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AL REDEDOR DE TU MESA
Seguiremos las orientaciones del Concilio Vaticano II para poder entender cómo la
Iglesia quiera alabar al Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo. Y vamos a iniciar nuestro
programa con preguntas que seguramente tú ya te has hecho: ¿qué es la liturgia? ¿Cuál
es el sentido de la liturgia cristiana? ¿Por qué la liturgia?
¿No sería más eficaz y más evangélico un cristianismo sin culto, sin liturgia? ¿Qué relación
hay entre culto y vida? ¿Cuál es la novedad de la liturgia cristiana? A lo largo de estos temas
irás encontrando respuestas.
Nuestro mundo actual vive al margen de la fe, Dios no le interesa. ha esta actitud
se le llama secularización.
El proceso de secularización ha hecho desaparecer la visión de una vida donde
Dios es la clave de interpretación de la realidad. Ahora, nos dicen que Dios tiene que quedarse
dentro de la conciencia y que la experiencia de Dios no tiene valor para la convivencia social.
Hoy la humanidad se aleja de las expresiones del culto cristiano a pesar de participar en sus
procesiones u otros ritos, en muchos casos por tradición o por quedar bien con la sociedad.
Pero el significado de las celebraciones de la liturgia cristiana son ignorados por mucha gente
que se dice cristiana.
Los agricultores realizaban el rito de los panes ázimos. Se hacía en primavera. Eran
panes con cebada nueva y sin levadura que quería significar, al empezar el año, que todo
debía ser nuevo y sin relación con el año viejo. Otros ejemplos: la fiesta de la siega con el
ofrecimiento de las primeras gavillas de grano, y las de la recolección de las frutas (Ex. 23,14-
17; 34,18-23). Son fiestas de carácter agrícola, ligadas a la naturaleza y las estaciones: la
fiesta de la primavera (ázimos), del verano (la siega) y del otoño (recolección).
Las fiestas de Israel se hacen coincidir con los grandes acontecimientos de su historia
en los que Dios se manifiesta como liberador. Los ritos de celebración cobran un carácter de
acontecimiento memorial de las intervenciones divinas en la historia del pueblo. Los
ritos del cordero y los ázimos, ejemplos que hemos propuesto, al quedar integrados en la
celebración de la Pascua, dejan su antiguo significado y pasan a ser memorial del poder
liberador de Yahvé.
Hay, pues, una diferencia notoria en el culto de Israel respecto a los pueblos vecinos:
ya no está ligado a los ritmos de la naturaleza, en Israel el culto se vincula a su propia
historia como lugar donde se hace presente la acción salvadora de Dios. Esto lleva
consigo que el pueblo se implica en la acción salvadora de Dios. Dios es parte de su
propia historia.
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El culto cristiano es, por tanto, memorial del misterio de Cristo muerto y resucitado y,
también, esperanza del cumplimiento definitivo de su Reino. Todo lo que se había ido
preparando en la historia de la salvación tiene su culmen en el acontecimiento histórico de la
presencia de Cristo entre nosotros (encarnación). Y toda esta historia se hace presente en la
celebración litúrgica. La liturgia aparece ante nosotros como una especie de “síntesis” de toda
la historia de la salvación.
En efecto, el Dios-Amor ha querido hacer historia con el hombre, este ha sido su plan
y nos lo ha dado conocer por medio de Jesucristo. La liturgia hace presente “a su modo” este
plan: por eso nada hay en la liturgia que no sea “por Jesucristo, Nuestro Señor”.