Sei sulla pagina 1di 3

Fatiga por compasión: "Los problemas de los demás me superan"

Cómo canalizar los sentimientos para ser de verdadera ayuda

https://elpais.com/elpais/2018/09/01/buenavida/1535785720_784368.html

ALEJANDRO TOVAR
Siempre atento, siempre dispuesto. Siempre encima, escuchando, sustentando. Dicen de
con usted da gusto, que su hombro es más que confortable para apoyarse y llorar. Y usted lo
hace con gusto; le sale de natural. Sobrelleva con solvencia cualquier situación, sabe lo que
hay que hacer. Es capaz de ponerse en la piel de los demás. Un ser empático.
Pero todo tiene un límite.
"Empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, aunque yo siempre he pensado
que esa definición no es demasiado certera", comienza María Dolores Sobrino, psicóloga y
responsable del Área de Intervenciones de la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental
(ASAPME), que matiza: "Nadie puede colocarse en el lugar del otro, porque ya está
ocupado". Más bien, ella entiende que empatía es la capacidad de comprender lo que le
sucede a otra persona para, desde nuestra posición, estar a su lado, junto a ella, apoyándola.
Y entiende también que sentir al 100% lo mismo que los demás es imposible. Aunque
nos podamos aproximar mucho. Es en esos casos cuando podemos sufrir las consecuencias
asociadas a un síndrome al que los profesionales sanitarios están más expuestos, pero que
cualquiera puede desarrollar: el Síndrome de Desgaste por Empatía (SDE). El psicólogo
Charles Figley le puso este nombre, alternándolo con el de Fatiga por Compasión, para
referirse al "agotamiento emocional que determinados profesionales sufren por trabajar con
clientes traumatizados", tras analizar el comportamiento de un grupo de voluntarios
neoyorkinos tras los atentados del 11 de septiembre.
A diferencia de otros síndromes que también acaban en agotamiento —
como el burnout, asociado al trabajo, que se manifiesta de forma repentina, cuando una
última gota colma el vaso—, el SDE cala poco a poco, de forma silenciosa, en nuestra
mente y emociones. Y, aunque sea más habitual en terapeutas, médicos y sanitarios en
general, puede desplegar su oscura sombra con casi cualquier persona que se vanaglorie de
ser increíblemente sensible a los dramas ajenos.
Cuándo sé que 'sus' problemas son ya 'mis' problemas
"La empatía es siempre una buena cualidad pero, como todo, conviene ajustarla al término
medio para encontrar la virtud", sostiene la psicóloga María Dolores Sobrino. Su labor
conlleva el contacto directo, diario, con enfermos mentales; cuadros clínicos e historias de
vida potencialmente duras, combinadas con el trabajo sobre las familias y el entorno del
paciente. "Hasta que te habitúas, es normal llevarte los problemas a casa, pero aprendes a
racionalizar. De lo contrario, sería imposible desarrollar esta especialidad".
Su perfil es profesional, lo que le hace estar preparada para ello. No así los demás. "Este
desgaste es más frecuente en personas un tanto dependientes, un tanto obsesivas, que
cuentan con un rasgo de la personalidad no lo suficientemente fuerte", avanza la psicóloga.
El SDE se revela, según el propio padre del término, Charles Figley, en forma de tres
síntomas: la re-experimentación constante, el embotamiento afectivo y la
hiperactivación, el estado sostenido de nervios.
En su estudio Compassion fatigue and resilience: A qualitative analysis of social work
practice (Fatiga por compasión y resiliencia: un análisis cualitativo del trabajo social), los
psicólogos Kapoulitsas y Corcoran añaden más consecuencias a esta lista y profundizan en
las de Figley: irascibilidad y cambios de humor repentinos, sentimientos de culpabilidad e,
incluso, sueños angustiosos. Hablan también de problemas para conciliar el sueño o
concentrarse. Además, este síndrome puede conducir a la anhedonia —incapacidad para
experimentar placer o disfrute— y a la pérdida de interés en cualquier contexto. Y,
sobre todo, se representa en forma de losa; la adquirida y contagiada por los problemas del
otro entendidos como propios.
El tiempo cuenta, según Sobrino: "Si una persona a la que quieres sufre una tragedia,
lógicamente, esta situación impactará en nosotros de forma negativa. El problema llega
cuando esta afección se prolonga en el tiempo", sostiene. La auténtica empatía llega
cuando, tras el trauma, el ajeno es capaz de tomar distancia y aplicar la racionalidad para,
desde ella, servir de sustento a aquel que realmente ha padecido el problema en primera
persona.
Cómo ayudar (y ayudarse) sin bloquear los sentimientos negativos
Es lógico pensar que será imposible curar al otro si se tiene la misma dolencia. Y es lógico
que situaciones así nos lleven a la tentación de bloquear las emociones, dejar de prestarles
atención. Error: "Es importantísimo, fundamental, atender todas las emociones, puesto que
constituyen las alarmas que nos conducen a las herramientas con las que afrontar las
situaciones y solucionarlas", asegura Sobrino.
La solución al Síndrome por Desgaste de Empatía no viene dada por el bloqueo de los
sentimientos negativos, sino por el paso de estos por el filtro de la racionalidad. "Entender
que la desgracia humana forma parte de la vida y adoptar los estímulos negativos será
el primer paso para convertirse en un ser empático realmente sano y predispuesto a
colaborar", completa Sobrino, y añade: "En un dúo en el que uno está aquejado de un dolor
y el otro quiere contribuir a su sanación, deberá ser este segundo quien, con la cabeza fría,
establezca el criterio para levantar al dolorido".
Así que, primero, afrontar y entender. La psicóloga acude de nuevo a la idea de que es
imposible calzarse los zapatos del otro, puesto que ya están ocupados. Y, para no terminar
encajando el pie a presión, contagiado de la pena del otro, resulta fundamental operar
desde la mejor versión de uno mismo. Para eso, la meditación y la atención plena,
el mindfulness, "presentan muchos beneficios, puesto que ayudan a conectar con la
racionalidad y la tranquilidad interior", continúa Sobrino. Lo mismo sucede con las
actividades de ocio y con ejercicios que salvaguarden el equilibrio emocional, como las
cuatro C que le contamos en BuenaVida para encontrar la felicidad en lugar del
placer.
Aunque el consejo básico sigue siendo el de practicar "la reflexión, mantener la calma;
darse tiempo para, desde la serenidad de ser un elemento externo, poder actuar como ser
empático equilibrado", concluye Sobrino. Porque si se trata de enjugar lágrimas, más vale
que no se presente como un pañuelo ya empapado.
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2699394/

https://www.intramed.net/buscar_resultado.asp?buscar_texto=sindrome%20de%20Burnout

http://www.redalyc.org/pdf/2819/281944843006.pdf
http://journals.sagepub.com/doi/10.1177/1473325014528526

Potrebbero piacerti anche