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Aspectos clínicos y meta psicológicos de la regresión

dentro del marco psicoanalítico *

D. W. WinnicoU~' *

El estudio del lugar que ocupa la regresion en la labor analítica es


una de las tareas que Freud nos encomendó y creo que se trata de un tema
para el cual esta Sociedad está preparada. Hago esta afirmación basándome
en el hecho de que material pertinente al tema aparece con frecuencia en
.los trabajos que se leen en esta Sociedad. Por lo común, no se llama la
atención específicamente sobre este aspecto de nuestra labor, o bien se
hace una, referencia casual a él como el aspecto intuitivo o "artístico" de la
práctica psicoanalítica.
Algunos casos tratados durante los últimos doce años me han obli-
gado a prestar atención al tema de la regresión. Desde luego, es demasiado
vasto para hacer aquí una presentación completa, por lo cual elegiré aqueo
IIos aspectos que me parecen constituir una forma fructífera de introducción.
El análisis no es sólo un ejercicio técnico, sino algo que estamos en
condiciones de hacer cuando alcanzamos una determinada etapa en la ad-
quisición de una técnica básica. Lo que nos volvemos capaces de hacer nos
permite cooperar con el paciente en lo que se refiere a seguir el proceso,
que en cada paciente tiene su propio ritmo y sigue su propio curso; todos
los rasgos importantes de este proceso derivan del paciente y no de nosotros
como analistas.
Por lo tanto, tengamos claramente presente la diferencia entre la
técnica y el hecho de efectuar un tratamiento. Es posible tener éxito en un
tratamiento contando con una técnica limitada y también es posible fracasar
en ese empeño a pesar de contar con una técnica altamente desarrollada.
Asimismo, no olvidemos que mediante el método legítimo de elegir
cuidadosamente los ·casos podemos, y habitualmente logramos, evitar as·
pectos de la naturaleza humana que nos llevarían más allá de las posibili-
dades de nuestro equipo técnico.
Elección de casos implica clasificación. Para mi propósito actual,
agrupo los casos de acuerdo con el equipo técnico que ellos requieren del
analista y los divido en las tres siguientes categorías:

Trabajo lerdo en la AsociaCión Psicoanalítica Británica en marzo de 1954. Publicado en el Int.


Jo. of Psycho-Anal., 1965, XXXVI Y en los Collected Papers, Through Paediatrics to Psycho-Analysls,
Basic Books, Nueva York, 1958.
00 Dirección: 87 Chester Square, Londres, S.W. 1, Gran Bretalla. 693
D. W. Winnicott

Primero, los pacientes que actúan como personas totales y cuyas di-
ficultades están en el campo de las relaciones interpersonales. La técnica
para el tratamiento de tales pacientes es la del psicoanálisis tal como la
desarrolló Freud a comienzos de este siglo.

Segundo, los pacientes en quienes la totalidad de la personalidad só-


lo comienza a ser algo que puede darse por sentado; de hecho, cabría decir
que el análisis tiene que ver con los primeros acontecimientos inherentes e
inmediatamente posteriores no sólo al logro de la totalidad, sino también a
la fusión del amor y el odio y al reconocimiento inicial de la. dependencia.
Este es el análisis de la etapa de la preocupación, o de lo que hoy se cono-
ce como "la posición depresiva". Estos pacientes requieren el análisis del
estado anímico. La técnica en estos casos no difiere de la que se utiliza con
los pacientes de la primera categoría; sin embargo, surgen algunos nuevos
problemas de manejo debido a la mayor amplitud del material clínico que
se presenta. Desde nuestro punto de vista aquí es importante la idea de
la supervivencia del analista como factor dinámico.
En el tercer grupo ubico a todos los pacientes cuyos análisis deben
tratar las etapas tempranas del desarrollo emocional antes del establecí-
miento de la personalidad como una entidad, antes del logro de un status
como unidad espacio-temporal. La estructura personal aún no está firme-
mente establecida. Con respecto a este tercer grupo, el acento recae sobre
el manejo y, a veces, durante largos períodos es necesario dejar de lado
la labor analítica corriente pues el manejo lo es todo.
Para resumir en términos ambientales, se podría decir que en el pri-
mer grupo tratamos pacientes que tienen dificultades en el curso habitual
de su vida hogareña, suponiendo una vida hogareña en el período de pre-
latencia y un desarrollo satisfactorio en las etapas infantiles previas. En la
segunda categoría, la del análisis de la posición depresiva, encaramos la re-
lación madre-niño, sobre todo por la época en que el destete se convierte
en un término significativo. La madre mantiene una situación en el tiempo.
En la tercera categoría se trata del desarrollo emocional primitivo, el que
694 exige que la madre realmente mantenga al niño.
Aspectos clínicos y metapsicológicos de la regresión

En la última de estas tres categorías incluyo a una de mis pacientes,


probablemente la que más me ha enseñado sobre la regresión. Quizás en
otra oportunidad pueda ofrecer una descripción completa de este tratamien-
to, pero ahora debo limitarme a señalar que he tenido la experiencia de per-
mitir una regresión total, y de observar los resultados.
En pocas palabras, tuve una paciente (una mujer que ahora tiene
poco más de cuarenta años) que ya se había sometido a un buen análisis
antes de acudir a mí, pero que obviamente necesitaba ayuda. Originalmente,
este caso parecía corresponder a la primera categoría de mi clasificación
pero, aunque ningún psiquiatra habría diagnosticado una psicosis, era ne-
cesario hacer un diagnóstico analítico que tuviera en cuenta el desarrollo
muy temprano de un falso Self. Para que el tratamiento fuera eficaz, debía
permitirse una regresión en búsqueda del verdadero Self. Por fortuna, en
este caso pude manejar la regresión sin necesidad de internar a la paciente.
Decidí desde el comienzo que era necesario permitir la regresión, y no se
hizo ningún intento, salvo uno casi al comienzo, de interferir el proceso
regresivo que siguió su propio curso. (En esa ocasión hice una interpreta-
ción, surgida del material, sobre el erotismo anal y el sadismo en la trans-
ferencia. La interpretación era correcta, pero fue hecha con unos seis años
de anticipación porque aún no creía por completo en la regresión. Por mí
mismo tenía que poner a prueba el efecto de una interpretación corriente.
Cuando llegó el momento adecuado para hacerla, se había vuelto innecesa-
ria.) Pasaron tres o cuatro años antes de llegar al nivel más profundo de
regresión, después de lo cual se inició un progreso en el desarrollo emo-
cional. No han habido nuevos episodios regresivos, pero sí ausencia de
caos, a pesar de que el caos siempre fue una amenaza en acecho.
Así, he tenido una experiencia única, incluso para un analista. No
puedo dejar de ser distinto de lo que era antes de comenzar ese análisis.
A los legos les resultaría muy difícil entender cuánto puede enseñarnos este
tipo de experiencia con una sola paciente, pero espero que los analistas
comprenderán sin dificultad que esta experiencia ha puesto a prueba el psi.
coanálisis de una manera muy especial y me ha enseñado muchísimo.
El tratamiento y el manejo de este caso me obligaron a poner en 695
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juego todo lo que poseo como ser humano, como analista y como pediatra.
He tenido que hacer un crecimiento personal en el curso de este tratamiento
que me resultó doloroso y que preferiría haber evitado. Sobre todo, tuve
que aprender a examinar mi propia técnica cada vez que surgieron dificul-
tades, y en las diez o doce fases de resistencia, siempre resultó que la
causa era un fenómeno contratransferencial que requería mayor autoanálisis
por parte del analista. No me propongo ofrecer en este trabajo una descrip-
ción del caso, puesto que es necesario elegir un enfoque clínico o un enfoque
teórico y yo he preferido este último. No obstante, tengo permanente-
mente presente este caso.
Lo más importante es que en este caso, como en muchos otros que
llevaron a él en mi labor, he tenido que volver a examinar mi técnica, incluso
la que se adapta a los casos más habituales. Antes de explicar a qué me
refiero, debo señalar en qué sentido empleo la palabra regresión.
Para mí, la palabra regresión implica simplemente lo contrario del
progreso. Este progreso mismo es la evolución del individuo, el psicosoma,
la personalidad y la mente con (eventualmente) la formación del carácter
y la socialización. El progreso comienza a partir de un momento anterior
al nacimiento. Hay un impulso biológico hacia el progreso. Uno de los prin-
cipios del psicoanálisis sostiene que la salud implica continuidad con res-
pecto a este progreso evolutivo de la psiquis y que la salud es la madurez
del desarrollo emocional adecuada a la edad del individuo, esto es, madurez
con respecto a ese proceso evolutivo.
Un examen más detallado revela que no puede haber una simple in-
versión del progreso. Para que ello ocurra debe haber una organización en
el individuo que permite que se produzca una regresión.

Observamos lo siguiente:

Un fracaso adaptativo' del medio que trae como resultado el


desarrollo de un falso Self.
Una creencia en la posibilidad de corregir el fracaso original,
696 representada por la capacidad latente para hacer una regresión, lo
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cual implica una compleja organización yoica. Una actitud ambiental


especializada, seguida por la regresión real.
Un nuevo desarrollo emocional progresivo, con complicaciones
que se describirán más adelante.

De paso, considero que no resulta útil emplear el término regresión


cuando la conducta infantil aparece en una historia clínica. La palabra re-
gresión ha alcanzado un significado popular que no debemos adoptar. Cuan-
do hablamos de regresión en psicoanálisis nos referimos a la existencia de una
organización yoica y a una amenaza de caos. Todavía queda mucho por estu-
diar en lo que se refiere a la forma en que el individuo acumula recuerdos,
ideas y potencialidades. Es como si existiera la expectativa de que pueden
surgir condiciones favorables que justifiquen la regresión y ofrezcan una nueva
oportunidad para el desarrollo progresivo, el que inicialmente fue imposible
o difícil debido a una falla ambiental.
Como se verá, considero la idea de regresión dentro de un mecanismo
defensivo yoico altamente organizado, que implica la existencia de un falso
Self. En la paciente a que me referí antes, ese falso Self se convirtió grao
dualmente en un "Self cuidador", y se necesitaron varios años para que la
paciente hiciera depositario de ese Self cuidador al analista y para que el
Self se rindiera ante el Yo.
Es necesario incluir en las propias teorías sobre el desarrollo de un
ser humano la idea de que es normal y saludable que un individuo pueda
defender al Self contra las fallas ambientales específicas mediante un con-
gelamiento de la situación de fracaso. Esto implica también un supuesto
inconsciente (que puede transformarse en una esperanza consciente) de que
más adelante surgirá la oportunidad de hacer una nueva experiencia en la
que la situación de fracaso pueda descongelarse y volver a experimentarse,
encontrándose el· individuo en un estado de regresión, dentro de un medio
que hace una adaptación adecuada. Se propone aquí la teoría de que la re·
gresión forma parte de un proceso curativo, de hecho, que constituye un
fenómeno normal que puede estudiarse adecuadamente en la persona sana.
Los individuos muy enfermos abrigan muy poca esperanza de una nueva 697
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oportunidad. En el caso extremo, el analista tendría que ir hacia el paciente


y ofrecerle activamente una buena actitud materna, experiencia que el pa-
ciente no podría haber esperado.
El individuo sano maneja las fallas ambientales tempranas especificas
de diversas maneras, pero me refiero en particular a una de ellas, la que
denomino congelamiento de la situación de fracaso. Debe haber una relación
entre esa situación y el concepto de un punto de fijación.
En la teoría psicoanalítica a menudo afirmamos que, en el curso del
desarrollo instintivo, en las fases pregenitales las situaciones desfavorables
pueden crear puntos de fijación en el desarrollo emocional del individuo.
En una etapa posterior, por ejemplo, en la etapa de predominio genital,
cuando toda la persona participa en relaciones interpersonales (y cuando es
habitualmente freudiano hablar sobre el complejo de Edipo y los temores de
castración) la ansiedad puede provocar una regresión, en términos de cua-
lidad instintiva, a la que imperaba en el punto de fijación, y la consecuencia
es un refuerzo de la situación de fracaso original. Esta teoría ha demostrado
su valor y se utiliza a diario, y no hay necesidad de abandonarla mientras,
al mismo tiempo, la examinamos con ojos nuevos.
Un ejemplo simple sería el de un niño cuya infancia fue normal,
que recibió un enema cuando lo operaron de las amígdalas, enema
que le fue administrado primero por la madre y luego por un grupo
de enfermeras que tuvieron que sujetarlo. Tenía entonces dos años.
Luego tuvo dificultades intestinales pero, al cumplir nueve años (edad
en que tuvo lugar la consulta), constituye clínicamente un caso severo
de constipación. En el ínterin, hubo serias dificultades en su desa-
rrollo emocional en términos de fantasía genital. En este caso, existe
la complicación de que el niño ha reaccionado a la administración
del enema como si se tratara de una venganza de la madre debido
a su homosexualidad y lo que quedó reprimido fue la homo-
sexualidad y, junto con ella, el potencial anal-erótico. En el
análisis de este niño sabemos que será necesario manejar un con-
698 siderable grado de acting out, una compulsión a la repetición aso-
Aspectos clínicos y metapsicológicos de la regresión.

UI.

ciada con el trauma original. Asimismo, se sabe que los cambios


en este niño no seguirán a una simple repetición del trauma sino a
la habitual interpretación edípica en la neurosis de transferencia.

Ofrezco este ejemplo como un caso corriente que ilustra un síntoma,


el de la regresión, a un punto de fijación en que se produjo un trauma.
A los analistas les habría parecido necesario postular que en los casos
más normales hay buenas situaciones pregenitales a las que el individuo
puede volver cuando choca con dificultades en una etapa posterior. Esto
sería un fenómeno de salud. Ha surgido así la idea de que existen dos tipos
de regresión con respecto al desarrollo de los instintos, uno de ellos implica
volver a una situación previa de fracaso y la otra, a una situación previa
de éxito.
Creo que se ha prestado muy poca atención a la diferencia entre
estos dos fenómenos. En el caso de la situación ambiental de fracaso, lo
que observamos son pruebas de que las defensas personales han sido or-
ganizadas por el individuo y requieren un análisis. En el caso de una situa-
ción previa más normal de éxito, lo que observamos con mayor claridad es
el recuerdo de la dependencia y, por ende, encontramos una situación am-
biental más que una organización defensiva personal. La organización per-
sonal no resulta tan obvia porque se ha mantenido fluida y es menos de-
fensiva. Quisiera mencionar aquí que me baso en un supuesto que he for-
mulado a menudo y que no siempre ha sido aceptado, a saber, que hacia
el comienzo teórico hay cada vez menos fracaso personal y más fallas de
la adaptación ambiental.
Nos interesa, por lo tanto, no sólo la regresión a puntos buenos y
malos en las experiencias instintivas del individuo, sino también a puntos
buenos y malos en la adaptación ambiental a las necesidades del Yo y del
Ello en la historia del individuo.
Podemos pensar en términos de etapas genitales y pregenitales del
desarrollo de la cualidad instintiva, podemos emplear la palabra regresión
simplemente como lo opuesto del progreso, un viaje hacia atrás desde lo
genital a lo fálico, de lo fálico a lo excretorio, de lo excretorio a lo incor-
porativo. Pero, por mucho que desarrollemos nuestras ideas en esta direc- 699
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ción, debemos admitir que resulta imposible adecuar gran parte del material
clínico al marco de esta teoría.
La alternativa consiste en poner el acento en el desarrollo yoico y
en la dependencia, y entonces, cuando hablamos de regresión, nos referimos
a la adaptación ambiental, en lo concerniente a su eficacia y sus fallas.
Una de las cosas que quisiera aclarar es que nuestras ideas sobre este tema
se han visto confundidas por el intento de rastrear el camino recorrido por
el Yo sin desarrollar, al mismo tiempo, un interés cada vez mayor por el
medio. Podemos construir teorías sobre el desarrollo instintivo y dejar de
lado el medio, por un acuerdo común, pero es imposible hacer lo mismo
con respecto a la formulación de un desarrollo yoico temprano. Sugiero que
es necesario recordar siempre que el resultado final de nuestras ideas y
reflexiones acerca del desarrollo yoico es el narcisismo primario. En el nar-
cisismo primario el medio mantiene al individuo y, al mismo tiempo, el indi-
viduo no conoce medio alguno y es una sola cosa con él.
Si tuviera más tiempo describiría la forma en que una regresión or-
ganizada se confunde a veces con un retraimiento patológico y con disocia-
ciones defensivas de diversos tipos. Tales estados se relacionan con la
regresión en el sentido de que constituyen organizaciones defensivas. La
organización que hace útil a la regresión se diferencia de las otras organi-
zaciones defensivas en tanto encierra la esperanza de una nueva oportu-
'nidad para descongelar la situación congelada y ofrece una oportunidad al
medio, esto es, al medio de hoy, para hacer una adaptación adecuada aunque
tardía.
De aquí deriva el hecho, si de un hecho se trata, de que el paciente
puede hacer una recuperación espontánea a partir de una psicosis, mientras
que en la psiconeurosis no existe esa posibilidad y allí es donde el psico-
analista se vuelve realmente necesario. En otras palabras, la psicosis está
estrechamente relacionada con la salud, en la cual innumerables situaciones
de fracaso ambiental están congeladas pero es posible llegar hasta ellas y
descongelarlas por medio de los diversos fenómenos curativos de la vida
corriente, a saber, amistades, los cuidados que se ofrecen durante la en-
700 fermedad física, la poesía, etcétera. Creo que sólo en los últimos tiempos
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la regresion a la dependencia ha ocupado el lugar que le corresponde en


las descripciones clínicas. Ello quizás se deba a que sólo en los últimos
tiempos nos hemos sentido bastante fuertes en nuestra comprensión del de-
sarrollo mental y psicosomático individual como para permitirnos examinar
y tener en cuenta el papel que desempeña el medio.

Quisiera ahora pasar directamente a Freud y establecer un distingo


algo artificial entre dos aspectos de su labor. Observamos que Freud desa-
rrolló el método psicoanalítico a partir de la situación clínica en la que re·
sultaba lógico utilizar hipnosis.
Tratemos de ver cuál era la actitud de Freud en lo que se refiere a
elegir sus casos. Podemos decir que entre todos los candidatos psiquiátri-
cos, que incluyen a las personas insanas en los hospicios así como a los
que están fuera de ellos, seleccionaba aquellos casos que habían contado
con una provisión adecuada en la más temprana infancia, esto es, los psico-
neuróticos. Quizás no sea posible confirmar esta afirmación mediante un
cuidadoso examen de los casos tempranos con que trabajó Freud, pero una
cosa sí es segura, y muy importante, y es que la propia historia personal
temprana de Freud fue de tal índole que llegó al período edípico o de pre-
latencia como un ser humano total, preparado para encontrarse con seres
humanos totales y para participar en relaciones interpersonales. Sus pro-
pias experiencias infantiles habían sido bastante buenas como para que en
su autoanálisis pudiera dar por sentado el buen cuidado materno del niño.
Freud da por sentada esa situación temprana, y mi hipótesis es que
ello trajo como resultado el establecimiento de un marco para su tarea,
casi sin que él tuviera consciencia de lo que hacía. Freud pudo analizarse
como una persona independiente y total y se interesó por las ansiedades
inherentes a las relaciones interpersonales. Desde luego, más tarde estudió
la infancia en forma teórica y postuló fases pregenitales del desarrollo ins-
tintivo y luego él y otros autores procedieron a elaborar los detalles y a
retroceder cada vez más en la historia del individuo. Esta labor acerca de
las fases pregenitales no podía ser plenamente fructífera porque no estaba 701
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basada en el estudio de pacientes que necesitaban hacer una regresión en


la situación analítica *.
Quisiera ahora dejar aclarado de qué manera divido artificialmente
la obra de Freud en dos partes. Primero, la técnica del psicoanálisis tal
como se desarrolló gradualmente y que los psicoanalistas aprenden. El ma-
terial presentado por el paciente debe entenderse e interpretarse. Segundo,
el marco dentro del cual esa labor se lleva a cabo.
Examinemos ahora el marco clínico de Freud. Enumeraré algunos de
los puntos muy obvios en su descripción.
1. A una hora establecida, cinco o seis veces por semana, Freud se
ponía al servicio del paciente. (Esa hora se arreglaba según la conveniencia
del analista y el paciente.)
2. El analista estaba siempre allí, puntualmente vivo y respirando.
3. Durante el limitado período de tiempo establecido (aproximada-
mente una hora) el analista se mantenía despierto v se ocupaba del paciente.
4. El analista expresaba amor a través del interés positivo que to-
maba, y odio a través de su actitud estricta en cuanto al comienzo y al final
de la sesión y en lo relativo a los honorarios. El amor y el odio se expre-
saban honestamente, esto es, el analista no los negaba.
5. La finalidad del análisis era ponerse en contacto con el proceso
del paciente, comprender el material presentado, y comunicar dicha com-
prensión por medio de palabras. La resistencia implicaba padecimiento y
era posible aliviarlo mediante una interpretación.
6. El método del analista era la observación objetiva.
7. Tal labor debía cumplirse en una habitación, no en un corredor;
una habitación tranquila y no expuesta a sonidos súbitos e imprevisibles,
pero, no obstante, no totalmente silenciosa y exenta de los ruidos habituales

Se podrá observar que no afirmo que este trabajo teórico sobre el instinto pregenital podría no
tener éxito debido a la falta en Freud del contacto directo con bebés. pues no veo razón alguna
por la que Freud pueda no haber tenido una muy buena experiencia como observador de la
situación rnadre-hí]o en su propia familia y en su trabajo. Además. recordé que Freud trabajó
en una clínica de bebés cuando estudió la enfermedad de Little. Quiero destacar aquí que aforo
tunadamente para nosotros Freud encontró su interés por el comienzo no en la necesidad del
paciente de regresar en el análisis sino en lo que ocurre en la situación analítica cuando la
regresión no es necesaria y cuando es posible tomar por buenos el trabajO de la madre y la
702 adaptación ambiental temprana en el pasado individual del paciente.
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de una casa. Dicha habitación estaba adecuadamente iluminada, pero no


con un luz sobre el rostro ni con una luz variable. Sin duda, la habitación
no estaba a oscuras y reinaba una temperatura agradable. El paciente se
recostaba en un diván, esto es, estaba cómodo, si podía, y probablemente
tenía a su alcance una manta y un poco de agua.
8. El analista (como es bien sabido) mantiene todo juicio moral al
margen de la relación, no experimenta deseos de intercalar detalles de su
vida personal y sus ideas, y no desea tomar partido en los sistemas perse-
cutorios aún cuando éstos aparezcan bajo la forma de situaciones reales
compartidas, sean locales, políticas, etcétera. Naturalmente, si hay una
guerra o un terremoto o si el rey muere, el analista no deja de enterarse.
9. En la situación analítica el analista es mucho más confiable que
las personas en la vida corriente. Es en general puntual, no tiene pataletas,
no está expuesto a enamoramientos compulsivos, etcétera.
10. Existe un distingo muy claro en el análisis entre los hechos y
la fantasía, de modo que el analista no se siente herido por un sueño
agresivo.
11. Se puede contar con que no habrá reacciones taliónicas.
12. El analista sobrevive.
Podría agregarse mucho más, pero todo tiende a señalar el hecho
de que el analista se comporta bien y sin demasiado esfuerzo, simplemente,
porque es una persona relativamente madura. Si Freud no se hubiera com-
portado bien, no habría podido desarrollar la técnica psicoanalítica y la teoría
a que esa técnica lo condujo. Esto es válido por inteligente que Freud
pueda haber sido. Lo principal es que casi cualquiera de los detalles puede
resultar de gran importancia en una fase específica de un análisis que im-
plica alguna regresión del paciente.
Aquí el material para estudiar es muy rico, y se observará que existe
una acentuada similitud entre todo esto y la labor corriente de los padres,
sobre todo la de la madre con su niño o la del padre que desempeña un
papel materno, y, en ciertos sentidos, la tarea de la madre en los pri-
meros días después del nacimiento.
Permítaseme agregar que para Freud hay tres personas, una de las 703
D. W. Winnicott

cuales queda excluida de la habitación analítica. Si sólo hay dos personas


allí, tiene que haber una regresión del paciente en el marco analítico, y el
marco representa la madre con su técnica, y el paciente es un bebé. Hay
otro estado de regresión en el que sólo una persona está presente, a saber,
el paciente, y esto es válido aunque, en otro sentido, desde el punto de vista
del observador, se trate de dos personas.
Hasta este punto mi tesis podría formularse de la siguiente manera:
La enfermedad psicótica está relacionada con un fracaso amo
biental en una etapa temprana del desarrollo emocional del individuo.
El sentimiento de futilidad e irrealidad corresponde al desarrollo de
un falso Self, que surge para proteger al verdadero Self. El marco
del análisis reproduce las primeras y más tempranas técnicas mater-
nas. Invita a la regresión debido a su confiabilidad.
La regresión de un paciente es un retorno organizado a la
temprana dependencia o a la doble dependencia. El paciente y el
marco se fusionan en la situación de éxito original del narcisismo
primario.
El progreso a partir del narcisismo primario comienza nueva-
mente con un verdadero Self capaz de enfrentar las situaciones de
fracaso ambiental, sin la organización de las defensas que implican
un falso Self que protege al verdadero.
En tal medida, la enfermedad psicótica sólo puede aliviarse por
medio de una provisión ambiental especializada entretejida con la re-
gresión del paciente.
El progreso a partir de la nueva posición, con el verdadero Self
entregado al Yo total, puede estudiarse ahora en términos de los com-
plejos procesos del crecimiento individual.
En la práctica, hay una secuencia de hechos:
l. La provisión de un marco confiable.
2. La regresión del paciente a la dependencia, con una evaluación
adecuada del riesgo implícito.
704 3. El paciente experimenta un nuevo sentido del Self, y el Self que
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estaba oculto hasta ese momento se entrega al Yo total. Se produce una


nueva progresión de los procesos individuales que habían quedado detenidos.
4. Un descongelamiento de la situación de fracaso ambiental.
5. A partir de la nueva posición de fortaleza yoica, la rabia relacio-
nada con el fracaso ambiental temprano se experimenta en el presente y
se expresa.
6. Un retorno desde la regresión a la dependencia, en un progreso
ordenado hacia la independencia.
7. Las necesidades y los deseos instintivos se vuelven realizables, con
vigor y vitalidad genuinos.
Todo esto se repite una y otra vez.
Aquí es necesario hacer un comentario sobre el diagnóstico de la
psicosis.
Al considerar a un grupo de personas insanas debe trazarse un gran
distingo entre aquéllos cuyas defensas presentan un estado caótico y los
individuos que han podido organizar una enfermedad. Necesariamente, cuan-
do el psicoanálisis se aplica a la psicosis tiene mayores posibilidades de
éxito si hay una enfermedad muy organizada. Mi propia resistencia personal
a la leucotomía y mi desconfianza en el electroshock derivan de mi no-
ción de que la enfermedad psicótica constituye una organización defensiva
destinada a proteger al verdadero Self y, también, de mi sensación de que
la salud aparente con un falso Self carece de valor para el paciente. Por
penosa que sea la enfermedad, estando el verdadero Self bien oculto, cons-
tituye el único estado soportable, a menos que podamos, como terapeutas,
regresar con el paciente y desplazar la situación original de fracaso am-
biental.
De todo esto surge otra consideración. En un grupo de pacientes psi-
cóticos, hay quienes se encuentran en un estado de regresión clínica y quie-
nes no presentan esa característica. No es de ningún modo cierto que los
primeros estén más enfermos. Desde el punto de vista del psicoanalista,
puede ser más fácil encarar el caso de un paciente que ha tenido un de-
rrumbe que manejar un caso comparable en un estado de huida hacia la
cordura. 705
D. W. Winnicott

Se necesita mucha valentía para tener un derrumbe, pero puede su-


ceder que la alternativa sea una huida hacia la cordura, estado comparable
a la defensa maníaca contra la depresión. Por fortuna, en la mayoría de
nuestros casos los derrumbes están limitados a las sesiones analíticas o bien
localizados de modo tal que el medio social del paciente puede absorberlos
y manejarlos.
Para aclarar esta cuestión deseo hacer algunas comparaciones:
El diván y los almohadones están destinados al uso del pa-
ciente. Aparecen en ideas y en sueños y llegan a representar el
cuerpo, los pechos, los brazos, las manos, etcétera, del analista, de
muy diversas maneras. En la medida en que el paciente hace una re-
gresión (durante un momento, una sesión o un período más largo de
tiempo) el diván es el analista, los almohadones son pechos, el ana-
lista es la madre en algún momento del pasado. En la situación
extrema, ya no se puede decir que el diván representa al analista.
Es válido hablar de los deseos del paciente, por ejemplo, el
deseo de estar callado. En el caso de un paciente regresivo, la pa-
labra deseo es incorrecta y, en cambio, debemos utilizar la palabra
necesidad. Si un paciente en estado de regresión necesita silencio,
nada se puede hacer al respecto. Si no se satisface la necesidad el
resultado no es rabia, sino sólo una reproducción de la situación
de fracaso ambiental que detuvo los procesos de crecimiento. La ca-
pacidad del individuo para "desear" está interferida, y observamos
la reaparición de la causa original de un sentimiento de futilidad.
El paciente en estado de regresión está muy cerca de la situa-
ción en que se revive un sueño y un recuerdo; el acting out de un
sueño puede ser la manera en que el paciente descubre qué es ur-
gente, y el hecho de hablar acerca de ello sigue a la acción, pero no
puede precederla.
O consideremos el detalle relacionado con la puntualidad. El
analista no hace esperar a los pacientes. Los pacientes sueñan con
706 que se los hace esperar y con todas las otras variaciones sobre ese
Aspectos clínicos y metapsicológicos de la regresión

mismo tema, y pueden llegar a enojarse cuando el analista se derno-


ra. Todo ello forma parte de la manera en que surge el material.
Pero los pacientes que hacen una regresión son distintos en lo que
respecta al momento inicial. Hay fases en que todo depende de la
puntualidad del analista. Si el analista está allí esperando, todo anda
bien pero, en caso contrario, tanto daría que cada uno se fuera a su
casa, pues es imposible realizar labor alguna. O bien, si se considera
la impuntualidad del paciente, diríamos que un paciente neurótico
que llega tarde quizás se encuentre en un estado de transferencia
negativa. Un paciente depresivo que llega tarde probablemente le
ofrezca así al analista un pequeño respiro, unos momentos más para
otras actividades e intereses (protección contra la agresión, la avidez).
El paciente psicótico (regresivo) probablemente llega tarde por-
que aún no ha establecido ninguna esperanza de que el analista sea
puntual. No tiene sentido llegar a tiempo. Es tanto lo que depende
de este detalle, que resulta imposible correr el riesgo y entonces el
paciente llega tarde; en consecuencia, no se efectúa labor alguna. Asi·
mismo, los pacientes neuróticos prefieren que la tercera persona
siempre quede excluida, y el odio provocado por la presencia de otro
paciente puede perturbar la labor de diversas maneras. Los pacien-
tes depresivos pueden alegrarse al ver a otros pacientes hasta que
llegan al amor primitivo o ávido, que engendra su culpa. Los pa-
cientes regresivos no tienen objeciones a que haya otros pacientes o
bien no pueden concebir que aquéllos existan. Los otros pacientes
.no son más que una nueva versión del Self.
Un paciente se acurruca en el diván, apoya la cabeza en la
mano y parece sentirse satisfecho y abrigado. La manta le cubre la
cabeza. El paciente está solo. Desde luego, estamos acostumbrados
a todas las variedades del retraimiento rabioso, pero el analista tiene
que estar en condiciones de reconocer este retraimiento regresivo en
el que no se lo insulta, sino que se lo utiliza de manera muy positiva
y primitiva.
Otro punto es que la regresión a la dependencia forma parte 707
D. W. Winnicott

integral del análisis de los fenómenos de la muy temprana infancia,


y si el paciente se moja en el diván o se ensucia o babea, sabemos
que esto es algo natural y no una complicación. Lo que se necesita
no es una interpretación y, de hecho, hablar o moverse puede arruinar
el proceso y resultarle excesivamente penoso al paciente.

Un elemento importante en esta teoría es el postulado del Yo obser-


vador. Dos pacientes muy similares en su aspecto clínico inmediato pueden
ser muy distintos en lo que se refiere al grado de organización del Yo ob-
servador. En uno de los extremos, el Yo observador es casi capaz de iden-
tificarse con el analista y puede superar la regresión al final de la sesión.
En el otro extremo, el Yo observador casi no existe y el paciente no puede
recuperarse de la regresión durante la sesión y es necesario cuidar de él.
En este tipo de labor debe tolerarse el acting out, y el acting out en
el curso de la sesión obligará al analista a desempeñar un papel, aunque
habitualmente en forma simbólica. No hay nada más sorprendente para el
paciente y para el analista que las revelaciones que tienen lugar en esos
momentos de acting out. Sin embargo, el acting out que tiene lugar en el
análisis no es más que el comienzo y siempre se deben formular verbal-
mente las nuevas comprensiones así alcanzadas. También aquí tenemos
una secuencia:

1. Una formulación de lo ocurrido en el acting out.


2. Una formulación de lo que se necesitaba del analista. De ello
se puede deducir:
3. Qué anduvo mal en la situación orlglnal de fracaso ambiental.
Esto produce cierto alivio, pero luego sigue:
4. Rabia correspondiente a la situación original de fracaso ambien-
tal. Quizás sea ésta la primera vez que se experimenta esa rabia, y el ana-
lista puede verse obligado a tomar parte, puesto que se lo utiliza en términos
de sus propios fracasos más que de sus éxitos. Ello resulta desconcertante,
a menos que se logre entenderlo. El progreso se ha logrado a través del
cuidadoso intento de adaptación hecho por el analista y, no obstante, lo que
708 se elige en ese momento como importante es el fracaso, pues constituye una
Aspectos clínicos y metapsicológicos de la regresión

reproducción del fracaso o el trauma original. En los casos favorables te-


nemos, por último:
5. Un nuevo sentido del Self en el paciente y una sensación del
progreso que significa el verdadero crecimiento. Es esto último lo que
constituye la recompensa del analista a través de su identificación con el
paciente. No siempre se llega a una etapa posterior en que el paciente
puede comprender la tensión por la que ha pasado el analista y es capaz
de decir gracias, otorgándole a esa palabra su pleno sentido.
Este esfuerzo por parte del analista es considerable, sobre todo si la
falta de comprensión y una contratransferencia negativa inconsciente com-
plican la situación. Por otro lado, puedo afirmar que en esta clase de tra-
tamiento no me he sentido desconcertado y ello constituye hasta cierto
punto una compensación. El esfuerzo puede ser muy simple.
En una sesión de importancia vital, poco después de iniciar un tra-
tamiento de este tipo, permanecí en silencio, sabiendo que eso era lo que
debía hacer, limitándome a respirar. Me resultó muy difícil hacerlo, sobre
todo porque aún no conocía la significación particular que el silencio tenía
para mi paciente. Hacia el final, el paciente superó el estado de regresión
y dijo: "Ahora sé que usted puede analizarme".
A veces se sugiere lo siguiente: desde luego, todos quieren hacer una
regresión; la regresión es un picnic; debemos impedir que nuestros pa-
cientes lo hagan; o bien, a Winnicott le gusta la regresión o induce a sus
pacientes a hacerla.
Permítanme hacer algunas observaciones básicas sobre el tema de la
regresión organizada a la dependencia.

Esto siempre resulta sumamente penoso para el paciente:


a) en un extremo está el paciente que es bastante normal; aquí
se padece casi todo el tiempo;
b) a mitad de camino encontramos todos los grados de reco-
nocimiento penoso de lo precario de la dependencia y de la doble
dependencia;
e) en el otro extremo nos encontramos con el caso hospitalario; 709
ID. W. Winnicott

aquí el paciente probablemente no sufre en el momento a causa de


la dependencia; el padecimiento resulta del sentimiento de futilidad,
etcétera.
Esto no significa negar que, de una manera localizada, sea po-
sible obtener una satisfacción extrema de la experiencia regresiva.
No se trata de una satisfacción sensorial, sino que se debe al hecho
de que la regresión alcanza y proporciona un punto de partida, lo que
llamaríamos un lugar desde el cual se puede operar. Se llega al
Self. El sujeto se pone en contacto con los procesos básicos del Self
que constituyen el verdadero desarrollo, y lo que sucede a partir de
allí se experimenta como real. La satisfacción correspondiente es
tanto más importante que cualquier elemento sensorial en la expe-
riencia regresiva, que esta última no necesita más que una mención.
No hay motivos por los cuales un analista pueda querer que
el paciente haga una regresión, excepto razones muy patológicas. Si
un analista prefiere que sus pacientes hagan una regresión, ello even-
tualmente interfiere el manejo de la situación regresiva. Además, el
psicoanálisis que implica una regresión clínica es mucho más difícil
que aquel en que no es necesario hacer ninguna provisión ambiental
adaptativa especial. En otras palabras, sería muy agradable que pu-
diéramos tomar sólo aquellos pacientes cuyas madres pudieron desde
el comienzo, y también en los primeros meses de vida, proporcionar
condiciones suficientemente buenas. Pero esta era del psicoanálisis
está llegando rápidamente a su fin.

Pero surge esta pregunta: ¿qué hacen los analistas cuando aparece la
regresión (aunque sea en cantidades muy pequeñas)?

Algunos dicen crudamente: iSiéntese! [Contrólese! iVamos! [l-lable!


Pero esto no es psicoanálisis.
Algunos. dividen su tarea en dos partes, aunque, por desgra-
cia, no siempre lo reconocen plenamente:
710 a) se muestran estrictamente analíticos (asociación libre con
Aspectos clínicos y metapsicológicos de la regresión

palabras; interpretación con palabras; nada de reaseguración);


y también
b) actúan intuitivamente.
y aquí surge la idea del psicoanálisis como un arte.
Algunos dicen: es inanalizable, y arrojan la toalla. Y entonces
un hospital mental se hace cargo del paciente.

Es necesario que la idea del psicoanálisis como un arte ceda gradual-


mente lugar a un estudio de la adaptación ambiental en relación con las
regresiones de los. pacientes. Pero, en tanto el estudio científico de la adap-
tación ambiental no se desarrolle, supongo que los analistas deben seguir
siendo artistas en su labor. Un analista puede ser un buen artista pero,
como he preguntado a menudo: ¿qué paciente desea ser el poema o el cua-
dro de otra persona?
Sé por experiencia que algunos dirán: todo esto lleva a una teoría del
desarrollo que pasa por alto las etapas tempranas de la evolución del indi-
viduo, que atribuye las mismas a factores ambientales. No es así de nin-
guna manera.
En el desarrollo temprano de los seres humanos, el medio que se
comporta suficientemente bien (que hace una adaptación activa bastante
buena) permite que el desarrollo personal tenga lugar. Los procesos del
Self pueden así mantenerse activos, en una línea ininterrumpida de creci-
miento vital. Si el ambiente no se comporta bastante bien, el individuo se
ve envuelto en reacciones frente a esa falla, y los procesos del Self quedan
interrumpidos. Si esta situación alcanza un límite cuantitativo, el núcleo
del Self necesita protección; hay una detención, el Self no puede hacer
nuevos progresos a menos que la situación de fracaso ambiental sea corre-
gida en la forma que ya describí. Una vez que el verdadero Self está pro-
tegido, se desarrolla un falso Self construido sobre una base de someti-
miento defensivo, esto es, la aceptación de la reacción frente al medio. El
desarrollo de un falso Self constituye una de las organizaciones defensivas
más eficaces, destinada a la protección del núcleo del Self verdadero, y su 711
D. W. Winnicott

existencia trae como resultado el sentimiento de futilidad. Quisiera repetir


lo ya dicho y manifestar que mientras el centro de operaciones del individuo
se encuentra en el falso Self, hay un sentimiento de futilidad y, en la prác-
tica, encontramos que el sentimiento de que la vida vale la pena surge en el
momento en que el centro operativo se desplaza desde el falso al verdadero
Self, aún antes de la completa entrega del núcleo del Self al Yo total.
Sobre esta base podemos formular un principio fundamental de la
existencia: lo que procede del verdadero Self se experimenta como real (y
más tarde como bueno), cualquiera sea su naturaleza y por agresivo que
sea; lo que sucede en el individuo como reacción frente a la interferencia
ambiental se experimenta como irreal, futil (y más tarde malo), por muy
satisfactorio que sea desde el punto de vista sensual.
Por último, examinemos el concepto de regresión comparándolo con
el concepto de reaseguración. Ello se hace necesario debido a que la técnica
adaptativa que se debe utilizar para enfrentar la regresión del paciente a
menudo se clasifica erróneamente como reaseguración.
Suponemos que la reaseguración no forma parte de la técnica psico-
analítica. El paciente entra y sale del marco analítico y, dentro de dicho
marco, sólo hay interpretación, correcta, penetrante y oportuna.
Al enseñar psicoanálisis debemos seguir hablando en contra de la
reaseguración.
Pero cuando consideramos las cosas con mayor cuidado, vemos que
se trata de un lenguaje demasiado simple. No es tan sólo una cuestión
de reaseguración y no reaseguración.
De hecho, todo este problema requiere un examen. ¿Qué es una
reaseguración? ¿Qué podría ser más reasegurador que sentirse bien anali-
zado, que estar en un marco confiable con una persona madura a cargo
de todo, capaz de hacer una interpretación penetrante y acertada, y en-
contrar que el propio proceso personal es objeto de respeto? Es tonto
negar que la reaseguración está presente en la situación analítica clásica.
Todo el marco del psicoanálisis es de enorme reaseguración, sobre
712 todo la objetividad y la conducta confiables del analista, y las interpreta-
Aspectos clínicos y metapsicológicos de la regresión

ciones transferenciales que se utilizan de modo constructivo en lugar de


explotar inútilmente la pasión del momento.
El problema de la reaseguración se entiende en forma mucho más
clara en términos de contratransferencia. Las formaciones reactivas en la
conducta del analista son dañinas, no porque aparezcan bajo la forma de
reaseguraciones y negaciones, sino porque representan elementos incons-
cientes reprimidos en el analista que implican una limitación de su labor.
¿Quése diría sobre la incapacidad del analista para reasegurar? ¿Qué
ocurriría si un analista fuera suicida? Para que sea posible cumplir una
labor en este sentido, debe existir en el analista una creencia en la natura-
leza humana y en el proceso del desarrollo, yeso es algo que el paciente
percibe sin tardanza.
De nada serviría describir la regresión a la dependencia, con su adap-
tación ambiental concomitante, en términos de reaseguración, tal como tiene
muy poco sentido considerar la reaseguración dañina en términos de contra-
transferencia.
Entonces, ¿qué estoy pidiendo a los analistas que hagan con respecto
a estos problemas en su labor práctica?
1. No les pido que acepten pacientes psicóticos.
2. Nada de lo dicho afecta los principios de la práctica corriente
en la medida en que
a) el analista está en la primera década de su carrera;
b) el caso es verdaderamente neurótico (no psicótico).
3. Sí sugiero que mientras los analistas aguardan a estar en con-
diciones, a través de una mayor experiencia personal, de enfrentar un caso
en el que debe haber una regresión, hay mucho que pueden hacer para
prepararse:
a) observar el funcionamiento de los factores inherentes a la situación;
b) observar los ejemplos menores de regresión con terminación natu-
ral que surgen en el curso de las sesiones analíticas, y
e) observar y utilizar los episodios regresivos que tienen lugar en
la vida externa del paciente, episodios que por lo general se desperdician
con el consiguiente empobrecimiento del análisis. 713
D. W. Winnicott

El principal resultado de las ideas que propongo aquí, si se las acepta,


será un uso más exacto, rico y provechoso de los fenómenos inherentes al
marco en los análisis corrientes de pacientes no psicóticos, lo cual traerá
como resultado, según creo, un nuevo enfoque en la comprensión de la
psicosis y su tratamiento por psicoanalistas que hacen psicoanálisis.

Resumen

Se llama la atención sobre el tema de la regresión tal como tiene lugar en el


marco psicoanalítico. Las descripciones de casos que configuran tratamientos pslcoló-
gicos exitosos de adultos y niños muestran que cada día se usan con mayor frecuencia
las técnicas que permiten la regresión. Es el analista, familiarizado con la técnica re-
querida en el tratamiento de la psiconeurosis, quien mejor puede comprender la regre-
sión y la consecuencia teórica relativa a las expectativas del paciente en cuanto a la
necesidad de hacer una regresión.
La regresión puede ser de cualquier grado, localizada y momentánea, o total y
abarcando toda la vida del paciente durante una fase. Las regresiones menos severas
proporcionan un rico material para la investigación.
De tal estudio surge una nueva comprensión del "verdadero Self" y del "falso
Self" y del "Yo observador", y también de la organización yoica que permite que la
regresión sea un mecanismo curativo, que permanece como algo potencial a menos
que se proporcione una nueva adaptación ambiental confiable que el paciente pueda
emplear para corregir el fracaso adaptativo original.
Aquí la labor terapéutica en el análisis se vincula con la que cumple el cuidado
del niño, la amistad, la posibilidad de disfrutar de la poesía y las actividades culturales
en general. Pero el psicoanálisis puede permitir y utilizar el odio y la rabia inherentes
al fracaso original, efectos importantes que pueden llegar a destruir los progresos lo-
grados con los métodos no analíticos.
Al recobrarse de la regresión, el paciente, con un Self más plenamente entregado
al Yo, necesita el análisis corriente planeado para el manejo de la posición depresiva
y del complejo de Edipo en las relaciones lnterpersonales, Por tal razón, sino por otras,
es necesario capacitarse en el análisis de pacientes no psicóticos cuidadosamente ele-
gidos, antes de pasar al estudio de la regresión. Tal tarea preliminar puede cumplirse
mediante un estudio del marco en 'el psicoanálisis clásico.

Summary

Attention is drawn to the subject of regression as it occurs in the psychoanalytic


714 setting. Case reports of successful psychological treatments of adults and children show
Aspectos clínicos y metapsicológicos de la regresión

that techniques that allow of regression are increasingly belng used. It ls the psycho·
analyst, familiar with the technique required in treatment of psychoneurosis, who can
best understand regression and the theoretical implication of the patient's expectations
that belong to the need of regress.
Regression can be of any degree, localized and momentary, or total and involving
a patient's whole life over a phase. The less severe regressions provide fruitful material
for research.
Emerging from such study comes a fresh understanding of the "true self" and
the "false self", and of the "observing ego", and also of the ego organization which
enables regression to be a healing mechanism, one that remains potential unless there
be provided a new and reliable environmental adaptation which can be used by the pa-
tient in correction of the original adaptive failure.
Here in therapeutic work in analysis links up with that done by child care, by
friendship, by enjoyment of poetry, and cultural pursuits generally. But psycho-analysls
can allow and use the hate and anger belonging to the original failure, important effects
which are liable to destroy the value of therapeusis brought about by non-analytic
methods.
On recovery from regression the patient, with the self now more fully surrendered
to the ego, needs ordinary analysis as designed for the management of the depressive
position and of the Oedipus complex in interpersonal relationships. For this reason, if
for no other, the student should acquire proficiency in the analysis of the carefully-
chosen non-psychotic before proceeding to the study of regression. Preliminar work can
be done by a study of the setting in classical psycho-analysis.

Résumé

On attire I'attention sur le sujet de la régression telle comme elle a lieu dans
le cadre psychanalytique. Les descriptions de cas qui configurent des traitements psy-
chologiques réussis d'adultes et d'enfants nous montrent que chaque jour on utilise
plus fréquemment les techniques qui permettent la régression. C'est I'analyste, familiarisé
avec la technique demandée dans le traitement de la psychonévrose, celui qui peut le
mieux comprende la régresion et la conséquence théorique rapportée aux expectatives
du patient en ce qui concerne le besoin de faire une régression.
La régression peut étre de n'importe quel dégré, localisée et momentanée, ou
totale et renfermant toute la vie du patient pendant una phase. Les régressions moins
sévéres offrent un riche materiel pour la recherche.
De cette étude émerge une nouvelle compréhension du "vrai Self" et du "faux
Self" et du "Moi observateur", ainsi que de I'organisation du Moi qui permet que la
régression soit un mécanisme curatif, qui demeure comme quelque chose potentielle a 715
D. W. Winnicott

moins qu'on fournisse une nouvelfe adaptation a I'ambiance, qui mérite la confiance, et
que le patient puisse employer afin de corriger I'échec adaptatif original.
Ici le travail thérapeutique dans I'analysese lie avec la tache qu'accomplissent
le soin de I'enfant, I'amitié, la possibilité de jouir de la poésie et des activités culturelfes
en général. Mais la psychanalyse peut permettre et utiliser la haine et la rage inhérentes
a I'échec original, qui sont des importants effets qui peuvent rnérne détruire les progres
achevés au moyen de méthodes non analytiques.
Lorsqu'iI se remet de la régresslon, le patient, avec un Self plus pleinement
donné au Moi, a besoin de I'analyse commun planifié par rapport au maniement de la
position dépressive et du complexe d'Edipe au cours des relations interpersonelles. C'est
a cause de cette raison, et bien d'autres, qu'il est nécessaire de se rendre apte dans
I'analyse de patients non psychotiques soigneusement choisis, avant de passer a I'etude
de la régression. Ce travail préalable doit s'accornplir au moyen d'une étude du cadre
dans la psychanalyse classique, .

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