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I 6.

LA INHIBICION DE LA FANTASIA Y LA
PREDISPOSICION A MATAR
ta predisposición a matar

rrollo. En los casos en que se dispone de información, es evi¬


111

dente que entran dentro de esta categoría. La inhibición de


la fantasía puede en algunos casos no sólo ser considerada
como una defensa contra el persistente abuso de la violencia
en un medio falto de cariño, sino también sugerir una pre¬
disposición a cometer asesinatos.
Aunque esta idea está confirmada tanto por mis propias
observaciones como por los descubrimientos de otros inves¬
tigadores acerca de la experiencia de individuos que han co¬
Aunque mi tratamiento psicoanalítico de los niños me en¬ metido asesinatos, algunos escritores continúan viendo la
frentó inicialmente con la difícil tarea de desenmascarar el comisión de un asesinato como la última prueba de la natu¬
significado de sus fantasías, pronto me di cuenta de que el raleza despreciable del hombre y la atribuyen a un «instinto
grado de inhibición de la fantasía, al igual que el alcance de asesino». En el libro Human aggression, Anthony Storr apo¬
su expresión, podía ser una medida de las necesidades de de¬ ya esta postura con la siguiente declaración: «La triste reali¬
fensa del niño. Mi especulación acerca de la dinámica de la dad es que somos la especie más cruel y despiadada que ja¬
inhibición se acabó cuando comencé a investigar el historial más ha pisado la tierra; y, aunque nos horroricemos cuando
familiar de los pacientes que revelaban esta incapacidad. En leemos en los periódicos o en los libros de historia de atroci¬
esas raras ocasiones, a pesar de la incuestionable existencia dades cometidas por los hombres contra los hombres, sabe¬
de otras causas de inhibición, encontré que el miedo al in¬ mos en el fondo que cada uno de nosotros alberga esos im¬
fanticidio, que normalmente da lugar a las fantasías del ni¬ pulsos salvajes que llevan al asesinato, la tortura y la gue¬
ño, se había visto intensificado por el persistente abuso de la rra»1.
violencia en un medio falto de cariño, el cual suscitaba no Igualmente, en The natural history of aggression, se afir¬
sólo el deseo sino también el impulso de matar. En estos ca¬ ma: «La evidencia psiquiátrica actual no deja lugar a dudas;
sos el niño respondía desarrollando sentimientos de enajena¬ la agresión no es meramente una respuesta a la frustración,
ción y se sentía embargado por un miedo a perder el control es un impulso universal profundamente arraigado»2.
que le hacía inhibir todo tipo de fantasía. Cuando el hombre ha sido comparado por los científicos
Quizás no haya ningún factor que nos enseñe tanto acer¬ con otras especies del reino animal, su posición en la jerar¬
ca del papel central de la violencia y el miedo a ésta en el quía moral ha caído hasta lo más bajo. Se ha señalado que el
mecanismo de defensa psíquico como su impacto en las fan¬ hombre no puede competir con la naturaleza pacífica de los
tasías de los niños. Aunque la fantasía defiende por lo gene¬ otros, que en muchos casos matan para sobrevivir e incluso
ral al niño contra su miedo a ser asesinado, si entra en con¬ entonces, como en el caso de los lobos, eligen a su víctima
tacto con la violencia real o la amenaza de violencia sin la in¬ entre los animales que están ya enfermos; más aún, el hom¬
fluencia benéfica del cariño, la fantasía puede no ser sufi¬ bre pertenece a una de las pocas especies que mata a sus se¬
ciente y el niño puede verse forzado a actuar, frecuentemen¬ mejantes.
te asumiendo una identidad «más segura». Sin embargo, si
la violencia va repetida y persistentemente dirigida contra el
niño, incluso esas defensas pueden no ser suficientes. Su 1 Anthony Storr, Human aggression, Nueva York, Atheneum, 1968: Ban¬
única solución es entonces la inhibición. Una investigación tam Books. 1970 [La agresividad humana, Madrid, Alianza, 19701
J. D. McCarthy y J. Gbling (comps.). The natural history of aggression,
de los antecedentes de las personas que han cometido asesi¬ *
Institute of Biology Symposia, 13, Nueva York, Academic Press, 1964 [Histo¬
natos de verdad indica lo siniestro que puede ser este desa¬ ria natural de la agresión, Madrid, Siglo XXI, 5." ed., 19821
• 12 Dorothy Bloch La predisposición a malar 113

Aunque a primera vista esto puede parecer irrefutable, si de modo que le corresponde a la sociedad cuidar de él aho¬
examinamos las condiciones previas que en muchos casos ra, y si no se lo da, él mismo lo tomará. Por lo tanto, robar
parecen ser necesarias para que las personas sean capaces es algo natural en él. Asesinar es accidental»4.
de matar, encontramos que, aunque parezca una paradoja, A pesar de que también puede haber otros estados emo¬
por lo general no matan a sus semejantes. Lejos de ser una cionales que lleven al asesinato, en muchos casos la repre¬
expresión natural de los impulsos agresivos, el asesinato tie¬ sión de los sentimientos y la inhibición de la fantasía son tan
ne normalmente una prehistoria que se remonta a la infan¬ profundos que la acción de matar queda disociada. En el es¬
cia y surge de una serie de circunstancias muy específicas. tudio realizado por G. M. Duncan y otros, se informa de un
En mis estudios de los componentes psicológicos de los es¬ caso: «Cuando le vimos, era incapaz de explicar el asesinato
fuerzos de los gobiernos por declarar guerras, especialmente de su novia»5. En otro caso, analizado por W. Lindsay Neus-
guerras de agresión, así como la investigación tanto de las tatter, un hombre que había asesinado a tres desconocidos
experiencias tempranas de los asesinos como de las raíces en tres localidades distintas sufría una amnesia total acerca
de la violencia en mis propios pacientes, sugieren que por lo de cómo había llegado a esos lugares. Afirmaba que mataba
general antes de que la gente sea capaz de matar, debe pro¬ por impulso y no sabía por qué seleccionaba a unas determi¬
ducirse un proceso de enajenación. En este sentido se puede nadas víctimas6. En otro caso, un asesino que afirmaba ser
decir que, a pesar de las apariencias, hay razones para creer capaz de borrar de su memoria cualquier cosa que le resul¬
que el hombre, en realidad, no mata a sus semejantes. tara desagradable, alegó la pérdida de memoria antes del
En su artículo «The attitude of murderers toward death», juicio y se negó a hacer ninguna confesión cuando le
Paul Schilder explica la actuación del típico asesino joven y interrogaron7. En el caso de William George Hierens, el per¬
en general describe sentimientos de enajenación. Schilder sonaje del libro de Lucy Freeman Before Ikill more, todos
afirma: «Es como si la vida y la muerte no desempeñaran un sus asesinatos y asaltos son actos disociados. Después de
papel importante en el contenido manifiesto de la vida psí¬ dos asesinatos, explica que «se despertó» una de las veces en
quica. Las personas de este tipo matan aparentemente con la el suelo y la otra en una silla. En ambas ocasiones miró a su
misma facilidad con que los niños juegan a matar, y no están alrededor, observó lo que había hecho sin recordar haberlo
más preocupados por su propia muerte de lo que lo están los hecho y simplemente dedujo que lo había hecho8. En su estu¬
niños. Parece casi como si estos asesinos "normales", que por dio Bom to raise hell, Jack Altman y Marvin Ziporyn cuentan
otra parte no se adaptan demasiado mal a la realidad, pre¬ cómo Richard Speck oyó hablar por la radio, mientras estaba
sentaran tendencias infantiles en sus reacciones ante la vida en un bar, del asesinato de ocho enfermeras y comentó al
y la muerte. Se podría decir que matan porque no aprecian hombre que tenía al lado: «Confío en que cojan a ese hijo de
lo que le están quitando a los demás»3. Cuando Manfred puta». Sólo cuando mencionaron su nombre se dio cuenta de
Guttmacher presentaba el caso de Alvin, también describía
un sentimiento de enajenación: Alvin «ve el mundo como un
4 Manfred S. Guttmacher, The mind
lugar de privación y lo divide claramente entre "los que tie¬ of the murderers, Nueva York, Pa¬
rrar, Straus & Cudahy, 1960.
nen" y "los que no tienen" [...] No sentía ningún remordi¬ 5 G. M. Duncan, S. H. Frazier, E. M. Litin, A. M. Johnson y A. J. Barron,
miento a la hora de quitar a "los que tienen" ya que él es «Etiological factors in first degree murder», Journal of the American Medi¬
uno de "los que no tienen". No cree hacer nada malo, ya que cal Association, 168, núm. 13, noviembre de 1958.
6 W. Lindsay Neustatter, The mind
la misma sociedad le ha hecho así. No ha tenido nunca nada, of the murderer, Londres, Christo¬
pher Johnson, 1957.
7 W. Lindsay Neustatter, «The State of mind in murder». Lancet, 1, 17 de
1 Paul Schilder, «The attitude of murderers toward
death». Abnormal abril de 1965, pp. 861-863.
and Social Psychology, 31, num. 3, 1936, p. 348. 1 Lucy Freeman,
Before Ikill more, Nueva York, Crown, 1955.
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que era él el asesino y entonces intentó suicidarse. Más ade¬ víctimas fueron reducidas a una condición despreciable y,
lante afirmó: «Me gustaría saber qué me hizo matar a esas con autorización oficial, se convirtieron en el blanco de to¬
muchachas. ¿Por qué haría una cosa así?»9. dos los ataques y ridiculizaciones. A pesar de que se usaron
A pesar de que mi intención no es analizar el medio so¬ todos los medios de propaganda posibles para convencer a
cial y los sistemas de gobierno que engendran el asesinato, ambos grupos del carácter subhumano de sus semejantes,
un examen rápido de los métodos que los gobiernos emplean fue necesario además crear una sensación de diferencia se¬
con frecuencia a fin de preparar psicológicamente para la gregando a las víctimas y metiéndolas en guetos. Sin embar¬
guerra establece el reconocimiento generalizado del papel go, ni siquiera esto fue suficiente. Hay que decir, en honor de
esencial de la enajenación a la hora de matar. Desde la pri¬ la raza humana, que el arma final en la enajenación tanto de
mera guerra mundial y la descripción del soldado alemán los alemanes como de los americanos blancos sólo podía ser
como un «huno salvaje», que por lo tanto no podía ser califi¬ la violencia y la amenaza de ésta. Ya se tratara de los «aman¬
cado de humano, hasta el «gook » vietnamita, cuyo estatus tes de los negros» en el sur, a los cuales se les impidió, du¬
«subhumano» permitía matarle impunemente, la enajena¬ rante la época de la esclavitud y también después, educar a
ción ha sido siempre un arma primordial de los gobiernos. los negros o expresar cualquier tipo de solidaridad con ellos,
Quizás por las dimensiones de la matanza prevista, en nin¬ o de los simpatizantes de los judíos en Alemania, la violación
gún sitio ha sido desarrollado el proceso de enajenación a la de las leyes destinadas a enajenar exponía a los «criminales»
escala que preparó el pueblo alemán para participar en el en el mejor de los casos al ostracismo y en el peor a la tor¬
holocausto. Dado que Hitler no tenía la ventaja de las dife¬ tura o la muerte. Los americanos que se negaban a partici¬
rencias de color, pelo o estructura facial que facilitaron la par en la matanza de vietnamitas estaban expuestos a ir a la
enajenación de los americanos blancos en relación con los cárcel o al exilio. La compasión y la justicia ya no podían ser
vietnamitas o con los negros de los Estados Unidos, inventó vistas como sentimientos en sintonía con el yo: ponían la vi¬
el mito de la raza aria, una raza dé amos supuestamente de da en peligro.
ojos azules y pelo rubio superior a todas las demás. La efica¬ Que quede bien claro que ésta no es toda la historia de la
cia de esta técnica se puede medir por la ceguera de sus se¬ conversión de los seres humanos en asesinos o cómplices de
guidores con respecto a él y a otros «amos» de la «raza de asesinos. Los luchadores por la libertad que combatieron al
amos». También tuvo mayores dificultades con la inferiori¬ sistema nazi y nuestros propios hombres en el exilio que se
dad cultural. Dado que los negros habían sido arrancados de negaron a matar «gooks», no menos que los que acogieron
su propia cultura y no se les había permitido participar en con agrado la sanción del gobierno a la puesta en práctica de
la del hombre blanco, no era demasiado difícil inventar el sus impulsos homicidas, atestiguan la existencia de otros
mito de su incapacidad. También se usó la disparidad entre factores. A pesar de que la luz arrojada por los esfuerzos a
las culturas americana y vietnamita para establecer la infe¬ gran escala de los gobiernos durante este siglo para prepa¬
rioridad de ésta última. Los judíos sin embargo habían parti¬ rar los asesinatos en masa deja establecida la importancia
cipado como iguales en la vida cultural de Alemania y por lo de los sentimientos de enajenación como condición previa
tanto no podían ser atacados por su nivel de inteligencia. La para que un asesinato sea cometido, si queremos entender
cultura en sí se convirtió entonces en un estigma. El mariscal por qué algunas personas sólo necesitan una señal para ma¬
Goring decía: «Cuando oigo la palabra 'cultura' saco la pisto¬ tar y en cambio otros están dispuestos a sacrificar su vida
la». Tanto con los alemanes como con los americanos, las antes de cometer un asesinato, hemos de volver la vista al
medio familiar. A pesar de que somos ahora más conscientes
9 J. AItman y Marvin Ziporyn, Born to raise hell: the uMold story del papel de la violencia o la amenaza de violencia en la es¬
of Ri-
chdrd Speck, Nueva York., Grove Press, 1967. tructura de nuestra sociedad y sus máquinas de guerra, esta-
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mos mucho menos informados acerca del papel que desem¬ natos más adelante. «En una situación particularmente frus¬
peñan en la vida psíquica del individuo. Aunque el paciente trante, su agresión reprimida explotaba y mataban al indivi¬
adulto parece con frecuencia estar preocupado sobre todo duo al cual consideraban el principal responsable de su frus¬
por su necesidad se sentirse querido, la complejidad de la tración»12.
superestructura psíquica con la que se enfrenta a los de¬ Las entrevistas con los distintos asesinos establecieron
más está generalmente destinada a defenderle contra su sin duda alguna la extraordinaria brutalidad a la que habían
miedo a matar y a ser matado. Como sugiere mi investiga¬ sido expuestos durante su infancia. Gerald Frank en su libro
ción de las experiencias tempranas de personas que han co¬ The Boston strangler, cita a su protagonista: «Vi como mi pa¬
metido asesinatos, es necesaria una gran constelación de fac¬ dre partía los dientes a mi madre y después le rompía uno a
tores, el menor de los cuales no es la enajenación, para que uno todos los dedos. Debía de tener yo unos siete años [...] Mi
el individuo sea capaz de cometer un asesinato. (En este anᬠpadre era fontanero. Una vez me pegó en la espalda con una
lisis no se incluyen los crímenes inducidos por la droga.) cañería. Simplemente no fui lo suficientemente rápido. Nos
Los numerosos estudios de asesinos proporcionan infor¬ vendió a mí y a mis dos hermanas a un granjero de Maine por
mación sobre sus experiencias tempranas. «Casi sin excep¬ nueve dólares. Nadie supo lo que nos había pasado durante
ción», informa Guttmacher, «encontramos en su primera in¬ seis meses. Teníamos que ponernos delante de él, mi herma¬
fancia no sólo necesidades económicas, sino también cruel¬ no Frank y yo, todas las noches para que nos pegara con el
dades y miserias de todo tipo»10. En su estudio de seis con¬ cinturón [...] Solía coger a mi hermano Dickie [...} lo levanta¬
denados por asesinato de Minnesota (Estado donde no existe ba y lo estrellaba contra la pared [...] Mis hermanas tenían
la pena de muerte) cuyos padres estaban dispuestos a ser en¬ siempre los ojos morados»13.
trevistados, los investigadores encontraron un denominador El estudio de Neustatter revelaba que en un caso, en el
común: una «brutalidad implacable por parte de uno de los que un muchacho de dieciséis años había matado a una mu¬
padres con la conformidad del otro». En uno de los casos el jer de setenta y dos a cuchilladas, «su madre admitió que a
nivel de brutalidad quedó demostrado cuando el padre suje¬ veces pegaba al muchacho y su padre también "estaba siem¬
tó el cuerpo desnudo de su hijo por los pies a la vez que le pre encima de él"». El padre, un ex oficial del ejército «insis¬
golpeaba con el cinturón, dejándolo caer después a] suelo de tía en que se sentara en el orinal, si era necesario durante
cabeza. Algunos de los entrevistados habían sido arrojados horas, con lo cual no se mojaba a los nueve meses, y estaba
al otro extremo de la habitación". entrenado a guardar los juguetes desde esa misma edad». El
A study of murder de Stuart Palmer establece también niño nunca demostró mal genio, ni se enfadaba, «únicamente
que «los asesinos parecían haberse sentido terriblemente se ponía pálido, apretaba los puños y no decía nada». El mu¬
frustrados durante su primera infancia, sufriendo traumas chacho admitía que tenía mal genio, pero que siempre había
durante su nacimiento, enfermedades graves durante la ni¬ sido capaz de controlarlo y que «si quería podía olvidar cual¬
ñez, accidentes, palizas, prácticas severas de aprendizaje a quier cosa que le desagradara»14.
manos de la madre, frustraciones psicológicas e incidentes En su estudio del mismo título, Guttmacher describía a
traumáticos fuera de casa». Encontró que había una relación los padres de un joven de veintiún años que había atracado
significativa, positiva y funcional entre la cantidad de frus¬ un camión de reparto de leche y matado al conductor por re-
tración experimentada por los individuos durante su infan¬
cia y adolescencia y el hecho de que cometieran o no asesi-
12 Stuart Palmer, A study of murder, Nueva York, Thomas Crowell, 1960.
13 Gerald Frank, The Boston strangler, Nueva York, New American Li¬
10 Guttmacher, Mind of the murderer, p. 13. brary, 1966.
Duncan et at., «Etiological factors...», p. 1756.
" •4 Neustatter, Mind of the murderer.
118 Dorothy Bloch
La predisposición a matar 119
sistirse. Su padre había sido un atleta muy conocido que no William George Hierens, pone de manifiesto las brutales ex¬
deseaba tener hijos, aunque pensaba que podía haber tolera¬ periencias infantiles de todos los personajes. Bill Hierens co¬
do una niña. Cuando supo que el recién nacido era un niño menzó a robar cuando tenía diez años; al cumplir los trece lo
comenzó a actuar con una crueldad inhumana. Le pegaba arrestaron por cometer diez robos y fue enviado a una es¬
siendo un bebé, le quemaba los dedos cuando sisaba a los cuela semicorreccional. A los catorce fue detenido otra vez
tres años, y se negó a ir en el mismo coche que él cuando fue por cometer nueve robos. Finalmente lo cogieron, a los dieci¬
lo suficientemente mayor como para ser llevado a casa de su siete, siendo entonces acusado de tres asesinatos y dos asal¬
abuela. Antes de que comenzara a ir al colegio, se escapó tos. Los sentimientos de enajenación de los cuales hemos ha¬
una vez mientras le pegaba y a partir de entonces le ataba blado antes tenían una dinámica claramente definida. El pa¬
siempre antes de pegarle. Su madre amenazó con suicidarse dre de Bill, un «hombre gigante» trabajaba media jornada
cuando él tenía nueve años si no se reformaba, y se cortó las para la policía de Lincoln, después de que su negocio que¬
venas unos años más tarde en protesta contra su mala con¬ brara durante la Depresión, y tras una época de trabajar
ducta. irregularmente encontró empleo en la Carnegie Steel Corpo¬
En otro caso, un hombre de treinta años que había mata¬ ration, donde ocupaba un puesto comparable al de sargento
do a su novia con un hacha había sido «el blanco de la ma¬ de policía. Siempre tuvo un rifle y Bill le había visto usarlo
yor brutalidad posible por parte del padre». En otro caso contra ratas y gatos. Aunque los dos padres habían nacido
distinto, narrado en el mismo estudio, un hombre de veinti¬ en América, sus familias provenían de Luxemburgo y habla¬
siete años que había estrangulado a su novia y era incapaz ban alemán entre ellos. Bill estudió alemán para «saber de
de explicarlo declaraba: «Mi madre me odiaba desde el día qué hablaban». Después de su última detención a los dieci¬
que me concibió [...] Me ha estado castigando desde entonces siete años, al registrar la policía su habitación encontró es¬
[...] Me acuerdo de todas las palizas que me ha dado. Ella es parcidas fotografías de Hitler, Goring, Goebbels, Schacht y
feliz ahora que ha destruido mi vida para siempre». Decía otros nazis, dos rifles y la porra de su padre.
que era mala; lo había intentado ahogar y le había pegado La severa educación de Bill queda demostrada por la his¬
tan fuerte con la duela de un barril que le había dejado lleno toria de cómo fue entrenado para usar el orinal, cosa que su
de moraduras y sangrando. Solía decirle: » ¡Qué habré hecho madre consiguió hacer antes de que cumpliera un año. A los
yo para que Dios piense que me merezco tenerte!». Constan¬ ocho meses ya no mojaba la cama por las noches. Su madre
temente menospreciaba a su marido y destruía toda buena le castigaba, al igual que su padre, usando un cepillo del pe¬
opinión que el muchacho tuviera de él. Su propio padre la lo. La historia de la madre deja ver que sufría de histeria de
había abandonado cuando tenía cinco años, y durante toda conversión y que durante distintos períodos pasaba por lo
su infancia otros la habían acusado de ser ilegítima. No esta¬ que ella describía corno «tetania», una tensión en los dedos
ba permitido hablar de su padre. Ella no tenía ningún senti¬ de las manos y de los pies. En una ocasión estuvo paralizada
miento de culpabilidad. Durante la entrevista afirmó que se de la cintura para arriba; en otra, su cara quedó paralizada y
sentía feliz de que su hijo estuviera en la cárcel y que espe¬ tuvo dificultades para respirar. Cuando Bill tenía siete años
raba que no le dejaran salir nunca19. sufrió una depresión nerviosa profunda. Después de un acci¬
El estudio de Lucy Freeman y el doctor Wilfred C. Hulse, dente, cuando Bill tenía nueve años, en el que se quedó atra¬
Children who killlé, al igual que el libro de Freeman sobre pado en el maletero de un coche durante varias horas sin
que le encontraran, su madre tuvo pesadillas en las cuales
u Guttmacher, Mind of the murderer. buscaba dando vueltas con el coche y siempre lo encontraba
16 Lucy Freeman y Wilfred C. Hulse, Children who kill, Nueva York, muerto y ya descompuesto. El padre de Bill decía que ella
Berkley Medallion Books, 1962. prefería al hijo menor.
120 Dorothy Block La predisposición a matar 121

El terror que Bill sentía hacia su padre queda demostra¬ expresar su agresividad interior». Describe a un asesino co¬
do por sus recuerdos de un incidente que ocurrió cuando él mo «callado, educado, disculpándose repetidamente por sus
tenía nueve años. En un día caluroso de verano, mientras ju¬ crímenes, un hombre extraordinariamente limpio y ordena¬
gaba en un parque en el que su padre estaba trabajando, do». Este hombre había estrangulado a cuatro mujeres. En
agarró la barra metálica de un columpio sin darse cuenta de otro caso, el hombre que había matado a dos mujeres era
lo caliente que podía estar, y al soltarla rápidamente se cayó «un joven alto, apuesto, de unos veinte años" con el pelo cla¬
y se rompió el brazo. Entonces se sentó durante media hora, ro, de apariencia atractiva, inteligente, que hablaba suave¬
él solo, intentando arreglarse los huesos rotos. «Como si hu¬ mente y que, incluso después de ser acusado del segundo
biera roto un jarrón», comentaba. «Intentaba repararlo an¬ asesinato, demostraba poca emoción»19:
tes de que me castigaran por haberlo roto». Finalmente, una Aunque yo me había dado cuenta de que la inmersión en
señora lo encontró y lo llevó hasta donde estaba su padre17. la fantasía y su representación, al igual que su exclusión, pa¬
La inhibición de los sentimientos, con lo que esto implica recían reflejar un extraordinario aumento del terror, hasta
— la inhibición de la fantasía— , aparece en todos los estu¬
dios hechos sobre la personalidad de asesinos y los relaciona
que no traté a varios niños incapaces de crear fantasías o re¬
presentarlas no quedó claro que los dos extremos se produ¬
con los niños tratados por mí. En su monografía: «Undercon- cían por dinámicas similares. Sin embargo, tan pronto como
trolled and overcontrolled personality types in extreme anti¬ exploré la relación entre esos fenómenos y el medio familiar
social aggression», Edwin I. Megargee encontraba: «En to¬ específico que los causaba, fui consciente de que los factores
dos los casos, el delincuente extremadamente agresivo resul¬ decisivos parecían ser el grado y la calidad tanto de la vio¬
ta ser una persona bastante pasiva sin historial previo de lencia como del cariño que los niños habían experimentado.
agresiones [...] En esos casos el homicidio no era una agre¬ Ninguno de mis pacientes infantiles que estaban dominados
sión más en una persona que siempre hubiera mostrado un por una fantasía o que la habían vivido con persistencia se
control insuficiente sino más bien un acto poco característi¬ habían visto a sí mismos como victimas de la violencia en
co de una persona que siempre había mostrado un grado de una atmósfera paterna falta de cariño. En la mayoría de los
control extraordinariamente alto». Y añade: «la persona ex¬ casos, su miedo al infanticidio había sido reforzado por el
tremadamente agresiva es a menudo un individuo comedido, hecho de haber presenciado escenas de violencia o por el de
resignado, que entierra su resentimiento bajo un control rí¬ haber sido el blanco ocasional de ésta en un medio donde la
gido y frágil»18. Freeman, en sus observaciones sobre Bill esperanza de ser queridos no había desaparecido por com¬
Hierens, señaló su «miraba impasible, voz suave y controla¬ pleto. Mientras que los niños con este tipo de medio familiar
da, aparente obediencia a la autoridad y sensación de gran daban la impresión de sentirse abrumados por el miedo a
poder y violencia reprimidos». De la misma forma, W. Lind¬ ser asesinados y por su necesidad de justificar los sentimien¬
say Neustatter opina: «El asesinato es el peor crimen posi¬ tos destructivos de su padres, los niños que eran receptores
ble, y sin embargo, en contra de lo que el público piensa, la de una violencia persistente en un medio familiar hostil pa¬
tragedia es que lo comete gente apacible con un carácter recían frecuentemente preocupados no por el miedo a ser
hasta ese momento impecable [...] Los dóciles y apacibles asesinados o por el deseo de matar ellos a su vez, sino por el
pueden resultar más peligrosos que los que son capaces de miedo a sentir el impulso de matar y a perder el control de
sí mismos. Por lo tanto, no se podían arriesgar a dar rienda
suelta a sus sentimientos a través de la fantasía o el juego.
>7 Freeman, Before Ikill more, p. 133.
A pesar de haber encontrado diversos grados de resisten-
16 Edwin I. Megargee, «Undercontrolled and overcontrolled personality
types in extreme antisocial aggression». Psychological Monographs, 80,
num. 3, 1966.
" Neustatter, Mind of the murderer, p. 37.
122 Dorothy Bloch La predisposición a matar 123

cia a la fantasia en los niños que traían a mi consulta, la in¬ una roca que había en el camino del paseo favorito de su ma¬
hibición más llamativa fue la de Joan, quien se negaba tanto dre en el parque. Cuando la madre de Joan me vio sin que su
a jugar como a tener fantasías; a sus cuatro años y medio és¬ marido estuviera presente, me confesó que se sentía preocu¬
te era un fenómeno verdaderamente extraordinario. Durante pada por su constante deseo de matar a Joan. Ella es la ma¬
toda su primera sesión se mantuvo sentada en el sofá al lado dre citada en la introducción, que me contó que Joan era
de su madre y protestando con voz llorosa de que se aburría. plenamente consciente de los sentimientos de su madre tras
Si por casualidad conseguía interesarla en algún juego o ac¬ un incidente mientras nadaban, cuando Joan decía: «Mi ma¬
tividad, lo dejaba tan pronto como se complicaba. Al igual má en realidad me quiere; no intentó ahogarme; fue un acci¬
que el insomne que lucha incansablemente contra el sueño dente».
para no sumergirse en el inconsciente y arriesgarse a enfren¬ Al poco tiempo fui testigo de cómo la madre se dejaba lle¬
tarse a sentimientos o deseos prohibidos, Joan no se atrevía var parcialmente por su obsesión. Cuando Joan dijo que le
a sumirse en un medio que podía revelar lo que era inaguan¬ gustaría mirar la calle desde la terraza, durante su primera
table para ella. Dado que el juego lleva a la fantasía y por lo sesión, antes de que yo pudiera indicar desde donde podía
tanto al inconsciente, ella se defendía mediante la inhibición hacerlo cómodamente, la madre la cogió y la asomó por el
de toda actividad. Esta actividad en particular se reveló tan parapeto de tal forma que no había nada entre ella y la calle
pronto como se sintió lo suficientemente segura dentro del más que el vacío. Joan abrió la boca y se puso pálida. Queda¬
tratamiento como para atreverse a correr riesgos. Entonces, ba bien claro que al traer a Joan para ser tratada, su madre
cogió una marioneta, me dio a mi otra y sesión tras sesión se a la vez estaba buscando protección contra sus propios im¬
dedicó a los más violentos combates. La intensidad de los pulsos, tanto para Joan como para ella misma.

sentimientos —o impulsos homicidas que habían hecho ne¬
cesaria una represión tan extraordinaria se reveló entonces
En el caso de Alan, de seis años y medio, al cual trajo su
madre a la consulta porque se pasaba en casa todo el tiempo
no sólo en su dificultad de limitar su violencia a la marione¬ «sin hacer nada», encontré manifestaciones similares de una
ta, sino también en la expresión de odio intenso que su for¬ dinámica similar. Aunque el padre de Alan aparentaba ser
ma de iugar expresaba inevitablemente. pasivo e indiferente, su madre confesó que ella no podía con¬
La dinámica que le llevó a tener miedo de jugar y dejarse trolar sus sentimientos violentos hacia Alan y continuamen¬
llevar por la fantasía y los impulsos que podían ser entonces te le maltrataba tanto de palabra como físicamente. En uno
liberados quedó rápidamente establecida. Sus padres, altos, de los primeros dibujos que Alan consintió hacer representó
de buena presencia y de unos treinta años, habían decidido a los tres con cuerpos alargados, brazos enormes y manos
buscar ayuda porque cada vez les resultaba más intolerable como picos, a las que llamó «pegadoras» y pies grandes a los
su llorosa pasividad y también porque se habían alarmado que llamaba «patadones». Después de varios meses de muy
ante el informe que la profesora del jardín de infancia les poca actividad, reveló ser consciente de los impulsos que ios
había dado sobre la inmadurez de Joan y su opinión desfavo¬ sentimientos violentos de su madre estaban provocando,
rable a que entrara en un colegio. Los dos aparentaban una cuando dijo durante una de las sesiones: «Mi madre está in¬
camaradería que malamente escondía tanto su agresión sub¬ tentando que me convierta en un asesino». La razón princi¬
yacente como la falta real de preocupación por su hija. pal por la que se quedaba «sin hacer nada» e inhibía cual¬
En un principio reaccioné a sus informaciones con un va¬ quier tipo de fantasía y de juego, era aparentemente inmovi¬
go sentimiento de confusión que pronto se convirtió en sor¬ lizarse y así evitar matarla.
presa cuando me di cuenta de su verdadero significado. Des¬ Dos factores cuya importancia como condición previa pa¬
cribieron la negativa de Joan a hacer cosas «sencillas» como ra que se cometan homicidios es manifiesta, tanto en la pre¬
subir por una escalera de mano, o descender desde lo alto de paración por los gobiernos para cometer asesinatos en masa
124 Dorothy Bloch La predisposición a matar 12S

como en los casos individuales, aparecían con gran claridad Cuando vi a Louis por primera vez, recordé el comentario
en el caso de Louis, un niño de doce años, al cual trajeron a de su padre de que había nacido «arrugado como Un viejo».
mi consulta probablemente porque no estaba funcionando al Era alto para su edad, delgado y de tez clara, con el pelo ru¬
máximo de su capacidad. Después de varias sesiones con él y bio y liso y los ojos azules. Aparte de su inmadurez física, no
sus padres, quedó claro que la incomprensión por parte del tenía ninguna de las cualidades generalmente asociadas con
padre de la necesidad de ayuda de Louis reflejaba un deseo el concepto de «niño». Nunca le vi reír o sonreír, y no puedo
no sólo de reducir su gravedad, sino también de negar su na¬ recordar una sola comunicación que pudiera calificarse de
turaleza. La enajenación expresada en la depreciación de la espontánea. Su exclusión absoluta de todo sentimiento pro¬
posible víctima y de las posibles consecuencias del crimen ducía una sensación de muerte y de asesinato fríamente cal¬
tomaron un carácter escalofriante cuando Louis me confió culado.
en términos fríos y desapasionados su convicción de que su La preocupación principal de Louis era su madre. Aun¬
madre no merecía vivir. que aludía a vanos incidentes en los cuales su madre le ha¬
Los padres de Louis estaban separados y no venían a las bía tirado cosas y le había acertado, o le había pegado con lo
sesiones juntos. El padre era abogado, un hombre corpulen¬ que tuviera a memo, no tenía ninguna explicación para la
to, con una mata de pelo fuerte y rizado; la madre, que era tensión que sentía siempre que estaba en su presencia. Esta¬
también alta, pero rubia y delgada, era pintora. Aunque te¬ ba convencido de que era peligrosa y capaz de matar a él y a
nían personalidades contrarias, la violencia era el tema cen¬ su hermana como medio de vengarse de su padre. La mayo¬
tral para los dos: el padre muy controlado, callado y calcula¬ ría de la gente era «normal» como su padre, pero la gente co¬
dor; la madre histérica, emocionalmente superficial y cons¬ mo su madre debería ser eliminada para mejorar el mundo.
tantemente actuando. El padre me informó de que tanto Era mala y merecía morir. No dudaba de que si se pusiera
Louis como su hermana, que era dos años menor, habían na¬ furioso la mataría; le golpearía la cabeza. Cuando le pregun¬
cido sin ser planeados pero habían sido aceptados a pesar de té por las posibles consecuencias para él, me aseguró que co¬
que habían cambiado tremendamente la vida de sus padres. mo era menor no podía ocurrirle gran cosa. Lo peor que po¬
Describió las relaciones entre Louis y su madre como día pasarle era que le metieran en un reformatorio hasta que
«monstruosas». Ella prefería sin lugar a dudas a su hija cumpliera veintiún años, y me aseguró que bien merecía la
Mary, quien tenía un gran talento para la música, siendo con pena librar al mundo de ella. Tenía una razón para hacerlo,
frecuencia centro de alabanzas y admiración. Louis vencía y esto lo justificaba todo. Había extendido este «razonamien¬
sus celos negándolos y disociándolos y proclamando su preo¬ to» al mundo entero y también había concebido un sistema
cupación porque su madre «arruinara» a Mary. para «purificar» a la sociedad. La solución era juntar a to¬
Mi impresión de que el padre ocultaba más de lo que ha¬ dos los malos en un lugar y suprimirlos. Si eso se hacía en
bía revelado se vio confirmada cuando la madre durante su cada generación, pronto tendríamos el tipo de personas
primera sesión afirmó que Louis se comportaba frecuente¬ apropiadas. El parecido con la ideología nazi era tan marca¬
mente de forma muy alarmante. Había comprado en secreto do que no me sorprendió enterarme de que era un admira¬
hacia un año unos productos químicos con los que había dor de Hitler, el cual también había «matado por una
provocado varias explosiones, una de las cuales había tirado razón».
parte de una pared. También había puesto una cerilla encen¬ A pesar de que Seth, que tenía catorce años, no era tan
dida cerca del pelo de Mary, y por suerte sólo había conse¬ inteligente como Louis, su personalidad era extrañamente si¬
guido chamuscarla. Para la madre era muy difícil convivir milar. Lo trajo a la consulta su tía, quien lo había rescatado
con Louis y reconocía que perdía el control cuando la provo¬ de los malos tratos de su madre unos años antes, llevándose¬
caba y que entonces le pegaba. lo a vivir con ella. Ahora se sentía incapaz de controlar su
126 Dorothy Bioch Lapredisposición a matar 127

comportamiento delictivo y temía tanto por su futuro como desagradable encontraban salida inevitablemente durante la
por el de ella misma. Seth no había conocido a su padre, y cena en la persona de su hijo mayor, el cual, para colmo, re¬
su recuerdo más vivo de su madre era el de ser pegado repe¬ cordaba al padre a un hermano mayor suyo al que odiaba.
tidamente en la cabeza con el tacón del zapato. No solamen¬ Ese rito diario que había convencido a Donald de que su pa¬
te era alto y delgado al igual que Louis, sino que también da¬ dre lo odiaba y quería matarlo, explotó con tal intensidad
ba la impresión de que cualquier vestigio de sentimiento ha¬ aquella aciaga noche que le hizo perder toda esperanza de
bía desaparecido excepto la rabia que se había acumulado que ocurriera un cambio y pudiera ser querido con el tiem¬
con los años y que había transformado su cara en una más¬ po. La única solución parecía ser el suicidio.
cara sin expresión. Aunque Louis había reducido a su madre La primera vez que vi a Donald me sorprendió su forma
y a otras personas «malas» como ella a una condición que de andar, como los simios, y el aire de cínica autonegación
les hacía candidatos para el exterminio, admitía otra catego¬ que expresaba, principalmente a través de la extraña sonrisa
ría de personas «normales», como su padre, a las cuales se defensiva. Como ya había notado en otros casos en los cuales
les permitía vivir. En el caso de Seth, sin embargo, el senti¬ los niños habían sido victimas de la violencia, Donald evita¬
miento de enajenación era completo. Daba la impresión de ba la fantasía, pero a regañadientes aceptó jugar a un juego
no querer ni esperar ser aceptado o aprobado y de no sentir de mesa cuyas reglas manipulaba de tal manera que siempre
ninguna inhibición a la hora de cometer actos antisociales. perdía. Nunca había encontrado yo un interés tan grande en
Creo que se sentía distinto, como si fuera de otra especie, y perder, y en un principio lo traté verbalizando repetidamen¬
que por lo tanto podía matar con impunidad. te lo afortunada que era de haber encontrado por fin un ju¬
La dinámica que aparecía tan claramente en los casos de gador que estuviera resuelto a perder. Sin embargo, poco a
Louis y Seth se vio corroborada por Donald quien vino a mi poco hice saber por mis comentarios que podía asegurar que
consulta cuando tenía siete años y medio porque había in¬ si Donald quería ganar alguna vez. era muy capaz de hacerlo.
tentado suicidarse. A pesar de que sus padres lo habían en¬ Y no pasó mucho tiempo antes de que respondiera y comen¬
contrado a tiempo, vinieron a verme sobre todo para asegu¬ zara a jugar en serio. De nuevo me di cuenta de que no está¬
rarse de que eso no había sido un signo de que algo iba ver¬ bamos jugando de una forma corriente. El asesinato se pal¬
daderamente mal. Su madre, una mujer delgada, de pelo os¬ paba en el ambiente y decidí incluirlo dentro del contexto
curo y extremadamente abstraída, escondía su agresión tras del juego como si fuera una lucha a vida o muerte y él estu¬
una fachada de notable modestia. Aunque el padre parecía viera decidido a «destrozarme», «matarme» y «destruirme»,
un hombre con gran control de sí mismo, la línea tensa de su palabras que yo usaba lo más a menudo posible para ayudar¬
mandíbula y rigidez de su porte no dejaban lugar a dudas so¬ le a dar expresión verbal a la agresión que había dirigido
bre el precio de ese control. Para ios dos había sido un golpe contra sí mismo y que había invadido la musculatura de su
tremendo el intento de suicidio de su hijo, y aunque intenta¬ cuerpo dándole esos movimientos parecidos a los de los si¬
ron disminuir la gravedad de la situación, después de que mios. Le gustaba mucho usar esos términos, pero pronto se
hube sugerido que sin lugar a dudas indicaba que necesitaba hizo patente que encontraba la verbalización demasiado li¬
ayuda, comenzaron a buscar las causas que podían haber mitada. La primera señal de que habíamos entrado en una
precipitado la acción, estando los dos de acuerdo en que la nueva fase en la que la actuación era su modo de comunica¬
violencia del padre debía haber sido un factor. ción preferido apareció cuando empezó a tirar mi ficha cada
Según parecía —hacía tanto tiempo qué ninguno de los vez que pasaba cerca de ella. Aunque no tenía forma de sa¬
dos podía recordarlo—, Donald había sido todas las noches el ber a dónde podía llevar todo esto, lo tomé como un signo in¬
blanco de los violentos ataques de su padre. Las frustraciones quietante e insistí en que se expresara únicamente con pala¬
acumuladas durante todo el día por el padre en un trabajo bras. A medidr que sus sentimientos agresivos se liberaban,
128 Dorothy Btoch La predisposición a matar 129
esto se hizo cada vez más difícil y las partidas resultaron de¬ control poco corriente que aparentemente caracteriza a la
masiado frustrantes. Dejó de jugar por completo y se entre¬ mayoría de los asesinos. De la misma manera, los sentimien¬
gó al homicidio con todo ardor. Me informaba con toda cal¬ tos de enajenación que parecen ser el resultado de los malos
ma que deseaba matarme, y dedicaba toda la sesión a este tratos persistentes en un medio hostil, y que parecen ser
propósito. Mi tarea entonces fue obligarle a verbalizar y pre¬ aceptados umversalmente como instrumentos esenciales en
venir la actuación. Como no quería de ninguna manera per¬ la preparación psicológica que los gobiernos usan para ma¬
derse las sesiones, mi problema era manejable. Me hice muy tar en las guerras de agresión, aparecían no sólo en muchas
exigente en mis órdenes y le avisé que cualquier violación de de las personas que realmente habían cometido asesinatos,
las normas significaría el fin de las sesiones. Sabía que en sino también en tres de los cinco niños analizados aquí. En
un principio encontraría tales restricciones intolerables y dos de los casos, los niños verbalizaron su convicción de que
cuando por error le permití romper varios kleenex, lo inter¬ posibles víctimas «no merecían vivir». El tercero se conside¬
pretó rápidamente como un signo de debilidad y comenzó a raba a sí mismo fuera de las leyes de la sociedad humana.
disparar dardos con puntas de goma a pocos centímetros de En todos ellos, el grado de represión que desembocó en la in¬
mi cabeza. Después de ignorar mi advertencia una vez, no tu¬ hibición de toda fantasía parecía proceder, no del deseo, si¬
ve más remedio que cogerlo personalmente y sacarlo de la no del impulso de matar y del miedo a perder el control. La
habitación. Otra vez, cuando se empeñó en no cerrar la puer¬ inhibición de la fantasía, que sirve como defensa contra los
ta de mi despacho cuando se iba, hube de amenazarlo con malos tratos persistentes en un medio hostil, puede sugerir
cancelar la próxima sesión si no me obedecía. No pudo resis¬ por lo tanto una predisposición a cometer asesinatos.
tir ese reto y tuvo que sufrir el castigo prometido. Estos dos
incidentes fueron suficientes para imponer el control y eli¬
minar sus actuaciones. A partir de entonces, dedicó todas
sus sesiones a verbalizar su deseo de matarme.
Al igual que Louis con su madre, Donald comenzó a argu¬
mentar reiteradamente, con toda la lógica de la que era ca¬
paz, y con un desprecio que me recordaba el concepto de
*gook» y «huno», que yo no merecía vivir. Al mismo tiempo,
y al igual que Louis, dejó bien establecida su inmunidad al
castigo por su condición de niño. A lo más, me dijo, le im¬
pondrían quince años por su crimen, lo cual, considerando
que se habría librado de mí, bien merecía el riesgo.
Por supuesto, sólo podemos especular si estos niños har
brían o no cometido asesinatos más adelante. El hecho de
que los trajeran a la consulta ya indica un grado mayor de
cariño que el demostrado por los padres de asesinos reales.
Con todo, los malos tratos a que estaban expuestos habitual-
mente y el ambiente hostil en el que vivían eran muy similares
a las experiencias infantiles de las personas que verdadera¬
mente han cometido asesinatos.
La extraordinaria inhibición de sentimientos y fantasías
que encontré en todos ellos recuerda también el grado de
7. LA INHIBICION DE LA FANTASIA: UN CASO DE Un caso de autismo infantil 131
AUTISMO INFANTIL
sidad de «no saber» que dominaba todas las áreas de funcio¬
namiento y escondía lo que, a mi modo de ver, era una inteli¬
gencia normal. A pesar de que el autismo infantil es más re¬
conocible, comparte con otras formas de esquizofrenia el
descontento aún imperante sobre su causa y curación.
Las razones por las que la esquizofrenia es tan confusa se
derivan no sólo del carácter mistificador de los síntomas, si¬
no también de la comprensible renuencia a admitir que esos
síntomas, por terribles que puedan parecer, son defensas y
Cuando nos enfrentamos con la sintomatología del autismo que aquello contra lo que defienden puede ser el terror y el
infantil, nos encontramos con un cuadro todavía más des¬ miedo a matar y a ser matado. El cuadro de los síntomas no
concertante que el que se presenta en otras formas de esqui¬ parece seguir una pauta especial ni tener una conexión con
zofrenia. Aunque la esquizofrenia está dominada general¬ la lógica o la razón. Entre sus variantes encontramos una
mente por la fantasía, el autismo infantil se distingue por lo renuencia absoluta a la realidad y al mundo de las relacio¬
que parece ser una inhibición absoluta de la fantasía y los nes humanas, a veces una regresión a un estado infantil, una
sentimientos y por unas compulsiones y ritos que parecen a confusión interna caracterizada por una serie de expresiones
menudo incomprensibles hasta que examinamos su probable que van desde una total mudez hasta una explosión constan¬
función. Como ya había descubierto en otros casos donde los te, una ira tan grande que su control absorbe todas las ener¬
niños recurrían a controles rígidos y no se permitían tener gías del paciente, y una extraordinaria sensibilidad.
fantasías, el objeto de sus defensas parecía frecuentemente La continua aversión a admitir la presencia de factores
ser el manejo, no sólo de los sentimientos violentos, sino ambientales en la génesis de la esquizofrenia se puede acha¬
también de los impulsos violentos. Aunque pueden existir car a los sentimientos de culpabilidad y vergüenza que toda¬
también otras dinámicas, esos niños habían estado expues¬ vía envuelven las relaciones padres-hijos. La negación de la
tos a la violencia o a sentimientos mayormente violentos, y conexión entre las enfermedades emocionales de los niños
con frecuencia habían sido blanco de ella. En el caso de y sus respuestas al trato de los padres, que dominó las pri¬
Joey, que analizaré ahora, su comportamiento estereotipado meras etapas del pensamiento psicoanalítico, en ningún sitio
me llevó a la conclusión de que la violencia simbólica que le es tan evidente como en el estudio de la esquizofrenia. Los
ocupaba constantemente representaba un término medio en¬ bienintencionados «defensores» de los padres, al negar el pa¬
tre un impulso irreprimible de matar y una necesidad igual¬ pel de éstos, han conseguido únicamente aumentar en mu¬
mente poderosa de represión. chos casos la represión de los sentimientos y la exacerbación
A pesar de los adelantos de ias técnicas modernas, me¬ del conflicto. Es fácil entender que, para escapar a la carga
diante las cuales ha quedado establecido desde hace algún insoportable de esos sentimientos, muchos padres encuen¬
tiempo que la esquizofrenia es reversible y curable, todavía tran alivio en la idea de que sus hijos sufren una enfermedad
hay una gran confusión acerca de las causas y de la cura¬ congénita e incurable, en la cual no han desempeñado nin-
ción, y también acerca del diagnóstico, particularmente en el gún papel. Si admitieran la posibilidad de una curación, ten¬
caso de los niños. En una visita a una escuela para retrasa¬ drían inevitablemente que enfrentarse a la probabilidad de la
dos mentales, me llamó la atención el gran número de niños causa.
que sospeché que eran esquizofrénicos y no retrasados. Tam¬ La expresión más intensa del dolor sufrido por los padres
bién trajeron a mi consulta a un niño con el diagnóstico de re¬ de niños esquizofrénicos que he encontrado fue la esperanza
trasado mental que durante el tratamiento reveló una nece- de una madre, dada a entender sin palabras, de que declara-
fl
32 Dorothy Bloch Un caso de autismo infantil 133

ra a su hijo esquizofrénico, una enfermedad que para ella no atención de un número creciente de investigadores, entre los
tenia causa ni curación. Cuando después de varias sesiones que encontramos a Leo Kanner4, a quien debemos su descrip¬
de diagnóstico le indiqué que pensaba que su situación po¬ ción del autismo en la primera infancia, Beata Rank5 y Loui¬
día ser detenida e invehida mediante un tratamiento psico- se Despert6.
analítico incluyendo un replanteamiento de su forma de tra¬ A mitad de camino entre los que hacen hincapié en las
tar al niño, se fue de la consulta y no volvió en varios años. causas biológicas y los que atienden principalmente a sus
Claramente, prefería pensar que su hijo no tenía cura a reco¬ orígenes psicogénicos, está el trabajo de P. Bergmann y E.
nocer que podia tener una parte en su enfermedad. Como en Escalona, cuyos estudios sobre la sensibilidad poco corrien¬
este caso, . únicamente si se puede ayudar a los padres ¿ te de ciertos niños muy pequeños que más adelante se con¬
aceptar la relación entre la naturaleza posiblemente traumᬠvierten en psicópatas les hicieron volver al concepto de
tica de sus propias experiencias infantiles y la influencia de Freud de «aparato perceptivo de nuestra mente», que «cons¬
éstas en su capacidad de desempeñar el papel de padres es ta de dos capas: una barrera exterior protectora contra los
posible que lleguen a entender las reacciones de sus hijos y estímulos, cuya tarea es disminuir la fuerza de éstos, y otra
amoldarse a sus necesidades. superficie detrás de ésta que es la que recibe los estímulos».
Dado que muchos investigadores están convencidos de A la creencia de Freud de que «el yo crece, como si dijéra¬
que la esquizofrenia es incurable, buena parte de la contro¬ mos, en lugar de la barrera protectora original, y es el único
versia sobre el tema se ha centrado en la cuestión de la dinᬠque protege»7, ellos añaden la idea de que «la barrera pro¬
mica. Los estudios de-F. J. Kallmann sobre gemelos esquizo¬ tectora continúa funcionando a lo largo de toda la vida del
frénicos le han llevado a creer que una persona no nace sien¬ individuo, mientras que el yo refuerza esta protección». Pro¬
do maniaco-depresivo o "esquizofrénico, pero sí tiene una ponen que, debido a la delgadez de la barrera protectora, o
predisposición genética a reaccionar de esa manera a irnos debido a un fallo en la protección materna, el niño ha de re¬
estímulos que necesitan la crisis; en otras palabras, que tie¬ currir a la formación de un yo, el cual, cuando se deteriora,
ne una predisposición a esa condición que, sin embargo, se¬ posiblemente como consecuencia de un trauma, hace que
gún Kallmann, puede ser prevenida y curada1. Bender la des¬ aparezcan los síntomas psicóticos8.
cribió como «un retraso en el desarrollo a nivel embriona¬ Este concepto ha sido desarrollado todavía más por el
rio»2 y administró tratamiento de shock a estos niños. El doctor Hyman Spotnitz, cuya interpretación de los proble¬
concepto de «psicosis simbiótica» de Margaret S. Mahler ha¬ mas inherentes al proceso esquizofrénico le llevó a formular
ce hincapié en la vulnerabilidad constitucional y la predispo¬
sición al desarrollo de la psicosis3. Los factores psicodinámí-
cos inherentes a las relaciones entre padres e hijos y la in¬
4 L. A. Kanner, « Early infantile autism», American Journal
of Orthopsy¬
chiatry, 19, 1949.
fluencia de «la madre esquizofrenogénica» han llamado la 5 Beata Rank, «Intensive study and treatment of pre-school children who
show marked personality deviation, or "atypical development", and their
parents», en Emotional problems of early childhood, G. Gaplan (comp.), Nue¬
> F. J. Kallmann, «Genetics in relation to mental disorder», Journal of va York, Basic Books, 1955.
Mental Science, 94, 1948. 4 L. Despert, «Thinking and motility disorder in a schizophrenic child»,
1 L. A. Bender, «Twenty years of clinical research on schizophrenic chil¬
Psychoanalytic Quarterly, 15, 1941.
dren with special reference to those under six years of age», en Emotional 7 Sigmund Freud, «Beyond the pleasure principle», en
problems of early chilhood, G. Gaplan (comp.), Nueva York, Basic Books,
Standard edition
1955.
of the complete psychological works of Sigmund Freud, Londres, The Ho¬
garth Press and the Institute of Psychoanalysis, vol. 18 [«Más allá del princi¬
3 M. S. Mahler, «On child psychosis and schizophrenia in autistic sym¬
pio del placer», en Obras completas, vol. m, Madrid, Biblioteca Nueva, 19731
biotic infantile psychosis», en Psychoanalytic study of the child, vol. 7, Nue¬
va York, International Universities Press, 1952. * P. Bergmann y E. Escalona, «Unusual sensitivities in very young chil¬
dren», Psychoanalysis and the Psychoanalytic Review, 49, núm. 3, 1962.
II
134 Dorothy Block Un caso de autismo infantil
133

un método eficaz de tratamiento. Su método se basa en el padres de niños esquizofrénicos preocupados» afirmaba, «no
problema del aislamiento y en el desarrollo de sistemas sa¬ hay nada que les detenga, ni siquiera el hospital psiquiátrico
tisfactorios de descarga de la agresión9. Compara el mecanis¬ de Bellevue, con tal de conseguir atención para sus hijos». Si
mo humano con un sistema eléctrico en el que son necesa¬ la preocupación y el interés pudieran curar, Joey habría cu¬
rios materiales no conductores para confinar el fluido eléc¬ rado con toda seguridad.
trico a los cables. Cuando no hay suficientes materiales de Las vidas de sus padres estaban totalmente dedicadas a
este tipo y se produce una sobrecarga es probable que haya cuidar de él y de su hermano menor, David, cuya anormali¬
un cortocircuito. El paciente esquizofrénico es una persona dad física y psicológica hacía necesaria una atención cons¬
que no ha desarrollado las necesarias capas protectoras ais¬ tante. Como tenían que relevarse en el cuidado de David, nun¬
lantes que aparecen cuando el niño recibe los cuidados, la ca los vi juntos. El padre de Joey era rubio y pálido, de unos
protección y la comprensión adecuados. Cuando esto falta, cuarenta y pocos años, alto y fuerte. Había estado casado an¬
el niño no sólo está expuesto a una superestimulación, la tes y se había divorciado. Joey era su primer hijo. Trabajaba
cual le hace retraerse para procurarse el necesario aisla¬ en una fábrica de automóviles y apreciaba su trabajo, por lo
miento, sino que además no puede desarrollar sistemas sa¬ demás poco interesante, a causa de la flexibilidad del horario,
tisfactorios de descarga. En su interior se acumulan cantida¬ que le permitía amoldarse a las necesidades de su vida domés¬
des de agresión que no se atreve a liberar por miedo a des¬ tica. Sus propias privaciones infantiles se reflejaban en su ca¬
truir a las personas que quiere y de las cuales depende para ra generalmente seria, y en la severidad con que reprimía
sobrevivir. Prefiere dirigir la agresión contra sí mismo 10. sus sentimientos; sus reticentes comunicaciones se
limita-
Por consiguiente, de este concepto se desprenden unas in¬

Iban
a los hechos escuetos y a los detalles prácticos. Su
mu¬
dicaciones muy claras acerca del tratamiento. El terapeuta jer, atractiva, de pelo oscuro y algo más joven que él,
era
debe proporcionar, ante todo, los cuidados, la protección y más abierta y más cariñosa, más consciente de sus
senti¬
la comprensión que el niño no ha conocido, permitiéndole mientos y los de Joey. Aunque su educación parecía haber si¬
así desarrollar el necesario aislamiento para salir de su esta¬ do menos severa, también transmitía un sentimiento de ten¬
do de retraimiento. También se le enseña a liberar su agre¬ sión contenida. Cuando ios fui conociendo mejor, nunca dejé
sión de una forma distinta y más satisfactoria, primero a de maravillarme del grado de devoción que sentían hacia sus
través de la fantasía y más adelante de la verbalización di¬ hijos. Habría sido difícil encontrar irnos padres más
dedica¬
recta. dos y con más deseos de cooperar.
Yo no contaba con la interpretación de Spotnitz de esqui¬ Describían a Joey como un niño feliz y normal hasta los
zofrenia y su teoría sobre la técnica del tratamiento cuando dos años y medio, cuando nació su hermano pequeño, a pe¬
los padres de Joey lo trajeron a mi consulta, después de ha¬ sar de que retrospectivamente recordaban algún
comporta¬
ber estado buscando ayuda durante un año, con cinco años y miento compulsivo que les había llamado la atención cuando
medio y un diagnóstico de autismo infantil. Mientras escu¬ tenía dos años y algún miedo irracional por esa misma épo¬
chaba a sus padres la conmovedora historia de sus infatiga¬ ca. Se dieron cuenta muy pronto de que el niño
menor no
bles esfuerzos en su favor, me acordé de la descripción que era normal, pero tardaron más de un año en diagnosticar
su
Bender hace de los padres de niños esquizofrénicos: «A ios enfermedad. Los dos padres habían estado totalmente absor¬
bidos por el problema, yendo ansiosamente la madre de mé¬
dico en médico, y cayendo, cuando se conoció la
Hyman Spotnitz, «The need for insulation in the schizophrenic
perso¬ naturaleza
9
49, núm. 3, 1962. irreversible de la enfermedad, en una depresión que apenas
nality», Psychoanalysis and the Psychoanalitic Review.
le permitía cuidar de su familia.
•o Hyman Spotnitz, «The toxoid response», Psychoanalytic Review, 50,
núm. 4, 1963-64.
Poco a poco su marido y ella se dieron cuenta de que du-
136 Dorothy Bloch On caso de autismo infantil
137
rante este tiempo Joey había cambiado mucho. Aunque an¬ muebles. Después de haber observado su preocupación por
tes hablaba clara y distintamente y era un niño alegre y ex¬ «golpear» en silencio, antes de su segunda sesión coloqué un
trovertido, advirtieron que a los tres años y medio apenas xilófono de juguete donde no podía dejar de verlo. Cogió los
hablaba, salvo para expresar sus necesidades y que por lo palillos y «golpeó» todos los objetos de la habitación menos
general rehuía a la gente. A los cuatro años su lenguaje se el instrumento. Tiraba al suelo todos los juguetes, como fi¬
había deteriorado todavía más y se había hecho extremada¬ chas, soldados, cubos y cualquier cosa que hubiera en las es¬
mente retraído. Por la época en que comenzaron a buscar tanterías. Aunque pretendía ignorar el juguete, me di cuenta
ayuda, su comportamiento encajaba en la descripción clási¬ de que mientras parecía estar absorto «golpeando», lo esta¬
ca de autismo infantil. Su lenguaje era una jerga incoherente ba manipulando cuidadosamente con el pie. Cuando se enfa¬
y repetitiva, de carácter ecolálico; cuando se le preguntaba daba, se golpeaba en la cabeza, o hacía como si se mordiera
algo, en vez de contestar, únicamente lo repetía. Vivía en un las manos. Nunca lloraba con lágrimas reales, únicamente
mundo autístico donde las personas y los juguetes eran igno¬ emitía los sonidos que acompañan al llanto.
rados, pasando la mayor parte del tiempo «golpeando» silen¬ No sólo abandonó su forma ritualizada de andar después
ciosamente con un palo y emitiendo sonidos inarticulados. de la primera sesión, sino que además recuperó un uso limi¬
El comportamiento ritualizado y la masturbación y la forma tado del lenguaje. Cuando anuncié al final de esa sesión que
de comer compulsivas se convirtieron en la norma. Tenía era hora de que se fuera a su casa, repitió: «Quiero estar
una forma muy complicada de andar, dando tres pasos hacia aquí». Para la décima sesión, su madre me dijo que cuando
adelante, dos hacia atrás y dando luego la media vuelta. lo preparaba para ir a verme le dijo: «Vas a ver a Dorothy».
Cuando sus padres pidieron la primera cita para verme, En la decimocuarta sesión, después de que yo le hubiera da¬
estaban desesperados y dudaban de que pudieran traerle. do un cuchillo de goma, que encontró muy útil para esgri¬
Aunque habían expresado su preocupación por su forma ri- mir, al anunciarle que la sesión había terminado dijo: «Quie¬
tualizada de andar, después de la primera sesión comenzó a ro estar aquí. Quiero jugar con el cuchillo». Después de nue¬
ser él el que abría la marcha, corriendo hasta que llegaba a ve meses de tratamiento con tres sesiones a la semana, read¬
mi puerta. Sólo puedo achacar este cambio espectacular en mitió el uso del pronombre «yo» en su vocabulario. Para en¬
tan poco tiempo al extraordinario contraste entre la violenta tonces, en respuesta a mi forma habitual de acabar la sesión,
tensión del medio familiar y la calma y la atmósfera tranqui¬ contestaba con vigor: «¡No quiero oír: "Es hora de irse a ca¬
lizadora de la situación terapéutica. sa otra vez"! ¡No digas: "Es hora de irse a casa"».
Joey era un niño muy guapo, cuya expresión, por lo gene¬ En un comienzo me concentré en llamar su atención y es¬
ral de vacío, cambiaba a veces para reflejar una gran triste¬ tablecer comunicación. Dado que obviamente pretendía ig¬
za; de vez en cuando sonreía. Desde un principio aparentó no norarme desde un principio, me senté en la mesa y me dedi¬
verme, dedicándose a una extraña actividad que sólo puedo qué a crear con arcilla figuras sencillas que pensé que po¬
describir como una caricatura de la violencia. Hacía movi¬ drían interesarle. Su primera respuesta fue acercarse des¬
mientos silenciosos de ataque, parando justo antes de aca¬ pués de un buen rato, romper todas las figuras y meterse un
barlos, y «golpeaba» sin hacer ruido con acompañamiento de trozo de arcilla en la boca masticándola con fruición. Me
sonidos entrecortados en los que era posible reconocer una quedé espantada al verle comer la arcilla y rápidamente le
palabra de vez en cuando. ofrecí un plato con chocolatinas; durante las siguientes sesio¬
Me dio la impresión de que era un niño que se había de¬ nes le ofrecí distintas variedades para que expresara verbal-
clarado «en huelga» en todos los detalles de su comporta¬ mente sus preferencias.
miento. Cuando llegaba la hora de irse, por ejemplo, proba¬ Mi forma de tratar este incidente muestra algunos de los
blemente en vez de besarme a mí, besaba las paredes y los escollos con que me tropecé. Aunque nunca más volvió a co-
Un coso de autismo infantil
138 Dorothy Bloch 139

ble. Sin embargo, en un momento dado, su madre tuvo que


mer arcilla y comenzó a verbalizar sus deseos, es posible que ser operada y estuvo internada una semana en el hospital.
sus sentimientos de ira hacia mí se hicieran más difíciles de Por mucho que se lo explicamos no hubo forma de borrar el
expresar. Según indicaba la primera sesión, mi mayor éxito recuerdo de la ausencia anterior de la madre y su vuelta con
fue proporcionarle el aislamiento necesario para que pudie¬ su hermano menor. Esta vez, después de su partida, vino a la
ra salir, aunque sólo fuera parcialmente, de su retraimiento. sesión lleno de desesperación, llorando sin lágrimas y repi¬
En la tercera sesión buscó el contacto físico que es caracte¬ tiendo: « ¡Y ahora, otro bebé, otro bebé! ». Este incidente cau¬
rística frecuente en ios niños auristas y se sentó en mi rega¬ só un retroceso y fue seguido de un período durante el cual
zo durante quince minutos mientras yo me ocupaba de hacer el estado de su hermano sufrió un empeoramiento que exigió
figuras con la arcilla, golpeando t sin ruido con su palo. su internamiento y finalmente provocó su muerte.
Sentarse en mi regazo se convirtió en una rutina cada sesión El impacto de estos sucesos en los padres de Joey fue trá¬
durante muchos meses, siendc su primera actividad incluso gico. Al hacerse cada vez más difícil cuidar de David, hicie¬
después de que se permitiera dedicarse a jugar. Era también ron frente a la inevitable separación con gran valor y una
su posición preferida siempre que la actividad, como los jue¬ vez más amoldaron sus vidas a las visitas periódicas al hos¬
gos con agua, lo permitiera. pital, haciendo de ellas, en la medida de lo posible, una ex¬
Los primeros objetos qiie aceptó como juguetes fueron un cursión familiar en la que participaba Joey. La tristeza de la
colador, que puse debajo del grifo, y una ducha de mano, co¬ separación y finalmente de la muerte tuvo una gran influen¬
nectada al lavabo. Otras dos actividades también tuvieron cia. Y cuando, encima de esto, el padre sufrió un accidente
gran éxito. Yo encendía una vela y repetidamente la apagaba de trabajo aunque de poca importancia, la estabilidad de la
con una pistola de agua o soplando. Esto le interesó inme¬ familia se desintegró. El padre estuvo un tiempo en trata¬
diatamente; o bien la apagaba él con la pistoia o la soplaba, miento, y la madre entonces se derrumbó. Quizás fuera una
o me ordenaba a mi: «Apágala» o «Enciéndela». Para atraer medida de su devoción por Joey, así como de su vitalidad bá¬
su atención, también traje un rifle de aire que disparaba seis sica, el hecho de que los dos se recuperaran lo suficiente co¬
pelotas cíe ping-pong con un ruido explosivo. Le encantó, co¬ mo para continuar funcionando como padres.
rriendo detrás de ¡as pelotas y volviendo a colocarlas él mis¬ Si queremos calcular el efecto de estos sucesos en Joey,
mo. Después de esta sesión en cuanto llegaba iba corriendo debemos tener en cuenta que, en su estado de desarrollo, so¬
al cuarto de jugar exclamando: « ¡Enciende la veía! ¡Dispara lamente podia interpretarlos mágicamente, como causados
¿as pelotas!». por él. Lo más probable es que creyera no sólo que había
Con este método, loe ritos desaparecieron y la forma de precipitado la hospitalización de su madre y su deseo de te¬
comer y la masturbación se hicieron casi normales. Hacía ner otro niño, sino además que era responsable de que David
caso a sus padres y jugaba con su padre e incluso con su hubiera sido enviado fuera, y que temiera que hicieran lo
hermano cuando pensaba que no le veía. Cuando llegaban vi¬ mismo con él. Unicamente podemos imaginarnos su reacción
sitas, exigía atención en vez de retirarse a su habitación. Ex¬ ante la creciente tensión de sus padres a medida que los trá¬
presaba sus deseos y respondía de buenas maneras cuando gicos accidentes se sucedían irnos a otros. A pesar de todo,
le pedían algo sencillo. Se bañaba y vestia solo y dormía en aunque no volvió a sentir el entusiasmo que expresaba cuan¬
su propia cama. Ya no se quedaba todo el tiempo en casa si¬ do me saludaba: «¡Enciende la vela! ¡Dispara las pelotas!» sí
no que salía a jugar fuera e incluso se aventuraba por el ba¬ mantuvo y amplió los progresos que había realizado.
rrio. Con ei tiempo pudo ir a un campamento durante el día Aunque yo no conocía las teorías de Spotnitz sobre la na¬
y a una escuela para niños con problemas especiales. turaleza y el tratamiento de la esquizofrenia cuando vi a
Es difícil evaluar lo que podría haber conseguido este Joey, a posteriori aclaran las razones tanto de mis éxitos co-
método si el ambiente familiar se hubiera mantenido esta-
140 Dorothy Bloch Un caso de autismo infantil
141
mo de mis fracasos. Aunque conseguí proporcionarle el sufi¬ una defensa necesaria debido al carácter amenazador de su
ciente aislamiento como para permitirle salir de su retrai¬ medio y a su miedo a matar o ser matado. Todavía no esta¬
miento, el hecho de que no consiguiera dar rienda suelta a mos en condiciones de asegurar que todos los niños vayan a
su ira restringió su alcance. Como las sesiones eran muy im¬ responder de la misma forma que lo hizo Joey, ni qué papel
portantes para él, el anuncio de su terminación se convirtió tienen los factores hereditarios o constitucionales. Sin em¬
en un medio natural de dar expresión directa y verbal a sus bargo, es evidente la importancia de los factores ambienta¬
sentimientos agresivos. Durante los primeros nueve meses, les. La readmisión del lenguaje al acabar la primera sesión y
sus respuestas verbales se producían siempre en los momen¬ la asombrosa desaparición del modo ritualizado de andar
tos en los que experimentaba un mayor grado de frustración justo después nos deja ver no sólo la extraordinaria eficacia
en relación conmigo: al anunciar yo que la sesión se había de la atmósfera que hacía necesarias tales defensas.
acabado. Esos sucesos sugieren que si se le hubieran propor¬ La naturaleza de esta amenaza y su respuesta estaban re¬
cionado situaciones repetidas en las cuales poder expresar presentadas de forma dramática por sus ritos. Su necesidad
su ira, podría haber sido posible encauzar esta ira de una de tener siempre un objeto para sacudir —o que golpear sin
forma mejor. ruido— y los movimientos de ataque silenciosos que acom¬
Aunque mi método de tratamiento no lo curó, sí consi¬ pañaban esa actividad, sugerían una preocupación excesiva
guió detener e invertir parcialmente el proceso esquizofréni¬ por la agresión que, a toda costa, debía ser reducida a sím¬
co. En un momento determinado, mi demostración de un bolos irreconocibles y seguros. Considerando la situación re¬
método más eficaz de su ira consiguió invertir su dirección, trospectivamente es también posible suponer que su sustitu¬
aunque sólo fuera de forma indirecta y momentáneamente. ción, en una fase posterior de su tratamiento, de su sólido
Durante una sesión a la que llegó en un estado obviamente palo de madera por una débil hoja de papel en forma de L
agitado, pegándose y golpeándose el brazo contra los dien¬ representó una disminución del grado de amenaza interna y
tes, llorando sin lágrimas, cogí un pedazo de arcilla y la ma¬ externa que sentía.
chaqué violentamente hasta que se quedó plana. El inmedia¬ La sintomatología del autismo infantil, con su retraimien¬
tamente se quedó quieto y, cuando acabé, rompió la arcilla to de la realidad y del mundo de la relaciones personales,
en pedacitos pequeños y me los dio para que repitiera mi ac¬ sus formas compulsivas de comportamiento y sus rituales,
tuación. Incitada por su acción de romper la arcilla y ofre¬ su uso entrecortado e incomprensible del lenguaje que man¬
cérmela, repetí lo mismo varias veces, un récord de activi¬ tenía reprimida su percepción de los sentimientos de sus pa¬
dad en cooperación que no habíamos conseguido hasta en¬ dres y su respuesta hacia ellos, se convirtieron en su refugio.
tonces. Aunque la experiencia de cooperación quedó simboli¬ La inhibición de la fantasía y los sentimientos, que es la fun¬
zada a partir de ese momento por su forma de dejar su hue¬ ción de las compulsiones y los rituales, y que con frecuencia
lla con cuidado en una bola de arcilla que yo había hecho en es un barómetro del grado de violencia real o de los senti¬
vez de destruirla como era su costumbre, esto no le llevó a mientos violentos a los cuales está expuesto el niño, le prote¬
dirigir su ira hacia el exterior. Para conseguirlo habría sido gía de su propia respuesta violenta a la violencia de sus pa¬
necesario aumentar esos momentos de frustración que lo lle¬ dres o de sus sentimientos violentos. La interrupción del
varon en un primer momento a hablar y proporcionarle más proceso de aislamiento después del golpe traumático sufrido
provocaciones. por los padres al descubrir la anormalidad del hermano me¬
La respuesta de Joey al tratamiento no sólo dejó estable¬ nor, le hizo retraerse para protegerse de los estímulos exte¬
cido que en su caso el autismo infantil era reversible y, con riores e interiores. Su preocupación constante por los actos
el método correcto, probablemente curable, sino que además simbólicos de violencia podría indicar también su necesidad
sugirió que su autismo, con su compleja sintomatología, era de controlar tanto sus sentimientos como sus impulsos vio-
142 Dorothy Bloch
SEGUNDA PARTE
lentos. La atmósfera del tratamiento psicóanalítico, que le
hacía sentirse cuidado, protegido y comprendido, le ayudó a AÑOS POSTERIORES
desarrollar el aislamiento suficiente para salir de su retrai¬
miento. Mientras se le proporcionaron oportunidades para
liberar sus sentimientos pudo dirigirlos hacia fuera en vez
de dirigirlos contra él mismo.
8. NIÑO DESPRECIABLE Y PADRE NOBLE

A pesar de que siempre me habla impresionado la capacidad


del niño de crear la fantasía defensiva necesaria para esta¬
blecer una mínima sensación de seguridad y, con la ayuda
del psicoanalista, dejarla evolucionar a través del juego has¬
ta su resolución, hasta que no analicé a Norma, que vino a
mi consulta a los treinta y siete años a causa de una fuerte
depresión nerviosa, no entendí el importante papel de la fan¬
tasía defensiva no resuelta durante la primera infancia. La
ausencia aparente de fantasía en estado latente había creado
la impresión de que no tenía ninguna función. El análisis de
Norma reveló que, si bien con la maduración el miedo a ser
asesinada por su madre había sido reprimido junto con la
fantasía que había necesitado para sobrevivir durante la pri¬
mera infancia, continuaba siendo la dinámica secreta oculta
tras la fantasía inconsciente que dominaba ahora su vida. Su
insistencia en que había algo que no funcionaba bien en ella
apareció con sorprendente regularidad durante su trata¬
miento y reflejaba su vaga esperanza de que su falta de valía
hubiera causado el odio de su madre. El hecho de que su ma¬
dre hubiera muerto unos años antes no había disminuido pa¬
ra nada la intensidad con que Norma buscaba deseisperada-
mente alguna explicación a la ausencia de cariño de su ma¬
dre o a su lucha continua por ganar ese cariño. Unicamente
después de exponer repetidamente la fantasía en la que fi¬
nalmente se hacía digna de él al perfeccionar su carácter y
hacer buenas obras fue capaz de experimentar el terror in¬
fantil al infanticidio que la fantasía había enmascarado.
Después de escuchar, sesión tras sesión, cómo Norma en¬
salzaba las virtudes de su madre, comenté el grado de per¬
fección que le atribuía. «Cuanto más la ennoblezco, más
comprensible resulta que no me pudiera querer», fue su con-
146 Dorothy Block Niño despreciable y padre noble 147

testación. Le salió sin darse cuenta y pasaron varios días an¬ diera revelar sus propios sentimientos o los de su madre.
tes de que realmente se convirtiera en parte de su experien¬ Unos años antes, cuando su marido le pidió el divorcio y
cia y de su entendimiento. la dejó con una hija que ahora tenía once años, el sentimien¬
£1 empeño de Norma en sentirse despreciable fue uno de to de no valer nada era tan fuerte que no dejaba margen a la
los más dramáticos que he visto nunca. Como otros muchos esperanza de poder en algún momento establecer su propia
pacientes me han dicho después, la prueba más convincente valía. Los pensamientos suicidas resultantes la llevaron a so¬
de su carácter despreciable era su respuesta homicida a los meterse a análisis por primera vez. Y ahora, otra vez, los vio¬
sentimientos homicidas de su madre. Su necesidad de creer lentos ataques de su amiga Ada habían resucitado esos mis¬
que su madre sentía únicamente cariño por ella, exigía que mos pensamientos. 3ajo el bombardeo de las críticas de Ada,
enterrase su percepción de los sentimientos hostiles de su sus defensas contra su percepción del deseo oculto de su ma¬
madre. Como esa maniobra privaba de toda base a su propia dre de matarla comenzaron a desintegrarse. Reanudó el tra¬
hostilidad, lo único que le quedaba era la convicción de que tamiento en un momento en que había perdido toda esperan¬
ella era una persona despreciable que odiaba sin motivo. Pa¬ za de ser querida e inconscientemente contemplaba el suici¬
ra mantener la ilusión de que su carácter despreciable era la dio.
causa del odio materno, creó un estilo de vida fundado en el Pensando ahora en mi primera impresión de Norma, re¬
fracaso y la propia derrota. Según se desarrollaba su histo¬ cuerdo que me sorprendió su expresión de humildad, de que¬
ria, los esfuerzos que había hecho por fomentar esa convic¬ rer congraciarse y lo que parecía ser una extraodinaria con¬
ción resultaban increíbles. No había permitido que ningún fusión acerca de su identidad. Era una mujer alta, con el pe¬
aspecto significativo de su vida contradijera esa idea, dándo¬ lo oscuro, algo gruesa, que parecía no ser consciente de su
le una sensación de logro que pudiera de alguna manera re¬ inteligencia y encanto, y aparentaba sentirse abrumada ipor
forzar su propia estima. sentimientos de inutilidad. Aunque respondí inmediatamente
Que el mantenimiento de la fantasía era una cuestión de a su sensibilidad poco corriente, hubo de pasar bastante
vida o muerte se veía claramente en los momentos en que la tiempo antes de que pudiera evaluar con exactitud el grado
fantasía se veía amenazada. Aprendí enseguida a evitar cual¬ de su terror y su desconfianza. Supuse que estaba embarga¬
quier expresión de aprobación o desaprobación durante el da por pensamientos suicidas y, cuando lo sugerí después de
tratamiento. Su reacción a la aprobación era clara: las de¬ algunos meses, lo reconoció con alivio: siempre había cono¬
mostraciones de cariño o aprecio por parte de cualquier per¬ cido, aunque de forma disociada, su deseo de morir. A nivel
sona pondrían de manifiesto el odio de su madre. ¿Y la des¬ inconsciente, se sentía alarmada por él y había reanudado el
aprobación? Al referirse a su extraordinaria sensibilidad a las tratamiento psicoanalítico en un ciego impulso de supervi¬
críticas, acuñó una frase, que consideré muy apropiada: un vencia.
«manto de virtudes» del cual no se permitió nunca despren¬ Cuando Norma vino por primera vez a mi consulta no era
derse. Cualquier sugerencia de que no era totalmente perfec¬ consciente, a pesar de haber estado sometida a análisis cinco
ta hubiera llevado a exponer su mayor imperfección: que años, de la naturaleza de su problema. Sin embargo, tanto el
odiaba a su madre y quería matarla. Si permitía que esos contenido, como la forma de sus comunicaciones revelaban
sentimientos salieran a la superficie, revelaría inevitablemen¬ una profunda depresión nerviosa. A través de una niebla
te que eran sencillamente una respuesta a los que su madre
densa, que parecía estar cuidadosamente controlada para
sentía hacia ella. Su sistema de engañarse a sí misma sería
mantener una sensación de confusión perpetua, me habló de
descubierto y su defensa contra el miedo al infanticidio des¬ su matrimonio, su divorcio y su actual amistad con Ada, la
truida. Por lo tanto, al menor signo de desaprobación emi¬ cual le preocupaba por sus connotaciones homosexuales. Sin
tía señales de angustia y evitaba cualquier indicio que pu- embargo, no pasó mucho tiempo antes de que presentara
148 Dorothy Bloch Niftb despreciable y padre noble 149

también el enigma desesperanzador de sus relaciones con su ños muertos de su madre, cuyo pensamiento se cernía conti¬
madre y su hermano mayor Danny. nuamente al borde de la conciencia, como si contuvieran al¬
Al poco tiempo de comenzar el tratamiento, me di cuenta gún secreto que ella no se atrevía a descubrir.
del gran interés que tenía en escribir y le propuse que, como Con el paso de la sesiones, apareció la figura de una niña
suplemento a sus sesiones, podía ser útil que escribiera to¬ desharrapada, retraída, que no recordaba haber sido nunca
dos los días y me diera una copia. Le gustó la sugerencia e abrazada, besada o acariciada por su madre. Los comenta¬
inmediatamente se embarcó en una exploración de las rela¬ rios despectivos de su madre sobre ella eran parte de la ruti¬
ciones con sus familiares desde la infancia. Al principio aso¬ na diaria. Aunque tenía algún recuerdo temprano de cariño
ció la sensación de urgencia con que atacó este proyecto de de su padre, cualquier manifestación espontánea de afecto
sus sentimientos de gran confusión sobre sí misma y su con¬ por su parte se había acabado cuando ella tenía seis años,
vicción de que algún recuerdo escondido podría aclararlo to¬ después de que su madre lo hubiera ridiculizado.
do. Más adelante se sorprendió al oírse decir que, aunque no La forma de engañarse a sí misma con que Norma había
podía decir qué crimen había cometido, quería sentirse libre borrado su percepción de los sentimientos de su madre era
de culpa. El diario de su experiencia analítica es un valioso verdaderamente asombrosa. No era una niña feliz, pero su
documento que me ha permitido usar libremente. mayor preocupación era la infelicidad de su madre. El silen¬
Las sesiones iniciales estuvieron dedicadas principalmen¬ cio opresivo que prevalecía por lo general cuando estaban
te al bombardeo diario de críticas que le hacía Ada. Cuanto las dos juntas la llevaba invariablemente a pensar en la vida
peores eran las acusaciones, más atención les prestaba Nor¬ trágica de su madre. Los sufrimientos de su madre, su noble¬
ma; estaba constantemente sopesando su validez. Cuando fi¬ za y sus sacrificios por sus hijos eran su preocupación cons¬
nalmente le dije: «Te estás juzgando a tí misma; si te encuen¬ tante y servían como recordatorio, siempre presente, de su
tras culpable, corres peligro de suicidarte», comenzó a darse poca valía.
cuenta de que estaba luchando por vivir. Lo que más le desconcertaba era la aparente ignorancia
Tardó varios meses en encontrar en Ada el prototipo de por parte de su madre de la violencia de su hermano Danny.
su madre. Aunque para entonces ya era consciente de que Ella le contaba uno tras otro todos los incidentes, pero le re¬
odiaba a su madre, confiaba en que yo lo desaprobara. Me sultaba difícil admitir que su madre conocía su terror, insis¬
habló de un sueño en el cual veía la imagen aplastada de sus tiendo en que su madre tenía sentimientos cariñosos hacia
padres en un espejo cóncavo del parque de atracciones ella aunque no los expresara. A pesar de las pruebas de
de Coney Island. Su comentario fue: «Es una distorsión». abandono real que presentaba, no se había permitido nunca
Quería verlos rehabilitados y devueltos a su «verdadera pensar conscientemente que su madre podía odiarla.
imagen», después de los efectos dañinos de su análisis ante¬ La actitud reverente de Norma hacia su madre, la cual
rior. Su madre había muerto hacía unos años y su padre mu¬ era compartida por sus hermanos, se mezclaba con su inter¬
cho antes. Su hermano, cuatro años mayor que ella, la había pretación mágica de un suceso muy temprano. Durante una
aterrorizado durante la infancia y todavía tenía una influen¬ sesión, el relato vacilante de la muerte de su hermano peque¬
cia devastadora sobre ella, También tenía dos hermanas ma¬ ño cuando ella tenia cuatro años la dejó sorprendida de que,
yores, una que vivía en la costa oeste, de la cual Norma pen¬ después de treinta y tres años, siguiera pareciendo la mayor
saba que había tenido poca influencia en su vida, y otra cuya tragedia de su vida. Cuando, dejándome llevar de la intui¬
hostilidad había sido casi tan perjudicial como la de su her¬ ción, le sugerí que quizás pensaba ser ella la que lo había
mano. También había tenido un hermano pequeño, que ha¬ matado, respondió con sorpresa y alivio. Inconscientemente
bía muerto de meningitis durante la infancia. Completaban se había considerado siempre como la asesina.
el cuadro de su familia los abortos y alumbramientos de ni- Sin embargo, esta preocupación aparecía únicamente en
150 Dorothy Bloch Niño despreciable y padre noble 151

sus sueños. En uno de ellos daba a luz a un niño que luego do insoportable es que tuviera unos sentimientos tan horribles ha¬
entregaba a su madre. En otro, llevaba un cochecito de niño cia mi irreprochable madre. Ahora que sus deseos destructivos han
vacio por la calle cuando se encontraba con dos tías suyas. salido a la superficie, me siento inmensamente liberada.
Una estaba casada con un hombre que «había cometido todo
Al día siguiente se sentía abrumada por ese descubrimiento
tipo de estafas» en relación con el padre de Norma; la otra
y me preguntó: «¿Es posible que una madre quiera destruir
estaba casada con un tramposo hermano de su padre, a a su propio hijo?». Sin embargo, no pasó mucho tiempo an¬
quien había engañado con frecuencia. Su comentario en el tes de que rechazara este pensamiento por completo. Me
sueño había sido: «¿Quiénes sois vosotras para acusarme?». acusó de hacer trampas, engañarla y violar todos los senti¬
En otro sueño la madre, ciega, lleva de la mano a Norma, la mientos humanos. Aunque aparentaba haber aceptado y da¬
cual agarra su vestido y se ayuda con un bastón como si ella do la bienvenida a la libertad de «saber» lo que sabía, hubo
fuera ciega también. El comentario de Norma fue: «No debo de pasar mucho tiempo antes de que pudiera experimentar y
ver lo que veo en deferencia a su ceguera. Ella debe ser fuer¬ entender los deseos homicidas que se escondían tras su
te porque yo me siento pequeña y débil». Durante esa misma
preocupación por las virtudes de su madre y los silencios
sesión habló de su miedo, cuando era niña, a ir a jugar a la que corrientemente se producían entre ellas.
azotea de su casa con los otros niños del edificio. Durante los meses siguientes, el análisis de Norma puso
A pesar de que Norma siempre se había considerado una de manifiesto el sistema de engañarse a sí misma, que había
asesina, ahora volvió la acusación contra su madre. La sos¬ tenido su origen en los sentimientos de su madre, pero que
pecha de que su madre nunca había querido tener hijos se se había extendido a todas sus relaciones. Aunque una parte
vio confirmada un día cuando su hermano anunció que una de sí misma tomaba buena nota de la maldad y la hostilidad
amiga suya acababa de tener el cuarto hijo y su madre excla¬ con que tropezaba, la otra parte reprimía automáticamente
mó con incredulidad: «¿Quería tenerlos?». En el sueño, Nor¬ toda conciencia de ello. Como este proceso no explicaba sus
ma acusaba a su madre de haber abortado y de haber queri¬ propias respuestas, se sentía frecuentemente abrumada por
do abortar y matarla. También quedó pronto claro que el si¬ su propia hostilidad y sus sentimientos resultantes de inuti¬
lencio de Norma acerca de la violencia de su hermano con lidad. Fue necesario un incidente en relación con su marido
ella provenía de su convicción de que su hermano era un para que quedara de manifiesto tanto el funcionamiento de
agente de los deseos de su madre. Su comentario: «No debo este proceso como su dinámica. Un día, después de su sepa¬
ver lo que veo», expresaba la forma en que se había estado ración, Ada había sugerido que había ciertos aspectos sórdi¬
engañando así misma toda su vida. dos en el carácter del marido de Norma que por la forma en
Cuando revelé su secreto y dije a Norma lo que, a cierto que ésta hablaba de él había hecho creer a Ada que ella los
nivel, ella sabía —que su madre había querido abortar y ma¬ desconocía totalmente. Las dos se sorprendieron cuando
tarla, que ella había sido consciente de esto desde muy pe¬ Norma procedió a extenderse sobre el tema.
queña, y que a su vez había querido matar a su madre , en — En su diario reseña el incidente y el descubrimiento sub¬
un principio aceptó mi revelación con desesperación. Y es¬ siguiente:
cribió:

Esta noche me veo asaltada por todos los viejos sentimientos: el va¬ Saber —y no saber— es un proceso mediante el cual borro mi per¬
cepción de la maldad de los demás. Todo lo que yo «sabia» no me
cío, la añoranza, la desolación. La vida sin amor es con seguridad la
cosa más difícil de soportar. La interpretación de Miss Bloch me de¬ había preparado para la revelación de Ada, y pasaron varios meses
ja tan estupefacta como si todo ello me fuera desconocido [...] De re¬ antes de que lo que «sabía» y lo que sabía comenzaran a unirse. Ha¬
pente las cosas comienzan a aclararse. Lo que siempre he encontra- bía estado defendiéndome contra algo que no podía definir, de la
152 Dorothy Bloch Niño despreciable y padre noble
153

misma forma que hace unos años me había dado cuenta de que pa¬ fantasía. Era un sueño de niños: ya verás, seré buena, y entonces me
ra sobrevivir debía mantenerme alejada de mi madre, sin reconocer querrás.
que sentía que quería matarme.
Para mantener su imagen de inutilidad, Norma había desa¬
Esta última frase sorprendió y escandalizó a Norma y final¬ rrollado una técnica que llamaba el proceso de criba, un mé¬
mente la llevo a exponer su sistema: todo para sacar de cualquier experiencia, por positiva que
fuera, algún pequeño detalle por el cual pudiera reprocharse
algo. Según lo explicaba: «un momento de exuberancia po¬
De repente parece que he descubierto algo a lo cual no quiero acer¬ día parecer totalmente inapropiado y proporcionar muni¬
carme. Este «proceso» que se ha convertido en parte de mí misma ción para autoflagelarme indefinidamente».
es el resultado de una confrontación diaria con un conocimiento
Además no permitía que ningún aspecto de su vida le pro¬
que no me atrevía a reconocer. Hasta este momento no se me había
ocurrido que ya había habido un precedente de los sentimientos porcionara alguna sensación de logro que pudiera mejorar
que existían entre mi marido y yo. El odio sin media y la culpabili¬ la opinión que tenía de ella misma. Cuando comenzó a exa¬
dad sin palabras eran cosa de mi madre. minar sus esfuerzos para establecer su inutilidad, enumeró
una serie de casos que indicaban claramente sus habilidades
poco corrientes y, al mismo tiempo, su rechazo total del re¬
Su sistema de engaño estaba destinado no sólo a realzar su
conocimiento de éstas por otras personas. Su necesidad de
imagen de los demás, sino también a rebajar la suya. Cuando
mantener una imagen pobre de sí misma era todavía tan
finalmente se permitió reconocer el carácter destructivo de grande que incluso ahora esta admisión de valía sin prece¬
Ada, se dio cuenta de que no tenía ni idea de su propia iden¬
que iba dentes fue seguida de una reacción muy fuerte. Escribió:
tidad. Cuando le puse de manifiesto las dificultadas
a tener para encontrarla a su edad, se sintió aliviada. Más
«He tenido una sensación muy rara al escribir esto; siento
que no estoy diciendo la verdad. Un contrapunto de burla, a
adelante describió una experiencia relacionada con su bús¬ un nivel no verbal, acompaña a todo lo que escribo. Sé que
queda de identidad: todo es absolutamente cierto, pero no me lo creo».
Aunque yo ya estaba totalmente familiarizada con el fe¬
Me desperté sobresaltada con la sensación de que había estado so¬ nómeno de la resistencia al tratamiento psicoanalítico, creo
ñando con mi hermano Danny. Ada apareció dq repente en mi men¬ que nadie me enseñó más que Norma -acerca de los esfuerzos
te y fui consciente de que me odiaba. No sentí ningún tipo de triste¬
por mantenerse dependiente de otras personas o del signifi¬
za o angustia, únicamente la idea clara de que era verdad, de que a
un nivel yo había tratado de ocultarlo y a otro trabajaba con ahínco
cado que esto tiene. En un momento en que buena parte de
por superarlo. De repente, lo vi y no sentí ninguna ansiedad. Apa¬ los escombros que atestaban su vida habían sido barridos,
rentemente, primero es necesario encontrar a alguien que tenga permitiéndole avanzar, Norma, de repente, mostró su inten¬
unos sentimientos ambivalentes y destructivos hacia mí como ción absoluta de no moverse, batiéndose en retirada ante el
Danny o mi madre; después busco en mi alma para descubrir qué menor reconocimiento de su creatividad. Un día trajo a la
hay en mí que provoca esos sentimientos. Me concentro en mis de¬ consulta su último cuadro para enseñármelo. No era ésta la
fectos para explicar su odio y también para mantener la esperanza. primera vez que yo veía su trabajo, el cual me parecía impre¬
La fantasía, creo yo, ha sido que, si consigo ser una persona mejor sionante, y aproveché esta oportunidad para expresar mis
no provocaré esos sentimientos y me querrán. Parece muy sencillo verdaderos sentimientos. Aparentemente, mis alabanzas le
Ahora me doy cuenta de que si me elimino como causa del odio de hicieron afrontar, cuando llegó a su casa, una idea que le pa¬
las otras personas, puedo comenzar a vivir. Encontrar mi propia
identidad resulta entonces una experiencia muy diferente. En algu¬ reció extraordinaria: tenía talento. Se pasó horas pensando
nos momentos, durante los meses pasados, reconocí lo absurdo de mi en el sistema de engaño que había usado para esconder este
Dorothy Btoch
154 I Niño despreciable y padre noble
155

talento. Con gran sorpresa por su parte, esto fue seguido de tuales como al recuerdo de cualquier interés creativo. Más
un letargo y una inactividad absolutas; se sentía paralizada. adelante, cuando su abrumador desaliento ante la posibili¬
Durante la siguiente sesión captó por primera vez el verda¬ dad de encontrar alguna vez un hombre la había llevado a
dero significado de evitar todo logro. poner fin a la búsqueda, quedó sorprendida por lo que ocu¬
Aunque muchos pacientes atribuyen a su miedo al fraca¬ rrió y escribió:
so su resistencia a alcanzar e incluso a definir un objetivo, la
experiencia de Norma reforzó la impresión, ya de por sí muy Parece como si una gran nube se hubiera despejado, un peso que
fuerte, de que en muchos casos el factor más corrosivo e in¬ me mantenía paralizada. Ahora me doy cuenta de que para mí en¬
contrar un hombre significa renunciar a todo interés y condenarme
hibidor puede ser el miedo al éxito. Se ha demostrado que el a ta mediocridad, como precio por ser amada. No es extraño que me
éxito puede precipitar la acción en un paciente con tenden¬ pareciera inútil. Si hubiera renunciado a algo más, habría estado
cias suicidas, pero no está tan claro que la pasividad, el sofo¬ muerta. Con Sol dejé de lado todo lo que significaba algo para mí.
camiento de la creatividad, la inhibición del esfuerzo o el Repetí con él lo que había aprendido con mi familia: el requisito pa¬
embotamiento /de las aspiraciones sean simplemente una ex¬ ra ganar su cariño. No me había dado cuenta de que todavía dirigía
presión de unadeterminación inconsciente de evitar descu¬ mi vida. Tan pronto como decidí dejar de buscar, la energía volvió a
brir el sistema de autoengaño y arriesgarse a ser asesinado. mí; podía hacer lo que quisiera, ir a donde se me ocurriera. Sin em¬
El terror que apareció con los primeros pasos hacia el logro, bargo, todavía hay algo que no quiere creer esto, que prefiere pen¬
puso de manifiesto la naturaleza del conflicto. El análisis de sar que es falso. Y ésa es la parte que quiere mantenerme paraliza¬
Norma reveló cómo estaba enterrada en el subconsciente la da. Quizás si suprimo bastante de mi misma...
convicción de que conseguir el éxito significaba arriesgarse Para Norma, al igual que para muchos otros pacientes, el
a morir. No sólo quedaría al descubierto el odio de su madre problema de la identidad se complicaba por otro factor. Es¬
hacia ella si dejaba establecida su valía para ser querida, si¬ taba convencida de que una de las condiciones para ganar el
no también su fantasía de que era su poca valía la que lo ha¬ cariño de los demás era no solamente «suprimirse», sino
bía provocado. Su esperanza de ganar finalmente el cariño también mantenerse dependiente de esas personas. El re-
de su madre, que era su defensa principal contra el miedo a Cuerdo de haber sido cuidada de pequeña era su única expe¬
ser asesinada por ella, se habría derrumbado.
riencia de haber sido querida. Por lo tanto, atribuía su pérdi¬
Sin embargo, el éxito no sólo habría puesto al descubier¬ da a haber crecido y haberse hecho independiente, y anhela¬
to la realidad del odio de su madre al reforzar la confianza
ba volver al estado antiguo. Manteniendo la ilusión del des¬
de Norma en sí misma, sino que además habría amenazado amparo, había intentado revivir mágicamente su única ex¬
su concepto de cómo ganar su cariño. Puesto que siendo ella periencia de cariño materno: el cuidado físico que su madre
misma había conseguido únicamente odio, había sacado in¬
le había dado durante la infancia y la niñez. Escribía:
conscientemente la conclusión de que para ganarse el cariño
debía desaparecer como persona. Otro paciente me dijo una Lo que me ha enfurecido siempre que alguien me ha alabado es el
vez: «Si soy yo mismo, nada funcionará», y un tercero: «Me miedo a lo que viene después: la declaración de mi independencia;
convertí en otra persona para gustarle a los demás». Muchos ya no se me considerarla candidata a ser cuidada con cariño. Nun¬
habían evitado las relaciones antes que satisfacer esas exi¬ ca creí en mi deseo de dependencia. Ahora, de repente, es lo que ex¬
gencias. En el caso de Norma, esta idea surgió claramente plica la mayor parte de mi vida; la dependencia ha sido el precio del
en sus relaciones con personas del sexo opuesto. Me había cariño. Se me ocurre otra idea: la dependencia y la falta de identi¬
dad están entrelazadas.
comentado que había sido consciente de un extraño tipo de
letargo durante toda su vida de casada, una pérdida absolu¬ Esta revelación la llevó a la siguiente conclusión: «Hasta
ta de voluntad que afectaba tanto a sus aspiraciones intelec- ahora, todos mis esfuerzos estaban dirigidos hacia una sola
156 Dorothy Bloch Niño despreciable y padre noble 157

cosa: ganarme el cariño, en particular de mi madre, proyec¬ Hoy lo veo como una fantasía. Cuando Miss Bloch me dice que mis
to verdaderamente inútil. Durante más de tres décadas me sentimientos son normales y tengo una reacción tan paranoide, me
pregunto qué entiende por «normal». Para una babosa que ha vivido
he dedicado a satisfacer lo que pensaba que debían ser los
toda su vida debajo de una roca, la ausencia de color es «normal»;
requisitos, y ahora, a mis treinta y nueve años, me enfrento los peces que viven en el fondo del mar son «normalmente» ciegos.
a la mayor realidad de que nunca he sabido cuáles eran». Me pregunto si quiere decir que he respondido de una forma «nor¬
£1 examen de sus relaciones familiares inspirado por este mal» a las condiciones de mi vida y que he resultado con las defor¬
último descubrimiento la llevó directamente al terreno de maciones previsibles.
los sentimientos homosexuales. Aunque reconocía que esos
sentimientos expresaban su búsqueda de cariño, se sentía Su admisión gradual de la idea de que era normal la llevó
preocupada principalmente por lo que consideraba como su a aceptar no sólo sus sentimientos de ira sino también los
anormalidad y hablaba de ello con gran dificultad. Después de otras personas, especialmente los de Ada, y por primera
de escuchar su inquebrantable insistencia en que ella era la vez se permitió expresar sin inhibiciones su odio hacia Ada.
responsable de los sentimientos hostiles de su madre, hice fi¬ Entonces se quedó muy sorprendida al recibir una carta ca¬
nalmente una interpretación que reveló de forma dramática riñosa de Ada; una vez pasada la sorpresa, le contestó en el
su enorme necesidad de mantener su sistema de autodespre- mismo tono, pero entonces notó una evolución sorprendente.
cio. Le dije: «Lo único malo de ti es tu empeño en creer que
todo está mal». La violencia de su reacción fue paralela a la Sigo teniendo todo tipo de sueños sobre mujeres. Parece como sí to¬
de su respuesta a mi afirmación de que su madre deseaba das las mujeres que he conocido volvieran para impresionarme con
matarla. Me acusó otra vez de manipulación y de usar tru¬ sus buenas intenciones. La noche del lunes, mi madre y mi hermana
cos; esta vez yo estaba tratando de ocultarle que en realidad me trajeron flores. Fueron todos momentos muy felices, menos
era homosexual. Cuando finalmente aceptó mi afirmación, cuando me desperté y me puse a dar vueltas con rabia sorda. ¿Es
sintió una desesperación absoluta. Si no había nada malo en posible que la rabia sea mi respuesta a ser querida? ¿Por primera
vez en muchas semanas perdí todo interés por mi dieta. Sentí que
ella, entonces debía perder toda esperanza:
habia perdido. Eso me parece curioso: ¿Por.qué había perdido? Da
la impresión de que necesito sentirme odiada. Puede que si me sin¬
No puedo creer lo que ha pasado, pero una parte de mí lo ha enten¬ tiera querida, entonces habría perdido mi causa: eso es lo que ha¬
dido ya, y el resto espera en estado de asombro. No estoy segura de bría perdido. No tengo ninguna justificación para el odio que sien¬
acordarme de las palabras exactas de Bloch, aunque sí recuerdo to. Se me ocurre otra idea: si alguien me encuentra digna de amar,
que le dije que debería grabarlas en una cinta en vez de repetírmelas entonces mi madre es culpable; ella me odiaba simplemente por¬
algo así como una docena de veces. Sé que me sentí estupefacta. Fi¬ que sí.
nalmente, me hizo repetir: «Mis sentimientos son totalmente norma¬
les; mi problema es que pienso que todo lo relacionado conmigo es¬ Esta idea la llevó a comprender una buena parte de su lu¬
tá mal». Eso me sumió en un mar de desolación. Una vez más, esta¬
cha. Su diario dice:
ba segura de que me trataba de engañar e interpreté este nuevo
diagnóstico como un intento de desviar mi atención de lo que yo ha¬
bía determinado que era un problema homosexual sin solución Me parece insoportable que sencillamente no me quisieran y que
Después de treinta y seis horas y un gran dolor de cabeza, comienzo nada de lo que haga cambiará esto. Que la principal protagonista en
a pensar en la posibilidad de que realmente creía lo que decía. Sea todo esto esté muerta desde hace algunos años da igual. Debe haber
lo que sea, es cierto. Parece maravilloso. algo mal en mí; todavía puedo cambiar y entonces todo irá bien: me
querrán. La idea de que soy normal, que en un principio parecía tan
llena de promesas, transformó toda la esperanza en una vana deso¬
Al día sigjuiente, estaba de nuevo dispuesta a negarlo todo. lación. Hay momentos en que me parece estar al borde de un descu-
158 Dorothy Bloch Niño despreciable y padre noble 159

brimento; quizás haya realmente algo anormal en mí y Miss Bloch miembros de mi propio sexo, e incluso cuando comprendí que te¬
me lo está ocultando. La esperanza que surge en esos momentos es mía a las mujeres y que había experimentado rechazos por su parte,
la única medida que tengo de lo que realmente es anormal. Durante incluso entonces, esto no significó para mí que no hubiera conocido
mi análisis soy consciente de haber tenido una idea fija, la de que nunca el cariño de mi madre, o que mi sentimientos homosexuales
había algún secreto, algún misterio, el cual, una vez revelado trans¬ expresaran mi deseo de encontrarlo.
formaría mi vida entera. Lo que andaba buscando era la debilidad
dentro de mí que hacía que nadie me quisiera. Se me ocurre de re¬ Sin embargo, la «fantasía» no era tan fácil de abandonar. Algo
pente que el secreto ha sido revelado y que me niego a reconocerlo, más adelante, Norma se dio cuenta de que se identificaba
el secreto de que no había nada anormal en mí, únicamente que no con su padre y nuevamente volvió a su convicción de que ha¬
me querían. En realidad he encontrado la clave de mi vida. bía algo anormal en ella. Cuando puse al descubierto nueva¬
mente su determinación de creer que había algo anormal en
Ese fue un hito en el análisis de Norma, que la llevó a revi¬ ella, se dio cuenta una vez más de su intensa necesidad de
sar la historia de su lucha. Escribió: aferrarse a la esperanza de que en realidad había algo anor¬
mal en ella, de que podía cambiar, y de este modo ser mere¬
Qué tiempo tan difícil ha sido éste y cuántas cosas se han consegui¬ cedora del amor materno. La desesperación en la que cayó
do. Haber identificado por fin la nostalgia que nunca había tenido dejó al descubierto finalmente su tremenda preocupación
nombre ni dimensión, pero que había llenado mi espíritu de una de¬ por establecer su pocavalía para así explicar los deseos de su
solación sin límite desde el principio del tiempo. Nunca supe lo que madre de matarla y mantener al mismo tiempo viva la espe¬
me faltaba ni lo que quería, andaba a ciegas por terrenos desconoci¬ ranza de que si ella pudiera mejorar, sería amada.
dos simplemente a la búsqueda. Tropezaba con frecuencia y a me¬ Su nueva comprensión del problema la llevó enseguida a
nudo tuve la sensación de volver a algo familiar, a lugares que pen¬
saba que habia dejado pero sin reconocer ningún poste indicador y replantearse y luego terminar sus relaciones con Ada. Su re¬
lo único que llegué a conocer fue una confusión y una desespera¬ lato de los hechos es el siguiente:
ción para las que no tenia nombre. No se me habia ocurrido que és¬
ta era una ansiedad para la que mi experiencia no me había dado He abandonado por fin mi apego desesperado a la imagen de mi ma¬
ninguna definición. Sentía vaciedad, sensación de vacío, pero no sa¬ dre como fuente de todo cariño y salvación. Recuerdo la sesión del
bía qué era lo qüe la causaba, e incluso qué era. La llamé «desespe¬ viernes, cuando dije que había terminado con Ada y con sus celos,
ración», «desolación», «desesperanza», pero sin entender qué espe¬ que no dejaban margen para mi evolución, y Miss Bloch me pregun¬
ranza se había eclipsado para dar lugar a tales sentimientos. Esta tó con insistencia: «¿Cómo puedes romper con ella cuando no tienes
es la confusión que me ha acosado toda mi vida. Finalmente, enten¬ a nadie más?», y yo contesté con convicción: «Puedo: te tengo a ti».
derla, conocer, cuando el sentimiento se presenta, su significado, No me di cuenta en ese momento, pero fue un hito, mi declaración
por profunda que sea la desesperación, significa para mí haber re¬ de independencia de una preocupación que me había mantenido
cuperado, aunque sea en pequeña medida, la dignidad humana, ha¬ atada a todas las experiencias destructivas de mi pasado y se habia
ber encontrado el principio de mi identidad. No haber conocido convertido en la condición inevitable del presente. Parecía un mila¬
nunca el cariño de mi madre, haber pasado toda mi vida buscándo¬ gro: había pasado a través del oscuro túnel. Me es imposible descri¬
lo a ciegas, sin ser consciente de que no existía o incluso de que lo bir la sensación de estar aquí, en este momento, en la plena pose¬
estaba buscando: de repente, todo esto arroja luz sobre gran parte sión de mis facultades, con todo mi futuro por delante por primera
de mis experiencias. Siempre tuve miedo de los sentimientos homo¬ vez, sin estar ya obsesionada por mirar hacia atrás, hacia «la cade¬
sexuales; para mí significaban que yo no era normal, que tenia una na que se alarga», hacia el pasado. Sentí que literalmente había na¬
dolencia, una enfermedad con la cual habia nacido. Pienso que se¬ cido de nuevo, no como un niño sino como un ser humano. Achaco
guí creyendo esto incluso cuando supe que todos compartimos ese esta última definición de mí misma a mi despedida de Ada. Cuando
tipo de sentimientos. Incluso cuando los definí para mi misma como la eché de mi vida, nací otra vez, ¡por fin! De un solo golpe me libré
una búsqueda de identidad, como un anhelo de ser aceptada por de Danny, de mi madre y de esa terrible imagen de mí misma como
•60 Dorothy Bloch Niño despreciable y padre noble 161

una criatura sin forma o figura, una Calibán femenina condenada a res podían ser tan descuidados! Rápidamente, él escondió el miem¬
vivir toda su vida en la oscuridad y el cieno. Y aquí estaba yo, como bro ofensor, enrojeciendo de turbación y placer. De repente, mi ma¬
la mujer de la leyenda o como Papagena, que únicamente necesita¬ dre apareció delante de nosotros; su vientre redondo temblaba con
ba amor para revelar su verdadera identidad. Por primera vez en tal ira que parecía llegar hasta la misma punta de la cuchara de ma¬
mi vida, creo que sé quien soy. dera que empuñaba en su mano derecha y su cara era una imagen
perfecta de furia desdeñosa que borró todo indicio de placer y sólo
Hasta este momento, el análisis de Norma se había ocupado dejó una ola de ira roja. «¿Qué te ocurre?», siseó. «¿No tienes otro
más que nada de su necesidad de sentirse amada y su res¬ sitio donde vestirte?».
puesta al sentirse odiada. Después de haber conseguido ex¬ «¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!», le contestó él, imitándola. Pero yo había com¬
perimentar su ira y haber establecido los comienzos de su prendido. Mi padre se había portado mal, y había algo raro en su
verdadera identidad, empezó a sentir y definir el terror que maldad. Y mi madre era una bruja.
se ocultaba tras su constante preocupación por ganarse el
cariño de los demás. Aunque ya había habido algunas seña¬ Por sí sola, esta imagen que Norma tenía de su madre podría
les anteriormente de esto en relación con su creatividad y su haber sido suficiente para infundir en cualquier relación con
actividad sexual, su terror no apareció con toda su fuerza su padre un sentimiento de peligro, pero además otro inci¬
hasta que comenzó a interesarse en la búsqueda de un hom¬ dente ocurrido un año y medio después redujo la figura de
bre. La percepción inconsciente por Norma de un requisito su padre a una mera sombra. El mejor momento del día era
importante no sólo para merecer el cariño de su madre, sino el rito de esperar en fila junto con sus hermanos el beso que
también, como su forma mágica de pensar durante la infan¬ su padre les daba cuando volvía del trabajo. En esa decisiva
ocasión, cuando iba a llegarle el turno a Norma, oyó la voz
cia le habían llevado a creer, para mantenerse con vida, ha¬
bía sido la exclusión de los hombres de su vida. de su madre detrás de ella: «¿Qué es todo este besuqueo?
¿Qué eres, un besucón? ¿Has de besarles todas las noches?».
Sus recuerdos más tempranos del origen de esta convic¬
Eso puso término a cualquier manifestación espontánea de
ción databan de cuando tenía cuatro años y medio y se refe¬
cariño por parte de su padre e hizo que cualquier tipo de re¬
rían a su padre. Norma había escrito sobre él: «Es probable
lación significativa con él estuviera fuera de lugar.
que mi padre no fuera nunca más que una sombra con cier¬
La imagen de la «bruja» empuñando la cuchara de made¬
tos contornos que yo llené por necesidad de algo sólido». Sin
ra continuó persiguiendo a Norma durante toda su vida, y
embargo, dos recuerdos anteriores sobre él en los que tam¬
reforzó la prohibición de su madre contra cualquier tipo de
bién intervenía su madre, sugerían que la reducción de la
relación con su padre y con el resto de los hombres. En un
primera imagen de carne y hueso de su padre a una mera
momento determinado, después de una experiencia sexual
sombra había sido el resultado de un proceso complejo que
especialmente intensa, Norma tuvo la impresión clarísima
su madre había puesto en marcha.
de que las paredes se convertían de repente en papel trans¬
Norma describía el primero de estos recuerdos de la si¬
parente y la figura reencarnada de su madre subía lentamen¬
guiente manera:
te las escaleras hasta su apartamento. En un esfuerzo deses¬
perado por sobrevivir, cruzó corriendo la habitación y en¬
Yo estaba jugando en el suelo —mi hermano y mis hermanas ya se
habían ido al colegio— no lejos de los sonidos que mi madre hacía
cendió la luz. Después de esa noche, le pareció que no tenía
al preparar afanosamente la comida del día, vagamente consciente más remedio que terminar esa relación y pasaron muchos
de que mi padre estaba detrás de mí, poniéndose los pantalones, meses antes de que se atreviera a tener otra.
cuando de repente él se dio la vuelta, y allí, colgado delante con una En el momento de su análisis en que se sintió capaz de te¬
especie de aureola rosa, testaba su cosa! Casi exploté de alegría ner de nuevo una relación heterosexual, tuvo un sueño que
mientras gritaba con deleite: «ÿ,Vergüenza! {Vergüenza!» {Los mayo- representaba unaÿ extraordinaria condensación de la dinámi-

¿L
Niño despreciable y padre noble 163
162 Dorothy Btoch

ca de su terror. En realidad consistió únicamente en un soni¬ resultaron ser la clave de su miedo y de todos los temas im¬
do aterrorizador, agudo y débil, una chimenea ennegrecida y portantes de su vida.
una especie de quiosco con una puerta como la de la azotea Al recordar la fantasía de la puerta dentro de ella y del
que ella recordaba de su niñez. Las asociaciones consiguien¬ «hombrecito» que la guardaba, revivió de repente una ima¬
tes evocaron uno tras otro todos los recuerdos aterradores, gen de sí misma de pie en el oscuro y abarrotado piso nuevo
acabando con su experiencia del año anterior en el dentista. al que la familia se había mudado después de la muerte de
«Es algo que parece acercarse», escribió. «La sensación de su hermano. Está sola en esta casa desconocida y mira a su
histeria que no puedo controlar. Se me ocurre de repente alrededor con terror a lo que le parecen montones de mue¬
que la perspectiva de tener relaciones con un hombre me ha bles. Como estaba convencida de que ella había sido la cau¬
llenado siempre de terror». sante de la muerte de su hermano, aparentemente había in¬
El quiosco le recordó su antigua fantasía, de cuando te¬ terpretado todas las demás experiencias a la luz de su «cri¬
nía unos cuatro años y medio, en la que había una estructu¬ men». En este momento de abandono, cuando, se daba cuen¬
ra similar dentro de ella, continuamente guardada por un ta ahora, su madre la había dejado sola para ir de compras,
hombrecito jovial, uno de los siete enanitos. Norma se había su suposición de que su madre se vengaría matándola alcan¬
sentido siempre demasiado avergonzada de lo que ella consi¬ zó al parecer su punto culminante. En el paroxismo de su te¬
deraba su anormalidad como para revelárselo a nadie, y so¬ rror, creó en ese momento la fantasía protectora.
lamente ahora, cuando se sintió suficientemente segura de Al poco tiempo de este descubrimiento, Norma experi¬
su verdadera identidad, fue capaz de enfrentarse a ello. El mentó ese mismo terror a nivel consciente en relación con
significado resulta evidente con la aclaración de que la pri¬ su creatividad. En un momento determinado de su sesión,
mera vez que su violento hermano la llevó a la azotea del mientras me contaba su vuelta triunfal a la pintura después
edificio donde se acababan de mudar, ella temió que pudiera de una de sus recaídas periódicas, advertí un tono de miedo
matarla allí. La azotea se convirtió en el símbolo de la muer¬ en su voz y comenté: «Pareces asustada». Citaré su descrip¬
te y estaba representado en su fantasía por la puerta. Para ción de esa sesión: «Me sorprendió la respuesta de Miss
garantizar su seguridad, eligió como guardián de la puerta Bloch», escribió ella. «Si no hubiera llamado mi atención al
al «enanito jovial» cuya simpática estatua veía cada día en respecto, quizás yo no habría sido consciente de un senti¬
su casa. Aunque esa primera fantasía se desvaneció cuando miento tan familiar: estaba asustada porque creía que ella no
dejó de necesitarla, continuó obsesionada durante toda su vi¬ quería que yo pintara. Ante su insistencia y en respuesta a
da por la irritante sensación de su carácter grotesco, refor¬ sus "Por qué no", contesté: "No quieres que haga nada", y
zado por su completa amnesia sobre su origen o su función. después: "No quieres que viva", "Quieres que muera"».
Unicamente ahora veía con claridad que esta percepción ex¬ Después de toda una vida buscando el amor de su madre,
traña de lo que existía dentro de ella la había defendido con¬ Norma experimentó por fin el terror a ser asesinada por
tra su terror y había garantizado su seguridad todo el tiem¬ ella. Los sentimientos que proyectaba en mí expresaban su
po. percepción inconsciente de los deseos de su madre. Aunque
Su fantasía tenía también otro determinante inconscien¬ aparentemente había aceptado la validez de mi primera in¬
te. Aunque la «azotea» era un símbolo importante en los sue¬ terpretación de sus sueños y comunicaciones, hasta ese mo¬
ños y las fantasías de Norma, no era consciente de su signifi¬ mento había sido incapaz de experimentarlos. Solamente
cado simbólico, y expresó su sorpresa cuando le recordé que después de haberse enfrentado a la realidad del odio mater¬
«caer de \a azotea» es también una expresión común de la no y a la inutilidad de su lucha por ganarse su cariño, fue ca¬
paz de desarrollar el sentido necesario de su verdadera iden¬
menstruación y representa el aborto. Los sentimientos y re¬ tidad que le permitiera conocer el terror contra el que se ha
cuerdos reprimidos que liberó este sueño sobre la «azotea»
164 Dorothy Bloch Niño despreciable y padre noble
165

bía estado defendiendo desde su infancia. Experimentarlo la leos que habían comenzado en su primera infancia y conti¬
liberó de la necesidad de mantener la fachada de humildad y nuado durante toda su vida para mantener la ilusión de que
congraciamiento que había sido su defensa durante toda su no servía para nada. Había idealizado la imagen de su madre
vida. y devaluado la suya propia en un proceso que intentaba pre¬
El sufrimiento experimentado por Norma ha sido descri¬ parar el camino para ser finalmente amada. Lo que superfi¬
to a veces como «masoquismo» y su motivación como la con¬ cialmente podría parecer una forma perversa e irracional de
secuencia de placer1. Theodor Reik resumió «la esencia y el comportamiento, provenía lógicamente de sus antiguas per¬
fin» del masoquismo como «la victoria a través de la derro¬ cepciones. Dado que su vida parecía depender del cariño de
ta», afirmando: «El masoquista extiende sus sufrimientos su madre, su seguridad le obligaba a mantener una imagen
hasta que cubren toda la vida. Cree firmemente que la mise¬ potencialmente cariñosa de ella. Por lo tanto creó una ima¬
ria, la humillación y la desgracia serán compensadas por lo gen de sí misma de justificar su percepción de los sentimien¬
que viene después»2. Lo que «viene después» se extiende in¬ tos negativos de su madre estableciendo su propia inutilidad
definidamente hasta después de la muerte, siendo el premio y basando su esperanza de ser querida un día en la posibili¬
«la futura apreciación» y «la alabanza de la posteridad». dad de cambiar y hacerse digna de ese cariño.
Su concepto de «la victoria a través de la derrota» se El hecho de que el empeño en sentirse inútil es esencial¬
acerca bastante a la descripción del empeño en no valer para mente una forma de mantener la esperanza, como insinuó
nada, pero su teoría sobre la naturaleza de esa «victoria» se Reik, fue corroborado no solamente por Norma sino tam¬
olvida de un tema al cual Freud se refirió en 1927 cuando di¬ bién por otros muchos pacientes. Sin embargo, la «esperan¬
jo: «Es indudable que en estos enfermos hay algo que se opo¬ za» va mucho más allá de la alabanza o la apreciación. Ya
ne a la curación, la cual es considerada por ellos como un fuera un niño que se veía a sí mismo como «una jirafa» o co¬
peligro»3. Mi tratamiento de Norma y de otros muchos pa¬ mo «un perro que mo merece ser una niña», y fuera un adul¬
cientes me enseñó que lo que estaba en juego en su empeño to que a los treinta, cuarenta o cincuenta años se flagelaba a
de no servir para nada podía ser un asunto de vida o muerte. sí mismo insistiendo en que era un «bastardo», «una mala
Aprendí enseguida que cualquier sugerencia por mi parte so¬ persona», que era un bicho, un inútil o un inadaptado y ha¬
bre la valía de Norma o cualquier experiencia que pudiera bía creado un estilo destructivo de vida para probarlo, lo
implicarla podía llevarla al pánico al indicar que ella no era que era evidente era que mantenían el tipo de lucha que la
la culpable del odio que su madre sentía hacia ella. Como to¬ historia de Norma ilustraba tan dramáticamente: mantener
davía estaba convencida de que su vida dependía del cariño la esperanza de que, dado que su inutilidad había hecho que
de su madre, esa sugerencia habría dejado al descubierto la sus padres le odiaran, cuando cambiara y se convirtiera en
inutilidad de su lucha por ganarlo y por lo tanto habría una persona digna, le querrían.
puesto su vida en peligro. A través de Norma también quedó establecido lo poco
No es posible medir con exactitud los esfuerzos hercú- que esa fantasía puede ser puesta a prueba. Como incons¬
cientemente ella sabía la verdad, había creado un sistema
1 Sigmund Freud, «The economic problem in masochism», en Collected
para engañarse a sí misma que hacía necesaria la agilidad de
papers, vol. 2, Londres, Hogart Press, 1950 [«El problema económico del ma¬ un equilibrista. Si hubiera demostrado sin lugar a dudas que
soquismo», en Obras completas, vol. in, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973]. era una persona digna, habría dejado al descubierto que no
2 Theodor Reik, Masochism in modern man. Nueva York, Farrar, Straus, era la culpable de los sentimientos de su madre hacia ella.
1941 [El masoquismo en el hombre moderno, Buenos Aires, Sudamericana] Por otro lado, si hubiera establecido de manera inequívoca
3 Sigmund Freud, The ego and the id, Londres, Hogarth Press, 1927 [«El
"yo" y el "ello"», en Obras completas, vol. m, Madrid, Biblioteca Nueva, que no se merecía el cariño de su madre, habría perdido la
1973], última esperanza que le quedaba. Tanto un éxito arrobador,
166 Dorothy Bloch
9. LA NECESIDAD DE UNA IMAGEN DISTORSIONADA
DE LOS PADRES
que revelara su valía, como un fracaso rotundo, que destru¬
yera toda posibilidad de hacerse digna de ser amada, amena¬
zaban su sistema de autoengaño. Si en algún momento de su
vida se demostrara una de estas dos cosas, sin la menor duda
correría el peligro de suicidarse. Por lo tanto, no podía per¬
mitirse el lujo de resolver el conflicto; tenía que engañarse a
sí misma para continuar viviendo.

La doble función de la fachada de Norma defenderla

contra el miedo a ser asesinada y ganarse el cariño indican
la complejidad del proceso de liberación. En uno de los últi¬ Tanto mi trabajo con niños como el tratamiento psicoanalíti-
mos párrafos de su diario escribía: «Esto es todo: antes era co de adultos ha dejado claro que una imagen distorsionada
una esclava, y ahora por fin soy libre». El valor que sacó de de los padres puede ser esencial para el sistema defensivo de
su descubrimiento la liberó de la necesidad de destruirse y la psique. La distorsión defensiva más corriente es la ideali¬
permitió que aflorara su creatividad. A cada nuevo esfuerzo zación de los padres, la cual es una función universal en las
se ponía de manifiesto que no habría renunciado a la lucha, fantasías de los niños y un factor dominante en la sintomato-
que bajo toda su nueva productividad se ocultaba la fantasía logía neurótica, junto con la devaluación de la propia perso¬
inconsciente de que sus esfuerzos se verían recompensados na. La misma Norma presentó la dinámica de esa distorsión
con el amor de su madre. La supervivencia era concebida to¬ de una forma casi clásica. Cuando me maravillé por la noble¬
davía en los términos planteados en su primera infancia. za que atribuía a su madre, me dijo: «Cuanto más la en¬
Unicamente después de que su fantasía quedara al descu¬ noblezco, más comprensible resulta que no me pudiera
bierto una y otra vez fue capaz de aceptar no sólo que no ha¬ querer». Dedicaba las sesiones, al igual que su vida, a dejar
bía sido su falta de valía la causante del odio materno y de establecida su poca valía. Que esas imágenes distorsionadas
su deseo de matarla, sino que aunque hubiera sido capaz de eran una defensa contra su miedo al infanticidio y elementos
probar su valía no se habría ganado su cariño. Fue capaz de esenciales en su fantasía de ganarse finalmente el cariño de
abandonar la fantasía gradualmente al igual que el propio sus padres mediante un cambio quedó establecido una y otra
engaño que le había impedido descubrir la verdadera identi¬ vez a lo largo de su análisis.
dad de su madre o la suya propia. Sólo entonces estuvo ca¬ Sin embargo, no está tan claro que cuando se produce el
pacitada para buscar el amor en otro sitio y dedicarse a su paso de una idealización a una depreciación de los padres, el
búsqueda con madurez. paciente puede, paradójicamente, estar todavía dominado
por la misma fantasía defensiva. He comprobado que cuan¬
do la liberación de la ira acumulada del paciente y el esta¬
blecimiento de los comienzos de su verdadera identidad lle¬
van al descubrimiento de los sentimientos hostiles de los pa¬
dres y al derrumbamiento de la imagen idealizada de éstos,
lo que frecuentemente se produce a continuación es una dis¬
torsión igualmente intensa pero en sentido opuesto. Mien¬
tras escuchaba en algunos casos la apasionada e inflexible
denuncia de los padres, no podía por menos que relacionar
su intensidad con los ataques anteriores al propio yo, y su¬
poner que la anterior devaluación del propio yo y la presen-
168 Dorothy Block to necesidad de una imagen distorsionada de los padres
169
te devaluación de los padres podían cumplir una función si¬ la y terrible y odiada». El final de esa confesión revela el de¬
milar. Mientras que los esfuerzos del paciente para estable¬ seo secreto: «porque quiero ser amada».
cer su falta de valía formaban parte de la fantasía que pro¬ Para entender esta aparente paradoja puede ser útil sa¬
metía que cuando él cambiara sus padres le querrían, la ber que durante lo dos primeros años de su tratamiento ésta
transformación monstruosa de la imagen de los padres pare¬ paciente había presentado una imagen beatífica de su madre
cía llevar consigo la exigencia de que fueran los padres los que y había supuesto que ella misma era la responsable de la vio¬
cambiaran. En los ataques estaba implícito no sólo el senti¬ lenta ira de su padre. Sus sentimientos habían sido rigurosa¬
miento de los agravios e injusticias, en muchos casos muy mente reprimidos y cuando por fin salieron a la superficie
reales, que los pacientes habían sufrido, sino también la fueron lógicamente muy intensos. El hecho de que la espe¬
creencia de que si los padres hubieran querido —o más aún, ranza de ser finalmente amada estuviera todavía unida al
que si todavía quisieran— habrían podido cambiar y dar al mantenimiento del odio sugiere que la aceptación de las li¬
paciente el cariño que había necesitado en el pasado. Lo que mitaciones de sus padres habría significado inevitablemente
se ocultaba cuidadosamente era la percepción de las limita¬ no sólo renunciar a esa esperanza en el presente y el futuro,
ciones de los padres y su posible incapacidad para satisfacer sino también reconocer su impotencia para volver al pasado
una necesidad creada durante los primeros años del pacien¬ y transformar el odio de esos primeros años en cariño. Cuan¬
te, cuando al parecer se trataba de una cuestión de vida o do su propia imagen mejorada y su estilo de vida más satis¬
muerte. La convicción tácita que se escondía detrás de los factorio le permitieron abandonar su dedicación a ganarse el
ataques era que su vida todavía dependía del cariño de los
padres. Mi experiencia me ha enseñado que muy a menudo,
cariño de sus padres, su antigua convicción de que no po¬

dría sobrevivir sin él quedó espectacularmente clara. Su

sólo cuando el paciente ha sido capaz de renunciar a su ima¬ percepción inconsciente de la personalidad de sus padres
gen devaluada de sí mismo por una más realista y ha conse¬ pudo entonces salir a la superficie y sus expectativas y exigen¬
guido mejorar sus condiciones de vida, ha podido abandonar cias pudieron ajustarse a su realidad.
su fantasía de conseguir un día el cariño de sus padres y con Muy raramente he estado en una situación en la que mi
él su necesidad de atacarlos. La aversión a aceptar la reali¬ conocimiento y comprensión de los padres de mis pacientes
dad de los padres hasta que se llega a ese punto sugiere que adultos me permitieran apreciar la amplitud de la distorsión
una imagen distorsionada de los padres puede ser un factor que aparentemente era esencial para el sistema defensivo
esencial en el sistema defensivo de la mente. del paciente. Gracias a que el diario de Norma proporciona¬
Un integrante de esa defensa parece ser una singular fal¬ ba mucha información sobre la vida de su madre, la persona¬
ta de curiosidad significativa por la dinámica de la persona¬ lidad de ésta y las razones por las que realmente maltrataba
lidad de los padres. Sólo en casos muy raros los pacientes a Norma, apareció con bastante claridad la medida de su in¬
que yo he tratado han buscado una información que les acla¬ capacidad para cumplir el papel de madre. Mientras intenta¬
rara los sentimientos y el comportamiento de sus padres o ba verla en perspectiva durante las fases iniciales del trata¬
han dejado que lo que sabían de ellos influyera en sus res¬ miento de Norma, me di cuenta de que la necesidad de ésta
puestas emocionales como no fuera a un nivel muy superfi¬ de mantener una imagen idealizada y potencialmente amoro¬
cial. En una carta escrita varios años después de que comen¬ sa de su madre había excluido toda posibilidad de establecer
zara su tratamiento, una paciente que sabía muy poco del la realidad o de comprender la dinámica de su oculto deseo
pasado de sus padres y demostraba aún menos interés, expo¬ de infanticidio. La entrega de Norma a unos sentimientos de
nía e! problema de forma muy sucinta: «No quiero hacerme falta de valía para explicar y justificar el odio de su madre
mayor y darme cuenta de que mis padres son simplemente no solamente negaba la identidad real de Norma, sino que
mala gente, porque quiero odiarlos, y odiarme a mí y ser ma¬ además hacía necesaria la ocultación de la de su madre.
La necesidad de una imagen distorsionada de los padres
170 Dorothy Bloch 171

traumatizante información de que cuando ella tenía cinco años se le


Aunque Norma estaba preocupada por las circunstancias habia caído de las manos su hermana pequeña, la cual se hirió en la
de los primeros años de la vida de su madre, raramente se cabeza y murió poco después. Los vecinos habían acusado a mi ma¬
permitía establecer una conexión entre esas circunstancias y dre de matar a su hermanita. «¿Cómo podían acusarme?», concluyó
la personalidad de su madre. Admitir la existencia de una re¬ con vehemencia. «Sólo era una niña».
lación causa-efecto entre el ambiente familiar de su madre y
su capacidad de amar habría revelado inevitablemente la El descubrimiento de la antigua tragedia de su madre en un
inutilidad de la lucha de Norma. Su negativa a reconocer la principio sólo suscitó la indignación de Norma, ya que una
identidad real de su madre indicaba que experimentaba co¬ vez más las desgracias de su madre habían superado las su¬
mo un peligro cualquier desafío a la imagen que se había he¬ yas. Pasaron algunos años antes de que Norma se permitiera
cho de sí misma o a la que se había hecho de su madre. Sólo centrarse en la dinámica tanto de la hostilidad de su madre
una vez acabado su análisis, cuando se había liberado de su y su personalidad como de la dirección de su vida.
imagen como falta de valía y de su convicción de que su vida La madre de Norma era la mayor de cinco hermanos, el
dependía del cariño de su madre, pudo comenzar a experi¬ menor de los cuales era quince años más joven que ella. La
mentar en profundidad la realidad de los sentimientos de su pobreza de la familia la forzó a trabajar desde muy joven y
madre o intentar buscar sus orígenes en los detalles de la vi¬ condenó al fracaso sus repetidos esfuerzos por obtener una
da de su madre. educación. Debido a la enfermedad de su madre, fue la res¬
En sus primeros esfuerzos por establecer la realidad de ponsable del cuidado de sus hermanos pequeños hasta que
su madre, Norma escribió: se casó. Norma había anotado al comienzo de su análisis:

No puedo pensar en ella sin dolor; no puedo separar su dolor del Recuerdo que pensé que nos confundía a nosotros con ellos. No me
mío. Cuando intento acercarme a su imagen, he de abrirme camino había dado cuenta hasta ese momento de que no nos trataba de for¬
a través de una densa niebla sobre una vasta llanura gris que está ma diferente. En realidad éramos todos sus hijos. Sus hermanos y
tan sensibilizada que cada paso es una abrasión y toda la zona es
su hermana experimentaban hacia ella un tipo de sentimiento muy
una herida. Hasta donde puedo recordar, me sentía preocupada por similar al que mis hermanas, mi hermano y yo experimentábamos.
la infelicidad de mi madre, a ciegas y sin comprenderla. Fui una ni¬ Estaba compuesto de temor y respeto y contenía la misma sensa¬
ña infeliz y sin embargo estaba continuamente absorbida por los de¬ ción de distancia que se puede observar al acercarse a un símbolo
talles de su infelicidad. religioso. Pienso que a todos nosotros, incluidos mis tíos y mi tía,
nos resultaba imposible sobrepasar la virtud de mi madre; ella era
la verdadera mártir.
Los «detalles» comenzaban con una escena cuando su
madre tenía cinco años y la obligaron a dar la única comida El «martirio» de la madre de Norma no estaba demasiado le¬
que había en la casa, un bollo de pan, a su hermana menor jos del «manto de virtudes» que Norma le atribuía y simple¬
porque «era sólo un bebé». Norma hubo de esperar varias mente reflejaba en sus mayores dimensiones el sentido de
décadas antes de descubrir por casualidad que la obsesión culpa exacerbado derivado de su relación real con la muerte
de su madre por ese incidente era su secreta justificación de de su hermana pequeña. Recordando la profundidad con que
un acontecimiento extraordinariamente trágico ocurrido al las relaciones entre Norma y su madre se habían visto afec¬
poco tiempo. En palabras de la propia Norma; tadas por la convicción infundada de Norma de haber sido la
causante de la muerte de su hermano, sólo podemos especu¬
Llevada por el optimismo como consecuencia de mi análisis, planée lar acerca de los sentimientos provocados por la realidad de
un ataque al inquebrantable muro del silencio familiar y le dije a la trágica situación de su madre. La madre de Norma no só¬
mi madre que siempre me habia considerado responsable de la lo estaba dominada por infinitos sentimientos de culpa, sino
muerte de mi hermano pequeño. Eii respuesta me premió con la
F172
Dorothy Bloch La necesidad de una imagen distorsionada de los padres 173

que además era razonable pensar que los sentimientos de su conversación con ella y la sensación de abismo que la discusión de
propia madre hacia ella debieron de registrar un cambio sus experiencias y deseos provocó en mí. Mientras Ada hablaba, re¬
después de la muerte del bebé. Aunque la aceptación por cuerdo la sensación curiosa de hacer un gran esfuerzo, la desintere¬
parte de la madre de Norma de un papel poco menos que de sada determinación de superar algún sentimiento para estar allí
esclava pudiera haber estado dictado por la necesidad, tam¬ donde ella necesitaba que yo estuviera. No mantenía por completo
bién pudiera haber sido un intento de expiación que prevale¬ oculto mi deseo de preocuparme por problemas similares, pero lo
ció durante toda su vida. percibía como algo lejano. Quizás era como si dijera: «Esto es lo
que yo querría si fuera una persona como Ada».
Aunque hasta cierto punto hemos de confiar en la especu¬
lación por lo que respecta a la madre de Norma, un examen Los sentimientos de enajenación para los cuales Norma no
del impacto que tuvo en Norma su convicción de que era había encontrado nombre durante la mayor parte de su vida,
una asesina podría llevarnos también a entender mejor la di¬
podrían haber sido una respuesta tanto a sus propias expe¬
námica de los sentimientos de su madre. De vez en cuando, riencias como a los sentimientos transmitidos por su madre.
durante su análisis, Norma recordaba incidentes que pare¬ Muy a menudo he encontrado este tipo de sentimientos en
cían dramatizar un sentimiento para el cual no tenía nom¬ niños que han sido víctimas de la violencia una y otra vez. Al
bre. Su primer recuerdo de la existencia de algo extraño que
comienzo de su análisis, Norma describió la abrumadora
parecía hacerla diferente al resto de los niños procede de
sensación de vergüenza y humillación resultante de los ata¬
cuando tenía entre cinco y siete años. Según su diario: ques abusivos de su hermano, los cuales se sentía incapaz de
En una tarde a finales de primavera o principios de verano los ni¬ evitar. Y aunque reconocía su disparidad de tamaño y fuer¬
ños estaban jugando delante de la casa. Debía de ser primavera, ya za, todavía experimentaba sus continuas derrotas cuando lu¬
que Lena Goldstein pasó llevando un traje de chaqueta a cuadros. To¬ chaba con él como una medida de su propia cobardía y falta
dos queríamos a Lena. Era joven y pensábamos que era muy guapa de valía. Su convicción de que era una asesina pudo muy
y sonreía con facilidad, de forma que, en cuanto la veíamos apare¬ probablemente no sólo apartarla del resto de la sociedad, si¬
cer a la vuelta de la esquina después de acabar su trabajo, dejába¬ no también servir como racionalización inconsciente tanto
mos de jugar y corríamos hacia ella. Nos recibía con los brazos del abuso físico de su hermano como del abuso verbal de su
abiertos, abrazando a todos los que cabían, y los demás se apiñaban madre.
alrededor de los afortunados. El recuerdo concreto que me asalta
es uno en que corro un poco con los demás niños, luego me paro tí¬
A pesar de que Norma había encontrado consuelo fre¬
midamente y miro con alegría cómo reciben el abrazo. cuentemente en la idea de que su madre no la había tratado
peor que lo que se trataba a sí misma, nunca se había permi¬
Quizás podamos considerar esto una respuesta muy normal tido cuestionar o juzgar la verdadera naturaleza del abando¬
en una niña que nunca había conocido un abrazo de su ma¬ no en que se tenía su madre. Los detalles de la indumentaria
dre, pero el tipo de sentimiento que produce en Norma este habitual de su madre componían la estampa de una mujer
recuerdo, al igual que su definición en otro recuerdo muy profundamente deprimida que no disfrutaba con su cuerpo y
posterior, sugiere algo muy diferente. En una etapa poste¬ a la que nunca habían enseñado a cuidar de sí misma. Por el
rior de su análisis, Norma escribía: relato de Norma sobre lo que sabía de la vida de su madre, y
de la de sus tíos y tías, es posible conjeturar que, además de
Siempre he tenido la sensación de estar separada.de los demás, de- todos los determinantes que pudieran haber hecho a la ma¬
ser diferente, quizás de no estar completamente identificada con dre de Norma una madre tan deficiente, ella misma había
sus aspiraciones y objetivos. Sigo pensando en Ada, en su valiente recibido unos cuidados maternos que dejaban mucho que
lucha por mantener una relación con un hombre que le diera todo desear. El hecho de que a los cinco años le hubieran enco¬
lo que quería, en su deseo y necesidad de ser amada. Recuerdo una mendado el cuidado de un bebé, podría indicar una falta ab-
174 Dorothy Bloch La necesidad de una imagen distorsionada de los padres 175

soluta de interés o de conocimiento por parte de su madre. cuencia, a pesar de tener gran'interés por recibir una educa¬
Aunque sólo podemos suponer que la madre de Norma ción, únicamente sus hermanos aprendieron hebreo y fueron
experimentaba sentimientos de enajenación, Norma nos ha incitados a ir a la escuela. La tía de Norma, la más joven de
proporcionado la suficiente información como para montar la familia, aparentaba no tener ningún problema, y a la ma¬
una estructura bastante fiable. Se sabía que su madre sólo dre de Norma le debía parecer que llevaba una vida dema¬
había tenido una amiga antes de casarse. Durante toda la vi¬ siado fácil. No había nadie en la familia cuya suerte no pare¬
da de Norma, no había tenido ninguna. Nunca había visitado ciera mejor que la suya y por lo tanto envidiable. Los celos y
a sus vecinas y, exceptuando a su hermana, limitaba el inter¬ rencores resultantes, que la consumieron toda su vida, eran
cambio de visitas con los demás familiares a una o dos veces una consecuencia natural de ese conjunto de circunstancias.
al año. El aislamiento resultante se vio reforzado todavía De la información de Norma se desprende que su madre
más por su casi total falta de participación en la vida de sus había transferido sus sentimientos de celos a sus propios hi¬
hijos. Norma no recordaba que su madre hubiera visitado su jos. Sin embargo, dado que tanto sus celos como su ira no
escuela a no ser el día de fin de curso. Era su padre el que se eran expresados nunca libremente, nos hemos de conformar
ponía sus mejores ropas para resolver los raros problemas con establecer su existencia principalmente por su huella in¬
que surgían a este respecto, al igual que fue a su padre a confundible. La escena en la que puso fin a toda expresión
quien acudió Norma para pedirle su primera muñeca. Si espontánea de afecto entre sus hijos y su marido plantea la
consideramos que Norma solamente recordaba haber tenido cuestión de la identidad de sus objetivos. Puesto que ella no
una conversación con su madre, y sobre todo recordaba su besaba nunca a sus hijos y por lo tanto nunca recibía besos
silencio, ya fuera estando a solas con ella o durante las co¬ de ellos, es muy posible que envidiara a su marido cuando
midas, queda patente el extraordinario grado de introver¬ los niños le abrazaban. A otro nivel, es posible que compitie¬
sión de la madre. ra con ellos por el cariño de su marido, de la misma forma
Sería difícil calibrar el enorme efecto producido en una que había competido con sus hermanos por el afecto de su
niña de cinco años por la acusación de asesinato, especial¬ padre. /
mente en un ambiente que a su parecer debía suministrar La experiencia me ha enseñado que es frecuente que los
una prueba irrefutable. Si Norma había interpretado todos celos sentidos originalmente hacia los hermanos sean trans¬
los acontecimientos subsiguientes a la luz de sus expectati¬ feridos a los hijos, y tal vez sea menos extraño de lo que pa¬
vas de castigo, su madre debió de hacerlo también, pero en rece. En un momento determinado me di cuenta de que las
un grado todavía mayor. Una vez establecidos los sentimien¬ relaciones entre hermanos durante la infancia pueden, en
tos de enajenación, poco había en su trato familiar que no ciertas circunstancias, determinar el carácter de las relacio¬
sirviera para exacerbarlos. El ser la mayor y niña en una fa¬ nes entre padres e hijo. En muchos casos, que analizaré más
milia donde la pobreza dictaba las condiciones y donde ha¬ adelante, cuando los padres tenían una fuerte fijación, con
bía escasez de sentimientos afectuosos era conocer el signifi¬ frecuencia preedípica, en el padre del sexo opuesto, no sola¬
cado de la opresión y la privación. mente proyectaban la imagen de ese padre en su propio cón¬
El resentimiento y la envidia que el hijo mayor puede yuge, sino que, para reforzar esa proyección, veían a sus pro¬
sentir normalmente hacia los hermanos pequeños tal vez se pios hijos como sus hermanos. Podemos por lo tanto especu¬
viera exacerbado, en el caso de la madre de Norma, hasta un lar que tal vez la madre de Norma entrara dentro de esta ca¬
grado desacostumbrado. No solamente caía, sobre ella todo tegoría y encontrara en su hija menor el mismo foco de celos
el peso de cuidarlos, sino que además tenía la desgracia de originalmente dirigido a su hermana menor.
que la religión practicada en la familia diera importancia La naturaleza del problema de Norma hacía que no pu-
únicamente a los miembros del sexo masculino. Como conse- "
diera permitirse percibir los celos de su madre. Incluso des-
176 Dorothy Bloch La necesidad de una imagen distorsionada de los padres
177

pués de haber afrontado los sentimientos hostiles de su ma¬ zas, matar las ideas antes de que nacieran y convertir cualquier
dre y de haber aceptado su realidad, no consintió una inves¬ sentimiento en una ira caótica. Conservo una imagen indeleble de
tigación a fondo de sus orígenes. Sólo por casualidad, muy mi madre, con una ceja levantada y la boca torcida en una sonrisa
avanzado su análisis, un tío suyo le reveló que su padre la burlona. Se podrían escribir libros acerca de lo que podía conseguir
con unos medios tan económicos; sería más fácil describir sus efec¬
adoraba cuando era pequeña. Norma, por primera vez, se tos: todo lo que antes había florecido, ahora se marchitaba y se con¬
permitió sopesar la posibilidad de los celos de su madre. Las vertía en polvo.
burlas de su madre ante las demostraciones de afecto de su
padre habían quedado necesariamente sin explicación, al Podemos medir las dimensiones de la ira de su madre por lo
igual que el resto de las manifestaciones hostiles de su ma¬ que en la descripción de Norma aparece como síntomas de
dre. Reconocer que los celos desempeñaban un papel impor¬ conversión. Describe los extraños ataques que siendo ella pe¬
— —
tante en el odio de su madre y de su hermano habría de¬ queña sufría su madre, los cuales dejaban a Norma paraliza¬
jado al descubierto el sistema de autoengaño de Norma. Ad¬ da por el terror y reducían al resto de la familia a una ator¬
mitir que su padre no solamente la quería, sino que era su mentada impotencia. Una tarde, cuando estaban a punto de
favorita, habría establecido que era capaz de ser amada y terminar una feliz excursión familiar al parque, su madre se
por tanto habría intensificado su sensación de peligro, al sintió repentinamente incapaz de moverse. Norma recordaba
descubrir los verdaderos sentimientos de su madre. Habría el terror del momento pero no cómo se resolvió. Fue seguido
puesto en duda su idea de que era su falta de valía lo que de un largo período en el que su madre no podía levantarse
provocaba el deseo oculto de su madre de matarla y le ha¬ de la cama. Recordaba los gritos angustiados de la madre en
bría quitado toda esperanza de ganar finalmente su cariño. respuesta a lo que ella había interpretado como la insisten¬
Por lo tanto tenía que reprimirlo. cia despiadada de su padre para que intentara andar, pero
Los celos de la madre de Norma estaban dirigidos no so¬ también recordaba que, al poco tiempo, la enfermedad desa¬
lamente contra cualquier expresión de afecto entre sus hijos pareció tan misteriosamente como había venido. Norma re¬
y su marido, sino también contra casi todos los aspectos de cordaba también los fuertes dolores que inmovilizaban par¬
su vida. Estuvo a punto de impedir la boda de su hija mayor cialmente los brazos de su madre. Por lo que sabemos de los
e inculcó en Norma la idea de que la amistad o cualquier síntomas de conversión, es posible suponer que por este me¬
otro tipo de relación era indeseable. También desempeñó un dio la madre de Norma se defendía a sí misma y defendía a
papel paradójico con respecto a sus logros. Por una parte, los demás de la violencia de su ira.
Norma tenía claro que fue su madre la que insistió en que Con la excepción de su madre y de su tío Max, el resto de
recibieran una educación universitaria. Por otra, Norma no la familia de la madre de Norma eran personas que actua¬
recordaba que su madre hubiera demostrado el menor inte¬ ban violentamente e intimidaban. A pesar de que Norma re¬
rés por sus progresos en la escuela. Cualquier referencia a cordaba haber visto a su abuelo sólo dos veces, las historias
las aspiraciones de Norma era recibida con sarcasmo y me¬ sobre su carácter violento y las brutales palizas que propina¬
nosprecio. Sin embargo, sólo en relación con la capacidad de ba a sus hijos rebeldes apuntan hacia el origen de la violen¬
su madre de sofocar cualquier iniciativa de su hermano era cia en sus hijos. Una escena de su infancia en la que presen¬
Norma capaz de dar rienda suelta a su más intensa expre¬ ció cómo su tía pegaba sin compasión a su hijo de cinco años
sión de ultraje e indignación. Escribía: por estar demasiado tiempo al sol había dejado una impre¬
sión indeleble en ella. Norma creía que su tío Max había
Mi madre siempre jugaba a ser silenciosa y muy raramente revela¬ ocultado su violencia y se había mostrado introvertido pro¬
ba su opinión. Yo sabía muy bien cómo con una simple frase, una bablemente para buscar el favor de su padre como protec¬
pregunta intencionada, una sonrisa siempre sardónica en el fondo >
amarga en el comentario, podía reducir esperanzas y sueños a ceni- ción contra sus hermanos hostiles y mucho más imponentes.
178 Dorothy Block
10. LA FANTASIA INCONSCIENTE DE UN NIÑO
ABANDONADO
El oculto deseo de infanticidio de la madre de Norma tal
vez pudiera, pues, remontarse a su infancia traumática, la
cual estuvo marcada por los sentimientos de enajenación
suscitados por la muerte de su hermana pequeña y las acu¬
saciones de ser ella la asesina, por una grave privación resul¬
tante en una enorme cantidad de ira y por estar expuesta a
escenas de violencia. El hecho de que no respondiera a su ex¬
periencia de violencia con la repetición de esta violencia
puede ser atribuido al efecto que la muerte de su hermana
pequeña tuvo en ella. La convicción mágica que por lo gene¬ Aunque no ha sido raro encontrar que la vida de un paciente
ral tienen los niños de que su ira es la causa de cualquier estaba dirigida por una fantasía inconsciente, fue el caso de
muerte que se produzca en la familia se vio reforzada en su Jonny el que me demostró la relación existente entre la in¬
caso por su papel real y debió de necesitar un grado de re¬ tensidad de la amenaza de infanticidio y la amplitud de la
presión extraordinario. fantasía inconsciente necesaria para poder soportarla. El
La necesidad inconsciente de Norma de perpetuar una efecto de la violencia a la que había estado expuesto se había
imagen potencialmente amorosa de su madre había excluido puesto ya de manifiesto, pero el hecho de que el curso de su
toda posibilidad de establecer la realidad de su madre o de vida estuviera dirigido por una fantasía inconsciente y el ti¬
entender la dinámica de su deseo de infanticidio. Cuando po concreto de fantasía de que se trataba no resultaron ob¬
por fin Norma se permitió, en el transcurso de su análisis, vios durante su tratamiento hasta que hubo adquirido el su¬
admitir y experimentar el odio de su madre hacia ella y su ficiente sentido de su propia identidad como para revelarlos.
propia ira, estaba todavía lejos de reconocer lo que realmen¬ Al contrario que la mayoría de los pacientes, cuyas inhi¬
te era su madre. Su antigua insistencia en la nobleza de su
biciones podían limitarles seriamente o incluso impedirles
madre se transformó simplemente en una concentración triunfar en cualquier área, él se embarcaba en una profesión
igualmente absorbente en su odio. Aunque la imagen que después de otra, abandonándolas todas ellas cuando estaba
Norma tenía de sí misma fue cediendo gradualmente como a punto de alcanzar la competencia profesional. Retrospecti¬
respuesta a la acumulación de pruebas sobre su verdadera vamente me doy cuenta que, en parte, la confusión que expe¬
identidad, la imagen idealizada de su madre, con su hincapié rimenté al intentar comprender este fenómeno se debía a la
en su santidad y en su martirio, explotó junto con su ira y
extraordinaria variedad de talentos que poseía. Su habilidad
reapareció nuevamente como un personaje monstruoso. No para actuar con brillantez en cualquiera de las artes que es¬
fue sino cuando el nuevo concepto de Norma sobre sí misma cogiera creaba una nube de humo que ocultaba efectivamen¬
se consolidó en torno a una forma de vida nueva y más satis¬
te sus motivaciones inconscientes.
factoria, cuando estuvo en condiciones de abandonar su lu¬
Jonny era un hijo ilegítimo que me fue enviado siendo
cha contra sus percepciones y afrontar y aceptar la realidad adolescente por su madre adoptiva. A pesar de que hubo va¬
de la vida de su madre y de su consiguiente amargura y hos¬
rias interrupciones de bastante duración en su tratamiento,
tilidad. La fuerza de su yo recién restablecido le permitió en¬ debidas a la enfermedad de su madre y a que la familia se
tonces abandonar su fantasía de ganar un día el cariño de su
mudó de ciudad, durante más de quince años estuve en con¬
madre y la necesidad de una imagen distorsionada de sus pa¬ diciones de estudiar directamente su desarrollo psicológico
dres. y no sólo apreciar el impacto de sus experiencias infantiles
sino finalmente ayudarle a descubrir la fantasía inconscien¬
te que había dirigido su conducta autodestructiva. Además
180 Dorothy Bloch Lafantasía inconsciente de un niño abandonado 181

de sus comunicaciones verbales, los capítulos semanales escuela especializada en música, a la cual asistía cuando fue
del diario que escribió durante los últimos cinco años de su enviado a mi consulta.
análisis me permitieron comprender sus conflictos emocio¬ El problema que expuso su madre era la incapacidad de
nales. Jonny para trabajar, tanto en los temas escolares como en la
La madre adoptiva de Jonny me contó la siguiente histo¬ música, aun cuando le gustara. También comentó que su
ria durante la primera entrevista. Todo lo que se sabía de comportamiento en casa era inmaduro y frecuentemente des¬
Jonny era que su padre era irlandés, o medio irlandés, y que embocaba en algo así como un exceso de destrucción. No
su madre era italiana y tenía dieciséis años cuando nació fue sino después de haber visto a Jonny varias semanas
Jonny. Jonny pasó sus primeros dos años en un orfanato y cuando pude comprender hasta qué punto sus problemas ha¬
luego fue asignado por la agencia a la cual había sido entre¬ bían sido subestimados.
gado al nacer a un hogar adoptivo donde permaneció hasta La madre, que tenía cerca de cincuenta años cuando la
que tuvo casi siete años. La agencia entonces declaró a los conocí, había estado casada dos veces. Había tenido varios
padres adoptivos «incompetentes» y se llevó a Jonny. Des¬ abortos y había perdido la esperanza de tener hijos algún
pués de la separación, el comportamiento de Jonny se con¬ día. Por lo tanto, al poco tiempo de su segundo matrimonio,
virtió en un problema de tales dimensiones que en el año y había decidido adoptar uno. Era bibliotecaria y tras la muer¬
medio siguiente fue enviado a diez hogares adoptivos dife¬ te de su segundo marido tuvo dificultades económicas. La
rentes; en uno le dejaron quedarse únicamente una noche, enfermedad que le atacaría algunos años más tarde, y la
en otro unas semanas. Pasó los intervalos entre uno y otro obligaría a vivir con su hermana en Connecticut, no era to¬
hogar en la agencia, desconcertado, según supe más adelan¬ davía evidente. A pesar de que nunca conocí al padre adopti¬
te, por lo que le parecía una rutina de ser enviado y llevado vo de Jonny, supe que había sido un hombre difícil, que no
de vuelta y por el papel desempeñado por la asistenta social. comprendía sus propios sentimientos o los de Jonny, al cual
La primera vez que sus padres adoptivos le vieron se que¬ instaba continuamente a olvidar el pasado y «esforzarse» si
daron encantados por su aspecto seductor y su rostro atrac¬ no le apetecía trabajar. Aunque la madre de Jonny era mu¬
tivo. Era tan rubio y diminuto como su madre adoptiva era cho más comprensiva, la intensidad de la represión de sus
alta y de tez oscura. Tanto el padre como la madre adoptivos propios sentimientos determinaba una intolerancia igual ha¬
respondieron inmediatamente a la conmovedora solicitud de cia los de Jonny. Describía a Jonny como una persona hostil
Jonny de que le llevaran a casa con ellos. Según su madre, la y poco dispuesta a cooperar, y me advirtió que probablemen¬
agencia estaba encantada de deshacerse de él y la adopción te se quejaría de ella. También habló con admiración de la
se arregló con toda rapidez. La agencia no ofreció ningún habilidad de Jonny para hacer amigos y su capacidad de
consejo sobre los cuidados de Jonny ni sugirió que necesita¬ amar. Durante el primer año y medio de su tratamiento la vi
ra ayuda terapéutica. A pesar de que sus amigos quedaron periódicamente, y a lo largo de todo ese tiempo su enojo an¬
tan impresionados por su comportamiento incontrolado que te el comportamiento sumamente provocador de Jonny no
les hicieron inmediatamente esta recomendación, los padres fue nunca mayor que su decisión de ayudarle.
estaban convencidos de que lo único que necesitaba era cari¬ La primera vez que vi a Jonny comprendí la respuesta
ño. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de su sensibilidad inicial de sus padres hacia él. Con su pelo rubio y rizado,
poco corriente hacia la música. Y aceptaron rápidamente ojos azules, facciones delicadas y suave sonrisa parecía an¬
cuando un amigo violinista se ofreció a enseñarle a tocar el gelical. Su inmadurez sexual reforzaba la impresión causada
instrumento. Lo que ocurrió entonces sorprendió a todos por su estatura de que era un niño y no un adolescente. Sin
Su talento era tan extraordinario que una carrera musical vacilar y con una gran desenvoltura y gracia, se lanzó a con¬
parecía inevitable. Más adelante Jonny fue admitido en una tarme sus dificultades en la escuela, limitando sus comuni-
182 Dorothy Bloch Lafantasía inconsciente de un niño abandonado 183
caciones al momento presente. Cuando después de varias se¬ En posteriores sesiones supe que su primera reacción a su
siones sugerí que a veces las experiencias pasadas ayudan a separación fue encontrar una forma de volver a casa de los
comprender los problemas presentes, pareció dudar un mo¬ Reilly. Recordaba haberse escapado varias veces con la espe¬
mento y después dijo: «Sabes, soy adoptado». Y comenzó a ranza de encontrarlos. El mal comportamiento que condujo
contarme la siguiente historia. El sabía que era hijo ilegítimo a sus repetidas devoluciones a la agencia estaba también cal¬
y que su madre tenia dieciséis años cuando él nació, pero culado a cierto nivel para conseguir este objetivo, aunque a
cuando cumplió los seis años y medio lo robaron a sus pa¬ otro nivel se sentía desconcertado por los rechazos, confu¬
dres. Se acordaba del día con toda claridad. Varias personas sión que sugiere que su comportamiento en casa de los
llegaron y se lo llevaron a rastras de la casa, mientras sus Reilly tal vez hubiera excedido ya de los límites de lo consi¬
padres miraban llorando con desconsuelo. En su desespera¬ derado aceptable por otros. Sin embargo, la imposibilidad
ción se agarraba con tal fuerza a todos los muebles que en¬ de conseguir su objetivo se le hizo cada vez más evidente.
contraba a su paso que hubieron de soltarle a la fuerza una Incluso cuando estaba todavía absorbido por las maqui¬
y otra vez para sacarle de la casa. Luego lo metieron en una naciones para volver con los Reilly, también estaba preocu¬
agencia donde había una asistenta social muy amable pero pado por el otro aspecto traumático de su experiencia: el
que continuamente trataba de deshacerse de él. Llevaba re¬ descubrimiento de que su verdadera madre le había abando¬
petidamente a Jonny a distintas casas que invariablemente nado. Durante todos los años que conocí a Jonny, aunque de
lo devolvían a la agencia. Jonny llegó a pensar que la asisten¬ vez en cuando especulaba sobre su verdadero padre, todo su
ta social podía ser su madre pero no lo quería. Luego, al po¬ anhelo y su ira se centraban en su madre. Sólo podemos su¬
co tiempo, fue adoptado. poner, por su interpretación deí papel de la asistenta social,
Cuando acabó, le pregunté si le gustaría escuchar la his¬ las dimensiones de la confusión resultante del brusco descu¬
toria como la había contado su madre, y con su consenti¬ brimiento de sus orígenes simultáneamente a la violenta se¬
miento se la relaté. La acogió con gran ira, insistió en que paración de las personas que hasta ese momento creía que
había sido robado a sus padres verdaderos y se negó a reco¬ eran sus verdaderos padres. Su necesidad inmediata de esta¬
nocer cualquier incoherencia en su propia historia. También blecer algún tipo de relación con alguien para conseguir una
censuró a una sociedad que no solamente permitía que los mínima sensación de seguridad quedó demostrada por su su¬
niños fueran robados a sus padres sino que además perdona¬ posición de que quizás la asistenta social fuera su madre y
ba tales actos. No discutí ninguno de los puntos con él y me no le quisiera. Con la esperanza de encontrar a su madre, co¬
mostré categóricamente de acuerdo con él en uno: tenía la menzó entonces a examinar el rostro de todas las mujeres
impresión de que aquellos padres le habían querido realmen¬ que encontraba. Esta búsqueda resultó también infructuosa
te y que él los había querido también. Esto se vio confirma¬ y con el tiempo pareció haber sido abandonada. Sin embar¬
do unos años más tarde cuando escribió en su diario: go, como había de descubrir años más tarde, únicamente pa¬
só a un segundo plano, donde, como fantasía inconsciente, se
convirtió en la fuerza dominante de la vida de Jonny.
Me gusta el nombre de Jonathan. Los Reilly debieron de llamarme La amplitud y la intensidad de esta fantasía inconsciente
así. Me gusta el nombre y comienza a gustarme la persona. Deseaba
tantísimo poder preguntar a alguien cómo era yo de pequeño. Cuan¬ estaban reflejadas también en otra defensa que Jonny nece¬
do fui a la agencia y me dijeron que hubo un niño llamado Jonathan sitaba para hacer frente a un miedo al infanticidio de ex¬
que estuvo allí dos años, supe que estaba vivo. Estoy llorando, pero traordinarias dimensiones. No solamente el rechazo en su
no lloro por estar vivo. Lloro por la persona que me llamaba «Jona¬ caso significaba abandono, sino que, tal como Jonny lo veía,
than». Su voz me hacía sentirme querido. Tiene gracia. Sabia lo loca la violencia con que este rechazo era llevado a cabo repre¬
que estaba, pero no me importaba. sentaba no sólo el deseo de matar de una persona sino el de
Dorothy Bloch Lofantasía inconsciente de un niño abandonado
184 185

toda una sociedad. Dado que no es raro que ios niños, e in¬ me reveló que había conseguido hacerse con un revólver.
cluso los adultos, que han de irse por cualquier razón, sien¬ Cuando le informé de que no podía tratarle mientras lo tu¬
tan que han sido abandonados, sería razonable suponer que viera en su poder, discutió conmigo durante varias sesiones,
Jonny interpretó su separación tanto de sus padres verdade¬ insistiendo en que le era necesario tenerlo pero que no lo
ros como de los adoptivos como un abandono. De la misma usaría. Unicamente después de que finalmente accediera a
forma, podemos conjeturar que la violencia que acompañó a desprenderse de él se vio con claridad lo que significaba su
la última separación pudo ser proyectada a la primera y que posesión. En un momento determinado escribió en su diario:
Jonny experimentó el primer abandono como un acto de vio¬ «No me apetece matar a nadie más que a mí mismo [...] Me
lencia. siento desdichado. Me alegro de haberme deshecho de la pis¬
Unicamente esas suposiciones hacen comprensible la am¬ tola [...] Tenía la impresión de que la estaba guardando para
plitud de las defensas de Jonny. La autodestrucción con que mi propia ejecución». Y en otro momento escribió: «Creo que
los niños intentan frecuentemente justificar los sentimientos una de la razones por las que conservé y de hecho conseguí la
de sus padres adquirió un carácter violento, y el autocastigo pistola era no para matar a nadie sino que la destinaba para
incluyó no solamente privaciones psicológicas y emocionales mí mismo [...] De repente me siento perdido [...] Mientras tu¬
sino también un auténtico autoabuso físico. Para ajustarse a ve la pistola, había una salida: Esa salida ya no existe [...] Las
un rechazo aumentado de forma inconmensurable por la vio¬ cosas habrán de solucionarse de otra manera».
lencia y apuntalar la poca esperanza que pudiera tener de lle¬ El asesinato era un impulso casi tan irresistible como el
gar a ser amado algún día, tenía que devaluar su propia ima¬ suicidio, pero por lo general sus deseos homicidas se limita¬
gen en un grado extraordinario y cometer actos que pusie¬ ban a los sueños y las fantasías. Su único recuerdo de haber¬
ran de manifiesto su falta de valía. El odio hacia sí mismo lo intentado realmente era de cuando tenía unos diez años.
era tan intenso que comenzó a pegarse por las noches, prác¬ Un muchacho le había engañado y luego le había pegado. En
tica que reanudó periódicamente incluso siendo adulto. Du¬ un ataque de ira, Jonny había rodeado el cuello del mucha¬
rante su infancia, conseguía siempre provocar e! castigo el cho con su brazo y comenzado a apretarlo hasta que llegó un
día de su cumpleaños y de esta forma ver negada la celebra¬ policía y le llevó al cuartel. Cuandb estaba ahogando al mu¬
ción planeada. chacho, pensaba: ¡Muere, rata! Pero en realidad no quería
Su vida estaba dominada por fantasías y actos suicidas. matarle y no sabía por qué lo estaba haciendo.
Buscaba continuamente el peligro. Ya fuera para dejar esta¬ Para hacer frente a su terror, sentía también la necesidad
blecido su poder omnipotente ante el terror que sentía o pa¬ de creer que tenía poderes sobrenaturales. Tanto mientras
ra exponerse al daño físico e incluso a la muerte, cruzar la estaba despierto como en sueños comenzó a obsesionarse
calle se convirtió en un desafió a sus habilidades y a su inge¬ por la fantasía de volar. Se imaginaba volando sobre las ciu¬
nio. Al igual que los toreros con capote, jugaba con los co¬ dades, observando a la gente desde lo alto y descendiendo de
ches que pasaban para ver lo cerca que podía estar de ser al¬ vez en cuando para llevar a cabo obras de misericordia. Es¬
canzado y sin embargo evitarlo. Cuando años más tarde le tas fantasías no sólo tenían connotaciones sexuales, sino que
convencí finalmente de su tendencia inconsciente al suicidio, se derivaban de su sensación de impotencia y de su deseo de
revisó su comportamiento y recordó por lo menos catorce in¬ superar su estado y controlar las fuerzas arrolladoras que
cidentes diferentes en los que había intentado suicidarse en habían destruido su seguridad. En un momento posterior de
los últimos años. Un verano en el que sus padres le llevaron su análisis reconoció: «El principal problema que tenía era
a visitar a una tía de Texas, expuso su ojo derecho una y el de no querer vivir en la realidad». Y más adelante: «La
otra vez a los rayos del sol en un esfuerzo por quedarse cie¬ realidad levantó su bella y espantosa cabeza y dijo: "Puedes
go, consiguiendo dañarse la vista. vivir. Al igual que Peter Pan, vuela. Lo único que tienes que
Al poco tiempo de su definitivo traslado a Nueva York.
Lafantasía inconsciente de un niño abandonado 187
186 Dorothy Btoch

ba era su ira. La había reprimido de tal forma que se había


hacer es creer". Está bien, volaré, pero lo haré en tierra o en convertido en algo completamente disociado de él y se expre¬
avión». saba en actos aparentemente infundados. Poco después de la
La capacidad de Jonny para experimentar y manejar los sesión en la que él había revelado su versión sobre sus oríge¬
sentimientos fue una de las principales víctimas de los suce¬ nes, llegó a la consulta con una nota que me pidió que no le¬
sos traumáticos de su infancia. Cualesquiera que fueran sus yera hasta que él se hubiera ido. Decía lo siguiente: «Me
pautas de comportamiento antes de su separación de sus pa¬ siento deprimido y solo y sin saber qué hacer. Me siento co¬
dres adoptivos, su respuesta a la forma violenta e incom¬ mo un niño que llora de pena de sí mismo y como si no de¬
prensible en que se llevó a cabo, junto con el brusco descu¬ biera hacerlo. Me siento fatal y en un momento determinado
brimiento de que había sido abandonado por sus verdaderos sentí deseos de suicidarme. Necesito ayuda. Creo que no
padres, produjeron en él unos sentimientos incontrolables puedo controlarme. Y sigo llorando de vez en cuando».
de ultraje y humillación. Además, la repentina sensación de Cuando le pregunté acerca de la nota durante la siguiente
no pertenecer a ningún sitio, hizo que le resultara imperioso sesión me contó que mientras visitaba a un amigo el fin de
encontrar un lugar. Ya fuera porque se dio cuenta de que su semana le había robado algún dinero. Entonces me confesó
comportamiento hacía que ninguna casa adoptiva quisiera que robaba prácticamente todos los días, y que había comen¬
quedarse con él, o por el persistente rechazo de los posibles zado a hacerlo hacía mucho tiempo, usando entonces lo que
padres adoptivos, como escribió en su diario, «Me convertí robaba para comprar la amistad de los otros niños. Ahora no
en otra persona para gustarles». En otra parte escribió: sabía por qué lo hacía. Cuando vino a la siguiente sesión con
«Vendería o regalaría mis sentimientos a cualquiera que cui¬ una estatuilla dorada que acababa de robar y relató con jus¬
dara de mí y me quisiera». ta indignación el irritante incidente en la tienda, que había
Es muy difícil calibrar el daño psíquico causado a Jonny precedido al robo, comenté que parecía creer que tenía dere¬
por la necesidad de reprimir y camuflar sus sentimientos. cho a robar. El resumió su forma de entender este fenóme¬
En la época en que fue enviado a mi consulta ya no podía no, que de algún modo le hacía sentirse profundamente aver¬
disponer de ellos. Había llorado noche tras noche hasta que gonzado y despreciable, con la siguiente afirmación: «La
fue adoptado porque no podía preguntar por sus «verdade¬ gente me ha robado; tengo derecho a robarles a ellos». Cuan¬
ros» padres, pero después había dejado de hacerlo. A partir do le pregunté qué era lo que la gente le había robado, res¬
de ese momento consideró que llorar era un signo de debili¬ pondió sin la menor duda: «Mi madre y mi padre». Cuando
dad y no llorar un símbolo de poder. Varias semanas después insistí en el tema y le pregunté si alguien era responsable,
de comenzar el tratamiento, comentó: «Pueden pasar cosas recibí la siguiente respuesta: «Sí, todo el mundo lo es, toda
terribles, pero mi cara no cambia nunca. Si alguien me dije¬ la sociedad lo es».
ra que mis padres habían muerto, mi cara sería la misma». A medida que relataba un robo tras otro en los meses si¬
Durante el funeral de un amigo al que quería mucho, se sin¬ guientes, se ponía de manifiesto que existía una pauta en su
tió desesperado al no poder derramar ni una lágrima. Sin forma de robar, y que cada robo era desencadenado por un
embargo, algunos años después de comenzar el tratamiento incidente que le llenaba de ira y que él veía como humillan¬
vio a un muchacho saltar lanzado de su moto ai chocar con te. Siempre que esto ocurría, por la razón que fuera, su úni¬
un coche. Estaba sangrando y llorando con desconsuelo. co recurso era robar. Según sus propias palabras, era como
Jonny escribió: «Sentí por un momento el dolor del mucha¬ «una inyección en el brazo». El mismo lo comparaba con el
cho. Todavía recuerdo su llanto. Me traspasó como un rayo impulso de beber de un alcohólico. Las secuelas, como indi¬
de luz que pudiera entrar en mi cuerpo sin dificultades». caba en su nota, eran también, inevitablemente, la depresión
Después se mareó, pero se alegró de haber sido capaz de y los deseos suicidas.
reaccionar. Aunque conseguí ayudarle a localizar la causa motivan-
Sin embargo, el sentimiento que más problemas le causa-
188 Dorothy Bioch Lafantasía inconsciente de un niño abandonado 189

te de sus robos en un caso tras otro, fue un hecho concreto primer indicio de que algo extraño estaba ocurriendo duran¬
el que le permitió finalmente tener una idea precisa y rom¬ te la primera parte del análisis de Jonny fue cuando, estando
per con la pauta de su respuesta. Su madre había organizado claramente en camino de convertirse en un violinista profe¬
una fiesta a la que había invitado a una amiga suya y a su hi¬ sional, decidió de repente pasarse al clarinete. Sospeché que
ja, que era de la edad de Jonny. Durante la velada, pidieron
a Jonny que tocara el violin. Cada vez que acababa su actua¬

evitaba el éxito por ¡a razón habitual la justificación del
rechazo de su madre— , pero al escuchar sus alabanzas del
ción, la muchacha le quitaba importancia afirmando que su clarinete tuve que admitir que parecían convincentes. Ade¬
hermano era mejor violinista. Mientras me contaba esta ex¬ más, pronto resultó evidente que era igualmente brillante
periencia, Jonny mantenía un tono muy amistoso y reiteraba con el nuevo instrumento.
lo agradable que era la muchacha. Sin embargo, cuando lle¬ Le perdí la pista por un tiempo, pero tenía la impresión
gó al final de la historiá, comentó que más tarde había ido al de que seguía su carrera. Sin embargo, cuando reapareció
dormitorio donde habían dejado los abrigos y los bolsos y después de un lapso de cinco años, descubrí que había aban¬
había robado diez dólares de uno de ellos. El robo parecía donado la música por completo, que se había casado y divor¬
carecer de motivo. Sin embargo, al seguir preguntándole ciado y que se ganaba la vida como mecánico. No obstante al
aclaró que la cartera de la cual había tomado el dinero per¬ poco de reanudar el análisis comenzó a dar nuevamente cla¬
tenecía a la madre de la muchacha. ses de música, esta vez de canto, y una vez más comenzó a
El efecto que esta revelación tuvo en Jonny fue asombro¬ entrenarse en serio. Declaró que desde que era pequeño su
so. Dado que hasta entonces no había sido consciente de su única ambición había sido ser cantante y que por fin iba a
respuesta a los comentarios insultantes de la muchacha, su verla cumplida. Habló con cierta amargura de la antigua
repentino impulso de robar le había dejado completamente oposición de sus padres adoptivos a su carrera de cantante y
desconcertado. Finalmente, ahora se daba cuenta de que sus de sus esfuerzos, coronados por el éxito, por impedirla. Des¬
sentimientos de ira y humillación le eran tan intolerables cribió una vez más con elocuencia convincente el sentimien¬
que los había reprimido y disociado. No se le había ocurrido to de plenitud que experimentaba al cantar, y una vez más se
que robaba por una razón y no simplemente, como él pensa¬ sometió a un entrenamiento intensivo y mostró la misma ap¬
ba, porque era «un mal tipo». Por primera vez comenzó a en¬ titud para este nuevo campo de expresión. Sin embargo, pa¬
tender su comportamiento y a desarrollar un incipiente sen¬ recía tener una cierta intuición de sus propósitos inconscien¬
timiento de amor propio. tes, porque escribió en su diario: «Y las luces del escenario
Más enigmático todavía que sus robos era su empeño en se han encendido otra vez y el nuevo acto está a punto de co¬
fracasar. A pesar de que estaba muy familiarizada con este menzar».
fenómeno, nunca lo había encontrado en la amplitud o en la Quizás porque Jonny había resuelto ya algunos de sus
forma especial que tomó en el caso de Jonny. El problema problemas y estaba mucho más al tanto de sus sentimientos,
que incialmente le trajo a mi consulta persistió durante la y porque por primera vez estuvo en tratamiento psicoanalíti-
mayor parte de los años que yo le conocí. Al principio pare¬ co continuo durante un largo período, su dedicación al canto
cía ser la habitual necesidad de establecer su falta de valía no sólo reveló finalmente la dinámica oculta que le había lle¬
como medio de justificar los sentimientos hostiles de los pa¬ vado a abortar sus carreras anteriores, sino que también pu¬
dres y de esa forma mantener la esperanza de ganar final¬ so al descubierto la fantasía inconsciente que le había domi¬
mente su cariño, con sus consiguientes necesidades de de¬ nado. Jonny se estaba acercando a los treinta años, y comen¬
pendencia y evitación del éxito. zó a preocuparle la sensación de que el tiempo se acababa.
Mirando hacia atrás me doy cuenta ahora de que era la Durante algún tiempo Jonny se sintió una vez más arrastra¬
extraordinaria variedad de talentos que Jonny tenia lo que do por la embriaguez de desarrollar un talento nuevo. Sin
oscurecía su significado cuando aún era un adolescente. El embargo, antes de que pasara un año escribía en su diario:
190 Dorothy Bloch Lafantasía inconsciente de un niño abandonado 191

«Mi profesor me ha dicho de nuevo: "Vas a ser un cantante". cíente a fracasar. Su lucha por vencer esta vez se hizo tan in¬
Cualquier persona al recibir esa noticia estaría loca de ale¬ tensa que la oposición inconsciente requirió una forma nue¬
gría. Yo no. Parece como si, a pesar de todo lo que he lucha¬ va y Jonny comenzó a hablar de «mi pequeña señora del ha¬
do, no hubiera podido evitar hacerlo bien. Siento tal deses¬ cha». Escribió:
peración. Me dan ganas de correr, esconderme, suicidarme».
Algo más de un mes después escribía: «La clase fue estu¬ Cuando practique hoy,/1he de hacerlo bien aunque no quiera. Debo
penda. Me siento cada vez más cerca. El sueño de poder can¬ cjévcer ahora más presión contra el «hacha». «Ella» sabe que me es¬
tar está tan próximo, es como si hiciera muy poco tiempo toy haciendo más fuerte ...
Sólo hay una forma de vencerla y es es¬
desde que me pregunté a mí mismo qué era lo que buscaba, cribir sobre mis sentimientos, hablar de ellos contigo. Ella depende
pero ahora tengo al toro cogido por los cuernos y no lo voy a de que yo no exprese mis sentimientos, pues de esa manera puede
mantener ia confusión. Si saco a la superficie los sentimientos y los
soltar». Sorprendentemente, sin embargo, en el mismo pᬠpensamientos, le robo la escena.
rrafo añadía: «Me hubiera gustado apuntarme a una clase de
interpretación, pero no lo hice». Sin embargo, «ella» no era fácil de vencer. «He acabado
Estaba claro que la historia se repetía. Las anotaciones la clase. Una de las mejores en mucho tiempo ... Conseguí
en el diario de Jonny durante los meses siguientes decían: echarla. Intentó arruinarlo todo, pero no se lo permití [...]».
«Mi profesor me ha dicho que debería comenzar a cantar Y al día siguiente escribía:
canciones. Lo cuai me ha asustado tremendamente. Porque
eso significa que cada vez estoy más cerca de poder cantar». Comencé a pensar. Aquí estoy yo con un gran talento. Puedo actuar
Y un mes más tarde: «La semana pasada ha sido muy difícil. como el mejor. Entonces fue cuando «ella» levantó su horrible cabe¬
Ha despertado todos mis temores al éxito ... A veces me za y trató de deprimirme. Pero luché de nuevo y gané. Soy un can¬
gustaría creer que todo es una conspiración para destruir¬ tante. ¿Recuerdas, Jonny? «Ella», la endemoniada, disfrutaría con
me». Y más adelante todavía: el desastre y la destrucción, con «poner un poco de tormento en tu
vida». A «ella» le encanta la autodestrucción ...El viernes tuve
El viernes pasado tuve una lección muy buena y también la grabé. una clase estupenda. Con lo cual el lunes conseguí hacerlo todo
El sábado por la mañana la escuché. Desde ese momento hasta esta mal. «ELLA» estaba haciendo un buen trabajo. Sentí su presencia
noche he estado al borde de la depresión. No estoy muy seguro del con toda claridad. Estaba en la misma habitación. Así que hoy no
porqué. 1) Pudiera ser que me gustara mi voz. 2) Que no me gustara voy a dejar que ocurra lo mismo ... Me resulta difícil comenzar.
y me desilusionara que sin embargo sonara a mí, y dado que me Puedo hacerlo diciendo que la última clase fue la mejor que he teni¬
odio, eso fuera justamente lo que necesitaba. 3) Que en realidad me do nunca. Grabamos una cinta. Con unos sonidos fantásticos. La
desagradara ... No puedo olvidar que tanto a mi profesor como a ti primera vez que la escuché estaba muy preocupado. No me gustó
mucho. Me sorprendió que sonará tan bien. Debo aprender a gus¬
os gusta ese sonido. Suena a mí y lo odio. Querría otra voz.
tarme y aceptarme (a mi sonido). Tengo que tener mucho cuidado
hoy cuando practique de nuevo. No debo perder. Como no debo
A la siguiente semana escribía:
odiar ...He terminado ahora mismo de practicar. No lo hice dema¬
siado mal. Intenté estropear las cosas unas cuantas veces pero me
Quiero dejar de cantar. ¿Por qué? No lo sé ... Cuando pienso en mi contuve. Pero me pregunté a mí mismo: «¿Por qué practico, por qué
canto me siento muy melancólico. ¿Puede ser simplemente porque trabajo para convertirme en un cantante?». Eso es suficiente para
oyera mi voz? ...
No tengo derecho a que me guste nada de mí. Por¬ desanimar a cualquiera que esté practicando algo ...
Si no practico
que no valgo. ¿Por qué? Porque mi madre no coqsideró que valiera me apetece matar, destruirme, desperdiciar mi vida. Y si practico
lo suficiente como para quedarse conmigo. me deprimo cuando hago progresos y lo mando todo a paseo ...
«ELLA» ha abandonado algunos de sus viejos trucos. Ahora usa
Jonny nunca había seguido antes una carrera con tanta de¬ otros nuevos y más poderosos ...
«ELLA» está luchando a muerte
terminación o con tanta conciencia de su impulso incons- para matarme. Cuesta creer que yo pueda odiarme tanto y sin em-
192 Dorothy Bloch Lafantasía inconsciente de un niño abandonado 193

bargo saber que no soy una mala persona. La culpa de todo la tiene sobresalto con que finalmente oí a Jonny revelar su fantasía
la falta de cariño. El niño que dice que quizás la razón por la cual secreta durante una de las sesiones: «Cada vez que pienso en
no soy querido es que no me lo merezco, que no soy bueno ...Mis
mi debut, me imagino al público. Todos están aplaudiendo y
oídos no quieren aceptar el sonido. Se rebelan contra el pasado. No
quieren que surja «él», la persona no querida, no digna, odiada. Co¬
de repente mi madre se pone de pie y se acerca para recono¬
mienzo a sentir los dolores de ese muchacho que no podía encon¬ cerme».
trar cariño, que si fuera cualquier otra persona, una niña, un rico, Por fin estaba todo claro, Jonny no había podido debutar,
sería querido sin ninguna duda: si fuera moreno, si tuviera el pelo y y todavía no podía, porque sabía que la fantasía no se reali¬
los ojos negros ... Ayer y esta mañana me pegué sin compasión. zaría nunca. Cuando era niño, a medida que la posibilidad de
volver con sus padres adoptivos desaparecía, se había defen¬
La «señora del hacha» fue la ganadora. La clase de interpre¬ dido del terror que había seguido a la violenta separación
tación a la que Jonny se había referido de vez en cuando se con la fantasía de que si pudiera hacerse visible a su verda¬
hizo finalmente realidad. Y aunque reconocí claramente una dera madre y demostrarle que era digno, ella le reclamaría.
vez más la presencia de la necesidad inconsciente de derro¬ Cuando sus padres adoptivos le ofrecieron clases de violin,
tarse, me quedé francamente confusa por algunas de las ca¬ se valió inconscientemente de ellos como oportunidad de
racterísticas de su expresión. Mi experiencia me enseñaba conseguir esa «visibilidad» y comenzó a trabajar con tal fin.
que normalmente la autoderrota toma la forma de no permi¬ En otro momento me sorprendió al venir con el pelo más
tir el éxito en ningún campo o restringir su alcance. El he¬ corto que yo había visto nunca. De nuevo, a pesar de ser un
cho de permitir el desarrollo del propio talento hasta la com¬ corte de pelo poco frecuente en esa época, gracias a sus co¬
petencia profesional y abandonar entonces bruscamente esa rrectas facciones y la perfecta forma de su cabeza, resultaba
carrera por una nueva, no tenía precedentes. El propio favorecedor. Solamente después de un tiempo me confesó
Jonny ofreció su explicación habitual en relación con otro que su propósito inconsciente era hacerse reconocible a su
asunto, cuando, hablando de su empeño en perder al tenis verdadera madre, la cual únicamente le había visto siendo
preguntó: «¿Es posible que pierda porque cuando pierdes te un bebé, cuando lógicamente tenía muy poco pelo.
cuidan, como a un niño?». Dado que la mayoría de los niños Después de la revelación de su fantasía escribió:
que han sido privados de algo equiparan el ser cuidados al
ser amados, la independencia — o el éxito— significa fre¬ Aquí estoy, dedicado a la música, y me siento impulsado, atraído
cuentemente la pérdida de toda esperanza. Jonny llevó el te¬ hacia la interpretación. Por primera vez en una situación no tengo
ma todavía más lejos. «Si perdiera —
legítimamente— », es¬ ganas de escapar. Me siento atraído por ella y voy a seguirla. Inten¬
taré no hacerlo de forma destructiva ... Mi profesor de interpreta¬
cribió, «sabría que era porque a pesar de hacer todo lo posi¬
mejor yo». «Hacer todo lo posible», ción piensa que me están reservadas grandes cosas. No interpreto
ble, mi oponente era que
esto como la fama, la gloria o algo así, sino como algo dirigido ha¬
y además perder, significaba, en un nivel más profundo, per¬ cia mí, y por eso, bueno, me alegra oírlo. Siento que realmente voy
der toda esperanza. En la mayoría de estos casos, lo que se en esa dirección, y no sólo estoy ansioso por llegar al fin, sino que
está decidiendo inconscientemente es un asunto de vida o disfruto con el viaje en sí, como si el viaje fuera la felicidad.
muerte.
Sin embargo, todavía no estaba muy claro por qué Jonny
se lanzaba a perfeccionar una carrera tras otra para abando¬ Su nueva insistencia en «el viaje» más que en «el fin» da una
narla cuando estaba a punto de triunfar. Cuando su conflic¬ idea de la complejidad de la tarea que le quedaba todavía
to con el canto se hizo más intenso, llamé otra vez su aten¬ por delante. A pesar de que su declaración es un reconoci¬
ción sobre la pauta que había venido observando y, justo an¬ miento consciente de la renuncia a su fantasía inconsciente
tes de que dejara de cantar para dedicarse a la interpreta¬ y del abandono de su empeño en dirigir todas sus energías
ción, lo comprendió. Sería difícil transmitir la sensación de hacia el objetivo de conseguir el cariño de su madre, tam-
194 Dorothy Block
Lafantasía inconsciente de un niño abandonado 19S

bién demuestra que todavia no había encontrado otra moti¬ ciera, una y otra vez realizaba esfuerzos extraordinarios por
vación para conseguir el éxito. distinguirse, probando su valía y haciéndose «visible». Sin
Hasta qué punto los problemas de Jonny fueron causados embargo, debido a que inconscientemente sabía que su fan¬
por su abandono materno al nacer y en qué medida contri¬
tasía nunca se vería realizada, tenía que abortar cada carre¬
buyó la agencia con su forma de manejar el caso es algo so¬ ra antes de que la fantasía fuera puesta a prueba. Cuando
bre lo que sólo podemos especular. Su asignación inicial a creía que realmente estaba acercándose a ese momento, el
un hogar adoptivo que cuatro años y medio después fue con¬ peligro que para su vida suponía abandonar la fantasía re¬
siderado inadecuado plantea dudas acerca del método de se¬ quería la creación adicional de una voz interior, su «señora
lección de los padres adoptivos. La falta de cualquier tipo de del hacha». Su función de desalentar sus esfuerzos por triun¬
instrucción a esos padres acerca de cómo revelar a Jonny su far era en apariencia destructiva. Sin embargo, dado que
situación fue un factor importante en la confusión posterior creía que su vida dependía del mantenimiento de la fantasía
de éste. Además, la precipitación y la violencia con que la de ser reconocido por su madre, la «señora del hacha» era
agencia llevó a cabo la separación produjo en Jonny un trau¬ otro intento desesperado por parte de su mente de permitir¬
ma del que nunca se recobró. le sobrevivir.
El grado de autodestructividad y autoderrota de Jonny Unicamente podemos especular acerca de la efectividad
era una medida de la intensidad de su lucha por mantenerse del tratamiento psicoanalítico durante la infancia para resol¬
vivo en las condiciones así creadas. El tardío juicio de la ver la fantasía que más tarde causó tales estragos en la vida
agencia sobre sus padres adoptivos le sumió en un estado de de Jonny. Una vez que la fantasía se hizo inconsciente, una
terror en un mundo sin padres ni parientes. Exceptuando las importante tarea del tratamiento psicoanalítico fue la de
defensas que los cuidados de sus padres adoptivos le habían permitir a Jonny desarrollar un yo lo suficientemente fuerte
ayudado a desarrollar, los mismos cimientos de la supervi¬ como para enfrentarse a la realidad del abandono de su ma¬
vencia parecían haber sido socavados. Por lo tanto hubo de dre y su absoluto rechazo. Sólo entonces pudo finalmente
emplear todo el ingenio de su psique para mantenerse vivo. permitir que la fantasía saliera a la superficie para de esta
No sólo le resultó necesario asumir la responsabilidad de su forma comenzar a renunciar a ella.

abandono necesidad compartida por todos los niños aban¬
donados para mantener la ilusión de que si cambiaran, sus

madres les querrían sino que, además, tuvo que transfor¬
mar su personalidad para ganarse a sus nuevos padres.
Tampoco podemos subestimar el efecto que tuvo en
Jonny la violencia de la separación de sus padres adoptivos.
Es posible que más adelante experimentara esa violencia co¬
mo procedente no sólo de ellos sino también de su verdadera
madre. Por lo tanto no era suficiente mantener sentimientos
de falta de valía tanto para justificarlos como para conser¬
var la esperanza de ser querido algún día. Hubo de recurrir
además al comportamiento autodestructivo que implicaba
autocastigos y actos suicidas.
A un nivel consciente, se dotaba de poderes sobrenatura¬
les y a un nivel inconsciente se defendía mediante una fanta¬
sía que le permitía mantenerse con vida. Dado que creía que
su vida dependía de que su madre le encontrara y le recono-
11. LA OBSESION DE UNA NIÑA POR CASARSE CON ta obsesión de una niña por casarse con su padre 197
SU PADRE
tamiento progresivamente irracional, y su rival más inme¬
diato no era su madre sino su hermana Anne, dos años ma¬
yor que ella. Yo ya había advertido que en los casos en los
que los padres se rechazan mutuamente o en los que el pa¬
dre del mismo sexo está ausente durante largos o frecuentes
períodos, las fantasías del niño acerca de la disponibilidad
del padre del sexo opuesto se desarrollan sin las restriccio¬
nes habituales impuestas por la realidad. Como supe más
adelante, Janet no dudaba de que sus padres se odiaban mu¬
En sus estudios pioneros sobre las enfermedades neuróticas, tuamente y de que su madre no tenía ningún interés sexual
Freud llegó a la conclusión de que el principal factor causan¬ por su padre. Por lo tanto, ella y su hermana tenían el cami¬
te era el complejo de Edipo, el deseo universal del hijo de ca¬ no libre. En cierta ocasión presentó su forma de ver sus rela¬
sarse con su madre y matar a su padre. A pesar de que su ciones en los siguientes términos: «Las mujeres son como la
descubrimiento de la universalidad de esos deseos y senti¬ enredadera que se enrosca alrededor del hombre indiferente
mientos fue una contribución incalculable para nuestro en¬ el cual piensa que las mujeres son demonios de algodón en
tendimiento del funcionamiento de la psique, el hecho de dulce». Sus relaciones con ella quedaban resumidas en su
asignarles el papel nuclear en la génesis de los problemas descripción del «ritual nocturno» en la que se refería a sí
emocionales supuso un formidable obstáculo para una ex¬ misma como «un saco de alubias con ojos de cristal, sentada
ploración adicional durante muchos años. Mi propia expe¬ a la mesa, comiendo polvo y bebiendo barro, y atacada por
riencia con pacientes me ha enseñado que cuando el comple¬ los dos guerreros sentados a cada lado de la mesa».
jo de Edipo se vuelve patológico lo hace como resultado de En un principio, el factor más confuso de la fantasía ob¬
un desequilibrio en las relaciones familiares, siendo frecuen¬ sesiva de Janet de casarse con su padre era que no lo quería
temente la medida de la hostilidad de los padres. Cuando los sino que lo odiaba; no solamente lo odiaba, sino que vivía
niños se sienten queridos, parecen tomarse la situación edí- diariamente aterrorizada por sus ataques abusivos, los cua¬
pica con calma. les eran verbales en lo que a ella se referían, pero físicamen¬
A pesar de que siempre había sospechado que un comple¬ te violentos contra su hermano, que tenía tres años más que
jo de Edipo patológico podía representar una defensa contra ella. Janet estuvo en tratamiento hasta que tuvo veintitantos
el terror al infanticidio, hube de esperar al tratamiento de años, en que ella y su marido se fueron a vivir a la costa oes¬
Janet para que esta idea quedara confirmaba dramáticamen¬ te, y en todo ese tiempo el miedo congeló aparentemente
te. Cuando finalmente comprendí su fantasía obsesiva de de¬ cualquier expresión de ternura o cariño hacia su padre. Por
rrotar a su rival en el cariño de su padre y poder después ca¬ lo tanto saqué muy pronto la conclusión de que su determi¬
sarse con él, me di cuenta de que tenía delante de mí una nación de casarse con él era una defensa contra el terror que
respuesta a la violencia además de un complejo de Edipo. sentía. Esto quedó clarificado mucho más adelante cuando
Durante varios años no hubo lógica que convenciera a Janet recordó haberse duchado con su padre en una ocasión en
de que en nuestra sociedad los padres no se casan con sus que su pene erecto estaba justo a la altura de sus ojos. A par¬
hijas. Sólo después de que el tratamiento analítico hubiera tir de ese momento se dio cuenta de que la seducción desem¬
conseguido disminuir su miedo a que su padre la matara, peñaba un papel importante en la forma en que su padre se
pudo abandonar la fantasía de controlar la violencia paterna relacionaba con ella y era lo único que le proporcionaba una
mediante la seducción. sensación de poder sobre él.
Janet era una niña casi en la adolescencia que fue envia¬ Al contrario que Norma, que nunca conoció la violencia
da a mi consulta por lo que para sus padres era un compor¬ por parte de sus padres, pero que inconscientemente consi-
1
i

198 Dorothy Blocfi La obsesión de una ñifla por casarse con su padre 199

deraba a su hermano como el agente de los deseos ocultos da, con el pelo castaño claro, ojos grandes y tristes, la cara
de su madre, la exposición de Janet a la violencia de su pa¬ seria, asustada y reservada. Su expresión distraída y desdi¬
dre quedó pronto establecida como una rutina diaria. Janet chada y las ropas feas del uniforme del colegio no me habían
carecía también de las influencias atenuantes del ambiente preparado para la belleza poco corriente que reveló cuando
de Norma: los sentimientos realmente amorosos de su padre vino un día a la consulta arreglada para una fiesta. Al co¬
y la completa absorción de la madre en los cuidados físicos mienzo de su tratamiento también noté una cualidad curiosa
de la familia, que eran interpretados por Norma como cari¬ en su forma de expresarse, que tardé varios años en definir.
ño. La madre de Janet estuvo enferma durante gran parte de Parecía ser una mezcla de intensidad concentrada y a la vez
su infancia, pero incluso cuando se encontraba bien dejaba de distancia, de un tipo de falta de tonalidad no sólo relacio¬
el cuidado de la familia en manos de los criados. Cuando al¬ nada con el sonido sino también con el color, quizás de una
gunos años más tarde Janet fue capaz de enfrentarse a sus falta de vida que era mantenida a propósito.
sentimientos hacia ella, dijo: «Tenía el corazón negro y no Su madre era una mujer alta y rubia, bastante atractiva,
quiere a nadie». La violencia de su padre y su encanto seduc¬ de unos treinta y tantos años, con un aire de reina que de¬
tor operaban por lo tanto en una atmósfera que ofrecía poca mostró ser una defensa formidable. Su afabilidad implaca¬
protección. Una depresión neurótica con su identidad oculta ble, su demostración constante de interés y buena voluntad,
detrás de sentimientos de falta de valía, como la que satisfa¬ no dejaba traslucir ni una sombra de ira o el terror que se
cía las necesidades de Norma, no podía ajustarse a las de Ja¬ podía sospechar al acecho detrás de esa armadura. Aunque,
net. El terror sin paliativos la había llevado al borde de la cuando el tratamiento permitió a Janet liberar su ira, quedó
psicosis, y cuando vino a la consulta había comenzado a re¬ muy claro que su madre podía esperar muy pocas alegrías
fugiarse en una depresión psicótica. de la curación de su hija, a no ser la satisfacción de verla
Debido a la edad de Janet, tuve la ventaja de tener un mejorar, nunca vaciló en apoyar el análisis.
contacto periódico con sus padres que me permitió ver con A pesar de que nunca lo manifestó directamente, mis se¬
mis propios ojos el tipo de relación existente entre ellos y siones mensuales con ella dejaron muy pronto establecido
con Janet. Además, las circunstancias me brindaron la opor¬ que creía haber traído al mundo una niña anormal, de que
tunidad de comprender las experiencias de Janet a través de había, y siempre había habido, algo desconcertantemente ra¬
sus comunicaciones escritas. Unos tres años después de co¬ ro en ella. Algunas veces, opinaba, las cosas que decía Janet
menzar el tratamiento, el traslado de su familia a otra ciu¬ no parecían racionales. La única insinuación de que los pro¬
dad, hizo poco prácticas las visitas incluso semanales. Des¬ blemas de Janet pudieran estar relacionados de alguna for¬
pués de un año de sesiones esporádicas, se las arregló para ma con su respuesta a los sentimientos de sus padres apare¬
verme cada dos semanas. Dado que esto no cubría sus nece¬ ció al referirse a la rivalidad entre Janet y su hermana. Se¬
sidades, intentó solucionarlo en parte escribiendo cartas vo¬ gún ella, su marido había preferido inicialmente a Janet, pe¬
luminosas. Esta correspondencia le permitía una libertad de ro luego había transferido su afecto. A pesar de que una se¬
expresión, que no había sido capaz de conseguir en el sofá y rie de tests psicológicos habían revelado una gran diferencia
a mí me permitía vislumbrar partes de su vida emocional entre la inteligencia superior de Janet y su funcionamiento,
que de otra manera hubiera tardado años en conocer. Al su madre opinaba que los problemas de Janet no habían
igual que los diarios de Norma y Jonny, sus cartas nos ofre¬ nunca obstaculizado sus estudios ni afectado sus relaciones
cen una descripción vivida de su fantasía y sus esfuerzos por sociales.
sobrevivir. Mi primera sesión con el padre de Janet, que ha quedado
Recordando a la Janet de años posteriores, me resulta para siempre grabada en mi memoria, contenía todos los ele¬
muy difícil evocar la imagen anterior de una niña muy delga- mentos con los cuales me familiaricé más adelante. Era abo-
200 Dorothy Bioch La obsesión de una niña por casarse con su padre 201

gado, alto y fuerte, con barba, de treinta y muchos años, ex¬ que tan pronto como cambiara la querrían. Su propia ima¬
traordinariamente encantador e irradiaba cordialidad, can¬ gen devaluada y su asunción de la responsabilidad de los
dor y buena voluntad. Fue, pues, algo chocante oírle comen¬ sentimientos de sus padres, así como su imagen idealizada
tar, cuando ya se iba, que era «una mala persona» que de vez
de sus padres, servían para camuflar la limitada capacidad
en cuando perdía los estribos. Esa fue la primera insinua¬ de amar de los padres. Su esperanza de llegar un día a ser
ción de la violencia explosiva de la que tanto Janet como su querida estaba basada en la negación de la realidad de aqué¬
madre hablaron más adelante. Durante esa primera sesión llos y la validez de la propia percepción de ella.
también me informó de que Janet había sido dejada dema¬ Al principio yo estaba perpleja por una característica de
sus comunicaciones que no podía explicar hasta que me di
siado a menudo en manos de las niñeras cuando era peque¬
cuenta de que era simplemente la constante omisión de cual¬
ña: esa fue la única sugerencia de que los problemas de Ja¬
quier referencia a sí misma. Era como tener un rompecabe¬
net no eran congénitos y, como la de su esposa, implicaba
zas que no tuviera solución porque faltaran las piezas más
también al otro padre. destacadas. Sin embargo, poco a poco comprendí que su se¬
Durante todo el tratamiento de Janet sólo le vi algunas
cret:i convicción de ser ella la causa misteriosa de todo lo
veces, y aparte del dato de que tenía un hermano mayor, no
que ocurría a su alrededor era no sólo una preocupación
supe nada más de su pasado, ni a través de él ni de Janet. Y
constante y un miedo no verbalizado sino también una de¬
lo mismo ocurrió con la madre de Janet, a pesar de sus visi¬ fensa importante. Era la razón oculta de todas las preguntas
tas más frecuentes. Quizás mi poca suerte a la hora de des¬
que traía a la consulta.
cubrir el misterio de sus orígenes explique de alguna forma Por ejemplo, una niña se sentó a su lado el lunes, pero el
la ignorancia casi completa de Janet acerca de su historia. martes escogió un asiento algunas filas más allá. ¿Por qué?
Salvo contar que era la menor de una familia numerosa del La lucha diaria con su hermana, que parecía remontarse a
Medio Oeste a la que Janet no había conocido, la madre no los comienzos del tiempo, me fue contada de la misma forma
descubrió nada más sobre sí misma. Con todo, no solamente monótona y prosaica. Comenzaba cada mañana y únicamen¬
eran los padres de Janet unos desconocidos para ella, sino te amainaba mientras dormían, y aun entonces a veces sólo
que, además, en todo el tiempo que la conocí, nunca manifes¬ parcialmente. Se ponían trampas una a la otra, conspiraban
tó la menor curiosidad por los factores que podían haber y traicionaban, y buscaban constantemente una nueva excu¬
creado unas personalidades tan destructivas. sa para crear conflictos, principalmente verbales o limitados
A pesar de que muy a menudo me ha llamado la atención a rencorosas pequeñeces. Janet no solía decir si era ella
la aparente falta de interés por parte de muchos pacientes la
que comenzaba los conflictos, únicamente que a menudo le
acerca del tipo de experiencias vitales que pudieran haber echaban a ella la culpa. Tampoco admitía que sentía celos de
producido la forma en que sus padres se relacionaban con Anne o que sabía que Anne era la favorita de su padre. Sin
ellos, la razón fundamental de esto no quedó tan claramente embargo, su ideal de belleza femenina tenía invariablemente
demostrada en ningún otro caso como en el de Janet. No el pelo negro de Anne, sus ojos oscuros y su tez pálida como
creo haber encontrado nunca otro paciente que supiera tan marco de referencia. En cuanto a su padre, en ese momento
poco del pasado de sus padres, o que tuviera menos interés a Janet nunca se le hubiera ocurrido admitir que deseaba su
en conocerlo. Su empeño en camuflar tanto su propia identi¬ afecto o el de ninguna otra persona, o que pensaba que no lo
dad como la de ellos exigía aparentemente que se mantuvie¬ tenía. La marcada ausencia, a nivel consciente, de un objeti¬
ran sin definir. vo definido en la absorbente competencia con Anne era otra
Como en la mayoría de los casos, el autoengaño servía en faceta de una forma de vivir que tenía sus raíces en la nece¬
el caso de Janet para mantener la fantasía de que su falta de sidad de no saber,
valía había hecho que la odiaran y quisieran destruirla, y de
202 Dorothy Bloch La obsesión de una niñapor casarse con su padre
203

Durante los dos primeros años de su tratamiento, su des¬ cuando pienso que cualquiera sabe que estoy viva». Para ma¬
cripción de las turbulencias nocturnas durante la cena te¬ yor clarificación del artificio que usaba para crearse una
nían el carácter de un parte meteorológico que informara sensación de seguridad, escribía:
del calor, la humedad, la presión barométrica y la velocidad
del viento sin referirse lo más mínimo al impacto que pudie¬ Es realmente raro que exista la posibilidad de que tú veas a las per¬
sonas reales que conozco, porque la mitad del tiempo tengo la sen¬
ra tener en ella o a la dinámica causante de esos fenómenos
sación de que hablo de personas imaginarias. Pienso en ti como en
aparentemente naturales. De la misma forma que nunca pre¬ alguien totalmente aparte de mi vida diaria, y si por casualidad en¬
guntaba por las posibles causas de las iras constantes de su tras. en ella por ver a alguien que conozco, es extraño y espantoso,
padre, aceptaba el silencio persistente de su madre ante los porque eso significa que soy una persona. No puedo seguir preten¬
ataques abusivos de éste. Ambos privaban a Janet y sus her¬ diendo que soy invisible, porque aparentemente no lo soy.
manos de toda sensación de seguridad y, además, parecían
prestar un aire de respetabilidad a su violencia. Y explicaba: «Solía pensar, y a veces todavía lo hago, que no
A pesar de que mantuvo en secreto su funcionamiento in¬ era real. Y únicamente cuando pensaba que ni yo ni los de¬
terno durante el período inicial de su análisis y únicamente más nos comunicábamos realmente y éramos reales podía yo
renunció a su represión, a su constricción y a su introver¬ gustarles a los demás, y aguantarles».
sión en un principio con indecisión y después con creciente Para establecer su propia realidad, a veces tenía que in¬
intensidad, terminó por desahogar la ira reprimida que la ventarse ciertos ejercicios: «El otro día no podía creer que
había mantenido paralizada. Quedó claro entonces que por era real, por lo cual tuve que poner por escrito todas las co¬
muy duramente que criticara a sus padres, la dirección de sas que hago yo, y nadie más. A veces me pregunto quién es
sus ataques se invertía irremediablemente y encontraba en la persona que vive en esta habitación, que arregló las cosas
ella misma un blanco más aceptable. Por mucho que les jus¬ de esta manera, que eligió lo que hacer con ellas. Alguien lo
tificara, invariablemente acababa insistiendo en que era su hizo. Quizás fui yo. Pero me resulta difícil sentirlo».
falta de valía lo que hacía que ellos la odiaran y ofrecía co¬ El problema de ocultar sus sentimientos prohibidos y de
mo prueba irrefutable la intolerable respuesta homicida de defenderse de sus padres fue solucionado con la creación de
ella a los sentimientos homicidas de sus padres. lo que ella llamaba un barniz, afirmando: «En mi familia, el
«Soy un error», escribía, «[...) un gran pulpo que crece, al barniz era esencial para mantenerme entera. Es como una
que nadie quiere y es odiado y odioso [...] feo, y dispuesto a gran campaña para gustar a todo el mundo y la forma de ha¬
explotar en la gente que quiere atarme y encerrarme en un cerlo es borrar todas mis cualidades, malas o buenas, para
armario y matarme [...] dejar fuera el amor [...] El amor es que no hagan que a la gente no le guste [...] Si soy yo misma,
una ilusión estúpida. ¿Quién ama? Nadie. Yo no, yo no amo.
Y nadie me ama a mí. ¿Por qué habrían de hacerlo? ¡¡¡No — —
nada saldrá bien el barniz me hace tolerable a mí mis¬
ma ; dentro de él pienso que soy perfecta y pura y no pien¬
hay más que ver lo que soy!!!». so en mi humanidad».
Al igual que ya había observado en otros casos, en los Esas descripciones predecían ya el resquebrajamiento del
que una violencia real había creado un miedo abrumador a «barniz». En esos momentos hacía declaraciones como:
ser matado, el autoengaño no se limitaba a la realidad psico¬ «Quiero ser yo misma todo el tiempo, sin hacer concesiones
lógica sino que se extendía al mundo físico. A través de las a nadie». O: «El problema es que he llegado a un punto en
cartas de Janet supe por fin que la característica escurridiza que no me doy cuenta del grosor del muro con el que me he
que me molestó desde un principio provenia de su empeño rodeado, aunque siento el dolor del vacío interior ...
Quiero
creer todo lo malo que oigo de mí y además estoy continua¬
en mantener la fantasía de que era invisible. Con sensación
de reconocimiento leí: «Me siento incómoda conmigo misma mente inventando otras cosas». A veces sobrevenía el pánico
204 Dorothy Block La obsesión de una niña por casarse con su padre 205

y afloraba el miedo a la locura. «Si no conservara este últi¬ embargo, puedo mirar el otro lado del abismo y no caer en
mo ápice de conciencia y control, realmente me desintegra¬ él».
ría», escribía después. «¡Lo único que quiero es una respues¬ Pensamientos y deseos suicidas eran también una preocu¬
ta amigable y completa a todos mis problemas, algo así co¬ pación frecuente. Escribió:
mo una madre!».
El «dolor del vacío interior» creado por el «barniz» la lle¬ ¿Te das cuenta de lo que significa estar viva y a la vez muerta para
vó en un momento determinado a jugar con drogas. Se sen¬ otra persona? ¡Qué maldición! Siento que mi vida ha sido como una
tía atraída hacia las personas que fumaban marihuana, usa¬ larga serie de golpes en la cabeza. No es extraño que quiera estar
ban mescalina y la llevaban a fiestas en las que también cir¬ muerta o al menos neutralizada. Me da miedo pensarlo, pero existo
culaba la heroína. Sin embargo, no sucumbió. «Ni siquiera realmente — aun a pesar de mi padre— (y a causa de él). Aquí estoy,
comprendo el peligro que la marihuana representa para mí, y nada de lo que él pueda hacer puede evitarlo. Con toda seguridad
lo intentó, o por lo menos eso parece. El no está preparado para te¬
salvo que puede complicar todavía más mis problemas pro¬ ner hijos. Me alegro de haber nacido, porque no tengo que aceptar
porcionándome una solución falsa. Eso es lo único que me esta mierda, pero ..; es tan fácil estar muerta. Todo el mundo pien¬
impide ceder a la curiosidad [...]». En otro momento espe¬ sa que hay que tener muchas agallas para suicidarse, lo cual es
cialmente malo afirmó: «Me siento realmente fatal y he mentira, porque lo único que se necesita es una desesperación cons¬
comenzado a cometer crímenes contra mí misma otra vez tante. Cosa que yo no tengo.
que me hacen sentir más desgraciada de lo que me podía
imaginar [...] Si hubiera sucumbido a la marihuana, cosa En otro momento escribió: «Esta noche estuve pensando que
que no voy a hacer, habría estado fumando los últimos tres —
no podría suicidarme nunca nunca— porque amo la vida
días». Y de nuevo: «He estado pensando vagamente en la (por trivial que sea la frase)». En un momento muy bajo, al¬
mescalina, pero por primera vez me he dado cuenta de que gunos meses más tarde añadía: «No, debe haber alguna solu¬
en realidad no quiero visiones provocadas por las drogas ción mejor, como marcharme para siempre [...] lo peor es
porque destruirían la fuerza y la excitación de las que ya que no aguanto a nadie. Porque nadie me quiere [...] y si me
tengo [...]». quieren, de cualquier manera no les creo [...]».
Al servicio de la fantasía que la obligaba a ocultar su bri¬ Más adelante, cuando sus impulsos suicidas afloraron
llantez y de esta forma justificar los sentimientos de sus pa¬ otra vez, dijo: «El problema es que no quiero admitir que
dres, pasó los dos primeros años de la universidad descui¬ siento emociones o que me importa alguien, porque a nadie
dando su trabajo y aprobando a duras penas. Aunque permi¬ le importo. A mis padres no les importo. Es tan horrible y
tió que su talento se manifestara en los años siguientes, toda¬ tan fácil hundirse cada vez más en un barro oscuro y morir
vía se las arregló para crear el caos dejando que se le acu¬ y pudrirse y apestar». La soledad, «la angustia de estar sepa¬
mularan pruebas y exámenes. Por entonces escribió: «Cuan¬ rada de la gente», la sensación de ser abandonada o rechaza¬
to más cuenta me doy de lo desordenada que puedo ser si da siempre sacaba a la superficie este tema. «En realidad lo
quiero, menos capaz soy de hacerlo [...] Esos términos bas¬ que quiero es morir», repetía. «Pero no lo voy a hacer».
tante excesivos (en mi sano juicio, etc.) no son una exagera¬ La búsqueda de identidad de Janet parecía partir de la
ción de cómo me siento. Por lo tanto estoy loca y soy un po¬ nada, comenzar por el hecho de la existencia, la visibilidad y
co tonta por meterme en tal lío, totalmente innecesario, la realidad, el ser humana y persona. A este respecto, su ca¬
cuando podía ser brillante y feliz». Y un mes más tarde: «Si pacidad de percibirme como una persona era un factor muy
no fuera por el análisis, me habría muerto hace mucho tiem¬ importante. En un momento determinado, después de que le
po; no realmente, pero me habría vuelto definitivamente lo¬ hubiera contado los planes que tenía para ella durante el ve¬
ca. Aun ahora siento que estoy muy cerca de ello a veces. Sin rano, me respondió: «¡Realmente, has alcanzado en mi men-
206 Dorothy Block La obsesión de una niña por casarse con su padre 207

te el grado de persona. Esto es una cosa muy difícil de admi¬ mo podrían gustarte. Todas esas efusiones nauseabundas.
tir, porque significa que: 1) yo también soy una persona; 2) Me pone enferma oír las de otras personas [...] Pero quizás a
alguien me conoce. Antes, pensaba que si alguien me cono¬ ti no te importe porque estás haciendo algo por mí». Y aña¬
ciera bien, sería terrible. Pero lo bueno es descubrir que no día: «Si alguna vez reconozco que eres humana, será un gran
es tan terrible». Algunas semanas más tarde añadía: «En rea¬ paso, pero es mucho más fácil no hacerlo».
lidad me gustas mucho como persona (ahora) y no sólo como Su creciente conciencia de mí se expresaba mediante una
mi portavoz. ¡Bueno, yo también me siento como una perso¬ preocupación por la carga que sus cartas representaban:
na!». «Me pregunto si te importa leer todas esas cartas. Tengo
Un aspecto importante de mi existencia quedó claramen¬ miedo de lo que deseo, es decir, que tú desees leerlas, y eso
te reflejado medio año más tarde cuando escribió: es poner el cuello allí donde cae (caía) la guillotina». Seis
meses más tarde, tales escrúpulos habían desaparecido. Al
Lo que me gustaría hacer ahora es estar con cierto muchacho muy final de una nota breve añadía: «Esta es una nota muy grose¬
atractivo ...Pero se va a ir ...
¡Maldita sea! Ahora me siento aban¬ ra. Me pregunto si está bien ser grosera contigo». Otra carta
donada. ¿Puedes creer tal cosa? Me siento abandonada cuando al¬ estaba dirigida a «Miss Dorothy Blah». También se atrevía
guien. le conozca o no, me deja sola. ¿Todavía estás ahí en la silla a insistir: «Lo que escribí [...] sobre mi madre y mi padre es
de siempre? Supongo que si. Al menos creo que me estás escuchan¬ extremadamente importante. ¡No lo olvides! Justamente esta
do, que existes entre una y otra cita, al contrario que el resto de las
personas en este horrible mundo que incluso cuando me están ha¬
última frase, dándote una orden, me hace sentir como yo
blando me dan su maldita e inescrutable (¿mi padre?) espalda [...]. misma porque te estoy pidiendo que me reconozcas como
persona y que me recuerdes algo que yo considero importan¬
— —
Un mes más tarde, mi posición y la suya era precisada
todavía más: «A veces me ayuda pensar en ti como una ma¬
te».
En otro momento, en que estaba sobrecargada de traba¬
dre, una persona real, y que quizás una persona real (solía jos sin terminar y tenia que tomar decisiones importantes,
pensar que eras una máquina o un cojín que ni siquiera sa¬ acerca de la posibilidad de convertirse en escritora, proyectó
bía que yo estaba allí) pudiera quererme. Tú eres realmente todo su miedo en mí: «O bien eres una farsante, o bien soy
amable y debes quererme, a juzgar por las cosas». En otro una estúpida por creer que te preocupas [...] Eres sin lugar a
momento pudo admitir: «Eres una ayuda tremenda para dudas otra persona, lo cual significa opresión y alienación
mí», y «Estoy comenzando a confiar en ti gradualmente, lo completas. Así que deja de hacer el tonto y preséntate tal co¬
cual, puedes creerme, es un milagro, porque no confío en na¬ mo eres. Tipo padre, una farsante. Te odio por ser una far¬
die [...]» y luego, como tanteo: «No creo que en realidad te sante de mierda». Algunos meses más tarde, después de que
gustara que yo te quisiera como a mi madre, porque es real¬ por primera vez se hubiera permitido expresar libremente
mente una responsabilidad muy grande». Sin embargo, éste sus ideas y sentimientos hacia la profesión de escritora, vol¬
no era todavía un sentimiento definitivo, porque un mes más vió otra vez a mí, pero de manera distinta, diciendo:
tarde, con diferente disposición de ánimo, me acusaba: «El
problema eres tú, en quien no confío. Pero entonces ¿en Tengo demasiadas ideas dentro de mí (¡Oh Dios! ¿soy una presun¬
quién he confiado nunca?». tuosa?) para no manifestarlas de alguna manera: mi propia visión y
A pesar de todo, revelaba: «£n realidad no estoy tan fasti¬ mis propios sentimientos sobre las cosas. ¿Qué piensas de esto?
diada en el fondo. Toda esta resistencia a ti es para que te ¿Qué demonios piensas ...
tú? Eres un muro de silencio. Dios. ¿Qué
preocupes por mí lo suficiente como para convertirte en mi piensas de mi? ¿Te parezco bien, crees que soy digna de existir ...
madre, y entonces todo estará bien. Deberías reservar citas Contesta, por el amor de Cristo. ¡Uf! ¿Quién demonios soy? La igno¬
para leer mis cartas. Espero que te gusten. En realidad, có- rada está pidiendo algo.
208 Dorothy Block La obsesión de una nina por casarse con su padre
209
Un aspecto muy impresionante de la lucha de Janet por Su problema con Anne fue el primero en resolverse. Du¬
encontrar una identidad y — cariño —
era la extraordinaria rante los primeros años de su tratamiento, no se atrevía a re¬
energía que ponía en ello. Es posible que el antiguo recuerdo lacionarse con muchachas que le recordaran en algo a su
que Janet tenía del cariño de su padre se convirtiera en la hermana; invariablemente, sus amistades eran repeticiones
fuerza que la impulsaba a encontrar otra vez lo que había del frío rechazo que creía haber recibido de su madre. Sus
perdido cuando Anne la reemplazó en el afecto paterno. Ade¬ informes sobre las reuniones sociales en las cuales estaba
más de esta primera experiencia, y a pesar de la limitada ca¬ siempre Anne aludían inevitablemente al factor ya estableci¬
pacidad de amar de sus padres, la preferencia de su madre do de que nadie prestaba atención a Janet en tales ocasiones,
por su hermano y la de su padre por su hermana informaban a la consiguiente retirada de ésta y a la prevista respuesta
claramente a Janet de la naturaleza de su pérdida. de todos los presentes: Janet era ignorada. Sin embargo, en
Sin embargo, según nos informa una de las cartas de Ja¬ la época en la que ingresó en la universidad, había dado tan¬
net: «El estar lejos de mis padres [...] me hace preguntarme tas vueltas a sus sentimientos hacia Anne y había llegado a
por la imagen de mi misma». Existen razones para creer que comprender la selección de amistades lo suficiente como
descubrió esto cuando era muy joven. A pesar de que su pa¬ para pasar a elegir a aquéllos a los que se refería como «cabe¬
dre probablemente estaba en lo cierto al atribuir algunos de zas huecas», que no suponían una amenaza para ella. Eran
los problemas de Janet a la presencia de niñeras y la ausen¬ claramente una copia de Anne, la cual, aparte de ser vista
cia de su madre, fue una suerte para Janet que una de las ni¬
ñeras fuera una mujer muy cariñosa, con gran imaginación,
que la quiso mucho y le inculcó un sentimiento que Janet
Icomo más atractiva por Janet, era considerada por ésta co¬
mo una persona generalmente pasiva e intelectualmente in¬
ferior a ella.
trató más adelante de reproducir. Sin embargo, su experien¬ Sin embargo, los chicos eran su mayor preocupación. Sus
cia más dramática de una imagen diferente de sí misma tuvo primeras relaciones con ellos siguieron la pauta habitual.
lugar como consecuencia de su estancia en campamentos de Seleccionaba los chicos que eran hostiles a ella o que le ha¬
verano. Eran sus mejores recuerdos y le ofrecían otro pa¬ cían poco caso, se sentía paralizada en su presencia y conti¬
trón para juzgar la respuesta de la gente hacia ella. nuamente se culpaba a sí misma de todo lo que salía mal.
A medida que avanzaba el análisis, se colocaba una y otra Hubo una excepción, un muchacho que estaba saliendo en
vez en situaciones que le permitieran descubrir qué eran ese momento con otra chica. Se sentía extraordinariamente
realmente las relaciones y dónde encajaba. Quería saber co¬ libre con él. Sin embargo, la «parálisis» de Janet volvió
sas de las familias, cómo funcionaban y cómo reaccionarían cuando él rompió con la otra chica.
hacia ella, y por esta razón se fue a vivir durante dos vera¬ Esas relaciones reflejaban inevitablemente sus sentimien¬
nos a una granja. tos hacia su padre. Durante los primeros años de su análisis,
La fijación en su padre era de tales dimensiones que fue las fantasías sexuales sobre él, al ser desmenuzadas, trata¬
una suerte que pusiera tanto empeño en su resolución. Esto ban invariablemente de establecer su poder sobre él. Su idea
afectó a todas su relaciones. Para entender el laberinto a tra¬ de que su padre estaba también preocupado por el problema
vés del cual intentaba encontrar su camino, es importante de elegir entre Anne y ella se puso de manifiesto en su res¬
comprender antes que nada que no le cabía en la cabeza, se¬ puesta a la separación temporal de sus padres más adelante.
gún decía ella, que los hombres amaran a las mujeres. Ade¬ Anne estaba por entonces comprometida y daba la impresión
más, continuaba bajo la influencia de la antigua percepción de que el premio era finalmente para Janet. En ese momento
de que no existía el amor entre sus padres y la convicción de se hizo evidente que estaba aterrorizada de que su fantasía
que si hubiera alguna forma de deshacerse de Anne, su pa¬ se pudiera realizar. Durante todo ese tiempo se negó a ver a
dre sería suyo. su padre y únicamente poco a poco consiguió salir de su ob-
210 Dorothy Block La obsesión de una niña por casarse con su padre 211

sesión. En un momento determinado tuvo un sueño en el que Estos resúmenes representaban ya los comienzos de la acep¬
su padre iba a buscarla al colegio en su coche. Ella entraba tación de su femineidad, de la misma forma que las siguien¬
en el coche y comenzaba a desnudarse, pero entonces se da¬ tes especulaciones:
ba cuenta de que su comportamiento no era muy adecuado y
volvía a ponerse el vestido. También me pregunto algunas veces cómo es posible que no te sien¬
Su afirmación: «Tengo miedo de ser engullida, matada, tas terriblemente agobiada escuchando a la gente que quiere conti¬
odiada y destruida por los hombres» es básica para entender nuamente apoyarse en ti y encontrar respuestas (como yo) y que les
sus relaciones con los chicos. Tomó conciencia de su concep¬ organices tú su vida. Me siento como castrada cuando siento que no
estoy organizando mi propia vida, únicamente de vez en cuando,
to del amor en un ensueño que ella describió de la siguiente
ahora. Probablemente eso es una cosa muy reveladora y peligrosa
forma: de decir, pero ya está dicha. A veces me pregunto cómo sería tener
un pene, y pienso que sería estupendo ...
Creo que me hubiera gus¬
[...] Si grito la verdad de lo que siento, él me hará daño físicamente, tado tanto ser chico como ser chica ...
Admiro demasiado a los chi¬
pensando en la violencia contenida de papá a cada momento. Cada cos y me temo que me gustaría ser uno de ellos. Raramente admiro
vez que Don me pega en uno de esos sueños, intento cambiar el des¬ a las chicas de la forma en que admiro a los chicos, porque no quie¬
enlace para pegarle o abandonarle, pero nunca parece creíble esa ro ser una de ellas y no le veo ninguna ventaja a serlo. Principal¬
posibilidad. Si tengo la última palabra, tengo miedo de que la otra mente los chicos tienen mucha mayor libertad sexual. También pue¬
persona (Don o papá) me odien, y pienso que si les dejo pegarme la den dejarse crecer la barba, lo cual es una buena elección. Sin em¬
próxima vez, me querrán otra vez. ¡Pienso en el amor en términos bargo, las chicas también tienen ventajas, como llevar ropa de colo¬
de palizas! ¡Yo no me doy cuenta de que eso no es amor! res, llevar el pelo largo, usar perfume y dejar que sean los chicos
los que se arriesguen ...
No sé si Artie se está arriesgando exacta¬
mente como debiera en este asunto conmigo [...].
El muchacho del ensueño era homosexual, tomaba drogas y
era dado a comportarse violentamente. A partir de ese momento, sólo faltaba un paso más para lle¬
Sus amistades hasta el último semestre en la universidad gar a: «Me he dado cuenta de que los chicos son también
quedan bien resumidas en sus propias palabras: personas. Solía pensar que solamente las chicas lo eran [...]».
Y más adelante: «Y me encontré con que en el momento en
Los chicos que conozco son totalmente maricones. Supongo que me que admití que era una mujer [...] dejé de tener miedo de la
gustan porque no quiero ser una mujer, y ellos no se dan mucha gente. Es muy divertido. Existen todo tipo de posibilidades,
maña para hacerme sentir como una mujer ...
Pero si ni siquiera como tener hijos. Y me gustan los hombres también. La gen¬
quiero ser una persona, existir, ¿cómo voy a admitir tener un cuer¬ te me mira. Quizás miren a todo el mundo, pero me fijo en
po? y especialmente uno femenino: si quiero ser un chico puedo es¬
capar aún más de mí misma, y de esa forma no tengo que existir. j que la gente me mira a mí, y algunos miran siempre ». Final¬
Por lo tanto elijo chicos que son como chicas ...
A pesar de que
nunca tendría un lío con Marge, alguna que otra vez siento un gran
mente: «Johnny decía que yo era una verdadera mujer y que
parecía que me gustaba serlo. ¡No te puedes imaginar lo fe¬
deseo de tener una relación con una chica y me siento asustada. Si liz que me hace oír eso!».
alguna vez lo hiciera me odiarla a mi misma para siempre. Ahora Es importante advertir que la lucha de Janet por encon¬
imagínate que fueras del tipo de persona que piensa que la homose¬ trar su identidad como mujer iba acompañada por una lucha
— —
xualidad o por lo menos, la bisexualidad está bien probarla, y
dijeras que debería seguir adelante si «me sentía con ganas de ha¬
por encontrarla a todos los niveles, y que en el fondo era una
batalla por superar la imagen de sí misma que había recibi¬
cerlo» y yo voy y me lío por completo. Quiero decir, en otras pala¬ do de sus padres y que ayudaba a justificar su odio. Un cam¬
bras, que no sé qué hacer por mí misma y que te escucho, pero
bio en la situación familiar volvió a traerles a la ciudad tras
¿quién dice que es bueno escuchar lo que tú dices?
una ausencia de cinco años y puso fin a la correspondencia
212 Dorothy Block La obsesión de una niña por casarse con su padre 213

de Janet al tiempo que le permitía reanudar las sesiones re¬ convirtió en una niña pequeña. No solamente se sentía dimi¬
gulares. Como ya sabía por sus visitas cada dos semanas, to¬ nuta en medio de un mundo de personas mayores, sino tam¬
davía no era capaz de la misma libertad de expresión en sus bién como la niña «mala» que había provocado misteriosa¬
comunicaciones verbales. Esto llevó algún tiempo. En mi mente el odio de sus padres. Buscaba la desaprobación y la
presencia, la proyección de los sentimientos que experimen¬ encontraba en el matiz de cualquier expresión o palabra.
taba hacia su madre condujo por un tiempo a una transfe¬ «¡Soy mala!», repetía sesión tras sesión. Yo estaba franca¬
rencia negativa. Venía a la consulta enfurecida, una y otra mente perpleja ante este giro de los acontecimientos, pero
vez, culpándome de todas las respuestas negativas de su ma¬ sospeché que esta nueva fantasía obsesiva estaba relaciona¬
dre hacia ella. Sin embargo poco a poco, a medida que su da de alguna manera con alguna fantasía anterior en la que
sentido creador se iba liberando y su verdadera identidad intervenía su padre, y quizás también su madre. La insisten¬
comenzaba a aparecer, otros sentimientos salieron a la su¬ cia inflexible que caracterizaba a esta nueva imagen llevaba
perficie. Por vez primera desde que yo la conocía fue capaz la impronta de upa defensa contra el terror, pero me di
de dar rienda suelta al llanto a la vez que la ira. Se hizo más cuenta de que sería un error ignorar el deseo que podía exis¬
audaz a la hora de definir las cosas que le interesaban, y su tir tras el miedo. Me pregunté si podía ser una proclamación
persistente búsqueda de una relación satisfactoria con un de inocencia y una negación de su madurez sexual, y por lo
hombre dio por fin resultados. Encontró el hombre que que¬ tanto una protección contra la violencia de su padre — o de
ría y se casó con él.
Seria tentador decir que vivieron felices para siempre.

su madre y la venganza de su madre. Justo antes y des¬
pués de su matrimonio, Janet había comenzado a escribir en
Sin embargo, era de esperar que el matrimonio reviviera y serio, y hube de admitir que esta nueva preocupación podía
cristalizara todos los antiguos miedos de Janet a su padre. A ir también encaminada a protegerla de los celos y la vengan¬
pesar de que se casó con un hombre con una gran capacidad za de su madre.
para cubrir sus necesidades a todos los niveles, se parecía lo Mi experiencia analítica ya me había enseñado que con
suficientemente a su padre como para que ella proyectara frecuencia el empeño en tratar de dar marcha atrás en el
sus antiguos sentimientos en él. Tampoco nos ha de sorpren¬ tiempo va unido a un deseo de cambiar el pasado. A pesar de
der que las respuestas distorsionadas a su marido fueran tan que durante el análisis de Janet el creciente reforzamiento
tenaces como su antigua convicción de que realmente podía de su yo le había permitido abandonar la constricción del
casarse con su padre, y por la misma razón la paranoia re¬ «barniz» que la había protegido de su terror, dar rienda
sultante del miedo a la violencia real de su padre le hizo atri¬ suelta a la ira que también había mantenido controlada, y
buir con gran frecuencia, durante los primeros años de su buscar y establecer su verdadera identidad, no le había per¬
matrimonio, intenciones hostiles al comportamiento de su mitido todavía enfrentarse a su profundo anhelo de obtener
marido con ella. De la misma manera, su experiencia sexual el cariño de sus padres. Ahora, cuando su matrimonio pro¬
con él estuvo inicialmente influenciada por sus expectativas clamaba su madurez fue retrotraída de repente a su antigua
de violencia. El comentario de una de sus cartas sobre un defensa: su «maldad» era la causa del odio de sus padres y
ensueño seguía vigente: «Pienso en el amor en términos de de su deseo de matarla, y cuando cambiara la querrían. Sólo
palizas». Sin embargo, puso la misma determinación y el después de que un paciente y persistente enfrentamiento a
mismo valor en la resolución de sus problemas matrimonia¬ su miedo creara una creciente sensación de identidad, con
les que había puesto anteriormente en su lucha contra la psi¬ los consiguientes sentimientos de satisfacción, pudo comen¬
cosis, y se forzó en separar a su marido de su padre. zar a permitirse conocer la realidad de sus padres y abando¬
Sin embargo, después de su matrimonio me di cuenta de nar su empeño en ganar su amor mediante la negación de sí
un nuevo fenómeno inesperado v desconcertante. Janet se misma. El proceso que le permitió librarse de la antigua
214 Dorothy Btoch 12. LA PERSISTENCIA DE LAS FANTASIAS INFANTILES
EN LA VIDA ADULTA
imagen de sí misma creada por sus reacciones hacia sus pa¬
dres, le permitió también reconocer la identidad de su mari¬ +;

do y separarla de la destructiva imagen de su padre.


Hemos visto que en el caso de Janet su respuesta al deseo
oculto de su madre de matarla y a la violencia o las amenazas
de esta violencia de su padre, junto con la sensación de no
ser querida, la llevó al borde de la psicosis y condujo a una
fantasía edípica de dimensiones extraordinarias. Su fijación
de casarse con su padre, estimulada por el carácter seductor
de éste, la defendió del miedo a su violencia y del terror de
ser matada por él. Para sobrevivir creó también la fantasía Es una experiencia poco común encontrar un paciente adul¬
de que no existía, de que era invisible e irreal, emprendió to que inicia el tratamiento con sus fantasías de la primera
una.campaña de autodenigración y autoderrota y desarrolló infancia intactas y asequibles. En el caso de Sandra, hija
un «barniz» destinado a ocultar su verdadera identidad tan¬ única, que vino a mi consulta cuando tenía poco más de vein¬
to a sí misma como a los demás. te años, fue posible remontarse a su fuente específica y re¬
Su iniciación del psicoanálisis a una edad temprana la solver cada uno de sus componentes de las fantasías todavía
salvó de la psicosis y la hizo salir de su enfermedad ayudán¬ vigentes, las cuales, como descubrimos, estaban ya firme¬
dole a dar rienda suelta a su rabia homicida y a enfrentarse mente establecidas cuando ella tenía cuatro años y medio. A
a su fantasía. Pudo entonces establecer su realidad, su exis¬ medida que se desarrollaba su análisis, quedaba claro que
tencia como persona, como ser «humano», y su identidad co¬ había mantenido esas fantasías, que eran su defensa original
mo mujer, a la vez que liberó su energía creadora. Aunque contra su miedo al infanticidio, porque el terror que las ha¬
su matrimonio revivió su miedo a la violencia de su padre, bía hecho nacer no había disminuido. Tanto el carácter co¬
que ella proyectó en su marido, su lucha persistente por cu¬ mo la temprana incidencia de la violencia que había experi¬
rarse le permitió separar gradualmente a uno de otro. For¬ mentado con relación a sus padres, así como la clase de sen¬
zándose en reconocer la realidad de su padre, pudo desacti¬ timientos amorosos de éstos habían hecho al parecer insufi¬
var el terror que sentía hacia él y abandonar la fantasía de ciente una defensa basada en una depresión neurótica o psi-
recibir de él una satisfacción sexual que la había defendido cótica. Para proporcionarse una mínima sensación de seguri¬
de ese miedo. Su convicción de que su vida dependía del ca¬ dad, se había refugiado en la esquizofrenia.
riño de sus padres y de que su «maldad» había causado el El tema principal en la vida de Sandra era el peligro. Ha-
odio y el deseo de matarla de éstos cedió cuando su persis¬ } bía comenzado en la intimidad familiar para irradiar luego
tente recusación de sus temores condujo al establecimiento l hacia afuera hasta abarcar al mundo entero. Impregnaba
de su verdadera identidad. ; tanto lo que se veía como lo que no se veía. La realidad no
era lo suficientemente grande como para contenerlo y por lo
¡ tanto la había mezclado con un mundo irreal que se había
convertido en parte inseparable de su vida diaria. Cualquier
área de su vida había sido configurada para amoldarse a ella
y casi todas lasjfacetas de su personalidad reflejaban de al-
< gún modo su infjluencia. Para hacer imposible la superviven¬
cia, había proyectado el peligro en criaturas imaginarias y
adoptado la fantasía de que era invisible. La fantasía se ha-
216 Dorothy Bloch Lapersistencia de lasfantasías infantiles en la vida adulta
217

bía convertido en una forma de vida para Sandra y la defen¬ adelante descubrí que su concentración en los movimientos
día de un terror siempre presente. corporales era debida no solamente a un estado de tensión
Hasta donde recordaba Sandra, comenzó cuando tenía continuo sino también a la necesidad de mantenerse siempre
tres años y medio y sus padres compraron una tienda de ca¬ alerta y preparada para salir en cualquier momento. A mi
ramelos en Chicago, detrás de la cual habían construido su pregunta respondió: «Podría salir de aquí en diez segundos».
casa. Si se excluye una vaga sensación de algo que había A pesar de que sus comunicaciones eran expresadas siempre
ocurrido antes, y que sólo más adelante comenzó a tomar con una gran precisión, frecuentemente las prologaba o las
una forma más concreta, todo lo que Sandra sabía de sus cerraba con el comentario de que era consciente de que no
primeros años se lo habían contado. Tres factores se convir¬ era clara o de que temía que no le saliera bien o de hablar de
tieron en el foco de su atención. Dos años antes de que ella forma confusa.
naciera, su hermano, que tenía cinco años, había muerto de Tenía muchos síntomas molestos y desconcertantes. Por
neumonía, y su madre le había revelado: «Tú no habrías na¬ ejemplo, le resultaba difícil juzgar las distancias. Cuando ba¬
cido si él no hubiera muerto». El otro se refería a su padre, jaba un bordillo, nunca sabía a qué distancia tenía que po¬
que había sido un próspero comerciante, pero luego había ner el pie. También se sentía confusa acerca de las distan¬
quebrado. Este hecho y la muerte de su hermano habían cias de los coches e incluso de nuestras respectivas posicio¬
ocurrido casi al mismo tiempo de la muerte de la madre de nes en la habitación. Nunca estaba segura de si un objeto es¬
su padre y habían provocado lo que la madre de Sandra des¬ taba a un metro o a quince de distancia. Tenía el mismo pro¬
cribía como un mero «cambio» en su padre que ella no podía blema con el tiempo. No podía recordar si un suceso había
comprender. El tercer factor concernía a la propia Sandra, ocurrido ayer, la semana pasada o hacía tres semanas, un
que había sido amamantada hasta que casi tenía un año, y año o varios años. A veces los objetos tenían una claridad in¬
que a partir de entonces, según le había contado su madre tensa, como si «vibraran». Otras veces tenía la sensación de
con tristeza y resentimiento, vomitaba cada vez que veía los que estaba flotando. Perdía el contacto con la realidad y a
pechos de su madre. veces tardaba una o varias semanas en volver. Era torpe y a
Sandra era una joven de pequeña estatura pero muy bien menudo se daba golpes contra las cosas; en la oficina trope¬
proporcionada que, salvo las huellas de la enfermedad en su zaba con las mesas y las papeleras. A mis preguntas respon¬
cara, era muy atractiva. Su apariencia era la de una adoles¬ dió que, sin embargo, nunca tropezaba con las personas.
cente y vestía sencillamente prescindiendo de cualquier ob¬ Tampoco podía permanecer más de media hora, o a lo sumo
jeto decorativo. Llevaba el pelo rubio recogido en un moño ti¬ una hora, en la misma habitación.
rante en la nuca. Su forma de sentarse o de acostarse en el di¬ Las relaciones eran una agonía para ella. Por lo general
ván se caracterizaba por una gran rigidez y por cambios estaban estructuradas de tal forma que ella se sentaba y es¬
bruscos de posición en los que los brazos y las piernas des¬ cuchaba mientras la otra persona hablaba. Le resultaba muy
cribían ángulos poco corrientes. Podía, de repente, cruzar difícil estar con un grupo de personas debido a lo que des¬
las manos detrás del cuello o de la cintura y mantenerlas allí cribía como la necesidad de «vigilar», que le exigía una con¬
varios minutos moviendo mientras tanto las piernas entre¬ centración total y le resultaba imposible con más de una
cruzadas acrobáticamente bien hacia la derecha o hacia la persona, o a lo sumo dos, al mismo tiempo. No permitía que
izquierda, con los dedos de ios pies extendidos y una tensión se le escapara ningún detalle sobre la otra persona, por lo
general en todo su cuerpo, que se relajaba repentinamente que cuando había varias perdía el hilo de la conversación y
para a continuación reorganizarse otra vez con la misma ri¬ se sentía confusa al haber tantas cosas que vigilar a la vez.
gidez. También tenía la costumbre de coger aire como si fue¬ Concebía las relaciones como convenios por los que se espe¬
ra a suspirar, pero reteniéndolo en vez de expulsarlo. Más raba que ella cuidara de la otra persona. También existía
La persistencia de lasfantasias infantiles en la vida adulta 2 19
218 Dorothy Bloch

cualquier contacto con él durante esa época le causaba ata¬


otro factor que debe ser incluido entre sus síntomas. En el ques de histeria. Cuando Sandra tenía diez años se hizo por
transcurso de las semanas, observé que Sandra parecía no
primera vez amiga de verdad de una niña, la cual fue a visi¬
tener deseos. Sin embargo, cuando se lo comenté, me res¬
tarla y, con gran sorpresa por parte de Sandra, opinó que ha¬
pondió con prontitud que deseaba ser «una pelota» y a conti¬ bía algo muy raro en su padre. A Sandra no se le había ocu¬
nuación me dio una descripción precisa de un feto, una pe¬ rrido, pero era cierto: su padre era raro.
queña pelota que, sin aparente intervención humana, tenía
A pesar de que Sandra no había pensado nunca en su pa¬
todas sus necesidades cubiertas. dre como «raro», era consciente de que había ciertos fenóme¬
Sandra y su madre, después de la repentina muerte de su nos decididamente raros en su propio mundo. Cuando co¬
padre como consecuencia de una hemorragia cerebral, se ha¬ menzó el tratamiento, dijo que tenia la impresión de que
bían trasladado desde Chicago a Nueva York y se habían ins¬ cuando su padre estaba abstraído, estaba pensando en su
talado en una parte muy deteriorada de la ciudad. Su madre, hermano, y eso la asustaba. A veces pensaba que estaba con
a sus sesenta años, parecía ser un monumento al desamparo su hermano. Admitía tener algunas ideas extrañas acerca de
y evitaba salir de casa a no ser que fuera acompañada por su hermano. Por ejemplo, creía que si ella había nacido por¬
Sandra. La conversación con ella era un monólogo ininte- que él había muerto, si ella muriera él podría volver. Le atri¬
rruiñpido, una recitación sin fin de todos los detalles que lle¬ buía sentimientos de resentimientos y cólera por haber to¬
naban su desgraciada y miserable vida. Al comienzo de su mado su puesto, y un deseo de deshacerse de ella para así
tratamiento, Sandra sentía que las relaciones con su madre poder volver. Había creado la imagen de una puerta girato¬
eran intolerables. ria con él en el exterior y ella en el interior. Mientras mantu¬
Cuando Sandra vino a verme por primera vez, declaró viera la puerta firmemente cerrada, estaría a salvo, pero si
que tenía miedo de acabar «mirando al vacio». «Nunca había se descuidara, él se metería dentro y la dejaría fuera.
pasado nada» en su vida, y no podía comprender por qué se En realidad, resultó que Sandra había vivido siempre en
sentía tan trastornada. Cuando decía que no había pasado una relación muy estrecha con los muertos. Estos asumían
nada parecía referirse en un principio exclusivamente a su formas extrañas y eran muy peligrosos. Eran las «sombras»
padre, al que describía cariñosamente como «un hombre negras, delgadas como el papel, que le eran tan familiares;
dulce, indefenso y pasivo». En ese momento su recuerdo de vivían en las rendijas y las hendiduras, y durante su infancia
él comenzaba con la tienda de caramelos. El se pasaba la eran especialmente abundantes en el pasillo oscuro que lle¬
mayor parte del tiempo sentado, inmóvil, en una habitación vaba a la calle. El mundo estaba lleno de ellos. Eran los alia¬
en penumbra, y solamente se le podía despertar sacudiéndo¬ dos de «las criaturas que habitaban bajo la tierra» y «las co¬
le vigorosamente. Era su compañero de juegos. Siempre que sa de paño negro» que estaban siempre alerta y vigilantes y
su madre estaba ocupada, mandaba a Sandra a jugar con él, podían atacar por sorpresa. Les gustaba especialmente matar
y Sandra tiraba de él, le pellizcaba y le daba patadas, le re¬ niños. Sandra había encontrado la única forma posible de
torcía las orejas y la nariz hasta que él se daba cuenta de su manejarlos: ser tan silenciosa que pasara inadvertida, pero
presencia y comenzaban a jugar el juego que a él le gustaba: incluso durante ese silencio debía mantenerse alerta y vigi¬
eran Hansel y Gretel y eran perseguidos en el bosque por la lante, preparada para la acción en cualquier momento. Un
bruja. Esta fue su actividad diaria hasta que Sandra tuvo
movimiento rápido o fuera de lo corriente podía llamar su
siete u ocho años y su padre encontró trabajo durante dos atención. Debía ser muy cuidadosa. Cuando tenía cuatro
años. Cuando volvió, a Sandra, que había comenzado a jugar
años y medio, unos trabajadores le dieron una pulsera que
con niños, ya no le gustó ese juego, pero no se rebeló hasta
habían encontrado mientras cavaban en la casa de al lado. A
que tuvo once o doce años. Desde ese momento hasta que tu¬ pesar de que deseaba quedarse con ella, se sintió obligada a
vo dieciséis años se negó incluso a hablarle, y recordaba que
220 Dorothy Bloch La persistencia de lasfantasías infantiles en ta vida adulta 221

seguir el camino más seguro de tirarla nuevamente al suelo, do de una imagen que no había surgido en todo este tiempo.
no fuera a provocar la ira de las «criaturas» que podían ve¬ En un principio recordó únicamente que, salvo las veces en
nir a buscarla. que jugaban, cuando no estaba abstraído era un hombre
Siempre había creído que cuando los muertos se cansa¬ muy irascible y de muy mal genio, propenso a violentos esta¬
ban de sus tumbas, volvían para quedarse entre los vivos, y llidos e incapaz de tolerar la menor discusión. La ira de San¬
aun ahora lo creía, a pesar de que a otro nivel se daba cuen¬ dra, claramente provocada, era un método para defenderse.
ta de lo absurdo que era. Varias veces durante su tratamien¬ Este recuerdo se vio reforzado por su excesiva reacción ante
to me informó aterrorizada que había visto a una de esas un hombre de su oficina cuyo sadismo pensaba que no tenía
personas «muertas», a las que describía como rígidas y abs¬ límites y cuyas relaciones con la gente no estaban desfigura¬
traídas. Una de la veces era un hombre en la calle, otra un das por ningún sentimiento humano. Se dio cuenta de que
profesor, o el estudiante sentado a su lado, un hombre de su este hombre le recordaba la otra imagen de su padre, que
oficina o últimamente un supervisor. A pesar de que «las odiaba y temía.
criaturas», «las sombras» y «las cosas de paño negro» ha¬ Le fue muy difícil reconocerlo, pero entonces recordó
bían ido desapareciendo a medida que su terror disminuía que siempre había pensado que su padre era peligroso. Por
con el tratamiento, volvían después de cada encuentro con ejemplo, cuando le cortaba el pelo temía que la matara con
alguno de esos «seres». En respuesta a mis preguntas, quedó las tijeras, no intencionadamente, sino porque estaban «a
claro que le inspiraban los mismos sentimientos que experi¬ mano». En realidad, siempre había pensado que él la mata¬
mentaba delante de su padre cuando éste estaba abstraído. ría, pero sin darse cuenta, si la oportunidad se presentaba.
En esos momentos ella había recurrido siempre a algún tipo También tenía el recuerdo de sus salidas al parque, donde el
de acción desesperada, tirando de él, pellizcándole, retor¬ lugar preferido de su padre era un bosquecillo de árboles
ciéndole la nariz o las orejas o golpeándole en la cabeza has¬ enormes, oscuros y aislados. A pesar de que ella nunca había
ta que volvía a la «vida». Estaba claro que le había conside¬ relacionado estos sentimientos con su padre, siempre había
rado siempre «muerto» cuando estaba abstraído y «vivo» tenido miedo de que un leñador apareciera detrás de un ár¬
cuando establecía contacto con ella; su idea de la facilidad bol y la matara con un hacha.
con que los muertos podían ir y venir del país de los vivos Mientras describía su convicción persistente de que su
provenía de esta impresión. También parecía que las «som¬ padre la mataría, pero con la curiosa modificación de que se¬
bras», las «criaturas» y las «cosas de paño negro» estaban ría sin darse cuenta, o aprovechando una oportunidad, co¬
todas ellas relacionadas con su padre, pero ¿cómo se podía mencé a sospechar de la existencia de algún incidente real
reconciliar a todas esas ficciones mortíferas, a las que «les que ella había reprimido. Con anterioridad también había
gustaba especialmente matar niños», con la imagen de su pa¬ hablado del miedo que sentía hacia él aun cuando estaba
dre «dulce e indefenso»? abstraído porque entonces «él no sabría que era ella». Una
Esta desconcertante contradicción comenzó a clarificarse experiencia que ocurrió al poco tiempo corroboró mis sospe¬
un día en que Sandra admitió vacilante y con un gran senti¬ chas de que había existido un incidente traumático y arrojó
miento de culpabilidad que había sido una niña muy mala, nueva luz sobre su convicción de que sería asesinada. Un día
antipática y de mal genio, propensa a estallidos irracionales vino a la sesión directamente desde el trabajo en un estado
de ira, y que desde que tenía once o doce años se había nega¬ de terror mayor que el que yo había visto nunca. Al parecer
do a seguir participando en los juegos de su. padre, dejándo¬ ese día había entrado en su despacho una supervisora nueva,
le sólo en su estado de estupor. Cuando comenté la extraña una mujer grande y rígida, y Sandra había tenido inmediata¬
circunstancia de un hombre «dulce e indefenso» frente a una mente la convicción de que si hubiera habido un niño en su
niña furiosa, se sintió de repente sorprendida por el recuer- camino, lo habría pisoteado. Recordé enseguida la imagen
222 Dorothy Block Lapersistencia de lasfantasías Infantiles en la vida adulta 223

que había evocado al hablar del miedo a su padre cuando és¬ los estados de abstracción de su padre como «muerte» y sus
te estaba abstraído «porque entonces él no sabría que era períodos de contacto como «vida» la habían llevado a consi¬
ellas, y se sorprendió al darse cuenta de que yo siempre ha¬ derar su verdadera muerte como un estado temporal del
bía pensado que él estaba sentado cuando permanecía abs¬ cual, estaba segura, volvería tan pronto como se cansara de
traído, tal como ella me lo había presentado. Obviamente, él él. También vivía continuamente asustada por la ira que él
se movía de un lado a otro. Apoyándome en la descripción de demostraría al descubrir que ella no quería que volviera.
la mujer, comenté que su padre se movía con la misma im¬ Su convicción inamovible de la inmortalidad de su padre
placable rigidez. Ella respondió rápidamente: «Nunca le dejé sacó también a relucir su impresión de la profunda malevo¬
acercarse a mí cuando estaba asís. Esta era una afirmación lencia de éste. Su «presencia» se descubría por los desastres.
asombrosa si tenemos en cuenta la forma en que lo había Me di cuenta por primera vez de esto cuando Sandra tuvo
presentado siempre y ella misma se sorprendió. No tenía ni una infección en un pie y comentó pesarosamente que su pa¬
idea de donde venía y no recordaba ningún incidente que dre había «vuelto a su viejos trucos». Quedó claro entonces
respondiera a esa descripción. Sin embargo, estaba claro que siempre que Sandra se sentía enferma estaba convenci¬
que su reacción hacia la supervisora había sido una repeti¬ da de que él «andaba cerca». Cada vez que anunciaba su pre¬
ción de alguna otra experiencia anterior. sencia y achacábamos su sensación a algún acontecimiento
Seguí insistiendo, repitiendo las palabras que ella había desgraciado en concreto, veía más claro que estaba experi¬
usado, y poco a poco, durante el curso de varias sesiones, mentando de nuevo el antiguo terror que sentía por él, y éste
apareció el siguiente cuadro. Antes que nada, recordó que su gradualmente desaparecía. Cuando más espectacularmente
madre le había dicho que cuando era muy pequeña, quizás se «libró» de su padre fue tras la interpretación mágica por
de dos, o dos años y medio, gritaba histéricamente si la deja¬ Sandra de su premonición de un desastre. Llegó un día a la
ba a solas con su padre. Después tenía una imagen de la cara sesión en un estado de terror que se había vuelto raro por
de éste iluminada por la lámpara con los ojos fijos y enroje¬ entonces. Una prima suya había dado a luz, y a pesar de que
cidos y la cara inexpresiva. Recordaba un movimiento extra¬ tanto la madre como el niño estaban bien, el parto había si¬
ño, al que se refirió varias veces, muy exagerado y rígido, co¬ do extremadamente difícil. Lo que más inquietaba a Sandra
mo si empleara más energía de la que necesitaba. En esta no era la dificultad sino su propia predicción de lo que iba a
imagen, ella se recordaba en el suelo, mientras él se acerca¬ ocurrir. No me había dicho nada del embarazo porque temía
ba pero todavía algo alejado. También añadía una boca torci¬ que una revelación reforzara mágicamente la posibilidad de
da y sonidos guturales, pero no estaba segura de si esto se lo un desastre. Cuando exploré las verdaderas razones de su
estaba inventando. Esto fue todo lo que pudo recordar, y miedo, quedó claro a los ojos de Sandra que las condiciones
aún así, lo reprimía algunas veces. Su convicción de que su físicas anormales de su prima la habían llevado con toda ló¬
padre la mataría porque «él no sabría que era ella», prove¬ gica a predecir las dificultades. Se quedó totalmente anona¬
nía obviamente de alguna experiencia en la cual la violencia dada por esta simple explicación de causa-efecto que no te¬
de su padre parecía incontrolada pero no digirida específica¬ nía nada que ver con los poderes de su padre. Después de es¬
mente contra ella. ta sesión, afirmó que por primera vez sentía que su padre se
Poco a poco, a medida que Sandra se daba cuenta de la «había ido» realmente. Hasta su repentina desaparición, ella
relación entre las reapariciones de «las cosas de paño negro» no se había dado cuenta de la sensación constante y difícil
y el terror que le producía la gente que le recordaba a su pa¬ de definir que siempre la había acompañado. Ahora, por pri¬
dre, éstas desaparecieron. Fueron, sin embargo, reemplaza¬ mera vez, se sentía extraña y completamente relajada.
das por la sensación de la presencia real de su padre, impal¬ Aunque parezca casi inconcebible, la madre de Sandra
pable pero sin embargo allí. La interpretación de Sandra de era quizá todavía más aterrorizadora que su padre. A pesar
4

224 Dorothy Bloch La persistencia de lasfantasías infantiles en la vida adulta 225

de que Sandra estaba en un estado de ira continuo contra su sión como si no pudiera creer la realidad de sus impresiones
madre al comienzo del tratamiento, raramente le hablaba y y todavía menos su validez. Se acordaba de un incidente de su
se hacía la sorda a su continuo murmullo; después de que la primera infancia, cuando le había pedido a su madre que eli¬
ayudara a reducir la tensión entre ellas raramente hizo refe¬ giera el animal que le gustaría ser; su madre rápidamente
rencia a ella. Con el tiempo, comencé a sospechar que el si¬ había elegido un tigre para, en sus propias palabras, «poder
lencio de Sandra acerca de sus experiencias infantiles con su comerse a todo el mundo». Reveló que cualquier intento de
madre era la medida de su terror. aproximación a su madre para pedirle algo era recibido con
El recuerdo más antiguo que Sandra tenía de su madre un torrente de lágrimas que pronto la redujo al silencio.
era el de «una figura de cartón sonriente y brillante con un Cualquier tipo de queja o de referencia a un problema des¬
cuchillo de partir el pan en la mano». Más adelante añadió encadenaba una letanía de recuerdos de miserias y desas¬
que soplando detrás de esa figura había «vientos de fuerza tres que no terminaba hasta que la vida entera de su madre
huracanada que amenazaban con la destrucción». Algunos había sido puesta en evidencia. Si se provocaba su ira se
años después de esto añadió una imagen de sí misma cuando quedaba muda, emitiendo únicamente sonidos extraños.
era pequeña, sentada aterrorizada con la espalda contra la Al explorar la convicción de Sandra de que sus padres no
pared mientras la gigantesca figura de cartón brillante de su solamente querían matarla sino que realmente lo harían,
madre con el cuchillo de cortar el pan en la mano se desliza¬ descubrí que además de la respuesta de Sandra, los senti¬
ba por el suelo de la cocina. Sandra recordó entonces que mientos violentos de sus padres y las amenazas reales de vio¬
ése era un recuerdo real de su madre una vez que ésta per¬ lencia que experimentó por parte de ambos, había también
dió el control, cogió un cuchillo en presencia de Sandra y una serie de factores que desempeñaban un papel muy im¬
dio vueltas por la habitación haciendo gestos de cortar en el portante. Cuando verbalizó por primera vez su creencia de
aire. que sería asesinada, le sugerí que ella estaba convencida de
Sandra no tuvo nunca la menor duda de que su madre pu¬ que sus padres habían matado a su hermano. Se quedó sor¬
diera matarla. De la misma forma que estaba convencida de prendida por mi sugerencia, pero todavía más por no haber¬
que su padre lo haría «porque él no sabría que era ella», la rechazado inmediatamente; «sonaba» como si fuera cierto,
también sentía que su madre nunca lo haría de forma preme¬ a pesar de que había muerto en el hospital. Recordaba el ex¬
ditada, sino impulsivamente. Se mantenía especialmente traño sentimiento que experimentaba cuando su madre ha¬
atenta cuando su madre le lavaba la cabeza. En esas ocasio¬ blaba de su hermano. Estaba siempre enfermo y se quejaba
nes, temía que su madre le metiera la cabeza bajo el agua y mucho, y su madre describía cómo, cuando comenzó a ir a la
la mantuviera allí hasta que se ahogara. Siempre que su ma¬ escuela y algún tiempo después, insistía en que ella se que¬
dre salía a la calle para verla cruzar cuando Sandra era muy dara al otro lado de la puerta de su clase. Mientras contaba
pequeña, ésta suponía también que no lo hacía para prote¬ esto a Sandra, hablaba con enfado e ira, como si todavía le
gerla, sino con la esperanza de verla tirada en la calle, aplas¬ guardara rencor. Sandra estaba convencida de que su madre
tada bajo las ruedas de un coche. Durante años Sandra se ne¬ no lo quería y siempre se sentía incómoda cuando se refería
gó a comer ninguna comida preparada por su madre y limitó a él.
su dieta a ensaladas y conservas. Pensaba que su madre era Otro factor fundamental en su convicción de que sería
una bruja que podía convertir la felicidad en desastre. La asesinada estaba relacionado con la violencia existente en el
idea de lo que le agradaría a su madre evocaba inmediata¬ barrio de Chicago donde había crecido y con el número de
mente la imagen del mundo después de un bombardeo donde personas que conocía que habían sido realmente asesinadas.
no hubiera sobrevivido ningún ser humano. Respondiendo a mis preguntas, mencionó inmediatamente y
Sandra finalmente me relató esto con aire de incompren- sin ningún esfuerzo cuatro casos, lo que me hizo pensar que
226 Dorothy Btoch
La persistencia de tas fantasías infantiles en la vida adulta 227
podría recordar muchos más con el tiempo. El primero ocu¬
rrió cuando tenía cuatro años; el vecino de al lado, al cual vi¬ miedo de ser aplastada, de que las paredes se le cayeran en¬
sitaba a menudo, arrojó por la ventaja a su mujer mientras cima. Según hemos dicho anteriormente, había mencionado
que su madre le sacaba a relucir de vez en cuando la historia
estaba borracho y la mató. Después habían encontrado un
de que desde que tuvo un año vomitaba cada vez que veía los
hombre muerto en un callejón de enfrente. En la esquina un
pechos de su madre. A partir de esta historia, pude recons¬
hombre había matado a su mujer echándole ácido encima y
truir con ella la posible sensación de «aplastamiento» que
otro había matado a la suya a palos. No le parecía raro a
tal vez experimentara siendo un bebé bajo el peso de los pe¬
Sandra que las personas se mataran unas a otras.
Un tercer factor apareció en el curso de su tratamiento,
chos de su madre. Además me informó que cuando estaba
cuando ella y su madre se mudaron de una casa pequeña en enferma de pequeña muy a menudo dormía con su madre.
En esos casos se sentía aterrorizada de que su madre pudie¬
la ciudad a un apartamento y ella expresó su miedo a los
ra aplastarla al darse la vuelta. Como consecuencia de estas
edificios grandes. Dijo que cuando tenía cinco años había
presenciado cómo un edificio grande «temblaba». Hubo un exploraciones, ya no necesitó proyectar las sensaciones de
«aplastamiento» en las paredes. Los síntomas desaparecie¬
ruido muy fuerte, corrieron y llegaron a tiempo de ver los
ron, permitiendo a Sandra volver a la escuela y encontrar un
escombros. Otra vez, dos años más tarde, alguien anunció de
trabajo que le obligaba a permanecer muchas horas en la
repente que había un edificio a punto de derrumbarse, y de
misma habitación.
nuevo corrieron y llegaron cuando el polvo se estaba asen¬
Además de proyectar en el mundo los peligros que absor¬
tando. Justo antes de marcharse de Chicago, había ido a un
bía de sus padres, Sandra se defendía reduciendo su propia
restaurante al que no iba desde hacía algún tiempo, y se ha¬
bía encontrado con que también se había derrumbado. Esta¬ vulnerabilidad a los ataques. Lo conseguía fragmentando su
imagen de sí misma y, al igual que Janet, creando la fantasía
ba claro que los «edificios grandes» que asustaban a Sandra
de que era como una sombra, o incluso invisible. Al comien¬
eran vistos desde la perspectiva de la infancia y eran mucho
zo del tratamiento se hizo evidente que experimentaba una
más pequeños y endebles que el edificio de apartamentos de
ladrillos que ahora le inspiraba tanto terror. Una vez más, la gran ansiedad cuando era necesario que describiera a al¬
descripción detallada de las experiencias terroríficas de la guien, porque esto le obligaba a presentar una imagen unifi¬
infancia fue seguida de un cambio radical en las sensaciones cada de esa persona. Se reveló que la imagen de sí misma
que más le agradaba era el recuerdo de su reflejo resquebra¬
físicas de Sandra. Por primera vez, sentía el cuello y los
hombros relajados y sin tensión. jado y difuso en un espejo ennegrecido de su infancia. Más
De la misma forma que Sandra había respondido a los adelante, cuando llamé su atención sobre la naturaleza cui¬
sentimientos homicidas de su padre proyectándolos en un dadosamente restringida de sus comunicaciones, admitió
mundo habitado por «criaturas», «sombras» y «cosas de pa¬ que no solamente existían áreas que nunca discutiría conmi¬
ño negro», a todos los cuales «les gustaba especialmente ma¬ go, sino que además tenía la costumbre de omitir en todas
tar niños», y por «muertos» que andaban por la tierra a su sus relaciones alguna parte de su experiencia, por lo general
antojo, desarrolló otra fantasía que era la proyección de los distinta en cada caso, de forma que no hubiera ninguna per¬
sentimientos igualmente homicidas de su madre. Cuando vi¬ sona en el mundo con una idea completa de ella. Mientras no
no a verme por primera vez, dijo que uno de sus problemas existiera nadie «con todas las piezas», se sentía más segura
era su incapacidad para permanecer en una misma habita¬ de no ser destruida.
ción por algún tiempo, síntoma que realmente rigió su vida, La necesidad de engañarse a sí misma, que había tranfor¬
ya que determinó su elección de trabajo, así como el resto de mado a su padre en «un hombre dulce, indefenso y pasivo» y
sus actividades. Al investigar sus razones, se vio que tenía a ella en una «niña mala, antipática y de mal genio», la había
mantenido ocupada, de la misma forma que a Norma, en
228 Dorothy Btooh La persistencia de lasfantasías infantiles en la vida adulta 229

crear una imagen simultánea de su valía y de su falta de va¬ nar mínimamente, si había de colocar el mundo detrás de
lia. Para mantener reprimido su conocimiento de los senti¬ unas «paredes», éstas debían ser transparentes. Sin embar¬
mientos homicidas de sus padres, Sandra tenía que ocultar¬ go, su fragilidad era todavía más importante. Si se sentía im¬
se a sí misma los sentimientos igualmente homicidas que pulsada a cometer una atrocidad y a la vez deseaba impedir¬
aquéllos provocaban en ella. Para conseguirlo tenía que lo, lo mejor era colocar los objetos que deseaba destruir de¬
mantener un sentimiento de su propia valía. Sin embargo, la trás de algo tan fácil de romper como el cristal. Si conside¬
intensidad de esos sentimientos era de tal magnitud que pa¬ ramos que Sandra creaba esta fantasía cada vez que sentía
ra manejarlos tenía que recurrir a medidas extremas. La el impulso de matar, resulta evidente que su elección del
sensibilidad a las críticas que había servido a Norma y el cristal sólo podía estar destinada a ayudarla a controlarse.
«barniz» que había protegido a Janet no eran suficientes en De la información que me proporcionó Sandra durante
su caso. varias sesiones se deduce que esto no es pura especulación.
Sandra se defendía además del conocimiento de su pro¬ Aparentemente, los esfuerzos de Sandra por controlar su im¬
pia ira mediante dos sensaciones físicas alarmantes: «perder pulso de matar comenzaron a una edad muy temprana. Tan
el contacto» y experimentar el mundo a través de «paredes grande como su miedo a que su padre la matara, debió de
de cristal». Al comienzo de- su tratamiento me informó de ser el terror que sintió cuando se dio cuenta de que no sola¬
que no era consciente de lo que provocaba esos estados, que mente deseaba matarle, sino que, a pesar de su tamaño, po¬
podían durar de cinco a seis semanas. Cada vez que los sínto¬ día hacerlo con facilidad. Describía el terror que sentía cada
mas volvían, era posible achacar sus orígenes a alguna expe¬ vez que la enviaban a hacer compañía a su padre y lo encon¬
riencia especialmente enfurecedora, resultado inevitable de traba en un estado de estupor catatónico. Para despertarlo y
sus situaciones sociales cuidadosamente planeadas. Al estar que él disipara su miedo y jugara con ella, debía «darle pata¬
destinadas a reproducir lo más fielmente posible sus relacio¬ das, zarandearle y pellizcarle». En esos casos, empujada por
nes originales con sur padres, la mantenían en un estado de los sentimientos de miedo, frustración e impotencia, se sen¬
agitación continua. Pronto quedó claro que el mayor temor tía tentada muy a menudo de coger algún objeto pesado y
de Sandra era que su ira acumulada se hiciera incontrolable darle con él en la cabeza. El hecho de que nunca cayera en
y que matara. Su deseo de matar y su miedo de hacerlo eran esta tentación tal vez tuviera algo que ver con su posterior
en esas ocasiones tan intensos que necesitaban una fuerte creación de «paredes de cristal» cuando se sentía abrumada
represión, la cual conducía a la erradicación de todo senti¬ por un impulso similar de matar.
miento y le daba la sensación de «perder el contacto». Su elección del «cristal» parece tener también otras rami¬
No cabe la menor duda de que el hecho de experimentar ficaciones. En varias ocasiones, cuando intenté enfrentarla a
el mundo detrás de «paredes de cristal» cumplía una fun¬ la ira que la mantenía inmovilizada, comentó que sentía ga¬
ción similar: proteger el medio de sus impulsos homicidas. nas de «romper un cristal». El primer «cristal» que le vino a
El diccionario Webster define una pared como «una estruc¬ la mente fue el del escaparate de la tienda de caramelos de
tura [...] destinada a la defensa o a la seguridad». Si nos pre¬ sus padres en Chicago, pero ahí se terminaban sus asociacio¬
guntamos qué o a quién intentaba Sandra «defender» con nes. Por lo tanto, tenemos que especular que la tentación de
sus «paredes», sabemos, por el incidente que provocaba en desahogar la ira que sentía hacia sus padres cuando era una
cada ocasión su sensación de «paredes de cristal», que clara¬ niña tomó la forma de desear romper el escaparate de la
mente no era ella misma sino el «mundo». Pero, ¿por qué de tienda, siendo entonces reprimida. La facilidad con que po¬
«cristal»? Las dos propiedades más importantes del cristal día haberlo hecho nos recuerda la tentación similar que re¬
son su fragilidad y su transparencia. Aparentemente, ambas presentaba su padre e indica el grado de control que debió
eran necesarias para los propósitos de Sandra. Para funcio- de ejercer para contenerse. Por tanto es posible que más
230 Dorothy Bloch
La persistencia de lasfantasías infantiles en la vida adulta 23)

adelante, cada vez que sintiera un impulso igualmente irre¬ mentó determinado en que me quedé realmente sorprendida
sistible, evocara inconscientemente esa imagen anterior que por su relato de cómo había conseguido un diploma univer¬
había necesitado tanto control y por lo tanto mantuviera el sitario a pesar de su terror, comenté que su inteligencia era
«mundo» a salvo colocándolo detrás de «paredes de cristal». poco corriente. Durante varias semanas después de esto, vi¬
A medida que descubría y comprendía sus sentimientos vió en un estado de pánico que me advirtió del cuidado que
de ira con relación a sus causas, se establecía su derecho a debía tener al descubrir su sistema de autocngaño y al poner
sentirlos y su capacidad para tolerarlos. Al mismo tiempo en duda la fantasía de su identidad devaluada. Cuando salió
disminuía su necesidad de mantener unas relaciones que le de ese estado, las dos estuvimos de acuerdo en que «inteli¬
inspiraran tanta ira, con lo que se reducía también la canti¬ gencia» era una palabra fea, que debía ser evitada a toda
dad de ira a la que tenía que hacer frente. El primer síntoma costa.
en desaparecer fue la sensación de «paredes de cristal». Esto Sin embargo, cuando sus miedos disminuyeron y pudo
fue acompañado de una necesidad cada vez menos frecuente permitirse el lujo de ser inteligente, ocurrió algo que arrojó
de «perder el contacto» y por una duración menor de esos luz sobre todas sus revelaciones anteriores. Trabajaba en
períodos. Finalmente, después de unos dos años y medio, una guardería con un grupo de niños difíciles, a los cuales,
Sandra comentó con tristeza que ya no era capaz de conse¬ gracias a su gran intuición, podía manejar con gran habili¬
guirlo. Como mucho, cuando la ira la abrumaba, se sentía dad. Aunque cualquier problema le demostrara una y otra
«distante» y «lejana». vez que había encontrado la única forma posible de tratar¬
Al igual que en el caso de Norma, la necesidad que sentía los, seguía convencida de que no reunía las cualidades nece¬
Sandra de mantener su valía para ocultar los sentimientos sarias. Por ejemplo, había un niño que se resistía a todos sus
homicidas suscitados por sus padres iba acompañada por esfuerzos. Cuando sugerí que quizás el niño no debía estar
una idéntica necesidad de probar su falta de valía para justi¬ en una guardería, admitió rápidamente que por supuesto lo
ficar su percepción del odio de sus padres y su oculto deseo sabía, pero daba por sentado que si lo habían colocado en su
de matarla. Para crear esta imagen de falta de valía, Sandra grupo, ella debía ser capaz de encontrar la forma de tratar¬
había explicado en un principio la violencia paterna presen¬ lo. Cuando finalmente remitió el caso al director, el cual,
tándose a sí misma como «una niña mala, antipática y de después de consultarlo, admitió que tenía razón y recomen¬
mal genio». También insistía en que nunca hacía nada bien, dó que el niño fuera hospitalizado, Sandra experimentó una
y realmente sentía que siempre debía hacer algo distinto profunda conmoción. La idea de que «tenía razón», en la que
aunque no sabía muy bien qué. Aunque expresaba sus senti¬ convinieron no sólo el director sino todos los demás profeso¬
mientos con precisión, estaba convencida de que no tenía res, la sumió en un estado de desesperación. Si tenía razón,
sentido lo que decía. Su percepción extraordinariamente entonces lo que percibía en sus padres era cierto. La espe¬
precisa de los demás era rechazada como distorsión al me¬ ranza no expresada de que sus percepciones hubieran sido
nor contratiempo, siempre dispuesta a admitir que esto po¬ siempre equivocadas, de que en realidad sus padres no qui¬
nía en evidencia una vez más que algo no funcionaba bien en sieran realmente matarla, sino que su propia inutilidad hu¬
ella. También evitaba cualquier ocasión que pudiera estable¬ biera producido esta imagen y de que en algún momento no
cer su verdadera valía. Una vez, por sugerencia de un amigo, especificado, quizás cuando ya no fuera inútil, la imagen
escribió un artículo. Cuando un editor se ofreció inmediata¬ cambiaría y ellos le demostrarían el amor y los cuidados que
mente a publicarlo, dejó de escribir. había esperado, todo esto era imposible de mantener ahora.
La intensidad de su necesidad de mantener una imagen Sin embargo, existía una ramificación más en su empeño
devaluada de sí misma y la magnitud de lo que estaba en jue¬ en negar sus propias percepciones. La idea de que ella «de¬
go se pusieron de manifiesto en varias ocasiones. En un mo- bía ser capaz de encontrar la forma de tratarlo» le hizo re-
232 Dorothy Bloch La persistencia de lasfantasías infantiles en la vida adulta
233
¡
troceder a su padre y a su convicción de que era su falta de de sus energías a ocultar lo que sabía, fue capaz de recono¬
inteligencia lo que le impedia «encontrar la forma» de que cer sus orígenes en la represión de su conocimiento de que
su padre la quisiera. Se sentía plenamente responsable de su padre estaba «loco» y quería matarla, cosa que podía ad¬
sus estados de abstracción catatónica y razonaba que él no mitir ahora con toda libertad. Este nuevo conocimiento fue
«se iria» si la quisiera. Como no podía evitar que él se abs¬ acompañado de una extraña sensación de relajación. Toda la
trajera, para «acompañarle», intentó muy en serio abstraer¬ tensión que había mantenido su cuerpo en constante movi¬
se ella, pero nunca consiguió más que algún dolor de ca¬ miento desapareció. También se sintió liberada de la necesi¬
beza. Si hubiera sido inteligente, estaba convencida de que dad de «vigilar» a la gente. Al parecer, «saber» lo que sabía
habría descubierto la forma de acompañar a su padre o de significaba también «ver» lo que veía. Se hizo consciente de
mantenerle aquí. Admitir la inteligencia significaba por lo lo que ella llamaba «el fondo», es decir, su verdadera orien¬
tanto admitir la derrota y perder toda esperanza de superar tación en el espacio. Veía los objetos en vez de tropezar con
la abstracción para que él pudiera quererla. ellos. Desapareció la falta de coordinación que había acom¬
Sin embargo, hasta que se produjo otro incidente algunos pañado anteriormente todos sus movimientos. Su capacidad
meses más tarde, no reveló finalmente la intuición de San¬ de experimentar a un nivel más profundo el conocimiento de
dra para manejar sus propias percepciones los conocimien¬ que su padre estaba «loco» y había querido matarla definió
tos reprimidos contra su padre, liberándola del mundo de por fin la causa real del peligro haciéndola desaparecer del
fantasía en el que había vivido toda su vida y de la necesidad mundo. La fantasía de una dimensión irreal ya no era nece¬
de distorsionar su propia identidad. Durante varios años ha¬ saria. Por primera vez en su vida se sentía a salvo.
bía tenido amistad con un joven extremadamente perturba¬ A pesar de que el empeño de Sandra en demostrar a la
do, cuyas necesidades de cuidados eran bien conocidas. vez su valía y su falta de valía era presentado de la misma
Cualquier contacto prolongado con él era experimentado por forma enmascarada en que lo eran todos sus sentimientos,
ella como opresivo y le hacía achacar los sentimientos de quedó claro muy pronto en su tratamiento en qué consistía
culpabilidad que le infundía su antigua experiencia con su este empeño. Sus experiencias con sus padres la habían deja¬
padre. Al igual que en el caso de éste, el interés de su amigo do, a sus veinticinco años, un solo deseo consciente, el de ser
por crear un mundo de fantasía proporcionó los mejores mo¬ lo que ella llamaba una pelota. Sin embargo, a nivel incons¬
mentos de su amistad. Sin embargo, a medida que Sandra ciente, también trataba de estructurar sus relaciones con su
iba mejorando, encontraba cada vez más ihtolerable su com¬ madre para crear la ilusión de ser cuidada, siendo esto lo
pañía y lo veía cada vez menos. Un día él le presentó a un más cerca que podía llegar de sentirse querida. Al comienzo
amigo con el cual pensaba vivir. Durante la sesión en la cual de su análisis empecé a sospechar algún significado oculto
me habló de este encuentro, Sandra presentó sus impresiones en su forma de pagarme. Aunque a ella le pagaban por me¬
sobre las relaciones de su amigo de forma muy viva, pero sin ses, me tendía servicialmente mis honorarios al final de cada
darle ningún nombre. Cuando volvió a verle después de dos sesión. Cuando investigué, descubrí que estaba repitiendo
meses, lo encontró muy trastornado por la inminente ruptura conmigo un extraño ritual que obligaba a ejecutar a su ma-
de las relaciones, que describió abiertamente como homose¬ { dre. Ella le daba a su madre todo lo que ganaba, pero insis¬
xuales. Con gran sorpresa, Sandra se dio cuenta de que única¬ tía en que su madre le diera cada mañana el dinero justo pa-
mente después de que su amigo lo hubiera admitido podía ) ra el billete del metro y la comida.
ella reconocer su clara idea de la naturaleza de sus relacio¬ Que la fuerza subyacente a todas las defensas de Sandra
nes. A pesar de que lo sabía desde el primer momento, no se era su convicción de que su supervivencia dependía de la es¬
había permitido «saber que lo sabía». peranza de ganar un día el cariño de sus padres, quedó de¬
Cuando Sandra se dio cuenta de que dedicaba gran parte mostrado no solamente por su empeño en establecer tanto

J
i
234 Dorothy Bioch La persistencia de lasfantasias infantiles en la vida adulta 235
su valia como su falta de valía sino también por los desas¬ —como muerte— y sus esperados regresos como una renova¬
tres que amenazaban cuando este sistema de autoengaño pa¬ ción continua de la esperanza de que volviera su padre.
recía fallar. Al igual que en el caso de Norma, cada vez que Sin embargo, fue otra relación más satisfactoria la que se
su valía o su falta de valía corrían el riesgo de ser demostra¬ encargó de clarificar su persistente apego a un padre que la
das sin la menor duda, se manifestaba su deseo de morir. De llenaba de terror. Aunque se daba cuenta con tristeza de que
la misma forma que todos sus sentimientos eran cuidadosa¬ cuando intentaba acordarse de algún detalle afectuoso de él,
mente subestimados y enmascarados bajo términos como se convertía en pocos minutos en algo desagradable y ame¬
«grises», «nerviosos», «suaves», «sin rumbo» o «entumeci¬ nazador, no se aclaró el misterio hasta que un día, mientras
dos» y no eran nunca identificados como ira, desesperación, estaba haciendo el amor, se le apareció de repente la imagen
depresión o terror, sus deseos suicidas también estaban ca¬ de su padre llenándola de ira. Entonces recordó la excita¬
muflados. Varias veces, cuando su ira se hacía incontenible ción sexual que había experimentado siendo niña mientras
y amenazaba con revelar la imagen de su valía y poner al yacía en la cama con su padre una de las muchas tardes en
descubierto sus sentimientos homicidas hacia sus padres, que dormían la siesta juntos. Nada de lo que había experi¬
expresaba el deseo de «desvanecerse en el sofá», «atravesar mentado desde aquel momento le había hecho revivir la ma¬
las paredes», «flotar» o «desaparecer». Igualmente, ya ade¬ ravillosa sensación que había tenido en ese momento, de co¬
lantado su análisis, cuando su primer deseo real —encontrar sas maravillosas a punto de ocurrir, más allá de la realidad.

un trabajo que le interesara puso en peligro su imagen de La indignación que sintió ante su intrusión en su vida actual
falta de valía y, a la vez, el conocimiento reprimido de los y su interferencia en su placer disolvieron por fin el apego y
sentimientos homicidas de sus padres, habló de su deseo de la necesidad de resucitar su imagen. A partir de ese momen¬
«yacer en el fondo de una piscina». Cuando fue capaz de ad¬ to era libre para buscar relaciones adultas.
mitir tanto sus sentimientos como los de sus padres, sus sín¬ Como demostraron los casos de Norma y Janet, parece
tomas desaparecieron. haber una relación directa entre la intensidad del poder de
En un momento determinado del tratamiento de Sandra, destrucción del ambiente familiar y la amplitud de las fanta¬
en que los síntomas más significativos habían remitido o des¬ sías necesarias como defensas. Mientras que Norma fue ca¬
aparecido por completo, comencé a sospechar que había al¬ paz de crear un sistema de autoengaño que se mantuvo den¬
go más que terror en las reapariciones periódicas y persis¬ tro del marco de la realidad, Sandra, al igual que Janet, en¬
tentes de «las cosas de paño negro» y en la sensación de San¬ contró necesario crear defensas que le permitieran ir más
dra de la presencia de su padre. Quedó de manifiesto que re¬ allá de la realidad. En su caso, la intensidad de los senti¬
presentaban no solamente miedo sino también una profunda mientos violentos de sus padres y la existencia de incidentes
añoranza. Recordé la presentación inicial de su padre como reales que podían haber causado la muerte, produjeron un
un hombre «dulce e indefenso», pero no entendí la naturale¬ estado de terror de tal magnitud que al parecer sólo los sín¬
za y la profundidad de la relación con su padre hasta que no tomas de la esquizofrenia podían solucionarlo. Creó un mun¬
comenzó a exponer la relación que tenía en ese momento con do imaginario en el que proyectó el peligro que su padre re¬
un hombre. Había elegido un hombre al que, según dijo cla¬ presentaba, y atribuyó a distintas estructuras la amenaza de
ramente, no hubiera tolerado ni un minuto si hubiera tenido aplastamiento que temía de su madre. Para escapar del ata¬
miedo de que la matara. A pesar de todo, reconoció que su que, adoptó la ilusión de que era como una sombra o invisi¬
violencia reprimida y su silencio le recordaban lo suficiente¬ ble y se mantuvo continuamente en un estado de disponibili¬
mente a su padre como para poder recrear la ilusión de su dad, bien entrenando su cuerpo para estar siempre alerta,
presencia. También sentía sus frecuentes ausencias de la bien manteniéndose en movimiento para evitar convertirse
ciudad como había sentido la abstracción de su padre en un blanco. Planeaba no sólo sus actividades, sino también
236 Dorothy Block 13. EL MIEDO, LA FANTASIA Y LA ESPERANZA DE SER
AMADO
todas sus relaciones para escapar de lo que ella sentía como
un peligro inminente y siempre presente. Se defendía ade¬
más perdiendo el contacto o creando la sensación de estar
rodeada de paredes de cristal cada vez que se sentía abruma- ,
da por su ira. Con lo cual, no sólo aumentaba su sensación
de seguridad ocultándose la causa desencadenante de su ira
y por tanto evitando identificar a sus padres como esta cau¬
sa, sino que además les protegía de las posibles consecuen¬
cias.
El hecho de que el terror de su primera infancia hubiera Cuando contemplamos las fantasías aquí representadas, no
permanecido intacto se puede achacar tanto a su antigua in¬ podemos dejar de sentirnos impresionados por la magnitud
tensidad como a la idea que se había hecho de la muerte en de la lucha de los pacientes por ganar el cariño de sus pa¬
respuesta a la catatonía de su padre. Como siempre había dres como principal defensa contra su miedo al infanticidio.
pensado que estaba «muerto» cuando estaba abstraído, su De acuerdo con la intensidad de la violencia y del cariño, y
muerte real no le eliminó como fuente de terror. De la mis¬ con la incidencia de los acontecimientos traumáticos, todos
ma forma, el estado agitado de su madre, que, por la des¬ ellos tenían miedo, en diverso grado, de que sus padres les
cripción de Sandra, tenía el aspecto de una psicosis, se man¬ mataran o de matar ellos a sus padres, y ponían todas sus es¬
tuvo hasta algún tiempo después de que ésta comenzara su peranzas de seguir vivos en ser un día amados. Desde el
tratamiento: Sandra continuó, pues, necesitando siendo «monstruo» de Ellie hasta «las cosas de paño negro» de San¬
adulta las mismas fantasías defensivas que había necesitado dra, sus fantasías les servían no solamente para dominar el
cuando era pequeña. Cuando fue capaz de admitir que cono¬ terror, sino también para mantener, proyectando ese terror
cía tanto sus sentimientos como los de sus padres, y el hecho en criaturas imaginarias, una imagen idealizada de sus pa¬
de experimentarlos de nuevo le permitió separar el presente dres, de los cuales era entonces posible recibir cariño. El
del pasado, las fantasías que la habían defendido tanto de su «perro que no merecía ser una niña», el «niño que no había
miedo a ser asesinada por sus padres como del de matarlos salido del vientre de su madre», y la colección de «inútiles»
ella en respuesta, se terminaron. que de no serio habrían sido amados por sus «nobles» pa¬
dres, intentaban todos explicar y justificar su percepción de
los sentimientos hostiles y agresivos de sus padres echándo¬
se la culpa ellos. Su esperanza implícita de que, dado que
era su propia falta de valía la que había provocado esos sen¬
timientos, en cuanto ellos cambiaran y se convirtieran en
personas de valía serían amados, podemos encontrarla inclu¬
so en niños que intentaron suicidarse y en niños maltratados
que más adelante cometieron homicidios.
Esta ilusión los mantenía y a la vez perpetuaba su sufri¬
miento. Mi tratamiento de pacientes adultos revela que fre¬
cuentemente llenaba toda su vida, eclipsando la realidad y el
tiempo. A su servicio, la infancia continuaba siendo la razón
de su existencia, la vida era eterna y la edad no tenía ningún
significado. Los años pasados eran advertidos confusamente
238 Dorothy Btoch E1miedo, lafantasía y la esperanza de ser amado
239

y la realidad de la misma muerte apenas calaba en su con¬ ficado, era incapaz de comprender lo que ella describía co¬
ciencia. Incluso el conocimiento final de que sus padres ha¬ mo un «fenómeno». Sus recuerdos de cómo se permitía dis¬
bían muerto era enterrado cuidadosamente para que la su¬ frutar a través de otros de experiencias que daban placer a
pervivencia, que era experimentada todavía como dependien¬ esas personas continuaron apareciendo hasta que un día,
te de su cariño, no se viera amenazada. con gran sorpresa por su parte, se encontró escribiendo:
La esperanza de ser amados era una parte tan esencial de «Esto es lo que yo querría si fuera una persona como Ada».
su defensa que, para preservarla, creaban un sistema de Otro párrafo lo define más claramente. Después de haber
autoengaño que implicaba la distorsión de las identidades de estado pintando toda una tarde, abrumada por sentimientos
sus padres y de las suyas propias, sistema que mantenían de soledad escribió.
por medio de la fantasía. Su seguridad les exigía buscar den¬ \

tro de ellos mismos las causas de la ira, del odio o del deseo De repente fui consciente de una presencia que ha continuado obse¬
de infanticidio de sus padres. Esa necesidad, junto con su sionándome, imponiéndose su angustia y su atormentadora autone-
forma mágica de pensar, hacía inevitable que crearan una gación. No creo que pueda captar con exactitud las cualidades o el
imagen de ellos que justificara y explicara esos sentimien¬ contenido de ese dolor. Pienso en él como en una criatura, defen¬
diéndose con una sonrisa, detrás de la cual se esconde, en súplica y
tos. Este proceso, tan dramáticamente representado por
terror, sin sangre ni cuerpo, una sombra que sólo tiene el contorno,
Ellie a sus tres años y medio con su «no me gusta pensar que
soy una jirafa», se revelaba en cada caso como el método


la apariencia, de una sustancia viviente. Lo niega todo el pensa¬
miento, el sentimiento, la creatividad y se acepta como otra cosa,
adoptado por la psique para procurarse seguridad. La per¬ ajena no en el sentido de ser extraña o extranjera, de pertenecer a
cepción de Janet de que sus padres la odiaban y deseaban algún páís o pueblo lejano, sino en el de no tener conexión con ningún
matarla encontró esta justificación: «¿Quién ama?», pregun¬ sitio, no ser. A través de los años, he tenido de vez en cuando intui¬
taba. «Yo no, yo no amo a nadie. Y nadie me ama a mí. ¿Por ciones de este otro estado, de la distancia que, dentro de la magni¬
qué habrían de hacerlo? ¡No hay más que ver lo que soy!». Pa¬ tud de sus dimensiones, había transformado la cantidad en cualidad
ra fomentar su autoengaño, las personas atractivas insistían a y producido otro ser que sólo podía escuchar y observar y gozar de
menudo en que eran feas, las valientes en que eran cobardes, los placeres ordinarios, del cotidiano vivir en el mundo de las per¬
sonas ordinarias, a través de otras personas. Estar rodeada de ca¬
las generosas y compasivas en que eran tacañas v crueles; riño y calor, la celebración de una familia: ¿Cómo podia una perso¬
las personas con una gran inteligencia consideraban que na así concebir siquiera que existiera conexión entre ella y esas
eran mediocres y los niños, inevitablemente, que eran «ma¬ pruebas de ser humano?
los».
La última avanzada de este sistema de autoengaño, con la Si consideramos los sentimientos de enajenación de los ni¬
depreciación de la propia imagen en la lucha por ganarse el ños maltratados por sus padres, podemos ver la similitud
cariño, debe ser con toda seguridad la fantasía de «no ser existente entre su respuesta y la de Norma. Según ésta, ios
humano». Esta fantasía fue usada por varios de mis pacien¬ factores más importantes para establecer su identidad «in¬
tes como defensa contra su percepción del odio de sus pa¬ humana» era el insondable sentimiento de humillación y la
dres. En todos los casos presentados aquí, el rechazo estaba inalterable sensación de impotencia resultantes de la forma
reforzado por distintos grados de violencia. Norma recordó abusiva en que la trataba su hermano, el cual contaba, según
que tenía entre cinco y siete años cuando fue consciente por ella creía, con el beneplácito de su madre.
primera vez de su identidad «inhumana», que mantuvo hasta Aunque la fantasía de Norma de una identidad «inhuma¬
bien adelantado su análisis. A pesar de que nunca había olvi¬ na» se mantuvo en el inconsciente hasta muy avanzado su
dado las pocas veces que la fantasía había aparecido durante análisis, en el caso de Patty fue representada una fantasía si¬
su vida y todavía continuaba especulando acerca de su signi- milar. Al recordar mi primera impresión de ella, moviendo
240 Dorothy Bloch El miedo, lofantasía y ¡a esperanza de ser amado
241

los pies como un robot cuando caminaba por el pasillo hacia nado, una fantasía que simplemente devalúe su yo e idealice
el cuarto de jugar mientras pronunciaba un torrente de pala¬ a sus padres no es suficiente. En condiciones de un terror
bras en un tono artificial curiosamente agudo, y luego, una extremado, cuando la vida parece repentinamente estar en
vez sentada, bajando la nariz hasta la hoja de papel como si peligro, se representa la fantasía de una identidad diferente.
ésa fuera la distancia normal para leer o escribir, parece cla¬ Cuando Larry vio a su padre pegar a su madre y derribar va¬
ro que estaba respondiendo al trato de sus padres represen¬ rios objetos se sintió tan amenazado que inmediatamente «se
tando la identidad que ella creía que justificaba y explicaba convirtió» en el personaje todopoderoso que había visto en
todo. Su convicción de que era «inhumana» la defendía de su la televisión. Superratón no se quedó en mera fantasía sino
miedo a ser asesinada dándole la esperanza de que cuando que fue representado y adoptado como una nueva identidad
se volviera «humana» sería amada. Su incapacidad de resol¬ cuando la ya considerable sensación de peligro creada por el
ver la fantasía del «perro que no merecía ser una niña» con¬ ambiente violento y falto de cariño fue reforzada inconmen¬
virtiéndose en una «niña» sugiere que era consciente de que surablemente por la escena de violencia que le convenció de
su lucha era casi desesperada. que le matarían. El terror de los cuatro niños que insistían
También es posible que Bill Hierens, que fue brutalmente en pertenecer al sexo opuesto había sobrepasado también el
maltratado durante su infancia y mató luego a tres personas, punto en el que una identidad fantástica basta como defen¬
estuviera representando una identidad «inhumana». El he¬ sa. Como en el caso de Larry, cuando algún incidente extre¬
cho de que se sentía «inhumano» queda demostrado en el si¬ madamente amenazador derribó las defensas que ellos ha¬
guiente párrafo de su diario: «¿Quién soy exactamente? ¿Es¬ bían creado para conseguir una sensación de seguridad den¬
toy empezando a preguntármelo. Al fin y al cabo, podría ser tro de lo que ya experimentaban como una situación peligro¬
humano como lo son los demás, pero en mi interior me río sa, la identidad fantástica fue representada.
sólo de pensarlo. Otros parecen muy superiores. Sencilla¬ En la mayoría de los pacientes, el autoengaño afectaba
mente, pienso que soy un gusano [...] Condenado idiota. Todo únicamente a la realidad psicológica. Sin embargo, en casos
lo que me puedo preguntar es por qué demonios vives. Tú de terror extremo, la percepción de la realidad física parecía
eres una de las personas más indignas que he conocido capa¬ sufrir un cambio. El grito de Ellie: «¡Ayúdame! ¡Estoy des¬
ces de vivir»1. apareciendo!» y su aviso de que los objetos estaban también
En esta imagen de sí mismo está implícita la esperanza «desapareciendo» tuvieron lugar durante un período en el
de que si fuera humano, sería amado. Por lo tanto, supongo cual el terror había aumentado. Existe también un indicio de
que su rechazo de esa posibilidad le servía de defensa contra una distorsión similar en el anuncio de Larry de que Super¬
su percepción de que incluso aunque consiguiera su propósi¬ ratón estaba «sentado en su hombro». Tanto Janet como
to, sus padres seguirían sin quererle. De la misma forma que Sandra reaccionaron a escenas de violencia creando y vivien¬
Jonny fracasaba en todas sus carreras para mantener la fan¬ do la ilusión de que eran invisibles. Norma se defendía con
tasía de que su madre le encontraría, Hierens necesitaba la fantasía de que llevaba dentro de ella la puerta de la azo¬
crear, posiblemente probar, que era «inhumano» para justi¬ tea, la cual estaba protegida todo el tiempo por el enano jo¬
ficar el trato salvaje que sus padres le habían dado y mante¬ vial. Cuando la carrera de canto de Jonny estaba alcanzando
ner la esperanza de ser finalmente amado. un nivel que le permitiría actuar en público, obligándole a
Como demostró Patty y como sugiere la experiencia de exponer su fantasía de que su madre lo encontraría y lo re¬
Bill Hierens, en los casos en que la exposición a la violencia conocería, creó dentro de sí la «señora del hacha», cuya fun¬
aumenta el terror de los niños más allá de un nivel determi- ción era defenderle desbaratando sus esfuerzos y de esta ma¬
nera mantener la fantasía.
i Lucy Freeman, Before Ikill more, Nueva York, Crown, 1955.
En muchos pacientes, la distorsión de la percepción de la
El miedo, lafantasía y la esperanza de ser amado 243
242 Dorothy Block
jo de las actitudes de los padres o una forma de contentarlos
realidad física no se limitaba únicamente a la imagen corpo¬ colmando sus expectativas que lo que ocurría cuando la fan¬
ral. Cuando la intensidad del terror se hacía todavía mayor, tasía fallaba y dejaba al descubierto el autoengaño. La espe¬
la percepción del medio físico sufría también un cambio. Ja¬ ranza de ser amados finalmente parecía derrumbarse y apa¬
net describía sus sensaciones de esta manera: «Cuando dejo recían pensamientos y deseos suicidas e incluso en algunos
que todo me asuste, como la soledad y la irrealidad de la casos actos suicidas. Aunque todos los pacientes con tenden¬
amistad, me pierdo en un pánico que aparece de forma sal¬ cias suicidas descritos aquí habían experimentado algún tipo
vaje, y grito, y río, y me siento enferma y vacía, y todo pare¬ de amor, eran también víctimas de la violencia de uno de los
ce hecho de cartón piedra y no me puedo fiar de nada [...]». A padres, o de un hermano mayor o de lo que ellos experimen¬
pesar de que lo único que podemos hacer es especular, es taban como la «sociedad». También existen pruebas de que
posible que las figuras de «cartón piedra» la asustaran me¬ algunos de ellos elegían el suicidio para evitar el homicidio.
nos que las reales. Después de que el terror que sentía Cuando laí defensas de Ellie comenzaron a ceder bajo el
Danny disminuyera considerablemente, se expresó sobre bombardeo de la violencia creciente de su padre y de la de¬
el período anterior de esta forma: «Todo el mundo estaba presión cada vez más profunda de su madre, sus fantasías se
fingiendo. Tú no eras Dorothy Bloch. Había personas que se hicieron cada vez más suicidas, culminando con su declara¬
hacían pasar por mis padres». ción a los cuatro años: «Estoy muerta y estoy en el fondo del
También el terror de Sandra se puede medir por la forma pozo». Danny comenzó el tratamiento a los cinco años en un
en que se vio alterada su percepción del medio. «Las som¬ estado suicida, y pasaron dos años antes de que su terror
bras negras, delgadas como el papel» las «criaturas que ha¬ disminuyera y su ira se liberase lo suficiente como para que
bitaban bajo la tierra», las «cosas de paño negro que podían pudiera resolverse.
atacar por sorpresa», a todas las cuales «les gustaba espe¬ Aunque es difícil señalar el momento exacto en que co¬
cialmente matar niños», estaban presentes cuando tenía cua¬ menzaron las fantasías de Norma, era consciente de ellas a
tro años. Cuando intenté establecer hasta qué punto eran los dieciséis años y explicaba que eran parte habitual de sus
reales «las cosas de paño negro», Sandra dijo que era como sueños después de su divorcio. El caractér protector de su
si pudiera verlas «con el rabillo del ojo». También dijo que, fantasía —que era su falta de valía la que había hecho que
cuando era una niña «vio» varios objetos de la habitación to¬ su madre la odiara y que sería amada tan pronto cambiara—
mar formas extrañas y «moverse». En la época en que co¬ quedaba demostrado cada vez que una crítica insoportable
menzó su tratamiento, su percepción del tiempo y el espacio amenazaba con establecer sin la menor duda su falta de valía
se había vuelto poco fiable, las paredes amenazaban con borrando toda experanza de valer algún día lo suficiente co¬
«aplastarla», periódicamente experimentaba sensaciones de mo para ser amada. Fue entonces cuando la repentina pre¬
«pérdida del contacto» y «paredes de cristal» y su visión re¬ sión para dejarse llevar por sus impulsos suicidas le hizo so¬
gistraba «vibraciones» donde no existían. No podemos decir meterse a tratamiento. Al igual que en los demás pacientes
si esas sensaciones físicas servían únicamente como defensa con tendencias suicidas citados en estas páginas, los violen¬
psicológica o si también representaban la respuesta del tos malos tratos habían sido un elemento dominante en su vi¬
cuerpo a un terror excesivo. Con la disminución del terror da. Aunque los había experimentado principalmente en rela¬
de Sandra y la aparición de sus recuerdos sobre la violencia ción con su hermano, el hecho de que su madre no la prote¬
homicida de sus padres y de su propia respuesta homicida, giera la había convencido de que su hermano se limitaba a
las sensaciones físicas desaparecieron. ejecutar los desos de su madre. Tampoco podemos pasar por
Todo esto significa que la psique trataba de defenderse alto la posibilidad de que su preocupación por el suicidio
del miedo al infanticidio para sobrevivir. Nada ponía más en pudiera ser una forma de defensa contra la creciente intensi-
duda la idea de que la devaluación del yo era un mero refle-

k
244 Dorothy Btoch El miedo, lafantasía y la esperanza de ser amado 245

dad de su ira y los impulsos homicidas provocados por esos A pesar de sus problemas emocionales, los padres de Do¬
ataques. nald querían a sus hijos. Aunque el padre de Donald proyec¬
En el caso de Donald, que intentó realmente suicidarse, tó en su hijo el odio que sentía hacia su hermano mayor, de¬
la envergadura de su empeño en asegurarse el amor como bía ser obvio para Donald que su padre era un hombre hon¬
defensa contra la violencia y el miedo tanto a ser asesinado rado y bienintencionado y que tenía también buenos senti¬
como a asesinar es todavía más visible. Es posible que, al ser mientos. También su madre, a pesar de su reserva y de la
la violencia que experimentaba administrada directamente clara hostilidad que ocultaba tras su modesta fachada, que¬
por su padre, tuviera que enfrentarse más directamente a la ría lo mejor para sus hijos y lo demostraba con su dedica¬
cuestión que preocupaba a Norma: ¿merezco vivir? Los fac¬ ción, ineficaz pero resuelta, a sus necesidades. A pesar de es¬
tores que habían permitido a Norma continuar debatiendo el to, su incapacidad de comunicar el amor necesario para per¬
asunto y acudir ai análisis cuando parecía estarse acercando suadir a Donald de que merecía vivir le privó prácticamente
a una respuesta negativa, no estaban presentes en el mismo de toda esperanza cuando la violencia de su padre le conven¬
grado en la situación de Donald. La alegría de ser querida por ció de que éste no le querría jamás. Sin embargo, dado que
su padre, que se acabó cuando ella tenía seis años, se convirtió el intento suicida de Donald no tuvo éxito, podemos suponer
en un recurso para Norma durante los años posteriores. Al que no había perdido por completo la esperanza de ser ama¬
examinar el vacío real de su vida durante su análisis, se refirió do y que ser encontrado a tiempo tal vez fuera una parte in¬
a la fantasía protectora que le había ayudado a mantenerse consciente de su plan y representar un último y desesperado
como «estar dando vueltas en una bruma de ser amada que esfuerzo por ganarse el cariño y, como se vio, fue muy efi¬
no tenía ninguna base concreta en la realidad». Aunque exis¬ caz. Sus padres se conmovieron profundamente, lo sometie¬
ten pocas pruebas de que Donald pasara por una experiencia ron a tratamiento y examinaron, con la intención de cam¬
similar el derrumbamiento de sus esperanzas de ganarse el biar, la forma de relacionarse con Donald, que pudiera ha¬
cariño de su padre que siguió al ataque especialmente vio¬ ber precipitado su acción.
lento de éste y le condujo a su intento de suicidio, sugiere, Por el contrario, los padres de los niños maltratados que
por su misma preocupación por ganarse ese cariño, que ha¬ estaban preocupados por controlar sus impulsos homicidas,
bía experimentado alguna vez sentimientos cariñosos. tenían unas cualidades muy diferentes y se asemejaban en
El grado de violencia y de amor parecía ser decisivo para dos aspectos a los padres de las personas que habían cometi¬
determinar que el suicidio se limitara a la fantasía o se lleva¬ do asesinatos. No solamente uno de los padres maltrataba fí¬
ra a la práctica, sino también que un niño se preocupara por sicamente al niño, sino que en todos los casos el otro padre
sus impulsos suicidas o por sus impulsos homicidas. Los ni¬ era reservado o aparentemente frío e indiferente, preocupa¬
ños que se sentían dominados por deseos o impulsos homici¬ do por si mismo o estaba ausente. En ninguno de los casos
das habían sido víctimas de la violencia en un medio donde se sentían los niños queridos por alguno de los padres. A di¬
había muy poca evidencia de cariño e inhibían toda fantasía ferencia de Norma, que consideraba a su madre «noble», o
por miedo a perder el control y matar. La importancia de los de Donald, que obviamente sentía que el cariño de su padre
sentimientos de cariño queda clara en cuanto miramos con era deseable aunque no pudiera conseguirlo, en esos otros
atención las diferencias entre los ambientes familiares de los niños el padre abusivo y odioso no parecía ser digno-de res¬
pacientes suicidas y de los homicidas. Si comparamos a los peto, y en algunos casos «no merecía vivir», y el otro padre
padres de Donald con los de los niños maltratados que se parecía, todo lo más, pasivo o neutral. La reacción de esos
sentían preocupados por sus impulsos homicidas, nos dare¬ niños a la violencia de los padres queda demostrada por el
mos cuenta del decisivo papel desempeñado por los padres
comentario de Alan, que a los siete años y medio manifes¬
en cada caso. to, después de uno de los brutales ataques de su madre: «Mi
246 Dorothy Block El miedo, lafantasía y ¡a esperanza de ser amado 247

madre está intentando que me convierta en un asesino». vido recuerdo que Jonny tenía de haber sido querido por sus
A este respecto, surgió una cuestión interesante con rela¬ primeros padres adoptivos, así como los cuidados y la preo¬
ción a Donald. Cuando conseguí ayudarle a liberar y a cam¬ cupación de sus últimos padres adoptivos pueden también
biar la dirección de sus sentimientos agresivos, Donald co¬ explicar tanto el repetido fallo de sus intentos de matarse
menzó a verbalizar e intentar realizar su deseo de matarme, como el hecho de convertirse a sí mismo en el blanco de su
asegurando que yo «no merecía vivir». No hay duda de que agresión.
estaba transfiriendo a mí la ira acumulada que sentía hacia Seria difícil subestimar la importancia de las diferencias
su padre, y expresaba hacia mí exactamente los mismos sen¬ en la elección del blanco para sus sentimientos agresivos ex¬
timientos que Louis había verbalizado acerca de su madre. presados por Jonny, Donald y otros pacientes con tendencias
El cambio de dirección de la agresión de Donald sugiere la suicidas, por un lado, y Louis, por el otro. El funcionamiento
posibilidad de que su impulso suicida, al igual que el de Nor¬ de un sistema de autoengaño basado en la fantasía, que de¬
ma, fuera una defensa contra su impulso de matar, en este fiende al niño de su miedo al infanticidio achacando los sen¬
caso, a su padre. timientos hostiles de los padres a su falta de valía era toda¬
He encontrado un fenómeno similar en otros pacientes. vía visible en los primeros, lo que implicaba que su esperan¬
Dos pacientes adultos me informaron de que después de si¬ za de ser finalmente amados seguía viva y por tanto tal vez
tuaciones enfurecedoras con sus madres, que al parecer des¬ fuera un factor decisivo en su decisión inconsciente de volver
pertaron en ellos deseos de matar, sintieron impulsos suici¬ su agresión contra ellos mismos. Louis, por el contrario, aban¬
das. Después de escuchar los ataques velados de una pacien¬ donado y maltratado por sus padres, parecía haber abandona¬
te adulta a sus padres, sugerí cuando se acababa la sesión do toda esperanza de que su madre le quisiera alguna vez. No
qué en ese momento estaba muy enfadada y le gustaría ma¬ mantenía en secreto el odio que sentía hacia ella y racionaliza¬
tar a alguien, encontrándome en la siguiente sesión con que ba su deseo de matarla como una forma de mejorar el mundo.
expresaba su total acuerdo con mi comentario y comenzaba Sin embargo, a pesar de las apariencias, existen razones
a hablar de selbst-mord, y a extenderse sobre lo que ella su¬ para creer que nunca desaparece por completo la esperanza
ponía que yo había dicho: que tenía tendencias suicidas. de ser finalmente amados. En los niños que inhibieron toda
En el caso de Jonny, que citó catorce intentos fallidos de i fantasía e incluso cometieron asesinatos, no podemos descar¬
suicidio en un breve período en el que el rechazo de su mu¬ tar la posibilidad de que todavía hubiera un resto de fantasía
jer había reactivado su antigua respuesta al abandono de su de una imagen despreciada de sí mismos con un oculto objeti¬
madre, pudo haber también un cambio en la dirección de su vo: ganarse el cariño. Incluso en casos extremos en los que no
ira. «Cuesta creer», escribía, «que yo pueda odiarme tanto y había recuerdo de haber sido querido, es posible que la ex¬
sin embargo saber que no soy una mala persona. La culpa de periencia infantil de haber sido cuidado funcionara todavía
todo la tiene la falta de cariño. El niño que dice que quizás como una fuerza que ayudaba a los pacientes a mantenerse
la razón por la cual no soy querido es que no me lo merezco, vivos. Es muy raro el individuo que no tiene por lo menos
que no soy bueno». A pesar de que esa había sido su explica¬ ese recurso. Podemos suponer que es esa primera experien¬
ción de que su madre le abandonara al nacer, la antigua ex¬ cia la que habitualmente permite que el procesó analítico
periencia de sentirse querido por sus primeros padres adop¬ funcione tan eficazmente a pesar de la incidencia de trau¬
tivos era su marco de referencia y suministró la estructura mas posteriores y de la exposición a ambientes violentos y
de la fantasía que le sostuvo hasta que el tratamiento analíti¬ esencialmente hostiles.
co le ayudó a resolver su problema. Al igual que la influen¬ Su eficacia puede ser medida por lo que nos enseña la ex¬
cia fortalecedora del recuerdo que Norma tenía del cariño periencia de Janet, la cual puede ofrecer un final apropiado
de su padre durante los primeros seis años de su vida, el ví- a esta presentación del terror al infanticidio en el que vivían
248 Dorothy Bloch 14. HACIA UNA SOCIEDAD MADURA

estos pacientes y de su valiente lucha por defenderse mante¬


niendo la esperanza de ser amados mediante un complejo
sistema de autoengaño y fantasía. Al igual que los demás pa¬
cientes citados aquí, se culpaba a sí misma de los sentimien¬
tos de sus padres y se enfrentaba al rechazo de éstos y a la
violencia que formaba parte de su vida diaria, concibiéndose
como «inhumana», «un error [...] un gran pulpo que crece, al
que nadie quiere, odiado y odioso». Es un homenaje tanto a
la fortaleza de la psique como a la ayuda terapéutica propor¬
cionada por el tratamiento psicoanalítico el hecho de que Cuando consideramos el autoengaño y las fantasías con que
pudiera superar irnos obstáculos tan formidables y se en¬ los niños presentados aquí se defendían de su miedo al in¬
frentara a su imagen depreciada y escribiera: «Estoy descu¬ fanticidio y mantenían su esperanza de ser finalmente ama¬
briendo con infinito alivio que soy una persona [...] Y tam¬ dos, no podemos dejar de señalar la similitud de la dinámica
bién estoy viva [...] siento las cosas y me estoy haciendo una en todos los casos. Ya recurrieran a la depresión, a la psico¬
idea de lo que significa ser humana, que es lo que soy, y es sis, a la esquizofrenia o a la homosexualidad, todos ellos par¬
bueno saberlo». ticipaban de la misma lucha; sólo variaban las dimensiones.
La nomenclatura generalmente aplicada es importante úni¬
camente porque indica la gravedad de la amenaza a la que el
niño se sentía expuesto y la extensión de la sintomatología
que por consiguiente necesitaba. Ya fueran constitucionales
o hereditarios los factores que pudieran intervenir, el niño
respondía a las manifestaciones de odio o de cariño de su
ambiente familiar creando un armazón psicológico para él
que aumentara su sensación de seguridad.
Por la información que hemos podido reunir sobre los pa¬
dres de esos niños, los traumas de su propia infancia pare¬
cían haber sido trasladados más tarde a los traumas de la
paternidad. La sociedad apenas les había ofrecido algo que
pudiera haberles permitido comprender suficientemente sus
propios sentimientos o aliviar suficientemente sus proble¬
mas emocionales para poder enfrentarse a las dificultades
de sus hijos. Los sentimientos agresivos y violentos hereda¬
dos de su infancia, ya fueran reprimidos o expresados, en¬
contraban frecuentemente un blanco perfecto en sus hijos.
Aunque existen desde hace tiempo conocimientos que pue¬
den romper la cadena de los traumas psicológicos transmiti¬
dos de una generación a otra, no están al alcance de la mayo¬
ría de las personas.
Las razones de esto son más complejas que la explicación
habitual de la distancia existente entre los conocimientos y
250 Dorothy Bloch
Hacia una sociedad madura 251
su aplicación. No hace demasiados años, el estigma que lle¬
vaba consigo el psicoanálisis hacía que los pacientes fueran de más fácil solución. Se está haciendo cada vez más eviden¬
sospechosos de locura o anormalidad y a menudo daba lugar te que la escuela puede ser el lugar donde el niño adquiera
a que se mantuviera en secreto cualquier participación en él. el juicio emocional que necesita para convertirse en un ser
Cuando se empezó a conocer su eficacia, su costo prohibiti¬ humano maduro y eficaz con capacidad para gozar de las re¬
vo lo restringió automáticamente a una minoría. Diversas laciones importantes de su vida, incluida la paternidad. Si
instituciones sociales intentaron entonces poner el asesora- los maestros fueran educados para desempeñar ese papel o
miento psicoanalítico al alcance de las personas más pobres los terapeutas profesionales realizaran sesiones de terapia
y una versión considerablemente diluida de sus principios de grupo como parte regular del programa de estudios, la es¬
penetró en las escuelas en forma de orientación psicopeda- cuela sería el centro natural para impartir lo que ahora se
gógica. Durante ese período, en general se pensaba que úni¬ conoce como «educación emocional». Si consideramos que el
camente los niños con graves problemas necesitaban ayuda.
concepto original de educación como «aprendizaje a base de
Aun ahora, en la mayoría de las escuelas, únicamente aque¬ libros» se ha ampliado hasta incluir la educación preescolar,
llos niños cuyos problemas emocionales han afectado grave¬ la educación física, el arte y la teoría de Dewey de «aprender
mente a su capacidad de aprender o funcionar en armonía
haciendo», no es demasiado aventurado imaginar un futuro
con el medio escolar son considerados candidatos para reci¬ en el que la educación emocional sea parte integrante de la
bir la ayuda disponible. Para el resto de la población esco¬ experiencia escolar.
lar, es poco lo que se ha previsto. El obstáculo más serio está en otro lugar. En un tiempo
Sólo recientemente, un gran número de observadores, sin en que las tensiones aumentan, el presupuesto para progra¬
definir lo que cada vez es más evidente —que la mayoría de mas mínimos de orientación psicopedagógica en un sistema
las formas de «enfermedad» emocional son simples manifes¬ escolar tan acosado por los problemas como Nueva York ha
taciones del funcionamiento de la mente bajo distintos gra¬ sido reducido hasta un nivel simbólico. El primer avance im¬
dos de tensión— , han aceptado la posibilidad de que el trata¬ portante en el reconocimiento de la importancia de satisfa¬
miento psicoanalítico pueda ser aplicado umversalmente. Si cer las necesidades emocionales de los niños en edad prees¬
tenemos en cuenta la complejidad del desarrollo psíquico
colar, el programa Head Start, financiado con fondos federa¬
les, fue suprimido antes de que pudiera demostrar al públi¬
—la forma mágica de pensar con que el niño sale de la infan¬ co su absoluta necesidad. El costo de esta negligencia ha de
cia, sus sentimientos de omnipotencia y su asunción de la
responsabilidad de todos los acontecimientos traumáticos, llevar inevitablemente a un cambio de prioridades, a la exi¬
su miedo al infanticidio y su sistema de autoengaño que exi¬ gencia pública de que los fondos destinados a la destrucción
ge que idealice la imagen de sus padres y devalúe la suya de seres humanos sean dedicados en su lugar al desarrollo
propia— , la idea de que todo el mundo puede necesitar ayu¬ de éstos. Entonces podremos soñar con una sociedad donde
da a la hora de establecer su verdadera identidad es indiscu¬ los niños no necesiten consumirse en su autodepreciación,
tible. sino que disfruten de su verdadera identidad, con todos los
Es posible que se acerque el día en que la dificultad no beneficios para la humanidad que automáticamente se deri¬
consista ya en reconocer la necesidad sino en encontrar los varían de esa maduración de la sociedad.
medios de satisfacerla. El problema tiene al parecer dos as¬
pectos. Uno se refiere a los valores de nuestra sociedad y a
su capacidad para reconocer la importancia de la salud emo¬
cional; el otro, al método práctico de proporcionar ayuda
psicoanalítica a escala masiva. De los dos, este último es el

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