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Introducción
¿Cómo utilizó Jesús las Escrituras? ¿Con qué finalidad? ¿Alcanza con recordar las
Escrituras para devolver la esperanza a aquellos discípulos?
Antes que nada, recordemos que Jesús recurre a la Biblia para iluminar la realidad
de sufrimiento, de angustia, de vida sin perspectiva de aquellas dos personas. Los
discípulos de Emaús resumen la situación de todas las comunidades de la época. Jesús
no pretende simplemente aumentar la cultura bíblica de esa gente, sino que pretende
transformarles la vida. Y lo consigue. Sin embargo, sólo en parte lo consigue con ayuda
de las Escrituras, como ellos mismos reconocen (leamos nuevamente el versículo 32). La
lectura de la Biblia llega a hacer arder el corazón; sin embargo, no es suficiente. Algo
falta. Lo que de hecho abre los ojos es una nueva práctica (veamos el versículo 31). Este
nuevo modo de ser se da en la hospitalidad y en el compartir realizados en aquella
comunidad. Al compartir su casa con el forastero y comer junto a la mesa con él, sólo
entonces, una vez que ha ardido el corazón por las Escrituras, sus ojos perciben la
presencia de Jesús entre ellos. Inmediatamente, vuelven para la comunidad de Jerusalén
y anuncian la Buena Nueva, Victoria de la Vida sobre la muerte.
Nuestro curso quiere ser un poco como la historia de Emaús. Quiere dar calor a
nuestros corazones, es decir, darnos esperanza, alimentar nuestra mística, nuestra
espiritualidad. Pero no basta solamente tener esperanza. Importa hacerla realidad en el
día a día de nuestras vidas, reforzando y estableciendo relaciones de fraternidad y
solidaridad. El Reino de Dios ya está entre nosotros, pero es preciso que se vaya
ampliando y traduciendo en una nueva manera de convivir, más humana y más fraterna.
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Las citas bíblicas son tomadas de la traducción: El libro del Pueblo de Dios, La Biblia, San Pablo, Buenos
Aires, 25ª edición, 2001
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Se acostumbra decir que la lectura de la Biblia es como una mesa. Esa figura trae a
nuestra mente varias imágenes.
“Todo lo que ha sido
escrito fue escrito En primer lugar, una mesa está apoyada con sus patas en
para instruirnos, el suelo. Cuando eso no sucede correctamente, no queda firme
para que con la y, al balancearse, puede hacer caer lo que está sobre ella. ¿Qué
fuerza y el coraje queremos decir con ello? Para leer la Biblia con provecho, es
que nos dan las importante tener los pies bien parados en la vida de nuestra
Escrituras, realidad personal, así como en la vida sufrida de nuestro pueblo.
mantengamos la Es en función de nuestra vida real que vamos al texto sagrado.
Esperanza”. Queremos buscar luces, motivaciones, fuerza, ánimo, en fin, la
(Carta a los Romanos,
voluntad de Dios para transformar nuestras vidas y la vida en las
capítulo 15, versículo 4)
Iglesias y en la Sociedad, a fin de que éstas puedan parecerse
más al Reino de Dios.
Una segunda imagen que nos viene a la mente, es que generalmente no se hace
una mesa para colocarla en el rincón de la sala, sino en el medio. La mesa, por encima de
todo, sugiere comunión, comunidad. Allí se comparte el pan cotidiano, ideas,
entretenimientos, sentimientos. Así también la lectura de la Biblia será más rica si es
hecha en comunidad, alrededor de la mesa. Se intercambian ideas, se amplía la
comprensión del texto a partir de diferentes contribuciones. Hay un crecimiento más
cualificado que sólo es posible en comunidad. La Biblia tuvo un largo proceso de
formación. Fue una gran “mutirão”. Y, leyéndola del mismo modo, ciertamente sus frutos
serán mayores y más sabrosos.
Una última imagen que aquí queremos evocar es que raramente se encuentra una
mesa sin que haya, por lo menos, un ramo de flores, un mantelito o un plato sobre ella.
Queremos decir con eso que en la mesa de la comunidad no puede faltar la Biblia.
La lectura de las Escrituras debe ser hecha con mucho respeto y fidelidad al texto,
con los pies metidos en la tierra de la realidad y en comunidad. Sólo así es que se llega a
escuchar a Dios. Pues Él es un Dios que continúa manifestándosenos, no sólo a través de
la Biblia, sino a través de las personas y de los acontecimientos de nuestra época. Leída
así, la Biblia sobre la mesa es como la luz que ilumina y da calor, cuyos rayos de vida
alcanzan tanto a quien está a su alrededor, como a quienes están más lejos.
Las Escrituras quieren mostrarnos el camino de la justicia. En los autores del libro
del Deuteronomio, optar entre un camino u otro es optar por la vida o por la muerte.
3. ¡Cuáles son los motivos por los que consideramos importante tener en cuenta la
realidad de la persona, de la comunidad, de la sociedad y el texto bíblico en la lectura de
las Escrituras?.
6. ¿Qué cosa considerás más importante de esta primera unidad: “La Biblia es luz
para nuestro camino”? ¿Por qué?
La palabra “Biblia” es una palabra griega que está en plural y significa “libros”.
Aunque se trate de un solo volumen, la Biblia contiene muchos libros, es una colección de
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libros. Es una verdadera biblioteca. La “Biblia Católica” contiene 73 libros y la “Biblia
Evangélica”, 66 libros.
En el Primero, están los libros escritos antes de Jesucristo (a.C.) que narran el
caminar del pueblo israelita junto con su Dios.
Para informarnos sobre esa traducción griega, podemos leer el inicio del Libro
del Eclesiástico (que es uno de los siete libros que encontramos en la Biblia
católica). Allí, el autor explica que se trata de la traducción griega de un texto que
su abuelo habría escrito en hebreo.
Los siete libros que solamente se encuentran en la “Biblia Católica” son: Tobías,
Judit, los dos libros de los Macabeos, Baruc, Sabiduría y Eclesiástico.
Además de estos libros, también existen pasajes que originariamente fueron escritos
en griego y que se encuentran en los libros de Ester y de Daniel. Por ese motivo, dichos
pasajes sólo se encuentran en la “Biblia Católica”, y faltan en la “Biblia Evangélica”.
En Daniel, son los capítulos 13 y 14, así como los cánticos de Azarías y de los tres
jóvenes en el horno, sumados al capítulo 3.
El texto de Ester presenta dos formas: la hebraica (capítulos 1 al 10) más corta, y la
griega, con varios agregados y ampliaciones. En la traducción griega de la Biblia –llamada
de los Setenta- los agregados griegos están insertos en la introducción, después del
capítulo 3, versículo 13; el capítulo 4, versículo 16; capítulo 8, versículo 12 y capítulo 10,
versículo 3..
Es bueno saber cómo se origina esta diferencia entre la “Biblia Católica” y la “Biblia
Evangélica”: en el tiempo de la Reforma Protestante, al inicio del siglo 16 d.C. ( en la
misma época del descubrimiento o la invasión de América por los españoles y
portugueses) era muy fuerte el entusiasmo por redescubrir la cultura de la Antigüedad. En
ese tiempo en Europa se redescubrían las obras de Arte y de Literatura de Grecia, Roma,
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etc. Tenían la idea de “volver a las fuentes” más antiguas. Por otro lado, algunas prácticas
de la Iglesia Católica combatidas por Lutero eran legitimadas, utilizando textos de esos
libros. Ese clima influenció a la Iglesia y, por eso, Lutero defendió la idea de que era
necesario volver al texto en hebreo del Primer Testamento, que era el más antiguo de la
Biblia.
Pero Lutero también recomendó la lectura de todos los libros, incluidos los siete que
sólo están en griego. Decía que eran muy útiles para alimentar la fe y la piedad. En las
ediciones ecuménicas actuales de la Biblia ya aparecen todos los libros. Es interesante
recordar que la Biblia de las diversas Iglesias Orientales es aún más amplia que la Iglesia
Católica Occidental.
Pero lo que más impacta cuando leemos la Biblia es descubrir que esa “colcha de
retazos” está en la pared de nuestra casa. Esto porque la Biblia es también como un gran
espejo de pared en el que se refleja nuestro rostro. Es también como un álbum de familia
que guarda la memoria de los hechos del pasado. Leyéndola, muchas veces
reconocemos que nuestra vida está dentro de ella, o que ella nos está hablando a
nosotros directamente.
14. Explicá tus ideas sobre esta comparación de las Escrituras con una colcha de
retazos.
Duración del tiempo de redacción: 1000 años para el Primero y 100 para el
Segundo
Otra diferencia proviene del tiempo que llevaron para ser escritos. En cuanto al
Primer Testamento, llevó unos 1000 años para ser escrito; el Segundo, fue escrito en un
período de apenas 100 años. El proceso es siempre el mismo: el hecho sucede, es
transmitido de boca en boca por tradición oral, se difunde a través de diversos grupos en
lugares diferentes, es celebrado y sólo en último término se pone por escrito.
Ese proceso, abreviado en el Segundo Testamento, fue muy largo en el Primero. Por
ejemplo, la Historia de Abraham, tal como la leemos en la Biblia, fue escrita varios siglos
después de su vida y después de pasar por varias etapas de redacción en épocas
diferentes. Abraham debe haber vivido más o menos unos 1500 años antes de Cristo, y el
libro del Génesis, donde está narrada su memoria, comenzó a redactarse alrededor del
año 950 a.C. y se concluyó alrededor del 400 a.C.
Otra diferencia es que los Libros del Primer Testamento pueden ser considerados de
hecho como “libros”, aunque algunos de ellos sean muy cortos, como las Profecías de
Abdías (Obadías en la Biblia Evangélica) y Ageo. En el Segundo Testamento la mayoría
son cartas, algunas muy breves, que no pasan de ser una esquela, como la Carta a
Filemón, la de Judas, la Segunda y Tercera Carta de Juan. Entre sus 27 libros, 21 son
cartas. Es verdad que algunas, como la Carta a los Romanos, a los Efesios, a los
Hebreos, la Carta de Santiago y la Primera de Juan, tienen una exposición doctrinal más
extensa, por lo que no parecen cartas. Son más largas y están llenas de sermones. De
todas, la que tiene menos estilo de carta es la Epístola a los Hebreos.
Casi todo el Primero fue escrito en Israel. El Segundo fue escrito en varios
lugares
Hay también diferencias de cultura y de lugar. La mayor parte del Primer Testamento
fue escrito en Israel. Sólo el libro del Profeta Ezequiel, del Segundo Isaías (capítulos 40 al
55), así como algunos salmos fueron escritos en Babilonia. Los libros del Segundo
Testamento fueron escrito en varios lugares con situaciones diferentes: Siria, Grecia, Asia
Menor, Roma.
Ahora, tomemos la Biblia y comprobemos que en ella hay libros más cortos
como Abdías, Nahúm, Ageo, Carta a Filemón, Segunda y Tercera Carta de Juan,
Carta de Judas. Hay también libros muy extensos como Job, Salmos, Eclesiástico,
Isaías, Jeremías, Ezequiel.
“Canon” es una palabra griega que quiere decir “caña”, instrumento usado para
medir. Canon, por lo tanto, quiere decir, “medida”, “regla”, “norma” o “lista”. En el uso
eclesial, el término pasó a designar las normas de la fe y las reglas de la vida.
El canon bíblico es la lista de los libros reconocidos por la Iglesia como inspirados,
propuestos a los fieles como Palabra de Dios. Libros canónicos son, pues, aquellos
considerados como “medida cierta” de la Palabra de Dios, es decir, aquellos que fueron
reconocidos como inspirados por Dios y forman el conjunto de la Sagrada Escritura. Por
eso son la “medida cierta” para avalar la fidelidad de nuestro caminar. La intención
principal fue coleccionar un conjunto de escritos que sirvieran de guía al camino de
nuestra fe. Ayudan a juzgar si estamos o no en el mismo rumbo del camino de la fe que
siguieron nuestros antepasados, como podemos ver en el capítulo 11 de la Carta a los
Hebreos.
En el Primer Testamento
El canon tiene una larga historia y no es el mismo para todas las Iglesias Cristianas.
Por el año 400 d.C. Jerónimo, que coordinó la traducción de la Biblia al latín, llamó
“deuterocanónicos” a los 7 libros en griego que no están en la Biblia Evangélica. “Deutero”
en griego significa “segundo”. Entonces, un libro “deuterocanónico” quiere decir que entró
en un segundo momento en la lista. Nótese que algunos de esos libros, como Judit,
Tobías o Eclesiástico fueron escritos originalmente en Hebreo, pero el original se había
perdido. Cuando los Rabinos establecieron la lista de los libros sagrados, en los años 80
d.C., estos libros quedaron excluidos del canon judío.
Para las primeras comunidades cristianas, no hay duda de que la versión griega de
la Biblia de los judíos, la de los Setenta, incluidos los 7 libros deuterocanónicos, constituía
el Primer Testamento de la Iglesia. Probablemente fue adoptado porque el griego era la
lengua más común en las regiones mediterráneas. A partir del siglo IV, algunos Padres
de la Iglesia, como Jerónimo, posiblemente por influencia de los rabinos judíos,
comenzaron a cuestionar la presencia de los libros deuterocanónicos en el canon bíblico.
Esta polémica duró hasta el siglo 16, cuando la reforma protestante adoptó solamente el
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canon judío para el Primer Testamento. En esa ocasión, el Concilio de Trento, en 1546,
definió que los libros deuterocanónicos deberían ser aceptados por los católicos “ con
igual devoción y reverencia”.
En el Segundo Testamento
Hasta el siglo 6, algunos Padres de la Iglesia planteaban sus dudas sobre la carta a
los Hebreos, la de Santiago y las dos de Pedro, la segunda y tercera de Juan, la de Judas
y el Apocalipsis. Las razones para dudar eran las siguientes: Hebreos y segunda de
Pedro tienen un estilo diferente de las Cartas de Pablo y de la primera de Pedro
respectivamente. En Santiago y Judas, algunas cuestiones doctrinales parecían
sospechosas. En la segunda y tercera Carta de Juan la temática de la vida cotidiana
parecía muy común. El Apocalipsis parecía muy oscuro. La polémica volvió solamente en
el siglo 16, durante la reforma protestante. Ante este conflicto con los reformadores, la
Iglesia Católica reafirmó el canon Tradicional del Segundo Testamento en el Concilio de
Trento en 1546.
Los libros canónicos son “suficientes” para orientar a los fieles en la fe.
Ya sabemos que los libros del Primer Testamento escritos o encontrados sólo en
griego son considerados canónicos para la Iglesia Católica Romana pero no por las
Iglesias Reformadas. Para cada denominación cristiana, los libros por ella canonizados
son considerados normativos para su fe. La canonicidad es una declaración de
“suficiencia”.
Eso quiere decir que las denominaciones cristianas consideran los libros canónicos
“suficientes” para orientar la fe de los fieles. Son suficientes en lo que se refiere a la
revelación de las verdades fundamentales de la manifestación de Dios y la historia de su
pueblo , así como de su proyecto de vida y libertad para todas las personas.
Libros Apócrifos son aquellos que no están en el canon de la Biblia. Apócrifo es una
palabra griega y quiere decir “oculto”, “guardado”. Se usa esta terminología porque esos
libros, aunque hayan sido escritos en la época bíblica, no constan en el canon y son
presentados como una manifestación de Dios revelada después de haber quedado mucho
tiempo oculta. Los apócrifos del Segundo Testamento fueron escritos en tiempos
posteriores al primer siglo de la era cristiana. Quedaron pues ocultos por algún tiempo.
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Los libros apócrifos no pueden ser utilizados en la liturgia ni en la Catequesis, esto
es, en la lectura pública. Sirven, pues, para la lectura doméstica, particular.
Los siete libros llamados por los católicos como “deuterocanónicos” (Judit, Tobías, 1
y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc) son llamados “apócrifos” por los
evangélicos, porque no están en su lista de libros inspirados.
Los libros, llamados apócrifos tanto por los católicos como por los evangélicos, son
libros que no están en ninguna de las dos Biblias. Son atribuidos a alguna figura famosa
del pasado. Quiere decir que los autores de esos textos atribuyen a un patrono
importante de la historia pasada de su pueblo la autoría de su obra literaria.
Los libros llamados apócrifos tanto por los católicos como por los evangélicos
pueden no tener mucho valor histórico. Son útiles, sin embargo, para reconstruir las
creencias populares del judaísmo en la época de Jesús, así como de algunas corrientes
teológicas de la Iglesia primitiva.
1) Apócrifos judaicos:
2) Apócrifos cristianos:
Podemos concluir este punto diciendo que el canon que hoy tenemos en nuestra
Biblias es fruto de una selección. Fue preciso optar entre dejar afuera algunos libros e
incluir otros. Esa selección fue determinada por situaciones de conflicto en la Iglesia y de
debates teológicos acalorados. La intención principal fue seleccionar un conjunto de
escritos que sirviesen de guía al caminar de nuestra fe.
18. ¿Qué son los libros apócrifos tanto en el lenguaje católico como en el lenguaje
de las Iglesias Reformadas?
Por ejemplo, los libros que se refieren a la Ley de Dios, el Pentateuco, son atribuidos
a Moisés por la tradición judaica. Pero ninguno de esos libros trae información alguna al
respecto de quién sería el autor. Ninguno firmó como autor del texto. Aún así, todavía la
comunidad judaica atribuye a Moisés la redacción del Pentateuco (ver por ejemplo Jn 5,
46)
Pero Moisés no fue el autor de ese conjunto de Libros. Eso porque los especialistas
en el estudio de la Biblia llegaron a la conclusión de que la redacción de las escrituras
tuvo inicio en la época de Salomón. Siendo así, más o menos 300 años separan los
hechos ocurridos tres siglos atrás.
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¿Por qué entonces asociar el Pentateuco con Moisés? Ciertamente eso se debe al
hecho de tener a Moisés como el gran personaje que lideró la fuga de Egipto y el camino
a través del desierto. Además, la tradición antigua coloca la entrega de la Ley en el Monte
Sinaí, cuando Moisés estaba con el pueblo en el desierto. Consecuentemente, la tradición
posterior pasó a atribuirle a Moisés todo lo que tuviese que ver con la Ley. Y más aún.
Pasó a atribuir a Moisés la propia autoría de todos los escritos respecto a la ley.
Casi la mitad de los salmos son atribuidos a David que tenía fama de poeta y de
cantor. Además de eso, según los libros de las Crónicas, David fue el gran promotor del
culto en Jerusalén. Todo eso hace de David una figura íntimamente ligada a la oración.
Entonces se atribuye a él la autoría de los salmos, posiblemente en su homenaje.
Así también algunos libros sapienciales son atribuidos a Salomón, aunque hayan
sido compuestos muchos siglos después. Pero como Salomón era considerado el mayor
sabio de todos los reyes, se le atribuye a él la autoría de todo lo que tiene que ver con la
sabiduría.
Típico es el caso del libro del Profeta Isaías. De hecho, son tres libros atribuidos al
mismo autor pero escritos en épocas diferentes. La mayoría de los textos contenidos en
los capítulos 1 al 39 se refieren a Isaías que vivió en la segunda mitad del siglo VIII antes
de Cristo. En cambio, los capítulos 40 al 55 fueron escritos por discípulos y discípulas
suyos durante el exilio en Babilonia en el siglo 6 a. C. y por último, los capítulos 56 al 65
fueron agregados por la misma corriente de discípulos/as por el año 500 a. C., por lo tanto
después de la vuelta del exilio
En el Segundo Testamento sólo se tiene certeza de unas siete cartas de Pablo y tal
vez del Evangelio según Lucas, así como de los Hechos de los Apóstoles.
Los autores bíblicos deben ser considerados más como patronos o iniciadores de
una corriente de escritos. Así, Moisés es el patrono de todo lo que tiene que ver con la
ley. David es patrono de la poesía que se utiliza en el Culto y Salomón de los escritos de
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Sabiduría. Isaías, por ejemplo, es iniciador de una cierta corriente dentro del movimiento
profético. Sus dscípulos/as continuaron su obra.
21. ¿Por qué Moisés, David y Salomón pasaron a ser los “patronos” de la ley, la
oración y la sabiduría respectivamente?
22. ¿Con respecto a la autoría de los libros, qué es lo que consideran más
importante ustedes personalmente?
Nosotras y nosotros creemos que Jesús es Dios hecho hombre. La persona divina
de Jesús se despoja de la Gloria de su condición divina, tomando sobre sí nuestra
condición humana y asumiendo la situación de esclavo condenado a la muerte en cruz,
como nos dice Pablo.
El Evangelio de Juan define muy bien este misterio de la Encarnación cuando dice
que “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1, 14).
Así como los contemporáneos de Jesús sólo podían tener contacto con el Hijo de
Dios a través del Hijo del Hombre, nosotros/as también podemos tener contacto con la
Palabra de Dios a través de las palabras humanas que aparecen en la Biblia. Palabras
que recorren largos y sinuosos caminos. Vimos, por ejemplo, la autoría de los libros de la
Biblia, atribuyendo a personajes famosos, como Moisés, David y Salomón, palabras que
ellos nunca dijeron.
Debemos leerla con la naturalidad y el respeto con que leemos cualquier libro serio.
Pero siempre con las “antenas conectadas” para sintonizar lo que Dios nos quiere decir
hoy a través de su Palabra que está en la Biblia. Es por eso que la Palabra de la Biblia,
siendo Palabra de Dios en palabra humana, es siempre actual y exige de nosotros/as una
actitud constante de escucha y conversión.
De otra manera, podríamos también decir que Dios está en las palabras de la Biblia
porque Él está presente en la historia de su pueblo, y la historia de ese pueblo con su
Dios está relatada en las Escrituras. La Palabra de Dios viene amalgamada, o mejor
dicho, viene junto con la palabra humana. La Biblia no es solamente la historia de un
pueblo sino que es la historia de un pueblo que buscó vivir en fidelidad con su Dios, el
Dios de la vida.
La Biblia es la Palabra del Dios del pueblo en la palabra del pueblo de Dios
Las Escrituras son un fruto de una gran “mutirão” entre Dios y su pueblo,
entre la acción de su Espíritu y la voluntad del pueblo de ser fiel a Él. La acción del
Espíritu de Dios es como la lluvia. Cae de lo alto y junto con la tierra de aquí abajo,
ayuda a que las semillas germinen, florezcan y fructifiquen (Is 55,10-11). La planta
es, pues, fruto del cielo, es decir, de la lluvia, y es fruto de la tierra. Del mismo
modo, la Biblia también es fruto de la acción de Dios y del esfuerzo de las personas.
Ella es la palabra del Dios del pueblo en la palabra del pueblo de Dios.
Proyectos enfrentados
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Al ser también palabra humana, la Biblia contiene también la producción teológica e
ideológica de grupos y comunidades. Es normal, entonces, que la Biblia refleje de algún
modo los intereses de los grupos humanos que están por detrás de la literatura bíblica. El
pueblo de Israel también vivió sus dramas, sus conflictos internos. Había proyectos en
conflicto. Esa tensión se trasparenta en los escritos bíblicos. Por eso, conviene estar
atentos/as para descubrir las dos grandes líneas que aparecen en la Biblia: la oficial y
la popular. Son intereses teológicos, económicos y políticos distintos que se encuentran
en oposición. Estas dos líneas no están nítidamente separadas. No es fácil percibir con
toda claridad cuándo se trata de los intereses oficiales a partir de la corte real (línea
oficial) y cuándo se trata de las reivindicaciones populares fruto de la resistencia del
pueblo (línea popular). Es preciso estudiar los textos con cuidado para descubrir eso.
robo de tierras
saqueo de riquezas
esclavitud
Uno de los teólogos españoles, que ayudó a elaborar esta ideología, fue Juan de
Sepúlveda. Por detrás de esta ideología, estaba el proyecto de conquista de la Corte Real
de España.
Si, por un lado, tenemos los teólogos de la Corte, por otro lado, tenemos también
muchos misioneros que asumieron la defensa de las naciones indígenas, en nombre del
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Evangelio de la vida. Entre ellos, recordamos a Montesinos, Valdivieso y especialmente,
Bartolomé de las Casas.
Después del exilio en Babilonia, no hay más reyes en Judá, y los judíos están
sucesivamente bajo la dominación de los persas, griegos y romanos. En ese tiempo, son
los sacerdotes aquellos que monopolizan la Palabra de Dios. Antes, la palabra de Dios
pasaba por la profecía. Pero para ellos, en aquél momento, la Palabra no pasaba por la
profecía sino que pasaba por los levitas y sacerdotes, por el templo de Jerusalén,
subordinado a los persas (Esdras 7, 26).
Veamos cómo el profeta Zacarías critica a los profetas oficiales ligados al templo y
que sólo hablan mentiras (Zc 13,1-6). Esa crítica revela la amargura de los profetas
populares, desvinculados del templo y fieles a la Alianza, contra los levitas que se hacían
pasar por profetas. Y que, en ésa época, la casta sacerdotal promueve a los levitas,
colocándolos en el lugar de los profetas. Veamos como en un libro elaborado en este
período, los sacerdotes del templo, al narrar nuevamente la renovación de la Alianza del
templo del Rey Josías, colocan a los levitas en el lugar atribuido a los profetas.
Citemos algunos ejemplos para clarificar las dos líneas teológicas básicas
confrontadas en la Escritura.
Afirma que Dios es favorable a la opción Afirma que Dios condena la opción por la
por la monarquía (1S 9,15-16; 1S 10,1) monarquía (1 S 8, 1-18; 1 S 12,19)
Excluye a los extranjeros (Dt 23,4. Para Incluye a los extranjeros (Rut 1,16-17; Is 56,3;
profundizar: Esdras 9-10: Nehemías 13) Lc 10,30-37. Para profundizar: todo el libro de
Jonás y Hechos 8-10)
Obliga a las leyes de pureza exterior (Mc Coloca en su debido lugar los mandamientos
7, 1-5) de Dios (Mc 7, 6-13) y defiende la pureza de
corazón, libre de robos e injusticias (Mc 7,14-
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Excluye a las personas con deficiencias Incluye a las personas con deficiencias físicas
físicas (Lv 21, 17-21; Dt 23, 2) (Is 29, 18-19; 35, 5-6;56,3-5 Mt 11,4-5; Hch
8,26-40)
Dentro de sus objetivos, la Biblia, como proyecto de Dios, no contiene ni puede tener
errores. ¿Cuál es el objetivo fundamental de la Biblia? Revelar el propósito de Dios y su
presencia actuante en el Universo, en la Historia, en la Vida. Para comunicar su Proyecto,
Dios eligió un pueblo determinado, el pueblo de Israel, y le fue revelando su proyecto de
Vida gradualmente a través de la historia del mismo pueblo, de acuerdo con su cultura y
su cosmovisión, es decir, su visión del universo.
La comprensión de mundo que ellos tenían en aquél tiempo era muy diferente de la
nuestra hoy, como pueden observar en la figura que está más adelante. Por lo tanto, no
tiene sentido comparar la visión del mundo que se refleja en la Biblia con la visión que
tenemos hoy con el progreso de la ciencia.
Otro ejemplo es el caso del conejo y la liebre. Dice el libro del Levítico que el conejo
y la liebre son animales rumiantes (11, 5-6). ¿Quién de nosotros/as todavía puede creer
eso? Es, pues, un absurdo querer que todo en la Biblia esté de acuerdo con los avances
de la ciencia moderna. La Biblia tiene los límites de alcance de la ciencia del tiempo en
que fue compuesta. Nosotros/as podemos decir hoy que la Biblia contiene errores. Pero
eso no vale para la gente de aquél tiempo, cuando se creía que de hecho las cosas eran
de aquella manera.
Lo mismo debe ser considerado con relación a la moral y a las costumbres que
variaron a través de los tiempos. La sociedad va cambiando y hoy consideramos
intolerables hábitos y costumbres que eran aceptados con mucha tranquilidad en el
pasado. Ejemplos: en el pasado, la Iglesia aceptó y hasta legitimó la esclavitud Tenía
inclusive, esclavos También apoyaba la idea de que la autoridad en la sociedad, en la
Iglesia y en la familia debía estar bajo el mando de los varones, discriminando a las
mujeres.
5. ¿En qué sentido se puede decir que la Biblia “no tiene errores? ¿Puede
haber engaños o errores en la Biblia en cuestiones de historia, ciencia o costumbres?
Así como los libros de la Biblia no son libros de ciencia, tampoco podemos leerlos
simplemente como libros de historia. La Biblia es como un espejo en el que, a través de la
historia del pueblo hebreo, está reflejada la historia de la humanidad. Es por eso que
identificamos casi espontáneamente situaciones en las que el pueblo de Israel vivió con
situaciones que estamos viviendo hoy. Así también identificamos personajes de la Biblia
con personajes de nuestro tiempo como si Caín y Abel, Abraham y Sara, Moisés y el
Faraón, Jeremías y Amós continuasen en medio nuestro.
No todo lo que está escrito en los libros históricos sucedió del modo en el que está
narrado. Las Escrituras describen la experiencia de Dios que vive el pueblo. Son una
interpretación de la historia, la vida; no describen los hechos como si se tratara de una
película o una filmación.
Para entender estas diferencias es importante que tengamos presente que estas
historias recorrieron un largo proceso hasta quedar definitivamente en la forma escrita
como las tenemos hoy. Cada texto tiene su intención teológica. Son interpretaciones
diferentes y hasta contradictorias de los mismos hechos históricos, como ya dijimos más
arriba, cuando reflexionábamos sobre las grandes líneas que atraviesan toda la Biblia.
Hay, inclusive, una evolución en la reflexión teológica, como se puede percibir, por
ejemplo, en la atribución de los males que vienen en perjuicio del pueblo.
Un caso es el censo que el Rey David hizo ( 2S 24,1-15). En el versículo 10, se nos
dice que realizar el censo es pecado. Ciertamente es pecado, porque parecía querer
limitar el poder de Dios, a quien pertenece el poder sobre la vida de las personas.
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También es pecado, por proveer al rey del número de personas para poder explotarlas
mejor a través de los impuestos y para saber el número de hombres hábiles que podrían
reclutarse para la guerra (veamos el versículo 9). Cuando fue escrito este texto, se
pensaba aún que Dios era el autor del mal. Por eso dice en el versículo 1 que fue Dios
quien incitó a David para que hiciera el censo. Cuando siglos más tarde el mismo hecho
es contado nuevamente, ya hay una evolución en la reflexión teológica en Israel. Ahora el
mal ya no viene de Dios sino que viene de Satán (1Cr 21,1).
Del mismo modo el Segundo Testamento es una relectura del Primero a partir de la
experiencia de la resurrección de Jesús.
En el Génesis, en los capítulos 12 al 25, tenemos los primeros escritos que hacen
memoria de la vida de Abraham. Ya estos textos son ciertamente una adaptación de las
tradiciones populares sobre el patriarca. Durante muchos años, la memoria sobre
Abraham fue tradición oral. Recordaba el camino de los pastores seminómades en
épocas anteriores a la formación de Israel. Eran pobres y vivían lejos de la opresión de las
ciudades, en regiones semidesérticas. La redacción final de estos textos nos muestra la
memoria popular aún muy viva, y, al mismo tiempo, nos permiten descubrir los intereses
de la corte real en el tiempo de Salomón (siglo 10 a. C.). Son, por lo tanto, actualización y
relectura.
Una tercera relectura es hecha por los autores de la Carta a los Hebreos en el
Segundo Testamento. Todo el capítulo 11 es una reflexión sobre la historia del pueblo de
Dios a la luz de la fe. A los héroes del pasado la fe los hizo herederos de la promesa,
sirviéndonos como modelos de fe. Abraham es recordado en los versículos 8 al 19. Esta
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actualización está hecha para servir como luz al nuevo contexto. Para aumentar la fe de
las comunidades en Jesús Resucitado.
Como podemos ver, la Biblia es un libro que nació poco a poco. Nació de la vida de
un pueblo que hizo una experiencia especial de Dios presente en lo cotidiano.
Antes del texto escrito se da la experiencia vivida por las más diferentes personas y
en distintos lugares. Todos estos hechos se van contando y recontando. En un segundo
momento, la memoria viva se vuelve texto escrito.
Sobre los mismos hechos, fueron surgiendo diferentes tradiciones de acuerdo con el
medio donde eran narradas, recontadas y escritas. La manera de contar, en los palacios y
en el templo, era muy distinta al modo en que se narraban en el campo. Cada cual lo
hacía de acuerdo con sus condicionamientos, intereses, límites y horizontes.
Además de todo esto, la Biblia no describe una historia “fáctica” sino “intencional”. Es
decir que lo más importante no son los hechos en sí sino la intención que el autor quiere
transmitir. De modo que la pregunta más acertada que debemos hacer al texto bíblico no
es: ¿sucedió o no sucedió así? Sino más bien: ¿ cuál es la intención de quien escribió
este texto? O ¿qué es lo que el texto quiere decir? O aún más ¿Cuál es su mensaje?
Más que una historia de hechos, la Biblia contiene teologías de la historia. Son
diferentes maneras de percibir la presencia de Dios en los hechos, de sus maravillas en la
vida de su pueblo. Lo que le interesa es tomar el pulso a la presencia de Dios en las
venas de los acontecimientos. La comunidad israelita hace como pinturas y a veces
cuadros diferentes de una misma realidad. Así sucede con las dos pinturas de la creación,
en el inicio del libro del Génesis.
Usando otras imágenes para comparar las Escrituras, podemos decir que la Biblia es
como un larga vista. Si nos quedamos mirándolo simplemente, veremos un larga vista.
Pero si miramos a través de él, veremos el horizonte de otra manera, con otra
perspectiva. Así también es la Sagrada Escritura. Mirando a distancia, ella parece como
cualquier otro libro. Pero si miramos a través de ella, aquello que está por detrás de las
palabras, atrás de la lente de ese largavista, entonces percibimos su intención que es
revelar la presencia amorosa de Dios en la vida y en los acontecimientos.
Una cosa que nos deja asombrados/as en la Biblia es la facilidad y la frecuencia con
la que se dice que Dios aparece y habló con algunos personajes como Noé, Abraham,
Sara, Agar, Jacob, Rebeca, Moisés, Elías y tantos otros. ¿Será que apareció cara a cara
y habló con su voz? Ahora, sabemos que Dios no tiene cara y su voz no vibra en el aire.
Pero también sabemos que, para comunicar nuestras experiencias más profundas,
tenemos que usar imágenes. Nosotros/as, que tenemos fe, sabemos que Dios está
invisiblemente presente en nuestra vida, conocemos los trazos de su rostro y escuchamos
su voz, sobre todo, en momentos decisivos.
En una ocasión, una hermana preguntó a Fray Carlos Mesters: “¿por qué Dios
aparecía y hablaba tanto en la época bíblica y dejó de aparecer y hablar hoy?” Carlos le
preguntó a quemarropa: “¿por qué usted decidió ser religiosa?” Ella respondió: “porque
Dios me llamó”. Ella había percibido la voz de Dios en los acontecimientos de su vida.
El pueblo tiene razón cuando dice: Dios te oiga, Dios te guarde, andá con Dios, y
otras expresiones que manifiestan la presencia de Dios acompañando todos nuestros
pasos. Sólo podemos hablar de Dios a través de imágenes y figuras.
Nuestra manera de hablar hoy es muy diferente del lenguaje usado por los pueblos
de dos o tres mil años atrás en una realidad y cultura muy distintas de la nuestra. Si la
gente del pueblo de Israel de la época de Salomón leyera los versos de José Hernández
23
en el Martín Fierro, ciertamente tendrían dificultades para entender las costumbres, las
culturas, y el lenguaje de los gauchos de nuestra época colonial allá por el 1800. Ahora,
para un/a argentino/a, ya no habría tantas dificultades.
La misma cosa sucede con el lenguaje bíblico. Él era entendido por el pueblo de
aquella época. Para nosotros y nosotras, sin embargo es más difícil. Además de eso,
conviene recordar que no sólo el lenguaje sino también muchas veces el contenido nos
parece extraño. Esta dificultad es real, porque los contenidos bíblicos reflejan otra
realidad, otra visión de mundo, otra cultura, otro contexto, otro lugar. Todo eso queda muy
lejos nuestro, tanto en años como en kilómetros.
Hay muchos tipos de lenguaje entre nosotros/as. Por ejemplo, en derecho, cuando el
tema es la Ley, el lenguaje es claro y conciso. En cambio, la poesía usa metáforas,
símbolos. Una crónica es muy distinta de una carta. Una carta comercial no es igual a una
carta familiar. Una fábula es diferente de un relato histórico. El relator de un partido de
fútbol no usa el mismo lenguaje que el cómico que cuenta chistes.
Del mismo modo, hay muchos tipos de lenguaje en las Escrituras. En ellas
encontramos historias, leyendas, poesías, romances, parábolas, alegorías o
comparaciones, proverbios, oraciones, cantos, profecías, apocalipsis, relatos de vocación,
de milagros. Ya con esto nos damos cuenta que no podemos leer la Biblia al pie de la
letra. Es preciso interpretar cada texto conforme al lenguaje con el que fue expresado. La
Biblia tiene hasta fábulas, como aquellas de los árboles que hablan y resuelven elegir un
rey (Jueces 9, 7-15).
- Fábulas: Jc 9,7-15
- Parábolas: Mt 13
- Discursos: Dt 1; Mt 5-7
- Visiones: Am 7, 1-9
- Testamentos: Gn 49
- Cartas: Jr 29,1-14
- Biografías: Am 7,10-17
- Contratos: 1R5,15-26
- Leyendas etiológicas
- Génesis 19, 30-38: la rivalidad entre los israelitas y los pueblos de Amón y
Moab.
Prosa:
Poesía:
Como se puede ver en este capítulo, la riqueza de las formas literarias que aparecen
en los textos bíblicos es grande. Así se habla de diversas formas, estilos o géneros
literarios.
10. ¿Qué cosa te llamó más la atención con respecto al lenguaje bíblico?
11. ¿Qué tipo de lenguajes están presentes en el hablar del pueblo? ¿Cómo se
manifiesta el lenguaje simbólico?
12. ¿Cuáles son las principales formas de lenguaje usadas en nuestro día a día?
Cuando los libros de la Biblia fueron escritos, el arte de escribir era todavía muy
primitivo. Todos los libros bíblicos son manuscritos es decir, escritos a mano. El material
usado era el papiro, una especie de junco que crecía en las márgenes del Río Nilo, en
26
Egipto, y también en galilea, hasta el inicio del siglo 20. Sus hojas eran compactas como
una tela.
Otro material usado para escribir era el pergamino, hecho con piel de ovejas o de
cabras. El nombre viene de la ciudad de Pérgamo, en Asia Menor, actual Turquía. Allí se
preparaba este material.
La primera traducción de las Escrituras fue la traducción del hebreo al griego. Esa
traducción fue una respuesta a la necesidad sentida por los judíos, cuando se dispersaron
por Egipto y otros países. Se establecieron allí y por lo tanto sus descendientes ya no
hablaban hebreo, pues allí la lengua oficial era el griego. Fue necesario traducir el texto
hebreo al griego pues en el culto de las sinagogas las Sagradas Escrituras eran el centro.
Toda la vida del pueblo judío fue siempre marcada por la Biblia, el corazón de su historia.
La traducción de las Escrituras al griego fue famosa y se llamó Septuaginta o Traducción
de los Setenta porque según la tradición ella fue hecha por 70 sabios judíos a partir del
siglo 3 a. C.
Con la llegada del cristianismo a las regiones del imperio romano donde no se
hablaba el griego, como el Norte de África, Oeste y Norte de Europa, fue necesario
traducir la Biblia griega al latín.
Las versiones latinas de la Biblia fueron surgiendo a fines del siglo 2 d. C. Varias
versiones surgieron. Eran traducciones hechas a partir del texto de los Setenta, versión
griega de las Escrituras. Los traductores dominaban poco el Latín y menos aún el griego,
por lo que traducían, muchas veces, al pie de la letra.
Jerónimo y la Vulgata
La imprenta fue inventada por Gutenberg en 1450 y el primer libro que se imprimió
fue la Biblia en el año 1455.
13. ¿Qué es la Biblia conocida como Septuaginta? ¿Cuándo y por qué surgió?
Es preciso notar que los títulos y subtítulos de los capítulos varían en las distintas
traducciones. Eso se debe al hecho de que no forman parte de los textos originales de la
Biblia, pero son obra de quien realiza la traducción. En los distintos títulos, podemos
percibir varias tendencias. Es que ninguna traducción es neutra, y la diferencia entre los
distintos títulos de un mismo texto refleja la interpretación del texto por cada traductor a
partir de sus condicionamientos y opciones. También se trata de una interpretación; por lo
tanto, es recomendable no tenerlos muy en cuenta.
Para facilitar las citaciones de los textos bíblicos, se estableció una abreviatura para
cada libro de las Escrituras, con dos o tres letras, como se puede confrontar en el cuadro
siguiente o en las primeras páginas de sus Biblias, donde se puede encontrar la lista de
los libros bíblicos, así como las abreviaturas de cada uno. Desde ahora en adelante,
usaremos solamente las abreviaturas de las citas bíblicas, conforme al siguiente cuadro:
Nosotros adoptamos la siguiente forma abreviada para los títulos de los libros
bíblicos:
Génesis Gn Amós Am
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Éxodo Ex Abdías Ab
Números Nm Miqueas Mi
Deuteronomio Dt Nahúm Na
Jueces Jc Sofonías So
Rut Rt Ageo Ag
Samuel 1 S, 2 S Zacarías Za
Reyes 1 R, 2 R Malaquías Ml
Nehemías Ne Lucas Lc
Tobías Tb Juan Jn
Job Jb Gálatas Ga
Eclesiástico Si Tito Tt
Jeremías Jr Hebreos Hb
Oseas Os Apocalipsis Ap
Joel Jl
Para interpretar una cita, como por ejemplo Mt 3,15b; 6,1-2.33s, precisamos saber
qué sentido se le da a la coma, a la “b”, al punto y coma, al guión, al punto y a la “s”.
Vamos por partes.
El punto y coma separa capítulos y libros. Las citas Gn 5,1-7; 6,8; Ex 2,3 se leen
así: Génesis, capítulo 5, versículos del 1 al 7; capítulo 6, versículo 8; libro del Éxodo,
capítulo 2, versículo 3.
Las letras “s” o “ss” son usadas para el versículo “siguiente” o “siguientes”. La cita:
Lv 25,23s; 26,44ss, por ejemplo, se lee de este modo: Levítico, capítulo 25, versículo 23 y
siguiente. La segunda cita debe ser leída de la siguiente forma: Levítico, capítulo 26,
versículo 44 y siguientes, es decir, hasta el final del capítulo.
También podemos encontrar citas como ésta: Gn 1,1-2,4ª. ¿Qué significan las letras
“a”, “b”, o también a veces “c”? Quiere decir lo siguiente: Génesis, capítulo 1, versículo 1
hasta el capítulo 2, versículo 4 “primera parte”. La segunda parte del versículo 4 no forma
parte de esa cita bíblica. Cuando aparece la letra “b” quiere decir “segunda parte”. A
veces, aparece también “c”. En este caso, el versículo fue dividido en tres partes, siendo
que la tercera parte corresponde al “c”.
Por un lado, el Primer Testamento se refiere con mucha frecuencia al pueblo israelita
como pueblo de Dios o pueblo Elegido. Por otro lado, insiste también, en que ese pueblo
tiene una misión universal.
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La Elección divina no La promesa hecha a Abraham de ser una bendición
es privilegio. Es para todos los pueblos debe extenderse a todas las naciones
compromiso. La misión de la tierra (Gn 12,3; 18,18; 22,18, 26,4; 28,14). De acuerdo
del pueblo Elegido es a la profecía del libro de Isaías, Israel debe ser la luz de los
ser Luz de los pueblos (Is 42,6; 49,6; 60,3). En las Escrituras, elección no
pueblos. es privilegio sino, es misión y responsabilidad.
Dios está presente y actuante en la historia de todos los pueblos, por lo tanto,
también en la historia de nuestro pueblo. ¿No es verdad que Él es el creador de todas las
cosas y de todos los pueblos?
Veamos, por ejemplo, lo que dice Pablo en Hechos de los Apóstoles (Hc
17,22-28)
El profeta Amós ya había dicho que Dios no cuidaba sólo de Israel: “Israelitas, ¿no
son para mí como los cusitas?’ Oráculo del Señor: ‘Acaso no hice salir a Israel del país de
Egipto, como a los filisteos de Caftor y a los amorreos de Quir?” (Am 9,7).
La historia de los señores del mundo está registrada en “…Yo habito en una
la literatura oficial, enseñada en las escuelas, celebrada en altura santa, pero estoy
las fechas oficiales, grabada en los monumentos, recordada con el oprimido y
en los nombres de plazas y de calles. humillado, para reavivar
los espíritus humillados,
Dios no quiso revelarse en los palacios ni siquiera para reavivar los
en los templos. Sino que optó manifestarse en la vida de corazones oprimidos.”
un pueblo que fue esclavo en Egipto, que anduvo por el (Is 57,15)
desierto y enfrentó grandes dificultades para
organizarse en la tierra de Canaán. Después de una bella convivencia en la época
de las tribus, pasó por la fracasada experiencia de la monarquía, luego el exilio en
Babilonia, finalmente fue dominado y oprimido sucesivamente por varios imperios y
en esas condiciones Jesús, el Hijo de Dios, se encarnó.
32
En este sentido Jesús ora: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber
ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido” (Mt 11,25-26).
Podemos decir que la historia de la Biblia es universal porque se trata de una historia
concreta, estrechamente ligada con la vida. Y no hay nada más universal que la vida.
Donde la vida se manifiesta, allí el mismo Dios está revelándose. Donde la injusticia
aprisiona la vida, allí se manifiesta la indignación de Dios.
Al hablar de los pueblos paganos, el apóstol Pablo afirma que Dios se reveló
también a ellos. Dios no excluyó ninguno de los hijos e hijas de su amor, de su revelación.
Leamos Rm 1,18-23
No fue fácil para los estudiosos hacer una “cronología” bíblica, o sea, situar los
acontecimientos narrados en la Biblia en el calendario de la historia oficial. Por ejemplo,
las historias de Moisés y del Éxodo son los hechos más importantes de la historia del
pueblo de la Biblia. A pesar de eso, no están registrados en los archivos del imperio
egipcio, en donde ya tenían un grado relativamente elevado de civilización y una
burocracia muy bien montada. Los encuentros de Moisés con el faraón, cuyo nombre la
Biblia omite, parecen encuentros extraoficiales, sin ningún protocolo que las audiencias
con los jefes de estado siempre exigieron.
Todo esto nos indica una universalidad que hace que los hechos, las personas y las
situaciones, aún siendo bien concretas, reciban una carga simbólica muy grande. De esa
forma, sobrepasan los límites de la experiencia particular, esto es, adquieren cierta
trascendencia. Nos proyectan más allá de sus fronteras históricas y geográficas. Es como
si Moisés, el faraón, la opresión de Egipto, el clamor del pueblo, el sueño de liberación se
reprodujeran en nuestra realidad de hoy en América Latina, así como en la de todos los
pueblos y en todos los tiempos.
6. ¿Qué nos dice el hecho que tantos y tan diferentes pueblos rindan culto al mismo
Dios bajo formas tan distintas?
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7. ¿Qué rescatás como importante sobre el tema de la universalidad de la
revelación?
Es del pueblo
Si la Biblia es del pueblo, ¿por qué las autoridades eclesiásticas la mantuvieron tanto
tiempo fuera de su alcance? En este sentido, fue importante la reforma del siglo 16.
Lutero, por ejemplo, tradujo la Biblia al alemán. De ese modo, los fieles, que no sabían
latín, tenían acceso directo a las Escrituras.
En los últimos 40 años del siglo 20, hubo, también en el mundo católico, un gran
interés por parte de las comunidades en leer y estudiar la Biblia. Especialmente en las
comunidades eclesiales de base, el pueblo se reapropió de este libro sagrado que
siempre le perteneció.
Junto con Dios, el autor de la Biblia es el pueblo. De la gran mutirão, también Dios
forma parte. Pero el pueblo cumple un papel importante en esa mutirão.
34
Generalmente, los escritos populares se sumergen en el anonimato. De muchas
canciones no se sabe el nombre del autor. Es como si los autores populares, en la
convicción de que apenas están traduciendo los sentimientos comunes, retiraran su
nombre y renunciasen a los derechos de autor.
Hay libros en la Biblia que son de alta literatura y salieron de la pluma de verdaderos
genios. El sueño de algunos poetas era traducir el libro del Cantar de los Cantares que lo
consideraban una obra prima de la literatura de todos los tiempos. El libro de Job es una
verdadera joya literaria. Así también las profecías de Isaías y la mayor parte de los
Salmos. Sus autores están identificados con el pueblo. El contenido de sus obras está en
la perspectiva popular, en defensa de la vida del pueblo oprimido.
No es correcto imaginar que los autores bíblicos fueron personas que se aislaron en
sus escritorios y, delante del sus computadoras, redactaron los libros. Tal vez así suceda
con algunos escritores de hoy.
Pero con los escritos de la Biblia no fue así. Los textos bíblicos, antes de ser
escritos, fueron memoria oral durante mucho tiempo. Unos más que otros. Antes de
trasformarse en texto escrito, la experiencia de Dios era contada, celebrada y actualizada.
Poco a poco, esa memoria oral fue puesta por escrito. En todo ese proceso, muchas
personas, hasta generaciones enteras, dieron su contribución. De hecho, la Biblia es un
libro que es fruto de una gran mutirão.
Leamos Ex 3,7-10
Nos referimos de modo especial a la multitud de personas marginadas y excluidas
cada vez más en el sistema neo-colonial. En el capitalismo salvaje en que vivimos, el gran
ídolo es el lucro del mercado competitivo, sin frenos ni límites, arena en la cual las fieras
brutales del capital desenfrenado despedazan a las víctimas, que parecen no tener
derecho a la vida por no ser productoras o consumidoras. Y son ellas las destinatarias
privilegiadas de la Biblia.
35
Para continuar la reflexión
8. ¿Qué podemos decir de la afirmación: “la Biblia es una obra elaborada en una
gran mutirão?
10. Conocés alguna obra literaria de hoy que sea fruto de una mutirão popular?
¿Cuál?
La historia del pueblo de la Biblia tuvo como palco principal una pequeña región en
relación al tamaño del nuestro planeta y aún en relación con el tamaño de nuestro país.
Es similar a Tucumán, la provincia más pequeña de Argentina.
- Esto quiere decir que Palestina es, más o menos, 150 veces menor que Argentina.
En el conjunto del planeta, no pasa de una pequeña porción de tierra entre el Mar
Mediterráneo y el Desierto Siro-arábico.
Antes que sigamos, conviene recordar algunas informaciones sobre los nombres
dados a esa tierra a lo largo de la historia:
- Antes de la formación del pueblo de Israel, es decir, más o menos hasta el 1250
a.C., esta tierra era llamada Tierra de Canaán. Allí vivían los pueblos cananeos.
- En el 931 a.C., tras la muerte del rey Salomón, se dividió el reinado. La parte norte
fue conocida como Reino de Israel. Y la parte sur fue llamada de Reino de Judá.
- Las tres provincias más recordadas en el Segundo Testamento son: Judea al sur;
Samaría al centro y Galilea al norte.
- Hoy en día, existen tres Estados en esa región: uno es el Estado Árabe de Jordania
(en parte ocupado por Israel desde 1967). El otro es el Estado de Israel, formado por
judíos y árabes. El tercero es el Estado Árabe de Palestina, previsto por la ONU
(Organización de las Naciones Unidas) desde 1948 y que está siendo implantado con
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muchas dificultades desde 1996.
Esta localización estratégica, la hacía paso obligado, tanto para el comercio, como
para la guerra entre los pueblos de estos tres continentes. Era la puerta para los europeos
que venían por el mar y la unión terrestre entre Egipto y Mesopotamia, que fueron la cuna
de las más antiguas civilizaciones. Cualquier desequilibrio o conflicto entre estas grandes
civilizaciones repercutía necesariamente en la Tierra de Israel, con consecuencias
muchas veces trágicas.
- al ser de Dios, entonces todos tienen derecho a la tierra. Por lo tanto, derecho de
uso y no de propiedad, pues la tierra pertenece solamente a Dios (Lv 25,23).
Al mismo tiempo que vamos leyendo cada uno de los siguientes puntos, busquemos
estas informaciones en los mapas. Vamos por partes.
a) La llanura litoral
A lo largo de esta franja litoral, pasaba una de las rutas que unía Egipto con
Mesopotamia.
b) La meseta central
- más al sur, las montañas de Judá, que a partir de la dominación de los persas
(539-333 a.C.) será llamada Judea.
Los montes que se destacan son: Hermón, de 1208 mt. de altitud, Tabor, de
588 mt., Garizim, de 880 mt., Ebal, de 940 mt., Sión, sobre el cual estaba Jerusalén,
de 770 mt. de altitud.
Las regiones desérticas se amplían en torno del mar Muerto, en la mitad sur del valle
del Jordán y extendiéndose en el Négueb, al sur.
La depresión del río Jordán es la más profunda del planeta. En ella se encuentran:
- el mar Muerto,
- el valle de Arabá
Por este lago pasa el río Jordán que nace en lo alto de las montañas del Líbano. El
valle del Jordán es una región desértica, entre el lago de Genesaret y el mar Muerto. Allí
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existen algunos oasis, como el de Jericó. Después de numerosas curvas, el río Jordán
desemboca en el mar Muerto.
El mar Muerto tiene 76 kilómetros de largo por 17 de ancho, quedando a 392 metros
bajo el nivel del mar. Se llama Muerto porque no ofrece condiciones de vida, pues sus
aguas son 6 veces más saladas a la de los océanos.
d) La meseta transjordánica
Gn 22,19 Jc 6,2
Gn 32,11 Jc 16,1
Gn 32,23 2S 15,10
Gn 35,1 1R 18,19
Gn 37,12 1R 21,1
Is 65,10
11. A pesar de ser un territorio pequeño, ¿por qué esta tierra ocupa un lugar
estratégico en la región?
12. Para el pueblo de Israel, la tierra prometida tiene un profundo sentido religioso.
Comentar esa cuestión a partir de Lv 25,23; Jc 24,2-13; Sal 24,1-2; Is 66,1-2.
Todas las personas están condicionadas por el medio en que viven. Por ello, existe
cierta dificultad para entender las actitudes, los hábitos, el comportamiento de quien vive
en otro ambiente. Por ejemplo, la vida en el campo es muy diferente de la vida en la
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ciudad. Es más, las costumbres de los pueblos indígenas o africanos son muy diferentes
de los hábitos europeos.
Así también sucede con las Escrituras. Para entender el contenido de la Biblia, es
preciso hacer un esfuerzo de análisis de la realidad: la situación económica, política,
social y cultural-religiosa del período en que el texto fue escrito. O aún del período a que
se refiere el texto, ya que casi todos los textos bíblicos fueron escritos después de haber
sucedido los hechos y haber sido transmitidos oralmente durante mucho tiempo. Es
bueno tener presente, por ejemplo, que los acontecimientos descriptos en el Pentateuco
fueron escritos ( tal como los tenemos en la Biblia) mucho tiempo después de haber sido
vividos. Notaremos como todo esto se trasluce en el propio texto.
Sin duda, no tenemos que olvidar que la casa no era sólo lugar de consumo, sino
también de producción: era la labra, la oficina y la pequeña “industria” doméstica (pan,
queso, calzado, ropa, vino, aceite, etc.). Allí la mujer tenía un papel muy importante.
La lectura bíblica hecha con ojos de mujer enfatiza los papeles de las mujeres y de
otros marginados; critica la mentalidad patriarcal que forzosamente ve a quien no es
varón como personaje secundario y dependiente.
Hay una perspectiva de la mujer en cualquier asunto que surge en los textos; unos
mostrarán la importancia de la mujer en la historia del pueblo, como el de las parteras (Ex
1,15-22); otros el prejuicio patriarcal con relación a las mujeres, como la hija de Jefté (Jc
11,29-40) que es ofrecida como sacrificio humano.
Así como geográficamente el pueblo de la Biblia ocupa una parcela muy pequeña de
nuestro planeta, también históricamente, ocupa un período muy corto de tiempo.
La historia del pueblo de la Biblia comienza con Moisés y los acontecimientos del
Éxodo. Las narraciones sobre Abraham y los patriarcas pertenecen a una época cuando
el pueblo como tal todavía no estaba formado; se habla solamente de las familias de los
patriarcas que andaban errantes por aquellas tierras.
Ahora bien, la historia de Moisés se desarrolla durante la 19º dinastía de Egipto, que
va del año 1304 al año 1184 a.C. Esto quiere decir que, cuando comenzó la historia del
pueblo bíblico, la historia de la humanidad ya había avanzado mucho. Existía la
agricultura y la ganadería; se contaba con algunos avances metalúrgicos y ya existía la
escritura. Había grandes ciudades y Egipto era un imperio poderoso. En términos de
historia, la Biblia se subió en medio del viaje; viaje del cual nosotros/as formamos parte
porque somos parte de la historia humana y del Pueblo de Dios.
- reino dividido (931 a 587 a.C.): Israel al norte (931 a 722 a.C.) y Judá al sur (931 a
587 a.C.),
30 d.C.
TRADICIONES ORALES EN LAS PRIMERAS COMUNIDADES
SURGEN LAS PRIMERAS COLECCIONES ESCRITAS
(muerte-resurrección, parábolas, milagros, discusiones de Jesús)
50
1 Ts – Flp
1-2 Cor
Ga – Rm
Flm
60
Hb Ap 4-11
70 Mc
2 Ts
80
Mt – Lc/Hch
Col – Ef 1P
90 St
Judas
100 Jn Ap
1-3 Jn
110
1-2 Tm 2P
120
Observación: las flechas indican que el proceso de transmisión de las tradiciones orales y de las colecciones
escritas tuvo continuidad en los años siguientes.