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EL HOLOCAUSTO ECOLOGICO URGE CALCULAR EL PIBe

En palabras del ex presidente de Uruguay, José Mújica, el mundo


hace años que vive un “holocausto ecológico”. Como todos los
genocidios, durante tiempo parecen pasar inadvertidos por la
opinión pública mundial, negándonos a aceptar tan atroz
catástrofe. Y si este holocausto es ecológico y llevamos decenios
padeciéndolo con los efectos sobre el cambio climático que aún
hay quienes niegan aceptar, aún peor.

No es mi intención describir las causas y múltiples efectos de los


devastadores impactos del cambo climático en los cinco
continentes y en el conjunto del planeta azul sobre la totalidad de
las especies vivas, incluidas el ser humano. Pero sí al menos animar
a las principales actores (autoridades, medios, economistas,
organismo internacionales, opinión pública, empresarios y/o
gestores de la cosa pública) a al menos revisar algunas de nuestras
pautas de actuación. El hecho que haya funcionado “bien”, no
significa que tenga impacto nulo sobre el patrimonio natural.

Me estoy refiriendo a la idea de alterar el cálculo clásico de


medición de la Renta nacional y/o prosperidad de las naciones por
medio de un nuevo valor denominado PIBe (producto interior bruto
ecológico). Se trataría a partir de él de concienciar de una forma
tangible y palpable de los daños al planeta del continuado
holocausto ecológico y de todos los ecocidios. Cuando hoy nos
referimos a los daños ocasionados lo hacemos desde un plano
dialéctico sin cuantificación alguna.

Vivimos en el único planeta con vida y no podemos permitirnos por


más tiempo seguir destruyéndolo poniendo en peligro la
continuidad no sólo de futuras generaciones sino de la misma
especie humana.

El holocausto ecológico está destruyendo cada vez menos


lentamente toda clase de vida (flora, fauna y hasta humana).
Ninguna especie viva está a salvo, dado que el grado de
carbonización en la atmósfera es tan exagerado que nuestra
propia salud pública y continuidad en La Tierra corren serios
peligros sin no tomamos medidas de carácter urgente.

Todas las medidas cuentan y son válidas. Aquí se sugiere una


nueva: obligarnos a abrir los ojos a través del PIBe para incluir el
coste financiero de asumir el stock ambiental (conjunto de recursos
naturales, bioesfera), tanto consumido como dañado sin reponer,
que obviamos en toda actividad económica humana con
impacto mbiental.

Y es que todas las actividades económicas, sin excepción, tienen


su impacto ambiental, y pese a ello, estas externalidades quedan
hoy por hoy sin valorar en las estadísticas nacionales, así como peor
aún, sin reponer por su del alto coste, procrastinando las acciones
correctivas por parte de la mayoría de los estados del planeta.

Aunque actualmente puedan existir ciertas resistencias políticas,


cada vez proliferan más organismos internacionales y foros de
opinión como la Comisión Europea, el Banco Mundial, las Naciones
Unidas o el Club de Roma entre otros, que ya se han pronunciado
a favor de “recomendar” un nuevo sistema de cálculo que
contabilice el patrimonio natural de los estados así como su
reposición para nivelar el saldo negativo.

El cálculo de la renta nacional de un Estado es incompleto. Al


menos así lo expone el autor del libro EL PIBe (Ed.Bubok). Su autor lo
explica afirmando que las estadísticas internacionales sobre el
crecimiento económico de los países del planeta no recoge el
valor contable (el apunte) del impacto ambiental que comporta
en el conjunto del territorio.

La economía no se puede separar del medio-ambiente, como


hemos estado haciendo desde tiempos inmemorables. Si todas las
actividades del hombre tienen impacto en la naturaleza y por
ende, en la Salud y calidad de vida, ya es hora de contabilizarlo
económicamente.

Sólo así parece que se convertirá en un ratio visible para el


conjunto de los ciudadanos que permitirá visualizar la gravedad de
maltratar el medio ambiente y de responsabilizar a los autores del
Holocausto ecológico.

El PIBe –en contra de lo viene que haciendo las estadísticas


oficiales actuales- debería recoger el valor de la producción de los
todos los productos y servicios generados en un territorio así como
el coste del impacto en la naturaleza, con sus costes de
reposición, reparación o/y saneamiento que tarde o temprano
tendremos que acometer.

Piénsese en el ejemplo gráfico de echar la basura doméstica en la


parte trasera de una vivienda. Por mucho que no se vea a simple
vista por la puerta de entrada, llegará un día que inunde las cuatro
paredes de la vivienda y el coste de limpieza (reparación) sea aún
mayor.

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De acuerdo con el autor de EL PIBe, para su cálculo cuenta con el
amparo, tanto en España como en otros muchos países del
mundo, de todo un ordenamiento jurídico, normativas propias,
directivas de la UE e incluso convenios internacionales también
firmados (entre ellos España), que darían cobertura legal para
incluirlo en las estadísticas de renta nacional. La mayoría de las
legislaciones internacionales recoge que todos los ciudadanos
tienen derecho a conocer cualquier información ambiental de su
entorno, entre ellas el patrimonio natural dañado y/o consumido
cuya reposición nunca se computa de forma global en las
estadísticas nacionales.

Exigir por tanto el cálculo del PIBe estaría amparado por el derecho
internacional. La realidad hoy en día es bien otra por el desinterés
de los actores sociales más relevantes,

Por encima de todo, el derecho a la vida, a la salud humana y


bienestar de las personas, son razones de calado para dejar de
obviar el coste del impacto ambiental y la reposición del
patrimonio natural. La restitución del stock ambiental tarde o
temprano no sólo tiene clarísimamente un coste monetario, sino
que incluso éste debería contabilizarse y llegado el caso asumirse
para terminar con la acelerada carbonización del planeta.

Dentro de este espíritu, se podría encuadrar además esta


propuesta dentro de un objetivo adicional de la cumbre de la
Tierra. Porque en definitiva, ¿quién es más próspero, un país que
crece por ejemplo el 3% como España o el 10% anual como
China, u otro país que comparativamente contabilizaba una tasa
menor pero ha repuesto el stock ambiental empleado, consumido
y/o dañado ?

A España se le abre una oportunidad única. Llevar a la Cumbre de


París sobre el cambio climático el compromiso de contabilizar en
las cuentas nacionales el coste ambiental y su impacto sobre la
renta nacional de cada país. Unos ciudadanos bien informados
también en cuestiones medioambientales, puede ser el inicio de
combatir el gran reto de la humanidad como son los efectos de la
carbonización de la atmósfera y el riesgo de exterminar la vida en
el planeta.

#PIBe, patrimonio natural, stock ambiental, holocausto ecológico, Cumbre


País, cambio climático, carbonización, ecocidios

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