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SOMOS LO QUE COMPRAMOS.

HISTORIA DE L'\ CULTURA MATERIAL EN AMÉRICA LATINA INTRODUCCiÓN

de las necesidades o de lo que se percibía como deseos. En navales ingleses en convertirlos en mástiles. Los españoles
la escala social, los artesanos especializados o quienes orga- que trasladaban ganado y ovejas a las Indias, no tardaron en
nizaban el comercio adquirían ropa y alfarería más elabora- asignar un valor a las tierras ociosas, una mercanCÍa que podía
das, mientras que por encima de estos estratos gobernaba la ser comprada, usurpada, arrendada o rentada. Incluso el
elite precolombina, la cual obtenía servicios o tributos para tiempo, que actualmente es una mercanCÍa valiosa que se
conseguir un excedente de bienes que causaba una gran compra y se vende a cada momento, tuvo un valor diferente
impresión a los antiguos españoles. para las sociedades que organizaban su trabajo alrededor
Con herramientas y conocimientos comunes, la gente de la tarea pendiente, más que en función de las horas -o
trabaja dentro de las restricciones de cierto ámbito econó- pago por horas- requeridas para realizarla.
'mico y político con el fin de producir una variedad de bie- Durante los últimos siglos, la noción de "precio" (una
nes, que inevitablemente influyen en su consumo. Entre los recompensa pagada por los bienes o servicios) e incluso
grupos más simples, podemos ir desde la tuna de un nopal ese significante, aún más abstracto y simbólico llamado "di-
hasta las herramientas de piedra o unas sencillas sandalias. nero", se ha convertido en la medida del valor de todas las
Así, una "geografia de la producción" influye en la elección. 1 cosas -incluso de las personas-o Nada es gratis en la vida
Aun cuando un guerrero mexica del siglo xv fuera capaz de y, como es sabido, "todo hombre tiene su precio". Sinem-
soñar con un arma de acero, no podía conseguir ni una sola bargo, entre los nativos precolombinos, el precio y la mone-
a ningún precio. Más tarde, en la América colonial, los altos da eran conceptos rudimentarios, mientras que los invasores
costos de transporte para importar vino europeo o harina europeos difícilmente podían pensar en otra cosa. Si bien
de trigo dejaron esas mercancías sólo al alcance de los ricos. muchos de los rasgos culturales de las sociedades que entra-
Los cambios demográficos, los costos de transporte y tran- ban en contacto resultaban mutuamente indescifrables, los
sacción, los mercados y los mercaderes son factores que de- habitantes de ambos mundos lograron determinar con faci-
terminan lo que comemos, bebemos y vestimos. lidad el costo de ciertos objetos, como, por ejemplo, una
Todo lo que existe en nuestro planeta, y para el caso, camisa de Castilla, en relación con los granos de cacao, y
incluso las "rocas lunares", han llegado a tener valor en cier- con el tiempo fueron adoptando el sistema simbólico del dine-
tas circunstancias. Un mortero de piedra gel tamaño de una ro aun cuando el uso de la moneda no se generalizó sino
mano redondeada en el lecho de un río, o una laja de obsi- hasta mucho tiempo después. En este primer acercamiento
diana filosa eran altamente valorados en regiones en las que a responder nuestra pregunta de por qué la gente adquiere
tales herramientas escaseaban. Durante mucho tiempo, en ciertos bienes, debemos tener en mente que en América La-
el Viejo y en el Nuevo Mundo estos objetos comunes y algu- tina, a lo largo de los últimos quinientos años, los economis-
nos artículos más sofisticados, como la lana de borrego o las tas han sostenido un punto fundamental: los precios relativos,
canastas de maíz, se intercambiaban por pescado salado o va- la teoría de la oferta y la demanda sí ayudan a explicar por
ras para techos. No cabe duda de por qué! la gente terminó qué la gente compra lo que compra. Sin embargo, para de-
por asignar un valor a las cosas y se propuso hacer lo necesa- terminar la adquisición de bienes existen varios elementos
rio para obtenerlas. Una gran cantidad de bienes o enseres insertos en el código de lo que conocemos como "precio".
carece de un valor de intercambio hasta que surge una de- De otra manera, sería muy difícil explicar por qué actual-
manda o un mercado para ellos. Los algonquinos, por ejem- mente, cuando se venden dos tipos idénticos de capuchino
plo, no podrían imaginar siquiera poner precio a sus bosques, en una misma calle, pero uno cuesta seis dólares y el otro
sino hasta que se percataron del interés de los constructores dos, "la gente se arremolina para comprar el de seis".2

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Una rápida mirada alrededor nos permite apreciar los preciada vestimenta perderá el valor que él le ha asignado y
jeans de un adolescente, el yate de .,un ejecutivo o -más yacerá polvosa e ignorada en la iglesia de la misión; del mis-
cercano al interés de este trabajo- un ornamento inca fa- mo modo que el invaluable camastro que está en mi estu-
bricado con vértebras de animal o bien, una mansión estilo dio, que elaboré con mis propias manos, usando torno y
francés de la Belle époque en Río de janeiro, lo cual nos re- cepillo y unos tablones de nogal cortados en el aserradero
cuerda un lugar común: Il!.~cha gente adquiere bienes sólo de mi padre. terminará sin duda en una venta de cochera a
para exhibirlos como signos de identidad y para levantar su cambio de unos cuantos dólares. No hay nada más objetivo
autoestima, Algunas personas (no todas ni siempre) están y real en el valor de un vestido o de una cama que las piezas
totalmente conscientes de que consumen alimentos, ropa o de madera toscamente talladas que colgaban de los cuellos de
habitan en ciertas viviendas para expresar una individuali- los nativos encontrados por los portugueses a lo largo de la
dad o una identidad específica. Incluso el modo de consumir costa de África occidental, para los cuales usaron el término
algún platillo o bebida o de.....!l§~ d~terminag.o sombrero o feitico, origen de nuestra palabra "fetiche".5
uniforme es capaz de producir la sensación de unicidad o de Una vez dicho esto, también debe ser cierto que, en los
identificaciól!._con un grupo 0, incluso, una nación, últimos quinientos años, muchos mexicanos, peruanos, cu-
Para complicar aún más el asunto, el valor que atribui- banos o chilenos difícilmente podrían considerar los objetos
mos a un objeto se determina en gran medida por lo que de uso cotidiano un reflejo de su identidad o, en todo caso,
éste nos significa: por el grado en que "contiene asociaciones no pensaron mucho en ello. Un azadón común, una vasija
y significados en nuestra mente", Peor aún, a menudo acep- de barro, un simple chal de lana no se ofrecían en venta y ni
tamos inconscientemente, nosotros y los consumidores his- siquiera se consideraba la posibilidad de asignarles un pre-
tóricos de este libro, un "precio" objetivo de ciertos bienes cio; solamente se utilizaban y se reparaban o reemplazaban,
cuando, en realidad, son nuestros propios deseos subjetivos a menudo con manufacturas caseras, cuando se rompían o
los que han establecido el precio en primera instancia. Nos desgastaban. Reconozcamos que es difícil valuar las actitu-
inclinamos a creer que los objetos o las mercanCÍas que com- des de la gente común hacia los bienes comunes. ¿Le era
pramos "cayeron del cielo o surgieron de la cabeza de Zeus indiferente a un pastor andino su rebaño de llamas? ¿Podría
ya formados", que las etiquetas con el preciQ penden de ellos un herrero del siglo XVI sentir mayor apego a sus herramien-
"como un apéndice original", cuando en realidad, "la idea tas hechas en casa que por ejemplo, un hombre citadino de
de que una cosa valga, o sea equivalente a dos libras de oro, nuestros días? Quizá las humildes viviendas de adobe de los
cuarenta dólares o una hogaza de pan, es un concepto es- habitantes de México y de los Andes importaban menos a
trictamente humano asignado al objeto en cuestión".3 sus habitantes de lo que nos importan hoy nuestros "hoga-
El hecho de que una mujer española en el México del res".6 Quizá no. Tal vez la asociación del amor y la muerte, el
siglo XVI pidiera a su hermano traerle de su próximo viaje nacimiento y el recuerdo y la felicidad del juego de los ni-
"cuatro jamones curados de Ronda" a un país en donde abun- ! ños, ha impregnado a las viviendas con un valor que no es
daba el ganado porcino, o que un franciscano licencioso posible incluir en el frío cálculo de los metros cuadrados
asignado a un pueblo remoto en las cabeceras del Amazo- construidos, en el actual mercado de bienes raíces.
nas rogara al gobernador Borbón enviarle algunas prendas Hay otras explicaciones -incluso tal vez menos obvias--
de Bramante, evidencia cómo las personas le atdbuyen a para adquirir bienes, además de la necesidad de subsistir, el
ciertos objetos un significado subjetivo. 4 Podemos imaginar precio relativo, la exhibición o la identidad. Una tercera
fácilmente que una vez que el buen sacerdote muera, su observación de la vida cotidiana muestra que los bienes tie-

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nen otros usos importantes. Proporcionan, por ejemplo, la menta con carne de res".8 Incluso en las más rudimentarias
sustancia material de los rituales que contribuyen a crear y viviendas de México o del Perú colonial, la gente común se
mantener las relaciones sociales o, para decirlo de otro modo, adhería a las formas "rituales de la cena".
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los bienes "establecen significados públicos". Pero ¿qué es El consumo también tiene relación con las reglas. El
"significado"? El significado social, en palabras de la antro- Estado, por ejemplo, puede esforzarse por moldear el con-
póloga Mary Douglas, "fluye y va a la deriva, es dificil de sumo a través de leyes suntuarias; al insistir en que los solda-
aprehender [ ... ] pero como ocurre en la sociedad tribal, así dos o los escolares usen uniforme; al imponer tarifas o
mismo nos ocurre a nosotros: los rituales sirven para conte- prohibir ciertos bienes o, digamos, con el control de los pre-
ner el rumbo del significado". Afirma que "los rituales más cios del grano en la Lima del siglo XVI o -hasta hace poco--
efectivos utilizan bienes materiales y, entre más costosos sean, al subsidiar a los productores de tortilla en México. Tam::
podemos asumir que es más fuerte la intención de f~ar los bién hay un rasgo recíproco en los asuntos políticos. Los
significados". La racionalidad humana nos obliga a tratar consumidores ingresan a la ciudadanía en las nuevas nacio-
de dar sentido al mundo. Por ejemplo, el universo social nes del siglo XIX comprando mercancías importadas, ropa o
necesita ser delimitado por dimensiones temporales: "el ca- alimentos nacionales u "occidentales" o mediante la partici-
lendario tiene que ser dividido en periodos anuales, semes- pación en ceremonias públicas como las fiestas patrias, o ad-
trales, mensuales, semanales, diarios y aun más cortos [ ... ] quiriendo una propiedad privada, que con frecuencia es un
con el fin de que el paso del tiempo pueda llenarse de signi- requisito para poder votar. Estas compras llevan a la gente a
ficado". Así, conmemoramos el año nuevo, los cumpleaños los mercados locales y nacionales o, como están gravados con
y las primeras comuniones, las bodas, un aniversario de pla- impuestos, la vuelve cautiva de la nueva maquinaria fiscal, la
ta, un milenio, "un tiempo para vivir, un tiempo para morir, sitúa en la base tributaria, la hace "legible" a los ojos del
un tiempo para amar".7 Efectivamente, en los últimos años, Estado. 9 Todo esto contribuye a construir nuevas identida-
los astutos vendedores nos han facilitado la adquisición de des que convierten a personas antes marginadas en ciuda-
objetos al sugerirnos materiales -papel, cristal, plata y oro-- danos social y políticamente aceptables.
para ciertos aniversarios de boda. Y;'como sabemos, los bie- Espero que esta breve incursión a la cultura material ani-
nes de consumo -incluyendo el cotidiano~ritual de comen- me a los lectores a dejar de ver los objetos y las mercancías
zar el café- son indispensables para celebrár esos momentos que consumimos actualmente como herramientas aisladas o
que permean nuestro universo social y delimitan las relacio- como lozas apiladas en un gran almacén, como indiferentes
nes sociales. prendas de vestir traídas quién sabe de dónde, dispuestas en
Más aún, nuestra inconsciente identificación con los ri- montones desordenados en tiendas de saldos; que imaginen
tuales o con las convenciones -con su consecuente efecto a los fabricantes de todas esas cosas, quizá --en el mejor de
en la manera en que consumimos- puede expresarse en los casos- como el poeta imagina a los constructores de Ma-
nuestros actos, tanto privados como públicos. Mary Douglas chu Picchu:
nos pide detenernos, por ejemplo, en una persona que va a
cenar sola y se para frente al refrigerador, buscando algo labrador, tejedor, pastor callado: / domador de guanacos
tutelares: ralbañil del andamio desafiado: / aguador de
comestible. "Sin pensarlo, adopta las reglas secuenciales y
las lágrimas andinas: / joyeró de los dedos machacados: /
las categorías de la sociedad entera [ ... ] jamás invertiría la
agricultor temblando en la semilla. 10
secuencia convencional para comenzar con el postre y ter- ;
!
minar con la sopa, o no comería mostaza con cordero y ¡
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-.
Para una gran parte de nuestra historia, mucha gente ha pro- rería anaranjada" del altiplano de México con las tierras tropi-
ducido sus propios arados o azadones, ha construido su propia cales de América Central en el siglo IX; del comercio de tur-
casa, ha tejido su ropa. Otros, por lo regular, compraron di- quesas a través de los áridos parajesdel norte de México durante
rectamente del vendedor, examinaron las cebollas del agri- el periodo posclásico del siglo XI; incluso, del trueque de figu-
cultor en sus propias manos, regañaron a los mal pagados rillas de jade entre Mesoamérica y los Andes hace 2500 años.
trabajadores de la construcción, miraron por encima del hom- Pero, desde el siglo XVI y hasta la fecha, los pueblos de lo que
bro de la costurera. Así, el vínculo entre los bienes y los pro- ahora llamamos América Latina quedaron sujetos a los regí-
ductores locales es evidente de una manera literalmente menes materiales absolutamente distintos de los imperios es-
inimaginable en los tiempos actuales. Con el comercio a lar- pañol y portugués y, más tarde, a partir del principio del siglo
ga distancia y la aparición de un mercado mundial -que XIX, se volvieron dependientes de los poderosos países indus-
comenzó con un trueque de bienes en el siglo XVI, se expan- triales de Europa occidental y también de Estados Unidos.
dió desigualmente en el XIX Y ahora fluye en forma anóni- El mundo entero reconoce la enorme aportación del
ma a nuestros mercados desde los rincones más alejados del continente americano con la plata, el maíz, el chocolate, las
planeta-, la ruptura entre el productor y el consumidor papas, eljitomate e incluso el agave, la quinina y la cocaína
casi se ha consolidado. a la sociedad en general pero, aparte de éstos y otros ali-
Nuestro estudio abarca aquellas partes del mundo hoy mentos, fibras o minerales, la contribución de América Lati-
conocidas convencional pero erróneamente como América . na a la cultura material global es escasa. Ni el arado andino,
Latina, con especial atención en siglos pasados, en particu- la chaquitaclla, ni la resortera de tres piedras ni la fina alfare-
lar en los primeros siglos de la Colonia, en las regiones prin- ría ni el exquisito trabajo de los plateros o los orfebres, ni
cipales de Mesoamérica y los Andes. Se trata de los sitios siquiera la terca llama lograron llegar a Europa occidental.
donde se desarrolló la alta cultura precolombina y que des- Más tarde, en la era industrial, el vasto conjunto de manu-
pués fueron centros de los regímenes coloniales y que si- facturas mundiales de los siglos XIX YXX fue importado hacia
guen siendo relevantes hoy en día. Respecto de los siglos América Latina y nada -ni siquiera las sillas de montar, los
XVIII, XIX Y XX, nuestro análisis sigue la expansión de la mi- zapatos o las capas de lana- se envió para allá. Del mismo
gración europea hacia el cono sur en Chile y Argentina, y la ~ modo, tampoco los platillos o las bebidas cruzaron de oeste
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forzada diáspora africana hacia el Caribe. Brasil, una cultu- ( a este. No había, y sigue sin haber, al menos hasta hace muy
ra fascinante, se aborda desigualmente aquí. Todo el mundo poco, papas a la huancaína o mole oaxaqueño en Madrid, ni
sabe que han existido -y persisten- divisiones· étnicas, de pulque en Chicago, ni yerba mate en Galicia. Tampoco había

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clase y de género,junto con marcadas diferencias regionales tamales o enchiladas en Estados Unidos, fuera de la pobla-
e incluso locales en este amplio intervalo de tiempo y espacio. ción de origen mexicano, sino desde hace aproximadamente
No reclamo un tratamiento de gran extensión y, mucho me- cuarenta años. Si los antiguos peruanos hubieran encontra-
nos, definitivo. Muchos especialistas quizá se queden per-
plejos ante mis omisiones y generalizaciones. I
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do la forma de llegar a Granada y de imponer su dominio a
Fernando e Isabel, ¿acaso no es probable que el cuy asado y
Como en cualquier otra parte del mundo, desde el co- • la espumosa chicha hubieran aparecido en diversas cocinas
mienzo mismo de los asentamientos humanos en el hemisfe- desde Madrid hasta Sevilla? Quizá las llamas y las alpacas
rio, grupos más o menos pequeños entraron en comunicación estarían ahora pastando en Castilla junto a las ovejas meri-
con personas que pertenecían a otras culturas y tenían otros no, el animal que los españoles se apresuraron a introducir
bienes. Hay evidencia, por ejemplo, del intercambio de "alfa- en las Américas.

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Desde el comienzo de la intrusión ibérica, pasando por


En el ámbito de la cultura material, por lo tanto, Améri- los regímenes materiales francés, inglés y, actualmente, el es-
ca Latina ha recibido durante los últimos quinientos años una tadounidense, aquellos que se esforzaron por imponer el con-
amplia gama de productos del extranjero, particularmente sumo en América Latina,así como los habitantes de América
fabricados en serie, en una proporción mayor a la que existía La.tina que voluntariamente adquirieron ciertos bienes, a me-
en sus propios territorios. Con pocas excepciones, el flujo de nudo llegaron a pensarse a sí mismos como parte activa de un
nuevos bienes ha sido generalmente hacia -y no desde- proceso de occidentalización. Para los invasores españoles de
América Latina. Esto no es, sin embargo, una simpie cues- los siglos XVI y XVII se trataba de imponer una ¡mena policía en
tión de oferta y demanda o de calidad del producto. La crea- las nuevas colonias; ya en el siglo XV1II emprendieron un "pro-
ción de un régimen material tiene lugar en una arena de ceso civilizador" y, más tarde, los liberales del siglo XIX promo-
poder. En ocasiones esto ocurre de manera formal y directa, vieron el proyecto de la "modernidad". La insistencia de los
como en el caso, por ejemplo, de las leyes suntuarias colonia- españoles, por ejemplo, para que los pueblos se construyeran
les que buscaban (no muy eficazmente) controlar el consu- siguiendo un estricto patrón cuadriculado (como un tablero
mo, o en la frecuente confabulación entre los oficiales de la de ajedrez) o emitir decretos en contra de los atuendos es-
Corona y los mercaderes coloniales que forzaba a los pobla- candalosos, para que los indios usaran pantalones, y la prácti-
dores de las Indias a comprar bienes de procedencia euro- ca de forzar a los pobladores andinos y mexicanos a que
pea. El efecto del poder colonial también se puede ver en la compraran objetos de hierro, ropa o mulas en el siglo XVIII,
maniobra lucrativa, informal e interminable por alcanzar son ejemplos de una compulsión por "civilizar", y de hacer
nuevas identidades o posiciones, lo cual tuvo lugar y fue prac- dinero. Pero algo más importante, sin embargo, fue el reem-.
ticado por todos en. el marco de las nuevas modas, en los plazo de las sandalias por los zapatos, del maíz por el pan de[
nuevos "grupos de referencia", en los modelos de consumo trigo; el áspero algodón local por la seda asiática del galeón)
o en la necesidad de hacer visibles y estables las categorías de Manila; un piano, una mansión con techo de mansarda,
culturales que parecen emerger con particular importancia una sudadera de los Cowboys de DalIas, y de otros cientos del
en las sociedades colonial y poscolonial. elecciones que la gente hizo voluntariamente y sigue hacien-
¿Entonces, cómo podríamos echar a andar el recuen-
to de las transacciones casi infinitas;que conformaron la
do para establecer su posición en la jerarquía social, y para seJ
vista, dependiendo del siglo, como menos "bárbara", más "cH
creación esencialmente occidental pero aún híbrida del ré- vilizada", más "moderna" o más en la onda, más "al día".
gimen de bienes y mercancías que vemos actualmente en Ninguna de estas prácticas es exclusiva de América
América Latina? Al reconocer la importancia del precio y Latina, pero la búsqueda de identidad, la necesidad de vol-
de los mercados, pero tratando de ir más allá de un esque- ver a trazar o de cruzar las fronteras de las relaciones socia-
ma excesivamente economicista, tomé una página del so- les a través de actos de consumo visible, son quizá mucho
ciólogo Norbert Elias, quien explicó los cambios en los más intensas en las sociedades colonial y poscolonial, en las
modales europeos como parte de un inexorable "proceso que el poder y la referencia a la moda a menudo son esta-
civilizador". Aquí quiero mostrar que los cambios en la cul- blecidos por los extranjeros, mientras que el status y el pres-
tura material de América Latina fueron impulsados, hasta tigio de la gente en la colonia o en el país son fuertemente
cierto grado, por la imposición, y a menudo entusiasta acep- influidos por el rompecabezas de la clase social y de la per-
tación, de los "bienes civilizadores" introducidos por varios tenencia étnica, cuya negociación se hace aún más impor-
regímenes coloniales y neocoloniales a lo largo de los últi- tante debido a su ambigüedad.
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mos quinientos años.
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INTRODUCCIÓN

La imposición y la aceptación de los "bienes civilizado-


res" no constituye, por supuesto, toda la historia de la cultu- siglo XVI, en un momento en el que una gran parte de la
ra material de América Latina. En este recuento, olas población nativa se había asentado mediante la agricultura
sucesivas de extranjeros o pequeños grupos dominantes den- sedentaria organizada alrededor de pequeños caseríos, po-
trode los diferentes países se han esforzado por imponer a blados de buen tamaño e, incluso, para la época, verdaderos
las mayorías un cúmulo de bienes y prácticas que en ocasio- centros urbanos. Tomando como base la compleja historia
nes no se encuentran en consonancia con la cultura enrai-. de varios milenios, la mayoría de la gente, quizá del ochenta
zada. En consecuencia, a lo largo de esos cinco siglos vemos y cinco al noventa por ciento -aquí como en Europa o en
a hombres y mujeres resistir a la imposición de bienes que Asia contemporánea-, vivía una vida esencialmente rural.
alteran su cultura. Muchos elementos de la vida ordinaria, Con notables excepciones, se trataba de un mundo autosufi-
de hecho, permanecen admirablemente constantes a lo lar- ciente, productor- de bienes y servicios para un área reducida.
go de los siglos y conforman la práctica profunda de la vida La mayor parte de los bienes disponibles en el llamado perio-
cotidiana. Miles de mujeres siguen haciendo, una a una, las do posclásico (ca. 1000-1492) existía, de hecho, desde mu-
milenarias tortillas en el comal; las hojas de coca continúan cho antes --quizá unos quinientos años atrás-, cuando los
siendo indispensables en los Andes; el adobe y los techos de elementos esenciales de la alimentación, la vivienda y las he-
paja aún proporcionan techo. Pero más Lomúnmente, es rramientas mesoamericanas y andinas se habían establecido.
cierto, junto con la aceptación ola resistencia, vemos innu- La vida precolombina no era ni hermética ni estática. En cada
merables casos de apropiación, modificación y ajuste de los horizonte arqueológico, residuo de las olas sucesivas de con-
nuevos bienes a las condiciones locales. Esto ha ocurrido quista, destrucción y reconstrucción, los arqueólogos han en-
incesantemente, pero con especial intensidad desde la inva- contrado una mezcla diferente de bienes y evidencia de
sión europea del siglo XVI. cambios alimentarios.
La productora individual de tortillas o tortillera es rara El registro arqueológico establece la presencia de bie-
hoy en día; las mujeres 9el campo llevan su harina ya prepa- nes, pero es menos elocuente acerca de las circunstancias de
rada a un artefacto mecánico local, pagan una cuota para su circulación. Aun cuando la mayoría de los bienes se inter-
que se elaboren las tortillas o, más comúnmente, compran cambiaban localmente, es claro que la comida, la ropa, el
la masa en supermercados. La misma ccimida antigua con dife- material de construcción, las piedras preciosas, los metales,
rente técnica. En el aeropuerto de Cuzco, las hojas de coca los escudos y las plumas se desplazaban por medio de un sis-
se ofrecen ahora en bolsitas de té convencionales, de la mar- tema tributario y de mercados a todo lo largo de Mesoaméri-
ca Lipton a fin de que el viajero que busca respirar a once ca, y transportados sobre la espalda de hombres, mujeres y
mil pies de altura, pueda tener a mano mate de coca caliente llamas a través del áspero paisaje de los Andes. El empleo de
en un vaso de unicel. Por donde quiera, las tejas mediterrá- estos bienes, por supuesto, nunca fue inmutable: hombres y
neas o las hojas de metal corrugado qan reemplazado los te- mujeres modificaron sus hábitos alimentarios, su vestimenta
chos de paja en las chozas de adobe. Finalmente, tenemos y sus hogares para adaptarlos al medio ambiente, e incorpora-
una cultura material híbrida, negociada, pero en la que los ron nuevos materiales y técnicas. Tanto en Mesoamérica como
elementos importados son claramente predominantes. en la región andina, los rituales imperiales y religiosos impul-
Presento seis grandes etapas en el desarrollo de la cultu- saron el consumo de bienes, como lo hizo también la necesi-
ra material de ~érica Latina. La primera comienza en los dad de crear alianzas y ganar favores. La entrega de obsequios
siglos inmediatamente anteriores a la invasión europea del i
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era una práctica tan profundamente arraigada en la cultura
prehispánica como lo sería entre los futuros invasores.
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La invasión europea del siglo XVI -nuestra segunda do colonial de status incierto y valores ambiguos, los determi-
etapa- trjl.stocó las sociedades de la América indígena y trun- nantes sociales y culturales del consumo estaban presentes
có el desarrollo orgánico de su cultura material. Durante las también. Pero no exageremos. Algunas cosas no cambiaron
primeras décadas, los relativamente pocos españoles se in- o lo hicieron poco. Durante todo el periodo colonial y des-
volucraron en la conquista y su consolidación subrayó su pués, los hombres y mujeres nativos, aunque en número de-
propio régimen materiai y familiar, empeñándose en apro- creciente, claro está, siguieron vistiéndose con ropa
visionar sus primeros asentamientos, trayendo vino y harina confeccionada y tejida en casa y dependiendo principalmen-
de trigo, bacalao seco y ropa importada. Sin embargo, la te de la comida ancestral elaborada con los alimentos del
introducción de plantas y animales europeos, junto con un lugar.
precoz desarrollo de artesanos de todo tipo, pronto logró Nuestra cuarta etapa, que trajo una considerable inun-
que las mercancías europeas estuvieran disponibles no sólo dación de bienes del extranjero, comienza con la indepen-
para ellos mismos sino también para la población nativa y dencia de casi toda América Latina de España (1808-1825) Y
sus descendientes, quienes emprendieron una apropiación alcanza su clímax en el último tercio del siglo XIX, cuando la
selectiva de los bienes extranjeros. El proceso fue gradual. exportación de alimentos, fibras y minerales permitió a las
La Conquista y el asentamiento europeos afectaron prime- repúblicas latinoamericanas importar una amplia variedad
roa las elites nativas y a las poblaciones más urbanizadas en de mercancías de los países industrializados de la cuenca
general y, después, nuevos bienes y mercancías comenzaron del Atlántico. Quienes tenían dinero en las nuevas repúbli-
a extenderse a pue,blos, misiones, minas y haciendas. cas rápidamente adoptaron las artes, las modas y las mejores
Para la década de 1570, la violencia de la conquista ar- manufacturas de Inglaterra y Francia. Maquinaria importa-
mada disminuyó, mientras se sintió el impacto del desastre da, rieles de acero y máquinas de vapor permitieron a los
demográfico en todo el continente americano. Los españo- líderes políticos y sociales de América Latina importar lám-
les intentaron una reorganización para aclarar el panorama paras eléctricas, tranvías, motores, rifles y maquinaria a fin
congregando a la población nativa restante en pueblos pla- de modernizar sus países, así como pudieron comprar co-
nificados con un gobierno al estilo e_spañol. Casi inmediata- mida, ropa y servicios arquitectónicos que los distinguirían
mente, comenzó a emerger la primera generación de mezclas de sus compatriotas menos cultos y de piel más oscura. En
raciales. Dentro de la nueva jerarquía del poder colonial sur- las altas capas de la sociedad, los puntos de referencia para
gieron preocupaciones sobre la identidad étnica y la clase el consumo eran predominantemente extranjeros. Las ca-
social, o el status político y social, lo que desembocó en una sas construidas en el estilo francés Segundo Imperio deco-
lucha por la supervivencia Y por la posición social que ani- raban las nuevas avenidas, y se pusieron de moda los artículos
mó el consumo de toda clase de bienes. Las flotas que cruza- de cuero y las telas de algodón de procedencia inglesa, así
ban el Atlántico, las mulas de carga y los vehículos con ruedas como los textiles finos y los vinos franceses.
pusieron objetos antes no imaginados al alcance de los con- En consecuencia, los bienes tienen una relación con la
sumidores locales. Por otra parte, los arados, los animales "modernidad". Esto es aparente en la medida en que los
de tiro, las poleas, los malacates, las herramientas de hierro, latinoamericanos en el siglo XIX conservaron una leve ad-
y las nuevas plantas y animales cambiaron la oferta y la de- hesión a la tradición colonial mientras anhelaban ser parte
manda tanto de los bienes antiguos como de los nuevos. La de la emergente burguesía occidental. El ávido consumo de
utilidad y el precio relativo ayudan a explicar la adopción o bienes europeos, los viajes a París y a Londres, el contacto

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el rechazo de ciertos artículos, pero en el emergente mun- con intelectuales, artistas e ingenieros "era algo más que una

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nacionales, lo que era más factible por la acelerada migra-


postura vana o la mera observancia de la última moda": esto ción rural y urbana.
suponía colocarse en la cima del momento histórico, esto era Finalmente, el presente. A partir de los años setenta y
ser moderno. u La ópera, por ejemplo, la podían disfrutar los hasta nuestros días, los gobiernos descartan sin miramien-
miembros de las nacientes clases medias en circunstancias tos el modelo previo y han vuelto a la práctica del siglo XIX,
similares a 1;is del otro lado del océano; ya fuera La Scala, nunca llevada a cabo por completo, del desarrollo tendien-
Covent Garden, el Met, Manaos o el Teatro Municipal en te a la exportación ya Jos mercados libres. Las importacio-
Santiago. Al ingresar al amplio mundo de la moda, median- nes sólo se restringen por la capacidad de compra de los
te la adquisición de atuendos de Charles Frederick Worth o fervientes consumidores. Aun cuando la primera ola del
prendas de lana inglesa, las nuevas elites de todas partes capitalismo liberal, en el último tercio del siglo XIX, afectó
podían sentirse europeas o, nuevamente, sentirse modernas. poderosamente a la cultura y al consumo de las elites lati-
Quizá podamos establecer un paralelo mundano en nues- noamericanas, su efecto se sintió menos conforme uno se
tros tiempos, en la forma como la gente de otra generación, alejaba de las ciudades y se adentraba a las capas más bajas
los de la antigua máquina de escribir, al no querer sentirse del orden social. Durante las últimas dos o tres décadas de
anticuados o "fuera de onda", compran computadoras, se la actual época neoliberal, el consumo aún se concentra en
meten a Internet, y pueden sentirse tan al día como la frené- las clases altas de la sociedad latinoamericana, en la que un
tica juventud de nuestros tiempos. Sin embargo, conforme porcentaje visiblemente alto de la nueva riqueza se ha asen-
la tecnología sobrepasa la cultura, observamos una inver- tado. Mas la nueva ortodoxia del libre comercio también ha
sión generacional" en la que los adultos no transmiten su creado un océano de nuevos bienes relativamente baratos,
experiencia a sus hijos en edad de aprender sino, más bien, antes inimaginables para la gente común, que ahora se mul-
los padres se esfuerzan por aprender de sus propios hijos. tiplican en tiendas de saldos, vastos Wal-Marty Home Depot, e
Para los primeros años del siglo xx, el crecimiento de- incluso en los más remotos hogares. Para algunos, los cen-
mográfico, junto con el colapso del esplendor de la belle tros comerciales, la grasa y los olores que despiden las fran-
époque, altamente artificial, cOlocó gradualmente a la polí- quicias de comida rápida, las camisetas cursis y la trivialidad
tica y a la cultura mestizas en medio de la escena de un de las películas hollywoodenses, deben parecer como si un
feroz debate sobre el camino apropiado hacia la moderni- proceso global "incivilizador" hubiera llegado al fin para ba-
dad. Este proceso, nuestra quinta etapa, surge al final del rrer la decencia y el decoro que solían acompañar al primer
siglo XIX y principio del xX,-inevitablemente lleno de am- liberalismo, menos salvaje. Para otros, privados durante mu-
bigüedades, involucró un giro vacilante hacia un consumo cho tiempo de la mayoría de los artículos básicos, los ana-
nacionalista. Esto llevó a la promoción de valores naciona- queles de cinta adhesiva, las herramientas, los sartenes de
les, al repudio formal (pero el continuo uso) de modelos y acero, los blue jeans de marca, los zapatos baratos y la demo-
bienes extranjeros, al gradual desárrollo de industrias de cratizante informalidad del vestido y de la comida deben
sustitución de importaciones ya la promoción de la cultu- parecer como el paraíso del consumidor hecho realidad.
ra nacional. Bajo la rúbric 4 de indigenismo, los líderes urba-
!I nos en el México de los veinte, del Perú de los treinta, y de
Guatemala y Bolivia en las décadas de los cuarenta y cin- o

cuenta, intentaron repetidamente occidentalizar a sus po- i§


blaciones indígenas; de sumar a las personas que se
percibían como indios a la política y a la cultura material
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1
4.
BIENES MODERNIZADORES:
LA CULTURA MATERIAL
EN EL PINÁCULO DEL PRIMER LIBERALISMO

Merced al rápido perfeccionamiento


de los instrumentos de producción
y al constante progreso de los medios
de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente
de la civilización a todas las naciones,
hasta las más bárbaras. 1

Aquellas costumbres europeas que [ ... ] nos han


traído algunas ventajas, nos han causado,
por otro lado, muchos problemas. El frenesí por los
negocios todavía no nos había invadido
en aquellos días pasados;
no había lujo pero había decencia. 2

El mundo nuevo y liberal de los bienes

Alrededor de la década de 1830, casi todo el antiguo Impe-


rio español en América, excepto Cuba y Puerto Rico (así
como las distantes Filipinas), se había disuelto en repúblicas
políticamente independientes. Formalizando un proceso que
había comenzado antes y que después se intensificó en las
últimas décadas del gobierno colonial, los líderes de las nue-
vas repúblicas americanas establecieron lazos comerciales con
las potencias económicas de la cuenca del Atlántico Norte,
principalmente con Gran Bretaña y Francia. Comerciantes
británicos y franceses, así como estadounidenses, se estable-
cieron en los principales puertos y en las ciudades tierra
adentro, los banqueros otorgaron préstamos a los nuevos
gobiernos y una ola optimista de inversionistas europeos
esperaba revitalizar la minería y la industria. Al mismo tiem-
po, cientos de viajeros de toda Europa y de Estados Unidos
desembarcaron en puertos recién abiertos, ansiosos por

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SOMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL EN AMÉRICA LATINA 4. BIENES MODERNIZADORES: LA CULTURA MATERIAL EN EL PINÁCULO DEL PRIMER LIBERALISMO

explorar las nuevas posibilidades comerciales. Muchos publi-


caron sus relatos que,junto con sus dibujos y bocetos de paisa-
jes y gente, proporcionaron una vívida descripción de las
primeras décadas poscoloniales.
Aunado a todo esto, modistas, sastres, perfumerías, esti-
listas y tiendas de especialidades culinarias comenzaron a pro-
mover las modas y los bienes de consumo de Londre~ y París,
en los centros portuarios y en las ciudades principales. Poco
después de la Independencia, por ejemplo, casi dos tercios
de los principales mercaderes de Valparaíso y Santiago, en
Chile, eran extranjeros, principalmente británicos, alemanes
y franceses. Madame Calderón de la Barca, una escocesa es-
posa del nuevo cónsul español asignado a México en 1839,
observó en Jalapa, yendo de Veracruz a la ciudad de México,
algunas "muy buenas y amplias casas, de las cuales, como de
costumbre, las mejores pertenecen a comerciantes ingleses".
Podríamos notar que, después de tres siglos de gobierno co-
lonial, seguía sin haber caminos decentes entre la ciudad más
grande de América Latina y su puerto principal, una distan- Figura 4.1. Quinta Waddington, Valparaíso, Chile. El inglés joshua
cia de un poco más de 200 kilómetros. Madame Calderón, a Waddington hizo su fortuna en las minas de cobre y en el comercio en
quien se ofreció la alternativa de una jornada de siete días las décadas de 1830 y 1840. Fuente: Vistas de Chile y Perú, Colección
en una litera llevada por mulas, eligió el viaje.de cinco días en William Letts Olivero Cortesía de The Bancroft Library, Universidad de
una bamboleante diligencia. 3 California, en Berkeley.
Los textiles de algodón y de lana constituyeron por
mucho el mayor volumen de intercambios comerciales en los mó que, en 1825, mientras seguían librándose las últimas
primeros años posteriores a la Indep~ndencia. Tan sólo batallas por la independencia, unas ocho mil mulas trans-
los británicos incrementaron su exportación a América La- portaron más de dos millones de libras de mercancías de
tina de 51 millones de metros de tela en 1820 a 256 millones Lima a los pueblos montañosos. Incluso arrastraron carrua-
en 1840. Eso equivaldría a unos nueve metros por cada hom- jes y calesas británicas, así como equipo pesado hacia las
bre, mujer y niño en América Latina en ese año, si las impor- primeras fábricas locales, trastabillando a lo largo de acci-
taciones se hubieran distribuido igualitariamente, lo que por dentados caminos montañosos. Para dicho caso, cuando la
supuesto no ocurrió. 4 Los textiles representaron el 95 por cien- construcción de vías férreas comenzó en las ciudades del
to de todas las importaciones al Perú durante la primera interior, las mismas locomotoras y las vías se trasladaron de
década después de la Independencia. algún modo desde los puertos por carretas y a lomo de mula,
En estos primeros años, la mañosa mula debe recibir como ocurrió con los motores y cascos desarmados de los
un enorme reconocimiento por vincular los molinos de Lan- primeros buques de vapor en el lago Titicaca. Fueron las
castershire con las regiones alejadas de América Latina. mulas las que llevaron pianos alemanes hasta Bogotá desde
Charles Rickets, el entusiasta cónsul británico en Perú, esti- el último puerto de vapores en el río Magdalena, mientras

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que en Popayán, un lugar aún más remoto, el mismo instru- Sólo un poco de tela de algodón de Lancastershire, hilo,
mento se transportó "sobre las espaldas de los negros a tra- listón, encajes baratos, cuchillos y tijeras sencillos tuvieron
vés de las montañas". E9 ausencia de carruajes, las literas una manera de llegar, a través de vendedores ambulantes, a
llevadas por mulas, y ocasionalmente los cargadores huma- la tienda de las haciendas o a los campos mineros y, de ahí,
nos, también transportaban a viajeros extranjeros~ uno por a las masas populares. Tela, hilo, unos cuantos alfileres, un
uno, desde los puertos ha.sta los pueblos del interior. 5 puñado de índigo y tres y media libras de azúcar brasileña,
Que los precios de los textiles británicos importados fue- por ejemplo, eran los únicos objetos en venta en una gran
ran en realidad competitivos en relación con los productos propiedad chilena a mediados del siglo XIX. 7 Debido a que
locales demuestra varias cosas. La primera y más destacada sólo una pequeña parte de los salarios en cualquier lugar de
que los propietarios de obrajes coloniales no habían sido la América Latina rural del siglo XIX se pagaban con dinero,
capaces en tres siglos viviendo en tierras de abundantes ove- los bienes,junto con las raciones diarias de maíz o de harina
jas y mercados potenciales, de modernizar sus obrajes. La y los varios aguardientes, se entregaban generalmente a cam-
segunda, que los costos del transporte marítimo eran insig- bio de comprometer trabajo futuro. En consecuencia, a pe-
nificantes en comparación con las tarifas terrestres. y, final- sar del modesto éxito, las altas expectativas de los mercaderes
mente, que si los precios eran más o menos comparables, los europeos de contar con un mercado masivo no se materiali-
consumidores preferían inevitablemente los bienes extran- zaron. En dos o tres décadas, el antiguo mercado de los tex-
jerosa los locales. Hay ejemplos asombrosos de los altos cos- tiles estaba saturado; un mayor comercio requería de una
tos del transporte terrestre. En la década de 1840, los inversión en el transporte y, por encima de todo, fuentes de
mercaderes de la costa pacífica de Costa Rica descubrieron ingresos para pagar por los bienes extranjeros.
que era más barato embarcar sus sacos de café para enviar- Debemos tener en mente que los pueblos de la provin.:.
los a los mercados europeos recorriendo miles de kilóme- cia latinoamericana, e incluso las ciudades capitales, eran
tros alrededor del Cabo de Hornos que si atravesaban los pequeños desde la perspectiva actual, y ciertamente peque-
480 kilómetros de senderos montañosos que cruzan el estre- ños a los ojos de los viajeros del siglo XIX que provenían de
cho país hasta el puerto atlánticóde Limón. Otro ejemplo: París o de Londres. A mediados del siglo, París tenía alrede-
el costo para los artesanos colombianos pe embarcar sus tex- dor de 1.2 millones de habitantes; Londres, el doble, Por
tiles desde el entonces floreciente centro artesanal de Soco- contraste, a mediados de siglo, las dos ciudades más gran-
rro, en las montañas, a la ciudad venezolana de Cúcuta, era des en América Latina eran la ciudad de México con algo
el doble de las tarifas marítimas británicas de Londres a Ma- menos de 200 mil habitantes y Río de Janeiro con 180 mil;
racaibo. En 1864, proveedores locales y comerciantes britá- por su parte, La Habana tenía casi 110 mil, Santiago de Chile
nicos, que provenían de diferentes latitudes, colocaron sus -que a fines del siglo xx tenía más de seis millones- no
bienes en los pueblos del interior de Venezuela a casi exacta- tenía entonces sino 90 mil, Buenos Aires un poco menos,
mente el mismo precio. 6 A pesar de esto~ prontos éxitos, los Lima sólo 72 mil, Bogotá 40 mil. Más allá de las ciudades
comerciantes británicos y estadounidenses estaban persua- capitales, en cuanto a los pueblos de provincia, por ejem-
didos de que una vez que los "vestigios del gobierno espa- plo, ninguno en Perú tenía más de 25 mil habitantes ni más
ñol" se removieran se presentaría una vasta demanda de sus de 15 mil en Colombia. 8 Aun así, allí donde el espíritu em-
bienes, sobrestimando el poder de compra de los consumi- presarial era alto, donde los paisanos comenzaban a tener
dores latinoamericanos que todavía eran, después de todo, un poco más de dinero en los bolsillos y los pueblos del inte-
principalmen te rurales y pobres. rior eran accesibles por medio de recuas de mulas, senderos

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para carretas o, más tarde, por supuesto, líneas ferroviarias, donde los empresarios, las amas de casa, los profesionales y
el flujo de bienes que surgía de la economía atlántica se hizo los propietarios, ellos mismos en relaciones inciertas con la
presente en forma gradual en las tiendas locales. En el pue- elite tradicional, podían confundirse, peor aún, con un tra-
blo peruano de Huaraz, por ejemplo, se vendían medias fran- bajador rústico y honrado bien vestido. El miedo a la confu-
cesas e inglesas, lino, tela de algodón y cuchillería, mientras sión claramente estaba presente en la medida en que las
que en un lugar como Huánuco, cercano al centro minero ciudades de mediados de siglo tenían cierto aire rural. Cada
de Cerro de Pasco, había, ya en ia década de lR50, pañuelos mañana, las calles se llenaban de multitudes de vendedores
de seda, sombreros y una variedad bastante grande .de impor- de huertas cercanas. Había "peones de campo con canastos
taciones europeas. Así, aunque el mercado urbano para los y cestos de aves, frutas y verduras; panaderos y lecheras, hor-
bienes locales o importados era escaso, a partir de mediados das de aguadores que ofrecían sus abastecimientos diarios a
del siglo XIX, entre los sofisticados gustos de los terratenien- partir de fuentes turbias, hombres cubiertos hasta la nariz
tes radicados en las ciudades, de los mercaderes de la elite por un montón de alfalfa".lO En la cúspide del orden social
minera, y 85 por ciento de la población todavía rural, una se encontraba una aristocracia criolla auto-erigida, agrupa-
capa menor pero en constante expansión de consumidores da en una docena de cuadras cerca a la plaza mayor.Jactán-
de medianos recursos emergió en las ciudades y los pueblos de dose a menudo de descender de los últimos propietarios y
provincia. 9 familias nobles coloniales, la elite republicana estaba, sin em-
Estos nuevos grupos de personas que más tarde serían bargo, extraordinariamente abierta a los nuevos retos ya las
llamados -y, aún más tarde, se llamarían a sí mismos- cla- nuevas fortunas. ¿Cómo iban a navegar los nuevos paisanos
se media, a menuqo s~ sentían inseguros y vacilantes acerca de clase media, aunque decentes, de los pueblos y ciudades
de su sitio en el esquéma social republicano en desarrollo, en estas aguas sociales sin derrotero alguno?
por lo que buscaron distinguirse de la masa rural a través Entr~ unos cuantos manuales y libros de etiqueta, una
del consumo y del comportamiento, mientras intentaban ca- asombrosa guía de las formas de urbanidad apareció exac-
sarse y pertenecer a una elite esencialmente blanca. La nue- tamente cuando era más necesaria. El Manual de urbanidad y
va lucha de poder ocurría en medio.de las agitadas corrientes buenas maneras de Manuel Antonio Carreño es, con toda se-
económicas de la economía atlántica y ~n medio de nuevas guridad, uno de los libros -si no es el libro- más amplia-
ideologías, conforme los latinoamericanos, que emergieron mente vendido en la historia de América Latina. Disponible
como líderes en las nuevas repúblicas, asumían las tareas de primero en Caracas en 1853, había llegado a 17 ediciones
la modernización liberal y la construcción de la nación. (en español) publicadas en París para la década de 1870. En
Este ambicioso proyecto exigía que la barbarie desata- la ciudad de Nueva York, hacia fines del siglo XIX, el mismo
da por la destrucción del gobierno colonial se contuviera y texto en español iba en la edición número 25. Mi propio
que la nueva ciudadanía se formara de acuerdo con los es- ejemplar (Editorial Patria, México; 1987) pertenece a la
tándares "civilizados" de los modelos.,búrgueses occidenta- edición número 41. 11 Casi todos los demás países latinoame-
les. Más aún, la vida cotidiana en los pueblos y ciudades ricanos produjeron sus propias ediciones incontables, sim-
comenzó a cambiar. Nuevos retos y oportunidades apare- plificadas en ocasiones para uso de los niños, actualizadas
cían diariamente incluso para el habitante urbano de pro- en ediciones posteriores para mostrar las "buenas maneras"
vincia. La actividad social surgió de las oscuras y húmedas que resultaban apropiadas en lugares tales como los eleva-
casas de paredes gruesas a las calles y plazas, a los teatros y dores o los tranvías, que no se conocían en los tiempos de
cafés, a las pistas de carreras, restaurantes y salones de baile, Carreño.

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Carreña mismo (1812-1874) era hijo de un conocido


músico y compositor y durante algún tiempo se ganó la vida
como maestro de piano y traductor de inglés. Dedicado a su
hija, para quien buscó los mejores instructores de música, y
quizá impaciente también con las maneras "groseras, incivi-
lizadas, molestas y repugnantes" de la clase que trataba de
evitar en Venezuela, se mudó a Nueva York en 1862 y murió
en París doce años más tarde.
El Manual se dirige claramente a los incipientes "secto-
res medios". No menciona a campesinos o pobladores rura-
les ni da instrucción alguna a "otros más respetables que
nosotros". Curiosamente es similar a las prescripciones con-
ductuales que anteriormente el obispo Talavera dio a los nue-
vos conversos de Granada para que resultaran aceptables a
"los cristianos de nación"; Carreña también proporciona re~'·
glas para adaptarse al nuevo orden liberal modernizador. Dice
a sus compatriotas cómo cuidar de su higiene personal; cómo
comer, caminar, hablar y mover el cuerpo; qué miradas co-
rresponder, cuándp mirar hacia otro lado. Emplea sus adje-
tivos favoritos -molestas, intolerables, groseras, vulgares,
repugnanteS- para condenar una larga lista de repelentes
funciones corporales como estornudar, roncar, estirarse, Figura 4.2. Los hacendados de Bocas, una familia del siglo XIX que aspira a
sonarse la nariz, bostezar, eructar, morderse las uñas, aplau- la "decencia" postulada por Manuel Antonio Carreño. Fuente: Pintura
dir, escupir, rascarse (particularmente por debajo de la ropa) de Antonio Becerra Díaz. Fotografía de Rafael Doniz. Colección de la
Casa de la Cultura de San Luis PotosÍ. Cortesía de Fomento Cultural
o mirar a los demás. .
Banamex, A.e.
El Manual refleja el mundo matenal de mediados de
siglo. A través de éste vemos, porque Carreña no puede so- tribuye a explicar su constante preocupación por el sudor y
portarlo, que sus vecinos usan palilles de dientes: "~ostum­ los intentos de eliminarlo, que siempre "incitan un invenci-
bre ridícula, in apropiada para gente refinada."12 También ble disgusto en los demás". También puede verse una ligera
notamos que se cepillan los dientes, o al menos se supone intensificación en el ritmo comercial de mediados de siglo.
que lo hacen. Siempre tienen a mano un pañuelo y ponen Aunque hombres y mujeres deben conducirse en las calles
la mesa en forma elaborada cori unagfan variedad de cu- con decoro y moderación, los hombres de negocios pueden ace-
chillos y tenedores (de cuatro dientes "es correcto", de tres, lerarse un poco durante las horas laborales. Tampoco nadie
"incivilizado"). La ropa debe cambiarse al menos "dos veces debe presentarse en una oficina para hacer conversación
a la semana, la ropa interior más a menudo" y "la gente de ociosa. El tiempo comienza a ser oro.
sociedad siempre usa zapatos limpios y lustrados". Los hom- Al escribir en una época en que la mayoría de las casas
bres deben usar corbata y saco, calcetines y zapatos puertas seguían apegándose al diseño mediterráneo de patios inte-
adentro, y nunca andar con camisas sin mangas, lo que con- riores con ventanas enrejadas, altas y profundas, que daban

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directamente a la calle, Carreño dedic;:a varias páginilS a ese mente en las ciudades y los pueblos de provincia. Al princi-
espacio privado porque. "la ventana es uno de los lugares en pio, inversionistas gubernamentales y privados insistieron
que debemos manejarnos con la mayor circun,.spección". Sus en que las vías férreas corrieran de las minas y las plantacio-
admoniciones se dirigen a l~ mujeres del hogar. No deb~n nes o fincas al exterior para exportar el cobre, el estaño, el
sentarse en las ventanas excepto al caer la tarde; deben ha- café, el azúcar, la lana, el trigo y la carne hacia el mercado
blar sólo en voz baja; no hacer despliegue sino de una risa , mundial. En consecuencia, estas líneas no eran accesibles
discreta; no hacer nada que pueda disminuir la dignidad pro- por 10 regular para el transporte de importaciones a las más
pia. A ninguna hora es "decente" ni bien visto que una mujer antiguas ciudades del interior y sus alejadas tierras agríco-
aparezca en la ventana hablando con un hombre que no sea las. Carros tirados por bueyes, recuas de mulas y cargadores
su pariente. Tampoco debe leer en la ventana si no desea que humanos siguieron siendo importantes en consecuencia para
la gente interprete esto como una exhibición ostentosa o como recoger bienes en las estaciones ferroviarias hasta bien en-
un falso interés en la literatura. "Toda afectación", como lo trado el siglo xx.
dijo también Cervantes, "es mala". Los inventarios de las tiendas peruanas ahora incluían
Al final, el Manual de u1'banidad y buenas maneras es un artículos de ferretería y herramientas, muchos hechos a mano;
catecismo para los sectores medios urbanos todavía escasos, máquinas de vapor y maquinaria; artículos de especialida-
a mediados del siglo XIX una clase en formación. Si juzga- des culinarias, entre los que ahora se contaba el pescado
mos a partir de los cientos de miles de ejemplares vendidos, enlatado y el vino francés, la cerveza inglesa, toda clase de
evidentemente estos valores encontraron un eco entre la textiles y de prendas de vestir, alfileres y agujas, cortinas y los
emergente burguesía...del sig10 XIX y, de hecho, perduraron primeros zapatos y botas producidos en serie en Inglaterra,
hasta años recientes. Al ig~al que el bien conocido libro Fa- Italia y Estados Unidos, así como betún para calzado, ante-
cundo (1845) de Domingo Sarmiento, el libro de Manuel ojos, tablones de madera para la construcción, mármol y vi-
Antonio Carreño intenta definir el "axioma central de la drio. Algunos de estos artículos se mostraban en inventarios
modernización, el tránsito d~ la barbarie a la civilización".!3 de tiendas ya desde la década de 1860, incluso en pueblos tan
remotos comoJauja y Cerro de Pasco. Dos décadas más tarde,
Las exportaciones latinoamericanas de:{ alimentos, fibras y la lista creció y encontramos no sólo bicicletas, máquinas de
minerales comenzaron a flo recer a partir de la década de escribir, rifles y pistolas, sino carruajes, coches ligeros de un
1870, con el consecuente incremento en la inversión local y solo caballo, diligencias y calesas.
la mejora general de salarios entre aquellos sectores conec- Las bicicletas se pusieron de moda al final del siglo XIX.
tados a la economía de exportación. En consecuencia, la En realidad, los primeros fueron los triciclos o, para llamar-
lista de importaciones manufacturadas creció junto con un los apropiadamente, velocípedos franceses, importados de
incremento en la demanda de los productos locales. Los cos- París, así como otros objetos similares traídos de Boston a la
tos de transporte, notoriamente reducilios por la aparición ciudad de México en 1869. Para 1880, las bicicletas de rue-
del tren y el vapor, contribuyen a explicar el ritmo cada vez das altas llegaron de Estados Unidos, "afamadas por los gol-
más acelerado de la actividad económica. A pesar de que la pes que se daban los conductores al caer de bruces sobre el
construcción de las vías férreas era al principio esporádica y manubrio". A partir de entonces, proliferaron clubes de ci-
discontinua, su efecto se percibó rápidamente y, junto" con clistas y equipos de carreras en las principales ciudades del
la caída de las tarifas marítimas, se hicieron mucho más ac- país, populares entre el sector urbano todavía pequeño, pero
cesibles toda suerte de bienes de importación, particular- "despreciadas" por quienes un periodista miembro de la

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4. BIENES MODERNIZADORES: LA CULTURA MATERIAL EN EL PINÁCULO DEL PRIMER LIBERALISMO
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elite porfiriana habría de llamar "la parte más baja de la tados Unidos. Terminaron en manos de un segmento toda-
población". La bicicleta, otro símbolo de la modernidad en vía bastante reducido de consumidores, los residentes de las
la floreciente belle époque del Porfiriato en México, acarreó ciudades portuarias o de aquellas ciudades conectadas con
una cierta transformación a la moda femenina. Las jóvenes el mundo por tren o por transporte fluvial, como Lima, Bo-
"percibieron el deporte como una oportunidad de liberar- gotá, la ciudad de México, Santiago de Chile o Buenos Aires,
se", al pasear, como sugería la moda, en compañía de un los cuales absorbían la mayoría de las nuevas importaciones.
cabaliero y dejar' atrdS a sus -chaperones, vestidas en ropa Los pueblos más pequeños generalmente no contaban sino
más apropiada para montar bicicleta, lo que incluía el "atre- con dos o tres tiendas de bienes no perecederos o almacenes
vido bloomer'.14 generales (lencerías y mercerías), a menudo propiedad de ex-
Muchos bienes de consumo utilizados en la vida coti- tranjeros. Los comerciantes locales tenían sus propias tien-
diana no resultaban tan visibles a los ciudadanos comunes das y desplegaban sus bienes en los inevitables puestos de
como las bicicletas y los bloomers. Cualquier buena ferrete- comercio bajo las arcadas alrededor de las plazas principa-
ría cuenta hoy en día, literalmente, con miles de objetos les. Luis Valcárcel nos recuerda, en sus evocativas Memorias,
distintos que sólo pueden llegar a interesar a los especialis- que incluso en una importante ciudad de provincia como
tas, como carpinteros, plomeros o reparadores de aparatos Cuzco, tan tardíamente como en 1905, el agua potable se
electrodomésticos. El surgimiento de una ~ultura mecáni- transportqba desde una legua de distancia; no había alcan-
ca requiere del uso de cables de acero o de alambre en lu- tarillas ni luz de gas o eléctrica y sólo seis o siete de las calles
gar de correas de piel; asimismo, necesita clavos y pernos centrales tenían lámparas de queroseno, que se encendían
en lugar de pijas d~madera, y remaches para los calentado- al oscurecer y se extinguían a las nueve o diez de la noche.
res de vapor, al igual que las bisagras y los cerrojos; ocupa Al cambio del siglo, Cuzco tenía menos de veinte mil perso-
toda clase de herramientas especiales como brocas y tor- nas, de las cuales menos de la mitad hablaba español como
nos: la lista es infinita. Todas estas cosas, invisibles para la su primera lengua. Aquí, la peculiar silla o sofá vienés, el
mayoría de las personas, comenzaron a fluir a las nuevas piano, los perfumes y la tela fina seguían transportándose
ferreterías, cuyo nombre mismo refleja el tránsito del cuero y en recuas de mulas (las vías férreas llegaron en 1908). La
de la época colonial a la era de hierro. El escritor, hombre de pequeña elite de Cuzco desplegaba de vez en cuando un
Estado y visionario colombiano, Miguel Samper, observó to- atesorado jamón inglés, cerveza alemana oscura o champa-
das estas pequeñas cosas en las tiendas durante sus camina- ña o fruta enlatada, que sólo se consumían durante las ce-
tas a través de Bogotá a fines de la década de 18{i0 y se nas elegantes y los banquetes. 16
preguntó por qué no se fabricaban en Colombia a un tercio Podemos ver que las nuevas relaciones comerciales con
del precio de las importadas. ¿No se preguntaría incluso los países industriales del Atlántico Norte permitieron a los
por qué los colombianos, con una larga experiencia en la latinoamericanos importar bienes que eran inimaginables
agricultura y en el uso de caballos, importaban hachas, ma- un siglo antes y fomentar el apetito por modelos de consu-
chetes, azadones, arados rudimentarios y guadañas, así como mo europeos, pero también es cierto que el desarrollo inci-
espuelas y cadenas?15 piente de las inversiones extranjeras y locales permitió la
La mayoría de estas nuevas manufacturas, desde las bi- importación de capital, equipo e infraestructura para ma-
cicletas y los bloomers hasta la ferretería y los arados, eran nufacturar localmente una lista cada vez más larga de bie-
resultado de la inventiva y de la capacidad productiva de las nes, que ahora comenzaban a aparecer en tiendas y mercados
naciones ya industrializadas del noroeste de Europa y de Es- junto a las importaciones. Al incrementarse la demanda

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mundial de mercancías latinoamericanas en el último ter- Los primeros industriales de México instalaron hiladoras y
cio del siglo, las gananciaL!) por las exportaciones desembo- tejedoras mecánicas alrededor de la década de 1830. Medio
caron en un aumento de la inversión y en el subsecuente siglo más tarde, unas cien fábricas producían cien millones
desarrollo de una industria local. de metros de tela de algodón. La más grande, la Compañía
No fue sino hasta hace poco que la falta de investiga- Industrial de Orizaba, empleaba a más de cuatro mil traba-
ción, por un lado, y las exigencias ideológicas de los teóri- jadores. Una fábrica porfiriana más pequeña pero todavía
cos "dependentistas", por el otro, fomentaron la idea de que impresionante, de tres cuadras de largo; en Uruapan, Mi-
la depresión global de 1930 marcó la línea divisoria en el choacán, todavía se esfuerza en nuestros días por encontrar
desarrollo industriallatinpamericano. Antes de ese momen- un mercado para la venta de telas especiales en la economía
to, muchos creían que l~s políticas de libre comercio, con moderna. Con sus hileras e hileras de telares mecánicos y
injustificado énfasis en el "desarrollo hacia afuera", habían sus máquinas de hilar y de tejer, ahora en su mayoría ocio-
proporcionado poco estímulo a los empresarios locales. sas, todas importadas de Gran Bretaña en la década de 1880,
Desde esta perspectiva, no fue sino hasta el colapso, o al la "Antigua Fábrica de San Pedro" parece un superviviente
menos el severo retroceso del capitalismo mundial, después fantasmal del Lancastershire.
de 1930, que la protección tarifaria, la inversión pública, las La manufactura de telas en México era, de hecho, im-
políticas monetarias y varias otras medidas ofrecerían un presionante'. Brasil, con sus 7.2 millones de personas, conta-
entorno apropiado para el crecimiento industrial. Sin em- ba con un sector textil de un tercio de su tamaño. Los
bargo, recientes estudios han modificado esta imagen. Aun peruanos, conocidos por una industria colonial de buen ta-
cuando la atracción del "libre comercio" resultaba fuerte en maño y, en este ámbito, famosos por producir telas siglos
un principio, la nece~idad de percibir ingresos aduaneros, antes de que ocurriera la invasión europea del siglo XVI, tar-

~
el peso político de los gI1UpOS artesanales locales y la insis- daron en desarrollar una manufactura textil moderna. En
tencia en establecer protecciones en las tarifas o concesio- 1861, por ejemplo, las ricas familias Garmendia y Nadal, de
nes especiales a los mismos empresarios latinoamericanos Cuzco, trajeron maquinaria francesa para una nueva fábrica
significó que nunca se a1canzaráj. en la práctica, un comer- textil desde Islay, en el Pacífico, a su hacienda en Quispican-
cio completamente librd. Así, de hecho, hubo un gradual chis cerca de Cuzco. Fue la primera fábrica moderna en los
desarrollo de la industri~ ligera que ¿omenzó a mediados altiplanos del sur que buscaba competir con las lanas burdas
del siglo XIX y alcanzó un cierto clímax hacia el final del hechas por los campesinos para los mercados locales. Parece
mismo siglo. En consecu1encia, la política del desavrollo ex- que los antiguos obrajes coloniales no resultaron competiti-
portador entre 1870 y 19QO no se oponía necesariamente al vos en absoluto. Poco después apareció la maquinaria impor-
crecimiento interno de manufacturas; por el contrario, las tada para la manufactura textil en casi todos los demás países
ganancias por la exportación a menudo lo hacían posible. latinoamericanos ofreciendo más competencia en el mercado
Así, en el pináculo del primer liberalismo, un segmento toda- que quedaba entre las importaciones y los productos domés-
vía muy limitado de consumidores latinoamericanos podía ticos en extinciónP Los nuevos molinos cerca de Concep-
escoger entre los bienes disponibles no sólo en las casas de ción, en el sur de Chile, o aquellos que surgieron bajo
importación sino también en las tiendas que vendían pro- dirección palestina en Bolivia, son ejemplos que se podían
ductos de los talleres y fábricas locales. repetir en cualquier otro lado al cambiar el siglo.
Los textiles de algodón representaban la mayor parte La apertura de mercados internos gracias a la exten-
de los productos industriales en los países latinoamericanos. sión de las vías férreas modificó la geografía de la produc-
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J 4. BIENES MODERNIZADORES: LA CULTURA MATERIAL EN EL PINÁCULO DEL PRIMER LIBERALISMO

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ción. Las VÍas férreas yacían tras la aparición de las más mo-
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o dernas industrias nacionales del textil y de la molienda de
& harina y, debido a que los trenes llevaban carbón como com-
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u bustible para las máquinas de vapor de las nuevas fábricas y
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molinos, ninguna dependía, como lo habían hecho otras, de
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::E f fuentes hidráulicas de energía. Aparecieron productores
:::o ~ de mobiliario y de artículos para el hogar, así como plantas
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procesadoras de alimentos, entre las que se incluía la manu-
o
.....:¡ factura de varios tipos de pasta. Los españoles, que eran be-
o
~ bedores principalmente de vino, introdujeron la cerveza
;:l
z desde el comienzo mismo del periodo colonial. Sin embar-
;;. go, los americanos nativos y su mezclada descendencia pre-
o
....
.... firieron su propia chicha o pulque o los innumerables
o
eo aguardientes baratos que se volvieron populares en el siglo
::E XVIII. Más aún, la cerveza es perecedera y, hasta que hubo
:::o refrigeración y transporte confiable en el último tercio del
x siglo XIX, las cervecerías eran pequeñas y abastecían a un
X
o restringido radio de consumidores. México, por ejemplo,
:§l tenía cervecerías a una escala bastante pequeña en varias
en
V ciudades -veintinueve en total para 1901-, pero con la
"O
'"o::: ayuda de cerveceros alemanes, de la refrigeración, de mejo-
t+:: res caminos y de una fuerte inversión de capital, tres empre-
o sas gigantes, las cervecerías Moctezuma, Cuauhtémoc y
:o
'¡::
c<S Modelo, terminaron por dominar la industria. De manera
o similar, las cervecerías "Quilmes" y "Lomas de Zamora", en
u
;.
o
o ..
.... las afueras de Buenos Aires, o la "Antártica" en Sao Paulo, se
U g desarrollaron con el espectacular crecimiento de la pobla-
Ú S ción de aquellas ciudades y, para la Primera Guerra Mun-
o 'o
SE dial, se contaban entre las cervecerías más grandes del
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- ;:l mundo. Como muchos recordamos con agrado, mucho an-
~u
;:l c<S tes del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC) en
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U 1994, la cali~ad superior de su cerveza permitió a los mexica-
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nos colocar algunas marcas, como Dos Equis, Bohemia y Te-
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tu cate, en el mercado de Estados U nidos, raro ejemplo de la
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u- exitosa exportación de una mercancía manufacturada en
cci~ aquel país. 18
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Los trenes no sólo constituyeron un mejor medio de
;:l t: transporte sino que inspiraron a algunos empresarios a de-
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¡ 4. BIENES MODERi'l/IZADORES: LA CULTURA ~L"TERIAL EN EL PINÁCULO DEL PRIMER LIBERALISMO

dicarse a la actividad industrial. En Chile, fundiciones loca- jadores rurales habían carecido casi totalmente de una cultu-
les hicieron cientos de tranvías y, lo que es aún más impre- ra mecánica. Con excepción de Argentina, no fue sino hasta
~!onante es que en 1887 hicieron 30 vagones de carga y seis la década de 1920 que uno podía encontrar ahí muchas de
locomotoras que, desde la perspectiva de un entusiasta con- las innovaciones mecánicas que hacía tiempo eran comunes
temporáneo, "serían dignas de cualquier fabricante de Esta- en Europa occidental y en Estados Unidos. Todo esto -fábri-
dos Unidos o de Inglaterra". Así, aunque los años previos a cas, puertos, trenes, transporte de vapor para ríos y lagos,
1930 revelan un cierto grado de industrialización, ésta se maquinaria agrícola- modificó la estructura del abasteci-
dirigía en su mayoría a producir bienes de consumo, no de miento de aquellos objetos que crean la cultura material, cuya
capital. Por ejemplo, el hecho de que sólo tres por ciento pista hemos seguido en este ensayo. Al alejarnos de los pue-
de la fuerza de trabajo colombiana antes de 1930 se utilizara blos grandes y de las ciudades para dirigirnos al campo --que
en la industria nos recuerda que en muchas regiones el de- frente a una nueva generación urbana ahora parecía aún más
sarrollo era precario. 19 rústico-, los bienes importados de la floreciente economía
Las ganancias de exportación desembocaron también atlántica, obtenidos de la industria local o de los artesanos,
en la importación de maquinaria y herramientas para la mo- que tendían a concentrarse en las grandes ciudades, dismi-
dernización de los sectores de exportación del azúcar y del nuían más y más en volumen yen variedad.
café y permitieron que algunos terratenientes consideraran El cambio de la Colonia a la República tuvo sólo escaso
las nuevas variedades de herramientas agrícolas --cocecha- efecto en la alimentación de los millones que constituían la
doras, trituradoras, segadoras, arados- ya disponibles en población rural común y que seguían formando alrededor
los países industriªFz~dos. La producción de azúcar sufrió del 85 por ciento del total de la población de América Lati-
un cambio fundamental después de 1870 conforme la tec- na en el último tercio del siglo XIX. En las construcciones de
nología inglesa y alemana, desarrollada para producir azú- paja y adobe de cientos de pobladores, en las rústicas chabo-
car a partir de la remolacha en sus países, fue aplicada a la las agrupadas a la sombra de las grandes propiedades, en
caña de los trópicos. Esto revolucionó la industria desde el rancherías desperdigadas o en las viviendas aisladas de las
noreste de Brasil a Salta, Argentin~, toda la costa norte del vastas pampas, hombres, mujeres y sus familias seguían co-
Perú hasta llegar a Morelos, pasando por el Caribe, y desem- miendo silenciosamente sus alimentos ancestrales, prepara-
bocó en una concentración cada vez mayor de enormes in- dos a partir de los tubérculos cultivados en los Andes, la yuca
genios centrales,junto con una gran demanda de trabajadores en el litoral tropical y el maíz en México y Centroamérica.
temporales. Para la década de los veinte, Cuba, con SJ.ls enor- La gran masa de aldeanos, peones y pequeños propietarios,
mes ingenios, propiedad de estadounidenses y cubanos, pro- así como el gran número de jornaleros y albañiles que se-
ducía más del veinte por ciento del azúcar de todo el mundo guían a las cosechas y sitios de construcción, conservaron su
y condenaba a miles de cortadores de caña haitianos y do- alimentación, en lo fundamental idéntica a la que había es-
minicanos a una precaria existencia en:el campo. tado presente durante dos mil años, al menos en Mesoamé-
La mecanización agrícola procedió de manera más len- rica, constituida por maíz, frijoles, chile y pulque; papas, coca
ta. Aunque agricultores progresistas en varios países introduje- y chicha en los Andes, y yuca en el litoral del trópico.
ron segadoras y trituradoras mecánicas ya desde la década Estos productos se complementaban de cuando en
de 1850, se mostraban reticentes a invertir en equipo por- cuando con otros vegetales y frutas, en algunos casos con
que era proclive a averiarse y las reparaciones escaseaban y, pequeñas cantidades de mote (trigo remojado) o de papilla
por encima de todo, porque durante muchos años los traba- de cebada, con una excepcional proteína animal derivada

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de pollos, puercos, cuyes y charqui, y con el inevitable aguar- excepciones a esta imagen convencional. Incluso la gente
diente en días de fiesta: constituían la base de la alimentación común, a lo largo de las VÍas de los nuevos trenes o en las
de una persona rural común. De hecho, hay evidencia. que orillas de los pueblos y ciudades en expansión, encontró
sugiere que el maíz y las papas constituían una mayor propor- maneras de complementar ocasionalmente una alimenta-
ción del alimento común mexicano, guatemalteco o andino ción sencilla con azúcar, café y chocolate. También pueden
en ] 900 que en l~ época prehispánica. Evidentemente algu- encontrarse excepciones entre aquellos trabajadores reclu-
nos artículos de origen asiático o europeo terminaron por tados en las nuevas plantaciones de plátano o azúcar por
incluirse en los regímenes alimentarios nativos; sin embargo, toda la América tropical. Los exportadores a menudo en-
un cuidadoso estudio sobre cientos de trabajadores de la ha- contraban redituable completar la alimentación de sus tra-
cienda El Maguey, en Zacatecas, entre 1820 y 1880, muestra bajadores con frutas en lata o sacos de harina traídos de
que el 75 por ciento de las necesidades básicas de energía Boston o de Nueva Orleans en su viaje de vuelta, en lugar
humana se satisfacían con el maíz. Corno se trataba de una de depender del incierto abastecimiento local.
propiedad ganadera, principalmente de ovejas, había en la El atuendo era otro asunto. A partir del siglo XVIII, cuan-
alimentación de los peones más carne de la que se veía nor- do los barcos británicos y franceses comenzaron a descargar
malmente. 2o unos cuantos fardos de ropa en Veracruz, el Callao y en una
El peso de la costumbre puede ser apreciado en Chiapas docena más de puertos, los latinoamericanos revelaron su
al final del siglo XIX, donde los propietarios alemanes de plan- vulnerabilidad frente a las avanzadas industrias textiles de
taciones de café trataron, con escaso éxito, de persuadir a los Europa occidental, así corno un acelerado entusiasmo por
campesinos mayas'migrantes de que comieran tortillas hechas la moda. Esto significó, para el agrado de los nuevos comer-
en los primeros molinos de nixtamal, en lugar del producto he- ciantes, que los hombres y las mujeres acaudalados no sólo
cho en metate y comal de sus propios hogares. Pero en cual- se sintieran atraídos por los nuevos dictados de la moda que
quier otro sitio de la parte central de México, los hacendados provenían del extranjero sino, lo que es más importante,
se apegaban a la tradición e incll!so contrataban un tlacualero, que aceptaran un patrón de estilos periódicamente cambian-
o transportador de alimentos, pfu-a que recorriera los hoga- tes, entonces menos común pero que hoy constituye un im-
res del pueblo y recogiera las tortillas que cada mujer hacía prescindible ritual anual para los consumidores de principios
para enviar a su marido o a sus hijos en los campos.21 del siglo XXI. Con la Independencia, el angosto caudal de
Es dificil encontrar algún efecto relevante de todo el textiles importados se convirtió en un flujo conforme la
ciclo de la economía de importación liberal sobre la alimen- marea irrefrenable de algodones de Lancastershire encon-
tación rural común en Perú y en Bolivia. Un estudio detalla- tró, al principio, poca competencia con los fabricantes loca-
do sobre los trabajadores agrícolas en la planicie de Bogotá les. La ropa importada se filtró al campo a través de los
a fines de siglo lamenta una disminución en la variedad en mercados locales, de los vendedores itinerantes y de las tien-
comparación con el siglo XVIII. La mazamorra, estofado de das presentes en las minas grandes o en la mayoría de las
papa y cebolla espesado con maíz, y enormes jarras de chi- haciendas. Dentro de las provincias, protegidas por el alto
cha de maíz proporcionaban casi toda la ingesta calórica a costo del transporte, los hiladores y tejedores locales fabri-
los peones comunes. Los campesinos chilenos continuaron caban ropa para su propio hogar y ofrecían el' excedente
con su comida diaria de harina tostada, maíz y porotos, ya avan- para intercambiarlo en los mercados de la zona.
zado el siglo xx, corno reflejo de la superposición mediterrá- Los tristemente célebres obrajes coloniales, introduci-
nea en tierra templada. 22 Evidentemente pueden encontrarse dos por los españoles en el siglo XVI desde Querétaro hasta

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Quito, algunos de los cuales empleaban a cientos de trabaja- res operaban gracias al sueldo indeterminado de los trabaja-
dores, ya habían recibido un duro golpe por parte de las dores de la familia, que estaban protegidos de las importacio:-
importaciones francesas y británicas del siglo XVIII. Para l a . nes por la ausencia de vías férreas o de senderos para carretas
década de 1840 sencillamente desaparecieron como fantas- y por la pobreza de los mercados. Estas hilanderas y tejedoras
mas de la Colonia en el despunte del nuevo amanecer co- continuaron aferrándose a fabricar una tela de lana burda
mercial. La tela inglesa se desplazó rápidamente por ciudades . para uso local. En los pueblos remotos de la provincia de Azán-
y pueblos de provincia y, hasta cierto grado, hacia el camp~. garo, en el altiplano peruano, por ejemplo; ni la ropa impor-
Incluso el rebozo femenino mexicano, que para fines del SI- tada ni los bienes producidos en serie encontraron mercado.
glo XIX era una posesión indispensable, se fabricaba con tela La tela más barata se fabricaba en pequeños talleres domésti-
importada, inevitablemente teñida de azulo gris. Al mismo cos de ropa, mientras que un puñado de familias acaudaladas
tiempo, las fábricas británicas se esforzaban por imitar y ven- "seguía dependiendo de costureras y sastres para disponer de
der prendas tradicionales como los sarapes de Saltillo o los vestidos y trajes". Otros artesanos locales siguieron fabrican-
ponchos argentinos. Los telares de los antiguos obrajes cer- do artículos especiales como vestidos y sombreros tradiciona-
ca de Cuzco, dice un personaje de una novela local que se les, un mercado estrecho que ofrecía escasa atracción a los
desarrolla en la década de 1840, "sólo servían como perchas fabricantes 24
para gallinas". Para la década de 1860, un sagaz observador Testimonios visuales, que pueden apreciarse en bosque-
francés observa que incluso las mujeres más humildes en el jos y pinturas y después en fotografías, que tendieron a re-
campo chileno habían comenzado a "cubrirse con la tela de emplazarlos en la década de 1860, muestran una variedad
algodón que 10seX~Janjeros -sobre todo los ingleses- tan amplia de vestidos a través de pueblos y regionescam-
traían a bajos precios". Podemos asumir con confianza que pestres que es complicado hacer una fácil clasificación. La
este patrón para las importaciones textiles de algodón, y un camisa y los pantalones sueltos de algodón crudo que se
poco después también para las de la lana, se extendió por adoptaron en el primer siglo colonial siguieron siendo la
toda la América hispánica. 23 vestimenta típica de los campesinos mexicanos. Para el siglo
El efecto de los nuevos caminos y trenes y las importa- XIX, éstos intentaban usar los sombreros más caros que po-
ciones que trajeron,junto con las nuev~s fábricas de textiles dían pagar, que en el mejor de los casos era un sombrero de
establecidas casi en todas partes de América Latina durante fieltro pesado y caliente y, en el peor, un sustituto de paja.
los últimos años del siglo XIX, fue sentido ampliamente tan- "Cualquiera que fuera el material, entre más ancha fuera el
to por los consumidores como por los productores.tLos pre- ala y más alta la corona, era más admirado el sombrero".25
cios cayeron por la borda dejando tela barata y, de hecho, Los campesinos indios de los Andes se cubrían con el inevi-
toda una variedad de nuevos textiles al alcance de todos, table poncho, algunos de colores alegres, otros discretos.
excepto de los más pobres pero, al mismo tiempo, muchos En las regiones más altas, generalmente se prefería la gorra
hiladores y tejedores locales perdier9rf su mercado. En las de lana cOn orejeras para resistir el frío, aunque unos cuan-
provincias centrales de Chile, por ejemplo, sumaban 35,068, tos pueblos, como los tarabuqueños (cerca de Sucre, en
de acuerdo con el censo de 1854, pero sólo a 4,431 en 1895. Bolivia), seguían usando su sombrero característico en for-
Los precios cada vez más bajos de las importaciones británi- ma de casco, vestigio aparente de la era inmediatamente
cas también asestaron un golpe mortal a las sombrereras y posterior a la Conquista. Algunas mujeres aymara adopta-
tejedoras de Santander en Colombia. En el interior de la ron el sombrero característico de hongo que siguió usándose
provincia, los hogares que empleaban de uno a cuatro tela- en muchos lugares a todo lo largo del siglo xx.

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Muchas personas comunes usaban sandalias fabricadas cobertizo adyacente contenía un fuego de carbón. El car-
con cuero sin curtir o fibra. Era tan fácil que muchos pobres bón humeaba menos que el fuego producido por la made-
hacían propio su calzado. En la ciudad de México, incluso ra, razón por la que los mexicanos construían menos
ya en la década de 1920, un observador creía que entre sus chimeneas; esta ausencia impactaba a los observadores angloa-
cuatrocientos mil habitantes, sólo cincúenta mil usaban za- mericanos que creían que la falta de chimenea era un enorme
patos, el resto sandalias. En los Andes, las sandalias rústicas obstáculo para hacer las reuniones familiares y un seguro sig-
u ojotas, hechas originalmente de la piel de la llama o de la no de primitivismo.
oveja y, para los años veinte, de neumáticos, identificaban a Los pueblos andinos, enfrentados a un clima frío y a la
sus propietarios como población rural pobre, generalmen- escasez de carbón, contaban con estufas más adecuadas que
te indios. Al mismo tiempo, un número cada vez mayor de aprovechaban mejor el combustible. Unos cuantos petates,
personas de origen rural llegaron a los campamentos mine- cobijas, vasijas de arcilla y simples iconos e imágenes religio-
ros, los pueblos y las ciudades. sas en las paredes constituían el mobiliario. Era regla que
Luis Valcárcel, en el Cuzco de principios del siglo xx, no hubiera sillas, mesas ni camas. Al oscurecer, sólo antor-
observó que los indios, particularmente las mujeres, con- chas de resina de pino o las rancias y humeantes velas de
servaban su vestido tradicional, mientras que los mestizos sebo parpadeaban para iluminar la noche. Las iglesias prós-
adoptaban rápidamente las modas de la ciudad, comenzan- peras podían costearse velas de cera de abeja. Los hombres
do con los pantalones angostos y largos, y las camisas sueltas dormían enredados en sus cobijas, las mujeres acurrucadas
en lugar de los ponchos. En efecto, los mestizos se esforza- en sus ropas. Como una persona "generalmente poseía tan
ban por evitar cnalquier parecido con el estilo indígena a sólo las ropas que usaba, los roperos eran innecesarios". En
fin de establecer, "d,e la manera más clara posible", su dife- los altiplanos del sur de Perú, donde "la civilización no ha-
rencia con los indios. 26 Er calzado siguió siendo, en el siglo bía extendido todavía sus iluminadores rayos", las paredes o
XIX, un signo de status étnico y de clase. A principios del la choza de un campesino común se "embellecían con pin-
siglo xx, los mestizos urbanos no sólo insistían en usar zapa- turas curtidas por el humo que representaban la decapita-
tos sino zapatos brillantes para"(}iferenciarse de sus rústicos ción, la crucifixión y la quema de mártires".27
hermanos. Con el crecimiento de la$ ciudades y los cam- A los ojos de quienes tenían una mayor colección de
bios en la identidad étnica, la demanda de zapatos y de cera bienes, mejores casas y una alimentación más rica, las esca-
para calzado animó a entusiastas comerciantes estadouni- sas posesiones de la más aislada población india se explica-
denses y europeos a promover "la fabricación eri serie de ban siempre por su "desidia ancestral" e "inclinación natural
zapatos y prendas de vestir. a la pereza". Este dicho se esparció desde el periodo colo-
Hay poca evidencia en los bosquejos y las primeras fo- nial hasta el presente. La opinión provenía de los diversos
tografías de los diversos viajeros de que las casas rurales de repartos de mercancías practicados en México y Perú en el si-
la gente común o su mobiliario en el siglo XIX fueran distin- glo XVIII, que obligaban a los pueblos nativos a comprar, en
tos a los del periodo colonial. La vivienda principal era ine- efecto, mediante un plan de mensualidades, bienes como
vitablemente de un piso y a menudo de un sólo cuarto, de ropa, mulas y herreóa, y justificaba la imposición del tributo
piso de tierra y sin ventanas. Se usaba adobe y paja en to.do o también de los impuestos por persona. Contrario a la or-
el altiplano de México y de los Andes, dando paso al bambú todoxia presentr, en la que reducir impuestos desembocaría
y a la paja de palma en "el trópico. En México, raramente en una mayor industria, los oficiales de la Colonia y del siglo
había estufas, chimeneas o cocinas, aunque en ocasiones un XIX -y también muchos burgueses comunes- estaban per-

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suadidos de que el requerimiento del pago de impuestos ani- Extranjerización: la auto-enajenación


maba a los indios a trabajar más duro y finalmente los llevaría de la elite de la belle époque
a apreciar los bienes de consumo que podía ofrecerles la
era industrial. De lo contrario, como los indios definían sus Debido a que la mayoría de los miembros de la elite latinoa-
"necesidades" a un nivel tan bajo, sólo trabajarían para ad- mericana que dirigió el movimiento de Independencia se
quirir los elementos más básicos de comida, vestimenta y persuadió a sí misma de que todo en la época colonial se de-
vivienda. bía al control español, debido a que el propio movimiento
Esta infortunada actitud, creían muchos, inhibía la en- independentista había encontrado oposición tenaz y en oca-
trada de países como Perú al circuito de ias naciones mo- siones brutal por parte de los ejércitos españoles y, lo que es
dernas y progresistas y disminuía el ingreso potencial de los aún más importante, debido a que Londres y París se habían
que aspiraban a ser hombres de negocios. Cualquiera podía convertido en polos irresistibles de atractivo económico y
darse cuenta de que el deseo de adquirir bienes de consu- cultural, los nuevos líderes republicanos se lanzaron, con poca
mo es un incentivo para trabajar más, lo que a su vez deriva vacilación, a establecer relaciones comerciales cercanas con
en el comercio y la producción. "Si los indios eran tan igno- las florecientes economías del noroeste europeo. El nuevo
rantes o tercos como para pasar por alto este sencillo princi- comercio, las nuevas ideas, las nuevas modas ofrecían, al pa-
pio", el Estado moderno tenía el derecho de dejar en claro recer, una solución al atraso. Pocas personas entonces -ape-
"los efectos civilizadores del consumo por la fuerza".28 Estas nas tantas como ahora- eran capaces de anticipar las
opiniones se dirigían particularmente a las comunidades consecuencias no siempre felices del desarrollo liberal.
indias más herméticjs; en muchos otros lugares de Meso- Supongamos, por un momento, que somos capaces de
américa y de los Andes, como el Valle Mantaro en Perú o los volver a cualquiera de las principales ciudades de la América
pueblos circundantes a las minas y de las grandes ciudades, hispánica, digamos, en la década de 1770. Observamos a un
los pobladores nativos ganaban salarios en efectivo y esta- extraño, vestido respetablemente, aparentemente de raza blan-
ban más integrados a la economía de mercado. ca, parado cerca del lugar donde nos encontramos. Nos vol-
En Lima, Santiago de Chile,Buenos Aires, Río de Ja- vemos hacia un amigo y le preguntamos "¿Quién es este
neiro, México y otras ciudades, el ga~ la luz eléctrica, las hombre?". "Pues es un español", sería la posible respuesta,
calles pavimentadas, los tranvías, las cañerías y un conjunto pero no sabríamos si llegó de España recientemente o si des-
de nuevos bienes que abarrotaban las elegantes tiendas de- ciende de una familia residente en América desde hace tiem-
partamentales de dos y tres pisos, rápidamente separaron la po: el término se aplicaba a los blancos nacidos tanto en
cultura material del campo de la urbana. Los consumidores Europa como en América. Conforme se ensanchó el abismo
latinoamericanos elegían entre las manufacturas locales, el entre el Imperio y la Colonia durante el último tercio del siglo
flujo de importaciones y un sector artesanal en disminución XVIII, las personas que iban a dirigir el movimiento de Inde-
pero todavía presente. Procedamos ahora a seguir con ma- pendencia --en su mayoría blancos, generalmente con edu-
yor detalle los patrones de consumo que surgieron entre los cación y vestidos respetablemente -llegaron a ser conocidas
miembros de la nueva elite, la cual surcó con una cierta des- más y más no como "españoles" sino como "criollos", es decir,
envoltura provinciana la marea alta del 'desarrollo liberal como personas consideradas por los demás, o que se veían a sí
hasta su ignominioso colapso en los años veinte. mismas, como blancos y esencialmente europeos en térmi-
nos culturales, aun cuando hubieran nacido en América. La
mayoría proclamó una cercana identificación con su patria

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americana. Sin embargo, una vez que se logró la Indepen- asistían a misajunto con ellos. Así, precisamente porque no
dencia, el término "criollo" tendió a de..saparecer en el senti- debían confundirse con la gente común, las capas superio-
do que tuvo en el siglo XVIII, porque en ese momento la elite res se esforzaron por marcar su diferencia al adoptar todo
quería verse políticamente en términos nacionales como lo europeo, lo francés e inglés. A partir del último tercio del
"mexicanos", "peruanos" o "chilenos". Evidentemente les siglo XIX, el ingreso generado por la explosiva demanda
parecía que el contenido colonial dieciochesco del término mundial de fertilizantes, café, azúcar, petróleo, cobre, trigo
resultaba públicamente inconveniente debido a que aspira- y carne permitió, a aquellos que se beneficiaban del comer-
ban a identificarse con, ya dirigir, repúblicas multiétnicas. cio, importar bienes necesarios para ingresar al mundo eu-
Sin embargo, aun los patriotas políticos, integrantes de la ropeo de la moda y así distinguirse de sus conciudadanos
elite republicana, se cuidaban culturalmente hablando de dos menos afortunados.
frentes al mismo tiempo: la heterogénea población de su pro- En efecto, el prestigio de lo extranjero era parte impor-
pio país, la cual aspiraban dirigir, pero también, del otro lado tante del atractivo de los bienes importados y debía tomarse
del Atlántico, sus antepasados europeos, su fuente de cultura en cuentajunto con otros atributos, como el acceso y el cos-
y sus manufacturas. Aunque unos cuantos miembros muy ca- to. Esta observación de ninguna manera es original porque
tólicos y conservadores de esta nueva elite permanecían liga- los bienes importados juegan un papel importante en mu-
dos a valores hispánicos, incluso ellos se unían a la mayoría chas sociedades actualmente, e incluso entre consumidores
para abrazar las artes, las modas y las manufacturas de Ingla- tan rudimentarios como, por ejemplo, el pueblo melanesio
terra y Francia. Tanto liberales como conservadores querían de las islas Trobriand, donde la investigación demostró desde
ver sus nuevas replíbli.fas como parte del concierto de las na- hace mucho que ciertos objetos son más valorados precisa-
ciones y, al traer las modas europeas a la ciudad de México, mente porque provienen de tierras distantes. No obstante,
Bogotá, Lima y Buenos Aires podían embarcarse en la noble el "atractivo de lo extranjero" parece haber sido despropor-
misión de traer el cambio, la modernidad y el progreso a su cionadamente fuerte en la América poscolonial. En el últi-
país. En estos años de formación, a principios del siglo XIX, ,mo tercio del siglo XIX, la relación estrecha entre "extranjero"
pocos miembros de la elite latinoamericana se volvieron ha- y "progreso" aparece una y otra vez.
cia su propio pueblo, con el nacionalis!Jlo introspectivo de, Diferentes grupos sostuvieron la creencia de que se po-
digamos, Estados Unidos en 1790 o el de las antiguas colo- día generar una versión local de la modernidad, en el sentido
nias africanas y asiáticas recientemente independizadas des- de unirse a la marcha humana universal hacia un futuro que
pués de la Segunda Guerra Mundial. En cambio, l~ nuevas sería diferente y superior al pasado regido por las costumbres.
repúblicas latinoamericanas estaban "incuestionable mente Los bienes extranjeros representaban la modernidad debido
orientadas al exterior, ávidas de aprender y de imitar todo lo a su asociación con Europa, centro mismo de la modernidad,
que provenía de Francia o de Gran Bretaña".29 y debido a su evidente contraste con las prácticas locales. 30 Este
Al mismo tiempo, si los grupos dorrlinantes en América periodo -de mediados de siglo a 1930- es llamado, conve-
Latina se veían a sí mismos separados de la masa en térmi- nientemente, era de las economías de exportación o del "desa-
nos de raza y de cultura, también estaban ligados a sus com- rtollo hacia afuera". En realidad, el término economías de
patriotas de clases más bajas por las mismas características. importación habría sido igualmente adecuado porque a cam-
Si los miembros de la elite se consideraban más blancos que bio de un reducido rango de mercancías de exportación, los
las poblaciones mezcladas, también reconocían que habla- latinoamericanos recibían del exterior una amplia selección
ban el mismo idioma que la mayoría de sus compatriotas y de bienes transformadores social y culturalmente.

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4. BIENES MODERNIZADORES: LA CULTURA MATERL<\L EN EL PINiÍ.CULO DEL PRIMER LIBERALISMO

Al principio, en el mundo indio del siglo XVI, como tidad, en la era colonial hubo, de hecho, menos maneras a
hemos visto, 'los conquistadores de España y los líderes polí- través de las cuales una persona podía desplegar riqueza y
ticos y sociales de la época colonial introdujeron una rica
cultura material metropolitana derivada de la mezcla de los
.. poder. Hoy tenemos suites ejecutivas, automóviles de lujo,
casas para vacacionar, esposas o maridos "trofeo", elegantes
mundos mediterráneo, islámico y asiático. Los españoles pre- firmas de diseñador, comida "gourmet ", miles de sutiles ob-
tendían diferenciarse de los habitantes nativos y también de. jetos para la falsa imagen. La elite colonial tenía menos po-
los mestizos y mulatos de castas bajas a través de los alimen- .' sesiones pero eran evidentes: esenciaimente, tierra y esclavos
tos, la vestimenta y la arquitectura. Evidentemente, también o trabajadores dependientes, una mansión a menudo sóli-
lo hacían a través de un despliegue de abundancia -man- da y augusta, sirvientes, una ostentosa donación de una ca-
siones más grandes, banquetes más fastuosos, regalos y cere- pilla dorada para que todos recen y una mesa generosa y
monias lujosas- para establecer su dominio sobre una repleta de gente. Una vez que la elite republicana dejó atrás
sociedad multicultural y multiétnica. Trescientos años más la idea rural del prestigio para integrarse en un escenario
tarde, en el pequeño mundo de la clase alta de Lima, de la urbano más homogéneo, fue necesario hacer un nuevo arre-
ciudad de México y de otras ciudades importantes, a fines glo de posesiones para distinguirse. La vestimenta y el ador-
del siglo XIX, hombres y mujeres veían a las burguesías de no personal proporcionaban signos flexibles y portátiles de
Londres y de París como el grupo de referencia adecuado status.
para vestir, del mismo modo que lo hacían en lo tocante al En el mundo material de la floreciente economía atlán-
diseño urbano, el mobiliario y la comida. Como ocurría prác- tica de fines del siglo XIX, la necesidad de un consumo cons-
ticamente en el res.to del mundo y bajo circunstancias simi- picuo se volvió más intensa, pero pocos de los bienes que los
lares, se dieron a 1;"t1fea de construir una barrera entre sí ricos latinoamericanos podían ostentar estaban disponibles
mismos y aquellos que pretendían trepar de manera cada en sus propios países. Cierto, uno podía construirse una casa
vez más insistente por la escala social. de campo más grande, manejar elegantes carruajes o parti-
Los trajes de los hombres y los atuendos de las damas, cipar, de modo más sutil, en rituales particulares de poder.
importados de París eran enarboJ~dos en contra de los im- Thorstein Veblen discernió sobre esto más o menos al mis-
postores arribistas, conocidos por 'los cl!riosos términos de mo tiempo que sus compatriotas en Nueva York y en Chica-
siútico en Chile, huachafo en Lima, o el fuás general gente de go, y escribió acerca de ello con su prosa peculiar y sutil:
medio pelo en cualquier otro lado. La pequeña elite del Cuzco
provinciano, incapaz de comprar directamente en F:rancia, El consumo conspicuo de bienes de valor es un medio de
trajo París a los Andes bajo la forma de la Sastrería París, donde buena reputación para el caballero de buena posición.
un caballero podía ordenar elegantes camisas hechas a mano, Conforme la riqueza se acumula en sus manos, su propio
levitas e incluso un frac o un esmoquin. En los años cuarenta, esfuerzo autónomo no bastará para poner de manifiesto
Luis Orrego Luco, el novelista chileno,J:ecordaba con una su opulencia por este método. La ayuda de amigos y com-
sonrisa irónica sus "ambiciones de snob juvenil" en la déca- petidores surge, en consecuencia, cuando se recurre al
da de 1890 de querer vestir con "las corbatas de Doucet y los ofrecimiento de valiosos regalos y caros festines y entrete-
trajes de Monsieur Pinaud".31 nimien tos. 32
Podríamos observar de paso que, en contraste con la
abundancia de nuestro propio mundo, donde una gama casi Es dificil exagerar el atractivo que las manufacturas inglesas
infinita de bienes sirve como indicador de posición e iden- o la comida y la moda parisinas tenían para la elite de la belle
époque. A partir de la década de 1870, la vida social se despla-

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zó cada vez más de las casas privadas a los lugares públicos: de México, importaba linos, pianos de cola, vinos y licores
los nuevos cafés y restaurantes elegantes, los salones de bai- europeos; además estaba suscrita. a libros y revistas francesas,
le, los teatros y la ópera. Fotografias y pinturas contemporá- r viajaba al extranjero y enviaba a sus hijos a escuelas europeas
neas muestran a los caballeros con sombrero de copa y a las y creía que, al hacerlo, estaba "compartiendo las mismas acti-
mujeres con vestidos largos y escotados en bailes y restau- vidades y actitudes de la aristocracia internacional". La revis-
rantes de moda. Para la década de 1880 la cocina francesa ta parisina Revue des deux mondes reposaba medio abierta, y
se convirtió en "el último grito" y los restaurantes más ele- con la mayor probabilidad de no haber sido leída, en miles
gantes de la ciudad, como la Maison Dorée y la Fonda de de salones desde la ciudad de México hasta Buenos Aires.
Recamier "no se atrevían a abrir sus puertas sin contar con Al mismo tiempo, las mejoras en el transporte terrestre
un cheffrancés".33 En 1891, el millonario mexicano don Ig- y marítimo que permitieron a los latinoamericanos exportar
nacio de la Torre y Mier persuadió al "celebrado chef parisi- sus productos para pagar las importaciones europeas, anima-
no" Silvain Daumont a venir a la ciudad de México; Daumont ron también a la elite a hacer el gran recorrido por Inglate-
obtuvo tal éxito que, en un año, abrió su propio estableci- rra y el Viejo Continente. Varias memorias y novelas comentan
miento, una copia casi exacta de un restaurante francés de estas excursiones, en ocasiones emprendidas con un exceso
la belle époque. cómico involuntario. Grandes familias, tutores, cocineros y
Un banquete en 1888, en honor del presidente Porfi- nodrizas abordaban los vapores rumbo a Le Havre o Bur-
rio Díaz, ofreció Consommé ti la Graviarre, Truites a la Meuniere, deos. En 1882, uria prominente familia chilena, temerosa
Filet de Bceuf a la Godard, Dindonneau Truffé a l'Anglaise, entre de que la nodriza no aguantara la travesía de treinta y tres
sus ocho platillos. Elm~nú, en francés por supuesto, se acom- días de duración de Valparaíso a Burdeos (y persuadida de
pañaba por un modesto Mouton-Rothschild y un Romanée los saludables beneficios de la leche equina) llevó a bordo
Conté, quizá el más fino entre los grandes vins bourguignons, una joven burra y cincuenta fardos de heno. 36
entre otros vinos. Yesto, a pesar de la epidemia de filoxera Estas descripciones pueden aplicarse en cualquiera de
que justamente para entonces destruyó más de noventa por las capitales de América Latina a un segmento pequeño pero
ciento de los viñedos franceses, lo que debe haber vuelto influyente de la elite. La clase alta de Lima hizo su mejor
excesivamente caras las importaciones. ;La búsqueda de ci- esfuerzo por pertenecer a clubes privados de golf y de equi-
vilidad importada" alcanzó alturas insospechadas en 1910, tación, mientras que "la mayor ambición de un limeño era
en la celebración del centenario de la Independencia, cuan- vestir al estilo parisino". Aun antes de que las masivas expor-
do "ni UH solo platillo mexicano apareció en alguná de las taciones de nitratos concedieran a la elite chilena el permi-
muchas cenas dedicadas a esta patriótica ocasión".34 Unas so para disfrutar de abundantes importaciones de lujo, el
memorias de la época recuerdan que sólo escuchar las dos cónsul británico observó que "los modelos de elegancia son
palabras "Dulcería Francesa" equivalía a sentirse embarga- todos franceses"Y Las tiendas nuevas y elegantes, como Gath
do de alegría. El término evocaba en los niños "los fascinan- y Chaves, que abrió en 1910, o la Casa Pra, ofrecían bienes
tes juguetes; para la mujer los bombones y los 'petit-fours' europeos sobre sus mostradores de madera pulida y vidrio.
úniéos y para el hombre, los excelentes vinos y pasteles deli- La construcción de la Estación Central de Trenes por parte
ciosos, todo lo cual se vendía en aquellas tiendas encantado- de Eiffel & Company hacía parecer que la Gare du Nord se
ras que en las vísperas de los días onomásticos se veían había trasladado a Chile. Cuando surgió una controversia
henchidas por miembros de la mejor sociedad".35 La elite por- sobre la venta de una propiedad chilena a un extranjero, no
firiana, nunca superior al dos por ciento de la población total es de extrañar que un dandy de la belle époque se preguntara

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hábilmente: "¿Por qué no vendemos todo el país a Francia y también importaban tecnología de punta para la fabricación
nos compramos algo más pequeño, cerca de París?" de vino. Con mayor ambición, construyeron sus propios cha-
Los latinoamericanos de fin de siicle también estaban r teaux en los valles de Maipo y Aconcagua e importaron dise-
conscientes de la necesidad de inspirar ideas propias sobre ñadores de paisaje y arquitectos franceses, italianos e ingleses
sus respectivos países en el extranjero. Las oportunidades para lograr esos imponentes jardines como los que hoy se
llegaban con las distintas ferias y exposiciones mundiales, ven en Viña Santa Rita o la mansión Subercaseaux en Pir-
en las que el orden, el progreso y los civilizados gustos de la que, justo a las afueras de Santiago de Chile. Con todo esto,
capa europeizada de la sociedad podían desplegarse dejan- alentaban ei propósito de hacer un vino "francés" en Chile y
do atrás los remanerites de la barbarie. En 1900, el periódi- dejar en claro su vínculo cultural con Europa. Sin embargo,
co de Santiago de Chile, El Porvenir, se enteró de un plan: no exageraremos. También es verdad que un cierto consu-
"ciertos empresarios de espectáculos" estaban preparándo- mo nacionalista logró colarse incluso en el clímax de la belle
se para llevar a un grupo de araucanos a la Gran Exposición époque. En los eventos políticos o en las ceremonias, los líde-
en París. "¿A qué interés nacional puede servir", se pregun- res de partido se anotaban un punto a su favor al servir vi-
taba el periódico, "andar paseando a un puñado de indios nos chilenos en los banquetes en que se anunciaba a los
que son casi salvajes, brutales, degradados y repugnantes en candidatos presidenciales, por ejemplo, en la reunión de
apariencia, a fin de exhibirlos en París como muestra de lo los presidentes chileno y argentino de 1899 en una región
que es Chile?"38 fronteriza disputada, ubicada en el extremo sur del Estre-
Una colección de menús de cientos de cenas privadas y cho de Magallanes. En niveles más bajos de la escala de con-
públicas en Chile duraate el cambio de siglo --que hoy per- sumo, una extensión mucho mayor de viñedos del país
tenece al Museo Histórico en Santiago de Chile-, como aque- producían vinos para la gente común.39
llos en México, están casi enteramente en francés. Aquí puede
verse que los invitados a los banquetes públicos y los comen- Los mejores sastres y modistas pusieron las modas inglesa y
sales en restaurantes privados be1?ían vinos de Clos de Vou- francesa al alcance de la elite latinoamericana. El interés
geot o de Pommard y degustaban los grand crus de Burdeos y por la ropa comenzaba muy tempranamente en la vida. En
los celestiales sauternes de Chateau d'Yquem. De hecho, en 1907, un chico brasileño de trece años, quien firmaba su
Chile, los miembros de la elite no sólo hacían peregrinajes nota como "Paulino Jr. ", envió a su padre una petición de
culturales a París e importaban bienes franceses, varios se ropa para un viaje de compras: "Un saco de tela de franela
abocaron a la tarea de convertirse en propietarios de\m cha- blanca[ ... ] tres pequeños cuellos al estilo Santos Dumont y
teau bordelés en Chile. una corbata blanca, para ser compradas en Casa Colombo y,
U n modelo poderoso estaba presente en los nuevos vi- si no se encuentra allí, en la Torre Eiffel. N. B. Si no se en-
ñedos y vinaterías establecidas por los nuevos ricos, en Bur- cuentra en franela, traer el mismo corte en drilf'.40 Proba-
deos: aquello que llegó a llamarse chaieaux después de la blemente el padre de Paulino fue de compras a la Avenida
Revolución Francesa, lo cual había intentado destruir los Central o a la Rua do Ouvidor en Río de Janeiro que, hasta
primeros y verdaderos castillos del ancien regime. El Barón 1906, era el verdadero corazón de la cultura y de la vida social
Rothschild adquirió Chateau Lafite en 1868 junto con las de la elite. Esta calle de ochocientos metros de longitud en
otras grandes casas de Latour, Haut-Brion y Chateau Mar- Río, además de ser un santuario de los bienes europeos, tam-
gaux. Los chilenos no iban sólo a Burdeos para traer brotes bién era un paseo de moda, un lugar de reunión de la elite,
de las famosas uvas cabernet sauvignon y merlot, sino que donde "todo lo nuevo y 'civilizado'" hacía su primera apari-

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ción en las vitrinas. Allí, los modistas ponían sus creaciones


junto a materiales traídos de Francia, mientras las mujeres
compraban las últimas modas de París, pagando una enor- .,..
me fortuna para adquirir un vestido de Charles Frederick
Worth junto con las joyas adecuadas.
Un ameno libro de reciente publicación repasa los li-
bros de moda ilustrados de la época siguiendo el cambio
en las faldas femeninas desde los incontables metros de cru-
jientes crinolinas de mediados de siglo al polizón "que tuvo
su apogeo y su caída en las décadas de 1870 y 1880 en varias
exageraciones decorativas para el trasero". Para 1900, las
faldas habían evolucionado hasta adquirir lujosas colas. En
cada etapa, las mujeres se sometían al corsé y usaban un
gran número de enaguas. En 1914, un columnista de chis-
mes lo resumió de la siguiente manera:

Las mujeres visten faldas largas amplias, llenas de enaguas


y ostentan minúsculas cinturas de avispa [ ... ] puestas en
relieve por las c~rsés. U san tafetán y lana de merino [ ... ]
botas abotonadas o atadas en lo alto y llevan siempre un
abanico de seda o de gasa en una mano bien enguantada.
No usan maquillaje [ ... ] Las mujeres cariocas tienen ros-
tros de mármol o de cera [ ... ] cuando pasan en grupos
recuerdan una procesión de;E~dáveresY

Si la moda femenina era incómoda, constreñida y requería de


un talento aprendido para desplazarse por un salón lleno
de gente, la ropa masculina en el Río de la belle épqque pro-
porciona un ejemplo particularmente revelador de li impor-
tancia de la vestimenta en la construcción de una identidad.
En efecto, demuestra una adherencia totalmente absurda a
los grupos de referencia de consumo eqropeo sin la mínima
concesión al sentido práctico o a la cómodidad. Figura 4.4. Rua do Ouvidor, Río de J aneiro, 1900. La calle de tiendas más
Mientras que las modas y los textiles para las mujeres elegante de Río en la belle époque. Obsérvese a los hombres vestidos de
provenían de Francia, los sombreros y las telas de los hom- forma abrigada en el trópico. Fuente: Fotografia de Marc Ferrez. Corte-
bres eran importados de Inglaterra. Los sastres locales cor- sía del Getty Research Institute.
taban la tela de lana, generalmente de color negro, en
pantalones, chalecos y levitas. Deb.yo de estas dos capas de
lana, los hombres que vestían apropiadámente usaban ropa

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bieron un plano cuadrangular urbano trazado con "cordel


interior larga de algodón o de lino y camisas sujetas a cue-
y regla" para todas sus ciudades en las Indias; plano que per-
llos de pajarita atados por corbatines: todo esto con "escasa
sistiría incluso al aumentar la población. De hec:ho. así fue
concesión a la- facilidad de movimiento, la circulación san-
hasta la década de 1870. Pero entonces, el rápido crecimiento
guínea, la temperatura o la economía;'. Nada de ello habría
del comercio extranjero forzó la modernización de las ciu-
parecido fuera de lugar en las latitudes inglesas, donde los
dades portuarias y después la de las antiguas capitales. Las
vientos eran fríos y las casas estaban mal calentadas. Pero
ciudades fueron dotadas de sus primeras alcantarillas y se
estamos hablando del clima tropical de Río de janeiro, y
aseguró su abastecimiento de agua, la Alameda de México
particularmente de la Vieja Ciudad, donde los hombres de
estrenó iluminación de gas en 1873; los primeros tranvías,
negocios pasaban las horas más calurosas del día trabajando
carros sobre rieles jalados por mulas (los así llamados ferro-
en el "vaporoso y febril verano, vestidos en lana inglesa, pe-
carriles de sangre), aparecieron por todos lados. En síntesis,
sada y de color negro". Un periodista parisino hizo la siguien-
las ciudades importantes, o al menos algunas secciones de
te observación en 1890: éstas, se europeizaron. En explosiones de orgullo local, a los
Bajo un clima agotador, en una ciudad en que el termóme- guatemaltecos y los chilenos les gusta llamar a sus respecti-
tro alcanza los 40 grados a la sombra, en ocasiones, cuando vas capitales el "París de Guatemala" o el "París de Chile" y,
los rayos solares son tan ardientes en verano que uno pue- \ para 1911, incluso Georges Clemenceau, el parlamentario
radical francés, llamaría a Buenos Aires "una gran ciudad
de morir de golpe, el brasileño continúa, tercamente, vi-
viendo y vistiendo al estilo europeo. Trabaja durante las europea".43 En el México del Porfiriato, dos personalidades,
horas más callent~ del día; va a su oficina de nueve a cua- José Cavallari y Antonio Rivas Mercado, ambos producto de
,,- :.1
tro, como los hombres de negocios londinenses; se pasea . la École des Beaux Arts, en París, fueron clave para dotar a
en levita negra, cubierto por un sombrero de copa, impo- las nuevas coloniasJuárez, Cuauhtémoc y Roma de una apa-
niéndose un martirio con la más perfecta falta de preocu- riencia cosmopolita, "tan aristocrática como Versalles, Bru-
pación. selas y Londres". Este amplio trazo urbano dio lugar a la
construcción de "chalés, mansiones y palacetes".44
¿Por qué lo hacían? Evidentement~'porque la ropa oscura, La secularización liberal de la sociedad significó que los
pesada; distintivamente europea, era sigl'io de modernidad, rituales y las ceremonias comenzaran a desplazarse de las an-
civilización y aristoCracia. Así, la elite predominantemente tiguas plazas construidas en ~orno a una iglesia hacia las ca-
blanca, ~>.. lles comerciales, los nuevos parques, las avenidas y los
mercados de reciente construcción. La misma propiedad ecle-
vestida en abrigos y chalecos de lana negra, en estrechos
siástica, confiscada por el Estado modernizador y vendida a
corsés y gruesas faldas, soportaba el bochorno, sintiéndo-
se satisfactoriamente europea, satisfactoriamente distinta
individuos particulares, contribuyó al desarrollo de nuevos
a los oscuros y frescos pobres que/~rÍdaban medio desnu- asentamientos en las afueras, que pronto fueron conectadas
42
dos proclamando abiertamente su inculta inferioridad. con el antiguo centro mediante líneas de tranvía y anchas
avenidas. Los terremotos, no poco frecuentes en muchas an-
Los pueblos y las ciudades de América Latina, incluso hasta tiguas ciudades, proporcionaron oportunidades adicionales
1870, se apegaron generalmente al tradicional trazo arqui- para trazar nuevos planes urbanos. y todo esto tuvo lugar en
tectónico de tablero de ajedrez, impuesto por los Hasburgo una época en que algunos europeos, como el prefecto del
en el siglo XVI cuando, si recordamos, los españoles conci- Sena, proporcionaban espectaculares modelos para la reno-

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vación urbana, lo que seguramente no dejaron de percibir rrara, los candelabros franceses, las pinturas de paisajes eu-
los latinoamericanos progresistas y francófilos. El Barón ropeos, las elegantes sillas y sofás. Nada de esto tiene algo de
Haussmann llevó a cabo una renovación masiva de París, pro- chileno. La organización interna del espacio habitable fue
yectando 137 kilómetros de calles nuevas, creando amplios paralela a la ambigüedad de los mismos propietarios. En un
senderos para carruajes y banquetas a la sombra de largas palacete contemporáneo en Río de Janeiro, el estudio, el sa-
líneas de árboles, todos rectos, con escasas consideraciones lón de billar, la biblioteca y el vestíbulo de entrada fueron
para el tránsito. Ésta fue una empresa impresionante, si bien "más cuidadosamente europeizados en su terminado y amue-
a fin de cuentas vacua, que Marx, su contemporáneo, asegu- blado". Aquí, los propietarios recibían a sus visitantes y les
raría mezclaba "barbarismo y frivolidad".45 demostraban su afinidad con la cultura europea. Los cuartos
La reforma urbana en AmériCa Latina tuvo lugar en interiores miraban en dirección opuesta, efectivamente ha-
una época en que la mayoría de los líderes liberales latinoa- cia Brasil, y estaban compuestos por habitaciones comunes,
mericanos rechazaban el pasado hispánico como un lastre con una cama y un comedor más informales y cómodos y con
para la modernidad, de manera que las nuevas avenidas dia- mobiliario más tradicionaL Tales habitaciones en Río de Ja-
gonales se erigían en simbólica oposición al antiguo y des- neiro, incluso en las mansiones caras, tenían hamacas y peta-
acreditado patrón cuadrangular, que ahora se oponía a la tes. Al menos en Río, aún se practicaban distintos rituales en
ortodoxia de la Contrarreforma de los Hasburgo. Hay múl- dos áreas de la casa: al frente, de acuerdo con el estilo fran-
tiples ejemplos -el Paseo de la Reforma en México, el Pra- cés, los alimentos se servían en orden secuencial; en el come-
do en La Habana, las nuevas grandes avenidas en Buenos dor familiar, todos los platos se ponían al mismo tiempo.46
Aires, la prolongaciÓúd"e la Avenida 18 deJulio en Montevi:-
deo- del nuevo plano urbano con grandes avenidas que se Todo esto -comida, vestimenta y vivienda- era parte de
proyectan a partir de los antiguos centros que atraviesan un proceso mucho mayor: la formación de una burguesía
antiguos sectores coloniales. Los nuevos bulevares que co- mundial o de, al menos, una burguesía occidentaL El ávido
rrían desde las antiguas plazas deJa ciudad terminaron por consumo de bienes europeos, los viajes a Europa y el con-
quedar enmarcados por casas neB'góticas de tres y cuatro tacto con sus intelectuales, artistas e ingenieros era algo más
pisos con techos de mansarda al estilo f;egundo Imperio. que una "vana postura de seguir las últimas modas. Era co-
Hoy siguen en pie a lo largo de las grandes avenidas de Bue- locarse en la cima del momento histórico o quizá -podía
nos Aires, y otras se encuentra~ asfixiándose entre los rasca- imaginarse- en el centro de toda la historia". Era ser moder-
cielos de vidrio y acero de Bogotá, Santiago de Chíie o la no. La ópera, por ejemplo, se podía disfrutar, "con toda su
ciudad de México. truculencia y ternura" por miembros de la "burguesía con-
Al mismo tiempo, aquellos propietarios suburbanos, ca- quistadora" en circunstancias similares, en uno y otro lado
paces de soportar el costo, abandonaron.el complejo medi- del Atlántico, "en La Scala, Covent Carden, el Met, en Ma-
terráneo con patio central de un piso, con fachadas al ras de naos o en el Teatro Municipal en Santiago".47 Incluso po-
la banqueta, para construir "mansiones" y "palacios" de dos dríamos añadir la provincia de México, donde, en 1903, el
o tres pisos rodeados por altas veIjas de hierro forjado, des- mismo Porfirio Díaz viajó por tren a Cuanajuato para asistir
plazados unos metros hacia dentro para ofrecer una gran . a la presentación de Aída en la inauguración del elegante
entrada a los visitantes. El "palacio Cousiño" en Santiago de Teatro Juárez.
Chile, construido en la década de 1870, muestra su faz euro- Al ingresar al más amplio mundo de la moda, las nue-
pea a la sociedad mediante el despliegue del mármol de Ca- vas elites de todas partes, desde Budapest o el San Peters-

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burgo de Tolstoi, hasta Lima, podían "sentirse europeas".
~ ·2 ;> ~ Aunque la relación de América Latina con Europa era parte
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's.. :9l:! tido desde el principio, las elites buscaban reafirmar, a través
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o ~ @~ dad y distinguirse de sus compatriotas inferiores, con quie-
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o·· iIJ con su entusiasmo por la modernidad y la esperanza, no
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219
l?AUBR I ~\U'O\d, ~s \o ,,",Ve. COIY'{Je.cJfY\CYS{
5. BIENES DE DESARROLLO

-eJ. \O~I ~~f\C\ ..

Hay que consumir lo que el país produce. l

En América Latin~, el largo siglo XIX llegó a su fin no por


las fanfarrias del año 1900 ni por el cañonazo de una distan-
te guerra mundial, sino por la confluencia de circunstan-
cias económicas, políticas y sociales en la década de los veinte.
Durante los siguientes 'cuarenta o cincuenta años, hasta la
década de los sesenta, fuertes sentimientos nacionalistas, más
la intervención estatal en los asuntos económicos, así como
el surgimiento de una corriente de pensamiento antiimpe-
rialista y algunos experimentos socialistas, desembocaron en
cambios sustanciales en la cultul'a nl.atCl~al ~~ toda .A~-¡i¿l lca
'!, f : ') eL->:~
Latina. Antes de que describamos las elecciones que las per-
sonas debían hacer para comer, vestir y construir,junto con
su consumo de una variedad cada vez más amplia de bienes
nuevos e incluso insospechados, trasladémonos del provin-
cianismo cosmopolita de la elite de la belle éPoque a dos pe-
queños pueblos rurales de América Latina, a fin de seguir
las huellas del desarrollo gradual de la cultura del consumo
en lugares apartados.

Dos pueblos

,\} cambiar el siglo, los tres milo cuatro mil habitantes de


San José de Gracia y sus alrededores, en el estado de Mi-
choacán, representaban bastante bien a las comunidades
mestizas de pequeños propietarios situados al oeste de la
región central de México. Su experiencia puede ayudar a
comprender la forma en que la gente común experimenta

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los cambios cotidianos en la cultura material. Con ciertas


salvedades en lo que se refiere al ingreso, la etnicidad y par-
ticularmente la relativa cercanía a Estados Unidos, uno pue-
de imaginar que los bienes que forman parte de la vida en Océano Atlántico
San José son, a grandes rasgos, característicos de otros luga-
2
res de similar tamaño en toda América Latina.
El pueblo de San José de Gracia ordeñaba sus propias
vacas, producía queso, miel y cera de abeja para los merca-
dos locales, y cultivaba maíz, frijol, garbanzo y un poco de
trigo y cebada para su subsistencia y para la venta ocasional.
Aislado de la capital del estado y de otros pueblos por cami-
nos de tierra llenos de baches, pocas personas se aventura-
ban a ir más allá de los campos que alcanzaban a verse desde
el techo de una pequeña iglesia en la plaza del pueblo. En
los primeros años del siglo xx, los conductores de mulas
ocasionalmente traían noticias sobre la luz eléctrica, los fo-
nógrafos y otras maravillas de la ciudad de México. En 1906 Océano Pacifico
comenzó a llegar el correo una vez por semana transporta-
do en caballo. Tres hombres del pueblo se suscribieron al
periódico El País, de la ciudad de México, que contaba asom-
bH)~US relatos sohre ~! t;-~J:L<~V dt i.lUlllU ...:~ en aparatos ala-
dos; el telégrafo con su incesante martilleo, los automóviles,
los submarinos y los tranvías eléctricos.
Por esta época, algunas casas en San José tenían agua
corriente y un par de calles estaban empedradas. Un día,
alguien volvió con una cámara. Varias personas del pueblo
posaron para las fotografías con una expresión de "asom-
brosa solemnidad"; para otros, "no hubo poder humano que
los hiciera ponerse frente a la cámara".1 Por la misma épo-
- +
N

ca, un agente de la firma Bayer introdujo la aspirina. En


1905. "apareció un tipo bien vestido, con un sombrerito. Tocó Mapa 5.1. LTbicación nombres de di\(TSclS ciudades \ regiolJes '"'c Amé-
a la puerta de las PL,lcipales casas del pueblo. Algunos, to- rica Latina a principios del siglo xx. Fuente: Cortesía de Sebastlan Ara-
mándolo por sacerdote, besaron su mano". De hecho, era ya, Universidad del Estado de California, en Humboldt.
un vendedor ambulante de la empresa Singer Sewing Ma-
chines que logró interesar a cinco familias en uno de los
artefactos mecánicos que más han influido en la transfor-
mación de los tiempos modernos. Un mes más tarde lleg8-
ron cinco flamantes máouinas iunto con una hwen que
Ji..Y .} J.

'2'2'2
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a demostrar su funcionamiento. Alguien más abrió por esos comenzaban a fluir gracias a lo que políticos y economistas
años una pequeña tienda de abarrotes repleta de varios ti- llamaban las nuevas industrias de sustitución-de importacio-
pos de tela, de alimentos, de ollas y sart.enes de metal. nes, o ISI.
El ritmo del cambio se aceleró en los años veinte. Las Los anuncios en los caminos, los periódicos y la radio
linternas de gasolina comenzaron a reemplazar a las velas hicieron experimentar a los jóvenes de San José la "sensa-
de sebo y a las antorchas de resina de pino y en 1926, un ción de vivir en una cárcel". Querían algo más: "ganar dine-
emprendedor ciudadano instaló el primer generador eléc- ro, darse comodidades, conocer mujeres, hacer lo que les
trico pequeño para encender unos cuantos focos amarillos venga en gana, escaparse a los 'Yunaites' ya México".5 Para
en la iglesia y en dos docenas de las mejores casas. Dos años la década de los cincuenta, nueve de cada diez personas de
después apareció en SánJosé el primer molino de nixtamal, más de quince años en San José habían visitado México o
otro aparato revolucionario destinado a transformar la vida Guadalajara; miles buscaban trabajo en Texas y California
de millones de mexicanas. El molino trituraba las mazor- para obtener dólares.
cas de maíz remojadas (o, para emplear la antigua palabra En los cincuenta y los sesenta, conforme el crecimiento
náhuatl, nixtamal) para formar harina húmeda, a partir de industrial del "milagro mexicano" se extendió hasta lugares
la cual se hacía la tradicional tortilla, sustento de casi todo como San José, el ancestral atuendo campesino de camisa
el mundo en Mesoamérica. de algodón suelta y pantalones blancos dio paso a los panta-
En 1938, un afortunado hombre adquirió el primer lones comunes con camisas de colores; los zapatos reempla-
radio de baterías. Las líneas eléctricas llegaron en 1942 y el zaron a los huaraches. La influencia cultural y los dólares
cine en 1944. También había unas cuantas revistas; la más que llegaban de los "Yunaites" se puede apreciar en la susti-
popular entre los habitantes acaudalados de San José era tución que se hizo de las viviendas de adobe con patio cen-
Selecciones del Reader's Digest, en las que podían leerse _"histo- tral-abiertas al cielo y a los pájaros-, decoradas con hileras
rias de hombres que nunca se desalentaron, reportajes de de macetas con flores, por las casas de ladrillo y concreto,
hazañas científicas, descripción de otros países, resúmenes planas y más compactas, con inodoros, fregaderos, regaderas
de novelas, exposición del anverso bondadoso y heroico de y una estufa de gas. Alrededor de 1965 apareció el primer
la sociedad ca:pltalista y el reverso rudo de los socialismos".4 aparato de televisión; las pers8~~s 111<1S delicadas usaban
Pueden constatarse los esfuerzos de un Estado mexica- desodorantes. Ese mismo año, los jets atravesaban el cielo de
no en desarrollo para promover el "crecimiento interno" y San José de Gracia dos veces al día.
los mercados nacionales en la construcción de la carretera En los altiplanos del norte de Perú, unas cuatro mil
"nacional", en parte de grava yen parte de asfalto, que lleva- personas en el pueblo de Huaylas y sus alrededores seguían
ba a los autobuses a San José en 1943; entonces la gente po- un régimen de consumo muy parecido al de San José de
día leer anuncios publicitarios que promovían la cerveza local, Gracia, bajo circunstancias similares al crecimiento econó-
la Coca-Cola, las camisas, los pantalones, el alimento para mico interno que surgió después de 1940. 6 Como la gente
ganado y una variedad de nuevos productos, resultado uc de San José, casi todos los habitantes de Huaylas se pensa-
una sociedad en proceso de rápida industrialización. Pero ban mestizos; para 1960, sólo el dos por ciento se reconoCÍa
incluso entonces, el ingreso anual de un ranchero común indio. Sin embargo, un diez por ciento de todas las ml~eres
era escaso, apenas capaz de cubrir el costo de la comida, un sólo hablaba quechua y -a diferencia de San José, donde
poco de azúcar, queroseno, jabón, cigarros, zapatos y cami- nadie hablaba una lengua nativa- casi todos en Huaylas
sas. Quedaba poco para comprar los bienes más caros que eran bilingües (español y quechua).' En 1960 el pueblo es-

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y verduras de origen andino y europeo; en los hogares más


prósperos también le agregaban un trozo de carne, pollo o
puerco, acompañado de pan de trigo o de cebada. La indus-
tria de procesamiento de alimentos de la costa, resultado de
las políticas de sustitución de importaciones que se empren-
dieron en Perú y México, abastecía de atún enlatado, arroz y
pastas empacadas, Nescafé elaborado localmente aunque sue-
ne extranjero, y de algunos productos importados, como la
grasa holandesa o una lata de duraznos chilenos.
La vestimenta en Huaylas, como en México, siguió ale-
jándose de los estilos indígenas. Para esta época, incluso
los hombres de la clase más baja usaban ropa de un estilo
occidental moderno. Algunos artículos se cosían en casa,
otros, como las camisas de algodón, se compraban en tien-
das. Había pantalones de manufactura doméstica como los
de lana tejida en casa o los de tela de algodón producida
por los molinos textües de la costa. Aquí, como en San
José, la máquina de coser, por mucho el instrumento mo-
derno más importante, había realizado su magia; 82% de
las mejores familias, más 40% de los sustratos medios, e
incluso un 14% de la "clase baja" en Huaylas, contaban
con esas máquinas entre sus posesiones domésticas. Mu-
Figura 5.1. Máquina de coser, Boliyia. Inventadas a mediados del siglo
XIX, las máquinas de coser llegaron relativamente tarde a América Lati-
chas mujeres eran "hábiles para hacer ropa"; la mayoría
na, a principios del siglo xx. Transformaron profundamente el trabajo de las telas se hacían en casa, muchas a partir de patrones
del sastre y la industria de la confección. © Fotografía de Gabriela Roma- copiados de los viejos catálogos de Montgomery Ward o
now. Cortesía de Gabriela Romanow y Acción Internacional. de Sears Roebuck. 8
La falta de electricidad -sólo 40% de todas las casas
en el distrito de H uaylas tuvieron electricidad en 1963 y
taba conectado con la costa por un angosto camino de tie- muchas menos, antes de que las nuevas instalaciones llega-
rra, polvoso y lodoso en ciertas temporadas, sobre el que ran, en 1961- redujo o eliminó, prácticamente, el uso de
camiones (que hacían también de autobuses) y taxis colecti- objetos como radios, fonógrafos o licuadoras, excepto para
vos hacían el trayecto a Lima en nueve o diez horas. el caso dp 'os artefactos de baterías. Sin embargo, las máqui-
Los huaylinos comunes, al mismo tiempo que mantenían nas de coser funcionaban por medio de un pedal; en efecto,
los rasgos esenciales de los regímenes alimentarios andinos, sólo una docena de los cientos de máquinas de coser en Hua-
incluían en su alimentación, como lo hacían sus contempo- ylas eran eléctricas. A pesar de los esfuerzos del gobierno
ráneos en San]osé, elementos de procedencia europea o asiá- para promover la industria local-y al final de los cincuenta
tica. Todos los alimentos, excepto el desayuno, comenzaban aquí, como en México, la combinación de capital local y ex-
con sopas o cocidos, espesados con la inevitable papa andina tranjero produjo un amplio rango de bienes de consumo-,

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aún había sentimientos ambivalentes respecto a las indus- los treinta llevó al Estado, en sociedad con un segmento de
trias nacionales. Incluso cuando las tarifas arancelarias y el la clase empresarial, a adoptar un papel más activo para pro-
transporte elevaban los costos, la gente con medios se sentía mover el desarrollo industrial.
inclinada a pagar más por los bienes y los artefactos importa- Una década más tarde, en 1948, la Comisión Económi-
dos que por comprar los productos locales. ca para América Latina, recientemente creada por las Na-
ciones Unidas, proporcionó sustentos teóricos einformación
Crecer hacia adentro: crecimiento y consumo internos estadística para las nuevas políticas. La CEPAL, o mejor dicho
su principal vocero, el economista argentino, Raúl Prebisch,
Los cambiantes patrones de consumo de los habitantes de se dedicó a demostrar que la teoría y la práctica de la ventaja
SanJosé de Gracia y de Huaylas tuvieron lugar dentro de cir- comparativa favorecía al "centro" industrial de Europa y de
cunstancias sociales y económicas que a su vez se transforma- Estados Unidos y operaba en contra de los intereses de la
ban rápidamente. Después de una breve demanda global a periferia latinoamericana. Prebisch y sus seguidores creían
principios de los veinte, producida por la coyuntura de la que esto se debía a que una mayor eficiencia en la produc-
escasez del periodo posterior a la Primera Guerra Mundial, ción de productos industriales en el "centro" no llevaba a
los precios de los productos básicos latinoamericanos, como obtener precios más bajos en estos mismos productos en San-
el azúcar, el café, los nitratos, la comida y las fibras, comenza- tiago de Chile o en Buenos Aires, sino más bien a obtener
ron su declive. Incluso antes de la caída de la Bolsa de Nueva salarios más altos para los trabajadores organizados y exi-
York en 1929 y del subsecuente colapso del primer orden gentes de Detroit. Por otro lado, la mejorada producción
liberal en todo el mundo atlántico, muchos latinoamerica- agrícola en América Latina había bajado efectivamente los pre-
nosya comenzaban a cuestionar el orden internacional de la cios de sus mercancías en el mercado mundial, en parte,
vent~ja comparativa en la que les correspondía proveer de según sostiene la teoría, debido a una fuerza de trabajo ru-
materias primas a los países industrializados a cambio de ob- ral superabundante y en consecuencia barata y todavía pre-
tener manufacturas. Al caer los precios a escala mundial, los capitalista que no estaba en posición de pedir salarios más
latinoamericanos intentaron compensar la disminución en elevados.
el precio; por ejemplo, para no resentir la baja en el precio Esto explica por qué los términos de intercambio -el nú-
de una tonelada de azúcar o de un saco de café, producían mero de sacos de café, digamos, necesario para comprar una
más toneladas y sacos a fin de mantener su ganancia total. máquina de coser Singer-variaron durante el anterior me-
Esto disminuyó aún más los precios, lo que no hizo sino con- dio siglo en favor de los exportadores de productos indus-
tinuar el círculo vicioso. 9 triales yen contra de los productores de materia prima o los
Dadas estas circunstancias y con el propósito de dismi- productores agrícolas. Los latinoamericanos tenían que tra-
nuir su vulnerabilidad frente a un mercado extranjero im- b~ar más rápido y, a pesar de ello, seguían perdiendo terre-
predecible e incontrola~'~, los econo,mistas y los líderes no. En efecto, para seguir con el mismo ejemplo, l,S
políticos latinoamericanos asumieron un rápido interés en latinoamericanos tenían que vender sólo seis sacos de café o
un desarrollo más autónomo. Inversionistas extranjeros y de trigo en 1900 para comprar una máquina de coser pero,
locales en muchos países latinoamericanos ya habían insta- en 1939, la misma máquina les costaba diez sacos. He aquí,
lado fábricas textiles, industrias de procesamiento de alimen- pues, una explicación central al "subdesarrollo" de América
tos y otras industrias ligeras, algunas de las cuales se Latina, término que ganó popularidad en los cuarenta. La
remontaban a fines del siglo XIX. Sin embargo, la crisis de solución consistía en crecer hacia adentro, que el Estado ayu-

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dara con una política de industrialización, o incluso que las verbo resultó irresistible para una generación de jóvenes
industrias propiedad del Estado se salvaguardaran con tari- chilenos antiimperialistas en los sesenta.*
fas proteccionistas. Éste fue un proyecto diseñado para pro- Al avanzar las décadas de los cuarenta, cincuenta y se-
ducir en casa aquello que se importaba previamente o, para senta, la evolución de la industrialización latinoamericana
decirlo en términos de la época, representó el apoyo a la nos lleva inexorablemente a una triple alianza entre el Esta-
industria de sustitución de importaciones. Así, la industria do, las corporaciones multinacionales y,como socios meno-
local absorbería finalmente a la población rural subemplea- res, los empresarios locales. Inversionistas prIvados,
da, lo que a su vez, según sé creía, haría que aumentaran los principalmente de Estados Unidos, requerían a su vez de
precios de las materias primas latinoamericanas de exporta- seguridad porque las tendencias políticas militantes que
ción. Estas políticas, puestas en práctica en todos los principa- emergieron después de la guerra "tenían que controlarse
les países de América Latina, dieron resultados espectaculares por una adecuada confianza en los negocios".I1 De este
en términos económicos y en patrones de consumo en las modo, el desarrollo de América Latina se hizo dependiente
décadas de los cincuenta y los sesenta. 1O del capital extranjero, que requería "estabilidad" política.
Los líderes políticos y otros críticos que reprobaban la En este proceso, las clases empresariales latinoamericanas
excesiva dependencia con Estados Unidos, originalmente encontraron un aliado generalmente entusiasta en Estados
esperaron la ayuda del capital financiero público, una pe- Unidos. Además de su apoyo nominal para que hubiera tran-
queña versión del Plan Marshall que revivió Europa después quilidad social en esos países en los que sus ciudadanos in-
de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el capital para vertían sus capitales, quienes definían las políticas en Estados
las nuevas industrias en América Latina provino de Europa Unidos también consideraban que la "inestabilidad" era un
y, principalmente, de inversionistas privados estadouniden- "terreno fértil" para el comunismo. En consecuencia, a lo;
. ses, tanto bajo la forma de joint ventures con capitalistas loca- largo de los 40 aii~s d:, guerra ~~í~ ~ue sigui;,r~~.~~la ~e.?~~j
les o como subsidiarias corporativas: por ejemplo, la fábrica da Guerra Mundial, I'..:.ldUv:. u.l .. u.v~ ".., u,",l'--, d~¡¡m._ '\

Volkswagen en Brasil y en México, o las plantas de ensam- gobiernos latinoamericanos a mantener a raya al marxismo¡ {
blaje de la Ford y de la General Motors en varios países. sino también a luchar con uñas y dientes en contra de lo~
En realidad, aparecieron sucursales de todo tipo de in- movimientos socialdemócratas "progresistas".
dustrias extranjeras en las afueras de las principales ciuda- Mientras que la mayoría de los líderes latinoamericanos
des latinoamericanas, incluyendo a Purina Feed, plantas apoyaban el tipo de desarrollo industrial emprendido por la
embotelladoras de refrescos, plantas manufactureras de mayoría de los principales países de América Latina, surgió
muebles y cocinas, estufas y refrigeradores de General Elec- la oposición en los distintos frentes. Desde el comienzo, las
tric, productores de neumáticos Goodyear y productos de políticas de sustitución de importaciones se acompañaron por
una amplia variedad de industrias procesadoras de alimen- una fuerte corriente de nacionalismo económico y de an tiim-
tos, que aparecen en las décadas de los cuarenta y 6 lcuen- perialismo. La expropiación de las compañías petroleras bri-
ta, tanto en San José de Gracia como en Huaylas. Incluso tánicas y estadounidenses para constituir la empresa pública
había una sucursal de una gran empresa de broches de me- Petróleos Mexicanos o Pemex (cuyo lema "Al servicio de la
tal, cuya planta se encontraba justo a las afueras de Santiago * El autor se refiere a unjuego de palabras, basado en la homofonía del
de Chile y que inocentemente mostraba un anuncio con le- nombre de la empresa ~American Screw Chile" (Tornillo Americano
tras de molde de color, de dos metros de altura, en el que se Chile), con la frase coloquial "America Screws Chile", que podría
leía American Screw Chile. La tentación de añadir una "s" al traducirse como "Estados Unidos se jode a Chile. (N. de la T.)

2~~O 231
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patria" sugiere el sentimiento nacionalista que imperaba cuan- todas partes, desde los anuncios espectaculares hasta los co-
do se integró) es uno de los primeros ejemplos seguidos por merciales televisivos, aseguraron que los latinoamericanos
nacionalizaciones similares en Argentina, Brasil (en realidad en Huaylas y en San José -de hecho, a todo lo largo del
una operación con capital extranjero y nacional combinados), continente entero- compraran camionetas pickups, camas,
Perú y, finalmente, Venezuela. El sentimiento nacionalista fue estufas, ollas y sartenes, llaves de tuercas, motores y alimen-
tan fuerte en 1953 en Brasil, que los brasileños naturalizados, to para ganado más o menos idénticos a los que se vendían
e incluso los ciudadanos por nacimiento casados con extran- en Denver o en DalIas. Al mismo tiempo, con toda seguri-
jeros, no podían ser propietarios de acciones en el monopo- dad, la mayoría de los latinoamericanos estaban encantados
lio de Estado, la Petrobrás,12 de reciente formación. Así, al de poder comprar tan amplia gama de bienes, dando a me-
mismo tiempo que el capital extranjero se invertía en la re- nudo poca importancia a su origen nacional.
gión, muchos gobiernos expropiaron y nacionalizaron recur- La mención de San José de Gracia y de Huaylas sugiere
sos naturales o servicios públicos que estaban en manos de un rasgo de la cultura material de América Latina que nos
extranjeros y crearon grandes empresas propiedad del Esta- lleva hacia atrás, hasta la llegada de los primeros europeos.
do, como las fábricas de acero en Brasil, Chile y MéxicoY Observamos que en estos dos pueblos casi todos los nuevos
Con el tiempo, en tres países se desarrolló una fuerte objetos mecánicos_ (con una importante excepción a la que lle-
oposición a las políticas de Estados Unidos y a las compa- garemosmas adelante) so~_ ge origru ext:zªnjero; ~s decir, o
ñías extranjeras y sus aliados locales. En efecto, después de son importaciones directas de países extranjeros o son dise-
encontrar una intensa animosidad popular durante una ños que originalmente eran extranjeros y que en ese momen-
misión "de investigación" en América Latina en 1969, inclu- to se fabricaban en América Latina con maquinaria importada
so Nelson Rockefeller escribió que "muchos o probablemen- y capital extranjero en su mayor parte. Al alejarnos de esos
te la mayoría de los ciudadanos [de América Latina], ven la dos pue blos hacia las minas y los caseríos agl ícolé1s, o si ·v'dHiv.:>
inversión privada de Estados Unidos como una forma de a las nuevas industrias con nombres estadounidenses o euro-
explotación o colonialismo económico".14 La Revolución peos que rodean las principales ciudades latinoamericanas,
Cubana que comenzó en 1959, el gobierno chileno de la encontramos por las calles de pueblos y ciudades ferreterías,
Unidad Popular de 1970 a 1973 y los sandinistas en Nicara- tiendas de artículos domésticos, motores, bombas, tornillos y
gua en los ochenta se dieron a la tarea, a través de progra- tuercas, así como innumerables talleres de reparación y tien-
mas socialistas, de detener la ola de dominación capitalista. das de ropa. Hay cientos de objetos generalmente inadverti-
Por supuesto, no podemos rebobinar esta historia de la dos, como ganchos, pinzas y reglas T de plástico translúcido.
industrialización latinoamericana y volver a vivirla con dife- Las casas que contaban con electricidad ahora tenían ollas,
rentes actores o políticas. Si los mismos latinoamericanos hu- sartenes, licuadoras, estufas de gas, tinas y fregaderos. Sus ala-
bieran sido capaces de desarrollar políticamente su propia cenas están provistas con queso gouda y hojuelas de maíz.
industria en sus propios términos, de acuerdo con sus pro- A primera vista, cuz' ~¡ uier visitan te o turista de Alemania
pios diseños, la variedad de bienes de consumo disponibles o de Estados Unidos que observara las marcas familiares po-
para sus ciudadanos hubiera sido muy distinta; probablemen- dría haberse sorprendido por la aparente "extranjeridad"
te más limitada, quizá más original o tal vez peor. No pode- de la cultura material de América Latina. Sin embargo, para
mos saber qué hubiera ocnrrido, pero podemos ver que los las décadas de los cincuenta y los sesenta, los bienes habían
bienes promovidos en el siglo XIX por los comerciantes yen comenzado a perder su identidad nacional. ¿Es "Quáquer
el xx por los modelos de consumo impuestos, visibles por Oats" un cereal estadounidense al producirse en México por

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5, BIENES DE DESARROLLO
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nario político. Entre 1930 y 1990, el total de la población de


trabajadores mexicanos? ¿Acaso no sienten los chilenos que América Latina aumentó de 110 a 448 millones, casi el do-
LAN Chile es su línea aérea nacional, aun cuando Boeing fa- ble que la tasa en Estados Unidos, que pasó de 134 a 276
brique los aviones y se revisen y reparen en San Francisco? millones. Las ciudades crecieron sin control. En los seis
Cuando el vino se produce en Chile de uvas francesas caber- mayores países de América Latina, por ejemplo, sólo el 37
net sauvignon y medot en un viñedo sostenido por capital por ciento de toda la población se consideraba urbana en
californiano, ¿tenemos un vino "chileno"? Los estadouniden- 1940. En una sola y larga generación, este porcentaje casi se
ses en Chicago creen, ciertamente, que los tacos y las enchi- había duplicado para 1980. El incremento urbano era evi-
ladas preparados con ingredientes locales son "comida dente particularmente en las grandes ciudades. Para 1980,
mexicana", pero ningún argentino piensa que el baby bife o alrededor de 73 millones de los 272 millones de personas
el T-bone de un toro Angus o Hereford criado en la pampa en estos seis países vivían en sólo unas cuantas metrópolis
sea británico. Al~n(?~1.?_ieIl~_ -la Coca-Cola es un ejemplo de más de dos millones de personas cada una. lo
obvio- son inevitablemente simbólicos del im2erialismo Desde el principio, desde las primeras décadas después
cultural estadounIde-nse para muchos (~l ~i~mo tiem- de la separación con España y Portugal, las restricciones en la
po, se consumen con entusiasmo por millones). Los trabaja- propiedad, el alfabetismo y e~ género significaron que antes
dores estadounidenses de Detroit que destruyen con bates de 1940, sólo un pequeño porcentaje -generalmente alre-
de beisbol unos automóviles de marca Toyota fabricados en dedor del diez por ciento- de todos los latinoamericanos
Tennessee probablemente creen que se trata de productos votaba en las elecciones del Congreso o las presidenciales.
japoneses. Mientras escribo este ensayo, se producen amplias Urugua}' tenía el electorado más abierto yJu~l primer país
manifestaciones en Francia en contra de las hamburguesas en' pe.Lmi~ir_ ~.s_ufr-ªgio Íernellillu \ ,",u : ~~~:. In que sipÜficó
McDonald's o la MrDomination. La compañía estadounidense que alrededor de un 20 por ciento de la población total votó
responde que los varios cientos de franquicias en Francia en la elección presidencial de 1934. Sin embargo, en Chile,
son propiedad de franceses, que la compañía contrata sólo por ejemplo, donde el sufragio masculino universal data de
hombres y mujeres franceses en Francia, que todos los in- la década de 1870. nn mi", del8A por ciento del total de la
gredientes son producidos en Francia y que los clientes son población votó en 1945. 17 Tampoco, fren te al aislamiento,
franceses, de modo que ¿cuál es el lío? No hay modo de salir la exclusión o la represión, los ciudadanos habían sido capa-
de estas contradicciones; claramente, los bienes -vestimen- ces de influir efectivamente en la política estatal de forma
~ta, comida, aviones- llevan una fuerte carga simbólica en indirecta a través de huelgas y manifestaciones. Pero en la
la identidad personal o nacional. Igualmente es obvio el he- medida en que las poblaciones urbanas crecieron, también
cho de que la calidad nacional de un bien existe más en nues- aumentó su conciencia política y sus demandas públicas. Al
tra cabeza que en cualquier análisis de marca, propiedad lnismo tiempo, comprometidos con el crecimiento industrial
l
'extranjera u origen nacional de los ingredientes. ) en las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta, lo~ ',deres
de todos los países latinoamericanos, lo mismo militares que
Al mismo tiempo que las políticas industriales atrajeron civiles, vieron la necesidad de incorporar a los grupos margi-
nuevos trabajadores, el crecimiento poblacional y la migra- lules a la nación y de ampliar el apoyo político a fin de ex-
ción del campo aceleraron la expansión de las ciudades. El pandir y consolidar el Estado a partir de esos momentos. La
crecimiento urbano creó no sólo la posibilidad de tener participación electoral aumentó rápidamente a partir del fi-
mercados más grandes para los productos locales sino que nal de los cuarenta.
también incorporó a miles de nuevos participantes al esce-
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En algunas ocasiones, las nuevas políticas asumieron la ron más intacta su cultura y sus modos de consumo indíge-
forma de revoluciones, como en México en los vein te y en nas que las regiones más hispanizadas.
Cuba después de 1959. De forma más común y en particular La oposición nativa a la Conquista y la consecuente de-
en Argentina, Chile, Brasil, Colombia, Venezuela, Perú y Cos- cisión de los españoles de establecer su capital virreinal en
ta Rica, los líderes militares y "populistas" electos formaron Lima en la costa desértica, más que en la sierra densamente
nuevos partidos políticos y atrajeron el apoyo de las masas a poblada, contribuyeron a crear una separación étnica más
través de políticas de distribución del ingreso. Promovieron duradera en el Perú. Para mediados del siglo xx, por ejem-
el nacionalismo económico y cultural. Nuevos caminos y pro- plo, los censos nacionales definieron, principalmente sobre
yectos de electrificación tenían como propósito impulsar el una base lingüística, que el cuarenta y siete por ciento de
mercado nacional; aparecieron escuelas, estaciones de radio, todos los peruanos, eran "indios", en comparación con sólo
ligas nacionales de futbol, así como pájaros y flores naciona- el ocho por cien to de todos los mexicanos.1 8 En Chile y en
les. Que los recursos destinados a reunir un mercado nacio- Argentina, la población nativa en los siglos XVIII YXIX se mar-
nal y estimular el sentimiento nacionalista dependieran en ginó por el avance europeo, y se desplazó hacia zonas de
gran medida de la inversión extranjera, resultaba una iro- refugio o bien, la cultura dominante la fue absorbiendo; el
nía que se pasó por alt9 durante mucho tiempo debido a litoral argentino recibió grandes cantidades de inmigrantes
que el sistema parecía funcionar. italianos y españoles. Colombia, Venezuela y la región sur
de Centroamérica observaron un ritmo de mestizaje que cae
El origen mestizo entre los patrones chileno y el del centro andino.
Una mirada al exterior puede decirnos que construi-'
También había una dimensión étnica distinta para el desa- mas, o que han construido para nosotros, nuestra identidad!
rrollo industrial y para la nueva organización política. Des- étnica. En el caso que tenemos más a la mano, desde el prin-:
pués de los años treinta la gran mayoría de los hombres, cipio, españoles y portugueses quebrantaron las jerarquías
mujeres y niños hacinados en las ciudades yen los centros nativas de poder y de prestigio e introdujeron en sus colo':
metropolitanos en expansión, provenía de mezclas entre eu- nias nuevos valores y nuevas relaciones de poder. "Crearon
ropeos y nativos americanos de hacía varios siglos. A ello un mundo al revés", como se lamentó un cronista peruano
había que añadir grandes cantidades de africanos en el Ca- a principios del siglo XVII, en el que había importantes privi-
ribe y sus alrededores. El largo proceso del mestizaje latino- legios y desventajas por el hecho de que a alguien se le de-
americano comenzó con el primer contacto después de 1492 clarara, o se le tuviera como perteneciente a cierta etnia.
y se aceleró en los siguientes siglos. A partir del siglo XVIII, Debido a la proliferación barroca de tipos raciales que se
surgieron poblaciones mezcladas que crecían rápidamente dio con el paso del tiempo, la etnicidad era menos determi-
por toda América Latina. Éste no fue un proceso uniforme. nada por la apariencia física y por la lengua hablada que
En la región central y norte de México, los conquistadores por el consumo. Diferentes tipos de comida, vestimenta y
se habían instalado en el corazón mismo del mundo azteca vivienda adquirieron un fuerte significado simbólico. Como
y los entusiastas frailes se habían movido rápidamente para resultado de esto, a lo largo de los subsecuentes siglos, mi-
introducir el cristianismo; ahí el mestizaje comenzó desde llones de personas cayeron en pronunciados extremos,
el inicio y, para el último periodo colonial, ya estaba muy
avanzado. Los altiplanos de Oaxaca, Chiapas y Guatemala al abandonar la lengua, la vestimenta, los hábitos
seguían siendo marginales a la invasión europea y conserva- alimentéll-ios, la religión natiyas y, en ocasiones, a la bmi-

23G 2:37
5. BIENES DE DESARROLLO

lia, para aminorar las consecuencias negativas de que se


les reconociera como indios cuando querían construir su
propia identidad como mestizos o blancos.1 9

Esta presión continuó en el siglo xx. Varios Estados promo-


vieron el indigenismo, proyecto que profesó un genuino res-
peto hacia la distante cultura precolombina pero que, al
mismo tiempo, sostenía políticas que impulsaban la occiden-
talización gradual, o la incorporación de los "indios" a una
cultura occidental nacional. Para mediados del siglo xx, las
poblaciones mezcladas dominaban en número y se exten-
dían a lo largo del espectro de las clases sociales en la mayo-
ría de los países. La mayoría de la gente se pensaba, y se
consideraba por los demás, no como europeo ni como indio
sino algo intermedio o, en términos oficiales, mestizo (del
adjetivo latín mixticiu).
Pueden observarse manifestaciones explícitas de políticas
mestizas en las décadas revolucionarias de los veinte y los trein-
ta en México, por ejemplo, o en las revoluciones guatemalteca
y boliviana de los cincuenta; en sectores de la Alianza Popular
Revolucionaria Peruana y nuevamente en el régimen de Velas-
ca Alvarado en 1968.20 Todos estos movimientos crearon (no
sin voces que disentían) un sentido de sí mismos -una "na-
rrativa preponderante"- en el que, lIld~ aua dc~ -c!c:~. ~~'-' "'H
cuentro entre indios y españoles en el siglo XVI, un nuevo
etnonacionalismo emergía triunfante. Para mediados del si-
glo xx, si no antes, la mayoría de los líderes políticos, escrito-
res y artistas latinoamericanos reconoCÍan la realidad
Figura 5.2. Nacionalismo mestizo. Este fragmento de la ilustración de un demográfica de sus respectivos paíse~ y comenzaban a defi-
calendario describe con precisión los ideales nacionales en las décadas nirse culturalmente como mestizos, Este es el caso especial-
ele los treinta y los cuarenta: el pasado azteca (el ,íguila \' la serpiente) \' mente en Mesoamérica y los Andes y, en menor medida, en
t' 1 progTcso (libros y vestidos modernos pero estilo local) , son elemen tos países que recibie r 11 c::-lntidades relativamente grandes de
de) nacionalismo mestizo mexicano. El mestizaje mismo se simboliza por migrantes de Europa a fines del siglo XIX y en el xx, como
la mc/.cla del maíz y el t.rigo. Intensamente religioso -la Virgen y la
Argentina, Uruguay v Chile. La analogía en el Caribe era el
ada Familia domiJl,lll la escella-, es tambi{'ll indiscutiblemente lai-
co. \licllll'<\S el Estado se represcllta en los dos 1ll00Hlmcntos etcl fondo.
énfelsis puesto en la negritud o el reconocimiento dd pasado
b Iglesia y la cru! no l'st~\ll prese11les. En la fotogralía uriginal. la 'Vir- africano. Otros imaginaban que las categorías "blanco" y "ne-
gCl!" \ jqe los colon's rojo. hlallco y ycrcle de la h,!íldcT" lllc,,;icana. gro" impuestas por el gobierno colonial darbn paso al crio-
llismo o mestizaje. Frecuentemente proclamada por los

:2 :}~)
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políticos, enseñada en las escuelas y comúnmente expresada téntico". Otra manifestación del cambio gradual de la cultu-
en los medios de comunicación popular, "la mezcla genética ra centrada en Europa a una cultura popular local tuvo lu-
y cultural terminó por constituir la esencia asumida" de la gar en Chile: en 1910, para celebrar el centenario de la
mayoria de los países latinoamericanos.2l separación de España, el gobierno ofreció una cena en el
No fue un sentido explícito de identidad étnica lo que dio parque de Santa Lucía, en el centro; en ésta se sirvió cocina
lugar a los movimientos políticos mencionados o lo que emer- francesa mientras una orquesta tocaba música clásica. Un
gió totalmente de ellos. Mas para lo que aquí nos propone- cuarto de siglo más tarde, en 1935, la celebración del Día de
mos, las nuevas formas de cultura popular y artísticas -y la Independencia presentó la danza chilena, la cueca, en el
junto con ellas, los nuevos bienes y los patrones de consu- mismo sitio. 23
mo- comenzaron a expresarse ya derivar del desarrollo de En efecto, los novelistas y críticos sociales propusieron al
un nacionalismo mestizo. Producto en sí misma de la mezcla campo y los protagonistas sociales de la tierra (como el gau-
de europeos, africanos y americanos nativos, la cultura ma- cho y el charro ) como argentinos o mexicanos más auténticos
terial en evolución absorbía elementos de varios segmentos que la elite urbana o las ciudades dominadas por inmigran-
del espectro étnico. No sólo la elite, antiguamente blanca y tes. En la popular novela chilena de Joaquín Edwards Bello,
criolla, finalmente se asimiló a la nueva identidad nacional: La chica del Crillón, que lo hizo acreedor al Premio Nacional
incluso el mismo adjetivo criollo comenzó a describir aque- de Literatura en 1943, la joven Teresa Iturrigorriaga, de as-
llos rasgos "auténticos" o profundamente nacionales de la cendencia aristocrática, encuentra el amor y la salvación no
vida cotidiana, como el asado argentino, el rodeo chileno o el entre los afectados jóvenes de la extranjerizan te elite, sino en
charro mexicano. Aunque algunos mestizos pobres se identi- los brazos de un hombre rudo de campo, de piel bronceada,
ficaban con la sociedad indígena, la "abrumadora mayoría" explícitamente mestizo. Varios escritores comenzaron a seña-
de los mestizos "constituía sus prácticas culturales a partir de lar que los verdaderos chilenos no sentían, o no debían sen-
modelos euroamericanos" y, durante la mayor parte del si- tir, que eran europeos transplantados anhelantes de dar un
glo xx, se habían propuesto incorporar a la población nati- paseo por los Campos Elíseos sino, mas olen, la afonuuad<:t
va en un proyecto modernizador y occidentalizador. 22 descendencia tanto de intrépidos conquistadores como de
El desarrollo gradual, en ocasiones casi imperceptible, indómitos araucanos.
de una identidad nacional mestiza y su correspondiente cul- Una generación ele novelistas bolivianos que escribió
tura material tuvo lugar bajo distintas circunstancias socia- después de la desastrosa Guerra del Chaco (1932-1935), con-
les. Esto se puede apreciar, por ejemplo, en el mariachi o en denó a la elite blanca y encontró la regeneración nacional
la canción ranchera de México, donde la música y la vesti- en los líderes mestizos nacionalistas. El mestizaje explícito
menta de los músicos son mestizos; lo mismo ocurrió en la se convirtió en un elevado principio en el México revolucio-
cueca chilena, una danza rústica que pasó de las tabernas nario ele los veinte y los treinta, entronizado no sólo en los
rurales a las casas respetables de la el se media, o en la trans- murales de Diego Rivera y José Clemente Orozco sino, más
formación del inquilino chileno, representado durante mu- tarde, en la prominente placa que se encuentra en el Tem-
cho tiempo como un bufón rústico (y el sirviente oprimido plo :Mayor, recientemen te excavado, que conmemora la caí-
por la elite terrateniente) que, en los treinta, se reinventó da de México-Tenochtitláno Allí está plasmada la opinión
como el huaso orgulloso y colorido, cuya versión folclórica y oficialmente acertada de que no se trató de una batalla vic-
urbanizada figuraba en todas las ocasiones patrióticas y que toriosa, ni de una derrota, sino del nacimiento del México
terminó por volverse representativo de un Chile criollo "au- mestizo.~'¡ Lo que podría ilamarse la "ascendencia mestiza"

240 2-l1
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tuvo implicaciones no sólo para los proyectos políticos y eco- patrón más occidentalizado. Tanto el estilo formal y en oca-
nómicos que promovió, sino también para los cambios en las siones ostentoso de la belle époque, como la ropa nativa, se
ideas y la práctica de la cultura material y el consumo a partir reducen a una especie de conformidad mestiza. Algunos pue-
de la década de 1930.25 blos nativos como los mayas en los altiplanos de Guatemala y
Las tres categorías principales de la cultura material que Chiapas, por ejemplo, o muchos pueblos quechuas o ayma-
nos propusimos seguir en este libro -vivienda, vestimenta y ras en los Andes centrales, se aferraron al vestido tradicio-
alimentación- tomaron diferentes caminos a la mod~rni­ nal. Múltiples enaguas, faldas plisadas de confección casera,
zación en el siglo xx. En los distritos más pobres, la pobla- realizadas a menudo con gran elaboración y de una asom-
ción rural que se hacinaba en las afueras de las ciudades en brosa belleza, además del rebozo y algunos tocados distinti-
crecimiento, se las arreglaba al principio con techos de car- vos, fueron algunos de los principales signos de identidad
tón y de lámina corrugada y después construyó casas pro- indígena e incluso de la aldea. Pero más comúnmente, los
pias más estables. La pobreza inevitablemente confería a estas nativos, particularmente los hombres, a fin de "aminorar las
viviendas una apariencia similar. Bajo la influencia de dife- consecuencias negativas" y que se les tomara por indios, tra-
rentes materiales y técnicas de construcción, las viviendas taron de adoptar las camisas, los pantalones y los zapatos mes-
de la gente común en los pequeños pueblos y en el campo tizos o al estilo occidental. En la medida de lo posible, la
evolucionaron a menudo del estilo nativo de adobe, o de los población de ascendencia mestiza intentaba emular la vesti-
modelos mediterráneos de patio central introducidos en el menta y de combatir el desprecio de las clases sociales su-
siglo XVI, a edificios de techos planos construidos con blo- periores al mismo tiempo que se aseguraban de eliminar
ques de concreto. cualquier asociación con su pasado indio o aldeano. Una mes-
A partir de la década de 1940, los ministerios encarga- tiza de clase mtdi2, muv formal, que conocí en los cincuenta
dos de la vivienda, con el fin de mantenerse al ritmo del flujo en México subrayaba que "ni muerta UM,:~; v~::.·:,~
de los inmigrantes, erigieron conjuntos habitacionales subsi- Dos investigaciones de la misma región occidental de
diados de gran tamaño y estilo uniforme para convertirlos en Guatemala, una realizada en 1938-1939 y la otra en 1952-
la vivienda popular por todas partes, desde La Habana y Ca- 1953, revelaron el cambio en la cultura material asociado
racas hasta Lima y Río. Los "chalés" o los "búngalos" de pre- COi! ~d 1 evvluci(J11 guatemalteca dirigida por los mestizos des-

tendido estilo Tudor, o las casas "tipo rancho" concebidas a pués de 1944. Aunque las mujeres mayas siguieron usando
partir de diseños europeos o californianos, proliferaron en sus "antiguas" faldas (que, de hecho, en ese momento los
los suburbios más prósperos, en ocasiones incluso con chi- tejedores indios, principalmente de Tononicapán estaban
menea, por ejemplo, en un clima caluroso como el de Mana- produciéndolas de nuevo), los indios "hicieron cambios drás-
gua. Aparte de algunos experimentos espectaculares en la ticos en su vestimenta" descartando el poncho tradicional de
construcción de viviendas, como el h~oso desarrollo del Pe- lana negra con mangas abiertas (el mjJishaJ) por unas "cha-
dregal, en el sur de la ciudad de México, donde la edificación quetas de tipo ladino ", camisetas y zapatos manufacturados,
de casas de vidrio y piedra está integrada a antiguos lechos de "algo completamente nuevo entre estos indios".~(j Los zapa-
lava, es difícil encontrar muchos elementos de disei'io local tos o las botas de cuero eran los signos más claros de separa-
que provengan de una raíz cultural más profunda o que bus- ción entre la población urbana y la rural, entre los mestizos y
quen una originalidad específicamente latinoamericana. los indios, por toda la América hispánica. Para principios del
Después de la era de los trein ta la vestimenta tendió hacia siglo xx, los zapatos y el betún para calzado se convirtieron
una mayor variedad de telas y colores, pero dentro de un en un objeto sorprendentemente importante en la lista de

242 24:~
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las nuevas importaciones. Incluso actualmente el brillante referencia", eran los de Europa occidental y, ahora, cada vez
lustre de los zapatos latinoamericanos ofrece un notable con- más, los de Estados Unidos. 28
traste con el calzado a menudo opaco y polvoriento de su
contraparte anglosajona. El nacionalismo en la cocina
"Los mestizos", observó Luis Valcárcel en el Cuzco de
principios del siglo xx, "nunca usaron prenda alguna o ador- De todos los elementos que conforman la cultura material,
no al estilo indígena porque querían distanciarse de la ma- la cocina de un pueblo es generalmente el más íntimo y per-
nera más clara de los nativos".27 La adopción masiva de la sonal; el más original, el más enraizado en ingredientes lo-
máquina de coser en el hogar, artefacto mecánico emble- cales, el más conservador, pero también el más susceptible a
máticode la ascendencia mestiza, así como la creciente dis- la experimentación e invención genial. Para la mayoría de la
ponibilidad de la ropa lista para usarse de las tiendas, lo hizo gente pobre, el menú, después de 1930, siguió formándose
más fácil. con los platos de frijoles con arroz o los alimentos principa-
Usar vestimenta especial para el trabajo y para la re- les como el maíz y las papas, cocinadas de una u otra forma,
creación también se hizo cada vez más común, conforme y que a veces se acompailaban con escasa verdura o con un
avanzó en el siglo xx. El atuendo suelto de algodón blanco trozo de carne barata. Para las ocasiones especiales, las mu-
que se usaba para todo propósito, o la lana hilada en casa de jeres podían variarlo con un cocido de carne y verduras lla-
los campesinos de principios de siglo y de algunos trabaja- mado, según el país, cazuela, puchero, sancochado o mazamorra.
dores industriales, dieron paso a los pantalones de sarga y Entre los estratos más prósperos, y particularmente entre
más tarde a los de mezclilla. Los trabajadores y maquinistas los recién llegados a la ciudad y las clases medias en expan-
ferroviarios, por otro lado, adoptaron los overoles y la gorra sión, los años posteriores a 1930 muestran una incorpora-
a rayas de los ferrocarrileros británicos y estadounidenses. ción más intensa de ingredientes europeos, africanos y
Si juzgamos a partir de varias colecciones fotográficas, los asiáticos en los regímenes alimentarios nativos subyacentes.
trabajadores mestizos se esforzaban por adquirir al menos En otros casos, se aprecia la emergencia de platillas ildllVOS
un buen traje oscuro para usarlo el domingo. Fotografías más elaborados, en los que los elemen tos importados se su-
que muestran a los trabajadores chilenos de las minas de bordinan. En cualquier caso, la tendencia general es hacia
nitrato manifestándose en huelga en 1907, los trabajadores la cocina mestiza, llamada criolla en algunos lugares.
de las minas de cobre en Cananea, Sonora, o los de las em- En el capítulo anterior, vimos el entusiasmo que demos-
pacadoras de carne en el altiplano peruano retratan a hom- tró un estrato limitado de la clase alta latinoamericana por
bres vestidos de traje, camisa blanca, corbata y sombreros la cocina francesa, la grande cuisine, y el desdén que expresa-
de paja o fedoras. Este atuendo ya era común entre los ofici- ban las pretenciosas ciases medias hacia la comida india. En
nistas, los hombres de negocios, los líderes sindicales, los el pináculo del primer liberalismo, durante las celebracio-
políticos, etcétera, ya que era un estilo que se adoptó de la nes centenarias de 1910 en México, ni un "solo platillo
burguL..ia de Europa occidental y de Estados Unidos. En mexicano apareció en ninguno de los menús de las cenas
ese entonces aparecieron los trajes de bailo para hombres y dedicadas a la patriótica ocasión. El restaurante Sylvain Dau-
mujeres, los pantalones cortos y los zapatos para jugar futbol. mon sirvió la mayor parte de los alimentos y G.H. Mumm
El resultado fue una mayor variedad, pero dentro de una proporcionó toda la champaña".29 Junto con la admiración
franja cada vez más estrecha de una cultura material mestiza por la comida europea, varios intelectuales porfirianos con-
occidental izada. Los modelos, los "grupos ~;(:' consumo de denaban el maíz, base misma de la alimentación popular,

2-!-l 245
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5. BIENES DE DESARROLLO

considerándolo un cereal inferior, al menos parcialmente


prendedores restauranteros incluían la "auténtica cocina
responsable de la lamentable condición de los estratos ba-
mexicana" como parte de sus menús para el turismo flore-
jos. Una luminaria, el reconocido intelectual, ingeniero y
ciente.
senador Francisco Bulnes, se adelantó con la teoría de que
Para 1946,]osefina Velázquez de León había reunido la
los cereales modificaron el curso de la historia: quienes co-
primera colección de los variados platillos del país en un li-
mían trigo eran superiores, seguidos por los consumidores
bro de cocina que se vendió profusamente; éste exaltaba "los
de arroz, y los consumidores de maíz quedaban condena-
alimentos populares como expresión gastronómica de la iden-
dos a la subalimentada indolencia. Si México iba a ser mo-
tidad nacional".31 En el curso de esas décadas, "el maíz per-
derno, la alimentación nacional tenía que modernizarse
dió el estigma de su origen indio"; "alimentos repulsivos" con
también. Del mismo modo que la inmigración europea po-
anterioridad, como los gusanos de maguey y los chapulines
día servir para elevar la sociedad, los alimentos moderniza-
fritos en ajo, se volvieron chic y fueron quizá los ejemplos
dores vendrían del exterior, no de la práctica indígena. 30
más exóticos del modo en que la comida campesina se incor-
Aunque no debemos confundir los gustos y la opinión
poró a la cocina mestiza nacional de México. Por lo común,
de un grupo de personas con una creencia universal, es cierto
se combimiban elementos nativos e importados. Los cocine-
que en el siglo XIX los alimentos populares indios eran una
ros mexicanos encontraron la manera de envolver el huit-
fuente de vergüenza para algunos miembros de la elite, como
lacoche-que a los ojos de los extranjeros no era sino un hongo
también para un gran número de mestizos, aun cuando sin
del maíz, muy poco atractivo y con infortunado nombre ná-
duda encontraban irresistibles los taquitos o un tamal o un
huatl- en una suerte de crepas. En temporada, hoy en día
mole en puestos callejeros. La población que no era india
puede encontrarse el huitlacoche en el menú del elegante
comía pan de trigo cuando podía, aun cuando generalmen-
restaurante San Ángel Inn. Se rellenaron chiles de carne
te costaba más del doble que el maíz, y generalmente busca-
molida y luego se cubrieron con una salsa de nuez y semillas
ba consumir, aunque no siempre lo lograba, los asados, los
de granada para preparar un platillo antiguo, los chiles en
cocidos, las frutas y los vegetales, así como la cerveza y el
nogada, que nuevamente se pusieron de moda; otro chef com-
vino, típicos de la alimentación mediterránea.
binó el filete de carne con enchiladas verdes para crear la
La nueva conciencia de los mestizos en desarrollo y las
carne asada a la tampiqueña, muy popular entre la clase media
energías liberadas por la Revolución de 1910 en México mo-
mexicana en los cuarenta. El exquisito mole verde mejoró el
dificaron todo eso. Independientemente de lo que anhela-
antiguo asado de puerco castellano, y el mole poblano, con
ran comer o beber en privado, los victoriosos revolucionarios
más ingredientes extranjeros que nativos, se vanagloriaba
tenían poca simpatía pública por la pretensión cosmopolita
de vez en cuando como el platillo naciona1. 32 Una docena de
de la elite porfiriana. En los veinte y los treinta, como parte
combinaciones de tacos, tamales y enchiladas se convirtió en
del proyecto "indigenista", los mexicanos comenzaron a pro-
la comida ampliamente aceptada en la ciudad de México y,
mover las virtudes de los platillo~ nativos. Los grandes mura-
junto con los burritos y las chimichangas, pronto atravesa-
listas dedicaron un espacio pIctórico a las plantas y los
ron la frontera norte para convertirse en la "comida mexica-
alimentos nativos; los tacos y los tamales pasaron de los pues-
na" en todo Estados Unidos. El pulque no logró la aceptación
tos callejeros a las cocinas particulares; la gente comenzó a
de la nueva clase media mestiza; permaneció en el campo y
interesarse en su pasado culinario. Los alimentos nativos, lar-
en los distritos más pobres de las ciudades.
gamente descuidados, se pusieron de moda repentinamente
Como todavía no disponían de las posteriores delicias
entre las mujeres adineradas de sociedad mientras que em-
de Pizza Hut y de Kentucky Fried Chicken, los mexicanos de

24G
247
5. BIENES DE DESARROLLO

todo el espectro social y étnico se sentaban por la noche a


comer un plato de frijoles negros y tortillas. El pozole, otrora
secreto de las clases indígenas, se convirtió en el símbolo de
la "cocina mariachi" de Guadalajara. 33 Estos platillos, frecuen-
temente servidos en cazuelas y platos de barro hechos por
artesanos locales en lugar de vajilla de porcelana, reposa-
ban en las mesas mexicanas lado a lado con los alimentos
convencionales de procedencia europea o asiática en una
exuberante combinación mestiza. La cerveza mexicana, in-
troducida por cerveceros alemanes, hizo innecesarias las im-
portaciones. Después de la Segunda Guerra Mundial, todo
esto iba acompañado a menudo por el inevitable Orange
Crush o la Pepsi-Cola e incluso por el incalificable Pan Bim-
ba. Por lo tanto, para la década de los'cincuenta, los alimen-
tos ingeridos por la vasta mayoría de los mexicanos no
indígenas se habían transformado en su esencia. Al incor-
porar la comida campesina del México indígena -y perma-
necer, al mismo tiempo, ambivalente respecto a los indios
todavía marginados-, había aparecido una cocina nacio-
nal deliberadamente decidida a unificar las distintas regio-
nes y clases sociales, un triunfo cultural de la "raza cósmica"
mestiza.
Antes de 1930, casi toda la producción de harina de maíz
húmeda y finamente molida (la masa), que constituye la base
para preparar las tortillas y los tamales, la realizaban las sufri-
das mujeres en cada hogar. Dos importantes máquinas logra-
ron que la cocina nativa de México estuviera a la disposición
de cada vez más millones de habitantes urbanos. Éstas repre-
sentan la mezcla de técnicas indígenas y de la cultura mecáni-
ca europea, una solución a un problema nacional. La
invención y el desarrollo de estas máquinas que se adaptaron
a las cjrcunstancias surgieron de genios locales.
U Llrante al menos cuatro mil años, las personas -o más
precisamente, las mujeres- de México y Guatemala habían
Figura 5.3. La eterna tortillera. Casi cuatro mil al10S después, la fatigosa desgranado el maíz con la mano, cada uno de los días de su
labor de las mujeres en el metate fue reemplazada por Jos molinos mecá- vida; lo habían lavado en una olla de barro perforado, lo
nicos, entre las décadas de los treinta y los cuarenta. habían humedecido en una solución de cal en una propor-
ción aproximada de uno por ciento y luego las habían ca-

248 249
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5. BIENES DE DESARROLLO

lentado (sin que llegaran a hervir) durante veinte a cuaren- traducidos por los españoles. Pero las máquinas europeas
ta minutos. Los granos humedecidos y ablandados, que de para moler los pequeños cereales secos nunca fueron adap-
ese modo recibían el término náhuad de níxtamal, se mo- tadas al nixtamal-los granos de maíz húmedos-, esencial
lían laboriosamente una y otra vez en la "piedra volcánica para la preparación de las tortillas y los tamales. Aparente-
negra de tres patas llamada metate".34 En todos los sentidos, mente los granos húmedos atascaban los conductos y no pro-
éste era un trabajo agotador; las mujeres pasaban de cinco a ducían harina suficientemente fina para formar las tortillas.
seis horas cada mañana haciendo la masa para las tortillas. El molino de nixtamal fue seguido por varios intentos de
En 1839, un tal Miguel María Azcárate, coronel retirado del producir una máquina automática para hacer tortillas o tor-
ejército, realizó un estudio estadístico en el que reportó que tilladora. En 1954 un tal Alfonso Gándara, estudiante de in-
se requerían 312,500 mujeres para proporcionar el diario geniería del Instituto Politécnico Nacional, logró el hito
consumo de tortillas de una población de cinco millones de tecnológico. Entre 1960 y 1980, la empresa manufacturera
mexicanos. Más tarde, reconsideró esa cifra al tomar en cuen- más grande vendió unas 42 mil máquinas, el doble que su
ta que "los sacerdotes de las parroquias, los terratenientes, mayor competidor. 36
los rancheros y muchas casas privadas contaban con muje- Surgieron conflictos de género a propósito del uso del
res que no tenían otra tarea más que la de proporcionar molino mecánico. La preparación de las tortillas en los ho-
tortillas calientes para el desayuno, la tarde y la noche", de gares tenía profundas raíces en la cultura doméstica tradi-
modo que quizá el número se acercaba a un millón y medio cional, en la que los hombres a veces ayudaban a desgranar
de mujeres. 35 la mazorca, pero nunca molían el maíz. Después de la llega-
Hacia fines del siglo XIX, comenzaron a percibirse los da del molino de nixtamal, era "una gran humillación" que
primeros indicios de una revol ución mecánica en la prepa- a un hombre se le viera incluso llevando el maíz al molino. 37
ración de tortillas y, para la década de los veinte, aparecie- Por el contrario, los hombres estaban acostumbrados desde
ron molinos de nixtamal mejorados, impulsados primero hacía mucho a las tortillas preparadas por sus mujeres. A
por gasolina y más tarde por motores eléctricos, incluso en menudo, un peón especial en una hacienda, por ejemplo,
los pueblos más pequeños. El primer molino de nixtamal recibía los paquetes de tortillas envueltos en un trapo en las
llegó al pequeño pueblo de Tepoztlán,justo al sur de la ciu- casas de los pueblos y los distribuía a los trabajadores corres-
dad de México, en 1925 y, como hemos visto, a San José de pondientes en el campo. Para algunas familias, el pequeño
Gracia en 1928. Como los proyectos estatales hicieron ase- costo del nixtamal preparado en un molino era prohibitivo.
quible la electricidad, se veían molinos por todas partes, casi Los hombres en TepoztIán se quejaban de que el sabor de
siempre operados por hombres mestizos. En un periodo de las tortillas mecánicas era inferior y, en más de una ocasión,
cinco años, de 1935 a 1940, el número de molinos aumentó se opusieron firmemente al molino de nixtamal en los treinta
de 927 a casi seis mil y, en la siguiente década, se extendie- y los cuarenta, argumentando que eso llevaría a las mtüeres
rnn rápidamente hacia Guatemala. Uno podría preguntar- a salir de la casa a la vida pública, l .. que creaba tentaciones
se por qué la invención del molino de nixtamal ocurrió dos para el chisme y el ocio y se pensaba que incluso para come-
milenios más tarde que el desarrollo de los molinos de hari- ter actos de infidelidad.
na de trigo y de cebada en el Mediterráneo y cuatrocientos Debido a la creciente conciencia sobre los beneficios que
años después de que los mexicanos pudieran ver con sus proporcionaba un molino de nixtamal, las mujeres participa-
propios ojos los molinos impulsados por agua, así como los ron en el fermento político que sembró la década reyolucio-
molinos de viento que engaúaron a don QuUote, ambos in- naria de los treinta. Los líderes políticos hacían lo imposible

230 2;")]
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por mostrarse en favor del molino. El senador Rubén Ortiz del hemisferio occidental. A principios del siglo XX, las dife-
propuso que los molinos de nixtamal fueran un servicio pú- rencias regionales eran marcadas; productos nativos como
blico garantizado por la administración de Lázaro Cárdenas. el chuño, la chicha, la coca y el charqui o el cuy se mantuvieron
De hecho, en Coahuila surgió una suerte de "cacique del nixta- por mucho tiempo fuera de la cocina mestiza costera. Mien-
mal" en la persona de Gabino Vázquez, quien organizó ligas tras que a fines del siglo XIX la pequeña elite limeña pensa-
de mujeres y gestionó préstamos para molinos a través del ba, al igual que su contraparte porfiriana, que la cocina
Banco Ejidatario. Cárdenas mismo usaba las donaciones de francesa era la más apropiada a su status, los intelectuales
los molinos de nixtamal para enlistar a nuevos miembros a nacionalistas, como González Prada o Mariátegui observa-
su partido. Al final se produjo la aceptación de la nueva tec- ron con alegría que los anticuchos, las papas a la huancaína o
nología procesadora de tortillas y la consecuente libertad de el ceviche se habían vuelto más comunes en los años veinte.
las mujeres de su "esclavitud al metate", como parte de la Entre la amplia variedad de platillos locales, "resultado del
transformación revolucionaria de la vida ruraL38 mestizaje hispano andino", figuraba el sancochado, "el único
El aumento de la población mezclada,junto con el na- platillo que ocupaba el primer lugar entre los limeños". Era
cionalismo popular, trajeron cambios culinarios en toda la un cocido de cordero o de res que explicaba la relativamen-
América Latina. El arroz vino junto con la Conquista del te gran cantidad de proteína animal de la alimentación en
siglo XVI, pero no fue sino hasta la llegada de los inmigran- la costa peruana. 39
tes chinos y japoneses, a mediados del siglo XIX, que los in- Luis Valcárcel nos proporciona una imagen detallada
gredientes asiáticos y su cocina se incorporaron a la comida de la emergente alimentación mestiza en los primeros años
de los mestizos peruanos. Más aún, a partir del último tercio del siglo xx en la provincia de Cuzco. Aunque nos dice que
del siglo XIX, la rica variedad de pasta procedente de Italia la raza -"el color de la piel"- era la característica que defi-
invadió las cocinas y los restaurantes de América Latina. En nía las relaciones sociales, los clientes de los aproximada-
casi todos los países, como parte del surgimiento de una in- mente cincuenta bares de chicha o chicharías, en una
dustria procesadora de alimentos de final del siglo XIX, apa- población de diecinueve mil, parecían empecinados en adop-
recieron fábricas que ofrecían pasta corta, tallarines y ravioles tar y mezclar. En las tabernas más pobres, los campesinos
para el consumo popular. Este añadido extranjero a la coci- indios se sentaban en el suelo de tierra para "ahogar sus
na latinoamericana fue, quizá, el más importante desde la frustraciones en chicha". En un escalón social superior, se
Conquista española hasta la invasión de la comida rápida encontraban sitios mejor iluminados y más limpios, que de-
estadounidense al final del siglo xx. rivaban de un cierto prestigio que proporcionaban los jóve-
En Perú, la determinación de Pizarro de fundar la ca- nes aventureros, "gente decente", que los frecuentaban. Allí,
pital en la costa dividió la colonia entre Lima y la sierra se ordenaba la chicha en quechua y se comían bocadillos "al
alta, y también separó la cocina entre la costa hispano afri- estilo nativo", como papas con ají molido, trozos de cordero
cana -y, a partir del final del siglo XIX, la asiát' <::a- y las a las brasas, garbanzos y otros platillos más sustanciales de
provincias del altiplano. Aun cuando había menos mestiza- papa lisa u ollucu o incluso conejos o cuy asados. Las maravi-
je en Perú que en la parte central de México y una brecha llosas fotografías de Martín Chambi de los años treinta y
más evidente entre la costa y el altiplano, además de mu- cuarenta proporcionan una vívida imagen de la cultura
tuos an tagonismos en tre la cultura europeizan te y la nativa, mestiza de Cuzco. 40
los diferentes elementos culinarios de los cinco continen- Las personas más convencionales de la clase media de
tes se combinan para crear la cocina más impresionante Cuzco tomaban té, ceneza o helado en varios establecimÍen-

252 233
5. BIENES DE DESARROLLO

v
'"d
tos respetables que se encontraban en el centro del pueblo.
CJJ
o..... En la propia casa de Valcárcel, los alimentos comenzaban
v
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con un chupe o caldo con verduras y unos pedazos de elote,
v
..... seguido por un cocido de carne, siempre acompañado de
v
..c: arroz, y elote horneado, quínoa o pastel de verduras y, final-
CJJ

.s mente, fruta y chocolate caliente. El platillo de entrada ine-


v
'"d . vitablemente era el chupe -de acuerdo con Valcárcel-, el
,;.::
CJJ
cual se asociaba fuertemen te con las cualidades creativas y
~ creadoras de las mujeres. 41 Sin embargo, en contraste con
.....
o
u México, la cocina peruana, así como su nacionalismo, esta-
:B ban más fragmentados. Las tasas más bajas de mestiz~e y un
E~ menor entusiasmo por parte de los mestizos peruanos para
..c:
U integrar a los indios a un proyecto nacional, en parte expli-
c: can esto. Montado en la cresta de la ola de una revolución
'C
.....
~
::;s social en los años veinte y treinta, y enfrentado a divisiones
il
éd históricas y geográficas menos profundas que en Perú, "el
t;:::
~
.....
indigenismo atr~o más fácilmente a las elites (mestizas)
bJJ
8 mexicanas" que a las peruanas, "para quienes la amenaza de
...o
~
una guerra de castas y el rci.UJ HU di lhU l;;:~~ lsmc F~~f'r; ....
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g verd a d eramente presentes. "4"-


l:'-
G'l En general, los mestizos peruanos se inclinaban hacia
Ol
el lado europeo del espectro culinario "criollo", y, mientras
'2v que los indios del altiplano incorporaron desde el principio
o.., la cebada, el trigo, los garbanzos y el cordero a sus regíme-
o
u nes alimentarios, no surgió en Perú una cocina nacional inte-
";::; grada que se extr<yera de modo evidente de la base indígena,
u
como en México. O quizá podemos decirlo en otros térmi-
,~
;:¡ nos: los regímenes alimentarios peruanos surgieron de tan-
..c:
.~ tas fuentes más que, para los años cuarenta y cincuenta,
..c:u ,"';
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ninguna contribución podía parecer dominante.
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En Chile se exterminó o se confinó a una cultura indíge-
na menos arraigada a los bosques lluviosos y las luminosas
c:; ::::
'S; e regio .. .;s lacustres del sur. Los relativamente pocos sobrevi-
le :.c.
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vieI1tes de la zona central de Chile se fusionaron con una
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v~
~
::; sociedad hispánica, de modo que a la mayoría de los chile-
"fE nos, o al menos los que pensaban en esto a fines del siglo
t'-': ~
~ ,= XIX, les gustaba yerse esencialmente como espaÍioles trans-
S:~ plantados, entremezclados en algún grado con un pUJiado
~~

233
figura 05, Empleados ferroviarios de la línea Cuzco-Santa Ana, 1926, El atuendo especial es caracterísyco de lo~ trabaja-
c1(~rcs krroviarios en cualquier parte, © Fotografía: Martín Chambi, Cortesía de los herederos de Martm Chambl, Cuzco,
Perú,

Figura 5,6, La familia de Ezequiel Arce con una cosecha de p;;pas, Cuzco, Perú, 1934. El calzado y otras prendas de vestir
diferencian a los mestizos de los indios, © Fotografía: Martn Chambi. Cortesía de los herederos de Martín Chambi,
Cuzco, Perú,
SOMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL EN AMÉRICA LATINA 5. BIENES DE DESARROLLO

de inmigrantes de clase media de Europa occidental y de na "auténtica" se podía ubicar en su pasado gaucho, muchos
Estados Unidos. En el sur, después de la ciudad de Concep- más creían que la comida gaucha fundamental, el asado, des-
ción y del río Bio Bio, una minoría mapuche se aferraba a crito como criollo, representaba su alma culinaria. Los libros
su identidad étnica incluso después de la aplastante "pacifi- de cocina nos dan una idea de los valores culinarios. La coci-
cación" llevada a cabo por el ejército chileno en la década na del gaucho proporciona un recorrido por la gastronomía
de 1880 y la subsecuente ocupación de la tierra mapuche. rústica a través de las provincias argentinas a fin de introdu-
Golpeados por los conflictos de los años sesenta y setenta, cirnos no sólo al charqui, al churrasco ya las abundantes car-
los mapuche han resurgido en los noventa. Hasta este re- nes asadas, sino también a los cocidos híbridos como el
ciente giro, sin embargo, el discurso de la diferencia en Chi- sanguillo o los varios locros con chuchoca, cuyos nombres reve-
le generalmente ha subrayado el predominio de la clase sobre lan su origen quechua. Muchas recetas emplean harina de
la etnicidad. En efecto, los chilenos eran una sociedad hí- yuca y el fruto de árboles y plantas locales.
brida, y para principios del siglo xx, conforme un número El libro de doña Petrona, de doña Petrona Carrizo de Gan-
creciente de mestizos se integró al escenario social y políti- dulfo, libro de cocina de mayor venta en Argentina, publica-
co, los símbolos de una cultura mestiza o criolla chilenaco- do por primera vez en los años treinta, se había reimpreso
menzaron a surgir sutilmente. en 74 ocasiones para 1980 y vendió más ejemplares que in-
Las manifestaciones culinarias de ello se pueden rastrear cluso Martín Fierro o la Biblia; es un monumento a la cocina
a través de varios cientos de menús de banquetes privados y criolla refinada del litoral atlántico. Contiene unas 1,800 re-
públicos, posesión actual del Museo Histórico en Santiago cetas, sólo seis de las cuales, incluyendo la salsa sumac mican-
de Chile. Los menús no sólo incluyen vinos franceses impor- quiyel chipá (uno de cuyos ingredientes fundamentales es la
tados de Burdeos y de Borgoña, sino que a partir de la déca- yuca), se basan en alimentos americanos nativos. Hay cinco
da de 1880 aproximadamente, los menús mismos estaban páginas de cocteles, entre los que se incluyen el "Bloody Mary",
escritos en francés. Para el periodo de 1905 a 1910, esta afec- el "Bronx", el "My Hat", el "Manhattan" y el "Lloyd Geor-
tación desapareció casi al mismo tiempo que los escritores ge".44 E~ ~;-:::":'il, la densa y casi abruJ!ladora feiioada, con in-
nacionalistas y criollos (es decir, mestizos) se abalanzaron gredientes procedentes de Europa, Alnca y América, surgió
sobre la elite extranjerizante como una clase "dispendiosa" y de orígenes alimentarios esclavos en el noreste para conver-
derrochadora. La modesta cazuela de ave o el pastel de choclo, tirse en un platillo aceptado en las mesas de las clases medias
UlI platillo campesino que mezcla ingredientes de origen en Río y en Sao Paulo en las primeras décadas del siglo xx.
nacional -pollo, maíz y aceitunas cocidos en una vasija de Para algunos de los nacionalistas de la nueva generación, la
barro de producción local-, se convirtieron en represen- combinación de frijoles negros del lugar, farinha de mandio-
tantes del Chile "auténtico". A principios de los años setenta, ca, aceite de dende y chorizo podía parecer la perfecta ex-
antes de la invasión de los Burger Kings y de los restaurantes presión alimentaria del "luso-tropicalismo".
de comida rápida en los centros comerciales, Salvador Allen- Para que la comida tenga un efecto socialmente inte-
de, líder de un autoproclamado "socialismo ü.,-,l1o", apeló a grador en un país, si no se trata de una cocina nacional, al
la gastronomía patriótica de los chilenos que traspasaba las menos debe contener algunos platillos que hagan sentir a
barreras de clase al llamar a una revolución con "empanadas quien los consume que forma parte de una comunión culi-
v vino tinto"Y'
/
naria nacional. Practicada en Estados Unidos por cien años
Aunque no todos los argentinos en las décadas de los al menos, la cena del Día de Acción de Gracias es un buen
veinte y los treinta estaban de acuerdo con que una Argenti- ejemplo de la manera en que la comida v el sentimiento

238 23~)
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nacional se mezclan en un solo platillo. Quizá menos afec-


tada por la comida nativa que en cualquier otro país del Hacia la década de los setenta, el ciclo del crecimiento hacia
hemisferio occidental, la vasta mayoría de la población blan- adentro que arrancó en los años treinta junto con las prácti-
ca, no obstante, se aferra tenazmente a la "tradición", in- cas asociadas a la cultura material, estaba perdiendo fuerza.
ventada a mediados del siglo XIX, de consumir alimentos Las altas tasas de crecimiento anual de las manufacturas, que
que se piensa tienen origen indio en el Día de Acción de se aproximaban al siete por ciento en los años cincuenta y
Gracias. El platillo principal es el pavo rostizado, inmortali- sesenta, cayeron a menos del cuatro por ciento en los seten-
zado en las pinturas que Norman Rockwell realizó para las ta y se hundieron al 0.3 en los ochenta. Una combinación de
portadas del Saturday Evening Post en los años cincuenta y circunstancias, entre las que se incluía un incremento, al cuá-
consumido con solemnidad por cada familia en todo el país. druple, de los precios del petróleo a principios de la década
Más aún, desde la época en que se volvió logísticamente de los setenta, más fuertes préstamos del exterior y un mer-
posible, las fuerzas armadas dirigieron todos sus esfuerzos cado nacional todavía superficial (consecuencia de la persis-
para proporcionar una rebanada del pavo nacional cubier- tente distribución inequitativa del ingreso en América
ta con gravy a sus soldados y marinos en las trincheras más Latina), contribuyeron a constituir un sector manufacturero
distantes o en barcos de guerra combatientes. No es una estático que a menudo producía bienes de calidad inferior a
exageración decir que si se les ofreciera cangrejo desmenu- elevados precios. Las fuertes tasas -incluso abrumadoras-
°
zado lasaña en lugar de pavo, millones de hombres y mu- de la inflación sembraron el caos en las economías en todas
jeres estadounidenses se sentirían totalmente abandonados partes e incrementaron el costo de los bienes de consumo
al romperse, al menos temporalmente, un vínculo funda- importados. 4 :-; El modelo del desarrollo económico y social
mental con la sociedad. de la CEPAL se había abocado a alejar a los latinoamericanos de
Separados por las prácticas divisorias de la cultura ma- una dependencia excesiva de las potencias industriales del
terial inherentes a las sociedades coloniales, los pueblos de Atlántico Norte y a que compraran localmente lo que pre-
la América hispánica generalmente fueron lentos para de- viamente se había importado. En la medida de lo posible, se
sarrollar sus propias cocinas nacionales. El ímpetu para in- animaba los consumidores a acercarse a los modelos de con-
corporar los alimentos de los campesinos indígenas como sumo que pudieran basarse en sus propias recetas, diseños y
principales elementos de una cocina nacional en México arquitectura.
vino de abajo, promovido por la energía de una revolución En los aúos setenta, los latinoamericanos llegaron a un
nacionalista mestiza. La gente de Ecuador, Perú y Bolivia, jardín de senderos que se bifurcan. Las políticas populistas
fragmentada geográfica y socialmente, tiene especialidades de distribución del ingreso, según parecía a muchos, habían
culinarias marcadamente regionales y ha sido más resisten- aumentado la burocracia y desembocado en una inflación,
te al nacionalismo gastronómico. En otros lugares, como Chi- pero no habían resuelto la desigualdad. Hacia izquierda
le, Argentina y Uruguay, el aumento de la población estaba Cuba, el únie'> país de América Latina que puso to-
inmigrante que se mezcló a partir del último tercio del siglo das sus energías del lado de ios más pobres. Los cubanos
XIX, a menudo desembocó en desdén (aunque también en habían logrado desarrollar sistemas admirables de salud
una emulación constante) de las pretensiones culinarias de pública y de educación y una mayor igualdad de oportuni-
una elite "extranjerizan te 00, un interés algo perplejo por los dades para su gente a pesar de la implacable hostilidad de
platillos nativos y, finalmente, por el desarrollo de una coci- Estados Unidos. Esto se logró a expensas de las libertades
na criolla. políticas liberales y con el tiempo condl~jo a una sc'ciedad

2GO 2() 1
SOMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL EN AMÉRJc.'\ LATINA

civil empequeñecida y apática ya una economía sin vitalidad. 6. BIENES GLOBALES: UBERALISMO RFDUX
En Chile, la Unidad Popular de Salvador Allende había toma-
do el trayecto de la izquierda -llamado aquí "el camino chi-
leno al socialismo"-y nuevamente, enfrentada a la oposición
de Estados Unidos así como a la de la mayoría de los propios
ciudadanos chilenos, dejó la economía por los suelos. El mo-
vimiento sandinista de Nicaragua, cuya oposición era una
contrarrevolución asesina apoyada por Estados Unidos, des-
embocó en la tragedia y en la farsa.
En ese entonces aparecieron poderosos modelos eco-
nómicos en el Pacífico. En los años ochenta, los florecientes
"tigres asiáticos" proporcionaban un atractivo modelo para
el desarrollo capitalista. Entre 1980 y 1992, por ejemplo, su
En los años ochenta, la marea de ideas económicas y socia-
les asociadas al neoliberalismo arrasó con el largo periodo
producto interno bruto per cápita creció a una tasa anual de políticas populistas de distribución. El Estado se retiró de
cercana al siete por ciento, mientras que el de América Lati- muchas de sus recientes actividades; la fe en el gobierno fue
na cayó de hecho hasta un 0.5 anual. Con mayor efectivi- reemplazada por la fe en el mercado en tanto base ideológi-
dad, el "tratamiento de shock" neoliberal que implantó la ca de los nuevos regímenes. Todo esto pronto se convertiría
dictadura capitalista de Pinochet en 1974 comenzó a mos- en la ortodoxia que promovía una nueva trilogía: las econo-
trar resultados positivos en el ámbito económico al crecer mías abiertas al comercio internacional, la privatización de
un seis por ciento desde 1983 hasta el final de los noventa. 46 las empresas públicas y la desregulación; todas diseñadas para
Por otra parte, al concluir la década de los ochenta, los esta- hacer de la región una zona "abierta al mercado" para los
dos socialistas de Europa oriental y de la Unión Soviética inversionistas extranjeros y para desatar energías empresa-
colapsaron casi de golpe, exterminando, al menos por aho- riales. Las barreras arancelarias se df'rnlTro h~rOn" h~ ':":--:-.
1

ra, el principal modelo alternativo al capitalismo. El socialis- presas públicas se vendieron, a menudo a precios de ganga;
mo, o al menos la idea de lo que es el socialismo, existió las inversiones extranjeras crecieron en grandes proporcio-
durante un siglo y medio; ahora, incluso los chinos comunis- nes. Los líderes latinoamericanos y sus ministros de finanzas
tas desarrollan zonas industriales libres y animan sus fuerzas y de economía, se lanzaron y arrastraron a otros hacia la
de mercado. Sin considerar una alternativa realista frente al economía global, con bastante apoyo popular. Esto desem-
dominio creciente de Estados Unidos en la emergente eco- bocó con frecuencia en un nuevo espíritu empresarial, en
nomía global y bajo las estrategias de mano dura del Fondo una abundancia de bienes de consumo importados, en una
Monetario Internacional y de la banca internacional, todos asombrosamente in equitativa distribución del ingreso, así
los Estados la6 ·)americanos, con excepción de Cuba, co- como en nuevos ricos acaudalados, altas tasas de~sempleo,
menzaron a tomar el camino del neoliberalismo. Esto pare- pobreza generalizada y una atmósfera de delincuencia sin
ció una vuelta al pasado, de distintas maneras y bajo precedente en las principales ciudades. En el 2000, no está
diferentes condiciones, por supuesto. claro si el retorno a los mercados libres v el consumismo sin
)

restricciones constituye la nueva ola de una era de prosperi-


dad o el último maremoto, desesperado y salvaje, de un modo
capitalista exhausto, dominante sólo porque no hay otra al-

2G2 2G3
SOMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL EN AMÉRICA LATINA

ternativa imaginable. Cualquiera que sea el resultado, el


neoliberalismo de los últimos diez o quince años ha revo-
lucionado la cultura material de la América hispánica.
Al comenzar el primer liberalismo, hace ciento cuaren-
ta años, un astuto observador se percató de que,
j
~.
por un lado, han aparecido fuerzas industriales y científi-
cas que ninguna época de la historia humana hubiera sos-
pechado antes. Por otro lado, existen síntomas de
decadencia que sobrepasan por mucho los horrores del
,.;
Imperio romano [ ... ] los nuevos recursos de riqueza, por (l)
'C
un extraño e indefinible artilugio, se han convertido en
recursos de necesidad. Los triunfos del arte parecen ha-
=<:>---
1-<
o;
ber sido comprados por la pérdida de carácter. Este anta- ~
gonismo entre la industria y la ciencia moderna por un (l)
"el
lado, y la miseria y la disolución moderna por el otro [ ... ] ~
C/J
es un hecho palpable y abrumador. 2 ~
'-
o
e
Por más familiar que pueda parecer este juicio en nuestros ~
"el
tiempos, junto con las similitudes, también hay diferencias ~

.~
importantes entre el primer liberalismo y el actual. ii.
En ambos casos, los modelos extranjeros se han consti- e
'C
u
tuido en una referencia importante para el consumo. Hace u
(l)

un siglo, una reducida elite estaba fascinada con el mobilia- e


c..;
rio caro, la ropa elegantemente cortada en Londres y los 'i"
vinos de París. Hoy, el polo de atracción es la cultura mate- oc
c:
,.....
rial popular de Estados Unidos, principalmente, y el atracti-
vo de estos bienes es mucho más profundo en la sociedad
':::
c..
.
u
latinoamericana que antes. Toda clase de artículos prove- o
u
nientes del mercado global, pero especialmente de Estados ~~
Unidos, llegan a los nuevos centros comerciales y se cuelan
¡:;
incluso a los nichos más remotos de la América Latina rural.
Junto con una variedad hasta ahora inimaginable de bienes u
útiles ya menudo baratos, los mayores excesos de la cultura ~
popular estadounidense son accesibles y se han vuelto irre- ¿
sistibles. Los críticos culturales se quejan de que la cultura :':
estadounidense de armas y violencia arrastra a millones de
personas a los cines y videoclubes; que las películas ho1h",,0-
adenses de alto presupuesto han asfixiado en gran medida :oc
"

2fl4
SOMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE lA CULTURA MATERIAL EN AMÉRICA LATINA 6. BIENES GLOBALES: LIBERALISMO REDUX

.¡ . dedores itinerantes con sus sencillos volantes y catálogos,


por supuesto que el poder de persuasión de los medios de
comunicación masiva actual es asombroso. Las elites del si-
glo XIX sólo tenían como grupo de referencia a las distantes
burguesías de Londres y de París; ahora la mayoría de la
gente se encuentra sitiada en su propia casa por una televi-
sión que ofrece un asombroso rango de "opciones", pero
que en realidad hace todo el esfuerzo posible para que los
patrones de consumo presentes en Estados Unidos se dupli-
quen en América Latina.
En los últimos quince años del siglo xx la penetración
de las fra~quicias Burger King y Pizza Hut en América Lati-
na se centuplicó; los nuevos distritos comerciales de las prin-
cipales ciudades están "alfombrados de Kentucky Fried
Figura 6.2. Comida light en México. Cortesía de Editorial Clío, Libros y Chicken, Denny's y McDonald's". La estandarización es uno
Videos. de los encantos de la comida rápida~Úno puede confiar que
encontrará precisamente el mismo tipo de papas fritas y el
a la industria filmica latinoamericana, que alguna vez fue mismo contenido de grasa en la hamburguesa en Guadala-
prometedora. La televisión por cable permite a los admira- jara yen Sao Paulo. Las papas perfectas de Idaho, se pelan y
dores venezolanos y mexicanos seguir la trayectoria de los rebanan mecánicamente, se congelan ~' !!~¡;~~~ pUl ite[e ae~
Vaqueros de Dallas, mientras que, en el más remoto distrito reo a las franquicias de hamburguesas de Chile. En un día,
de Bolivia, se pueden encontrar chamarras y camisetas con una sola tienda Wal-Mart vende más de un millón de dóla-
ellogo de los equipos estadounidenses. Los pantalones de res en mercancías en la ciudad de México. "Incluso los ofici-
mezclilla, las gorras de beisbol, los zapatos-tenis de Nike y nistas peor pagados se empeñan en tener tar:jetas de crédito
Reebok son accesorios estándar que los jóvenes usan en to- y préstamos para auto-financiamientos", escribe Alma Gui-
das partes. La comida "sin grasa" y la Pepsi-Cola "de dieta", llermoprieto. "En el contaminado centro de la ciudad de
diseñadas para su venta en Estados Unidos, donde el sobre- México, o en sus monstruosos y sórdidos barrios suburba-
peso es comprensiblemente una obsesión nacional, son ac- nos [ ... ] el progreso ha golpeado a México b~o la forma de
cesibles en los barrios más pobres y malnutridos de las devastación, en parte en el aspecto ecológico, y en gran
ciudades latinoamericanas. medida en el estético".3
En un mundo cada vez más y más unificado tecnológi- "Es inconfundible el olor de las 'Vhopper del Burger
camente, la radio y la televisión invaden casi todos los hoga- Ring. Un emp)' ldo de Radio Shack mejora las ventas alju-
res, mientras que la difusión del correo electrónico, los gar con un auto a control renloto en la tienda. La canción
escáners y el Internet no se quedan atrás. Los anuncios pu- The Night They Drove Old Dixie Down suena en los altavoces".
blicitarios colocados por las agencias estadounidenses más Esto no tiene lugar en uno de los suburbios de Estados Uni-
sofisticadas están presentes en gigantescos anuncios (espec- dos sino en el centro comercial Alto Las Condes de Santia-
taculares), y se transmiten insistentemente por la televisión. go de Chile, en nO\lembre de 1996.' De hecho se habla en
En contraste con el esfuerzo de los comerciantes o los ven- América Latina de la "década del malt'. El comercio y la gente

2()() 2(>1
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6. BIENES GLOBALES: LIBERALISMO REDUX

se han desplazado de las antiguas plazas centrales en las prin- información cuantitativa firme y confiable sobre la distribu-
cipales ciudades a lugares tales como el nuevo Unicentro ción del ingreso en el siglo XIX, pero casi todos los observa-
Mall en Bogotá, que cuenta con 360 tiendas. A su alrededor dores estarían de acuerdo con el señor Rumbold en que el
hay más mallsdonde los anuncios prometen "elevadores con ingreso y la riqueza estaban tajantemente divididos de acuer-
vista panorámica, patios de comida rápida, amplio estacio- do con las diferencias étnicas y de clase. También la mayoría
namiento". En el supermercado colombiano hay "importa- estaría de acuerdo en que el desarrollo liberal de la belle épo-
ciones de Estados Unidos como los Nach-Olé Tortilla Chips, que aumentó la riqueza de la elite terrateniente y empresa-
el Betty Crocker Super Moist Fudge, Marble Cake Mix y Pe- rial y, aun cuando los sectores medios urbanos crecieron de
digree Puppy Dog Food". algún modo, las diferencias de clase se profundizaron. La
En la Plaza de la Cultura en San José, Costa Rica, la población rural, que constituía por mucho el mayor por-
gente puede disfrutar ahora de la conveniencia, y quizá in- centaje, viVÍa una cultura material de lo más rudimentaria,
cluso del sabor, de McDonald' s, Archies, Burger King y Taco escasa aun para los estándares de la gente humilde de pue-
Bell. Hay incluso un gran supermercado japonés, donde los blo actualmente. 7
ciudadanos de un país que exporta mangos pueden com- El giro actual ha producido resultados similares. Los
prar jugo de mango enlatado proveniente de Taiwán e Is- regímenes neoliberales más exitosos distribuyen el ingreso
rael. En las orillas de la ciudad, el nuevo Multi Plaza cuenta de la forma más inequitativa. El 10% de los brasileños más
con 200 tiendas y otro, el Mall San Pedro, tiene una bouti- prósperos controla el 51 % de todo el ingreso del país; el
que de Victoria's Secret y otras 259 tentaciones más. En Quito 10% de los chilenos más ricos disfruta (uno supone) del
hoy existen ocho malls, el mayor de los cuales suma cuatro- 49% del ingreso. En el otro extremo de la escala, el 40% de
cientas tiendas; además de la ropa, el resto de lo que allí se los más pobres en Brasil sólo reciben el 7% de todo el ingre-
vende difícilmente se produce en Ecuador. En los malls, los so; el 40% de los menos afortunados en Chile no tienen sino
latinoamericanos van de shopping, una de las palabras ingle- el 10% del ingreso nacional. 8 En México, actualmente, unos
sas más comúnmente utilizadas en el hemisferio de habla cuarenta millones de personas, de noventa millones, viven
hispana. Las mercancías importadas constituyen el atractivo. por debajo de "la línea de pobreza"; en Chile, después de
"La gente no acudiría a los malls a admirar -y comprar- veinticinco años de crecimiento dirigido a las exportacio-
bienes de consumo producidos localmente". En efecto, hay nes, se ha reducido el porcentaje de personas en la catego-
pocos de ellos." ría de "pobreza" de 32 a 23. Se dice que la riqueza del hombre
En 1876, Horace Rumbold, cónsul británico en Chile, más rico en México excede el ingreso anual de 14 millones
estaba impresionado por las largas y tranquilas calles de ca- de sus compatriotas más pobres. 9
sas particulares, "la mayoría estaban construidas de acuerdo A pesar de la creciente desigualdad entre el ingreso en
a la moda del petit hotel parisino [ ... ] el sonido de una berli- América Latina y la persistencia de una extrema pobreza
na o de una calesa bien equipad::t podría figurar con verosi- en la tercera parte de la población al menos, pueden encon-
militud en el Bois de Boulogne . Rumbold observó que las trarse productos de la economía global en los rincones más
mujeres refinadas y bien vestidas se deslizaban por el pulcro remotos de América Latina. En ningún otro sitio las grandes
pavimento: "los modelos de elegancia son todos franceses". compat'1ías multinacionales de refrescos han alcanzado un
Pero Santiago de Chile, pensaba, parecía como si algunas éxito más extraordinario en su intento por convencer a mi-
"rebanadas de París se hubieran arrojado aquí y allá en me- llones de consumidores, incluyendo a algunos de los más
dio de un enorme v desordenado pueblo indio".'; No existe pobres del mundo, de que el status, la comodidad y "estar a la

268 2f;9
SOMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL EN AlvIÉRICA LATINA 6. BIENES GLOBALES: LIBERALISMO REDUX

moda" son más importantes que la nutrición. Las franquicias bres exóticos: Takola Ring, Coca Conga, Coca Gola, Coca
de comida rápida, todavía limitadas principalmente a la clase Kola. El señor Candler estaba preocupado de que un clien-
media que tiene automóvil, no se quedan atrás. La Coca-Cola te sediento se conformara con cualquiera de estas bebidas
y las Big Mac son sólo dos mercancías -aunque sumamente de sonido similar, lo que llevó a uno de sus socios a idear
visibles- que avanzan en la actualidad por la economía glo- una solución genial. El truco consistía en diseñar una bote-
bal. No imaginemos que la Coca-Cola y las franquicias de lla que pudiera reconocerse a primera vista o incluso con
hamburguesas estadounidenses ocupan un lugar central en los ojos vendados. En 1913, la compañía ofreció una recom-
la conciencia de la mayoría de los latinoamericanos. El de- pensa por el mejor diseño y, pronto, un estudiante descono-
sarrollo histórico de estos dos productos, emblemáticos tan- cido que aparece en la historia oficial simplemente como
to del genio como de la ordinariez estadounidense, sin "un tal Edwards", inventó el símbolo más conocido en el
embargo, puede servir para ilustrar importantes tendencias mundo. Al buscar información en la Enciclopedia Británica lo
en los patrones de consumo revolucionarios que actualmen te referente a la planta de coca, cuyas hojas son parte de la
invaden América Latina. fórmula para producir la Coca-Cola, Edwards encontró la ilus-
tración de una vaina del árbol del cacao, cuya textura se
La Coca-Cola y las hamburguesas parece a la de una granada militar; a pesar de que el cacao,
del cual se extrae el chocolate, no tiene nada que ver con la
Exitosamente promovida como signo de la efervescente ju- producción del refresco. Partiendo del modelo de la vaina
ventud moderna hasta un extremo que nunca soñaron sus leguminosa, creó una base en el molde de yeso; alargó el
fundadores, la Coca-Cola, ascendió al status de un cliché al cuello de lo que sería la botella y marcó unas hendiduras
convertirse en el símbolo del imperialismo estadounidense verticales en los costados para insinuar la silueta de una mujer
desde hace mucho. La historia de la Coca-Cola comenzó en en un vestido suelto. De hecho, la botella curvada sugiere
el cuarto de una farmacia de un talJohn Pemberton en At- más que nada la figura completa de la chica Gibson -una
lanta en 1880. Allí, Pemberton preparaba una extraña mez- joven muy famosa de la época- en una falda medio ajusta-
cla de hierbas, semillas, azúcar, cafeína y hojas de coca en da. Las letras blanco y rojo se tomaron de la bandera estado-
un perol de cobre que se calentaba sobre el fuego de la leña. unidense. Un año después, en 1914, una sola acción de la
Originalmente ofrecida como cura para el dolor de cabeza, compañía Coca-Cola, originalmente cotizada en cien dóla-
la depresión y las crudas, la preparación pasó de ser una res, valía 1,700 dólares. En 1919, los herederos de Candler
bebida medicinal a un líquido placentero cuando acciden- vendieron su parte por 25 millones de dólares, la transac-
talmente se mezcló con soda. Sin embargo, por desgracia, ción más grande en la historia de la industria estadouniden-
esto se redujo a unos cientos de clientes. El señor Pember- se de esa época. 10
ton lo vendió a Asa Candler, un empresario más visionario. La Coca-Cola floreció durante la época de la prohibición
Su primer paso fue contratar al anterior contador de Pem- (1920-1933) en Estados Unidos, bajo el liderazgo de Robert
berton (el hombre responsable de la caligrafía de la etique- Woodruff, el mayor accionista de la empresa. Conocido como
ta) y luego fundó la Coca-Cola Company en 1892. Diez aí'íos "Mr. Coke", "héroe" oficial de la compañía, Woodruff pro-
más tarde, existían cerca de 80 embotelladoras y, para 1904, movió un rasgo distintivo que nunca se abandonaría: un es-
se vendían más de 3.5 millones de litros de la fórmula con- tadounidense que vi<~jara por Japón o un italiano en México
densada por todo Estados Unidos. De la noche a la maÍiana jamás debía notar la más mínima diferencia en el sabor o ell
apareció una profusa competencia de productos con nom- la presentación de la Coca-Cola. Cualquiera que fuera el tipo

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SoMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL EN AMÉRICA LATINA 6. BIENES GLOBALES: LIBERALISMO RFJJUX

de agua local, el concentrado tenía que ser el mismo en cual- da Guerra Mundial. La compañía instaló sus primeras plan-
quier lugar del planeta. YWoodruff tenía el genio para ocu- tas embotelladoras en Argentina en 1942, logrando un éxi-
parse de que tanto la elaborada caligrafia como la botella tipo to inesperado. Para la década de los setenta, Buenos Aires
Gibson se reconocieran mundialmente. Su lema publicitario, se convirtió en el mercado cocacolero urbano más grande
"La pausa que refresca", concebido en 1929, aún se usa ac- del mundo, sobrepasando al de la ciudad de Nueva York. En
tualmente y ahora se oye en ochenta idiomas. los años de la posguerra, las compañías refresqueras estado-
En 1941, al enfrentar las posibilidades de que, a causa unidenses invertían fuertemente en América Latina y toda
de la Segunda Guerra Mundial, se decretaran ciertas restric- la capacidad del poder publicitario se orientó hacia los mi-
ciones sobre el consumo nacional, Woodruff desarrolló dos llones de consumidores potenciales. Hombres disfrazados
estrategias: logró convertir la Coca-Cola en un emblema pa- de enormes "botellas" de Coca-Cola bailaban en las plazas
triótico al colocar las botellas en "el frente y no en la reta- de toros y literalmente millones de anuncios luminosos, pa-
guardia de la guerra", listo para levantar la moral de las raguas, tableros de anotaciones, bardas, servilletas -cual-
tropas. Los hombres y las mujeres en la guerra podían com- quier objeto "que pudiera verse por más de un par de ojos al
prar una Coca-Cola por cinco centavos de dólar en cualquier mismo tiempo"- mostraban el lago de la Coca-Cola. 12
sitio que se encontraran. La bebida, proclamó Woodruff, El mercado latinoamericano se intensificó rápida~ente.
debía evocar en el corazón del soldado la memoria de su Cuando la Coca-Cola se enfrentaba a los competidores loca-
remoto país al saber que en ese mismo momento su novia o les -como el popular Guaraná* en Brasil, que de hecho an-
su madre también podían estar disfrutando de una Coca- tecedió por mucho la llegada de la Coca-Cola en 1942, o las
Cola. En una estrategia brillante, la compañía logró vincu- tubaínas, productos regionales más recientes-, la compañía
lar a las tropas que luchaban en un frente distante con la disminuía sus precios u ofrecía a los embotelladores locales
solidaridad de su hogar. A través de la Coca-Cola, los solda- todo un paquete comercial con el que era difícil competir,
dos en el extranjero y su familia en el hogar se unieron en la particularmente cuando la Coca-Cola fue capaz de gastar 800
misma comunión. Se diseñó equipo especial para que las mil dólares para identificar a una maternal hembra canguro
botellas de Coca-Cola se transportaran en tanques, aviones, como el instrumento de publicidad con mayor posibilidad
jeeps y camiones sin romperse. Enjunio de 1943, el general para atraer a las mujeres, las cuales constituyen más del 80%
Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas aliadas en de sus compradores en Brasil. En 1993, la Coca-Cola domi-
Europa, hizo un pedido urgen te a las oficinas cen trales de naba el 60% del mercado brasileño, la Pepsi-Cola otro 13%,
la Coca-Cola en Atlanta para que se enviaran tres millones lo que dejaba a los productores locales peleando por las so-
de botellas al frente, en Mrica del norte. Un año más tarde, brasY Cuando se inventó la Inka Kola en Perú en 1935, se la
la compañía batió todos sus récords de venta; para 1948 gas- promovió como alternativa nacional a los refrescos impor-
taba 20 millones al año en publicidad, cantidad impensable tados. Muchos peruanos veían la Inka Kola como un símbo-
par'l cualquier otra industria.]] La segunda estrategia, con lo de orgullo nacional, compleme"'1 to perfecto a la rica cocina
Europa todavía en guerra, consistió en entrar en el merca- del país. Para 1995, la compañía peruana todavía era capaz
do latinoamericano. de mantener el ritmo comercial con la Coca-Cola, funda-
Las plantas embotelladoras de Coca-Cola abrieron en
Guatemala y Honduras en 1926 y, al año siguiente, en Méxi- Recientemente la cOJ1lpaüía Coca-cola adquirió la marca de refrescos
co y Colombia; pero la verdadera penetración del mercado brasileña Senzao. cuyo refresco de guarall,'¡ es el más popular de Brasil.
latinoamericano comenzó con el advenimiento de la Segun- (N. de la T.)

272 27:~
SOMOS LO QUE COMPRAMOS, HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL EN AMÉRICA LATINA

mentalmente al compartir el mercado anual, relativamente


pequeño, de unos 284 millones de litros de refrescos (cerca
de cincuenta latas o botellas por persona). Sin embargo, a
fines de los años noventa la Coca-Cola adquirió el 50% de
las acciones de la compañía peruana. 14
Los mexicanos son los consumidores de refrescos más
¡..;
entusiastas en América Latina y de hecho, ocupan el segun- 11)
'P
do -sólo después de los estadounidenses- en el consumo ~
per cápita y total en el mundo. Aunque se vio confrontada ...o:s
;>-.

en alguna competencia con productores locales, en particu- ~


11)
lar con la Pepsi-Cola, la Coca-Cola vendió en México 1.6 mil "el
millones de cajas de refrescos en 1998. Esto se traduce en ,~

un consumo per cápita anual de cerca de 426, o casi una ...'"o


1:l
Coca-Cola diaria por cada hombre, mujer y niño mexicano, u
¡,¿
Hace veinte años, la ingesta anual de refresco en México era
de alrededor de doscientas cincuenta botellas por persona. 15
]
'C
Al tomar ventaja de la desregulación, que implicó la elimi- o..
¡:;
nación del impuesto -anterior al TLC- del 40% a los re- 'o
'O
u
frescos extranjeros, tanto la Pepsi-Cola como la Coca-Cola 11)

"O
dieron billones de dólares al país y recientemente comenza- u
,;:i
ron a comprar compañías refresque ras en México. Actual- ...
11)
mente la Coca-Cola domina cerca del 65% del mercado del o..
Ú
refresco mexicano, cuando en los años ochenta su partici- o:s
pación era de140%Y ii:'"
¡:;
A pesar de que el Guaraná, la Inka Kola, el Barrilito y 11)
o:s
otros refrescos locales de sabores de frutas se promovieron "O
localmente como una alternativa más sana y nacionalista a ~
'"o..
la Coca-Cola -e incluso mientras la Coca-Cola consolidaba 11)
o..
su posición como el símbolo del imperialismo yanqui por ;>-.
o:s
antonomasia-, más y más latinoamericanos elegían, y si-
guen eligiendo, la deliciosa receta del señor Pemberton. El
:3O:s
atractivo de la Coca-Cola 11 :..,a hasta los más b~jos estratos r~
'-
de la escala social, ya que la publicidad de la compañía apunta ~

ce
a los niños y a los pobres, práctica que un experto en nutri- o:s
'-
ción llamó "malnutrición comerciogénica".17 :::
ce
Para volver él la pregunta que dio origen él este libro: ~

¿Por qué adquirimos lo que adquirimos? ¿Por qué los lati-


noamericanos beben tanta Coca-Cola? La primera respllcs-

274
SOMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL EN AMÉ.RlCA LATINA 6. BIENES GLOBALES: LIBERALISMO RFIiUX

nuevos elementos de cultura material, se resistieron a algu- vez, en la segunda mitad del siglo anterior, por un esfuerzo
nos y transformaron otros. Mucho antes de la llegada de para producir "bienes de desarrollo".
Colón, los pueblos de la región central de los Andes habían Ahora los latinoamericanos están en medio de los "bie-
incorporado el maíz y a las exóticas llamas a su agricultura. nes globales" de un mercado mundial en expansión, impul-
Más tarde, millones· de personas aunaron los fuegos artifi- sado por la movilidad del capital, el Internet, la demanda
ciales y las fiestas a su vida, extraídos de los rituales de la construida por los medios de comunicación y su propio de-
poderosa y nueva estructura organizadora de un cristianis- seo de obtener comodidad y abundancia. Esto también ha
mo antes ajeno. Mucha gente indígena y sus descendientes exigido resignación -hasta ahora por lo menos- por parte
reconocieron el evidente valor de las ovejas y de las herra- de la gente que hace el trabajo, que acepta el subempleo o los
mientas de hierro, y se sintieron felices de contar con éstas. bajos salarios. Para quienes recuerdan, aunque sea de modo
Millones más continuaron con las tortillas o la chicha, pre- difuso, a las elites responsables, la prudencia burguesa o in-
sentes durante milenios, elementos esenciales de su alimen- cluso la modestia y decoro de la gente del campo, compara-
tación. Ingeniosos cocineros combinaron las especias dos con los actuales excesos de un pequeño estrato de grandes
asiáticas con el chocolate y las aves locales para producir el consumidores,junto a la pobreza de la gente común podría
exquisito mole poblano; los mecánicos mexicanos adapta- parecer como si hubiera comenzado un "proceso inciviliza-
ron los molinos europeos para moler el nixtamal del anti- dar". Otros que pueden comprar frascos de mostaza de Dijon
guo México; cantantes posmodernas de rancheras lucen y salchichas congeladasJimmy Dean en el Wal-Mart o blusas a
sostenes en forma de cono al estilo Jean Paul Gaultier y en- precios moderados y a la vez elegantes de Liz Clairborne fa-
tonan a toda voz canciones anti TLC. Pero todavía, durante bricadas en los EmiratosÁrabes Unidos, o las agobiadas alUdS
la época navideña, en las "casas tanto de ricos como de po- de casa que compran tortillas en el supermercado o esca-
bres [en México], por toda la república y entre los migran- pan de la rutina diaria llevando a sus niños a McDonald's pue-
tes a Estados Unidos, las mujeres preparan decenas o incluso den sentirse impacientes, con justa razón con quienes se
cientos de docenas de tamales para alimentar a su familia y quejan de la vulgaridad del consumismo.
amigos".26 Al bajar de estas encumbradas ideas para ir a los consu-
Durante milenios, la gente en América Latina ha esta- midores comunes, volvemos nuevamente a la humilde torti-
do buscando entre incontables bienes aquellos objetos que lla, cuyo reciente destino proporciona un elocuente símbolo
consideraron menos caros o más elegantes, más alimenti- de lo que la economía global ha producido en nuestras vidas.
cios o cómodos. Algunos contribuyeron a crear nuevas iden- "¿Alguien se acuerda", pregunta una brillante periodista, "de
tidades o a mantener las antiguas; la gente eligió otros bienes cuando las tortillas no se partían al recalentarse? ¿Alguien
que "hicieran y mantuvieran relaciones sociales" o que con- recuerda cuando las tortillas rara vez necesitaban recalentar-
cretaran ios rituales privados y pequeños, o públicos y gran- se porque uno de los rituales del día era hacer cola en la tor-
des, que marcan su vida. " partir del siglo XVI hasta épocas tillería local, que perfumaba el aire del mediodía en ,. rías
bastante recientes, los bienes también se han visto como "bie- cuadras a la redonda? ¿Alguien recuerda cuando las tortillas
nes civilizadores" tanto por los emisarios eurocéntricos que eran tan deliciosas que al volver de la calle con tu paquete
los impusieron como por los consumidores locales que los caliente enredado en una gruesa servilleta y llegar a casa, sin
buscaban. Todo esto fue un proceso largo, esporádico, dis- mayor ceremonia, te parabas en la cocina y comías una o dos,
continuo y debatido, que dio lugar, en el curso del primer poniéndoles sólo un poco de sal?" En la década de los noven-
liberalismo, a los "bienes modernizadores", seguidos a su ta, gigantescos molinos industriales corporatiyos que utilizan

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SOMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL EN A'V1ÉRIC\ LATINA 6. BIENES GLOBALES: LIBERALISMO REDUX

so a la estandarización. Incluso cuando México se embarcó choacán en México, sólo en 1977) evitarán las enormes y
en un proceso de industrialización forzada en los años cin- convenientes tiendas de FONART en las ciudades capitales, o
cuenta y que continuó en los años posteriores al TLC (1994 incluso los establecimientos más grandes que existen ahora
hasta la fecha), las artesanías han florecido; de hecho, hay en Estados Unidos, para comprar directamente de los arte-
más artesanos que nunca. Alrededor de 1980, por ejemplo, sanos. Los objetos que se compraron en Erongaríguaro y
unos seis millones de personas -por entonces el diez por que ahora adornan una sala de estar en Milwaukee sirven
ciento de la población- estaban ligados a las artesanías. también "para atestiguar el viaje al extranjero" (y el tiempo
¿Cómo ha sobrevivido la producción artesanal, e incluso ha vacacional y socioeconómico invertido en ello) y demues-
crecido, en los países de América Latina que tienen un gran tran que uno es suficientemente "culto" como para apreciar
componente indígena, bajo las condiciones de la expansión bienes tan exóticos. Además, en un mundo cada vez más
capitalista? uniforme, "la publicidad nos murmura a todos en secreto"
Hay una respuesta directa. El crecimiento poblacional, las formas como podemos diferenciar nuestra vida de la de
junto con la escasez de la tierra, llevaron a los habitantes los demás. 24
rurales más pobres a buscar un ingreso adicional, yeso los Sin embargo, uno puede preguntar, ¿cómo podemos
llevó a profundizar en sus tradiciones. Hacen telas y ropa, hablar de un "mundo de bienes cada vez más uniforme" si
alfarería y distintas artesanías. El mismo Estado mexicano estamos inmersos en la variedad? ¿Acaso no se nos ofrece
apoyó este esfuerzo en la década de los sesenta a través de un impresionante cúmulo de "opciones" a cada paso? En el
FONART (Fondo Nacional para la Promoción de las Arte- caso específico de Michoacán, la lógica de la interrelación
sanías) como parte de la política de desarrollo de la indus- entre el capitalismo globalizador y las artesanías tradiciona-
tria de sustitución de importaciones y para promover el les conlleva un movimiento de dos sentidos en el ámbito del
propósito ideológico de la unificación social interna, la for- consumo. Los propios artesanos usan menos ropa hecha a
mación del Estado y la construcción de la nación. El apoyo mano, así como menos vasijas de barro, cucharas de madera
que el Estado ofreció, también tenía la intención de dismi- o sillas de mimbre. Estos objetos se han reemplazado por
nuir la migración del campo a la ciudad y de contribuir a la bienes manufacturados "que son más baratos o más atracti-
estabilidad social. En ese sentido, puede afirmarse que las vos, debido a su diseño o connotación moderna". Al mismo
artesanías, lejos de ser una contradicción, en realidad se ~us­ tiempo, su propia producción artesanal ha revivido e inclu-
tan al panorama general de la hegemonía capitalista debido so florece a partir de una demanda de lo inusual, lo exótico,
a que contribuyen a la cohesión social y a la capacidad de la tanto en las ciudades mexicanas como en el extranjero. 25
sociedad de reproducirse. 23
Las artesanías mexicanas también dependen del impor- A manera de conclusión
tante fllUo de turistas mexicanos y extranjeros, quienes tie-
nen sus propias razones para comprarlas. En '1}1 mundo en La práctica de la cultura material, por supuesto, no es estáti-
el que el bien consumido está más y más separado de su ca y nunca lo ha sido. La innovación de una generación se
producción, mucha gen te parece querer "establecer relacio- convierte en tradición para la siguiente. Así, lo que vemos
nes simbólicas con estilos de vida más simples", para buscar en el presente -Coca-Cola, hamburguesas de Burger King,
una conexión más estrecha con la naturaleza v con los "in- vasijas purépechas- se modificará, se usará, se le concede-
dios artesanos que representan esa cercanía perdida". Así, rá un nuevo significado, y dejará de estar de moda. Desde el
millones de visitantes (dos millones fueron al estado de Mi- principio hemos visto la forma como las personas aceptaron

2HO 281
SOMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE lA CULTURA MATERIAL EN AMÉRICA LATINA 6. BIENES GLOBALES: LIBERALISMO REDUX

tas toneladas de carne molida; actualmente, la cantidad as- Sin embargo, Argentina, donde incluso la clase trabaja-
ciende a más del doble. Ya en 1987, la compañía gastó 600 dora-al menos antes del derrumbe de 2002- podía pagar
millones de dólares en publicidad, 325 millones sólo en tele- McDonald's u otras formas de comida rápida, era una ex-
visión; esto significaba 50 millones más que General Motors y cepción. Hasta ahora, la comida rápida es un tentempié para
el doble que su siguiente competidor en el ramo de las ham- la gente con recursos. En México, donde abrió McDonald's
burguesas, Burger King. Como otros proveedores de comida el mismo año, sólo clientes "bien vestidos" formaban filas
chatarra rápida, ia publicidad de McDonald's se dirige a los para probar las primeras hamburguesas Quarter Pounders.
niños. Su agencia creó un payaso afable, "Ronald McDonald", Los automóviles saturaban las ventanas del Auto-Mac. El es-
el cual aparece patinando, pedaleando en una bicicleta, na- tablecimiento afirmó haber vendido 10,000 hamburguesas
dando y jugando con una pelota. "Ronald" es el amigo de los el primer día de trabajo.20 Tampoco en Brasil las ventas de
niños. La táctica redituó. A fines de los ochenta, McDonald's McDonald's han logrado llegar por debajo de las clases me-
atendía el 42% de clientes de menos de siete años, 10% más dias urbanas, pero, aun así, con más de 180 millones de per-
que la industria de comida rápida en general. 18 sonas y una gran parte de la población urbana concentrada
McDonald's hizo su primera incursión en el extranjero en Río deJaneiro y Sao Paulo, la compañía ha tenido ahí su
en 1970, en una época en que la comida rápida era relativa- mayor éxito en América Latina. Desde que abrió su primer
mente desconocida en los mercados extranjeros, aunque establecimiento en Copacabana en 1979, McDonald's ha
para entonces ya era común en Estados Unidos. Aun así, la hecho de Brasil, en veinte años, su séptimo mercado en el
compañía tuvo que adaptar su menú a los gustos locales. Al mundo al instalar cerca de mil restaurantes y puestos. 2 ! A
comienzo, el negocio marchó lentamente; la penetración fines de 1997, la compañía anunció que invertiría mil millo-
en Canadá requirió que se redujeran los precios en 20%, y nes de dólares más para duplicar los establecimientos en
no hubo ganancias durante los primeros seis años. Pero, a América Latina a fin de contrarrestar las ventas decrecien-
partir de entonces, el negocio despegó. Para 1987, había tes en Estados Unidos. Al extenderse con rapidez a través
más de dos mil McDonald's en el extranjero, produciendo del segmento relativamente pequeño pero creciente de la
el 20% de la ven ta total. población latinoamericana que man~ja automóvil y frecuenta
La compañía llegó tarde a Argentina, país en el que gran los malls, las compañías de alimentos transnacionales pro-
parte de la clase media e incluso parte de la clase trabajadora porcionan también un amplio rango de delicias como Fruti
se había acostumbrado hacía mucho a comer fuera de casa Lupis, Doritos, Choco Krispies y Ruffles. Pepsico, por ejem-
varias veces al mes. Pero, para 1985, cuando McDonald's im- plo, es la procesadora de tentempiés salados y galletas más
plantó sus arcos amarillos, junto con una versión local de su grande que hay en México. 22 Al entrar al siglo XXI, podemos
payaso feliz, los patrones de la distribución del ingreso to- predecir con confianza que los arcos amarillos, los payasos
maban la conocida y moderna forma de la desigualdad. La de plástico gigan tes, los enormes hot dogs oscilantes y los son-
demanda de restaurantes se contrajo y se polarizó. Los luga- rientes coroneles de Kentuc1<'.r extenderán todavía más el
res "de postín" complacían a la nueva elite, mientras que avanzado e insalubre régimen culinario de Estados Unidos
grandes cantidades de personas, que antes eran capaces de entre los ansiosos consumidores de América Latina.
"sentarse con maDtel y servilletas de tela a consumir dos pla- Mientras que el avance del neoliberalismo tiende a ha-
tillos diferentes junto con una botella de vino, postre y café", cer a un lado a los productores locales y a distribuir un pro-
se veían reducidas ahora a la ocasional Big Mac con papas ducto industrial uniforme, el crecimiento de la producción
fritas.!9 artesanal en l\Iléxico proporciona un contrapunto aso111b1'o-

2iR 2i9
SOMOS LO QUE COMPR'\MOS. HISTORIA DE LA CULTUAA MATERIAl. EN AMÉRICA LATINA 6. BIENES GLOBALES: LIBERALISMO REDUX

ta podría ser que es más segura que el agua; otra, que es lago original, o porque un "tal Edwards" vio en la voluptuo-
relativamente barata. Esto puede ser cierto para las clases sa chica Gibson el modelo para el diseño de su distintiva
medias, pero una lata de 250 mililitros podría costar cerca botella.
de una hora de salario para una persona común, mucho
más que el agua embotellada. A otros, sencillamente les gus- McDonald's se creó mucho después de la Coca-Cola, pero
ta el saqor o encuentran cómodas las bebidas embotelladas. ahora los arcos amarillos se extienden por todo el mundo
Pero la Coca-Cola es algo más que un refresco. Su publici- como líderes de una sorprendente proliferanción de restau-
dad la ha identificado siempre con la modernidad y con la rantes de comida rápida por toda América Latina. En 1937,
"buena vida", incluyendo las bandas de rack. Una promo- los hermanos Richard y Maurice McDonald abrieron una
ción de enorme alcance lleva los refrescos hasta los nuevos pequeña cafetería que daba servicio a los automóviles en
rituales domésticos, los que a su vez se crean por la publici- Pasadena, California. Animados por el éxito, adquirieron
dad. Al terminar una tarea o cuando la familia se reúne, es otro lugar más grande en un floreciente pueblo de trabaja-
el momento de tomarse "la pausa que refresca", "la chispa dores, ochenta kilómetros al este de Los Ángeles. A media-
de la vida". El cortejo, los bailes, los conciertos de rack y los dos de los años cincuenta, gracias a una organización para
eventos deportivos serían imposibles sin la Coca-Cola .. Fi- producir hamburguesas parecida a la línea de ensamblado
nalmente, su propia extranjeridad es un activo. La Coca- de la Ford, estaban ganando 350 000 dólares al año. Esto
Cola, empacada higiénicamente en hieleras, transportada atrajo la atención de un tal Ray Kroc, que se ganaba la vida
en impresionantes camiones con el característico lago, es vendiendo mezcladoras eléctricas a la industria alimentaria.
moderna, urbana, terrenal: términos que alguna vez fueron Otros sugirieron a los hermanos McDonald que su método
sinónimo de "civilización". se podía extender a otros restaurantes, pero carecían de am-
Aunque vista por algunos como otra representación su- bición: "No alcanzamos a gastar el dinero que estamos ga-
perficial del arrogante imperialismo, para muchos más, qui- nando ahora", señalaron. El señor Kroc fue más persuasivo.
zá sólo inconscientemente, su consumo les permite asociarse Richard y Maurice se le unieron y después acordaron ven-
con el mundo entero, en forma no muy distinta a lo que derle el nombre, el derecho a nombrar concesionarios y su
pudo haber sentido un albañil mestizo del siglo XVIII en Méxi- sistema de producción por una bicoca. Para 1961, se freían
co mientras partía una hogaza de pan de trigo, o quizá a lo hamburguesas Big Mac bajo los arcos amarillos en doscien-
que sentía un dandy del Rio de la belle éPoque cuando se pavo- tos cincuenta restaurantes por todo el país ya los hermanos
neaba con un traje nuevo de tweed inglés. En los tres casos, el McDonald los habían lanzado por la borda.
consumo deriva en parte del poder: actualmente no se tra- Para asegurar la uniformidad del producto, Kroc esta-
ta de decretos virreinales o de los elegantes modelos de bleció su propia "universidad" para entrenar administrado-
Savile Row, '" ahora obsoletos, sino de las irrefrenables imá- res y trab~~jadores, la que fue comparada por un competidor
genes directas que la publicidad crea. ¿Por qué Coca-Cola y (" m el cuerpo de guardiamarinas. Para 1987, tres años des-
no Pepsi-Cola? ¿Por qué "todo va mejor" con Coca-Cola? pués de la muerte del señor. Kroc, la cadena McDonald's te-
Quizá porque el vü,:jo contador de Pemberton tuvo la inspi- nía 9,900 establecimientos y las ventas de la compañía llegaban
ración para lograr, con su experta caligrafía, el inolvidable a los 14.3 mil millones de dólares. En ese tiempo, los 9,900
restaurantes de McDonald's vendían también el cinco por
ciento de toda la Coca-Cola en el mundo. Todos los días del
Savile Ro\\" es ulla Clmosa \" elegante caile londinense en la que tienen
sus talleres los mejores sastres del mundo. (N. de la T.)
ailo. sólo en Estados Unidos, los clientes devoraban quinien-

276 277
SOMOS LO QUE COMPRAMOS. HISTORIA DE LA CULTURA MATERIAL EN AMÉRICA LATINA

maíz deshidratado produjeron millones de toneladas de ha- NOTAS


rina de nixtamal y de tortillas procesadas. "Las corporaciones
alteraron la mezcla [ ... ] experimentaron con las proporcio-
nes y finalmente ofrecieron a los mexicanos círculos de car-
tón tieso que constituyen hoy en día el alimento básico
Prefacio
nacional". El presidente de Molinos Azteca, el productor más
1 En la mordaz interpretación de George Bernard Shaw, 1972,4: 467;
importante de tortillas industriales, ingresó a la lista de multi- Foster, 1967; Guillermoprieto, 1991: 90.
millonarios de la revista Forbes el 15 de julio de 1996.27 2 Mintz, 1991, muestra cómo el gusto europeo por lo dulce está relacio-
Independientemente de emitir un juicio estético sobre nado con la esclavitud de millones de trabajadores en las plantaciones
la globalización de la cultura de consumo, o de si un merca- del Caribe; los ensayos de Van Young (1996: 49-74), OrIove (1997b) yel
do libre permite una distribución equitativa y más humana destacado trabajo de Pilar Gonzalbo Aizpuru y sus colaboradores, son
de bienes que cualquier otra alternativa concebible, de si excepciones.
los mayores niveles de consumo pueden sostenerse en tér-
Introducción
minos del medio ambiente, podemos estar seguros de algo. 1 Braudel, 1981: 324.
Al entrar a este nuevo ciclo de organización económica y de 2 Gopnik, 1999.
patrones de consumo, la actual uniformidad neoliberal, que 3 Veblen, 1994 definió el enfoque clásico sobre el "consumo conspicuo".

desde el extremo norte de Sonora hasta el extremo sur de Para una reflexión moderna e incluso poética sobre la práctica actual,
Chile parece haber caído sobre la tierra, resultará tan tran- véase Cohen, 1997: 205-207.
4 Lockhart y Otte, 1976: 136; Archivo General de Indias, Charcas, legajo
sitoria como el resto.
623.
" Cohen, 1997: 199, 208.
r, Van Young, 1996: 51-52.

7 Douglas e Isherwood, 1979: 60-64.

8 ¡bid. (Un colega señaló que los estudiantes con prisa podrían ser una

excepción a esta afirmación.)


9 Scott, 1998.

10 Neruda, 1974: canto XI!.

11 Villalobos, 1987: 78-79.

Capítulo 1
J "Estos nahuas eran experimentados comedores, tenían prOVISIOnes,

duólos de bebidas, dueños de cosas comestibles". Novo, 1997: 4.


2 Relato de un testigo (1532) de Francisco de Xerez, 1963: 436. Una

legua era poco menos de cinco kilómetros.


:; Diamond, 1997: 125-142, 158-164.
1 Saue!', 1952. Una \'ersión distinta de estas páginas y partes del capítulo

subsecuente están publicadas en Bauer, 1999: 404-497.


'Cook y BoraJ¡, 1979, 3: 134-140.
"TayJor, 1979: 29-72.
, :\lc:\Teish, 1964: 10.

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