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En Éxodo 3, Dios llama a Moisés a solas a través de una zarza que ardía. Este fue el
primer encuentro de alabanza de Moisés. Algo muy interesante es que vemos como
Moisés fue cambiado de ser un hombre de dudas y excusas a ser un hombre firme en
crecimiento y obediencia de la voluntad de Dios.
¡Entiende esta verdad adorador!, antes que nada eres Su niño (a). Así como un niño
busca a su padre terrenal para que le provea, nosotros buscamos a nuestro Padre
celestial para una eterna dependencia de Él. Cuando establecemos nuestra identidad en
Cristo, permitiéndole que absorba nuestro ser; Dios renueva nuestras mentes,
transforma nuestros sentidos y moldea nuestra voluntad. (Ro. 12:2). Mientras somos
cambiados, nuestros deseos y prioridades cambian, incluso nuestro deleite en Él
también cambia.
“La verdadera esencia de una alabanza viva será el cambio de la gente en instrumentos
transformados por la gracia y libertad de Dios para el mundo”
En los momentos en que te sientes menospreciado en tu equipo o es difícil el no subir a
ministrar, recuerda cuál es tu identidad; se trata de quién eres en Cristo no en lo que
haces por Cristo.
Dios trabaja Su ministerio a través de ti para impactar a otras personas. Tú eres valioso
para Dios y Él te enlistó para que sirvas, no basado en tus méritos, sino en Su gracia.
A Dios le agrada una actitud de servicio como vía para ayudar a otros a alabar. Aparte
de tu posición en el ministerio, tu servicio en la iglesia, e incluso tu talento, tu identidad
debe estar cimentada primero en Cristo. Es nuestra labor buscar y seguir la voluntad de
Dios. Como dice Proverbios 3, Él guiará nuestros caminos. Cuando le dejamos
guiarnos, somos confortados con Su presencia y somos conscientes de que cada uno
somos instrumentos de Su gracia.