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Palo Alto, un sistema económico.

Texto sin final

“Palo Alto, un sistema económico” o


“Los palácratas una sátira sobre la
teoría ilusoria de la Economía
Política.”
Traducción libre adaptada a ciertas condiciones
latinoamericanas por G. Lema de Cali, Colombia
de una sátira de Ralston, Craig (c1934) The
Shovelcrats, A Satire on the Illusional Theory of
Political Economy, Robert Schalkenbach
Foundation, NY. NY. (1950)

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1. Lo encontré sentado sobre una roca desde donde se divisaban los trabajos de excavación de
la represa.

-“Una pala se hizo para apalear tierra, ¿no es así?, me dijo.

-“Muy cierto amigo”, le contesté.

-“¿De manera que usted lo admite?”

-“Por supuesto”. Yo no veía que otra cosa podía ser mi respuesta.

-“¿Acaba de llegar a estas tierras?”

-“Sí”, le respondí.

-“Ah, por eso es. Yo sigo sosteniendo que una pala es para apalear tierra y que quien desee
apalear debe ser provisto de una pala”.

2. Por el momento no di mayor importancia a su declaración y no se me ocurrió que podía tener


algo que ver con la misión mía de investigar la razón de la demora en los trabajos de excavación.

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3. La población de Palo Alto quedaba en la parte alta del valle del mismo nombre y que sería
irrigado posteriormente. El valle, un casi desierto poblado por algunas ovejas, medía 80 Km. de
largo por 30 Km. de ancho. Desde la estación de ferrocarril más cercana se construyó un tramo
de una vía para traer personal y provisiones al campamento. Prácticamente era la única vía de
acceso.

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4. Por todas estas dificultades, por lo costoso de la obra y para mantener el ritmo de trabajo, se
resolvió contratar el personal por todo el tiempo de la construcción. Esto parecía tener sus
ventajas.

5. Se estimó que 1400 trabajadores completarían la represa del río Negro en 15 años y que
luego la desviación del río se podía llevar a cabo con la mitad de ese personal durante 3 años.

6. Los habitantes de Palo Alto llegaron a sumar 6000 almas incluyendo trabajadores, sus familias
y comerciantes que se establecieron en el campamento. Era, por decirlo así, una metrópoli en el
desierto.

7. Ya llevaban 8 años trabajando con un personal completo pero el avance de la obra no era
satisfactorio.

8. Pensando en esto y por adelantar la conversación, le dije:

-“¿Y es que hay alguien que lo discute?

-“¿Discute? Eso es lo que nos pasamos haciendo. Siempre discutiendo lo mismo”.

-“¿Y quién lo discute?”

-“Todo el mundo”, respondió el hombrecillo sentado en la roca. “Martín empezó todo y nunca
logramos ponernos de acuerdo. Si no hubiera sido por él esta obra iría mucho más
adelante”.

-“Por eso he venido”, le dije. “Tengo que averiguar que es lo que pasa”.

-“Usted es el hombre que yo quiero ver, entonces”, dijo lleno de júbilo. Yo soy Tomás López,
campeón de la teoría de que las palas son sólo para apalear tierra”.

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9. El campeón de semejante idea se levantó y comenzó a contarme incidentes del campamento
que yo creía fantásticos pero que he incluido en mi informe a la Compañía.

10. Un ingenioso peón de brechas, Martín García, era el fundador del sistema económico de
Palo Alto.

11. No es del caso averiguar los motivos que lo impulsaron a llevar a cabo su plan pero, según
parece, su objetivo era desarrollar, enriquecer y civilizar a Palo Alto.

12. Cuando llegó el primer cargamento de mil palas la Compañía dio instrucciones de venderlas
a precio de costo, $10.000 por pala. Pero por ser 1400 los trabajadores, 400 de ellos no lograron
adquirir las suyas y quedaron sin trabajo.

13. Como nadie sabía cuando vendría el resto de las palas, algunos de los trabajadores
comenzaron a ofrecer hasta $50.000 por una pala. Los compradores estimaban que con salarios

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de $300.000 mensuales, en una semana de trabajo podían recuperar el valor de la pala, y seguir
trabajando en adelante.

14. Así, las palas comenzaron a cambiar de manos, pero al fin de cuentas siempre quedaban
400 trabajadores desocupados. Sin embargo, el precio de las palas subió de $10.000 a $50.000.

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15. Martín no dejaba de pensar.

-“Ojala hubiera comprado 100 palas el día que llegaron”, le decía a un compañero. “Me
hubiera ganado $4.000.000 en cinco días”.

16. Tomás López apenas si lo miró.

- “¿Sabes una cosa?”, dijo Martín, “¿que este campamento se puede enriquecer todos los
días más y más sin que nadie trabaje?”

-“Lo dudo”, replicó Tomás. “Yo creo que sólo se logre trabajando. Nos pagan diez millones de
pesos diarios a los mil que estamos trabajando, pero no creo que le paguen a quien no
trabaje”.

-“Yo no estoy hablando de trabajar”, dijo Martín, “me refiero a las palas. Hace 5 días valían
$10.000.000 y ahora valen $50.000.000”.

-“Yo no creo que valgan un centavo más”, dijo Tomás. “Las palas son las mismas. Uno no
puede apalear más tierra con ellas. Una pala es una pala, que sirve para apalear tierra, y
eso es todo”.

17. Tomás hablaba sin darse cuenta que había algo importante en eso y que esta discusión
daría bases para el establecimiento del sistema económico que regiría el campamento en el
futuro.

18. Pero Martín insistía:

-“Si esas palas se venden a $50.000 cada una es porque valen a $50.000”. No había quien lo
convenciera de lo contrario.

19. Tan impresionado estaba con su descubrimiento que la cabeza le daba vueltas y vueltas y
resolvió sentarse a pensar.

20. Tomás por su lado le repetía: “Una pala es para apalear, hombre, déjate de ilusiones”.

21. Tal vez para otros era así, pero no para Martín García. Algo le quemaba por dentro: ¡una
idea!

-“No me siento bien”, dijo Martín. “Avísale al jefe que estoy algo enfermo y que me he ido a
casa”.

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-“Está bien”, dijo Tomás.

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22. Martín tenía algún dinero en efectivo y no se fue a casa. En lugar de hacerlo se dio una
conversada con un compañero de trabajo, discutieron la nueva idea y decidieron entrevistar al
almacenista de la Compañía. El plan estaba en marcha.

23. Dos días más tarde llegó el resto de las palas y los desocupados se lanzaron con los
$10.000 en la mano para adquirir las suyas.

-“Siento mucho señores”, dijo el almacenista. “Entiéndanse con Martín García que las ha
comprado todas”.

-“¿Qué infiernos va a hacer Martín con 400 palas?”

-“Estimados amigos”, dijo Martín, “yo soy el dueño de las palas y como ustedes saben valen a
$50.000. Yo no las voy a vender a ese precio pero sí vendo a $70.000 cada una a los
primeros cien interesados”.

-“Qué va, qué va, este hombre está charlando. Vamos hombre, véndanos las palas”,
exclamaban los desocupados.

-“No se alarmen ni se preocupen señores. Esto no es un atraco a ustedes, es más bien una
bendición. Palo Alto entrará ahora en una época de prosperidad inigualable, el mayor
período de expansión de los negocios que ha registrado campamento alguno. Ahora bien,
escuchen: ¿Cuál es la riqueza de Palo Alto en palas solamente?”.

- “Mil cuatrocientas palas a $10.000 son $14.000.000”, gritó una voz.

-“Muy equivocado está usted”, dijo Martín sonriendo. “La riqueza de Palo Alto es de
$98.000.000, $70.000 por pala. Jamás han visto ustedes que se cree riqueza tan
rápidamente. Si yo no me hubiera apresurado a comprarlas y a agregarle $20.000 al valor
de cada una, su precio hubiera caído a $10.000 por unidad y la comunidad hubiera perdido
$84.000.000”.

-“No sólo he protegido la riqueza honestamente ganada por cada uno de los que en este
campamento compraron una pala sino que se las estoy aumentando en este momento al
subir el precio de ellas de $50 000 a $70 000. La riqueza de quienes compraron las
primeras mil palas se ha aumentado en $60.000.000. Más aun, estoy en posición de hacer
esto y de garantizar su precio porque sabemos que tengo sólo 100 palas para la venta
ahora y que son 400 los desocupados. Palo Alto inicia una época de prosperidad y de
riqueza jamás oídas”.

-“Los que me compren las palas a $70.000 pagarán justamente el precio de hoy día, pues
todos sabemos que es el mercado el que fija su valor. Este es un hecho que nadie puede

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negar. Todos están protegidos porque las palas nunca rebajarán de precio, y digo esto
porque ya el gobierno ha aprobado una resolución por la cual se prohíbe la entrada de más
palas o de su fabricación aquí. Ésta es la mejor garantía de que las palas mantendrán su
precio. La pronta intervención del gobierno ha salvado a Palo Alto del desastre”.

24. Martín interrumpió su improvisado discurso. Luego alzó la voz nuevamente:

-“Ahora comenzaremos la venta de las cien palas a $70 000 cada una”.

25. Cuando vendió la última de esas palas, 300 desocupados descontentos refunfuñaban. Martín
se volvió hacia ellos y les dijo:

-“Hasta luego señores, por ahí me encuentran”.

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26. Los que compraron las cien palas pronto regaron la noticia de la era de prosperidad de que
hablara Martín. En todas partes la idea era bienvenida. Las palas de Palo Alto no se podían
reproducir, su valor no dependía del costo de fabricación y el gobierno no dejaba importar más.

27. En pocas horas Martín se volvió el hombre más popular del pueblo: 300 hombres andaban
detrás de él.

-“No señor”, le dijo a uno, “por ahora no vendo más. Pero hagamos un contrato: cedo 200
palas a cambio de la quinta parte de los salarios”.

-“Cómo así”, replicaron algunos, “nosotros tenemos derecho a todo el salario, lo mismo que
usted”.

- “Pero las palas son mías”, repuso Martín.

28. Al fin resolvieron alquilar las palas por un quinto de los salarios. De todas maneras era mejor
recibir cuatro quintas partes que nada, y siendo los salarios de $300.000 mensuales quedó
establecido el alquiler de palas a $60.000 por mes. Y todavía quedaban cien hombres
desocupados.

-“¿Y nosotros qué?”

-”Yo no hago más negocios por hoy”, les respondió Martín. “Me voy a casa a descansar”.

-“¿Y qué vamos a hacer nosotros?”

-“Este es el mundo de ahora”, replicó Martín, “que se defienda cada cual”.

-“¿Cómo vamos a conseguir una pala?”

-“Eso es cosa de cada uno, que cada cual resuelva su problema”.

-“Yo sé una solución”, gritó uno de ellos, “que el gobierno deje entrar más palas al
campamento”.

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-“¿Más palas?”, dijo Martín. “Eso es lo que usted cree. Esta es una democracia en donde
manda la mayoría, y la mayoría ha elegido al gobierno actual y está satisfecha porque les
he aumentado el valor de las palas de $10.000 a $70.000. ¿Cree usted que ellos van a
convenir en que se les rebaje el valor de las palas?”.

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29. Martín se fue a casa satisfecho. Su ganancia en la venta de las palas había sido tremenda y
además tenía 200 palas alquiladas a un quinto del valor de los salarios. Esas eran sus cuentas
cuando se durmió.

30. Al despertar, y sin saberlo, era más rico de lo que podía imaginarse. No había estimado bien
y otras circunstancias estaban en su favor. Los desocupados se habían precipitado a la obra y
trataron de comprar las palas a quienes estaban trabajando. Mientras más interés mostraban por
ellas, más subían de precio. Algunos sacaron sus ahorros y tentaron a otros a vender. En un
momento las palas llegaron a precios increíbles.

31. Los hombres dejaron de trabajar y en medio de alaridos de ofertas y contraofertas no


dejaban de pensar en el enriquecimiento con las palas. Algunos de ellos con más visión
financiera las guardaban esperando mejores precios. Fue así como muchas palas fueron
retiradas del mercado, y con la escasez producida se subió su precio.

32. El mercado se desbordó al saberse que Martín estaba alquilando palas a $60.000
mensuales, pues al interés comercial del 3% el alquiler de una pala equivalía a los intereses de
$2.000.000. En otras palabras era lo mismo poseer un capital de $2.000.000 o una pala.
¡Increíble! ¡Esto era la locura! ¡La riqueza en palas había pasado de meros $14.000.000 a
$2.800.000.000!!!, según los analistas financieros.

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33. Esa misma noche la muchedumbre se reunió en la plaza pública, ansiosa de negocios y de
riqueza tan fácilmente adquirida. Martín los arengó:

-“Conciudadanos”, dijo en alta voz, “Palo Alto está a punto de llegar a la cima de la civilización
moderna. Hay en nuestra sociedad 1400 palas que valen a $2.000.000 cada una, es
decir $2.800.000.000, y casi toda esta riqueza conseguida en pocos días. Ningún
campamento ha logrado acumular un desarrollo tal. Es deber de cada ciudadano rendir
homenaje a nuestros gobernantes que con su visión inigualable han hecho esto posible”.

34. Al lado de Tomás López en la obra trabajaba José Muñoz, representante de los trabajadores
y listo a apoyar cualquier movimiento de avanzada. José no se perdía reunión del sindicato, ni
discurso en plaza pública. Para él quien se opusiera a las nuevas ideas económicas era sólo un
reaccionario indigno de llevar el uniforme de trabajador.

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José Muñoz estaba orgulloso de trabajar con una pala de $2.000.000, pagaba un quinto de su
salario a Martín y le estaba altamente agradecido.

-“Ese hombre sí sabe para que tiene la cabeza”, decía.

-“Basura”, le gritó Tomás. “Una pala vale $10.000, gústele o no le guste. ¿Para qué sirve una
pala? Para apalear. A uno le pagan por apalear, la riqueza está en la represa que se
construye”.

35. José Muñoz no se dio por convencido.

-“Vale $2.000.000”, dijo levantando la pala con las dos manos, “y si no hubiera sido por Martín
valdría sólo $10.000. ¡Esa sí es cabeza!!”

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36. El sistema estaba en marcha. Todos estaban felices pues habían encontrado la manera de
enriquecerse fácilmente.

37. Martín se mantenía alerta a toda reacción popular. Los cien desocupados estaban resentidos
pero la satisfacción general por la riqueza creada cerraba los oídos a sus quejas.

38. La mayoría estaba satisfecha consigo misma pero impaciente con los desocupados. Aunque
nadie lo decía, los habitantes de Palo Alto sabían que si todos podían adquirir palas su precio
caería verticalmente. ¡Nadie daba importancia a los que se quejaban: la culpa era de ellos
mismos por no haber adquirido las palas cuando llegaron o cuando se las ofreció Martín al
contado o en alquiler!

39. No encontrando otra solución los desocupados comenzaron a hacer lo imposible. Unos
lograron convencer a los dueños ofreciéndoles dinero y otros finalmente lograron hacerse
inquilinos. En la era de especulación que siguió a la subida de precios algunos resultaron dueños
de varias palas y buscaron clientes con quienes hacer contratos de arrendamiento o de venta
con hipoteca. Una persona que logró hacerse a cinco palas ya no trabajaba: recogía el alquiler
de ellas y de eso vivía.

40. Aunque se compraban y vendían palas la situación general seguía igual, pues por cada
trabajador que adquiría una pala otro dejaba de trabajar.

41. Lentamente se fue creando una clase de personas que vivían del alquiler de palas y otra que
vivía de los intereses sobre las hipotecas.

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42. Entre las funciones del gobierno, como en todos los países civilizados, estaba la
administración pública y para atender a los gastos se cobraban impuestos. En vista del aumento
en el valor de las palas se resolvió ponerles impuesto de acuerdo a un avalúo muy por encima
de su costo original.

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43. Martín García, viendo el peligro que amenazaba sus inversiones pensaba en otra solución,
pues según él, el impuesto a las palas disminuiría su valor amenazando así la prosperidad de la
comunidad.

44. Entre los alimentos esenciales en el campamento estaban los víveres, maíz, arroz, fríjoles,
panela, etc., que eran suministrados por un contratista llamado José Vásquez, quien surtía a
diario las necesidades del campamento.

45. Pensando en el negocio de José Vásquez con los víveres, una nueva idea entró en la cabeza
de Martín García:

-“Señoras y señores: sentimientos patrióticos me mueven a hacerles comprender que aunque


los impuestos son necesarios para mantener los servicios de la comunidad, su imposición
sobre las palas es inaceptable ya que ellas constituyen la piedra angular de nuestra
riqueza”.

-“Un impuesto a las palas es una injusticia para con los ciudadanos que han invertido en
ellas, es un perjuicio para quienes las tienen guardadas esperando situaciones más
propicias, y sería inaudito que los ahorros de viudas y huérfanos, representados en palas,
se reduzcan innecesariamente. Aceptar ese impuesto es desanimar a los capitalistas que
conceden préstamos para la adquisición de palas por parte de los que quieren trabajar
honradamente”.

-“Yo creo que hay una manera de evitar el desastre. Mi plan es hacer que el proveedor José
Vásquez pague impuesto por tener acceso a este mercado. Con esas entradas el gobierno
podrá atender a los nuevos gastos y el impuesto recaerá en un individuo que ni siquiera vive
entre nosotros”.

46. La proposición fue aprobada unánimemente. El impuesto necesario recaería sobre el


proveedor. No fueron pocos los que se apresuraron a dar la mano a Martín para felicitarlo.

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47. Miguel Uribe, que era el encargado de pesar, empacar, despachar y facturar por los víveres,
cuando supo lo del impuesto lo aumentó en el precio de las provisiones.

48. Seguramente el impuesto hubiera mortificado al proveedor pero éste nunca se enteró de
nada. Miguel Uribe vendía al nuevo precio, pagaba el impuesto y le seguía remitiendo a su
patrón lo mismo que antes, así que éste nunca se enteró de la “carga” que caía sobre sus
hombros. Y todo el mundo tan contento.

49. Todos, menos Tomás López quien sostenía que el impuesto lo pagaban ellos al comprar
mercado más caro y proponía que se le cobrara impuesto a las palas. Así, decía él, se le quita a
la gente de la cabeza toda esa tontería de inflar el valor de las palas y pronto todo el mundo
podría adquirir una y con ella conseguir trabajo.

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50. El traspaso del impuesto de las palas a los víveres produjo dos cosas: Primero, las palas
quedaron sin impuesto lo cual produjo un alza en el mercado. Segundo, al subir la comida los
que estaban ahorrando para comprar una pala pronto se dieron cuenta de que ya no les
alcanzaba.

51. Era imposible comprar palas al precio del mercado y la gente comenzó a endeudarse en más
de lo que podían: las hipotecas eran más grandes cada día. Con los nuevos precios los
arrendatarios de palas se vieron en la obligación de pagar hasta un cuarto de sus salarios por el
uso de una de ellas.

52. Martín García era hombre feliz: sus cuentas no podían estar erradas. Al “pasarle” el impuesto
a José Vásquez la riqueza del campamento había aumentado en varios millones más. Los
resultados eran muy halagadores.

53. El dirigente sindical, José Muñoz, comenzó a maliciar algo. Él veía que aunque la riqueza
general aumentaba, a él le costaba más la comida y le cobraban más por el alquiler de la pala,
todo lo cual no era otra cosa que una rebaja en el salario. ¡Había gato encerrado!!

54. Discutió sus dudas con otros y hasta llegaron a creer que Tomás López tenía razón cuando
les decía que eran ellos los que estaban pagando el impuesto y no el proveedor.

55. Pero todas estas inquietudes se disiparon cuando Martín les explicó que eso no podía ser
puesto que él mismo había visto a Miguel Uribe sacar de su bolsillo el dinero correspondiente al
impuesto.

-“Y aunque fuera así”-, agregó Martín,

-“no hay por qué quejarse ya que el impuesto puede pagarse con el aumento de valor de las
palas”.

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56. Al final del año las palas ocupaban sitio primordial en el inventario de todos los negocios y su
valor era tan aceptado que casi todas las transacciones comerciales tenían como base a las
palas.

57. Era posible hipotecar una pala a corto plazo. Los propietarios podían adquirir préstamos
respaldados por palas para construirse lujosas mansiones.

58. Es de notar que a medida que aumentaba el valor de las palas el número de propietarios
disminuía, y el número de los que tenían que conseguirla alquilada aumentaba.

59. Sin embargo la vida se hizo más fácil para los que poseían palas quienes ahorraban para
comprar otras. Esto lo hacían cuando algún trabajador enfermaba y no tenía otro recurso que
vender o hipotecar la pala, o cuando alguno moría y la compraban a la viuda.

60. Así, lentamente todas las palas quedaron en manos de los que ya tenían la mayoría de ellas.

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61. Ahora he llegado al punto de explicar por que los trabajos de construcción de la represa
siguen tan atrasados.

62. Hay en la población unos 100 ciudadanos que poseen la mayoría de las palas entre ellos y
no hacen absolutamente nada. Su única ocupación es hacer cuentas de sus entradas, recolectar
alquileres e inventar pasatiempos para entretenerse.

63. Otros 100 habitantes están en la pobreza más absoluta. Habiéndose convencido de que
nada lograban con lamentarse se han dedicado a toda clase de actividades, muchas ilícitas.
Estimo que otros 200 han abandonado el trabajo en la represa y están ahora de sirvientes en las
casas de los ricos, o han formado compañías como en las grandes ciudades, que se dedican a la
recolección de alquileres de palas, a la compra y venta de las mismas, etc.

64. Descontando los muy ricos y los muy pobres quedan solamente unos mil hombres
trabajando, pero los agentes de las distintas compañías se la pasan todo el día negociando con
ellos el valor futuro de las palas, etc. También están los especuladores que mantienen palas “de
engorde” con la esperanza de que suban de precio. Esos individuos ni trabajan ni dejan trabajar,
y si se les llama la atención contestan que ellos cumplen con la importante función económica de
guardar palas hasta que la demanda llegue al punto en el cual su utilización sea la más
productiva.

65. Hay también muchos que están convencidos de que no vale la pena trabajar y se la pasan de
un lado a otro.

66. Estimo entonces que los mil trabajadores en estas condiciones sólo ejecutan el trabajo de
ochocientos, pero es debido a ellos el que la obra continúe. Si no fuera por estos trabajadores
todo el sistema se vendría a pique pues son los únicos que reciben pago de la Compañía y las
ganancias de los demás tienen que salir de sus salarios.

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67. Las teorías de Martín jamás pudieron convencer a Tomás López, cuyas dudas aumentaban
al ver el lujo por un lado y la pobreza por el otro. ¿Palas a $2.000.000? Ridículo. Solamente
valen a $10.000”.

68. Sin embargo nadie prestaba atención cuando sostenía que la construcción de la represa se
estaba demorando más con el sistema de Martín, que él no creía que la población fuera más rica
y que, peor aún, que el campamento estaba más pobre puesto que había mucho más de 100
hombres que no hacían trabajo alguno y que por lo tanto no recibían salarios. “Si estos hombres
hubieran trabajado durante los ocho años anteriores habrían recibido millones y la represa
estaría a punto de terminarse”.

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69. En general la vida en Palo Alto pudo haber sido diferente, pero las teorías de Martín lo
cambiaron todo.

70. Antes de dos años los negocios comerciales y financieros adquirieron una complejidad
indescriptible. Una vez aceptadas las teorías de Martín los bancos reconocían las palas como
base para toda clase de créditos y preferían el respaldo de una pala a la capacidad de trabajar
de quien solicitaba el préstamo. En general, el sistema de crédito era respaldado en palas.

71. Martín hacía uso de todo esto para argumentar en favor de mantener el valor de las palas.
Una rebaja en el precio sería la ruina de todas las instituciones financieras y con ello la ruina de
los que tenían depósitos y la bancarrota general de la población.

72. Tomás López se reía de todas estas operaciones financieras basadas en el precio inflado de
las palas. Él no creía que las palas pudiesen valer a $2.000.000. Él veía hombres comprando
palas, cambiándolas por otras, alquilándolas, y no dejaba de decir: “algún día se van a
arrepentir”.

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73. Después de tres o cuatro años las clases sociales ya estaban demarcadas. No eran pocas
las personas que poseían 10 palas y que ganaban $750.000 mensuales. Otros disfrutaban de
ganancias muy superiores. Artículos de lujo inundaron la ciudad y fue entonces posible medir la
posición social de la gente.

74. De los $300.000.000 que se pagaban mensualmente en el campamento como salarios un


poco más de la mitad quedaba en manos de los que trabajaban. El resto se repartía entre
cobradores de alquileres, dueños de palas, inversionistas, banqueros: en total una 100 personas.
Estas 100 personas y sus familias constituían lo que llegó a llamarse “los de arriba”, “las diez
familias”.

75. Esta división de ingresos dejaba por fuera a los desocupados.

76. La acumulación de riqueza tal como sucede en Palo Alto se debe al monopolio amparado por
la ley, que priva al trabajador de los medios de adquirir trabajo. El monopolio de los recursos
naturales, ya sea por parte del gobierno o de particulares trae iguales consecuencias.

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77. La vida social en Palo Ato siguió el mismo camino que en otras comunidades del mismo tipo.

78. Después de ocho años los niños que habían llegado a la madurez durante el sistema
implantado por Martín no hablaban sino de negocios de palas. Las personas de más edad
comentaban con ellos las variaciones en los precios y los propietarios de palas dedicaban su
tiempo, el cual tenían de sobra, a enseñarles a sus hijos la manipulación del mercado.

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79. Los financistas oficiales recomendaban a los jóvenes unas veces casarse pronto; otras veces
a no casarse hasta tener ya la pala conseguida; a tener familias numerosas; a tener sólo cuatro
hijos; a casarse con una chica cuyo padre tuviera siquiera dos palas; a beber intoxicantes para
olvidar las preocupaciones; a no beber; a depositar el dinero en los bancos para financiar las
industrias; a gastar el dinero para impulsar los negocios, etc. etc., y prácticamente con el cambio
de gobernantes se cambiaban las recomendaciones.

80. “Los de arriba” no tenían problemas. Matar el tiempo y divertirse eran sus preocupaciones.
Algunos compraban caballos y los hacían correr para ver cual llegaba primero; otros se
emborrachaban y se quedaban en cama; otros competían entre ellos en la adquisición de más
palas y otros prestaban sus servicios gratuitos en comités encargados de resolver los problemas
de la comunidad.

81. Las mujeres jugaban cartas y se entretenían con revistas y desfiles de modas, reinados de
belleza, etc.

82. Las cárceles se llenaron, los mendigos recorrían la ciudad de arriba abajo, y no pocos
trataban de ahogar sus penas en el alcohol o en la droga.

83. Martín veía todas estas tendencias decadentes pero concluía que hay gente que no merecía
la prosperidad que traía la riqueza y logró que el gobierno aumentara los impuestos a los licores
y a las diversiones populares. Pero nada de esto modificó la conducta del pueblo.

84. Tomás seguía predicando que las reformas sociales no tenían oficio:

-“sólo cuando haya palas y trabajo para todos se mejorarán las cosas”, decía.

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85. La clase dirigente en Palo Alto había recibido educación adecuada y ya existía un núcleo de
profesionales, profesores, maestros, periodistas, pensadores, pero ninguno se preocupaba de
analizar a fondo el sistema de Martín.

86. Este estado de cosas mantenía confundidas las ideas: economistas, filósofos, moralistas,
financieros y aún los teólogos no sabían si hablar de las leyes de la oferta y la demanda, de la
libertad individual, o de la hermandad de los hombres. Nada de lo que decían encajaba en Palo
Alto.

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87. El centro de la actividad intelectual en Palo Alto lo constituía la Universidad, institución
comparable a las mejores del país.

88. Los profesores Jaramillo y Vallejo estaban encargados de la cátedra de Economía.


Graduados en los Estados Unidos y Europa, habían hecho sus investigaciones y, según la
opinión popular, cuando hablaban lo hacían con autoridad.

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89. El sistema de Palo Alto, decían los profesores Jaramillo y Vallejo, es tan sólido como una
roca. Ellos habían visto con sus propios ojos que el precio de las palas llegaba a $2.000.000 y lo
que no habían visto lo habían tomado de un estudio económico elaborado por un técnico
internacional que decía así: “La riqueza de Palo Alto y su prosperidad sobrepasan las de
cualquier otro campamento. El valor de una pala ciertamente es superior al capital que posee un
trabajador; por eso el capitalista presta sus servicios equipando a los trabajadores, y si no fuera
así los trabajadores no podrían adquirirlas por ellos mismos y la represa no se construiría. Por lo
tanto, si en este campamento hay desocupados es por falta de capital suficiente para la
adquisición de palas. La solución es, obviamente, la consecución de un empréstito externo o la
reducción de personal”.

90. En cuanto a la existencia de pobreza dentro de tanta riqueza, el profesor Gaviria, del
departamento de Sociología, suspiraba y decía que era evidente que había mucha gente en la
población en proporción al número de palas que se podían poner en uso con el capital existente.
El padre Sánchez, de la cátedra de Filosofía, por su parte, pensaba en la lucha por la existencia
y concluía que todo es pasajero en este mundo y que el destino habría de traer “la edad de oro”
de que hablaron los antiguos. Sus obras completas están en la biblioteca para que sirvan de guía
a las futuras generaciones.

91. El profesor Barrientos, doctor en Ética, condenaba todo proyecto en el cual se ganase algo
sin hacer nada, pero no hacía comentarios con relación a la situación de Palo Alto.

92. El director espiritual, monseñor Monsalve, por su lado, condenaba el alcohol, los naipes, los
dados y el desempleo, pero apostaba doble a sencillo a que el año próximo las palas estarían
aún más caras.

93. Por último el Dr. Zuloaga, quien acababa de llegar de Norteamérica se reía de todos y
culpaba al exceso de población.”No tendríamos este problema”, decía él, “si estos cien hombres
y sus familias no hubieran nacido”

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94. Como en todas las grandes ciudades, los partidos políticos abrieron sus oficinas y por
intermedio de sus respectivos periódicos daban a conocer sus planes para lograr el aumento en
el precio de las palas y conseguir con ello el respaldo en las futuras elecciones. Uno de los
problemas más graves en Palo Alto llegó a ser la inestabilidad social, pero las soluciones
propuestas por distintas personas estaban tachadas de politiquería. Por fin, y presionado por el
departamento de Planeación se aprobó el proyecto de un visitante extranjero que se hallaba de
paso.

95. Su plan, muy sencillo por cierto, consistía en darle a cada trabajador un subsidio para la
adquisición de su pala. Una pala por trabajador.

Planeación Urbana y Gestión de Suelo en las Ciudades Mexicanas 13


Palo Alto, un sistema económico

96. Inexplicablemente al aprobarse esta medida subió el precio de las palas y para contrarrestar
lo cual se pensó en aumentar igualmente el subsidio, pero el visitante fue llamado por su propio
gobierno y no logró poner en marcha el proyecto definitivo.

97. Como alternativa se sugirió que el gobierno hiciera préstamos a través de entidades oficiales,
única y exclusivamente para la adquisición de palas, y luego de un estudio “a fondo” se fijó que
para este caso especial un interés del 2% mensual en lugar del bancario sería la solución. Pero
tan pronto salió la medida a luz pública, los analistas encontraron que un alquiler de $75.000 (la
cuarta parte del salario) mensuales, al 2% equivalía a un capital de $3.750.000. El valor de las
palas se había subido nuevamente. Los periódicos locales dieron la noticia y como estaban en
vísperas de elecciones se abandonó el proyecto.

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98. Mientras el gobierno buscaba la manera de allegar fondos para la administración pública, el
problema de Martín era mantener y de ser posible aumentar sus entradas.

99. El empobrecimiento de muchos ciudadanos dentro de tanta riqueza ya era insoportable, y


aunque se aceptaba como obra de la Providencia, el gobierno decidió hacer algo. Se aprobó
rápidamente la ejecución de obras públicas para resolver el problema del desempleo.

100. Mientras Martín permanecía sentado en su oficina recogiendo los alquileres de palas,
comerciantes, constructores, financistas e industriales peleaban entre ellos por la adjudicación
de los contratos de construcción. Estos sí que se convirtieron en una fuente de ganancias nunca
conocidas, y cuando Martín se dio cuenta de que había otros con mejores utilidades ya era tarde.
“La industria de las palas carece de todo apoyo oficial”, declaró en una entrevista.

101. Los profesores Jaramillo y Vallejo fueron entonces encargados de elaborar un proyecto que
aumentara las entradas del fisco y que al mismo tiempo apoyara la industria de las palas.

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102. Los citados profesores propusieron lo que se llamó “impuesto invisible”. La gente lo pagaba
sin darse cuenta y a los profesores se les acreditaba el milagro de mantener el gobierno sin más
impuestos.

103. Haciendo uso de los “indirectos”, las palas quedaron exentas y el impuesto se hizo recaer
sobre consumidores, trabajadores, profesionales, comerciantes, ocasionándose un alza en todos
los precios que en realidad no era otra cosa que una rebaja en los salarios.

104. La riqueza de Palo Alto era ya incalculable. Martín se reía de los constructores, industriales
y comerciantes que trataron de salirle adelante, pues con la exclusión de las palas del pago del
impuesto el alquiler se subió a un tercio del salario. ¿Quién lo hubiera pensado?

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Palo Alto, un sistema económico

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105. -“Según las estadísticas de los profesores Jaramillo y Vallejo trabajamos en el
campamento más rico del país y la situación se hace cada vez más dura”, decía José
Muñoz ya por esta época jefe del sindicato de trabajadores. “No sé que hacer”.

-“Son los impuestos”, le comentó Tomás López.

-“No puede ser”, comentó José. “Los impuestos son para ordeñar a los ricos”.

-“Entonces, ¿qué es?, preguntó Tomás.

-“La falta de cooperación”.

-“Yo estoy cooperando”, dijo Tomás y para demostrarlo echó una palada bien grande.

-“Usted no tiene problema”, continuó José. “Usted comenzó con una pala de $10.000 pero
ahora que el campamento se ha enriquecido las palas valen a $2.000.000 al contado y un
pobre no tiene esperanza”.

106. José Muñoz veía a todo el mundo haciendo negocios alrededor de él: supermercados,
bancos, almacenes, depósitos de mercancías de toda clase, etc. y terminó por culpar al
capitalismo.

-“Esa es la razón. Los capitalistas son los dueños de los bancos, de los negocios, de los
almacenes. Cualquiera puede verlo hasta con los ojos cerrados. Tenemos que abolir el
sistema capitalista, reestructurar el orden social, coordinar nuestras vidas y acabar con esos
salarios de miseria”.

107. José se hizo miembro del partido comunista ese mismo día.

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108. Más o menos así se desarrollaba la vida en Palo Alto cuando llegué.

109. Martín seguía a la cabeza de su sistema y no tenía problemas laborales puesto que no
empleaba a nadie. Cada vez que el gobierno aprobaba nuevos proyectos el costo de la vida
subía pero los trabajadores le echaban la culpa a los capitalistas que los empleaban.

110. Pero estos capitalistas sabían de las causas del problema tanto como los obreros mismos y
por eso las batallas entre el capital y el trabajo se peleaban en la oscuridad.

111. Tan interesado estuve yo en Martín que me pasé todo un día tomando nota de sus
actividades:

9 am Recibe una delegación de políticos que quieren ser elegidos para la campaña “pro
salvación” de la ciudad”. Martín los apoya económicamente.

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Palo Alto, un sistema económico

10 am Martín declara ante un grupo de periodistas que lamenta el estado moral de la


comunidad y el poco respeto que se tiene para con las autoridades.

11 am Martín recibe varias delegaciones al tiempo, unas en favor y otras en contra de llevar a
cabo lo mismo. A todos aconseja y todos reciben su contribución.

12 pm Durante el almuerzo aprovecha para firmar cheques en favor de varias obras de caridad.

1 pm Lo entrevistan los reporteros de “Última Hora”. Le toman fotografías en distintas poses y


bajo el tema “Cómo tener éxito” discuten problemas de actualidad.

2 pm Discurso en la Universidad: “Nunca jamás ha tenido la juventud oportunidad semejante.


La riqueza de Paloalto es garantía de un futuro mejor. Afortunadamente tenemos palas
suficientes que son la base esencial del progreso y desarrollo patrio”.

3 pm Discute con el contador y decide abrir otra sucursal para la compra, venta y alquiler de
palas.

4 pm Recibe visita de su médico particular quien está preocupado por el recargo de trabajo de
Martín.

5 pm Recibe varias delegaciones y a todas promete contribuir.

6 pm Discurso en la Asamblea General de la Cámara de Comercio. Defiende el nuevo sistema


fiscal y agradece a los profesores Jaramillo y Vallejo su colaboración, pero insiste en que
solamente una continua vigilancia del sistema garantizará la prosperidad general.

11pm Después de cenar con los delegados tiene un altercado con Tomás López quien sigue
insistiendo en que las palas valen a $10.000.

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112. Una vez analizada la situación del campamento anuncié las recomendaciones que
presentaría a la Compañía, más o menos en los siguientes términos:

- No me importa saber si el sistema económico implantado en Palo Alto es bueno o malo;

- En las condiciones actuales el adelanto de los trabajos es mínimo, y para resolver la situación
recomiendo:

a) Facilitar palas a precio de costo a quienes deseen adquirirlas;

b) Decretar un impuesto que haga antieconómica la mera posesión de palas, es decir,


que el impuesto sea tal que todas las palas tengan que ser utilizadas al máximo para
así lograr el mayor rendimiento en la construcción de la represa. El impuesto
acabaría de un a vez por todas con las “palas de engorde”.

113. El pánico invadió la ciudad al conocerse mis recomendaciones a la Compañía….


(Continuará)
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Palo Alto, un sistema económico

Medite sobre esta primera parte del cuento antes de leer el final. Ejercite su mente y trate de
encontrar similitudes entre las palas y el suelo… no haga trampa, primero piense, después lea el
final de este delicioso (¿?), dramático (¿?) o al menos didáctico cuento que un amigo
latinoamericano ha rescatado y puesto a nuestra disposición1.

1
Recomendación de Carlos Morales Schechinger.
Planeación Urbana y Gestión de Suelo en las Ciudades Mexicanas 17

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