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EL MILAGRO QUE TU

NECESITAS

¡Creyendo lo imposible!
Juan Germán Ortiz
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INDICE
Página

1. Introducción: Cómo tener el milagro que tú necesitas 7

2. Para tener un milagro. Lucas 5:1-11 9

3. Para tener un milagro. Marcos 10: 46-52 15

4. Un milagro en tu vida. 2 Reyes 5:1-16 23

5. Un milagro en casa. 2 Reyes 4:1-7 31

6. Un Milagro en el matrimonio. Génesis 25:19-26 37

7. Cuando ocurre un milagro. Hechos 12:5-19 43

8. El milagro que tú necesitas. Hechos 3:1-10 51

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Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro.

Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús:

Quitad la piedra.

Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:

Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.

Jesús le dijo:

¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y


Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo:

Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía


que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la
multitud que está alrededor, para que crean que tú me
has enviado.

Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz:

¡Lázaro, ven fuera!

Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el
rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:

Desatadle, y dejadle ir.

(Juan 11:38-44)

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COMO TENER EL MILAGRO QUE
TU NECESITAS
Si lo puedes creer,
lo puedes tener,
confiando en Jesús,
Creyendo lo imposible

Alguien ha dicho que “creer en milagros es ser realista”. Uno es


realista cuando cree en milagros, porque para Dios no hay imposibles. El
ángel lo dijo: “…porque nada hay imposible para Dios”. (Luc. 1:37).
Además, porque cuando nosotros hacemos nuestra parte, Dios hace la de
El.

Te doy unos ejemplos:

1. Bartimeo, es un cieguito que cuando percibe que Jesús va pasando


cerca de donde él está, le pide a gritos misericordia. Lo callan una y otra
vez. Pero cuantas veces lo callan, él vuelve a clamar mucho más. Llegado
el momento, deja su capa, se levanta y va a donde lo llama Jesús. Ante
El, Bartimeo pide recobrar la vista. Jesús le devuelve la vista que un día
perdió (Mar. 10:46-52). Bartimeo hace su parte y Jesús hace la de El.
Bartimeo recobra lo que ha perdido y obtiene un milagro en su vida.

2. La mujer con flujo de sangre, no tiene salud, no tiene dinero, no tiene


mejoría. Ha estado 12 años enferma. Lo único que tiene es fe. La mujer
usa su fe al creer qué si toca el borde del manto de Jesús, va a sanar.
Estira su dedo, el dedo de la fe y con él, toca el borde del manto de Jesús
y la fuente de su sangre se seca. Ella hace su parte, y Jesús hace la de El.
Como resultado, ella obtiene un milagro en la vida (Mar. 5:25-34).

3. El milagro se da en plena boda. Los criados llenan las tinajas hasta


arriba como Jesús se los ha ordenado. Cuando ellos lo hacen, entonces
Jesús cambia el agua en vino produciéndose un gran milagro (Juan 2:1-
11). Todos disfrutaron de un gran milagro que Jesús hace, en respuesta,
a la obediencia.

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4. Los Cuatro suben al techo y lo rompen, haciendo una abertura. Después
bajan al paralítico hasta donde está Jesús, Quién no solo le perdona los
pecados, sino que lo sana. El ex- paralitico sale de aquella casa cargando
lo que antes lo cargaba: su camilla (Mar. 2:1-12). El paralitico obtiene un
milagro en su vida.

5. Ante la tumba de Lázaro, Jesús ordena: Quitad la piedra. Los hombres


quitan la piedra y Jesús saca a Lázaro del Hades y a su cuerpo, de una
cueva o tumba (Juan 11:38-44). Lázaro experimenta un gran milagro.

La realidad es que todos necesitamos un milagro. Lo necesita el pobre, el


anciano, el pudiente, el hombre, el joven, la mujer, el que está enfermo, el
que está deprimido, el que está solo.

John C. Maxwell observa en la Biblia que todo milagro empieza con un


problema. Por eso, si tú tienes un problema, tienes la oportunidad de tener
un milagro en tu vida. Tener un milagro que solo Dios te puede hacer
hoy, de una manera gratuita. No te dejes derrotar. Si el diablo te dice que
ya todo está terminado. Jesús te dice que lo mejor ni siquiera ha
empezado. Cualquiera que sea tu situación, no te des por vencido. Si tú
eres capaz de hacer tu parte: poner tu confianza en Dios, El es capaz de
hacer un milagro en tu vida:

“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”.

(Salmo 37:5)

Juan Germán Ortiz

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PARA TENER UN MILAGRO
P. G. Consagración. Lucas 5:1-11
P. E. Estimular a los oyentes a tener el milagro que están necesitando

INTRODUCCION: John Maxwell cuenta de dos hermanas. Una, la mayor,


dedicada al deporte, la cual gana una carrera de 220 metros. La otra, la
menor, sin interés en la práctica deportiva. Un día su padre le pregunta a
la menor: «¿No te gustaría practicar mucho y ver tu nombre en el
periódico?» «Papá», dice ella: «Prefiero estar sentada aquí, comer galletas
y beber leche el resto de mi vida...». Hay gente que prefiere seguir como
está, sin experimentar algo extraordinario en su vida. Si tú quieres tener
algo extraordinario, un milagro en tu vida, hay tres cosas que necesitas
tener

I. PARA TENER UN MILAGRO SE NECESITA TENER UN FINAL

A. Tenemos un final cuando abandonamos todo esfuerzo:”…vio dos


barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo
descendido de ellas…” (v. 2). Un proverbio italiano dice que: “el amor y la
tos son imposibles de ocultar”. Cuando se tiene tos, todo mundo la oye.
Cuando uno tiene amor, todo mundo lo nota. También se nota que los
discípulos han abandonado todo esfuerzo. Pues han dejado su barca y
hasta han descendiendo de ella.

El diablo quiere que dejemos o abandonemos la barca de nuestra


vida. Quiere que abandonemos a nuestra hija cuando está pasando por
una situación crítica o difícil, o a nuestro cónyuge, y con ello,
abandonemos también a nuestros niños. Lo cierto es que abandonamos
cuando estamos tan ocupados que no tenemos tiempo para los nuestros.

Hay personas que necesitan conocer a Cristo. Pero uno piensa que
no van a cambiar. El diablo quiere que también abandonemos a la gente
sin Cristo. Cualquiera que sea la situación, abandonar es un verbo que
nunca debemos conjugar. Es por eso que:

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Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir, cuando
ofrezca tu camino solo, cuestas, que subir.
Cuando tengas poco haber pero mucho que pagar y precises
sonreír aun teniendo que llorar…
Cuando el dolor te agobie y no puedas ya sufrir, descansar
acaso debas, pero nunca desistir.

Abandonar es igual a descender de la barca que Dios nos ha dado.


Abandonar es algo que nunca debemos hacer...

B. Tenemos un final cuando acabamos todo esfuerzo: “…los


pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes.” (v. 2). Esta
es la historia de dos baldes: Uno era optimista y el otro era pesimista. «No
hay una vida tan desilusionante como la mía», dijo el balde vacío mientras
se aproximaba al pozo. «Siempre me alejo del pozo lleno pero regreso a él
vacío».
«Nunca ha habido una vida tan feliz como la mía», dijo el balde lleno,
cuando se alejaba del pozo. «Siempre vengo al pozo vacío, pero me voy
de él lleno».
Los pescadores lavan sus redes con un jabón marca “pesimismo”.
Hay pesimismo cuando dejamos que el diablo nos rezumbe en la oreja que
ya todo está acabado.

Elías cree que ya todo está acabado cuando Jezabel le manda un


mail diciéndole: “¡Me la vas a pagar…!”. El pánico se apodera del profeta
y empieza a caminar como desesperado. En su caminar se enfrenta a
Dios, diciéndole: “Basta ya, oh Jehová, quítame la vida…” (1 Reyes 19:4).
Sin embargo, es claro que Dios no cumple antojo, ni jubila a nadie. El
Espíritu Santo no mande a alguien de vacaciones.

Jesús es especialista en lo que la gente cree que está acabado.


Por ejemplo, Jesús se encamina a la tumba de Lázaro. Es Martha, la
hermana de Lázaro, la que le dice: “Señor, hiede ya, porque es de cuatro
días.” (Juan 11:39). Martha en otras palabras le está diciendo a Jesús que
el cuerpo de su hermano Lázaro ha entrado en descomposición. Martha le
está diciendo a Jesús que es inútil que vaya y se asome tan siquiera a esa
tumba. En otras palabras, Martha está diciendo que ya todo está

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acabado. Sin embargo, Jesús revirando hacia Martha, le dice: “¿No te he
dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” (Juan 11:40).

Es Agustín, un padre de la iglesia, es el que dice que Jesús ante la


tumba de Lázaro, tiene que especificar: “¡Lázaro…!” Porque si no lo
hubiera hecho, todos los muertos hubieran venido al encuentro de Su voz.
Aunque como los discípulos, hayamos descendido de la barca de la
esperanza, y nos hayamos dispuesto a lavar “nuestras redes”, lo cierto es
que lo mejor está por venir....

II. PARA TENER UN MILAGRO SE NECESITA TENER UN FRACASO

A. Un fracaso sabe a fatiga: ”Respondiendo Simón, le dijo: Maestro,


toda la noche hemos estado trabajando…” (v. 5). De la fatiga no
hablamos mucho, pero todos, la sentimos en la vida. La siente quien
suspira por el descanso que habrá en el cielo. Seguramente suspira por
descanso la madre que ha estado trabajando en una fábrica y ahora,
fatigada, llega a su casa a seguir afanando. Hay fatiga en el padre que
tiene la vista cansada, las manos cansadas, los pies cansados y no
encuentra descanso.
Muchos padecen de una fatiga crónica en el alma que el médico no
acaba de cura. Muchos otros se encuentran cansados de hacer lo mismo.
Cansados de pecar, de pedir perdón, de volver a pecar, de volver a pedir
perdón. Personas jóvenes se quitan la vida porque están cansadas de
una situación y no saben qué hacer. Cansa el alcohol, la droga, el estar
en la lona. Cansa buscar el éxito sin lograrlo en un determinado proyecto.
Pedro, cansado y fracasado, dice: “Maestro, toda la noche hemos
estado trabajando, y nada hemos pescado…” (Luc. 5:5). A pesar de todo,
somos llamados a hacer del fracaso y su gemela la fatiga, un ladrillo de
construcción y no una piedra de tropiezo.

B. Un fracaso sabe a frustración: “…toda la noche hemos estado


trabajando, y nada hemos pescado…” (v. 5). George Herbert ha dicho que
nos frustramos cuando olvidamos que “no todo resbalón significa una
caída”. El diablo nos engaña cuando hemos tenido un resbalón y nos
hace sentir que estamos caídos.

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Un cazador de monos consigue una caja resistente, de madera. Le
hace un agujero pequeño a un lado. En el interior pone unos
plátanos verdes y espera a que un mono venga.

El mono llega, ve la caja, se asoma por el agujerito de la caja y


descubre que en su interior hay algo que a él le gusta mucho. Sin
pensarlo mucho mete su mano por el agujerito. Toma alguno de los
plátanos y cuan quiere sacar la mano, no puede. No puede porque
no suelta el fruto verde llamado plátano del cual está fuertemente
tomado. El mono de esa manera queda atrapado al no soltar el
plátano verde, solo en espera de que el cazador venga por él, a
ponerlo en una jaula.

Muchas veces somos como alguno de esos monos. No soltamos la


frustración. Nos frustramos cuando nos aferramos a un mal resultado. La
mujer con flujo de sangre no se aferra a un mal resultado que ha tenido por
doce años. Ella cree que lo mejor está por venir. La mujer con flujo de
sangre tiene doce años de frustración. Ahora no tiene dinero, ha ido de
médico en médico y está peor. La mujer con flujo de sangre no se casa
con la frustración. Para ella la frustración no es una tumba sino un
trampolín. Decide no sentirse “cucaracha”. Su misma frustración la impulsa
a tocar a Jesús con el dedo de la fe, y El es capaz de hacerla libre del
azote que padece.
Seguramente nosotros vamos a fracasar más de una vez. Pero fracasar
no quiere decir fracasado. El diablo quiere que nos veamos como
fracasados. Como personas que estamos siempre en la lona. Aun cuando
nos caigamos diez veces en la lona, nos tenemos que levantar once. “No
es vencido si no el que cree serlo”.

III. PARA TENER UN MILAGRO SE NECESITA TENER UNA FE

A. Tenemos fe cuando tenemos una nueva confianza: “…y nada


hemos pescado; mas en tu palabra…” (v. 5). H. W. Arnold ha dicho que “el
peor fracaso es la pérdida del entusiasmo”. Pedro recobra entusiasmo. Lo
vemos en dos aspectos: Pedro, a pesar de ser el experto en la pesca,
está confiando en la Palabra de un Carpintero. Va a lanzar la red de

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nuevo, cuando no debiera, porque ahora los peces están en la
profundidad. Pedro está confiando en la Palabra de Jesús que ha dicho:
“Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar”. (Luc. 5:4).
Jesús dice: “…para pescar”.

Si Jesús es capaz de hacer un milagro en una boda al cambiar el


agua en vino, El es capaz de hacer el milagro de cambiar tu propia
situación. Tener un milagro implica tener una nueva confianza. Una nueva
confianza es poner nuevamente nuestra fe en la Palabra de Jesús.

B. Tenemos fe cuando tenemos un nuevo comienzo: “…mas en tu


palabra echaré la red.” (v. 5).

Mientras saltaba, un sapo cayó en un hoyo en la carretera.


Todos sus intentos por salir fueron en vano.
Llegó un conejo y viendo al sapo atrapado en el hoyo, se ofreció
para ayudarlo a salir. Pero no pudo.
Después que algunos animales del bosque hicieron tres o cuatro
intentos para ayudarlo a salir, se dieron por vencidos.
«Regresaremos y te traeremos algo de comida», dijeron, «parece
que vas a estar aquí un buen rato». Sin embargo, poco después
que se fueron a buscar comida, oyeron al sapo saltando atrás de
ellos. ¡No podían creerlo! «¡Pensamos que no podrías salir!»,
exclamaron.
«Oh, no podía», replicó el sapo. «Pero apareció un gran
camión que venía derecho hacia mí, y tuve que hacerlo…».

Pedro tiene que hacerlo: saltar del hoyo en que se encuentra.


Cuando le hablaron a Rafael Márquez acerca de que iban a jugar contra
los argentinos dijo: “¿Y qué?, ¡que sean los argentinos!”. Así debiéramos
de ser cuando hay alguien que nos dice: “¡Uy! ¡El coco! Y qué que sea
el coco…".
Pedro pertenece al club: “¿Y por qué nó?” Si alguien le dice a usted:
“No se puede”. Usted debiera contestar: “y...¿por qué no?” Si alguien le
dice: “Pero es qué las circunstancias…”. Usted debiera decirle: “Y… ¿por
qué no?”.

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El diablo va a venir y nos va a rezumbar en la oreja: “¡No puedes ser
feliz!” “No vas a ser feliz en tu matrimonio…”. Usted debiera decirle al
diablo: “Y… ¿por qué no?”.

Pedro dice: “¿Tener un nuevo comienzo?” “Y… ¿por qué no?”


Todos debemos tener un nuevo comienzo. Cuando Pedro dice: “…mas en
tu palabra echaré la red...” (v. 5), está diciendo que va a tener un nuevo
comienzo. Va a volver a empezar...

Siempre debemos volver a empezar, porque no tener un nuevo


comienzo, es sepultarnos en el fracaso. Comenzar de nuevo, es igual a
tener el milagro que tú necesitas. Tú echas la red nuevamente y el poder
de Jesús la llena toda: “y su red se rompía.” (Luc. 5:6). Tuvieron que
llamar a los de la otra barca para que vinieran a ayudarles, porque era tan
grande el milagro de la pesca, que ambas barcas estaban a punto de
hundirse.

CONCLUSION: Decídase a “dejar su sillón” hoy. Deje de estar comiendo


“galletitas”. Deje de estar “bebiendo leche” toda la vida. Decídase a tener
algo extraordinario en su situación porque Dios tiene el milagro que usted
necesita. Si usted reconoce que hay frustración y fracaso en su vida. Si
usted no puede más con su fatiga, entonces usted tiene la oportunidad de
tener un gran milagro en su vida. Solo dígale a Dios: “Dios, yo quiero
tener un milagro en mi situación”. Tenga la seguridad que Dios habrá de
hacerlo. Usted tiene que decidirse a tener una nueva confianza: a confiar
en la Palabra de un Carpintero. Usted debe decidirse a tener un nuevo
comienzo y en la Palabra de ese carpintero, echar la red nuevamente y
entonces tener el milagro que su situación necesita.

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PARA TENER UN MILAGRO
P.G. Evangelístico. Marcos 10: 46-52.
P.E. Persuadir a los oyentes a buscar con toda su fe a Jesús para tener un
milagro.

INTRODUCCION: No sabemos cómo Bartimeo quedó ciego. Tenía la


capacidad de ver pero algo desafortunado vino a sus ojos y lo dejó en una
completa obscuridad: quedó ciego. Quedar ciego hace de él un mendigo,
un pordiosero. Bartimeo es una persona que está tirada a la vera del
camino dependiendo de que los demás le pudieran ayudar con algo. Pero
más grande que su mendicidad es su anhelo de volver a ver. Hay algo que
no se ha apagado dentro de Bartimeo: es el deseo de volver a ver. Volver a
ver implicaba tener un milagro. Tener un milagro ahora que Jesús va
pasando por Jericó. Jesús no volverá a pasar por donde Bartimeo pide
limosna.
Todos necesitamos un milagro en nuestra vida. La forma en que vivimos
nos está gritando que necesitamos un milagro en nuestra vida. Tener un
milagro es posible como lo es para Bartimeo. Bartimeo llega a tener el
milagro que su situación, su obscuridad, y su vida necesitan. ¿Cómo
Bartimeo llega a tener un milagro?

I. PARA TENER UN MILAGRO DEBES SABER LO QUE QUIERES

A. Un milagro implica querer la atención de una persona divina: “Y


oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús,
Hijo de David…” (V. 47). En nuestros días hay una enfermedad
sumamente grave. Es más grave que el mismo Sida, más grave que el
mismo cáncer que ataca a las personas y se apodera de ellas. Es la
enfermedad conocida como La Enfermedad del Destino. La Enfermedad
del Destino es cuando una persona acepta su condición, su situación
como si fuera su destino estar como está, ser como es.
Bartimeo es una persona triunfadora. Triunfador es aquél que sabe
lo que quiere. Hay gente que es perdedora porque lo que sufre lo atribuye
a la mala suerte. El perdedor es una persona que piensa que algo malo
simplemente le cayó encima y que no se lo puede sacudir. Para muchos la

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felicidad está en el patio del vecino y así van por la vida, siempre viendo
que lo que anhelan está fuera del alcance de ellos.
La fe de Bartimeo ve lo que los demás no ven. El grita: “Jesús, Hijo de
David ten misericordia de mí”. Solo él ve en Jesús al Mesías, cuando le
dice: “Hijo de David…” . Lo cierto es que:

En la vida todos tenemos problemas.


Cada milagro en la Biblia comienza con un problema.
Si usted tiene problemas, ¡anímese!
Usted es candidato a un milagro.

Aquí tenemos a uno que tiene un gran problema: Bartimeo. Tener


un gran problema lo hace un candidato a un gran milagro cuando pide
la ayuda que solo Jesús le puede dar...

B. Un milagro implica querer la ayuda de una persona divina: “Y


oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús,
Hijo de David, ten misericordia de mí!” (v. 47). No escoges tu nombre, o tu
apellido, o tu país de nacimiento. Lo cierto es que al crecer escogemos
nuestra actitud. Aquí tenemos a un Bartimeo que a pesar de la miseria en
la que está, la ceguera en la que vive, él decide que no sean un esmeril
que lo acaben, sino una piedra de pulir. Hay circunstancias que no
podemos cambiar. Pero hay algo que sí podemos cambiar: nuestra actitud
ante las circunstancias. Yo no puedo cambiar a Dios con la oración: Pero
sí puedo yo cambiar.
Hay una creencia que está en los huesos de Bartimeo: él no nació
para ir por la vida con la mano extendida delante de la gente esperando
recibir algo. Hay gente que va por la vida con la mano extendida pidiendo
una migaja de amor, un poco de ayuda, un rato de compañía. Siempre con
la mano extendida, pidiendo dinero aquí, pidiendo dinero allá. Bartimeo no
maldice la oscuridad en la que se encuentra, sino que él enciende una
vela, cuando decide pedir a Jesús la ayuda que él necesita.
Alguien ha dicho que no son los incidentes los que nos arruinan. Es
nuestra actitud ante los incidentes.

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Si quieren identificar a un triunfador, busca a una persona que ante una
situación dice: “Debe haber una forma mejor de hacerlo…”. Un triunfador
nunca se da por vencido. Un triunfador nunca acepta como definitivo el
estatus quo. Nunca va a pensar que está acabado. En cambio el perdedor
siempre va a decir ante una situación: “Bueno, es que siempre lo hemos
hecho así…”. Muchas iglesias no progresan por que asumen esa actitud.
Ante la oportunidad que el presente les ofrece, ellos simplemente se
retraen y dicen: “No Pastor, no podemos hacer eso porque mire, déjeme
decirle que nosotros aquí siempre lo hemos hecho así…í”
El único problema con hacer las cosas de la misma manera, es
tener los resultados de la misma manera. No cambiamos porque seguimos
haciendo las cosas de la misma manera. Nos seguimos anidando en el
mismo hueco, seguimos comiendo lo mismo, nos seguimos bañando en el
mismo rincón, seguimos roncando de la misma manera, nos seguimos
peinando de la misma forma, nos ponemos los zapatos con la misma cinta.
Siempre hacemos todo de la misma manera, no somos capaces de intentar
algo nuevo que nos produzca algo nuevo.
Seguir haciendo lo mismo para Bartimeo es seguir sentado al lado
del camino, con la mano extendida, metido en su capa. Porque Bartimeo
está dispuesto a hacer las cosas de otra manera, está dispuesto a pedir la
ayuda que necesita a una persona divina: Jesús.
Mientras otros esperan el éxito, el triunfador se levanta y enfrenta el
desafío. Bartimeo es un triunfador porque se levanta y enfrenta el desafío
de buscar del milagro que le hace falta en su vida.

Un triunfador no está esperando a que le caiga la manzana en la


boca. Es capaz de arriesgarse, trepar al árbol que tiene más fruto y tomar
de él, el que quiere. Alguien ha dicho que:

Reír es arriesgare a parecer tonto,


Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Acercarse a los demás es arriesgarse a comprometerse.
Expresar sentimientos es arriesgarse a descubrir tu verdadero ser.
Compartir tus sueños e ideas ante los demás es arriesgarse a perder.
Amar es arriesgarse a que no te paguen de igual manera.
Vivir es arriesgarse a morir.
Vivir en esperanza es arriesgarse a no recibir lo que esperas.

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Probar es arriesgarse a fracasar.
Pero debemos arriesgarnos, porque el mayor riesgo de la vida es no
arriesgar nada.
La persona que no se arriesga no hace nada, no tiene nada, ni es nada...

Bartimeo se arriesga al pedir a Jesús la ayuda que necesita...

II. PARA TENER UN MILAGRO, DEBES DECLARAR LO QUE QUIERES.

A. Declarar que quieres una misericordia, “…pero él clamaba mucho


más: “Hijo de David, ten misericordia de mí!” (v.48).
Alguien dijo que lo que nos daña no es lo que nos sucede sino cómo
reaccionamos a lo que nos sucede. A Bartimeo le daña dejar de clamar.
Siempre van a haber personas que van a querer que tú sigas en la misma
situación en la que estás. Aquí tenemos a unos que cuando Bartimeo
clama: “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mi!” Ellos lo callan. Pero
Bartimeo vuelve a clamar o a gritar mucho más.

Algunos quieren que tú sigas en el hoyo dónde has estado, estás y como
estás. El asunto no es si tú tienes “tapas” en tu vida. Si tú tienes topes,
tapas u obstáculos, esa no es la situación. Todos, hasta el rey David tiene
tapas o topes en su vida. Saúl tiene tapas también. Sin embargo, David
triunfa, mientras que Saúl no. La razón: Saúl no mueve sus tapas o sus
topes. Todos tenemos tapas. A algunos nuestra abuelita nos las heredó.
Otras, nuestros padres nos las impusieron y todavía vamos con ellas. Los
que le ponen tapas a David, es su propio padre cuando lo olvida, sus
hermanos que no lo quieren cerca, Saúl que le quiere imponer su armadura
y aun Goliat, quien menosprecia a David (1 Sam. 17:1-51).

David no dice: “Bueno, pues ha de ser la voluntad de Dios”. Sino que


mueve las tapas y crece. La pregunta no es si tú tienes topes o tienes
tapas en tu vida. La pregunta es: ¿qué vas a hacer con ellas?

Bartimeo tiene cuando menos tres tapas: una tapa es ser ciego, la otra es
ser un mendigo, y la otra es tener gente cerca que no quiere que clame a
Jesús pidiéndole misericordia. Bartimeo levanta las tapas cuando declara
lo que quiere: misericordia.

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Un milagro es igual a volver a empezar. Si Bartimeo no hubiera vuelto a
clamar cada vez que lo callaban, sabríamos de una persona que nació
viendo, perdió la vista y murió ciego. Pero la Biblia dice que Bartimeo
nació viendo, perdió la vista y un día la recobró, porque volvió a empezar
cuando declaró lo que quería: misericordia.

B. Declarar que quieres una maravilla: “Respondiendo Jesús le dijo:


“¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro que recobre la
vista”. (v.51).

Un joven universitario le manda un telegrama a su mamá:


“Mamá, reprobé la universidad. ¡Prepara a papá!” y la
mamá le responde: “¡Papá preparado! ¡Prepárate tú!”

Bartimeo está preparado para recibir un milagro cuando cree en milagros.


Usted no tiene un milagro porque no está preparado para recibir un
milagro: no cree en milagros. Creemos en milagros, cuando hablamos de
milagros. Cuando usted va a Wal-Mart y dice: “Me da un kilo de tomate”.
Lo natural es que le den un kilo de tomate. Va a la tortillería y pide: “Me da
un kilo de tortillas” y eso es lo que le dan. Lo que pedimos eso nos dan.
Pedimos cosas ordinarias, nos dan cosas ordinarias. Pida cosas difíciles,
propias de un Dios grande, y cosas difíciles propias de un Dios grande, son
las que va a recibir.

Decimos que tenemos un Dios poderoso pero estamos pidiendo lo posible.


Cuando lo que debiéramos pedir es lo imposible, propio de nuestro Dios.
Bartimeo está preparado para tener un milagro porque pide un imposible:
pide un milagro. Dios decide por lo que vamos a pasar. Pero nosotros
decidimos cómo vamos a pasar por ahí y eso es lo que Bartimeo está
haciendo. El decide pasar por una maravilla y no se conforma con otra
cosa.

Cada problema es la oportunidad de tener una maravilla en nuestra vida, si


lo vemos con los ojos de la fe. Deje de estar quejándose al estar
poniéndose esa loción que huele a vinagre. Tenga fe. Reconozca que cada
problema es la oportunidad para que doble su rodilla y le pida a Dios la
maravilla que su vida necesita. ¡El lo va a hacer!

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III. PARA TENER UN MILAGRO DEBES RECIBIR LO QUE QUIERES

A. Recibir lo que quieres implica soltar pronto: “…Jesús,


deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego….El entonces, arrojando
su capa, se levantó y vino a Jesús. (vrs. 49,50). La necesidad de Barimeo,
detiene a Jesús. La fe de Bartimeo arroja la capa de la autosuficiencia. La
fe de Batimeo es tan grande que él sabe que ya no la va a necesitar más.
Si queremos recibir, tenemos que soltar. Soltar aquello a lo que estamos
aferrados. Su capa era su protección en las noches de frio. Pero llegado el
momento, esa capa le estorba y la arroja lejos. La capa de la
autosuficiencia nos hace creer más de lo que somos.
David Livingstone, un explorador misionero en el África, después de
orar tres horas y estarle pidiendo a Dios, Le dijo: “Señor, si tienes algo
mejor para mí, anula mis peticiones”.
Dios siempre va a tener algo mejor para nosotros, no importando las
horas de peticiones que le hayamos hecho a Dios. Bartimeo cree que con
fe todo es posible. Sin fe, nada es posible. “Lo haré” ha conseguido
milagros. Bartimeo lo hace: suelta aquello a lo que se ha aferrado. De igual
manera, suelte aquello a lo que se ha aferrado y deje que Jesús haga el
milagro que su vida necesita hoy. A lo que se ha aferrado, ya no lo va a
necesitar más…

B. Recibir lo que quieres implica seguir pronto: “Jesús le dijo: Vete, tu


fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el
camino.” (v. 52). Batimeo pide: “Maestro, que recobre la vista”. (v. 51).
Sólo en Jesús podemos recobrar lo perdido. No sé que perdiste alguna
vez en tu vida. Pero solo en Jesús puedes recobrar lo perdido.
No es lo que te pasa a ti, sino dentro de ti, lo que hace la diferencia.
Lo que pasa a Bartimeo es lo que lo impulsa a seguir a Jesús. Bartimeo
sigue a Jesús porque ahora puede ver. Sigue a Jesús no porque El dice
grandes cosas, sino porque es El que hace grandes cosas.

CONCLUSION: El autor Charles Allen describe a Jesús de esta manera:


“Él pudo haber predicado largos sermones acerca de la
dignidad del trabajo, de la tentación, de cómo disfrutar la

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vida, de la inmortalidad del alma, del valor de los niños,
y del hecho de que Dios contesta las oraciones. En vez
de eso, Él trabajó en la carpintería, Él se encontró con la
tentación en el desierto y la venció, Él iba a fiestas y se
reía con otras personas felices, Él resucitó a los
muertos, Él se detuvo para amar a unos niños, y
después que oró el poder del Señor estaba presente.”

“Él pudo haber hablado por largo rato y con voz fuerte
acerca de la necesidad del hombre de ser aceptado por
otros, acerca del valor de las mujeres, de la bendición de
la humildad y de la igualdad de los hombres. En vez de
eso, Él lloró en la tumba de un amigo, Él trató a todas
las mujeres con un respeto profundo. Él tomó una toalla
y lavó los pies de sus discípulos. Él dio su tiempo a los
pobres y a los marginados.”

“En vez de hablar acerca de cómo podía transformar


vidas, Él hizo de una prostituta el primer heraldo de la
resurrección. En lugar de predicar acerca de que la
gente necesitaba pan, Él alimentó a la multitud. En vez
de discutir que el espíritu es más fuerte que la materia,
Él caminó sobre el agua. En lugar de decirle a la gente
lo malo que es ser paralítico, Él dijo: 'Levántate, toma tu
lecho y camina'. En vez de decirle a la gente que debían
perdonar, mientras estaba siendo escupido y moría Él
oró: “Padre, perdónalos.”

Póngale nombre al milagro que usted necesita hoy. Algunos van a


querer que usted siga igual. Seguir igual es seguir en la misma condición.
Decídase a tener el milagro que le hace falta.

Si lo puede creer, lo puede tener, confiando en Jesús y Creyendo lo


imposible.

21
Para tener un milagro debe saber lo que quiere, también debe
declarar lo que quiere, y debe estar dispuesto a recibir lo que quiere.
Recibir a Jesús implica soltar y seguirlo con un sentimiento de gratitud.

Le animo para que le ponga nombre a su milagro. Dios habrá de darle


lo que necesita, lo que le hace falta, lo que pueda cambiar su situación, lo
que hasta ahora no ha podido tener. Tenga un milagro hoy….

22
UN MILAGRO EN LA VIDA
P. G. Dar aliento. 2 Reyes 5:1-16
P. E. Alentar a los oyentes a tener un milagro en su necesidad más
apremiante.

INTRODUCCION. El mundo se encuentra dividido: por un lado está la


gente que tiene un gran problema y por otro lado, la gente que hace de un
problema, algo grande. Naamán tiene un gran problema: tiene lepra. La
lepra es una enfermedad temida por todos. El general Naamán no es la
excepción: él también teme a la enfermedad. Con el permiso del rey de
Siria, Naamán llega hasta Israel buscando el tener un milagro en su vida.
La realidad es que todos necesitamos un milagro en nuestra vida.
Necesitamos la poderosa intervención de Dios, la maravilla que sólo El
puede obrar en nuestra propia situación, como lo hace en la vida dañada
de Naamán. Naamán tiene un milagro en la vida. ¿Qué implica tener un
milagro en la vida? Déjame decirte tres cosas que están claras en el
pasaje:

I. UN MILAGRO EN LA VIDA IMPLICA UN MOMENTO PRECISO.

A. Cuando nuestra vida está atrapada: “Era este hombre valeroso en


extremo, pero leproso.” (v. 1). Naamán está atrapado. Su situación es
semejante a una moneda de dos caras. Por un lado el versículo 1 nos
dice que era hombre valeroso en extremo. Pero también nos dice que
Naamán tenía llagas en su cuerpo conocidas como lepra. Naamán tiene
poder, autoridad, fama, éxito, pero está leproso.

El desayuno de muchos no es cereal, sino la adversidad de estar


abandonado, desahuciado, con malas noticias en su vida. El chiquero
atrapa al Pródigo y lo retiene (Luc. 15:16). El Pródigo es el menor de dos
hermanos que ha disipado la herencia recibida de su padre, yéndose a una
provincia apartada. Provincia apartada que termina en un chiquero, donde
hay suciedad, hambre y soledad. Es en el chiquero donde el Pródigo
vuelve en sí y de ahí, vuelve a la casa de su padre, donde hay abundancia
de pan.

23
Hug Prather dice que todos necesitamos un reloj con doble tiempo.
Un tiempo para dejar que las cosas sucedan y otro tiempo, para que nos
diga cuando debemos hacer que las cosas sucedan. Las cosas muchas
veces tienen que suceder a pesar de lo que nos sucede. Por ejemplo:

Un gran número de los Salmos fueron escritos en momentos de


dificultades.

La mayoría de las epístolas se escribieron en las prisiones.

Semiparalizado y bajo constante amenaza de apoplejía, Pasteur


atacaba incansable a la enfermedad.

Abraham Lincoln sufrió en una abyecta pobreza.

Nacer negro en una sociedad llena de discriminación racial nos permite


tener a Martin Luther King.

Retrasado, de lento aprendizaje, y expulsado de la escuela por


incapacidad, es el mismo Albert Einstein

Es indiscutible que hay cosas que tienen que echarse andar cuando
nuestra vida está atrapada. Es la mejor oportunidad para tener un milagro
en la vida.

B. Cuando nuestra vida está arruinada: “Si rogase mi señor al profeta


que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.” (v. 3). Somos infelices
cuando oramos como aquel judío que pedía de la siguiente manera:
“Señor bendice a mi esposa, bendice a mis hijos, bendíceme a mí y a nadie
más”. La sirvienta no es así. Ella sabe que cualquier vida por muy
arruinada que esté, tiene posibilidades de tener un milagro en su vida. Es
por eso que la sirvienta la que le comenta a la esposa de Naamán que
hay esperanza para Naamán en Samaria.

Carl Reilland ha dicho: “Usted será feliz en el mismo grado en que


sea útil”.

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Un día, caminando, vi un cuadro de un niño con cáncer. En el
cuadro, el niño le pregunta a su padre: “Papá, ¿a qué edad se cura el
cáncer?” Ese cuadro nos recuerda que hay personas que están sufriendo
un incurable. Personas que están enfrentando un imposible.
Probablemente usted está viviendo algo que parece que no tiene cura, o
que es un imposible. Naamán está en esa situación. Sin embargo, hay
una muchachita que sabe que hay un profeta en Samaria que puede sanar
a Naamán: una jovencita cuyos labios no son un candado oxidado. Ella,
con compasión, le dice a la esposa de Naamán quién lo puede sanar.

Decir leproso era decir separado, sucio, sufriente, y prácticamente


condenado a muerte.

Alguien dijo: “Tenía un problema legal y fui a ver un abogado”. “Y


¿cómo te fue? Le preguntó el amigo que le estaba escuchando. Entonces
el hombre respondió: “Ahora tengo dos problemas”. La sirvienta del general
leproso, no ve problemas. Ve solo posibilidades para Naamán.

Anímese. Si usted tiene problemas tiene posibilidades de un milagro


en la vida...

II. UN MILAGRO EN LA VIDA IMPLICA UNA MANERA CORRECTA.

A. Acudir a una persona correcta: “ Y vino Naamán con sus caballos


y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.” (v. 9).
Naamán con las cartas que recibe de su rey va y se las presenta al rey de
Israel. Cuando el rey de Israel recibe las cartas casi se infarta porque en
las cartas le estaba pidiendo el rey de Siria que sane a Naamán. El rey de
Israel dice: ¡Cómo lo voy a sanar yo: ni que fuera Dios! Después Naamán,
con su gente y en su carro, se para a las puertas de la casa de Eliseo.
Hoy muchos están buscando a los brujos. Muchos están acudiendo al
Tarot, herramienta diabólica para perder a la gente. A la Santa Muerte.
Acuden a ella, no obstante, tener que cargarla. Naamán busca a Dios,
yendo a buscar a Eliseo (2 Reyes 5:9).
A usted que siente que necesita buscar a Dios, el buscarlo, no requiere de
una especialidad. En la condición en que usted está, lo puede hacer hoy.
La Palabra de Dios dice: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado,

25
llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre
inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él
misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”. (Isa.
55:6,7).
Tu desgracia jamás será la última noticia si acudes a la persona
correcta hoy: Jesús. Hay una noticia mejor para ti...

B. Aceptar un procedimiento correcto: “y se zambulló siete veces en


el Jordán…” (v. 14). Un organista estaba tocando en una iglesia. Estaba
practicando una melodía de Félix Mendelssohn. No lo estaba haciendo
muy bien. Frustrado recogió su música y se disponía a irse. No se había
dado cuenta que ahí, atrás de él estaba sentado cerca un extraño.
Cuando el organista se dio la vuelta para irse, entonces el extraño se
acercó y le preguntó si él podía tocar la pieza. El organista respondió
bruscamente: “¡Nunca dejo que nadie toque este órgano!” Finalmente
después de dos peticiones amables, el músico le dio permiso. Pero con
cierta renuencia. El extraño entonces se sentó y llenó el santuario de una
hermosa e impecable música. Cuando terminó, el organista frustrado, le
preguntó: “¿Quién es usted?” Y el hombre contestó: “Soy Félix
Mendelssohn”.

El organista por poco impide que el creador de la canción, tocara su


propia música. Hay ocasiones en que nosotros estamos impidiendo a
nuestro Creador, tocar los acordes de nuestra vida. Con ello estamos
impidiendo que el Creador, interprete una hermosa melodía en nuestro
ser. Naamán tiene un impedimento. El impedimento de Naamán es
Naamán. El dice: “He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en
pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el
lugar, y sanará la lepra. Lo único que hace, es mandarme un mensaje
diciéndome: “Sumérgete en el Jordán siete veces”. Ante esto el general
se enoja y quiere regresar por donde vino. Sin embargo sus criados le
dicen: “Si el siervo de Dios te hubiera pedido algo más difícil, ¿no lo
hubieras hecho? Cuanto más sumergirte siete veces en el Jordán”.
Entonces Naamán se sumerge siete veces en las aguas del Jordán: su
carne sale como la carne de un niño. Al igual que a Naamán, Dios tiene
una promesa para tu vida: “…lávate… y serás limpio…”. (v. 10).

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Tener un milagro en la vida, implica reconocer que el procedimiento
es de Dios, no nuestro. Naamán tiene un milagro en su vida cuando deja
de cuestionar lo que el siervo de Dios le ha mandado: “He aquí yo decía
para mí…” (2 Reyes 5:11). Tener el milagro que tu vida necesita implica
creer, porque la fe es la mano que recibe el regalo de Dios.

III. UN MILAGRO EN LA VIDA IMPLICA UNA MANIFESTACION


PRECISA

A. La manifestación de un cambio: “…y su carne se volvió como la


carne de un niño, y quedó limpio.“ (v. 14). “Dios escribe con una pluma que
no hace borrones, habla una lengua que no se traba y obra con unas
manos que jamás hacen mal”. Cuando era niño vi muchas veces vi a mi
madre tomar “un huevo de madera” e introducirlo en unos calcetines rotos
del talón y apoyándose en él, zurcirlos. Dios no remienda. Dios no zurce.
Dios es capaz de hacer nuevas todas las cosas. Eso implica hacer una piel
nueva, una relación matrimonial nueva, una sanidad nueva en el cuerpo.
Dios le dijo a Abraham: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo
señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo”.
(Gén. 18:13,14). Para Dios nada es difícil. Ni aun el que una mujer que no
ha tenido hijos, los tenga. Dios es el Dios del cambio. Si es capaz de
hacerle a Naamán una piel nueva, semejante a la piel de un niño, eso
significa que nada es difícil para Dios y que es capaz de hacer de nuevo lo
que tu vida necesita hoy...

B. La manifestación de una confesión: “…y dijo: He aquí ahora


conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel.“ (v.15). Alguien
dijo que “tragarse el orgullo no produce ninguna indigestión”. Naamán no
se indigesta cuando dice: “He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda
la tierra, sino en Israel.“ (v.15). Como testigos debemos exaltar la gracia
de Dios, y no la desgracia en la que estuvimos sumidos en el pecado
(cuando no conocíamos a Cristo). Naamán dice: “…conozco…” El testigo
verdadero dice: “ahora conozco”.

Alguien ha dicho que la misericordia de Dios es más grande que un


milagro realizado. Porque la misericordia de Dios es lo que lo causa y el
milagro es tan solo su resultado.

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Podemos tener un milagro en la vida porque Dios tiene la
misericordia que necesitamos.

C. La manifestación de un comportamiento: “Te ruego que recibas


algún presente de tu siervo. Mas él dijo: …no lo aceptaré.” (vrs. 15, 16). En
una oficina de correos, un anciano se acercó a un joven que no conocía y
le dijo: “Joven, ¿por favor podría ponerle la dirección a esta postal?”

El joven lo hizo con gusto, ofreciendo al anciano escribir también una


nota corta.

Finalmente el joven dijo: “¿Le puedo ayudar en algo más?” El


anciano pensó por un momento y dijo:

“Sí. ¿Podría agregarle al final: “Favor de disculpar la mala letra..?”

Los regalos de Naamán muestran que él sabe agradecer. No siempre


sabemos agradecer. Somos muy insistentes a la hora de pedir. Pero no
somos insistentes a la hora de dar gracias. A la hora de agradecer, Dios
ve nuestro corazón pero también ve nuestra mano. Yo diría que Dios
sabe que tan duro está nuestro “codo”. Naamán sabe agradecer: lleva
para regalar al profeta 340 kg de plata, 70 kg de oro y 10 cambios de ropa
(vestidos reales o vestidos costosos). La gratitud de Naamán tiene las
manos abiertas. Sin embargo, la lepra de Naamán es la oportunidad para
que él oiga de parte del profeta que el favor de Dios no se paga con
dinero.

Tú, que te encuentras en problemas, ¿qué son los problemas?


Los problemas:

Son alfareros: ayudan a moldear nuestro futuro.


Son memoria: nos recuerdan que no somos suficientes, que
necesitamos qué Dios y los demás nos ayuden.
Son despertadores: nos sacan de la rutina y nos hacen pensar
creativamente.
Son maestros: cada nuevo reto nos enseñará algo bueno a
nosotros.
Son inevitables: ningún lugar o persona está excluido de ellos.
Son profetas: nos advierten sobre desastres potenciales.

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Son desafíos: ningún problema es sin solución.
Son oportunidad: nos abren puertas para tener un milagro en la
vida.

CONCLUSION: Dile a Dios cuál es el milagro que tú necesitas en tu vida.


¿Sientes que tu vida está arruinada, o atrapada? ¿Has estado probando tu
propio procedimiento? ¿Has visto que ese procedimiento no te da ningún
resultado positivo? Te animo para que hoy aceptes el procedimiento de
Dios. Sumérgete en la misericordia de Dios, no viendo tu propia lepra, sino
la esperanza que brota de la fe en la promesa de Dios. Te animo para que
hoy le pidas a Dios el milagro que tu vida necesita. Dile a la adversidad, a
la enfermedad, a la depresión, o a la soledad, quién es tu Dios, y ten un
milagro en tu vida...

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UN MILAGRO EN CASA
P. G. Consagración. 2 Reyes 4:1-7
P. E. Estimular a los oyentes a experimentar un milagro en su casa en el
poder de Jesús.

INTRODUCCION: Mucha gente en nuestros días es lenta para creer en


milagros. Piensa que la realización de un milagro es el simple producto de
la casualidad. Es claro que a un milagro le tienes que salir al encuentro. A
un milagro, para que se realice, le tienes que salir al paso. La mujer de
nuestra historia no se sienta a esperar un milagro. Ella experimenta la
realización de un milagro muy singular en su casa. La pregunta que
quisiera que me permitieras responder a la luz del pasaje es la siguiente
¿Cómo podemos tener un milagro en casa? Responder esta pregunta
implica reconocer tres cosas importantes:

I. LA NECESIDAD DE TENER UN MILAGRO EN CASA.

A. Cuando tenemos una dificultad inevitable: “Una mujer…clamó a


Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto…” (v. 1). Las dificultades
son inevitables. Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo
he vencido al mundo”. (Juan 16:33). En una forma o en otra forma,
tendremos aflicciones en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro
hogar, en nuestro matrimonio, en nuestra casa.
Dolorosamente, cada día, es una realidad que “la muerte es un
impuesto que todos tenemos que pagar.” La muerte es la vieja historia,
que resulta siempre novedosa para alguien.

La verdad es que no nos acostumbramos a las funerarias. Tan no


nos acostumbramos que ponemos flores en ellas. La mujer de nuestra
historia sabe lo que es el duro regreso de un cementerio. Sabe lo que es
haber ido y sepultado al ser amado, y tenido que regresar a su casa, y
encontrarse con la silla vacía en la que se sentaba el ser amado.

El sentirnos solos es una realidad a la que nos tenemos que


enfrentar frecuentemente. Un hombre habló con Dios y le dijo:

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“Señor, muchas veces he mirado hacia atrás en el camino de mi
vida, y he visto dos pares de huellas. Unas eran las mías, y las
otras sé que eran las tuyas. Pero últimamente he visto un solo par
de huellas. ¿Es que me has dejado andar solo, Señor?

“No -le respondió el Señor- donde has visto un solo par de


huellas, fue cuando yo te he llevado en brazos. Esas huellas eran
las mías.”

Déjame decirte a ti que sientes que estás enfrentando una dificultad


que se torna inevitable: el Señor nunca te dejará solo. El Señor siempre te
sostendrá, aun en los momentos más difíciles. Por eso te animo a que
tengas fe en el Señor. Porque la fe es lo único que queda después de
haber perdido todo lo demás (1 Cor. 10:13).

B. Cuando tenemos una dificultad inquietante: “…y ha venido el


acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.” (v. 1). Ann Landers
dijo: “Los pobres quieren ser ricos. Los ricos quieren ser felices. Los
solteros quieren casarse y los casados, morirse”. Esta viuda lo que quiere
es verse libre de la amenaza de perder a sus hijos. El amor de una madre
por sus hijos no tiene edad. Siempre está naciendo...
Frecuentemente a la puerta de la vida, tocan la depresión, la soledad,
la necesidad de amor, la enfermedad, la vejez. Sin embargo, las
amenazas de ”los acreedores” dejadas a Dios, son buenas. Esta mujer
está experimentando la amenaza del acreedor que va a venir y se va a
llevar a sus dos hijos como pago de una deuda que su difunto esposo no
cubrió. Lo cierto es que en el desierto de la dificultad, Dios tiene un oasis
de ayuda. Lo tiene para ti, que te encuentras enfermo en una cama, en
una prisión, en una soledad: “Cuando pases por las aguas, yo estaré
contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te
quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el
Santo de Israel, soy tu Salvador…” (Isaías 43:2-3).

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II. LOS REQUISITOS PARA TENER UN MILAGRO EN CASA.

A. Tener una visión atrevida: ve lo que tienes: “Y ella dijo: Tu sierva


ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.” (v. 2). Alguien dijo
que en la vida necesitamos tener bifocales para ver lo que está lejos, pero
también para ver lo que está cerca. Esta mujer ve lo que está cerca, lo que
tiene: una vasija de aceite. Posiblemente el aceite era el que usaba para
guisar. Otros dicen que era el aceite sobrante del ungimiento del cuerpo
de su difunto marido. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que esta mujer
ve lo que tiene: una vasija de aceite.
David ante el gigante Goliat ve lo que tiene: su honda vieja. El la usa
para vencer aquella mole de carne humana llamada Goliat (1 Sam. 17:40).
Alguien dijo que alimentar ilusiones, es perder oportunidades. Tú
ganas oportunidades cuando usas lo que tienes. Por eso no le pidas más
a Dios: ve lo que tienes y úsalo. Aunque sea “un poco de aceite”. Si lo
haces, Dios hará el milagro que necesitas hoy en tu casa.

B. Tener un valor atrevido: arriésgate: ”Y se fue la mujer, y cerró la


puerta …” (v. 5). La viuda no acepta ser criatura de las circunstancias.
Sino que las circunstancias son criaturas de la viuda. Lo son cuando la
viuda tiene un valor atrevido. Es una mujer dispuesta a arriesgarse: va
con los vecinos, pide muchas vasijas a través de sus hijos y luego es
capaz de cerrar tras sí y sus hijos, la puerta. Si quieres tener un milagro en
casa, tú también debes tomar la decisión de cerrar la puerta al “no se
puede”. Jesús lo hace cuando cierra sus oídos al “no se puede”
pronunciado por Martha. Jesús se encamina a la tumba de Lázaro y
Martha le dice: “Señor, hiede ya, porque es de cuatro días”. Es entonces
que Jesús le responde: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de
Dios?” (Juan 11:39,40).
La tumba de Lázaro para Martha es tan solo eso: una tumba. La
tumba de Lázaro para Jesús es: un trampolín. El trampolín que va a
permitir un gran milagro. Tener un milagro implica arriesgarse hoy…

C. Tener una voluntad atrevida: únete: “…y ellos le traían las vasijas,
y ella echaba del aceite.” (v. 5). La viuda comienza haciendo lo necesario,
después haciendo lo posible y de repente está haciendo lo imposible. La

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viuda y sus hijos tienen unidad: en primer lugar están unidos a Dios.
Hacen lo que Eliseo les dice. En segundo lugar están unidos a sus vecinos:
no son gente rara. No han levantado una muralla en su relación con sus
vecinos, sino un puente. Un puente que les permite pedir de ellos, muchas
vasijas. Además están unidos entre ellos: la mujer hace una cosa y ellos
hacen otra cosa, con un sólo propósito.
El rencor es el gran enemigo de la unidad. Es lo que nos separa de
los demás, y aun de Dios. Solo el perdón es capaz de unirnos. Por eso,
cada mañana al levantarte, tú debieras preguntarte: “Hoy, ¿a quién debo
perdonar?”
La unidad hace milagros. En el Nuevo Testamento se habla de
Cuatro que llevan a un paralítico a la casa donde está Jesús. Encuentran la
puerta bloqueada por la gente. No se regresan con su paralítico, sino que
suben al techo, hacer una abertura y luego descienden al paralítico.

Los Cuatro buscan un imposible: la sanidad del paralitico. Ellos


encuentran un imposible: la puerta obstruida por la gente. Ellos logran un
imposible: el perdón de los pecados y la sanidad del paralitico (Marcos 2:1-
12). Lo logran por la unidad. Por eso tú necesitas unirte a tu esposa, a tu
esposo, a tus hijos, a Dios, a tu comunidad para tener el milagro que
hoy necesitas.

III. LA BENDICION DE TENER UN MILAGRO EN CASA.

A. La bendición de la provisión de Dios: "Y él dijo: No hay más


vasijas. Entonces cesó el aceite”. (v.6). Me llama la atención que el flujo
del aceite está en función del número de vasijas que la obediencia
consigue. Trajeron todas las vasijas que pudieron conseguir y Dios llenó
todas las vasijas que pudieron conseguir.
Dios es capaz de hacer maravillas con vasijas vacías, con personas
vacías, matrimonios vacíos, con hogares vacíos, con familias vacías, con
carteras vacías. Dios es capaz de llenar aquello que está vacío y que
nosotros somos capaces de ponerlo delante del flujo de su aceite,
mediante la fe. Eso quiere decir que tú determinas el tamaño de tu
bendición. De acuerdo al tamaño del número de vasijas que puedas
conseguir a través de la fe, será el tamaño de la bendición de Dios para tu

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casa. En Hebreos 11:1 se nos dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve”.
El milagro de Dios que necesitas en tu casa, está a tu alcance. Lo
está a través de la fe. Por eso consigue “muchas vasijas” y ten la seguridad
que Dios las llenará todas.

La bendición de Dios siempre ha sido amplia. Pablo y Silas le dijeron al


carcelero: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. (Hech.
16:31). La bendición de Dios es amplia porque la promesa de Dios para ti
también es amplia:

Dios no te prometió días sin dolor, risa sin tristeza, sol sin lluvia,
pero El sí prometió fuerzas para cada día, consuelo para las lágrimas, y luz
para el camino...

B. La bendición de la prosperidad de Dios: “Ve y vende el aceite, y


paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.” (v.7). Dios
siempre da más de lo que le pedimos: a un ladrón, suspendido entre el
cielo y la tierra, que le pide a Jesús un recuerdo: “Acuérdate de mí cuando
vengas en tu reino”. (Luc. 23:42), Jesús le da un paraíso: “De cierto te
digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. (Luc. 23:43). Dios desea la
prosperidad para tu vida. En 3ª Juan 2 se dice: “Amado, yo deseo que tú
seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como
prospera tu alma”. La prosperidad de Dios es: 1. Material: “…yo deseo
que tú seas prosperado en todas las cosas…”. 2. Física: “…y que tengas
salud…” 3. Espiritual: “…así como prospera tu alma.” El plan de Dios es tu
prosperidad.

En la Biblia un milagro empieza cuando hay un problema. Aquí en


esta historia hay un problema. Aquí en esta historia hay un milagro. Por
eso, si tienes un problema, tienes la autorización de Dios para tener un
milagro en tu casa. ¿Cuál es tu problema? Tú que estás enfermo, tú que
estás en una prisión, tú que no sabes qué hacer con tu hijo o tu hija, ¿cuál
es tu problema? Ponle nombre a tu problema y decídete a tener un milagro
en casa.

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CONCLUSION: Dios desea bendecirte hoy. Dios desea ayudarte. Dios
desea concederte aquello que para ti es un imposible ahí en tu casa. Dios
es capaz de obrar en medio de esa dificultad que parece insalvable, aun
cuando se parezca a la amenaza de un acreedor que viene por los hijos,
como es la amenaza de la mujer viuda y pobre. Dile a Dios cual es el
milagro que tú necesitas en tu casa y tenlo hoy, a través de la fe, en el
poderoso nombre de Jesús.

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UN MILAGRO EN EL MATRIMONIO
P. G. Consagración. Génesis 25:19-26
P. E. Estimular a los oyentes a buscar hoy el milagro que están
necesitando en su matrimonio.

INTRODUCCION: Hace unos días, hablando con una joven pareja que
está esperando su primer hijo, el varón, me decía: “Pastor, ella,
refiriéndose a su compañera, ya ha empezado a ver milagros en el
matrimonio.“ Jim Rohn ha dicho que “la fortuna, la felicidad y la paz
mental, aguardan a aquellos que aprenden a buscar el milagro escondido
dentro de las cosas comunes”. Común o no, lo cierto es que muchos, sin
excepción están necesitando un milagro en su matrimonio. Isaac y
Rebeca, en este pasaje revelan que necesitan un milagro en su
matrimonio. Consideremos tres preguntas en relación de un milagro en
el matrimonio:

I. ¿CUANDO NECESITAMOS UN MILAGRO EN EL MATRIMONIO?

A. Cuando hay una necesidad dolorosa: "...su mujer..." (v. 21).


Alguien dijo: “La mujer llora antes del matrimonio, el hombre después”. Lo
cierto es que lloramos en el matrimonio. Lloramos cuando el hijo que se
espera no llega. Este es el caso de Rebeca e Isaac. Hay dolor en una
mujer cuyos brazos, cuando niña, abrazaron una muñeca, pero ahora se
encuentran vacíos. Sólo la mujer tiene un corazón de madre capaz de
amar lo que no ve. En eso se parece mucho a Dios, porque Dios nos ama
antes de que existamos: antes de la fundación del mundo (Jer. 1:5). La
mujer se siente rica aunque sea pobre, si su hijo está cerca de ella. Si su
hija está en su regazo. La mujer es fuerte, aunque sea débil físicamente, y
capaz de sacar la fuerza de un león para defender con su vida misma, a
su hijo. Está segura de que encierra un tesoro en su vientre. Por eso
duele cuando algo le duele a nuestra mujer. A Isaac le duele su mujer.
Hay la necesidad de un milagro en el matrimonio cuando el dolor lo ha
alcanzado...

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B. Cuando hay una necesidad difícil: "...que era estéril..." (v. 21). Ser
estéril en los tiempos de Isaac, era una estigma social. Era llevar sobre si,
una maldición que hacía de una mujer estéril, una mujer señalada,
despreciada, y marginada en la comunidad. Ana tiene una congoja se que
llama Penina (1 Sam. 1:6). Penina es la concubina de Elcana, esposo de
Ana. Porque Ana es estéril, Penina siempre se burla de ella. Penina viene
a ser un tormento para Ana. La esterilidad da malos consejos. Sarai le dice
a su esposo Abram: “¡Viejito!, quiero que me hagas un gran favor... Yo sé
que es algo muy difícil para ti... Pero quiero que lo hagas. Quiero que
tengas relaciones sexuales con mi sierva para que el hijo que llegue a
tener, sea legalmente nuestro hijo.” Abram le dice: “Bueno. Yo sé que lo
que me pides es muy difícil pero con mucho gusto me voy a sacrificar...
Pero solo por ti, lo voy a hacer…” (Gén. 16:2). Abram lo hace, y con ello se
habrá de desencadenar una situación mucho más crítica.
Esterilidad es no escuchar que te digan papá. O que cuando llegues a casa
un pedacito de carne corra al encuentro de tus brazos. O trate de
alcanzarte y te diga: “¡Papá…!” O no tener a alguien que habiéndote
tomado de tu dedo más pequeño, jamás te suelte...
No sé cual sea tu necesidad. No sé lo que te hace falta en tu matrimonio.
No sé qué es lo que no puedas tener. Pero lo que sí sé, es que tu
necesidad debe ser un trampolín que te lance adelante y no un sepulcro,
donde vengas y te entierres. La necesidad de un milagro en el matrimonio
nos debe alentar a reconocer que lo mejor ni siquiera ha empezado...

II. ¿COMO PEDIR UN MILAGRO EN EL MATRIMONIO?

A. Mediante una oración personal: "...oró Isaac..." (v. 21). Un


borracho llega a su casa y no puede abrir la puerta. Se asoma su mujer y
le dice: “Te tiro la llave...” Le contesta el hombre: “No. Si la llave si la
tengo. ¡Mejor tírame la cerradura, que es la que no encuentro…!” Isaac sí
encuentra la cerradura: la encuentra cuando descubre que la distancia
entre su problema y la solución, es la misma distancia que hay entre su
rodilla y el suelo. Es decir, que cuando tiembla en nuestra vida, lo mejor es
arrodillarnos delante de Dios. Debemos dejar “la artritis” que nos ataca a la
hora de orar.
La única posición aceptable que agrada a Dios es cuando estamos
de rodillas delante de El. Por eso, el trabajo de un predicador es el de
poner a la gente de rodillas delante de Jesús.

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Dios no tiene en cuenta la aritmética de nuestras oraciones, cuantas
son;
Ni la retorica de nuestras oraciones, cuan elocuentes son,
Ni la geometría de nuestras oraciones, que largo tienen;
Ni la música de nuestras oraciones, cuan dulce sea nuestra voz;
Ni la lógica de nuestras oraciones, cuan argumentativas sean;
Ni el método de nuestras oraciones, cuan ordenadas sean.

Lo que vale delante de El es nuestro corazón:

“Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me


habría escuchado. Mas ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de
mi súplica.” (Sal. 66:18,19).

Nada hay que nos haga amar más a una persona que orar por ella.
Cuando tú oras sinceramente por tu cónyuge, pones el alma en
condiciones de realizar cualquier cosa que sea buena y amable para con
aquella persona. Un problema, cualquiera que este sea, no nos debe
alejar de Dios, sino acercarnos a Dios: "...oró Isaac..."

B. Mediante una oración dirigida: "...a Jehová..." (v. 21).

Las horas que Elías pasó en comunión con Dios hicieron


descender fuego del cielo y convencieron a Acab que Jehová
era Dios.
Las horas que Jonás pasó con El en lo profundo del mar, en el
vientre del gran pez, lo prepararon para ir a Nínive y predicar
el arrepentimiento a sus habitantes.
Las horas que Daniel pasó en el Aposento alto a solas con
Dios lo hicieron príncipe entre los hombres y lo salvaron en el
foso de los leones.
Las horas que Spurgeon pasó en oración, lo hicieron el más
grande predicador desde los días de Pablo.

Isaac ora a Dios: 1. Con una convicción correcta. Isaac dice: “Debo
intentar algo que solo con la ayuda de Dios lo pueda lograr.” 2º. En el
momento correcto: cuando algo falta en su matrimonio. Isaac no rechaza a
su mujer. No maldice. No se aleja de Dios. No dice: “Dios no me quiere.
Dios se ha olvidado de mí. Le he pedido un hijo y nunca me lo ha dado”. El
problema no son las razones para alejarnos de Dios, sino la gran razón

39
para acercarnos a Dios. 3º. A la persona correcta: “…oró Isaac a Jehová…”
(Gén. 25:21). Isaías señala que la persona correcta a la que oramos no la
tenemos que cargar. Por el contrario, nos ayuda en nuestra tribulación:
“Sacan oro de la bolsa, y pesan plata con balanzas, alquilan un platero
para hacer un dios de ello; se postran y adoran. Se lo echan sobre los
hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de
su sitio. Le gritan, y tampoco responde, ni libra de la tribulación”. (Gén.
26:6,7).

C. Mediante una oración específica: "...por su mujer..." (v. 21). Robert


H. Shuller ha dicho que “El único lugar donde tu sueño se vuelve
imposible es en tu pensamiento.” El pensamiento de Isaac, es que la cuna
no debe seguir vacía. Si no que debe contener un pedazo de carne que
la llene y la ocupe. La cuna ha estado vacía por veinte años. No sé
cuanto ha durado su problema. El problema de Isaac y Rebeca dura veinte
años. Isaac tiene cuarenta años cuando se une a Rebeca, su mujer (Gén.
25:20). Cuando nacen los gemelos tiene 60 años (Gén. 25:26).
Doce años tiene aquella mujer que donde quiera que se sentaba
dejaba manchado de sangre. Si caminaba, le escurría la sangre en las
piernas. No la querían. Si deseba entrar a la Celebración de su iglesia, no
la dejaban entrar. La consideraban impura.
En la mente de Isaac su sueño sigue vivo. La cuna sigue vacía.
Pero él cree que la cuna se va a llenar, se va a llenar, se va a llenar…se
va a llenar….
Interceder abre puertas. Interceder es más que levantar la voz: es
poner a una persona o a una situación, cerca de la bendición de Dios.
Interceder es tomar autoridad sobre aquello que la imposibilita. Isaac
intercede por su mujer.
Interceder es ver que las puertas de una prisión se abren: La iglesia ora y
un ángel es puesto en la prisión. El ángel pone a Pedro en la calle (Hechos
12:10).
Un pastor decía: “Cuando yo trabajo, yo trabajo. Cuando yo oro Dios
trabaja”.
Déjeme decirle que la intercesión abre la salvación. Jesús ora por las
otras ovejas: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los
que han de creer en mí por la palabra de ellos…” (Juan 17:20).
Tenemos que cambiar la forma de ver las cosas. Cuando pensamos
que tenemos un problema, ya sea con un hijo, con una hija, con un

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refrigerador vacío, con una relación vacía: el esposo se ha ido, pesamos
que tenemos un problema. Más bien lo que tenemos es una oportunidad.
La oportunidad de tener un milagro. En la Biblia no hay milagro sin
problema. Por eso, si usted quiere tener un gran milagro usted necesita
conseguirse un gran problema. Cuando usted tiene un problema usted
tiene la oportunidad de tener un gran milagro en su situación. Ante la
imposibilidad de que su esposa pueda tener un hijo, Isaac, intercede por
ella….

III. ¿PARA QUE TENER UN MILAGRO EN EL MATRIMONIO?

A. Para tener una bendición grande: "... y lo aceptó Jehová, y


concibió Rebeca su mujer..." (v. 21). Caminar sobre la luna era algo
imposible. A pesar de todo Neil Armstrong y Buzz Aldrin hicieron eso el 20
de julio de 1969. ¿Qué consideras imposible? Lo imposible desaparece
cuando un hombre y Dios confrontan una montaña. “Y mirándolos Jesús,
les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es
posible.” (Mateo 19:26). El milagro que necesitas, la bendición que te falta
en tu matrimonio, en la cuna vacía, en el refrigerador vacío, es posible si
confías en Dios.
Dios es el padre que usted necesita. Probablemente usted tuvo un padre
que no pudo o no supo ser el padre que usted necesitaba. Lo vio varias o
muchas veces llegar borracho, y maltratar a su mamá. O le daba al
cantinero el alimento que usted necesitaba. No sé si usted tuvo una mamá
que se olvidó de usted. Déjeme decirle que lo más importante es que
usted hoy puede tener al ser que siempre ha necesitado. El Señor dice:
“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de
compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me
olvidaré de ti”. (Isa. 49:15). De algo debe usted estar seguro: Dios nunca
se olvidará de usted.

B. Para tener una bendición generosa: “Y los hijos luchaban dentro


de ella…” (v. 22). Si usted me pide una definición de Dios, yo le doy una:
Dios es amor, pero tiene las manos grandes y abiertas. Los niños
pequeños tienen las manos cerradas. Lo raro no es que un niño tenga sus
manitas cerradas. Lo raro es que creciendo físicamente una persona, siga
por la vida con las manos cerradas.
Dios no tiene las manos cerradas: da a Rebeca gemelos. El pudo
haber dado un ovulo y así tener solo un hijo o de un ovulo haber sacado
dos vidas igualitas. Dos, pero de un ovulo solamente. Dios no puso un

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ovulo. Dios no pone uno sino pone dos óvulos. Da a Rebeca gemelos, a
partir de dos óvulos. Pero sorpréndase estos dos óvulos se van a convertir
en dos niños. Esos niños, en dos hombres. Y esos dos hombres, en dos
pueblos. Dios no tiene las manos cerradas. En relación de tu imposible
Dios tiene la bendición grande que tu matrimonio, tu casa, tu refrigerador,
tu bolsillo, tu familia están necesitando.
No hay nada que Dios no pueda realizar. Cuando Dios ha dicho no, es
porque El tiene algo mejor para ti. Por veinte años Dios estuvo diciéndoles
a Rebeca e Isaac: “No.” A los veinte años Dios llenó aquella cuna que un
día Isaac había ido a la mejor tienda a comprar…

CONCLUSION: No sé cual es el milagro que tú necesitas. Para Dios nada


es imposible. No sé lo que te hace falta, en tu casa, en tu matrimonio, en tu
familia, con tus hijos. Lo que si sé es que si tú te vuelves a Dios con tu
corazón por delante, y con fe le pides a Dios el milagro, Dios en su
misericordia habrá de tenerla de ti, de tu necesidad, y te habrá de llevar
adelante con una gran bendición. Te animo para que tomando una
decisión, y reconociendo el milagro que tu vida necesita, tú le digas a
Dios: “Dios yo quiero que así como lo hiciste con Isaac y Rebeca lo hagas
conmigo, en mi matrimonio. Te pido que hagas el milagro que mi
matrimonio necesita hoy” Ten la seguridad que Dios lo volverá a hacer...

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CUANDO OCURRE UN MILAGRO
P.G. Doctrinal Hechos 12:5-19
P.E. Enseñar a los oyentes la forma en que reaccionamos cuando ocurre
un milagro.

INTRODUCCION: Cuando Dios hace un milagro lo hace en respuesta a


una necesidad humana. Un ángel libera a Pedro de una cárcel, custodiado
por 16 soldados. Pedro al ser sacado a la calle por el ángel, va a la casa de
María, madre de Juan Marcos. Al llegar Pedro, toca la puerta. Rode sale a
abrir, pero deja a Pedro en la calle. Lo crítico de un milagro no es el
milagro. Sino lo que ocurre cuando ocurre un milagro. ¿Qué ocurre,
cuando ocurre un milagro? Les comparto tres cosas que veo en el pasaje.

I.CUANDO OCURRE UN MILAGRO NOS GOZAMOS

A. Nos gozamos con un gozo que controla: “…salió a escuchar


una muchacha llamada Rode, la cual, cuando reconoció la voz de Pedro,
de gozo no abrió la puerta…” (Vrs. 13,14). La última puerta de la cárcel es
de hierro. Al salir de la cárcel el ángel y Pedro, no necesitaron
arrempujarla: la puerta de hierro se abrió solita. Mientas que ésta se abre
sola, la puerta de la casa, por el gozo que siente Rode, no la abre y deja
afuera a Pedro, parado en la calle. Seguramente Pedro está tratando de
entrar a la casa lo más rápido posible y esconderse. Pero no lo puede
hacer porque Rode tiene un gozo que la controla al punto de que no le
abre la puerta a Pedro.
Es imposible ocultar el gozo. El diablo quiere que usted se bautice
en jugo de limón. O que use una loción a base de vinagre y así vaya por la
vida. Esa no es la visión de Dios. Dios desea que nada robe nuestro gozo,
fruto del Espíritu Santo (Gál. 5:22). Pablo dice: “…he aprendido a
contentarme, cualquiera que sea mi situación.” (Fil 4:11). El gozo en la vida
de un cristiano, no es automático.
Pablo dice: “No estoy contento con el calabozo. Pero si estoy
contento en el calabozo”.

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El padre del hijo Pródigo, ve que su hijo regresa. Lo reconoce a
pesar de haber estado metido entre cerdos, sucio, con hambre, barbón. Lo
abraza, lo besa, lo mete a su casa y le pone zapatos, anillo en su dedo,
vestido en su cuerpo. Su gozo, manda hacer una gran fiesta, porque el
gozo es imposible ocultar.

Alguien preguntó al radiante Rufus Mosely si él pensaba que Jesús


había reído alguna vez. “No lo sé”, respondió, “pero él sin duda alguna me
arregló a mí y ahora puedo reír”.

B. Nos gozamos con un gozo que comunica: “…de gozo no abrió la


puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la
puerta.” (v. 14). El gozo no es un pastel que se lo tiene que comer uno
solo. Es decir, el gozo no es egoísta. El pastor que encuentra su oveja
perdida dijo: “Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se
había perdido.” (Lc. 15.6-7). La señora que se le pierde la moneda en el
suelo de tierra de su casa, toma una escoba, y barre. Cuando la
encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: “Gozaos conmigo,
porque he encontrado la dracma que había perdido”. (Luc. 15:9). Muchos
creen que el gozo paga impuestos. Entonces temen gozarse mucho, reírse
mucho, estar contentos, porque piensan que Hacienda va a venir y les va
a “atizar” un impuesto.
Pablo dice algo que aparentemente es imposible: “Regocijaos en el
Señor siempre.” (Fil. 4.4-5). Alguien puede decir, que regocijarse siempre
es imposible. Y tiene razón. Regocijarse siempre es imposible. Pero Pablo
dice: “Regocijaos en el Señor siempre.” En el Señor, regocijarse siempre,
es posible.
Si algo ha venido y ha robado tu felicidad, el Espíritu Santo te da hoy
una botella llena de gozo, cual loción, para que te lo pongas y le hagas
frente a las quemaduras de la vida. El gozo es la loción para las
quemaduras de la vida.

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II.CUANDO OCURRE UN MILAGRO NOS SORPRENDEMOS

A. Cuando ocurre un milagro tenemos una evasiva: “Y ellos le


dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era.” (v. 15). Cuando
ocurre un milagro nos sorprendemos. No sólo nos gozamos, sino que nos
sorprendemos al punto de que no lo creemos. Cuando ocurre un milagro
tenemos una evasiva. Ellos estaban orando y diciendo: “¡Señor saca a
Pedro de la cárcel! Tú sabes que ese león lo ha metido en la cárcel y lo
quiere devorar... Pero Señor… Tú tienes poder, sácalo Señor… “. Rode va
y les dice: “¡Ahí está Pedro en la puerta!” Rode les dice: “¡Hermanos!
¡Hermanos escúchenme! -Dejen de orar un momentito-, allí está Pedro en
la puerta…”. Y ellos le dicen: “Estás loca…”. Somos incongruentes: por un
lado estamos orando para que Dios haga un milagro y luego cuando el
Señor nos contesta, decimos: “No es cierto, está loca. Está loco, no puede
ser cierto”. Alguien dijo: Si alguien le habla a Dios: es muy espiritual. Ahh,
pero si Dios le habla a esa persona, ¡está loca!

Rode, sin embargo, les aseguraba que Pedro estaba a la puerta.


Alguien ha dicho que el que no cree en milagros, no es realista. Gilbert
Keith Chesterton dice que lo más increíble de los milagros, es que los
milagros ocurren. El único problema es que no tenemos ojos para ver los
milagros. Nuestros ojos no están ajustados para verlos. En el día, múltiples
milagros suceden. Pero como estamos en una cultura que no cree en
milagro, aun cuando sucedan, no los vemos.

En la iglesia muchas veces oramos: “Señor, sánala, si es tu


voluntad…” Pensamos que si le pedimos directamente que la sane,
estamos atentando contra la soberanía de Dios. No te metes en la
soberanía de Dios cuando tú le pides que la sane. Tú ejerces la fe cuando
le pides a Dios que la sane. Y Dios ejerce su soberanía cuando El decide
si la sana o no. Si la quiere sanar que la sane y si no la quiere sanar, que
no la sane. De todas formas: ¡gloria a Dios! ¡Tú pídele! No seamos como
los que le dicen a Rode: “¡Estás loca…!”

B. Cuando ocurre un milagro tenemos una explicación: “Pero ella


aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!” (v. 15). Los
antiguos creían que cada uno tenía un ángel de la guarda. Jesús dijo:

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“…porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de
mi Padre…” (Mt 18.10). Muchos creen en un Dios poderoso, pero no creen
que Dios haga milagros hoy. Unos creen en los milagros del Nuevo
Testamento, como algo histórico. Por ejemplo, si yo no creyera que Jesús
resucitó a Lázaro me considerarían un hereje.
Muchos pastores no creen en milagros. Dicen que los milagros se
realizaron hasta el año 100 d. C. Que cuando el Nuevo Testamento llegó a
concluirse, los milagros dejaron de suceder. Yo crecí oyendo una
interpretación que decía: “¡No! Es que los milagros en el Nuevo
Testamento eran como las campanas que anunciaban el evangelio…”.
Quieren decir que Dios ya no realiza milagros hoy. Lo cierto es que el que
no cree en milagros, no es realista, porque lo realista en el Nuevo
testamento son los milagros. Alguien dijo que aun cuando Dios los hubiera
suspendido o dejado de realizar a partir del año 100 d.C., eso no implica
que hoy no los pueda volver a echar a andar otra vez. No implica que hoy,
no puedan suceder.
Hay personas que sí creen en los milagros del Nuevo Testamento,
pero hasta ahí. Creen en el Jesús del pasado. Tenemos que creer en el
Jesús del presente. Creer en que ¡Dios lo hace hoy!
Otros tienen una explicación naturalista. Los de la casa le están
dando una explicación casi naturalista, cuando le dicen: “No Rode, no es
así. No es Pedro, es su ángel”. Hay alguno que otro comentario por ahí,
que a todos los milagros los explica con una óptica naturalista. Por ejemplo
dicen que Jesús no anduvo sobre las aguas: “¡Ahh no! No. Los discípulos
creyeron que andaba sobre las aguas... Pero lo cierto es que Jesús andaba
por la orillita…”. En otras palabras, están diciendo que el milagro no
sucedió. Que en realidad Jesús tenía los pies metidos en el agua, pero
caminaba no sobre el agua, sino sobre la arena.
Los creyentes oran a Dios para que libre a Pedro, pero no creen que
Pedro ha sido liberado. Y entonces no le abren la puerta. La puerta de
hierro de la cárcel se abrió sola. Pero la puerta de madera de la casa,
donde está Rode, no se puede abrir….

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III.CUANDO OCURRE UN MILAGRO NOS ASOMBRAMOS

A. Nos asombra al ver el alcance personal de Dios: “… les contó


cómo el Señor le había sacado…” (v. 17). Dios tiene interés en personas.
Dios no quiere que estés donde estás. Si te sientes fracasado, estás en
esa situación porque quieres estar así. Si te sientes deprimido, no
necesitas estar en medio de la depresión. Si te sientes solo en la vida, no
necesitas estar ahí, porque Dios tiene el poder para sacarte de donde
estás. Jesús le ha dicho a Pedro: “Ven” (Mat. 14:29). Y Pedro va
caminando sobre las aguas. De repente ve el viento recio y tiene miedo.
Entonces el mar abre su hocico y empieza a devorarlo. Jesús alarga su
brazo flaco, pero poderoso y entonces lo detiene en su hundimiento (Mat.
14:31). No sólo lo detiene, sino que lo saca y lo pone otra vez a caminar
sobre las aguas. ¡Dios saca a Pedro de donde está! ¡Pedro habrá de decir
que Dios es más grande que la cárcel en donde él estaba!

B. Nos asombra al ver el alcance poderoso de Dios: “…les contó


cómo el Señor le había sacado de la cárcel.” (v. 17). T. Watson dice: "El
ángel trajo a Pedro fuera del calabozo: pero fue la oración la que trajo al
ángel". Es la oración de aquellos que estaban orando junto con Rode la
que trae al ángel al calabozo. La oración es poderosa. Pero el Señor de la
oración es más poderoso.
Jesús saca a una mujer que por doce años está en la cárcel de su
enfermedad.
Por donde quiera que va, anda tirando sangre. Ha gastado todo lo
que tenía en médicos y ahora está en una situación peor. Esa mujer hace
su parte. Toca a Jesús. Habiendo perdido su fe en la medicina y hace de la
fe, su medicina. Entonces Jesús hace la suya: con su poder la sana
haciéndola libre de su azote (Lc. 8:43-48). Amigo, amiga, Jesús es capaz
de sacarte hoy de la prisión en que te encuentres. Así como saca a Pedro,
te sacará a ti también hoy.

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El violinista italiano Niccoló Paganini (1782-1840) estaba
tocando una pieza difícil ante un gran auditorio. De repente
se le trozó una cuerda del violín, pero él siguió tocando e
improvisando hermosamente. Entonces se rompieron dos
cuerdas más y Paganini terminó la composición tocando
con una sola cuerda

Cuando la gente terminó de aplaudir, el violinista le hizo


señas al director para empezar de nuevo. Sonrió al auditorio
y entonces el director gritó: ¡Paganini y una sola cuerda!
Colocándose el instrumento debajo de la barbilla Paganini
tocó de nuevo con esa sola cuerda.

La vida es 10 por ciento lo que nos sucede y 90 por ciento


cómo respondemos a lo que nos sucede. Pablo y Silas
cuando estaban con los pies metidos en el cepo, en la
prisión, en lugar de lamentar su suerte y ponerse a llorar,
hacen uso de “la única cuerda” que les queda y entonces se
ponen a orar y a cantar himnos. “Cantan como Narciso: feo
pero macizo”. Ellos cantaron tan “macizo” que los presos los
oían.

Un predicador, decía que él imaginaba a Dios que


estaba escuchando lo que Pablo y Silas cantaban en
prisión. Dios, al empezar a llevar el ritmo con el pie, hizo
que acá en la tierra empezara a temblar. Un terremoto
hace que las puertas se abrieran, y las cadenas se
cayeran. Corriendo, vino el carcelero, pensando que los
presos se habían escapado, pensando en matarse. Es
entonces que Pablo le tiene que decir: “¡No! ¡No, lo hagas!
Todos estamos aquí….”

Esa misma noche, como resultado del testimonio de


Pablo y Silas, el carcelero y toda su casa se convirtieron y
fueron bautizados...

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CONCLUSION: Dios es “la única cuerda” que tenemos. Es “la única
cuerda” que te queda. Deja que su poder te saque de dónde estás. La
pregunta es: ¿Dónde estás? Otra pregunta: ¿Dónde quieres estar? La
diferencia es el milagro que necesitas. Si tú necesitas ese milagro,
entonces te animo para que tomes una decisión y se lo pidas a Jesús:
“Jesús haz el milagro que yo necesito y permite que pueda ver tu poder
obrando en mi condición, en mi necesidad.” Ten la seguridad de que Dios
lo habrá de hacer otra vez como lo hizo con Pedro. Te puedes gozar, te
puedes sorprender o te puedes admirar. Yo no sé qué vayas a hacer, pero
lo que sí sé, hoy puedes tener la maravilla que necesitas. ¡Decide como
quieres estar y dile a Dios que lo vuelva a hacer otra vez en el poderoso
nombre de Jesús!

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EL MILAGRO QUE TU NECESITAS
P. G. Evangelístico. Hechos 3:1-10
P. E. Persuadir a los oyentes a tener hoy el milagro que su vida necesita en
el nombra de Jesús.

INTRODUCCION: Pedro y Juan van al templo. Son las tres de la tarde.


Van a esa hora porque los judíos acostumbraban orar tres veces al día: a
las nueve de la mañana, a las tres de la tarde y cuando el sol se ocultaba.
Hay una puerta, la puerta “La Hermosa”. En esa puerta un paralítico pide
dinero a Pedro y a Juan. Les extiende la mano esperando recibir de ellos
algo. Pedro y Juan son predicadores: no tienen dinero. Pero tienen algo
mejor: el milagro que ese paralitico necesita. Dios tiene el milagro que tú
necesitas. Hay una pregunta que quiero responder a la luz del pasaje:
¿Qué implica el milagro que tú necesitas? Déjame decirte tres cosas que
están en el pasaje:

I. EL MILAGRO QUE TU NECESITAS IMPLICA UNA GRAN MISERIA.

A. Una gran miseria habla de una condición miserable: “Y era traído


un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del
templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna…” (v. 2). Hasta
la puerta “La Hermosa”, llegaban con ese paralítico cada día. Lo ubicaban
ahí con el propósito de que él pida limosna. No sé si obligado por sus
familiares, o si obligado por la vida misma: por su propia carencia, su
propia condición o su propia necesidad.
Es un cojo de nacimiento que no sabe andar. Hay gente que no
puede andar y por lo tanto se arrastra. Hay gente que desde su nacimiento
se está arrastrando en la pobreza o en el rechazo de los demás. Cuando
alguien es concebido, pero no deseado, no esperado y de repente irrumpe
en la vida de una persona o de un matrimonio, muchas veces es
rechazado.
Algunos son rechazados desde el vientre mismo. Hay algunos que el
maltrato hace que desde su nacimiento se arrastren en la vida. A veces el
maltrato, bien, de un padre, o un padrastro, o una madrastra. Muchas
veces el maltrato, bien, de la vida misma, sintiendo que se encuentran
sumidos en una maldición. Lo cierto es que una dificultad es la condición
para que se haga un milagro. Si usted quiere tener un gran milagro, usted
necesita conseguirse una gran imposibilidad. Cuando usted tiene una

51
imposibilidad, una gran miseria semejante a la del cojo, entonces Dios
puede hacer el milagro que su vida necesita.

B. Una gran miseria habla de una carencia miserable: “Este, cuando


vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le
diesen limosna.” (vrs. 2,3). Una necesidad es algo que se da por un
tiempo en la vida. La pobreza habla de un estilo de vida. Habla de
alguien que va por la vida con la mano extendida, siempre pidiendo que le
den algo. Hay personas que fueron maltratadas por su padre, o tuvieron un
padre que alcoholizado o no, muchas veces golpeaba a la esposa. Hay
personas que tuvieron un padre que en vez de proveer, iba y se
embriagaba y se gastaba en la cantina, o en un bar, el dinero de la
comida. Cuando ese padre llegaba, todo mundo a esconderse, o a
meterse debajo de la cama porque llegaba “arriando parejo” contra todos
los que formaban esa familia. Una persona que ha tenido un padre así,
tiene dificultad para entender que Dios es un buen Padre. Porque cuando
escucha “padre” entonces viene a su imagen la persona que golpea, o que
violenta, o la imagen de la persona que es egoísta y que se gasta lo que le
corresponde a los niños. Que en lugar de traer amor, trae violencia. Hay
personas que les cuesta mucho trabajo relacionarse con Dios y entender
que Dios es un buen padre. El buen padre que nunca se tuvo o que no se
pudo tener.
Eso es lo que el diablo quiere. El diablo quiere que tengamos
dificultad para relacionarnos con Dios como un buen Padre. El diablo
quiere que vayamos por la vida como “huérfanos espirituales”, llenos de
carencia y llenos de necesidad. Nosotros debemos hacer algo con el padre
terrenal que nos tocó: perdonarlo. De esa manera, cuando hablemos con
Dios, ya no va a estar presente la imagen negativa del padre violento que
no nos supo ayudar, cuidar, cuando más lo necesitamos.
Una gran carencia es ir por la vida como “un pobre huérfano
espiritual”. No tenemos que ir así por la vida, porque Dios es alguien que
nunca nos va a dejar, por muy difícil que sea nuestra situación. El cojo
cree que necesita una limosna. Lo que en realidad necesita es un milagro.
Un milagro es la intervención del cielo en algo que tú necesitas aquí
en la tierra. Un milagro es algo que Dios regala, que Dios concede, y que
Dios te hace porque tú lo necesitas.

Cuando Mateo Bolton inventó el motor de vapor anunció: “Aquí vendo


lo que todos los hombres ansían: ¡Poder!”
Dios no te vende lo que tu carencia ansía hoy...

52
II. EL MILAGRO QUE TU NECESITAS IMPLICA UNA GRAN
MISERICORDIA

A. Una gran misericordia es poderosa: ”...Pedro dijo: No tengo


plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de
Nazaret, levántate y anda.” (v. 6). Me impresiona mucho que Dios sea
todopoderoso. Pero me impresiona más que Dios tenga misericordia.
Cuando era un joven, un día estaba en la puerta de mi casa. Fui invitado a
escuchar la Palabra de Dios a un lugar cercano. Dios puso en mi corazón
el deseo de ir esa noche a escuchar su Palabra. Estando oyendo su
Palabra, la noche siguiente, lo que me impresionó fue saber que Dios me
amaba a mí. No concebía que hubiera un Dios que me amara. Un Dios
que se interesara en mí.
La misericordia de Dios es una misericordia que tiene forma de
sanidad, de gozo y de libertad. El plan de Dios es que dejes el suelo. Pedro
le dice al cojo: “…levántate…”. No tienes que estar donde estás. El plan de
Dios es que dejes tu incapacidad. Pedro le dice al cojo: “…anda…”. Hay
muchas razones para sentirse triste, pero hay una sola para sentirse
gozoso: la misericordia poderosa de Jesús.

B. Una gran misericordia es personalizada: ”Y tomándole por la mano


derecha le levantó…” (v. 7). He notado, que a la hora de comer, cuando
ponen “el bonche de tortillas” en la mesa, a la tortilla de arriba, nadie la
quiere. Siempre se escoge alguna de las tortillas, o de en medio o de más
abajo. A este cojo nadie lo quiere. La gente le da la vuelta. Hay algo que
hace Pedro: tomarlo de la mano y levantarlo.
En un almuerzo presidido por Sir Mark Young, gobernador de Hong-
Kong, una dama de las más distinguidas se sintió vejada al descubrir que
estaba sentada al extremo de la mesa, en vez de estar cerca del anfitrión.
Al terminar la comida, se acercó a Sir Mark y le dijo con sequedad:

—Según parece, no se cuida usted de dónde se sientan sus invitados.

—Señora —replicó el gobernador—, a la gente realmente importante no le


interesa el sitio donde se sienta; y sucede a veces que quienes se
interesan por el sitio, no son importantes.

Lo cierto es que para Dios la gente más necesitada es la más importante.


Para Pedro este cojo es sumamente importante. Al punto de que lo toma

53
de la mano derecha y lo levanta. Para Dios tú eres muy importante. Dios es
capaz de tomarte de tu mano derecha y levantarte de tu condición.

La viuda de Naín, recién ha perdido al esposo. Ahora está saliendo fuera


de la ciudad. Su único hijo ha muerto y lo lleva a sepultar. En ese
momento Jesús está llegando a Naín. Jesús se dirige a donde está el
cortejo y tocando el féretro del hijo muerto, lo revive, lo resucita, y se lo
devuelve a aquella mujer que estaba en aquella situación de dolor (Lc.
7:11-17).
Jesús toca lo que es muy importante. Jesús es capaz de tocar lo que tú
consideras muerto. Aquello que consideras que está perdido. Jesús es
capaz de tocar lo que verdaderamente es muy importante para ti, por una
sola razón, porque tú y todos, somos importantes para El.

III. EL MILAGRO QUE TU NECESITAS IMPLICA UNA GRAN


MANIFESTACIÓN

A. Una manifestación verdadera: “…y al momento se le afirmaron los


pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo…” (vrs. 7, 8). Cuando
se produce un milagro, uno debería de saltar, de gritar, de estar contento.
Al paralítico se le afirmaron los pies y los tobillos. Saltando, se puso en pie
y anduvo. No anduvo y luego saltó como es lo ordinario. Sino que primero
saltó y luego anduvo. Va de lo más difícil a lo más fácil. Así son los
milagros de Dios. Si yo hubiera sido Dios, primero lo hubiera echado a
andar y luego ya si salta, seria ganancia. Pero Dios no actúa así. Dios lo
pone a saltar primero y luego, que también camine….

Este cojo cree que necesita dinero. Se parece mucho a nosotros cuando
nos acercamos a Dios. En la mayoría de los casos le pedimos dinero a
Dios porque pensamos que lo que necesitamos es dinero. Este paralítico lo
que realmente necesita es usar sus piernas. Entonces Dios hace lo que es
más difícil en el cojo: que salte. Usted le puede pedir lo que guste y quiera
a Dios. Pero no se sorprenda cuando Dios le de lo que verdaderamente
necesita. Lo que pasa es que Dios sí sabe lo que usted realmente
necesita, aunque eso sea lo más difícil.
Milagro es poder hacer lo que soñaste hacer un día. Dios tiene el
poder y tiene el querer para que puedas hacer lo que soñaste, aunque eso
sea lo más difícil.

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B. Una manifestación visible: Y todo el pueblo le vio andar y alabar a
Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta
del templo, La Hermosa…” (vrs. 9. 10).
Mi pastor me decía cuando yo era un jovencito: “Juanito, Dios no una
sugestión. La prueba de que no es una sugestión lo que Dios hace, es que
Dios si llena el estómago. Una sugestión no lo llena.” El milagro de Jesús
sí llena el estomago. La Biblia dice: “Y cuando se hubieron saciado…” (Jn.
6:12). Lo dice en relación de la multiplicación de los panes y los peces. Lo
que Dios hace todos lo pueden constatar: sea que un paralitico salte, o
doce cestas de pedazos, sean recogidas, después de haberse saciado…
El milagro de Jesús, el que tú necesitas: sí llena. No es una sugestión. Lo
que hace Jesús es algo que es objetivo, visible, algo que se siente, algo
que se experimenta, algo que se disfruta.
Gilbert K. Chesterton ha dicho: “Lo más increíble de los milagros, es que
los milagros ocurren”. Lo más increíble de un milagro, es que el milagro
ocurra y ocurre cuando dejamos que sea Dios el que nos de a cada uno de
nosotros lo que realmente nos hace falta y necesitamos.

Llega una vez el presidente de la república a hablar sobre la


economía de su país a una conferencia de prensa. Entonces le dice un
periodista: Señor presidente, ¿Es verdad que en la actualidad hay crisis
económica? El presidente le contesta:
Pues la verdad, mi gobierno ha hecho un estudio, y déjenme decirles, que
realmente sólo hay 6 personas que sufren crisis económica.
Entonces le pregunta otro periodista: ¿Y dígame quiénes son esas 6
personas? El presidente contesta: Yo, tú, él, nosotros, ellos y ellas.
Sólo seis personas necesitan un milagro: Yo, tú, él, nosotros, ellos y
ellas.
En otras palabras: “Todos”.

CONCLUSION: Solo seis personas necesitan un milagro: yo, tú, él,


nosotros, ellos y ellas. Todos y todas necesitamos un milagro. Algunos
todavía estamos pensando que lo que necesitamos es dinero. Este cojo, ni
siquiera piensa que necesita caminar. El diablo no quiere que descubra su
verdadera necesidad. Es dinero lo que has pedido a Dios. Le has dicho, si
yo tuviera unos cuantos pesos más, mi situación sería diferente. En
realidad lo que necesitas es lo que Dios sabe que necesitas y lo
extraordinario es que Dios, si tú lo dejas Él te lo da.
Si tú eres capaz de creer confiando en Jesús, Dios es capaz de hacerlo
otra vez en tu necesidad. Habla con Dios y deja que Dios lo haga en tu

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corazón, en tu vida, en tu enfermedad, en tu encomia, en tu fracaso, en tu
soledad, en tu pobreza, en aquello que tu necesitas, el nombre del Señor.
Dile a Dios hazlo en mi corazón, en mi hijo, en mi hija, en mi matrimonio,
en mi familia, en mi cuerpo. Dios hazlo. Ten la seguridad que Dios habrá
de hacer el milagro que tú necesitas…

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