- ¡Cuidado niñas, están bien muy cerca de la Escalera! – dijo Esteban, el padre de Elena. Las niñas cogieron las estrellas y se fueron al cuarto de Elena. -¡Qué lindos Elefantes! – Exclamo Paula, pues en el espejo habían elefantes con escarcha de muchos colores. Andrés y su familia se fueron a Ica a visitar a su tía Irma, por la tarde salieron a conocer la iglesia del barrio. Andrés y su hermana Isabel jugaban en el jardín de la iglesia cuando de pronto, entre las plantas, vieron un animal pequeño, de color verde oscuro y con cola larga. - ¡Es una iguana! – gritó Andrés. - ¡No, Andrés, es una lagartija! – Le contestó Isabel y le explicó que las iguanas viven en lugares más tropicales. Paula y Andrés ordenaban la caja de animales de juguetes de Paula. - ¡Me falta la oreja del oso! – dijo Paula. - Creo que está en la casa de las ovejas – contestó Andrés. Los dos se pusieron a buscar la oreja del oso pero no la encontraron. - ¡Busquemos debajo de la cama! – dijo Andrés. - ¡Ya lo encontramos! – exclamó Paula. - Ahora si podemos terminar de ordenar. Oscar, el padre de Paula, entró a la habitación y les dijo: - ¡Niños, el almuerzo está listo! – Hoy comeremos ollucos con carne. Se lavaron las manos y fueron contentos a almorzar. - ¡Andrés! Ya estas lista la gelatina – le dijo Úrsula, su mamá. - ¿Mamá hoy preparaste gelatina de Uva? – preguntó Andrés. - Sí, Andrés, tu sabor preferido – contestó su mamá. Andrés se lavó las manos; luego sacó una cuchara pequeña del cajón de cubiertos, pero se distrajo y, al cerrar, se golpeó la uña. - Andrés, la próxima vez recuerda hacerlo con más cuidado; ahora siéntate en la mesa, vamos a comer está rica gelatina – dijo Úrsula, su mamá. Andrés y Paula estaban jugando. Andrés con una moto y Paula con una muñeca. Cuando de pronto su abuela les dijo: - Guarden los juguetes y vamos a la mesa a tomar un rico ponche de maca. Ellos contentos obedecieron ya que sabían que su abuela se los había preparado con mucho cariño. Andrés y su papá fueron de paseo a la playa de Punta Sal en Tumbes, llevando con ellos a su perro. El perro de Andrés jugo con la pelota. Al llegar a casa almorzaron arroz con pato y luego jugaron con un pito. ¡Juntos se divirtieron mucho! En el salón de clases, la profesora cantaba una canción del sapo con sombrero. Paula y Andrés sentados en una silla cerca a una mesa, escuchaban con atención la hermosa canción.