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Características
Mediadores celulares
La primera fase de la inmunidad humoral es el reconocimiento de antígenos extraños
dentro del organismo por células B a través de su receptor de membrana. Sin embargo, a
pesar de la interacción con antígeno, la célula B no se activa hasta ser estimulada por una
línea de linfocitos T llamados linfocitos T cooperadores. Esa unión, célula B: linfocito
cooperador, estimula la expansión clonal y diferenciación de los linfocitos B, los cuales:
Respuesta humoral secundaria: Una infección repetida por un mismo antígeno activa
los linfocitos de memoria creados como consecuencia de la respuesta humoral primaria. La
respuesta, entonces, se inicia más rápidamente, al cabo de unos 3 días. Por su parte, la
respuesta máxima de anticuerpos es mayor, con una intensidad de 100 a 1000 veces la
respuesta primaria, y es principalmente del isotipo IgG (en ciertas situaciones de los isotipos
IgA e IgE). También dura más tiempo, haciendo que su declive sea más lento. Es una
respuesta inducida por antígenos proteicos y sólo son requeridas bajas dosis de antígenos
infectantes, sin necesidad de adyuvantes.
Funciones
Además de reconocer a los antígenos, los anticuerpos pueden neutralizar la capacidad de infectar
de los microorganismos y "marcar" a los patógenos para facilitar su eliminación. Los anticuerpos
no sólo son específicos en cuanto al tipo de antígeno que reconocen, sino también en cuanto al
tipo de respuesta que inducen. Algunos promueven la fagocitosis y otros dificultan la secreción de
mediadores químicos que participan en la respuesta inflamatoria y en la activación del
complemento, por ejemplo.
LINFOCITOS B
Los linfocitos B son los leucocitos de los cuales depende la inmunidad mediada por anticuerpos
con actividad específica de fijación de antígenos. Las células B, que constituyen un 5 a 15% del
total de linfocitos, [cita requerida] dan origen a las células plasmáticas que producen anticuerpos.
Los linfocitos son de dos tipos principales, atendiendo a su origen y función: células T, que se
diferencian inicialmente en el timo, y las células B, que se diferencian en el hígado y bazo fetal, y
en la médula ósea del adulto (la 'B' proviene del latín Bursa fabricii, el órgano en el cual se
desarrollan los linfocitos B en las aves). Durante su desarrollo, los linfocitos T y B adquieren
receptores específicos para antígenos, el de las células B se le conoce como Receptor de linfocito B
(BCR).
Activación dependiente de células T: Cuando una célula B ingiere un patógeno, adhiere parte
de las proteínas del organismo a la proteína del complejo mayor de histocompatibilidad tipo II.
Este complejo es llevado a la superficie de la membrana celular, donde puede llegar a ser
reconocido por los linfocitos T, los cuales son compatibles con estructuras similares sobre la
membrana de los linfocitos B. Si las estructuras sobre la célula B y T son compatibles, el linfocito T
activará al linfocito B, el cual producirá anticuerpos en contra de segmentos que el patógeno lleva
sobre su superficie. La mayoría de los antígenos son T-dependientes, es decir, requieren
cooperadores para la producción máxima de anticuerpos. Con un antígeno T-dependiente, la
primera señal proviene del entrecruzamiento del antígeno y el receptor de la célula B (BCR), y la
segunda señal viene de una co-estimulación que provee una célula T. Los antígenos T-
dependientes contienen proteínas sobre las MHC-II de las células B que son presentadas a células
T llamadas TH 2. Cuando una célula B procesa y presenta el mismo antígeno a la célula TH , ésta
secreta citocinas que activan a la célula B. Estas citocinas producen la proliferación y
diferenciación en células plasmáticas. El cambio al isotipo IgG, IgA, e IgE y la generación de células
de memoria ocurren en respuesta a antígenos T-dependientes.
Es una reacción inmunológica que se desarrolla rápidamente y que ocurre en minutos tras la
combinación de un antígeno con un anticuerpo ligado a mastocitos en individuos previamente
sensibilizados al antígeno. La respuesta inmunitaria libera sustancias vasoactivas y
espasmogénicas, que actúan sobre los vasos y el músculo liso, y citocinas proinflamatorias que
reclutan células inflamatorias rico en eosinófilos.
Con frecuencia, estas reacciones se denominan alergia, y los antígenos que las suscitan alérgenos,
y pueden ser sistémico (shock) o local (alergias cutáneas, ronchas, rinitis, conjuntivitis alérgicas,
fiebre del heno, asma).
La anafilaxia sistémica se caracteriza por shock vascular, edema extenso y dificultad respiratoria.
Puede ocurrir tras la administración de proteínas ajenas, hormonas, enzimas o fármacos
(penicilina). La gravedad del trastorno varía con el nivel de sensibilización. Dosis de antígenos
extremadamente pequeñas pueden desencadenar anafilaxia. Al cabo de pocos minutos tras la
exposición, aparecen picor, habones y eritema cutáneo, seguidos poco después por una
contracción notable de los bronquiolos respiratorios y distrés respiratorio. El edema laríngeo da
lugar a ronquera. Se siguen vómitos, retortijones abdominales, diarrea y obstrucción laríngea, y el
paciente puede entrar en shock, e incluso morir al cabo de una hora.
Está mediada por anticuerpos dirigidos contra antígenos presentes en las superficies celulares
(normales o alterados) o en la matriz extracelular:
Cuando los anticuerpos se depositan en los tejidos extracelulares, tales como las membranas
basales y matriz, la lesión resultante se debe a la inflamación. Los leucocitos se activan, producen
liberación de sustancias lesivas, tales como enzimas y formas intermedias de oxígeno reactivo, y el
resultado es el daño del tejido. Es el responsable de la lesión tisular en algunas formas de
glomérulonefritis, el rechazo vascular en injerto de órganos y otras enfermedades.
En algunos casos los anticuerpos dirigidos contra los receptores de superficie celular dificultan o
alteran la función sin producir lesión celular ni inflamación. Por ejemplo, en la miastenia gravis, los
anticuerpos reac tivos frente a los receptores de acetil colina en las placas motoras de los
músculos esqueléticos dificultan la transmisión neuromuscular y , por tanto, producen debilidad
muscular. En el pénfigo vulgar, los anticuerpos contra los desmosomas alteran las uniones
intercelulares en la epidermis, dando a la formación de vesículas en la piel. A la inversa, es decir
estimulación de la función celular mediada por anticuerpos ocurre en la enfermedad de Graves,
los anticuerpos contra el receptor de la hormona estimulante de la tiroides, estimulan estas
células dando lugar a hipertiroidismo.
Las enfermedades pueden ser generalizadas, si los I.C. se forman en la circulación y se depositan
en muchos órganos (la enfermedad del suero aguda) o, localizadas en órganos concretos, tales
como el riñón (glomerulonefritis), articulaciones (artritis) o los pequeños vasos sanguíneos de la
piel (vasculitis).
Hipersensibilidad retardada mediada por células T CD4+ y dan lugar a una inflamación
granulomatosa. Es un mecanismo importante de defensa contra una diversidad de
patógenos intracelulares, incluyendo micobacterias, hongos y ciertos parásitos y, además
está implicada en el rechazo de transplantes y en la inmunidad tumoral. También puede
ser causa de enfermedad como en la dermatitis de contacto en forma de dermatitis
vesicular.
Citotoxicidad celular directa mediada por células T CD8+ destruyen a las células diana
portadoras del antígeno. Las células efectoras se denominan linfocitos T citotóxicos (CTL)
Los CTL dirigido contra antígenos de histocompatibilidad de la superficie celular
desempeña un papel importante en el rechazo de injertos. También desempeña un papel
en la resistencia a las infecciones víricas.
OBJETIVOS
CONCLUSIONES
Nuestro cuerpo es tan perfecto que su mecanismo de defensa que la inmunidad humoral
está mediada por anticuerpos y es efectiva frente a los microorganismos extracelulares.
Referencias bibliográficas:
Inmunidad Humoral. [Citado el 30 de marzo de 2018]. Disponible en:
http://www.uaz.edu.mx/histo/Biologia/Wiki/InmunidadHumoral.pdf