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Materia: Tectónica de Campo

Guía Teórica y Práctica

Precordillera de San Juan


&
Sierra de Pie de Palo

Laboratorio de Tectónica Andina


Instituto de Estudios Andinos Don Pablo Groeber

Departamento de Ciencias Geológicas – Área Geodinámica Interna


Facultad de Ciencias Exactas y Naturales
Universidad de Buenos Aires

Provincia de San Juan - Argentina


Julio de 2012
Departamento de Ciencias Geológicas – Universidad de Buenos Aires – 2012

Tectónica de Campo

FUNDAMENTOS:

Aplicar los conocimientos de tectónica en ambientes reales con especial énfasis en la resolución de
problemas estructurales y tectónicos asociados tanto a la deformación dúctil como frágil en el campo.
Tanto los elementos tectónicos como las caracteristicas estructurales serán aplicados a la definición de
asociaciones petrotectónicas tanto en ambientes profundos como someros y sus expresiones de campo.
Especial atención se brindará a la obtención de datos de campo y su representación espacial para la
elaboración de secciones que permitan su análisis tridimensional de los problemas, concepto difícil de
adquirir en el aula y/o laboratorio.

OBJETIVOS:

Resolución de problemas estructurales y tectónicos asociados tanto a la deformación dúctil como frágil,
para lo se deberán realizar observaciones y descripciones de campo de las rocas involucradas y de las
estructuras observadas. Con esta información se procederá a la confección de mapas geológicos, perfiles
estructurales y secciones balanceadas con su correspondiente reconstrucción palinpástica, pudiendo de
este modo el alumno incorporar diferentes técnicas de trabajo de campo.

CONTENIDOS MÍNIMOS:

Resolución de problemas estructurales y tectónicos en el terreno en ambientes dúctiles y frágiles.


Reconocimiento de asociaciones petrotectónicas en el campo. Integración de la información de campo
con modelos conceptuales de la tectónica de placas.

PROGRAMA

1. Reconocimiento de campo de procesos tectónicos en áreas de basamento. Obtención de información


básica de campo de las condiciones geométricas y cinemáticas de la deformación en corteza inferior y
media y su cartografía.

2. Zonas de cizallas dúctiles y frágiles. Reconocimiento de milonitas y cataclasitas. Estructuras e


indicadores cinemáticos: lineaciones, boudinage, porfiroclastos y colas de presión, estructuras S-C-C´,
giros sigmoidales, espejos de fricción, escalones de recristalización, venas y fibras, fracturas conjugadas,
fracturas de Riedel y otras estructuras afines. Pliegues intrafoliares o desraizados, pliegues en vaina.
Crenulaciones.

3. Zonas de imbricación tectónica y su representación espacial. Cartografía de los diferentes elementos.


Condiciones de presión y temperatura para el desarrollo de las estructuras mencionadas.

4. Caracterización de campo de asociaciones petrotectónicas de unidades ígneas, metamórficas y


sedimentarias. Guías para su reconocimiento y estructuras asociadas. Definición de ambientes
tectosedimentarios y su expresión superficial y profunda.

5. Estudio de campo de fajas plegadas y corridas de piel fina. Selección de familias de estructuras en el
terreno. Profundidad e inclinación del basamento. Topografía sinorogénica. Ángulo de corte. Secuencia
de deformación. Corrimientos fuera de secuencia. Balance de campo de secciones estructurales.

6. Zonas triangulares y sus criterios de campo en la definición del estilo estructural. Zonas triangulares de
piel gruesa y piel fina. Criterios de campo para la evaluación de frentes de corrimientos.

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7. Zonas de inversión tectónica. Criterios de campo para su reconocimiento. Identificación de las


diferentes unidades tectosedimentarias: prerift, sinrift y postrift. Determinación en el terreno del punto
nulo. Inversión parcial y total.

8. Unidades tectosedimentarias y su expresión ambiental. Unidades tectosedimentarias jóvenes y


antiguas: juicios para su evaluación de campo. Control climático de fajas plegadas y corridas.

9. Deformación neotectónica. Elementos básicos para su reconocimiento en el campo. Estructuras activas.


Rasgos morfotectónicos y su evaluación sismotectónica. Peligro y vulnerabilidad sismotectónica.

************************************************************************************

Materiales necesarios: Para poder trabajar adecuadamente en este viaje se sugiere llevar los siguientes
materiales:
 lápiz negro 0,5 mm (imprescindible).
 goma de borrar lápiz (imprescindible).
 escuadra con transportador tipo rotring (imprescindible).
 escuadra o regla adicional.
 papeles de calco (4 hojas), medidas sugeridas 30x90 cm (imprescindibles).
 papel blanco liso o cuadriculado.
 lápices de colores.
 cinta transparente o de enmascarar (cinta de papel).
 libreta de campo y bolígrafo (imprescindible).
 tableta con gancho o carpeta de acrílico con gancho, medidas sugeridas 26x31 cm.
 tijerita o trincheta.
 marcador indeleble.
 una brújula cada dos o tres personas (imprescindible).
 una piqueta (imprescindible).
 una red estereográfica
 esta guía de campo.

Nota: Todas las interpretaciones dadas en esta guía están basadas en las realizadas por diversos
investigadores. Es también objetivo del trabajo de campo comprobarlas o refutarlas. Es decir que no debe
considerarse ninguna interpretación como una verdad absoluta sino por el contrario como un modelo
geológico discutible.

Docentes de la materia Tectónica de Campo (2012):


Dr. Victor A. Ramos (Profesor Titular)
Dra. Graciela I. Vujovich (Profesora Adjunta)
Dr. Daniel J. Pérez (Jefe de trabajos prácticos)
Dr. Daniel L. Yagupsky (Ayudante)
Alumna Ana C. Lossada (Ayudante)

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TECTÓNICA DE CAMPO
Introducción
El sector comprendido entre la Sierra de Pie de Palo y la localidad de Calingasta es uno de los
más interesantes de nuestro país desde el punto de vista geológico (Fig. 1). Abarca las provincias
geológicas de Sierras Pampeanas al este y Precordillera al oeste, separadas por el valle de Tulum sobre
el que se ubica la ciudad de San Juan. El sector pampeano está caracterizado por un basamento
metamórfico de edad grenvilliana (Proterozoico medio) corresponde al terreno Pie de Palo, en cuyo sector
occidental fue reconocido un complejo de suprasubducción de esa edad; la faja de Angaco (Angaco Belt)
al oeste pone en contacto tectónico (Corrimiento Las Pirquitas) al Complejo Pie de Palo con el Grupo
Caucete, secuencia de plataforma siliciclástica a carbonática, de edad neoproterozoica a cámbrica inferior.
La Precordillera se divide en tres sectores: oriental, central y occidental. Como consecuencia de
la estructuración ándica relacionada a la subducción de la placa de Nazca bajo la Sudamericana el sector
oriental se comporta como una faja plegada y corrida de piel gruesa, involucrando al basamento en la
deformación, aunque sin llegar a exponerlo. En este sector afloran las rocas más antiguas
correspondientes al cámbrico inferior, y las fallas y planos axiales de pliegues inclinan hacia el este al
igual que en la región pampeana. Los sectores central y occidental han formado una faja plegada y corrida
antitética de piel fina. En estos sectores, central y occidental, los términos más antiguos son ordovícicos y
las fallas y planos axiales de pliegues inclinan hacia el oeste.

Figura 1: Mapa de ubicación

El límite entre la Precordillera central y oriental está dado por el valle de Ullum-Zonda por
debajo del cual se desarrolla una zona triangular. Hasta el momento no se ha encontrado aflorante el
basamento de la Precordillera. Sin embargo se verán algunos indicios del mismo en los xenolitos de
cuerpos subvolcánicos terciarios de los cerros Blanco, Ullum y la Sal. También hay algunos elementos
por los cuales se podría considerar que el basamento aflorante hacia el este de la Precordillera Oriental, en
la sierra de Pie de Palo y en los cerros Valdivia y Barbosa.
El sector precordillerano está caracterizado por sedimentitas correspondientes a un margen pasivo
del paleozoico inferior desarrollado sobre el terreno de Precordillera, y en cuyas unidades carbonáticas
más antiguas se han encontrado faunas de afinidades Lauénticas. Ambos terrenos (Precordillera y Pie de
Palo) conforman el terreno compuesto Cuyania (Ramos, 1995). Su límite oriental estaría dado por el
Lineamiento Valle Fértil que separa el terreno Cuyania del terreno Pampia, y hacia el oeste la faja de
ofiolitas aflorantes en el valle de Calingasta, y que forman parte de la Precordillera Occidental, lo
separarian del terreno Chilenia.

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Sierras Pampeanas Occidentales


Sierra de Pie De Palo

La sierra de Pie de Palo se extiende a lo largo de aproximadamente 80 kilómetros en el sector


oriental de la provincia de San Juan y forma parte de las Sierras Pampeanas Occidentales (Fig. 2). Está
conformada principalmente por rocas metamórficas cuya edad varía entre Proterozoico medio y
Paleozoico inferior (?). En la misma se han reconocido dos grandes unidades: el Grupo Caucete y el
Complejo Pie de Palo, las cuales están en contacto a través del corrimiento Pirquitas en el sector de la
Faja de Angacos (Fig. 3)

Grupo Caucete
El Grupo Caucete se encuentra integrado por cuatro unidades formacionales: Cuarcita El
Quemado, la que interdigita con la Formación La Paz, ambas de carácter siliciclástico, y por encima la
Formación El Desecho, culminando con la Caliza Angacos, ambas de carácter carbonático dominante,
aunque se reconoce una participación siliciclástica en las mismas, principalmente en la Fm El Desecho
(Vujovich, 2003).
El pasaje entre las distintas unidades es transicional, aunque en varios sectores ha sido
modificado por fallamiento de bajo ángulo (van Staal, Vujovich, Naipauer en preparac., Figs. 4 y 5). El
metamorfismo que presenta señala temperaturas no mayores a 450ºC, pero presiones relativamente
elevadas (ca. 10 Kbs), lo que es consistente con las condiciones encontradas en zonas colisionales.

Cuarcita El Quemado:
Formada principalmente por la alternancia de bancos de cuarcitas y esquistos cuarzo micáceos.
Están formados principalmente por cuarzo, con fenocristales de feldespato alcalino, escasa plagioclasa, y
proporciones variables de micas incoloras a verdosas (muscovita a fengita). Presentan colores claros,
verdosos (el cuarzo es el mineral dominante) a amarillentos (cuando aumenta la participación de
feldespatos) y niveles de colores oscuros. Están finamente laminadas, son de grano fino a medio. En las
zonas de alta deformación o cizalla, pasan a rocas de la serie milonítica (protomilonitas, milonitas,
ultramilonitas), mostrándo en estos casos evidencias de recristalización dinámica y foliación milonítica
marcada. Presentan plegamiento isoclinal apretado, el que incluso llega a plegar la foliación milonítica, y
origina pliegues en vaina, característicos de zonas de deformación progresiva por cizalla. En estos
sectores se observan indicadores cinemáticos útiles para determinar el sentido de movimiento, y
lineaciones minerales que permiten identificar la dirección del movimiento.

Figura 2: Sierras Pampeanas Occidentales Figura 3: Faja Angaco (Vujovich, Ramos, 1994)
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Dataciones U/Pb sobre circones detríticos muestran un importante aporte de circones con edades
mesoproterozoicas, y un pico menor alrededor de los 550 Ma, sugiriendo que esa es la máxima edad de
depositación de esta unidad (Naipauer et al., 2005). El espectro de edad es muy similar al encontrado en
los sedimentos de synrift del Cerro Totora (Thomas et al., 2004). Ramos et al. (1996, 1998), sobre la base
de dataciones 39Ar/40Ar en moscovitas y hornblendas determinaron una edad de 395,7 ± 0,2 Ma en
moscovitas metamórficas de las metacuarcitas aflorantes en la desembocadura de la quebrada del Molle,
interpretada como una edad mínima sociada al tiempo de deformación.
Formación La Paz: aflora entre la quebrada homónima y la quebrada Las Pirquitas, y está muy
bien desarrollada hacia el norte, en las Lomas Bayas (Figura 1). Son rocas de color verde oscuro grisáceo
y de grano fino a medio. Forman bancos de potencias variables, 0,30 a 3 ó más metros, que intercalan con
bancos de rocas cuarcíticas de la Cuarcita El Quemado, alcanzando una potencia máxima de unos 250
metros en las inmediaciones de la quebrada del Quemado. Es común la presencia de venas de cuarzo
translúcido de uno a dos centímetros de espesor. Como son más friables que las cuarcitas con las que se
asocian en el paisaje circundante presentan un relieve más erosionado y friable. Algunos niveles muestran
abundantes porfiroblastos de albita, de hasta 2 mm, reflejando probables variaciones composicionales en
el protolito de estas rocas, los que encierran cristales de granate indicando su crecimiento posterior. Los
filosilicatos son abundantes, así como pequeños cristales de granate de color rojizo. El cuarzo también es
facilmente discernible a ojo desnudo. La presencia de pequeños circones prismáticos y límpidos, similares
a los encontrados en rocas volcánicas, junto con cristales redondeados, típicos de aquellos que han sufrido
un retrabajo sedimentario, sumado a la mineralogía de estas rocas y su disposición en el campo permiten
inferir un origen en parte volcánico para esta unidad siendo interpretadas como areniscas volcaniclásticas
(van Staal et al. 2002; Vujovich, 2003).
Estudios geoquímicos sobre las cuarcitas y metasedimentos volcaniclásticos indican que
provienen de una fuente cuya composición es similar a la de la corteza continental superior, dominada por
rocas de composición silícea. La participación de una fuente básica no parece haber sido muy importante
(Vujovich, 2003). Dataciones U/Pb sobre circones detríticos muestran un neto predominio de edades
mesoproterozoicas, no encontrándose evidencias de circones más jóvenes (Vujovich et al., 2004).
La sección carbonática del Grupo Caucete está representada por las Formaciones El Desecho y
Angacos. La Formación El Desecho está integrada por mármoles dolomíticos, esquistos calco-silicáticos
y esquistos cuarzo-feldespático-micáceos verdosos a rojizos, ricos en minerales opacos, con potencias
variables entre 0,5 a 40 metros, constituyendo un buen horizonte guía para el mapeo de las secuencias.
La Caliza Angacos corresponde a una alternancia de bancos calcáreos y en parte dolomíticos y
metamargas, con mayor desarrollo hacia el sector sur del cordón serrano, donde alcanza espesores entre
200 y 300 metros en la quebrada Ancha de la Puntilla. Desde la quebrada del Molle y hacia el norte las
calizas se tornan más escasas, y aparecen bancos intercalados, en parte tectónicamente, entre las
metacuarcitas.
La ausencia de fósiles determinativos dentro del Grupo Caucete no ha permitido asignarle una
edad precisa a esta unidad, exceptuando las trazas fósiles encontradas por Bordonaro et al. (1992) en
metasedimentos calcáreos, y sobre la base de los cuales estos autores le asignaron una edad mínima de
sedimentación proterozoica superior. Estudios recientes sobre isótopos de Sr, C y O permiten asignarla al
Neoproterozoico-Cámbrico inferior (Galindo et al., 2004; Naipauer et al., 2005). Complejo Pie de Palo

El Complejo Pie de Palo está representado por rocas ígneas máficas a ultramáficas
metamorfizadas, meta- volcanitas de composición básica a intermedia y esquistos y gneises de origen
ígneo y sedimentario. El grado metamórfico varía entre bajo y medio, alcanzando localmente grado alto.
Las rocas ultramáficas afloran principalmente entre las quebradas de Las Pirquitas y de Piedras
Pintadas, en el flanco occidental de la sierra. Se destacan en ella de cuerpos lenticulares de serpentinitas
con espesores variables, color verde oscuro a claro, masivos o esquistosos, en contacto generalmente a
través de fallas que repiten la secuencia, con esquistos verdes, talcosos y filíticos. En la quebrada del Gato
fueron reconocidos varios cuerpos de serpentinitas (Factor y Milán, 1949; Fernández Lima, 1962; Castro
de Machuca, 1981).
En el área de las quebradas El Quemado y Las Pirquitas afloran esquistos micáceos, anfibólico-
talquíferos ricos en minerales opacos, anfibolitas, metagabros y metadioritas, y venas de plagiogranitos
metamorfizados. Inmediatamente por encima de la falla Las Pirquitas en general se encuentran
metagabros, los que pasan a meta-tonalitas, a veces granatíferos, aunque en algunos sectores los
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metagabros pueden estar ausentes, encontrándose directamente por encima de la falla milonitas de
esquistos biotítico-granatíferos (meta-tonalitas).

Figura 4: Mapa geológico simplificado de la sierra de Pie de Palo entre las quebradas de La Petaca y
Desa (Van Staal, Vujovich, Naipauer, en preparación).

La secuencia ha sido sometida a una intensa deformación dúctil y plegamiento, y la mayoría de


las rocas presentan texturas miloníticas. En el camino se subida al área donde afloran los klippes, y por
encima de la falla se pueden observar grandes boudines de metabasitas inmersos en una matriz muy
deleznable, en facies de esquistos verdes, que representan milonitas de metabasitas afectadas
posteriormente por deformación en condiciones de menor temperatura (protomilonitas).

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Las milonitas de anfibolitas, de grano fino a medio, presentan tremolita-actinolita y plagioclasa


parcialmente reemplazada por minerales del grupo del epidoto. Los metagabros/metadioritas están
formados por actinolita con restos de clinopiroxeno y plagioclasa parcialmente reemplazada por epidotos.
De acuerdo al comportamiento geoquímico las anfibolitas y los metagabros/metadioritas presentan
similitudes con los MORB formados en un ambiente de back-arc (Vujovich y Kay, 1998; Vujovich et al.,
2004). Los esquistos ricos en minerales opacos podrían relacionarse con los procesos hidrotermales
asociados con la actividad en la dorsal y las anfibolitas podrían estar representando el complejo de dique
en dique (Vujovich y Kay, 1998).
Desde el punto de vista geoquímico en la quebrada del Gato se reconocieron tres tipos de
protolitos: cumulatos ultramáficos –dunitas y piroxenitas- (esquistos tremolítico serpentínicos), cumulatos
gabroicos (anfibolitas, metagabros) y rocas magmáticas silíceas (metatonalitas). Los cumulatos
ultramáficos y gabroicos son coherentes con un ambiente de arco islándico, desarrollado sobre una
corteza delgada u oceánica. Las rocas tonalíticas también corresponderían a un ambiente de arco, pero
sugieren una asociación con una corteza más engrosada, probablemente relacionada con un evento
compresional (Vujovich y Kay, 1996, 1998; Vujovich et al., 2004).

Figura 5: Columna estratigráfica Sierra de Pie de Palo, sector occidental (Vujovich, 2003)

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Relaciones de intrusividad han sido reconocidas en la quebrada del Gato y La Petaca; en ella se
pueden observar diques metabásicos intruyendo la secuencia metagábrica y diques metatonalíticos que
intruyen tanto a los diques básicos como a los metagabros (Vujovich et al., 2004).
Hacia el este, gneises biotítico granatíferos muestran un diseño de elementos trazas y tierras raras
similar al desarrollado por arcos más evolucionados. Estos gneises podrían derivar de sedimentitas
inmaduras, muy cercanas al área de aporte, conservando las características primitivas del mismo, a sea de
un arco magmático (Vujovich, 1993; Ramos et al., 1993; Vujovich y Kay, 1996, 1998).
El sector presenta una intensa deformación evidenciada por el intenso plegamiento y la presencia
de varias escamas tectónicas que repiten la secuencia. Las metamorfitas del área presentan variedades
miloniticas, producto de la deformación.
El Complejo Pie de Palo ha sido asignado al Proterozoico medio de acuerdo a las dataciones
radimétricas U/Pb sobre circones realizadas por McDonough et al. (1994) y Rb/Sr sobre roca total (Varela
y Dalla Salda, 1992; Pankhurst y Rapela, 1998). Dataciones U/Pb realizadas por Vujovich et al (2004)
sobre diferenciados pegmatíticos gabroicos en la quebrada del Gato han arrojado una edad más precisa
(1204 Ma) para la secuencia máfica, siendo esta unidad intrusiva en las rocas ultramáficas. Los cuerpos
tabulares que las intruyen, asignados a un ambiente de arco y de composición tonalítica a granodiorita
dieron una edad de 1174 a 1169 Ma.

Estructura

El Complejo Pie de Palo y el Grupo Caucete comparten una compleja y polifásica historia estructual. Las
rocas muestran evidencias de una deformación temperana localizada en zonas de milonitas (con cuarcitas
de grano muy fino por recristalización dinámica), las que fueron plegadas al menos dos veces en un
plegamiento recumbente o isoclinal asimétrico fuertemente volcado hacia el oeste. El plegamiento y la
milonitización estuvo acompañada por la generación de varias fallas. Estas fueron reconocidas sobre la
base del bajo ángulo de truncamiento en la estratigrafía y a su vez por la repetición asimétrica de las
unidades. A pesar de que las rocas fueron transpuestas en pequeña escala, la estratigrafía ha sido
preservada a escala de mapeo (1:25.000) debido a la naturaleza altamente asimétrica de los pliegues.
La estructura más antigua reconocida en el Grupo Caucete es una foliación paralela a la estratificación y
probablemente es coetánea con la esquistosidad espaciada que se observa en el Complejo Pie de Palo. No
se encontraron evidencias de que esta foliacion (Se) haya estado relacionada o acompañada por
plegamiento, a pesar de que su presencia en rocas ígneas claramente indica que este es un fenómeno
tectónico y probablemente formado como una foliación por aplastamiento (flattening) (S) en un régimen
de deformacion donde dominaron las estructuras asociadas a mecanismos de deslizamiento (creep) por
disolución-compresión. Esta foliación fue relacionada a una imbricación temprana. La foliación paralela
a la estratificación (Se) está plegada junto con el bandeamiento composicional en pliegues isoclinales
asimétricos (F1) cuyos ejes son paralelos a la lineación mineral/estiramiento.
Los pliegues F1 fueron replegados por los pliegues F2 cuyos ejes generalmente son no-cilíndricos y en
muchos lugares han sido transformados en pliegues en vaina (sheath folds), indicando la presencia de
zonas de cizalla de alta deformación.

Corrimiento Las Pirquitas


Klippes y ventanas tectónicas

El Complejo Pie de Palo se encuentra en contacto tectónico sobre el Grupo Caucete a través del
Corrimiento Las Pirquitas (Vujovich y Ramos, 1994), el cual se reconoce a lo largo de toda la sierra.
Todo el sector está afectado por deformación, lo que llevó a estos autores denominarlo Faja de Angaco
(Figura 3). Este contacto tectónico presenta dos tipos de deformación. En ciertas zonas la falla, con
espesores variables entre 0,3 a 1 m, presenta abundante material triturado con minerales del grupo de la
tremolita-actinolita, correspondiendo a un nivel de deformación alto. La superficie de falla entre ambas
unidades es paralela a la esquistosidad y se encuentra plegada. El segundo tipo de deformación
corresponde a una zona de intensa deformación penetrativa que se asocia, por varios centenares de metros
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a la zona de falla. Esta es responsable de poner en contacto tectónico al conjunto de rocas básicas y
ultrabásicas metamorfizadas en facies de grado bajo a medio con el Grupo Caucete, constituyendo una
importante zona de deformación entre ambos complejos (Vujovich y Ramos, 1994). La posición
subhorizontal que adopta el corrimiento en el sector de la quebrada Las Pirquitas ha permitido el
desarrollo de klippes y ventanas tectónicas a lo largo del mismo Fig. 6 (Ramos y Vujovich, 1995; Ramos
et al., 1996).
En este sector el Complejo Pie de Palo se encuentra representado por metagabros y metadiabasas
intensamente deformados, a los que se asocian pequeños cuerpos de leucogranitos; el Grupo Caucete se
encuentra representado principalmente por metacuarcitas y esquistos cuarzo feldespáticos. En la zona de
contacto entre ambas unidades se puede observar pequeñas escamas de milonitas de metacuarcitas y
esquistos, con desarrollo de una lineación de estiramiento aproximadamente N40°W, en contacto
tectónico con los metagabros.
Las ventanas tectónicas se desarrollan hacia el oriente, y han sido reconocidas en la quebrada de
las Pirquitas y a lo largo de la quebrada Grande del Molle. Estudios recientes, con mapeos detallados, han
permitido determinar la presencia de otras fallas dentro del Grupo Caucete y el Complejo Pie de Palo que
repiten la secuencia, y que han sido originadas en distintas etapas de la deformación. La deformación es
similar a la observada en zonas afectadas por colisión de bloques o terrenos, y donde antiguas zonas de
sutura pueden ser reactivadas por estos eventos (Vujovich et al., 2004 y van Staal et al, en preparación)
atribuyen este evento colisional a la orogenia oclóyica (fines del Ordovícico) como producto de la
colisión del terreno Cuyania contra el terreno Pampia, el que ya formaba parte del borde SO de
Gondwana desde el Cámbrico inferior (Orogenia Pampeana). Sobre este margen se instaló el arco
magmático ordovícico o famatiniano, asociado a la subducción del océano Iapetus bajo el margen
gondwnánico, y que permitió el acercamiento y posterior colisión del terreno Cuyania (véase Ramos,
2004).
Fig. 6. Klippes y ventanas
tectónicas en el área de Las
Pirquitas – El Quemado (Ramos y
Vujovich, 1995).

Metamorfismo

El Grupo Caucete registra un


metamorfismo en facies de
esquistos verdes o transicional
entre esquistos verdes-anfibolita,
mientras que las rocas máficas del
Complejo Pie de Palo han sido
metamorfizadas en facies de
anfibolitas granatíferas- Los
bordes de los circones
metamórficos arrojaron una edad
de ca. 460 Ma (Vujovich et al.,
2004). La presente yuxtaposición
del Grupo Caucete contra el
Complejo Pie de Palo a lo largo de
la falla Las Pirquitas tuvo lugar
despúes del pico metamórfico, lo
que es consistente con el
m,etamorfismo retrógrado ubicado
en las zonas de falla relacionadas
con zonas de cizalla.. Sin embargo, la Falla Las Pirquitas estuvo activo durante un extenso período de
tiempo, esto queda en evidencia por su repetición a través de fallas más jóvenes.

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PRECORDILLERA

Las rocas más antiguas afloran en las Sierras de Villicum y Chica del Zonda (véase figura 1)
están formadas por calizas y dolomías con edades que van del Cámbrico inferior al Ordovícico inferior; y
que integran las Formaciones La Laja, Zonda, La Flecha y San Juan (figura 7). Son calizas formadas
en una plataforma submarina de margen pasivo. La Formación San Juan, en la quebrada de Talacasto,
presenta niveles de K-bentonitas (tobas alteradas) las que han sido datadas en 469,5 Ma (U/Pb en
circones). Las reconstrucciones paleogeográficas realizadas sobre la base de afinidades faunísticas llevan
a correlacionar esta plataforma con la región de los Apalaches en el borde oriental de Norteamérica.
El ciclo carbonático finaliza con facies de transición a lutitas negras graptolíticas arenigianas de
las Formaciones Gualcamayo y Don Braulio, las que se pueden observar en la Sierra de Villicum. En la
Precordillera central y occidental se observan fajas angostas de Silúrico pelítico correspondientes a la
Formación Tambolar que se disponen con rumbo N-S en los frentes de los corrrimientos. Este conjunto
es incompetente en relación con los potentes bancos devónicos que lo sobreyacen, por lo que funciona
como nivel de despegue para muchos de los corrimientos de la región.

Figura 7: Cuadro estratigráfico comparativo de la Precordillera Oriental y Central


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Por encima de las lutitas silúricas se disponen las sedimentitas devónicas correpondientes a las
Formaciones Rinconada, Punta Negra y Talacasto. La primera de ellas aflora en la Sierra de Villicum
mientras que las restantes se disponen respectivamente una al oeste de la otra en la Precordillera central y
occidental. Corresponden a facies turbidíticas de talud cada vez más profundas hacia el oeste. Los
investigadores más fijistas sostienen que el área de aporte ubicada al este corresponde al sector
pampeano. Los más movilistas sostienen que la Precordillera forma parte de un terreno alóctono
(Cuyania) y que el área de aporte durante el paleozoico inferior no fue de ninguna manera el sector
pampeano. Las turbiditas devónicas se identifican fácilmente en el campo; en su conjunto tienen color
verde oscuro a gris oscuro y se caracterizan por su ritmicidad en la alternancia de bancos de arenisca
lutítica y lutitas verdosas y por la estratificación gradada normal en los bancos más gruesos.
Por encima de los niveles turbidíticos devónicos yacen niveles carboníferos continentales y
marinos correspondientes a la Formación La Dehesa. Los mismos se ubican en el flanco occidental de la
quebrada de Albarracín y están compuestos por conglomerados y areniscas de origen fluvial
temporalmente suprime al Mesozoico, sobre la cual se ubican los depósitos continentales terciarios. En
este sector precordillerano, los depósitos terciarios afloran en las lomas de Las Tapias y Ullum (véase
figura 1) y en los sectores aledaños a la quebrada de Albarracín. Las cuencas en las que se depositaron
estas sedimentitas terciarias son sinorogénicas y están vinculadas con la subsidencia producida por
apilamiento tectónico (cuencas de antepaís). Comienzan con depósitos pelíticos, luego arenosos y
concluyen con potentes conglomerados. Cada una de ellas está vinculada con el alzamiento de un sector
determinado tanto de la Precordillera como de la Cordillera Frontal. El estudio cuidadoso de estos
depósitos puede llegar a darnos una completa y detallada cronología de la deformación terciaria. Durante
el viaje hay que poner especial atención en la observación de los depósitos terciarios y en los sectores más
cercanos al frente orogénico para cada cuenca, hay que intentar ver los cambios de espesores y relaciones
de on-lap o truncamiento de los estratos de crecimiento. Por encima del carbonífero continental existe
una gran discordancia que temporalmente suprime al Mesozoico, sobre la cual se ubican los depósitos
continentales terciarios. En este sector precordillerano, los depósitos terciarios afloran en las lomas de Las
Tapias y Ullum (véase figura 1) y en los sectores aledaños a la quebrada de Albarracín. Las cuencas en
las que se depositaron estas sedimentitas terciarias son sinorogénicas y están vinculadas con la
subsidencia producida por apilamiento tectónico (cuencas de antepaís). Comienzan con depósitos
pelíticos, luego arenosos y concluyen con potentes conglomerados. Cada una de ellas está vinculada con
el alzamiento de un sector determinado tanto de la Precordillera como de la Cordillera Frontal. El estudio
cuidadoso de estos depósitos puede llegar a darnos una completa y detallada cronología de la deformación
terciaria. Durante el viaje hay que poner especial atención en la observación de los depósitos terciarios y
en los sectores más cercanos al frente orogénico para cada cuenca, hay que intentar ver los cambios de
espesores y relaciones de on-lap o truncamiento de los estratos de crecimiento.
En función de los datos magnetoestratigráficos y radimétricos disponibles, puede suponerse que
las Cuencas de Albarracín y Ullum, son sinorogénicas pero no vinculadas entre sí, siendo la primera (12
Ma) más antigua que la segunda (8 Ma).
En relación discordante con todos los depósitos anteriores se presentan cuerpos subvolcánicos de
composición dacítica y andesítica como los de los cerros Blanco, la Sal y Ullum. Los mismos
corresponden al arco magmático que migró desde el límite con Chile hasta esta posición hacia fines del
Mioceno como consecuencia de la horizontalización de la zona de Wadati-Benioff.
Formación Valentín: Depósitos de lago del Cuaternario, datados en 6500 años (14C), aflora en los
alrededores del actual lago artifical desarrollado por el endicamiento del río San Juan por la represa de
Ullum.

Estratigrafía de la Precordillera Occidental:

La Formación Alcaparrosa corresponde a facies de talud ordovícicas. Esta unidad hospeda una serie de
olistolitos de calizas del Cámbrico y del Ordovícico inferior cuyas dimensiones son de varios cientos de
metros, generados por deslizamiento gravitacional desde la plataforma carbonática hacia el talud, y
bloques de conglomerados derivados de la cuenca de antepaís ordovícica elevada en el sector oriental.
Hacia el oeste la Formación Alcaparrosa presenta pilow lavas basálticas intercaladas. Los basaltos
constituyen la parte inferior de la Formación Alcaparrosa, las que hacia arriba están interdigitadas con
facies de talud. Localmente están asociadas a calizas de grano fino y cherts. Presentan una mineralización
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secundaria debido a alteración por agua de mar y un posterior metamorfismo por deformación o
tectonismo. La geoquímica de los basaltos indica fuertes afinidades oceánicas similares a las toleítas
oceánicas asociadas a dorsales influencias por plumas. Ha sido descartado un ambiente de arco o de
intraplaca para estas unidades basálticas (Kay et al., 1984; Haller y Ramos, 1984).
Formación Calingasta: corresponde a facies turbidíticas distales (pelitas) de edad silúrica.
El Devónico está representado por la Fm El Codo, caracterizada por facies turbiditicas de talud y
batiales.
La Formación El Ratón consiste de arenistas continentales rojas, conglomerados y pelitas con tafoflora
del Carbonífero inferior, y está en discordancia sobre rocas del Paleozoico inferior.
La Formación El Planchón está compuesta por diamictitas y sedimentos clásticos de origen glacimarino,
acumulados cerca de la costa, que pasan hacia arriba a facies deltaicas (Sessarego, 1988). Este sistema
corresponde a la glaciación gondwánica que acaeció durante el Carbonífero medio.
La Formación El Salto consiste de una serie de areniscas amarillentas, pelitas verdes y conglomerados
rojos, portadores de fauna de braquiópodos del Pérmico inferior. Representa depósitos marinos a
continentales con abanicos aluviales provenientes de un relieve ubicado al oriente, el cual formó la
llamada Protoprecordillera.

Formación Don Polo: Esta unidad tradicionalmente ha sido considerada como correspondiente a los
depósitos más antiguos expuestos en el área. Dado que está en contacto tectónico con otras rocas
ordovícicas su edad es discutida y se la ubica entre el Proterozoico tardío y el Ordovícico. Ultimamente,
la mayoría de los autores acepta una edad ordovícica sobre la base de remanentes orgáncios dudosos. La
secuencia comprende grauvacas y pelitas altamente deformadas con un conspícuo clivaje de plano axial.
Hacia el sur las rocas presentan anquimetamorfismo a metamorfismo de bajo grado. Esta asociación ha
sido interpretada como característica de rocas de antearco intensamente deformadas asociadas a un
margen activo.

Estructura

La Precordillera se puede dividir en cuatro sectores que estructuralmente presentan características


distintivas (véase figura 1):

1. Sistema de Villicum-Zonda-Pedernal (Precordillera oriental).


2. Valle de Matagusanos (Valle intermontano Ullum-Zonda).
3. Unidad Central de Corrimientos (Precordillera central).
4. Unidad Occidental de Corrimientos (Precordillera occidental).

El Sistema de Villicum-Zonda-Pedernal se halla limitado en su sector occidental por una falla


inversa con alto ángulo de inclinación hacia el este, que posiblemente involucre al basamento. La misma
es regionalmente muy importante extendiendose por más de 200 km con rumbo NNE. Este sistema se
encuentra caracterizado por estructuras con planos axiales inclinando hacia el este al igual que en la
región pampeana. Afloran rocas mayoritariamente cámbricas-ordovícicas y son muy escasas las rocas
intrusivas y volcánicas.
El Valle de Matagusanos se encuentra limitado al este por la falla del Zonda, inclinada hacia el
oriente, y al oeste por los corrimientos que levantan la Precordillera central, que inclinan al oeste. Es así
que por debajo del mismo se configura una zona triangular. El Valle se encuentra cubierto por sedimentos
cuaternarios por lo que muy poco se puede decir de su estructura interna. Sin embargo las lomas de Ullum
y Las Tapias indican que el Terciario se encuentra estructurado con vergencia occidental. Asimismo, por
una perforación realizada cerca de la localidad de Matagusanos, se sabe que hay 6000 m de Terciario
apoyados sobre calizas posiblemente cámbricas-ordovícicas. En una vista regional se observa que esta
zona triangular se cierra cada vez más hacia el norte y en el sector de Jáchal las estructuras orientales con
vergencia pampeana comienzan a interferir claramente a las occidentales con vergencia andina. En la
Precordillera central, las fallas y planos axiales de pliegues inclinan hacia el oeste, se involucran estratos
devónicos y carboníferos siendo mayor la participación de cuerpos intrusivos y volcánicos.
La Precordillera occidental se encuentra limitada al este por la falla de la Cantera, que representa
la primera estructura fuera de secuencia que caracteriza a la Precordillera occidental.

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Neotectónica
Durante el viaje se realizará un trabajo práctico en la falla La Laja (lámina 1 y 2; y figura 8). Esta
estructura pertenece al sistema neotectónico Tapias-La Laja. El mismo corresponde a un conjunto de
fallas cuaternarias de rumbo NE con varias escarpas de falla paralelas. Las mismas inclinan hacia el este y
son más viejas hacia el oeste, lo que indica una secuencia de fracturación inversa. La falla La Laja
produjo el terremoto de San Juan del año 1944, de magnitud 7,4 durante el cual esta estructura tuvo un
movimiento de aproximadamente 50 cm.

Figura 8: Mapa del sector de la falla La Laja

Figura 8b. Mapa regional con los sectores de, falla La Laja, Sierra de Villucum, Sierra de Talacasto, y el
valle Matagusanos, y los depósitos de travertino a lo largo de las fallas, en la Precordillera oriental. Tc
indicant depósitos Terciarios sedimentarios.

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2- Estructuras desarrolladas en una FPC

Introducción
Las fallas y pliegues caracterizan la estructura de una faja plegada y corrida y en general
se encuentran íntimamente relacionados entre si. Los pliegues, sólo se pueden dar desvinculados
de las fallas, en sectores de alta ductilidad o en secuencias que tengan, aunque sea en parte, rocas
poco competentes. De lo contrario, en rocas donde predomina el comportamiento frágil, los
pliegues importantes siempre se vinculan al fallamiento. Es así que en las FPC se generan
estructuras mixtas plegamiento-fallamiento. Las principales serán analizadas a continuación.

Pliegues de flexión de falla


Si la superficie de una falla no es plana, los bancos que se mueven por encima de ella
tienen que acomodarse a su forma. El plegamiento que se genera por el acomodamiento de roca
sobre una falla que cambia su inclinación se denomina de flexión de falla o fault-bend folding.
Este tipo de plegamiento fue observado y analizado por diversos autores (Rich, 1934; Dahlstrom,
1970; etc.), sin embargo, fue Suppe (1983) quien realizó los primeros modelos geométricos
cuantitativos de este tipo de estructura. Dichos modelos consideran que no existe cambio en el
espesor de los bancos durante la deformación y que se mantiene la longitud de los mismos antes
y después de que ésta ocurra.
Figura 2.1: Modelo de
pliegue de flexión de falla
donde se indican las
relaciones posibles entre
planos y rampas colgantes
y basales. Véase discusión
en texto.

Los pliegues por flexión de


falla son los más simples de los vinculados a fallamiento, y es por eso que es importante
entender bien el modelo de Suppe (1983) antes de avanzar con otros más complejos. Para ello,
primero se definirán algunos elementos geométricos básicos. Se dice que una falla corta en
forma de plano (flat) a una secuencia cuando lo hace paralelamente a la estratificación, y en
forma de rampa (ramp) cuando lo hace oblicuamente a ésta. Es así que quedan definidas algunas
relaciones posibles entre los planos colgantes y basales de una falla (figura 2.1): 1) plano
colgante sobre plano basal (P-P); 2) plano colgante sobre rampa basal (P-R); 3) rampa colgante
sobre plano basal (R-P); 4) rampa colgante sobre rampa basal (R-R).
En ejemplos naturales también se considera que la falla corta en forma de plano, cuando
lo hace con muy bajo ángulo (menor de 5°) respecto de la estratificación. En general los planos
se desarrollan sobre rocas dúctiles (evaporitas, pelitas, lutitas, etc.) o con fuerte anisotropía
planar paralela a la estratificación, y las rampas sobre rocas más consistentes y frágiles o con
fuerte anisotropía planar oblicua a la estratificación. El ángulo con que una rampa se desprende
de un plano basal (despegue basal) se denomina ángulo de corte o ángulo de paso fundamental
(cut-off angle) y depende de la reología del material en cuestión (figura 2.1). El ángulo de corte
es una de las variables más importantes en los modelos de Suppe (1983), ya que de él dependen
los ángulos dorsal y frontal de un pliegue por flexión de falla. Se denomina superficie axial
(figura 2.1) a la línea en que los bancos cambian de inclinación, y en los modelos teóricos
(Suppe, 1983), para que los estratos no cambien de espesor, debe ser bisectriz del ángulo entre
ellos determinado. El espacio entre dos superficies axiales se denomina banda kink (kink band).

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En la figura 2.2 se muestran tres estadíos en la evolución de un pliegue de flexión de falla. Es importante marcar que
el pliegue comienza a crecer en altura (amplitud) hasta llegar a un punto en que ésta se mantiene invariable y se
comienza a incrementar su longitud de onda. Las superficies
axiales fueron marcadas como A, A’, B y B’. Al comenzar el
desarrollo del pliegue (figura 2.2a), A y B se encuentran fijas al
bloque basal en los puntos en que la falla cambia de inclinación
(X e Y), en cambio A’ y B’ avanzan hacia el bloque autóctono
(figuras 2.2 a y b) haciendo crecer en ancho a las bandas kink
A-A’ y B-B’, mientras que el de A-B’ disminuye. En el
momento en que la superficie axial B’ alcanza el punto X, se
fija a éste y la superficie axial A (antes fija) comienza a avanzar
en forma sincrónica con A’. A partir de ese momento las bandas
kink B-B’ y A-A’ dejan de crecer manteniendo un ancho
constante y la banda A-B’ comienza a ensancharse. Es así que:

Figura 2.2: Se muestran tres estadíos en la evolución


de un pliegue de flexión de falla (Suppe, 1983).

la superficie axial B siempre es fija al bloque basal


la superficie axial A’ siempre es móvil al bloque basal
la superficie axial B’ inicialmente es móvil y luego fija respecto al bloque basal
la superficie axial A inicialmente es fija y luego móvil respecto al bloque basal.

Es importante remarcar que una superficie axial móvil respecto al bloque basal se mueve
solidariamente a los bancos del bloque colgante y en cambio una superficie axial fija implica que
estos roten a través de ella. En casos reales de pliegues de charnelas angulares como los del
modelo de Suppe (1983), la rotación abrupta de los bancos en una superficie axial fija al bloque
basal produce en la roca una fracturación secundaria que se conoce como zona de daño y que
puede ser muy importante desde el punto de vista económico, ya sea como reservorio de
hidrocarburos por el desarrollo de permeabilidad secundaria o como zona de acumulación de
minerales. Es por esto que las superficies axiales fijas al bloque basal también se denominan
activas y las móviles se denominan pasivas. Los términos activas y pasivas no se relacionan con
su posición y movimiento sino que se refieren a la posibilidad de los bancos de rotar o no en
dichas superficies axiales. (ATENCION: las
superficies móviles respecto al bloque basal,
es decir las pasivas suelen encontrarse en la
literatura como fijas (fixed), en ese caso el
término se refiere al bloque colgante, es por
esto que es conveniente usar la nomenclatura
de activas y pasivas).

Figura 2.3: Geometría del sector frontal de


un pliegue de flexión de falla (Suppe, 1983).

Suppe (1983) encontró una relación geométrica entre el ángulo de corte  (figura 2.3) y el ángulo frontal
del pliegue  (nótese que 2 representa el ángulo de interlimbo frontal) para que este balancee, es decir para que
todos los bancos mantengan la misma longitud antes y después de la deformación. La relación encontrada se basa
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fundamentalmente en un desarrollo trigonométrico sencillo pero engorroso que no será desarrollado en este texto.
En la figura 2.3 se muestra la parte frontal de un pliegue de flexión de falla, con un ángulo de corte . Nótese que
para obtener una relación general se muestra una flexión en la inclinación de falla que abajo corta con un ángulo  y
arriba con un ángulo . Se hace una igualdad de áreas entre el triángulo de material que se elevaría si fuera
totalmente rígido, y el que realmente se encuentra al acomodarse la roca sobre el plano de falla. En base a esa
igualdad (figura 2.4) se obtiene la siguiente ecuación general:
 = tan-1 [ sen (-) [sen (2-) – sen ] / cos (-) [sen (2-) –sen ] – sen  ]
Si se considera el caso especial en que  = , la ecuación se simplifica a:
 =  = tan-1 [ sen 2 / 1 + cos 2 ]
Figura 2.4: Relaciones
trigonométricas en el sector frontal
de un pliegue de flexión de falla
(Suppe, 1983).

La resolución de estas
ecuaciones (figura 2.5) se puede
realizar mediante la computadora o
utilizando los gráficos de Suppe
(1983) en los que en el eje de
abscisas se representa el ángulo de
corte , y en las ordenadas el ángulo
frontal . Se graficaron curvas para
distintos  y para  = . Si se
analiza el caso más sencillo en que 
= , se ve que para ángulos de corte
menores de 30° ( < 30°) existen dos valores que dan solución a la ecuación, para un ángulo de corte de 30° existe
sólo uno, y para ángulos mayores no existe ningún valor que solucione la ecuación. Desde el punto de vista
geológico esto significa que existen dos tipos de pliegues de flexión de falla para ángulos de corte menores a los 30°
que se denominan de modo 1 y modo 2 respectivamente (figura 2.6). Para ángulos mayores al mencionado no existe
ninguna estructura de flexión de falla que pueda balancear sin considerar una cizalla angular interestratal (véase
discusión a continuación).
Figura 2.5: Gráfico en que en el eje de abscisas se representa el ángulo de corte , y en el de
ordenadas el ángulo frontal . Se graficaron curvas para distintos  y para  =  (Suppe, 1983).
Cizalla interestratal

Si se toma una guía telefónica apoyada sobre una mesa y se le dibuja una línea inclinando
20° en uno de sus costado, luego se le introduce por debajo una cuña de madera de 20° (figura

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2.7), se verá, que si bien la línea aumentó su


inclinación, no se dispone a 40° de la mesa sino que
con un ángulo menor. Este hecho se debe a que las
hojas de la guía se desplazaron entre ellas mediante
cizalla simple y disminuyeron el ángulo original de la
línea. Al igual que en el ejemplo de la guía, en un
pliegue se produce cizalla a través de cada una de las
superficies axiales. Suppe (1983) contempló este
hecho y las fórmulas expuestas anteriormente
compensan las cizallas opuestas que existen en el
sinclinal dorsal (superficie axial B de la figura 2.2) y
en el anticlinal frontal (superficie axial A de la figura
2.2). Dicho de otro modo, si al construir un pliegue
por flexión de falla, para un determinado ángulo de
corte  se utiliza un ángulo frontal  distinto del
desprendido de las fórmulas anteriores (o de su
expresión gráfica, figura 2.5), al balancear el pliegue,
se encontrará que no todos los bancos tienen la
misma longitud y que si se unen sus terminaciones con una línea, ésta formará un determinado
ángulo con la vertical. Dicho ángulo representa la cizalla angular () del modelo, y es positiva
(+) cuando inclina igual que el plano de falla y negativa (-) cuando lo hace en dirección
contraria.

Figura 2.6: Se muestran los dos modelos posibles de pliegues de flexión de falla para  =  =
25° (Suppe, 1983).

Figura 2.7: Guía telefónica en la que se dibuja una línea inclinando 20° y se le introduce una
cuña de 20° por debajo. Véase discusión en el texto.

La cizalla angular () producida por la flexión de un paquete de bancos a través de una superficie axial se
calcula mediante relaciones trigonométricas sencillas que se ilustran en la figura 2.8. Las áreas sombreadas deben
ser iguales antes y después de la flexión; de dicha igualdad se desprende que:

tan  = 2tan (/2);

la resolución de esta ecuación así como la cizalla angular producida en charnelas curvas se ilustra en la figura 2.9.
Suppe (1983) calculó la cizalla que se produce sobre cada rampa en un pliegue de flexión
de falla y definió diferentes dominios de inclinación para bancos que se encuentren sobre
distintos números de rampas. En la figura 2.10 se observa un pliegue de flexión de falla
producido por el apilamiento de dos láminas sobrecorridas. En él se marcan los dominios de
inclinación que se encuentran en su superficie según el número de rampas apiladas que tengan
por debajo. Dominio 0 indica que no existe ninguna rampa que incline a esos bancos, es decir
que están horizontales. Los dominios I, II, III, etc. indican que hay una dos, tres, etc. rampas

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apiladas; los valores positivos (+) se refieren a flancos frontales y los negativos (-) a dorsales. La
tabla de la figura 2.11 muestra los valores
calculados por Suppe (1983) para los distintos
dominios, con entradas según el ángulo de corte
. Nótese que existe una limitación en el
apilamiento de rampas para cada ángulo de corte.
Es decir que, por ejemplo, para un ángulo de
corte de 23°, no se pueden apilar más de dos
rampas y que el modelo siga balanceando sin
aplicar cizalla angular. Es importante destacar
que, como se puede ver en la tabla de la figura
2.11, es difícil obtener ángulos frontales muy
inclinados o volcados mediante este tipo de
mecanismo, ya que por ejemplo para volcar un
pliegue producido por corrimientos con un
ángulo de corte de 20°, harían falta, por lo menos
cuatro rampas frontales apiladas. Como se verá
más adelante hay mecanismos de plegamiento
mucho más efectivos en este sentido.

Figura 2.8: Relaciones trigonométricas para calcular la cizalla angular de un sinclinal. Nótese
que el área sombreada antes y despues de la flexión debe ser la misma.

Figura 2.9: Relaciones entre la cizalla


angular y el ángulo de inclinación de los
bancos para pliegues angulares y curvos
(Suppe, 1985).

Figura 2.10: Pliegue de


flexión de falla producido
por el apilamiento de dos
láminas sobrecorridas. En
él se marcan los distintos
dominios de inclinación
que se encuentran en su
superficie según el número
de rampas apiladas que
tengan por debajo (Suppe,
1983). Véase discusión en
texto.

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Si se analizan los modelos de la figura 2.12, se verá que un pliegue por flexión de falla
consume parte del acortamiento aplicado para formar el pliegue (elevación), pero otra parte la
transfiere hacia adelante (hacia el antepaís). En la figura 2.12 el acortamiento aplicado está dado
por la distancia Y-Y’ y el transferido hacia el antepaís por X-X’, la diferencia entre ambos es el
acortamiento absorbido por plegamiento. Es importante mencionar que el desplazamiento sobre
la rampa basal de un pliegue de flexión de falla es constante a lo largo de ella, hecho que no
ocurre en otro tipo de pliegues vinculados a fallas.

Figura 2.11: Tabla mostrando los valores calculados por Suppe (1983) para los distintos
dominios, con entradas según el ángulo de corte .

Figura 2.12: Evolución de un


pliegue de flexión de falla
mostrando el desplazamiento
trasladado hacia el antepaís.

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Pliegues de propagación de falla


Los pliegues de flexión de falla revisados anteriormente no pueden explicar estructuras
con limbos frontales volcados, al menos utilizando un número razonable de rampas apiladas, sin
embargo es muy común encontrar en la naturaleza pliegues volcados vinculados a una sola falla.
Suppe y Medwedeff (1990) propusieron un modelo de pliegue-falla que puede explicar este tipo
de casos y que denominaron plegamiento por propagación de falla (fault-propagation folding).
A diferencia del modelo de flexión, en que primero se genera una falla en forma rápida y limpia,
y sobre ella se desplaza y acomoda el bloque colgante, en los pliegues por propagación de falla,
ésta va creciendo sincrónicamente con el
plegamiento. Esto significa que la falla va
a tener un punto de terminación o fault tip
y que, en consecuencia, el desplazamiento
no es constante a lo largo del plano de
falla, sino que progresivamente disminuye
hacia arriba hasta hacerse cero en el punto
de terminación (figura 2.16). En la figura
2.16 se muestra la evolución de un pliegue
por propagación de falla. Las superficies
axiales fueron marcadas como A, A’, B y
B’. La superficie axial B es fija respecto al
bloque basal (superficie axial activa) y
todas las otras son móviles. Sin embargo,
A, A’ y B’ también son superficies activas,
excepto en casos especiales en que A
puede comportarse como pasiva. El pliegue
crece hacia arriba y cada vez se va
haciendo más puntiagudo. Las bandas kink
B-B’ y A-A’ van haciéndose cada vez más
anchas y la A-B’ cada vez más angostas.

Figura 2.16: Evolución de un pliegue de


propagación de falla (Suppe y Medwedeff,
1990).

El desplazamiento aplicado al modelo se puede medir entre el punto en que comienza la


rampa colgante (Y’) y en que comienza la rampa basal (Y). Desde el punto Y’ hacia arriba el
desplazamiento disminuye hasta hacerse cero en el punto de terminación. Es por esto que este
tipo de estructuras convierte todo el acortamiento en plegamiento y no traslada rechazo hacia el
antepaís como en el caso de los pliegues de flexión de falla.

Pliegues por propagación de falla de espesor de limbos constante


Es el modelo más simple y al igual que en los pliegues de flexión de falla, se asume que
no hay cambio de espesor de los bancos durante la deformación. Suppe y Medwedeff (1990)
realizaron todo el formuleo correspondiente a este modelo de pliegues. Al igual que en el caso de
flexión de falla, se basa en un desarrollo trigonométrico sencillo pero engorroso que no será
analizado en este texto y que finalmente termina relacionando el ángulo de corte  con el ángulo
frontal  y * (figura 2.17). Nótese, que en la construcción de un pliegue de propagación de falla
teórico, el banco que está al mismo nivel que el punto de terminación, forma un anticlinal
puntiagudo con una única superficie axial. Los que están por debajo hacen lo mismo, pero están
fallados. Los que están por encima no se encuentran fallados y forman un pliegue truncado con

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bancos horizontales y dos superficies axiales. Es por esto que en este modelo (figura 2.17) se
definen dos ángulos frontales,
el  (ángulo de interlimbo 2)
y el * (ángulo interlimbo 2*,
véase figura 2.17). La fórmula
general para los pliegues de
propagación de falla de
espesor de limbos constante es
(véanse referencias en figura
2.17):

Figura 2.17: Pliegue de


propagación de falla de
espesor de limbos constante.

sen 2 = [ sen * sen (*– 1) / sen (1 – *) + [ sen 1 sen (*– 1) / sen (2*– 1) ] – tan p sen * sen 1]

donde:  = 90° + * – 1 ;  = 180° – 2 + 1 y b = 2  – * )

Si no hay un cambio de inclinación en la rampa de la falla y 1 = 0 y 2 =  la fórmula se reduce


a: tan p = [ (1 + 2 cos2 * / sen 2 *) + ( cos 2– 2 / sen 2) ]

Figura 2.18: Relaciones entre el ángulo


de corte y los ángulos interlimbo para
pliegues de propagación de falla de
espesor de limbo constante (Suppe y
Medwedeff, 1990).

Estas fórmulas pueden


resolverse ya sea mediante el uso de la
computadora o mediante las curvas
realizadas por Suppe y Medwedeff
(1990) que se observan en la figura
2.18. Un gráfico simplificado para una
rampa sin quiebre puede verse en la
figura 2.19. Es interesante notar que
cuanto menor sea el ángulo de corte 
menor van a ser los ángulos de
interlimbo 2 y 2*, es decir que más
volcado va a estar el pliegue.
Contrariamente cuanto mayor sea ,
mayor será el ángulo interlimbo y
menor la inclinación del flanco frontal del pliegue. La figura 2.20 muestra la variación del
ángulo frontal del pliegue según el ángulo de corte inicial. Nótese que para ángulos de corte muy
altos el pliegue puede tener una vergencia aparente contraria. Esto último suele ocurrir en
regiones con inversión tectónica, donde la falla inversa es de ángulo muy alto.
La cizalla angular puede cambiar mucho la geometría de un pliegue de propagación de
falla (figura 2.21). En la figura 2.22 se muestra un gráfico en el que a partir del ángulo interlimbo
y del ángulo de corte se puede obtener la cizalla angular del modelo ().
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Figura
2.19:
Gráfico
simplificado
en que se
muestra las
relaciones
angulares
para
pliegues de
propagación
y flexión de
falla, en el
caso de
fallas sin
quiebres de
pendiente
(Suppe,
1985).

Pliegues por propagación de falla de charnela fija (espesor NO constante)


En la figura 2.23 se puede ver que en el frente de un pliegue de propagación de falla, el
material tiene que rotar a través de la superficie axial A de la figura 2.16. Esto muchas veces no
es posible, sobre todo en las estructuras con bajo ángulo de corte que poseen flancos frontales
volcados. Es así que Suppe y Medwedeff (1990) concibieron un modelo que denominaron
plegamiento de propagación de falla de superficie axial frontal fija o charnela fija (fault-
propagation folding with fixed front anticlinal axial surface) (figura 2.24). Dicho modelo
evoluciona igual al anterior, hasta que se produce la imposibilidad de rotación de bancos a través
de la superficie axial A. Desde ese
momento dicha superficie axial se
inmoviliza y el pliegue evoluciona
engrosando el limbo frontal A-A’
(figura 2.24). Esto implica un cambio
de espesor de los bancos y en
consecuencia una cierta ductilidad en
el sistema. Suppe y Medwedeff
(1990) realizan formuleos para este
tipo de estructuras.

Figura 2.20: Variación de ángulo frontal de


un pliegue de propagación de falla según el
ángulo de corte inicial (Allmendinger, 1997).

Figura 2.21: Variación de la geometría de un


pliegue de propagación de falla según la
cizalla angular aplicada (Allmendinger, 1997).

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Figura 2.22: Gráfico en el que a partir del ángulo


interlimbo y del ángulo de corte se puede obtener
la cizalla angular del modelo (), (Allmendinger,
1997).

Figura 2.23: Durante la evolución de un


pliegue de propagación de falla, el material
tiene que moverse desde y hacia la cresta.
Para entender como se mueve dicho material
se puede utilizar el concepto de longitud
inicial de la línea crestal (Zapata y
Allmendinger, 1996). Véase discusión en el texto.

Figura 2.24: Pliegue de


propagación de falla de
charnela fija (Suppe y
Medwedeff, 1990).

Pliegues por propagación de falla transportados


Si se observa con detenimiento la figura 2.23, se verá que durante la evolución de un
pliegue de propagación de falla, el material tiene que moverse desde y hacia la cresta. La
superficie axial B’ (figura 2.16) se mueve solidaria al bloque colgante, sin embargo, la longitud
de la cresta no se mantiene constante durante la evolución del pliegue, lo que indica que tiene
que haber un intercambio de material entre la cresta y el limbo frontal. Para entender como se
mueve dicho material se puede utilizar el concepto de longitud inicial de la línea crestal (Zapata
y Allmendinger, 1996) que se ilustra en la figura 2.23. Se puede ver que si el ángulo de corte es
elevado (mayor a 29°), el material migra desde la cresta hacia el flanco frontal (menor a 29°),
pero si es bajo, el movimiento es inverso. Para un ángulo de corte de 29° el material no se
moviliza entre la charnela y el flanco frontal y la superficie axial A (figura 2.16) se comporta
como pasiva.

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Figura 2.25: Pliegues de


propagación de falla
transportados (Suppe y
Medwedeff, 1990).

En muchos casos reales con


ángulos de corte bajo y
limbos frontales volcados, el
material se ve imposibilitado
mecánicamente de migrar
hacia la cresta del pliegue y
éste se traba. Cuando esto
ocurre, puede producirse
una nueva falla hacia el
antepaís o se puede romper el pliegue y producirse un transporte del mismo hacia adelante. Este
tipo de estructuras se llaman pliegues por propagación de falla transportados o breakthrough
fault propagation folds. Su comportamiento es mixto ya que comienza como un pliegue de
propagación de falla y después de trabarse se comporta como uno de flexión de falla.

Cuando en pliegue se traba, se rompe, es decir que la falla se propaga instantáneamente hasta
alcanzar la superficie. Con la persistencia del régimen compresivo, el bloque colgante comienza
a moverse sobre el nuevo plano de falla y a acomodarse a él como en los modelos de flexión de
falla. El lugar por el cual la falla se propaga, en general, va a estar condicionado por las
debilidades propias de cada sistema en particular. En las figuras 2.25 (Suppe y Medwedeff,
1990) y 2.26 (Mitra,
1990) puede verse que
en algunos casos lo hace
a través de la superficie
axial sinclinal frontal,
otras por la superficie
axial anticlinal frontal,
otras lo hace en forma de
plano, etc. Se ha visto
que muchos pliegues en
la naturaleza tienen este
origen, es decir que
comienzan con una
propagación de falla y
posteriormente se
transportan.

Figura 2.26: Pliegues de


propagación de falla
transportados (Mitra,
1990).

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Reconstrucción Palinspástica
Cálculos de acortamientos y estiramientos

Una reconstrucción palinspástica tiene como objeto restituir la estructura al momento


previo a la etapa de deformación que se está considerando, sea ésta compresiva o extensiva. Esto
significa obtener la extensión y geometría original de la secuencia que se está estudiando. Su
principal utilidad radica en que constituye una forma precisa de encontrar la distribución
paleogeográfica de las diferentes secuencias o unidades litológicas intervinientes. Asimismo,
mediante esta técnica se pueden calcular porcentajes de acortamiento o estiramiento de una
secuencia, y combinándola con datos temporales se pueden computar velocidades de
deformación.
Por otro lado, las técnicas palinspásticas constituyen un método esencial para chequear la
viabilidad y posibilidad de una sección balanceada.

Figura 2.27: Se ilustra el método de balanceo por


longitud de líneas. Nótese que cada segmento esta
rotulado igual en la sección y en la
reconstrucción. Se usan dos pin lines, una para
los bancos ubicados por debajo del nivel de
despegue superior y otra para los ubicados por
encima.

Reconstrucción por longitud de línea


En este tipo de reconstrucción palinspástica se considera la premisa de que se conserva la
longitud de líneas y por ende el espesor de los bancos antes y después de la deformación.
Para realizar la reconstrucción de una secuencia deformada mediante este método se
mide la longitud de cada uno de los bancos entre dos líneas fijas definidas arbitrariamente en
ambos extremos de la sección. Dichas líneas se denominan pin lines, y como se verá más
adelante, en algunos casos es conveniente utilizar más de dos. La longitud de los bancos puede
medirse mediante una regla o compás, mediante un curvím etro, mediante métodos digitales o
utilizando un papel de calcar con la secuencia dibujada. Este último método es uno de los más
cómodos y comunes y se ilustra en la figura 2.27. Para restituir, por ejemplo, una secuencia
plegada y fallada como la de la figura 2.27, se dibuja en un papel transparente el bloque
autóctono y se continúa la traza de los bancos hacia el retropaís por una distancia de
aproximadamente el doble de la de la sección a reconstruir. Posteriormente se va siguiendo a
partir de la pin line ubicada hacia el antepaís la longitud de cada línea, marcando sobre ella de
manera diferente cada quiebre de pendiente o superficie axial, cada falla atravesada y cada corte
con la topografía. Si la sección balanceada fue construida utilizando los ángulos propuestos por
Suppe (1983), y no fue introducida cizalla interestratal, todos los bancos van a resultar de la
misma longitud, y la pin line obtenida
en el retropaís va a ser vertical. En caso
contrario, va a tener una determinada
inclinación y el ángulo entre ésta y la
vertical va a representar la cizalla
angular (figura 2.28).

Figura 2.28: Reconstrucción de una sección en que no se utilizaron los ángulos de Suppe (1983)
para su confección. El ángulo con que se dispone la pin line corresponde a la cizalla angular.

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Reconstrucción por áreas


En este tipo de reconstrucción palinspástica se asume que no hay cambio de volumen o
área si se considera una sección bidimensional, durante la deformación de la secuencia. El
método es algo más complicado, pero sin duda más amplio ya que sirve para casos en que se
mantiene constante el espesor de los bancos pero también para aquellos en los que esto no
ocurre. Este método es muy útil en trabajos regionales, balanceos corticales y secciones
extensionales, en los que es prácticamente imposible utilizar la restitución por longitud de línea.
Asimismo, estructuras de despegue, o plegamientos muy dúctiles en los que existe cambio en el
espesor de los bancos, son restituidos por el método de áreas.
En la figura 2.29 se muestra la restitución de un pliegue mediante balanceo de áreas. En
este caso es necesario conocer la profundidad de despegue. El área (a) ubicada por encima del
nivel regional de la unidad a restituir debe ser igual al producto de la profundidad de despegue
(h) por el acortamiento (s). Es así que conociendo el área y la profundidad de despegue se puede
calcular el acortamiento mínimo aún cuando parte de la estructura este erosionada (figura 2.29b):

s = a/h

A su vez, el mismo método se puede


utilizar para calcular la profundidad de
despegue si se tiene el perímetro de la
estructura y el acortamiento se calculó por
longitud de líneas (figura 2.29c). En cuanto a
la medición de áreas, el método más sensitivo
se logra digitalizando la superficie y
midiéndola mediante programas adecuados
(AutoCad, Canvas, etc.).

Figura 2.29: Método de balanceo por áreas. a: se


muestra la relación entre todos los parámetros:
a=área; s=acortamiento; h=profundidad de despegue; li =longitud inicial; lf =longitud final. b: se ilustra el
cálculo de acortamiento mínimo mediante el método de áreas. c: se utiliza la misma técnica para calcular
la profundidad de despegue de la estructura.

En la figura 2.30 se
muestran dos
reconstrucciones regionales,
una en una zona compresiva
(figura 2.30a) y la otra en
una zona extensional (figura
2.30b). En ambos casos es
necesario tener información
sobre la profundidad de
despegue de la estructura.

Figura 2.30: Reconstrucciones


regionales por áreas, a: en una
zona compresiva, b en una zona
extensional. Nótese que hay que
disponer de información sobre la
profundidad de despegue.

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Métodos combinados
En estos métodos se combinan los dos tipos de restituciones antes mencionadas y son de
suma utilidad en sectores de fajas plegadas y falladas que involucran basamento y cuenca
sedimentaria. En este tipo de balanceo se restituye la porción estratificada mediante longitud de
líneas y el basamento por áreas, teniendo que tener cada bloque separado por fallas la misma
superficie antes y después de la deformación.

Restitución por partes


En la restitución por partes se va reconstruyendo la estructura por etapas. Se puede hacer
en tantas como se quiera, aunque es conveniente realizar este tipo de restituciones cuando se
tienen datos temporales que den precisión de cada una de las etapas. Este método es sumamente
útil tanto para reconstrucciones paleogeográficas de depósitos sintectónicos como para chequear
la viabilidad de la sección balanceada.
La restitución por partes se utiliza en muchos casos vinculada a un retromodelado o
forward modeling en el que una vez hecha la restitución, se ajusta el modelo de cuenca y se lo
deforma con los acortamientos o estiramientos calculados, y se ve si existe buen ajuste entre el
modelo deformado y la realidad.

Cálculos de acortamiento y estiramiento


Una vez realizada la restitución palinspástica de una secuencia, el cálculo de
acortamiento y/o extensión es relativamente sencillo. En el primero de los casos, el acortamiento
porcentual es:
s = (li – lf).100 / li

donde li es el largo del banco previo a la compresión y lf después de la misma. En el segundo de


los casos, la extensión es igual a:
e = (lf – li).100 / li

donde li es el largo del banco previo a la extensión y lf después de la misma.

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