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UNIVERSIDAD JAVERIANA - UNIMONSERRATE

ASIGNATURA: Énfasis III. Textos selectos de Isaías y Jeremías


DOCENTE: Pbro. Uriel Salas
ALUMNO: Tomás Dejuán Bitriá
Bogotá, 29/08/2018

Análisis de un Oráculo de Salvación – Isaías 41,8-14


1. Revisar la delimitación del texto propuesto y comentar qué dificultades tiene.

El encabezado del texto propuesto presenta un cambio de destinatario, quedando por ello clara la
delimitación de apertura. Efectivamente, en los primeros versículos del capítulo, los destinatarios
(plural) eran las islas y los confines de la tierra (vv. 1 y 5). En cambio, el versículo 8 hace un giro
al singular: “Y tú, Israel, siervo mío”. Israel es el destinatario del texto que en ese versículo
comienza.

La dificultad está en justificar el final del texto en el versículo 14. No se puede hacer atendiendo
al destinatario, pues sigue siendo, después de ese versículo, Israel. El sujeto que habla tampoco
ayuda a delimitar, pues es siempre Yahvé a lo largo de todo el capítulo 41 (vv. 4.10.13.14.17...).
En cuanto a los tiempos verbales, van fluctuando continuamente entre el pasado, el presente y el
futuro, tanto antes como después del versículo 14.

Para superar la dificultad, se puede recurrir a la temática y a las fórmulas. Ciertamente, hay
continuidad temática antes y después del versículo 14, pero también se puede detectar un cierto
cambio. Aunque continúa el oráculo de esperanza dirigido por Dios a Israel, se introduce una
nueva imagen en el versículo 15, que guiará la profecía hasta el versículo 20 (con excepción del
17). Se trata del anuncio de que las potencias que parecían imperturbables desaparecerán ante la
acción de Dios, dando lugar a una nueva situación favorable a Israel. Para expresarlo, se recurre a
imágenes de cambio de orografía: triturar montes, convertir el desierto en lagunas... Ya en el
versículo 12 se hacía alusión al tema (“serán como nada y nulidad los que te hacían la guerra”),
pero sin recurrir a la imagen orográfica. Además, la fórmula “he aquí” del versículo 15, que
introduce la imagen, está indicando un salto en el texto, también apoyado por la conocida fórmula
de cierre “oráculo de Yahvé”, del versículo 14.

En conclusión, Is 41,8-14 se puede decir que es un texto autónomo en cuanto primera parte de un
oráculo de salvación, que se prolongará en los versículos 15-20 con un nuevo tipo de imágenes.

2. Analizar el texto según los criterios internos sugeridos y aproximar un comentario


(personal) teniendo en cuenta también las consideraciones contextuales ofrecidas a
continuación.

Es muy notoria en el texto la repetición de ciertos verbos, que pueden dar la clave interpretativa
para detectar el mensaje que se quiere transmitir. El verbo “ayudar” aparece en los vv. 10.13.14.
“Asir”, en los vv. 9.10.13. “Elegir” en los vv. 8.9. Y “no temer”, en los vv. 10.14. Se percibe
cómo el tema central es la protección que el sujeto, Yahvé, enfatizado con las repeticiones de la
fórmula “yo soy tu Dios”, ofrece al destinatario, Israel, enfatizado con la repetición conceptual

1
“Jacob” = “simiente de mi amigo Abraham”. El origen de esta “protección” es una previa
“elección”, narrada con verbos en pasado, y su consecuencia es que Israel “no ha de temer”.

La repetición de verbos muestra un vacío en los versículos 11-12. Se debe a que en ellos el
oráculo cuenta cómo desaparecerán los enemigos de Israel, tema de fondo que el oráculo
desarrollará en su segunda parte (a partir del v. 15) mediante las imágenes antes mencionadas.

Varios salmos presentan paralelismo con esos versículos 11-12 precisamente en este tema
nuclear. Concretamente, los salmos 35,26; 40,15 y 70,3 repiten exactamente los dos verbos con
que comienza el versículo 11: avergonzarse y confundirse. En todos los casos, se quiere indicar
que aquellos que humillaban a Israel van a sufrir ahora la humillación.

Un último criterio de análisis es el género y número de los “personajes” que intervienen, y las
oraciones subordinadas relativas a ellos. El único sujeto del oráculo (en masculino singular) es
Yahvé. Su control sobre la situación es, por tanto, total. Se habla además de Israel, en singular y
con imágenes en masculino (siervo, gusano), y de aquellos que le hacen la guerra, en plural y
masculino. Por el género usado, se ve cómo la relación entre Dios e Israel no se establece aquí
como esponsal, sino como de amigo y protector en la guerra. Ahora bien, Israel, aunque
“robustecido” (v. 10), no deja de ser un siervo, un gusano. En sí mismo es débil, pero Dios lo ha
escogido y ayudado, de modo de que nada ha de temer a los que le buscan querella, que son
muchos, superiores a él, como muestra el uso del plural. Las expresiones subordinadas relativas a
Israel enfatizan su dependencia de Dios, que a la vez es su fortaleza: “a quien elegí”, “que te así
desde los cabos de la tierra”, “que contigo estoy”, “que yo soy tu Dios”.

En conclusión, parece que el Deuteroisaías está leyendo el ascenso de Ciro como una
intervención salvífica de Dios por su pueblo, desterrado en Babilonia, humillado, pero con un
nuevo horizonte de esperanza. Israel nunca ha sido soltado por Dios desde que fue elegido, por
eso no ha desaparecido. Sin embargo, los que pretendían destruirla, el imperio babilónico, son
quienes ahora se avergüenzan y confunden (v. 11) hasta el punto de convertirse en “nada y
nulidad” (v. 12). Ciro los ha exterminado; en cambio, su política de tolerancia es favorable a
Israel: ciertamente, Yahvé tiene asido a Israel con su diestra justiciera (v. 10). La elección de
Israel por Yahvé ha sido de nuevo históricamente corroborada en el hundimiento del imperio que
lo había pretendido matar y enterrar. Ahora Israel resurge de la tierra como “gusano de Jacob” (v.
14).

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