Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
t44 145
F. Cardini) mandar leerla en público a sus fieles6: inauguraba así de arriba,y La intención no se disimula. Todos los texros que cons-
una de las tradiciones más fomentadas, tanto en círculos ortodo- tituyen, e o nuestros archivos, la prime ru ola de las poesías euro-
xos como heterodoxos, y que llegaúa un día a Lutero. En este ám- Peas proceden de algunos grandes monasterios o del entorno real.
bito se desarrolló muy pronto una poesía, como la del Hel'iand O bien se inscriben en el movimiento de renov ación litúrgi ca y
saj6n, hacia el año 830, o la Eulalia picarda, medio siglo más tar- musical que atraviesa los siglos, desde finales del siglo VIII hasta
de. Las exigencias de la polític a carolingia llevaron a los prínci- el xu. Así, el Georgslied de Reichneau (tingüísticamenre, un col-
pes a mandar redactar en lengua vulgar algunos alistamientos co- mo de anificio), el Saint Léger franco-occitaoo, el Alex,i,s nor-
lectivos: fórmula de Soissons hacia el año 785, versiones roman- mando o, más tarde, el R'itrn,o italiano sobre el mismo sanro. Una
ce y fráncica de los Juramentos de Estrasburgo, €o el 842. El rey floración parecida se produ cká en Escandinavia, incluso en Is-
de §7essex, Alfredo,d partir del 870, gue, habiendo ordenado tra- landia, a §artir del siglo xII, si no ya del xt, siguiendo a los pri-
ducir a Orosio y Gregorio el Grande, manda red actar por escrito meros misioneros cristianos. O bien los poemas escritos contri-
sus Leyes, preocupado por la descomposición de la culturalatina buyen a agrupar en torno al rey a la comunidad de sus fieles, exal-
bajo los golpes de los vikingos. La lengua vulgar se beneficia de tando un pasado heroico, como lo hacen el Hildebrandslied y el
esas experiencias hasta el extremo de que el anglosajón será dos Beoutalf , quizá las más antiguas canciones de gesta fruncesas; de
siglos más tarde la prim era lengua europea en tener (medianre, otÍa maner a, lo hace tambi én la Crón,ica anglosajona, comen zada
las plumas de Aelfric, de §Tulfstan) una prosa de a,rte, Lo que hacia el año 890, estando en el mando el rey Alfredo (y qre se
ocurre es que siempre el factor decisivo inmediato del paso a La prolon gará hasta IL54), o la traducción, en la misma época, de
escritura fue Ia intención de registrar un discurso previamenre la Histor'ia eccles'iast'ica de Beda, o incluso el Luduti,gslied que ce-
pronunciado, o de prepa rar un texto destinado a la lectura pú- lebra la vict oria de Luis III sobre los vikingos en Saucourr, en el
blica o al canto en distintas circunstancias. La escritura sólo eta año 811, en el otro extremo de Europa, tenemos Ios Arunales rc-
un relevo provisional de la voz. dactados en Kiev en el siglo x y retomados en las Cróru,icas ra-
Dentro de estos mismos límites, la puesta por escrito cons- sd,s del XIII.
tituye un hecho histórico de suma importancia, el que se remon- Primera apaúción en nuestro horizonte de una poesía y de
ta sin duda todo lo que, todavía ayet, constituía nuestra moder- relatos conmemorativos aproximadamente formulados en la len-
nidad. La voz es el Otro'de la escritu ra; para fun dar su letigimi- gva viva común: testimonios imperfectos e indirecros de la pre-
dad, asegurar a Largo plazo su hegem onía, la escritura no debe sencia de una voz. Sigue, cronológicamente, en tierras galo-ro-
echar de golpe a ese otro, sino primeramente dar testimonio para mances y germ ánicas un eclipse, aparente silencio de dos o rres
con é1 de curiosidad, solicitar su deseo a la vez que manifestar siglos. Se desencadena entonces Ia segunda oleada de escritura
una incertidumbre a este respecto: saber más de é1, acercarse a poética en len gua vulgar ruprur a hasta nuesrros
é1 hasta los límites que marca un censor invisible. Pero el Otro
-sin ,Cistinto que la prim era.días.
segunda.ole ada lleva un sentido
Esta
Más que
va a instalarse en el papel que se le des igna, va a reivindicar su acercamlento y domesticación, es enfrentamiento y conquista. El
propia verdad, invertida. Reacción de defensa de la voz poética, sernl.o ualgar'is,los clérigos lo saben y 1o repiten desde hace si-
sumisión a los valores propios y que parecen propios de la es- glos, €s fruto y raíz al mismo tiempo de una cultura salvaje, oo
critura latina; absorción de La sabidu ría y de los rasgos mentales oficial aunque omnipresente, hecha de sedimentaciones oscuras
que ésta transporta. Esta autocolonización funcional que se es- acumuladas desde el neolítico, poderosa mixtu ra <<campesina» (es
boza desde los primeros textos, se revelatá en el transcurso de decir, pagana) de recuerdos iberos, celtas, germanos, de creen-
los siglos XII y XIII. cias, de prácticas, un arte con el que la tradición latina, eclesiás-
Hasta el siglo XI, la iniciat iva escritu aria siguió procediendo tica y escolar, se ve obl igada a componer, por no haber podido
extirp ar bajo La curación de paganismo o de herej ía. Ahora bien,
6 Flori, pá5. 160. a partir de los siglos XI, xII y XIII, según los sitios, esra cultura
r46 t47
popular, hasta entonces recluida en los bastidores del teatro del sus La1ts, pero también decenas de hagiógrafos y de autores de
Orden (político, social, moral), entra con estrépito en escena y cuentos, remiten así a 1o que, a sus ojos y aI oído del público, es-
obliga a los letrados a un prodigioso esfuerzo de invención para tablece la autoridad de su discurso, una tradición, un relato adi-
tratar de racion alizar un poquito. Su instrumento más poderoso cional, uo rumor. Según Ia tesis, vigorosamente sostenida de
en esta empresa es Ia escritura; y ésta, pronto o tarde, se libera B. Stock, el <<iletrado>> pertenece con frecue ncia a alguna «comu-
de su más pesado estorbo vocal que sigue pesando sobre ella: el nidad textual>> en virtud de las referencias que la existencia le
verso. De ahí la difusión, en los siglos XIII y XIV, de una prosa obliga a hacer a tal o cual relato (aunque no tenga directamente
narrativa, luego en el XV, La reescritura prosaica de los antiguos acceso a él) y de la autoridad que le reconoce.
relatos er, ,r.Áo, el Erec de L454, el Tr'istán alemán de t484, el Litteratus e 'illitteratus hacen así menos mención a individuos
Perceual de 1530 y munerosas <<novelas>> hechas de recopilacio- tomados en su totalidad que a niveles de cultura que pueden coe-
nes de cantares de gesta. xistir (coexisten con frecuencia) en el seno del mismo grupo, in-
En adelante se debilita la función exclus iva reserv ada a las cluso en el comportamiento y l,a mentalidad del mismo indivi-
tradiciones orales de transmisión de los conocimientos en el seno duo. El iletrado parte <<analfabeta>> de mí, de ti, de la socie-
del grupo social; se debilita hasta que rápidamente se disipa La dad entera- dom -laina menos palabras y menos cantidad de ellas,
ilusión enciclopédica que sostenía esta función (pues, por limi- pero está, en cambio, más cerca de ellas; por eso, sin duda, como
tados que fuesen, los conocimientos así salvados cubrían el cam- la <<letra>> misma del Evangelio, se inclina ante é1, conviene ha-
po entero de la experienc iu) . El campo de las tradiciones orales cer triunf ar en sí mismo el arualfabetis?n,o para asegurar nuestra
se reduce, se fragmenta, a la latga se matgina, pero no en bene- salvación: Francisco de Asís entendió <<literalmente>> esta metá-
ficio de otro enciclopedismo. A pesar de algunas apariencias y de fora y rcchazó la curios'itas de los libros 8.
un globalismo triunfante en los escolásticos hacia 1250-1280, el Bujo Ia pluma o la enseñ anza de los doctos, se inició una teo-
espacio así liberado es progresivamente ocupado por <<ciencias>> ría en el siglo IV, que tomó forma en Isidoro y Gregorio el Gran-
discontinuas, e o número creciente, por o para las cuales el hom- de, cru zando la época medieval hasta los versos conocidísimos de
bre crea un len guaje, abstracto, comprometiendo cada vez menos Villón: a los cultos, la escritura, a los analfabetos, las imágenese;
la realidad del cuerpo. 'intueri (<<descifrur con los ojos y penetrar»> el texto) contra con-
f)entro de todas estas mutaciones, ¿qué es un <<letrado>>? Paru templar'i,, según los términos de una resolución del sínodo de
Huguccio da Pisa, en sus Magnae der'iuationes, a finaLes del siglo Arras, en 1205, gu€ parece excluir toda situación intermedia 10.
xII, retomadas cien años más tarde en el Catholicon de Giovanni El cristianismo occidental no comparte ni las tendencias icono-
Balbi, dicitur I'i,tteratas qai ex arte de rude aoce sc'it forrtare lit- clastas de algunos orientales ni la prude ncia del islam, quien, por
terd,s... et orat,iorues sc'it congrue proferre et accentuare (,.es lla- horror de la idolatría, hace de la escritura en sus grafías el fun-
mado letrado aquél que por arte sabe, de la grosería de Ia voz) damento de todo arte visual y plástico. Gregorio el Grande yaha-
extraer una expresión ordenada... y pronunciar sus discursos con bía tomado partido: instruirse por mediación de una representa-
pertinencia y justa modulación>>)', p,rnto de vista retórico, apo- ción figwada no quiere decir que se adore dicha pintur alr. A la
yando la definición en la única perspectiva de Ia pronunciat'i,o. lnvef sa,
En cuanto a los ,ill,i,tterati, nadie les niega una autoridad particu- Ontn'is mundi creatura
lar. Es en esta perspectiva en la que conviene tomar las frecuen- qaasi l'iber et picturd,...
tes referencias hechas por nuestros textos poéticos a alguna fuen-
re oral. Poco importa que ésta sea quizá ficticia. Un letrado como
\ü7ace en el Bruto, el Roa, su San I'licolas, Maúa de Francia en
8
Bologna L982, pá5. 732.
9 Riché 1979, págs. 542-543; Goldin 1978, págs. I4-L6.
10
Davy, pá9. 55.
7 Stock 1983, pá9. 27 .
11
Baüml 1980, pá5. 259.
T48 l4()