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PERLA DEL PLATA

En esta letanía se invoca a María como perla y se la ubica en un lugar determinado: del
Plata.

María, perla preciosa, ha nacido en el Plata. Ella ha querido nacer allí y allí ha crecido y
allí se ha manifestado.

El 13 de mayo (de 1900) se efectúa la proclamación oficial de la Virgen de Luján, como Patrona
Principal de La Plata y de la Provincia de Buenos Aires. Terminado el solemne pontifical, se da
lectura al Breve de Su Santidad (León XIII), que concede el título de Patrona a la Virgen Santísima,
bajo la advocación de Luján. Posteriormente, el Obispo juró públicamente con las autoridades
civiles el referido Patronazgo .

María es una perla. Y ¿cómo se forman las perlas? Las perlas se forman por el dolor, por
el sufrimiento, podríamos decir, porque cuando un cuerpo extraño entra en una ostra ella
segrega una substancia llamada nácar que va cubriendo ese cuerpo extraño, capa tras capa,
hasta que se forma una perla.

La perla comenzó a formarse por una herida producida por un cuerpo extraño.

¿Cómo se formó María? María es obra de Dios. Dios la predestinó eternamente para ser
su Madre y la Corredentora de los hombres y la dotó, en el tiempo establecido, de las gracias
necesarias para la misión a la cual la llamó. Dios se formó una Madre a su gusto para que lo
concibiese y lo diese a luz.

Ya desde que la creara Dios era una perla preciosa, la más bella entre todas las mujeres,
“Toda hermosa eres, no hay tacha en ti” . Dios la llenó de gracias, “Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo” ; le concedió la gracia de ser su Madre y la gracia de permanecer virgen.

La hizo tan bella que jamás tuvo mancha alguna. Los sufrimientos y dolores de Cristo se aplicaron
anticipadamente a María para que ella fuera hermosa. Los dolores que sufriera Jesús por nuestra
causa han formado esta perla hermosísima.

Los dolores que sufriera María en toda su vida, en especial, en la pasión de su Hijo la han
hermoseado porque la perla se forma por una herida. María sufrió muchos dolores que nosotros
le hemos producido por nuestras malas obras y ella sufriéndolos en silencio y en soledad, como
la perla que está en el fondo del mar, se ha hecho hermosa como ninguna perla sobre la tierra.

Y la verdadera hermosura de la perla está en que es natural, que se ha formado por obra
del Creador y se ha formado sola.

La verdadera perla, la perla preciosa es la que se extrae del fondo del mar. La perla
cultivada, que es hecha artificialmente no es tan bella y es de menos valor. Por eso los
verdaderos conocedores de perlas no sólo reconocen la verdadera perla preciosa sino que la
estiman mucho más que la perla cultivada.

La belleza de María está en sí misma. No necesita adornos ni objetos externos que la


embellezcan. En verdad la belleza de la mujer, su principal belleza, se da en el interior. La Virgen
no necesitó adornarse para aparecer bella. Su misma vida y la exteriorización de esa vida la
hacían la más bella de las hijas de los hombres,
“¡muchas mujeres hicieron proezas, pero tú las superas a todas!

Engañosa es la gracia, vana la hermosura, la mujer que teme a Yahveh, ésa será alabada” .

María es la perla de la que nos habla el Evangelio que un mercader la encontró y vio
que era tan grande su valor que fue vendió todo lo que tenía y la compró. Imitemos a este
mercader. Dejemos todo lo nuestro para quedarnos con María. Ella nos hará ricos ante su Hijo.
La verdadera devoción a María consiste en entregarle todo nuestro ser y poseer y quedarnos en
sus brazos como niños pequeños para que ella nos asemeje a Cristo.

Y ¿dónde podemos hallar las perlas? Las perlas auténticas no las hallamos en la joyería
sino que las hallamos en el fondo del mar y no es fácil llegar hasta allí.

María está en la profundidad del Océano sin riberas que es Dios. Allí en Dios
encontraremos esta perla preciosa. Y está escondida en una ostra. María habita en el silencio y
en lo escondido de Dios. Durante su vida María ha estado escondida y sólo en los últimos
tiempos, según San Luis María va a ser descubierta.

Sólo en el contacto con Dios hallaremos a María y sólo por María llegaremos fácil,
prontos, seguros y perfectamente a Dios.

Que María, perla del Plata, nos conceda la gracia de ahondarnos en el misterio de Dios.

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