de Sorli para holgarme,
Que para poder entablar el juego Oí las tramas y escapé huyendo,
Nunca se les dio punto de reposo; Porque su voluntad era matarme ;
Pues acudían unos y otros luego, Viniéronme con flechas persiguiendo,
Sin cesar el estrago presuroso, Pero nunca pudieron alcanzarme,
Hasta que todos en aquel combate Sino fué con los tiros, y Dios quiso
O vieron triste iin y mal remate. Darme la vida hasta dar aviso.»
Y en aquellos nocturnos desconciei tos, Dados estos avisos á quien toca
Común fué para todos el engaño, Guardallos en peligros semejantes,
Porque vieron también pechos abiertos La vida del ladino fué muy poca
Y rotos los que nunca rompen paño; Por ser las mas heridas penetrantes:
Pero fueron sus números de muertos El gran temor á vela los provoca,
Muy pocos en razón del otro daño ; Y ansí todos estaban vigilantes,
Y cuando sucedió la mala suerte Hasta tanto quel sol dia siguiente
Ocho solos quedaban en el fuerte. Los visitó con su dorada frente.
Los cuales como viesen la tardanza Miran, y ven venir por aquel llano
Y no venir al tiempo prometido, Al que enviaban para los acechos,
Adeviuaron luego la matanza Y con las hicoteas en la mano
Y que todos habían perecido ; A los nuestros llevó pasos derechos;
Perdieron de vivir el esperanza Mas el Juan Pérez viéndolo cercano
Y cada cual se tuvo por perdido : Con una bala le rompió los pechos;
Diez mujeres habia que con llantos Cayó luego con un terrible grito
Mucho mas aumentaban los espantos. Que oyeron los que vienen al confuto*
360 JUAN DE CASTELLANOS.
Por estar ya cercanos á los muros, Porque prendieron veinte principales
Porque el muerto tomó la delantera Y á todos los pusieron en "cadena,
Con intenciones de hacer seguros Entrellos á Sorlí, que de los males
A los que tienen relación entera, Pasados merecía mayor pena ;
Y usando la cautela de sus juros Estragaron sus casas y caudales
Armalles so color de paz sincera, Procurando hacer la bolsa llena,
Y los demás guiaban Irás sus huellos Y puestos en collera tantos cuellos
A repentinamente dar en ellos. A la ciudad de Ancho van con ellos.
Pensando de hallar lugar abierto Repararon allí, por ser asiento
Por do la fortaleza se destruya, De cosas necesarias abundante ,
Mas no permitió Dios que tal concierto Y porque si tuviesen rompimiento
Con daño de los nuestros se concluya, Tuviesen lugar ancho y elegante;
Pues el falace bárbaro fué muerto Y es donde vio también su fin sangriento
Y estotros no salieron con la suya; Cristóbal de Sanabria y el restante,
Pero reconociendo ser sentidos Y allí venían indios desarmados
Descúbrense con grandes alaridos. A ver á los que están aprisionados.
Y sale la caterva de salvajes Y un dia según tienen de costumbre
Con posturas feroces y galanas , Entraron donde estaban con Rieros ,
Las cabezas vestidas de plumajes , Con muestras de quieta mansedumbre,
Arcos, flechas, y dardos y macanas, Desarmados, alegres, placenteros;
Saltos y brincos, gestos y visajes, Pero cargó tan grande muchedumbre
De que suelen usar gentes insanas; Que fatigó cristianos compañeros,
Mas no van tan derechas sus derrotas Y el mulato Juan Pérez de la Rosa
Que no tengan temor de las pelotas. Dijo : «No juzgo yo bien desta cosa.
Con cuyo miedo tiemplan los insultos «Señor Rieros, mucha gente carga ;
Y para les entrar no hacen prueba, Rueño será que nos salgamos fuera
Sospechando según vian los bultos Do tengamos eompás de plaza larga,
Habelles socorrido gente nueva Que gran zagalagarda nos espera,
Y que tenían muchos mas ocultos Y será menester lanza y adarga
De aquellos do Sorlí la vista ceba; Antes que nos santigüen la mollera.»
Descúbrese también por el cercado El Rieros con ásperos vocablos
Aquel caballo bien encubertado. Respondió : «los con lodos los diablos.
Un español, alzada la visera, «Que vos con vuestros miedos indiscretos,
Encima dé!, con armas bien cubierto, Sin qué ni para qué tengáis sospecha,
No para confialle la carrera, Queréis alborotar pechos quietos
Pues demás de sus males era tuerto, A fin de quebrantar las paces hechas,
Y en meneo y en paso de manera Viniendo todos ellos mansuetos
Que sin mas lo matar estaba muerte-; Sin macanas, sin arcos y sin flechas.»
Pero con todo esto fué tan bueno, Juan Pérez de la Rosa quedó mudo,
Que sin lo tener él les puso freno. Y salióse lo mas presto que pudo.
Porque viendo blandir aquella lanza Poco después, un indio chimileño,
Y en la cerca soldados mentirosos, Entre la muchedumbre recogido,
Sospechando tener mayor pujanza, Un palo recogió nada cimbreño
Han por bueno volver á sus reposos;. Por modo tan sagaz que no se vido ;
Y los que no tenían confianza m
Y en un instante con el grueso leño
Quedaron por industria victoriosos
r A Rieros le dio tras el oido,
Y al partir la canalla les decia: Con tal vigor que dio con él en tierra
«Por acá nos teméis á tercer dia». Dando principio de sangrienta guerra.
Estando con temor desta tormenta r Porque en el mismo punto eada uno
Antes de ser los tres dias cumplidos Eso que puede ver toma y apaña
Volvió Cordero con soldados treinta Con que pudiese ser mas importuno
De todas armas bien apercebidos, Y dar mejores cebos á su saña;
Dieseles á los indios larga cuenta , No queda indio uno ni ninguno
Cerca de los que son recién venidos ; Que no dé gran calor á la cizaña,
Y ansí vistas las nuevas municiones Tiembla la tierra con los duros huellos ;
No procedieron en sus intenciones. Rarren el suelo barbas y cabellos.
A la gente con él recién venida Vuelan sobrellos piedras y tizones,
Como perder el tiempo les escuece, Echando mano de lo que se halla ;
Y demás de lo dicho la comida Andan los puntapiés y mojicones ,
Es tal que ni se asa ni se cuece, Suena la grita y arde la batalla;
Huyeron, y después de la huida, Crecen por las cabezas torondones,
Cordero se quedó con solos trece, No vale morrión ni presta malla;
Con los cuales también quisó mudarse Aquí se desmenuzan las rodelas ,
Viendo que no podia sustentarse. Aquí derriban dientes y allí muelas.
Porque le parecia ser mal seso Echan mano de cepas y raices ;
Permanecer en tales confusiones , Sácanse varas de las casas viejas;
Como faltaba gente de buen peso Unos andan torcidas la cervices,
Que resistiese bárbaras naciones; Otros destilan sangre de las cejas;
A Santa Marta fué, y estuvo preso, Los unos ahajadas las narices,
Porque desamparó las poblaciones, Los otros arrancadas las orejas ;
Pero dio sus descargos por escrito, Ningunos golpes hay que no segunden,
Y ansí disimularon el delito. Y todos se revuelven y confunden.
Don Lope tuvo vivos los aceros Bien como cuando dos mozos livianos
Para hacer aquella gente blanda; Echan en plaza mano á las espadas,
Y ansí convocó muchos compañeros Que los líos, los primos, los hermanos,
De que se hizo razonable banda ; Con piedras, palos y armas enastadas,
Por capitán un Melcbior Rieros Acuden á meter allí las manos
Que tuvo por acepta la demanda , Y sobre lodos cargan cuchilladas
El cual entró también con los de España, Y en la revolución y desconcierto
Y á los principios dióse buena maña. Uno queda herido y otro muerto :
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE II, ELOGIO DE OROZCO, CANTO II. 3G1
Ansí por no temer primer encuentro Esta, lectores , es la postrimera
Y en los principios ser mal avisados, Cora que sé decir de Santa Marta,
De los cristianos en aquel recuentro De casos sucedidos en mi era
Y de los indios hay descalabrados, Y donde padecí congoja harta;
Y los que se hallaron mas adentro Y porque tengo larga la carrera
Aquesos fueron los peor librados, La misma Marta dice que me parta
Porque los otros como gente suelta A la solicitud de lo que resta ,
Señores de sí son en la revuelta. Y la segunda parte será esta.
Echó mano Juan Pérez el mulato Según primera traza, yo quisiera
Diciendo con airado movimiento : Tractar también aquí de Cartagena,
«Bien me temia yo desle rebato ; Y por ser esta mas que la primera
¡ A ellos, que se van del aposento !» Aquel orden que di se desordena :
Acuden todos, y en pequeño rato Allí comenzaremos la tercera,
Murieron de los indios mas de ciento; Y no creo será la menos llena ,
Desamparan el pueblo los restantes, Pues las cosas en ella sucedidas
Mas no todos tan sanos como antes. No pueden ser en poco resumidas.
Pues en retorno de sus malos hechos De hechos venideros soy exento,
No pocos llevan Aeras cuchilladas: Los cuales siendo dignos de memoria
Unos rompidos parte de los pechos , Otros habrá de muy mejor talento
Otros con las espaldas coloradas, Que hagan dellos general historia ;
Otros iban torcidos y contrechos Y aunque la suya sea de momento,
Huyendo de las lanzas afiladas, No se terna la mia por escoria ,
A causa del caballo que va encima Por ser el fundamento de la casa,
Y con pena de muerte los lastima. Y aquella chapitel y aquesta basa.
Ejecutándose la misma pena, También con gran instancia le suplico
Sin tener antes tales intenciones, A quien en Santa Marta residiere,
En aquellos que estaban en cadena Que si deste principio que publico
Y por quien fueron las revoluciones , En algún tiempo sus hazañas viere ,
Porque la turbamulta tal ordena , Y se sintiere con talento rico,
A fin de los librar de las prisiones; Sobrél asiente lo que mas oviere ,
Y aquello que tomaron por remedio Y sea con tan pura y verdadera
Fué causa ele quitallos de por medio. Relación como fué nuestra primera.
Entrando pues do fueron los ruidos Pues sin fantasear vanos concetos ,
Dejando de seguir al fugitivo, Según suelen cursados y novicios,
Hallaron veinte suyos mal heridos Aquellos indios son tan inquietos
Con el Rieros todavía vivo, Y tan acostumbrados á bullicios
Aunque cuasi perdidos los sentidos Que le darán materias y subyetos
Para reconocer su mal motivo; Para fabricar altos edificios,
Mas él y los demás con los escesos Sin enjerilles fábulas inciertas
Molidas las entrañas y los huesos. Que yo quiero llamallas obras muertas.
Y ansí de todos estos que lastaron
El ímpetu primero de la gente, LAUS DEO.
Los seis ó siete dellos escaparon
Y los demás murieron brevemente. Salid, historia flel,
Compuesta de verdad pura ,
Yendo por el camino que llevaron V donde vierdes laurel
Al pueblo del Upar incontinente, Tened á muy gran ventura
Que os dejen llegar á él.
Porque les pareció ser desatino Conviene que lo adoréis ,
Querer esperar otro remolino. Pero uo que os coronéis
Con é l , porque sois indina ,
Aderezado pues cristiano bando, Aunque corona de encina
En efecto se puso la partida Yo té que la merecéis.
Por derecha derrota caminando
Hasta tanto que vieron la guarida;
Llegó vivo Rieros , y en llegando
Partió de los peligros desla vida,
En la ciudad llamada de los Reyes,
Con diligencias de cristianas leyes.

FIN DE LA SEGUNDA l'ARTE DE LAS ELEGÍAS DE LOS VARONES ILUSTRES DE INDIAS,


POR JUAN DE CASTELLANOS.

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y
-

VARONES ILUSTRES DE INDIAS,


COMPUESTOS

' .
POR JUAN DE CASTELLANOS,

BENEFICIADO DE LA CIUDAD DE TUNJA, EN E l . NUEVO RECIO DE GRANADA.

TERCERA PARTE.
Donde se da razón de las cosas acontecidas en las gobernaciones de Cartagena y Popayán, desde el tiempo
que en ellas entraron españoles hasta el ano de 1588.

DEDICATORIA
A la Majestad del rey don Filipe, nuestro señor.

Católico señor, rey soberano,


Do celestial virtud se manifiesta,
Y en cuya potestad hoy tiene puesta
Dios la tutela del honor cristiano :
Esta labor que lleva solo grano
De verdad pura y al examen presta,
Para prosecución de lo que resta
A vuestra Majestad pide la mano.
Porque si mereciere tal defensa
El gran memorial que redimiendo
Voy de la Urania del olvido,
Será la mas insigne recompensa
Que se me pueda dar é yo pretendo
Por paga del trabajo recebido.
5íii VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III.

Del licenciado CIPRIAN DE LA CUEVA.


A L LECTOR.
Lector amigo, claramente veo El seno mas preñado y generoso
Salir á luz aqueste monumento De la concha avarísima que cria
Sin aquellos matices y ornamento Los tersos granos que Colonia envía
Que por ventura tienes en deseo. Al último brilano, al chino hernioso;
Con solo la verdad lo hermoseo, Y el objeto mas grato al codicioso
Porque no pide tanto crescirniento De fértil vena , que su aumento fia
De variedades, mas detenimiento Del planeta mayor, y al claro dia
Del que suele llevar veloz correo. Hurta e! vivo color rojo y fogoso ,
La peregrinación es inexhausta, Por luna menstrua y por su hermano ardientc:
La vida breve , vena mal propicia Se alteran en virtud de oculto genio
Para me detener en las jornadas. Faltando á los pronósticos indianos :
Y ansí vamos de paso, porque hasta Tú solo, sin temer nuevo accidente,
En aqueste compei.dio dar noticia Coges el fruto eterno de tu ingenio
De las cosas que estaban olvidadas. En heroicos poemas, Castellanos.

De DIEGO DE BCITRAGO, vecino de Tanja.


ELOGIOS DE LA OBRA Los claros rayos del moderno Apolo
POR VARIOS INGENIOS. Alumbran y esclarecen la memoria
De nuestros españoles, con historia
Domini MICHAELIS DE ESPEJO , prwfecti cerarii ecclesiastici Que no contiene fabuloso dolo.
Sanctce-ftdei, et vice prcesulis hujus novi regni. Es Juan de Castellanos á quien solo
Deben los desle nombre dar la gloria
AD LECTOREM. Por hacer él la dellos ser notoria
Al morador del uno y otro polo.
Indorum quicumque cupis cognoscere Ierras Y ansí de le llamar Febo segundo
Immites gentes , proelia , regna, duces; Gran sinrazón seria que lo priven
Mores, monstra, feras, et fortia facta virorum, Los que de sus efeclos están ciertos :
Et varios cultus, quos novus orhis habet: Pues con su luz en este nuevo mundo
Perlege quae docli decantat musa Joannis Los grandes hechos de los vivos viven
De Castellanos carmine perspicuo. Y renacen hazañas de los muertos.

Del licenciado CRISTÓBAL DE LEÓN, vecino de Santa-Fe. De CARRIEL DE MINA YA.

Si pudiera llegar miflacovuelo Poeta lleno de licor divino,


Adonde con el luyo te abalanzas, Por influjo del alto firmamento,
Tuvieras, Castellanos, alabanzas Para manifestar vuestro talento
Tan altas que subieran hasta el cielo. Tentastes asperísimo camino.
Supla la falla dellas este celo Y en el progreso que de vos es diño
Que luvo levantadas esperanzas Adelante pasáis del pensamiento
Cuando pensé con tales confianzas Fabricando perpetuo monumento
Volar sobre los términos del suelo. Al español en Indias peregrino.
Mas ya que mas no puedo, me contento Homero tuvo de los suyos cargo,
Con hacer de mi parte lo posible , Virgilio de la lac'ial arena
Que es admirarme tu cabal historia , Y reliquias fugaces de troyanos :
De fábricas eterno monumento Mas en las Indias, un mundo tan largo,
En verso terso, dulce y apacible, ¿ Quién puede ? Nadie, fuera de la vena
Digno por cierto de inmortal memoria. Casta del casto y llano Castellanos.

De FRANCISCO SOLER, vecino de la ciudad de Tanja. Soneto del sárjenlo mayor LÁZARO LUIS IRANZO.
De tales elegancias se matiza Hechos heroicos de cenizas frías,
Vuestra suave musa cuando canta , Que en el olvido fueron sepultados,
Que a la de los antiguos se adelanta En esta historia están resucitados
Y por los que son hoy se solemniza. Con gloria eterna de sus bizarrías :
Aliéntase la frígida ceniza Las batallas, contiendas y porfías,
Que del sepulcro frió se levanta Reinos en nuevo mundo conquistados
Oyendo vuestra lira, que con tanta Por españoles, cuyo triunfo y hados
Facundia sus hazañas eterniza. Se vino á celebrar en nuestros días.
Con gran razón, heroico Castellanos , Levántase el que está mas abscondido,
Indiano morador os quiere y ama , Y toma nuevo espíritu viviente :
Mediterráneos y marinos puertos, Que Castellanos con su voz lo llama.
Viendo que con labor de vuestras manos Sus nombres sonarán de gente en gente
Viven los vivos por eterna fama, Sin temerlas tinieblas del olvido,
Y tienen vida hechos de los muertos. Siendo este Apolo trompa de su fama.
ELEGÍAS Y ELOGIOS DE VARONES ILUSTRES DE INDIAS

Médicos de Madrid ó de Toledo,


TERCERA PARTE. O de mas largas y prolijas vias ,
Narices le sacaron del molledo
Porque las otras se hallaron frias;
HISTORIA DE CARTAGENA. Y sin se menear estuvo quedo
Por mas espacio de sesenta dias ,
CANTO PRIMERO. Hasta que carnes de diversas parles
Pudieron adunar médicas artes.
Dejad de descansar, pluma cansada, A mi se me hacia cosa dura
Que no cumple dormir tanto la siesta ; Creello; pero con estas sospechas
Pues si pensáis dar fln á la jornada , Hablándole, miraba la juntura,
Gran peregrinación es la que reata ; Y al fin me parecían contrahechas
Añadid á la lela comenzada Según manifestaba su hechura,
Aquella ciudad sobre mar puesta Por ser amoratadas y mal hechas:
Y aquel emporio cuyo nombre suena, Certificábanlo muchos antigos
Por la bondad del puerto, Cartagena. Que lodos ellos fueron mis amigos.
Desta y de Popayán, si tengo día, Después desta pasión, en tiempos varios
Propongo de tejer parte tercera. Como se viese ya con miembros sanos
Intemerata Madre, Virgen pia, Teniendo los avisos necesarios
Linterna de la lumbre verdadera, Que suelen tener hombres homicianos,
Bien conozco ser flaca mi Talia Mató de seis los tres de sus contrarios
Para poder pasar esta carrera ; Por no poder haber mas á las manos;
Mas con vuestro favor, escelsa Musa, Fué también hombre de armas en fronteras,
No se me liará larga ni cnefusa. Y no fueron sus lanzas las postreras.
Dicen en mas de diez grados ser esta Pero por declinar furor insano
Costa , los que regulan el altura; Que de sus agraviados se mo\ia,
La gente natural es bien dispuesta , A las Indias pasó con un hermano,
Y pura desnudez su vestidura ; Y este Alonso de Heredia se decía,
La mano para guerra siempre presta, Varón sagaz, en dias mas anciano,
Las mujeres de grande hermosura , Y no menos en cuerda valentía;
Y el arma de quel indio se aprovecha En la Española fué primer escala,
Es de mortal y venenosa flecha. Y el Alonso después fué á Goatemala.
A los principios hubo gran tesoro Quedó Pedro de Heredia donde digo
Que por el natural se poseía,
Porque todos traian joyas de oro , Con mediano recurso de substancia ,
Aunque la tierra destos no lo cria ; Por haber heredado de un amigo
Mas resgatábanlo para decoro Un ingenio de azúcar y un estancia;
Y aumento de su mucha gallardía Mas deseoso de hallar abrigo
De lugares que son poco distantes Donde fuese crecida la ganancia ,
De auríferos veneros abundantes. A Santa Marta fué como caudillo,
Y teniente de Pedro de Vadillo.
Desta riqueza la común cudicia
Que los humanos pechos afligía, Ido Vadillo ya para Castilla
Había dado ya cierta noticia Sin dar de sus delictos residencia ,
A quien en la Española residía; Pedro de Heredia gobernó la villa ,
Y la gente de allí, menos novicia, Usando como siempre su tenencia ,
Estos puertos y playas recorría, Y capitaneaba la cuadrilla
Como fueron Ojeda y el Bastidas, Con viva y admirable diligencia,
Personas de quien ya conté sus vidas. Hasta que Lerma vino con el mando,
A quien dio sus descargos en llegando,
Y aun antes no se daba poca priesa Por no faltar quien diese del querella;
En saltear por mar aquella tierra Pero como no fué de casos feos ,
El gobernador Diego de Nicuesa Honoríficamente salió della;
Con otro capitán dicho Luis Guerra , Y como de rescates y rancheos
Que no cumplieron bien con su promesa, Tenia recogida buen!» pella,
Porque fuerza de indios los destierra, En ir á España puso sus deseos
Y allí vino también Juan de la Cosa, Para pedir al rey el señorío
Sin la hacer que fuese provechosa. l)e las otras riberas del gran rio.
Pero poco después desta tragedia , Efectuóse luego su viaje
Cuando de Santa Marta fué teniente , Con mediano caudal, y en salvamento
Acudió por allí Pedro de Ileredia A su mujer y. hijos y linaje
Con razonable número de gente, E a sus amigos dio contentamiento,
Cuya necesidad grande remedia Como le vieron en ilustre traje ,
Con despojos del bárbaro valiente, Y con tan levantado pensamiento.
Y la riqueza de la tierra vista Habló al emperador como debia ,
Deseaba pedir esta conquista. Dando razón de lo que pretendía.
Fué de Madrid hidalgo conocido , Presentó luego las informaciones
De noble parentela descendiente , De sus servicios llenas de testigos,
Hombre tan animoso y atrevido, Mas no faltaron malas intenciones
Que jamás se halló volveí la frente Y envidias de los émulos amigos,
A peligrosos trances do se vido, Que contrastaban estas pretensiones
Saliendo del los honorosamenle ; Según suelen mortales enemigos;
Mas rodeándolo seis hombres buenos, Pero los del consejo sin embargo
Escapó dellos las narices menos. Desta gobernación le dieron cargo:
5G6 JUAN DE CASTELLANOS.
Representándole las cosas varias Y el fuerte capitán Ñuño de Castro,
Que sucedieron en aquella tierra Cuya noble progenie fué notoria,
Desde que le mataron á Pedrarias El cual dejó de su valor tal rastro
Trescientos con el capitán Becerra, Que allí será perpetua su memoria :
Con amonestaciones necesarias, Padre de peregrinos, no padrastro,
Mas para santa paz que para guerra, Y ansí goza de Dios y de su glorio ,
Y que cumplían para su demanda Pues sus limosnas y misericordia
Grandes avisos y la mano blanda. Lejos iban del reino de discordia.
Heredia tuvo cumplimiento lleno Era de Burgos raro cortesano,
De cortesanos agradecimientos, A guerrero rigor la mano presta,
Diciéndoles también que de aquel seno Y al tiempo que yo fui misacanlano
Eran antiguos sus conocimientos, En su casa se celebró la fiesta,
Y pensaba traellos á lo bueno En amistad me fué padre y hermano,
Con amistad y buenos tractamientos , Y ansí diré después lo que me resta;
Usando de los términos cristianos Pero según su gran bondad obliga
Primero que viniesen á las manos. Poco será por mucho que se diga.
El despacho se dio que pretendía Siendo pues yo soldado peregrino,
De la gobernación de Cartagena, Allí me dieron amigable mano
Y el término de tierra se estendia Y recebí las órdenes, indino
Desde el gran rio de la Magdalena De subir á lugar tan soberano;
Hasta el de Darién y su bahía, Y en mi primera misa fué padrino
Y por la (ierra adentro fué muy llena, E l deán don Juan Pérez Malerano,
Con las fuerzas y vínculos bastantes Venerable persona , docto, santo,
Que se dan en negocios semejantes. Y Jusquin en teórica de canto.
Puesto debajo la real tutela , Y el canónigo Campos, que hoy nos dura,
Luego se despachó para Sevilla , Entonces provisor en aquel clero,
Adonde para ver tierra novela Por mas honrarme me nombró por cura,
Se le convidó gente no sencilla; Después su Majestad por tesorero;
Compróse galeón y carabela, Mas porque para lo que se procura
Estancos de costados y de quilla, Este digreso es algo rastrero,
Y una fusta mandó hacer aposta Quiero volver á nuestros navegantes
Para poder correr aquella costa. Y al mismo punto do quedamos antes.
Cargó mucha harina , mucho vino , Vino también Saavedra, tesorero,
Armas, machetes, hachas y alpargates , Y Juan Velazquez, que veedor era,
Y para contractar con el vecino Con otros cuyos nombres no refiero
Diferentes maneras de rescates, Por no nombrar á toda la bandera ;
Con todo lo demás que le convino, Mas en prosecución de lo que quiero ,
Hasta que á la moneda dio remates ; A su tiempo daré razón entera
Y de la gente que se le llegaba Cuando lo demandare la escritura
Escogió la que vido que bastaba.
Y vinieren á buena coyuntura.
Y en general á lodos les avisa Estando todo pues aderezado
En ropas ricas no hacer empleo, Para hacer viajes tan remotos,
Pues en entradas sobre la camisa Entraron en el puerto deseado
Podrían comportar otra de anjeo, Todos ellos contritos y devotos ,
Y no ropa de paño ni de frisa , Siendo Ginés Pinzón, hombre cursado,
Por ser para calores mal arreo, Y Juan Gómez Cerezo los pilotos;
Ni curasen de plumas ni de cueros , Y ansí dieron las velas á los vientos
Pues no los respetaban aguaceros. Año de treinta y dos y tres quinientos.
Y ansí cada cual dellos se pertrecha Pasan por las Canarias, ven el pico
Del atavío que les representa De Teida que domina los celajes;
Que para las entradas aprovecha , Corta las ondas náutico hocico ;
Sin que de galas se hiciese cuenta; Continuando prósperos viajes,
Y los soldados ya la lista hecha Llegaron á San Juan de Puerto-Rico ,
Fueron por todos tres veces cincuenta, Contentos marineros y los pajes
Varones singulares , de los cuales Por no ver en marinos movimientos
Nombraremos algunos principales. Rigores que les dea desabrimientos.
Urriaga, que fué guipuzcoano , Compran guayaba, plátano, batata,
Y un Sebastián de Risa , vizcaíno, Y ven ¿ente que traen á su voto,
Héctor de Barras, hombre lusitano , Perdidos de jornada menos grata,
Con dos valientes hijos y un sobrino ; Que los traia Sebastián Gaboto
Y Pedro del Alcázar, sevillano, A conquistar el rio de la Plata,
Y el leal Juan Alonso Palomino, Y se volvió con miedo de ser roto;
Después, en un rebelde desconcierto, Estaban pues allí con intenciones
Por Francisco Fernandez Girón mueilo. De no perder honrosas ocasiones.
Y Sebastián de Heredia su pariente, Destos que procuraban su provecho,
Los Albadanes, dos hermanos nobles, Fué Francisco de César escelente
Con los cuales vinieron juntamente Y César en el nombre y en el hecho,
Aquellos dos hermanos dichos Robles, A quien Heredia hizo su teniente
Que sin temor de Dios ni rey potente Y lo tracto con amigable pecho
En el Pirú tuvieron Irados dobles; Por sus estrenaos grandes de valiente;
Vino Pedro Martínez de Agramonle, Porque el gobernador los tuvo tales,
También el capitán Alonso Monte. Y siempre se preció de sus iguales.
Y Gonzalo Fernandez, cuyo marte Siguieron estas mismas opiniones ,
Fué de las guerras todas buen testigo, Por estar de fortuna mal opresos ,
Y ansí destos discursos me dio parte Dos hermanos llamados Hogazones,
Como quien me tenia por amigo; Y dos que se decían Valdiviesos;
Los cuales por escrito los reparte Y no señalo los demás varones
De la misma manera que los digo; A causa de abreviar estos procesos :
Y es tanta su bondad, que me asegura Basta decir que fueron casi treinta
Ser todo lo que dice verdad pura. Hombres de bien para cualquier afrenta.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTÍ: III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO I. 367
Con esta gente, que tenia brios Al oriente le cae por frontera
Bastantes para bélicas contiendas, Un promontorio, no de gran altura,
Deste puerto mandó hacer desvíos Que comunmente llaman la Galera
Levando cables y encorvadas riendas; Por la similitud de su hechura;
En la Española surgen los navios Al poniente del puerto, no muy fuera,
Y en Azica do tenia sus haciendas : La isla de Carex le da clausura ;
Allí desembarcó toda la gente Y á causa deste natural concierto
Y dio mantenimiento competente. Por dos canales entran en el puerto.
Luego determinó por sü presencia, La latitud de mar á mar es breve
Dejándolos á todos proveídos , De quien el istmos dicho va cercado ;
De ver á los señores del audiencia A la parte del sur el mar aleve
Y á los demás amigos conocidos; Ancón hace quieto y abrigado;
Recibiéronlo con benevolencia, En la ciudad el agua que se bebe
Y allí halló también de los perdidos Es gruesa, de sabor algo salado,
De don Diego de Ordás y de Sedeño, De jaqueyes que tienen estas gentes,
Los cuales deseaban haflar dueño. Que son manantiales no corrientes.
Porque como tuviesen ya noticia Mas donde de regalos hay ventajas
De su valor y gran entendimiento , Y desean beber el vaso Heno,
Y la jornada fuese de cudicia , El agua tienen muchos en tinajas
Según en otras partes represento, Donde gozan de sol y de sereno,
Cada cual lo regala y acaricia, Cerradas porque no les caigan pajas
Y él tuvo generoso cumplimiento; O (de los muchos) animal obsceno ;
Y ansí recogió copia de soldados Y de mañana sacan agua fría
Viejos y en los trabajos mas usados. La que pueden beber en aquel dia.
Y fueron los mas dignos de memoria, No faltan calurosas pesadumbres,
Diestros en semejantes menesteres, Y cuasi siempre suda la mejilla;
Un Gonzalo Cerón , Juan de Villoría, Hay huertas hoy pobladas de legumbres
Martiniañez, Tafur, Sebastián Pérez, Nativas y traídas de Castilla;
El bachiller ó licenciado Soria, Mas estas allí mudan sus costumbres,
Montemayor, que fué después alféreí ¿ Pues no producen granos de semilra,
Pinos , AÍonso López el de Avala , Y ansí siempre les va de tierra estraña,
Y Bautista Cimbrón, que les iguala: Deste reino mas breve que de España.
Bartolomé de Porras , Villafaña, Hay pepinos, cohombros y melones,
Rivadeneira, Diego Maldonado, Copia" de calabazas, berenjenas;
Fué Francisco Cortés desta campaña , Hay naranjas y limas y limones,
Julián de Villegas, Alvarado, De que casas y huertas están llenas;
Y Juan de Peñalver, que tuvo maña Hay uvas , á sus tiempos y sazones,
Con ánimo y valor de buen soldado , De parras que se dan allí muy buenas ;
El capitán Hurones, Juan de Urisla; Hay de la tierra frutas diferentes,
Con otros que no van en esta lista. Gustosas, olorosas y escelentes.
Serian pocos menos de cincuenta , Hay caimitos, guanávanas, anones
Hechos á hambres, frios y calores, En albores mayores que manzanos;
De quien Heredia hizo mucha cuenta Hay olorosos hobos que en faiciones
Por ser antiguos y conquistadores; Y pareceres son nñrabolanos;
Y ansí por no perder tiempo ni renta Hay guayabas, papayas y mamones ,
Luego se despidió de los oidores, Pinas que hinchen bien entrambas manos,
Fletando carabelas do llevados Con olor mas suave que de nardos,
Y número bastante de caballos. Y el nacimiento dellas es en cardos.
Esta guerrera gente recogida Hay plátanos que es fruta cudjciosa;
Con los demás pertrechos que llevaban, A manera de árbor es su planta,
Efectuóse luego la partida Mas ilo lo es aquella muy umbrosa
A Azúa do los otros esperaban, Y estéril de quien vieja musa canta,
Donde se proveyó de mas comida, Pues á la fruta destos deliciosa
De la que sus estancias abundaban, Musa le llaman en la tierra santa,
Y allí tuvieron en aquel asiento Y no sé por qué via ó qué hombre
La fiesta del divino Nacimiento. Acá de plátano le puso nombre.
Año de treinta y tres era llegado
Del parlo de la Virgen soberana, (Aqui faltan una ó dos hojas a\el original)
Cuando para viaje deseado
Al manso viento dieron la mesana ,
Por no lo ser entonces destemplado,
Antes hallaron siempre la mar llana;
Y á trece días ya del mes de enero
Vieron á Calamar, pueblo frontero.
Al cual llaman agora Cartagena , Y en una jaula destas en mis días,
Y tal nombre le dieron al instante En cierto pueblo de doña Coslanza
Los que surgieron en aquel arena, De Heredia, su criado Pero Díaz
Por tener apariencia semejante En seis ó mas ensangrentó la lanza,
A la que de tormentas es ajena No sin ayuda de las compañías
En las aguas que dicen de Levante ; A quien mas competía la venganza,
Mas este espacio es, según mi seso, Pues en sabiendo ser presa la fiera
Península de mar ó Quersoneso. Luego se convocaba la frontera
Es asiento que corre leste oeste , Cosa digna de ver es la postura
Y cuasi norte sur la travesía ; Y el rostro fiero con que se menea
De los confines puertos es aqueste Viéndose rodeado de clausura,
El que menos enfermedades cria ; Y fuera gente que lo garrochea :
De raras disenterias es la peste, Tienta los gruesos palos, y procura
Pero de las demás tierra sania, Rompellos por salir á la pelea;
Y al novicio que viene mal dispuesto Mas como bajo y alto halla fuerte
O le da sanidad ó mala presto. Con lanza ó arcabuz padece muerto
3ÜS JUAN DE CASTELLANOS.
Yo vi los cueros, y «no clellos era Cargan en ellos todos los pertrechos
Tal que lo tanteaba con espanto, Que son del uso del cristiano bando,
Adargas y rodelas en los pechos,
Pues (según lo común en esta íiera) Los caballos asidos y nadando,
Tenia lo que todos, y otro tanto, A la frontera playa van derechos
Menos lugar cubrió bima ternera Do bárbaros estaban esperando ;
Bien estendido su velloso manto; Mas como de los tiros hay estruendo,
Y este , considerados sus tamaños, A Calamar se iban retrayendo.
Era como novillo de tres años. No viendo ya peligros manifiestos,
Es la tierra por partes salebrosa, Sacan á tierra gentes y caballos ,
Y poca que se pueda decir llana , Y como tienen aderezos prestos ,
Y por la mayor parte montuosa, Brevemente pudieron ensillallos;
Aunque como dijimos tierra sana , De necesarias armas son compuestos
Por ser siempre mas seca que lluviosa; Aquellos que sabían meneallos ,
Para ganados hay poca zavana : Colchadas de tupidos algodones
Ciertos hatos hay hoy de lo vacuno, Y coracinas lodos los peones.
Pero de los demás cuasi ninguno. Las láminas de cuernos aserrados
Muchas gallinas hay de gentil casta; Que con fuego trajeron á blandura ,
Y como por allí ceban con grano, Al modo de corazas enlazados
Carne de puercos es la que se gasta, Que puestos imitaban su hechura;
Y tiénese por alimento sano; Mas fueron tan molestos y pesados
Mas esta, ni de fuera no les basta , Quel sufrimiento fué de poca dura :
Por ser mucho gentío castellano; Ovieron estos cuernos en los hatos
Perdices también hay en la montaña De la Española, por valer baratos.
En grandeza mayores que de España. Mas á los que los llevan por tutela
Son poco diferentes en la traza El pero de tal suerte les embarga ,
Y no menos gustosos sus bocados; Que quien mas de la flecha se recela
Hay conejos , coríes y otra caza, Tuvo por bueno de dejar la carga ;
Pero muy poca la de los venados, Armándose de sola la rodela
Pues como dicho tengo se embaraza Aunque no fuese la carrera larga :
La tierra con los montes apretados ; Que la fatiga del calor inmensa
Aves diversas la marina cria , No consintió llevar otra defensa.
Y en sus ancones mucha pesquería.
Becoge pues Heredia sus soldados
Ya dije desnudez ser el arreo Formando concertados escuadrones;
Ansí de hembras como de varones, Los caballos delante bien armados,
Y para remediar el traje feo A las espaldas dellos los peones,
Podrían tener copia de algodones ; Y á pasos lentos porque descansados
Mas ya se cubren todos con anjeo Entrasen en guerreras confusiones ,
De justas camisetas y calzones , Fueron al pueblo do mas gente suena ,
Y las hembras por campos y por villas Que es Calamar y agora Cartagena.
También usan camisas y faldillas.
Esta costumbre tienen desde cuando Los indios, conociendo su venida ,
El doctor Melchior Pérez de Arliaga Las mujeres y hijos echan fuera ,
Como censor andaba visitando Y luego como vieron estendida
Las villas y lugares desta plaga; Cercana de las casas la bandera,
Y ansí la gente dellas por su mando También ellos se ponen en huida
Cubrió su desnudez según la paga , Que ningún morador destos espera ,
Porque varou y hembra se vestía Salvo Corinclie, bárbaro ya cano,
Por orden del posible que tenia. Que no pudo huir de muy anciano.
Pero dejemos estos atavíos Una india , llamada Catalina ,
Como cosa que tiene su concierto , Desde Santo Domingo se traía ,
Y agora no tractcmos de los rios Y era de Zamba , pueblo que confina
Ni de lugar poblado ni desierto ; Con los que viven en esta bahía ;
Pues es justo volver á los navios En lengua castellana muy ladina,
Que ya dejamos surtos en el puerto, Y que la deslas genles entendía ;
Los cuales vistos por la gente fiera La cual desde esta cosía llevó presa ,
Apellidaron toda la frontera. Siendo muchacha , Diego de Nicuesa.
Y aquella noche, puestos en paradas Con esta le hablaron al captivo
En parles encubiertas y secretas Las cosas que les eran convinientes ,
Haciendo grandes fuegos y ahumadas, Y fué lo principal que su motivo
Sonaba gran eslruendo de cornetas, Era hacellos deudos y parientes,
Y por la playa van genles armadas Y siempre con amor caritativo
Que no quieren á sueño ser subyetas , Enseñalles costumbres escelenles,
Porque de los recuentros atrasados Abriéndoles con ellas un camino
Estaban temerosos y avisados. Cuyo fin goza de favor divino.
Fueron tantos los fuegos y faroles Y pues él sabe cuál es mas abierto
Que el iridio hizo para su seguro , Para Zamba, con toda diligencia
Ya por la playa , ya por los peñoles Procure de mostralles uno cierto
Del promontorio con intento duro, Si no quiere que pierdan la paciencia;
Que no pudieron nuestros españoles Pues tienen de hacer en aquel puerto
Sallar en la ribera con obscuro; Para siempre jamás su permanencia ,
Y ansí determinaron que sallasen Y que por bien ó mal, ó paz ó guerra ,
Cuando solares rayos alumbrasen. No tienen de dejar aquella tierra.
Y cuando ya venia descubriendo Corinche, percebidas las razones ,
Apolo su dorada cabellera , Luego les respondió que le plació ,
Los nocturnos vapores esparciendo Pero no con sinceras intenciones ,
Y nublos que cubrían la ribera, Según que vieron el siguiente dia ;
Por inquietas oudas estendiendo Pues fué guiando por las poblaciones
Lumbre que por la cumbre reverbera , Donde la mayor fuerza residía,
Marineros , maestres, coroneles, La tierra adentro acia Turuaco,
Ponen á punto barcos y bateles. Que deste compás fué lo menos flaco.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO 1. 360
Sabiendo bien que por aquella frente Viendo su lanza ser embarazada
Mataron en los años atrasados Del escuadrón feroz que la pretende ,
Al justador Pedradas mucha gente, Valióse de los íilos del espada
Siendo todos magnánimos soldados, Con la cual desta furia se deliende ;
Y al capitán Becerra juntamente, Lastima con sangrienta cuchillada,
De quien eran no mal acaudillados; Corta molledos, y cabezas hiende;
Y ansí pensó que los recién venidos
Fueran desta manera consumidos. Miran acaso, ven las confusiones,
Llegado pues el nublo tenebroso, Acuden caballeros y peones.
En Calamar la gente castellana Llegaron á tan buena coyuntura,
Puso sus velas y tomó reposo Repartidos por una y otra parle,
Hasta tanto que vino la mañana. Que se pudo librar de la presura
Díjoles misa cierto religioso, Donde ya lo traían de mal arte,
Que llamaban el padre Mariana, No sin estrago de la gente dura
Y dados á los cuerpos alimentos Que hizo con el fino bracamurte;
Prosiguen adelante sus intentos. Pero salió del dicho detrimento
Dejando los navios á recado Cubierto dé sudor y sin aliento.
Y en ellos gente bien apercebida, Porque entonces el sol con su cuadriga
El caballero y el peón armado, El hemisferio por igual demedia ,
Pusieron en efecto la partida; El aire falla quel calor mitiga,
Corinclie, de peones rodeado, Ningún soplo de viento lo remedia ;
Guiando por la via referida Aumentan demás desto la fatiga
A Turuaco, mas llegando junto Las armas de algodón al buen Heredia;
Guerreros escuadrones ven á punto. Y ansí con ansiosas turbaciones
Opónense catervas de salvajes; Pide que le relajen los bolones.
Levántase la grita y alaridos, Acuden españoles que hay en torno ,
Larga y espesa selva de plumajes, Para hacer aquello que pedia :
Voces que se confunden los oídos; Mitígase la furia del bochorno,
Resuenan sagilíferos carcajes, Porque también le dieron agua fria;
Los golpes de los arcos y crujidos; Mas si el lugar ardía como horno,
Rompe los aires índica cometa, Mucho mas la batalla se encendía;
Y acá cualquier caballo se inquieta. Y ansí sin esperar el aire frió
A ella revolvió con mavor brío.
Dan muestra las orejas que se espanta El Francisco de César acompaña,
De ver y oir salvajes inhumanos ; Montes y Juan Alonso Palomino,
Sobre los pies traseros se levanta , Juan de'Villoría, Pinos, Villafaña:
Ningún sosiego tiene con las manos, Que en este riguroso torbellino
Y tanto mas se azora y se quebranta Todos se daban admirable maña
Cuanto los indios via mas cercanos, Y hacían bien ancho su camino;
Hasta tanto que ya nuestro jinete Mas bien han menester que les ayuden ,
Hiere de las espuelas y arremete. Pues cuantos mas derriban mas acuden.
Pelea cada cual donde se halla, Con su valor Heredia los provoca ,
Sin poder acudir adonde quiso , Y el valeroso César muchos hiere:
Porque la ferocísima canalla Es su caballo muy duro de boca,
Se vido cuasi cuasi de improviso: . Y no puede mandallo como quiere:
Cobra valor y fuerza la batalla, Mas se desmanda cuanto mas le toca
Andan entrambas parles con aviso, La flecha, sin que los demás espere;
La tierra cubren venenosos tiros Pero por donde quiera quo lo lleve
Y golpes causadores de suspiros. El caballero hace lo que debe.
Bien como cuando de los altos senos En este tiempo los arcabuceros
Viene ventosa nube descargando En los indios hacían gran estrago,
Granizo con relámpagos y truenos, Por tener tan espesos los terreros
Las sendas y caminos ocupando. Que ningunas pelotas dan en vago;
Pues los altos y bajos quedan llenos Los indios no se hallan tan enteros
Y el circunstante suelo blanqueando, Como los que decían ¡ Santiago !
Poniendo las borrascas semejantes Y ansí se meten por las espesuras
Impedimentos á los caminantes : O parles que les eran mas seguras.
No con menos horror suenan los puertos El buen gobernador incontinente
En aquestos conflictos presurosos , Mandó que se recojan los soldados
Los lugares que huellan ya cubiertos Que pelearon valerosamente,
De piedras y de tiros venenosos, Aunque, como ya dije, derramados;
Andan por cima de los hombres muertos , Recorre las escuadras de su gente,
Desliérranse descansos y reposos: Halló los treinta dellos mallractados ,
Quien mas pelea y el que mas trabaja A los cuales él hizo curar luego,
No conoce victoria ni ventaja. Y la principal cura fué con luego.
El gobernador va por la pelea Estos con buena guarda de caudillos
Como bravo león en el semblante : Encaminaron al marino puerto;
Alropella, derriba y alancea Daules á beber agua de membrillos,
A cuantos se le ponen por delante; Y sanaron mediante buen concierto ,
Con singular destreza se menea Aunque quedaronflacosy amarillos,
Al fervoroso Turno semejante, Y Juan del Junco Montañés fué muerto;
Y tanto prosiguió pasos perplejos, Pero de los caballos que hirieron
Que de los suyos se halló muy lejos. Cuatro de los mejores peiecieron.
Los indios que lo ven en el confuto Y el de César, con ser el que tenia
Solo, sin que con él alguno sea, La carne mas que lodos lastimada.
Formaron un espeso circuito Escapó del gran riesgo que corría,
Caudillos de la bárbara ralea , Y le sirvió muy bien en la jornada;
Con numero de indios inflnito Y es porque le lavaba cada dia
Que de una parle y otra le rodea ; Las heridas con el agua salada ;
Y fué tan numerosa la pujanza Mas túvose por grande maravilla
Que pudieron asille de la lanza. Salir el amo bien de la rencilla.
T. iv.
570 JUAN DE CASTELLANOS.
Pues cuando fuga el caballo hizo, Dijo su parecer, y los soldados
El freno remordiendo con los dientes, Las condiciones puestas obedecen,
Descargaban en él como granizo Los mas modernos dellos admirados
Las mortíferas flechas destas gentes, De ver los escuadrones que parecen
Y tantas como puntas un erizo Con diademas de oro coronados,
De las colchadas armas van pendientes ; Que de rayos heridos resplandecen;
Las muy metidas fueron veinte y una, Y con betumen negro ó colorado
Mas á las carnes le llegó ninguna. Viene cada cual dellos embijado.
La causa fué de no henile tanta En esto ya llegaban á la plaza ,
Flecha las buenas armas de algodones , No con menos furor que bestias fieras
Debajo dellas una cuera de anta Dando lijeros saltos tras la caza
A donde reparaban los harpones, Y abalanzándose por las laderas :
O por mejor decir ayuda santa El arco corvo se desembaraza;
Y algunas religiosas devociones ; Suenan engañadoras silbaderas;
Pues no matallo los que vieron esto Mas desque ya los vieron en los llanos
Decian ser milagro manifiesto. Al encuentro salieron los cristianos
Dejando pues aquel espacio vaco El buen gobernador iba delante
Los indios á los fuertes vencedores, Dando de su valor patente muestra,
Entraron Ja ciudad de Turiiaco Recambiando la lanza penetrante,
Sin se hallar en elh moradores; Veza la diestra, veza la siniestra;
Pero tuvieron razonable saco Corría rojo rio y abundante
No sin gana de ver otros mejores, De los que clava su potente diestra;
Porque lo substancial de sus haberes Brama la tierra con mortal gemido,
Habían abscondido las mujeres. Y auméntase la grita y alarido.
Visto pues que la gente se desmanda César iba haciendo maravillas
Mas de lo que cumplía salir fuera, Dignas de su valor y de su nombre,
Con penas de rigor Heredia manda Rompiéndoles costados y ternillas,
Que lodos se recojan á bandera, Con brío que parece mas que hombre;
Como quien conocía no ser blanda Acuden las católicas cuadrillas ,
La gente natural desta frontera ; Procura cada cual ganar renombre,
Y ansí huyendo del inconvinienle, Cubre los campos ciega polvareda
A los soldados dijo lo siguiente: De la batida y rehollada greda.
»Esta gente yo sé no ser cobarde, Confúndese la junta de salvajes ;
Antes falla de todo sutrimienlo, Crecían los horrísonos bullicios,
Y tienen de buscarnos esta tarde Acrecentando furias y corajes
Con intención de darnos otro tiento: Con los sanguinolentos ejercicios;
Y aquí no nos conviene que se aguarde Cubríase la tierra con plumajes •

Sino que les dejemos el asiento, Caidos de los vivos edificios;


Y en tal lugar debemos esperallos Huellan unos y otros litigantes
Que puedan revolverse los caballos. Por encima de miembros palpitantes.
» Paréceme ser, como lo pedimos, Bien como los que van rompiendo breña
Aquel llano poblado de labranzas ; Espesa con agudos segurones,
Ellos han de pensar que les huimos , Para cosas que siempre les enseña
Y allí se han de templar sus destemplanzas Necesidad maestra de invenciones,
Porque podremos bien, según decimos, Ocupando la tierra con la leña,
Menear los caballos y las lanzas.» Trozos de palos, ramas y troncones,
Esto dicho, sacó la compañía Quedando de los árbores tal rima
Ocupando la parte que decía. Que no pueden andar sino por cima :
Y mandóles estar apercebidos, Desta manera son los embarazos
A punto las espadas y rodelas, Que ponen á los vivos los caidos,
En parles diferentes repartidos Con piernas y con pies, manos y brazos
Y el caballero prestas las espuelas: Que por aquel lugar están tendidos:
Ansimismo por árbores subidos Cabezas repartidas en pedazos,
Soldados que hacían centinelas, Y sesos derramados y esparcidos,
Porque si descubriesen escuadrones Con los demás belígeros pertrechos
Diesen aviso y arma con pregones. Con que se mueven semejantes hechos.
Presto se vido ser consejo sano Incitan á la bárbara bandera
Para salir mejor de losconflilos; Las noctígenas hijas de Aqueronte ;
Pues apenas llegaban á lo llano, Mas ella de victoria desespera,
Cuando vieron plumajes infinitos Buscando los latíbulos del monte;
Que descendían con potente mano, Y ansi cuando su roja cabellera
Dando terribles y espantables gritos, El sol metia tras del horizonte ,
Temeroso ruido de cornetas Los indios que quedaban con la vida
Y abundancia de dardos y saetas. Sin orden se pusieron en huida.
Vistos por el Heredia, dijo luego r Viéndose la victoria ya patente,
« Señores, si ganáis esta victoria , Y para mas honor mayor indicio,
Con ella granjeáis vuestro sosiego. A Dios dio cada cual devotamente
Y vuestra gran virtud será notoria : Gracias portan inmenso beneu'cio;
Y pues sois españoles, solo ruego Pues con el vencimiento desla gente
Que de vuestro valor tengáis memoria , Vernian los demás á su servicio,
Que si ponemos esto por delartte Y ansí el gobernador con grato gesto,
Ningún rigor habrá que nos espante. Recogida la gente, dijo esto :
»Gran nube viene, y el turbión es grande «Cierto, señores mios, yo no siento,
A causa de llover sobre mojado; Si buenos hechos piden alabanza,
Mas aqui le haremos que se ablande Quién pueda dar con ella henchimiento
Quien de dureza viene mas armado, A los que vemos hoy de vuestra lanza
Como ningún soldado se desmande En este milagroso vencimiento
Del orden que tenemos concertado, Contra dudosa y áspera pujanza ;
Con el cual, en oyendo nuestra trompa , Cuya huida vino tan á pelo
Abra los ojos, y contrarios rompa. » Que bien pareció ser obra del cielo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 111, HlbT. DE CARTAGENA, CANTO 11. 571
»A Dios demos las gracias y la gloria, Y ansí, sin ofrecerse desavíos ,
Y el rey del galardón lenga cuidado, Llegaron á la playa ya notoria
Porque de Dios nos vino la victoria , Con aquellos despojos y atavíos
Y aquí venimos por real mandado , Que suele dar la guerra meritoria :
En cuyo nombre yo terne memoria
Que sea cada cual galardonado Salieron luego los de los navios
Con aquel miramiento que conviene , A dar el parabién de la victoria
Después de ver lo que la tierra tiene. Con encarecimientos elegantes
«Vencimos el contrario mas soberbio Usados en negocios semejantes.
Que solia tener esta frontera ; Cumplidos eran ya los dias veinte
Vencimos y cortamos aquel nervio Del mes nombrado del bifronte Jano,
Que á los demás servia de barrera; Del año que dijimos ser presente,
De manera que lodo queda pervio Y dia del beato Sebastiano,
Para poder pasar por donde quiera, Cuando para trazar pueblo potente
Pues los temores destos rompimientos Cristiano morador tomó la mano,
Son durísimos frenos y escarmientos. Repartiendo por orden los solares
»Y pues se llegan ya nublos obscuros, En el istmos que goza de dos mares.
Vamos á Turüaco, cenaremos, Según comodidad se dio la traza
Que puesto que durmamos intramuros, Por diestros y peritos medidores :
Ningún impedimento hallaremos, Lo que era monte se desembaraza,
Antes nos hace su temor seguros Talándolo los nuevos pobladores ;
Para que del trabajo descansemos, Señalaron iglesia, dióse plaza,
Mayormente teniendo velas puestas, Y á San Sebastián dos de los mejores
Rondas y centinelas por las cuestas.» Solares, donde hay hospital nombrado,
Aquesto dicho , fueron al asiento Y es hoy como patrón reverenciado.
Sin que hallasen bárbaro contrario, Nombráronse justicias ordinarias,
Y con el recatado miramiento Según dispusicion de justo fuero,
Que no tiene juicio temerario Con otras muchas cosas necesarias,
Dan á los cuerpos el mantenimiento Las cuales de presente no refiero,
Que fué según su hambre necesario; Pues á causa de ser muchas y varias
Y como suelen los que se recelan, Se quedan para el canto venidero ;
Los unos duermen y los otros velan. Y de presente tengo justa causa
Mas cuando descubrió su roja frente Por donde me conviene hacer pausa.
Apolo con el rapto movimiento,
El sabio capitán y diligente
De principales hizo llamamiento CANTO SEGUNDO.
Para manifestalles lo que siente
Donde se tracta cómo los indio» comarcanos vinieron a dar la paz, y bastí
Y conocer ajeno sentimiento la batalla que se dio en Turuaco para atemorizar los demás caciques
Cerca del parecer que mejor era, y señores de aquella provincia.
El cual lo consultó desta manera :
« Señores, si el camino comenzado La punición á veces es tan buena
Puede por tiempo dar algún reposo , Para lodos, que no tan solamente
Paréceme que ya tenéis andado Corrige los delictos y refrena
No menos que lo mas diíicultoso ; Al loco y atrevido delincuente,
Pues que, bendito Dios, va desmembrado Pero también avisa que en ajena
Un enemigo siempre victorioso, Cabeza se reporte y escarmiente
Cuya cruel y vengadora diestra Quien estaba dispuesto por ventura
Nadie la quebrantó sino la vuestra. Para hacer alguna travesura.
»Agoraserá bien que se discante Desta verdad ejemplo fué patente
Sobre cuál destos es mejor concierto : La gran rota del indio mas cercano,
O pasar con las armas adelante Adonde fueron muertos solamente
Por el camino que tenéis abierto, Seis ó siete caballos y un cristiano,
O determinación mas importante Y de los indios numerosa gente,
A nuestra pretensión, volver al puerto, Que por entonces sin probar la mano
Para reconocer con advertencia Estuvieron dudosos y perplejos,
Asiento que prometa permanencia. Ansí cercanos como los de lejos.
«Esta perplejidad os manifiesto, Heredia, vistas las perplejidades,
Cuya resolución de vos confío; Mandó luego partir al indio viejo
Y según que por vos fuere dispuesto, A los cercanos pueblos y ciudades,
Desa suerte daremos el avío, Rogándole que diese por consejo
Pues vuestro parecer acerca desto No rehusasen estas amistades
Determino tener por proprio mió, Agora que tenían aparejo,
Y no traspasaré llano ni cumbre Porque si procedían en la guerra
Sin que vuestro consejo me dé lumbre.» Asolaríanles toda la tierra.
Responden los que deben obediencia, Diéronsele cosillas que de España
Y César con la gente mas granada : Traían castellanas compañías,
«r Vos, señor, tenéis ciencia y esperiencia Con que la vista bárbara se engaña
Para nos adestrar en la jornada; Teniéndolas por ricas mercancías;
Vuestra boca pronuncie la sentencia, Corinche prometió de darse maña
Y esa será por todos aprobada , Y dar la vuelta dentro de tres dias,
Pues como por tan buen seso se ordene, El cual partió para Carex el rico,
Todo se guiará según conviene.» Por haber Carex grande y Carex chico.
Reconocidas estas intenciones, Este indio tracto hidalgamente
Luego, según las suyas, determina Aquel negocio que se le encomienda ,
Dejar aquellos senos y rincones Encareciéndoles de nuestra gente
Y dar la vuelta sobre la marina, Su noble condición y su vivienda:
Para hacer con nuevas poblaciones Pero Carex respóndele que miente
Albergos de la gente peregrina; Porque él sabe que roban la hacienda;
Y no fué la partida menos presta Y ansí le dijo quél no quiere vellos,
De lo que fué durable la respuesta Y si algo quieren del que vengan ellos.
JUAN DE CASTELLANOS.
Vista la voluntad que manifiesta El respondió por términos urbanos
Con amenazas otras que no cuento , Que todo lo posible se harta,
Al Heredia volvió con la respuesta
Representándole su mal intento : Pero que se le diesen dos cristianos
El gobernador hizo gente presta Para llevados en su compañía;
Para punir aquel atrevimiento, Allí los mas valientes y lozanos
Y con soldados válidos ocupa Teníanla por temeraria via,
Un grande bergantín y una chalupa. Escepto dos mancebos caballeros
En ellos van ducienlos y cincuenta Que no dudaron ser sus compañeros.
Soldados, de quien él se certifica Uno don Pedro de Ábrego se llama ,
Ser tales que saldrían sin afrenta De Sevilla , tenido por valiente;
Ueste recuentro donde los aplica : El otro don Francisco Valderrama,
Ante Carex el grande se presenta De Córdoba, no menos eminente:
Adonde llaman hoy la Boca-chica, Estos sin recelar bárbara trama
Y allí se muestra cantidad inmensa Adonde va Carón ponen la frente,
De bárbaros dispuestos á defensa. Y con gentiles bríos y donaire
Los españoles ya breve desvío Llegaron al gran pueblo de Bahaire.
De la playa largando los resones , Del cacique Dulió fué recebido
En ella saltó luego Juan de Jio Carón, con gran contento y alegría ,
Y dos hermanos dichos los Cerones: No sin admiración después que vido
Acuden estos al primer bunio Venir con él estraña compañía :
Rompiendo por soberbios escuadrones , Ocurren cuantos hay de su partido
Por ser aquella cara señalada A ver la nueva gente que venia,
Y en ella mucha gente reparada. Tanto que los ponían en aprieto,
Allí de la primer arremetida Pero con grandes muestras de respeto.
Mataron muchos , y al cacique prenden Después de ya hablaren su lenguaje
Pero la multitud fué tan crecida Y á su modo palabras placenteras ,
De los que con orgullo lo defienden , Carón dio relación de su viaje
Que Cristóbal Cerón quedó sin vida ; A lo que pareció muy á las veras ,
Los dos aunque heridos no pretenden Con toda la substancia del mensaje
Soltallo, ni los indios tal pudieron De parte de las gentes estranjeras;
Hasta que ya los nuestros acudieron. Y el Dulió, vista la razón propuesta ,
Pidió dos días para dar respuesta.
Enciéndese de nuevo la pelea El Carón con tenello por amigo,
Convocándose muchos naturales No sabiendo si bien ó mal ordena,
Que Piorex exhorta y espolea No las tenia ya todas consigo
Y Curixix, señores principales, Y quisiera-volver á Cartagena:
Porque del término que señorea Pero los caballeros dos que digo
Carex eran aquestos generales; Le dijeron que no tuviese pena ,
Mas en los sanguinosos desconciertos Porque cualquiera dellos solo basta
Ambos á dos allí quedaron muertos: A destruir aquella fiera casta.
Con otra mucha gente que se calla , Dicen luego con lengua bien instruía
Pasados de mortíferos barrenos, «Dirás al perro hijo de la pena
Que sin cubrirse jacerina malla Quel español no teme gente bruta ,
Al señor defendían como buenos ; Ni nosotros saldremos de su tierra
Mas no costó tan poco la batalla Hasta llevar respuesta resoluta
Que no hiciesen de los nuestros menos O de la blanda paz ó dura guerra;
Diez ó doce soldados, cuya muerte Que determine luego lo que quiere,
Quitó quilates á la buena suerte. Y espere dello lo que le viniere.»
Al fin con el sangriento torbellino Estas razones y otras que no toco
Prevalecieron españolas manos, Notó Carón y estuvo bien atento,
Saqueando las casas del vecino Pareciéndole ser término loco
Para poner temor á los cercanos : Tener allí tan gran atrevimiento:
Donde se recogieron de oro fino Nada les respondió , mas desde á poco
Cien mil ó pocos menos castellanos, Mostró con lágrimas su sentimiento.
Demás del alimento que se lleva Dulió que vido muestras mal sonoras
Para sustento de la ciudad nueva. Le dijo : «¿Qué es la causa por que lloras?»
Pasaron á Carón incontinente, El respondió : « Sabrás que no lamento,
Pueblo del de Carex poca distancia , Dulió, por ocasión á mi tocante,
Mas este recibiólos blandamente Sino tu destruicion y asolamiento
Redimiendo su mal con su substancia : Si no vas con nosotros por delante;
nió joyas de valor con que se aumente Porque esta nación es, á lo que siento,
La cudiciosa sed y la ganancia, Con enemigos fiera y arrogante,
Porque el ardor cruel desla fatiga l'ero con los amigos apacible,
Cuanto mas bebe menos se mitiga. Regalándolos todo lo posible. »
Quedaron los demás pueblos ilesos, El dijo : t No son tales mis concelos
M ilarapa, Cacon y el de Cospique, Que piense contrastar su duro marte,
Porque se muevan á mejores sesos Mas a los mios aunque son subyetos
Cuando la rota deste se publique : Heme de subyeclar á dalles parte ,
Volviéronse con muchos indios presos Porque con pechos sanos y quietos
De Carex, \ con ellos su cacique; Aquesta paz reciban de buen arte,
No se les hizo tractamiento malo Pues ningún señor hay tan absoluto
Antes grandes caricias y regalo. Que no deba cumplir éste tributo.
Asegurándoles de mas combate » Esto sin falta se hará mañana ,
Como tuviesen corazón sincero, Y la contradicción terna castigo;
Dándoles muchas cosas de rescate Habla con esta gente castellana
Y á Carón , un insigne hechicero, Certificándoles que soy amigo ,
Le ruegan que con otros pueblos trate Y pues mi voluntad la tienen llana ,
De \a paz, y les sea medianero; Sea la suya tal para conmigo ;
porque los deste término marino Aquí se holgarán dos ó tres dias
Lo tenían por mago y adevino. Porque no quiero ir manos vacias.»
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO II.
Los bárbaros acentos declarados Al buen Heredia hizo sus ofertas
Por lengua que la suya determina, Con mansas señas y palabras blandas ,
A cada uno de los dos soldados Que daban los intérpretes abiertas
En idiomas proprios á las bandas ,
De oro se les dio chaguala tina , Y díjole: «Si yo tuve reyertas
Cuyo valor montó hartos ducados ; Por aceptar la paz que me demandas,
Y ansi perdieron ambos la mohína, Carón y las personas de quien fías
Demás de tener mesas proveídas Dirán lo que me pasa con las mias.
Abundantísimas de sus comidas. » Porque no pudo ser sin Un sangriento
Hizo congregación (lia siguiente De cierto capitán, hombre robusto,
De capitanes y otros caballeros, Que procuró poner impedimento
Y dijoles ser cosa conviniente A los efectos de negocio justo,
Confederarse con los eslranjeros , Debiendo medir siervos su contento
Pues su destruicion era patente Con lo que á su señor diere buen gusto :
Teniéndolos cercanos y fronteros, Sé que coligirás de lo que digo
Si con paz, discreción y aviso bueno, Que deseo la paz y soy amigo.
A sus intentos no ponían freno.
Que tanteasen bien como discretos * Esta será segura por mi parte ,
Que las guerras consumen los poderes, Sin atender á varios pareceres;
Y cómo no responden sus efetos Bien puedes para mas asegurarte
A los precipitados pareceres; Venir conmigo, si por bien tuvieres,
Demás de vivir todos inquietos, Porque , cierto, deseo regalarle
Descarriados hijos y mujeres; Según yo soy, que como quien tú eres,
Y ansí su parecer, que muchos mide, Mis ministerios no serán tan altos
Era de dar la paz que se le pide. Que suban de valor á no ser fallos.»
De aquellos capitanes el mas viejo, No tuvo desabrida la respuesta,
Oída su razón, incontinente Antes con el Dulió se partió luego
Le dijo : «Buen Dulió, vos sois espejo Adonde se le hizo grande Uesta,
Donde contempla cada cual su mente; Mas no quiso tomar mucho sosiego;
Nadie, teniendo vos ese consejo, Y porque no partiese con la siesta,
Hay aquí que lo tenga diferente: De parle del señor hubo gran ruego,
Con vuestra voluntad medid la nuestra, Y aun que esperase la mañana
Pues la de todos es la misma vuestra.» Por venir la tiniebia ya cercana.
Otro con soberbísimo denuedo, Heredia respondió cumplidamente •
Pesándole de las conformidades , Con el aviso que menester era ,
Levantóse diciendo : «Yo no puedo Diciendo que no puede de presente
Sufrir acobardadas poquedades; Dejar de se tornar á su frontera;
Parece que te ciscas ya de miedo, Pero si puede ser dia siguiente
Pues apeteces estas amistades; Vayan á Calamar, do los espera,
Perdido va, Dulió, tu fuerte brio, Porque también querría cuando fuese
Mas no se perderá jamás el mío.» Agasajado con lo que pudiese.
El Dulió, vista la soberbia vana Y que, pues era principal cacique,
Y ser principio de otros embarazos, De comarcanos defensor y capa,
Alzó con gran presteza la macana Procurase llevar los de Cospique,
Tirando golpe de nervosos brazos: Cocón, Caricocox y Malarapa,
El cual, como se dio de buena gana, A los cuales la paz'les certifique,
Le hizo la cabeza dos pedazos; Sin engaño, cautela ni solapa,
Necesario no fué golpe segundo Porque si todos vienen á lo bueno,
Para sacallo fuera (leste mundo. Ternian quietud en su terreno.
El hecho del cacique se engrandece Con esto se pusieron en camino
Por lodos , y otra cosa no se trata Con la chalupa de comida llena,
Sino decir que tal pena merece Y á los dos caballeros por quien vino
El que contra su rey se desacata : Mandó volver también a Cartagena,
Con aquesto la junta se fenece Porque le parecía desatino
Y la contraria duda se desata, Quedarse solos en aquel arena :
Pues todos, por tener mejor aviso , Rogáronle con encarecimientos
Vinieron en lo quel cacique quiso. Que no les perturbase sus hítenlos;
En este tiempo los de Cartagena, Porque serian sus trabajos vanos,
Que de Carón hicieron confianza, E ya de corazón poco constante,
Tenían por los dos soldados pena, Dejar aquel cacique de las manos
Pareeiéndoles mal lauta tardanza ; Hasta que lo llevasen por delante,
Y el gobernador mas, el cual ordena Porque para hacer los otros llanos
Ir á buscados, no con gran pujanza, Era negociación muy importante;
Mas solos veinte y dos en el navio Y en aquesto hicieron tal instancia,
De que era capitán el Juan de Jio. Que se quedaron llenos de arrogancia.
Llegaron á la boca del estero , El buen gobernador fué navegando
Por do para Bahaire hacen via; Con manso viento que les aspiraba,
No puede navegar el marinero. Y á su nueva ciudad llegaron cuando
Que la chalupa mas fondo pedia; 101 curso de la noche demediaba;
Mándesele soltar al artillero En tierra sallan lodos publicando
Dos piezas que declaren quien venia, Aquel efecto que se deseaba,
Poique si gozan de vital aliento Diciendo que Bahaire con su gente
Losaos acudan á su llamamiento. Los recibió caritativamente.
Ellos, reconociendo los motivos, Y que paz de su parle se pregona
Para de su salud hacellos ciertos, Por los cercanos puertos y bahías
Con indios que de paz no son esquivos Con subyeccíon á la real corona ,
Bajaron en canoas á los puertos; La cual darían antes de tres dias ,
Auméntanse los gozos en ver vivos El cacique Dulió por su persona ,
A los que ya contaban con los muertos; Y con él otras muchas compañías;
Mas el Dulió con barca mas I ¡jera El pueblo recibió mucho contento,
Ganó con el Carón la delantera. Deseando de ver el cumplimiento.
374 JUAN DE CASTELLANOS.
Lo cual efectuó, y ansí lo hizo Aunque, según las relaciones nuevas
Aquel cacique y otros señalados, Que de la Villa de Mopox me envía
Y trajo joyas de metal obrizo, VA antiguo soldado Juan de Cuevas,
Que valieron sesenta mil ducados, No fué poco sangrienta la porfía,
Demás del grano con que salisflzo Pues antes de la paz hicieron pruebas
La hambre que tenian los soldados, De lo que cada cual parle podia ;
Llenas canoas de comidas varias, Mas Gonzalo Fernandez no da cuenta
A nuestros españoles necesarias. Sino de lo que aquí se representa.
Entrados los caciques en la villa , Salió de paz ansimismo Tocana,
Suntuoso convite les fué hecho, Señor de Mazaguapo, con Guaspates
Abundante de vino de Castilla, Y los de la ciudad de Turipana,
De que mucho gustó bárbaro pecho; Y Cambayo, cacique de Mahates :
Diéronles muchas cosas, que sencilla A los cuales la gente castellana
Gente juzgaba ser de gran provecho, Dio bonetes, camisas y rescates,
Como corales, cuentas y bonetes Con aquellas apacibilidades
Colorados, cuchillos y machetes. Que suelen granjear las voluntades.
Y ansí los reyes desta pertenencia, De muchos indios dellos se barrunta
Que tuvo cada cual reino distinto, Que vienen á mirar y ser testigos,
Dieron el vasallaje y obediencia Y teniendo sospecha que en la junta
Al gran emperador don Carlos quinto : Los menos corazones son amigos,
Hízose con solemne diligencia, Heredia con la lengua les pregunta
Que no referiré, por ser sucinto; si tienen en sus tierras enemigos,
Solo diré tener principios buenos Para que con sus armas y caballos
Para poder entrar otros terrenos. Vayan los suyos á desagraviallos.
Teniendo pues de paz aquella raya, Respóndele Cambayo : «Si sois tales
Dejando guarda como convenía, Que deseáis empresa generosa,
Determinóse que laflotavaya De todas las ciudades principales
A Zamba para ver lo que tenia; Sola Cipacua es mas poderosa,
El gobernador iba por la playa Cuyos vecinos son mis capitales
Con bien aderezada compañía, <Contrarios, con pelea rigurosa;
Y con ellos la india Catalina, Y como tú, señor, subyecles esta,
Que deste dicho puerto fué vecina. Ningún peligro hay en lo que resta.
Como con el recato conviniere »Bien creo que saldrás con el intento,
Llevasen por delante corredores, Y si me haces este beneficio
Dos hombres de caballo y el teniente No fallará mi reconocimiento
Prendieron á dos indios pescadores : Con gran obligación á tu servicio :
Hablóles Catalina cuerdamente, Eres hijo del sol á lo que siento,
Diciendo, que perdiesen los temores Y aqueste siempre te será propicio,
Y no tuviesen miedo de cadena, l 'e mas de que también de parte mia
Pues la que vian era gente buena. Irá muy bien armada compañía.»
«Estos, decía, son nobles cristianos, El Herediariendole responde :
De costumbres loables y escelentes, «Esa Cipacua para sojuzgalla
Y vienen para ser vuestros hermanos No resta mas de que sepamos dónde,
Y á haceros sus deudos y parientes : Para dársele luego la batalla ;
Jamás tuvieron violentas manos Pero si da la paz y no se absconde,
Contra los que se muestran obedientes; Has de saber que tengo de guardalla,
Mis ojos proprios son buenos testigos Y quien por buen amigo se me diere
De cómo saben ser buenos amigos. Héselo yo de dar mientras viviere.»
»Mas no se libra de su lanza dura El bárbaro, no de razón ajeno,
Quien por contrario risco se desgalga: Antes a) parecer hombre bastante,
Por tanto, pues hay buena coyuntura, Dijo : « Señor, tú hablas como bueno,
Decid á Zamba que de paz les salga , Mas no vernán á tracto semejante,
Porque para tener vida segura Porque los que dominan aquel seno
No hay otro remedio que les valga; Ks gente poderosa y arrogante;
De paz está Carex y la marina Y si pasión acaso no me ciega
De cuanto por aquel compás confina.» Kn las manos tenemos la refriega.
Entendieron los indios el lenguaje, A su razón Heredia respondía :
Y fué también la india conocida, • Huelgo de que me quieras por padrino ;
Por ser de su lugar y su linaje Apercibe tu gente, yo la mia,
De parentela luenga y estendida : Agora con el nublo vespertino,
Admíranse de ver en nuevo traje Para que con la nueva luz del dia
La que nació de madre no vestida, r*os pongamos en orden y camino;
Pues allí hasta partes impudentes Y si no vienen á la paz que digo
Suelen andar abiertas y patentes. Verás en ellos ejemplar castigo.»
Fueron los indios pues en la demanda Quedó pues el negocio concertado
Alo que pareció con buen intento, Cuando faltaba ya febea lumbre;
Porque por las palabras que se manda El indio con solícito cuidado
Defirieron aquel razonamiento; Apercibió guerrera muchedumbre;
Tué la respuesta que les dieron blanda El gobernador sabio y avisado
Y no con variedad el cumplimiento, Velóse según tiene de costumbre,
Antes salió del pueblo mucha gente Pues aunque parecía genle noble
Con comidas y algún otro presente. Sospechaba poder ser tracto doble.
Al gobernador dieron joya fina Y cuando la dorada cabellera
Para suplir algunos menesteres; De Febo descubrió por el oriente,
Ocurrían á ver á Catalina Vieron cubierta toda la ribera
Número no pequeño de mujeres, De bien compuesta y ordenada gente;
La cual como servia de madrina Llamó todos los suyos á bandera
No dejó de sacar para alfileres, El buen gobernador por consiguiente,
Y aun con lo que sacó de la cacica Que bien apercebidos acudieron
Olía de mas estofa fuera rica. Porque la noche toda no dumieron.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE ID, HIST. DE CARTAGENA, CANTO II.
A sus cuadrillas bárbaras atentas ítem, promete con verdad sincera,
Dijo, haciendo señas, el Cambayo : Porque su ciudad no desampare,
«Mirad que no demandan las sangrientas De no meter en ella su bandera ,
Rencillas cobardía ni desmayo, Antes adonde está manda que pare
Y que para vengar vuestras afrentas Pura se ranchear por acá fuera,
Llevamos fuerzas de divino rayo ,
Pues aqueste señor que nos ayuda Donde el señor cacique señalare ,
Hijo del sol debe de ser sin duda. Y esto se cumpliría sin que vea
» Hagamos el deber en las contiendas, Desdén ni vuelta que contraria sea.
Pues vamos amparados de tal muro, La lengua dijo lo que le mandaron,
Tomando del contrario las enmiendas Usando fielmente del oficio,
Que para lodos fué cruel y duro; Lo cual los principales escucharon,
Iréis á vuestras casas y haciendas Sin que de pelear diesen indició ;
Cada uno de vos sobre seguro, Mas antes todos ellos mitigaron
Y gozareis de vuestras granjerias Los clamores y el áspero bullicio,
Ansí de cazas como pesquerías.» Y el señor, entendidas las razones,
Aquesto dicho, luego los provoca Aceptó las honestas condiciones.
A caminar con ordenada mano ; Y ansí dijo: « Con esa confianza,
Y como la distancia fuese poca , Y (jue castigareis á mi contrario,
Llegaron aquel dia muy temprano Me huelgo de hacer el alianza,
Al primero lugar que llaman Oca, Y de seros amigo tributario;
A Cipacua subyecto y sufragano, Por asiento teméis esa labranza,
Do no hallaron ánima viviente, Donde yo proveeré lo necesario;
Mas todo su caudal allí presente. Sabed guardar los pactos como buenos ,
Como viesen la gente ser huida Que por mi parle no vernán á menos».
Y de sus bienes cosa no faltase, Esto dicho, se fué con sus vasallos,
Mandóse que so pena de la vida No con resabios de voluntad mala,
Alhaja ni comida se tomase, Antes con intención de regalallos,
Sino que fuese presta la salida Como con lo posible los regala ;
Y sin tocar en cosa se dejase : Los nuestros arrendaron sus caballos
Ningún español hay que se desmande En el mesmo lugar que les señala,
Ni cosa recogió chica ni grande. Y cada cual compone y adereza
Hamaca do recline la cabeza.
Pero los indios, no bastando ruego, Luego los indios desde sus posadas
Amenazas de muerte ni otros males, Enviaron algunos ricos dones ,
Todas las casas saquearon luego Y cuatrocientas viejas que cargadas
Robándoles los bienes y caudales ; Iban de diferentes provisiones,
Y aquesto hecho les pegaron fuego Que mandó repartir por camaradas
Con otras malas obras de bestiales, Heredia, dando largas las raciones,
Y huyen por quebradas y peñoles Y las joyas con las demás juntasen
Dejando solos á los españoles. Para que se repartiesen y quintasen.
Los indios que dejaron sus posadas Vinieron á los ranchos después desto
Y fueron á Cipacua con recelo, Sobre cien mozas bien encaconadas,
Como viesen las grandes ahumadas Cada cual dellas de gracioso gesto ,
Que con centellas van al alto cielo En todos miembros bien proporcionadas,
.suenan de las viudas y casadas Pero todas en traje deshonesto,
Clamores que causaban desconsuelo, Porque sus cueros eran las delgadas,
Y ocurre mucha gente de pelea Y el vergonzoso y ampollado vaso
A ver los que quemaron el aldea. Con natural labor en campo raso ( i ) .
Revuélvese terrible torbellino No vírgenes vestales, sino dueñas,
Con gran selva de flechas y macanas, Ansimismo ningunas conyugadas,
Y á brevecilíos pasos de camino Pero solteras todas y risueñas,
Encontraron las gentes castellanas: Y para lo demás aparejadas;
l.os gritos son con tanto desatino Al fin se conoció por ciertas señas
Que no parecen ser voces humanas; Que debían de ser enamoradas,
Pero con parecer infernal ira Pues por allí también hay cantoneras
De todos cuantos son ninguno lira. Y mujeres que son aventureras.
El Heredia no menos importuno Y todas en común son generosas
A la lengua para que los exhorte En dar lo que les dio natural uso,
De cómo no les hizo mal alguno Sin el de vestiduras engañosas
Ni fué participante ni consorte, Ni del que suele ser velo confuso;
Antes está del hecho muy ayuno En efecto por ser estas hermosas,
Y que su genle tuvo gran reporte, Pueblo de las Hermosas se le puso,
Siendo solos los indios de Mahates Y ansí Cipacua, porque lo merece,
Los maestros de aquellos disparates. Con este mismo nombre permanece.
Y que promete, si Cipacua quiere Traían por los cuellos y muñecas
Venganza por el daño recebido, Cuentas de oro, y otros ornamentos
De dalles tal castigo cual requiere De chaquiras compuestas á sus ruecas ,
El crimen y delicio cometido, Labradas con mal primos instrumentos
Y de tal modo que mientras viviere En efecto , volvieron boquisecas
Se recuerde quién fué tan atrevido, Y defraudadas de sus pensamientos,
Aunque su condición y su costumbre A causa de que los de nuestras gentes
Es el amor, la paz y mansedumbre. Serian de los suyos diferentes.
Mas agora, por el atrevimiento
De hacer la maldad en su presencia,
Había de mudar su buen intento
Si le daba Cipacua la licencia;
Regábales también que del asiento (I| Estos dos versos van rayados en el original, y al margen sustituido!
Ninguno cure de hacer absencia, de ruano de Pedro Sarmiento con lu» siguientes :
Sino que se quieten y estén quedos Y Uu partes inipinan ni orco
Apartando de sí pesados miedos. Con un Visual y rústico rodeo.
370 JUAN DE CASTELLANOS.
Porque todos los mas de aquella era, El indio no dejó de estar atento
Según manifestaba su presencia , A lo dicho por lengua suficiente ,
Eran, demás de ser gente guerrera, Y tanteó con el entendimiento
Hombrazos de valor y de prudencia , Cuál seria menor inconvinienle :
Y que sabían do menester era Y al cabo se resume ser contente)
Vivir con vigilancia y advertencia , De darse por vasallo y obediente
No queriendo por bajas aficiones De rey que tiene por vasal .os reyes,
Cobrar con indios malas opiniones. Y estar en obediencia de sus leyes.
Pues la visita por las damas hecha De quel gobernador vio la respuesta
Que para trompezar iban á pique, Que con su voluntad correspondía,
Túvose por cerlisima sospecha Dióle las gracias, hízole gran fiesta ,
Hacerse p°br industria del cacique ; Y presentóle cosas que traia,
Pero ninguna cosa le aprovecha Bonete colorado con su cresta
Por no la ver* de que se certifique : De pluma roja con argentería,
Mas sin que de Cipacua me mueva, Camisa, zarafuelles, ciertas cuentas ,
Añadiremos una cosa nueva. Y para sus culturas herramientas.
Y es decir Juan de Cuevas, que primero También á la partida se le ruega
Que con Cipacua fuesen los conciertos , Que todos los demás indios ablande ;
Hubo con Tubará recuentro fiero Y ansí fué caminando sin refriega
A la subida de sus altos puertos; De indio que con guerra se desmande,
Murió don Juan de Vega Caballero Hasta tanto que con su gente llega
Después que por él fueron muchos muertos, A beber de las aguas de rio Grande,
Y allí también de pálidos metales Dejando con los buenos tractamientos
Ovieron crecidísimos caudales. Todos aquellos bárbaros contentos.
Y captivo quedó Morotoava , Y por no ser molesto ni pesado
Y otro cacique, Haré, su sobrino; Al tiempo de pasar esta frontera ,
Hallaron templo donde se adoraba Puesto caso que fuese convidado
Con gran veneración un puerco espino, Para dormir en casas de madera,
Que por romana vieron que pesaba Nunca metió su gente por poblado,
Cinco arrobas y media de oro fino, Y siempre quiso ranchearse fuera ;
El cual puerco hallaron en Cipacua , También porque si indios maleasen
Y otro templo también en Cornapacua. Tuviesen campo do se rodeasen.
En el cual (estos hombres insensatos) Pacificando pues estas naciones
Eran por dioses suyos adorados Prosigue sin azar aquella via,
Con grandes ceremonias ocho patos Hasta dar en las grandes poblaciones
Que pesaron cuarenta mil dudados , De la tierra que llaman hoy Maria:
Allí pararon nuestros escuadrones,
Donde tuvieron bien para zapatos Y fue concierto de la compañía
Este gobernador y sus soldados; Volverse por rodeos y desvíos
Ansí que de Cipacua y sus recodos A Zamba do dejaron los navios.
Salieron bien aprovechados todos.
Tuvieron pues allí la noche fria Donde con gran contento y alegría
No sin fuerza de guarda vigilante; Se cumplió su deseo y esperanza
Y al tiempo que llegó la luz del día De vellos en el puerto, pues habia
Quien regia la gente caminante Sido de cuatro meses la tardanza,
Al cacique le dijo, que quería Y con aquel temor que se tenia
Pasar con sus soldados adelante, Estaban ya para hacer mudanza:
Al fin á Calamar los encamina ,
Y que para cumplir con lo que debe
Trabajaría de volver en breve. Y él fué con los demás por la marina.
Y entonces como menos impedido Adonde todos juntos, se hicieron
Oiría las contiendas y debates Fiestas y juegos de mayor substancia,
Acerca del agravio récebido Y es porque del rescate que trajeron,
De Cambayo, cacique de Mahates, Habido por aquella circunstancia,
Pues habia de ser restituido Pagado real nanita, les cupieron
Cipacua con aumento de quilates, A mas de seis mil pesos de ganancia ,
Certificándose de la malicia, Con que compraban fanfarrona seda,
Y á cada cual guardando su justicia. Como bullían ya con la moneda.
Y que siempre harían asistencia Fueron luego por parles diferentes
Dentro de Calamar muchos cristianos, Algunos capitanes y soldados ,
Por venir con poderes y licencia Para pacificar las olías gentes
Del mejor rey de todos los humanos, Cuyos pueblos no fueron visitados;
A quien debían honra y obediencia Vinieion los mas dellos obedientes
Los príncipes y reyes soberanos, Siendo con santa paz amonestados ,
Y á quien daban tributo y vasallaje Y los rescates de oro por momentos
Las naciones del mas alto linaje. Iban en caudalosos crecimientos.
Y él ansimismo para que pudiese Al fin que como no vuelven vacíos,
Gozar de quietud con beneficio, Y en rescatar se daban buena maña ,
Mucho le convenia que se diese Crece la población de los Ituhios;
Con los demás á su real servicio ; Dábales materiales la montaña.
Pues cada y cuando que menester fuese Llegaron pues al puerto dos navios
En él ternia defensor propicio, Que del Nombre de Dios iban á España;
Amparando sus tierras y haciendas Holgáronse de ver aquel arena
De cualesquier tiránicas contiendas. Con renombre de nueva Cartagena.
Iiem , le dijo no ser sus conoetos Sallan en tierra no sin gran contento
Otros en ir á ver tierras est rañas, De ver escala para su viaje ;
Sino para dediles, si quietos Hizoseles muy buen acogimiento ;
Quieren tener albergos y cabanas , Hallaron pasajeros hospedaje;
Se hagan tributarios y subyetos Ih'óles Pedro de Heredia bastimento
Al poderoso rey de las Españas, Por venir faltos de matalotaje ,
Y lo mismo le daba por consejo Y al tiempo del partirse les suplica
A é l , pues tiene tiempo y aparejo. Digan do quiera ser la tierra rica.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO III. 577
Y que podían afirmar por cierto Y siempre sucedían compañeros
Ser demás de lo dicho tierra sana, Que llegaban de todas condiciones,
Con apacible y escelente puerto Pues que vinieron hasta melcocheros
Para contractacion cuotidiana, Y gozaron de tales ocasiones,
Y para mas prosperidad abierto Que volvieron cargados de dineros
Camino, por estar su gente llana, De vender sus melcochas y turrones,
La cual como les era ya propicia Por estar todo tan de oro hecho
Daban de mas adentro gran noticia. Que nadie daba paso sin provecho.
No dijeron á sordos las razones, Viendo pues la ciudad bien pertrechada
Pues do quiera que cada cual surgía, Quien de la gobernar tenia cargo,
Allí solemnizaba con pregones Y como para ser perpetuada
La gran riqueza que se descubría No le potlian ya poner embargo,
En aquellas provincias y regiones , Determinó hacer una jornada
Demás de la que ya se poseía, Cuyos caminos fuesen á lo largo
Y que los naturales antes bravos Acia la mar del Sur, cuya riqueza
Servian ya mejor que los esclavos. Se publicaba ser de gran grandeza.
Luego la fama como suele vuela Año de treinta y cuatro por enero
Entre guerreros y entre contracianles : Iba corriendo, cuando hizo lisia
Alistan el espada, la rodela, Del práctico peón y caballero
Limpian las armas olvidadas antes ; Para continuar esta conquista;
Cuál carga nao, cuál la carabela, Examináronse por él primero
De caballos y cosas importantes , Con la conversación y con la vista;
Como de sedas, granas, perpiñanes, Y ansí por acudir á sus intentos
Finísimas holandas y rüanes. De lodos escogió hasla ducientos.
Fué luego la ciudad de Cartagena Varones de quien él hacia cuenta
Frecuentada de barcos y navios, Ser tales al rigor mas importuno,
Y en breve tiempo la ribera llena Y que metidos en cualquier afrenta
De ricos y costosos atavíos, Podría recelarse de ninguno :
Que vienen á buscar dorada vena Serian de caballo los cincuenta
Y á conquistar no vistos señoríos ; Con dos y tres caballos cada uno,
Los españoles van en crecimiento Con todos los pertrechos y la carga
Y las contractaciones en aumento. Que se requieren en jornada larga.
Con las cuales engruesa su hacienda Y también entre dos ó tres peones
El mercader sagaz á quien le toca; Para carga llevaban un rocino,
Veréis vacías una y otra tienda Do cargaban aquellas provisiones
En breves dias y en distancia poca ; Necesarias al cauto peregrino ,
La tasa de los precios y la rienda Hachas, machetes, barras y azadones
Era por la postura de su boca, Con que pudiesen allanar camino,
Y en aquel tiempo que se representa Y pasos que impidiesen el pasaje
Iban juntas la paga con la venta. Para prosecución de su viaje.
También á vueltas de los mercaderes Aderezado pues el aparato,
Llegaron en aquellas coyunturas Hizo de los oficios nombramiento,
Los molestos melindres de mujeres Los cuales de presente no reíalo
En seguimiento de sus aventuras; Por no dar al lector desabrimiento;
Unas dellas con sueltos pareceres, Y también quiero descansar un rato
Y otras con maritales ligaduras, Con presupuesto de volver al cuento,
Cuyas fantásticas ostentaciones De manera que sea manifiesto
Se confirmaban con postizos dones. Todo lo sucedido después deslo.
Jactándose de noble parentela,
Tal que ninguna padecía mancha,
Arrastra cada cual sérica tela , CANTO TERCERO.
No cabe por la calle que es mas ancha;
Una se puso doña Berenguela, Donde se cuenta tomo el gobernador Pedro de Heredia salió de la ciu-
Otra hizo llamarse doña Sancha : dad de Cartagena con docientos hombres bien aderezados , y llego a
De manera que de genealogía la provincia de Cenú, y lo que mas aconteció en su pacificación y con-
Esa lomaba mas que mas podía. quista.

Salen á luz vestidos recamados, Muchas veces se ve por esperiencia,


Con admirables fresos guarnecidos; Demás de lo que consla por lectura,
Relumbran costosísimos locados Que suele ser la viva diligencia
Que de rayos del sol eran heridos; Guia para tener buena ventura;
Otras sacan cabellos encrespados Mas en los hombres fallos de prudencia
Y en redecillas de oro recogidos; Aquesta también es de poca dura,
Y ansi con vestiduras escelentes Y muchos vemos de riqueza llenos
Llevan irás sí los ojos de las gentes. Que procurando mas vienen á menos.
No dejan los plateros á la balda , Y en parle no fué libre destas penas
Pues los ocupan en labralles oro; La cudicia de nueslro caminante,
Engástase la perla y esmeralda, Pues sin la defender armas ajenas
Y otras piedras anejas á tesoro; Dieron en tierra rica y abundante;
Tiene ya cada cual paje de falda, Y con tener allí las manos llenas
Por mas autoridad y mas decoro; Procuraron pasar mas adelante ,
Adórnase los dedos con anillos; Y faltó poco por sus desvarios
Penden las arracadas y sarcillos. Para que se volvieran manvacios.
Del galán á la dama corre paje Porque yendo la gente caminando ,
Con blanda locución y bien compuesta ; Movida y alentada por la fama
Oyese por las parles él mensaje; Que de riqueza dio bárbaro bando,
Vuelve no menos grata la respuesta; En la sierra que de Abreva se llama ,
La dulce seña sirve de lenguaje Tierra poco poblada conquistando
Do la palabra no se manifiesta ; De la que fuera della se derrama,
Estaba todo lleno finalmente Llegaron adestrados por las guias
De todos tractos y de toda gente. Al Cenú las cristianas compañías.
578 JUAN DE CASTELLANOS.
Donde paró la gente castellana Habia muchos albores afuera
Algunos días para su reparo , Pegados con el dicho santuario,
A causa de tener larga zavana Colgados de los ramos en hilera
Y no de caza su compás avaro, Campanas de oro no de talle vario,
Porque todo lo mas es tierra llana Mas en tamaños, formas y manera,
Y á manchas también tiene monte claro,
Con perdices, conejos y venados, Según un almirez de boticario ;
De que se proveían los soldados. Y en un momento manos bien instructas
Corriendo pues el seno comarcano Los despojaron destas bellas fructas.
Heredia con los hombres principales, Recogidas las dichas campanillas,
Una ciudad hallaron en lo llano Cuyo sonido daba gran consuelo,
De pocos aunque ricos naturales, Para ver si eran de oro las costillas -
Huidos del ejército cristiano, Derriban las estatuas en el suelo :
Con hijos y mujeres y caudales; Quitan las vestiduras amarillas,
Y ansí por no hallar impedimento No de brocado ni de terciopelo,
Dentro della tomaron aposento. Mas oro puro, hoja mal batida,
A fin de ranchear algún alhaja De mas valor cuanto menos polida.
Un negro del Heredia muy ladino, Todos estos despojos congregados
Que con favor del amo se aventaja Con la fidelidad que conveuia,
A visitar las casas del vecino, A su rey y señor quintos pagados,
Una mucura vio como tinaja El restante del oro bien valdría
Cubierta con chaguala de oro fino, Mas de ciento y cincuenta mil ducados
La cual á su señor puso en las manos Para partir entre la compañía ;
Que fué para principio buen rancheo,
Y pesó cuatrocientos castellanos. Mas no tal que hartase su deseo.
En este cobertor la vista ceba , Pues inquiriendo guias deste suelo,
Con el cual se recrea y alcohola; Del cual mas beneficios esperaban,
Y para dalles esta buena nueva Ovieron á las manos un mozuelo,
Luego mandó llamar gente española , Natural del lugar adonde estaban :
Diciendo : «Tierra que esta fruta lleva Preguntó luego cudicioso celo
No debe de tener aquesta sola ; Por el rico metal que le mostraban,
Antes nos hace ciertos tal encuentro Y el indio prometió que los pornia
Del bien que nos espera mas adentro. Adonde suma cuantidad habia.
»; Ea ! que la fortuna nos es diestra Oyendo tales nuevas como estas,
Y guia nuestros pasos de buen arte, Apercibiéronse para seguido,
Pues no faltando diligencia vuestra Haciéndole regalos, mimos, fiestas
En buen puesto tenéis el estandarte; Al que promete dalles amarillo;
Y si lo demás es como la muestra , Los pies lijeros y las manos prestas
Por cien mil pesos no daré mi parle Porque no huya por algún portillo,
En este solo pueblo, si es habido El que causas gravísimas concluye,
Aquello que dejaron abscondido.» Y tarde y mal aquel de quien él huye.
Acude la cristiana compañía Mas no fué necesario mudar hito
A ver pieza que tanto se señala; Para se descubrir este misterio,
Fué sumo su contento y alegría Pues en el santuario que repito
Viendo tan gran grandeza de chaguala, Y á la redonda por el cementerio,
Demás de la fineza que tenia, Que lomaba muy grande circuito,
Quel oro mas subido no le iguala Aquel que padecía captiverio
De lo que mas afuera comunmente Les dijo: «Cuanto veis en esta tierra
Solia poseer la demás gente. Tesoros prosperísimos encierra.
Luego con la hambrienta golosina » Porque según antigua gente canta,
De cada casa buscan el erario ; Y es opinión de todos mis mayores,
Vuela por todas partes la rapiña Esta que veis es toda tierra santa ,
Buscando los rincones del contrarío; Llena de sepulturas de señores:
Y en una plaza vieron al esquina Encima dellas ponen una planta
Un grande y espacioso santuario, Destas que veis ó grandes ó menores,
Tan capaz, que tenia cumplimientos Y otras en la grandeza mas enhiestas,
Para dar á mil hombres aposentos. Según los tiempos en que fueron puestas.
Y aun dos mil hombres no quedaran faltos »Ansí que, porque el muerlo menos pene,
De lugares cumplidos y bastantes : Aqueste lugar loma por abrigo,
Dentro del se pusieron en dos saltos O natural ó quien de lejos viene,
Esos que por allí llegaron antes: Y aqueste suele ser orden antigo ,
ídolos veinte y cuatro vieron altos Que las preseas quel defunto tiene
Todos como grandísimos gigantes, Al mundo donde va lleva consigo ,
De madera labrada lo intestino Y la macana y arco y el aljaba
Y lo de fuera hoja de oro fino. Con que cuando vivia peleaba.
Tenia cada cual puesta tiara » Y aquellos que tenia por captivos ,
O mitra de oro puro bien tallada; Aceptos á sus ojos y presencia,
De dos en dos tenían una vara Ansiinismo con él entierran vivos •

Sobre sus anchos hombros travesada, En señal de dominio y obediencia,


Cuyas posturas son cara con cara Sepultando también en los archivos
Y una hamaca del bastón colgada, Las concubinas de mayor decencia,
En las cuales hamacas recebian A fin de que lo sirvan y regalen ,
El oro que los indios ofrecían. Y allá valgan con él lo que acá valen.
Era todo lo mas oro labrado » La cueva que le hacen es cuadrada ,
Y había también oro derretido, Y agüella tierra que sacaron fuera
Finísimo después de quilatado, Es luego del sepulcro desviada
l'uesto que por encima denegrido, Sin la volver al hoyo de donde era ;
Que algún tiempo debió de sen quemado Y llénanlo de tierra colorada
Aqueste santuario referido; Que cogen de la haz de una ladera ;
Y ansí los indios con aquel mal talle Y en el sepulcro ponen pan y vino
Se lo dejaron sin osar tocalle. Para matalotaje del camino.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO III. 379
» En un duho lo ponen asentado, Pusieron en efecto la partida
Que muchos dellos suelen ser de oro; Por grandes asperezas de caminos;
Ansimismo pendiente del un lado Hallan la tierra falla de comida
La mochila de hayo y el poporo; Por la lener alzada los vecinos ;
De todos sus sirvientes rodeado, Sobrevino gran lluvia y avenida,
Acompañados ya de mortal lloro; Terribles y espantables torbellinos,
Mas hace que este llanto se reprima E ya por los poblados , ya por yermos,
La mucha tierra que echan por encima. Los mas de los soldados vanr enfermos.
» Y sepulturas hay piramidales, Fueron con gran trabajo prosiguiendo
Hechas á la manera de montones, Sin hallar do tomar algún reposo;
Que no tienen tan prósperos caudales Los rios sin cesar iban creciendo,
Por ser no de tan altas condiciones ; Y el curso dellos es impetuoso;
Estas son las que veis por las señales Ya la gente se va disminuyendo
De mogotillos ó de farallones, A causa del ivierno riguroso :
Las cuales no lemán tanta valía, Hijo no hay que á padre dé la mano,
Pero ninguna dellas hay vacia. Ni hermano que se valga del hermano.
» Pudiera daros cuenta mas menuda Y aunque mas por algún rastro procedan
De los lloros, areitos, borracheras, Menos Gn hallan á sus desventuras,
Manera de llorar de la viuda, Y pocos en el campo que ya puedan
Triste cantar de las endechaderas; Mandar las descarnadas coyunturas;
Pero basta lo dicho, pues sin duda De dos en dos y tres en tres se quedan
Son estas relaciones verdaderas; Muertos y sin gozar de sepulturas;
Por tanto si buscáis prósperos dones Pasos
Demástambién lesindios
desto los eran importunos.
en algunos Í '
Anden listas las manos y azadones.» Viendo que todo bien se les oculta
Dijo, mas no dejaron sus progresos Y que su perdición era patente,
A causa de pensar que les engaña, Entraron los mas sanos en consulta
Viendo los dichos árbores tan gruesos Con el gobernador y su teniente;
Y aun mas que los de mas vieja montaña; Dieron su parecer, del cual resulla
Y haber debajo los defunlos huesos, Al pueblo del Cenú volver la frente,
Tocios los mas pensaban ser patraña Viendo que con trabajo tan terrible
Eran hobos los mas y ceibas tales Era no morir todos imposible.
Que su grandor admira á los mortales.
También á las sazones hubo gente Con los mismos trabajos escesivos,
Que sospechaba por algún respeto Tanto que no podré yo numerallos,
Quel gobernador maliciosamente Volvieron , aunque pocos dellos vivos,
No mandó descubrir este secreto, Cuyos mantenimientos eran tallos
Por cónsul tallo con algún pariente De binaos que son muy dejativos,
Y volver con sus negros al efelo, Y con alguna carne de caballos ,
Sin testigos de gentes españolas O de los que de flacos se quedaban,
Y sacar las riquezas á sus solas. 0 que también de noche los mataban.
Juan de Orosco fué de los que digo, Es el bihao dicho, cierta planta
Capitán de valor bien conocido, Que por lugares cenagosos sale,
El cual tenia voto de testigo Como plátano blanda, mas no tanta
Que pudo deponer de lo que vido, Su grandeza que con la del iguale;
E yo lo tuve siempre por amigo Es su cogollo cebo de garganta
En aquesta ciudad donde resido; Del que no tiene con que la regale;
Persona bien dotada de prudencia Comida triste, floja, desabrida,
Y á quien se puede dar toda creencia. Y mas cuando sin sal está cocida.
El cual en projilísimos ringlones, Tiempo fué que comí tales bocados ,
Antes que viese su fatal partida, Y en oillos nombrar agora temo :
Hizo libro de peregrinaciones Pues cuando los procuran los soldados
Hechas en el discurso de su vida , Es ya señal que están en el estremo;
Y también escribió destas regiones Tallos tiernos de hobos sancochados
Almina parte no tan estendida , Alguna vez me fué manjar supremo,
En su libro llamado Peregrino, Y mas si los cocíamos con bledos,
Cuanto yo podré dar deste camino Porque les dan sabor por ser acedos.
Otros afirman quel Heredia dijo : Algún tiempo también las verdolagas,
« Si por las sepulturas comenzamos, Si las habia por algún terreno,
Habernos menester tiempo prolijo, Cuando se padecían estas plagas
Y no podremos ir adonde vamos Con ellas proveíamos el seno;
Sin grandes pesadumbres y cojijo Y los jueces dan muy malas pagas
Del agua, del ivierno que esperamos; A quien de mal camino hizo bueno ,
Y si algunas los indios ven abiertas Porque viniesen ellos caminando
Sacarán las mejores y mas ciertas. A vino y á capones regoldando.
» Pues tienen de pensar que volveremos Esto no tiene fin si se comienza,
Al cebo, si las vieren comenzadas; Y ansí fuera mejor dalle de mano;
Ansí que mejor es que las dejemos Mas es sobrada ya la desvergüenza
De la suerte que están disimuladas: Que tienen con el pobre baquiano,
Que si lo hay, aquí lo hallaremos, Sin esperar razón que los convenza,
Desengañándonos con las azadas; Ni derecho ni mando soberano;
Mas agora mi parecer se cierra Y todo lo mejor de las conquistas
En que vamos á ver lo de la sierra.» Se llevan holgazanes papelistas.
No queriendo creer pues del salvaje Y estos con quien usaron de halago
La relación particularizada, Y por quien encargaron su conciencia,
Determinaron de hacer viaje Esos mismos después les dan el pago
A la sierra que tengo declarada : Al tiempo que les toman residencia ;
Proveyéronse de matalotaje, Y algim dia que vimos aciago
Menos de lo que pide gran jornada, Visitador revuelto con audiencia,
Y el oro que tenían rancheado Estos fueron la causa de su tema ,
Quedó secretamente sepultado. Y al fin, del monte sale quien lo quema.
380 JUAN DE CASTELLANOS.
Porque toda la gente baquiana , «Señores, yo conozco ser justicia
Eso me da pasada que presente, Vuestra protestación encarecida,
A todos sus mandatos está llana Pero locura grande, por cudicia
Y los cumple leal y fielmente ; De oro, consumir aquí la vida ;
Perdición de juez, de juez mana Porque para sacar esta noticia
Y de su conmista y escribiente; Necesidad tenemos de comida;
Y tengo por notorios desatinos Para traella yo no sé de dónde,
Culpar en este caso los vecinos. Pues en cualquier lugar se nos absconde
Puesto caso que cuantos golpes tiran » Hay demás deste mas inconvinicnles
Descargan en los miseros pacientes, Dignos de los mirar ojos atentos:
Porque se diga bien , reges delirant, Que somos pocos,flacosy dolientes,
Y pagan miserables inocentes : Y faltos de guerreros instrumentos,
Los que con claridad aquesto miran Hasta de los que son pertenecientes
Mejor lo notarán que los ausentes , Para poder cavar enterramientos;
Que por los papelistas de mal modo Pues como veis, por escapar la vida,
Culpan do no lo ven un reino lodo. La carga principal quedó perdida.
Y con dalles antiguos la comida » Tengo por mejor ir á Cartagena
Y ser amados dellos y servidos, Para que de salud nos reformemos,
Ningunos hombres bay en esta vida Pues que podemos ir la bolsa llena
De los jueces mas aborrecidos; Con que necesidades remediemos;
Y no por eso dellos hay quien pida Y de lo que dejais no tengáis pena,
Cosa de los agravios recebidos : Porque con gran presteza volveremos,
Sus Faraones son embarradores Y podrá sucedemos de manera
Que solían gozar de sus favores. Que hayamos lo de dentro y lo de fuera »
De tan intolerable desafuero Este razonamiento fué bastante
A todos los jueces no condeno; Para no replicar parecer varío,
Pues aquí vimos al doctor Venero Ni fuese de su voto discrepante
Que de toda virtud fué vaso lleno, Soldado que sintiese lo contrario :
El cual tractaba con amor sincero Partieron pues llevando por delante
A los descubridores deste seno, El oro que salió del santuario:
Y como sabio, docto, circunspecto En efecto, llegaron á su puerto
A los antiguos tuvo gran respecto. Sin que quedase destos hombre muerto.
Duró paz y quietud en este reino Recibióse contento y alegría
El tiempo que por él fué gobernado, Viendo venir la gente del armada ,
Y aquella duración de su gobierno No sin admiración, porque traia
Bien se puede llamar siglo dorado ; La cara cada cual amortiguada ,
Fué primavera, vino tal ivierno Y la mitad de tanta compañía
Que lo cubrió tristísimo nublado : De vida y de riquezas defraudada;
Todas son hullarazas y contiendas Mas mitigóse su dolor y lloro
Con gran asolamiento de haciendas. Con ver aquella cuantidad de oro.
También faltan palabras con que pueda El cual por las soldados se reparte,
Encarecer aquella virtud pura Hecha la cuenta de lo que montaba ,
Del gran varón Juan López de Cepeda, Según las condiciones y del arte
Oidor en aquella coyuntura; Que gente de razón acostumbraba;
Mas si dia fatal no me lo veda De lo cual ansimismo dieron parle
Ocupará lugar en mi escriptura A la gente de guerra que quedaba
Memamente, pues agora ceso Kn guarda y en custodia destos senos,
A causa de salir deste digreso. Y á iglesia y hospital ni mas ni menos.
Volviendo pues á nuestros caminantes, Luego se mejoraron en los trajes,
Que por ríos, quebradas, cenagales, Según uso del tiempo los pedia,
Salieron al Cenó, no como antes , Cadenas de oro, gorras con plumajes,
Sino pocos y llenos de mil males, Ricas medallas con su pedrería :
Hallaron los sepulcros ya menguantes Andan recios los juegos y tablajes,
De muchos que sacaron naturales; Medra la dama, y el que la servia
Y según otros dieron el tesoro Va desmedrando siempre, porque en esta
Debieron de sacar un millón de oro. Feria lo mas barato caro cuesta.
Conocieron las frescas aberturas. Durantes estasfloresy esta gala
No sin dolor que sus entrañas pica; Que con razones corlas manifiesto,
Pues según infalibles conyecturas Ansimismo llegó de Gnu lima la
Que la misma razón les certifica , El Alonso de Heredia muy bien puesto:
Desenvolviendo viejas sepulturas, Por el hermano visto lo regala ,
Ya sabrían cual era la mas rica: Y todos los demás hicieron esto,
Lo cual se vio después mas claramente Holgándose de ver los dos hermanos
Por ser hechas de traza diferente. Según la condición de los humanos.
Que los entierros que se descubrían Eran ambos á dos hombres bastantes,
En forma de cuadrángulo cuadrados, Y en el valor corrian por parejo,
Había muchos dellos que tenían Pero según que ya dijimos antes,
A treinta y á cuarenta mil ducados; El Alonso de Heredia fué mas viejo,
Y los como montones no se vían Y el menor en las cosas importantes
Con tanta suma ni tan bien labrados, Aprovechábase de su consejo :
Y deslos mas ó menos en el punto, Y ansí la paz y guerra se hacia
Según las cualidades del defunto. Del modo quel Alonso disponía.
Desenvolviendo pues un monumento, Pedro de Heredia con la noble gente
Como próspera muestra se hallase, Celebraron con fiestas estas vistas ,
Luego hicieron un requerimiento Y concluidas generosamente
Al gobernador para que poblase, Hicieron para guerra nuevas listas,
Y no desamparasen el asiento Al Alonso nombrando por teniente
Hasta tanto quel oro se sacase; Y general de todas las conquistas ;
Mas él con diferentes intenciones Y por esta razón que voy traelando
Dicen que respondió I ales razones : Escluso quedó César deste mando.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO III. ZM
El cual, según mostró por las señales, Y para que sin largas dilaciones
Disgusto no lomó del nombramiento, Volviesen los navios aviados,
Mas sus apasionados y parciales Determinó con sanas intenciones
Recibieron algún desabrimiento, De pedir los dineros emprestados;
Y como suelen en las cosas tales, . Digo los que en Tulú y en sus rincones
Quedaron con aquel remordimiento Habían rancheado los soldados,
Mas en César jamás se vio centella
De secreta ni pública querella. Diciendo que en habiendo mas provechos
En este tiempo, para mas decoro Serian en sus parles satisfechos.
De lo por conquistar y conquistado , Envió luego carias al hermano
De iglesia catedral se erigió coro, Para que lo que digo concluyese,
Siendo de la diócesis y obispado El cual con gran hervor tomó la mano
Primer obispo fray Tomás de Toro, A fin de que su mando se cumpliese ;
Varón no menos santo que letrado, Mas á ninguno dellos halló llano,
De la orden de los predicadores Como tocaron en el interese,
Y digno de los mas altos honores. Y quien mas descubrió voluntad mala
De los eclesiásticos primeros Fué César y también López de Avala,
Fué deán desta catedral escuela Vinieron de razones en razones
Un don Hierónimo de Ballesteros, A decirse palabras desiguales,
Y obispo fué después de Venezuela: No sin alteración de corazones;
En buena vida no de los postreros, Y el general, por evitar mas males,
En condición de noble parentela ; Hizo poner en ásperas prisiones
Primer arcediano dan mis cantos Estos dos por cabezas principales,
A don Francisco Díaz de los Santos. Y aun fueron los enojos de tal suerte
Don Francisco Fernandez loes hoy dia , Que los quería condenar á muerte.
Y deán es también don Juan Fernandez : Pero como terciase gente buena,
Sabia, limpia y honesta clerecía, Pudieron mitigar el accidente ,
Con ornamento de virtudes grandes, Y no tanto que no les diese pena
Tanto que no podrías , pluma mía, Vellos hablar desvergonzadamente ;
Decillos, aunque mucho te desmandes; Y ansi no les quitaron la cadena
Es primer chantre don Antón Verdugo, Ni grillos que tenían de presente,
Cuya bondad á mí siempre me plugo. Adonde padecieron muchos días
El Alonso de Heredia pues usando Sin que bastaran ruegos ni porfías.
De los poderes largos que tenia, Y las necesidades que tenia
Llegó de los subyectus á su mando Pedro de Heredia, su menor hermano,
Lucida y eslremada compañía : Púdolas remediar por otra via
Suenan los alambores y echan bando, Por tener el remedio muy á mano,
Manifestando cuándo se partía Porque sacaban oro cada dia
A tierras del Cenú, pero constante En aquel cementerio comarcano :
En procurar pasar mas adelante. Unos dellos buscaban alimentos
Y otros cavaban los enterramientos.
Doscientos y diez fueron los soldados, Era la hambre que se padecía
En trabajosas guerras ya curtidos, En aquella sazón en sumo grado,
De cosas necesarias pertrechados, Y de los sacadores tal babia,
De caballos y armas proveído?, Que sin regatear en el mercado
De grandes esperanzas alentados Diera cuanto dinero le cabia

Y por noticias ricas conmovidos ; Por cuatro puños de maiz loslado :


Y César ansimismo se presenta Tanta necesidad los desbarata,
De quien el general hizo gran cuenta. Que reniegan del oro y de la plata.
Al tiempo ya que resplandor febeo Pero con todo esto trabajaban,
Quería visitar el seslo sino, So pena dé prisiones ó de azotes;
Apartándose del león ñemeo, Y entonces los sepulcros que sacaban
Y Pedro y Diego y Juan vieron divino Eran los que llamaban de mogotes;
Fulgor en el inmenso Nazareo, Mas estos ahusados no mostraban
Se pusieron á punto y en camino Tener en si tan caudalosos dotes
Año de tres quinientos con mas treinta Como los que tenian las gargantas
Y cuatro, según da cristiana cuenta. Debajo de las muy crecidas plantas.
Como sabían muchos desta gente De las cuales quizá la menor era
Guiar mas á provecho la carrera, Tan gruesa como tres novillos juntos,
Llegaron al Cenú mas brevemente Y las alturas dellas de manera
De lo que se llegó la vez primera ; Que subían de los comunes puntos ;
Ivernaron en parle conviniente, Por lo cual no fué cosa creedera
Y esperaron allí la primavera, Haber debajo huesos de difuntos,
Y en tanto César fué con gente diestra Hasta lauto que con mayor ayuda
A tierras de Tulú, por ver su muestra. Salieron todos ellos desta duda.
Hallaron indios con los arcos lesos, Estas eran cuadradas sepulturas,
Pero prevaleció cristiano marte; Y tenian riquísimos caudales,
Y de caciques que lomaron presos, Tanto que nos afirman escrituras
Según el uso de militar arte, Que pesaban el oro por quintales ;
Recogerían como diez mil pesos, Piezas de diversísimas figuras
En que tenían lodos ellos parte; Y de todas maneras de animales,
Y de cualquiera cosa mala ó buena Acuáticos, terrestres, aves, hasta
Iban mensajes para Cartagena. Los mas menudos y de baja casta.
Súpose pues del oro rancheado Dardos con cercos de oro rodeados ,
Por el gobernador con otros cuentos; Con hierros de oro grandes y menores ,
Y el contador Duran habia llegado Y en hojas de oro lodos aforrados ;
De los reinos de España con doscientos Ansimismo muy grandes alambores
Soldados que traía por mandado Y cascabeles finos enlazados,
Del rey, para seguir descubrimientos; Según los de pretales y mayores,
Y para flete deslos pasajeros Flautas , diversidades de vasijas,
Hallóse por entonces sin dineros. Moscas, arañas y otras sabandijas.
3 8 2
JUAN DE CASTELLANOS.
Entonces no creían haber cueva Luego Yapel que la razón percibe,
Debajo, como tengo referido ; Por se vengar del campo peregrino
Por las de mogotillos hacen prueba , Armas y muchas gentes apercibe
Y gran montón de oro recogido, Para les estorbar aquel camino ,
A Cartagena se llevó la nueva Sin recelar poder que lo derribe;
A los que con Duran habían venido; Y fué furor que menos le convino,
Y ansí con capitán y buen avío Pues aquel belicoso movimiento
Vinieron á ver este señorío. Salió contrario de su pensamiento.
Fueron pues de la gente mas lustrosa Salieron en venganza de sus tuertos
Don Mallín y don Juan, ambos Guzmanes, Bien dos mil indios por carrera llana,
Parientes y de casta generosa, Y vieron que los toros eran ciertos
Y Lorenzo y Giraldo Éstopiñanes, Reconociendo gente castellana :
Y Peralta también de Peñalosa , Abálense y estaban encubiertos
Hallándose con estos capitanes Con yerbas que tenia la zavana ,
Don Juan de Sandoval, diestro caudillo, La cual es por allí de tal altura
Hoy en Pirú vecino de Trujillo. Que podria servir de cobertura.
Viendo pues tan lustrosa compañía, Prosiguiendo los nuestros sus viajes
De todas cosas bien aderezada, Y sin este recelo caminando.
El Alonso de Heredia conocía Cerca ya de llegar á los parajes
Convenilles hacer otra jornada, Do los indios estaban esperando,
Y llevar la derrota de su via Los de caballo ven ciertos plumajes
Al oriente del sol encaminada, Por cima de las yerbas ondeando :
Y á causa de la falla de comida El a vanguardia dijo lo que via,
Abreviar lo posible la partida.
Y hizo reparar la compañía.
Aderezado pues lo conviniente,
En el lugar que tengo señalado Viendo que nuestra gente se paraba ,
Dejó no poco número doliente Conocieron los indios ser sentidos,
Para que de cavar tengan cuidado : Y salen con aquella furia brava
Garci Avila de Villarey, teniente, Que suelen cuando van mas encendidos:
Juan de Villoría , contador nombrado Sácanse luego tiros del aljaba ;
Para que de los quintos tenga cuenta El ancho campo hunden alaridos ;
Y no se defraudase real renta. Vuela por la siniestra y la derecha
Infinidad de piedra, dardo, flecha.
Año de treinta y cinco por enero, Nunca se vido nao mas combatida
Conclusos pluviales movimientos, En tiempo de rigor con tanta onda,
Salían el peón y caballero Cuanto se ven con el arremetida
Para continuar descubrimientos, Los nuestros de los que hay á la redonda;
Y fueron del ejército guerrero Resuenan los crujidos y estampida
En el número mas de cuatrocientos, De los corvados arcos y la honda ;
De pertrechos acémilas cargadas Vense cercados de mortal injuria
Para hacer caminos y calzadas. En tanto que duró la primer furia.
Caminan á la parle del oriente Mas como campos hay acomodados
Por algunos terrenos despoblados, Para poder romper esta pujanza,
Y aunque fueron por parte diferente Salen los de caballo bien armados,
De los primeros mal afortunados, Olvidadas las leyes de templanza;
Pero hallábase campo patente Abren salvajes pechos y costados
Y zavanas con copia de venados , Ensangrentando la blandiente lanza;
Que por aquellos encumbrados cerros La verde yerba se paraba roja
Mataron con caballos y con perros. Y crece la mortífera congoja.
Y aunque la tierra por do van es mala Viendo que los tractaban desta suerte
Y no se descubría cosa buena, Y cuan siniestramente les sucede,
Al Francisco de César y al Ayala En silencio la grita se convierte
Nunca quiso quitalles fa cadena ; Huyendo cada cual por donde puede;
A entrambos con collares los iguala : Y aquel que se libraba de la muerte
Que no fué para todos poca pena , Lugar no ve donde seguro quede,
Hasta tanto que las necesidades Porque muchos con estos desconciertos
Y los ruegos les dieron libertades. Se metían entre los cuerpos muertos.
Como por relación que vino llena Tomaron muchos indios dellos vivos
El gobernador supo lo partida, Para que al español su carga lleve,
Hizo la suya desde Cartagena Y ansí los que venían muy altivos
Al Cenú, do quedaba recogida Y furiosos, en espacio breve
Gente para cavar en el arena, Se vieron en prisiones y captivos ;
Y por mas abreviar esta venida, Y el que no tuvo hado tan aleve ,
Por mar le pareció hacer su via A Yapel ocurrió con paso tieso
Con doscientos soldados que traia. A llevalle la nueva del suceso.
A los cuales se dio ninguna mano Los caballeros en su seguimiento
Para poder tomar nuevos resuellos, Abrevian lo posible su corrida:
Pues sacando los pies del mar insano En un alto divisan un asiento
Apenas asentaron bien los huellos, De población bien puesta y estendida ;
Cuando los envió tras el hermano, Dióles aquella vista gran contento
Y al Alonso de Cáceres con ellos Por ser su gran compás tierra florida ,
Por capitán que los acaudillase , Y la disposición y circunstancia
Y hasta dar con él que no parase. Prometía hartura y abundancia.
Siguió su rastro pues con buen avio ; Porque tenían estos naturales
Y el general y los que con él fueron Las casas todas bien aderezadas ,
Habían descubierto cierto rio Con gran copia de huertas de frutales
Que Brazo de San Jorge le pusieron , Maravillosamente cultivadas,
Donde Yapel tenia señorío, Grandísimas labranzas de yucales
Según decian indios que prendieron Y otras raices dellos eslimadas ,
En un pueblo do dieron de improviso, Como batatas , ajes, himoconas,
Del cual huyó quien pudo dar aviso. Que suelen ser regalos de personas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO III. 38*
Asiento limpio por cualesquier vías,
Campiñas espaciosas por los lados, Habiendo hecho ya largo desvío,
Todas sus parles rasas y sanias , Y muchos españoles perecido,
Purísimos los aires y templados , Vieron en una isla deste rio
Aguas delgadas, espejadas, frias , Cierto pueblo por barrios dividido;
Para pasar á él no ven avío,
Rios con abundancia de pescados, Por no selles el vado conocido ,
Y la templanza dicen ser tan buena Pero buscólo gente de pelea,
Que frió ni calor no les dio pena. Y al fin halló por dónde se vadea.
Después que lo poblado descubrieron Procuran caballeros pasar luego ,
Pican con mas instancia los rocinos, Pero los indios, viendo cómo vienen,
Pero por mucha priesa que se dieron A lodos sus bunios ponen fuego
Habían ya huido los vecinos, Y en las canoas meíért cuan lo tienen ,
Con aquellas preseas que pudieron Dejando sin consuelo con el fuego
Y por diversas sendas y caminos , Aquellos que del aire se mantienen,
De manera que los desta conquista Pues no pudo hallar hombre cristiano
Entraron sin que nadie los resista. Cosa de que pudiesen echar mano.
Luego los caballeros y peones En esta mas que mísera tormenta,
Pensando de hallar un gran tesoro , Mucho mayor que yo la represento ,
Escudriñaron casas y rincones El mas bajo y el hombre de mas cuenta
Sin les guardar respecto ni decoro, Por no morir en este detrimento
Y en estas diligencias de ladrones Con tallos de bihaos se sustenta :
Recogerían seis mil pesos de oro, Desventurado y mísero sustento,
Quedando con disgustos y querella Pues losflojoscogollos deslas berzas
Por se les escapar toda la pella. Cien mil desmayos dan en vez de fuerzas.
Otros pueblos habia por las frentes, Todos á mas andar se consumían ,
Como dos leguas el que mas escluso, Y eso me da mancebo que mas viejo,
Subyectos, tributarios y obedientes, Y en el cansado cuerpo no tenían
Según se conocía por el uso, Sino los huesos solos y el pellejo;
A este, que por castellanas gentes Y como nada bueno descubrían
Nombre de Pueblo Grande se le puso, Entraron principales en consejo ,
Donde Yapel, que todos los regia , Y la razón de lodos fué resuelta
Iviernos y veranos residía. En que para la mar diesen lá vuelta.
Habia por sus campos y llanuras, Volvieron pues la fatigada planta
En grandor mas ó menos señaladas, A l .prolijo camino que sabia,
Muchas piramidales sepulturas Masc lla
i o / l . t h i l i . I . w l úi*'i «ro ( í i i i t n
debilidad era ya tanta
Y por la mayor parte renovadas ; Que muchos perecían cada dia :
Y estas por intentar otras venturas El que caia nadie lo levanta ,
No fueron desenvueltas ni sacadas, Y si lo procuraba no podia,
Antes tocar en ellas nadie osa, Porque comunes eran estos males ,
Por mandarse con pena rigurosa. Y los allos y bajos van iguales.
Esta se denunciaba con pregones, Los mas sanos caminan ío que pueden
Y algunos murmuraban y decian Mas de la muerte que de vida ciertos ;
Ser debajo de malas intenciones Pues no van de manera que no queden
Aquestas penas que se les ponían ; De dos en dos y de tres en tres muertos ;
Mas el general daba sus razones , A pocos sepulturas se conceden ,
Diciéndoles que allí se las tenían ; Y estos cuasi quedaban descubiertos,
Pero quería que buscasen antes Aunque se lo mandaban á peones
Otras tierras mas ricas y abundantes. Que venían atrás con azadones.
Y que puesto quel pueblo fuese sano, Mas no puede cavar la tierra dura
Era raiz la principal comida, El que mas vigoroso parecia,
Sin que hallasen de maíz un grano, Y aun al hacer la funeral cultura
Y no les iba menos que la vida , Mas que segunda vez acontecía
Si paraban en tiempo del verano Quedar muerto sobre la sepultura
Que para su jornada les convida; El mísero peón que la hacia,
Y ansí después que allí se rehicieron Y ansí quien intentó cubrir el muerto
Mucho mas adelante procedieron. Quedó sin sepultura y descubierto.
Siempre acia la parte del oriente , Muchos con el hambriento desatino ,
Por partes de terreno despoblado, Demás de sabandijas que no cuento,
E ya no poco número doliente, Habiendo guazumas por el camino
Y el mas sano de todos mal parado , Las tenían por principal sustento :
Dieron después en un pueblo sin gente Sequísimo manjar, gusto malino,
Aunque bien proveído de pescado Desde el principio de su nacimiento
En barbacoas asada muchedumbre, Es fruta como mora , pero dura
Como tienen en Indias de costumbre. Y muy mas seca cuanto mas madura.
Deste vientres vacíos proveyeron Moras dirá que son el mortal ojo,
Y luego cou aquel pío hambriento El orden de granillos algo ralo,
Buscaron por allí, mas no pudieron Y ha menester echallas en remojo
Hallar otro ningún mantenimiento; Quien quiere que de jugo den regalo;
Y aunque este se halló, los mas salieron Pero cuando mas rico , su despojo
Tales que los batía flaco viento , Es el que dan astillas de algun palo,
Y con ir desta suerte, todavía Y el árbor que las da con lodo esto
Pertinacísimos en su porfía. Quedaba de su fruclo descompuesto,
Continuando pues esla conquista Por despojado manos diligentes
Según la voluntad que los ordena, Y ser cuasi que todos á cogellas;
Al gran rio de Cauca dieron vista Pero menester ha muelas y dientes
Aumentador del de la Magdalena , Quien quiera digeridas y niolellas ;
De quien he sido yo buen coronisla Bien que para Cornelias estas gentes
Y he dado relación no poco llena ; Un no sé qué de dulces tienen ellas,
Y con enfermedad que los derriba Mas el estómago de calor poca
Muchas jornadas van por él arriba. Lanzaba las comidas por la boca.
JUAN DE CASTELLANOS.
Pero como su necesidad le mande Tales razones y por esta via
No llevar el Heredia pasos lentos, Estrellaron en medio de sus cejas;
Y Dios diese vigor para que ande , Mas él como sagaz también sabia
Quien escapó con él de detrimentos Hacer á tiempos sordas las orejas;
Llegó segunda vez al Pueblo Grande, Al fin los hizo ir donde queria,
Menos de sus soldados los trescientos : Usando siempre de sus mañas viejas,
Los indios se pusieron en huida , Con palabras de buen comedimiento
También necesitados de comida. No todas veces dando cumplimiento.
Los nuestros rebuscaron las horruras Lleváronlos como de los cabellos,
De las raices y otras chucherías, Sin les valer razón, queja ni ruego;
Por aquellas labranzas y culturas El Alonso de Heredia fué con ellos
Que consumieron los pasados días; Con intenciones de volverse luego :
Abrieron ansimismo sepulturas Llegaron á Tulú cansados huellos
De huesos llenas, de metal vacias, Donde pararon con algún sosiego.
Aumento grande de sus aflicciones Porque por sus lugares y distancia
Y pena de perder las ocasiones. Hallaban de maíces abundancia.
Estando pues al I i la compañía Como tuviesen pues harta comida ,
Cercada de mortales descontentos , Algunos se hartaron de tal suerte,
Con Cáceres llegó la quél traia Que pensando tener con ella vida
No menos fatigados y hambrientos ; Tragaron las angustias de la muerte :
De suerte que por una y otra vía Dejando ya la gente proveida
Fué la necesidad en crecimientos, El Alonso de Heredia se convierte
Y ansí por no cumplilles el sosiego Al pueblo del Cenú lijeramenle,
Juntos para la mar partieron luego. Y el Cáceres quedó con esta gente.
Pero para llegar á los confínes El gobernador antes con navio,
Y términos del rico santuario, Por ahorrar por tierra de trabajo,
El general mandó malar rocines Subió desde la mar por aquel rio
Por no poder hacerse lo contrario, Que es en grandeza no menor quel Tajo;
Entresacando de los mas ruines Y á las cuarenta leguas de desvío
El que les era menos necesario, Halló con remos principal atajo,
Y aqueste fué grandísimo remedio Porque cerca del rico santuario
Para no fallar muchos de por medio. Se podia llevar lo necesario.
Y al repartir las partes del caballo Sin que la gente que llegó perdida
En él no se hallaba cosa fea, Este nuevo secreto conociese,
Sin desecharse pié, tripa , ni callo , Ni pudo, pues aun bien no fué venida
Ni cuero , ni juntura de manea ; Cuando le hizo luego que partiese :
Cuecen en ollas el genilal tallo Allí tenia barca prevenida
Como regaladísima lamprea, Para cuando la tal menester fuese.
Y las unas y otras reventando Visto que con los remos y corriente
Siempre remanecía menos blando. A la mar se llegaba brevemente.
Con estas desventuras repugnantes Llegado de Tulú pues el hermano,
A pies que parecían ir con grillos, Es de creer que como consejero
Entraron en las tierras circunstantes No le querría dar consejo vano
Del Cenú, rotos, flacos y amarillos; Acerca de la guarda del dinero;
Mas el gobernador dos leguas antes En lo que fué después no pongo mano
Salió con gente para recebillos, Ni me conviene sin comer primero,
Y en viéndolo la que llegó perdida Porque me tienen ya la mesa puesta ,
No pudo juzgar bien de su venida. Y hay mucho que decir en lo que resta.
Habíanse los hermanos como hermanos,
Abrazaron amigos sus amigos,
Representándoles trabajos vanos, CANTO CUARTO.
Largos caminos, yerbas sin abrigos;
Del tierno senlimienlo los humanos Donde se tracta del odio que concibió la gente que quedaba en Tulú
Ojos pudieran ser allí testigos, contra el gobernador Pedro de Heredia, por no querellos admitir a lai
sepulturas ricas que con sus negros y otras personas que allí quedaron
Y mas desque supieron claramente tacaba, y las demás rariedades que entonces acontecieron.
Muertes y perdición de tanta gente.
Y para mas doblar el desconsuelo El que manda soldados de conquista,
El gobernador, hecho sentimiento, Puesto caso que sea comedido,
Dijo , que reparar en aquel suelo Como de cortedad no se desista
Los que venían era perdimiento, Ni fuere como debe bien partido,
Por no poder hallar un solo pelo Del mayor y menor es cosa vista
En toda la provincia de sustento; Que tiene de quedar aborrecido,
Que pasen á Tulú, lierra sabida, Y mas si les usurpan los provechos
Donde tendrían cierta la comida. Justamente debidos á sus hechos.
Algunos hombres dellos impacientes Y ansi la gente que en Tulú quedaba
Respondieron con alterados pechos : Perdida del entrada, viendo esto,
« Señor, señor, esos inconvinientes No sin palabras feas blasfemaba
Bien entendemos dónde van derechos : De su gobernador y de su gesto ;
Quiere vuestra merced y sus parientes Y como ya con fuerzas se hallaba
A sus solas gozar de ios provechos, No quisieron estar en aquel puesto,
Y al hf de puta vil que lo trabaja Antes ir á buscar á Cartagena
Quilalle los granzones y la paja. Una comodidad que fuese buena.
•Porque lodos sabemos la grandeza A Cáceres dijeron el intento,
Y cuantidad del oro que se saca; Al cual no pareció ser desatino.
Quépanos parte pues de la riqueza, Antes conforme con su pensamiento
O de las sepulturas la mas flaca ; De buena voluntad en ello vino;
Veis nuestra desnudez, nuestra pobreza , Y aprestadas las armas y alimento
Cubierta con pedazos de hamaca; Al punto se pusieron en camino,
Y pues llevamos los peores ratos , Rancheando los pueblos y lugares
Hayamos para calzas y zapatos.» Que confinaban por aquellos mares.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO IV. 383
Pedro de Heredia, con la bolsa llena Como los indios vieron poblaciones
De ricas piezas y de vasos finos, De mayor duración y mas provecho,
Tenia siempre sospechosa pena
Que los que se partieron del mohínos Vinieron á las ver con intenciones
Irian contra él á Cartagena De no perder su tierra ni derecho.
Para se rebelar con sus vecinos ; Sobre la villa dieron escuadrones,
Y ansí determinó de salir fuera Cosa que nunca tal habian hecho,
A fin de les tomar la delantera. Y agora que venian al remedio
Por sí ó por no, como varón discreto Tomaron aquel rio de por medio.
Y animosísimo sobremanera, Vinieron perlongando las riberas
Teniendo por verdad su mal conceto , A compás de sus roncos alambores,
Pasó con brevedad esta carrera, Escuadras ordenadas por hileras
Por tener ya para cualquier efeto Como suelen cursados guerreadores;
A punto bergantín en la ribera Solamente faltaban las banderas
Del rio do tenían sus asientos Por no llegar allí los inventores ;
Y sacaban aquellos monumentos. En lo demás el escuadrón camina
En él entró con poca compañía, Según orden de buena disciplina.
Mas no sin maña y ánimo supremo; Unos dellos con picas en las manos ,
Llevó también el oro que tenia Otros, dorados arcos y carcajes,
De piezas cudiciosas por estremo; Muy gallardos los mozos y los canos,
E ya llegado do la mar balia Sobre diademas de oro sus plumajes,
Hizo navegación á vela y remo, Y á su modo tan pueslos y galanos,
Y al puerto vino mas de veinte dias Que no se vio de traza de salvajes
Primero que las otras compañías. Otra de mas vistosa compostura
En gala, proporciones y hechura.
Llegado Cáceres con sus soldados Llegados pues al arenal frontero
Cerca de Calamar y su frontera, Del lugar do la villa se hacia,
Todos ellos quedaron admirados Dispararon del escuadrón primero
De vello pasear por la ribera Copia de venenosa flechería,
Con muchos caballeros á los lados, Y á don Martín Guzmán, un caballero,
Gente recién venida forastera ; Mataron dos caballos que tenia ,
Uno dellos se rie y otro pasma , Cuyo grave pesar fué de tal peso
Diciendo no ser él sino fantasma. Que quedó sin caballos y sin seso.
Pero llegados mas á los lugares, Hacen los españoles armas prestas
Cada cual sus enojos desencierra, Para tirar á la contraria banda,
Y allí tuvieron dares y lomares, Contra lasflechasduras y molestas,
Mas para blanda paz que dura guerra; Y el general á grandes voces manda
Y él mitigó sus furias y pesares, No tiren arcabuces ni ballestas ,
Y á todas sus querellas echó tierra , Mas antes con palabras los ablanda,
El oro suyo todavía horro Por ver si puede por alguna via
Sin ofrecelles punta de socorro. Traellos á la paz que pretendía.
Mitigada doméstica tormenta Pero los mal sufridos andaluces,
De lo que presumió sin estar cierto, Viendo contrarios tiros importunos,
A los contractadores se dio cuenta Disparan las ballestas y arcabuces,
Haberse por el rio descubierto Con que debieron de herir algunos ;
Por donde celebrasen compra y venta , Y ansí huyeron todos de las cruces
Y barcos y navios tengan puerto Sin que parasen por allí ningunos;
Cercano de las ricas sepulturas Tras dellos fué con españoles ciento
Por aguas mansas, llanas y seguras. Garci Avila del Rey en seguimiento.
Aun no fué la razón bien entendida Siguió por las señales de sus huellos,
Cuando, sin esperar prolijos ratos, Con olio capitán Antonio Pérez,
Partieron barcos llenos de comida Y no pararon hasta dar en ellos,
Para gozar de prósperos contratos; Donde prendieron hijos y mujeres ;
Llegaron á la parle referida Pero hicieron luego paz con ellos
Donde los precios no fueron baratos, Soltándolos con todos sus haberes,
Pues se vendían los canarios quesos Y desde entonces gente castellana
A treinta y cinco y á cuarenta pesos. La tierra del Cenú tuvo muv llana.
Y con ser el viaje sin trabajos Porque estos indios son ahidalgados,
Y la brevedad grande del camino, Y guardan amistad si la prometen ;
Vendían un arroba de tasajos Gentiles hombres, bien proporcionados,
A veinte y cinco pesos de oro fino, Prudentes en las cosas que prometen ;
Y poco menos una ristra de ajos, Tienen bullios bien aderezados ,
Mas de cien pesos un harril de vino; Y aquellos aposentos do se meten
Y cuanto se llevaba de acarreto Las mujeres gallardas y dispuestas ,
Compraban estas gentes al respeto Pulidas y en el traje mas honestas.
Hasta que con ganancia tan suprema Andan cubiertas desde la cintura
Acudían ya tantos al chillido Hasta los pies con una mantellina
Que de los precios abajó la flema Que hace razonable compostura ,
Poniéndolos en término medido; De tela de algodón, delgada, fina ;
Pero no fué la baja tan eslrema Unas son blancas, otras con pintura,
Que dejase de ser precio subido, Según su voluntad les encamina ;
Pues arrojaban oro tan sin liento Es gentefinalmenteque se pica
Que ganaban á mas de ftlfl por ciento. De ser muy estimada, por ser rica.
Viendo la mucha gente que se llega En aquesta sazón y coyuntura
A mejorar allí su pobre capa , Gobernaba Francisco Barrio-Nuevo
Fundóse pueblo donde se congrega, En Panamá, de quien en mi escriptura
Y el Alonso de Heredia hizo mapa Atrás hice memoria como debo;
Para trazar solares en la vega El cual gobernador hizo cultura
Del rio que se llama Calaiapa, En Acia reformando pueblo nuevo,
Hoy villa de Tulú según parece, A Julián Gutiérrez dando gente
La cual en este tiempo permanece. Por ser su capiláu y su teniente.
386 JUAN DE CASTELLANOS.
Aqueste capitán era casado El general Heredia, nada falto
Con Isabel Corral, india ladina, De aquel esfuerzo que se requería,
Buscó ciertas llanadas en un alto
Hermana de Urabá, señor nombrado De donde mar y tierra parecía,
En todo lo que por allí confina
t Y sin contradicción de mas asalto
Con fama de caudal aventajado El pueblo se fundó que pretendía,
Mas que ningún señor de la marina, Al cual por ser patrón de la conquista
Y por respecto della su marido Nombró San Sebastián de Buena-Vista.
Era del Urabá favorecido. Señalan plaza, calles, pertenencias,
Traclábanse de tiempo mas antigo, Al norte, sur, oriente y al ocaso,
Pues siendo capitán y rescatando Y danles sus medidas y decencias,
Con españoles que llevó consigo Según daba lugar el campo raso,
Por esta costa de quien voy tractando , Y hácense las otras diligencias
Del Urabá se hizo gran amigo, Que se suelen hacer en este caso,
Como persona que tenia mando Señalando lugar para castillo,
En tiempo de Pedrarias, de quien era Y pusieron también horca y cuchillo.
Caudillo y capitán en la frontera.
Este cacique con voluntad sana, Visto por Julián aquel asiento
Por ser de sus parientas la mas bella , Y ranchos de los nuevos pobladores,
Dióle para mujer aquella hermana. Con don Martin Guzmán y regimiento
Con el honor y gracia de doncella; Vinieron con trompetas y alambores
A la cual Julián hizo cristiana A les hacer un gran requerimiento
Y después desto se casó con ella, A los otros modernos regidores,
Y en el baplismo de la ley divina Los cuales respondieron que lo oían
El nombre se le dio de la madrina. Y que á su tiempo les responderían.
El Alonso de Heredia, como vido Volvióse luego con sus bergantines
Por Barrio-Nuevo población fundada El Julián al pueblo donde estaba,
En el ancón y puerto conocido Con voces de trompetas y clarines
A quien llamamos hoy el Ensenada, Y gente de quien él se confiaba,
Parecióle caer en el partido Y después en sus puertos y conünes
De la gobernación al Pedro dada, El uno y otro bando se velaba;
Y quel de Panamá fuera salia Pero ya por cordura, ya por miedo,
Del término quel rey le concedía. Entonces cada cual estuvo quedo.
Con el desasosiego desta pena, Mas el Julián Gutiérrez que sabia
No pareciéndole consejo vano, Quién el gobernador Heredia era,
Determinó de ir á Cartagena El puerto donde está fortalecía
Para le dar avisos al hermano ; Con bastiones de tierra y de madera;
Y después de tener consulta llena También hizo plantar artillería
A todos pareció ser lo mas sano En lo mas cómodo de la ribera,
Poblar en Urabá que es allí junto, Simprecon centinelas en un viso,
Pues tienen para ir naves á punto. Para si viesen velas dar aviso.
Prepáranse pertrechos y atavíos, Mas el un bando y el otro se refrena
Caballos, armas, estofado sayo. Velándose muy bien con sus parciales;
Soldados viejos y de buenos bríos Y en estos dias ocasión ordena
Que no muestran flaqueza ni desmayo; Venir nueve mancebos principales ,
Doscientos hombres van en tres navios Para desembarcar en Cartagena,
Año de treinta y cinco, mes de mayo, De Madrid lodos ellos naturales :
En el uno valientes caballeros, Diego Lujan y don Juan de Guevara,
Y César de quien eran compañeros. Don Ñuño, y los demás de estirpe clara.
Estos como se viesen apartados Desembarcados do se representa,
De Cartagena, vela levantada, Al gobernador vieron al momento;
Por aquellos enojos atrasados Mostró que de su vista se contenta
Determinaron dalles cantonada ; Por ser antiguo su conocimiento;
Metióse César pues con sus soldados Pero no hizo dellos tanta cuenta
En Acia y en el mar del Ensenada, Que pasase devano cumplimiento,
Y Julián González el teniente Pues siendo de su patria y tal linaje
Fortalecióse mas con esta gente. No mandó les buscasen hospedaje.
El Alonso de Heredia ya testigo Despídense confusos, y primero
De los culpados en hacer absencia, Reconoció la noble cantarada
Llegó con los demás adonde digo Alonso de Saavedra tesorero,
Que querían hacer su permanencia , El cual los convidó con su posada,
Y por el Urabá mal enemigo Enemigo mortal y delantero
Se le hizo terrible resistencia En mala voluntad muy arraigada
Con encubiertas, saltos, emboscadas Contra Pedro de Heredia, por sus fines
Y flechas de veneno preparadas. Y pretensiones buenas ó ruines.
Y ansí murieron de la primer mano Y es de creer que por el hospedaje
Un capitán llamado Juan Terrero, Y voluntad con que los regalaba,
Alvaro de Jaén y otro su hermano, Que á vueltas de los gustos del potaje,
Un Alonso Rodríguez y un Montero, Si de Pedro de Heredia se tractaba,
Y Diego de Arles, un italiano, Habían de hablar aquel lenguaje
Que no las tuvo contra mal tan fiero, En que su mismo huésped les hablaba,
Y muerte sumamente trabajosa Y serian los mas de la comedía
A causa de la yerba ponzoñosa. Entremeses locantes al Heredia.
Aunque el pobre zagal iba burlando Después desto, semanas ya pasadas
De los salvajes y de su palillo, Oyó el gobernador por cosa cierta,
Mas el engaño suyo sintió cuando Quitar estos hidalgos las espadas
Con el dolor mudado y amarillo A mozos que pasaban por su puerta,
Traspellados los dientes y rabiando So color de pedidas emprestadas;
Hacia de la boca colodrillo , Y presumiendo mal desta cubierta
Como suelen hacer con violencia Fué luego con un solo compañero
Los que padecen esta pestilencia. A la casa del dicho tesorero,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III HIST. DE CARTAGENA, CANTO IV. 387
A fin de descubrir esto que digo Mas el gobernador con tal gobierno
Y quél adivinaba con el dedo ; Iba desembargando su pasaje,
Y este hidalgo que llevó consigo
Decíase fulano de Saucedo, Que no se vido furia del inlierno
Deste gobernador fiel amigo, Que mostrase mas áspero coraje:
En cuyo pecho nunca cupo miedo; El duro bote se le hace tierno;
Ambos á dos con sendas alabardas, Cosa no halla que no desparpaje;
Y sin mas prevenciones ni mas guardas. Y ansí se mete por las lanzas todas,
Aunque vestidas armas de algodones, Como si fueran opulentas bodas.
Sayos y zaragüelles estofados, Viendo que no les calan el ropaje,
Y en las cabezas puestos morriones, El Lujan dijo con acerbas sañas :
Las espadas ceñidas a los lados, «¡ Oh! reniego de mí y de mi linaje!
Y con determinadas intenciones ¿Cómo tanto nos duran dos arañas?
Entraron á buscarlos alterados, Hago pleito solemne y homenaje
Cuando la noche ya cerrada era ; De me pelar las barbas y pestañas
Pero los de Madrid estaban fuera: Si no salimos bien con el motivo,
Al dicho tesorero solamente Y este cruel tirano queda vivo.
Hallaron y sin otra compañía ; »¡A é l , á é l , hidalgos de Castilla,
El cual cómo al Heredia vio presente Si de vuestros honores tenéis celo!»
Y de la mala suerte que venia, Acude luego toda la cuadrilla,
No sin alteraciones y accidente Y con botes á pelo y á pospelo
Preguntó luego qué es lo que queria ; Le hicieron doblar una rodilla,
El Heredia con voz no menos presta Y con ella tocar el duro suelo ;
Estas palabras dio por su respuesta : Y con estar ansí hizo su mano
Lo que pudo hacer valor humano.
«¿Qué disfraces son estos? qué rebozos ? En aqueste durable desatino,
Qué cautelas? qué tractos? qué traiciones? Con haber voces de plebeya gente,
¿Por qué quitáis espadas á los mozos Nunca salió soldado ni vecino,
Y las metéis detrás de los rincones? Sino Pedro Romero su teniente ;
¿Estamos en el monte deTorozos? Aqueste con la vara del rey vino
¿Es esta casa cueva de ladrones? Y el buen Joan de Orozco juntamente;
Vivid bien, tesorero Saavedra, Cenaban ambos, y el manjar remoto
Y si no, sobre vos caerá la piedra.» Vinieron á la grita y alboroto.
Responde : «No hay aquí gente tirana ; Viendo al gobernador en los conflitos
El mal sale de vos y en vos se encierra.» Con valor y destreza de romano,
Y como vio respuesta tan lozana, Dicen « ¡ aquí del rey! » á grandes gritos,
Heredia de paciencia se deslierra , Las espadas desnudas en la mano :
Dándole con la dicha partesana Han por bueno los nueve mudar hitos
Un coscorrón que dio con él en tierra, Viendo su mal propósito ser vano,
Y aquesto hecho con gentil denuedo Y con temor de no padecer muertes
A su casa se fué con el Saucedo. En su posada se hicieron fuertes.
Y aunque como sagaz reconocía Prender los malhechores bien quisiera;
Volver los otros por el agraviado, Pero aunque los llamó Pedro Romero,
Con esperiencia de su valentía Ningún vecino quiso salir fuera,
El vivía de sí tan confiado, Antes se hizo cada cual roncero;
Que no quiso llamar mas compañía De quel gobernador se desespera
Del Saucedo, por ser lino soldado; Con furia de león ó tigre fiero,
Y ansí las novedades esperando Pelándose las barbas con despecho
Por la puerta se andaban paseando. De no poder salir con aquel hecho.
Vinieron luego los del alianza, Fué milagro de Dios quedar con vidas
Y viendo de su huésped el afrenta Los dos de tantas lanzas rodeados;
A su cargo tomaron la venganza Ellos al fin quedaron sin heridas
Todos con intención sanguinolenta : Y dos de los contrarios lastimados,
Toman cada cual dellos una lanza Aunque traían cotas revestidas
Y en husca van de quien se les presenta, Y todos nueve bien aderezados :
Porque viendo venir el torbellino El gobernador pues quedó corrido
Los dos les hacen ahorrar camino. Y contra los vecinos desabrido.
Habláronse palabras algo bastas, Llamándolos traidores, desleales,
Según que las dictaban accidentes; Y que juraba á Dios, en quien creia,
Y como lodos son de buenas castas, De los haber y publicar por tales ;
Con presunción de diestros y valientes, Que pues ninguno dellos acudia,
Diéronse como dicen de las astas En el crimen debian ser parciales ,
Aferrándose bien frentes con frentes, Y en tan grande traición y alevosía;
Pues cuantos eran, sin curar de espadas, Y con este furor bravo y acedo
Jugaban con las armas enastadas. A su casa volvió con el Saucedo.
Mas cuando las median sus furores, Quisiéranle hablar antes que entrase
Cada cual procurando su venganza, A fin de que templara los enojos,
Lanzas eran allí superiores Mas no sufrió que tal se le traclase
Por ser mayor el asta de la lanza ; Dándoles con las puertas en los ojos ;
No por eso los dos eran menores Saucedo le rogó que descansase,
En el esfuerzo y en la confianza, Pero contrarios eran sus antojos,
Pues en la mas que vil y civil guerra Pues sin se desarmar, por su palacio
No pierden, sino van ganando tierra. Se paseaba solo no despacio.
Porque el gobernador en el combate, Y cuando ya Dhna daba fines
Con prontitud, valor y gran destreza, A sus cursos en esta media esfera,
Las unas y las otras les rebate, De sus negros llamó los mas insines
Sin que mostrase brizna deflaqueza; En el uso del arte marinera,
Pues del dicho Saucedo no se trate Y entró con ellos en los bergantines
En que tuviese punto de pereza, Que solia tener en la ribera;
Sino que con furor luciferino Y en uno dellos con su compañero
Adelantaba siempre su camino. A Carex se partió, que está frontero.
388 JUAN DE CASTELLANOS.
En la isla salló con su carillo, «Testimonio del gran dolor que siento
Después que ya llegó la luz del dia; Son lágrimas que salen de mis ojos ,
Salió lodo Carex á recebillo Viendo que vuestro buen entendimiento
Con amor ó temor que le tenia ; Se deja subyeclar de sus enojos ,
El señor de la isla por servil I o Queriendo macular ese talento
Inquirió la demanda que traia , Con apasionadísimos antojos,
Y el Heredia con muestra placentera Pudiendo castigar los delincuentes
Al indio respondió ilesta manera : Sin usarse de medios indecentes.
« De te favorecer son mis cuidados, » Pues aunque con razón justa merezcan
Y de mis obras eres buen testigo Castigo los que la maldad hicieron ,
En todos los negocios atrasados ; La misma no requiere que padezcan
Y pues te vendes por mi fiel amigo Aquellos que ninguna cometieron;
Hasme de dar mil hombres bien armados Y diligencias hay donde parezcan
Para que á Calamar vayan conmigo, Otros ocultos si la consintieron,
Porque quiero quemar estos cristianos, Para que se castigue la malicia
Y allí lemas donde henchir las manos.» De los unos y otros con justicia.
El indio que le vio pedir ayuda, » Esto pudiera ver vuestra cordura
Reíase pensando serficciones; Antes de tan pesadas novedades,
Mas el Heredia dijo que sin duda Y no poner en riesgo y aventura
Venia con aquellas intenciones, Personas de tan buenas cualidades,
Y dándole por cuenta mas menuda Y vuestro seso y ser con la locura
Alguna relación de sus pasiones, De mal consideradas mocedades,
En un instante saca de su tierra Pudiendo con papeles, como digo ,
Mil indios escogidos para guerra. Dalles según las culpas el castigo.
Pintanse todos, pénense plumajes, D Y si fué por probar lo que valia
Según suelen hacer indios guerreros, Aquel esfuerzo raro que en vos cabe,
Arrebatan los arcos y carcajes, Poca necesidad, señor, había,
Ponen en las muñecas flechaderos, Pues acá y en España bien se sabe ;
Con aquellas posturas y visajes Y ansí de muchas esta valentía
Que los hacen mas torvos y masfieros; De anoche no merece que se alabe;
Entraron en sus barcas ó canoas, No porque no lo fué, mas en tal caso
Y para Calamar guian las proas. Indigna fué de tan prudente vaso.
Para mas animar la compañía » Muy buenos estarían los jueces,
Y hacelles cobrar bravo talante , Cuando se les ofrecen ocasiones,
El dicho bergantín era la guia Teniendo de su rey poder y veces
Porque el gobernador iba delante; Para convocar gentes con pregones,
Y á hora poco mas de medio dia Querer domar á solas altiveces
Surgen en Calamar poco distante, De los desvariados corazones ,
Y á todos les causó tan gran espanto Como vuestra merced anoche quiso
Que de mujeres hubo grande llanto. Sin querer á los suyos dar aviso.
Porque el tumulto fiero y estupendo, » Do contra tantas fuerzas invencibles,
Al tiempo de surgir en la bahía, Hablando sin lisonjas y sin dolo,
Hizo con sus cornetas tal estruendo Héctor, ni Telamón, ni el gran Aquiles
Que pareció quel mundo se hundía , Hicieran lo que vos hicisteis solo,
Con grita que los aires va rompiendo Rodeado de armas con astiles
Y a todo corazón temor ponia, Con mas hierros que rayos tiene Apolo ;
Y mucho mas a quien tales ruidos Pero según mi seso mejor fuera
Nunca jamás tocaron los oidos. Que lo guiárades de otra manera.
No se pueden pintar las confusiones, «Por ser gran freno contra gente verde
Los rumores, las «rilas mal formadas La gravedad y peso del anciano;
De mujeres, de niños, de varones, Y ansí como vueslra merced acuerde
Viendo ya sobre sí gentes armadas; De tomar sin pasión consejo sano,
Ocurren á las armas de algodones, Si buena coyuntura no se pierde
Rúscanse las rodelas, las espadas ; Agora la tenemos en la mano ,
Mas cuanto se prepara, busca, piensa, Y bastará salir vueslra presencia
Erd muy poco para su defensa. Sola, para teneros obediencia.
Pues los soldados que hay no son bastantes, » Por tanto , yo por lodos ellos salgo
Por ser pocos en estos menesteres , A suplicar aqueste beneficio ,
Puesto caso que muchos conlractantes Empeñando mi fe de hijodalgo
Había, y abundancia de mujeres ; Ser esto sin aleve maleficio :
Y gritos y rebatos semejantes Deseo pues que sepan lo que valgo
No son para prendados mercaderes : Yo con vueslra merced y en su servicio,
Al fin los baquianos son los menos Para que paguen los que son culpantes
Y salen con sus armas como buenos. Y no lo lasten pobres ignorantes.»
Allí Joan de Orozco dijo : « Quiero Dijo, con otras cosas que yo dejo,
Si sois servidos de me dar licencia , Las cuales el Heredia fué notando,
Hablar con el gobernador primero Y con aquel reporte que es anejo
(logándole que mire su conciencia, A los cuerdos que tienen algún mando ,
Considerando bien el paradero listuvo por un rato muy perplejo
Desta desatinada competencia.» Sus determinaciones tanteando;
Todos á una le ruegan que vaya, Llegó pues á la proa desde donde
Y ansí se llegó junto de la playa. Eslas pocas palabras le responde :
Y en tono que podia ser oido, «Todo lo que decís, señor Orozco,
Dijo con las comunes prevenciones : De cosas dirigidas á templanza,
«Señor gobernador, sea servido Sin que me las digáis yo las conozco ;
De me dejar decir cuatro razones, Mas son los mas vecinos en la danza,
Porque para decillas soy movido Y seria yo mas que vil y tosco
Con buenas y con sanas intenciones , Si de tales hiciese confianza;
Y en hecho de verdad guiado vengo Y ansí no quiero ir ni quiero vellos,
Por el amor que á vueslra merced tengo. Si no fui're para vengaime dcllos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO IV, 389
De donde según uso cortesano
» Agradezco, señor, vuestro buen celo, Habló, manifestando que su intento
Visto que lo tenéis en honra mia ; Era mediante pluma y escribano
Y porque me parece ser del cielo Venilles á hacer requerimiento,
Dejaré de hacer lo que quería; Del sitio que poblaron alcen mano
Mas no para que quede sin repelo Por ser de sus confines el asiento;
De me satisfacer en otra via. » Y si, por no querer, males viniesen ,
Y aquesto dicho por la costa abajo Daños ó muertes, á su cargo fuesen.
A Carex envió los mil que trajo.
Los nueve de Madrid, vista la cosa, Con mayores instancias que yo digo
Primero que por partes los reparta, Leyó prestándole consentimiento
Pusieron luego pies en polvorosa El escribano que llevó consigo
Huyendo por la mar á Santa Marta, De vervo ad verbum el requerimiento ;
Con ayuda de gente generosa , Y en tono que podia ser testigo
No sin obscuridad y priesa harta; Cualquiera de los del ayuntamiento,
Mas el gobernador cun duro pecho El Julián Gutiérrez dio respuesta,
Al pueblo de Urabá se fué derecho. Y la substancia dicen ser aquesta:
No sin aplauso de contentamiento «Señor gobernador, yo fui mandado,
Fué del mayor hermano recebido, Y aunque poblara mal y do no debo,
Y el resto de la gente del asiento Agora me seria mal contado
No menos se holgó cuando lo vido; Si sin tener licencia me remuevo;
Mas á nadie dio parle del intento Y para ver si es bien ó mal fundado
Ni cuenta del negocio sucedido; Habie vuestra merced con Barrio-Nuevo;
Y entonces solamente hizo cebo Pues hasta ver aquello quél dispensa
Con que venia á ver el pueblo nuevo. Tengo de procurar yo mi defensa.
A todos abrazó con buen semblante, » No se juzgue por loca demasía
Grata conversación, que lal lo era; En poner en aqueste caso dientes,
La cual como llevasen adelante Porque vuestra merced también querría
Vinieron á tractor de la frontera, Que lo mismo hiciesen sus tenientes;
Do Julián estaba muy pujante Y si. por leyes de razón se guia ,
Con gente que huyó de su bandera, Las mias no serán impertinentes,
Y cómo viuo con aquel ostento Y no me faltarán mañas y modos,
A les hacer un gran requerimiento. Pues por su Majestad poblamos todos.»
Heredia respondió : « Pues él espera Oído lo que Julián decía,
A negociado por aquesa via, Con levantado y alterado pecho,
No será malo que se le requiera Dellos se despidió con cortesía,
Que salga de la tierra, pues es mia; Manifestando que de su derecho
Y donde no, haremos de manera La Majestad real conoceria,
Que baje de su loca fantasía, Del cual asaz estaba satisfecho;
Porque también acá tenemos manos, Y encubriendo sus mañas y cautelas
Si no quiere tomar consejos sanos. Mandó levar las anclas y dar velas.
» Estos, señores, son mis pareceres, Quedaron muy enhiestas las cervices
Quizá donde nos piensa dar zozobra, Diciendo como ya lo vieron fuera :
Socorreremos nuestros menesteres «¡ Cuerpo de tal con él y sus narices
Si ponemos las manos en la obra, Y sus palabras de santiguadera!
Por acudir allí mil mercaderes ¿Pensaba con blanduras y matices
Con tanto de regalo que les sobra; Tornarnos á meter en su bandera?
Y esta negociación sea temprana , Muy engañada pues vive la zorra
Y si queréis, hoy antes que mañana.» Que con hijo de madre no se ahorra. »
Como locasen en el interese Tales cosas decian en su junta
Y estuviesen allí necesitados , Después que su bahia dejó sola,
Todos le respondieron que partiese. Porque ninguno teme ni barrunta
Porque presto serian aviados , El golpe de revuelta con la cola :
Al dia y á la hora que quisiese, Heredia pues paró tras una punta
Esos que por él fuesen señalados : Con su gente de negros y española ,
Holgóse mucho que con él concorden, Para los asaltar con mas seguro
Y para la partida dieron orden. Revolviendo sobrellos con obscuro.
Y para que con mas pujanza vaya, Y ansí cuando los ojos de mortales
Despachó treinta dellos con rocines, Suelen con sueño mitigar su pena,
Que fuesen caminando por la playa Y por allí marinos animales
Hasta se congregar en los conlines, Salen á desovar en el arena,
En cierta parte quél les dio por raya, A ellos revolvió con sus parciales,
Con los que fuesen en los bergantines, Sin ir vela pendiente del antena,
Que serian sesenta solamente Sino con solos remos y á la sorda
Con tiros y aparato convinienle. Hasta llegará parte de zaborda.
Los que por tierra van hallan lugares Era cuarto de legua mas abajo
Inaccesibles para caballeros, Del asiento de los fortalecidos,
Por ser la cosía toda de manglares, Y allí desembarcó con los que trajo,
Malos pasos de ciénagas y esteros, Donde no fueron vistos ni sentidos;
Y con reventazones de las mares A ciertas espesuras se retrajo,
No podían hacer los pies lijeros ; Hasta que los demás fuesen venidos,
Y ansí por selles todo tan contrario Y se juntasen mas allá del puerto,
No llegaron á tiempo necesario. Según hicieron antes el concierto.
Porque el gobernador y compañía Mas ya tenia débil esperanza,
Que en bergantines por la mar llevaba, Pues poco mas ó menos adevina
A causa de ser poca travesía Haber de ser prolija la tardanza,
Llegaron brevemente donde estaba Por ser de mal camino la marina.
El Julián, que como ya los via De los que tiene hizo confianza ,
Armadas sus escuadras esperaba : Y á ilar en Julián se determina ;
El Heredia de paz puso bandera Y porque no rehusen la carrera ,
Hasta poder surgir en la ribera. A todos animó desla manera :
380 JUAN DE CASTELLANOS.
c Señores míos, ya se hace tarde, Vistas las cartas y el comedimiento,
Y para dar sazón á lo que vengo , Vino César con otra noble gente,
No consiente razón que mas aguarde, Y no sin lamentable sentimiento
Por ser lo que esperáis negocio luengo : Isabel Corral vino juntamente;
Y para subyeclareste cobarde El gobernador hubo gran contento,
Sobra la noble gente que yo tengo , Y á todos recibió muy blandamente,
Y no digo con tantos, mas con menos, Y usó con César, á quien bien quería,
Siendo tan valerosos y tan buenos. De gran urbanidad y cortesía.
»Y aunque con claridad estemos ciertos Esperaron allí, y al tercer dia
Que llegarán aquí con los rocines, Después que fué la villa saqueada,
Es imposible no ser descubiertos Llegó por tierra la caballería
Por indios que verán los bergantines; De los trabajos grandes fatigada;
Y los que duermen estarán despiertos En cuyos roslros bien se parecía
Para meternos en dudosos fines : El escabrosidad de la jornada,
Tengo pues la victoria por mas cierta Y demás de otros males infinitos,
Si nuestra voz y lanza los despierta. Llagados y comidos de mosquitos.
» Si hay otro parecer que mejor suene, Mandó el gobernador á costa ajena
Cada cual lo declare sin espina. » Partir con ellos ropas y vestidos,
Respondiéronle todos que convieue Y aparejalles opulenta cena,
El que su voluntad les encamina , Do fueron largamente proveídos:
Y que ninguno dellos otro tiene De diversas conservas mesa llena,
Que les sea mas cierta medicina; Vinos tintos y blancos escogidos;
Pues brevedad en trance semejante En tal manera, que vacíos pechos
Quita cien mil estorbos de delante. Quedaron por entonces satisfechos.
Oidas á su gusto las, razones, Después, el cuarto dia ya venido,
Como buen capitán, en el instante En los navios meten por su mando
Ordenó sus pequeños escuadrones, A la Isabel Corral y á su marido
Ballestas y arcabuces adelante ; Y á César con algunos de su bando;
Y por mas* levantar los corazones Y á los demás del número vencido
En avanguardia va con un montante ; Mandó dar libertad, apregonando
Los que velaban en paradas hechas Que desde luego cada cual siguiese
Vieron de lejos relucir las mechas. La bandera que mas gusto le diese.
Dan arma, según es común usanza; Como treinta soldados lo siguieron
Recuerdan los dormidos al aprieto ; De los que Julián acaudillaba ,
Luego sin mas recalo ni ordenanza Y los demás á Panamá se fueron
A caballo salió Rodrigo Nieto; A dar las nuevas al que gobernaba;
A los contrarios arronjó la lanza Los treinta de caballo no iludieron
Como vido venir el bulto prieto; Sino volverse por la costa brava ;
El desdichado nunca hizo suerte, La causa desto fué por los caballos
Y si la hizo fué para su muerte. Por no tener navios do llevallos.
Pues un soldado de la gente suelta Con esto se partió del Ensenada
La misma levantó con los pulgares , A verse en Urabá con el hermano,
Y cuando Nielo quiso dar la vuelta El cual, de ver la buena cabalgada,
Con ella le rompió los dos ijares; Y quel gobernador volvia sano ,
El alma de las carnes fué resuelta, Hizole fiesta muy regocijada ,
Mostrándole su lanza los lugares.. Y á todos un convite soberano:
Pues la con que pensaba hacer tiro Hubo juego de cañas que pudiera
Aquesa le causó mortal suspiro. Parecer en Jerez de la Frontera.
No con menos esfuerzos y denuedo Aqueste general convite hecbo
Salió acia la grita y estampida Con servicios de gran magnificencia,
El valiente Francisco de Quevedo, Que parte se suplió con el provecho
Lozano joven y en edad florida; Habido de la nueva competencia ,
Mas Ciólo hizo que estuviese quedo , El vencedor desencerró del pecho
Pues una bala le quitó la vida, El enojo de la primer pendencia,
Y desta juliana compañía - Y eslándole la gente bien atenta,
Olios dos vieron su postrero dia. Con esta relación lo representa:
Acuden otros muchos al rebato, «Señores, admiraros liéis si cuento,
Pero mal puestos y peor regidos, Pues todos me tenéis amistad buena,
Y no con aquel orden y recalo Un desacato y uu atrevimiento
Que suelen los que son acometidos; Cuya recordación me causa pena;
Y ansí los del lugar en breve rato Y fué juntarse muchos con intento
Fueron desbaratados y vencidos, De me querer malar en Cartagena,
Y los tractanles y los mercaderes Viniendo nueve mozos al efeto.
Ven en ajenas manos sus haberes. Que cierto me pusieron en aprieto,
Prenden con Julián mucha compaña, » Con largas lanzas y con hierros finos;
Al menos principales capitanes, E yo y Saucedo que tenéis presente,
Y aquellos que se dieron mejor maña Que hizo hechos de memoria dinos,
Fueron con César y los dos Guzmanes Nos defendimos valerosamente
A lomar por amparo la montaña Sin querer ayudarnos los vecinos,
Con Isabel Corral y otros galanes, Sino solo Romero mi teniente.
Que por les conceder poco sosiego El cual para prendellos tuvo duda ,
Tomaron presto las de Villadiego. Porque ninguno quiso dar ayuda.
Pero llegada la febea lumbre, » Vista de los vecinos la malicia
Cartas con ciertos indios les envía, Y de mayor traición alguna muestra ,
Diciendo que ninguna pesadumbre Para seguir la causa por justicia
Para siempre jamás se les daria, Hame de socorrer ayuda vuestra;
Y que su condición y su costumbre La cual, pues que me fué siempre propicia,
Ya cada uno dellos la sabia, Agora sé que no será siniestra,
Y con cuántas blanduras y paciencia Pues para corregir el mal que digo
Perdonaba cualquiera malquerencia. Algunos tengo de llevar conmigo. >
YAROBíES I L U S T R E S D E INDIAS, P A R T E III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO IV. 391
Ansí como tocaron los oídos Luego Pedro de Heredia, con cudicia
Estos atrevimientos que les cuenta, De cosas que por indios entendía,
De gran espanto fueron poseídos Ordenó descubrir la gran noticia
Oyendo desvergüenza tan exenta; Que por nombre Dabaibe se decía:
Y ansí dijeron los mas advertidos Dejó las cosas puestas en justicia,
Tocar á todos ellos el afrenta, Y al Darien llevó su compañía ,
Y era muy grande cargo de conciencia Guiando por el rio, con intento
Ño castigar tan pérfida demencia. De ver las tierras de su nacimiento.
Juan de Montemayor, que era maese Año de treinta y seis, á doce dias
De campo, dijo : « Mas son en la danza Del mes de abril, según las relaciones,
Si dellos escrutinio se hiciese, Entraron las cristianas compañías
Y mal aseguramos la balanza , A descubrir provincias y regiones,
Disimulando yerro como ese Movidos por los dichos de las guias
Y no se castigando sin tardanza; Que llevaban con guardas y prisiones;
Y aun serán pareceres acertados Los hombres de caballo son sesenta
Que vaya buena copia de soldados.»
El gobernador dijo: « Diferente Y todos los de pié ciento y cincuenta.
En el número es lo que yo siento, Caminaron por tierra despoblada,
Pues dos docenas bastan solamente». Donde sus esperanzas son aviesas,
Y hizo luego dellos nombramiento; Pues con haber andado gran jornada
Mandólos embarcar incontinente, Las guias no cumplían sus promesas;
Y fuerou navegando con buen viento , E yendo ya la gente fatigada
Procurando por evitar reproche La meten por montañas muy espesas ,
Entrar en Calamar á media noche. Cuyo lodoso y empapado suelo
Sallaron antes de llegar al puerto, Jamás lo visitó lumbre del cielo.
Y de lo que hicieron lo primero Esta molesta y enfadosa breña
Fué, por secretas vias con concierto, Era de suyo tal y tan lluviosa,
Entrar en cas del dicho tesorero: Que recurso ninguno les enseña
El cerrado lugar hacen abierto, Para valer su vida trabajosa;
Pero hallándolo sin compañero , Ni podian hallar siquiera leña
De su propria posada fué remoto Para poder guisar alguna cosa,
Sin sentirse ruido ni alboroto. Pues por ser agua cuanto della sale
Luego lo ponen en ajena sala , La mayor diligencia no les vale.
Con cepo y grillos y con guardadores, Pedro de Heredia , con desabrimiento
Y al buen Ñuño de Castro y al Ayala , Viendo su perdición y el desatino,
Diciendo ser aquestos los fautores: Amenazó los indios con tormento
La *ida que les daban era mala , Si no guiasen por mejor camino :
Y llena de pesados sinsabores ; Ellos representando buen intento,
Y sobre la prisión que los estraga Responden no deber estar mohino;
Habia de mosquitos grande plaga. Pues por aquel restaban tres jornadas
Aquestas cosas hechas según trato, Para dar en las tierras deseada?.
Barrio-Nuevo , varón de cano seso, Con aquella promesa ya hacían
Sabiendo en Panamá del desbarato, Cuenta de ver cumplidos sus deseos ,
Con ser tercero mes que los traían
Y Julián Gutiérrez estar preso , En estos circuitos y rodeos :
Determinóse por mostrarse grato Siguieron pues los indios que los guian
Al que por sus respectos era leso, Sin ver mejora para sus rancheos ,
Por su persona ir á Cartagena Antes por ser prolijos estos yermos
Para librallo de prisión y pena. Los mas dellos estaban muy enfermos.
Fué caballero natural de Soria, Continuando pues aquella vía ,
En estas partes único soldado Atormentados con el mucho lodo,
Que hizo hechos dignos de memoria, Era peor lo que se descubría,
Algunos de los cuales he tractado Y el infernal terreno de tal modo ,
En diferentes partes de mi historia, Que por poco quel hombre se movía
Donde queda su nombre celebrado: Daba grande temblor el suelo tod& :
Era valiente y á las armas presto, Van atollando no sin gran fatiga,
De nobles condiciones y modesto. Y los caballos hasta la barriga.
Efectuóse luego su partida En estos pegajosos tremadales
Con gana de traer á su caudillo : Desmayaba quien era mas constante,
Supo Pedro de Heredia su venida, Y no pueden los brutos animales
Salió con la ciudad á recebillo ; Salir de desventura semejante :
Y toda pesadumbre despedida, Allí ciertos peones principales
El mismo lo hospedó por mas servillo, Dejándolos pasaron adelante,
Donde los dos conformes en razones Y prosiguiendo mas dos ó tres dias
Vieron unas y otras provisiones. Encontraron con muchas rancherías.
Dieron trazas y cortes en el paño En partes montuosas y no rasas,
De los bajos y altos de la sierra, Pero los bajos limpios y sin ramas ,
Aunque ningunos dieron en el daño Ven infinitos rastres , no ven casas,
De los bienes robados en la guerra. Ni señales de ranchos ni de camas;
Barrio-Nuevo quedó con desengaño Olor cierto de humos y de brasas,
Y el buen Pedro de Heredia con la tierra ; Sin que pudiesen divisar las llamas;
Y dióle con alguna mas hacienda Alzan los ojos, miran al desgaire,
A Julián Gutiérrez y á su prenda. Y vieron que vivían en el aire.
Esto hecho rogó por los opresos Porque tenían sus casillas hechas
Y en aquella sazón encarcelados, Encima de los árbores y plantas:
Haciendo perdonar culpas y escesos, Era gente de débiles cosechas
Ya fuesen inocentes, ya culpados: Sin uso de vestidos ni de mantas,
En efecto, quemaron los procesos Proveídos de dardos y de flechas;
Contra los susodichos fulminados, Su común caza báquiras y dantas,
Y dado fin á todo cuerdamente Sus tractos son por ríos en canoas
A Panamá volvió con su teniente. Y viven en aquellas barbacoas.
292 JUAN DE CASTELLANOS.
••• i -
Tomaron dos gandules desta gente
En cierta senda do hicieron salto;
Todos los otros valerosamente CANTO QUINTO.
Hicieron resistencia de lo alto ,
Hasta les arronjar agua caliente Donde te cuenta cómo á pedimiento de hombres apasionados, la audien-
Para que se dejasen del asalto : cia real de Sanio Domingo envió al licenciado Juan de Vadillo, oidor
Al fin con estos dos indios volvieron delta , á tomar residencia al gobernador Pedro de Heredia , y lo qua
A dar la relación de lo que vieron. durante su tiempo aconteció.

La gente castellana toda junta Según reconocemos el enmienda


A la lengua mondaron que les hable. Poca . de las sobradas sinrazones,
Y hecha por mil vías la pregunta, Aquel que en Indias tiene su vivienda
No respondieron cosa saludable, No debria faltar en oraciones
Antes de lo que dicen se barrunta Al sumo Hacedor que lo defienda
Ser gente pobre , vil y miserable; De jueces de malas intenciones;
Y ansí para del todo no perderse Pues aunque los castiguen cada hora,
Determinaron luego de volverse. Muy pocos ó ninguno se mejora.
Volvieron á la mar rugosas frentes Bien señalados son los que estas greyes
Aquestos fatigados peregrinos, Han gobernado con sencillos pechos;
A caballo llevando los dolientes Mas otros so color de servir reyes
Con términos cristianos y beninos ; Nos tienen asolados y deshechos,
Y como ya dejaban hechas puentes No por servir al rey ni cumplir leyes ,
Y aderezados pasos y caminos , Sino por acudir á sus provechos,
Tardaron en volver por estas vías Tan sueltos á cualquiera desvergüenza
Al pueblo de Urabá cuarenta días. Que quien mas dice dellos no comienza.
Hallaron acogidas abundantes Una destas solícitas raposas,
De cuanto por su parle se procura, Que de Heredia solia ser amigo,
Por acudir al puerto contractantes Con blandas muestras aunque cautelosas,
Que traían regalos en hartura: Según se notará de lo que digo,
Volvieron á sus fuerzas como antes Viniendo por juez usó de cosas
Los enfermos mediante buena cura; Dignísimas por cierto de castigo;
Murieron pocos antes de los puertos, Aqueste se llamó Juan de Vadillo,
Y caballos también quedaron muertos. Primo del otro no mejor caudillo.
Muchos murieron por fakalles heno, Senador fué de la real audiencia
Y demás desto cuando los caballos De la Española, de los mas amigos;
Estaban atollados en el cieno Y como se pidiese residencia
No teniendo vigor para sacallos , Contra el Heredia por sus enemigos,
Ni dónde restribar en el terreno , Enviaron aquesta pestilencia,
No se podia menos que dejallos, Aunque contradecían los amigos;
Pues atascaba hasta la espaldilla, Y él hizo gran instancia con su ruego
Y el español á mas de la rodilla. Por una cosa que diremos luego.
Y en el cenagosísimo combate Al tiempo que voló por los caminos
También el atollar era de modo, Fama desta riqueza que fué brava,
Que dejaban lus mas el alpargate Como el Heredia y él fueron vecinos
En mas profimdidad de largo codo; Y por sus cartas amistad duraba,
Y quien por lo sacar hombros abate Envióle Vadillo dos sobrinos,
Las barbas arrastraba por el lodo : Desde Santo Domingo donde estaba,
No fallaban también en las fatigas Para que fuesen del favorecidos
Murciélagos , mosquilos y hormigas. Y en aprovechamientos preferidos.
Y con ser la jornada tan nefanda, Y como fuese gente regalada
La gente como ya se vido buena , Y en buscar de comer mal advertida ,
Deseaba volver á la demanda Con otra harto mas cualificada ,
Sin acordarse de pasada pena , De hambres y trabajos afligida,
jCon intento de ir por otra banda Al tiempo que hacian un entrada
Por teuer el Dabaibe fama llena : Ambos á dos partieron desta vida,
Y ansí ruegan á César lo tractase Y dieron á entender malos intentos
Y el mismo César los acaudillase. Que murieron por malos tractamientos.
Tuvo César en esto diligencia Teniendo pues reales provisiones ,
Para que su deseo se cumpliese : Y no menos escriptas en el pecho
Dióle Pedro de Heredia la licencia Sus malas propriedades ó pasiones
Para que cien soldados escogiese, Que se manifestaron por el hecho ,
Y con guias de mas inteligencia Pues cuanto hizo fueron sinrazones
Aquella gran noticia descubriese; Sin regla ni medida de derecho;
Y él señaló del número robusto A Cartagena vino con buen viento,
Peones y caballos á su gusto. Do le hicieron gran recebimienlo.
Con ellos se partió de su presencia Vino para que fuese su teniente
Y caminó por parte diferente; Fernán Rodríguez Sosa , lusitano,
Mas yo que de reñir tanta pendencia Comendador de Cristo, y otra gente,
Me siento fatigado de presente, Oficiales ya hechos á su mano;
Querría, buen lector, mudar sentencia, Fué alguacil mayor por consiguiente
Si vuestra buena gracia lo consiente, Un Pedro de Júrela, y escribano
Por mandarme decir Pedro de Heredia Un Juan Rodríguez, hombre temerario,
Un ruin entremés de su tragedia. Que después condenaron por falsario.
Como fué recebída su persona
Con las solemnidades convinientes,
Luego ia residencia se pregona
Contra el gobernador y sus tenientes;
A todos sus amigos desentona;
Privan con él los émulos presentes;
Secuéstrales los bienes y hacienda,
Y á Urabá fué gente que lo prenda.

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VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE IH, HÍST. DE CARTAGENA, CANTO V. 393
""' En bergantines fué la compañía Componen á su gusto los delitos
Con Cazares y el Sosa lusitano, Buscando fabulosos delatores,
Y batiendo navegado breve via, Y cuando presentaban los escritos
Vieron otro que viene ya cercano En su contradicion los defensores,
Donde el gobernador mismo venia, Eran amenazados con mil gritos
Y allí ni mas ni menos el hermano, Los letrados y los procuradores,
Ambos a dos quietos y muy fuera Demás de molestallos con prisiones
Del duro sinsabor que los espera. Cuando les alegaban defensiones.
Como se viesen ya poco desvío, Al tiempo quel testigo declaraba
Cazares dijo yendo con los remos : Debajo de solemne juramento,
«Pase vuestra merced á mi navio El falso Juan Rodríguez asentaba
Para serville como lo debemos.» Lo que no le pasó por pensamiento,
Respóndele: «Mas vos pasad al mió. Sino lo que Vadillo deseaba,
Sabré 1as novedades que tenemos.» Por dar colores á su mal intento;
El Cazares pasó sin detenencia, Y púdose saber de cierta ciencia
Y dióle cuenta de la residencia. Cuando se les tomaba residencia.
Ningún alteración lo desenfrena Entre tanto que causas difinia
De lo que le contó como testigo, Por términos que no tuviera moro,
Y en ser Vadillo tuvo poca pena, A los indios de paz gentes envía
A causa de tenello por amigo : A que por fas ó nefas diesen oro,
Llegaron todos pues á Cartagena Y en estos miserables se hacia
Adonde no hallaron buen abrigo, Una crueldad dignísima de lloro :
Pues á los dos agravan con prisiones, Baltasar de Ledesma los regia
Con guardas de malditas condiciones. Y Montemayorera también guia.
Crece la furia, saña y homecillo Estos dos capitanes fueron tales
Del cupido y avaro licenciado, Y tan perjudiciales y nocivos,
En tal manera que con ser Vadillo Que demás de robaíles los caudales
Ninguno le podia hallar vado; De cuanto contenían sus archivos,
Busca por todas partes amarillo Llevaron presos muchos naturales
Metal, que no lo quiere colorado, Que hicieron esclavos y captivos,
Y por momentos al contrario bando Sin causa de delictos cometidos,
Les iba las prisiones agravando. Aules siendo de paz y repartidos.
Y ansí con el trabajo recebido Seria de quinientos la partida,
El Heredia mayor (¡ oh gran mancilla!) Digo quinientos de Cipacua sola ,
Aquello que vivió, siempre tullido, Mozos y mozas gente muy lucida
Y el poder escapar fué maravilla; Contra la voluntad sacra charola ;
Y el tiempo que de mí fué conocido Y el Vadillo después de recebida
Andaba como Leiva en una silla, Mandólos enviar á la Española
Pues á cualquier lugar que se mudase Para sus intereses y ganancias
Habia de tener quien lo llevase. Y servir en ingenios y en estancias.
El licenciado pues que mal los quiere Robando pues estos alderredores
Con gana que su honra se destruya, Una noche soldados que velaban,
So graves penas los oidos hiere, Vieron desde la cumbre resplandores
Como dicen, a mia sobre tuya, Que sobre Calamar reverberaban,
Contra quien ó supiere ó encubriere Y tuvieron por cierto ser ardores
Cualesquier bienes ó hacienda suya; De casas que en el pueblo se quemaban :
Y si manifestasen oro alguno Y ansí por la distancia ser cercana
Tambiéu se les daria de diez uno. Vinieron en llegando la mañana.
Atormentaba negros y criados Pero lo que pensaron no fué cierto
Para que descubriesen el tesoro, Ni hallaron el pueblo con desdoro,
Los cuales como fuesen apremiados Sino mayores males en el puerto
Descubrieron, por redimir su lloro, Y en aquel tiempo dignos de mas lloro :
En diferentes partes enterrados La causa deslo por haberse muerto
Al pié de cien mil pesos de buen oro. Si buen obispo fray Tomás de Toro ,
Marcados ya, y en los libros reales Ansí que la señal esclarecida
Pagados quintos á los oficiales. Dio clara muestra de su buena vida.
Estos ó poco menos que yo pinto En estos mismos dias César vino
Envió por servicio no pequeño Al pueblo de Urabá de su jornada,
Al gran emperador don Carlos quinto Con mas de cien mil pesos de oro lino;
Con proceso que fué de falso sueño; Pero toda su gente fatigada,
Pues como de verdad era distinto Por ser trabajosísimo camino
Volviéronse después al proprio dueño. Aquel por do hicieron el entrada ,
También él envió por propria cuenta Montañas bravas, por cuyos conveses
Dinero liarlo de que compró renta. Anduvieron perdidos siete meses,
Podia bien compralla de las sobras Tierra lluviosa, ciega y espantable ,
Porque tuvo donde meter las manos ; De todo morador aborrecida
Y no tan solamente las zozobras Sin recurso de cosa saludable
Se repartían por los dos hermanos, Que pudiera servilles de comida ;
Mas á todos hacia tales obras Y por ser tal y tan inhabitable,
Cuales suelen hacer hombres tiranos, Se vieron en gran riesgo de la vida;
Hasta hacelles dar cuero y correas Sustentábanse con arbóreos tallos
Con amenazas de palabras feas. Y con hoja de cañas los caballos.
Con este furioso desatiento Hecho cíen mil pedazos el ropaje
Quisiera, por sacar oro guardado, De romper por aquellas espesuras,
Al Alonso de Heredia dar tormento ; Y por los grandes ciegos del viaje
Mas como lo tenia recusado , Llenos de llagas y de desventuras ,
Nunca quiso prestar consentimiento No les quedaba callo de herraje
Martin Rodríguez el acompañado, Y los caballos ya sin herraduras;
Doctor de buenas letras y esperiencia Faltábanles ya diez de los mas buenos,
Y de mejor y mas sana conciencia. Y de los españoles veinte menos.
3M JUAN CASTELLANOS.
Yendo pues con miseria tan contina Cuando venían era de verdino
A desastradofinsuelta la rienda, El orden que traian los salvajes,
Sin esperanza de la medicina Aquellas joyas ricas de oro fino,
Que promete salud á la vivienda, Aquella gran soberbia de plumajes,
La gran bondad de Dios les encamina Aquel alborotado torbellino,
Un arroyo do vieron cierta senda, Aquellos ademanes de corajes,
Y aunque de pocos huellos y maltrita Y de los españoles el mas fuerte
La gente cuasi muerta resucita. Tragada, como dicen, ya la muerte.
Siguiéronla por ver si su costumbre Puestos en Dios los flacos corazones,
Los guia donde van sus esperanzas, Haciendo votos y prometimientos,
Y sacólos á tierra de mas lumbre, Y suplicándole con oraciones
Mejores influencias y templanzas: Que les libre de tales detrimentos ,
Por ella suben hasta cierta cumbre, Porque tan crudelísimas naciones
Devisan rasos campos con labranzas, No hagan de sus carnes alimentos ,
Tantas y tan crecidas poblaciones Mas prestos los dolientes y los sanos
Que se vian en grandes confusiones. A se valer de Dios y de sus manos.
Porque se vian todos de mal arte, General del ejército pagano
Hambrientos, fatigados y dolientes, Que los unos y otros animaba
Y ansí les parecía no ser parte Era de Utibará menor hermano,
Para salir á dar con tantas gentes; Que no se supo cómo se llamaba:
Y demás de sentir flaco su marte De grandes miembros , mozo ton lozano
No tenían caballos convinienles; Que todos los demás sobrepujaba
El uno estremo y otro les es duro, En la disposición y en ornamentos,
Mas lomaron al fin el mas seguro. Y en sus astucias y acometimientos.
Aqueste sobredicho potentado
Es tierra del Guaca que se derrama Bajó pues la belígera refriega,
Por rico mineral á cada lado, Según guerreros usos ordenados ,
Cuya grandeza publicó la fama ; Hasta ponerse dentro de la vega
Y el indio de quien era gobernudo Do los nuestros estaban afirmados,
Utibará supieron que se llama ; Que viendo la gran furia que se llega
Hicieron pues los nuestros sus conciertos Salen á su defensa reportados;
De estarse por entonces encubiertos. Por todos son óchenla solamente,
Por ir apriesa Titán al ocaso Entrellos de caballo hasta veinte.
Y esperar á sazón mas convenible ; Baten las piernas en las confianzas
E ya de día, por henchir el vaso Del que domina las eternas sillas,
Y dar satisfacción al mal terrible, Rompiendo van tos hierros de las lanzas
Salieron todos ellos á lo raso Bárbaros hombros, pechos y costillas;
Con aquel orden que les fué posible, Y por aquellos campos y labranzas
Y no pararon con los escuadrones Hacían lodos ellos maravillas ,
Hasta meterse por las poblaciones. A las espaldas siempre los peones
Firmes se hacen en el valle llano Apriesa meneando los latones.
No sin admiración de los vecinos , Sin osar desmandarse de la huella
Porque nunca jamás vieron cristiano De los caballos que les van delante ,
Ni caballos hollaron sus caminos; Y al escuadrón que ven que se alropella
Buscaron pues los españoles grano, Acude cuchillada penetrante;
Y dieron de comerá los rocinos : Para poder en ellos hacer mella
Los hombres bárbaros temblaban dellos Presume cada cual de ser gigante ,
Oyendo sus relinchos y resuellos. Pues no les iba menos que las vidas
Hablóles César amigablemente Si con intermisión dan las heridas.
Con lengua que traía curiosa, El animoso César, hecho torre
Y puesto caso que era diferente Que por diversas partes es batida,
Entendían alfinalguna cosa ; Ningún escuadrón halla que no borre
Acude grande número de gente Dejando los regentes sin la vida;
A la que tienen por maravillosa, Vuelve sobre los suyos, y socorre
Trayéndoles á todos por momentos La parle que ve mas enflaquecida,
Gran abundancia de mantenimientos. Y el caballo de carnes mal compuesto
Mas Francisco de César, aunque vido A todos lances lo hallaba presto.
Ser de sinceridad el aparencia, Las voces y terribles alaridos
Como capitán diestro y advertido Rompen los aires hasta las estrellas;
Velábase con grande diligencia , Resuenan por los campos eslendidos
Porque se via mal apercebido Los gritos de las dueñas y doncellas;
Y de los indios grande la potencia ; En diferentes partes hay gemidos
Demás deslo muyflacoslos caballos Y sones de mortíferas querellas;
Para con las espuelas fatigallos. Cesa con ellos , porque son mayores ,
Aquel de sus cornetas y alambores.
A cabo pues de tres ó cuatro dias, Y el César todavía con reguardos,
Supo por mensajeros en la sierra Porque su gente no se desordene,
Utibará que nuestras compañías Va derribando de los mas gallardos
Andaban recorriéndole la tierra, Con tal velocidad cuanta conviene;
Y para quebrantar sus lozanías Acomelia no con pasos tardos,
Trajo como dos mil hombres de guerra, Y sobre sus peones luego viene
Con flechas , hondas, y con largas lanzas Haciendo de sus golpes el empleo
Y con sus alambores y ordenanzas. En los que vía con mejor arreo.
Habia de cornetas gran repique Bien como torbellino violento
Ostentando sus fuerzas y poderes, Que lleva su furor por la cultura
Y lodos cuantos son puestos á pique De plantas do de fructas hay aumento,
Según requieren tales menesteres: Del cual ninguna puede ser segura;
En ricas andas traen al cacique; Mas con los soplos del nocivo viento
También viene gran suma de mujeres Siempre suele caer la mas madura,
A gozar de la caza castellana, Y con mas lijereza que de jara ,
Que todos allí comen carne humana. Donde tos daños hace no repara :
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, H1ST. DE CARTAGENA, CANTO V. 395
A su similitud y semejanza Bien como puercos en el arboleda
El violento César y arriscado, Que son de cauto lobo salteados,
Rompiendo por aquella gran pujanza Y con gruñidos grandes forman rueda,
Volviendo los colmillos adiados
Derriba lo mejor y mas granado, Con tenazadas para que no pueda
Recambiando los lances de su lanza Sacar al ya herido por los lados :
A diestra mano y al siniestro lado, Ansi se puso quien se halló junto.
Precipitando cuerpos por el suelo Temiendo que les lleven el defunto.
Y luego con aqueste pensamiento
Y recogiéndose con presto vuelo. Lo levantaron del sangriento llano,
Viendo tanta matanza como digo Y con arrebatado movimiento
Utibará se pasma con espanto, Lo pusieron delante del hermano,
Y mucbo mas de ver un enemigo El cual con entrañable sentimiento
Solo ser causa de tan duro llanto; Del campo por entonces alzó mano ;
Y no sé yo si César el amigo Y ansi se recogieron los gigantes
Con Petreyo y Afranio hizo tanto, No con el brío que vinieron antes.
Cuando con hechos dignos de memoria Pues lamentando suben por el puerto,
Les quitó de las manos la victoria. Sin mas mirar la gente forastera,
Pues es ansí quel general maestro, Utibará pegado con el muerto ,
Hermano del cacique que los rige , Haciéndolo llevar en su litera :
Llegó los derramados como diestro Los españoles puestos en concierto
Y en escuadrón formado los corrige, Hasta que traspasaron la ladera,
Y con su cuerno del lugar siniestro El de mas humildad y el menos manso
Al batallón cristiano mal aflige, Harto necesitado de descanso.
Porque con picas largas tal se cierra
Quel español cansado pierde tierra Mas como de los rostros y mejillas
Bien ansí como cuando toscas gentes Cesasen ya los cálidos sudores,
Encierran el indómito ganado, Hincando por el suelo las rodillas
Que por partes que son mas convinientes Dan gracias al Señor de los señores,
Lo llevan recogido y enhilado; Obrador de tan grandes maravillas,
Pero si vuelven las cornudas frentes Tantos bienes, mercedes y favores,
A ellos, han por bien de dalles lado, Pues en aquella peligrosa suerte
Huyendo su furor sin aguardallo, Ningún herido dellos fué de muerte.
Eso me da de pié que de caballo : Desarman los caballos y á sus puntos
No menos fué la grande arremetida Diéronles de tnaiz bateas llenas;
Desla gente feroz y carnicera, Cenaron ansimismo todos juntos
Pues cuando todos iban de vencida Sobresaltadas y tijeras cenas,
Y el español allana su carrera, Habiendo despojado los difuntos
La gente por el indio recogida De joyas de oro que trajeron buenas,
Una carga le dio de tal manera, Diademas, chagualas, capacetes,
Que con aquel estremo de congoja Orejeras y ricos brazaletes.
Traia cada cual la mano floja. M . . . . .
El animoso César bien lo via, No parecía indio ni semeja ,
Y á gran priesa volvió por aquel lado; Hasta que ya pasó tercero dia ,
Procuró de romper, mas no podia Que captivaron una buena vieja,
A causa del caballo ya cansado, A quien amenazaban á porfía
Demás de que con larga piquería Que le desollarían la pelleja,
Aquel gran escuadrón halló cerrado, Si buenamente no les descubría
Los cuentos del las en el suelo puestos Dónde tenían sus enterramientos
Y guiadas las puntas á los gestos. Los indios cuyos eran los asientos.
Andando pues en el guerrero trato • Con el deseo de se ver segura
Como león que busca sus despojos, De tan cruel ensayo y aspereza,
En las mayores furias del rebato Dijo que les daría sepultura
En aquel principal puso los ojos , De donde sacarán mucha riqueza ;
Y dijo con gemido ; «Si este mato, Que la mostrase luego se procura
Honroso fin lemán nuestros enojos ; Por estar su salud en la presteza;
No sé qué medio tenga ni qué haga Estaba pues tres leguas de desvio,
Para dar fin á tan ardiente plaga.» Y babian de pasar un grande río.
Al cielo van sus ojos con suspiro, Siendo certificados y advertidos
Y dijo : « Dios inmenso, soberano, De cómo les daría buena pella ,
Mirad la desventura que yo miro De cosas necesarias proveídos,
Si nos vence furor tan inhumano; La vieja caminó, siguen su huella,
Y ansí para que pueda hacer tiro , Y porque no cumplió ser divididos
Guie la vuestra mi cansada mano; El campo lodo junto fué tras ella:
No prevalezcan los que no os entienden Vieron el grande rio nada sesgo,
Y con tantas maldades os ofenden.» Mas al fin se pasó sin haber riesgo.
Para hacer el tiro que nivela La temerosa vieja que los lleva,
Sobre los dos estribos se levanta ; En cierta parle poco montuosa
El brazo sacudió y el asta vuela Manifestó la boca de la cueva
Encaminada con ayuda santa, Cubierta de una bien labrada losa;
Pues el golpe le dio, y el hierro cuela No fué para hacer cúpida prueba
Rompiéndole por medio la garganta; La gente castellana perezosa,
Quedó pendiente del robusto cuello, Bajando por algunos escalones
Con lumbre para ver bien los rincones.
Y luego le faltó vital resuello.
Sepulcro fué, según que parecía,
El suelo maculó con su caida, Y entierro de señor cualificado,
Forzado de mortales confusiones ; Por ser todo de buena cantería,
Por ambas partes vierte la herida Y á manera de bóveda labrado:
Sangre que sale del á borbollones, Buscóse lo que mas se pretendía,
A vueltas de la cual salió 1a vida Y hallaron de oro buen recado,
Con tal espanto tiestos escuadrones, Pues.los públicos fueron cien mil peso*
Que todos cuantos junto del confinan Sin los que por los senos fueron presos.
Con fria confusión se remolinan.
396 JUAN DE CASTELLANOS.
Porque llegó la noche y obscurana, » Que bien sé del pasado desvario
Cercanos al raudal se detuvieron, Y de vuestros honores el embargo;
Y llegada la luz de la mañana Mas el gobierno ya, señor, es mió,
Pasaron con la priesa que pudieron , En el cual durare por tiempo largo ;
Y para se afirmar en tierra llana Y ansí demás de daros buen avío ,
Al lugar conocido se volvieron, Quiero restituiros vuestro cargo
Donde tomaron otra vieja buena De general y mi lugarteniente,
Que por ventura los libró de pena. Con poder y recado conviniente.
Porque les descubrió que congregaba »A todos los que siguen vuestro bando
Utibará gran número de gentes, Bien les podéis decir y hacer ciertos
Y que la tierra toda se juntaba Que los Heredias ya no tienen mando,
Con armas y furiosos accidentes; Y que pueden conlallos con los muertos ;
Con cuyas nuevas cada cual temblaba , A miserable fin se van llegando
Por ser tan pocos, y los mas dolientes, Por sus intolerables desconciertos,
Y de común acuerdo lodos quieren Y mas en apelar de mi sentencia
Dejar la tierra sin que los esperen E ir á España con su residencia.
Pareciéndoles cosa mas segura » Sus causas van asaz bien substanciadas,
Estar de su furor larga distancia Y tan probadas culpas cometidas
Que subyeclará riesgo y aventura Que les harán mercedes señaladas,
Las vidas y las honras y ganancia ; Si los dos escaparen con las vidas;
Pues aquello que dio la sepultura Pudieran las sentencias pronunciadas
Valor y caudal era de substancia; En muy mayor rigor ser convertidas,
Y ansí puestos en orden y concierto Y á mí me culpará cualquier prudente
Volvieron riendas al marino puerto, Por haberme mostrado tan clemente.
Guiando por diversa derescera «Muchas cosas intentan y menean
Pablo Fernandez, adalid fumoso, Para diminución de su delito;
Atinó siempre, pero de manera , Llanísimo negocio fantasean
Que fué camino menos trabajoso, Con ser el de sus culpas infinito;
Y en cincuenta y tres dias de carrera Y allá me lo dirán desque se vean
Llegaron al lugar de su reposo, Los crimines atroces por escrito,
Que es Urabá, donde dijimos antes Do se conocerá patentemente
Llegar aquestos mismos caminantes. Que yo no me movi por accidente.
Llegados á la mar y á su castillo »Mas desto no se tráete, pues que tiene
Estos á quien libró propria prudencia, Su fin y paradero con revista :
El César preguntó por su caudillo Volvamos al Guaca , donde conviene
Para le dar razón con obediencia; Llevar mas adelante la conquista;
Y respondiósele cómo Vadillo Para lo cual vuestra merced ordene
Le toma rigurosa residencia , Cómo hagamos luego nueva lista
Al insigne valor dando baldones, Y por entrambas partes se trabaje
Y á buen servicio malos galardones. De dar buenos despachos al viaje »
El buen César responde no ser diiia Dijo Vadillo lo que le parece
Su gran virtud de semejante pena , Convenir mas á su aprovechamiento;
Y decia ser intención malina Y el Francisco de César agradece
La que con tal rigor se desenfrena; Aquella voluntad y ofrecimiento ,
Y ansí con sus soldados determina Demás de que las cosas engrandece
Partirse luego para Cartagena, Que vieron en aquel descubrimiento;
A ver la residencia cómo anda, Y ansí con atención á sus provechos
Se conformaron ambos á dos pechos.
Y lo que por Vadillo se le manda.
En seguimiento pues de su rencilla
Puestos en Calamar la luz absenté, Pendiente de testigos y probanzas,
Ver al gobernador fué lo primero, Pedro de Heredia fué para Castilla,
Entregándole muy secretamente Alentado de buenas esperanzas:
La parle que le cupo del dinero, Al Alonso por cárcel da la villa,
Y consolándole del mal presente ; No sin seguridades de fianzas,
Ven la presencia del juez severo, Habiéndose pasado ya dos años
Que por lo que de César había oido Que duraban las penas y los daños.
Contento recibió cuando lo vido.
El César le habló como discreto, En aquesta sazón el uso viejo
Vadillo lo regala y acaricia, De la velocefama frecuentado,
Ambos á dos hablaron en secreto Mediante prevenciones y aparejo,
De cosas que rastrea la cudicia , Había en la Española publicado
Preguntándole muchas, y en efeto Tomarse mal en el real consejo
César dijo traer cierta noticia Las insolencias deste licenciado,
De prósperos y auríferos terrenos, Por cuyos desvarios y demencia
Cuyos principios vieron y eran buenos. Con brevedad vernia residencia.
Dio cuenta del recuentro riguroso Como la nueva desto se tendiese ,
Pintándolo con encarecimiento, Por quien amistad llana le debía ,
Y ser negocio rico y honoroso Aviso se le dio para que viese
Continuar aquel descubrimiento; Aquello que á su honra convenia,
De suerte quel letrado cudicioso Y con mejores obras deshiciese
En eslo colocó su pensamiento; Lo que por sus contrarios se decia,
Y percebidas bien las relaciones Pues todos publicaban sinrazones
Con él César habló tales razones : Indignas de sus buenas opiniones.
tPara que tanta lierra se subyete, Y si de sí senlia maleficio
Rica según se ve por el indicio , Y olor alguno de juez tirano,
La continuación á vos compete, Procurase hacer algún servicio
Por ser tan singular en el oficio; A Dios y al rey y al reino castellano;
Pues vuestra buena fama me promete Pues tenia soldados y el oficio
Que á Dios y al rey haréis este servicio, Y buenas ocasiones en la mano,
Y otra paga mejor y otros provechos Y tal podría ser alguna dellas
Acá sabremos dar a vuestros hechos. Que no diesen oidos á querellas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VI. 367
Las cartas vistas y por él abiertas, Fué capitán de la caballería
Como le remordía la conciencia , Juan de Villoría, noble caballero ;
No tuvo tales nuevas por inciertas, Por consiguiente del infantería
Mayormente viniendo del audiencia; Alonso de Saavedra, tesorero,
Túvolas solapadas y encubiertas , Montemayor alférez, y regia
Mas no para huir de su sentencia , El escuadrón que llaman machetero
Pues luego hizo junta de varones, Baltasar de Ledesma , que contino
Con quien comunicó sus intenciones. Había de romper duro camino.
Y díjoles : «Señores, mi deseo Escuadra fué Francisco de Mojica
Es de servir á la real corona, Y otro dicho Joan Ruiz de Molina,
Y pues á quien le da mejor empleo Y con los mismos cargos les aplica
Su Majestad, mejor lo galardona, A un Caravajal y otro Medina ,
En aquesta jornada que proveo Y á Noguerol, que ser francés publica,
Yo me quiero hallar por mi persona; A quien muerte cruel hado deslina ,
Que no conviene , yendo tanto bueno, Pues fué de los soldados el primero
Quedarme yo las manos en el seno. Que peleando vio su fin postrero.
»Mi determinación es la que digo, Es adalid por sus antigüedades
Y en cualquiera rigor hallarme quiero, Pablo Fernandez , que en los menesteres,
Sin rehusar encuentro de enemigo Inconvenientes y necesidades,
Ni de sangrienta lid el trance fiero ; Tuvo bien acertados pareceres ;
Todos terneis en mí fiel amigo, Son sus colaterales Juan de Frades,
Un llano capitán y compañero, Un Portalegré y un Alonso Pérez,
Y en el gobierno y en el tractamiento De quien en los rigores ó bonanzas
A ninguno daré desabrimiento. Hizo Vadillo grandes confianzas.
>Y pues tenemos lodo buen recado Para celebración de sacramentos f
Y el tiempo de verano nos convida, Van cuatro religiosos ordenados ,
Pido las voluntades y cuidado De quien no sé decir sus nombramientos,
Para la brevedad de la partida; Y es porque no me fueron declarados;
La falta del que va mal aviado, Lleváronse cumplidos ornamentos
Antes hoy que mañana me la pida , A santos sacrificios dedicados :
Porque sin reservar dinero mió También llevan trompetas y clarones
Procuraré de dalle buen avío.» Para mover humanos corazones.
Vista su voluntad , con la blandura Aderezados ya desta manera ,
De tanto cumplimiento cortesano, Un bando de atambor la gente llama
Correspondieron con lo que procura Para que se juntasen á bandera,
No menos el mancebo quel anciano ; Al tiempo que á Titon deje su dama;
Diciéndole tener á gran ventura Mas entre tanto quellos salen fuera,
Que los rigiese tan ilustre mano, Yo determino de tomar mi cama, -
Pues con tal capitán duda ninguna Pues apresura Cintia sus caballos
Tenian de su próspera fortuna. Y se reiteran voces de los gallos.
Conocido de todos el intento
Que de seguir el suyo se tenia ,
Vadillo, lleno de conlentamiento, CANTO SESTO.
A cada cual las gracias le rendía,
Y para su mejor aviamíento Donde su cuenta cómo el licenciado Joan de Vadillo salió del puerto da
Las cosas necesarias proveía; Cartagena por la mar hasta llegar á Crabá, y desde allí fué «n deman-
da del Guaca y otras provincias, y las cosas acontecidas en aquella
Y todos ellos luego hacen prestas jornada.
Fumosas escopetas y ballestas.
Ocupan fraguas en hacer harpones; Cuando con lumbre de la cuarta esfera1
Afilanse las lanzas, las espadas; Se descubría tiempo matutino,
Afórranse los duros morriones, Y el mismo rey de Délos con carrera
Los defensivos cascos y celadas; Veloce visitó décimo sino,
Ponían á las armas nebulones Siendo ya quince cientos de la era
Que tienen de algodones preparadas, Y treinta y nueve del natal divino,
Manijas y brazales de rodelas , Sonaron trompas que la gente vaya ,
Por mas fortalecer tales lulelas. Y ansí se congregaron en la playa.
De trescientos soldados es la copia , Vergas en alto tienen los navios,
Varones de valor y vigilancia, Prestos en la ribera los bateles ;
Rien aviados á su costa propia, Rmbárcanse caballos y atavíos,
Por tener de dineros abundancia ; Soldados, capitanes, coroneles;
Van mas de cien esclavos de Etiopia Hacen de Calamar luego desvíos ,
Que hubo cada cual de su substancia ; Hinchen velas los vientos infieles,
De indios y de indias gran bullicio, Entonces buenos, pues con larga escota
Que también llevan para su servicio. Al puerto de Urabá llegó la flota.
Llevaban de caballos copia larga, Fueron en aquel pueblo recebidos
Que podían romper cualquier rencilla , De los vecinos con amor fraterno,
Porque demás de muchos para carga Y negocios algunos proveídos
Iban sobre doscientos para silla, Por el Vadillo cerca del gobierno ,
Do pueden menear lanza y adarga Vuelven á los navios referidos
Los jinetes que van en la cuadrilla; Porque los convidó viento galerno;
Llevan sus faldas, pechos y testeras, Llegaron á la playa de aquel puesto
Con otras circunstancias cumplideras. A donde Julián fué descompuesto.
Presentan al Vadillo pues la lista El práctico soldado y el novicio,
De todos los soldados principales Para prosecución de su viaje,
Aderezados para la conquista, Desembarca caballos y servicio
De fieros y remotos naturales ; Con los demás pertrechos y fardaje;
La cual, como ya fuese por él vista, Hierve la diligencia y el bullicio,
Nombró los capitanes y oficiales : Enfardelándose matalotaje,
A César hizo general teniente. Harina de maíz, antes tostado,
Por ser para tal cargo suficiente. Para se sustentar en despoblado.
JUAN DE CASTELLANOS.
Hicieron del asiento su partida Bien como cuando veis cielo sereno,
Después de cuatro dias ya pasados; Y repentinamente de verano
Y por la tierra ser desproveída Viene nublado de tormenta lleno
Por partes que subían los soldados. Amenazando pago comarcano;
Por llevar en caballos mas comida. El cual rompiendo con horrendo trueno
Iban á pié los mas cualificados, Perjudicial y congelado grano,
Pareciéndoles ser cruel batalla Es por los bravos vientos esparcido
La gran necesidad de vitualla. Con impetuosísimo ruido :
Pasan por Urabaibe, pueblo antige Ansí después de dar horrenda grita
En aquel la sazón ya despoblado , Los abscondidos en lugar secreto,
Cuyo señor solia ser amigo, Tan áspero turbión se precipita
Y entonces á los montes retirado; De tiros incitados por Alelo,
Atraviesan desiertos sin abrigo, Que al escuadrón cristiano necesita
Adonde les valió su buen recado; A irse retirando del aprieto,
De allí fueron peones y caballos Pues á causa de ser lugar estrecho
Al rio que llamaban de los Gallos. No fueron los caballos de provecho.
Que todas estas gentes convecinas. Hallábase la gente como manca
En tiempos atrasados de Pedrarias Sin poder menear hierros agudos,
Iban á contractar á las marinas Mas los peones de la gente blanca,
Y habían de españoles cosas varias ; Cubiertos de los cóncavos escudos,
Y ansi corrió la casta de gallinas Procuran de ganalles la barranca
Por las gentes de paz y las contrarias : Do se fortalecían los desnudos ;
El rio pues tomó tal apellido Y después de pelea bien reñida
Entonces por un caso sucedido. Al cabo los pusieron en huida.
Y fué, que caminando por aquesta Tantos fueron los dardos y la piedra
Parte ciertos soldados atrevidos , Contra la gente bien apercebida,
Como no se hallase senda presta Quel caballo murió de Saavedra,
Ni rastro para ver bárbaros nidos, Y los heridos mas tuvieron vida ;
El canto de los gallos manifiesta Hirieron un trompeta dicho Tiedra,
La parte donde estaban abscondidos: Pero no fué de muerte la herida :
Ansí que por los hombres de aquel uso Luego con toda priesa se procura
El rio de los Gallos se le puso. Salir de la quebrada y angostura.
Hallóse pues allí rastro patente Atravesando van tierras vacías
Y huella de salvaje compañía ; Hasta el rio de los Caricuries ,
Luego Pablo Fernandez fué con gente Ansi llamado porque en estos dias
Para poder lomar alguna guia; Tomaron dos á ciertos alfaquíes;
El campo caminó por consiguiente Después al rio de las Monterías,
Al rio que del Tigre se decia, Porque mataron ciertos jabalíes;
Por un tigre que César habia muerto Luego dirigen las humanas proas
Al tiempo que pasó por aquel puerto. Al rio dicho de las Barbacoas.
Allí con música no mal compuesta Dieron algún vagar á sus porfías
Se celebró, por ser su santo dia , Por ser aquel terreno menos ciego,
La Purificación , divina fiesta Y haber peregrinado muchos dias
De nuestra benditísima María; Sin que hallasen dó tomar sosiego ;
Y el licenciado tuvo mesa puesta Salió con gente para tomar guias
Donde regocijó la clerecía, El adalid Pablo Fernandez luego ,
Repartiendo con ellos sus regalos Entre tanto quel campo descansaba
En tiempo que ningunos eran malos. Y otro mejor recurso se hallaba.
Y para mejor postre de la mesa Por otra parte fué también Mojica
El buen Pablo Fernandez allí vino, Para buscar país que se cultive,
El cual traía cierta gente presa Pues en tierra do están, por no ser rica,
Y cuatrocientos pesos de oro fino; De gente natural muy poca vive,
Recibieron contento con la presa Y diferente trocha los aplica
Y otro dia prosiguen su camino, A la provincia que llaman Abive,
Llevando ciertos indios á recado Terreno de poquitos moradores,
Para que los metiesen en poblado. Mas eran curiosos labradores.
Sabían ya de nuestros españoles, Humana carne comen todos ellos,
A causa de sonar los ministriles Y es gente de gallarda compostura;
Por aquellas alturas y peñoles Traen ellas y ellos los cabellos
De bárbaros desnudos y hombres viles , Tan largos que traspasan la cintura;
Que meten dentro de unos caracoles Hombres luengos de zancas y de cuellos,
Por gran honestidad miembros viriles; El cuerpo sin ninguna vestidura,
Las mujeres encubren sus mancillas Pero cubren las parles vergonzosas
Con hojas ó con ciertas pampanillas. Con pedazos de manta y otras cosas.
Yendo marchando pues con buen avío Gente de soberbísimo semblante,
Segnn suelen en guerra los espertos, De corazón altivo y esforzado ;
Encima las barrancas de aquel rio Tienen caza de puercos abundante
Hahia muchos indios encubiertos ; Y cuantidad inmensa de pescado;
Pasan los nuestros sin hacer desvío Hallaron pues los que iban delante
Porque de la celada van inciertos, Quinientos pesos de oro mal labrado,
Y al tiempo que la recta guardia llega Mas era tan cabal en la fineza
Comienza la belígera refriega. Que prometía mucha mas riqueza.
Suena terrible grita y estampida Pues como se juntasen sin sentillo
Del indio que del paso se aprovecha, En Abive por v¡¿ diferente
Por ser aquella parte la subida Francisco de Mojica y el caudillo
Y por otra ninguna se desecha; Pablo que caminó primeramente ,
Vuela sobre la gente detenida Envían mensajeros á Vadillo
(numerable piedra, dardo,flecha; Para que venga luego con la gente,
Resuenan las rodelas y celadas Pues en aquel lugar que represento
Que de las duras piedras son tocadas. Se bailaba gran copia de alimento.
-•
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VI. 398
Gomo llegasen eslos mensajeros , Y muchas veces les acontecía
Recógense los toldos con presteza; Sacando los caballos de la greda,
Van adelante los hazadoneros El pié que entre raices se metía
A fin de remediar el aspereza De las espesas malas y arboleda,
De las barrancas y derrumbaderos, No vello de la suerte que solía.
Bajadas y subidas de grandeza, Porque la uña dentro se le queda:
Porque todos aquellos son caminos Y ansí servían en aquel vi;ije
De todos los del mundo mas malinos. Muchos rocines de matalotaje.
No dejaba por esto su demanda

Llegados á las dichas rancherías


Donde los esperaban los soldados, Aquel que lleva la real conduta,
Allí holgaron mas de veinte dias Hasta que vieron en contraria banda
Sin ser de naturales contraslados, Tierra mas clara y algo mas enjuta
Hasta tanto que ya las compañías Adonde reparó; mas luego manda
Y los caballos fueron reformados; Que con alguna gente bien inslruta
Mas todavía por los malos puertos Camine Pablo porque los adiestre,
Quedaron seis caballos allí muertos. Hasta ver tierra que mejor se muestre.
El cuarto dia siendo pues llegado Como tuviese Pablo gente presta
De aquel mes que tomó nombre de Marte, Cual era menester en su contienda,
Con voces de trompetas fué mandado Dos dias le duró tierra molesta ,
Sal¡r y caminar el estandarte Al cabo de los cuales vido senda
Por áspero camino y encumbrado, Que rastro de seguir les manifiesta
Sin lo hallar mejor por otra parte ; Y aliento para mas soltar la rienda ;
Y de caballos , cuando se subía, Y ansí fueron con buenas esperanzas
Cuatro se despeñaron aquel dia. Hasta que vieron pueblos y labranzas.
Sierras montosas faltas de las lumbres Era valle de grande circuito,
De rayos cuya vista da consuelo, De espesas y bien puestas poblaciones;
Tales que parecían que sus cumbres Aqueste se llamó valle del Pito,
Comunicaban con el alto cielo; Que yo no sé decir las ocasiones;
Y para mas molestas pesadumbres Mas número de chinches infinito
Lodos intolerables por el suelo; Hay por allí contrarios en fuiciones;
Y allí los que pasaban delanteros Llámanse pitos , tienen las costumbres
Caminaban mejor que los postreros. De chinches y aun mayores pesadumbres.
Por ser aquel camino de manera, Encima de los próximos oleros
Con la blandura grande que tenia, Quedó Pablo Fernandez encubierto
Que cuanto mas hollado peor era Al gobernador hizo mensajeros
Y del con mas trabajo se salía; Para que de lo visto fuese cierto,
Y algunas veces toda la bandera Y se parliese con los compañeros
Dormir en una parle no podia, A ver lo que tenían descubierto;
Sino que cada uno se quedaba El cual visto mensaje tan aceto
Do la lluviosa noche lo tomaba. Mandó que se partiesen al efeto.
Y si por aquel bosque tan estraño ' Con la apacible priesa caminando
O viere naturales congregados, Llegaron donde Pablo los espera ,
Hicieran ciertamente mucho daño Y allí hicieron noche , consultando
En los que se quedaban rezagados; El orden que teman en salir fuera; I
Mas la maleza del fué desengaño Dióse por parecer que salgan cuando
Para no recelarse los soldados; Venga la lumbre t*e la cuarta esfera,
Y en esta pena de rigor terrible Y puestos en el orden conviniente
Vadillo hizo mas de lo posible. Esperaron á ver la roja frente.
Y ansí mas adelante se desliza Cuando la sombra de la noche triste
Y fué por estos trabajosos lodos, De aquellos horizontes rehuía,
Hasta que ya halló casa pajiza El róseo color en quien consiste
Y al cuarto dia se juntaron todos; La lumbre clara del alegre dia
Miércoles señalado de Ceniza Las cumbres altas y los valles viste
Do se tomó según cristianos modos, Con aquel resplandor que les envia;
Y con la ceremonia que conviene Alistaron pertrechos necesarios
Allí se celebró misa solene. Para salir á dar en los contrarios.
Bajó luego la gente fatigada Mas antes de dejar montes opacos
Aquel jueves que fué dia siguiente, Hizo Vadillo sus razonamientos ,
Y otra sierra peor que la pasada Y los vestidos de estofados jacos
Por donde tienen de ir vieron en frente; Correspondieron bien con sus intentos;
En dos parles la gente separada Los hambrientos caballos , aunque flacos,
Fué, porque vayan mas cómodamente: Parecían tener nuevos alientos,
Vadillo con los unos va delante, Pues viéndose con armas van alegres
Y Villoría quedó con el restante. Barruntando también llenos pesebres
Papel ni pluma no serán bastantes, Y ansí llegados á la gran zavana, .
Ni hojas ni prolijas escripturas, Cubiertos de cubiertas (le algodones,
Si queremos de trances semejantes Puestos en orden y en carrera llana
Particularizar las desventuras A vista de las grandes poblaciones,
Que padecieron estos caminantes En batiendo la gente castellana
En aquellas montañas y espesuras; Las piernas, salen como los halcones
Gastaban pues aquestos dias todos Cuando se abaten para hacer presa
En sacar los caballos de los lodos. En la liebre que va por la dehesa.
No bastaba la soga ni correa Oyéndose la grita de repente
Y lodos, ya sin sillas y sin frenos; Que'dieron los que van en altas sillas ,
Amos y ellos van de una librea, Ocurre grande número de gente
Pues todas las cubiertas eran cienos: De parte de las bárbaras cuadrillas,
Valióles mucho gente de Guinea Y admíranse de ver equina frente
Que para los trabajos eran buenos , Y bestias que no saben resistillas:
Pues en rigores tan intolerables Quedan como pasmados, porque antes
Eran ellos los mas infatigables. No vieron animales semejantes.
t
400 JUAN DE CASTELLANOS.
Mas como fuesen ásperas naciones, Despachóse la gente que sabia
Cursadas en comer carnes humanas, Para los polvos ser y para lodos ,
Prestamente formaron escuadrones Mas esla diligencia fué baldía,
Las gentes que se hallan mas cercanas ; Pues indios los habían muerto todos:
Salen unos con arcos y harpones, Gente salteadora que venia
Otros con largas lanzas y macanas , Acechando quebradas y recodos ;
Otro con dardo, piedra, palo llano, Fueron muertos por esta gente dura,
O lo que se hallaba mas á mano. Y en sus vientres les dieron sepultura.
Como pueblo de término marino Sabido por Vadillo lo que digo ,
Que duerme descuidado de batalla, Al buen Pablo Fernandez luego manda
Y dan algún rebato repentino Trabaje de buscar al enemigo
Diciendo que se sube la muralla; .
Que tenia costumbre tan nefanda;
Toca la voz orejas del vecino Y en las ejecuciones del castigo
Y sale cada cual como se halla , Ningún soldado muestre mano blanda,
Y puestos muchos juntos do pretenden Antes á fuego y sangre haga guerra
Con el valor posible se defienden : A nación tan bestial, cruel y perra.
Desta manera fué ni mas ni menos Partió Pablo Fernandez con soldados
Luego que los sintió bárbara peste, Que van movidos de las mismas sañas ;
Que de diversas armas salen llenos Llegaron donde fueron salteados,
Y dellos se formó prolija hueste, Y en rastrear se dieron tales mañas,
Donde se defendían como buenos ; Que estando del asalto descuidados
Mas no fué tal defensa que les preste Rodearon las sórdidas cabanas,
Porque los que decían «¡ Santiago! » Y sin dalles lugar á mas contento ,
En ellos van haciendo gran estrago. Mataron veinte y cuatro sobre ciento.
Rompiendo pechos, hombros y costillas. Hallaron de vestidos los relazos
Con hierro que les era muy molebto , De los que fueron miserablemente
Abríanse costados y ternillas Repartidos en puestas y en pedazos
Adonde César se hallaba presto ; Para manjares desla dura gente :
El cual iba haciendo maravillas , Allí hallaron pies, manos y brazos
Aunque entonces estaba mal dispuesto: Que los cocia ya licor ardiente;
Todavía la gente carnicera Tuvieron los caribes negra cena,
En defender sus casas persevera. Y estotros de la ver inmensa pena.
Anda la cuchillada muy espesa,
Librada del cristiano peonaje; Recogieron los hijos y mujeres,
Corría por el campo vena gruesa El oro que hallaron y el hatillo,
De sangre del ejército salvaje: Con lodo lo demás de sus haberes,
En efecto les dieron tanta priesa Que debía de ser caudal sencillo;
Que huyen los del bárbaro linaje : Fueron encarecidos los placeres
Saquearon aquel pueblo primero Que del castigo recibió Vadillo,
Do bailaron maíces y dinero, Y á Noguerol y á Caravajal manda
Después del honoroso vencimiento Vayan á descubrir por otra banda.
Prendieron muchos del contrario bando, Cincuenta valerosos hombres fueron •

Y esténse firmes en aquel asiento Con estos sobredichos caporales,


Los otros españoles esperando; Y un valle dicho Mauri descubrieron,
Procuran recoger mantenimiento, Habitado de muchos naturales;
Peligros inminentes reguardando; En él un pueblo con obscuro dieron
Porque los indios en aquella tierra Donde lomaron gentes y caudales,
Usan muchas cautelas en la guerra. Y antes que la demás fuese avisada
Cuatro días después de la victoria Se recogieron con la cabalgada.
Habida de los indios fugitivos, Ya cualquier valle que se descubría
Con su gente llegó Juan de Villoría, Tierra lué del Guaca tras de quien irnos ,
Que por ser los caminos tan nocivos Toda la cual Ulibará regia,
Y maleza de montes tan notoria , Aquel señor de quien mención hicimos,
Fué maravilla grande salir vivos; Adonde César y su compañía
Pero de los caballos hecha cuenta Entraron por el orden que dijimos,
Faltaban dos ó tres sobre cincuenta. Mas no por do caminan de presente
Sino por otra parte diferente.
Salíanlos á ver estotras gentes Pues agora corlaron por atajo
Cómo venían tristes, lasos, mudos, . Que parecía ser camino presto,
Que parecían mustios penitentes, Y salió tan ajeno de gasajo
Descalzos, deslocados y desnudos; Cuanto por mis escritos manifiesto,
Todos ellos con cargas diferentes Y tan intolerable su trabajo
Trastrabillando pies los mas agudos , Que no pudo llegar á mas molesto;
Y muchos que tuvieron pies ajenos, Y aun César sacó algo de su hecho,
Los suyos proprios ya les eran buenos. Pero Vadillo muy poco provecho.
Junto con esto cada cual venia Siendo pues veinte días ya pasados
Tan cubierta de cieno la figura, Que estaban en el Pito, valle llano,
Que della cosa limpia no se vía Personas y caballos reformados,
Sino la mal usada dentadura; A causa de tener copia de grano ,
Y fuera poca parle la lejía Vadillo se mudó con sus soldados
Para restiluílles su blancura A Mauri por hallarse mas cercano
A las pobres camisas y jubones Al rio del Guaco, porque quería
Que salían de tales estaciones. Hacer de paz aquel por quien venia
Lávase cada cual y desenloda , Y para que por bien ó mal viniese
Llegados á los dichos aposentos, A lo reconocer por el respeto,
Donde con ropas que no son de botia De superioridad con interese,
Entraron miserables y hambrientos; Mandó que lo pusiesen en aprieto
Vadillo los recoge y acomoda Y tan ardiente guerra se hiciese,
E hizo proveer mantenimientos , Que Ulibará se diese por subyelo
Mandando ir por dos ó tres soldados Para lo cual por una y otra banda
Y negros que quedaban desmayados. Dos capitanes sigan su demanda.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VI. 401
Salieron dos nombrados, con valientes Cuando la dulce Venus descubría.
Soldados asuetos á la guerra, La purísima lumbre de su esfera.,
Por partes y lugares diferentes Manifestando que del sanio dia
Para correr, á Ulibará la tierra, A los mortales era mensajera ,
El cual con grande número de gente César apercibió la compañía.
Tenia lo mas alto de una sierra : El cuaLquiso llevar la delantera
Pablo Fernandez fué por un sendero, Por una senda menos peligrosa
Por otro Saavedra, tesorero. Y por entrambas partes montuosa.
Saavedra sesenta de pié lleva
Y otros diez de caballo bien armados; No caminaban ya por alta cuesta ,
El cual de ciertas guias tuvo nueva Sino por llano, de que no les pesa,
De cantidad de pueblos retirados, Con esperanza de que con aquesta
Y ansí determinó de hacer prueba Solicitud harían buena presa:
En aquellos que están fortilicados, Salieron todos pues- de la floresta
Con los cuales intentos y desino Y de repente dan en una mesa
Prosiguen adelante su camino. De gentil vista, todas partes rasas,
Masantes de llegar adonde siente Y en ella grande número de casas.
Estar con el señor fortalecidos , Val tiempo ya que la febea lumbre
En cierto reventón y en una puente Doraba partes desta cordillera,
Tuvieron dos recuentros-bien reñidos,. Dan ¡Santiago! como de costumbre
Y en el postrero tanta fué la gente, Tienen los españolea donde quiera ;
Que se vieron los nuestros afligidos, Salió tan increíble muchedumbre
Y ansi tomaron por consejo sano Contra la poca gente forastera ,
Volver con los caballos á lo llano. Que como de caballos no hay ayuda,
Vista por Saavedra la potencia, Él poder escapar ponen en duda.
Envió por socorro prestamente, Mas como tienen puestos estos hechos
Vadillo con la misma diligencia En Dios y en el valor de sus espadas -,
A Francisco de César su teniente; Derríbanse pescuezos y abren pechos,
El cual, aunque no falto de dolencia, Cercénanse mejillas y quijadas,
En la venida no fué negligente Abren por los lugares mas.estrechos
Con veinte y cinco de los mas insines , Lugar las presurosas cuchilladas;
Y cinco bien apuestos en rocines. Acuden bárbaros á la refriega,
Después de los socorros ser venidos Y el escuadrón cristiano no sosiega.
A muy buena sazón y coyuntura, Nunca mostraron tan veloce mano
Fueron para su hecho convenidos Los violentos rayos fabricando
Acometer con hora mas obscura, Aquellos, oficiales de Vulcano
Subiendo sin rumores ni ruidos Colpes unos sobre otros reiterando ,
Hasta la cumbre de mayor altura, Cuanto la fuerza del valor hispano
Do Ulibará tenia sus poderes, Por atemorizar contrario bando ,
Grandes riquezas, hijos y mujeres. Cuya presencia tal se representa
Mortal camino para pies humanos Que de los muertos hacen poca cuenta.
Por ser tan larga y áspera subida, No se vído de tordos ni estorninos
Que tienen de hacer pies de las manos. Volando por los aires tal nubada,
Con manifiesto riesgo de la vida; Ni de diversos pájaros marinos
Arriba se hacían ciertos llanos En bajío de mar tan gran manada,
Donde tienen ciudad fortalecida , Cuanto la muchedumbre de vecinos
Frígidas aguas, cristalinas fuentes Salia de la gente mas granada , *
Y los mantenimientos convinientes.. Con tanta grita, voces y clamores,
Que hacen retumbar oíros altores.
Es aspereza suma, monte grande, Los unos y los otros se desvelan
Y del camino tal el angostura, En alentar y mejorar su mano;
Que cualquier hombre que por ella ande - Piedras y flechas, palos, dardos vuelan
En gran riesgo se pone y aventura; Sobre los del ejército cristiano,
Pues con algún desdén que se desmande Tantos, que todos ellos se recelan
Irá dos mil estados de hondura , De no poder salir con hueso sano;
Y antes que bailen do parar los brazos, Y ansí del furor bravo y estupendo
Serán hechos millones de pedazos. Se fueron poco á poco retrayendo.
Cubiertos pues los montes con obscuro De tal manera que ninguno para,
Y manto negro de la noche fría , Pero con avisada compostura,
Caminan todos al nativo muro Al ímpetu feroz haciendo cara,
Que de peñascos altos se cenia, Hasta venir á dar al angostura
Do cualquiera pensara ser seguro Del arboleda, poique vieron clara
Según la fortaleza que tenia : Su gran temeridad y su locura;
Dejaron en lo bajo los caballos Toman aquel lugar por ser de arte
Con gente de valor para guardallos. Que no pueden entrar por otra parle.
Llegada ya la hora sosegada El valeroso César al instante.
Que los humanos cuerpos hace mudos, El puesto y el entrada defendiendo ,
Encaminó la gente baptizada Mandó que lodos fuesen adelante
Sus pies a saltear bárbaros crudos; Con la posible priesa descendiendo,
En la boca la hoja atravesada, Porque él solo podría , Dios mediante,
A,las espaldas puestos los escudos. Entretener aquel furor horrendo ;
Con pies y manos siu hacer estruendo Cuatro quedaron en su compañía
La peligrosa roca van subiendo. Y los demás caminan á porfía.
Desta manera con furor insano
Unos tras otros iban gateando, Apriétanlos las gentes monstruosas
Sin discrepar un punto pió ni mano Con cargas porfiadas y terribles,
So pena de volverse despeñando ; Y estas cinco personas valerosas
Tomaron en efecto cierto llano Resistían los ímpetus horribles;
Do juntos estuvieron descansando , Lo cual durante se hicieron cosas
Metidos en el monte y arboleda, Que son á los humanos imposibles,
Por ser mas. llano ya lo (pie ¡es queda.. Mas mi cierta , fiel y recta pluma
T. IV. Hace dellas agora breve suma.
402 JUAN DE CASTELLANOS. '
Llegan hasta venir á los cabellos, Apercibió su gente mas anciana ,
Viendo la poca gente detenida ; Y sube con ejército formado;
Y un gandul, con codicia de rompellos, En Utibará dio muy de mañana ,
En la parte que tengo referida Estando del Tuatoque descuidado,
Se arronjó y abrazó con uno dellos , El cual aunque pensó que iba por lana
Mas no le costó menos que la vida; Volvió de la refriega trasquilado,
Y á cuantos intentaron esto mismo Porque Utibará no perdia punto,
Presto los enviaron al abismo. A causa de tener cristianos junto.
Teniendo pues por cierta la bajada Y ansí cuando rompieron á su puerta
De los que en ella fueron preferidos , E ya la claridad iba rompiendo,
El César con la gente rezagada Utibará vivía tan alerta
Caminaron á pasos eslendidos ; Que no le descompuso grande estruendo;
Los indios recelando ser celada Dejó Tuatoque mucha gente muerta,
Estuvieron un rato detenidos, Y él con muy pocos escapó huyendo ,
Por ser aquel camino ya cerrado Quedando su contrario victorioso
Y espeso monte de uno y otro lado. Y él de muchos vasallos perdidoso.
Al fin entró la gente mas bien puesta Viendo que no bastó con su pujanza
Mirando de la selva lo cercano, Para hacer á sus contrarios llanos,
Y como no ven cosa manifiesta Determinóse por tomar venganza
Levantaron el paso mas liviano ; De salilles de paz á los cristianos;
Pero cuando llegaron á la cuesta Y ansí debajo desta confianza
Estaban ya los nuestros en lo llano. Trajo mil y quinientos castellanos,
Dando gracias á Dios que fué servido Enjoyas que valieron la partida,
Librallos de furor tan encendido. Y cien indios cargados de comida.
Estando todos ellos congregados Muestra con ademanes el intento
Por industria del capitán discreto , Y voluntad de paz con que venia,
Fueron á los caballos y soldados Haciendo luego reconocimiento
Que allí dejaron para tal efeto ; Al Vadillo del oro que traia ;
Mil indios los tenían rodeados La lengua le habló con tal acento
Y puestos en angustia y en aprieto, Que declaró muy bien lo que quería,
Pero viendo venir quien los defienda Y dijo quél y todo su linaje
Huyeron y dejaron la contienda. Dañan al Vadillo vasallaje.
Pero si mayor rato se tardaran Por no ser él según el que se encierra ,
En espantar al bárbaro nocivo, Huyendo de cristianas amistades,
Bien se puede creer que no hallaran Por los peñascos altos de la sierra
Hombre viviente ni caballo vivo, Y en asperísimas concavidades;
Sino que lodos ellos acabaran Y que si le quisiere hacer guerra
En trance de clemencia tan esquivo; El supliría sus necesidades
Que puestas y pedazos todos hechos Y acudiría con toda su potencia
Habían de ser cebo de sus pechos. Contra los que no dieren obediencia.
Recogidos pues estos compañeros Vadillo recibió contentamiento
Veláronse la noche , y otro día Con las joyas y con lo que decia
Al Vadillo hijeieron meusajeros Cerca del general ofrecimiento
Para que viese lo que convenia. De le favorecer por cualquier via.
Representándole los trances fieros Porque le pareció venir á cuento
En qu* se vio la breve compañía, En lo que de presente pretendía ;
Y Utibará tener en alta sierra Y ansí le dio también algunas cosas
Hartos mas de diez mil hombres de guerra. Que no serian ricas ni costosas.
Pablo Fernandez era ya venido Parecióle muy bien aquel presente ;
Con algún oro y con alguna gente, Y porque su deseo se concluya,
Y ansí por el Vadillo recebido Encargóle que fuese por su gente,
Mensaje del deseo diferente, Pues el tenia ya presta la suya,
Fué por común acuerdo proveído Para que sin quedar cosa viviente
Ir él y el carruaje juntamente; Utibará cacique se destruya,
Y ansí partieron con guerrera guarda Do podrá vengar muy bien su pecho
Adonde su teniente los aguarda. Y ser de sus agravios satisfecho.
Llegaron al Guaca, rio potente, El indio se partió debajo desto
Y aunque lo vadeaban con concierto Prometiendo venir á tercer día;
A Santa Cruz llevó la gran corriente, Mas aunque se pasaron quinto y sesto
Varón en las batallas bien esperto; Con otros siete mas, no parecía ;
Mas su caballo trastornó la frente Siéndoles pues á lodos manifiesto
Do nunca pareció vivo ni muerto; Ser falso lo quel indio prometía,
Causó pena, dolor y descontento, Hizo junta de todos el regente
Mostrando lodos tierno sentimiento. Para representalles lo siguiente :
Después de se pasar el agua brava, tNecesidad urgente nos obliga
Por nial de Santa Cruz, mas advertidos A hacer junta, donde se requiere
Llegaron donde el César esperaba , Que cada cual de nos en ella diga
Y del alegremente recebidos, Aquello que mejor le pareciere,
A Vadillo contó lo que pasaba Para que de los votos se consiga
Acerca de los lances sucedidos ; La determinación que mas cumpliere ;
Ambos procuran dar alguna traza Y antes que procedamos en aumento
Para poder tomar aquella plaza. Quiero representar lo que yo siento.
Es de saber cómo sin ver presencia «Amigos y soldados valerosos,
De cristiana nación en su cultura, A cada cual es cosa conocida
Tuatoque, señor de igual potencia , Salir de nuestras casas y reposos
Con el otro traía guerra dura ; Para gozar de mas dichosa vida,
Y agora qi'iso, vista su dolencia , A la cual si no somos perezosos
Aprovecharse desta coyuntura, El negocio presente nos convida;
Acometiéndole por otra vía Y seria de torpes y livianos
Y otra mejor entrada quél sabia. Soltar las ocasiones de las manos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PAUTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VI. ¿03
«Porque, según la muestra que se vida «Y como de los lances atrasados
En'aquella primera sepultura, Agora se recatan y recelan,
Y aquello que tenemos entendido Es de creer que por entrambos lados
De lo que por las lenguas se procura, No fallan escuadrones que los velan ,
Grandísimo tesoro recogido
Tienen los indios en aquel altura ; Según suelen hacer escarmentados
Y aqueste cumple mucho que ganemos Que todo lo consultan y nivelan ;
Para que todos nos aprovechemos. E ya no creerán que con obscuro
«Allí tenéis caudales para rentas, Ha de faltar quien suba por el muro.
No falsa ni dudosa la ganancia ; «Aquí tenemos guia que publica
Cursados sois en guerras mas sangrientas Haber otros riquísimos terrenos ,
Y antes de mas que menos importancia ; La provincia de Nori ser muy rica,
No se sufre que con nuestras afrentas La de Burilicá ni mas ni menos ;
Muestren estos salvajes arrogancia, Vamos do la ventura nos aplica ;
Porque tan honoroso vencimiento Corramos otros valles y otros senos ;
Sea para los otros escarmiento. Podría ser en tan larga distancia
«Bien conozco ser áspera ladera Hallar con menos riesgo mas ganancia.
Y grande la defensa del tirano; «Ansí que, pues agora no se puede
Mas á los españoles donde quiera Deste fuerte sacar valor alguno,
Lo mas difícil se les hace llano, Por haber tanta gente que lo vede,
Y mucho mas en parte donde espera Y tanto riesgo que mayor ninguno,
Cualquiera dellos de henchir la mano, Mi parecer, señor, es"que se quede
Pues entonces las cosas imposibles Para tiempo mas apto y oportuno,
Fáciles se les hacen y apacibles. Y el mismo tiempo que las cosas cura
«Ansí que, para ver desta pelea Ofrecerá sazón y coyuntura.»
Los fines concebidos en mi pecho, Dijo César las cosas que sabia
Este es mi parecer, el cual se vea Ser á seguridad mas convinientes,
Para que se confirme con el hecho ; Y en general por todos se decia
Mas si tenéis razón que mejor sea Que sus razones eran concluyentes ;
Y venga por camino mas derecho, Vadillo, que las mismas conocía,
Esa se tomará y esa se siga, Midió su voluntad con las presentes,
Y quien supiere mas, luego la diga.» Y ansí mandó que cuando la luz viesen
En demanda de Nori se partiesen.
Dijo Juan de Vadillo lo que siente Al tiempo que los prados con corona
Como poco cursado baquiano ; De flores se venían alegrando,
Y Francisco de César su teniente, Y el radiante hijo de Lalona,
Usando siempre de varón urbano , Por términos usados caminando,
Como viese callar toda la gente, Dejaba primer signo de la zona ,
Para le responder tomó la mano; Cuernos del blanco toro visitando,
Y hecho su debido cumplimiento, Vadillo con el campo peregrino
Aquesto respondió que represento : Para Nori dirige su camino.
«De los que labran, tractan ó pelean, Caminan con las mismas pesadumbres
Pocos hombres habría que perdiesen, En aquesta jornada sucedidas,
Si de la suerte que ellos las tantean Por descubrirse mas soberbias cumbres ,
Las cosas intentadas sucediesen : Mas altas y mas ásperas subidas;
Todos en general su bien desean Y aunque daban las guias certidumbres,
Y que desgracias nunca les viniesen ; Erradísimas van y divertidas
Mas acontéceles contrario desto Por grandes despoblados y por yermos,
Si se ofrecen á riesgo manifiesto. Y los mas españoles muy enfermos.
«Por esta causa suelen los prudentes Amenazó Vadillo mal las guias
Examinar de lejos el suceso, Si no lo sacan presto desla sierra ;
Fantaseando los inconvinientes Dicen que no se tractan estas vías
Que podrían venir en el progreso ; Por haber entre indios cruda guerra,
Y acerca desto muchos hay presentes Mas que prometen antes de tres dias
Que puedan ventilar largo proceso, De los poner en abundante tierra,
Como personas que del aspereza Pues aunque se perdieron los caminos.
El escapar tuvieron por riqueza. No por eso llevaban malos tinos.
«Y cada uno dellos bien alcanza , Y como Pablo vio miseria tanta,
Si tiene de razón viva centella, Y el campo por mil vias afligido,
Poderse vencer mal tanta pujanza Con cincuenta soldados se adelanta
Con poca gente do rocín no huella , Rompiendo por el monte mas tejido ,
Ni menéalos lances de la lanza Y en breves horas con ayuda santa
E l que con él revuelve y atropella ; Dieron en un camino mal seguido,
Ansí que, como fallen los caballos Por el cual fueron hasta ver acaso
Tengo por imposible subyectalios. Lumbre que denotaba campo raso.
»Y es esta que tenemos retraída , Cobraron todos ellos nuevo brío
Según por esperiencia vimos antes, Que les ponia ciertas esperanzas,
Gente desesperada y atrevida, Y dos cuartos de legua de desvío,
Con miembros y estaturas de gigantes ; Llevando recatadas ordenanzas,
Tienen una feroz arremetida Desde un árbor divisan cierto rio,
Y en ella firmes, fuertes y constantes ; Ambas orillas llenas de labranzas
Son sobre doce mil, á lo que pienso, Y grande población continuada
Y el número de tiros es inmenso. Por una y otra parle derramada.
«Las fuerzas de sus brazos son terribles. Luego se hizo mensajero listo,
Que traspasan sus tiros el acero ; Y á Vadillo llegó con el mensaje ,
Los golpes de mi escudo son visibles, Dando razón entera de lo visto,
Que dellos escapó hecho harnero ; Y haber sido de fructo su viaje;
Las entradas también inaccesibles. El cual, después de dar gracias á Cristo ,
Pues hemos de subir por contadero, Apriesa caminó con el bagaje ,
Y barrerán las galgas al instante Por teuellos la hambre de tal suerte
Cuanto se les pusiere por delante. Que estaban á las puertas de la muerte.
40 í JUAN DE CASTELLANOS.
Mas el Pablo Fernandez entre tanto Llegado» á lo raso los peones
Con los demás soldados abscondidos , Del a vanguardia, con sus armas prestos,
Después que ya la noche con su manto Vieron en anos altos reventones,
Huyó, rayos de Febo ya venidos, Por do tienen de ir, indios opuestos,
Salieron de la selva por un canto, Llenos de sus guerreras municiones
Pensando por allí no ser sentidos; Para los contrastar en los recuestos;
Mas hallóse confuso y arrepiso Mas, aunque conocieron el desino,
Por ver estar los indios con aviso. Los nuestros no dejaron su camino.
Debían de tener algún barrunto, El avanguardia sube todavía
Según que pareció la noche antes, Do bélico furor se multiplica,
O dellos que durmieron allí junto , Y entonces por Vadillo bien se via
O de contrarios otros circunstantes; Con cuánta fuerza cada parte pica;
En efecto, hallaron muy á punto Y ansí con cierta gente les envía
Un escuadrón formado de gigantes, Al escuadra Francisco de Mojica,
Con tales armas y de tal manera, Pero cuando llegó, de huelgo fallo,
Que cierto les pesó por salir fuera. Ya los otros estaban en lo alto.
Mas como ya no puedan hacer menos, Reconocieron ser bien defendidos
Por ser suceso de manos á boca, Los pasos á la gente forastera,
Asen las armas, y los puños llenos, Por ver inmensos dardos esparcidos
Contra los muchos fué la gente poca. Y lanzas de durísima madera;
Acometiendo todos como buenos, Muchos gandules muertos y heridos,
Y cada uno por lo que le toca; Y bien ensangrentada la ladera,
Puestos al punto del rigor amargo, Donde los arcabuces y ballestas
Danse tantas en ancho como en largo. Dieron libres pasajes en las cuestas.
Porque los indios con gentil denuedo
v Subieron los demás sin sobresaltos,
Con ser primera vez que ven cristianos, Por no hallar azar que los impida,
Con lanzas y macanas, á pié quedo, Y á causa de que estaban della fallos
Sabían menear muy bien las manos : Recogieron gran golpe de comida :
Hierve la furia y el furor acedo , Durmieron todos en aquellos altos
Los golpes que se dan no son livianos , Porque nocturna sombra los convida ,
Cuela por las costillas férrea punta Puestas por pasos desta dicha cumbre
Y el tajo, y el revés (pie descoyunta. Las velas que tenían de costumbre.
Crecen sanguinolentas tempestades Cuando mostraba ya la rociada
De los que van diciendo ¡ Santiago! Aurora sus colores por oriente ,
Juan Rüiz de Molina y Juan de Frades Toda la gente sana bien armada,
En bárbaros hacían grande estrago; Y con bastante guarda la doliente,
Pablo socorre las necesidades Prosiguen adelante la jornada
Con liles que no saben dar en vago; En busca de estalaje competente ,
Y todos los restantes compañeros Adonde el español menesteroso
No muestran menos vivos los aceros. Algunos dias goce de reposo.
Veréis el golpear á todo brazo, Yendo con la posible vigilancia
Cascar rodelas y hender escudos; Por dos partes caballos y peones ,
Desciende la macana que destroza Descubren valles de mayor distancia,
Por todas partes materiales nudos; Y en ellos muy espesas poblaciones
Y al capitán Alvaro de Mendoza Que de comida tienen abundancia,
Por su rodela llegan tan agudos, Sin defensa de duros escuadrones,
Que al tiempo que con ella se cobija Por ser de miedo ya todos huidos
Le quedó della sola la manija. Y á partes de mas fuerza retraídos.
El brazo quedó mal atormentado ; Aquestas eran ya las serranías
Mas con el otro tuvo tales mañas, De Nori, do llevaban el intento;
Que la hoja pasó por el costado, Y ansí, llegadas nuestras compañías
Rompiendo del contrario las entrañas; A pueblo que tenia buen asiento,
Fué luego socorrido y ayudado Hicieron pausa por algunos días,
Del antiguo valor de lae Españas, Los cuales se pasaban á contento;
Pues muchos ocurrieron al instante, Y por diversas partes los caudillos
Poniendo sus rodelas por delante. Buscaban los metales amarillos.
Ambas partes están encarnizadas ; Daban noticias indios que lomaban
Inumerable sangre va vertida: Tener el valle número crecido
Admirase de ver las cuchilladas De oro, pero todos afirmaban
Quien no las vido tales en su vida ; Un gran señor tenello recogido;
Al lin prevalecieron las espadas , Y ansí de sepulturas que cavaban
Poniéndose los indios en huida, Ninguna les mostró próspero nido;
Tomando todavía de los vivos Alguno se cogía de rancheos,
Aquellos que pudieron ser captivos. No tanto que hinchese sus deseos.
Conclusa la batalla con ventura, Perseverantes pues en su porfía
La sentencia de todos fué resuelta Hambrienta que tenían de oro fino ,
En determinación de gran cordura, Uno de la captiva compañía,
Sin querer esperar á la revuelta ; Desta provincia natural vecino,
Antes por la montaña y espesura Dijo de cierto pueblo que sabia,
En busca de Vadillo dan la vuelta : Poco mas de tres dias de camino,
Caminaron la noche, y otro día Y que, según por ellos se publica,
Encontraron el campo que venia. Sobraban minas y era gente rica.
Diéronle cuenta de lo descubierto La cudiciosa nueva percebida,
Y de aquella guazávara terrible, Cincuenta luego con el Pablo fueron
Do gran número de indios quedó muerto, Por sierrra de muy áspera subida
Y ser á su seguro convenible Y por tan malos pasos, que se vieron
Llevar militar orden y concierto; En harto detrimento de la vida;
Y ansí pusieron el que fué posible, Y al cabo de tres dias descubrieron
Con las preparaciones vigilantes Aquel pueblo quel indio les decia,
Que llevan ios guerreros caminantes. Cuya vista desguslo les ponía.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 111, MST. DE CARTAGENA, CANTO VI. 40^
Porque tenian casas fabricadas, Los cuales , aunque buenos corredores,
Altas del suelo hasta seis estados, No sin ¡jadear y sin aceso ,
Encima de los árbores fundadas, Dan nuevas á los otros moradores
Sobre fortalecidos soberados, De cómo su señor quedaba preso,
Con vigas bien compuestas y trabadas , Con ocho capitanes y señores,
Por barrios unos de otros separados, Entrellos personajes de gran peso ,
Según hallaban estos moradores Por aquellos barbudos caminan les
Los árbores mas gruesos y mejores. De quien tuvieron nuevas poco antes.
No selva que podamos decir densa, Los de los mas cercanos aposento»,
Antes el suelo limpio y escombrado, Oídas las pesadas relaciones ,
Donde su morador rústico piensa
Valerse por estar encaramado; Recogen belicosos instrumentos
Tienen pertrechos para su defensa, Y ordenan guerreros escuadrones;
Y el alto por lugares horadado, Serian en el número quinientos
Para que por allí contrarios miren Gandules, mas feroces que leones,
Para probarse con la gente nueva
Y con las armas ofensivas tiren.
Y quitalles la presa que les lleva.
Dicen tener aquestas poblaciones
Para se defender de las estrañas Pero los españoles que esto sienten ,
Gentes, y tigres, osos y leones. Por no Caer en términos de locos,
Que crian estas ásperas montañas, Para que con temor se desalienten ,
Y por otras algunas ocasiones Con tiros de arcabuz les hacen cocos,
No fundan en el suelo sus cabanas; A fin de que no lleguen y los cuenten
Es gente de gentiles proporciones Y vean claramente que son pocos,
Y algunos tienen telas de algodones. Pues estaban dudosos y perplejos
Y aunque brazos y piernas descubierta?, A causa de tener el campo lejos.
A vergonzosas partes dan reguardo; La bárbara canalla se repara,
En uso de sus armas son espertos, No sin frió temblor y gran espanto ,
Y para las tomar ninguno tardo; * Oyendo truenos y estampida rara
En los tiros que hacen son muy ciertos; A ellos que no vieron otro tanto ;
Usan macana, honda, lanza, dardo; Traspasa pechos la veloce jara,
Quisieran luego nuestros castellanos El salitroso humo causa llanto
Que bajaran á dar amigas manos. En aquellos que del eran heridos
Mas no consienten que de paz se trate; Y á miserable fin fueron rendidos.
Y ansí para bajallos de las casas, En esto la nocturna pesadumbre,
Entran debajo para su combate , Por apartarse ya rayos febales,
Procurando cortar nativas basas; Cubrió los hondos valles y la cumbre,
Y como nadie dellos se recate. Dando paz á los otros animales ;
Encima llueven encendidas brasas, Mas antes que viniese nueva lumbre
Rescoldo vivo y agua tan hirviendo, Y se juntasen estos naturales,
Que del lugar se vuelven retrayendo. Los nuestros á gran priesa se volvieron
También caian tan pesados cantos Por el mismo camino que vinieron.
Por una y otra y otra saetera, Como fuesen por camino sabido.
Que no dejaban de poner espantos De menos duración fué la distancia;
A los que los miraban mas afuera; Vadillo se holgó cuando los vido
De dardos ansimismo vuelan tantos , Con los captivos, aunque sin ganancia ;
Que temía la gente forastera; Diéronle cuenta de lo sucedido
Fué desde la mañana la porfía Y no cumplir allí hacer instancia,
Hasta quel sol pasó de medio día. Por ser las barbacoas gente diestra
Visto que diligencia no les presta
Ni por vias de paces ni por fieros, Y no hallar de oro buena muestra.
La bala de arcabuz y la ballesta En este tiempo, como mas vecino
Apuntan por algunos agujeros; Del pueblo que ocupaba nuestra gente ,
Y acaso sin saber á quién asesta El cacique de Nori de paz vino
Mataron dos ó tres indios guerreros, Que llamaban Nabuco comunmente,
Y otros algunos hubo mal heridos, Y trajo dos mil pesos de oro fino
Que se supo después de ser rendidos. Con otras muchas cosas en presente :
Porque el cruel efecto de la bala Sagaz y en el aspecto venerable
Al indio principal escandaliza , Y para bárbaro varón afable.
Como le vio hacer obra tan mala, Fué del gobernador acariciado ,
Y á todos los demás atemoriza; . Y porque de su pecho no presuma
Y ansí mandó que larguen una escala Vivir de recompensa descuidado,
A manera de puente levadiza, Mandóle dar una galana pluma
Por do bajaron él y otros cincuenta, En un bonete nuevo colorado
Y mujeres y niños en mas cuenta. Con otros dones de pequeña suma ;
Mas antes que bajasen al entrego Y aunque no fueron cosas de momento
De los que estaban del desconfiados, v E l bárbaro mostró quedar contento.
A sus ropas y joyas ponen fuego Fué luego separado de la junta,
Encima de los altos soberados; Y para percebir lo que replica
El cacique llegado dijo luego : Vadillo con la lengua le pregunta
« Decid a qué venís encaminados, Por dónde podrán ir á tierra rica:
Qué bienes pretendéis ó qué provecho Que diga con verdad lo que barrunta
De quien nunca jamás nial os ha hecho.» O la fama común le certifica,
La lengua declaraba las razones; O si tiene contrarios en su tierra
Pero para volvelle las respuestas, Porque ellos vayan á hacelles guerra.
Sus voluntades y sus intenciones Nabuco dijo, que de las vecinas
Hizo Pablo Fernandez manijiestas, Tierras donde poseen miuerales,
Pues luego les mandó poner prisiones Sabia por personas lidedinas
Que para tal efecto tienen prestas , Los de Buritieá ser principales ;
Sin dejar pieza de las que salieron , Y que por ser tan prósperas sus minas
Escepto dos ó tres que se huyeron. Eran ricos aquellos naturales,
Y que para llegar donde decía
El quería servir de buena guia.
408 JUAN DE GASTELLANOS.
Tal secreto Nabuco desencierra , Un camino hallaron espacioso,
Según quieren decir vivos testigos, Del cual diré después en mi tractado,
A lin de que saliesen de su tierra Porque de tanto trance riguroso
Y no hagan allí largos abrigos; Agora yo me hallo fatigado ,
O como siempre tienen dura guerra , Y quiero dar los brazos al reposo
Por ser unos de otros enemigos, Y á los ojos el sueño deseado ;
Pues hasta hoy, do quiera que se tomen, Pues á causa de ser la vida breve
Es muy averiguado que se comen. A ratos quito lo que se les debe.
Pero Vadiüo con la buena nueva,
Que fué para su hambre conviniente,
Y por certificarse con la prueba ,
Determinó partir dia siguiente CANTO SEPTIiMO.
Por el camino que Nabuco lleva,
Que por dos ó tres días fué patente; Donde se cuenta lo sucedido en la provincia de Burilirá, y en lai demij
provincias por donde pasó el licenciado Juan de Vadillo, hasta que tu
Mas este se perdió con espesuras gente lo dejó, y no quiso seguillo.
Y en bosques y montañas muy obscuras.
Donde hallaron grandes cenagales Aunque para salir con sus intentos
Cuyos discursos eran intractables, Tengan hombres avisos necesarios,
Tierra que tiembla, sucios tremedales , No siempre pueden los entendimientos
Do se gastaban horas miserables, Evitar casos que les son contrarios ;
Tanto que fueron los pasados males Y ansí los regulados pensamientos
En su comparación mas tolerables; Acontece tener sucesos varios,
Iban todos al fin de tal manera , Y el que da mejor orden á su vida
Que cada cual de vida desespera. Después halla diversa la salida.
Y muchas noches, aunque habia rama Desta manera pues en el progreso
Donde poner los cuerpos fatigados, Del licenciado, que salió pujante,
No siempre se podia hacer cama, El inttnto no tuvo tal suceso
Y estaban a las plantas arrimados, Que no fuese del suyo discrepante;
Los pies metidos en aquella lama Y su diseño tuvofinavieso,
Y cíe cien mil misterios rodeados: Como declararemos adelante,
Tal es la condición del cudicioso No porque le faltase gran prudencia,
Que no halla camino trabajoso. Solicitud y viva diligencia.
Pero viendo su gente de mal arte Y en los trabajos de cualquier estrecho
El cauto y animoso licenciado, Y del riesg» mayor y mas pesado,
Al Nabuco mandó llamar aparte , Nunca dejaba de poner el pecho
Diciéndole : «Tú, perro, me has burlado.» Tan bien como cualquiera buen soldado,
El dijo : «Nuncayo quise burlarte, Mostrando siempre ser hombre de hecho
Ni tuve contra tí pecho dañado; Y en acontecimientos denodado;
Mas por guerra que tienen los vecinos A tiempos tuvo condición terrible,
No se frecuentan sendas ni caminos. Y á tiempos muy afable y apacible.
»A1 mal que padecéis yo voy subyelo, Hallado pues aquel primer sendero,
Sin ser de mas quietud las horas mias ; Con deseo de ver tierra poblada ,
Pero presto veremos el efeto, Determinó de ser el delantero
Y estas pisadas no serán baldías Por animar la gente fatigada:
Pues enBuritícá, donde prometo, Vieron luego su fin y paradero,
Podemos entrar antes de dos dias ; Mas no para hacer allí parada,
E yo no prometí ni es en mi mano Pues se continuó por una cuesta
Daros la tierra con camino llano.• Angosta, prolijísima y enhiesta.
Con esto perdió saña que tenia Peñol inaccesible que tenia
El Vadillo, quedando convencido, Altísimos los lados y la frente,
Y el indio cumplió bien lo que decia Al cual por dos entradas se subía,
Sin alargar el plazo prometido; La una de la otra diferente ,
Pues antes de cumplir tercero dia De tan grande angostura, que podia
En la provincia dicha fué metido Una persona ir tan solamente;
Y en tierra rasa, clara y escombrada, Y en lo alto después de la subida
Pero tal que ninguna tan doblada. Habia mucha gente recogida.
Pues al septentrión y al mediodía, Porque tenían principal asiento
Y al orto y al ocaso, van subidos Y en lo mas llano del pueblo fundado,
Cerros, la cumbre dellos algo tria; Y para mayor fortalecimiento
Y ansí los indios andan bien vestidos, Esraba de palenque rodeado;
Dispuestos y de mucha gallardía, Dentro crecida copia de alimento,
Valientes, sueltos, bravos y atrevidos Y de diversas armas pertrechado,
Y ricos, pero poco labradores, En tal manera que según la muestra
Por ser de oro todas sus labores. Debían esperar la gente nuestra.
A las cuales inclinan bien el cuello La principal subida que se vía
Al tiempo que doradas venas hieren ; Estaba tan profunda por los lados,
El oro es el que les da resuello, Que si de lo hollado desmentía
Por ello viven y por ello mueren ; Quien llevase los pies mal asentados,
Por ello tienen bienes, y por ello Como bala que polvorín envía
A sus casas les traen cuanto quieren ; Habia de rodar dos mil estados,
Y en la tierra domina tal estrella Donde con muerte de cruel tormento
Que es una pasta de oro toda ella. Pagase su furor y atrevimiento.
Entrados pues en tierra sin montaña Estando nuestra gente pues confusa
Y de las condiciones que ya digo , Mirando los peñoles y aspereza ,
Nabuco se volvió con su compaña Juan de Vadillo dijo : «No se escusa
A do tenia natural abrigo, Tomar esta nativa fortaleza,
En gracia y en amor de los de España Donde podéis creer estar reclusa
Y para nunca selles enemigo; Alguna grande copia de riqueza,
Y sigue su viaje nuestro bando Pues no de balde su morador piensa
Alguna's poblaciones indagando. Tener aquí segura la defensa.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO Vil. 407
»Ea pues, gente clara castellana , Llueve por todas partes piedra gruesa
Que bien conozco vuestra fortaleza De dardos una y otra rociada ;
En los negocios que tomáis de gana; Viene volando no con menos priesa
Pues la mayor altura y aspereza Lanza de palma dura bien tostada;
Soléis supeditar y hacer llana, De cada cosa nube tan espesa
Sin mostrar cobardía niflaqueza; Como la que de rayo fué rasgada,
Y ansí lo que tenemos de presente Tanto que Noguerol ya no prosigue
De vuestra voluntad está pendiente.
«Subamos por la via manifiesta, Y espera que la furia se mitigue.
Yendo detrás de cada rodelero Y el mísero parece que sospecha
Ofensa de arcabuz y de ballesta Aquel dia falal que nos espanta,
Que pueda contrastar al indio fiero; Pues no sé de qué mano fué derecha
Porque cuanto la loma mas enhiesta • Funesta punta de tostada planta,
El contrario será menos certero, Cuyo furor escudo no desecha
E yendo por el medio de la senda Hasta que se metió por la garganta :
Los caballos podrán subir de rienda.» Rompe las venas, sangre va vertida f

Con tales alabanzas los sublima , ' Y tras ella huyó la cara vida.
Y allí los esforzó de tal manera, Detiénelo Orozco que no caya
Quel de mayor y de menor eslima En la profundidad, aunque él recela
Y el que mas recelaba la carrera, Otro tan duro golpe de azagaya;
Con fuerte brio los demás anima Pero cubrióse bien con la rodela ,
Y muere por llevar la delantera; Y todos los demás están á raya,
Y según lo dispuso la cabeza Como no sube la primer tutela:
Cada cual se dispone y adereza. De mano en mano va por los oídos
Guarnécense de pecios de algodones, Noguerol muerto y otros diez heridos.
Espadas y rodelas embrazadas, Sabido por Vadillo, les decia :
En las cabezas fuertes morriones, «Adelante, valientes españoles.
Los cascos aforrados y celadas, Que si Noguerol vio su postrer dia,
Proveídos de plomos los cañones, Por eso quedan muchos Nogueroles,
Ballestas con harpones encajadas : E ya la cuesta poco se desvía,
Desta manera suben las cuadrillas Para poder ganar estos peñoles;
Y á veces hacen pies de las rodillas. Y cuanto mas allá vamos llegando-
El avanguardia Noguerol la loma, El camino se va mas ensanchando.»
Caminan pues como mejor podían
Mancebo valeroso y esforzado ; Fallando siempre balas y harpones,
A sus espaldas iba por la loma Y de los fuertes altos no venian
Joan de Orozco, práctico soldado ; Tantos ni tan espesos los turbiones ,
En seguimiento del atrás asoma Por cuya causa todos presumían
Un hermano de Rojas, señalado : Acabárseles ya las municiones;
Vecinos estos dos en Tunja fueron Y ansí cristiano marte se apresura
Y ha menos de seis años que murieron. Hasta llegar á parte mas segura.
Ansí los demás iban enhilados, Pues el Joan de Orozco como via
Que no pueden subir de otra manera; El terrible furor algo mas manso,
Los caballos quedaban rezagados Ganó cierto mogote que hacia
Con sillas solas, faldas y testera, Una cierta manera de descanso,
Los cuales como bien amaestrados No llano, que planicie no tenia,
Con gran tiento subian la ladera ; Pero su compás era masespanso :
Y aunque se daba grita de lo alto Y en lo restante de los reventones
No por eso tomaban sobresalto. Podían ir ya juntos tres peones.
Que luego se mostraron los morenos- Con mas velocidad continuaron
Con la grita que tienen de costumbre, Como los pies podían hacer presa
f

Saliendo de los cóncavos y senos Y tal maña se dieron que ganaron


Nubadas de crecida muchedumbre; Otro compás de mas cómoda mesa,
Los riscos y peñascos están llenos Adonde se pararon y afirmaron
Cuantos había por aquella cumbre, Porque la gente fuese menos les»;
Sin dejar en aquel frontero lado Y allí mas á placer se defendieron
Lugar que no tuviesen ocupado. Hasta que los caballos ya subieron.
Según de torres alias las almenas , Como fuese mas llano lo restante,
Guando vienen de tordos mil manadas,. Tal que podían ir á media rienda,
Que todas negreguean y están llenas Saltan en los caballos al instante
De chirladoras aves ocupadas, Y aprietan las espuelas por la senda :
Y abiertas y patentes socarrenas Los indios que caballos ven delante
Son de unas y de otras visitadas, Parecíales ser visión horrenda,
Andando>con bullicio presuroso Y ansí con rostro triste y amarillo
Sin punto de sosiego ni reposo: Van á poner en cobro su hatillo.
Ni mas ni menos andan inquietos El tumulto fué luego dividido.
En parles cómodas encaramados, Saliendo del peñol por otro lado,
Dispuestos á los bélicos efetos, Y el cacique por ser mas alrevido.
Los unos y los otros embijados Quísose defender en el cercado ,
Con un cierto betúmen, unos prietos El cual lijeramente fué rompido
Y otros por consiguiente colorados, Por ser de pocos indios ayudado;
Y cada cual de los de á la redonda Admíranse de ver equinos cuellos,
Con dardo, con macana, lanza, honda.
Y ansí huyeron y el señor con ellos.
Les cuales como vieron que se llega
El escuadrón sencillo de cristianos , Entraron pues ajenos pareceres
Comienza la durísima refriega Desenvolviendo fardos y balijas;
Saliendo tiros de robustas manos , Hallaron muchos niños y mujeres
Guiados del ardor y furia ciega Y ropa de sus mantas ó cobijas;
Que enciende y alborota los humanos; No hallaron del cacique sus haberes,
Suenan los golpes dados en testudos Mas su mujer prendieron con dos hijas:
De cascos, de celadas y de escudos. Era moza de cuerpo bien dispuesto
Y de hermoso y agraciado gesto.
408 JUAN DE CASTELLANOS.
Joyas de oro bailaron principales, Desta suerte lo sacan de la villa ,
No tantas cuantas son sus intenciones , Asidos todos cuatro de la rienda;
Mas hallaban do quiera materiales A las espaldas la demás cuadrilla
Y fraguas do hacían fundiciones , Dispuestos á belígera contienda:
Y muestras de tener ricos caudales, El indio guia por una cuchilla
Que no fueron falaces opiniones; De gran altor y muy estrecha senda ,
Pero túvose por averiguado Profundos y derechos ambos lados
Que todo lo tenían enterrado. Por do van lodos ellos enhilados.
Y por-hallarse mucho bastimento Yendo desta manera caminando,
Y llegar fatigados del viaje, En unos ásperos derrumbaderos
Pausa hicieron en aquel asiento El indio se arrojó, precipitando
Proveyéndose de matalotaje : Tras sí lodos los cuatro compañeros^
El cacique después del rompimiento Unos sobre los oíros trompicando,
Al gobernador envió mensaje, Rodando por aquellos peladeros ,
Diciéndole querer venir á vello Hasta que cierta mata que alii hubo ,
Si le daba licencia para ello. Que fué ventura grande los detuvo.
Holgó Vadillo con^l mensajero, Pero sus pensamientos fueron vano»
Tpactándole con amigable mano , En quererse librar desta manera,
Y dijo : « Días ha que yo lo espero Pues los cuatro soldados veteranos
Con firme voluntad de pecho sano-, Iban lodos siguiendo la collera, •
Y ansí podrás decille que yo quiero Sin soltar la cadena de las manos,
Tenelle por amigo y por hermano; Con ir á su pesar por la ladera
A su casa se venga y á su nido Todos cinco revueltos de nial arte,
Porque será de mí bien recebido. » Hasta que dieron en aquella parte.
Como le diesen este buen recado, Eran, según Orozco me declara,
Determinó venirdia siguiente, Zarzales los opuestos embarazos,
De capitanes hien acompañado. Do cada cual llegó rota tacara
Vestidos de algodón galanamente ; Y desollados pies, piernas y brazos;
Holgóse de lo ver el licenciado, Mas si deste lugar se discrepara
Y el indio mostró grave continente: Se hicieran trescientos mil pedazos :
Era de grandes miembros, gentil hombre, Los que miran de arriba con espantos
Y ninguno se acuerda de su nombre. A Dios ios encomiendan y á sus santos.
El astuto gandul como sintiese Y machos ansimismo con el miedo
La sed insaciable que traía, De vellos ir rodando que no paran,
Rogó con gran instancia que le diese A grandes voces dicen: «Credo, credo» ,
La mujer y las prendas que tenia, Como si de la horca los echaran ;
Y que por el rescate le pidiese Quedó Vadillo con él resto quedo ,
La cantidad de oro que quería : Que bien pensó que nunca mas tornaran ,
Vadillo, viendo las promesas larga», Porque fué tal espacio lo que fueron
Pidióle de buen oro doce cargas. Rodando, que de vista los perdieron.
Otra cosa pedia demás desto, Pero los cuatro deste detrimento,
Negocio que no menos se estimaba , Puestos en el zarzal ya referido,
Y fué que le hiciese manifiesto Después de recobrar algún aliento
El venero de donde se sacaba ; Suben con el cacique bien asido :
Todo lo cual con apacible gesto Juan de Vadillo recibió contento
El prometió según se le mandaba , Con todos los demás cuando los vido,
Como quien no tenia pensamiento Porque ninguno ya hacia cuenta
De dar á sus palabras cumplimiento. Escapar vivos de tan gran tormenta.
Dijo pues que soltasen su matrona Y no volvieron por aquella frente
Para que busque los ocultos bienes, Por donde se vinieron despeñando,
Y en vez que represente su persona Sino por olra parte diferente
El quería quedarse por rehenes : Por menos asperezas rodeando ;
Vadillo viendo lo que le pregona Mas tales que no van seguramente
Aquesto le concede sin desdenes; Sino con pies y manos gateando.
Partióse luego con los que quería Hasta que con inmensa pesadumbre
Quedando de volver á tercer dia. Todos cinco llegaron á la cumbre.
Estuvieron diez días en espera, Desgarrados los cueros y pellicos ,
Sin respuesta tener mala ni buena; Las cabezas bien atoroudonadas,
Y viendo no venir la compañera Y lodos ellos hechos los hocicos
Y el cacique mostrar ninguna pena, Al modo de mujeres mal casadas;
El cuello le pusieron en collera, Lo cual se padecía por ser ríeos
Pendiente della siempre la cadena : Con otras desventuras no contadas,
Que sin prisiones lo tenían antes De las cuales la parte menor pinto,
Rodeado de guardas vigilantes. Por ser inesiricable laberinto.
Como perdiesen pues el esperanza Llegado pues el misero captivo
De podelle sacar estos dineros, A la presencia deste licenciado,
Tractan de la segunda confianza Luego como varón vindicativo
Que fué les descubriese los veneros ; Y en los enojos nada reportado,
Y el indio dijo sí» mostrar mudanza A sus negros mandó quemado vivo,
Fuesen con él algunos compañero.*, Los cuales ejecutan su mandado,
Prometiendo mostrar á los cristianos Sin que bastasen ruegos ni razones
Dónde sacaban los dorados granos. Que daban mas compuestas condiciones.
Apercibióse número de gente Al pueblo se volvieron con aquesto,
Con deseo de ver lo prometido, Deste mal hecho cada cual pesante;
Y fué Juan de Vadillo y el teniente , Rajaron otro dia del recueslo
Cada cual dellosbien apercebido; Y el cuerpo caminó mas adelante.
Cuatro soldados del ramal pendiente Entrando por camino tan molesto
Llevaban al cacique bien asido , Que no se vido cosa semejante.
Suero, Díaz, Patino, Alvar García , Y llevando del diestro ios caballos
í otro que Portalejfre se decía. Que de otra suerte no pueden llevalloi.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 111. HIST. DE CARTAGENA, CANTO VIL 40J
Al cabo de seis dias de camino, Caminaron la vuelta del ocaso ,
Con deseo de ver tierra mas llana , Con aquel orden que les convenia,
Pablo Fernandez, hombre de gran lino, Al llano que hacia muy al caso
Descubrió luengo trecho de zavana ; Para valerse la caballería ;
Mas no se pudocaptivar vecino Pero cuando salieron á lo raso ,
Ni verse por allí "villa cercana; La bárbara caterva no dormía ,
Pero como por ellas se desmande Antes su pensamiento les engaña,
Las aguas descubrió de un rio grande. Pues ven gentes armadas en campaña.
Después que ya llegó toda la gente, El son de sus cornetas suena luego
Rancheáronse cerca del arena, Que vieron á la gente peregrina ,
Y como viesen rio tan potente Y porque no gozasen del entrego
Juzgaron ser el de la Magdalena; De la villa que estaba mas vecina,
Impetuosa lleva su corriente-, A las pajizas casas ponen fuego
Por ¡as barrancas va la madre llena; Con determinación luciferina,
En la parte frontera ven labores, Y en escuadrón formado, como diestros ,
Y allá procuran ir diez nadadores. Al camino salieron á los nuestros.
Espesura de lanzas y de dardos
Sintieron al pasar terrible frió; Por una y otra parte se menea ;
Hallaban la corriente menos blanda Gandules bien dispuestos y gallardos
Cuanto mas van, y ansí del medio rio Y multitud de bárbara ralea ,
Revolvieron á la primera banda Con todos los conciertos y reguardos
Pareciéndoles torpe desvario Que suelen los cursados en pelea,
Proseguir adelante su demanda : Y con la mano presta y alterada
Vadillo se holgó cuando los vMo, Se llegan á la gente baptizada.
Porque contra su voto habian ido. Como la guerra ya se les intima ,
La gente se juzgaba por perdida, En los caballos que iban encubiertos
Por haber grande número de dias Aquellos cuyos son saltan encima
Que padecían falla de comida , Para romper los bárbaros conciertos ;
Y no podían caplivarse guías El indio mas feroz se desanima ,
A causa de saber de su venida, Y algunos se quedaron como muertos;
Mediante relación de las espías ; Otros con el espanto y el recelo
Y si hallaban pueblos á los lados , Pegan el rostro y ojos por el suelo.
Estaban los vecinos retirados. Como quien va de noche por camino
Mas el Pablo Fernandez, aunque flaca Con algún temeroso pensamiento,
Tenia ya su fuerza de gigante, Que vio sombra de espíritu malino
De la gente mas sana treinta saca, Y queda sin vigor y sin aliento ,
Descubriendo con ellos adelante Cayendo con el grande desatino
Una provincia que llaman Iraca , Forzado de tan nial impedimento,
Llena de poblaciones y abundante; Y por sus coyunturas corre rio
Y antes que por la tierra se metiese Con la superfluidad del sudor frío:
Al campo dio mandado qife viniese. Ansí los bárbaros se desalientan
Llegaron al Vadillo tres peones Cuando vieron cuadrúpedos armados,
Con el recado del que los envía, Y mas desque el rigor esperimentan
Al cual no le faltaban aflicciones, De lanzas con los hierros afilados,
Viendo con aflicción su compañía ; Que por los escuadrones ensangrientan
Pero después que oyó las relaciones, Las espaldas, los pechos y costados ;
Mudólas en contento y alegría , Otros también tomaban por remedio
Y por estar la noche ya cercana, Poner no poca tierra de por medio.
Partieron otro dia de mañana.
Abreviando la gente su carrera , Estos se deswaron larga presa ,
Porque necesidad los compelía , Dejando las guerreras municiones ,
Llegaron donde Pablo los espera Sin que torciesen punto la cabeza
Oculto con aquellos que tenia ; Atrás, á causa de no ver visiones ;
Y porque ya remate de luz era Y por donde sus pnsos endereza
Esperaron la del siguiente dia : Ninguno dellos halla trompezones ,
Duermen debajo de fieles velas Antes el reventón y el altozano
Y á punto las espadas y rodelas. Por do guia sus pies hallaba llano.
Desque se despidió nocturna hora , Los que gozaron destos vencimientos
Que de plantas cubría verdes cuellos , Sin rtcebir contraste ni herida,
Y la real presencia del aurora Como necesitados y hambrientos
Serenos descubrió sus ojos bellos , Adelante llevaron su corrida ,
Y el rey de Délos desde donde mora Hasta que ya hallaron aposentos
Tendió doradas hebras de cabellos. Sanos y proveídos de comida;
La gente fuerte que mi pluma cania Y por ser buen terreno y abundoso
Para nuevos recuentros se levanta. Estuvieron dos meses de reposo.
Aprestan armas para las reyertas , También hallaron sal en abundancia,
Cursadas en horrísonas contiendas : De que necesidad se padecía :
Componen los caballos con cubiertas , Teníanla los indios por ganancia
Subyeclos al meneo de las riendas, Y era su mas preciada granjeria,
Los cuales como bestias bien espertas De pozos que por esta circunstancia,
Mostraban de razón no sé qué prenda , Por ser de agua salada , se hacia;
Pues cada cual se alegra y regocija , <fc ansí quisieron en aquel asiento
Viéndose con belígera cobija. Hacer mas largo su detenimiento.
A pié van los ginetes por la spnda , Porque de los trabajos precedentes,
Porque por ir mas altos no los viesen , Que parte dellos queda referida ,
Llevando los caballos de la rienda , Andaban fatigados y dolientes,
Y subir luego que menester fuesen , La cara cada cual descolorida,
Y porque su venida no se entienda Y no pocos soldados escelentes
Hasta tanto que los acometiesen ; Habian concluido con la vida,
Pues su negocio lleva bien guiado Yel buen Pablo Fernandez, varón fuerte
Quien al contrario baila descuidado. i ii Iraca también halló la muerte.
-no JUAN DE CASTELLANOS.
Porque de la pasada desventura Defendíanse bien en la batalla
No se sentía todos días bueno , Estos seis blancos y la gente prieta ;
Y allí le dio tan recia calentura Mas era tanta la cruel canalla
Que le despachó dentro del septeno, Que por todas las partes los aprieta,
Sin que pudiese remediallo cura , Que derribaron sin valelle malla
Aunque no tuvo cumplimiento lleno; A Fernando de Hoyos, un trompeta,
Pero hízose todo lo posible Y en el arrebatado desconcierto
Para libralle desle mal terrible. También Diego de Tapia quedó muerto.
Causó la muerte suya grave pena, Crecida multitud los señorea,
Por ser en proseguir esta jornada De jáculos agudos todos llenos ;
Principal eslabón de la cadena Los cuatro blancos y los de Guinea
Las veces que se vio casi quebrada ; Gran ralo pelearon como buenos ;
Hizo lo que la santa ley ordena Pero cansados ya de la pelea
Al tiempo de partir desla morada , Huyeron de los doce diez morenos :
Recibiendo los santos sacramentos Los dos abominando la huida
Y con declaración de sus intentos. Pelearon hasta perder la vida.
Porque Vadillo, no sin gran prudencia, Como se viesen ya sin esperanza
Y con la necesaria vigilancia, De poder escapar los cuatro blancos
A los enfermos de cualquier dolencia Pusieron en sus pies la confianza,
Aconsejábales con gran instancia Huyendo por quebradas y barrancos ;
Examinasen luego su conciencia A Fresno le clavó volante lanza ,
Y dispusiesen bien de su substancia, Mas todavía dio veloces trancos :
Y él mismo con cristiano pensamiento Espuela mala para su carrera ,
Daba la claridad del testamento. Mas con ella la hizo mas tijera.
También en las montañas mas molestas Emboscáronse pues por matas ciegas,
Que cumplía con brevedad dejallas, Cada cual por su parte dividido,
Si por ventura señaladas fiestas Pero cansado Pedro de Villegas,
Venían antes de poder pasallas, En cierto hoyo se quedó metido;
No mirando razones contrapuestas, Los tres que se libraron do las bregas
Con devoción Lacia celebrallas, Dieron nuevas del mal acontecido,
Sin consentir quel campo se moviese , Aunque primeramente se las dieron
Aunque necesidad los compeliese. Aquellos diez esclavos que huyeron.
Iraca pues como se desocupe Pues sin llegar los tres, había rato
Del cebo que tuvieron abundante, Que hizo caminar Juan de Vadillo
Por relaciones del Orozco supe, Caballos y peones al rebato,
En el misino viaje caminante , Baltasar de Ledesma por caudillo ;
Cómo quisieron ir á Naralupe, Llegaron donde fué su desbarato,
Provincia que tenian adelante, Mas bárbaro no ven para seguido,
Y para la hallar allá camina Y de los muertos solo las cabezas,
Con soldados Joan Ruiz de Molina. Que los cuerpos-IIevaron hechos piezas.
La guia que la nueva certifica , Mándanlas enterrar en un ejido,
En la tierra de Iraca residente , Poniendo ciertas cruces en señales;
Afirmábales ser la tierra rica A las voces que daban y al ruido
Y tener grande número de gente ; Salió Villegas de los matorrales,
Y por esto Francisco de Mojica Donde quedaba solo y abscondido
Fué con este caudillo juntamente, Con miedo de los bárbaros bestiales ;
Por aquel orden que Vadillo quiso, Y dio gracias á Dios devotamente
Porque mas presto diesen el aviso. Por lo sacar de riesgo tan patente.
Entre tanto la gente detenida Con él al campo luego se volvieron,
Con Vadillo, diez negros enviaron No sin derramar lágrimas los ojos ;
Por las labranzas á buscar comida, Y á la venida, por los altos vieron
A los cuales los indios saltearon Indios que les mostraban los despojos;
Y privaron al uno de la vida, Mas por la gran altura no pudieron
Porque por pies los otros escaparon ; Jamás vengar en ellos sus enojos.
Y al miserable que quedó captivo Con ya hacelles cada dia fieros,
Para comer le desmembraron vivo. Dando grita por cima los oteros.
Como por el Vadillo se supiese Escuadrones andaban por la cumbre,
Aquesto que sucintamente digo, Sin bajar á hacer con armas prueba,
A Caravajal hizo que partiese Y estuvieron en esta pesadumbre
Con gentes á buscar al enemigo, Cinco ó seis dias, hasta saber nueva
Y con sangrienta mano, si pudiese, Que diese claridad y certidumbre
Relajase las riendas al castigo : Dejos caminos que Molina lleva,
Partió luego con treinta peregrinos, Para salirse ya del estalaje
Los seis ó siete delios en rocinos. Y llevar adelante su viaje. '
Los indios esperaron en campaña, El cual con el Mojica peregrina
Sin rehusar venir en rompimiento , Por ver de Naralupe las fronteras,
Pero la gente válida de España Y los pasos por donde se camina
Aquesta concluyó con fin sangriento, Son altas y asperísimas laderas;
Pues en el pelear se dio tal maña Opónese la gente convecina
Que mataron por uno mas de ciento, A contrastar cristíferas banderas ,
Y con algunas joyas á los cuellos m Mas los soldados del cristiano bando
Se volvieron al campo lodos ellos. No pierden , antes siempre van ganando-
Dos dias después desta cabalgada, Enviáronse pues de gente diestra
Por tener de comida gran inopia, Peones á llamar al licenciado,
Salió de seis soldados cantarada Porque lo que ya vían daba muestra
A la buscar con doce de Etiopia; De ser el territorio bien poblado:
Los bárbaros hicieron emboscada Juan de Frades llegó que los adiestra,
Al tiempo que volvían ya con copia, Y Vadillo partió, visto recado,
Y muchedumbre de caribe gente Yendo delante los azadonaros
Dieron en ellos repentinamente. Para hacer caminos andaderos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VII. 4H
Mas aprovechan poco los conciertos Como suelen hacer en coso llano
Pjra llevar subida descansada , Al toro que á la lidia se subyela,
Por ser tan asperísimos los puertos Que le da grandes silbos el villano
Que apenas hallan dó hacer parada, Y hace cocos para que arremeta,
De noche , según son altos y yertos Y en soltando la vara de la mano
Y la cuchilla dedos delicada; Rusca luego guarida dó se meta ,
Suben con grande tiento los caballos, El ojo siempre vivo y el pié presto,
Tanto que fué milagro sustentados. Para poder tomar seguro puesto :
Y cuando se quedaban alojados El bárbaro cruel desta manera
En medio de los ásperos recuestos, Con importunidad anda silbando,
Los caballos, en árbores atados, Y con brincos y saltos desde afuera
De tan mala manera quedan puestos, Agudos jáculos desembrazando;
Que parece lenellos ahorcados , Si el español acude, no le espera,
Sobre los pies traseros muy enhiestos, Mortífera respuesta recelando;
Asidos-siempre de la gruesa rama , Y la nube de dardos que no cesa,
Sin osar en el suelo tomar cama. Cuanto mas tura tanto mas espesa.
Y cuatro que quisieron de cansados Crece la saña del furor horrendo;
Auméntase terrible torbellino;
Tomalla por allí, como mal diestros, Los que con los caballos van subiendo
Sin medio de poder ser ayudados, Abrevian lo posible su camino,
Quebraron fácilmente los cabestros Y es porque cada cual con el estruendo
Rodando sobre mas de mil estados, Era de los efectos adevino :
Do no fueron mas vistos de los nuestros ; Quedaron pues , oyendo los tropeles,
Pues antes de llegar á las honduras Cuasi pasmados estos infieles.
Iban deshechas ya las coyunturas.
Con este sinsabor y desavío, Porque por el lugar que le compete,
Y rebatos también que no faltaban , Para romper furiosa confianza,
Llegaron á Garú, que es cierto rio, Date los calcañares el jinete
Donde los dos caudillos esperaban: Y da tiempos debidos á su lanza:
Habia por allí mucho gentío, El Francisco de César arremete
Cosa que todos ellos deseaban ; No con aumento poco de matanza;
Supo de ciertos indios el Mojica, Y ansí por su lugar en breves puntos
La ciudad dicha Cori ser muy rica. Habia copia grande de defunto¿.
Lleváronlos delante del regente, Fué de los indios la turbaciVlanía,
El cual, certificado, luego manda Viendo delante lo que nunca vieron,
A Francisco de César, su teniente, Que ya ninguna grita se levanta ,
Vaya con brevedad en su demanda ; Ni después de sus armas se valieron ;
El cuaPnómina hizo de la gente, La voz del español victoria canta ;
Caballos y peones, buena banda : Los bárbaros callaron y huyeron;
Por todos van sesenta, cinco menos, Siguieron media legua los alcances,
Que se sentian de salud mas llenos. Do se hicieron sanguinosos lances.
Pasaron asperísimos recuestos Vuelven á saquear bárbaros nidos,
Que pocos en altura semejantes, Donde no se halló próspera suerte ;
Y desde los collados mas enhiestos Curaron luego todos los heridos,
Vieron las casas ya poco distantes; De los cuales ninguno fué de muerte :
Los vecinos están en arma puestos Vadillo por los hombres impedidos
Y, á lo que parecia, cdn semblantes En este lugar se hizo fuerte
De creer que lenian para cena Por espacio de diez y siete-dias
De carne de español la mesa llena. Hasta convalecer las compañías.
Reparáronse pues nuestros peones , Pues de la hambre y el rigor contino
Porque los de caballo no venían Los menos dellos se sentian buenos,
A causa de los grandes reventones Y ansí, haciendo lo que les convino,
Y malos pasos do se detenían ; El alma dan á Dios en estos senos
Pero los carniceros escuadrones, Los valerosos Miguel Vizcaíno,
Pensando que de miedo lo hacían, Soto, Esquivel y dos ó tres morenos,
Acometieron bravos y lozanos Que de trastornar sierras y montañas
Para tomallos vivos á las manos. Tenian ya molidas las entrañas.
Rompiendo van los aires vivos gritos , Cargó también á César la dolencia,
Espesura de lanzas los rodea, El cual, en confianza de ser nada,
Crece furia y ardor de los conflitos , No hizo la debida diligencia ,
Enciéndese bravísima pelea; Siendo de dia en dia dilatada ,
Caen sobrellos dardos infinitos, Y ansi sin el examen de conciencia
El español brioso se menea, La muerte le tomó la madrugada:
Apresurando los filos agudos A todos fué su muerte lastimera,
Y amparándose bien con los escudos. Y mucho mas en ser desta manera.
Poco compás ocupan los cristianos, En Indias fué persona señalada;
Y allí firmes están como raices; Y relatar ahora su proceso
Pero cuando llegaban los paganos Seria cosa desproporcionada
Algunos revolvían sus narices : Por no cumplir aquí largo digreso;
Aquí corlan molledos, allí manos; Podría ser al fin de la jornada
Acullá cercenaban las cervices; Deciros algo del; y agora ceso
Unos vuelven sangrienta la mollera , Por volver al viaje de Vadillo,
Oíros con las entrañas todas fuera. Pesante por el fin de su carillo.
Mas todavía son acometidos A quien lodos los mas dicen que yerra
Los nuestros de terrible muchedumbre, En hacer de la mar tan gran ahsencia ;
Los doce dellos ya muy mal heridos, Mas él á lo muy lejos se destierra
Y lodos con inmensa pesadumbre; Por lo que le dictaba su conciencia,
Crecen los silbos y los alaridos Poniendo de por medio tanta tierra
Que tienen estos indios de costumbre , A causa de huir la residencia ,
De tal manera, que por todos lados Porque debía de tener por cierto
Los tienen afligidos y acosados. Tcnella sus contrarios en el puerto.
413 JUAN DE CASTELLAAS.
Y en tener tal sospecha no se engaña, Esta razón por el Vadillo vista,
Pues en esta sazón era venido Puesto caso que no sin gran mohína
El licenciado Sania Cruz de España, Y mas avilantez que de jurista,
Para su residencia proveído; A morir ó vivir se determina
Despachóse tras él cierta compaña Llevar mas adelante su conquista,
Si por caso pudiese ser habido , Antes que revolver á la marina,
Y el capitán Luis Bernal venia Y á las guias mandó que como deben
Tras él con bien armada compañía. A la tierra de Cuicuí lo lleven.
Hasta Lile siguieron sus pisadas Mátenlos por montañas y breñales
Los peones y gente de caballo. Por donde todos van desesperados;
Alguna vez doblando las jornadas, Los lodos y pesados tremedales
Haciendo su poder por aícanzallo; Esceden al rigor de los pasados;
Pero por cosas que serán contadas -5 Los que son menos y los principales
Menos allí pudieron ya hallado, Caminan del vivir desconfiados,
Por haberse partido para Quito, Por no tener en tiempo tenebroso
Cansado del entrada, mas no ahito. X Donde tomar brevísimo reposo»
Vadillo pues con miedo semejarte Sin vigor el mancebo y el anciano
Por aquel émulo que en corte clama , Y sin lugar enjuto do se sienten ;
Trabaja de pasar siempre delante Los caballos tampoco comen grano ,
A ganar opinión y buena fama ; Ni topan yerba con que se sustenten ;
Y agora procuró con el restante Juzgan á su mayor por inhumano,
Llegar á la provincia de Cártama , Aunque siente también lo quellos sienten ;
Que , según por las guias se publica , Pero con padecer esta fatiga
Era tierra de minas y muy rica. Ninguno dellos hay que contradiga.
Ciertos soldados van por su mandad» Pero vista su grande pertinacia
Para ver el camino mas seguido, Que parecía de varón insano ,
Y en un pueblo de indios ya quemado So color de facecias y de gracia
Tuvieron un recuentro bien reñido: El comendador Sosa ~ lusitano,
Salió Caravajal descalabrado En un gran lodazal por do se espacia ,
Y el capitán Mendoza mal herido : Para lo convencer tomó la mano ,
Fueron peligrosísimas heridas, Y con aviso de varón prudente
Mas ambos escaparon con las vidas. Riéndose le dijo lo siguiente :
Por ser P R O S los desta compañía , c Todos, señor, andamos de mal modo,
Por los indios se vieron afligidos ; Y tengo para mi que cualquier bueno,
Pero mostraron bien su valentía Adonde vos estáis puesto de lodo
Contra los escuadrones atrevidos, No dudará meterse por el cieno •
Pues con ser mucha gente, todavía Mas si conviene tanteado todo
Fueron desbaratados y vencidos, Con suso libre , de pasión ajeno,
Algunos dellos presos y captivos También seria de persona cuerda
Que se llevaron al Vadillo vivos. Mirar cómo su vida no se pierda.
El cual se holgó de vellos, y al instante »El seso, la razón y la cordura ,
A preguntar por tierra se levanta, Las intenciones buenas y cristianas,
Que próspera le sea y abundante Son menester en esta coyuntura,
Pura hacer en ella nueva planta ; Sin dar lugar á conyecluras vanas;
Respondieron estar mas adelante Pues tan acerbo mal y desventura
La provincia llamada Caramanta , No pueden comportar fuerzas humanas ,
La cual es tal, que si la señorea , Antes si lo miráis es imposible
Largamente tendrá lo que desea. Poder vivir con pena tan terrible.
Alegres con las nuevas de las guias, » Al principio peón y caballero
Partieron todos en su seguimiento Sufríalo, por ir bien preparado.
Por altas y soberbias serranías, Con recias fuerzas y vigor entero,
Que parecen llegar al firmamento. De negros y caballos ayudado;
Y en espacio menor que de tres dias Agora ningún mal es sufridero ,
Vieron de poblaciones gran aumento, Porque llueve , señor, sobre mojado.
Tantas que no tenían ya por bueno Tanto quel mas bien puesto y el mas fuerte
Entrar tan pocos en compás tan lleno. Anda ya peleando con la muerte.
Vieron la gente bien apercebida » A cuantos huellan la terrena bola
Y con intento (irme de esperallos Con tanta muchedumbre de naciones,
Para que les sirviesen de comida , Rasta para matar la hambre sola,
Hacellos postas y descuartízanos; Cuanto mas tantos colmos de aflicciones
Pero sin parar ánima nacida Como veis padecer á la española
Huyeron desque vieron los caballos, Que traéis, no con malas intenciones ,
Y por ser el terreno tan doblado Porque bien se colige de lo hecho
Ninguno dellos pudo ser tomado. Que deseáis su bien y su provecho.
El primer pueblo destas vecindades » Aquesto yo lo sé de cierta ciencia,
De todas cosas lo hallaron falto, Y no lo duda persona ninguna ,
Y los indios con grandes cuantidades Y que con regalada providencia
Tenían de la sierra lo mas alto; Curáis el mal que mas nos importuna;
Mas con ciertos soldados Juan de Erados Pero ¿ qué presta tanta diligencia
Tomó siete gandules en un salto , Si nos desfavorece la fortuna,
Y con intérprete que los entiende Antes, según que vemos de hora en hora,
Vadillo preguntó lo que pretende. Ronde bien esperamos se empeora ?
De por sí cada uno respondía » Por estos asperísimos conveses,
Sin mostrar intención diferenciada , Con inmenso sudor y hambre luenga,
Y en el dar las respuestas parecía Habernos caminado ya diez meses
Gente de mas razón que la pasada ; Sin que hallemos cosa que convenga;
Pero del oro que se pretendía Lástima con desgracias y reveses ,
La certidumbre fué menos que nada; Sin darnos tierra que no? entretenga ,
A CuLuí cua'quiera los aplica, Y cuando se pensó hallar consuelo
Afirmándoles ser provincia rica. Aun para resollar nos falta suelo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS. PART III, IIIST. DE CARTAGENA, CANTO VII. 415
«Faltan soldados muchos y muy buenos , »AI principio tenían algún miedo ,
Como vuestra merced, señor, bien sabe ; Pero después cobraron mas aliento ,
Nosotros cada dia somos menos , Usando de sus armas á pié quedo
Cosa no hay que no se menoscabe ; Y desmandándose cada momento
Querer continuar aquestos senos Hasta sacar los ojos con el dedo,
Sin temor de venir en rompimiento;
Tan insufribles, en razón no cabe, Y serán tantos mas los atrevidos
Sino los que tuvieren ya la vida Cuantos volvieren menos y perdidos.
Con desesperación aborrecida. » A toda ley colar mas adelante
»A cualquiera mortal inconveniente Es lo mas sano destos dos estremos,
Nunca dejamos de poner el pecho; Con valor y con ánimo constante
No se puede hacer humanamente De buenos , hasta tanto que topemos
Mas de lo que nosotros hemos hecho ; Con gentes que de ver barbas se espante
El cielo por ventura no consiente, Que presto , Dios mediante , los veremos,
Y el camino nos hace mas estrecho : Pues la fragosidad desta carrera
Antes pues que faltemos de por medio No puedo yo creer ser duradera.
Demos á nuestro mal algún remedio. »Será pues mi respuesta concluyeme ,
»Y será de remedios el mas cierto, Que vuelva quien la vuelta deseare :
Según el parecer desta compaña, Que yo juro por Dios omnipotente,
Que nos volvamos al marino puerto Que cuando ningún hombre me quedare
Antes que nos consuma la montaña , Ir mi viaje yo tan solamente
Pues dejamos camino bien abierto Adonde la ventura me guiare;
Que del fructo que hay nos desengaña: Esto como lo digo será cierto ,
Vuestra merced, señor, lo considere , Y no volver atrás vivo ni muerto.»
Y disponga según le pareciere.» Aquesto dicho, no con poca saña,
Dijo su parecer como caudillo A pié, sin que curase de rocino,
A quien tomaron todos por escudo , Comenzó de romper por la montaña
No sin alteraciones del Vadillo Con indio que adiestraba su camino;
Por ser de sufrimiento muy desnudo; Lo cual visto por los de su compaña,
Paróse demudado y amarillo. Habláronle con término benino,
Mas reportóse todo cuanto pudo, Diciéndole que vaya do quisiere,
Y aquella primer cólera compuesta, Que todos morirán donde él muriere.
Estas razones dio por su respuesta : Con estos insufribles sinsabores
« Un hombre de quien yo tanto confío, Pasaron adelante cuatro días,
Por su valor y buen entendimiento, Cuyas jornadas fueron muy peores
No debe dar favor á desvarío De lodos y prolijas serranías ;
Con parecer que va sin fundamento; Gastábanse los tristes gastadores
No porque yo me case con el mió , En adobar las cenagosas vías ,
Y menos en lugar do voy á liento, Y hubo dia, por ser paso malino,
Antes deseo que se me dé lumbre De solo media legua de camino.
Para salir de tanta pesadumbre. En este lago de calamidades
«Mas si tenéis aquesa por segura, A voces se quejaban del Vadillo,
Como tractada ya con gente diestra , Y él pasaba por hartas necedades
Es como la tiniebla mas obscura Dichas acaso por el mas sencillo;
Que da de resplandor ninguna muestra ; Pasó pues adelante Juan de Frades
Pues para la salud que se procura Con gentes , como próvido caudillo ,
No pudo ser consulta mas siniestra, Mandándole que vuelva, si por caso
Y á la seguridad es tan aleve Viese luz que denote campo raso.
Que nuestra perdición será mas breve.
> Porque, señores, para la tornada Caminaron la vuelta del oriente
Por los lugares por do habéis venido Dejando por los árbores señales ,
¿Dejáis la vitualla concertada? Y fué colando por aquella frente
Algún mantenimiento proveido? Dos jornadas, al cabo de las cuales
Toda la viña queda vendimiada; Vio claridad y vio campo patente
Ningún lugar que no quede barrido ; Con mucha población de naturales :
Recurso no lo hay ni yo lo siento Alabaron á Dios desque lo vieron ,
Que pueda proveernos de sustento. Y á dar la buena nueva se volvieron.
» Y si los indios tienen algún resto, Pero como quien va de los cabellos,
Que nada puede ser en buen romance , Por ir faltos de fuerzas y de brio,
Bien se puede creer tenello puesto Delicadas las zancas y los cuellos,
Donde no le podamos dar alcance ; Desnudos, y el estómago vacío ;
Esto que digo es tan manifiesto Y ansi se desmayaron los dos dellos
Que hallareis no ser falso balance, Al tiempo que pasaron cierto rio;
Antes si queréis ir por esa puerta Mas Juan de Frades prosiguió su vía,
Ninguna cosa hallareis mas cierta. Dejándolos allí con compañía.
» Pueblo no lo veréis adonde estaba , Yendo por aquel cieno trabajando
Que los indios los mudan fácilmente, Sin alpargates y con harta pena,
Pues visteis que cualquiera los quemaba Con el Vadillo dio que caminaudo
Por apartar de sí cristiana gente ; Venia de dolor el alma llena ;
Es allá la montaña muy mas brava , Danle las buenas nuevas en llegando,
Mayor y de peor inconviniente; Diciéndole que vieron lierra buena ,
Tampoco hallaremos sementeras Y él á Dios muchas gracias y loores
Con miedo de las gentes estranjeras. Por esperar salir destos rigores.
» Porque son indios sumamente brutos, Y todos los demás con los contentos
Carecientes de leyes que los domen, Y esperanzas de ser campos abiertos,
Y han por bueno perder todos los frutos Tornaron á cobrar nuevos aliento*,
Deltas porque cristianos nada lomen ; Porque ya los traian cuasi muertos;
En la voracidad tan disolutos, Todos son en quitar impedimentos
Quellos mismos se matan y se comen ; Viendo cómo los toros eran ciertos ,
Y es de creer que ya libres de espanto Por llegar cada cual do se rehaga
Harán de los que vuelvan otro tanto. Y salir presto de tan grave plaga.
m JUAN DE CASTELLANOS.
Y ansí segundo día ya pasado Apolo ya sus rayos estendia,
Después que fué la nueva percebida, Dorando las alturas de la cumbre ,
Salieron á lo raso y escombrado Cuando la carnicera compañía
Llegó donde tenia de costumbre,
Do vieron población bien estendida: Y para sus efectos aquel dia
Hallan el primer pueblo despoblado, Cargó mas arriscada muchedumbre
Aunque con abundancia de comida , Con infinitos dardos y saetas
Y por el buen recurso que allí bubo
El campo veinte dias se detuvo. Y estruendo temeroso de cornetas.
Entre tanto Joan Ruiz de Molina , La gente del real, que está de cara
Con la gente que estaba menos lesa , De la bestial y bruta pestilencia ,
Sus pasos á rancheos encamina, Luego salió de los bunios para
Y captivo de gente buena presa , Hacer ostentación de su presencia,
Con dos mil pesos de moneda lina; Y ver ni mas ni menos en qué para
Ansimismo vio mas amplia dehesa, Después que se comienza la pendencia ,
Ameno valle todo cultivado, Adonde el emboscada ya camina
Y población por uno y otro lado. Con el arremetida repentina.
La gente con deseo de ganancia , Los caballos con pechos y con faldas
E ya de muchos dias reformados ,
Que ya mas reformada se sentía, Rompen la multitud por las espaldas
Al valle se pasó, cuya substancia Por do nadie pensó ser asaltados:
Era de señalada mejoría; Quedaron amarillos como gualdas,
Allí se procuró con gran instancia Dejándose caer por todos lados
Saber cómo la tierra se decia , Con una turbación triste y horrenda,
Pero los siete indios caramantes Sin se desenvolver en la contienda.
Huyéronseles una noche antes.
Y ansí, por lo demás que se pretende, El hierro de la lanza se ensangrienta
Según necesidades ocurrían, Con presurosa voz de ¡ Santiago!
Aquesta falta mucho los ofende, Peones con espada violenta
Pues aunque destos indios inquinan , En indios hacen no menor estrago;
Ninguna de las lenguas los entiende Creció la crueldad sanguinolenta,
Ni supo declarar lo que decian, Tanto que en suelo seco hacen lago :
Y con reiterar en la respuesta Algunos desamparan los tumultos,
Ninguna cosa dicen manitiesta. Y otros quedaron como vanos bultos.
Viendo ser nada cuanto se replica , Pero muy poca gente quedó viva
Por ser allí la diferencia tanta, Con el ciego furor y turbulento,
Ofrecióse Francisco de Mojica Y desla mucha parte fué captiva
Ir por algún gandul á Caramanta , Que del lugar no hizo movimiento;
Por ser lengua que estotra verilica , Al campo la victoria se deriva,
Y por las quellos traen se discanta, De que Vadillo tuvo gran contento ,
Y ansí sin tomar tanta pesadumbre Y ansí nunca des'pués deste rebato
Unas á otras se darían lumbre. Hubo bravosidad ni desacato.
Este con caballeros y peones Mas viniendo después de la presura
A la lijera fué por la montaña ; Garci-Lopez, finísimo soldado,
Llegaron donde son sus intenciones, Entró por ciertas matas y espesura
Ven con obscuridad una cabana , A fin de descargar vientre cargado :
De do trajeron muchos en prisiones, Infelice sazón y coyuntura
No sin defensa d«guerrera saña, Y dia suyo mal infortunado,
Pero como soldados de momento Pues allí de los bárbaros lucidos
Salieron con honor del rompimiento. Estaban ciertos dellos abscoudidos.
Llegados pues donde los esperaban , Viéndole por la via deshonesta
El Vadillo holgó con su venida , Y en ocasión tan bien acomodada ,
Y al fin supieron lo que deseaban , Saltan con gran furor de la floresta
Porque por lengua dellos entendida Rodeando la caza deseada:
Se supo ser Encerma donde estaban, Viólos, y como la tenia presta
Que por sus minas es esclarecida; Puso mano veloz en el espada ,
Y Cuicuí, de quien llevan demanda, Pero los zaragüelles eran grillos
Quedaba mas airas en otra banda. Para no menear bien los tobillos.
Como tuviesen pues mantenimiento Hiérenlo todos ellos á menudo
Y noticia de minas tan pujante, Como tiran á cuerpo descubierto,
Un mes gastaron en aquel asiento, Por no llevar á cuestas el escudo
Sin que quisiesen ir mas adelante; Y del dia fatal eslar incierto;
La gente natural con descontento Al fin él mató dellos los que pudo
De ver sus sementeras de menguante. Y el triste miserable quedó muerto;
Venían a los collados fronteros Los compañeros el rumor oyeron,
A los amenazar con grandes líeros. Y con lijeros pasos acudieron.
Y como ningun día se dejase Entran los que se hallan mas espertos ,
De hacer esto, para casligallos, Mas aunque fué lijera su corrida,
El Vadillo mandó que se emboscase Ya hallaron á cuatro indios muertos
Mojica con peones y caballos, Y al fuerte Garci-Lopez sin la vida ;
Y cuando la caterva comenzase Del modo de su muerte fueron ciertos
A los amenazar y deshonrallos, Por la señal y muestra referida :
Tomase las espaldas con la gente Al cuerpo se le dio terrena sima
Y rompiese por ellos de repente. Y le pusieron una cruz encima.
Tomó diez caballeros y cuarenta Y en esta parte, do se representa
Peones de la gente mas granada , Haber sido la muerte y el confuto,
Y al tiempo que la noche representa Empalaron después mas de cincuenta
Estar humana gente reposada , Que estaban harto libres del delito ;
En parle se metió donde no sienta Y ansí toda la tierra se amedrenta
El harburismn vil el emboscada : De modo que no dan guerrero grito ,
Quebrada montuosa muy cercana Antes de paz. un cierlo señor vino
De do suelen venir cada mañana. Y trajo dos mil pesos de oro fino.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VIL 4i:;
Doce de su jaez trajo consigo, Son harto mas seguros que de barro,
Y al Vadillo habló desta manera : Y para cualquier uso mas lijeros;
« Has de saber que Riteron me digo, Suele ser su cañuto muy buen tarro
Señor universal desti frontera; Donde reses ordeñan los vaqueros;
Deseo que me tengas por amigo, No se les pega de la leche sarro ,
Y que el amistad sea verdadera; Y aunque queden al sol, duran enteros;
Y para que ser tal la mia creas Sirve también aquesta cañavera
Yo te quiero mostrar lo que deseas. Para pajizas casas de madera.
» Si quieres que te cubra mejor pluma, Y aun mnchas veces yendo los soldados
No gastes aqui mas horas baldías; Fatigados de sed por tierra seca ,
Vamos á la provincia de Guacuma, Aquellos que son diestros y avisados ,
Jornada solamente de dos dias; Como conocen ser la planta hueca
De oro hallarás inmensa suma : Y haber dentro licuores represados,
Tinajas, ollas, platos, almofrías; Con el espada por la baja rueca
Y porque tengo cierta confianza La cortan, y en el hueco hallan tanta
Yo quiero ser la guia desta danza.» Agua que satisface su garganta.
Con tan próspera nueva como esta Tienen pues estos indios inhumanos
Contentamiento recibió Vadillo; Cada cual una guaduba hendida
Dióle de mil favores la respuesta A su puerta , y en ella pies y manos
Diciendo que seria su carillo, De los que las perdieron con la vida ;
Y todos le hicieron grande fiesta Pues con voracidad de los hircanos
Por prometellos copia de amarillo ; Tigres, tienen los hombres por comida ,
Pues con tantas tinajas y vasijas Y es el de mas valor y mejor maña
Podían bien casar hijos y hijas. Quien tiene mas píes puestos en su caña.
Mas nunca vieron tan felice año, En muchas cañas del primer cercado
Aunque dieron en bien poblado seno , A manera de fístulas había
Pues eran relaciones con engaño En diferentes partes un horado
A fin de los sacar de su terreno, Que herido del viento que corría
Adonde recibían mucho daño Como si fuera canto concertado
Y estaba va vacío de mnv lleno; Formaban consonancia y armonía ,
Pero debajo de lo que decia Y de voces concordes.v sonoras
En su demanda fueron otro día. Oian música todas las horas.
Hallaron por los altos reventones Ocho noches durmieron en el fuerte,
El camino bien hecho nuevamente Y allí de enfermedad que ya traía
Por estos indios, con las intenciones Luis /le Tapia vio su fin y muerte;
Ya dichas en el verso precedente : También Diego de Heredia fatal día,
Entraron en crecidas poblaciones, Hombre muy principal y de gran suerte
Mas no hallaron ánima viviente : Y no menos cabal en valentía;
No ven señal ni muestra de ganancia , Ansimísmo Cristóbal de Villoría ,
Pero de lo demás gran abundancia. Cuya virtud á todos fué notoria.
Ya les habían dicho que barbuda Sintióse mucho su fatal desvío,
Gente también llegó por allí antes, Y el liceneiado tuvo harta pena ;
Y no creyeron la razón desnuda Juan de Villoría mas , por ser su lio
De señales algunas importantes. Del muerto, que sacó de Cartagena
Hasta que va salieron o'esla duda Proveyéndole todo buen avio
Con vellas bien patentes y bailantes, Según que lo pedia la cadena :
Oue fué la calavera de un caballo Dada pues á los nuestros sepultura,
Y otras cosas que de presente callo. Siguieron adelante su ventura.
Vadillo pues, sintiéndose corrido En Otumaní no hicieron cama
Porque pensó medrar con las migajas. Por ver el valle mal acomodado;
Al indio dijo : « Di, ;. por qué has mentido? Pasan á la provincia de Guarama
¿Adonde están las ollas y (¡najas' » Y todo lo hallaron abrasado;
Respondióle : «Los indios han huido, Allí tuvieron mas entera fama
Y llevaron consisto sus alhajas; De españoles que van por otro lado,
Rnscad como debéis al enemigo, De los cualesrfíacor fué destruida ,
Con ser provincia larga y estendida.
Y hallareis ser cierto lo que digo. »
Ruscaron. mas rrt) ven señal preciosa Pasan á Dabitó va mas avante
A los humanos ojos agradable , De Nacor y sus altas serranías ,
Escudriñando gente cudicinsa. Y por ser valle lleno y abundante
Oue en esto suele ser infatigable; En él pararon mas de treinta días,
Mas vieron á las puertas una cosa Hasta tanto que para lo restante
Odiosa, bestial y detestable, Se reformaron bien las compañías;
En guadubas hendidas que tenian Luego por altas sierras van á tino
Manos y pies de hombres que comían. Sin que pudiesen descubrir camino.
Estas guadubas son muv gruesas cañas , No pongo cerca desto por memoria
Huecas y altas sobre seis estados , Otros muchos trabajos y afliciones .
De que rodean muchos sus cabanas Mas ya viendo su muerte ser notoria
Componiendo Tortísimos cercados, Si no hallaban nuevas provisiones,
One de duro rigor no son estrañas , Adelante pasó Juan de Villoría
Pues han menester hierros afilados : Con algunos caballos y peones ,
Córtanlas ellos con agudas guijas , Prometiendo tomar aquel cuidado
Y en muchas partes sirven de vasijas. Y no volver al campo sin recado.
Tal planta es que nunca lleva fruto Por haber sido antes Juan de Frades
Ni de viciosa hoja se cobija , En inquirir caminos importuno,
Sino ramo de puntas mal instruto , Mas no pudo por las fragosidades
Y bien puede lo hueco ser vasija, Ver en aquellos términos alguno;
Pues de los gro°sos el mayor cañuto Y ansí para suplir necesidades
Tiene capacidad de una botija , El remedio que trajo fué ninguno ;
Y ha menester tener el brazo bueno No vio senda, labranza ni bunio ,
El que de agua lo llevare lleno. Mas díó segunda \ez en el gran rio.
416 JUAN DE CASTELLANOS.
Tentaron ir a la contraria banda Al tiempo (fue la guerra comenzaban,
Ciertos soldados, buenos nadadores, . Llegaban á las barbas y cabellos;
Para tomar á quien por alli anda Mas como tantos dellos derribaban
Y descubrir conucos y labores; Muchos abaten los soberbios cuellos,
Ahogóse Simón en la demanda Y por ninguna vía comportaban
Por el agua llevar grandes furores; El ver á los cuadrúpedos entrellos ,
Volvióse Juan de Frades menos este Porque por la presteza y el gobierno
Y sin descubrir cosa que les preste. Juzgaban ser demonios del infierno.
Juan de Villoría fué por otras vias , Y ansí viendo su hueste tan rompida
Espesuras de gran desabrimiento ; Y por diversas partes derramada,
Anduvieron perdidos siete dias Toda la multitud hizo huida
Llenos de confusión y descontento : - Dejando nuestra gente fatigada,
Desesperadas estas compañías Ninguno con tan áspera herida
Hacen al capitán requerimiento Que brevemente no fuese curada ;
Que salga de montañas y de lodos Buscaron el lugar mas á provecho
Y no permita que perezcan todos. Donde la fortaleza fué-su pecho.
Mas él los animó con su respuesta Y fué bien menester lanza y aljaba
Hasta salir á mas raso terreno Con fuerzas y favores del muy Alto,
Y de mejor y mas clara floresta; Por ser esta nación feroz y brava
Y ansí, pasados dias, al noveno Y barbarismo de temores falto,
Dieron en la provincia Proponesta, Y tal que ningún día se pasaba
Graciosa vista y espacioso seno, Sin que les diesen un cruel asalto ,
Do vieron tantos campos cultivados Hasta tanto que ya vieron el dia
Que quedaron confusos y admirados. Que trajo la restante compañía.
Como la población se descubriese La cual como sus fuerzas rehiciese
En valle de comida proveído, Para vengar las injurias atrasadas ,
Para que buena nueva se le diese Sin que la bárbara nación viniese
Al campo que quedaba detenido, Los iban á- buscar á sus posadas ,
A Mojica con tres mandó que fuese Y por ser principal el interese
Con paso presuroso y estendido ; De tamajiras de oro bien labradas,
El cual con los demás al campo vino Por aquellos lugares y conveses
En menos de tres dias de camino. El campo reposó mas de dos meses.
Fueron del licenciado recebídos Tuvieron siempre pasadía buena,
Con voz de cumplimientos honorosos, Por ser provincia rica y abundosa ;
Y consoláronse los afligidos Y alli se desasió de la cadena
Deste remedio no poco dudosos ; De vida corporal y trabajosa
Los toldos fueron luego removidos Un noble regidor de Cartagena
Caminando con pasos presurosos , Que se decía Juan de Peñalosa ,
Y como se llevaban buenas guias Y otro Diego Cortés en esta via
Tardaron en llegar solos seis días. Ansimismo le tuvo compañía.
Llana se les hacia cualquier sierra Viéndose pues la gente con talante,
Por llegar á los otros compañeros; Cabales fuerzas, voluntad y brío,
Y entre tanto la gente de la tierra , A fin de proceder mas adelante
Como por ella viesen estranjeros, Del valle principal hacen desvío :
Determinaron de les hacer guerra La tierra por do van es abundante
Como belicosísimos guerreros, Y dan tercera vez en el gran rio,
Y teniendo por cierta la victoria De muchas sementeras y de villas
Dieron en el asiento de Villoría. Crecida población en las orillas.
El acometimiento fué terrible, E yendo caminando cierto dia
El número de bárbaros sin cuenta , Cerca del agua que los embaraza ,
El son de las cornetas insufrible , Toparon una grande ranchería
La furia de temor libre y exenta : Que contenía no pequeña plaza ,
Juzgara la razón ser imposible Hecha por españoles, donde había
El poder escapar de la tormenta ; Sueltos sin dueño dos perros de caza,
Mas á los de valor y á los infries Los cuales á las gentes españolas
Necesidad los hizo ser mas fuertes. Se llegaron triscando con las colas.
Cúbrese de penachos aquel valle . Vadillo se quisiera hacer cierto
De lanzas y de dardos gran boscaje; De qué gobernación la gente fuese,
Como Juan de Villoría pues se halle Y como buen camino ven abierto
Con caballeros diez y peonaje, Sin que trabajo ya se recibiese,
Rompe con gran furor haciendo calle Mandó con gente capitán esperto
Por medio del ejército salvaje ; A que los alcanzase si pudiese ;
Siguieron los peones tras su huella Hallaron los que van en la demanda
Haciendo todos no pequeña mella. Haber pasado de la otra banda.
Como cuando novillos mal domados Eso mismo hicieron los soldados
Van arrastrando golpe de madera , Con determinaciones de alcanzados,
Que huyendo de quien eran guiados Y de las otras partes de los vados
Entraron en alguna sementera . Hallaron anchos rastros de caballos
Y estando ya los trigos sazonados Y mas de siete mil indios armados,
Dejan por ellos ancha la carrera , Que de cierto señor eran vasallos ;
Hollando y abatiendo las espigas Mas como viesen hueste tan pujante
Con las hendidas palas y las vigas : Con temor no pasaron adelante.
Desta misma manera van rompiendo, Contaron lo que vieron en llegando
Sin que ninguno muestre mano floja, Y cómo los retrajo cuerdo miedo,
Soberbia de plumajes abatiendo Mas lo que no supieron caminando
Donde la verde yerba queda roja ; Después se lo dijeron á pié quedo; *
Crece rigor, temor, furia y estruendo , Y fué seguir los indios deste bando
Aquí y allí mortífera congoja ; Las partes de Jeorge de Robledo ,
Este queda sin pies, aquel contrecho , Prestándole favor para la guerra,
Otro lanzando sangre por el pecho. Contra los moradores desta tierra.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VIL 417
Examinando pues dudosos trances, «Adelante , según habéis oido
De que nacian varias opiniones, De los que de Pírú por horas vienen ,
Está todo de paz y repartido ,
Diferentes juicios y balances
Y cuantos indios hay señores tienen ;
Sin atinar á las resoluciones, Lo cual examinado, soy movido
Siguió Juan de Villoría los alcances A tractaros negocios que convienen
Con algunos soldados y peones, Para que como gente generosa
Hasta llegar á bárbara cabana No reparéis con tan menuda cosa.
Que de ver españoles no se estraña. «No sin razón aquesto represento
Antes sin le mostrar pecho contrario Por obviar á voluntad mudada,
La gente que en el lambo residía Porque yo poco mas ó menos siento
Les proveyeron de lo necesario De muchos que la tienen depravada
Con apacibilidad y cortesía ; Y están desque vinieron con intento
Mas el hablar, por ser acento vario, De rematar aquí nuestra jornada,
Por señas solamente se entendía, Contentos con maíz y con tocino
Y allí hallaron puercos y gallinas Que les dan á la mesa del vecino.
En aquellas regiones peregrinas. «De lo cual le resulta gran afrenta
Proceden adelante ya por vía A cualquiera varón de casta buena.
Para la proseguir asaz patente, Pues como mendicante se sustenta
Hasta llegar á Lile, que es hoy dia De los relieves de la mesa ajena;
Calí, y ansí se llama de presente , Y es loco si con esto se contenta
Quel capitán Miguel Muñoz hahia Quien podría tener la suya llena,
Poblado por Pizarro nuevamente; Sin contemplar á huéspedes la cara
Y Sebastián de Benalcázar era Si la tienen sin luz ó muestran clara.
El general de toda la bandera. «Que muchos lo dan hoy de buena gana,
Antes de ser á la ciudad venidos Teniendo la comida bien guisada,
Los vido quien velaba los altores; Y por ventara no lo dan mañana,
Salen algunos bien apercebídos, Faltando con qué pueda ser comprada,
Y conociendo ser conquistadores, Y aun por molestia ser cuotidiana
Fueron con gran aplauso recebidos Quieren que desembarguen la posada;
De todos estos nueves pobladores, Pues bien sabéis que huésped de por vida
Dándoles hospedaje convenible Es pesadumbre muy aborrecida.
Con el regalo que les fué posible.
Y sabiendo ser breve la jornada »En parte ver agora no quisiera
De donde se quedó Juan de Vadillo Soldados que por mios no se cuentan ;
Esperando razón determinada Mas huélgome de ver en gran manera
De quién fuese la gente y el caudillo, Donde estos moradores se aposentan ,
La gente deste pueblo mas granada Para que vean los de mi bandera
Acordó de salir á recebíllo, Con cuan poquita cosa se contentan ,
Con ellos por personas de mas fondo Y que si lo miráis, dejais, señores,
Pedro de Ayala y Antonio Redondo. Atrás tierras mas ricas y mejores.
Los cuales le llevaron el recado, «Bellos y fértilísimos asientos
Y ambos , en cumplimiento del olk'io, Que no se haría vista de mirallos,
Suplicaron al dicho licenciado Donde podéis tener repartimientos
Les hiciese tan grande beneficio Con número crecido de vasallos,
De ver aquel lugar recién poblado Noticias de soberbios nacimientos
Y recebir en él algún servicio : De oro que podéis luego labrados,
Vadillo tuvo cumplimientos bellos, Demás de valles y de poblaciones
Y por los contentar se fué con ellos. Que deben de tener otros rincones.
Mas por las casas ser en esta era «Porque no todo puede ser visible
Pocas, donde vivían encogidos, En tierra tan doblada y estendida,
Los soldados se ranchearon fuera , Mayormente con tiempo tan terrible
Do fueron largamente proveídos, Y cuasi sin parar nuestra corrida;
Por ser los del lugar en gran manera Ansí que tengo yo por imposible
Nobles y cortesanos comedidos : No quedarnos callada y abscondida
Allí fué pues el dicho licenciado Grande prosperidad á cualquier mano,
Ocho dias ó diez muy regalado. Que podremos hallar este verano.
El tiempo que decimos ya pasado, «Por tanto yo, señores, os suplico
El comendador Sosa, su teniente. Que ninguno rehuse la carrera,
Según que pareció por su mandado Porque mediante Dios ha de ser rico
Al campo convocó toda la gente ; Aquel que no dejare mi bandera;
Y después que los hubo congregado , Y de mi trabamiento certifico
El Vadillo les dijo lo siguiente : Como será con amistad sincera,
«Amigos y señores, sed servidos Pues aunque tengo repentina ira
De me prestar atentos los oídos. También sabéis que luego se me tira.
» Bien escripto teméis en la memoria «De los bienes que tengo no soy duro,
Con cuál intento fué nuestra venida, Y bien conocen todos los presentes
Los trabajos y pérdida notoria , Con cuánta caridad y amor procuro
Unos de su caudal y otros de vida, La vida y la salud de los dolientes,
El provecho ninguno, poca glcria Y que con claridad ni con obscuro
De tanta desventura padecida , Nunca fui de los menos diligentes;
Y sobre tantos males , no pequeño Antes en cualquier riesgo manifiesto
Aportar á región que tiene dueño. Con todos los demás me hallé presto.
i Pizarro tiene desto la conquista «Cualquiera bueno pues que me siguiere
Con posibilidad engrandecida; Y con mi voluntad se conformare.
Benalcázar la tierra tiene vista Sepa que moriré donde él muriere
Y hasta la de Encerma recorrida , Y él gozará de lo que yo gozare;
De todos los caciques hecha lista Y el que contrario parecer tuviere
f
Y toda la provincia repartida, También me holgaré que se declare
De manera que ya no tiene cebo Para que percebida su respuesta
Aquel que por aquí viene de nuevo. Haga la diligencia que me resta.»
T . IV. 27
418 JUAN DE CASTELLANOS.
Dijo Vadillo lo que pretendía , Y entre tanto que cosas encarama,
Según manifestó con pecho sano, A las lisonjas dando suelta rienda,
Y visto que ninguno respondía Como estaba debajo de su cama
De soldado novel ni veterano, Del Vadillo y al lado de la tienda,
Francisco de Mojica fué la guia Un negro del Ledesma, según fama ,
Que para responder tomó la mano, Hurtó por su mandado la hacienda,
Declarando comunes ¡menciones Y cuando sintió ser el salto hecho
En esta breve copia de razones : La prática dejó por el provecho.
»Señor gobernador, bien entendida Despidióse con grande reverencia,
Tenemos todos la voluntad vuestra, Según el uso de amistad estrecha :
Porque de la merced hoy prometida Imputan al Vadillo la dolencia
En el viaje distes clara muestra, Desque remaneció la maldad hecha;
Y en serviros, sin falta conocida, El cual perdió del todo la paciencia
También sabéis cuan buena fué la nuestra, Viéndose macular desta sospecha,
Y aun cor. venir tan llenos de fatiga Y con briosos y feroces modos
No faltará quien vuestros pasos siga. Soltó largo la lengua contra todos.
»Pero de muchos otros imagino , Fué la vuelta de Quito pues Vadillo
Y de todos será la mayor parle, Con Villoría y algunos caballeros
Que no querrán volver por tal camino Que de su voluntad quieren seguirlo
Ni habrá quien del contrario los aparte ; Sin que lleven recurso de dineros,
Pues á muchos hablé cuando convino, Por los coger Ledesma su carillo
Y sus respuestas fueron de mal arle, A ellos y á los otros compañeros,
Diciéndome que desto nadie gusta Y el licenciado iba con consejo
Y con escusa que parece justa. De ir á Panamá por Puerto-Viejo.
«Porque dicen que vienen del viaje Constó de la maldad ser inocente,
De todas cosas mal apercebidos. Porque desque de Lile fué partido
Sin salud, sin servicio , sin ropaje, El que decimos ser el delincuente
Llagados, estragados y perdidos, Mejoró las alhajas y el vestido,
Pocos caballos y ningún herraje , Y por velle gastar tan largamente
Y sin poder aquí ser proveídos; De los demás soldados fué tenido
Pues los desta ciudad bajos y allos En aqueste delito por culpado,
También de muchas cosas están tul tos. Por donde lo pusieron á recado.
»Y si de los vecinos hay presea, Tomó del crimen el conocimiento
Que por se la pedir á precio sale, Un alcalde que fué George Robledo ;
Ninguno dellos hay de quien no crea Al amo y al criado dio tormento
Que para la vender no se regale, Con los rigores de juez acedo :
Y el precio que pidiere que no sea Negaron ambos con viril aliento,
Seiscientas veces mas de lo que vale, Mas al cabo Ledesma con el miedo
Y ninguno de nos tiene quilates El oro dio, de mas mal sospechoso,
Para comprar dos pares de alpargates. En confesión á cierto religioso.
«Volver pues pocos, mal encabalgados, El cual, mediante señas evidentes,
Y sin llevar de cosa cumplimiento, Del oculto lugar io desentierra,
Seria propio de desesperados Y repartióse por los pretendientes,
Y faltos de cabal entendimiento; Según que trabajaron en la guerra ;
En conclusión : yo sé que los soldados Disimulóse con los delincuentes ,
No se pornán en este detrimento, Y al crimen y maldad echaron tierra,
Y ansí vuestra merced no los espere, Pues mas gritaban al juez severo
Sino haga lo que le conviniere. Por las botas que por el escudero.
»Lo que resta, señor, es que veamos, Después del oro todo repartido
Pues es cosa que á todos nos conviene, Sin haber el Vadillo parte dello ,
Ese poco caudal que rancheamos Con gente que seguia su partido
Y que vuestra merced en guarda tiene, Llegó Luis Bernal para prendello ;
Para que lo pesemos y partamos Y como le dijesen ya ser ido,
Y sepa cada cuál lo que le viene r Nunca curó de mas seguir su huello,
Que bien es menester en los estreñios Por ir cansado ya, de cuya causa
De la necesidad en que nos vemos.» Allí con los que trajo hizo pausa.
Dijo, y el licenciado bien consiente Juan de Vadillo prosiguió su via
En se hacer del oro partimiento, A Panamá, según se da noticia ;
Pero de remontársele la gente Y el licenciado Santa Cruz tenia
Sintió mas que mortal desabrimiento ; Allí malsín con carta de justicia ;
Y ansí tentó por via diferente Y aunque la gente que lo conocía
Haciéndoles un gran requerimiento, Con amistad lo tracla y acaricia,
Y entonces si pudiera tirar puyas Lleváronlo con guardas y cadena
Es cierto que hiciera de las suyas. A la gobernación de Cartagena.
Desbravó con palabras por un ralo En la cual le lomaron residencia
Viendo que diligencia no le presta ; Y anduvo bien trabada la rencilla;
Mas recelándose de desacato Al lin él apeló de la sentencia
Mudó su condición en mas modesta, Y preso lo llevaron á Castilla,
Porque hubo murmurios de mal trato Adonde pareció por su presencia
De gente no del todo bien compuesta : Ante jueces de suprema silla,
Al fin la partición que se pedia Y en la grila'de cargos y descargos
Quedó de se hacer siguiente dia. Se consumieron cuatro lustros largos.
De la manera que decimos queda, Y Juan Rodríguez Gil, que fué por esta
Y fué su voluntad determinada Sazón allá, le dijo : «¿Por qué tiene
Para que con razón y cuenta pueda La sentencia tardanza tan molesta,
Ser á gusto de todos liquidada ; Y no pide con priesa que se ordene '»
Pero por un Ledesnia la moneda Dióle Juan de Vadillo por respuesta :
Aquella misma noche fué hurlada , «Por ser cosa que menos me conviene
Que, como su privado, habló largo Antes la dilación yo la procuro
Con el Vadillo cerca de su caigo. Porque con ella vivo mas seguro.»
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, Í1IST. DE CARTAGENA, CANTO VIH. 419
Después, teniendo flaca la costilla Y para peregrinos siempre llena :
Y posibilidad menoscabada, Está la villa sobre la barranca
Murió, según me dicen, en Sevilla,
Sin ser su causa toda sentenciada. Del rio grande de la Magdalena,
He dado cuenta sin Faltar hebilla Tanto que cuando va menos quieto
De lo mas substancial de su jornada; Pone los moradores en aprieto.
Y ansí quiero primero que mas diga Lugar es donde viven á gran vicio
Algún alivio dar á mi fatiga. De muchas cosas , fructas y pescado.
Mas de mosquitos no poco bullicio
CANTO OCTAVO Siempre que sopla viento sosegado:
P.mde se da cuenta como volvió <lo\¡ IVilm de Ileiedia con titulo drauY- Los caimanes les comen el servicio
lanlarío, y cosas sucedidas después de su.venida, y antes que llegase a Cuando llega por agua descuidado;
Cartagena. Hay manatíes, pesca de deleite ,
En los incultos versosdesta historia, Cuya grosura tienen por aceite.
Que nunca de verdad tienen inedia, Es este rio dellos abundoso
Hemos dejado puesto por memoria Sin le faltar ivierno ni verano ;
De la suerte que fué Pedro de Heredia Es pece grande y en sabor gustoso.
A Castilla, por la pasión notoria Para los achacosos no bien sano;
De quien ya recitamos su tragedia ; # En guisados y en tiempo tenebroso
Y resta por que todo se concluya Esta manteca tienen á la mano,
Que tractemos agora de la suya. Según ala la cola, y á manera
A Castilla llegó con sus recados, La boca que parece de ternera.
Y como fuese negociante viejo , Tantos tasajos da como un ternero
Después de los jueces informados, Y alguno como mas crecidas reses ;
Presentó los procesos en consejo, Indios algunos usan de su cuero
Y vistos los agravios y notados Haciendo del adargas y paveses
En su favor halló buen aparejo; Que no puede pasar indio flechero,
Y ante la majestad del rey invito Y hacen poca mella los reveses:
También dio relaciones por escrito. Son torpes en remanso y en corriente,
El cual, de sus servicios enterado Y ansí los pescan indios fácilmente.
Y de su calidad estando cierto, También aqueste pueblo se regala,
Lo nombró luego por adelantado Con los refrescos que de España tienen,
De lo que por él fuese descubierto ; Por ser este lugar puerto y escala
El oro le volvieron secuestrado, De tractantes que al nuevo reino vienen ;
Porque constó hacérsele gran tuerto* Y allí hacen el precio y el iguala
Y ansí por su bondad, gracia y aviso, Para que sus viajes les ordenen
Sus causas concluyó según que quiso. En canoas, con bárbaros remeros
Mas antes, como queda repetido. Que les granjean copia de dineros
Contra quien lo quitó de su reposo Cincuenta leguas ponen por el rio,
Pidió j u e z , j fuéle proveído Desde la mar á la ciudad novela ;
A Santa Cruz, un hombre virtuoso, Y bien puede venir alto navio
El cual en Cartagena recebido Si hinche viento próspero la vela,
No procedió por orden riguroso , Según un singular amigo mió
Pues en el tiempo que duró con mni:,do Lo hizo con su propria carabela ,
Menos pecó de duro que de blando. En Indias de los viejos peregrinos
Y gran indagador de sus caminos.
Corrían ya, según cristiana cuenta,
Cuando jior tal juez Santa Cruz vino, Es su nombre Juan Nieto, y es tan neto
Sobre mil y quinientos y cuarenta En letras y en virtud, y tan bastante
Otros dos años del natal divino, En los etéreos cursos y el efelo
Y entonces por obispo se presenta Dellos, que si no fuera tan distante
Fray Hierónimo de Loaysa, diño Dijéramos algunos que Juan Nielo
De gobernar mas estendidas greyes, No podia no ser nieto de Atlante'
O de Conon, Mesón, Anaximenes
Y ansí murió arzobispo de los Reje?. O ya de Endimion ó Sosigenes.
Tenia Panamá real audiencia Coza méritamente desta gloria
A la sazón que Santa Cruz gobierna, Por esta gracia ya conmemorada.
Y viniendo de la real presencia Y no menos son dignos de memoria
Por un oidor Lorenzo de la Serna, En Indias los efectos de su espada.
Tomóle de camino residencia, En allanar provincias de Victoria
Que fué de licenciados la mas tierna; En este nuevo reino de Granada,
Y por irse los dos aquel ivierno
Como mediante Dios dirá mi marte
A los cabildos dieron el gobierno. Cuando vengamos á la cuarta parle.
En esta coyuntura señalada Y porque me parece que conviene
Y antes de dar Vadillo la estampida, Poner aquí la muestra deste rio,
La villa de Mopox era poblada Con pueblos de españoles que mantiene
Y entre nobles su tierra repartida: Con sus tributos bárbaro gentío,
Por Alonso de Heredia fué fundada, El dicho, por el gran curso que tiene,
Y los vecinos , gente bien nacida, Aquí lo dibujó por ruego mió,
Todos ellos soldados escogidos Con rumbos y derrotas y tal traza ,
Y en las entradas largas bien curtidos. Que con verdad podrá salir á plaza (I).
Martin Rodríguez un doctor fué deslos, Volviendo pues al punto , ya se líala
Ayllon y Andrés zapata, principales, Regirse por cabildos el rebaño,
Los dos Sedeños, hombres bien compuestos Y el doctor dicho y el Andrés Zapata
Y un padre y hijo dichos Sandovales, En Mopox gobernaban aquel año;
Retes y Rentería siempre prestos Los cuales por tener la gente grala
A dar de su valor buenas señales ; Y porque el ocio no causase daño,
Fué Juan Gómez Cerezo de los buenos Determinaron de correr la sierra
Y Alonso de Caravajul no menos. E ir calando mas aquella tierra.
Un Juan Martin de Urisla , Villafranca,
Cogollos, Cano y otra gente buena , (I) El diserto ó plano a que se liare referencia, no •exime lioy día rn I»
En la guerra ninyuíomano manca biblioteca ile ¡a Academia de la Historia, de dunle hemos tacad* l a «*•
pía de la legua IJ J teueía pttrlé. (\. Je ¡u> L ¡
420 JUAN DE CASTELLANOS.
Y siendo pop los dichos acordado Cargó sobre la gente baptizada
Que se nombrase capitán decente , La que por su defensa se desvela :
El Alonso de Heredia fué nombrado Es de piedras terrible la nubada,
Por estar en el pueblo de presente , Nube deflechasy de dardos vuela;
Y ser hermano del adelantado Los golpes atormentan la celada,
A quien ver esperaban brevemente ; Descomponen la cóncava rodela :
E l cual, puestas las cosas en concierto, La confusión, la grita y algazara
Saiió con cien soldados desle puerto. Los aires rompe , y el herir no para.
Algunos van con intención malina, El escuadrón cristiano no procede
Porque no muchas leguas desviados A mas ampio lugar del que tenia,
Aquel Andrés Zapata se amotina Y tal es el que tiene, que no puede
Con la parte mayor de los soldados, Desenvolverse por ninguna via:
Y al tiempo que por él se determina Terrible fuerza hace que se quede
Al Heredia prendió y á sus criados, Donde desembarcó cuando venia,
Al cual para Mopox envió preso Esperando que lleguen con su mano
Con los que no siguieron su mal seso. El don Pedro de Heredia y el hermano.
Después de cometer aquel esceso Llegaron pues los barcos rezagados
Por ambición del mando solamente, A las turbadas voces y al ruido:
Y sin considerar otro suceso Hallaron á los suyos mal parados
Que de su sinrazón iba pendiente, Y al mozo don Antonio mal herido;
No perturbando nadie su progreso > Fué con los compañeros y soldados
Acaudilló después aquella gente Dentro de los navios receñido,
Por tierra rica, fértil, bien poblada Ojeando los indios desde fuera
En aquella sazón y edad dorada. Con fulminosos tiros de fuslera.
Pero su presunción y su locura Metía Febo ya carro dorado
Duró poco después de la rencilla , En las profundas ondas de occi'denlé,
Porque sintieron mal de la soltura Y el rio Darien conmemorado
Todos los moradores de la villa, Impetuosa trajo su corriente,
Y vino por la misma coyuntura En tal manera , que les fué forzado
El don Pedro de Heredia, de Castilla, Al pueblo de Urabá volver la frente,
Con el orden y faustos arrogantes Donde el gobernador por su queiiclo
Anejos á los cargos semejantes. Estuvo muchos dias detenido.
Culparon por varón facineroso Estando pues con sus soldados quedo
Al Zapata, sus deudos y parientes, En la seguridad deste castillo,
Y como fuese nada perezoso Allí también llegó George P.obledo
En obviar á los ¡nconvinienles, Por el camino que llevó Vadillo,
A Mopox vino sin tomar reposo Con gente que mostraba con el dedo
Y fué tras los incautos delincuentes, Lo que fué menester para seguillo,
Trastornando las sierras y los llanas Por ser estos de los cartagineses
Hasta que le cayeron en las manos. Que sabían rincones y conveses.
Con gran facilidad los desbarata Había dos ó tres pueblos fundado
Con treinta, como capitán esperto, Con instrucción por Benalcázar dada,
Y á mas de los sesenta maniata Como teniente suyo señalado
Hasta ser informado de loeierto : Y capitán de los de su ¿ornada ;
Huyó de los conflictos el Zapata , Y el Robledo por ir á mayor grado
Y no pareció mas vivo ni muerto; Determinó de dalle cantonada,
Murieron en los árbores colgados Y en España pedir al gran monarca
Cuatro de los que fueron mas culpados. Lo quél pobló con toda su comarca.
A Mopox*se volvieron con el resto Al Heredia dio cuenta del digreso,
Algunos enlazados en cadena , La causa que lo trae y el intento ,
Adonde por un término modesto El cual se concluyó confinavieso,
Los otros castigó con leve pena; Dignísimo de lloros y lamento;
Indios trajo de paz, y hecho esto Y como sea largo su proceso,
A la ciudad volvió de Cartagena, En este de presente no lo cuento,
No para reposar, mas con intento Mas en tanto que llega su tragedia,
De adelantar el adelantamiento. Querría concluir la del Heredia.
Y ansí de los soldados mas insines El cual, como Robledo se embarcase,
Juntó trescientos á las armas hechos, No dejó de lomar alguna pena
Carabelas y fuertes bergantines De que por otra gente se poblase
Llenos de vituallas y pertrechos, Lo que se descubrió por Cartagena;
Con los cuales salió destos confine* Y ansi, sin que mas tiempo»se tardase,
Y a! rio Dañen fueron derechos, Para Burilica partir ordena,
Y el hermano y el hijo don Antonio, Llevando de soldados buena copia
Que dio de su valor buen testimonio. A la ciudad que llaman Antioquia.
Fieras naciones fueron conquistando , Donde la mayor parte de la gente
Que todas usan venenosa vira, Era de aquella que llevó Vadillo,
El Darien arriba navegando Y Alvaro de Mendoza por teniente,
Donde los contrastó bárbara ira , Del don Pedro de Heredia gran carillo;
Y mas cuando llegó cristiano bando Aqueste deseaba grandemente
A! pueblo que llamaban Oromira , Que la ciudad quisiese recebillo
En una fértil isla desle rio Por su gobernador, pues era cierto
Poblada desle bárbaro gentío. De su gobernación lo descubierto.
Adelante del buen adelantado Y puesto caso que por el absencia
El hijo don Antonio tomó tierra, Del George Robledo gobernaba
Que como valeroso y esforzado Y él mismo le dejó con la tenencia
El cobarde temor de si deslierra; En tanto quel gobierno negociaba,
Opónese por uno y otro lado Ponia la posible diligencia
Pujanza numerosa para guerra En atraer á lo que deseaba
De bárbaros crueles y valientes, A vecinos, justicia y regimiento,
Con armas y pertrechos diferentes.
Haciéndoles aqueste parlamento
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VIH. 421
«Si, señores, es nuestro presupuesto «Razón y obligación tengo bastante,
Servir al rey con un pecho cristiano, Si debe ser amor con tal pagado,
Entiendo que se puede hacer esto Para hallarme yo muy adelante
Muy bien debajo de cualquiera mano, En el servicio del adelantado;
Como no sea yerro manifiesto Mas en consentimiento semejante
O que traiga sospecha de tirano; No me conviene ser precipitado :
Pues aunque sean puestos diferentes, Que las cosas de honor sabios y buenos
Al íin al rey estamos obedientes. No las hacen á poco mas ó menos.
» Todos aquellos que esto pretendemos, «Vuestra merced ha dicho lo que siente,
Consta por muchas vias y razones, Y aquese parecer tiene por pió :
Que muy mayor servicio le hacemos Yo con licancia desta noble gente
Kn evitar pendencias y pasiones, Quiero, señor, también decir el mió,
Que los que se pusieren en estremos El cual si se mostrare diferente
De largas y sangrientas disensiones, No se debe juzgar á desvarío,
De que resultan males y caídas, Pues cosa común es en menesteres
Con pérdidas de honras y de vidas. Haber siempre contrarios pareceres.
» Con lo cual nos amaga la presente » Benalcázar no vio nuestra presencia;
Venida del señor adelantado, Menos vimos la suya los presentes,
De lo que hemos poblado pretendiente , Por él andar con viva diligencia
Por ser de gente suya conquistado; Descubriendo provincias destas gentes;
Y ansí deseo yo que cuerdamente Mas en su nombre dimos obediencia
Este negocio sea consultado, A los que señaló por sus tenientes,
Y para no hablar sin fundamento Y en el nombre del rey y del poblamos
Quiero decir aquí lo que yo siento. Aquesta vecindad adonde estamos.
» A todos los que estamos en aquesta » Y aunque esta fundación pública fuese
Tierra que por Pirú se nos cercena, Y con solemnidad autorizada,
Es cosa por papeles maniliesta El dia, mes y año se escribiese,
Ser del gobernador de Cartagena, Según la condición acostumbrada,
Pues con soldados y bandera puesta Ninguno vimos que contradijese :
En ella hizo la primer estrena, Antes por todos fué ratificada,
(lomo testigos sois todos de vista, Y tiene quien agora la subyela
Que tfabajastes bien en la conquista. Su posesión pacífica y quieta.
» Y como sabe que le pertenece »Y esto solo condena las reyertas
Aquesta población y su terreno, Que podría mover poca prudencia;
Determinó venir, según parece, Pues aunque sean tierras descubiertas
Para sacallo de poder ajeno; Por otros, no consiguen la tenencia
De gentes y caballos no carece, Dejándoselas solas y desiertas
Ni de cañones de sulfúreo trueno; Y sin hacer en ellas asistencia;
Nosotros carecemos de potencia Y ninguno debria formar queja
Si queremos hacelle resistencia. Porque pueblen los otros lo quél deja.
»Y aquesta, puesto caso que la hubiera, • Las dichas diligencias al mas ciego
Si cada cual de nos fué su soldado, Juez le mostrarán camino llano,
Algunos buenos se harán afuera Y los de Cartagena yo no niego
Y lernán por honesto dalle lado, Entrar en esta tierra mas temprano,
Por no pelear contra la bandera Y que dieron las cartas en el juego,
Debajo de la cual han militado; Pero ganóle quien jugó de mano,
Y es muy mejor quel pueblo se convide, Procurando hacer nueva cultura
Dándole llanamente lo que pide. Desque vieron sazón y coyuntura.
» Todos tenemos ya conocimiento » En lo demás de no salir afuera
De su virtud, valor y cortesía, Deste otro bando donde nos metimos,
Amor, urbanidad, comedimiento, Conozco que debajo de cualquiera
En paz y guerra, cuando nos regia Gobernador á nuestro rey servimos;
Con un caritativo tractamiento, Mas en tal ocasión, nunca Dios quiera
Y en cualquier ocasión que se ofrecía Que falte nuestra fe donde la dimos,
De batalla campal ó de recuentro Pues la lealtad que á nuestro rey tenemos
Ninguno se hallaba mas adentro. También á sus jueces la debemos.
» Digo lo que mi seso comprehende » Menos lo que traéis á la memoria
Por evitar algún mortal suspiro; De Robledo, señor, me satisface,
Y en esto Benalcázar no se ofende Pues aunque le carguéis culpa notoria,
Si lo mirare como yo lo miro, A la nuestra no borra ni desnace;
Y mas considerando que pretende Demás de quél á nadie da su gloria
Jorge Robledo de hacelle tiro, Y á sí tan solamente se complace;
Yendo para los reinos castellanos Y quien sopló seria con intento
A le quitar aquesto de las manos, De que su Majestad fuese contento.
»Y algunos ayudaron con un grito, » Reconozco también venir pujante
Que por no convenir no los enseño, Como negociación premeditada,
Poniendo sus servicios por escrito, Pero yo competencia semejante
Dando dineros para su diseño; No la quiero poner en el espada,
Acá no me parece ser delito Porque medios tememos, Dios mediante,
Que volvamos las tierras á su dueño : Para salir con paz desta jornada;
Haya resolución antes que venga, Y si el adelantado dellos huye.
Y examinemos lo que mas convenga.» Con le dejar el pueblo se concluye.
Dijo, y hubo diversas opiniones »Irémonos nosotros, y él se quede
Después que percibieron la propuesta; Sin mano le mostrar sanguinolenta ;
Y estando proponiendo sus razones, Daremos los avisos á quien puede
Sin resumir cuál fuese mas honesta, Concedelle lo que pedir intenta;
El capitán Rodrigo de Quiñones Y si después algún mal le sucede.
Tomó la mano para la respuesta, No se podrá poner á nuestra cuenta,
Y con recato de varón prudente, Antes con hacer esto con buen ses» •
En esta junta dijo lo siguiente : En nada queda nuestro punto leso.
422 JUAN DE CASTELLANOS.
» Es pues mi parecer que se reciba Por él apaciguadas las contiendas
Muy bien y sin mostrar alteraciones, A su costa, sin ver de quién le vino,
Y conocido del en lo que estriba, Por evitar revueltas mas horrendas
Daremos las escusas y razones, Y no venir á torpe desatino,
Al cual si se le Lacen cuesta arriba Mandó volver los suyos á sus tiendas
Saldrémonos con sanas intenciones Y los otros se fueron su camino;
A dar razón á quien la tierra tiene, Y fué tal la herida de la mano
Con la fidelidad que nos conviene.» Que tardó muchos días en ser sano.
Dijo Quiñones lo que represento, En este mismo tiempo ya sabia
Como varón entrellos mas anciano, El Benalcázar por informaciones
Y todos los de aquel ayuntamiento Lo que George Robledo pretendía,
Tuvieron este por consejo sano; Y para que lo lleven en prisiones
Y ansí vinieron en consentimiento Capitán y soldados proveía ;
Sin que contrarios fuesen á la mano, Mas ya fueron tardías prevenciones.
Apártanse con esto , y entre tanto Porque llegaron á Antioquia cuando
Llegó la noche con su turbio manto. Iba por altas ondas navegando.
Y cuando de la tierra rehuía '* Quien vino para tal efecto era
E l fumoso vapor de Flegetonte, Su mismo general, hombre valiente,
E ya febeo rayo descubría Aqueste se decia Juan Cabrera
Sus resplandores por el horizonte, No menos esforzado que prudente:
DoTando por el curso que solia El cual después en la batalla fiera
Las cumbres altas del opuesto monte, De Quito pereció con otra gente,
Levantáronse todos con intento Ya maese de campo del escuela ,
De le hacer aquel recebimiento. Belicosa de Blasco Nuñez Vela.
El jinete compone su rocino, Viniendo pues aquesta compañía
Aprieta con reata la coraza, Sin ser de los sucesos adevinos,
Vístese fuerte jaco jacerino, Encuentran á Mendoza que venia
Adarga cada cual dellos embraza. A los buscar con todos los vecinos :
Salieron una legua de camino Oyó Cabrera cómo se movia
Hasta hallar en él cómoda plaza*, A causa de los otros peregrinos ,
Y al tiempo que venia ya cercano Y envió luego como varón saje
Regocijáronse por aquel llano. A don Pedro de Heredia su mensaje.
La tal escaramuza concluida, Y lo que su mensaje contenía
Adonde no faltó destreza y arte, Era decille: « Yo soy un soldado
El parabién le dan de la venida Al servicio de vuesa señoría,
Todos y cada uno por su parte; Por grandes beneficios obligado ;
Y como fuese gente conocida, Pues en tiempo que menos poseía
Que fué de su bandera y estandarte, En Nicaragua fui muy regalado
Correspondía con razón propicia , Por el señor hermano, que fué mío,
Y á todos los abraza y acaricia. En buenas obras y en socorro pió.
Caminan sin tractar de su litijo » Mi denominación es Juan Cabrera ;
A la dicha ciudad recién fundada, Tengo de Benalcázar provisiones
Adonde con placer y regocijo Para le defender esta frontera
Hospedaron la nueva camarada, Con justificadísimas razones;
Y al buen adelantado y á su hijo Y esme testigo Dios que no quisiera
Alvaro de Mendoza dio posada Hallar tan peligrosas ocasiones.
En la suya, que muchos insistía Pues como falte buen comedimiento
Aquel mando le diesen otro día. Habremes de venir en rompimiento.
Aquella noche puso diligencia, » Don Sebastián de Benalcázar tiene
Y el intento de todos conocido, El adelantamiento desta tierra;
Parecióle mejor mudar sentencia Tiene la posesión que le conviene
Y dejar á los huéspedes el nido ; Que dentro de sus términos encierra,
Y ansí hizo con los demás absencia Y agora vuestra señoría viene
Antes de ser el resplandor venido : A se la perturbar, mediante guerra :
El gobernador supo de su gente Es agravio notorio y es ofensa
Irse los moradores y el teniente. Que pide por su parte la defensa.
Por él reconocida la mudanza, »Y pues por el discurso de su vida
Siguió con pocos hombres tras sus huellos Usó siempre de términos cristianos,
Debajo de falace confianza A su bondad suplico que se mida
Pensando con palabras airadlos : Primero que vengamos á las manos,
Hablóles con amor do los alcanza, Porque será sin falta defendida
Mas no fué parte para couvencellos , La tierra con los valles comarcanos,
Y los suyos y los del otro liando Y por la defender y estar en ella
Estuvieron allí dando y tomando. Habernos de bebella ó de vertella.»
Y entre gente menuda de peones , El don Pedro de Heredia, vista esta
Que no fueron personas señaladas , Amenaza del capitán severo,
De términos usaban fanfarrones Alteración ninguna manifiesta,
Con algunas palabras mal criadas, Antes recibió bien al mensajero,
Tales que de razones en razones Enviándole luego la respuesta
Vinieron á probarse las espadas, Como cuerdo y honrado caballero; -
Y el don Pedro de Heredia mas remoto. Y porque no podia tomar pluma,
Oyó las cuchilladas y aboroto. De sus palabras esta fué la suma :
Fué para ellos lo mejor que pudo «Que porque no tuviesen cherinolas
A fin de mitigar aquel ruido, En semejantes averiguaciones,
Tomando su presencia por escudo Y entre gentes amigas y españolas
Sin de otras armas ir apercebido; Cesasen las molestas disensiones.
Y en esta confusión de vnlgo rudo Ambos á dos se viesen á sus solas
En fe mano derecha fué herido, Examinando bien las provisiones,
Y fué de los contrarios un soldado Y coligido dellas lo mas cierto
En la cabeza mal descalabrado, Vernian á cualquiera buen concierto, :>
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VIH. 423
Aquel que vino con el embajada Esperaron dos dias, y venidos
Miró con atención toda lamente, Los que de nada fueron sabidores,
Y viola nial dispuesta y agravada, Estuvieron al mal de los vencidos
Los mas con calentura pestilente , Y al albedrío de los vencedores;
De la trabajosísima jornada, Ponen por lista bienes recogidos
No de la de Vadillo diferente; Estos solícitos recogedores,
Y al don Pedro de Heredia no tan sano Para los repartir por las coronas,
Que pudiese valerse de su mano. Según la cualidad de las personas.
Lo cual al Juan Cabrera representa, Teníanlos con guardas dentro y fuera
Y á los que con él eran congregados, En un cierto caney, casa pajiza,
Dando de lo que vido larga cuenta , Y otra noche después de la primera
Y quel gobernadery sus soldados Con fuego tal que los escandaliza,
Para se defender en tal afrenta No saben cómo ni de qué manera,
Los mas aellos imposibilitados, Todos se convirtieron en ceniza;
Y andaba fuera la gente mas sana Y ansí se consumieron sin gozallos,
Visitando la tierra comarcana. Escepto los esclavos y caballos.
Y los que le quedaban sin aquestos, Este gobernador con sus guerreros,
Por estar impedidos de mil males, De la manera dicha desarmados ,
Como en acomelelles fuesen prestos El padre é hijo como prisioneros
Sin esperar los otros principales, A Benalcázar fueron presentados ;
Fácilmente serian descompuestos Viéronse los dos viejos sin terceros
Y habrían á las manos sus caudales; Mostrando provisiones y recados :
Y que en tal ocasión le parecía Aseguraba cada cual su puerto
Ser esto lo que mas les convenia. Y ansí nunca vinieron en concierto.
Oídas las razones, insislian El don Pedro de Heredia, no sin pena
No pocos COD cudicia de roballos, Por ver opinión suya decaída
Porque también les dijo que traían Habiéndola tenido siempre buena,
Gran cuantidad de negros y caballos, Y tal que nunca supo ser vencida,
Con otras muchas cosas que podían Tuvo por bien volver á Cartagena
En sus necesidades remediallos : Y efectuóse luego la partida
Condescendió Cabrera con su ruego, Por Panamá, do vino manvacio
Y para tal efecto partió luego, Aunque no de coraje ni de brío.
Ordenando como persona diestra Estando descansado del camino,
Todos sus caballeros y peones; No sin alteración de lo pasado,
Y el buen Heredia como vio la muestra Don Francisco de Benavides vino,
Reconoció las malas intenciones Fraile hjeromilano, por prelado;
Y no poder huir suerte siniestra Y entonces un gran mal era vecino
Si no lo remediaba con razones; Al puerto, que por mí será sumado,
Y ansi salió con una yegua blanca, Primero que pasemos adelante
Y unos papeles en la mano manca. A decir del Heredia lo restante.
Entrellos se metió con escribano Seis años iban ya sobre cuarenta
Que dé los autos diese testimonio, Del parlo de la Virgea siempre pura,
Y por lo reguardar, allí cercano Con mas los quince cientos de la cuenta
Se puso su querido don Antonio; Que suelen substanciar un escriptu+a,
Mas,como ya los otros en lo llano Cuando nuestra ciudad esperimenla
Entrasen con furores del demonio, Una calamitosa desventura,
No se curaron de escuchar razones, Víspera del patrono Santiago,
Ni cédula real ni provisiones. Dia por nuestras culpas aciago.
Llegó Francisco Nuñez que es Pedroso, A veinte y cuatro pues de julio era,
En este reino harto conocido, Dia que se tenia señalado
Uno de doce del motin famoso Para velar al capitán Mosquera
En la ciudad de Lima cometido, Con una hermana del adelantado,
Cuando fué con remate lacrimoso Antes que lumbre de la cuarta esfera
Aquel marqués de vida despedido: Tendiese por allí rayo dorado;
Aquel don Francisco Pizarro digo Pero cesaron estas bendiciones
Por quien huyó Pedroso del castigo. Por anticipación de confusiones.
El dicho pues con los demás venia, Y porque de raiz el caso cuente,
Y al Heredia llegó de los primeros, Laque diré lo fué del alboroto
Diciéndole con cierta compañía Alonso de Bejines. un teniente
Que traía de muchos ballesteros: Del don Pedro de Heredia mi devoto,
* Dése por preso vuestra señoría A causa de ser grave delincuente
A mí y á los presentes caballeros; Castigó con azotes un piloto,
Pues es merecedor de grave pena Y aqueste con inicua vigilancia
Quien usurpa gobernación ajena » Por se vengar llamó gente de Francia.
El hijo don Antonio que esto vido, Serian los que fueron convocados
No le pareció bien tener estanco Para robar aquestos señoríos
El brazo, defendiendo su partido, Mas de mil hombres bien aderezados ,
Y hubo la suerte de caer en blanco, Todos de belicosos atavíos
Pues en la mano luego fué herido, Y de broncinos tiros pertrechados,
De la cual para siempre quedó manco; Sin lanchas y patajes, tres navios;
De manera que entrambos fueron presos, Y por el mal piloto que esto ordena
Y en bienes y caudal no poco lesos. Fueron á la ciudad de Cartagena.
Pues luego sin*haber quien les defienda Llegados los piratas al paraje
Preseas sometidas á sus hechos, Que para su negocio convenia,
Recogieron apriesa la hacienda, Antes que diese Venus el mensaje
Caballos, negros, armas y pertrechos; De la venida deste triste dia,
Y fenecida la civil contienda Guiándose por el piloto saje
Pusieron escuadrones en asechos, En las tinieblas de la noche fría,
Los cuales estuvieron en espera Entraron con su tácito concierto,
De los que sin los ver estaban fuera. Sin que fuesen sentidos,, en el puerto.
4U JUAN DE CASTELLANOS.
Desembarcaron en la misma hora Prendieron^)! mayor destos Atrides
Con aquel aparato convinienle, Por estar de las piernas ya tullido;
Antes que con lo claro del aurora Prendieron al obispo Benavides,
Se pudiese mostrar eosa patente : En aquella sazón recién venido;
El piloto fué luego donde mora Prendieron otros muchos en las lides,
Alonso de Be/mes el teniente, » Y alfinel pueblo todo fué rendido,
Con infernal deseo y esperanza Con todas sus preseas y decoro
De tomar á su gusto la venganza. Y no pequeña cuantidad de oro.
Compuestas las falanges, y digestas El aurora rorífera venia
Según que lo pedían ocasiones, Ya descubriendo su dorada frente,
Tocan trompetas que llevaban prestas (ciando fué la robada compañía
Guerreros añafiles y clarones; Recogida por mano delincuente,
Los vecinos creían ser las uestes En un solo lugar do se tenia
Que se hacian por las velaciones, Por los piratas guarda diligente;
Y ansí ninguno por su parte piensa Descalzos, destocados y afligidos,
Tener necesidades de defensa. Y cuasi sin reparos de vestidos.
Pero sus desventuras hizo ciertas Todas las mas mujeres sin tocados
Son ronco de guerreros atambores, Y sin aquel amparo que desean,
Y oir batirse las cerradas puertas A la tierra los ojos inclinados,
De los sobresaltados moradores, No deseando ver ni que las vean ;
Que no sin violencia son abiertas Las mejillas y pechos empapados
Por manos de nocturnos robadores: De lágrimas sinfinde que se arrean,
Todos se sobresaltan y se espantan Apeteciendo mas la sepultura
Y de los dulces nidos se levantan. Que ver tanto dolor y desventura.
Crece la turbación con el estruendo, A Dios las oraciones encendidas,
Armas uno tomó y otro no pudo; Suplicándole dentro de su pecho
Lugar por do escapar van inquiriendo , Que ya que sus haciendas son perdidas
Este vestido va y aquel desnudo; Kn aquel tan inopinado hecho,
Toma con sobresalto tan horrendo Permitiese perder antes las vidas
Quien puede la huida por escudo; Que dar á deshonor su casto lecho;
Uno pelea y otro se retrae, Y Dios omnipotente fué servido
Este va trompezando y aquel cae. Oir aqueste tácito gemido.
Bien como cuando por alguna plaza Porque el pirata capitán ordena,
Anda la cuchillada muy aguda, Y ansí fué por el pueblo pregonado,
Que para meter paz se bmca traza , Que se metiese la que fuese buena
Y aquel rigor aquí y allí se muda; Kii la posada del adelantado:
Pero huyendo la desembaraza Eu un momento fué la casa llena,
Con gran temor la gente mas menuda, Y subidas al alto soberado;
Y por la parte que se le concede Y para guardas del lugar recluso
Escapa cada uno como puede : Al buen obispo y al Heredia puso.
Desta manera les acontecía Aqueste capitán, aunque tirano,
A cualquiera varón joven ó calvo, Según decían era caballero,
Pues en tanto que aquel se defendía, Y en este caso tuvo pía mano
Este se procuró poner en salvo; Sin consentir hacerse desafuero;
Y en estas confusiones se valia Hobado pues Jo fano y Jo profano, •
De pies, eso me da negro*que albo : Y recogidas ropas y dinero,
A muchos les valió tenellos prestos, Tracto con los vecinos que se diese
Aunque la menor parte fueron estos. Por aquel pueblo lo que bueno fuese.
Pues turbados en estos menesteres Porque si no venían á concierto
Con los temores que les son anejos, Cerca de ser el pueblo redimido ,
En dejar sus haciendas mercaderes Primero que saliesen de aquel puerto
Se hallaban confusos y perplejos : Seria de las llamas consumido:
Otros celando hijas y mujeies Fué para resumir el precio cierto
Parecíales mal hallarse lejos, Por los unos y otros conferido;
Y por gritos de dueñas y doncellas Creo que fueron basta dos mil pesos ,
Allí quieren morir por defenuellas. Y para los buscar sueltan los presos.
El piloto que fué de buena gana Hallaron para dar estos dineros
A rodear la casa del Bejines, Oro poco, mas fué multiplicado,
Como lo vio salir con furia vana Revolviendo con ello candeleros,
Al son de las trompetas y clarines, Siendo por fundición todo mezclado,
Traspasólo con una partesana, Y después con industria de plateros
Diciendole : «Bellaco, tales fines Con otro fino fué sobredorado :
Merecen , y aun de mas miserias llenos, Al fin, aquel ladrón quedó contento
Los que tan sin razón afrentan buenos.» Con ver que se le dio buen cumplimiento.
Mas el don Pedro, como quien él era, Con aquel buen color los engañaron,
Con una pica y unas coracinas Por tener de buen oro la devisa;
Defendió con valor un escalera, Con engaño mayor ellos quedaron
Deteniendo las gentes peregrinas Sin cubiertas de paño ni de frisa ;
Hasta tanto que ya salieron fuera Y todos (porque todo lo robaron)
Sus queridas hermanas y sobrinas, Descalzos y con sola la camisa :
Que las echaron por un colgadizo, Ñuño de Castro mas, el cual procura
Aunque para tal caso no se hizo. Poderse mejorar en vestidura.
Diciendole ser fuera las doncellas, Y ansí viendo poner en' la ribera
Acude, como dicen , al reclamo, Gran cuantidad de ropas y fardaje,
Y por aquel lugar salló tras ellas , Al tiempo que la gente forastera
Por ser un hombre suelto como gamo, Aderezaba para su viaje,
Para las amparar en sus querellas Pasó con una yegua muy I ¡jera
Y no dejar las hojas sin el ramo; Apriesa por enmedio del pillaje,
Con ellas en el monte fué metido Y arrebató, pasándose de claro,
Sin poder del cosario ser habido. Ropas y lienzo para su reparo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO VIII. 423
Al monte se retrajo como viento, Caminaron por via conocida,
Que no parece que la tierra pisa ; Y aunque no con cabal aviamienlo
Quedó de ver aquel atrevimiento Entraron todos sanos y con vida
El capitán francés muerto de risa, En Urabá, do fué su pensamiento;
Hallaron al Heredia de partida,
Porque todas sus armas y ornamento Y dan á sus diseños mas aliento,
Eran tan solamente la camisa, Y ansí con caballeros y peonaje
Sin calzas, sin zapatos, y de talle Abrevia lo posible su viaje.
Cual no vean un perro de la calle. En este mismo tiempo se rebela
Fuéronse los piratas para Francia, Pizarro contra regio mandamiento,
Y dicen que sacaron deste puerto Y procuraba Blasco Nuñez Vela
Bien doscientos mil pesos de ganancia, Gente para venir en rompimiento ,
Y tengo para mí no ser incierto; i Hombres valientes, de quien no recela
Quedaron los vecinos sin substancia, Estar prendados de traidor intento,
Mas el Bejines solamente muerto : Y ansí vinieron á real bandera
Vivieron con recatos adelante, Benalcázar también y el Juan Cabrera.
Días y noches guarda vigilante. Y aquel no menos docto que valiente
Pero cualquier cosario los lastima Licenciado llamado Juan Gallegos,
Y lleva sus defensas abarrisco; De quien hemos tractado largamente
Y al mismo punto y hora desta rima En otros trances y desasosiegos
Vino nueva quel capitán Francisco , De Santa Marta, donde fué teniente,
Primer pirata que por mar de Lima Y se gastaron cuantidad de pliegos,
Robó la plata del escelso fisco, Y el Juan Cabrera y él en la batalla
Allí llegó con muchos galeones, Muertos con otros que mi pluma calla.
Lanchas y mas de siete mil peones. Heredia pues, habiendo caminado
Y con estar la gente preparada • Con toda la posible diligencia,
Y toda la ciudad fortalecida, Entró por el lugar recién poblado
De todas municiones pertrechada, Sin hacelle vecinos resistencia :
De consejos reales advertida, Antes fué recebido y hospedado
La gente (según dicen) mas granada Y todos le prestaron obediencia,
Tomaron por amparo la huida; Y este mismo querer también enseña
Hicieron lodos los demás absencia, El capitán Gonzalo de la Peña.
Y entróse la ciudad sin resistencia. Al cual dejó nombrado Madroñero
Destas sobresaltadas turbaciones Después que removió repartimientos ,
Y plaga de las plagas mas molesta, A causa de ser válido guerrero;
No puedo por agora dar razones Y ansí tuvo crueles rompimientos
Por no me ser la rola maniliesta; Con estos indios del compás frontero,
Pero tememos llenas relaciones Ya rebelados todos con intentos
Y á su tiempo diremos lo que resta, De hacer á cristianos cruel guerra
Dando primero fin á la carrera Hasta poder echallos de la tierra.
Del don Pedro de Heredia, que me espera. Mas el Heredia, puesto donde digo,
El cual, aunque con daño maniüeslo
De lo que le robaron los ladrones, Con mañosos ardides y discretos,
Nunca mudó jamás su presupuesto O ya por blanda paz, ya por castigo,
De volver con caballos y peones Volvieron á servir y ser subyetos,
A do fué por Cabrera descompuesto, De suerte quel amigo y enemigo
A vengar las pasadas sinrazones; Vivieron sosegados y quietos;
Y para dar la vuelta sin recelo Y al Isidro de Tapia quél traia
Vino lo que diremos muy á pelo. Volvió los mismos cargos que tenia.
Después que Heredia fué desbaratado Luego corrió con sus cartagineses
Y Benalcázar le tomó la gente, Valles hasta su tiempo no sabidos,
£1 pueblo de Antioquia fué mudado En cuyas poblaciones y conveses
A sitio y á lugar mas conviniente; No fallaron encuentros bien reñidos;
Y un Isidro de Tapia, señalado Y espacio ya de diez ó doce meses
Del dicho Benalcázar por teniente, En peregrinaciones consumidos,
Por avisados modos y por guerra, Volvió donde quedaron los vecinos,
Hizo venir de paz toda la tierra. Solos tres menos destos peregrinos.
De los cartagineses conocidos Teniendo pues los indios en sosiego,
Fueron los recuentros mas sangrientos, Porque la tierra mas se perpetúe,
Y por el mismo caso preferidos . Alonso de Caravajal fué luego
En los oficios y repartimientos. A poblar lo que llaman Marilúe;
Estando pues los indios repartidos, Hecho de los poderes el entrego
Como quedasen muchos descontentos, Para que sus mandados efectúe,
Vuelan con cartas invidas centellas Dióle pertrechos, y de noble gente
A Benalcázar dando mil querellas. La que le pareció ser conviniente.
Oidas pues las quejas deste bando, Fundó ciudad , do manda que se haga
Con otras cosas mas que no refiero, En vistoso lugar y parte beUa ;
Despachó Benalcázar en llegando Alcalde fué Francisco de Arriaga
Al bachiller llamado Madroñero, Y otro llamado Diego de Corvella,
Dándole su poder y lleno mando; A quien pluma mas alta no les paga
Y el bachiller, como juez severo , Por mucho que procuren eslendella ,
Partió la tierra por sus aliados, Tractando sus debidas alabanzas,
Y los otros quedaron despojados. > Proezas y valores de sus lanzas.
El Tapia, viéndose desposeído El pueblo Marilúe ya poblado ,
Ansí de mando como suerte buena, (Aunque después necesidad ordena
Habló sin que pudiese ser sentido Por poca gente ser desamparado)
A los participantes de su pena: Y de bárbaros la provincia llena,
Fué para su venganza concluido Nuestro gobernador y adelantado
Hacer viaje para Cartagena, Determinó volver á Cartagena,
Y con la prevención de gran secreto Pareciéndole gran inconvinienle
La partida pusieron en efelo. Tanto tiempo del mar estar absenté.
426 JUAN DE CASTELLANOS.
Corrían ya del sanio Nacimiento
Cuarenta y ocbo sobre quince cientos * CANTO NOVENO.
Cuando con pocos hizo mudamiento Donde se du razón de las novedades que liubo en Antioquia después que
De la nueva ciudad y sus asientos; el adelantado don Pedro de Heredia se vino para Cartagena,y donlíeor-
Llegó con los demás en salvamento, ge Itobledo llegó con títuto de mariscal y con poderes del licenciado
Amigos y parientes descontentos Miguel Diaz Arniendariz, gobernador de todas aquellas gobernaciones-
A causa'de hallar en su tenencia y de los casos acontecidos en. Cartagena hasta la muerte de don Pudro
Otro nuevo juez, de residencia. de lleredía.
Mas este como fuese caballero, Los casos venideros y secretos ,
Hombre de gran valor y circunspecto ,. Aunque prudentes algo dellos vean ,
Diferencióse mucho del primero Suélense defraudar los mas discretos
Y túvole grandísimo respecto; Midiéndolos según ellos desean,
No maculó su fama por dinero Y las. mas veces salen los efetos
Ni de cudicia mala fué subyecto; No como los nivelan ni tantean ,
Traía sobre seis gobernaciones Por ir por otras vias la ventura
Gobierno por reales provisiones. De las que debujó su conyectura.
Aqueste se llamaba Miguel Díaz, Anst los que dejamos señalados,
Varón de grandes letras y loables; Hombres todos sagaces y prudentes ,
Fué notado de algunas demasías Cuando pensaban ser en sus estados
Que no fueran en otros tan culpables i Seguros de pasados accidentes,
Pues .según las que vemos estos dias Mudables condiciones de los hados
Aquellas eran mas que tolerables Los llevaron por vias diferentes
Porque paraban en lascivos hechos De las que merecía su talento,
Sin pretensión de robos ni cohechos. Virtud, bondad, valor, merecimiento.
Agora los dos males andan juntos, Al Heredia pues ínvida cuadrilla
Pues si lasciva Venus los abrasa, Tanto lo persiguió con residencia ,
No por eso jueces pierden puntos Que le hicieron remover la silla,
En recoger pillajes acia casa: Y con apelación de la sentencia
Estas no son sospechas ni barruntos ,. El y el hermano fueron á Casulla ,
Porque lo hacen ya por plaza rasa ; Donde se remedió con su presencia;
Pero Gallemos deshonestidades, Y ansí los dos después de ser oídos
Que dan grande disgusto las verdades. Volvieron libres > favorecidos.
Durante pues aquesta residencia , Y antes que los hermanos diesen vuelta,
Que yo también de vista traclar puedo ,. Y aun antes de salir destos estados,
De Popayan y de su pertenencia En Antioquia vimos gran revuelta
Vino por mariscal George Robledo, Entre los de los dos adelantados,
Casado con mujer de tari decencia Como sucede cuando gente suella
Que la podríamos loar sin miedo : A varios bandos son aficionados,
Esta señora fué doña María Por acudir allí como primero
Que de Caravajal nombre tenia. El bachiller Alonso Madroñero.
Trajo consigo candidas doncellas r E l cual luego privó de su derecho
Deudas cercanas suyas principales, A los cartagineses principales,
Y aquí tenemos hoy á las dos del las Deshaciendo lo por Heredia hecho,
Con el renombre de Caravajales, Hasta las cosas menos substanciales ,
Con hijos de valor y hijas bellas Repartiendo los indios de provecho
Y en todas partes de virtud cabales: A sus apasionados y parciales;
Y son doña Francisca, gran cristiana , Y de nuevo cabildo y regimiento
Y doña Leonor, que fué su hermana. Ansimismo hicieron nombramiento.
De la doña Francisca fué marido No podían llevar los despojados
Diego Garda Pacheco, señalado Aquestos menosprecios con templanza :
En este nuevo reino y escogido, Buscaban modos para ser vengados
Y el capitán Baltasar Maldonado Y no vían camino de venganza,
De la doña Leonor, en quien se vi do Por ser pocos y mal aderezados,
Valor sobre valores encumbrado, Y los cputrarios de mayor pujanza ;
Como mas largamente lo diremos Mas las iras, enojos y rancores
Cuando los deste reino celebremos. Pudieron mucho mas que los temores.
Siendo Robledo pues encaminado Pues convocados donde les cumplía,
Al pueblo de Anlioquía residente, Sin que se rezumase tal intento,
Para que fuese mas autorizado Se concertaron en un mismo dia,
Y el Benalcázar menos impaciente , Ligados con solemne juramento;
Fué por el Miguel Diaz señalado Ansí que, desecharon cobardía,
De Popayan por general teniente, Por dar á su deseo cumplimiento
Y con poder, demás de la tenencia, En viendo coyunturas y sazones
Para lomar á todos residencia. Que concordaron con sus intenciones.
A fin cruel lo lleva su deslino, Apercebido cada compañero
Y de su pensamiento muy avieso, Con ropas, no de tiestas ni de bodas,
Siendo varón de tanto mal indino Sino con los que hacen del acero,
Y digno de mas próspero suceso; Luego prendieron á Gaspar de Rodas
Mas vaya por agora su camino, Y al bachiller Alonso Madroñero,
Hasta que relatemos el proceso, Y en un instante las personas todas
Porque para poner mayor espanto Mas arriscadas, y de quien se piensa
Lo (juiero concluir con nuevo canlo. Que juntos procuraran su defensa.
Estaban fuera destos pensamientos
Las personas que fueron prisioneras,
Unos seguros en sus aposentos,
Otros en su labor de sementeras;
Al liu salieron bien con sus intentos
Y á todos los pusieron en colleras ,
Y con guardas bastantes y en cadena
Los enviaron para Cartagena.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO IX. 437
Yendo por harto trabajosa vía Diciendo, no sin tul cierto gemido
Y con mayor zozobra que yo digo, Sacado del profundo de su pecho :
Toparon al Robledo que venia , «Con malos términos ha respondido
Y soltó muchos que llevó consigo ; A lo que siempre yo por él he hecho,
Soltó también á Rodas que tenia Siendo de mí Robledo preferido
Por especial y singular amigo, En voluntad, en honra y en provecho;
El cual gobierna hoy la tierra misma Pero podría ser, pues tiempo rueda,
Sobre que sucedió la dicha cisma. Pagalle yo con otra tal moneda.»
Al pueblo de Antioquia venido No fallaron muy buenas voluntades
En infaustas y tristes conjunciones, Entre varones nobles desta gente,
De todos ellos fué bien recebido, Solícitos en las conformidades,
Y con sinceridad de corazones Y no hallaban seeo despidiente
Por justicia mayor obedecido Ni razón resoluta de amistades
Desque manifestó las provisiones; Que por entero fuese concluyente,
Y en gran conformidad usaba dellas Pues solamente siendo persuadido
Oyendo las demandas y querellas. Parecía prestalles buen oído.
Otros pueblos también lo recibían , Sabido por Robledo que venia,
Donde manifestaba sus recados, En su lugar, á le besar las manos,
De los cuales algunos lo hacían - A Barros y al comendador envía ,
No tanto por amor cuanto forzados, Ambos á dos hidalgos lusitanos,
Dándole por disculpa que debían Y Alvaro de Mendoza que los guia,
A Renalcázar ser notilicados Y otros muchos que van con pechos sanos ;
Primero, pues á la real corona Los cuales topan con el avanguardia,
A servir fué por su propria persona. Y dícenles venir en retaguardia.
También constaron otros desafueros » Pasaron todos elfos adelante
Porque prendió los regios oficiales A dar de su mensaje las razones:
Por no querer prestar ciertos dineros Benalcázar mostró ledo semblante ,
De las cesáreas rentas y reales, Pero no sin dañadas intenciones;
Que para tener malos paraderos Pues desarmándolos en un instante,
Una fué de las causas principales A lodos les mandó poner prisiones,
Tomallos él por fuerza de la caja Y caminó con ellos á recado
En la ciudad de Arma donde baja. Sin Robledo poder ser avisado.
En Popayan la nueva fué sabida , El sol cubría ya dorada frente,
Y luego se partió gente lustrosa Dejando sin su luz la inedia esfera ,
A dar el parabién de la venida Y el dicho Benalcázar no consiente
Y del poder y dignidad honrosa: Que la gente detenga su carrera,
Alvaro de Mendoza se convida, Hasta llegar adonde de préseme
Pedro de Barros y el cruzado Sosa , Los avisos el mariscal espera.
Con otros conocidos caballeros En un pueblo que se llamaba Pozo,
En trabajos pasados compañeros. Do se precipitó todo su gozo.
Fuéie la vista dellos agradable Y ansí por asperísimo camino
Por ser conversación de muchos años, Y un riguroso paso de quebrada,
Tracto sincero y amistad loable El animoso Benalcázar vino
Y libre de los pérfidos engaños ; A Pozo , villa ya conmemorada ,
Mas esta vista, rueda variable Donde sobresaltaron al vecino
Hizo que fuese para grandes daños , Y al mariscal cercaron la posada,
Por dalle sus favores sin malicia Al cual pusieron inmediatamente
Y no pensando ser contra justicia. En cepo y grillos como delincuente.
En este mismo tiempo que se halla Con examinador de pecadoras
Robledo con amiga parentela, Almas, lo meten en pequeña pieza,
En rompimiento vino de batalla Y sin mas intervalos ni demoras
Pizarro contra Blasco Nuñez Vela ; Tapete y el cuchillo se adereza;
Murió con muchos que mi pluma calla De manera que dentro de dos horas
Del escuadrón de su leal tutela , Mandó que le cortasen la cabeza,
Personas de valor y de gran peso, Y al comendador Sosa, que sin rienda
Y Sebastián de Benalcázar preso. En los negocios suyos metió prenda.
Tractólo bien el vencedor tirano , Dia del bienaventurado santo
Por haber sido capitán antigo Seráfico Francisco, cuya fiesta
En los gobiernos del marqués su hermano Se suele celebrar con dulce canto
Y entonces del Gonzalo gran amigo, Del coro de católicos, aquesta
Aunque después por si tomó la mano Se celebró con lágrimas y llantos,
Por los medios que agora yo no digo; Y traje que tristeza manifiesta ;
Pero si vida mas nos acompaña Apelan del rigor de la sentencia,
Diremos su valor y buena maña. Mas nunca lo movieron á clemencia.
Usando pues Gonzalo de clemencia Cargaron religiosos y los legos
Y respetando su conocimiento, Con pienlísimas intercesiones,
Para poder volver le dio licencia Mas fueron poca parle con sus ruegos
A su gobierno y adelantamiento; Para les otorgar apelaciones :
Y demás desta tal magnificencia , Tan vivos y encendidos son los fuegos
Se le dio lodo buen avlamiento De los apasionados corazones,
Y cosas necesarias á su gasto Pues en lo mas ó menos importante
Hasta llegar á la ciudad de Pasto. No se les pone cosa por delante.
En aquella sazón allí vecino Sacaron de la cárcel los dos juntos
Un Francisco Fernandez Girón era, Con espantosa voz de pregonero,
Nombrado luego por ser hombre diño Los graves rostros ya como defunlos,
En el cargo que tuvo Juan Cabrera; Enajenados del color primero:
El cual con mucha gente con él vino Sollozos y suspiros son los puntos
A su gobernación y á su frontera, De los ministros del honesto clero;
Quejoso como supo del enredo La muchedumbre que los acompaña
Usado por el don George Robledo. Con lagrimas sin fin el rostro baña.
428 JUAN DE CASTELLANOS.
Al horrible lugar del sacrificio Mas antes que lleguemos al remate
Los llevaron con cruces en las manos; Y fin acerbo del varón famoso,
Quiero contar un pérfido dislate
Llegóse de los indios gran bullicio Intentado por cierto religioso,
Para ver justiciar los dos cristianos ; Porque razón requiere que lo trate
Hicieron los verdugos el oficio Por ser atrevimiento monstruoso,
Que suelen los ministros inhumanos : Y sin entremeter paja ni ripio
Quedaron con las impías heridas Diremos el origen y principio.
Las almas de los cuerpos despedidas. El año de quinientos y cincuenta
En dos partes divisa la garganta , Hicieron los Comieras tal esceso.
Sale vital humor y rubicundo, Que con mano sacrilega, violenta,
Porque veáis cuan presto se quebranta Mataron al obispo Valdevieso;
El edificio vano deste mundo, Y en él también sus manos ensangrienta
Que sobre grandes torres se levanta Castañeda, que fué fraile profeso
Y en un punto lo veis en el profundo : En Nicaragua, do con los traidores
Locura es no recelar mudanza Se congregaron muchos malhechores.
Quien mas subida tiene la balanza. Fueron á Panamá los delincuentes
Ahorcado murió desde á dos dias Do hicieron también hechos inicos,
Kallasar de Ledesma ya nombrado, Y con lo que robaron á las gentes,
Y otro con él, que fué Cristóbal Diaz, Si les durara, fueran todos ricos;
Para cualquier afrenta buen soldado : loan allí como sobresalientes
Hizo prender al padre Juan de Frías, También otros dos frailes dominicos,
Y estuvo con prisiones molestado; Fray Andrés de Albis muy desvanecido,
Al Mendoza y al Barros antes presos, Con otro fray Alonso tan perdido.
i.on solamente cárcel fueron lesos. Vencidas estas pérfidas banderas
Para librarse del rigor malino, Por un Martin Rüiz, dicho Marchen*,.
Furiosas y primeras tempestades, Y poblados los campos y riberas
Valió no se hallar al desatino De los que merecían mortal pena,
1);' lasanlioquenas vanidades, No sé yo por qué vías ó maneras
Y Francisco Fernandez ser padrino Fueron los frailes dos á Cartagena,
En que les concediesen libertades, En cuyo territorio y hemisferio
A causa que de tiempos mas amigos Era recién fundado monasterio.
Ambos á dos le fueron muy amigos.
Pues Benalcázar por echar el sello Fray Josepe de Robles fué primera
A los enojos de varón severo, Persona fundadora del convento,
Envió por juez á Juan Coello No donde agora está, sino mas fuera,
A Anlioquia con poder entero, Que en los jaqueyes fué primer asiento;
Con presupuesto de estirar el cuello Este los recogió, que no debiera,
A los de la prisión de Madroñera, Aunque debió de ser con buen intento;
Y el buen Gaspar de Rodas por teniente- Después al reino se mudó, dejando
Y capitán mayor de aquella gente. Al fray Andrés de Albis con su mando.
Mas el Gaspar de Rodas como bueno, Viéndose ya señor del monasterio,
Deseando librallos desla pena, El apetito fué de mayor cebo,
Puso secretas cartas en un seno Pues quiso ser monarca del imperio
A punto y á sazón que les fué buena, De cuanto damos hoy al mundo nuevo ;
Pues los culpados nejan el terreno Y no fuera milagro ni misterio
Y caminaron para Cartagena; Ahogarse con un tan solo huevo,
Y ansí Coello por aquellas sendas Porque veáis á qué se determina
Nunca halló culpados ni haciendas. En traje de humildad una gallina.
Destos un Almaraz era primero, En este tiempo, por lo sucedido
Clérigo que lenian en estima, En los rebeliones mal fundados,
• Y Diego de Mendoza y Ladrillero, Habían muchos de Pirú venido
E l cual tuvo después indios en Lima ; Por Gasea, presidente, desterrados;
Fué Diego Hogazon su compañero, Y el destierro debió de ser medido
Con otros que no caben en mi rima , Según la cualidad de los pecados,
Soldados del Robledo valedores Y los que merecían menor pena
De los mas escogidos y mejores. Se quedaban allí por Cartagena.
Sin sucedelles mal inconvinienle Diego de Vargas Caravajal era
Llegaron donde tengo referido, lino destos, y Oclioa, vizcaíno.
Y estos con mucha cuantidad de gente Que mucho rehusaron la carrera
Que residían por aquel partido Cuando con la traición el fraile vino ;
Llevó consigo Gasea, presidente Mas él los indució de tal manera
Que ya contra Pizarra era venido; Que se prendaron deste desatino;
Ansí que de la gente mas lucida Y estos dos, que después hicieron piezas,
La costa por allí quedó barrida. Quedaron señalados por cabezas.
El don Pedro de Heredia, que cansado Comienzan á juntar gente baldía,
Estaba de jornadas, y en efeto Armas y belicosos instrumentos,
De golpes de jueces descarnado , Con el secreto que les convenia
Que cierto lo pusieron en aprieto, Debajo de solemnes juramentos;
Viéndose de vejez ya rodeado, Y el dicho fray Andrés señaló dia
Puso los ojos en estar quieto, Para principios tristes y sangrientos,
Si dominio fatal y violento Ocupados estando los vecinos
Condescendiera con su pensamiento. En los oficios sacros y divinos.
Mas aunque ya con horas y rosarios Fué la resolución entrellos esta ,
Eran sus tractos y conversaciones , Dispuesta por el moñaco profano:
Teniendo los avisos necesarios Predicar él en uua cierta fiesta,
En nunca perder misas ni sermones , Por ser predicador el mal cristiano ,
Todavía duraban de contrarios Y al I i los acabase gente presta
Dañadas y malditas intenciones, Cuando hiciese senas con la mano;
Cuyos contrastes eran de tal suerte Mas para sus oontentos y placeres
Que fueran ocasiones de su muerte. Reservasen á solas las mujeres.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO IX. 429
Concertados los torpes desvarios, El mozo le responde: «No se espante
Puestas las cosas todas en sus manos, Vuesa merced, señor, que no quisiese
Hacían cuenta de lomar navios , Por agora pasar mas adelante,
Y en ellos embarcarse los tiranos Pues en ello me va gran interese,
Para domar los otros señoríos Y sé que me dirá ser importante
De Panamá, con pueblos comarcanos, Si por ventura yo se lo dijese, «
Y desde Panamá pasar á Lima El Alonso Rúiz luego le instiga
Y subyectar el resto de por cima. Con importunidad que se lo diga.
Estas cosas y otras representa Llegóse del oido muy cercano,
El mal prior á todos los damnados, Y declaróle toda la substancia :
Y dice que de gente descontenta El otro , que sintió furor tirano,
De los que fueron mal galardonados, Le dijo sin guardar mas circunstancia:
Y muchos que vivian con afrenta , < ¡Oh hi de puta, puto, mal cristiano!
Inumerables eran los soldados ¿Y ese llamáis negocio de importancia ?
Dispuestos á pasar esta carrera , Id al adelantado, dadle cuenta
En viendo levantar cualquier bandera. Quién es aquel que tal maldad intenta.
Encarece sji próspera ventura » No reparéis ganarme por la mano
Hablando con la pérlida cuadrilla , Antes que mis palabras se deslicen;
Promete colocallos en altura Mira que luego declaréis de plano
De que suele gozar escelsa silla : Todo cuanto sabéis y aquellos dicen ,
Mirad á cuánto llega la locura Porque si no, prometo de un villano.
De un hombrecillo vil y con capilla , Que tengo de hacer que os descuarticen.]
Queriendo ya trocalla por almete El mozo le rogó que con él fuese
Y de tan gran traición ser alcahuete. Para que su mandado se cumpliese.
Pues cuando la traición y alevosía Viéronse pues con el adelantado,
Intentaba con tácito recado, Y el Alonso Rüiz, como debía,
Era ministro de la sacristía Dijo luego: »Señor, este soldado
Un Alonso Rui/, bien inclinado , Quiere hablar con \ueslra señoría
Que fué después por su sabiduría Un negocio que dice ser pesado,
En este Nuevo Reino prebendado, Y rogóme que fuese yo la guia :
Músico principal de voz y dedo, No sé lo que se quiere ; pero siento
•Que debe ser negocio de momento.»
Y natural del reino de Toledo.
Para que la razón fuese tan nota
Este que no sabia desta guerra Cuanto fueron los sones que le dieron,
Que por traidora gente se movía, En parte de la casa mas remota
T'n mancebo tenia de su tierra Heredia y el mancebo se metieron,
En su posada y en su compañía : Donde le relató, sin faltar jola ,
La memoria del nombre ya se yerra, Lo que los tres soldados le dijeron;
Que no me acuerdo cómo se decía; Y ansí con la debida diligencia
Pero por r.o teuer aviaiuicnto Mandó traer los tres á su presencia.
Para Pirú, vivía descontento.
Y viéndolo con angustioso pió Fué la prisión nocturna, sin ruido,
El Alonso Rúiz, por consolallo, Y con tan recatado miramiento ,
Para subir al reino por el rio Que de nadie fué visto ni sentido
Habló con quien podia negociallo, Aquel acelerado mandamiento;
Y hasta la barranca le dio avio Y del los el delicio conocido.
De tamemes ladinos y caballo, Sin que los apremiasen con «tormento,
Y allí canoas y matalotaje Supo también, para mayor aviso.
Para que prosiguiese su viaje. En otras circunstancias lo que quiso.
Salió de la ciudad el peregrino Pues como la maldad fuese notoria
Con este sobredicho pensamiento, Contra las honras, vidas y caudales,
Y á la primer jornada del camino Y no para perder de la memoria
Topó con tres de los del alzamiento, El hacer diligencias puntuales,
En heredad cercana de un vecino, Fué, como general, Joan de Villoría
Donde les proveían de sustento, Con copia de vecinos principales
Debajo de buen lin y sin sospecha A Cipacua, para prender traidores
De la grave maldad que se perlre< lu. Y al fraile y á los otros dos autores.
Los tres de la cuadrilla detestable' Despachóse también por otra vi.t
luciéronle muy buen acogimiento, A don Luis Bravo, cierto caballero
Y mediante conversación afable. , Que en este Nuevo Reino do vivía
Supieron de sus pasos el intento: Lo conoci después encomendero;
Dijéronle ser tierra miserable Aqueste recogió gente baldia •
Y camino de gran desabrimiento: Tocada de la mancha que refiero,
Que se lo mostrarán de mas regalo, • Y culpados ó libres de la pena ,
Donde deseche presto pelo mulo. Llevó gran cuantidad á Cartagena.
Muchas cosas le dicen, y en efelo. Hizo Villoría pues jornadas largas
Después de conjuradas prevenciones», Hasta poner en su lugar la proa:
Le descubrieron en lugar secreto Espánlanse de ver lanzas y adargas
Sus traidoras y malas intenciones; Que hieren rayos de la parle eoa ;
El cual sin discreción y sin respeto Prenden por buenos términos al Vargas,
Se venció de sus pérlidas razones , A los frailes también y al Pedro Ochoa;
Y hasta ver aquella maldad llena Arisimismo prendieron los soldados
Determinó volver á Cartagena. Que con ellos estaban congregados.
Entróse sonriendo por el nido Algunos sueltos y otros en cadena
Adonde hizo su primer escala; Con palabras de buen comedimiento,
El Alonso Rúiz, como le vido Llegan á la ciudad de Cartagena ,
Entrar con su hatillo por la sala, Y al Vargas se le dio luego tormento ;
De repentina cólera movido , El cual y los demás dignos de pena
Le dijo: «Vengáis mucho en hora mala ; Declararon con él su mal intento ,
Gastó por aviaros infinito, Y según merecía su malicia,
4 Y volveisos a las ollas de Egito?» Se hizo dellos ejemplar justicia:
430 JUAN DE CASTELLANOS.
El Ochoa y el Vargas arrastrados Pero la llama con sus remolinos
Y en ocho partes ambos divididos; Por varias partes los escandaliza,
Los demás oliciales ahorcados, Y el viento con fumosos torbellinos
Y con azotes los demás punidos; Y presurosos soplos más atiza,
A Castilla los frailes desterrados, Tanto que casas de los mas vecinos
Con grillos en navios son metidos; Se convierten en polvo y en ceniza :
Otros menos culpados en el yerro La revuelta, la grita y el estruendo
Condenados salieron á destierro. De las gentes y llamas es horrendo.
Como surgiese pues en la Habana Según un rio cuando va crecido
La nao do fray Andrés estaba preso, Y baja de los altos de repente,
Tentó de se liüir con obscuraua, Por piedras y peñascos divertido,
Sin nadie poder ver aquel esceso; Fuera del curso viejo la creciente,
El cual, viendo con viento tramontana Que con aquel acuático ruido
Estar un cable acia tierra tieso, Se turban los oidos de la gente,
Asiendo del creyó que guia fuese Y con el rumor sordo y espantable
Para llegar adonde se abscondiese. No se percibe cosa que se hable:
Y ansí le sucedió, pues en alcance Ansí también con los fogotos sones
Yendo de tierra para lomar puerto, De las pajizas casas que se encienden,
La nao parece ser hizo balance, Iban en crecimiento turbaciones,
Tal que quedó con aguas encubierto; Sin que supiesen quiénes los ofenden ;
Y en este mas que miserable trance Y si preguntan causas y razones ,
Lo recibió la blanca Tetis muerto: Los unos á los otros no se entienden ,
Dicen que lo hicieron dios marino, Ni nadie dellos en aquella pla^a
Mas á creello no me determino. Sabe qué se responda ni qué baga.
Aqueste fué su (in y paradero Los que pensaban ser cosario marte
Por noviembre del año precedente.... Y sobresalto de francés avaro,
Y luego después deslo, por enero, Huyendo van por una y otra parte,
El otro que á cincuenta fué siguiente. E l ausencia tomando por reparo ;
Espanto y alboroto mas entero Pero la mucha lumbre fué de arte
A la ciudad le vino de repente, Que se desengañaran con su claro :
Por casual y general incendio, Cada cual vuelve do su casa arde,
Del cual quiero hacer breve compendio. Pero cuando vinieron era tarde.
Tenían casas en aquella era Porque la llama fué tan presurosa,
Personas pobres ó cualificadas , Sin que breve momento reparase,
Los altos y los bajos de madera Que fué substancia poco provechosa
Con cogollos de palmas cubijadas; Ya que de llamas algo se librase,
Y aun hoy algunas hay desta manera, Y á lodos cuasi no les quedó cosa
Que no lodos las tienen mejoradas , Que no se consumiese y abrasase;
Y son las sobredichas coberturas De tal manera, que los mas subidos
Para llamas de fuego mal seguras. Quedaron totalmente destruidos.
Porque con soplos del conlinuo viento , Heredia viendo desde plaza rasa
Y el ardiente calor, están las ramas Arder la iglesia, fué por socorre!la ,
Dispuestas siempre para nutrimento Y cuando revolvió sobre su casa,
De las veloces y movibles Mamas, Do vio prevalecer viva centella,
No con menos lijero movimiento Hallóla toda ya tan hecha brasa,
Que globos qrife deshacen duras tramas , Que se le quemó lodo, sin que della
Impelidos del polvo salitroso Pudiesen escapar cosa ninguna :
Por el cañón cruel y fulminoso. Que fué terrible golpe de fortuna.
Al tiempo pues que negras confusiones La cual no tuvo menos inclemencia
Cubrían con su nublo tenebroso Con él después, trienio ya pasado,
A gentes de las índicas regiones, Porque le vino para residencia
Llenas de soporífero reposo, Por juez el doctor Juan Maldonado ,
Una mujer tomaba las unciones, Fiscal y oidor después en el audiencia
Que padecía mal contagioso, Deste distrito ya conmemorado ,
Y las ministras se dejaron brasas Donde residen hoy sus tres sobrinas
Pegadas á la cerca de las casas. Que son de grandes alabanzas dinas.
Enciéndense los palos con la lumbre, . Doña Leonor, doña Isabel, doña Ana
Y fué la fuerza dellos de manera, Puestas con gran razón en escriptura
Que voló presto hasta la techumbre Con tinta de alabanza soberana ,
Y salió por encima la cumbrera, Porque demás del don de hermosura ,
Usando de su natural costumbre , Su gran bondad, honor, vida cristiana ,
Invalesciendo contra la madera : Camino van de celestial altura,
Salta del lecho la doliente dama YMIO menos lo llevan sus concelos
Como vido los humos y la llama. De hijos y de hijas y de nielos.
Eran aquestas casas al remate Aqüeste doctor era de Sevilla
Del pueblo, que es do leste se deriva; Y por algunas prendas obligado
Y entonces era tanto su combate Al favor de George Quintanilla,
Que no se vido cosa mas esquiva: Vecino principal y muy honrado,
Centellas sobre las demás abale, Pero del número de la" cuadrilla
Y con furiosos soplos las aviva ; Que perseguían al adelantado;
Vieron la lumbre gentes castellanas Y en esla residencia que refiero
Y á gran priesa repican las campanas. A mí me consta selle mal tercero.
' Los de la ciudad alborotada, Para tomalle pues la residencia
Pensando ser cosarios, salen fuera : Término señalado se pregona;
Huye sin su marido la casada , Y aunque tuvo debida reverencia
Sin esperar á padre la soltera, En tractar con respecto su persona.
Una descalza, otra destocada Aquel odio, rancor y mal querencia
Y otra con menos ropa que quisiera; Del que ya señalé lo desentona,
Otros acuden al primero luejío Y otras muchas dañadas intenciones
Imaginando iniligallo luego. Le hicieron usar de sinrazones.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO IX. 431
También Beltrán, á cuyos pedimicntos E l cual llevaba del Pirú bastantes
El juez vino con humor adusto Recados de poderes é instrucciones
Por agravios y malos tractamienlos, Para pedir al rey cosas tocantes
Fué causa principal de su disgusto, Al bien de aquellas prósperas regiones ;
Pues en dar ó quitar repartimientos Y solo, sin los otros navegantes ,
Ningún juez en Indias es tan justo Quiso salir de aquellas confusiones,
Que pueda según las variedades En San Andrés, un galeón terrible
Ajustarse con todas voluntades. Que compró por ser hombre de posible.
A dar favor á este se convierte Tal intención por el Farfán sabida,
Toda la junta de los mal querientes, Que por ventura fué con tal intento,
Con ser un hombre no de tanta suerte Dio pregón que so pena de la vida
Que poseyese prendas eminentes; Nadie haga del puerto mudamiento;
Mas en efecto, causa de su muerte Mas aprestóse para la partida
Y de gran sinsabor á sus parientes, No sin sospecha grande de mal viento,
Por arrimar jueces el derecho Pero por los murmurios de las gentes
A quien les encamina mas provecho. No curó de mirar inconvinienles.
Y ansí, para salir con el intento, Salió del puerto, no de buena gana,
Este doctor con leyes lo reboza; Que de mar bonancible desespera,
También con sus parientes al momento Y del galeón hizo capitana
Anduvo la pasión á toda broza ; Donde iba don Antonio de Ribera ;
Quitó los indios y repartimientos No hallan los navios la mar llana,
Al capitán Alvaro de Mendoza; Antes los contrastó tormenta fiera,
Pero volvióselos mejor justicia Y cuanto mas la noche se cerraba
Después que les constó de la malicia. La mar mas se movia y alteraba.
Pues el adelantado como via Durante pues aquella noche ciega,
Que procuraban dalle zancadilla, Por un rumbo que estaba mal seguro,
Y que con el doctor prevalecía El galeón á mas andar se aniega,
La mala voluntad de Quintan-illa, Del cual mandan soltar un pasanmro;
Consideró que mucho le cumplía . Luego la flota toda se le llega,
Apresurar sus pasos á Castilla ; Y dio cuenta Farfán del trance duro,
Y ansí se despachó secretamente, Y á grandes voces le responde luego
Y Alvaro de Mendoza juntamente. • Un piloto llamado Joan Gallego:
«Señor, pues daislan malas esperanzas
Sigue con mal agüero la derroia. • De poder escapar desos estreñios ,
Y en una conjunción que no debiera, Al sur tenéis el puerto de Matanza?;,
Por ir en los navios de la flota Allá conviene mucho que arribemos,
De que Gómez Farfán general era, Porque fuera de tales destemplanzas
Donde fortuna mala fué pilota, Esas necesidades remediemos;
Entonces falsa y antes lisonjera; Mas ai entrar mirad por el alhaja
Pero pudo meter en el Habana Porque no zabordéis en una laja.»
Cosme Farfán su flota toda sana. El general le dijo : «Sed vos guia :
Hasta llegar allí no falló maña, Poned farol con la posible priesa .
Por ser hombre de mar bien advertido ;- Porque por donde vos hiciercfes via
Serian veinie naves de compaña, La derrota de lodos será esa.»
Con las cuales estuvo detenido, Entraron todos bien por do decia ;
Esperando las de la Nueva-España , Mas la nao llamada la Condesa,
Tres meses en amores divertido, Por no saber el bajo no se arriedra,
Todos los del viaje descontentos
Por las tardanzas y detenimientos. Y al entrar encalló sobre h piedra.
Durantes estos dias mal gastados, Surtas las otras naos y bajeles ,
Como por ciertas causas se desainen Luego las otras gentes del viaje
Santos de Alger y Marañon, soldados, Rodean la Condesa con bateles
Allí tuvieron singular certamen, Y sacan oro, plata y el fardaje.
Y solos, de sus armas preparados , Hasta la carga de bovinas pieles ,
Hicieron de las fuerzas tal examen, Y grandes cajas de matalotaje ;
Que en el litigioso desconcierto Después con anclas y con cabestrantes
Uno destos soldados quedó muerto. Hicieron o,ue nadase como antes.
El vivo, por la pena merecida Metiéronla , ya libre de la peña,
Que recelaba por sus maleficios, Por parte que no cubre mal engaño,
A gran priesa tomó para guarida Y la cuadrilla náutica domeña
La casa de los santos sacrificios : Brazos robustos al henieslo caño
Farfán al Marañon viendo sin vida, De la bomba, que luego les enseña
Tomó soldados que halló propicios, Tener remedios prestos aquel daño ;
Y al Santos que con santos halló solo Y ansí los marineros oficiales
Sacólo de la iglesia y ahorcólo. Acuden con debidos materiales.
Hizo sus diligencias el prelado Della y del galeón fuera la ropa.
Antes que ejecutase la sentencia; Con -lado que les da quien los menea,
Y visto no cumplirse su mandado, Recorriendo de proa hasla popa ,
Sino perseverar en la demencia, La parte peligrosa se tantea :
Con anatema fué descomulgado, Aprietan calafates el estopa ,
Por los quebrantamientos y violencia ; Cubre costuras la teosa brea,
Reíase Farfán, y como loco De tal manera, que se hacen ciertos
Tuvo la tal descomunión en poco. Que podrían dejar aquellos puertos.
Y ansí, sin procurar absoluciones Pero por se mostrar el mar obscuro,
Ni se parar á corrección cristiana, Cuarenta dias liíiien de reposo
Haciéndole cien mil protestaciones Allí, que saben ser puerto seguro
Cada día la gente castellana Contra furias del Orion proceloso
Acerca de sus grandes dilaciones, Y biavas tempestades del Arturo
Determinó salir de la Habana, Que entonces se mostraba riguroso;
Y aun porque don Antonio de Ribera Al cabo de los cuales con bonanzas
Esta quiso dejar y salir fuera. Salieron desle puerto de Matanzas.
432 JUAN DE CASTELLANOS.
Al escorpión nocivo Febo deja Bien creo yo que no haré cosquillas
Por visitar al fuerte sagitario, Al bien intencionado nial modesto;
Guando la turba náutica perpleja Mas de muchos que vi por estas villas ,
Echa juicios con parecer vario; Hablo tan solamente deste puesto,
Pero por votos de los mas, se aleja Podría declararos maravillas,
Con los amenazar tiempo contrario, Por mí consideradas cerca desto ;
El efecto del cual fué de manera Cuya muerte de nadie fué plañida
Que cada cual de vida desespera. Y tal que dio gran muestra de su vida.
Y ansí la flota no va recogida, Hambrientos lobos que todo lo quieren
Porque con ios rigores turbulentos Y á los demás les cuentan los bocados ;
Fué por diversas vias divertida, Vayan las cosas por adonde fueren
Molestada de aguas y de vientos; La casa llena hasta los tejados;
Llegó Cosme Farfán á la Florida Robando viven y robando mueren
Con las naos que siguen sus intentos ; Y en robos son sus dias acabados ;
Hallóse la Condesa que echó sonda Y al cabo de la vida tanta mengua
En solas ocho brazas de mar fonda. Que pocos dellos mueren con su lengua.
Aviso quiso dar de la fondura Destos iban allí no sé qué tantos,
Con voluntad, á lo que dicen, sana ; Y cada cual el cofre proveído,
Pero como no hay hora segura, Que vistos los mortíferos espantos
Llegó sin que amainase la mesana, Quisieran muy mejor haber vivido :
Y por inopinada desventura Todos llaman al Santo de los santos
Embiste con la nao Capitana, Con devoción y lánguido gemido,
Y el golpe que le dio fué tan pesado Porque el viento, la mar, la destemplanza,
Que la rompió por medio del cos'uclo. Quitaba del vivir la confianza.
Todo cuanto tenia la cubierta Con esta furiosísima refriega
Al mar tempestuoso se convierte ; Llegaron al paraje de Zahara,
A las saladas aguas abrió puerta La costa della toda turbia, ciega,
Para trance mortal infausta suerte, Y tal que no se via cosa clara;
Pues allí si se via cosa cierta v
A los cables y áncoras entrega
Era la certidumbre de la muerte : Buitrón la nave dicha y allí para ,
Oyense grandes gritos y alaridos Pensando que los inconstantes vientos
De los que de las aguas son sorbidos. Mitigaran sus ásperos alientos.
Tristes pero brevísimas querellas Pero la furia dellos era tanta
En balde pudo dar Ana Carmena , Que desconsuela la compaña triste,
Y con ella también ocho doncellas Y de los bajos pies á la garganta
Mestizas que servían á esta dueña ; El espumoso golpe los embiste ;
Pues hechas una balsa todas ellas Hasta las altas gavias se levanta ,
El impío mar la muerte les enseña, Y por ninguna via se resiste :
Con otros, que debieron ser cuarenta , Cuanto oyen y ven los amenaza
Absortos de la grávida tormenta. Y el hilo del vivir les adelgaza.
Los otros de la mísera tragedia,
Por jarcias y por mástiles asidos, Temen quel agua no los arrebate •
Entre tanto que gente los remedia De la cubierta por do va corriendo;
Y sean con bateles socorridos ; Oyen por los peñascos el combate
Entrestos mismos don Pedro de Heredia , Donde las olas quiebran con estruendo;
Farfán y don Antonio, sin vestidos, Impetuoso viento los abaie
Que con el resto que no se pregona Con furia, tempestad y son horrendo;
Entraron en la nao Bretendona. En camisa, sin calzas y sin sayos,
Perdido pues aquel desla manera E ya todas sus fuerzas son desmayos.
Por ocasión y via tan eslraña, Los unos y los otros lamentando.
Los otros prosiguieron su carrera Hiriendo con temblor dientes con dientes
Hasta poner las proas en España ; Tablas, barriles, palos procurando
Mas en el golfo, con tormenta fiera Con otros materiales diferentes,
Que cuanto mas navegan mas se ensaña. Para llevar con ellos sustentando
La nao Bretendona mal se halla Los cuerpos miserables y dolientes,
Con agua que no pueden agota I la. Rendidos al rigor del mar airado
Bravo, feroz y desapiadado.
Pidió socorro como convenia, En este trance mas que miserable
Y á lo dar ocurrieron con presteza Porque la noche no los ocupase,
Con nave que Cosme Buitrón traia. Pareciéndole medio razonable
Donde metieron toda la riqueza ; Con que la gente toda se salvase,
Y entró la temerosa compañía Mandó Cosme Farfán cortar el cable,
Llena de confusión y de tristeza, Y en la playa la nave zabordase;
Trocado cada cual de su (¡gura Lo cual se hizo como lo mandaba,
Por tan continuada desventura. Pero no sucedió como pensaba.
Entraron licenciados y doctores, Porque como llevaba tanta carga ,
El buen Heredia y otros caballeros, A breves pasos encalló la quilla ;
Y Góngora y Galarza, dos oidores Fué para brazos la distancia larga,
Que deste reino fueron los primeros; Pues con ellos pretenden el orilla;
Entraron confusiones y temores Allí la confusión triste y amarga,
Adivinando malos paraderos; Allí la turbación y la mancilla ;
Entró fuera de todo regocijo Fuera recelan el mortal encuentro,
El gobernador Sancho de Clavijo. Peor y mas cruel si quedan dentro.
Ansimismo subyectos á Neptuno Ya la nao por partes se reparte;
Otros iban allí no tan insines, Fuera de su lugar el limón anda,
Mas con temor no menos importuno : Las obras muertas van por una parte,
Notarios, escribanos y malsines, Jarcias y velas van ñor otra banda ;
De los cuales á uno ni ninguno Nadan los que son diestros en el arte,
Conocí que tuviese buenos unes, Como necesidad urgente manda ;
Antes tristísimos acabamientos A tierra llegan recios marineros
Y sin gozar de santos sacramentos. Y Farfán y Buitrón de los primeros.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE CARTAGENA, CANTO IX. 433
Los menos diestros en aquestos usos, Llegó la nueva pues á Cartagena
Cuyas cubiertas son las carnes solas. Y larga relación desle cóndilo,
Andan allí revueltos y confusos Donde se recibió tan grave pena
Tragando ya la muerte con las olas; Que no sabré pintalla por escrito:
Quiebra Laquésis los vitales husos En cada casa generosa suena
A mas de cien personas españolas, Un gran clamor y doloroso grito;
Entre los cuales son los dos oidores Las generosas damas y doncellas
De mas quieto fin merecedores. Daban impacientísimas querellas.
Otros muchos juristas y escribanos En todos era general el lloro;
Bullían por las ondas muy espesos, Amigos y enemigos enlutados ;
Pero no se valían de sus manos Los cabellos que esceden hebras de oro,
Para contra la mar hacer procesos: Vuelan aquí y allí despedazados;
Perecen ellos y papeles vanos Destiérranse las galas y el decoro
Do pintaron aposta los escesos; Que solian usar tiempos pasados;
Y á los del licenciado Juan Montano Hacen demostración deslos dolores
El agua no les quiso hacer daño. Las sonoras campanas con clamores.
Porque viéndolos ir con tales sellos, Y aquella dueña digna de memoria,
E l marino rigor dellos se espanta : Su sobrina mayor doña Costanza,
Digo que se espantó la mar de vellos, Viuda ya del buen Juan de Villoría,
Y ansí no los corrompe ni quebranta ; Con prendas de no menos esperanza,
Y tales en efecto fueron ellos, Su senlimento fué cosa notoria
Que su culpa pagó con la garganta, A los que conocimos su templanza;
Pues exención tan llena de furores Pues yo con otros muchos circunstantes
No debió merecer fines mejores. Oíamos palabras semejantes :
Téllez, que secretario fué primero «¡ Oh lumbre de mis ojos, padre mío,
En este reino, ya libre de faldas, De mi ventura claro fundamento,
Se concertó con cierto marinero Pues que padre me fuestes mas que lio,
Que lo sacase sobre sus espaldas, En regalos, amor y traclamienlo!
En pago de lo cual le dio dinero No merecía ser vuestro desvío
Y algunas buenas piedras esmeraldas; Fatal entre furores de agua y viento ,
Cogió las joyas y el delfín se anima Do la manera del morir escede
A navegar con Arion encima. Al dolor que quitar la vida puede.
El Arion novelo se consuela »A todas las humanas criaturas
Viéndose ya llevar desta manera: Bien veo quel morir les es anejo;
Mas el delfín robusto que recela Mas de morir en estas coyunturas
Poder llegar al fin de la carrera, Y concluir con tan amargo dejo,
Faltó como faltaba la vihuela, Las entrañas crueles y mas duras
Antes de lo sacar á la ribera: Conocerán que con razón me quejo ;
Al fin Alonso Téllez se le queda Pues que ser y valor tan agradable
Muerto, y él escapó con la moneda. No merecía fin tan miserable.
La dura tempestad le fué propicia »¡0h fortuna cruel, vil, inconstante,
Viéndole las espaldas descargadas; Cuan insufribles son tus desafueros!
Mas con duro flagelo de justicia ¿Quién vivirá con golpe semejante
Después se las pararon coloradas, Sin desear sus dias postrimeros,
Diciendo que lo hizo de malicia Pues ansí nos quitaste de delante
Personas que veman rezagadas, Honra de los honrados caballeros ?
A quien valió contra la violencia ¡ Arrebatástenos, facinerosa,
Saber nadar y buena diligencia. Un ejemplar de vida virtuosa!
El buen adelantado se adelanta •Venciste ya la vencedora mano ;
En confianza de salir á nado : Llevástenos al invencible pecho ,
Una vez con las olas se levanta, Aquel entendimiento soberano,
Dellas es otra vez precipitado, Y al instrumento del común provecho,
A la resaca llega, mas es tanta A quien á todos fué padre y hermano,
Que no le consentía lomar vado , Cabal en las palabras y en el hecho,
Y ansí lo que buen ánimo consulta Fácil en perdonar cualquier injuria
Quebrantada vejez le dificulta. En movimienlo de la mayor furia.
Adonde ve mas quietud arriba, «Nunca jamás apeteció venganza ,
Su vencedora fuerza ya vencida ; Y en las ejecuciones del castigo
En tierra dos ó tres veces estriba, Muy menor el rigor que la templanza ,
Poco le falta para la salida.... Y tanta mas cuanto mas enemigo :
Mas un gran mar de tumbo lo derriba, Común y general es la probanza
Que fué postrer remate de la vida Que puede confirmar esto que digo;
Del capitán egregio, sabio, fuerte, Razón hace hablar, y no fatiga,
Indigno de morir tan mala muerte. Sin temor de que nadie contradiga.»
No pudiera con él onda violenta Con tales loas voz enternecida
Viendo sus brazos en edad mas moza; Los oídos hirió de los oyentes;
No falta pues allí quien lo lamenta Las cuales, si razón es conocida,
Y que de corazón gime y solloza; No se pueden decir impertinentes,
Pues escapó de la cruel tormenta Y á vuelta de las quejas no se olvida
El capitán Alvaro de Mendoza , De las cosas al alma convinientes,
Marido digno de mujer tan dina Pues para celebrar los funerales
Cual es doña Francisca su sobrina. Hizo las diligencias principales.
Digo sobrina del adelantado, Vinieron luctuosas compañías,
En su remate falto de ventura, Ansí de dueñas como de varones ;
Cuyo cuerpo.no pudo ser hallado Acudieron devotas cofradías,
Para dalle terrena sepultura, El deán y cabildo y religiones:
Aunque con ansiosísimo cuidado Hubo por el espacio destos dias
Alvaro de Mendoza lo procura, Luculentos y próvidos sermones,
El cual se libró de la mar insana Y todo lo demás tan en su punto
En una carabela lusitana. Que se mostró por él el del difunto
28
434 JUAN DE CASTELLANOS
El túmulo rodean luminarias Fué capitán de la caballería
Que tienen en las manos diferentes Alvaro de Mendoza» que hoy nos dura ,
Naciones bravas que le dieron parias Ñuño de Castro del infantería:
Y á sus mandados fueron obedientes; Ambos en valentía y en cordura
Allí pusieron muchos letras varias, Cabales, si tuvieran aquel dia
Epitafios y versos escelentes, Mas posibilidad y mas ventura ;
Mas no puedo hacellos manifiestos El un alférez fué Francisco Portes,
Por acordarme solamente destos : Y no reliero los demás consortes.
Perdidit invictum Martem furibunda procella. Mandó venir al indio Maridado,
Tempestas famam perderé nulla poten, Cacique principal de los fronteros,
Quinpotius scribi cálamo sua (acta perenni El cual acudió bien acompañado
Poscunt, in millos mteritura dies.
De quinientos destrísimos flecheros,
AI insuperable Marte Antes la mas breve suma De venenosos tiros pertrechado
Venció la tormenta Aera , De sus hechos pide pluma Cada cual, según bárbaros guerreros;
Dando fin á su carrera, De tan sonorosa trompa,
Pero no pudo ser parte Que ni el tiempo la corrompa Luego la playa por las partes juntas
Para que su fama muera: Ni malicia la consuma. Fué sembrada de venenosas puntas.
Cuando quería pues del primer sino
Febeo resplandor hacer desvíos,
ELEGÍA Y entrar en el de Toro por camino
Compuesto de dorados atavíos,
A ¡a muerte de Joan de Bustos de Villegas, segundo go- Vieron por aquel término marino
bernador de Cartagena por provisión de la R. M. Venir estos belígeros navios,
Pendientes dellos por diversas partes
EN UN SOLO CANTO. Flámulas, gallardetes y estandartes.
Después de ser en el adelantado Bateles artillados traen fuera
Ejecutada la fatal sentencia, O lanchas y lijeros bergantines,
El doctor gobernó Juan Maldonado, Y cuando ya tuvieron la frontera,
A quien luego de la real audiencia Rompen el aire trompas y clarines ;
Fué deste nuevo reino señalado Al puerto van y toman la ribera
Por juez que tomase residencia Para de sus intentos ver losfines;
Don Gonzalo Jiménez de Quesada, Mandan que gente de caballo vaya
Persona grave, docta y eslimada. A ver si desembarcan en la playa.
Pero por ser á su salud embargo En el puerto, de la ciudad distante
El temple de las tierras y contrario, Poco menos que legua de comarca,
Su morada no fué de tiempo largo, El francés cudicioso y arroganie
A causa de buscar el necesario; Mas de mil hombres diestros desembarca:
Y á Francisco Velazquez dejó el cargo, Caminan bien armados adelante
Hoy en aqueste reino secretario, Contra pocos del español monarca ;
Que aunque mozo mostró tener talento Los de caballo que eran centinelas
Para negocios de mayor momento. Baten á toda furia las espuelas.
Y ansí con su valor y buenas mañas Avisan á las gentes castellanas
Compuso graves y pesadas bregas, Y á voces dicen que los galos llegan ;
Por no faltar allí parciales sañas, Tocan los atambores y campanas,
Contrarios bandos y pasiones ciegas; Y dentro de la plaza se congregan
Y con poder del rey de las Españas Robustas fuerzas, y las viejas canas
Sucedió Juan de Bustos de Villegas, Se sobresaltan y desasosiegan ;
Del cual quiero tractar por orden raso Mas el Bustos formó sus escuadrones,
Las cosas que hicieren mas al caso. Habiéndoles allí tales razones :
Uno faltaba ya para sesenta «Buen ánimo, carísimos hermanos,
Años de mas de mil y otros quinientos, Que para mas honor y mayor gloria
Cuando con este cargo se presenta, La batalla tenemos en las manos,
Mediante los reales mandamientos. Y della nos dará Dios la victoria :
Daba de su gobierno buena cuenta , No temáis estos viles luteranos ;
Alegres los vecinos y contentos , Baja canalla es y vil escoria ;
Pero poco después al Juan de Bustos Por buen Dios peleáis y por las prendas
No faltaron enojos y disgustos. De hijos y mujeres y haciendas.
De los cuales no fué menor azote »En el pueblo tenéis vuestras alhajas,
Venir para robar el oro y plata , Que de lo substancial no falla pelo;
El próspero caudal y rico dote Negocio es adonde no van pajas
Destos marinos puertos, un pirata Y no cumple tomallo con recelo :
Que se dijo don Juan, y un Martin Cote, Ellos tienen favor de sus ventajas ,
Franceses de la Calía bracaia, Pero nosotros el del alto cielo,
Con siete naos, cada cual potente , E yo confío de su gran clemencia
Y en ellas grande número de gente. Que no puede durar su violencia.»
Sabida su venida por la vía Esto dicho, camina con la gente
De Santa Marta, cuyo flaco puerto Para los encontrar en los caminos,
El robador cosario ya tenia E Luis de Villanueva su teniente.
A su querer y voluntad abierto, Con los que del lugar eran vecinos,
El Juan de Bustos, como convenia, Cada cual conocido por valiente
Puso sus pocas gentes en concierto En muchos belicosos torbellinos :
Para se defender desta potencia, Todos y. cada cual mostraba gana
Haciendo la posible resistencia. De romper con la gente luterana.
Mandó hacer trincheas y bestiones Había ciertos hombres forasteros
Con gran solicitud en las entradas , A vueltas de los dichos moradores,
Aunque de necesarias municiones , Que presumían mucho de guerreros,
Por le faltar, no bien aderezadas ; Y aquestos. no sin voces y clamores,
Convocó caballeros y peones, Decian : «No conviene , caballeros,
Hizo venir las gentes derramadas, Salir de donde somos muy mejores :
Entrellos los antiguos capitanes, Yerro notable es el que hacemos,
Dispuestos á victorias ó desmanes. Y en salir de la plaza nos perdemos».
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BUSTOS, CANTO ÚNICO. 433
Juan de Bustos se lo contradecía, La gente castellana, mal armada,
Teniendo por mejor salir afuera;
Mas fué tan perlinace la porfía
De la ya dicba gente forastera ,
Que lo hacen volver do no quería,
I Con ánimo feroz les acomete;

Pero de la primera ruciada


Mataron de peones diez y siete;
Y porfió hasta la vez tercera Entran los de caballo, y al entrada
A salir, con enojo manifiesto, Pereció Santa Cruz, un buen jinete,
Mas no pudo sacallos de aquel puesto. Con otro que Espinosa se decia,
Habia solos diez arcabuceros Que hizo buenos hechos aquel día.
Vecinos, y con ser gente tan poca, Rompió como quien bravo monte tala
Divisos de los otros compañeros, / El buen Francisco Portes por un lado;
Por acudir á lo que mas les loca, Sus golpes á los de Hércules iguala ,
De la calle por do vienen los fieros Con ¿razo viguroso y esforzado,
Franceses se pusieron á la boca, Hasta tanto que con ardiente bala
Y allí hicieron la posible salva Fué de vital calor desamparado,
Francisco Sánchez y Francisco de Alba. Dejando de la fuerza de su diestra
También allí Bartolomé de Arjona, Horrible voz de sanguinosa muestra.
Con los siete que no van señalados, Tanto , que dados fines á la guerra
Hacia cada cual por su persona Decían los franceses en su gloria :
Lo que suelen hacer buenos soldados, « A tener muchos destos esta tierra
Sin qur de los demás desla corona Desesperáramos de la victoria».
Fuesen favorecidos ni ayudados , Luego pues el don Juan se desencierra
Sino Mendoza que con los caballos • Teniendo ya la suya por notoria ,
A ellos se llegó por reguardallos. Viendo que nuestras gentes eran rotas
Acércanse los galos con estruendo, Por la gran multitud de las pelotas.
Suena para romper trompa sonora No dejó de hacer con su caterva,
Donde los diez estaban atendiendo En tanto que duraron los cristianos,
Que salieron con furia vengadora; Maridado gran mal en la proterva,
Por dos veces los fueron retrayendo, Pues disparaban pocos tiros vanos;
Espacio que duró mas de una hora, Y ansí hirió con venenosa yerba
Hasta que ya cesaron los cañones Crecido número de luteranos,
Por se les acabar las municiones. Y consumidos ya los tiros diestros
Conocida por el francés la falta Al monte se retrajo con los nuestros.
Del fumoso cañón y del mosquete , Los cuales desamparan sus placeres,
Por dos parles del pueblo los asalta Llevando por delante los heridos
Y mas adentro las escuadras mete; Y cuantidad de niños y mujeres,
A los unos Mendoza sobresalta, Movidos de sus ásperos gemidos;
Y con veinte caballosarremete; Y ansí vecinos como mercaderes
Retrájolos á parle conviniente, Quedaron asolados y perdidos,
Do se empuyó gran número de gente. Por ser inopinada la venida
Pero como persona que sabia Y muy poca hacienda guarecida.
Tener aquel lugar mortal engaño, Y mujer pobre y el cansado viejo,
Y que por esla causa no podia Aunque sepan haber algún cosario,
Por allí pelear sin proprio daño, Y reconozcan ser sano consejo
Retrájose con esta compañía Trasponer su caudal á lugar vario,
A la ciudad con el demás rebaño, Fáltales el avío y aparejo
Y con los que seguían su bandera En tales coyunturas necesario ;
Junto á Santo Domingo los espera. Demás de que con tales confusiones
Viendo que ya llegaban al paraje, También roban domésticos ladrones.
Antes que del lugar viesen el centro, A los cuales se quedan en rehenes
Rompió por ellos varonil coraje ; Alhajas de las gentes mas amigas;
Y fué de tantas muertes el encuentro, Y por los montes á los salvos bienes,
Que muchos, del cosario peonaje Demás destas zozobras y fatigas,
Huyendo, se metieron mar adentro; Consumen los ardientes comijenes,
Mas todos los que son menos inertes Que son blanca manera de hormigas ,
En las tierras calientes una plaga
En un cercado se hicieron fuertes. Que nada dejará que no deshaga.
Oyendo Bustos la sangrienta caza, Esta perniciosa sabandija
Pareciéndole ser exorbitante Sobre la tierra hace su morada,
Negocio no salirse de la plaza, Y al modo de hormiga se cubija,
Y mas en coyuntura semejante , Aunque sobre la haz muy levantada ,
Aquella parle se desembaraza, Donde cria sus pollos y se ahija
Y el buen alférez Portes por delante Y aumenta crecidísima manada;
Acudió con alguna gente suelta Pero su cualidad es tan ardiente
A do sonaba la mayor revuelta. Que lo duro deshace brevemente.
Yendo dispuesto para la pelea , Hasta de la madera se mantiene,
Hicieron que torciese su camino Y en el hierro y acero hace caño;
Antes de se hallar donde desea , Al mercadante pues no le conviene
Por voces que le dio cierto vecino : Tardar en revolver lienzos ó paño :
«Acá, señor, acá, que nos rodea Que si por algún tiempo se detiene
Otro mas peligroso torbellino». Ha de hallar irreparable daño,
Y fué verdad, porque gentes armadas Y en guerra mal se puede hacer esto
Tenían ya las calles ocupadas, Andando por los montes descompuesto.
De tal manera, que nunca fué parle Ansí que por ingleses ó por Francia
Para poder hacelles resistencia ; Hoy es trabajosísima vivienda;
Ni valían allí mañas ni arte, Pues aunque por los tractos hay ganancia
Animo, ni valor ni diligencia; Fácilmente se pierde la hacienda ,
Mas Portes prosiguió con su estandarte Faltando mayormente tal instancia
Do Mendoza tenia la pendencia, Que con valor y brío la defienda;
En el cercado do se defendía No porque en el conflicto de que trato
El don Juan con la gente que tenia. Dejasen de hacella muy gran ralo.
436 JUAN DE CASTELLANOS.
Y si el gobernador no se rigiera, A las personas pues encarceladas
Guando se vieron en aquel aprieto , La gente desta pérfida canalla
Por gente fanfarrona forastera Juraba de les dar de uñaladas
Que siempre lo trajeron inquieto, Sino se componían en la talla,
Tengo yo para mi que se hiciera O si las otras gentes retirada»
De parte de los nuestros buen efeto, Segundaban á dalles la batalla;
Porque su voluntad y su desino Y que del pueblo quemarán el resto
Siempre fué de salilles al camino. Si no les daban el rescate presto.
Y la gente vecina que se halla Hízose cerca desto mensajero,
Con él, de caballeros y peones , Y allí se fortalecen entre tanto;
Aunque faltos de bronces y de malla, Corrió la diligencia del tercero
Tenían estas mismas intenciones, Que pretendió librallos del espanto;
Deseosísimos de la batalla Al fin les dieron copia de dinero,
Fuera de la ciudad con los ladrones, Pero yo no sabré deciros cuánto,
Con ser en número siete doblados Mas de que se partieron con provecho
Y venir todos ellos bien armados. Y el pueblo que lo dio quedó deshecho.
Viendo pues ya perdida su bandera . Traían estos cierto sacerdote
Por no dar largas á peor estado, Llamado don Martin, el cual trompieza
Su gente trabajó sacallo fuera En no sé qué pasión con Martin Cote,
Con importunidad mas que por grado, Que hizo disparar bronoina pieza,
Llevando gente que menuda era, Cuya bala le dio por el cocote
Según pudo furor arrebatado, Quitando de los hombros la cabeza;
Do Gonzalo Fernandez guió el freno Decian ser por yerro, mas no yerra
Haciendo lo que debe cualquier bueno. El golpe, pues que dio con él en tierra.
También Rodrigo López á caballo Mostraron un fingido sentimiento,
Con esta voluntad iba corriendo, Y á causa de ser hombre señalado
Con valor que podríamos contallo Hicieron singular enterramiento
Versos mas abundantes estendiendo; En lo mas alto del lugar sagrado;
Mas una bala pudo derriballo Mas don Juan de Simancas al asiento
Con estampida de furor horrendo, Vuelto, de donde estaba retirado,
Privándolo de luz y del consuelo Mandó sacallo de la sepultura
Que le dieron los hados en el suelo. Y cubrir el cadáver con basura.
Digo que dellos fué favorecido Habíanos venido por prelado
En dalle generosa compañía, Dos años antes deste luterano ,
Pues aqueste hidalgo fué marido Y renunció después el obispado,
De aquella hermosísima María En el cual doce años tuvo mano ;
Que tiene de Aguilar por apellido; Y en España después de renunciado
La cual, con el valor que convenia, Acabó cordobés arcediano :
Escedió con bondad su hermosura Fué antes fray Hierónimo Beteta,
Después y antes desta desventura. Mas acá poco tiempo se quieta.
Ñuño de Castro, por cuya prudencia Pues sin verla ciudad de Cartagena
Pudiera la victoria ser habida, Do tenia su catedral escuela ,
Viendo su parecer y su sentencia O no le pareciendo tierra buena,
Ser del gobernador mal admitida, O porque de la carga se recela,
La gran tristeza le causó dolencia En viendo de las Indias el arena
Y en pocos dias le quitó la vida Se volvió desde el Cabo de la Vela :
Al varón de virtudes relicario Ansí que, después del, Simancas vino,
Y para paz y guerra necesario. Clérigo singular y hombre benino.
Todos lloraron el acabamiento; El don Juan de Simancas apartado
Mas su doña Francisca de Padilla Del gobierno desta catedral silla,
Mostró tan entrañable sentimiento Don fray Luis Zapata fué nombrado,
Que movía las piedras á mancilla ; Caballero notorio de Castilla;
La cual le hizo tal enterramiento Mas por ser para él corto cuidado ,
Que se puede contar por maravilla : Antes de se partir para regula,
Llorábalo cualquier menesteroso Dignidad de arzobispo le fué dada
Por ser dellos amparo generoso. ¡ En este nuevo reino de Granada.
Señoreóse pues de Cartagena Salida pues la robadora plaga
La gente cudiciosa del pirata; Y mal de la francesa pestilencia
Halláronla de muchas cosas llena, De Cartagena con forzosa paga,
Pero pocas preseas de oro y plata; Bajó luego desta real audiencia
Y su victoria no fué tan sin pena El oidor Melchior Pérez de Arteaga
Que pudiesen tenella por barata, A visitar aquella pertenencia,
Pues de los empuyados y sangrientos Tasar los indios y poner concierto
Sus muertos pasarían de trescientos. En las cosas tocantes á aquel puerto.
Y aun el don Juan salió de una lanzada Negocios proveyó bien necesarios;
El molledo derecho traspasado, Y al bárbaro que nada se vestía
De que después fué nueva divulgada Usar hizo de nuestros vestuarios,
Que por la mar dio fin á su cuidado: Y en ellos permanecen hoy en día:
Huida pues la gentes mas granada, Quemó gran cuantidad de santuarios,
Y el pueblo mucha parte del quemado, Desterrando bestial idolatría;
Prendieron por allí gentes imbeles Persiguió por la mar ciertos piratas
Y no sé cuántos indios infieles. Que salteaban barcos y fragatas.
Y adonde Juan de Bustos residía Deseaba hacer algún buen lance
Los hizo recoger el enemigo, Por quitar á los tractos mal embargo;
Y aquí reside Beatriz García Mas ellos temerosos deste trance
Que fué del número de los que digo: Hicieron sus navios á lo largo,
La cual, como persona que lo vía Y ansi no les pudieron dar alcance;
Es de lo que pasó no mal testigo, Al fin los dias que duró su cargo
Demás de que me consta claramente, Quedó con opinión entre la gente
Porque yo me hallé cuasi presente. De singular juez y de valiente.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BUSTOS, CANTO ÚNICO. 437
Estando de la suerte que discierno Aqueste caballero fallecido,
Las cosas que lo son en importancia , Cuya muerte no fué sin sentimiento ,
De que hace mención este cuaderno, Para la defensión deste partido
Dejando la menuda circunstancia, Fué luego por cabildo y regimiento
Ai Juan de Bustos dieron el gobierno Don Alonso de Vargas elegido ,
De Panamá por ser de mas substancia , Hasta venir escelso mandamiento ;
Y su teniente Salazar, letrado, El cual llevó como varón bastante
Quedó para regir aquel estado. Guerreros ejercicios adelante.
Al cual vino poder para que haga Al mas dormido hace que dispierte,
Cargos , lomando luego residencia Al mas imbele singular atleta ,
Al dicho Melchior Pérez de Arleaga, Y como capitán que bien advierte
A quien por su valor y suticiencia A cuan pesado yugo se subyeta,
Le dio su Majestad honrosa paga, Mandó que se hiciese cief to fuerte
Y mis manos tuvieron la sentencia En la parte que llaman la Caleta ,
Impresa, de la cual quedó con fruto Adaptado lugar y convinienle
De juez en sus cargos incorruto. Para se defender de mala gente.
Después aqueste noble caballero, Con gran solicitud y diligencia
Cuyas partes por brevedad abscondo, Estas cosas y otras ordenando,
El hábito tomó del santo clero, Vino por provisiones del audiencia
Teniendo por mejor el sacro pondo; Don Lope de Orozco con el mando;
Y agora porlavia que reliero Hizo como tres meses asistencia ,
Me dicen ser abad del Burgo Fondo, Las cosas de gobierno regulando ,
Y aunque es gran dignidad do permanece, Por cuasi que venir á las igualas
Es cifra de lo mucho que merece. Por gobernador Martin de las Alas.
Al Juan de Bustos pues á nuevo cargo El cual á Santa Marta gobernaba
Lo lleva la fortuna que lo adula Entonces, y en aquella serranía
Con esperanzas de provecho largo Porque poco caudal interesaba ,
Que los humanos pechos estimula, Aquesta se le dio por mejoría,
Adonde concluyó con fin amargo En guarda de la cual siempre se daba
Precipitado de su propria muía ; Tan buena maña cuanto convenia,
Y ansi damos remates á su historia Sino que vivió poco, y entre tanto
Con suplicar á Dios le dé su gloria. A los cosarios puso gran espanto.
Varón fué grave, de gentil áspelo, Juan Acle pudo ser testigo desto,
Alio, con miembros bien proporcionados, Inglés cosario, cuya gran pujanza
Y aunque yo lo tenia por discreto, Por la costa barrió lo mas compuesto
Algunos términos tuvo pesados, Sin se les oponer guerrera lanza;
Pues no guardó decoro ni respeto Mas Martin de las Alas mostró gesto
A los eclesiásticos prelados ; Siempre de vencedora confianza,
Y los hombres que fueren desta suerte Aunque de Santa Marta vino nueva
Pocas veces heredan buena muerte. De la terrible potestad que lleva.
Después que con tal coce de fortuna Mas el dicho con brios singulares
Al Bustos sepultó fatal arena, Puso furor á temerosos pechos ,
Aquel buen Antón Dávalos de,Luna Y reparó los cómodos lugares
Vino para regir á Cartagena: Con posibles defensas y pertrechos,
Varón que fué de generosa cuna, Fortaleciendo por entrambos mares
Persona de virtud no menos llena, Los fuertes para tal ocasión hechos;
Y cuyas principales aficiones Y con la diligencia que cumplía
Eran armas, alardes y escuadrones. No paraba de noche ni de dia.
Y ansí para defensa de aquel puerto, Congregó del terreno circunstante
Mil veces infestado de cosarios, Españoles é indios comarcanos,
Hizo poner las cosas en concierto. A los cuales habló con tal semblante,
Buscar caballos y pertrechos varios, Que deseaban ver los luteranos,
Hizo trincheas como bien esperto Pareciéndoles, viéndolo delante,
En partes y lugares necesarios, Tener ya las victorias en ias manos :
Nombrando proveedor que visitase Todos los españoles son docientos,
Las armas, y las viese y alistase. Y los bárbaros como cuatrocientos.
De noche por la playa sus espias, Arcabuceros eran los cincuenta ,
Atalaya de dia que reguarde, No con sobrada pólvora ni balas;
Instruyendo bisoñas compañías Destos como caudillo tiene cuenta
Por levantar al ánimo cobarde : Su buen hijo Gregorio de las Alas;
Ordenó que de quince en quince días Rige caballos que serán sesenta
Hiciese cada capitán alarde, Pedro de Barros, no con ganas malas;
Y de tres en tres meses se muñesen E l maese de campo fué Mendoza,
Para que lodos juntos lo hiciesen. Ambos insignes en edad mas moza.
Como buen capitán y buen vasallo Sembraron muchas puyas por la playa,
En estos ejercicios se recrea, Untadas con venenos pestilentes ,
Y domingos y fiestas á caballo Porque cuando contraria gente vaya
A los que son jinetes acarea, Por ella, sin les ser allí patentes,
Porque mejor supiesen meneallo En paga de sus maleficios haya
Al tiempo que viniesen á pelea; Muerte con miserables accidentes;
Pero su bondad fué de poca dura Puso de mar á mar como cadena
Por acabada cierta calentura. Enhiestas pipas llenas del arena.
Era del hábito de Santiago, Tractadas otras cosas en consejo ,
De las Españas defensor y guarda; Según necesidad encaminaba,
•Eslraño fué de sensual halago Al tiempo que la imagen del cangrejo
Que varoniles pechos acobarda: El resplandor febeo visitaba,
Su fama buena se le da por pago , El juvenil hervor y frió viejo
Indigna de tener historia tarda; Manos á I» labor aparejaba,
Mas si de luz gozare su escriplura Por julio de sesenta y cinco cuando
Podrá sacallo de la sepuiura. Las naos se veniau acercando.
438 JUAN DE CASTELLANOS.
Once potentes, gavia sobre gavia, Entró también Cardoso con su ruego
Bien poblado de tiros cada lado, importunándole que se reporte,
Manifestando robadora rabia, Con gran retórica diciendo luego :
«Señor, de ningún mal yo soy consorte,
Con banderas de blanco y colorado , Ministro soy de paz y de sosiego ,
No llegan con temor ni con ignavia Que vengo para dar algún buen corte ;
Al paraje que tienen deseado: Luego me volveré, y antes que parta
Una lancha delante con la sonda Tened por bien leer aquesta caria. »
Para dalles camino de mar fonda. El gobernador pues aunque severo,
El Alas con la gente mas guerrera Como varón ornado de prudencia,
Moviólas á la playa para vellos , Mandó dar de comer al mensajero,
Do la lancha de paz puso bandera Sirviéndole con gran magnificencia:
Viniéndole derecha para ellos ; Salió para hablar con el guerrero
Hácense señas que se salga fuera Mendoza, so color de la licencia
Por no querer oillos ni creellos: Que por aquella parte se demanda
Vista su voluntad al descubierto Para contractos de mía y otra banda.
# Determinó de se bajar al puerto. Mas fué para decir que proveyese
Mas para no dejallos sin espantos, Con diligencia lo que convenia
Soltaron dos horrísonos cañones; Hacer, cuando Cardoso se partiese
Tiéndense por el mar fumosos mantos, Con la respuesta desto que pedia,
Suenan por alto los fogosos sones ; Porque de las defensas entendiese
Respóndenles acá con otros tantos Mas posibilidad de la que habia ;
Porque sepan que tienen municiones; Y luego con las cartas en la mano
Y estos dos, que con mas no se hallaron, Volvió para hablar al lusitano.
En el muelle y caleta se soltaron. Era lo que la carta contenia,
Y fué la diligencia de tal arte , Encarecer que á todas las naciones
Que con la gran presteza se podía Derecho natural les permitía
Imaginar que tiene cada parte Comunicarse por contractaciones,
Para se defender artillería; Y que copia de buena mercancía
Al puerto llegó pues el estandarta Traían en aquellos galeones;
De la facinerosa compañía: Que celebrasen ferias y contratos,
Los de tierra van por las riberas, Pues sus precios serian bien baratos.
Puestas en buen concierto sus hileras.
En avanguardia llevan los flecheros, Y esto que no debían rehusado,
Indios feroces y etíopes diestros, Principalmente con Ingalaterra,
Que muchos dellos son buenos arqueros, Pues él de nuestro rey era vasallo
Y en la batalla los peones nuestros : Como los moradores de su tierra ,
En retaguardia van los caballeros Y el tracto no podían estorballo
Acaudillados todos por maestros, Por derecho de leyes ni de guerra;
Francisco de Caravajal entrellos Y otras razones en la carta dijo
Que como diestro puede componellos. Que no refiero por no ser prolijo.
Caminan las hileras bien digestas El Magki de las Alas al maldito
Por aquella marítima ribera; Pirata rwpmdíó razón abierta ,
Mas paran do las puyas tienen puestas , Y no queriendo dalla por escrito
Por no tener tan ancha la carrera; A sus contractos le cerró la puerta,
Allí se afirman con las armas prestas , Y al portugués le dijo que el confuto
Y para poner orden mas entera Seria la coulraelacion mas cierta,
Enviaron dos hombres á caballo Mandándole que luego se partiese
Al punto para mas señoreado. Y con ningún mensaje le viniese.
Mandándoles que vean cuerdamente Mas quitóse del cuello la cadena
Qué hacen los ladrones ancleados, Que pesaba cíen pesos de oro fino,
Y vengan con el pa-so diligente Y al portugués la puso por ser buena,
Si ven desembarcar hombres armados ; Que el don agradeció como convino;
Y retrajéronse del sol ardiente Y ansí sin tantear á Cartagena
Afinde se hallar mas alentados : Lo vuelven á meter en el camino,
Fueron pues donde están las naves todas En un caballo bien enjaezado
Hierónimo Rodríguez, Juan de Rodas. De veinte de caballo rodeado.
Yendo los dos con paso presuroso, Cincuenta arcabuceros desta gente
Toparon al remate del camino Salva hacen al tiempo que camina;
Un portugués llamado Juan Cardoso, Luego pasaban abscondidamente
En varias lenguas hombre peregrino ; A hacer otro tanto en cada esquina,
Díjoles traer cartas del famoso Y cada vez en parte diferente,
Juan Acle, general, varón benino, Según quien los ordena determina;
Para el gobernador á quien queria Y ansí por industriosos mandamientos
Dar aquellos recaudos que traia. Cincuenta parecieron ser docientos.
Eran aquestos dos personas mancas Gregorio de las Alas con licencia
De cautelas que pérfidos intentan, Del padre, lo llevó hasta las naves;
Y por les parecer razones francas Volvióse después desta diligencia,
Estas y muchas mas que no se cuentan , Al tiempo que las chirladoras aves
Al Cardoso tomaron á las ancas Por faltar apollinea presencia
Y al Martin de las Alas lo presentan, Cesaban de sus cánticos suaves ;
El cual, como lo vido de sus ojos, Y luego por las partes convinientes
Disimular no pudo los enojos. Pusieron centinelas diligentes.
Mandó prender á los que lo trajeron En cada cuarto son de los vecinos
Con intención de les torcer los cuellos, Veinte con sus caballos bien armados,
Porque de sus mandados escedieron Puestos donde se juntan los caminos,
Cuando menos cumplía salir dellos; Que son lugares mas ocasionados ,
Pero personas graves acudieron Atalayando términos marinos
Que con grande hervor ruegan ñor ellos, Por partes que divisan ambos lados
Y ansí se quebrantaron las pasiones Del istmos, acia donde los ladrones
Con tenellos diez días en prisiones. Tenían sus potentes galeones.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BUSTOS, CANTO ÚNICO. 439
De los fuertes ninguno quedó solo, Í Cualquier ladrón es de verdad estraño
Y con*el principal tenia cuenta Y en falsedades hace gran instancia ;
El capitán llamado Diego Polo , Sus tractos y 'contractos son engaño,
Hombre cabal para cualquier afrenta : Y cuando pone cebo de ganancia,
En tanto pues que claridad de Apolo Será para haceros mayor daño,
A los mortales ojos se presenta, Aunque viváis con mucha vigilancia
En todos los lugares del estancia Por ordenar mejor un maleficio
Se tuvo la posible vigilancia. El hombre que lo tiene por oficio.
Guando ya por las ondas de Océano »Y aquestos, so color de tracto blando,
Luz clara perfilaba los celajes , Quieren con sus engaños y cautelas
Vieron segunda vez al lusitano Poco á |^co venírsenos entrando
Cercano de sus puestos y parajes; Y descuerar las guardas y las velas,
Mas por ninguna via le dan mano Entradas y salidas tanteando,
Para llevar al pueblo sus mensajes, * La munición, la gente, las tutelas,
Diciendo que procure la huida Y al descuido menor en breves puntos
Si no quiere perder allí la vida. E l golpe y el amago llegan juntos.
Oidas las razones por Cardoso, »Es esla la mas cierta mercancía
Que fueron dichas con soberbios bríos, Con que suelen cazar al mas esperto;
Pareciéndole mal mucho reposo, Y ansí no cumple por ninguna via
Y no cumplir allí pasos tardíos , Dalles resquicio ni rincón abierto ;
Temblando de temor y disgustoso, Porque quien de ladrones se confía
Se volvió luego para los navios, Su perdición y daño tiene cierto ,
Y al Juan Acle le dio razón estensa Y con aquellos pensamientos vanos
De cuan prestos están á su defensa. El se toma la muerte con sus manos.
Entendidas por él aquellas graves »Cuanto por parte mia se dispensa,
Palabras, sin temor de la batalla, Paréceme no ser mal proveído,
Mas acia la ciudad llegó las naves Y por esta razón el ladrón piensa
Con intenciones de bombardealla; Estar el pueblo bien apercebido,
A dos cañones apretó las llaves, Y que confía bien de su defensa
Que pasaron por cima sin local la, Como no le salimos á partido;
Porque en aquel lugar quel agua cierra Pero para salir con su interese,
La mar está mas alta que la tierra. Otra cosa seria si lo viese.
Aquesto visto por aquel buen Diego «Otra razón también nos encamina,
Polo, que pusilánimos anima, Demás de las ya dichas importantes,
A las dos piezas gruesas puso fuego Y es que la ley humana y la divina
Que también le pasaron por encima, Prohiben los contractos semejantes,
Y al mal pirata fueron como ruego Por ser herejes de opinión malina,
Para que sus propósitos reprima, Cuyos errores son exorbitantes,
Porque no viendo las respuestas tardas Fuera de lo que manda fe cristiana
Tuvieron gran silencio sus bombardas. Y la Iglesia católica romana.
Visto por el Juan Acle que tenia »Y ansí por ser intolerable yerro,
Competidor terrible y animoso, Notoria perdición y disparate,
Quísolos engíñar por otra via Para siempre jamás la puerta cierro
Si le valiera lance cauteloso ; A que desle negocio se me trate,
*Para lo cual un bergantín envía So pena de prisión y de destierro,
A disculparse con aquel Cardoso, Y á mi razón con esto doy remate :
Diciendp que sin orden de cabezas Que hagáis, pues que va mas que dineros,
Soltaron artilleros las dos piezas. Aquello que debéis á caballeros.»
Como viesen venir el bergantino Dijo, y el capitán Mendoza luego,
Con pacífica seña que traia. Como viese la prática propuesta
Con otro le salieron al camino Encaminada para su sosiego,
Para reconocer lo que quería : Y lo demás ser falta manifiesta ,
Oyeron la disculpa del malino , Per todos ellos y de común ruego
Y que tan solamente pretendía Tomó la mano para la respuesta,
Vendelles cien esclavos de Etiopia, Diciéndole : «Señor, estos varones
De los cuales traia buena copia. Están en esas mismas opiniones.
Mandáronle que luego se tornase. »Y si algunos ajenos de maldades
Con amenaza ya de voz airada, No tenían cautelas entendidas,
Y no le consintieron que llegase Bien informados de vuestras verdades
A tierra para dar el embajada, Prestos están al riesgo de sus vidas,
Diciendo que de cuanto demandase Pues por vuestro querer y voluntades
Ellos habían de salir á nada, Todas las nuestras han de ser medidas;
Demás de que tenían de la casta Porque falto será de entendimiento
De esclavos tanta copia que les basta. Quien tuviere contrario sentimiento.»
En efecto, Cardoso determina El buen gobernador destas razones
Volverse viendo términos tan bravos; Y muchas otras recibió contento;
Y entendido por la gente vecina Y ansí debajo destas intenciones
Cómo los convidaban con esclavos. Se despidieron del ayuntamiento ;
Picaron en aquella golosina , Anduvo visitando municiones
A lo menos los hombres mas ignavos; Con el docto prior de aquel convento,
Mas Martin de las Alas les advierte Fray Pedro Mártir, hombre de gobierno
Hablándoles á todos desta suerte : Y después provincial en este reino.
«Aunque de la bondad de los presentes El cual, en estos lances bien instruto
Estoy en gran manera salisfecho, Y en otros importantes menesteres,
Algunos sin mirar inconvínientes Hizo con su consejo harto fruto
Al honor anteponen el provecho, Por tener acertados pareceres;
Creyendo recebillo destas gentes Al fin Juan Acle no fué resoluto
Sin Dios, sin ley, sin rey. y cuyo pecho En les acometer con sus poderes,
Nunca jamás aclara lo que siente, Antes por ocho dias cada dia
Siuo razón del hecho diferente. Con nuevas invenciones les salía.
440 JUAN DE CASTELLANOS.
Vacas, puercos y agua les. demanda, Y como ya tenian esperiencia
Si no, que tenderá su mano luenga De la nobleza deste caballero,
Con grandes amenazas de su banda; Enviaron á la real audiencia
Y los nuestros también dicen que venga, A que le den el cargo mensajero,
Porque no hallará la suya blanda , Al cual lo proveyó con diligencia
Aunque trescientos años se detenga; El doctor Andrés Diaz del Venero ,
Y si mal le viniere no se queje , A la sazón en ella presidente,
Pues siempre le requieren que los deje. Teniéndolo por hombre suficiente*
Viendo que nada se le concedía Y ansí, venidas estas posiciones.
Y el mal aliño para buen pillaje, La ciudad adornó con obras varias:
Determinó salir de la bahía Ensanchó muelles, hizo torreones,
A lo largo haciendo su viaje; Fuentes y muchas cosas necesarias,
Y en la isla Carex cuando partia, Que por no dilatar estos ringlones
Agua buscando por aquel paraje, Encesta relación pongo sumarias ;
Antes de se volver á los navios Pues presto diré del en su carrera
Quemaron de un estancia los bullios. Lo que nunca jamás decir quisiera.
Quedaron libres desta pestilencia Seria pues el año de seten ta
Los nuestros por mostrarse tan constantes. Del nacimiento del Verbo divino,
¡Oh cuánto vale siempre la prudencia Con el millar y medio desta cuenta,
Para negociaciones importantes, Cuando salió del término marino,
Las industrias, ardides y esperiencia ' Porque con reaí carta que presenta
En las necesidades semejantes, Francisco Bahamon de Lugo vino
Y el ser á los gobiernos proveídos Para que del gobierno cargo tenga
Los que por su valor son conocidos! Y en él la vigilancia que convenga.
Durante pues aqueste torbellino En este nuevo reino fué soldado,
De guerra que les fué poco molesta, Que porque yo lo vi lo certifico ,
En la morada de cualquier vecino Y en Italia, según soy informado,
Hallaban los soldados mesa puesta, Y en otras partes mas que no publico;
Con muy buenas viandas, pan y vino, Después en estas Indias le fué dado
Y liberalidad á todos presta : Gobierno de San Juan de Puerto-Rico,
Negocio por allí bien necesario, Donde justa razón será que cuente
Por no les prometer otro salario. Una cosa que hizo de valiente.
El Juan Acle se fué con su compaña, La era de sesenta y cinco años.
Ganancias y caudal en la capilla , En un hato que llaman el Coamo,
Y por la costa de la Nueva-España Andando visitando los rebaños
Encontró con armada de Castilla, De cuadrillas que tienen allí amo;
Do no pudo por fuerza ni por maña Oyendo los caribes hacer daños.
Ser poderoso para resistilla ; Acudió, como dicen, al reclamo,
De manera que por aquellos puertos Procurando hacer algún buen lance
Huyo él, y los suyos fueron muertos. Si acaso les pudiese dar alcance.
Mas Martin de las Alas no se olvida Supo ser ochocientos la cuadrilla ,
De su solicitud y diligencia Y que para manjares de la mesa,
En tener la ciudad bien proveída; Después de saltear á Guadianilla.
Pero poco después le dio dolencia Llevaban número de gente presa
De calenturas con que desta vida Demás de los despojos de la villa ;
Con gran dolor de todos hizo absencia De lo cual en el ánimo le pesa ,
Para poder gozar la sempiterna, Mayormente que desde aquella estancia
La cual le dé quien lodo lo gobierna. Habia veinte leguas de distancia.
AMEN. Gente buscó que por allí se aloja,
A causa de faltar pueblo cercano,
Pero muy poca halla que recoja ,
ELEGÍA Pues solamente vienen á la mano
A la muerte de Francisco Bahamon de Lugo, quinto go- Un Tello de Monroy, dicho Pantoja;
bernador de Cartagena. Y Rodrigo Ramírez , escribano;
Gaspar Lorenzo y un Diego García,
EN UN SOLO CANTO. Joan Diaz de Santana, de quien fía :
Después que ya paró la dura parca Otros dos españoles estancieros
En Martin de las Alas fatal huso, Que recogió de los cercanos hatos,
En tanto que venia del monarca Y de los que servían de vaqueros
Nombrado sucesor para tal uso, Menos de doce negros y mulatos :
La gente principal desta comarca Hacen adargas de vacunos cueros,
En elegir gobernador se puso : En que no se gastaron largos ratos ,
Y en estos nombramientos y elecciones En caballos y yeguas muy lijeras,
Había diferentes opiniones. Y en vez de lanzas dejarretaderas.
Una parcialidad destas acuerda Y como ya tuviesen cierta fama
Alvaro de Mendoza ser decente; Que los caribes iban navegando
Otros nombran al licenciado Cerda, A la boca del rio de Guayama,
Que del gobernador era teniente; Las estancias y hatos rancheando,
Otros no quieren quel cabildo pierda Entregados á la vorace llama,
Aquello que les era concerniente ; Allí los estuvieron esperando
Y en estas banderizas discusiones En los espesos montes encubiertos,
Hubo también rencillas y prisiones. Hasta que ya llegasen á los puertos.
Y al tiempo que tonian los disgustos Pusieron en un árbor atalaya,
Disposición de mas vivas centellas, Cubiertos todos en lugar sombrío,
Gobernaba Pero Fernandez Bustos Y costeando la marina playa ,
A Santa Marta, do le dan querellas; Vieron venir el bárbaro gentío ,
El cual, guiado por deseos justos, El cual, sin que mas adelante vaya,
Determinó de ir á componellas; Se meten por la boca de aquel rio
Y ansi luego con términos discretos Con sus barcas de remos ó piraguas ,
Pacíficos quedaron y quietos. Y allí surgieron en las dulces aguas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTÍ III, ELEGÍA A BAHAMON, CANTO ÚNICO. 441
Salieron los crueles escuadrones El Francisco dé Lugo representa
A la tierra que ya sabían antes, Las fuerzas y destreza de su diestra.
Aljabas proveídas de harpones, Pues con los señalados tiene cuenta
Según suelen en trances semejantes ; Que dejan conocerse por la muestra,
Gallardos son en las dispusiciones, Cuyos crueles pechos ensangrienta,
Miembros y proporciones de gigantes, Poniendo bríos á la gente nuestra ,
Todos con superbísimos plumajes, Viendo los que derriba con el asta
Y llenos de veneno los carcajes. Desta feroz y carnicera casia.
Sobre las naturales vestiduras, En uno y otro y otro va picando,
Digo las que les dio naturaleza, Metiendo poca lanza como diestro,
Llevan diversidades de pinturas, El asta sanguinosa recambiando
Muestra y ostentación de su braveza; Veloz al diestro lado y al siniestro ;
Los semblantes, meneos y posturas Llévale los tenores nuestro bando,
Aumentan grandemente su íiereza , Siguiendo las pisadas del maestro,
Tanto, que nadie juzga del denuedo Junto con él el caballero Tello,
Haber peligro que les cause miedo. Que en lo que hizo bien mostraba sello.
Y en hecho de verdad son combatientes En las alborotadas confusiones
Prontísimos á guerra y advenidos, Ambos rompiendo van bárbaras pieles ,
Y no menos astutos que valientes Como si por ventura dos leones
En saberse valer siendo rompidos, Dieran en junta grande de lebreles,
En la mar y en la tierra diligentes, Que con aquellasfierascondiciones
Mañosos en ardides y atrevidos, También se muestran bravos y crueles,
Y es su ferocidad en grado tanto, Y cada cual en este que lo caza
Que en estas islas es común espanto. Sus durísimos dientes embaraza.
Sacaron pues á tierra las robadas No muestran pues los indios cobardía,
Haciendas, por estancias y por .villas , Ni fué su fuña menos impaciente
Y mas treinta personas maniatadas, • Que las soberbias fuerzas y osadía
En lágrimas bañadas las mejillas, De los que les salieron de repente :
Viendo que para ser despedazadas Suenan las voces, crece la porfía ,
Las han de repartir á las cuadrillas, Los tiros vuelan con furor ardiente,
Y desmembradas por las coyunturas Inmóviles están como peñoles,
Les tienen de dar vivas sepulturas. Hieren caballos , hieren españoles.
Estas en Guadianilla las prendieron, En grande multitud vuelan agudas
Y eran las mas mujeres españolas, Flechas y dardos y tostadas lanzas;
Porque de los demás los que pudieron Suenan los bosques y montañas mudas;
Al bárbaro furor vuelven las colas; Los frios miedos y las confianzas
Los rústicos maridos se huyeron De las gentes vestidas y desnudas
Y hijos y mujeres dejan solas : Tienen por igual peso las balanzas ,
Dos solos que hicieron resistencia Porque por mas espacio de una hora
Perdieron luego la vital presencia. Ninguna de las partes se mejora.
Pues como Bahamon de Lugo vía Mas el gobernador, con los enojos
Para rompellos cómoda zavaua, De ver que punto no los debilita,
Animó su pequeña compañía, Y que los miseros que son despojos
Haciéndoles exhortación cristiana, Puestos en oración daban gran grita,
Nombrando por alférez aquel día En un viejo gandul puso los ojos,
Al alguacil Juan Díaz de Santana, Que con horrenda voz indios incita:
Sirviéndoles entonces de bandera Rompe los escuadrones y espolea
Una toalla blanca bien tijera. Hasta poder llegar donde desea.
De los dos estancieros que llevaba, El caribe feroz, que no se espanta
Uno, que el nombre del no me fué dado, De ver delante si fuerzas ajenas ,
De los setenta y nueve ya pasaba , Con pasos alentados se adelanta
Decrépito, rugoso, corcobado, Para probar las suyas con sus penas;
A quien este Juan Díaz desdeñaba Pues el asta coló por la garganta.
Por parecer imposibilitado Rompiendo luego las vitales venas,
Para se menear en la batalla : Adonde con un grito no pequeño
Hacia burla del, y el viejo calla. Rindió los ojos al eterno sueño.
Embrazan pues espadas y rodelas Asieron del los que se hallan prestos
Para salir al funeral estrago; Para hacer con él largo desvio ,
Hieren á los caballos las espuelas, Porque viendo sus daños manifiestos,
Diciendo : « ¡ Santiago! Santiago! Quedaron muy atrás del primer brío ,
¡Y tú, Juan, negro horro, te recelas, De tal suerte, que todos descompuestos
Pues para te huir haces amago!» A nado se metieron por el rio;
Mas el Francisco Bahamon de Lugo Los nuestros ocurrieron á las aguas,
Aquella cobardía le desplugo. Adonde les lomaron dos piraguas.
Y ansi, con una voz acelerada, Fuéronse los demás en las restantes,
Por ver al negro tan acobardado, Y apriesa bogan como bien espertos ,
Un muslo le pasó de una lanzada, Mas no tan victoriosos como antes,
Haciéndolo volver mal de su grado; Desampararon los marinos puertos ;
El cual hizo después que le fué dada Y por los españoles triunfantes
Lo que pudo hacer un buen soldado; Setenta y siete dellos fueron muertos :
Y al alférez Joan Díaz el caballo
Le huye sin que pueda subyectallo.
Por volver el caballo desbocado,
?
uedó herido mal Diego García,
murió dentro de tercero dia.
Francisco Bahamon salió herido.
Cayóse de la mano la bandera ; Por faltalle las armas defensoras,
Mas aquel vejezuelo corcobado El cual de muerte no fué poseído ,
Tan presto la cobró, como si fuera Mas su caballo dentro de dos horas ;
Un muchacho robusto y alentado, Un negro su postrero dia vid o,
Y encima de su yegua bien tijera Siu dar la corrupción largas demoras;
Rompió por lo» caribes de tal suerte, Los demás, en quien fué venenoflaco,
Qne doce por su mano ven la muerte. Se coraron con zumo de tabaco.
-í« JUAN DE CASTELLANOS.
Escaparon los míseros captivos ELOGIO
De bestias en costumbres tan horrendas,
Y á los que fueron muertos y á los vivos de Pero Fernandez de Bustos, gobernador de la ptov
Se les restituyeron sus haciendas ; cia de Cartagena, donde se cuenta el discurso de
Volvieron á su pueblo con motivos vida hasta la venida del poderoso cosario que se
De no permanecer en sus viviendas; el capitán Francisco Draque.
Mas entre tanto quel gobierno tuvo
Bahamon, nunca mas caribes hubo. Ya cincuenta y dos años se contaban
Y al viejo corcobado y estanciero» Del parto de la Virgen consagrada,
Porque lo hizo valerosamente, Que sobre quince cientos numeraban
De la caja le dio cierto' dinero Los de nuestra católica manada,
A sus necesidades competente, Y Gongora y Galarza gobernaban
Y túvolo por bien aquel guerrero Aqueste nuevo reino de Granada,
ReyFilipo, monarca prepotente, Cuando Pedro Fernandez, no sin lloro,
Como quien á los hechos que son tales A las regiones vino donde moro.
Remunera con premios principales.
Y ansi viendo también la maña buena A causa del desastre no pequeño
Deste Francisco Bahamon de Lugo, Que padeció laflotado venia
Por dalle mas favor y mejor cena, Por general Bartolomé Carreño,
A la sagrada Majestad le plugo En las ondas del mar esperta guia ;
Que los de la ciudad de Cartagena Mas, salteada del eterno sueño.
Estuviesen subyeclos á su yugo; Pereció generosa compañía
Y allí dejó la vida transitoria, Y del Pero Fernandez un hermano
Sin hacer cosa digna de memoria. Con las ardientes llamas de Vulcano.
Pero creemos de sus condiciones El cual, siendo del rey favorecido,
E ya reconocida valentía , Para principio de mas largo pago
Que si tuviera tales ocasiones A la gobernación fué proveído
Cuales tuvieron otros este dia, De lo de Popayán y de Cartago ;
Mayormente con tantas municiones Mas dentro de la mar fué consumido
Y copia de española compañía , En fuego que causó mortal estrago ,
O feneciera con honrosa muerte» Con muchas mas personas conocidas
O los nuestros hicieran mejor suerte. Que fueron perdidosas de las vidas.
Y para régimen de lo sagrado Quisiera yo destas adversidades
Vino por este tiempo que publico Dar larga relación en el historia,
Fray Dionisio de Sanctis por prelado, Mas con oir particularidades
Peritísimo fraile dominico, Muy pocas me quedaron en memoria;
De sanctis et cum sanctis munerado Pero por varias villas y ciudades
Por ser de santidades vaso rico ; Aquesta desventura fué notoria ,
Mas por venirnos en edad cansada Y ansí solo diremos la substancia,
Brevemente diofiná su jornada. Sin reparar en otra circunstancia.
Muerto pues Bahamon de su dolencia , Una noche de tiempo bonancible ,
Bien quisto de los hombres populares, Navegando con lumbre de Diana ,
Aunque no sin pasión y competencia Viva llama que dio temor horrible
De personas algunas singulares, Se tendió por la nao capitana,
Se proveyó desta real audiencia Que remedialla no le fué posible
A la gobernación Fernán Süarez A la mísera gente castellana ,
De Villalobos, natural de Ocaña, Pues ver y peligrar junto le vino
Y que supiera darse buena maña. En aquel sobresalto repentino.
El de setenta y cuatro ya corría A gran priesa la popa desocupa
Cuando llegó de la real audiencia Quien vido luego quel proís ardia»
Un doctor dicho Francisco Mejia Para se recoger en la chalupa
Para tomar al Lugo residencia, Que por la dicha popa se traía;
Contra quien se pidió cuando vivía ; Algunos saltan que la mar los chupa,
Este por oidor iba del audiencia Porque el bajel del fuego se desvía;
De la isla Española , y á la ida Dentro Pero Fernandez y el Carreño
Franceses lo privaron de la vida. Con pocos mas que recogió su dueño.
En estas coyunturas y sazones A las voces y gritos del despierto
Que este doctor estaba recebido, Recuerdan sobresaltos al dormido :
Pero Fernandez tuvo provisiones Uno huyendo va para ser muerto ,
Que de su Majestad habían venido, Otro se turba para ser perdido;
El cual fué con lustrosas invenciones Aquí y allí y allá sufinve cierto,
A la gobernación restituido, Ninguno de ninguno socorrido;
Por ser de condición noble y afable Crecen las confusiones y el estruendo,
Y á los vecinos todos agradable. Hierve la nave con rumor horrendo.
El cual en este tiempo que yo escribo Muerte de todas parles los emplaza;
En la gobernación y cargo dura , Ocúpalos obscura humareda;
Mas no sin confusión , pues aunque vivo, El ánima del cuerpo desenlaza
Parece desear la sepultura ; El fuego de alquitrán al que se queda,
De los contentamientos es esquivo, Con no menos rigor los amenaza
Por una miserable desventura La bulliciosa mar, porque no pueda
En la costa del norte sucedida, Escapar ni valerse criatura
Digna de ser notada y entendida. De tan acelerada desventura.
Y para que se ponga sin ficciones, Allí son los singultos, allí llantos ,
Sino con sencillez aqueste llanto, Allí con el calor trios temblores,
Buscó las mas veraces relaciones Allí son los mortíferos espantos,
Que son sonoros cantos de mi canto; Y el ocupar el humo los clamores,
Pues por haber agora paliaciones, Querer pedir socorros-a los santos
Cada cual dellas con diverso manto, Y ser impedimento los vapores;
Habrá de hacer pausa mi escriptura Allí penas, angustias, turbaciones,
Hasta reconocer la verdad pura. Que no pueden pintarse con razones.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE IB, ELOGIO DE BUSTOS. 443
En rodear la nao poderosa No le pudo la próspera ventura
Consumidoras llamas no son tardas : HaceHo digno de mejor empleo ,
Corren por la madera resinosa, Pues si contentamiento se procura
Obscurecen el aire nubes pardas, En discreción , prudencia , buen aseo,
Enciéndese la especie salitrosa , Virtud , bondad , honor y hermosura ,
Bufan los pasa muros y lombardas , Satisfacción terna cualquier deseo ,
Vuelan aquí y allí cuerpos humanos, Pues allí hallará de lo mas bueno
Y huyen los navios mas cercanos. Aquello que lo puede hacer lleno.
Veréis partidos cuerpos en pedazos Después, segun habernos declarado
De mujeres, de niños, de varones ; En algunos lugares precedentes,
Van por el aire piernas, manos, brazos, Por diversos oidores fué nombrado
Mas negros que Jos mas negros carbones; En cargos á su punto concernientes,
Dales el agua y fuego sus abrazos, Y con suerte de indios premiado
Abrazos de crueles perdiciones: De las que son allí mas eminentes;
¡ Oh caso triste, duro y espantable, Hizo dejación della, con ser buena ,
Por ir á gobernar á Cartagena.
Y por ninguna via remediable! Allí por muchos años ha vivido
Las mas duras entrañas enternecen A contento de toda la frontera;
Los mal formados sones de gemidos; Mas si tiempo menor hubiera sido,
Las furias de voraces llamas crecen, Es cosa clara que mejor le fuera,
Graneles y presurosos estallidos... A causa del negocio sucedido,
Tres veces ciento son los que perecen Dura calamidad de nuestra era,
Dellas y de las aguas confundidos, Pues de reputaciones adquiridas
Quitando ya delante de los ojos Han sido no pequeñas las caidas.
Los miserabilísimos despojos. A lo menos en uso de guerrero,
Digo quel mar profundo no fué tardo Por nunca ser en él ejercitado,
En sepultar la miserable gente , En todo lo demás varón entero,
Y al gobernador Bustos , que reguardo Afable, circunspecto , bien mirado,
Neptuno no le dio con su tridente, Y ansí como cristiano caballero
Juntamente con él Alons'» Pardo, Dio ser y dio valor á su cuidado :
Perito licenciado, su teniente, Durante su gobierno y en sus dias
Hermano del factor real, Rodrigo Muy adelante fueron obras pias.
Pardo, que yo conozco por amigo. Y ansí, con el hervor de celo santo
El cual en este Nuevo Reino habita Y pia devoción, tomó la mano
Con eminencias de principal hombre, En hacer hospital de cal y canto
Y su preciosa doña Margarita, Con otras diligencias de cristiano ;
Cuyas obras esceden á su nombre; Hizo , ni mas ni menos , otro tanto
Pues como la desdicha que se cita En obras del convento franciscano,
Con su rigor á todos los asombre , Pues las antiguas eran obras muertas
Cada cual procuró ser vigilante ' ' Por ser de paja todas las cubiertas.
Por no se ver en trance semejante. Mas entonces faltábales posible,
Y cierto no conviene de quién quiera Diestros y bien instructos oficiales,
Fiar fuego con tantos detrimentos Para labrar por orden convenible
En morada de pez y de madera , Pulidos y adaptados materiales ,
Y estopa y otros tales nutrimentos; Hasta tanto que ya tiempo movible
Porque si corre riesgo quien espera, Acrecentó limosnas y caudales,
No menos los que hacen mudamientos; Con que hicieron obras de momento
Y en esto no mirar el que navega , Donde les concedieron el asiento.
Inadvertencia es bestial y ciega.
Siguen pues su derrota por la carta , Y es por adonde van á Turüaco
Ningún rostro de lágrimas enjuto : Y de la otra parte de la puente,
Llegaron al ancón de Santa Marta, Que muchos dias conocimos vaco,
Donde de su pasión fué bien instruto, Sin pensar ser allí tan eminente
Pues al Carreño vi con gente harta , Casa, por parecer terreno flaco;
Cuyas cubiertas son paños de luto, Mas agora lo vemos diferente,
Y él mismo me contó lo que yo cuento, Pues están ya poblados sus confines
Por ser antiguos en conocimiento. De fructíferos huertos y jardines.
Y entonces, si de componer historia Al contador Duran aquel asiento
Tuviéramos algunas intenciones, Le fué con otras tierras proveído ;
Encomendáramos á la memoria Beatriz de Cogollos al convento
Otras particulares aflicciones; Lo dio, porque Duran fué su marido :
Mas no me juzgué digno desta gloria Señora de cabal merecimiento ;
Ni de dar fin á peregrinaciones , Y la misma le dio por apellido
Por las cuales y falta de talento Nuestra Señora de Lorilo pia,
Nunca tal me pasó por pensamiento. Y ansi le llaman el presente dia.
En Santa Marta pues do yo vivía Pero diversas son mis opiniones,
Salió Pero Fernandez mal parado, Y no creo será juicio vano
Que no solo perdió lo que tenia, Si digo hacer estas donaciones
Mas en manos y píes fué lastimado , El deán don Juan Pérez Materano,
Y entre la gente que lo conocía Por tener él aquellas posesiones
Fué de ropas decentes reparado; Mucho tiempo debajo de su mano;
Después deslo con el común avío Y en ser lugar de la ciudad escluso
Al Nuevo Reino vino por el rio. Materano Getsemani le puso.
Visto su merecer y su presencia Y el convento dos veces fué fundado,
Y la calamidad del mar insano , El un sitio no permanecedero,
Los señores de la real audiencia Y aquel podría ser, siendo mirado,
Le dieron el gobierno del hermano; La doña Beatriz dallo primero :
En el uso del cual, con gran prudencia Fray Pedro de la iglesia fué prelado
Buen espacio de tiempo tuvo mano , Primero, con un solo compañero ;
Y allí con matrimonio lo consuela Y por franceses que después viñeros
Su muy loada doña Micaela. Lo despoblaron y á tolú se fueron.
444 JUAN DE CASTELLANOS.
Mucho tiempo después desta ruina, Es su nombre don Pedro ae Ludueña,
Año de tres quinientos y sesenta, El cual con ordenada diligencia
El padre fray Francisco de Molina Rompiendo va la montuosa breña
Lo levantó donde se representa ; De aquellos ó quien toma residencia ;
Y allí por los de ley adulterina Los cargos que salieron en reseña
También ha padecido gran tormenta, Al fallo se verán de la sentencia :
Y no menos los frailes agustinos Ventura le dé Dios y favor largo
En aquella ciudad nuevos vecinos. Para que salga bien del nuevo cargo.
Pues ochenta del santo Nacimiento Y porque no sé mas de Cartagena,
Corrían de la luz que nos repara, Della huye mi pluma ya cansada
Cuando fundó la casa y el convento De daros hasta hoy relación llena
El padre fray Hierónimo Guevara; Desde el primero por quien fué fundada ;
Y con el necesario cumplimiento Que cierto para tan angosta vena
Este gobernador les hizo cara, Ha sido trabajosa la jornada :
De manera que su mando durante Otros historiadores mas enteros
Aquella ciudad fué muy adelante. Dirán después sucesos venideros.
Vinieron en su tiempo dos galeras Al fin ron esto ceso, mas no cesa
Y un bajel que llamaban Saetilla, La peregrinación de mis porfías,
Que con sesenta tiros , piezas fieras, Porque para cumplir con mi promesa
Se armaba para náutica rencilla , Me cumple caminar por otras vias,
Hechas para guardar estas fronteras Que deseo correr á toda priesa,
Y contrastar pirática cuadrilla : Viendo cuan abreviados son los días ;
Corrían ya setenta y ocho años Pues en tal caso la mas clara lumbre
De la reparación de nuestros daños. Es esperanza con incertidumbre.
Soldados y pertrechos tan á pique
Cuanto requieren ocasiones tales; LAUS DEO.
Dellas por general don Pedro Vique;
Y á Castañedo y á Martin González
También manda la fama que publique
Que fueron capitanes principales : ELEGÍA
Serian setecientos numerados
De chusma, marineros y soldados.
A la muerte de don Sebastián de Benalcázar, adelantado
Destas galeras fué la capitana de la gobernación de Popayán, donde se cuenta el des-
Una que se decía Santiago;
La otra ¡a ocasión que hizo vana cubrimiento de aquellas provincias, y memorable
Vn infelice dia y aciago, sas en ellas acontecidas.
Al tiempo que la gente luterana
En Cartagena hizo gran estrago;
Y para que yo della salir pueda, CANTO PRIMERO.
Este suceso solamente queda.
Y porque de raiz el caso cuente Dejemos de presente la marina
Con los negocios que le son anejos, Y la gobernación de Cartagena,
Paréceme ser cosa conviniente Pues la de Popayán, con quien confina ,
Comenzar la carrera de mas lejos, Según atrás tocó grácil avena,
Porque los que lo vieron y el oyente Quiero tomar agora por vecina
No queden desabridos ni perplejos, Para dar della relación mas llena,
Y si de verdad algo me divierto, Contando sus auríferos veneros
Digo lo que me venden por muy cierto. Y los célebres hechos de guerreros.
Al fin mi flaco marte se convierte Dadme la mano vos, escelsa Musa,
A diferentes guerras y porfías, Templo vivo de Dios enriquecido,
Para tractor la ventajosa suerte Porque la mia no quede confusa
Del diestro capitán Francisco Díaz, Pintando lo que tengo prometido;
De quien quisiera mas contar la muertt Y la luz de verdad que está reclusa '
Que recitar sus grandes valentías, Rompa la nube ciega del olvido,
Y esta terrible plaga y este llanto A la posteridad haciendo claras
Se quiere comenzar con nuevo canto. Hazañas tan heroicas y tan raras.
A la parte del sur de Cartagena ,
Cauca, gran rio, tiene nacimiento,
E l cual y el grande de la Magdalena
DISCURSO Nacen del rumbo deste mismo viento
Distantes hasta cerca del arena
Del capitán Francisco Draque, de nación inglés, con que Del mar del Norte, donde con aumento
se da fin á la historia de Cartagena, compuesta y orde- Juntan sus aguas, y ambos hechos uno
nada por Joan de Castellanos, clérigo beneficiado de Ensoberbecen ondas de Neptuno.
Tanja, el cual discurso comienza desde el segundo Estos dos dichos ríos inundantes
canto, en cuyo tiempo este cosario vino á la dicha ciu- Los campos y montañas adyacentes,
dad el año de 1386. Menos de cuatro mil pasos distantes
Tienen sus nacimientos y sus fuentes
Un caso En sierras de Hibague, do declinantes
NOTA. Desde U antepenúltima octava de! canto anterior, lo que pone- Al mar del Norte tienen las verlieules,
mol de letra cursiva, está testado en el original, y siguen cortadas ciento Y con otros menores crecen tanto,
tiueve hojas que debían contener seiscientas cincuenta y cuatro octavas, Que su grandeza causa gran espanto.
* seis por hoja. Luego siguen testadas tres octavas , que son las últimas
del dissurso y se copian a continuación de esta nota. Sin duda el con. Aunque parejas cumbres los despiden
sejo mandaría omiürtodo lo de Draque en la impresión , quizá por dic Corren por diferentes señoríos,
lamen del censor a quien se cometió el examen de esta tercera parte; y Pues antes que se junten los dividen
parece que lo fué el célebre Pedro Sarmiento de Gamboa, de cuya mano Sierras que llaman denlre los dos ríos.
se baila escrito al margen de la penúltima octava del antecedente canto:
[tttdttta eitanda se debe quitar. —Sarmiento.— Rubricado. — Y al mar- Que cuasi paralelamente miden
gen de la última octava que cierra el discurso, dice: Hatta aquí es ti Sus cursos, sus distancias y desvíos;
éuturto de Draque que te Ha de quitar.—Sarmieate.— Rubricado. Mas por do Cauca guia sus corrientes
Las tras octavas al Urnas san las siguientes ; Hay vegas grandes, valles escótenles.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCÁZAR, CANTO I. 443
Y en aquellas llanadas por do viene Pareciéndole bien esta conquista ,
Presentóse delante del caudillo,
Fundó gobernación cristiana gente, Diciendo que lo pongan en la lista,
La cual de Popayán renombre tiene Porque con los demás quiere seguillo;
Y con éi permanece de presente; Pedrarias se holgaba con la vista
Son pues los aledaños que contiene Y buen donaire del villanchoncillo ,
Acia la mar del Sur, que es al poniente, Y no teniendo de cognomen uso,
Escelsas sierras en supremo grado,
Que por aquella parte hacen lado. ELde su propio pueblo se le puso.
A la parte de oriente desta tierra, Llegan al Darien con la compaña,
Donde muchas ciudades hay fundadas, Que pasaba de doce veces ciento,
Le demora también aquella sierra Con los vecinos del, hombres de España,
Por quien son las dos aguas separadas; Primeros pobladores del asiento;
Esta gobernación allí se encierra, Y el Sebastián se daba buena maña
Y tienen españoles sus moradas Cuando buscaban indios y alimento,
(Que dilatando van su señorío) Llegándose, con otros que no narro,
A una y otra banda de aquel rio. A los ranchos de Almagro y de Pizarro.
Tienen ya grandes hatos de ganados, Porque estos eran en aquellas lides,
Y en rios abundante pesquería; Desde que descubrieron aquel rio,
Viven los moradores regalados Antiguos y admirables adalides
Con varios fructos que la tierra cria, Y amigos de soldados de buen brio;
Y de los estranjeros trasplantados Pedrarias, por se ver en los ardides,
También produce los que no solía; Luego del Darien hizo desvío,
Hay grandes montes, bosques y breñales, . Y acia Panamá guió la proa
Y de oro soberbios minerales. Al mar del Sur, que descubrió Balboa.
A don Pedro de Heredia se debía i •«• . Al cual Balboa, si mas tiempo dura
La gloria del primer descubrimiento; ^ • ; Espíritu vital en mis entrañas,
Mas por hallar mas apacible via 9
Deseo colocar en escriplura
Benalcázar gozó del vencimiento Y sus heroicos hechos y hazañas,
Por Pizarro, marqués, de quien tenia Su fatal y temprana sepultura,
Poder, autoridad y mandamiento; Do lo pusieron invidiosas sañas
Y al Benalcázar tal nombre le viene Del que tenia cargo del gobierno,
De ser del pueblo que este mismo tiene. Con tabello tomado ya por yerno.
Tuvo padres de llanas condiciones, Llegó Pedrarias pues donde quería,
Y su linaje fué desta manera, Mas él y todos los demás mohínos
Porque lodos vivian de los dones Por no poder tomar alguna guia
Que les daba campestre sementera; Para que descubriese los caminos,
De un parto parió dos, ambos varones. A causa de que desta serranía
Su madre, fuera de la vez primera, Andaban alterados los vecinos,
Y al nacer Sebastián, el uno dellos, Y acrecentaba mas el descontento
Primero sacó piernas que cabellos. El no poder hallar mantenimiento.
Y cuando destos géminos podia Como cada cual dellos se desvela
Cada cual en astil poner la mano, En remediar la falta que les daña,
A ios padres llegó su fatal dia, El Sebastián haciendo centinela,
Encomendándolos al mas anciano; Humo vido salir de una montaña,
Y algunas veces Sebastian solia, Y aunque lejos, bien vio ser de candela,
Por mandamiento del mayor hermano, .. Y no vapor, que mil veces engaña;
O por su voluntad, i r á la breña Algunos compañeros llamó luego
Con un jumento do traía leña. •- ;t Que se certificaron ser de fuego.
Trayéndolo cargado por sendero t Al rancho del gobernador se vino
En que pluviosa tempestad embarga, Diciéndole ser fuego ciertamente,
En un atolladar y atascadero Y él mismo confiado de su tino
Cayó la flaca bestia con la carga; Prometió dar en él dándole gente;
Quitó la soga, lazos y el apero, Animólo Pedrarias al camino
Anímalo con gritos porque salga, Con algunos, que fueron hasta veinte,
De la cola con gran sudor ayuda, Mandóles que cada cual hiciese
Mas el jumento flaco no se muda. Lo quel imberbe mozo les dijese.
Entonces él con juvenil regaño Con aqueste favor mas alentado ,
En las manos tomó duro garrote, Recogidos los veinte compañeros,
Diciéndole : «Sabed que si me ensaño Entróse por aquel bosque cerrado t
Vos os habéis de erguir y andar á trote. » Ajeno de caminos y senderos,
Al fin , sin voluntad de tanto daño, Con tan puntual tino y acertado,
Con uno le acertó tras el cocote, Que dio sobre los bárbaros guerreros :
Y fué de tal vigor aquel acierto Ovieron del rancheo tres mil pesos,
Quel asno miserable quedó muerto. Y de todas edades muchos presos.
El mal recado visto, no se tarda Para Pedrarias señaló la parte
En huir, conocida su locura, Que le venia de lo rancheado,
Dejando leña, sogas y el albarda , El restante por todos se reparte,
Y el vivir en pobreza y angostura, • Y á nadie quiso ser aventajado :
Con imaginaciones que le aguarda Finalmente, lo hizo de tal arte
En otra tierra próspera ventura, Que quedó desta bien acreditado,
Y selle muy mejor ir á la guerra Y ansí holgaban lodos de seguillo
Que cultivar los campos en su tierra. Las veces que le cupo ser caudillo.
Peregrinando pues de villa en villa Como mas en edad fuese creciendo
Con falta de las cosas necesarias , Y en bienes por su lanza granjeados,
Quiso ver las grandezas de Sevilla, Iba también ganando y adquiriendo
Adonde concurrían gentes varias; Mucha reputación entre soldados,
Allí llegó y oyó por maravilla Y en estos intermedios descubriendo
Alabar la jomada de Pedrarias En honras pensamientos levantados ;
Del Darien, por que hacia gente Y ansí granjeó nombre brevemente
Como gobernador de aquella frente. De diestro capitán y de valiente.
«6 JUAN DE CASTELLANOS.
Fué liberal> modesto y apacible, Vista por Benalcázar tal oferta
Amigo de virtud y de nobleza, Y que de mas atrás tijera fama
En los recuentros de rigor terrible Vendi a la noticia por muy cierta,
Determinó de ir á quien lo llama :
Jamas en él se conoció flaqueza, Compró navio grande de cubierta,
A pié brioso todo lo posible, Y con aquel ardor otros inflama,
A caballo grandísima destreza: Lie vando, no sin costa de dineros ,
Hombre mediano, pero bien compuesto, Seis caballos y treinta compañeros.
Y algunas veces de severo gesto. Recibiólo Pizarro con buen pecho ,
Y su venida fué regocijada;
Al fin en Panamá hacen asiento Dióle mas larga cuenta de lo hecho,
El Pedrarias y sus conquistadores, Y efectuóse luego la jornada,
Donde por las personas de momento La cual por la grandeza del provecho
Repartió los caciques y señores : Fué por el universo divulgada ,
Al Benalcázar dio repartimiento Y en hacer aquel grande reino llano
Igual á los mas ricos y mejores, EIRenalcázar tuvo mucha mano.
Porque en aquellos tractos y ejercicios Pasaron varias cosas , que yo callo
• De guerra fueron grandes sus servicios. Por ir do me movió mi fantasía,
En estos dias le nació el mestizo Y es quel marqués Pizarro, por bonrallo,
Al buen Almagro, que se llamó Diego, Las guerras de substancia le confía:
El cual después en tiempo banderizo A Piúra con gente de caballo
En el Pirú causó desasosiego; Fué, para socorrer la compañía
Al cristianado gran fiesta se hizo, De españoles que estaban en aprieto,
Y en el baplismo fueron por su ruego
Pizarro y Benalcázar los padrinos, Y á hacer aquel término subyeto.
Por ser allí los mas ricos vecinos. Domó la furia de los adversarios
Subvecta pues la gente convecina Y aquella multitud sanguinolenta,
Y la ciudad ¿le Panamá fundada, •Haciéndolos de libres tributarios
Pedrarias de Avila se determina Con yugo de pagar perpetua renta;
Hacer de Nicaragua la jornada, Y en otras guerras y recuentros varios
Porque sus capitanes la marina Honra ganó, sin padecer afrenta,
Por el rey y por él tienen poblada; Antes á mas rigor mayor audacia,
Y ansí con voluntad llana y amiga Sin sucedelle trance de desgracia.
A Benalcázar ruega que le siga , Holgábase Pizarro grandemente
Prometiendo debajo juramento De ver cómo se daba buen recado,
En provechos y honras preferillo; Y conociendo del ser suficiente
El cual luego prestó consentimiento Para le cometer cualquier cuidado,
Dándole la palabra de seguillo. En San Miguel lo hizo su teniente,
Al Pizarro pesó del mudamiento, Que es en Tangarará pueblo fundado
Y Almagro y él procuran impedillo : Allí primero por gente de España ,
Responde, como quien virtud profesa, Donde también se daba buena maña.
No poder ya faltar de su promesa. Allanó muchas veces lo mas agro
Cada cual de por sí le representa De guerras que otros ponen en escrito;
Tenelle sin revés afición pura , Después desto, Pizarro y el Almagro
Y que esta, puesto caso que se absenta, Le mandan ir á conquistar á Quilo,
En todo tiempo la terna segura, Cuyas riquezas vende por milagro
Rogándole también que les dé cuenta La veloz fama con soberbio grito,
De daños ó regalos de ventura , Y también por domar la tiranía
Pues ellos en quietud ó con quebranto De Hruminavi, questo pretendía.
De su parte harían otro tanto.
Con esto se despide sollozando Porque viendo debajo fatal tumba
De los que lo tenían por amigo, A Guaxcar y Alabaliba señores,
Y con próspero viento navegando, Adonde mortal odio los derrumba,
Llegan y desembarcan donde digo. Este se rebeló y otros traidores
La ciudad de León se fundó cuando Como Zopozapagua, Quingalumba,
A Nicaragua lo llevó consigo Raurau, contra sus emperadores,
Pedrarias, y allí fué primer alcalde; Y Quisquiz que, con otros presupuestos,
Y es cierto no comer el pan de balde. Venia para se juntar con estos.
Pues en pacificar estos estados, Yendo pues Benalcázar aviado
Con mañas y valor de varón fuerte, Según que pide militar escuela,
Al rey hizo servicios señalados, Procurando de ser bien informado
Y ansí le cupo razonable suerte. Del reino donde van y su tutela ,
Pizarro con los otros aliados Cierto cacique , Chaparra llamado,
Acia la costa del Pirú convierte Lo mandó dibujar en blanca tela
Con entradas, salidas y defensa
La lanza con ventura mas propicia,
Trayendo con caudal rica noticia. Y de guerreros cuantidad inmensa.
Entendida grandeza tan eslraña Benalcázar holgó de ver la planta,
Por indios que deponían de vista , Y de que se le de tan buena nueva,
Embarcóse Pizarro para España, Porque de la grandeza no se espanta ,
Donde de sus servicios hizo lista;
Volvió gobernador con gran compaña,
Para prosecución de la conquista,
t ntes desea ya venir á prueba ,
unque para romper multitud tanta
Solo ciento y setenta y cinco lleva :
Y al Benalcázar iuvió mensaje Son los sesenta y cuatro caballeros
Para se valer del en el viaje. Y diez ó doce buenos ballesteros.
Diciéndole que mas no se detenga Todos los mas restantes son peones
En tierra corta do viviendo muere, Que llevan sus escudos embrazados.
Pues que ventura se la da mas luenga Encontraron de bárbaras naciones
Con la prosperidad que se requiere; Cincuenta y cinco mil hombres armados,
Y quél no partirá hasta que venga Que muchos del los eran orejones
Con los soldados que traer pudiere, En uso militar ejercitados,
A los cuales hará que huellen suelo Puestos en orden en llanadas bajas
En el cual mudarían el mal pelo. De los campos que llaman Teocajas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCÁZAR, CANTO I. 447
Al bravo Hruminavi va subyeto » Ansí que, pues en esto no va menos
Aquel gentil ejército pagano, Que las honras, haciendas y las vidas,
Que con sagacidades de discreto Y tenemos aquestos eampos llenos
Los congregó debajo de su mano, De gentes diestras bien apercebidas,
Poniendo sus contrarios en aprieto Haced aquello que debéis á buenos
En refrenar las sueltas y atrevidas,
Con crueles estremos de tirano; Porque si no, veréis en sus poderes
Porque este se escapó de Caxamarca ( i ) Vuestras queridas hijas y mujeres.»
Al tiempo que prendieron su monarca. Dijo, y aquellos fieros capitanes,
Y viéndolo prender, en el confuto, O principales de los orejones,
Cuando española mano del afierra, Con palabras y bravos ademanes
Fué recogiendo por el circuito Correspondieron con sus intenciones,
Sobre catorce mil hombres de guerra, No recelando muertes ni desmanes
Con los cuales entró dentro de Quito Que nacen de las tales ocasiones
Levantándose con aquella tierra , Y en este tiempo Benalcázar llega
Con muertes de los que del mal intento Con todos los demás á la gran vega.
Pudieran ser algún impedimento. Descúbrense millares de millares,
Y agora Hruminavi, como piensa Con las armas que tienen de costumbre,
Que Benalcázar trae su demanda, Dignas de ver las joyas singulares ,
Apercibióse para la defensa La rica y adornada muchedumbre,
Con tanta multitud de los que manda, Tanto , que reverberan los solares
Que parecía cuantidad inmensa Rayos con el refracto de su lumbre;
Los que lo ciñen de mía y otra banda, Inumerables hondas, dardos, lanzas
A los cuales atentos y armas prestas Y armas de defensión á sus usanzas.
Dijo tales palabras como estas : Escopíes bastados de algodones,
«Ya veis el miserable captiverio Con gran primor colchados y tupidos;
Con que los hados van amenazando, De palo bien tallados morriones
Y cómo de los Ingas el imperio Con hoja gruesa de oro guarnecidos;
Estrañas gentes vienen ocupando, Plumajes, diademas, invenciones
Con muertes, deshonor y vituperio Varias en las maneras de vestidos,
De los que sobre nos tenían mando : Porque según las tierras y raleas
El gran emperador Guaxcar sin vida, Usaban de los trajes y libreas.
La de Alabalibá también perdida.
» Otros poseen ya su plata y oro Viendo que Benalcázar descubría
Y buscan lo gue mas hay abscondido ; Por ancho campo de compás jocundo,
El caudaloso fausto y el tesoro Suena clamor y grita que rompía
De Cuzco y Caxamalca veis perdido; Los aires con ruido furibundo,
La majestad, respecto y el decoro Y tal hervor y horror, que parecía
De nuestros orejones abatido, Deshacerse la fábrica del mundo,
Haciéndoles que acudan con tributos Engrandeciendo siempre los clamores
De plata y oro, joyas y otros frutos. Con bocinas y grandes atambores.
« Y también vienen en demanda nuestra A la bandera nuestra y estandarte
A fin de que hagamos otro tanto, Animó quien sobrellos tiene mano,
Si no convierte vuestra fuerte diestra Diciendo : «No temáis contrario marte.
Su crecido placer en duro llanto, Pues vale menos cuanto mas lozano,
Y aquel dominio de la gloria vuestra Y al fin han de llevar la peor parte
No les pone temor, terror y espanto, Queriéndonosla dar en campo llano,
Encomendando bien á las memorias Adonde los caballos corredores
Vuestros heroicos hechos y victorias. Y los que van encima son señores.
» Pues si con estas asestáis la vira » Dejadlos vengan : no bagáis amago
Adonde pretendéis hacer empleo, Hasta que los tengamos mas cercanos;
En cualquier parte que pongáis la mira Y cuando yo dijere ¡ Santiago!
Acertareis al blanco del deseo, Cada cual se aproveche de sus manos.
Y abatiréis aquella mortal ira Verán á pocas vueltas el estrago
A quien anima su primer trofeo, Que hacen los poquitos castellanos;
Ganado sin rigores de pelea Pues ellos como ven que somos pocos
Ni movimiento que defensa sea. Se hacen mas soberbios y mas locos.
» Y es fácil de domar esta demencia , » A cualquiera gandul que con mas gala
Por ser pocos y en fuerzas no mejores ; Vierdes, y mas compuesto de librea,
Pues que nos consta ya por esperiencia Y en acometimiento se señala
Que padecenflaquezasy temores; Incitando los otros á pelea,
Veis demás desto cuánta diferencia Habéis dé trabajar dalle de mala
Hay de ser siervos á quedar señores, Con el violentofinque se desea,
De perder ó cobrar vuestros estados, Pues todos acobardan viendo estos
O de siempre mandar ó ser mandados. De la querida vida descompuestos.»
» No cause lo de Caxamalca miedo, Al tiempo pues que el padre Faetonte
Por nos vencer allí pocos cristianos; Demediaba "su rápida carrera,
Pues cada cual de nos estuvo quedo Cuando la sombra del frondoso monte
Sin querernos valer de nuestras manos, Cerca las plantas sin salir afuera
Porque juzgábamos por el denuedo En aquel hemisferio y horizonte,
Y el aspecto no ser hombres humanos; Equinoccio perpetuo del esfera,
Mas ya nos consta por sus condiciones Los confiados indios acometen ,
Que son hombres mortales y ladrones. Y nuestros caballeros arremeten,
» Y aquellos pocos de redondas uñas, Rompiendo por !a bárbara pujanza ,
Do suben y les*sirven de castillos, Siguiendo las pisadas del caudillo :
Podeislos enlazar por las pesuñas, Roja se para la pungente lanza,
Como cuando cazáis con los aillos El suelo rubicundo y amarillo ;
O los civis con que tomáis vicuñas, El rigor, el furor, la destemplanza
Usando tal ardid en vez de grillos; Ensangrientan los filos del cuchillo,
Y á tierra veréis ir en ese punto Tanto, que del barbárico gentío
Caballo y caballero todo junto. La sangre derramada forma rio.
(ti Por Cajama'c».
8
•M JUAN DE CASTELLANOS.
lias los indios no son flojos ni tardos Cuadróles mucho lo que representa
En respondelles con ardiente priesa ; Acerca de tomar otra derrota,
Pues sin intermisiones ni reguardos Porque el indio les dio razón y cuenta
De la confusa grita que no cesa, Acerca de le ser la tierra nota :
De violentas piedras y de dardos Acuerdan pues salir sin que lo sienta
Nube descarga multitud espesa, Aquel que las provincias alborota ,
Quel cielo d é l o s ojos arrebata, Apriesa caminando con la guia
Y con su violencia los maltrata. Sin esperar la claridad del dia.
Bien como de langostas las nubadas Cuando los horizontes se entristecen,
Que suelen impedir la vista clara, La luz debajo dellos abscondida,
Ansí son las espesas ruciadas En su real mil fuegos resplandecen
Del dardo, de la piedra, de la vara , Con muestra de guisarse la comida;
Atormentando cascos y celadas, Mas fueron todos estos que parecen
Escudos y rodelas , donde para, Por disimulación de la partida ,
Cuyos pesados golpes también labran , Pues dejándolos vivos y atizados
Matan caballos, y hombres descalabran. Caminaron por donde son guiados.
No se mostraban flojas ni tardías Sin vellos la rabiosa muchedumbre,
Del fuerte Benalcázar las lanzadas, La noche caminaron sin recuestas,
Y las del capitán dicho Rui Díaz Y cuando pareció la nueva lumbre
De Rojas no son menos señaladas, Atrás dejaban ya pasos y cuestas,
Cuyos hechos, proezas, valentías Donde podían dalles pesadumbre
A milagro podrán ser comparadas; Las galgas ponderosas y molestas :
Y todos en aquellos trances duros Vieron los nuestros pues en este punto
Parecian ser mas que hombres puros. A la ciudad de Riobamba junto.
Porque de los contrarios combatientes Los indios agraviados y vencidos
Cincuenta y cinco mil es el estima , Que volvían á nueva competencia,
De los mas ahechados y valientes Como reconocieron ser partidos,
Que moran desde Quilo hasta Lima, Creyendo de temor hacer absencia,
Demás de los tener allí presentes Siguen el rastro de furor movidos
Hruminavi feroz que los anima, Con toda la posible diligencia :
Sin que se pierda punto do se halla A los de relraguardia dan alcance,
En la prosecución desla batalla. Donde se vieron en dudoso trance.
La cual por ambas partes se regia Piden á Benalcázar mas varones
Con tal obstinación y rabia pura, Para mejor librarse de la plaga,
Que pelearon desde medio dia El cual les respondió : « Buenas razones :
Hasta llegar la ceguedad obscura; Van treinta caballeros en rezaga
Donde los de la bárbara porfía Con treinta validísimos peones,
Juzgaron la buida por segura. ¿ Y pedís que de gente se rehaga?
Dejando de los suyos setecientos Si la que va juzgáis no ser bastante,
Desamparados de vivos alientos. Mirad la que tenemos por delante.
Huyeron á los cerros mas subidos, • Acá y allá conviene buen concierl*
Y por las asperezas de los puertos Y que nadie camine descuidado ,
Quedaron tres peones mal heridos Antes todos con ánimo despierto
Y tres caballos ansimismo muertos : Y no con corazón acobardado,
Velaron por sus cuartos repartidos Pues yo no veo palmo descubierto
Hasta que nueva luz los hizo ciertos Que no tengan estotros ocupado:
Cuanta fué la mortífera ruina, Aprestad manos , porque no podemos
Mas no lo quel contrario determina. Hacer hoyo donde nos enterremos.»
Y por ser aquel campo con viniente, Esto responde, pero todavía
Si por ventura vuelven á buscados, Envío cierto capitán Mosquera
Para se defender cómodamente Con cuatro de caballo, que sabia
Queriendo Hruminavi contrástanos, Darse principal maña donde quiera;
Descansaron allí dia siguiente Cuando llegaron vieron que venia
Regalando con grano los caballos Toda la relraguardia muy entera ,
Y curándoles algunas heridas, Sin que los indios punto los discorden
Porque de su vivir penden sus vidas. De lo que deben á militar orden.
El Benalcázar luego hizo junta Yendo cansados con algún desmayo
De los hombres en guerra mas maduros, De ver ¡numerables naturales.
Y en la congregación se les pregunta Un bárbaro daquellos, dicho Mayo,
Qué caminos serán los mas seguros, Falto de los pendientes genitales ,
Porque de Hruminavi se barrunta De paz se les llegó, siéndoles ayo
Acomelelles en los pasos duros, Para les descubrir ocultos males.
Donde podría con algún engaño Manifestándoles parles no vacas
Al caminar hacelles mucho daño. De hoyos y acutisimas estacas.
Porque de sus astucias se creia El Hacedor omnipotente quiso
Tener hechos reparos á sus trechos, Por boca deste bárbaro prudente
Y mayormente por aquella via A nuestros españoles dar aviso
Que llevan , cuantidad de hoyos hechos, A punto y á sazón tan conviniente,
Para lo cual remedio les seria Pues daban en los hoyos de improviso,
Evitarse los pasos mas estrechos , Adonde pereciera mucha gente,
Y á Riobamba ir por otra mano Y la parte mayor de los rocines
Seria lo mejor y lo mas sano. Allí tuvieran desastrados fines.
Un soldado llamado Juan Camacbo, Este por Hruminavi fué privado
De San Miguel de Piura vecino, De los lascivos guslos y placeres,
Dijo: «Para llevar mejor despacho Y con oíros eunucos diputado
En la prosecución desle camino, Para le ser custodia de mujeres;
Guia podría ser un mi muchacho Y siempre, como cuerpo lastimado,
Que podemos fiarnos de su lino, Tuvo vindicativos pareceres,
Porque sabe muy bien toda la lierra Y esperando hallar \t¿ oportuna.
Ansí del llano como de la sierra.» Tomó la que le trajo la fortuna.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A DENALCAZAR, CANTO I % 4J9
Y ansí le descubrió los hoyos hechos, En este tiempo Pedro de Alvarado
Y todo lo que Hruminavi piensa También de Guatimala se destierra,
En los puertos y pasos mas estrechos Y vino con ejército formado
Hacer para tortísima defensa; Metiéndose con él por esta tierra.
Rajan los españoles satisfechos Diego de Almagro fué determinado
De subyectar la cuantidad inmensa A se la defender por paz ó guerra;
Que cerca de Riobamba los espera El cual con treinta de caballo vino
Con \arias.armas y aparencia íiera. Tras Renalcázar con aquel desino.
Pero como bajaron á lo llano, Hallólos en la parte referida ,
Por ir toda la gente fatigada, Porque siempre vinieron por su huella :
El atrevido campo castellano Regocijáronse con la venida,
Allí determinó hacer parada , Sin certidumbre de la causa della,
Las sillas puestas , armas en la mano , Mas cada cual después de conocida
Con vela que por cada camarada Tomó por propria suya la querella,
Se repartió con orden curioso Y tanteando de defensa modos,
Hasta pasar el tiempo tenebroso. A Riobamba se volvieron todos.
Y cuando ya venian descubriendo Allí por el Almagro fué mandado
Los febeos caballos por oriente. Estar apercebidos y en espera,
De sus doradas bocas esparciendo Siendo de naturales informado ,
Anhélito de luz resplandeciente , Presos en el compás desta frontera ,
Renalcá/.ar andaba previniendo Quel sobredicho Pedro de Alvarado
A Ruy Díaz de Rojas, su teniente, Venia por aquella derrotera
Que fuese por el llano circunstante Y que, según el rostro trae puesto,
Con treinta caballeros adelante. En Riobamba lo verían presto.
Con esta gente bien apercebida , Diego de Almagro con sospecha mala
A ia ciudad de Riobamba llega; De que los otros son superiores,
Pusiéronse los indios en huida, Para ver si su gente les iguala
Sin que fuese durable la refriega; En número y vigor, ó son menores ,
Y por hallar gran copia de comida Enviaron a Cristóbal de Ayala,
El resto de la gente se congrega , Con otros seis caballos corredores ,
Y allí holgaron estas compañías Que los tanteen bien , puestos á viso ,
Por espacio de diez y siete dias. Y abrevien el venir á dar aviso.
Hallaron algún oro los soldados, Aquestos siete caballeros fueron
Que fué poco según el apetito , Acia la parte do sospecha tienen ,
Porque como golosos y picados Mas en el caminar no procedieron
A caudal aspiraban infinito. Con tal orden que no se desordenen,
Estando pues caballos reformados , Y ansí por mal concierto que tuvieron
Determinaron de llegar á Quilo, A lodos los prendieron los que vienen,
Y hubo por el camino pocos ralos Y como prisioneros á recado
Que no tuviesen gritos y rebatos. Los llevaron al Pedro de Alvarado.
Usando con solícito cuidado Holgóse de los ver en su presencia ,
Hruminavi de ardides diferentes, Por informarse de lo que quería ,
Y por un orden muy disimulado Hasta la mas menuda menudencia
Mil hoyos en los pasos mas urgentes; Que para tal sazón le convenia ,
Pero por aquel bárbaro capado Y aquesto hecho, dándoles licencia,
Quedaban descubiertos y patentes, A quien los enviaba los envía ,
Y ansí sin sucedelles caso feo Dando la relación de su viaje,
Llegaron do los lleva su deseo. No sin muestra feroz en el mensaje.
Entraron pues en la ciudad potente Diciendo que, mediante provisiones
De Quito, donde estaba recogida Emanadas del rey y su consejo,
I numerable número de gente, A conquistar venia las naciones
De varias armas bien apercebida; Deslos confines desde Puerto-Viejo,
Mas viéndolos entrar incontinente, Con grandes gastos en las prevenciones,
Fué por diversas partes esparcida. En buscar buena gente y aparejo ;
Dejándola con sus pertrechos varios Y ansí defendería con la espada
A la dispusicion de los contrarios. La tierra que en gobierno le fué dada.
Y ansí hallaron muchos ornamentos Dióle Diego de Almagro por respuesta,
Preciados entre bárbaras naciones. Que cumple que la tenga prevenida,
Y demás desto grandes aposentos Porque la suya para lo que resla
Llenos de grano y otras provisiones , No vive descuidada ni dormida.
Otros con belicosos instrumentos, Cada parcialidad en fin va puesta
Lanzas, macanas, dardos, morriones , A riesgo manifiesto de la vida ,
Y para guerra todo buen recado ; Ordenando sus haces al momento
Mas oro poco, por estar alzado. Para venir al duro rompimiento.
Recogieron aquello que se halla , Queriendo comenzarse los rigores,
Trastornando las casas y rincones. Caldera, licenciado de Sevilla,
Los indios , rehusando dar batalla, Se puso dando voces y clamores
Acudían de noche con tizones En medio desta y daquella cuadrilla:
Por parles mas ocultas á quemaba ; « ¡ Paz y amistad, paz y amistad, señores,
Y aunque no salen con sus intenciones, Nunca permita Dios esta rencilla !»
La llama lodavía hizo mella Acuden á lo mismo religiosos
En algunas pajizas casas della. Destas conformidades deseosos.
No procedieron, por la resistencia Todos prestan atentos los oidos,
Que hallan en contrarias voluntades, Por peculio personas de respeto,
Encaminadas á la permanencia Los unos y los otros comedidos ,
De firmes y católicas verdades, Y cada cual con pecho mas quieto :
Destruyendo con suma diligencia Remedios dan á los que van perdidos,
La falsa religión deslas ciudades ; Y fueron que con término discreto
Y ansí procuran en aquel asiento Tracten las dos cabezas españolas
Plantar luego cabildo y regimiento. De medios convinientes á sus solas.
T. ÍV. 29
4a0 JUAN Di- CASTELLANOS.
Juntáronse los dos adelantados Y ansí con Benalcázar caminaban
A la traza por buenos deseada : Para les ayudar á sus contiendas,
Quedaron aquel día concertados, Y en cualquier parte que se rancheaban
Los nuestros, ellos asentaban tiendas;
Después de conferida y altercada, Y allí los españoles que velaban
Pues el Almagro dio cien mil ducados De noche los visitan á sabiendas.
Al Alvarado por aquel armada, Con sospecha de que harán mudanza,
Para que con aquellos se volviese Por ser gente de poca confianza.
Luego sin pretender mas interese. Y en un rancheadero del camino,
Volvióse , los dineros receñidos , La ronda principal de las espías
Solo con sus criados y sirvientes , Puestas, cerca del tiempo matutino ,
Y dejó cuatrocientos escogidos So color de le darlos buenos dias
Hidalgos generosos y valientes ; Hasta las tiendas del cacique vino,
A estos les llamaban los vendidos, Las cuales halló puestas y vacias;
Mas eran tales y tan escelentes Y las personas que hacían vela
Que los mas dellos en la paz ó guerra Tocan al arma vista la cautela.
Fueron los principales de la tierra. Los rastros buscan hombres diligentes,
Fué con Almagro pues el Alvarado Que como van con intención malina
A San Miguel antes de su partida , Volvían por caminos diferentes;
Porque Pizarro vea su recado Mas Juan de Ampudia que bien adevina
Y cumpla la moneda prometida. Huirse por malar á los dolientes,
Quedó con Benalcázar de su grado Tras ellos con aquel temor camina
Mucha gente de la recién venida, Con treinta sueltos y ocho con caballos
Bastantes en esfuerzo y en prudencia Que gran priesa se dan por alcanzallos.
Para desbaratar cualquier potencia. Pasan dos ríos que los detuvieron,
Destos fué Juan de Ampudia, Juan Cabrera, Y no sin riesgo loman la ribera
Juan del Rio con Baltasar su hermano. Contraria ; mas después tanto corrieron,
El capitán Tovar, Muñoz Mosquera , Con ser catorce leguas de carrera.
Luis Muleros, Florencio Serrano, Que al Chamba con trescientos indios vieron
Vivos aquestos dos en esta era, Cómo bajaba por una ladera
El capitán Añasco, sevillano. Para cortar el hilo de las vidas
Con otro primo suyo, cabal hombre, A su fe fraudulenta cometidas.
Pedros entrambos y del mismo nombre,
Y Pedro de Gurmán , Luis de Lizana Para romper los duros escuadrones
Avendaño, Juan Muñoz decollantes, Los ocho de caballo ponen frentes ;
Martiniañez Tafur, de quien no vana Llegaron á la villa los peones
Fama publica ser hombres bastantes , Do vieron de rodillas los pacientes,
Según en Paria y en Maracapana Porque sabian ya las intenciones
Del Avendaño y él traclamos antes, Que traían los indios delincuentes,
Sanabria de quien ya hice memoria Por una india de la Nueva-España
En diferentes partes de mi historia. Que supo la traición y la maraña.
Porque de las conquistas atrasadas Gracias inmensas dan al alto cielo
Tuvimos especial conocimiento, Por socorrellos en tan gran presura;
Y hoy vemos hijas suyas agraciadas El repentino gozo y el consuelo
Que son de Tunja lustre y ornamento, Desterró la pesada calentura ;
A conyugales nudos obligadas Huyen del infiel y cruel suelo,
Con personas de gran merecimiento, Vista la venturosa coyuntura ,
De cuya virtud y ánimo constante, Y el de dispusicion débil y flaca
Mediante Dios, diremos adelante. De sus debilidades fuerza saca.
La mayor dellas, doña Catalina, Los de caballo lanzas ensangrientan
Subyecto de bondad enriquecido, En los culpados de furor nocivo :
Que de purpúreaflory clavellina Todos los desbaratan y ahuyentan ,
Posee lo mejor y mas subido, Esceplo Chamba que quedó captivo,
Tiene como de tanto premio dina El cual por culpas que se representan
Al buen Martin de Rojas por marido, Poco después murió quemado vivo,
Con prendas que les son correspondientes Y esto tracta el obispo de Chiapa ,
En virtudes y gracias eminentes. Pero de demasía no se escapa.
Es en edad menor doña Liiisa, Diciendo que se hizo larga riza
De gracias y primor verjel ameno, Cuando Chamba con fuego fué punido,
Pues de lo quel humano ser divisa Por relación de fray Marcos de Niza
Tiene sobre lo bueno lo mas bueno : Informado de cosa que no vido ,
Cordura que las mus cuerdas avisa, Y ansí de la verdad quebró la triza,
Y á tlon Diego de Vargas en su seno, Porque con Alvarado era ya ido;
Que en jornadas desde sus tiernos años Pero su compañero fray Iodoco
Ha padecido pérdidas y daños. Toca con gran verdad lo que yo toco.
Teniendo Benalcázar pues trescientos Y aun viven hoy algunos caballeros
Hombres en Riobamba bien armados, Cuyos dichos tenemos á la mano,
Mizo de capitanes nombramiento Que destos es el capitán Muleros
Valerosos y bien acreditados , Y el capitán Florencio Serrano,
Y á Quito, donde llevan los intentos , Varones graves y de los primeros
Revuelven muy mejor aderezados , Que hicieron aquel imperio llano;
Yendo ron ellos, desde Riobamba , Los cuales no deponen por oidas
Un cacique de paz llamado Chamba. Sino de cosas vistas y sabidas.
Que debajo de buenas amistades Llevó pues Juan de Ampudia los doliente»
Hizo que se quedasen en su villa Adonde Benalcázar los espera ;
Los impedidos con enfermedades, A punto se pusieron combatientes
Nuevamente venidos de Castilla ; Después de recogidos á bandera,
Y él recogió de indios cuantidades Y para dar asientos permanentes
Con intención, al parecer, sencilla A Quito dirigieron su carrera,
De les favorecer y ser propicio Y comenzaron á fundar aprisco
En el hervor del militar oficio. El dia del seráfico Francisco,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCÁZAR, CANTO II. tó i
Año fie treinta y cuatro con los cientos Aquesto dicho, baja del rocino
Quince, que cuenta religión cristiana, Y encaminó sus pies á la ladera,
Donde se pregonaron mandamientos Rodela y morrión de acero lino ,
Espada do la lumbre reverbera ;
Del rey de monarquía soberana , Y cada cual se juzga por indino
Tomando posesión de los asientos De quedar en la parte mas zaguera ,
Ganados por la gente castellana , Unos garrando, y otros de rodillas ,
D mdo de San Francisco Hombradía Y todos bien sudadas las mejillas.
A causa de llegar el mismo dia. Como los indios vieron ir subiendo
Hí/.ose de justicia y regimiento Gente que su rigor no recelaba ,
Elección de personas singulares, Alzaron grita, y el rumor horrendo
Y luego general repartimiento Los montes y los valles atronaba :
De campos, huertas, casas y solares; Rompe los aires vagos el estruendo
Demás deslo mortal preparamento Horrible, que momento no cesaba ;
Contra las altas rocas y lugares, Los brazos fuertes con furor se mueven ;
Cuyos altores Hrumitiavi piensa Espesas piedras, lanzas, dardos llueven.
Ser" adaptados para su defensa. No suenan tan espesos estallidos
Doscientos hombres salen escogidos Cuando las fuerzas de los fuegos crecen
A domeñar la gente rebelada ; En los espesos montes encendidos ,
Quedaron ciento bien apercebidos. Que de rocío y humedad carecen,
Guardando la ciudad recién fundada ; Siendo de bravos vientos conmovidos .
Mas porque para trances tan reñidos Que los soplan, avivan y engrandecen,
No se requiere pluma mal cortada , Cuantos son los crujidos de la honda
Lo que resta, corlándola primero, Que suena aqui y allí y á la redonda.
Diremos en el canto venidero. Galgas ¡numerables van saltando,
Que los duros encuentros hacen moles,
Contra los que se vienen acercando
CANTO SEGUNDO. A los que defendían los peñoles ;
Y ansí quedaron del cristiano bando
Donde fe cuenta cómo Sebastián de Benalc&zar prosiguió la guerra con- Perniquebrados ciertos españoles,
tra llruminavi y los otros capitanes de Alabaliba, que se liabiau alzado
con el reino de Quito, basta la muerte dellos.
Y con las otras mas pequeñas piezas
Corriendo sangre no pocas cabezas.
Los que tienen diversas opiniones No por esto cesaba la porfía,
Cuando contrarios turban su sosiego , Sin se reconocer ánimo falto,
Y cada cual mediante divisiones Pues, aunque maltractados, todavía
Quiere hacer cabeza de su juego, Perseverantes van en el asalto ,
Cercanos andan de las perdiciones Y con volantes jaras se hacia
Encaminadas por juicio ciego; Algún daño también en los del alto ,
Pues por seguir particulares modos Y lastimándolos ó padeciendo
Y no se conformar se pierden todos. Antes iban ganando que perdiendo.
Cayeron en errores semejantes Aquesta rigurosa competencia
Los del reino de Quito pretensores, Tuvo tan espaciosas dilaciones,
Porque, según que ya tractamos antes, Quel sol quería ya hacer absencía
Eran aquestos cinco ó seis señores, Daquellos hemisferios y regiones ;
Todos ellos valientes y pujantes. Y habían en la dura resistencia
Que pudieran en uno ser mejores, Los indios consumido municiones,
Porque divisos era cosa vista De cuya causa tibios en la ira
Ser de menos peligro la conquista. Alguna parte dellos se relira.
Era destos el principal tirano Después, como se vio la pertinacia
Hruminavi, sagaz, cruel, severo, De los que proseguían la subida,
Y porque lo leuian mas cercano Faltóles con la luz del sol audacia,
Este quisieron allanar primero, Y todos se pusieron en huida
Pues, quebrantada su potente mano, Por parte que con miedo de desgracia
Lo demás se juzgaba por lijero : Tenían antes desto prevenida ,
Tenia capitanes de mas suerte Para hacer desvíos mas prolijos
Y el gran peñol de Pillaro por fuerte. A tierras y montañas de los quijos.
Vieron pues el altura de la peña Los españoles lodos recogidos
Que parecía ser inaccesible; Con los despojos en aquel altura,
En lo mas alto della verde breña A los perniquebrados y heridos
Con agua y aparato convenible, Se les dio luego la posible cura ;
La cual por todas partes les enseña Descansan de trabajos recebidos
Ser la subida de rigor terrible. Aquel espacio que la noche dura ,
Haciéndola muy mas inespugnable Teniendo siempre vigilante guarda
Gente que vían ser ¡numerable. El tiempo quel aurora fresca tarda.
En el mas riesgo las honrosas canas Y cuando descubrió su roslro rojo
De los aventajados orejones, Esparciendo la lumbre matutina,
Todos puestos en orden por andanas El católico campo y ortodojo
Con varias y diversas prevenciones, Seguir á Hruminavi determina,
Selva de lanzas, dardos y macanas, Sobre bárbaros hombros quien va cojo ,
Hondas con apropriados perdigones, Debajo de custodia üdedina;
Las violentas galgas y molestas Y como se halló fresca la huella,
En parles bien acomodadas prestas. Peones y caballos van tras ella.
Visto por Benalcázar el derecho Hallaron luego por el circuito
Peñol cercado de dilicultades, Indios sin dardo, lanza ni macana ,
Dijo : «Señores, al español pecho Porque la gente natural de Quilo
No suelen espantar fragosidades ; Tomaba armas ya de mala gana,
Antes para salir bien con un hecho Y lodos deseaban iufinilo
Basta poner en él las voluntades, Amistad con la gente castellana ;
Pues como su deseo no se tuerza Y ansí, pidiendo paz, les daban nueva
Nunca les faltará maña ni fuerza.i De la vía que Hruminavi lleva.
m JUAN DE CASTELLANOS.
Siguiendo lo que! rastro certifica, De la manera dicha , brevemente
Dieron en otra parte mas exenta, Con el industria de las dichas lelas ,
Y un peón , dicho Miguel de la Chica , Subió la mayor parte de la gente.
Vido cierto gandul que representa Sin los sentir allí bárbaras velas;
' En aquel traje ser persona rica , A lo mas alto van incontinente,
Y conociendo ser hombre de cuenta, A punto las espadas y rodelas,
Juzgaba que seria vano seso Hasta llegar al cuerpo del gentío.
No le llevará Banalcázar preso. Mal advertido por el mucho frió.
Mas él se defendió como valiente , Acometen , y sueltan lenguas mudas
Sin dejarse vencer del peregrino, Diciendo ¡Santiago! denodados :
Y un Alonso del Valle que al presente Las tajantes espadas van desnudas,
En Paslo tiene vida y es vecino , Y los émidos fuertes embrazados ,
Viéndolo pelear varonilmente, Las manos vengadoras y sañudas
Batió las piernas al veloz rocino, Rompen pechos, cabezas y costados ,
Y siendo de uno y otro combatido , Sin que reserven en aquel instante
Sin recebir herida fué rendido. Cosa que se les ponga por delante.
Este fué Hrumanivi, desgraciado Suena rumor horrible por el alio.
En hallarse con pocos orejones, La voz confusa, la mortal querella :
Al cual luego pusieron á recado Arma no hallan con el sobresalto,
Con guarda de caballos y peones . Ni se les da lugar á jugar del la ;
De su muerte no soy certificado, El mas aventajado quedó falto,
Pero creo morir en las prisiones ; Mas no de turbación , pues que con ella
Y ansí se concluyó su valentía Se precipita por adonde puede
Y los conceptos altos que tenia. Y por donde lugar se le concede.
El fuego mitigado desta fragua Bien como ciervo que temor incita,
Co» soplos ambiciosos encendida , A quien tocaron ya caninos dientes ,
Fueron adonde está Topozopagua , Que huyendo de perros y de grita
Otra roca muy mas fortalecida, Por cima de peñascos eminentes,
Dentro mantenimientos , leña y agua , Dellos por escapar se precipita
Aunque la gente no tan escogida , Y arroja sin mirar inconvinientes,
Pero pasos mas duros y derechos Y libre de la boca del lalranle
Y grandes prevenciones de pertrechos. La muerle que huyó halla delante :
Acometieron el dudoso fuerte Ansí los recogidos er; el fuerte ,
En tres ó cuatro partes divididos : Corno de noche son sobresaltados,
Defiéndense los indios de tal suerte, Huian muchos dellos de lal suerte ,
Que quedan españoles mal heridos. O por los unos ó los otros lados,
Aunque ninguno dellos fué de muerte , Que con temores grandes de la muei te
Pero todos confusos y corridos Algunos perecieron despeñados,
De ver en indios pertinace brío, Y muchos dellos presos y captivos
Y cómo su trabajo fué baldío. De los restantes que quedaron vivos.
Huyó Topozopagua destos trances
Otro dia la roca se tantea Con los que pudo de la muchedumbre,
Por ver la parte menos impedida, Y aunque hizo sus cuentas y balances
Pero ninuuna ven do no se vea Para volver á dalles pesadumbre,
Imposibilitada la subida, Diéronle tan apriesa los alcances
Y, si les es posible, que no sea Que lo rindieron á la servidumbre,
Con manifiesto riesgo de la vida; Y á Quingalumba y otros no menores
Y ansí lo que por fuerza no se puede Que pretendían ser grandes señores.
Hacer, la buena maña lo concede.
Ven cierto lado del peñol dereeho, Quisquiz restaba, cuya confianza
Pero la parte baja de manera Fué grande prosiguiendo su porfía;
Que por no ser altura de gran trecho Rogóle Guaypalcon que con templanza
La podrían subir con escalera , Pidiese paz , y como no quería,
Y desde allí podrían á provecho Por los pechos le dio con una lanza ,
Caminar lo demás de la ladera : Y ansí se concluvó la valentía
Hicieron pues unas escalas altas, Del buen Quisquiz, que entre los orejones
Pero no tanto que no fuesen faltas. Fueron muy grandes sus reputaciones.
Y cuando ya Morfeo, con obscuro Aquesle capitán (1) no fué tirano,
Sueño , cansados ojos regalaba, Sino que solamente pretendía
Pareciéndoles ser tiempo seguro Restaurar el imperio de su mano
Para subir donde se deseaba , Para lo dar á quien pertenecía.
Las arrimaron al altivo muro ; El reino pues de Quito quedó llano,
Mas el remate dellas no llegaba , O lo que del al caso les hacia ;
Y todavía Florencio Serrano Y ansí procuran por tierras no vistas
Trabajó de llegar á lo mas llano. Eslender adelante sus conquistas.
Asiendo de las rugas de la roca Pues otra mayor trompa que Syringa
Con ambas manos lo mejor que pudo; Riquezas prometía de gran fasto (2)
El espada pendiente de la boca , Eu tierra que se llama Quillacinga,
A las anchas espaldas el escudo, Donde es agora la ciudad de Pasto ,
Hasta que con los pies lijeros toca Provincia conquistada por el Inga ;
Por do poder llegar al vulgo rudo; Do mandan ir al capitán Añasco,
Luego subió tras él Gómez Fernandez , Y allí con principal gente de guerra
Subyeclos ambos á peligros grandes. El comenzó de conquistar la tierra.
Después quel primer suelo se tenia
Por estos dos que nuestra ritma caula , (I) Kst* Quisquiz fué capitán de Atngualpa ; fué compañero de Chal-
El resto de la gente que venia eochiitia , y ambos prendieron í> StiMrar Inga , que era liljn legitimo de
No padecía ya fatiga tanta, Guawiacapac, y lo malo. Y ansí fué tirano Quisquiz, y Cbalcorhima y Aia-
A causa de que cada cual subía (.•ualpa. Y ansí toda esta estancia se debe enmendar M se lia de escribir lo
cierto. Porque yo aYír¡¿üé por justicia esta verdad y toda la monarquía
A los cabos asido de una manta , de indios Ingas y conqiiUla de españoles en tiempo del «ireydon Fran-
Que los primeros con el pié quieto cisco de Toledo. (Sota de mano de Pablo Sarmiento.)
Cuelgan y tiran para tal efeto. (i) l'or fatulo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 111 , ELEGÍA A BENALCÁZAR, CANTO I».
Después que con aquella gente vino Apartado del término marino ,
Añasco, Benalcázar inquiría Por allí subiría como treinta
Un indio forastero peregrino Leguas, ó poco menos, de camino,
Que en la ciudad de Quito residía , Y vista tierra que se representa
Y de Bogotá dijo ser vecino, Fértil, sacó su campo peregrino,
Allí venido no sé por qué vía ; Cuyo número fué ciento y setenta
El cual habló con é l , y certifica Soldados , que dispuestos para guerra
Ser tierra de esmeraldas y oro rica. Comenzaron a descubrir la tierra.
Y entre las cosas que les encamina Pelearon con bárbaras naciones,
Dijo de cierto rey que, sin vestido, . Saliendo bien de muchas competencias;
En balsas iba por una piscina Mas como todos eran chapetones
A hacer oblación según él vido , Y mal propicias estas influencias,
Ungido todo bien de trementina , Luego cargaron indispusiciones,
Y encima cuantidad de oro molido , Y fueron tan pesadas las dolencias ,
Desde los bajos pies hasta la frente , Que dellas y de llagas y mosquitos,
Como rayo del sol resplandeciente. Quedaron con la vida muy poquitos.
Dijo mas las venidas ser conlinas Y como ya los viese desta suerte
Allí para hacer ofrecimientos El natural, de piedad esquivo ,
De joyas de oro y esmeraldas finas Con ímpetu rabioso se convierte
Con otras piezas de sus ornamentos , A que ninguno dellos quede vivo,
Y afirmando ser cosasfidedinas: Y ansí murieron todos mala muerte,
Los soldados alegres y contentos Escepto Juan Martin, que fué captivo,
Entonces le pusieron el Dorado Que cuasi por grandeza lo reserva
Por infinitas vías derramado. Para servirse del esta caterva.
Mas él dentro de Bogotá lo puso, Lo cual hizo con toda diligencia
O término quel nuevo reino boja, Al indio principal que lo tenia,
Pero ya no lo pintan lan incluso Y en cualquiera guerrera competencia,
En él que su distancia lo recoja, De muchas que tenían cada día,
Antes por vanidad de nuestro uso En el acometer ó resistencia
Lo finge cada cual do se le antoja , La parte del contrario lo temía :
Y en cuanto se descubre , corre y anda, El finalmente tuvo tales modos,
Se lleva del dorado la demanda. Que ya por él se gobernaban todos.
Aquí pues damos la razón abierta Y en ardides del militar oficio
De do le vino pico á la castaña , Ninguno proveyó que no cuadrase;
Lo cual os vendo yo por cosa cierta , Y como no hacían ejercicio
Y lo demás que dicen es patraña; Do con ventaja no se señalase,
Ansí que la tal es demanda muerta Tuvo mujeres, casas y servicio
Y fantasía de verdad eslraña : Y tierras adaptadas que labrase;
Mas bien guiada llevará la proa Reprehendía flojos, torpes, malos,
Quien procurare ver lo de Manoa. Hasta les dar de coces y de palos.
Tierra que de ninguno fué hollada, Al lenguaje quel bárbaro hablaba
Y reinos que demoran al oriente Estuvo con oidos tan atentos,
De aqueste nuevo reino de Granada, Que ninguno mejor articulaba
Do hallarán ¡numerable gente La dura cuantidad de sus acentos;
En las costumbres bien diferenciada Y ansí de luengas tierras procuraba
Y no menos en traje diferente : Saber con especiales documentos,
Para llegar es poca la distancia, Y desde el Marañon , do residía,
Y creo que sera de gran substancia. Al Viapari qué leguas habría.
Pues en tan largos y prolijos senos, Y poco mas ó menos hecha cuenta
En el presente tiempo no sabidos, De soles que ponían de tardanza
Salvo por las noticias de que llenos (Pues un sol cada día representa,
Tenemos los antiguos los oidos, * Según entredós es común usanza),
Es imposible no hallarse buenos Eran sobre trescientos y cincuenta
Algunos, y en provincias eslendidos, Leguas, y numerosa la pujanza ,
Del rio de Uyapar al de Orel lana, En medio de provincias eslendidas
Do cae la provincia de Guayana. Hasta hoy nunca vistas ni sabidas.
Mas esta buena tierra que sospecho, Son Alagarían , Mayos, Mellones,
Por muchas leguas a la mar no llega , Pererias, Auita, Perícoros,
Porque los llanos en crecido trecho Donde hav ¡numerables poblaciones,
Gran multitud de ríos los aniega ; También Caí unarota , Tapamoros ,
Los pueblos tienen en algún repecho Y otras que vienen en sus relaciones,
Adonde la creciente no los riega ; Mas todas ellas faltas de tesoros ;
Otros viven también en barbacoas, Algun oro poseen medio cobre,
Y unos y otros tienen sus canoas. Y en lodo lo demás es gente pobre.
Aquesta relación que doy agora, Los indios entre sí de paz remotos,
Juan Martin, un soldado, la revela , Los mas dellos traidores inhumanos.
El cual es hoy vecino de Carura Pues hay caribes, y hay paravocotos,
En la gobernación de Venezuela, Decayos , livutíes , siyaguanos ,
Y allí hizo siete años de demora Hay ciaguanes y hay calamocolos,
Entre gente que nunca cubre lela , Chapaes, alüacas, mas urbanos ,
Porque sus galas son y gentileza Y entre los ríos dos ya memorados
Pintar las que les dio naturaleza. Hay otros ocho todos señalados.
De don Pedro de Silva fué soldado, El uno mayormente dicho Toco,
Y entró con él cuando llevaba pío Que cuando las arenas del mar loca
De descubrir la tierra del Dorado , Mas poderoso va que el Urinoco,
Con pocos y con un solo navio Pues cuatro leguas largas son de boca ;
Que le quedó ; y ansí mal aviado Y aun el autor afirma dalle poco,
Se metió por un brazo del gran rio Antes su latitud no ser lan poca;
Del Marañón acia la mano diestra, Los otros dice no venir lan llenos ,
Que nu fué para él sino siniestra. Sino que son la tercia parte menos.
-i5» JUAN DE CASTELLANOS.
Estos ríos son fines y aledaños Oyendo decir cosas semejantes
A cada cual nación allí poblada, A indio que traía pampanilla,
Pues como Juan Martin por tantos años Y razones tan vivas y elegantes
Tuviese ya la tierra tanteada, En bien cortada lengua de Castilla ,
Luego le rodearon circunstantes
A los que de verdad viven estraños Para saber aquella maravilla ,
Determinó de dalles cantonada, Y en un momento templo y sacristía
Porque le remordía la conciencia De gentes admiradas no cabía.
Vivir entre tan bárbara demencia. Al razonar están bocas abiertas,
Y ansi debajo del favor divino Y él dijo : «Por amor de Dios os pido
Y católico celo que lo incita, Que mis curtidas carnes descubiertas
Tentó peligrosísimo camino Las honestéis, señores, con vestido,
De bestias fieras y nación maldita, Porque después, de cosas que son ciertas
A fin de se llegar por aquel lino Podré satisfacer al buen oído;
Acia la Trinidad y Margarita, Pues el que viene desde el rio Toco
Pues los indios á ellas comarcanos Lo mucho no podrá decir en poco.»
Le darian noticia de cristianos. Mas antes de decir estas razones,
Que bien podía sin pedir licencia Como su propria vista los avisa ,
Salir del pueblo siempre que quería; Uno venia ya con los jubones.
Y ansí mil veces hizo del absencia Otro con zarafuelles y camisa,
A rescatar por una y otra via, Otro con sayo, capa y otros dones.
Mediante la sutil inteligencia Para lo componer á nuestra guisa ;
Que del lenguaje bárbaro tenia , Y su persona toda reparada
Yendo y viniendo sin tener mas cuenta Le dieron muy á gusto la posada.
Con él que con cualquiera que se absenta. Después dio cuenta de su perdimiento
Siendo pues desta suerte libertado, En busca y en demanda del Dorado,
Cuando tenían del menos sospechas, Que no tiene ni tuvo fundamento
Untóse de belumen colorado, Otro mas del que tengo declarado;
Y armóse de macana y arco y flechas : Algunas cosas mas de las que cuento
El hayo y el poporo preparado, Dice, de que no soy bien informado ,
Con las demás costumbres contrahechas, Mas sé de cierto que no certifica
Y en traje y aparencia de salvaje, Nueva ni relación de tierra rica.
Puso descalzos pies en el viaje. En un sola relación estriba :
Invocando la Majestad divina Quel arüaca para su ganancia
Del alto Criador de tierra y cielo, Navega por los rios muy arriba,
Y á la que los errados encamina, Camino de grandísima distancia,
Quiera romper el tenebroso velo Donde no falla gente que reciba
Llevándolo de tierra tan malina Su contracto por cosa de importancia;
A parle de católico consuelo; Y destas ferias, tractos y rescates,
En la cual oración perseverante , Traen oro de hasta diez quilates.
De nación en nación pasó delante.
Vióse con gentes de cruel motivo, Van por los rios que les son anejos,
Donde no reparó por ser bellacas, Do tienen sus perpetuas poblaciones;
Y donde fué milagro quedar vivo Y según en la mar hacen los dejos,
Según llevaba ya las fuerzas flacas : No me parece fuera de razones
Al fin pudo llegar á Vesequivo, Juzgar que se derivan de muy lejos ,
Rio que está poblado de aruacas Regando diferencia de regiones;
De noble condición, y aunque guerreros Y donde Juan Marlin morada hizo
Tractan con caridad los estranjeros. En los inviernos es anegadizo.
Acariciaron bien al indio eslraño, Y aunque solían ir á hacer guerra
Entre los cuales seis meses habita, Por los campos enjutos en verano,
Por ser esta nación libre de engaño, Y entraban muy adentro por la tierra
Que á quien le pide paz no se la quila; Todcs los años con armada mano,
Y como suelen estos ir cada año Nunca jamas pudieron ver la sierra
En sus piraguas á la Margarita Que norte-sur perlonga por el llano ,
A rescatar con gente baptizada, Adonde de Manoa y de Guayana
Allá se fué con la primer armada. Creemos la noticia no ser vana.
Llegados á la isla que refiero, Ansi que por aquellas vecindades,
En el puerto saltó hecho salvaje Tengo por cosa muy averiguada
Con la postura y el meneo fiero Que hallará cien mil dificultades
Que suelen los que son deste linaje ; El que tentare de hacer entrada,
Y fué , tomada tierra, lo primero Y grandísimas las comodidades
Ir á la iglesia con el mismo traje, Desdesle nuevo reino de Granada;
Y ante el altar hincado de rodillas, Pues de la falda del, teniendo tino,
Con lágrimas regando las mejillas, No son doscientas leguas de camino.
Dijo, hablando lengua castellana : Tener tal opinión por cosa cierta
t Bendito seáis vos, Redentor mió, A nadie le parece desvarío,
Y vuestra Madre, Virgen Soberana, Pues sabemos volverse de la puerta
Que sin yo merecer favor tan pió, El capitán Antonio de Berrío,
Me trajisles á caridad cristiana Poique para hacella mas abierta
De las tinieblas del bestial gentío. Llevaba de soldados mal avio;
¿Qué gracias, qué alabanzas, qué servicio, Y ansí le pareció que convenia
Haré por tan supremo beneficio? No proceder con poca compañía.
»A este vuestro siervo sin provecho Año de ochenta y cuatro, por enero,
Invialde, Señor, divino cebo, Deste reino salió con cien soldados,
Santa sinceridad, un limpio pecho, A las espensas deste caballero
Puras entrañas, un corazón nuevo, La mayor parte del los aviados,
Para que por el bien que me habéis hecho La via del oriente que refiero,
Os sepa dar las gracias como debo, Por campos de español nunca hollados
Pues nñ talento nada bueno tiene (Quiero decir aquella derescera),
Si de vuestras alturas no me viene.» Y ansí pudo ver otra cordillera.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PAUTE III, ELEGÍA A BENALCÁZAR, CANTO II. 4o3
Pasó los ríos Paulo, Cazanare Pues usando de próvida clemencia
Y al tle la Candelaria dicho Mela, Alvaro Jorge , noble lusitano ,
A Dubarro, y á Daume y al Gu myare, Tuvo tan cuidadosa diligencia
Con otros que mi pluma no decreta ; Que dentro de ocho días quedó sano;
Pero tiempo vemá que los declare Y gran tiempo después de la pendencia
Con relación que sea nías aceta, El lo tuvo debajo de su mano,
Pues el Dorado por andar avieso Haciéndole regalos y caricias,
Nos ha hecho sacar este digreso. Y ansí coligió del muchas noticias.
Yendo pues el Antonio de Berrío Dijo como verán á la vertiente
Por donde nunca fué cristiana gente, De aquella sierra población crecida,
No sin escaramuzas del gentío Y un rio mas allá cuya creciente
Mas acá de la sierra residente , Anihila la mas engrandecida,
Antes della topó con el gran rio Y otra sierra después mas eminente
Barraguan, sobre todos prepotente; Adonde hallarán gente vestida ;
Y ansí, para pasar tan largo trecho. Y el agua grande dijo que se llama
Hicieron barco grande muy bien hecho. Manoa, que es Guayana seguu fama.
A su ribera juntos y cercanos Refrescó demás deslo los oidos
Por el barco hicieron asistencia, Con nuevas ya tracladas aunque raras ,
Estando de la sierra comarcanos Y son, de las mujeres sin maridos ,
Siete leguas según el aparencia: Armadas con aljabas y con jaras ;
Había dellos ya muy pocos sanos , Y por naturaleza proveídos
Porque prevalecía la dolencia, Hombres, en la cabeza, de dos caras (1);
Y para procurar llegar á ellas Y en indios de los llanos la conseja
Hacían los enfermos grandes mellas. Es cosa no moderna, sino vieja
Todavía Berrío con la gana Porque también afirman indios viejos
De ver aquellos senos abscondidos, Haber vecinos en aquel paraje
Escogió de la gente castellana Que en barbas y cabellos son bermejos,
Catorce de los menos impedidos , Diferentes deste común linaje,
Y á pié, por no ser ya la tierra llana, Valientes y mas vivos en consejos,
Anduvieron cansados y perdidos, Mas pura desnudez su proprio traje,
Y sin poder romper las espesuras Solo cubrían partes vergonzosas :
Se volvieron con recias calenturas. Esto decia y otras muchas cosas,
En estas atrevidas estaciones Que por no ser palpables ni visibles ,
Gastó diez diasen ida y venida : Sino con turbio velo de estrañeza ,
Quizá fueron divinas provisiones A todos nos parecen increíbles,
El no hallar camino ni subida, Y no dudar en ellas es torpeza;
Pues á dar en algunas poblaciones Pero muchos sospechan ser posibles.
Ningunos escaparan con la vida, Pues las puede hacer naturaleza ;
Y cuando revolvieron al asiento Y destas ponen hartas los autores
Iban enfermedades en aumento. Antiguos, en espanto no menores.
También en el temor eran iguales , Y ansí, pues que me viene tan á mano,
Pues para proceder todos temblaban, Quiero deciros una cosa estraña
Viendo la multitud de naturales Afirmada por hombre baquiano
Que por entre los ríos les quedaban, Ue quien puedo creer que no me engaña,
Y pasada la sierra , principales Y es Melchior de Barros, lusitano,
Noticias que captivos indios daban , Soldado de Pirú y de Nueva-España ,
Señalando con mil admiraciones Al cual tengo por huésped de presente,
Bárbaros diferentes en naciones. Y vido por sus ojos lo siguiente :
Y Alvaro Jorge, capitán prudente, Seria por el año de setenta,
De quien yo tengo llena confianza Cuando, de gente y armas pertrechado,
No ser en escrutinios negligente Salió del Cuzco por buscar mas renta
Ni tener en sus cosas destemplanza, Juan Alvarez, que llaman Maldonado;
Informándome del, dice que siente Y en el entrada donde se presenta,
Haber tras de la sierra gran pujanza , No mucho de los Andes apartado,
Según un su captivo le decia , l>e los pigmeos que la fama siembra
Al cual prendieron por aquesta via. Caplivaron un macho y una hembra (2).
Uno que por su honor quiero callallo . Y por ser mas veloz en la huida
En un encuentro de sangriento duelo Quel marido la mínima zagala,
Batió las piernas por alanceallo, Alcanzóla de lejos impelida
Y el bárbaro gallardo sin recelo De salitrosos fuegos una bala :
Abrazóse con el veloz caballo, La miserable dio moital caída ,
Y con el caballero dio en el suelo : Sin ella merecer obra tan mala ;
Acudieron peones al combate Viendo quien la hirió de sí cercano
A socorrello porque no lo mate. Tapábase la vista con la mano.
El indio, la macana levantada, Con voz en sumo grado delicada ,
Sin muestra de temores los espera, Según persona de razón se queja ;
Rebatiendo cualquiera cuchillada Pero de tal manera pronunciada
Librada por la gente forastera ; Que cosa que perciba no le deja ;
Mas uno dellos con un estocada En su tamaño bien proporcionada ,
Las tripas al gandul echó de fuera , Y al rostro suyo perfección aneja,
El cual con una mano las mella, Tal, que no le faltaba hermosura ,
Y con otra, de tres se defendía. Y un codo poco mas el estatura.
Alvaro Jorge, vista la refriega
Y el bárbaro feroz cuan bien se vende,
Batió las piernas y á caballo llega (<) Estos ton los Isca oingas, que quiere decir dos narices j no dos
Adonde el aguazávara se enciende. caras.
De tal manera, que con él se pega (Nota de mano de Pablo Sarmiento.)
Y de los españoles lo defiende ;
(i) No hubo tal cosa, que yo estaba allí, y Juan Alvareí Maldonado en
Al Dn sin acabado fué rendido Lima.
Y con piadosa cura socorrido. (Xota de mano de rabio Sarniento)
4oii JUAN DE CASTELLANOS.
El compañero que quedó captivo «No vengo yo, señores, á contienda
Entre las castellanas compañías , De monslros, mas de gente que me entienda.
Al Cuzco lo mandaron llevar vivo, «Volvámonos en paz á buscar tierra
Y allá murió dentro de quince días, Donde hallemos racional cultura,
Callado, congojoso, pensativo, Porque meternos en aquesta síei ra
Aunque lo regalaban por mil vias : Paréceme grandísima locura.»
Allí llaman á estos sachalunas (1), Porfiaban con él que no se yerra
Y no pudieron ver otras algunas. En dalle conclusión al aventura ;
Deste paraje donde los hallaron Mas él los increpó de gente suelta ,
(Que fué de los haber muestra bastante), Y ansí con todos ellos dio la vuelta.
Por rio, dicho Magno, navegaron Aquí no contaremos el suceso
Mas de doscientas leguas adelante ; Que tuvo su larguísima carrera,
Y en cierta playa donde ranchearon Por relatar el mas largo proceso
Para mirar la tierra circunstante, De nuestro Benalcázar, que me espera,
Del campo salen con Diego de Rojas Y me hizo sacar este digreso
Once con arcabuces y con hojas. Para deciros que en aquella era
E yendo por un arboleda clara, Se levantó la fama dei Dorado
Limpio suelo, los árbores lejanos, Por lo que ya dejamos declarado.
Y tan altos que apenas una jara Paréceme que doy justas escusas;
Pasara sus estreñios soberanos: Y si salieron otras digresiones
El pié del uno no se rodeara Que en el discurso desta van inclusas,
Con diez hombres asidos de las manos ; Enlázanse razones de razones,
A cuya sombra fresca y espaciosa Que cumple para no quedar confusas
Una visión estaba monstruosa. Alargarnos en las declaraciones ;
Salvaje mas crecido que gigante, Pues en comedias suelen muchas veces
Y cuyas proporciones y estatura Entremeter graciosos entremeses.
Eran según las pintan en Allante , Y pues pasaron estos, razón manda
De hombre natural la compostura , Tentar otro viaje mas prolijo,
En el hocico solo discrepante, Y es el de Benalcázar, el cual anda,
Algo largo y horrenda dentadura , No sin solicitud y sin cojijo,
El vello cuasi pardo, corto, claro , Aprestándose para la demanda
Digo no ser espeso, sino raro. De lo quel indio de Bogotá dijo ;
De ñudoso bastón la mano llena, Y por ser cosas de gustoso cebo
El cual sobrepujaba su grandeza , ¡Su principio será con canto nuevo.
Pues era como la mayor entena
Y del cuerpo de un hombre la groseza ; CANTO TEKCERO.
Y aqueste meneaba tan sin pena Donde se cuenta cómo Benalcázar procuró llegar á si el número de es-
Como caña de mucha lijereza : pañoles que le fué posible para ir en seguimiento de la noticia que de
Hermafrodito, porque los dos sexos Bogotá le dio el indio que halló en la ciudad de 0.uito, y lo que acon-
Le vieron no mirándolo de lejos. teció eu aquel viaje á él y á sus capitanes.
Yendo Rojas delante sin sospechas Si pudiesen por letras ser patentes
De tal encuentro, los de retra^uarda, Los pasos por do fueron los primeros ,
Viendo moverse piernas tan mal hechas, Escelsas cumbres, sierras eminentes,
A grandes voces dicen : ¡ guarda, guarda í La brava multitud de los guerreros,
Apuntan los cañones do las mechas Pornian en espanto los presentes
Impelen luego la pelota parda, Y en gran admiración los venideros,
Y todos, por tener ancho terrero, Y ternian por hechos soberanos
Acertaron á dar al monslro fiero. Aquellos que resultan de sus manos.
Cayó con el bastón en tierra dura , Mas como los que Yienen nuevamente
Rompiendo con baladros vagos vientos, Hallan ya por allí mesón y venta,
Y el dicho Melchior de Barros jura Guisada la comida, y el sirviente
Que hizo la cercana sentimientos Humilde para lo que les contenta,
Con temblores, y al tiempo que procura Nada, viendo no mas de lo presente,
Levantarse, cebaron instrumentos De lo pasado se les representa;
Con uno y otro tiro penetrante, Y ansí no corre mas baja moneda
Estorbando que mas no se levante. Que quien lo conquistó, si vivo queda.
Del aliento vital desamparado, Y no fué cada cual, á ¡o que veo,
Mandaban un soldado diligente Menor en allanar dificultades,
Con avisos al dicho Maldonado Quel nieto validísimo deAlceo,
Que la monstruosidad le represente ; Celebrado de las antigüedades;
Mas túvose después por acertado Porque no son las del león Ñemeo,
Que vuelvan todos ellos juntamente, Sino mayores monstruosidades,
Y ansí fueron al campo detenido Y si los tales eran hechos buenos
A dalle cuenta de l<» sucedido. No fueron los de Benalcázar menos.
Movido por los ciertos mensajeros El cual, dispuesto para la jornada
A ver tan monstruosos animales , Que vistes en la rhitma precedente,
Vino con treinta y dos arcabuceros, A la ciudad volvió recién fundada
Mas no hallaron mas que las señales Del dicho San Miguel á buscar gente.
De la sangre, con los reholladeros Dejando con caballos aviada
De rastros en grandeza tan iguales, Aquella que tenia de presente,
Y segun pareció por las florestas Con Ampudia, que luego hizo via
El defunlo llevaron á sus cuestas. A Pasto, donde Añasco residía.
Caminan por el rastro que seguido Fué Juan de Ampudia del obedecido
Subió acia la sierra que frontera Por general, supuesto que traia
Tenían , en la cual oyen ruido Dueños recados y poder cumplido
Tan grande, que temblaba la ladera : Del dicho Benalcázar, que lo invía :
Juan Alvarez, que tal eslremo vido, Cada cual dellos pues apercebido,
A lodos les habló desta manera : Y el indio que dijimos siendo guia ,
(I ) Sacliarunns snn hombrea salvajes, y son grandes y relloan».
A Bogotá dirigen su cuidado
(Kola dsl'abfoSurmivnlo, qwen enmienda StKhalunaiporSacharunat.) En busca y en demanda del Dorado.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A RENALCAZAR, CANTO MI. r¿:
Anduvieron gran número de dias , Reparte pues Ampudia sus soldados
Rompiendo por montañas despobladas. Con la presteza que se requería :
Tristes, lluviosas, cenagosas, frias, Salen los caballeros bien armados
De luz y de salud desamparadas, Al lado cada cual que le cabía ;
De por medio las altas serranías Ciento y setenta son los señalados
Y cordillera de sierras nevadas, De peones y de caballería ,
Que dividen la poderosa vena Y de los enemigos diligentes
Del rio Cauca y de la Magdalena.
Viendo cómo la gente perecía Sobre tres mil robustos combatientes.
Y que la tierra daba mala muestra , De las robustas y violentas manos
A lodos pareció que convenia Ya los jáculos vuelan á porfía,
Ir declinando acia la siniestra En partes rasas y lugares llanos,
Mano; mas aquel bárbaro porfía Según el español apetecía;
Que su Dorado dejan á la diestra, Auméntanse les golpes inhumanos,
Y ellos huyendo de los despoblados Suena la descompuesta vocería,
A Cibundoy salieron mal parados. Pelea cada cual donde se halla ,
Provincia que tenia sus terrenos Sin ver quién hace mas en la batalla.
De buenos alimentos proveídos, Porque de tantos eran rodeados,
Donde llegaron ya caballos menos Que no se dejan ver hazañas bellas ;
Y algunos españoles fallecidos : Bien como muchedumbre de nublados
Reformáronse pues en estos senos, Impide claridad de las estrellas,
Estando veinte dias detenidos, Hasta tanto que son ahuyentados
Desde donde salían en cuadrillas Por secos vientos y parecen ellas:
A descubrir las mas cercanas villas. Ansí no ven la gloria ni la injuria
Destos una guerrera compañía Hasta que ya pasó primera furia.
De fuertes caballeros y peones El de caballo rompe y atrepella
Descubrieron el valle de Palia , Cambiando aquí y allí lanza no larda;
Adonde vieron buenas poblaciones El brioso peón sigue su huella ,
Y gente bien armada, que venia Que con gran vigilancia lo reguarda ;
Con brazaletes, pecios, morriones Cada cual en su puesto hace mella
Y otras diversas joyas de oro fino, Por la gente que via mas gallarda :
Agradables al campo peregrino. Rompe los aires vagos con gemidos
Rodearon con redes las zavanas La grande multitud de los caidos.
Para tomar con ellas los caballos : Hierve la furia, crece la matanza ,
Los nuestros, como viesen partes llanas, Como lobos entre balantes reses,
Do pueden á su gusto meneallos, Anda lista la punta de la lanza,
Jugaron de las astas castellanas Apresurados pasos y reveses;
Sin temor de las redes ni trasmallos ; Huellan los de c&tóiica crianza
Y ansí caidos como los enhiestos Por cima de los dardos y paveses ;
Quedaron de sus joyas descompuestos. Y bárbaros que del los tienen usos
Revueltos, descompuestos y confusos.
Conclusos los guerreros movimientos Finalmente, la gente baptizada
Y vencida la bárbara braveza , La priesa que les dio fué de manera
Recogieron aquellos ornamentos Que la bárbara , vil y desalmada
Y á Cebundoy volvieron con presteza, Tuvo por bueno de salirse fuera
Alegres, placenteros y contentos Del compás que tenia la llanada ,
Por ser indicio de mayor riqueza ; Teniendo por mejor una ladera ;
Y ansí todos entraron en Palia Y ansí pusieron tierra de por medio,
Para ver los secretos que tenia. Que fué lo principal de su remedio.
Asentaron real en los ejidos Repararon las gentes españolas,
Para se defender acomodados , Ya deseosos destos intervalos.
Y tres dias después de ser venidos, Pero dos con caballos á sus solas
Estando del asalto descuidados , Fueron tras ellos, y en los pasos malos
Fueron de multitud acometidos Indios les echan mano de las colas,
No menos que por todos cuatro lados , Y allí les daban infinitos palos;
Cada cual indio con pavés de danta Y si tan presto no los socorrieran
Que cubre de los pies a la garganta. Ellos y los caballos perecieran.
Los rostros con pinturas espantables , Desta manera Florencio Serrano,
Muestra de la braveza de sus pechos, Por quitar á dos indios los joyeles,
Caribes , carniceros, detestables ; A pié Iras ellos fué, mas ya cercano
Lanzas y dardos eran los pertrechos Revuelven contra él como lebreles,
Que defensivos hacen penetrables, Con paveses y dardos en la mano,
Por ser de palma, duros y bien hechos; Según suelen aquellos infieles:
Un ruido feroz, un ronco canto No le bastó rodela ni reguardo
Que no dejaba de causar espanto. Para que no lo hieran con un dardo.
Escuadras á su modo bien compuestas , Pegáronse con é l , vista la llaga,
Regidas por caudillos principales ; Rebatiendo con furia sus pertrechos,
Sobre coronas de oro van enhiestas Para que con humana carne haga
Plumas y colas de oíros animales ; Los carniceros vientres satisfechos;
Gran número de redes dejan puestas Aprovechóse presto de la daga,
En los caminos y cañaverales, Atravesando los caribes pechos:
Con todos los avisos y recados Escapó dellos y de la herida,
Que suelen en las cazas de venados. Y en el presente tiempo tiene vida.
Porque si de sus manos escapase Alguna gente de caballo vido
O ya caballo, ya peón lijero, Aquel conflicto y aflicción notoria,
Allí se detuviese y ocupase Y no pudo ser dellos socorrido,
En los opuestos lazos del sendero, Por no hallarse via transitoria:
Y gente que los pasos reguardase Al fin él, puesto caso que herido,
Y en ellos prevenido carnicero , Volvió con ricas joyas y victoria;
Que cuando cae la fugace caza Y todos sin mortífera querella.
Con mano liberal la despedaza. Allí tuvieron raaoiuihlc pella.
158 JUAN DE CASTELLANOS.
Descansaron la noche, y otro día No muestra Juan de Ampudia lanza van»
Parte de los caballos y peones Pues la trae de sangre rubricada;
Recorren aquel valle de Palia, Mas por un principal dura macana
Descubriendo bien puestas poblaciones, Con tan terrible golpe fué librada.
De las cuales la gente les huía Que le quitó y echó por tierra llana
Sin intentar belígeras cuestiones : El fuerte morrión ó la celada :
Hallaban proveídas las posadas, El noble capitán se vio perdido,
Y ansí hadan cortas las jornadas. Y en aquel punto cuasi sin sentido.
Yendo pues nuestra gente castellana Como lo vieron con algún sosiego,
Mirando bien el uno y otro seno, Algo turbada la guerrera mano,
Subieron con frescor una mañana Cargó sobrél impetuoso fuego
A parte que mostró mejor terreno, Y multitud de bárbaro cercano:
Crecida población en ierra llana, Francisco de Aguilar acudió luego
Y ae grata labor el campo lleno : Juntamente con Florencio Serrano,
Tierra de Popayán, de cuyas venas Y en escapándose de la canalla
Dorados granos daban manos llenas. Volvió con mas rigor á la batalla.
Era la fuerza deste principado, Rompe la lanza pechos y ternillas
Que Popayán tenia por segura , De los que con mas brío se declaran;
Un espacioso fuerte rodeado Las verdes yerbas, rojas y amarillas,
De guadubas nativas y espesura Con sangre de los miseros se paran ;
De cerca, que tenia cada lado Finalmente , las bárbaras cuadrillas
Sobre cincuenta pasos en anchura : Atónitas el campo desamparan :
La cual cerca , demás de ser tan gruesa, Los españoles ponen su cuidado
Era sobremanera muy espesa. En tomar las entradas del cercado.
Son cañas altas , huecas , pero duras Dos eran , una de otra separada ,
Tanto que no terne por gran esceso Que miran al oriente y occidente,
Comparallas en estas escripturas Angosta cada cual en el entrada,
A la dureza del humano hueso: Pues un caballo cabe solamente;
Largos cañutos son sus coyunturas, Entraron sin rencilla porfiada
Como muslo de un hombre lo mas grueso; Por haberse huido ya la gerle :
Allí muy enhetradas y nacidas Hallaron grano y otros alimentos ,
De muchos años y de largas vidas. Y bien acomodados aposentos.
Pues como viesen ir nuestros soldados Aquestos se hicieron mas abiertos
Los que dellos estaban en espera, Para dormir el campo peregrino;
Siendo de centinelas avisados, Tomaron de los vivos y los muertos
Del cercado que digo salen fuera Grande copia de joyas de oro fino;
Cuantidad de tres mil hombres armados, Van á Palia mensajeros ciertos,
A fin de les tomar una ladera, Y el capitán Añasco luego vino ,
Con posturas gallardas y lozanas, Do celebraron la sagrada tiesta
Paveses , dardos , lanzas y macanas.
De Todos Santos , con la mano presta.
¡numerables joyas fanfarronas
Del oro quel latino llama puto, Año de treinta y cinco de la era,
Con pecios, brazaletes y coronas Con mas un mil y cinco veces ciento.
Que son según caperuzas de luto, Allí pues reformada la bandera,
De bija rubricadas las personas, Dejaron á los indios el asiento;
Alarde y escuadrón no mal instrulo, Fueron por el compás desla frontera
Y cargadas de dardos mil mujeres Continuando su descubrimiento;
Que servían en estos menesteres. Hallaron cuatro leguas del cercado
El alto pues tomó nuestro caudillo El pueblo Popayán conmemorado.
Primero que la gente de Poporo , Crecida población en gran manera ,
Y tanto metal vieron amarillo Y toda suntuosa caseria ,
Que con la muestra de mayor tesoro Mas sola paja cubre la madera;
Dijo riendo Miguel de Trujillo: Y entrellas una casa que tenia
c ¡ Oh ! plegué a Dios, amén, con tanto oro; Cuatrocientos estantes por hilera ,
Buen ánimo, buen ánimo , cristianos , Tan grueso cada cual, que no podía,
Que bien tenéis donde llenar las manos.» Por una y otra parte rodeado,
Acometiéronles desde las cuestas Ser de dos españoles abrazado.
Para quitar las crestas á los gallos; Catorce los horcones, y cualquiera
Mas ciénagas hallaron contrapuestas, El mayor que producen fas florestas;
Impedimento para los caballos: Admiración causaba la cumbrera
Llevaban solamente tres ballestas Por verse pocas plantas como estas;
Y amparo de quien sepa reguardallos, Casa decian ser de borrachera
Y deslas ayudados los peones Donde solían celebrar sus fiestas:
Pasaron empleando los harpones. Alojáronse pues en un recodo
Ellos y bestias y el servicio todo.
Con valor admirable pelearon , Mas luego vieras sacudir las plantas
Y furia de los indios resistieron , Y dar mil brincos el caballo laso,
Hasta que los caballos ya pasaron Porque niguas y pulgas fueron tantas
Por cómodo lugar que descubrieron; Que no se vio reposo mas escaso;
Con gran obstinación indios cargaron, Y ansí cubiertos hasla las gargantas
Y con mayor los nuestros combatieron , Los echan del lugar mas que de paso ,
Aunque no con avisos conviuientes De manera que les hicieron guerra
Por se hallaren partes diferentes. En vez de los vecinos de la tierra.
Uno de los jinetes se abalanza Los cuales con temor de nuestra gente
Solo, sin tomar término medido, Habían ya dejado sus culturas ,
Mas de la mano le sacó la lanza Con las mujeres , hijos y adherente,
El bárbaro con ella mal herido ; Que pudieron en tales coyunturas;
Tomara con la misma la venganza, Y ansi los bárbaros tan solamente
A no ser de españoles socorrido , Les daban grita desde las alturas,
Quitándola con dalle mortal sueño , Sin descendir á los lugares llanos
Y ansi se la solvieron á su dueño. Ni venir por entonces á las manos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A RENALCAZAR, CANTO III. 459
Con el desgusto pues el caminante Con el hierro de la bandera cala,
Con que ele la gran easa salió fuera, Y el asta mete con entrambas manos:
Un poco caminó mas adelante Encontró con finísima chaguala
Que pesaba trescientos castellanos;
Alojándose mas á la rihera Entran otros soldados en la sala
De Cauca , donde por ser importante Con manos prestas y con pies livianos,
El Ampudia mandó hacer bandera, Y en este mismo hoyo que cavaron
Para que cuando necesaria fuere Otros cinco mil pesos se hallaron.
Pugnen con orden tal cual se requiere. Por ser aquel asiento sospechoso
Fué Florencio Serrano con oficio Y no tener salidas á contento,
De alférez por Ampudia señalado, Tuvieron pocos dias de reposo,
Y al tiempo del divino sacrificio Y fueron á buscar mejor asiento
Por Garci Sánchez el beneficiado , Orillas de aquel rio caudaloso
Que fué después en este beneficio Que de Cauca tenia nombramiento,
Primero (por babel lo trabajado), Donde con guadubas hicieron fuerte,
Esta primer bandera se bendijo El cual fué fabricado desta suerte :
Din del (por Egeas) Crucifijo. Cortaron muchas en el espesura
Mas por entonces no se pretendía Que contenía cuantidad inmensa,
Dejar en Popayán pueblo fundado, Y á la parle de tierra se procura
Porque tenían ojo todavía Hacer con ellas una cerca densa ;
A los descubrimientos del Dorado: A la banda del agua, mas segura,
Habíaseles muerto ya la guía El rio les servia de defensa
Que las noticias les'había dado, Contra los otros, por les ser remedio
Y la tal ocasión no fué bastante Tener aquel gran rio de por medio.
Para que no colasen adelante. Aquellos ven desde sus vecindades
Y ansí por do ventura los aplica En la barranca ranchos forasteros,
Prosiguen adelante su camino Y á causa de saber las novedades
Hasta cerca de Cali, tierra rica , Envían por el agua mensajeros;
Donde hallaron peines de oro fino , Los nuestros procuraron amistades ,
Con otra cuantidad que certifica Llamándolos con rostros placenteros,
Ser próspero cnidal el del vecino: Y ansí por ruegos de la gente blanca
Casas pajizas, pero con primores , Ovieron de llegar á la barranca.
Alísenles dellas ya los moradores.
Enlrellas muchas chozas muy pequeñas, Diéronles cuchi I lejos y machetes.
Redondas, do varón jamás entraba, Algunas estragadas herramientas,
Por ser albergues hechos para dueñas Ciertas albaneguetas y bonetes,
El tiempo que su menstruo les duraba , Corales y otras vidriosas cuentas :
Donde ni por palabras , ni por señas , Fueron aquestos dones alcahuetes
Con ellas nadie se comunicaba, Para hacer allí gentes atentas
Ni consienten que cosa dé ni tomen , A la conlraclacion cuotidiana
Y á la puerta ponían lo que comen. Que tenían á tarde y á mañana.
Yendo pues prosiguiendo su conquista, Y no solo varones acudían
Escudriñando valles y rincones, A tales ferias y contracto pió,
Dieron al rio de Xamñndi vista , Pero también mujeres se atrevían
Por sus riberas grandes poblaciones : A pasar á lo mismo por el rio :
Allí hallaron gente que resista, Diré de la manera que venían,
Lucidos y compuestos escuadrones, Que no será ficción ni desvario ,
Con coronas, con pecios y brazales Sino pura verdad y certidumbre,
Del mas alto metal de los niélales. Según en lo demás es mi costumbre.
Espolean, mas hay atascaderos , En una gruesa caña cabalgando,
Para poder llegar á ellos antes, Y en ella de su vino cierta pieza
Impedimento de los caballeros; Como botija, con los pies bogando
Pero juzgando ser allí bastantes, Donde su voluntad las endereza :
Pasaron como sueltos y lijeros Con rueca y huso todas van hilando,
Con Florencio Serrano los infantes: Cesta de frucl» sobre la cabeza,
Suenan los golpes y el furor se enciende, Y ansí pasan el rio mas derechas
Para dar fin á lo que se pretende. Que por carreras llanas y bien hechas.
A las joyas el español anhela , Juan de Ampudia después envió fuera
El bárbaro defiende sus cabanas : A cien personas bien aderezadas
Hierve la confusión y el tiro vuela ; Para pasar aquella cordillera
Aquí y allí se daban buenas mañas ; Que llaman por allí sierras nevadas :
Hay dardo que traspasa la rodela , Hallaron ser difícil la carrera
Y espada que descubre las entrañas ; Para ver las verliertesdeseadas,
Descarga golpe la macana presta , Y en mas de treinta leguas de camino
Mas no se tarda la mortal respuesta. Nunca se vido paso sin vecino.
Estuvo la victoria pues perpleja Poblados montes y las partes rasas,
Por la fuerza del bárbaro ¿cilio; Los fondos valles hasta los altores,
Mas el espada tanto los aqueja Y pueblo se hallaba de mil casas
Que les forzaron á pasar el rio; Grandes, de seis y siete moradores
A los nuestros el pueblo se les deja En cada una, donde de sus brasas
Con cuantidad de joyas y atavio : Y humos divididos son señores ,
Aumentó su temor para dejallo Con hijos y mujeres y sirvientes
Ver apriesa venir los de caballo. Albergados en partes diferentes.
En este mismo pueblo se ranchean Cada cacique guarda su cabeza
Como salieron con sus intenciones; Sin divertirse de su pertenencia ,
Luego miran, trastornan y catean Los subditos convoca y adereza,
Los nuevos moradores los rincones; Y hace la posible resistencia.
Halláronse del oro que desean Era caudillo Francisco de Cieza,
Águilas finas, pecios, morriones. Que contrastaba bárbara potencia.
Y en el remate de un buhio vid«» Con cuya prontitud contraria saña
Fl »lfé>e*el suelo removido. Antes recibe daño que les daña.
Í60 JUAN DE CASTELLANOS.
Continuando siempre la porfia Era profunda y áspera quebrada
Y pelea, do quiera que llegaron, Forzoso paso para su viaje;
Tanto que cinco veces en un dia Reconoció la gente baptizada
Con unos mismos indios pelearon : Los intentos del escuadrón salvaje;
Nadie de sus vecinos se valía, Pero la presta barra y el azada
Ni los unos á oíros ayudaron , Apriesa hizo cómodo pasaje;
Sin junta general; mas á hacella , Y ansí, cuando llegó contrario marte,
Con gran dificultad salieran del la. Tenían ellos la contraria parle.
En el discurso pues deste viaje, Usaron desta buena diligencia,
De que prolija relación no hago , Que los libró de grave pesadumbre,
Llegaron á las tierras y paraje Antes que la clarífica presencia
Donde después fundaron a Carlago; Del sol los visitase con su lumbre;
Y viendo tanta multitud salvaje Pues allí la mas firme resistencia
Que de congregación hacen amago, Era de su salud incertidumbre,
Determinaron de volver al fuerte Por no tener espacio los caballos
Con seis heridos, aunque no de muerte. Cómodo, donde puedan meneados.
Hallaron de salud impedimento Ya cuando los febeos resplandores
A causa de la vecindad del rio, Calentaban las gentes convecinas,
Mucho servicio sin vital aliento, Cubiertos vieron todos los altores
Y lo vivo sin fuerzas y sin brio ; De los que van tras nuestras peregrinas :
Y ansi luego mudaron el asiento Aquí y allí resuenan alambores ,
A Cali, prepotente señorío, Cóncavos caracoles y bocinas,
Donde hicieron población fundada Animándolos el cacique Pete
Que la villa de Ampudia fué llamada. Que por diversas partes acomete.
Estando centinelas á la mira. Manifestaba bien ser gente rica,
Un escuadrón cruel fué descubierto, Según las joyas y gallarda traza ;
El cual llegó con increíble ira Entre los escuadrones la cacica
Y un negro del Añasco quedó muerto; Y otras mujeres muchas, ó con maza,
Mas fuerza de caballos los retira <> con grueso bastón, ó larga pica,
Y los hizo volver con desconcierto, Para las emplear en esta caza.
Sin que fuese bastante su rencilla Con que pensaban ocupar las brasas
Para no proseguir la nueva villa. Y colgar los pellejos en sus casas.
Pocos dias después destas cuestiones, De jáculos y piedras va volando
Españoles corrieron la frontera, Sobrellos un espeso torbellino;
Y entonces descubrieron los gorrones, Vanse los españoles adargando
Gente que les caia mas afuera; Por el orden mejor que les convino,
Pero volviéronse con intenciones Los unos á los otros reguardando
De ver la mas cercana cordillera Y siempre prosiguiendo su camino;
En demanda del gran cacique Pete, Los indios apartados de su huello
A quien lo mas de Cali se somete. No les daban un púnelo de resuello.
Seis caballeros son, treinta peones. No con trabada mano se litiga,
Soldados viejos, diestros y alentados, Por tener lo mas alto la canalla ;
Que por los mas enhiestos reventones Calor y sed y hambre los fatiga,
Suben con los escudos embrazados, Sin que les den lugar á miiigalla ;
Apresurando siempre los talones El agua ven, al paladar amiga,
Entre tanto que no son contrastados; Pasan por ella, no pueden guslalla ,
Y ansí llegaron sin que se defienda Que no se lo permite ni consiente
Donde Pete tenia su vivienda. üe los espesos liros la creciente.
Vieron en uno de sus aposentos Defendiéndose van desta manera ,
Monstruosidad que los escandaliza, Del escuadrón cristiano nadie leso,
Cueros de indios sobre cuatrocientos Hasta (|ue Titán en la cuarta esfera
Colgados, todos llenos de ceniza, Puso su resplandor en igual peso ;
Cuyas carnes sirvieron de alimentos: Y habiendo demediado su carrera
Uso que por allí se solemniza ; Fuéles bien menester valor y seso ,
Y en otras casas, desta suerte llenos, Porque lengua mordaz de la cacica
También á seis y á diez, y á mas y k menos. Con tal reprehensión á todos pica :
Según victoriosos las banderas «O gente baja, vil, floja, cobarde,
Que ganaron dé sus competidores, Digna de feminino nombramiento,
O como las pellejas de las fieras ¿ Es posible que tanto tiempo larde
Que cuelgan los monteros de señores, Con tan pocos venir á rompimiento,
Estas mas brutas y mas carniceras Y que la parle nuestra mas aguarde,
Ostentan desta suerte sus furores, Habiendo para uno mas de ciento?
Y aquel era mejor y mas honrado Romped, romped, y apechuga con ellos
Que mas indios había desollado. Y asildes de las barbas y cabellos.»
En estos inhumanos pareceres , Quedaron tan confusos y corridos
Costumbres duras y desaforadas, De lo que dijo la mujer de Pele,
Entraban ansimismo las mujeres Que como de demonios revestidos
Que solian cazar y ser cazadas, Luego cada cual dellos arremete;
Y ansí por sus enojos ó placeres Mas no fueron los nuestros removidos,
Tenían las pellejas ahumadas: Antes menos ganó quien mas se mete,
Eran también crueles y homicidas, Porque vieras allí lanzas y espadas
Y solian comer y ser comidas. Por ijares y pechos traspasadas.
Huyóles á las gentes castellanas Aquí vieras cabezas ir rodando,
Pele, como llegaron á su tierra, Allí regar la tierra roja vena,
Mas luego convocó las comarcanas Ir unos con las tripas arrastrando,
Después que mas entraron en la sierra : Oíros tenderse por aquel arena,
Alistan dardos, arcos y macanas, lirazos caídos, manos palpitando
Con los demás pertrechos para guerra ¿ Que de los cuerpos el furor cercena,
Un paso ven los nuestros por delante Mostrando claramente ser mejores
Para los moradores importante. Los que eran eii el número menores.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 1H, ELEGÍA A BENALCÁZAR, CANTO IV. 461
Como flujo de mar que la corriente Aquesta gente pues bien informada
De los pequeños rios entorpece , De que venian ya por la frontera ,
Haciéndolos volver acia su fuente Determinaron ir de mano armada
Si venia sequedad los enflaquece, Para saber de qué gobierno era :
Mas en tiempo de lluvias su creciente La vista dellos fué regocijada
Contra marinas ondas prevalece, Desque reconocieron la bandera,
Tanto que por gran trecho se señala Por ser su Benalcázar que venia
El agua dulce dentro de la mala: Con peones y gran caballería.
Ansí los que ya iban con intento Multiplicáronse contentamientos
De letraer los pasos y la lanza, Del Ampudia con los recién venidos ,
Aquel encarnizado rompimiento Usando de los nobles cumplimientos
Trocó de tal manera la templanza, Que suelen los amigos conocidos :
Que con ensangrentado crecimiento Vinieron á los nuevos aposentos,
Prevalecieron contra la pujanza Do fueron regalados y servidos ,
Que los entretenía no sin miedo , Que seria lo mas cuotidiano
Antes que se probasen á pié quedo. Un poco de pescado y algún grano.
Algunos de los nuestros lastimaron Después que descansaron algún dia,
Los tiros de la bárbara cuadrilla , Por Benalcázar fué determinado
Aunque ningunos dellos peligraron ; Que lleven adelante la porfía
Pero por evitar mayor rencilla De los descubrimientos del Dorado;
De dar la vuelta se determinaron Mas para yo llevar la misma via
A los albergues de la nueva villa, Siéntome de presente fatigado,
Y porque el sol estaba ya cubierto Y ansí, primero me será forzoso
Tomaron por amparo cierto puerto. Tomar algún espacio de reposo.
Allí tuvieron vigilante ronda,
Viendo cubiertos los demás altores CANTO CUARTO.
De gente de macana,dardo, honda ,
Que los atormentaban con clamores, Donde te cuenta cómo Benalcázar despobló la villa de Ampudia v pasó
Sin quitarse jamás de á la redonda, adelante con toda la gente que tenia, con esperanzas de hallar titrras
Tocando mil bocinas y alambores, de mayor grandeza ; y ansí por él y por sus capitanes se tenlú por di-
versas partes aquel compás que hoy se llama gobernarion de Poparán.
No concediendo punió de sosiego
Guando lo suele dar el nublo ciego. La condición del corazón humano
Mas cuando resplandor de la mañana Con tales esperanzas se halaga,
Ahuyentaba la nocturna lumbre, Que cuantas mas riquezas á la mano,
Con gran orden la gente castellana Menos la cudiciosa sed apaga;
Comenzó de bajarse de la cumbre,
Y de los bárbaros la mas lozana Y en el noble varón y en el villano
Siempre les iba dando pesadumbre ; Antigua suele ser aquesta plaga ,
Las mujeres también destas aldeas Porque la hambre de crecida renta
Los amenazan con palabras feas. Cuando mas come queda mas hambrienta.
Porque tras ellos van por las laderas Bien vido Benalcázar el provecho
Llamándolos ladrones, robadores, Que la tierra que huella prometía,
Las cuales de por sí tienden bandera , Y según el concepto de su pecho
Y ansimismo tocaban atambores: El mando y el gobierno pretendía ;
Llevan macanas, lanzas, tiraderas. Mas aunque de las muestras satisfecho ,
Agudos y volantes pasadores , Otra cosa mejor apetecía;
Sin dejar reposar bando cristiano Y ansí, debajo de mejorar silla
Hasta que ya lo vieron en lo llano. Por él se despobló la nueva villa.
Ningún bárbaro mas el pié levanta A la parte caminan del oriente
Ni quiso descender á llana via: Donde su voluntad les aconseja,
Los nuestros fueron á su nueva plantü, Y el capitán Miguel Muñoz con gente
Donde su capitán los atendía ; Al rio que llamaron de la Vieja ,
Llegaron martes de Semana Santa , Por una con quien dieron de repente
Año de treinta y seis que ya corría , Llena de espesas rugas la pelleja ,
Pero por ser los curas ignorantes , Pero con tantas joyas su persona
La celebraron ocho días antes. Como sí fuera moza fanfarrona.
Estando celebrando soberanos No porque la pintó natura fea,
Misterios, aunque fuera de su día . Mas el tiempo trocó formas primeras ,
Supieron de los indios comarcanos, Y ansí suplía lo que ser desea
Mediante lengua que los entendía , Con brazales , collares y orejeras ;
Cómo crecida copia de cristianos Cinta de oro batido le rodea
Entraba por aquella serranía , El vientre, los ijares y caderas,
Siguiendo sus pisadas y sus huellos, Las cuales joyas en ajenas manos
Y que venían en demanda dellos. Pesaron ochocientos castellanos.
No supieron quién eran de presente» Luego Miguel Muñoz la desembarga
Y el capitán Ampudia se recela, Debajo de clemente mansedumbre,
Imaginando que seria gente Con lástima de ver edad tan larga
De los de Santa Marta ó Venezuela; Traer á cuestas tanta pesadumbre ;
Y ansí con el recato conviniente Mas él no rehusó llevar la carga
A todas horas hubo centinela, Ni de subir con ella por la cumbre ,
Porque solían resultar cuestiones Y ansí volvió con muestra placentera
Del término de las gobernaciones. Adonde Benalcázar los espera.
Pues hartas veces vimos furias sueltas Volvieron otra vez á los gorrones,
Sobre las tierras en gobierno dadas, Donde deseo de poblar los llama;
Contenciosos bandos y revueltas, Mas en sus estendidas poblaciones
Cabezas locas bien ensangrentadas, Nunca hicieron permanente cama :
Y no pocos soldados á las vueltas Continuaron peregrinaciones ,
Muertos dé las espesas cuchilladas, Pasaron por Encerma y por Cártama,
Y irnos y otros en aquel instante No sin grandes contrastes de guerreros,
La voz del rey poniendo por delante. Pantanos, ciénagas y atascaderos.
*5i JUAN DE CASTELLANOS.
Con pérdida de hombres y caballos Dejando pues presidio conviniente
Por incultas montañas y espesuras, Para seguridades del vecino,
Do los dejaban sin poder sacados, Miguel Muñoz fué puesto por teniente,
Con trabajos de tantas desventuras Y Benalcázar con su buen destino
Que no podrán particularizados Tomando lo restante de la gente,
Otras mas ampliadas escripluras: A lo de Popayán hizo camino:
Fundóse la ciudad en el asiento ,
Alfin, dejadas estas estaciones, Do vieron antes el gran aposento.
Vuelven tercera vez á los gorrones. Hizo sus diligencias y procesos,
Desde donde con cierta compañía En obediencia del real escudo,
De treinta dellos cada cual lijero, Y porque barruntaba los escesos
El general Benalcázar envia Del bárbaro traidor, feroz y crudo.
Al diestro capitán Juan Ladrillero Con palenques de guadubas espesos
A descubrir dónde la mar batía Se fortaleció lo mejor que pudo,
Y ver la costa como marinero , Año de treinta y seis el mes postrero
Para dejar en ella descubierto Del cómputo que corre desde enero-
Algún ancón ó conviniente puerto. No fueron escusadas ni baldías
En Ladrillero hizo nombramiento Las prevenciones y las diligencias ,
Por ser en cosas de la mar esperto; Porque todas las noches y los dias
Y era de Benalcázar el intento , Venian á guerreras competencias:
Si por allí pudiera hallar puerto, Hubo continuadas baterías
Ir á pedir el adelantamiento Y bien ensangrentadas resistencias;
De la tierra que había descubierto, Mas ni por sangre ni por medio bueno
Pues al marqués Pizarro no podía A su soltura pueden poner freno.
Hurtar el cuerpo por contraria via. No se pasaba dia sin bullicio
Guió pues Ladrillero sus sodales Ni noche que quieta se durmiese;
Treinta dias ó mas por el altura , Velar y pelear es el oficio,
Mas los opuestos bosques y breñales Sin que ninguno resposar pudiese;
No dan lugar á lo que se procura ; Matábanles los indios de servicio
Topaban con algunos naturales Al descuido menor que se luviese ,
Que en barbacoas hacen su cultura , Y en un momento, ya varón, ya hembra
De donde cada cual se defendía , Por la cürel canalla se desmiembra.
Y cuando mas no puede se hüia. Partiéndolos pedazo por pedazo
Porque estaban de guadubas cercados, Y dividiendo cada coyuntura,
Nativas que llegaban á lo alto, El uno lleva pierna, él otro brazo,
Y en viéndose los indios aquejados, Otro las tripas sin el asadura ,
No pudiendo librarse del asalto , Otro ríñones, hígados y bazo.
A lasflexiblesplantas abrazados Si no podía mas por la presura
Daban un gran vaivén para su salto, Y revuelta de la gente malina,
Y sin se desasir hacían vuelo Andando todos á la rebatiña.
Hasta poner los pies enfijosuelo. Sus bocas son no menos carniceras
Que la guaduba verde se domeña Que las de bravos tigres y leones ,
A la parte que tira quien colgado Antes aventajados á las fieras ,
Va del la, sea ya varón ó dueña, Hienas, cocodrilos y dragones,
Uso que tienen bien ejercitado ; Esceden en crueldad á las panteras
Era guarida la cercana breña Y tienen muy peores condiciones;
Que los rodea por cualquiera lado, Y aun el dia de hoy gente de España
Y ansí desparecían en un punto, No les puede quitar aquella m;ña.
Pues saltar y huir andaba junto.
Esto hacían con tan gran destreza No reposaban mucho las espadas
Maridos y mujeres y menores, De nuestros españoles circunspelos ,
Que podía pasar por gentileza Pues viendo questas gentes alteradas
Entre los escogidos trepadores ; Perdían el temor y los respetos ,
De suerte, que con esta lijereza Les dieron tres ó cuatro trasnochadas.
Dejaban fríos á los vencedores, Tales que ya vivían mas quietos,
Quedando cada cual dellos ayuno, Y ansí con el rigor de los castigos
Sin poder tomar uno ni ninguno. Granjearon algunos por amigos.
Visto que no valían buenas mañas Viendo que del cercano circuito
Para poder lomar alguna guia, Venían ya de paz con lisa frente,
Y que por el embargo de montañas Acordó Benalcázar irá Quilo
Aquel camino se les impedia, A recoger caballos y mas gente ;
Acordaron volver á las. cabanas , A Popayán le señaló distrito
Donde su general los atendía, Y al Ampucha nombró por su teniente;
Hambrientos y los mas dellos enfermos, Quedó Pedro de Añasco por alcalde,
Y otros que perecieron en los yermos. Que no supo comer el pan de balde.
Luego por todos fué determinado Con Pizarro se vio dándole cuenta
Volver á Cali, porque les parece De su peregrinar y de lo hecho :
Que gozarán, teniéndolo poblado. Particularidades représenla,
Del fru<to que la tierra les ofrece : Pero no los conceptos de su pecho ;
Por Benalcázar fué pueblo fundado Dijo ser tierra donde se cimienta
Allí, que con el nombre permanece Con minas de grandísimo provecho ,
De Cali, donde hizo nombramiento Aunque por ser su gente belicosa
De cabildo, justicia y regimiento. Seria la conquista trabajosa.
El un alcalde fué Pedro de Ayala , Pizarro se holgó con su presencia
Y Antón Redondo regidor primero: Y de la buena nueva que traía ;
A los demás que entraban en la sala Confirmóle de nuevo la tenencia
De sus acuerdos, yo no los refiero , Con mas largo poder del que tenia,
Porque la relación no los señala Y diósele sin límite licencia
Ni los vivos la dan como yo quiero; Para hacer la gente que quería;
Pues aunque por mis cartas los exhorto, Mas no pudo hallar avíamiento
El que mas dice dellos queda corto. Tan presto como fué su pensamiento.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III , ELEGÍA A BENALCÁZAR, CANTO IV. 4«5
Porque buscando por diversas tías » Trescientos hemos de ir este camino,
Soldados ,consuinió mas de un ivierno, Los ciento de caballos proveídos,
Y recogidas buenas compañías Que bastarán con el favor divino
Del viejo morador y del moderno* Por ser varones diestros y rompidos;
Volvió con ellos á las serranías
Adonde se plantaba su gobierno, A los que son caudillos les asino
Año de treinta y ocho por las flores Los que tienen de ser apercebidos :
Del mes llamado mayo de mayores. Aliste cada cual sus compañías
A Popayán llegó con gran armada Porque salgamos de hoy en ocho días. »
En este mes y por la dicha era, Dijo su voluntad , y los presentes,
Cuya venida fué regocijada Átenlos á la prálica propuesta,
De lodos los que estaban en espera, No mostraron las suyas diferentes,
Por estar nuevamente rebelada Según se coligió de la respuesta;
La mas gente de aquella cordillera Tomaron á su cargo los agentes
Y tan alborotados los terrenos De hacer cada cual su gente presta ,
Que miedo de morir era lo menos. Tan buenos, quel menor deilos tenia
Mas viendo gente nueva castellana Punto, valor, esfuerzo, bizarría.
Muchos se redujeron á sosiego, Con armas necesarias, y cualquiera
Movidos de temor mas que de gana Proveído de seda, lienzo, paño,
Que tuviesen de mitigar el fuego , Aunque la duración del tiempo fuera
Ni jamás voluntad tuvieron sana; De segundo, tercero y cuarto año;
Antes conformes en el odio ciego Van Juan de Ampudia, Añasco , Juan Cabrera,
Disimulaban en el aparencia Martiniañez, Tafur, Juan de Avendaño,
Enemistad, rancor, malevolencia. Luis do Sanabria, que estos tres postreros
Esperando sazón y coyuntura En Cubagua también fueron guerreros.
Correspondiente con sus pensamientos, Llamados pues del tiempo ya propicio,
Que no siempre concede la ventura , Prados conflores,plantas con coronas,
Antes suele corlar laies intentos, Para salir al militar oficio,
El Benalcázar pues luego procura Pusieron muy en orden sus personas,
Hacer las suertes y repartimientos, Muchos indios é indias de servicio
Para que cada cual con oro y frutos Que por acá llamamos yanaconas,
A sus amos acuda con tribuios. Y en busca de región mas eminente
Caminaron la vía del oriente.
Después viendo su gente descansada , Dejando los albergues agradables,
De mas premio y honor estimulado, Los campos y zavanas apacibles,
A su rancho llamó la mas granada Por las montañas van inhabitables
Para manifestalles su cuidado, Y lugares que son inaccesibles,
Cerca de proseguirse la jornada Y con trabajos tan intolerables
Y noticia que tienen del Dorado; Que no pueden pintarse de terribles :
Y congregados los de mas eslima , Obscuros bosques, ásperos breñales,
Con este parlamento los anima l Avolcanadas tierras, cenagales.
c Caballeros, el tiempo nos convida, En cuyas espesuras y conveses,
Y nuestro proprio punto nos exhorta Sin hallarse recurso de cultura,
A poner en efecto la partida Peregrinaron mas de cuatro meses
En demanda de lo que mas importa , Subyeclos á continua desveii tura ;
Porque para gozar próspera vida, Con estos infortunios y reveses,
Aquesta tierra me parece corla , Algunos ocultó la sepultura ,
Y aquella do queréis hacer empleo Y alfinfueron á dar á las llanadas
Podrá mejor cumplir vuestro deseo. De Neiba, que hallaron bien pobladas:
» Y pues, bendito Dios, estamos sanos Tierra de fértilísimas labores
Y bien apercebido nuestro bando Y campo que hartura prometía,
De caballos lijeros y lozanos , Adonde ni los fríos ni calores
Vamos estas riquezas indagando, Se podian juzgar á demasía,
Antes que nos las quiten de las manos Aunque tienen aquestos moradores
Algunos que las vengan rastreando; Igual siempre la noche con el dia ,
Porque, como sabéis, por muchas bandas Por ser debajo del ecuante cincto
Corren descubrimientos y demandas. Por quien un polo y otro fué dislínclo.
» Y en noticia que da tal esperanza, En aqueste terreno provechoso,
Cuanta mas brevedad menos se yerra, Contrario de pasadas inclemencias ,
Porque deflojedady de tardanza Que lo hacían ser mas deleitoso
La próspera fortuna se deslierra : Y de maravillosas influencias ,
Sea pues la primera nuestra lanza Tuvieron muchos días de reposo,
Que tome posesiones en la tierra, Aunque no sin guerreras competencias ,
Donde demás del aprovechamiento No tales ni con tanta muchedumbre
Teméis para con Dios merecimiento. Que les diese notable pesadumbre.
» Pues no cebará tanto su garganta A causa de bailar estos gentiles ,
En estas tierras infernal abismo, Al tiempo que vinieron, ocupados
Dándoles mandamientos de fe sania, En guerras intestinas y civiles,
Y el agua de católico baplismo; Crueles contra si y encarnizados;
Haremos de ciudades nueva planta Y ansí por estas competencias viles
En medio deste rudo harbarismo, Hallaban muchos pueblos asolados,
Para que vengan en conocimiento La cual obstinación, para si dura,
De aquel que les dio ser y da sustento. A nuestros españoles fué segura.
> Aqui porque sustenten lo poblado Mas no hallaban del dorado grano
Y al bárbaro se pueda poner rienda, Tanto que fuese rica la conlia;
En cada pueblo quedará recado Y ansi les pareció consejo sano,
Con que de movimientos se defienda : Entre tanto que mas se descubría,
Hombres son de valor y de cuidado No dejar tan á solas de la mano
Los que de buenas suertes tienen prenda , Aquella tierra vista que lo cría,
Y unas veces por paz, otras por guerra, Donde fundaron pueblos oporluuos
Kilos allanarán los de su tierra. Y podian fundar otros algunos.
Í G i
JUAN DE CASTELLANOS.
Fué por estas razones acordado Brevemente dio fin á su carrera ,
Quel Añasco y Ampudia se volviesen A causa de llevado pies lijeros;
A Popayán , do con fiel cuidado Fué la grita que dio de tal manera
Las cosas importantes proveyesen, Que se sobresaltaron compañeros»;
Y en Timaná, terreno bien poblado, Oida la razón por Juan Cabrera ,
Cristianos fundamentos se pusiesen Salió luego con veinte caballeros,
Para propagación de la fe santa,
Haciendo de vecinos nueva planta. Pedro de Puedes, Juan Díaz Hidalgo,
En cumplimiento de lo que les manda , Juan de Arévalo y otros hijosdalgo.
Vuelven con gente que les fué bastante, Llegaron á la gente mal vestida
Y el Benalcázar por aquella banda La no menos briosa que galana.
Quel sol descubre rostro radiante, Donde cada cual parte fué medida
Deseoso del lin de su demanda, Según la condición de ley urbana :
Pasó con los restantes adelante; Dan reciproca cuenta de su vida,
Mas no fué su sospecha falso sueño Principal punió de que tienen gana;
Cuando se receló de nuevo dueño. Y ansí por ruegos y amigables prendas
Pues atinando por lugar incierto A todos los llevaron á sus tiendas.
Y via nunca vista ni hollada, Recibió Benalcázar al Quesada
Aquel fuerte varón, sabio y esperto Con la modestia de sagaz concierto ,
Don Gonzalo Jiménez de Quesada Y estotro con prudencia recatada
A la sazón había descubierto Tracto de lo que habían descubierto:
Aqueste nuevo reino de Granada, Tierra que para mas rica jornada
Que es el cierto Dorado y el empleo Les mostraba camino bien abierto,
Que trae Benalcázar en deseo. Porque ya por los términos cercanos
Y ansi donde la suerte los aplica , Inmensidad se ve de campos llanos.
Eso me da por llano que por sierra , vistas las esperanzas que engrandece
Hallaban rastro que les certifica Y de lo descubierto los provechos,
Haber otros cristianos en la tierra : El dicho Benalcázar les ofrece
El ínvído dolor al alma pica, Soldados y caballos y pertrechos,
Cuya fuerza suspiros desencierra, Porque la paga del los apetece
Por ver indicios que hacían prueba Por ir á dar noiicia de sus hechos
E indios que de vista daban nueva. Al rey, como quien era pretendiente
Ya de gobernador y no teniente.
La cual, aunque gran trecho de camino El Fernán Pérez, no menos urbano,
Y en aspereza por estremo malo , Le suplicó que lo hiciese diño
Ansimismo con presto vuelo vino De ir á Bogotá, porque su hermano
A la congregación de don Gonzalo, Viese tan afamado peregrino,
Diciendo venir campo peregrino Porque todos debajo de su mano
Que se trac taba con mayor regalo, Le servirán allá y en el camino,
No como los primeros caminantes, Y que podría ser que se concorden
Sino con ropas ricas y elegantes. Los dos, y a sus conceptos diesen orden.
Luego con gente bien aderezada, Entredós no quedó determinado;
Dispuesta para lo que sucediese, Mas la gallarda gente que traia
El sabio general desta manada Con pecho de Pirú sobresa tado,
Ordenó que con ella se partiese Quisiéralo guiar por otra via;
Su hermano Fernán Pérez de Quesada Y Juan de Céspedes disimulado,
Para que la verdad reconociese, Que parle del intento coligia ,
Y tomase razón de sus intentos, Dijo : «Señores, las tierras ganadas
Buenos ó maliciosos pensamientos. Defendéroslas hemos á lanzadas.»
Llegan á Guataqui por sus jornadas Oyólo Juan Cabrera, varón puro
Cerca de Neiba , do los naturales Y digno de las láureas guirnaldas,
En respuesta de cosas preguntadas Y dijole : «Señor, dormid seguro
Hicieron mas patentes las señales, Con vuestras tierras, oro y esmeraldas ;
Porque mostraron jaras emplumadas, Mas si viniésemos á trance duro,
Evidencia notoria de sus males; Nunca nos las daréis en las espaldas :
Y por estos también fueron tunados Paz se pretende, quietud, sosiego ,
Al sitio donde estaban alojados. Y no venir á término tan ciego.»
Ocultados en cómodos lugares Quebrado de pendencias aquel ramo ,
Cuentan los toldos deslas compañías; El dicho Juan Cabrera le pescuda :
Y el capitán Pedro de Colmenares * ¿ Quién es vuestra merced, porque lo amo
Y Juan Rodríguez Gil y Juan de Frías Y deseo servir sin esta duda ?»
Con algunos soldados singulares Dijo : «Capitán Céspedes me llamo,
Se bajaron al rio por espías; Harto mas conocido que la ruda ,
Porque si tiempo viesen oportuno Y en estas parles de las Indias hombre
Para saber quién son, prender alguno. Que por tierra y por mar vuela mi nombre.»
Ocultos estos en la fértil vega , Cabrera respondió desta manera :
Cuyas verdes orillas y conlines «Señor, á mi noticia no ha venido
El rio de la Sabandija riega, Tal nombre, pero yo soy Juan Cabrera ,
De los otros, en traje mas insincs, Soldado rodeado del olvido,
Un cierto joven á caballo llega, A causa de fallarme la primera
Anzuelos prestos con sus volantines, Hazaña por do sea conocido;
Y encima puesto sin hollar arena Y aunque muchos me dan oíros derecho?,
Peces quiere llevar para su cena. Nunca me lisonjeo de mis hechos.»
Cuando lo vieron mas embebecido, Entreslos dos destrísimos jinetes ,
Procuraron estotros rodeallo, Cada cual dellos valido guerrero , •
Mas é l , los ojos prontos al oído Pasaron estos dichos repiquetes
Del roein, como viese meneallo , Por las mismas palabras que reliero,
A do los inclinó la gente vido, Sin que se lastimasen los almetes
Y ansí batió las piernas al caballo. Ni descubriesen filos del acero;
Saliendo como jara de ballesta. Pero guiándose por cuerdos modos
Sin esperar pregunta ni respuesta. En gran conformidad quedaron lodos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III , ELEGÍA A RIÍNALCAZAR, CANTO IY. m
Y no prevaleció lo comenzado Y demás de lo proprio recogieron
Que maquinaba juvenil sentencia . El oro que tenían los soldados,
Porque puestas las cosas en estado Por caballos y esclavos que les dieron
Dispuesto para llamas de pendencia, A precios á su guslo moderados,
Puede sagaz varón y reportado Pues los caballos que menos valieron
El fuego mitigar con su prudencia , Encajaban á mas de mil ducados ,
Según agora hizo quien lo era , Y entonces no se tuvo por esceso
Que entiendo por el dicho Juan Cabrera. Por la necesidad y el caudal grueso.
No resolutos en los pareceres Pasaron con los tres esta carrera
De ir á Rogotá, según le pide De su gente la mas aprovechada.
A Benalcázar nuestro Fernán Pérez, Quedó pues general desta frontera
Del y de sus soldados se despide, El dicho Fernán Pérez de Quesada.
Que con grandes ofertas y placeres Para Neiba se vuelve Juan Cabrera
Cada cual por su parte se convide; Con larga comisión que le fué dada:
Y el Benalcázar y otros de su bando Los mas de Benalcázar con él fueron
Por buen trecho los van acompañando. Y otres en Bogotá permanecieron.
Llegan á Bogotá, do los espera En Neiba Juan Cabrera pueblo funda
El sabio y ".mimoso licenciado : Por el poder y comisión que lleva,
El Fernán Pérez dio razón entera Porque le pareció tierra fecunda
De aquello que tenia deseado, Demás del esperanza que le ceba;
Diciéndole que Benalcázar era Y aun dícenme que fué la vez segunda
Capitán de Pizarro, que poblado Que poblaron aquesta lierra nueva,
A Popayán dejó , á Cali y Quilo Y dejaba Benalcázar poblada
Con mas lugares deste circuito. Viniendo al nuevo reino de Granada.
Después de se juntar los dos hermanos, Puestos en orden ya los peregrinos
Pasados como seis ó siete días, Que van á España con la bolsa llena,
Por nuevas de los indios que cercanos Volvieron á los términos marinos
Estaban algo destas serranías Por el gran rio de la Magdalena :
Supieron que por via de los llanos Vieron y conversaron los vecinos
Estaban españolas compañías; De la nueva ciudad de Cartagena,
Y este era Fedrimán , de quien mi historia Desde donde con buen aviamiento
En otra parte ya hizo memoria. Llegaron á Madrid en salvamento.
Dije cómo se vieron el áspelo Dejémoslos agora negociando
Y se comunicaron blandamente, Sus nobles y honrosas pretensiones,
Uno varón sagaz, fuerle, discreto, Porque del Benalcázar diré cuando
El otro discretísimo y valiente : Llegaren oportunas ocasiones.
Ambos se concertaron en efeto Al Añasco y Ampudia voy buscando,
Y hicieron un cuerpo de su gente, Que fueron á fundar las poblaciones
Juzgando que los dos hechos á tina A Timana, provincia populosa,
Podían contrastar dura forluna. Y de gente valiente y orgullosa.
Apenas tal resolución se loma De Popayán cincuenta leguas dista,
Enirestcs dos insigues capitanes, Y es lierra tértil pero montuosa ,
Cuando por las laderas de una loma
Vieron las sedas, granas, perpiñanes Con aspereza que la humana vista
De Benalcázar, con el cual asoma Nunca jamás la vio mas salebrosa.
Gallarda bizarría de galanes, Entraron pocos para la conquista,
Que entre los oíros que valor abona, Siendo los indios mano poderosa,
Parecían á los de Meliona. Los Paeces, Yalconesy Pirama ,
Y Guanaca, provincias de gran fama.
Que los de Fedrimán y del Jiménez , .
A causa de su muy larga carrera , Viendo los nuestros incomodidades
Tenían por los mas preciados bienes Para poder hacer abierta guerra,
Una ropela de algodón I ¡jera
T
Procuraron por bien las amistades
Y para dar cubiertas á sus sienes De caciques algunos de la tierra :
De lo mismo también una montera ; Acudieron á las conformidades
Pero de lodos el de menos nombre De los quel próximo compás encierra
Se podría tener por mas que hombre. Del pueblo do hicieron los cimientos.
Pues como granos de la mina rica Fin del de treinta y ocho y tres quinientos
De mas bajo metal entreverados, Como viese de paz el aparencia
Quel fuego y el crisol los purilica Juan de Ampudia del indio convecino,
Y quedan afinados y apurados , Al Añasco dejó con su tenencia
Ansi clara verdad nos cei lilica Y á Popayán dirige su camino.
Estar aquestas válidos soldados, Añasco puso suma diligencia
Por haber, no sin gran desasosiego, En contentar al que de paz le vino,
Pasado por el agua y por el fuego. A lo menos al hijo de Pioanza,
Yalcon, señor de próspera pujanza.
Llegó pues Benalcázar donde quiso, Era mozo bien acondicionado,
Y fué graciosamente recebido, Que por Pedro de Añasco se perdía,
Y no de la salud lan sin aviso El cual no lo quitaba de su lado
Que fien sus cabezas del olvido; Y á su buen amistad correspondía ;
Mas su venida fué con pecho liso A nuestro modo bien aderezado,
Debajo del diseño referido, Y en su caballo siempre lo traía ,
Por ver si por allí se daba maña Pareciéndole ser el mozo prenda
Para guiar sus pasos en España. Para seguridad de su vivienda.
Vino su diligencia muy a cuento Este para hacer repartimientos
A los que le hicieron hospedaje; Y las suertes de los conquistadores,
Pues declarándoles su pensamiento Le dio la relación y documentos
Como requiere próvido lenguaje. Con que reconociese las mejores;
Supo tener entrambos en hílenlo Y ansí ya hechos los apuntamientos,
Efectuar aquel mismo viaje. A los caciques señaló señores ,
Porque de lo del reino y del camino Y para tributar á nuestro marte
Tenían buena copia de oro fino. El dicho mozo fué no poca parle.
T. vi. 30
-166 JUAN DE CASTELLANOS.
El á lo mas insigne se convierte, Entendida la cifra y el lenguaje,
Como superior en elecciones, Juan de Ampudía le dio razón bastante
Y ansi lomó por generosa suerte De las penalidades del vi:ije,.
Añasco toda la de los yalcones : Como quien fué del mismo caminante
Ministro presuroso de su muerte, Y dónde lo dejó, y en qué paraje,
Contra las filiales intenciones, Con intenciones de pasar delante
Pues cuanto mas del hijo fué querido , Por la noticia próspera que lleva
Tanto del padre mas aborrecido. De que siempre hallaba buena nueva.
Ofrecióse, después desto que digo, Estúvose suspenso y en espera,
Añasco ir al pueblo popayano Sin mas alteración ni movimiento.
Para buscar de gente mas abrigo Por ver si Benalcázar respondiera,
Con que hacer aquel terreno llano : O mensajeros por su mandamiento
Al hijo del señor llevó consigo , En este tiempo vino Juan Cabrera
Que nunca lo dejaba de su mano, A deshacer aquel encantamiento;
Niel mozo mismo tal apetecía, Y como supo ser ciertos los toros ,
A causa del amor que le tenia. Cesaron los respectos y decoros.
Juan del Rio quedó por su teniente. Notificó despachos competentes
Hombre de valerosas cualidades. A todos los cabildos y concejos,
A Popayán llegaron finalmente, Y puso de su mano los tenientes,
Camino de cien mil dificultades : Aunque mudó después estos consejos ;
En la ciudad halló nuevo regente , Pues viéndolos leales y obedientes
Cosas modernas, grandes novedades , Se volvieron las varas á los viejos
Las cuales de presente yo no pinto, Por el rey y el marqués, por quien fué ciorto
Mas pintarélas en el canto quinto. Haber el Benalcázar descubierto.
Dadas en el gobierno las razones
Que parecían ser mas convinienles,
El Añasco llegó de los yalcones,
CANTO QUINTO. Con quien tuvo los mismos accidentes;
Mas luego se dio nuevas comisiones
Donde se cuenta cúmo Lorenzo de Aldana vino i Pópayan por mandado
del marqués don Francisco Pizarro y con provisiones suyas para tomar
Y le llegó buen número de gentes
en si el gobierno de Popayán y sus anejos. Por el rey y el marqué?, dándole cargo,
Grandes favores y poder mas largo.
En tiempo que del hilo de esperanza Estúvose por algún tiempo quedo .
Humano corazón está pendiente No punto que podamos llamar vago ,
En medio de temor y confianza Y entonces envió á George Robledo
Incierta, por algún inconviniente, A poblar en Encerma y en Cartago
Suele Ser congojosa la tardanza Y en Anlíoquia, pero decir puedo
A quien de tal ardor está doliente, Que debió ser aquel día aciago,
Y tanto mas aquejan los ardores Pues ambiciones, si se bien advíerU-,
Cuanto las causas dellcs son mayores. Fueron las alcahuetas de su muerte.
Ansí Pizarro, como no tenia De las cuales ya hice breve suma
Nuevas algunas de descubrimientos En otra que no fué menor historia,
Que en su nombre Benalcázar hacia , Y ansí no será justo que consuma
Y habían de venille por momentos, Tanto papel en cosa que es notoria :
Vista la gran tardanza , presuinia Bastará de presente que mi pluma
Que debía tener nuevos intentos; Refresque desle hecho la memoria ,
Y la sospecha de mudar costumbre Pues pretendió que los pueblos poblados
No le causaba poca pesadumbre. Por é l , le fuesen en gobierno dados.
Aquesta presunción , que no fué vana. Mas no salió con estas intenciones,
Según atrás habernos relatado , Y fué solicitud desvanecida,
Comunicó con Lorenzo de Aldana, Por la cual y por otras ocasiones
Hombre de quien vivía confiado; El Benalcázar le quitó la vida ;
Y respondióle que de buena gana, Y ansí quierp volver a dar razones
Si le quisiere dar aquel cuidado, Antes que del Aldana me despida,
A Popayán irá, do con buen celo Cómo se conservó con gran prudencia
A la verdad podrá quitar el velo. El tiempo que allí hizo residencia.
Gusto le dieron estos pareceres , Dado pues orden , cual se representa
Dándole gracias por la tal oferta; E yo con brevedad posible narro ,
Y ansí le concedió largos poderes A Pirú se volvió para dar cuenta
Y para todo comisión abierta, De los sucesos al marqués Pizarro ,
Según que piden tales menesteres ; Donde tenia generosa renta
Mas en un caso le cerró la puerta, Y era de los aurigas de aquel carro .
Y es que, constando su leal abono, Pero no siempre con tan justa vida
Quedase Benalcázar en su trono. Que en algo no saliese de medida.
Efectuóse presto la jornada Añasco se volvió con buen recado
A las provincias de aquel hemisferio , A ver de Timaná los señoríos ,
Cuya gente quedó maravillada De treinta caballeros rodeado,
Y luego sospechó traer imperio, Cursados en ausonios desafios;
Juzgando que persona señalada Juan de Orozco y Arias Maldonado ,
No hizo su venida sin misterio; A quien yo tuve por amigos míos,
La cual, puesto que no falló recuesta , Fueron también en esta coyuntura ,
A ninguno la hizo manifiesta. Para Pedro de Añasco mas que dur.i.
Solo les dice cómo saber quiere, Porque como se viese con mejora
Pues con tanto hervor se le pregunta , De buenos hombres y demás posible ,
Si vive Benalcázar ó si muere, Eu cobrar los tributos y demora
O qué de sus conceptos se barrunta , Los aquejaba con ardor terrible ;
Para quel pecho del marqués se entere Y el venir á servir á punto y hora ,
De lo que paga , por estar defunta Por pecho lo tenían insufrible,
En su noticia, la que va buscando , No queriendo con su bestial linaje ,
Como si delta no tuviese mando. Reconocer á nadie vasallaje.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCAZAR, CANTO V. 4®
Con esta prática, mas ampliada
No les pone temor el estandarte De lo que manifiestan mis razones ,
Aumentado de senté castellana : Hicieron aquel dia su jornada ;
Todos al lin andaban de mal arte En los principios de las pobla dones
E ya servían muy de mala gana , Hallaron mucha gente retirada
Para lo cual no fué pequeña parte Y los demás con libias intenciones
Una india llamada la Galiana , Llamaron otro dia de mañana
O fuese nombre proprio manifiesto , Al hijo principal de la Gailana.
O que por españoles fuese puesto. Vuelven los mensajeros aquel dia
En aquella cercana serranía Al declinar el sol al occidente ,
Era señora tle las mas potentes, Y preguntándoles qué respondía,
Y por toda la tierra se tendía Dijeron no querer distintamente:
Gran fuerza de sus deudos y parientes : Añasco, capitán, por él envía
Viuda regalada que tenia A su primo con guias y con gente,
Un hijo que mandaba muchas gentes, Para que lo salteen en el sueño
Al cual por no acudir como vasallo Y lo traigan á ver su nuevo dueño.
Añasco procuró de casligallo. A la hora que llaman intempesta
Salió de Timaná con este pió, Hizo con seis ó siete su partida :
A caballo con él veinte y un hombre, Obscuridad inmensa los molesta,
Entredós iba Baltasar del Rio Mas alguno por ella tuvo vida ,
Y el primo Añasco de su mismo nombre; Pues Añasco rodó por una cuesta
E ya como dos leguas de desvío , Y'un brazo se quebró de la caitla:
Agüero no falló que los asombre ; A lodos causó pena la desgracia ,
El hijo de Pigan/.a va con ellos Que para su salud fué mas que gracia.
No menos que quien va por los cabellos. Como se lastimase malamente,
Sucedió quel caballo do camina Sin pasar adelante le convino
El capitán Añasco , se recela Volverse do quedaba su pariente ;
Donde no vian ocasión vecina Pero los otros fueron su camino
Que para retardarse le compela : Y prendieron al indio delincuente.
Si le melia hierro, mas se empina Si tal nombre merece de condino ;
Y nada se le da por el espuela , Mas si se fulminara por escrito
Aunque nunca jamás dio tal molestia , Muy tolerable era su delito.
Anles tuvo valor mas que de bestia. De su reposo lo sacaron fuera
Viendo que no podía , según muestro, Con todas las acciones afrentosas.
Hacello proceder donde repara, A punto se llevaba la collera ,
Bajóse para lo llevar del diestro; Puestas ni mas ni menos las esposas;
Creyendo todos ellos que bastara, Viofinalmentela presencia fiera
Tiraban á porfía del cabestro , De quien presto hará peores cosas :
Dándole por delras con una vara ; Al hijo sigue la mujer viuda
Mas la solicitud no fué bastante Sin acordarse de pedir ayuda.
Para que lo pasasen adelante.
Ponen otros caballos á su frente Nunca creyó tan ásperos sucesos
Para lo convidar por esta vía , Al tiempo de toinalle residencia ,
Y aunque no lo hallaban diferente, Por ser de los actores los escesos
Tanto pudieron palos y porfía, Y del reo las culpas inocencia ;
Que pasó con los otros juntamente En la uña hicieron los procesos,
Del lugar llano do se detenia : Y diq§e vocalmente la sentencia :
En él subió, hallándolo tan bueno Que muera hecho brasas y ceniza
Como después que supo tener freno. Mandó, cuyo rigor escandaliza.
Del suceso nacieron ocasiones Pertinaces en este mal motivo,
Por donde muchos deslos compañeros Juntóse luego cuantidad de rama,
Pronosticaban con murmuraciones Traen después al mísero captivo
Malos y desastrados paraderos. En presencia de aquella que lo ama .
El dijo : « No miréis en abusiones, De fuscos humos rodeado vivo
Pues todos sois cristianos caballeros, Su vida consumió la viva llama ;
Que no es el asna de Balam aquesta Y ya podéis sentir qué sentiría
Para que hagáis dolía tanta (¡esta. La miserable madre que lo vía.
> Menos es mi caballo semejante Decía: «¡ Hijo mió! cuan incierta
A Bucéfalo, Cyllaro ni Lamo, Es á los confiados confianza !
Ni aun Eon , el caballo de Pallante, ¡Para cuántas borrascas abre puerta
De curso mas veloce que de gamo , Un brevecillo ralo de bonanza !
Cuyo lloro fué grande y abundante Hijo, que sin lu vida quedo muerta,
Sobre la sepultura de su amo; Mas no lo quedaré para venganza :
Ni el de Uiomedes, que si bien advierto , Bien puedo yo morir, pero tus penas
Con hambre se mató, su dueño muerto. De pagármelas han con las septenas.»
«Conozco que de brutos animales Con esto se partió dando clamores
Tomaron documento los terrenos Todas las horas sin cerrar la boca :
Para reconocer los temporales Los estreñios que hace son mayores ,
Si son tempestuosos ó serenos; Y de mas furia que de mujer loca ;
Mas en aquestas cosas especiales A todos los caciques y señores
De las pronosticar están ágenos, Se queja , y á venganza los provoca ,
Y quien por bestias casos adefina Hasta tanto que ya ganó los votos
En los mas atinados desalina. De los cercanos y de los remotos.
»Y revelársenos desta manera Uno tan solamente le fallaba
Algunos males, no somos tan santos , Para dar conclusión á sus andenes :
Ni semejante caso sucediera Este era Pigoanza que abundaba ,
En uno solo donde vienen tantos, De gentes atrevidas y de bienes,
Pues lodos recelaran la carrera Mas una cosa la desconfiaba,
Y también padecieran sus espantos: Y es el hijo que tienen en rehenes;
¿Qué será pues en uno sin los otros, Pero después diré que á su gemido
Sino mañas que suelen tener potros ?» También este señor quedó rendido.
468 JUAN DE CASTELLANOS.
Volvamos al Añasco, que tenia, » De la mujer, del hijo, del marido
Según la confianza de su pecho, Se sirven , y los tienen por despojos ;
Por una señalada valentía Y no pequeña parte te ha cabido
Lo que tan sin razón había hecho , De la continuación destos enojos,
Y que toda la tierra temblaría Pues tienen con engaños detenido
Para sacarse della mas provecho; Al hijo que es la lumbre de tus ojos:
Pero presto verá ser un engaño No lo goza su deseosa madre,
Que trocó los provechos en gran daño. Ni le consienten ir á ver su padre.
Porque la vanidad y la malicia «Aquel origen triste de mi llanto ,
Según su propriedad el dejo tiene , Hijo mió, dolor de mis entrañas ,
Y íos ojos con velo de cudicia Quemaron vivo por poner espanto
No siempre miran lo que les conviene : A nuestras gentes y á las mas estrañas:
Añasco pues con esta sinjusticia, De tí sé que harían otro tanto :
Para correr la tierra se previene , Tales son sus camelas y sus mañas ;
Y al primo le mandó que se tornase Mira por t í , pues ellos son de arle
A Timaná para que se curase. Que será menester anticiparle.
E l , sin temor de guerra ni recuentro , » Bien hace quien de tal golpe se escuda,
Con diez y ocho solos á su lado , Y huye de mojarse cuando llueve ;
Se metió mucho mas la tierra ailenlro, A nuestra causa la razón ayuda ,
Del rehén que tenia confiado: Y la ventura va con quien se atreve ;
Asentó luego toldos en el centro De la victoria nuestra no se duda
Y comedio de lo mejor poblado. Ni de pagar su deuda quien la debe;
Pero la tierra tal y tan fragosa , Bien sabes que será juicio vano
Que no se vido semejante cosa. Soltar las ocasiones de la mano.
En toda la distancia comarcan;), » A quien fué causa de mi desventura ,
Con ser culturas como de jardines , Junto lo tienes y aun te hace cocus:
Ningún espacio ven de tierra llana Es cómodo lugar, gran angostura ,
Do se puedan valer de los rocines ; Los tuyos muchos, y los suyos poces ,
Pero hasta que vino la Gaitana Nunca mejor sazón y coyuntura
Quietos estuvieron los confínes, Para que nadie quede deslos locos ;
Y acudían algunos naturales Dad en los que los hados amonestan ,
Con dones y pacíficas señales. Porque después daréis en los que restan.
Puestos los nuestros en aquel paraje , » Este propósito tiene Pirama ;
Al señor de la tierra, Pigoanza, Guanaca quiere questo se concluya ;
Hizo Pedro de Añasco su mensaje . Los Paeces que acuden á la trama
Mandándole que Tenga sin tardanza Tu determinación es propria suya ;
Para reconocelle vasallaje, En todo cuanto Timaná se llainá
Y acudille también con la pitanza No resta voluntad mas que la tuva :
Lo mismo se le ruega por su hijo , En guerra que desean tantos buenos
Con harto mas pesar que regocijo. No tienen los yalcones de ser menos.
Nunca quiso cumplir sus mandamientos » Mira, señor, la general fatiga,
Ni los ruegos del hijo detenido: El miserable pueblo cómo anda ,
Pesos de oro le envió seiscientos , La justísima causa que te obliga
Y de criados número crecido , A querer aceptar esta demanda ,
Que le hicieron buenos aposentos Pues eres general en esta liga
Donde pudiese ser mejor servido; #
Do van tamos caciques de lu banda :
Pero pronto verá tales halagos Cuanto les ordenares harán luego ,
Ser víspera de dias aciagos. E yo de parle suya te lo mego.»
Porque él estaba ya mal indignado Semejantes palabras le decía
Desde que supo cuan alrocemente La bárbara cruel para su hecho ;
Mataron al mancebo desdichado, Con mal de corazón se amortecía :
A quien reconocía por pariente : Por ventura seria contrahecho;
Hizolo luego mas acelerado Mas al (in alteraba y encendía
La que su madre fué, que mas lo siente, El rústico, feroz y bravo pecho ,
La cual con otras dueñas tan ancianas El cual en regalalla se' desvela .
Allí llegó mesándose las canas. Y con tales palabras la consuela :
Ronca la voz, los ojos hechos fuentes , «Pésame de te ver tan lastimada
Turbada, despulsada y amarilla , Y el venerable rostro hecho piezas:
La voz apenas saca de los dientes, La vida no podrá ser restaurada
Despedazada cada cual mejilla, Con cuantos hombres armas y aderezas ;
Diciendo: «Deudos míos y parientes, Mas yo te la daré tan bien vengad.t
Muévanos mis desdichas á mancilla : Que recibas por una cien cabezas,
A tí mas que á ninguno , Pigoanza, Y de pellejos de tus adversarios
Competen los rigores de venganza. Verás poblados estos santuarios.
» A tí me quejo, y el favor invoco » Aquesto te promete Pigoanza
Con que mi gran agravio se castigue, Para satisfacer á tu querella ;
Pues nuestro parentesco no es tan poco, Y huélgome que pidas la venganza
Que por muchas razones no te obligue A quien no se hallaba fuera Mella.
A refrenar la furia deste loco Pues en estos y en los de mas pujanza
Que á tí y á mí y á todos nos persigue , Había de bebella ó de vertella :
Con cuyos vientos vamos navegando, Miliga tus dolores si pudieres ,
Y en un mismo navio naufragando. Cierto de que haré cuanto quisieres. »
» Común y general es la tormenta: Al punto despacharon mensajeros
Nadie tiesta fortuna se reserva ; Para sus capitanes obedientes :
Truécanse los honores en afrenta , Los de Pigoanza fueron los primeros ;
La noble libertad se hace sierva ; Mas de seis mil cursados combatientes
Quien tal calamidad esperimenta Serian, validísimos guerreros ;
Busque la verdadera contrayerba Muy pocos menos de las otras gentes
Que deste mal es único remedio , Que meneaban procelosas ondas
Quitándolos á todos de por medio. De macanas, de flechas, lanzas, hondas.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III , ELEGÍA A BENALCAZAR, CANTO VI. 459
¿Qué borrasca mayor ó balería No faltaban aullidos entre tanto
Pudieran dar las ondas de Neptuno V Defieraspor sus sendas mas estrechas ,
¿Qué fuerza, qué vigor, qué valentía Ni las aves nocturnas que con canto
Saliera de rigor tan importuno? De lloros confirmaban las sospechas ;
Siendo pura verdad que combatía Los buhos conmovidos del espanto
Contra mas de seiscientos cada uno , Por cima les cantaban las endechas ,
Y en lugar cuyo mas llano repecho Con otras mas señales que no cuento ,
Era para caballos sin provecho. Por quien iba temor en crecimiento.
Bastara la primer arremetida Ninguno los anima con arenga
De tantos capitanes y vasallos, Porque á la prontitud temor escede,
Para que la creciente y avenida Y si comienza cosa que convenga
Pudiera consumillos y anegallos, Que al medio del camino no se quede ;
Aunque fuera la copia mas crecida El tiempo breve, la resolución luenga,
De diestros españoles y caballos; Quisieran dalla, pero nadie puede,
Pues raras veces pocos temerarios Por no les dar la mísera dolencia
Desbaratan gran fuerza de contrarios. Lugar para tener tal advertencia.
El propósito duro y el concierto Todavía con ánimo valiente
Al noble mozo hijo de Pigoan/a Añasco les mandó que estén alerta,
Le fué por ciertas indias descubierto, Y entre lugares repartió su gente,
Significándole la gran matanza Que cada cual abria larga puerta;
Que se haria por el indio muerto , Y para que muriesen brevemente
Y cómo se juntaba gran pujanza , No se pudo hacer cosa mas cierta
Sin esceptuar ninguno de la tierra
Que fuese conviniente para guerra. Que dividir sus pocos combatientes
El mozo con el rostro de difunto En partes y lugares diferentes.
Al Añasco le dijo , y al oreja : ¿Qué hueste de Aníbal, ó de Antioco ,
«Acabo de saber en este punto O del gran Taburlan ha dividido?
El gran conflicto que te se apareja . A mi paree eme término loco
El poder de la tierra viene junto Y orden de mercader desvanecido,
Importunado por aquella vieja; Si su posible , siendo caudal poco,
Si no huyes, ello va de suerte Corre por muchas manos repartido,
Que yo no tengo duda de tu muerte. Pues para que la suya se consuma,
Basta pasar por una y otra pluma.
• Las vidas, mi señor, prendas son ricas : Mucho dura la fábrica trabada ,
Perdidas, no se hallan á la mano; Mas tiran que uno dos bueyes unidos;
Ruégole por el Dios que me predicas Mal pueden de la mano separada
Ser autor de lo bajo y soberano, Ser los restantes miembros socorridos :
Y esotras cosas que me certificas, Fué cierto cosa desproporcionada
Que luego nos salgamos á lo llano, Pocos en muchas parles repartidos,
Pues la partida que al vivir importa Porque con menos fuerzas es quebrado
Tanto mejor será cuanto mas corta. Solo hilo seneillo quel doblado.
» En riesgos y peligros tan patentes Pero cuando prudencia se desvía,
Suplicóte,señor, que no le tardes : Dase las menos veces en el hito ,
Que si vosotros pocos sois valientes, Y es una ceguedad de muchas guia,
Ningunos de los muchos son cobardes; Según claro constó deste confuto,
Conozco bien sus bravos accidentes, Cuyo triste suceso yo queria
La determinación de sus alardes, Poner muy á lo cierto por escrito;
Que puestos en estremo semejante Y porque del resultan mas rencillas
No se les pone cosa por delante.» Habré con canto nuevo de decillas.
Añasco le responde : « Vive ledo,
Y no quieras por esto fatigarte ,
Pues para retraerme un solo dedo CANTO SESTO.
El mundo todo no podrá ser parle;
En este sitio con eslarme quedo ¡Sonde se cuenta cómo vino multitud de indios sobre el capitán Pedro
lian de volver huyendo de mal arle, de Añasco, y le mataron la gente que tenia, escepto tres que escap-.ron
Y habrán por bueno viendo su castigo mas milagrosa que casualmente, y a él lo tomaron vivo, con otrai de»-
gracias que entonces acontecieron.
De no querer burlarse mas conmigo.»
El mozo bueno su razón ataja Seguro y especial salvoconduto
Llorando su notorio desatino, Es en aquesta vida la templanza ;
Diciendo : «Señor, mira la ventaja Amargo, duro, pernicioso fruto
Que tienen á tu campo peregrino , Nace de la soberbia confianza;
Porque lodos seréis como la paja Quien es en sus antojos resoluto,
Movida de terrible torbellino, Sin ajustarfiel en la balanza
O flaca llama cuando resplandece Ni querer admitir consejo sano,
Y en ese mismo punto desparece.» A trabajoso fin anda cercano.
No lo pudo vencer con otros ruegos Bien se conocerá por lo que digo
Demás de los que tengo declarados ; Ser el Añasco destas condiciones,
Mas todavía con desasosiegos Sin consideración en dar castigo ,
El negocio tracto con sus soldados, Casado siempre con sus opiniones:
Y todos ellos estuvieron ciegos , Menos tomó consejos del amigo
Torpes, perplejos, indeterminados, Para se reservar de puniciones ,
Hasta tanto que ya rayos solares Y ansi Laquésis, rigurosa parca ,
Fueron á visitar otros lugares. Su vida señaló con breve marca.
Absentes los febeos resplandores Porque ya descubriendo por oriente
E ya venida la liniebla fría, La dulce Venus su real corona,
Crecieron las congojas y temores Anunciadora de la roja frente
De los de cristiana compañía: Del rutilante hijo de Latona,
La morliiicacion de los calores Llegó la tempestad y la creciente
Vitales , eada cual en si sentía, Que muerte desastrada les pregona,
Con sudor frió pur las coyunturas, Por las tres partes donde hacen vela ,
Anuncio de sus ciertas desventaras. Y á lodos fuécomui> <acentinela.
^"0 JUAN DE CASTELLANOS.
Luego la. temerosa grita suena » El desconcierto visto del caballo
Del bárbaro gentío furibundo: De diestro y arrendado fugitivo,
La tierra con temblor se desordena Con gran instancia vana rodeallo
Y las concavidades del profundo ; Los fuertes del ejército nocivo;
No pone rota nube cuando truena Pero muerto cayó sin derribado,
Con rayos tantos miedos en el mundo, Y al misero señor tomaron vivo:
Cuanto concibe quien un Dios adora Vivo lo loman, y quedó de veras
Viendo presente ja su postrer hora. Por escarnio y por carne deslas Genis.
Adonde nial gobierno los reparte Como de fuscos tordos á la haza
Todos se muestran con ardor terrible , Acudir suele multitud crecida
Y cada uno dellos por su parte Cuando las rojas mieses embaraza,
Hacia mucho mas que lo posible ; Hallando sin defensa la comida :
Caian de los del bárbaro marte Ansí luego vinieron á la caza
Número de cabezas increíble , Que vieron los demás estar carda ,
Por ser en general estos soldados Con tanta grila de uno y otro cuerno
De los mas principales y apurados. Como ministros fieros del infierno.
Mas !a nube de jáculos espesa ¡ Oh caso de los casos mas atroce,
Momento no cesaba de por cima : Suceso de sucesos el mas duro!
Pigoanza por cumplir con su promesa Porque veáis si puede de una coce
Con voces presurosas los anima; Fortuna derribar un alto muro.
Aquí y alli y allá hierve la priesa; ¡ Cuántas veces agora reconoce
Un escuadrón y otro los lastima, El consejo del mozo ser seguro ,
Por espaldas, por pechos y por lados, Y que son cosas de juicio loco
Ellos y los caballos traspasados. Tener las importantes en tan poco!
No recibió Pitón, serpiente íiera, ¡ Cuántas muertes le están aparejadas,
Tantos biros de la potente mano Cuantos tormentos desapiadados,
De Apolo, cuantos ya tiene cualquiera Cuantos azotes , cuántas bofetadas
De los del breve número cristiano : Descargan sobre miembros fatigados!
Al remate van ya de la carrera Luego sus carnes fueron despojadas
» Y al término fatal del ser humano; Hasta de los vestidos mas delgados ,
A todas partes y do quier que sea Dejándolo con no mas cobertura
La imagen de la muerte los rodea. De aquella que le proveyó natura.
Ya faltaba vigor del primer brío; Delante de Pigoanza fué llevado
Cualquiera les rebate ya la lanza; Y del hijo llamado don Rodrigo ,
Cayó Benalcazar, Baltasar del Rio, Que con gran diligencia fué buscado,
Francisco Sánchez, Pedro de Esperanza, Y el padre lo tenia ya consigo :
Y la de lodos que en el desafio Vídolo triste, mustio, demudado.
Pretendían hacer cruel matanza : Con sentimientos de fiel amigo;
Libres quedaron tres de la ruina , Y alli delante la proterva ira
Luis Míderos, Cornejo y un Medina. Gime cada cual dellos y suspira.
Habló con ellos el Luis Mideros , Los ojos del mozuelo hechos rio,
Digo con el Medina y el Cornejo, Con el Añasco razonó desle arte :
Diciéndoles : «Señores compañeros, «Al alto Dios pluguiera, señor mío,
Tengo por salutífero consejo , Que mi fuerza pudiera remediarle;
Pues somos hombres sueltos y lijeros , Mas en la confusión desle gentío
Que tomemos las armas del conejo : l'aréceme que soy ninguna parle:
Será servido Dios darnos ventura El poderoso Dios le dé talento
Para poder salir desta presura.» Paramoiir con buen conocimiento.
Apenas lo habló cuando fué hecho; i»Si murieras por caso repentino,
Y reguardándose los tres peones, Menos pudiera ser mi sentimiento,
A la dificultad poniendo pecho, Por ser la muerte general camino
Hicieron calle por los escuadrones; Y vida temporal lijero viento;
Finalmente salieron del eslrecho Mas por las crueldades que adevino
Con gran solicitud de los talones, Lo que durares con vital aliento,
Hasta ver la montaña mas espesa Padezco tal y tan inmensa pena
Por donde se metieron á gran priesa. Que no puede Hegar á ser mas llena.
Dejemos estos en el espesura »En esto se recrea la demencia
Hasta que lleguen horas depuladas : Desle bestial gentío, torpe, fiero:
Volvamos al Añasco sin ventura , Ármale del escudo de paciencia,
Que cierto hizo cosas señaladas , Pues naciste cristiano caballero;
Y en el conflicto riguroso dura Apartóme de tí con lu licencia,
Con daño de las gentes alteradas, Que no me dejan verte, ni yo quiero,
Y el buen caballo contra los que hiere Por no ver espectáculo tan triste
Sube y desciende por adonde quiere. ,No sé, señor, por qué no me creisle.' »
Donde ve muchedumbre mas estrecha , Con esto desviaron al mozuelo,
Allí se mete con vigor ardiente, De lágrimas los ojos empapados.
Porque demás de sello de cosecha Añasco, despedido de consuelo,
Necesidad lo hace mas valiente; Los suyos á los cielos levantados,
Pero para vivir ¿qué le aprovecha, Dijo : «Yo te doy gracias, Rey del cielo,
Teniendo lo contrario ya presente? Que mas merezco yo por mis pecados;
Y fué tal, que mejor hubiera sido Y pues por ellos viene tal castigo,
Quedar con los demás allí tendido. Otro millón de veces le bendigo.
Habiendo pues llegado la mañana, >De lu fe sania nada me desvío :
No con plácido rostro ni sereno, Protesto de morir en su creencia ,
Hizo terribilísima macana Fuera del alocado desvario
En dientes del caballo golpe Heno : De desesperación é impenitencia;
Demás de no quedar la boca sana Pues aunque de mi vida desconfío,
Los tiros quebrantó del duro freno; Muy confiado voy de tu clemencia ;
Corre por donde ve vez oportuna Tu santa voluntad sea mi guia
A su albedrio y sin orden alguna. Para corroborar aquesta inia.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III , ELEGÍA A B E N A L C A Z A R , C A N T O V I . 471
> En esta confesión firme y entero, Llegaron los mozuelos en un salto
Aprieten los canalices las llaves, Para cumplir aquellos mandamientos,
Porque si tú por mí, manso Cordero, Y luego dieron grita desde el alto
Padeciste tormentos muy mas graves, Que estaba cerca de los aposentos :
Causáronles terrible sobresalto
Con la recordación del I os espero Después de declarados los acentos
Que lodos estos me serán suaves.» Por lengua que lenian que declara
Quisiera decir mas, y no lo dejan Lo que decían en el algazara.
Las burlas y ludibrios que lo aquejan. Parecióles la grita gran soltura
Llamó pues Pigo/nza la Gailana Y no buena señal hacelles cocos,
Para le dar al misero paciente, Y ansí tuvieron lodos por cordura
La cual contra la gente castellana No reposar allí siendo tan pocos,
En el recuentro se halló presente : Y en aquella sazón y coyuntura
Ella lo recibió de buena gana , Su consideración no fué de locos :
Y no menos cruel que diligente Vuelta de Timaná se fueron luego
Descubrió luego con acerbo hecho Con liarla mas congoja que sosiego.
La rabia y el coraje de su pecho. Desta manera fueron caminando
Pues como de mujer son sus antojo?, Hasta verse metidos en el ala
Si tiene mano contra quien la injuria, • . Y amparo cierto del señor lnando,
Que da satisfacción á sus enojos Que como buen amigo los regala;
Dejándolos correr á toda furia; Del cual indio tuvieron en llegando
Y ansí primero le saca los ojos, Mas certidumbre desta nueva mala :
Según a Mario la romana curia , Era cacique noble, de buen pecho,
Porque lo que durase desta suerte Y que mostró gran pena por lo hecho
Viviese con deseo de la muerte. Tuvieron algún tanto de reposo
Después deslo la desapiadada, Por llevar los caballos fatigados,
Cruel de suyo con la pena loca, Mas luego con el paso presuroso
La barba por debajo horadada, Por el lnando fueron aviados :
Grueso cordel en cantidad no poca A Timaná hallaron sospechoso,
Le metió por aquella cuchillada, Y fuélo mas después de ser llegados,
Cuyo cabo sacaron por la boca, Mas su declaración no tan patente
Y allí le dieron á la soga ñudo, Que la supiesen dar precisamente.
Con gran aplauso deste vulgo rudo.
Desta manera fué del triunfando, Y es porque de las cosas que dudamos,
Aquel cordel sirviendo de trailla , Cuyas noticias no llegan enteras,
La victoria y trofeo publicando Aquellas que tememos y odiamos
Por los mercados de ciudad ó villa ; Siempre se hacen menos creederas :
Y de los estirones que va dando Razones aparentes les buscamos,
Deseucasada cada cual mejilla, Y ansí las daban muchos tan de veras
Con tal alteración el bello rostro, Que parecía concluyente prueba,
Que ya no parecía sino mostró. Mas yo reniego de la mala nueva.
Reconociendo que de ser humano Juan del Rio tenia las opuestas
Huian los espíritus vitales , Opiniones, y por no ser tardío
El pié le corlan» otra vez la mano , Al cargo qiie tomó sobre sus cuestas
Otra vez pudibundos genitales, Y en ir á ver á Baltasar del Rio,
Hasta que con paciencia de cristiano Su hermano, hizo luego gentes prestas;
Salió de las angustias de mortales, Pero hasta salir con mas avio
Para volar, según pios molivos, Fueron delante cinco buenos hombres
A la quieta tierra de los vivos. De caballo, de quien diré sus nombres.
Los atroces tormentos acabados Y son , si la memoria me socorre,
Según feroz bestialidad orJena , Los que llevaron esta delantera
Los caballos y dueños desollados Juan Vázquez y Francisco de la Torre,
Y de ceniza la pelleja llena , Y Pedro de Guzmán, que no debiera ;
Unos y otros fueron cuarteados Un Juan de Céspedes con ellos corre,
Para guisarse la nefanda cena , Y juntamente Diego de Mosquera :
Y de los cascos ya limpios y rasos Destos , dejándolos ir su camino,
Para beber en eílos hacen vasos Después diremos lo que les avino.
Cuando la borrachera se hacia Juan del Rio salió con veinte y siete
Que con cantos y bailes celebraban , Otro día después de su partida ;
El primo del Añasco todavía Cada cual dellos era buen jinete
Se estaba quedo donde lo dejaron , Y en este menester gente rompida .
Con dos hidalgos en su compañía La cual por otra via se éntremele
Que para lo curar con él quedaron, Que parecía menos impedida,
Y para dar en ellos apareja Y fué por Aniabongo, cuya tierra
Sus valedores la proterva vieja. Metió manos y codos en la guerra.
El hijo de Pigoanza que recela Llegaron cuando ya se les estrecha
Destos tres españoles la caida, El resplandor clarífico de Apolo:
Determinó librados con cautela Vieron insignias de la maldad hecha,
Que de nadie pudiese ser sentida : Y de los indios presumieron dolos,
La cual fué despachar quien los compela Porque para tener esta sospecha
A poner en efecto la huida, El pueblo principal hallaron solo;
Dándoles mucha grita desde fuera Demás deslo tomaron una vieja
Y alborotándolos desta manera : Que dijo lodos ser en la conseja.
«Esperad, esperad, gente cristiana. Viendo de guerra toda la frontera
Veréis nuestra macana cuánto pesa, Y teniendo del caso certidumbre ,
Pues antes que se llegue la mañana Sin dilación quisieran salir fuera
Habéis de ser manjar de nuestra mesa; Si les diera lugar febea lumbre;
Aquí llegará presto la Gailana Mas con obscuridad no se pudiera
Que en \ ilustro capitán ha hecho presa ; Caminar sin notoria pesadumbre,
Los huesos podéis ver de los vencidos, Pero con todo esio los mas votos
No solo descarnados, mas roídos.» Eran de verse diez leguas remotos.
¿72 JUAN ni; CASTELLANOS.
Hablóles desta suerle Juan del Rio : Mas si su dueño con auxilio sanio
« Señores, esperemos la mañana, Traspasa pechos y ensangrienta frentes,
Quel deseo de todos es el mió; El buen rocin Ocon con otro lanto
Mas dejar esla poca tierra llana Daña las herraduras y los dientes,
Téngolo por notorio desvarío, No sin admiración ni sin espanto
Y muy mayor salir con obscurana, Del español y bárbaros presentes,
Donde por ser tan áspera la sierra Pues sin espolear ni meter hierro
Podéis morir sin ver quién os da guerra.
«Conviénenos velar y estar á pique Los va remordiscando como perro.
Y que tomemos por alojamiento A los mas señalados arremete;
La casa y el cercado del cacique, Con bocados y coces los lastima;
Porque mejor lugar yo no lo siento, Admira la ventura del jinete ,
Pues si de los contrarios hay quien pique, Andar sin cinchas y durar encima;
Es uno mas allí que dellos ciento : Vuelve y revuelve, gira y acomete,
Rondaran á caballo por de fuera Y con sus voces los demás anima,
Desde el llano compás á la ladera. Porque ya lodos van por sus pisadas
Y andaban bien espesas las lanzadas.
»Si pasase la noche sin estruendo
Y sin acometer bando contrario, La parle de Jos nuestros se mejora ,
Salimos "hemos en amaneciendo Cosa que pareció ser imposible :
Con orden y recato necesario. » Victoriosos van, y en esta hora ,
Entraron pues adonde voy diciendo; Para ser la victoria mas visible,
Mas tres tuvieron pensamiento vario, Asomó por sus puertas el aurora
Alejándose fuera del cercado Con rostro rubicundo y apacible;
Con sus caballos y el demás recado. E ya del lodo las tinieblas sueltas ,
Dos para cada cuarto son las velas, Vieron los indios las espaldas vueltas.
Ellos y los caballo? bien armados, Prosiguen el sangriento desafio.
Con otras prevenciones y cautelas Que la vertida sangre no les basta ;
Que tienen en la guerra ios cursados : Antes cobrando lodos nuevo brio
Duermen todos calzadas las espuelas , Mucha mas vierten desta dura casta,
Las sillas y los frenos alistados , Adonde la pasión del Juan del Rio
Para cualquier rumor hallullo junio La hizo bien crecida con el asta ,
Y ensillar y salir en ese punto. Dejando por allí la tierra roja
El cuarto de la prima fué rendido A causa de la fraternal congoja.
Con estos gloriosos vencimientos,
De la modorra semejantemente, Dignos ansí de ser intitulados,
Sin sentirse bullicio ni ruido Pues eran indios mas de diez quinientos,
De viva criatura ni aparente, Hombres furiosos y desesperados,
Aunque cuasi pegado con el nido Volvieron á los dichos aposentos
Crecidísimo número de gente ; A curar los caballos fatigados,
Y era cuando velaban la mañana Para luego volver á su reposo
Diego Quintero y Luis deLizana. Por estar el terreno peligroso.
Y al tiempo que! lucero matutino Cada cual su caballo regalaba
Su resplandor venia descubriendo , Con grano que hallaron en la villa ,
Salió la tempestad y torbellino Y cuando Juan del Rio se apeaba
Con estampida de clamor horrendo : En el suelo cayó con él la silla ;
Los tres hombres mataron de camjn:., La cincha vieron, y según estaba ,
Estando sus caballos componiendo; Túvose por divina maravilla ,
Mas no les dio lugar el avenida K yo que tracto con quien pudo vella
En multitud y en ímpetu crecida. En esta posesión quiero tenella.
Los indios procuraron el entrada, Y no son eslas de las vanidades
Mas con sumo valor fué defendida , Que en los poemas van entrejeridas,
Y de la gente bárbara granada Porque demás de ser mis propriedades
Ño poca cuantidad quedó tendida, Huir admiraciones fementidas,
Unos caídos en el albarrada Hay tanto que decir en las verdades
Y otros dispuestos á perder la vida; Que no hallan lugar cosas fingidas ;
Y como viesen el sangriento juego Y ansi, nunca jamás fatigué pluma
Determinaron de ponelles fuego. En cosa que ser cierta no presuma.
Venían ciertos indios con candela, Voy al nivel de la verdad alado ,
Por ser aquellos los ardides ciertos Y ílella discrepar punto no oso ,
Y aun el riesgo mayor que se recela Por parecerme tiempo mal gastado
Por los que peleaban encubiertos ; Mezclar lo cierto con lo fabuloso,
Mas con su sangre por los dos de vela Pues a causa de ir entreverado,
Ellos y los tizones fueron muertos, í,o verdadero queda sospecltoso:
Y á no salir tan bien lo que se hizo, Muchos lo hacen , pero tal idea
Perecieran por ser todo pajizo. Menos tiene de bella que de fea.
Ocupó Juan del Rio los arzones Conozco que soy torpe coronisla ,
De mi salto por salir á la rencilla , Pero de tantas cosas peregrinas
Y un negro suyo con las turbaciones De muchas soy testigo yo de vista,
(¡Oh caso singular y maravilla!} En guerras estranjeras é intestinas ;
El caballo cinchó por los ríñones, Y las que pongo por ajena lista ,
La cincha por debajo de la silla ; Yo sé que son personas fidedinas
Ansí que para la batalla dura Aquellas que me dictan lo que escribo,
Las piernas solas eran ligadura. Y algunas dellas viven donde vivo.
Ocon tiene por nombre su caballo, Para que vean lo que vo escribiendo
Del cual dicen algunos tantos bienes Les damos el cuaderno descubierto,
Que con razón podremos igualado Y lo primero que les encomiendo
Al de Adriano dicho Borislenes : Ks advertirme siempre de lo cierto *
Agora no podia sosegallo Porque pongamos antes el remiendo
Oyendo los carcajes y almacenes : Quel ocular testigo caiga muerto;
Rompió con él por la mayor pujanza, Y acontece sobre un mismo subyeclo
Haciendo maravillas con la lanza. Tener diez relaciones de respecto.
4
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 111 , ELEU1A A ISEríALCAZAR, CANTO VI. ~¿
Ansí quel curioso que procura A velar el del alba fué llamado
Historias verdaderas, es.la lea, Juan Vázquez, que es el cuarto que les resta *
Porque le sé decir que mi lectura Apeóse Guzmau , porque su hado
No dirá cosa que verdad no sea : Tenia ya sobrél la mano presta;
Matices faltarán en la pintura Junto de su caballo maneado
Y los colores de la docta dea; Sobre los cuerpos de armas se recuesta,
Mas la sinceridad que represento No por gozar del ocio soñoliento,
Le servirá de lustre y ornamento. Sino por descargar á su jumento.
Volvamos á los válidos guerreros, Pues aunque fuera ronda centinela
Por quien con gran recato se camina Que vueltas da por los cercanos senos,
A Tiuianá, donde con pies lijeros A todos ellos fué común la vela,
Llegaron á la hora vespertina: De gustos soporíferos ajenos ,
Allí hallaron al Luis Mideros, Fijada la hebilla del espuela,
Al Francisco Cornejo y al Medina, Los caballos con sillas y con frenos,
Que son los tres que del recuentro agro Porque sintiendo mano que lastima
Del Añasco salieron por milagro. Puedan con brevedad subir encima.
Y en el aspecto dellos bien se via La roja aurora sus purpúreas puertas
El continuo trabajo y el tormento , Abría ya sobre dorado quicio,
Pues habia pasado quinto dia A los mortales dando nuevas ciertas
Sin dar á los estómagos sustento , De la venida del ardor propicio,
Caminando de noche , porque el dia Cuando de las escuadras encubiertas
En el monte cumplió hacer asiento , Oyó Juan Vázquez tácito bullicio:
Los pies descalzos, desnudos los brazos , Batió las piernas á manifestallo,
Y los vestidos hechos mil pedazos. Y al punto suben todos á caballo.
También llegaron en aquel instante, El Pedro de Guzmán subió de un sallo ,
O poco antes del Luis Mideros , Como quien con soltura se menea,
De los cinco que fueron adelante No se acordando con el sobresalto
Del Juan del Rio, cuatro caballeros , De quitar al caballo la manea ;
Con paso presuroso de portante, Metióle hierro, mas hallólo fallo
Desnudos , en la mano los aceros, De aquella lijereza que desea;
Porque al uno mató la gente fiera , Quiso bajar, y vióse rodeado
Y el caso medió desta manera : De bárbaros por uno y olro lado.
Con priesa que se dieron aquel dia Porque reconociendo ser sentida
Llegaron á las casas del Inando, Aquella turbamulta de bestiales,
Et cual los recibió como soba, No llama de los vientos impelida
Personas y caballos regalando ; Vuela tanto por secos pajonales,
También Jes dijo cómo convenia Cuanto fué la feroz arremetida
No proceder en lo que van buscando, De mas de cuatro mil lobos cervales,
Porque tenia por avisos ciertos Cuyas bocinas y alaridos crecen,
El Añasco y los suyos estar muertos. De suerte que los campos ensordecen.
No df jó de temer el mas robusto . Como no pudo con los embarazos
Y sobre dar la vuelta se porfía : Seguir Guzmán sus cuatro compañeros,
Al Pedro de Guzmán no le dio gusto Descargó la violencia de los brazos
Usar de semejante cobardía, Con golpes tan pesados y tan fieros,
Demás desto decia no ser justo Que al caballo y á él hacen pedazos
Volverse por lo que un indio decia: Aquellos infernales carniceros,
Los otros, de no monos presunciones, Mas hambrientos , voraces y protervos,
Condescendieron con sus opiniones. Que sobre muertos multitud de cuervos.
Pero no me parece de prudenles , Mirad la presunción del ser humano
Cuando necesidad no los convida, En qué viene á parar cuando mas osa ,
Con fanfarronerías de valientes Y cómo muchas veces de su mano
Ir á notorios riesgos de la vida: Se buscan hombres muerte trabajosa ,
Eran las tristes nuevas evidentes, Cómo también Juan de Guzmán, su hermano
Y el indio no habló cosa fingida, Aquel que combatió con Espinosa ,
Antes pura verdad . y no embargante Fuertes , honrados, nobles caballeros,
Su buen consejo, fueron adelante. Y ambos tuvieron-malos paraderos.
No fué su caminar á pasos lentos , Los cuatro que salieron adelante ,
Antes apresurando la corrida No viéndolo, pararon breves puntos ,
Llegaron á los mismos aposentos Por la desgracia ser en un instante
De do los tres hicieron su hiiida : Y el trueno con el rayo llegar juntos;
Mas con especular y estar atentos, Mas en oyendo la tumultuante
No descubrieron ánima nacida Turba , contáronlo con los difuntos,
De quien pudiesen colegir respuesta Reconociendo que tenian caza ,
O de paz ó de guerra manifiesta. Pues tantos reparaban en la plaza.
Perplejo cada cual porque no via Allí se señalaba la Gailana,
Salilles á hablar mozo ni cano. Que va tras ellos ya con gran bullicio ;
Bien quisieran (á dar lugar el dia) Pero como tenían tierra llana
No tener el azar tan á la mano ; Cumplían con el militar oficio ,
Mas ya la luz de Febo se metía Y por usar de condición humana
En las profundas ondas de Océano; Llevaban por delante su servicio ,
Venian fatigados demás desto, Porque todos corrían detrimento
Y ansí fué de velar el presupuesto. Y fueran de los indios alimento.
Por cuartos fué la noche repartida , Acometiendo pues y alanceando
Y siempre los caballos ensillados , A los que se mostraban con esceso ,
Sin tener cosa mal apercebida Se fueron retrayendo y alejando
De las que suelen próvidos soldados , Deste bestial y duro sobrehueso:
Y mas en ocasión tan conocida Llegaron al cercado del Inando,
De tantos enemigos rodeados : Quel pésame les dio del mal suceso .
Veló la prima Diego de Mosquera. Manifestándoles estar corrido
Guzmán a la modorra salió fuera. Por avisallos v no ser creído
474 JUAN DE CASTELLANOS.
Ellos le dieron su descargo cierto , Y ansí los indios del compás frontero
Y bien pudieran dallo sin malicia, Les salieron de paz, aunque fingida,
Porque se descargaron con el muerto El uno (cosa nueva) con sombrero,
Que de llegar allí tuvo cudicia;
El buen indio no con inlenlo tuerto Presea del Añasco conocida.
Los sirve, los regala y acaricia , El capitán Serrano, que primero
Y dellos cada cual allí mitiga Tuvo la vista mas apercebida,
El cansancio , la hambre y la fatiga. Dijo : t No tengo yo por señal buena
Y fuera cierto general ruina , Cubriros con sombrero la melena.»
Si en este tiempo de furor insano Por el mismo Serrano preguntado
No proveyera la bondad divina Quién le hizo merced de la montera,
De la fidelidad deste pagano, El indio respondió disimulado
Sin dar vaivén su condición benina, Quel capilán Añasco se la diera.
Ni contraer jamás la pia mano, «Antes le diera su rucio rodado,
Aunque pudo tener vez opon una Replica, y esto yo le lo creyera,
Para seguir mudanzas de fortuna. Poique su visla , de salud ajena ,
Después que con las obras los consuela Con este recibía menos pena.»
Y palabras de vivo cumplimiento , Los indios se partieron en efeto ;
Fueron á Timará, (pie se recela Mas el Serrano, como bien curtido,
De mas encancerado rompimiento; Dijo ; «Señores míos, el discreto
Y ansí tenían vigilante vela Procure de velar apercebido.
Noches v días sin faltar momento , Porque según lo visto yo os prometo
Por ser notoria ya la desvergüenza Que se nos apareja mal ruido,
Y el daño mucho con que se comienza. Y si ya por ventura no me engaño.
En la tierra tenemos mucho daño.»
Había ido Florencio Serrano , Respondió Pedro López del Infierno
Primero quel Añasco pereciese, (Que tal nombre le dan por apellido,
Con dineros al pueblo Popayano Porque iraspuesio por su mal gobierno
Para que de ganados proveyese Allá dijo que había descendido) :
Este terreno que teniar, llano, «Un paco de los mios, el mas tierno,
Sin que contrariedad se presumiese : Asegurar podrá nuestro partido :
Seis mil pesos llevó para gaslallos Velen esas ovejas por su dueño,
En puercos , pacos, yeguas y caballos. Que no me quitará temor el sueño.»
Que ya por ser ganancias importantes, El Florencio Serrano le responde :
En puebles ricos y recién fundados «Andaos á decir gracias de conlino,
Desde Pirú bajaban contractanles Que si la luz del sol se nos absconde, •
Con estas diferencias de ganados , Podría ser con vuestro desatino
Y de negociaciones semejantes Que muy presto bajásedes adonde
Todos volvían bien aprovechados ; Sabéis, pues anduvistes el camino,
Hizo pues el Florencio buen empleo Y quel burlar en vida desa suerte
De las cosas que tienen en deseo. Os saliese de veras en la muerle.»
El cual, desque compró lo que queria El dicho Pedro López todavía
Para los militares menesleres, Su caballo mandó poner á gesto,
Volver á Timaría (por otra via Y mi sobrino de Ampudia , (pie regia ,
De la que trajo) son sus pareceres. , A ios demás mandó que hagan esto;
Por ser mas llana ; y en su compañía Mas no tan junios como convenía,
También venían ciertos mercaderes. Pues se acomodan en diverso puesto,
Con intención de dar con su manada Y no porque el lugar era muy ancho,
En este nuevo reino de Granada. Mas cada cual miraba por su rancho.
Porque como supiesen haber puerta, Porque quien menos tiene pone tienda
Aunque con muchas leguas de distancia, De varia mercancía proveída,
En tierra nuevamente descubierta Que se llevaba para su vivienda,
Necesitada de la tal substancia, Y no querían ve i la divertida ;
Siendo primeros, era cosa cierta Pero ¿ de que. me sirve la hacienda
Sacar del reino próspera ganancia, Si por la reguardar pierdo la vida?
Y ciertamente caudalosa fuera Por cuerdo tengo quien largó la capa.
Si como se pensó les sucediera. Si con dejada de la muerte escapa.
Mas entonces no fueron opiniones En este tiempo ya se recogía
Ciertas al armenlario contractanle. A los antípodas febea lumbre,
Porque tenia varios trompezones Llevándose tras sí la iuz del día
Peligrosos opuestos por delante ; Según y como tiene de costumbre,
Pero los cudiciosos corazones Dejándonos acá la noche fría ,
Cosa no tienen por exorbitante , Sombra de la terrestre pesadumbre,
Y las dificultades mas insanas Terrible , pero no de tal manera
Se les antojan fáciles y llanas. Que no sea peor lo que se espera.
Van pues á Timaná veinte personas El Florencio Serrano, que no duda
Cuiadas todas por adverso hado, Habérseles de dar el alborada,
Unas para quedar, las oirás pronas Esluvo con el espada desnuda
Al viaje que tengo recitado : Y la rodela presta y embrazada :
Llevaban muchos indios yanaconas Unas veces se sienta , otras se muda ,
Por guardas y pastores del ganado ; En la cabeza siempre la celada,
Al (in hicieron una noche cama Teniendo la quietud por enemiga,
En la quebrada que llaman Pirama. Y el miedo tolerando la fatiga.
Los caballos descargan y las yeguas El violento curso presuroso
Para dormir al |>íé de aquel recuesto, Causado por el móvile primero,
Sería la distancia de dos leguas Habia vuelto ya del mar undoso
De donde fué el Añasco descompuesto : La luz resplandeciente del lucero ,
Mas el quebrantamiento de las treguas El tiempo se llegaba fortunoso,
A ellos no les era manifiesto, Y los rigores del asalto fiero,
Porque pensaban estos caminantes Hora que loman bárbaras espías
Estar de paz la tierra como antes. Para venir á dar los malos dias
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCAZAR, CANTO VI. 475
Habló Serrano con los compañeros Estando desla suerte combatiendo,
Que por allí dormían mas cercanos , Demandando favor al alto cielo,
« ¡Alerta , alerta ! buenos caballeros, Un caballo llegó con gran estruendo,
Que la bora tenemos entre manos : Cuyo señor quedaba por el suelo :
Apretemos en ella los aceros, Asióle de las riendas, y subiendo
Prestos los golpes y los pies livianos.» Con tan buen sallo que pareció vuelo.
Y aun no bien concluyó con sus razones , Batió las piernas para la huida,
Guando salen bramando los yaleones. Y á poco trecho le faltó la vida.
Por todas partes son acometidos :
Rodeándolos va red barrendera; Salió de encima luego, visto esto.
Las voces atormentan los oídos Anles que llegue la caribe saña,
Y grita de la gente carnicera; A lin de se suhir por el recuesto
Los pocos peleaban divididos, Que muy espesa tiene la montaña ;
Y no tienen recurso de bandera ; Siguen los indios el alcance presto,
Fállales orden y el valor les sobra , Taino que no le vale buena maña;
Con el cual entran en la mortal obra. El lamentaba ya su lin amargo,
El compás de la tierra mas cercana Y ellos riendo pásanse de largo.
Con sangre de los bárbaros se riega , Viendo buena sazón y coyuntura
Y allí llegó la mano castellana Y que el bravo furor le daba lado,
A lo que natural tuerza no llega, La gran fragosidad y la espesura
Sustentándose hasta la mañana, Del monte tuvo por lugar sagrado :
Con ser sobre tres mil en la refriega, Entró por ella como lo procura
Todos determinados y valientes El ciervo de los perros acosado,
Y con tantas victorias insolentes. Do le pasaron otras muchas cosas
H'erve la confusión, y en ella caen Que ciertamente fueron milagrosas.
Bárbaros, destroncadas las cervices , ¡Oh! cuántas veces rodeó la frente
Y no pocos heridos se retraen, Con antojos confesos y perplejos,
Unos sin dientes, otros sin narices; Y pudo mitigar la sed ardiente
Prevalecen al tin esos eme traen Con los licores que le son anejos!
Fundamento crecido de raices, Mas pasa por la frígida corriente
Y ansí con caigas de furor horrendo Con el deseo de se ver mas lejos,
Se van los españoles consumiendo. Hasta que la l¡niebla sobrevino,
El de mayor vigor se siente laso, Y aun procuró de caminará lino.
Y Hiéranlo también los doce Pares ; Yendo por los parajes que sabia
El número de vivos es escaso, Ser para su derrota hieitgtiiados,
Inmensas las angustias y pesares; Después que ya llegó la luz del dia,
Los caballos no pueden ya dar paso, Dejando los caminos desusados,
Hotos y traspasados sus ijares , Topó con española compañía
Caen rendidos á la fatal suerte, Que traían ansimismo ganados,
Y con ellos los amos á la muerte. Y dándoles razón de la revuelta ,
Porque las mazas de mortales pesos. Con él á Popayán dieron la vuelta.
O las macanas con que los herían, Por el semblante pálido que lleva
Rociaban la tierra con los sesos Se pudo conocer el detrimento :
De los desventurados que caian ; Ningún vecino hay que no se mueva
Mas á vida ningunos fueron presos , A compasión . dolor y descontento ;
Antes de tal manera combatían, Pero sabida del la mala nueva ,
Que ninguno cesaba del combale Se hizo mas acerbo sentimiento,
Hasta llegar al último remate. Por ser los muertos hombres principales ,
Y ansí las resistencias y porfía Y lo que se perdió gruesos caudales.
Duraron con aquel valor esquivo Unos lloran la muerte del pariente,
Hasta que fueron ya las diez del d:a : Otros la del amigo y del vecino,
De lodos ellos uno solo vivo, Y el Juan de Ampudia, que es allí teniente
Que milagrosamente se valia, También lamenta la de su sobrino ;
Y aun hoy me da razón de lo que escribo, El cual en breve tiempo llegó gente
Y es Florencio Serrano, de quien siento Y á la provincia de Pirama vino
Que cuenta la verdad en lo que cuento. <'on cincuenta peones afamados
A lodos consla bien ser su costumbre Y veinte de caballo bien armados.
Sin interposición de vil artista ,
Y él y Orozco, que me dan la lumbre , Cuando Febo por natural carrera
De la dificultad desla conquista Tenia de los sinos el primero,
No hablan cosa con incerlidumbre. Y con la propiia vuella de su esfera
Antes lo que deponen es de visla, Visitaba los cuernos del carnero,
Y un Arias Maldonado, cuya fama Año de treinla y nueve de la era
Otra mas diligente pluma ¡lama. Con mas los quince cientos que refiero,
Con los tres tracto, hablo, comunico, * El Ampudia llegó con los que cuento
Y con su relación me favorecen, Al impío lugar del rompimiento.
Aunque de lo que dicen y publico El bárbaro que, pronto y avisado,
Con humildad sus hechos obscurecen : Vivía , por estar mas á provecho,
Quisiera yo tener tálenlo rico En las laderas de un cerro pelado,
Para les dar aquello que merecen, Por donde su camino va derecho
Pero como la parca se detenga En angosto lugar y acomodado,
A tiempo lo diremos que convenga. A mano tienen un gran bosque hecho,
Volvámonos al Florencio Serrano, Dentro del cual oculta y emboscada
Que solo, como válido y esperto, Copia de gente bien aderezada.
Allí pelea con sangrienta mano, Allí Serrano va , pero repara ,
En el cansancio de sudor cubierto; Considerando ser nueva cultura :
Pero su buen caballo rabicano Algunos indios fuera hacen cara,
Ya desangrado se le cayó muerto; Amenazando con desenvoltura;
La lanza deja, bien ensangrentada, Tras ellos van, y huyen como jara
Para melellos en el angostura;
Y aprovechóse luego del espada. Mas anles de llegar al arboleda,
El que mas cuerdo es atrás se queda.
476 JUAN DE CASTELLANOS.
Uno que procedió menos cobarde, Bien esplorados del cercano viso,
Sin tener atención a lo que empieza, Bajos los cuerpos como convenia,
Esperiinenta del oculto alarde Atrás volvieron para dar aviso
Lo que suele hacer la chira pieza ; Al Tovar y á la gente que venia:
Revuelve luego sin que mas aguarde, Mas en aquel instante dar no quiso
Manando roja sangre la cabeza , En ellos, antes algo se desvia,
El cual fué tan veloz en la huida Hasta que el soporífero beleño
Que la velocidad le dio la vida. Del vino les agrave mas el sueño.
Viéndole revolver de malos modos Jinetes y peones fueron velas ,
Aquellos que quedaban detenidos, Lanzas prestas, desnudas las espadas,
Desordenados revolvieron todos Vestidos escolpies, las rodelas
Los unos de los otros impelidos, Embrazadas y puestas las celadas,
Dándose con las manos y los codos; Hasta tanto que vieron las candelas
Unos trompiezan y otros hay caidos, Faltas de resplandor y amortiguadas:
Y ansí los indios de los mas cercanos Indicios manifiestos que señalan
Un español ovieron á las manos. Cómo profundos sueños los regalan.
Acude Juan de Ampudia por librados Luego para llegar los espolea
Con toda la posible lijereza , Acomodado tiempo y oportuno,
Aunque para correr con los caballos No con tal movimiento que se crea
Les da poco lugar el aspereza; Hollar aquel lugar varón alguno,
Los bárbaros por bien han de dejallos Pero tan sin rumor cual se menea
Por ir á mas segura fortaleza , Con calma muerta golfo de Neptuno,
O por se contentar con aquel muerto Hasta que vieron bultos de fieles
Que les tomaron en el desconcierto. Bárbaros que velaban por cuarteles.
Y con ser brevecilla la tardanza Tocan al arma para lo que resta,
En aqueste latíbulo primero, Que es venir á las manos sin tardanza ;
A uno de caballo se abalanza Mas su preparación no fué tan presta
Un esforzado bárbaro lijero, Cuanto la punta de cristiana lanza,
Y de las manos le quitó la lanza, Que con sangrientas obras manifiesta
No sin gran confusión del caballero. El deseo que trae de venganza ,
Por ser aquellos pasos de tal arle Diciendo ¡Santiago! Santiago!
Que para la cobrar nunca fué parte. Dando principios al cruel estrago.
Ellos al fin pasaron la quebrada Los bárbaros del sueño se enajenan,
Y asentaron real en tierra llana Y á los que quieren impedir el daño
Con buenas velas, y á la madrugada Los que huyendo van los desordenan
Los veinte de la gente mas lozana Y caen en las redes del engaño :
Se fueron á poner en emboscada, Crece la confusión, los gritos suenan ,
Donde tomaron, clara la mañana , Revueltos como suelen en rebaño
Seis gandules que van por el sendero Las ovejas de lobos salteadas ,
Y enlrellos aquel indio de! sombrero. Que ya van juntas, ya descarriadas.
Al campo los llevaron maniatados, ¿Quién os podrá decir lo que hacia
Adonde procedieron por justicia , Cuando con dura lanza los aqueja
Y fueron en efecto castigados El valeroso Francisco García
Por sus atrevimientos y malicia , De Tovar, que la tierra dura deja
Siendo de muchas cosas preguntados, Ulanda , pues de la sangre que vertía
Entre las cuales les dieron noticia Corre la superficie con veja,
Estar muchos caciques en su junta Sin dar lugar á paez ni yalcones
Una legua de allí tras cierta punta. A que puedan formar sus escuadrones?
Hízoles el temor que se prevengan Y todos los demás andan gallardos
Para contravenir con antuviada , Ansí jinetes como los infantes ,
Y por no les cumplir que se detengan Con manos prestas y los pies no tardos
En dar la traza mas proporcionada, Al dar de las heridas penetrantes :
Determinaron iraníes que vengan Ya huellan por paveses y por dardos,
A dar adonde están el alborada, Por cabezas y miembros palpitantes ,
Pues tendría la bárbara pujanza Acudiendo con suma diligencia
Algún descuido por su confianza. Adonde ven alguna resistencia.
El campo se quedó do se tenia ,
Con Juan de Ampudia, principal regente; Al encuentro con gente que acaudilla
Fué con cuarenta Francisco García Un cacique salió llamado Meco,
De Tovar, en las armas escelente, Y el valiente Tovar en la rencilla
El hierro que melió no sacó seco,
Y demás de su grande valentía í'ues la lanza rompió por la telilla ,
Circunspecto varón , sagaz, prudente; Y de allí no paró hasta lo hueco :
Y el sol entrado ya por el ocaso •'•ayo con el dolor de la herida,
Vieron los fuegos en un campo raso.
Y en el profundo dio mayor caída.
Adonde concurrió la muchedumbre
De aquellas serranías y fronteras, En otros muchos maculó la lanza,
Usando como tienen de costumbre Por cuya causa los de aqueste bando,
La destemplanza de sus borracheras, Pareciéndoles mal mucha tardanza,
Siempre que dan guerrera pesadumbre A gran priesa se fueron deslizando ;
A gentes naturales ó estranjeras : Aquesto mismo hizo Pigoanza
Con la tiniebla pues á la malina Por inculto camino rodeando,
La gente castellana se avecina. Mas entonces la gente que lo pisa
Van algo separados de sus huellos Fué tanta que á tres leguas se divisa.
Delante dellos dos sueltos peones , Cuando de la región de los argivos
Oídos prontos, tácitos resuellos, El sol trajo su luz á nuestros puertos ,
Con gran tiento mudando los talones , El campo quedó libre de los vivos
Hasta poner la vista ya sobrellos, Y lleno y ocupado de los muertos :
Tanto, que percibían sus canciones No siguen á los indios fugitivos
Donde bebiendo cuentan sus proezas Mas de por los lugares descubiertos ,
Y de los españoles las flaquezas. Donde muchos andaban embebidos
En despojar el oro de caidos.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III ELEGÍA A BENALCAZAR, CANTO VII. 477
Como muchos huían con herida Desta bestialidad testigo sea ,
O ya por el ijar, ya por el pecho, Sin que de mas hagamos escrutinio,
Y antes quo diesen la mortal caida El torpísimo hecho de Medea,
Podían caminar algún buen trecho , O de Tulia la hija de Tarquinio,
Un español salió de la medida
Al lugar do pensó hallar provecho . O Scila que por apetencia fea
Y en vez de la ganancia que procura Quiso quitar al padre su dominio,
El misero halló la sepultura. Con otras cuyo pecho furibundo
Porque cuando las manos embaraza Causó notables daños en el mundo.
En quitar á defunlo cierta pieza , Y si por causa débil y liviana
Un abscondido vivo hizo chaza, Aun suelen concebir odios mortales ,
Pues los nervosos brazos endereza ;,Qué podremos decir de la Gaitana
Y descargando la terrible maza Revestida de furias infernales V
Le hizo dos pedazos la cabeza : Contra la poca gente castellana
Fué con aquel azar turbia y aguada Convoca multitud de nalurales,
La victoria de todos estimada. Y para que mayor venganza vea
Avisaron al campo peregrino A todos los aguija y espolea.
Del buen suceso, sin inconveniente Nunca jamás siguieron al de Tracia
Otro quel dicho, por el desatino Tantos absortos en sus dulces sones,
Y cudicia notable del paciente; Cuantos á ella, vista su desgracia,
El capitán Ampudia luego vino Querellas, lloros y lamentaciones :
Con mas caballos y la demás gente , No (altaban razones y eficacia
Que con las condiciones de la guerra Que mueven los humanos corazones;
Corrieron por allí toda la tierra. Y ansí tanto valió con estas gentes
Entró hasta los paez la contienda, Que de su voluntad están pendientes.
Nación guerrera y en estremo brava, Teniendo pues la voluntad ganada
Adonde no hicieron la hacienda Hasta del mas lejano señorío,
Tan á su gusto como se pensaba, Habló con Pigoanza la malvada
Por hallar quien la tierra les defienda, Y en la resolución lo halló frió,
Proveída de tiros el aljaba, Poniendo por escusa la pasada
Y tal bravosidad y pertinacia Donde Meco njurió, que era su tio;
Que no fué de los nuestros sin desgracia. Pero la mala vieja macilenta
Porque en batalla dura tan reñida Con aquestas razones lo calienta :
Cuanto deseo de vencer ordena, « Caro señor, el amistad estrecha
Al Juan de Ampudia dan una herida Y nuestro parentesco me provoca
Que del cuello rompió la blanda ven:i, A decirlo que á todos aprovecha
Y á pocas horas exhaló la vida : Y para bien común abrir la boca ;
De que se recibió crecida pena, Pues en particular yo satisfecha
Por ser un valeroso caballero Estoy de la venganza que me loca ,
Y en armas y consejo marte fiero. Por tu bondad y por tus beneficios,
Sin que lo mereciesen mis servicios.
No sin recelo de mayor ruina, » Pero de aquellos polvos tales lodos
Como ya por momentos los asechen Han resultado de una y otra banda.
Escuadrones de gente convecina Que ya no va por mi sino por todos
En pasos puestos que les aprovechen , El llevar adelante la demanda ;
Francisco de Tovar se determina A tedos cumple menear los codos
Salir de Paez antes que los echen , Y á ninguno mostrar la mano blanda ,
Y ansí desampararon sus terrenos. Siendo de condición el enemigo
Y á Popayán llegaron todos buenos. Que nunca se descuida del castigo.
Dejemos estas gentes descontenlns » Las afrentas y muertes de varones
Haciendo por Ampudia sentimiento, Como se vean con mayor pujanza,
Y á guerras mas crueles y sangrientas No las han de dejar entre renglones
Vuelva mi peregrino pensamiento; Asegurándose con la venganza;
Pues los que en Timaná tienen sus rentas Y consta que sus odios y pasiones
Piden la reflexión de mi talento , Tienen de descargar en Pigoanza ,
Para que con prolijo canto diga Por regirse por él toda la'tierra
La gran prolijidad de su fatiga. Y ser el nervio duro de la guerra.
»Y si por caso , lo que Dios no quiera ,
De paz ó guerra caes en sus manos ,
CANTO SÉPTIMO. Reconocida tienes la manera
Del castigo que dan estos tiranos :
Donde se cuenta cómo Pigomta, por importunidad de la Gaitana, con- Vivos en ardentísima hoguera
vocó otro» muchos caciques, y vino sobre el pueblo de Timaná con Los sepultan por casos muy livianos ;
mas de doce mil hombres de guerra, y las grandes cosas que en la de- Pues consiuera si serán más justos
fensa de los españoles se hicieron.
Contigo que les das tantos desguslos.
Ningún animal hay de su cosecha »Estos son los regalos y mercedes
Tan cruel, tan protervo ni tan fiero , Que hacen a quien es mas obediente ;
Cuanto flaca mujer, si se pertrecha Y ansí circuncidar aquestas redes
(Para vengarse) de furor severo; Será de valeroso y de prudente :
Y aun con malar no queda satisfecha , Ninguno mas que tú pues solo puedes
Siendo de las venganzas lo postrero, Librarnos de tan mal inconveniente;
Pues muchas deltas con los cuerpos muerios Tantea , mira , piensa bien los modos
Usaron detestables desconciertos. Porque tu voluntad es la de todos.
Estas costumbres son de largos años • Cuantos quisieres entran en la liga ,
Entre mujeres varias insolentes, Y de sa general tienes los votos;
No solamente para con estraños Ninguno dellos hay que no te siga
En nación y linaje diferentes, De los cercanos y de los remotos;
Pero también se estienden estos daños Tardanza solamente los fatiga
A los padres, hermanos y parientes, Y no desmayan los que fueron rotos,
Porque su crueldad y su demencia Por ser aquel un caso repentino,
Caminan sin que hagan diferencia. Sepultados en sueño con el vino.
•W JUAN DE CASTELLANOS.
» De cuyo mal sacamos advertencia » El mayor y menor dellos trabaja;
Para siempre vivir apercebidos, Cansados andan, flacos y deshecho;-;
Por ser cosa común con esperiencia No se nos aventajan una paja
H;icerse descuidados advertidos. En fortaleza y animosos pechos ;
Hay demás desto grande diferencia Solamente nos tienen de ventaja
De acometer á ser acometidos; Tajantes y aculísimos pertrechos .
Pues para destruíllos y vencellos De los cuales algunos ya son mios ,
Nosotros hemos de ir en busca ('ellos. Ganados en sangrientos desafíos.
» Tú llevas gran pujanza y eminencia ; » De los nuestros, aunque de peor traza,
Su gran flaqueza ya nos es notoria; Infinidad verán á la redonda
Cosa principal es la diligencia Con dardo,flecha, pica, lanza, maza,
Y no para tener por accesoria , Volante piedra de estallante honda,
Porque si destos crece la potencia, Que cuando fuerte brazo desembraza
Había dificultad en la victoria; Hasta las plantas de sus ramos monda ,
Alas si tu dilación no les ayuda Y en las sensibles rompen sus escesos
De su deslruicion no tengo duda. Dientes y muelas, y quebrantan huesos.
» Por tanto, mira bien lo que conviene » ¡ Ea pues, valerosa compañía!
Con tiempo, pues lo tienes de presente : Poned los pies en orden y las manos,
No se diga por tí, quien tiempo tiene Y caminemos por secreta vía ,
Y otro mejor atiende se arrepiente; No por campos abiertos ni por llanos ;
La perplejidad ciega se cercene, Saldréis mañana, porque esotro día
Y no vivamos tan infamemente, Hemos de beber sangre de cristianos ,
Ni rebuses entrarles por su puerta, Y de la carne misera vencida
Pues te la da fortuna tan abierta.» Teméis á vuestro gusto la comida.»
D¡jo,*y el Pigoanza convenido Dijo su parecer el Pígoauza
De las persuasiones desta vieja, Y arrimáronse lodos á su voto,
A lin de se quitar de mal ruido Asegurados de la confianza
Determinó hacer lo que aconseja : Que tienen de tan próvido piloto :
Convocó los que siguen su partido ; En el beber creció la destemplanza ,
Flechas, lanzas y dardos apareja ; El estruendo, murmurio y alboroto.
Llegáronse de parles diferentes Según que suelen en infame boda
Sobre doce mil bárbaros valientes. Después que ya la genle se embeoda.
No con ropas de grana ni de seda, Y cada cual de las parcialidades
Sino las que les dio naturaleza, Se jacta desús fuerzas y su maña,
Sobredas oro y el betún de greda Con las inicuas monstruosidades
O bija por salud ó gentileza : De que tenia llena su cabana.
Fállame copia con que decir pueda Diciendo que las mismas crueldades
Su brío, su postura, su braveza, Esperimentarian los de España;
Feroz y denodado continente, Las pellejas al (iu de los mejores
Al de su corazón correspondiente. Habían de ser cueros de atambores.
Llegados todos al alojamiento Este concurso, como quier que fuese
Proveídos de jáculos mortales , A muchos sospechosos ocultado.
El Pígoauza hizo llamamiento No lo fué tanto que no lo supiese
De lodos los caciques principales Inando, y aun acaso fué llamado.
Hubo de capitanes nombramiento Y pudo ser que sus disculpas diese
Y de los necesarios oficiales, Y quedase con ellas escusado.
Y para dar sazón a lo que resla E l , en efecto, como buen tercero.
Con tal exhortación los amonesta : A los cristianos hizo mensajero,
« Bien sabéis, sin que yo lo represente, Diciéndoles que miren por sus cuellos
El lin para que somos congregados, Y estén alerla bien apercebidos.
Que de las causas es la mas urgente Porque tal dia llegaran sobrellos
Y la que mas despierta descuidados, Sobre doce mil indios atrevidos.
Pues que nos quiere peregrina gente Y que con lo. que puede socorrellos
Es avisar que vivan advertidos,
? uilar la libertad y los estados,
consentírselo será de locos,
Siendo nosotros muchos y ellos pocos.
Usando de las buenas prevenciones
Que piden semejantes ocasiones.
» Y no mejores, si hacéis examen ítem, que por ser laníos en la masa.
De sus fuerzas, ardid y valentía , El no podía ir personalmente,
Pues como se confundan y derramen , Porque también temor le pone lasa
Su mas alto valor es cobardía; Para neutral mostrarse de presente,
Y á parangón en singular certamen Mas á dediles lodo lo que pasa
Ninguno dellos prevalecería luv'/aba persona suficiente,
De los que veo con el menos hombre, Que le pregunten lo que conviniere
Si de menos pudiera tener nombre. Y no duden de cosa que dijere.
> Pies de caballos son en los que estriban El mensajero sigue su viaje,
Para huir en viéndose acosados; Y como mozo suelto y advenido
Y sus encuentros, como se reciban Atravesó por montes y boscaje
Por hombres con aviso reportados, De ningunas espías impedido ;
Con facilidad grande se derriban A Timaná llegó con su mensaje,
Como si fuesen tímidos venados : Que fué por todos bien agradecido ,
Esperiencia tenemos con su daño No sin alteraciones de los pechos.
Y á su costa patente desengaño. Dudosos en los fines destos hechos.
» Antes teníamos otros concelos , El bárbaro le hizo manifiesto
Juzgándolos por hombres inmortales , Al Juan del Rio cuanto le pregunta ,
Mas ya reconocemos ser subyelos Por ser el capitán, y demás desto
A hambre, sed y los comunes males , Aquellas circunstancias que barrunta;
De suerte que los blancos y los prietos Y ansí, por les venir el golpe presto,
Somos en el morir todos iguales, Luego délos vecinos hizo junta.
Mas mucho mas cercanos a la pena Que no pasaban todos de noventa ,
Los que son pocos en región ajena. Serian de caballo los cincuenta.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCAZAR, CANTO V i l . 479
Cada cual dellos es hombre bástanle El globo de la densa pesadumbre
En esfuerzo, valor y en esperiencia, Ya los dorados rayos encubría
Pero contra tumulto semejante De la preclara y rutilante lumbre
Dudosos por la falla de potencia ; Que lleva con la suya la del dia,
Mas como fuese lo mas importante Cuando los nuestros con incertidumbre
Allí hi brevedad y diligencia, De la turbada hora cuál seria ,
No pudiendodel mal hacer desvío, Se pusieron sus haces ordenadas
Habió desta manera Juan del Hio : En las partes que fueron señaladas.
« Señores , dentro estamos en la danza, Seis rondas de caballo por defuera
Y para la danzar buenos y sanos ; Del pueblo , repurgados los oidos,
Refugio no lo hay ni coniíauza, Los ojos á la selva que frontera
Sino, después de Dios, de nuestras manos: Tienen , con atención van dirigidos.
De prevalecer tiene nuestra lanza, Porque los indios cosa cierta era
Pues somos españoles y cristianos; Venir por espesuras abscondidos;
Al mal inevitable poner pecho , En lo cual y en lo mas que represento
Que donde hay fuerza piérdese derecbo. Nunca se defraudó su pensamiento.
«Gracias al soberano paraíso, Porque con estos mismos pareceres
Eterna gloria de los celestiales, Tomaron las montañas por cubijas,
Que por un infiel bárbaro quiso Con mas de diez ó doce mil mojetes,
Mercedes nos hacer tan esenciales, Y con las madres las adultas hijas ,
Porque sí nos tomaran sin aviso, Cargadas en aquestos menesteres
No se nos escusaban grandes niales; Unas con armas, otras con vasijas,
Pero con él la cuantidad inmensa Para guisar la caza sin tomalla,
Peor negociará de lo que piensa. Ni ver el cierto fin de la batalla.
«Manos á la labor, señores mios, Y con ser este número crecido,
Y en ellas sin faltar las armas prestas. Que siempre caminaba por boscaje,
En el orden y medios no tardíos , Nunca jamás se percibió ruido
Porque las dilaciones son molestas, En toda la distancia del viaje;
Y á quien espera tales desafios Al fin , con paso lento y encogido,
No le conviene reposar las siestas : Todos llegaron juntos al paraje,
Parecer pido para que se vea Cuando Titán entró por el ocaso,
Qué modo se terna que mejor sea.* Y no por eso salen a lo raso.
El buen capitán Arias Maldonado, Antes en la montaña se sepultan
En ausonio país soldado viejo,
Dijo : « Sea por fuerza que por grado Esperando mas cómodas sazones,
Todos han de seguir vuestro consejo, Según para hacer salto se ocultan
So pena que quien fuere descuidado Los carniceros tigres y leones :
Ha de dejar por prenda su pellejo : Los caciques se juntan y consultan
A vos, señor, mandarnos pertenece, El orden que lemán los escuadrones.
Los cuales determinan y decretan
Y á mi que diga lo que me parece. Que por dos parles entren y acometan.
» Los indios, como suelen, con obscuro Esla fué la razón, según se piensa,
Han de venir por partes asechadas : Que por ser pocos los acometidos,
Alevinemos con juicio puro Y de su parle multitud inmensa,
Cuales tienen de ser estas entradas; Serian con facilidad vencidos,
Tememos, pues no hay cerca ni muro, Por haber de salir á su defensa
Las bocas de las calles ocupadas, Los nuestros en dos partes divididos ,
Formados nuestros breves escuadrones Y barrenan el impedimento,
De buenos caballeros y peones. Según á flaca paja recio viento.
• Pues ellos tienen de entablar su juego Y en esto no hacian falsa cuenta
Por donde fuéiemos acometidos , De no tener la gente peregrina
Poniéndoles á los buhíos fuego, Fuerza para salir desta tormenta
Y á poclello hacer somos perdidos; Si no les acudiera la divina ;
Mas puestos donde digo, pueden luego Mas lodo cuanto multitud intenta,
Ser ile su mal intento rebatidos , Esta lo desbarata y arruina,
Y á hallarnos afuera ó en el medio Sin fallecer en cosa que comience.
Del pueblo , carecemos de remedio. Pues con su voluntad lodo lo vence.
» A caballo se ronde por defuera Antes pues de salir á rasa plaza,
Por hombres que se den tan buena maña En el monte metidos y reclusos,
Que en el rondar lo hagan de manera Para que los de honda, dardo, maza
Que den la vuelta hasta la montaña, No fuesen mal digeslos ni confusos ,
Pues (pie pueden venir á la lijera Se dio tan buena y ordenada traza
En sintiendo llegar bárbara saña , Cuanto pudieran dar ítalos usos,
Y el arma que se diere y el mensaje Repartidos los doce mil que pongo
Ha de ser por aquel mismo paraje. Entre dos, Pigoauza y Aniobongo.
» Este cual ha de ser yo lo barrunto , Tan bien proporcionadas las hileras
Y aun por dos partes tentarán el nido : Como lúdeseos de los mas cursados,
Allí estaremos, y en oyendo junto Picas ó lanzas son las delanteras.
La voz despertadora del oido. Luego los macaneros esforzados,
Acomodarnos hemos tan á punto Las crujidoras hondas y lijeras
Que defendamos bien nuestro partido: , Con adaptadas piedras á los lados,
Este es mí parecer, y al mas perfecto Cuyos tiros no salen menos ciertos
Que podrían dar otros me subyeclo.» Que los de los flecheros mas espertes.
Considerada pues esta sentencia Pareciéndoles pues ser oportuno
Según urgente brevedad ordena , Tiempo para salir de la emboscada ,
De lodos, sin ninguna diferencia , A su lugar acude cada uno
Fué dada y aprobada por muy buena; Por tácita señal que les fué dada ,
Y ansi con la posible diligencia Tan sin rumor como si de ninguno
A los cuerpos se dio temprana cena , La tierra por allí fuera hollada;
Debajo de tener ya por las cuestas Y en la reformación al monte junto
Con gran aviso centinelas puestas. Las haces se pusieron en su punto.
4X0 JUAN DE CASI ELLA NOS.
Y ansí cuando (pieria ya la Aurora Ensangrentando pues duro cuchillo
Apartarse del frigio marido, Uno que bien sabia meneallo.,
Por se llegar la reiterada hora Encuentra con un bárbaro caudillo
En que suele dejar el dulce nido. Con tal punta que pudo derriballo ;
La gente que pensó ser vencedora Queriéndolo valer, abren portillo
Y no hallar al pueblo prevenido, Y entró luego por él con su caballo
Se fué llegando con los pasos lentos El Juan del Rio, que de tal ventura
A los apercebidos aposentos. Deseaba la vez y coyuntura.
Mas el pronto mirar de los de España , Rompe por las hileras y atropella
Entonces mas despiertos y advertidos, El buen Ocon usando de sus mañas;
Consideró que acia la montañaí Van veinte de caballo por su huella
Inclinan los caballos sus o í d o s ^ Alanceando bárbaras entrañas;
Allá los ojos van, y en la campaña En los que mas se muestran hacen mella ,
Vieron los escuadrones estendidos; Mella que no padecen sus hazañas ,
Vuelven las riendas todos de improvise , Aunque dellas no damos tal trasunto
Y ¡ arma! diciendo, ¡ arma! dan aviso. Que las subamos al debido punto.
El católico bando reconoce Y ansí después que vido Pigoanza
Venir los indios ya por la dehesa : Por su cuartel el escuadrón rompido,
Al bárbaro feroz, cruel, atroce, Y que hacia la cristiana lanza
De la señal que vio mucho le pesa; De sangre bárbara rio crecido,
Ansí nunca jamás (¡era veloce Dejó de vencedor la confianza,
Con tal presteza va por hacer presa, Y á temor.se rindió de ser vencido;
Cuanto los bárbaros en su corrida, Mas todavía con ardor terrible
Sin salir de la orden referida. Hacia de su parle lo posible.
Acometieron por las dos entradas Las quiebras reparando y socorriendo
Que por los nuestros eran defendidas, Con algunos de los de mas estima,
Donde por no las ver desamparadas Adonde los que halla combatiendo
Aman el detrimento de sus vidas; Por honorosos términos anima,
Ya son perdidas, ya recuperadas, Y á los que sueltamente van huyendo
Con reciprocaciones repetidas, Con obras y palabras los lastima ;
Según en la marítima ribera Pero siempre falló correspondencia
Ondas que ya van dentro, ya van fuera. A su valor y buena diligencia.
Un entrada defiende Juan del Rio Porque los nuestros daban tanta priesa
En el caballo Ocon ya memorado ; Que cuanto hace se desproporciona,
Guardan la otra , no con menos brío, Y ansí viendo la suerte ser aviesa,
Juan de Orozco y Arias Maldonado ; La cual á mas andar lo desentona ,
Tientan romper al bárbaro gentío De concertar el desconcierto ces;i,
Con los caballos, pero tan cerrado Dando seguridad á su persona,
Hallan el escuadrón y tan atento Tomando por amparo la montaña,
Como la prontitud, del pensamiento. En tristeza y temor vuelta su saña.
Suenan las voces y las destemplanzas, Los otros que por Arias Maldonado
Apresuradas las arremetidas, Y su compaña fueron rebatidos,
Tanto, que llegan á medir las lanzas Oyeron ó supieron mal su grado
Las unas de las otras rebatidas; Ser los de Pigoanza ya rompidos ;
Son de la multitud las confianzas, Con la cual turbación hallaron lado
Mas no sin esperiencia de heridas, Los pocos españoles advertidos,
Por la destreza de los españoles, Y en el instante la cristiana lanza
Mas firmes y mas fijos que peñoles. Por donde halló puerta se abalanza.
De parte de los bárbaros gobiernos, Rompen con los caballos, hieren, matan.
En una y otra parte represados, No faltando peones que segunden,
El ruido fué tanto de los cuernos Encuentran, atropellan, desbandan.
O caracoles grandes engastados, Sin dejar puesto que de nuevo funden ,
Que parecía que de los infiernos Antes de los que tienen se desalan,
Salían rebramando los dañados Y todos seTevuelven y confunden ,
Gritos de las mujeres y clamores , Do los efectos del cruel torneo
Y roncos sones de sus atambores. Fueron á la medida del deseo.
Rompen los aires y las nubes hienden ; Porque los nuestros ya juntos pelem
Obra la furia, crece la porfía; Conlra la haz del bárbaro gentío ,
Palabras ciertas no se comprehenden, Y á toda broza hieren y alancean
Porque la confusión prevalecía; Según su voluntad y su albedrío ,
Solas las manos son las que se entiend-o Y por cualquier lu^ar do se menean
Por quien contrario golpe recibía; La sangre derramada hace rio ,
Hablan tajo, revés, aguda punta , Que despedían las entrañas rolas
O macana que brazos descoyunta. Como de gran turbión espesas gotr.s.
No vuela bala de arcabuz ardiente , Cesó la grita, suena duro llanto
Ni la <pie batir suele la muralla, Del mísero que dio mortal caida;
Porque fuerza de brazos solamente Atónitos los vivos, con espanto
Es la que da valor á la batalla; Apresuraron todos la hiiida;
La lanza y el espada del valiente El español los sigue hasia tanto
Se deja conocer donde se halla , Que lomaron el monle |>or guarida,
Tanto , que no debieran tales hechos Adonde los dejaron no tan llenos
Contarse con elogios tan estrechos. Como vinieron, sino seis mil menos.
Y ansí de señalados en la furia Quedó victoriosa nuestra gente
No declara los nombres nuestra historia, Y libre de tan áspera zozobra,
Porque del tiempo la común injuria Reconociendo , como fué patente,
Los ha borrado ya de la memoria, Haber sido de Dios aquella obra ,
Y varias relaciones por incuria Porque con su favor al impotente
Como cosa los dejan accesoria , Virtud, valor y prontitud le sobra
Pero dellos los mas particulares Para poder vencer con tlaca lanza
Allí hicieron lances singulares. A quien ef l riba sobre gran pujanza.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS; PARTE 11!, ELEGÍA A BENALCÁZAR, CANTO VÍt. 4S1
A los opresos de fatal yactura » Estas que digo son las intenciones
Que les encaminó su propria ira , Que tienen arraigadas en sus pechos ¿
En las entrañas de la tierra dura Porque por muchas causas y razones
Ninguno los encubre ni retira, Están de la victoria satisfechos ;
Por dalles en la suya sepultura Y desta vez los pérfidos ladrones
Los bárbaros que estaban á la mira: Han de ser consumidos y deshechos :
Podrias tú tener demoras luengas,
Porque gran cuantidad desta canalla Mas de vencer ninguna duda tengas.
Esperaban el fin desta batalla. » Su cierta perdición no me es oculta,-
Gente de quien la nuestra se servia Porque de mis encantos apremiado
En lo que suelen los subyectos siervos <, Tuve con el demonio gran consulta
Amigos por la mucha cercanía , Para hacerle mas desengañado,
Mas en Voluntad falsos y protervos: Y ansí de la razón que dio , resulta
Los cuales á la carne que yacía El cumplimiento de lo deseado,
Acudieron como voraces cuervos, Pues aíirmó vencer el estandarte
Y en breves horas los campos cubiertos Que la verdad tuviere de su parte.
Quedaron libres de los cuerpos muertos. » No debes recelar suerte siniestra,
Destos de paz un bárbaro doliente Según aquel espíritu me inspira,
Que sobre báculo se sostenía, i Porque mas claro que la luz se muestra
Pidió para comer un delincuente, No poderse librar de nuestra ira :
Diciendo que con él engordaría; Que la verdad está de parle nuestra
Concediéronselo literalmente, Y de los mentirosos la mentira ;
Y dio Gn del en un tan solo día: Por tanto reconoce tus ventajas,
Hinchió del vientre íanto los lugares Pues no té mueves á humo de pajas. *
Que luego reventó por los ijares. Dijo la mala vieja su compuesta
Desta voracidad que hemos contado Razón, y como para tal empleo
Dio (por ser caso raro contingente) Estaba la materia bien dispuesta,
Testimonio Francisco de Al Varado, Con la promesa de ganar trofeo
Escribano, que se halló presente. Tuvo de Pigoanza h* respuesta
? uedó pues Pigoanza quebrantado
del pasado brío diferente y
Pero no la venéfica Gailana
En nada discrepante del deseo;
Y ansí luego despacha sus recados
Para juntar amigos y aliados.
Perdida por beber sangre cristiana; Y ella misma, con deudos y parientes
La cual con esta sed insaciable Otros algunos bárbaros visita,
Y duros apetitos de Venganza,1
A los cuales con lágrimas ardientes
No con ver el conflicto miserable A que la favorezcan los incita;
De sus propósitos hizo mudanza, Y para tener buenos espedientes
Ni pudo contenerse sin que hablé Halaga y sarjentea y solicita .
Con grande libertad al Pigoanza, Atrajo los panaes ó panaos
Atreviéndosele como pariente, Y la brava nación dé los pijaos.
Y lo que le habló fu¿ lo siguiente : Ansí los llaman á los desla casta
«No sé si duermes ó si estás despierto;'
Pero si yo no hago falsas cuentas Los españoles, y es la razón cierta"
Menos es de dormido que de muerto Porque la corpulencia de aquel asta
Aquesa turbación que representas: Se precian de traerla descubierta :
Agora Cumple pues ser mas alerto Gente suelta , feroz, fornida, basta ¿
Y no rendirte para mas afrentas Y en uso de la guerra muy esperta;
A la fortuna , pifes por bien que remeír Membrudos, bien dispuestos, caras lorva-s,
Peor negocian los que mas la temen. Las frentes anchas, las narices corvas.
» Y si por el desastre sucedido Selváticos, caribes, atrevidos
Tus vecinos te ven acobardado, Todos en general,- y en tanto grado,-
Tú que solías dellos ser temido Que muertos pueden ser, mas no rendidos
Has de temer al dé menor estado, A condiciones de servil estado ;
Porque todos se atreven al caído, Y con estar hoy cuasi consumidos,
Y de ninguno es anticipado; Aquel terreno traen fatigado,
Pero si muestras das de que confías Tanto, que se reparten en la tierra
No dejarás de ser lo que solias. Gastos, para les ir á hacer la guerra.
1
»No pierde con la sombra del nublado De cuyos pechos y repartimientos,
Sus naturales rayos el estrella. Todas aquellas veces que hay entrada,
Pues el vapor resuelto y acabado , Para dar necesarios instrumentos ,
Queda su lumbre sin padecer mell;»; No suele ser persona reservada;
Y el bueno de fortuna contraslador Y en la contribución uo son exentos
No por eso se deja Vencer della , Los desle nuevo reiuo de Granada ,-
Por tener sus efectos esta tasa, A causa de los pasos y caminos
Que próspera ó adversa luego pasa. Po do se comunican los vecinos.
» Entonces te cubrió nublado tr¡ste< Suelen pues suceder penosos iranrc?
Pero si como bueno perseveras, A muchos que frecuentan estas sendas,
Muy presto ganarás lo que perdiste :
Adonde yéndoles á los alcances
Tomando los negocios mas de veras : Aquestas gentes bárbaras y horrendas
La voluntad de todos conociste, No dejan de hacer algunos lances
Y agora se las tienen tan enteras. Costosos á las vidas y haciendas;
Los cuales sin mirar en lo pasad»' Con que, si llega toda la cuadrilla
Desean otra vez pasar el vado. A quinientos , seria maravilla.
» Nuevamente por mí son convocados Civiles guerras fueron su quebranto
Con gran solicitud y diligencia, Y los unos de otros ser comida ;
Y todos están prestos y aviados Pero pocos conformes valen tanto
Sin nadie rehusar la competencia, Como si fuese multitud crecida :
De mortíferas armas pertrechados De manera, que son temor y espanto
Y mas aventajados en potencia : Al tracto de la gente bien nacida ,
Es determinación tan necesaria Porque sus términos en osadía
Que burlan de quien tiene la contraria. Exceden á cualquiera valentía.
T. ir. 51
43:2 JUAN DE CASTELLANOS.
Su grande prontitud en la pelea, »Mas ya que vuestro buen entendimiento
E l hervor, la postura y el cuidado, En mejorarse hace gran instancia,
Fuerza y agilidad con que menea Prestamente veréis el cumplimiento
Cuerpo, y el bote del astil tostado , Si peleáis con orden y observancia,
Es ver cuanta destreza se desea Sacando del error acertamiento
En un escogidísimo soldado; Y de pasada pérdida ganancia,
Muchos ya traen armas enastadas, Como suele quien tiene buen aviso
En guerras adquiridas y ganadas. Tomándolo de aquello que no quiso.
Puede dar deslo relación integra. «Porque falto seria de prudencia
Por ser en sus recuentros bien usado , Quien ya padeció riesgo de la vida
El capitán Diego de Bocanegra, En alguna notable contingencia
Varón no menos diestro que esforzado , Por descuidos ó casos sucedida ,
El cual con sus victorias nos alegra No vivir con recato y advertencia
Y aun hace dellas él cierto tractado ; Huyendo siempre de la recaída {
Prometido me ha dar copia luenga, Pues tiene descubiertos los engaños
E yo las cantaré cuando la tenga. Que fueron el origen de sus daños.
Adonde se verán hazañas dinas » Es la substancia pues de lo que quiero,
De tener entre buenas sus lugares, Tener en el romper tanto cuidado,
Suertes y valentías peregrinas, Que aunque caiga cualquiera compañero
Luchas y desafíos singulares; De las contrarias armas derribado,
Pero dejadas estas, que por unas E l escuadrón esté firme y entero
Sus elogios ternán particulares , Y en su prosecución siempre cerrado
Volvámonos á la vieja maldita. Con tal vigor las lanzas, que no bulle
Que también á pijaos solicita. Portillo que caballo haga calle.
A la cual, como los lisonjeaba • Porque con los caballos nos destruyen
Diciendo ser terror de todas gentes , Si falta fuerza para detenellos ;
Oian bien aquello que rogaba Con ellos entran y con ellos huyen ,
Y á todo se mostraban obedientes; Valiéndose de sus veloces huellos;
Y ansí juntó de aquella nación brava A ellos sus victorias atribuyen,
Tres mil aventajados combatientes , Que pié con pié mejores somos quellos :
Reacia, pertinaz, perseverante, Por tanto, do cabnllos dieren priesa
Hasta llevallos todos por delante. Allí de lanzas multitud espesa.
Ya congregada la bravosa lanza , » Cada cual con la suya corresponda
Macana y dardo de tostada punta, Haciendo que se tengan á lo largo,
Van caminando con la confianza Y al escaramuzar á la redonda
Del que victorioso se barrunta : Un solo pié no hallen sin embargo:
Llegaron donde estaba Pigoanza Entonces los de flecha,, dardo, honda
Y los demás consortes de la junta, Usen de lo que tienen a su cargo,
Que los reciben con alegre cara Y aunque este quede muerto y aquel pene
Y grandes regocijos y algazara. El escuadrón jamás se desordene.
No cabe Pigoanza de contento, » En esta proporción siempre constante
Viéndose con ejército pujante Desque saliéremos de la montaña,
Que contra fuerza de mayor momento Sin reparar iremos adelante
Mucho menor pudiera ser bastante: Hasta ganar el pueblo que nos daña;
Tuvo con ellos largo cumplimiento, Pues desta suerte no será bastante
Y otro dia teniéndolos delante, Caballo ni peón ni buena maña,
En alto trono, con la voz severa, Para que por mi parle no se vea
A todos les habló desta manera : El gloriosofindesta pelea.
«Amigos y parientes, si se debe » Tenemos los contrarios descuidados,
A beneficios recompensa larga. De nuestro revolver inadvertidos ,
E l que de vos recibo no es tan leve Los pasos sospechosos ocupados
Que no me sea ponderosa carga; Por do puede llegar á sus oidos;
Y aunque causaTomun á mí me mueve Nosotros en, las selva* ocultados
Por ocasión que á todos es amarga, Saldremos á sazón que estén dormidos,
Vuestra bondad, valor y cortesía, Hasta que duro golpe los despierte
Hacen que la común tenga por mía. Para dormir el sueño de la muerte.
> No cierto por provecho que pretenda » Avisos tengo deslo fidedinos
De lo que desta guerra resultare , Con otra certidumbre, y es aquesta :
Sino para que cada cual entienda Que nuestros consultores adevinos
Dicen ser la victoria manifiesta.
S uel tiempo que la vida me durare
e de poner la vida y la hacienda
En cualquiera negocio que os tocare,
¡Ea pues, corazones diamantinos!
Vamos con brevedad , que es lo que resta
Vista vuestra leal correspondecia , Para gozar, pues hay vez oportuna ,
Virtud, solicitud y diligencia. Del bien que nos ofrece la fortuna. »
> Y no ser parte nuestro mal suceso Esto dicho, la turba de gentiles
Para haceros de valor ajenos, Que la razón oyó con advertencia,
Pues aunque mallractados, no por eso Alzaron los belígeros astiles
Queréis rendiros ni venir á menos , Prometiendo de estar á su obediencia :
Antes en el enmienda del avieso Allí &e muestran Héctores y Aquiles
Estáis determinados como buenos, En el hablar y en la correspondencia,
Con otra mas atenta disciplina Con posturas no menos y semblantes
Que aquella que causó nuestra ruina. Que suelen los salvajes semejantes.
»Por ser parte de nuestra mal andanza Luego los campos, donde estánlnclusos
En el entrar tener término loco, (Sin los mozos bisónos y novicios)
Y confiados de nuestra pujanza, Quince mil que de guerra tienen usos,
A los contrarios práticos en poco; Demás dé las mujeres y servicios ,
Pues á no se romper el ordenanza , Suenan á todas partes con confusos
Otrosfinestuviera lo que toco, Ruidos y murmurios y bullicios ,
Y en veces del estrago lamentable Como susurros de los vientos prestos
Ganáramos victoria memorable. Formados en los árbores opuestos;
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCAfcAR, CANTO VIII. «3
O como cuando de las nubes rotas »Anda con Dios, que la razón te sobra,
De fulminosa furia descendiendo Y si pudieres por algún acecho
Vienen espesas y crecidas gotas Mas avisos nos dar desta zozobra,
Los aires vaporíferos rompiendo, Usa del bien que siempre nos has heeho t

Porque con otras muchas esta obra


Que con venir de nos algo remolas Nunca se borrará de nuestro pecho ;
Oímos el ruido y el estruendo, Y tú verás que lo que te prometo
Hasta tanto que sirven de flagelo Subirá de quilates el efeto.»
Para blandura dar al duro suelo. Hizo luego su paso presuroso
En el Ínterin pues quel señalado En apartándose del Juan del Rio,
Dia llegaba para su demanda, El cual quedó no poco congojoso
Después de ver el jáculo tostado Por esperar tan duro desafio;
Ser tal que no tuviese punta blanda, Mas pues Inando va tras su reposó,
Aquel que dellos era mas templado También será razón gozar del mió
A sucias borracheras se desmanda, Mientras se llega la penosa fiebre *
Con cantos y con bailes de placeres Porque con canto nuevo se celebre.
Donde también entraban las mujeres.
Del tumulto furioso desta junta,
Do cantando declaran sus concetos, CANTO OCTAVO.
Fué sabidor loando, que barrunta
Della no resultar buenos efetos; Donde se cuenta cómo Pigoanza vino sonre Timaná con quince mil nom-
Y ansí por tantas vias lo pregunta bres de guerra, ferocísima é indómita gente, y lo que sucedió en aque-
Que descubrió los tractos y secretos lla batalla contra menos de cien españole!, los cuarenta poco mas ó
t
menos de caballo, y los demás peones.
Y luego procuró como solia . •
Avisar la cristiana compañía. Suma solicitud deben los buenos
Mas no se confiando de tercero Tener en el concierto de su vida *
Que supiese llevar aquel recado, Procurando de no venir á menos
El mismo quiso ser el mensajero, De la opinión que tienen adquirida»
De noche, por camino desusado i Porque la condición de los terrenos
A Timaná llegó cuando el lucero Algunas veces va tan sin medida,
Iba sobre los montes encumbrado, Que si después de glorias hay afrenta
Y para desaguar el fiel pecho Solamente con ella tienen Cuenta.
A cas del Juan del Rio fué derecho. Pues como los sucesos igualmente
Fué su persona del bien recebida» No respondan al bien afortunado,
Porque tenían amistad estrecha, El Juan del Rio gran congoja siente
Y en ser estraordinaria la venida En verse de potencia cercenado,
Y á hora que da luz untada mecha, Porque podría ser en lo presente
No pudo, sin la causa ser sabida, Perder el crédito de lo pasado,
Dejar de concebir mala sospecha : Mayormente sabiendo ser ya mucha
Recógense los dos incontinente, Desproporción para vencer la lucha.
Y el Inando le dijo lo siguiente : Pero por demás era tener vario
cHuélgome de hallarle levantado Querer, fuera del trance peligroso,
Y con calzado de tijeras suelas, Que la presta venida del contrario
Tu buen caballo presto y arrendado, No da lugar á pausa ni reposo;
Calzadas todavía las espuelas, Acomelelles era voluntario;
Por ser señal que vives con cuidado Esperar bien ó mal, era forzoso;
Y vienes de mirar las centinelas; Y ansi guiado deste pensamiento
Pero si haces esto de ordinario, Hizo de sus consortes llamamiento.
Agora mucho mas es necesario. Luego vinieron todos á bandera
> No conviene dormir noche ni siesta , Cuantos en el lugar hay congregados,
Sino que te prepares según puedes , No de sus armas tan á la lijera
Porque la mala vieja oue os molesta Que no viniesen bien aderezados,
Por todos cuantos hay tendió sus redes; Porque como soldados de frontera,
Y estos son tantos que si salís desta
Os hará vuestro Dios grandes mercedes :
Ha congregado bravas compañías,
?
unca jamás estaban descuidados;
viéndoles aquel que los convoca
Para los advertir abrió la boca,
Y aquí serán antes de cuatro dias.
» Entiéndese según mi conyectura Diciéndoles : «Inando me dio cuenta,
Y lo que por razón he descubierto, No de mas tiempo questa madrugada,
Porque como mujer los apresura Aparejársenos una tormenta
Y el término que doy es el mas cierto, De mayor tempestad que la pasada,
Sé que padeceréis gran desventura Y porque cumple para tal afrenta
Si no tenéis buen orden y concierto: Estar la gente presta y avisada,
Apercebios como dicho tengo, He querido, señores, que se ordene
Pues por este respecto solo vengo. En esta junta lo que nos conviene.
> Yo cumplo, capitán, con lo que debo » El golpe sé que viene ya cercano,
Al amistad que tengo prometida; Con no menos de quince mil infames;
Y pues que cosa mas no sé de nuevo, Conozco ser la nuestra flaca mano
Licencia pido para mi partida, Contra tal multitud de litigantes ;
Porque salir con claro no me atrevo , Mas tengo por regalo soberano
Quizá no den en mí de recudida, Habernos dado los avisos antes,
Según que muchas veces acontece Porque quien para ellos abrió puerta,
A quien con sus avisos favorece. » Que es Dios, nos ha de dar victoria cierta.
Agradeció la voluntad sincera, » Volvámonos á él con importuna
Aunque la nueva no le fué yocunda, Oración de católicos fervores,
Y dijo : a Dios lo haga de manera, Y confesémonos una por una
Pues que su santa ley aquí se funda, Pidiéndole perdón de los errores;
Que como no ganaron la primera, Lo cual hecho creamos sin ninguna
Pierdan ni mas ni menos la segunda ; Duda que quedaremos vencedores
Y tí él me da victoria, yo te digo Como de la pasada , pues que llenos
Y juro de te ser fiel amigo. Vistes de cuerpos muertos estos senos.
8
* -* JUAN Í)E CASTELLANOS.
» Limpios pues como digo nuestros pechos Reconociendo ser mensaje cierto
Primeramente de mortal ofensa, De las horas confusas y turbadas,
En ia solicitud de nuestros hechos Pusiéronse las cosas en concierto,
Según que las tenian ordenadas:
No conviene tener mauo suspensa , Dos centinelas van á cada puesto
Sino ver las industrias y pertrechos Que daba mas abiertas las entradas,
Mas eficaces para la defensa, Y otras dos á la parte de aquel seno
Porque cuando la furia nos asalte Del indio capitán dicho Cameno,
De lo que ser pudiere nada falle. Df paz y que tenia casa puesta
»Y porque para lo que se pretende En un alto de Timaná cercano,
Conviene ser común el advertencia , Seria comotiro de ballesta
Aquel que mas ó que menos entiende Del pié del cerro lo que va por llano ;
En dar su parecer tiene licencia, Y en aquellos principios de la cuesta
Pues en tal caso mas se comprehende Pusieron á Medina y á Solano,
Por muchas que por una providencia, Soldados diestros, cada cual valiente,
Y quien parece de juicio manco Aunque el Solano dicen ir doliente.
Acontece mejor dar en el blanco.» Mas no sufrían tales coyunturas
Con aquesto diofinal parlamento , Por ser pocos, que cojos ni llagados
Que se cumplió con fiel obediencia, Ni los que padecían calenturas
Y fray Francisco Torreblanca siento Fuesen destos trabajos reservados :
Que luego los oyó de penitencia, Salen caballos pues con armaduras,
iUm otro padre cuyo nombramiento Colchadas de algodón encubertados
En blanco se quedó por negligencia ; Y ocupan los peones con los dalles
Y hecho de do tanto bien resulta, Las bocas principales de las calles,
Segunda vez. entraron en consulla. Dieron en fia un orden compatible
En la cual luego fué determinado Y á su flaco poder cómoda traza,
Por todos, de común consentimiento, Contra la tempestad fiera y horrible
Que el Orozco y el Arias Maldonado Que campos comarcanos embaraza ;
Con algunos varones de momento Y los demás en modo convenible
A su cargo lomasen el cuidado Andaban en cuadrillas por la plaza,
De las industrias y preparamento , Para que do los indios respondiesen
Y no salió su parecer avieso, Y diesen arma, lodos acudiesen.
Según se vio después por el suceso.
Mandan fortalecer los escaupiles, Los cuales indios, cuando Febo gira
Celadas y cualquiera cobertura; A las partes occiduas el freno«
Hiciéronse cuarenta y seis astiles Llegaron con las muestras de su ira
De veinte y cuatro palmos de largura, Al lambo y aposentos de Cameno;
Con hierros tan tajantes y sutiles. Este con sus vasallos se relira,
Que pudieran romper cosa mas dura O con temor ó ya por no ser bueno,
Que desarmados y desnudos pechos, Y ansí nunca jamás supieron dónde
Según el temple con que fueron hecho?. La multitud de bárbaros se absconde.
De cuatro buenos fuertes hubo traza Allí paró la bárbara cuadrilla
En cuatro casas de las cuatro esquinas, Con todas sus mujeres y servicio,
En aquellas entradas que á la plaza Y con estar las velas déla villa
Estaban mas cercanas y vecinas; Cercanas, que hacían bien su oficio,
Y destos fuertes cada cual se abraza Fué gran admiración y maravilla
De guadubas, de robles y de encinas
T No sentirse murmurio ni bullicio ,
Y én estos, por estar mejor guardados, Antes aquel silencio de tai suerte
Se melian de noche los ganados. Como fatal idea de la muerte.
Hicieron en los fuertes sus garita» La parle que llamamos intempesta
Con pretiles, amparos y coronas, Fiel obscuro vapor pasada era,
Do con dardos y piedras infinitas Y al tiempo que ya Venus manifiesta
Entraron muchos indios yanaconas, La luz de su dorada cabellera ,
Para que desde allí cuando las gritas Tácitamente bajan por la cuesta
Oyesen , señalasen sus personas, A pasos lentos, pero de manera
Por ser algunos de.'los orejones Que procediendo con sus ordenanzas
Cursados en belígeras cuestiones. tocaban unas en las otras lanzas.
Fueron á las garitas arrimadas Aquellos dos soldados estreñirnos
(Ardid y estratagema castellano) (Entiendo por Medina y el Solano)
A irechos vigas gruesas empinadas, Que sin saber los bárbaros diseños
Largas que no dejaban hueso sano Aquel cuarto velaban en lo llano.
Cuando sobre las gentes alteradas Oyeron estos loques de los leños
Se derribaban, dándoles de mano; O lanzas que traían en la mano,
Y ansí para reparo de aquel daño Y como temen y el temor acecha,
Era la muerte sola desengaño. Con él acrecentaron la sospecha.
A muchas cosas otras dan avio, Pero como también quien oye yerra
Y estas apenas acabaron, cuando ^ lo que piensa sale diferente,
Recibió mensajeros Juan del Rio Algunas veces póstranse por tierra
Enviados de parle del Inaudo, Para divisar mas alenlamente;
Diciendo que la turba del gentío Y ansí mirando bien acia la sierra,
A gran priesa venia caminando. Vieron el giande bulto de la gente,
Por haber ya tres dias que pasaba En la distancia no prolijos puntos,
El gran rio que de por medio estaba. Antes cuasi que ya llegaban junios.
Manifestando que por llegar mueren ¡ Arma , arma, señores! van diciendo,
, A concluir la bélica porfía, Procurando hacer los pies livianos;
Mas que no sabe por adonde quieren Mas el pobre Solano no pudiendo
Entrar en la ciudad ni por qué vía, Asieron del los indios mas cercanos :
Pero por todas partes los esperen A las voces. Medina revolviendo
Con el aviso que les convenia; Salvo se lo sacó denlre las manos ;
También dicen creer entrar sin lumbre , Echólo por delante, sin dejallo
Según y como tienen de costumbre. Hasta que llegó gente de caballo.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCAZAR, CANTO VIII. 483
De manera quel Diego de Medina De la manera que con buen gobierno
Allí hizo tan célebre hazaña, Agua de algún acequia va guiada.
Que puede ser contada como dina Sin hacer curso por lugar moderno
Kntre las honoríficas de España; Cuando la fuerza della va templada,
Pero creamos ser fuerza divina Mas llegada la furia del ivierno
Mas qué virtud mortal ni buena maña, Rompe la presa hecha y albarrada ,
Según la cuantidad de los pertrechos Y no vale'ni puede ser bastante
Por donde se metió rompiendo pecho?. Resistencia que baile por delante :
Y á tiempo que convino se despega, Ansí llevan la gente baptizada,
Cuando sintió ser lejos el Solano, Con ser valerosísimas personas,
A quien el gran temor de la refriega. Hasta junto del fuerte y emboscada
Libró de la cicion y quedó sano; De los apercebidos yanaconas,
Mas el duro conflicto se le llega Que con una y con otra rociada
AI escuadrón pequeño castellano, Rompían frentes, sienes y. coronas,
Que con vigor de mas que diamante Tanto que no pequeño daño hizo
Al ímpetu se puso por delante. La tempestad espesa del granizo.
Invoco tu favor, escelsa Musa, AMéganse las gentes enemigas
Madre de piedad y de clemencia , Con ánimo de dalles mortal pago :
Para que la verdad que está reclusa Precipitaron las pesadas vigas
Cerca desla terrible competencia, De las cuales ningunas dan en vago,
Mi pluma no mendace ni confusa Y no fueron tan leves las fatigas
A luz la saque con su diligencia. Que no hiciesen mi cruel estrago.
Porque la cualidad desla victoria Pues sacan de una dos y tres cabezas
A la posteridad sea notoria. Y parten cueipos en diversas piezas.
Comienzan los armíferos espantos Como rosa que al cobo convida
A los principios con el nublo ciego, A la perdiz incauta y engañada,
Pero como ios indios eran tantos Que en veces del regalo de comida
A ciertos edificios ponen fuego : Fué de la presta laja salteada,
Arden aquestos por los cuatro cantos; Y con aquel ruido y estampida
Mortíferas heridas crecen luego ; Se sobresalta toda la manada,
Hace la lumbre que cada cual vea Y huyen del lugar, porque la suerte
El rostro airado de con quien pelea. Sustento prometió para dar muerte:
Defienden los peones las entradas Turbáronse por via semejante
A costa de la barbara venida Los escuadrones de las gentes fieras,
Con las picas que son aventajadas Mas esta turbación no fué bastante
En hierros penetrantes y en medida: • Para retrogradar en sus carreras,
Que las contrarias son puntas tostadas. Antes á punto y en el mismo instante
Aunque dispuestas á mortal herida, Estaban ya rehechas las hileras ;
Mas en esta sazón menos nocivas Y ansí proceden en gallarda traza
Por dar sobre las armas defensivas. Hasta tomar el medio de la plaza.
Puesto caso que indios principales Canta victoria ya bárbara trompa,
Traían en sus astas afijadas Y el fiel español confuso calla
Muchas dagas, cuchillos y puñales, Por no se ver lugar por do se rompa
Tijeras, recatón, puntas de espadas, El orden que traían de batalla;
Y con el afición destos metales Circungiran caballos con la pompa
Hasta las guarniciones afiladas; De armas, y manera no se halla
Agudos los botones ó las bolas, Con tanta muchedumbre de pertrechos.
Demás de buenas lanzas españolas. Como se les ponían á los pechos.
Rompe los aires grita y alarido ; No falla quien calumnie que podían
Hierve la furia con ardor funesto; Rompeltos antes y desbarátanos,
El escuadrón no puede ser rompido Diciendo que de industria no querían
Para dar á caballo lugar presto, Porque no les matasen los caballos ,
Pues al instante que uno ven caído A causa de que muchos pretendían
El vivo sucesor estaba puesto : Para huir en ellos reguardaltos;
Cuantos mas mueren, tanto mas se cierra. , Otros dicen que fueron invenciones
Y ansí los indios van ganando tierra. Impuestas por los válidos peones.
La gran solicitud del Pigoanza, Los cuales, como ya dijimos antes,
La prontitud, aviso y el cuidado , Llamaban, y fallaban las respuestas
Allí pudo llegar do lo que alcanza Que para turbaciones semejantes
El mas mañoso y esperimentado; Necesidad pedía ser mas prestas;
Y en la prosecución de su ordenanza Y en hecho de verdad fueron Atlantes
Estuvo tan entero y esforzado, Que las cargas llevaron á sus cuestas,
Que con ver tanto número difunto Y como fuese tan pesado peso
Desconcierto jamás perdía punto. Pesábales de velles tanto seso.
Menos nuestros peones andan broncos* Su parte pues por puntos se empeorax

Aunque de resistir hechos pedazos, Sin llegalles socorros competentes :


De pedradas sufrir y duros troncos Vían su perdición, y en esta hora
Cansados y molidos ya los brazos, Llena de confusión é inconvenientes
De llamar los caballos todos roncos, Descubrió sus colores el Aurora,
Y estos no pueden por los embarazos Con que las suyas fueron mas patentes ;
De las espesas y mortales puntas Y entonces de un soldado destos nace
Que por cualquier lugar hallaban juntas. Ardid á sus remedios eíicace.
Desta suerte procede la conquista Tin Antonio Bocarro, lusitano,
Y el cobre como dicen se martilla, Hidalgo de hidalgas valentías,
Sin que española fuerza les resista Habia hecho del ardor vulcauo
Irse metiendo dentro de la villa , Y fuego artificial dos alcancías
Hasta que dieron á la plaza vista Que se guiaron por su propria mano
Con gran dolor de la fiel cuadrilla , Al avanguardia destas compañías.
A quien el ímpetu de las opuestas Adonde muchos de concierto faltos
Armas, jes hace dar represas prestas. No les vagaba dar brincos j saltos.
4S6 JUAN DE CASTELLANOS.
Vil lainay or y Sebastián Moreno, Y en tanta muchedumbre de salvaje
Alvaro López, y también Francisco Como en el pueblo padeció yactura,
De Aguilar, como vieron tiempo bueno Menos fué menester que sé trabaje
Para jugar mejor del obelisco, En ponelles de tierra cobertura,
Do fué la turbación dieron de lleno, Porque los deste bárbaro linaje
Y todos los llevaron abarrisco, En sus vientres les dieron sepultura,
Haciendo con las picas tal desvio Y los guisaban con ardientes ramos
Que entró con su caballo Juan del Rio. Dentro de las cocinas de sbs amos.
Y todos los caballos ponen pecho Recibíase desto gran fatiga,
Al rompimiento, con tan grande furia, Y con el mal olor grave tormento;
Que no se daba paso sin provecho Mas español no hay que contradiga
Ni de rojo licor hubo penuria; Huyendo de les dar desabrimiento,
Ansí que mejorándose su hecho Porque mostraban voluntad amiga,
A su gusto vengaban el injuria; Aunque tuviesen otro pensamiento;
Y donde el orden era mas durable Pues mal se ligan en amor perfecto
Un caso sucedió harto notable. Aquel que mauda y el que está subyecto,
Aqueste fué que cierta yegua blanca , Y ansí los españoles mas rompidos
La cual sin recoger andaba fuera (Con que salieron bien de la rencilla,
Con otras diez, demás de su potranca , Pues hubo solamente seis heridos
Asombrada llegó de tal manera Y aquestos fuera de mortal mancilla)
Con las otras pegadas á su anca, Estuvieron dispuestos y movidos
Que rompieron la fuerza mas entera A luego despoblar la nueva villa.
Sin punto reparar en el embargo, Temiendo que si quedan se les llega
Y aun no pararon en lugar mas largo. Otra mas dura y áspera refriega.
Pero caballos con andar paciendo Sobre lo cual consulta se tenia,
Algunas noches hacen otro tanto, Según que piden casos semejantes,
Cuando por el real oyen estruendo Y en la resolución también habia
Y los bárbaros dan por algún canto : Algunas opiniones repugnantes,
A los ranchos y tiendas van corriendo Pocas, pues la mayor parte seguía
Poniéndoles espuelas el espanto, Al alcalde Juan Muñoz de Collantes,
Y pudiendo hacerse mas remotos Después en este reino residente,
Acuden á las gritas y alborotos. Que en su cabildo dijo lo siguiente :
Quien en algunas partes esto vido «Siendo todos aquí de una sentencia,
También puede ponello por escrito, Conozco que no fuera de discreto
Y en un trance nocturno bien reñido Anular votos y tomar licencia
No de poco peligro su confuto : Para contradecir á su decreto;
Los bárbaros huyeron del ruido. Pero visto que en esta diferencia
Teniendo ya la suya sobre el hito, Cada cual manifiesta su conceio,
Porque les pareció venir encima Quiero, señores, yo decir el mió
Gente que con la lanza los lastima. Debajo de amistad y celo pío.
Fueron pues por las yeguas rebatidos «Aquellos á quien cargos se conceden
Los que permanecían mas cerrados: Y en ellos tienen militar usanza ,
Los unos rehollados y caidos, No se estienden á mas de lo que pueden
Otros sin armas, otros asombrados, Midiendo su posible con templanza.
Y todos en común mas esparcidos Por no meterse donde los enreden
E ya de su salud desesperados, Lazos de mal medida confianza,
Porque cualquiera caballero hiere Y pierdan por faltar esta cordura
Y hace de su lanza lo que quiere. Otra mejor sazón y coyuntura.
Advirtióse también de la corrida «Bien sabemos haber acontecido
De las cerreras yeguas y sin frenos, Vencer á grandes huestes pocos buenos ;
Que rompiendo por gente proveída Pero lo mas común y mas seguido
De lanzas de que estaban todos llenos, Es llevar lo peor los que son menos:
Saliesen sin lision y sin herida , Poquito de los pocos he leído;
Salvo la una con un ojo menos; De los muchos están los libros llenos;
Pero por este se quebraron tantos Y ansí negocios de tan grande peso
Que duraron gran tiempo los espantos. Piden consejos de maduro seso.
Pues tanto la matanza se estendia »Y porque el que yo do sea creíble
Como bailaban ya pasos abiertos, Suplicóos que miréis con advertencia
Que por ninguna vía se podía Cuan flaco y débil es nuestro posible
Andar sino por cima de hombres muertos ; Contra las fuerzas desla pestilencia ;
Y el bravo Pigoanza como via Y ansí hallareis no ser convenible
Las turbaciones y los desconciertos, Hacer en estas tierras asistencia,
No siendo parte para dar remedio, A lo menos en tanto que no acude
Puso con otros tierra de por medio. Otra mano mayor que nos ayude.
Y ansí salió con pérdida y afrenta «Los indios tienenfirmepensamiento
Destas revueltas y rebellones, En destruir aquesta nueva planta :
Y aun dícese que no escaparon treinta Su desvergüenza y gran atrevimiento
De todos los pijaos y yalcones , A todo lo que piensan se levanta;
Por acudilles otra gran tormenta Para venir á darnos otro tiento
Al tiempo de volver á sus rincones Han de convocar gente cuatro tanta :
De parte los panaes que á la mira Decidme, ¿qué paredes ó qué muros
Estaban, basta ver quién se relira, Tenéis para poder estar seguros ?
Porque la dura y áspera canalla »¿Qué fuerzas de Milán ó de Mecina,
A los principios vino de su bando. Qué violento tiro de bombarda,
Mas en el rompimiento no se halla , Qué trueno de fumosa culebrina,
Losfinesy remates esperando; Qué balas de arcabuz ó de espingarda,
Y á (piten vivo salió de la batalla Qué mil hombres de diestra disciplina,
Andaban por las silvas monteando, Para quien tanta multitud aguarda,
Anteponiendo sus voracidades Sino solas las manos y los brazos
A toaos parentescos y amistades. De cien soldados hechos mil pedazos?
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCAZAR, CANTO VIH. 487
»Pues aunque cada cual destos tuviera •Rehenes son y válida fianza
Cuantas el centimano Briareo, Quel ardor de los bárbaros apaga ,
Ninguno de cansado se moviera, Pues no fué tan pequeña la matanza
Según la duración deste torneo. Ni tan fácil la cura de su plaga,
Habéis habido desta gente fiera Que no gaste la vida Pigoanza
Dos veces la victoria y el trofeo : Primero que de gente se rehaga,
Cesen por algún tiempo las porfías, Y cuantos estuvieron á la mira
No tentemos á Dios por tantas vías. Hoy tiemblan con temor de nuestra ira.
»A él se den las gracias y la gloria » Pero quiero decir que vengan cuantas
Por este beneficio soberano. Gentes la tierra cria y adereza,
Porque tan honorífica victoria Y questos montes todos con sus plantas
No tuvo fuerza de poder humano : Se tornen indios sin que falle pieza ,
Que contra tantos bien os es notoria Si mil veces vinieran , otras tantas
La gran debilidad de nuestra mano; Han de volver quebrada la cabeza,
Y pues Dios acudió con su clemencia. Porque demás de no venir mejores
Ño nos pongamos mas en contingencia. Vienen vencidos contra vencedores.
•Ansí que, pues que todos sois testigos »De suerte que si estamos á razones
De la dura cerviz destas naciones, Con advertencia de juicios sanos,
Vamonos á los pueblos mas amigos Buscando coyunturas y sazones
Hasta tener bastantes municiones; Para hacer aquestos indios llanos,
Y creedme que los indios amigos Las ciertas y seguras ocasiones
No tienen mejoradas intenciones , Son las que ya tenemos entre manos,
Antes temé la misma confianza Habiéndoseles dado dos tan buenas
Dellos que del potervo Pigoanza.» Que valen mas que grillos y cadenas.
Esto dijo Juan Muñoz de Coüantes, •Para tan numerosa pesadumbre
Que de los que tuvieron eminencia Reconozco ser poca la substancia,
A caballo, fué de los importantes, Mas esta poca tiene de costumbre
Y en ánimo, valor y en esperiencia ; Salir de las peleas con ganancia;
Al cual contradijeron circunstantes, De manera que no la muchedumbre
Mas alfinaprobaron su sentencia, Vence, sino valor, orden, constancia ,
Y todos de común consentimiento Y pocos quiero mas con estas partes
Ya querían dejar aquel asiento. Que muchos y confusos estandartes.
Cuando la gente pues se disponía •No tracto de los casos precedentes
A dejar la ciudad desamparada, Que ponen los antiguos escriplores,
La que era de caballo pretendía De vencidos ejércitos potentes
Venir al nuevo reino de Granada ; Por los que en cuantidad fueron menores;
El peonaje no, porque quería Pues bastan los ejemplos que presentes
A lo de Popayán hacer jornada : Vemos de los demás conquistadores,
Quedó determinado que siguiese Que en estas partes acabaron cosas
Cada cual lo que mas gusto le diese. Ño tan heroicas cuanto milagrosas.
Los yanaconas, en las divisiones, •Alguna parte desto nos alcanza, .
Dijeron á sus amos rasamente Según manifestó nuestra defensa;
Que querían seguir á los peones, Y ansí faltar aquí cristiana lanza
Porque cada cual dellos fué valiente Mal engañado vive quien lo piensa ;
En romper los feroces escuadrones , Y este no es liento, sino confianza
Sin querer acudir equina frente ; Que tengo yo de la bondad inmensa:
Pesóles deste bárbaro bullicio, Antes lo tienta con crimen alroce
Por quedar mancos sin aquel servicio. Quien tan alta merced no reconoce.
De reinos de Pirú fué su venida • Que claramente veis qué I nos sustenta
Con los que los tenían por vasallos; Y con favores pios nos regala;
Cada cual dellos grande busca-vida, Demás desto caemos en afrenta
Curiosos en el pienso de caballos, Tal que la mas enorme no la iguala ;
Y ansí de yanaconas fué servida Al fin, como yo tengo de dar cuenta,
La gente que podía sustentallos, No la querría dar de mi tan mala,
Juzgando ser personas principales Porque disculpa que razón repuna
Los que gozaban destos animales. Al claro se conoce ser ninguna.
Y como bárbaros ahidalgados , •Sé que no faltará concepto duro
Entrellos se juzgó por villanía Que juzgue mi razón á devaneo,
(Hablamos de los tiempos atrasados) Imaginando ser lo que procuro
Servir á quien caballo no tenia ; Por no dejar el mando que poseo ;
Y agora por los casos relatados Mas bien podré jurar sobre seguro
Mudaron parecer y fantasía, Que no lo pretendí ni lo deseo ;
O por ventura fué sagaz lenguaje Y para ver lo que mi pecho tiene
Por no peregrinar largo viaje. Hagamos una cosa que conviene.
Viéndolos en efecto deste brío • En Neiba está poblado Juan Cabrera,
Ya resolutos y determinados, Do sabemos que vive descontento :
Hizo segunda junta Juan del Rio. Vayan á lo llamar á la lijera
Y dijo, siendo todos congregados : Con carta de cabildo y regimiento;
«Estos negocios, á juicio mió, Verná luego con los de su bandera ,
Demasiadamente van errados, Pues hay color para mudar asiento;
Y quien se determina prestamente Reharemos el nuestro con su bando,
Dicen que muy despacio se arrepiente. Y estaremos debajo de su mando.»
»Y si el señor Collantes el destierro Visto que daba parecer discreto,
Tiene deste lugar por acertado, Enviáronse luego los recados,
Yo no quiero venir enceste yerro Con encarecimiento del aprieto
Ni llevar paso tan acelerado, Y fuerza de los indios rebelados :
Pues del amago solo huye perro Holgóse Juan Cabrera del efelo,
? ue vez alguna fué mal lastimado;
ansí nuestras victorias son ya muros
P»ra vivir quietos y seguros.
Y ansí vino con todos sus soldados ;
Quedó por general obedecido
Y justicia mayor de aquel partido.
488 JUAN DE CASTELLANOS.
Luego se divulgó por el terreno Salió Cabrera pues de los yalcones
El socorro de gente que venia, Y fué por Aniobongo su corrida ;
Y que tenian ya poder mas lleno Pero como tenian relaciones
De peones y de caballería : Ser la paz que promete fementida ,
Que fué bástanle para poner frenq Desampararon casas y rincones,
A otra tempestad que se movía, Tomando la montaña por guarida :
Templándose los indips inquietos Nadie quiso venir, y desta causa
Y sirviendo mejor ios ya subyetos. A Ti maná volvió, do hizo pausa.
Y preparando lo que convenia
El Cabrera con sesenta peones Para volver sin pluvias del ivierno,
Y veinte de caballo salió luego Estendióse por indios que venia
A castigar algunas poblaciones A lo de Popayán nuevo gobierno :
Mas culpadas en avivar el fuego : Este diré quién fué, pero querría
Fué la primera la de los yalcones, Dar á la novedad canto moderno;
Por ser origen del desasosiego , Y ansí, para salir con el intento
Do con, cautela hizo Juan Cabrera Me conviene tomar algún aliento.
Un negocio que yo no lo hiciera.
Y fué llamar de paz aquellas gentes x

Diciendo que traja limpio pecho, CANTO NOVENO.


A cuya voz vinieron obedientes Oondo se tracta cómo Pascual da Andagoya, siendo proveído por gober-
Algunos con preseas de provecho; nador de la tierra adyacente ai rio que llaman de San J uan. >c entró
Hízoles con caricias aparentes por la tierra conquistada por Be»alcázar y sus capitanes, y se hito obe-
No recelarse de contrario hecho. decer en I'opayán y en lo* otros pueblos desta gobernación , y lo de-
Pues por ser capitán recién venido. más quo de su venida resultó, basta la venida de don Sebastian ü4
Beualcaiur.
Faciiisimamente fué creído.
Díjoles que declaren sus intentos El gusto sensual del avariento
A todos los caciques y señores, Al interese corre tan sin freno,
Y que traía buenos pensamientos, Que lo que puede dalle henchimiento
Aunque cierto pudieran ser mejores ; Parece que lo hace menos lleno,
Al fin mandó que ciertos aposentos Y con lo proprio suyo no contento,
Do posaban allí, fuesen mayores; Mete las manos en lo que es ajeno ,
Dicen que los harán, y este concierto Fantaseando que cualquier provecho
Fué donde Pedro de Guzmán fué muerto,. Á él solo le viene de derecho.
El Pigoanza y otros principales, Aquestas insolentes sinrazones,
Sin ir ellos mandaron comisarios Que vuelan á milfinesaplicadas ,
Con basta cuatrocientos naturales. No faltaron en índicas regiones
Cargados de maíz y fructos varios, Antes de estar las cosas asentadas,
Y la madera y otros materiales Y hubo grandes encuentros y pasiones
Para hacer la obra necesarios; Sobre las tierras en gobierno dadas ;
La cual adonde se les dio licencia De las cuales será prueba patente
Se comenzó con grande diligencia. La que se nos ofrece de presente.
Y estando todos ellos descuidados. De la sierra do nacen los dos ríos
En asentar los palos embebidos , Cauca y el otro de la Magdalena,
Del Juan Cabrera fueron asaltados Que riegan diferentes señoríos,
Y de los que con él erau venidos , Según he dado ya cuenta mas llana,
Y como los cogieron desarmados, Otro procede no largos desvíos,
Quedaron la mitad dellos caidos ; Llamado de San Juan, pero su arena
Y otra canalla desta gente perra Al antartico polo va guiada
Dentro de sus entrañas los entierro. Y en las ondas del Sur hace parada.
Porque venían en aquel viaje Por diversas provincias se derrama,
Para les ayudar en la ruina, De que no sabré yo ser coronista ;
No por otro salario ni otro gaje Mas sé que rio de San Juan se llama,
Sino la monstruosa golosina : Por ser tal día su primera vista ,
Que la bestialidad deste linaje Y del pidió, guiado por la fama,
Con mas ferocidad se desatina Un Pascual'de Andagoya la conquista ,
Que las fieras del mas sangriento pió, Persona que debia merecella,
Pues nunca comen las de su natío. Y ansí vino con gente para ella.
Y estos no dejan deudo ni pariente ^ A su gobernación en el destajo
Ni reservan hermano ni á la hermana, No le puso medida tan estrecha
Hijo de sus entrañas procedente, Que no saliese por algún atajo
Decrépito varón, ni vieja cana ; A lo que mas le cuadra y aprovecha ;
Y muchos dellos tienen de presente Y ansí, por ahorrar duro trabajo
Contracto público de carne humana , Determinó venir á casa hecha,
Que son pijaos, cuyas condiciones Que es la de Popayán, por ser vecina
Esceden á las masfierasnaciones. De la que se le dio, con quien confina.
Fué cierto principal destos gentíos Y si pudo lugar haber alguno
Reprehendido por términos buenos, Para hacer creer ser sus anejos,
Porque con sus voraces desvarios Entonces lo halló bien oportuno
Muchos subditos suyos hizo menos, En los pechos dudosos y perplejos,
Y respondió : «Yo como de los míos, Por conocer gobernador ninguno,
Que no voy á comer de los ajenos.» Salvo Pizarro, pero tan de lejos
Mas yo creo que fué tal el enmienda Que dalles otro gobernador era
Que nunca comió mas de su hacienda. Por esta causa cosa creedera.
Que las exorbitantes sinrazones El Andagoya pues allí venido,
Desta nación cruel, ciega, perdida, Hizo presentación de provisiones,
Hacían á las pías condiciones Dándoles á las letras el sentido
Salir algunas veces de medida, Que conformaba con sus pretensiones^;
Juzgando que tan duros corazones Y aunque reconociesen ir torcido
Y sé'pudieran alegar razones,
f ran indignos de gozar de vida ;
aun con usar entonces de rigores,
P(o por eso los vivos son mejoies.
Los efe cabildo, por tener sosiego,
En Popayán lo recibieron luego.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCÁZAR, CANTO IX. 489
Y en todos los demás por sus tenientes » Tener por bien, si la razón enfrena
Fué receñido sin contrarios votos, A los que-della no van discrepantes ,
Estando destas coisas inocentes Darme todos los indios de cadena
En Timaná, por ser los mas remotos; Y al alcalde Juan Muñoz de Collantes;
Mas porque los rumores precedentes Y aquesto hecho, id enhorabuena
Con mayor claridad les fuesen notos
t
Con todos los demás indios restantes ,
Secretamente fueron enviados Porque los sin prisiones bien entiendo
Dos yanaconas diestros y avisados. Que de su voluntad os van siguiendo.»
Estos trajeron relación entera, Concédenle los indios de collera
Bien informados de ocular testigo, Con que del Juan Muñoz no se traclase,
No sin grave dolor del Juan Cabrera Rogándoselo mucho Juan Cabrera,
Por la suerte contraria del amigo Mas no pudo con él que lo dejase :
Benalcázar, el cual antes que fuera En efecto, volvió do no quisiera
Tracto con él la pretensión que digo; Porque el gobernador no lo vejase,
Y ansi determinó hacer jornada Pero llegado tuvo tal aviso
A este nuevo reino de Granada. Que hizo sus negocios como quiso.
Y el viaje tardó mas en pensaüo Los otros prosiguieron su jornada
Que en poner en efecto la partid»! : Por pasos del Cabrera conocidos :
Quisieran los que quedan e&lorhalio, Llegan al nuevo reino de Granada
Mas no bastó palabra comedida : Cansados , pero no diminuidos ;
Con él se fueron treinta de caballo Donde por Fernán Pérez de Quesada
Amigos, de la gente mas lucida, Fueron con gran aplauso recebidos,
Y de los fugitivos caminantes Y no poco conjuntos á su lado
El uno fué Juan Muñoz de Collantes. Juan de Orczco y Arias Maldonado.
Ellos partidos, al tercero dia Volviendo pues las manos á la tronza
Allí llegó por el nuevo resiente Que del nuevo regente se tejía,
Aquel capitán Francisco García Digo que sin empacho ni vergüenza
De Tovar, para ser allí teniente, Usaba del poder que no tenia,
Y vistos los poderes que traja, Y la guerra de paeces comienza
Lo recibieron amigablemente, Con estampida de arcabucería,
Mas requiriéronle por vez tercera Que muchos arcabuces allí puso
Que fuese tras el dicho Juan Cabrera, Y desde entonces hubo dellos uso.
Porque llevaba muchos naturales En tierras de los paeces entrados,
De los subyeclos que les daban renta , Caribe gente por estremo fiera,
Con férreas colleras y ramales Tuvieron dos recuentros porfiados,
Y no de carga la cerviz exenta, Do ganó poco la fiel bandera,
Y á Juan Muñoz, que de rentas reales Pues fueron compelidos y forzados,
Que fueron á su cargo no dio cuenta , Con pérdida de gente, salir fuera;
El cual en este tiempo que refiero Y ansí volvieron á cristianos puestos
Era, demás de alcatde, tesorero. Fatigados y cuasi descompuestos.
Bien entendido su requerimiento La fama, como no pierde camino,
Y no le convenir disimulaIIo, Ni se le pone límite ni tasa,
Partió para le dar el cumplimiento En ponderar el dicho desatino
Con treinta y cinco hombres de caballo : De Andagoya no quiso ser escasa ,
Tanta priesa se dan al seguimiento. Y á los oidos de Pizarro vino
Que en tres días pudieron alcanzado; Con larga relación de lo que pasa;
Mas el Cabrera con los suyos piensa El cual, en pena de tan poco seso ,
Remitir á las manos su defensa. Mandó que luego se lo lleven preso.
Vista por el Tovar el aparencia Estos poderes fueron enviados
Y el denuedo de la contraria mano, A Juan de Ampudia por su gran cordura,
Mediante tinta hizo diligencia , Pero cuando llegaron los recados
Y por papel y pluma de escribano : Estaba dentro de la sepultura;
Están enteros en su resistencia, Mas para ser mejor ejecutados
Y como viese ser trabajo vano, Llegó mas adaptada coyuntura,
Debajo de amistad al Juan Cabrera Don Sebastián de Benalcázar digo
El Tovar le habló desta manera : Cuyos discursos son estos que sigo.
«Señor Cabrera, yerro manifiesto Año de quince cientos y cuarenta
Es el que cometéis sin fundamento, Cumplidos del divino Nacimiento,
Porque querer por armas llevar esto La majestad imperial atenta
No me parece ser acertamiento ; A sus servicios y merecimiento,
Limítese con término modesto Demás de dalle generosa renta,
Un hombre de tan próspero talento , Autorizó con adelantamiento,
Pues conocéis de mí que ya que salgo Trocando su virtud y valentía
No tengo de volver sin hacer algo. Titulo de merced en señoría.
» Salí forzado por requerimiento Por los de sus antiguas amistades
Que me hicieron todos los vecinos , La nueva divulgada y estendida ,
Pero cierto no tuve pensamiento Ocurren de las villas y ciudades
De querer estorbar vuestros caminos; A dar el parabién de la venida.
Pues solo fué mi principal intento Obispo trajo con sus dignidades,
Volver indios bozales y ladinos, Mercenario, persona conocida,
Y al señor Juan Muñoz, que de sus cargos De los primeros en esta jornada,
Se viene sin dar cuentas ni descargos. Y este fué fray Francisco de Granada.
»Y pues un servidor como yo viene Del signo del León era salido
Y en amistad y amor somos hermanos, Y á Virgo daba resplandor Apolo,
Suplicóos que miréis lo que conviene, Cuando fué Benalcázar recebido
Porque los reyes tienen luengas manos, Y Pascual de Andagoya quedó solo :
Y do quiera que vais el mismo tiene En prisiones lo tuvo detenido
Jueces y fiscales y escribanos; Algunos dias por aqueste dolo ,
Y ansí para huir estremos graves, Hasta que á gobernar al Pirú vino
Los medios me parecen mas suaves. Vaca de Castro, de tal cargo diuu.
490 JUAN DE CASTELLANOS.
Aqueste, como trajo poder largo Con inminente riesgo se trabaja
Y al Andagoya tuvo por amigo, Al entrar por aquellas angosturas.
Hizo de sus prisiones desembargo Do los indios pelean con ventaja
Y á Pirú luego lo llevó consigo. A causa de tomalles las alturas :
Sus insignes hazañas en su cargo Alguna parte del furor ataja
Por escribillas otros no las digo ; Sulfúreo tiro con pelotas duras,
Mas sé que en gobernar y hechos buenos Cuyo veloce vuelo mas alcanza
Ningunos fueron mas, y muchos menos. Quel presuroso golpe de la lanza.
Estos negocios de Andagoya llanos, En cualquier paso de quebrada fonda,
Como de Popayán ya se destierra, Antes que della nuestra gente salga,
El Benalcázar aprestó las manos Por cuantas partes hay á la redonda
Con presupuesto de allanar la tierra : Viene rodando peñascosa galga :
Convocó los amigos baquianos Resuenan los crujidos de la honda ,
Para hacer á los de Paez guerra, Tantos, que no hay escudo que les valga
Cuyo nombre da muestras de dulzura, Hubo sangrientas frentes y mejillas,
Pero según antífrasis flgura. Brazos quebrados, piernas y rodillas.
Apercibiéronse mas de doscientos Aquesta furia nunca fué bastante,
Soldados, por sus hechos conocidos, Enhiesto cerro ni áspera ladera,
Y en estos belicosos rompimientos Para que no procedan adelante
No menos rompedores que rompidos : Y de las angosturas salgan fuera :
Ballestas y fumosos instrumentos A cierto rio llegan abundante,
Fueron en cuantidad apercebidos, El cual tenia puente de madera ,
Con todos los pertrechos necesarios Donde con superbísimo coraje
A guerra de tan duros adversarios. Los bárbaros impiden el pasaje.
Son ciento de caballo, que cualquiera Gran espacio duró la competencia,
En este menester era perfeto ; Mas su trabajo no se perticiona,
Entredós va Tovar, que no debiera , Aunque el adelantado, sin paciencia ,
Según parecerá por el efeto ; Kn grande riesgo puso su persona;
Llevó también, por ya saber quién era, En estas dilaciones hizo absencia
Al capitán llamado Martin Nieto, La clara luz del hijo de La lona,
Y á don Francisco su hijo mestizo, Y ansí por esta causa se retrajo
Que muchas honorosas cosas hizo. El campo de los nuestros mas abajo.
Y al capitán Baltasar Maldonado, Con el obscuro de la noche fria
Que en este reino de descubridores Buscan pasaje menos arriscado,
Y en sus conquistas fué tan señalado, Y donde mas el agua se tendía
Que ningunos en él fueron mejores; Hallóse para los caballos vado;
Del cual, aunque reposa sepultado, Pero para bagaj é infantería
No pueden sepultarse sus loores, Ganar aquella puente fué forzado,
Y en Tunja deja para mayor gloria Y este dificultoso desembargo
Hijas que resucitan su memoria. Tomaron tres peones á su cargo.
Dellas es la mayor doña Maria, Del uno dellos yo no sé su nombre,
Que si á merecimientos de doncella Por injuria del tiempo variable;
Ventura se mostrase madre pia, Y aunque tenemos destos tres un hombre,
Ninguna la ternia mayor quella ; Perdiólo su memoria deleznable:
Otra doña Ana, cuya gallardía, Solo me dice merecer renombre
Virtud y gracia vencen la mas bella; Adornado de fama perdurable,
Y Alonso Maldonado ya difunto, Pues nunca se halló negar el pecho
Que fué de su valor claro trasunto. Al mas dudoso y espantable hecho.
No quiso ser exento destas redes. Fué Martin de las Islas el segundo,
Por ser no menos diestro que valiente, Que en este nuevo reino de Granada
Nuestro vecino Diego de Paredes Y en otras partes deste nuevo mundo
Calderón, que tenemos hoy présenle , Hizo bien larga prueba de su espada ;
Dignísimo de mas ampias mercedes El tercero, que hoy nos es yocundo,
De las que su ventura le consiente ; Con evidencias de la edad pasada,
Y otros algunos deste nuevo reino Paredes Calderón, el cual ha sido
Que se hallaron en aquel gobierno. Ejemplo de valor engrandecido.
Habíalos entonces enviado El curso de la noche demediado,
Desde este nuevo reino de Granada Según del polo muestran las tutelas,
Don Alonso de Lugo, adelantado , Se disponen al hecho señalado,
A recoger la gente derramada Armados con espadas y rodelas:
Que del descubrimiento del Dorado No hallan al contrario descuidado,
Salió con Fernán Pérez de Quesada; Antes con vigilantes centinelas
Y entrar en Paez era su desino, Que tocan arma, y en aquel instante
Atajar, al volver, alguu camino. Opuestos dos mil bárbaros delante.
Efectuóse pues esta partida No baja con tal ímpetu creciente
Por los que militar ardor inflama De las alturas á los campos llanos ,
En oportunidad que los convida, Ni llamas prestas de vigor ardiente,
Aunque suceso bueno no los llama. Impelidas de cierzos ó solanos,
La nueva y el tropel de la venida Cuan prestos se abalanzan á la puente
Por la tierra de Paez se derrama, Estos tres valerosos castellanos :
Y antes quel español entrase dentro, Menean brazos, y estos movimientos
Los bárbaros salieron al encuentro. Igualan á los mismos pensamientos.
Estimulados de las furias locas Andan listos los pies, prestas las manos,
Aquellas gentes bravas y terribles, No sin sangre de quien el paso quita ,
Que en aquella sazón no fueron pocas Y ansí de los que hallan mas cercanos
Y en opiniones proprias invencibles, Este cae y aquel se precipita :
Ocuparon los pasos y las rocas Crece la multitud de los paganos;
A los humanos pies inaccesibles, Confúndense con voces y con grita,
Cuyos anfractos duros y aspereza Por no dalles lugar el angostura
Son eslremados eu naturaleza. Para poder entrar quien lo procura.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCAZAR, CANTO IX. Mi
Tanta priesa les dan y tanta caza, < Caballeros, cualquier riesgo patente
Que con la mejoría de sus suertes Es gran acertamiento que se huya;
La puente toda se desembaraza, Pero será mayor inconveniente
Y al cabo della se hicieron fuertes, Salir aquestos indios con la suya,
Porque salir á mas estensa plaza Porque de muchos el temor presente
Era pagar las muchas con sus muertes;
Y allí valerse sin mortal mancilla, En lo futuro no se disminuya,
Se tuvo por divina maravilla. Pues cada cual sabéis á lo que lira
Sus fuerzas llegan al supremo grado, Y cuánta multitud hay á la mira.
En las cuales están todos enteros; » Primero pues que llegue la mañana
Mas no bastaran ellas ni el cuidado Manifestándonos sus arreboles,
Para no ver sus dias postrimeros, Quiero que de la gente mas lozana
A no haber don Francisco ya pasado Suban cien señalados españoles,
E l vado con cincuenta caballeros. Porque la tierra toda queda llana
Que llegaron con paso presuroso Si podemos ganar estos peñoles ,
A la puente y al trance riguroso. Y vayan por caudillos al efelo
Quedaron libres estos tres soldados El capitán Tovar y Martin Nieto.
Con aquesta veloz arremetida; » Lleven sus armas defensivas puestas,
Los indios competidos y forzados Y con las ofensivas en la mano,
A rehuir el riesgo de su vida, Cargados arcabuces y ballestas
Viendo que á muchos los siniestros hados Que pongan frenos al furor insano;
Hicieron que abreviasen la partida Los demás con caballos y armas prestas
A la profundidad de los infiernos , Estaremos arriba de lo llano,
Donde son los tormentos sempiternos. Cuanto cómodamente ser pudiere,
Quitados de la puente los rigores, Por acudir á lo que sucediere.»
Do la española parle se mejora, Correspondieron todos gratamente,
Dio don Francisco gracias y loores Por ser en punto gente tan entera
A sus atletas, y en aquella hora Que para riesgo muy mas evidente
Iba restituyendo sus colores Ninguno recelara la carrera :
A los escelsos montes el aurora; Previene cada uno diligente
Y ansi el adelantado brevemente Aquel recado que menester era ,
Vino con el restante de la gente. Y apercebidos para la jornada
Prosiguen adelante sus caminos Esperaban la hora señalada.
Al valle que promete buenas suertes, Al tiempo pues que la menor estrella
Pero todos los pueblos convecinos, Moradora del cielo mas cercano,
Que para pelear no son inertes, Aquella digo que la lumbre della
Con galgas como piedras de molino Es sola la que toma del hermano,
En un alto peñol se hacen fuertes, Entraba con pureza de doncella
Varios pertrechos , hijos y mujeres, A se lavar en ondas de Océano ,
E ya la soporífera tardanza
Y lo mas substancial de sus haberes. Igualaba del peso la balanza:
Señoreábase desde el altura El capitán Tovar, que no dormia,
Cuanto puede visible subtileza : Hizo de los soldados llamamiento,
Si lugar áspero formó natura, No con aquel ardor con que solia
Allí pudo llegar el aspereza; Llegar á belicoso rompimiento,
Forma piramidal es su hechura, Mas con tibieza tal, que parecía
Pero sitio capaz en la grandeza; Présaga de su mal acabamiento,
Algunos montes hay en las vertientes, Asaltado de natural sospecha
Y no faltaban cristalinas fuentes. Que estimulo de honor de sí desecha.
Las partes del imposibilitadas Y ansí, los compañeros recogidos,
Para subir por ellas pies humanos: Otro concepto del que tiene muestra,
Solamente tenia dos entradas, Y los dos capitanes convenidos,
Do no podían asentarse llanos, Martin Nieto tomó la senda diestra ;
Antes las sendas van tan empinadas, E l Tovar por los pasos mas erguidos
Que en vez de pies se sirven de las manos j Y de riesgo mayor, á la siniestra;
Y en estas no faltaban compañías Y entrambos con silencio necesario
Que velaban las noches y los dias. Fueron subiendo por camino vario.
Hizose la posible diligencia El Nieto, no por ir mas advertido
Con prometelles amistad de hermanos , Sino por un regalo de ventura,
Si diesen vasallaje y obediencia Subió sin ser de nadie resistido
Al mejor rey de todos los humanos : Ni vello, por la noche ser obscura,
Fué dellos la íinal correspondencia De tal suerte, que cuando fué sentido
Querer averiguallo por las manos, Estaba ya cercano del altura ,
Que las aprieten, y quien mas pudiere Y al tiempo que acudieron gentes presta*
>

Del vencido hará lo que quisiere. Disparan arcabuces y ballestas.


Por el adelantado visto esto, Cuyos tiros ningunos dan en vano ,
Y que le convenía sojúzganos, Antes los mismos cuerpos son adarga;
Asentó ranchos en lugar dispuesto Luego con la violencia de Vulcano
Para se menear con los caballos : Apresuróse la segunda carga;
Noches y días con furor molesto Al fin pusieron pies en lo mas llano
Acuden bárbaros á contrástanos, Que á su pesar el dueño desembarga,
Dando tan á su salvo los asaltos. Y ansi los sanos como los heridos
Que revolvían libres á sus altos. Fueron ahuyentados y esparcidos.
Consideradas las obstinaciones Allí paró con los de su estandarte
Y fieros de la bárbara jactancia, No consintiendo mas tender la rienda ,
Que ya con atambores y pendones Contento con tomar aquella parte
Hacían, recogidos á su estancia, Ya sin que la contraria se defienda:
Queriendo declarar sus intenciones Y en tiempo que pudiera de buen arte
A los comilitones de substancia, Llevar mas adelante la contienda,
El Bcnalcázar por oir respuestas Parecióle volver sin hacer pausa ,
Dijo pocas palabras, que son estas : E yo ne sé decir cuál fué la causa.
#2 JUAN DE CASTELLANOS.
Pero debió tener causas bastantes Usábase traer barba crecida
Que fuera van de mis obligaciones, En aquella sazón y autorizada,
Porque suelen en cosas semejantes Y era la del Tovar barba vellida ,
Largos bigotes, toda bien poblada ,
Engaños padecer las opiniones : ¥ entonces la traia recogida
Antes pues que de estrellas radiantes , Al'modo de cabellos entrenzada ;
Que en los mortales hacen impresiones, Y á los soldados, antes que comiencen,
La luz con la del sol fuese resuelta,. A gran priesa mandó la desenlrencen.
Para el adelantado dio la vuelta. Debió de ser, según lo que yo puedo
Tuvo suceso deste diferente Con ge turar'de aquesta diligencia,
El capitán Tovar en la subida , A los imberbes indios poner miedo
Por ser ¡numerable la creciente Con la ferocidad de su presencia :
De la gente feroz endurecida;• Y ansí con ferocísimo denuedo,
Mas él propuso con fervor ardiente Confiado de Dios y su clemencia,
Cañar los altos ó perder la vida; Puso los pensamientos y la frente •
Y ansí con tiros y con hechos buenos. Adonde vio mas multitud de gente.
Allá subieron sin hacelles menos. Mandó hacer el acometimiento
En esta hora de temor horrendo , Diciendo : «Si Dios quiere que este dia
IRnra menguada y hora lastimera, Sea de mi final acabamiento,
Venia ya sus rayos descubriendo Su voluntad se cumpla y no la mia,
Aquel planeta de la cuarta esfera : Incierta de cuál es acertamiento
Auméntase la grita y el estruendo- Si por la santa suya no se guia.»
De gentes, coma si de talanquera Y aquesto dicho, los insignes martes
Vieran pelea de león y oso, Rompen la furia por entrambas panes.
O tuvieran los toros en el coso. Por donde fué la gente sin caudillo,
, Hay tanta multitud: que los oprima., A causa de ir Tovar por otra vía,
Como gran espesura de arboleda, Tentó subir el capitán Morillo
A la similitud que en el esgrima Que con treinta soldados acudía
Gran cuantidad de gente hace rueda : A la gran algazara del castillo,
Llueven dardos y piedras de por cima A los cuales Benalcázar envia,
Por tantas partes, que ninguna queda Considerando que en el alto morro
Donde nuestro Tovar, como quien era » Necesidad había de socorro.
En su defensa justa persevera.
Duró desia manera la porfía Puso Morillo suma diligencia
Con recíprocos acometimientos». - Por llegar con los suyos al aprieto,
Hasta que declinó del mediodía Mas al subir fué tal la resistencia
El sol,coa sus lijeros movimientos : Que se volvieron sin hacer efeto;
El calor y la sed que se sufría Los otros que rompieron la violencia
Pasó de los humanos sufrimientos, Sin aguardar decoro ni respeto,
Y traspasó la raya del, espanto Se desgalgaron por la cuesta abajo
Poder hombres mortales durar tanto. Por el camino que Morillo trajo.
No les sirven ballestas ni cañones Levanta los tobillos quien mas puede
Con que bala mortal es impelida , Para juntarse con los de los llanos,
Y con que la braveza de escuadrones Y aunque este se despeñe y aquel ruede
Había sido siempre rebatida, Nadie cura de amigos ni de hermanos :
Porque faltaban ya las municiones, El furor de los indios que procede
Artificiales rayos y estampida; Hubo los siete dellos á las manos;
Y ansí los indios , que lo.tai sospechan , Los otros escaparon de las redes,
Oportunas sazones aprovechan. Y destos es el Diego de Paredes.
Comienzan de mas cerca los combates Rompido por Tovar el torbellino
Largando riendas á las osadías;
Pero los nuestros suben de quilates Que ie cabia por su derescera,
Su brio, su valor y valentías, Metióse por un monte convecino
Dando crueles fines y remales Pensando que mejor le sucediera;
A las mas atrevidas gallardías ; Mas en prosecución de su camino
Aunque desbaratados los que encuentran, Dio con ¡numerable gente fiera,
Por espaldas y lados otros entran. Demás de los que fueron en alcance
Por no perder aquel honroso lance.
Bien quisieran huir tan mala suerte, Viéndose salteados de repente
Mas su resolución es homicida, De cruel escuadrón aunque desnudo,
Porque si huyen caen en la muerte, Quien mas aliento tuvo de su gente
Y si no huyen piérdese la vida ; Huyó por donde buenamente pudo;
Al fin no puede, de lo que se advierte, Quedaron con él once solamente ,
La determinación ser digerida > La mayor parte dellos sin escudo ,
Mas uno, que no sé decir quién era, Que no haciendo cuenta de sus vidas
Al Tovar le habló desta manera : Procuran de vendettas bien vendidas.
« Decidme, señor mío, ¿ qué esperamos Mas el mayor estrago fué ninguno.
Cuando menos conviene que se espere? Si lo uno y lo otro se avalía,
Por las dos partes les acometamos Pues importaba mas la vida de uno
Por donde mas el ímpetu nos hiere. Que cuantas el peñol alto tenia ;
¡ Sus ! en cuadrillas dos nos dividamos, El ímpetu de muchos importuno
Y caiga de nosotros quien cayere; Con terrible calor prevalecía ,
Pues quien rompiere, como vivo salga , Y de los miserables el mas fuerte
Podría ser que de los pies se valga.» A brazos anda con la misma muerte.
Lo dicho por aquel soldado viejo Desta manera la fiel docena,
No les pareció mal á los oyentes, Traspasada por pechos y por lados,
Porque en perplejidad cualquier consejo Anda pagando la severa pena
Da muestra de razones concluyentes : Que destinaron sus atroces hados,
Hallando pues en ellos aparejo Hasta que en sangre propria y en ajena
Sin haber pareceres diferentes, Quedaron todos ellos anegados,
Para romper á los que los impiden Cortadas al momento las cabezas
En dos parles iguales se dividen. Y ios llagados cuerpos hechos piezas.
VARONES ILUSTRES DE- INDIAS, PARTE HI, ELEGÍA A BENALCAZAR, CANTO X. 493
Ansí tuvoTovar acabamiento Después ya de punir aquestas gentes,
Que cuasi del Añasco fué trasunto, Robre cuantas nacieron inhumanas ,
El cual pudo Ungir impedimento Recorrieron provincias diferentes,
Cuando de tacto mal tuvo barrunto ; Ansí remotas como comarcanas,
Mas no quiso büir el detrimento , Gastándose los tres años siguientes
Por no caer un punto de su punto , En las pacificar y hacer llanas ,
Y á sus escusas todos dieran lado Al cabo de los cuales nuestros reyes
A causa de estar bien acreditado. En Indias eslamparon nuevas leyes.
Decian muchos ser fatal sentencia» Para Pirú con esta diligencia
Planeta, signo,-constelación dura, Por virey vino Blasco Nuñez Vela ,
Pero la semejante dependencia Donde la tierra falta de obediencia
No tiene fuerza sobre la cordura, ' Contra mandatos regios se rebela;
Pues el varón dotado de prudencia Y porque de aquí tiene dependencia
Muchos inconvenientes asegura. Aquello que me resta de la tela
Cuanto mas quel peligro del enhiesto De Benalcázar, la porné cumplida ,
Peñol á todos era manifiesto. Pero con canto nuevo difinída.
A los demás que por despeñaderos
Huyeron divididos y apartados,
Dioles la vida ser de pies lijeros, CANTO DÉCIMO.
Y entonces mas veloces que venados. Donde se cuenta lá venida del virey Blasco Nnfiez Vela á Pooayan. y c«l-
Y estar los indios, con los compañeros ino allí se rehizo de 'gente pnra ir contra Gonzalo Pizarro, y llevó coi'..
Que con Tovar quedaron, ocupados; s¡i!0 al adelantado don Sebastián de Renalcazar, y í Juan Cahrtira j
Pues con cudicia del presente cebo otros valerosos soldados.
No fueron á buscar otro de nuevo.
Como suelen en índica dehesa Los que mal hacen , porque no se entienda ,
Cazadores con perros de trailla , Huyen de donde resplandece lumbre ;
Que buscando sustentos de su mesa A los incorregibles el enmienda
Toparon de venados gran cuadrilla, Les es intolerable pesadumbre;
Y en aquellos que pueden hecha presa > Y ansí suelen decir, á los sin rienda
La resta no procuran de seguilla, A par de muerte ser mudar costumbre ,
Contentos con lo que en las manos queda, Que como sobre mal subyecto caiga
Sin que tras lo dudoso se proceda : Con gran dificultad se desarraiga.
Desta suerte los bárbaros espertos Pues como corregillos es al gusto
En correr por lugares salebrosos, Y voluntad de los celosos reyes ,
No quisieron dejar los lances ciertos Y en Indias no viviesen tan al justo
Por seguir los inciertos y dudosos; Que no tractasen mal bárbaras greyes ,
Mas repartidos ya los cuerpos muertos El gran emperador César Augusto "
Por los que se mostraron mas briosos , Don Carlos quinto hizo nuevas leyes
Determinaron con potente mano Para que desterrada la malicia
Romper con el ejército cristiano. Se besasen la paz y la justicia.
Ocupáronles todas las salidas Fueron en el Pirú mal recebidas ,
Con tantas gentes y de tal manera , Y el virey, mas brioso que paciente,
Que corrieran gran riesgo de las vidas Con celo de las ver obedecidas,
Si por adonde entraron se saliera; Queríalo llevar por lo valiente:
Después á salvo dan arremetidas La furia de las gentes atrevidas
Tantas, que les convino salir fuera , A tal temeridad puso la frente,
Tomando las montañas por amparo Que para lo prpnder se dieron mafia,
Para por ellas ir á campo claro.
Y preso le mandaban ir á España.
Caminaron con gran desabrimiento
Por los habidos en aquel viaje; Mas en el mar del Sur el mensajero,
Y en confianza de cursado tiento Pareciéndole grave desatino
Rompieron por el áspero boscaje, No dalle libertad al prisionero.
Camino de mayor detenimiento, En ella lo dejó por el camino:
Hasta que ya llegaron al paraje El para castigar el desafuero
De Calí, do salieron mal parados, A la ciudad de Popayán se vino ,
Mas no de sus venganzas olvidados. Adonde Benalcázar y sus gentes
A sus mandatos fueron obedientes.
Y ansí, después que ya la primavera Como reconoció leales pechos
Del de cuarenta y uno fué llegada, En lodos estos pueblos comarcanos.
El fuerte Renalcazar persevera Juntó soldados, armas y pertrechos
En la guerra de Paez comenzada, Para revolver sobre lostiraiios;
A la cual coyuntura Juan Cabrera Los cuales ya sus temerarios hechos
Volvió del nuevo reino de Granada , Sustentaban con armas en las manos,
Que no le dio pequeño regocijo Cierto papel tomando por cubija
Por le tener amor de mas que hijo. Y á Gonzalo Pizarro que los rija.
Y en"común redundaron los placeres El cual, sabidas bien las intencioiies
Por él hacellos á cualquiera banda , Del virey , según hemos declarado ,
Demás de que vulgares pareceres Para Quito guió sus escuadrones
Se van tras el que tiene quien los manda ; Y puso contra rey campo formado,
Dióle de general largos poderes , Con tantas y tan buenas prevenciones
Y fueron contra la nación nefanda , Cuantas pedia caso tan pesado :
Donde después que entraron en la tierra , Hizo el virey la misma diligencia,
Sin mal suceso les hicieron guerra. Pero menoscabado de potencia.
El modo de hacella no lo digo, Fué Renalcazar pues en su servicio,
Por ser inacabable si se empieza, Y con honroso cargo Juan Cabrera,
Pero sé que se hizo gran castigo, Con otros muchos que en aquel oficio
Adonde les quebraron la cabeza, Pudieran ser preciados donde qiiiei a ;
Satisfaciéndose del enemigo, Mas no les acudió hado propicio
Sin morir español ni faltar pieza; A los que siguen la real bandera ,
Mas con los castigar según le plugo Porque los mas murieron junto á Quito
No pudo somelelíos á su yugo. En aquel asperísimo confuto.
491 JUAN DE CASTELLANOS.
Alfinprevaleció lo mal fundado , Visto por Benalcázar el edito
Y entonces el derecho quedó leso, Y sello de potencia soberana ,
Por se hallar el campo rebelado Con gente se partió via de Quito,
Con posibilidad de mayor peso: Porque ya la ciudad estaba llana;
Fué pues el Blasco Nuñez degollado, Alfinse vio con él y en el conflito
Y nuestro Benalcázar quedó preso , De la batalla de Xaquixaguana,
No libre de heridas, mas de suerte Do Gonzalo Pizarro con el resto
Que se halló cercano de la muerte. Quedó de vida y honra descompuesto.
Mas la que no le dio confusa mano El cual pudo vivir rico y contento
Cuando Mejera su furor enciende, Sin aspirar á regio señorío.
Quisiera se la dar un mal cristiano Mas tendió velas á su desatiento
Que (porque fué leal) lo reprehende ; Por golfo de supremo poderío,
Y Gómez de Alvarado , mas humano , Y ansí, con soplos de soberbio viento
Del ímpetu tirano lo defiende , . Y poco lastre , zozobró el navio,
A cuya fe de noble caballero Ahogando proezas de servicios
Benalcázar se dio por prisionero. En ondas de tiránicos bullicios.
Quieren decir algunos que Gonzalo Viérades por el lodo las grandezas
Pizarro, precediendo sinsabores, De los que se mostraban mas lozanos ,
No tuvo contra él intento malo, Y en qué pararon sueños y torpezas,
Tractándolo por términos mejores; Furias y devaneos de tiranos,
Pero para privallo del regalo Y cómo los varones de riquezas
No faltaban perversos consultores , Con nada se hallaron en las manos.
Diciéndole: «Señor, destos los menos, Confiscado caudal, honras perdidas ,
Que tarde, mal y nunca serán buenos.» Demás de las yacturas de las vidas.
Alfinel Alvarado con prudencia , Dado ya fin á la tirana guerra,
Siendo su proprio honor el interese, Cuyo castigo fué sanguinolento,
Solicitó con suma vehemencia Demás de multitud que se destierra
Que libertad precisa se le diese, Menos culpados en el alzamiento,
Y ansí Pizarro proveyó licencia Benalcázar volvió para la tierra
Para que á su gobierno se volviese ; Donde tenia su adelantamiento,
Y al mismo punto quel despacho vino, Con deseo de ya vivir quieto
Se puso con algunos en camino. Si pudiera gozar de tal efeto.
Huyendo de los términos tiranos Mas en la rueda del humano juego
Ninguno de buen pecho mas espera, Siempre fortuna da carta cubierta ,
Dejándoles las capas en las manos, Y ansí cuando tenéis algún sosiego,
Y destos Francisco Fernandez era, Que raras veees á venir acierta,
Aunque después el pobre cascos-vanos Para lo perturbar acuden luego
Contra pendón real alzó bandera: Cien mil desasosiegos á la puerta;
En los cuales sucesos no me alargo Porque la quietud de los humanos
Porque otros los tomaron á su cargo. Es tal que se desliza de las manos.
De Benalcázar tracto solamente, El mas cierto placer es como sueño
ue caminó con la licencia dada, Que en memoria no hace permanencia ;
? por consejo de dañada gente
Fué dentro de dos dias revocada;
Lo cual en Benalcázar os enseño,
Que cuando virio del un aparencia,
Y ansí fueron con paso diligente El licenciado Francisco Briceño
Tras él por estorballe la jornada, Llegó para toma lie residencia
Pero, herido ya desta sospecha, Sobre la muerte de George Robledo
El camino real de sí desecha. Y algunas cosas que escribir no puedo.
Por la sierra se fué con este miedo. Hasta de la mas baja menudencia
Sin reparar desque salió de Quilo, Le hizo cargo, y admitió querella
Por verse lejos de tan mal enredo, De la viuda que con impaciencia
Cual es el que pusimos por escrito; Lloraba siempre la marital mella:
Y entonces sucedió lo de Robledo, Vistas las causas, pronunció sentencia ,
Que porque lo conté no lo repito, Que fué de muerte, mas apeló della
Mas quien quisiere relación mas llena Ante el monarca de suprema silla ,
Lea lo que iracté de Cartagena. Para seguir sus causas en Castilla.
Sobre mil y quinientos ya corría Tomó fianzas el que lo condena ,
El de cuarenta y seis de nuestro fuero , E ya puesta por obra la partida,
Y en el décimo mes al cuarto dia Vejez, enfermedad y grave pena,
Vieron este suceso lastimero, Le cortaron el hilo de la vida
El mismo año que furores cría Dentro de la ciudad de Cartagena,
La muerte del virey fué por enero; Emula gente, pero comedida ,
Y este negocio, de lealtad ajeno, Que como nobles y de canas sienes
En las Españas dio terrible trueno. Le hicieron exequias muy solenes.
Por el Pirú la furia mas se empina , Pagado pues el natural tributo
No que faltase quien al rey obligue, Cargado sobre todos los mortales ,
Pero comunidad, si desatina, El don Pedro de Heredia puso lulo
Olvidada del bien lo malo sigue. Con los demás vecinos principales,
Al fin su Majestad se determina Haciéndole sepulcro bien instruto.
Enviarles juez que los castigue, Honrosos y cumplidos funerales ,
Y fué contra la pérfida borrasca Y encima de la tumba do yacía
El cuerdo licenciado Pedro Gasea. Pusieron una letra que deeia:
A Panamá llegó, donde la llama lita Benalcaiar poluit concludert lumia,
Tiránica tendía su creciente; ípttut al famam claudere non valuit:
Succubuit fatU, quas passim candida tiu-bant,
Mas á los principales de la trama Cala tamén cálamo $unt celetranda pío.
Ganó las voluntades fácilmente, Tace Benalcázar fuerte Fué de lo» hados rendid».
Y á Benalcázar por su buena fama En esta terrestre cama Y a la injuria sometido
Escribió que procure hacer gente, Que cabré la frágil trama; De mudanzas temporales;
Para luego pasar en su demanda Pero no pudo la muerte Mas tus herhos fueron talas
Encubrir su buena fama, (Jus no merecen olrido,
A Pirú contra la rebelde banda.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 4!>5
m. ELEGÍA A BENALCÁZAR, CANTO X .
Cuando cerró los ojos con eterno Porque como varón de quien hüia
Sueño, fué por el año de cincuenta, Término simulado de malicia,
Y hasta ver gobernador moderno Les dijo rasamente que cumplía
O lo que mas al alto rey contenta , Perder de presentarse la cudicia;
Briceño se quedó con el gobierno;
Y ansí para dar del honrosa cuenta, Pues presentado, por ninguna vía
Dio conductas y cuerdas instrucciones El dejaría de hacer justicia ,
Para hacer cristianas poblaciones. Y lo mejor de las informaciones
A Vasco de Guzmán, por el abono Era salirse dentre los tizones.
Que del tenia por la común fama, Sabida por Oyon la resoluta
Mandó poblar en lo de Guachicono, Respuesta dada por juez severo,
Que por los nuestros Almaguer se llama; Sin réplica de prueba ni disputa
Al cual poco después quitó del trono A Popayán llevó paso lijero ,
Por dar oidos á quien lo desama, Donde halló tener cierta conduta
Siendo del desacredito terceros De capitán un Sebastián Quintero
Un Juan de Medellin y Luis Muleros. Para poblar los cambis de camino,
A cuya petición fué proveído Y era de donde Oyon y su vecino.
Alonso de Fuen Mayor, que era yerno El cual como le viese descontento
De Benalcázar, hombre ya rompido, Le dijo : « Señor, id á mi jornada,
Y de buenas industrias y gobierno: Que creo que será de mas momento
Muchos soldados siguen su partido, Que la que vos teniades poblada;
Que no señalará nuestro cuaderno; Terne de capitán yo nombramiento ,
Mas dellos fué Vicente de Tamayo Por vos será la gente gobernada,
Que desta tela me proveyó sayo. Y de las suertes digo desde agora
Que la vuestra será con gran mejora.
Y un Alvaro de Oyon, de quien la historia Aceptó la promesa y el regalo
Que hago traclará prolijo rato, Que se le dio de buen aviamiento,
Haciendo de sus cosas la memoria Sin presumirse del intento malo ,
Que los antiguos hacen de Heroslralo , Porque no se le dio desabrimiento;
Vaso de necedad y vanagloria, Antes le dio Quintero mando y palo
Arronjadizo , torpe, mentecato, Y punto no faltó del cumplimiento;
Mas del vulgo tenido comunmente , E ya la gente bien apercebida,
Siendo hombre temerario, por valiente. En efecto se puso la partida.
Era de Guelva, pueblo del condado, Sobre mil y quinientos ya corría
Según oimos á personas varias, El de cincuenta y uno de los años
Nieto del comunero condenado Del parto pío de la Virgen pia
Que dijo « mi compadre Gómez Arias», Que fué reparación de nuestros daños.
Que por ser un romance muy trillado Cuando poblaron do se pretendía
Las razones se dan aquí sumarias, Para la conversión de los estraños;
Pero quien del suceso mas desea Y por hallar alguna, según fama,
Lo restante de aquel romance vea. San Sebastián de la Plata se llama.
El Oyon ansimismo fué culpado Allanada la tierra con aumento,
En el Pirú con los del alzamiento, Fué su persona bien gratificada,
El cual vino con otros desterrado, Y el Sebastián Quintero, con intento
Personas que no fueron de momento; De vella mucho mas acreditada,
Después en Almaguer fué señalado Enviólo con el apuntamiento
Por escuadra, con otros que no cuento , A este nuevo reino de Granada,
Y allí sin ocasión de tener guerra Siendo Galarza y Góngora oidores
Riñó con un soldado de su tierra. Primeros , y después pocos mejores.
Fué Francisco Domínguez el que digo, A Bogotá llegó, y al presidente
Y aunque los despartieron sin herida, Presentó los recaudos y escriptura,
Sancho de Rojas, del Oyon amigo, E yo lo v i , que me hallé presente
Fué del dicho Domínguez ho/nicida , En la ciudad en esta coyuntura,
Sin que pudiese declarar testigo Donde no tuvo tal el despidiente
Otra razón ni causa conocida: Que conformase con su conyectura,
Sabido por Oyon el mal recado. Porque en el confirmar algo se altera,
Los dos se retrajeron á sagrado. Y no falló quien dijo quién él era.
Luego de Guachicono se salieron Y entonces á la puerta de un platero,
Usando de recatos necesarios, Jorge de Quintanilla que lo via
Y á la villa de Cali se volvieron Con paño de cabeza y un sombrero
Fuera de los caminos ordinarios, ( Presente yo) le dijo, ¿qué tenia?
Adonde dicen que se retrajeron Y respondió : « Señor, aquí me muero
Al monasterio de los mercenarios; De dolor de cabeza cada dia».
Y los intentos del Oyon han sido Y no pudo hablar mejor sentencia ,
Librarse del delicio cometido. Pues esta fué su principal dolencia.
Porque se proferia dar bastante Hombre mas que mediano, bien fornido,
Información , que de la contingencia Y no de entendimiento delicado,
En la desgracia nada fué culpante , Pues aunque hijodalgo conocido,
Ni riñeron los dos en su presencia; Bronco me pareció y avillanado;
Antes del caso que le fué tocante Andaba del demonio revestido,
Había ya pasado la pendencia , El rostro torvo, melancolizado,
Y estaba con quietud en su posada Como quien se quemaba con el fuego
Cuando supo la muerte desastrada. De la fea maldad que diré luego.
Quiso pues presentarse de su grado Para cuyas horrendas pretensiones
Debajo de tener prenda segura, Compró del caudal poco que tenia
Para lo cual Tamayo fué rogado Arcabuces y algunas municiones,
Y otros presentes á la coyuntura. Conformes á su loca fantasía,
Que hablasen al dicho licenciado So color de que son preparaciones
A quien tocaba la judicatura : De guerra que en los cambis se hacia,
Habláronle, del cual tuvieron presta Adonde se volvió con los que vino ,
Y fuera de su gusto la respuesta. Rendidos á su torpe desatino.
49Ü JUAN DE CASTELLANOS.
En la misma sazón el licenciado Y ansi como negocio tan terrible
Briceño, ya lomada residencia No sufría prolijas dilaciones,
A capitanes del adelantado , Con la presteza que les fué posible
Se vino para la real audiencia Alistaron guerreras municiones,
Del nuevo reino, por estar nombrado Y antes que la maldad fuese visible
Senador della por real potencia; Avisaron cercanas poblaciones,
Y con temor que á Popayán acuda ,
Llegó también en este mismo año A Cali y Almaguer piden ayuda.
El suelto licenciado Juan Montano. Cali, que con las mismas conyecturas'
El Oyon á los cambis ya venido Venir allí primero se recela,
Con tres ó cuatro de su compañía , No le pareció bien quedar á obscuras
Fué del leal Quintero recebido Por dar al otro pueblo la candela;
Con mejor pecho quel traidor traia : Los de Almaguer, aunque las nuevas duras
Dio larga cuenta de lo sucedido, Pedían mas posible de tutela,
Mas no de la traición que pretendía , Enviaron por ser mas comedidos
Porque si della vieran aparencia Doce vecinos, hombres escogidos.
Fuera luego punida su demencia, Estos son : Luis Mideros, lusitano,
Pero con otra juvenil compaña, Francisco Ruiz y Alvaro Gudino,
Veletas que se van tras cualquier viento,. Antonio de Guevara, toledano,
Facilitándoles esta hazaña Y Juanes de Gaviria,vizcaíno,
Con grande prevención de juramento^ Tamayo, Alonso Casco , trujillano,
El pérfido traidor se dio tal maña Martin Muñoz, de Ubeda vecino,
Que ganó votos y consentimiento, Cosme de Torres, Pedro Galiciano,
Pesando la graveza deste peso Gonzalo Gómez, Juan de Medellino,
Con la balanza de su poco seso. En caballos lozanos y lijeros,
Y es consideración que nos admira Y por su capitán Luis Mideros*
Deste pobre mas pobre de aquel suelo ,
Que para tirar alto se retira Llevaron paso bien apresurado,
De la seguridad del fiel celo; Y a la ciudad de Popayán venidos,
Y al tiempo del tirar puso la mira Fueron del capitán Diego Delgado
En un blanco clavado con el cielo , Y del cabildo muy bien recebidos ;
Donde toda la fuerza de fortuna Fueron, según el orden mas cursado t

Para llegar es menos que ninguna. Oficios de la guerra proveídos ,


Pero comunes son estes escesos Que por los ignorar no los estampo :
En gente torpe cuando devanea , Solo sé ser Lobon maese de campo¿
Adoptando principios y progresos De los unos y otros hecha cuenta ,
Al desvanecimiento do su idea, Dispuestos á la cola y al almete,
Y que no serán menos los sucesos Hallaron cinco menos de setenta,
De como su juicio los tantea; Entrellos de caballo diez y siete,
Y ansí sin prometerse mal remate Que muchos en rigor de nías afrenta
Dio el Oyon en este disparate. Sacaron bien la barba y el copete i
Veinte personas pues ya conjurada» Negros preparan, indios yanaconas,
Para la gran traición que se tramab.t, Demás del numero destas personas.
Al Quintero le dio de puñaladas Cada cual en su pueblo se velaba
Y a los demás de quien se recelaba. En las nocturnas horas y de dia,
Que no querían ir por las pisadas Y el capitán Delgado procuraba,
Del áspero camino que llevaba, Con bárbaras espías que tenia,
Teniendo cada cual libre su pecho Saber del mal Oyon donde llegaba
De tan atroz, cruel y enorme hecho.- Para ver la derrota que seguía;
Mas ¿ quién devisará cubierta brasa- Y de los indios de repartimientos
En la ceniza del traidor amigo, Tenían los avisos por momentos.
Que goza de mi mesa y de mi casa Oyon desque cortó la vital trama
Y en gran conformidad tract'a conmigo * A los que conocía ser leales ,
Muestras sinceras, aparencia rasa , El príncipe de libertad se llama,
Y en las entrañas bosque de enemigo ,- Siendo captivo de sus proprios males:
De donde sale para hacer salto Y entre los herederos de su fama
El con ardid aleve, yo del falto 7 A su gusto nombró los oficiales;
Muertos del pueblo pues los mas ÍHSHMÍ% Y destos Diego Gómez de Casañas,
A dos deHos por gran ruego desliei ra, Maese de campo fué de las marañas.
Haciendo cuenta que por los confines Hecha por él aquesta diligencia,
Los matarían indios de la tierra : Eu ese mismo punto determina
El uno fué Juan LópezParadines, Dar en los pueblos de menos potencia :
Que con el otro por gente de guerra* Primero Neiba, por le ser vecina.
Pasaron, con notable detrimento, Adonde por faltalle resistencia
Desarmados y siu mantenimiento. Y no ser destos males adevina,
Debió de ser divina providencia • Mató los del cabildo y regimiento,
Desterrar estos dos el torpe ciego , Y los demás llevó que yo no cuento.
Porque si Popayán sin advertencia A Timaná llegó con sus soldados,
Estuviera del pérfido celego, Muchos sin voluntad destas pendencias,
Estendiérase mas esta dolencia Adonde como estaban descuidados
Y fuera malo de matar el fuego ; Usó de sus sangrientas insolencias :
Pero guiólos la bondad inmensa Los muertos no me fueron señalados
Por mejor vía quel tirano piensa. Ni las particulares menudencias;
Pues aunque por montañas y breñales. Pero robó del rey caudales ciertos
Huyendo de caminos y de asiento Y el oro de los vivos y los muertos.
Poblado de los bárbaros bestiales, Las armas recogió, y aquesto hecho,
Y sin pacífico conocimiento, Allí tuvo de gente mas aumento,
Hotos, descalzos y con otros males, Que contra voluntad y á su despecho
Fueron á Popayán en salvamento , Metieron prenda de su perdimiento;
Do publicaron la traición y modos. A Popayáu se fué luego derecho,
Con sobresalto general de todos. Do siempre turo principal inUmto,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A RENALCAZAR, CANTO X. •Í97
Porque subyectos estos á su mano, En las manos aguda partesana,
Pensaba lo demás tenello llano. Celada fuerte la cabeza vana.
¡ Oh vana presunción, consejos vanos, No pudo caminar tan recatado
Y cuan preciso forma su balance Que de las velas no fuese sentido :
En yerros tan pesados de livianos Al pueblo se le dio luego mandado
Que como tales ha de errar el lance ! Tácitamente sin hacer ruido ;
Pues aun á lo seguro y entre manos Esperólos el capitán Delgado
Apenas le podemos dar alcance, Dentro de la ciudad apercebido ,
Y el mentecapto de conciencia loca Porque, por ser la noche tenebrosa,
Mide sucesos á pedir de boca. No cumplió que hiciesen otra cosa.
Agora va feroz, brioso , fuerte, El pueblo todo se desembaraza
Sin temor de contraste ni caida, No dejando persona divertid* ,
Llevándolo su perniciosa suerte Porque la nuestra y aun la gente baza
A los remates de la mala vida , En dos casas estaba recogida ,
Con afrentosa y abatida muerte, Cuyas puertas salían á la plaza ,
Según él la tenia merecida, Cada cual dellas cómoda guarida ,
Corriendo mas dos años de la cuenta Hechas por las paredes y aceras
De los mil y quinientos y cincuenta. Para los arcabuces sus troneras.
Era venido ya don Juan de Oval le , Estos, según el orden que tenian ,
Obispo, natural de Moazonillo , Fueron en sus lugares repartidos,
A quien por su valor quisiera dalle Puestos de tal macera que podían
Elogio que no fuera tan sencillo; Ofender sin poder ser ofendidos ;
Pero no será justo que se calle Caballeros armados atendían
El haber sido principal caudillo En un zaguán secretos y abscondidos,
En industrias, defensas y en ardides , Para tomalles las espaldas luego
Para desbaratar tiranas lides. Que viesen comenzar el marcio juego.
En todas ciencias fué varón entero Mas el efecto desto no se vido
Y en esto dio prudentes pareceres ; Puntualmente como se declara,
Armóse de las hojas del acero, Por cierto caballero mal sufrido
Y ansimismo con él todo Su clero ; Que llamaban Antonio de Guevara;
Metieron en el templo las mujeres, Pues pareciéndole tiempo perdido
Do con semblante de león severo , El que después de vellos esperara,
Recogidas casadas y doncellas , Quiso, sin que pasasen mas adentro,
A su cargo tomó la guarda deltas Salir con los jinetes al encuentro.
Llegaron pues á la ciudad pajiza, Y ansí, cuando llegaba ya cercana
Aunque de tapias las demás labores, La turba ciega de los conjurados,
Cuando la Santa Madre solemniza, « Aquí estamos, les dijo, no sin gana
Juntos los celestiales moradores , De ver vuestros remates desastrados •
Y por los convertidos en ceniza ¡Oh miserables, que venís por lana
Con pias oraciones da clamores ; Adonde seréis presto trasquilados,
Adonde dar con claridad no quiso , Divisos de los cuerpos vuestros cuellos,
Pensando que vivian sin aviso. Porque caigan de golpe los cabellos! »
Quel gran peligro los hacia cienos Estos requiebros del leal jinete
Ser luego los dos hombres desterrados, Apenas percibieron los oídos ,
A manos de crueles indios muertos, Cuando bando traidor í t s acomete
Y de otros no poder ser avisados : Y fueron del leal acometidos;
Estuvieron pues todos encubiertos Pero los cinco destos diez y siete,
En los cañaverales mas cerrados, De pálido temor siendo rendidos,
Por asaltar el pueblo con obscuro , Desparecieron como flaca paja
Suponiendo dormir sobre seguro. Que violenta furia desparpaja.
Y en esto no llevaban malos tinos, Sus nombres no se ponen en historia,
A no ser su cautela conocida ; Por no decillos quien los conocia;
Pero como tuviesen los vecinos Pero yo hiciera dellos la memoria
Entera relación de su venida, Que su bajeza grande merecia,
Fuera velaba gente los caminos , Para que con razón fuera notoria
Y la del pueblo bien apercebida . A la posteridad su villanía :
Estando ero recelan mas el rayo Quedaron pues los doce siu delicto
Un Francisco de Arévalo y Tamayo. En la tribulación y en el conflicto.
Estos dos en caballos principales, Estos con los caballos van rompiendo
Con guerreros recatos y cautelas, Haciendo lo posible como buenos ,
Y metidos en ciertos matorrales * Los pocos á los muchos retrayendo,
Dos prontas y avisadas centinelas, Y los muchos á veces á los menos ,
Porque sintiéndose los desleales Heridas dando , golpes recibiendo ,
Ratiesen y arrimasen las espuelas Que les hacían detener los frenos;
A dar de la venida relaciones , Pero volvían al sangriento trato ,
A las ancas llevando los peones. Y en esto consumieron largo rato.
Y ansí, tendidas las nocturnas alas Hasta que los tiranos encendidos
Y del sueño la dulce pesadumbre, En escuadrón cerrado revolvieron,
Ausente de palacios y de salas Juzgando los leales por perdidos ,
El fuego material que les da lumbre , Según el poco número sintieron ;
Salieron por su mal las gentes malas Con la cual furia fueron retraídos
A hacer lo que tienen de costumbre : AI patio de la casa do salieron ,
Eran setenta y cinco todos ellos, Y á pié, con buenas armas enastadas,
Y algunos van como de los cabellos. Con gran valor defienden las entradas.
Otros desde los pies á la garganta Crecen las temerarias confusiones
Cubiertos de la malla jacerina , Y voces del Oyon que los anima ,
Y á todos se aventaja y adelanta El cual, reconociendo ser varones
Aquel que para mal los encamina, Con quien combaten de valor y estima,
Guarnido de una dura cuera de anta Subió por la pared con intenciones
Encima puesta de la cota fina, De solo se meter en el esgrima
T. IV.
35
498 JUAN DE CASTELLANOS-
Para que dentro él y en la reyerta Salieron todos , y el Diego Delgado
Los de fuera ganasen esta puerta. Mandó tomar la puerta del cercado.
Mas Juan de Medellin , como cercana Por indios de macanas y flecheros
Persona que lo vio y el ardid siente , Ansimismo la cuadra se rodea ,
Le dio tal golpe con la partesana Que por los transparentes agujeros
Que lo precipitó galanamente: Susflechascada cual dellos emplea,
Espaldas tocan á la tierra llana, Porque los fuegos altos y lijeros
Y mejoró los pies incontinente, Les descubrían la caterva fea ;
Maldiciéndose á sí y á sus bellacos De suerle que los míseros tiranos
Por mostrarse tan flojos y tan flacos. La pena se tomaron con sus manos.
A la puerta revuelve con los brios Por cuya causa , de la parte rasa
Que pudierff llevar üera serpiente, Do la fuerza del fuego convertía
Diciéndoles : «Aquí, soldados inios , Los edificios pálidos en brasa,
Aquí y á ellos, porque no son veinte.» Se desvió la torpe compañía
Tamayo dice: «Vuestros desvarios Para se defender en otra casa
Os ponen esas cosas en la frente : Mayor, que dentro del solar había;
Llega con vuestro loco pensamiento, Y ansí se recogieron tras paredes,
Y pareceros han los pocos ciento.» Que fué dar de los lazos en las redes.
Durante la borrasca, que fué brava , Como dará cualquier que se menea
Uno de la tiránica cuadrilla A caso feo de lealtad estraño;
Sacó arpón agudo del aljaba Y aunque le venga de lo que desea
Para se valer del en la rencilla, Algún gusto, será para mas daño :
Y á Francisco de Arévalo le clava Pues está claro que lo que tantea
Por el siniestro lado la mejilla: Con proprios desengaños es engaño ,
Cayó del golpe luego cuasi muerto , Y al fin ha de venir á pagadero,
Dejándoles el paso mas abierto. Según aquestos, cuyofinespero.
Porque los once, con el sobresalto, Los cuales, como dentro se metiesen,
Aflojaron en alguna manera , El Delgado tomó la puerta luego
Y entonces el Óyon de un solo salto Con los demás»diciendo que se diesen
En el umbral se puso , mas cualquiera Y se dejasen del intento ciego ;
De los otros allí no quedó falto Porque si su defensa pretendiesen
De fuerte brio por eíliallo fuera , Al aposento le pornian fuego ,
Lo cual se hizo con ardor terrible , Donde ellos con sus pérfidos motivos
Haciendo todos mas que lo posible. Habían de morir quemados vivos.
Huye la cobardía y el desmayo , Con aquesto cesó la resistencia,
Según necesidad les aconseja; Diciendo : «Por amor de Dios rogamos
Y entonces al Vicente de Tamayo, Uséis en este caso de clemencia,
Que á los hercúleos golpes se empareja Porque como católicos muramos
Con el impulso de sulfúreo rayo , Con sacramento de la penitencia ,
Los tiranos le dieron en la ceja : El cual pedimos y este deseamos:
No le quedaron ambos ojos llenos, Que ya lodos los mas en los estreñios
Pues que lo vemos hoy con uno menos. Estamos, de heridas que tenemos.
A Antonio de Guevara, que lozano A tiempo lo pidieron oportuno
Allí se muestra can un alabarda, Para se redimir de llamas vivas;
Le llevaron un dedo de la mano Y todos los leales de consuno
Con duro globo de la masa parda; Admitieron aquellas rogativas,
E l número de nueve quedó sano Mandándoles que salgan uno á uno
Y con ellos Guevara hizo guarda Sin armas defensivas ni ofensivas;
De tal manera, que aunque dan en ellos, Porque sin falta se les dará gusto
Poderosos no son para rompellos. Cerca de lo que piden, por ser justo.
Mas ya muchos estaban mal heridos Salieron su locura maldiciendo
Por los demás leales , que al seguro Y del movedor della blasfemando,
Del lugar donde estaban abscondidos E uno á uno como van saliendo
No yerran á Igs bultos con obscuro: Los iban en cadenas enlazando :
Halláronse confusos y perdidos, Unos lamentan, otros van gimiendo ,
Y ansí huyendo deste trance duro, Su desastrado fin adevinando,
Acuerdan lodos en el mismo punto Porque crimen tan feo y tan ntroce
Entrar en un solar (pe estaba junto. Pedia ser mortífera la coce.
Para ver si de dentro se podría Después que fueron bien oprisionados,
A los heridos dar alguna cura, Ansí los sanos como los heridos,
La cual su grave yerro no sufría * Ya por los bajos valles y collados
Por ser mal incurable tal locura: Iban febeos rayos es tendidos ,
Consultaban también qué se haría Y á punto sacerdotes convocados
Acerca de buscar parte segura , Que para culpas abran los oidos,
Creyendo ya de la leal potencia Y para los delictos manifiestos
No quererse poner en contingencia. Ejecutores ansimismo prestos.
Antes piensan que lo que se dilata Al Oyon y otros tres hicieron cuartos ,
De tiempo todos estarían quedos, Conío culpados mas en los escesos ;
Mandándoles hacer puente de plata, Cuelgan catorce de ásperos espartos,
Acobardados con villanos miedos; Sin gastarse papel en los procesos;
No mirando cuan presto desbarata Manos y pies también cortaton hartos
La justicia de Dios falsos enredos, De los que constó ser menos aviesos ;
Y que quien sobre vanidad estriba Y los otros á penas mas lijeras,
Cae, pues ella misma lo derriba. Azotes ó destierros , y á galeras.
Conformes en aqueste desvarío , Antes que al Alvaro de Oyon se diera
Que no les costó menos que las vidas, Aquel castigo, de su culpa diño,
Encendieron un pequeño buhfo Demandó de comer, como si fuera
Para ver con su lumbre las heridas: De menos pesadumbre su camino;
Los leales, que no largo desvío Y ansí comió y bebió la vez postrera,
Estaban , viendo lumbres encendidas , Siempre con un esfuerzo peregrino ,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELEGÍA A BENALCAZAR, CANTO XI. ¿99
Que por ventura fué mas de valiente, Algunos destosFuen Mayor tenia
Que de bien preparado penitente. Y el buen Villavicencio en su posada , •
Y al tiempo de sus justas puniciones Con liberalidad y cortesía,
En él notaron una cosa dina Como si fuera gente mas granada;
De no se nos pasar entre renglones , Mas no ganaron en la mercancía,
Por ser á lo que creo peregrina : Antes perdieron por estar dañada,
Cerdas de mas rigor que de lechones , Su crédito quedando de menguante,
Nativas en la via de la urina, Según declararemos adelante.
Algo larguillas, y de tal manera En aquesta sazón era venido
Que buen espacio le salían fuera. A gobernar la tierra deste fuero
Estos fueron los fines y remates Un Luis de Guzmán, hombre rompido,
Desta caterva loca sediciosa , Valiente y honoroso caballero,
Que quiso de antiparas y alpargates De semejante mal inadvertido,
Investirse de ropa mas costosa ; En todo lo demás vivo y entero ,
Pero los semejantes disparates Con buenas prevenciones y recato,
No vienen á parar en otra cosa; Mas sin sospecha del tirano trato.
Y aun no bastaron muertes y tormentos Y ninguno creyera ser tan loca
Para refrenar furias de otros vientos. Conjuración y tan desvanecida ,
Porque después , algunos desterrados Que guiara camino por la roca
Que en lo de Francisco Fernandez fueron Do ya se lastimó con gran caída ,
Al tiempo que se rebeló culpados, Siendo también esta caterva poca
A la ciudad de Popayán vinieron , Y en pueblos diferentes dividida,
Adonde, como mal acostumbrados, Pues eran basta diez los desterrados
Alzarse con la tierra presumieron : En Popayán y Cali separados.
Daré pues relación deste dislate Y si tenian otros por escudo,
En canto con que todo se remate. Según alguna gente presumía,
Dicen que hasta hoy nunca se pudo
CANTO UNDÉCIMO. Averiguar la tal algarabía ;
Donde se da conclusión á la historia de lo sucedido en la gobernación
Al fin'ellos querían dar de agudo
de Popayán hasta el tiempo presente, y se da cuenta de cierto aUa- En ambos pueblos en un mismo dia,
miento que allí se intentó por algunos soldados que vinieron desterra- Y al Guzmán y á los hombres de mas suerte
do» de Piru, cuando se rebeló Francisco Fernandez Girón en el Cuzco. Hacer entrega del los á la muerte.
Las malas mañas y costumbres viejas Destos era, según se supo claro
Raras veces las vemos con enmienda : Después de descubierta la celada ,
Cortan á los ladrones las orejas , Un Pedro López Patino de Haro,
Porque la punición les ponga rienda; Persona principal y señalada ,
Mas aunque mudan suelo las vulpejas, En lealtad y valentía raro,
No pierden las astucias y vivienda , Y al capitán Alonso Fuenlabrada,
Hasta tanto que ya su vivir malo Y entrellos á Henao, maesescuela,
Hace dejación dellas en el palo. Diestro para belígera tutela.
Para verificar como parece Y otros algunos mas que yo no cuento,
Ser aqueste su fin y paradero , Porque reconocían ser varones
Otro rebelión se nos ofrece Que podrían poner impedimento
No menos mal fundado quel primero , A las devergonzadas intenciones ;
Adonde lo de Popayán fenece De los demás tenian pensamiento
Por ser de su terreno lo postrero , Forzallos á seguir sus opiniones,
Cuya revolución y desatino Mas todos ellos perecieran antes
Este canto dirá de dónde vino. Que dar favor á tractos semejantes.
Midiendo ya la celestial espira Saliendo bien deste primer confuto,
Años cincuenta y cinco de la era Sin que contraria mano los oprima,
Sobre mil y quinientos donde tira Pensaban de revuelta dar en Quito-
El cómputo de cuenta verdadera , Y subyectar á la ciudad de Lima,
Un Francisco Fernandez Girón gira Adonde hallarían infinito
Los pasos llanos de leal carrera, Número de baldíos que se arrima
A precipicio cuya dependencia A lo que pide su bestial deseo,
Le dio traidor renombre por herencia. Sin consideración y sin tanteo.
Este con los demás colaterales Y á tal estremo llega de locura
Fueron para Piró nocivo rayo, El insensato que se desvanece,
Hasta tanto que buenos y leales Que ya por infalible conyectura
Rompieron los girones deste sayo; Tenian esta, porque les parece
Y en penas y castigos de sus males Ser cómoda sazón y coyuntura
Padecieron mortífero desmayo, La que lo sucedido les ofrece
Y los de menos prendas en el yerro En Pirú, por haber en sus concetos
De Pirú condenados á destierro. Cuantidad de discípulos secretos.
Quitados los troncones de la roza, ¡Oh vana presunción y sin aviso
Fueron en el destierro compañeros Del ágil y continuo movimiento,
Mateo del Saz y Pedro de Mendoza , Donde siempre se ve que de improviso
Pedro de Villagrán , Castro , Riveros, Suele calmar tempestuoso viento,
Rarroso, Orquijo y otra gente moza Y en el acuerdo nuestro mas preciso
Culpados en los dichos desafueros, Defraudado quedar el pensamiento :
Que para popayán alzaron faldas Y ansí pocos intentos, según creo,
Algunos santiguadas las espaldas, Suceden á medida del deseo.
Disimuladas bien con perpiñanes, Fué pues la máquina que se levanta
Galanos y honoríficos vestidos ; En el celebro desta pestilencia,
Y como fuesen diestros charlatanes y
En tiempo sancto que la Madre Santa
Fanfarrones y muy entremetidos , Tiene dicado para penitencia,
Ganaron lado de los capitanes Después un año del que ya se canta
En Calí y Popayán en mas tenidos , Que fueron desterrados por sentencia;
Como digamos Fuen Mayor, Florencio , Y el salto concertaron entre tanto
Serrano y Diego de VMlaviceneío. Que se disciplinaban, Jueves Santo.
500 JUAN DE CASTELLANOS.
Para mejor urdir aquesta trama Alegres muestras, pero de malinos
Y por tal ocasión andar armados, Intentos, sediciosos y profanos,
Con falsa relación echaron fama Que no ganaran en los desatinos
Estar los naturales rebelados : Si comenzaran hechos inhumanos,
Esta con tal astucia se derrama, Por estar bien armados los vecinos
Que puso por allí nuevos cuidados ,
# Y copia de arcabuces en las manos;
Y en efecto por darse buena maña Y ansí con aparencias sencillas
Hicieron ser creíble la patraña. Ante el altar hincaron las rodillas.
Mas el astucia para su mal hecho Después les dieron cortesanamente
Y el orden que tenian concertado, Las buenas Pascuas, como por cohechos,
A los vecinos fué de gran provecho , Mostrándoles el rostro diferente
Por andar todos ellos á recado; De aquello que tenian en los pechos :
Y aun la malicia del tirano pecho Pretenden luego dividir la gente
Se habia no sé cómo rezumado Para mejor efectuar sus hechos,
Por clérigo quel caso representa, Manifestando cartas fementidas,
Y á Vicente Tamayo le dio cuenta. Diciendo ser de Popayán venidas.
Diciéndole : « Señor, vivid alerto Y lo que contenían en substancia
Para la gran maldad que se recela , Era decir tenellos apretados
Porque si no, sin duda será muerto Caciques que con fuerza y arrogancia
Con otros vuestro hermano maesescuela : Acometieron por diversos lados,
Hase por ciertas vias descubierto Y que los tambos de cualquier estancia
Traición que yo no tengo por novela, Tenian destruidos y asolados,
Y hay gran necesidad que se provea Con tal color y tanta menudencia
A lo que puede ser, antes que sea. » Que de verdad traian aparencia.
Esto fué en Calí, do visitaba Consultaron lo que hacer se puede
Entonces el obispo ya nombrado, Sin saltar del buen término la raya,
Y el Luis de Guzmán también estaba Porque podría ser, como sucede,
Allí, ni mas ni menos ocupado; Que en la resolución engaños haya :
Tamayo, puesto caso que de brava Y ansí conciertan que Guzmán se quede
Enfermedad se via fatigado, Y el obispo con solos veinte vaya ;
Tomó las armas y sallo del lecho, Y el negocio sabido por entero
Y al buen gobernador se fué derecho. A las voladas venga mensajero.
Diciéndole : «Señor, como doliente Partióse luego con aquella gente
Traigo harta mas cólera que flema , Que señalaron para compañía ,
Por otro mal que tiene de presente Vicente de Tamayo juntamente
De se curar necesidad estrema, Quel número de veinte concluía :
Primero que la hinchazón reviente A Popayán llegados, ven patente
Y á sanos inficione su postema, Ser falso todo lo que se decía,
Porque esta noche santa se desmanda Y ansí con relación de lo que consta
A duro sinsabor rebelde banda. Enviaron á Cali por la posta.
«Conviene que vivamos advertidos, Do Fuen Mayor, por término discreto,
Listos el arcabuz, caballo y lanza, Antes de levantarse mayor llama ,
De todas armas bien apercebidos Al Luis de Guzmán en gran secreto
Hombres de quien se tenga confianza, Fué descubriendo hilos de la trama,
Porque si fuéremos acometidos De lo cual resultó quedar subyelo
Toméis á vuestro gusto la venganza , A sospechas tocantes á su fama,
Y para descubrir esta demencia Y él y Villavicencio de sus puestos
Se haga la posible diligencia.» En alguna manera descompuestos.
Guzmán que por el gran César Augusto Por regalar aquella picardía
Mandaba, dio respuesta comedida , Rergantisca de mozos inquietos
Diciendo : «Señalad á vuestro gusto En sus moradas, con intención pia
Personas que aseguren la partida, O por otros magníficos respetos;
Pues es lo que pedís negocio justo, Mas al fin de lámala compañía
Y en ello no va menos que la vida : No podían nacer otros efetos,
Apercebirlos heis, y sin embargo Y ansí por imputalles la malicia
Las diligencias quedan á mi cargo.» Les convino purgarse por justicia.
AI capitán Patino luego vino Sabida pues la pérfida maraña
A le notificar el embajada Y tractos desta máquina traidora ,
Con Alvaro Patino su sobrino , Y visto cómo muchas veces daña
Y al Alonso también de Fuenlabrada, En semejantes casos la demora,
Y á un Alonso Flores, hombre diño El Luis de Guzmán se dio tal maña,
De confiar el caso de su espada, Que se prendieron dentro de una hora ,
Y Alonso Ramos y Alonso Burgueño, Poniéndoles prisión cual convenia ,
Alonsos todos, pero no con sueño. Y guardas que los velen noche y dia.
Porque, con otros bien aderezados, Y al mismo Fuen Mayor le dio recados
Tal orden dieron en las procesiones, Para que á Popayán luego se parta
Que no pudieron dar los conjurados A recoger los otros encartados,
Efectos á sus malas intenciones ; De quien él mismo dio noticia harta :
Pero firmes en ellas y obstinados % Cumplió con su deber, y de culpados
Esperan adaptadas ocasiones, A Calí trajo razonable sarta,
Sabiendo bien disimular el ascua Que decían : «Alonso, buen alhaja,
Hasta llegar primer dia de Pascua. Encima nos cchasles la baraja.»
Entonces, los oficios comenzados, Y otras desenfrenadas demasías,
Y cada cual con su mujer ó hijo Cuyo son lastimaba sus orejas,
Dentro del santo templo congregados , Porque le dicen : «¿Cómo te desvías,
Entraron so color de regocijo Siendo zorro mayor, de las vulpejas,
Con breve compañía de soldados Habiendo solo tres ó cuatro dias
El Villagrán, Mendoza, y el Orquijo, Que corrías con ellas las parejas?
Arcabuces cargados, vivas mechas, Debió de ser que por algún espanto
Y de sulfúreo polvo cargas hechas Te hizo la Semana Santa, santo.»
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE 111, GOBERNADORES DE POPAYAN. SOI
Pero costumbres son de los bestiales,
Por barajar el juego del castigo, CATALOGO
Encartar á los hombres principales
Pensando por allí hallar abrigo : de los gobernadores de Popayán, y cuasi epílogo de lo
Lo mismo fué lo destos desleales , contenido en su historia.
Poniéndole la mácula que digo,
Porque después en la real audiencia EN METROS SUELTOS.
Quedó libre del caso por sentencia.
Al fin, llegado con oprobios hartos Don Sebastián de Benalcázar vino
A Cali con los cómplices del yerro, Por el marqués don Francisco Pizarro ;
Pedro de Villagrán fué hecho cuartos , Este con mas altivo pensamiento
Y á su cabeza dan jaula de hierro: Quiso hacer cabeza de su juego
Algunosestharon los espartos, En la tierra que habia descubierto ,
Y otros se condenaron á destierro, Y al gran emperador don Carlos Quinto
Embarcándolos con guarda segura Della pedir el adelantamiento.
En el puerto de la Buenaventura. Con estas intenciones resolutas
Adonde residía de presente Partió para Castilla, y entre tanto
Por alcalde mayor destos ancones Llegó de Lima Lorenzo de Aldana
Un Nicolás Blandón, mozo valiente, A tomar el gobierno por Pizarro,
A quien los entregaron con prisiones; Que sus propósitos adevinaba.
Y sobre los tractar ásperamente Aldana, removiendo los jueces,
Orquijo le habló malas razones, Puso por el marqués otros tenientes,
Y con su cólera, que fué postrera, Cabildos y justicias, y esto hecho
Tiróle con un zueco de madera. A Pirú se volvió para dar cuenta
Abajóse Blandón en el instante , De cómo lo dejaba todo llano
Pasó por alto, mas do se endereza
El golpe topó cierto mareante Y en obediencia suya los vecinos.
Que de los dos distaba breve pieza, Poco después un Pascual de Andagoya,
Y el mísero, de tal fin ignorante, Que fué del Rio de San Juan nombrado
Cayó, hecha pedazos la cabeza : Gobernador, entró violentamente
El Blandón revolvió, manos armadas, En Popayán, diciendo ser aquello
De la gobernación que le fué dada :
Y al Orquijo le dio de puñaladas. Y fué de todos los conquistadores
Ejecutada la severa pena Por tal gobernador obedecido.
En el Orquijo por su desconcierto, Benalcázar volvió con el gobierno
Luego hizo Blandón probanza llena E titulo y honor de adelantado,
Con los que se hallaron en el puerto": El cual fué con aplauso recebido
Sustanciada la causa, lo condena De todos ellos, porque le tenian
A muerte corporal, después de muerto, Amor sincero, claro y entrañable,
Haciéndolo colgar en un madero Y al Pascual de Andagoya prendió luego
Por traidor y con voz de pregonero. Haciendo diligencias en el caso.
Ansí que, para proseguir su via A la sazón llegó Vaca de Castro
No hubo menester matalotaje; Que lo mandó soltar de las prisiones
Y aun el Blandón, con blanda cortesía, Como juez superior en mando,
No consintió pagase carcelaje; Llevándolo con otras compañías
Mas embarcó la otra compañía, A reinos de Pirú , do sospechaba
Y á Panamá hicieron su viaje, Habello menester para la guerra
La cual, según sus términos mines, Que por la muerte del marqués Pizarro
No debió de tener mejores fines. Esperaba tener, como la tuvo,
Y aunque la causa fué después reñida Con el mestizo don Diego de Almagro.
Cuando del cargo fué residenciado, Pasados años, Blasco Nuñez Vela,
Al fin Orquijo se quedó sin vida, Estando por virey de aquellos reinos,
Y el Blandón no por eso castigado. Habiendo padecido duros trances,
Con esto será bien que me despida A Popayán se vino retrayendo ;
De lo de Popayán, pues he tractado Y para revolver contra rebeldes
Los negocios que son de mas substancia : Llevó con otros muchos valerosos
Supla verdad la falta de elegancia. A Benalcázar en su compañía.
Dejamos de decir en sus lugares Estando Benalcázar ocupado
Cómo también etíopes siieces, En servir al virey, llegó de España
De que hoy en las minas hay millares, Un licenciado dicho Miguel Díaz
Allí se rebelaron por dos veces; De Armendariz, que trajo por gobierno
Pero con los castigos ejemplares El reino y otras tres gobernaciones,
Tienen tan gran temor á sus jueces , Que la de Popayán un%i fué dellas,
Que ya ninguno del trabajo huye, Adonde desde la de Cartagena
Y el 'mío con aquesto se concluye. Jorge Robledo vino por teniente,
Mi voluntad reciban los presentes Quel dicho Miguel Díaz enviaba,
Hoy reservados de mortal yactura , Como quien lo tenia por amigo,
Y agradézcanmelo los descendientes Porque vinieron de Castilla juntos,
De los que cubre ya la sepultura; El Robledo por mariscal nombrado
Y si varones diestros y valientes Desta gobernación , donde antes era
Quedan sin se poner en escriptura , Capitán por el dicho Benalcázar;
La culpa tienen destas sinrazones Do resultó querer correr parejas
Aquellos que me dan las relaciones. Con él, y al rey pedir otro gobierno
Que bien quisiera yo ser coronisla De los pueblos que por el Benalcázar
El Robledo fundó, se%un se dijo
Dellos, por dalles nombre sempiterno; En el proceso largo desta historia;
Mas ya solo me resta hacer lista , Pero fallando la correspondencia
Para dar conclusión á mi cuaderno, Del consejo real á su deseo,
De los que comenzada la conquista Contentóse con la mariscalía.
A su cargo tuvieron el gobierno,
O señalados por real presencia, Llegado pues Robledo donde digo,
O nombrados acá por el audiencia. Desvanecióse con los nuevos cargos,
502 JUAN DE CASTELLANOS.
Enhestándose sobre los estribos Dio la de Panamá, donde la parca,
Con mas soltura que le convenía Hechas las diligencias de cristiano,
Para pasar seguro la carrera, Cortó los hilos de la vital trama ,
Pensando por ventura ser ya muerto Con gran dolor de los que lo perdieron.
Benalcázar en aquella batalla , Vino después Francisco de Mosquera
Donde el virey murió, cerca de Quito ; Por la audiencia de Quito proveído,
Mas no le sucedió como pensaba, El cual en Popayán es hoy vecino.
Pues vino Benalcázar, y en llegando Pero después la deste nuevo reino
Dio sobrel mariscal Jorge Robledo , A su fiscal Valverde le dio cargo
Y de sus insolencias hecho cargo, De aquel gobierno , donde fué subiendo
Quitóle de los hombros la cabeza. A mas altos honores, pues ha sido
Vino después contra los rebelados En diferentes partes presidente.
Que mataron á Blasco Nuñez Vela, Don Pedro de Agreda por este tiempo
El cuerdo licenciado Pedro Gasea, De Castilla llegó con el gobierno,
Y á Benalcázar manda que le siga No sé deciros si después ó antes,
Con gente y armas, para dar batalla Pero bien entendemos haber sido
A los culpados en el alzamiento : A lodos apacible caballero.
Cumplió con diligencia su mandado, Después del fué García de Gamarra ,
Hallándose con él en el conflicto Hoy morador en la ciudad de Pasto,
Do Gonzalo Pizarro fué vencido. Por provisión desta real audiencia
Dado ya fin á la sangrienta guerra, En el dicho gobierno colocado.
Volvióse Benalcázar á su casa , En aquesta sazón llegó don Alvaro
Y muy poco después de su venida De Mendoza , del hábito de Alcántara,
Llegó para lomalle residencia El cual casó durante su gobierno
El licenciado Francisco Briceño : Con su bella mujer doña Jordana,
Procedió contra é l , y dio sentencia A quien da vasallaje Cajamalca,
De muerte por tres veces, y convino En reinos de Pirú, donde hoy reside;
Con el apelación ir á Castilla; Y en aquel tiempo que este caballero
Y en el camino dio fin á sus dias En lo de Popayán tenia mando,
Dentro de la ciudad de Cartagena. En tierra de los paeces inmiles
Quedó Briceño por algunos meses Pasaron cosas que por ser notables
Aquella nueva tierra gobernando, Habré de fatigar manos y pluma
Y puestas las justicias de su mano, Para las celebrar, pues son indignas
Al nuevo reino de Granada vino De las obscuridades del silencio,;
Al uso del oficio que traía, Y será necesario que tomemos
Por ser oidor de la real audiencia, Esta carrera desde su principio,
Donde también lo era Juan Montano : Diciendo la substancia solamente.
iíl cual sabiendo los rebeliones El año de sesenta y dos corría
Que de Alvaro de Oyon hemos contado , Cuando pidió de Paez la conquista
Fué proveído para que viniese Un Domingo Lozano, que vecino
A deshacer la máquina traidora ; Fué deste Nuevo Reino , do tenia
Pero cuando llegó con este mando Mediana suerte con que sustentarse;
Estaban los tiranos ya deshechos. Pero la condición de los humanos
En este medio tiempo, nuestro César, Como las menos veces se contente
Sabiendo ser ya muerto Benalcázar, Con una moderada pasadía,
Hizo gobernador un caballero A fama de los prósperos veneros ,
Que se decia García de Bustos, Auríferas quebradas y riberas
Al cual, viniendo por neptunas ondas , Vistas por muchos en aquel terreno,
Consumieron las llamas de Vulcano, Sato de su reposo, con conducta
Y ansí nunca gozó deste gobierno. De capitán y número de gente,
Hallando pues Montano ya quieta Para fundar ciudad en aquel suelo
í.a tierra y el tirano castigado, Que de ninguno pudo ser domado;
Volvióse con la gente que llevaba Y allí llegado con el aparato
A la real audiencia , donde hizo De gente y armas que le fué posible,
(•Entre tanto quel rey lo proveía) De tal manera fué la resistencia
Dar el gobierno á un hermano suyo, Y obstinación del bárbaro gentío,
Dicho Pedro Escudero Herrezuelo. Acometiéndoles á todas horas,
Y viniendo de España proveído Sin dalles un momento de sosiego,
Un fulano Cerón, tampoco tuvo Que con algunos españoles menos
Ventura de llegar donde quería , Dejaron la conquista principiada
Porque metiendo paz en las Canarias , Y á los indios lozanos y soberbios.
Le dieron una mala cuchillada Pasáronse después algunos años,
Que le quitó los dias de la vida. Y el Domingo Lozano todavía
Fué por la muerte deste proveída • De revolver sobrellos deseoso,
Por la real audiencia deste reino Ansí por el honor de su persona
La gobernación á Pedro Fernandez Como por lo demás que pretendía,
De Bustos, que después por el consejo Entró segunda vez, que no debiera,
De Indias otra vez se le dio cargo Con ochenta soldados muy bien puestos
Della , y en breve tiempo mejorado Y no pequeña copia ele ganado
En la gobernación de Cartagena. De vacas y de puercos y de yeguas,
Y á la de Popayán fué proveído Y los demás pertrechos necesarios,
Luego Diego García de Paredes, Para hacer morada permanente
Que queriendo venir por Venezuela, Y restaurar la pérdida pasada
Fué muerto por los indios de Caracas, O morir en aquella su demanda,
No sin descuido deLfintendimiento, Como le sucedió, mas por descuido
Según veréis en la segunda parte, Y menosprecio que por cobardía;
Adonde tráete del mas largamente. Pues que como caudillo diligente,
La real Majestad , por muerte suya , Con esta breve copia de guerreros
A Luidle Guzmán le dio la suerte , Contrastaba los ímpetus terribles
Un caballero de Guadalajara , Desta nación cruel, nunca rendida ,
Hombre de gran valor y limpia vida, Sin aflojar en tan dudosa guerra ,
A quien después el rey por mejoría Cuyas prolijidades quebrantaran
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, GOBERNADORES DE POPAYAN. 503
La mas firme constancia y osadía ,
Porque fué de mas tiempo la distancia Al Domingo Lozano le dio cuenta
Que la de los argivos y troyanos , De lo que su criada le decia.
Con mil encuentros de sucesos varios Responde con desdén, allos los dedos ,
Y trances de reciprocas victorias. Sin dar reguardos á su salud propria :
Pero de tal manera, que los indios » Esos deben de ser los vanos miedos
Con su ferocidad no fueron parle De los soldados viejos de Antioquia;
Para que los fortísimos iberos Los indios en sus pueblos están quedos,
Desamparasen los tugurios hechos, Y no tienen de fuerzas tanta copia
Y un razonable fuerte que de tapias , Que gozando de paz en sus viviendas
Con grandes sobresaltos y rebatos, Procuren renovar viejas contiendas.»
En la nueva ciudad habían hecho. Esto le Respondió, de que me espanto ,
Viendo los indios pues esta constancia , Por ser hombre sagaz y recatado,
Y cómo en doce años de conquista Antiguo capitán , y en estos trances
Nunca jamás hicieron mudamiento, Ninguno mas astuto ni rompido;
Antes con mas hervor y diligencia Pero la presunción y confianza
Se mejoraban en los aposentos, Que de su discreción algunos tienen ,
Saliéronles de paz ciertos caciques , Suele cegalles el entendimiento
De tal manera que no ven las redes
Y dieron subyeccion mal entendida , De los engaños hasta que perdidos
Los cuales convocaron otros muchos Y sin tener remedio dan en ellas.
Que con gran humildad daban servicio AI fin el Arce se volvió corrido,
Y lodo lo demás que les pedían, Mas de su vida nada descuidado ,
Según y como tienen de costumbre Pues alistó sus armas , y al caballo
Los bárbaros domados y quietos ; Le puso silla y freno, y ansimismo
Y en esta subyeccion permanecieron Apretó las correas al espuela ;
Algunos días, siempre deseando Y la nocturna sombra ya tendida
Hallar dispusicion acomodada Por aquel hemisferio y horizonte,
Para poder hacer algún buen salto. Purgó bien los oídos, y á los ojos
El Domingo Lozano, como viese Nególes el regalo que pedían,
Estas esteriores aparencias, Por no dormir el sueño de la muerte.
Creyendo ser la causa porque estaban Llegóse pues aquella mortal hora ,
Ya quebrantados de lan larga guerra, Terrible y espantoso sobresalto ,
Procuró luego de coger el fiucto Cuando la fusca noche demediaba
De sus trabajos, y los ricos granos Sus cursos y en olvidos sepultados
Que las doradas venas producían , Estaban todos con el torpe sueño :
Con mayor libertad y mas á gusto Acometiéronles por todas partes
Que solían en otro tiempo, cuando Según impetuoso torbellino
Eran ratos hurtados y medrosos Que barre cuanto halla por delante.
Los que en los minerales se gastaban . Encienden luego los pajizos ranchos ;
Y ansí se hizo luego ranchería Rompe los aires el clamor horrendo
Donde se recogiesen españoles Del bárbaro furor, y los gemidos
Y los indios y negros que labraban De aquellos miserables que teñían
Las vetas y veneros caudalosos, El suelo con la sangre de sus venas;
Cuya prosperidad, si les durara, Pues aunque los mas dellos toman armas
Fuera mas que bastante recompensa Con algún daño de los vencedores,
A riesgos y trabajos padecidos; Fué tan impetuosa la creciente
Y ansí para que con seguridades Que no les dio lugar á congregarse
Gozasen desta grata granjeria, Para hacer común la resistencia.
Se repartieron en iguales partes Y ansí, sin escapar cosa viviente,
Unos en la ciudad que la guardaban , Pasaron por el trance postrimero ,
Y otros para defensa de las minas : Escepto Alonso de Arce, que velaba ,
En las cuales el Domingo Lozano Y al primero bullicio salió fuera
Con los demás soldados asistía, En su caballo bien apercehido ,
E un Alonso de Arce, sevillano , Cebando bien el hierro-de la lanza ;
Soldado de los viejos de Antioquía, Pero la multitud de las opuestas
Que tuvo siempre mala confianza, Cargó sobrél con tanta vehemencia,
Y no sentía bien de la blandura Que luego le hirieron el caballo
Desta dura nación; y no fué vana De mortales heridas, pero antes
Aquella presunción con que vivia, Que lo dejase dentro del conflicto
Pues habiendo gastádose dos meses Salióse fuera lo mejor que pudo
En recoger gran cuantidad de oro Con gran solicitud de las espuelas,
Con la solicitud de las bateas, Hasta que le faltó vital aliento,
Una bárbara del Alonso de Arce, Y el amo se quedó sin el alivio
Que lo quería bien según parece , Que le solían dar los pies ajenos ;
En gran secreto le habló diciendo : Pero valióse luego de los suyos
« Aquesta noche se nos apareja Rompiendo por el monte mas cerrado
Grave calamidad y pesadumbre , Vuelta de Timaná , por ser viaje
Según me certifica cierla vieja. De mas seguridad para su vida.
» La cual vio que bajaba de la cumbre Y dándole temor lijeras alas
Con lanzas y macanas y con flechas - Cuando febeos rayos parecían,
De bárbaros crecida muchedumbre. Vido del rio Grande las riberas,
•Tomad las armas y encended las mechas Cuyas aguas tenia contrapuestas,
Y guarde cada cual de vos su fíente, ' Y para cuyo curso presuroso
Porque estas no son frivolas sospechas. Sus fatigados brazos fueron remos,
» Y si pudiere ser incontinente Con los cuales llegó donde ya pudo
Enviareis á la ciudad correo Poner las plantas en enjuto suelo ,
Que les avise del inconveniente. Harto necesitadas de descanso;
t Pues dice que darán, é yo lo creo , Mas inminente riesgo no consiente
Kn una y otra parle juntamente, Hacer un solo punto de tardanza,
Para poder hacer mejor empleo.» Y ansí vuelven al curso dividido ,
El Arce, como bien acuchillado, Hasta que en Timaná hicieron pausa,
Y destas amistades sospechoso , Con tal demostración que bien se vía
504 JUAN DE CASTELLANOS.
La priesa que trajeron caminando. Aquel incendio del pajizo templo ,
Allí manifestó la desventura ; Que no mostrase Dios sus maravillas
Y como brevemente convenia Con un alto milagro bien sabido
A don Alvaro dar aviso presto, De cuantos viven en aquel terreno :
Ea Popayán adonde residía Y fué que con estar de vivas llamas
Despacháronle las cartas, y al momento Un alto Crucifijo rodeado
Que de tan gran desmán tuvo noticia Que en el templo tenian, y abrasarse
Sesenta buenos hombres apercibe, Lo circunstante del sin quedar cosa,
Y á Santa Cruz que fuese por caudillo, La cruz se halló sana, y él ileso,
Capitán de valor y confianza: Y en tanta perfección que con su vista
El cual luego salió con pié siniestro Olvidaron su grave desconsuelo;
A socorrer el pueblo, presumiendo Y como tanteando la huida
Que pues allí tenian fortaleza, (A que anhelaban siempre) si pudieran,
Podrían algún dia defenderse , Faltaba cómodo para llevallo
Y entretenerse hasta quél llegase , Con la decencia que se requería
Pues era cosa clara y evidente Por ser imagen prócera de bulto,
Que muertos los que estaban en las minas Tallada de materia ponderosa ,
Habían de barrer lo que quedaba Entre toda la gente se reparte,
Si no se recogían donde digo , Quedando cada cual con su reliquia ,
Pero si dentro del se defendian, Tenidas hoy en grande reverencia ;
Se podría llegar á coyuntura Por cuyos medios Dios ha restaurado
Que les valiese mucho su socorro. A muchos hombres la salud perdida.
Aquesta conyeclura no fué vana , Mas ellos no pudieron por entonces
Pues es ansí que por el mismo tiempo Hurtar el cuerpo deste grande riesgo,
Que dieron en el Domingo Lozano, Porque noches y días los velaban,
Estaban sobrel pueblo dos mil indios No sin intolerables baterías,
Para dar el asalto concertado; Las cuales resistían los cercados
Pero como tenian centinelas Con balas de fumosos arcabuces
Y rondas á caballo vigilantes , Y jaras impelidas de ballestas,
Sintieron la tormenta que venia Con que no poco daño les hacían.
Y á grandes voces dicen : «¡ Arma, arma!» En aquella sazón questo pasaba
Despiertan á la grita los dormidos, El Santa Cruz venia caminando
Y á gran priesa metieron en el fuerte Con aquellos sesenta señalados
A los imbeles niños y mujeres Para los socorrer en tal angustia,
Y cosas que hallaban mas á mano. Sin lo saber los que se ven en ella ;
Ansimismo llegada la pujanza Socorro necesario si viniera
Y terribilidad de los contrarios, Parase deslizar de la presura;
Los unos y los otros se encerraron Pero desbaratóse su llegada
Con los caballos, armas y alimentos Por un cruel antojo de fortuna.
Quel caso repentino les concede. Este fué , que los bárbaros supieron
Y la tumultuosa pestilencia, De espías por la parte que venia,
Con el alborotado movimiento Y ocuparon un paso montuoso
Que suele cuando va desenfrenada, De gran dificultad en su salida :
Saqueó luego las desiertas casas Allí se puso número de gente
Y el resto que quedó de las alhajas ; Oculta y repartida por el orden
Fueron por todas partes encendidos Que mas les pareció que convenia;
Los mal afortunados edificios, Dejáronlos entrar, y caminando
Y esliéndense las furiosas llamas ; Por el cerrado paso y angostura,
Vuelan acá y alia vivas centellas Precipitaron galgas preparadas
Por los movibles vientos derramadas, Que por delante todo lo barrían,
De tal manera que los resplandores, Quebrando piernas, brazos y cabezas,
Hacían de la noche claro dia , Huesos, costillas y otras conyunturas ;
Y el número crecido de paganos Llueven lanzas yflechasmas espesas
Se descubría con la mucha lumbre, Que gotas p,or los aires esparcidas
No sin grave dolor de los cercados Cuando preñadas nubes las envían ;
Viendo la furia que los amenaza , No les valen escudos ni celadas,
Y para resislilla solos'treinta Lorigas ni las armas ofensivas;
Que puedan contra tantos tomar armas ; Caballos y señores hay caídos,
Vian aquella fuerza de lebreles Revueltos y confusos, como cuando
Que ya se prometían la victoria Una rigurosísima procela
Para cebar los vientres carniceros Pasa bramando por espesa selva
En carne del católico rebaño ; Altas y bajas plantas arrancando.
Vian poco recurso de alimentos Y en confuso montón las acumula ;
Para se defender prolijos días Horrísonos clamores y gemidos
En la desproveída fortaleza ; Dan clara mueslra desta gran desdicha ,
Vian que no podían dar aviso Ansí de parle de los vencedores
A quien les proveyese de socorro, Como de los vencidos miserables,
Y que según las muestras eran muertos A quien los bárbaros sobre seguro
Aquellos que asistían en las minas; Por una y otra parte rodearon ,
Vian que puesto caso que escapasen Con golpes de macana rigurosa
(Por imposible) desta desventura , Y con espesas lanzas, hasta tanto
Paupérrimos qnebaban y desnudos Que á la sangrienta lid dieron remate.
Y en estremo de miserable vida ; Y todos, sin quedar cosa viviente,
Y demás desto, cosa que mas duele, Custaron en brevísima distancia
Vian que de las llamas no reservan De los acerbos tragos de la muerto ,
La casa de los santos sacrificios , Escepto dos ó tres de rectaguardia
Imagines de sánelos y de sanctas Que quedaron atrás embarazados
Y todos los benditos ornamentos Y se valieron de sus pies lijeros
Allí dicados al divino culto, Rompiendo por caminos desusados ,
Que sin haber defensa ni remedio Hasta llegar á Popayán , do dieron
Fueran en breve espacio consumidos. Nuevas de la desgracia sucedida.
Mas no fué de misterios tan ayuno Y ansí don Alvaro con eldeseo
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, GOBERNADORES DE POPAYAN. 50í>
Que tiene de librar á los del pueblo Dejando su camino comenzado,
Del gran aprieto que se presumía, Saiió la turbamulta délos lobos
Apercibió cien hombres principales Siguiendo la católica manada,
Que le siguiesen en aquel camino, Y alcanzáranlos antes del refugio
En cuyo riesgo puso su persona, Si las opuestas vacas no les fueran
Y con la priesa que se requería Corriendo acá y allá gran embarazo;
Trabajó de hacer esta jornada. Mas apenas tomaron la clausura
En este» medio tiempo los sitiados Cuando llegó la bárbara potencia,
En su defensa no perdían punto Comenzando de nuevo los combates,
Contra los bárbaros atrevimientos, Donde los fatigados españoles
Queriéndoles entrar á escala vista, Responden con esfuerzo mas que humano
inquietándolos á todas horas; Tiempo y espacio que duró dos dias ,
Mas viendo que las balas y saetas Sin que tuviesen punto de descanso.
A muchos traspasaban las entrañas, Faltaban ya guerreras municiones ,
Fingieron irse todos á sus casas Faltaban ya las fuerzas de los brazos,
Alzándoles el importuno cerco, Faltábales sustento con que puedan
Creyendo (como fué) que ya tenían Cobrar aliento para la pelea ,
Falta de necesarios alimentos, Con gran protervidad continuada.
Y que debajo de nocturna sombra A Dios van importunas oraciones ,
Habían de desamparar la cerca Armas que solamente les restaban ;
Procurando hacer oculta fuga. Y estas fueron tan fuertes y eficaces,
Habia pues un paso trabajoso Que llegada la luz del tercer día
Inevitable para su jornada, Después que sucedió lo de las vacas ,
No lejos del asiento deste pueblo, Huyen los indios repentinamente ,
Donde los cautos indios se emboscaron Según pareció ser, por la noticia
Cubiertos con el monte, y estuvieron Que tuvieron de que venian cerca
Una, dos y tres noches esperando. Cristianas gentes bien aderezadas
Los miseros cercados , como viesen Y que estaban de allí poca distancia.
Que ya todas las cosas les faltaban Los nuestros piensan ser estratagema,
Y que ningunos indios parecían Y alguna astucia como la pasada;
Que pudiesen poner impedimento , Pero salieron presto desta duda
Entraron en acuerdo y en consulta, Oyendo voces de los españoles
En la cual de común consentimiento, Y estruendo de caballos, con que luego
A morir ó vivir, fue concertado Se desterraron pálidos temores :
Que cuando la tiniebla los cubriese Con presurosas manos quitan trancas
Hiciesen oración devotamente Del aferrada puerta, y á porfía
Y luego se pusiesen en camino Salen á ver quién eran los que traen
A pueblos de cristianos, do pudiesen La salud y reparo de su vida;
Tener algunas horas de descanso. Conocen á don Alvaro , delante
Viendo pues una noche tenebrosa , De quien hincaron lodos las rodillas,
Tácitamente, sin haber bullicio, Desfigurados, flacos, consumidos,
El parecer pusieron en efecto, Con pálidas y sórdidas mejillas :
Y en escuadrón, aunque debilitado Danle mil bendiciones y alabanzas
Con niños y mujeres , caminaron Al obrador de tales maravillas,
Al angostura que forzosamente Que cuando mas desnudos de esperanza
Habían de pasar sin escusalla , Proveyó de socorro tan á puncto,
Adonde los ministros de la muerte Que si del discrepara, su remedio
Tenían á su gusto la celada, Era muerte cruel y desastrada.
Con algunas espías por de fuera Visto pues por don Alvaro la falta
Que por ocultas vias acechaban ; De posibilidad para valerse
Y ellos entre temor y confianza Entre tan atrevido barbarismo ,
A priesa caminaron por lo llano , Trajo consigo los que en él estaban ,
Sin hallar cosa que les perturbase Quedándose los paez con su honra,
Hasta llegar á vista de aquel paso, Libres de vasallaje y servidumbre,
Con el cual deseaban encubrirse Y en franca libertad , sin que consientan
Y salirse del raso descubierto Estraño morador en su provincia.
Antes de vellos enemigos ojos, Concluso por don Alvaro su curso,
A quien la turbia niebla de los suyos Sucedió don Hierónimo de Silva,
No vían, aunque los tenían juntos, Y por absencia del fué deste reino
Y quieren á sus manos entregarse. Rarlolomé de Mazmela nombrado
Mas antes de dejar el campo raso En tanto que de España proveían ;
(¡ Oh clemencia de Dios omnipotente !) Y entonces fué cuando Pero Fernandez
Un escuadrón de vacas de las suyas, Tuvo despachos del real consejo
Que se quedaban á sus aventuras, Para tener de Popayán el mando,
Allí se les pusieron por delante, Pasándolo después á Cartagena.
Las cornígeras frentes sacudiendo , Sucedióle después Sancho García
La tierra con las uñas escarbando , Del Espinal, hidalgo conocido ,
Y con los torvos rostros encarados Dicace de gentil entendimiento,
Para romper con ellos, muchas veces Que per antiphrasim era su nombre;
Con acometimientos denodados, Pues al saber callar le llaman Sancho,
Pero de tal manera que no llegan Y él por saber hablar satirizando
A herir ni hollar ni maltractallós; Fué por los senadores descompuesto ,
Mas con tanta porfía de amenazas Que en la ciudad de Quito residían,
Con cuernos y bramidos, que convino Francisco Auncibay el uno dellos,
Volver donde vinieron retrógrados , Y otro Cañaveral, su compañero (1).
No sin admiración deste suceso, Y aquestos dos prendieron al obispo
Mal entendido dellos por entonces;
Mas no se tardó mucho sin que sientan (i) El original decía :
Haber sido regalo soberano, Y otro Cañaveral que Cañavera
Porque como los bárbaros oyesen Le dan por otro nombre detractores.
De los que los tenían espiados Lo cual «stá testado, con una neta al margan que dice : estas cotas dej-
Que se volvían á la casa fuerte doran la historia.
50G JUAN DE CASTELLANOS.
De Popayán , don Agustín Coruña, Dice que entre ios rios ya nombrados
No sé con qué color, mas no les falta Hay también otros dos harto famosos,
A los que tienen intención dañada ; Nichi y Porce, que pueden ser contados
El cual en Popayán es hoy prelado, Entre los que llamamos caudalosos ;
Doctísimo varou , fraile agustino , Y por los unos y los otros lados
Ejemplo de esencial recogimiento. Hay indios por estremo belicosos,
Bemovidopues el Sancho García, En sus costumbres poco diferentes ,
Vino con el gobierno de Castilla Y las provincias son estas siguientes :
Un Juan de Tuesta Salazar, que todos
Hoy conocemos con aqueste cargo, La principal en estas es Catia;
Y conocimos antes de tenello A la segunda llaman Ibijico,
Por hombre bien compuesto y avisado. Común contracto desta serranía,
Estos gobernadores solamente Y ansí su morador sagaz y rico ;
Tuvo desdel primero fundamento Pequí se sigue, cuya valentía
Hasta el año que corre de presente Escede todas estas que publico;
Doce menos del número de ciento Mas adelante desta van las casas
Con los mil y quinientos de creciente, De Penco, tierra de zavanas rasas.
Contados desde el santo Nacimiento Por las cuales también la de Norisco,
Del Hijo que parió Madre doncella : Sin ocupar lugar montaña alguna,
Inmensas gracias doy á él y á ella. Y las que caen en él, que es montisco ,
Son huango, Pubio, Cpracuna,
Ve con Dios, historia mia , Pebere Nítana, Tuin, Cuisco ;
Salida de mis entrañas ; Tierras de menos próspera fortuna,
No temas mordaces mañas Araque , Carautá , con Guazuceco,
Ni al que tiene, como Lia, Y otra primera quellas, dicha Teco.
Ojos llenos de lagañas :
Este tal nunca te vea; Todas estas de montañés terreno ,
Mas suplico que te lea Y por do la montaña se divierte,
Quien es de verdad amigo, Usan todos de Hechas con veneno ,
Pues tú no llevas contigo Certísimo ministro de la muerte.
Cosa que verdad no sea. Es grande la distancia deste seno,
Pues corre la montaña de tal suerte,
Que sin hallar de tierra rasa corte
Pasan al mar del Sur y al mar del Norte.
Y cuanto mas se llejinn mas lluviosas,
HISTORIA Pantanos, y las gentes no son tantas;
Mas esas pocas , bestias belicosas ,
de la gobernación de Antioquía y de la del Chocó, adya- Desnudas de los pies á las gargantas;
centes á la de Popayán, nuevamente desmembradas de- Solo cubren las partes vergonzosas
lia por provisiones de la real Majestad del rey don Fi- Con cortezas ó hojas de las plantas,
lipe, segundo deste nombre, nuestro señor. Gentil dispusicion, traza garrida
Ellos y ellas, mas de poca vida.
De lo de Popayán dimos razones Entiendo las montañas adyacentes
Desde su primitivo fundamento ; Al Darien ó tierras de Bal laño,
Mas como ya cristianas poblaciones Que son de las de arriba descendientes,
Por sus confines van en crecimiento, Donde no hallareis asiento sano,
Restan agora dos gobernaciones Antes en general todos dolientes,
Subyectas á moderno regimiento, Eso me da en ivierno que en verano,
Inclusas entre los tres grandes rios Porque los altos es tierra sania
De quien atrás tractaron versos míos. Desde donde comienza la Calía,
Y ansí para que quede difinido Que es á lo de Antioquía mas cercana ;
Lo deste territorio, con historia Y todas las provincias comunmente
Que haga su discurso conocido. Son caribes que comen carne humana ,
No las quiero dejar sin esta gloria, Sin reservar á deudo ni pariente;
Pues en aquellas han acontecido Y aquesta He Calía, mas serrana,
Proezas altas dignas de memoria, Es en común (demás de ser valiente)
Ansí de parte de la gente nuestra Nación ingeniosa, bien vestida ,
Como de la de allí, no menos diestra. Y que vive con peso y con medida.
Aquestos rios pues de quien di llena Y aun entre sus avisos principales
Relación en las partes que convino. Historian las cosas sucedidas,
Son Darien, Cauca y de la Magdalena, Mediante hieroglíticas señales
Que corren gran distancia de camino En mantas, y otras cosas esculpidas;
Hasta que juntos llegan al arena En oro y mantas crecen sus caudales
Y riberas del término marino ; Con gran primor labradas y tejidas;
Y entre los tres hay rios y quebradas Raices es el pan cuotidiano,
Tantas, que no podrán ser numeradas. Porque la tierra lleva poco grano.
Donde, según la vista verifica, Pero como son ricos conlractantes,
Se contiene riquísimo tesoro, Y es de oro tan grande la ganancia ,
Por ser en general la tierra rica, De tierras mas viciosas y abundantes
Y rios y quebradas manan oro; Se lo suelen traer en abundancia.
Y ansí dice quien esto certilica, Son bárbaros de miembros elegantes
Que mora de presente donde moro, Y de bravo'denuedo y arrogancia,
Haber en todas partes y lugares Honestísimas todas las mujeres ,
Infinidad de minas singulares. Gallardas y de bellos pareceres.
Juan de Alvarado Salazar se llama. Alindados los rostros en faldones ;
Viejo conquistador de aquellos senos , Mas ellos algo bazos y morenos,
Cuyo valor en ellos se derrama De gran verdad en sus contractaciones,
Y en otras partes por sus hechos buenos, Sin de su crédito venir á menos;
De los cuales nos da muchos la fama , Usan lanzas, y dardos, y bastones
Pero los que publica son los menos; Y flechas, pero limpias de venenos ;
En esta descripción, la suya sigo , Traen cabellos largos en su tierra ,
Por ser antiguo y ocular testigo. Poro quiíanselos habiendo guerra.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, H1ST. DE ANTlOQUlA, UNTUODUC. W
Ellas lo traeu mucho mas crecido, En su vulgar, á Dios llaman Abira,
Segun en otras muchas partes vemos ; Que representa sumamente bueno;
Es su común manera de vestido Al español por nombre dan Aira,
Largo, tanto que cubre los estrenaos ; Que quiere decir, hijo de su seno;
Joyeles cuelgan de uno y otro oido Dellos el hechicero se retira ,
Y de narices, en valor supremos ; Y si repara por aquel terreno,
Usan de sus maneras de alcoholes, Como sepan sus tractos, de tal suene
Aman y quieren á los españoles. Lo castigan, que muere mala muerte.
Los adúlteros son aborrecidos, Para los casamientos hay terceros,
Y cerca desto viven con gran cuenta Y siendo moza, virgen y hermosa,
En no violar los maritales nidos; Promete buena copia de dineros
Mas como deste mal algo se sienta, Aquel que la pretende por esposa ;
Suelen tomar venganza los maridos Cuando se juntan, miran en agüeros,
Da los que les hicieron el afrenta; Y á la doncella él tocar no osa
Cualquier otro pecado les es blando , Si la que ya desea verse dueña
Pero sin culpa siempre del nefaudo. No lo convida con alguna seña.
Aman á sus mujeres tiernamente, Cuando se mueren estos naturales,
En tal manera que les son subyectos ; Unos dicen que hembras y varones
Algunos hay que tienen mas de veinte Se transforman en bravos animales ,
O las que puede para sus afectos ; Como serpientes, tigres y leones,
No reconocen rey ni presidente Otros enliérranse con sus caudales ,
Que les imponga leyes y preceptos, Criadas y criados y otros dones,
Mas cada cual lo es de su cabana, Con fusia de tener en otra vida
Y el que mas rico es, mayor compaña. Armas, oro, sirvientes y comida.
Estas son las coslumbras de catios,
Pero todas las veces que se piensa í>egun se sabe ya de cierta ciencia ;
Sobrevenir belígeros aprietos, Mas entre Nichi y Cauca, los dos rio?
Están unidos para su defensa , Hay otra gente que se diferencia
Y entonces tienen príncipes eletos, En el lenguaje y en los atavíos ,
Los cuales tienen potestad estensa , Y terreno mejor en influencia
En ejercicio della circnnspetos, Por ser de sementeras abundante
De cosas á la guerra concernientes; Y el morador soberbio y arrogante.
Y á estos son subyectos y obedientes. Es por naturaleza gente cruda,
Tienen esclavos para sus servicios, Guerrera sobre todas las que cuento,
De gente que en la guerra se captiva, Gentil disposición, pero desnuda
Los cuales hacen rústicos ofioios Como gozan de buen temperamento :
Si no los come condición esquiva, La cual no muestra ser torpe ni ruda
Por usar todos destos maleficios ; En admitir cristiano documento,
Pero muerto su amo, como viva, Pues toman bien lo que se les predica,
Es el esclavo del caudal entero Y es sobre todas la nación mas rica.
Y de mujer y de hijos heredero.
Si venden un esclavo por chagualas, Porque quebradas, ríos, vertederos,
De cuyo valor tienen certidumbre, Y cualquiera lugar que sé catea ,
En una venta hacen tres igualas : Maniliestan auríferos veneros
Una las manos por la servidumbre, Con quel avaro pecho se recrea,
Otra la carne, queslas gentes malas Y la solicitud de los mineros
Tienen en esto pésima costumbre, Saca bien proveída la batea :
Otra por la cabeza, que ya muerta Llámanse nutabees estas gentes,
Por honra grande ponen á la puerta. Herbolarios demás de ser valientes.
Y aunque nunca jamás gente catia Conlráctanse con gente tahainía,
Eu torpes borracheras se agasaja, Que para guerra no fué gente manca ;
Con gran jactancia de su valentía Tienen gran hermandad y compañía
Dice quel español es una paja : Y es la contractacion entrellos franca;
No les escede, pero todavía Sirven los lahamíes hoy en dia
Reconocen tenelles gran ventaja A Bartolomé Sánchez Torreblanca,
En los fogosos tiros que disparan Y son los mas propincuos al partido
Y en letras que sus ánimos declaran. Del Nuevo Reino donde yo resido.
No se les han hallado santuarios, MUS entrellos y él hay naturales
Aunque los tienen otros desta tierra ; Diversos y de vida mas sincera,
Y cuando combatidos de contrarios Desnudos, descuidados de caudales,
Se ven los comarcanos de su tierra, Y lijerisimos en gran manera,
A ellos les dan sueldos y salarios Pues alcanzan silvestres animales
Para que les ayuden en la guerra , Sin alargarse mucho la carrera,
La cual hacen leal y fielmente, Baquiras mayormente, que son reses
Sin declinar á tracto diferente. Lijeras, y en faicion puercos monteses.
Muchos dellos aderan la milicia Y Antonio de Mancipe, que presente
De las estrellas que su vista marca; Da relación de muchas cosas destas,
Del general diluvio dan noticia Me dice tener barbara sirviente
Y gentes que escaparon en el arca; Que por zavanas rasas ó florestas
Reconocen haber Dios de justicia, Corría como perra diligente,
Del cielo y de la tierra gran monarca ; Hasta tomar alguno, y á sus cuestas
Y aunque "al demonio tractan con regalo Lo traia segun fácil oveja
Temblando del, conócenlo por malo. Asido de la pierna y el oreja.
Y ansí le llaman ellos al diablo Son hombres bien dispuestos y doeibles
Cunicubá, que malo representa Para servir en lo que son instruios;
Eu la lengua catía tal vocablo Gozan de montes claros y apacibles
Y otros ningunos hay de mas afrenta ; Que los regalan con diversos frutos ;
No le hacen [tintura ni retablo , Son las mujeres dellos convenibles
Aunque los amenaza y amotínenla : Mas que para servir hombres tan brutos,
Diceles quél crió todas las cosas, Porque sacadas de sus naturales
Con otras invenciones fabulosas. Salen limpias y grandes serviciales.
508 JUAN DE CASTELLANOS.
Por estos indios y otros mas cercanos Deste quiero tractar; pero primero
Al Nuevo Reino y á sus señoríos, Que lleguen los mortíferos espantos ,
Tuvieron gran noticia los cristianos Los rigurosos trances y contiendas
De la riqueza dentre los dos rios, En su demarcación acontecidos,
Y cómo poseían ricos granos Del tercero diré cómo se tiende
Kn cualquiera provincia sus gentíos; Entre el gran rio de la Magdalena ,
Y ansí los incitaba la cudicia Y los inmensos llanos de quien hice
A querer ver por ojos la noticia. Mención en otras partes do convino ;
Y los de Popayán, según que veo El cual ramo se va continuando
Por otra relación que me fué dada, Por la costa del mar de Santa Marta,
Estaban ansiniismo con deseo Del Cabo de la Vela y Venezuela,
De poner en efecto la jornada , Y por el alaguna que se llama
Porque para hacer aquel empleo En aquella provincia Maracaibo.
No dio lugar la tempestad pasada Pero donde contiene mas anchura,
De guerras que tenían entre manos Con multitud de gentes naturales,
Con bárbaros al pueblo comarcanos. Valles amenos, fértiles culturas ,
Herbosos campos, fuentes cristalinas,
De manera que en una coyuntura De varias míeses grandes sementeras,
Dos partes pretendían la ganancia : Dehesas proveídas de ganados
Estas declararé con ligadura , Con pastos que no pierden sus verdores,
Mas sin obligación de consonancia, Claras corrientes, lagos espaciosos,
Por ser mas descansada compostura Diversas cazas, pescas apacibles,
Y haber hecho de ritmas abundancia, De plata y oro prósperos veneros ,
Y porque viéndome cansado viejo, Piedras preciosas, ricas esmeraldas,
Amigos me lo dieron por consejo. Templanza salutífera, pues nunca
¡Oh Musa, la mas alta de la cumbre Frió fatiga ni calor da pena,
Del Apolo á quien es todo posible , Con otras muchas cosas necesarias
Que sin perder virgínea costumbre A la conservación de los mortales :
Al invisible Dios distes visible ! Es en la parte donde situado
Provéame por vos de clara lumbre , Vemos el nuevo reino de Granada r

Aquella lumbre que es inaccesible , En hemisferio ártico que cae


Para que con favor suyo proceda Debajo de la mas ardiente zona ,
En la jornada larga que me queda. En el primero clima , y es distancia
Que corre desde tres á siete grados.
En estas levantadas serranías
Hay valles y llanuras apacibles
CANTO PRIMERO. Por do se tienden bárbaras moradas
Donde se ila razón (¡s los primeros capitanes que entraron en las pro-
Y tienen sus ciudades españoles :
VÍUCÍ3S de entre los rios Cauca y el de la Magdalena, ansí de Ia gober- Es la de Santafé cabeza dellas
nucios de Popayán como desle Nuevo Heino. En cuatro grados y minutos veinte
Debajo del primero paralelo;
La cordillera de las altas sierras Aquí la majestad del rey hispano
Que salen de lasarte del estrecho Puso su sello con real audiencia ,
A quien dio Magallanes nombramiento , Que decide las causas, sentenciando
Que es en cincuenta y dos grados y medio, Según disposición de los derechos ,
Do constituyen la templada zona Y dan conductas á los capitanes
Del antartico polo los que miden Para conquistas de diversas tierras.
Latitud y longura de lugares, Corriendo pues del parto de la Virgen
Al norueste viene declinando, Años cincuenta sobre tres quinientos,
Con grandes brazos deila dependientes Un diestro capitán, Francisco Nuñez
A diferentes vias estendidos Pedroso, de quien ya tractamos antes,
Incluyendo las sierras de los Andes , ' Fué por estos oidores proveído
Pues al sur le demoran las grandezas A la jornada dentre los dos rios,
De Chile, Pirú, Quito; y á la parte A cuyos senos voy encaminando.
Del norte lo del rio de la Plata , Este salió con gente valerosa,
Brasil y Marañon , y las provincias / Soldados escogidos y cursados
A las árticas ondas adyacentes ; En las penalidades de conquistas,
Y en la continuación de su corriente Do la seguridad mas evidente
Se viene por la tórrida metiendo Amenaza con muerte trabajosa :
Y la equinoccial atravesando; Ochenta fueron estos compañeros,
Pero ya cerca della se divide De caballos y armas pertrechados,
En tres brazos la dicha cordillera, Y en número pasaban de quinientos
Que contienen amplísimos terrenos : Los indios que llevaban deservicio.
El uno deslos ramos va corriendo Entró con este buen aviamienlo
Entre la mar del sur y rio Cauca, Adonde lo llevaban sus intentos,
El cual continuando su derrota Siendo con estos mismos ya salido
Pasa por Panamá, y enfermo suelo De la ciudad de Arma, subyacente
Del que Nombre de Dios heredó nombre, A la de Popayán , con mas posible
Y va hasta llegar á Nueva -España. El capitán Fernando de Cepeda
El olio ramo dentre los dos rios A íin de subyectar aquellos indios
Que es el de Cauca y de la Magdalena , A la ciudad de Santafé nombrada
Do se contienen las provincias dichas Que de la de Antioquia tiene nombre,
De los catíos y otras gentes bravas De quien hemos traclado largamente
Prestas á la defensa de sus tierras, En el discurso de Pedro de Heredia.
Es de menor discurso su corrida, Estos dos capitanes que decimos,
Pues el remate del es á las juntas Aunque entraron por vias diferentes
Donde las dos corrientes hacen una , (Sin saber uno de otro), se juntaron
Que será veinte leguas la distancia Y tuvieron pesadas diferencias,
Desde su conjunción á la marina , En las cuales Pedroso, descompuesto,
El sitio destas juntas á diez grados Al reino se volvió do residía ,
De latitud, según que se tantea Quedándose Cepeda mas pujante,
Por hombres que regulan el altura. El cual con aquel bárbaro gentío
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO I. 509
Tuvo batallas y recuentros varios No poca cuantidad de los contrarios;
Que contrastaban siempre sus intentos; Mas era la mina poca parte
Y ansí potencia bárbara le hizo Para poner á sus furores freno ,
Dejar de proseguir esta demanda,
Con pérdida de muchos españoles. Porque cierto gandul embravecido ,
Entró después Bernardo de Loyola, De miembros y estatura de gigante ,
Vecino principal de los Remedios, Con voees espantables los anima
Que con el de Victoria confina, Facilitándoles esta victoria.
Ambos pueblos de aqueste nuevo reino: Este se puso junto del cercado ,
Fué sin autoridad y sin licencia En la mas alta parte, donde estaba
De los señores del real senado, Un árbor que tenían ya corlado:
So color de buscar prósperas minas. Chaguala fina pende de su pecho ,
Sabida su demanda por don Diego, De orejas y narices otras joyas,
De los Caravajales descendiente, Penachos variados ondeando, >
Vecino de la villa de Victoria , Bravo meneo y áspera postura: *
O por enemistad que le tenia El terrible bastón que meneaba
O por cudicia grande de la empresa, Al de Goliat era semejante ;
Denunció del ante los senadores, A voces allí puesto desafia
Los cuales, las razones comprobadas, Con grandes vituperios á los nuestros,
Le dieron comisión para prendello De los cuales (que estaban mas á mano)
Y con los que tenia y él llevaba Salieron cuatro , Pinto, lusitano,
Poblase do mejor le pareciese. Francisco de Aguilar y Sancho Velez ,
Efectuó con esto su viaje , Y Alonso de Arce, todos con escudos
Y aquella provisión notificada, Y espadas cortadoras en las manos.
Loyola se salió dentre los rios, Llegaron al lugar, y el árbor era
Quedándose don Diego con la gente , Para fajar con él impedimento;
Al cual dieron los indios tanta priesa, Mas todavía con aquel coraje
Que con algunos españoles menos Que crian vengadoras voluntades,
Tuvo por bien dejar la tierra libre. Rodean al gandul, que se movia
Pero después, el año de sesenta, Con suma lijereza, meneando
Quiso tentar segunda vez la suerte, El áspero bastón á todas partes,
No sin aquel ardor que caballeros Y al Sancho Velez que halló mas corea ,
Suelen tener en puntos honorosos; Cubierta la cabeza con celada
Mas con solos cuarenta compañeros, Y la rodela puesta por delante,
Algunos de los cuales conocimos , Tan gran golpe le dio con la macana
Y todos dignos desta confianza, Que la tierra midió cuasi que muerto ;
Pues destos era Leonel de Ovalle, Al Arce revolvió luego con otro,
Gallego, natural de Salvatierra, Al cual hizo pedazos el escudo,
Sancho Velez, Sarmiento y Andrés Pinto, Y lo tendió también en aquel suelo.
Francisco de Aguilar y Alonso de Arce , Francisco de Aguilar, que bien pensaba
Francisco de Silvera, lusitano, Quedar victorioso del gigante,
Y otros de cuyos nombres falta copia; El ponderoso palo lo compele
Pero tenemos la de sus hazañas A juntar las rodillas con la tierra.
En trances rigurosos y arriscados. Entonces Andrés Pinto, como suelto ,
Llegaron con aquella vigilancia Abalanzóse por el diestro lado
Que suelen los que tienen esperiencia Antes que revolviese con el leño,
De la ferocidad destas naciones, Y con la punta del cruel acero
Y en parte rasa, con la diligencia Rompió por el ijar bravas entrañas
Que piden los peligros evidentes, Del bárbaro feroz, en tal manera
Hicieron fuerte, donde de la furia Quel ánima salió por la herida
Barbárica pudiesen ampararse, Y el cuerpo monstruoso cayó luego,
Las armas en las manos todas horas , Con una voz y grito tan horrendo,
Y prestos los fumosos arcabuces, Que los que se hallaron á la mira
La cual solicitud no fué baldia, De sus furores fueron aflojando.
Antes de su salud segura prenda, Por otra parte Leonel de Ovalle
Porque sabido por los naturales Con otro principal acaso vino
El concepto de nuestros españoles, A singular certamen, donde presto
Nunca jamás se les pasaba dia El bárbaro perdió la lozanía;
Sin dalles mil desgustos con asaltos Y los demás habiendo consumido
Los indios que tenian mas cercanos. Las flechas y los dardos que traian ,
Mas viendo que fogosos instrumentos A sus pajizas casas se volvieron ,
A muchos traspasaban las entrañas, No presurosos, mas á paso lento ,
Acudió multitud inumerable, Diciendo : « Descansad, gente barbuda ,
De jáculos mortales proveídos , Porque para dar fin á la contienda
Con macanas y lanzas penetrantes , Aquí seremos de hoy en cuatro dias.»
De ricas diademas coronados, Los nuestros, reparados los heridos,
Con otras varias joyas que declaran Entraron lodos ellos en consulta ,
La gran prosperidad de sus terrenos : En la cual de común consentimiento,
Tal es el resplandor que reverbera , Visto que les faltaban municiones
Que del refracto de solares rayos Y no ser parte para sustentarse,
Potencia visual es ofendida. Apriesa negociaron la partida.
Las voces impelidas de los pechos Entró poco después un Juan Valero,
Y estrépito de rústicas bocinas Ejemplo de virtud y de modestia
Rompen los vagos aires, y la tierra ( Hablo como testigo de su vida
Parece fatigarse con temblores, Por amistad de tiempos atrasados).
Como cuando de trueno fulminoso Y aunque llevó mas número de genU',
Es en alguna parte lastimada. Vista la gran dureza del salvaje
Aquesta furiosa muchedumbre En dar la paz que siempre les pedia ,
Rodeó los valientes españoles, También se vino sin hacer efecto ,
Los cuales , por don Diego bien instructos Y no tan de reposo que no fuese
Con renombre de fuga la salida.
Y de sus instrumentos ayudados, Aqueste capitán es el postrero
A los tartáreos fuegos encaminan Que deste Nuevo Reino fué con gente;
510 JUAN DE CASTELLANOS
Y ansí para decir quién permanece El cual entonces iba descubriendo
En las conquistas deste barbarismo , Tierras que con el mar del Sur confinan,
Habré de convertir miflacapluma Pero salióse Rodas con su gente,
A la ciudad ó villa de Antioquía, Vista la perdición desta jornada ,
Tomando de muy lejos la carrera El año de cuarenta y uno, cuando
Para que sea mas inteligible i Vino Vaca de Castro con poderes
Esto que de presente pretendemos Del gran monarca contra los rebeldes
Poner en escriptura verdadera; En reinos de Pirú sin obediencia.
Cuyos sucesos varios remitimos Con él se vino Rodas hasta Cali,
A los versos del canto venidero. Adonde Benalcázar gobernaba,
Con quien Vaca de Castro tracto cosas
Tocantes al viaje que hacia.
Quedó Rodas debajo del gobierno
CANTO SEGUNDO. Del dicho Benalcázar, donde siempre
Donde so da relación del primero fundador de la ciudad de Antioquía, y
En cargos honorosos le dio mano;
cómo después fué mudada de aquel asiento primero i mejor sitio, Y por el crédito que del tenia,
donde permanece con nombre de villa d« Santafé de Antioquía. Para mudar el pueblo de Antioquía
Le dio poder é hizo su teniente
En el proceso largo ciesta historia, Al principio del año de cincuenta,
Algunas veces hemos referido Que vino por juez de residencia
Cómo George Robledo fué el primero El licenciado Francisco Briceño,
Cimentador del pueblo de Aulioquia, A quien la dio también Gaspar de Rodas
Y su primera fundación adonde Como teniente del adelantado.
Fué don Pedro de Heredia descompuesto Dio sus descargos , y esperó sentencia ,
Por Juan Cabrera y otros capitanes En que se pronunció que merecía
Del buen don Sebastián de Benalcázar: Cargos de muy mayores eminencias;
La cual participaba de las tierras Mas aquel pueblo nuevo que tenia
Que tienen entre si las ricas aguas Ciudad de Santa Cruz por apellido,
Del rio Darien y rio Cauca. Mandó que fuese villa, y adelante
Pero después de aquellas competencias, Santafé de Antioquía se llamase :
Por no ser sitio bien acomodado, La cual con este nombre permanece,
Ansí para salud como defensa Y en ella desde el tiempo que decimos
Del nuevo morador, por la braveza Gaspar de Rodas hizo su vivienda ,
Del natural vecino repugnante, No sin deseo de fundar mas pueblos
Por orden del ilustre Benalcázar En las provincias d«ntre los dos rios,
Aquesta población fué trasladada A lo cual aspiraban otros muchos
Acia Buriticá, do mas propicio Varones de caudal y principales,
Y mas alegre cielo se mostraba , Que de la gran riqueza de aquel suelo
Terreno sano, nobles influencias, Tenian ya noticia y esperiencia.
Aires de salutífera templanza,. Destos fué Lucas de Avila , vecino
Campos mas espaciosos y estendidos. De Encerma, que tenia gran posible,
Do pueden en belígeros rebatos Y pretendió pedir aquellas tierras
Mandarse los caballos á contento, Por gobierno de Popayán distinto;
Y hacer mas estrago con la lanza El cual comunicó sus intenciones
En los que contrastaban sus diseños , Con Andrés de Valdivia, su carillo,
Y donde los auríferos veneros Sagaz , astuto y hombre diligente
Esceden á los ricos celtiberios Para negociaciones semejantes,
Y sobrepujan á los de Dalmacia , El cual facilitó sus pretensiones
Con que los moradores enriquecen , Y prometió traelle los despachos
Y mucho mas jueces, comisarios Dentro de breve tiempo de Castilla.
Frecuentes, por livianas ocasiones Acudió Lucas de Avila con oro
(Absortos en aquesta golosina) Con larga mano para su viaje;
A ser universales herederos Pero después en el real consejo
De lo que valerosos han ganado Negoció para sí, que no debiera,
A costa de la sangre de sus venas. El gobierqo quel otro pretendía ,
Para trasladar pues aqueste pueblo A costa del que hizo confianza
Al asiento que queda declarado, De sus palabras y amistad antigua.
El Benalcázar hizo confianza En este tiempo bárbaros vecinos
Del diestro capitán Gaspar de Rodas, A los subyectos indios de Antioquía
De quien hice memoria muchas veces Persuadían infinitas veces
En los lugares donde convenia Negasen á los nuestros obediencia
De sus trabajos varios dar noticia. Y de su libertad friesen señores,
Es pues aqueste noble caballero Pues nunca fueron «us antepasados
Del pueblo belicoso de Trujillo, Subyectos á serviles condiciones,
Morada principal de Estremadura , Porque para quedar libres y exentos
De bien nacidos padres heredero; Ellos tenian ya las armas prestas,
Pues fué su padre Florencio de Rodas, Y no les faltarían sus favores
Alcaide de la fuerza dicha Lote, Hasta desarraigar cristiana planta.
En la provincia fértil del Algarve; De quien se recelaban también ellos
Su madre doña Guiomar Coello , . Por vellos tan pegados y propincuos.
Que en Lusitania, donde fué nacida , Los indios de Antioquía bien quisieran
La ciudad de Lamego fué su cuna. Quitar de sobre sí tan duro yugo;
A las Indias pasó joven florido, Pero los moradores de la villa
Y en duros ejercicios ríe la guerra Tenían el aviso necesario
Desde su juventud se dio tal maña , Y el asiento del pueblo tan á gusto,
Que lodos igualaban su prudencia Que los subyectos fueran poca parte
A su bien aprobada valentía Para los lastimar sin daño suyo; '
Entró primero con alguna gente, Y ansí, no respondieron con efecto
A sus espensas proprias granjeada, A las persuasiones que decimos,
Al socorro de don Juan de Andagoya , Los pechos inquietos, mas las manos
Hijo ue don Pascual, de quien mi pluma Quietas con temores del castigo.
En lo de Popayán hizo memoria; Y ansí Tone , cacique comarcano.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO II. Mi
Bravo de condición y sedicioso, El arco tenga cuerda mas estrecha;
Por la seguridad de su partido, La voladoraflechanunca pare;
De los pacíficos mas principales La macana declare su justicia;
Hizo congregación en las montañas, Salgan á la milicia desde luego
Y en banquete costoso que les hizo, Bien tostados al fuego los astiles ;
Después de satisfechos y contentos Huyan temores viles de los senos ,
Y en furia levantados con el vino,
Pidióles atención, las manos altas ; Pues veis que no va menos en la obra
Y estando reportados y quietos, Que gozar sin zozobra de las prendas
Les dijo las palabras que se siguen : De hijos y haciendas y mujeres.
« Oicl con atención, fuertes varones, Aquestos pareceres no son vanos:
Deciros he razones que os espanten Por tanto nuestras manos y nobleza
Y el ánimo levanten mas caido,
Pues quiero , no movido por antojos, Muestren su fortaleza y estén prestas
Poner ante los ojos desventura A redimir molestas vejaciones.»
Que pide ser la cura sin tardanza, Esto dijo Tone, porque desea
Antes que mas pujanza destas gentes Ver ya toda la tierra levantada
Atraiga nuestras frentes á su yugo. Y á nuestros españoles ocupados
Durísimo verdugo , va sin freno En guerras mas cercanas á su pueblo,
Usurpando el ajeno territorio , Reconociendo ser impedimento
Y según es notorio los haberes , Para se quedar él sin el castigo
Los hijos y mujeres y haciendas. Que por aquellas muertes merecía;
Para lomar enmiendas falta brio; Lo cual aconteció, según él dijo ,
Cada cual está frió conociendo Entrando sobre paz Pedro de Fiias
Que nos van consumiendo poco á poco ; A pedir el tributo que debia,
Paréceme ser loco sufrimiento Por ser indios en él encomendados.
Dejar su desaliento sin castigo. Mas él y los demás , sobre seguro ,
Por vosotros lo digo , gentefiera, Por mano del Tone pagaron antes
Que ya puede cualquiera subyectaros , Aquel que ley precisa les impuso,
Moveros y mandaros como á brutos, Y el caso sucedió desta manera :
Pagándoles tributos y á porfía Estando juntos estos españoles
Cumpliendo noche y dia voluntades Para comer sentados á la mesa,
Ajenas de verdades y modestias: Cayeron de lo alto del buhío,
Llévanos como bestias donde quieren; Sin parecer de dónde procedían ,
Vuestros hijuelos mueren sin venganzas; Cinco gotas de sangre, no dudosas,
En minas y labranzas que les labran Que mancharon los candidos manteles:
Azotan, descalabran á los flojos; De que quedaron mustios y turbados
Vosotros como cojos y sin manos Y con sudores frios , como cuando
Sufrís estos cristianos. ¡ Ay, catios! Quedan aquellos quel color mudado,
¿Qué son de vuestros bríos y braveza? Enhiestos y erizados los cabellos,
¿Qué es de la fortaleza que solia En noche tenebrosa caminando,
Domar la serranía peleando? Fantasma se les puso de delante;
¿Quién ha tornado blando vuestro pech" ? Lo cual por mal pronóstico se tuvo.
¿Quién lurba y ha deshecho los alardes? Y ansí Pedro de Frias al caballo
Bajos, viles, cobardes corazones , Ocurre para se poner encima,
Pues tamas sinrazones como estas Los otros á las armas que tenían ;
Lleváis á vuestras cuestas con paciencia. Mas no fué tan veloz su pensamiento
Mirad la diferencia de las mias, Cuanta fué la presteza con que llegan
Pues que Pedro de Frias sabéis cierto Gran multitud de bárharos armados,
Ser por mis manos muerto y otros siele Y el ímpetu furioso de manera,
Y el lengua y alcahuete Juan González, Que puesto que con daño de los indios
Mestizo, que si tales lodos fueran, Todos los españoles fueron muertos,
Sus vidas nos vendieran á mas precio; Escepto Juan González, un mestizo,
Mas este como necio confiado, Que se les escapó dentre las manos,
Habiéndose librado del rebato , Y con aliento de veloce ciervo
Dijo desde á buen rato con voz alta: Llegó donde pudiera salir salvo;
— ¡ Ah! perros, el que falta viene á veros, Pero teniendo por afrenta grave
Que sin sus compañeros Dios no quiera Huir él solo del combate duro
Que huya, y aunque muera, como muero, En que dejaba los de su compaña,
He de vengar primero su mal hado.— Volvió como león encarnizado,
Y ansi desesperado se abalanza, Y hizo lo quel indio representa
Que ni bastaba lanza ni macana En el razonamiento referido,
A resistir su vana lozania: Donde con sus razones persuade
Gran estrago hacia con la espada A rebelarse conlra los cristianos.
En la gente granada, de tal suerte, Y ansí por sus industrias y consejo
Que vieron de la muerte los espantos Negaron subyeccion á quien la daban ,
En un momento tantos cuantos fueron Dando principios á sangrienta guerra ;
Aquellos que murieron de su parte. Y porque con la villa no podían
Mas el contrario marte, que no cesa , Dieron en las cuadrillas de las minas ,
Le dio tan grande priesa por los lados, En hatos y en estancias de sus amos,
Que fueron traspasados brevemente ; Matando negros , indios y españoles
Y aquel mozo valiente que pudiera Con tal obstinación , que desde el año
Irse donde quisiera sin herida, De quince cientos y sesenta y cinco
Allí perdió la vida por sus muertos, Llegó la duración al de setenta,
Amigos mal esperlos. Ved qué ejemplo En cuyos intermedios padecieron
Es este que contemplo con aviso, Grandes trabajos y desasosiegos,
Pues este morir quiso por su villa Que si quiero particularízanos
Y vengar la cuadrilla que era poca. Seria proceder en infinito.
Aquel á quien le toca mayor daño Pero sabido por quien gobernaba
No cumple ser estraño de venganza : A Popayán en esta coyuntura,
La vil desconfianza se deseche; Que don Alvaro de Mendoza era,
El tiempo se aproveche , no se pierda ; Dentro de cuyos términos caia
Entonces esla villa que decimos ,
Puso los ojos para dar remedio
512 JUAN DE CASTELLANOS.
En la destreza de Gaspar de Rodas, Y un Alonso Serrano, de Florencio
A quien se dieron largas comisiones, Serrano hijo, bárbara su madre,
Ansí para casligo de culpados Pero de noble genealogía,
Como para fundar mas poblaciones Mancebo suelto, diestro y esforzado.
En las provincias dentre los dos rios ; Estos y aquellos bien aderezados
El cual luego tomó sobre sus hombros De todos los pertrechos convenientes
Este ponderosísimo cuidado, A las ejecuciones del intento,
Y convocó de partes diferentes Con estendida copia de ministros,
Soldados de discurso y esperiencia Caballos y abundancia de ganados,
Y en valor y caudal acreditados, Llegaron á la villa de Antioquía,
De los cuales algunos nombraremos Donde su general los esperaba ;
Cuando dispusicion abriere puerta. Del cual y los demás allí vecinos
Mas antes que pasemos adelante , Fueron con gran aplauso recebidos
En esta me conviene dar noticia Y en amigables ranchos regalados,
Cómo primero que Gaspar de Rodas Pero con mas espacio que quisieran
Tentase de hacer esta jornada , Aquellos que venian ya dispuestos
Anduvo por allí Gómez Fernandez, A las belígeras ejecuciones;
Antiguo capitán y celebrado , Porque Gaspar de Rodas suspendía
Conquistando los bárbaros inmites Con algunas escusas la partida ,
Fortalecidos en las barbacoas; Por algunos respectos necesarios
Del cual, cuando tractare de chocoes , A la seguridad de su persona ,
Gobierno ya distinto del que tracto, A causa de las chismes y novelas
Contaremos particularidades Sembradas por algunos susurrones,
Indignas de quedarse rezagadas, Que sin haber olor adevinaban ,
Pues por no confundir á los lectores , Sobre mandar, algunos movimientos.
De cada cual gobernación diremos Vista por los del reino la tibieza
Aquello que le fuere concerniente, Y ser demasiada la tardanza,
Señalando los tiempos, aunque vayan El capitán Ospina se dispuso
En el lugar primero los postreros; A preguntar al Rodas por qué causa
Pues cada cual gobierno de los dichos Se dilataba tanto su viaje,
Ha de llevar particular historia. Diciéndole : «Señor, yo soy venido
Y agora solamente de negocios En compañía destos caballeros
Que son tocantes á Gaspar de Rodas Que por respecto mió se han movido.
Quiero tractar; y para mayor lumbre «Consumieron gran copia de dineros
Será con canto nuevo su principio. En rehacerse de guerreras prendas
Para poder mejor obedeceros.
»Han dejado sus casas y haciendas,
CANTO TERCERO. Donde todos vivían con sosiego
En sus repartimientos y encomiendas.
Donde se da razón de la entrada que hizo entre los rios Gaspar de Rodas, «Mediante vuestras cartas y mi ruego
i la gente que le acudió , y orden que luvo en hacer la guerra. Acudieron á tiempo conveniente
Y acomodado para partir luego.
Uno faltaba ya para setenta »La tardanza que vemos de presente
Años del parto de la Virgen pura Y remisión parece que nos muestra
Con el millar y medio desta cuenta, Que ya tenéis intento diferente.
E ya febeo carro se llegaba »De ajena voluntad pende la nuestra,
A la quinta señal del zodiaco, Y para proseguilla, con respeto
Cuando Gaspar de Rodas se dispuso Suplicóos me digáis cuál es la vuestra.
A dar á su promesa cumplimiento, »Pues si acaso tenéis otro concelo,
Habiendo convocado sus amigos, Por ocasión que con razón se mida,
Ansí del nuevo reino de Granada Volvernos hemos sin hacer efeto.
Como de Popayán y otros lugares, «Pero si no se halla quien impida
Que por el crédito que del tenian La vía que tenemos tan á mano,
Y fama del tesoro de la tierra, Bien es acelerar esta partida.
Pusieron en olvido sus reposos, i »E1 tiempo nos convida del verano,
Do tenian honrosa pasadía, Cuando tienen culturas y florestas
Indios encomendados y haciendas Abundancia de fructos y de grano.
Con vencedoras armas adquiridos, «Las corrientes serán menos molestas
A costa de las cuales se pertrechan De los rápidos ríos y quebradas
. De varios instrumentos y ministros Grandes y á cada paso contrapuestas.
Etíopes, caballos y las cosas »No serán parte gentes alteradas
Al uso de la guerra necesarias. Para nos defender trémulas puentes
Uno fué destos Francisco de Ospina, Con frágiles bejucos enlazadas.
Célebre capitán de los Remedios, «Cria la dilación inconvenientes,
Ciudad en este reino cimentada Y dellos por perderse coyuntura
Por é l , que fué su fundador primero; Andan malos sucesos dependientes.
A quien siguieron hombres de substancia, »Si razón adaptada se procura .
Y á su contemplación por consiguiente Para poder domar bárbara frente,
Otros muchos vecinos de Victoria , En las manos está la mas segura.
Como Barlolomeo de Pineda, »Y si dejais la que tenéis presente,
Antón Lobo de Sande, Juan Velasco, No se podrá sin mil dificultades
Gonzalo Verde y Antonio Machado, Juntar después tan escogida gente.
Pero Fernandez de Rivadeneyra, »A nuestras dudas y perplejidades
Y Diego de Guzmán y Juan de Aldana, Dará resolución vuestra prudencia,
Que todos llegarían á sesenta Porque con ella nuestras voluntades
Varones , á quien hechos memorables Hagan sin disonancia respondencia.»
Dieron renombre digno de valientes. Dijo, y el capitán Gaspar de Rodas
De Popayán también salieron treinta , Oyó con atención esta demanda ;
En fama señalados y en posible, Y con aquel reporte quel prudente
Cursados en belígeros encuentros , Suele tener en casos semejantes
Como Francisco López de la Rúa , Para templar los pechos alterados,
Joan Arias Ruvian, Gaspar Delgado, Usando de cortés comedimiento
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO III. 513
A los del reino dijo lo siguiente : Prontos y atentos y las armas prestas,
c Amigos y señores, conocida Según militar uso repartidos
Tengo la gran merced que se me hace Por obviar á los inconvenientes
Dispuesta para ser agradecida.
»La partida pedís, y á mi me place, Que podría parir algún descuido ;
Supuesto no tener inconveniente Porque los bárbaros no pierden punto
Que desta voluntad me desenlace. En aceptar dispuestas ocasiones
»E1 gasto que hecistes es patente Cuando se las ofrece la ventura.
En cosas de que todos salís llenos Desta manera fueron caminando
Al encuentro de guerra tan urgente. Por alturas que son inevitables,
»E yo no convocara tantos buenos Ásperas y fragosas serranías;
Asegurados de mi confianza, Y diez y siete días consumidos
Si vinieran á poco mas ó menos. En aquellos caminos salebrosos,
«Negocio es que no sufre mudanza Entraron sin hallar opuestas armas
Este que tan de veras yo prevengo ; En Tociná, provincia de Ibijico,
Y el preparallo bien no fué tardanza. Indios cuyas astucias y cautelas
»Pues por razón de ser discurso luengo Vencen á las de Ulises y Sisifo,
Me faltaban algunas municiones, Encomendados en un Juan Taborda,
Y las que deseaba ya las tengo. Vecino de la referida villa :
»Manifestastes vuestras intenciones Los cuales acudieron dando muestras
A tiempo y á sazón que me movía De paz , á la cual fueron admitidos,
A publicar mis determinaciones. Por ser las principales intenciones
«Salís á ellas como yo quería. De reducillos al real servicio
Aderezarnos solamente resta Sin efusión de sangre ni venganza
Para salir de hoy en tercer dia De muertes ni de daños recebidos.
Que se celebra señalada fiesta.» Allí se detuvieron en el campo
Después que satisfizo brevemente Algunos días , y hicieron lista
El general á sus comilitones Del número de gente que venia :
Por términos urbanos y sucintos, Hallaron ser los españoles ciento,
Y ellos á su decir correspondieron Hasta seis menos, pero todos ellos
Con largo cumplimiento de razones De todas buenas armas pertrechados ;
Usadas entre gente comedida, Los caballos pasaban de trescientos;
Alegres, satisfechos y contentos Setecientos los indios de servicio,
Todos á sus hospicios se volvieron, Y algunos etíopes, aunque pocos,
Donde con fervorosa diligencia Pero para cualquier trance dudoso
Alistan los pertrechos necesarios Arronjadizos y determinados;
A las usadas peregrinaciones De vacas se llevaban cuatrocientas.
Y á las seguridades de sus vidas: Quinientos puercos, antes mas que menos,
Este refina salitroso polvo, Y otros rebaños de menor ganado
Aquel derrite plomo para balas; Para sustento del cristiano campo ;
Otros con rascadores mundifican Y con propósitos determinados
Cañones de fumosos arcabuces; De no volver atrás sus estandartes
Otros afilan hierros de las lanzas ; Hasta poner cristianos fundamentos
Otros requieren las jinetas sillas, En medio deste rudo barbarismo ,
Con las demás guerreras prevenciones Y subyectar durísimas cervices
Que piden ejercicios militares Al prepotente rey de las Españas.
Y la necesidad les aconseja, Allí pues estuvieron descansando
Según los de mecánicos oficios Del sudor y trabajo padecido;
Cuando labran diversos materiales Y entre tanto salia gente suelta
A un tan solofinencaminados Por unas y otras partes descubriendo
Para la perfección del edificio Algunas poblaciones comarcanas,
Cuya hechura toman entre manos. Por ver la voluntad de los vecinos
Desta manera todos ocupados Que para santa paz eran llamados,
En cosas al viaje convenientes , importunándoles con gran instancia
Llegaron á ponellas en el punto Evitasen los daños venideros
Que los efectos dellas demandaban. Y los dudosos fines de las guerras,
Para los cuales el Gaspar de Rodas Que no siempre responden tan á gusto
Hizo de capitanes nombramiento, Cuanto prometen los principios dellas :
Con otros necesarios oficiales : Lo cual, habiendo tierra de por medio,
Al Ospina nombró por su colega Cuando coloquio se les ofrecia
Teniente general del campo todo; Intérprete católico declara
Velasco, capitán de infantería ; En idioma proprio de catíos.
Pineda de la gente de caballo ; Mas la caterva fiera y arrogante,
El general alférez fué Molano; Fiando de sus fuerzas, les responde
Juan Arias Ruv'ián su consejero, Que sobre el caso se terna consulta,
Hombre de gran discurso y esperiencia ; Y enviarán al campo castellano
Y á los que con oficios no podía, Clara resolución de sus acuerdos,
Con preciadas preseas tornó gratos , Que no podrá pasar del cuarto dia.
En tal manera que cualquiera dellos Aquesto se cumplió según dijeron ,
A su moderación quedó rendido. Mas no con la pacífica respuesta
Llegado pues el año de setenta, Que nuestros españoles esperaban,
A los seis días del bifronte Jano, Antes contraria de su buen deseo;
Cuando la santa Madre celebraba La cual por ser principio desta guerra
La solemne venida de los reyes , Sanguinolenta, queda reservada
Al soberano Rey con oblaciones. Al canto que se sigue después deste.
En aquellas regiones tiempo seco
Y para caminar acomodado,
Habiendo celebrado los oficios
Fray Pedro de Guzmán, dominicano,
Andaluz caballero, que con ellos
También iba con otros religiosos,
Salieron con ardor á la demanda,

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514 JUAN DE CASTELLANOS.
Y destas intenciones que tenemos
Luego les inviernos razón clara :
CANTO CUARTO. Dígales en la cara aquel que fuere
Que cualquier que venciere sirva al otro,
Donde se cuenta cúmo los indios de la provincia de Pequi enviaron su Pues caballo ni potro ni escopeta
embajada al campo de los españoles, y lo que en ella se contcnia. No vence ni subyecta los catios,
Ni castellanos brios serán parte
Cualquier hombre, por rústico que sea, Para que de su marte caigan punto.»
Ama su libertad y da de mano Esto dijo Sinago, cuyo voto
Con toda la posible resistencia De todos los caciques de la junla
Al yugo y observancia de las leyes Fué sin contradicciones aprobado ;
Que le hacen estar al cumplimiento Y como confiados de sus fuerzas,
De nuevos vasallajes y tributos ; Acordaron que fuese mensajero
Y tanta mas es esta repugnancia, A les notificar á los cristianos
Cuanto mas suele ser envejecido Sus determinaciones y deseo
El uso y exención en que se cria. De vellos y probar su valentía.
Y ansí, como los barbaros supiesen Deste mensaje prometió Yutengo
Las españolas mañas, anhelantes Ser cierto portador día siguiente;
A que reconociesen vasallaje Y ansí, por no faltar de su promesa,
Al amo que les fuese señalado, Llegó delante de los españoles
Y ellos nunca tuviesen de costumbre No mostrando pacífico semblante,
De dar á los estraños obediencia, Antes agudos dardos en la mano,
Antes como soberbios y arrogantes, Penachos variados ondeando,
Criados en tan próspero terreno Y diadema de oro, como suelen
Que siempre huellan por doradas venas, Salir á sus guerreras competencias,
Con que los ánimos se ensoberbecen , Y ansí brioso , (¡ero y arrogante
Presumían que todos se la deben En su materna lengua les pregunta
Y que seria de varones viles Quién es el capitán que los gobierna:
Venir a menos del altivo punto Señálanselo luego, y él se pone
En que su presunción los tiene puestos; Delante con gallarda lozanía,
Debajo de lo cual indios de Pequi, Diciéndole palabras semejantes:
Gente feroz y nunca domeñada, . « Capitán español, yo soy Yutengo ,
Por el inducimiento de Sinago, No menos en valor que en bienes rico;
A quien esta provincia respectaba, A denunciar la guerra cruel vengo
Se hizo junta de los principales De Pequi, porque salgas de Ibijico ;
Para deliberar en su consulla Si pides la razón , otra no tengo
De las cosas tocantes á la guerra ^ Fuera de aquesta que te notifico,
Que por los españoles se movia. Que es guerra capital á sangre y fuego,
Vinieron del Siuago dos sobrinos , Y la paz para siempre te la niego.
Yutengo y Aranié, mancebos fuertes » El gran Sinago con sus dos sobrinos
Y por heroicos hechos señalados; Te suplican que vayas brevemente ,
Vino Chacuri, vino Nuguireta , Porque ellos harán anchos los caminos
Guaracho, Ereta, Panqué, Agrebara , Por do metas ganados y tu gente;
Insignes en las armas y en consejo; Lo mismo piden todos los vecinos
Los cuales en consulta conferida Que ya desean de te ver la frente;
Determinaron resolutamente Pero para llegar buenos y sanos
De conservar su libertad antigua Llevad prestas las armas y las manos.»
Y no se subyectar al duro yugo Oyó Gaspar de Rodas el mensaje,
Que padecían otros sus Vecinos : Y díjole : « Yutengo, yo no creo
Deste parecer fueron todos ellos, Que tanto se desee mi viaje;
Mayormente Sinago, que les dijo : Mas pues lo dices tú que eres correo,
«Varones fuertes y en virtud constantes, Diles que hago pleito y homenaje
A cosas importantes nos juntamos, De cumplilles muy presto su deseo,
Porque si bien notamos dura plaga, Pero que tomen mas modestos modos
No solo nos amaga, mas ya llega ; Porque la p,az es buena para todos.
Y aunque con paz nos ruega, sin ofensa, » Por fama le conozco ya, Yutengo,
Debajo della piensa dar de mala. Y tú también sabrás que yo soy bueno;
Al principio regala mano blanda : Por largos días y por tiempo luengo
Importuna demanda viene luego, Me veréis trastornar vuestro terreno;
Fomento de gran fuego, porque priva Por guerras ó amistades yo no tengo
De libertad nativa y otros frutos, De volverme las manos en el seno :
Imponiendo tributos y servicios A la partida ves mi gente presta,
De viles ejercicios, do perecen Y aquesto puedes dalles por respuesta.»
Cuantos hoy obedecen sus mandados Partióse luego, y el Gaspar de Rodas
Y mal considerados pareceres; Con algunos soldados se reia
Pues hijos y mujeres no reserva Del brío y arrogancia del salvaje:
Esta cruel caterva de ladrones, Pero luego mandó que se prevengan
Cuyas ocupaciones principales Para mudarse dentro de tres dias,
Son robar los caudales del terreno Ansí por no faltar de lo que dijo
Y del sudor ajeno sustentarse, Como porque los indios de Ibijico,
Servirse y regalarse sin templanzas; Atocina, Cucubá y Rererúa ,
En minas y labranzas los ocupan : Y Rucabé caciques principales,
r
Al lin todo lo chupan y consumen. Tenían por molesta la tardanza
Y ansí los que presumen de valientes De huéspedes tan llenos de bullicio;
Deben mostrar los dientes y las manos : Y ansí les daban priesa, prometiendo
Libremos de tiranos nuestra tierra; De les guardar la paz y las espaldas.
Harlémoslos de guerra, pues la quieren , Llegóse pues el dia señalado,
Que también dellos mueren los mas buenos, Y el campo fué marchando acia Pequi
Y acá no somos menos en pelea; Con lod,os los avisos necesarios
El orden desto sea sin que luenga En los ásperos pasos y quebradas
Tardanza nos detenga ni retarde; Do podían bacelles algún daño ;
El valeroso guarde sus regiones, Mas no les sucedió por el camino
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO V . 5i:i
Dudoso cosa que de contar sea, Doscientos validísimos gandules
Hasta que descubrieron lo poblado , A que secretamente se metiesen
• Y asentaron real en un altura, En aquel pajonal que reservado
Cuya comodidad los convidaba Fué por solicitud ele los cristianos ,
A reparar allí por algún tiempo, Y en él permaneciesen hasta tanto
La duración del cual diremos ; Que Febo desterrase ios humores,
Porque por ser principio desla guerra Y cuando con sus carros fervorosos
Oviese demediado la carrera,
Conviene que hagamos nuevo canto. Y el cálido refracto de los rayos
Tuviese ya la paja como yesca,
CANTO QUINTO. Pusiesen fuego por dos ó tres partes,
Porque los españoles acudiesen
Donde se da razón de lo que sucedió después que los españoles entraron Sin orden ni recatos al remedio ,
en la provincia de Pequi. Según y como lo hicieron antes,
Y al tiempo que los viesen ocupados
Uno de los avisos importantes En mitigar las llamas violentas ,
Que se pueden tener entre guerreros , Les acometan con tan grande furia
Es saber escoger alojamiento Que los compelan á precipitarse
En sitio fuerte, cuyas adyacencias Por la derecha y áspera ladera;
Puedan señorearse con la visia, Donde huyendo del mortal conflicto
Y tenga leña y agua tan á mano Diesen en muerte vil y desastrada,
Que sin que corran riesgo los sirvientes Pues hallarían gentes cuyas manos
Usen inescusables ministerios. Abriesen las católicas entrañas.
Tal lo supo tomar Gaspar de Rodas, Salido pues el capitán Pineda
Como varón sagaz , y en este caso Con orden de volver el mismo dia ,
Ninguno mas mañoso ni solerte, Los bárbaros por parte diferente
El cual, llegando ya cerca de Pequi, Subieron á la parle señalada,
Y á vista de los bárbaros vecinos, Donde sin ser sentidos estuvieron
Se relirmó , según militar uso, Ocultos y encubiertos; y á la hora
En sitio que llamó la Lagunilla, Que para poner fuego convidaba ,
En parle rasa y alta, proveída De palos apropriados á lal uso
De las comodidades referidas, Y presto movimiento de las manos
Y cuyas descendencias á lo llano Socaron fuego, con que brevemente
Eran en gran manera salebrosas. Se levantaron llamas presurosas,
Y este sitio tomó con pensamiento Según la fuerza del pasado dia,
De no dejallo por algunos dias, Y que causaron por su cercanía
Porque los bárbaros con la tardanza Mayor alteración y sobresalto;
Perdiesen algo de su lozanía ; Y ansí los españoles y el servicio,
Los cuales , como viesen en su tierra Incautos del ardid de los contrarios,
La gente forastera que esperaban , Acudían á mitigar el fuego
Creyendo no hacer allí parada, Todos con ramos verdes en las manos.
Sino que prosiguieran su camino , Pero Gaspar de Rodas , como diestro,
Pusieron en concierto sus escuadras, El astucia sintió puntualmente,
Y ocuparon los pasos , desde donde Y mandó que ninguno se divierta
Pudieran ser los nuestros ofendidos, Sino que se recojan á bandera,
Con sonorosa grita y algazara Hasta ver por adonde respondían
Y estruendo de atambores y cornetas ; Los indios, pues debían de ser muchos
Todo lo cual cesó reconociendo Aquellos que tentaron aquel hecho.
Asentar tiendas en aquella altura , Y ansí puestos á punto de pelea,
Y como no hicieron mudamiento Cargados de mosquetes y arcabuces,
Aquella noche ni siguiente dia, Esperaron el acometimiento
Considerando ser estratagema Del bárbaro furor, que como viese
Y haber dispusicion para celadas Estar en escuadrón los españoles,
De parle de la gente peregrina, Y no tentar de mitigar las llamas,
A causa de los altos pajonales Suena terrible grita y alarido,
Que rodeaban este circuito , Y sale con el ímpetu que suele
Levantados, espesos , y de suerte Amenazando para rompimiento,
Que podían lener hombres ocultos. El cual con el impulso de las balas
Determinaron de ponelles fuego . Fué reprimido con algunos menos,
El cual voló con ímpetu terrible Volando de su parte los tostados
De vientos furiosos ayudado , Jáculos que venían bien espesos,
Por hallar la materia bien dispuesta Sin llegar á medir palo con hierro ,
A causa de la seca del verano. Ni se les dio lugar á que durase
Y ansí toda la tierra comarcana Espaciosa distancia la refriega;
Quedó sin ocasión y descubierta, Porque Pineda que se halló cerca
Escepto lo que con su diligencia Oyó luego la grita y alboroto,
De manos y de ramos guarecieron El fuego y estampida de los tiros,
Los del alojamiento para pasto . Y como can de casta generosa
Que siente, rodeando la manada,
De bestias y ganados que traían , Ser salteada de rapace íiera,
Que por algunos dias padescieron Y acude do berrea la juvenca
Mucha necesidad, por abrasarse De violentos dientes oprimida
Las partes do solian mantenerse. Para le dar socorro con los suyos :
Pasada la refriega del incendio , Ansí por las señales reconoce
Al tiempo que la noche demediaba, El conflicto cruel y la presura ,
Y el nublo tenebroso predomina, Y á pasos presurosos dio la vuelta ,
El capitán Pineda con cuarenta Defluidossudores empapado,
Soldados valerosos salió fuera Hasta llegar adonde pretendía ,
Para hacer alguna buena suerte Que fué muy á su gusto , porque dieron
En indios que hallase mas a mano; En las espaldas de los indios lieros.
Y en esla misma noche los caciques, Los cuales desta suerte salteados
Siu saber sus intentos, enviaron Y defraudados de sus pensamientos,
516 JUAN DE CASTELLANOS.
Tomaron por remedio la huida , Volver con orden á tomarla loma
Haciendo grandes fieros, y diciendo : Antes que fuese de otros ocupada.
« Mal nos ha sucedido la primera ; Fuélos siguiendo la caterva fiera
Mas tentaremos luego la segunda ,
La cual daremos á cureña rasa, Hasta metellos en el angostura
Y será dentro de teroero dia: Mas apropriada para su defensa,
Entre tanto curad vuestros caballos, Porque desdella mas seguramente
Que nosotros haremos otro tanto Se podían jugar los arcabuces
A estos que llevamos por delante.»
Que fueron tres ó cuatro, sin que parte Con daño de los bárbaros fronteros
Fuesen para quitárselos entonces, Que, como ya de tiros carecían ,
Por no podellos ver á los principios. Por babel los gastado con la priesa
Pero Gaspar de Rodas y los suyos, Y obstinado furor con que vinieron
Como saliesen bien desta borrasca, Y algunos estuviesen mal heridos,
Habida su consulta determinan Con pasos reportados se volvieron ,
Salillos á buscar antes que vengan; No sin intentos de tomar venganza
Y ansí dia siguiente caminaron* De los que fueron causa de su pena,
Cuarenta validísimos peones Los cuales libres, sanos y contentos
Y Gonzalo de Vega por caudillo , Llegaron á dar cuenta de lo hecho
Soldado viejo bien acreditado, Donde Gaspar de Rodas esperaba ;
De cortesanas parles, y en la guerra El cual, habiéndose certificado
No menos venturoso que valiente , De las dispusiciones de la tierra,
Con orden de pasar la contrapuesta Y el cómodo de cosas necesarias,
Quebrada Pequí, de la cual hereda Acordó de pasar allá su campo :
Y toma nombre toda la provincia. Habia la quebrada de por medio,
Fuélos el general acompañando Impedimento para los ganados,
Con veinte de caballo bien armados, Y para hacer paso conveniente
Quedando desta parte por reguardo A Gonzalo de Vega le dio cargo
Y muro, si volviesen por ventura Con cuantidad de indios y de negros.
Del bárbaro tumulto contrastados ; Que coa los necesarios instrumentos
Porque pasar con ellos adelante Fueron apercebidos otro dia,
Erales imposible con caballos, Y treinta compañeros bien armados
Por el impedimento de barrancas Que les asegurasen las espaldas
Altas que perturbaban el pasaje , Cuando pusiesen manos en la obra.
Las cuales se lo dieron á peones Salió con ellos, no con el orgullo
Cuando nocturna sombra los cubría , Ni con aquel semblante que solia
Y con la misma fueron caminando Cuando facilitando cualquier riesgo
Hasta llegar al alio de una loma, A todos los movia y animaba,
A cuyo pié después vieron un llano Mas melancolizado y pensativo ,
Poblado de labranzas y apacible , Con unos esperezos adevinos
En cierta parte del doce caneyes Del trabajoso fin y desventura
O casas de vistosa compostura , A do su duro hado lo llevaba ,
Moradas de los indios mas cercanos. Cuyo decreto desapiadado
Allí, cuando la luz del sol doraba Ejecutado fué por esta via í
De los escelsos montes las coronas, Antes de se llegar á la quebrada
Acometen diciendo: «¡ Santiago ! > Donde se concertó hacer camino,
Andan lijeros pies y manos prestas Habían de pasar forzosamente
A recoger los bárbaros despojos: Por ciertos pajonales intricados
Captívanse muchachos y mujeres, De yerbas y de frúctices diversos,
Porque de genle para tomar armas Con espesura tal y tan cerrada
Muy pocos les hicieron resistencia, Que fuera de una muy angosta senda
Por se hallar absentes celebrando | Con gran dificultad se caminaba,
Los tristes funerales de Sinago , Lugar dispuesto para que los indios
Que murió cuasi repentinamente, Pudieran dar algunos sinsabores;
Con intimo dolor de los vecinos, Y el Gonzalo de Vega, conociendo
Que de su gran valor y buen consejo Esta dispusicion para su daño
Tenían infalible confianza A tales ocasiones obviando,
En todas ocasiones belicosas; A los soldados dijo lo siguiente :
Y ansí su falta se juzgó por lodos, «Amigos, en aqueste lugar ciego
A lo menos en esta coyuntura , Podrían indios y serán bastantes
Por adversa señal y mal agüero. A dar algún mortal desasosiego
Corrió la nueva pues por las labranzas A los inadvertidos caminantes :
Cercanas , cómo pocos españoles Bueno será que le pongamos fuego ,
Entraron en el pueblo referido, Y anticipémonos nosotros antes ,
Y en breves horas , de mancebos verdes Porque bien arderá por ser pajizo.»
Se convocaron mas de cuatrocientos Parecióles muy bien , y ansí se hizo.
Que, como tigres fieros á balantes Mas como lo pusieron de mañana
Ovejas, acometen á los nuestros, Y las mas altas ramas estuviesen
Entonces algo lentas del rocío,
Y encienden luego sus pajizas casas La menudilla yerba solamente
Según y como tienen de costumbre Se iba, por debajo consumiendo
Cuando son infesladas de contrarios ; Sin llegar á las zarzas y virgultos ;
Unos hacian esto, y otros llenos Al fin , visto ser vana diligencia,
De flechas , dardos, piedras y de lanzas, Pasó delante con los compañeros
De que volando van nubes espesas , Al principal efecto de su cargo,
Cercan el escuadrón de los cristianos Y el mísero no ve que deja puestos
Que, como gente diestra y animosa , Lazos adonde caiga cuando vuelva ,
Defienden bravamente su partido Como le sucedió; porque ya llanos
Y ofenden con las balas , cuyos vuelos Los ásperos barrancos del arroyo,
A muchos encaminan al infierno ; Y á sus alojamientos revolviendo,
Mas lodos ellos fueron poca parte Llegan al pajonal, que lodavia
A reprimir la furia y el coraje Humeaba por parles diferentes,
Que los movía, por lo cual convino E ya con la gran fuerza de la siesta
Para tomar el fuego sazonado.
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO VI. 517
Mas , sin estímulos desta sospecha, De Pequi, con la muerte de Sinago,
Por medio del prosiguen su camino De cuya voluntad y pareceres
Con viento que por puntos resfrescaba Pendían todos los de los vecinos ;
Los soplos del á las espaldas dellos : Pero como faltó, cada cual dellos
Estos invalescieron de tal suerte Quiso hacer cabeza de su juego ,
Que levantaron presurosas llamas Y ansí Gaspar de Rodas con su gente
Cuya sonora tempestad y furia Entró sin que hallase resistencia,
Vuela y á mas andar los va siguiendo. Antes Yutengo y Aramé su primo
Quemaron sus asientos y labranzas
El Gonzalo de Vega croe quedaba Y con la gente que seguirlqs quiso
En rectaguardia, como conociese Se fueron al partido de Caraula.
El riesgo y amenaza de la muerte, Los otros , que de mal se les hacia
A grandes voces dijo : t Fuera, fuera, Dejar sus casas y sus propiedades,
Aceptaron la paz que les pedían,
Andar, andar, andar á parte rasa, Debajo de la cual los españoles
Porque si no tomamos la ladera Eran medianamente regalados
Con tiempo,§os haremos todos brasa.» El tiempo que estuvieron en su tierra,
Huyen los delanteros velozmente , Que fué de tres semanas, porque luego
Y él, como se quedaba rezagado Fueron á la provincia de Norisco,
Por no dejar atrás alguno dellos, De grandes poblaciones, y abundante
Cuando quiso salir de la presura De los mantenimientos necesarios,
Hallóse tan cercano de las llamas Rica de telas de algodón y oro ,
Que tentó de saltar por medio dellas Cuyos caciques eran dos hermanos,
Acia lo que quedaba ya quemado Quel uno se llamaba Bayaquima ,
Por ser lo mas seguro, confiando Otro Tacujurango, ricos hombres.
De su velocidad y lijereza; Con otros principales que salieron
Mas el impetuoso torbellino Ansimismo de paz, dando preseas
Como si fuera paja lo arrebata De sus preciadas telas y oro fino.
Y vuela mas atrás, donde la nube Allí pararon por algunos dias,
De la fumosa llama se tendia. A causa de ser tierra proveída*
Dejándolo sin barbas ni cabellos, Mas como Febo visitar quería
Las manos, pies y rostros abrasados , De los doce chatoues el primero
Ardiendo los vestidos , que quisiera El estrellado cinto que rodea
Rompellos y aparlallos; mas no puede ' Toda la redondez oblicuamente,
El miserable darse tanta priesa Y entonces en aquellos hemisferios
Quel fuego mas no fuese penetrando , Sabían que venían ya cercanos
Según al gran Alcides la camisa Los procelosos nimbos del ivierno,
Vestida por engaño del Centauro. A todos pareció que convenia
Pasada pues la fuerza del incendio, Pasar a la provincia de Itilango,
Al son de sus lamentos y gemidos Do se remata ya la tierra rasa,
Volvieron compañeros á buscallo , Por la rica noticia que les daban
Y con apresurada diligencia Los indios principales de Norisco,
Empapan las ardientes vestiduras Diciendo ser la tierra de Ilüango
Con agua que tenian á la mano: Tal que satisfaría su cudicia
Las cuales resilbaban como cuando Ansí de oro como de sustento;
En la ciscosa pila del herrero Cuyos caciques eran caudalosos,
Meten el instrumento caldeado ; A lo menos Tecuce y Agrazaba,
Y sin parar, en unos y otros hombros, Dos señores, hermanos valerosos,
Lo llevan al real por dalle cura, Que los harían fácilmente ricos :
En vano, pues un dia solamente Esto decían todos, mayormente
Tuvieron vida los tostados miembros : Tacujurango que, con el deseo
De que todos, por ser hombre bien quisto, De vellos fuera de su territorio,
Manifestaron tierno sentimiento, Al general habló desta manera :
Y el general lo muestra mas acerbo « Capitán, si pasares adelante ,
A causa de tenello por amigo, Los tuyos no serán trabajos vanos,
El cual, después de dalle sepultura Pues verás tierra rica y abundante
Según el tiempo y el lugar concede , De bastimentos y dorados granos ,
Determinó dejar aquel asiento La cual afirmo que será bastante
Y ranchearse donde mas propincuas Para poder llenaros ambas manos,
Tenga las ocasiones á que viene; Porque demás de ser provincia bella
Cuyos sucesos varios contaremos Es una pasta de oro toda ella.
En el canto siguiente, Dios mediante. » Traéis para poblar en buen terreno
Encaminadas vuestras voluntades :
CANTO SESTO. Ninguno hallareis tal ni tan bueno,
Ni tan á punto las comodidades ;
F,n el eu»1 »* da r«ion cómo Gaspar de Rodas pasó su campo i la pro Por todas sus distancias aquel seno
viñeta ae Pequi, donde no se le hizo resistencia, antes algunos indios Tiene las convenientes cualidades:
le dieron la pas.
Alegre suelo, lalantaso y alto,
Según sobre fortisima coluna Y quede sanidad nunca fué fallo.
Se suele sustentar un edificio, » De nosotros podras asegurarte,
Y en tanto que ella dura no padece Ya que la paz habernos prometido,
Yactura, detrimento ni ruina, Que se sustentará por nuestra parte
Valor de un hombre solo también suele Con vinculo que no será rompido,
Con las buenas industrias y consejos Antes en socorrerte y ayudarte
Que tiene , conservar grandes estados; Aqui podrás tener favor cumplido :
Pero fallándoles este cimiento Deslo que digo no hallarás cosa
Y estribo que la fábrica tenia. Que con razón la llames fabulosa. >
Los miembros que una voluntad guiaba Esto certificó Tacujurango,
Suelen en diferentes dividirse, Y aunque no fué según encarecía ,
Y por tener diversas opiniones Los nuestros con aquellas buenas nuevas
Unos y otros vienen á perderse , Determinaron de hacer viaje
Como la gente deste principado A la provincia que les alababa,
«18 JUAN DE CASTELLANOS.
Con intenciones de poblar en ella, Pues todo lo hallamos diferente
Efecto grandemente deseado De lo que dijo bárbaro lenguaje :
De todos cuantos van en la jornada, Paréceme ser cosa conveniente
Que ya se prometían grandes rentas Buscar invernadero y estalaje,
Ansí de minas como de tributos Pues seco tiempo no será bastante
Impuestos á los indios que les diesen Para poder pasar mas adelante.
Se^un uso común en encomienda. » Estamos al remate del verano,
Salió pues nuestra gente de Norisco Cuando preparan ranchos y cabanas
Con los caciques del que la guiaban, Los que se temen del rigor cercano
Los cuales, ó por no saber caminos De las molestas y lluviosas sañas;
Mas apacibles, ó con mal intento, Y ansí no tengo por parecer sano
Iban por salebrosas asperezas, Meternos de presente por montañas,
Riscos y peñascales , donde siempre Aunque mas ricas y pobladas sean ,
Andaban ocupados gastadores Pues tememos sazón en que se vean.
Haciendo paso para los caballos , » Salidos del compás de l^zavana
Con tanta pesadumbre todas horas Los caballos y yeguas y el vacuno,
Que no puede por letras esplicarse. Si se dice verdad, es cosa llana
Al fin en Itüango los metieron Quel pasto que ternán será ninguno,
Adonde comenzaba lo poblado, Y ayunará, la gente castellana
Cuya vista no fué de tanto gusto Si le hacen á él estar ayuno,
Cuanto fueron les encarecimientos Por ser como sabéis en los estremos
De los que de Norisco los movieron , E l principal recurso que tenemos.
Y ansí por no salir tan puntuales «Hallareis otros mil inconvenientes
Pusieron machos dellos á recado , Los que ya conocéis las travesuras
Aunque se disculpaban con dediles Destas ínmites y mudables gentes
Estar mas adelante la grandeza; Que no pierden las buenas coyunturas;
Y aqueste desengaño dos soldados Y ansí con los amigos mas patentes
Insignes lo lomaron á su cargo , Las espaldas dejamos mal seguras,
Que fueron descubriendo por las lomas Pues cuando muestran mas quieto pecho
Hasta llegar á parte de do vieron Es para perpetrar algún mal hecho.
Un pueblo de cien casas populosas, »Y con quien tiene tan ruines dejos,
Cuyos confines, campos y repechos Como sabemos ya por esperiencia ,
Tenían buena copia de culturas, No tengo por seguro que á lo lejos
Adonde por gozar de mejor sitio Determinemos de hacer absencia,
El campo se pasó; pero los indios Antes en puestos que les son anejos
Cuando los vieron ir no se tardaron Conviene que hagamos asistencia ,
En convertir sus casas en ceniza , Pues cuanto mas cercanos á su planta
Ansimismo talando las labranzas Tanto mas su braveza se quebranta.
Que les podían dar mantenimiento; «Mas aunque nos detengan los rigores
Lo cual fué causa de que padeciesen Del agua, no estaremos tan quietos
Grave necesidad , y mayor fuera Que no vayan en tanto corredores
Si no se socorrieran del ganado A descubrir sus casas y secretos,
Y fructa de aguacates que hallaban Y vean qué lugares son mejores
En grande cuantidad, cuya hechura Para poner en obra los concetos :
Es á similitud de pera verde, Mi parecer es este de presente,
Aunque mayor y de mas largo cuello , Salva la corrección del que mas siente.»
De gusto simple cuasi de manteca, Dijo, y á los de sanas voluntades
Ningún olor, mas tales hay que tienen Parecieron razones concluyenles,
El del anís , y su sabor el mismo, Y que su discursion y raciocinio
Una pepita sola, y esa grande Era debajo de común provecho ;
Poco menos que huevo de gallina : Y ansí muchos dijeron que la traza
Es fruta sana, y es el árbor alto, Que daba para todos era buena,
No muy hojoso, mas de buena vista, Mas los del nuevo reino de Granada
Destos se sustentaron algún día , Confirmáronse mas en la sospecha,
En tanto que caudillos diligentes Y ser todas aquellas dilaciones
Que la tierra corrían por momentos A fin de no poblar, y que tiraba
Descubrían asiento mas propicio; A sus particulares intereses :
El cual no se hallaba, porque todos Aquesto murmuraban muchos dellos;
Estaban abrasados, y los indios Mas Francisco de Qspina cuerdamente
Dentro de las montañas comarcanas Por todos respondió desta manera:
En pueblos de sus deudos recogidos. « Señor, no me parecen mal fundadas
Y aquesto visto por Gaspar de Rodas, Las razones de vuestro parlamento,
No quiso fundar pueblo por entonces, Y basta para ser verificadas
Y aun opiniones hubo que decían Ser orden de lar: buen entendimiento ;
Haber sido su principal intento Pero las cosas bien examinadas
Hacer que estas provincias acudiesen Se hacen con mayor acertamiento ,
A servirá la villa deAnlioquia, Por no serian cabal mortal aviso.
Por engrosar las suertes que tenia Que tenga siempre parecer preciso.
Y otros particulares intereses, »No quiero reprobar parecer vuestro ,
No sin agravio de los que vinieron Poique me consta ser bien acordado
A le favorecer en la jornada, Buscar invernadero como diestro ,
En confianza de que fundaría Antes que llegue tiempo destemplado ;
Nuevos albergues do permaneciesen Mas este sea para siempre nuestro
Siendo señores de repartimientos, Y por su Majestad pueblo fundado,
Como lo suelen ser en estas partes Con diligencias tijas y bástanles ,
Aquellos que conquistan nuevas tierras. Según piden negocios semejantes.
Esta sospecha pues tuvo principio » Poique con este mismo pensamiento
De ver la dilación y la tibieza Dejamos nuestras casas y sosiego,
De un razonamiento que les hizo , Y vos manifeslasles tal intento
Cuya substancia fué la que se sigue : Al tiempo que cumplimos vuestro ruego ;
«Carísimos amigos, claramente No siento ni lo hay impedimento
Conocéis el engaño del viaje, Para que lo dejéis de hacer luego :
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO VIL 519
Haceldo ; cumpliréis con vuestro oücio , Será justo volver álos que fueron
Y á Dios y al rey haréis muy gran servicio. A descubrir las gentes de nutaves,
Í> Todos lo piden, nadie lo defiende; Y valle donde fué Rivadenevra.
Hay de por medio buenas ocasiones,
Y es la principal cosa que pretende
Don Alvaro, que dio las comisiones ; CANTO SÉTIMO.
Si alguno con sospechas os ofende,
Con esto se deshacen opiniones , Donde se da relación de lo sucedido á Juan Velasco y á Pedro Fernan-
Pues verán que la suya fué siniestra, dez Rivadeneyra, en la provincia de los nutaves y valle de Teco.
Y quedará sin mácula la vuestra.
» Vuestra merced por tanto se declare De cuánto precio sea la templanza
Y sin perplejidad nos encamine Medida y regulada con prudencia
A la resolución que mas cuadrare , Para quietar alborotados pechos
Para que cada cual se determine; Cuando de la razón pierden las riendas,
Porque si de la nuestra discrepare , Bien se manifestó, según dijimos,
Yo me quiero volver por donde vine En el orden que dio Gaspar de Rodas,
A mi reposo y á mi residencia, Pues con los ocupar en honorosos
Y desde luego pido la licencia.» Cargos, y dividillos en dos parles
Dijo , y aunque se tuvo cumplimiento Con gente de quien él se confiaba ,
Por el Gaspar de Rodas con Ospina, Cesaron confusiones arronjadas
No fué tan á su gusto que viniese A mas encanceradas pesadumbres.
A declararse como se pedia; Y ansí los dos caudillos que la parte
Y ansí sobre volver á sus haciendas Seguían del Ospina, convencidos
Y al nuevo reino hizo tal instancia, Del cortesano término que tuvo
Que se le concedió libre licencia El general haciendo confianza
Con veinte de los mas aventajados De sus personas en aquel viaje.
A le hacer escolta, hasta tanto Con ánimos quietos y obedientes
Que lo dejasen ya fuera de riesgo. Siguió cada cual dellos su derrota.
Y ansí se despidió de sus amigos Y el Juan Velasco, por aquel paraje
Con íntimo dolor de todos elfos De montañas do viven los nutafes,
Y desconsuelo general del campo, Prosiguió su camino hasta tanto
Por ser varón á todos agradable Que vio las aguas del potente rio
Y de tal condición que nunca supo De Cauca y una puente de bejucos
Negar favor á quien se lo pedia A la cual le llamaban los antiguos
Ni para hacer bien cerrar la mano. Españoles la puente de Aberunco,
Y desta causa cada cual hablaba Asaz nombrada, pero los modernos
Contra Gaspar de Rodas, el cual viendo Puente de Neguerí, por un cacique
Quedar toda la gente desabrida, Guerrero que después, allí vivía,
Por deshacer vanílocos concilios Le llaman de presente : desde donde
Mandó que luego salga Juan Velasco , En la contraria banda descubrieron
Gran carillo del Francisco de Ospina, Ameno valle de zavanas rasas
Con cuarenta soldados diligentes Por una y otra parte bien poblado,
A descubrir el gran rio de Cauca, Y cuyas apariencias eran tales
Do cae la provincia de nutaves, Que deleitaban los humanos ojos,
Bravísima nación y rica de oro; Deseosos de ya ver tierra clara;
Ansiniismo mandó por otra parte Porque los territorios circunstantes
Que saliese con veinte compañeros Por una y otra parte son montañas,
Pero Fernandez de Rivadeneyra, Aunque pobladas y de gente rica,
Gallego valeroso y esforzado Por razón de las minas que poseen,
Y del Ospina no menos amigo , Que son en gran manera caudalosas.
A descubrir el gran valle de Teco, Al raso pues adonde dieron vista
Y él se quedó con los mas impedidos Le llamaron el valle de la Vieja ,
Y menos sospechosos en el campo, Por una que prendieron en la puente,
Con lo cual como capitán prudente Mujer negociadora que tractaba
Desbarató nublosas confusiones Por aquella comarca como muchas
De los que miden sin hacer discurso Viudas allí tienen de costumbre;
La justicia y razón por sus antojos. Mas, en aquel viaje, de sus tractos
Dejando pues al Francisco de Ospina Otros arrebataron la ganancia
En tierra que constaba ser segura , Quitándole preseas que valían
Aquellos veinte que le fueron dados Arriba de mil pesos de buen oro,
Para seguridad de su persona Y si por cambio dellos algo dieron
Al campo se volvieron con gran priesa, Seria bofetones el retorno ,
Por la que se les daba por los indios , Porque les diese largas relaciones
Que fueron salteados á la vuelta : De lo que la provincia contenia,
Para satisfacion de su trabajo, Y ella les declaró por cosa cierta
Y por sus buenas mañas y destreza, Ser su prosperidad engrandecida ,
Llegaron con salud y con ganancia. Pero los moradores belicosos
Y el Francisco de Ospina ya llegado Y prestos siempre para su defensa.
Con otros á la villa de Anlioquía, Lo cual se mostró bien , pues en sabiendo
Al gobernador hizo mensajero Venir en su demanda los barbudos,
Dándole cuenta de lo sucedido, Cargó tal multitud sobre los pocos,
Y cómo fué su gasto sin provecho, Que de común acuerdo concertaron
Porque Gaspar de Rodas atendía Irse con buen aviso retrayendo
Alo que le tocaba solamente, Al castellano campo (donde dieron
Y que reconocido su diseño Enteras relaciones de lo visto)
Determinó volverse de menguante, Dentro del tiempo que les señalaron,
Lo cual sonó muy mal á los oidos Lo cual Rivadeneyra nunca hizo,
De su gobernador, y con enojo Porque tomó mas dias de demora
Acordó revocalle los poderes De los que se le dieron limitados,
Y dallos á su hermano don Alonso, De donde resultó quél y los suyos
Según declararemos adelante Corriesen grande riesgo de la vida ,
A tiempo que convenga , pues agora Habiéndoles cabido buena sufcrte
520 JUAN DE CASTELLANOS.
A los principios, sin tener zozobra •, Reconoció la quiebra que traían
A causa de que entraron en el valle Y despachó socorro de soldados
A hora que los ojos ocupaba Que llegaron á buena coyuntura
Nocturna quietud y blando sueño; A los que deseaban el presidio,
Y ansí prendieron gran copia de gente, Porque demás de que venian fallos
Y al principal cacique de la tierra De municiones para defenderse,
Con todas las preseas y caudales Estaban muchos dellos mal heridos,
Que tienen hombres ricos, sin sospecha Y mas el capitán Rivadeneyra,
fie ser acometidos y asaltados ; A quien en las horrísonas refriegas
Mas no supo gozar desta ventura Dieron cincoflechazospeligrosos,
Por esperar á la tener mas llena Y lodos se juzgaban por perdidos
Rogado del cacique, que le dijo : A no llegarla gente de refresco;
« No cumple , capitán, tan brevemente Pero con su favor fué rebatido
Hacer esta mudanza ni desvío, El bárbaro tumulto brevemente,
Si quieres buen rescate desta gente Y sanos y heridos españoles
Y salir de miseria con el mió, Llegaron á su campo, donde fueron
Porque lo daré tal que te contente, Con Ja posible cura reparados,
Y demás desto todo buen avío, Cortándoles las carnes lastimadas,
Como dos ó tres días mas esperes Y con ardientes hierros las heridas
Para llevar el oro que quisieres. Quemadas fuertemente, porque pierda
» Ya saben cómo estoy aprisionado El veneno mortífero la fuerza,
Mis amigos, mis deudos y herederos, Por ser de los antídotos aqueste
De los cuales estoy bien confiado El que se tiene por mas eticace.
Que vernán ellos ó sus mensajeros Luego Gaspar de Rodas, viendo flaco
A dar dentro del tiempo señalado Recurso de comida en Huango,
Por mi rescate copia de dineros; Y comenzar las aguas del invierno »
Y á trueco de llevar mayor ganancia, Determinó, por ser mas proveída ,
Dos dias mas es breve la distancia.» Volver á la provincia de Norisco;
Esto dijo debajo de cautela Y ansí para buscar gente de carga
Aquel astuto bárbaro, y el otro Salió por capitán Andrés de Soria
Vencido de cudicia, común lazo Con treinta compañeros bien armados,
En que caen los hijos deste siglo , El cual en breve tiempo trajo mucha
Creyó la falsedad del enemigo , Gente de los confines de Agrazava.
De quien aun la verdad es sospechosa , Y este cacique, como no pudiese
Pues es de presumir cuando la dice Quitar la presa por salirse fuera
Ser para dar sazón á sus engaños ; El Soria brevemente con el salto,
Y ansí llegada ya la madrugada Vino de paz con otros principales,
Del dia que esperaban la riqueza, Y al general le dio copia de oro,
Acometióles tempestad horrible Ansí por amistad y vasallaje
De flechas, piedras, dardos y macanar-, Como por redempcion de sus captivos
Y tan apresurado torbellino Que llevaron las cargas á Norisco;
Como viento tifónico revuelve Donde hasta pasar el hiemal curso
Cuando con mas furor se precipita
y Tuvieron sitio bien acomodado,
Y de sus soplos fuertes impelidas De cosas necesarias proveído
Las cosas ponderosas van volando : A las espensas de Tacujurango.
De tal manera que los españoles Salió luego Pineda con cincuenta
Fueron de sus asientos removidos, Soldados animosos al castigo
Atentos todos ellos solamente De Teco, por aquel atrevimiento
A las seguridades de sus vidas, Que tuvieron y queda declarado;
Sin dárseles lugar á que retengan Y como fueron bien apercebidos
La presa de captivos ni despojos, Y en ajenas cabezas avisados,
Antes en momentánea distancia Tomaron á su gusto la venganza
Fueron desposeídos, y aun dejaron Sin que bárbara mano les ofenda
Algunas cosas mas quellos traían , Ni pueda resistir á la cristiana.
Juzgando por grandísima ventura La cual, después de Teco castigado ,
Escapar con las armas en las manos, Rompió por la provincia de Cüisco
Con cuyos presurosos golpes hienden Y por Araque y valle de Tüingo ,
Cabezas y andan miembros palpitando Que las corrientes del Cenú visitan
De los que quieren mas aventajarse Y hacen rico con dorados granos,
En aquel furioso rompimiento. Cuyas impetuosas aguas vienen
Adonde sin temor de las respuestas De Carauta, Huango, Ceracuna,
A dura resistencia se abalanzan , Y guían con aumento su carrera
Mas no sin el castigo sanguinoso Por Guacuceco, Nitaná, Pubío,
Que sacan los que llegan á las manos, Pebere y otras tierras montuosas
Que no quieren atarse ni rendirse De naciones crueles indomables
A la dispusicion de Jai contrarias;
Porque con los aceros ajilados Y de riqueza que es inestimable
Por los veneros prósperos que tiene
Y violentas pílulas de plomo El húmido compás deslas montañas.
A muchos entregaban á la muerte, Cuyos secretos deseaban todos
Y á los demás templaban el orgullo Hacer deste viaje manifiestos;
Para que no llegasen tan sin freno Y ansí, sin atender al limitado
A los que caminaban retrógrados Tiempo que se les dio para la vuelta ,
A su campo, mas no tan libremente Preguntaron á indios de Tüingo
Que no les fuesen siempre dando caza, Cuáles provincias eran mas pujantes
Sin que cesasen de una y otra parle En oro y en vecinos, de las cuales
Los jáculos y tiros salitrosos, Pudiese resullalles mas provecho,
Y sin que con obscuro ni con claro Porque les dejarán sus'casas libres
Les diesen un momento de reposo, Y luego partirán en su demanda :
Hasta llegar cercanos al asiento Los indios, ó por ser sus enemigos
Adonde el general los esperaba. Los que vivían á ios nacimientos
Cuyos oidos como percibiesen Del rio del Cenú conmemorado,
El estampida de los arcabuces, O por enemistad continuada
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO VIII. 521
Que tienen á las gentes españolas, Destrísimos soldados y animosos,
Callaron la verdad , diciendo : « Pobres Los cuales ya llegados á la parte
Son todas las provincias adyacentes Donde Pineda tuvo ranchería,
A las marinas ondas y riberas; Rajaron por orillas de aquel rio,
Mas á las cabezadas clesle rio Y en menos de dos dias de jornada
Hallareis poblaciones opulentas, Descubren generosas poblaciones
Y gozareis de próspera ventura; Que se continuaban por espacio
Que tal es la que tienen sus vecinos De mas de veinte leguas, tiera fértil,
En quietud y ocio, porque nunca De saludables aires y apacible
Allí llegaron gentes estranjeras Ampollada de cerros sin montañas,
Que sus ricos caudales disminuyan.» Sino zavanas llenas de culturas.
Fueron aquestas nuevas apacibles Dieron en los primeros moradores,
A nuestros españoles, y dejando Incautos, sin sospechas deste daño,
Abajo lo que mas les convenia, Adonde recogieron manos prestas
Siguieron la derrota de Carauta, Chagualas y otras joyas de.oro fino ,
Espacio de tresdias de camino Y demás desto cuantidad de ropa
Por páramos y riscos levantados De tela de algodón y otras preseas
De tierra frigidisima y helada, Preciadas entre bárbaro gentío,
Que la hacia mas intolerable De maíz casas llenas, y cecinas
La pluviosa fuerza del invierno. De puercos, jabalíes y venados,
Hallaron buen abrigo, porque luego Abundancia de sal y de pescado,
Les salieron de paz los moradores, Diversas fructas y regalos otros
Aposentándolos benignamente Que producen las tierras abundantes;
Con todos los regalos y caricias Y con aqueste cebo procedieron
Que podia bacelles gente pobre; Por esta población continuada
Pero de los soldados por ventura Dos ó tres dias mas, y como viesen
Algunos indios fueron agraviados , Quedar á las espaldas mucha gente ,
Pues que por un atajo no sabido Antes que se convoquen los vecinos
De nuestros españoles, que pensaban Derramados en varias granjerias
Estar prolijas leguas de su campo, En aquella sazón, determinaron
Fueron al general á dar querellas De se volver con esta rica presa
Contra los que hicieron el agravio; Al castellano campo, donde fueron
Y por Gaspar de Rodas entendida Con aplauso solemne recebidos.
La razón y la parle donde estaban, Ansí por los despojos que traían
Después de halagar los querellantes, Como por la razón que se les daba
Despachólos con cartas, por las cuales De lo que la provincia prometía,
Al l'ineda mandaba que se vuelva , A la cual unos y otros anhelaban;
Y á los demás que no le reconozcan Y ansí Gaspar de Rodas pidió votos
Por capitán, ni pasen adelante, Para fundar ciudad en Itüango
Sino que luego, pues están cercanos, En parte convenible, y en asiento
Procuren de venir á su presencia. Cuya comodidad correspondiese
Abreviaron los indios el camino A lo lejano y á lo mas vecino;
Y dan las cartas á los descuidados Y de conformidad de lodos ellos
De recebillas, donde presumían Escogieron el sitio que diremos
No poderse tener noticia dellos ; En el octavo canto que prometo.
Pero sin rehusar el cumplimiento
De lo que les mandaba, se partieron
Por el camino breve que los indios CANTO OCTAVO.
Usaban en los tractos de Norisco,
En aquel tiempo via peligrosa, Donde se iracta de la fundación de la ciudad llamada San Joan ríe Ro-
A causa de pasar por un altura das, y cúmo a Gaspar de Rodas le vino nueva que don Alvaro de Uto-
De tierra rasa , fría, despoblada, doza enviaba a su hermano don Alonso de Caravajal, para <¡u* le su-
cediese en el cargo.
Que páramo llamamos comunmente,
Do corren insufribles ventisqueros,
Imbríferos y tales que traspasan Al tiempo que por proprio movimiento
Sus pluviosos soplos las entrañas, Apolo visitaba la doncella
De donde resultó quedarse yertos Con sus dorados rayos influyendo
Y sin vital calor doce sirvientes, Secas operaciones con templanza,
Y á dos ó tres soldados cuya ropa Y en estos hemisferios comenzaban
Era de poco tomo, por librallos Los apacibles dias del verano,
Del áspero rigor del viento y agua, Gaspar de Rodas con sus españoles
Los fueron á gran priesa vareando Salió de la provincia de Norisco
Para les dar calor, por ser remedio Y en Itüango puso sus banderas;
En tal necesidad con que se escapan Donde después de tantear la tierra
Algunos deste gélido rocío. Y aquellos términos que pretendía
Al Gn salieudo desta destemplanza Hacer anejos á la nueva plañía,
Llegaron á Norisco, temple grato, Carecióle ser sitio conveniente
Donde del general y los amigos La parte que llamaban Paramillo,
Fueron reprehendidos por el yerro Que distaba dos leguas poco menor
De no seguir el curso de las aguas Del rapidísimo rio de Cauca,
Del rio del Cenú por él abajo, Y allí fundó ciudad en obediencia
Cuya noticia que tenían antes Del máximo monarca don Filipo,
Les prometía prósperos despojos. Con nombramiento de San Juan de Rodas,
Mas no faltó quien por tentar la suerte , Porque el del fundador fuese notorio
Del yerro recibió contentamiento : A la posteridad en aquel suelo :
Este fué Juan Velasco , deseando Lo cual fué por el año de setenta,
H3cer aquel viaje, y ansí pide A diez dias andados de setiembre.
Con gran instancia se le dé licencia, Nombrado pues cabildo y regimiento
La cual le concedió Gaspar de Rodas, Y hechas las comunes diligencias,
Con orden que no fuese la tardanza Con día, mes y año, según suelen
En dar la vuelta mas de treinta dias. Hacerse semejantes fundaciones,
Partió pues Juan Velasco con cuarenta Revolvió sobre Pequi é Ibijico,
522 JUAN DE CASTELLANOS.
Provincias mas cercanas de Antioquía, 1
De la de Popayán, como la vemos.
Para mas subyeciar los moradores Fué su llegada pues mes de febrero
Y dalles á entender cómo tenían Y por el año de setenta y uno
De dar el vasallaje y obediencia A Santafé, la villa de Antioquía,
Al prepotente rey de las Españas, Adonde presentó las provisiones
Y acudir con demoras y tributos Que por su Majestad le fueron dadas;
A quien por él les fuese señalado; Y aunque las condiciones declaraban
Y cuando lo de Pequi visitaba Que no cayesen en gobierno suyo
Con el intento que tenemos dicho, Los lugares poblados de españoles
Recibió cartas de los de Antioquía , Ni de los bárbaros pacilicados,
Por las cuales avisan que venia De tanta fuerza fueron sus astucias,
Para tomalle cuenla de lo heclio Caricias y promesas á vecinos ,
El don Alonso, como ya traclamos Que lo reconocieron en la villa
En las quejas de Francisco de Ospina : Por su gobernador, y los del pueblo
Lo cual sabido por Gaspar de Rodas, Recién fundado de San Juan de Rodas,
Volvióse con la gente que tenia Sobre lo cual después ovo litigio
Al nuevo pueblo que dejó fundado, Entrél y don Hierónimo de Silva
Y repartió la tierra por soldados, En la real audiencia deste reino,
Según lo que juzgó de cada uno, Que no fué por entonces diiinido ,
No tan á gusto de conquistadores Porque luego Valdivia , con deseo
Que no dejase muchos descontentos, De conservar la gente que quedaba
Por ser cosa común en tierras nuevas En aquel pueblo de San Juan de Rodas,
El querer cada cual ser preferido, Y en trance peligroso, por ser pocos
Y es imposible que el humano seso Para se defender de las provincias
Vaya tan regulado y advertido Que estaban alteradas nuevamente
Que se pueda medir con el de todos Con menoscabo de los españoles ,
En cosas de interese, mayormente En Juan Velasco hizo nombramiento
Cuando de pundonor llevan mistura. De justicia mayor, y envió gente,
Aumentóse también aqueste odio, Ganados , municiones y pertrechos,
Porque las suertes y repartimientos Entre taniotme con mas aparato
De Pequi é Ibijico no se dieron Entraba su persona por la tierra,
A los del pueblo de San Juan de Rodas, Con lo cual se animaron y salieron
Antes á Santafé las adjudica, A castigar á Pequi, do mas daño
Tomando para sí lo mas granado , Con simulada paz habían hecho ;
Porque según parece fueron antes Y ansí los españoles con silencio
A los vecinos della repartidos. Nocturno dieron en los delincuentes,
Puestas en estos términos las cosas En los cuales tomó cristiano marte
Que por su voluntad se disponían, Venganzas á medida del deseo :
El Rodas se partió para su casa, Prendieron al cacique, y un mancebo
Dejando su poder á Juan Velasco Gallardo y animoso, fué de siete
De justicia mayor y de teniente, Soldados en un patio rodeado,
Con orden que dejasen aquel sitio El cual con la macana ponderosa
Y en el valle de Teco se plantase Con tal brío y valor se defendía
El nuevo pueblo con el mismo nombre, Que espíritu maligno no pudiera
Porque le pareció ser mejor puesto Poner en tal aprieto tantos buenos :
Para su duración y permanencia, Espadas rebatía, y en pedazos
Y ser el sitio donde fundó pueblo Hace volar escudos y rodelas,
Años antes el don Pedro de Heredia, Lastima y ahuyenta, hace plaza
Que duró poco, como queda dicho Como si con áncipite montante
En lo que se tracto de Maritúe, Diego García de Paredes fuera ;
Del cual salieron pocos con la vida, Los nuestros, ya confusos y corridos,
Y entrellos el buen padre Juan de Frías. Por una y otra parte perseveran
Allí pues se mudó con descontento Los unos y los otros, hasta tanto
De muchos que con estas pesadumbres Quel joven orgulloso fué rendido;
Determinaron de hacer absencia, Y aquellos españoles, con la saña
Hurtándose por via fugitiva Y enojo que tenían de que un indio
E yéndose la vuelta de Antioquía ; Ansí los ojease con sus golpes
De donde resultó que los de Pequi Ya muchos lastimase con el palo
Matasen al pasar por su provincia Por pechos, por espaldas y cabeza ,
Algunos españoles principales, Le dan ¡numerables cuchilladas,
Que tales fueron un Gonzalo Verde Y con agudas y aceradas puntas
Y Alonso Maldonado, dos soldados Espesas estocadas á porfía,
Indignos de remate tan acerbo; Pero ninguna hrzo mas efecto
Pero Gafpar de Rodas llegó salvo Que plumas derramadas por el viento ,
A Santafé, do fué bien recebido Tanto que muchos dellos sospechaban
De todos sus amigos y vecinos. Que debia de ser algún demonio;
Quejoso de don Alvaro, diciendo # Y como tanto hierro no fué parte,
Que en pago de servicios señalados Tentáronlo matar por otra vía,
El cargo le remueve y enviaba Queriéndolo empalar, y Alonso de Arce,
Juez que le tomase residencia ; De quien memoria hice muchas veces,
Mas aquesta cesó, porque le vino De compasión movklo por ventura,
Entonces al don Alvaro la suya, Por no ver espectáculo tan duro, dijo:
Y babia para gobernar la tierra «Señores , es trabajo vano
Llegado don Hierónimo de Silva, Aquesa diligencia que se intenta,
Y en la misma sazón y coyuntura Pues no puede perder este pagano
El Andrés de Valdivia , de la corle, La vida por herida violenta :
Con el gobierno dentre los dos ríos ; Miradle bien las rayas de la mano
El cual, como ya queda declarado , Los que con ciromancia tenéis cuenta,
Siendo por Lucas de Avila movido Y veréis que bañó miembros viriles
Y á sus espensas proprias aviado, En las estigias ondas como Aquiles.
A costa de quien del se confiaba , »Y pues que fué por Telís encantado
Trajo gobernación ya desmembrada De tal manera que la punta dura
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO VIH. 523
De tanto puñal lucio y afilado Ni lo debe tener quien es discreto
En él no hizo mella ni rotura , En venir á la paz tan fácilmenle,
Disponga del su favorable liado, Siendo cualquiera dellos inquieto,
Y vayase con Dios y su ventura : De soberbia cerviz y dura frente ;
Terna bien que contar del captiverio, Y esta sospecha mia corrobora
Y nosotros también deste misterio.» Lo que quiero decir y oiréis agora.
Esto dijo con buenas intenciones , »Tengo noticia , no por fantasías,
Mas contra ellas Gavilán discanta, Sino por verdaderas relaciones,
Diciéndole: «También hay opiniones Que de todas aquestas serranías
Quel gran Aquiles no mojó la planta, Se van juntando bravos escuadrones:
Y ansí no bañaría los talones Y los que nos regalan son espías
Este, ya que bañase la garganta, Que nos descuidan con sus ilusiones
Y allí conviene que hagamos prueba, Y aparencias de llanos pensamientos
Porque con tanto brio no se mueva.» Para mejor salir con sus intentos.
Al lin se le cortaron los garrones »Y si queréis en juegos semejantes
Y orejas, porque fuese conocido ; Ganar la mano, que es lo mas seguro,
Y si de doce meses á esta parte Podéis muy bien , si dais en ellos antes,
No es muerto, todavía permanece Que por su parte llegue trance duro ;
A nuestra fe cristiana convertido. Pues para lo hacer somos bastantes
Con aquesto de Pequi se salieron Si les acometemos con obscuro ,
Y se volvieron á San Juan de Rodas, Mayormente que hoy desta cautela
Adonde consumieron hartos meses Ningún bárbaro dellos se recela.»
En guerras de los indios comarcanos* Este parecer fué del Alvar Sánchez,
Hasta tenellos un poco quietos; Y a todos pareció consejo sano,
Mas ellos no por esto se quietan, Porque demás de ser el mas seguro.
Antes como quedase Juan Velasco Ranchearan allí ricos despojos ,
Con grandes aficiones á las tierras De que los indios tienen abundancia,
Confines al Cenú, que descubrieron Por ser inestimable la riqueza
Cuando por las riberas de aquel rio De que gozan aquellos naturales;
Bajó con los cuarenta compañeros , Mas Juan Velasco, como pretendía
Determinó volver con menos gente Ganar fama y honor por ser primero
Por no dejar el pueblo sin recado , Que hacia de paz estas provincias,
Y ansí bajó con treinta solamente, Tuvo por cosa desproporcionada
Hombres de quien podia bien liarse , Pagar las buenas obras recebidas
En trances arriscados y en consejo, Y beneficios con alevosía;
Con seis caballos y otros tantos perros, Y ansí contradiciendo sus razones,
Cuyas entrañas impías estaban Les dijo : « Caballeros , cosa fea
En las de gente bárbara cebadas, Seria para gente tan cristiana
Y acostumbrados á los rompimientos, Perturbar con escesos de pelea
Donde suelen hacer mortal estrago, La paz que se nos da de buena gana ;
En tanto grado que sulfúrea bala Demás desto, no cumple que se crea
Ni jara despedida de ballesta, Cualquier susurro ni hablilla vana.
Entre los indios no sé teme tanto, Pues muchas veces salen los efetos
Aunque necesidad suele mostralles Contrarios de sospechas y concelos.
En repentino salto la defensa, «Error es que por cierto se celebre
Que es dalle cebo con siniestro brazo Cuanto suele herirnos el oido;
Y descargar el diestro con la maza, Y aunque sea verdad que de tal fiebre
Desmenuzando cascos y quijadas Bárbaro morador esté herido,
Del incauto lebrel que sin reguardo Por parle de nosotros no se quiebre
Fajó con el gandul apercebido, La paz que les habernos prometido,
Y ansí queda por cebo hartas veces Pues mas tenido es á no rompella
De aquellos en quien él suele cebarse. Quien mas conocimiento tiene della.
Llegaron pues los treinta compañeros »A la guerra veníamos volando,
Con estas prevenciones á las tierras Y en ella se hiciera gran instancia ,
De Cüisco y Araque y Guacucevo, Si no halláramos hospicio blando
Donde los naturales con fingida Y á gusto del deseo la ganancia;
Y simulada paz los recibieron , Tenemos, sise fueren maleando.
Y donde con los dones ordinarios Los mismos brios, armas y substancia:
Tuvieron generoso cumplimiento; Lo que entonces pusiéramos por obra
Pero las muestras iban aforradas Haremos si llegare la zozobra.
En falsas y dañadas intenciones , »Pero seríanos muy mal contado
Encaminadas á les dar la muerte, Si comenzamos antes que comiencen,
Para lo cual se fueron convocando Por habernos á todos regalado
Todos los principales de la tierra ; Con obras que los buenos se convencen ;
Mas la fiel Inés, india ladina, De nuestra parte no se les ha dado
Criada de Alvar Sánchez, un soldado , Ocasión para que se desvergüencen :
Intérprete cabal de aquella lengua, Solo resta vivir con vigilancia ,
Con otras desla tierra conversando , Y que nos mejoremos en estancia.
Coligió por preñeces de palabras » Bajémonos al valle de Nitaua,
Haber algunos pérfidos conciertos, Pues dista de nosotros poco trecho:
Y en la prosecución de sus preguntas Gozaremos allí de tierra llana
Enteramente fué certificada Y tememos lugar mas á provecho;
Del número de gente que venia , Si vinieren, quizá venían por lana
El día del conflicto y en la parte Y volverán pesantes de su hecho :
Que la bárbara turba se congrega : Aquesto me parece que se ordene,
De lodo lo cual fué por esta moza Y allá veremos lo que mas conviene.»
Su señor Alvar Sánchez avisado, Aquesto dicho, convocó los indios
Y este soldado, como bien rompido Del pueblo donde estaban alojados ;
Y destas amistades sospechoso , Y con intérprete que declaraba
A los demás habló de sta manera : En idioma dellos sus palabras,
«Señores , nunca tuve buen conceto Gran rato les estuvo predicando,
De la mucha llaneza dcsta gente , Dándoles á entender que son vasallos
t
524 JUAN DE CASTELLANOS.
Del gran Filipo, rey de las Espafias, Donde los esperaban encubiertos
Universal señor del Mundo-Nuevo Mil y quinientos hombres bien armados,
Y de otros muchos reinos y provincias , Y al tiempo que pasaban sin sospecha
El cual, como católico cristiano, Del riguroso trance repentino
Con ardiente deseo de que todos En avanguardia dieron los salvajes
Se salven y ninguno se condene , Con ímpetu terrible y espantable :
A ellos les mandó venir agora Rompen los aires las horrendas voces ;
A les mostrar certísimo camino Ocupan el camino los tostados,
Por do puedan subir á las alturas Jáculos de veneno proveídos:
De Dios, donde los bienaventurados Este cae y aquel va traspasado,
Están gozando de perpetua gloria Otros andan á brazos con la muerte
Y gozarán sin (in , porque guardaron Y al cabo se despiden de la vida,
La regla de sus santos mandamientos Porque quien de los unos se hurtaba
Y conocieron ser un Dios inmenso, Con el valor y fuerza de sus manos,
Trino en personas y en esencia uno, Mas adelante halla quien le roba
Y causa de ninguna dependiente, Espíritu vital y gallardía.
Antes universal, de quien dependen Como quien naufragó cerca de puerto
Todas las causas, y el autor que hizo Dejando ya la nave sumergida
El cielo, tierra y mar y lo criado, Do muchos perecieron, y él se vale
Y cuantas cosas vemos y no vemos, De sus robustos brazos, y nadando
Y el hombre para que gozase deltas, Trabaja por llegar á la ribera
Al cual hombre también hizo de nada , En busca de salud y de remedio,
Y dio capacidad y entendimiento Pero la mar de tumbo lo contrasta
Y el atbedrip libre, con que haga Y lo detiene hasta que perece :
Buenas ó malas obras libremente, Ansí los mas mañosos y esforzados
Pero quien mal hiciere con su pena, Salidos de un recuentro hallan muchos
Y aquel que bien obrare colocallo Donde se remató su valentía ;
En las eternas sillas de su gloria ; Cayó desta manera Fernán Sánchez,
Y que en aqueste Dios omnipotente, Francisco de Morón, Andrés García,
Que es sumamente sabio, justo, bueno, Tocino, Cañas, Antonio Fernandez,
Habían de creer y dalle siempre Fernando Ramos, Gavilán, Saboya
Cánticos á su modo de alabanzas, Y otros nueve soldados escelentes
Servido, bendecillo y adorado,
Y no como lo hacen á las cosas
Que fabricaron ellos con sus manos,
? ue cumplieron el número de quince,
los del batallón no fueron parte
Para tener los indios de las cargas.
Ni á sol, ni luna, signos ni planetas, Que cada cual huyó con su carguío
Ríos ni fuentes , montes ni lagunas, Llevándoles el oro rancheado
Pues eran todas estas criaturas Con ropa de vestir quellos traían;
Que Dios había hecho por ei hombre , Y Juan Velasco, qve la rectaguardia
Y todos bendecían y adoraban Traia, como viese tanto daño
Al mismo por quien ellas fueron hechas, Y el desastrado (in que lo amenaza
Que es el Dios en quien creen los cristianos , Si no hacia mas que lo posible.
Y que creyesen que esto que les dice Puso ios ojos en el alto cielo
Era pura verdad, sin haber dolo A Dios pidiendo fuerzas y socorro
Ni mezcla de mentira ni patraña, Para poder salir desta presura,
Porque lo principal de su venida Y recogidos los que vivos quedan
Es á los instruir y sacar fuera Con aquestas palabras los anima :
De las tinieblas ciegas de ignorancia, «Ea, señores, que si valentía,
Donde el demonio los tenia presos Fuerza, valor, esfuerzo, buena maña
Para llevar sus almas al infierno, Queréis perficionar, hoy es el día
Lo cual conocerían claramente Y el colmo de la nías alta hazaña :
Cuando viniesen otra vez á vellos Rompamos, que yo quiero ser la guía,
Y á declaralles esto mas despacio. Y acordaos que sois hijos de España;
Porque agora no pueden detenerse Tened de Dios enteras confianzas,
Por cumplilles pasar mas adelante. Y él prestará vigor á vuestras lanzas.»
Para lo cual rogaba que les diesen Aun no bien acabó de decir esto,
Hombres que les llevasen el bagaje, Cuando con otros dos en los caballos
Y les encomendaba que tuviesen Que les quedaban vivos baten piernas
La paz y el amistad inviolable, Pegados a las ancas los peones
Pues ellos ansimismo prometían Y sus ladinos indios de servicio.
De selles para siempre favorables, Los unos á los otros reguardando,
Y defender sus casas y sus tierras Y siendo de los perros ayudados
De cuantos intentasen ofendellos. Rompen por el opuesto remolino
Con esto concluyó su parlamento, De bárbaros astiles y macanas.
Pero los bárbaros, en sus inicuos Con furiosa rabia traspasando
Intentos pertinaces y obstinados , Robustísimos pechos de salvajes,
Por palabras humildes y aparencias Hasta que ya tomaron la ribera
Fingidas, manifiestan ser muy bueno Cercana del Cenú , donde hallaron
Aquello que les dice y amonesta , En las barrancas una casa yerma,
Y que lo cumplirán como lo manda; En la cual luego se hicieron fuertes
Y ansí le dieron luego para carga Y con los fulminosos arcabuces
Ochenta robustísimos gandules, Del áspero furor se defendieron,
Que cada cual llevaba su macana, Hasta que ya la noche sobrevino,
Costumbre suya cuando van cargados, Y los indios con miedo de los perros
Para que la molestia del camino Durante la tiniebla se quedaron
Con el báculo sea menos grave , Gran trecho de la casa desviados,
Mas agora con otro fin se mueven, Pero velándolos, porque hacían
Y era para valerse contra ellos Cuenta que ya llegada la mañana
Cuando viesen sazón y coyuntura, Con carne de la gente baptizada
Según que ya tenían acordado. Habian de hacer solemne fiesta;
Partieron pues, y fueron caminando Y an6Í cierto cacique, que Tirrome
Hasta cierta quebrada montüo€a, Era su nombramiento, desdeñando
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO I X 525
Del Dios que les habia predicado,
Con otras amenazas le decia : CANTO NOVENO.
«¡Ah Velasco! ¿qué tal está tu seno
Y los de tus amigos y parientes? En el cnal te dice r.dmo los indios vinieron sobre 1» ciudad de Stn íuan
Agora que de angustias estás lleno de Rodas , la muerte de Juan Velasco , y otras muchas cosas que allí
Quiero con gran aviso parar mientes sucedieron.
Si tu Dios que predicas ser tan bueno
Te libra de mis manos y mis dientes : Cuando por movimientos de la tierra
Dile que te dé alas con que vueles, El edificio queda mal parado,
Antes que desollemos vuestras pieles. Los próvidos y cautos moradores
«Porque si no, mi dios se determina Suelen con presurosa diligencia
Que tú con esos pocos compañeros Apunialallo lo mejor que pueden ,
Desollados entréis en mi cocina Y tienen el aviso necesario
Para saborear nuestros gargueros, Para que no les coja descuidados ;
Y satisfecha nuestra golosina Y ansi considerando Juan Velasco
Manda henchir de paja vuestros cueros Estar el suyo para dar en tierra
Y que por vuestro dicho temerario Si gran solicitud y vigilancia
Estén colgados en su santuario.» Fallaba de por medio, por ser pocos
Al tiempo que estas duras amenazas Los moradores del, pues no pasaban
Percebian los pocos españoles, De treinta y dos varones de pelea,
Unos dellos estaban muy alerta Y mucha la pujanza de los indios
Velando, y otros dellos hacen balsas De quienes sospechaba que vernian
De palos que sacaban del buhio A dar algún asalto y alborada
Para se dejar ir el agua abajo Por saber que vinieron de vencida
Hasta llegar á parte mas segura; Y muchos señalados hombres menos,
Las cuales, como fuesen ordenadas Y querrían tentar, viendo la suya,
No sin apresurado movimiento Desarraigar aquella nueva planta,
Y aquellas ligaduras no tan fuertes El por la sustentar y estar á punto
Cuanto con quietud suelen trabarse. Tenia las posibles prevenciones,
Después de se embarcar amos y mozos Pero faltábale mantenimiento,
Dejando los caballos á sus anchos, Falta que los caciques mas cercanos
A poco trecho yendo navegando Suplían por temor mas que por gana;
Quebráronse las flacas ataduras, Pero como después de aquella rota
Üividense los palos, y quedaron Quedasen menos blandos que soberbios
Los unos y los otros en el agua : Y no les acudiesen provisiones,
Allí la confusión y la revuelta, Vivían en grandísima penuria,
Dolor, temor, fatiga, desatiento, Y ansí determinó que parte dellos
Tragos amargos, aflicción, angustia, Saliesen á buscar algún sustento,
Sordo rumor, sin nadie desmandarse Con orden que volviesen brevemente
A levantar la voz, porque de fuera Por quedar en gran riesgo los restantes;
La muerte de quien huyen esperaba , Y otro dia después del que salieron
Y dentro la tenían ya presente; Estaban de concierto dos caciques,
El agua que tomaron por amparo, Guacuce y Catiburi, con su gente
Esa los desarmó de lodo punto De dar eu la ciudad y destrailla,
Llevando las pesadas á su centro, De que todos estaban ignorantes.
Y escudos y rodelas arrebata
Encaminándolos tras de sus ondas, Salieron pues los quince por comida
Y el que por ellas sabe menearse Distancia de tres leguas, y bailaron
Procura de valerse de sus brazos En un pueblo pequeño tanta copia
Para salir á tierra, mas dos dellos Cuanta bastaba para su deseo ,
En las profundidades se quedaron Sin hallar resistencia ni contraste.
Y algunas indias buenas juntamente. Porque los moradores del estaban
Salieron los demás á la ribera Con todos los demás de aquella junta
En agua y en angustias empapados, Prestos para salir en su demanda
Sin armas, sin comida, sin vestidos A dar en los cristianos otro dia,
E ya de todo bien desamparados; Y desta causa se quedaron solas
Mas en el mismo punto sé metieron Las mujeres y niños en sus casas,
Por un espeso bosque, sin que nadie Las cuales como viesen españoles
Quiera mirar por otro ni lo espere, Huyeron á los bosques mas cerrados;
Antes el que mas puede mas camina Y estando con intento los cristianos
La vuelta de su pueblo, que distaba De reposar allí toda la noche
De aquestas poblaciones veinte leguas; Porque llegaron algo fatigados,
Y ansi llegaron en diversos días, Una de aquellas indias abscondidas,
Descalzos, desgarrados, consumidos Quizá de buen espíritu movida,
De hambre, de mosquitos, garrapatas, Se vino para ellos y les dijo :
Pero contentos en salir con vida «Y ¿qué hacéis aquí, nación cristiana,
De trances tan pegados á la muerte : Bien como si viniésedes á bodas,
Al ün allá quedaron diez y siete Teniendo ya la muerte tan cercana
Con mas de ochenta piezas de servicio, Al albedrio destas gentes todas?
Y la fiel Inés, de quien se dice Creed sin duda que darán mañana
Que viva la partían en pedazos En vuestro pueblo de San Juan de Rodas,
Y hablando con ella la comian, Y si no volvéis hoy con pies livianos
Con otros cinco de los españoles Verneis unos y otros á sus manos.
Que vivos los cayeron en las manos, «Caminad sin ningún detenimiento
Adonde se hicieron crueldades Esto que resta de la luz del dia,
De ninguna nación imaginadas; Y no paréis por el impedimento
Y aun no se contentó la fatal dea Caliginoso de la noche fria;
Con dar al Juan Velasco tan mal golpe, Y para que veáis que yo no miento
Pero con otro no menos acerbo Me llevareis en vuestra compañía.
Está con gran furor amenazando, Porque quiero, por las cosas que he visto,
Según declararemos en el canto Tomar la santa fe de Jesucristo.»
O llanto de su muerte desastrada. Oidas las razones que creyeron
526 JUAN DE CASTELLANOS.
Ser ciertas por las muestras evidentes Y estos con las espadas afiladas ;
Que vieron, y sospechas atrasadas, Hechos tan señalados van haciendo,
Sin mas se detener un solo punto Que no parecen ser fuerzas humanas:
Rompen cabezas, descoyuntan miembros,
Cargaron la comida recogida Traspasan pechos, hombros desencasan,
En piezas y caballos á gran priesa, En tal manera que la sangre corre
Y con la misma fueron caminando Por el compás del áspero conflicto,
Con claro resplandor y con tiniebla . Como nubes en agua ya resueltas
Sin que perdiesen tiempo, hasta tanto Que de los recios vientos sacudidas
Que cuando ya la noque demediaba Los sitios á que son correspondientes
Se hallaron cercanos de sus casas : Aniegan con la fuerza de sus gotas.
Entraron arma dando por el pueblo, Acuden los restantes al triunfo,
Donde como vetasen los mas dellos Y declaróse mas con su venida,
Y estaban temerosos y avispados, Porque los bárbaros desordenados
Los unos y los otros brevemente De lodo punto huyen, y volvieron
Salieron á la plaza bien armados Mas de trescientos menos á sus casas,
Los caballeros todos y peones, Dejando de los nuestros con heridas
Y el capitán Velasco los dispuso De yerba ponzoñosa diez ó doce,
Al orden que mejor le parecía Entrellos Juan Velasco, traspasado
Para poder valerse contra tanta Un brazo, y unflechazopor la cara,
Muchedumbre de bárbaros, cursados Y el caballo de Leonel de Ovalle
En guerras y borrascas tan continas; Con siete, de los cuales uno pasa
A lo menos los indios señalados Las fuertes armas de algodón colchadas,
Fueron mil y quinientos sin la chusma, Los bastos de la silla, la madera,
Los cuales se venian acercando, Sin que parase hasta las entrañas,
Según de las señales coligian, Quedando, no sin gran dolor del dueño,
Por oler á humadas de tabaco, Del resuello vital desamparado;
Bijas y trementinas con que vienen Otro le dieron á Rivadeneyra
Untados cuando van á rompimiento; Que entró por la nariz, y mas de palmo
Y no fueron allí de los antojos Deflechale salió por el oreja.
Que dicen de quien bueyes ha perdido, Cantada la victoria, que podria
Pues salió con la luz el desengaño. Canonizarse por maravillosa,
Porque cuando la lumbre del aurora Socorren los heridos con la cura
Venia descubriendo por oriente Que hallan ser mejor contraveneno;
Ahuyentando las tinieblas tristes , Mas en algHnos fué la diligencia
Y á los escelsos montes restituye Baldía, pues murieron tres ó cuatro,
Sus colores nativos y verdores, Entrellos Juan Velasco su caudillo,
Salió la tempestad embravecida Valiente capitán y circunspecto,
Con los impetuosos accidentes Mancbeño, natural de la Membrilla,
Que suelen cuando van determinados : Por cuya desastrada muerte todos
No tigre, no león, no bestia fiera Quedaron tristes y desconsolados;
Se mueve con denuedo tan terrible Y como los negocios que entre manos
Al tiempo que á la caza se abalanza Tenian de la guerra comenzada
Para satisfacer vientre hambriento. Eran de condición que les cumplía
Cuanta fué la braveza y el orgullo Tener grandes avisos y concierto,
Que muestra la caterva carnicera So pena de perder allí las vidas,
En el asalto duro y espantoso, Determinaron de nombrar cabeza
Con estruendo, ruido y alboroto A quien prestasen todos obediencia,
De horrísonas bocinas y cornetas , ¥ en tal necesidad el orden diese
De canillas, de brazos ó de piernas Que para su salud menester era ;
De sus contrarios muertos en la guerra, Y ansí de voluntad de lodos ellos
Apresurados sones de alambores Salió nombrado Leonel de Ovalle,
Y voces que confunden los oidos : Bastante para paz y para guerra,
Entran volando flechas, duros dardos,
Y piedras de las hondas impelidas, El cual importunado de sus ruegos
Picas en escuadrón que perturbaban El cuidado tomó sobre sus hombros,
A los caballos el entrar por ellos ; Y vista laflaquezaque tenian
Y ansí los españoles por tres veces Para perseveraren aquel sitio
Iban perdiendo tierra de la plaza» De gente tan guerrera rodeado,
Muchos de las espesas rociadas Después de congregados los vecinos
De flechas y pedradas mal heridos. Les dijo las palabras que se siguen :
En esta confusión atribulada, , «Señores, entended que donde quiera
Aquellos que tenian arcabuces A vuestra voluntad estoy rendido;
Derribaron algunos de las picas Pero, según la mia, mas quisiera
Opuestas á los que iban á caballo , Obedecer que ser obedecido,
Y hubo lugar por donde Juan Velasco Porque de mí conozco que cumpliera
Y Leonel de Ovalle, que mil veces Lo que por otro fuera proveído,
Tentaron de rompellos y volvían Pasando bien ó mal esta tormenta,
Al lugar do salían mal su grado , Sin que los yerros fueran á mi cuenta.
Entraron en la fuerza mas entera, «Pero, pues os parece convenible
Abriendo la carrera mas á gusto Seguir mis pareceres y mi traza,
Paía poder valerse de las lanzas ; Considerando bien aquel terrible
Acuden con espadas y rodelas Furor con que esta gente nos da caza,
Pero Sánchez de Oviedo, varón fuerte, Digo que los que sois es imposible
Pero Fernandez de Rivadeneyía, Poderos sustentar en esta plaza ;
Juan Rüiz Ruvian, ambos gallegos, Y antes que llegue nuevo torbellino
Un Antonio Machado, lusitano, Será bueno ponernos en camino.
Manuel Ruvíales de Alcanchele » Error es esperar otra refriega
Y Juan García Saliva, nacido En tierra de tan áspero monlisco ,
En las tierras del campo de Arañuelo; Porque si mas pujanza se congrega,
Acompañólos Juan Alonso Rubio El pueblo todo llevan abarrisco;
Ansimismo siguiendo los caballos, Y ansí, para gozar de rasa vega ,
Aquellos con las lanzas penetrantes Pasémonos al valle de Norisco ,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQU1A, CANTO IX.
Pues en aquel, demás de ser mas llano, Hacerse prestos al dudoso hecho
A Santafé tenemos mas á mano.» Y ansí cuando las alas de la noche.
A todos les cuadró lo que decía Cubrían y ocultaban los colores
Y luego lo pusieron en efecto, De selvas y de prados con el suyo ,
Mas no pudieron tan secretamente Y á visual potencia perturbaban
Que de los mas cercanos enemigos Lentos y soporíferos dulzores,
No se supiese luego la partida ; El Leonel de Ovalle con los quince
Los cuales acudieron como lobos Por presurosas aguas van nadando ,
Hambrientos á la presa que pretenden, Llevando cada cual de leves palos
Y sin que reparasen un momento A modo de escalera cierta balsa ,
Les fueron dando caza por aquellos Porque con menos riesgo y mas descanso
Caminos asperísimos que llevan , Llevasen las espadas y rodelas ,
Que basta la provincia de Norisco Con el cual adminiculo seguros
De siete leguas era la distancia. Llegaron á poner los pies en tierra ,
Al fin les ocuparon ciertos pasos Y después de cobrar algún aliento
Forzosos en aqueste su viaje Hicieron oración devotamente.
Los indios repartidos en tres partes, Partieron luego los determinados
Sin que dejasen senda ni portillo Varones á su célebre hazaña
Por adonde pudiesen deslizarse. Con pasos atentados y movidos
Están los afligidos españoles Por las inteligencias del engaño,
Entre los unos y otros afirmados Los corazones prontos, manos presta*,
Ya sin ningún recurso de comida Tentadas de rabioso rompimiento;
Llenos de angustias y desconfianza, E ya cuando llegaron poco trecho
Y en un trabajo mas que miserable: De la pajiza casa , vieron velas
Un escuadrón de bárbaros tenia Que según pareció hacían guardia:
La contraria ribera de aquel rio Altéranse los pechos , y el enojo
Que corre por el valle de Huango, Crió nuevos alientos , y acometen
Viaje de mas cómodo camino Con la velocidad que jerifalte
A no tener aquel impedimento, Se va precipitando tras la presa ;
Azar terrible para su pasaje. Los unos en las velas ensangrientan
Estos serian hasta cuatrocientos Espadas afiladas, y los otros
En una casa grande rancheados Ocuparon la puerta de la casa.
A vista de los nuestros , y que siempre Recuerdan al ruido los que duermen :
Les daban grita con palabras feas, Corre la confusión y el alboroto ,
Y denunciándoles infausta muerte. Por una y otra parte murmurando
El Leonel de Ovalle, conociendo Un bullicioso son y descompuesto,
La desventura que los amenaza , Como cuando de puercos muchedumbre,
Y condoliéndose de las mujeres, En el nocturno tiempo . de algún tigre
Muchachos y la chusma de sirvientes, Fueron en los corrales asaltados,
Que después del favor de Dios estaban Que suenan los ronquidos presurosos,
En sus industrias buenas confiados, Y de los dientes y colmillos duros
Ratió las alas del entendimiento Las amenazadoras tenazadas:
Para ver si podia dar alcance Que tales parecian los estruendos
A traza que les fuese saludable De los arcos , macanas y las lanzas,
En trance de salud enajenado , Al tiempo que en el ciego sobresalto
Y donde los ministros de la muerte Las unas se tocaban con las otras
Iban en crecimiento por momentos. Para salir al campo donde puedan
Al fin en un intento resoluto, Valerse de sus manos y pertrechos.
Llamó quince soldados valerosos, Baldías diligencias y perdidas ,
Que por corrientes de profundas aguas Pues entre tanto que unos españoles
Sabían menear piernas y brazos, Impiden la salida , dividiendo
Y dijoles : « Allí tenéis enfrente Cabezas de los hombros, tres ó cuatro
Quien de lo que hará nos desengaña , Por diferentes partes ponen fuego :
Y todos conocéis precisamente Estiéndense las llamas presurosas,
Adonde llega su rabiosa saña; De los ventosos sopjos impelidas,
En un riesgo tan claro y evidente Y ansí sin escapar cosa viviente
Es menester valor y buena maña , Quedaron convertidos en carbones ,
Y que de nuestra parte se procure Y nuestros españoles victoriosos
Algo que nuestras vidas asegure. Inmensas gracias dan al alio cielo.
» Y en esta confusión entristecida Los cuales cuando por doradas puertas
Habernos de tentar alguna suerte. Salían apolíneos yugales,
La cual, si no saliere bien medida , Y nocturno rocío*relumbraba,
Alo menos es bien que se concierte, Herido de los rayos matutinos,
Pues es para remedio de la vida, Dan orden como pasen sin peligro
Y no venir á deshonrada muerte; El rio los restantes españoles
La divina bondad su favor preste Y los imbeles niños y mujeres
Al orden que daré , que será este : Con toda la familia de servicio,
» Por selles este rio como muro , Sin que de los demás bárbaros, puestos
Aquellos bárbaros duermen sin velas : En otros pasos , fuesen contrastados ,
Podemos bien pasallo con obscuro Antes como supieron el suceso
A nado , con espadas y rodelas; Se volvieron confusos á sus casas.
Bajarnos hemos á lugar seguro Los nuestros prosiguieron su camino
Hasta que se amortigüen sus candelas , Hasta llegar al valle de Norisco,
Señal del soporífero beleño, No sin deseo de le dar noticia
Y entonces les daremos mortal sueño.» Al Andrés de Valdivia de sus daños;
Dudosos estuvieron muchos dellos Pero para hacer este recado
Por se poner en riesgo conocido; No se hallaba via ni remedio ,
Mas viendo ser mayor el que esperaban A causa de que ya toda la tierra
Según la gente que se congregaba Estaba con rigor en armas puesta.
Para romper con ellos otro día, Mas como la veloce fama tiende
Dijeron selles útil el consejo, Por varias bocas acontecimientos,
Y á morir ó vivir les convenia Fuese de pueblo en pueblo rezumando
528 JUAN DE CASTELLANOS.
Aquel asalto de San Juan de Rodas, Dentro del señorío de Agrazara ,
Hasta venir á dar en los oidos Uno de los caudillos desta guerra.
De los indios ladinos de Anlioquia, Mas el autor que todo lo movía
Donde Andrés de Valdivia recogía Era Pedro Catía, baptizado
Gente para llevar á su conquista ; Muchos años habia, muy ladino,
Y siendo destas nuevas advertido, Del servicio de un Francisco López,
Aunque no con mas llena certidumbre Al cual por ser astuto y animoso,
De la que suele dar la mala nueva, Y saber los secretos de los nuestros,
Con cincuenta soldados que tenia, Que sin pensar sus tractos y cautelas
Caballos y pertrechos, aunque pocos, Unos y otros del se confiaban,
Abrevió lo posible su camino, Por general nombró toda la tierra
Y sin les suceder cosa notable Para la guerra , que por sus industrias
Entraron en el valle de Norisco, Contra los españoles preparaban ;
Adonde se juntaron con los otros Y con las mismas el prevaricato,
Inadvertidos desta su venida; A los católicos entretenía ,
Mas, aunque repentina, fué crecido Con les traer de paz y amistad falsa
El gozo y el contento que reciben Al Agrazava y otros principales,
Los unos y los otros, que con brazos A vueltas de los cuales acudían
Abiertos y amigables se saludan. Gran cuantidad de bárbaras mujeres,
Al tin, después de dalle larga cuenta Que de los españoles no se eslrañan,
Al Andrés de Valdivia del estado Antes los miran con lascivos ojos.
De las provincias todas de la tierra, Enlrestas una muy gallarda moza,
Y descansar allí dos ó tres dias, Hermana de Agrazava , también vino
Entraron en consulta los mayores A ver los españoles muchas veces;
Para tractar del orden que ternian Y como de las tramas y conciertos
En la reftindacion del nuevo pueblo, Estaba satisfecha y enterada,
Y qué sitio seria conviniente ; De compasión movida por ventura ,
Cuya resolución, aunque sucinta, O por otros respectos amorosos ,
Diremos en el canto venidero. Determinó hablar al don Antonio
Secretamente, para dalle cuenta
De lo que los caciques ordenaban;
Y con intérpelre de quien la moza
CANTO DÉCIMO. Tenia ya segura confianza,
En el cual le iracta de la reedificación de San Juan de Rodas, y cómo Le dijo las palabras que se siguen :
Andrea de Valdivia se volvió a Santafé de Anlioquia dejando por té- « Por no te ver en riesgo de la vida,
meme i don Antonio Osorio de Pai con la gente que trajo. De piedad movida , quiero darle
Secretamente parte de la guerra
No tiene tan precisos pareceres A que toda la tierra se convoca;
En elecciones el humano seso, Y pues á todos toca semejante
Que del primer voleo vayan ciertos Riesgo, ten adelante mas aviso,
A dar al blanco de lo que desean ; Antes que de improviso quedes_ muerto.
Y ansí lo que parece ser hoy bueno , Porque ternas por cierto que mi hermano
Mañana por ventura se reprueba, Y otros que tienen mano mas potente,
Porque temporal curso va mostrando Ruegan á mucha gente les ayuden ,
Los daños ó provechos que resultan Y sé que les acuden de lugares
De lo que por los hombres se tantea. Millares de millares muy de veras:
Desta manera nuestros españoles, Han hecho sementeras en gran copia
Considerando los inconvenientes Para que por inopia de sustento
De tornar a poblar en aquel sitio No dejen el sangriento desafio :
De Teco y Maritúe montuoso, Y aqueste desvario quien lo guia
Donde por esperiencia conocían Es un Pedro Catia, lengua vuestra;
Ser para sus diseños mal seguro , Aqueste los adiestra y él os vende.
Juzgaron ser mejor aquel asiento Remedie quien entiende mis razones ,
Antiguo que llamaban Paramillo, Porque no sonficcioneslas que digo
Donde fue su primero fundamento. Antes como testigo las declaro
Allí de nuevo se hicieron ranchos Porque hallen reparo las peleas;
Y repartieron tierras y solares, Y para que me creas venir llana ,
Nombrando sus alcaldes y rectores, Pido como cristiana el agua santa,
Con diligencias y solemnidades Pues creo lo que canta la fe vuestra,
Anejas á los tales nombramientos ; Y huyo la siniestra de bestiales,
Y el Andrés de Valdivia, repartida Huyo mis naturales imprudentes,
La tierra, mas por gusto que justicia, Y á deudos y parientes, vulgo ciego ,
A Santafé volvió dejando cargo Renuncio desde luego por entero ,
De justicia mayor y de teniente Y entre vosotros quiero vivir siempre.»
A don Antonio Osorio de la Pace, Oida la razón por don Antonio,
Luí caballero de Ciudad-Rodrigo. En gran perplejidad se vido puesto,
El cual con el deseo que tenia Pareciéndole ser novedad grande
De ganar opinión entre los indios, Venir á declarar aquella moza
Salió por la comarca contra ellos , Las determinaciones del hermano;
Y á fuego y sangre hizo gran estrago; Y discurriendo con el pensamiento
Mas no por eso concibieron miedo, Por cosas que los hombres circunspectos
Antes mas indignados y protervos , Suelen considerar antes que crean
Viéndose de vigor menoscabados, Negocios que de suyo son pesados,
A sueldo procuraban valedores Sospechó que debia ser cautela
De todas las montañas circunstantes , Por alguna pasión que su discurso
Enviándoles prendas y rehenes, No bien comprehendia ni alcanzaba-
Y entera certidumbre de la paga. Y ansí de los soldados hizo junta,
Y para que la guerra no cesase Y después de decir puntualmente ,
Por falta de alimentos, desde luego Lo que la bárbara representaba,
Ocuparon las manos en labranzas Rogó que le dijesen qué haría
Que de comunidad en cierto valle En verificaciones del negocio;
De gran fertilidad hicieron todos Y de común acuerdo determinan
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE IÍf, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO X . 52 §
Que la india dijese por tortura A llevar el ganado que traían
Lo qué de voluntad había dicho: Hasta ponellos sin recebir daño
Diligencia no bien considerada, Cerca del pueblo de San Juan de Roda?,
Y término de gante mal medida. Donde se despidieron dando quejas
Tormentos se le dieron finalmente, Del don Antonio por haber prendido
Y en ellos siempre dijo lo que antes > Debajo de amistad tantos caciques,
Sin que de la substancia discrepase Y quellos no pasaban adelante
Ni de las intenciones que traía Por escusarse de otra tal molestia.
De profesar la fe de Jesucristo : Llegaron pues los diez al pueblo nuevo,
Lo cual hizo después devotamente, Que no menos lo fué de su venida,
Dándosele por nombre Catalina ; Con gran admiración solemnizada
Y aquel desguslo grande no fué parte Por los vecinos del desque supieron
Para de sus propósitos movella , Haber pasado sin tener contraste
Que píamente debe de creerse Por tan endurecido barbarismo;
Venir de santos soplos inspirada, Y hizo muy mayor aquel espanto
Porque permaneció y hoy permanece Dándoles cuenta de la cortesía
En la santa creencia y observancia. Y liberalidad de que con ellos
Estando pues los españoles ciertos Usaron y llaneza nunca vista;
Deste rebelión, porque hallaron Sobre lo cual algunos afirmaban
Aquella gran grandeza de labranzas Que ya necesidad los compelía
Y otros indicios claros y evidentes, A procurar la paz, porque con guerra
A su Pedro Calía procuraron Vian su perdición y su ruina,
Prender secretamente, y él.astuto Mas otros lo contrario porfiaban
Estando del intento sospechoso, Porque decían ser estratagema
No quiso mas volver á los cristianos Por los asegurar con esta muestra,
Como vio que la india Catalina, Y aconietelles viendo coyuntura.
De lo quél meneaba sabidora , Al fin, destas contrarias opiniones
Estaba de propósito con ellos ; Aquella que mas ocio prometía,
Mas ordenó que fuesen los caciques Como sucede por la mayor parle,
Con simulada paz como solían , Parece que les dio mas en el gusto,
Para que conociesen con aviso Según aquel enfermo que lo toma
Si acaso su traición se rezumaba. En el manjar que mas daño le hace;
A lo cual fueron luego dos hermanos, Y ansí deste socorro confiados
Tucure y Agrazava, y ansimismo Y de la gran blandura que los indios
Chacurí, Nuguireta, Tacüica, Les mostraron al tiempo que veniait,
Tacujurango y otros principales , Se fueron á dormir á sus posadas
Con algunos regalos de comida , Debajo de sencilla centinela,
A los cuales prendieron en llegando , Y no como solían en la plaza
Poniéndolos á lodos en clausura Velando por sus cuartos cada noche,
Con guardas vigilantes y prisiones , Sin reservarse nadie del trabajo.
Y avisan al Valdivia por la posta De manera que cuando son Jos ojos
Del riguroso trance que esperaban, Presos del soporífero sosiego,
Y las necesidades de socorro, Los bárbaros astutos se venían
Pues por dar libertad á los caciques A las modernas casas acercando,
Acudiría poderosa hueste; Cuyo sitio y asiento no tenia
Y en tanto que venia la respuesta Para poder llegar mas de una entrada,
El pueblo se velaba todas horas, Y esta por una muy angosta loma
Sin caerse las armas de la mano. Como de cuatro pasos el anchura,
En este tiempo , sin saber Valdivia Que todos los demás eraD lugares
Aquestos desabridos movimientos, Para los rodear inaccesibles,
Había proveidoles ganado Y el pueblo dentro dellos no tan Harto
Con solos diez soldados, confiando Que fallasen algunas costezuelas;
Que los del nuevo pueblo les saldrían Cuya comodidad á los incautos
A cierta parte donde por sus cartas Vecinos por ventura dio la vida,
Les había con indios avisado, Pues á poder entrar la hueste junta
Para metello mas seguramente Y no por el forzoso contadero,
En las estancias del moderno pueblo; Fuera miraculosa contingencia
Mas estas no llegaron á sus manos , Quedar alguno dellos con la vida.
Porque los portadoras yanaconas Al tiempo pues que la gallarda Venus
Fueron en el camino salteados, Venia descubriendo sus dorados
Y ansí vinieron solos su viaje, Copetes por las puertas del Aurora,
Acompañados siempre del peligro Reventó la apostema represada,
Que con muerte cruel amenazaba : Y aquella tempestad impetuosa
El uno destos era sacerdote Rompió por el estrecho y angostura.
Que se llamaba Juan Ruiz de Atienz.i , La centinela huye, y arma dundo
Cuya virtud á mí me fué notoria Convoca los vecinos soñolentos :
Un tiempo que tuvimos un hospicio Responde de cornetas al instante
Y no menos lo es en el presente Horrísono tumulto y estampida,
En la gobernación donde reside; Y á las primeras casas ponen fuego.
El cual de santa caridad movido Corre la turbación y desatino
En este riesgo puso su persona Por algunos vecinos, de tal suerte
Por ir á consolar aquella gente Que con tener las armas donde duermen
Que desle ministerio carecía. Prestas para cualquiera sobresalto ,
Llegados pues adonde gran posible Unos no las hallaban, y otros toman
De duras armas era necesario Imbeles instrumentos y escusados,
Para salir ilesos de las manos Según á naufragantes acontece
De bárbaros opuestos al encuentro , Cuando la nave repentinamente
No solamente no les acometen. Es de las altas ondas sumergida.
Mas antes con pacíficos semblantes Que de la tabla, del barril ó caja
A dar lo necesario se convidan ; Procura cada uno de valerse,
Y ansí les proveyeron de alimentos Aunque sea con vanas esperanzas.
Y los acompañaron, ayudando Déstosun Fernán Sánchez, animoso
T. IV.
ítfO JUAN DE CASTELLANOS.
Vecino, natural de la Membrillo , A riesgo de su vida clara fama ;
Acudió mal armado , y acomete Y todos los demás, que no pasaban
Con ánimo soberbio y alterado ; De treinta y seis con los recién venidos ,
Mas al salir de casa ponderoso De cuyos nombres no se me dio copia
Golpe le desmenuza las quijadas, Para los celebrar, según merecen
Dando con él en tierra , y allí queda Tan raras valentías y hazañas :
El alma con la sangre vomitando. De las cuales aquesta merecía
Joan de Ortega, de Ubeda , venia Ser de mas alta lira celebrada ,
Con pasos presurosos , sin rodela; Pues eran los contrarios tres quinientos,
Pero volante piedra que de honda Robustos, esforzados y atrevidos,
Venia por los aires impelida Y con preparación de varias armas,
Le quebrantó las sienes , y los ojos Y en ellas todos diestros y cursados.
Perdieron luego la virtud visiva : Y ansí la multitud que quedó fuera
El cuerpo se tendió por aquel suelo, No hizo mudamiento por entonces,
Y despedida del el alma huye. Antes por témino de cuatro días
Pedro de Vega jur.to del se halla, Tuvieron sitiados á los nuestros.
Mejor apercebído, mas en balde Que por amedrentónos, a su vista,
Quiso teñir los filos del espada, De los caciques que tenían presos
Por anticipación de dura flecha Ahorcaron los dos, á Nuguireta
Que las venas rompió de la garganta, Y á Cliacurí, con otros ciertos indios
Por donde desaguó luego la vida. Que por su valor eran estimados;
En este tiempo salen á la plaza Mas aqueste castigo fué fomento
Armados con espadas y rodelas De mas indignación y mayor ira:
Un Pero Sánchez , natural de Estrella , Y ansí corrieron todas las estancias
Cerca de Talavera de la Reina , Que tenian pobladas los vecinos,
Y un Juan Mateos Corzo, de Segura Los cuales destruyeron y quemaron,
De León, y con estos juntamente Dando crueles muertes á los indios
Esteban de Ribera de Albuquerque Y negros que tenían de servicio;
Con un Juan de Colura, valenciano , Ansimismo talaron las labranzas,
Y Diego de Ouzmán, el de Segovia, Refugio principal de los vecinos,
Los tres ó cuatro dellos en camisa ; Y achaque para que después Valdivia
Pero con pensamientos arronjados , Los hiciese mudar de aquel asiento,
Al precio del honor, sin que temores Como se tractará mas largamei.te
De muerte se les pongan por delante , En el proceso del siguiente canto.
Ocurren al entrada de la loma
Por donde se venia deslizando
Aquella tempestad íiera y horrible , CANTO UNDÉCIMO.
Y por ella rompieron como cuando OonnV se tracta del socorro que trajo el ponernador Andrés de Valdivia,
Kl fulminoso luego descendiendo la mudanza del pueblo de San J :ar> de Roda», con oíros varios sucesos,
De la media región del aire rasga v «ómo vino de Kspaña declararlo no caer en el gobierno u> Valdivia
El húmido nublado contrapuesto , Saínale de Anüoquia, ni San Juan de Iludas.
Y el tortuoso vuelo desmenuza Las argucias del hombre caviloso.
Acero, hierro y otros materiales : Las urdiembres y tramas de sus lelas,
Ansí rompen ¡jares, y cabezas Son como las que tejen las arañas
Saltaban de los hombros despedidas: Fáciles de romper, y sus colores
Piernas, brazos y manos descoyuntan, De poca duración , porque desdicen
Y al Gn detienen el impetuoso Cada y cuando que son examinadas
Curso de la creciente y avenida. En toque de verdad, que es el verdete
Como peñascos que temblor de tierra De que usan los aunlices queriendo
Les hizo que bajasen del altura Ver aquello que dudan ser buen on»,
Y fueron á parar á la corriente El cual si por ventura se vestía
Del agua , y ocupando la salida Del rubio resplandor sin la substancia.
Por diferentes partes se derrama, Ninguna señal deja de quilates;
Por el obstáculo que halla puesto Como también la roja margarita
En el lugar por do correr solia : Engaña nuestra vista muchas veces ,
No menos fué la furia desta genle • Y en ardiente crisol hecha la prueba ,
Por estos cinco solos impedida , En vaporoso humo se va toda :
Porque con esta brava resistencia ¡testa manera fueron ¡as argucias
A los de fuera y dentro defendieron Y vanas suhtilezas del Valdivia,
Ansí la entrada como la salida , Torciendo con sofísticas razones
De tal manera que los de caballo La letra del despacho que traía;
Tuvieron tiempo para bien armarse Y los de Santafé, como sabian
Y de cebar las lanzas en aquellos Mejor menear armas que cautelas ,
Primeros que saltaron en el pueblo ; Creyeron el sentido que les daba
Acudieron ansimismo peones A las reales cédulas, y luego
Reportados y mas en orden puestos ; Fué por gobernador obedecido.
Y unos y otros tal maña se dieron Y como con mas sólidas razones
Que dejaron muy pocos con la vida. Y menos aparato de palabras
Cantóse la victoria finalmente , Siguiese don Hierónimo de Silva
La cual después de Dios, de cuya ninno En consejo de Indias esta causa ,
Recibieron aqueste beneficio. Viirole declarado por-*rmtencia
Fué por el gran valor de aquellos cinco, No caer en gobierno del Valdivia
De los cuales Esteban de Ribera La dicha villa ni San Juan de Rodas;
Y el Pero Sánchez fueron mal heridos , Y ansí cayó la máquina compuesta
Mas no halló lugar la dura parca, Por orden de vanilocas industrias.
Por ser con buena cura socorridos. Viéndose destas suertes despedido,
Y en este rompimiento sanguinoso Pueblos que le hacían muy al caso
No menos se mostraron esforzados Para se sustentar en su gobierno
Y belicosos Juan Alonso Rubio , Y aulorizallo con mayor posible,
Ju;m Rüiz de Ruensuelo , que lo huella Puso los ojos y los pensamientos
Con sangre por sus manos derramada . Kn cosas arduas y dificultosas,
Y un Alonso Martin Mordían, que merca Facilitándolas con su juicio*
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO XI. 531
Del cual muy confiado presumía ¿ue fué cuasi de un año la tardanza,
Con un palmo de hilo hacer redes Pudiéramos hacer largo volumen
Tan largas y lan gruesas que con ellas Si fuéramos particularizando
Pudiese rodear el universo; La terribilidad de los trabajos
Porque con poco número de gente, En el discurso del acontecidos;
En un tiempo y en una coyuntura, Pero diremos una sola cosa
Tentó poblar en diferentes parles, Dicha por el factor Rodrigo Pardo
Que para cada cual menester era Y Francisco Mantilla de los Ríos,
La cuantidad de gente que tenia Que vive de presente donde vivo.
Aquesta fué que cuando se volvían,
El primer pueblo dellos Antioquía Perdidos los caballos y sirvientes ,
La vieja , do quedaron oficiales Desnudos, desarmados y hambrientos,
En la caja real, y por teniente Y de setenta y tantos españoles
Antonio de Tovar, el tesorero: Mas de los treinta dellos fallecidos,
Mas la refundacion no fué durable, Venia muy enfermo Fernán Pérez,
Mancebo natural de Salamanca,
Porque poco después gente catía E ya desamparado totalmente
Vino sohrellos , y antes que llegasen De fuerzas y vigor con que pudiese
Al pueblo dieron fin de tres soldados Proceder adelante con los otros,
Inadvertidos, que encontraron fuera; Que con poca mas fuerza se movían.
Y esta venida fué con tal aviso Junto de la ribera de un arroyo
Que los de la ciudad no lo tuvieron. Se recostó diciendo : «Dios os guie
Mas remediólo la bondad inmensa Y á mí provea de conocimiento
Con rara y espantosa maravilla . Con que de su bondad no desconfie
Lo cual yo no pusiera por escripto En este mi final acabamiento;
Si no fueran personas fidedignas Pues para caminar aunque porfié
Aquellas que la dictan á mi pluma : Fállame lo mejor, que es el aliento;
Y fué, que la mañana que venían AI ánima dé Dios salud y cura,
A dar en la ciudad, el tesorero Quel cuerpo no la tiene ni ventura.»
Y otros amigos suyos juntamente Hallóse junio del Rodrigo Pardo,
Querían almorzar en su posada Que para todos era gran alivio,
Puchas ó poleadas, cuyo nombre Ansí con obras como con razones
Es en aquestas partes mazamorra, Cristianas y animosas, y respondo :
Entonces por ventura gran regalo, «Buen ánimo, señor, valor y brío»
Porque tenían leche para ella, Que á vuestra condición no le"es honesto
Y aquesta cuando por las porcelanas Hacer un tan notable desvarío,
Se difundía, fué, según afirman Pues á cada cual veis ir mal dispuesto;
En finísima sangre convertida : Volved, volved en vos, que yo conlin
Amarillez mortal ocupó luego En Dios que hallareis remedio presto,
Todos los rostros de los convidados , Porque llevamos ya senda trillada ,
Y los pálidos miembros destilaban La cual nos ha de dar tierra poblada.»
Un sudor frío con el gran espanto. Otras muchas razones le decía,
De tal suerte que los turbados pechos Ayudándole porque se levante;
No podían dar fuerzas á la lengua Mas no bastó su buena diligencia.
Para decir palabra bien formada , Por lo hallar imposibilitado ,
Como á quien opresión de pesadilla Y él mismo lo despide con aquesto :
Fatiga hasta tanto que recuerda; «Señor, ningitn trabajo mas perdido
Mas esta turbación y sobresalto Que lo que procuráis en este caso ;
Kn alguna manera despedidos, Porque me voy, del orlo despedido,
Ocurren á las armas y caballos , A mas andar la vía del ocaso.
Y sin mas esperar á los efectos Una merced tan solamente pido,
Con quel prodigio los amenazaba , Y es que me la hagáis de aquese vaso
A Santafé se fueron retrayendo Para beber con él fiesta agua clara
Dejando la ciudad desamparada. Mientras la vida no me desampara.»
Y ansí cesó por parte del Valdivia Viendo ser por demás hacer instancia
Aquesta población eme pretendía En que se levantase, dióle luego
Hacer cabeza del gobierno suyo. El vaso que pidió, y una cruz puso
También antes que entrase con socorro En el mismo lugar, no sin suspiros ,
Esta postrera vez á los que estabmi Y de su ruego lo llegó mas cerca
Necesitados en San Juan de Rodas , De la corriente, porque con la mano
Había despachado mas soldados Pudiese coger agua de aquel rio;
Con otro capitán Juan de Zavala Y ansí se despidió con grave pena,
Y con el capitán Rodrigo Pardo , Amonestándole por muchas veces
Que es hoy factor real en este reino, Que nunca divirtiese la memoria
A conquistar la tierra de chocóos En desvanecimientos transitorios,
Y las que con el Darien confinan , Sino que siempre la tuviese puesta
Para fundar ciudades do hallasen En quien por él había padecido
Dueña comodidad en aquel suelo , Y por la redención del mundo lodo.
Que es una pasta de oro , si la tierra En árbor y figura semejante
Fuera para vívi,r mas apacible, De aquel que le dejaba por amparo,
Pero ninguna mas incomportable Pues la necesidad lugar no daba
Ni mas perjudicial al ser humano, A le favorecer con otras cosas,
Por ser anegadiza, montuosa , Y que con armas de oración conlina
Con otras cien mil plagas insufribles, Se defendiese de las tentaciones
Y cuyas influencias solamente Del infernal dragón , que siempre busca
Son adaptadas para criar oro. Animas que tragar, principalmente
De que gozan algunos naturales , En tal tiempo y en tales ocasiones;
Rarísimos , en árbores subidos , Y que cualquiera golpe resistiese
Sobre los cuales tejen barbacoas. Con el escudo de la fe cristiana.
Y en ellas sus tugurios ó cho/uolns , Aquesto dicho, pasan adelante,
Por las inundaciones de los ríos, No sin el aflicción con que caminan
Que suelen ser allí cuotidianas : Aquellos que no tienen ceilidumbie
Vivienda vil y mas que miserable.
Y ansí de su Viaje trabajoso ,
S32 JUAN DE CASTELLANOS.
De hallar el remedio que desean. En aquella montaña tenebrosa,
Antes la que tienen por mas cierta En el húmido suelo recostado,
Era morir de hambre todos ellos ; Al agua pluviosa y al sereno,
Sin ropa ni recurso de comida,
Mas aquella divina Providencia, Y en lanía soledad y desconsuelo ;
A cabo ja de seis ó siete días O quién le proveía de alimento ,
Que laflaquezay la desconfianza Porque vivir sin él hombres mortales
En tal aoguslia los tenia puestos, En tan prolijo número de dias,
Que muchos se quedaban desmaya los, Teníanlo por caso milagroso.
El Fernán Pérez luego les enseña
Proveyó de remedio, porque dieron Una crucita de oro bien labrada ,
En ciertas poblaciones abundantes Que pesaría como seis tomines,
De la substancia que era necesaria Inclusa y engastada dentro della
Al adelantamiento de sus vidas; Una aslillica muy subtil de palo.
Y con ser los vecinos de aquel suelo Y «Jijóles con voz mas esforzada :
Ásperos y crueles por estremo, «Nunca jamás gusté mantenimiento
Y tantos que podian fácilmente Después que me quedé, ni tal he visto
Cortalles el estambre de la vida, En esla soledad y descontento,
Por ir debilitados y no juntos. »Pero la piedad de Jesucristo
Mas derramados y con el desorden Le dio virtud al agua que bebía
Que llevan los que van á quien mas puede, De substancial y necesario pisto.
Se mostraron tan pios y benignos «Porque esla cruz en ella la nidia,
Que los acariciaron en sus casas La cual contiene parle del madero
Y proveyeron de lo que tenían. En que Dios padeció por culpa'mia.
En tiempo que lo vil y menos sano »OveIa yo de cierto caballero
Les fuera cordial mantenimiento; Canónigo que fué de Salamanca,
Y no solos aquellos que llegaron En su fin y remate postrimero. »
Primero recibieron beneficio, Oída la razón por todos ellos,
Pero manifestándoles por señas No sin admiración, y dando gracias *
Quedar otros atrás que no podrían Al Obrador de tantas maravillas,
Llegar sin les llevar algún socorro, Prostráronse por tierra y adoraron
En ese mismo punto se cargaron Aquella preciosísima reliquia,
Algunos indios dellos de comida, Porque les pareció, según la obra
Y ansí como los iban encontrando Tan rara, tan estraña y admirable,
Les iban proveyendo, hasta tanto Que seria según les declaraba,
Que los metieron dentro de su pueblo, Y quel árbor que dio fructo de vida
Adonde se estuvieron reformando Al hombre que quedaba cuasi muerto,
Por mas espacio de cuarenta dias. También se la daria hasta tanto
Después volviendo por aquel camino, Que con preparaciones de cristiano
Por ser aquella la derecha via Pasase por do pasan los mortales.
Para salir á pueblos de españoles, Y luego dieron orden como fuese
Llegaron al paraje do dejaron En hombros de los indios de servicio,
Al Fernán Pérez, y reconocido. Ayudándole lodos, hasta tanto
Habló Rodrigo Pardo con los otros, Que entraron en pacíficas regiones
Y dijóles : «Si puede tino mió De indios obedientes ya subyeclos,
Tener verificados pareceres, Do lo dejaron muy encomendado
Aqueste me parece ser el rio Y á un criado suyo yanacona
Do dejamos al pobre Fernán Pérez : Del servicio del mismo Fernán Pérez ;
Suplicóos que, pues es poco desvio Mas el dicho Factor Rodrigo Pardo
Y son caritativos menesteres, No me sabe decir elfinque tuvo ,
Que lleguemos á ver su desventura : Porque llegados á las ciudades
Daremos a su» huesos sepultura.» Y pueblos de españoles, cada uno
Todos condescendiendo con su ruego Procuró solamente su remedio,
Llegaron á la cruz que quedó puesta, Por diferentes vías deiramados,
Y vieron al soldado de la suerte Y algunos se volvieron al Valdivia.
Y en el mismo lugar que lo dejaron Al cual, según que dejo declarado,
Habia ya sobre cincuenta dias: En Sanlafé le fué notificada
Acuden con el laclo de las manos, La provisión real y la sentencia
Y conocieron que tenia vida ; Cerca de no caer en su gobierno
Mas aunque lo llamaban por su nombre, Aquellos pueblos dos fundados ante*
Dándole Toces, nada respondía.* Que la merced a él se le hiciese.
Pero Rodrigo Pardo, con deseo
De se certificar enteramente, Y ansí con la presteza con que suele
Con la carne de mico que llevaba Astuto negociante prevenirse,
Asada para su matalotaje, Antes que la noticia les llegase
Le refregó los dientes y la boca, A los que estaban en San Juan (le Rodas,
Procurando con grande vehemencia Determinó partirse con la gente
Hacelle traspasar alguna brizna : Que pudo recoger; y porque supo
En efecto, se vido que moelraba Por lengua de los indios contraciantes
Algún tanto de mas vital meneo; Estar en gran angustia por lo dicho
Tornaron á dar voces, preguntando En los versos del canto precedente,
Si conocía ser sus compañeros, En tanto que mas gente recogía
Y respondió con una voz muy débil : Despachó diez ó doce compañeros
« No veo, que la vista me fallece; Con municiones, y por su caudillo
Pero si no me engañan los sentidos Al capitán Francisco Maldonado,
Voz de Rodrigo Pardo me parece Un vecino que fué de Caramanta,
Aquesta que me loca los oidos. » El cual dio perfección á su camino
No se puede pintar el alegría En pooos días con aquel socorro.
Que recibieron todos desque vieron Y su llegada fué ya demediado
Que con algún acuerdo les hablaba ; Diciembre por el año de setenta
Y ansí reiterando las preguntas Y tres, á deseada coyuntura ,
Con encarecimiento le rogaron A causa de que lodos los del pueblo
Que se esforzase para declaralles Estaban puestos en nn gran peligro
Cómo pudo vivir lan largo liempo
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, H1ST. DE ANTIOQUIA, CANTO XI. i>33
Los pocos españoles acordaron
Por falta de alimento, que no vian Volver á su ciudad, imaginando
Otro refugio que mas cierto fuese Que los astutos indios revolvieran
Que perecer, pues con la misma vida A dar en ella viéndolos absentes ;
Se Labia de comprar si lo buscaban ,
Por la gran vigilancia de los indios , Y aunque mal proveídos de sustento
Continuas asechanzas, y dispuestos Efectuaron luego la partida.
A dar con mas hervor y mas pujanza Donde con gusto de los atendiente*
En los que conocían temerosos, Representaron este vencimiento
Quedos y acorralados en su sitio. * Que los regocijó con esperanzas
Pero como llegasen los que digo De poder airadlos á lo bueno;
Con buenas municiones, desterróse Mas aunque se hicieron diligencias
El pálido temor y cuerdo miedo , Modestas y de cierto cumplimiento,
Y ansi salieron á buscar comida La bárbara dureza pertinace
Veinte y cinco soldados principales Nunca jamás dio muestras de blandura.
Con un Juan López Bravo por nudillo, Lo cual reconocido, determinan
Soldado de gran uso y esperieRiá, Con mas severidad probar la mano;
Y hombre no menos cauto que valiente. Mas el hilo cortó de sus intentos
En este mismo tiempo se movieron El Andrés de Valdivia, porque vino
Los bárbaros protervos con intento En aquella sazón con poca gente,
De no dejar las armas de las manos Pues aquestos y aquellos computados
Hasta desarraigar la nueva planta , Eran dos ó tres menos de cincuenta;
Y dar á las católicas entrañas Y como no sabían ser escluso
En sus voraces vientres sepultura ; Del jurídico mando ¿este pueblo,
E yendo nuestra gente sin sospecha Fué con aplauso grande recebido
De tal encuentro, repentinamente Y con aquel respecto que debian
Dieron en el ejército pagano A su gobernador, y él ansimismo
Que venia marchando con el orden Se les mostró benigno y apacible.
Y recato que suele gente diestra , Comedidísimo, grato y afable
Acaudillándolos Pedro Calía, Con unos y con otros, de tal suerte
Capitán general de la caterva. Que para sus propósitos los tuvo
Muy prontos, adaptados y compuestos.
t Qué habían de haces en tal estremo ?
orque volver atrás no convenia,
Por ser camino cierto de la muerte,
Y ansí después de tres ó cuatro dias.
Habiéndosele dado larga cuenta
Y acometer á tan La muchedumbre De sus necesidades, y cuan duros.
Grande temeridad por consiguiente, Eran en dar la paz los naturales,
Pues la dificultad les declaraba Juntólos en las casas de cabildo,
A todos el remate de su vida. Y hlzoles aqueste parlamento:
Pero como Juan López Bravo viese « Caballeros, amigos, de quien fio
No se poder usar de otro remedio Aquello que es en mi de mas momento,
Sino de rompimiento, dijo luego : Paréceme notable desvarío
c A ellos, caballeros, que sin duda Permanecer tres años en asiento
Conoceréis por vero testimonio De tan protervo y áspero gentío,
Que valen mas los pocos con ayuda Y en tan reconocido detrimento,
De Dios, que muchos con la del demonio.» Que es de sus mejorías la mas cierta
Disparan arcabuces al momento, Retracto vivo de esperanza muerta.
Y con hilos de alambre las pelotas. «Porque, como sabéis á costa vuestra.
Que van rompiendo pechos, brazos, cuellos, Los indios deste pueblo mas cercanos
Con una y otra carga derribando De mala digestión han dado muestra,
Penachos y coronas por el suelo; Y con dificultad los haréis llanos :
Soltáronse los perros que traían Lleguémonos á gente menos diestra
Cebados en entrañas infieles, Y de menos contracto con cristianos.
Y en breve tiempo hacen tal estrago. Con el cual suelen aun los mas subycclos
Que se confunden y se desordenan Perder algunas veces los respectos.
Los unos y los otros escuadrones •Será lo mas seguro y acertado
Sin dárseles lugar á rehacerse, En esta turbación el mudamiento ,
En tal manera que desaunados A lo menos por tiempo limitado,
Volvieron las espaldas, y los nuestros Para volver con otro fundamento,
Siguieron el alcance derramando Pues que reconocéis ser escusado
Infinidad de sangre, de tal suerte El procurar aquí mantenimiento,
Que les pedían ya misericordia, E ya que lo halléis, es la comida
Ajena de sus ritos y costumbres ; Comprada con el precio de la vida.
Y un indio desde un alto les decia : »Cauca rio tenéis bien á la mano
«Cesen, cristianos, cesen las matanzas, Dos leguas solamente de distancia,
Que sangrientos estáis hasta los codos : El estalaje tengo por (an sano
Dejad algunos que hagan labran/.as De mas fertilidad y mas substancia.
De que comáis y que comamos lodos.» Pues dado caso que nos falte grano.
Bastó para cesar oír aquesto Hay de pescado y fruclas abundancia:
Y para que pensasen quel castigo Mudémonos á él y á su ribera,
Inopinado les pornia freno, •', •., Tractaremos con gente mas sincera.
Principalmente por haber caido «Para restauración deste quebranto
En el mortal rigor Pedro Calía , No se puede tomar mejor camino ;
Aunque también se dice que los indios Y en aquel rio ya sabemos cuánto
Son los que lo mataron y comieron Tesoro se recoge de oro lino :
Después deste recuentro sangiuoso, Alguno buscaremos entretanto
Por les facilitar este triunfo, Que llega Pedro Pinto Veüorino ,
Cuya diticultad hizo notoria El cual verná sin duda brevemente
La caída de tantos indios diestros , Con razonable número de gente.
Diciendo que bastaba defenderse » Porque este favorece mi jornada
En sus terrenos de los españoles Debajo de concierto convenible :
Sin i I los á buscar á sus albergues. Persona sabéis ser acreditada,
Habiendo pues ganado la batalla De condición modesta y apacible,
Con desesperación acometida, Y para recoger gente granada
534 JUAN DE CASTELLANOS.
Tiene sagacidades y posible : Le dieron conclusión , que fué difícil
Allí daréis el orden desque venga Y trabajosa por la gran distancia.
Que para nuestros fines mas convenga. El Andrés de Valdivia, como viese
» Aquesto me parece y es intento Conclusa y acabada la pendiente
Que de buena razón no se divierte , Puente, sin un momento de tardanza
Pues el cuotidiano descontento Hizo pasar por ella diez soldados
En vida mas quieta se convierte, De los mas avisados y briosos,
Y el esperar aquí mejoramiento De quien él presumía que lenian
Es andar vacilando con la muerte : Algún resabio de sus intenciones,
Vuestra comodidad quiero, y es esta Los cuales fueron muy de mala gana;
Si medís con mi gusto la respuesta.» Mas so color de descubrir caminos
Dijo; mas las palabras encubrían En efecto pasó la demás gente
Diversas intenciones en su pecho, El dia santo de la Candelaria
Porque su pretensión era sacallos O Purificación, solemne fiesta
Con este paliado parlamento De aquel^pue nació purificada,
Afuera del ajeno territorio A nado los^anados por el agua,
Para valerse deílos en la tierra Pero la mayor parle de las vacas
De su gobernación, que limitaban Y puercos y caballos se volvieron
El rio Cauca y de la Magdalena; Temerosos del ímpetu del rio,
Y á la resolución se dio tal priesa, Y salieron á partes diferentes.
Antes que por aviso de vecinos De suerte que de todos recogieron
De Santafé tuviesen certidumbre Setenta y nueve vacas solamente
Estar todos exentos d% su mando, Y veinte y un caballos, cuya falla
Que con aquel respecto y obediencia No dejó de ser grande desavio
Que de gobernador le daban antes, Para prosecución de su jornada ;
Dieron á su querer consentimiento, Cuyos sucesos callo por agora,
Sin que ninguno lo contradijese, Con presupuesto de poner la mano
Esceptp Alonso Díaz, un alcalde, En ellos eu el canto venidero.
Que tuvo diferentes pareceres;
Mas como singular, fué rebatido
Su voto, y en efecto despoblaron,
Y se llegaron al rio de Cauca, CANTO DUODÉCIMO.
A la demediacion del mes de enero.
Asentaron real en la ribera Donde st da razón de lo que hizo el gobernador Andrés de Valdivia de*
pues que tuvo la gente de la otra parte del rio Cauca.
Donde Valdivia deseaba vellos,
Y como sus intentos fuesen otros
De los que con la lengua predicaba, Mucho pueden palabras comedidas
Antes pasar el rio desde donde Y téirtinos afables en las gentes;
Conmenzaban los términos anejos Y el conocer los tiempos y usardellos,
A su gobernación, según he dicho, Moderando las cosas con templanza,
Otro dia después de su llegada Ks un cierto camino por do pueden
Hizo junta de todos en su rancho, Llegar los hombres á lo que desean ;
Y con el enerjía y eficacia Y esta sagacidad no se podría
Con que daba tropel á sus razones Negar en el Valdia totalmente
Les dijo : «Caballeros, grandemente Eu los principios de sus pretensiones
He deseado por do mas estrecho <^on todos los soldados que seguían
Aqueste rio corre hacer puente, El son esterior de sus acentos.
Porque seria celebrado hecho, Y ansí, después que ya los tuvo puestos
Para lo cual á tan heroica gente Eu la contraria parle de aquel rio ,
Solo resta querer poner eJ pecho, Manifestó su pecho claramente
Como quien sabe dar (in ;'i las cosas Haciéndoles aqueste parlamento:
Mas arduas y muy mas dificultosas. t Señores , ya holláis aquesta parte
• Que para nuestros fines y demandas. En quien español nunca hizo mella,
Soldados valerosos, nos conviene Ni plantaron cristianos estandarte
Aprovecharnos por entrambas bandas Aunque morían por llegar á ella;
Y rastrear lo que la tierra tiene : Agora será bien que me descarte,
Esta solicitud irá por tandas, Visto que pié católico la huella ,
Y á mi me dad el cargo que la ordene, Porque seria grave maleficio
Pues no será trabajo tan durable Usar de mas cubierta y artificio.
Que lo tengamos por intolerable. » Vuestras mercedes sepan quel rey manda
» Pues de cueros de vacas retorcidos Y viene por sentencia declarado
Haremos las maromas ó ramales, Que mi gobierno sea desta banda
Con bejucos espesos y tejidos Sin lo que fué por Popayán poblado;
Según suelen aquestos naturales, Mas sustentar los pueblos ¡ qué demanda,
A una y otra banda bien asidos , Trabajo , riesgo y oro me ha costado!
Ahincados estantes y puntales, Y el daros y aviaros compañeros,
Y pasarán algunos cuando fuere Ansimismo se hizo con dineros.
Menester y algún caso lo pidiere. » Y pues son oculares los testigos
» Este motivo ruego se consulte, De cómo di favor á la vivienda
Por ser aquí de muy gran importancia, De los modernos y de los antiguos,
E ya podría ser que del resulte No me culpéis metiendo tanta prenda ,
A todos crecidísima ganancia, Por quererme valer de mis amigos
O por no la hacer se nos oculte Con quién he despendido mi hacienda
Alguna tierra de mayor substancia : Y gastaré con fuerzas y con mañas
Si ha de ser tarde, hágase temprano , Mí proprio corazón y mis entrañas.
Y pongamos en ella luego mano.» » Conozco que por mí quedó desierto
Cuadróles la razón á todos ellos , Pueblo do cada cual tenia suerte ;
Pareciéndoles ir encandilada Pero del gozo dellas lo mas cierto
Al provecho común, de cuya causa Era de lo quel bien en mal convierte :
Pusieron luego manos en la obra Que ya camino víades abierto
Con tal solicitud y diligencia , Para todos morir infausta muerte,
Que en espacio de diez ó doce dias De lo cual daba claros desengaños
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO XII. 535
Esperiencia que pasa de ires años. Proceden adelante por caminos
• En los cuales, demás de la penuria Bien anchos y seguidos que les daban
Que cerca del comer se padecía. Indicios de soberbias poblaciones;
Fueron notables daños con injuria
De muertes de españoles cada dia, Y ansí dieron á nueve de febrero
Sin poder refrenar aquella furia En un valle llamado de Guarcama,
Que tiene siempre la nación calía, Que por contemplación del que gobierna
Que morirá mil muertes cada hora Valle de San Andrés heredó nombre,
Por no pagar tributo ni demora. Como le llaman hoy los españoles:
» Acá los riesgos no serán tan graves Cuya fertilidad los incitaba
En recuentros y faltas de comida, A ver lo mas secreto de la tierra,
Porque venís á tierra denutaves, Con pronta voluntad encaminada
Gente ni vencedora ni vencida : A vivienda que fuese permanente,
Nosotros somos las primeras llaves Porque los convidaba la frescura
Desla puerta sin sernos defendida, De fructífera? plañías y arboledas,
E ya sabéis por fama que publica En campos abundantes de labranzas
Ser esta tierra sumamente rica. Regadas de las aguas cristalinas ,
» En los repartimientos y otros dones Terreno sano, claro, descubierto,
Que de rico caudal la tierra cria, Desahahado de monlisca sombra,
Entenderéis que gratificaciones Por longitud de hasta veinte leguas ,
No tienen de fallar por parte mia; Y en latitud ternia diez ó doce,
Amigos somos, y estas aficiones A trechos pueblos ricos y opulentos
Antiguas no tenían mano vacía, Por minas, por labor y granjerias
Lo cual prometo con intento sano De los algodonales qué poseen,
De que se hacen telas razonables,
Y católico pecho de cristiano. Blancas y variadas en colores.
» Socorro nos vemá de cierta ciencia Eran los principales y caudillos,
Con el capitán Pinto Vellorino; Que lenian distintos sus albergues,
Y á quien le pareciere ser demencia Do cada cual mandaba sus subyectos,
Ir en prosecución deste camino, Guarcama , Cuerpia, Pipiman, Oceta,
Libre y abierta tiene la licencia Maquira y Aguasici, pero desios
Para volverse por adonde vino : Divisos y apartados mas afuera
Haga su voluntad en este dia, Del valle muchos otros, como fueron
Porque ya le declaro yo la mia. Qmoga, Neguerí, Yusca, Aguataba,
» Puente para pasar se tiene puesta, Abaniquí, Cüercia, Taquiburi,
Y puesta se eslará cuanto durare: Moscaiaco, Cuerquici, con Carime ,
Pido resolución en la respuesta, Y otros algunos hombres belicosos.
Y cada cual su pecho me declare; Flecheros, carniceros y herbolarios,
Pues salidos de aquí, hallará presta Destrísimos en guerra por estreñios,
Y dura punición quien me dejare , Y en acometimientos lan precitos
Porque yo por ningún inconveniente Que los efectos no corrían menos
Tengo de revolver atrás la frente.» Que la velocidad del pensamiento
Ansí habló, y estando los soldados En dar ejecución á sus conceptos;
Mirándose los unos á los otros, Mas por entonces, como gente nueva
Algunos admirados del astucia En la conversación de los cristianos,
Que tuvo para que se despoblasen, Tuviéronles respecto y obediencia,
A Juan López de Oviedo dieron mano Saliéndoles de paz y con socorro
Para que le responda, y ansí dijo : De comida, por ellos deseada,
« Señor gobernador, lan buen semblante. Los principales indios deste valle,
Hay acá como allá para serviros, A la boca del cual hicieron pausa,
Y ninguno será tap inconstante Personas y caballos reformando ,
Que no lo haga, porque sé deciros Y preparando sayos estofados
yue la presunción de ir mas adelante Como hallaron copia de algodones,
Acá no faltará para seguiros, Espacio y dilación de nueve dias.
Y á cualquier riesgo que pongáis el pedio Al cabo de los cuales se pasaron
No hallareis el nuestro ser estrecho.» Tres leguas adelante do tenia,
Valdivia recibió contentamiento El capitán Oceta su dominio,
Viendo lan á su gusto la respuesta, Fn el cual estuvieron alojados
Y tuvo cumplimientos cortesanos Mucho mas tiempo sin hacer mudanza,
Bastantes á cazar las voluntades Sin conocer en indio mal resabio,
De los que por ventura las tenían Ames amor y voluntad sincera.
A diferentes fines inclinadas; Y como ya la fama publicase
Mas Antonio Machado, que vecino El amistad y paz destas provincias,
Fué después de la villa de Antioquia Émulos del Valdivia lo supieron
Le dijo : «Yo, señor, no determino En Sanlafé por indios contractanles,
Solapar ni cubrir con aparencia Y estos fueron los indios tahamies
Mi cierta voluntad y mi desino , Que Bartolomé Sánchez Torrehlanca
El cual de los demás se diferencia; En encomienda liene de presente,
Y ansí para seguir otro camino Que son á los nutaves convecinos,
Suplicóos que me deis libre licencia, Y emparentados unos con los otros;
Porque me quiero volver á la villa Y quiérese decir quelTorrehlanca
De Sanlafé do tengo mi casilla».
r Pesándole de ver el buen suceso,
Valdivia se la dio liberalinenle; Por odio que al Valdivia le tenia,
Y aunque con grande riesgo de la vida, A sus encomendados persuade
(lomo sabia bien toda la tierra Que pasasen al valle de Guarcama
Y era soldado de valor y maña , Y que con gran instancia procurasen
Por bosques y montañas encubierto Apartar á los indios del intento
Llegó donde quería brevemente. De conservar la paz con tales hombres,
El Valdivia con los que le restaban , Sino que los matasen si pudiesen,
Que de cuarenta y seis era la copia, • O les hiciesen guerra hasta tanto
Y veinte negros suyos que tenia Que los desarraigasen de su tierra,
Y otros doscientos indios de servicio Por ser gente de malos pensamientos,
De los que cada cual delios llevaba, Engañadores, falsos, fementidos,
S38 JJIAN DE CASTELLANOS.
Y aun dicen enviar un mozo suyo, Pues vuestros buenos pies y la espesura
Juan Baptisia Vaquero, grande lengua Os han de preparar via segura.»
Del idioma delios, al efecto. Dijo, y aunque dudosa la carrera,
Mas aquesta sospecha bien podría Por no venir á menos del concepto
Ser invención de gente descompuesta; Que delios se tenia, respondieron
Pero ya con verdad, ya con mentira, Que si menester fuese hasta Chile
Al Bartolomé Sánchez Torreblanca irían, cuanto mas camino breve;
Yo lo vi preso por aquesta causa Y ansí partieron cuando los cubría
En la cárcel real en este reino, La sombra fusca del nocturno manto,
Y el mozo Juan Baptista se retrajo No con menos ardor, valor y brio
Entre los indios que lo respectaban Que de Niso y Euríalo se cuenta»
Con gran veneración porque hablaba- Pero con mas ventura, pues llegaron
La lengua delios admirablemente. Salvos do los llevaba su deseo.
En efecto, los indios deste valle Y entendida por Pinto Vellorino
De San Andrés, y los de mas afuera, La causa y la razón de su venida,
Tomaron armas y hicieron guerra Con cuanta brevedad le fué posible
Con tal obstinación y pertinacia Partió con treinta y seis hombres guerrero*
Al Andrés de Valdivia, que murieron, Y cuantidad de vacas y de puercos
Algunos de los suyos en recuentros Y muy buenos caballos, siendo guias
Con aquellos estreñios lamentables Aquellos dos soldados que vinieron;
Que suelen padecer míseros cuerpos Los cuales, abreviando las jornadas.
Heridos de la yerba ponzoñosa, Llegaron á la puente que dejaban
Entre los cuales dio pena notable Sobrel rio de Cauca fabricada,
Pero Fernandez de Rivadeneyra, Por do pasaron luego, mas las vacas
Magnánimo soldado, fuerte, diestro,, Y los demás cuadrúpedos dejaron
Y de grandes ardides en la guerra. Allí perdidos , porque no pudieron
Aquesta furia fué continuada Vencer el ímpetu de la corriente.
Por espacio de dos ó de tres meses- En la .cual perecieron dos soldados
Sin haber remisión que les conceda Que por los aviar se confiaron
Dejar punto las armas de la mano. De la destreza y fuerza de sus brazos.
No sin yactura grave de los indios Los otros con acerba pesadumbre
Caídos en las duras competencias, De ver aquel principio desgraciado ,
Porque el gobernador en ellas hizo Prosiguen adelante su camino
Cuanto cumplía para su defensa. Hasta llegar al valle de Guarcama,
Pero como se viese fatigado, Y al campo de los nuestros, donde fueron
Falto de gentes y de municiones,, Con los brazos abiertos recebidos,
Y sin recurso de mantenimiento, Y con aquel contento y alegría
El cual si se buscaba ya sabían Que se puede pensar de los que estaban
Ir á pena de muerte condenados, En trance riguroso y en estado
Por la gran vigilancia de los indios % Que los amenazaba con la muerte,
Que sin perturbación ni daño suyo A no venir aquel socorro presto,
En pasos de latíbulos ocultos De buenas municiones proveído;
Herian españoles á su salvo, Con la cual nueva bárbaro gentío
Fatigaba remedios inquiriendo Estuvo por entonces mas quieto,
A todas horas el entendimiento , Y nuestros españoles dieron orden
Y de varios balances uno solo, De salirse del valle con intento
Aunque dificultoso, le convino. De fundar pueblo permanecedero
Habló con Juan Alonso de Sanlana,. En apropriado sitio, desde donde
Soldado de los de Lope de Aguirre , Pudiesen subyectar cómodamente
Y con olro Bartolomé Jiménez , Los términos que dalle pretendían.
Entrambos hombres de quien bien podía, Veinte y cuatro de junio se contaban
Fiar cualquiera hecho memorable r Día del que nació santificado,
Y dijóles : « Ya veis por la presura Cuando salieron fuera deste valle ,
A cuan acerbo fin vamos cercanos ; Y habiendo caminado pocos días
Hemos de procurar alguna cura, Llegaron á la loma de Nohava,
So pena de ser torpes y livianos ; Donde la tierra rasa se remata ,
Y aquesta colocó mi conyectura Porque lo que se sigue después della
En vuestros sueltos pies y fuertes manos». Es tierra montuosa, mal poblada,
Como quien sabe ya pasar rigores De ricos minerales, mas enferma,
Y escaparse de riesgos muy mayores. Con molestos mosquitos y otras plagas,
» Confiandome pues de vuestro Uno* Y por les parecer estar la loma
Con que soléis guiar puntualmente, En cómodo lugar para su pueblo,
Antes de ver el rayo matutino, Fundaron la ciudad de Ubeda, porque
Quiero que á Santafé guiéis la frente El Andrés de Valdivia fué nacido
Para que Pedro Pinto Vellorino En aquella que deste nombre goza
Abrevie su partida con la gente,. En la provincia del Andalucía.
Y demás de le dar aquesta carta, Tomaron posesión por el monarca
Parte seréis para que luego parta. Filipo maguo, rey y señor nuestro.
» Será hazaña bien engrandecida Nombrándose cabildo y regimiento,
Del siglo venidero y el presente. Y haciendo las otras diligencias
La cual, si Dios á mí me diere vida * A nuevas poblaciones concernientes »
Terna su galardón correspondiente; Y repartidas tierras y solares
Ha de seresta noche la partida Luego se comenzó sangrienta guerra
Con prontitud y paso diligente ; Con todos los caciques declarados;
Haced á Dios y al rey este servicio, Cuyos rigurosísimos sucesos
Y á mí tan amigable beneficio. Seríame confuso labirinto
» Conozco que ponéis frágil navio Particularízanos por escrito:
En ondas que denotan detrimento, Basta decir que fué tan porfiada,
Según aquel que corre por bajío Que los paganos y los españoles
Con recios soplos de soberbio viento; Vinieron á notable menoscabo,
Pero no las temáis , que yo confio Y para sustentarse nuestra gente
En Dios que llegareis á salvamento , Por falta de servicio les convino
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE H í , HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO XIII. 837
Hacer labranzas con sus proprias manos; t Volved, gobernador, por vuestra honra,
Mas estas cuando daban esperanzas Porque la lealtad que prometida
Del grano sumamente deseado , Fué con vinculo santo, no se guarda,
Los indómitos indios las talaron Y el sacro genio de la casta cama
Sin dejalles gozar el fructo dellas, Anda menospreciado y abatido,
Y aquella compañía de parientas
Estimulo terrible que los mueve Que con ella quedaron en Victoria,
A castigar aquel atrevimiento; Adonde las dejastes , ansimismo
Porque la saña y el enojo daba No viven con aquel recogimiento
Fuerzas insuperables con que pueden Que deben á su noble parentela.»
Tomar destos agravios la venganza,, Aquesta novedad , aunque fingida ,
Y por inicuos hombres inventada,
Aunque no sin retorno de heridas Hizo tal impresión en su memoria,
De rabioso remate mensajeras , Que sus palabras y obras eran masa
Pues los que de la muerte se libraba», De muy desatinados desvarios ,
Era corlando carnes lastimadas , En tanto grado que se sospechaba
Ser con industria de desesperado,
Abrasándolas con ardientes hierros. Por poner en estremo los soldados,
Pero tos bárbaros reconociendo Con tantas ocasiones , que tomasen
La gran diminución de sus guerreros Las mismas para le quitar la vida.
Con guerra tan cruel y tan prolija Y ansí luego con riguroso mando
Que después que poblaron fué durable Hizo que despoblasen el asiento
Que con penalidades insufribles
Por seis ó siete meses, sin que día Habían sustentado tanto tiempo ;
De sosiego tuviesen ambas partes, Lo cual Valdivia hizo con intento
Saliéronles de paz, y socorrieron De se precipitar por las montañas,
La falta de alimentos que tenían , Sin admitir razones ni consejo
A loque pareció, con blando pecho; De los que con palabras comedidas
Y términos urbanos procuraban
Porque perseveraron de tal suerte Hacelle que mudase pareceres.
Que la paz y amistad fué divulgada Ansimismo los indios del terreno
En Santafé y en todos sus confines, En gran manera se maravillaron
De tal manera que indios con trac tan tes. De ver esta mudanza repentina,
Y algunos , que presentes se hallaron ,
Entraban y salían inquiriendo , De los mas principales le dijeron:
Ganancia que les dan sus granjerias, «Presumimos que debes estar loco .
E iban y venian muchas veces Pues tienes en tan poco lo que has hecho,
Con cartas y mensajes de vecinos, Y al tiempo del provecho te vas fuera ,
Con que lenguas absentes comunican Por dudosa carrera haces via;
Harto mejor seria darnos amos
Sus intenciones ó necesidades. A quien reconozcamos vasallaje,
Mas este dulce hilo fué cortado Y cada cual trabaje dar contentos
No tanto por malicia de los indios A quien repartimientos les cupieren :
Cuanto por la de pechos invidiosos Esto piden y quieren los señores
Caciques y mayores destas frentes,
De la felicidad y bien ajeno, Que son los que presentes aquí tienes.»
CANTO DÉCIMO TERCERO.
Según declararemos con ayuda Oyó la petición con impaciencia
Donde »eDe Dios de
da razón enlaotro canto
que le porá Andrés
pareció estensode,Valdivia que tuvo El Andrés de Valdivia, y ansí hizo
para despoblar á la nueva ciudad de Ubeda.
Pues por estar la pluma ya cansada ,. Poner estos caciques en prisiones ,
La suelto de las manos entre tanto Amenazándolos con mayor pena
Como sea gustosa la bonanza Si mas acerca desto le Hadaban;
Que con agudos
Después filos se
del sinsabor de prepara.
la tormenta, Y aunque los soltó luego de la cárcel
Y el gozo de la paz de gran dulzura Quedaron indignados malamente.
Pasados los trabajos de la guerra , No pararon en esto los furores,
Los moradores de la nueva planta Pues en confirmación de su locura
Estaban muy alegres y contento» A los caballos les cortó las piernas ,
Viendo pacíficos los naturales Que fué para sus dueños dolor grave,
Al cabo de tan duras competencias , De los cuales algunos, viendo tantos
Prometiéndose vida descansada, Escesos furiosos, rehuyendo
Después que los caciques y señores De no venir con él á rompimiento ,
Les fuesen repartidos, y tuviesen A Santafé se fueron deslizando ,
Merecedores dellas encomiendas, Mas á los tres primeros que huyeron
Lo cual se procuró con gran instancia Indios en el camino los mataron ;
Por dar á sus trabajos recompensa ; Los otros los siguieron hasta tanto
Y el que los gobernaba no tenia Que entraron por la tierra montuosa
Contrarios los intentos, conociendo Y á las que llaman hoy las Pesquerías,
Ser tales sus servicios, que con premios Por la gran abundancia de pescado ,
Mayores no quedaban satisfechos. Tierra que cria ricos minerales,
Pero cuando quería dar contento Mas como ya dijimos mal poblada
A sus comilitones, deseosos Y enferma, pero fértil de comida,
De ver efectos que correspondiese» Donde hallaron copia de labranzas.
A los ofrecimientos hechos antes, Y pareciéndole que convenía
Ministros del demonio que no faltan Fundó nueva ciudad en aquel sitio,
Turbaron sus propósitos modestos Y algo mas reportado, conociendo
Usando de un ardid abominable, Estar de su gobierno descontentos,
Y tal que después del fueron sus obras. Y no guardalle ya tanto decoro
De frenético, loco, furioso, Como solían antes los soldados ,
Sin atinar á cosa que cumpliese. Hizo congregación de los que pudo,
Este fué, que con otras que vinieron Porque muchos andaban derramados ,
De Santafé le dieron una carta A los cuales por términos modestos
Sin firma, cuya letra disfrazada Procuró granjear sus voluntades
Al autor encubrió, la cual decía; Con un razonamiento que les hizo%
b33 JUAN DE CASTELLANOS.
La substancia del cual es la siguiente : Y antél formar querellas del Valdivia,
«Amigos , si á razón estáis atentos. Para lo cual desesperadamente
Aquellos que por ella sois medidos,. Y como temerarios se arronjaron
Entenderéis liaher desabrimientos En una mal parada canouela
Que turban las potencias y sentidos, Por las corrientes del rio de Cauca ,
Í)onde los primitivos movimientos Do bárbaros guerreros son frecuentes,
Con gran dificultad quedan vencidos, Con harta mas sospecha de la muerte
Y tal dolor será que la mas alta Que de escapar ninguno con la vida ;
Prudencia della misma queda falta. Pero venciendo las dificultades
»Y ansí, los que me veis desia manera. Llegaron á Mopox en salvamento,
Con turbaciones y paciencia poca , Y por el rio de la Magdalena
No debéis espantaros aunque muera Subieron todos tres al Nuevo Reine,
Según el duro golpe que me toca : Y en la real audiencia dieron queja
Del cual diera razón, si la tuviera,.. Del Andrés de Valdivia, demandando
Para poder bosallo por la boca : Juez que de las causas conociese;
Hasta decir que fueron ocasiones Y fuéles para ello proveído
Terribles y de malas intenciones. Antón Gómez de Acosla, lusitano ,
»Pues no sé quién sin fin de amistad buena Noble de condición y de linaje,
Me escribió lo que no supo ni vido, Hombre de buenas parles, mas con ellas
Y aunque lectura de verdad ajena, Mas de sinceridad que de dobleces,
Del autor infernal estoy corrido; Al cual yo conversé por muchos dias
Y en efecto, me dio tan grave pena Y reconocí ser de liso pecho.
Que cuasi me privó de mi sentido, Diéronsele poderes y recados
Y con aquel dolor corrí sin freno, Bastantes, y a medida del deseo
Sin querer admitir parecer bueno. De los apasionados querellantes;
»Mas aunque mi pasión y mi congoja, Pues mandan al Valdivia que parezca
Es de tal cualidad que desespere Ante los senadores, y entre tanto
Para siempre jamás de vella floja,. Antonio Gómez quede gobernando ;
Como caso tan grave lo requiere , Con esto se partió para los rios,
Mi buena voluntad-no queda coja Los tres soldados en su compañía
Para serviros en lo que pudiere, Y algunos otros que se le llegaron ,
Pues demás de lo mucho que se os debe* Entrellos dos cuñados del Valdivia,
Obligación particular me mueve. Rermudez y Loaisa, que sabiendo
»>És mi deseo pues que por lo hecho Ir el Antonio Gómez con el cargo,
Ninguno se me muestre desabrido, Para tenello grato y apacible
Sino que se quiete vuestro pecho, En negocio que tanto les tocaba , "
Pues hasta agora nada se ha perdido ,. Juntamente hicieron el viaje,
Antes ha sido para mas provecho Ganando voluntades alteradas.
Poblar en este sitio proveído Y avisado Vaklivia por algunos
De grano, de pescado, de legumbres, Que seguían sus partes en la villa
Y de prósperas minas certidumbres. De Santafé, después que allí llegaron
»Y no por nos meter en arboleda Salió del pueblo de las Pesquerías
Perdemos el terreno mas aceto, Con algunos soldados mas amigos
Pues volver cuando buenamente pueda ,. Para los recebir en aquel valle
En ley de hijodalgo lo prometo, De San Andrés, adonde se juntaron,
Para poblar en lo que de paz queda Y con premeditada cortesía
Y repartiros todo lo subyelo : Al juez recibió y a los contrarios ;
Aquesta es mi voluntad abierta Habló con los cuñados en secreto,
Que sin duda podéis tener por cierta.» Informándose dellos largamente
Oidas las razones comedidas Ansí de los poderes que traia
Por aquellos que estaban en la junta, Como de las novelas de la carta,
Tuvieron cortesanos cumplimientos Que fué tan nueva cosa para ellos
Prometiendo de dalle todo gusto, Que quedaron con un desgusto grave
Con el respecto, gracia y obediencia De la invención, en tanto perjuicio
Que á su gobernador le era debida; De su punto y honor sin haber causa ;
Y encarecidamente le rogaron Finalmente, Valdivia satisfecho
Que no hiciese caso de novelas , De la limpieza y honra de su casa,
Pues todos entendían ser escripias A su nuevo juez acudió luego
Debajo de malignas intenciones, Antes que las reales provisiones
Por poner á las suyas honorosas Le fuesen intimadas, y apartado
Algún impedimento con envidia. De los demás, le dijo lo siguiente :
En efecto, quedaron muy conformes,, «Señor Antonio Gómez, gran ventura
Pero pasado número de días, Ha sido para mi venir á esto
Queriendo recogellos y sacallos Un hombre noble, de conciencia pura,
Para pacilicar algunos indios, Y cuyo celo vemos manifiesto,
Y dar orden á cosas necesarias, Pues guia los negocios con blandura
Ninguna parle fué para juntados, Y sin querer á nadie ser molesto ,
Y con aquella cólera y enojo Orden de que se precian las mas veces
A Diego de Montoya dio garrote , Cristianos y católicos jueces,
Soldado principal, con pensamiento •Que no de todos vientos son movidos,
Que los demás vernian á medirse Antes como varones reportados
Con lo que su mayor les ordenaba. Reservan uno de los dos oidos
Mas desto que tomó para remedio Para con él oir los acusados ,
Nació mayor rancor y mayor odio, Porque de los descargos detenidos
Porque se conjuraron tres soldados, Sucede los absentes ser culpados;
Que fueron Juan Alonso de Sanlana, Y ansí podría ser que yo lo fuese
Pero Sánchez de Oviedo, y el tercero- Por faltar quien mi causa defendiese.
Manuel lluviales, con diseño »Está claro de ver por lo que digo,
De venir á la audiencia deste reino Y porque quien pidió la residencia
En coyuntura que lo gobernaba Consta ser hombre infame y enemigo,
El licenciado Francisco Briceño , Traidor en sus electos y aparencia;
Recién venido por su presidente, Sirvió, quien fué la parte , de testigo
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DE ANTIOQU1A.CANTO XIV. 539
Cargando con mis cargos su conciencia; Para que con el cargo que llevaba
Pero podría ser que tai engaño Allí haga con ellos asistencia,
Se fuese declarando con su daño. Y trabaje traer al regio yugo
»Aunque deseo yo, si ser pudiese, Indómita cerviz de aquella gente.
No venir en aqueste rompimiento, Y el capitán Francisco Maldonado
Como vuestra merced servido fuese Ansimismo pasó por orden suyo
Que diésemos los dos algún asiento, El gran rio de Cauca con soldados
De donde con honor se le siguiese A ver las poblaciones que tenían
Gran interese y aprovechamiento, Indios nutaves en aquella parte ;
Cuya satisfacción hará sumarios Y el gobernador con sus dos cuñados
Y de poco momento los salarios. Y trece compañeros y los negros
«Porque estos son por tiempo limitado-, De su servicio, que serian quince,
Y en mi gobernación tiempo tan luengo De cuya valentía confiaba,
Cuanto por vos me fuere señalado Si por los indios guerra se moviese ,
Seréis igual en el poder que tengo, En el ya dicho valle hizo pausa,
Y en daros suerte de lo mas granada Donde para valerse y ampararse
Y de mas tomo desde luego vengo, Mandó hacer un fuerte , mas no tanto
Sin fallar punto de lo que prometo, Que lo pudiese ser contra la furia
Como conoceréis por el efelo. Movida contra é l , ya concluidas
«Debajo pues de dar lo que propuse Las obras, en mal punto fabricadas,
En las significadas condiciones. Pues fueron tan baldías diligencias
Os quiero suplicar que no se use Cuanto su temeraria confianza ,
Conmigo del poder ni comisiones, Como se tractará mas largamente
Porque razones hay con que se escuse En otro canto, que será remate
El no llegar á las ejecuciones, De su discurso del y de su vida.
Y aunque la diligencia no se haga,
No por eso será menor la paga.
»Por medios honorosos y cristianos
Pido que esta merced se me conceda; CANTO DÉCIMO CUARTO.
Y si acaso se temen dichos vanos
De los que menearon esta rueda, Donde SÍ cuenta cómo viendo los indios la gente española dividida en
lies pirtes, determinaron de dar en ellos en un mismo dia en los lu-
A todos ellos yo los haré llanos, gares adonde estaban, sin se poder valer los unos á los otros ¡>or ser
Amigables y blandos como seda ,
-
mucha la distancia.
Pues como yo les hable, me profiera
De iraellos á todo lo que quiero. Quien se guia por solos sus antojos.
»Porque conocen de mi diligencia , Sin la moderación que se requiere
Si los negocios andan enconados . Tener en los negocios importantes
Que pareciendo yo por mi presencia De guerra, mayormente do no siempre
Han de quedar deshechos los nublados ,. Responden al deseo los efectos,
Y los señores de real audiencia A trabajoso fin se va llegando,
Sabrán los que son libres ó culpados; Como nuestro Valdivia, que sin copia
Y aun ellos holgarán en gran manera De gente que sufriese dividirse
De que vos deshagáis esta quimera. En partes tai: remolas como dije,
«Porque dellosel principal intento Repartió los soldados que tenia,
Es de que los litigios se cercenen , Pensando subyeclar en breve tiempo
Y ansí reciben gran contentamiento Lo que con mas reporte se pudiera
Cuando los litigantes se convienen ; Hacer, midiéndose con su posible,
Puede vuestra merced ser instrumento Allanando la tierra todos juntos
Desta conformidad con los que vienen Sin derramarse por diversas partes;
Con malas intenciones y conmigo, Mas con aquel orgullo presuroso
Que cumpliré sin falta lo que digo.» De que naturaleza lo compuso,
Dijo, y Antonio Gómez no teniendo Salió del término que convenía
Dañada voluntad contra ninguno, A su salud y vida, pues que puso
Estuvo bien en lo que le decia, En evidentes riesgos su persona
Y ansí sucintamente le responde : Quedándose con pocos, y aun algunos
«Señor gobernador, por mandamiento- No poco descontentos conociendo
Vengo de la real chancilleria ; Que los cuñados suyos pretendían
Si para no pedir el cumplimiento
La parte demandante se desvía , Gozar de los trabajos y sudores
No se me puede dar mayor contenta Ajenos, sin haber metido prenda
Que diíinillo por uquesa via; Para ser antepuestos en la tierra
Con ellos el negocio se concluya , A los que los habían padecido :
Porque mi voluntad será la suya.» De cuya causa seis de aquellos trece
Conocidas las sanas intenciones Que con él en el valle se quedaron,
Del noble portugués por el Valdivia, Le hurtaron el cuerpo con sus armas,
Vióse con los contrarios ansimismo, Y como diestros hombres en la tierra
Y tuvo tanta fuerza y eficacia Salieron á la villa de Antioquia,
En lo que les tracto secretamente, Dejándolo con solamente siete
Que quedaron conformes y rendidos Y aquellos etíopes que tenia.
A su dispusicion como solían , Y ansí los indios, siendo convidados
Y aun con mayor respecto y obediencia. De coyuntura que les prometía
Compuestas las borrascas que movían Infalible victoria, despacharon
Los vientos enemigos, cumplió luego A las otras provincias mensajeros
Con el Antonio Gómez su promesa Para que los caciques estuviesen
Dándole bastantísimos poderes i A punto cierto dia, y á tal hora
De general teniente, con los cuales Acometiesen á los españoles
Y algunos compañeros proveídos Que cada cual tenia mas á mano,
De buenas municiones, el Valdivia Porque los que caían á la suya
Mandó que se partiese brevemente Con el gobernador en aquel valle ,
Al pueblo que dejaba cimentado En aquel tiempo que les señalaban
En aquel sitio de las Pesquerías Ansimismo serian asaltados.
Donde dejó los otros españoles, Concertados los indios desta suerte,
Ü40 JUAN DE CASTELLANOS.
Cuando del mes de octubre se contaban La cual con increíble lijereza
Diez dias , año de setenta y cuatro, Del suelo levantó , y enarbolada,
flabian al Francisco Maldonado El violento golpe descendiendo
Dádose ya de paz aquellos pueblos De los nervosos brazos sacudido,
Nutaves , que tenían sus viviendas Rompió los cascos hasta las encías
En la contraria banda de aquel rio , Al capitán Francisco Maldonado;
Donde pasó con treinta y seis soldados ,. Descargó luego con la misma hacha
Y allí los regalaban y servían Sobre Juan de Cotura , valenciano,
Proveyéndoles de mantenimientos Y del tercero golpe dio remate
A ellos y al servicio que llevaban ; De Chaves, valentísimo guerrero.
Mas llegada la hora del concierto, Los miserables caen despedidos
En el dia que habían señalado, Del aliento vital, y Sancho Velez,
Vinierou treinta y seis tan solamente, Insigne montañés por sus hazañas,
Para cada español un indio solo, Allí las remató con fin acerbo,
Todos ellos sin armas, y cargados Con otros cinco válidos soldados
Cada cual con un gran hace de guamas.. De cuyos nombres no se me dio copia ,
Fructa gustosa, dulce, delicada, Mas sé que la tuvieron de heridas
Y á corporal salud nada nociva, Que penetraban hasta las entrañas;
Antes á quien del hígado se siente Pero los otros, aunque mal heridos
Enfermo, cierto se la restituye, De los primeros golpes de antuviada ,
Según he visto yo por esperiencia : Volvieron sobre sí, y á las espadas
Será su longitud mas de tres palmos, Echaron mano con terrible furia,
Y el grueso de tres dedos largamente,. Y aprietan á los bárbaros de suerte
O mas ó menos, blanda la corteza, Que muchos dellos en aquel conflicto
Rolliza y arrugada por defuera, Tuvieron á los muertos compañía ,
Y esta rompida, dentro se contienen Y los demás á paso presuroso
Jugosos globos que se continúan Se fueron retrayendo con intento
Al modo de unas cuentas ensartadas De volver con mas indios y pertrechos;
Juntas y despegadas unas de otras Pero los españoles conociendo
Que hinchen la longura de la guama ,. Que de sus pies lijeros dependía
Y es la blancura destas pelotillas El escapar de tanto detrimento ,
A copillos de nieve semejante,. Tomaron por remedio la huida
Una pepita dentro cada una, Y por lugar sagrado la montaña,
Tierna, piramidal en la hechura ; Por donde caminaron á gran priesa
Pero lo que se come desla fructa La vuelta de la villa de Anlioquia
Es aquel blanco que algodón semeja,. Juzgando ser camino mas seguro
Que dentro de la boca se deshace, Que ir á se juntar con el Valdivia.
No sin suavidad del que lo gusta ; El cual en esta misma coyuntura
También hay otras diferentes guamas Estaba rodeado de la muerte,
Que son á la manera de algarrobas , Porque Cuerquia y Oceta y Ucharte,
No mas en el tamaño, y aplanadas , Ubaná y Quimé, caciques bravos,
Que tienen los efectos de las otras ; Con quinientos tortísimos guerreros
Pero las que traían estos indios Aquella noche antes se metieron
Eran de las mas luengas y rollizas, Dentro de la quebrada montuosa
En cada hace deltas encubierto Que distaba del fuerte breve trecho,
Afilado machete vizcaíno, Y cuando ya febeos resplandores
Y ciertos trozos de madera dura Doraban las alturas y los valles,
Mas ponderosa que de pardo plomo, Enviaron al fuerte ciertos indios
De la corteza limpios y muy blancos, Cargados de regalos > cuyos gustos
Que se juzgaban ser palos de balsa Habian de ser tragos de amargura ;
Lijerísima no menos que corcha, Pues fueron enviados por cubierta
Y cuyas aparencias encubrían De sus intentos duros y malicia,
La gran dureza y el mortal engaño. Y para descuidallos del asalto
Acuden pues ios nuestros al regalo,. Y golpe que cercano les venia.
Cebados en aquella golosina Fingieron pues los bárbaros cansancio ,
Do venia la muerte disfrazada Diciendo que venían de mas lejos ,
No menos que con ropas de dulzura ; Y que los enviaban los caciques
Y al tiempo que llegó cada cual delJos A ver si les faltaban alimentos
A tomar la porción que le cabia , Para les proveer lo necesario,
Con la siniestra dieron el presente, De que Valdivia recibió contento,
Y con la diestra sacan los podones, Y aquella compañía desdichada,
Con tanta prontitud en dar el golpe No conociendo bien ser el postremo
Quel pensamiento y él fueron á una, Que en esta vida frágil y caduca
Ensangrentando cada cual los filos. Habian de tener por su mudanza;
En los incautos que con regocijo Pues cuando repartían los presentes,
Ihan á recebir su desventura. Embajadores mudos de sus males,
Que comenzó confierascuchilladas Salió la tempestad fiera y horrible
Y palos que los cascos desmenuzan : Con mas impetuoso movimiento
Cortan rostros , cabezas y pescuezos, Que viento proceloso que remueve
Derríbanse narices y quijadas La ponderosa tierra, y arrancando
Que caían con dientes y con muelas , Va los frondosos árbores su fuerza ,
Crece la confusión y eí alboroto, Pues no menos lo fué la palizada
Anda la luchafieray orgullosa, Hecha para valerse dentro dolía,
Abrázanse heridos con los sanos , Porque turbados todos del asalto
Y algunos se aprovechan de las dagas, Repentino, sin del haber sospecha ,
Vengando sus injurias en algunos Apenas ocurrieron á las armas
De los astutos bárbaros y fieros; Cuando ya la tenían ocupada»
Mas como los vestidos no tenían Aportillada, rota y abatida.
En los desnudos donde hacer presa., Y para resistir aquella furia
Lijerame-te se les deslizaban,, Pedro Valero y un León salieron
Y andando fervorosa la pendencia Como valientes hombres al encuentro;
Un terrible gandul vio cierta hacha, Pero barriólos luego la creciente
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE ttt, HIST. DÉ AKTIOQUIA, CANTO XIV. 541
Según que suele la de raudo rio Que suelen estas gentes apocadas,
Opuesta presa de reparo débil, La intérprete con él, que también teme
Pues al Valero ponderoso golpe Ser á pena de muerte condenada,
Le derramó los sesos, exhalando Haciéndole preguntas odiosas
Luego la dulce vida por la boca , Para mayor dolor encaminadas :
Y el Diego de León cayó pasados Al fin Valdivia, por no quedar corto
Los pechos de dos jáculos agudcs ,
Con rabia de la muerte remordiendo En un trance de tanta desventura,
Lo circunstante del sangriento suelo. Quiso tentar el vado peligroso
Acudieron los negros y españoles Tomando por bordón estas razones :
Que quedan , animándolos Valdivia « En vuestra potestad estoy captivo,
Desde lo alto de una barbacoa, Y de vivir no tengo confianza;
Adonde se halló cuando vinieron , Pero si proseguís vuestro motivo,
Y una india ladina que tenia , Declaro loque mi razón alcanza,
Intérprete cabal de aquella lengua ; Y es que no moriréis si quedo vivo,
Y ansí salieron lodos al encuentro Y si muero veréis cruel venganza ,
Con el brio y valor que cualquier bueno Pues del-menor hasta el mayor caudillo
En tal tribulación mostrar debia, Habéis de pasar todos á cuchillo.
Pero la duración de sus ardores » Pensad con atención en lo que digo,
Fué como llama blanda que procede Y sin duda creed que si yo muero
De las estopas secas y esparcidas Habéis de ver un ejemplar castigo,
Que consumidas son en un instante Tan grande que ninguno mas severo;
Y apenas dejan rastro de ceniza : Y vale mas ganarme por amigo,
Ansí fueron de vida descompuestos , Que lo seré leal y verdadero
En el impetuoso torbellino, Si me hacéis -mercedes de la vida,
Entrellos cierto fraile carmelita, Obra que será bien agradecida.
Dicho fray Bernabé, capellán suyo ; «Permitid que me vaya libremente
Juan Rodríguez de Atienza, solamente, Sin pretensión de dar fin á mis dias ,
Sobrino de aquel clérigo que dije Porque luego, con paso diligente,
Decirse Joan Ruiz de Atienza antes, Me partiré para las Pesquerías,
Y Gaspar Negro, de nación jilofo, Y desla tierra sacaré mi gente,
Duraban en el áspero conflicto Sin que revuelvan otras compañías
Con hazañas que son merecedoras A daros inquietud ni mover guerra,
De celebrarse con eterna pluma , Mas siempre será libre vuestra tierra.
Pues dos veces rompieron los salvajes » Niegúeme su fulgente luz Apolo
Haciéndoles á todos perder tierra, Si yo volviere mas á la porfía;
Dejándola de sangre proveída Antes se cumplirá sin haber dolo,
Y de bá*rbaros cuerpos ocupada, Olor ni semejanza de falsía :
Del estrago que cada cual hacia; Haceldo, pues matar un hombre solo
Y por mas animar al etiope Antes es poquedad que valentía,
El fuerte Juan Rodríguez le decía : Y dejándome ir haréis mi hecho
« Ea, Gaspar, no cesen tus tajantes De virtud y de honor y gran provecho. »
Golpes contra la bárbara canalla, La lengua declaró lo que decía,
Porque si perseveras, son bastantes Y los caciques todos estuvieron
A vencer otra mas dura batalla : Atentos y algún tanto reportados,
Ayudaréte yo con semejantes Los unos con los otros praticando ,
En tanto que la muerte no me halla; Tomando pareceres y los votos
Pero ya que la temporal nos llama, Cerca de lo que mas les convenia ;
Haremos con que viva nuestra fama. » Y un indio principal dicho Careara
-El Negro le responde : «De la vida ( Y don Martin después de baptizado)
Ya que, señor, me siento ser ajeno, A lodos les habló desla manera :
Vuestro valor escelso me convida «Amigos y parientes , de mi voto
A mi venganza y la de tanto bueno, No lo haréis remolo de la vida ,
Hasta que por entero se despida Porque será perdida diligencia
Humana fuerza de Gaspar Moreno : Y acrecentar pendencia con cristianos :
Lo peor es que nadie nos espera, Lavemos nuestras manos deste hecho;
Porque pelean lodos desde fuera.» Satisfaced al pecho que se mide
Y es ansí que se fueron retrayendo, Haciendo lo que pide brevemente,
Huyendo las cercanas cuchilladas, Pues tiene rey polenle que lo envía
Y según á los toros que se lidian A nuestra serranía, y es mandado,
En coso, los están garrocheando Y siendo su criado, y él tan fuerte,
Con multitud de dardos y de flechas Ha de vengar su muerte, porque tiene
Que llovían sobrellos á nubadas, Gran multitud que viene cada día.-

Hasta tanto que los atletas fuertes, Y al fin es cobardía detestable


Desangradas y rolas las entrañas, Matar al miserable ya rendido.
Fueron rendidos del eterno sueño. Aquí no soy movido con engaños.
Valdivia solo resta, que herido Mas por evitar daños venideros ,
Estaba de unflechazopor la boca Fines y paraderos lamentables,
Al cual ovieron á las manos vivo : Que son inevitables si este muere.
Vivo tomaron al desventurado, Si su palabra fuere vil y corta ,
Con la moza ladina que tenia. Un hombre mas no importa ya que vuelva
¡ Oh cuántos desconsuelos y aflicciones. Con otra mayor selva peregrina,
Cuántas angustias y penalidades Pues una golondrina nunca hizo
Rodeaban al triste que se vía Verano, ni un granizo ocupó plaza,
Cercado destos lobos carniceros , Ni destruyó la haza ni simiente.
Ajenos de piadosa compostura! Sollallo de presente poco cuesta
¡Qué de conceptos varios y discursos Usando con él desta hidalguía.»
Mueven la voluntad , para que diga Dijo Careara, no sin gran deseo
Alguna cosa la turbada lengua De lo librar de la mortal angustia;
Con que á misericordia los moviese! Mas un Quimé, cacique furioso ,
Asentáronlo pues en una piedra De mala digestión, protervo, duro.
Con aquellos escarnios y ludibrios Con iracundo rostro le responde :
«Gentil predicador nos es venido
,542 JUAN DE CASTELLANOS.
A defender partido de an tirano, Que sin le dar segundo quedó muerto
Cuya sangrienta mano hizo menos Y la celada dentro de los sesos.
¡numerables buenos en la tierra, Acudieron las guardas al ruido ,
Y viendo su caudillo derribado ,
Quedando de la guerra sin ayuda Menean las espadas cortadoras.
Tanta mujer viuda, y sus hijuelos Las cóncavas rodelas embrazadas.
Sin padres, sin abuelos, sin amparo Y aunque el del azadón á tajo fondo
De negocio tan claro sois testigos , Quiso desarraigar las otras plantas,
Los acerados lilos y las puntas
Pues de los enemigos los mas pocos.» Con tal solicitud fueron guiadas , I
Aquesto dicho levantó la maza, Que en breve tiempo por el aposento
Bajándola con golpe tan honible Quedaron muertos todos veinte y cuatro,
Que le desmenuzó cascos y sesos : Y á gran priesa salieron de la casa
Cayó lanzando sangre por la boca , Contra los demás indios que de fuera
Y el ánima salió de aquella cárcel Andaban con los otros españoles
Mortal adonde estaba detenida. Midiendo con el hierro las macanas;
Ansimismo lá india que servia Pero prevalecieron los aceros
De lengua padeció la misma muerte Y maña de la gente baptizada ,
Por mano de Ubaná, y aquesto hecho, De suerte que los bárbaros huyeron
Corlóles las cabezas, y á los oíros Con menoscabo de los mas gallardos.
Cristianos que murieron peleando, Los nuestros sanos y victoriosos
Y púsolas en medio del camino No quieren esperar otra borrasca,
Por donde , si los de las Pesquerías Y ansí determinaron de partirse
Oviesen escapado del conflicto Para se congregar con el Valdivia ,
En que se vieron este mismo día , No sabiendo su muerte desastrada.
Habían de pasar forzosamente Por todos ellos eran veinte y uno,
Para poder juntarse con Valdivia, Cuyos heroicos hechos yo no puedo
Y vistas las cabezas no parasen Particularizar, aunque merecen
Con miedo de pasar por otro tanto Ser los de cada cual eternizados.
Y se saliesen fuera de la tierra. Destos fueron delante tres soldados
Verdad sea quel Ubaná quisiera • Para que descubriesen con aviso
Hacer un emboscada, mas los oti os Los pasos peligrosos y quebradas :
Caciques no quisieron acudille , Hombres no menos sueltos que valientes
Diciendo que los indios tahamíes
Al gobernador solo les mandaban Y de quien justamente se podia
Quitar la vida, como lo hicieron ; Hacer tan importante confianza;
Y ansí se retrajeron de aquel sitio El uno dellos era Juan Melendez,
Y se volvieron todos á sus casas, Que de presente tiene por posada
En tanto que sabían el suceso En este pueblo donde yo resido
De los que estaban en las Pesquerías ; La del noble vecino Juan de Vareas,
A los cuales vinieron aquel dia Que es escribano hoy deste cabildo
Gran número de bárbaros valientes Y entonces por allí participante
Con algunas comidas y regalos, De riesgos y trabajos insufribles;
Pero los españoles como diestros El otro Baltasar Muñoz, que vive
Reconocieron ser estratagema , En un pueblo de los de Venezuela ,
Y que las intenciones que traían Y Mateo Fernandez, color loro ,
Eran de descuidallos con aquello Pero su gran virtud y valentía
Y en viendo coyuntura dar de mala ; Cubrían, si lo es, aquesta falla :
Y ansí prendieron veinte y cuatro del los, Hijo de india es y de etiope,
Conocidos por hombres principales, Y natural desta ciudad de Tunja.
Metiéndolos en una casa fuerte, Llevaban estos tres en su defensa
Con guardas que pusieron á la puerta. Tres perros señalados en braveza,
Y en la cámara donde les metieron Turquillo, Amigo, y otro Menalao,
Había un azadón, sin otra cosa Que para se valer en la jornada
De que pudiesen estos echar mano, Les fueron á su tiempo provechosos.
Y un indio de los presos recogiólo Yendo pues caminando con recato
Entrél y la pared disimulado, A su salud y vida necesario,
Que no podía verse porque todos Dieron en las cabezas délos muertos
Estaban allí juntos y apiñados : Y en aquel espectáculo cruento,
Estando desta suerte detenidos , Adonde repararon con estasis
Guardándole la puerta seis soldados En pálido color los rostros vueltos,
Entró el Antonio Gómez con sus ai nías, Desamparándolos el humor noble
Una celada puesta, y en la mano Por ir á socorrer en tal espanto
La vara de justicia si prestara ; La parte principal enflaquecida :
Y hallándolos todos asentados, Porque su dolor fué tan escesivo ,
Paseándose por delante dellos , Conociendo los míseros pacientes.
No con aquel aviso que debiera Que perecieran en aquel angustia
Tener con gente tan determinada , Si no se desaguara por los ojos
Con habeüe rogado que no entrara Alguna parle de su sentimiento,
Los seis soldados que hacían guarda, Donde hasta los perros lo hicieron
Por atemorízanos con palabras De natural instinto convocados.
Les dijo: < ¿Qué maldades son aquestas? Y habiendo coligido por las muestras
Decid, traidores, perros, refalsados, Toda la rigurosa desventura,
¿Venís de paz, y las macanas prestas Perplejos no sabían qué hacerse,
Pensando de tomarnos descuidados? O revolver atrás á dar la nueva ,
Pues veinte y cuatro horcas tengo puestas O proceder á pueblo de cristianos,
Donde moriréis lodos ahorcados, Pues en cualquiera de los dos caminos
Porque sin jamás daros ocasiones j Se corría gran riesgo de la vida ;
Usáis destos ensayes y traiciones. » Al fin, destos estremos eligieron
Aun un bien acabó de decir esto, Pasar á Sanlalé por mas seguro,
Cuando el del azadón asió del cabo ,
Y con aquel ardor que tigre suele Y en la prosecución de su viaje,
Abalanzándose Iras el venado , Sembrado de cien mil inconvinientes,
Saltó con él, ¿' diólc tan gran golpe Demás de les faltar mantenimiento
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE « I , HIST. DE ANTIOQUIA, CANTO XIV.
Para se remediar y cobrar fuerzas, Del que va solo que de muchos juntos ,
Que ya la hambre se las consumía, Donde quien cae halla sublevante,
De los Ires perros uno degollaron Y al solo faltará quien lo levante.
Que por nombre tenia Menalao, »Para que esto tengáis por acertado,
Y bien ó mal asado fué socorro Buen paradigma es el mal présenle,
Para poder llegar en salvamento Que nos declara ser desamparado
ASantafé, donde también habían Valdivia de gran parte de su gente,
Entrado los heridos que escaparon Quedándose con él en el cercado
De do murió Francisco Maldonado, Estos seis españoles solamente ,
Que según los trabajos padecidos, Pues á ser mas, quien estos hizo pie*as
Terribles y profundas cuchilladas, Aquí pusiera las demás cabezas.
Poder llegar se tuvo por milagro ; »Y aun estos juntos, con tener aviso
Y alguno dellos. que es Suero Rodrigue/-, No pasaran por tan adversos hados ;
Hoy morador del pueblo do yo vivo, Mas cada cual debió de estar diviso
Con seis peligrosísimos flechazos, Siendo con falsa paz asegurados,
E uno dellos fué penosa rienda Según aquella gente que nos quiso
Por el miembro viril atravesada. Burlar, aunque quedaron mas burlados;
Pero llegados á la noble villa, Mas á no conocelles el amago
De los vecinos y los mercaderes Pasáramos por este mismo trago.
Caritativamente recebidos »De manera que ya por este año.
Y con gran diligencia remediados ; Mediante Dios y aviaos que preceden,
Y desde que llegaron los primeros Seguros estaremos del engaño
Hizo Gaspar de Rodas gran instancia Y de que con regalos nos enreden ;
En que se proveyese de socorro Y si salieren á hacernos daño,
Al Andrés de Valdivia, no sabiendo Las armas de Dios son las que mas pueden :
Hasta llegar los tres su mal remate, Vamonos retrayendo y apartando ,
Y el Antonio Machado de quien dije Y á Dios rogando y con el mazo dando.
Salirse con licencia del Valdivia, «Digo que junios con las oraciones
En Santafé nombrado por alcalde, Estén siempre mechones encendidos.
Primero que llegase Juan Melendez Prestos y bien cargados los cañones,
Habia ya salido con cuarenta . Los demás instrumentos prevenidos :
Soldados viejos bien apercebidos, Que para resistir sus escuadrones
Los cuales, aunque no fueron á tiempo No somos torpes, mancos ni tullidos.
Para podelle dar este presidio, Haciendo cada cual lo que en sí fuere
Aprovecharon á los que venían Y Dios aquello que por bien tuviere.
De do mataron al Antonio Gómez; »El camino mejor y mas abierto
Que como prosiguiesen su camino Es este para trance semejante,
Tras Melendez, Muñoz, Mateo Fernandez, En cuya confusión tengo por cierto
Dieron en las cabezas ansimismo Que Melendez coló mas adelante,
De su gobernador y de los otros O sea con temores de ser muerto,
Que de su hado fueron herederos, O por le parecer ser importante
Las cuales conocidas, no se pueden Primero dar avisos á la villa
Encarecer sus grandes turbaciones. Que volvellos á dar á su cuadrilla.
E l tierno sentimiento que hicieron, »Y si van con aqueste presupuesto,
Las muchas lágrimas que derramaron Como por conyecturas adevino,
Ansí los españoles como indios Algún socorro tobaremos presto
E indias que llevaban de servicio, Y aun por ventura viene ya camino;
No solamente ya por sus amigos, De dos estreñios, lo mejor es esto,
Pero también por ellos, por hallarse Y lo contrario torpe desatino :
Cercanos á la misma desventura, Estemos juntos á cualquier asalto ,
Y porque sospechaban quel Melendpz Y en aqueste lugar hagamos alto.
Con los dos que iban en su compañía «No para reposar en coyuntura
Estaban de la vida descompuestos, Cuyos trabajos son inevitables ,
Pues no volvieron á les dar aviso Sino para que demos sepultura
Ni salian á se juntar con ellos ; A las cabezas destos miserables ,
Y ansí cada cual destos pretendía Ya que nos ha traído la ventura
Acogerse huyendo del peligro A ver estos sucesos lamentables ;
Por donde su ventura lo guiase, Pues seria gran falla de clemencia
Juzgando que si fuesen divididos Irnos sin hacer esta diligencia.»
Podrían huir mas seguramente , Aquesto dijo Juan Rmz de Alieuza,
Pero los mas enteros en consejo Y á todos pareció consejo sano;
Tuvieron parecer diferenciado, Lo cual se puso luego por la obra ,
Porque venia Juan Ruiz de Atienta Y allí hicieron noche; pero cuando
Y Rartolomé Jorge, sacerdotes, Su curso demediaba caminaron
Leonel de Ovalle, Pinto Vellorino, La vuelta de la villa de Antioquía ,
De los cuales Alienza mas atento Las armas alistadas y esperando
Por animar á todos los restantes El acometimiento de los indios.
Que en número serian diez y ocho, Mas no les sucedió cosa notable
Les dijo las palabras que se siguen : Por apartarse de las ocasiones,
«Caballeros, los fuertes corazones Y al cabo de dos dias de jornada
No desmayan en las perdidas lides; Encontraron con Antonio Machado
Antes, de repentinas ocasioi es Y los demás amigos, cuya vista
Sacan para salvarse mil ardides: Disminuyó la pena y el cansancio,
Quel buen agricultor planta mugrones Y convirtió congojas y trabajos
Adonde hace mella muertas vides, En ratos mas quietos y agradables ,
Y no por ver la falta de aquel suelo Contando los pasados sinsabores,
Desampara la viña ni majuelo. Hasta que ya llegaron á la villa
«Ninguno piense pues tener mas vida Donde los que venian mal parados
De la que tienen hoy estos defunctos, Hallaron todo buen acogimiento.
Si para ser la gente dividida Ansí que,.por entonces se quedaron
Juzga ser acertados sus barruntos , Los indios victoriosos, y las tierras
Siendo mas sin remedio la caída Que» fueron del gobierno de Valdivia
Sí* JUAN DE CASTELLANOS
Desamparadas de los españoles, Desarraigándolos de sus provincias
Hasta tanto que por Gaspar de Rodas, COTÍ muertes afrentosas y otros daños,
De quien agora resta que tractemos, Los de nación catía conociendo
De sí no ser de menos valentía
Fueron pacificadas con castigo, Ni menores ardides en la guerra.
Según declararemos adelante Por no perder aquellas ocasiones
Ayudándome de las relaciones Negaron vasallaje y obediencia ,
Y cartas de Hierónimo de Torres , De suerte que ningunos acudían
Que es ocular testigo, y hoy vecino A los acostumbrados ministerios.
De la nombrada villa de Anlioquía, Los nuestros, que tractahan del remedió,
Antiguo peregrino deslas partes, Considerando cuánto convenia
Y cuyo marte fué contra tiranos En esta turbación tener caudillo
En muchas ocasiones señalado Autorizado por real consejo
Después quel licenciado de la Gasea Que los asegurase y reduciese
Plantó pendón real contra Pizarro, A la paz, quietud y servidumbre,
Y de quien tengo cierta confianza Y castigase los atrevimientoF,
Que todo lo que dice va tejido Desacatos y muertes de cristianos,
Con bilos de verdad irrefragables. Despacharon á la real audiencia .
El cual demás del crédito que tiene Del Nuevo Reino, donde presidia
De bien compuesto, con ingenio claro, El licenciado Francisco Rriceño,
Según que sus papeles manifiestan , Con otros dos oidores, uno dellos
Esta relación hizo por mi ruego (1) Antonio de Cetina, licenciado.
Pidiéndoselo yo con gran instancia ; El otro Auncibay, y fiscal della
Del cual á tiempo, si me lo concede El licenciado Alonso de la Torre ;
La fatal parca, tractaremos largo, Mas entre tanto que esto les venia,
Pues este no lo.es por ir asido Despachó la justicia y regimiento
A las proezas de Gaspar de Rodas, Con toda brevedad á Juan Melendez
Que piden ser cantadas con elogio De Valdés con alguna gente diestra
Que no sufre paréntesis prolijo; En seguimiento de los alterados ,
Y ansí, pues rematamos el discurso El cual con su valor y buena maña
Con términos incautos del Valdivia, Les hizo que mudasen pensamientos,
Primer gobernador deslas provincias, Asegurándolos de tal manera
Conviene que melemos del segundo Que dejaron las armas, y quietos
Que con moderación y con templanza Volvieron al antiguo vasallaje.
Abolió la soberbia destas gentes, Mas en esta sazón y coyuntura
Reduciéndolas al real dominio. Un alboroto sucedió notable,
Que por haber testigos hoy presentes
Que vocalmente me lo representan ,
Al menos Juan de Vargas, escribano,
ELOGIO Que entonces se halló con otros muchos.
En ir á deshacer aquel engaño,
de Gaspar de Rodas, segundo gobernador de las provin- Persona de quien puedo confiarme,
cias de Anlioquía, cuyo discurso comienza desde que Demás de cierta relación que tengo
fué promovido al cargo de capitán general de aquella Firmada de varón no menos grave,
Me pareció ponello por escripto
tierra por los señores de la audiencia real deste Nue- Por decir algo de las invenciones,
vo Reino. Tramas y embustes quel diablo tiene
Para cazar las almas miserables
CANTO PRIMERO. Desta gentilidad prompta y atenta
A recebir cualquiera desvarío.
Una sierpe fingieron los poetas En el valle de Penco, comarcano
Con número crecido de cabezas, Y á la villa de Santafé subyecto,
De las cuales algunas estirpadas Cierto demonio, que por nombre Sobce
Con violencia de lujante golpe Era nombrado, se mostró patente
Otras le renacían con aumento : A todos cuantos vello deseaban.
Enigma por el cual se nos declara Vestido según indio de la tierra,
Que una desgracia muchas acarrea Todo de negro y el cabello largo ,
Si con fuego de viva diligencia Una manta revuelta sobrel hombro,
Algún hercúleo brazo no refrena Y era, según se vido claramente,
El origen y fuente de do nace Familiar de cierta pitonisa,
Aquel proOuvio, cuyas dependencias Encantadora vieja que tenia
Son mas irremediables muchas veces Una hijuela de hasta diez años.
Que sus principios y ocasión primera. Hermosa, según dicen , por estremo,
Deslo* inconvenientes perniciosos Y esta hija del sol decían que era
Se vian ya cercanos los vecinos La falsa hechicera y el demonio.
Y gente forastera de la villa, El cual cuando hablaba con los indios
Si por alguna via les faltara Encima se sentaba de la vieja,
Presta solicitud y providencia; A quien el Sobce le llamaba madre.
Porque como los bárbaros ñuta ves Estaban pues los bárbaros atentos
Oviesen triunfado de españoles A todas las palabras que hablaba,
Y dicen que le vian bien el rostro
(II Desde esta versa va enmendado el origina!, donde estuvo escrito Los indios infieles, mas los otros
lo siguiente :
Esta relación liiio por mandado
Que estaban baptizados no podían
(Pidiéndoselo yo con gran instancia) Velle la cara por ninguna vía ,
Del doctor Barrot, digno presidente Ni aun era menester que se la viesvn,
De la real audiencia, que re»ide Pues no podía ser sino tiznada ,
F.n la audad úe Quito por agora. O por mejor decir fiera y horrible.
Porque «u rectitud, valor y ciencia Hacíales ver cosas monstruosas
A mas altos honorcM lo convidan. Como buen jugador de pasa pasa ,
Del cual a tiempo, «i me lo concede, ete. Y tantas aparencias de milagros ,
Todo lo que va con lelra cursiva esta testado en el original, el cual
debió de r.iiii.-n lar al inuor mismo que cortil las hojas donde »e ira- Que les hizo creer ser el inmenso
lato U ür iite. Hacedor de alta y baja monarquía,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III ELOGIO DE RODAS, CANTO I. ¿ío
Y que las ceremonias que tenian A causa del delicto que ya dije
Antes que conociesen á cristianos Serle no sin indicios imputado
Eran buenas y tales, que con ellas Acerca de la muerte de Valdivia;
Habian de serville si querían El cual, por la destreza que tenia
Gozar de su favor en todo tiempo, En aquel idioma de los indios,
Porque las que tenian españoles Era de todos ellos estimado
En gran manera las aborrecía; Y en opinión de mozo que tractaba
Y ansí quería luego confundillos . Verdad en cuantas cosas les decía.
Con un diluvio donde pereciesen, Llegó la novedad á sus oídos
Sin dejar dellos ánima viviente, Por el alborotado movimiento
Porque quedasen ellos en sus tierras De gentes en el valle congregadas,
Libres de subyeccion tan miserable , Oyendo los inicuos adevinos
Lo cual haría dentro de seis días. Que denunciaban el horrendo caso ;
Por tanto que llamasen sus parientes , Y como se le diese larga cuenta
Ansí los que servían á cristianos, De lo que por los viejos se decía,
Ladinos que con ellos residían , Riéndose Baptista dijo luego :
Como los que vivían estramuros «Llámamelos acá, que quiero vellos ,
Y les reconocían vasallaje, Y cuando no quisieren buenamente
Si no querían ver el fin acerbo Vengan á su pesar por los cabellos ;
Que á solos españoles ordenaba. Hareles entender que Sobce miente
Señaló tres lugares donde lodos Y que ni mas ni menos mienten ellos,
Habian de juntarse, cumbres altas, Sembradores de sórdida simiente ,
Páramos solitarios y desiertos Según y como quien los ha movido ,
De grandes precipicios rodeados, Infame, sucio , vil y fementido. »
Por donde se colige que quería En efecto .pusiéronle delante
Mediante sus astucias despeñallos A los tres como tontos y asombrados ,
Antes de recebir el agua santa, Con meneos y gestos espantables ,
Puerta de los divinos sacramentos, Que parecían infernales bultos
Y de ser instruidos y enseñados Y que lanzaban fuego por los ojos;
En la verdad católica cristiana. Y el Baptista, después de encomendarse
Allí mandó llevar de todas suertes Al sumo Hacedor devotamente ,
Semillas y raices y otras cosas Una cruz en las manos, ansí dijo :
De que este barbarismo se mantiene , « Ministros de maldad, engañadores,
Porque pasadas las inundaciones Revestidos de espíritu malino,
Volviesen á hacer sus sementeras. ¿Por qué venís á ser predicadores
Y para publicar esta novela De tan desvariado desatino,
Salieron por mandado del demonio Ciegos embarbascados en errores
Tres hombres viejos, grandes hechiceros, Y ajenos del católico camino?
Los cuales fueron por la tierra toda En llegando la hora de esa ira
Aquestos desvarios predicando, Conoceréis al claro ser mentira.
Cuyas palabras fueron admitidas » E l que tenéis por dios es un tirano
No menos que si fueran pronunciadas Bajo, suez, de condición horrenda;
Con aquel celo del profeta Joñas, Y si quien lo crió no le da mano
En tal manera que de los ladinos Seguros estaréis que no os ofenda :
Que estaban en la villa de Aniioquia , El verdadero Dios y soberano
El año de setenta y seis, á doce Quiere que por aquí su fe se eslienda ,
Del mes de marzo, no se halló indio Y á los que lo creemos y adoramos
Ni india que del pueblo no huyese Nos ha de conservar adonde estamos.
A las alturas yermas donde Sobce » Y las cautelas frivolas y engaños
Les hahia mandado que subiesen;' Que en vuestros corazones Sobce planta,
Lo cual visto por nuestros españoles, , No serán parle por eternos años
La mañana que los echaron menos , Para desarraigar la gente santa:
Desta gran novedad inadvertidos Vernán sobre vosotros esos daños
Y con sospecha de levantamiento, Si no eréis lo. que nuestra fe canta;
Siguieron el alcance por el rastro Pero si lo creyerdes con baptismo,
Hasta tanto que ya dieron en ellos, Escapareis del iníernal abismo. »
Gran cuantidad de lágrimas vertiendo, Estas y muchas otras cosas dijo ,
Los unos y los otros lamentando; Particularizándoles misterios
Y preguntándoles por qué büian Tocantes á la fe de los cristianos,
Y cuál era la causa de su lloro , Porque tenia buen entendimiento :
Les respondieron : «¡ Pobres de vosotros, Los indios defendiendo sus errores,
Cuan ayunos estáis del mal futuro Sobre los cuales hubo gran disputa
Y de la muerte que tenéis cercana, Que yo por abreviar no la refiero;
Pues antes de tres dias á lo largo Pero con tanta fuerza y enerjia
Ninguno de vosotros terna vida. Este mozo Baptista les hablaba,
En aguas inundantes ahogados!» Que de los tres los dos de menos años
Al fin les declararon el misterio Quedaron convencidos y creyeron,
üol horrible diluvio que esperaban, Y el mas viejo en edad y mas protervo
Contra los españoles destinado, Desesperábase viendo la vuelta
* Que celebraron ellos con gran risa; Que hizo dar á los coadyutores.
Y aunque por muchas vias procuraban Haciendo varios gestos "y visajes,
Ponellos en razón y desengaño, Y estaba ya tan ronco de dar voces,
Me dice Juan de Vargas que tenian Que no se percebian sus palabras,
Aquella vanidad tan arraigada Pero después en algo reportado
En sus entendimientos torpes , como Habló con el Baptista desta suerte :
Sí vieran los efectos ya presentes, «Pues dices que tu Dios es verdadero ,
Y ansí cuasi forzados los mas dellos En nombre suyo quiero que delante
Volvieron á la villa temerosos. Desta gente ignorante, vidriosa,
Llegaron pues los falsos hechiceros Hagas alguna cosa VA que crea
Aquestas invenciones pregonando Que milagrosa sea , pues yo tío
Al valle de Ibijico*, donde estaba En el nombre del mió, que desdeñas,
Juan Baptista Vaquero retraído, Mover las grandes peñas deste suelo,
33
546' JUAN DE CASTELLANOS.
Y dejen, dando vuelo, su cimiento Para la tempestad que nunca vino,
Bailando por el viento con zumbido ; Antes dia sereno, claro , puro
Y ansí será creido quien hiciere Y manifestador de su mentira,
Aquello que dijere : ya yo salgo; El viejo hechicero fué delante
Di tú que harás algo, Juan Baptista , De muchos destos indios, y al Baptista
Porque desta conquista claro quede Llamándolo primero con voz alta
Quién es el que mas puede destos dioses.» Le dijo las palabras que se siguen :
Juan Baptista le dijo : « Misa, perro, «Para te convencer en tu porfía,
La santa fe que tengo me declara Sobce te desafía, ven conmigo,
Cómo tentar á Dios es grave yerro; Y ternas con quien digo la disputa
Mas yo, haciendo tú cosa tan rara, En el peñol de Ñuta do te espera ;
Con esta fe podré mudar el cerro No temas la ladera por ser alta,
Alto que ves enfrente de tu cara, Que yo no haré falta en ayudarte
Pero delante mí, ten entendido Porque dé cada parte sus razones,
Que no podrás hacer lo prometido. » Y de-las opiniones diferentes
El indio hechicero, confiado Tomen aquestas gentes la mas cierta.»
De que su Sobce no haria falta Baptista respondió : « Viejo demente ,
En cualquiera señal que le pidiese , De condición que nada se mejora,
El cuerpo se lavó primeramente, Ya ves aqueste sol resplandeciente,
Y luego hizo sus ofrecimientos La claridad alegre del aurora :
De mantas y de oro y otras cosas , Baste para saber que Sobce miente
Y sahumó las ponderosas piedras Habérsele pasado ya la hora
Que quiso que volasen por el aire , Del gran diluvio, con que por sus manos
Dándoles de varazos, invocando Había de ahogar á los cristianos.
Con gritos y alaridos al demonio , » En eso que me dices cómo tiene
Con gran solicitud y diligencia Gana de disputar con Juan Baptista
Como si fueran mulos ó caballos ; Para que con razones me refrene
Mas ellas no por eso se movian Y él quede vencedor es la conquista,
Ni quisieron cumplir su mandamiento, Ninguna cosa menos me conviene
Reiterando por diversas veces; Que ver tan mala y espantable vista,
De que toda la bárbara caterva, Ni poner en disputa mi partido
Présenle para ver la maravilla , Con un bellaco falso, fementido.
Hacia burla del escarneciendo, » Pues ha mil siglos que por su pecado
Reconociendo ya su desvarío, El verdadero Dios que nos gobierna
No sin contento y alegría grande Triunfó del, quedando csndemnado
De ver que lo que dijo Juan Baptista A tormentos de damnación eterna,
Cerca de no movellas salió cierto. Y de los altos cielos desterrado
El cual con la victoria que pretende, A cárcel de luctífera caverna,
Por mas los agradar está diciendo : Y sé que ha de huir, como yo vaya,
«Da grandes voces, porque note entiende, Del peñol que tomó por atalaya.
Que debe reposar y estar durmiendo; » Mas para que conozcas que yo digo
Conoce las mentiras que te vende La verdad que no tienes entendida ,
Ese falso, traidor, sucio y horrendo; Escusarme no quiero de ir contigo ,
Mira cuál es y á quién haces regalo , Aunque dura tres leguas la subida;
Pues siempre huye deste santo palo, La santa cruz de Cristo va conmigo ,
» Por ser similitud de la cruz santa Donde mi Dios murió por darme vichi:
Vencedora del infernal alarde, Con ella volveré yo triunfante;
Bandera que do quiera que se planta Anda , maldito viejo, ve delante. »
No para con estremos de cobarde , Procuraron los indios deste valle
Y siempre que la ve della se espanta. Estorbar el camino peligroso
Dando la vuelta sin que mas aguarde, Debajo del amor que le tenian;
Porque la cvui le dio golpe terrible, Pero nunca pudieron detenello,
Y tal que sanar del es imposible. Y en efecto se fué tras el mal viejo,
» Y como perro que padeció llaga, Yendo de sus amigos principales
Que si la mano de quien fué herido Mas de trescientos en su seguimiento,
Hace meneos y otra vez amaga, Ansí para guardalle las.espaldas,
Vuelve huyendo de temor vencido, Como para mirar en qué paraba
Ansí viendo la cruz, aguda daga El singular certamen á que iban,
Con que fué lastimado y abatido, Al cual como salieron sobre tarde,
El mal aventurado por no vella Y era camino largo, salebroso,
A grande priesa va huyendo della. Aspérrima subida por estremo,
» Aquesta hace pues que se detenga , Llegaron á la cumbre con obscuro ,
De cristianos certísimo trofeo, Y el indio hizo sus invocaciones,
Y aunque le hagas oración mas luenga Visajes , gestos, saltos y bramuras ,
Con tu solicitud y devaneo, Por atemorizar á su contrario
Esta señal le hace que no venga O por tener demonio revestido;
A dar satisfacción á tu deseo : Pero Baptista con la cruz delante
Por tanto haz lo que estos dos han hecho. Los símbolos decia con voz alta,
Que tomaron camino mas derecho.» No sin erizamiento de cabellos;
Con estas y otras muchas mas razones Y en esto se pasó toda la noche
Procuraba Baptista converlillo, Sin ver cosa que diese pesadumbre,
Pero ninguna del las lo movia Salvo las voces y el horrendo gestb
De sus propósitos endurecidos, Del hechicero, y el haber estado
Antes como corrido y afrontado En pié toda la noche y al sereno.
Con pasos presurosos se fué solo Y cuando ya venia descubriendo
Por unas sierras alias murmurando; Apolo por las puertas del oriente
Y la caterva bárbara tractaba Sus dorados cabellos desviando
Al Baptista con grande reverencia, Las obscuras tinieblas con su lumbre ,
Teniendo por razones infalibles El Baptista llamó los compañeros
Lasque después y antes les decia. Que se quedaron algo mas abajo
Y estando.descuidados otro dia, Sin subir al pináculo mas alto,
Término señalado por el Sobce Y díjoles: « Carísimos amigos ,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III , ELOGIO DE RODAS, CANTO II. biT
Tened siempre memoria de lo visto, Y ansí le despacharon provisiones
Pues que todos vosotros sois testigos Para poblar y castigar caciques
Cómo para venir me halló listo, Culpados en la muerte de Valdivia
Sin traer contra tales enemigos Y de los españoles que debajo
Mas armas que la cruz de Jesucristo, De falsa paz habían sido muertos;
Las cuales receñidas , se dispuso
Porque con ella yo sé que se vence Al cumplimiento del real mandado,
Cualquier demonio que se desvergüence. Y á costa de sus bienes llamó gentes,
» Y pues los mas estáis catecizados Que por llevar caudillo tan insigue
En los preceptos del camino santo, No rehusaron ir á la jornada,
Si creyerdes y fuerdes baptizados Demás de los soldados que salieron
También haréis vosotros otro tasto: De la rota pasada mal parados.,
No os dejéis engañar destos malvados , Porque los mas volvieron deseosos
Ni os pongan sus cautelas en espanto; De recebir el premio que se debe
Huid de sus consejos y razones, A los honrosos hechos y trabajos.
Porque todas sorffalsas invenciones. Destos fué Pedro Pinto Vellorino ,
» Dejemos al mal viejo y obstinado Luis Céspedes de Vargas y su hermano,
Que huye-de creer verdades rasas, Que es Alonso de Vargas , naturales
El cual debe de estar precipitado De Fregenal, y Sancho de Quevedo,
En la prisión de las eternas brasas; Esteban de Ribera de Albuquerque ,
Y pues su Sobce huye y ha faltado, Juan de Alvarado Salazar , Fernando
Vamos á descansar á nuestras casas , De Ovango, esturiano , Pero Sánchez
Do si volviere con tan mal motivo, De Oviedo, natural de Estremadura,
Tenemos luego de quemallo vivo.» Manuel Ruviales, y con ellos
Con esto se bajaron victoriosos El Juan Ruiz de Alienza, saoeidote,
Y muy regocijados y contentos Juan Fernandez Eraso, de Navarra ,
Al valle do tenían sus albergues Y don Antonio Osorio y Pedro Arce ,
Y donde por consejo del Raptista Pablo Fernandez de Eras , y Molano
Se baptizó gran número de gente; Y el Alonso Martin Merchan , Mateo
Y los de Santafé prendieron luego Fernandez , el mulato, deste reino-,
La vieja pitonisa con la hija, Todos valerosísimos soldados,
Muchacha que dijimos ser hermosa, Que con los congregados nuevamente
La cual se baptizó, pero la vieja En número llegaron á setenta:
A destierro perpetuo condemnada. Con los cuales entró Gaspar de Rodas
Y ansí se deshicieron los nublados, Tan confiado de allanar la tierra,
Quedando los ladinos y chontales Como si le siguieran setecientos,
Con aviso de nunca dar oidos Y caminó con próvido concierto
Jamás á semejantes devaneos , Hasta llegar al sitio y al asiento
Y en aborrecimiento del demonio ; Del fuerte do mataron al Valdivia ,
De cuyas desvergüenzas bien pudiera Do son mas numerosas poblaciones.
Tractar aquí mil cosas sucedidas . Allí se refirmaron por el orden
En otras partes do visiblemente Que mas les convenía, convocando
Y en figura de indio se mostraba, De paz á los caciques comarcanos ,
Hasta serville de caballerizo Los cuales acudieron con preseas
Y después de cabrero hartos años De oro y otras cosas cou que suelen
A cierto capitán bien conocido, Granjear amistad con españoles :
Sin saber él quién era; pero cuando Que no fué »on buen pecho , según dicen,
Tractemos de las cosas deste reino, Sino con intención de descuídanos ,
Si Dios me diere vida para ello, Para les sacudir viendo la suya ;
Alargaréme mas, pues de presente Pero Gaspar de Rodas nunca quiso
Por volver á la guerra comenzada, Tomar oro ni cosa por entonces,
De donde nos salimos esperando Haciéndoles creer que su venida
Reales provisiones del audiencia Era por granjear sus amistades,
Y comisión para Gaspar de Rodas, Y no para tomalles sus haciendas.
No puedo detenerme, y ansí quiero Aquella tarde pues que se contaron
Volver á la conquista de nutaves, Ocho dias del mes que del dios Fébruo
Que se celebrará con canto nuevo. Heredó nombre por las lustraciones
Que la gentilidad acostumbraba,
CANTO SEGUNDO. Año de quince cientos y setenta
Y siete del divino Nacimiento,
Donde se cuenta cómo los señores de la real audiencia enviaron comi- Gaspar de Rodas convocó su gente ,
sión á Gaspar de liodas para castigar los indios rebeldes, y poblar en Y con cuanto secreto fué posible
las tierras donde fué muerto Andrés de Valdivia. A todos les habló desta manera :
« Señores , ya sabéis á lo que vengo ,
Cuando las cosas arduas se cometen Y veis que los que desta gente dura
A varones prudentes y sagaces Hemos de castigar, aquí los tengo,
Que no guian apoco mas ó menos Y que dejallos ir será locura;
Negocios-importantes cometidos Gocemos , sin tomar tiempo mas luengo,
A su dispusieion y bueu discurso, De tan acomodada coyuntura,
Responden los efectos y remates Prendiendo los caciques señalados
Las mas veces á lo que se desea Para proceder contra los culpados.
Por los que los escogen y señalan; »Y para defender nuestros partidos,
Lo cual considerando los oidores Si por ventura veis armas opuestas ,
De la real audiencia deste reino , Vos caballos estén apercebidos ,
Que fueron los que quedan declarados, Y tenga cada cual las suyas prestas ,
Hicieron elección y con acuerdo De tal manera , que los atrevidos
Mas lleno de razón que de favores, Lleven las puniciones á sus cuestas;
Que suelen defraudar merecimientos, Y luego sin guardalles mas respecto
Salió nombrado para tal empresa Quiero que lo pongamos en efecto. »
El diestro capitán Gaspar «le Rodas, Aun no bien acabó de decir esto ,
Atlante fuerte sobre cuyos hombros Cuando con la presteza que cumplía ,
El peso se sostuvo de aquel suelo. Disimuladamente se pusieron
548 ' JUAN DE CASTELLANOS.
A punto con sus armas y caballos, Y copia de vecinos naturales
Y el general llegó con los peones Que por aquel compás tenian casas,
Acia la parte de la turbamulta, Y cerca del asiento do fué muerto '
Y de los principales conocidos El Andrés de Valdivia fundó pueblo,
Veinte y cuatro pusieron en colleras. A quien ciudad de Cáceres dio nombre;
Alborotáronse los indios todos, Nombró treinta vecinos, hombres nobles,
Y comenzaron á desenvolverse; Entre los cuales repartió la tierra,
Pero Gaspar de Rodas con la lengua Cinco mil indios, pocos mas ó menos,
Con tales amenazas los asombra, En aquella comarca moradores;
Que pudo deshacer sus movimientos Y dello dio razón á los jueces
Diciéndoles : «No meneéis los brazos, De la real audiencia del suceso,
Porque si dais algunas ocasiones Yendo por mensajero don Antonio
A todos os haremos mil pedazos. Osorio de la Paz con los recados.
» Estos-solos ponemos en prisiones Mas como no pudiese dar contento
Porque Filipo magno , rey potente, A todos los soldados de un voleo,
Ansí lo manda por sus provisiones. Quedándose sin suerte muchos dellos,
»Cualquier rey ó señor le es obediente; Principalmente de los de Valdivia,
Y si queréis tener vida quieta, Con pena del agravio recebido
Habeisle de servir por consiguiente. Hurtáronse del pueblo tres ó cuatro ,
»Seguro vive quien se le subyeta; Y caminaron tras el don Antonio
Pero también castiga los escesos A procurar remedio por justicia:
De los que con él juegan falsa treta. Oyéronse sus causas y razones,
» Aqui venimos á hacer procesos Y los oidores alteraron luego
Contra los que debajo de paz blanda Aquel apuntamiento que enviaba ;
A su gobernador fueron aviesos. Lo cual sabido por Gaspar de Rodas,
»Mas en vuestros delictos también manda A defender las suyas por presencia
Que no castigue rigurosamente De su persona propria se dispuso ;
Aunque la maldad fué mas que nefanda. Y ansí, dando razones concluyentes ,
» Veremos quién ha sido delincuente; Se confirmó de nuevo lo que hizo,
Y hechas bien las averiguaciones, Siéndole favorable para ello
Conoceréis en mí padre clemente. El licenciado Juan Rodríguez Mora ,
» Porque yo no me muevo por pasiones, En aquella sazón recien venido
Antes me guia piadoso celo, Por oidor de la chancillería,
Como veréis por las ejecuciones. Cuya sagacidad encaminaba
» Y á cuantos hoy vivís en este suelo A su dispusicion los compañeros ,
He de favorecer y ser amigo, Por ser ya muerto Francisco Rricefio
Como no deis la paz con falso velo. Incorrupto jiiez , claro y entero,
» En mí hallareis todos gran abrigo: Dignísimo del cargo que tenia,
Por tanto la quietud os encomiendo Cuyos principios bien manifestaban
Y que creáis ser cierto lo que digo. » Habernos dado Dios felice suerte
Con esto se pusieron en sosiego, Después de la del buen doctor Venero,
Y con ver que de tanta muchedumbre Ejemplo de virtud y santo celo ;
De bárbaroi culpados, solamente Pero la parca dura y envidiosa
Prendieron las cabezas y caudillos, Quitónoslo delante brevemente,
A quien por substanciar mejor la causa Pues no gozó seis meses de la silla.
Les dieron defensor juramentado Y ansí desde su muerte hasta agora
Con la solemnidad que se requiere; Nunca faltaron grandes pesadumbres
E ya conclusos todos los procesos, Entre jueces y secuaces suyos,
Los seis fueron á muerte condemnadns Con tantas invenciones y cautelas
De los caciques presos, y los cuatro Y falsos testimonios cuantos suelen
A les cortar las manos , de los cuales Investigar inicuos y olvidados
El uno fué Guarcama, gentil hombre, De Dios , por dar valor á la mentira ;
Feroz y de cabal entendimiento. Y es lástima que los del Nuevo Reino,
Y antes de padecer temporal muerte Gente llana, fiel, modesta , clara ,
Aquellos seis señores belicosos Leal, humilde, sana y obediente,
Pidieron el baptismo todos ellos' En opinión esté de revoltosa
Con grande devoción , y fuéles dado; Con los señores del real consejo ,
Y cuando los llevaban á la horca No mirando que son los movedores
Contritos y con cruces en las manos De las revueltas , tramas y bullicios ,
Alzaron una voz entristecida Los jueces que vienen á regimos ,
Diciendo: «Quien tal hace que tal pague : En cuya consecuencia me parece
Nosotros padecemos justamente, Que viene bien aquí, delirant reges
Pero los tahamies nos movieron Etplectuntur Achivi, sin que pequen ;
Al crimen y delicto cometido, Mas aquesta, por ser materia larga,
De nuestros pensamientos y deseos A tiempo conveniente la remito.
Entonces muy remoto y apartado.» En esta sazón pues que Rodas vino
Disimulóse por algún respecto Estaban rebelados los gualíes ,
Esta declaración postrera , pero Indios cuyos confines están juntos
Demás de las sospechas atrasadas , Con Mariquita, puerto desle reino,
Indicio no pequeño fué que cuando Muy necesario para sus contractos,
Vino Gaspar de,Rodas al castigo Donde se labran ricas minas de oro
Trajo dos lenguas indios tahamies , Y de presente plata, cuyas yetas
Llamados Pedro Amato y Aguasici, Dan grandes esperanzas de riqueza;
En aquella provincia principales, Y aunque el adelantado, que Dios haya,
Y oyendo la razón de los pacientes Don Gonzalo Jiménez de Quesada ,
Volvieron las espaldas madrugando Les quebrantó las fuerzas, y los trajo
Sin saludar los huéspedes del rancho , Al servicio del rey fundando pueblo,
Parece ser que por no ver visiones. Ciudad de Santa Águeda nombrado,
Al fin ejecutada la sentencia Después los indios por absencia suya
Y todos los demás dados por libres, Negaron otra ve* el vasallaje,
Gaspar de Rodas recorrió la tierra , No sin daño de muchos españoles,
Tanteando los pueblos con aviso A quien pusieron en eslremos tales
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELOGIO DE RODAS, CANTO III. 349
Que se metieron todos en un fuerte
Con hijos y mujeres y servicio, Quedan, según se ve por esperiencia ,
Puestos en riesgo y en trabajo grande De su reputación menoscabados.
Por la frecuentación de los combates. Manifestóse bien esta mudanza
Lo cual sabido por los del audiencia ,
A quien tocaba dar socorro presto, Con el absencia de Gaspar de Rodas
Por ser riesgo notorio la tardanza , De la ciudad de Cáceres moderna ,
Buscaban capitán cuya prudencia
Diese satisfacción á su deseo Porque los bárbaros, reconociendo
Y al negocio que del se confiaba; Fallalles el caudillo cuya maña
Y como se halló Gaspar de Rodas A sus conceptos era duro freno,
Presente cuando se tractaba desto, Perdieron la vergüenza y el respecto ,
Teniendo conocido que ninguno Y ansí mataron de los españoles
Se podria hallar de mejor maña , En partes y en lugares descuidados
Por ellos al acuerdo fué llamado, Un Alonso González de Montíjo,
Y le mandaron que se dispusiese Y otro Alonso Fernandez de Membrilla,
Para hacer al rey este servicio : Y á Lorenzo de Rufas y otros hombres
El cual como persona circunspecta Demás de mucha gente de servicio,
Este cargo tomó de buena gana Con intención de dar en los restantes,
Y aderezóse para la partida Para lo cual determinadamente
Con ciento y diez soldados á su guslo. Se convocaba ya toda la tierra,
Con los cuales entró por las provincias Siendo caudillo desta rebeldía
De los briosos indios rehelados, Un Omagá, cacique belicoso,
Y dentro de tres meses no- cumplidos A quien todos los otros respectaban.
Les hizo dar la paz y hizo llanos, Dieron aviso deste movimiento
Poniéndolos en obediencia lirme, Indias nacidas en aquel terreno,
En la cual hasta agora permanecen, Que servían á nuestros españoles,
Valiéndose de dos fuertes caudillos Y ellos lo dieron á Gaspar de Rodas
De los soldados suyos, que se llaman Que recogía gentes y pertrechos
Juan Melendez y un Alonso Fernandez Dentro de Santafé con intenciones
Molano, de quien yo mención he hecho De ver lo que tenia su gobierno;
En muchas partes deste mi discurso, El cual por acudir á dar remedio ,
Por ser ambos personas señaladas. A gran priesa salió con treinta hombres
Dejando pues la tierra sosegada , Y razonable copia de ganado ,
Pacilicos los indios y quietos, Cuya venida fué regocijada,
A la real audiencia volvió Rodas Ansí por el socorro tan á punto
A dar llena razón de lo que hizo, Como por el gobierno que traía.
Y los señores della conociendo Algún castigo hizo con templanza
Su valor y servicios señalados, En los que le constó ser mas culpados
Le dieron en gobierno las provincias En las muertes de aquellos españoles;
Que fueron asignadas á Valdivia , Mas Omagá , que estaba retraído
El cual su Majestad confirmó luego Dentro de las montañas con su gente,
Con otras eminencias y favores No pudo ser habido per entonces.
Que suele la rea! magnificencia De cuya causa fué Francisco Alférez,
Dar á criados de quien es servido, Hombre mas papelista que guerrero,
Incluyendo también en su gobierno Con cuarenta soldados a buscado ;
Por causas y razones alegadas Y aunque tomó dos meses de demora,
A Santafé, rememorada villa, Volvióse con las manos en el seno,
Y ansí quedó distinta y apartad» O por mejor decir en la cabeza.
De lo de Popayán, y en ella tiene Y el gobernador, viendo cuan inútil
Su principal asiento nuestro Rodas. Salió la diligencia y el trabajo,
El cual como se viese colocado Determinó que fuese por caudillo
En generoso cargo y esperanzas Juan Arias Ruvian, gallego , y este
De mas altos honores , por promesa Volvió con veinte hombres solamente,
De lo hacer el rey adelantado Pero de tal valor, que de cualquiera
Después que ya poblase tres ciudades Pudiera confiarse la jornada.
O villas dé vecinos españoles , Salieron por principio de diciembre
Convocó gentes de unas y otras partes El de setenta y nueve cuasi fuera,
Para prosecución de su conquista, Y fueron caminando hasta donde
Y ver la tierra de la cordillera Hace iin y remate tierra rasa
Que divide los dos ríos ya dichos, Y las montañas altas se comienzan,
Que los gobernadores atrasados Adonde reparó para dar orden
Intentaron hollar y no pudieron ; A la prosecución de su viaje ;
Pero con menos gente y aparato Mas el astuto bárbaro tenia
El buen Gaspar de Rodas se dispuso De su venida relación entera,
A deshacer aquel encantamento , Y para descuidados les envía
Cuyos sucesos quedan reservados Mucha gente cargada de regalos
Para los referir en otro canto. Por continuación de muchos dias,
En que iban y venian mensajeros
Cuotidianamente, prometiendo
De dar segura paz inviolable,
CANTO TERCERO. Trayendo los mensajes su sobrino,
Llamado Teguiri,.gentil mancebo,
Donde »c cuenta cómo los indios repartidos a la ciudad df> Cacercs Bien conocido de la gente nuestra,
viendo que Gaspar de Rodas liabia salido de la tierra, se atrevieron i Y en opinión tenido de valiente.
matar algunos españoles, y no acudían á servillos. Juan Arias Ruvian la paz acepta,
Y al sobrino le dijo que viniese ,
En mucho precio debe de tenerse Sin que recele pena ni castigo ,
Aquel á quien natura dio talento Pues si hiciere cierta su promesa
Para guiar negocios importantes , De dar segura paz , se le perdona
Pues a la sombra del los otros hombres Cualquier delicio grave cometido ;
Subyectos á cumplir lo que dispone, Y que señale parle do se vean
Tienen valor y ser, y cuando falta Los unos y los otros, porque quiere
Oir aquello de su propria boca.
El Teguiri volvió con el mensaje
550 JUAN DE CASTELLANOS.
Al Omagá su tio, y otro dia Y de los que vinieron á la tarde
De mañana volvió con la respuesta , Hicieron otro tanto, de manera,
Diciendo: « Bien podéis entrar seguros, Que miércoles y jueves amarraron
Porque cerca de aquí tenemos hechos Cincuenta sin sabello los caciques
Dos aposentos en zavana rasa Ni los participantes del engaño.
Donde seréis servidos, y mi tio Llegóse pues el dia del conflicto,
Allí verná con oro y otras cosas Viernes, postrero dia de diciembre,
Para el gobernador, pues es el amo Cuando el año de ochenta comenzaba,
A quien ha de servir y ser sunyecto. » Dia de confusión y desconsuelo
Los españoles, aunque sospechosos Para los pocos , que hacían cuenta
De lo que sucedió, por no mostrarse Que si del alto cielo no venia
Acobardados, fueron do decía, Remedio, no podían escaparse
Y subieron á cierta loma , donde Del durísimo trance que esperaban ;
Había como cien pasos en cuadra Y ansí Juan Arias Ruvián, que,vía
De raso, lo demás espeso monte , Ponelle culpa por haber entrado
Y en el raso dos casas pequeñuelas , Contra la voluntad de los mas dellos,
Muchos indios é indias esperando En su disculpa dijo lo siguiente:
Con copia de comida que les dieron; «Señores, de mi loca confianza
Alojáronse dentro destos ranchos, No sin razón formáis justa querella ;
Donde sin acudir aquel cacique Pero los que nos vemos en la danza
Estuvieron también algunos días , Hemos por fuerza de danzar en ella,
Pero venían indios con sus armas, Y con piéfirmesin hacer mudanza
Con tal denuedo que se conocía Habernos de bebella ó de vertella :
Ser muestras de dañadas intenciones. Ningún remedio tiene ya lo hecho,
Y ansí los españoles procuraron Sino poner á bien ó mal el pecho.
Coger un indio que se quedó solo, » Acercándose van las confusiones
Sin que de los demás fuese sentido , Y la disparidad de la pelea;
Y en remoto lugar dentro del monte Cursados sois en tales aflicciones,
Le dieron tracto hasta que ya dijo Donde ninguno hizo cosa fea;
Las determinaciones de los indios ; Vuelen al cíelo nuestras oraciones
Siendo la lengua con que preguntaban Para que de remedio nos provea :
Una ladina moza dicha Ana , Que si fiáis en Dios como cristianos
Cristiana, del servicio de un soldado, La victoria tenemos en las manos.
Declarando que dentro de tres dias » Creed que venceremos en batalla
Habían de venir muchos caciques A la multitud destos fementidos,
De los mas principales de la tierra, Y dad gracias á Dios, que no nos halla
A vellos , no con mas.de diez ó doce Descuidados ni desapercebidos;
De sus subyectos cada cual cacique No es la primera vez que de canalla
De por sí solo con su compañía , De mayor fuerza sois acometidos;
Pacíficos , quietos j sin armas, Y pues siempre hecimos como buenos
Y en diferentes horas por no dalles No tenemos agora de ser menos.
Ocasión de sospechas , y debajo » En tanto pues que llegan las rencillas
De querelles servir, allí esperasen Des'a mas que proterva pestilencia,
Entre los españoles, hasta tanto Demandemos prostrados de rodillas
Quel señor Omagá viernes siguiente Al inexhausto golfo de clemencia
Allí llegase con los que traía , Tenga por bien usar sus maravillas
También sin armas, que eran veinticuatro, Dando favor á quien lo reverencia ,
Dejando setecientos emboscados Pues nuestra mano poca fuerza tiene
A la redonda de la zavar.eta , Si de la santa suya no nos viene .»
Con armas y pertrechos convenientes; Esto con gran fervor hicieron todos,
Y que cuando lo viesen llegar junto, Y en oraciones santas ocupados ,
Aquellos indios que llegaron antes El Omagá llegó con veinte y cuatro
Acometiesen á los españoles Robustísimos indios desarmados,
Dos ó tres dellos contra cada uno, Y disimulación tan bien compuesta ,
Ansí por pechos como por espaldas, Que si no se tuviera certidumbre
Y entonces Omagá sobrevernia Del propósito malo que traia ,
Dando voces á los del emboscada , Ninguno presumiera ser fingida ;
Y ansí darían lin de los cristianos Pero como no vio quien respondiese
Sin padecer los indios detrimento. Al acometimiento concertado,
La trama descubierta y el astucia , Quisiera con aquellos que presentes
Los nuestros estuvieron vigilantes, Con él allí venian al efecto
Las armas en lo mano todas horas , Usar de aquel ardid que los primeros
Cargados los sulfúreos instrumentos, Habian de tener, pues no los via;
fortaleciendo sayos estofados Mas apenas miró los compañeros
Y los demás pertrechos que tenían; Haciéndoles del ojo diestramente ,
Demás desto también se preyinieron Cuando con todos ellos en el suelo
De mucha cuantidad de ligaduras Cayó hecho pedazos, dando voces,
Que llamamos cabuyas comunmente, A las cuales salió la gran caterva,
Xpercebidos lodos y en espera Que mal podia ya dalle remedio,
De ver algún principio de lo dicho, Pues él y los demás en un instante
Porque si viesen algo no dudaban Caminaron la vuelta del infierno.
Ser cierto lo demás que se declara. Y en ese mismo punto ven delante
Llegóse pues <jl miércoles, y vino Los españoles la tumultuosa
Un cacique llamado Taquimiqui Hueste de los salvajes, la cual era
Con diez iridios sin armas , bien dispuestos En número mayor que se pensaba,
Y de robustos miembros y elegantes, Con orden singular los escuadrones,
Pacíficos MMiiblamtes y aparencias Ordenados á nueve por hilera
Encubridoras de su mal intento , Con sus sobresalientes señalados,
Mas á los. españoles ya [«atente; Calíanlos y feroces todos ellos,
Y ansí n<# se tardaron, pues al punto Llenas las sagitíferas aljabas
Que entraron en la casa los prendieron , De tiros venenosos y mortales,
Y atanin pies y mano»; con cordeles, Picas tostadas y macanas duras ,
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELOGIO DE RODAS, CANTO III. 551
Y estalladoras hondas á las vueltas. Por ser escudo de los españoles,
Era su general que los regia Determinaron de ponelles fuego ,
El Teguerf, del Omagá sobrino, Sin tener atención á los cincuenta
Y el capitán Maubita, yerno suyo, Que dentro se tenían amarrados,
Y un Ocharí mañoso y esforzado : Donde se convirtieron en carbones,
Vuelan luego los jáculos y piedras
Como turbión espeso de ios granos Pues como fuese fábrica de paja
Congelados de los vapores gruesos fin espacio brevísimo la vieron
En la media región en el verano; De las voraces llamas consumida;
Acuden con mortíferas respuestas Saliéndose los nuestros hechos rueda ,
Nuestros esclarecidos españoles, Los unos á los otros reguardando,
Que cuasi pié con pié derraman sangre
Ojeándolos con los arcabuces, Pero con tales bríos y coraje
Con los cuales por los tener tan cerca Que como si los golpes comenzaran
No pocas veces les acontecía En aquel punto , se desenvolvieron
Matar á dos y tres de cada tiro Tras ellos, aunque ya los arcabuces
Desde la casa del alojamiento
Que tenían los nuestros por amparo , Por estar muy calientes no hacian
Saliendo siempre con arremetidas Tales efectos como deseaban ,
Juan Arias Ruvián y Juan Mateos, Faltándoles también las municiones ;
Y Mateo de Acosta, lusitano , Pero con las espadas tanta priesa
Pablo Sarmiento y otros que tenían Les dieron , que salieron de lo raso
Espadas y rodelas en las manos :
A cuyos hechos encarecimiento Y se metieron por el arboleda.
Cualquiera que se dé no será largo, Adonde no faltaban indios muertos
Pues por aquella frente no podian De los que mal heridos se salieron
Hollar sino por cima de hombres muertos. A los principios desta gran refriega;
Mas esto no bastó para que dejen Porque en la zavaneta solamente
Los bárbaros inmites su porfía, Fueron cincuenta y dos los que quedaron
Antes el Teguerí, como rabiando O muertos ó cercanos á la muerte ,
Por muerte de su tio, no reposa, Demás de los que consumieron llamas :
Diciéndoles : «Amigos y parientes, En efecto, según después se supo,
Haced como valientes , y el constante Fué de mas de trescientos la yactura
No se mude ni espante porque vea Que padeció la bárbara compaña,
Caer en la pelea tanta gente ; Quedando de los nuestros diez y siete
Que al fin solos son veinte los cristianos, Cada uno con cinco y seis flechazos.
E ya se ven cercanos al remate ; Los cuales puesta buena centinela
Y aunque mas se dilate su caida, Con grande diligencia se curaron,
Han de perder la vida , que mortales Abrasando con fuego las beridas
Son , y tiros letales ya rendidos Y cortando las carnes lastimadas ;
Los tienen, que heridos están todos; Mas no se pasó mucho sin que diese
No menean los codos como antes : Arma la centinela que pusieron,
A ellos, mis gigantes, dadles priesa, Porque Ocharí que dije ser Tierido
Cumpla con su promesa vuestra lanza, En la cara con un ardiente globo
Y tomemos venganza de las muertes Que no bien encarnó por ir avieso,
De tantos hombres fuertes deudos nuestros.» Viendo que caminaban á sus casas
Con semejantes dichos y razones Y no se proseguía la contienda,
Andaba donde via mas tibieza , Con voz apresurada les decia :
A los unos y otros animando « ¿Dó va la compañía que no siente
Con tal solicitud y diligencia, La pérdida presente de señores
Que á nuestros españoles admiraba ; Muertos en los rigores desta guerra
Los cuales viendo que les va la vida Por libertar su tierra de tiranos
En quitalle la suya brevemente , Y sacar de las manes/Je estranjeros
Juan de Alvarado Salazar apunta A vuestros herederos y parientes?
Con el cañón fogoso; y acertóle O flojos, negligentes, vulgo loco,
Por medio de la frente, de tal suerte , ;, Cómo tenéis en poco la venganza
Quel alma de las carnes despedida Del estrago y matanza de los nuestros ,
Fué caminando tras la de su tio. Animosos y diestros en sus hechos ?
Mas no por eso los demás cesaban Volved , volved, pertrechos á la mano,
De su ferocidad , porque Maubita, Y no quede cristiano que no muera;
El yerno de Omagá, con increíble Pues quedan de manera todos ellos
Solicitud anima ia caterva; Que podremos vencellos fácilmente.»
Al cual tiró Domingo de Herrera, Bastaron las razorfes referidas
Para volver, aunque de mala gana ,
Y con la parda bala hizo puerta Y no con aquel brio que primero,
Por donde desaguó vital substancia. A causa de sentirse fatigados
El Ocharí no menos se mostraba Y de tiros vacías las aliabas;
Terrible y orgulloso , bravo, fiero, Y ansí como hallasen (por el arma
Tanto que parecía que ninguno Que dio la centinela) preparados
Faltaba de los otros principales; A nuestros españoles, no proceden
Al cual por ser persona señalada Ni pasan adelante de la ceja
Los nuestros deseaban derriballo, Del monte que rodea la zavana;
Y un Diego de Avila puso la mira Desde donde, quietos y callados
Algo mas alta de lo que quisiera, Los otros, cierto viejo les decia :
Mas todavía le rompió la cara, « Valientes españoles, no creyera
Y como se sintiese mal herido, Que tan durable fuera la pendencia
Salióse del conflicto, que procede Ni vuestra resistencia, si mi daño
Con tal obstinación como si nadie No fuera desengaño conocido
Fallara, con haber tres horas largas Del yerro que he tenido tiempo luengo,
Que duraba la dura competencia. Mas ya para mí tengo ciertamente
Y ansí los indios , por le dar remate , Que mas heroica gente no ha nacido,
Viendo que las dos casas impedían Pues habéis adquirido tanta gloria;
El gozo del triunfo que esperaban , Pero de la victoria no estéis ciertos :
Estaldo de ser muertos y perdidos,
Que todos vais heridos del molesto
Veneno, y demás desto vuestra gente
JUAN DE CASTELLANOS.
Es nogocio patente ser ya muerta Que ya hollaban la contraria banda ,
En otra tal reyerta sucedida Y con el regocijo de la vista
Después de la partida que hecistes. Los unos á los otros hacen salva,
Ansí que si tuvistes hoy ventura, Dando gracias á Dios por el socorro
Será de poca dura la ganancia, Llegado tan á punto, que juzgaban
Porque el pueblo y estancia de cristianos Ser milagrosamente proveído.
Los indios mas cercanos han quemado, En efecto, hicieron buenas balsas
Vencido y acabado moradores : Aquellos que llegaron descansados,
Acá sois vencedores y temidos , En que pasaron todos libremente,
Y allá seréis vencidos y captivos Y llegados al pueblo. fué la cura
Los que llegardes vivos, en llegando; Con tal solicitud y diligencia,
Y pues de nuestro bando sois azote, Que después de los dos conmemorados
Mirad por el virote, y esto baste.» Ninguno pereció de los heridos,
Aquesto dicho» nunca mas los vieron, Cuyas hazañas fueron tan nombradas
Y á los nuestros, demás de sus trabajos, Entre todos los indios de la tierra ,
En angustia terrible los pusieron Que muy poco después los trajo Kodas
Y en grande confusión aquellas nuevas, A que reconociesen vasallaje.
Por las cuales aquel signilicaba El cual, según he dicho, preparaba
Ser la ciudad de Cáceres quemada Gentes y municiones con intento
Y los vecinos del la consumidos; De ver y descubrir lo nunca visto
Y en hecho de verdad acometieron En la distancia dentre los dos rios :
Los indios que decia , pero nunca Que para concluir con mi rromesa
Tocaron en el pueblo, sino fuera En el elogio de Gaspar de Rodas
Tuvieron cierto leve repiquete, Hasta la era del de ochenta y nueve,
Donde mataron indios yanaconas Es esto solamente lo que resta ;
Y un español ó dos en las estancias. Mas porque se concluya mas á gusto
Al fin estos soldados afligidos Será con canto nuevo celebrado.
Aquella triste noche se quedaron
En el mismo lugar de la batalla,
Entre los cuerpos muertos alojados,
Al frió y al sereno, sin refugio
De ropa ni comida ni consuelo, CANTO CUARTO.
Do no fallaron íntimos gemidos, Donde le cuenta cómo Gaspar de Rodas salid de la villa de Santaféd*
Ansí de parte suya como de los Amioqula con setenta hombres de pie y de caballo, y fué descubriendo
Indios en quien duraban los vitales por el rio de Porce abajo, basta que bailó terreno donde pobló la ciu-
Espíritus cercanos á la muerte. dad de Zaragoza.
Pero pasada ya la media noche,
Dejaron el lugar, y caminaron No se pueden decir enteramente
Por bosques solitarios sin camino, Las congojas, fatigas y trabajos,
Por hurtarse del otro, do pensaban Riesgos, penalidades, desventuras
Estar algunos indios emboscados ; Que los descubridores destas tierras
Y ansi por ser rodeos espaciosos, Y pacificadores padecieron
Como por ir heridos gravemente , En las conquistas rigurosas deltas;
Tardaron cinco dias en jornada Y ansí por ser prolijo labirinto ,
Que pudieron andar en medio dia Tocamos solamente los provechos
Si recta via fueran caminando : Que de su gran valor han resultado
Llegaron pues al puesto eme tuvieron A los que comen hoy de sus sudores,
Antes de se meter en la montaña, Y con manos lavadas y pies limpios
Donde se proveyeron de comida Hallan la cama hecha y mesa puesta,
De aquella que dojlron rezagada ; Y las incomparables asperezas,
Pero luego pasaron adelante, A los humanos pies inaccesibles,
A causa de no ser lugar seguro, Apacibles é ya bien frecuentadas
Y con deseo de subir á parte De varios contractantes míe por ellas
Do se desengañasen con la vista Vienen y van de parles diferentes,
De la mala sospecha que llevaban. Cebados en la próspera ganancia
Y en estos intermedios fallecieron Con que sus mercancías los convidan.
Lucas Sánchez y Mateo de Acosta i Y no tan solamente por la tienra
Entrambos valentísimos soldados, Dieron vías por donde se conlractan
Cuyas heridas eran penetrantes Unos pueblos con otros, con jumentos
Y no curadas con aquel reposo, De especies varias; pero por los rios
Abrigo y vigilancia que requiere Se comunican con aquellos puertos
Aquella venenosa pestilencia. Que gozan de marítimas riberas.
Finalmente, subieron á la loma Y aunque parezca ser en lo presente
Que cae sobrel gran rio de Cauca, No de tanto momento como Flandes,
El cual para llegar al pueblo nuevo Venecia y otros pueblos prepotentes
Habían de pasar forzosamente, Que tienen antiquísimos cimientos.
Obstáculo de gran inconveniente, Aquellos también consta que tuvieron
Ansí por no tener aviamiento Principios no tan altos que no fuesen
Para pasar los míseros heridos , De lo que son agora diferentes :
Como porque los barbaros no suelen Corrieron sus edades hasta tanto
Perder las semejantes ocasiones. Que por tiempo se fueron esiendiendo
Mas en aqueste tiempo ya tenían A la virilidad y á la potencia
Los vecinos de Cáceres noticia En que las vemos hoy establecidos.
Por i ndios del suceso trabajoso, Lo mismo puede ser en estas partes
Pero con adición de que ningunos De Indias, según vemos el aumento
Habían escapado con la vida ; Numeroso de genle que se cria ,
Y ansí para tener razón entera Ansi mestiza como castellana ,
Salió luego del pueblo Juan Melendez Y la fertilidad de los terrenos
Con treinta compañeros bien armados , Dispuestos á perpetua permanencia
Los cuales á la misma coyuntura Y á la procreación de tantas cosas
Que vieron los heridos el gran rio Cuantas son en el mundo necesarias
Ven al Melendez con su compañía, A la conservación de los mortales, v
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, ELOGIO DE RODAS, CANTO IV. íi33
Pues de las que carecen estos dias Pecios y diademas de buen oro,
Es mas por negligencia de cultores Con otras joyas que manifestaban
Que falta de propicias influencias; La soberbia riqueza de las minas
Mas la necesidad , hábil maestra, De que gozan aquéllos naturales ;
Les ha de compeler á que corrijan Y con estar el rio de por medio,
Sus ociosas costumbres con trabajo, No dejan de volar algunas nubes
Y aun á dejar sus proprios naturales , De tiros venenosos que despiden
Buscando nuevas tierras y regiones Los encorvados y flexibles arcos;
Do puedan sustentarse y estenderse Y acá responden con los arcabuces,
Después que ya no quepan en las suyas, Esféricas pelotas escupiendo,
Pues hay por descubrir varias provincias, Con poco daño de las parles ambas,
Inmensidad de campos y naciones, Por'ser algo prolija la distancia.
Algunas de las cuales estuvieran Pero Francisco de Taborda, mozo
Debajo del dominio y obediencia Mestizo, buen soldado y animoso
De la real corona de Castilla, Y singular en buena puntería,
Si por los que gobiernan se tuviera En el indio que mas se señalaba
Mas esforzado celo del aumento En galas, majestad, valor y brio,
Del aprisco cristiano, mayormente Mostrándose señor, puso la mira ,
Habiendo tanta gente holgazana Y el invisible globo tué volando
Que podria fundar nuevos albergues ,* Hasta dar en el pecho, cuyo golpe
Aun en lo descubierto, pues hay tierras También por las espaldas abrió puerta
Baldías , provechosas y dispuestas Por do se despidió vital alíenlo :
Para se socorrer del fructo dellas, Acudieron los bárbaros cercanos
Valles amenos, fértiles riberas, Para lo levantar, mas fué baldía
Cuya dispusicion está pidiendo Su gran solicitud y diligencia,
Del corvo labrador ser desenvuelta No sin admiraciones y alborotos
Y de todos ganados ser hollada , De ver aquella muerte repentina,
Mas no miran en esto los que llevan Porque del dañador tan solamente
Por sueño y ocio generosa paga. El sanguinoso rastro parecía;
Destos no quiso ser Gaspar de Rodas, Al fin unos llevaron el cadáver
Pues por aquella suerte que le cupo ' Y otros quedaron para la defensa
Huyó de dar á sus cansados miembros Del paso, que con suma vigilancia
Aquel regalo que se les debia, Y no menos furor les defendían.
Por unas y otras parles descubriendo Pero Gaspar de Rodas, como diestro,
Dónde fundar cristianas poblaciones Vista la perlinace resistencia,
En aumento de la real corona, Dejando gente que hiciese rostro
No sin propagación de la fe sancta. En aquella frontera, do los indios
Con el cual pensamiento se dispuso Pretendían quitalles el pasaje ,
Año de ochenta con los quince cientos, Con treinta y seis bajó tácitamente,
Con obra de setenta compañeros, Ocultos lodos con el arboleda
Caballos y pertrechos necesarios, Que por el rio va continuada,
Caminando la vía del oriente Hasta llegar á parte sin estorbo,
Hasta ver las zavanas de aquel rio Por donde les mandó pasar á nado
De Aburra, do tiene nacimiento Con el cuidado que se requería;
El mismo que después le llaman Porce, Y como rehusasen la carrera,
El curso de sus aguas prosiguiendo, Del peligroso trance murmurando,
Acia septentrión encaminadas, El mismo comenzó de descalzarse
Por tierras despobladas, muchos dias , Y á priesa despojarse del vestido;
De bosques tenebrosos y montañas, Mas todos los soldados , como viesen
Donde se padecieron insufribles Su determinación, no le consienten
Trabajos por la falta de alimentos, Poner en tanto riesgo su persona ,
Demás de atascaderos y pantanos Y ellos, pospuestos los temores flacos,
De gran dificultad en su viaje, Desnudos, con espadas y rodelas,
Que no menor seria referillas, Impetuosas aguas van corlando,
Espresando particularidades Yendo delante con insigne brio
Acontecidas hasta que llegaron El mestizo Francisco de Taborda
A tierra cuyos montes daban muestra Y Alonso de Taborda , dos hermanos :
De suelo mas enjuto y apacible, Al fin lomaron todos la ribera
Mas claras y amigables arboledas, Contraria donde van encaminados ,
Y otros indicios que manifestaban Y después de cobrar algún aliento ,
Haber mediana copia de cultores. Prostradas en el suelo las rodillas,
Pero según las guias declaraban, Hicieron oración como cristianos,
A la contraria parle de aquel rio Y luego con el paso reportado.
Habia población de mas substancia, Proceden adelante con recato,
Lo cual se conocía claramente Sirviéndoles el monte de cubierta,
Por ver trilladas sendas y caminos, Hasta que ya llegaron al paraje
Humos á todas partes y labranzas; Del bárbaro furor embebecido,
Y ansí para pasar el campo todo En los opuestos en contraria banda
Buscaron un lugar acomodado, Desembrazando los mortales tiros,
Do se hiciese puente de bejucos , Y del cercano salto descuidados
Remedio que se tiene comunmente A los lejanos mal amenazaban;
Con que pasan la ropa y el servicio : Mas luego como perros que latiendo
Que los soldados por la mayor parte Sallan líjeramenle tras la caza,
Cortando van las aguas con el pecho, Salieron los heroicos españoles
A mano la rodela y el espada. Diciendo: « ¡ Santiago ! Santiago! •
Al tiempo pues que para tal efecto Ocupa turbación salvajes pechos;
Andaba negociada nuestra gente, Corre la confusión desordenando
Gran número se vio de la contraria La bárbara caterva , que no para
Opuesta para defender el paso Por diferentes partes derramada,
Con multitud de flechas y de dardos Bien como las ovejas salteadas
Y los demás pertrechos usuales : De las rapaces fieras y voraces ,
Ondea bizarría de penachos , Que las que se libraron de sus uñas
5SÍ JUAN DE CASTELLANOS.
Van donde su temor las encamina ; Y ansí deste gobierno me despido ,
Y ansí dejaron desembarazado Porque futuros acontecimientos
Aquel compás y toda la ribera , Dirálos á su tiempo quien los vido ,
De manera que sin impedimento Cumpliendo cada cual con sus intentos;
Pasaron los demás y el campo todo, Pues agora mi principal ha sido
Hicieron allí noche y otro día Tractar de los primeros fundamentos
Colaron adelante descubriendo Desde el priucipio hasta nuestra era,
Aquellas poblaciones circunstantes. De quien si mas supiera mas dijera.
Do no faltaron acometimientos
Y algunas resistencias porfiadas ,
En las cuales cuotidianamente, RELACIÓN BREVE
Llevaban lo peor los naturales,
De tal manera que por bien tuvieron de las tierras de la gobernación del Chocó, y cosas en ella
Acudilles de paz algunos dellos ; acontecidas desde el tiempo que entró en ella el capi-
Y tanteada ya toda la tierra tán Gómez Fernandez, hasta que le fué dado el gobiern
Y á poco mas ó menos los vecinos y conquista á Melchior Velazqttez, vecino de la ciudad
Que podría tener , buscaron sitio de Buga.
Para fundar morada permanente ,
Y diez ó doce leguas adelante CANTO PRIMERO.
Del paso que los indios defendían Otra gobernación agora resta,
Hallaron un asiento proveído Que es el Chocó , de quien algunas veces
De las comodidades necesarias , Hemos traclado como de pasada ,
Donde con las solemnes ceremonias Cuyos confines sé que simbolizan
Usadas en negocios semejantes, Con los de Sanlafé que van corriendo
En nombre del invicto rey Filipo Acia la mar del Norte por montañas ;
Fundaron la ciudad, á quien se puso Y este gobierno tiene de presente
Nombre de Zaragoza , cuya tierra Un Melchior Velazquez, no tan lleno
Abunda de riquísimos veneros, De prósperos sucesos de fortuna
Y es el día de hoy por su riqueza Cuanto de virtuosas propriedades
De varios negociantes frecuentada Y partes que son dignas de alabanza,
Ansí por tierra como por los rios Soldado viejo de los mas antiguos
Que van á desaguar al mar del Noi te, De Popayán, y bien ejercitado
Por estar Zaragoza situada En todos los trabajos de conquistas.
Acia las juntas de los rios Porce Cuyo discurso no será prolijo,
Y Nichi, cuyas aguas dan aumento Por ser gobernación algo moderna ,
Al gran rio de Cauca que se mezcla Y haber faltado por la tierra della
Después con otro de la Magdalena , Ruena comodidad para poblalla ,
Los unos y los otros navegables , A causa de ser toda montuosa ,
Aunque por las zozobras de corrientes Húmida, pluviosa, desgraciada ,
Los vasos do navegan son canoas De pocos naturales, aunque ricos,
Que pegadas á tierra van bogando. Porque la tierra toda va sembrada
Fué pues el fundamento deste pueblo De venas caudalosas de buen oro ,
Año de ochenta y uno, demediado Vistas y cateadas por los nuestros
El mes que los hebreos idar llaman ; En diferentes rios y quebradas.
Y hecha descripción y apuntamiento , Y ansí corría la noticia della,
Fueron cuarenta solos los vecinos Con otra mas antigua del Dabaibe,
Encomenderos de repartimientos, Que por aquel paraje se publica
Según la cuantidad de naturales Estar, y aunque de muchos inquirid:*,
Que por aquellos montes habitaban. Ningunos le pudieron dar alcance ;
E ya puestas las cosas en el orden Adonde según fama las riquezas
Que parecía ser mas conveniente De los enterramientos sobrepujan
A la defensa desta nueva planta, A las que del Cenú se descubrieron,
Electos los alcaldes y oficiales , Según en su lugar quedó notado,
Nombró Gaspar de Rodas por teniente De cuya causa principales hombres
A Fernán Sánchez, hombre de gobierno, Apetecían el descubrimiento,
Y él se partió con los demás soldados Entre los cuales fué Gómez Fernandez ,
Al sitio donde fué San Juan de Rodas, Primero fundador de Caramanta,
En la parte que llaman huango, Del cual hice mención en otras parles
Que despobló Valdivia , según dije Por ser hombre de gran merecimiento ,
Atrás en el discurso de su vida; Valiente, liberal, industrioso
Donde pacificó los naturales, Y en posible no mal afortunado.
Erigiendo ciudad en el asiento Este, con el deseo que tenia
Antiguo con el nombre que tenia , De rastrear aquella gran noticia
A la cual dio vecinos veinte y ocho Y ver el fin de aquel encantamento,
Que son encomenderos, y hoy se valen Demandó la conquista desta tierra
Entre tan indomable barbarismo A los señores del real senado
Mediante las industrias y consejos Que en este nuevo reino de Granada
Deste gobernador, cuya prudencia En aquella sazón eran jueces:
Al bárbaro feroz ha puesto freno. Los cuales.se la dieron fácilmente , .
Dejando pues allí por su teniente Atentos al valor de su persona
A Juan de Rodas , un pariente suyo , Y á la mucha substancia que tenia
A su casa volvió con intenciones Para hacer soldados y pertrechos
De convocar soldados con que pueda A su descubrimiento necesarios ;
Escudriñar secretos de la tierra , ['ero diósele con aditamento
Que por estar cerrada de montañas De que primero y ante todas cosas
No sin dificultad pueden saberse; Allanase los indios rebelados ,
Y presumen babellos importantes, Importunos entonces y molestos
Porque claro se ve ser una pasta A Santafé, la villa de Antioquía ,
De ricos minerales donde quiera Desde aquel tiempo que Tone cacique
Que rios y quebradas se cateen; Los hizo levantar, según se dijo
Mas agora de nuevo no sabemos En el lugar y parte que consino,
Otra cosa que sea de momento. Y con que diese nuevos fundamentos
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DEL CHOCO, CANTO I.
A la vieja Antioquía despoblada. Encima de una loma que tenia
Aceptó la merced y hizo gente De longitud hasta doscientos pasos,
De caballo y de pié, y en el avío Pero de latitud la mitad menos •
Gastó crecida suma de dineros : La cual por todas partes ocupaba
Finalmente salió de Caramanta El fuerte y edificio de madera,
Con ochenta soldados escogidos, Y por cualquiera parte la subida
De los cuales es uno Bernardino Para llegar á él era ladera
Mojica de Guevara, varón noble, Áspera de subir y trabajosa.
Eu este pueblo donde yo resido Puestos á punto pues los españoles,
Vecino principal y contioso; Por una y otra parte rodearon
Y en cumplimiento del real mandado La dicha fortaleza, defendiendo
Fué por el año de cincuenta y siete Que no pudiesen indios acudilles
Con aquestos soldados en demanda De los que estaban fuera con socorro,
Del cacique Tone, bárbaro duro, Y requiriéndolos por muchas veces
Gallardo mozo, suelto, bien dispuesto, A los que estaban dentro que se diesen ,
De fuerzas monstruosas y atrevido, Porque si se mostraban pertinaces
En quien nunca jamás hubo descuido Los pasarían lodos á cuchillo ,
Para se defender de sus contrarios Y saliendo de paz no les darían
En ciertas barbacoas, cuyos troncos Sinsabores, agravios ni molestias :
Gruesos, bien afijados en la tierra, Los indios respondían con las armas
Subian en altura cuatro brazas , Y con mayores fieros y amenazas,
Espesas las hileras, y por orden Tone principalmente , que decía :
Que, travesadas vigas por lo alto «Llegaos un poco mas acá , cristianos,
Y dada pedición al soberado, Por el tributo que se os adereza :
Pudieron fabricar seguramente Dejaremos las armas de las manos
Casas pajizas para sus albergues ; Para ponéroslas en la cabeza ;
Y lo mas alio de la barbacoa Y aun de vosotros á los mas lozanos
Ceñido con maderos ajustados Tengo de desmembrar pieza por pieza,
Que volaban según el colgadizo Porque si padecéis muerte prolija
Que llaman los latinos meniano, La paz que me pedís quedará fija.»
Tan alto que servia de muralla Oídas por los nuestros las razones
Y amparo contra tiros estranjeros, Con otras desvergüenzas insufribles,
Por él hechas troneras provechosas, Comenzóse de veras el combale
Para poder valerse de los suyos ; Por una y otra parte, disparando
De que tenian cuantidad inmensa, El arcabucería violenta
Lanzas muy largas, piedras ponderosas, Al pretil y troneras dirigida ,
Flechas y dardos, gruesos estacones Por no dalles lugar á los contrarios
Que piramidalmente van labrados Para que desús armas se aprovechen;
Hasta se rematar en sublil punta Y entre tanto los otros españoles
Tostada, tan aguda que desmalla Se llegaban con mantas de madera
Las mas fortificadas armaduras; Cubiertos al enhiesto baluarte,
Empinadas á trechos grandes vigas Que no podia ser sin mucho riesgo
Sueltas y sin ninguna ligadura, A causa de las nubes que caian
Pero de tal manera que juzgaran De dardos, flechas, lanzas y de piedras
Ser á la fabrica correspondientes, Y algunos estacones de los cuales
Y para substenlar su pesadumbre , Uno cayó sobre Diego de Ardila ,
Siendo cualquiera mano poderosa Que ponia rodela por delante
Para precipitabas fácilmente A un soldado de los mosqueteros ,
Sobre los que llegasen descuidados. De lal manera , que rompió la punta ,
Tenian abundancia de alimentos La rodela, cojiny fuertes armas,
Arriba recogidos , y en canoas Y el brazo del Ardila juntamente
0 maderos cavados agua mucha, Por una y otra parte traspasado;
Demás de las vasijas de sus vinos ; También á Bernardino de Mojica,
Y para no perder la que del cielo Rodelero de aquel García de Arce
El pluvioso nimbo destilaba, A quien después mató Lope de Aguirre
Tenían en las alas de las casas En el rebelión ya referido
Hechas de gruesas guadubas canales, En la primera parte de mis cantos ,
Cuyas corrientes iban dirigidas Una piedra le dio por el costado
A los vasos que estaban contrapuestos. Encima de las armas, que lo hizo
Ansimismo sembraron los caminos Rodar por la ladera trompicando,
De hoyos do cayesen los caballos, Mas luego revolvió con mas coraje
Y en ellos estacones afijados , Al puesto do quedó su compañero,
Puyas por consiguiente peligrosas Y estando los dos juntos vio García
Por unas y otras partes derramadas: Una gran viga que se despegaba
Todo con tal industria disfrazado, Del baluarte, y en aquel instante
Que la del español fué necesaria Al Mojica diciendo : « ¡guarda, guarda ! i
Para poder librarse del engaño , Le dio tal empellón que lo retrajo
Porque Gómez Fernandez como diestro Hartos pasos atrás, y él ansimismo
A todo dio reguardo descubriendo Se desvió con un veloce salto,
Cualquiera trompezon disimulado. Y fué tan necesaria la presteza
Y ansí sin sucedelles desavío , Que si tardaran un solo momento
Llegaron al primero soberado Allí quedaran hechos mil pedazos.
Donde Tone tenia su morada, En esto consumieron aquel dia
Sus hijos y mujeres y familia, Sin se hacer efecto provechoso,
Y entrellos cien gandules de pelea Y el tiempo que duraron las tinieblas
Para defensa desta fortaleza; Nocturnas, fué común la vigilancia
Porque los escuadrones que hallaron Rondándose la cerca con silencio,
Opuestos al camino que llevaban, Porque se recelaban de huida,
Que pelearon perlinacemente, A causa de tener el monte cerca;
Habían sido ya desbaratados. Y porque les faltasen las señales
Salidos pues del monte mas cercano, Y objetos á los tiros de las flechas
Vieron la fabricada fortaleza Que con obscuridad iban volando
558 JUAN DE CASTELLANOS.
Mancebos animosos y lijeros, Mas Francisco Moreno, valeroso
Una siesta llegar tácitamente Soldado, de los viejos de Antioquía,
Por parte mas oculta y encubierta, A quien después mató Gaspar de Rodas
Y enlralles en el fuerte gateando En singular certamen combatiendo,
Por los estantes que caián fuera, Levantóse del lecho mal herido,
Armados de sus sayos estofados, Y dijo las palabras que se siguen :
A las espaldas puestos los escudos, « Espantóme, señores, grandemente
Ceñidas las espadas y las dagas : Deste mal acordado movimiento,
Lo cual efectuaron, pero cuando Y de que pechos de tan diestra gente
Llegaban cerca para saltar dentro , Conciban semejante pensamiento,
Acudieron rabiosos defensores Pues soltar de las manos lo presente
Con gran ruido, grita y alboroto Es dar á los demás fuerzas y aliento,
Y diferentes armas en las manos, Y en vez de domeñar duras cervices
Con que precipitaron mal heridos Plantar para mas guerra mas raices.
A los determinados compañeros, »Lo que nos cumple para paz entera
Los cuales se volvieron á sus ranchos Y dar á lo demás abierto tajo,
Con harto mayor priesa que vinieron, Es deshacer aquesta ladronera
Y fué bien menester su lijereza Que nos ponen aquí por espantajo,
Para se defender de la creciente Porque haciéndolo desta manera
De jáculos y piedras que tras ellos Lo demás allanamos sin trabajo ;
Iban encaminadas por los aires. Mas si con su dureza dejais esta,
Tuvieron después desto los cercados La tierra toda queda descompuesta.
Grande solicitud y vigilancia » Las armas nos tenemos en la mano
En se velar las noches y los dias, Y á nuestros enemigos tras paredes :
No sin aquellas gritas que solian Nunca Dios mande que el honor hispano
Con afrentas, oprobios y amenazas : A menos venga por vuestras mercedes;
Un bárbaro ladino mayormente Perseverad, pues tarde que temprano
Se solia poner en cierta parte Han de venir á dar á vuestras redes ,
En lo alto del fuerte cada noche, Y queriendo hacer mas asistencia
Confiado de qiie con obscurana Maña no faltará ni diligencia.»
Tiro no le podia hacer daño, Estas y otras razones dijo, como
Y en lengua castellana les decia Vecino de la villa de Antioquía,
Desvergüenzas y deshonestidades; En cuyos proprios términos caían
Pero García de Arce, puesto caso Las gentes que venian allanando;
Que no podia ver al que hablaba, Y ansí Gómez Fernandez informado
Do sonaba la voz guió la bala, De lo que los soldados procuraban,
Y fué con tan buen lino que con ella Les declaró su voluntad diciendo :
Hizo que resollase por el pecho , «Merece punición aquel que anda
E l cual con el angustia de la muerte Tractando semejante desvarío,
Cayó dando gemidos lamentables. Y aquesta no será con mano blanda
Pero los otros, porque no sintiesen Cuando tentare de hacer desvío,
Los nuestros las querellas del caido, E yo no lo haré desta demanda
Cantaban y hacían gran estruendo; Hasta ya dalle fin ó ver el mió,
Y él mismo les decia * «Ya mi vida Y para dallo sin que mas se espere
Conozco ser rendida de la muerte, Cada cual haga lo que yo hiciere.»
Y cómo se convierte mi senlido Aquesto dicho, fué por su persona
Al fin aborrecido que tenemos ; A la roca que estaba mas cercana ,
No pueden los estreñios de tristura Cultura de los bárbaros cercados
Callar la desventura y el tormento Que contenia cuantidad de leña ,
Del gran dolor que siento, y al mas lleno Y sobre sus antiguos hombros puso
Juicio le es ajeno sufrimiento Un ponderoso hace, y arronjólo
Que como veloz viento se le aleja ; Al pié de la ladera que distaba
Es el dolor de queja muy pariente Doscientos pasos de la fortaleza;
Y del triste doliente la querella, Y todos los demás por muchas veces
Y ansí me voy con ella deslizando; Hicieron esto mismo, hasta tanto
Mas poique los del bando peregrino Que se llegó crecida copia della.
No sientan mi mezquino acabamiento, Armáronse las mantas después desto,
Será de gran momento lo que ruego, Burras y medias burras de madera,
Y es que me matéis luego, sin tardanza , Y detrás dellas gente que hacia
Y que toméis venganza de mi muerte.» Hoyos con barras y otros instrumentos,
Esto pusieron ellos en efecto, Donde hincaban palos en hilera
Y aun por ventura fué mantenimiento Como cuarenta pies del alto fuerte ,
De sus voraces vientres, como suelen. Atravesando varas por los palos
Después los bárbaros por un portillo, A manera de seto mal tejido,
Lugar secreto bien disimulado, Pues era solamente por respecto
Salían muchas noches con sus armas De que la leña no se deslizase
Y daban en el campo de los nuestros Por la clivosa y áspera subida
Con ímpetu terrible, de tal suerte Cuando los pertinaces defensores
Que no dejaban de hacelles daño, Usasen del astucia que solian ;
Y fuera mucho mas si no tuvieran Lo cual hicieran ellos fácilmente
Los españoles suma vigilancia , A no hallar obstáculo delante
Estando todos bien apercebidos, Y violentas balas que volaban
Sin reservar heridos ni dolientes. A las troneras bajas y á las altas.
E ya, del largo tiempo fatigados, Defendiendo por una y otra parle
'Algunos murmuraban y quisieran Los hombres ocupados en la obra.
Dejar aquel empresa de las manos, La cual conclusa como deseaban ,
Y efectuar su principal viaje Y cercada la parte que podia
En busca de la tierra del Dabaibe , En alguna manera ser hollada,
Pareciéndoles ser tiempo perdido Cubiertos de los cóncavos escudos
Aquel que se gastaba porfiando A causa de los jáculos y piedras
En allanar aquella fortaleza De que siempre llovía muchedumbre,
Al parecer común inespugnable; Iban las diestras manos arronjando
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DEL CHOCO, CANTO I. 5Í¡9
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Con gran solicitud la seca leña Castigo guardó paz inviolable.
Entre la fortaleza y el cercado, Entró García de Arce ma6 adentro
Tanto que ramas, pajas y fomentos De las montañas con alguna gente ,
Subieron dos estados en altura, Y con él Bernardino de Mojica,
Y allanaron algunas barbacoas
Bastante para lo que pretendían ; De menos importancia ; y esto hecho,
Mas como ya la sombra de la noche En cumplimiento de lo que mandaron
Venia los objetos encubriendo, Los jueces de la real audiencia,
Esperaron al día venidero A la población fueron de Antioquia,
Donde poblaron , y quedó con veinte
Para ponelle fuego, porque nadie Soldados un Francisco Barahona ,
De los que dentro de la fortaleza Cuya refundacion duró muy poco,
Estaban escapase de ser preso. Por no ser parte para sustentarse.
Y el capitán y los demás soldados Partió Gómez Fernandez con los otros,
Nunca se divirtieron de aquel puesto, Que serian ochenta , prosiguiendo
Las armas en la mano todas horas, Aquella gran noticia del Dabaibe ,
Sin que por el espacio de la noche Rompiendo por montañas tenebrosas,
A los cansados miembros se les diese Con tantas desventuras y trabajos
Aquel regalo que se les debia; Que seria parlicularizallas
Y no menos los indios procuraban Entrar en un confuso labirinto;
Desbaratar la máquina compuesta Y muertos dellos ya la mayor parte ,
Usando mil astucias y cautelas, Viendo su perdición y desavío ,
Hasta les arronjar vasos inmundos En balsas se bajaron navegando
De fétidos y sucios escrementos, Por el rio que llaman de las Redes
Pero ningunas cosas fueron parte Hasta las playas de la mar del Norte.
Para desarrímanos de la leña ; Desde donde" los pocos que quedaron
Hasta tanto que ya febea lumbre Aportaron con riesgos increíbles
Vino tendiendo sus dorados rayos A Tulú y á la mar de Cartagena.
Por aquel hemisferio y horizonte, Donde Gómez Fernandez, no cansado
Y antes que comenzasen los incendios De tan adversos trances, hizo gente,
Los llamaron de paz, y les hicieron Y con hasta sesenta compañeros
Requerimientos y protestaciones Volvió por mar en unos bergantines,
Baldías. Y ansí, vista su dureza, Que lo desembarcaron en las playas
Poner fuego se tuvo por remedio, De aquel rio que llaman Oromira;
Cuya veloce llama fué subiendo Mas oro no miró, sino trabajos,
Hasta llegar á los pajizos techos ; Hambre, calamidad, penalidades,
Lo cual visto por ellos, paz pedían Que para las hacer encarecidas
Algunos, y esos no sin arrogancia, Basta ser tales cuales se padecen
Porque decían: «Ya sabéis, cristianos, En los apócrifos descubrimientos.
Cuasi que tanto como los catíos Y ansí por no hallar tierra dispuesta
En astucias y en ardides de guerra.» Para hacer morada permanente,
Al fin salieron muchos, pero como Tomó la derecera de Antioquia,
Estaban represados mil enojos, Atravesando ciénagas y rios,
Algunos fueron muertos por los negros Montañas y breñales pluviosos,
Esclavos que venían en el campo Donde la dura hambre dio remate _
Y aun por los españoles agraviados; De muchos ó los mas desta compaña ;
Otros prendieron, y otros mas protervos, Y cuando los restantes allegaban
Con verse ya cercanos á la muerte, A Tabebe, provincia que confina
Siempre permanecieron peleando Con el fértil terreno de Antioquia ,
Desde la fortaleza , hasta tanto Do quedaba poblado Barahona,
Que ya se convirtieron en ceniza ; Los indios viéndolos debilitados,
Y á vueltas de otro*, muchos que hirieron Enfermos, flacos , flojos, consumidos,
Antes de ver su trance postrimero, Dieron en ellos, y al primer encuentro
Dieron á Bernardino de Mojica Mataron fácilmente tres ó cuatro,
En un hombro con piedra ponderosa, E yendo ya los otros de vencida,
Con tal quiebra de huesos, que este día Huyendo de la muerte que llevaban
En tiempos pluviosos y revueltos Consigo , si las manos acobardan,
No deja de sentir algún trabajo. El buen Francisco Barco les decía :
Algunos ahorcaron de los presos, «Parad , parad, parad, gente perdida,
Y el uno dellos , cuando pregonaban Que si no hacéis cara, nada presta
« El rey manda hacer esta justicia » En trance semejante la huida ;
Dijo con un desgaire desdeñando : El auxilio de Dios es el que resta,
«¿Qué rey, qué rey es ese que lo manda?» Las manos y el espada bien regida :
Y el capitán , por ver el desacato A ellos, pues sabéis ser mas honesta
Y aquel torvo mirar y furibundo, La muerte peleando, que huyendo,
Mandó soltar un perro furioso, La cara vida y el honor perdiendo.»
En estas cazas muy ejercitado, El capitán ío mismo les decía,
Que con impetuoso movimiento De quien no se apartó Francisco Barco;
Fajó con él, y estándolo comiendo Y ansí volvieron todos , y acometen
El indio le decía: «Come, come», Como rabiosos perros á ios indios,
Sin que de su tormento diese muestra , Porque el temor sacó de la flaqueza
Formase queja ni torciese gesto. Briosas fuerzas y gentil denuedo.
Los demás enviaron libremente, Con que hicieron hechos admirables,
Algunos sin narices y otros mancos, Tanto que se creyó que meneaba
Que fueron pocos y de los mas viejos Virtud superior piernas y brazos;
Que siempre suelen ser mas indomables; De cuyos golpes atemorizados
Y los que de lisiones iban libres Los indios los dejaron y huyeron,
Llevaban todos cruces en las manos, Y ellos continuaron su camino,
Encomendándoles que convocasen En el cual los que dellos perecían
Sus amigos, sus deudos y parientes Los apartaban fuera grande trecho ,
A la paz y amistad de los cristianos, ¡ Porque si les viniesen dando caza
Lo cual ellos hicieron con llaneza ; Esta diminución no conociesen.
Y ansí vinieron muchos, de los cuales
El uuo fué Tone , que después deste
seo JUAN DE CASTELLANOS.
Al fin, con esta grave pesadumbre Destos ha sido Melchior Velazquez,
Llegaron á Antioquia, do pensaban De quien he de tractar en lo que resta
Hallar algún refugio; pero cuando Para dar Bu á la tercera parte,
No vieron español en el asiento Porque con su discurso se concluye
Donde quedó poblado Barahona, Lo que de Popayán es dependiente.
Crecieron las congojas y el desmayo Este hidalgo pues, siendo vecino
Y la desconfianza de la vida. De la ciudad de Buga, que confina
Mas en aqueste tiempo ya tenian Con tierras del Chocó do voy entrando,
En Santafé noticia por los indios Teniendo buena suerte por servicios
De paz cómo venían mal parados, Hechos en allanar aquella lierra
Y en ese mismo punto despacharon Y otras muchas provincias belicosas,
Algunos españoles, y cargados Como tuviese nuevas de la muerte
Con ropas y alimentos yanaconas, Del otro capitán Gómez Fernandez,
Para favorecellos entre tanto Y se hállase con algún posible
Que llegaban allá los miserables. Para subir á dignidad mas alta,
Estos los encontraron, pero tales Importunado fué de sus amigos
Que corazón humano no pudiera A demandar al rey aquel gobierno
Dejar de derramar lágrimas vivas : Con aquella esperanza cudiciosa
Fueron los que venían veinte y cuatro, Que su predecesor también tenia,
Y destos, ya cercanos á la villa, Por ser, según habernos declarado ,
Con regalados todo lo posible, Una pasta de oro toda ella,
Los tres ó cuatro dellos perecieron ; Aunque no con aquellas cualidades
Y los restantes que llegaron vivos Que para la poblar son necesarias;
Fueron tractados generosamente Mas con pensar que yendo mas adentro
Por la gran caridad de los vecinos. Hallarían terrenos apacibles,
E ya Gómez Fernandez reformado , Envió sus despachos á la corte,
Partió para su. casa que en Encerma Que fueron á su gusto proveídos,
Tenia, con cuadrillas en las minas, Vista la cualidad de su persona
Que mientras él absenté le sacaron Y méritos bastante bien probados.
Mas de sesenta mil pesos de oro : Y antes que los recados le viniesen
Alivio singular y recompensa Entró con cien soldados descubriendo,
De cosías hechas en aquel viaje, Y en un rincón halló las poblaciones
Do nunca lo dejó Francisco Barco De los indios que llaman coronados,
Hasta ponello dentro de su casa ; Con otros que se llama? los tutumas ,
Y visto su leal comedimiento, Que los unos y otros computados
Con esperimentada valentía Se llegarían á seis mil vecinos,
En aquella jornada trabajosa, Malos de conquistar por ser valientes
Fué desle capitán favorecido. Y bien ejercitados en sus armas;
El cual vino después al Nuevo Reino, Pero su buena maña pudo tanto
Y dada cuenta de lo sucedido Que los hizo venirla servidumbre ,
A los jueces del real senado, Y en sitio para pueblo conveniente
Por cuya comisión él se dispuso A la ciudad de Toro dio cimiento
A la ciega demanda del Dabaibe, Que promete perpetua permanencia
Partió poco después para Castilla, Por la riqueza grande de sus minas.
Adonde, todavía con su tema , Entró mas adelante conquistando
El gobierno pidió de los ehocoes, Indios que competían con tutumas,
Que por el gran Filipo le fué dado; Que á la nueva ciudad contribuían ,
E ya cuando venia con el cargo Y eran de los ehocoes infestados,
Dentro de la ciudad de Cartagena Y dellos trajo copia de captivos,
Cortó la dura parca sus diseños, Joyas y de veneras rica muestra,
Los cuales acabaron con su vida. De que quedó mas engolosinado.
Autorizaron estos funerales En este mismo tiempo gobernaba
Pocos de los antiguos conocidos , Bartolomé de Mazmela la lierra
Porque ya los amigos de su tiempo De Popayán, el cual le dio licencia
Gustado habían deste mismo trago; A Francisco Redondo, que es vecino
Mas no faltó quien'sobre su sepulcro De Calí, hijo de Antonio Redondo,
Mandó poner la letra que se sigue : Para hacer entrada por aquellas
Aquí yaz Gómez Fernandez Montañas, cuya fama se estendia
En lugar estrecho puesto , Cerca de la riqueza de sus venas ;
4ntes altivo y enhiesto ;
Pero las cotas mas grandes Mas este capitán salió huyendo
Vienen i parar en esto. Con pérdida de muchos españoles
Tuvo presunción subida, Que le mataron en algunos pasos
Sin temor d% la caida ,
No queriendo conocella Los bravos defensores de su lierra.
Con esperanza de vida , Y entonces le llegaron los despachos
Que es lo mas incierto della.
Al Melchior Velazquez del gobierno,
Los cuales recebidos hizo gente,
Y juntaría como cien soldados
CANTO SEGUNDO. Con quien consumió copia de dineros
Dándoles los avíos necesarios.
Donde se tracla cómo por muerta de Gómez Fernandez se proveyó la go- Entró con ellos pues por las montañas,
bernación del Chocó a Melchior Velazquez, y las entradas que bizo. Llevando falsas guias de ehocoes
Que desviaron maliciosamente
Del ejemplo pasado se colige A nuestros españoles de los pueblos
Cómo nunca jamás al apetito Que prometieron dalles en las manos,
Humano sucedió suerte tan llena Y ansí fueron guiando por un rio
Que con aquella quede satisfecho ; En una y otra parte mal poblado;
Y ansí no nocas veces acontece E ya reconocida la malicia
Que por subir á mas altiva cumbre Por ser la dilación de muchos diM ,
Los nombres que vivían descansados Apartadas las guias y la lengua ,
Con una moderada pasadía India ladina de su propria casta,
Gaeo en los trabajos y aflicciones El Melchior Velazquez les pregunta :
Que la necesidad trae consigo. «¿Por qué me habéis mentido y engañado
VARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, HIST. DEL CHOCO, CANTO II. 501
Usando de tan gran maldad conmigo , Podían ir personas y adherentes ;
Traiéndome por este despoblado Una sola canoa razonable
Sin gente, sin labor y sin abrigo? Do Melchior Velazquez navegaba
Con gran ratón esto; determinado Con seis arcabuceros, recogiendo
De daros duro y áspero castigo, Las balsas rezagadas que quedaban
Para que los demás con escarmiento Por mil inconvenientes que suceden.
Enmienden este gran atrevimiento.» Y habiendo desta suerte navegado
El indio mas antiguo le responde : Tanta distancia como de diez leguas,
«Tengo por acertados los engaños Dieron las balsas repentinamente
Encima de un raudal impetuoso
Evitando los daños y los males De peñas descubiertas y cubiertas ,
De nuestros naturales y parientes, Donde se trastornaron sin remedio
Por no dallos á gentes estranjeras, Ansí las balsas como la canoa ,
Y tú mismo hicieras otro tanto: Y cada cual por escapar la vida
Usa, que no me espanto de la pena , Asidos de los frágiles navios
Pues estoy en cadena detenido; Sustentaban los cuerpos en el agua ;
La muerte yo la pido, yo la quiero Pero celadas, cotas, arcabuces
Contento, pues que muero sin ofensa En busca fueron luego de su centro,
Y por justa defensa de mi tierra » Y arrebatados de la gran corriente
El Melchior Velazquez reportóse Los sayos estofados y rodelas
Oyendo lo quel bárbaro decía, Y los demás reparos de vestidos
Y con amenazallo solamente Acia la mar del Sur iban nadando,
Cumplió con sus enojos y pasiones; Dejándoselos dueños á lo largo,
Y luego hizo junta de su gente Sin esperanza de poder cobrallos.
Para tomar acuerdo resoluto Salieron pues los nuestros á la playa,
En determinación de su viaje, Mas por milagro que por fuerza suya ,
Y á todos les habló desta manera: Los unos de los otros divididos,
«Amigos, mala burla nos han hecho Según mejor podia cada uno,
Los indios que traíamos por guias Sin recurso de ropa que mudasen
Saltando del camino mas derecho En vez de la que sacan empapada ;
En solitarias y dudosas vías, Y juntos fué común el desconsuelo.
Por donde caminamos sin provecho En hambre y desnudez todos iguales,
Por tan crecido número de dias Aunque mas perdidoso quien habia
Sin descubrir terreno que contente, Hecho la costa del aviamiento.
Ni cosa de que el campo se sustente. Al fin como se viesen descompuestos
» De cuya causa yo me determino, Y de tantas angustias rodeados,
Viendo tan enfadosos trompezones, El último remedió fué volverse
De no proseguir mas este camino A Toro, con trabajos que no pueden
Ni meteros en otras confusiones, En prolijo papel ser numerados;
Sino volver atrás é ir á tino Y ansí llegaron tales que gastaron
En demanda de aquellas poblaciones, Dos años y algo mas en reformarse.
Porque las guias, como no se mueran, Al cabo de los cuales el Velazquez
Nos las tienen de dar aunque no quieran. Tuvo noticia de los noanamas,
• Orden daremos para que se ablanden Provincia del Chocó, de quien tractamos,
Y sean mas sinceros ó sencillos: Y con aquel deseo virtuoso
E ya que con engaños se desmanden Que tienen corazones generosos
Por los hilos se sacan los ovillos, Con celo de vivir después de muertos
Pues caminos ternán por donde anden Dejando por sus hechos buena fama,
Por los cuales podremos descubrillos : Armó como setenta compañeros
Aquesto me parece y esto siento De todas annas bien aderezados,
Debajo de buscar vuestro contento.» Y entró con ellos siempre por caminos
Oidas las razones, todos ellos De gran dificultad, hasta que dieron
Le respondieron cómo no tenían En un gran rio cuya travesía
Querer ni voluntad mas que la suya, Era dos veces mas en la distancia
Y aquella seguirían donde quiera Quel rio grande de la Magdalena,
Que le pluguiese de hacer viaje. Y en las riberas del algunos pueblos
Con esto se volvieron á sus ranchos, Cuyos caminos eran por el agua,
Y un clérigo de misa que llevaban Sirviéndose de barcas ó canoas
Oyó, parece ser, algunas cosas En todos sus negocios y contractos.
De lo que prometieron diferentes, Y en el primero pueblo que se vído
Y al Melchior Velazquez en secreto En la contraria banda situado
Le dije: t Procurad otro concierto, Habia cuantidad de plantanales
Porque me consta ser gente doblada, Que las orillas frescas ocupaban,
Y si volvéis atrás tengo por cierto Racimos sazonados y maduros
Que os tienen de dar todos cantonada, Pendientes de las plantas, convidando
Pues murmuran de vos al descubierto A los que se llegaron con canoas,
Pesantes de venir en la jornada: En que vinieron del opuesto lado;
Remedíese no sero, sino serio, Y con dediles Melchior Velazquez
Y creed que no hablo sin misterio. > Que no llegasen á los platanales,
El buen gobernador quedó confuso, No fuesen las Hespérides aquellas
Y porque no saliesen de las redes Donde el dragón guardaba las manzanas,
Estuvo dando trazas y tanteos Con la cudicia del suave fructo
No sin fatiga del entendimiento; Faltóles obediencia, y acometen
Y al cabo tuvo por mejor remedio Sin orden divididos, derribando
Bajar en balsas por aquel gran rio Aquí y allí racimos á porfía ,
Que parecía sesgo y apacible Sin recelar el daño que tenían
Para poder por él ir navegando Cercano, pues estaban emboscados
Una y otra ribera descubriendo. Dentro del platanal bárbaros fieros.
Mandó hacer las balsas otro día, Que cuando mas los vieron embebidos
Y cada camarada tuvo cargo Salió la multitud y torbellino
De componer los palos en que fuese Con acometimiento furibundo,
Con fuertes ligaduras amarrados, Y del primer encuentro se llevaron
De manera cue sin tocar al a<ma 36
583 JUAN DE CASTELLANOS.
Once soldados con sus arcabuces. Respondieron con lloro no fingido
Recógense los otros, y detienen Que todos los barrió cruel y brava
Aquella tempestad impetuosa Peste que por allí se padecía :
Defendiéndose dellos un buen rato , Esto reconocieron claramente
Y el Melchior Velazquez á la grita Por infalibles muestras y por cuerpos
Acudió con los que con él estaban , Que por haber faltado manos sanas
Y allí le traspasaron el un brazo ; No se les dio terrena sepultura.
Pero con su venida los salvajes , Volviéronse con esta mala nueva
Por faltalles ya tiros, se desvian Y sin otra ganancia ni provecho
Y se precipitaron en el agua, Que lástima, dolor y pesadumbre,
Cortándola con brazos desenvueltos. Cual la tenemos hoy en este reino,
Como gente que en estos menesteres Pues por la era del de ochenta y ocho
Sabia diestramente menearse, Hubo tal mortandad de naturales,
Y ansí no fué posible lomar indio , Que los diamantinos corazones
Muchacho ni mujer de quien pudiesen A tierno sentimiento se movieran,
Saber lo que la tierra contenia. Viendo cómo la flor de todos ellos.
Quedando pues los vivos afligidos Mozos y mozas en edad florida,
Por la grande desgracia sucedida, Y de los nobles jóvenes patricios,
Pasaron á la banda do dejaban Damas de gran primor y gallardía,
Los ranchos asentados y el servicio, Eran arrebatados de la furia
Y su pasaje fué muy trabajoso De aquella tempestad lierray horrible,
Y no sin grande riesgo de la vida. Sin que bastasen curas ni remedios,
Allí, por venir muchos mal heridos, Solicitud, cuidado, diligencia.
Se detuvieron por algunos dias, De amos ni de médicos peritos,
Al cabo de los cuales una noche Con largos gajes, premios y salarios
En el postrero cuarto segundaron Que cada cual vecino prometía
Los bárbaros con otra rociada, Deseando salud á su familia ;
Y acometieron con tan grande furia Y no bastando ya fuerzas humanas
Que fueron removidos de su campo Para .cesar la plaga de viruelas •
La mayor parte de los españoles, Que todo lo barría y asolaba,
Los mas dellos heridos, y dos muerto?y
Ocurrimos al Médico supremo
Y el Melchior Velazquez el un muslo Con cristianas y pías diligencias,
Por una y otra parte traspasado ; Procesiones, ayunos y limosnas,
El cual con la presteza que cumplía Que ciertamente se hicieron muchas
En orden puso todos los soldados, En este pueblo donde yo resido
Ansí los sanos como los enfermo*, Y en todos los demás del Nuevo Reino.
Y tal priesa se dieron las espadas Pero desta ciudad llamada Tanja
Que los feroces bárbaros perdieron Fueron por una imagen de la Virgen
El campo con la presa que tenían , Que está en Chiquinquirá, pueblo de indios
Tomando por guarida la del rio, Que dista deste mas de siete leguas,
Dejando nuestra gente mallractada. Do la bondad de Dios ha comenzado
Y ansí considerando cuan sin fruclo A se mostrar con altas maravillas,
El tiempo se gastaba , requirieron Sanando ciegos, cojos y tullidos,
A su gobernador que se volviese, De que daremos cuenta mas eslensa
Y como no podia hacer menos, En otra parle, dándome Dios vida.
Condescendió con lo que le rogaron : Trájose con debida reverencia
Efectuóse luego la partida ; Sérico palio, hachas encendidas,
Pero como salieron lastimados Y era para notar la muchedumbre
Y sin ajenos pies que socorriesen, De bárbaros incultos que salia
Por tierras montañosas sin refugio. A veIJa, recebilla y adoradla,
Comiendo tallos de silvestres plantas Con lumbres encendidas en las manos,
Y cosas mas inmundas, veinte dellos Prostradas en el suelo las rodillas,
Dieron fin á trabajos con la muerte, Pidiéndole favor, reconociendo
Y del gobernador lo mismo fuera Ser Madre del que puede socorrellos,
A no tener en esta desventura Hasta coger las gotas de la cera
Un noble hijo de su mismo nombro Que las ardientes hachas destilaban
Que en todos los trabajos padecidos En tierra, que tenian por reliquia,
Nunca jamás faltó de su presencia , Y los caciques que tenian pueblos
Cumpliendo fielmente lo que deben Algo mas apartados del camino.
Los buenos hijos al amor paterno. Rogaban la pasasen por sus casas
Llegaron pues á Toro los restantes, Prometiendo magnificas limosnas.
Donde fueron caritativamente Finalmente, después que la trajeron
Curados y á salud restituidos. Y la pusieron en una capilla
Pasáronse después algunos meses, De ricos ornamentos adornada,
Y el Melchior Velazquez con deseo ¡numerables gentes acudían,
De mas acrecentar aquel gobierno, Ansí de naturales como nuestros ,
Como ya se sintiese fatigado Continuando santos sacrificios
De los trabajos, y con largos dias, Que celebraban voces acordadas
Al hijo le mandó recoger gente Con solemne concento y armonía:
Para buscar aquellas poblaciones Y fué servido Dios por su clemencia
De que tuvo primero la noticia ; De luego mitigar aquella ira,
El cual usando de las comisiones Que agora va corriendo y abrasando
Llegó setenta y cinco compañeros, Tierras de Popayán y Quito y Lima,
Con los cuales entró por la montaña, Por gran descuido de los que gobiernan ,
Y en breve tiempo dio con los asientos; A proprios intereses anhelantes,
Pero hallólos todos despoblados, Sin que del bien común tengan acuerdo.
Desiertos y sin muestra de cultura. Porque esta plaga vino de la costa,
Dos ó tres indias viejas solamente Y pues saldan ya la furia della,
Ovieron á las manos, y otros pocos Facilisimamenlese pudiera
De indios muy enfermos consumidos, Cerrar la puerta por adonde vino
Y preguntándoles adonde estaban Con impedir la boga por entonces
Todos los moradores de la tierra . Y poner guardas en el rio Grande
ARONES ILUSTRES DE INDIAS, PARTE III, IIIST. DEL CHOCO, CANTO II. SGtS
Que se cumpliera bien y fielmente De la cual á su t i e m p o , Dios mediante,
Con solos seis ringlones del audiencia. Tractaremos particularidades.
Y ansí por una negra que venia Y agora será justo hacer pausa,
Tocada deste mal contagioso Contento con que dejo descansando
De la costa del mar á Mariquita, Al Melchior Velazquez en su casa ,
Según común decir, ha sido causa Y habiendo dicho lo mejor que puedo
Desta calamidad y desventura , Las cosas sucedidas en aquellas
Y que pudiera ser quedar ilesos Cuatro gobernaciones que confinan
Usando de la dicha diligencia; Y van asidas unas de las otras.
Pruébolo, pues sabemos que en Pamplona No para reposar, pues que me queda
De aqüeste reino, por el gran cuidado Larga , prolija y áspera jornada,
Y vigilancia de Cristóbal Joven , Do con razón me manda que proceda
Siendo corregidor que la regia, Don Gonzalo Jiménez de yuesada ,
No dejando llegar los caminantes, Cursor primero que ganó la seda
Con sanidad quedó como solía En este nuevo reino de Granada ;
Y libre de la dura pestilencia. De cuyo fuerte brazo y estandarte
Llevamos pues la imagen á su casa Promete de tractar la cuarta parte (I).
Con la veneración que fué posible,
Y con magnificencia de limosnas,
De que se van labrando mas decentes
Y mas autorizados edificios, (I) Cumplió escribiendo la coarta parte , la cual viii en la librería ele
Donde también hay lámparas de plata , don Alonso lluinirpz de Prado, con licencias gara imprimirse, Lucas
Ricos y muy costosos ornamentos Fernandez l'iedrahila , según dice en el prólogo a su historia del
Por devotos cristianos ofrecidos, Nuevo Reino. Deslrulóse en esta obra, y se ven en ella versos copiado».
Vide l'p. 3líj, 5S7
Y según la frecuencia de fieles
(Notu puesta probablemente por el censor antes nombrado.
Será basílica de gran momento ;

FIX DE LA TERCERA PARTE DE l.AS ELEI.ÍAS Y ELOGIOS DE VAROM.S ILUSTRES DE INDIAS, Y DEL TOMO Cl'ARTO
1>E LA BIBLIOTECA DE ALTORES ESPAÑOLES.
ÍNDICE.

Páginas. con grandes valedores de caribes 61


CANTO SESTO. Donde se cuenta cómo llegó el armada á la Do-
FROLOGO. v
minica cómo cobraron las negras de Cristóbal de Guzmán
DEDICATORIA al rey don Felipe lj 1 y muchas indias, y lo que mas sucedió, con otros saltos
CENSURA DE AGUSTÍN DE ZARATE al consejo real. . -2 que después hizo Yahureibo en la isla t!e San Juan ó Bori-
ELOGIOS DE LA OBBA, por varios ingenios 5 quén ' • * ^
CANTO SÉTÍMO. — Donde se cuenta cómo privaron del gobierno á
PRIMERA PARTE. Joan Ponce de León, el mal galardón que se dio á los vale-
ELEGÍA I.— CANTO PRIMERO S rosos conquistadores que hallaron la tierra, las novedades
CANTO SEGUNDO. — Donde se trata de las diferencias que hubo que hubo después que Joan Ponce dejó el cargo, con otras
entre lo* soldados , y cómo uno habló atrevidamente contra muchas cosas hasta la muerte del dicho Joan Ponce CS
Colon, y lo que mas sucedió.—Primero viaje de Colon alas ELEGÍA Vil. — Elogio de Diego Velazquez de Cuéllar, adelan-
Indias & tado ó gobernador de la isla de Cuba ó Fernandina-, con la
CANTO TERCERO. —Donde se cuenta la gran tormenta que pade- descripción della y la relación de cosas allí acontecidas.
cieron antes de ver tierra, y cómo la gente se alborotó otra En un solo canto '9
vez; y del razonamiento que les hizo Vicente Yañez Pinzón. U ELEGÍA VIII. — A la muerte del adelantado don Francisco, de
CAUTO CUARTO. — Donde se trata cómo hallaron tierra , y Caray, donde se describe la isla Jamaica.
descubrieron la grandeza deste nuevo mundo con grandes CANTO PRIMERO. •• " 3

muestras de riquezas. V lo demás que les aconteció con las


CANTO SEGUNDO. — Donde se trata del orden que tuvieron para
primeras gentes que vieron 15
salir de allí, y la muerte de don Francisco de Garay 7li,
CANTO QUINTO. — Cómo vino la india mensajera y con tila el rey
CANTO TERCERO. —Donde se trata cómo llegó Francisco de Garay
Goaga Canari con gran número de gente, con el cual hizo
amistades, y lo demás que allí se hizo 10 al rio de Palmas, de lo que allí le sucedió, y de su muerte. 7&¡
CANTO SESTO. — Donde se trata cómo durante el tiempo de su ELEGÍA IX. — A la muerte de Diego de Ordás , donde se cuenta
viaje , la vuelta de España , decían varias opiniones cerca la gran entrada que hizo por el rio de Uyupari , y las cosas
de estas partes. Y cómo llegando á España se divulgó con en ella sucedidas.
gran admiración el descubrimiento susodicho 19 CANTO PRIMERO 8 0

ELEGÍA 11. — A la muerte del capitán Rodrigo de Arana , en la CANTO SEGUNDO. — Donde se cuenta cómo Diego de Ordás subió
cual ansimitmo se prosigue el descubrimiento de las Indias. con su armada el rio Uyapari arriba , y cómo volvió perdido
á Paria , y lo que mas aconteció hasta su muerte 81
CANTO PRIMERO 25
CANTO SEGUNDO. — Donde se cuenta la muerte del capitán Ro- ELEGÍA X. — Conquista de la isla Trinidad y cosas en ella acon-
tecidas desde su primer gobernador, que fué Antonio Se-
drigo de Arana , cordobés, y de lo que hizo Colon llegado
deño , hasta que vino Joan Punce de León , natural de San
á la Española SO
Joan de Puerto-Rico, y nieto del que conquistó aquella isla.
ELEGÍA III. — A la muerte de Francisco Bovadilla , donde an- 8 7
CANTO PRIMERO
simitmo se cuenta cómo Colon continuó su descubrimiento ,
CANTO SEGUNDO. — Donde se cuenta cómo los indios revolvieron,
con otras muchas cosas que sucedieron en aquella sazón.
y á los nuestros les fué forzado dejar la isla.- !»0
CANTO PRIMBRO 30 CANTO TERCERO. — Donde se cuenta cómo Antonio Sedeño salió
CANTO SEGUNDO.—Donde se cuenta las revoluciones que hubo en de Puerto-Santo y fué á Paria, donde se concertó con Alonso
la Española entre Colon y los que allí estaban, y cómo los re- de Herrera y Agustín Delgado, y revolvió sobre la isla Trini-
yes proveyeron sobre ello, y lo que mas aconteció en las dad ; y lo que le aconteció 91
guerras que de indios tuvieron 31 CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo Baucunar hi/.o llama-
CANTO TERCERO.—Donde se cuenta cómo tuvo Coanabo cercada miento de capitanes para ir con gran pujanza sobre Antonio
la fortaleza, y lo que sucedió durante el cerco y después que Sedeño, y lo que mas aconteció 95
los indios se retrajeron 57 CANTO QUINTO.— Donde se cuenta el rompimiento de la batalla,
CANTO CUARTO. — Donde se cuenta la venida del comendador Ni- y de lo que en ella aconteció 95
colás de Ovando, la vuelta de Cristóbal Colon , y muerte de CANTO SESTO. — Donde se cuenta cómo Sedeño volvió á Paria con
Bobadilla, con otras muchas cosas que en aquella sazón intención de r»conciliarse con el Alonso de Herrera, y lo que
acontecieron en estas partes 40 le aconteció • . 98
ELEGÍA IV. — Jfuer/e de Cristóbal Colon , donde se cuenta lo ELEGÍA XI. — A la muerte de Jerónimo de Ortal, segundo go-
que descubrió en el postrero viaje. En un solo canto.... 42. bernador de Paria , donde se cuenta de la segunda en-
ELEGÍA y. —A la muerte de don Diego Colon, segundo almirante, trada que se hizo por el rio Vrinoco , con otras muchas co-
donde ansimismo se cuentan otras muchas diversidades de sas que entonces acontecieron.
cosas acontecidas en la Española después que murió don CANTO PRIMERO 99
Cristóbal Colon. CANTO SEGUNDO. — Donde se cuenta el trabajoso viaje que llevó el
CANTO PRIMERO • 41 capitán Alonso de Herrera, y cosas en él acontecidas 10 1
CANTO SEGUNDO. — Donde se tratan las variedades que hubo en CANTO TERCERO. — Donde se cuenta la muerte del valeroso ca-
este gobierno, la venida del audiencia real, y muerte de don pitán Alonso de Herrera , y cómo luego se volvió la gente
Diego Colon 4G sin pasar mas adelante 10'.>
CANTO CUARTO. — Donde se cuenta la mudanza que hubo en el
ELEGÍA VI. — A la muerte de Juan Ponce de León , donde se
campo del gobernador Jerónimo de Ortal, y cómo determinó
cuéntala conquista, del Boriquén, con otras muchas par-
entrar por Maracapana , y las demás cosas acontecidas en
ticularidades.
aquella provincia 110
CANTO PRIMERO SI CANTO QUINTO. — Donde se cuenta cómo muchos señores indios
CANTO SEGUNDO. — Donde se trata el gran rebelión de los indios vinieron de paz, y cómo si poblaran los españoles y repar-
boriquenes, y cosas que pasaron durante la guerra 54 tieran la tierra, se hiciera un negocio de gran importancia. 114
CANTO TERCERO. — Donde se cuenta cómo llegó Guarionex al CAJITO SESTO. — Donde se cuenta cómo la gente de Sedeño, des-
pueblo dicho Montemayor sin ser sentido, y lo que mas su- pués que se metió la tierra adentro, dieron en la gente de
cedió BG Jerónimo de Ortal, cuyo capitán era Alonso Alvarez Guerrero,
CANTO CUARTO. — Donde se cuentan otras victorias que los espa- y les quitaron los caballos, y lo que mas aconteció 119
ñoles tuvieron en pacificación del dicho Boriquén 59 CANTO (ÉTIMO. — Donde se cuenta cómo Jerónimo de Ortal llegó
CANTO QUINTO. — Donde se cuenta la pacificación de toda la isla , á su pueblo de Neveri en la costa, cómo se escapó de An-
y la postrera batalla , donde todos los indios estaban juntos tonio Sedeño, y lo que mas le sucedió hasta su muerte. 123
5G6 ÍNDICE.
ELEGÍA XII. A la muerte de Antonio Sedeño , donde asimismo cemos fundados por los españoles en la provincia de Vene-
se cuenta el suceso de su jornada. zuela , con lo cual se da lio á lo de aquella gobernación.
CANTO PRIMERO • 126 ELEGÍA IV. — Relación délas cosas del Cabo déla Vela, y de los
GARIO SKCUNBO.— Donde se cuenta el suceso desla gente hasta primeros pobladores del, de la gran riqueza de perlas que
la muerte del Antonio Sedeño, y cómo se dividió su gente alli se halla, con otras particularidades dignas de saberse.
en dos bandos y parcialidades 131 En un solo canto 259
CANTO TERCERO. — Donde se cuenta cómo los de Sedeño conti- HISTORIA Y RELACIÓN de las cosas acontecidas en Santa Har-
nuaron su descubrimiento, acabado el invierno, y el On y su- ta desde su primera población. Y esta primera elegía es a la
ceso desta jornada 133 muerte de su primer gobernador, que fui don Rodrigo de
LEGIA XIII.— Elogio de la isla de Cubagua, donde se trata Bastidas.
la gran riqueza que alli hubo y su perdición y asolamiento. CANTO PRIMERO - 238
CANTO PRIMERO. — Donde se trata de su primero descubrimiento y CANTO SEGUNDO.—Donde se tracta de la llegada de García de Ler-
esterilidad, con otras particularidades dignas de memoria. 111 ma á Santa Marta, el gran fausto y pompa que trajo, con
CANTO SEGUNDO. — Donde se cuenta cómo llegó Gonzalo de otras cosas dignas de escriptura 200
Ucampo al puerto de dimanó, la buena maña que se dio en CANTO TERCERO. — Donde se cuentan varios acontecimientos de
prender algunos indios culpados, la justicia que dellos se bi- cosas durante el gobierno de García de Lerma 271
so, con otras muchas cosas que entonces sucedieron. . . 143 CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo Pedro de Lerma desde á
CANTO TERcino. — Donde se cuenta a cuánta diminución vino la pocos días que llegó i Santa Marta salió á descubrir tierras
granjeria de las perlas de Cubagua, el asolamiento de aque- nuevas con algunas guias que trajo de los Caribes 283
lla ciudad , con otras cosas allí sucedidas.. UJ ELl'.GIA V. — A la muerte de don Pero Fernandez de Lugo.
ELEGÍA XIV. — Elogio de ¡aisla Margarita, donde se da relación CANTO PRIMERO. — Donde se cuenta la llegada á Santa Marta ron
de la vivienda de la gente que alli reside, y de los, infor- el gobierno de aquella provincia, y lo que sucedió durante
tunios que ha padecido, con olrus muchas particularidades su vida • . . . . ' • «89
dignas de memoria. CANTO SEGUNDO. — Donde se tracta cómo dieron de noche en los
COTO PRIMERO ' y¿\ dos hermanos, y lo que mas sucedió. . . • 2%
GANTO SEGUNDO. — Donde se da á entender quiÉn era Pedio,, de CANTO TERCERO. — Donde se tracta cómo salió la gente del pueiio
L'rsüa y su descendencia , con otras cosas ala historia con- de Santa Marta, asi por mar como por tierra, para descubrir
vinientes o tierras nuevas, y de lo que les sucedió en el rio Grande a
CANTO TERCERO. — Donde se cuenta la partida de.Pedro de Ursua, la entrada del, y en la prosecución del viaje 300
con buena copia- de gente , aunque alguna deila inquieta CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo fué el capitán Joan de
y facinerosa, y las demás particularidades sucedidas antes San Martin por un rio pequeño distinto del rio Grande , que
de embarcarse en el rio por donde habían de hacer su viaje. 158 bajaba de la sierra , por la misma agua en canoas con pocos
CANTO COARTO. — Donde se da razón del mal lio que hubieron soldados, y lo que les aconteció antes de dar la vuelta á los
todos los conjurados que fueron en la muerte de su gober- cuatro brazos que llaman la Tora, donde el campo los espe-
nador, y cómo Lope de Aguirre se hizo señor de toda la raba 308
gente con muerte de muchos que tenia por sospechosos y CANTO QUINTO. — Donde se cuenta la cruel y sangrienta batalla
que murmuraban y abominaban de su loca demanda. . . . 105 que tuvo el licenciado Gallegos, y lo demás sucedido hasta
CANTO QUINTO. — Donde se cuenta cómo Aguirre entró en la la muerte de don Pero Fernandez de Lugo 315
isla Margarita, prendió al gobernador y principales, y las ELOGIO de don Luis de Rojas, gobernador de Santa Harta, donde
grandes crueldades que usó el tiempo que alli estuvo. . . . 107 se cuentan las entradas que hizo, y lo demás acontecido el
CANTO SESTO. — Donde re cuenta cómo Lope de Aguirre salió de tiempo que alli gobernó.
la isla Margarita y entró por Burburata, pueblo de la costa la
CANTO PRIMERO 319
tierra adentro hasta la nueva Valencia, con otras, cosas que
GAMO SECUNDO. — Donde se cuenta cómo llegó Francisco Gon-
acaecieron antes de su vencimiento 170
zález de Castro á Pucigueyca y pobló á las faldas de la sierra,
CANTO SÉTIMO. — Donde se trata del vencimiento de Lope de y lo que mas aconteció hasta dejar el asiento que habían
Aguirre, la justicia que del y otros se hizo, con el cual se poblado. . . . . . . • 527
remata ansimismo esta historia, y la puniera paite de"las Ele-
CANTO TERCERO. — Donde se tracta la rebelión de los indios de
«ías 1 7 2
Bonda, y el orden que tuvieron para ganar la fortaleza , con
SEGUNDA PARTE. otras cosas en aquel tiempo acontecidas 332
CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo en sabiendo los indios
DEDICATORIA a la majestad del rey don Filipe nuestro señor.. 179
de Bonda ser ida el armada , vinieron sobre la ciudad de
CENSURA DE DON ALONSO DE ERG1LLA l t j 0
Santa Marta; cómo se reedificó la fortaleza, con otras mu-
ELOGIOS DE LA OBRA, por varios ingenios lou chas cosas que en la reedificación acontecieron 513
LNIKODULCION |»1 ELOGIO de don Lope de Orozco desde que vino á gobernar á
ELEGÍA I. —A la muerte de Micer Ambrosio, primero gobernador Santa Marta, donde se hace mención de las cosas en aquella
por los alemanes, donde se cuentan las cosas sucedidas en la gobernación sucedidas hasta el año de 1383 351
provincia de Venezuela hasta su muerte. CANTO SEGUNDO. — Donde se tracta cómo don Lope de Orozco en-
CANTO PRIMERO • 180 vió al capitán Antonio Cordero á poblar la provincia de Cln-
CANTO SEGUNDO. — Donde se tracto cómo el jurado Leiva y Pedro mila, y gente blanca, y las cosas que sucedieron durante la
de Limpias prosiguieron adolanle por las zavanas del Cabo población 357
de la Vela y Solurma, en busca de alguna geste para guias ,
y de lo que les sucedió con unos indios que encontraron. 195 TERCERA PARTE.
CANTO TERCERO. — Donde se cuenta cómo micer Ambrosio volvió DEDICATORIA i la majestad del rey don Filipe , nuestro señor . . . 503
con la gente que recogió en la ciudad de Coro, al pueblo que ELOGIOS DE LA OBRA, por varios ingenios 5üA
dejó poblado en el Maracaibo, y de la entrada que hizo por HISTORIA DE CARTAGENA.
aquella via • 201 CANTO PRIMERO 30J
CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo caminó micer Ambro- CANTO SEGUNDO. — Donde se tracta cómo los indios comarcanos
sio con esta gente , descubriendo tierra hasta llegar adonde vinieron á dar la paz, y bastó la batalla que se dio en Turiiací»
esta ahora poblada la ciudad de Pamplona, distrito deste para atemorizar los demás caciques y señores de aquella
nuevo reino donde lo mataron • 200 provincia • • . 371
ELEGÍA II.—yt la muertede George Espira, cuarto gobernador de CANTO TERCERO.—Donde se cuenta cómo el gobernador Pedro de
lasprovincias de Venezuela. Heredia salió de la ciudad de Cartagena con docientos hom-
CANTO PRIMERO. . • • 211 bres bien aderezados , y llegó á la provincia de Cenü, y lo
CANTO SEGUNDO. — Donde s« cuentan los grandes recuentros que que mas aconteció en su pacificación y conquista 377
tuvieron , y cómo viéndose George Espira con gran falta de CANTO CUARTO. — Donde se tracta del odio que concibió la gente
gente determinó devolver a la ciudad de Coro, y lo que su- que quedaba en Tullí contra el gobernador Pedro de Here-
cedió en el camino 215 dia, por no querellos admitirá las sepulturas ricas que con
CANTO TERCERO. — Donde se cuenta la venida del doctor Antonio sus negros y otras personas que alli quedaron sacaba, y las
Navarro a Venezuela a tomar residencia a George Espira y á demás variedades que entonces acontecieron 381
(a* tenientes, y lo que mas aconteció 221 CANTO QUINTO. — Donde se cuenta cómo á pedimienlo'de hombres
apasionados, la audiencia real de Santo Domingo envió al li-
ELEGÍA III. — Ala muerte del gobernador Filipe de liten, donde
cenciado Juan de Vadillo , oidor dolía , á tomar residencia
st cuenta la entrada que hizo y cosas en ella acontecidas.
al gobernador Pedro de Heredia, y lo que durante su tiempo
CANTO PRIMERO • • 226 aconteció 392
CANTO' SEGUNDO. — Donde «e tracta cómo Pedro de Limpias se CANTO SESTO. — Donde se cuenta cómo el licenciado Joan de Va-
amotinó concierta gente , y cómo llegó Filipe de liten al dillo salió del puerto de Cartagena por la mar hasta llegar i
Tocuyo, y lo demás sucedido hasta su muerte 235 L'rabá, y desde alli fué en demanda del Guaca y otras provin-
CANTO TERCERO Donde se tracta del entrada que hizo Diego Ruiz cias, y las cosas acontecidas en aquella jornada 5'/
de Vallejo , maese de campo, a los cuicas, los grandes re- CANTO SÉTIMO. — Donde se cuenta lo sucedido en la provincia
cuentros que tuvo ron los naturales, con otras cosas que acon- de Burilicá, y en las demás provincias por donde pasó el li-
tecieron hasta que se pobló la ciudad de Trujillo que alli se cenciado Juan de Vadillo , hasta que su gente lo dejó , y no
fundó. 240 quiso seguillo 406
CANTO CUARTO.—Donde se dicen los pueblos qua hasta hoy cono- CANTO OCTAVO. — Donde se da cuenta cómo volvió don redro d«
ÍNDICE. 5G7
Heredia con titulo de adelantado, y trosas sucedidas después HISTORIA de la gobernación de Antioquia y de la da Chocó,
de su venida , y antes que llegase á Cartagena adyacentes á lude Popayán, nuevamente desmembradas de-
CANTO NOVEIO. — Donde se da razón de las novedades que hubo llapor provisiones de la real majestad del rey don Filipe se-
en Antioquia después que el adelantado don Pedro de Here- gundo deste nombre , nuestro s e ñ o r . . . " . . . . . . . 506
dia se vino para Cartagena, y don George Robledo llego con CANTO PRIMERO.— Donde se da razón de los primeros capitanes
título de mariscal y con poderes del licenciado Miguel Díaz que entraron en las provincias de entre los rios Cauca y el
Armendariz, gobernador de todas aquellas gobernaciones , de la Magdalena, ansí déla gobernación de Popayán como
y de los casos acontecidos en Cartagena hasta la muerte de deste Nuevo Reino ggg
don Pedro de Heredia CANTO SEGUNDO—Donde se da relación del primero fundador
ELEGÍA á la-muerte de Joan de Bustos de Villegas , segundo go- de la ciudad de Antioquia , y cómo después fué mudado de
bernador de Cartagena por provisión de la R- U. En un solo aquel asiento primero á mejor sitio, donde permanece con
nombre de villa de Santafé de Antioquia gto
canto
CANTO TERCERO. — Donde se da razón de la entrada que hizo en-
ELEGÍA á la muerte deFrancisco Bahamon de Lugo, quinto gober- tre los ríos 6aspar de Rodas, la gente que le acudió , y or-
nador de Cartagena. En un solo canto I . den que tuvo en hacer la guerra • íii2
ELOGIO de Pero Fernandez de Bustos, gobernador de la pro- CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo los indios de la pro-
vincia de Cartagena, donde se cuenta el discurso de su vida vincia de Pequi enviaron su embajada al campo de los espa-
hasta la venida delpoderoso cosario que se dice el capitán ñoles, y lo que en eila se contenia rj i 4
Francisco Draque CANTO QUINTO. — Donde se da razón de lo que sucedió después
que los españoles entraron en la provincia de Pequl 515
ELEGÍA á Id muerte de don Sebastián de Benalcdzar, adelan- CANTO SESTO. — En el cual se da razón cómo Gaspar de Rodas
tado de la gobernación de Popaydn, donde se cuenta el des- pasó su campo á la provincia de Pequl, donde no seie hizo
cubrimiento de aquellas provincias, y memorables cosas en resistencia, antes algunos indios le dieron la paz.. . . • . . ; ; ¡ :
ellas acontecidas. CANTO SÉTIMO. — Donde se da relación de lo sucedido á Juan Ve-
CANTO PRIMEVO . . *.
lasco y á Pedro Fernandez Rivadeneyra en la provincia <le
los nutaves y valle de Teco 51a
CANTO SEGUNDO.—Donde se cuenta cómo Sebastián de Benalcazar
prosiguió la guerra contra Hruminavi y los otros capitanes (he CANTO OCTAVO. — Donde se tracta déla fundación de la ciudad
Alabaliba, que se babian alzado con el reino de Quito, basta llamada San Joan de Rodas, y cómo á Gaspar de Rodas le vi-
no nueva que don Alvaro de Mendoza enviaba á su hermano
la muerte dellos.
don Alonso de Caravajal, para que le sucediese en el •cargo. Sil
CANTO TLRCERO Donde se cuenta cómo Benalcazar procuró lie-
gar á sí el número de españoles que le fué posible para ir en CANTO NOVENO. — En el cual se dice cómo los indios vinieron só-
seguimiento de la noticia que de Bogotá le dio el indio que brela ciudad de San Juan de Rodas , la muerte de Juan Ve-
halló en la ciudad de Quito, y lo que aconteció en aquel viaje lasco , y otras muchas cosas que allí sucedieron Kiü
á él y á sus capitanes CANTO DÉCIMO. — En el cual se tracta de la reedificación de Sai>
CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo Benalcazar despobló la Juan de Rodas, y cómo Andrés de Valdivia se volvió á Santa-
villa de Ampudia y pasó adelante con toda la gente que te- fé de Antioquia dejando por teniente á don Antonio Osorlo
de Paz , con la gente que trajo 5*>
nia, con esperanzas de hallar tierras de mayor grandeza ; y
ansí por él y por sus capitanes se tentó por diversas paites CANTO UNDÉCIMO. — Donde se tracta del socorro que trajo el go-
aquel compás que boy se llama gobernación de Popayán.. . bernador Andrés de Valdivia, la mudanza del pueblo de San
Juan de Rodas, con otros varios sucesos, y cómo vino de Es-
CASTO QUINTO.— Donde se cuenta-cómo Lorenzo de Aldana vino á
paña declarado no caer en el gobierno de Valdivia Sámale
Popayán por mandado del marqués don Francisco Pizarro y
de Antioquia, ni San Juan de Rodas •"">•»
con provisiones suyas para tomar en si el gobierno de Popa-
yán y sus anejos CANTO DUODÉCIMO. — Donde se da razón de lo que hizo el gober-
CANTO SKSTO. — Donde se cuenta cómo vino multitud de indios nador Andrés de Valdivia después que tuvo la gente déla otra
sobre el capitán Pedro de Añasco, y le mataron la gente que parte del rio Cauca '->~>i
CANTO DÉCIMO TERCERO. — Donde se da razón de la que le pareció
tenia, escepto tres que escaparon mas milagrosa que casual-
mente, J á él lo tomaron vivo, con otras desgracias que en- á Andrés de Valdivia, que tuvo para despoblar la nueva ciu-
dad de L'beda '»"'<
tonces acontecieron • • ••
CANTO DÉCIMO CUARTO. — Donde se cuenta cómo viendo los indios
CANTO SÉTIMO. — Donde se cuenta cómo Pigoanza, por importu-
la gente española dividida en tres partes, determinaron de
nidad de la Gaitana , convocó otros muchos caciques , y vino
dar en ellos en un mismo dia en los lugares adonde estaban,
sobre el pueblo de Timaná con mas de doce mil hombres sin se poder valer los unos á los otros por ser mucha la dis-
de guerra, y las grandes cosas que en la defensa de los espa- tancia , 53'J
ñoles se hicieron
CANTO OCTAVO. — Donde se cuenta cómo Pigoanza vino sobre Ti- ELOGIO de Gaspar de Rodas, segundo gobernador délas pro-
maná con quince mil hombres de guerra, ferocísima é indó- vincias de Antioquia, cuyo discurso comienza desde que fué
mita gente, ylo que sucedió en aquella batalla contra menos promovido al cargo de capitán general de aquella tierra por
de cien españoles, los cuarenta poco mas ó menos de ca- los señores de la audiencia real deste \uevo Reino.
ballo, y los demás peones CANTO PRIMERO t>U
CANTO NOVENO. — Donde se tracta cómo Pascual de Andagoya, CANTO SEGUNDO—Donde se cuenta cómo los señores de la real
siendo proveído por gobernador de la tierra adyacente al rio audiencia enviaron comisión á Gaspar de Rodas para cas-
que llaman de San Juan, sa entró por la tierra conquistada tigar los indios rebeldes, y poblar en las tierras donde fué
por Benalcazar y sus capitanes, y se hizo obedecer en Popa- muerto Andrés de Valdivia '. Sil
yán y en los otros pueblos desta gobernación , y lo demás CANTO TERCERO. — Donde se cuenta cómo los indios repartidos á
que de su venida resultó, hasta la venida de don Sebastián la ciudad de Cáceres, viendo que Gaspar de Rodas había sa-
de Benalcazar lido de la tierra, se atrevieron á matar algunos españoles v
CANTO DÉCIMO. — Donde se cuenta la venida del virey Blasco Na- no acudían 4 servirlos 5*9
nea Vela á Popayán, y cómo allí se rehizo de gente para ir CANTO CUARTO. — Donde se cuenta cómo Gaspar de Rodas salió
contra Gonzalo Pizarro, y llevó consigo al adelantado don de la villa de Santafé de Antioquia con setenta hombres de
Sebastián de Benalcazar, y á Juan Cabrera y otros valerosos pié y de caballo, y fué descubriendo por el rio Porce abajo ,
toldados hasta que halló terreno donde pobló la ciudad de Zaragoza. 551
CANTO UNDÉCIMO. — Donde se <la conclusión á la historia de lo su- RELACIÓN BREVE de las tierras de la gobernación del Chocó,
cedido en la gobernación de Popayán hasta el tiempo pre- y cosas en ella acontecidas desde el tiempo que entró en ella
sente, y se da cuenta de cierto alzamiento que allí se in- el capitán Gómez Fernandez, hasta que le fui dado el go-
tentó por algunos soldados que vinieron desterrados da Piró, bierno y conquista á Uelchior Veluzquez, vecino de la ciu-
cuando se rebeló Francisco Fernandez Girón en el Cuzco. . . dad de Ruga . 531
CATALOGO délos gobernadores de Popayán,y cuasi epilogo de CANTO SEGUNDO — Donde se tracta cómo por muerte de Gómez
lo contenido en su historia. En metros sueltos Fernandez se proveyó la gobernación del (.hoco á Melcblor
Valaxqnei, y las entradas que hizo 555

FIN DLL ÍNDICE.


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I ESTANTE 15
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