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ALIMENTICIOS
Normal Anormal
Existencia de sintomatología que genere No existen síntomas que genere alteración en
alteración en el consumo o en la absorción de el consumo o en la absorción de los alimentos.
los alimentos.
No hay deterioro clínicamente significativo
Deterioro clínicamente significativo
Los cambios del DSM IV al DSM 5:
*En el DSM-5, la estructura de los trastornos alimentarios cambia, desaparecen los trastornos de la
infancia y adolescencia, creando un solo espectro, lo cual permite hacer el diagnóstico de cualquiera
de ellos en cualquier edad. Además se pide al clínico realizar especificaciones de gravedad y
remisión, lo cual complementará la información de los casos.
*Dados los cambios en la estructura, la definición de los trastornos alimentarios se amplía, ahora su
concepción añade a la conducta alimentaria los problemas en la absorción de los alimentos, además
de explicitar áreas de deterioro. Esto trae sin lugar a duda consideraciones de mayor número de
conductas patológicas en cuanto al comportamiento alimentario, por lo que el clínico tiene una
mayor oportunidad de categorizar comportamientos anómalos.
*Los antes llamados trastornos de la infancia, se modifican en cuanto a su edad de diagnóstico, pica
y rumiación no sufren grandes cambios, no así el trastorno de evitación/restricción de la ingesta de
alimentos, que añade características de las conductas anómalas y de sus consecuencias en el ámbito
físico y psicosocial. Y en ella podrían incluirse un buen número de conductas de restricción de
alimentos, que tienen su origen en la contaminación de los alimentos u otras ideas que reducen
cada vez más la dieta de las personas.
*En el caso de los antes llamados trastornos de la conducta alimentaria de la adolescencia, se incluye
al trastorno de atracones, con criterios muy similares al DSM-IV-TR, solo se precisa el criterio de
duración y frecuencia del atracón. Lo cual le quita su categoría de «trastorno en investigación», para
tener una relevancia semejante a la anorexia o bulimia nerviosa.
*La anorexia nerviosa es donde observamos mayores cambios en el diagnóstico, en cuanto a solo
hablar de bajo peso corporal y la eliminación de la amenorrea como criterio diagnóstico. El tiempo
del padecimiento que antes era referido en la amenorrea (3 meses) se considera en los tipos:
restrictivo y con atracones/purgas. No debemos olvidar que estos cambios incrementarán los casos
de anorexia nerviosa, y esto no se deberá a un repunte de la enfermedad, sino a la reubicación de
los casos que tenían importantes síntomas clínicos, pero no cumplían con todos los criterios.
*Los cambios antes referidos en los trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos, sin lugar
a duda impactarán en la epidemiología de estos trastornos ---principalmente en anorexia y bulimia
nerviosas---. En los casos de pica, rumiación y evitación de alimentos---, su mayor visibilidad,
proporcionará nuevos datos de prevalencia y otros campos de investigación poco explorados en las
psicopatologías alimentarias.
Los distintos trastornos en la categoría de tx de alimentación y los criterios del DSM 5:
PICA
A. Ingestión persistente de sustancias no nutritivas y no alimentarias durante un período
mínimo de un mes.
B. La ingestión de sustancias no nutritivas y no alimentarias es inapropiada al grado de
desarrollo del individuo.
C. El comportamiento alimentario no forma parte de una práctica culturalmente aceptada o
socialmente normativa.
D. Si el comportamiento alimentario se produce en el contexto de otro trastorno mental (p. ej.,
discapacidad intelectual [trastorno del desarrollo intelectual], trastorno del espectro autista,
esquizofrenia) o afección médica (incluido el embarazo), es suficientemente grave para
justificar la atención clínica adicional.
TRASTORNO DE RUMIACIÓN
A. Regurgitación repetida de alimentos durante un período mínimo de un mes. Los alimentos
regur-gitados se pueden volver a masticar, a tragar o se escupen.
B. La regurgitación repetida no se puede atribuir a una afección gastrointestinal asociada u otra
afección médica (p. ej., reflujo gastroesofágico, estenosis pilórica).
C. El trastorno de la conducta alimentaria no se produce exclusivamente en el curso de la
anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno de atracones o el trastorno de
evitación/restricción de la ingesta de alimentos.
D. Si los síntomas se producen en el contexto de otro trastorno mental (p. ej., discapacidad
intelec-tual [trastorno del desarrollo intelectual] u otro trastorno del neurodesarrollo), son
suficiente-mente graves para justificar atención clínica adicional.
Especificar si:
En remisión: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para el
trastorno de rumiación, los criterios no se han cumplido durante un período continuado.
En remisión: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para los
trastor-nos de la conducta alimentaria y de la ingesta de alimentos, los criterios no se han
cumplido durante un período continuado.
ANOREXIA NERVIOSA
A. Restricción de la ingesta energética en relación con las necesidades, que conduce a un peso
corporal significativamente bajo con relación a la edad, el sexo, el curso del desarrollo y la
salud física. Peso significativamente bajo se define como un peso que es inferior al mínimo
normal o, en niños y adolescentes, inferior al mínimo esperado.
B. Miedo intenso a ganar peso o a engordar, o comportamiento persistente que interfiere en el
aumento de peso, incluso con un peso significativamente bajo.
C. Alteración en la forma en que uno mismo percibe su propio peso o constitución, influencia
impropia del peso o la constitución corporal en la autoevaluación, o falta persistente de
reconocimiento de la gravedad del bajo peso corporal actual.
Nota de codificación:
El código CIE-9-MC para la anorexia nerviosa es 307.1, que se asigna con independencia del
subtipo.
El código CIE-10-MC depende del subtipo (véase a continuación).
Especificar si:
(F50.01) Tipo restrictivo: Durante los últimos tres meses, el individuo no ha tenido episodios
recurrentes de atracones o purgas (es decir, vómito autoprovocado o utilización incorrecta
de laxantes, diuréticos o enemas). Este subtipo describe presentaciones en las que la pérdida
de peso es debida sobre todo a la dieta, el ayuno y/o el ejercicio excesivo.
(F50.02) Tipo con atracones/purgas: Durante los últimos tres meses, el individuo ha tenido
episodios recurrentes de atracones o purgas (es decir, vómito autoprovocado o utilización
inco-rrecta de laxantes, diuréticos o enemas).
Especificar si:
En remisión parcial: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para
la anorexia nerviosa, el Criterio A (peso corporal bajo) no se ha cumplido durante un período
con-tinuado, pero todavía se cumple el Criterio B (miedo intenso a aumentar de peso o a
engordar, o comportamiento que interfiere en el aumento de peso) o el Criterio C (alteración
de la autoper-cepción del peso y la constitución).
En remisión total: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para la
anorexia nerviosa, no se ha cumplido ninguno de los criterios durante un período continuado.
BULIMIA NERVIOSA
A. Episodios recurrentes de atracones. Un episodio de atracón se caracteriza por los dos
hechos siguientes:
1. Ingestión, en un período determinado (p. ej., dentro de un período cualquiera
de dos horas), de una cantidad de alimentos que es claramente superior a la
que la mayoría de las personas ingerirían en un período similar en
circunstancias parecidas.
2. Sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio (p.
ej., sensación de que no se puede dejar de comer o controlar lo que se ingiere
o la cantidad de lo que se ingiere).
B. Comportamientos compensatorios inapropiados recurrentes para evitar el aumento de
peso, como el vómito autoprovocado, el uso incorrecto de laxantes, diuréticos u otros
medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo.
C. Los atracones y los comportamientos compensatorios inapropiados se producen, de
promedio, al menos una vez a la semana durante tres meses.
D. La autoevaluación se ve indebidamente influida por la constitución y el peso corporal.
E. La alteración no se produce exclusivamente durante los episodios de anorexia nerviosa.
Especificar si:
En remisión parcial: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios
para la bulimia nerviosa, algunos pero no todos los criterios no se han cumplido durante
un período continuado.
En remisión total: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para
la bulimia nerviosa, no se ha cumplido ninguno de los criterios durante un período
continuado.
Especificar la gravedad actual:
La gravedad mínima se basa en la frecuencia de comportamientos compensatorios
inapropiados (véase a continuación). La gravedad puede aumentar para reflejar otros
síntomas y el grado de dis-capacidad funcional.
TRASTORNO DE ATRACONES
A. Episodios recurrentes de atracones. Un episodio de atracón se caracteriza por los dos
hechos siguientes:
1. Ingestión, en un período determinado (p. ej., dentro de un período cualquiera de
dos horas), de una cantidad de alimentos que es claramente superior a la que la
mayoría de las personas ingeriría en un período similar en circunstancias
parecidas.
2. Sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio (p. ej.,
sensación de que no se puede dejar de comer o no se puede controlar lo que se
ingiere o la cantidad de lo que se ingiere).
B. Los episodios de atracones se asocian a tres (o más) de los hechos siguientes:
1. Comer mucho más rápidamente de lo normal.
2. Comer hasta sentirse desagradablemente lleno.
3. Comer grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre físicamente.
4. Comer solo debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que se ingiere.
5. Sentirse luego a disgusto con uno mismo, deprimido o muy avergonzado.
C. Malestar intenso respecto a los atracones.
D. Los atracones se producen, de promedio, al menos una vez a la semana durante tres
meses.
E. El atracón no se asocia a la presencia recurrente de un comportamiento compensatorio
inapro-piado como en la bulimia nerviosa y no se produce exclusivamente en el curso de
la bulimia nerviosa o la anorexia nerviosa.
Especificar si:
En remisión parcial: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios
para el trastorno de atracones, los atracones se producen con una frecuencia media
inferior a un episodio semanal durante un período continuado.
En remisión total: Después de haberse cumplido con anterioridad todos los criterios para
el tras-torno de atracones, no se ha cumplido ninguno de los criterios durante un período
continuado.
Especificar la gravedad actual:
La gravedad mínima se basa en la frecuencia de los episodios de atracones (véase a
continuación). La gravedad puede aumentar para reflejar otros síntomas y el grado de
discapacidad funcional.
Anorexia nerviosa atípica: Se cumplen todos los criterios para la anorexia nerviosa, excepto que
el peso del individuo, a pesar de la pérdida de peso significativa, está dentro o por encima del
intervalo normal.
Bulimia nerviosa (de frecuencia baja y/o duración limitada): Se cumplen todos los criterios para
la bulimia nerviosa, excepto que los atracones y los comportamientos compensatorios
inapropiados se producen, de promedio, menos de una vez a la semana y/o durante menos de
tres meses.
Trastorno de atracones (de frecuencia baja y/o duración limitada): Se cumplen todos los
criterios para el trastorno de atracones, excepto que los atracones y los comportamientos
compensatorios ina-propiados se producen, de promedio, menos de una vez a la semana y/o
durante menos de tres meses.
1º Formato
Comenzando por los totales, se puede observar que 28.6% de la población mexicana presentó
algunos de los 23 trastornos de la CIE alguna vez en su vida, el 13.9% lo reportó en los últimos 12
meses y el 5.8 reportó trastornos mentales durante los últimos 30 días. Es decir, alrededor de seis
de cada 20 mexicanos, tres de cada 20 y uno de cada 20 mexicanos presentaron trastornos
psiquiátricos alguna vez en la vida, en los últimos 12 meses y en los últimos 30 días,
respectivamente.
2º Formato:
Algunos datos en nuestro país estiman que el 40% de las adolescentes mujeres han intentado
restringir su alimentación, y que más del 60% de los adolescentes (hombres y mujeres) consideran
que deberían tener un mejor cuerpo (Unikel & Caballero, 2010). En cuanto a trastornos de
alimentación, en nuestro país se estima que entre el .5% y el 1.5% de los adolescentes padecen de
este trastorno en nivel clínico (Benjet, Méndez, Borges & Medina-Mora, 2012). Sin embargo, si
tomamos en cuenta el trastorno de alimentación no especificado y los niveles sub clínicos, alrededor
del 10% de los hombres y el 35% de las mujeres presentan indicadores que requieren de mayor
atención (Unikel & Caballero, 2010).
3º Formato
En un reporte reciente de la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica que utiliza los criterios
propuestos en el apéndice del DSM-IV se estima que 1.6% de los adultos mexicanos ha cumplido
criterios para el trastorno de atracón alguna vez en su vida.
Muchas personas con anorexia padecen osteoporosis, y las fracturas de huesos son frecuentes.
Cuando la pérdida de peso llega a ser grave, desaparece la menstruación. Algunos informes
preocupantes (Artmann y cols., 1985; Herholz, 1996; Kingston y cols., 1996) señalaron que las
imágenes de TAC revelaban una dilatación de los ventrículos y un ensanchamiento de los surcos de
la corteza cerebral, lo cual indica reducción de tejido cerebral. El ensanchamiento de los surcos,
pero no la dilatación ventricular, aparentemente remite después de la recuperación.
Hay claros indicios, procedentes básicamente de estudios realizados con gemelos, de que los
factores hereditarios desempeñan un cometido importante en la manifestación de la anorexia
(Russell y Treasure, 1989; Walters y Kendler, 1995; Kortegaard y cols., 2001). El que haya factores
hereditarios sugiere que podrían estar involucradas anomalías en mecanismos fisiológicos. Como se
supondrá, muchos. Investigadores han sugerido que la anorexia y la bulimia pueden deberse a
anomalías bioquímicas o estructurales de los mecanismos cerebrales que controlan el metabolismo
o la ingesta de comida. En una revisión de la literatura, Fava y cols. (1989) refirieron que en algunos
estudios se habían encontrado pruebas de cambios en los niveles de NA, 5-HT y opiáceos en
personas con anorexia nerviosa; y en los de NA y 5-HT en personas con bulimia nerviosa.
Algunos investigadores han sugerido que el neuropéptido “Y” pudiera desempeñar una función en
la anorexia (Kaye y cols., 1990; Kaye y cols., 1996). Kaye y su equipo observaron elevados niveles de
este péptido en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con anorexia cuyo peso era
extremadamente bajo. No obstante, una vez que los pacientes recuperaban su peso normal, los
niveles de neuropéptido Y volvían asimismo a ser normales. Los investigadores sugirieron que la
elevación del nivel de NPY es una respuesta a la pérdida de peso y que, al menos en parte, explica
la obsesión por la comida, característica de la anorexia.
En cualquier caso, el hecho de que las personas con anorexia habitualmente estén obsesionadas por
la comida (y tengan niveles altos de NPY en el líquido cefalorraquídeo) sugiere que este trastorno
no se debe a la falta de hambre. Ha habido más suerte con la bulimia nerviosa; varios estudios
sugieren que los agonistas de la serotonina, como por ejemplo la fluoxetina (una sustancia
antidepresiva, más conocida como Prozac), pueden ayudar en el tratamiento de este trastorno
(Advokat y Kutlesic, 1995; Kaye y cols., 2001). No obstante, la fluoxetina no ayuda a los pacientes
con anorexia (Attia y cols., 1998).
Los cuatro mecanismos adicionales, mantenedores de los trastornos alimentarios, propuestos por
Fairburn et al. (2003) son: el perfeccionismo clínico, la baja autoestima, la intolerancia a los cambios
en el estado de ánimo y las dificultades interpersonales. Los resumimos seguidamente.
2. Baja autoestima. En algunas pacientes con trastornos de conducta alimentaria, la baja autoestima
no consiste simplemente en pensar negativamente sobre una misma, como resultado de la
incapacidad de controlar la ingesta o el peso; sino en la existencia de una autoimagen negativa
permanente vista como parte de su propia identidad. Esta baja autoestima dificulta el cambio,
principalmente a través de dos mecanismos: por un lado, les crea una sensación de desesperanza
sobre la propia capacidad de cambio (perdiendo la confianza en el tratamiento), y por otro lado, las
lleva a perseguir con determinación logros en las áreas altamente valoradas (p.e. control sobre
ingesta, peso y figura corporal) que son difíciles de alcanzar porque no son realistas ni están bajo su
control (i.e. llegar a pesar una determinada cifra, utilizar una talla concreta de ropa, seguir dietas
estrictas, etc.). Cuando no logran alcanzar dichas metas, ese “fracaso” se sobregeneraliza y se
interpreta como confirmación de “ser una fracasada”. Estas pacientes con autoimagen negativa
crónica suelen responder mal al tratamiento.
3. Intolerancia a los cambios en el estado de ánimo. Algunas pacientes con TCA tienen problemas
para afrontar de forma adecuada ciertos estados emocionales, tanto negativos (p.e. ira, ansiedad o
depresión) como positivos (p.e. euforia). Cuando experimentan cambios en su estado de ánimo,
estas pacientes son incapaces de reconocerlos y aceptarlos, e intentan modular su estado anímico
con conductas que, en ocasiones, son muy desadaptativas, por ejemplo, autolesiones o consumo
de sustancias psicoactivas. También recurren a otros comportamientos como atracones, vómitos y
ejercicio físico intenso para modular su estado de ánimo.
4. Dificultades Interpersonales. Algunas pacientes con trastornos de conducta alimentaria también
presentan importantes problemas en sus relaciones interpersonales. La terapia interpersonal ha
demostrado su eficacia como tratamiento para la BN (Wilson, 2005), y es por ello que se han
integrado algunos de sus elementos en el modelo transdiagnóstico y en la terapia cognitiva-
conductual derivada de él, ya que las dificultades en esta área pueden estar perpetuando el
trastornos de conducta alimentaria.
En la bulimia nerviosa el trastorno empieza, por lo general, más tarde (al final de la adolescencia o
al principio de la edad adulta) y puede ser similar a una AN, que luego va cambiando hasta parecer
también una forma mixta de trastorno no especificado.
Estas características ponen de relieve lo que Fairburn (2008) denomina una “migración de
diagnósticos” 4 dentro de los trastornos de conducta alimentaria; una migración que no ocurre al
azar sino que refleja que estos trastornos comienzan con restricciones en la ingesta, que acaban por
romperse con episodios de atracones, debidos a la dificultad que tienen las pacientes para mantener
el control de una dieta muy rígida y demandante. Los frecuentes cambios de diagnóstico en estas
pacientes sugieren que, en lugar de tratarse de la recuperación de un trastorno y el desarrollo de
otro distinto, se trata de la evolución de un mismo trastorno alimentario. Es a partir de estos datos
y ésta reflexión, de donde surge la visión transdiagnóstica de los TCA.