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INTRODUCCIÓN A LA BIBLIA

BIBLIA
¿Qué es?
Al hablar de la Biblia se pueden dar muchas respuestas sobre lo que se conoce que es. Se
la conoce como la Palabra de Dios dirigida a los hombre; también como el libro de Dios,
la historia del amor de Dios; como la Historia de Israel y la salvación del hombre; todas
estas en cuanto a su contenido.
Si hablamos de la estructura, se puede decir, que la Biblia es una colección de libros. Y
si bien consultamos un diccionario etimológico, Biblia se deriva del griego, del plural
neutro del término “Biblíon”; “biblia” significaría “libros”, lo que viene a descubrirnos
que el libro que nosotros llamamos Biblia no es un libro sino un conjunto de libros.
Así, se pueden dar muchas definiciones que haría notar la grandeza y hermosura de este
libro, pero es bueno quedarnos con la definición que aparece en el documento del Concilio
Vaticano II “es un conjunto de libros, escritos por inspiración del Espíritu Santo, es decir,
que tienen a Dios por autor y como tales han sido confiados a la Iglesia” (Dei Verbum
11.)
Nombres dedos a la Biblia
A la Biblia se le llama también Sagrada Escritura, Palabra de Dios, Libro de la
Revelación, y a sus partes se las conoce como testamento.
Escritura o Sagrada Escritura, la palabra “escritura” viene de “escribir”. La Biblia se
denomina así, por ser el mensaje o palabra de Dios que permanece escrita. Jesús mismo
al rechazar las tentaciones empleo esta expresión “escrito esta” (Mt. 4, 4). Estas escrituras
son calificadas como “Sagradas” o “santas” porque su autor es el Espíritu Santo, además
por su contenido que es el mensaje de la salvación y por su influjo santificador para quien
la lee.
Palabra de Dios, se la conoce así, ya porque es él mismo que se comunica con nosotros
a través de la Biblia.
Libro de la Revelación, ya que Dios se nos revela, es decir, corre el velo cuando la
leemos; la palabra vino a nosotros dando a conocer su misterio, haciéndose cercano a
nosotros y porque los que la escribieron lo hicieron por revelación de Dios.
Testamento, esta palabra viene del latín “testamentum”, del griego “diazeque” y a su vez
del hebreo “berit” que significan “pacto”, “alianza”; entonces se denomina así por el pacto
de Dios con Abrahan y sobre todo con Moisés conocida como antigua alianza, y la nueva
alianza es la de Jesús.
Autor.
Como se puede notar en la definición anterior del documento del Vaticano II se afirma la
doble paternidad de los libros sagrados y en el mismo literal de la Dei Verbum menciona
“En la redacción de los libros sagrados Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus
propias facultades y medios, de forma que, obrando él en ellos y por ellos, escribieron,
como verdaderos autores, todo y sólo lo que él quería”.
Entonces, se trata de libros con una doble autoría. Son libros escritos por hombres, a los
que llamaremos Autores Sagrados, sobre los que el Espíritu de Dios estuvo ejerciendo
una acción especial, de tal forma que también a él debemos atribuirle estos libros. El
hombre tampoco será un simple instrumento en las manos de Dios. Dios como que toma
al hombre a su servicio, pero dejándole ser él mismo. Pero sin lugar a dudas, el único
autor de la Biblia es Dios bajo la actuación del Espíritu Santo, como lo afirma la Verbum
Dómini, 19 “se reconoce toda la importancia de autor humano, que ha escrito los textos
inspirados y, al mismo tiempo, a Dios como el verdadero autor”.
Contenido.
Como se ha mencionado, la Biblia es la revelación del Misterio de Dios, es la Palabra
eterna que se hace conocer a los hombres, por medio de ellos mismos, y describe toda la
historia de salvación propuesta por Dios para el hombre. Jesús es el eje principal de los
73 libros de la Biblia. Así los 46 libros del Antiguo Testamento, hablan en diversas formas
de que Jesús el Mesías que iba a venir. Y en cambio, en los 27 libros del Nuevo
Testamento, hablan de que Jesús vino ya y que va a volver.
La Biblia, nos da a conocer a Dios, presentándolo vivo y en acción. Jesucristo, es el centro
de la Biblia por dos motivos:
Porque en Jesucristo, Dios se nos da a conocer en palabras y en acciones como
por su misma persona.
Y porque todo el plan de salvación trazado por Dios había trazado se realiza
plenamente en Jesucristo y por él se realiza también en nosotros.
DIVISIÓN
La Sagrada Biblia consta de 73 libros y se divide en dos grandes partes: Antiguo
Testamento con 46 libros y el Nuevo testamento con 27 libros.
Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento nos presenta la historia de Israel desde el 1800 antes de Cristo
hasta nuestra era. Leemos en él su historia -la historia vulgar de un pequeño pueblo, entre
otros muchos-, pero también y sobre todo el significado que ese pueblo percibió en su
propia historia.
Comprende todo lo sucedido desde la creación del mundo, hasta que llegó el tiempo de
la venida del Hijo de Dios.
Este a su vez tiene su propia división:
El Pentateuco, contiene lo que los judíos conocen como la “Torah”, la “Ley”, y la
componen los libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
Los Históricos, que nos cuentan la historia de cosas que han pasado, o la historia de
algunas personas importantes y del pueblo de Israel. A este conjunto pertenecen: Josué,
Jueces, 1-2 de Samuel, 1-2 de Reyes, 1-2 de Crónicas, Esdras, Rut, Ester, Nehemías,
Tobías, Judit, Ester y 1-2 de Macabeos.
Los Proféticos, recogen los mensajes que Dios envió a su pueblo por medio de hombres
santos llamados profetas que denunciaban las injusticias y anunciaban su perdón
misericordioso para los que se convirtieran. A este grupo pertenecen: Isaías, Jeremías,
Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc,
Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.
Los Sapiensales, nos enseñan una doctrina de cómo vivir como hijos de Dios, también se
los llama Didácticos, poéticos o doctrinales. A este grupo pertenecen: Job, Salmos,
Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Sabiduría y Eclesiástico.
Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento nos da a conocer todo lo que sucedió desde el nacimiento de Jesús,
el Hijo de Dios, su vida, enseñanzas, su pasión, muerte, resurrección y Ascensión al Cielo.
Y además la historia de los apóstoles, sus experiencias y vivencias, las cartas de algunos
de ellos y por último el Apocalipsis. Este a su vez se divide en:
Evangelios, que contienen los dichos y hechos de Jesús, entre ellos están: Mateo, Marcos,
Lucas y Juan.
Los Hechos de los Apóstoles, narra el nacimiento de las primeras comunidades cristianas
y la experiencias postpascuales.
Los Escritos paulinos, cartas atribuidas al apóstol Pablo dirigida a las diferentes iglesias
primitivas, entre ellas: 1-2 a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a
los Colosenses, 1-2 a los Tesalonicenses, 1-2 a Timoteo, a Tito, a Filemón y a los Hebreos.
Las Cartas católicas, escritos atribuidos a otros apóstoles dirigidos también a
comunidades cristianas, en las cuales consta: de Santiago, 1-2 de Pedro, 1-2-3 de Juan,
de Judas.
Y por último, el Apocalipsis del apóstol San Juan.
MANEJO DE LA BIBLIA
Como ya se ha dicho, la Biblia es un conjunto de libros, cada uno de los 73 libros está
dividido en capítulos, que suelen indicarse en la Biblia con números grandes. Y cada
capítulo está dividido en renglones, que se llaman también versos o versículos y están
señalados con números pequeños.
Entonces, para buscar en la Biblia una cita tienes que buscar tres cosas: el nombre del
libro, el capítulo y el versículo. Ejemplo Mateo 5, 8-12, esto significa que hay que leer
todos los versículos del ocho al doce del capítulo ocho del evangelio de Mateo.
Con el fin de abreviar los títulos de los libros bíblicos, se suelen emplear sus siglas
correspondientes. Estas siglas o abreviaturas las encontramos normalmente en una de las
primeras páginas de la Biblia.
Si se hacen varias citas de distintos capítulos o de distintos libros, se separan con punto y
coma (;). Ejemplo: Mc 3,7; 5,11 se lee: evangelio de Marcos, capítulo tercero, versículo
7 y capítulo quinto, versículo 11. Otro ejemplo: Lc 10,2-8; Jn 7,14 se lee: evangelio de
Lucas, capítulo décimo, versículos dos al ocho, y evangelio de Juan, capítulo séptimo,
versículo catorce.
Además, si después de la cifra de un versículo encontramos una ‘a’, quiere decir que se
cita tan sólo la primera parte del versículo; una ‘b’ se refiere a la segunda parte del
versículo; una ‘s’ quiere decir que se están citando también los siguientes versículos o
capítulos.
CÓMO LEER LA BIBLIA
Hemos dicho que la Biblia es un libro que tiene no sólo un autor humano, como cualquier
otro libro, sino que es un libro en el que también nos habla Dios, y un libro en el que Dios
habla no sólo para los hombres del tiempo en que fueron escritos los libros, sino también
para los hombres de todos los tiempos. Podemos, pues, distinguir, al menos teóricamente,
tres niveles, que hemos de tener en cuenta para llegar a captar en plenitud el mensaje que
los libros bíblicos nos trasmiten:
Nivel histórico-literario. Es el nivel en que se contempla la Biblia como cualquier otro
libro de la antigüedad y en que se la somete a las mismas técnicas literarias para tratar de
averiguar qué es lo que dice el texto.
Nivel teológico. La Biblia trae un mensaje de salvación; no bastará con saber, a base de
las técnicas literarias, qué es lo que dice el texto; habrá que averiguar también qué es lo
que quiere decir en esa perspectiva de salvación.
Nivel actualizante. La Biblia es también palabra de Dios para nosotros. A este nivel, habrá
que hacer una traducción del mensaje bíblico para el hombre de hoy.
Para esto, hay que tener ciertas condiciones para una buena lectura de la Biblia. En primer
lugar la oración, pidiendo a Dios que nos ilumine para entender el mensaje; hacer una
lectura pausada con humildad, sabiéndonos necesitados de Dios; no buscar ciencia
profana y explicación lógica, sino un mensaje espiritual; buscar comentarios serios y
explicaciones de buenos libros de expertos de Biblia; y empezar a leerla en el orden más
fácil conocido: Evangelios, Hechos, Génesis, Éxodo, resto de libros del Antiguo
Testamento y luego las Cartas del Nuevo Testamento.
DISPOSICIONES PARA LEER LA BIBLIA.
Nos dice el Concilio Vaticano II: “Los cristianos deben recibir los libros sagrados con
devoción, porque expresan un vivo sentido de Dios, contienen enseñanzas sublimes sobre
Dios y una sabiduría salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de oración y
esconden el misterio de nuestra salvación” (Dei Verbum, 15).
Actitudes para la lectura de la Biblia
Actitud Literaria, la Biblia es un monumento literario de gran belleza, por tanto podemos
leerla como obra literaria, pero no basta solo con hacerlo así, pues no sacaremos todo el
fruto espiritual que Dios quiere para nosotros, solo nos llevaría a ser unos literatos
bíblicos.
Actitud Crítica, muchos especialistas la leen con espíritu crítico, en el sentido científico
de la palabra, viéndola desde el punto de vista de las ciencias, es buena actitud, pero no
basta, pues saldríamos eruditos de la Biblia y no tocaría el centro de nuestra persona.
Actitud Histórica, puesto que en la Biblia se narran hechos del Pueblo de Dios y de sus
personajes y sus relaciones con otros pueblos y culturas del Oriente medio, podemos
acercarnos con ojos de historiador, pero no obstante, tampoco esta actitud es la correcta,
llegaríamos a ser unos historiadores nada más.
Actitud Religiosa, en la Biblia se transmite el mensaje de Dios para llevarlo a la vida, y
es la mejor actitud para acercarnos a ella ya que “todo lo que en ella se contiene ha sido
escrito para nuestra enseñanza” (Romanos 15, 4). Esta actitud requiere de profunda fe, de
humildad sincera y de apertura total.
Verdaderas disposiciones para la lectura de la Biblia.
Con fe y con amor, en ella se nos ofrece todo el misterio de salvación del hombre, es
Dios mismo que nos habla como Padre y nos sustenta amorosamente con su palabra.
Con respeto y veneración, porque es Dios mismo que nos habla, que se dirige a nosotros.
Con espíritu de Humildad, con apertura de corazón para dejarse transformar por su
palabra, reconociéndonos necesitados de él.
Con espíritu de Oración, como nos dice la Dei Verbum, 22 “la Biblia es la fuente
principal de la oración y de la vida religiosa de los cristianos”.
LA BIBLIA Y LA IGLESIA.
Conservación y defensa de la Biblia.
La Dei Verbum en su numeral 10 nos dice: “La Escritura, junto a la Tradición, constituye
el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia”
La Iglesia conserva, defiende, expone y difunde fielmente este depósito sagrado. Durante
varios siglos monasterios enteros de monjes católicos emplearon sus vidas en copiar a
mano y muy primorosamente la Biblia y así contribuir a la Iglesia en su esfuerzo por
hacerla llegar al pueblo mediante traducciones a diversos idiomas, para ayudar a sus fieles
a la comprensión más onda de la Palabra de Dios.
Y el Concilio Vaticano II afirma el papel de la Iglesia con respecto a la Sagrada Escritura:
“La Iglesia, guiada por el Espíritu Santo y por el Magisterio de sus Pastores, es la única
depositaria y guardiana del tesoro de la revelación…” (Lumen Gentium, 25). Por eso, la
Iglesia se preocupa no solo de la integridad de la materialidad del libro, sino sobre todo
de la defensa de su contenido y de su exacta interpretación.
Tradición y Magisterio.
La Tradición tiene una actuación especial en la misión de la Iglesia de interpretar,
defender y exponer la Biblia.
Desde el comienzo y mucho antes de que se escribiera la Biblia, los primeros cristianos
fueron llevando costumbres de cómo vivir el cristianismo que proclamaban y difundían
los apóstoles, cuando ya se escribió la Biblia continuaron practicando esas costumbres,
ya que eran una manera de interpretar vivencialmente lo contenido de la Biblia, esta
tradición es también palabra de Dios por cuanto procede de los apóstoles y se refiere a la
manera de vivir, practicar y entender la Biblia. Es por tanto como complemento necesario
de la Biblia y los dos juntos Biblia y Tradición constituyen todo el tesoro, el sólo deposito
sagrado de la Palabra de Dios, que nos ha dejado Jesús, confiado a la Iglesia.
Jesús entregó a su Iglesia este cargo de custodiar, defender y exponer el depósito sagrado
que se compone la Biblia y la Tradición y para esto instituyó el Magisterio vivo de la
Iglesia cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo mediante los apóstoles y sus
sucesores. Este Magisterio vivo de la Iglesia, no es para enseñar ninguna cosa nueva, es
solo para mantener intacta las verdades y prácticas de la vida cristiana que nos a llegado
a través de la Biblia y de la Tradición.
Por último, como afirma el Papa Benedicto XVI: “En definitiva, mediante la obra del
Espíritu Santo y bajo la guía del Magisterio, la Iglesia trasmite a todas las generaciones
cuanto ha sido revelado en Cristo” (Verbum Dómini, 18).
BIBLIOGRAFÍA
RAMOS, Miguel-RAMOS, Francisco. Mi primer encuentro con la Biblia, Colección
Fuente de Vida n° 13, Quito, 1986.
CHARPENTIER, Etienne. Para leer la Biblia, Verbo Divino, Navarra, 1987.
CEPEDAL, Tirso. Breve curso de Biblia, Generales de Biblia, 2009.
CONCILIO VATICANO II. Constitución Dogmática Dei Verbum, Vaticano, 1965.
BENEDICTO XVI. Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Dómini, San Pablo,
Colombia, 2010.

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