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La Dora de Freud: ¿El primer gran caso psicoanalítico es un fracaso?

Julio Ortega B.

RESUMEN:

El trabajo investiga el material proporcionado por Freud y más tarde su alumno

Félix Deutsch sobre Ida Bauer (Dora), analizando los aciertos y errores cometidos

en este análisis considerado fundamental y aún estudiado en todos los institutos

de formación de psicoanálisis en el mundo. Examina a detalle algunos aspectos

del caso, haciendo una precisión de algunos hechos, que quizá Freud no pudo

considerar al estar envuelto en la dinámica y los prejuicios familiares de la

paciente, amén de la ideología de época que abarcaba una visión patriarcal sin

cuestionamientos. También considera como posible que los fallos en su posición

como terapeuta, se debiesen a una construcción incompleta de aspectos clave de

la teoría. Hace énfasis en la veta homosexual de Dora, y cómo ésta no fue

colegida sino hasta después del tratamiento, insinuando que muchas de las

interpretaciones de Freud dieron como resultado un acoso interpretativo que

conduciría al acting out que le llevaría al abandono de la terapia. Hace también un

repaso de los aspectos clínicos y contratransferenciales implicados, a la luz de

autores contemporáneos.

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PALABRAS CLAVE:

Histeria, Transferencia, Contratransferencia, Identificación, Homosexualidad.

RESUMO:

O trabalho investiga o material fornecido por Freud e posteriormente por seu aluno

Félix Deutsch sobre Ida Bauer (Dora), analisando os sucessos e erros cometidos

nesta análise considerados fundamentais e ainda estudados em todos os institutos

de formação em psicanálise do mundo. Ele examina detalhadamente alguns

aspectos do caso, fazendo uma precisão de alguns fatos que talvez Freud não

pudesse considerar envolvidos na dinâmica e preconceitos familiares do paciente,

além da ideologia do tempo que abraçou uma visão patriarcal sem questionar. Ele

também considera possível que as falhas em sua posição como terapeuta se

devam a uma construção incompleta de aspectos-chave da teoria. Ele enfatiza a

veia homossexual de Dora, e como ela não foi coletada até depois do tratamento,

implicando que muitas das interpretações de Freud resultaram em um assédio

interpretativo que levaria a uma atuação que levaria ao abandono da terapia.

Também faz uma revisão dos aspectos clínicos e contratransferenciais envolvidos,

à luz dos autores contemporâneos.

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PALAVRAS CHAVE:

Histeria, Transferência, Contratransferência, Identificação, Homossexualidade.

SUMMARY:

This work investigates the material provided by Freud and later his student Félix

Deutsch on Ida Bauer (Dora), analyzing the hits and mistakes made in this analysis

considered fundamental and still studied in all the psychoanalysis training institutes

in the world. It examines in detail some aspects of the case, making a precision of

some facts that perhaps Freud could not consider for being involved into the

dynamics and family prejudices of the patient, in addition to the ideology of the time

that embraced a patriarchal vision without questioning. It also considers as

possible that the flaws in his position as a therapist were due to an incomplete

construction of key aspects of the theory. It emphasizes Dora's homosexual vein,

and how it was not understood until the end of treatment, implying that many of

Freud's interpretations resulted in an interpretative harassment that would lead to

an acting out that caused the abandonment of therapy. It also makes a review of

the clinical and counter-transference aspects involved, at the light of contemporary

authors.

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KEY WORDS:

Hysteria, Transference, Countertransference, Identification, Homosexuality.

Probablemente uno de los casos más conocidos, controvertidos y citados del

profesor, es el famoso caso de una jovencita de nombre Ida Bauer publicado en

1905 y tratado muy posiblemente en 18991 , que fue traída a consulta por su padre,

que ya había sido paciente de Freud antes, por causa de sífilis y tuberculosis. Ella

va un poco en contra de su voluntad, y es sólo la autoridad del progenitor, al que

ella parece muy cercana, la que decide su visita. Freud acepta ver a la jovencita

de 18 años sin reparar en que ya había atendido antes a su progenitor como

médico, el gran industrial Phillipp Bauer – derivado por el que luego denominará

Sr. K – que vivía en la misma calle y quien además, le había enviado como

paciente a su hermana que murió finalmente debido a una caquexia. Debe

considerarse que el método clínico del psicoanálisis estaba en construcción y no

era infrecuente que Freud en algunos casos que trató, tuviese una relación

cercana con algunos de sus pacientes, recordemos el caso del Pequeño Juanito,

dónde él había tratado antes a su madre, e incluso intervenido directamente en el

casamiento de ella con su alumno Max Schur, asistiendo a su boda en el momento

preciso y regalando a Juanito un caballo durante su niñez. Los escritos sobre

1 Marcus Steven (1985). Freud and Dora: Story, History, Case History. P. 79. En:
Bernheimer and Kahane. In Dora’s case. Freud – Hysteria – Feminism. Columbia
University Press. NY.
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técnica vendrán unos años después para puntualizar la distancia que debía

guardarse tanto con los pacientes, como los familiares de los pacientes.

Se trata de uno de los cincos casos mayores de Freud publicados y el único en

realidad dónde se examina con minuciosidad el caso de una mujer, a pesar de que

todos los casos de los Estudios sobre la Histeria corresponden al sexo femenino

pero aún la teoría no está en su forma más avanzada y el análisis no es lo

suficientemente profundo, lo que lo hace de singular importancia en la obra del

creador del psicoanálisis, además de que tenemos el testimonio clínico de Félix

Deutsch2 quien trató en los Estados Unidos a la misma paciente que se identificó

de una manera quizá exagerada con esa Dora de la que escribió Freud.

Roudinesco3 remarca en su biografía de Freud que éste consideraba la historia del

<caso Dora> como la primera cura psicoanalítica que había efectuado, cuestión

que tendremos oportunidad de repensar en el curso de este trabajo.

Su madre Katharina, pertenecía al igual que su marido a la comunidad judía, era

poco instruida y hasta podría decirse tonta. Padecía dolores abdominales

permanentes, que su hija había aparentemente heredado, y aquí no tendríamos

sino que reconocer la marca de la identificación como un rasgo clínico. Nunca

parecía haber tenido demasiado interés en sus hijos, y a partir de la enfermedad

de su esposo parecía sufrir lo que podría llamarse una <psicosis del ama de casa>

2Deutsch Félix (1957). Una nota a pie de página al trabajo de Freud “Análisis fragmentario
de una histeria” The Psychoanalitic Quarterly, 1957. XXVI. Versión española en Revista de
Psicoanálisis, 27, No. 3, 1970, p. 595.
3Roudinesco Elizabeth (2015). Freud. En su tiempo y en el nuestro. Debate. Barcelona. Ed.
Kindle. P. 17.
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que Ramas 4 interpreta como una forma de intentar controlar el destructivo poder

fálico del padre. Tenía un hermano de nombre Otto, que en los conflictos familiares

solía ponerse del lado de la madre y que destacaba en su inteligencia, llegó a ser

Secretario del Partido Social Demócrata de 1907 a 1914 y luego adjunto de Viktor

Adler en el Ministerio de Asuntos exteriores en 1918, llegando a ser una de las

grandes figuras intelectuales de tendencia marxista dentro de la Austria de

entreguerras.

Previamente en octubre de 1900, cuando ella tenía apenas 16 ya había acudido a

la consulta de Freud 5 y antes aún a hidroterapia y tratamientos eléctricos sin

ningún resultado, aquejada de tos y afonía que había desaparecido

espontáneamente. Al año siguiente había padecido de cuadros febriles tras la

muerte de una tía muy querida (en algún momento también paciente de Freud), y

en casa de la fallecida, al convivir con su familia6. También había una serie de

síntomas que venía sufriendo antes, a causa del acoso sexual del Sr. K quien a los

14 años le había tendido una trampa en su oficina, abrazándola de súbito y

besándola apasionadamente en los labios.

Al presentarse con Freud, sufre una desazón y angustia que deviene en una

alteración total de su carácter. No está satisfecha consigo misma ni con los suyos,

no simpatiza con el padre y menos con la madre que quiere jalarla para hacer

tareas domésticas y aliarse con ella en contra del padre. Evita el trato social, pero

4Ramas María (1985). Freud’s Dora, Dora’s Hysteria. En: Bernheimer and Kahane. In
Dora’s case. Freud – Hysteria – Feminism. P. 149. Op. Cit.
5Freud Sigmund (1905 (1901)). Fragmento del análisis de un caso de histeria Obras
completas. Tomo VII. Amorrortu editores. Buenos Aires, 1976.
6 Ídem. P. 21.
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acude a conferencias para damas y se cultiva tanto como puede hacerlo. Incluso

debe mencionarse que tiene un trato estrecho en un momento dado con una

institutriz que supuestamente le proporciona lecturas aparentemente <no

apropiadas> para su condición femenina y su edad, quien será la encargada de

ponerla al tanto de un affaire de su padre con una mujer que llevará el

pseudónimo de la Sra. K, una dama que se había ganado su confianza,

substituyendo incluso a la figura materna, y que convivía familiarmente junto con

su esposo, en el ambiente de casa. Su cansancio, su dispersión mental pero sobre

todo una carta suicida le hacen al padre llevarla al Dr. Freud, con el fin de

normalizarla y volverla una jovencita burguesa del montón, alejada de

pensamientos extraños y fantasías sexuales, que pueda conseguir un hombre con

el cual casarse y tener hijos que logren perpetuar el apellido.

La cura dura aproximadamente once semanas siendo interrumpida súbitamente

por el abandono de la terapia de la paciente y son pieza central del tratamiento,

dos sueños: uno relativo a un incendio de su casa, y otro a la muerte del padre.

Lacan en su Intervención sobre la transferencia7, dentro de los Escritos, hace

notar que el efecto Zeigarnik viene muy bien a colación, en lo que se refiere al

caso Dora, implicando con ello que el Caso Dora habría sido inacabado, por lo

tanto objeto de reflexión para el mismo Freud durante los años siguientes. Para

Lacan el caso es un ejemplo sobre el dispositivo de la transferencia y de cómo la

cura analítica es dialéctica hasta sus últimas consecuencias, en la que se hace

entrar en juego todos los hilos de la dinámica familiar y social. Esta propuesta de

7Lacan Jacques. Intervención sobre la transferencia (1971). Escritos 1. Ed. Siglo XXI.
México. P. 204 – 215.
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caso ejemplar será jugada por Lacan a lo largo de toda su enseñanza, y

encontramos citas en los seminarios: Uno, tres, cuatro, ocho y diez.

Ahora bien, el camino que toma Freud es en principio, muy distinto al que espera

su padre de él, quien le pide la haga entrar en razón; Freud hace una serie de

inversiones dialécticas que darán una completa reinterpretación al boceto que se

le presenta, dando lugar a la emergencia de cierta verdad oculta tras el escenario

familiar.

La situación es muy particular, el padre a pesar de las dificultades propias de su

enfermedad y que muy probablemente le empujen a una sexualidad de rasgos

perversos, ha entrado en un amorío muy pasional con una mujer llamada Peppina

Zellenka, que arrastra a su esposo Hans en su aventura, llevándolo a aceptar su

relación con el señor Bauer. La relación no es casual y el amorío dura muchos

años. El arreglo es simple y complejo a la vez, el Sr. K (Hans Zellenka) cede a su

esposa al industrial a cambio de conseguir una seguridad económica, permite la

entrada de Dora a su casa para que conviva con sus hijos y una vez que esto

sucede, el tener de cerca esa hermosa chica que va pasando de la adolescencia a

la juventud, irá depositando en ella su mirada e incrementando su deseo.

Entonces se convence de que tiene derecho a apropiarse de ella plenamente – en

un intercambio que a él le parece justo – y procede a cortejarla, tratando de

conseguir su amor. Esta situación no es ajena para nada a los padres de Dora.

Los dos hombres están muy plenamente al tanto de las relaciones sexuales tanto

de Bauer con la mujer de K. como del galanteo del Sr. K con la hija del capitalista.

En un momento dado, Hans envía durante todo un año a la jovencita Ida, un ramo

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de flores todos los días8, amén de hacerle costosos regalos y no desaprovechar

oportunidad para estar en su compañía. Los padres de Ida no dicen nada de todo

esto, aparentemente la situación les es indiferente o la consideran normal, la

tercera posibilidad es que aceptan dicha situación, pues así conviene a la

estabilidad familiar.

Todos los <adultos> mienten y se engañan a sí mismos, sobre lo que sucede en

esa casa que arde como la del primer sueño analizado. La institutriz que pone al

tanto del incidente a Dora, ha tenido o por lo menos anhelado tener un amorío con

el Sr. Bauer y el resentimiento de que no se cumplan su deseo, la lleva a

denunciarlo con su hija, poco antes de perder el empleo a causa de sus

indiscreciones. La Sra. K se ha acercado a Dora y ganado su afecto y la amistad,

sólo por el interés de atraerse a la hija de su amante y con esto su anuencia ante

la infidelidad, no cuenta con la raya homosexual de Dora. De un tirón, ha sido

traicionada por dos mujeres que le muestran que no es importante su cariño y que

ella sólo es un medio hacia una meta más alta, en este caso, su padre.

La madre de Dora cuando es interrogada por ella acerca de cuál es la relación de

la Sra. K con su padre, le cuenta una historia que ni ella misma cree, el papá

estaba deprimido, era un desdichado a punto de suicidarse y fue hacia el bosque a

cumplir con su propósito, ella lo siguió y con sus súplicas lo convenció de que

siguiera viviendo. Dora lo que ve es que su madre permite que su padre visite a

Peppina en su casa cuando no está el marido, y que ella en unas vacaciones sitúa

su habitación frente a la de su padre sin ninguna objeción por parte de la esposa.

8Freud Sigmund. Fragmento del análisis de un caso de histeria (1905 (1901)). Op. Cit. P.
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Todo esto a la vista de su todos y sin que nadie proteste de ninguna manera. Se

da el caso de que la Sra. K. ha cambiado totalmente su forma de vida pequeño

burguesa, y se permite hacer grandes gastos y vivir de una manera que no lo

permitiría la economía de su marido. De tener una salud quebrantada se ha

convertido en una mujer, bella, sana y rozagante9 . El padre decide cambiarse a

Viena y tres semanas después los Zellenka se trasladan a esa ciudad, es más que

evidente el lazo económico.

Cuando Dora se decide a hablar con franqueza de lo que está sucediendo con su

padre, él toma por cierta (y para su conveniencia), la negación del Sr. K respecto a

su actitud de acoso sexual hacia su hija, y escucha a la Sra. K en sus argumentos

que desautorizan la actitud de ella, basándose en su exaltada imaginación, sus

impulsos desbocados provocados por lecturas impropias – se siente traicionada

por ella, con quien había hablado del contenido del libro de Mantegazza sobre

sexualidad humana –, todo para proseguir su conducta sexual adúltera y el

enredo novelesco en que ha metido a su familia digno de Strindberg o Ibsen. Para

Freud, es claro que hay un cuarteto en el que se quiere integrar a Dora, en un

juego en el que ella ha sido el importe que ha sido pagado a un hombre maduro

casado, a cambio de su esposa, mujer joven por mujer vieja: ¿Quién podría

negarse a un trato así? Una especie de swinging – ménage a quatre, le llama

Mahoney10 – favorable a los varones implicados en el que las damas son sólo

objetos de intercambio. Ahora bien, hay algo más que eso, se trata de dos familias

9 Ídem. P. 31.
10Mahoney Patrick (1996). Freud’s Dora: A Psychoanalytical, Historical and Textual Study.
New Heaven: Yale University Press. P. 14.
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en las que la infelicidad y la enfermedad juegan un papel fundamental – así lo

esclarece Mahoney11 – y que encuentran una fórmula para sobrellevar su

situación. Peppina está enferma, abandonada por los continuos viajes de su

marido para negocios, Katharina obsesionada con la limpieza, Bauer cada vez

más decaído, y en medio de toda esta soap opera, Dora tiene muy pocas

posibilidades para crecer sin conflictos.

Recordemos que en su seminario 3 Lacan12 hace una interpretación muy

interesante de este juego, donde intercambia los términos del esquema L para

hacer aparecer a Dora en el lugar del Moi (incluyendo la cuestión de: ¿Quién

desea en Dora?, más allá de: ¿Qué desea?) identificada con el Sr. K y jugando en

la balanza una pregunta hacia la Sra. K sobre ¿Qué quiere una mujer?, siendo el

Padre el gran Otro que sostiene con sus manos el string game, dependiendo de él

todos los puntos de presión y las líneas de juntura. También, hay una dimensión

más profunda que haría alusión más allá de los sujetos implicados en este juego,

a la interrogante que se formula una jovencita jalonada entre una madre pasiva e

infecunda y una mujer dinámica hermosa, amante del padre, sobre el tema del

deseo femenino.

Un cambio en la clínica psicoanalítica se introduce, Hewitson13 lo hace notar: la

cuestión del diagnóstico cede su lugar al estudio de la dinámica familiar y al

rastreo de las motivaciones de los actores de ese pequeño teatro doméstico. No

es un cambio menor, porque los síntomas pasan a segundo término para intentar

11 Ídem. P. 10.
12 Lacan Jaques (1984). Seminario 3. Las Psicosis. Primera edición. Argentina. P. 249.
13 Hewitson Owen (2014). The Dora Parallax. Lacanonline.com Agosto 24.
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comprender la dinámica inconsciente que está en el fondo de este caso de

histeria. Dora trata de entenderse a sí misma como mujer, reconocer su propia

feminidad, pero eso requiere que Dora asuma su cuerpo como propio, y al inicio

del tratamiento, está completamente en manos del deseo del Otro. Su incapacidad

para asumirlo, también queda reforzada por los síntomas de conversión – la tos, la

afonía – que, contrariamente a lo que opina Freud, están menos animados por el

deseo de felación que por la identificación a una figura masculina, en este caso, el

hermano, y antes al padre con su asma que más que una substitución del coito o

la masturbación, parece una imitación de su tuberculosis. Existe una confusión

entre dos términos que habitualmente se enredan: amor e identificación.

Hay también, por parte de Freud una determinación obsesiva para que Dora

acepte sus soluciones interpretativas, que durante todo el tratamiento van en el

camino de una pulsión heterosexual reprimida. Una ruta que el mismo Freud

admite – en un segundo momento de reflexión – que no puede fructífera, dada la

inclinación sexual oculta de la paciente.

Pero hay algunas otras cosas que faltan en este panorama y ciertos errores que

comete Freud, en su afán por imponer sus interpretaciones y validar su método, a

costa del mismo discurso de Dora y en contra de lo que ella le está mostrando.

No se trata de negar la validez de su trabajo, aún hoy el caso Dora es un objeto de

estudio en todos los Institutos de psicoanálisis del mundo. Pero el psicoanálisis no

es un fe religiosa, y basarse en un argumento de autoridad sea de Freud o Lacan

siempre me parecerá un camino desviado del verdadero análisis.

Dora revela a Freud que ha sido medular en su relación con K. una escena que

sucede en el verano junto a un lago. Los dos pasean disfrutando de ese paisaje, y
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entonces K. procede a hacer franca ante ella una propuesta amorosa. Ella se

sorprende de ésta acción y le pregunta al enamorado qué significa esto, tomando

en cuenta que él está casado, responde: “Mi mujer no significa nada para mí”14. A

lo que ella responde con un bofetón en su rostro y una escapada que pone fuera

de lugar sus intenciones.

A Freud le resulta importante tratar de resolver rápidamente el enigma de esta

acción, porque aparentemente ella ha buscado jugar el papel de madre de los

hijos de K., no ha elidido recibir sus elogios y consideraciones, incluso una prima

suya – con más sentido común – le ha dicho a ella que está loca por ese hombre.

En el primer sueño15 analizado, su casa se incendia, y el padre frente a la cama, le

despierta, ella se viste con rapidez. Su madre pretende salvar su alhajero y él le

dice: No quiero que yo y mis dos hijos nos quememos a causa de tu alhajero.

Descienden de prisa por las escaleras, y una vez abajo, Dora se despierta. Freud

le pregunta cuándo tuvo el sueño, puesto que es recurrente y la fecha la establece

coetánea a la escena del lago. Entre los recuerdos de su paciente aparece

también, la intentona del Sr. K de penetrar a su dormitorio para atacarla y cómo

ella lo larga, lo que no evita que él se robe la llave del cuarto. Freud procede a

interpretar directamente la cajita con alhajas con los genitales femeninos, y le

explica que su padre la salva del acoso de K y de su propia tentación de ceder a

sus impulsos sexuales por Hans. De hecho, en una segunda sesión dedicada al

sueño le insinúa que la quema de la casa, podría traducirse por un

14Freud Sigmund (1905 (1901)). Fragmento del análisis de un caso de histeria. Op. Cit. P.
80. Nota 10.
15Freud Sigmund (1905 (1901)). Fragmento del análisis de un caso de histeria. Op. Cit. P.
57.
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enamoramiento, y por mojar la cama, aludiendo a la excitación y el orgasmo

femenino. Muchas objeciones podemos hacer ahora a una interpretación como

esa, sobre todo porque hoy sabemos que la veta homosexual de Dora llevaría la

aclaración del sueño en una cuesta muy diferente. Pero también, es cierto que la

casa de Dora se está incendiando y no es ninguna metáfora, es una fragua de

pasiones en la que todos los actores tienen intereses involucrados y la madre de

Dora quiere preservar su alhajero que podría significar su sexo, pero también su

estabilidad familiar, recordemos16 que en 1896 los Bauer han tenido una fuerte

disputa por una pieza de joyería que falta y probablemente ha sido regalada a otra

mujer. Y el esclarecimiento de Freud respecto a la presencia del Padre, es

completamente erróneo, justamente éste ha ofrecido al Sr. K a su hija y su actitud

no es nada protectora hacia ella. En el sueño aparece una inversión de la posición

del padre que está comerciando con su hija, quizá en este punto también se

explique lo angustioso del sueño, la escena real es que su padre la intercambia

por Peppina.

En el segundo sueño procede Freud, al esclarecimiento de la escena onírica ante

Dora de una forma un tanto brutal, a través de diferentes significantes (como el

alhajero en el primer sueño, y las vías ferroviarias, el cementerio y el vestíbulo en

el segundo) están involucrados sus genitales y la fantasía de desfloración, que

harían innegables el deseo de ella por K. Freud le revela a Dora su supuesto

interés sexual por el señor K, y también visualiza un interés por él mismo a través

16Ver Cronología del caso en: Mahoney Patrick (1996). Freud’s Dora: A Psychoanalytical,
Historical and Textual Study. Op. Cit. P. 18.
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de una transferencia intensa, cosa que había previsto en el análisis del primer

sueño por el uso del tabaco por parte de K, su padre y él mismo.

Asimismo – en el segundo sueño también – , en el símbolo de la muerte de su

padre adivinada en el sueño, Freud ve el deseo de Dora de no ser más vigilada o

restringida por su padre en su forma de cómo y a quién querer. Así que la

explicación al acto del lago, revelaría la culpa de Dora por su deseo ante el

mismísimo K. Nuevamente el empuje interpretativo va en dirección de la

heterosexualidad.

Thompson17 nos dice que probablemente Freud esperaba que su libro tuviese

rechazo, anticipaba críticas, sátiras, condena y diatribas varias. Fue la primera

vez, dónde topó de manera frontal con el obstáculo que puede representar la

transferencia, y ¿Por qué no decirlo? También con la contratransferencia, que no

analizada ni esclarecida se convierte en un obstáculo para el tratamiento. Es un

tema arduo y complejo que no afrontará Freud sino por la insistencia de Ferenczi y

hasta 1908, es decir, tiempo después de acontecido el caso.

Little18 definía a la contratransferencia como:

a. La actitud inconsciente del analista hacia su paciente.

b. Los elementos reprimidos no analizados del propio analista que coloca sobre el

paciente de forma idéntica a la forma en que el paciente "transfiere" sobre su analista

los afectos sentidos hacia sus padres o los objetos de su infancia: el analista

considera a su paciente (momentáneamente y de manera variable) como consideraba

17Thompson Guy (1994). The truth about Freud’ technique. The encounter with the Real.
New York University Press.
18Little Margaret (2003). Counter - transference and the patient's response to it . Steven T.
Levy . Influential Papers from the 1950s. International Journal of Psychoanalysis. Key
papers series. Karnac Books, London. P. 35.
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a sus propios padres.

c. Cualquier actitud o mecanismo específico mediante el cual el analista llega a

conocer la transferencia de su paciente.

d. La totalidad de las actitudes y comportamientos del analista hacia su paciente,

conllevando esto todas las actitudes conscientes e inconscientes.

La actitud de Freud hacia Dora, estaría más bien comprendida en los dos primeros

incisos, el primer error que cometió fue el considerar a Dora una mujer adulta

completamente, sin considerar que sólo era una jovencita adolescente de 18 años,

podrá argumentarse que las mujeres llegaban a casarse más jóvenes entonces,

más no deja de subsistir la idea de que hay una inmadurez sexual en ella, sobre

todo por la actitud de pánico y espanto que le aportan todos los temas sexuales.

Renunció al título original del trabajo “Sueño e Histeria”, quizá porque estaba

disconforme con el resultado final del trabajo y el énfasis en que fuese un análisis

fragmentario, también le involucraba como autor, él confiesa ante el lector que su

comprensión de los hechos complejos ha sido incompleta.

Según Gay 19, Freud creía insuficiente para el establecimiento de su histeria el

acoso sexual respecto al Sr. K, quizá él mismo haya tomado un poco partido como

hombre con los otros dos hombres de la historia, haciéndose cómplice

inconsciente de ellos. Incluso pensaba que era natural en ella cierto grado de

excitación pues había conocido al fulano en cuestión y le parecía un hombre

agradable y atractivo. Hélène Cixous y Catherine Clément20 han subrayado la

19 Gay Peter (1996). Freud. Una vida de nuestro tiempo. Ediciones Paidós. España. P. 288.
20 Moi Toril (1985). Representation of Patriarchy: Sexuality and Epistemology in Freud’s
Dora. En: Bernheimer and Kahane. In Dora’s case. Freud – Hysteria – Feminism. Op. Cit.
P. 181.
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actitud de protesta y llena de síntomas de Dora, la revuelta en su propio cuerpo en

contra de una sociedad basada en un poder sexista y patriarcal. Recordemos que

este rechazo a los hombres y a la posibilidad de contagio sexual no era del todo

infundado, aunque seguramente el panfleto de 1905 publicado por la sufragista

femenina Christabel Pankhurst sobre el tema en The Suffragette21 es un poco

exagerado, allí afirma que los hombres ingleses entre 75 y 80 % estaban

infectados de sífilis en un tiempo en que no existía aún la penicilina. Su padre

nada menos sufría de esta nefasta enfermedad y Nietzsche entre otros grandes de

la época murió a causa de este mal que había ocupado en la imaginación a la

peste negra y a la lepra.

También su patología, es producto de una serie de traiciones de hombres y

mujeres en los que confiaba y la incredulidad con que se tomaba su testimonio,

todo esto le pareció menor a Freud en relación con los deseos que le atribuía a

Dora respecto a K, e incluso más tarde, respecto a la Sra. K.

Las mismas objeciones a sus interpretaciones tomaban un matiz de resistencia y

hay una batalla establecida con la paciente para que acepte sus numerosas,

largas y complicadas intervenciones. Aún no había llegado a escribir

Construcciones en Psicoanálisis22 dónde critica a aquellos analistas que imponen

su interpretación a como dé lugar, frente al paciente con la lógica: Cara tú pierdes,

Cruz yo gano. Quizá si hubiese tratado a Dora en los años 20’s el caso habría

tenido una deriva muy diferente y mejores resultados.

21 Pankhurst Christabel (1905) The Suffragette. Citado por Ramas María. Op. Cit.

Freud Sigmund (1937). Construcciones en Psicoanálisis. Obras completas. Tomo XXIII.


22

Amorrortu editores. Buenos Aires, 1976.


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Pero en el tratamiento de su paciente, desdeña sus más evidentes e íntimas

pulsiones y sólo hasta el final del caso en una nota muy posteriormente agregada

dice: No atiné a colegir en el momento oportuno y comunicárselo a la enferma,

que la moción de amor homosexual (ginecofílica) hacia la Sra. K. era la más fuerte

de las mociones inconscientes de su vida anímica23. También en la misma nota,

observa que la información sexual que tiene Dora procede de la Sra. K quien de

alguna manera la hace partícipe de las actividades que lleva a cabo con el padre.

La inclinación a ser madre de Dora será un deseo que no excluye su rechazo

posterior a los hombres y su deseo homosexual, se casa con un músico de

nombre Ernest Adler que al principio trabaja como todos en la familia para el gran

padre, potentado textil que suple su impotencia sexual con un dominio de la vida

de quienes le rodean.

El asunto de la transferencia, según Freud, corre a través del humo del tabaco que

flota en el aire camino del padre al Sr. K y de ahí a Freud. Él piensa que la

paciente se encuentra atraída hacia él y para ser sinceros, no es difícil que él

mismo se haya sentido inclinado en su afecto hacia ella en una

contratransferencia que no pudo analizar, ni si quiera descubrir, hacia quién

describe como: “una floreciente muchacha, de rostro inteligente y agradable”24.

Pero lo que sí es completamente cierto es que como dice Gay25: Se sentía

poseído por una furia curativa que no sólo expresó en este caso, uno de sus

23Freud Sigmund (1905 (1901)). Fragmento del análisis de un caso de histeria. Op cit. P.
105.
24 Ídem. P. 22.
25 Gay Peter (1996). Freud. Una vida de nuestro tiempo. Op. Cit. Pág. 294.
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primeros análisis verdaderos, sino en muchos casos de su primera etapa. Es

curioso como en filosofía se habla, por ejemplo, de un primer Wittgenstein y luego

de un segundo Wittgenstein pero en el caso de Freud se mantiene la idea de que

hay una coherencia interna desde sus primeros escritos hasta los últimos, sin

razonar que el psicoanálisis es una teoría que se construyó poco a poco, no sin

contradicciones ni errores.

Freud26 atribuye el fracaso del caso a su imposibilidad para prever y manejar la

transferencia, viéndose sorprendido por ella al final con la identificación de Dora

entre el padre y K, luego su persona. En el mismo escrito, introducirá como parte

de la comprensión del fracaso del caso, el término agieren27 que hoy conocemos

como acting – out, en dónde expone cómo la transferencia cuándo no es hablada

– efectuada en la palabra y llevada a la representación simbólica – pasa al acto.

Pero justamente habría que preguntarse aquí, qué es lo que no puede ser

hablado, más allá de las interpretaciones freudianas que hablan de su deseo por

K, el padre, y el terapeuta, lo que está en esa actuación, es una situación de

protesta que derivará en el abandono del tratamiento por parte de la paciente ante

el intento de imposición de interpretaciones forzadas apoyadas más en conjeturas

que en la escucha puntual. Por parte de Herr. K hubo un acoso sexual, de un

modo diferente, pero igualmente en un afán de reconocimiento de sus

intervenciones y de verificación de su teoría, hay un acoso interpretativo en Freud.

26Freud Sigmund (1905 (1901)). Fragmento del análisis de un caso de histeria. Op. Cit. P.
103.
27 Ídem. P. 104.
!19
Tomemos como ejemplo sólo un fragmento, Dora28 le dice a su terapeuta que la

Sra. K sólo tiene relaciones amorosas con su padre porque era un hombre de

recursos (acaudalado), y él infiere que tras esa frase se oculta su contraria, el

padre es un hombre sin recursos, o sea impotente. Si no supiésemos que Freud

ha tratado al padre por sífilis, quizá podríamos creer en sus capacidades

interpretativas al estilo Sherlock Holmes, pero la realidad es que el profesor sabe

que el padre es impotente pues ha sido su paciente, y esa posibilidad que no

anularía una práctica sexual alternativa no tiene por qué negar tampoco la verdad

de lo que declara Dora.

Ésta vertiente ya había sido mencionada antes por Sachs29 en un comentario a un

trabajo de Patrick Mahoney que derivó luego en su libro sobre la Dora de Freud30.

Allí cuestiona la visión que tenía Freud de su paciente, y considera que ante todo

se trata de un caso de neurosis traumática, y no de represión sexual. Apoya a

Mahoney sobre el hecho de que Freud podría haber impuesto sus valores y

teorías a su analizada, sin haber tomado demasiado en cuenta su participación,

objeciones y rectificaciones, reduciendo a cero su participación. Todo bajo la

subyacente suposición positivista que supondría que el observador (en este caso,

el analista), es: objetivo en su posición hacia el observando. Allí sugiere que Dora

abandona el análisis para escapar de la imposición de una narrativa histórica falsa

28Freud Sigmund (1905 (1901)). Fragmento del análisis de un caso de histeria. Op. Cit. P.
42 – 43.
29 Sachs David (2005). Reflection’s on Freud’s Dora case after 48 years. Psychoanalytic
Inquiry, vol. 25. No. 1. Analytic Pres. P. 45 – 53.
30Mahoney Patrick (1996). Freud’s Dora: A Psychoanalytical, Historical and Textual Study.
Op. Cit.
!20
y la presión que impone Freud para que ella la acepte, no sería como sugiere

Freud una venganza en contra de los hombres jugada a través de la transferencia,

sino un movimiento de rechazo hacia ellos, desde su posición de víctima; ha sido

antes objeto de intercambio sexual, y ahora se rehúsa a ser tratada como un

objeto de certificación de la teoría por su terapeuta y también de un chovinismo

conservador y machista en Freud.

Sachs sostiene que la identificación de muchas generaciones de analistas con

Freud y también la formación médica, han generado no sólo el desprecio del

trauma sino de la seducción que desde Laplanche es un elemento a considerar

de suma importancia en los tratamientos. Esa idea de que el médico es

“científicamente objetivo” y que las quejas de los pacientes son superficiales,

consistiendo en un simple camino hacia las “causas reales” a través de la creencia

de que se causa dolor para curar, ha derivado en una desconexión del analista

con su paciente durante muchos años.

Ella se presentó una última vez ante Freud en abril de 1902. Dora consulta a su

terapeuta por una neuralgia facial que está sufriendo, que la acosa día y noche. la

Según su terapeuta, se pretendía poner en cuestionamiento su autoridad, pero ella

aprovecha la cita también para indicarle personalmente que se casaría con el

hombre que la cortejaba – Ernest Adler, con quien se casa en 1903 – y estaba lista

para empezar completamente una nueva vida. Freud como curiosamente ha

hecho ante el primer abandono del tratamiento de su paciente, no insiste en que

ella prosiga en análisis, quizá porque de alguna manera quiere dar por cerrado el

expediente. El profesor duda de la sinceridad de su ex - paciente, y entiende este

!21
síntoma como un auto castigo por el abandono del tratamiento, y la escena del

lago, donde habría propinado una bofetada a Hans, cuatro años antes.

Para 1923 afectada por vértigos, zumbidos, insomnios y las mismas migrañas

acude a ver a Félix Deutsch31 a quien cuenta una historia dónde se presenta

víctima del egoísmo de los hombres. Se identifica como la Dora de Freud y se

dedica a discutir las interpretaciones del profesor a sus sueños, lo cual tiene el

curioso efecto de hacer retroceder sus síntomas que comprendían acentuados

indicios del síndrome de Menière: tinitus, disminución de la audición en el oído

derecho, mareos e insomnio debido a continuos ruidos en ese oído. Sufre de

frigidez y asco ante la heterosexualidad, y está sumamente celosa de que al hijo le

gusten las mujeres. Algunos de sus síntomas habían tenido continuación como el

flujo vaginal, y había adquirido un cojeo que era la continuación física de una

conversión histérica que ya había identificado Freud en relación a dar un mal

paso. Muere por causa de sus dificultades estomacales que derivan en un cáncer

de colon y prefiere morir antes de volverse a casar.

En su trabajo, dice Freud que al final del tratamiento hace confesar a la Sra. K que

tiene trato sexual con el padre y al Sr. K que la escena del lago ha sido verídica.

Agrega que la relación entre las dos familias cesó completamente a partir de ese

punto, lo que no es cierto, pues la misma Peppina le ayuda, más tarde, a salir de

Europa cuando las cosas se ponen feas a causa del ascenso del fascismo, la

persecución a los judíos y la 2ª Guerra Mundial, información a la que no tendrá

acceso tampoco Deutsch pero que es fundamental. No es que Freud mintiese

31 Deutsch Félix (1957). Una nota a pie de página al trabajo de Freud “Análisis
fragmentario de una histeria”. Op. Cit.
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sobre el asunto sino que el hecho es que perdió contacto con la familia después

del tratamiento.

La versión de su curación y rectificación de su vida para encontrar bienestar que le

contó a Freud en 1902, no sucedió y difiere completamente de la nota que su

alumno escribió, ella se convirtió en una ama de casa, profundamente infeliz con

su marido, que se queja de sus infidelidades, y agrega que ella se siente sola y

descuidada también por su hijo que contrariamente a lo que ella espera tiene éxito

en su profesión de músico. Recuerda Deutsch32 que ella afirmó ante Freud: “Los

hombres son tan detestables que preferiría no casarme. Esta es mi venganza”. Así

que según Deutsch, su casamiento sólo había servido para cubrir su aversión a

los hombres.

Mahoney33 critica este artículo diciendo que en él, Deutsch exime a Freud de todo

error y alaba su perspicacia. El agregado al escrito de Freud, contiene muchos

errores o faltas voluntarias. La entrevista la pone en 1922, cuando hay evidencia

de que sucedió en 1923, le adjudica a Dora una edad distinta a la que tiene, omite

la muerte de Otto y durante todo el escrito tiene una actitud poco crítica hacia el

trabajo de Freud, más bien, está orgulloso de recibir a la famosa paciente en su

consultorio. Escribe Deutsch, sin embargo, a su esposa en 1923; que Dora “no

tenía nada bueno que decir del análisis”.

Así pues, el asco hacia los hombres en Dora, sus síntomas diversos que Freud lee

como producto de una excitación reprimida que se manifiesta en su cuerpo, no

32 Ídem.
33Mahoney Patrick (1996). Freud’s Dora: A Psychoanalytical, Historical and Textual Study.
Op. Cit. P. 16.
!23
son necesariamente la conversión de su pulsión sexual hacia el Sr. K o el impulso

edípico hacia el padre que parece haber sido muy importante en su primera etapa

infantil. Muy diferente podría ser la lectura de esos impulsos desde la

reinterpretación del mismo Freud, que le atribuye más importancia a su

homosexualidad que la que originalmente entrevió. Sus impulsos ya adolescente

más bien iban hacia su gobernanta y la Sra. K quienes le traicionan por su padre,

y la hacen enfermar. Su acercamiento a la familia K es un intento de estar cerca

de Peppina y no de Hans. Por eso la declaración del segundo despreciando a su

mujer en el lago, cómo lo hace notar Lacan 34, implica que ella lo castigue por

semejante falta y crimen: ¿Cómo puede rechazar a su mujer, siendo ella una

italiana radiante y sensual?

En este sentido, Freud ha cometido una y otra vez un mismo fallo, al intentar que

ella acepte sus impulsos heterosexuales hacia K. Por otro lado, su bisexualidad

está presente, pero hay que hacer notar que la contratransferencia de Freud es la

que prevalece sobre la situación y ¿Por qué no? Cómo afirma Gearhart35, su

propia identificación con el señor K. Cierto es que sus impulsos sexuales pueden

haber sido trasladados a la figura de Freud en un momento dado, pero no por ser

hombre, sino por su posición analítica. El mismo Freud cuando escribe la

Psicogénesis de un caso de Homosexualidad36 está muy consciente de esta

34 Lacan Jacques (1971). Intervención sobre la transferencia. Escritos 1. Op. Cit.


35Gearhart Suzanne (1985). The scene of Psychoanalysis. The unanswered questions of
Dora. P. 105. En: Bernheimer and Kahane. In Dora’s case. Freud – Hysteria – Feminism.
Op. Cit.
36Freud Sigmund. Psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina (1920). Obras
completas. Tomo XXIII. Amorrortu editores. Buenos Aires, 1976.
!24
lección, aunque no deja de ver a la homosexualidad como un escollo que le cuesta

entender o tratar, y al que sólo atisba desde su mirada suponiendo que se trata de

una alienación narcisista.

Luce Irigaray37 subraya que hay una serie de inconsistencias en el caso Dora

debidas a la posición de Freud, dónde: “prisionero de sí mismo y de cierta

economía del lenguaje, de cierta lógica, que notablemente implica el “deseo”,

“malinterpreta su vínculo a la filosofía cayendo en una ideología.”

Maria Ramas38 dice de manera muy directa que el análisis de Freud es

fragmentario, porque está estructurado alrededor de una fantasía de femineidad y

sexualidad femenina que deja incomprendido el problema, incluso reprimido.

Según ella, abandona su propia propuesta de que el síntoma es una formación de

compromiso para desarrollar un argumento ideológico que defiende al patriarcado.

Su actitud terapéutica niega la posterior teoría de la pulsión dónde es claro que la

sexualidad no es algo solamente natural sino creado alrededor de la educación y

la historia familiar. También al hacer énfasis en el aspecto sexual, descuida que

esa relación entre hombres y mujeres está ligada a términos de dominancia y

sumisión, descuidando entonces la vertiente de que es una relación de poder. Ida

Bauer se revela frente a este orden pero al mismo tiempo intenta cumplir con las

leyes paternas. Según Ramas no es sino hasta 1897 que Freud descubre el

Complejo de Edipo y que su elucidación se refiere más bien al modelo masculino,

no siendo sino hasta más de 20 años después que intentará abordar el problema

de la feminidad y siendo que ya ha muerto su madre, con un esquema que será

37 Citada por Gearhart Suzanne (1985). Op. Cit.


38 Ramas María (1985). Freud’s Dora, Dora’s Hysteria. Op. Cit.
!25
controversial pues la estructura triádica padre / madre / hijo (a) será desplazada

por una más elemental y primaria que refiere a la díada madre / hijo (a). Además,

la significación fálica no está completamente relacionada al pene masculino, sino

más bien ligada a significaciones sociales y un mundo patriarcal, lo mismo

sucedería con las relaciones sexuales y sus fantasías que pondrían énfasis en esa

cultura a través de tendencias sado-masoquistas. Dentro de este marco social, el

Edipo femenino retendría mucho de la bisexualidad femenina (a favor de la mujer)

y el deseo a la madre no sería completamente abandonado. Un problema del caso

clínico Dora, es que, contrario de lo que después para Freud será esencial en

otros análisis, nos proporciona muy poca información sobre la primera niñez de

Dora, sólo dice que adivina que su actividad masturbatoria cesó hasta que se

presentó el asma, hay también una ligera mención a su ansiedad a los 8 años,

pero faltan quizá los detalles más importantes.

Son juicios muy duros que aunados al de otras feministas, empujan a una imagen

del creador del psicoanálisis como ideológicamente conservador y antifeminista.

Personalmente, me parece que si alguien colaboró al cambio social de la mujer

fue el mismo Freud. Su visión incompleta del problema de la sexualidad femenina

y sus límites culturales de una Viena de finales del siglo XIX, no deben de ser un

obstáculo para reconocer su posición valiente para reconocer el poder de la

sexualidad reprimida en la histeria que aquejaba principalmente a las mujeres y

hacer lo posible para que esa fuerza saliera al exterior y se expresara.

Lo que sin duda podemos decir es que, Lacan ve este caso como una muestra del

uso correcto del método – a pesar de sus críticas y chanceos –, pero limitado por

los prejuicios de la época y las limitaciones personales del autor. Incluso habría
!26
que replantearse la interpretación del segundo sueño como la expresión de un

deseo muy poco disimulado de que el padre muera, sin mayores complicaciones,

y ese impulso de que pueda querer a alguien que ella elija se refería a un objeto

homosexual y no algún hombre como parece de empujarla a razonar su analista.

Por ello, la importancia del análisis didáctico que después recomendará Freud a

sus alumnos a fin de librarse de sus prejuicios, la obsesión del analista de Dora

por hacerle entender a su paciente su inclinación hacia K, deja incompleto el

rompecabezas, que mucho más tarde y sí, debido al efecto Zeigarnik, intentará

completar el profesor su interpretación del caso, o más bien reinterpretación,

apuntando a la homosexualidad de su paciente.

La actitud de Dora es compleja, por un lado se queja de la infidelidad del padre, y

por otra parte cuida a los niños para que la pareja romántica pueda pasar largas

horas juntos. Parecería ser una actitud contradictoria, pero no lo es tanto si

consideramos que en ella podría estar presente el deseo de complacer al padre y

de mantener cerca a la Sra. K. La inestabilidad de Dora en tal caso, quizá procede

del acoso de K quien una y otra vez la agrede con sus requiebros y cortejo.

Hay una veta más que aparece poco explorada en los artículos revisados y es la

de la bisexualidad en Dora. Mahoney 39 sostiene que esta raya asusta y al mismo

tiempo apasiona a Freud, quizá sea por lo mismo que no insiste ante su paciente

la continuación del tratamiento en las dos fases. Es posible que Dora, no desdeñe

los galanteos de K, del todo, porque está investigando su propia sexualidad y el

tema de la bisexualidad está presente en esta bella adolescente. Freud topa con

39Mahoney Patrick (1996). Freud’s Dora: A Psychoanalytical, Historical and Textual Study.
Op. Cit. P. 29.
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un caso al que le quiere abrochar todas las fórmulas que han tenido éxito con sus

pacientes histéricas, intenta la aplicación de interpretaciones textuales – apegadas

al significante – que deriven en alusiones sexuales a la desfloración, al pene, a los

genitales femeninos. Escucha desde dónde quiere escuchar, presta poca atención

a las objeciones de su paciente, atribuyéndolas a resistencias surgidas de la

transferencia. Intenta imponer su deseo de normalización heterosexual a Dora,

haciendo realidad inconscientemente los sueños del padre que aparece poco

cuestionado. Se equivoca, y quizá no deba descartarse que con su autoridad,

empuja a la paciente a un matrimonio infeliz en contra de sus verdaderos impulsos

sexuales.

¿Es entonces un contraejemplo de un análisis el caso Dora? ¿Es un fracaso?

Creo que el mismo Freud acepta finalmente en este proceso, haberse equivocado

en puntos fundamentales y reconoce movidas erróneas en su partida, incluso una

parte del propósito de la publicación del caso es mostrar públicamente sus

desviaciones y errores, en este sentido su conducta es ética y ejemplar.

BIBLIOGRAFÍA:

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