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El significante para lacan va a decir que es lo que representa a un sujeto para otro
significante? Para Saussure el signo representa algo, un significado para alguien. Para lacan
el significante es lo que representa al sujeto para otro significante. Es decir no representa a
un significado, sino que representa a un sujeto no para alguien, sino para otro significante.
Todo significante real solo no significa nada, es lo más indestructible, son los que
determinan al sujeto y constituyen el inconsciente, se combinan según leyes de un orden
cerrado siguiendo las leyes de la metonimia, es la unidad constitutiva del orden simbólico,
el campo del significante es el campo del Otro, lacan lo llama baterías significante.
La metonimia tiene entonces que ver con los modos en que los significantes pueden
combinarse/vincularse en una cadena significante, mientras que la metáfora se refiere a
los modos en que un significante de una cadena significante puede ser sustituido por otro
significante en otra cadena. Juntas, la metáfora y la metonimia, constituyen el modo de
producción de la significación. Lacan vincula la metonimia al eje combinatorio del lenguaje,
opuesto al eje sustitutivo. Por ejemplo, en la oración “Yo soy feliz”, la relación entre las
palabras “yo”, “soy” es metonímica, mientras que la posibilidad de reemplazar “feliz” por
“triste” depende de la relación metafórica entre estos dos términos.
Dos narcisismos, el ideal del yo y yo ideal. Sostiene que el ideal del yo es una introyección
simbólica, mientras que el yo ideal es la fuente de una proyección imaginaria. El ideal del
yo es el significante que opera como ideal, un plan internalizado de la ley, la guía que
gobierna la posición del sujeto en el orden simbólico, y por lo tanto anticipa la
identificación secundaria (edipica), o bien es un producto de esa identificación. El yo ideal,
por otro lado, se origina en la imagen especular del estadio del espejo, es una promesa de
síntesis futura hacia la cual tiende el yo, la ilusión de unidad que está en la base del yo. El
yo ideal siempre acompaña al yo, como un intento incesante de recobrar la omnipotencia
de la relación dual preedipica. El yo ideal continua desempañando un papel como fuente
de todas las identificaciones secundarias.
4. Explique la frase el deseo es lo que cava la demanda más acá de ella misma
El deseo es lo que cava la demanda más acá de ella misma. Necesidad y demanda, el niño
necesita el alimento pero detrás de la alimentación sabemos que en el vínculo con el otro
toda demanda es demanda de amor incondicional, demanda de significantes.
El sujeto está pendiente de la cadena significante, toda demanda del sujeto implica
demanda de significantes. Esta cava un intervalo a la cuestión de la necesidad, es decir,
deja suspendida la necesidad, en esa suspensión es donde el deseo se manifiesta, por ello
la frase el deseo es lo que se manifiesta en el intervalo que cava la demanda más acá de
ella misma. Solo podrá responder a esa demanda con significantes realizando una
invención, dice lacan con lo que se llama el amor pero también el odio y la ignorancia,
sobre todo si el otro que a su vez tiene sus ideas sobre sus necesidades se entromete, y en
lugar de lo que no tiene atiborra con la papilla asfixiante de lo que tiene, es decir,
confunde sus cuidados con el don del amor, el niño al que se alimenta con más amor es el
que rechaza el alimento. El odio paga al amor pero donde es la ignorancia la que no se
perdona. Cuando una persona odia al otro está en vínculo.
Se trata del padre como significante privilegiado en el Otro, el padre muerto en tanto
significante, en tanto Nombre – del Padre. Lacan postula para dar cuenta de ello la
metáfora paterna: como la sustitución del significante del Deseo de la Madre, por el
significante que adviene en Nombre del Padre. La metáfora paterna permite introducir una
función, muestra que el significado del sujeto está ligado al deseo materno. Se trata de la
madre del fort-da la madre simbólica. La madre quiere algo más allá del hijo: al padre, no
como aquel que es falo, sino como el que tiene el falo. Se trata de un significante y de una
función, no de la presencia real del padre. Se trata de que exista en el orden simbólico un
significante que responda a la función definida por el Nombre del Padre.
El lugar del padre en el psicoanálisis se trata en tanto padre como significante, es el padre
como significante de la ley en el otro. Cuando hablamos de la ley en el otro no hablamos
solo del otro materno sino también del inconsciente. El nombre del padre la muerte del
padre introduce la ley la deuda simbólica y parte de esa deuda simbólica sus
consecuencias, el padre simbólico en cuanto significa esa ley es el padre muerto. Es el
significante privilegiado en el otro, sustituye el significante del deseo de la madre pro un
significante que adviene en el nombre del padre, ósea la metáfora permite producir un
significante fálico, ese significante tiene función no solo ordenadora sino de anudamiento,
de punto de capitoné, punto de anudamiento de los tres registros, permiten incluir la
articulación, lo simbólico lo imaginario y lo real.
Él se va a regir por los escritos freudianos de tótem y tabú. La ley del padre del
psicoanálisis. El padre muerto la ley paterna alude a la muerte del padre, para poder matar
al padre y poder elevarlo al orden de lo simbólico. Proceso de identificación, algo que se
toma del otro (comida totémica), pero aparece el sentimiento de culpa, aparece el superyó
del padre. La metáfora paterna no solo permite la inscripción de dos normas primordiales,
la ley del incesto y la del parricidio. Sino que también permite una reorganización pulsional
reordenamiento pulsional. Permite algo del orden de la perdida, permite que el sujeto
también tome las insignias del otro, los rasgos de identificación al otro y permite la
constitución del sujeto deseante por fuera del clan. Permite la posibilidad de la salida a la
exogamia. Es la sustitución de un significante por otro, la sustitución del significante en
tanto y en cuanto el deseo materno implica el deseo del falo, de lo que la mujer carece,
por un significante que el toma del campo del otro, le permite armar una significación
acerca de su deseo. Ratten en tanto deuda es el significante de la deuda en el otro.
En el primer tiempo la metáfora paterna actúa “de por sí”, por cuanto la primacía del falo
es instaurada en la cultura. Decir que actúa de por sí, es decir que la existencia del deseo
de la madre depende necesariamente de la formula en ella de la ecuación fálica. Sabemos
que su construcción implica las vicisitudes del complejo de Edipo en la niña, al cual entra
mediante el complejo de castración (castración de la madre) significando la falta de falo en
la madre y en ella. La consecuencia de la operación de castración será el establecimiento
por el rodeo del padre, de la ecuación fálica y surgirá el deseo del hijo como equivalencia
simbólica del falo. En la necesaria constitución de la primera realidad subjetiva, el niño
intenta identificarse con el objeto del deseo de la madre y en él se perfila un objeto
predominante del orden simbólico: el Falo. Para agradar a la madre es preciso y suficiente
con ser el falo. El niño está en una relación de espejismo: lee la satisfacción de su deseo en
los movimientos esbozados de la madre y así se encuentra comprometido en una relación
de engaños con su madre. Puede identificarse con la madre, con el falo, con la madre
portadora del falo pretenderse el mismo portador del falo.
Por lo tanto en el primer tiempo el niño está en relación con el deseo de la madre, es
deseo de deseo. La metáfora paterna actúa de por sí, en tanto que es en la madre como
función, donde el sujeto se encuentra con el significante, no con el código de la madre,
sino con el lugar del Otro (icc) que la madre encarna.
Segundo tiempo: aquí el padre interviene privando al niño del objeto de su deseo y a la
madre del objeto fálico. Actúa el NO del padre. Es el padre interdictor omnipotente. El
padre que prohíbe a la madre su objeto. El padre interviene como privador de la madre en
un doble sentido: en tanto priva al niño del objeto de su deseo y en tanto priva a la madre
de su objeto fálico. Dice NO al goce de la madre. En este tiempo el padre real (Otro del Icc)
revela al padre simbólico. El padre simbólico debe encarnarse aunque imperfectamente en
el padre real. Por ello ocupa una función decisiva en la castración, marcada por su
intervención o desequilibrada por su ausencia (psicosis)
Tercer tiempo: aquí el padre interviene como aquel que tiene el falo y no como el que es
falo. Reinstaura el falo como objeto deseado por la madre y ya no como objeto del que
puede privarla como padre omnipotente. El padre se constituye en aquel preferido por la
madre y esta identificación culmina en el ideal del Yo. El padre de este tiempo aparece
como permisivo y donador. De esta lógica depende la declinación del complejo de Edipo.
La metáfora paterna culmina en este tiempo en la instauración que es del orden del
significante (un significante viene en lugar del otro significante, sustitución significante,
sale de la metonimia, para instalar la metáfora y vuelta la metonimia del deseo, pero ya no
endogámico sino exogámico). El sujeto abandona el Edipo con un ideal del yo instalado. Se
trata de la asunción de la masculinidad o femineidad, asunción de la diferencia sexual.
Lacan dice que entre la causa y lo que afecta hay siempre cojera, porque la función de la
causa permanece esencialmente en la hiancia del inconsciente, del orden de lo pre
ontológico, es decir, que no pertenece al orden del ser ni del no ser, sino al orden de lo no
realizado. Para estudiar la causa, recurre a Kant, quien da cuenta que en la función de la
causa hay algo imposible de atrapar/comprender. Hay una grieta, una abertura, imposible
de ser atrapada por el significante.
10. Porque lacan plantea el icc como lo no nacido y lo no realizado
El drang ya no es una suma de fuerzas sino una excitación producida por la incidencia de
significantes, la constancia del empuje impide cualquier asimilacion de la pulsión a una
función biológica.
La posición del sujeto como morador del lenguaje ordena la función de significante, esta
función definida como encuentro, perdida y reencuentro pero jamás captura, el deseo no
captura su objeto, la pulsión no logra su descarga absoluta y la repetición no logra su
meta. El objeto del deseo es el objeto del deseo del otro y el deseo es siempre deseo de
otra cosa es decir, deseo de lo que falta. El objeto es metonimia de deseo y metáfora del
objeto primordial, ósea que el deseo no es articulable plenamente, su estructura es por si,
insatisfecha. Es a partir de aquí que se organiza el campo del mas allá del principio del
placer, ósea el campo del goce, lacan considera que el inconsciente es donde se encuentra
la inscripción de la cifra de goce del sujeto, el inconsciente como una maquinaria que
transforma la cantidad en cualidad y constituye los representantes de representación, es
de esta manera como el proceso primario entra en juego, esto es lo que obliga al aparato
psíquico a la repetición, lo empuja, es ese encuentro fallido, es este resto ligado que hace
que se pueda originar la vuelta al mismo lugar cuya figura mas obscena lleva el nombre
lacaniano de trop de mal, significa sufrimiento en demasía, como una de las viscitudes de
la pulsión, el goce es nocivo, la pulsión de muerte es muda pero se hace escuchar a través
de todas las desgracias del ser, la vuelta a lo inorgánico como metáfora puede fracasar y el
goce pulsional tiende a realizarse sin rodeos. Lacan considera esta disyunción de los
términos de la pulsión porque ella es la que da cuenta que deseo y objeto se excluyen y
esta distancia es introducida por el significante que mortifica el cuerpo y que separa al
goce del cuerpo de esta manera surge el deseo como un barrera al goce juntada en el
lenguaje.
Lacan sostiene que el sujeto padece una escisión fundamental. Esta alienado de sí mismo,
no tiene manera de huir de esta división, no hay ninguna posibilidad de “completud” o
síntesis. Es una consecuencia inevitable del proceso, por el cual el Yo se constituye
mediante la identificación con el semejante: “yo es otro”. El niño se aliena a lo que le dan,
porque los significantes vienen y se instalan desde afuera. La alienación es constitutiva del
orden imaginario. El sujeto aparece primero en el Otro, en la medida que el primer
significante (unario) surge en el campo del Otro y representa al sujeto para otro
significante. El significante petrifica al sujeto. El precio y el costo que paga un sujeto para
constituirse como un sujeto es su alienación, su alienación significante.
A través del análisis del sueño de la bella carnicera, lacan se coloca en otra posición, en el
sentido de pensar al deseo como deseo del otro, aplicando los conceptos condensación y
desplazamiento freudianos con sus equivalentes: en el primer caso, la función metafórica,
productora de sentido, y en el segundo caso, la función metonímica, propia del deseo
inconsciente (el sueño de la histérica se satisface por desplazamiento al deseo de otra).
El texto del sueño sirve para lacan como un texto que abre a la cadena significante. A partir
de determinados significantes lleva al sujeto a hablar de determinada temática de su vida,
abriendo a la posibilidad de reconocer algo del propio deseo.
16. Desde el ejemplo de la estación del tren que quiso dar cuenta lacan