Sei sulla pagina 1di 4

LECTURA. EL IMPERIO DE LO EFÍMERO.

Lipovetsky, Gilles
Por alumno, según el sistema APA (semana 4 del aula virtual) hacer:
1. Una cita textual de menos de 40 palabras

“Es la época de la moda plena y de la expansión de su proceso a ámbitos cada vez


más amplios de la vida colectiva”. (Lipovetsky,1996, p.175)

Lipovetsky (1996) afirma que “es la época de la moda plena y de la expansión de su


proceso a ámbitos cada vez más amplios de la vida colectiva” (p.175).

2. Una cita textual de más de 40 palabras

La moda no puede ser un todo ya que estamos en tiempos de inseguridad


ciudadana, crisis económica, crisis social y carrera armamentista. Por eso hay que
reafirmar que esto sucede porque:

Las ciencias, las tecnologías, el arte, las luchas de intereses, la nación, la


política y los ideales sociales y humanitarios descansan sobre criterios
específicos y tienen una autonomía propia: la forma moda puede
combinarlos, a veces rearticularlos, pero no absorberlos en su sola lógica. En
estos momentos se trata no de homogeneizar lo diverso, sino de tomar un
rumbo histórico dominante que reestructure franjas enteras de nuestro
universo colectivo.(Lipovetsky,1996, p.176).

La moda no puede ser un todo ya que estamos en tiempos de inseguridad


ciudadana, crisis económica, crisis social y carrera armamentista. Esto mismo
señala Lipovetsky (1996) en:

Las ciencias, las tecnologías, el arte, las luchas de intereses, la nación, la


política y los ideales sociales y humanitarios descansan sobre criterios
específicos y tienen una autonomía propia: la forma moda puede
combinarlos, a veces rearticularlos, pero no absorberlos en su sola lógica. En
estos momentos se trata no de homogeneizar lo diverso, sino de tomar un
rumbo histórico dominante que reestructure franjas enteras de nuestro
universo colectivo (p.179).

3. Una cita contextual o de resumen

Cita parafraseada por el autor

4. Un glosario de mínimo 5 palabras

Estigmatizar
verbo transitivo
1. Ofender la fama, el honor o la dignidad de una persona.
“estigmatizaron el honor del rey”
2. Marcar a alguien con un hierro candente.
“deben estigmatizar a toda la piara”

Cohabitar
verbo transitivo
1. Vivir juntas, en la misma vivienda, dos o más personas.
"es un departamento muy pequeño en el que cohabitan diez personas"
2. Vivir juntas dos personas como si estuvieran casados entre sí.
"han cohabitado durante muchos años antes de casarse"
3. Compartir los poderes estatales [partidos de diferente ideología].

Devenir
verbo transitivo
1. Llegar a ser o convertirse.
"su máxima ambición, según decía, era devenir santo y ser subido a los altares"

2. Sobrevenir, acaecer.
"se interferían en la introspección del fenómeno mismo en su carácter de proceso que deviene en el
psiquismo"

Burocrático
adjetivo
De la burocracia o relacionado con ella.
"problema burocrático; aparato burocrático; cargo burocrático; control burocrático"

Fútil
adjetivo
Que carece de importancia o interés por su falta de fundamento.
"un argumento fútil; esas visiones fugaces pueden ser las más permanentes al igual que son fútiles las
inscripciones indelebles"

3. La referencia completa del libro:


Lipovetsky,G. (1996). El imperio de lo efímero. Su destino en las sociedades
modernas. Recuperado de https://paradigmasdelpensamiento
.files.wordpress.com/2014/12/lipovetsky-gilles-el-imperio-de-lo-efimero-la-
moda-y-su-destino-en-las-sociedades-modernas.pdf [Consulta: 12 de abril de
2018]

Segunda Parte
La moda plena
¿Dónde empieza, o dónde acaba, la moda en la época de la explosión de las necesidades y
los media, de la publicidad y el ocio de masas, de las stars y los «supervenías»? ¿Queda
algo que, al menos parcialmente, no sea regido por la moda cuando lo efímero invade el
universo de los objetos, de la cultura y del pensamiento discursivo, y mientras el principio
de la seducción reorganiza a fondo el entorno cotidiano, la información y la escena política?
Explosión de la moda: ya no tiene epicentro, ha dejado de ser el privilegio de una élite
social, todas las clases son arrastradas por la ebriedad del cambio y las fiebres del
momento; tanto la infraestructura como la superestructura se han sometido, si bien en
diverso grado, al reino de la moda. Es la época de la moda plena y de la expansión de su
proceso a ámbitos cada vez más amplios de la vida colectiva. No es tanto un sector
específico y periférico como uniforma general que actúa en el todo social. Nos hallamos
inmersos en la moda; un poco en todas partes y cada vez más, se ejerce la triple operación
que la define como tal: lo efímero, la seducción y la diferenciación marginal. Es preciso
resituar la moda; ésta no se identifica ya con el lujo de las apariencias y de la superfluidad,
se reconoce como un proceso de tres cabezas que rehace de arriba abajo el perfil de
nuestras sociedades.
Con la extraordinaria dilatación de esta estructura tripolar, las sociedades modernas
han dado un gran viraje que las separa radicalmente del tipo de sociedad vigente a partir de
los siglos XVII y XVIII. Una nueva generación de sociedades burocráticas y democráticas,
de signo «ligero» y frivolo, ha hecho su aparición. Ya no imposición coercitiva de las
disciplinas, sino socialización por la selección y la 175 imagen. Ya no Revolución, sino
entusiasmo de los sentidos. Ya no solemnidad ideológica, sino comunicación publicitaria.
Ya no rigorismo, sino seducción del consumo y del psicologismo. En algunos decenios nos
hemos desembarazado de la primacía de las ideologías duras y del esquema disciplinario
característico del estadio heroico de las democracias; las sociedades contemporáneas se han
reconvertido en kits y servicio express. Lo que no significa que hayamos roto todos los
lazos con nuestros orígenes: la sociedad frivola no escapa al universo competitivo y de la
comunicación; no escapa al orden democrático, lo consuma en la fiebre de lo espectacular y
en la inconstancia de las opiniones y las movilizaciones sociales.
La hegemonía de la forma moda no tiene nada que ver con la «decadencia» de un
Occidente entregado a los placeres privados y vaciado de toda fe en ideales superiores.'
Nada que ver con el «esnobismo» poshistórico, ese final hegeliano-marxista de la historia,
tal como lo analizaba Kojéve a finales de los años cincuenta.1 La moda plena no supone la
desaparición de los contenidos sociales y políticos en favor de una pura gratuidad «esnob»,
formalista, sin carga histórica. Supone una nueva aproximación a los ideales, una
reconstrucción de los valores democráticos y, de paso, una aceleración de las
transformaciones históricas y una mayor apertura colectiva al desafío del futuro, aunque sea
desde las delicias del presente. Disolución de los grandes referentes proféticos, fin de las
formas tradicionales de lo social, permanente puesta en circulación de las cosas y del
sentido, el apogeo de la moda supone la regresión de las resistencias sociales al cambio y
propulsa una humanidad más deliberadamente histórica y puntillosa en materia de
exigencias democráticas.
Que quede claro, no pretendemos en absoluto definir nuestras sociedades como
supersistemas homogéneos y únicos. Es evidente que muchos aspectos esenciales de la vida
colectiva tienen poco que ver con la moda: espiral en la economía y la tecnología bélicas,
atentados terroristas, catástrofes nucleares, paro, trabajo parcelado, xenofobia y tantos otros
fenómenos dispares en las antípodas de una 1. Alexandre Kojéve, Introduction a la kcture
de Hegel, París, Gallimard, 1947, nota de la segunda edición, 1959, pp. 436-437. 176
imagen frivola de nuestro tiempo. La euforia de la moda está lejos de ser omnipresente; la
época de la seducción cohabita con la carrera armamentista, la inseguridad ciudadana y la
crisis económica y subjetiva. Hay que reafirmarlo, nuestra sociedad no es un todo
inteligible a la luz única del proceso de la moda. Las ciencias, las tecnologías, el arte, las
luchas de intereses, la nación, la política y los ideales sociales y humanitarios descansan
sobre criterios específicos y tienen una autonomía propia: la forma moda puede
combinarlos, a veces rearticularlos, pero no absorberlos en su sola lógica. En estos
momentos se trata no de homogeneizar lo diverso, sino de tomar un rumbo histórico
dominante que reestructure franjas enteras de nuestro universo colectivo.
La idea de que las sociedades contemporáneas se organizan bajo la ley de la
renovación imperativa, de la caducidad orquestada, de la imagen, del reclamo espectacular
y de la diferenciación marginal, fue desarrollada muy pronto en los EE.UU., en distintos
planos y con talento, por autores como Riesman, V. Packard, Boorstin, Marcuse, y más
tarde en Francia por los situacionistas y J. Braudrillard. Desde los años sesenta, la
percepción de una «nueva sociedad» digamos que dirigida por el proceso de la moda, se
halla presente entre los teóricos más atentos a la modernidad, con la particularidad de que,
no obstante, seguía siendo analizada dentro del marco conceptual heredado del espíritu
revolucionario. Se ha denunciado, en un exceso crítico, la hegemonía alienante de la moda,
mientras se seguía ciego al hecho de que la perspectiva subversivo-radical se convertía ella
misma en una moda para uso de la clase intelectual. No hay otro leitmotiv teórico a la vista:
el devenir moda de nuestras sociedades se identifica con la institucionalización del
consumo, la creación a gran escala de necesidades artificiales y la normalización e
hipercontrol de la vida privada. La sociedad de consumo supone programación de lo
cotidiano; manipula y cuadricula racionalmente la vida individual y social en todos sus
intersticios; todo se transforma en artificio e ilusión al servicio del beneficio capitalista y de
las clases dominantes. Los swinging sixties se dedicaron jubilosamente a estigmatizar el
imperio de la seducción y de la obsolescencia: racionalidad de la irracionalidad (Marcuse),
organización totalitaria de la apariencia y alienación generalizada (Debord),
condicionamiento global (Galbraith), sociedad terrorista (H. Lefebvre), sistema feti- 177
chista y perverso que perpetúa la dominación de clase (Baudrillard); así ha sido
interpretada, a la luz del esquema de la lucha de clases y de la dominación burocrático-
capitalista, la supremacía de la moda. Tras la ideología de la satisfacción de las
necesidades, se denunciaba el condicionamiento de la existencia, la «supervivencia
prolongada» (Debord) y la racionalización y extensión de la dominación. Reforzado por el
aparato conceptual del marxismo, el reflejo clásico de la condena de las apariencias y de la
seducción ha desempeñado un papel fundamental, y ha encontrado su expresión última a
escala del todo social.
El expediente debe reabrirse desde el principio. Con la obsesión del infierno
cloroformizado y la fiebre censuradora, se ha dejado de lado en lo esencial la acción
histórica del reino de la moda; sus efectos reales a largo plazo están a mil leguas de los que
han fustigado y siguen fustigando los pensamientos revolucionarios y, en muchos aspectos,
el mismo sentido común. Con la moda plena, el artificio de la razón ha sido convocado
como nunca al pódium de la historia: bajo la seducción actúan las Luces y bajo la escalada
de lo fútil se persigue la conquista plurisecular de la autonomía de los individuos.

Potrebbero piacerti anche