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Hora de inicio 09.51; en razón de que la conexión para realizar video conferencia
para comunicar la sentencia a los acusados, a cargo del Ministerio Público, tardó por
problemas técnicos.
M. PÚBLICO DE VIÑA DEL MAR C/ JOSÉ MAURICIO ABELLO GONZÁLEZ, LUIS ALBERTO
MARTÍNEZ DÍAZ- EDUARDO RICARDO CORTÉS ISLA
ROBO C/INTIMIDACIÓN Y VIOLENCIA-SECUESTRO
CÓDIGOS: 803-202
RUC: 1200464304-4
RIT: 436-2012
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SEPTIMO: Que a su turno, el abogado del acusado Cortés Isla reservó sus
planteamientos para el cierre.
junto a dos personas del aseo. Ingresó por la parte posterior del Banco (n° 3) a la
cocina (n° 14) que estaba conectada con la bóveda y estando un rato
preparándose un café, donde ya estaba el vigilante Francisco. Ellos subieron al
segundo piso, según el procedimiento, el que desconocía. 72: segundo piso.
Cuando ingresó a la cocina estuvo 3 minutos y al salir vio al mismo sujeto en
medio de la sala de espera igual que como lo vio afuera del Banco, le dijo que era
un asalto, pero ella no alcanzó a apreciar la arma cuando la alzó y le ordenó se
tirara al piso. Estaba a un metro suyo. Le apuntó a la altura del pecho. Ella estaba
de pie y él frente suyo. El sujeto tenía la nariz, en su parte superior, angosta, luego
se ensanchaba, labios gruesos, con anteojos, rapado el pelo de color muy intenso,
delgado, estatura relativamente alta, de 1,80 metros.
En la audiencia, reconoció al acusado José Abello González como la
persona que la apuntó.
Refirió que todo lo sucedido duró unos 35 a 40 minutos. Lo tuvo frente suyo
alrededor de un minuto. Él era el líder de la banda quien daba las instrucciones a
los otros dos, a quienes vio cuando estaba tirada en el suelo. El la obligó a tirarse
al suelo. Empezaron a llegar sus otros compañeros y los hacían tirarse al suelo y
los ataban en las muñecas con huinchas plásticas (n° 48)
A medida que iban entrando los apuntaban con pistola, y fueron quedando
enfrente a la puerta de entrada a la bóveda.
En las fotografías 30 y 31 señaló el lugar donde trabajaban, donde además
se apreciaba la puerta de entrada al baño, anterior a la bóveda. En la n° 35:
entrada y lugar donde los tiraron, a la gran mayoría. Ellos gritaban muy fuerte que
querían la clave de la bóveda. La encargada llegaba como a las 8 y media.
Cuando llegó se llevaron a Susana Espinoza, Evelyn Meza y María Eliana
Corbalán a la bóveda y las encañonaron para que abrieran la bóveda y pudieran
llevarse la plata, unos 80 millones y una suma en dólares. Luego vio salir a dos de
ellos, guardaron el dinero en un bolso negro. Les dieron instrucción de que se
pararan porque los iban a encerrar en la bóveda. El reconocido fue quien dio la
orden. Ella no quería ser trasladada a la bóveda. A 29 personas los metieron en un
espacio muy reducido, era la pre bóveda, con reja de metal imposible de echar
abajo, sin aire, los encerraron con llave. A todos los metieron, excepto a Cecilia,
que estaba embarazada, la dejaron amarrada en una silla de la sala de espera;
cuando la fueron a tirar al suelo un compañero les avisó que estaba embarazada.
No tenían sus celulares porque se los quitaron a medida que iban ingresando. Uno
de los otros dos, le quitó su celular. Los amenazaron en que los iban a desnudar y
los iban a tomar como rehenes y eran apuntados con armas, por eso ingresaron.
Estuvieron en el lugar como una hora hasta que los pudieron sacar porque trajeron
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una llave desde otro Banco. Ellos se llevaron la llave original. No tenían ningún
medio de comunicación. Apretaron un botón de pánico y eso alertó a carabineros.
Lo hicieron como a los 20 minutos de que ellos se hubieron ido. Llegó una
ejecutiva de otro Banco con la llave. Cuando estaba encerrada sintió pánico, todos
gritaban lloraban, una desesperación terrible. Había compañeras en estado de
shock, muy nerviosas, María Eliana sufre de asma severa y cuando la ingresaron
a la bóveda se empezó a asfixiar, y les indicó de la enfermedad para que no la
dejaran allí.
Se le exhibieron otras fotografías indicando en la n° 49: reja de la pre
bóveda donde los encerraron. 51 y 52: puerta de la bóveda.
Acotó que Evelyn, una de las jefas de sucursal, sufría crisis de pánico, a
quien también llevaron a abrir la bóveda.
Para ella este hecho le trajo como consecuencia el no tener la misma
confianza de antes, estuvo con psicólogo y psiquiatra, unos dos meses, y estuvo
tomando anti depresivos. Es algo que repercute para toda la vida, algo que no se
olvida.
La Policía de Investigaciones les tomó declaraciones ese mismo día, a ella
en tres oportunidades. Además, en una ocasión les mostraron más de 20
fotografías en un computador y ella reconoció de inmediato a la persona que
identificó en la audiencia.
El abogado querellante le exhibió la fotografía n° 35 donde indicó el lugar
donde iban quedando. El Banco tenía dos accesos, uno para clientes y otro lateral,
por el estacionamiento. Desde la calle era imposible que los transeúntes vieran al
interior porque no había ventanales. Ella tuvo mucho miedo al estar encerrada.
Cuando vio a la persona que reconoció en la audiencia, se hizo pipí. Lloró, tiritó y
tenía frío cuando estuvo encerrada. Los demás estaban igual.
No vio cuando las personas estuvieron en la bóveda, siendo encañonadas.
Las conductas de los individuos fueron agresivas durante toda la dinámica de los
hechos, no recordando si lo señaló en su declaración en Investigaciones.
Para refrescar su memoria, el abogado Carrasco le exhibió un documento
donde reconoció su declaración prestada con fecha 4 de mayo de 2012, donde
expresó: “su comportamiento fue muy calmado y nos transmitieron una especie de
tranquilidad”. Eso fue en una situación muy determinada, cuando una compañera,
llorando, les dijo que todos tenían hijos, que estaban muy asustados, y ellos
dijeron que no les harían nada, pero todo era a gritos y con mucha violencia.
Insistió en que su comportamiento fue agresivo.
El individuo reconocido lo vio en la sala de espera permanentemente.
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vio el rostro al agacharse ellos, ya que por norma, los billetes de más valor están
colocados abajo; ahí también le vio a uno de ellos una argolla en la mano.
Ellos sacaron la plata, unos $88.000.000, más unos dólares.
Luego el tal Luis dijo que también sacaran las monedas y el otro dijo que
no, porque pesaban muchos. El más chico salió con la plata y el más alto se
quedó con ellas y trató de dejarlas encerradas en la bóveda; la declarante estaba
tirada en el suelo. María Eliana Corvalán pidió que no dejaran a la declarante ahí;
entonces el tipo la tironeó a ella del vestón, y con dificultad se paró porque estaba
atada y luego empezaron a traer a todos amarrados a la pre-bóveda.
A todos les quitaron el celular al entrar a la oficina. A ella se le había
quedado ahí el día anterior, y también ellos lo tomaron.
Uno dijo “¡mírenme!” y se descubrió el rostro, luego les dijo que él tenía una
hija enferma y que esto no era malo porque el Banco tiene plata. Los dejaron
encerrados harto rato, cree que una hora o más. Los dejaron encerrados en la pre-
bóveda y 28 personas quedaron ahí; a una niña que estaba embarazada la
dejaron amarrada a unos asientos del público, ella era Cecilia Osorio; los sujetos
al irse dijeron que la llave de la bóveda estaba ahí, pero no era cierto. Esta niña, la
que estaba embarazada, se arrastró, amarrada como estaba y pidió auxilio y
también ella le pudo abrir a los carabineros.
Las 28 personas quedaron encerradas en la pre-bóveda, que es una oficina
de 2x3 metros, que es pequeña y solo está habilitada para que uno esté por
breves minutos. Todos estaban amarrados, apretados y muchas compañeras se
orinaron. Cree que todos pensaron que los sujetos les iban a hacer algo a ellos,
pues fueron agresivos y se habían descubierto los rostros.
Dijo –entre sollozos- que ella aún tiene crisis de pánico; está con
tratamiento de siquiatra y con sicólogo. No puede irse sola al trabajo; la tienen que
llevar. No puede andar sola. Su hijo menor también sufrió una pequeña depresión
al saber lo que le había pasado. Se pregunta por qué les hicieron esto si los
sujetos decían que esto no era en contra de ellos.
Explicó que nadie opuso resistencia, pues ellos estaban capacitados en el
sentido de que no deben oponerse en estas situaciones. Todos cooperaron con los
sujetos. Estos sujetos agredieron a unos compañeros, por ejemplo, a Enrique
Arenas le decían que él era el jefe y lo agredieron. A otro compañero lo llevaron a
otra parte, de nombre Luis Páez, y le decían que debía dar información. A él
también lo agredieron.
Los sujetos dijeron que iban a dejar las llaves de la puerta de la bóveda
encima de un extintor, pero no fue así, se las llevaron. Desde otra sucursal
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tuvieron que venir para poder abrir con otra llave, la pre-bóveda en donde estaban
encerrados. Marcela Díaz fue la persona que les abrió la puerta.
Eran tres sujetos los que llegaron a la sucursal y los encerraron.
Consultada dijo que podía reconocer al sujeto que la empujó hasta la
bóveda, la amarró y la tiró al suelo, (al reconocerlo rompió en llanto); él daba las
órdenes a los demás; él corresponde al acusado José Abello González.
Sostuvo que podía reconocer al sujeto que le abrió la puerta, estaba con
una boina y la apuntó con una pistola, le dijo que caminara y que era un asalto; él
correspondía al acusado Eduardo Cortés Isla.
Por último, dijo que la tercera persona que actuó en el hecho, que también
estaba en la bóveda, y que junto con el más alto sacaron la plata, corresponde al
acusado Luis Alberto Martínez Díaz.
Dijo estar muy segura de sus reconocimientos, pues no ha podido olvidar
los rostros de ellos.
Ella aún está en tratamiento siquiátrico y sicológico; debe tomar
medicamentos. Anda con temor, no quiere salir a la calle sola. Tiene pesadillas.
También es diabética y ese día llegó una ambulancia y la tuvieron que llevar. A la
embarazada y a Luis Carrasco que tuvo un problema cardiaco. Ella no quiso salir
en la ambulancia por temor, ya que el sujeto más alto dijo que afuera iba a haber
alguien mirando.
Dijo que el mismo día del hecho conoció a la fiscal, quien les hizo consultas.
Ese día los policías les tomaron declaraciones. Habló lo justo y necesario, pues
estaba afectada. Los rostros no los podrá olvidar. Ese mismo día la llevaron a la
Policía de Investigaciones a prestar declaración. También esos policías les
mostraron fotografías para poder reconocer a los autores del hecho; les mostraron
más de 20 fotografías por cada uno de los sujetos. Se las mostraron de a poco y
para ella fue fácil reconocer a los sujetos. Ahí ella reconoció a los sujetos sin tener
duda alguna.
Al exhibirle unas fotografías, dijo que las reconocía: Respecto de la n° 49,
dijo que muestra el sector de la tesorería y la puerta de la pre-bóveda. Los
encerraron en la pre-bóveda y esa puerta de fierro es la que estaba cerrada con
llave. La 51 muestra la pre-bóveda, mirada desde la puerta de fierro de la
tesorería. La 52 muestra la pre-bóveda, ahí los encerraron. La 54 muestra la
cámara de seguridad que apunta hacia la bóveda y cuando entró uno de los
sujetos él entró y volteó la cámara, quedando como se ve en la foto. Las fotos N°
55 y 56 son del interior de la bóveda. Se ven las huinchas con las que les ataron
las manos. Al interior de la bóveda a ella la tenían atada de manos. La N° 57 es de
la bóveda y se ve la cámara volteada. La N° 99 muestra a la declarante, esa foto
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se la tomaron el mismo día del asalto indicando las marcas en su mano. La foto N°
100 muestra las huellas de las huinchas con las que le ataron las manos.
Consultada por el querellante, dijo que cuando ella entró a la sucursal, ya
había unos quince funcionarios en el hall de la sucursal; ellos no podían pedir
auxilio, pues las puertas de acceso están lejos del hall y una además tiene una
mampara de vidrio que está cerrada.
Ese día no podían llamar por teléfono pues a medida que todos iban
entrando los sujetos ataban a los funcionarios y les quitaban los celulares.
Las personas que cometieron estos hechos no dijeron porqué las llevaron a
la pre-bóveda. Estos sujetos dijeron que eran de un frente, y que el Banco tenía
plata.
Ella sintió mucho miedo, que les podían disparar, y ella pensó que lo iban a
hacer, pues por algo se descubrieron el rostro. Muchos de sus compañeros,
lloraban, varios hombres también. Todos ansiosos, desesperados y creían que de
ahí no iban a poder salir. Todos estaban muy angustiados.
Consultada por la defensa de Luis Martínez dijo que ese día prestó varias
declaraciones, una en la misma sucursal y otra en el cuartel de la Policía de
Investigaciones. No recuerda otras declaraciones.
Ella describió al primer sujeto que le abrió la puerta, su cara, su forma de
mentón. También al sujeto que la llevó a la bóveda y que le pegó. Respecto del
tercer sujeto no alcanzó a terminar su declaración, pues había que hacer un
arqueo y ella era la responsable de seguridad de la sucursal y le dijeron que
después le harían más preguntas.
Ella fue a un cuartel de la Policía de Investigaciones y ahí ella hizo un
retrato hablado.
Un sujeto tenía un gorro como el del Chavo del Ocho, y también con una
bufanda, pero que no tenía puesta en su rostro. Nada le cubría el rostro. Otro de
los sujetos usaba un pañuelo, ese fue el que le abrió la puerta a ella para entrar a
la sucursal, el pañuelo era como de cuadrillé, de color blanco con negro.
También participó en reconocimientos fotográficos, días después, ya que los
funcionarios de la PDI fueron a la sucursal.
El sujeto del gorro parecido al del Chavo del Ocho, y que tenía una
bufanda, no tenía el rostro cubierto cuando estaban en la bóveda; además, la
bufanda le tapaba el cuello, no la cara.
Al exhibirle el acta de un reconocimiento de fotos, de fecha 19 de julio de
2012, se alude al reconocimiento de un sujeto que ella dice que vestía un pañuelo
negro con blanco y un gorro con orejeras. Explicó que ella pudo haberse
confundido al hacer esa descripción, reiteró que este sujeto en el interior de la
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bóveda no estaba con bufanda ni con pañuelo; él fue el sujeto que se le acercó
para ayudarla con las amarras y él se agachó para hacerlo; ahí le vio muy bien el
rostro porque estuvo cerca de ella.
Preguntada por la defensa de José Abello González, dijo que uno de los
sujetos que ha reconocido tiene la piel un poco más blanca (el de más a la
izquierda), y los otros dos son más morenos.
Interrogada por la defensa de Eduardo Cortés Isla, dijo que el sujeto que le
abrió la puerta tenía una boina y un pañuelo al cuello.
Su celular lo recuperó el mismo día. Supo que los sujetos los habían dejado
en un automóvil. Todos recuperaron sus teléfonos. No hubo ningún disparo por
parte de los sujetos ese día.
3.- Claudio Antonio Morales Galaz, expresó que el viernes 4 de abril o
mayo de 2012, aproximadamente a las 8:25 horas, le abrieron la puerta y al entrar
a mano derecha estaba una persona con boina, bufanda, le dio la mano para
saludarlo, pero no le respondió. Lo observó y cuando él terminó de cerrar la
puerta, lo tomó y le puso un revolver en el estómago, con empujones lo tiró contra
la pared a la entrada del hall y lo hizo entrar. Luego lo botó al piso, le quitó los
celulares, garabatea y lo amarró. Le tomó su bolsa con el desayuno y lo tiró lejos.
Entre los nervios y susto, pensó que era una operación “Dayse”, trató de
tranquilizarse, entregó los dos celulares, uno primero, el otro cuando le preguntó.
Lo amarró con una cinta plástica como de candado, con las manos atrás,
quedando en el piso. Detrás apareció un señor con lentes, pelado, con barba tipo
candado, diciendo que no lo miraran. Eran agresivos, violentos, insultaban harto.
Andaban muy apurados. Después de unos 20 a 25 minutos, los empezaron a
levantar para llevarlos a otro lugar, tironeándolos, se resbalaban, se levantaron,
había hombres que lloraban, como Mario, que estaba al lado suyo, Claudia Jarufe
estaba orinada, y en general las mujeres estaban llorando. Los hombres trataban
de calmarlas. A Marcelo Pasten y Mario Mira, el de lentes y barba le dijo que
cruzara las manos, y le dijo que si no sabía hacerlo y lo zamarreó. A una
compañera que estaba embarazada, Cecilia Osorio, la pusieron al lado suyo y él
les dijo que estaba embarazada y que no la pusieran de guata. La pararon y la
sentaron en una silla y la amarraron. Ellos les decían que si no se portaban bien,
los iban a desnudar y torturar. Los tomaron y llevaron a una bóveda de “2 x 2”,
eran 27 personas, todas en pánico, con miedo, viniendo a la memoria la familia,
sintiéndose vulnerados, muy amenazados, al borde de la muerte. El lugar donde
los encerraron era sin ventilación y en caso de incendio no podrían arrancar, él se
sintió secuestrado, vulnerado y hasta ahora le trae repercusión cuando está en un
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lugar cerrado, no está tranquilo, se siente perseguido muchas veces, pero quiso
exponer cuando un hombre siente que es ultrajado.
Cuando entraba al Banco, estaba el guardia al que le daba la mano, pero
estaba el señor que lo recibió. Cuando lo tiró al piso y entregó los celulares le vio
el rostro, a una distancia de un metro o menos. El pelado andaba con una camisa
de color fuerte, como calipso.
En la audiencia identificó al que lo recibió y apuntó con un arma –Cortés
Isla- el que era pelado, con lentes y barba candado –Abello González-.
Cuando llegó había unas 13 a 14 personas que estaban “blancos”, en el
piso, amarrados con las manos atrás. Al pelado lo vio cuando se andaba
paseando, asegurando las manos, lo vio armado y después se acercó a su
compañero que no supo cruzar las manos. Había un tercer sujeto, a quien vio muy
de repente con un gorro como del Chavo del 8, con bolso, saliendo de la bodega.
Fueron a la bóveda a buscar la plata. Escuchó que pedían las claves y no
supo en qué momento se las dieron. Luego los llevaron a la bóveda del Banco y lo
agarraron de la chaqueta y lo levantaron porque se resbalaba y tenía amarradas
las manos. Los 27 o 28 funcionarios fueron encerrados como una hora en la
bóveda. Cuando llegó la policía, ellos le dijeron que habían dicho que dejarían la
llave, la buscaron pero nunca apareció. Al rato después llegó una ejecutiva con la
llave de reserva para abrir la reja. Estaba la Policía de Investigaciones, y los
tuvieron unos 45 minutos sin hacer nada. Supo que se sustrajo unos 90 millones
de pesos y una cantidad en dólares.
Se le exhibieron fotografías refiriendo en la n° 49: reja y puerta detrás 51 y
52, lugar donde los encerraron. En la n° 4 (set 6): puerta a su derecha, mesón y
lugar donde estaban. 3.- vista desde adentro del lugar donde estaban.
Expresó haber tenido mucho miedo, pensó en su familia, en su niñez, que
moriría. Su sistema nervioso no funciona bien, siente claustrofobia cuando entra a
un lugar cerrado.
Según lo que se percató sus demás compañeros no tuvieron capacidad de
reacción. Estaban en el hall del Banco cuando el entró. Había unos 3 metros hasta
la primera puerta.
El abogado querellante le mostró la fotografía n° 9 donde reconoció el
ingreso al sector de cajas y hall donde estaban repartidos. En la n° 14: el mismo
sitio anterior donde había dos cajas, la puerta para ingresar a la cocina, y a la
bóveda. En la n° 41: puerta para entrar a la habitación donde se pasa la plata
desde la bóveda a las cajas. Fueron conducidos unos 8 metros hasta ser
encerrados. El hall no se veía porque la puerta no se abría al público sino hasta
las 9 de la mañana. En la n° 35 apreció la atención de público, la entrada para
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tomar numeración, el hall y puertas interiores. Los terceros no podían ver a los
cerca de diez funcionarios que estaban repartidos. Como estaban en el piso,
amarrados, no podían dar aviso a la policía; seguían en esa posición cuando
tomaron el dinero de la bóveda, y después los trasladaron a la bóveda. Si los
hubiesen dejado en el mismo lugar, podrían haberse parado y tomado algún
teléfono, no sabe si de forma inmediata, pero se podría haber hecho algo.
Antes declaró en la Policía, el mismo día, sólo una vez antes del juicio.
Participó en diligencia de reconocimiento fotográfico, pero no todas las personas
tenían calvicie, pero tenían poco pelo. No participó en la diligencia de retrato
hablado. Cuando reconoció a la persona, lo hizo por la nariz, ojos y boca, según el
rostro que vio en el momento, no porque era calvo.
Ratificó al abogado Seperiza que si los hubiesen dejado en el lugar donde
estaban inicialmente, hubiese sido más fácil pedir auxilio porque habían teléfonos,
se podían poner de pie, buscar instrumentos para sacarse las amarras, abrir la
puerta y gritar. Tenían facilidad para escapar al dejarlos encerrados en la bóveda.
4.- Carmen Susana Espinoza Poblete, de 45 años de edad, secretaria.
Dijo que el viernes 4 de mayo de 2012, a las 8:10 entró a la sucursal junto con el
vigilante. Ella se fue a su lugar de trabajo, encendió su equipo y luego salió al hall
y un tipo se le lanzó encima diciéndole que era un asalto y que se tirara al suelo.
La llevó con otros compañeros; se quedó callada allí y de a poco entraban sus
otros compañeros, que al entrar los reducían, les quitaban los celulares y los
maniataban. Uno de los sujetos les decía a los hombres que entraban, “¡tú la
llevas, tú eres el jefe!”. A unos los golpeaban. Como ella dijo que no lo hicieran, un
tipo pelado le pegó con una cadena de las que hay en las valijas. A sus
compañeros los tiraban al suelo y les preguntaban. Por ejemplo a Luis Páez lo
llevaron a un lugar aparte y atormentaban para saber quién era el jefe. Como a las
08:35 llegó la jefa que era quien tenía la clave para abrir la ruleta. La declarante
tenía otra clave. A Evelyn Meza la llevaron a la bóveda y la empujaban y le
pegaban con unas cintas para amarrar, le pegaban en el trasero. Desde donde
estaba, ella no veía mucho. Como no habían prendido las luces, estaba todo
oscuro adentro. Cuando llegó María Eliana le dijo que ellas fueran a la bóveda.
Allí, cuando ella iba a ingresar la clave, él le gritó y le dijo que si marcaba un
número de más, “se iban a ir los dos”, entendiendo ella que la iban a matar; eso lo
dijo el sujeto pelado. Ella estaba concentrada para marcar los números y sólo
quería terminar pronto, pues también le gritaban a su jefa Evelyn Meza y le decían
que la iban a matar. María Eliana abrió la ruleta para abrir la bóveda. Entraron a la
bóveda y tuvieron que ingresar más claves. María Eliana ingresó la clave y ella se
equivocó, por lo que el tipo la insultó. Ella estaba muy nerviosa. Después se abrió
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la bóveda, pasados los minutos que debía esperarse y ahí los tipos se lanzaron
para sacar el dinero en unas bolsas. Uno dijo que llevaran las monedas y el otro
dijo que no. Se quedaron con el sujeto pelado que parece que quería dejarlas a
ellas adentro de la bóveda y ahí le imploraron que no, diciéndole que la jefa era
asmática. Las llevaron por ello a la pre-bóveda y luego empezaron a llegar todos
sus compañeros, en fila, que venían todos maniatados; los dejaban en la pre-
bóveda. Una compañera embarazada quedó afuera, ella es Cecilia Olivares, que
la dejaron en el hall, también amarrada pero a los asientos del público. A los
compañeros los hicieron entrar y el tipo pelado que vestía camisa color calipso con
chaqueta gris oscura los guiaba.
Al exhibirle una evidencia material reconoció la camisa de color calipso o
celeste que vestía el sujeto pelado del que habló.
En la pre-bóveda entraron las 28 personas, todos estaban maniatados. Ese
es un lugar muy chico que además estaba lleno de cajas con documentación, por
lo que todos estaban apretados, les faltaba el aire y no hay ventilación. Los
encerraron en ese lugar, ya que los sujetos cerraron la reja. Los sujetos tomaron
las llaves que allí había, cerraron y luego se llevaron la llave.
(Al declarar la deponente, espontáneamente y de modo permanente, colocó
su manos, tomadas entre sí, por detrás de su espalda).
Dijo que ellos estaban angustiados, y con miedo en la pre-bóveda.
Luego el sujeto pelado les decía que lo miraran bien, que él era de un frente
y después se fue. Pasó harto rato, todos estaban asustados y les empezó a faltar
el aire. Ella no quería estar ahí. Los llevaron a pesar de que todos estaban
reducidos en el suelo. Ella pensó que luego de robar los sujetos sólo se irían pero
en lugar de eso se los llevaron a todos a la pre-bóveda y empezó a preguntarse
qué era los que les harían, que para qué los llevaban a ese lugar. Se sentía muy
mal allí, aterrorizada, con miedo, pensando en sus hijos. También pensaba que
debía estar tranquila para que ellos se fueran rápido. Allí estuvieron más de 45
minutos. Los sujetos se fueron y entre los compañeros le gritaban a Cecilia, la
joven embarazada y le preguntaban si los tipos se habían ido. Ella dijo que sí. Uno
de sus compañeros pudo cortar la cinta de las amarras y pudieron tocar el botón
de pánico de la pre-bóveda. Posteriormente, tuvieron que esperar que llegara
alguien de Valparaíso para poder abrir, pues no estaban las llaves.
Un compañero tuvo problemas cardiacos; la jefa es diabética e hipertensa,
maría Eliana es asmática al igual que Rodrigo Figueroa. Una persona tenía
problemas renales.
Al exhibirle unas fotografías, (del grupo E-2 del auto de apertura),
manifestó que eran del video de seguridad: la n° 10 mostraba a ella ingresando la
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clave junto a María Eliana y a su jefa Evelyn Meza, y el tipo de la camisa calipso,
que tiene un arma. La n° 12 muestra a las mismas personas, pero dice que no
recuerda qué pasaba.
Ese día sustrajeron $88.000.000 más unos nueve mil dólares.
Esta situación le creó terror e inseguridad. Ella no quería llegar a la
sucursal. La Mutual les proporcionó ayuda sicológica, pues sentía dolor de
estómago y temor cada vez que llegaba a la sucursal.
Nunca, ninguno de sus compañeros opuso resistencia a los sujetos. El
Banco les ha dado instrucciones para no oponerse.
Consultada por el abogado querellante, dijo que los sujetos tenían el rostro
cubiertos en momentos, no siempre; en la bóveda ella lo vio cubierto. Cuando ya
se abrió la bóveda y la caja fuerte entró un segundo sujeto y ellos llenaron un
bolso con dinero.
Al exhibirle unas fotografías (E-2 del auto de apertura), señaló que la n°
15, se veía que ellas ya abrieron la bóveda, su jefa está en el suelo pues la tiraron
ahí, y María Eliana está ingresando su clave. Para abrir se necesitaban dos claves
distintas. En la N° 16, se ve que el tipo ya tiró al suelo a su jefa Evelyn Meza; y a
la declarante el sujeto la está amarrando, luego que haber desarmado la clave de
la alarma. Explicó que la amarraron al entrar a la sucursal, luego la llevaron a la
bóveda, la soltaron y después de desactivar la alarma, la volvieron a amarrar. En
la N° 18, ella ya está amarrada y el tipo está tratando de amarrar a María Eliana.
En la N° 20 el sujeto está mirando el relojito, pues debían esperar unos minutos
para que se abriera la bóveda; se ve al tipo que está tomando la hora. En la N° 23,
se ve a un segundo sujeto, es el que entró a ayudar a llevarse el dinero. En las N°
25 y 26 se ve el momento en que el tipo está moviendo la cámara de seguridad.
Preguntada por la defensa de Luis Martínez, dijo que cuando el segundo
sujeto ingresó a sacar el dinero Evelyn Meza estaba en el suelo, pues el sujeto
pelado la tiró al suelo. Cuando los tipos empezaron a traer a los otros funcionarios
el sujeto pelado le ayudó a pararse. El segundo sujeto que ingresó a ayudar se ve
con el rostro tapado en las fotografías. Recuerda que éste algo hizo y se acercó a
Evelyn Meza, pero no sabe porqué se le acercó.
Consultada por la defensa de José Abello, dijo que la camisa que le mostró
la fiscal es la camisa calipso que vestía el sujeto pelado; le dice pelado, aunque él
tenía pelos; en realidad tenía pelado en la parte de arriba de la cabeza, de la
frente hacia atrás, pero tenía pelos en la parte de los costados, sobre las orejas y
en la parte de la nuca. Ella vio a este sujeto que se paseaba descubierto por el
hall. También al irse, cuando él gritó que eran del frente, él también andaba
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descubierto. Ese sujeto también andaba con una pistola gris o de color metálico; él
era el que más se paseaba y andaba gritando.
Interrogada por la defensa del acusado Eduardo Cortés, dijo que en el hall
de la sucursal sólo estaban prendidas las luces de emergencia, no todas las luces.
La zona de la pre-bóveda y la bóveda tenían las luces encendidas. También había
algunas luces encendidas en el ingreso y en la parte de las cajas; había
encendidas algunas luces del hall, pero no todas.
5.- Francisco Gómez Cantillano, vigilante del Banco Banefe Santander,
expresó que el viernes 4 de mayo de 2012, aproximadamente a las 8:15 horas
llegó con la tesorera y su labor inicial era desactivar las alarmas, dar rondas y
luego subir a cambiarse ropa al segundo piso. Dejó a Roberto Cornejo Zamora, su
compañero, de 60 años, en la puerta posterior donde entraban los funcionarios,
por calle Arlegui. Se estaba cambiando ropa en el segundo piso, en un camarín,
lugar donde entró una persona que abrió sigilosamente, lo apuntó con un arma en
la espalda, detrás suyo, se dio vuelta y lo miró a los ojos, pudo verle desde la nariz
hacia arriba. Luego lo bajó de forma apurada apuntándolo, se hallaba vestido con
una bufanda, y un gorro tipo siberiano. El tipo le señaló “Tu tenis las claves”,
respondiendo que no las usaba. Ingresó al sector de bóveda, y puso una clave
que nunca había usado, mientras el sujeto le indicaba que se le iba a salir un tiro,
y luego lo llevó al hall. Estaban todas las personas en el piso, maniatadas, con
Roberto se ensañaron dándole golpes de puntapiés, el líder de la banda, que
andaba con un vestón negro y una camisa calipso.
En la audiencia, se le exhibió evidencia donde el testigo reconoció se
trataba de la camisa referida, la que recordaba por el color.
El líder que manejaba la situación, daba las órdenes a los otros dos que
estaban con él, a los que llegaban los tendían en el piso. Uno abría la puerta y el
líder decía que se mantuvieran en el piso. Este lo amarró a él. Le vio sus
facciones, andaba con un gorro pasamontaña, que se lo sacó en un momento
porque quería que le vieran el rostro diciendo que era del “Frente”.
En la audiencia identificó a José Abello González como el líder, y a Luis
Martínez Díaz como el que lo encañonó con el arma en el segundo piso.
La Fiscal le exhibió fotografías: n° 4 y 5.- El compareciente con la persona
que lo bajó del segundo piso al sector de la bóveda, lo amenazaba con el arma y
le pedía la clave, y era la persona que reconoció en la audiencia.
Luego lo llevaron al hall y estaban Claudia Jarufe, Roberto Cornejo, Susana
Espinoza, Enrique Arenas, Alex Zúñiga y Paula Rebolledo. Estaban boca abajo,
maniatadas. Lo obligaron a abrir un bolso con documentos. Luego lo tiraron al
suelo y le amarraron las manos con un cinto, muy apretados, causándole mucho
19
dolor. Miró a Claudia Jarufe que estaba orinada, cuando estaban todos tendidos
en el piso. Iban entrando los funcionarios y descartando al jefe porque nadie de
ellos sabían quién lo era, y cada hombre que llegaba le decían que era el jefe y le
exigían la clave. Luego llegó Luis Páez, lo llevaron a la sala de reuniones, no
sabiendo lo que pasó en dicho lugar, tomaron a Susana Espinoza, María Eliana
Corbalán y Evelyn Meza llevándolas a la bóveda. Habían llegado más de 20
personas. Dos sujetos entraron a la bóveda y uno se quedó con ellos dándoles
órdenes de no moverse y estaban los tres con armas. Sacaron en un bolso negro
todo el dinero, 80 millones. Estaban nerviosos porque se estaban demorando
mucho. Nombraron a “Luis”, diciéndole que se apurara. Seguían sonando los
timbres por la llegada de funcionarios. Los empezaron a levantar a todos y los
llevaron al sector de la tesorería y los encerraron en la pre bóveda. Iban en fila,
empujándolos “como animalitos que los llevan a encerrar a un corral”. Tenían el
miedo que los encerraran en la bóveda porque no había nada de ventilación. A las
29 personas las dejaron en un “espacio sardina”, hermético, sin aire
acondicionado ni ventanas, con las paredes de cemento. Estuvieron encerrados
como una hora. Los amenazaron con que alguien los estaría esperando en la calle
si salían. Lo que vivieron fue sofocamiento por el aprisionamiento, todos lloraban,
no se podían mover, con mucho dolor en los brazos, “no se lo doy a nadie”. Le
gritaban a Cecilia que estaba embarazada, preguntándole si estaba bien y si se
habían ido. Sergio se desató y apretó el dispositivo que estaba en la pre bóveda, a
los minutos llegaron carabineros. Creía que Cecilia se arrastró, no sabiendo cómo
abrió la puerta, llegó un carabinero que fue su “salvador”. Luis Carrasco decía que
estaba mal, enfermo del corazón, Evelyn con diabetes también se sintió mal. Aun
sigue trabajando, tuvo licencia por 21 días. Todos quedaron con las muñecas con
marcas. Estuvo con psiquiatra y su diagnóstico fue daño post traumático por
hecho grave. En la noche no podía dormir, estuvo con medicamentos, pero lo
dieron de alta. Fue un daño muy grave porque la gente que trabaja en un Banco
son seres humanos, con hijos, padres, hermanos. Fue un daño psicológico muy
grande. El tener que rememorarlo, le hacía daño.
Indicó que no se podía parar porque tenía mucho dolor en las manos y no
se podía erguir para levantarse. Ninguno se pudo parar. La sucursal tenía dos
accesos, la puerta posterior de madera, hermética por Arlegui y la otra puerta
estaba cerrada con llave, con mampara de vidrio y madera.
El abogado querellante le exhibió dos fotografías de las que refirió: 2.-
puerta principal de madera, estaba cerrada y también las mamparas de vidrio. Al
costado, la otra puerta de acceso. 3.- puerta posterior antigua, de madera,
20
explicando donde estaba la sala de reunión, desde afuera no se podía ver el hall ni
el interior de la sucursal.
Explicó que dio una primera declaración ante la Policía de Investigaciones
en el Banco. Hizo después una diligencia de retrato hablado. Vio rostros de
fotografías. En la declaración indicó que reconocía a un sujeto calvo, el líder y que
no podía reconocer a nadie más, por la situación en que estaba sólo se le venía a
la mente el líder. No recordaba haber indicado que no podía reconocer al resto.
Se le exhibió un documento de fecha 4 de mayo de 2012, donde reconoció
se trataba de su declaración donde leyó: “por último, debo decir que solo podría
reconocer al sujeto calvo en tanto a los otros dos no recuerdo el rostro”.
Le pidieron revisar las imágenes de las cámaras donde estaba todo
grabado. El no tenía las llaves de las cámaras las que no pudieron destruir. En las
imágenes no indicó a los sujetos porque llegó la seguridad del Banco, y ellos
ingresaron a las cámaras, no sabiendo lo que hicieron.
Explicó que pudo reconocer al acusado en la audiencia porque le mostraron
fotografías cuando fueron funcionarios policiales al Banco, en mayo, como a la
semana después y le preguntaron si reconocía alguno. Sin lugar a dudas
reconoció al líder del grupo. La segunda vez, que les llevaron fotografías
reconoció al que lo apuntaba con el “cañón”, y lo recordó por los ojos, nariz y
frente. Cuando vio la foto, tapó con su mano la boca y lo reconoció de inmediato.
La policía no le dio información del sujeto. Esa diligencia al parecer fue en el mes
de junio.
Para refrescar memoria, se le exhibió un documento denominado “Cuadro
de reconocimiento fotográfico”, donde leyó que la fecha era “19 de julio de 2012”, y
fue efectuada en el Banco Banefe.
Al abogado Casanova respondió que el día 4 de mayo fue el más terrible de
su vida y la única imagen que en ese momento tenía en su mente era del líder que
se movía con el arma para todos lados. Cuando el segundo sujeto subió al
segundo piso a buscarlo, tenía la boca tapada y en la cabeza andaba con un gorro
siberiano, con orejeras y arriba con algo peludo. Le vio los ojos y nariz que nunca
más se le olvidaron. En la primera declaración no dio esas características porque
tenía miedo y sólo quería irse a su casa.
Añadió que no le exhibieron videos en el Banco, sólo indicó al personal de
seguridad dónde estaban ubicadas las cámaras. Esos videos no los vio porque se
retiraron del Banco. Las diligencias de reconocimiento fotográfico se efectuaron en
el Banco, en hora de colación, la que duró media hora. Le mostraron muchas
fotografías, en color, tipo pasaporte. No todas eran de calvos. El que reconoció en
la fotografía tenía una entrada en la frente, era calvo, es decir, que en la parte
21
y ella dijo que ellos ya se fueron. Las compañeras lloraban. Nunca había sufrido
tanta violencia en su vida, los golpes, el encierro, etc. Se aguantaba el llanto por
que había mujeres llorando. Cuando salió no podía contar lo que le había pasado
porque lloraba y lloraba. Estuvo encerrado más de 45 minutos, no lo puede
precisar bien. Ocurre que llegaron los carabineros pero no encontraban la llave
para abrir, y tuvieron que ir a buscar una llave a Valparaíso.
La persona que lo recibió al entrar a la sucursal es la única a la que le vio el
rostro. Consultado si lo podía reconocer, identificó en la audiencia al acusado
Eduardo Cortés Isla.
Después de los carabineros también llegaron los detectives y ellos les
pidieron que no tocaran nada, que nadie saliera del lugar y los llevaron a un
pasillito, donde están los módulos y ahí ellos tomaron huellas. Parece que ese día
sí le tomaron declaración.
Al exhibirle unas fotografías, en la N° 75 y 76 se veía a él mismo, con las
marcas que le quedaron por el plástico que le pusieron en las muñecas. Ese
mismo día lo llevaron al Hospital del Trabajador para verificar las lesiones y le
consultaron si que quería un sicólogo.
Pasados unos días, fueron de la Policía de Investigaciones y le mostraron
un set de fotos y ahí pudo identificar a una persona, que es la misma a la que
identificó en la audiencia.
Señaló que este hecho le causó bastantes molestias; ha tenido problemas
hasta con su familia, porque le decían que no viniera al juicio, que por qué dijo que
reconocía a alguien. Ahora, recordar esto, también es “fome”, lo cual dijo entre
sollozos.
Consultado por el abogado querellante dijo que estuvo en el hall y en una
sala, a la entrada de la sede de Banefe, que tiene una mampara; en esa salita lo
tiraron al suelo. Desde allí –al final- lo llevaron a la pre-bóveda.
Al exhibirle unas fotografías, del grupo E-1, dijo que las reconocía: la N° 31
muestra la mampara roja de la oficina en donde lo dejaron; ahí estaba con tres
personas. El acceso más cercano a esa salita es la puerta principal, la cual estaba
cerrada, ya que esa puerta principal sólo se abre a las nueve de la mañana y ese
día estaba cerrada a la hora que entraban los funcionarios. Desde esa salita hasta
la pre-bóveda había que avanzar hasta el fondo y doblar. En esa salita estaba
amarrado con las manos atrás y tirado en el suelo de boca; no podía moverse;
incluso, cuando les ordenaron pararse para ir a la bóveda, no pudo levantarse y
por eso uno de los asaltantes lo tomó a él y a las personas que estaban con él y
los levantó. Para llevarlos hacia la pre-bóveda les gritaban que se apuraran.
23
Consultado por la defensa del acusado Eduardo Cortés, dijo que en el hall
central hay computador y un teléfono, desde allí está más cercano el hall principal
que la pre-bóveda.
7.- Claudia Ximena Urrea Gandolfo, secretaria, quien manifestó que el 4
de mayo de 2012, iba desde su casa hacia el Banco, al que normalmente llegaba
un cuarto para las 9 y se dio cuenta que le quedaba un minuto para llegar a la
hora. Quiso correr, vio a una compañera y al llegar vio a una persona alta, afuera
del Banco, de unos 35 años, que le sorprendió por estar esperando a esa hora.
Tocó el timbre y se demoraron en abrirle la puerta, pero no vio a nadie abriendo,
por lo que pensó que podía ser una broma del guardia; entró y de pronto la jalaron
del brazo izquierdo hacia adentro y le dijeron “¡pasa, pasa, pasa!”; ella se
sorprendió y ahí vio una pistola cerca de su rostro y un sujeto le ordenaba que se
apurara y que entrara, dejándola a la entrada del hall. Luego otro tipo le dijo
“¡apúrate!” y le ordenó que se tirara al suelo, al hacerlo se arrodilló y miró hacia el
frente y ahí vio a tres colegas: una que estaba sentada y maniatada, que estaba
embarazada, y a dos colegas más. La colega embarazada era Cecilia Osorio y el
tipo que la tiró del brazo se fue hacia ella; este tipo es otro distinto del que la
recibió, pues quien la recibió vestía una chaqueta oscura, llevaba un arma en la
mano y un gorro oscuro como una boina y no le alcanzó a ver el rostro.
La otra persona, que la jaló al suelo, después de eso se fue al frente de ella,
hacia donde estaban sus tres compañeras (la embarazada con dos colegas más).
Ella se arrodilló, miró al suelo y una voz le ordenaba que pasara el celular,
apurándola para que lo hiciera. Al entregar el celular ella miró hacia el lado y vio a
una persona que vestía una camisa muy llamativa que era como color calipso.
Luego se puso a mirar a otra persona, que era el que la había jalado del
brazo y que se fue con sus compañeras al frente, para maniatarlas; ella levantó la
vista y vio que una de sus compañeras la empezó a tranquilizar, diciéndole
“cálmate, cálmate”; entonces ella empezó a mirar a ese asaltante, y él era alguien
con ojos achinados, que tenía un gorro con orejeras y vestía una chaqueta de
color gris oscuro. Ahí le vio el rostro a esta persona, como a unos 5 ó 6 metros de
distancia, y se fijó bien, pues lo tuvo frente a ella y pudo verlo súper claro. Ella
recordó que en las películas siempre dicen que si hay un asalto hay que fijarse
bien en alguna característica para acordarse después.
Consultada si se encontraba presente la persona a la que se ha referido dijo
que esta persona, a la que vio bien ese día, corresponde al acusado que está
sentado a la izquierda de ella, a quien señaló por sus vestimentas (polerón a rayas
con morado); esa persona corresponde al acusado Luis Alberto Martínez Díaz.
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Agregó que le vio bien los ojos, que eran de tipo achinado y eso lo recordaba muy
bien.
Después de este hecho, llegó la Policía de Investigaciones y ahí ella les
declaró, cree que a ellos les dijo lo mismo que ahora.
A este tipo lo vio cuando ella estaba en el hall junto a dos compañeras de
trabajo; ella estaba arrodillada en el suelo, junto a Andrea Ponce y a Giovanna.
Esta última le dijo que se calmara y ahí fue cuando pudo ver a este sujeto que
estaba frente a ella; ahí también vio la camisa del sujeto que le quitó el celular. El
de la camisa calipso, la amarró; éste sujeto era el que daba las órdenes y la
apuraba a ella; él la amarró y luego les ordenó que se apuraran le gritaba a otro
sujeto. La levantaron del piso y el sujeto les dijo que se fueran a la bóveda,
dejando a Cecilia afuera. Iban maniatadas, con las manos amarradas en la
espada; las empujaron y las llevaron a la bóveda. Al llegar ahí vio a sus colegas
que estaban todos amarrados y desesperados. Las empujaron a las tres adentro y
ellos se fueron, cerrando la bóveda con llave. Luego se fueron. Uno de los colegas
decía que el sujeto dijo que dejó las llaves en un extintor, pero eso no fue así.
Estaban encerrados, desesperados, pues eran 28 personas adentro, era muy
chico. Ella y muchas otras lloraban, algunos se hicieron pipí, otros se quejaban por
el dolor, ya que las muñecas las tenían muy apretadas con las amarras plásticas.
Cree que ella estuvo allí una media hora. Eso lo estima innecesario, ya que
ellos habían logrado lo que querían y nadie se había opuesto a ellos.
Pensó que los estaban encerrando, pues algo les iban a hacer, que
volverían y los iban a matar, los iban a incendiar o poner una bomba; ella pensó en
su familia y sólo sintió desesperación. Ella nunca quiso ir a la bóveda; ellos la
tomaron y la tiraron a la bóveda.
Estaban todos indefensos, amarrados, sin los teléfonos.
Pasó harto rato y los colegas gritaban, alguien apretó el botón de pánico y
otros lo recriminaban porque eso podría hacer regresar a los sujetos, se
preocupaban por la colega embarazada que estaba afuera. Había mucha
desesperación, faltaba el aire y recuerda que dijeron que alguien se estaba
desmayando y otros colegas lo afirmaran.
Fueron momentos de mucho miedo y luego empezaron a gritar llamando a
Cecilia que estaba afuera y les dijo que estaba bien; al rato después vieron que
entró un carabinero y los trató de calmar.
Ella recuerda que un sujeto que llevaba un arma, que estaba de lado a ella,
vestía una camisa de color celeste fuerte; no le vio el rostro, pero sí la camisa
que vestía. Consultada dijo que el objeto que le muestran corresponde a la camisa
que ella vio ese día, pues ese era el color de ella.
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Al exhibirle unas fotografías, las reconoció y dijo: foto N° 44, esa es la pre-
bóveda y luego se ve la bóveda, que tiene unos barrotes. La N° 45 muestra la pre-
bóveda y la n° 46 a la bóveda, que fue donde ellos estuvieron. La N° 47 no la
reconoce, cree que es la pre-bóveda. Sabe que la puerta con reja es la entrada a
la bóveda.
Al exhibirle otras fotografías, dijo que las reconoce: la N° 3 es la puerta con
reja que los encerraba; la N° 4, no lo reconoce, pues ella no circula por ahí;
recuerda que ella pasó por la puerta con reja y que la dejaron en un espacio que
hay al lado, pero por dentro de esa reja. La N° 5, dice que muestra la reja atrás de
la cual la dejaron.
Consultada por la querellante, dijo que ella fue la última persona que entró a
la sucursal y que a ella sí la amarraron.
Consultada por la defensa de Luis Martínez, dice que este suceso duró
unos 15 minutos. A ella le tomaron declaración como a las 12 del día. A todos los
funcionarios los interrogaron; ella no estaba tranquila al declarar, pues estuvo
inquieta todo el día. Recuerda que le tomaron dos declaraciones y también
participó en reconocimientos fotográficos y allí también reconoció a la persona que
vio en la audiencia. El reconocimiento fotográfico fue después del día del robo, no
recordando cuándo pero identificó a la misma persona indicada.
Consultada por la defensa del acusado José Abello González, dijo que ese
día iba un poco atrasada, ya que la entrada es hasta las 08:45, ya que después de
eso sólo abren al público a las 09:00. No recuerda cuanto tiempo exacto estuvo
encerrada, cree que fue una media hora o 20 minutos. Dijo que desde que llegó al
Banco, hasta que la encerraron en la bóveda pasaron unos 10 minutos. En esa
habitación estuvo con otros funcionarios y desde que entraron ellas, que fueron las
últimas, pasaron unos 3 ó 5 minutos y como no escuchaban nada se pusieron a
gritar. Hablaron a gritos con Cecilia y ella les confirmó que ya no había nadie.
Luego pasaron unos 10 ó 15 minutos más hasta que llegó el primer
carabinero, que ella lo vio como un “ángel salvador”. No sabe si es que alguien
activó o no el botón de alarma. El primer “salvador” en llegar fue el carabinero y
luego esperaron a alguien del Banco que les abrió la reja. Se sintió tranquila desde
que llegó el carabinero.
Preguntada por la defensa de Eduardo Cortés dijo que pasaron unos 10 ó
15 minutos más desde que llegó el carabinero, hasta que llegó el funcionario
bancario con las llaves.
Consultada nuevamente por la defensa de Luis Martínez Díaz dijo que ella
sólo reconoció a una persona, misma que identificó en el juicio.
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Ellos dijeron que ya estaban listos y habían robado el dinero, cuya cantidad no la
sabía. No tenía claro lo que se decían. Los llevaron a todos a la pre bóveda, en fila
india. Uno decía que pertenecía a un Frente, que el dinero era para una hija
enferma. En una bóveda bien estrecha, casi a 30 personas los tuvieron
amarrados. Estaban todos apretujados, muy incómodos, acalambrados, colega
hecha pichí, conteniendo su desesperación, se hicieron largos esos minutos, con
nulas condiciones de ventilación, porque a esa hora no estaba funcionando el aire
acondicionado. No había ventanas y era sumamente estrecho. Aparte de la reja,
habían dos puertas más y estaba todo herméticamente cerrado, como debía ser
una bóveda. Estuvieron en ese lugar unos 15 a 20 minutos. Lograron salir una vez
que hubo silencio preguntó a Cecilia que estaba en hall, si estaba bien, afirmando,
y luego la policía que estuvieran tranquilos, las llaves no estaban. Un carabinero
se consiguió la llave, no supo cómo.
En la audiencia reconoció a Luis Alberto Martínez Díaz como la persona
que le abrió la puerta el día indicado.
Al que usaba la camisa color calipso no lo podría reconocer, pero sí la
prenda que se le mostró en la audiencia y que indicó se trataba del color de la
camisa.
Después de este episodio amargo y dramático, estuvo con licencia por 15
días, despertaba sobresaltado, su señora lo instó a que viera a un psicólogo, y le
dieron licencia con tratamiento y pastillas por un mes. Solicitó cambio de oficina, a
lo que se accedió.
La Policía de Investigaciones lo entrevistó durante su licencia y le mostraron
unas fotos y tendió a reconocer a otra persona, pero no estaba seguro. Cuando la
policía fue a la sucursal a mostrar fotografías, reconoció a la persona que identificó
en la audiencia.
La persona rapada, no era naturalmente calva, tenía sectores como cuando
uno se rapa.
El día del suceso prestó una declaración ante la Policía de Investigaciones.
La segunda vez, fue una “reconstitución” de foto.
La persona que lo recibió y tomó al hall, algo tenía que le cubría la pera y el
labio, no recordando bien si era un polar, bufanda o beatle.
No recordaba la fecha del reconocimiento fotográfico. Para refrescar su
memoria, se le exhibe un documento en el que leyó: “cuadro de reconocimiento
fotográfico”, de fecha 23 de julio de 2012, en la sucursal Banefe. No recordaba
cuanto tiempo duró ni cuántas fotografías le exhibieron en el computador, unas 15
a 20. La policía no le dio ninguna información de las personas ni si habían
participado en otro ilícito. En esa diligencia reconoció a una persona. Las
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tuvieron todo el día ahí. Estuvo muy mal ese día. Luego le hicieron exámenes para
medir la presión permanentemente (le hicieron un Holter). Esto lo atribuye a este
hecho pues nunca antes había tenido este problema. También tenía problemas por
los recuerdos y cada vez que entraba al Banco se sentía mal.
La persona que daba las órdenes ese día, que él llamó “líder”, es alguien a
quien vio y lo podía reconocer, tratándose de José Abello González, a quien
también le reconocía su voz.
Añadió que durante el hecho esta persona estaba calva, pero con pelo
encima de las orejas y en la nuca; también vestía una camisa de color calipso.
Al exhibirle una evidencia material, señaló que era la camisa que usaba el
sujeto, el líder; la que reconocía por el tipo de cuello y su color.
En el lugar en donde lo dejaron con sus compañeros, no había ventilación,
el aire estaba muy denso y caluroso. Como estaban amarrados no se podía
desabrochar la camisa y él estaba bien desesperado. El cuarto era cerrado, había
una puerta de fierro y más afuera había dos puertas más; era desesperante
porque no había ventilación.
Consultado por el querellante dijo que cuando estaba en la pre-bóveda no
tenía ninguna posibilidad de movimiento, pues estaban muy apretados. Él entró
cuando el cuarto estaba lleno. Sólo se podían mirar y no podían hacer
movimientos.
Al exhibirle unas fotografías, dijo que las reconocía: la N° 3, muestra la
puerta y ellos estaban adentro, además hay otra puerta de metal, que es muy
pesada y es la que se cerraba con un mecanismo, por lo que se cerraba sola, muy
fuerte. La N° 1 muestra la puerta que se cerraba fuerte, es una puerta de metal. La
N° 4 muestra el sector en donde estaban las 26 personas, ese mobiliario (la mesa
de la orilla) sí la recuerda, no vio si estaban las cajas que se ven ahí, porque
estaba lleno de gente. Recuerda que casi todos miraban en el sentido de la
puerta.
Consultado por la defensa del acusado Luis Martínez, dijo que la fotografía
N° 2 muestra la sala que está antes o más afuera de la pre-bóveda, ahí se ve una
rejilla de ventilación.
10.- Luis Alberto Carrasco Escobar, empleado, manifestó que llegó como
las 8:30 del viernes 4 de mayo de 2012, ingresando por la puerta lateral del Banco
y primero se encontró con un “personaje” con arma, quien le dijo que era un
asalto, que se tirara al suelo con las manos atrás, apuntándole en la cabeza con el
arma. El sujeto llevaba un gorro con algo en la cara como pasamontaña o
bufanda, no pudiéndolo ver bien. Le dijo que fuera a la sala y se pusiera boca al
piso, con las manos atrás, luego le pusieron las esposas del vigilante, Francisco,
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suelo. Uno de los asaltantes, que identificó como “el pelado”, se dirigió a ella
porque no estaba amarrada, éste salió con su jefa, la insultó, la tiró al suelo, la
amarró, gritoneándola porque no podía amarrarla. El se paró y se sacó el gorro
diciendo que le miraran la cara para que lo vieran. Cada vez iban llegando más
compañeros y fueron siendo más brutos con ellos porque les mostraban pistolas.
Se asustó porque le apuntaron con pistola y le dijeron que no mirara y no siguió
haciéndolo más. El que abrió la puerta, se ubicaba detrás, a mano derecha y otro,
a mano izquierda. El que más recordaba con el que interactuaba tenía los ojos
bien “achinaditos”, a quien le decía que tenía que marcar tarjeta. A él lo miró de
frente, estando como a un metro. Se le quedaron grabados los ojos, el entre cejas
y la nariz. En la audiencia lo reconoció, tratándose del acusado Luis Alberto
Martínez Díaz.
El sujeto “pelado” –lo llamaba así porque arriba se había rapado- la vio sin
amarras, se dirigió hacia ella, enojando, diciendo que ella debía abrir la bóveda.
Su jefa Evelyn Meza, salió detrás de él, desde la bóveda, y le dijo que ella no la
abría. El pelado la trató a garabatos, era el más violento. A sus compañeros que
iban entrando los iban tirando al suelo, los amarraban, y les quitaban los celulares.
Ellos se pusieron nerviosos porque iba pasando mucho tiempo y no llegaba la
persona que abría la puerta, de hecho, se empezaron a contradecir.
Añadió que logró reconocer a otra persona, el pelado, quien se sacó el
gorro, para que lo vieran, siendo alto, flaco, de cara alargada, nariz fina, no
grotesca, con pelo a los lados y pelado arriba, vestido formal, con terno negro, y
camisa bien llamativa, color celeste o calipso, andaba con lentes, con marcos
negros. Lo vio en la audiencia con más pelo y enseguida identificó al acusado
Abello como la persona referida. Cuando lo vio a él, le vio la cara alargada,
delgada, y pómulos entrados.
Los hicieron parar a todos y los metieron a la pre bóveda, no quería entrar
porque eran muchos y pensó que no iban a caber. No era necesario que los
llevaran porque estaban en el suelo tranquilos y no tenían intención de apretar
alguna alarma o llamar por teléfono. Fueron 28 personas las que entraron a la
bóveda. Era la más chica de las que trabajaba en el Banco y verlos llorando, le dio
miedo, se empezó a asfixiar, no siendo claustrofóbica. El pelado empezó a decirle
muchas cosas por lo que pensó que algo iban a hacer, se puso nerviosa y
después se “quebró”, fue “súper trágico”, ver a sus compañeros mal, fue “fuerte”
que le hayan pegado a su jefa y a otra compañera, la tesorera, a quienes les tenía
afecto. Muchos después presentaron licencia, pero ella siguió trabajando con
miedo.
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puerta de acero que se cierra toda. La rejilla de ventilación que hay sólo se activa
cuando hay público. Sobre el sector de la pre-bóveda hay un segundo piso.
Al exhibirle unas fotografías, dijo que la N° 3 mostraba la pre-bóveda,
desde la reja hacia adentro; las personas estaban hacia fuera, en la tesorería, que
era un sector hermético, sin ventana, que sólo tenía una ventilación de aire
acondicionado que se activaba al abrirle al público. La foto N° 2 era el sector de la
tesorería y la rejilla del aire acondicionado, no era una entrada de aire natural. Ese
día, a la hora de los hechos, no había aire acondicionado. La foto N° 1 mostraba la
puerta de entrada a la tesorería, de acero, blindada, que sólo tenía un visor para
poner el ojo.
Cuando ella entró a ese lugar, y cree que fue la última en entrar, dijo que allí
el aire estaba muy pesado, pues eran más de 20 personas adentro, que no tienen
ventilación, por eso se sentía mucho calor adentro. En ese sector, habitualmente
trabajaba allí una sola persona, que era el tesorero y en caso de hacer algún
conteo, iba una segunda persona, nadie más.
Consultada por la defensa del acusado Luis Martínez Díaz, dijo que ella fue
una de las últimas personas en ingresar a la sucursal. A ella le quitaron su celular,
pero los sujetos no lo pusieron en una bolsita, sino que sobre una silla. Sabe que a
prácticamente todos les quitaron el celular. Desde que ella entró a la pre-bóveda,
dijo que ellos salieron unos minutos antes de las nueve de la mañana, cree que
como siete o cinco para las nueve. La única persona que quedó afuera fue la
persona embarazada. Cuando dejaron de sentir ruidos o pasos, un compañero
gritó preguntándole a Cecilia si estaba bien y ella dijo que sí, también ella les
confirmó que los sujetos se habían ido. Desde que los sujetos se fueron y tuvieron
la certeza de que ellos se habían ido pasaron unos minutos.
La policía llegó unos 40 minutos después desde que los sujetos se fueron.
Sabe que Cecilia quedó amarrada a un sillón que tenía tres sillas pegadas;
sabe que Cecilia se trató de arrastrar a los escritorios para tratar de avisar a otra
sucursal; no sabe cuánto tiempo ella se demoró en hacer eso.
Ella quedó encerrada casi al lado de la reja y los hombres se pusieron
más afuera, dentro de lo que se podían mover, para proteger si es que había
disparos.
Consultada por la defensa de José Abello González dijo que el sujeto
pelado vestía un terno negro, era algo formal; ella se preocupó de mirar al sujeto,
más que a la ropa de él. Su nariz era delgada y de fosas anchas; también era
calvo.
Posteriormente participó en un reconocimiento fotográfico; eso fue en la
misma oficina, pues la policía fue hasta allá. Ahí le mostraron hartas fotos y ahí
36
ella reconoció al que era pelado y al que era chino; entre las fotos que le
mostraron había fotos de gente de todo tipo. Sólo recuerda que había muchas
fotos y eran en colores.
13.- Jorge Washington Reyes Farías, 63 años, pensionado, quien expuso
tener un pequeño negocio al lado de la sucursal Banefe y tipo 8 de la mañana, un
día de mayo del año pasado, llegó un señor solicitando que le vendiera un café. Le
preguntó por el precio, señalando que no tenia sencillo y podía pagar con un
billete de diez mil o de veinte mil pesos, le sirvió y se puso a la entrada a beberlo.
Luego llegó otro, le compró un café y se puso cerca del teléfono público.
Posteriormente, llegó otro a la caja, compró algo, le pagó y los otros dos que
estaban tomando café, ya no estaban. Del primero le llamó la atención cuando le
preguntó por la cámara, que se ubicaba encima de la caja si estaba activa, a lo
que respondió afirmativamente. Era la primera vez en un año, que llevaba en el
lugar, que alguien le preguntaba eso. El primer individuo era moreno, con el pelo
bien formado, (muestra la parte superior de su cabeza), como una peluca, vestía
una chaqueta negra, medía más de 1,70, un poquito agresivo al responder, del
segundo no recordaba características. Cuando ya se habían ido, tomó los dos
vasos que estaban a medio tomar y los tiró al basurero. Luego llegó un trabajador
que compró café y el vaso también lo tiró. Los vasos se los llevó la policía porque
le preguntaron si había visto algo y contó que dos personas habían tomado café y
se llevaron los vasos.
En la audiencia identificó a Mauricio Abello como la primera persona que
entró a su negocio.
Le exhibió fotografías de las que refirió: 2.- Banefe y lugar donde se
encontraba su negocio, al lado del estacionamiento. 7.- vasos que entregó a la
policía.
Participó en diligencia de reconocimiento fotográfico indicando haber
reconocido al imputado Abello. No declaró en la Fiscalía porque no podía dejar
abandonado su local.
Cuando llegaron carabineros se dio cuenta de que algo pasaba, como a las
8:35.
Aclaró que la cámara referida no grababa.
14.- Andrea Judith Ponce Hidalgo, de 31 años, empleada bancaria, dijo
que el 4 de mayo de 2012 ella llegó un cuarto para las nueve; iban entrando con
Giovanna. Tocó el timbre dos veces y demoraron en abrirle. Se abrió la puerta y de
repente ella vio a una persona que le dijo “¡esto es un asalto conchetumadre!
Camina hueona!”. Él la tomó del brazo y la llevó al hall de la sucursal; ahí sintió un
silencio único y vio que no estaban sus compañeros, salvo su compañera Cecilia
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bastante alta. Ella llevaba un sobre con varios otros sobres, en uno de los cuales
estaba la llave de la puerta. Ellos empezaron a salir llorosos y sudados; se
quejaban de que les faltaba aire. Ella sentía la responsabilidad de sacarlos pronto.
Una compañera se había orinado, otro tenía problemas cardiacos. Ella no
imaginaba cómo pueden haber estado tantas personas en ese espacio tan chico;
ese es un espacio de tránsito, que no tiene ventilación, ni ventanas, que además
tiene muebles adentro. Le dijeron que había 28 personas allí. Claudia Corbalán,
una compañera que antes había tenido paros cardiacos le contó que ella es
asmática y tuvo problemas para respirar allí. Sabía de compañeras claustrofóbicas
que también tuvieron problemas al estar encerradas sin aire. También comentó
que ella vio a sus compañeros hombres, que salieron mal de allí. Ella sufre y tiene
angustia por lo que sus compañeros tuvieron que sufrir, por las condiciones en que
los encontró. Un compañero tenía una arritmia y se estaba desvaneciendo.
Los carabineros le dijeron que habían buscado las llaves y que no las
habían encontrado.
Ella cree que abrió la bóveda entre veinte para las diez y un cuarto para las
diez.
Al exhibirle unas fotografías, dijo que las reconoce: respecto de la N° 5,
dijo que ese es el acceso a la pre-bóveda; sus compañeros estaban detrás de esa
reja. La N° 4, muestra el interior de la pre-bóveda, que tiene las cajas que siempre
hay con documentos que allí se archivan. Ese era el mobiliario que allí existía, con
la máquina “embozadora” para los plásticos.
Consultada por el abogado querellante, dijo que la máquina “embozadora”,
registra los datos en las tarjetas de crédito; por ello se necesita que esa máquina
esté ahí, pues las tarjetas son plásticos valorados. También en ese mesón se
hacen los arqueos, es decir, se cuenta dinero. Nadie trabaja en esa oficina, pues
no está acondicionada para ello; no tiene ventilación. Está previsto que la persona
haga el trámite y salga de allí.
El sector previo a esa sala, la tesorería, tiene una ventilación para el aire
acondicionado, pero sólo se enciende una vez que comienza la atención del
público. Por eso al llevar ella, el ambiente era pesado, todos sudorosos; además
que la gente estaba vestida con sus ropas de abrigo, pues ese día hacía frío y
ellos fueron tomados apenas llegaban. Allí había ejecutivos de atención comercial,
cajeros, cobradores y vendedores. Esa sucursal es la que más personal tiene, al
compararla con la de Valparaíso y Quilpué. Cree que ese día estaban todos los
funcionarios de la sucursal. Todo el personal, que labora en dos pisos de la
sucursal, estaba apretado, todos encerrados en esa pequeña sala. Vio que había
hombres con la cara apretada contra los barrotes.
42
Aclaró que había afirmado que los empleados del Banco habían sido
inmovilizados para no dar aviso, porque no había sistema de comunicación al
interior de la bóveda, ni botón de pánico o alarmas.
Al Tribunal rectificó que había llegado al lugar entre las 9:30 a 10 de la
mañana, habían carabineros resguardando afuera, y en el interior del Banco
también. Una vez que carabineros salieron del perímetro, ingresaron al Banco
donde los trabajadores del Banco estaban en el segundo piso, en un hall.
18.- Francisco Valencia Muñoz, Subcomisario de la PDI, quien manifestó
que el 4 mayo de 2012, en la Brigada de Robos tomaron conocimiento de un
asalto ocurrido en la sucursal Banefe, ubicado en calle Etchevers concurriendo
con su jefa, la Comisario Rosita Torres y a cargo iba el sub comisario, Christian
Soto. En el lugar, al que llegaron aproximadamente a las 9:30 horas, se hallaba
personal de carabineros, y pasados unos minutos les ordenaron se hicieran cargo
del sitio del suceso. Una vez que ingresaron, las personas encerradas en la pre
bóveda estaban afuera y se les tomaron declaraciones, mientras que personal del
Laboratorio de Criminalística de la Policía de Investigaciones empezaron a
levantar evidencias. Habían alrededor de 25 víctimas. En el primer piso estaba el
Laboratorio de Criminalística de la Policía de Investigaciones y en el segundo piso
se les tomaba declaraciones. Él lo hizo a 9 personas. Las víctimas estaban en
shock por lo que costó ordenarlas, querían llamar a sus familiares y se las
distribuyó a ciertas oficinas y fueron varios funcionarios, para hacerlo lo más luego
posible. Dijeron que con excepción de una persona embarazada a todos los
encerraron en la pre bóveda, un lugar muy pequeño, y que habían empezado a
tener crisis de pánico, a faltar oxígeno, porque eran 27 a 28 personas encerradas
en ese lugar. Se obtuvo un video del día del robo, en el que sujetos ingresaron a
rostro descubierto, imágenes que fueron enviadas a departamentos de inteligencia
de Investigaciones y Gendarmería obteniendo dos nombres: José Mauricio Abello
González y Eduardo Cortés Isla, como posibles autores del delito. Con esos
antecedentes, se confeccionaron set fotográficos y el 14 de mayo de 2012 se
realizaron 3 reconocimientos positivos para Abello: Claudia Jarufe, Francisco
Gómez y Paula Rebolledo, quienes lo reconocieron en un 100% como el sujeto
calvo, rapado, que parecía ser el líder de la banda. El reconocimiento fue realizado
en la sucursal de Banefe, mostrando fotografías a color, unas 20, con
características similares a la de los sujetos, para que no fuera inductivo. Lo
reconocieron por la nariz y forma de la cara especialmente. El día 22 hubo un
reconocimiento de Cortés Isla de 6 personas y se pidieron órdenes de detención
con diversas diligencias para la ubicación de Cortés y Abello, quienes se
encontraban prófugos. Se chequearon los posibles domicilios, se hicieron
45
estuvieron disponibles, pues algunos quedaron con stress post traumático y tenían
licencia médica. Con los reconocimientos, solicitaron además de interceptaciones
telefónicas, en especial de Cortés Isla, se obtuvo un perfil de movimiento, pidieron
órdenes de detención, después del 22 de mayo. No fue posible efectuar las
detenciones porque nunca tuvieron a la vista a Abello, pero sí a Cortés Isla quien
llegó el 2 de junio de 2012 a la casa de su madre. Se programó un dispositivo para
ir a la Estación Central, en Santiago, pero cuando llegaron los carros policiales,
tomó su vehículo particular con su pareja y sus hijos, disparando a los funcionarios
policiales en contra de los vehículos huyendo, poniendo en riesgo a su familia. Por
ello se inició una causa por homicidio frustrado en contra de los funcionarios
policiales. Se continuó recabando información, con interceptaciones telefónicas,
vigilancias, seguimientos, y el 19 de julio cuando se enteraron por la prensa, de la
ocurrencia de un delito flagrante en la sucursal bancaria, de Lo Curro, donde se
detuvo en flagrancia a Eduardo Cortés Isla, Javier Norambuena Donoso, Luis
Martínez Díaz y un cuarto sujeto que salió arrancando. Se trató de recabar la
mayor cantidad de antecedentes en Santiago a fin de “análisis comparativos,
modus operandi, participantes”, con un ingrediente especial, pues según lo
referido en declaraciones del 4 de mayo, unos testigos sindicaban a un sujeto
“Luis”, con una cicatriz o marca en su labio superior, y cuando lo miraron en el
sistema biométrico “ojos achinados, cicatriz”, podía ser uno de los participantes en
el delito de Viña del Mar. Con esos antecedentes, el 19 de julio contando con la
identidad de un tercero, y un cuarto, Javier Norambuena Donoso, que en las
escuchas telefónicas había conexión en los tráficos de llamados, entre Cortés Isla
y Norambuena Donoso, ya estaban vinculados después del 4 de mayo.
Norambuena era el conductor de uno de los vehículos y esperaba afuera del
Banco de Lo Curro. El 20 de julio, se estableció que Abello era el tercero cuando
fue detenido en San Bernardo. Norambuena perfectamente podría haber sido el
conductor de Viña del Mar, pero no se estableció porque no ingresó a la sucursal,
pese a ser incluido en reconocimientos. El mismo 19 de julio, cuatro testigos
reconocieron a Luis Martínez Díaz como el tercer sujeto que ingresó a la sucursal
Banefe, el 4 de mayo. Fue reconocido como el que tenía la marca en el labio
superior. Evelyn Meza estuvo en contacto muy cercano cuando estaban sacando
el dinero en la bóveda, se le cayó el paño pudiendo ver sus ojos achinados, su
rostro, su nariz pequeña, su marca en el labio. Francisco Castillo, el guardia de
seguridad, a quien bajó del segundo piso, lo llevó a la pre bóveda, lo intimidó para
borrar imágenes, corroborado por el registro fílmico donde constan los traslados,
los segundos en que tuvieron contacto y la cercanía en que estuvieron. El 23 y 24
de julio fue reconocido por tres personas más, en un cien por ciento. En agosto
48
contaba con los resultados de una pericia que arrojó dos perfiles genéticos que se
amplificaron de los vasos aludidos, obtenidos del dueño de un café colindante al
Banco, el 4 de mayo. Con tales resultados, se tomaron muestras de hisopado
bucal a los sospechosos, y en la Cárcel de Alta seguridad, el 13 de agosto, se
tomaron a Javier Norambuena Donoso, Luis Martínez Díaz y Eduardo Cortés Isla,
quien opuso resistencia para la prueba, pero finalmente se hizo la diligencia. Los
abogados defensores se habían notificado con anticipación, pero no concurrieron.
José Abello González se resistió, y cuando fue notificado de la orden judicial
amplia para la toma de muestra, cuando fue notificado por personal del CAS, se
tomó el hisopado bucal, y las cuatro muestras fueron remitidas al Laboratorio
central. El peritaje bioquímico arrojó como resultado una certeza de un 99,99% de
la prueba de ADN positivo para Eduardo Cortés Isla y para un empleado, Exequiel
Coñiucar quien también tomó café ese día. Eso permitió ubicar a Cortés Isla en el
lugar, previo al ingreso al Banco en un café colindante al Banco. Según su dueño,
Jorge Washington Reyes, también entró José Abello quien compró un café y un
segundo sujeto, Cortés Isla, con posterioridad a las 8 de la mañana, quien refirió
haberlo visto entrar a tomar café. A Reyes le parecieron muy sospechosos, por las
características, uno calvo, con la cabeza rapada, con lentes, quien se preocupó
mucho de una cámara sobre si filmaba o no, pensando en guardar los vasos, los
que entregó a carabineros.
El 13 de agosto, en el sitio del suceso se hizo una prueba de confinamiento
para establecer la retención de 29 personas dentro de la pre bóveda, de 2,70
metros, para determinar las condiciones en las que ellas se hallaban. Con un
perito se hicieron mediciones, bajo la norma del ISO9001, de oxígeno y
temperatura, el 13 de agosto, condiciones que no eran parecidas a las del 4 de
mayo por las condiciones anímicas las víctimas, de nerviosismo, estado de shock,
con mucha ropa porque era el principio de la mañana, el sistema nervioso que
afectaba su metabolismo, no siendo las mismas condiciones ambientales ni la
saturación de oxígeno. La prueba sólo era orientativa. Se usaron sólo a personas
de la Policía de Investigaciones. El video según los encargados del Banco tenía un
desfase de una hora, y la cronología del video policialmente pudo determinar que
la hora exacta a la que ingresaron fue a las 8:17 horas. Entraron Paula Rebolledo,
José Abello González, Luis Martínez Díaz y Eduardo Cortés Isla. Luego Martínez
Díaz fue al segundo piso, bajando al vigilante Francisco, van llegando más
funcionarios y los iban maniatando. José Abello estaba con un bolso negro, de
donde sacaba abrazaderas plásticas con las que iban maniatando a los
funcionarios, los que en el transcurso del video fueron golpeados, botados al piso,
los iban intimidando. En el video hizo un análisis policial viendo cómo se iban
49
millones de pesos, en moneda nacional y 5 mil dólares. 17.- A las 09:34 horas, dos
mujeres, una sentada y un hombre de oscuro poniéndole amarras. 20.- A las
09:36:22, cuatro mujeres con el mismo hombre, en su mano se observa algo. 21.-
mismo hombre con una abrazadera plástica amarrando a Susana, la cajera, junto
a otras dos funcionarias, otro hombre con pañoleta, bufanda y gorro con chiporro
levantando su mano derecha. 22.- Susana y Evelyn Meza dijeron que cuando
estaba al interior de la bóveda, ella lo miraba detenidamente y al sujeto le miraba
los ojos y cuando se agachó a recoger el dinero, lo que no quedó en el registro
fílmico, porque movió la cámara de seguridad. 26.- A las 09:36 horas, se corrió la
cámara. El del gorro con chiporro y bufanda con bóveda cerrada. A las 09:36
horas, se grabó la última imagen de la bóveda. 28.- A las 09:44 horas, se observa
al guardia de seguridad y a un individuo vestido de manera formal, calvo y otro con
chaqueta oscura, boina gris. 30.- A las 09:48 van saliendo de las sucursal 3
hombres, ropa oscura, calvo, chaqueta oscura con bufanda, gorro con orejeras.
Después de establecida policialmente la calidad de sospechoso de Cortés
Isla y en una escucha telefónica una voz masculina en el teléfono de Cortés Isla,
conversó con otro hombre a quien relató se había comprado un auto Kia Rio en
Automotora Laguna, dándole la patente porque tenía que cambiar el tag, usando
el del dueño anterior que debía cambiar. Por esa razón, concurrieron hasta la
automotora, ubicada en La Cisterna donde se entrevistó a la persona que había
vendido el Kia Rio, a Eduardo Cortés Isla, después de las 17 horas del día 4 de
mayo, avaluado en $6.500.000, pagando 3 millones en efectivo, pactando 10
cuotas, que canceló el 17 de mayo en efectivo.
Posterior al 19 de julio, con el Fiscal a cargo del asalto a Lo Curro, el 4 de
septiembre se hizo una revisión de la documentación del delito en Santiago y de
las especies incautadas en la casa de seguridad en Las Cruces, El Tabo, como
chaleco antibalas, pelucas, vestimentas (chaquetas, camisas, zapatos), las que
fueron revisadas para análisis comparativos encontrado de utilidad, una camisa
calipso, chaqueta de vestir, zapatos de cuero color negro, eran de similares
características a las usadas en la comisión del delito de Viña del Mar. La casa era
de José Abello González, donde se ocultaban después de los delitos, lo que se
supo a través del análisis de lo que se tuvo a la vista y por información obtenida
por el OS 9.
La Fiscal le exhibió evidencia material consistente en: chaqueta de vestir,
camisa celeste, marca Azaro, chaqueta negra, gruesa; zapatos cuero Guante,
negros, refiriendo la testigo que serían los usados por (Abello) en comparación al
registro fílmico del Banco. Después del 4 de mayo, por triangulación de antenas,
51
se supo que la antena marcaba el sector de Las Cruces, respecto del teléfono de
Eduardo Cortés Isla, hasta un poco antes de ser detenidos.
El defensor Carrasco le exhibió la fotografía n° 29, en que apreció a dos
mujeres, y una figura con vestimenta oscura, según lo que relató al ver el video en
que a las 8:45 dos funcionarias fueron las últimas en ingresar, coincidiendo con
esta imagen. Antes de esa hora, no tiene certeza si la reja –donde fueron
encerradas- estaba abierta o no. La salida de las tres personas, se habría
producido 3 minutos después del confinamiento definitivo. La llegada del primer
carabinero, a las 8:58, lo supo por el registro fílmico, lo 1que indicaba que a los 10
minutos de irse los sujetos, llegó el carabinero. Según la declaración de la testigo,
Marcela Díaz, habría durado 48 minutos, desde que se produjo el confinamiento
de todos los funcionarios. El confinamiento se extendió porque se llevaron las
llaves los autores del delito, según declaraciones de los testigos y por el registro
del sitio del suceso pues no estaban en la sucursal. La sucursal más cercana a
ese Banco estaba a tres cuadras. En el tiempo en que estuvieron retenidos no
sabe si la policía hizo maniobras para la liberación, la que no presenció. Según
Marcela Díaz, fue carabineros quien junto a ella liberó a las personas. No sabía
cuántos carabineros se hallaban en el lugar. El capitán a cargo, cuyo nombre no
recordaba, le hizo entrega del sitio del suceso. No sabe si se alteró el sitio del
suceso. No sabía tampoco lo que hizo carabineros en la hora anterior a su llegada.
II.- Pericial:
1.- Carlos Anilio Peña, perito fotógrafo de la Policía de Investigaciones de
Chile, quien con fecha 4 de mayo de 2012, concurrió al sitio del suceso donde
tomó fotografías que describió del modo siguiente:
1.- calle Arlegui, y en un costado derecho, se mostraba la sucursal Banefe
del Banco Santander.
2, 3 y 4.- frontis de la sucursal, donde se apreciaba el acceso público,
vehicular y personal.
5.- hall de acceso del personal de servicio, donde se apreciaba una banca
volcada y una bolsa con 3 vasos desechables etiquetados como “café”.
6.- Vista parcial de la puerta principal del acceso, la que poseía un sistema
de cerrojo manual y una mirilla.
7.- primer plano de los 3 vasos desechables encontrados en el interior de la
bolsa de polietileno con letreros de “Nescafé”.
8.- hall de acceso con vista parcial al sector de la sala de atención del
público.
9.- vista parcial de la sala de atención de público, con cierto desorden y
registro de pertenencias.
52
92.- otra vista captada por la cámara del hall de acceso del personal,
observando a la persona descrita anteriormente.
93.- segundo sujeto que vestía un pantalón casi formal, y portaba un bolso
de mano, tipo mochila, con zapatos formales, de contextura delgada, edad
promedio, imagen que fue captada por la cámara del hall de acceso del personal.
94 y 95.- acercamiento del sujeto anterior.
96.- vista tomada por la cámara de seguridad del pasillo de acceso del
personal, donde se veía a un tercer sujeto de sexo masculino, con capucha,
pañoleta, y en su mano derecha impresionaba un objeto tipo arma de fuego.
97 y 98.- acercamiento de la foto anterior, el individuo con la cabeza tapada
con capucha y que en su mano derecha llevaba una especie que impresionaba al
perito como un tipo de arma.
99.- puerta de acceso del personal donde se observaba al sujeto anterior.
En sus dos manos se apreciaba el objeto tipo arma de fuego y también se veía a
un funcionario que al parecer era el guardia de seguridad.
100.- Plano posterior del tercer sujeto con la pañoleta o bufanda para
ocultar su rostro.
El perito estuvo en el sitio del suceso desde las 10 a las 13 horas.
Acotó que el informe demoró un mes aproximadamente. Las fotos de las
cámaras eran parte de la evidencia de los hechos y los funcionarios de la Brigada
de Robos fueron quienes incautaron las grabaciones para luego efectuarse
peritajes.
2.- Rodrigo Pantoja Milla, perito dibujante y planimetrista de la Policía de
Investigaciones de Chile, a quien se le encomendó efectuar dos planos en en la
sucursal del Banco Banefe por un robo con intimidación ocurrido el 4 de mayo de
2012, por lo que concurrió en horas de la mañana con personal del Laboratorio. A
continuación se le exhibieron las siguientes imágenes, incluidas en su informe:
Plano de la planta del primer piso, calle Arlegui con Etchevers. El acceso
al edificio se hacía a través de una rampla o escalera, después había una
pequeña habitación, una cámara de seguridad, y un acceso al segundo piso. Al
norte, una sala de espera para el público, cajas de atención, dos cámaras en la
parte posterior y otra sobre una puerta de acceso a la sala de control de cámaras;
en el costado derecho, escritorios, dos cámaras de seguridad y planta libre con
pequeña distribución de escritorios y computadores; una sala de espera con sillas
móviles, fijando en el lugar carteras y bolsos que se hallaron en desorden,
elementos que se habrían empleado como amarras. En la parte norte, un mesón
con computadores para la atención de público y dos cámaras en el sector norte.
Frente a las cajas, se accedía a una puerta que llevaba al interior de las cajas
55
Describió los vasos, como de papel, color marrón, con la leyenda “Nescafé”,
con un soporte blanco, para no quemarse los dedos.
La Fiscal le exhibió unas evidencias materiales, indicando el perito que se
trataba de los vasos que se periciaron y fueron cortados para extraer sus
boquillas.
4.- Paula Barrios Riveros, perito bioquímica de la Policía de
Investigaciones de Chile elaboró el Informe Pericial Bioquímico N° 59/2012 y
mediante el sistema de video conferencia, refirió que el 7 de mayo de 2012, se le
remitieron especies para determinar la presencia de restos de materiales
biológicos humanos y obtener los perfiles genéticos. Las evidencias correspondían
a 3 partes superiores de vasos de papel, que habían sido cortados por el
inspector, Eduardo Ramírez Mujica, y estaban envasadas tres circunferencias de
papel, de color rojo, con bordes blancos, que en la parte interna presentaban
manchas de color café. A cada circunferencia se le efectuó un barrido con tórulas
con suero fisiológico, signados como “Barrido 1”, “Barrido 2”, “Barrido 3”. A ellos se
les efectuó la prueba de reacción de inmunoprecipitación y se concluyó que las
tres presentaban restos de material biológico humano. Realizada la extracción,
cuantificación, amplificación y tipificación de esos restos, se concluyó que los
Barridos n° 1 y 3 correspondían a dos individuos de sexo masculino, distintos
entre sí, y el n° 2 no presentaba material genético suficiente para someterse al
proceso de amplificación.
Explicó que si bien existían restos de material humano, no fueron
suficientes para obtener perfil genético, pues se requería una cantidad mínima
para que el proceso de amplificación pudiera funcionar y la muestra n° 2 no
cumplía con esa característica.
5.- Priscilla Morales Martínez, perito químico de la Policía de
Investigaciones de Chile, quien manifestó haber efectuado un informe con fecha
10 de septiembre de 2012, respecto de cinco muestras indubitadas de hisopado
bucal correspondientes a Luis Martínez Díaz, Eduardo Castro (sic) Isla, José
Abello González, Javier Norambuena Donoso y Exequiel Coñiucar Díaz.
La evidencias las recibió embaladas y selladas por separado, y luego
procedió a levantar la muestra, a extraer material genético, cuantificarlo,
amplificarlo, y obtener huella genética de cada una, para comparaciones con los
resultados del informe pericial bioquímico n° 59 del 21 de agosto, del Laboratorio
de Criminalística Central. Con ese informe a la vista, los resultados descritos en él,
que correspondían a las muestras genéticas de los barridos 1 y 3, se compararon
con las huellas genéticas de las muestras indubitadas y obtuvo como resultados
que los 15 marcadores descritos para “Barrido 1”, coincidían con el perfil genético
57
en donde Verónica Bustos Sotomayor sostuvo que producto del robo, la merma
patrimonial del Banco ascendió a $89.553.151 más 9.028 dólares.
En cuanto al delito de secuestro compartía con el Ministerio Público, que en
este caso hubo una segunda actuación delictual que emanaba única y
exclusivamente de la voluntad de los acusados. En otros asaltos bancarios, duran
3 a 5 minutos donde efectivamente había violencia e intimidación, pero una
situación absolutamente volitiva de los delincuentes, no era concordante con lo
ocurrido en este caso, no habiendo otro proceso en que se haya encerrado a
personas para cometer un asalto bancario, por lo que se configuraba la figura del
artículo 141 del Código Penal, estando presentes los verbos rectores de “encerrar”
y “detener”. Los funcionarios bancarios no podían libremente cambiar de lugar, no
decidieron estar en ese lugar y esa actuación de los acusados fue sin derecho y
fue agravada porque fueron encerradas en una zona que, por las normas de
construcción, no era destinada a la habitación según el perito. Además, el encierro
se produjo en una zona de tránsito en que normalmente estaba una o dos
personas, pero en este caso hubo 28. Esa suerte de sarcasmo en que uno de los
acusados dijo que iban a dejar las llaves en el extintor, y nunca aparecieron,
implicó que ese encierro se prolongara en el tiempo, no por negligencia de
funcionarios bancarios ni de carabineros, pues ante una llamada por robo, no irían
preparados con los elementos para abrir una puerta de acero. No tenía lógica el
argumento de la defensa, en cuanto a una negligencia de carabineros, pues el
encierro se produjo única y exclusivamente por la acción delictual de los
acusados. Reiteró que existían dos ilícitos que tenían por finalidad proteger bienes
jurídicos diferentes –el patrimonio y la integridad personal en el robo y la libertad
ambulatoria y seguridad individual, en el secuestro-. En este caso no existía una
relación medial entre ambos. Las imágenes del video, los relatos de testigos
corroboraban que las 29 personas estaban absolutamente reducidas, sin
posibilidad de reacción para evitar el delito, sin ninguna posibilidad de reacción,
para impedir que los acusados huyeran del lugar ni afectar alguna garantía de
impunidad, no existiendo necesidad de encerrar a los funcionarios en la pre
bóveda, por lo que estimaba concurrentes todos los elementos necesarios para
formar la convicción en el Tribunal para acceder a las penas solicitadas en la
acusación.
pena de presidio mayor en su grado mínimo a máximo, y sólo había ese delito y
no otro. El art. 439 era bastante claro, dando ejemplos de violencia y debía
llevarse a un análisis armónico del art. 433, lo que cobraba importancia con el
testimonio de un funcionario policial, respecto a que se dejó encerrada a la gente
para evitar que avisaran o para favorecer la impunidad. Ellos se hicieron del
dinero, cuando salieron del Banco. Acá, hubo actos de violencia para favorecer la
impunidad dentro de lo que señalaba el 433, o si no, no se entendía cómo existía
el mismo art. 433 cuando se sancionaba con un disvalor diferente cuando se
retenía a personas bajo rescate o cuando se cometían otros ilícitos sin entrar al
delito de secuestro, que en este caso no lo había. La funcionaria jefe de la Brigada
de Robos de la PDI señaló que las últimas personas ingresaron a las 8:45 y,
según lo visto en fotografías, la salida de los tres autores fue a las 8:48, y
carabineros ingresó a las 8:58, preguntándose hasta donde esa circunstancia era
constitutiva del delito del art. 141. Se preguntaba qué tenía que hacer carabineros,
esperar que llegara la llave, teniendo claro el abogado que fueron los que
cometieron el ilícito quienes dejaron a las personas en la pre bóveda, no
deslindando la responsabilidad. De las fotografías, se podía ver que no hubo
actividad alguna, ningún despliegue de forzar o tratar de abrir la puerta si es que
los hechos eran tan graves y si estaban aisladas, con poco aire o estaban
realmente mal. Era más importante no alterar el sitio del suceso o no alterar la
puerta del Banco, o no tratar de abrir la chapa. Es decir, cuando llegó la autoridad,
a las 8:58, eran carabineros quienes tuvieron que llegar y hacer que esas
personas salieran. Un par de testigos dieron algunas luces, Jessenia Barat y Alex
Zúñiga dijeron que hubo una especie de discusión entre carabineros e
Investigaciones, respecto de quien tomaba la Investigación. La jefa de la Brigada,
Rosita (Torres) no recordaba cuando se habían hecho cargo, sin embargo, ellos
ingresaron a las 10 de la mañana, porque carabineros estaba resguardando el
sitio del suceso y no podía ingresar nadie, salvo una persona con la llave para no
romper la puerta. Reiteró que no había secuestro y que la retención o privación
estaba encuadrada dentro de las violencias, que utilizaba el Código Penal para
describir la “violencia” y por eso su penalidad. Con la evidencia rendida,
especialmente los videos, fotografías, declaraciones de los testigos y funcionarios
policiales, sólo se probó un delito de robo con violencia.
En cuanto a la participación de Luis Martínez Díaz, el Ministerio Público
presentó una prueba científica, exámenes de ADN que no arrojaron resultados
respecto de su defendido. Declaró también el perito Marcelo Sepúlveda Larenas, y
se pudo constatar parte de los videos, aunque no se señalaron apropiadamente
qué imagen, de qué minuto, no teniendo claro lo exhibido porque no se podía
68
tener por incorporado todo el video, sólo lo exhibido, que no estaba identificado.
Aun así, si se revisaba completo y según el perito Larenas, era posible darse
cuenta que no había una imagen del tercer autor, sólo como lo dijeron los testigos
Evelyn Meza y Giovanni Incorvaia, la persona andaba con una especie de gorro,
tipo Chavo del Ocho, que le cubría la parte lateral del rostro. Con fotografías, se
pudo constatar que se cubría incluso parte de la nariz porque andaba con una
especie de bufanda. Desde ese punto de vista, la jefa de la PDI, Rosita Torres
Soto, dijo que de acuerdo a su análisis criminalístico, de la evidencia reunida, y
especialmente de las imágenes, no se podía determinar el rostro de un tercero
que en ese momento no estaba identificado. De acuerdo a la evidencia rendida, no
había un reconocimiento válido, y el nombre de Luis Martínez Díaz, según lo
declarado por Rosita Torres, sólo apareció después del 20 de julio cuando ellos
tuvieron noticia que en Santiago se cometió un robo de similares características,
siendo detenido Luis Martínez, y ahí se incorporó su fotografía. Según ellos
colocaron fotografías de similares características, y sólo en ese momento existió
el reconocimiento fotográfico de 4 personas respecto de Luis Martínez Díaz, como
una persona de ojos achinados, escuchando a la testigo Evelyn Meza Parra, quien
señaló reconocer a Martínez Díaz, dos meses después, en julio y que ella además
lo pudo ver en la bóveda. Se pudieron ver las fotografías 21, 22 y 23 pudiendo
determinar que se veía a Evelyn Meza sentada y mirando de la parte posterior a la
persona que estaba con gorro y con el rostro completamente cubierto. Por ello
cuestionaba los reconocimientos, que se hicieron en el Tribunal porque no se
condecían con lo declarado al principio de sus declaraciones, no habiendo
evidencia suficiente, para condenar a Luis Martínez Díaz como autor del delito de
robo con violencia. Agregó que había duda razonable porque el video no arrojaba
una imagen válida de él, porque no había otra evidencia científica, porque fue
vinculado cuando se conoció la noticia de otro robo en Santiago, lo que fue visto
por testigos.
Si perjuicio de lo anterior, sobre la pluralidad de malhechores, negó que
dicha agravante pudiese operar, pues la única forma de cometer un delito de robo
con violencia en un Banco, donde habían 28 personas, donde por la forma y
características del mismo, evitar que las personas apretaran los botones de
pánico, y que se avisara del delito que se estaba cometiendo, tenía que ser
realizado necesariamente por dos, tres, cuatro o cinco autores. No era posible
aplicar la agravante en este caso, pues era un hecho inherente a un robo con
violencia no pudiendo vulnerarse el principio de non bis in idem.
En consecuencia, pedía la absolución por el delito de robo con violencia, no
habiéndose probado el delito de secuestro, haciendo presente que se habían
69
de la mecánica del robo con violencia, no habiendo excesos, sino por el contrario
se buscó el causar el menor daño posible, de hecho no hubo sustracción de
especies de los funcionarios. Sólo se les retiraron los celulares, que después
fueron dejados en una bolsa. Ninguna persona señaló haber perdido una especie.
Se hubiera preferido que ingresaran a las 12 del día, con público, siendo eso los
asaltos de 5 minutos, con público, con disparos y sustracción de especies a los
clientes. Era cosa de ver el video, su representado fue el que recibía a las
personas, el trato de su representado dentro del contexto de un robo con violencia,
se trata de causar el menor daño posible, y si se llevó a las personas a la pre
bóveda, fue con la finalidad de que hubiere una tardanza en el aviso a los policías,
para que pudieran huir con más facilidad. Mencionó fallos de la I. Corte de
Valparaíso, rol 648/2007 que acogió un recurso de nulidad en una condena por
robo con intimidación y secuestro, pues consideró que se trataba de un solo delito
(motivo 7°), y el rol 1439/2004 y en ambos casos se trataba de retenciones por
algunas horas, estando presentes el supuesto secuestrador. Este caso sería
insólito en que la PDI va a un operativo de toma de rehenes, preguntándose quién
era el encargado de la negociación, y dónde estaban los secuestradores. No se
podía agravar conductas que ya eran gravosas por la penas establecidas por el
legislador, colocando más tipos penales que los que correspondían, por lo que su
representado debía ser absuelto.
En cuanto a la pluralidad de malhechores, la única forma para cometer este
delito era con más de una persona, donde hubo una clara distribución de
funciones, lo que quedaba claro en las imágenes del Banco y ello no se podría
haber efectuado con una sola persona, por lo que no podía agravarse porque la
única forma de cometerlo era con una actuación plural, por lo que pedía su
rechazo.
estaban en esas condiciones, y pese a eso concurrió lo más rápido posible para
prestar colaboración. El delito de secuestro es permanente que se consuma en el
momento en que se priva de libertad a una persona. Los bienes jurídicos eran
individuales, de 28 personas que fueron privadas de libertad, en encierro,
acreditado con relatos y pericias sobre el lugar donde ocurrió el hecho. Lo único
que les quedaba a las defensas, era hacer una interpretación errónea del art. 433
del Código Penal, el que tenía un encabezado distinto al art. 436, que amplía los
momentos de ejecución del delito (para facilitar su ejecución, en el acto de
cometerlo, o después de cometido para favorecer su impunidad). Ampliaba el
espectro cuando los resultados se veían agravados y se cometían otros delitos,
dentro de esas hipótesis, situación diferente al robo con intimidación del art. 436,
donde la intimidación se producía durante la ejecución del delito con el solo objeto
de obtener la apropiación. En este caso, se ejerció la intimidación, para los efectos
de apropiarse del dinero de la bóveda, y hasta ese momento, robo con violencia e
intimidación, pero el art. 436, al no entender los hechos anteriores o los
posteriores, debían necesariamente sancionarse de modo independiente. En este
caso, la intimidación se realizó para obtener la apropiación, y posteriormente en
forma planificada, habiéndolo decidido los autores, realizar un hecho adicional,
distinto, de secuestro. El art. 141 no establecía un mínimo de tiempo, sino que a
partir de 15 días, en el inciso cuarto, de secuestro agravado. El art. 436 si se hacía
una interpretación armónica, tenía aparejada una pena de 5 años y un día a 20
años, mientras que el delito de secuestro partía en 3 años y un día a 5 años, por lo
que el art. 433 señalaba que si había una retención por rescate, o una retención
por más de 24 horas, se estaría frente a una figura agravada tanto del delito de
robo con intimidación y secuestro, asegurando un mínimo de pena entre 10 años y
un día a 20. En este caso, el mínimo de la pena, tomando en consideración el
secuestro, y el robo con intimidación, se estaría en una pena de 8 años, tomando
el mínimo, y esa sería la interpretación correcta. ¿Sería prudente sancionar de la
misma forma un robo con intimidación en que se intimida con un arma, que dura
segundos, y en este caso, en que luego de haber obtenido la apropiación, se
decide por parte de todos los autores, encerrar a 28 personas, por una hora, en un
lugar?. Ahora la defensa de Abello afirmó que había un botón de pánico, pero para
ello, el imputado debió haber declarado y decir que sabía que adentro había un
botón de pánico, y por tanto, sabía que las personas se podían liberar, lo que no
ocurrió porque con o sin botón de pánico, las personas igual estuvieron privadas
de libertad por una hora, por un hecho que en definitiva fue previsto por los
acusados. Fue necesario llevar una llave desde otro lugar, pudiendo ellos haberla
dejado.
74
que las puertas no eran como las de cualquier casa, no habiendo una actividad
negligente de los funcionarios policiales. Resultaba lógico si a las 9:25 llegó
Marcela Díaz después de que carabineros buscara la llave, la que testigos
indicaron les habían dejado, y lo más lógico era realizar esa labor. Luego llegó la
funcionaria del Banco para dar razón de por qué no podía llegar la llave de forma
inmediata, porque eran llaves de puertas de seguridad de valores, que estaban
custodiadas y el Banco las entregó a las 9:30 porque se abrió la bóveda donde
estaban custodiadas las llaves de reemplazo. Por lo tanto, era imposible abrir la
bóveda para retirar la llave, porque los Bancos no funcionan con la lógica de ser
asaltados, no era lo normal, lo habitual, y aunque se tomen resguardos en casos
de imprevistos, no se podía hablar de negligencia.
En cuanto a la inocencia alegada por el abogado Casanova porque no se
había podido reconocer claramente la participación de su representado, expresó
que se había podido apreciare en el video de seguridad, donde el tercer sujeto,
con gorro siberiano, se le cayó el elemento que le tapaba el rostro, y luego se lo
trataba de colocar. En esos momentos la lógica llevaba a concluir que ello pudo
ocurrir más de una vez y podía ser que en las imágenes de video no figurare el
rostro de Martínez Díaz, pero las personas que estuvieron en ese lugar, sí lo que
vieron. Existían 7 personas: Evelyn Meza, Francisco Gómez, Claudia Urrea, Luis
Páez, Yessenia Barat, Giovanna Incorvaia, Andrea Ponce que reconocieron haber
visto el 4 de mayo de 2012 a Martínez Díaz en el lugar de ocurrencia de los
ilícitos. Evelyn Meza dijo que estando en la pre bóveda, vio el rostro de Martínez
Díaz cuando se acercó y le movió los elementos de amarre. No era la imagen
fotográfica aludida por la Defensa, y ella sólo revelaba la veracidad del relato de la
víctima. Además en el video, se apreciaba que el tercer sujeto movió la cámara de
seguridad por lo que no había registro gráfico de los actos ocurridos
posteriormente. Había otra testigo, Carmen Susana Espinoza, que estando en la
pre bóveda, también señaló que el tercer sujeto, con gorro siberiano, se acercó a
Evelyn Meza, entonces los relatos concordantes; “las cosas son lo que son y no lo
que uno quiere que sean”.
En cuanto a la alegación no pluralidad de malhechores, era absurda, sin
fundamentos, existiendo diversos casos de asaltos bancarios denominados por la
prensa del “jinete solitario”, una persona que ingresó y en una seguidilla de
asaltos, robó 4 o 5 bancos. Por consiguiente, no era cierto que para cometer un
robo bancario se requiera la intervención de muchas personas, no pudiendo
cuestionarse la agravante.
Sobre lo alegado por la defensa de Abello, no era sustentable poder
establecer que los medios de prensa llevaron a 15 personas a reconocer a tres
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reacondicionada como Banco, no era un lugar diseñado para ser Banco, por lo
tanto hubiese sido requerida una pericia en cuanto a las seguridades, sobre las
protecciones y si había blindaje especial, por lo que (no se podía) argumentar que
las puertas se hallaban cerradas, lo que no se acreditó para dar la gravedad y
énfasis al confinamiento aludido por los acusadores. La única foto que se exhibió y
el testimonio de las víctimas señalaron que la reja se encontraba cerrada, pero
nada se dijo sobre la puerta de la tesorería. Si hubiera estado cerrada, carabineros
no habría podido acceder. Al parecer el único inconveniente que tuvieron fue
esperar la llave, y todas las demás puertas estaban abiertas, empezando desde el
acceso de la calle a la casa, luego había un pasillo, otra puerta, la cocina, y la
puerta de tesorería, por lo que había un argumento falaz, pues ha puesto un
hecho no acreditado.
En cuanto a los reconocimientos, si había un hecho que causaba
conmoción pública fue el actuar de la banda denominada Los Fantasmas cuyas
formas de accionar fueron latamente cubiertas por los medios de comunicación,
preguntándose si las personas que se escucharon no formaban parte de la
sociedad y podían ser influenciadas por los noticieros. La defensa no podía
abstraerse de esa situación y señalar que José Abello había nacido de un huevo, y
de una burbuja y desde allí ha llegado a asaltar bancos. El también respondía a
una realidad social y ésta ha estado construida desde lo que han hecho los
medios de comunicación, y ese era el fondo de su argumentación que tenía su
lógica, que debía ser entendida dentro de las finalidades de la defensa.
Parra fue golpeada en la espalda con una pistola, para obligarla a ir a la bóveda y
también con unas huinchas en las piernas. Luego cuando ella reclamó, le puso la
pistola en la cara y le ordenó abrir la bóveda, ella le dijo que no podía porque no
tenía la clave. Según Francisco Gómez Cantillano, con Roberto Cornejo, de 60
años, “se ensañaron dándole golpes de puntapiés, el líder de la banda”.
Lo declarado por Claudio Antonio Morales Galaz resumió lo acontecido
aquella mañana: “Después de unos 20 a 25 minutos, los empezaron a levantar
para llevarlos a otro lugar, tironeándolos, se resbalaban, se levantaron, había
hombres que lloraban, como Mario, que estaba al lado suyo, Claudia Jarufe
estaba orinada, y en general las mujeres estaban llorando. Los hombres trataban
de calmarlas. A Marcelo Pasten y Mario Mira, el de lentes y barba le dijo que
cruzara las manos, y le dijo que si no sabía hacerlo y lo zamarreó. A una
compañera que estaba embarazada, Cecilia Osorio, la pusieron al lado suyo y él
les dijo que estaba embarazada y que no la pusieran de guata. La pararon y la
sentaron en una silla y la amarraron. Ellos les decían que si no se portaban bien,
los iban a desnudar y torturar. Los tomaron y llevaron a una bóveda de “2 x 2”,
eran 27 personas, todas en pánico, con miedo, viniendo a la memoria la familia,
sintiéndose vulnerados, muy amenazados, al borde de la muerte. El lugar donde
los encerraron era sin ventilación y en caso de incendio no podrían arrancar, él se
sintió secuestrado, vulnerado y hasta ahora le trae repercusión cuando está en un
lugar cerrado, no está tranquilo, se siente perseguido muchas veces, pero quiso
exponer cuando un hombre siente que es ultrajado”.
El mismo día de los hechos, el perito de la Policía de Investigaciones,
Carlos Anilio Peña, captó en las fotografías n° 67 a 90 el estado de enrojecimiento
en las manos, a raíz de las ataduras a que fueron sometidos, que evidenciaban
doce de los afectados, como Lilian Ayala, María Rojas, Paula Rebolledo, Roberto
Cornejo, Jessenia Barat, Enrique Arenas, Evelyn Meza (n° 99 y 100). Asimismo, se
incorporaron tres informes emitidos por la Mutual de Seguridad de esta ciudad,
donde fueron atendidos Cecilia Osorio Olivares, quien se encontraba embarazada,
resultando policontusa, con trastorno de estrés agudo, erosiones y eritema en
rodillas con equimosis; Luis Carrasco Escobar fue diagnosticado con
policontusiones, crisis hipertensiva e hipertensión arterial, y Oscar Velarde Quiroz
con contusión craneana, contusión en la muñeca, crisis hipertensiva y trastorno de
stress agudo.
consumado, toda vez que los agentes mediante el uso de armas, al parecer de
fuego, junto a vías de hecho y amenazas verbales, lograron apropiarse de bienes
muebles ajenos –dinero en efectivo- con evidente ánimo de lucro, huyendo del
lugar, con las especies en su poder.
en los términos que indica el art. 141 Código Penal (inc. 1º), dicho accionar no puede ser
sancionado de manera autónoma, pues se entiende que el legislador, al momento de tipificar el
robo con violencia o intimidación en las personas, al asignarle pena, tuvo en cuenta el disvalor
de la transitoria privación de libertad que algunas personas podrían sufrir como consecuencia
de la comisión de aquel delito, lo que confirma la circunstancia prevista en el art. 433 Nº 2 del
Código Penal donde se contempla la hipótesis de retención de víctimas por más de un día,
entendiéndose consecuencialmente que una retención de menor duración a la indicada, se
enmarcaría en la figura del art. 436, inciso primero, en que las personas pudiesen verse
privadas temporalmente de su libertad ambulatoria, para como en este caso asegurar la
impunidad de los agentes. Son de ese parecer, los profesores Politoff, Matus y Ramírez
(Lecciones de Derecho Penal Chileno. Parte Especial . 1ª edición. Santiago: Editorial Jurídica
de Chile, 2004, p. 197) y don Mario Garrido Montt para quien “lo frecuente en estos delitos
será que, por lo menos unos momentos, la víctima y demás afectados queden privados de su
libertad material, pero mantenerlos en tales condiciones por más de un día es algo excesivo
que motiva el agravamiento del hecho” (Garrido Montt, Mario. Derecho Penal. Parte Especial.
1ª edición. Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 2000. t. IV, p. 206).
Por su parte, la jurisprudencia nacional ha tomado similar postura,
sosteniéndose que la retención puede y debe ser considerada una forma de
violencia, lo que impide considerar esa misma circunstancia para configurar el delito
previsto en el artículo 141 inciso primero del Código Penal, ya que de obrar en
contrario se vulneraría lo señalado en el artículo 63 del Código Penal.
En un fallo de la I. Corte de Apelaciones de Valparaíso (Rol No 648-2007, de
fecha 6 de julio de 2007), en su considerando 8° expresó que: “los sentenciadores
han incurrido en una errónea aplicación del derecho, al dar por acreditada la figura
penal del secuestro simple al considerar además del robo con intimidación ambos en
la persona de Bernain Descaras, que un mismo sujeto ha realizado dos conductas
independientes cada una de las cuales es un hecho que da origen a responsabilidad
penal, que por el contrario sólo existió una pluralidad de conductas, las que integran
un sólo delito, situación que escapa a la pluralidad de delitos”.
VIGESIMO QUINTO: Que en lo relativo a la participación atribuida por el Ministerio
Público, a los acusados José Mauricio Abello González, Luis Alberto Martínez
Díaz y Eduardo Ricardo Cortés Isla, como autores inmediatos y directos (art. 15
n° 1 del Código Penal) del delito de robo con intimidación y violencia, se tuvieron
por acreditadas luego de ponderar la prueba rendida, en especial, las
declaraciones de los testigos, cuyos relatos fueron coherentes y circunstanciados,
por haber sido presenciados por ellos de una manera directa e inmediata. De los
comparecientes al juicio oral, cobraron especial relevancia los funcionarios
bancarios quienes de modo conteste refirieron las circunstancias por ellos vividos
el día 4 de mayo de 2012, mientras se aprestaban a dar inicio a su jornada laboral
85
del dinero. Aunque en algunas imágenes se lo pudo ver cubierto con una especie
de bufanda y un gorro con orejeras, no fue menos cierto que en algún momento
durante la ejecución del delito, del que dieron cuenta algunos testigos, dicho
ropaje se le cayó, dejando ver su rostro por completo. La identificación practicada
por 7 testigos, incluida, Evelyn Meza Parra, no puede ser desvirtuada con el sólo
mérito de las conclusiones vertidas por la defensa respecto de las fotografías 21,
22 y 23 pues ellas sólo capturaban un momento preciso de la interacción referida
por dicha afectada, y por el contrario dejaban claro que la cercanía que
mantuvieron con los agentes, del modo en que ella refirió en el juicio, permitieron
efectuar un reconocimiento positivo de la participación de este acusado.
3.- Respecto de lo sostenido por el abogado Carrasco controvirtiendo los
reconocimientos que los testigos hicieron en el juicio, recaídos sobre sus
representado, de acuerdo a las máximas de la experiencia, resulta evidente que
con el paso del tiempo, algunos rasgos físicos sufran variaciones, como el largo
del cabello o el tono de piel. También ellos pueden ocultarse o añadirse
características con el propósito deliberado de no ser reconocidos con posterioridad
a la ejecución del ilícito. En este caso, era evidente que en el juicio, Abello tenía el
cabello crecido, no estaba rapado recientemente, como lo describieran algunos
afectados, ni usaba lentes o barba tipo candado, pero tenía los demás rasgos
físicos atribuidos a él por los testigos. Asimismo, no se presentó prueba alguna
que desvirtuara que la persona captada por las cámaras de seguridad (imágenes
91 y 92) no fuera Abello González, como se evidenciara a simple vista tras la
exhibición de las imágenes referidas.
4.- En cuanto a lo sostenido por el abogado Seperiza, que no hubo
excesos, sino por el contrario se buscó el causar el menor daño posible, el hecho
de no haber sustraído bienes propios de los funcionarios del Banco, no resultaba
comparable con el temor experimentado por éstos, y la violencia ejercida sobre
ellos para el apoderamiento del dinero, de cuyo despojo no hubo oposición. Sin
embargo, la conductas de los acusados en el evento descrito por todos los
empleados que comparecieron al juicio, fueron deploradas por todos ellos por la
falta de racionalidad y proporcionalidad de las mismas, que dejaron huellas
imborrables en las víctimas.
5.- En lo referente a los actos de la policía, cuestionados por las defensas,
en nada alteró la decisión del Tribunal al momento de tener por acreditada la
comisión del robo con violencia e intimidación, pues la presencia policial tuvo lugar
una vez consumado el ilícito, cuando los acusados habían huido con el botín en su
poder. Las consecuencias sufridas por los empleados bancarios, en su integridad
física y síquica, se vio incrementada por el encierro, en precarias condiciones, a la
92
cual fueron conducidos por los hechores, la cual se vio prolongada por causas
independientes a la acción que pudiesen haber desplegado los primeros
carabineros que llegaron al sitio del suceso. Sin perjuicio de no contar en el juicio
con el testimonio de ninguno de los carabineros asistentes al lugar, del relato de
los testigos no se infirió que alguno de ellos pusiere en duda su accionar, y por el
contrario, Claudia Urrea calificó al primero en llegar, como su “salvador”,
explicando que la incertidumbre por su situación, se despejó cuando llegó la ayuda
de los uniformados. Asimismo, refirió un testigo que del modo en que se
encontraban tras la reja de la pre bóveda, hubiese sido imposible cualquier
maniobra tendiente a desplegar alguna herramienta apta para descerrajar la chapa
de seguridad de la puerta que les impedía salir, sin causar daño físico a alguno de
los retenidos, optándose por esperar la copia de la llave, que se poseía en otra
sucursal bancaria, y que fue conducida con la celeridad que ameritaba el caso.
6.- Sobre los informes de lesiones, aludidas por el abogado Seperiza, si
bien no se hallaban suscritos por algún facultativo, estaban debidamente firmados
y con timbres de la institución. De modo alguno se acreditó que los documentos
hubiesen sido falsificados y que por ende, el contenido de los mismos no emanase
del organismo asistencial del cual provinieron o que no correspondiese a las
atenciones médicas prestadas. En todo caso, la consignación de las lesiones
resultaban acordes a los relatos vertidos no sólo por los propios pacientes –
Velarde y Carrasco) sino que también por terceros, que vieron las condiciones en
las que se encontraban sus compañeros tras el evento sufrido, como el caso de
Cecilia Osorio Olivares, quien no asistió al juicio oral, pero respecto de quien se
informó se encontraba embarazada al momento de ocurrencia del robo y debió ser
atendida de urgencia una vez que se dio aviso pidiendo auxilio a carabineros.
Asimismo en las fotografías 12 y 17 del sitio del suceso, se pudieron apreciar las
cintas plásticas o amarra cables con las que se ocasionaron algunas de las
lesiones captadas por el perito fotógrafo Carlos Anilio Peña, quien pese a no
recordar los nombres de todos los afectados, describió durante la exhibición de
dicha prueba, el detalle de las manos de aquéllos observando que presentaban un
“enrojecimiento por presión de agente mecánico”, según acotó, en las imágenes n°
67 a 90, del mismo modo en que luego fueron consignadas en el referido centro
médico.
7.- En cuanto a la observación planteada por el abogado Seperiza, durante
la exhibición del video a la comisario Torres, respecto del horario que marcaba la
filmación, con desfase de una hora, cabe hacer presente que a la fecha del ilícito
-4 de mayo de 2012- hacía sólo pocos días que se había producido la modificación
del horario de verano, según lo dispuso el Decreto 225, del Ministerio del Interior,
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publicado el 3 de marzo de 2012, que regía hasta las 24 horas del ultimo día
sábado del mes de abril de 2012, por lo que era dable esperar que dicho cambio
no se hubiese efectuado de modo automático en el sistema de cámaras y las
imágenes del 4 de mayo, no reflejaran la hora vigente en ese momento.
Por su parte, el abogado querellante sostuvo que desde el aula del Derecho
se enseñaba que podía haber una buena o mala fe procesal. Entendía que era un
resquicio bastante bajo, abyecto, y que cuando el Ministerio Público había
solicitado al tribunal la lectura resumida, de los documentos en los cuales fundaba
sus agravantes, el Tribunal consultó a todas las defensas. Por consiguiente al no
haber oposición, a la autorización pedida por el Ministerio Público, no entendía
cuál sería el vicio procesal al que estaban aludiendo los defensores.
contar con abonos en esta causa, por estar privados de libertad en otras causas,
según consta en la carpeta judicial, lo que fue ratificado por los intervinientes.
Una vez ejecutoriado el presente fallo, cúmplase con lo dispuesto en el
artículo 468 del Código Procesal Penal, oficiándose a la Contraloría General de la
República, al Servicio de Registro Civil e Identificación y al Centro de
Cumplimiento Penitenciario que corresponda, al cual se le deberá adjuntar copia
de esta sentencia con el atestado de encontrarse ejecutoriada.
Devuélvase, en su oportunidad, a los intervinientes, los elementos de
prueba incorporados al juicio.
Regístrese y comuníquese oportunamente al Juzgado de Garantía de Viña
del Mar para su cumplimiento. Hecho, archívese.
Redactada por la Juez doña Roxana Valenzuela Reyes.
RIT 436-2012
Dictada por los Magistrados Titulares del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal
de Viña del Mar, doña Patricia Garrido Frigolett, doña Roxana Valenzuela
Reyes y don Juan Ángel Muñoz López.