Ajedrez de Lujo

ALBERTO FOGUELMAN

Partida No. 9

Un peón incisivo y decisivo.

Blancas: G. RAVINSKY
Negras: V. SMYSLOV
Moscú 1944

1.d4 ¤f6
2.c4 e6
3.g3 d5
4.¥g2 dxc4
5.£a4+ ¥d7
6.£xc4 ¥c6 20. ... b6
7.¤f3 ¥e7 21.¦c1 c5
8.¤c3 O-O Smyslov contaba con esta jugada para
9.O-O ¤bd7 quebrar el centro blanco. De no poder
10.¥g5 h6 efectuarla, podría decirse que la partida
11.¥xf6 ¤xf6 blanca era preferible.
Llama la atención la facilidad con que 22.dxc5 ¥xa4
Ravinsky se ha desprendido de su alfil 23.£xa4 bxc5
dama. 24.¥f1 ...
12.¦ad1 £d6 Claro que no 24.bxc5 porque después
Con la intención de ¦fd8 y ¥e8. de ¥xc5 la presión sobre f2 se haría inso-
13.£d3 £b4 portable.
14.£c2 £a5 24... £b6!
15.e4 ¦fd8 25.b5 c4!
16.¦fe1 ¥e8 Antes que Ravinsky bloquee con ¥c4.
17.a3 c6 26.h3 ...
18.¤a4 ¦ac8 (ver diagrama)
19.b4 £c7 Las blancas tenían a su disposición
20.£b3 ... dos variantes: tomar el peón intruso con
A primera vista impresiona mejor la la torre o con el alfil; si lo hacían con este
posición blanca por su fuerte centro y último, Smyslov da la siguiente variante:
mayor espacio. Pero no se observan de- 26.¥xc4 ¤g4, y ahora:
bilidades en el juego negro. a) 27.¦e2 ¦d3 28.¥xd3 ¦xc1+
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29.¢g2 ¦c3 30.£d1 £xf2+ 31.¦xf2 un error...
¤e3+ 32.¢g1 ¤xd1 33.¦d2 ¥c5+ 26... c3
34.¢f1 ¤f2, etc. 27.£b3 ¥c5
b) 27.¦f1 ¦d3! 28.¥xd3 ¦xc1. 28.¦c2 ...
c) 27.¦c2 ¦d7 (para doblarse en la A 28.¦e2, sigue -siempre según Smys-
columna c); 28.h3 ¤xf2 29.¦xf2 ¥c5 lov- 28. ... ¥xf2+ 29.¦xf2 ¤xe4 30.£c2
30.¦e2 £c7; con doble amenaza. ¦d2 31.£xe4 £xf2+ 32.¢h1 ¦b2, etc.-
En cuanto a la captura con la torre, 28... ¦d2!
la continuación podría ser: 26.¦xc4
¤g4 27.¦e2 ¦xc4 28.£xc4 ¥c5 29.£c2
£xb5 30.h3 y el caballo debe retirarse.

29.¦xd2 ...
Si 29.¤xd2 ¥xf2+ 30.¢g2 ¥xe1
31.¤f3 £e3 32.¦e2 £xe2+ 33.¥xe2 c2
Y puesto que no se ve otra cosa para (¡no haberlo comido antes!). El análisis
las blancas, y lo elegido por ellas (26.h3) es de Smyslov.
conduce a la derrota, debemos concluir 29... cxd2
que Ravinsky debió tomar 26.¦xc4, es 30.¦e2 ¥xf2+
decir, “ahogar el gatito ni bien nacido”, 31.¢g2 ¦c3
porque ese peón se convertirá enseguida 32.£d1 ¥e3
en un tigre metido en su propia casa. 33.¤xd2 ...
Sin duda que, en toda esta emergen- Murió el peen, pero ya hizo lo sufi-
cia, al blanco le haría falta su alfil de ca- ciente para dar la victoria a su, bando.
sillas negras para oponerse a su colega 33. ... £d4
que martilla despiadadamente sobre el 34.£e1 ¤xe4
punto f2. Y no faltarían comentaristas de 35.¤xe4 £xe4+
esos “con resultados a la vista” -a quienes 36.¢h2 £d4
mordazmente se refiere el Dr. Raúl A. 37.¦g2 ¦c1
Castelli-, que afirmaran doctoralmente 38.£e2 £a1
que la 10a. y 11a. jugadas blancas fueron 39.£xe3 ¦xf1
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40.g4 ¦e1

Las blancas abandonan, ya que si

41.¦e2 ¦h1+ 42.¢g3 £f1 43.¦g2 £xb5.
0-1

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