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Andrea Jazmíín Mosqueda Esparza

Desarrollo psicoloí gico del adulto mayor


13 de mayo del 2014

ESTEREOTIPOS DEL ADULTO MAYOR

El libro Envejeciendo dignamente, una mirada hacia las condiciones del adulto mayor, nos muestra
un panorama muy completo acerca de las condiciones de los adultos mayores en nuestro paíís.
Los temas que se tocan son varios, entre los que se encuentran: condiciones socioeconoí micas,
vida cotidiana, estereotipos, geí nero, religiosidad, epidemiologíía, estructura, dinaí mica
ocupacional y dinaí mica familiar. Cada uno de estos apartados, son sumamente importantes para
poder tener una concepcioí n holíística acerca del fenoí meno del envejecimiento, sin embargo, para
la realizacioí n de este ensayo me centrareí en el tema de los estereotipos, ya que considero que con
este toí pico podreí abarcar muchos otros como la calidad de vida, la dinaí mica ocupacional, etc.
Ademaí s, actualmente estoy participando en una investigacioí n acerca de los estereotipos que se
tienen hacia este grupo etario, y aunque auí n no concluye el proyecto, la experiencia que he
tenido ha sido muy enriquecedora.

Schneider (2005), define estereotipo como el conjunto estructurado de creencias


compartidas dentro de una misma cultura, acerca de los atributos o caracteríísticas que poseen las
personas en funcioí n de su pertenencia a un determinado grupo social. Maríín y Martíínez-Pecino,
(2012) definen el estereotipo como una representacioí n mental que es determinada
culturalmente y que estaí sujeto a cambios sociales, ideoloí gicos y culturales.

Respecto a la formacioí n las teoríías socioculturales plantean que los estereotipos surgen
del medio social, son un reflejo de la cultura y sirven para ajustarse a las normas sociales. Algunos
de los muchos factores que intervienen para que se mantengan los estereotipos son: la profecíía
autocumplida, la cual nos dice que se tienen ciertas expectativas sobre el grupo y esto hace
cambiar su conducta; la generalizacioí n de las conductas de un miembro del grupo para evaluar a
otro; el efecto primacíía indica que nuestra primera experiencia determina nuestras
interpretaciones de lo que percibimos mientras que el efecto de asimilacioí n considera que los
individuos se perciben maí s similares a su estereotipo de lo que realmente son.

Por otra parte, existen diversas hipoí tesis que pueden contribuir a realizar un cambio
acerca de los estereotipos hacia alguna determinada poblacioí n. Alguna de ellas son la hipoí tesis de
contacto y la hipoí tesis sociocognitiva. La primera considera que el contacto con diferentes
grupos puede reducir la estereotipia. La segunda hipoí tesis abarca el modelo de la suma, el cual
nos dice que mientras aumenta la informacioí n se produce un cambio en el estereotipo, el modelo
de la conversioí n considera que existe un cambio cuando se proporciona informacioí n que
contradice el estereotipo (Maríín y Martíínez-Pecino, 2012).

Ahora bien centraí ndonos en los estereotipos en la vejez, se tiene la idea de que esta es una
etapa caracterizada por la decadencia fíísica y mental, la cual proyecta una imagen de
discapacidad, de estorbo, de inutilidad. En los sectores empresariales e industriales
principalmente, se tiene la idea de que la vejez es una etapa en donde las personas tienen un
conocimiento obsoleto. Considero que esta percepcioí n es una de las consecuencias de nuestro
sistema capitalista, se desaprovecha totalmente la sabiduríía de las personas mayores y se piensa
que entre maí s joven, tendraí s mayor habilidad y produciraí s en menor tiempo. Desde mi punto de
vista, ademaí s de ser un estereotipo el que se tiene de por medio, tambieí n es una forma de
discriminacioí n la valoracioí n de la edad por encima del conocimiento; tal vez síí existan algunas
desventajas en cuanto a la tecnologíía pero se compensan por sabiduríía, ademaí s, en caso de que
se desconozca alguí n aí rea, la cual tambieí n la pueden desconocer lo joí venes, ellos tambieí n son
capaces de continuar aprendiendo.

Me llamoí mucho la atencioí n la encuesta de discriminacioí n que se realizoí en el anñ o 2005,


en donde el 30% de los encuestados respondioí que se la ha negado trabajo por el simple hecho de
ser adulto mayor, y que la probabilidad de que le nieguen empleo se incrementa conforme se es
maí s viejo; tambieí n mostroí que el 40% de la poblacioí n de adultos mayores considera que la
sociedad es el principal enemigo, al preguntarles cual es a su parecer la figura institucional que
ejerce una discriminacioí n mayor; el segundo lugar (35%) lo ocupa el gobierno, y el tercer sitio
(12%) ocupa las personas joí venes.

Me parece increííble que se deje a un lado el conocimiento y se reduzca todo a rapidez y en


síí a dinero, ya que otro estereotipo que se tiene hacia este grupo etario es que sus incapacidades
(situacioí n de un trabajador cuando por causa de una enfermedad comuí n o profesional, o por un
accidente estaí temporalmente incapacitado para trabajar por indicacioí n meí dica) haraí n perder
bastante dinero como horas de trabajo, pero sobre todo, me parece alarmante el hecho de que
consideren a la sociedad como su principal enemigo ¿hasta queí punto hemos llegado para que
ellos piensen esto? porque creo que si lo analizamos, la respuesta no es ajena a la realidad. Si
comparamos la sociedad de hace 50 anñ os con la actual, nos daremos cuenta de que se respetaba y
valoraba a los adultos mayores por su gran conocimiento producto de la experiencia, se valoraba
a la persona por el simple hecho de ser persona, de ser humano y no por lo que producíía o teníía.
Actualmente, el respeto ya no es uno de los principales valores, se piensa que una persona sabe
maí s por los tíítulos que tenga, es decir, muchas veces pensamos que un adulto joven por el hecho
de tener una licenciatura tiene maí s conocimiento que un adulto mayor de manera general, es
cierto que el joven podraí tener conocimientos precisos pero no se compara con la experiencia de
los adultos.
Otro aspecto que me llamoí la atencioí n, es que el tercer enemigo consideren que sean los
joí venes, cuando desde mi perspectiva, deberííamos de ser un apoyo para ellos, como cualquier
otra persona, el hecho de estar en esta etapa no deberíía de ser un factor para que nos sintamos
con cierta ventaja sobre ellos. Recuerdo que hace poco tiempo leíí la Teoríía de la Identidad Social,
de Henri Tajfel, y eí l mencionaba que al sentirnos parte de un grupo, nos podemos sentir con
cierta ventaja o desventaja en comparacioí n a uno diferente; en este caso, parece ser que el hecho
de ser joven es mejor que ser adulto mayor, por eso existe ciertos prejuicios e incluso
discriminacioí n. Recuerdo que en una de las entrevistas que realiceí a una cuidadora de adultos
mayores, comentaba casi al finalizar, que los joí venes les deberííamos de tener paciencia cuando se
les olvidan las cosas, cuando hacen las cosas lentas o cuando se equivocan; para míí, maí s que
paciencia es simplemente respeto, ya que en cada etapa se vive con diferentes herramientas y
capacidades, ademaí s, pareciera que a los adolescentes, joí venes y adultos medios, se nos olvidara
que alguí n díía nosotros llegaremos a esa etapa.

Otra de las consecuencias de los estereotipos negativos hacia los adultos mayores, es que
condicionan a los ancianos a aceptar “una realidad” montada sobre prejuicios que finalmente
hacen suya, padeciendo las consecuencias de ello. Bajo estas imaí genes, no es extranñ o que la
mayoríía de las personas que se aproximan a la vejez se enfrenten a una lucha por aferrarse a las
cualidades propias de una juventud y adultez joven idealizada, generaí ndoles por consecuencia
importantes sentimientos de frustracioí n y de aislamiento social. No debemos de olvidar los
medios de comunicacioí n, en donde tambieí n se ha vendido una imagen de juventud como
sinoí nimo de diversioí n, plenitud y en ocasiones eí xito, por lo que se disenñ an miles de productos
para “mantenerse joven” o al menos aparentar tal estado; a traveí s de tantos bombardeos, se
comienza a idolatrar todos estos ideales y por lo tanto, como se mencionoí anteriormente, temerle
a la vejez.

Al sentenciar los anteriores estereotipos al adulto mayor a su aislamiento social, lo apartan


de la posibilidad de experimentar cambios propios de su edad cronoloí gica, de su estilo de vida,
del sistema social, familiar y el espacio geograí fico que ocupe, influyendo directamente en su
funcionamiento social en algunos contextos la etapa del envejecimiento se ha asociado a la
peí rdida constante de capacidades (principalmente relacionadas con el aspecto fíísico). Justamente
lo anterior, me recordoí al tema de las alteraciones psicosociales en esta etapa, en donde debemos
de preguntarnos queí se vivioí y ademaí s queí se estaí viviendo, coí mo estaí percibiendo su contexto,
por queí cosas estaí atravesando para poder comprender la forma en la que se comporta, ya que en
ocasiones iroí nicamente tenemos un ideal de vejez como una etapa en la que los adultos deben de
ser dulces, amables, tiernos, comprensivos, etc., pero nosotros como sociedad no estamos dando
pauta a estas caracteríísticas, nosotros los aislamos, discriminamos, incluso les impedimos
realizar ciertas actividades, pero síí esperamos que ellos cumplan con nuestro ideal de vejez y si
no es asíí, simplemente realizamos un juicio de valor negativo y continuamos con nuestra vida, sin
en verdad darnos cuenta de que estamos generando una sociedad no deseable para vivir
adecuadamente esta etapa.

Enfocaí ndonos en nuestra cultura occidental, los estereotipos han llevado a que las
personas experimenten cierto temor frente a la llegada de esta etapa de su desarrollo, que puede
llevar incluso a debilitar la posibilidad de contar con sistemas de apoyo social, familiar y de la
salud maí s integrales y de mejor calidad. Un claro ejemplo de este temor, es el estudio realizado a
682 joí venes chilenos estudiantes universitarios, sobre la percepcioí n de la vejez, en donde la
mayoríía de los encuestados perciben la vejez como una desgracia, albergando sentimientos de
angustia y verguü enza. Debido a que consideran que la vejez es una etapa de la vida en donde el
sujeto seraí una carga social y de absoluta codependencia. Pienso que deberííamos de realizar un
juicio críítico a esta percepcioí n, reflexionar si en verdad es cierto que la vejez es simplemente eso,
una etapa llena de aspectos negativos; de lo contrario, se mantendraí n todos las consecuencias
derivadas de los estereotipos que he mencionado y no se viva con la riqueza que se puede hacer.

Si nosotros como sociedad no tenemos una idea clara acerca de la vejez podemos llegar a
deteriorar poco a poco las relaciones interpersonales. La relacioí n anciano-grupo social ha variado
a traveí s de la historia, las culturas maí s antiguas la tradicioí n oral conferíía al anciano un papel de
elemento indispensable para la conservacioí n de la identidad del grupo humano, y actualmente se
tiene la concepcioí n del individuo mayor como consumidor no productivo, al que es necesario
eliminar, caracteríístico de algunos grupos de esquimales (Couso, 1998). Respecto a la relacioí n
anciano-familia, a partir de las diferencias intergeneracionales se entremezclan elementos
afectivos que matizan la relacioí n en cada tipo de familia y van desde la sobreproteccioí n hasta el
maltrato y la violencia, esto se presenta debido a que los adultos mayores por su condicioí n de
jubilados o incapacitados por alguna enfermedad representan una carga para familia,
presentaí ndose las agresiones fíísicas, verbales o psicoloí gicas hacia al adulto mayor.

¿Coí mo esperamos una buena calidad de vida, una vida digna y una vida amable en el
adulto mayor si nuestro contexto se encuentra tan contaminado? Es aquíí en donde no debemos
de de olvidar el papel que juegan las redes en el adulto mayor, convirtieí ndose en el sustento
emocional que le permite en muchos casos sobrepasar las crisis que se puedan presentar. Dichas
relaciones contribuyen ademaí s en que los adultos mayores sean reconocidos como personas,
mejorando su autoestima, su auto percepcioí n y, por ende, su identidad. Pienso que no debemos
de considerar al adulto mayor como un ser terminado, cuyo desarrollo ha cesado, muy al
contrario, deberííamos de favorecer su desarrollo, contribuir o la menos no estorbar, para que eí l
logre una adecuada integracioí n, por lo menos escuchar con respeto, no decirle coí mo se tiene que
vivir sino ser empaí tico con sus vivencias y con su forma de actuar, entender su sentir, su estado
de aí nimo, entender por queí eí l concibe asíí la vida y no de otro modo, y sobre todo, no tratar de
adecuarlo a nuestro estilo de vida sino respetar la de eí l.

En el libro se menciona la importancia de generar un cambio cultural para que se


fortalezcan las estructuras familiares y redes de apoyo donde los viejos pertenezcan tanto como
cualquier persona de otra edad. Yo concuerdo totalmente con esto y pienso que un primer paso
para que se logre comprender tal etapa, es la informacioí n. Como se mencionoí al principio del
ensayo, la informacioí n puede producir un cambio en el estereotipo; brindales informacioí n real
acerca de lo que “se cree que ya se conoce” podraí generar cambios y acciones positivas para
mejorar la calidad del adulto mayor. Simplemente, yo me pongo como ejemplo para dicha
afirmacioí n, ya que aunque seí que me queda mucho por conocer acerca del desarrollo psicoloí gico
y las condiciones del adulto mayor, síí he notado una gran diferencia en la forma en que percibo a
este grupo etario antes de este curso y actualmente; en ocasiones creemos que tenemos una idea
clara acerca de nuestro contexto pero no es asíí, si continuamos desconociendo sobre el tema,
estaremos dando las mismas malas condiciones que les estamos brindando ahorita,
continuaremos excluyendo de forma laboral y social al adulto mayor, continuaremos con los
estereotipos negativos e incluso continuaremos temiendo a esta etapa en lugar de esperarla con
tranquilidad, continuaremos pensando en que esta etapa solamente se trata de peí rdidas y no
veremos la riqueza que nos puede brindar. Creo que la informacioí n llevada a la praí ctica, tanto
para los adultos mayores como para el resto de la sociedad síí podraí hacer un cambio;
afortunadamente cada vez son maí s las personas que se interesan en este tema, que realizan
investigacioí n, que generan espacios para su desarrollo, que informan acerca del tema, aunque
esto consciente de que auí n falta muchíísimo que podemos hacer.

Finalmente, me gustaríía anñ adir que como se mencionoí al principio, no debemos de olvidar
que los estereotipos estaí n sujetos a cambios sociales, por lo tanto, debemos ser conscientes de
que síí se puede cambiar tal situacioí n, si se puede combatir la discriminacioí n, hacer un cambio,
mejorar la calidad de vida de los adultos mayores, respetarlos, brindarles oportunidades de
empleo, no desperdiciar la sabiduríía y la gran experiencia con la que cuentan, y en general, tratar
de ser un contexto amable para ellos, atractivo y que en verdad se pueda disfrutar, no solo
padecer. Como menciona Acevedo Alemaí n, una visioí n sin prejuicios sobre ser viejo por parte del
adulto mayor, lo conduciraí a mejores apreciaciones sobre el envejecimiento, traducido en
autocuidado y mejores estilos de vida.

REFERENCIAS:
Acevedo J., Trujillo, M., y López, M. (2012). Envejeciendo dignamente: una mirada hacia las
condiciones de vida del adulto mayor. Plaza y Valdés: México.
Maríín, M., y Martíínez-Pecino, R. (2012). Introducción a la Psicología Social. Madrid: Piraí mide.

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