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25 años de cárcel por fraude empresarial

En octubre del año pasado, Jeffrey Skilling, alto ejecutivo de la


empresa norteamericana Enron, fue condenado a 25 años de prisión
por el juez Sim Lake. Kenneth Lay, presidente de Enron, enfrentaba una
pena similar en el mismo caso, pero murió de un ataque al corazón tres
meses antes de la sentencia.

El caso de Enron, gran empresa energética con ingresos de US$ 111,000


millones en el 2000 (más de 2 veces el PBI peruano de ese año), fue
solo uno de la serie de "grandes escándalos empresariales" que fueron
destapados por el Security Exchange Commission (lo que en el Perú es
la Conasev) en los años 2001 y 2002.

Los "escándalos corporativos" tuvieron 2 actores principales: de un


lado, las empresas que actúan en una determinada rama de negocios.
Por ejemplo, entre otras, a Enron, Duke Energy, Merrill Lynch, JP
Morgan, General Electric, Bristol Myers. De otro lado están las
empresas auditoras que certifican la veracidad de los estados
financieros de las empresas que actúan en las ramas de negocios. Entre
las principales auditoras mencionadas en los escándalos están Ernst &
Young, Arthur Andersen, Deloitte & Touche, PriceWaterhouseCoopers
y KPMG.

En el caso de Enron, desde 1997-1998 comienzan los problemas debido


a malos negocios que provocan fuertes deudas. En lugar de "airear" los
problemas, los ejecutivos de Enron emiten informes falsos, donde se
disimulan las deudas y se inflan las ganancias, con maquillajes avalados
por las auditoras. Uno de los fraudes empresariales típicos es el
siguiente: la empresa comete algún acto ilícito y la auditora lo cubre.
Así, por ejemplo, en el 2001, cuando ya había estallado el escándalo
Enron, los ejecutivos de Arthur Andersen (auditora de Enron)
ordenaron a sus empleados que destruyan los documentos de Enron
para evitar ser inculpados.

El caso de Skilling, con 19 acusaciones de fraude, conspiración, engaño


y uso de información privilegiada, es uno de los más ilustrativos.
Durante todo el 2001, mientras el valor de las acciones de Enron en la
Bolsa de Nueva York bajaba en picada, Skilling declaraba públicamente
que no había nada de qué preocuparse y que la recuperación de la
empresa estaba "a la vuelta de la esquina", por lo cual los tenedores de
acciones de Enron no debían venderlas. Pero Skilling, como alto
ejecutivo, tenía información privilegiada y sabía que a la empresa le iba
de mal en peor. Así, Skilling y otros altos ejecutivos de Enron como
Kenneth Lay (presidente de Enron), Lou Pai, Jim Derrick, Ken Rice y
Robert Belfer venden decenas de millones de dólares en acciones de
Enron. O sea: se "salvaron" ellos y dejaron con las pérdidas a todo el
resto. No se puede dejar de mencionar la cercanía de los ejecutivos de
Enron a Dick Cheney y todo el entorno del Poder Ejecutivo. Y también
que el caso de Skilling no es el único con penas severas para los
criminales de cuello y corbata. Allí está el presidente de WorldCom,
Bernard Ebbes, que recibió 25 años por su responsabilidad en un
fraude contable de más de US$ 11,000 millones y Dennis Kozlowski, de
Tyco Internacional, recibió una sentencia de 8 a 25 años por un caso
similar. A fines del 2001, Enron se declaró en bancarrota y se perdieron
más de 7,000 empleos, US$ 60,000 millones de acciones, así como US$
2,000 millones de los fondos de pensiones de los empleados y obreros
de la empresa. Es por eso que el juez Sim Lake le dijo a Skilling: "Sus
crímenes han hecho que cientos de personas, si no miles, tengan una
sentencia de pobreza de por vida".
CASOS DE DISCUSIÓN.
Orange & Alliott Group, una firma de auditores, auditó a un cliente pequeño,
propietario de una empresa de alta tecnología que desarrollaba software. Una
parte importante del capital del cliente la proporcionó una sociedad limitada
integrada por 40 miembros. Los propietarios de este negocio eran personas
conocidas y profesionales, entre ellas, varios abogados. Orange & Alliott Group
auditó la compañía por cuatro años consecutivos, desde sus inicios, por una cuota
anual promedio aproximada de $33,000. Las auditorías las realizaron de forma
adecuada auditores competentes. Para la firma y para quienes posteriormente
revisaron las auditorías era obvio que éstas cumplían con los estándares de
auditoría generalmente aceptados en todos sus aspectos. A mediados del quinto
año de existencia de la compañía se hizo evidente que el plan de mercadeo que
ésta había desarrollado era demasiado optimista y que iba a requerir de capital
adicional o un cambio importante de estrategia. Se sondeó a los socios limitados y
se negaron a proporcionar capital. La compañía revisó su situación financiera y se
declaró en bancarrota. Los socios limitados perdieron su inversión en ella.
Posteriormente, presentaron una demanda contra todas las partes involucradas en
la empresa, incluidos los auditores. En los años siguientes, los auditores
procedieron a preparar la defensa contra la demanda. Examinaron a fondo los
hechos consumados, contrataron a un testigo experto en asuntos relacionados con
auditorías, presentaron mociones, etc. Intentaron un acuerdo varias veces, pero
los demandantes no se ponían de acuerdo en una cantidad razonable. Finalmente,
durante el segundo día del juicio, los demandantes determinaron una cantidad
nominal. Era claro que los demandantes sabían que los auditores no tenían culpa,
pero aun así los mantuvieron en la demanda. El costo total que desembolsó la
firma de auditoría fue de 1.5 millones de dólares, sin mencionar el tiempo del
personal, los posibles daños a su reputación, además del estrés general y la tensión
que padecieron todos sus integrantes. Por otra parte, el costo de esta demanda, en
la que los auditores eran completamente inocentes, fue más de 75 veces la cuota
de auditoría anual promedio que ganaron del cliente.

Realice una distinción entre fracaso empresarial, Fracaso de auditoría y


riesgo de auditoría

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