En esta unidad se trabajará Genero y Sexualidad, la construcción social del cuerpo, feminidades y masculinidades. La intención es dejarles los lineamientos generales que guíen sus lecturas posteriores a la visualización de la clase y complemente la lectura de los materiales del programa. Trabajaremos inicialmente una deconstrucción de las definiciones de Genero, Identidad, Sexualidad, Sexo, genitalidad. Destacaremos diferencias y relaciones entre los conceptos entendiendo cada uno por separado y la profunda integración entre los mismos en el contexto actual. Sexo: lo biológicamente dado. Género: lo culturalmente construido primero, lo autopercibido e identitario, después. El sexo designa características biológicas de los cuerpos mientras que el género es el conjunto de características, actitudes y roles social, cultural e históricamente asignados a las personas en virtud de su sexo. Mientras que la biología determina, hasta cierto punto, la identidad; lo cultural es modificable. Los actuales modelos educativos, a menudo basados en estereotipos de género, no ayudan a entender los conceptos básicos de la diversidad sexual. Es necesario entender que no existe una única forma de vivir la sexualidad y que más allá de los términos explicados a continuación, podríamos considerar tantas “sexualidades” como personas. Sexo: ¿Con qué genitales he nacido? Condición biológica y genética por la cual nacemos con caracteres sexuales primarios masculinos, femeninos o combinados (intersexualidad). Esto incluye órganos sexuales internos y externos, cromosomas y hormonas. Nuestro sexo no determina nuestra identidad ni la orientación de nuestro deseo sexual. Género: ¿Qué características se asocian al hombre/mujer? Se refiere a los roles socialmente construidos, los comportamientos, actividades y atributos que una sociedad dada considera apropiados para los hombres y las mujeres. Así, el rol sexual o de género (¿cómo soy y actúo al sentirme mujer u hombre?) consiste en los rasgos de personalidad y pautas de comportamiento socialmente considerados masculinos o femeninos en un marco cultural o histórico concreto. Esta masculinidad/feminidad viene determinada por la educación y la cultura en la que nace y crece la persona. Identidad de género: ¿Con qué género me identifico? Sentimiento de pertenencia al género masculino o femenino (ser/sentirse hombre o mujer). Suele establecerse en los primeros años de infancia y afecta al modo en que sentimos y expresamos emocionalmente nuestro género. Transexual: En algunas personas no coincide el sentimiento de pertenencia a un género con los genitales que tienen. Esto puede llevarles a sentirse atrapados/as en un cuerpo extraño. La mayoría siente que ha habido un error. En consecuencia, algunos desean modificar sus características sexuales, a nivel genital y físico general. El proceso de transición o “transexualizador” se basa en la adaptación corporal mediante terapia hormonal pudiendo finalizar con operación de cambio de sexo. Transgénero: Se refiere a personas que se identifican con el sexo opuesto pero no se han sometido a un cambio de sexo. Travesti: Se trata de un comportamiento e identidad transgénero en el que la persona expresa a través de su modo de vestir un rol de género socialmente asignado al sexo opuesto (cross-dressing). No siempre implica un deseo de pertenencia al sexo opuesto, puede ser un simple modo de diversión o erotismo. La orientación sexual también puede ser tanto heterosexual u homosexual. Orientación sexual: ¿Quién me atrae sexual y emocionalmente? La orientación del deseo sexual influye a la hora de escoger a la persona con la que queremos establecer vínculos sexuales y emocionales. Suele establecerse en la adolescencia, aunque no necesariamente de forma fija. Las personas pueden considerarse heterosexuales cuando se sienten atraídas hacia personas de distinto sexo al propio. Son homosexuales en el caso de que la atracción se de hacia personas de mi mismo sexo. O bisexuales si se produce una atracción hacia ambos sexos. Como se puede observar, “ser hombre” o “ser mujer” va mucho más allá de la genitalidad y lo mismo ocurre con la sexualidad… Orientación sexual versus identidad de género El término 'orientación sexual' se refiere al sexo hacia el que una persona se siente atraída en el plano emotivo, romántico, sexual y afectivo. Si a una persona le atrae romántica y físicamente un miembro del sexo opuesto, entonces es heterosexual. Y si por el contrario, si siente atraída por una persona del mismo sexo, entonces es homosexual. Pero la orientación sexual no es absoluta. También existe la bisexualidad cuando a una persona le atraen miembros de ambos sexos. El término identidad de género se refiere a la conciencia de una persona de sentir pertenencia al sexo masculino o femenino. Es decir, una persona puede sentir una identidad de género distinta de sus características fisiológicas innatas. Por lo tanto una persona puede sentirse mujer aunque haya nacido con el sexo masculino, o puede sentirse hombre, aunque haya nacido con el sexo femenino. Sea cual sea nuestro genero, orientación e identificación, lo más importante es que todos somos principalmente personas, y como tal, merecedoras de respeto y de libertad para elegir cómo queremos vivir nuestra vida. Luego introduciremos a los alumnos en el concepto de Anima / Animus como arquetipos de la feminidad y masculinidad subyacentes como complementos arquetipales contrasexuales. De allí trabajaremos la diferencia entre Arquetipos y Estereotipos para poder ver la influencia de lo social en la construcción del cuerpo y su posterior identificación. Gracias a este concepto psicológico podemos deconstruir la diferencia entre rasgos de sexuales, identidad de género, y construcción de la imagen corporal. Se vera claramente que la Identidad de un sujeto no se compone solo de su sexualidad sino que es mucho mas amplia, que su sexualidad no es su genitalidad solo Para entrar de lleno al tema, es preciso contextualizar mediante una breve actualización como comienza y que sentido ha producido el introducir la perspectiva de género en el trabajo y pensamiento psicoanalítico. Podemos señalar que en un primer momento, se trato de relacionar el estatus subordinado de las mujeres en el sistema patriarcal con las formas del malestar femenino. Esta tarea se realizó siguiendo la línea que planteo Freud en “Malestar en la cultura” (Freud, 1930) texto en el cual expresa que no podemos esperar una conformación similar de los aspectos morales en aquellos que mas gozan de los bienes sociales (él se refería a los sectores mas acomodados de la sociedad, entre los cuales se incluía) y los sectores mas pobres. El decía que quienes eran más afortunados socialmente podían estar más dispuestos a dejar de lado sus deseos egoístas para someterse a los ideales culturales y sociales, de los cuales se veían beneficiados en mayor manera que los sectores subordinados. De este modo entendía que los sectores sociales mas bajos no estuvieran muy dispuestos a las renuncias pulsionales a favor del interés colectivo. Esta línea fue años mas tarde retomada por Herbert Marcuse en “Eros y civilización” (Marcuse, 1968) para expresar esta exigencia hacia los sectores sociales subordinados, de mayor exigencia que devolución social a cambio, como base de las relaciones capitalistas que él ubicaba como produciendo un malestar en plus. Estos desarrollos fueron retomados por los Estudios de Género, utilizando estas herramientas para un grupo que no había sido pensado como subordinado socialmente: las mujeres. Las cuales habían sido pensadas como constituyendo su psiquismo en tanto efecto en lo psíquico de la diferencia sexual anatómica. Por lo tanto, sacar a la feminidad del campo de la esencia (“lo” femenino) y de la determinación psíquica de la biología (consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica), para darle un estatus de construcción social que constituye psiquismo, fue la tarea emprendida por los estudios de género en un comienzo en su dialogo con el psicoanálisis. Y desde ese nuevo punto de partida, ver como se constituye la feminidad de cada mujer como modo particular de singularización en relación con un social histórico en el cual las mujeres son “el segundo sexo”, tal como lo evidenció Simone de Beauvoir (De Beauvoir, 1998). De estos planteos se desprenden varios interrogantes y necesidades de desarrollos específicos: a) Indagar como se constituye el deseo heterosexual en mujeres, en el marco de las relaciones patriarcales. Ya que el mismo implica un amor no solo al que esta del otro lado de la diferencia sexual, sino que incluye, relaciones de género mediante, el amor al amo social y al que tiene mas privilegios, de los cuales ella no goza. Emilce Dio Bleichmar (Dío Bleichmar, 1985) ubicaba que parte de ese desafío estaba relacionado con desear ser el “género devaluado”, que le incluía otra complejidad al trabajo psíquico que propone la resolución edípica en las mujeres, más allá del abandono del primer objeto de amor. Esta especificidad de conformación del deseo heterosexual de las mujeres en el marco de relaciones patriarcales nos ubica en parte del conflicto que presentan las mujeres actuales en consulta: el deseo por el amo y el concomitante rechazo moral a esta forma de deseo por el sistema de ideales más igualitarios que repudian su propia subordinación. b) Ver como podemos empezar a pensar la constitución de modalidades deseantes por fuera del modelo hegemónico heteronormativo, hasta ahora necesario socialmente, para poder garantizar la reproducción biológica de la especie humana. A modo de síntesis, podemos decir que el desafío principal es poder pensar es simultaneo como se constituyen los psiquismos en relación a la diversidad de las prácticas de sexualidad y de las relaciones asimétricas de poder entre los géneros. Cuestión que también entra en juego frente a los debates en relación a la reasignación de sexo de los/as sujetos/as (XXY). Si partimos de la idea que todo psiquismo normal y sano debe articularse en torno al reconocimiento de la diferencia sexual y esta ubicada como binaria, es decir con solo dos casilleros: femenino o masculino. O podemos pensar formas diversas de desarrollo de la psicosexualidad. Las cuales no se piensen solo en relación de subalternidad con las “buenas formas”, ni necesariamente en el campo de la psicopatología, como señalamos con anterioridad.