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Devocionales

Más que un líder de alabanza

Independientemente si estás o no arriba (en la plataforma, el altar), primero eres


adorador, y después eres líder. Dios te llamó a ministrar siempre y a guiar a su pueblo
en adoración. Esto es muy importante: Él te llamó, por tanto eres de Él (Is. 43:1).
Aparte de pertenecer al equipo de alabanza, eres mucho más en tu identidad de lo que te
has dado cuenta.

En Éxodo 3, Dios llama a Moisés a solas a través de una zarza que ardía. Este fue el
primer encuentro de alabanza de Moisés. Algo muy interesante es que vemos como
Moisés fue cambiado de ser un hombre de dudas y excusas a ser un hombre firme en
crecimiento y obediencia de la voluntad de Dios.

Moisés es un adorador de Dios. Mientras más se acerca a Dios, descubre más de Él y


eso le permite ir más allá de sí mismo. No es por la habilidad de su equipo de
colaboradores (staff), ni por la inmunidad de sobrevivir como Aron, ni por los milagros
mismos, sino que Moisés empezaba a entender que su identidad dependía
completamente en el Señor, su Dios.

El segundo encuentro de alabanza sucedió cuando Moisés sobresalió entre la gente.


Dios llevó a cabo su obra y habló Su Palabra a través de él. Incluso la gente estaba
consciente de la compasión y misericordia de Dios, más allá de los milagros y el
mensaje.

Lo que hizo único al liderazgo de Moisés fue su humildad y vulnerabilidad delante de


Dios y los hombres. Desde su llamamiento, Moisés tuvo la habilidad para liderar las
multitudes, ya que comprendió su dependencia de Dios.

Cuando inicié en el ministerio de alabanza, me sentí desconectado e incluso en un lugar


aparte. Algunas veces, me preguntaba si estaba en el camino correcto. La verdad es que,
si dejamos nuestro yo y nuestras ambiciones delante de Cristo, nos estableceremos
sobre otro fundamento que sufrirá pérdidas (1 Cor. 3:10-12).

¡Entiende esta verdad adorador!, antes que nada eres Su niño (a). Así como un niño
busca a su padre terrenal para que le provea, nosotros buscamos a nuestro Padre
celestial para una eterna dependencia de Él. Cuando establecemos nuestra identidad en
Cristo, permitiéndole que absorba nuestro ser; Dios renueva nuestras mentes,
transforma nuestros sentidos y moldea nuestra voluntad. (Ro. 12:2). Mientras somos
cambiados, nuestros deseos y prioridades cambian, incluso nuestro deleite en Él
también cambia.

No importa si estamos en el equipo de alabanza o alabamos entre los miembros de la


iglesia, somos instrumentos de Su gracia. ¿Sabías que dirigir o ser dirigido en la
alabanza son parte de lo mismo, porque implica relacionarse?, me encanta esta frase de
Jack Hayford.

“La verdadera esencia de una alabanza viva será el cambio de la gente en instrumentos
transformados por la gracia y libertad de Dios para el mundo”
En los momentos en que te sientes menospreciado en tu equipo o es difícil el no subir a
ministrar, recuerda cuál es tu identidad; se trata de quién eres en Cristo no en lo que
haces por Cristo.

Dios trabaja Su ministerio a través de ti para impactar a otras personas. Tú eres valioso
para Dios y Él te enlistó para que sirvas, no basado en tus méritos, sino en Su gracia.

A Dios le agrada una actitud de servicio como vía para ayudar a otros a alabar. Aparte
de tu posición en el ministerio, tu servicio en la iglesia, e incluso tu talento, tu identidad
debe estar cimentada primero en Cristo. Es nuestra labor buscar y seguir la voluntad de
Dios. Como dice Proverbios 3, Él guiará nuestros caminos. Cuando le dejamos
guiarnos, somos confortados con Su presencia y somos conscientes de que cada uno
somos instrumentos de Su gracia.

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