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EN CONCRETO

Universalizar deberes y obligaciones1


En nuestro tiempo cada cual cree merecer algo por una condición innata, sin aportar na-
da para lograr lo que quiere
José Ramón Cossío Diaz

Al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1998, José Saramago expresó: “Nos fue propuesta
una Declaración Universal de los Derechos Humanos y con eso creíamos que lo teníamos todo,
sin darnos cuenta de que ningún derecho podrá subsistir sin la simetría de los deberes que le
corresponden. El primer deber será exigir que esos derechos sean no sólo reconocidos, sino
también respetados y satisfechos. No es de esperar que los Gobiernos realicen en los próximos
50 años lo que no han hecho en estos que conmemoramos. Tenemos entonces, nosotros, ciuda-
danos comunes, la palabra y la iniciativa. Con la misma vehemencia y la misma fuerza con que
reivindiquemos también el deber de nuestros deberes”. Lo que Saramago sostuvo fue la necesi-
dad de una nueva ética. Una en la que los sujetos se alejaran de esa suerte de infantilismo a que
lleva la mera exigencia de todo sin asumir nada a cambio. Ese modo de ser muy presente en
nuestro tiempo, en donde cada cual cree merecerse algo o mucho por una condición práctica-
mente innata, sin aportar nada para lograr las condiciones de realización de lo que demanda.
Alentados por las profundas implicaciones que estas ideas pueden tener para la constitución de
una ética más seria y determinante, la Universidad de México, la Fundación Saramago y la
World Future Society convocaron en 2016 un encuentro plural para presentar los que podrían
ser las obligaciones y los deberes personales, empresariales, sociales y gubernamentales del
futuro. El resultado fue una amplia variedad de ideas para comprometerse con uno mismo, el
medio ambiente, la salud, los alimentos o la condición de la cosa pública, por ejemplo. A lo
largo del 2017 se redactó una propuesta de Carta Universal, la misma que finalmente suscribi-
mos 15 personas de España, México y Portugal.
La iniciativa consta de una introducción, en la cual se da cuenta del desbalance que existe entre
derechos y obligaciones en los instrumentos internacionales, así como en los problemas técni-
cos, operativos y morales que ello implica. También se identifican los esfuerzos que se han he-
cho para introducir un mayor número de obligaciones en el orden internacional, y las razones
por las que las mismas no alcanzaron a madurar. Finalmente, se expresan las razones por las que
la incorporación de deberes es un elemento central en toda convivencia posible en los años por
venir. Un preámbulo consigna de manera sintética los compromisos y las justificaciones de las
obligaciones y los deberes que, finalmente, constituyen el articulado de la propuesta de declara-
ción. En 23 artículos se habla de la obligación de exigir los derechos, de la obligación de ejercer
estos responsablemente, de no discriminar, de respetar la vida y la integridad física de los de-
más, de respetar la autonomía, la libertad y la vida privada de los demás, de respetar la libertad
de expresión e información de los demás, de participar en la vida democrática, de educarnos, de
proteger la cultura y el patrimonio cultural, de cuidar la salud propia y de los demás, de proteger
la propiedad privada y social, de cuidar el ambiente, de contribuir a la buena gobernanza y de
combatir la corrupción, entre otras.
La importancia de la propuesta está a la vista. Se trata de un llamado para que cada cual se colo-
que en situación de hacer algo por los demás y por sí mismo. Si restrinjo mi visión del mundo a
la existencia de un derecho propio, supondré que lo único que me corresponde hacer es exigirlo.
Si pienso que alguien más debe exigir su derecho, mi visión de las cosas se limitará, en el mejor
de los casos, a desearle suerte para que lo logre. Si, por el contrario, pienso mi existencia en
términos de deberes de amplio espectro y naturaleza, me veré constreñido a hacer algo por mí
más allá de mi mera exigencia y algo por aquel que está tratando de procurarse un bien o evitar
un mal. Esta es la idea que está detrás de la carta. Sería deseable que muchos se adhirieran a ella
hasta poder hacerla un instrumento eficaz para mejorar nuestra lastimada convivencia cotidiana.

1 El Pais de Madrid, edición para América Latina, 13 de diciembre de 2017

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