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Sr./a Juez/a:
I. ACREDITA PERSONERÍA
De modo previo y en los términos del art. 14 del CPCC, recusamos sin causa
al titular del Juzgado Contencioso Administrativo N° 3 del Departamento Judicial
de La Plata.
III. ANTECEDENTES
RESUELVE
“…Hace 200 años, el pueblo del virreinato, comenzó su gesta emancipadora, la cual
culminaría luego de 6 años, el 9 de julio de1816, en San Miguel del Tucumán con la
declaración de la Independencia.
“Estas fechas fuertes para la Nación Argentina, representan puntos de reflexión histórica y
aperturas de caminos a tomar en el futuro.
“Pero, entre el pasado y el presente, hay signos, símbolos y señales que sirve de ancla y sostén
y puente a nuestro pueblo. En estos símbolos se reconocen argentinos, y muchos hermanos
Latinoamericanos. Y entre ellos, podemos poner sin lugar a duda a la imagen de la Virgen
de Luján. Ya en los albores del nacimiento patrio, la imagen de Nuestra señora de la Pura y
Limpia concepción del río Luján, acompañó el derrotero de nuestros Mayores hacia la
emancipación de todo un continente…”.
Luego de mencionar a los próceres que han tenido alguna vinculación con la
virgen de Luján (Belgrano, San Martín, entre otros), se señala que:
Y que:
“Sería visitada por el venerable siervo de Dios Juan Pablo II en dos oportunidades…”, entre
otros eclesiásticos que se citan.
“…Y somos nosotros, que al comienzo de este siglo XXI, añadiremos un galón más a la muy
venerada Imagen de la Pura y Limpia Concepción del río Luján.
“Con este acto, la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, reconoce en las
vísperas del Bicentenario, que es la Virgen de Luján. Para los creyentes; Patrocinio y
acompañamiento; y para aquellos que no comparten la fe: la simbología y la tradición. Desde
este día, ella custodiará y velará los pasos en esta Casa, en la cual está representado todo el
pueblo de la región bonaerense, el cual, desde la «muy noble y fiel villa de Luján» cobija bajo
su manto celeste y blanco…”.
IV. FUNDAMENTOS
IV.2. Introducción
“El art. 2º del Proyecto acuerda la protección única posible al hombre sobre la religión que
hemos heredado. Por ese artículo es obligación del Gobierno Federal mantener y sostener el
culto Católico Apostólico Romano a expensas del tesoro nacional... Es necesario que la
solemnidad y decoro de nuestro rito, que la dotación del Clero, sean deberes ciertos y
obligatorios para el tesoro federal” (Anales de Legislación Argentina, Tomo I, pág. 12).
Del mismo modo, el convencional Fray Manuel Pérez sugería una redacción
que difería del actual artículo 2 sólo en la incorporación del verbo “profesa”:
“La Religión Católica Apostólica Romana (única verdadera) es la Religión del Estado; Las
autoridades le deben toda protección, y los habitantes veneración y respeto”.(Conf. Emilio
Ravignani, Asambleas Constituyentes Argentinas, Tomo IV, 1827-1862, Págs. 488 y
489.).
“... [L]a Constitución no podía intervenir en las conciencias, sino reglar solo el culto exterior-
Que el Gobierno Federal estaba obligado a sostenerlo, y esto era lo bastante- Que la Religión
como creencia no necesitaba de mas protección que la de Dios para recorrer el mundo, sin que
hubiese podido nunca la tenaz oposición de los Gobiernos detener un momento su marcha
progresiva” (Emilio Ravignani, Asambleas Constituyentes Argentinas, Tomo IV, 1827-
1862, pág. 489).
“Que este artículo imponía al Gobierno federal la obligación de sostener el Culto Apostólico
Romano y que esta disposición presuponía y tenía por base un hecho incontestable y evidente,
cual es que esa religión era la dominante en la Confederación Argentina, la de la mayoría de
sus habitantes... Que la declaración que se proponía de que la Religión Católica era la Religión
del Estado, sería falsa; porque no todos los habitantes de la Confederación ni todos los
Ciudadanos de ella, eran Católicos puesto que el pertenecer a la Comunión Católica jamás
había sido por nuestras leyes un requisito para obtener la ciudadanía, y que ni a los hijos de
los Ingleses, que por el Tratado del año 25 pueden ejercer libremente su culto en
la Confederación, se les ha exigido para ser ciudadanos nativos que renieguen la Religión.
Que tampoco puede establecerse que la Religión Católica es la única verdadera; porque este es
un punto de dogma, cuya decisión no es de la competencia de un Congreso político que tiene
que respetar la libertad de juicio en materias religiosas y la libertad de Culto según las
inspiraciones de la conciencia.- Que la obligación impuesta al Gobierno federal por el artículo
en discusión, de sostener al culto católico, era muy diferente de lo que se llama derecho de
obligar la conciencia de los hombres a adorar a Dios de otra manera que la que ellos creen ser
mas agradable a la Divinidad.-Que se ha dicho con razón que la Religión o nuestras
obligaciones con el Creador, lo mismo que la manera de cumplirlas, no pueden ser dictadas,
sino por la razón y la convicción, y no por la fuerza y la violencia.- Que los derechos de la
conciencia están fuera del alcance de todo poder humano; que ellos han sido dados por Dios, y
que la autoridad que quisiese tocarlos, violaría los primeros preceptos de la Religión natural y
de la religión revelada” (op. cit., págs. 489/490).[2]
“… Que la Comisión no había creído que el Congreso fuese un Concilio Ecuménico ni que los
Diputados viniesen a decidir puntos dogmáticos…”.
Las manifestaciones arriba transcriptas demuestran que los constituyentes
le asignaron un valor fundamental a la libertad de culto y optaron por no
reconocer una religión oficial. Por ello, rechazaron las propuestas de que la
Constitución reconociera al culto católico como la “Religión del Estado“ o a la
religión católica como la ”única y sola verdadera”, o que “las autoridades le deben
toda protección, y los habitantes veneración y respeto”.
“… 12) Que, por lo que se lleva dicho, es nítido que la Constitución sancionada quiso cobijar
bajo su amparo el libre ejercicio de todos los cultos como garantía de la cual gozarían los
habitantes de la Nación. Es desde esta óptica, precisamente, que sus autores rechazaron toda
mengua a dicha libertad, v. gr., las ideas de declarar que la religión católica apostólica romana
era la única y verdadera o, que era la religión del estado, o bien, que todos los habitantes le
debían veneración o respeto. O, por último, que todos los empleados civiles deberían profesar
ese credo…”.
“También queda claro que el alcance de la palabra “sostener”, en los términos del artículo 2º
de la Constitución Nacional, se limita, en la inteligencia del informe de la Comisión de
Negocios Constitucionales, a que el tesoro nacional debe proveer los recursos necesarios para
solventar los gastos del culto”. (Voto del Dr. Petracchi adjuntado como anexo al informe
del art. 8 de la ley 16.986 en la causa “Asociación por los Derechos Civiles (ADC) y
otros c/ Estado Nacional - Poder Judicial de la Nación. Nota 68/02 s/amparo ley
16.986”, cons. 12)).
“La Religión Católica, Apostólica, Romana, es la Religión del Estado. El Gobierno le debe la
más eficaz y poderosa protección; y los habitantes del territorio todo respeto, cualesquiera que
sean sus opiniones privadas.”
“Su religión es la Católica Apostólica Romana, a la que prestará siempre la más eficaz, y
decidida protección, y sus habitantes el mayor respeto, sean cuales fueren sus opiniones
religiosas.”
“la comparación del artículo 2 con lo que dispusieron a su turno las constituciones de 1819 y
1826 que consagraron a la religión católica, apostólica, romana como religión del Estado o de
la Nación, respectivamente, denota claramente que en la Constitución histórica de 1853/60 no
se estableció una religión oficial.”[4]
“… no puede sostenerse, con su texto [se refiere a la Constitución Nacional], que la Iglesia
Católica constituye un poder político en nuestra organización, con potestad de dictar leyes de
carácter civil como son las que estatuyen el régimen del matrimonio...” (CSJN, “Correa”,
Fallos 53:188, sentencia del 29 de julio de 1893, cons. 1).
“…que la ley civil lo entregue en absoluto a los ritos de las diversas religiones que existan en
la República…” (Cfr. cons. 7 del voto del Dr. Bunge).
“… aquellas disposiciones no significan, sin embargo, que el culto católico apostólico romano
revista el carácter de religión oficial de Estado y que, ineludiblemente, sus pautas confesionales
deban ser consagradas en nuestra legislación positiva…”. (Dictamen del Procurador Fiscal
al que se remite la CSJN en la causa “Villacampa”, Fallos 312:122 del 9 de febrero de
1989, cons. IV).
Por último, cabe señalar que en el año 1986, la Corte Suprema se pronunció
en el caso “Sejean” en el cual se planteaba la inconstitucionalidad del art. 64 de la
ley de matrimonio civil y de las normas concordantes con él, en cuanto establecían
la indisolubilidad del vínculo matrimonial. El voto mayoritario se refirió
expresamente al principio de neutralidad religiosa, en los siguientes términos:
“Puede afirmarse entonces que, para que una ley de matrimonio civil sea compatible con el
sistema de libertad consagrado en nuestra Constitución, debe serlo también con la neutralidad
confesional que ésta adopta, de modo tal que esa ley no obstaculice la plenitud de la garantía
constitucional de profesar cualquier religión o no profesar ninguna. De este modo
resultaría violatorio del art. 14 de la Constitución Nacional imponer coactivamente
alguno de los principios de las diversas religiones que coexisten en nuestra
sociedad, incluido el de la indisolubilidad del vínculo matrimonial prescripto por el credo
católico, respecto de aquellos que no profesan esa religión.” (CSJN, Fallos: 308-
2:2287, “S., J. B. c. Z. de S., A. M.”, sentencia del 27 de noviembre de 1986, cons. 9,
publicado en LA LEY, 1986-E, 648, el destacado nos pertenece).
En el mismo fallo, el ministro Bacqué fue contundente al sostener que:
“… 16) Que, por las razones señaladas, la reforma constitucional de 1994 evidencia la
intención de acentuar el más amplio pluralismo de creencias y, además, el carácter no
confesional de Estado Argentino…” (op. cit., cons. 16).
IV.3.e) Doctrina
“que los gastos del culto serían pagados por el tesoro nacional, incluido en el presupuesto y
sometidos, por consiguiente al poder del congreso”[5].
“…expresa la fe del pueblo argentino, pero sin calificar a Dios. Puede ser tanto el Dios de los
católicos, como el de los judíos. El Dios de los fervientes creyentes, como el de los agnósticos
que solamente afirmen los dictados de su conciencia o imperativo categórico universal como
guía de sus actos…”[9].
“…Es de hacer notar que en nuestro país no existe religión oficial o religión del Estado,
reduciéndose el sistema a la ayuda financiera a la Iglesia Católica, sin que esto implique
decaimiento o menoscabo a la libertad de cultos…”[10].
“…No llegamos a advertir que la Iglesia Católica sea una iglesia oficial, ni que la religión
católica sea una religión de estado”[11].
Finalmente, Nino fue aún más allá al formular una crítica tajante al principio
del sostenimiento del culto católico. En este sentido, expresó que obligar a personas
no católicas o ateas a sostener con sus impuestos un culto que les es ajeno "implica
violar el principio igualitario". (Nino Carlos Santiago: Fundamentos de Derecho
Constitucional, pág. 287 y ss., Astrea 1992).
IV.3.f) Conclusión
“El Gobierno de la Provincia coopera a sostener el culto Católico Apostólico Romano, con
arreglo a las prescripciones de la Constitución Nacional.”
Las prescripciones a las que se refiere el texto citado son justamente las
descriptas en los párrafos precedentes, esto es, la obligación de sostener al culto
católico se limita al aspecto económico, en este caso por parte del tesoro de la
Provincia de Buenos Aires.
"(t)odos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley.
Todos tienen derecho a igual protección contra la discriminación que infrinja esta
Declaración y contra toda provocación a tal discriminación".
Del mismo modo, la Convención Americana de Derechos Humanos en su
artículo 24 dispone que:
“(t)odas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen derecho, sin
discriminación, a igual protección de la ley.”
“Los habitantes de la Provincia son iguales ante la ley, y gozan de los derechos y garantías
que establece la Constitución Nacional, los que emanan en su consecuencia a través de los
tratados celebrados por la Nación y los que se expresan en esta Constitución.
“Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su
jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión,
opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social” (el resaltado nos pertenece).
“La no discriminación, junto con la igualdad ante la ley y la igual protección de la ley sin
ninguna discriminación constituye un principio básico y general relativo a la protección de
los derechos humanos. Así, el párrafo 1 del artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos establece la obligación de cada Estado Parte de respetar y garantizar a todos
los individuos que se encuentren en su territorio y estén sujetos a su jurisdicción, los derechos
reconocidos en el Pacto, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión
política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier
otra condición social. En virtud del artículo 26 todas las personas no solamente son iguales
ante la ley y tienen derecho a igual protección de la ley, sino que también se prohíbe cualquier
discriminación en virtud de la ley y garantiza a todas las personas protección igual y efectiva
contra cualquier discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones
políticas o de cualquier índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición social.” (Comité de Derechos Humanos de la ONU,
Observación General N° 18, “No discriminación”, del 10/11/89, el destacado nos
pertenece).
“…este Tribunal considera que el principio de igualdad ante la ley, igual protección ante la
ley y no discriminación, pertenece al jus cogens, puesto que sobre él descansa todo el andamiaje
jurídico del orden público nacional e internacional y es un principio fundamental que permea
todo ordenamiento jurídico. Hoy día no se admite ningún acto jurídico que entre en conflicto
con dicho principio fundamental, no se admiten tratos discriminatorios en perjuicio de
ninguna persona, por motivos de género, raza, color, idioma, religión o convicción, opinión
política o de otra índole, origen nacional, étnico o social, nacionalidad, edad, situación
económica, patrimonio, estado civil, nacimiento o cualquier otra condición..” (Corte IDH,
“Condición Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados”, Opinión
Consultiva OC-18/03 del 17 de septiembre de 2003, párr 101, el destacado nos
pertenece).
“es inviolable en el territorio de la Provincia el derecho que todo hombre tiene para rendir culto
a Dios Todopoderoso, libre y públicamente, según los dictados de su conciencia.”
“1. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión. Este derecho implica
la libertad de conservar su religión o sus creencias, o de cambiar de religión o de creencias, así
como la libertad de profesar y divulgar su religión o sus creencias, individual o colectivamente,
tanto en público como en privado. 2. Nadie puede ser objeto de medidas restrictivas que
puedan menoscabar la libertad de conservar su religión o sus creencias o de cambiar de religión
o de creencias. 3. La libertad de manifestar la propia religión y las propias creencias está sujeta
únicamente a las limitaciones prescritas por la ley y que sean necesarias para proteger la
seguridad, el orden, la salud o la moral públicos o los derechos o libertades de los demás. 4.
Los padres, y en su caso los tutores, tienen derecho a que sus hijos o pupilos reciban la
educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.”
“1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este
derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección, así
como la libertad de manifestar su religión o sus creencias, individual o colectivamente, tanto
en público como en privado, mediante el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y la
enseñanza. 2. Nadie será objeto de medidas coercitivas que puedan menoscabar su libertad de
tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección. 3. La libertad de manifestar la
propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente a las limitaciones prescritas
por la ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos,
o los derechos y libertades fundamentales de los demás. 4. Los Estados Partes en el presente
Pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres y, en su caso, de los tutores legales,
para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con
sus propias convicciones.”
“5. El Comité hace notar que la libertad de “tener o adoptar” una religión o unas
creencias comporta forzosamente la libertad de elegir la religión o las creencias, comprendido
el derecho a cambiar las creencias actuales por otras o adoptar opiniones ateas, así como el
derecho a mantener la religión o las creencias propias. (…) La misma protección se aplica a
los que tienen cualquier clase de creencias de carácter no religioso…”
Y concluyó que:
“9. El hecho de que una religión se reconozca como religión de Estado o de que se establezca
como religión oficial o tradicional, o de que sus adeptos representen la mayoría de la
población no tendrá como consecuencia ningún menoscabo del disfrute de cualquiera de los
derechos consignados en el Pacto, comprendidos los artículos, ni ninguna discriminación
contra los adeptos de otras religiones o los no creyentes…” (Comité de Derechos
Humanos, Observación General N° 22, 48° período de sesiones, 20 de julio de 1993,
el subrayado no está en el original).
“... con los principios que informan el derecho internacional de los derechos humanos, de
actual ‘jerarquía constitucional’ según la reforma de 1994...” (CSJN, caso“Nápoli”, Fallos:
321:3630, voto de la mayoría, consid. 18º; en el mismo sentido, casos “Brusa”, Fallos:
326:4816 y “Dito”, sentencia del 28.7.2009 y sus citas, publicado en Abeledo Perrrot
Online, entre otros).
Es decir, no queda duda alguna que las distinciones basadas en las creencias
religiosas de los individuos constituyen lo que se denomina en derecho
constitucional argentino y comparado “categorías sospechosas”, las que se
encuentran afectadas por una fuerte presunción de inconstitucionalidad. Esta
doctrina ha sido claramente explicada en la reciente jurisprudencia de la Corte
Suprema de la Nación. En el caso “Partido Nuevo Triunfo” (sentencia del 17.3.2009,
publicada en L.L. del 9.4.2009), el Tribunal sostuvo:
“5°) Que, a fin de abordar esta cuestión, se debe tener particularmente presente que el
derecho genérico de las personas a ser tratadas de modo igual por la ley no implica una
equiparación rígida entre ellas, sino que impone un principio genérico — igualdad ante la
ley de todos los habitantes— que no impide la existencia de diferenciaciones legítimas. La
igualdad establecida en la Constitución no es otra cosa que el derecho a que no se establezcan
excepciones o privilegios que excluyan a unos de lo que en iguales circunstancias se concede
a otros (Fallos: 153:67, entre muchos otros). El criterio de distinción no debe ser arbitrario
o responder a un propósito de hostilidad a personas o grupos de personas determinados
(Fallos: 229:428), o tratar desigualmente a personas que están en circunstancias de hecho
esencialmente equivalentes (Fallos: 229:765).
“Así, cuando esta Corte ha tenido que resolver sobre la constitucionalidad de leyes que
utilizan tales clasificaciones basadas en alguno de esos criterios expresamente prohibidos, lo
ha hecho partiendo de una presunción de inconstitucionalidad (Fallos: ‘Hooft’ 327:5118;
‘Gottschau’ 329:2986 y ‘Mantecón Valdez’ 331:1715). Por lo tanto, el trato desigual será
declarado ilegítimo siempre y cuando quien defiende su validez no consiga demostrar que
responde a fines sustanciales — antes que meramente convenientes— y que se trata del
medio menos restrictivo y no sólo uno de los medios posibles para alcanzar dicha
finalidad” (el énfasis ha sido agregado).
Esta doctrina de las “categorías sospechosas” también ha sido adoptada por
distintas jurisdicciones nacionales a los fines de declarar la invalidez de normas que
restringían el ejercicio de los derechos de las personas con base en su origen
nacional, en su edad o en su género[14].
“… que la posible lesión a las legítimas creencias de un ciudadano, (…) puede alcanzar no
sólo a aquellos que profesan un culto en particular sino a quienes establezcan una determinada
jerarquía entre sus valores éticos (…). En tal sentido, el ámbito de posible violencia
estatal al fuero interno se amplía en forma considerable, abarcando el sistema de
valores no necesariamente religiosos en los que el sujeto basa su propio proyecto de
vida. Una interpretación diferente, nos llevaría al contrasentido de proteger el derecho a la
libertad de cultos, como una forma de exteriorización del derecho a la libertad de conciencia, y
no atender a este último como objeto de protección en sí mismo.
“10) Que el estatuto constitucional que rige nuestros destinos desde hace 135 años tiene entre
sus propósitos fundamentales el de asegurar la libertad para nosotros, para nuestra posteridad
y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. Las libertades
consagradas en su capítulo primero requieren un ejercicio efectivo para no quedar reducidas
a simples declaraciones de deseos. Pero es necesario puntualizar también, que este ejercicio
puede verse sujeto a las exigencias que razonablemente establezca la ley, de tal modo de
garantizar la igualdad de los individuos que, en lo atinente a sus creencias significa que se es
igual por merecer el mismo respeto y consideración cualesquiera fuesen las ideas religiosas
que se sostengan, y aun cuando ninguna se sostenga. Según esta concepción, en un sistema
democrático como el nuestro, se impone al Estado una actitud imparcial frente a los
gobernados, aun cuando éstos profesen cultos que la mayoría rechace. Ello está
instituido por el art. 19 de nuestra Ley Fundamental, en el sentido que le dieron los
constituyentes. En cuanto al alcance de esta última norma, cabe recordar que todas
las acciones privadas de los hombres afectan de algún modo a los terceros, y si no se
considerara la existencia de éstos, tampoco podría concebirse la ofensa al orden y a
la moral públicos. Y al afectar a terceros, está latente la posibilidad cierta de
causarles perjuicios en algún interés que sea legítimo, o sea, cuya última tutela surja
de la Constitución Nacional. Ahora bien, es evidente que la legitimidad mencionada
no depende de que el interés en juego pueda corresponder a una mayoría o minoría
de sujetos. La libertad civil asentada por la Constitución se extiende a todos los
seres humanos por su simple condición de tales, y no por la pertenencia a
determinados grupos o por su profesión de fe respecto de ideales que puedan
considerarse mayoritarios. La democracia, desde esta perspectiva, no es sólo una
forma de organización del poder, sino un orden social destinado a la realización de
la plena personalidad del ser humano. De otro modo, no se habrían establecido derechos
individuales para limitar anticipadamente la acción legislativa; por el contrario, se hubiera
prescripto al legislador la promoción del bienestar de la mayoría de la población, sin tener en
consideración a las minorías. La garantía, de la igualdad ante la ley carecería de sentido e
imperarían, sin control, los intereses mayoritarios, sin importar el contenido que
tuviesen…” (caso “Portillo”, cit.; el énfasis ha sido agregado).
“…corresponde señalar que símbolo es, según el Diccionario de la Real Academia Española,
la “representación sensorialmente perceptible de una realidad, en virtud de rasgos que se
asocian con ésta por una convención socialmente aceptada”. Por su parte, signo es el “objeto,
fenómeno o acción material que, natural o convencionalmente, representa o sustituye a otro
objeto, fenómeno o acción”. Y, en otra acepción, es “indicio, señal de algo.
“Y el signo y la señal son instrumentos que tienen por función la trasmisión de mensajes,
como lo enseña contemporáneamente la semiología (Prieto, Luis J. Messages et
signaux, Presses Universitaires de France, París 1966, págs. 5 y 9). Más aún cuando ciertos
signos poseen connotación común, esto es, las asociaciones que tiene en la mente el grupo de
personas que los usan (Hospers, op. cit., págs. 70/71)…”. (op. cit, cons. 19).
“Se puede creer en muchos dioses (politeísmo) o en uno (monoteísmo). Se puede creer en un
Dios que creó el mundo y luego lo dejó marchar por sí mismo en magnífico aislamiento
(deísmo) o en uno que continúa ejerciendo su influencia sobre el curso del mundo en cada
estadío de su historia (teísmo). Se puede creer que no hay Dios en absoluto (ateísmo), o que no
tenemos derecho, sobre la base de los indicios disponibles, a creer que Dios existe ni que no
existe (agnosticismo, literalmente “no-se-ísmo”)” (Introducción al Análisis filosófico, ed.
Alianza Universidad Textos, 1982, pág. 525).
“…entre los habitantes de la República existen también quienes, por ejemplo, no profesan
religión alguna, o son fieles de algunas de las otras grandes religiones monoteístas (como el
judaísmo y el islamismo), o los que, confesándose cristianos, no confieren a María el lugar
privilegiado…” (op. cit., cons. 18).
Y más adelante concluye:
“Todos los habitantes de la Nación, sean cuales fueran sus posturas en esta materia,
gozan de la tutela de la Constitución, con igual intensidad y sin grados de preferencia
o minusvalía. Aquélla es la Ley Fundamental de un país en el cual la unión no está
dada por la común adscripción a un credo religioso –al modo como se la concebía en
la cristianidad medieval- sino por el generoso acogimiento a “todos los hombres del
mundo que quieran habitar el suelo argentino” (Preámbulo). Y esta Corte Suprema
debe cumplir dicha Constitución, procurando que la mayoría respete a todas las
minorías que componen la Nación…” (op. cit., cons. 18, el énfasis ha sido agregado).
Así las cosas, seguramente existirá una parte de la población no católica que
no ofrecerá reparos al observar la virgen entronizada en la sede de uno de los
poderes del Estado provincial. Pero es claro, también, que otra parte de la población
que no profesa la religión mayoritaria se siente discriminada al enfrentarse con una
simbología que les es totalmente ajena. Más aún, tal como expresa Petracchi:
“casi inevitablemente algunos se sentirán tentados por la idea de camuflar sus creencias (o la
ausencia de ellas), con tal de adecuarse a lo que sería percibida como la religión dominante”.
Esto es, lo que puede ser positivo para algunas personas religiosas puede ser
emocionalmente perturbador para quienes profesan otras religiones o para aquéllos
que no profesan religión alguna.
“Los magistrados, funcionarios y empleados del Poder Judicial que no profesan credo
alguno, o son fieles de religiones que no incluyen el culto mariano, no podrán menos
que sentirse discriminados en cuanto no católicos y presionados por una imaginería
que sentirían, por lo menos, como totalmente ajena. Más aún: casi inevitablemente
algunos se sentirán tentados por la idea de camuflar sus creencias (o la ausencia de
ellas), con tal de adecuarse a lo que sería percibida como la religión dominante.
“Esa entronización resulta incoherente con la amplia libertad que esta Corte ha reconocido a
los magistrados y funcionarios, al momento de elegir fórmulas de juramento. Estas garantizan
con tal amplitud el pluralismo filosófico y religioso de los que juran, que una de las fórmulas
no incluye ni siquiera una referencia genérica a la divinidad: solo la “Patria” y el “honor” son
mencionados (conf. Art. 17 del Reglamento ara la Justicia Nacional, ap. C).
“En cuanto a los justiciables que concurren a los tribunales, se pueden producir los
ya señalados efectos de discriminación y presión sobre sus legítimas convicciones en
la materia, con el consiguiente riesgo de que éstas se disimulen en lugar de expresarse
libremente.
“En efecto, en algunos de los problemas que diariamente se discuten ante los juzgados, la
Iglesia Católica ha tomado postura explícitamente, ¿Cómo evitar, de aceptarse la adhesión a
uno de los símbolos capitales del credo católico, que quienes litigan ante aquellos se hagan a la
idea de que sus asuntos serán resueltos en todos los casos a pie juntillas con lo que piensa la
jerarquía de la Iglesia?. Eso los hará sentir, de no pertenecer a aquella, como habitantes “de
segunda”, comparados con los que profesan la religión mayoritaria, al par que les inspirará
fuertes dudas sobre la independencia de criterios de quienes les administran justicia.
“Es cierto que un juez de la Constitución es independiente de todo lo que no sea aquélla.
Empero, aquí resulta aplicable el conocido adagio de que “no solo hay que serlo, sino
parecerlo”. Además, en la medida en que el Poder al que pertenece explicite adscripciones
institucionales a un credo específico – aunque fuere el mayoritario – no podrá evitarse que los
litigantes que no integran esa mayoría piensen, muy humanamente, que en esos temas revelar
sus legítimas creencias ocasionará dificultades y que, en cambio, soslayarlas podrá procurarles,
tal vez, cierto rédito.
“22) Que todo lo expuesto evidencia que la entronización existente no se compadece con el
reseñado alcance del art. 2º de la C.N., ni con las garantías constitucionales de igualdad y
libertad de cultos (arts. 14 y 16 de la Ley Suprema), ni con las normas internacionales citadas
en el considerando 19º.
“Nada de eso. Aquí de lo que se trata es de no afiliar a un Poder del Estado – que es,
por definición, de todos y para todos – a un culto determinado, por mayoritario que
sea. La Nación argentina es lo que une, bajo sus símbolos, a todos sus habitantes,
cualquiera que sean sus creencias o afectos. De allí el cuidado con que deben evitarse
los signos, por respetables que sean, que puedan inducir a creer que lo que es de todos
pueda tener dueños o titulares preferentes.”
Además, como veremos en el apartado que sigue, no existe un interés
legítimo de la Legislatura que permita justificar el acto de la entronización de una
imagen religiosa en su sede.
“… entre el pasado y el presente, hay signos, símbolos y señales que sirve de ancla y sostén
y puente a nuestro pueblo. En estos símbolos se reconocen argentinos, y muchos hermanos
Latinoamericanos. Y entre ellos, podemos poner sin lugar a duda a la imagen de la Virgen
de Luján…”
Primero. Esta afirmación resulta inexacta. Indudablemente existen signos,
símbolos y señales que constituyen un apoyo para determinadas sectores de la
población, pero en modo alguno se puede afirmar que dichos signos, símbolos o
señales tengan idéntico significado para todo el pueblo argentino, como parece
concluir el párrafo citado.
Esta identificación casi absoluta que hace la resolución entre el pueblo como
un todo y la Virgen de Lujan es, a todas luces, ficticia. En primer lugar, si bien es
común escuchar que la mayoría de nuestro pueblo profesa el culto Católico
Apostólico Romano, lo cierto es que esta conclusión no puede ser tenida por cierta
sin más reflexión y análisis. Por el contrario, la misma puede brindar mensajes
equivocados si no se llena de contenido a la expresión “profesar un culto”. Así, por
ejemplo, la “Primera Encuesta sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina”,
elaborada por el CONICET y publicada en 2008 mostró cifras contundentes referidas
a la práctica de la religión católica en nuestro país. Del 75% de personas que se
declaraban católicas, sólo el 23,1 % admitió relacionarse con Dios a través de la
institución eclesial[20].
Con ello queremos decir que, incluso, para muchas personas que conforman
esa supuesta mayoría católica, la Virgen de Luján, nada significa.
Segundo. Aún en el caso de que dicha imagen sirviera de sostén por igual para esa
gran mayoría, de todos modos, no puede tomarse esa parte mayoritaria por el todo.
Por el contrario, las garantías constitucionales y el sistema de protección de los
derechos humanos han sido creados, justamente para proteger a las minorías del
daño que puedan causarle las decisiones o actos de las mayorías. El presente caso es
un ejemplo de ello. La resolución toma por la totalidad del pueblo sólo a una
mayoría olvidando que los ciudadanos que profesan otros cultos o que simplemente
no profesan ninguno, son tan parte del Estado provincial como las personas que
profesan el culto católico. Aquellas personas en modo alguno se identifican con la
imagen de la virgen de Luján y hasta para algunos, el mensaje que la misma
transmite, puede no resultar de su agrado.
Más adelante, la resolución menciona a los próceres que han tenido alguna
vinculación con la virgen de Luján (Belgrano, San Martín, entre otros), remarca
sutrascendencia internacional al haber sido “declarada Patrona Jurada de Argentina,
Uruguay y Paraguay” y al haber recibido ofrendas de pueblos hermanos en su
santuario, y más adelante señala que “en el siglo pasado, la Virgen de Luján fue
venerada por muchos presidentes argentinos”.
“…Y somos nosotros, que al comienzo de este siglo XXI, añadiremos un galón más a la muy
venerada Imagen de la Pura y Limpia Concepción del río Luján.
“Con este acto, la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, reconoce en las
vísperas del Bicentenario, que es la Virgen de Luján. Para los creyentes; Patrocinio y
acompañamiento; y para aquellos que no comparten la fe: la simbología y la tradición. Desde
este día, ella custodiará y velará los pasos en esta Casa, en la cual está representado todo el
pueblo de la región bonaerense, el cual, desde la «muy noble y fiel villa de Luján» cobija bajo
su manto celeste y blanco…”.
“Es indudable que, en general, el ordenamiento jurídico de San Marino garantiza la libertad de
conciencia y de religión. Sin embargo, en el presente caso, requerir que los denunciantes juren
por los Evangelios significa exigir que dos representantes electos del pueblo juren lealtad a una
religión determinada, requisito éste que no es compatible con el art. 9 de la Convención. Tal
como correctamente lo señaló la Comisión, sería contradictorio someter el ejercicio de un
mandato destinado a representar diferentes puntos de vista en la sociedad a un
compromiso previo a favor de un conjunto determinado de creencias” (TEDH, caso
“Buscarini v. San Marino”, sentencia del 18.2.1999, cons. 39; el énfasis ha sido
agregado).
Y completó: “Yo nunca tuve un crucifico en mi despacho porque soy una funcionaria
de un Estado laico como es el argentino”. Además, dijo que debe tener en cuenta que
recibe a gente de las más variadas religiones o de ninguna “y de eso se trata –
redondeó– la libertad de culto”[21].
La diputada porteña María José Lubertino, entre otros legisladores, fue aún
más lejos. Con fecha 4 de octubre de 2010 la diputada presentó públicamente un
proyecto de ley cuyo objetivo es “impulsar el efectivo cumplimiento del principio de
inviolabilidad de la libertad religiosa consagrado en la Constitución de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires y el laicismo del Estado en el ámbito de la Ciudad”. Para ello, el
proyecto “prohíbe la instalación o exhibición permanente de imágenes o motivos religiosos
en todos los edificios y espacios públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.” Se
contempla además que las “imágenes y motivos religiosos existentes al momento de la
sanción de la presente Ley deberán ser removidos en el plazo de seis meses por la Autoridad
de Aplicación que el Gobierno de la Ciudad determine.”[23].
El art. 13 de la Ley 12.008 establece que estará legitimada para deducir las
pretensiones previstas en el Código, “toda persona que invoque una lesión, afectación o
desconocimiento de sus derechos o intereses tutelados por el ordenamiento jurídico.”
Ante todo, cabe señalar que si bien la Ley 12.008 no prevé expresamente la
acción colectiva, su art. 13 establece que estará legitimado quien invoque
afectaciones de sus derechos o intereses tutelados por el “ordenamiento jurídico”.
Naturalmente dentro del “ordenamiento jurídico” se incluyen las normas que
regulan las acciones colectivas, entre ellas, el art. 43 de la CN. Por ende, el art. 13 de
la ley mencionada al remitirse al “ordenamiento jurídico” contempla la posibilidad
de que se interpongan acciones colectivas.
Por otra parte, la Asociación Civil Ateos de Mar del Plata, fundada en el año
2009, tiene entre sus objetivos específicos la promoción de acciones como la que aquí
se interpone. Así, según surge del Estatuto de la asociación cuya copia se acompaña,
constituyen su objeto el “realizar denuncias y campañas de divulgación para defender la
libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión”.
Así las cosas, es indiscutible que las asociaciones de bien público cuyo objeto
estatutario comprende la defensa de los derechos de las personas están legitimadas
para iniciar acciones colectivas y obtener una sentencia que restablezca el derecho
vulnerado a favor del grupo afectado y así lo ha reconocido la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, en forma invariable en diversos precedentes[24].
“La doctrina considera que la Constitución Nacional, en el art. 43, da amparo a los intereses
difusos, bajo la calificación de "derechos de incidencia colectiva en general", legitimando al
"afectado, el Defensor del Pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas
conforme a la ley", para obrar por ante los tribunales de Justicia. La Constitución de la
Provincia de Buenos Aires ampara "el ejercicio de los derechos constitucionales individuales
y colectivos" (artículo 20), dentro de los cuales se inscriben los intereses difusos...”[25] (el
destacado nos pertenece).
“No sólo los derechos e intereses individuales sino también los colectivos reciben protección
explícita a través de las mentadas garantías. Es así que esta Corte no ha opuesto reparos a la
legitimación en acciones promovidas en resguardo de situaciones de carácter colectivo“[26].
Por su parte, la Asociación Civil Ateos Mar del Plata desde su creación, ha
realizado numerosas actividades con el fin de fomentar el laicismo mediante
debates, proyectos de ley, declaraciones en los medios, denuncias y acciones
públicas. Entre otras actividades se destaca el II Congreso Nacional de Ateísmo en
Argentina celebrado los días 2, 3 y 4 de abril de 2010 en la ciudad de Mar del Plata.
Los próximos 9, 10 y 11 de septiembre de 2011 se llevará a cabo en la misma ciudad
el III Congreso Nacional de Ateísmo en Argentina con el lema "Por la recuperación
del Estado Laico".
En conclusión, tanto la ADC como la Asociación Civil Ateos Mar del Plata se
encuentra legitimada no sólo porque el objeto de la presente acción se corresponde
con los fines y objetivos de su creación sino también porque su trayectoria en la
materia determina que puede ejercer adecuadamente la representación colectiva
invocada.
El caso que aquí se plantea, resulta subsumible dentro del último grupo de
derechos enunciado por la CSJN, es decir, derechos de incidencia colectiva
referentes a intereses individuales homogéneos. En lo que sigue demostraremos el
acierto de tal afirmación.
Pues bien, la acción aquí planteada cumple con los mencionados requisitos.
Veamos.
“Que basta esta comprobación inmediata para que la garantía constitucional invocada sea
restablecida por los jueces en su integridad, sin que pueda alegarse en contrario la inexistencia de una
ley que la reglamente: las garantías individuales existen y protegen a los individuos por el
solo hecho de estar consagradas por la Constitución e independientemente de las leyes
reglamentarias”[30].
"Lo expuesto en los considerandos precedentes resulta acorde con las exigencias de
cooperación, armonización e integración internacionales que la República Argentina
reconoce, y previene la eventual responsabilidad del Estado por los actos de sus órganos
internos, cuestión a la que no es ajena la jurisdicción de esta Corte en cuanto pueda
constitucionalmente evitarla. En este sentido el Tribunal debe velar porque las relaciones
exteriores de la Nación no resulten afectadas a causa de actos u omisiones oriundas del
derecho argentino que, de producir aquel efecto, hacen cuestión federal trascendente."[31].
Más adelante, al fallar el conocido caso "Giroldi", la Corte Suprema, en un
fallo unánime, establece la doctrina que posteriormente seguirá hasta nuestros días,
siempre con cita de este mismo considerando:
"12° Que, en consecuencia, a esta Corte, como órgano supremo de uno de los poderes del
gobierno federal, le corresponde –en la medida de su jurisdicción- aplicar los tratados
internacionales a que el país está vinculado en los términos anteriormente expuestos, ya que
lo contrario podría implicar responsabilidad de la Nación frente a la comunidad
internacional. En tal sentido, la Corte Interamericana precisó el alcance del art. 1° de la
Convención, en cuanto a los Estados parte deben no solamente "respetar los derechos y
libertades reconocidos en ella", sino además "garantizar su libre y pleno ejercicio a toda
persona sujeta a su jurisdicción". Según dicha Corte, "garantizar" implica el deber del
Estado de tomar todas las medidas necesarias para remover los obstáculos que
pueden existir para que los individuos puedan disfrutar de los derechos que la
Convención reconoce. Por consiguiente, la tolerancia del Estado a circunstancias o
condiciones que impiden a los individuos acceder a los recursos internos adecuados para
proteger sus derechos, constituye una violación del art. 1.1. de la Convención (opinión
consultiva N° 11/90 del 10 de agosto de 1990 -"Excepciones al agotamiento de los recursos
internos", párr. 34). Garantizar entraña, asimismo, "el deber de los Estados parte de
organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las
cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar
jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos (id., parág. 23)."[32] (el
resaltado no está en el original).
“… no basta con que los recursos existan formalmente, sino que es preciso que tengan
efectividad (…) Dicha efectividad supone que, además de la existencia formal de los recursos,
éstos den resultados o respuestas a las violaciones de derechos reconocidos (…) La Corte ha
reiterado que dicha obligación implica que el recurso sea idóneo para combatir la violación, y
que sea efectiva su aplicación por la autoridad competente. En ese sentido, no pueden
considerarse efectivos aquellos recursos que, por las condiciones generales del país o incluso
por las circunstancias particulares de un caso dado, resulten ilusorios”[33]
“... Las garantías a la tutela judicial efectiva y al debido proceso imponen una interpretación
más justa y beneficiosa en el análisis de los requisitos de admisión a la justicia, al punto que
por el principio ‘pro actione’, hay que extremar las posibilidades de interpretación
en el sentido más favorable al acceso a la jurisdicción”[34] (el énfasis ha sido
agregado).
Por todas las razones expuestas, los suscriptos, están plenamente legitimados
para interponer la presente demanda.
V.4. Conclusión
Asimismo, tanto la Asociación Ateos de Mar del Plata como la Asociación por
los Derechos Civiles resultan sujetos idóneos para llevar adelante la presente acción
en tanto su objeto se corresponde a los fines, objetivos y trayectoria de las
organizaciones firmantes, asegurando, de este modo, la calidad en la representación,
garantizando idoneidad en el desempeño y resguardando a aquellas personas que
ven afectado su derecho al ejercicio de la libertad de culto en condiciones de
igualdad y no discriminación de cualquier perjuicio que pueda producirse por
defectos en la representación.
Según Gordillo,
A la luz de lo dicho, resulta claro que la resolución que aquí se impugna, por
medio de la cual se dispuso la entronización de la imagen religiosa, es un acto
administrativo emanado de una de las Cámaras del Poder Legislativo provincial. No
puede, en cambio, considerarse un acto emitido en ejercicio de actividad legislativa,
ya que el mismo se ejerce no en función de aquella potestad asignada por la
Constitución provincial, sino en virtud del ejercicio de funciones administrativas,
como es la potestad de la H. Cámara de tomar decisiones relacionadas con el
funcionamiento y administración del edificio en el cual desempeña sus actividades.
Así, la decisión de entronizar la imagen religiosa es asimilable a las decisiones que
la H. Cámara puede tomar, por ejemplo, a fin de llevar a cabo reformas dentro del
edificio, decorar espacios, etc.
VII. PRUEBA
1) Prueba Documental:
e) Nota presentada por la ADC y la Asociación Civil Ateos Mar del Plata al
Presidente de la H. Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires
con fecha 15 de noviembre de 2010 mediante la cual solicitó el retiro de la
imagen religiosa.
f) Pronto despacho presentado por la ADC al Presidente de la H. Cámara
de Diputados de la Provincia de Buenos Aires con fecha 28 de febrero de
2011.
2) Prueba informativa:
XI. PETITORIO
SERÁ JUSTICIA
[1] Nuestra Corte Suprema ha hecho referencia a la fuerza interpretativa del
informe mencionado (cfr. doctrina de Fallos 120:372 y sus citas: 141 U.S.268; 166
U.S. 290; 33:228; 77:319; 100:51 y 337; 114:298; 115:186; Sutherland y Lewis, Statues
and Statutory Construction, párrafo 470, segunda edición, 1904 y los fallos allí
mencionados).
[10] Fayt, Carlos, Derecho Político, Depalma, Bs. As., 1985, Tomo I, 6ª edición
inalterada, pág. 347.
[14] Ver, entre otros, casos “Carosio”, Suprema Corte de la Provincia de Mendoza,
sentencia del 23.10.1992, J.A. 1993-III-148; “Barcena”, Suprema Corte de la Provincia
de Buenos Aires, sentencia del 20.9.2000, J.A. 2002-II-781; “Salgado”, Tribunal
Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, sentencia del 21.11.2001, L.L.
2002-B-79 y “Fundación Mujeres en Igualdad v. Freddo”, Cámara de Apelaciones en
lo Civil de la Capital, sala “H”, sentencia del 16.12.2002, J.A.2003-II-415.
[15] Así, por ejemplo, la sala 1º de la Cámara Civil y Comercial de Bahía Blanca (Pcia.
de Buenos Aires), en el caso “C., H.L. v. Hospital Interzonal Dr. José Penna”,
sentencia del 26.8.2003, Abeledo Perrot Online.
[16] Suprema Corte de los Estados Unidos. Lynch v. Donnelly, 465 U. S., pág. 688
(1984) (voto concurrente de la juez O’Connor).
[17] Suprema Corte de los Estados Unidos. Lee v. Weisman, 505 U.S. 577 (1992).
[18] Suprema Corte de los Estados Unidos. Santa Fe Independent School Dist. v. Doe,
530 U.S. 290 (2000). En este caso, la Corte sostuvo que muchos estudiantes se ven
obligados a ir y que, además, concurrir a los partidos de fútbol es parte de una
experiencia educativa completa.
[19] Cfr. Suprema Corte de los Estados Unidos. Lee v. Weisman, 505 U.S. 577, pág.
631 (1992) (voto concurrente del juez Souter).
[27] CSJN, "Halabi, Ernesto c/ P.E.N. - ley 25.873 - dto. 1563/04 s/ amparo ley
16.986", sentencia del 24/02/2009.
[36] Balbín, Carlos, Curso de Derecho Administrativo, La Ley, Tomo I, pág. 113.