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HUASIPUNGO

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Autor: Jorge Icaza, narrador, dramaturgo y diplomático; 1906-1978.

Otras obras: Barro en la sierra, Seis relatos (novelas); En las calles, Cholos, Medía
vida, deslumbrados, Seis veces la muerte, El chulla Romero Flores (cuentos);
Atrapados (tríptico); y numerosas obras teatrales.

Género y corriente: Novela indigenista.

Estructura: Se divide en 23 secciones.

Sinopsis: La hija de Alfonso Pereira, dueño de Cuchitambo —la hacienda donde


transcurre la acción—, va a ser madre. El padre busca entre las indias una nana
para el bebé y elige a Cunshi, la mujer del protagonista, Andrés Chiliquinga. El
indio, creyéndose abandonado por Cunshi, va a trabajar al monte y pierde una
pierna en un accidente. El patrón le encomienda entonces trabajos más simples,
como atender la sementera. Así, Chiliquinga se queda en el huasipungo .
Al enfrentamiento entre el indio y el patrón, que es inevitable componente social,
se aúna uno nuevo: el patrón pretende seducir a Cunshi. Asimismo, la mayoría de
los indios es enviada a. construir una carretera con la cual los amos, el
inversionista extranjero, el juez y el cura del pueblo seran los únicos beneficiados.
En cambio, Chiliquinga ha sido encargado para ayudar en las obras junto con sus
compañeros, lo que los obliga a soportar largas jornadas de trabajo y la actitud
despótica del capataz, incluso hasta arriesgar sus vidas y perderlas. Éstas son,
para el amo, la mercancía más barata.
El río crece con las lluvias y las obras de construcción de la carretera se
interrumpen. La corriente arrasa el sitio por donde debía pasar la carretera e
inunda huertas y casas de los indios. El hambre casi los vence y para alimentar a
sus familias deciden, Chiliquinga entre ellos, desenterrar el cadáver de una res
muerta en la inundación. La carne, casi totalmente putrefacta, causa la
enfermedad y muerte de Cunshi.
Chiliquinga, desesperado, debe afrontar una vez más la evidente separación de
los mundos de blancos e indios; su esposa muerta no puede ser enterrada en el
cementerio de la iglesia si el cura párroco no recibe una fuerte suma. Andrés roba
entonces una res para conseguir el dinero que garantizaría el entierro de Cunshi,
pero es severamente castigado por el patrón.
En respuesta, él y sus compañeros se rebelan. Lleno de indignación, Andrés
congrega a la indiada enardecida, y se desatan la violencia, la venganza y el
asesinato, descargando así el cúmulo de odio y rencor tanto tiempo reprimidos.
Andrés toma desquite del teniente político y de don Alfonso, cuya hacienda él y los
suyos asaltan, pero en donde no había nadie, pues los amos han huido a Quito. El
ejército, avisado por el terrateniente, llega al pueblo para aplastar la rebelión. Los
indios insurrectos se repliegan hacia los cerros. Ancianos, mujeres y niños caen
bajo las balas de los soldados. La cacería se prolonga. Ya sólo quedan unos
pocos rebeldes, entre ellos Andrés Chiliquinga y su hijo, quienes se refugian en
una choza junto con otros compañeros. De repente, advierten que el techo es
pasto de las llamas; ese incendio es el preludio de una muerte segura. En un
heroico alarde de orgullo y soberbia, Andrés torna a su hijo en brazos y,
angustiado se entrega a las balas gritando: "¡Ñucanchic huasipungo” De pronto,
como un rayo, todo enmudeció para él, para ellos.
Rápidamente la choza terminó también de arder. El sol Se hundió definitivamente."
El párrafo final, lleno de poesía, denuncia el abuso, la opresión, el sufrimiento
ancestral, y documenta la desesperada voluntad de luchar para terminar
definitivamente con ello: "Al amanecer, entre las chozas deshechas, entre los
escombros, entre las cenizas, entre los cadáveres tibios aún, surgieron, como en
los sueños, sementeras de brazos flacos como espigas de cebada que, al dejarse
acariciar por los vientos helados cielos páramos de América, murmuraron en voz
ululante de taladro: "¡Ñucanchic huasipungo”
La novela describe el mundo del indio ecuatoriano y la opresión de que éste es
objeto por la triada en el poder característica en la novela indigenista: el cura, el
dueño de la hacienda y el representante la autoridad civil, quienes se reparten los
beneficios de la situación.
El relato, por momentos muy cercano al naturalismo, testimonia las miserables
condiciones de vida del indio ecuatoriano. La inserción en el texto de numerosos
términos indígenas le aporta mayor realismo y riqueza a la obra.
Huasipungo, publicada en 1934, es muestra ejemplar de la narrativa indigenista.
Ese grito de guerra de los indios rebeldes perdura hasta hoy a lo largo de toda la
literatura latinoamericana.

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