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Las posturas y gestos, así como los ademanes en la oración son manifestaciones y
participaciones corporales de la oración interna. La liturgia necesita del uso de signos sensibles
y formas externas: palabras, cantos, símbolos, gestos... que excitan y son expresión de la
devoción interna y relacionan a la misma oración con los actos internos.
El gesto y la postura corporal, tanto del sacerdote, del diácono y de los ministros, como del
pueblo, deben contribuir a que toda la celebración resplandezca por su decoro y noble sencillez,
de manera que pueda percibirse el verdadero y pleno significado de sus diversas partes y se
favorezca la participación de todos. Y habrá que tomar en consideración, por consiguiente, lo
establecido por esta Ordenación general, cuanto proviene de la praxis secular del Rito romano y
lo que aproveche al bien común espiritual del pueblo de Dios, más que al gusto o parecer
privados. La postura corporal que han de observar todos los que toman parte en la celebración,
es un signo de la unidad de los miembros de la comunidad cristiana congregados para celebrar
la sagrada Liturgia, ya que expresa y fomenta al mismo tiempo la unanimidad de todos los
participantes.
De pie
Es la postura de la oración solemne y también la actitud del que está dispuesto a obedecer
enseguida. Significa la libertad de los hijos de Dios, liberados del pecado.
Por eso los fieles están de pie durante gran parte de la Misa, que es una oración solemne a
nuestro Padre Dios; y también durante la lectura del Evangelio, expresando que desean poner
por obra lo que están escuchando.
Se estará de pie desde el principio del canto de entrada, o mientras el sacerdote se acerca al
altar, hasta el final de la oración colecta; al canto del Aleluya que precede al Evangelio; durante
la proclamación del mismo Evangelio; durante la profesión de fe y la oración de los fieles; y
también desde la invitación Orad hermanos(aquí suele haber confusión y se levantan las
personas más tarde cuando el sacerdote dice: “Levantemos el corazón”) que precede a la oración
sobre las ofrendas hasta el final de la Misa, excepto en los momentos que luego se enumeran.
El estar de pie es el gesto del vencedor. Jesús está de pie en la presencia del Padre, está de pie
porque ha vencido a la muerte y al poder del mal. Al final de la batalla es el que permanece
erguido, el que permamece en pie.
(...) Al estar de pie nos sabemos unidos a la victoria de Cristo; y cuando escuchamos en pie el
Evangelio, lo hacemos con expresión de respeto: delante de esta palabra no podemos
permanecer sentados: es una palabra que nos eleva hacia lo alto. Exige respeto y al mismo
tiempo valor, la voluntad de ponerse en camino para seguir su llamada, para hacerla penetrar
en nuestra vida y en el mundo.
De rodillas
Allí donde sea costumbre que el pueblo permanezca de rodillas desde que termina la aclamación
del Santo hasta el final de la plegaria eucarística y antes de la Comunión cuando el sacerdote
dice: Éste es el Cordero de Dios, es loable que dicha costumbre se mantenga.
Tradicionalmente, el arrodillarse está asociado con la penitencia o con nuestra posición más
humilde ante el Señor Dios. Sin embargo, hay algo muy íntimo al arrodillarse ante nuestro Dios;
la postura de arrodillarse nos ayuda a establecer una comunicación muy personal con Dios.
Existen ambientes, no poco influyentes, que intentan convencernos de que no hay necesidad
de arrodillarse.
Dicen que es un gesto que no se adapta a nuestra cultura (pero ¿cuál se adapta?); no es
conveniente para el hombre maduro, que va al encuentro de Dios y se presenta erguido. (...)
Puede ser que la cultura moderna no comprenda el gesto de arrodillarse, en la medida en que
es una cultura que se ha alejado de la fe, y no conoce ya a aquel ante el que arrodillarse es el
gesto adecuado, es más, interiormente necesario.
Quien aprende a creer, aprende también a arrodillarse. Una fe o una liturgia que no conociese
el acto de arrodillarse estaría enferma en un punto central.
Sentados
Es la actitud del maestro que enseña o del jefe que preside con autoridad. Eso explica que el
obispo tenga una cátedra, desde la que preside y enseña.
Es la actitud también de escucha por parte de los fieles, que están sentados en las lecturas
previas al Evangelio, en la homilía y en la ceremonia de las ofrendas.
Se estará sentado durante las lecturas y el salmo responsorial que preceden al Evangelio;
durante la homilía, y mientras se hace la preparación de los dones en el ofertorio; también,
según la oportunidad, a lo largo del sagrado silencio que se observa después de la Comunión.
Inclinación
Es la actitud del sacerdote al recitar ciertas oraciones y de los fieles al recibir la bendición del
sacerdote. Además, quien realiza un ministerio hace reverencia al altar al ir y al volver, ya no al
sagrario (al que saludó cuando llegó al templo).
También está la genuflexión. El sacerdote hace una genuflexión al elevar la Sagrada Hostia,
después de elevar el Cáliz y antes de comulgar; para la Santa Cruz, en el Viernes Santo;
tradicionalmente, ante una reliquia de la Santa Cruz expuesta para la veneración.
Cuando el Sagrario contiene el Santísimo se hace genuflexión cuando se pasa delante de él, tanto
el celebrante como el diácono, los ayudantes, los lectores, etc. Es signo de respeto y
adoración. Una inclinación de cuerpo o de cabeza no sustituye a esta genuflexión, salvo en el
caso de las personas incapacitadas físicamente.
No hacen genuflexión sin embargo, los ayudantes cuando llevan el incensario, la cruz, las velas,
etc.; o el diácono cuando lleva el Evangeliario.
No hace genuflexión, cuando ya empezada la Misa, alguien va a llevar a cabo un ministerio como
hacer una lectura, hacer peticiones, traer ofrendas, moverse por el presbiterio (monaguillos).
SANTA MISA
Resumen de respuestas y textos para participar
Concilio Vaticano II
Const. Sacrosantum Concilium 48
S = Sacerdote
R = Respuesta
Acto penitencial.
S: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.
R: Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de
pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego
a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis
por mí ante Dios, nuestro Señor.
S: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la
vida eterna.
R: Amén.
S: Señor, ten piedad.
R: Señor, ten piedad.
S: Cristo, ten piedad.
R: Cristo, ten piedad.
S: Señor, ten piedad.
R: Señor, ten piedad.
Gloria. (Domingos y días festivos).
R: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias. Señor Dios, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor Hijo único, Jesucristo, Señor Dios Cordero de Dios, Hijo
del Padre; Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; Tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; Tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros; Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo Jesucristo. Con el Espíritu
Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén.
Final de la oración.
S: Por Jesucristo... que vive y reina por los siglos de los siglos (otra versión: Por Jesucristo nuestro
Señor).
R: Amén.
Liturgia de la Palabra
(Final de la 1ª y 2ª lectura)
Lector: Palabra de Dios.
R: Te alabamos, Señor.
(Lectura del Evangelio)
S: (Al inicio) El Señor esté con vosotros.
R: Y con tu espíritu.
S: Lectura del Santo Evangelio, según San...
R: Gloria a ti, Señor.
S: (Al final) Palabra del Señor.
R: Gloria a ti, Señor Jesús.
Después de la consagración.
S: Éste es el Sacramento de nuestra fe.
R: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Rito de la comunión.
(Recitación del Padrenuestro)
R: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer
en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
S: Líbranos... esperamos la venida gloriosa de nuestro Señor Jesucristo.
R: Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Rito de la paz.
S: Señor Jesucristo... vives y reinas por los siglos de los siglos.
R: Amén.,
S: La paz del Señor esté siempre con vosotros.
R: Y con tu espíritu.
S: Daos fraternalmente la paz.
(Según sea la costumbre, se intercambia un signo de paz con los más cercanos).
R: Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros (se repite dos veces).
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.
ATTE:
LUIS